Núm. 122 - Publicaciones de Defensa

Anuncio
Li
-
*
•e.
r
4.
Li lTD
PLSTA ILUSTQADA
DLLAS APMASY SLPVICIOS
MINI
STQIO
prL
tJÚ RCITO
ejército
REVISTAILUSTRADADE
LAS ARMASY SERVICIOS
Año XI • Núm. 122 •
Marzo1950
SUMARIO
Servicio.—Coronel Vigón.
La tradición militar española en los Ejércitos hispano.aniericanos.—General Bermádez
de Castro.
Métodos modernos para la lucha contra las ratas.—Comandante Medico Piédrola.
La maniobra y la idea de maniobra en-las Unidades superiores de Infantería,—Comandante
Bustamante.
Servicio obligatorio de transfusión de sangre.—Médico de la Armada Soler Cantó.
El papel de la soldadura en la industria dearmarnentos.—T. Coronel Salvador.
De la Guinea Continental Española.—Capitán González Conesa.
El combate ofen8ivo en la rnontaa con nieve.—Comandante Sánchez Meseuer.
Información e Ideas y Reflexiones:
España, la apestada.—Por Ossian Mathieu. (Traducción.)
Los factores de la movilidad del combatiente.—Coronel Marshall. (Traducción.)
El mortero como dotación de la Artillería ligerá.—T. Coronel G. Bilbo. (Traducción.)
La paz por el dominio aéreo.—Conferencia del Mayor del Ejército de los EE. UiJ. Seversky. (Traducción.)
La locura de los bombardeos estratégicos.—Por Hoffman Nickerson. (Traducción.)
Más potencia de fuego para la Infantería.—Comandante Lyman S. Faulkner. (Traducción;)
El milagro delfuego marchando.—Comandante Whittington. (Traducción.)
Estudios sobre la segunda guerrá mundial. La guerra en el Pacífico.—Tenierite de Navío Franciscó José Ruiz.
Diez normas para el tendido de los puentes permanentes del Ejército.—T. Coronel Hall. (Traducción.)
Guía bibliogrdfica.—Redacción.
“
1 1S
‘
i*F’I4’
EkL.
V’1:1I
1¡ Ii
Iii
[.IW•]
[‘Iii -iijI.lj
iL
‘—
MINISTERIODELEJERCITO
LItO
ib, 1rodo
de bu onn /,er,Ki.,
DIRECTOR:
ALFONSO
FERNANDEZ,
Coronelde E. M.
JEFE
DE REDACCIÓN:
Coronel de E. M. Excmo. Sr. D. José DíazdeVillegas,Director Generalde Marruecosy Colonias.
REDACTORES:
General de E. M. Excmo. Sr. D. Rafael AlvarezSerrano,Profesor de la EscuelaSuperiordel
Ejército.
Coronel de Artillería, del Servicio de E. M., D. José FernándezFerrer, de la,EscuelaSuperior
del EjérCito.
Coronel de Infantería D. VicenteMoralesMorales,del Estado Mayor Central.
Coronel de E. M. D. MiguelMartin Naranjo,del Estado Mayor Central.
Coronel de E. M. D. GregorioLópezMuíliz,de la Escuela Superiordel Ejército.
Coronel de E. M. D. Juan Priego, del ServicioHistóricodel Ejército.
Teniente Coronelde Infantería, del Servicio de E. M., D. José OtaolaurruchiTobía,del Estado
Mayor Central.
Teniente Coronelde Infantería, del Servicio de E. M., D. FelipeSanteliz Muñoz,del Estado
Mayor Central.
Teniente Coronelde IngenierosD. Manuel Arias-Paz Guitián, Director de la Escuelade Auto
movilismo.
Teniente CoronelInterventor D. José BercialEsteban, del Ministeriodel Ejército.
T. CoronelIngenierode Armamento D. PedroSalvadorElizondo,de la Direc. Gral. de Industria.
Comandante de Intendencia D. José Rey de Pablo, del Ministeriodel Ejército.
PUBLICACIÓNMENSUAL
Redacción
y Administración:
MADRID,
Alcalá,
18,
3.°
Teléfono 22-5244 * Correspondencia, Apartado de Correos 317
PRECIOS
DE ADQUISICION
Para militares, en suscripción colectiva por intermedio del Cuerpo4,50
Para militares, en suscripción directa (por trimestres adelantados)5,00
Para el público en general (por semestres adelantados)6,00
Número suelto7,00
Extranjero8,00
Ejar
Correspondenciapara colaboración,alDirector.
Correspondenciapara suscripciones,al Administrador, D. Franciscode Mata Diez, Comandante
de Infantería.
S ERVICIO
Coronel de Artillería, Jefe del Regimiento 15, JORGE VIGNSUERODtÁZ.
CUÉSTA
Su voz, su gesto, no son más que una pantomima
de actor, una miserable ostentación de soberanía,
cuya vanidad debe conocer. ¡No es posible que
crea en sí ‘mismo tan sinceramente! Nos impíde a
todos levantar el velo, pero él se ve desnudo por
dentro. Cuando esto ocurre, el culto queda sin
objetó, y los afanes del devoto, infecundos, si a
uno y a otros no ofrece un fin más elevado.
Pero hay un objeto digno de la más solícita
afición: la Patria. El patriotismo para San Agus
tín es el único amar que merece ser más fuerte
que l de los padres (), y’en otro lugar señala la
gradación justa de los amores ‘de un hombre:
‘Ama siempre a tus prójimos, y más que a tus pró
jimos, a tus padres, y más que a tus padres, a tu
Patria, y más que a tú Patria, a Dios (6).
El mismo Jesucristo—hace observar Vega
Mestre—exhorta a los, judíos para que salven
a su ‘pueblo, conformando su vida a la ley que
El viene a predicar. Y cuando colman las medi
das de contumacia, Jesús llora sobre la ciudad
de Jerusalén, corazón de la patria judía, que se
arruinaba irremediablemente (7).
Patria era entonces la tierra de los padres, a
la que se ligaba cada uno y todos entre sí por
lazos de’ sangre, por el mandato de los muertos
—la tradición—y por el propósito de realizar
juntos empresas que nutriesen sus vidas. Nue
vas adquisiciones espirituales abrieron más am
plios horizontes a la expañsión de este senti
miento, creando apetencias espirituales colec
Renaud de Napoleón—. tivas y temas sugestivos para la vida y la ac
ción común (8). Tal acontece al lograrse sobre
muy poco trabajo comprender por
qué a Vigny se le hacía iiitolerable la idea
de servir (i). Es su espíritu,sin duda, el que
proyecta sobre la figura de aquel capitán cuya
‘adolescencia había deslumbrado el fulgor de la
gloria napoleónica (2), y es claro, también, que
Vigny recuerda su propia infancia cuando le
hace decir a Renaud: La glória de estar ligado a
aquel hombre me barecía la cosa más grande que
existía en el mundo, y nunca un ‘amante sintió el
ascehdiente de su amada con emociones más vi
vas y más aniquiladoras que las que su vista pro
ducía en mí cada día (a).
Vigny—--ya se ha dicho—se aficiona después
al Rey, con menos devoción, sin duda, pero no
más Jniciosamente. Si el diálogo desconocido en
tre Pío VIII y Napoleón fuera algo más que
una ficción (4), podría pensarse qué Napoleón
no había tenido tampoco una idea más recomen
dable de su propia función. Soy—dice—un fa
bricante de batallas; ‘ésees mi estado! a los treinta
y cinco anos he producido ‘dieciocho victorias.
Debe pagárseme mi obra. Y pagarla con ‘un
trono no es demasiado caro.
Pero aunque. se tratase de un hombre de ex
cepcionales calidades morales y no de este em
presario de glorias y aventuras que Napoleón
era en realidad, nada podía justificar una acti
tud de beata supeditación personal. Tarde o
temprano, y más o menos dolorosamente, se
desgarra la ilusión que uno ha prendido en el
ídDlo.. ¡Miente/—dice
(x)
Vid. Servidumbre y grandeza de las armas. Lib. III. La
vida y la snuerle del caf’itdn Renáud, o el basMn de junco.
(2)
No se entiende bien cómo ha podido decirse que
Vigny haya sido el creador y propagador de la idea de servicio que tan decisivo papel juega en el concepto de las so
ciedades
modernas. (La Salle: Alfred de Vigny y Mon
Ireal, 1g14, pág. 535.) No es preciso esforzarse en demostrar
que si alguien ,ha puesto empeño en hacerla ingrata y en
suscitar, recelos en torno a ella, ha sido precisamente él.
() Serviduníbre,
lib. III,
III, cap.
cap.V.IV.
Servidumbre, lib
El diálogo, aunque ha
•sido utilizado como material histórico más .de una vez, es
sólo una artística ficción. (La Salle, pág. 131.)
()
(6)
()
San Agustín: La ciudad de Dios.
San Agustín: De libero cerbifrio.
San Lucas. 59, 45.
(8)
Hay quien piensa que este proceso no interrunipiclo
dotará a la humanidad toda de una patria común. El ca
mino que se lleva no parece muy prometedor, pero no por
eso aquella ilusión ha de estimarse menós generosa.
Bergson’ ha apuntado ‘la idea de que el’hombre fué hecho
para sociedades muy pequeñas. creo entender que es por
esta razón por la que el hombre niedio suele encontrarse
bastante bien en el seno de su familia, un poco menos bien
3
esta vieja tierra nuestra—que ya Paulo Orosio
abarcaba en su universa Hisj’ania-—-la unidad
religiosa (o).Recaredo preside el tercer Concilio
toledano (589), en el que a la discordia en Es
p ana sucede la az santa, la unanimidad y, con.
ella, la estabilidad del reino terrenal (San Lean
dro); y San Isidoro——intérprete de esta asun
ción de clasicismo (Io)—invoca (624) a la sacra
España, madre feliz de ríncies
y de pueblos
(De laude Sance) (u). El fenómeno político del
nacimiento de las nacionalidades robusteció y dió
nuevas calidades al sentimiento de la Patria.
Patria y Nación vinieron entonces a superpo
ner sus límites. Pero la Patria es un complejo
de territorio, gentes, valores espirituales reali
zados y propósitos de vida colectiva, difícil de
definir; se ha intentado hacerlo tantas veces,
con fortuna varia, y casi ninguna con el rigor y
la concisión apetecibles, que no es cosa de pre
tenderlo aquí una vez más.
Ahora bien; puesto que, cuando menos, es
seguro que la patria es algo más que el suelo
sobre el que acampa la nación, el patriotismo no
puede ser sólo la atracción que ejerza sobre
nosotros determinada parcela terrestre; el pa
triotismo es algo más que esta querencia: es una
ferviente aspiración al bienestar, al florecimien
to y a la libertad de la patria; pero es también
la solidaridad del individuo con su historia; no
puede sentir el amor a la patria quien reniegue
y se exente de su historia; patriotismo es tam
bién amor al pasado, respeto a las generaciones
que nos precedieron.
El patriotismo es, pues, amor y virtud. La
patria, que es una personalidad espiritual, suscita de parte de quienes la tienen por suya un
amor complejo que García Mórente ha anali
zado con agudeza (12): ámor al pasado (amor
en sa pueblo, peor como provinciano, y más mal como ciu
dadano de su nación. Esta pudiera ser la razón de que no
haya nunca un gobierno declarado bueno para todos.
Gracias a ello, sin embargo, por su fuerza de coacción
y por su esfuerzo de cohesión, esta disociadora tendencia
a sntirse mal en el conjunto ha ido cediendo el puesto poco
a poco a un principio de unión que sube del fondo de cdda una
de las sociedadei elementales reunidas... Este principio, único
capaz de neutralizar la tendencia a la disgregación, es el pa
triotismo. (Bergson: Les deux sources...).
(9) Historia de España, dirigida por D. Ramón Menén
dez Pidal, tomo II, Introducción, pág. XXXVI.
(so) El clasicisnio—dice Eugenio d’Ots—-consiste en la
presencia, victoria y primada de los elementos de unidad. Las
ideas y las formas. Madrid, e. a., pág. 48.
(Ii)
Histoi’ia de España, dirigida por D. Ramón Menén
dez Pidal, tomo III, Introducción, págs. XIX, XXXIV.
(12)
Vid. EjáRciTo, núm. 28.
4
histórico, amor filial, amor de gratitud), amor
actual (amor conyugal, amor de fidelidad) y
amor a su futuro (amoi’ j.’aternal, amor de sacri-.
ficio).
El amor ala Patria—decía Jovellanos—no es
aquel común y natural sentimiento, hijo del amor
jroio,
or el cual el hombre j’refiere su patria
a las ajenas, sino aquel noble y generoso senti
miento que estimula al hombre a desear con ardor
y a buscar con eficacia el bien y la felicidad de su
patria tanto como la de su misma familia; que le
obliga a sacrificar no tocas veces su probio inte
re’s al interés común; que uniéndole estrechamente
a sus conciudadanos e interesdn4oles en su suerte,
le aflige y le conturba en los males públicos y le
llena de gozo en la común felicidad.
El patriotismo como virtud es también un
complejo de gratitud, servicio y sacrificio, a
cada unó de cuyos ingredientes se liga una gama
de exigencias que constituyen los deberes para
con la patria. Pero mal podrían cumplirse éstos
si de cada una de aquellas virtudes elementales
no disparase un vector dirigido hacia Dios. Tie
nen, en efecto, aquellas virtudes un asidero co
mún en el alma del hombre, la abnegación, y la
abnegación tiene su raíz y fundamento en la
moral religiosa.
Sólo en ella puede apoyarse un patriotismo
juicioso, tan ardiente como el que más pueda
serlo, pero respetuoso con la personalidad hu
mana y sometido rigurosamente a las Leyes
divinas.
Con esta limitación, el juramento de fidelidad
que la Patria exige de sus hijos eleva las obliga
ciones militares así consagradas a la categoría
de deberes religiosos. Por algo en otro tiempo
se llamó al juramento de fidelidad sacramento
militar.
Pero no sería bueno que nadie se obligara tan
estrechamente al cumplimiento de unos debe
res que no conociera bien. Una vez más es pre
ciso declarar la estimación qúe se debe a la
Deontología; pero—añadamos—para con ella es
necesaria la educación, el entrenamiento patrió
tico.
Esta es una tarea a la que ha de dar carácter
preferente quien haya de orientar la educación
nacional. Y para el caso no hay ambieiite más
apropiado que el del Ejército. No es que el Ejér
cito se declare arbitrariamente depositario de
las esencias patrióticas por el hecho de estar lla
mado a defenderlas con las armas; lo que sucede
es. que en el devenir histórico, cuando los gran
des señores que asumían la representacióii na
cional fueron extravertiéndose, europeizándose
y, si se quiere, internacionalizándose en cierta
medida, el sentimiento patriótico nacional se•
fué reflejando sobre aquella última línea, tan
recia, de la nobleza, constituída por los hidalgos
—en otras partes, el gentil hombre (gentis hqmo),
el hombre de la nación—. Y como de esta clase
e nutrieron durante mucho tiempo los cuadros
del Ejército, fué en él donde vino a residir el
más acendrado sentirñiento patriótico.
No es extraño, pues, que en las ocasiones di
fíciles, cuando gentes de bonísima voluntad, de
inteligencia brillante y muy útiles en los menes
teres de su profesión, equivocan el camino y
extravían a sus seguidores, sea el Ejército el
que acierte a señalar de qué lado está la Patria,
con un finísimo sentido histórico, al que sería
honesto hacer justicia..
nos habituado a lás simplezas que son capaces
de producir gentes consideradas como sensatas;.
pero no dejará de anotar en el expediente per
sonal de Vigny esta curiosa preocupación de fi-.
delidad no.a una idea, ni a un sistema ni a una
causa, sino a una persona física, a un hombre:
al rey; lo que él debiera, representar, sea cual
fuere su conducta personal—en este caso, nada
recomendable—, parece no importarle mucho.
Hay en esta manera ‘de considerar las cosas
como una tendencia a hacer de la idea de ser
vicio un instinto. Pero servir és mucho más que
instinto: es virtud.
La inclinación natural del hombre sería más
bien la contraria. El hombre—pensaba Séneca—
querría vivir y. carecer de toda molestia; pero es
una aspiración inconveniente; si vive, que no es
pere ni pida exención... Pues vivir, Lucilio, es
milicia (ib).
En esta milicia, más estricta, que es el Ejér-’
cito, todos sirven, los que obedecen y los que
Al estallar en París la revoluçión de 1830, la mandan, cualquiera que sea su grado. Cuanto
Guardia Real, junto con otras fuerzas, sale a la más alto se está y cuanto más necesario se ha
calle. para sofocarla. Muchos oficiales el anti llegado a ser, la exigencia es también más ri
guo Ejército se acercan ?. las Unidades empeña
gurosa.
das en lá lucha para ofrecer sus servicios. Son
sujetos de buen seso que comprenden lo que va
(i )
Séneca: Ep’ístol XCVI..
jugado en la partida; sólo un hombre como
‘.Vigny,
alejadísimo
Ejército, cuyo
podíaespíritu
poner enestaba
boca de
un militar del
de
-
.
limpias virtudes y de juicio tan claro como, en
otros aspectos, se complace en pintar al capitán
Renaud, palabras tan desprovistas de sentido
como estas:
Nosotros—dice—les hemos rogado que se reti
ren a sus casas. Nosotros no hacemos la guerra
civil (‘3).
Pero si la Patria—tradición, vida actual y
propósitos de futuro—corre peligro de perderse
sin una intervención armada violenta, nada se
ría menos patriótico que renunciar a ella por es
crúpulos sin funamento.
Claro es 4ue uno uede
vecetsentire, de
ligado de sus deberes sólo con hacer alguna vio
lencia al buen sentido. Así, en aquel trance re
volucionaTiO, a Vigny le basta el hecho de que
el rey se marche sin resistencia, para conside
.rarse liberado de /astidiosas supersticiones polí
ticas (14). Uno se sorprendería siestuviera meSevvidusnbre,
lib. III,
VIII.d’un potie,
(j)
Alfred de Vigny:
Le cap.
journal
(dnico publicado). París, x
pág. 274.
tomo
1
5
Acertaba en esto Vigny, al interpretar el pen
muchas veces mejor dispuesto a morir por su
samiento del Almirante Collingwood: La 5atria Patria que a servirla modestamente
en el que
—le hace decir—es un ser ideal que no he hecho hacer cotidiano. Pero aquella buena disposición
más que entrever, pero al que sirvo como un escla no indulta de este deber sencillo y opaco, que
vo y que awmenta para mí el rigor a medida que obliga—aparte
de todas las emás considera
me hago más necesario (i6). Esta es la señal de
ciones—como mandato
divino
qué se sirve bien; cuando no, ascender y pro
gresar en la carrera es un medio de gozar más
Esta cualidad, si no tuviera otras, otorgaría,
beneficios, no un medio de trabajar más y en
por sí, al servicio carácter religioso, que es ca
cosas más grandes, como—Collingwood añadía—
la función su eleva
debemos desear, aunque tales cadenas resulten a ve balmente el que confiere
ción
y
su
dignidad,
y
es,
a
su
vez, el sentido re
ces tesadas.
ligioso
el
que
instala
al
hombre
en la vida, como
Pero en el otro extremo de la línea de deberes
si
estuviera
perennemente
de
servicio,
y el que
se sirve con la mismadignidad,
grave y honra
estimula
una
constante
exigencia
de
perfección,
damente. El español—ha escrito García Morensin 1a que, de la flojedad, se cae en la negligen
te—ha sabido realizar con una maravillosa natu
cia y de la negligencia en el abandono.
ralidad y sencillez la síntesis más difícil que ue
Cuando no fuera así, podría justificarse
el
da imaginarse; servir con dignidad, estar en su si
propósito
de
Vigny
de
enseñar
cuantas
situacio
tio si’n humillación y ver giienza, y desempeñar con
nes contrarias al desarrollo del carácter y de la
desenvoltura y gravedad al mismo tiempo los más
inteligencia derivan de la servidumbre grosera y
humilc/es menesteres (17).
de las costumbres atrasadas de los Ejércitos ter
Gravedad
y desenvoltura
suponen conoci
manentes (8).
miento, y el conocimiento de sus particulares
deberes es inexcusable para cada uno. Es cul
Por fortuna, en España no existe semejante
pable la ignorancia de ellos, y lo es la negligen
riesgo. García Morente vino, a lo último, a in
cia en su cumplimiento;
leyés y reglamentos
cidir en la idea—que habían sostenido de tiem
suelen definirlas, y señalar sanciones y correc
po atrás las mentes más lúcidas—de que el sen
tivos que tienden a evitarlas; pero si no siem
pre es posible aplicarlos y, en muchos casos, la tido profundo de la historia de España es la
entre la Religión y la Patria,
infracción sólo es percibida por el mismo que la consustancialidad
en
forma
tal
que
servir a Dios es servir a Es
cométe, en ninguno deja de quedar prendida
paña,
y
servirla
a
ésta es servir a Dios (19).
en las mallas sutiles del Decálogo. Gentes hones
Difícil
será
a
quien
pretenda vivir en ausen
tas que no podrían permanecer veinticuatro ho
cia
de
Dios
servir
a
España.
Si no se siente como
ras con la conciencia afligida por haber come
propia
su
historia,
cuajada
sobre motivos teo
tido alguno de esos pecados que están vedados
lógicos,
el
servicio
no
puede
ser más que el so
en los tres mandamientos sensacionales—el quin
metimiento
a
una
obligación
contractual,
exi
to, el sexto 57 el séptimo—no sienten el menor
gida
por
la
ley,
lo
que
constituye
una
actitud
peso sobre el corazón por estar ocupando un
más bien mezquina. Pero si, por remediarlo, se
puesto cuyas obligaciones sólo conocen some
pretende dar a la idea abstracta de servicio cate
ramente y cumplen sin diligencia. Y, sin em
goría
religiosa, a la que son propicios los escép
bargo, el mal cumplimiento de cualquier deber
ticos
de
buena voluntad, se incide en una suer
militar es un pecado contra el primer manda
te
de
idolatría,
en la que es fácil perder el ca
miento, en cuanto que implica desdén hacia el
mino
y
en
l.
que
el hombre deja en manos del
interés común, que es una forma de la falta de
que
le
manda
hasta
el último jirón de su albe
amor al prójimo; la ignorancia, que obliga a la
drío
y
los
inalienables
derechos—y deberes—de
simulación de una aptitud que no se posee, es
la
personalidad
humana.
una mentira habitual que cae en el ámbito del
Donde, por fortuna, esto no ocurra, resultará
octavo mandamiento.
Y no valdrá pensar que las ocupaciones que inexacto y peyorativo el concepto que del Ejér
cito parece tener formado Vigny. El Ejército
se abandonan o se descuidan son de escasa im
portancia
y de corto alcance; un español está —dice—es mudo y ciego. Golpea ante él allí don
-
(i6)
(ir)
6
Servidumbre, lib. III, cap. VI.
García Morente: Idea de la Hisauidad,
pág. So.
(i8)
Servidumbre, lib. 1, cap. II.
(‘9)
García Morente: Ideas para uua filosofía de la his
oria de España. Madrid, 5943; pág. 97.
-
de le ponen. No tiene deseos propios y. obedece ¿ros. Y este soldado, después de la victoria, fue’
mecánicamente. Es una cosa grande que movemos llamado por mí y le alabé por su hazaía. Y me
y que mata, pero tainbie’n una cosa que su/re (20). parece que con la alegría de tanta gloria no sen
No; al Ejér.çito le quedan absolutamente ex tía el dolor de las heridas (22).
No es cuento, sino que ocurrió en el Garella
peditas las facultades de ver.y de discurrir; la
no
(6-XI-15o3), y el alférez abanderado llamá
virtud dé la abnegación y el deber de la obe
base
Hernando de Jllescas. El ejemplo de la ha
dieacia no las obnubilan. Esto es lo que, dicho
záña
no se perdió, y n el curso de siglos y de
con palabras de Collingwood, constituye. la ver
guerras,
muchos españoles cayeron al pie de las
dadera grandeza que debemos buscar en las ar
banderas
que defendían sin perder pie, si no
mas, la que, así entendida, eleva nuestra /rofesión
era
para
ponerlo
firme en el camino de la gloria.
por encima de todas las demás y la que hará siem
Otras
veces
se,
puso el punto de honra en no
pre digna de admiración la memoria de algunos
abandonar
el
material
que se servía, empeño
de nuestros compañeros, cua4quieraque sea el por
que
llevaba
implícito
un
interés inmediato. La’
venir de la guerra y de los ejércitos. Y es lo que
pérdida
de
un
cañón
era
una
ventaja concedida
da a quienes con este espíritu sirven la paz in
‘al
enemigo;
el
sacrificio,
ofrecido,
de la vida em
terior que nace del sentimiento del deber sagrado
bellecía
la
dura
necesidad
económica,
vistién
y de la modesta indiferencia de un soldado a quien
dola
de
empresa
de
honor,
y
este
sentido
tuvo
importa poco que su nombre sea célebre con tal de y tendrá mientras las piezas de, artillería o cual
que la cosa pública prospere (21).
Si en realidad Vigny hubiera pensado de este quier otro material sean más difíciles de repo
mudo, ni el descontento de su oficio le hubiera ner que los hombres que las defienden o las
apartado de él ni hubiera pretendido detraer a sirven.
Después hemos visto que Ejércitos al servicio
los demás, haciéndolos partícipes del desalieno
que le ocasionaba la escas,a retribución de sus
(22)
De appetenda Gloria Dialogas qui inscribitur Go’n
servicios; pero esto hubiera exigido de él aquel
del deseo de la Gloria que se llama Gon
estado de espíritu que dictó a uno de nuestros salas—Diálogo
zalo—. Obras de Juaii Ginés de Sepúlveda. Madrid, 1780.
claros varones un mote para su escudo que es,
en cierta medida, la antítsis del espíritu que
informa el libro de Vigny: Dar es señorío, y reci
bir, servidumbre.
Juan Ginés de Sepúlveda, en uno de sus Diá
logos, pone en boca de Gonzalo de Córdoba una
bella anécdota:
Yo he visto—dice——a‘un abanderado, en una
batalla que tuvimos con los franceses, que, perdido
el brazo con el que sostenía la bandera, la tomó en
la mano izquierda sin retroce.der,juzgando igno
minioso dejar el ligar úna vez ocupado, y poco
después, atacando el ene’nigo, que buscaba, sobre
todo, apoderarse de aquella bandera, perdió tam
bién la mano izquierda. Y entonces, encendido el
ánimo por la gloria y decicido a no perder antes
la ba%deraque la vida,, la estrechó entre sus bra
zos truncados y quedó allí sin moverse hasta que el
enemigo huyó, rechazado por el valor de los nues
-
(20)
Servidumbre, lib. 1, cap. II. Vigny, que escribe ha
cia 1830, no repara en el anacronismo de sus aclamaciones.
Estaba ya lejos, entonces, el soldado de la Guerra de ‘los
Treinta Años, “ciega máquina
de guerra que, funcionaba
inexorable, como el terremoto o el huracán”; lejos, también,
los generales “sin principios”, sin patria, como W,allenstein,
“genial soldado, técnico. solo”. (J. Ortega y Gasset. Prólogo
a las Aventuras del Capitán Alonso de Contreras. Madrid,
1943.)
(21)
Servidumbre,
lib. III, cap. VI.,
7
de potencias fuertemente industrializadas per
dían sin gran emoción al materil, salvando,
siempre que les era posible, la vida de los solda
dos a él adscritos, sin sentir pór eso mancillado
su honor.
No abandonar los heridos y rescatar los cadá
veres de los muertos en acción de guerra es obli
gación preceptiva; pero es además empresa de
verdadero honor, porque, imperado por la cari
dad, es mandato de carácter religioso.
Morir en defensa de la bandera carecería de
sentido si la bandera sólo fuera un guión bri
llante, umndistintivo ornamental y decorativo.
Ya es tópica la afirmación de que la bandera
es el símbolo de la Patria. Es triste que para
percibir los conceptos demasiado anchos sea
indispensable recurrir a símbolos, y es que la
inteligencia y la imaginación padecen de limi
taciones muy sensibles.
Hemos sentido la necesidad de adoptar un
hábito o un uniforme para afirinar una cualidad;
con un símbolo o con un color se ha estigmati
zado una agrupación social o una raza.
Si a cada nación, a cada patria, se la hubiera
T<
-
podido cobijar bajo un inmenso pabell6n, cada
una hubiera adoptado para él unos colores dis
tintos. Como eso no es posible, hañ sustituído
el pabellón pQr una representación concisa: una
bandera, y el grácil pedazo de tela ha concen
trado en sí todas las esencias nacionales.
Cada cual ha puesto en él aquello que más
ama o que más le duele. Y poresto si vale la
pena de morir.
Uno no sabe bien lo que es la bandera hasta
que la ha visto trepar monte arriba entre tiros,
humo, voces, vítores y reniegos, aplastándose,
irguiéndose, acezando; entonces ha sentido a la
Patria rescatando su propio ser y ha podido
explicarse que la bandera—símbolo al que la
bendición de la Iglesia da condición religiosa—
sea efectivamente el emblema que la Patria con
fía a sus soldados para hacerse presente entre
ellos.
Y en esto sí tiene razón Vigny: el anor a la
Patria es bastante grande para llenar todo un co
razón y ocupar toda una inteligencia (23).
Sevvidwmbre, lib. III, cap. VI.
(23)
±1 T
-
--
-
-
-
-
-i_
-7-
-
-
/
-
/
—
---
--
- - - - - ---
7
-
-
-
-
7---
-
-
-
-—
-
-
-
;_
—
2-
--
-- --
-
-
,
:-
-—
—
-
-
-s.
-
-
-
-
-
—
-
-
-
--í--
-
-
-
----
-
- -
-
-
-
IA TRADICIÓN
MIL1TAu,
ESPAÑOLA
EN
LOS EJÉRCiTOS
HisPANoAMERIcANOS
eneral
A
•
•
LUIS BERMÜDEZ DE CASTRO, Director del Museo del Ejército.
venido a mis manos—y no por casualidad—un
folleto admirable desde el punto de vista históri
co, recientemente publicado por la Inspección General
del Arma de Ingenieros venezolana, cuyo título dice
así: El Coronel de Ingenieros D. Nicolás de Castro,
fundador. de la Escuela Militar de Venezuela.
El texto es una demostración documentada de que,
al separarse de la metrópoli las provincias america
nas, sus Ejércitos no dejaron de continuar siendo una
exacta prolongación del Ejército español a que ha
bían pertenecido, con todas sus virtudes, su moral,
su ética, sus ordenanzás, su táctica y sus costumbres.
Se realizó la ruptura política, y el nexo entre la Pá
tria madre y sus hijas desapareció; pero quedaba allí
mucha y buena semilla para que el hispanismo ame
ricano llegara—como está llegando—a una coznpene
tración espiritual de toda la raza, cuyas consecuen
cias internacionales
no tienen limite.
- En
1944, el Ejército venezolano, por iniciativa de
su Revista del Ejército, Marina y Aire, quiso rendir
un homenaje a la memoria del fundador y director
de la Academia Militar, Coronel español D. Nicolás
de Castro, y pidió su concurso a la Academia venezo
lana de la Historia, obteniéndolo entusiasta y com
pleto.
No faltaron disidentes, inspirados pór un sentir ca
duco y mohoso, que, afortundamente,
vase evapo
rando como la niebla de los prejuicios se disipa ante
bu rayos del sol de la verdad; argüían los inconformes
que el Coronel Castro era un extranjero en Venezuela
por ser español, y no faltaron quienes, lastimados en
su patrioterismo,
exclamaran si era llegado el caso de
sustituir la estatua de Bolívar por la de Carlos III.
Pese a las escasas protestas, el homenaje se realizó,
imponiéndose
el sentido común, y ello sirvió para que
Se mostrasen a plena luz los sentimientos justos y c
ballerescos del Ejército venezolano y de sus Generales
y Jefes. Copio un párrafo del folleto: “Don Nicolás de
Castro, Coronel de Ingenieros en aquel entonces, ejer
cía y enseñaba en tierras de la provincia española de
Venezuela,. mandando tropas españolas, y preparaba
soldados bajo una sola Bandera: la Bandera española.”
La Academia Venezolana de la Historia no sólo
aplaudió y tomó parte en el homenaje a Castro, sino
que, con su enorme autoridad social, solic.itó del Go
bierno Nacional se celebrase dignamente el doscientos
aniversario de la batalla de La Guaira, en que las fuer
zas defensoras, mandadas por el Capitán General
Zuloaga y los Jefes Velázquez y Hernández de Sana
bria—los tres peninsulares, eón descendientes hoy ve
nezolanos—, rechazaron gloriosamenté el desembarco,
derrotando
a la flota inglesa, mandada por el Como
doro Kenowies.
Esta batalla, como tantas otras victoriosas sobte los
ingleses, que soñaban repetidamente
con óstablecerse
en cualquier parte de las costas de América, fué lle
vada a buen término por aquellos bizarrísimos Regi
mientos de provinciales, que constituían los Ejércitos
de América española y que demostraban
u valor,
disciplina y eficacia en las lides a que lés obligaba la
guerra contra los británicos. Eran verdaderos solda
dos y Oficiales perfectamente
instruidos, bien arma
dos, bien equipados y con un espíritu militar propio
de veteranos y de patriotas. Formaban estas milicias
voluntarios- de todas las clases sociales, indios, mesti
zos, blancos y negros, mezclados con Jefes y Oficiales
peninsulares y profesionales; tenían los mismos suel
dos, derechos y obligaciones que los Oficiales de la
Pénínsula
cuando se movilizaban para pelear; guar
necían poblaciones y fortificaciones. La propaganda
antiespañolá,
que nunca se cansó de calumniar, los
compadecía por la esclavitud voluntaria a que esta
ban sometidos, y para demostrarla alegaban que es
tos americanos, esclavós con uniforme, no tenían si
quiera ni libertad para casarse, porque estaban obli
gados a pedir al Rey licencia para ello; en efecto, la
Real Licencia que necesitaban para casarse constituía
unprivilegio
exactamente igual al de los Grandes de
España y a todos los militares españoles de España,
de América, de Filipinas y de las Antillas; el Rey, na
turalmente,
no se oponía jamás al casamientó de mi
Oficial.
La pasión y el rencor que cegabán los ojos de los
contendientes
a raíz de la separación. hizo creer a los
vencedores que antes de conseguir su independencia.
no existía nada: ni Patria, ni Ejército ni Instituciones
estatales; todo parecía haber nacido en Ayacucho, y
en cuanto a los vencidos, la pasión menos violenta
9
-
Pintura mural del pintor americano Fernando Leal.—Un bautizo.
•
y el rencor más atenuado les iuspiró la determinación
de volver la espalda para sienpre a aquel Paraíso
perdido, procurando ahogar en sus pechos la nostal.
gia, suniiéndola en un mar de indiferencia obligada,
pero en verdad no sentida. A pesar de todo, el alma
de España se quedó en América, y el alma de Amé
rica se embarcó para España al repatriarse los pocos
peninsulares
que sostuvieron aquella guerra civil de
separación.
El viejo refrán castellano ‘para verdades, el tiempo,
y para justicias, Dios” empieza a cumplirse ahora con
vigor y excelsitud, como si quisiera recobrar el tiempo
gastado en mistificar la Historia. La historia de las
naciones hispanoamericanas
empieza, como es lógico,
con el descubrimiento
y conquista, continúa en la
separación y pe.rdura indefinidamente.
Ya se va reconociendo que la organización política
de las Indias no era ni podía ser colonial; son los mis
mos militares hispanoámericanos
los que comprenden
y proclaman que los territorios descubiertos, conquis
jo
tados y poblados por los españoles no se consideraban
propiedad de España, sino que eran reinos en pie de
igualdad con los reinos de la Península—de Valencia,
de León, de Castilla, etc.—, unidades de vida colec
tiva española ligadas entre sí y a las de la Península
por la persona del Rey. Este exactísimo concepto, hoy
divulgado en toda América, está bien manifiesto en el
Salón de Reinos del Museo del Ejército, donde en el
friso brillan los escudos de todos los rei.nos que for
maban la inmensa Monarquía española; entre ellos
los de América, cosa que, si hubiesen sido colonias,
no existirían, porque los escudos heráldicos nobilia
rios no se otorgan al colonial. Las palabras colonia y
coloniaje nacieron con la leyenda negra; ni en España
sonaron nunca, ni hubo jamás Ministerio de las Colo
nias, sino Ministerio de Ultramar.
Surgen en estos tiempos circunstancias
que ponen
al descubieryo lo radicalmente que han cambiado las
ideas. El Gobierno venezolano de 1943 dictó un de
creto por el que se cambiaba el nombre del fortín
“Solano”—apellido
que correspondía
a un Capitán
peninsular
que fué gran explorador y fundador de
ciudades y pueblos venezolanos en la región huaya
nesa—, por el de un prócer de la Independencia; los
ilustres académicos veneiolanos de la Historia se opu
sieron en firme ycomprobaron
que era una injusticia
tal decreto. La disposición oficial jamás se hizo
efectiva.
En este movimiento de aproximación espiritual de
las Repúblicas hispánicas a la Patria de origen, el Co
legio de Abogados de Caracas está siendo un apoyo
enéigico de los militares, que son los paladines de la
verdad históricoespafsola;
el notable jurisconsulto ve
nezolano D. Héctor Parra Márquez, ex presidente del
citado Colegio y hoy ministro del más Alto Tribunal
de Justicia
tiene escrita una obra titulada Historia
del Colegio de Abogados, en la que se ocupa de la or
ganización militr
de aquella provincia;, no la llama
colonia, y a propósito del Coronel De Castro dice:
“Durante
el gobierno del Mariscal de Campo don
Felipe Ramírez Estenoz—que
se había posesionado
del mando el 9 de septiembre de 1.759—se dió cuin
plimiento
a la Real Cédula relativa a las Milicias re
gladas que habían dé guarnecer todas las provincias
ultramarinas,
dando a sus Oficiales y tropa, con los
elementos
de instrucción necesarios—acádemias,
es
cuelas prácticas, campos de tiro—absolutamente
to
dos los fueros militares idénticos a los del Ejército de
la Península; de este modo llegó Venezuela a poseer
un auge militar extraordinario que prendió muy bien.
en los naturales, que cran de carácter enérgico ‘ va
liente.”
Por entonces era Jefe de un Cuerpo de la guarni
ción de Caracas el Coronel de Ingenieros D. Nicolás
de Castro, quien, percatado de la necesidad de sumi
nistrar la ciencia matemática
a cuantos abrazaran la
carrera de las armas, concibió y llevó a cabo la fun
dación de una Academia de Geometria y Fortificación
para caballeros cadetes y. jóvenes Oficiales con voca
ción de Artilleroi o Ingenieros.’
Y dice el autor del libro: “Hemos oído sostener, de
manera rotunda, que tal Academia no llegó a funcio
nar nunca, porque no obtuvo su Coronel la autoriza
ción del Monarca; ignoramos en qué se basan quienes
tal tesis sostienen, porque la verdad es que el Coro
nel, en solicitud fechada el 24 de julio de 1760 y di
rigida al Mariscal Estenoz, pidió el permiso para el
funcionamiento
de la Academia y en el mismo sentido
dirigióse al Rey. Con fecha 25 de julio del mismo año,
o sea al día siguiente de escribir su instancia, obtuvo
el permiso del General, y al año siguiente, es decir, el
16 de junio de 1761, recibió la autorización del.Rey;
pero la Academia abrió sus clases a las veinticuatro
horas de recibir el Gobernador la. solicitud del Coronel.
Las Reales disposiciones tardaban a veces un año
en llegar a América; pero los Virreyes, Capitanes Ge
nerales y Gobernadores
Militares de las provincias
americanas estaban capacitados por el Rey para apro
bar cuanto fuese de utilidad a la cultura de’ aquellas
poblaciones, y palpablemente
lo demuestra la aproba
ción provisional de la Academia por el General Es
tenoz.
Los textos fueron redactados por el mismo Coronel
de Castro en formá de cuadernos ilustrados con. primo
rosos dibujos del mi8mo Coronel, los cuales sç -conser
van todavía. Tratan de todo lo concerniente a Geo
metría, Fortificación de campaña, Fortificación per
manente : Máximas de guerra. La organización de
esta Academia parece calcada de la célebre Escuela
Militar de Flandes, doilde su director, el General de
Batalla Fernández de Medrano, explicaba el Tratado
de la Esfera y la Fortificación por textos suyos.
La Academia Militar de Caracas formó excelentes
Oficiales de todas las Armás hasta 1768, en que su
director, el Coronel Castro, pasó a Panamá ascendido
a Teniente de Rey, que era un empleo semejante al
de Gobernador Militar y representante
del Capitán
General.
El Corónel Castro, con su Academia, .dejó en Vene
zuela una simiente que había de germinar éon evi
dente gloria y eficacia en los Ejércitos de Bolívar y en
la
cultura civil, porque
y porpreocupación
lo tanto en
Hispanoamérica,
hubo en
unaEspaña,
verdadera
contra la enseñanza de la Matemática que ie había
divulgado mucho; no existía en ninguna Universidad
cátedra de esta ciencia, y, naturalmente,
tampoco en
las Universidades
americanas; en la Universidad de
Madrid, tan antigua, se suprimió, la cátedra. y hubo
de instalarse una en el Palacio Real, que vivió muy
precariamente.
Años antes de la separaciónde América, no hay.paso
del progreso del país que en el Extranjero no se des
figure con la calumnia; un cierto escritor llamado
Arístides Rojas, en su libro, Orígenes venezolanos, ase
gura, como si lo hubiese visto, que el reverendo padre
Andújar, en 1785, estableció en una casa particular de
Caracas una clase de Ciencias Matemáticas, y que en
cuanto la noticia llegó a España,.el rey Carlos IV expi
dió una Real Cédula, en la cual ordenaba cerrar jume
diatamente aquella cátedra, porque no convenía ilustrar
a los americanos; esta maligna especie fué divulgada
y muy extendida por plumas de otros escritores hispa
noamericanos
y extranjeros que nunca perdonaron a
España haber sido la nación descubridora y pobladora
de un Continente tan espléndido como el llamado
Nuevo Mundo; pero la verdad pura y escueta es que
en los archivos venezolanós ni en ninguno de las de
más naciones hispanoamericanas
jamás apareció la
expresada
Cédula, y, a mayor . abundamiento,
está
probado que fué en 1789 cuando el padre Andújar
fundó su Academia y que Carlos IV empezó a reinar
en 1788, y, naturalmnte, no pudo firmar la tal Cédula
en 1787; no es tan fácil mentir -como parece.
Todos’ los argumentos de los detractores de España
son por el estilo, pero ya no van mereciendo, el menor
crédito; la gente culta y la de mediana cultura piensa
y siente como se manifiesta en el siguiente párrafo
del escrito de la Inspección General de Ingenieros:
“A los que piensan y actúan intentando socavar
con discursos demagógicos la realidad, lés decimos con
sincero propósito que no conseguirán
disminuir el
cariño que debemos a nuestra madre Patria todos ios
pueblos de la América española, y les invitamos are
cordar aquella Reina Isabel la Católica cuyos afanes
más grandes eran sus nuevos súbditos, no colonos de
las Indias Occi*entales, y lo que dijo el excelso’ poeta
Rubén Darío: que la Reina Católica merecía por gra
titud una estatua en cada pueblo de este gran pedazo
del Continente americano qu.e habla la lengua de
Miguel de Cervantes y Saavedra.”
11
Todas estas manifestaciones
de militares america
nos no son palabras y palabras; se traducen también
en hechos positivos. La Inspección General de Inge
nieros Militares de Venezuela está editando los libros
del Coronel D. Nicolás de Castro (desconocido o, por
lo menos, poco conocido en Espña),
referentes al
arte de la guerra y a la matemática, y escritos para
los Cadetes venezolanos hace doscientos años; es un
homenaje a su memoria y un timbre honroso para el
autor de la iniciativa, posiblemente, aunque se oculte
en el anónimo, el Teniente Coronel de Ingenieros del
Ejército venezolano 1). José Joaquín Jiménez, espa.
ñollsimo de corazón y entendimiento.
No deja de ser curioso constatar quela Escuela ili
litar de Wes-Point, tan celebrada en el mundo entero,
es una Academia de las mismas características
que
la que fundó en Caracas el Coronel Castro, y ello se
demuestra porque de 1850 a 1859 hubo la de Cara
cas de adquirir una fama justísima en los Estados TJni
dos, tanta que uno de sus directores en este período,
el Coronel D. Juan Manuel Cajigal, en carta que es
cribió al General Soublette después de un viaje a
Norteamérica,
le decía: “He comprobado con verda
dera satisfacción el hecho de que, si bien la Escuela
de Wes-Point goza de muchos mayores emolumentos
económicos, en cambio, los estudios son muy superio
res en nuestra Academia Militar veneolana.’
El Coronel Castro supo moldear el alma de sus Ca
detes en el culto al honor, en la conciencia del deber
y en la más profunda disciplina, y ese resultado per
dura en el Ejército de Venezuela con la misma fuerza
y poder que en el actual Ejército español; virtudes que
se fundamentan
en los teoremas siguientes, según la
Inspección General de Ingenieros:
Primera.
Recuerdo y homenaje cariñoso a los ante
pasados los soldados de la Conquista y los de la guerra
de la Independencia,
que todo lo dieron a España.
Segunda.
Gratitud a lo realizado por España des
pués de ambas gestas, que llevan en sí el sello incon
fundible de- una raza de héroes e hidalgos.
Tercera;
La certeza de que Venezuela vive libre
gracias a la cultura, al idioma y al gran sentido de
sus derechos que le legaron sus antepasados.
Esta trilogía no necesita comentarios.
El Museo de América, erigido en la Ciudad Universitaria de Madrid. (Actualmente tiene las obras en estado de construc
ción muy avanzado.)
1.
1
....
METODOSMODERNOS
?ARA LA LUCHA
CONTRAtASMTAS
Comandante Médico, diplomado, GONZALO PIEDROLA GIL, del Instituto Central de Higiene Militar.
E desnuestro
propósito tratar ahora de la importancia
la lucha coñtra estos roedores, asi como dar
cuenta de la aparición de nuevos raticidas de gran valor
práctico.
Hemos de recordar que la existencia de tales roedores
supone dos elementos a tener en cuenta: peligro epide
miológico por las enfermedades que pueden transmitir y
perjuició
económico para la Nación y para el Ejército,
porque destruyen toda clase de alimentos almacenados,
hacen estragos en los almacenes de ropas, muebles y efec
tos, dañan las edificaciones, son causa de incendios al
destruir las instalaciones eléctricas y han sido causa de
accidentes en la n.avegaci&naérea al desgastar los hilos
eléctricos de mando después de su estacionamiento en
aeródromos.
Viven estos roedores en el subsuelo de campos y po
blaciones, en bodegas, cloacas, almacenes, graneros, bi
bliotecas, etc., no existiendo punto del globo ni serie de
edificaciones que se libren de ellas, constituyendo, pues,
una verdadera plaga, de la que es difícil librarse.
Durante las guerras, con sus inherentes condiciones de
aglomeración, acúmulos de basuras, restos alimenticios,
exretas y, en resumen, deficientes condiciones higiéni
cas, son atraídas, en verdaderas invasiones, ratas y rato
nes. Sus efectos perjudiciales están ftindados en dos de
sus características fundamentales: gran vóracidad y ser
muy
prolíficos.
la lucha, ya que debemos recordar que la rata comienza
a reproduirse a las seis semanas de nacer. Sus camadas
oscilan entre 6 y 20 crías, después de una gestación corta
de veintiún días, lo que se repite cada dos meses (cuatro
a siete veces al año), con la característica de que en ese
período de cría sonmás destructivas. Para dar idea desu
fecundidad, suele citarse que una pareja de ratas, súpo
niendo que ninguna de sus descendientes muriera al cabo
de cinco años, habría dado lugar a 95.000 millones de
descendientes. En la práctica real, un par de adultos cau
tivos ha producido en un solo año más de 1.500 ratas
jóvenes, cuyo consumo anual de .alimento puede calcu
larse en 1.000 kilos de trigo y 950 kilos de tocino. Ello
explica que en París se hiciese una campaña en la que
se mataron más de 16.000 ratas, y no lejos de aquella
zona, en una sola noche devoraron 35 caballos muertos;
que Devignat recientemente cite qu en el lago Alberto
la desratización anual durante más de diez años, que al
canzó a más de tres millones de ratas, no ha permitido
que se note reducción sensible; que en ciertos lugares de la
India y Japón, con peste bubónica endémica, se han ex
terminado millones de ratas, sin diferencia apreciable en
las que quedan; pero esto no quiere decir que la luchara
ticída no sea eficaz, ya que, además de poder exterminar
las existentes en bárcos, se puede también terminar prác
ticamente con las existes en una determinada área o zona.
Como expresión esquemática que nos demuestra el gran
interés que desde el punto de vista epidemiológico pre
sentan los roedores, hemos realizado el presente cuadro,
en el que se exponen las principales enfermedades micro
bianas, virósicas o parasitarias que tienen interés en la
Patología humana.
Por la primera hay que pensar no sólo en lo que injie
ren, sino en lo que destrozan y contaminan; así, según
estadísticas recientes, en los Estados Unidos, una rata
gris de, tamaño normal produce al año daños por valor
de dos dólares, y se calcula que hay en el país 130 millo
nes de ra’tas.
En Inglaterra se calcula que el número de ratas es una
por habitante, o sea alrededor de 40 millones, y los per LOS ROEDORES COMOVECTORES Y’RESERVORIOS
DE VIRUS PATOGENOS PARA EL HOMBRE
juicios que causan al año se elevan a 250 millones de li
bras esterlinas.
Modo de trasmisiónEnfermedad
De Australia nos han llegado este año noticias de que
en los Estados del Sur, de Gales, etc., donde la cosecha
Rabia.
del trigo ha sido enorme, atacaron los ratones campesi Por inoculación directaSodoku.
Tularemia.
nos a los sacos de trigo, con pérdidas de muchos millo
nes de dólóres. Las pérdidas diarias por las ratas en Fran
Melloidosis.
cia se calculan en centenares de millones de francos, y Por contaminación de aguas y Varias. Leptospirosis.
Parasitosis intestinal.
en París, por ejemplo, se estima que destruyen 800 tone
alimentos
Infecciones gastrointes
ladas de mercancías en veinticuatro hóras.
tinaleS.
En España, donde en la actualidad se han construido
grandes depósitos de granos, semillas, etc., las cantidades Como reservorios de enfermeda
Numerosas rickettsiosis
que seperderán por estos roedores se elevarán a muchos
des que pasan al hombre me
Peste bubónica.
diante
ertrópodos
hematófagos
millones de pesetas. Desconocemoslo que de labor efec
Tularemia.
(pulgas, garrapatas, etc.)
tiva se haga contra ello.
Por lo que respecta a la segunda característica, su Infectando a otros mdmíferos, os
Brucelosis.
que a su vez lo hacen al hombre.
Triquinosis.
gran fecundidad,
representa .un ‘gran inconveniente para
13
-
repetir
l. lucha perIódicamente para no sólo des
truir los padres, sino los hijos que pudieran haber
dejado en sus camadas.
7.0
Viven agrupados por familias, ocupando
zonas de terreno o manzanas de casas sin mezclarse
con sus vecinos, ya que, si lo intentaran, serían
rápidamente aniquiladas. Ello explica por qué la
peste bubónica queda circunscrita durante cierto
tiempo en su comienzo y por qué resultan eficaces
las campañas establecidas a base de desratización
de las zonas pestosas (ejemplo, las llevadas a cabo
en Manila y Nueva Orleáns).
8.° Las dos especies principales, E. norvegicus
y E. rattus, son enemigas y- no conviven nunca.
9.0
Todas las ratas tienen tendencia a la emi
gración, aunque más, en especial, la gris. La realiza
generalmente en masa y en verano, no siendo de
tenidas ni aun por ríos, ya que pueden nadar, y
además aprovechan toda clase de objetos flotan
tes. Ello explica por qué algunos lugares, como
frentes de combate libres de ellas son rápidamente
invadidos.
io.
Como la visión de las ratas no es buena
de día cuando son sorprendidas corren desorien
tadas y tropiezan contra cualquier obstáculo; pero
a lo largo de las paredes corren velozmente y se
orientan bien, lo que parece ser debido a una sen
EPIMYS NORVEGICUS NORVEGICUS
sibilidad exquisita de los pelos del hocico; por eso
Fig. 1.—Rata gris. Nótese que el rabo es más corto que la cabeza las trampas deben colocarse en lugares estrechos,
y cuerpo reunidos y que las orejas, por su pequeño tamaño, no
que son los de su paso.
pueden llegar a los ojos.
u.
Hay que hacer el tratamiento del área de
infestación simultáneamente, o sea el “block con
trol’ de los ingleses, para así desarraigar e impedir
núcleos de reinfestación. En el caso de tratamiento
DATOS DE LA BIOLOGIA DE ESTOS ROEDORES de alcantarillas, hay que repetir el tratamiento cada seis
meses, pues al cabo del año pueden volver asu número
(de interés para el establecimiento de una lucha)
normal.
Datos y huellas que en un lugar nos hacen presumir o
está limitado por asegurar la infestación por ratas y ratones.—Se debe dicho
la cantidad
de alimentos;
aunque por su dentadura pa
estudio a Williams, del que tomamos la mayoría de los
recen herbívoros, son, en realidad, omnívoros (frutas,
datos.
tubérculos,
raíces, leche, quesos, embutidos, semillas,
i.°
La observación de ratas vivas, pudiéndose calcu
harinas, granos, corteza de árboles jóvenes, etc.).
lar que por cada una vista existen 20 ocultas.
Si estos alimentos abundan, se reproducen muchísimo;
2.° Ratas muertas, que si han sido comidas por ga
pero si escasean, se destruyen los unos a los
otros, reproduciéndose menos y emigrando.
2.°
Cada esp,ecie tiene preferencia por ciertos
lugares; la rata gris (fig. 1), por las cuadras, al
macenes, etc., y la negra (fig. 2), por el interior
y parte alta de la casa, graneros, etc. Como es
natural,
el tratamiento ha de realizarse en el
lugar adecuado.
30
Viven ocultas durante el día, saliendo
por la noche a buscar alimento, atraídas por el
olor. Por ello pueden colocarse los raticidas al
anochecer y retirarlos al día siguiente, para vol
verlos a colocar a la noche.
4•0
Su olfato es muy fino, y aprecian, sobre
todo los a’nimales viejos, el olor a hombré y el
de compañeros suyos muertos.
50
Tienen una astucia y agilidad extraordi
naria, que hay que vencer tomando grandes pre
cauciones, constancia y buena técnica para en
EPIMY RATTUS RATTUS
gañarlos a su vez.
Fig. 2.— Rata negra. Su rabo es más largo que la cabeza y cuerpo
6.°
Reproduciéndose enormemente, hay que
juntos, y las orejas, por su tamaño, pueden llegar a los ojos.
1.0
14
El número de ratas y ratones
tos, están destrozadas, y si por otra rata, sólo tienen un
agujero.
3.0
Olor a ratas y ratones, muy característico, como
de cosa enmoheida.
40
La presencia de sus heces que son unos cilindritos
•o barritas de 5 a 20 milímetros de longitud, de extremos
redondeados, de color oscuro, y cuando frescas, aparecen
húmedas, brillantes y no duras; pero si ‘sonantiguas, es
tán endurecidas, descoloradas y cubiertas de polvo. Las
de ratón son más pequeñas..
5•0
Pistas o caminos de su paso.—Las ratas, para ir
a su refugio, acostumbran a seguir rutas fijas, dejando
las huellas bien visibles, ya que su piel está cubierta çon
grasa y polvo, por lo que deja una señal grasienta oscu
actual. Si atacan a melones, por ejemplo, hacen un pe
queño orificio exterior, en donde se marcan los incisivos.
Del grano toman las partes más blandas y desperdician
el resto.
LUCHA
CONTRA LAS RATAS O DESRATIZACION
Se basa principalmente en el conoirniento de la es
pecie que se quiere exterminar, para lo cual se capturan
varias de ellas con cepos metálicos.
Esta lucha tendrá un valor absoluto en las embarca
ciones, donde, por ejemplo, se pueden erradicar, y rela
tivo, en caso de almacenes, bibliotecas, etc., requirién
dose entonces constancia, no escatimar gas
tos y no esperar que haya grandes daños o
epidemias para entablar la lucha.
En general, las prácticas a realizar se di
viden en desfatiación pasiva, que compren
de los medios que conducen a privarlas de
alimentos y acceSbsa los lugares por los que
tienen marcada predilección,y desratifac-ión
aLtiva, con las prácticas encaminadas a la
destrucción del inayor número posible de
ellas por diversos procedimientos.
DESRATIZACION PASIVA
Está fundada en la mayor higiene de la vi
vienda, urbe, locales y barcos, así como en
las construcciones a prueba de ratas. Aquí
las consideraremos brevemente.
La supresión de posibles alimentos para
estos roedores es una buena medida, que
acompañar a una buena Iuchaactiva,
Fig. 3.—Construccióna prueba de ratas. Nótese: en i está libre el acceso; debe
y
se
consigue:
colocando las basuras y des
en 2, ‘obturado cOn bloque de madera; en 3, con hoja de metal; en 4, con
cemento y trozos de carbón; en 5, con bloques de ladrillo, y en 6, remedio pojos fuera de su alcance, recogiéndolos en
más eficaz, con bloque de cemento. Nótese también la fuerte tela metá recipientes cerrados, alejándolos de la zona
y, si es posbie, quemándolos.
lica que evita la entrada de las ratas a sótanos.
La construcción de ¡ocales a prueba de ratas
ra doquiera que el cuerpo roza la pared, tuberías o bor
des de agujeros. Las rutas frecuentes quedan marcadas
por una huella libre de polvo y brillante. Suelen estar
altas y conducen,. como antes hemos dicho, a las madri
gueras.
6.° Madrigueras o refugios—Son utilizados por las
rátas para anidar o para ocultarse, o como medio de pe
netrar en los edificios. Tienen de profundidad vertical
más de un metro.
7.0
Nidos o camadas—Se encuentran, en un 90 por
100, en las madrigueras de los edificios, y en un 10 por
tOO, en los rincones, detrás de los muebles poco utiliza
dos. La rata negra alguna vez, y la de campo muy fre
cuentemente, los tienen en los árboles. La presencia de
nidos demuestra que se están formando colonias.
S.° Huellas de su paso.—Se distinguen perfectamente
en la harina, tierra blanda, carbón o donde hay polvo,
marcándose los cuatro dedos y, entre ellos, una línea on
dulada, a veces interrumpida, que es la huella del rabo.
Para verlas bien conviene iluminarias lateralmente.
9.° Roeduras o mordeduras.—Suelen ser agujeros que
hacen en las puertas y ventanas para poder pasar, y son
pequeños, pues una rata joven puede hacerlo a través
de pequeñas muescas; siendo frescas, denotan infestación
se hace teniendo en cuenta que sus accesos
suelen ser los tubos de drenaje de aguas y retretes, las
puertás exteriores, las ventanas de los sótanos, las grietas
de suelos y paredes, los cimientos no ocluidos convenien
temente y ser introducidas con algúna mercancía.
Por todo ello se evitará su entrada: Haciendo cons
trucciones sólidas y no dejando grieta alguna en los ci
mientos, con él empleo de materiales adecuados, conside
rándose como infranqueable el de bloques de cemento
(figura 3).
En los almacenes (fig. 4), construir plataformas eleva
das-con patas de unos 50 a 70 centímetros de altura, recu
biertas con hoja de lata separadas de la pared por lo menos 60 centímetros. Recordemos también los hórreos ga
llegos.
Las cloacas se procurará que tengan pocas comunica
ciones con el exterior, de modo que periódicamente pue
den someterse a desratia.ción activa, con fácil ‘cierre de
registros y de sus ventilaciones.
En los barcos hay que verter al mar, lo más pronto po
sible, los residuos y desechos, y tener los pañoles de ali
mentos lo más cerrados posible, manteniendo la mayor
limpieza en todo el barco. Se evitará el acceso de ratas al
barco en los puertos cuando están atracados, iluminando
intensamente durante toda la noche las partes del casco
15
y de la cbieta que miren al muelle, para deslumbrar y
asustar a las ratas;también se retirarán las planchas y
pasarelas durante la noche o se elevarán a l altura de
1 metro por la parte del muelle, para que no puedan en
trar, y se colocarán pantallas circulares en las amarras,
Fig.
4.—Protección
de mercancías en los almacenes mediante la colocación de soportes
que le aíslan de las paredes y suelos. Están recubiertos de hojas de lata.
que son discos o embudos metálicos que por su base
mayor deben mirar al muelle con undiámetro iiínimo
de 1,5 metros y una distancia, por lo menos, de 1 metro
desde su circunferencia a la amarra.
DESRATIZACION ACTIVA
Sólo nos’referiremos a las medidas eficaces, que consi
deraremos en el siguiente orden: 1.0, cepos; 2.°, fumiga
ción, y 3.°, venenos. Prescindimos, por su poca eficacia,
de la caza directa, del uso de animales enemigos (perros,
lechuzas, etc.), y del empleo de virus bacterianos(Danysz,
o sean bacilos de género Enteritidis, y B. Lóffler, del gé
nero de los paratíficos B), que provocarían teóricamente
epidemias mortíferas, pero de escaso o nulo valor en la
práctica, ya que los cebosse inactivan rápidamente, otros
quedan inmunizados (inmunidad de foco) y, en ocasio
nes, pueden ser nocivos para el hombre.
Cebos o trampas para ratas y ratones.—Por si solos son
insuficientes para conseguir exterminación; pero pueden
ser complementos con el empleo de venenos y son indis
pensábles para conocer las especies de ratas contra las
que se ha de luchar, para conocer si están infestadas,
para recoger sus ectoparásitos y poder limitar el área
que abarca una epizootia.
Se han de situar a lolargo de su paso, en los lugares
frecuentados por ellas. La simple trampa de muelle y
madera o tablilla es buena, y en los países húmedos, la
madera debe ser tratada con aceite de linaza, para pre
venir sus encorvamientos. Ha de ser sencilla, y el resor
16
te, de alambre de cobre; el cebo será queso rancio, trozo
de nuez o patata; si se ponen varios, mejor.
Los anglosajones insisten, en contra de la opinión ge
neral, en que las ratas no se acercan a los productos to
cados o que huelan a hombre. Por eso las trampas deben
escaldarse o ser utitadas con cebo, para quitar el olor de
los compañeros muertos anteriormente.
Fumigación.—Es el procedimiento radical para des
trucción de toda la población roedora del espacio donde
se actúa (barcos, cloacas, etc.), y también mata a las
pulgas que infectan a las ratas. Se requieren equipos
bien entrenados y débilmente protegidos. Han de em
plear el gas cianhidrico con dosis de 141 gramos por 28,
31 metros cúbicos, con una exposiciónde cuatro a seis
horas si se desea que mueran también las pulgas; pero
si. sólo se actúa contra las ratas, bastan de 70 a 80 gra
mos por 28 metros cúbicos y dos horas de actuación (do
sis oficiales internacionales); en España, 3,5 gramos por
metro cúbico.
También púede emplearse el cianuro de calcio o ciano
gás para las madrigueras de ratas, que se aplica en forma
de polvo con un espolvoreador apropiado a base de pre
sión manual, ocluyendo todos los orificios para hacer
más efectivos los gases. No debe usarse en los edificios.
Ha dado buenos resultados en las campañas antipesto
sas de la ciudad de Lima en 1942, en Ciudad Trujillo
en 1943 y en la zona periurbana de Lima (Leticia)
en 1948.
También se puede emplear anhídrido sulfuroso, que a
concentración del 3 por 100 provoca lesiones pulmonares
que asfixian al animal.
El estudio de las técnicas de sulfuración y cianhidri
zación no nos parece oportuno considerarlo en este lugar.
Principales raticldas.—Antes de la última gran guerra
eran comunes en su empleo escila roja, la estricnina, los
Tiene sabor a-cre,que le hace desagradable para pert’ÓS,
compuestos ársenicáles, los fosfórados y las sales de ta
lio; pero cón la guerra se dificultó grandemente el apro gatos, nifios, etc., y como además es intenso emético, se
visionamiento de algunos de estos productos, obligando vomita rápidamente; pero como a las ratas no les dis
a nuevas búsquedas y a conseguir en las naciones pro gusta su sabor y como estos animales no pueden vomitar,
parece que es especial para envenenarías. Otro carácter
ducción de ellas.
Pasemos seguidamente revista a todos los principales, distintivo es el de ser mucho más tóxico para las ratas
hembras que para los machos, ló-que tiene también su
insistiendo en los nuevos con más detalle.
interés, dada su gran fecundidad.
a)
1.080. Fluoroacetato de sodio (CH2 CO O Na).
Se presenta en el mercado la escila roja en forma lí
Se trata del mejor raticida conocido, apareciendo como
un polvo blanco, fino, delicuescente, fácilmente soluble quida o pulverulenta, y aunque la primera suele ser efec
en agua fría, pero prácticamente insoluble en los disol tiva, los povos son más manejables, más baratos y se
ventes orgánicos. Se emplea el producto técnico de as almacenan mejor. Debe emplearse siempre un producto
pecto smejante a la harina, muy estable químicamente, de garantía, exigiéndoseel que posea una toxicidad letal
con olor a ácido acético y con sabor acre suave. No es de 200 a 400 miligramos por kilo de peso, a lo menos, y
irritable para la piel ni se absorbe por ella, a no ser que rechazando el que no lo alcance.
Provoca a’ la dosis de io centigramos una nefritis y
se tengan grietas (por eso deben usarse guantes de goma
uandp se maneja); pero por ingestión es muy tóxico para derrames serosos, y en especial pleurales, que producen
todos los mamíferos, en especial para los perros y los ga la muerte del animal, aunque lenta.
d) Sul/ao de talio.—El talio (de tallos = tallos ver
tos, que incluso han muerto por alimentarse con ratas que
des),
aludiendo a la raya verde espectroscópica de este
también habían muerto intoxicadas por aquél. Debe co
lorearse con colores llamativos, para evitar la confusión cuerpo y al colorverde que dan áus compuestos a la llama,
cfln. harina, etc. Produce en las ratas ceguera y convul se emplea como acetato o como sulfato.
Siendo su minima dosis mortal segura de 15 miligra
siones.
mos pór kilo de peso, provoca a los pocos minutos de su
Se trata de un matarratas de efectos fulminantes para injestión, contracturas tetraniformes de las extremida
toda clase de roedores, sin distinçión de especies, capaz de
desarraigar una plag.a de cualquier local o casa, presen des y movimientos anormales de la cabeza, seguidos a
veinticinco minutos de un’ estado de coma con muer
tando la Curiosa propiedad de su solubilidad en el agua, los
a la hoiay m-ediade la injestión. Es necesario que cada
lo que no ocurre con los demás raticidas, y además pa te
injiera de 4 a 6 miligramos para que muera.
rece que el agua envenenada la prefieren a la que no lo rata
e)
Fosfuro de cinc.—Es un polvo de color gris oscuro
está. Para barcos, almacenes, cuarteles, graneros, etc., que
posee
un fuerte y característico olor a fósforo, ac
no tiene competición posible, y así, Hugues lo probó en tuando como’un
veneno activo para las ratas, ratones y
96 barcos en forma de solución acuosa (14 gramos por roedores del campo.
4,5 litros), obteniendo la muerte del 85 por 100 de las ra
f) Estricnina.—Polvo muy ligero, muy amargo y muy
tas, confirmando sus excelentes resultados las pruebas venenoso,
que se emplea para matar con predilección
en Perú (ciudad de Huacho, ciudad de Tumbes, etc., en al ratón dey campo
y de monte.
donde se erradicó un foco pestoso) y en buques de la Ar
g) Cal viva.—Si en el local sólo hubiera escasas ra
mada, como en el crucero Bologuesi.
resulta sencillo y útil el empleo de cal viva,
Viene envasado en botes de 28,5 y 225 gramos de peso, tas oseratones,
mezcla con harina en la proporción de dos partes
conteniendo una riqueza mínima del 90 por loo. Los q-ue
útiles que se empleen para pesar, medir, mezclar, etc., de ésta por una de cal, colçicándose en los lugares que
frecuentan; es conveniente colocar en su proxi
deben ser etiquetados y únicamente empleados para este aquéllas
unos platitos con agua para que beba el roedor,
menester, y el que lo maneje se pondrá guantes de goma midad
con lo que re producen quemaduras mortales en la-mu
y una mascarillasimple de goma o de tarlatana.
b) Antu (Alfanaftil-urea).—Es eficaz para la desrati cosa gastrointestinal del animal, que le provocan la
zación de barcos, cuarteles y puertos; pero sólo es reco muerte.
mendable cuando se trata de actuar contra la rata gris
(E. norvegicus), ya que sobre la rata negra y las otras es
pecies es poco activo. Otra desventaja es que las dosis
Con el fin de dar una idea de la distinta toxicidad de
subletales les proporiona una resistencia para dosis al
los principales raticidas, exponemos en el cuadro que
tas,, que persiste duranfé meses.
Se trata de un polvo gris insoluble en agua, sin olor sigue las dosis, expresadas en miligramos por kilo de
ni sabor, muy estable químicamente, no volátil y que no peso del animal, qie causan la muerte a la mitad, o sea
al 50 por -100, de los animales que -la injieren. Así vemos:
irrita la piel humana.
Es también muy tóxico para cerdos, perros y pollitos;
prodüce la muerte por aumento grande de la permeabili
TOXICO
L.2,, D.
dad capilar, dando lugar a derrames pleurales y, sobre
todó, a edema pulmonar. Como causa crisis de disnea,
4-6
-mg. por kilo de peso
salen de sus escondrijos para morir, evitando así la pu F1-uorgacetato de sodio..
(basta
x mg. por rata)
trefacción y el mal olor al morir en las madrigueras.
12-25
mg. por kilo de peso
c) Escila marina (Urginea maritima).—Es el raticida Antu
70-1.000
»
»
»
doméstico por excelencia, porque es de poco peligro para Escila
23
»
»
»
Sulfato de talio
el hombre y los animales domésticos, lo que le da-mucho Fosfuro de cinc
‘47
»
»
»
valor. Ejemplo de una actuación es la de Ahlgren, en Sue Arsénico
140
*
»
»
3-8
»
»
*
cia, que -en cinco municipalidades infectadas consiguie Estricnina
900—1.480
*
5
»
Carbonato de bario...
ron en dos tratamientos reducirlas a un 98,5 por loo.
—
-
-
-
-
-
-
-
-
-
•
-
-
-
-
1.7
INDICACIONES GENERALES SOBRE EL EMPLEO
DE LOS RATICIDAS
Hoy por hoy, nt
la impasibilidad de adaptar edifi
dos ya construídos para ponerlos “a prueba de ratas”,
hay que procurar construirlos adecuadamente. Además
necesitamos acudir al alejamiento de los alimentos y al
Determinados ya los cebos preferidos, se preparan tal
coñio van a ser utilizados los envenenados, siendo mejor
muchos pequeños que pocos grandes; en días sucesivos
se comprueba el número preciso para que queden pocos
sin consumir. Es aconsejable poner como cebo el conte
nido dé una cucharilla de té en un papel delgado de unos
33 centímetros cuadrados, formando un cucurucho, para
Fig. 5.—Modelo
de caja cúbica de 30 centímetros
de lado, con
entrada y salida en forma de pequeños arcos; los cebos son colocados
en el trayecto que une dichos orificios y se introducen por la aber
tura existente en la parte alta de una de sus caras.
empleo de venenos apropiados en toma adecuada para
proteger
luchar con ventaja
asegurarse
contra su astucia.
Los cebos mortíferos son efectivos si el plan a seguir
es adecuado, debiendo ser usados conscientemente si
constituyen peligro para el hombre o los animales domés
ticos. Por ello, para trabajar bien, debemos:
i.°
Seleccionar Ms cebos, pues el alimento preferido
varía según las especies y el área geográfica; para ello,
además de alejar todo lo que pueda ser alimento, se co
locan “cebos de prueba” durante dos o tres noches en los
sitios donde se sabe que van a ser alcanzados, determi
nando así cuáles son los mejor aceptados. En general, son
de tres clases de cereales, proteínas y grasas (carne, pes
cado, tocino, manteca, etc.) y frutas y verduras (boniatos,
plátanos, etc.).
2.0
Utili1’ar durante
varios
días
cebos no venenosos.
20”
-
estos cebos de la desecación y, sobre todo, para
de que los niños y los animales domésticos
no
los injieran. Emplear cajas abiertas por sus extremos (fi
guras 5 y 6). Son imprescindibles, si se van a emplear
productos
tan venenosos como el 1.c80, sulfato, de
talio, etc.
3,0
Cebos envenenados. Cuando las ratas o ratones lle
ven varios días alimentándose así, se colocan los cebos
envenenados, que se fabrican mezclando el veneno elegi
do con los alimentos.
Son preferibles los que emplean más de una clase de
alimentos, y si se precisa la actuación prolongada, debe
cambiarse de material de cebo y de veneno; en todos los
casos serán colocados a última hora de la tarde y retira
dos por la mañana temprano con las ratas que se hallen
muertas.
Fig. 6.—Modelo rectangular cons
truido en madera y asimismo para
colocar en.su interior cebos enve
nenados. Obsérvense sus estrechas
entradas, que permiten dejar en
trar y salir a las ratas, pero que
son pequefías para perros y gatos,
evitando así el que puedan in
jerirlos.
LA MANIOBRAY LAIDEA
DE MANIOBRA
EN LASUNIDADES
SUPERIORES
DEINFANTERIA
Comandante de Infantería, Diplomado de E. M. y Profesor de la Es
cuela de Aplicación y Tiro del Arma LUIS BUSTAMANTE VIGIOLA.
La experiencia nos está demostrando que
el caballo de batalla de las Ordenes de operacio
nes es el apartado Idea de maniobra, que en mu
chos casos suele ser poco y. mal atendido, bien
por defectuosa concepción de la maniobra, bien
por suponerlo innecesario, bien por creer. que su
redacción es completamente libre.
Y si bien es verdad que no hay ningún textó
(la adecuada “chuleta”) que proporcione una
Idea de maniobra tipo y que en su redacción no
se puede ni se debe llegar a ningún esquema rí
gido, cierto es también que existen reglamentos
que obligan a su inserçión en las Ordenes de ope
raciones y a redactarla con modalidades deter
minadas.
Ahora bien; nuestra ambición llega a querer
demostrar el porqué de aquel precepto completo
y la necesidad de que. la Idea de maniobra fi
gure en las citadas Ordenes.
2.
Ante todo, hemos de examinar y tratar
de definir lo que es maniobra, advirtiendo que
nos vamos a constreñir a lo que interese a las
Unidades del Arma tipo Regimiento y Batallón.
3. Dichas Unidades, como todas las comba
tientes, han de realizar en el combate una mi
Sión táctica determinada sobre un terreno dado,
con.unos medios conocidos y a pesar de un ene
fiiigo más o menos explícito.
Todos los actos que pongan en obra aquellas
Unidades durante la ejécución del combate de
benestar orientados al cumplimiento de esa mi
sión, que es lo único que se conoce con precisión.
Los demás factores sufren variaciones en su
evaluación exacta o son casi desconocidos.4. La misión hay que cumplirla siempre,
•no sólo por precepto de disciplina y deber de
obediençia, sino porque la asignada a una Uni
dád no es más que una rueda que al pararsepue
de detener la máquina general.
i.
-
-
Con su incontrastable autoridad dice S. E. el
Geñeralísimo que “los errores táctiços en el cam
po de batalla son los que malbaratan las mejo
res concepciones y originan frecuentemente los
desastres”. Pero esos errores son normalmente
fruto del desconocimiento de la propia misión,
lo que lleva a no cumplirla o a poner en práctica
procedimientos inadecuados.
5. Por tanto, la misión es lo fundamental,
y por ello ha de ser la base de la maniobra.
6. Ahora bien; toda misión está expuesta
por el Jefe, que la asigna según una síntesis y
un conjunto de procedimientos de ejecución.
La primera, para ser complela, debe contener
una actitud, una finalidad, unos objetivos y
una dirección de esfuerzo.
7. Examinaremos rápidamente estos cuatro
conceptos.
La actitud es la expresión abstracta de lo que
se va a hacer: atacar, marchar, defenderse, etc.
La finalidad es el propósito que el jefe trata
de conseguir por medio del cumplimiento de su
misión. Puede variar desde romper la resisten
cia del adversario hasta impedir su paso en
una dirección prevista. La finalidad es, por
consiguiente, lo que hay que lograr a todo
trance. Si no se obtiene, no se ha cumplido
la misión.
Los objetivos están siempre definido por
puntos, líneas o zonas del terreno, cuya pose
sión asegura la consecución de la finalidad.
Esta separáción de los conceptos finalidad y
objetivo es absolutamente neóesaria, ya que el
segundo no constituye, por lo.general,el término
de la misión. Si, a pesar de haberse conquistado
o conservad6, no se ha conseguido la finaliad,
la misión está incumplida.
La dirección de esfuerzo materializa aquella
sobre la que el Jefe superior suele obligar al eje-
19
cutante a realizar la acción principal entre to
das las que éste pueda llevar a cabd.
8. La síntesis de la misión impone, por tan
to, al ejecutante una serie de preceptos de los
cuales no puede nunca prescindir.
El resto de cuanto atañe a esta misión está
constituído por condiciones de ejecución en
tiempo, en espacio y para el empleo de los me
dios, con las que el Jefe señala normas que hay
que tener en cuenta para el cumplimiento de
aquella misión.
9. Otro factor de gran influencia en la ma
niobra es la zona de terreno en que se va a des
arrollar la acción, y que, a pesar de lo reducido
de su magnitud frontal para nuestros Regimien
tos y Batallones, presentará en uno u otro sen
tido características diferentes, además de que
sobre él existirá un número variable de acciden
tes topográficos escalonados en anchura y pro
fundidad, y cuya posesión sucesiva o simultá
nea pondrá a la Unidad en condiciones de lle
nar su cometido.
La distinta valoración que reciben estos acci
dentes en función de su situación en el terreno,
de su fortaleza natural o adquirida y de la
importancia que’ tengan en relación con ‘los
propósitos de ambos bandos, podrá imponer a
la Unidad encargada de realizar una misión
dos o más direcciones en las que ejercer su
acción.
ió.
No quiere esto decir que cada Regimien
to o Batallón de Infantería actúe en varios sen
-
tidos que, aunque coordinados en su finalidad,
presenten soluciones de continuidad en el espa
cio, tanto en la situación de sus puntos de par
tida como en la de los de su aplicación.
Por el contrario, esas direcciones son conti
guas y están tan íntimamente unidas, que no
existen entre ellas soluciones de continuidad.
Todas son componentes parciales de una resul
tante, definida por el Jefe superior al imponer
el curso que le conviene imprimir al esfuerzo de
cada una de sus Unidades subordinadas.
u.
Concretando: por lo general; será nece
sario o conveniente combinar con la acción que
se deba desarrollar
en la dirección impuesta
otras que se han de llevar a cabo en sentidos
elegidos por el Jefe ejecutante, bien para com
pletar, apoyar, intensificar o impulsar aquella
20
acción, bien para cubrirla, bien para enlazaría
con las demás.
12.
Esta combinación de direcciones’ exige
su coordinación en el tiempo y en el espacio, lo
que ‘Se consigue:
a)
Partiendo cada una de ellas de un punto
propio para aplicarse sobre otro del adversario,
eligiendo todos de manera
que los resultados
parciales se conviertan en el total que se debe
lograr en la dirección impuesta.
b)
Regulandó el ritmo de todas estas ac
ciones: i) al hacer que se produzcan en forma
sucesiva o simultánea; z) señalando líneas su
cesivas y práctiçamente
paralelas que sirvan
para jalonar la acción general en profundidad;.
c)
Imponiendo protecciones
recíprocas en
tre las diversas acciones.
13.
No basta con lo expuesto para’ tener
perfilada la maniobra en su totalidad. Para com
pletarla es preciso evaluar previamente:
a)
El esfuerzo que exige cada acción para
su realización.
b) El que es capaz de rendir cada uno de los
medios disponibles.
En la valoración de los medios influyen no
sólo su cuantía
y situación
en el terreno,
sino
otros detalles variables, y cuya apreciación es
a menudo muy aleatoria; tales como estado de
instrucción y de las fuerzas morales, entrena
miento físico, estado de conservación de arma
mento y material, capacidad de los mandos, etc.
14.
El enemigo influye también en. esta va
loración; pero será siempre la gran incógnita del
prolema táctico, pues aun cuando se pueda ave
riguar su situación y apreciar exactamente
sus
posibilidades,
¿cómo conocer la voluntad de sus
mandos?
Tendremos
que conformarnos con hacer su
posiciones, examinando lo lógióo para deducir
lo probable y estudiar lo que más daño pueda
hacer a la propia maniobra para cubrirla ade
cuadamente contra posibles peligros; pero siem
pre quedará la duda açerca de los que el Jefe
enemigo piensa hacer.
Por otra parte, ¿reaccionará siempre éste a
medida de nuestros pensamientos o de nuestros
deseos?
15.
No es incumbencia de un Jefe comparar
nunca el esfuerzo global de su medios con el-
esfuerzo total que se impone a su Unidad y que
ésta debe rendir; esta operación la ha llevado ya
a cabo el Superior para poder repartir misiones
entre las Unidades subordinadas, a las que pro
porciona los medios adecuados para cumplirlas.
i6. En función de la evaluación antes ex
puesta, se asignan posteriormente a cada una
de las acciones los elémentos necesarios y sufi
cientes para tener la seguridad de que éstos rea
lizarán el esfuerzo que las primeras necesitan.
Con estos dos actos.sucesivos se ha llevado a
cabo la d6sificación de esfuerzos y la reparti
ción de fuerzas.
En Infantería se valoran los esfuerzos
‘-í
en función de la importancia relativa que ad
quieren sus medios de acción, según que la acti
tud sea ofensiva o defensiva.
-1
i8. En ofensiva sé trata de llegar a una po
sición más o menos alejada de la inicial que ocu
pen las fuerzas atacantes. Por tanto, el movi
miento adquiere una preponderancia -absoluta.
el Jefe de Infantería debe evaluar el esfuerzo
Ahora bien; para conseguir que sea continuo y
que hay que rendir en cada acción en masa de
rápido, a pesar de los actos de fuego y mo’rimien
movimiento (hombres) y en masa de fuego (ar
to que ponga en práctica el defensor, el ofensor
mas), y coordina ambos factores por la super
ejecuta fuegos con oportunidad, aplicándolos so
posición o la yuxtaposición. de sus puntos de
bre puntos convenientes y con potencia adecua
aplicación, los que, por su parte, coincidirán o
da para batir-los objetivos elegidos
no topográficamente con. el de aplicación de
19.
En la defensiva, por el contrario, y pues
aquella acción.
to que se trata de detener al atacante, el fuego
22.
Hemos de hacer presente que un Jefe de
adquiere la supremacía para desgastar y dete
Regimiento o Batallón no debe, en general, tra
ner, pero también para apoyar las acciones ofen
tar de coordinar los movimientos previstos con
sivas encaminadas a desbaratar la organización
las acciones de fuego de las armas propias de las
del ataque antes de producirse el mismo, o a
Unidades inferiores, ya que así no sólo hipoteca
expulsar al ad’eersario de aquellas partes de la
propia posición que hubiese conseguido cOn-’ a sus. subordinados el libre empleo de los medios
de fuego que les son peculiares, sino que coarta
quistar.
la iniciativa de esos subordinados, además de
20.
Los esfuerzos ‘de la Infantería se tradu
privar de flexibilidad a la acción.
cen siempre en:
23.
La evaluación de los esfuerzos a realizar
movimiento para conseguir: en el ataque,
para
ejecutar
cada acción componente debe ha
llegar al abordaje de la posición enemiga; en
la defensa, desbaratar la organización de di cerse también en el sentido de la profundidad,
pues en este orden varían grandemente según la
cho ataque o rechazar al atacante;
actitud ‘adoptada.
fuego para: detener el movimiento de abor
24.
En efecto; el ataque tiene por objeto in
daje del. ofénsor, y dar continuidad y veloci
mediato
llegar al choque con el defensor. Este
dad al ataque si se trata de,llevar a cabo esta
choque es acto decisivo y brutal, por lo que la
acción.
21.
Vemos que estos dos esfuerzos que ca masa que deba realizarlo ha de tener, suficiente
racterizan la acción de la Infantería no se bas fuerza viva para romper el sistema defensiyo y
penetrar. en él.
tan en ningún caso aisladamente, y,. por tanto,
17.
,..-
.
-
.--.‘.
..-
..
.
,‘-
-,. --
-
-
-
—
•
21
La fuerza viva es producto de masa por ve
locidad; conseguida ésta .por la acción de los fue
gos del atacante, aquélla se obtiene únicamente
colocando
hombres en el número necesario y
suficiente.
En consecuencia, para efectuar antes de un
ataque la evaluación del esfuerzo en profundi
dad y la subsiguiente
repartición
de fuerzas,
debe privar, ante todo, la consideraci-in de la
necesidad de lograr la ruptura con un golpe de
ariete violento y decisivo.. Los escalones poste
riores se, constituyen con lo que, tras organizar
adecuadam’ente
el de choque, quede de los me
dios disponibles.
25.
Por el contrario, la solidez del sistema
defensivo no se logra amparándolo tras una co
raza que nunca llegará a ser invulnerable, toda
vez que para romperla le bastará al atacante con
acumular los medios necesarios y elegir el lugar
apropiado
para hacerla saltar.
Como en la defensa no deben limitarse las ac
ciones ofensivas a contraatacar
cuando el ata
cante profundice en el despliegue del defensor,
sino que pueden y deben llevarse a cabo con an
telación a la iniciación del ataque, buscando con
ellas desarticular los preparativos del atacante,
y, en todo caso, hostigar y sembrar la indecisión
en sus filas, deben existir a vanguardia los nú
cleos imprescindibles para producir esas acciones
ofensivas preliminares, núcleos que al iniciarse el
ataque
se repliegan generalmente
solare otros
posteridres,
los cuales han de poseer la forta
léza necesaria para resistir a todo trance y
poder desarticular las acciones del ataque; la
densidad de estos núcleos debe aumentar hacia
retaguardia,
para, tras lograr que aquellos ata
ques se emboten, poder pasar a la ofensiva con
la necesaria energía para lograr el fin que se
proponen.
La fortaleza del despliegue defensivo debe,
pues, ir aumentando
de vanguardia
a reta
guardia.
26. En función de cuanto se ha dicho, afir
mamos que para llegar a la debida repartición
de fuerzas se ha de tener en cuenta:
los medios se asignarán, en cantidad y po
tencia, en la medida necesaria y suficiente
para asegurar la ejecución de las distintas
acciones, dedicando los más importantes a la
-
22
que por ser la impuesta por el Jefe superior
debe reputarse como principal;
la repartición en profundidad
se basa en la
necesidad de obtener en la ofensiva una po
tente masa de choque, y en la defensiva, de
acrecentar las sucesivas resistencias y dispo
ner de reservas capaces de actuar ofensiva
mente con gran energía; y siempre, para con
seguir la mayor reiteración de esfuerzos en
la dirección de la acción principal.
27.
La realización d la acción ha de ser
oportuna,
iniciándola en el momento ordenado,
ejecutándola
en los plazos previstos y poniendo
en juego lo necesario para asegurar la finalidad
que se persigue cón el cumplimiento de la misión.
28.
Podemos decir, pues, que para la Infan
tería la maniobra es realización oportuna de una
serie de actos tácticbs fundamentales en las-ca
racterísticas
del terreno y en las condiciones del
enemigo, encaminados a conseguir el cumpli
miento de la misión y resultantes de:
combinar las-direcciones de la acción impues
ta y sus componentes;
coordinarlas
entre sí;
dosificar los esfuerzos que han de realizarse
para ejecutarlas;
coordinar los puntos de aplicación de fuegos
y movimiento
de cada una de ellas;
repartir las fuerzas en frente y profundidad,
dedicando a’ cada acción los medios necesa
rios para garantizar la realización del esfuer
zo que se precise.
29.
Luego ‘el proceso lógico de elaboración
de la naniobra es:
a)
Determinación (en función de la misión,
enemigo y terreno) de las acciones en que sea
preciso o conveniente desdoblar la principal.
b)
Determinación de l forma de combinar
y coordinar estas acciones.
c)
Dosificación de los esfuerzos que exige la
realizaci5n
de cada acción y de los que, cada
Unidad subordinada es capaz de rendir.
d)
Repartición de fuerzas.
30.
Recordando en breve síntesis los elemen
tos que sustituyen los apartados a) y b), tén
dremos:
actitud general a observar en relación con el
enemigo;
finalidad que se persigue con la operación;
—
-
-
—
—.
objetivos
cuya ocu
pación o conserVar
ción perrpitirán
al
canzar esa finalidad;
acciones que se de
ben
realizar,
señalando cuál de ellas es
la principal y defi
niendo tódas por un
punto
de partida,
uno de aplicación y
lbs intermedios
ne
cesarios para evitar
dudas y vacilaciones;
simultaneidad
o es
calonamiento
de las
acciones en el tiempo;
jalonamiento
de la
acción en profundi
dad, definiendo cada
jalón por líneas del
terreno sensiblemen
te paralelas al frente
de combate;
protecciones recípro
cas que deben pres
tarse las distintas
acciones.
i.
Estos siete pila
res constituyen
la idea
de maniobra y represen
tan, por ser invariables:
la expresión de la
forma en que el jefe
ha decidido cumplir
su misión;
la parte de lamanio
bra que ha de per
manecer intangible
mientras la misión o
la situación
no se
modifiquen
esencial
mente, parte en cu
ya ejecución el Jefe
ha de ser “tenaz y
perseverante”;
la norma que ha de
presidir la conducta
de los subordinados;
—
-
——
•
•
—
—
-—
—
•
-
—
la directriz rígida de lo que hay que hacer en
Queda hecha, por tanto, la repartición de
todo momento y a pesar de todo;
fuerzas y automáticamente la repartición de mi
el cauce por el que han de discurrir siempre siones y medios, ya que a cada acción correspon
la iniciativas de los subordinados.
de un grupo de éstos, encargados de llevarla a
32.
¿Es necesario que un Jefe subordinado cabo.
conozca a fondo la idea de maniobra de su supe
Y ¿orno se parte de una premisa cierta que
rior? De lo expuesto se deduce que sí.
dice que el esfuerzo que exige la realización de
33. Por otra parte, ¿es completa esta Idea la misión impuesta a una Unidad está siempre
de maniobra? Recordemos que toda idea ha de en consonancia con las posibilidades de los me
ser abstracta, es decir, que no debe expresarse dios (orgánicos o de refuerzo) con que cuenta su
por sus caracteres accidentales, sino tan sólo por Jefe en el momento de la ejecución, resultará que
los universales y permanentes; por tanto, en una la suma de esfuerzos parciales llevará a utilizar,
maniobra no debe figurar nada que pueda va en la totalidad de misiones asignadas, la totali
riar fácilmente cuando accidentalmente cambie dad de los medios disponibles.
una parte de la situación.
Pero como además estas misiones son conse
Pero, además, en el proceso seguido para lle cuencia de las acciones dibujadas en la Idea de
gar a precisarla, no ha sido necesario valorar maniobra, y éstas se integran en la acción total
esfuerzos, ni repartir fuerzas, ni señalar condi impuesta a la Unidad, diremos que la misión de
ciones de ejecución en tiempo ni en empleo de ésta se descompone en tantas parciales a las•
medios. Ha surgido con anterioridad a este es subordinadas como acciones componentes tiene
tudio.
la Idea de maniobra.
¿Por qué, pues, se han de incluir en ella me
Para realizar la acción deben coordinarse sus
dios o condiciones de ejecución que deben ser puntos de aplicación con los de los fuegos de las
variables para adaptarse alas mudables situa armas específicas del Jefe que concibe la ma
ciones de momento y que por su variabilidad niobra. Esta coordinación proporciona el plan
permiteli dar a la maniobra la flexibilidad nece de fuegos.
saria? En cambio, sí deben figurar en la Idea
Por fin, cuándo se dispongan los horarios a
de maniobra aquellos accidentes del terreno que que se someterá la ejecución de la acción, de
permitan darle precisión, porque aquel en que acuerdo con lo previsto en la Idea de maniobra y
se va a desarrollar cada maniobra es permanen
en la Orden superior, tanto para la simultanei
te e invariable.
dad o sucesión de acciones como para su jalona
34. Idea de maniobra debe ser, pues, la ex miento en profundidad, así como dónde, cuándo
presión abstracta de la forma en que el Jefe ha y con qué medios se van a efectuar las protec
decidido cumplir su misión, referida exclusiva ciones recíprocas previstas, quedarán señaladas
mente al terreno y sin figurar en ella medios ni unas condiciones de ejecución que serán lógica
condiciones de ejecución.
consecuencia de la Idea de manLobra.
35. La Idea de maniobra no es un apartado
37. Resumiendo: la Idea de maniobra debe
aislado ysinconexión con el resto de la Orden cumplir las condiciones expuestas en 1os núme
de operaciones. Por el contrario, es la parte fun ros 30 a 35 y estar redactada en forma clara,
damental, pues de ella se deriva el resto de la concisa, concreta y completa.
maniobra.
38. En los números que preceden queda ex
36. En efecto; pues que están ya fijados to puesta una teoría que goza de un valor relativo,
dos los extremos de esa Idea, continuemos el pues como; por serlo, tiene carácter de genera
proceso de confección de la maniobra.
lidad, no es posible prever los infinitos casos que
Medidos los esfuerzos parciales a realizar en pueden presentarse en el momento de hacer uso
frente y profundidad y los que las Unidades sub de ella. Pero sí hemos apuntado un método a
ordinadas disponibles son capaces de realizar, seguir para obtener la receta útil a cada uno de
comparadas estas dos medidas, se asignan a ellos.
cada acción los medios convenientes.
39. Consecuentes con nuestra creencia de que
—
—
24
la mejor manera de aclarar conceptos es hacer
aplicación de la teoría, en un ejemplo práctico
presentamos a continuación uno.
rece probable que
el adversario pue
da contraatacar al
Regimiento antes
de que éste alcance
el citado río.
La Aviación pro
COMBATEOFENSIVODE BATALLON
pia domina en el
UN CASOCONCRETO
aire.
1 I.—Nuestra mi
A) Antecedentes.
sión para la prime
Después de diez días de áspera lucha, al atardecer del ra fase de la opera
en
día D-3, las fuerzas azules han contenido una ofensiva ción consiste
atacar la posición
roja lanzada en dirección noroeste-sudeste, que ha logra
do abrir una brecha de unos 12 Km. de frente por io de enemiga en el fren
profundidad, en un sector que hasta este momento fué te compiendido
desde el barranco
pasivo y estaba estabilizado desde hacía varios meses.
de Los Palacios
En la región en que se plantea el tema, los elementos
hasta la cota 658,
más avanzados han quedado en aquella fecha en la si
tuación que indica la’ línea de puntos para el bando azul debiendo profundi
-zar en la dirección
y la de trazos para el bando rojo.
Con el fin de reducir la bolsa creada, el Mando azul general V. Mocha- vado sobre el Au
decide pasar a la contraofénsiva a partir del amanecer
f
1
del día D, para lo cual se propone. ejecutar varias accio
lencia del camino
nes; la principal de las cuales partirá de la región V. Mo- viejo de Villanueva :de la Cañada a Vi
cha hacia el oeste.
llanueva del Pardi
El Batallón de Infantería 111/5, que desde las prime
ras horas del D-i se encuentra con su Regimiento en la llo hasta alcanzar
zona del río Guadarrarna (unos 2 Km. al este), al iniciarse el río Aulencia.
LII.—Los límites de la zona de acción... (Véansé en el
el ataque pasará de línea a las tropas que guarnecen la
posición en la región comprendida entre V. Mocha y la plano.)
I.—Se
ha afectado al Regimiento para toda la ope
cota 658 (576-6 i). Este Batallón, constituído por tro
pas águerridas y de excelente moral, no ha tomado hasta
ración la Compañía cañones de Infantería 75/13 y 18/42.
ahora parte en la batalla, teniendo al completo sus efec
V—Mi idea de maniobra es:
tivos y dotaciones de material, armamento y municiones. - — Atacar la -posición enemiga por medio- de:
El Mando azul ha recibido hasta la 13 horas del D-x
a) una acción en dirección Las Chaparras-ccítas 654
las siguientes noticias sobre el bando rojo:
y 649-caseta motor, y b) otra, defasada en el tiempo
respecto a la anterior y apoyada por ésta en dirección
—
Durante su ofensiva ha sufrido un grave quebranto.
V. Mocha-cota 643-vado sobre el Aulencia del camino
—
Las Unidades que han tomado -parte en la batalla
viejo de Villanueva de la Cañada a Villanueva del
permanecen en línea.
Pardillo.
—
Ha repuesto sus bajas.
—
Inició la construcción de su organización defensiva al — Alcanzar el Aulencia para romper y desarticular la
resistencia del adversario. anochecer- del D-3. Las obras son de• P. n. y están
—
Ejercer el esfuerzo principal en la segunda de las ci
hechas a cielo abierto y sin blindar. Las alambradas
que rodean lós islotes no están unidas entre sí.
tadas direcciones.
VI.—El Regimiento desplegará en -dos escalones con
—
Se ignora la situación de las armas pesadás de Infan
los Batallones
II y 1-II de norte a sur en el primero.
• tena.
—
En la zona de ataque asignada al Regimiento de In
VII.—El Batallón II atacará entre el barranco de Los
fantería número 5 se ha identificado un centro de re- Palacios y y. Mocha (ambas referencias excluidas), profun
- sistencia
que, al parecer, se extiende en profundidad
dizando en la dirección Las Chaparras—cotas 654 y 649hasta el río Aulencia. Las reservas del sector consisten
caseta motor hasta alcanzar el Aulencia, para -romper y
•
en un Batallón de Infantería en cada uno de los pueblos desarticular la -resistencia del adversario.
de Villanueva de la Cañada y Villanueva del Pardillo
VIII.—Et
Batallón III atacará entre V. Mocha y la
(situados a unos 3 Km. al sudoeste y nordeste del río, cota 658 (ambas referencias incluídas), profundizando en
respectivamente,
contando la distancia sobre el ca— la dirección V. Mocha-cota 643-vado del camino viejo
mino viejo que une los dos pueblos).
hasta alcanzar el Aulencia.
La Aviación azul ha recuperado el dominio del aire a
IX.—El Batallón 1, constituyendo la reserva del Re
- partir
del D-4.
gimiento, progresará en la dirección general de la pista
Los Mandos de las Fuerzas azules encargadas del ata
de Las Barrancas a Villafranca hasta alcanzar el cruce
que están efectuando reconocimientos desde el ama.ne
de la misma con los caminos de Las Barrancas y de La
cer del D-i.
Manchega. Tendrá prevista una probable intervención
en dirección sudoeste.
X.—El límite común entre los Batallones II y III...
B) La ordende operaciones
del Regimiento
de Infante(Véanse en el plano.)
- ría número
5.
XL—Se afectan: ál Batallón II, una sección de caño
A las i horas del D-x, el Coronel dicta la siguiente
nes de Infantería, y al Batallón III, dos secciones de ca
-orden verbal:
ñones de Infantería de la Compañía i8/, desde las ho
I.—El Regimiento actuará encuadrado entre la Divi - ras del D, en las zonas inmediátamente al nordeste y
sión 12 por el norte y el Regimiento 38 por el sur.
- este
de V. Mocha, respectivamente, hasta terminar la opeLa zona enemiga, que vamos a atacar está- guarnecida - ración.
aproximadamente
por un Batallón de Infantería, cuyas
XII.—Apoyará el avance del Regimiento una agrupaorganizaciones defensivas se extienden hasta el río Aulen
ción compuesta por los Grupos de Artillería O. ro/ii,
-cia. Hay que esperar una enérgica resistencia; pero no pa- 1/ii y 0. 105/22 II y 111/ii.
-
25
?_
--
-
XIIi.—El plan de fuegos de la Compañía de Infante
ría de cañones 75/13 y 18/42 comprende:
Preparación.—Tiros
sobre las obras7,
8
—
Ataque.—Tiros previstos sobre las obras7,
8,
.19,
28
XIV.—La artillería tratará de neutralizar durante la
preparación las obras10,
II, 12, 15XV.—La Agrupación de Artillería de apoyo directo
actuará durante el ataque por concentraciones de diez
minutos de duración, por el siguiente orden:
—
Simultáneamente, las obras10,
u
—
Idem, las obras ...,. 15, iB
—
Idem, las obras19,
20
A petición de la Infantería, la Artillería reiterará los
tiros durante cinco minutos sobre los objetivos previstos
que se le indiquen.
Para batir los objetivos imprevistos se dirigirán las
peticiones a mi P. M.
XVI.—El borde anterior de la base de partida está ja
lonado por la línea alcanzada por los elementos más avan
zados.
XVII.—La preparación empezará a la seis (6) horas
deiD.
El Batallón II rebasará el borde anterior de la base de
partida a las siete (7) horas del D. El Batallón III, cuan
do el escalón de ataque del II alcance el camino de Las
Barrancas. El resto del Regimiento, a mi orden.
XVIII —El Batallón III facilitará la desembocadura
del ataque del II con acciones de fuego ejecutadas con
un mínimo de dos secciones de ametralladoras sobre los
objetivos que acuerden los Jefes de ambas Unidades.
El Batallón II apoyará al III, batiendo de fiañco con
un mínimo de dos secciones de ametralladoras, y desde
posiciones próximas al cruce de. los caminos de La Man
chegay Las Barrancas, las obras enemigas de la primera
línea y Barrancas del Tejar y del Palomar; y posterior
mente, y desde asentamientos inmediatos a la cabecera
de la Barranca de las Vacas, tanto esta Barranca como
las obras al este de la misma.
(Resto de la orden no interesa para la resolución.)
40.
Vamos ahora a estudiar la actuación del Coman
dante del Batallón de Iñfantería 111/5.
Como es probable que este Jefe conozca la situación
en sus líneas generales-con bastante antelación, y es casi
seguro que tenga un esbozo de la decisión de su coronel
mucho antes de recibir su orden, él, por su lado, habrá
estudiado durante la mañana del D-i lo concerniente a
terreno y enemigo en función de ese proyecto de deci
sión, por lo que está en condiciones de decidir rápida
mente a partir de las 15 horas, pues sólo tendrá que con
firmar o modificar las deducciones provisionales que
haya formulado, en fi.nción de cuanto ratifique, amplíe o
cambie la orden definitiva.
Y cedamos la palabra al Jfe del citado Batallón.
41.
La misión del Batallón está integrada por:
—
Actitud: Atacar.
—
Finalidad: Romper y desarticular la resistencia del
enemigo.
Estos dos conceptos, reunidos, exigen potencia y
enérgía en el primer escalón.
—
Objetivo: Río Aulencia.
—
Dirección de esfuerzo: V. Mocha-cota 643-vado del
camino viejo; me indica que el centro de gravedad
debo orientarlo hacia el norte.
—
Frente de ataque: Unos 700 m. Me permite dar al
primer escalón la suficiente potencia.
—
Profundidad media del avance: 2.000 m. Creo que
será necesario relevar al primer escalón, por lo que
téngo que prever detenciones del ataque en líneas in
termedias.
—
Modalidades: El Regimiento impone que el Batallón II
apoye mi ataque. Por mi parte, he de facilitar con mis
fuegos la desembocadura de aquél.. No me conviene
26
dejar inactivo mi frente y consigo mejor el ciumpli
miento de esta servidumbre con respecto al Bata
llón II, tanteando ofensivamente la posición enemiga.
Por consiguiente, debo: a) reservarme la elección del
momento de iniciar mi ataque, y b) situar en la parte
norte de mi zona deacción el centro de gravedad de
mi masa de fuego.
—
La acción propia es la principal dentro de la total
del Regimiento.
—
No tengo que prestar apoyos durante el ataque ni
siento preocupación por mis flancos. Estos factores
no influyen en mf despliegue.
Resumiendo el estudio de la misión en una síntesis,
resulta:
.
a)
En orden a la combinación y coordinación de
acciones:
—
Varios saltos.
—
Me reservo la elección del momento de iniciar mi
ataque.
b)
En orden a la dosificación de los esfuerzos a rea
lizar:
—
Primer escalón, muy potente.
—
Centro de gravedad de las masas de maniobra y’fue
gos, orientado haeia el norte de mi zona de acción.
—
Profundidad del depliegue, no está influída por nin
guna consideración.
Es probable que tenga que detenerme durante el cur
so del ataque para relevar a todo o parte del primer
escalón.
42.
El terreno de mi zona de acción presenta las si
guientes características:
—
Desciende de este a oeste y de norte a sur. En su
virtud:
a)
Facilita el ataque.
b)
—
—
—
Por dominar la zona norte, me conviene poner
mayor potencia en esta región.
El carácter general de la compartimentación (para
lela al frente) obliga a ejecutar el ataque en forma de
acciones escalonadas. A partir de la primera línea
enemiga se presentan tres compartimientos sucesivos:
a) Barranca del Tejar; b) Barranca del Palomar;
c) Barranca de las Vacas-río Aulencia, cuyas diviso
rias orientales me m’arcan otros tantos jalones inter
medios de profundidad.
En la región del norte de mi zona de acción la com
partimentación es muy poco acusada,’ en tanto que
se presenta más definida en la sur. Por otra parte, es
mayor la profundidad de la zona a conquistar en la
septentrional
que en la meridional. En aquélla son
difíciles los apoyos de mi base de fuegos, en virtud
de lo llano del terreno. Si en esa región adelanto una
parte de dicha base, perfecciono el apoyo y consigo
batir de flanco y revés las organizaciones enemigas
frente a mi ala sur, y facilito el ataque en esta parte,
siempre que lo retrase en el tiempo. Como además la
zona de las’ Casas de las Barrancas constituyen un
probable punto fuerte, habré de atacarla por medio de
una acción independiente de la señalada por el Regi
miento en definitiva:
a)
Siento la necesidad de montar dos acciones.
b)
Debo adelantar la más septentrional.
c)
Debo afectarle una parte de mi base de fuegos.
d)
La acción sur desbordará por el norte las Casas
de las Barran’cas.
e)
Debo cubrir con fuegos la zona al’ sur de estas
Casas.
Es relativamente fácil apoyar con mi base de fuegos
la acción meridional, aunque estos apoyos están li
mitados en su profundidad. Sin embargo, es posible
lograrlos en ‘buenas condiciones desde la divisoria
estede la Barranca del Tejar hasta la oeste de la del
Palomar, por lo que puedo suprimir la detención en
la intermedia. Por consiguiente:
a)
Los jalones intermedios en proíun&dad quedan
reducidos a dos.
La zona sur es la más adecuada para emplear mis
morteros 8x.
—
Los dos vados existefltes sobre el Aulencia dentro de
mi zona de acción me señalan puntos de aplicación
de las dos acciones.
Concretando en una síntesis el análisis del terreno:
a)
Combinación y coordinación de acciones:
—
Tres saltos sucesivos jalonados por la divisoria este
de la Barranca del Tejar, la oeste de la del Palomar
y río Aulencia.
—
Dos ataques: uno por la región norte, aplicado sobre
el vado del camino del Villarejo, y otro por elsur,
desbordando y envolviendo las Casas de las Barran
cas por su norte y aplicado sobre el vado del camino
viejo de Villanueva de la Cañada a Villanueva del
Pardillo.
—
Adelantar la acción del norte.
Apoyar con ella a la del sur.
b)
Dosificación de los esfuerzos a realizar:
—
Centro de gravedad orientado al norte.
—
Adelantar en esta región una parte de la base de fue
gos, afectándola a la acción que por ella progrese.
—
Emplear los morteros 8x en la zona sur.
—
Cubrir con fuegos la acción al sur de las Casas de las
Barrancas.
43.
El estudio del enemigo puedo condensarlo así:
Parece que tengo delante un par de Compañías, pero
no he localizado las armas de Infantería.
—
La mayor fortaleza del despliegue enemigo (por den
sidad) se encuentra en el norte. Débo orientar al nor
te el centro de gravedad del despliegue.
—
La consistencia de las obras permite afirmar que
opondrá resistencia tenaz. Por consiguiente, debo
montar un primer escalón fuerte.
—
Me conviene alcanzar cuanto antes el Aulencia para
que no pueda contraatacarn-ie con antelación.
La .síntesis del estudio del enemigo puedo expresar
la así:
—
Tengo enfrente unas dos Compañías de fusiles que
resistirán tenazmente.
a)
Combinación y coordinación de ácciones:
—
Acción rápida con el mínimo posible de saltos suce
sivos.
b)
Dosificación de los esfuerzos a realizar:
—
Centro de gravedad por el norte.
—
Primer escalón fuerte.
Apoyarlo con una gran masa de fuegos.
44.
Reuniendo en una sola síntesis general cuanto se
relaciona cón el aspecto relativo a la combinación y coor
dinación de direcciones, obtengo las siguientes deduccio
nes generales:
—
Dos direcciones de ataque.
La acción del norte es la principal.
Debo dividir el ataque en tres saltos.
Para no hacer interminable este trabajo, omitimos los
detalles aclaratorios de estos tres cónceptos generales.
45.
Si a esta síntesis general añado los conceptos de
actitud, finalidad y objetivos que figuran en mi misión,
tendré hecha la idea de maniobra.
a)
Atacar la posición enemiga en el frente asignado,
llevando a cabo:
—
Una acción principal en dirección V. Mocha-cota 643vado del camino de Villarejo.
—
Otra, retrasada en el tiempo respecto de la anterior
y apoyada por ella, en dirección de cota 658-norte de
las Casas de las Barrancas-vado del camino viejo de
Villanueva de la Cañada a Villanueva del Pardillo.
b)
Profundizar rápidamente hasta alcanzar el río
Aulencia para romper y desarticular la resistencia del ad
versario.
c)
Ocupar sucesivamente la divisoria este de la Ba
rranca del Tejar, la oeste de la del Ralornar y el río
Aulencia.
46.
Conseguida la idea de maniobra, completaría el
estudio reuniendo en una síntesis general. cuanto se
ha deducido acerca de la dosificación de los esfuerzos a
realizar, para . valorar posteriormente las posibilidades
de los medios y repartir éstos, . todo. con arreglo a esas
posibilidades y a las necesidades de la idea de mani
obra.
47.
Para todo esto cuento con los siguientes medios:
4 Compañías de fusiles, 4 Secciones de ametralladoras,
z Sección de morteros 8i y 2 Secciones de carros de In
fantería.
A)
Las posibilidades de las Compañías de fusiles me
permiten constituir dos escalones idénticos en potencia,
y cada uno de ellos con la necesaria y suficiente para con
seguir los propósitos perseguidos; como la potencia ‘de
choque que necesitan ambas acciones es muy parecida,
encargo del cumplimiento de cada una de ellas a una
Compañía de fusiles.
B)
Consigo trasladar al norte el centro de gravedad
de mi masa de maniobra, orientando, todo lo posible
hacia ese costado a mi segundo escalón. Teniendo en
cuenta que las Compañías de fusiles son capaces de des
arrollar un gran esfuerzo en frentes np superiores a los
250 m. y que la zona de acción del Batallón es de 700,
me queda un intervalo central.de 200. Por consiguiente,
coloco una de las Compañías del segundo escalón detrás
de la del norte del primero y la otra cubriendo el inter
valo de este primer escalón.
Ç)
Para situar en el norte el centro de gravedad’ de
.fuegos, adelantar en está. región una parte de mi base,
afectándola a la acción del norte, y atender con los mor
teros 8i a la zona sur:
a)
‘Afectoa la acción del norte, una Sección de ametra
liadoras a partir del momento en que se inicie la progre
sión, imponiéndole la servidumbre de llevar a cabo el
apoyo a la acción del sur.
b)
Con lo que me que
da para base de fuegos
constituyo dos Agrupacio
nes:
—
Norte, con 2 Secciones
de ametralladoras y x
Sección de carros de In
fantería, que debe ini
cialmente facilitar
la
desembocadura de ata
que del Batallón II y
posteriormente
apoyar
a la acción
septen
trional
del Batallón
propio.
—
Sur, con i Sección de
ametralladoras,
x Sec
ción de morteros8i
y
i Sección de carros de
Infantería para apoyar
la acción meridional.
D)
Para coordinar los
puntos de aplicación de las
acciones parciales con los
de los fuegos de mis armas,
tengo en cuenta que:
a)
La Artillería y la
Compañía de carros de In
fantería,, del Regimiento
me neutralizan:
—
En la preparación, las
obras 7, 8, io, Ix, 12 y
r, por lo que me inte
resa batir: las 19 y 20
con mis carros, y las
27
Barrancas al este y oeste de las. casas de este norn
do cubrirán a la del norte y el intervalo entre las- del
bre, con mis morteros 8i.
primero.
—
En el ataque, las obras 7, 8, 19, 28, lO, II, 15, 18
IV.—El ataque del norte, con un frente de 250 m. a
y 2o; es decir, que debo utilizar mis armas para batir:
partir del límite septentrional de la zona de acción, pro
x)
En el primer salto:con la Agrupación norte, las fundizará en la dirección señalada por el intervalo entre
obras 9, 15 (Cs. mf.),7 y 8 (Ams.); con la Agru
las obras 8 y 9, inflexión de la pista de Las Barrancas a
pación sur, las obras 12 (Cs. mf.) y u (Ams.) y Villafranca, al sudoeste de la óbra 15, obra -27 y vado
la Barranca del Tejar (Ms. 8i).
del camino del Villarejo, ocupando sucesivamente las
2)
En el segundo salto; con la Agrupación norte, las obras 8, 9, 15 y 27, y la margen este del río Aulencia en
obras 27 (Cs. mf.) y x8 (Ams.); con la Agrupa
tre el limite norte citado y el vado del camino viejo (ex
ción sur, la obra 28, Casas de las Barrancas
cluido), para romper y desarticular la resistencia del ad
(Cs. mf.),obras 19 y 20 (Arns.) y la Barranca del versario.
Palomar al sur de las Casas de las Barrancas
Al alcanzar la cabecera de la Barranca de Tejar, y pos
(Ms. 8i).
teriormente la zona de la obra 27, deberá batir de flanco
b)
Me conviene, pues, que los puntos de aplicación
y revés las resistencias que se opongan a la progresión
del ataque de mis Compañías de fusiles sean:
de la acción del surpara facilitar esta acción. Dicho apo
yo lo llevará a cabo por el fuego de las armas de 1 Sección
—
Norte: Primer salto, intervalo entre obras 8 y 9, in
flexión de la pista al sudoeste de la obra r. Segundo de fusiles y i Sección de ametralladoras como mínimo.
—
El ataque del sur, con un frente de 250 m. a partir del
salto, obra 27. Tercer salto, vado del camino del Vi
llarejo.
límite meridional de la zona de acción, profundizará
—
Sur: Primer salto, intervalo entre obras ir y 12.
en la dirección jalonada por el intervalo entre las obras
Segundo salto, intervalo entre las 19 y 20. Tercer
tI y 12, el existente entre las 19 y 20 y el vado del
camino viejo de Villanueva de la Cañada a Villa
salto, vado del camino viejo.
c) Debo, pues, asignarles los siguientes objetivos:
nueva del Pardillo, ocupando sucesivamente las obras
—
Norte: Obras 8, 9, 15, 27 y 21, y el Aulencia entre el
XI, 12, 19 y 20 y la margen oriental del Aulencia,
límite norte de la zona de acción del Batallón y el
entre dicho vado (incluído) y el límite sur citado.
—
Está previsto pasar de escalón al primero al rebasar
vado del camino viejo (excluído).
—
Sur: Obras r, 12, 19, 20 y el Aulencia en el resto de
la primera línea enemiga.
la zona de acción del Batallón.
—
Se afecta a la acción norte i Sección de ametrallado
ras desde el momento de rebasar la base de partida
48.
Ya tenemos un esquema de la repartición de
fuerzas y de las misiones y otro del plan de fuegos.
hasta terminar la operación.
Faltan por determinar las condiciones de- ejecución.
V.—Plan de fuegos. (La constitución de las Agrupa
Cedemos de nuevo la palabra al Jefe del Batallón, quien - ciones y los tiros previstos para cada una están conteni
dos en el número 47.)
se expresa así:
VI.—En la preparación se neutralizarán las obras x8
—
Me conviene reservarine el horario de rebasar el bor
de anterior de la base de partida; pero debo prever
y 19 con las Secciones de carros de Infantería y las Baque la Compañía de fusiles que tome a su cargo la rranCas al este y oeste de las casas de este nombre con
acción del sur iniciará su ataque cuando la del norte los morteros 8r.
VII.—El borde anterior de la base de partida y los ob
haya alcanzado la cabecera de la Barranca del Tejar.
—
Me reservo asimismo la determinación del momento
jetivos sucesivos se rebasarán a mi orden, debiendo estar
de iniciar cada salto sucesivo.
preparado el primer escalón para iniciar la progresión a
—
Interesa a mi acción que la Compañía de fusiles del partir de la 7 horas del D.
norte inicie su apoyo por el fuego a la del sur: primero,
52.
Con la decisión expuesta y la orden del Regi
desde la. cabecera de la Barranca del Tejar; después, miento tiene el Jefe de la Plana Mayor del Batallón da
desde las proximidades de la obra 27, debiendo efec
tos más que suficientes para redactar la de esta Unidad.
tuarlo con un mínimo de i Sección de fusiles y x Sec
53. Queremos hacer resaltar la diferente forma en
que están redactadas las misiones asignadas al Regi
ción de ametralladoras.
miento, a sus Batallones y a las Compañías del Bata
49.
Ya está esbozada la decisión del Jefe del Bata
llón. Nos queda por determinar la hora que será en ese llón III.
momento.
En las de las Unidades superiores hemos excluído
Estimamos que, puesto que dicho Jefe tenía ya hecha condiciones de ejecución, que, por el contrario, están in
una gran parte de su trabajo y prácticamente sólo ha de cluídas en las que en su momento se impondrán a aque
fijar detalles y confirmar o modificar propósitos, le ha
llas Compañías.
Obedece esta distinta redacción de misiones al deseo
brá sobrado con dos horas.
50.
Por tanto, la decisión del Jefe del Batallón de de presentar las dos modalidades que pueden seguirse
Infantería 111/5 estará dada a la 17 horas del D-i, apro
para su expresión.
ximadamente.
54. Y ponemos punto final. Hemos coronado el ob
jetivo. Pero ¿hemos cónseguido la finalidad expuesta en
51.
Esta decisión puede revestir la forma siguiente:
varios puntos de este trabajo? La crítica tiene la palabra1.—Es cJeesperar que el enemigo ejerza una resistencia
tenaz.
NOTA.—E1 fragmento de plano que se acompaña corres
11.—Idea de maniobra. (La contenida en el número 45.)
NO. deIPIano
Director
111.—El Batallón desplegará en dos escalones con ponde a la Hoja 558-1, cuadrante
dos Compañías de fusiles en el primero Iasdçl_egun
escala 1110.000;
•
28
-
-
Servicioobligatorio
de transfusiónde
‘sangre.’
•
-
L
OS Institutos armados de la Nación son mante
nidos en la paz porque su misión es encon
trarse ‘cia el grado de organización necesaria para
que en cualquier momento puedan disponer de to
dos y cada uno de sus servicios, sin que sé retarde
ni un instante la ejecución de los mismos. .No por
hallarnos al margen de la conflagráción habríamos
de tener los cañones con telarañas, los cascos de los
buques picados y lós proyectiles descargados, con
fiando en que se improvisaría su puesta en marcha
en un momento de peligro; por el contrario, diaria
mente se mantiene el espíritu combativo, se ejerci
tan los apuntadores, se instruye la marinería, se re
visan, y se limpian, en dique los buques ,Y se dispa
ran las piezas’ en ejercicios periódicos de las Es
cuadras.
Pues bien; existe un servicio utilísimo en días de
paz e imprescindible después de un éombate que
aún
podría
alcanzar tiene:
mayor esperfeción,
si cabe, que
la que
actualmente
el de las transfusione’á
.
de sangre.
Esto se puede conseguir con dos condiciones fun
damentales: ,1•a, la obligatoriedad de la prestación;
2a, la reservación en vivo de la sangre previamente
clasificada.
Sobre la primera, aunque ya he hablado anterior
mente de las razones para su implantación en algún
artículo publicado en la Revista General de Marina,.
quiero consignar que el que se utilicen donadorés
voluntarios puede conducir a situaciones difíciles
para el médico, ya que en un hospital pueden, en
los momentos en que precisamos su concurso, estar
aúsentes o hallarse enfermos, con las demás inci
dencias que pueden invalidar nuestra previsión,
obligándonos a improvisar la búsqueda de nuevos
dadores.
Y si esto puede ocurrir en un hospital, ¿qué no
pódrá suceder en un frente (hospital de primera
línea’) o én.un’buqne’despu’és de un combate?
Médico de la Armada 1. SOLER CANTÓ,
de la Base de Submarinos de Cartagena.
Si todas estas dificultades pueden prdsentarse en
un hospital en donde se suponen los servicios bien
cubiertos, cuánto mayores serán en un hospital de
primera línea o a bordo de un buque en el cual es
casi imposible’ponerse a investigar los grupos sanguineos en un momento de neéesidad, porque para
ello serla necesario que existiesen sueros testigos
activos que estuviesen intactos después de un com
bate, que estuviesen aún vivos y en condiciones de
prestar su sangre esos voluntarios donadores clasi
ficados, o que los proyectiles, llamas y demás consecuencias de un duelo artillero o un bombardeo
hayan dejado completas las librétas sanitarias, en
donde debe estar consignado el grupo sanguíneo
de cada hombre. Y aun en el caso de poseer los sue
ros testigos, es dificultoso el interpretar las agluti
naciones a causa del ambiente de escasez,, incomo
didad, balanceo, tal vez oscuridad, etc., que se tie
ne en un hospital de campaña o en un barco (sobre
todo si está averiado).
Se objetará que se pueden llenar las necesidades
de un buque o una Unidad de Sanidad con la san
gre conservada; pero, aparte de los inconvenientes
que al final se expresarán, está la razón suprema
de que si se estropea la nevera o si el primer ca
ñonazo da en ella, se ha derrumbado toda nuestra
esperanza en una transfusión.
***
Por otro lado, prescindiendo de todas las dificul
tades de materiales expuestas, en un hospital y en
un buque de guerra, tanto en uno como en otro,
tenemos muchas dificultades morales y técnicas que
nos hacen perder un tiempo precioso o nos dejan
aite la sospecha de practicar mal una transfusión,
que no tendríamos de haber efectuado la clasifica
ción de los grupos en condiciones de tranquilidad y
29
reposo por un equipo especializado y sin las prisas
que da el tener ante nosotros un enfermo o herido
grave, para el que no podemos perder tiempo. No
es pequeña la fraccián de éste que se pierde en in
vestigar los grupos del recptor y de los dadores,
pues muchas veces hemos de pinchar a varias per
sonas para conseguir hallar una cuyo grupo san
guíneo sea compatible con el del herido.
De las dificultades técnicas citaré algunas entre
muchas que hacen su aparición inopinadamente
tallada, en un buque o en un frente esta diferencia
ción es imposible por no haber microscopio.
Es cierto que con la adición de la lecitina, sus
pensión de caolín o dilución con suero fisiológico
desaparece la sedimentación; pero para ello debe
mos tener estos ingredientes en el barco o en el
frente y a mano (para ahorrar tiempo), y aun así
pueden ser motivo de error.
-
r.a
—
Que los sueros testigos estén inactivados:
por el transcurso del tiémpo, ya que es sabido
que pierden gradualmente su poder aglutinante,
y es curioso que mientras ciertos sueros lo con
servan un año y más, los de otros individuos se
hallen inactivados al mes de su extracción, y los
hay también que súbitamente pierden su poder
de aglutinación, sin que se conozca hasta ahora
el mecanismo de ello;
porque los sueros preparados tuviesen inicialmente poca cantidad de aglutininas y nos den
resultados dudosos o contrarios para su titula
ción; por ello habríamos de disponer de hema
tíes con aglutinógenos A y B para comprobar
periódicamente la actividad de los sueros que
poseemos en nuestro botiquín.
PROPUESTA DE SOLUCION
Hemos visto algunos de los inconvenientes que
actualmente
presenta el servicio de transfusión,
cuya lista seguramente sería más larga si escuchá
semos las que habrán hallado los Jefes de las clí
nicas de nuestros hospitales y los médicos de nues
tros buques cada vez que han tenido que practicar
una de estas operaciones.
Por todo ello urge una reforma que subsane este
mar de insuperables dificultades, y para que la
nueva organización tenga la eficiencia necesaria,
tiene que cumplir las siguientes condiciones:
Ha de establecer la obligatoriedad de la presta
ción de sangre, en caso de necesidad, a cuantos ‘e
hallen sobre las armas.
Se ha de imbuir en tódos los que lo ignoren la
convicción
la innocuidad de la extracción de su
2.&
Según Oehlecker, existen reacciones que re sangre y se de
ha de inculcar a todomilitar la célebre
sultan difíciles de interpretar aun para los mismos frase de que “más gasta una noche de baile que
técnicós (él mismo se cuenta), que las clasifican de una extracción de sangre”. ¿No se lanza un soldado
dudosas am en ambientes hospitalariós de especia
a la tierra de nadie para recoger a un herido que
lización.
se halla ante las líneas enemigas? Pues ¿no presenta
más riesgo este acto para salvar a un hombre que
•3a
Pueden existir hematíes que sean aglutina
la prestación obligatoria que propugno?
dos por todos los sueros, fenómeno de panaglutina
Se ha de crear en cada Departamento un orga
ción atribuído a infecciones, y que den, por tanto,
lugar a la confusión en esos momentos de urgencia nismo de reclutamiento é instrucción un equipo
especializado encargado de clasificar a todos los re
transfusora.
clutas desde su movilización. Este equipo funcio
4a
Puede ser difícil la lectura pór exceso de nará teniendo a mano todos los elementos para re
sangre en la mezcla con el suero testigo, ya que no solver los casos, y, sobre todo, trabajaría reposada
es fácil calcular la cantidad que se ha de tomar con y tranquilamente, sin las prisas ni aprietos que
el portaobjetos para una persona no avezada en la producen los momentos de confusión consecutivos
técnica de la transfusión.
al combate, catástrofe, etc. Aparte de que en un día
5a
Se dan casos de autoaglutinación por el frío, se puede muy bien clasificar a más de 150 personas.
Se ha de hacer, de un modo indeleble y tan inmu
que, aunque se suele presentar entre 0° y 5°, pue
tble
como son los propios grupos sanguíneos, la
den darse hasta
marca o contraseña del grupo a que pertenece el
6.
Pueden fallar varios dadores y se alarga el sujeto investigado.
tiempo para comenzar la transfusión.
Esta clasificación preventiva de todos los mo
7a
Puede haber casos de error por aumento de vilizados y el marcaje que propongo dan lugar a
la velocidad de sedimentación, ya de los hematíes multitud de ventajas.
del herido, ya del suero testigo. Esta sedimenta
i.°
Se dispone de un número enorme de dado
ción es fácilmente deslindable de la aglutinación en res de cada grupo, por lo que se puede usar “el
el microscopio, ya que mientras en una se agrupan lujo” de seleccionar entre ellos y elegir en un mo
en filas de monedas, en otra es un acúmulo irregu
mento dado los sanos y fuertes, los qúe tengan ve
lar; pero si en un hospital supone una pérdida de nas más voluminosas que faciliten la labor trans
tiempo grande el hacer esta observación más de- fusora, los que no estén haciendo la digestión de
•
—
°.
30
una comida reciente, los ue tengan una velocidad
de sedinentación baja, los, que pertenezcan a un
subgrupo que absorba menos aglutininas (A1), etc.
2.°
No se pierde el tiempo buscando los grupos
y puede ser más inmediata la aplicación del reme
dio, pues se presentarán dadores en exceso con sólo
dar una orden.
.
3.° Se tiene la tranquilidad de que el grupo que
lleva grabado en su propio cuerpo el individuo es el
más exacto, sin ningún ‘género de dudas, por la
misma solvencia del equipo investigador.
4.° Todos los dadores se prestan gozosos, por
que estáii convencidos de que es un deber (no es
una concesión que él hace).
5.° Como la marca del grupo respectivó es in
deleble, perdurará eit la desmovilización y será
utilísimo para la vida civil en accidentes, fábricas,
talleres, etc., y hasta para el. mismo individuo, s,i
fuese él el que necesitase de estos servicios; en
cualquier momento de su vida tendría la labor ade
lañtada o podría inscrihirse en el cuerpo de trans
fusores que existe en los hospitales civiles de las
capitales.
METODOS
DE IDENTIFICACION
Han existido ya en España múltiples conatos de
clasificación e iniciativas de médicos de la Arma
da y militares que se han visto malogrados por tres
causas principales: el no aplicarlo con obligatorie
dad, el reducido número de donantes y la caduci
dad de los procedimientos de identidad. Esta úl
tima es la capital.
Las cartillas sanitarias que se nos entregan a los
médicos ‘de los buques para levantar la ficha orgá
ñica de cada individuo tiene entre sus datos la iden
tificación del grupo sanguíneo.
Pero sólo podríamos en un momento dado en
contrar todos los pertenecientes a un determinado
grupo. si previamente hacemos un fichero en que
esté clasificada la dotación con arreglo a sus dife
rencias hemáticas, lo cual aumenta la complejidad
de la organización burocrática, que tan simplificada
debe ser en un tiempo de guerra. Todo esto es por
que estas cartillas son algo posti’zo, algo que se
halla fuera de la persona y que no la acompaña en
sus desplazamientos, en sus embarcos, en sus com
bates; algo que puede destruirse por un extravío,
un incendio, un proyectil o lina explosión.
En cuanto a las transfusiones en los hospitales
de sangre del Ejército de tierra, copio del folleto.
La transfusión sanguínea en la práctica médica, dis
tribuído por la Jefatura de Sanidad Militar de
Avila en 1937, cuando la fiebre patriótica hacía que
los españoles de ambos sexos se prestasen a la ciasificación de sus grupos sanguíneos para ser coope-
radores; con su .aportación a la obra de la liberación
de la Patria:
“Cuando ya se tiene clasificado a un individuo,
resta solamente colocarle una placa de identidad
del grupo sanguíneo a que pertenece. Es conveniente
inscribir en un’ libro-registro los individuos clasifi
cados, agrupándolos por localidades, pues de este
modo se encuentran luego rápidamente dadores
para las transfusiones.” “Conviene, al finalizar la
experiencia, recomendar a los clasificados la nece
sidad de ño olvidar jamás su grupo sanguíneo y las
ventajas de no perder la placa de identidad o cer
tificado acreditativo.”
En estos párrafos se lee la inquietud del organi
zador de que perduren las clasificaciones hechas,
las recQmendacionés de que no pierdan ‘la contraseña y, no fiándose de que las cumplan y para me
jor búsqueda, la inscripción en un libro-registro
que los localice en un momento dado.
Y, sin embargo, ¿cuántas chapas se guardan?
¿Cuántos carnets persisteh? ¿Cuántas personas vi
ven en el mismo domicilio en que se inscribieron
en aquellos momentos? Las pulseras de identidad
que llevan los Ejércitos de otras naciones adolecen
del mismo inconveniente. Todas son cosas postizas,
deleznables, caducas, que en un momento pueden
perderse y olvidarse.
Para que sea inmutable la clasificación, ha de
dejar su marca’ segura, persistente, en el mismo
cuerpo del individuo. No conocemos más que un
método que reúna todas’ las ventajas sin ningún
inconveniente, que es el tatuaje.
Con él. se limita la labor ‘a grabar sobre la piel
del futuro dador una letra indicadora de uno de
los cuatrq grupos: O-A-B-C y otro signo para los
dudosos, y hasta si se quiere llegar a una mayor’
finura en la. clasificación, se pueden diferenciar el
A1 y el A2 con algún signo. Con respecto a los gru
pos de sensibilización M-N-P-G-H, etc., no creo sea
útil él marcarlos, por su poca aplicación en la prc
tica; basta con que se inyecte la sangre con cierta
precaución, si se hace por segunda vez con el mis
mo dador, para que se subsane el inconveniente.
También se pueden sustituir las letras por’ los nú
meros 1-11-111-1V, de Mose o Janshy; peró no me
parece correcto, porque siempre daría lugar a du
das por la oposición de ambas escalas.
Para simplificar, puédense grabar signos en lu
gar de letras: ()-(+)-(O)-(.J),
etc., pero no lo
creo necesario.
La sustancia para el tatuaje puede ser cualquiera
de las usadas: carbón vegetal, negro de humo, ber-,
melión, tinta azul, azul de Prusia, etc.; pero opino
que el más nítido y persistente es la tinta china.
El procedimiento más salvo de complicaciones
parece ser el clásico de las punciones con el haz de
agujas; pero tal vez sea más preciso y de líneas más
sutiles el de los cortes, cuya profundidad llega has
ta el dermis.
-
.
‘
31
•
-
-
-
De todos modos, los últimos detalles y elección
del procedimiento a emplear los puede determinar
una persona especializada que se instale en cada
Departamento -en el equipo clasificador anterior
mente citado, y que creo necesaria para la garantía
de que sea exacto el grabado y realizado con la
asepsia más estricta.
La reacción local que da esta operación es com
parable al enrojecimiento de los primeros días de
la vacuna antivariólica y aun menor, y nunca pasa
de ahí si se lleva a cabo dentro de las más rígidas
reglas de la técnica.
El último asunto a debatir es la región elegida
para dejar la huella indeleble que en lo sucesivo
ha de llevar el individuo. Desde luego, ha de ser
en un• punto del tegumento pobre en’ vasos gruesos
y lo suficientemente separado de órganos peligro
sos de infección que a la vez estén en lugar asequi
ble a la inspección y que no resulte de aspecto anti
estético en caso de que el procedimiento se genera
lizase a la población civil y también las muje
res entrasen a formar parte en las filas de los
donadores.
Es evidente que existen múltiples sitios que po
dríah usarse. He aquí una relación de ellos sin de
cidir absolutamente por ninguno, ya que todos pre
señtan ventajas e inconvenientes que aumentan o
disminuyen según el sexo del paciente:
Región deltoidea junto a las cicatrices de vacuna (no aplicable en la mujer).
Dorso de antebrazo (si hay amputación trau
mática, desaparece y hay que volver a investi
garlo).
gas series) y la rapidez de inspección en el momento
de un accidente. Si se generalizase el procedimien
to, ya podría elegirse para la mujer otra localiza
ción más adecuada para la marca.
Vamos a decir en último- lugar que nunca la san
gre -conservada podrá superar en eficacia a la na
tural, si ésta se emplea exactamente, y además es
evidente que para obtener un resultado, siempre
menor que el de la transfusión de sangre fresca, se
ha de crear una organización mucho más compli
cada que la que propongo; se ha de tener también
un equipo de dadores que nutra los depósitos de
nuestros hospitales-bases y bases navales; se ha
de aümentar el bagaje de nuestras enfermerías y
ocupar sitio en las neveras de los barcos, en donde
se puede estropear la sangre, tan caramente conse
guida, por averías de la popia nevera o por el
mucho tiempo de permanencia en frente o de na
vegación del buque; se ha de-aumentar el presu
puesto para remunerar a los donadores, que, claro
está, serán profesionales; se desperdiciarán lotes de
-sangre en salidas a la mar, en las cuales, por suerte,’
no haya que utilizarla, y, en fin, acabará abando
nándose el método, como ya ocurri en nuestra
guerra de- Liberación, en la que se comenzó a erri
plear con gran entusiasmo en todos nuestros Ejér
citos y terminaron los hospitales solicitando dado
res que suministrasen en fresco el material, que
conservado se derrochaba y experimentaba multi
tud de fracasos.
El establecimiento de la obligatoriedad y la cla
sificación que propongo,, tan generalizada, de ha
cerla España, sería la que llevase la primacía de
una obra que poco a poco irían copiando- las demás
naciones por las innúmeras ventajas que presenta.
Línea axilar del tórax (está oculta por el brazo,
Por todo lo expuesto formulo las siguientes con
pero de difícil inspección en la mujer).
clusiones:
Región externa del muslo (no aplicable a la
1a
La prestación obligatoria de sangre es ne
mujer).
cesaria.
Cóndilo, interno del fémur (adolece dl inconve
2a
Ella cubre por completo las necesidades de
niente de la posible amputación traumática).
donantes de un Ejército.
Cara convexa del pabellón de la oreja (muy os
3a
Para llevarla a cabo, son necesarios equipos
tensible en el hombre; en la mujer lo tapa el de clasificación y tatuaje en los puntos de- concen
pelo).
tración de reclutas.
Mucosa bucal del labio inferior (está oculta,
4•a
El tatuaje es en el transfusor testimonio fiel
pero de difícil técnica y excesiva vasculariza
e inmutable de lo que marcó el equipo clasificador.
ción).
5a
El tatuaje no presenta ningún inconvenien
Cuero cabelludo (está oculta por el cabello, pero ‘te en su verificación y permanencia y supera en ven
es de difícil técnica y tiene la posibilidad de que- tajas a todos los demás métodos.
dar al descubierto en la calvicie.
6.
No están los, servicios de Sanidad Militar
Región ‘trocantérea o cresta ilíaca (queda ocul completos sin una organización de transfusión per
ta hasta con sólo el traje de baño).
fect.a.
Pesando los pros y los contras, me inclino en fa
7,a
Es notorio que con esta organización se pue
vor de trocánter, cóndilo interno del fémur, región de alcanzar la perfección.
deltoidea o línea axilar, para los reclutas, por la’
Sa Debe llevarse a la práctica cuanto antes.
facilidad de marca (que ha de ser efectuada en lar-
—
-
—
-
-
-.
-
-
-
-
—
-
32
-
Él papelde la solda
dura en la Industria
de Armamentos.
COMPRENDEMOS
que nos proponemosperfectamente
bosquejar,
que elseatema
siquiera
so
meramente,
pudiéramos haberlo encabezado con el
título, quizá algo más pretencioso
de “Influencia de
la soldadura en la industria”,
pues no existe duda
de que, dado el concepto actual de la palabra arma
mentos, que incluye los más diversos tipos de mate
rial de guerra que han de ponerse en manos del per
sonal combatiente para su más “cómoda” y perfecta
actuación,
la industria de armamentos
viene a ser
como la transcripción
a términos bélicos o militares
de la más amplia y genérica expresión de Industria;
y de que así es, en efecto, tenemos una buena prueba
en el hecho de que a la Dirección General de Indus
tria Militar le está reservada la función de preparar
y poner en marcha, en su caso, la movilización com
pleta de la industria nacional, a los fines indicados
de atender a la ejecución del programa de armamen
tos citado.
Insistiendo
sobre este punto, y para darnos cuenta
de la magnitud de un programa de armamentos, ano
temos que su realización ‘en la pasada contienda
mundial por parte de los países beligerantes implicó
la ejecución dé más de 2.000 tipos de armas y e4uipos pesados, comprendiendo:
carros de combate,
artillería
autopropulsada,
autos blindados, bombas,
ametralladóras
de aviación, cañones de aviación,
municiones,
pólvoras y altos explosivos, etc., por
no citar más que una pequeña muestra de los mis
mos. Una idea más concreta de dicha magnitud que
dará expresada por la cifra de 65.ooo millones de
dólares,
que ha constituido
el presupuesto
de la
Jefatura
de Industria Militar cíe los Estados Unidos
para la fabricación de armas, municiones y equipos
militares
durante el periodo 1940-1945.
Es indudable que el éxito de una empresa de esa
magnitud
no puede menos de estar condicionado a.
la más perfecta cooperación en la misma de la cien
cia yla industria civil; en ella, y en la medida que
le es dable, es donde encontramos la justificación de
nuestro tema de examinar la conibución
aportada
al desarrollo de los programas de armamentos por la
cooperación
industrial de la técnica de la soldadura.
Las amplias posibilidades de fabricación y meno
res limitaciones de producción son las ventajas esen
ciales que han otcirgado a la soldadura un papel
preponderante
en la elaboración
del material
de
guerra. Sin la soldadura se hubiesen empleado otros
métodos cónstructivos
en su lugar, cuyos resultados
no serían difíciles de prever. Así tenemos, por citar
un ejemplo,que
si los carros de combate fuesen de
Teniente Coronel Ingeniero de Armamento PEDRO SALVADOR
ELIZONDO, de la Dirección de Industria y Material.
construcción
remachada en lugar de soldada, aumen
taría su vulnerabilidad
y su peligrosidad para la tri
pulación sería notoria. Siguiendoel
camino de los
ejemplos, la artillería sería más pesada y, por consi
guiente, menos maniobrable o tendría menos poten
cia de fuego; los vehículos de toda índole açarrea
rían más peso muerto; los aviones serían más len
tos, y así sucesivamente
a lo largo de una extensa
gama de armamentos.
Ahora bien; mucha gente ha llegado a aceptar
como hecho fatal que el perfeccionamiento
que ha
dado lugar al profuso empleo de la soldadura ha se
guido una evolución normal, aunque quizá algo
misteriosa.
La realidad, sin embargo, es otra, ya que
en un período relativamente
corto se efectuaron múl
tiples investigaciones
y llevaron a cabo los más rá
pidos perfeccionamientos
industriales
para reducir
los costos de la soldadura, mejorando al mismo tiem
po su calidad con la introducción de nuevos tipos de
electrodos y equipos, que, en definitiva, trascendían
en la mayor perfección de los procesos empleados
para soldar.
En la cooperación mutua entre la técnica de la
soldadura
y la industria militar ha jugado siempre
una importante
función el favor y apoyo ofrecido
por esta última en la investigación y progreso de la
primerá,
que necesariamente
ha de transcurrir
si
guiendo las tres direcciones fundamentales
siguientes:
1,a
Perfeccionamiento
de’ los métodos de trabajo
y de los materiales empleados en los mismos.
2•a
Pérfeccionamiento
de los métodos de ensayo
e inspección.
3a
Ensayos metalúrgicos.
En el perfeccionamiento
tanto del proyecto como
de la,ejecución de un método de soldadura, el fin úl
timo de la investigación se dirigirá al control de la ca
lidad de la soldadura obtenida, de acuerdo con los
servicios que a la misma hayan de exigirse. Por ejem
plo, los más recientes estudios sobre soldabilidad de
corazas indican que, para una determinada composi
ción de las mismas y adecuado procedimiento de sol
dadura, podrá predecirse, dentro de límites de preci
Sión razonables,
la integridad
o comportamiento
balístico
de una junta
soldada de planchas
de
blindaje.
Si nos referimos al perfeccionamiento
de los ma
teriales
empleados en las soldaduras,
observamos
también
su continuo progreso gracias a la labor
11ev-ada a cabo en laboratorios,
en su nayor
parte
gubernamentales
(de los países que marchan a la
33
cabeza de la industria), con la más estrecha colabo
ración industrial y científica. Uno de los mayores
- progresos
efectuados durante la ‘pasada guerra fué
la adopción de un nuevo tipo de electrodo ferrítico
para la soldadura
de materiales, de gran dureza.
Los estudios relacionados con este perfeccionamien
to nos confirman el criterio de que en la investiga
ción se hace preciso muchas veces la introducción
de ideas revolucionarias,
y, refiriéndonos
de nuevo
al mismo, si bien en su investigación no se ha lle
gado a conclusiones definitivas, se sospecha haberse
llegado a los umbrales de un descubrimiento
de la
mayor importancia,
que constituirá un considerable
avance en los métodos de soldadura de aceros de
gran dureza.
Por lo demás, todas las medidas que se tomen para
- la
redacción y cumplimiento
de las especificaciones
que aseguren la calidad de los materiales y control
de la soldadura, habrán de considerarse ‘escasas, si
se tiene en cuenta que tanto los armamentos
como
las municiones constituyen
productos industriales a
los cuales no solamente se les debe exigir la mayor
uniformidad,
sino también la máxima garantía, ya
que los fallos del material de guerra en servicio no
hay que calcularlos en pesetas y céntimos, sino en
algo que es más importante:
tiempo, listas de bajas
y batallas perdidas.
A este respecto, tenernos que insistir en la diferen
cia fundamental
que puede a veces existir entre la
soldadura aplicada a un material de los denominados
de construcción y la soldadura que pudiéramos cla
sificar como balística por aplicarse a materiales de
esta denominación.
Así vemos que las característi
cas físicas, tratámiento
térmico o detalles de una
soldadura
referente a una aplicación determinada
pueden llegar a ser muy diferentes según se trate de
una u otra clase de soldadura, incluso tratándose de
una misma composición. Por esta circunstancia
exis
ten unas normas básicas que se aplican a toda clase
de soldaduras (tales son, entre otras, las referentes a
nomenclatura,
símbolos, diseños de .uniones, califi
cación de operarios y calificación de los procesos de
soldadura),
y otras normas que especifican las medi
das adoptadas para contrólar la soldadura de un ma
terial determinado
(tal como artillería, munición,
armas portátiles, etc.), y que se pueden denominar
“especificaciones
especiales” para diferenciarlas
de
las “especificaciones
básicas” a que se refieren las,
primeras.
Indudablemente
que la redacción de las “especifi
caciones especiales de la soldadura en la industria
militar” habrá de verificarse mediante un trabajo de
colaboración
entre los representantes de las distintas
secciones, fábricas, maestranzas,
parques y talleres
de los servicios interesados en la industria militar,
trabajo que a su vez habrá de estar necesariamente
imbricado con el de la misma indole llevado a cabo
por la industria en general. En nuestro país, esta do
ble labor podría estar dirigida y coordinada por el
Instituto
de la Soldadura (Organismo de Investiga
ción Técnica’ dependiente del Consejo Superior de
Investigaciones
Científicas), y siempre teniendo en
cuenta que, al referirnos a la industria militar, em
pleamos su más amplia acepción, sin distinguir la
que pudiera corresponder a las tres clases de ejérci
tos a los que está encomendada
la defensa nacional.
-
-ji
1
fJ
Mecanismo
suplementario
(le alimentación
adaptable a la ametralladora
norteamericana
de 12,7 mm. Al principio se construía
de aluminio fund:do y su coste era de 40 a So dólares. Actua1niene se fabrica partiendo de catorce piezas estampadas, reunidas
por soldadura, y su precio es de 55 dólares.
IDONEIDAD
DE LA SOLDADURA
PARA
LA INDUSTRIA
DE ARMAMENTOS
Es cosa sabida que al proyectar cualquier clase de
máterial
existen una infinidad
de oportunidades,
cada una única en su clase,, que ponen a prueba la
mayor o menor destreza del ingeniero ocupado en
su concepción. Conocido, por otra parte, lo que pu
diéramos denominar
versatilidad de aplicaciones de
los procesos de soldadura, se comprende el impor
tante papel que podrán jugar éstos en el desarrollo
y perfeccionamiento
de los armamentos,
ya que con
su auxilio se obtendrá una mayor libertad en el pro
yecto y subsiguiente
fabricación de los mismos.
Al proyectar una, construcción
de acero soldado,
no resulta infrecuente
obtener ahorros de peso del
orden del 15 al 40 por ioo, y si nos referimos a los
precios de costo, este ahorro puede alcanzar del io
al 30 por rOO, en comparación
con los diseños anti
guos. Sin embargo,’ya
hemos visto cómo en tiempo
de guerra, lo que más importa no es el costo, sino
la calidad del producto, que trasciende en una mayor
garantía
del servicio. A este respecto, la sencillez
parece ser una de las principales ventajas del pro
ceso de soldadura, ya que a la facilidad (calidad),
une también la rapidez, y el factor tiempo es de tal
importancia,
que su influencia se refleja constante
mente en’el éxito o fracaso de las operaciones.mili
tares; - lá urgencia operatoria
puede llegar a exigir
improvisar
un diseño para reforzar una pieza o para
cambiarla,
a fin’de mejorar sus características,
para
suministrar
en cualquier circunstancia
de tiempo y
lugar piezas de importancia
vital para los equipos;
én estos casos, la.flexibilidad
que ofrece el’ proceso
de soldadura habrá de solventar airosamente
múlti
ples y difíciles situaciones.
Y si esto que decimos respecto a los proyectos de’
obra nueva o reformada lo aplicamos a las tareas de
recuperación
y reparación de material en el campo
dé batalla, entonces es cuando podrá apreciarse én
toda sumagnitud
el ingente papel desempeñado por
la soldadura. Resulta asombroso ver con qué rapi
dez vuelven a dar servicio los vehículos de toda ín
dole que habían sido puestos fuera de combate; cómo
se refuerza un material en las partes que sea’ necesa
rio para darle una protección adicional con que pue
da hacer frente a nuevas armas surgi’das inesperada
mente en el campo enemigo. Esto por no citar más
que un par de tareas de la citada índole que se pre
sentan cotidianamente
en los más diversos teatros
de operaciones.
Mas nose crea que esta sencillez y rapidez pécu
liar de los procésos de soldadura se consiguen con
detrimento
de las más elevadas normas y calidades
especialmente
requeridas para la industria de arma
mentos, pues mientras las toleranciás estadísticas del
1/2 y i por xoo no se consideran excesivas en la indus
tria típicamente
civil, ellas serían causa suficiente
para
la mayor
partea los
del citados
armamento
bélico.
El tipodesechar
de precisión
exigido
armamentos
queda expresado por la tolerancia aceptada para una
de las modernas ametralladoras
para avión (12,7 mm.,
norteamericana),
que no admite más de dos fallos en
una prueba de 5.000 disparos,’ es decir, el 0,04 por roo
para la combinación
dei arma y munición.
Proceso de elaboración de una granada de mortero de 6o mm.
(análogo a la del de 8x mm.), que termina por la soldadura
de dos mitades estampadas y maquina4o elemental del con‘junto. Este proceso de fabricación
produce un ahorro de
63r g. de material.
Consideramos también de interés revisar, conjunta
mente con estos ejemplos de precisión normalmente
exigida en la industria de armamentos,
unas cuantas
aplicaciones
prácticas de la soldadura en uno de los
países (Norteamérica)
que tienen esta técnica más
desarrollada.
El progreso en la fabricación de tubos soldados de
alta resistencia,
con reducidas
tolerancias
en sus
dimensiones,
y que puedan soportar con garantía
presiones
del orden de los 14 a los 84 Kg/mm2, ha
sido una de las más extraordinarias
hazañas indus
triales de los últimos tiempos. A esta categorí’a de
tubos, que p’or lo demás poseían unas paredes suma
mente delgadas, pertenecían
los que habían de ser
vir como cámaras de combustión de los cohetes nor
teamericanos
de do mm. (vulgarmente conocido con
el nombre de Bazooka) y el de 114,3 mm. para arti
llería,
así como la rabiza de la granada de fusil
contracarro
M9AI. Para dars’e uná idea de la jumen
sa producción de esta clase de tubos; baste decir que
durante el año 1943, por ejemplo, se produjeron más
de un millón de metros de tubo soldado para Bazookas
y granadas de fusil.
En la fabricáción de bombas de aviación, la solda
dura de semicuerpos de chapa de acero ha sido el
principal
método empleada. Nunca se’ hubiera po
dido fabricar la enorme cantidad de bombas emplea
das en la pasada guerra si se hubiese tenido que re
currir solamente a los clásicos métodos de fundición
y forja. En el mismo citado -año 1943, una, sola
35
de 14.000 Tn. de acero de baja aleación, en for
ma de chapas con gran resistencia
a la trac
ción y fácilmente soldables.
Otro ejemplo niás de las ventajas de la sol
dadura
en la construcción de armamentos
es
el de los subfusiles o pistolas ametralladoras
que actualmente
se construyen en casi todos
los grandes países industriales a base de piezas
de chapa de acero estampadas
y unidas por
medio de la soldadura. De esta manera ha sido
posible reducir su coste a la mitad aproxima
damente del que resulta mediante la aplicación
de los métodos de fabricación clásicos. Lo mis
mo podemos decir respecto a la fabricación de
los trípodes y montajes de las ámetralladoras
Empaque hermético para la munición de marina de 76,2 mm., obtenido de
terrestres y de aviación, respectivamente.
varias piezas de acero estampado, unidas por soldadura automática a la llama
Aunque todas las consideraciones
que hasta
y soldadura eléctrica por puntos.
ahora llevamos hechas son aplicables a los ma
teriales de guerra utilizados por los tres ejér
Compañía
empleó unas r6o.ooo Tn. de chapa de citos que integran las fuerzas de defensa armada de
acero para fabricar 1.100.000
bombas.de 250 Kg. y una nación, se comprende que se refieren principal
a la manera de ser peculiar al material per
oo Kg. Por lo demás, tratándose de bombas de gran mente
tamaño,
la soldadura es el único medio práctico de teneciente al Ejército de tierra y a la Marina, donde,
si bien existe buena proporción de material que pu
fabricación.
Los modernos servicios de municionamiento
de la diéramos denominar ligero, abunda considerablemen
te el pesado, en contraposición a lo que sucede en el
artillería
de campaña exigen un cúidadoso empa
Ejército aéreo, donde la preponderancia
corresponde
cado de las municiones,
que, sin aumentar
excesi
vamente el peso de las mismas, las preserve del mal a las estructuras ligeras de manera casi exclusiva, y
donde la soldadura ha resuelto sus más nuevos y difi
trato y agentes exteriores bajo condiciones atmos
cultosos problemas de unión de pequeñísimos
espe
féricas extremas. Las mencionadas
exigencias im
sores de chapas y tubos en aleaciones ligeras a base
plican la elección de un material que sea ligero, re
de aluminio y magnesio.
sistente y permita la fácil elaboración de un empa
Aun a trueque de alargar excesivamente
nuestra
que hermético. El tubo soldado de chapa fina cum
exposición,
no queremos prescindir de hacer un re
plía a la perfección con estos requisitos, y así fue
sumen didáctico, presentando
para ello uno de los
ron fabricados más de 7.500.000
metros de tubo sol
que debe
dado para alojar individialmente
las municiones de casos prácticos de íntima colaboración
artillería
de campaña
norteamericana
durante
la existir entre las industrias civil y militar, en caso de
guerra,
y que quedó ejemplarizado
en la segunda
segunda guerra mundial.
guerra mundial, por la gigantesca labor que supone
También
las granadas de mortero utilizan para
la producción de 75.000 carros de combate, 40.000
su elaboración las múltiples modalidades de la téc
armas autopropulsadas
y más de ioo.000 vehículos
nica de la soldadura, pues el cuerpo de las mismas
de
combate
de
toda
índole,
que fueron los que se
se fabrica de chapa estampada y soldada (), y el tren
entregaron
a las tropas norteamericanas
durante los
estabilizador va unido a la rabisa mediante soldadura
tres últimos años de la citada contienda.
por puntos y por puntos proyectados,
con cuya téc
nica fueron soldadas en el citado año 1943 más de
i8.ooo.ooo
de granadas de mortero de 6o y 8x mm.
LA SOLDADURA
EN LOS VEHICULOS
DE
En los mismos proyectiles de artillería tenemos un
COMBATE
ejemplo notable de soldadura, pues los de alto ex
plosivo, o rompedores, llevan soldada a la base, como
Para controlar en los Estados Unidos la opera
precaución
contra la filtraóión de los gases de la ción de soldadura en tan vasto programa de fabrica
carga de proyección en el momento del disparo, una
ción como el que ahora mismo acabamos de citar,
chapa de acero calibrado de 0,762- mm. de espesor.
se utilizó ventajosamente
el principio allí implan
No se sabe cuántas explosiones prematuras
habrán
tado y conocido con el nombre de “equipo industrial
podido evitarse gracias a esta medida que hizo fácil
cívicomilitar”,
el cual actúa bajo la premisa de que
mente practicable la técnica de soldar.
la industria civil posee los necesarios conocimientos
Continuando
con los montajeé de artillería
de técnicos, habilidad y capacidad para producir mate
rial de guerra de calidad satisfactoria y en cantidad
todo tipo, el empleo de la soldadura en su construc
ción ha permitido obtener notables ahorros de peso, suficiente para atender a las necesidades claramente
ya que ha hecho posible el empleo de chapas de ace
establecidas
por la industria militar.
La mayoría de los vehículos militares no son ne
ro de baja aleación, para estructuras,
que, sometidas
cesariamente
proyectados
por la Dirección de In
a tratamientos
térmidos convenientes,
llegan a re
sistir
esfuerzos de tracción
del orden de 70 a dustria Militar, sino que son adqüiridos de la indus
tria privada, que los ha proyectado y construído con
xoo Kg1’mm. De esta manera tenemos que durante
arreglo a determinadas
prescripciones de la primera.
un semestre de 1943 se destinaron
en los Estados
Ejemplo de ello se encuentra en la multiplicidad de
Unidos a la fabricación de montajes de cañón más
36
camiones,
tractores, “jeeps”, etc. Por el contrario,
en el caso de los carros de combate, autoblindados,
artillería
autopropulsada
y vehículos similares que.
pudieran
comprenderse
con el nombre común de
“vehículos de combate”, la mencionada Dirección de
Industria Militar (D. 1. M.) se reserva la responsabi
lidad del proyecto completo de los mismos; lo cual
resulta absolutamente
necesario, ya que los espe
ciales requisitos demandados por su servicio requie
ren una experiencia proyectista y constructiva
que
generalmente
no posee la industria civil.
Ahora bien; en el proyecto de un vehículo de com
bate se hace preciso, entre otras cosas, la elabora
ción de los detalles de soldadura de sus múltiples
juntas, que, como decíamos, es misión que concierne
a la citada D. 1. M.; sin embargo, esto no quiere de
cir que esta última decida la manera como habrá
de hacerse la soldadura, pues si bien en el proyecto
de elaboración de una junta se decidirá sobre el lu
gar que ha de teñer la misma en el vehículo, la natu
raleza de cada una de ellas (si ha de ser a tope, a so
lape, en esquina, arista o en T, etc.), el tipo de la sol
dadura (bisel sencillo o doble, V sencilla o doble, etc.),
y aquellos detalles dimensionales
como la abertura
del fondo (incluyendo el ángulo y tamaño de los cor
dones), es al fabricante al que concierne seleccionar
el adecuado proceso de soldadura (con corriente alterna o continua, manual o automática,
etc.), pla
near sus propios procedimientos
de soldar, seleccio
nar el género y tamaño de los electrodos que sospe
cha han de ejecutar un trabajo más satisfactoriç y,
finalmente,
llegar incluso a recomendar cambios en
el diseño de la junta que tiendan a simplificar sus
operaciones o mejorar la calidad del vehículo ‘de que
se trata.
Puesto que los detalles de la soldadura se abando
nan a la discreción del fabricante,
se comprende la
necesidad de alguna forma de control a ejercer por
la D. 1. M. para asegurarse que las soldaduras de las
juntas
sean satisfactorias,
tanto desde el punto de
vista estructural como desde el punto de vista balís
tico, y más. en este caso en que la mayoría de las
juntas
a soldar en un vehículo de combate tienen
lugar sobre planchas de blindaje, haciendo la opera
ción mucho más precaria e insegura que cuando se
trata
de soldar chapas corrientes de acero suave.
Por lo demás, la inspección y control por medio de
los rayos X tampoco resulta completamente
satis
factoria en estos casos, puesto que la comprobación
de que una soldadura está sana no nos proporciona
la absoluta certeza de la bondad de sus cualidades
balísticas, es decir, las de resistir el choque y penetra
ción incidental al sufrir el impacto de un proyectil.
Los métodos de control empleados por la D. 1. M.
de los Estadós Unidos pertenecen a los cinco tipos si
guientes
i.°
Revisión de los procedimientos
de soldadura
empleados
por el contratista.
2.°’
Ensayos de calificación de los procedimien
tos de soldadura.
30
Ensayos de calificación de los obreros o sol
dadores.
cucion.
5.°
Inspección ‘de la soldadura
Inspección
de la soldadura
durante
terminada.
su eje
Revisión de los procedimientosde soldadura.
Las especificaciones
establecidas por la D. L M.
para la soldadura de blindajes son similares a las de
cualquier
otro código o especificaciones en que exi
gen al contratista
establecer y registrar las normas
que piensa utilizar en el procedimiento de soldadura
propuesto. Los factores a incluir en tal procedimiento
‘de soldadura serán los mismos que los prescritos en
otros códigos; tales son: composición y espesor del
metal base; dimensiones de la abertura de la raíz;
frente de la raíz y ángulo que comprende; posición
en que debe hacerse la soldadura; tipo y tamaño de
los electrodos; fuente de energía, si ha de ser co
rriente continua o alterna; intensidad y voltaje de la
corriente para soldar; situación y número de pasa
das; temperatura
de precalentamiento,
etc. Estos
procedimientos
de soldar, convenientemente
descritos, se someterán por cada contratista a la-Jefatura
de la D. 1. M. antes de la calificación de los mismos
o de los soldadores.
La revisión
de dichos procedimientos
por la
D. 1. M. consiste principalmente
en la comprobación
de los diseños de júntas, de acuerdo con los dibujos
o planos que hayan de aplicarse y observando si el
contratista
ha omitido algún factor importante.
También
se comentará
si algún detalle específico
del procedimiento
parece irregular o extravagante,
como, por ejemplo, si los límites de la intensidad de
la corriente a emplear para un determinado tamaño
de electrodos son extraordinariamente
amplios (las
máximas
variaciones
de corriente
recomendadas
para los distintos tamaños de electrodos son las si
guientes:
15 por xoo para
electrodos de 4 mm.;
-
-
Lá armadura del proyector norteamericano
de
mm. se
construía al principio y en sü mayor parte de aluminio fun
dido; actualmente se construye de piezas de acero estam
pado unidas por soldadura eléctrica, no obstante lo cual el
aumento
de peso no llega a los 30 kilogramos.
37.
xo por ioo para los de 4,76 mm. y 6,35 mm., y 5
por xoo para los de 8 mm. y 9,5 mm.). Existen otras
dos importantes
razones para exigir al contratista
que prepare las prescripciones
escritas del procedi
miento de soldadura. La primera es el hecho de que
existen un gran número de variables que deben ser
controladas
dentro de límites razonables, si se de
sean obtener soldaduras
uniformemente
satisfacto
rias, y la segunda es que de esta mánera existirá
algo tangible en que el inspector pueda apoyarse
para comprobar si la producción soldada se efectúa
de acuerdo
con los procedimientos
de soldadura
declarados
por el contratista.
Ensayos de calificación de los procedimientosde solda
dura.
Antes de que un procedimiento
de soldadura sea
utilizado -en la fabricación de un vehículo de com
bate, deberá calificársele por medio de ciertas prue
bas previamente
prescritas. La base y objeto de ta
les pruebas son los mismos que en cualquier caso
de construcción soldada, si bien en este caso, puesto
que la aplicación es completamente
diferente, los
requisitos del ensayo también lo serán. Por lo demás,
antes de que un procedimiento sea considerado como
calificado, la plancha de blindaje o pieza de ensayo a
que se haya aplicado deberá satisfacer tanto al exa
men radiográfico como al ensayo o prueba balística.
Una vez conseguida la calificación, será valedera
indefinidamente,
a menos que se introduzcan
cam
bios en el procedimiento
cuya magnitud
requiera
una nueva calificación del mismo. Respecto a esto,
la D.. 1. M. tiende -a reducir al mínimo las recalifica
ciones, siempre que esto resulte compatible con las
necesarias
garantías; así vemos que ella no será ne
cesaria, por ejemplo, en el caso del cambio de marca
de un electrodo, siempre que los dos que interven
Diseño,
3$
gan en dicho cambio estén clasificados
dentro del
mismo grado, clase y tipo de las especificaciones
dictadas en forma de listas por la D. 1. M. para los
mismos.
Estó que acabamos de decir pára la calificación
de los procedimientos
de soldadura podríamos am
pliarlo a la calificación de obreros soldadores y aun
a los trabajos de inspección de la soldadura termi
nada o en ejecución, todo lo cual se encuentra resu
mido en los distintos trabajos de “normalización
y es
pecificaciones
relativas
a la soldadura”
que la
D. 1. M. ha efectuado, inspirada en las bases esta
blecidas durante largo tiempo por la industria civil,
ejemplo de los cuales es el “Manual del Inspector de
la Industria
Militar para la soldadura metálica a
mano por arco”, publicado
no. ha mucho por la
misma.
LITERATURA
CONSULTADA.
“The Iron Age” (21-1-1943) .—Elaboración de técnicas para
la soldadura de planchas de blindaje.—E. G. Bie
derinan.
“The Welding Journal” (Julio 5945) .—La soldadura
como auxiliar en la fabricación del material de guerra.
Coronel Scott B. Ritchie.
—
(Noviembre 1945).—La soldadura de los vehículos de
combate.—Teniente L. M. Daicher.
—
(Enero 1946).—Proyectos de soldadura aphcados a las
estructuras ligeras del Ejército y la Marina.—H. A. 01denkamp.
“The Iron Age” (15 febrero 5945) .—Bombas de mano sol
dadas.—
(i4 enero 1943).—Soldadura de planchas de blindaje
para carros de combate.—E. Brooker y L. L. Elliot.
“Steel Processing” (Mayo 5944) .—Nuevos desarrollos en
la utilización de la soldadura para la producción de
productos estampados.
EJERCITO (Octubre 1946).—Nuevas técnicas-en la cons
trucción de armamento.—Pedro S. Elizondo.
en perspectiva, del conjunto de la “barca” de un carro de combate. En él se muestra
la situación de las juntas típicas efectuadas por soldadura,
DE
LA:GuINtA.
CONTINENTAL
ESPAÑOLA
Capitán
de Infantería,
Abogado,
FRANCISCO GONZÁLEZ cDNESA,
del Batallón
de Las Navas 14.
“El negro es un ser creado a imagen y sémefanza de Dios,
tallado en ébano.”
QUIZA
uno de los aspectos menos conocidos por la que mitigue el frío húmedo de la serena noche ecuatorial.
Porque, entre otras cosas, los arbustos y malezas del
mayoría de las gentes, al hablar o leer sobre nues
bosque
secundario (el “bicoro”) se encargan de no dejar
trá Colonia de Guinea, sea precisamente el factor hu
pasar
a
la posteridad las cosas y.objetos que pudieran ser
mano, el indígena; cómo vive y se desenvuelve, cómo se
relaciona dentro de su sociedad, cuáles son sus gustos y vir de eslabones, para reconstruir la cadena del vivir, a
través de los tiempos de la sociedad negra. Poblados
sus costumbres son facetas poco conocidas o tratadas.
A pesar de que Guinea ha pasado a un relativo plano abandonados por sus habitantes, porque las tierras cir
de actualidad, menudeando trabajos y noticias de pren
cundantes habían agotado su fertilidad y, por lo tanto,
sa y radio sobre ella, poco o nada se dice de ese ser que la posibilidad de proporcionar alimento, bien por ha
berse agotado los cazaderos o por -cualesquiera otras ra
nace y muere, sufre, goza, llora o ríe bajo la enmara
ñada y suntuosa bóveda del bosque ecuatorial. Y es zones, son absorbidos por el rápido crecer del “bicoro”,
que poco material informativo puede llegar a las manos que todo lo destruye y oculta, como si su misión fuera
guardar celosamente a la consideración del hombre blan
de quienes mejor dotados en el arte del buen decir o es
cribir pudieran sacar a luz aspectos tan interesantes; hay co la pequeña o grande historia de sus naturales. El bos
que lo invade de nuevo todo, haciéndolo más impenetra
que vivir entre ellos e identificarse uñ poco con ese am
biente exótico, naturalmente extraño para quien, como ble si cabe que cuando era virgen, alejando del alcance
el- blanco, se ha formado en otros paralelos, hasta llegar
a comprenderlos
e incluso participar
de sus penas y ale
-
grías, de sus satisfacciones y de sus desengaños; es, pues,
necesario escuchar directamente de los labios del “mo
reno” su “historia del país”, como ellos la llaman, trans
mitida de padres a hijos, de generación en generación, -en
sabrosas e interminables charlas- alrededor de una fogata
de nuestras manos, con su muro de infinito verdor, todo
cuanto pudiera interesarnos
o sernos útil.
Por ello, el habitante
de los bosques no tiene pasado,
sino presente, y si algo se sabe de lo anterior, es por
esas charlas de los ancianos que, sentados en las “casas
de palabra” de los poblados y acompañando sus enfáticas peroraciones de los tañidos musicales de sus “ondeng”
39
-
o “enve”, trovan las hazañas de guerra de la tribu, los
episodios arriesgados de las cacerías o los amores de un
gran jefe.
Y esta posibilidad de información directa, única po
sible, les es dada, por lo general y como paradoja, a per
sonas que consideran el arte de escribir como una nece
sidad de relación familiar o que, a lo sumo, se atreven a
pergeñar mala prosa, en las obligadas conferencias de
tipo profesional.
Misioneros y Oficiales del Ejército comparten esta po
sibilidad de información directa en las tierras más exu
berantes y hermosas del planeta; el haber tenido la dicha
de encontrarse entre los últimos algunos años es la única
credencial en mi poder para que, a título de curiosidad,
me anime a relatar algunas cosas que hé visto y he oído allí.
EL
WOMRRE
Nada más lejos de la realidad suponer que nuestro
“salvaje” actual sea hombre mal encarado, de perversos
instintos, fiero, cruel, fácil a la guerra o al pillaje; por el
contrario, y esto no debe desconsolar a nadie ni por ello
juzgarlo menos intersante.
Nuestro “moreno” el “pá
mue”, de la rama Bantu, que puebla el interior de la
Guinea continental, a pesar de su admirable aspecto fí
sico, con su grar’talla y complexión atlética, es hombre
extremadamente
afable y respetuoso, un poco; si se
quiere, reservado al principio, hasta que es ganado por
el afecto y cariño del que lo trate, en cuyo momento, y
para mayor contraste, se pasará con todas sus armas y
bagajes a nuestro campo; y estas armas y bagajes no de.
jan de ser interesantes y apreciables: componen un con
junto de respeto, cariño, sumisión y, sobre todo, de un
envidiable sentido de la hospitalidad.
Si estas buénas cualidades las ponemos en la ingenui
dad y docilidad de un niño, habremos formado el aspecto
físico y moral de nuestros “pámues”.
Sin duda alguna, este “buen hombre”, al igual que el
niño, tiene sus defectos, sus grandes defectos; pero que,
achacables a una inteligencia de orden inferior como es
la de ellos, son menos condenables, muchísimo menos
qúe si se tratara de hombres blancos, más inteligentes y
cultos, únicamente por la gracia de Dios.
De estos defectos, grandes y pequeños, se suele hacer
reparo, olvidando sus virtudes, también pequeñas y
grandes, para formar alrededor del indígena una leyenda,
nunca mejor llamada negra, que los presente a los ojos
del mundo civilizado como execrables y odiosos, merece
dores de nuestro peor trato y consideración, cuando, en
realidad, se trata nada más que de un niño grande, al que
se capta fácilmente con justicia y bondad.
La psicogeografía del pueblo “pámue”, lengua, reli
gión, organización social, familia, justicia, moral, activi
dades y costumbres, no pueden ser tratadas en un solo
trabajo, y por ello tengo que elsgir solamente una de las
facetas asequible a la extensión que permite nuestra
Revista.
40
LA
«MEDICINA»
No se trata aquí, naturalmente, de la ciencia de curar
y precaver las enfermedades, como nuestro diccionario
de la lengua define la palabra que encabeza este epí
grafe.
“Hacer medicina” es la expresión con la que el “mo
reno” se refiere a asuntos en que interviene el hechizo
o la brujería. Y hntes de seguir adelante, es conveniente
hacer una aclaración que predisponga al curioso lector.
Es indudable que el hombre blanco no sólo no admite
como lógica reacción de su buen sentido y su cultura las
historias de magia o de hechicería, sino que le cuesta
trabajo creer que existan gentes que las practiquen con
verdadera fruición, llegando su escepticismo a la satu
ración al hablarle de que en pleno siglo XX existan per
sonas que sienten la imperiosa necesidad de comer carne
de sus congéneres para poder vivir. Es natural esta reac
ción y muy posible que sea necesario “verlo para creer
lo”, como dice un refrán muy español. Pero por ello no
deja de ser menos cierto; es simplemente una cuestióñ de
ambiente. Por ejemplo, muchísimo más difícil sería ha
cer creer al “moreno” que cierta vez un hombre blanco
dejó caer desde el cielo un pequeño paquete sobre un
gran poblado y que, al abrirse, pródujo la muerte de
miles y miles de hombres, muchos de los cuales se encon
traban a apreciable distancia. Y eso que esta verídica
“historia de hombre blanco” tendría a nuestro favor la
predispuesta credulidad del indígena hacia nuestra “me
dicina”, que ellos han visto con sus propios ojos, hecha
realidad en forma de automóviles, radios, aviones, etc.
Pero tan tangible realidad es la existencia de gentes que
practican la antropofagia en nuestra Colonia como rea
lidad fué Hirosima.
Pues bien; la magia, brujería y loshechizos no dejan
de tener su interesante manifestación entre los “pámues”
del interior, que por su relativo poco contacto con el
europeo mantienen más vivas en sus inteligencias histo
rias con visos de leyendas que esporádicamente. cobran
actualidad, la mayoría de las veces de forma casual o
fortuita, pero que de
muestran su latente y
real existencia.
Por idiosincrasia, el
indígena es fácilmente
impresionable a cuanto
se sepa presentar ante
sus ojos, ambientado
de fantasía y con pin
celadas de sobrenatu
ral; para él, todo cuan
to ocurre y sucede, aun
lo más simple y ele
mental, es producto de
fuerzas ocultas y mis
teriosas; son los espín
tus del Bien y del Mal
—
Nbu-N’ben y Nbu
N’gui —, quienes, pre
diligente del misionero y
administrador presenta
rán un frente unido a la
superchería y disminuirá
su influencia; pero, aun
con todo, el hechicero sub
sistirá y subrepticiamente
seguirá influyendo más o
menos poderosamente en
la vida de relación de los
“morenos”.
-
EL
-
•
sididos por el ser superiora todas ls cosas, N’sama, en
vía los rayos y el trueno, las buenas cosechas o el avasa
llador tornado que arrasa los poblados y quiebra los más
corpulentos gigantes del bosque, quienes afligen con la
enfermedad y reparten el soplo de la muerte o de la vida.
Esas tres fuerzas debérá siempre el indígena tenerlas sa
tisfechas, si quiere aplacar los espíritus del Mal y contar
con la buena disposición de los del Bien, y para ello, para
lograr relacionarse con esas fuerzas, conocer sus deseos y
saber sus avisos, necesitará a otro indígena que, poseedor
de dotes y conocimientos de que él carece, sirva de nexo
y enlace y tenga el prestigio necesario para intercéder
por ellos.
Y este nuevo personaje esel brujo o hechicero. No es
difícil imaginarse el poder de que disfrutará el que entre
ellos, más inteligente, ladino y perspicaz, se arrogue esos
poderes; la misma infantil credulidad de la mayoría de
los componentes de la sociedad “pámue” le proporcio
nará la necesaria categoría y personalidad, y desde ese
momento manejará asu antojo, siempre en su prove
cho o, a lo más, en el de unos pocos, las voluntades de
todos. Y este indígena, inteligentemente superior, a sa
biendas de su superchería, dará tono y color, ambientará
su “elevada” misión entre la fantasía de los penachos de
plumas de faisán, pieles, collares y pulseras. Tratará de
ser el señor de todas las cosas, capaces de producir goce
y satisfacción en el intrincado laberinto del bosque, mo
viendo a su capricho los hilos de las pasiones. Todo ello,
naturalmente,
cn la mayor sagacidad y oportunismo;
será médico y adivino a la vez. El atenderá a la cura
ción (1’) del moribundo con abluciones, unturas y signos
cabalísticos, acompañado de los desgarradores lamentos
de las seguras viudas del “paciente” y ante la temerosa
y alucinada expectación de las gentes del poblado. El
también será consultado en los asuntos más importantes
de las familias o de la tribu, y señalará el camino a seguir
para lograr una feliz terminación de la “palabra”; para
todo y para todos proporcionará soluciones, y siempre,
indefectibleinete siempre, será necesaria la entrega de pre
sentes y regalos que el hechicero ofrecerá (?) a los entes
Esta hechicería tiene su contrapartida eficaz. La acción
«BEYEN»
El haber intervenido,
en relátivamente poco es
pacio de tiempo, en dos
casos de antro pofagía en las demarcaciones de Evinayong
y Akurenam, espolearon mi curiosidad y traté de reunir
datos e informes para estudiar la existencia y métodos
de una secta típicamente “pámue”, que es conocida en el
bosque del interior de la Guinea continental con el nom
bre de “Beyen”.
El último de los casos ocurrió en enero de 1945, a poco
más de cuatro kilómetros de Evinayong, cabecera de la
demarcación donde residía y en un poblado donde está
precisamente establecida la Misión católica, con un “mo
reno” que trabajaba en dicha Misión y gracias al cual
pudo descubrirse la existencia del “Beyen” de la tribu
Yemban de la deínarcación.
Mariano Ondo Echang, que así se llamaba nuestro
“moreno”, vivía en el poblado de la Misión de San José,
de Evinayong, junto con su mujer, Teresa Oyec, con la
que estaba casado canónicamente, habiéndole hecho
acreedor su buen comportamiento a la confianza de los
.misioneros de aquella capilla, que lo ocupaban en la
Misión.
Nvono Oyi pasaba frecuentemente por la Misión ca
mino de su poblado, y su ancianidad, esa ancianidad im
precisa del indígena, que igual puede corresponder a
treintaque
a sesenta años, juntamente con su aspecto
desharrapado y pobre, habían movido la compasión del
matrimonio, dando lugar a que casi siempre que por allí
transitaba le ofrecieran comida y descanso en su choza
ofrecimiento que casi siempre era aceptado, con bellos
discursos a la amistad.
Cierto día, en uno de sus viajes, Nvono regaló a Ma
riano un “envuelto” de calabaza en prueba de agradeci
miento a tantas atenciones como tenía recibidas del ma
trimonio; Mariano aceptó aquel regalo, lo envió a su
mujer y continuó en su trabajo. Al regresar a su casa en
contró a Teresa que, con ojos desorbitados, mezcla de
respeto y temor, le mostraba el “envuelto” de calabaza,
que en su interior contenía un pequeño trozo de carne
seca; comprendió Mariano el pavor de su mujer, ya que
la existencia de aquel pequeño trozo -de carne en la cala
baza éra muestra inequívoca de que se había pretendido
darle “medicina”. Mandó a buscar a Nvono a su poblado
4’
de- Enviga, y asediándole apreguntas, a presencia de to
das lás gentes, manifestó que aquel trozo de carne era
humana, perteneciente al cadáver del niño Ngema Ondo.
Mariano y su gente trajeron a la Administración a Nvono,
que se confesó jefe de la secta “Beyen” de su tribu y dió
detalles y nombres de los componentes de la misma.
Insistí sobre lqs motivos que le habían impulsado para
darle a comer a Mariano carne humana, .y o no quiso decir
los o no tenía otros, pues reiteró que únicamente lo había
hecho por agradecimiento al buen comportamiento que
con él había tenido. Es posible que fuera así; pero consi
dero más probable que la condición católica de Mariano
fuese el motivo verdadero, puesto que si lograba que co
miese carne humana, el “Beyen” y, como consecuencia,
él como jefe, habrían conseguido un apreciable éxito, lo
grando que un católico ingresase en la secta, haciendo
tácita renuncia de sus creencias y arrojndo
en un mo
mento por la borda tantos trabajos y desvelos como
cuesta al misionero formar un buen católico. Aquella vez
triunfó la Verdad, y las profundas convicciones del cre
yente indígena motivaron su briosa reacción, hasta él
punto de lograr del “brujo” una pública confesión de la
superchería, rubricada con la denuncia espontánea a la
Autoridad. Orgullosos pudieron sentirse los sufridos misio
neros del Inmaculado Corazón de María con aquel triunfo
que supuso la actitud de Mariano, exclusiva obra suya.
LA
SECTA
“Beyen”, plural de brujo, significa reunión de las entes de brujería, y con esta denominación genérica es co
nocida la secta que practica la antropofagía entre el pue
blo “pámue”.
En los tiempos anteriores a la acción política española
en el continente, cada tribu “pámue” contaba con i.na
secta propia dentro de su organización tribal y asegu
raba su funcionamiento la materialidad de estar todos
42
sus poblados asentados en la
misma zona de su territorio.
Razones de tipo político acon
sejaron diseminar poblados de
todas las tribus en el territorio,
cubriendo con ello un doble
objetivo: por un lado, dismi
fluir el poder político de las
tribus cuyas gentes disemina
das perdían el control de sus
jefes naturales, y por otro, al
disminuir su fortaleza mate
rial, evitar las luchas que en
tre las diferentes tribus eran
constantes y sangrientas aun
por el más fútil de los mo
tivos.
Estas diseminaciones
de
gentes de la misma tribu crea
ron también sus dificultades a
la secta, dando lugar a va
rias organizaciones del “Beyen” dentro de la misma tribu,
cuyo número varía según la facilidad de reunión de sus
miembros. El jefe de la secta es conocido con el nombre
de “Masiamelugo”, y no hay para qué insistir en el temor•
que inspiran en las buenas gentes de los poblados, que
los evitan y rehuyen incluso para conversar; este temor
los coloca en un plano de superioridad y respeto, que es
precisamente lo que ambicionan, pues a ningún miem
bro del “Been” se le promete, al iniciarlo, riquezas, mu
jereá ni bienes (ello vendrá por añadidura), como en la
mayoría de las organizaciones negras de estn género, sino
que es la salud, la fuerza y la superioridad de clase el fin
a lograr.
Otra característica diferencial es que, a no ser por ra
zones muy poderosas (la catolicidad de Mariano en el
caso expuesto debía de serlo), no se ingresa en la secta
cuando se es adulto. Si hay necesidad de nuevos miem
bros para dar continuidad al “Beyen”, son selecciona
dos a los pocos días de nacer: precisamente cuando, des
pués de caído el cordón umbilical, las mujeres permiten
a los hombres del poblado visitar al recién nacido; entre
los visitantes se encontrarán también mujeres y hombres
de la secta, quienes, como los demás, felicitarán al padre
y acariciarán al niño, tratando de que el recién nacido se
agarre a uno de sus dedos. Si el niño le aprisiona fuerte
mente, el “Beyen” le elegirá como futuro miembro, basán
dose en la fortaleza física de que da muestras; este rito,
que parece ser condición necesaria para pertenecer a la
secta, indica de por sí el deseo que los anima de superio
ridad.
Señalado el futuro miembro, la secta espera con pa
ciencia, cualidad ésta perfectamente desarrollada en el
indígena, hasta que el niño llegue a la edad de cinco o
seis años para lograr hechizarlo. Entonces el “Nvale”
encargado de transmitir el hechizo, vigilará y espiará
constantemente
al niño, halagándole con zalamerías y
regalos hasta ganar y lograr su amistad, y en la primera
ocasión propicia que se le presente, transmitirle el “Evu”.
Este
-
“Evu” está materializado
en un pequeño trozo
de carne humana que le dará a comer al niffo, haciéndole
saberreservadamente
‘y con misteriosas expresiones que
ha injerido el “Evu”, que se quedará para siempre en su
estómago y le reclamará de cuando en cuando carne humana para saciar su hambre, lo que deberá hacer si no
quiere enfermar y morir; por el contrario, si el “Evu” de
su estómago’ es bien atendido, logrará ser fuerte, tener
larga vida, mandar y ser superior a los demás hombres
del poblado, a los que dominará y de quienes logrará
obediencia.
‘
-A cambio del hechizo proporcionado y dél poder transmitido, el nuevo miembro de la secta deberá señalar una
persona de su familia para ser envenenada, cuya carne
servirá para satisfacer el hambre de todos los “Evus” de
la organización. Generalmente la persona señalada es
de corta edad para mayor facilidad en la administración
del veneno.
Es interesante señalar que en la magia y superstición.
“pámues” existen dos clases de “Evus”: el ‘.‘Evu Esi”,
simple -hechizo intrascendente, exento de maldad que a
nadie. ni a nada perjudica y que ha de proporcionar dinero, mujeres, habilidad y fortuna en la caza, etc., y el
“Evu. Nguo”, privativo del “Beyen”, de tipo morboso,
caracterizado porque el que lo posee, sentirá la necesidad
de comer carne humana. ‘
Una vez señalada la víctima por el nuevo poseedor
de “Evu Nguo”, la secta deberá reunirse, y la fecha y
lugar del “aquelarre” llegará a los oídos de los interesados de muy diferentes maneras, con esa facilidad de comunicación, un tantó extraña por lo rápida y perfecta,
que tienen los hombres de los bosques.
.
La.nóche fijada sé oirá insistentemente en los poblados el chillón graznido del “mekung” y del “ndong”,
especies de murciélago y lechuza, imitado a la perfección
por los hombres de la secta; las gentes de los poblados,
átemorizadas, bien cerradas las puertas de sus chozas, se
- acurrucarán
silenciosos en ellas, transidos de miedo y
• superstición;
de esta forma, el “Beyen” no será interrum- pido
y su reunión no será molestada por intruso alguno:
En ella se dará a conocer de forma “oficial” el nombre de
la nueva víctima, y con un rito apropiado a
las circunstancias, ante el respetuoso silenciode los asistentes, se preparará el veneno, que
pasará a -poder de los miembros que han de
hacerlo injerir a la presunta víctima, y después de acordada la forma de distribución de
la carne, se disolverá la reunión rápida y si‘lenciosamente, cómo si los concurrentes hu
bieran sido tragados por el bosque.
Es de ritual que el corazón pertenezca al
que da el veneno; al jefe y a algún “afortu
nado” le corresponderá la parte del vientre,
que es la más apetecida, --por ser la más gra
sienta, y el cráneo será para el familiar ‘que
señaló a la víctima y que fe servirá en lo su
desivo de fetiche.
Fallecida la víctima, a los tres o cuatro
días de enterrada, se reunirá de nuevo la
secta con procedimientos idénticos a los ya señalados y,
desenterrando el cadáver, se procederá a un meticuloso
r,parto a tenor dé la djstribución anteriormente acordada.
Después cada uno secará al humo y fuego la parte corresp ondiente, que guardará cuidadosamenté para ser comida
en péqueñostrozos
cuando su “Evu” lo reclame con la
amenaza de la pérdida de la obediencia, del vigor y •de
la salud, ‘caso de no ser atendido.
Cuando -algún miembro del “Beyen” muere, es tarn
bién desenterrado y repartido entre la secta, y entonces
el jefe se reservará el estómago, por ser ésta la víscera
donde está localizado el “Evu” del muerto. Es curioso sa
ber que existen jefes de “Beyen” que hacen pagar a los
miembros de la secta una determinada cantidad por la
carne que les facilitan; estos “estraperlistas” de la antropofagía sod conocidos entre ellos mismos con el nombre
de “Mikuk”.
“Evu” que se ha asentado
El
en el estómago llega a
formar en el indígena una segunda personalidad, desarrollando sus malos instintos en forma tan acusada, que
es capaz de transformar en absoluto la personalidad pri
mitiva, acuciándole una imperiosa necesidad de comer
carne humana para poder vivir, al igual que el morfinó
- mano
necesita la droga para poder subsistir, aunque para
lograrla sea necesario recurrir a los más perversos crímenes.
Esta es la secta “Beyen”; así son su constitución, sus
fines y sus ritos. Claro está que, en la actualidad, la prác
tica de la antropafagía por la secta se realiza ocultamente y sus miembros no hacen ostentación de su calidad,
para evitar ser descu biertos y castigados; pór ello las
manifestaciones externas, sus ritos, han sido reducidos al
mínimum, conservando sólo los imprescindibles para poder continuar saciando el hambre de sus “Evus”; no existe en la actualidad la práctica del desenterramiento com
pleto y se limitan a descubrir una parte del cadáver, del
que separan tan sólo un trozo, que es el que reparten,
. ya
que el desenterramiento completo o total sería más
fácil de descubrir.
Pero esta atenuación de las manifestaciones externas,
que el más elemental sentido- de seguridad les aconseja,
no significa la extinción de la secta; el “Beyen” está de.
-
-
-
-
-
mostrado que existe, reducido, si se quiere, a su más mí
nima expresión, casi privativo de los ancianos y con po
cos adeptos entre la gente joven.
Por ello, a la hora de valorar la existencia de la antro
pofagía en nuestra Colonia, debe hacerse ponderada
mente, no dándole más importancia que la ue en sí
tiene, una práctica repugnante llamada a desaparecer
paulatinamente.
La nueva generación “pámue”, benéficamente influen
ciada por la, acción colonizadora de España, es una pa
tente realidad y la mejor arma para luchar y vencerlos
atavismos de la raza negra.
La acción misional por un lado, digna del mayor en
comio y agradecimiento, va instalando en los lugares más
recónditos del bosque sus pequeñas capillas de “nipa”,
donde se habla de la única Verdad y se adora a un solo
Dios; bajo la inmensa cúpula verde, los niños de ébano
escuchan boquiabiertos la doctrina de Cristo, con el res
peto de su silencio y la curiosidad de sus grandes ojos
negros, que no pierden de vista el menor gesto del buen
padre blanco, cuya éallada labor proporciona tan seguras
y pingües cosechas espirituales.
Por otro lado, los Oficiales del Ejército, en sus cargos
de administrádores de las demarcaciones, vigilan toda
actuación y mantienen un constante enlace entre la po
blación indígena y la nación colonizadora. En su nombre
administran
justicia, ventilan sus querellas y resuelven
sus diferencias. En nombre de España invisten de pode
res a los jefes de tribu, atienden a las necesidades mate
riales y les hacen - partícipes de las mejoras de la raza
blanca. Penetran .en el bosque y recorren sus sendas en
todas direcciones, en un constante ir y venir, trenzar y des-
trenzar caminos, portadores de la mejor atención y cariño.
Y de esta forma, aquellos indígenas que no hace toda
vía treinta y cinco años se exterminaban entre ellos y se
resistían a la penetración del hombre blanco, son hoy
dóciles, bondadosos y hospitalarios en extremo, fruto in
dudable del mejor estilo colonizador del mundo: el des
velo, el desinters, la comprensión y la justicia. El estilo
colonizador español.
Por esta acción conjunta de las dos fuerzas, la espiri
tual y la material, conjugadas y complementadas en todo
momento, se logran ubérrimos frutos, y, al igual que en
el orden espiritual y moral, los mejores éxitos acompa
ñan el empeño de España en aquel paraíso verde, pues al
lado de la catolicidad, del amor y la paz entre los indíge
nas, las estadísticas, con la irrefutable verdad de los nú
meros, pregonan las escuelas abiertas, los establecimien
tos sanitarios en pléno funcionamiento, en su lucha con
tra la lepra o la enfermedad del sueñó, los kilómetros de
carrétera arrancados al bosque...
Todo ello, por partes o en conjunto, hace que nuestro
pequeño territorio del Muni pueda orgullosamente servir
de ejemplo y modelo a cualquier nación colonizadora en
Africa.
Todo ello ha sido forjado en la solera colonial del pue
blo, que supo ganar,material y espiritualmente el Imperio
más extenso y poderoso del mundo, dejando en él, sin
reparar en sacrificios, su habla, su religión y sus costum
bres, como granítica huella que muestre a las generacio
nes venideras y pregone a los cuatro vientos nuestra ma
nera peculiar de ser.
Y en este aspecto, sentar toda una doctrina: la “colo
nización a la española”.
1
——.
44
.
Escalada por la cara sur de Peña
Vieja. El pico “El Madrileño”.
Influyen asimismo las condiciones de transitabilidad, según el grado de las pendientes y la existencia,
bien de nieve en sus distintas foimas o del hielo tan
duro como la roca.
Estas consecuencias del ambiente van dejando pro
gresivamente
de ser prohibitivas para la acción gue
rrera, en propoción a la intensidad de su influencia y
a medida que el hombre pone a contribución de aque
• lla
acción los medios que la técnica consigue para sa
tisfaáción de sus necesidades, y hoy día se combate en
la montaña nevada, no obstante sus limitaciones. La
solución de ks problemas tácticos y logísticos, toda
víá precaria, va mejorándose progresivamente
y ha
consistido en conseguir:
—
Medios adecuados para marchar y combatir en las
más adversas condiciones, sea sobre nieve o hielo.
—
Armas que funcionen con prontitud, no obstante
las bajas temperaturas.
—
Equipo que permita subsistir tanto en combate y
marchas
como en reposo.
—
Adaptabilidad
del organismo a las duras condicio
nes climatológicas y al esfuérzo físico que ha de
realizar.
—
Organización especial impuesta por las necesida
des que origina el medio ambiente, y, por último,
—
Un adiestramiento
del combatiente,
que com
prende:
La posesión de la técnica de empleo de los medios
para recobrar la movilida4 en diversas condiciones
de nieve o hielo, y el conocimiento de las reglas
inherentes al cuidado de sí mismo, del ganado, ma
terial, equipo, armamento, y de -las de empleo efi
caz de este último. La instrucción montañera y la observancia de
las
referidas normas ayudarán a conocer, evitar y
Comandante
de tnfantería,
del Servicio de E. 14., JOSÉ SÁN
CHEZ MESEGUER,•
Profesor de la Escuela de E. 14. y diplo
vencer los peligros de la montaña nevada, mante
mado para el mando de tropas de eiealadores-esquiadores.
niendo a las Unidades en estado eficiente, por cúya
razón son en mayor grado de lá competencia de
todos los Comandantes de tropas hasta los más
1.—GENERALIDADES
inferiores escalones del Mando. Sólo así se podrán
enseñar y hacer cumplir las múltiples previsiones
La montaña mdia con nieve y la alta, en general,
que exige el combate en estas condiciones.
están acusadamente
aféctadas por la dureza del cli
ma. Las bajas temperaturas,
la humedad
los fenó
11.—INFLUENCIA DEL AMBIENTE EN EL CAMPO
TAÇTICO.
menos meteorológicos y físicos propios de su ambiçnte
actúan intensamente
en:
Aunque lo consignado en el último párrafo revierte
—
Hombres y ganado, imponiéndoles duras condicio
el
terrepo• de la Táctica, ello se sale del marco deiues
nes de existencia y amenazándolos con aterimien
-tró
trabajó, pues vamos a ocuparnos tan sólo de dedu
tos, congelaciones y los peligros que se derivan de
.cir
las posibilidades que los medios actuales brindan
los aludes y de la estructura de las rocas.
al
combatiente,
supuesto éste ádiéstrado para la vida
—
En el ármamento, municiones, aparatos y materiál
y
el
áombate
en
el medio que tratamos, para deducir
de todas clases.
consecuentemente
la fisonomía y amplitud del com
—
En la conservación del equipo individual y de los
bate
ofensivo
én
el
mismo.
alimentos.
R COMBATE
OFEN&IVO
EH ImAMONTAÑA
CON NIEVE
F./os enviídus p.r el Tnierzts del Tercio Duque de A iba, A gustin Jáuregui A bellas.
45
Para ello analizaremos las influencias que producen
la nieve, el hielo y las bajas temperaturas
ea:
—
la movilidad del hombre y de las armas para el
combate, y
—
en la posibilidad de los abastecimientos
y evacua
ciones.
A)
•
-
-
•
impuestas
por la temperatura.
Aunque en los días despejados qúeda suavizada por
el efecto de los rayos solares y es soportable en los
cubiertos mediante la actividad física, durante la noche desciende de modo tan considerable, que hace casi
imposible el estaeionamientó
fuera de refugios o habi
taciones, por exponer a hombres y ganado a perecer
for congelamiento. Ello obliga a que.el objetivo de
cualquier acción eomprenda lugares para refugio, bien
sean viviendas o abrigos eonstruídos por el defensor.
Podemos concluir de esta servidumbre, juntamente
con la circunstancia de escasez o ausencia total de ha
bitaciones humanas, que, sin contar con otras limita
ciones que indicaremos posteriormente,
la montaña
con nieve excluye la guerra de movimiento, por no
prestarse a la realización de la aproximación y de la
explotación profunda, como no sea de línea en línea de
refugios.
El peligro de aterimiento y congelaciones obliga,
por otra parte, a que las acciones ofensivas sean pla
neadas reduciendo en lo posible los tiempos de parada, tanto en la base de partida como durante aqué
llas, y a tener la seguridad de que, aunque el éxito no
haya sido conseguido, las tropas puden quedar abri
gádas en fin de jornada.
B)
•
Limitaciones
Influencia
en la movilidad
de combate.
Está dificultada
por la nieve en sus distintas for
mas,,y por el hielo, la tormenta, niebla y aludes.
En cuanto a la primera, y desdé el punto de vista de
dichas difieülta’des, la podemós clasificar en’ nive ha
rinasa o recién caída, a partir de cierto espesor; nieve
consistente con una ligera capa de polvo y nieve-costra,
en la que la capa superior está helada. Esta última,
en realidad, y según que la costra sea resistente o no
a la superficie de apoyo del móvil que se desplaza;
constituye para nosotros uno de los aspectos mencio
nados en primer lugar. Por esta razón no trataremos
de ello.
a)
Nieve harinosa recién caída.—A partir de cier
to espesor,. la marcha normal éxige. grandes, esfuerzos
y el ágotarniento sobreviene rápidamente;
si a ello
añadimos
el esfuerzo que exigen las diferencias de
nivel, aquélla se hace casi imposible. Parareeobrar
la
movilidad,
el hombre emplea el esquí y l,a raqueta.
46
Veamos las ‘posibilidades de combae que ofrecen es
tos dos medios.
1.0
Esquiadores.—Si bien el esquí requiere un
adiestramiento
prolongado, el dominio de su técnica
hace que se recobre con creces la movilidad, siendo en
este caso la nieve, más bien que obstáculo, camino que
facilitar el desplazamiento.
‘La rapidez y soltura son las características del es
quiador dentro de ciertos límites en el peso a trans
portar, sobrepasados los cuales, disminuyen conside
rablemente
aquellas cualidades por un mayor es
fuerzo exigido en los ascensos y pérdidas del equili
brio en los descensos. Bien entrenados y abastecidos,
pueden actuar con cierta autonomía durante dos o
más días.
Estas cualidades,
positivas y negativas, producen
consecuencias tácticas que exponemos a continuación:
—
—
—
—
—
—
El despliegue durante la marcha puede ser de mí
nima profundidad, pues toda la superficie nevada
.constituye
camino para estos medios.
Por razón de las limitaciones en peso, su potencia
de fuego queda reducida al fusil ametrallador y sus
municiones.
Son rnuy aptos para presentarse inopinadamente
y
realizar acciones por el fuego contra objetivos ene
migos en marcha.
La tormenta, la niebla y la noche no prohiben su
actuación; antes bien, facilitan sus acciones por sor
presa, aunque por la reciprocidad de ésta deben an
teponer la seguridad a la rapidez durante la marcha.
Pueden evadirse rápidamente
de las acciones de
fuego enemigas y desplegar, caso necesario, con
celeridad.
Son aptos para la ejecución de las siguientes mi
siones:
De exploración, buscando y fijando al enemigo
por el fuego: sus profundos reeoñoeimientos
dan’
mús tiempo al Maúdo para enjuiciar; de seguridad
a distancia, anticipándose
al enemigo. en la ocu
pación de puntos determinados;
de seguridad in
mediata, al frente, flancos y retaguardia; de per
secución de fue;zas enemigas, fijando y hostigan
do su retaguardia con pocs efectivos,mientras
el
resto busca el grueso en puntos obligados de, paso
a favor de la velocidad, y para el combate en reti
rada por su facilidad para romper aquél.
Constituyen
el elemento ideal como reserva móvil
y rápida, y para realizar maniobras de flanco o con
tra la retaguardia
de posiciones enemigas.
Contrariando
las ventajas anteriores, han de des
calzar los esquís sna vez desplegados,, si desean ser
capaces de realizar los rápidos movimientos que el
ataque exige.
En este último pasó, y dada la clase de nIeve que
tratamos,
que hace penosos y dificilísimos los despla
zamientos, el escjuiador no puede realizar el ataque a
posiciones enemigas.
Cuando la capa de nieve, recién caída, sea en polvo o
húmeda, es de un espesor superior a los 50’ centíme
tros, el esquiador encuentra verdaderas dificultades
para realizar evoluciones en los descensos y aun para
efectuar éstos en línea recta, por desplazarse muy hun
dido y por disminuir la sensación de ejuilibrio
y
seguridad
al perder :de vista las espátulas
de los
esquís.
El ascenso es también difícil, por no disponer del
apoyo de los bastones, que se hunden considerable
mente en la nieve sin encontrar resistencia.
En estas condiciones, y para que estos medios pue
dan actuar, es necesario-que pase cierto tiempo, a fin
de que la nive, pór efecto de aplastamiento,
adquie
ra cierta consistencia.
2.°
I(aqueteros.—’—Laraqueta no necesita casi adies
tramiento,
aunque el cansancio que produce es gran
de, por ser la mecánica del movimiento distinta a la
del normal. Sin embargo, al cabo de pocos días de en- trenamiento
se pueden hacer largas jornadas con ma
yores cargas que usando esquís, y el combatiente llega
al fin&l de aquéllas .en condiciones de montar su cam
pamento.
Empleadas
en número suficiente en cabeza de las
formaciones, producen, al apisonar la nieve, una hue
lla o pista, por donde puede marchar normalmente el
resto de aquéllas con calzado especial, y asu él ga
nado, dentro dé ciertas pendientes. No obstate, la
marcha es lenta, y el cansancio producido
obliga
a relevar frecuentemente
los equipos
de cabeza.
Apto para la marcha el raquetero, no lo es, por el contra
rio, para el combate, por la len
titud de su-s movimientos, y sin
las raquetas, a partir de cierto
-espesor de la nieve que tratamos,
e encontrará
trabado por ella.
Es, en realidad, un hombre de
pies planos, incapaz de ejecutar
los rápidos movimientos que el
combate
ofensivo exige no pu
diendo, por estas razones, atender
tampoco
a su seguridad - mme- diata,
que es más necesaria que
en la montaña sin nieve, por ser
el ambiente propicio a las accio
nes, de sorpresa de los ésquiado
res enemigos.
Dé estas cualidades del raquePeña VieJa (2.610 rnj.Al fon
do, los Picos de Europa, entre
ellos el Naranjo de Buines.
tero, contrarias
a las expuestas antes como propias
del esquiador, podemos deducir:
—
El raquetero es apto para la marcha de aproxima
ción, aunque de cierta lentitud. Su seguridád in
mediata tiene que estar a cargo de elementos es
quiadores.
—
Produce huellas kara el ganado dentro de ciertas
pendientes,
y, como consecuencia, es susceptible
de llevar consigo, dentro de las limitaciones im-.
puestas por aquéllas, sus armas automáticas y -pe
sadas, o, lo quees lo mismo, su potencia de fuego.
—
Por la neceidad de estas pistas holladas, el des
pliegue en la marcha es de una gran profundidad.
—
El despliegue de combate de estas fuerzas, tanto del
combatiente individual como de las armas pesadas,
es lento por las- condiciones de la nieve. Una vez
adoptado
aquél, el raquetero -ño es idóneo para
atacar. Sólo ante un enemigo muy inferior y con
poca moral puedç alcanzar éxitos.
—
Los cambios de asentamiento
de las armas auto
máticas y pesadas, aunque sean transportadas
en
trineo, son poco hacederos.
En estas colidiciones de nieve, el personal comba
tiente, provisto de raquetas, no puede realizar más
que una aproximación, siempre que esté cubierto por
esquiadores
propios. No podrá atacar ni fijar o em
peñar a un enemigo, ni perseguirlo. Unicamente po
drá combatir por el fuego4 asentándose en posiciones
previamente
ocupadas por lo esquiadores de la ex
ploración y seguridad a distancia, y consolidando la
ocupación de aquéllas.
Idénticas
consecuencias
a las expuestas para las
armas pesadas de Infantería podemos aducir para la
Artillería de montaña, que bien á lomo, abriendo pre
-
-
Paso horizontal en una escalada.
tes por las limitaciones inherentes al transpórte de los
materiales. En todo caso, no puede compensar las di
ficultades enormes que sufren esquiadores y raquete
ros para el combate por el fuego y el movimiento;
40
Posibilidad del coznbate.—Como resumen de lo
expuesto anteriormente
podemos concluir:
—
En nieve harinosa—nieve polvo o húmeda—recién
caída y con espesor de 50 o más centímetros—ne
vada fuerte—, no es posible el combate por el fue
go y el movimiento a la Infantería.
—
Ningún Mando se aventurará a realizar acciones de
ataque en estas condiciones, por lo que son muy
de tener en cuenta las predicciones meteorológicas
con una anticipación mínima de veinticuatro horas.
—
El combate ofensivo en estas condiciones queda
reducido necesariamente a acciones por el fuego de
los esquiadores
que operarán por sorpresa, apro
vechando sus cualidades de rapidez y soltura.
Sólo ante un enemigo poco vigilante, y apro
vechando la niebla o la nevada, la acción puede
conducir a la ocupación por sorpresa de un obje
tivo de reducidas dimensiones.
—
Salvo lo dicho últimamente,
las únicas acciones
ofensivas que pueden producirse son:
Ocupación pór la exploración—esquiadores—de
una determinada línea del tcri’eno, conservándola
y abriendo frontalmente
la marcha a los gruesos
o raqueteros.
Aproximación
de éstos, con seguridad inme
diata a cargo de esquiadores, y consolidación de
la línea ocupada porla exploración.
Por la necesidad ya expuesta de que el objetivo
comprenda abrigos o refugios para poder pernoctar,
estas acciones sólo podrán producirse en caso de re
fuerzo de una cobertura al iniciare la guerra o cuan
do la línea a ocupar conste de edificaciones o caseríos.
viamente la huella, o transportada
en trineos, dentro
de cierlas pendientes, puede llegar a entrar en bate
ría, aunque posteriormente
le sea casi insuperable el
cambio de asentamientos.
3.° Potencia del ataque.—Ello quiere decir que ini
cialmente Infantería puede contar con los fuegos de
Artillería;
pero el apoyo que pueden proporcionarle,
tanto sus materiales como las propias arnas pesadas,
es sólo nominal, ya que con cierto espesor d la capa
de nieve muchas granadas quédan sin estallar, y aun
que estén dotadas de espoletas muy sensibles, el me
dio de recepción absorbe los cascos producidos por la
explosión.
Esta potencia inicial del ataque, muy dudosa, como
vemos, es, por otra parte muy relativa, ya que no
podemos contar con ella en el caso de pendientes fuer-
48
b)
Nieve consistente.
l.°
Esquiadores y raqueteros.—Cuando la superficie
de- desplazamiento está constituida por nieve endure
cida cubierta por pequeña capa de nieve en polvo,
son aplicables a los esquiadores las consecuencias tác
ticas que hemos deducido con nieve de aspecto hari
noso, incrementadas
su soltura y rapidez por las ca
racterísticas
favorables de aquélla.
Tanto los esquiadores como los raqueteros, despro
vistos de sus medios respectivos de desplazamiento,
pueden moverse con cierta facilidad. Por ello, unos y
otros pueden realizar rápidos desplazamientos
y son
aptos para el ataque, aunque no encuentran protec
ción alguna en las superficies nevadas por la desapari
ción de espacios desenfilados.
2.°
Potencia del ataque.—Es posile asimismo el
transporte de las armas pesadas y de ‘os materiales de
Artillería de montaña, tanto a lomo como en trineos,
y también sobre vehículos oruga dentro de pendientes
suaves. En pendientes de cierto grado, con los dos pri
meros procedimientos se ha de recurrir obligadamente
a efectuar los recorridos sobre pistas trazadas a media
ladera. Esta limitación en el transporte,
que afecta
igualmente a los Servicios, excluye también por sí sola
la guerra de movimiento en nieve dé las característi
cá.s dichas, a menos que se trate de montañas muy
viejas, desgastadas y de escasas pendientes que per
mitan el desplazamiento de os medios citados (1).
Cuando, por el contrario, las pendientes se van acu
sando, si bien el ataque permite cierta potencia, ha
de partir obligadamente de una situación estabilizada.
La necesidad de tiempos de consideración para resol
ver los problemas inherentes al transporte de las ar
mas y de los ?bastecimientos
obligan a acciones de
poca profundidad y a que tengan un ritmo intermi
tente, si la última desea ser aumentada.
Esti potencia del ataque, reducida nécesáriamente
por la usura de medios que caracteriza a la montaña
nevada, es, no obstante, más necesaria que en la mon
taña sin nieve, ya que la primera favorece la observa
ción de la defensa, aunque el atacante vaya provisto
de traje de mimetismo, y da mayor rendimiento a los
tiros del defensor, pues la nieve, al allanar las laderas,
favorece los efectos de rasancia, suprimiendo ángulos
muertos.
Ello, juntamente
con lo penoso del movi.
miento cuando las pendientes son dé cierto grado, in
vierte los valores de ambos elementos con respecto a
los que tienen en montaña sin nieve. En la montaña
iievada, el fuego tiene preponderancia
sobre el movi
mieñto.
30
Consecuencias tácticas. — Como consecuencia,
-
-
existe una mayor infructuosidad
en el ataque frontal
que en la montaña en estío, y para que una acción de
esta naturaleza tenga éxito es necesario el silencia
miento completo del sistema de fuegos de la defensa
y reducir al mínimo las distancias de seguridad de los
tiros de apoyo, al objeto de que el escalón de choque
realice su misión en condiciones óptimas. Si es posi
-blc, que el apoyo séa de tal naturaleza que la acción
salte del ataque a- la persecución.
Estas consideraciones
nos llevan seguidamente
a
las’ siguientes conclusiones:
La B. de P. del ataque o línea propia—ya que, se-
-
-
(1)
Én estas condiciones, el transporte
de las armas y el de
los abastecimientos,
incluidos material- de campamento y calefac
ción, pnede ser efectnado con rendimiento
por vebículos oruga
convenientemente
cuidados en condiciones
de bajas temperatu.
ras, y a la resolnción
de este extremo,
entre •otros, ban sido
orientadas
las experiencias norteamericanas
en la zona ártica.
Escalada en Peña T4eJa. En el pico del fondo
hay una Compañía que ha realizado la escalada.
•
gún hemos dicho, estas acciones han de partir de si
tuaciones
estabilizadas—ha
de estar próxima a las
organizaiiiones
enemigas, por la necesidad de tiros
densos y precisos y con el fin de que el espacio a atra
vesar por el escalón de choqué sea reducido.
Caso de alejamiento que no permita lo anterior, será
convenieñte
situar la E. de P. sobre un contrafuerte
intermedio y trasladar las fuerzas del ataque durante
la noche, aunque esto tiene el incoñveniente de expo
ner á las tropas a muy bajas temperaturas hasta que
se inicie la acción.
Aun contando con el silenciamiento
completo de
los fuegos de la defensa, ocurre frecuentemente
en
los ataques frontales que el escalón de choque se ve
detenido
por elementos que permanecen, no obs
tante la densidad del apoyo, tan pronto sea ésie le
vantado.
Es conveniente siempre, por tanto, el coordinar la
acción frontal con acciones de flanco o ietaguardia,
con las que, mediante la sorpresa, se consiga la ocupa
ción de puntos -que tengah dominio de fuegos sobré
el objetivo que se persiga o corten sus comunicacio
nes. En este aspecto son preferibles lós primeros, pues
el apoyo será máximo desde ellos y en combinación
-
-
-
con la acción frontal llevará a la ocupacIón del ob
jetivo.
El corte de las comunicaciones no lléva siempre,
en cambio, a la caída de aquél.
Estas acciones de sórpresa han de r realizadas por
elementos especialistas que, mediante su pericia mon
tañera y conocimiento de la técnica de escalada en
hielo y roca, consigan la sorpresa atravesando parajes
cuyo tránsito parezca inverosímil a los defensores.
“Ser más montañero que el enemigo”, realizar lo que
para éste parézca insuperable, expugnar las posicio
nes contra toda lógica, actuando con audacia y ener
gía, constituyen los factores decisivos para lograr el
éxito.Tanto cuando estas acciones no son posibles como
en aquellos casos eh que la B. de P. tenga que estar
muy alejada, es preferible siempre la acción nocturna
a la ejecución de un ataque frontal.
4°
Características de las acciones.—De la modali
dad especial referida antes que han de tener los ata
ques en montaña, bieií sean a cargo de una acción de
flanco por sorpresa combinda
con la frontal, como
cuando se trate de ésta únicamente, hemos de deducir
que este tipo de acciones ha de ser de objetivo limitado
y carácter fragmentario, además de las características
de poca prófundidaçl o de ritmo intermitente—si
ésta
quiere ser aumentada—,
y óuyos extremos han sido
indicados antes.
A aquellas nuevas características
obliga:
—
—
•
En el primer caso de los señalados, la necesidad de
conseguir la sorpresa en la ocupación de un punto,
acción previa para la açtuación óptima del escalón
de choque. El volumen de fuegos que puede pro
ducirse desde el mismo ha de ser limitado, como
también el espacio en que pueden ser aplicados con
eficacia.
En el segúndo caso, la necesidad de acumulación
de medios para conseguir el sileneiamiento eom
pleto de las armas de la defensa.
e) Fuertes pendientes con existencia de hielo.—
En estas zonas no sólo de la alta montaña, sino de al
titudes medias en macizos o cordilleras de poca edad
y a latitudes adecuadas, la viabilidad ha sido anu
lada, como no sea para personal muy montañero.
En ellas, el terreno, cubierto de hielo tan duro como
la roca, se defiende por sí solo, y solamente cabe la
ejecución de acciones por sorpresa a cargo de núcleos
reducidos.
En dichas zonas, la densidad de ocupación es mí
nima y. sólo se mantienen aquellos puntos que tienen
buena observación sobre las cabeceras de los valles y
los que han de servir de base para iniciar la acción
50
Rape!! o descensó en prácticas
en Peña Castillo (Santander).
ofensiva al llegar la estación benigna: Han de estar
provistos de. teleféricos ¿ contar con funiculares de
tiempo de paz para facilitar los abastecimientos.
Entre estos puntos ocupados por dos bandos con
trarios, la tierra de nadie está constituída por super
ficies de gran ¿xtensión, constantemente holladas por
la patrullas de aquéllos en misiónés de información y
hóstigamíento,
y en ella tienen lugar los encuentros
de esquiadores
a qué se refiere nuestra Instruc
ción E-72. .
• .
Aquellas acciones por sorpresa a que.nos hemos re
ferido al principio de este apartdo
se caracterizan
porque su acción se realiza con verdadera previsión y
minuciosidad, en los aspectos táctico, logístico y mon
tañero, siendo de notar que, por lo general, el perso
nal ncargado
de los servicios—v.íverés, material de
abrigo y calefacción, jalonamiento
en previsión de
furtes
nevadas, etc.—constituye
un máximo en rda-.
ción con el reducido núcleo que ha de llevar a cabo la
acción táctica propiamente dicha.
4
‘1
1
*_
,[aS,
‘/rlíwf
Espaíia,laápestada.
Por Ossian Mathieu. De la publicadón belga Europe Amérique. (Traducción de la Redacción de EJÉRCiTO)
Cuanto más pasa el tiempo, menos se comprende la aberra
ción de los que pretenden defender y unificar Europa sin tener
en cuenta a España. Las razones por las cuales España se en
cuentra excluida del Pacto del Atlántico y de los beneficios del
Plan Marshall atestiguan una tontería tal, que se puede pen
sar si el mundo no está gobernado por Catoblepas, el cual era
tan bestia, que se comía a sí mismo sin comprender que se
mataba.
¿Qué agravios alimentamos contra España? Entretengámo
nos en examinarlos.
El primero, el principal y el menos confesado es que España
confiesa el catolicismo y, todavía más, que el catolicismo es la
religión del Estado.
Que más de un noventa por ciento de los españoles practique
esta religión con un fervor desconocido bajo nuestros cielos;
que la piedad se mezcla con las acciones más diversas de la vida
cotidiana; que el arte español es casi litúrgico; que la mística
religiosa impregna la mayoría de las manifestaciones de la vida
profana, y que además el catolicismo preste al Estado un asien
to espiritual más valioso que la declaración de los derechos del hombre, no armonizaría con que su Gobierno obrase de otra
manera.
Es notorio además que los veinte mil protestantes (de los cua
les diez mil son de la jurisdicción de extranjeros) ejercen libre
mente sus cultos, poseen sus iglesias- e imprimen sus publica
ciones. Tal ocurre con las confesiones judía y musulmana.
Pero ¿qué importa? Un régimen que se apoya sobre la reli
gión romana es necesariamente un régimen tarado, oscuran
tista e inquisitorial. Un régimen que repudie los principios de
la religión y los combata es, por vía de consecuencia, necesaria
mente un régimen probo, progresista y liberal: tal, el régimen
soviético. Además, ese régimen que no cabe duda que profesa
la religión de su pueblo, obedece a Roma y no jura más que por
ella. El Caudillo no es- el Caudillo; el verdadero dueño de Es
paña es el Papa o el Primado. Por averiguado que la Falange,
las Cortes y los Sindicatos no son la Falange, las Cortes ni los
Sindicatos, sino la emanación de los Jesuítas, de la Orden
•de - San Francisco y de las Mínimas. En fin, que las fuerzas del
orden y la “seguridad” no son más que la Santa Inquisición con
bicornio, y los Generales que mandan el Ejército, los sucesores
de Torquemada.
Segundo agravio: La España franquista no es democrática.
En efecto, no lo es. No piensa que los braceros de Andalucía
y los profesores de Universidad puedan pronunciarse con igual
competencia sobre los problemas que interesan al destino de
la nación. No admite que la ley del número sea la ley de la inte
ligencia, y que el dogma de la mayoría mande sobre el derecho,
la clarividencia, el éxito del bien general, el de los intereses su
periores de la Nación. Estima que la autoridad pertenece a los
que son reconocidos como los mejores y más preocupados del
bien público y así se han revelado en las circunstancias graves,
y que si la corrupción reinase en ciertos escalones, por lo menos,
se les ha armado para castigarla.
Estima, por otra parte, que un régimen de autoridad conviene
a España como la democracia parlamentaria conviene a Ingla
terra, y que sería tan absurdo instaurar en Madrid un régimen
parlamentario copiado del régimen inglés como imponer en
Londres un régimen de autoridad calcado del régimen español.
Por otro lado, en Inglaterra el partido socialista ejerce de he
cho una dictadura y el derecho de protestar contra sus prácti
cas no acarrea ninguna modificación de éstas. En otras pala
bras, la oposición inglesa puede muy bien indignarse; es lo
mismo que si cantara.
Es verdad que el elector puede derribar la mayoría; pero no
se ha probado que lo haga, ya que el votar puede ser por los
que. hagan la campaña de propaganda más demagógica, por
los que dispongan -de más dinero para reunir y comprar los
electores-o por los que hacen la profesión de apoyarse sobre las
masas laboriosas, que ciertamente son las más numerosas y,
de cierto modo, las más interesantes; pero que no son, sin em—
bargo, las más indicadas para pronunciarse sobre la forma de
gobernar un país. De suerte que en democracia liberal, la dicta
dura de un partido puede tambéin prolongarse y también
puede ser nefasta.
Antes de dar más libertad de acción a sus ciudadanos es
preciso que España pueda multiplicar las escuelas y los cen
tros de educación, y a esteefecto, le harían falta capitales que
no posee. (Aquella.tarea nada menos es la que se ha echado el
régimen actual sobre sus hombros; pero para tener éxito nece
sita de la continuidad y no de los caprichos del sufragio uni
versal.)
La “dictadura” franquista no se ejerce más que en la medida
que se considera indispensable para asegurar la vida y el orden
de la nación. Sin dictadura, la Historia ha puesto a prueba
a España, que estuvo largamente sometida a la anarquía, a las
facciones protegidas por Moscú, prestas a someter a España al
extranjero, a la guerra civil y, por último, al empobrecimiento
que de todo esto ha resultado.
Los españoles tienen tal conciencia de ello, que aun los mis
mos adversarios del régimen (cuando no escuchan los consejos
de la pasión) reconocen su necesidad actual, y que no se podrá
reemplazar sin catástrofe.
Dictadura moderada hemos dicho. Allí, ni más ni menos
que en la muy democrática cuarta República, se arresta a la
gente que conspira contra el Estado, tratando de derribarlo por
la violencia, y no hay memoria-de que se haya detenido a na
die por dejar de ser partidario del régimen. A. este régimen se
le puede oír criticar en no importa qué café de Madrid o Bar
celona y sin ningún recelo. Esto no significa que se os aconseje
organizar un “mitin” antifranquista en la Puerta del Sol.
La prensa está controlada, pero la crítica no está prohibida.
La Falange ataca violentamente a ciertos viejos gerentes del Poder y los diarios de los Sindicatos no se privan de criticar la
incuria de los poderes públicos en aquello que les concierne;
por ejemplo, en la represión del mercado negro.
Respecto a los libros, se encuentra en las librerías todo lo
que se quiera; se venden impresas obras escritas en el Extran
jero por los adversarios del régimen.. Sin embargo, no se per
mite la propaganda comunista, y esto es muy acertado.
Que los escépticos vayan a verlo. Obtendrán sus visados con
rapidez y podrán satisfacer su curiosidad donde les plazca sin
que se les vigile. Que pidan sus visados para la Unión Sovié
tica, proponiéndose averiguar si serán recibidos con la misma
benevolencia
y si nadie se preocupará
de sus idas y venidas
Tercer agravio: Las prisiones.
Cuántos chismes se han contado sobre este asunto. Eviden
temente, la suerte de los que huyeron de Francia en 1940, pa
sando por Miranda, no fué envidiable. Y esto se explicá: Es
paña acababa de salir de la guerra civil; la administración pe
nitenciaria estaba desbordada; no había organización ni higie
ne; el pueblo sufría de hambre y, por añadidura, había que ali
mentar a los fugitivos extranjeros. Por otro lado, sólo Alema
nia e Italia habían ayudado a España en su lucha contra el
Stanilismo, y todo aquel que venía del otro lado de los Pirineos
era, a priori, sospechoso. Pero, a pesar de lo duro de la deten
ción, todos los que pasaron pór. allí han regresado a Inglaterra
o al Norte de Africa autorizados por España, cometiendo ésta
un acto poco amistoso respecto al Reich y a la Italia fascista, a
los cuales tenía más razones de estar más unida que a la Fran
cia de M. Blum.
Este régimen penal, que, repetimos, era un régimen de guerra,
está hasta tal punto dulcificado hoy, que España es uno de los
pocos países de Europa donde ya no hay detenidos políticos.
Del total de los que fueron encarcelados desde 1939 no que
dan en las prisiones españolas más que 2.500 reclusos, conde
nados no por delitos de opinión o por haber combatido en las
filas republicanas, sino por asesinatos, robos, pillajes, torturas,
etcétera, en la época de la guerra civil, o sea, de hecho, penados
del derecho común. Todos los demás han sido puestos progre
sivamente en libertad. Innumerables de los que habían sido
condenados a penas graves se encuentran en libertad provisio
nal, y sólo tienen la obligación de presentarse regularmente a la
Seguridad.
En cuanto al régimen penal, está fundado en el rescate de
las penas por el trabajo. El trabajo permite, además, al dete
nido percibir un salario que puede utilizar libremente de una
parte, destinando el resto a crear un fondo de ahorro o para
ayudar a su familia. Los viejos, los inválidos, los enfermos, se
benefician igualmente del régimen de rescate, aunque no tra
bajen. La tasa en calorías de alimentación varía entre 2.000 ca
lorías para los detenidos que efectúan trabajos ligeros y 4.000
para los que efectúan trabajos fatigosos.
¿Esto significa que las prisiones españolas son un paraíso?
Evidentemente, no. Pero son menos inhumanas, en todo caso,
que los campos democráticos donde se pudren desde hace
años no penados del delito común, sino decenas de millares de
presos por delitos de opinión.
A propósito de las prisiones españolas, no quiero dejar de
anotar una edificante anécdota. Un poco después del fin de
la guerra, Robert Franchotte, corresponsal de guerra al lado
de las Unidades belgas de Inglaterra, efectuó un reportaje en
España por cuenta del diario socialista bruselés El Pueblo.
En España recibió autorización para visitar a su gusto y de
improviso todas las prisiones de España... Nunca El Pueblo
dejó publicar esta parte de su reportaje.
¿A qué periodista español se le dará autorización para visitar
a su vez las prisiones francesas o belgas de la liberación?
¿Es todo esto decir que España es un edén donde la injus
ticia y la miseria no existen? Cierto que no. España no es un
país rico, y en él la autarquía es inconcebible. Si España fuesé
un país donde muchos tuviesen hambre, como en todas partes,
donde la corrupción no estuviese ausente, como ocurre en to
das partes, y donde la justicia social no estuviese todavía com
pletamente instaurada, su régimen no es el responsable de la
infertilidad del suelo y este régimen no está fundado ni sobre
la injusticia social ni sobre la corrupción. Al contrario, con
sus escasos medios se esfuerra por eliminar una y otra
A veces también, con medios nulos, tiene que resolver algu
nos problemas que se le presentan, problemas que puede ser
que a nosotros nos hagan reír, pero que, sin dinero, son dra
máticos.
Es fácil, por ejemplo, hablar mal de la obra del Instituto
Nacional de la Industria. Que la industrialización de España
sea Atacada en el 1. N. 1. no impide que las instalaciones de
Puertollano permitan al país cubrir una parte de sus necesida
des de lubricantes, así como una buena parte de sus necesida
des de esencia; que ya se hayan construído en Barcelona camio
nes de motor Diésel; que las presas ribagorzanas permitan es
perar el suministro de importantes cantidades de energía hidro
eléctrica; que se desarrolle la explotación de las minas y la
construcción de navíos mercantes.
Pero si Inglaterra, Francia o Alemania no pueden levan
tarse sino gracias a la ayuda americana, ¿cómo se quiere que
España, infinitamente menos rica y cuyo patrimonio no está
menos dañado, cómo se quiere que España encuentre el ca-
COCHRO
ilEPEMIil
filiH[iHO
C0[fi8OfiDOE
[OBRIE
1040
fi MulliD
10O
El Excmo. Sr. Nlinistro del Ejército ha dispuesto que, para estimular y recompensar
colaboradores
de EJERCITO, se concedan premios con arreglo a las siguientes bases:
1.a
Revista
Tendrán derecho a los premios que se establecen en este Concurso todos los trabajos
desde 1 de abril de 1949 hasta 31 de marzo de 1950.
2.
Los trabajos serán enviados al Director de la Revista, quien elevará
rrespondiente
propuesta, precisamente en el mes de abril de 1950.
3.
los trabajos
El número y cuantía
al Estado
publicados
de los
en la
Mayor Central la co
de los premios a otorgar será para cada grupo de materias.
1.—CuEsTIoNEs GENERALES DE TÁCTICA Y TÉCNICA MILITAR.—DOSpremios de 2.500y 1.000 pesetas,
respectivamente.
11.—TÁCTICA PARTICULAR DE LAS AIuIAs.—Cuatro premios de 2.500, 2.000, 1.500 y 1.000 pesetas, res
pectivamente.
111.—ARMAs TIRO.—DOS premios de 2.500 y 1.000 pesetas, respectivamente.
IV.—SERvIcIos.—Tres
V.—HIsTomA.—IJn
VI.—ESTUDIOS
VII.—EDUcACIÓN
52
premios de 2.500, 2.000 y 1.500 pesetas, respectivamente.
premio de 2.500 pesetas.
Y Mon.L.—Dos
DE PsIcoLoGíA
E INSTRUCCIÓN.—DOS
premios de 2.5O0 y 1.000 pesetas, respectivamente.
premios de 2.500 y 1.001 pesetas, respectivamente.
mino de la prosperidad sin el socorro exterior? Y no solamente
privada de socorro, sino ahogada por un bloque económico y
político enemigo.
El pueblo español es demasiado orgulloso para mendigar.
Trabaja con encarnizamiento y se apoya sobre los amigos que
tiene: Perón, Salazar, Abdullah, el mundo árabe. Pero Franco
se da cuenta de que el esfuerzo es demasiado duro. El déficit de
la balanza comercial, a despecho de los prodigios realizados, es
argumento imponderable; ciento cinco millones de pesetasoro
en ¡945, ciento ochenta y ocho millones en 1946, trescientos
cuarenta y ocho millones en 1948, la inflación no cesa de
crecer, las medidas tomadas contra el alza de los precios hacen
desaparecer ciertas categorías de géneros, que se vuelven a
encontrar en el mercado negro.
Evidentemente,
todo esto no es insoluble. Podría hacerse
todavía más rigurosa la austeridad: impedir el alza de los sala-
nos, intensificar los controles, intervenir la producción de cier
tos objetos de consumo; pero si a los sufrimientos inevitables
añaden otros suplementarios, ¿podría ello conducir a un pue
blo a que estuviera más contento?
En las personas inmediatas al General Bradley, así como en
el Congreso de los Estados Unidos, son cada vez más numero
sos los que querrían que el Departamento de Estado norte
americano tome una iniciativa a este efecto. Lo que retiene a
Truman y Dean Acheson es el temor de que una tal iniciativa
no descontente a Inglaterra y a la Internacional, adversarios
del catolicismo. Como si mirando a la unión y a la defensa de
Ebropa, tal descontento fuera de alguna importancia.Pero ¿es posible que el “State Department” prefiera emplearse únicamen-té en consolidar el comunismo de M. Joszip Tito?
La “Realpolitik” de Wáshington tiene razones que la razón
contempla con estupefacción.
Losfactóresdelamovilidaddelcombatiente.
Coronel S. L.A. Marshall. De la publicaciónnorteamericanaInfantry
Journal. (Traduccióndel Coronel Priego y de la 8.° Seccióndel E.M. C.)
(1)
La movilidades una cuestiónmentaly espiritual.
-
tica del combate, su reacción colectiva será la de aprovechar
perfectamente todas las oportunidades decisivas. Esta facui
tad es la verdadera movilidad de una fuerza militar cualquieraS
El decir que una Unidad tiene menos movilidad en una no
che determinada porque esté ocupada en trasladarse a la ori
lla enemiga, es perder de vista el concepto real de la movilidad
de las fuerzas arinadas.
En la segunda guerra mundial vimos una y otra vez que- un
puñado de hombres situados en un punto determinado, en un
momento dado influía más en el combate que una fuerza diez
veces mayor veinticuatro horas más tarde; mediante una acción
rápida e inspirada, una sola Compañía podía a veces neutrali
zar la acción de todo un C. de E. enemigo, y una simple Es
cuadra de ametralladoras que defendía un corte de carretera,
iniciar la derrota de toda una División acorazada...
La máquina, al proporcionarnos una mayor velocidad fuera
de camino, lo que no puede hacer es ahorrarnos el valor y la
firmeza que se precisan para hacer frente al enemigo. El empe
ño en avanzar y la decisión en el combate tienen que ser hoy
tan fuertes como en los días en que los movimientos eran len
tos. El tiempo y su economía son hoy más que nunca la esen
cia de una operación victoriosa; pero dé hecho, si hemos de
lograr efectos mayores con menos hombres, es indiscutible que
debemos disponer de mejores soldados. Por esta razón, los estudios para conseguir una mayor movi
lidad deben empezar con la mejora en la çomprensión de la natu
raleza del soldado. ¿Qué es lo que le ayuda y endurece su volun
tad? ¿Qué lo que le detiene .y anula sus mejores intenciones?
Es completamente concebible que en esta fase de la Historia
podamos lograr una mayor movilidad concentrándonos en esas
dos cuestiones, y mucho más provechosamente que lo poda
mos hacer ocupándonos -de conseguir vehículos más veloces y
motores más potentes.
Tal investigación da origen a problemas de la mayor impor
tancia para todos los componentes del Ejército. Cualquier doc
trina nueva, para constituir una- mejora, debe ser igualmente
aplicable a las Armas y a los Servicios. La forma en que reaccionen ante ella el estratega, el táctico y el encargado dela Lo- gística
es, de momento, más importante que el que la doctrina
sea plenamente comprendida por los de abajo, pues sólo cuando
los dirigentes del Ejército comprendan el problema globahnen
te habrá esperanzas de encontrar -una solución verdadera.
Una Comisión oficial del Ejército de los Estados Unidos
nombrada en ¡947 para estudiar el carácter general de la gue
rra futura y para prever los cambios que en su modalidad pro
vocarán las nuevas armas; incluídas las atómicas, así como su
posible influencia en la naturalóza de los Ejércitos, ildgó a la
conclusión siguiente: “Los métodos fundamentales no diferi
rán materialmente
de los empleados al final de la segunda
guerra mundial. Las Fuerzas armadas se organizarán y equi
parán con vistas a una mayor movilidad y potencia de fuego.”
- La
Comisióñ no señaló cómo se conseguirán esa mayor. mo
vilidad y potencia de fuego; eso quedaba fuera de su misión.
Pero creyendo, como ella, que el logro de una mayor movilidad
es la clave del futuro, me propongo discutir un punto de vista
para conseguirla en parte, por lo menos en lo que a la Infantería
se refiere. No merecería la pena que lo intentase si no tuviese
motivos para creer, en términos absolutos, que la movilidad y
la potencia de fuego de los infantes serán tan decisivas en
cualquier futura guerra próxima como lo han sido hasta el pre
sente, y que será un error fatal el subestimar el papel que en
el futuro cori’esponderá desempeñar al Ejército de tierra.
Quienes piensan lo contrario y están dispuestos siempre a
proclamar que estamos ante una nueva modalidad de la gue
rra, y que- todo cuanto hemos aprendido en el pasado ha que
dado anticuado, deberían ser emplazados a probar que el tes
timonio de sus jüicios pasados abona sus opiniones presentes.
No soy de los que creen que la movilidad viene en primer
término de las máquinas que nos proporcionan velocidad y
regularidad; si así fuera, bastaría encargar del problema al
Cuerpo de Ingenieros y al Cuerpo de Transportes, y, dada
nuestra indudable supremacía industrial y económica, los nor
teamericanos tendríamos en nuestras manos la clave de la vic
toria.
—Yoopino que, en el sentido militar, la movilidad sólo existe
cuando existe la voluntad de combatir. Lo que finalmente va• loriza
la movilidad no son meramente la tracción y la velo- cidad,
sino la facultad de aguantar el fuego- y de devolverlo con
creces.
La movilidad en los Ejércitos es, por lo tanto, una cuestión
de voluntad y de espíritu más bien que de material técnico:
depende de la confianza que se tenga en los recursos propios
y en la disposición a aceptar las decisivas respónsabilidades de una situación de combate. La movilidad, lo mismo en un Logística individual-.
Ejército- que en un Batallóñ, -es principalmente el reflejé de
La Estrdtegia es el arte de los Generales y, como cualquier
su mando; si una Unidad de cualquier cuantía está verdade
otro arte,- exige paciencia para elaborar sus conceptos funda
-ramente templada mediante un adoctrinamiento
patriótico,
una instrucción efiçiente y ek debido adiestramiento en la prác.. mentales. Pero lo extraordinario es que, entre los Jefes supe-
53
-
-
-
•
riores, la rama de ese ar.te que generalmente se trata más a la
ligera, aunque se la pide más minuciosidad, es la Logística.
Como la palabra Logística se ha convertido últimamente en
un verdadero “ungüento amárillo” que se aplica a cuanto se
refiere a las actividades administrativas y de abastecimiento,
me es preciso aclarar con exactitud en qué sentido la voy a
emplear en este trabajo. Adoptaré, pues, la definición de sir
George Coliey, quien dice que la Logística es “la combinación
científica de las marchas, el cálculo del tiempo y las distancias
y-la economía del vigor del soldado”, definición que es mucho
más satisfactoria que cualquier otra de las que encontramosen nuestros diccionarios.
Pero si aceptamos la última frase (y no podemos hacer otra
cosa), excluimos ese concepto que algunos tienen .de la Logís
tica, al considerarla como una tarea sólo para los Oficiales de la
cuarta Sección, y para los matemáticos, que ha de resolverse
con baremos de carga, reglas de cálculo y cuadros de marcha.
Al aceptar esta definición, la Logística se convierte, de he
cho, en la verdadéra esencia del mando, en el tema siempre
dominante: el situar en una zona de guerra fuerzas superiores
a las del enemigo y el economizarlas hasta que prevalezcan.
Y más aún: creo que podemos convenir que para lograrlo no
se han de tener en cuenta sola y exclusivamente las cantidades
de hombres y material. En el generalato, como en cualquier
otro escalón del Mando, el abecé del caudillaje radica en la fa
cultad de elevar las posibilidades de los subordinados al nivel
máximo posible y mantenerlas en él. Es por ello extremada
mente curioso que en esteaspecto, el de la economía del vigor
y posibilidades del soldado, exista mucha menos literatura téc
nica que sobre cualquier otro aspecto de la guerra.
En los Ejércitos modernos se escribe más sobre el factor
moral que en los diecinueve siglos precedentes, y, sin embargo,
los, tratados modernos sobre el arte del mando no tratan ape
nas acerca de la economía del vigor y posibilidades del solda
do parece como si se diera por descontado que la introducción
de la máquina tienda a conseguir más volumen de fuego con
menos hombres. Pero esto sólo se conseguirá si antes de la ba
talla y durante ella se economiza más cuidadosamente que jamás
hasta ahora la potencialidad individual. La verdad es que el
hombre corriente y moliente es cada vez más débil; el efecto
general de la máquina ‘en ‘las colectividades industriales es el
rebajámiento de su vigor, pues cada vez es menos probable que
los individuos que a ella pertenecen fortalezcan sus piernas me-.
diante la marcha y los músculos de sus hombros y espalda
mediante el ejercicio manual. Hasta hace poco tiempo, los sol
dados más resistentes yde más confianza se reclutaban entre los
agricultores; hoy en día, la mayor parte de las quintas se com
pone de ciudadanos, más de la mitad de los cuales no han
hecho nunca ejercicio físico regular ni han participado en los
deportes. Paralelamente, las máquinas han aúmentado enor
memente el tonelaje global, cuyo movimiento exige la guerra:
hace doscientos años, un Ejército podía entrar en campaña
con lo que llevaba en sus trenes de transporte o sobre las es
paldas de sus soldados; pero durante la segunda guerra mun
dial y en el teatro de operaciones europeo, detrás de cada sol
dado tenían que’ moverse unas so toneladas de material, y las
formaciones que se veían forzadas a depender exclusivamente
de su transporte orgánico durante un período de tiempo pro
longado, pronto se encontraban paralizadas.
Las máquinas han hecho más, voluminosas las Unidades, y
tan-ibién les han proporcionado más velocidad. Pero, en otro
aspecto, no ha habido el más mínimo cambio, pues es evidente
que lo que las máquinas no han conseguido todavía es disminuir
ni un kilo el peso que cada soldado tiene que llevar sobre sí y que el
combatiente va al combate cargado como iba hace tres mil
años.
Este ‘peso es la mayor de las rémoras para la movilidad en el
combate, y yo mantengo que no se debe a ninguna causa in
evitable,. Continúa llevándose, debido al fracaso en el enfoque
del problema. Cuando reconozcamos que pódemos acomodar
el emjileo de las máquinas al aligeramiento del soldado, será
posible reducirlo grandemente, y hasta que no consigamos esto,
no sacaremos el mejor partido posible del factor hombre.
Nada que no beneficie al soldado individualmente en el mo
mento de entrar en combate seráde provecho para un Ejército,
y por esta razón, toda la estructura logística del nuestro deberá
edificarse sobre la base de un estudio práctico de la capaçidad
logística de un soldado corriente norteamericano. Esto exige una
evaluación más exacta de sus limitaciones físicas y morales, y
de la sutil interrelación que existe entre esas dos partes de
SU ser.
‘54
Un prejuiciosecular.
El General J. F. C. Filler dijo una vez que la adhesión a los
dogmas ha destruído más Ejércitos y hecho perder más bátallas
y vidas que ninguna otra cosa. Suscribo íntegramente sus pala
bras y creo que ha llegado el momento de probarlas, porque
en la próxima guerra no podremos permitirnos el lujo de per
der nada inútilmente.
En un trabajo anterior (i) me ocupé, aunque no todo lo debi
do, del problema de la conservación del vigor combativo del
soldado en el campo de batalla; mi argumento principal fué
que la causa de la mayor parte de los fracasos tácticos de las
pequeñas Unidades es que no hemos anclado nuestra doctrina
táctia en una exacta comprensión de la manera como piensa
y reacciona el soldado corriente norteamericano cuando recibe
el fuego enemigo.
El caso, tal como allí lo presenté, resultaba incompleto,
ya que consideraba al soldado exclusivamente como un ser pen
sante que deriva fuerza moral de sus camaradas cercanos y que
necesita que éstos le animen por todos los medios posibles para
tomar decisiones claras - y actuar éficazmente bajo el fuego
enemigo.
Es preciso añadir algo más: en el campo de batalla, el sol
dado no es solamente un animal racional. Es también un ani
mal de carga, al que se obliga a llevar un gran peso. Distinta
mente de lo que le ocurre al mulo, al “jeep” o a cualquier otro
elemento de transporte, su misión principal en la guerra em
plaza en el momento en que entrega esa carga en el lugar pre
visto.
Esta distinción es la que hace que las posibilidades logísticas
del hombre como medio de’ transporte no deban medirse por la
cantidad de carga que pueda llevar sobre sí sin sufrir una le
sión permanente en sus huesos o músculos, sino por lo que
pueda aguantar sin - un ‘perjuicio grave de sus posibilidades
mentales y morales: Si el soldado ha de lograr éxitos militares
y preservar su individualidad, sus superiores deben respetar
no sólo su inteligencia, sino también la delicada constitución de
su sistema nervioso. Si no lo hacen, violarán el principio bá
sico de la guerra, el de la conservación de la fuerza. No hacerlo
es tener una idea equivocada de la movilidad.
Hace casi ciento cincuenta años, Robert Jackson, inspector
entonces de los hospitales del Ejército británico, expuso el caso
con sencillez de este modo: “El lograr la acción conjunta de las
facultades físicas y de la disposición mOral es el fin legítimo del
táctico.” No podría ser expresado hoy en día más claramente el
objetivo deseable; se reconoce universalmente que el secreto de
-una guerra victoriosa está en conservar a los soldados en un
estado de viveza mental y de bienestar físico que garantice que
podrán y querrán moverse cuando reciban la orden competente.
Indudablemente,
todo el mundo es partidario de la movili
dad; pero cuando se llega a la aplicación de sus principios, al
punto más crítico de todos, la espalda del combatiente, los
Generales modernos pueden estar tan equivocados como en
sus tiempos lo estuvo el General Scharnhorst, que escribió:
“El infante debería llevar un hacha para el caSo en que tenga
que derribar una puerta.”
No fué sólo Scharnhorst, pues a poco que se lea sobre la gue
rra, nos daremos cuenta de que entre los grandes Jefes del ayer
prevalece una obsesionante ceguera sobre el particular. Unos
han juzgado que no merecía la pena citar la cuestión entre los
principios esenciales del Mando; otros lo han hecho, pero sus
ideas eran extremad3mente confusas.
Tomemos por ejemplo al Mariscal Mauricio de Sajonia, puesto
que’su percepción de los problemas morales fué, en conjunto,
muy profunda. El escribió acerca de la instrucción verdades
tan elocuentes como esta: “Todo el secreto del combate está en
las piernas, y a ellas debemos dedicar toda nuestra atención.”
Pero cuando dedicó su pensamiento al problema de las posibi
lidades del soldado en el campo de batalla, dijo: “Es ocioso el
temer cargar excesivamente de armas al infante. Ello aumen
tará su’ firmeza.”
Aun teniendo debidamente en cuenta que los movimientos
en las operaciones de entonces eran más limitados y que el
alcance de sus armas era más reducido, debemos convenir que
la frase suena a barbaridad. El sobrecargar al soldado jamas
le ha hecho más firme ni más valiente, y tal pronunciamiento
se opone directamente a los pricipios de la guerra y a la debida
dirección de las tropas.
(i)
caron
Véanse los trabajos del a,utor cuyas traducciones se publi
eó EJERCITO
en los ndmeros de abril y mayo de 1948.
1
Pero las palabras de los grandes Generales son peligrosas,
porque corrientemente atribuimos a los hijos del éxito una
infalibilidad divina, en vez de examinar sus conceptos a la luz.
del raciocinio. Las generaciones siguientes olvidan con dificul
tad y son reacias a poner en tela de juicio las ideas de los gran
des capitanes, a pésar de la experiencia humana, cada vez
mayor, de que disponen.
Todavía padecemos de Jefes que “no temen sobrecargar de
armás al soldado”, y es, indudablemente, raro el Jefe superior
que ahoga eficazmente y sin desmayo por lo contrario. En rea
lidad, han sido principalmente los Jefes superiores quienes, en
el transcurso de los tiempos, han impuesto esta maldición
“sobre la espalda del combatiente”. Quienes estaban más en
contacto con él soldado han tenido, generalmente, una opinión
más realista.
Recordemos ahora a Federico el Grandé. El fué- quien dijo
que un soldado debe llevar siempre consigo tres días de racio
nes. Y Napoleón dijo en Santa Elena que había cinco cosas sin
las cuales no podía pasarse el soldado: “su fusil, su cartuchera,
su mochila, un mínimo de provisiones para cuatro días y su
hachá de zapador”.
Volviendo a Scharnhorst, recordaremos
que dijo que un soldado debía llevar consigo, además de sus
armas y p.n para, tres días, “6o cartuchos, tres eslabones de
repuesto, una mecha, una esponja, un “gusano” (r), un instru
mento para desarmar el cerrojo, dos camisas, dos pares de cal
cetines, trapos para envolverse los pies durante las marchas,
peines, cepillos, greda, bolas negras, agujas e hilo”.
Podemos hoy olvidar los detalles del “gusano” y de la “es
ponja”. Pero el caso es que lo que hoy en día hacemos que el
soldado lleve al combate está más en relación con esas ultraprevisoras recomendaciones que con lo que, según la experien
cia, sabemos habrá de emplear en el combate, y que gran parte
de ello podría serle ahorrado mediante el empleo de ,otros me
dios de transporte si se planeara más acertadamente.
Un análisis cuidadoso de los conceptos logísticos actuales
después nos permitiría averiguar él origen histórico de muchos
de ellos’ y seguir su» desarróllo hasta nuestros días; pero el ana
lista buscaría en vano prueba alguna de que se basen en la ex
periencia de combate, en vez de obedecer solamente.a una cie
ga adhésión a los métodos tradicionalistas. Fozosamente ten
dría que concluir diciendo, con Bacon, que “la Logística ac
tualmente vigente sirve mds bien para ,fijar y dar estabilidad
a los errores que se basan en nociones heredadas que para ayu
dar a descubrir la verdad”.
Quizá fuera necesario en los tiempos de Federico el Grande
que el soldado llevase en la mochila tres días de provisiones, y
es muy posible que en los de Napoleón hubiera necesidad de
elevar su número a cuatro. Es dudoso que Jackson tuviera
búenas razones tiara seguir el precepto de Federico el Grande
durante sus Campañas’ del valle del Misisipí (guerra de Secesión
norteamericana), aunque, según el Coronel Hendrson, sus solda
dos acostumbraban a zamparse lo antes posible las’ tres raciones
de previsión y a merodear después en busca de más alimentos.
Pero ¿por qué razón hicimos llevar a nuestros infantes tres
raciones completas en sus mochilas para atravesar las defen
didas playas de Normandía? Tres raciones K equivalen a nueve
paquetes de poco menos de medio kilo cada uno. Eso es lo que
hicimos una y otra vez en desembarcos en los que, pisando los
talones de los asaltantes, seguían cargamentos enteros de víve
res “çalentitos”.
Un solo’ paquete, es decir, un tercio de ración, hubiera bas
tado. Mis cuidadosas observaciones personales sobre el terreno
me han demostrado que sólo un 3 por ioo de los combatientes
de primera línea probaron bocado durante el primer día del
asalto, y que el mismo día sólo se consumió la quinta parte de
agua que el segundo y siguientes, lo cual tiene su explicación.
por la tensión que el combate encarnizado produce.
A pesar de esta realidad palpable, continuamos sobrecar
gando de raciones, a nuestros hombres hasta el fin de la guerra
cada vez que montamos un ataque importante. Para compren
der por qué lo hicimos, debemos dar de lacJq,a toda observa
ción hecha en el campo de batalla y acudir a la Historia: Hace
unos siglos, Federico tuvo una idea!
El pesode las-municiones.
Más impórtante y digno de discusión que el número de racio
nes de previsión que debe llevar el soldado es el peso de la mu
nición con la que se le debe cargarj pues el fuego es el resorte
-
(i)
Probablemente,
el tornillo
de fijci6n
del pedernal.
-
de la movilidad y un hombr no ‘puede disparar sin cartuchos.’
También en este caso son interesantes los antecedentes históri
cos de la solución adoptada.
Dejando chiquito a Scharnhorst, von Moltke decidió en su
época que la carga de municiones más adecuada para el ro
busto sóldado prusiano era la de 200 cartuchos, y desde enton
ces ésta se convirtió en la dotación reglamentaria de los Ejér
citos modernos. Los rusos y los japoneses la emplearon en
1904-1905,
y la mayoría de los beligerantes en la primera guerra
mundial. Por lo que podemos saber, ninguna autoridad de im
portancia juzgó adecuado el poner en tela de juicio si esa cánti
dad de cartuchos tenía alguna justificación táctica o logística.
En el Ejército expedicionario norteamericano que actuó en
Franciá durante los años 1917 y 1918, nuestros Generales se
atuvieron normalmente a la práctica de exigir a sus soldados
que llevaran toda la dotación reglamentaria durante las mar
chas de aproximación, inclusive en los sectores “en calma”, y
en tiempo caluroso, los resultados fueron brutales. Podemos
dictaminar sobre lo acertada que era esa directiva con la simple afirmación de quenuestros soldados tenían quellevar sobre
sí diez veces más cartuchos que los que podían consumir en cual
quier’eventualidad.
Después de laprimera guerra mundial, varios Estados Mayo
res Generales, y especialmente el francés, examinaron la idea,
aunque no muy a fondo, de que con la mejora que la motori
zación suponía para el transporte en primera línea, podría qui
zá relevarse al soldado de llevar su reserva individual de muni
ciones. Pero tan piadosa intención no dió resultado alguno, a pe
sar de que durante la primera guerra mundial se habían’ afia
dido al péso global del, equipo del soldado armas y efectos tales
como la bomba de mano,-el cuchillo de trinchera y la máscara
contra gas.
Cuando llegó la segunda guerra mundial, la regla de tres,
que casi un siglo antes había establecido Moltke, seguía aún
causando desolladuras al - infante, a pesar -de que, entre tanto
y debido a los adelantos del transporte civil, el sistema de abú
tecimiento de la zona de combate había sufrido una transfor
mación tan revolucionaria, que había llegado a ser imposible
qúe la primera’ línea se quedase -sin municiones: los “jeeps” y
los órugas de municionamiento llevaban los cartuchos hasta los
mismos puestos de mando de primera línea, y cuando no po
dían actuar ‘con la debida celeridad, los aviones los arrojaban
desde el aire en grandes cantidades.
A pesar del cambio de situación, no hubo alivio para el sol
dado. Verdad es que no seguimos al pie de la letra el precepto
de Moltke; nos apartamos de él, pero no principalmente para
aligerar el peso que el soldado había de llevar, sino para hacer
sitio para otras clases de munición.
Así, por ejemplo, durante los dos años últimos de las opera
ciones del Pacífico, los fusileros -que desembarcaban en las pla
yas llevaban generalmente sólo 8o car’tuchos de fusil o de cara
bina. Pero esta concesión especial se les hacía para que pudie
ran llevar ocho bombas de mano, o en algunos casos cinco; por
que se suponía que en el combate a corta distancia que le es
peraba, las ‘cinco u ocho bombas de mano les procurarían un
margen de seguridad mayÓr -que el que les podrían proporcio
nar otros 8o cartuchos de fusil.
Los hechos probaron que esta suposición era poco realista.
Si se analizaban cuidadosamente las actuaciones de las Com
pañías en los combates por los atolones, se hacía evidente que el
soldado que empléabá una bomba de ,mano era casi tan raro
como el que llegaba a disparar 80 cartuchos de fusil; o sea que
las bombas que ‘se exigía llevasen los asaltantes no contribuían
ni a su mayor-seguridad
ni a aumentar, su potencia de fuego.
Pero ocho’ bombas son una carga muy embarazosa, pues pesan
5 kilogramos; si se hubiera limitado su número a dos, puede ase
gurarse que el empleo genéral y particular de esa arma no se
habría reducido y quelas luerzas así aligeradas no habrían sido
más vulnerables.
-‘
- Los estudios hechos sobre el particular prueban que cuando
todós los individuos de una Unidad llevaban ocho bombas de
mano, el número de los soldados que hacía”uso de una o más de
ellas no llegaba nunca a un 6 por ioo de los efectivos en una
acción general; igualmente probaron que las bombas de mano
sólo se -utilizaron con resultado práctico durante la fase inicial
de los ataques anfibios. Lo mismo ocurrió en Europa.
Como yo empecé en el Ejército siendo granadero, ‘tengo por
las granadas una afición sentimental. Durante la primera gue
rra mundial estaba convencido de-que el sistema, de lanzamiento
que se enseñaba no era el adecuado, y por ello llevé a cabo las
primeras pruebas, que’culminaron más tarde en su alteración.
55
Pero por entonces aprendí que para emplearlas con eficacia
hay que empezar por-comprender que es peligroso sobrestimar
su utilidad. Esa lección sigue siendo útil; el Alto Mando la sobres
tima al fijar una dotación individual tan elevada. El soldado
comete el error, en demasiados casos, de emplearlas para “lim
piar” los interiores de defensas tales como refugios antiaéreos
subterráneos y casamantas de muros gruesos, y, sin comprobar
su resultado, da por terminada su misión táctica.
Convengo en que existen terrenos y situaciones tácticas que
exigen movimientos a través de atrincheramientos o contra edi
ficaciones en los que la bomba de mano es indispensable. Pero
el sentido común nos dice que no hay ‘más justificación para
cargar al soldado de bombas de mano que la que existe para
cargarle de p’alos y de piedras; en realidad, esto no sería tan
perjudicial, porque se desembarazaría de éstos en la primera
oportunidad.
El mismo razonamiento sirve para condenar el que se dote
al soldado de bayoneta, arma que dejó de tener ningún valor
táctico importante hacia la época en que el mosquete impreciso
y de poco alcance fué desplazado por el fusil. Pero hemos se guido manteniéndol. tenazmente en parte, porque’ los hábitos
militares desaparecen con dificultad, y más principalmente por
la superstición de que el hierro hace más fieros y audaces a los
— soldados
y más propicios, por tanto, a cerrar sobre el enemigo.
Dudo de que ningún Oficial de las Armas, de Capitán para
abajo, participe lo más mínimo en esa superstición, y se debe
dar más valor a sus opiniones sobre este asunto que a las de
cualquier Oficial de mayor graduación que no tenga experien
cia reciente en el combate a corta distancia.
La bayoneta no es ningún agente químico, y su mera pose
sión no -aumentará lo más mínimo la intrepidez del soldado.
Tampoco la aumentará la instrucción de esgrima, por com
pleta que sea; todo lo que puede decirse de ésta es que tal ins
trucción no reporta más ventaja que la que se deriva del ejer
cicio físico que exige, es décir, que aumenta la moral por lo
que endurece los músculos y por lo que mejora la forma física.
Debemos valorar la bayoneta en lo que represente como ins trumento ofensivo y defensivo, y hacerlo sin sentimentalismos
y atendiendo sólo a lo que prueba la realidad. Si así lo hacemos,
la existencia de la bayoneta como parte del armamento indivi
dual será difícil de justificar. Por sorprendente que parezca, du
rante el sitio de Brest por la 29 División, en 5944, se dió una si
tuación en que una honda improvisada resultó útil para hostigar
al enemigo; una cosa parecida puede decirse de la bayoneta, y es
que pueden darse casos en los que pueda emplearse pro vechosa
mente. Pero la experiencia prueba que las probabilidades de que
ocurran son poquísimas. Es curioso el hecho de que en los com
bates del Pacífico durante la segunda guerra mundial murieran
más hombres por heridas de sable que de bayoneta.
En cuanto al teatro de operaciones en Europa, sólo se tiene
noticia de un ataque a la bayóneta, que fué el que llevó a cabo
el tercex Batallón del 502 Regimiento de paracaidistas en la
granja de Pommerague durante el avance sobre Carentan (Fran
cia) en junio de 5944. En este ataque fueron muertos a bayo- neta
tres alemanes, con la particularidad de que los tres fueron
muertos seis minutos después de acabár la carga principal.
El ejemplo de los paracaidistas.
-
Puesto que estamos tratando de la movilidad y de cómo de
bemos cargar al soldado con vistas a ella, nada hay más ins
tructivo que el estudio de las operaciones ejecutadas con fuerzas aerotransportadas
durante la segunda guerra mundial.
En el teatro de operaciones europeo, la dotación de los para
caidistas era de 8o cartuchos de fusil o carabina y dos bombas
de mano. Cuando los paracaidistas saltaron sobre -Normandía
el 6 de junio de
llevaba también cada uno lo siguiente:
un fusil semiautomático, una mina inglesa, dos raciones de pre
visión K (seis paquetes), un buzo impermeabilizado puesto SQ
bre un uniforme completo, un casco con su red y barboquejo
de sujeción, rin gorro de punto, una muda y un repuesto de
ropa interior, dos pares de calcetines, una herramienta de atrin
cheramiento, una máscara contra gas, un paquete de cura mdi- vidual,
una cuchara, dos mantas, un saco-petate con su correa
je, un paquete de sulfamidas, un neceser de aseo y un paracaí
das de reserva.
A pesar de todo ese peso, la característica más saliente de
esas fuerzas fué, indudablemente, su mpvilida,d, porque la ma
yor parte de sus componentes hicieron uso del sentido común,
ya que saltaban con mucho peso, pero semovían sin estorbos.
56
Tan pronto llegaban a tierra, la mayoría abandonaban todo
equipo que juzgaban innecesario, y lo hacían sin esperar a nir
guna orden, y muchas veces aun antes de establecer contact
con el enemigo o de reunirse con sus camaradas. Su actitud er
la respuesta intuitiva a un curso de instrucción que les habí
recalcado que lo principal era conservar-la movilidad.
El resorte que impulsaba a esas fuerzas era el espíritu de su
hombres; se movían y atacaban como la Infantería ligera, yl
ventaja que les daba el factor sorpresa compensaba con ez
ceso la desventaja de su escasa potencia de fuego. Además, pre
sionaban fuerte en toda la línea, y su volumen -global de fueg
demostró ser tácticamente suficiente, a pesar de que las cir
cunstancias de su abastecimiento fueron, en general, adversas
Las Divisiones 82 y ros se encontraron en una situación e
la que durante dos días enteros todos sus elementos estabaz
en contacto con el enemigo, y sólo los grupos cercanos a h
playa de Utah tenían asegurado su municionamiento. Alguno
de los grupos recibieron más municiones de los aviones de r
primera oleada o de otros en misiones de reabastecimiento; per
hasta que las fuerzas de tierra que llegaron por vía marítim
no los rebasaron, muchos de los fusileros aerotransportados de
pendieron exclusivamente de los 8o cartuchos y dos bomba
de mano con los que habían saltado.
Y, sin embargo, en el conjunto de las operaciones de los cm
co primeros días que transcurrieron de ese modo, o sea hast
el cruce del Merderet por la 82 y la conquista de Carentai
por la sor, sólo se dió un caso en el que un destacamento tu
viera que ceder terreno temporalmente por falta de municio
nes. Ello ocurrió en Le Port Bridge, cerca de la desemocadun
del Douve, donde 84 hombres del 506 Regimiento de Infante
ría paracaidista, maridados por el Capitán Charles G. Shettle
tuvieron una de las actuaciones más heroicas de la invasión
Su resistencia fué de la. mayor importancia estratégica, pue
fué en la cabeza de puente que defendieron donde los Cuerpo
de Ejército V y VII pudieron, finalmente, soldar sus líneas.’
Al principio, el grupo del Capitán Shettle aguantó sin pér
dida de moral los apuros que la falta de munición le originaban
retirándose simplemente sobre el puente, y más tarde recobra
ron el terreno cedido cuando pudieron hacerse con un par d
bultos de munición que se les lanzaron desde el aire.
Lo qué ocurrió a Shettle y a sus hombres merece ser tenid
en cuenta, y si hecho a hecho pudiéramos recomponer todo lc
sucedido a la Infantería durante la última guerra, descubriría.
mos la frecuente repetición de incidentes parecidos.
Hay dos causas fundamentales de la tendencia crónica s
sobrecargar al soldado con un exceso de municiones:
La primera es la creencia de que ello conviene para reforzai
su moral, es decir, que probablemente combatirá con meno
entusiasmo si le preocupa la idea de que se va a quedar sin mu
niciones. Eso es un error psicológico. El combatiente entusiasts
empleará hasta el último cartucho si cree que la situación k
requiere y tratará después de ver si coge más en sus inmedia
cioñes.
La segunda es la también errónea creencia de que las esca
seces de munición han sido frecuentemente causa de ‘esastre
tácticos en las guerras pasadas y que, por tanto, deben ser evi
tadas a ‘toda costa. Es difícil probar históricamente este error
porque la historia de todas las guerras pasadas está muy con
fusa cuándo se trata .de enfocár lo sucedido en la primera líner
de fuego. Pero cuanto más de cerca miramos los detalles de lc
ocurrido en ella durante la segunda guerra mundial, vemo
más claramente que en las circunstancias de la guerra mo
derna lo que menos probablemente- ocurrirá es una derrota po
falta de municiones. La movilidad del abastecimiento y la pro
fusión de las comunicaciones reduce al mínimo este riesgo. Ade
más, siempre hay reserva de munición a mano. El soldado en•
tusiasta y deseoso de utilizar sus armas tiene esas reservas er
las éartucheras de su vecino, que le acompañará en el combate
pero que no hará fuego. Análogamente, la Unidad, en situaciór
apurada por la presión enemiga, tiene una reserva de municio
nes en uno de sus flancos o en los dos, ya que la presión nuncs
es uniforme -en toda la línea y es un deber de las Unidades que
- sufren
menos presión el poner a disposición de las que llevar
el peso del combate sus reservas de munición.
Es posible que estas ideas- parezcan una teoría impractica
ble; pero es un hecho que algunos de nuestros mayores éxitos
los hemos logrado así: el principio de prestar y compartir man•
tuvo la vivacidad de la defensa de Bastogne, punto en el que
durante ocho días de asedio,. se anduvo escaso de casi toda clase
de municiones, y los sitiados lo sabían.
Aunque el General de Brigada Antony McAuliff insistente-
mente repitió al vrIi C. de E. que estaba en peligro de ser
arrollado por su falta de municiones (situación que gradual
mente fué mejorando gracias a las misiones de reabastecimien
to aéreo), no ha habido operación duinte la última guerra en
la que el soldado norteamericano combatiese con más valor y
confianza. Las marchas no se hicieron a menos velocidad por
el hecho de que los soldados careciesen de armas y municiones
hasta llegar a 2 6 3 Km. del enemigo y la actuación de la arti
llería no fué menos intrépida y decisiva porque cada cañón
no pudiese disparar más de ro 6 52 proyectiles diarios. Deja
remos de apróvechar la lección de Bastogne si no valoramos
debidamente estos hechos y no los relacionamos con el mayor
problema que se presenta a las fuerzas en canpaña: el de. ópe
rar con la máxima economía de medios.
El no fatigar al soldado con vistas a la conservación de su
yigor combativó es un objetivo tan importante como cual
quier otro que podamos señalar para el logro de una mayor
eficiencia en el futuro.
Pero -aún no hemos empezado a hacer nada en ese aspecto.
Todavía no hay un convencimiento general de que el portea
dor humano, como su antiguo compañero de fatigas el mulo,
tiene unas posibilidades de transporte limitadas que, si se re
basan, causarán inevitablemente
una pérdida de abasteci
mientos y de movilidad y pueden originar el derrumbamiento.
Realmente, nos hemos portado siempre mejor con el mulo
que con el hombre. Siempre nos hemos preocupado de no car
garle con- más de un tercio de su peso, y eso que el mulo tiene
un sistema nervioso menos delicado, pues, que yo sepa, jamás
muló alguno reaccionó ante el combate con las angustias y
ataques de nervios de que no está libre el hombre.
El problema y las circunstancias que exigen su resolución,
mediante el empleo de métodos modernos, me fueron expues
tos con mucha imaginación por el General 3. F. C. Fuller en
una reciente carta:
- “...
el soldado no puede ser a la vez un combatiente y una
bestia de carga, del mismo modo que uná piezá de artillería de
campaña no puede ser al mismo tiempo un cañón y un ve
hículo de abastecimiento. La idea es errónea desde su naci
miento y, sin embargo, se ha repetido continuamente.
En esencia, - la guerra moderna, en el aspecto logístico, sólo
nos ha’ traído dos grandes novedades, que son: a, los vehícu
los mecánicos, que pueden descargar al soldado del equipo que
hasta ahora tenía que llevar, y 2. a, el abastecimiento aéreo,
que ha liberado de la carretera al vehículo.
Las ametralladoras sólo son fuego más rápido, y la bomba
atómica es sólo una enorme explosión; ambas cosas son nue
vas solamente en cuanto a su intensidad y a su efecto. Pero
las dos novedades arriba señaladas son de una naturaleza com
pletamente nueva en ló que se refiere al abastecimiento. Sola
ménte a fines de la segunda guerra mundial se ha revelado
conclusivamente la influencia que esos adelantos pueden tener
en la guerra futura.”
-
ElmorterocomodotacióndelaArtilleríaligera.
Teniente Coronel Theodore G. Bilbo. De la publictición norteamericana The Field Artillery iour
no!. (Traducción del Comandante Juan A.. Pérez Cebrián, de la Escuela de Aplicación y Tiro)
Nota de la Redacción de EJERCITO:
ligera de campaña. El -objeto de este artículo es demostrar
Llamamos la atención de nuestros lectores que, de entre -todas las armas de que se dispone en la actuali
para evitar una errónea interpretación de dad, es e1 mortero la que satisface más completamente las ne
lasideas que expone el autor. Este, en las cesidades de los objetivos asignados a la Artillería de campaña.
continuas alusiones que hace al - mortero
- Antes
de proseguir, debemos ‘intentar la definición de lo que
de 195 mm., y que, como se verá, constitu
se entiende por “una pieza que pueda incluirse entre las asig
yen la razón de ser del artículo, se refiere nadas a la Artillería ligéra de campaña”. Para llegar a una
al mortero de ánima rayada y proyectil definición concisa que esté’ de acuerdo con ‘los datos consigna
especial de 106,7 mm., de precisión com
dos en los manuales ‘técnicos, la Artillería ligera de campaña
parable a la de las piezas clásicas de arti
puede’. clasificarse en cañones, obuses, lanzacohetes y inorte
llería (no a la de los morteros de ánima ros, cuyo calibre se encuentre comprendido entre i y io mm.,
lisa empleados por la Inftzntería). De aquel montados sobre montajes fijos o móviles.
mortero se dió una descripción bastante am
Si sometemos a examen esta clasificación, veremos que deja
plia, en cuanto a sus características y em
mucho que desear, pues no existe razón, a nuestro juicio, paré
pleo, en el número 90, del mes de julio
que se fije 105 ‘mm. como tope máximo del calibre, desde el mo
de1947, ‘de esta misma Revista EJER
mento en que no puede decirse que sean el peso o la, movilidad
CITO. El mortero en cuestión de io mm.
los- que fijan los límites, puesto que existen piezas de mayóres
principalmente
es
- en el Ejército notreame
calibres con’ pesos casi idénticos, y tampoco puede achacarse
ricanola dotación del Servicio de Guerra a los cometidos específicos de la Artillería ligera, ya que en las
Químico.
Artillerías- divisionarias y en la reserva general de Artillería se
encuentran piezas de 1o5 mm. La respuesta pudiera en-con
Todo estudio profundo de un tema requiere una revisión con
trarse atendiendo en la clasificación más al empleo de las pie-,
inua de las particularidades
del mismo que asegure un pro
zas que a su calificación en calibres.
reso’ continuo, pero seguro, hacia los objetivos que constitu
La pieza ligera de Artillería debe estar proyectada para
en su base. No deben existir desviaciones en el camino que proporcionar un apoyo eficaz,.y en’este sentido podemos defi
onduce a la consecución de los mencionados fines. nir como “pieza capaz de ser incluídá entre las asignadas a la
Vamos a tratar de estudiar, desde este punto de vista, la evo
Artillería ligera de campaña” a toda pieza que, independien
.ución de la Artillería ligera, para lo cual trataremos de dar con
temente de su tamaño y calibre, seé capaz de proporcionar untestación a estas dos preguntas: ¿Cuáles son sus objetivos?
apoyo eficaz a l,as tropas a, las que apoya.’
Construir una pieza de estas características será la misión !Cuáles son las. piezas ideales para la Artillería ligera? El fin
primordial de la artillería es la destrucción del enemigo con el que en todo momento deberá tener presente la Artillería ligera
nínimo gasto de esfuerzos y elementos propios, “con objeto de - de campaña.
jue se produzca el agotamiento de la voluntad de combatir
Precisemos ahora qué es lo que realmente, significa la frase
lel Ejército enemigo”.
“proporcionar un apoyo eficaz a las tropas a lás que apoya”.
La Artillería ligera de campaña tendrá, por tanto, la misión Basta pensar sólo un momento para comprender que el “3poyo :lara de llegar a poseer una pieza que tenga la máxima poten
inmediato” no puede definirse en función de la distancia, sino
:ia de fuego para destruir al enemigo con el mínimo gasto de como aquel que nos permite intervenir por el fuegó sobre obje
ufuerzos y elementos propios, pero sin dejar -de ser una pieza tivos de interés inmediato’ que ptiedan suponer un peligro
igera que pueda incluirse entre las asignadas a la Artillería
para la Unidad a la que se’ apoya. Objetivos de interés mme•
57
•
-
-
diato serán todos aquellos que afecten o que se opongan al
cumplimiento de la misión asignada a las tropas a las que se
apoya.
Desde este punto de vista sí que se comprende la división
de la Artillería de campaña en ligera, media y pesada. A cada
una de ellás se le asigna la misión de intervenir por el fuego
en zonas determinadas del campo de batalla y contra tipos de
objetivos también determinados. La Artillería ligera deberá
intervenir en la zona.situada enfrente de las fuerzas a las que
apoya y precisamente sobre aquellos objetivos que impidan de
un modo directo el cumplimiento de la misión asignada a di
chas tropas. Las Artillerías media y pesada, áun cuando son
capaces de cumplir los cometidos asignados al apoyo directo
con ciertas limitaciones, deberán estar proyectadas para poder
intervenir a mayores distancias y contra objetivos más pro
tegidos o de mayor importancia. Como consecuencia de este pro
ceso de razonamiento, llegamos a la conclusión de que se pro
porcione un apoyo adecuado, cuando se hace fuego contra
los objetivos situados enfrente de las fuerzas a las que se apoya,
contra todos aquellos objetivos cuya destrucción o eliminación
entra dentro de las posibilidades del arma.
Podemos, pues, decir que la misión de la Artillería ligera de
campaña estriba “en proyectar y construir una pieza, cañón,
obús o mortero de cualquier calibre que produzca la mayor po
tencia de fuego con el menor gasto de esfuerzos y materiales, y
que sea capaz de hacer fuego en la zona situada enfrente de las
tropas a las que se apoya contra todos los objetivos cuya des
trucción o eliminación se encuentre dentro de las posibilida
des del arma”.. Esta pieza podrá tener cualquier calibre y cual
quier alcance, pero deberá cunplir con la condición de tener
un poder mortífero máximo y conseguirlo con el menor gasto
de esfuerzos y materiales.
Veamos, pues, cuál es la pieza que responde mejor
estas
características,
y para ello atendamos primeramente al as
pecto de su producción, bajo el cual no cabe duda alguna de
que el mortero es, en• comparación con los cañones, aquella
pieza que exige para su fabricación menor esfuerzo y menos
materiales. En comparación con el lanzacohetes, resulta tam
bién más práctico el mortero, si se- tiene en cuenta la impre
cisión de los cohetes en su estado actual de perfeccionamiento.
Con esto hemos visto que el mortero llena una parte de las
condiciones que hemos impuesto a la pieza ideal, esto es, que
su producción requiere el mínimo gasto de las disponibilida
des nacionales, tanto en materiales como en mano de- obra;
pero si examinamós la cuestión desde el punto de vista de la
duración de la instrucción, nuevamente nos cnvencemos, tras
un ligero examen, de que es más fácil la instrucción de los sir
vientes de un mortero que la de los de una pieza, obús o cañón
o de un lanzacohetes. Por otra parte, lainstrucción requerida
para su empleo táctico resulta también a favor del mortero,
sí como la necesaria para un adecuado enmascaramiento, ocul
tación, entretenimiento y cuidado del equipo.
De la misma manera resulta favorecido el mortero, desde el
punto de vista de la movilidad y facilidad de transporte y de
tiro en las más variadas condiciones del terreno. Puede pare
cer que el desierto y los terrenos llanos abogan en favor de los
cañones o de los obuses; pero debe reconocerse que los morte
ros son igualmente capaces de cumplir las misiones del apoyo
inmediato, al menos en la forma que han quedado definidas
anteriormente. Para los cometidos que exijan un alcance ma
yor se cuenta ya con la Artillería pesada o media.
- El séctor
de tiro es tal vez mayor en los obuses y cañones,
al menos en su estado actual; pero debe destacarse que está ya
proyectado un nuevo mortero con un sector de tiro de 3600.
En este aspecto, también resulta favorecido el mortero, puesto
que el montaje para llegar a conseguir los 360° de tiro resulta
mucho menos pesado y complicado cuando se trata de-un mor
tero que cuando se trata de cualquiera de los otros materiales
de Artillería.
En cuanto a velocidad de fuego, también resulta el uortero
superior al obús y al cañón, ya que aquél puede realizar cinco
disparos por cada uno de los que puede realizar el obús, con
la ventaja muy digna de ser tenida en consideración de que,
si bien es verdad que el proyectil de 105 mm. pesa i6 Kg. y el
del mortero del mismo calibre aproximado pesa solamente
xi Kg., el disparo completo del primero pesa 21 Kg., mientras
¿fue el del mortero pesa solamente 12 Kg., por lo cual, peso por
peso de munición transportada, resulta el mortero notable- mente
más eficaz que el obús.
Desde el punto de vista de la técnica de la ejecución del fue-
58
g, puede decirse que nuestra doctrina actual acerca del empl€
de. los fuegos masivos, que exige que todas las armas ba
cuyos alcances se halle el objetivo, se encuentren en condicb
nes de concentrar su fuego sobre él, parece que es el obús
pieza que reúne mejores condiciones; pero asimismo creem
que, perfeccionando la técnica del empleo de los morteros,
instrucción del tiro con ellos, y completáódoles los equipos c
intercomunicación,
puede alcanzarse con los morteros un
acción de- masa semejante a la que se consigue con los obuse
Las limitaciones de alcance que pueden aducirse en contra d
mortero se ven compensadas en parte por su mayor velocida
de fuego, que le permite situar un máyor peso de metralla e
el mismo tiempo.
Hasta el momento hemos visto las ventajas que, a nuesti
juicio, tiene el mortero respeto a las demás piezas de Artillerá
veamos ahora cuáles son las desventajas.
A primera vista, parece que el mortero presenta grandes de
ventajas en este aspecto; pero, para juzgar debidamente, d
bemos prestar atención no sólo a los errores probables, sino
la fragmentación de los proyectiles y a la forma de sus traye.
tonas respectivas. La fragmentación característica de los mo
teros cubre los alredededores del punto de explosión de casc
tes mortíferos, mientras que los obuses presentan una distr
bución de los cascotes más densa en sentido perpendicular
movimiento del proyectil.
—
El proyectil del obús transporta TNT en cantidad de 2 Kg
mientras que el de mortero está cargado con el mismo expli
sivo, del que lleva 4 Kg., ya que las características balístic
del primero exigen un mayor espesor de paredes, lo cual Ilex
aparejada una disminución de la carga explosiva. Tanto
mortero como el obús están dotados en la actualidad de esp
letas rápidas, instantáneas, de retardo y de tiempos. El fueg
de morteros es especialmente adecuado para la destrucción c
los asentamientos enemigos, incendio de edificios y establec
miento de cortinas de humo.
Las trayectorias de ambos proyectiles abogan en favor de h
morteros, ya que permiten batir todas las posiciones o desenf
ladas que se encuentren con gran’sencillez, mientras que
empleo del obús de io mm. exige la utilización de las traye
tonas de la segunda rama con todas sus molestas -consecuer
cias.
Debe tenerse en cuenta, además, - que en la Conferencia
la Infantería de 1946 no se consideró que el error de los mort
ros fuese excesivo para las necesidades del apoyo inmediat
Las últimas plantillas para el Regimiento de Infantería con
tituyen un testimonio dé la confianza de la Infantería en l
posibilidades del mortero para proporcionar un fuego precin
al asignar una Compañía de morteros pesados a cada Reg
miento de Infantería como armas destinadas al apoyo mm
diato orgánico.
En cuanto al alcance, el mortero actual (ros mm.) tiene u
alcance de 4 Km., mientras que el obús alcanza a los 21 Kn
El alcance de los nuevos morteros en pruebas es bastante mí
yor que el actual; pero hasta el momento no puede adelantan
nada al respecto. Es evidente que en este aspecto la diferenci
es clara a favor del obús; pero debe tenerse en cuenta que, d
das las misiones asignadas a la Artillería ligera de apoyo ir
mediato, las posiciones ocupadas durante la pasada guerra
encontraron en muy raras ocasiones por detrás de las líneas
más de 4 Km. de la línea principal de resistencia, siendo l
distancias más corrientes comprendidas entre 1 y 3 Km. L
posiciones para los morteros deberán encontrarse entre 2
2,5 Km. por detrás de la línea principal de reistencia, por
cual les quedan aún 1.900 a 2.400 m. de alcance eficaz por d
lante de dicha línea.
Los objetivos situados más allá del alcance eficaz de b
mórteros deben ponerse bajo la acción de las Artillerías med:
y pesada.
Veamos cómo puede establecerse la comparación, en rel
ción con el frente asignado a la Unidad a la que se apoyi
Utilizamos al efecto números -un tanto arbitrarios. El frent
asignado •a un Regimiento de Infantería en defensiva es d
2.500
a 5.000 metros. Nuestra doctrina actual indica que deb
utilizarse un Grupo de Artillería ligera de apoyo directo, co
r8 obuses, que debe poder proporcioxiar el apoyo inmediat
en caso necesario. Cualquier cambio en la doctrina actu
deberá proporcionar, al menos, la misma potencia de fuegc
de que se dispone en la actualidad. Comparemos la potenc:
de fuegos de un Grupo de obuses con el de un Grupo de morti
ros, en el supuesto de que ambos se encuentran disparando
la máxima cadencia,
-
N.°
Disp.
piezas
)rteros
ús
i05 ni
m...
.
36.
i8
Peso
metr.
Disp.
mm.0
Peso Peso de los Peso uerto
TNT
disp.
no dispa
por completos rado contra
por mio.
el enemigo
uin.°
Kg.
Kg.
720
8.5oo
7
1.100
3.000
170
Kg.
Kg.
8.500
1.100
25
360
De. este cuadro se desprende que, a la máxima, cadencia, el
rtero es la más eficiente de las dos armas, ya. que llegamos a
conclusión de que si tenemos en cüenta el peso de la metra
lanzada sobre el énemigo, un solo mortero puede sustituir a
obuses de Artillería de 105 mm., lo cual significa que con sólo
atro morteros podemos reemplazar al Grupo de obuses, con
taja en relación con el peso de metralla que podemos lanzar
re el enemigo en un momento dado.
Con estas cifras como base, vamos á estudiar los posibles
ctos de la limitación de alcance, que es una de las principa
desventajas aparentes de los morteros. Por el momento,
iitaremos nuestra . discusión a las distancias inferiores a los
co ni. de la línea principal de resistencia, con cuya condición
mos a determinar a qué distancia de dicha línea deben co
arse los morteros para que cada punto del terreno pueda
batido, al menos, por cuatro morteros, con lo cual propo
naremos al Regimiento la misma cantidad de. fuego que el
upo de obuses. Para ello supondremos que se dispone de 12
)rteros distribuidos en tres secciones de cuatro morteros cada
a, que.podemos colocar a 3.200 m. a retaguardia de la línea
ncipal de resistencia cubriendo la tercera parte del frente
gnado al Regimiento con ‘un fuego equivalente al del Grupo
Artillería ligera. Cuanto más cerca coloquemos las Unidades
morteros y más estrecho sea el frente asignado al Regimien
mayores serán las posibilidades de fuegos de masa realizados
las Unidades de morteros.
Ñ O RM AS
SO BRE
C O LA BO RA.C O N
-
De la discusión precedente se desprende que puede reempla
zarse con un Grupo de morteros la artillería compuesta de tres
Grupos de obuses de io5 mm., que actualmente realiza las mi
siones de apoyo a una División. Un Grupo de obuses requiere
un personal de 669 Oficiales y tropa, y un Grupo de morteros,
656 Oficiales y tropa,-con una diferencia a favor de los morteros
de sólo 13 hombres. Existen, indudablemente, muchas solucio
nes para la integración de las Unidades de morteros en la arti
hería de las Divisiones. Una de las soluciones podría ser el que
la’ Artillería divisionaria constase de tres Grupos, compuesto
cada uno de los cuales por una Batería de Plana Mayor, tres
Baterías de 155 mm., una Batería de morteros de 105 mm. y
una Batería de Servicios. La Batería de Servicios actual debe
ría incrementarse, al menos, con dos camiones de 2,5 Trn., con
sus correspondientes remolques y el personal necesario para el
manejo de los cargamentos. Se debería contar con nueve Sec
ciones de Observación avanzada.
El empleo táctico de una Artillería divisionaria,, organizada
en la forma que se ha expuesto, exige el estudio de múltiples
y complejos factores que se salen de los límites que hemos
impuesto a este’artículo, uno de los cuales podría ser el que, al
realizar la distribución de misiones tácticas, podría. suceder
que se asignasen misiones de apoyo directo a los Grupos de
155 mm., o que la Batería de morteros realizase el apoyo mme
diato,.pero reforzando sus fuegos en caso necesario, gracias al
auxilio del Grupo de ‘55 afecto al mismo Regimiento de In
fantéría.
La Artillería divisionaria contaría en esta forma, con nueve
Baterías de 155 mm., con el consiguiente incremento de los.
fuegos de contrabatería, en los casos en que se notara alguna
preponderancia de los’ fuegos de artillería enemigos. No puede
existir duda alguna de que la “adición” de los dos Grupos de
Artillería de 155 mm. daría, a la Artillería divisionaria no sólo
un-a mayor potencia de fuegos, sino una creciente flexibilidad.
De acuerdo con lo que llevamos expuesto, creemos que es ne
cesario dar en adelante una mayor importancia y dedicar,
en consecuencia, una mayor atención a la investigación, expe
rimentación y desarrollo de los morteros de cuanto se ha hecho
hasta’ la fecha.
Esta discusión acerca de los morteros no quedaría completa
los trabajos
de colaboración
es
Puede enviar sus trabajos toda la Oficialidad, sea cualquiera
su’ empleo, escala y situación.
EJERCITO
publica tanibién trabajos de escritores civiles
cuando el tema y su desarrollo interesa que. sea difundido en el Ej ército.
Invariablemente se remunera todo trabajo publicado con una cantidad no menor de 400
pesetas, que puede elevarse hasta 750 cuando su mérito lo justifique.
Se exceptúan de la norma anterior los trabajos que se utilizan fragmentariamente o se in
cluyan en la sección Información, Ideas y Reflexiones, cuya remuneración mínima es de
200 pesetas, ‘aunque ésta también puede ser elevada según el caso.
Admitimos fotos, composiciones y dibujos en negro o en color que no vengan acompañando’
trabaj os literarios y que sean de carácter adecuado a la Revista. Pagamos su publicación
según convenio con el autor.
Es muy conveniente enviar con los artículos fotos a propósito y dibujos explicativos, eje
cutados con la mayor limpieza y claridad; mas ello no es indispensable.
Los trabajos deben enviarse certificados; acusamos recibo siempre.
Solicitamos la colaboración de la Oficialidad para GuIóN, Revista ilustrada de los Mandos
s.ulbalternos del Ejército. Su tirada, 25.000 ejemplares, hace de esta Revista una tribuna
resonante donde el Oficial pued’e darse la inmensa satisfacción de ampliar su labor diaria
de instrucción y educación de los Suboficiales. Pagamos los trabajos destinados a GuIÓN
con 200 a 500 pesetas.
Admitimos igualmente trabajo de la Oficialidad para la publicación titulada REVISTA ‘DE
LA OFICIALIDAD DE COMPLEMENTO.—APÉNDICE
DE EJÉRCITO, en iguales ‘condiciones que
para GUIÓN, siendo la remuneración’ mínima la de 250 pesetas, y la ‘máxima hasta 6oo.
,
59
sin hacer mención de que el Cuerpo de Agentes Químicos cuen
ta en la actualidad con un Grupo de morteros de 105 mm.
Para la inclusión de estas armas en un Cuerpó que, en el mejor
de los casos, no debe actuar, a menos que el enemigo se ade
lante, a utilizar los agentes químicos, no existe otra razón que
el que este Cuerpo tomó la iniciativa en la aplicación de los
morteros en este cometido y estudió sus posibilidades de adap
tación a la guerra química. El mortero es realmente ideal para
este propósito; pero no dejaría de prestar el cometido de distri
buidor de los agentes químicos en el caso en que actuase bajo las
órdenes de la Artillería. Toda División cuenta, en efecto, con
un Oficial de enlace, encargado de cuanto se relaciona con la
guerra química, por lo cual lo único que habría que hacer en
caso en que se decidiese recurrir a este tipo de guerra, sería
mandar a este Oficial al puesto central de tiro y seguir sus indi
caciones en cuanto al momento, lugar y tipo de agente químico
que desea .se utilice.
Para terminar, se ofrecen a la consideración de los lectores
unas cuantas preguntas, que, a nuestro juicio, terminarán de
fijar las ideas:
1a
¿Se ha hecho algo para lograr el mortero autotranspor
tado?
2•a
¿Sobre qué tipo de terrenos se llevará a cabo la pró
guerra?
3.
¿Es el Cuerpo Químico más indicado que la Artil
para la utilización de los morteros?
4a
¿Se han realizado todas las pruebas posibles acerca
empleo de los morteros en el apoyo directo?
a
¿ Ha pensado alguno de los Oficiales del Cuerpo Qu
co o de los de Artillería acerca de la posible utilización del
po de morteros en el apoyo directo?
6.
¿Por qué se ha dado tanta importancia en la última
rra a la localización de los morteros enemigos?
7a
De entre todas las armas utilizadas por el eneri
¿cuál es la qúe más bajas nos causó en la segunda guerra n
dial?
8. a ¿Lucharemos en la próxima guerra contra un ener
dotado de superioridad artillera, lo cual exigirá dar una priz
dial importancia a los fuegos de contrabatería?
a
¿Tienen los tres Grupos de Artillería ligera de cami
(2.007
hombres) un mayor potencial mortífero que el del
mo número de Grupos de morteros (1.978 hombres)?
io. a ¿Cuál sería el grado de eficacia del Grupo de morti
en comparación con el de obuses de io mm., en apoyo d
operaciones realizadas desde el aire o desde el mar?
Lapazporeldominioaéreo.
Conferencia del Mayor del Ejército de los EE.UU. Alexander P. de Seversky. PbIk
por la Revista Militar y Naval del Uruguay. (Extractado por la Revista EJERC
-
Por desgracia, los acoñtecimientos de hoy día no garantizan
que las naciones del mundo estén en condiciones de resolver pa
cíficamente sus diferencias. Las Naciones Unidas no se han
convertido todavía en el árbitro eficiente de las disputas inter
nacionales. La esperanza de la Humanidad en una paz dura
dera fluctúa como la llama de una vela a la brisa de las vicisi
tudes pólíticas. En un momento se alarga brillantemente; en
otro disminuye hasta ser un pequeño punto luminoso. El peli
gro de que puedeextinguirse inesperadamente y el mundo se vea
una vez más sumergido en la oscuridad de la guerra está siem
pre presente.
Este peligro no puede ser descartado. Debe ser examinado
tranquilamente con mente clara y serena.
E1 hecho es que el empleo de la fuerza no ha sido aún pros
crito por la Humanidad. El mundo se encuentra todavía en un
torbellino. Ha sido dividido geográficamente en dos partes
opuestas. Una parte está organizada bajo la dirección de un
estado policíaco, que es en todas y cada una de sus células tan
totalitaria como lo era el fenecido régimen nazi en Alemania;
ésta es la oriental. La otra mitad está dirigida por las naciones
democráticas; es la mitad occidental; ambas tienen puntos de
contacto con el Polo Norte.
El grupo totalitario está servido por autóm3tas que se lanza
rían instantáneamente a la guerra, a la orden de un solo hom
bre. Por esa -misma razón está destinado a desintegrarse y des
plomarse, una vez que la autoridad del dictador esté compro
metida.
Nuestra unidad es una fraternidad de hombres libres, inspi
rados espiritualmente. Si aceptamos el desafío de la agresión
y luchamos, no será por un hombre o una clase, sino por idea
les que no pueden abandonarse. Nuestra voluntad para resis
tir y ganar serán, por lo tanto, infinitamente más fuertes.
Las comunicaciones y transportes han encogido este pla
neta a un grado tal que se ha hecho difícil, si no imposible, la
coexistencia
de dos sistemas sociales y morales diametral
mente opuestos. Es posible que sea indebidamente pesimista,
aunque prefiero llamarme realista. Pero me parece que sólo
hay dos caminos por los cuales podrá alcanzarse un mundo pa
cífico.
Primero.
Una ideología sucumbirá frente a la otra por con
taminación o infiltración. El sistema más viril y enérgico su
perará al débil despertando revoluciones internas, creando así
una única y uniforme ideología mundial y estableciendo una paz,
ya sea por persuasión o subyugación, que puede durar un siglo.
Segundo.
Si no se logra tal triunfo ideológico, se hará iii-
60
evitable una decisión militar, y el bando victorioso estan
condiciones de mantener la paz durante un siglo, si no
siempre.
Bajo estas circunstancias, no pretendamos cerrar nue
ojos a los hechos. Aunque consideramos pérfida y horribJ
guerra, debemos reconocer que es una probabilidad const
y preparamos para toda eventualidad. El autoengaño por n
tra parte sería simplemente una invitación a los dictal
ambiciosos para que actúen contra nosotros.
En una lucha entre dos hemisferios, ninguna nación
Continente americano, ni aun los Estados Unidos, podrá se
vivir sola. Nadaremos o nos hundiremos juntos. Por lo tr
al tratar nuestra posición estratégica, decir nosotros q
decir todos los pueblos de este hemisferio.
En toda la Historia, las formas preponderantes del tr
porte han determinado el carácter y la estrategia de la gu
Han fijado los canales y los medios por los cuales puede ll
se la destrucción hasta el enemigo. Toda consideracióne
tégida debe, por tanto, tomar el transporte como punt
partida. El factor dominante de nuestra época es que h
ertradoen
la edad del aire. El “océano aéreo” que envuel
nuestro globo se ha convertido en la más eficiente vía de ti
porte.
Es evidente, n consecuencia, que el próximo gran confl
si llega, será librado en el aire; el choque decisivo de hombi
máquinas será elevado desde la superficie de la tierra has
cielo. El resultado de esta batalla en la tercera dimensión
definitivo. Las fuerzas y las armas de superficie no ten
importancia hasta que se haya alcanzado una decisión en el
El avión, aun en sus formas primitivas, jugó un papel c
derable en la primera guerra mundial; pero sus valores t
cos y estratégicos, basados en la eficacia real, no fueron co
yentes para el observador medio. Sólo aquellos que se pre
paron de analizar cuidadosamente aquella experiencia pi
ron discernir el papel a que estaba destinado el poder s
como fuerza importante en el conflicto futuro.
El motivo por el cual fué tan difícil prever las posibilid
fué que no se habían producido cambios tecnológicos re
cionarios en los métodos de vuelo y de propulsión; parecír
ber límites definidos para la velocidad, tamaño y capacida
transporte del avión.
A la terminación de la segunda guerra mundial, sin emb
el panorama era absolutamente distinto. Cierto que el conf
fué ganado y librado con aviones tradicionales; pero toda
naciones beligerantes y Alemania en particular estaban
bral. de conseguir innovaciones revolucionarias de vuelo y
pulsión. Nuevos inventos habían abierto la posibilidad de
lo supersónico y se había desarrollado la propulsión a cho
y a cohete. Aun sin estas asombrosas innovaciones, el avión
ía madurado para fines de la guerra, desde un arma auxi
de las armas más antiguas hasta convertirse en el arma
damental de una organización militar totalmente nueva...
ta ser una nueva fuerza militar de carácter estratégico. Se
ía convertido en el método más eficiente de llevar la guerra
ravés de un nuevo medio: el aire. Podía por su propia acción
ependiente destruir la capacidad para hacer la guerra y te
sos de un enemigo, y çon ello hacer terminar las hostilidades.
iste contraste entre las condiciones que imperaban después
la primera y de la segunda guerra mundial es de enorme im
tancia práctica. En lo pasado, quienes abogábamós por el
pleo de aquellas aeronaves más adelantadas que nos ofre
i las nuevas probabilidades
de la aeronáutica, éramos des
ados como soñadores. Se nos acusó de hacer un mal servicio
sfuerzo bélico, pues se argumentó que debíamos abogar por
armas verdaderas y probadas de que entonces se disponía.
embargo, la .misma guerra bien pronto demostró que sólo
nulando los planes estratégicos y tácticos muy por adelan
o, sólo llevándolos a la práctica en términos de las armas
mañana, puede évitarse la sorpresa de entrar en el campo
batalla con armas de ayer.
3ásicamente, una fuerza militar es aquella que se mantiene
misma en su propio elemento; que está capacitada para
mit el dominio de su elemento, a la vez que se lo niega a su
rersario Al asumir así la libertad de acción con su propio
nento, puede llegar a una terminación• de las hostilidádes
diante la aplicación directa de las fuerzas sobre los medios
énemigo para librar la guerra.
iste es el motivo por el cual los Ejércitos eran fuerzas estra
icas en tierra y las Marinas de guerra lo eran en alta mar.
oy día, ninguna de ellas puede mantener una batalla bajo
cielo hostil; han dejado de ser fuerzas estratégicas y se han
vertido en auxiliares del poder aéreo. Comprendo que este
ho revolucionario no es fácil de admitir. Pero es un hecho
debe ser mirado de frente si debemos sobrevivir a esta
ad del Aire.
To quiero decir que debemos prescindir de las fuerzas de tierra
rl mar; quiero significar que debemos asignar nuevas responsa
dades a los integrantes del equipo. Bajo las nuevas ondicio
estratégicas, las fuerzas terrestres y navales desempeñarán
damentalmente un papel de apoyo para las puntas de lande nuestro poder aéreo ofensivo.
un mundo que desgraciadamente nó ha aprendido a pres
lir todavía del arbitrio de la fuerza, los pueblos democráti
están decididos a hacerse especialmente fuertes. Queda por
erminar la clase de fuerza. La prueba más importante de
stro poder será nuestra posibilidad de tener una fuerza que
uie como persuasor eficiente de un agresor en potencia. En
guerra futura, la mera cantidad de armas no servirá a este
pósito fundametal. En la segunda guerra mundial aplasta
;‘ al enemigo con el peso. de hombres y máquinas. La canti
en definitiva, hizo historia y la victoria ocultó sus errores.
limos experimentar, improvisar, hacer salidas en falso con
terrible costo de vidas y riquezas. Si tenemos que luchar en
lercera guerra mundial, no tendremos ese cómodo margen
a equivocarnos. No podemos apostar nuevamente con la
ta preponderancia de potencial humano, recursos y poten
industrial. Esta vez el enemigo puede tener ‘a su disposición
población .y recursos acumulados del vasto continente eura
lico. La contienda por desgaste no estará únicamente de nues
parte. Por vez primera podremos encontrarnos en la posi
n de David. frente a Goliat. La estrategia americana debe,
lo tanto, ser concebida y llevada a la práctica correcta
nte desde el principio para conseguir un resultado estratégico.
‘ero, sobre todo, debemos impedir la anticuada lucha de ba
ietas en la superficie, en la cual la cantidad era el factor
isivo. Debemos dedicarnos más a la calidad que a la masa.
ualquier agresor en potencia debemos hacerle patente que no
s posible duplicar nuestra fuerza, en la cual reside el poder de
aasión. Si ello debe proporcionar un punto de partida a los
igerantes, la naturaleza de la estrategia americana debe ser
iocida por ellos. La forma de llevarla a la práctica, las armas
a tácticá, como es natural, deben ser mantenidás en secreto;
o la estrategia y el plan general deben ser conocidos por el
migo para llevarle a la melancólica realización de su desven
a si deciden recurrir a la guerra. Afortunadamente, tenemos
uestro alcance una estrategia que satisface estas condiciones.
Es tan claramente superior, tan adecuada al genio de América
y su capacidad física, que ningún adversario se arriesgará a un
desafío. Es una estrategia que elevará el conflicto humano
hasta el nivel más alto de la ciencia y tecnología modernas.
Ninguna nación industrialmente atrasada y políticamente ma
niatada puede abrigar la esperanza de competir con nosotros.
A la luz de estad consideraciones, hago una llaniada para que
admitamos y actuemos sobre la suprema realid3d de esta épo
ca, cuya realidad es que el Poder aéreo es nuestra primera línea
de defensa. Ya ahora todos, al menos de palabra, conceden la
primacía a la aviación. Sus partidarios ya no son atacados
como extremistas. Pero nuevamente debemos preguntar: ¿Qué
clase de poder aéreo? ¿La aviación táctica y la estratégica de
viejo estilo? ¿La aviación dependiente de la cadena de bases
distantes y, pór ende, dependientes de un Ejército y una Ma
rina gigantescos
el poder aéreo capaz de efectuar el salto di
recto contra el corazón industrial del enemigo? No es cuestión
de argumentar pequeñeces. Se va al núcleo mismo de la estra
tegia moderna. Es falsa la presunción de que una masa hetero
génea de aviones tácticos y de bombardeo, más el Arma aérea
de la Marina, más lá aviación del Ejército, la aviación de Infan
tería de Marina, la aviación de guarcostas, hacen el podér aéreo.
Una nación puede tener enjambres de aviones y, sin embargo,
no tener poder aéreo verdadero, tal como Hítler y Tojo lo
aprendieron demasiado tarde.
El contar con aeronaves inútiles puede drenar nuestros limi
tados recursos personales tan rápidamente como la construc
ción de acorazados anticuados y otras armas atrasadas e incul
car un falso sentido de seguridad. El verdadero •poder aéreo
en la situación actual de la aeronáutica significa una fuérza de
ataque que puede levantarse directamente desde nuestro con
tinente americano para atacar directamente el núcleo. indus-.
trial del enemigo y volver a bases sin detenerse. Así, la avia
ción está libre de bases en Ultramar que pueden ser sometidas
a la demolición, a la captura y a las vicisitudes políticas y mili
tares de otras naciones extranjeras. Sólo en estas condiciones
podemos no tomar en cuenta la fuerza de superficie del ene
migo y llevar la ofensiva, cualquiera que sea el resultado en
tierra. Afortunadamente; crear tal fuerza aérea es completa
mente práctico y factible. El motivo por el cual no ha sido
creado aún no es tecnológico, sino psicológico. La creación de
tal poder no exige nuevos inventos, sino solamente el refina
miento de los tipos existentes. Los prototipos de las naves
necesarias ya están volando.
Con el dominio total del océano aéreo firmemente en nuestras
manos, nuestra posición será análoga a la Gran Bretaña en el
siglo XIX: una pequeña isla frente a Europa estuvo en condi
ciones de mantener un siglo de paz. Esa época fué llamada de
Pax -británica. Ellos pudieron hacerlo sin militarizar a su pue
blo. Este milagro fué posible porque Gran Bretaña no intentó
tener la supremacía en mar y en tierra al mismo tiempo.
Quiso lo primero. Viviendo una época en que el agua era el
elemento decisivó para la destrucción del enemigo, Gran Bre
taña encauzó prácticamente todo su potencial disponible hacia
el poder naval, logrando el dominio absoluto de los mares me
diante una flota invencible. Esta estrategia daba tiempo para
formar un Ejército cuando fuese necesario. Esa época no ter
minó hasta que otra nación surgió para desafiar la supremacía
naval británica.- Hoy en día, el aire seha convertido en el ele
mento fundamental del poder mundial.
Una fuerza aérea réal, capacitada para dominar en el cielo,
puede dominar todo lo que está debajo. Si mantenemos nues
tro esfuerzo en tierra y en el mar en un mínimum y encauza
mos nuestros recursos hacia un poder aéreo interhemisférico
de largo plazo, podemos ser incomparablemente fuertes sin co
rrer riesgo militar.
Cuando reunamos valor intelectual para hacer frente a este
cambio revolucionario, podemos tener un siglo de paz.
La victoria, no menos que la derrota, tiene sus peligros, pues
to que las naciones victoriosas siempre están dispuestas a lu
char en la próxima guerra con los métodos y armas que proba
ron su éxito en la anterior. Consideramos a Francia después de
la primera guerra mundial embargada por el triunfo de las trin
cheras. Construyeron una trinchera supercolosal llamada Lí
nea Maginot. Como obra de ingeniería era soberbia, equipada
con todos los dispositivos científicos para la comodidad y efi
ciencia; pero seguía siendo una trinchera, era todavía un mo
numento a la trágica creencia de que la guerra próxima podria
ser tan estática como la pasada. Un oficial llamado Charles
De Gaulle advirtió que el arte militar- dinámico anularía las
trincheras. ¿Escuchó Francia? No.
1
-
Esta ilusión de seguridad fué confirmada por aclamados hé
roes, tales como Foch, Pétain, Joffre. Poner en duda su sabi
duría militar en esa época era cosa próxima a la traición.
Desde entonces, la Línea Maginot se convirtió en el símbolo
‘de la futilidad, pero su significado no ha sido totalmente com
prendido. Habiendo ganado nosotros la última guerra con fuer
zas del Ejército, la Marina y la Aviación, procedemos a crear
fuerzas análogas supercolosales. Las fuerzas que estamos crean
do tendrán todas las mejoras tecnológicas; los pequeños pla
neadores serán reemplázados por grandes planeadores; los ca
rros, por supercarros; las embarcaciones de asalto, que lanza
ban cohetes primitivos, serán reemplazadas por acorazados mo
dificados para lanzar cohetes “V-2”, y los portaaviones serán
como islas flotantes supercolosales. Pero los métodos actuales
de guerra con los que esperamos ganar la próxima son exacta
mente los mismos que fueron empleados en la pasada.
En América, hoy, la opinión pública y la legislación están
fascinados por el prestigio de los Generales y Almirantes que
les dieron la victoria. Se nos debe recordar, que la estrategia
de los tres elementos fué una improvisación que se nos impuso,
ya que no habíamos proyectado aviones que tuvieran un al
cance suficiente para atacar los puntos industriales vitales del
Japón desde nuestras bases. Técnicamente, los aviones con tal
alcance eran posibles y prácticos; pero fueron desechados por
los inteligentes con mentalidad terrestre. Fué creado el equipo
de tierra, mar y aire para llevar a la aviación de corto alcance,
paso á paso, isla por isla, hasta la distancia conveniente para
atacar el objetivo definitivo. Ciertamente, cuando se amplió
el alcance de la aviación disponible, esos pasos pudieron alar
garse, rebasando las islas interme4ias, donde estaba el Ejército
atrincherado. Con el aumento de la autonomía en la etapa final,
nuestras superfortalezas fueron situadas dentro del radio de
alcance para atacar al Japón propiamente dicho. En esta si
tiiación, al iniciar la fuerza aérea una sistemática demolición
de las fuentes del poder industrial japonés, las fuerzas del
Ejército y la Marina se convirtieron en simples espectadores.
El poder aéreo terminó la tarea y ésta es la clave para com
prender los hechos.
Terminamos con el grañ Ejército japonés en las islas metro
politanas y en el continente asiático, todavía intactos, pero
estratégicamente
importantes, con una masa fantástica de
fuerzas terrestres y navales americanas, listas para la invasión,
que resultaron intactas e inútiles.
El golpe decisivo fúé asestado por el poder aéreo, salvando
millones, de vidas americanas y japonesas. Nuestra invasión
real se produjo después de la rendición. Un puñado de Oficia
les y soldados americanos desembarcaron .y ocuparon un país
que todavía -poseía millones de combatientes frescos. El sig
nificado de esto debe ser inculcado a nuestro pueblo de ma
nera que haya menos peligro de gastar nuestros recursos y es
fuerzos nacionales en armas anticuadas. Después de haber sido
destruída la máquina industrial del Japón, siguió la invasión,
por su propio peso. La mayoría del país pudo comprender la
evidente enseñanza de esto; pero los estrategas profesionales de
superficie de la nación, ignorantes de los factores aeronáuticos,
estaban exasperados. Con muy pocas excepciones salieron de
la guerra cn pleno conocimiento del elemento temporal, y
accidental, es decir, del equipo mar, aire, tierra, para obtener
bases. Continuaban ciegos al anticipo de la estrategia del ma
ñana, revelado por la victoria, una estrategia donde no inter
viene la decisión del infante en el campo de batalla. Presencia
mos ahora una mentalidad de Línea Maginot que trabaja para
imponer a nuestras naciones equivalentes de la supertrinchera.
El programa actual de nuestra defensa nacional de fuerzas
equilibradas que operan desde una cadena de bases significa
sólo una cosa: la perpetuación de los métodos de la última gue
rra. El hecho de emplear métodos mejorados en aeromóviles
dirigidos, bomba atómica, propulsión a chorro y a cohete,
cambió la táctica, pero no la estrategia. El plan general de es
trategia que ha sido delineado por los dirigentes militares de
las potencias occidentales es el siguiente: las Divisiones de fuer
zas terrestres americanas y occidentales tratarán de detener la
marea rusa en el río Elba o en el, Rin. El círculo de bases aéreas
alrededor del continente eurasiático estará preparado de ante-.
mano o será ocupado por fuerzas de tierra, mar y aire. De esta
manera nuestra aviación estratégica actual será desplegada
para castigar los puntos vitales estratégicos del enemigo.
Entre tanto, nuestras Marinas, que operan bajo la protección
que les proporcionarán sus propios aviones, mantendrán ahertas las rutas marítimas para que llegue una corriente continua
de abastecimientos a las bases. Cuando el enemigo esté sufi
62
cientemente “ablandado” por nuestro poder aéreo, las fu
terrestres serán ‘lanzadas a la batalla, luchandó por cada p
de terreno con el Ejército enemigo. Al tomar forma la ah
occidental y el pacto del Atlántico, el procedimiento es
tico al de la segunda guerra mundial.
No, titubeo en desafiar a los estrategas. La lógica del
aéreo significa una fuerza aérea con alcance suficiente
atacar directamente desde su principal continente. La ru
que sea primera en prepararse para la guerra aérea interc
nental ganará la próxima guerra. Nosotros debemos prep
nos ahora. Mañana puede ser muy tarde. Una vez que el
junto industrial de una nación haya sido encauzado hacia
guerra aérea, terrestre y naval del viejo estilo, no será
detenerlo e invertir a tiempo su impulso. La próxima vez,
tamente, la estrategia no podrá ser modificada sin corr€
riesgo de ser derrotados durante la transición.
Los estrategas del viejo , cuño dividen generalmente
nuestra posición’ estratégica en dos aspectos: uno, mientra
nemos el monopolio de la bomba atómica; otro, cuando el
migo llegue a tener la bomba atómica en’ cantidad consid
ble. Se fija comúnmente el año 1952 como la línea divis
pero ¿qué ocurrirá cuando se cruce ese rubicón? Ofem
mente tendremos que luchar a través de las defensas aéreas
enemigo y al mismo tiempo atacar sus objetivos esenciales
cuanto a la defensa, debemos ‘estar en condiciones de cont
la fuerza aérea atacante enemiga que busque atacarnos, p
samente en la misma forma que antes con la vieja bo
de TNT, en lugar de la’atómica.
- La
confusión que rodea la bomba atómica surge del h
de que los físicos atómicos, quienes raramente son estrate
interpretaron
equivocadamente la fuerza atómica como
fuerza militar.
Teóricamente lanzan la bomba en el blanco con preci
nada fácil, sin intercepción alguna y también sin comprei
ninguno de los problemas tácticos que involucra su lanzam
to. Sobre esta base han profetizado que la próxima guerra
una guerra de aniquilamiento mutuo, una guerra sin vict
para ningún bando, una guerra suicida.
Nos dicen que habrá una bomba tan terrible que estari
condiciones de destruir a las naciones o aun a nuestro pla
de un solo golpe. .Si esto es posible, estoy seguro de que
hombres de ciencia construü-án esa bomba, ‘y cuando la ha
construido, seguro que la harán estallar por el placer de
cerIo, para demostrar su capacidad destructiva. En este c
el problema de la defensa nacional resultará enormemente
phificado.
La verdad es que la bomba atómica- es simplemente un
yo explosivo de inmensa potencia. Destaca enormement
poder destructivo de las fuerzas militares que la utili
Proporciona a las fuerzas estratégicas y, sobre todo, a la f
za aérea un nuevo explosivo enormemente más eficiente,
no revoluciona los principios del’arte militar.
Para un lego, esto puede parecer una distinción académ
pero para lograr la decisión, esto significa que la bomba d
ser lanzada 4esde el cielo por la fuerza aérea. A efectos de c
plir esto, nuestro poder aéreo debe conquistar el libre trán
sobre el océano aéreo. Por ello, antes de que la bomba atón
pueda ser empleada en una escala decisiva, la fuerza aérea
versaria debe ser neutralizada o vencida. El beligerante
tiene el dominio del aire sobre el territorio enemigo tiene ase
rada la victoria en todo caso, tenga la bomba atómica o te
sólo la TNT para imponer su voluntad. Supongamos que
enemigo tiene la’ bomba atómica en cantidad, pero un po
aéreo americano superior le niega nuestro cielo; la pose
del nuevo explosivo no tendrá entonces importancia. Pero
pongamos que el enemigo, por el ,contrario, no posee ningi
bomba atómica, pero ha estado en condiciones de vencer m
tra fuerza aérea y ganar la libertad de acción sobre el cielo a
ricano; podría aniquilarnos a placer con viejas bombas de TI
çomo lo’ hicimos en Alemania. En este caso, nuestra exister
de bombas atómicas será absolutamente inútil. La esencia
la estrategia no se encuentra en explosivos superiores, sino
redios superiores de lanzarlos; no en el volumen relativo de
existencias de bombas atómicas, sino en la relativa calidad
las’ relativas fuerzas aéreas. El hecho de que pueden llevl
explosivos más devastadores hasta el enemigo no altera la
trategia. lejos de anular el arte de la guerra, exige una es
tegia militar correcta.
No ha sido la bomba atómica la que revolucionó el arte
litar moderno, sino los medios superiores de lanzarla.
Muy pocas personas captan este hecho, aun cuando ha
[emostrado claramente en la última guerra. Aquellos que se éste un .hecho, podemos advertir una importante diferencia
‘egaron o no podían ver esta revolución en el arte militar, se estratégica entre el carácter de la próxima guerra y la pasada;
[ieron, cuenta, finalmente, de su realidad cuando la explosión es decir, que la guerra no puede ser llevada hasta el enemigo a
devastación prodticida por la bomba atómica -les hizo apren
través de los trampolines de bases intermediás.
.er este hecho.
Supongamos que la Rusia soviética poseyese bases aéreas
En mi opinión, una división realista de los aspectos estraté
en Cuba o en - Groenlandia; ¿por cuánto tiempo continuarían
icos séría la siguiente:
siendo rusas después de la iniciación de las hostilidades? Eviden
Primera.
El poder aéreo no puede lanzar bombas atómicas,
temente, las aniquilaríamos lanzando contra ellas todo el peso
menos que se le proporcionen bases en Ultramar. Esto exige de nuestro, poder de bombardeo.
in gran Ejército y una gran Marina. El esfuerzo nacional se
¿ Y es menos fantástico que nos propongamos conservar bases
livide en tres formas, de manera que ninguna de las tres fuer
en la periferia del continente eurastático?’Los puestos avanza-as alcanza el potencial máximo posible.
dos aéreos proyectados en el Norte de Africa, Euro-pa, el cerca
Segun da. Una fuerza aérea tiene alcance suficiente para lan
no y lejano Oriente, se encuentran dentro del alcance efectivo
ar la bomba atómica directamente desde sus fuentes de pro
del poder aéreo soviético. La mayoría de esas bases pueden ser
lucción continental,, sin necesidad de bases en Ultramar. Todo atacadas no sólo por bombarderos de largo alcance, sino tam
-l esfuerzo nacional debe ser dedicado a esa fuerza aérea, de bién por grandes masas de aviones tácticos de corto alcance,
nanera que alcance su potencial máximo. El Ejército y la Ma- tipo en el cual la cantidad más que la calidad es la considera
ma se reducen al mínimo como auxiliares.
ción militar. Sabemos que las fábricas alemanas y rusas etán
Tercera.
Las cargas explosivas atómicas son conducidas has- produciendo ahora millares de aviones tácticos. Pued-e esperarse
a el enemigo por “robot” o aeromóviles dirigidos, supersónicos
que los dirigentés soviéticos emplearán implacablemente estos
interhemisféricos. Todo el esfuerzo nacional se dedica a estas aviones considerando que pueden ser gastados, como si se tra
rmas, y el Ejército, la. Marina y las Fuerzas aéreas quedan re
tase de una deteiminada cantidad de cartuchos. Finalmente,
lucidas a auxiliares de dichos ingenios.
conservar estas bases y mantenerlas abastecidas significaría
Tratemos primero la tercera. Sería la era de la guerra de bo
también desafiar a las trescientas Divisiones del Ejército ruso.
ones, desde un tablero, que algunos de nuestros dirigentes han
El empleo de las bases exteriores para la acción por sorpresa
Ldelantado ya a nuestro público aterrórizado. En esta era, las inicial es posible. Pero su dominio permanente parauna ofensiva
taciones beligerantes se convertirán, en cierto sentido, en ver
estratégica sostenida es un sueño. Encontrándose dentro de la
[aderás fortalezas que dispararán artillería de largo alcance órbita del poder aéreo total hostil, esas bases- serán - capturadas
n la forma de ‘aeromóviles supersónicos. El Ejército, la Ma- o demolidas, paralizando ‘la estrategia que depende de ellas. La
ma y la Fuerza aérea serán simples auxiliares. La guerra será decisión definitiva se verá -postergada hasta que estemos listos
onducida por especialistas en estos tableros y, como lós aero
para emplear la aviación estratégica de gran alcance con ba
nóviles automáticos, serán guiados electrónicamente; la ver
ses en nuestro propio continente. Esto, a menos que el ene
Ladera lucha será por -el dominio electrónico. El objetivo fun
migo esté preparado primero con esa clase de poder aéreo.
amental será el poder electrónico del enemigo. Una vez neu
Todo aquello que hemos visto acerca de bases fijas se aplica
ralizado, la fortaleza será bombardeada hasta la rendición,
multiplicado por cien a las bases flotantes denominadas porta
Lespués de lo cual la fortaleza será ocupada por fuerzas de su
aviones. La única ventaja que se le puede reconocer es la mo
erficie o aéreas, según lo prefiera el -vencedor.
vilidad. Pero la maniobra que se -les reconoce en centenares
- Ahora
bien; por largo tiempo, los aeromóviles dirigidos con
de millas se hace insignificante frente a aviones que recorren
inuarán siendo de alcance limitado. Serán un arma del poder millares de millas. Los almirantes no han podido explicar aún
.éreo, lo miámo que el torpedo es un arma del poder naval;
cómo- un barco que navega óoo millas por día puede evitar el
iomo fuerza -estratégica, el aeromó vil -dirigido interhemisférico
ser descubierto por aviones que vuelan a razón de -óoo millas
e encuentra muy lejano en el futuro, por lo cual esa tercera por hora.
ase puede ser, por el momento, descartada. No tiene una rela
En la guerra pasada, los portaaviones no podían operar en
ión realista çon el mundo actual, de manera que nuestra ma
el Mediterráneo o en el Mar del Norte dentro del -radio de ac
•or preocupación es con las -otras dos partes. - ción de 1-a Luftwaffe alemana. Hacer más grande un porta
El dominio local del aire puede ser descrito como “aislacio
aviones -es, simplemente, proporcionar al enemigo un blanco
ismo militar”. Tal como él -aislacionismo nacional era posible mayor. Las islas flotantes, de 8o.ooo toneladas, en las que
n los días del alcance inadecuado de las comunicaciones y el nuestra Márina ha cifrado sus esperanzas, son monstruosida
ransporte, el -dominio local del aire fué posible sólo en los días des militares. Será gastar 250 millones de dólares en porta- —
el alcance limitado de la aviación.
aviones buenos, a lo sumo, para un asalto por sorpresa de ob
Ha sido el poco alcance de los aviones lo que -hizo necesario jetivo secundario antes de ser aniquilados. Sus aviones serán
stablecer y mantener bases en Ultramar.
inferiores a los equivalentes que Óperan desde tierra. No tengo
Nuestra invasión de Africa tuvo btfen éxito porque Ale
duda alguna que cuando se escriba la historia militar estos
rnnia no tenía una fuerza aérea estratégica con suficiente ca
mastodontes marinos serán citados como un ejemplo de lo
acidad de ataque y alcance pará impedir nuestro desembarco
cura estratégica. Pero, gracias a Dios, la acertada decisión de
n las costas africanas. En la época en que desembarcamos en nuestro ministro de Defensa, Luis Jóhnson, nos evitó continuar
talia, - la Lufwaffe se encontraba - muy seriamente debilitada
la construcción. “
ara constituir una -amenaza real para nosotros en el cielo.
La única base que esperamos apoyar convenientemente son
uando invadimos Francia por Normandía, nuestra superio
‘las- Islás Británicas. Son una base valiosa, porque: primero
[dad aérea era total.
están separadas del Continente por el Canal, y segundo, por
En el Pacífico, el cuadro no era muy diferente. Pudimos des- que tíehen poder industrial suficiente para, producir su ma
ruir las fuertes posiciones aéreas de los japoneses en varios quinaria de combate. Inglaterra es capaz de producir y man
tolones simplemente porque la principal fuerza aérea del Ja- - tener una fuerza aérea real comparable a la nuestra en tamaño
ón no pudo llegar en su socorro. Se encontraban aislados y y calidad, que, - juntat’iente con nuestra fuerza aérea, pueda
élo tenían ligeras instalaciones aéreas, y, por lo tanto, -pudie
vencer a un enemigo y conquistar el dóminio del aire. Una vez
n ser tomadas. Pero en lo futuro, cuando la- principal fuerza que esto se haya realizado, estaremos en condiciones de manérea de ataque de una nación esté en condiciones de surcar el - tener bases donde nos plazca; pero entonces ya no las necesi
spacio aéreo por todo el globo, el dominio local del aire será - taremos.
an absurdo- como el dominio local del mar en la época del
Es evidente, aun para el, lego, que no podemos dotar a cada
-oder naval. ¿Pudo alguna nación en el pasado establecer el una de las bases fijas o flotantes con defensas aéreas para reominio de una pequeña porción del océano frente a la flota del - - chazar el poder efectivo total que una fuerza continental pu
nemigo?. Evidentemente, no. Por esta misma lógica,- en lo futuro
diese lanzar contra cualquiera de ellas. Dentro del alcance
rá imposible mantener un dominio del aire sobre parte alguna
defensivo aéreo del enemigo, nuestras bases serían inútiles.
el océano o sobre parte alguna de un continente o litoral sin Una estrategia que tenga en cuenta la acción de tales baes
encer primero la fuerza principal del poder aéreo enemigo. ‘está condenada a la derrota. Detengánionos a pensar en el es
Cuando los aviones tengan un alcance mundial, el dominio fuerzo nacional que debe dedicarse a las fuerzas terrestres y
cal y temporal del cielo en cualquier punto, excepto en incur
navales para mantener una base en Ultramar -destinada a ‘la ones de un carácter no decisivo, habrá desaparecido. Será acción aérea estratégica. Puede verse fácilmente que el equipo
nposible proteger a una operación de superficie específica.
aéreO de largo alcance que opere directamente desde nuestro
Entonces, si el dominio local del aire no puede ser estableContinente podría producir la misma destrucción en el ene
ido, las bases en’ Ultramar no podrán ser mantenidas. Y si es migo con sólo una fracción de pérdidas de vidas humanas.
—
Pero ¿qué hacemos con nuestras actuales tentativas para con
tener la expansión rusa? A juzgar por la naturaleza de la
Alianza occidental y del Pacto del Atlántico, nos preparamos
para ombatir á los rusos exactamente en la misma forma en
que combatimos - a Alemania. Hasta ahora, no hemos com
prendido la revolución en el arte militar causada por el alcance
del avión.
En beneficio de la paz mundial y de su propia seguridad,
América debe ayudar a restablecer el potencial militar de
Europa occidental.
Pero nada se gana haciendo caso omiso del hecho de qüe la
Rusia soviética, hoy y en los próximos años, tendrá el dominio
materialde
Europa. Si el Ejército rojo, precedido por su avia
ción táctica, fuera puesto en movimiento hacia el oeste, no
hay fuerza real para detener el coloso soviético en el Elba o en
el Rin, aun cuando se dispusiera de las 45 Divisiones propues
tas. Donde Hítler irrumpió, Stalin no podrá ser bloqueado.
La creación en Europa de una fuerza capaz de hacer frente
a una ofensiva terrestre roja requeriría no sólo el adiestra
miento y equipo de varios cientos de Divisiones, la construc
ción de una gran flota aérea táctica de apoyo, sino también el
restablecimiento
de la fortaleza industrial sobre la que debe
descansar una máquina militar eficiente. Requeriría—y ésta
puede ser la parte más lenta de la tarea—el reacondiciona
mientG moral del pueblo europeo para el combate y la resis
tencia.
Mientras se realiza esta obra gigantesca, ¿qué harán los due
ños del Kremlin?
Debemos hacer frente a la verdad de que Moscú tiene y con
tinuará teniendo capacidad material para interrumpir y des
truir el rearme de Europa occidental en cualquier momento,
antes de que éste sea completado. Bajo el acicate de las ambi
ciones agresivas o los temores, es probable que la U. R. S. S.
ataque antes que el problema del rearme sea realidad. La
tentación para hacerlo aumentará a medida que las monta
ñas de equipo, nuevas bases aéreas e industrias reactivadas,
se apilen en Europa occidental, proporcionando un botín am
biciónado por un conquistador.
Se supone generalmente que el Kremlin estuvo dominado
hasta ahora (apartándonos de consideraciones políticas) por
el temor de provocar una guerra a muerte con los Estados
Unidos de América. Probablemente la Rusia soviética no está
completamente
preparada todavía para tal decisión. Sin em
bargo, aunque esto fuera cierto, el único factor con el que puede contarse para contener a Moscú en el futuro es la pers
pectiva de una represalia mortal americana.
El poder aéreo americano portador del átomo es la es
pada de Damocles, que pende sobre su cabeza. Cualquier po
lítica que obstaculizara la forja de esta espada o tendiera a
mellar sus filos sería desastrosa.
La coñdición indispensable para el rearme de Europa occi
dental es la existencia de una fuerza que proteja la, empresa.
Debe ser una fuerza que actúe como elemento de disuasión
sobre Rusia. En las condiciones actuales, los gigantescos
Ejércitos y Marinas, difícilmente pueden disuadir a Rusia,
cuya gran potencia está aún en la superficie. Todo el poder aéreo
estratégico americano “en existencia”, es decir, real y listo
para entrar en acción inmediatamente, ofrece la seguridad de
que la esperanza del renacimiento de la capacidad europea
para su autodefensa no.será estéril. Es la única fuerza que pue
de desalentar a un agresor en potencia de atacar, o, en el peor
de los casos, obligarle a aflojar su presión sobre el Continente.
Pero esta fuerza de represalia rio debe tener su base en Eu
ropa ni en sus alrededores, donde serviría como objetivo al
ataque soviético, o tendría que compartir la suerte de Europa
si la ofensiva roja tuviera éxito.
El poder aéreo estratégico, arroje bombas atómicas o de
cualquier otra clase, no es más fuerte que sus bases. Una vez
que estas bases son eliminadas, la aviación es inoperante.
Si por razón de un ataque inadecuado, es obligada a atacar
desde Europa occidental, este poder aéreo será tan vulnerable
al ataque y neutralización como cualquier otro objetivo mili
tar en esta zona. Será arrastrada a la deriva y derrotada por
el poder terrestre a través de la incautación o demolición de
sus bases.
Para cumplir su papel de elemento de disuasión como medio
de represalia decisiva, el poder aéreo debe ser inmune al ataque
soviético. Hacer de ella una misma parte de la zona que se desea
proteger, por medio de la dependencia de bases en Europa, es
cortejar el desastre.
Para almacenar mercaderías perecederas, la primera nece
sidad es un techo sólido. Hasta tanto se produzca el rearo
de Europa occidental, al punto de que equilibre la giganteri
potencia de superficie soviética, el rearme será algo surnamen
expuesto a perecer.
El Pacto del Atlántico está condenado al fracaso, a men
que captemos el. importante principio de la. guerra en su a
tual desarrollo tecnológico. A una fuerza terrestre prepond
rante, con su aviación táctica de apoyo, no puede impedírse
estar en posesión de su propio Continente, excepto median
una fuerza terrestre superior que ya se encuentre en el mi
mo continente. Un -poder aéreo estratégico preponderante,
tuado en un Continente, puede neutralizar y liquidar a
fuerza terrestre de otro Continente mediante la destrucci
de sus medios para librar la guerra, transmisiones, transpo
tes y avituallamiento.
El sostenimiento de Ejércitos defensores desde Ultram
en una escala decisiva se encuentra hoy fuera de toda cue
tión. Alentados por el buen éxito de la invasión europea en
guerra pasada, algunhs personas fijan sus esperanzas en ot
invasión mayor.
Como en la guerra pasada los aviones eran todavía de s
calce limitado, nuestras fábricas no fueron molestadas. L
rutas grandes del Océano estaban abiertas a nosotros. Pud
mos concentrar grandes Ejércitos, en Inglaterra sin grai
interferencia. A pesar de ellos, la invasión requirió años
intensa pre’paración y no pudo comenzar hasta tanto la fo
taleza terrestre del enemigo no había sido minada y de
truída virtualmente la fortaleza aérea.
Hoy, las fábricas americanas estarían bajo el ataque d
bombardeo enemigo tal como lo estarían los puntos de en
barque y desembarque. No habrá zonas marítimas libres
ataques enemigos. En estas nuevas condiciones, el tran
porte naval es demasiado vulnerable para conducir milloni
de hombres con su equipo hasta el Continente y a tiempo pai
impedir su captura. El transporte aéreo aún no puede aba
tecer cien o ciento cincuenta Divisiones a través de un Ocá
no. El abastecimiento por aire a Berlín, a pesar de ser úr
dramática hazaña, no debe engendrar ilusiones al respect
pues deben lograrse adelantos técnicos de vasto alcance, t
les como la propulsión por la energía atómica, antes de qi
sea posible el transporte del potencial humano en una esca
tan gigantesca.
El techo protector puede ser proporcionado solamente p
el poder aéreo americano, independiente de bases europeas
preparado para un ataque instantáneo contra las industri
y comunicaciones rusas. Con la garantía de ese techo, ur
Europa democrática puede comenzar a reorganizar su pote
cial militar.
Pero el problema del restablecimiento
de la vitalidad
fensiva europea no puede considerarse aislado. Está inexor
blemente ligado a la ecuación mundial y debe ser colocado
su puesto dentro’ del panorama.
En primer término, debemos crear una fuerza aérea estr
tégica americana de largo alcance y reforzar las Islas Brit
rucas, considerando que ellas constituyen nuestra base avat
zada más importante y susceptible de una defensa eficaz.
En segundo término, iniciar con sentido de la realidad
rearme de la Europa occidental’ para la creación de una fue
za militar de las potencias occidentales.
Pero aquí nos encontramos con una paradoja. Ni la cre
ción del poder aéreo de largo alcance americano ni la recup
ración de Europa pueden cumplirse, ciertamente, sin indn
trializar primero a Sudamérica y desarrollar sus recursos n
turales.
Como ya he demostrado, Rusia puede impedir la creacií
del poderío militar de Europa arrollándola con sus Ejércit
y bloquear ‘ahora la creación de la fuerza aérea americana
largo alcance mediante la destrucción de las fuentes de m
terial estratégico por medio de su poder aéreo de gran alcanc
Cuando el Japón ‘nos impidió el abastecimiento normal
caucho y otros materiales primordiales en la última contie]
da, asestó un terrible golpe a la industria americana. Pe
esto sería un desastre de menor importancia, en coinpar.
ción con lo que ocurrirá en una nueva guerra, si no conocemi
a tiempo el peligro.
En poder de un enemigo, la masa terrestre europeosiberiau
es para nosotros una barrera que nos separa de las region
situadas más allá de ellas y que bloquea eficazmente nuestr
accesos a las mismas.
En términos aeronáuticós, los lugares que acabo de me
cionar están próximos a los Estados Unidos. Se han conve
ido en una especie de trastienda de Rusia, la potencia aero
iáutica dominante del Continente euroasiático.
Desde un mismo punto de vista, sin embargo, Sudamérica
s nuestra trastienda aeronáutica, fuera del alcance de la avia
:ión de Rusia. Nuestra masa terrestre norteamericana hace
as veces de barrera entre Eurasia y el resto de América. Las
omunicaciones marítimas entre Norte y Sudamérica son cos
eras, generalmente más allá del alcance efectivo de la fuerza
iérea soviética. Estas se harán bajo una protección aérea con
)ases firmemente establecidas a lo largo de las costas amenanas.
Estados Unidos, pese a sus asombrosas riquezas naturales,
s aún, en muchos aspectos, una nación desposeída: depende
lel mundo exterior en lo que respecta a una extensa gama
le materiales estratégicos que van desde el caucho y parte del
)etróleo necesario hasta el tungsteno, cobalto, manganeso, etc.
A menos que estemos plenamente seguros de que tendre
nos estos productos en tiempo de guerra, nos encontraremos
n peligro.
Baste recordar la crítica situación al comienzo de la última
luerra para compenetramos
de la seriedad del problema.
questros dirigentes habían contado displicentemente con el
:aucho, el cáñamo y con un centenar de otros elementos indis
?ensables en las Indias orientales, las Filipinas e Indochina.
Fal displicencia se transformó rápidamente en alarma, y diría
asi desesperación, cuando la Aviación japonesa nos cerró, una
:ras otra, las puertas del Pacífico.
¿Nos hallamos también ahora en vías de un fracaso similar
tal vez mayor? Estoy convencido de ello, a menos que des
ertemos de la realidad del poderío aéreo.
Consideraremos un ejemplo concreto. No es secreto alguno
que una gran parte del esfuerzo diplomático y militar se ha
entralizado
en los últimos años en el cercano Oriente. Los
planes estratégicos se basan en la presunción de que tendre
nos el petróleo árabe a nuestra disposición. Pero tales pozos
petrolíferos están prácticamente contiguos a las fronteras de
La Unión Soviética. Están dentro del fácil alcance no sólo de
[os bombarderos estratégicos de Stalin, sino, lo que es más
aún, dentro del radio de acción de los bombarderos en picado
de escasa autonomía y de los cazas.
A las pocas horas de iniciadas las hostilidades, podemos es
tar seguros, las zonas petrolíferas de Arabia serán sometidas
al ataque aéreo devastador de los Soviets. Nuestras posibilida
des de conservarlas no serían mejores que las que tendría Ru
sia respecto a zonas petrolíferas situadas en la órbita ameri
cana, por ejemplo, situadas en Méjico.
Todo cuanto es evidente con respecto al cercano Oriente no
lo es en menor proporción con respecto a cualquier otra re
gión dentro del radio de alcance de las fuerzas aéreas soviéti
cas. Rusia podrá negarnos por medio de ataques aéreos todo
aquello de que está dispuesta a prescindir para su propio
uso Confiar en el abastecimiento procedente de tales regio
nes supondría llamarse a engaño, peligrando así la victoria.
Tal es la realidad. Virtualmente no nos queda otra variante
razonable que la de dar impulso intensivo a las fuentes de su
ministros estratégicos en nuestro hemisferio occidental.
Nuestros planes deben descartar el pétróleo del cercano
Oriente, el caucho y el tungsteno de China y las Indias Orien
tales, y todas aquellas materias de vital importancia prove
nientes hasta ahora de las zonas influídas por Rusia.
La defensa común de nuestro hemisferio por parte de to
das las naciones americanas no es ya una mera aspiración.
En las condiciones del radio de acción aeronáutico del ma
ñana es de imperiosa necesidad. La América del Sur no sub
sistirá sin aquellas defensas que solamente puede producir la
industria de los Estados Unidos. A su vez, este país no puede
luchar con éxito en otra guerra sin los recursos naturales de
Sudamérica, reales y en potencia.
El Continente euroasiático es autárquico por naturaleza.
Cualquier intento de bloqueo, sea por aire o mar, será un esfuerzo
inútil, ya que su economía no depende de recursos exteriores.
Desgraciadamente,
América, a pesar de la gran abundancia y
diversidad de recursos naturales, no puede bastarse a sí mis
ma por completo.
Nuestra finalidad inmediata en la guerra económica debe
ser conducida a la Antártida.
Debemos hacer que Sudamérica proporcione no solamente
el ganado, cueros y productos e granja, que en los Estados Uni
dos serán dedicados a fines bélicos, sino también la imprescin
dible ayuda industrial. Aun luchando contra el diminuto Ja
pón y coptra una Alemania disminuída en sus recursos natu..
rales, los Estados Unidos experimentaron agudas mermas en
cada aspecto de su vida nacional. Hubo severos racionamientos.
En la lucha que eventualmente se empeñaría contra el enor
me Continente euroasiático, de ilimitados recursos humanos y
naturales, la tarea sería imposible de realizar, a menos que la
capacidad industrial de los Estados Unidos contase con el
concurso de la América del Sur. Más aún: el transporte ex
puestó a la acción enemiga presentará dificultades, y gran nú
mero de productos indispensables para nuestra supervivencia
tendrán que ser producidos en los distintos países, con objeto
de aliviar en lo posible a nuestras líneas de abastecimientos.
En la estrategia militar, como en la vida, las épocas de es
casez, en el fondo, involucran ventajas siempre que se man
tenga elevado el nivel intelectual. En es trategia, la acumu
lación de material bélico anticuado proporciona una falsa
sensación de seguridad y fomenta una inercia contra las inno
vaciones. En la vida, en sus aspectos generales, los métodos
de transporte e industrialización anticuados crean intereses
mezquinos, los cuales, apoyándose en el poder bélico, impi
den los cambios radicales y sofocan el progreso.
En los Estados Unidos, con todo su notable progreso, el
transporte aéreo tuvo que luchar contra la atrasada eficiencia
del transporte de superficie. Tal competencia no existe en
Sudamérica.
El transporte en su evolución no tendrá que
pasar por sucesivas etapas, unas en pugna con las otras, para
impedir la invasión de sus propias jurisdicciones; pueden sal
tar directamente del primitivo lomo de niula a la propulsión
a chorro.
Debemos coordinar la ordenada planificación económica,
desde luego, en escala hemisférica con los planes militares.
El complejo sistema de defensa aérea—cazas, proyectiles diri
gidos, tierra, aire, cohetes, artillería antiaérea, red de radar—
debe extenderse para abarcar todo el Continente americano.
La producción de dichos medios defensivos, por otra parte,
deberá distribuirse por todo el hemisferio. Sólo de este modo
podremos evitar el atascamiento de todos los medios de trans
porte en las Américas; cuando llegue la prueba de la guerra
debe ser alentada la fabricación de cazas, proyectiles dirigidos y
otras defensas. Por ello, cuando sea necesario, habrá de sub
vencionarse a las industrias hispanoamericanas.
Considerando que los métodos de abastecimiento por aire
surgirán inevitablemente como sustitutos del transporte de
superficie, deberán crearse líneas aéreas hispanoamericanas.
Deberán ser ayudados mediante el establecimiento de depó
sitos, talleres de reparación, unidades de mantenimiento y
fábricas de producción de aviones de carga y repuestos, con
objeto de lograr una autonomía que les permita subsistir por
sí solas.
Aún no se ha producido un verdadero avión de carga. El
milagro del abastecimiento por aire de Berlín causará una ma
yor impresión si se tiene en cuenta que estamos transportando
una enorme cantidad de alimentos y carbón con un tipo de
aparato que puede compararse en el transporte con una lu
josa “limousine Cadillac”. Si dicho abastecimiento se hubiese
llevado a cabo por medio de aviones de carga especialmente
proyectados al efecto, el problema de avituallar por aire a
Berlín hubiera sido de una gran simplicidad.
En la próxima guerra, tal como la veo, el hemisferio ame
ricano constárá estratégicamente
de tres franjas geográficas.
La primera, que incluye a Alaska, Canadá y Terranova,
será la franja de partida desde la cual nuestra fuerza aérea de
largo alcance llegará al corazón del enemigo.
La segunda, los Estados Unidos propiamente dichos, se
transformarán esencialmente en la franja industrial en la cual
se producirán los medios para librar la guerra; será un blanco
de fundamental importancia para el enemigo, y, por consiguiente,
requiere la mayor concentración posible de defensas.
La tercera zona, que comprende Centro y Sudamérica, se
convertirá en la franja de abastecimientos, la reserva vital de
alimentos y materiales estratégicos.
Esta es la zona de “seguridad” lejos del alcance de ataques
enemigos. Debe ser desarrollada para contribuir al esfuerzo
de las otras zonas.
En sus funciones, las tres zonas necesariamente se super
pondrán. Pero el concepto de las tres franjas es útil como
guía para nuestros estudios y proyectos.
Mientras la fuerza siga siendo el árbitro final para proteger
y mantener la civilización que tanto apreciamos, este hemis
ferio no debe perder tiempo alguno en la formación de un po
derío militar que pueda dominar todo el océano aéreo que en
vuelve a nuestro globo.
Lalocuradelosbombardeosestratégicos.
Hoffman Nickerson. De la publicación norteamericana Ordnance. (Traducción y extracto
de Juan A. Pérez Cebrión, Comandante de Artillería de la Escueta de Aplicación y Tiro.)
La guerra es una lucha a muerte, y sólo
se justifica al servicio de una finalidad
política razonable y provechosa.
General Fuller.
El último libro del Mayor General J. F. C. Fuller, The Second
World War. A Strategical and Tacticci History (London: Eyre
and Spottieswoode), se presta a ser discutido provechosamente
en varios sentidos. El General Fuller, prestigioso soldado y
autor, es uno de los más sobresalientes analistas e historiadores
militares del presente día. La edición americana de su libro fué
publicada en 20 de enero de 1949 por Dueli, Sloan and Pearce,
y fué recomendada a los miembros de la American Ordnance
Association en febrero de 1949. Los puntos más débiles de este
nuevo trabajo son los pasajes concernientes al Tratado de
Versalles, las fronteras de Polonia en 1919 y la política fran
cesa entre las dos guerras mundiales. Sus comentarios de va
rias de las campañas de 1939-1945 resultan, por el contrario,
muy provechosos tanto para el público en general como para
los militares en particular. Dentro de los límites de este ar
tículo, será mejor comentar solamente uno de los puntos de
dicho libro, que es más discutido y tal vez menos comprendido
en los medios militares actuales: el uso y el abuso de la poten
cia aérea.
La mayor parte de los aviadores es entusiasta de los bombar
deos estratégicos, esto es, del bombardeo de las ciudades habi
tadas principalmente por personal civil, entre el que se cuen
tan las mujeres y los niños. Es obvio que ni la primera guerra
mundial ni la segunda fueron seguidas ni remotamente de una
paz verdadera; el General Fuller conecta estos dos hechos tan
notorios, y, pará él, la sinrazón y falta de interés, característi
cas de la primera guerra mundial, dieron lugar a ambas casas:
el nacimiento de la doctrina de los bombardeos estratégicos y
la predisposición del público a la aceptación de tal doctrina.
Además, la no razonable ferocidad de la segunda guerra mun
dial y la política que siguió a tales destrucciones ha impedido
la consecución de una paz verdadera.
Los entusiastas de los bombardeos tienden usualmente a de
fenderse contra sus críticos llamándolos “humanitarios pobres
de espíritu” o “anticuados reaccionarios”, aferrados al pasado
e incapaces, por tanto, de estimar el presente. Pero si al Gene
ral Fuller puede tachársele de humanitario, no puede decirse
de él que es un pobre de espíritu, y ha sido tenido hasta hace
poco como militar futurista. En vista de ello, van a tener que
inventar algo nuevo los “asesinos de niños” y será interesante
esperar a conocer sus tentativas para decir alguna cosa de
cierta importancia.
El punto de vista de Fuller, en cuanto a la potencia aérea,
está reflejado claramente en la frase que encabeza este artícu
lo, a la que añade que el objeto de la guerra “no es realizar ma
tanzas y devastaciones, sino persuadir al enemigo de que debe
cambiar de modo de pensar”; por ejemplo, “de que debe aban
donar la política que dió origen al nacimiento de la guerra”.
“Los bombardeos estratégicos fueron inaugurados por míster
Churchill, lo cual no sólo era moralmente equivocadó, sino mi
litarmente erróneo y políticamente suicida; basta mirar hacia
la Europa de hoy para darse perfecta cuenta de que ésta es la
realidad”.
Teoriasopuestas.
Son bien notorias las diferentes concepciones tácticas de las
guerras de 1919 y 1939; en ésta presidía la idea de las guerras
relámpago, qué trataban de paralizar al Mando enemigo me
diante la velocidad de las Unidades mecanizadas, a las que se
encomendaban
los ataques terrestres, que eran apoyados y
auxiliados, hasta el máximo posible, por las fuerzas aéreas, per
fectamente instruídas, en cooperación con las fuerzas de tie
rra; en segundo lugar, los ataques aéreos directos contra el
personal civil.
El General italiano Duhet creía que el personal civil debería
solicitar la rendición aun antes de que el Ejército hubiera te
nido tiempo de movilizar. Para acelerar las guerras, Hítier
ordenó los “bombardeos de propaganda” preliminares, el ol
vido más absoluto de la palabra dada en conversaciones polí
ticas y una organización preliminar de traiciones sistemáticas
en el interior de los países que pensaba invadir.
Las guerras relámpago de Hítler estuvieron racionalmente
planeadas, ya que trataba de conquistar sin ocasionar pérdidas
indebidas de vidas y haciendas al enemigo. Con una cierta
mentalidad del cazador que trata de capturar espécimes para
los parques zoológicos, él y sus generales se propusieron con
quistar “vivo” al enemigo, y no la conquista de un estado en
ruinas que en lugar de convertirlos en señores de una riqueza
material, habría de proporcionarles verdaderas servidumbres
económicas.
Al menos en los primeros tiempos, las campañas relámpago
de Polonia, Noruega, Holanda, Bélgica y Francia, y posterior
mente Yugoslavia, Grecia y Creta, constituyeron verdaderos
éxitos militares, mediante los cuales los alemanes se convirtie
ron en dueños de más de cien millones de personas al escaso
coste de setenta mil alemanes que perdieron su vida o desapa
recieron. En lo referente al enemigo, sus pérdidas fueron ma
yores en cuanto a prisioneros que en cuanto a muertos, y eso
a pesar de los azoramientos que tuvieron lugar en aquellos tea
tros de operaciones en que no había suficiente espacio para des
arrollar en forma conveniente las nuevas tácticas. En Francia
se cuidaron muy bien los alemanes de no bombardear los mo
numentos nacionales, las ciudades y las fábricas de cierta im
portancia económica.
Por el contrario, durante años, constituyeron un funesto
fracaso los bombardeos estratégicos ingleses, tan utilizados por
la propaganda, ya que, según las estadísticas norteamericanas,
la producción de municiones siguió un ritmo creciente hasta
octubre de 1944, fecha en que los Ejércitos alemanes se vieron
constreñidos a las antiguas fronteras, tanto en el este como
en el oeste de su patria. En todo momento se hacen referencias
duras, aunque en tono moderado, a la falta de cooperación de
las fuerzas de tierra con las del aire. En Libia, Ronimel pudo
conseguir brillantes victorias, a pesar de la superioridad aérea
del enemigo, y éste, a su vez, apenas pudo conseguir hostili
zane eficazmente durante su retirada desde El Alamein a lo
largo de la única carretera costera existente.
De Gingand, Jefe de Estado Mayor de Montgomery, ha ex
presado las razones de estos hechos en los siguientes términos:
“Las Fuerzas aéreas británicas estaban tan obsesionadas por
la lucha en el aire y por los bombardeos, que los pilotos no te
nían tiempo de volar bajo y, en consecuencia, no se encontra
ban instruídos en las tácticas del vuelo rasante... ni en los
tiros de cañón.” En una ocasión—durante el ataque a la Línea
Mareth, al sur de Túnez, en marzo de 1943—en que intervinie
ron Fuerzas aéreas del desierto, convenientemente instruídas a
través de un período de instrucción militar, se consiguió pres
tar al VIII Ejército un apoyo realmente eficaz. Sin embargo
Fuller cita otra vez a De Gingand: “... se ocasionó una gran
ansiedad en todos los mandos aéreos, desde el ministro hacia
abajo. Se hicieron grandes esfuerzos por quitar importancia a
los hechos... Supongo... que se trataría de evitar que el Ejér
cito solicitara demasiado a menudo esta clase de apoyo y... se
rebajase de ete modo nuestra potencia en cazas, lo cual haría
mucho más difícil la misión principal de las Reales Fuerzas
Aéreas, consistente en la derrota de las fuerzas de aire enemi
gas...; pero... las pérdidas diarias se elevaron (solamente) a
ocho pilotos muertos o desaparecidos (lo cual no puede decirse
que sea un precio excesivo) .“
Carenciade cooperación.
Desgraciadamente, muchos de los pilotos de los Estados Uni
dos pensaban en la misma forma que la R. A. F., y por ello se
hizo patente con demasiada frecuencia, durante el período
1943-1944,
su ineptitud para cooperar con las fuerzas de tie
rra. En Sicilia y en Italia se obtuvieron solamente muy escasos
resultados contra las tropas alemanas, muy móviles y general
mente bien protegidas, y asimismo se obtuvieron unos resul
tados casi inapreciables sobre las comunicaciones. Especial
mente se olvidó la lección de 1917 de que los excesivos bom
bardeos llegan a entorpecer la marcha propia, lección que quedó
perfectamente comprobada en Cassino.
En 1944 se dió en Caen otro ejemplo de inútil destrucción
de edificaciones y de matanzas de personal civil perteneciente
a una nación aliada, sin propósito militar alguno. Un informe
oficial angloamericano respecto a los bombardeos realizados
en 1944 se cita en la forma que sigue: “El día 30 de junio se
utilizaron por primera vez los bombardeos pesados en la ba
talla de Normandía... El riesgo era evidente, ya que los bom
barderos pesados se veían obligados a bombardear sólo un
poco más allá de una milla de las líneas propias, y por ello no
es necesario encarecer las posibilidades de error, especialmente
cuando la zona de objetivos se encontraba cubierta de polvo o
humo.”
El General Fuller continúa: “Esta es una afirmación intere
sante, puesto que si a pleno día podían esperarse errores de
una milla, los que se podían esperar durante los bombardeos
nocturnos de las poblaciones alemanas, no deberían ser meno
res, ciertamente.”
Se dieron casos que confirman la realidad de estos errores,
pues se produjeron bombardeos con tres, cuatro y aun cinco
millas de error en el interior del frente aliado.
Por otra parte, el admirable apoyo aéreo durante la invasión
de Normandía, mediante el bombardeo de objetivos determi
nados y especialmente los puentes sobre el Sena y el Loira, es
digno de la máxima alabanza, como lo es de la misma forma la
utilización de la potencia aérea para la protección del flanco
derecho del General Paton durante su avance a través de
Francia. La eficacia de la cooperación aeroterrestre en las gue
rras del Pacífico, en las primeras victorias japonesas y en su d
rrota subsiguiente se reflejan en el libro citado, al igual que la
invasión de Normandía, de un modo sencillo, pero impre
sionante.
Se resaltan también los admirables resultados obtenidos por
el transporte y el aprovisionamiento aéreo desde Nueva Gui
nea a Burma, y se saca la consecuencia de que es precisamente
el transporte aéreo, en lugar del bombardeo, la función prin
cipal que corresponderá a la aviación en una futura guerra.
Al propio tiempo hace resaltar el General Fuller algunos de
los repetidos fallos de los bombardeos estratégicos, entre los
que refiere el caso de que los bombardeos rusos resultaran im
potentes para dominar a la pequeña Finlandia y el de los pro
pios cazas ingleses, que aun cuando inferiores en número a los
aparatos alemanes, que además operaban desde bases próxi
mas, infligieron a éstos tales pérdidas, que el Mando alemán
se vió obligado a suspender la operación. Incidentalmente, y
en una nota, se indica que el número de aviones perdidos por
los alemanes hasta el 31 de octubre de 1940 fué exactamente
de 1733, según se ha comprobado últimamente, mientras que
el Mando inglés aseguraba haber derribado 2.692, es decir,
casi el 55 por ioo más de la cifra real, lo cual constituye una
notabilísima exageración.
En contra de los intentos de los entusiastas de los bom
bardeos, se citan en el libro las palabras del Mariscal del Aire
británico, Jefe en aquel entonces de la R. A. F., que en 1942
dijo: “El hecho es, naturalmente, que la defensa presenta in
dudables ventajas, aumentadas con la distancia existente en
tre los atacantes y su objetivo, por lo cual no parece dispara
tado suponer que una guerra aérea a larga distancia entre dos
enemigos lejanos capaces de bastarse a sí mismos llegaría a
convertirse en un insustancial empate.”
Otro fallo que se menciona es el caso de Malta, que con sus
pequeñas dimensiones se convirtió en uno de los objetivos que
más bombardeos soportó durante la pasada guerra, ya que sólo
en abril de £940 se registraron más de 5.715 salidas contra ella,
dando lugar a que durante el mismo mes se dieran en la isla
más de 2.000 alarmas. A pesar de ello, la moral de la guarni
ción y la del personal civil no decayó lo más mínimo y la plaza
se conservó en manos inglesas durante toda la guerra.
La iniciación de los bombardeos estratégicos británicos, bajo
la responsabilidad personal de Churchill, se discute en el libro
con una cierta extensión, afirmándose que aun cuando los me
dios terroristas aéreos constituyen una novedad, la política de
terror es ya tan antigua como bárbara. Los pueblos civilizados
han imitado raras veces a los mogoles en su costumbre de rea
lizar matanzas y destrucciones en los pueblos. En la civiliza
ción occidental, unos cuantos excesos militares, cuidadosament
planeados por sus gobernantes, ha dado lugar a la aparición d
un odio casi religioso. Usualmente, las guerras emprendidas co
un cierto espíritu de cruzada en contra de ciertas inmoralida
des han dado un resultado deplorable y proporcionado un bene
ficio moral completamente nulo. Fuller cita tal vez unas poca
excepciones a esta regla, pero no puede negarse que se en
cuentra casi siempre en lo cierto.
En este aspecto, hace notar Fuller que la grandeza de In
glaterra se debió a la morigeración de su política militar, qw
permitió a la vasta pero frágil estructura del Imperio britá
nico establecerse y mantenerse por largo tiempo, iuediante e
cuidadoso mantenimiento de un equilibrio de fuerzas y la abs
tención en las grandes guerras continentales, seguidas en su ma
yor parte de grandes revanchas.
Guerra de odio.
El concepto de una guerra racional para los intereses britá
nicos resultó grandemente damnificado cuando, en septiembre
de 1939, Churchill, a la sazón uno de los más importantes hom
bres de Estado, declaró la guerra a Alemania. Cuando en 194C
perdió Inglaterra todas sus bases europeas y mediterráneas:
con excepción de las de Egipto, la tentación de atacar a Ale
mania mediante cualquier clase de devastación desde el aire
se hizo cada vez más fuerte. Cuando Churchill se reunió er
Casablanca con Roosevelt en 1943 y se acordó la rendición in
condicional de Alemania, se hizo un cierto balance de fuerzas,
del que se sacó en consecuencia que la supervivencia del Im.
peno británico debería exigir, necesariamente, la destrucción
de Alemania mediante bombardeos estratégicos y una guerra
de terror ilimitado.
En u de mayo de 1940, aun antes de la caída de Francia y
exactamente un mes después de que. Churchill fuese nombrado
primer ministro, fué él mismo, y no los alemanes, quien co
menzó los ataques contra el personal civil, al ordenar o permi
tir el bombardeo de Friburgo. Aún más: fué tal la magnitud
del esfuerzo que se dedicó a la consecución de la derrota ale
mana mediante los bombardeos, que entre el cuarenta y el cin
cuenta por ciento de la producción británica fué destinado a
la R. A. F.
Fuller no discute las excusas que Churchill pudiera alegar
respecto a sus decisiones, como, por ejemplo, la de que se vió
obligado a tomarlas bajo la pública presión o que Roosevelt
le forzó a pedir la rendición incondicional; pero en el caso en
que Churchill se hubiese dado cuenta de la extrema tontería
que suponía desde el punto de vista inglés obligar a Alemania
a luchar hasta el más amargo final, no dió muestra alguna en
aquel entonces de haberlo comprendido así. Por el contrario,
ambos bombardeos estratégicos y rendición incondicional es
tuvieron siempre de acuerdo con la violencia con que exterio
rizó frecuentemente su odio al hitlerismo. Si no le hubiera sido
posible mantener la moral del pueblo británico sin iniciar o
consentir procedimientos destinados a llevar mucho más allá
la ruina de su país, la mayor culpa debe cargarse a lo que mo
demamente recibe el estrambótico nombre de democracia.
De cualquier modo que sea, después de una guerra a lo largo
de la mayor parte de la cual dirigió la política, Inglaterra se
encuentra en bancarrota y la liquidación del Imperio se en
cuentra ya muy avanzada. En otras palabras, la calidad de
estadista de este magnífico inspirador de combatientes se ha
vuelto desastrosamente contra su propio pueblo.
El General Fuller insiste en que Inglaterra debió, en lugar
de intentar por todos los medios la devastación de Alemania,
construir suficientes cazas y cazabombarderos para asegurar
la supremacía en el cielo británico y cubrir eficazmente las
operaciones navales. Después de lo dicho, se encuentra perfec
tamente justificado el hecho de que muchas de las operaciones
de las que tuvieron lugar en territorios ultramarinos, desde
las que se produjeron en el Norte de Africa en adelante, fuesen
suspendidas por falta de lanchas de desembarco y que muchas
operaciones aeroterrestres, como la Arnhem, se encontrasen
escasas de aviones de transporte y planeadores, los que hubo
que suplir con aviones de bombardeo.
«La victoriaresideen la potencia
marítima.»
“La base estratégica de la victoria descansa sobre la po ten cia marítima... El bombardeo estratégico de Alemania... más
bien impidió una rápida victoria... Si no se hubiera bombar
deado una sola ciudad alemana y la mitad de los hombres
destinados a la producción de bombarderos pesados se hu
biese destinado a la producción de elementos de desembarco
y aviones de transporte, no existe la menor sombra de duda...
de que la guerra hubiera terminado en Europa un año antes,
por lo menos, de lo que se terminó.”
Estas son, caballeros de las Fuerzas aéreas de los Estados
Unidos, las consideraciones del General Fuller. Es indudable
que vuestra misión es mantener en todo momento la superio
ridad en el aire; pero como es dudoso que para conseguirlo sea
imprescindible recurrir a la matanza de mujeres y niños, es
timo que debéis pensar seriamente sobre ello. ;Quiera Dios que
vuestra sabiduría se muestre a la altura de vuestro indudable
coraje!
Sé que las antiguas ideas al respecto tienen una indudable
atracción para los aviadores de todas las partes del mundo;
pero, sin embargo, el libro del General Fuller constituye una
pieza digna de consideración que nos hace pensar hasta qué
punto los bombardeos estratégicos, con o sin la bomba ató
mica, pueden llegar a constituir la solución en las próximas
guerras. No debe perderse de vista, al enjuiciar la cuestión, el
aspecto psicológico de si después de una guerra en la que se
han realizado destrucciones en mása es posible llegar a alcan
zar una paz real.
MáspotenciadefuegoparalaInfantería.
Comandante Lyman S. Faulkner. De la publicación norteameri
cana lnfantryiournal. (Traducción de la Redacción de EJERCITO.)
Los cañones sin retroceso surgidos en la
guerra pasada son ya parte del material
reglamentario de la Infantería de hoy. Se
emplean agresivamente en el ataque y en la
defensa. Como armas de tiro rasante, pro
porcionan al infante la potencta de fuego
que precisa para atravesar las líneas fortt
ficadas enemigas; pero no son, en modo
alguno, un sustitutivo del fuego artillero
indirecto.
Dos de las armas nuevas que al finalizar la última guerra
habían probado su eficacia son los cañones sin retroceso de
57 y de 75 mm. Ambos son ahora parte del material reglamen
tario de nuestros Regimientos de Infantería.
Con estas dos nuevas armas, la Infantería está en mejores
condiciones que nunca para protegerse contra los carros ene
migos y para atacar las posiciones fortificadas. Desempeñan
además muchas otras funciones de utilidad, y su ligereza las
hace especialmente adecuadas para los asaltos anfibios, pasos
de ríos, envolvimientos amplios, ataques de diversión y para
las operaciones aeroterrestres.
En los modelos actuales, estos cañones pesan 27,500 Kg. el
de 50 mm. y 105 Kg. el de 75 mm., ambos completos, y sus
características varían en relación con estos pesos. En general,
ambas pueden ser transportados a brazo a cualquier lugar al
que la infantería pueda llegar; su precisión es similar a la del
fusil M-x y sus proyectiles pueden destruir asentamientos, de
rribar muros, destruir vehículos ligeramente acorazados e in
movilizar a los carros.
Nuestro Ejército empezó a ocuparse de la fabricación de
estas armas cuando se supo que las estaban empleando los ale
manes. Concretando más, diremos que el arsenal de Francfort
empezó sus trabajos relativos a esta clase de cañones el mismo
mes en que la revista Tendencias Tácticas y Técnicas describió
las armas que el enemigo había empleado contra los ingleses
en el Norte de Africa y en Sicilia.
Nuestros investigadores encontraron gran ayuda en los tra
bajos que durante la primera guerra mundial había llevado a
cabo el Teniente de Navío del Cuerpo de Armamento Naval
Davis, realizador del cañón que llevó su nombre. El cañón
Davis se parecía, más que los actuales cañones sin retroceso, a
los lanzacohetes, porque no utilizaba el complicado mecanismo
de cierre de las armas que nos ocupan; en él se neutralizaba el
golpetazo del proyectil con otro en sentido contrario, que pro
ducía un peso igual de perdigones dentro de un depósito de
cosmolina. En nuestros cañones sin retroceso actuales, el to
petazo del proyectil se neutraliza mediante la expulsión hacia
atrás de una masa equivalente de gases de alta velocidad.
Los cañones sin retroceso actuales fueron terminados y apro
bados en 5944. Cuando hubo disponibles algunos y una canti
dad limitada de munición se enviaron por aire a la 57 División
Aerotransportada,
que por entonces estaba dando los últimos
toques a su preparación para su actuación en el paso del Rin.
Los Regimientos empezaron inmediatamente la instrucción de
tiro y a ensayar los modos y medios del lanzamiento de las
nuevas armas.
El 507 Regimiento de Paracaidistas encontró al aterrizar,
cerca de Wesel, la oportunidad de emplear inmediatamente
sus nuevos cañones en la zona de aterrizaje, pues de un bosque
inmediato surgieron dos carros Mark IV con la intención evi
dente de “liquidar” a los recién llegados antes de que pudieran
concentrarse. Una de las dotaciones puso rápidamente en acción
su cañón de 57 mm., rodilla en tierra, y desde unos 400 m. voló
al primer disparo la torreta del carro que venía en cabeza, lo
cual hizo que su tripulación se rindiera. El segundo carro se
retiró demasiado lentamente hacia el bosque y el mismo apun
tador lo incendió de dos impactos de Heat en su zaga.
En otras acciones fueron destruidos un Churchill que los
alemanes habían capturado y un Mark V, también con el cañón
de 57 mm., y, empleando un proyectil Heat, su carga hueca
atravesó ambos costados de un destructor de carros enemigo.
El Batallón Antiaéreo de la 57 División Aerotransportada
empleó cañones sin retroceso de 75 mm. en misiones de apoyo
inmediato a la infantería, y sus apuntadores encontraron que el
tiro era preciso hasta el límite de la visibilidad. Aumentaron la
movilidad de su arma montándola sobre in jeep.
Los cañones sin retroceso de ambos calibres fueron usados
intensivamente
en Okinawa por una Sección de Armas espe
cial enviada directamente desde los Estados Unidos, El Gene
ral Jefe del so.0 Ejército empleó la Sección donde en cada mo
mento era más necesaria, asignándola sucesivamente a las Di
visiones números 7, 77 y 96. La Sección necesitaba un término
medio de cinco disparos para eliminar los asentamientos de
ametralladoras,
estuviesen dentro de una cueva, detrás de un
muro coralífero o en el interior de un nido de cemento. En una
ocasión, la Sección cegó con sólo tres disparos una boca de
cueva distante poco menos de 2 Km. y que tenía 5,50 m. de
altura y unos 6o cm. de anchura.
Las plantillas de Organización y Material de 1948 asignan
3 cañones sin retroceso de 57 mm. a la Sección de Armas de
cada Compañía de fusiles y 4 de 75 mm. a la Compañía de
Armas pesadas regimental. Cada dotación de cañón’ sin retro
ceso se compone de apuntador, sirviente, portadores de muni
ción y jefe del cañón. Durante el ataque, los cañones se emplean
para el apoyo inmediato de la infantería contra los nidos de
• ametralladoras,
blocaos y grupos enemigos. En la defensa, los
cañones sin retroceso cooperan en la acción contracarro. Siem
pre que sea posible, estas armas deberán situarse desenfiladas
y en terreno no muy polvoriento; ambos calibres han sido
proyectados para el tiro directo, si bien el de 75 mm. tiene
69
tambibn un aparato de puntería para el indirecto y sus dota
ciones se instruyen en él. Se espera que estas armas se emplea
ran por parejas. Tanto el cañón M-s8 (denominación oficial del
cañón sin retroceso de 57 mm.) como el M-2o (ídem íd. del de
75 mm.) seguirán siendo reglamentarios hasta que se consiga
diseñar armas más ligeras y más poderosas.
Las armas sin retroceso han sido muy criticadas por quie
nes no están familiarizados con sus realizaciones y posibilida
des. Incluso se ha hecho caso omiso de su historia! durante
la guerra, porque fué conseguido contra un enemigo que care
cía de apoyo artillero y estaba ya desmoralizado y próximo a
rendirse. Quienes así piensan, creen que un enemigo bien apo
yado por su artillería localizaría pronto a los cañones sin re
troceso por su fogonazo y humareda y su destrucción sería in
mediata. Pero nuestros críticos más competentes no son de
esa opinión. Durante la primera guerra mundial nos convenci
mos de que los ataques de infantería contra posiciones subte
rráneas bien apoyadas por el fuego artillero enemigo no tenían
éxito si nuestra artillería no neutralizaba previamente a la
enemiga.
Nuestros Batallones de la segunda guerra mundial, aprove
chando esa lección, desarrollaron la técnica del rebasamiento.
La mayoría creemos que la próxima guerra requerirá forma
ciones de batalla más extendidas, que a su vez exigirán una
gran dispersión de hombres y material. Por su enorme movili
dad, las armas sin retroceso tendrán como objetivos los ob
táculos que entorpezcan el movimiento de la infantería. L
artillería y la aviación darán cuenta de las baterías enemiga
Los artilleros de los cañones sin retroceso protegerán a
agrupación de que formen parte mediante la elección de aser
tamientos apropiados y con desplazamientos frecuentes y ráp
dos. Los jefes de pieza deberán emplear agresivamente est
arma ofensiva.
No hay razón ciertamente para menospreciar a estas arma
sólo porque un buen observador artillero enemigo logre situa
una concentración de fuego de un Grupo en el lugar donde s
haya producido el disparo del cañón sin retroceso. El emple
más adecuado de estas armas será el que se dirija contra la
armas enemigas situadas demasiado cerca de nuestras línea
para permitir el fuego indirecto contra ellas y también contr
cualquier objetivo cuando nuestra infantería no pueda se
apoyada por la artillería propia por estar ésta demasiado dis
tante.
Un estudio de estas armas, basado en discusiones con quie
nes las emplearon en combate y en la instrucción normal d
la Academia de Infantería, nos indica que los tan criticado
fogonazo y rebufo son casi iguales a los de un cañón corrient
del mismo calibre. La eficacia del cañón depende, como e
todas las armas, de la elección de asentamientos y de la peri
cia del artillero.
Elmilagrodelfuegomarchando.
Comandante George P. Whittingtori. De lo publicación no,rfeom
ricancj Infantry Journal. (Traducción de la Redacción de EJERCI
La infantería debe avanzar para cerrar
sobre el enemigo y debe hacer fuego para
avanzar;
cuando no vea al enemigo, el
fuego de todas sus armas debe batir la zona
que se supone ocupada por él. (Emplead
el fuego al avanzar.) Con ello reduciréis la
precisión
del fuego enemigo y aumentaréis
vuestra confianza en vosotros mismos. (Es
una locura el detenerse bajo el fuego ene
migo, y el detenerse y no contestar a él es
aún mucho peor.)
(Del General Paton
3-4-48.)
a sus fuerzas en
La Compañía de fusileros inició su ataque en un terreno llano
y despejado. A unos 2 Km., los alemanes se encontraban atrin
cherados y apoyados por unos pocos antiaéreos de 20 mm., si
tuados convenientemente.
Cogida bajo un intenso fuego automático y de fusilería, la
Compañía se detuvo: carecía de apoyo artillero. No pudiendo
avanzar, sus hombres trataban de protegerse contra el fuego.
Pero el Teniente que mandaba la Compañía era no sólo un
hombre valiente, sino un Oficial de recursos. Pasó a sus dos
Secciones la orden siguiente: “Cuando me levante y empiece a
disparar, haced todos lo mismo y después romper la marcha
avanzando!”
Después de un momento de espera, el Teniente empezó a ha
cer fuego, se levantó e inició el avance, y sus hombres hicieron
lo mismo.
Avanzando a paso ligero y vomitando un gran volumen de
fuego con sus armas, que forzó al enemigo a protegerse, la Com
pañía tomó con pocas bajas las líneas alemanas.
Así fué como se descubrió el fuego marchando por una Com
pañía de fusileros. Mejor sería decir “se volvió a descubrir”,
porque ya había sido utilizado en guerras anteriores, aunque
posteriormente casi había caído en olvido.
Esto hace surgir una cuestión interesante: El fuego marchan
do, que tanto éxito ha tenido durante la última guerra, no se
enseña ahora y tendrá que volver a ser “descubierto” en una
•70
guerra futura en el más costoso de los lugares de experimente
ción: el campo de batalla.
Los manuales de campaña dedican uno o dos párrafos al fue
go de asalto (cosa diferente); pero la técnica adecuada no e
tratada con toda la extensión que su importancia merece.
¿Qué es el fuego marchando? ¿Cómo se emplea?
La Compañía que lo utiliza emplea una formación de ataqu
normal: dos Secciones en línea y una de reserva; aquellas de
Secciones forman aproximadamente una sola línea, en la qu
entran sus tres Pelotones de fusileros. Ello permite contar co
la potencia de fuego del tercer Pelotón y es, por tanto, prefc
rible a la línea de asalto de sólo dos Pelotones.
Los fusiles ametralladores y las ametralladoras ligeras ev
tran en la misma línea que los fusileros. Al cruzar la línea d
partida, la Compañía recibe el fuego enemigo; pero sus hoir
bres no echan cuerpo a tierra, sino que disparando con encara
miento o sin él, hacen- fuego con todas sus armas; sin presta
demasiada importancia al fuego de artillería y morteros enem:
gos, continúan su avance sin echar cuerpo a tierra, sino cuar
do ello es absolutamente necesario.
Pronto están tan cerca del enemigo, que éste debe suspende
su fuego artillero y de mortero para no alcanzar a sus propia
fuerzas. Cubierto por una granizada de proyectiles de armas l
geras, el enemigo no puede reaccionar; si sigue ocultándost
nuestra infantería se le echará encima, y si se levanta, será a
canzado. Por ello no harán nada.
Cuando, finalmente, la infantería asaltante entra en la pos
ción enemiga, el enemigo tendrá que rendirse o será fusilado
quema ropa. De ese modo se toma la posición con menos baja
que si la Compañía emplease otros métodos.
Habrá quienes crean que esto es cosa de película; pero y
considero esta técnica como una de las lecciones más valioss
que he aprendido en las cinco campañas que he hecho con
Jefe de fusileros, y creo que hubiera ahorrado muchas vids
a mi Unidad y hubiera conquistado más terreno si la hubier
empezado a emplear antes. No soy el único adepto al fueg
marchando, pues muchos centenares de combatientes veten
nos también lo son.
Verdad es que el fuego marchando no encuentra su mejc
aplicación en los ataques contra posiciones fortificadas, zonE
dificadas y en bosque cerrado; pero, sin embargo, también
)uede emplearse a veces contra ellos.
Es ideal cuando se emplea en terreno llano, en terreno ondu
ado o en bosque abierto. Es especialmente valioso cuando se
Ltaca en terreno que ofrezca pocas posibilidades de ocultación
cobertura; en él puede el fusilero emplear toda su potencia de
uego para salvar las desventajas del terreno.
El efecto psicológico del fuego marchando es una de las ra
rones más poderosas para su empleo. Este efecto debe ser con—
;iderado desde dos puntos de vista: el del atacante y el del de
ensor.
ventajas para el atacante.
El fuego marchando da al soldado gran confianza en sí mis
mo, porque, gracias a él, puede ofender al enemigo y hacer algo
más que ofrecerse simplemente como blanco. Sabe que el éxito
de su ataque depende principalmente de la rapidez con que
[legue a la posición enemiga, y, por lo tanto, tiene prisa por Ile
ar; no siente el imperativo de guarecerse tras los accidentes del
terreno.
Cuando un soldado ha tomado parte en varios ataques en los
cuales ha empleado con éxito el fuego marchando, empieza a
creer que nada puede detenerle, y se convence que es más va
liente y mejor soldado que el enemigo.
Las sensaciones del defensor son muy distintas. He hablado
con prisioneros que lo han sufrido, y he observado las reaccio
nes de grupos y de individuos enemigos cuando lo estaban re
cibiendo. Sus impresiones más marcadas parecen ser el terror
y el más absoluto desamparo.
Sensaciones (le! defensor.
El enemigo pierde la libertad de acción. Debe permanecer
oculto porque apenas si hay interrupciones en nuestro fuego, si
es que hay alguna, y nuestros proyectiles baten a su alrededor
todo el terreno. No tiene posibilidad de determinar la impor
tancia de la fuerza atacante, y si juzga por el volumen del fue
go que recibe, creerá que es mucho mayor de lo que es en reali
dad; en muchos casos no puede retirarse con probabilidades de
éxito. El atacante tiene la ventaja de estar de pie y de que,
por ello, su campo de observación es superior al de su enemigo,
que está metido en un hoyo. A esta desventaja se añade la del
miedo, que hace presa en el enemigo y que aumenta conforme
se acerca el atacante.
Al parecer, la eficacia del tiro marchando no es muy grande
cuando se hace a gran distancia; pero esta desventaja queda
neutralizada por la facilidad que tiene el atacante para avan
zar aproximándose rápidamente y sin mucho peligro. Esto, por
supuesto, es debido a que la acción enemiga es muy restringida
durante el avance.
El fuego marchando puede emplearse para conservar la su
perioridad de fuego durante el ataque. Si el enemigo tiene su
perioridad de fuego al principio, el fuego marchando es un sis
tema excelente para arrenatársela; una vez lograda tal supe
rioridad, se puede conservar mediante un fuego continuo y un
avance sostenido.
Armas e instrucción.
La eficacia del fuego marchando depende de las armas y de
la instrucción. Nuestras armas de Infantería son muy apropia
das para él. El M x, ligero y semiautomático, puede disparar
con batante rapidez con encaramiento o sin él, y lo mismo ocu
rre con el fusil ametrallador Browning, aunque sería preferible
otro más ligero.
Nuestra ametralladora ligera puede ser también empleada
para esta clase de fuego, pues se le puede colocar un manguito
de paño o de cuero (un mitón de amianto va muy bien) en la
camisa refrigeradora del cañón para proteger la mano del tira
dor; las cintas de munición pueden acortarse para hacerlas más
manejables; pero algunos tiradores prefieren llevar toda cinta
reglamentaria sobre el hombro o enrollada alrededor del cuer
po para ir alimentando su máquina a medida que sea.nece
sano.
Dadas nuestras armas actuales, sólo nos resta el instruir a
nuestros Oficiales y soldados en la ejecución del fuego mar
chando, aspecto en el que hasta ahora hemos dejado de aprove
char la experiencia de algunos Jefes de Infantería en la dura
escuela de la guerra.
Esa experiencia debería ser parte de nuestra doctrina de ins
trucción en tiempo de paz. Sus enseñanzas deberían ser incluídas en los manuales y enseñadas en las academias. Si dejamos
de valorar y enseñar lo aprendido en la segunda guerra mun
dial, traicionaremos a nuestros infantes de mañana. Espera
mos darles el mejor armamento, pero eso solo no basta. Debe
mos darle también la mejor instrucción.
No pretendo que el fuego marchando haya de sustituir a
otros métodos. El principio del fuego y movimiento no cam
bia con la adopción de aquél. Nada impide el empleo de un
elemento de fuego de apoyo o de una base de fuegos, si puede
ser empleada. En realidad, el elemento móvil de cualquier
fuerza atacante deberá aprender a utilizar el fuego marchando
para eliminar la resistencia en su inmediata zona de acción.
La instrucción para que el soldado llegue a dominar el fuega
marchando deberá darse después de que se haya calificado
como tirador en sus armas básicas y deberá ser dividida en dos
fases: en la primera será instruído individualmente, y en la se
gunda, como parte del conjunto.
Durante dicha primera fase se le deberá enseñar a dominar el
arma y a tirar con precisión; la mayoría de los soldados tienden
a inclinar demasiado el cañón de su arma, lo que hace que dis
paren a poca distancia delante de ellos. Deberá enseñárseles a
mantener horizontal el fusil para que sus tiros den varios cen
tenares de metros delante de ellos en su avance.
Mediante la instrucción se puede llegar a tirar con una pre
cisión sorprendente, manteniendo el fusil a la altura de la ca
dera. Se deberá adiestrar al soldado en el tiro, estando parado
y estando en movimiento.
La segunda fase de la instrucción se dedicará al tiro de Pelo
tón, Sección y Compañía, dirigiendo cuidadosamente el fuego
tanto a pie firme como en movimiento.
La comprobación de los blancos en esta clase de fuego pue
de indicar la precisión del fuego hecho; pero no puede revelar
ni medir uno de los elementos más importantes del fuego, mar
chando, pues, desgraciadamente, los ejercicios no muestran el
efecto psicológico que causa.
Ventaja psicológica.
Sólo cuando hay que vencer a un enemigo real se pone de
relieve el verdadero valor de esta clase de fuego, porque sólo
entonces se ven los efectos físico y psicológico que causa al
enemigo. Le sucede algo parecido a lo que ocurre con la pro
paganda (radio, pasquines, etc.), que durante las maniobras y
ejercicios carece de valor, pero cuya importancia en la guerra
se aprecia ahora plenamente; su técnica, sin embargo, debe ser
estudiada y practicada en tiempo de paz, para emplearla ef i
cientemente en guerra. Exactamente lo mismo ocurre con el
fuego marchando.
Una infantería instruída en el empleo agresivo del fuego mar
chando no será “clavada” fácilmente. Si la adiestrarnos en el
empleo adecuado de sus armas individuales para el avance, in
culcamos en sus hombres la idea de que la seguridad y el éxito
están en la conquista de las posiciones enemigas; nuestros in
fantes no se dejarán parar por el fuego de las armas ligeras.
Conscientes de que los altds innecesarios sólo sirven para dar
margen al enemigo para pedir y ajustar el tiro de su artillería
y morteros, que tantas bajas produce, apretarán el paso hacia las
posiciones enemigas.
Sólo puedo decir que yo creo que el fuego marchando es tan
importante, que si de pronto fuera llamado a mandar una Com
pañía de fusileros con la misión de instruirlos para llevar4a des
pués al combate, daría la máxima importancia a su cornpleta
enseñanza y al adiestramiento en su empleo. Y creo que cuan
do mis hombres hubieran adquirido confianza mediante su em
pleo en el combate, dispondría de una Unidad imbatible.
711
Estudios
sobrelasegundaguerra
mundial.—.--LaguerraenelPacífico.
Teniente de Navío, Francisco José Ruiz, de las Unidades de Instrucción de El Ferr
La ofensivajaponesa.
La guerra en el Pacífica tuvo dos partes principales. Durante
la primera, la ofensiva japonesa se extendió por la inmensidad
del Océano como una mancha de aceite, en tanto que los norte
americanos e ingleses estuvieron a la defensiva, mientras reor
ganizaban sus fuerzas, tratando de establecer el equilibrio, y la
otra parte comprende la ofensiva aliada, la cual, a su vez,
presenta dos fases: en la primera existe un cierto equilibrio entre
ambos contendientes, que se rompe a favor de los anglosajones,
para dar a éstos, finalmente, la victoria.
La existencia del Japón dependía principalmente del domi
nio del mar; para ella había de contar con una fuerza naval ca
paz de conquistarlo, eliminando las bases de la Escuadra ene
miga, y después conservar sus conquistas valiéndose de la su
perioridad numérica.
No es posible precisar exactamente las fuerzas navales con
que el Japón entró en la guerrá en diciembre del año 1941, de
bido al secreto con que mantuvo siempre no sólo lo referente a
la clase y categoría de los barcos, sino a su armamento, su ca
pacidad ofensiva y defensiva, y hasta incluso el grado de ins
trucción de sus dotaciones. Sin embargo, después de la denun
cia del Tratado de Versalles en 1936, cuenta con un total de so
acorazados de distintos tipos y tonelaje, y al año siguiente co
mienza la construcción de 2 grandes acorazados de 46.000 to
neladas cada uno y artillería de 437 mm., que probablemente
al entrar en guerra estarían ya en servicio.
Contando la potencia en unidades de línea del Japón, Norte
américa e Inglaterra, se ve que la proporción es de: i 2 acoraza
dos y 7 portaaviones, Japón; 17 y 6, Norteamérica, y 15 y 8,
Inglaterra, sin evaluar las otras unidades, ya que son las gran
des de superficie las que dan el nivel de la potencia naval.
Contra la flota japonesa, con un total de 12 acorazados, dos
de los cuales, los más modernos, potentes y probablemente
más rápidos que el que más, los aliados necesitaban oponer una
fuerza doble, y no es aventurado hacer esta suposición tenien
do en cuenta que el Japón, en el teatro donde se iba a desarro
llar la acción, disponía de las bases navales y puntos de apoyo,
desde donde podían emplear a fondo tanto sus submarinos
coma los aviones. Es verdad que los aliados contaban con un
total de 32 acorazados; pero Inglaterra, empeñada en su lucha
contra Alemánia e Italia, había de proteger y defender el Atlán
tico y el Mediterráneo, y no estaba en condiciones de poder
desplazar muchas unidades al lejano Oriente.
En lo referente a las bases, ya hemos dicho que Japón tenía
la gran ventaja de tenerlas cercanas, lo que le daba la seguri
dad de una ayuda eficaz. Norteamérica, en la ruta de San
Francisco a China, contaba con Pearl Harbaur, y el camino
de Hawai a las Filipinas estaba jalonado por las posiciones de
Midway, Wake y Guam. Inglaterra tenía como punto de apoyo
las importantes bases de Singapur y Hong-Kong. (Véase
el mapa del Pacífico, que reproducimos.)
El objetivo japonés, amén de sus miras expansionistas, era
conseguir las materias primas, principalmente petróleo y cau
cho, que no podía recibir de sus aliados. Le era necesario do
minar en el tiempo y en el espacio, y desde el ataque a Pearl
Harbour hasta el 30 de julio, en algo menos de ocho meses,
conquista las Islas Filipinas, la península de Malaca, Sumatra,
Java, Borneo, Célebes y Molucas; los archipiélagos de Bis
marck, Gilbert y Salomón, y las posiciones norteamericanas
de Wake y Guam, y Kiska y Attu en las Aleutianas.
A las cuarenta y ocho horas de la entrada en guerra del Ja
pón había prácticamente desaparecido toda la Flota aliada.
En Pearl Harbour, los acorazados Ok/ahorno y Arizona son
destruídos, y gravemente averiados los West Virginia, Nevada,
California,
Maryland
y Tennessee, además de otras unidades.
Y los ingleses pierden, por ataques de aviación torpedera fren
te a las costas de Malaca, los acorazados Repulse y Prince of
Wales. Con esta, los japoneses consigUen el dominio del mar, que
había de llevarlos a la conquista inmediata de todo el Pacífico.
72
Mientras tanto, los aliados tratan de oponerse al arrollad
avance nipón con unidades pequeñas, principalmente subm
rinos, con objeto de ganar tiempo y poder reorganizar si
fuerzas, para pasar, a su vez, de la defensiva a la ofensiva.
El 8 de diciembre del 1941, al día siguiente de la declaraci/
de la guerra, comienzan los japoneses los preparativos para
invasión de las Islas Filipinas. Las fuerzas del General MacA
thur, tras una desesperada resistencia, incomunicadas y s
esperanzas de obtener refuerzos, reciben orden de retirarse
Australia a mediados del mes de marzo, cuando ya es inúl
toda resistencia.
El día 3 de enero es conquistada Manila, continúan los de
embarcos sobre los puntos principales de las islas del Archipi.
lago y van cayendo Olopanpa, el día ‘o; Ciudad de Grand
el i
Battan, el 23; Zamboaga, el
de marzo; Malabang,
día 2 de mayo, y luego, Cebú, Ib-Ib y Panay, y, por últim
se rinde la isla de Corregidor el día 5.
Sobre las Indias holandesas y el Borneo británico comie!
zan también los desembarcos japoneses. El só de diciembre
efectúan en el norte de Borneo y se inicia a primeros de enei
la preparación para nuevas conquistas en Sumatra; el día
tiene lugar un desembarco en las Célebes, y el 25, al este d
Borneo, en Balikpapan. El 26 la aviación americana descubr
y ataca a un convoy en el estrecho de Macasar y se atribuy
haber hundido unos ro transportes y averiado x, además d
infligir daños a otras unidades de guerra; pero esto no detien
el avance japonés hacia el sur, que se dirige como inmediatc
objetivos sobre Java y Sumatra. Nuevos desembarcos sobr
las costas sur de Borneo preparan el asalto hacia Surabaya, e
Java y Palembag, en Sumatra, que es tomada en 17 de febrer
como base de partida para la conquista de toda la isla. El i
desembarcan en Timor.
Los aliados tuvieron que defenderse, sin el apoyo de la avia
ción, con las pocas unidades navales que aún les quedaban;
cuando los japoneses preparaban sus bases en Mindanao y e
el Archipiélago Job, con objeto de continuar sus avances bach
el sur y bajar por el estrecho de Macasar para atacar Balikpa
pan, el almirante Hart decidió acometer a los japoneses con ux
ataque nocturno de destructores. Del resultado de esta bata
lla, que se conoce con el nombre de “batalla del estrecho c
Macasar”, no se tienen noticias ciertas; pero las fuerzas japo
nesas ocuparon Balikpapan y continuaron avanzando hacil
Nueva Bretaña y las Islas Salomón.
Más tarde, fuerzas al mando del almirante Dorman intenta.
ron oponerse a la presión enemiga y entraron por el estrecho d
Macasar hacia el mar de Java, con objeto de entablar una ha
talla; pero la operación fracasó porque los barcos fueron des
cubiertos por la aviación japonesa, y resultado del encuentre
fueron las averías producidas a los cruceros Houston y Mar
bleheard, teniéndose que retirar.
Después de la conquista de Bali por los japoneses, el Almi
rante Dorman atacó con sus fuerzas en la noche del 59 al 20
de febrero a los buques enemigos en el estrecho de Bandoeg.
Como consecuencia del ataque, sufrieron averías el destructor
norteamericano Stwart y los cruceros holandeses Java y Trornp,
perdiéndose el destructor, también holandés, Piet-Hein. De las
pérdidas japonesas no se tienen noticias.
El 26 de febrero fueron hundidos el portaaviones Lan grey y
el destructor Pecos por aviones de combate.
Las fuerzas aliadas estaban constituidas por un conglomerado
de buques de distintas características, que se había formado
con las unidades británicas procedentes de la Escuadra del Al
mirante Philips con las unidades holandesas de estación en
Oriente y las procedentes de los americanos, todas bajo el
mando del Almirante holandés Dorman. Es de suponer que su
actuación fuese deficiente, ya que, por su composición con bar
cas de distintas nacionalidades, carecería de una unidad de
criterio indispensable, tanto en lo referente al material como a
la instrucción y doctrinas tácticas.
Su composición, al parecer, era la siguiente: Crucero amen-
cano Houston, cruceros holandeses Java y De Ruyter, crucero
inglés Exeter, crucero australiano Perth, una flotilla de des
tructores americanos (5 unidades) y otra flotilla formada por
4 ingleses y 2 holandeses.
El día 27 de febrero. las fuerzas del Almirante Dorman,
compuestas por 4 cruceros y 9 destructores, entablaron con
tacto cerca de Surabaya con una agrupación japonesa, com
puesta, al parecer, por 7 cruceros y 13 destructores en dos flo
tillas. De este encuentro, que se conoce con el nombre de “com
bate naval del mar de Java”, se tiene poca información. Una
vez establecido el contacto, que debió de ser sobre los 20.000 m.,
la Escuadra americana sufrió dos ataques diurnos sucesivos de
las dos flotillas de destructores. El primero, al parecer, fué
rechazado, y en el segundo, al maniobrar, se rompió el con
tacto. Los resultados de esta acción fueron la pérdida de los
destructores
británicos Electra y holandés Kortenaer, y ave
rías en el crucero británico Exeter. Por la noche, una explosión
submarina hunde al destructor Júpiter, y más tarde, al enta
blar un nuevo contacto con las fuerzas japonesas, son hundi
dos por torpedos los cruceros holandeses Java y Ruyter.
Esta situación obligaba a los aliados a abandonar las posi
ciones del mar de Java, y a tal efecto, los cruceros Houston y
Perth y el destructor holandés Eversten salieron en la noche
del 28 de febrero para pasar el estrecho de Sonda, y al embo
carlo, tuvieron un encuentro con unidades enemigas y no se
volvió a saber más de ellos. La misma suerte corrieron el Exe
ter y los destructores Pope y Encouter.
De toda la flota del mar de Java sólo pudieron llegar a Aus
tralia cuatro destructores americanos; con el desembarco nipón
en la costa norte de la isla de Java coincide la terminación de
la defensa aliada eñ una lucha desigual por la desproporción
de elementos y personal que se enfrentan.
El primer y fundamental problema que tuvieron que resol
ver los aliados en el Pacífico fué el establecimiento de bases
que sirvieran sus líneas de comunicación y aprovisionamiento,
estaciones de tráfico para tropas y repuestos de materiales
para los distintos servicios. Estas bases, que fueron desarro
lladas y equipadas a principios del año 5942, sirvieron para
detener el avance japonés hacia Australia y Nueva Zelanda.
Las principales fueron las establecidas en las Islas Fidji y en
Nueva Caledonia, entre Australia y los Estados Unidos, y
Efate y Espíritu Santo, en el Pacífico sur.
• Al mismo tiempo,
las fuerzas navales del Pacífico se reorga
nizan bajo el mando del Almirante Nimitz, y a fines del mes
de enero de 5942 cuenta con un grupo rápido que, bajo las
órdenes del Almirante Halsey, inicia las primeras operaciones
ofensivas contra las posiciones japonesas, siendo el primer
objetivo el bombardeo de las islas Marshall y Gilbert, efectuado
por una agrupación compuesta por dos portaaviones, el Enter
prise y Yorktcwo, 4 cruceros pesados, 2 ligeros y so destruc
tores. Los éxitos obtenidos por esta agrupación mantuvieron
durante varias semanas la ejecución de acciones de esta clase.
En cambio, fracasó la que llevó a cabo el Vicealmirante
Brown contra Rabaul con un grupo formado por el portaavio
nes Lexington, que, atacado por la aviación japonesa, entabló
un combate aéreo, perdiendo la oportunidad de atacar por sor
presa, por lo cual las fuerzas se retiraron. Dos nuevas opera
ciones lleva a cabo Halsey con su agrupación contra las islas
de Wake y Marcus, obteniendo resultados satisfactorios du
rante los días 24 de febrero y 3 de marzo.
El día io de marzo, una operación contra las recién desem
barcadas tropas japonesas en Nueva Guinea es llevada a cabo
por el Vicealmirante Brown con un grupo de dos portaaviones
y buques de apoyo, consiguiendo hundir muchos transportes
y buques de guerra, con pocas pérdidas propias, aunque sin
llegar a conseguir frenar el avance nipón hacia el sur.
Pero, sin duda, el éxito mayor obtenido por los portaaviones
fué el conseguido el rS de abril, en el que aviones del Ejército,
transportados
en el portaaviones Hornet, bombardean Tokio
por primera vez. Los aviones de observación y caza los pro
porcionó el Enterprise, y los bombarderos terrestres, después
de despegar de la cubierta del Hornet y realizar el raid, tienen
que tomar tierra en China, porque sus características no les
permiten regresar a bordo. Sean cuales fueren los daños oca
sionados al enemigo, no se puede dudar del efecto moral que
produciría en ambos bandos.
Cuando, en el mes de mayo, los japoneses comenzaron los
preparativos para el desembarco sobre algunas islas del Archi
piélago de Salomón, el Contraalmirante Fleteherque se encon
traba navegando por el mar del Coral con el portaaviones
Yorktown,
cruceros y 6 destructores. Trató de oponerse a
las fuerzas enemigas, y en la mañana siguiente, los aviones del
portaaviones hundieron y averiaron varios buques japoneses
a unas roo millas al sur de Guadalcanal.
Como inmediato objetivo, habida cuenta la concentración
de fuerzas y preparativos que los japoneses estaban realizando,
era de sospechar que se dirigiesen hacia Port Moresby, en la
costa sudeste de Nueva Guinea. Ante tal eventualidad, el Al
mirante Fletcher asumió el mando de una agrupación com
puesta de los portaaviones Yorktown y Lexington, 8 cruceros y
52
destructores, divididos en cuatro Divisiones, mandadas
cada una por un Contraalmirante.
Fletcher destacó parte de
sus fuerzas en la derrota forzosa que habían de cruzar los ja
poneses, y el resto continuó hacia el norte, con objeto de loca
lizar las fuerzas enemigas.
El 7 se entabló contacto con el portaaviones Shoho, que fué
hundido por los aviones de los portaaviones americanos, per
diendo un buque cisterna y el destructor Sims los norteame
ricanos. A la mañana siguiente tuvo lugar el encuentro del mar
del Coral. Las unidades aliadas entablaron contacto con dos
portaaviones, cuatro cruceros y varios destructores japoneses.
Fué averiado un portaaviones japonés y abatidos gran número
de aviones, y los americanos sufrieron grandes averías en el
Yorktown y perdieron el Lexington, que tuvo que ser hundido
a primeras horas de la tarde. Y así terminó el encuentro del mar
del Coral, en el que los buques de superficie no efectuaron ni
un solo disparo, pero que sirvió para frenar la ofensiva ja-.
ponesa.
Era de suponer que, después del combate del mar del Coral,
ninguno de los dos bandos beligerantes permanecerían inacti
vos. La cuestión era distribuir las fuerzas de tal forma que,
por una parte la atacante, fuese a los sitios donde se presumía
la falta de defensa, y por la otra parte, repartir las fuerzas de
tal forma que pudiese rechazar los ataques.
Partiendo de este punto de vista, los japoneses, sospechando
que las fuerzas norteamericanas estarían por el Pacífico sur
para cortar la invasión y proteger a Australia, se dirigieron
hacia el norte; pero ya los americanos habían dividido sus fuer
zas, abarcando una línea de defensa a todo lo largo del Pacífico.
El día 3 de junio los japoneses atacan simultáneamente Mid..
way, la isla más occidental del grupo de las Hawai, y Dutch
Harbour, en las bases norteamericanas de las Aleutianas. Su
intención es llegar a conquistar Midway, a 5.200 millas de la
base de Pearl Harbour, para tener ésta bajo el dominio de su
aviación y poder ocuparla esta vez, lo que crearía una situa
ción difícil para los norteamericanos, y Dutch Harbour para
evitar la amenaza que les .representaba un ataque americano
a la metrópoli japonesa por el cordón de las Aleutianas. La,
diversidad de dirección de su ataque favorecía que sus fuerzas,
muy superiores aún a las aliadas, pudiesen llegar a conseguir
uno u otro de los objetivos, y, efectivamente, los americanos
reconocen el día 12 haber perdido varias islas de las Aleutianas.
Los japoneses llegaron a Midway con una flota compuesta
de 4 portaaviones, 4 acorazados, 9 cruceros y 36 destructores,
más los barcos transportes de tropas y buques auxiliares para
el desembarco.
Durante las primeras veinticuatro horas, la defensa de Mid
way fué sostenida por los propios medios de la base, contando
solamente con 89 aparatos, que inmediatamente se lanzaron
al ataque, consiguiendo algunos impactos en varios transpor
tes y en dos cruceros, pero no pudiendo evitar que la base
fuese bombardeada.
‘Las fuerzas del Almirante Fletcher, con el Yorktown, Enter
prise y Hornet y su correspondiente escolta, descubrieron a las
fuerzas niponas y comenzaron el ataque cuando aún éstas no
sospechaban la proximidad de los americanos. En las primemeras y sucesivas oleadas de los aviones consiguieron incen
diar a los portaaviones Akagi, Soryu y Kaga y averiar a un
acorazado y un crucero; posteriormente, el Soryu fué torpe
deado y hundido por el submarino Nautilus.
Los aviones del cuarto portaaviones japonés, Hiryu, consi
guieron, por medio de bombas y torpedos, averiar al York
town, que tuvo que ser abandonado. Nuevos ataques sobre el
Htryu por los aviones del Enterprise le dejaron en llamas, y
posteriormente los aviones del Hornet consiguieron nuevos
blancos sobre un acorazado y otras unidades.
Los japoneses se batieron en retirada, y a la mañana s iguien
te les fué hundido un crucero y averiado otro.
Al Yorktown, que el día 6 aún se encontraba flotando, in
tentaron darle un remolque, para lo cual se abarloó el des
tructor Hamann; pero un submarino japonés lanzó dos tor
pedos contra el portaaviones y otro contra el destructor, que
73
—
/
P A
If
C
0
/
/7
E/
/
¡
/
DC
‘Y
[
/
/,lt5i¡ /
/
L
/
q(aa/7//
1
//
—
1/2776’
-
/
‘iiza.w,,’
-,
/
Iwosto
EA
°
-
CliunÁ’ng‘
8/
/ SL
2008
O/L / A
‘ç:
/
1C O
500 1000 1O0
1 (N
/
(60nu17)
¡
/
/
¿
¡
/,#arJ’u8
I°°_L
--
j
-
/
Luzo
í
-7-__----r
/
/
AfR7h
-
ao
—__
CÁflqL/NI$
—
-
—
atav
pu
&,/o
CELEBES
¿ta
-=-
-1 7JTARK
=-
=VLBE’S
fidel‘/íz7/rai7taz!Ji
-=
-=-
It
#ii’
‘
-
—
—
—
T1n7 1
da/e
e an
8&o
sÉ.
—6’
-=
-
----—
,‘/f
Df!
pa
CO/ML
wurMHÉMID,dY
A
OJTIÓ’I7É
-
IM CILtD HM
LI
e/aida
-
V”
icfneg
,lfe/Z’o
¡‘ne
—
iVil!
ÁZ[LÁ
__\
1
:
800
.90°
700°
1/00
!20°
/50°
/400
/59”
1600
170°
1800
:4
-
Ka
tk
¿Wrnn,2eci
A
:
?
Ju
1
Tro,ou’oo’e Cnce)
ear///
1 _%
iáoui’
A
.
10°—
.qiw
—-—
.
‘
..
Boota
1
R
(1
!
OÁLÁPA
/
1’
,jO
_F&f
/
--,m6’
ir
/
1
______________________
/
/COPflI’OJ
___
/
-
/
¡
A
/
/
/
/ f_/ / c o/_/
__
Sdat
/W/
1
J
1000
1
1
1.500
1400
/
/30°
/
/
1
1200
/
110°
/
1000
/
/
90°
/
/
800
W;/a /
- cdhf00
700
60°
500
se hundió rápidamente. El Yorktown aún continuó flotando
quince días más, hundiéndose finalmente.
A esta batalla, que marca el fin de la hegemonía japonesa,
se la conoce por la “batalla de Midway” o “de los portaavio
nes”; con ella terminó la ofensiva japonesa. Fué la primera de
rrota que sufrieron en trescientos cincuenta años, y restable-.
ció el equilibrio naval en el Pacífico, lo que permitiría a los
pocos meses a los americanos tomar la ofensiva, aun cuando
verdaderamente ésta empezó con la toma de Guadalcanal.
Conclusión.
En esta primera parte de la guerra del Pacífico, la de la
ofensiva japonesa, ésta fundamentó sus conquistas en el do
minio del aire y del mar; sus primeros objetivos fueron dirigi
dos contra la potencia naval aliada en Pearl Harbour y Ma
laca, y, una vez dueños del mar y del aire, comenzaron las ope
raciones de desembarco, procurando al mismo tiempo destruir
las unidades de superficie enemigas en el Pacífico sur.
Los desembarcos los realizaban en diversos puntos al mismo
tiempo y habían de servirles de base, una vez conquistados,
para lanzarse a emprender nuevas operaciones. Lo rápido y
simultáneo de sus ataques, favorecidos por la falta de comu
nicaciones que existía dentro de las islas y zonas en que des
embárcaban, imposibilitaban la defensa.
Si se considera detenidamente la hazaña realizada por los
japoneses en ocho meses, la de dominar una superficie que
viene a ser la octava parte del globo, hay que suponer que el
Japón debía poseer una capacidad de medios y personal enor
mes para que esperase poder conservar todo lo conquistado.
Felizmente para ellos, durante todo este tiempo no encon
traron obstáculos poderosos que les acarreasen muchas pérdi
das; mas todo el potencial bélico del Japón se consumió en este
esfuerzo.
Los americanos, a la ofensiva japonesa se opusieron con las
unidades pequeñas, sin un apoyo aéreo eficaz y sin el empleo
a fondo de unidades submarinas, que no poseían en gran cariti
dad y que hubiese sido, en realidad, lo que hubiese frenado el
avance japonés, ya que, dadas las limitadas posibilidades de
la industria japonesa, no hubiesen podido seguir a un ritmo
grande la construcción de transportes para reponer las pér
didas.
Con las operaciones ofensivas llevadas a cabo por la flota
del Almirante Nimizt trataban los norteamericanos de buscar
un equilibrio que les hiciese posible atacar, mientras su po
tente industria llevaba al límite las construcciones de elemen
tos, buques, barcazas, lanchas de desembarco, etc., para ini
ciar las operaciones de reconquista.
En la batalla de Midway fué tan claro el triunfo obtenido,
que marca el final de esta primera parte de la guerra. En los
sucesivos meses, las fuerzas americanas se dedican a realizar
misiones de ataque, al mismo tiempo que defienden las posi
ciones, antes de pasar definitivamente a la segunda parte, en
que se desarrolla plenamente la ofensiva aliada que las lleva
ría a la victoria final con el aplastamiento total de la potencia
japonesa.
tiene enorme trascendencia en el futuro desarrollo de la guerr
La expansión japonesa había absorbido todo su potencial b
lico, llegando al límite. Para poder conservar todo lo conqui
tado, el Japón necesitaba disponer de fuerzas en todos los pu
tos de sus defensas, capaces de poder rechazar cualquier at
que de las fuerzas reunidas aliadas y no contando con un n
mero suficiente de unidades que le permitiesen dividirlas
manera que cada una fuese mayor que la atacante, tuvo q
pasar indudablemente por el siguiente dilema: o bien agrupa
las de tal forma que constituyesen un grueso situado en
punto equicentro de las bases principales, o repartirlas pa
que cada lugar contase con un grupo de apoyo, en cuyo cas
ante la eventualidad de tener que enfreritarse con el grueso
la flota enemiga, se encontraría en apurada situación.
No parece que fuese la intención del Alto Mando japon
caer en el error de la división de las fuerzas, aunque no se ti
nen noticias oficiales de ello; pero lo que sí es indudable,
que los puntos de apoyo estaban defendidos por aviación t
rrestre y unidades ligeras de superficie y submarinos, y que h
aliados tenían la enorme ventaja de poder dirigir sus ataqui
contra cualquier punto de las defensas japonesas, e inclu
contra la misma metrópoli, con una flota de combate.
Al mismo tiempo que se iniciaban las operaciones conti
Port Moresby, los japoneses preparaban las bases de Guada
canal y Tulagi, con el objeto de tener bajo el control de su avi
ción las zonas de Nuevas Hébridas y Nueva Caledonia, y ani
tal peligro, los americanos comienzan los preparativos pai
iniciar una operación de desembarco que había de ser la pi
mera ofensiva que tomasen.
Y a tal efecto, el 7 de agosto caen por sorpresa sobre Tula
y Guadalcanal y consiguen hacer firmes sus cabezas de de
embarco (gráfico núm. 2). En Guadalcanal, sin apenas resistex
cia, y Tulagi (1. Florida), en un avance lento y costoso, pu
las fuerzas japonesas estaban fortificadas. La reacción aér€
fué rechazada y las pérdidas consistieron en dos destructore
un transporte y 21 aviones.
Las fuerzas que tomaron parte en esta operación estaba
constituidas por:
—
—
A ellas hay que añadir las fuerzas aéreas procedentes de M
rina y de las bases de Australia y Nueva Caledonia.
Las fuerzas de apoyo, una vez conseguidas las cabezas i
desembarco, salieron a la mar para petrolear y evitar los at
ques de aviones y submarinos por las aguas de Guadalcana
quedando las fuerzas de protección al mando del Contraalm
rante inglés Crutchley, en un dispositivo nocturno que tomó
siguiente forma (gráfico núm. 2):
—
—
OFENSIVA
ALIADA.—LOS
DOS PRIMEROS
AÑOS
—
Después de la “batalla de Midway”, en donde los japoneses
sufren la primera derrota en serio, comienza la fase de equili
brio de ambos contendientes y el centro de gravedad de la
guerra se traslada y establece por agosto de 1942 hacia el sur
del Pacífico, siendo esta zona la que los aliados tienen que de
fender por ser línea de comunicación con Australia y Nueva
Zelanda, bases de partida de las operaciones encaminadas
hacia la ofensiva. Al mismo tiempo habían de detener el avan
ce japonés que, yendo hacia el sur por Nueva Guinea, trata
de dominar el estrecho de Torres y, progresando igualmente
por el Archipiélago Salomón, amenazaba Nuevas Hébridas y
Nueva Caledonia.
La lucha por la conquista de Port Moresby en Nueva Gui
nea (gráfico núm. 3), punto clave para el salto sobre Australia,
dura más de cinco meses; durante este tiempo se han desarro
llado una serie de combates durísimos en un terreno dificilísimo
por lo accidentado y falto de comunicaciones. Los japoneses
fracasan, no contando con el dominio aéreo y en indudable in
ferioridad naval en la zona de las operaciones, y su fracaso
76
Fuerzas de apoyo, formadas por i acorazado, 3 portaavi
nes, 5 cruceros pesados, i ligero y destructores de escolta,
Fuerzas de transporte, formadas por 6 cruceros pesado
i ligero y varios destructores,
para protección directa d
convoy, y 23 transportes con fuerzas de Infantería de Mi
rina.
Entre Sayo, Guadalcanal y Florida, los destructores Blu
y Ralph Talbot.
Entre Sayo y los transportes de Lunga, los cruceros Chica
y Camberra y los destructores Patterson y Bagley, en uo
derrota de unas 12 millas de largo; y
Entre Sayo y la bahía de Tulagi, los cruceros Vincenne
Quincy y Astoria, con los destructores Helm y Wilson, e
un cuadrado de unas cinco millas.
Las fuerzas japonesas, al mando del Contraalmirante Mik
wa, formadas por 5 cruceros pesados, 3 ligeros y varios de
tructores, después de atravesar una zona donde abundan h
bajos de coral, en un verdadero alarde de navegación noctu
na, lo que demuestra su alto grado de instrucción, cayeron p
sorpresa, después de burlar la vigilancia de los destructores e
Sayo, y, alumbrados por las bengalas que lanzaron los avic
nes, comenzaron el ataque con artillería y torpedos, y en med
hora, desde las 01-45 hasta las 02-15 del día 9, hundieron l
cruceros Quincy, Camberra, Vincennes y Astoria, y averiarc
gravemente el Chicago y los destructores Ralph Talbort y Po
terson.
Mikawa, que había entrado en la bahía, entre Sayo y Gu
dalcanal, con la orden de atacar y destruir los transportes
fuerzas, localizó a la escuadra enemiga y la destruyó; pero
misión, destruir los transportes, no fué cumplida porque u
ls/dde fgi’a
sados San Francisco y Salt
Lake City ;ilos cruceros li
geros Helena y Boise, y
destructores.
Los americanos cayeron
por sorpresa sobre las fuer
zas niponas, y con un fue
go devastador, antes de
-e——..
/
que pudiesen reaccionar,
consiguieron tocar varios
barcos en los primeros cin
AMI1
/
co minutos. Este encuen
tro, que tuvo lugar cerca
•_%
,t, 1 /
________
delCabo Esperanza (gráfi
/1
AYTORIA
44
co núm. 2), fué un verda
WIISON
dero éxito para los norte
americanos; debido a la sor
NCE//NES4Cesado,rjo1oneres
presa y la confusión, con
‘1C/is
q
siguieron hundir el crucero
y
pesado Kurutaka y 3 des
tructores
más, y averiar
r
otras unidades que no se
pudieron identificar; de las
fuerzas americanas fueron
•b
averiados el crucero Boise
o
y el destructor Ducan, que
hubo de ser abandonado,
y también recibieron im
pactos el crucero San Fran
cisco y otro destructor.
Sin embargo, los japone
ses no cesaron en su empe
,‘líLtlS
ño de reforzar sus posi
ciones de Guadalcanal, y
consiguieron pasar varios
transportes con una Divi
lisparo afortunado, de los escasos que hicieron los americanos,
sión entera de desembarco. Con sus fuerzas navales apoyaban
ayó en el puente del Estado Mayor del buque insignia, de- las tropas de tierra, mientras que sus submarinos y destructo
ando sin cartas al Almirante; con lo cual éste, sin cartas en res trataban de interceptar el paso de los convoyes america
ma zona peligrosa por los bajos, con su Escuadra dispersa, nos, cortando las líneas de comunicación a Guadalcanal, y así
in saber los resultados del encuentro y temiendo la reacción consiguieron hundir el destructor Meredith el día 15 y averiar
liada, salió por la parte norte de la isla de Sayo.
más tarde por submarinos el crucero pesado Chester.
De haber conseguido su objetivo Mikawa, tal vez la ofensiva
En la noche del 23 al 24 de octubre, el desarrollo de la ba
imericana en Guadalcanal hubiese fracasado. Durante mucho talla de Guadalcanal llegó a su cumbre; los japoneses comen
:iempo, debido a la inferioridad naval aliada en esta zona, las zaron el ataque a las posiciones de tierra, ayudados por el tiro
uerzas de tierra estuvieron sometidas a diversas alternativas
de su artilleria naval, con el objeto de desbordar las fuerzas de
le ser o no ser auxiliadas.
Infantería de Marina; fueron rechazados, pero el día 25 aún
Se creó un frente que por ambas partes fué abastecido, prin
continúan en sus ataques. El día 2ó, las fuerzas aéreas de los
:ipalmente por el mar; pero los americanos tuvieron que ayu
portaaviones norteamericanos tienen un encuentro con una
lar a sus tropas muchas veces por el aire, lo que demostraba
agrupación japonesa, a la vez que son atacados sus barcos por
los aviones enemigos. El portaaviones Hornet sufre el ataque
iue no tenían un absoluto dominio del mar, y para conquis
:arlo, alrededor de Guadalcanal se desarrollaron una serie de de un avión suicida japonés, que se estrella contra el puente,
ncuentros navales con aquella finalidad y tratar de evitar los declarándose un incendio. Nuevos ataques de aviones le pro
efuerzos del enemigo a la isla.
ducen otros incendios y dos torpedos le dejan sin gobierxo;
En la tarde del 23 de agosto, el Almirante Chormley recibió posteriormente, al ser remolcado, sufre otros ataques de avia
nformación por los aviones de observación de haber avistado
ción torpedera, que le dejan imposibilitado de tal forma, que
in convoy japonés a unas 250 millas de Guadalcanal y al nor
tiene que ser abandonado definitivamente. El portaaviones
e de dicha isla. Chormley, con una fuerza compuesta de los Enterprise sufrió un ataque de 24 aviones en bombardeo en
)ortaaviones Saratoga y Enterprise; acorazado North Caro
picado y fué tocado tres veces; también lo fué el acorazado South
ma; los cruceros Minneapolis, Atlanta, Portland, New Orleans Dakota.
52
destructores, salió en su busca, estableciendo contacto
No hay noticias exactas de las fuerzas que tomaron parte
on las fuerzas enemigas por la tarde del día 24. El Enterprise
en estos combates de la isla de Santa Cruz. Los partes japoneses
su escolta se vieron atacados por una escuadrilla de 75 avio
de aquella época registran las pérdidas siguientes: averías en
ies, que consiguieron algunos impactos en el portaaviones, a pe
2 portaaviones
y i crucero y 40 aviones perdidos, y dicen
ar de la fuerte reacción antiaérea, mientras tanto los aviones haber hundido a los americanos durante los combates: x acora
lel Saratoga conseguían tocar a un portaaviones japonés y hun
zado y 4 portaaviones; averiados otro acorazado, 3 cruceros y
lir dos destructores. Esta se conoce con el nombre de “batalla
x destructor, y derribados unos 200 aparatos. Al parecer, los
lel este de Salomón”.
japoneses pecan de exagerados, porque los americanos calcu
Los japoneses actuaban continuamente con la aviación, du
laron en unos x8o aparatos los que atacaron los dos porta
•ante el día, contra las posiciones norteamericanas, y con sub
aviones, de los cuales fueron derribados unos 50 por las defen
narinos y destructores, en ataques nocturnos a los refuerzos. sas antiaéreas y otros tantos en combates aéreos. Reconocen
n varias escaramuzas de este tipo, los norteamericanos pier
la pérdida de Hornet y del destructor Porter, y tocados x aco
len el portaaviones Wasp y 5 destructores, además de sufrir razado y x destructor, perdiendo 74 aviones, y señalan que
tverías en otros buques, y los japoneses, 3 submarinos y i des
pusieron fuera de combate dos portaaviones japoneses.
ructor.
Mientras tanto, la batalla por la conquista de Guadalcanal
En la noche del ix al 12 de octubre, las fuerzas del Contra
estaba empeñada por la posesión del aeródromo de Herdenrson
Llmirante Scott, que tenía la base al sur de Guadalcanal y es
Field, y, a pesar de las pérdidas en la mar de los norteamerica
:aban pendientes para actuar en donde hiciesen falta, recibie
nos, éstos pudieron reforzar al General Vandegrift, que man
•on información de que fuerzas japonesas se dirigían a Gua
daba las fuerzas de tierra, quien tomó la ofensiva y consiguió
lalcanal entre Choiseul y Nueva Georgia (véase gráficó núm. 3). disipar la amenaza que se cernía sobre el frente. Pero los japo
ss fuerzas americanas estaban formadas por los cruceros pe
neses aún controlaban las derrotas de las aguas adyacentes a
Guadalcanal, y durante dos semanas más las fuerzas aliadas
se vieron comprometidas en varias acciones sueltas, llevadas a
cabo para neutralizar ese dominio nipón. Esta situación no
podía durar mucho, ya que vitalmente ambos bandos necesi
taban más refuerzos, y así, los japoneses, por su parte, organi
zaron una fuerza de superficie en Rabaul (Nueva Bretaña)
compuesta de 4 acorazados, 2 portaaviones, 5 cruceros pesa
dos y unos 30 destructores, dispuestos a dar la última y deci
siva batalla por Guadalcanal; y por la otra parte, el Almirante
Halsey, que había relevado en el mando de las fuerzas del Pa
cífico sur al Vicealmirante Churmley, reunió una flota com
puesta de 2 acorazados nuevos, 4 cruceros pesados, 3 cruceros
antiaéreos y 22 destructores, con el doble objeto de poder en
frentarse con los japoneses y reforzar las posiciones en tierra. A
tal efecto, durante los días u y 12 de septiembre llegaron a
Guadalcanal dos contingentes americanos en buques de trans
portes con refuerzos y abastecimientos, sufriendo varios ataques
de la aviación nipona, que no consiguió nada más que produ
cir varios incendios en el San Francisco, matando 30 hom
bres un avión suicida.
Mientras tanto, fuerzas navales japonesas, divididas en tres
grupos, bajaban ‘del noroeste hacia Guadalcanal. Con objeto
de interceptarlas, el Contraalmirante Callaghan tomó el mando
de 2 cruceros pesados, uno ligero, 2 antiaéreos y 8 destructores,
al tiempo que el Contraalmirante Turner se retiraba con los
transportes escoltados por 3 destructores, y el Contraalmirante
Kinkaid reunía un grupo con los acorazados Washington y
South Dakota y el averiado Enterprise con la escolta correspon
diente, y que tendría como misión ir en busca de las fuerzas
de desembarco japonesas para destruirlas.
Callaghan, con sus buques formando una sola línea con
4 destructores en vanguardia y otros 4 a retaguardia, los
cruceros en el centro, navegaba por el canal de Lunga, en la
isla de Sayo, en una noche tan oscura, que casi chocaron las
fuerzas. Ambos abrieron el fuego a tan corta distancia, que el
resultado no se hizo esperar. El San Francisco, después de
haber incendiado un crucero pesado japonés, se encontró me
tido en el centro del grupo enemigo, recibiendo un impacto en
el puente de mando que mató al Contraalmirante Callaghan y
al Comandante del buque; pero continuó disparando, hundien
do un destructor antes de quedar fuera de combate. El en
cuentro, que duró solamente veinticuatro minutos y fué, sin
78
duda alguna, la batalla naval más terrible que se haya dad
terminó cuando el destructor Fletcher torpedeó un crucero n
pón. El resumen del combate fué el siguiente: japoneses: acor
zado Kirishima, crucero Kinu gasa y destructores Ayanamy
Hagashio, hundidos, y 3 cruceros más y otro destructor averi
dos; norteamericanos: los cruceros San Francisco y Portian
con vías de agua; el Atlanta estaba ardiendo y el Juneau, c
averías en la dirección de tiro, había abandonado la batall
y de los 8 destructores, el Lafeey y Barton, hundidos; el Cus
ing y Monssen tuvieron que ser abandonados; el Sterrett y
O’Bannon, averiados, y sólo quedaron el Aaron Ward y
Fletcher. En la madrugada fué atacado el Juneau por subm
rinos y hundido; el Atlanta, el Cushing y Monssen terminar
por hundirse también, y los aviones del Enterprise rematar
con torpedos un acorazado japonés que iba averiado y a po
velocidad, doblando la isla de Sayo.
En la mañana del día siguiente, o sea el día 14, fuerzas nav
les japonesas, constituidas por cruceros y destructores, bar
bardearon Henderson Field, rechazándose el ataque por med
de lanchas rápidas, los aviones de la base y del Enterprise, q
consiguieron impactos en dos cruceros.
Las fuerzas de transportes japonesas, con una vanguard
de acorazados, cruceros y destructores que iban a reforzar
guarnición de Guadalcanal, fueron descubiertas al norte de
isla y contra ellas se dirigió el Contraalmirante Kinkaid, est
bleciendo contacto con ellas al norte de la isla de Sayo, E
resultado del encuentro, los americanos pierden 4 destructor
y aseguran haber hundido u acorazado japonés, haber ay
nado otras unidades y destruído 4 transportes por aviaci
terrestre.
Así terminó la “batalla de Guadalcanal”, que duró tres dí
y que dió la victoria a los americanos, puesto que, a pesar
las grandes pérdidas que sufrieron, consiguieron el control
mar y del aire, pudiendo llevar regularmente los refuerzos
la isla, que era, en definitiva, lo que haría dominar la situaci
en tierra.
El 30 de noviembre, el Contraalmirante Wrigth, al man
de 4 cruceros pesados, u ligero y 4 destructores, deshizo u
tentativa japonesa de refuerzos a Lunga Point. Las fuerz
americanas pagaron un alto precio, pues fué hundido el cr
cero Nort-Harmpton y averiados con torpedos los Minneapol
New Orleans y Pensacola.
Los japoneses comenzaron la evacuación de Guadalcanal a
principios de febrero de 1943, y el día 8, las fuerzas norteatne
ricanas, venciendo las últimas resistencias niponas, quedan
dueñas de la isla, terminando así la primera parte de la cam
paña en las Salomón.
Continuaron los aliados avanzando hacia el norte, y como
primer objetivo se dirigieron hacia Nueva Georgia (gráfico nú
mero 3). Oportunamente fuerzas de superficie y aéreas lleva
ban continuos raid contra las defensas japonesas, principal
mente en los aeródromos de Munda Poin, en Nueva Georgia y
en la isla de Kolombangara.
El 30 de julio desembarcan por sorpresa en los grupos de
islas, entre las Salomón y Nueva Guinea, de Woodlark y Trob
land, y los días 2 y 3 en Nueva Georgia.
El día 6 de julio tuvo lugar un encuentro en el golfo de Kula,
entre unidades japonesas que iban a reforzar sus posiciones
por aquellos lugares, y otra aliada que trataba de impedirlo.
Como consecuencia de él, los nipones perdieron 2 destructores,
y los,americanos, el crucero Helena, que fué torpedeado y hun
dido. El día 13, otro nuevo combate tuvo lugar en el mismo
sitio; esta vez eran los norteamericanos los que trataban de
llevar refuerzos; sus pérdidas fueron muy elevadas, pero con
siguieron hacerlos llegar a Nueva Georgia, que fué tomada de
finitivamente el 5 de agosto con la caída del aeródromo de
Munda, al año de empezar la ofensiva americana sobre Guadal
canal.
Continuaron los americanos sus conquistas, y el 6 de octu
bre ocupan Kolombangara, el 28 desembarcan en Choiseul y
el r de noviembre en Bouganville; el día 2 tiene lugar un en
cuentro entre fuerzas navales japonesas, formadas por 4 cru
ceros y 8 destructores, y fuerzas norteamericanas en el canal
de San Jorge. Se ignoran los resultados de este encuentro.
Durante el mes de diciembre, las fuerzas de superficie norte
americanas se dedican a bombardear las bases japonesas, pre
parando nuevas operaciones por las Salomón del norte.
Simultáneamente con el ataque en el Pacífico sur a las posi
ciones japonesas en las islas Salomón, habían comenzado las
operaciones sobre Nueva Bretaña, preparando el asalto hacia
Rabaul y conquistando las Islas Almirantazgo.
Por el Pacífico norte fueron reconquistadas las posiciones de
Attu y Kiska, en el mes de marzo de 1943. Y en el Pacífico
central, las operaciones sobre las Gilbert y Wake dan por re
sultado la ocupación de estas islas por la flota del Almirante
Nimitz.
Conclusión.
Al terminar esta fase de la gue
rra en el Pacífico por el mes de
marzo de 1944, se encuentra que,
en dos años los norteamericanos,
que tenían sus líneas desde Dutch
Harbour, eti las Aleutianas, Mid
way, Samoa y Australia, ahora
las tienen avanzadas en la línea
Attu, Marshall, las Bismarck y
Nueva Guinea (gráfico núm. 4).
La guerra en el Pacífico está
caracterizada principalmente por
las operaciones anfibias, y, por lo
tanto, en la ayuda eficaz de una
flota de combate que preste la
ayuda de su artillería de grueso
calibre en las operaciones de des
embarco, habiéndose demostrado
que las tropas llegaban a tierra
con un mínimo de bajas, al mismo
tiempo que protegen las rutas
para los auxilios a los contingen
tes desembarcados.
La ofensiva aliada pudo llevarse a cabo, indudablemente, por
que los norteamericanos consi
guieron el dominio del aire y del
mar; desde principio del año, el
Almirante
Halsey contaba con
3 acorazados nuevos, 4 viejos,
2 portaaviones,
3 portaaviones
auxiliares, 3 cruceros pesados, 7
ligeros, z antiaéreos y numerosos
destructores.
El combate de Guadalcanal
marca el principio de la ofensiva aliada en el Pacífico. La lucha
por la posesión de la isla dependía fundamentalmente de los
refuerzos que pudieran recibir las tropas desembarcadas y de la
medida en que se pudiera interceptar la ayuda al enemigo; por
tanto, no es extraño que el desarrollo de los sucesivos y conti
nuos combates que tuvieron lugar fuesen dirigidos por esa idea.
El plan japonés fué avanzar hacia el sur con objeto de obte
ner las primeras materias en las Indias orientales y establecer
una línea de defensa desde Singapur a Rabaul que siguiera al
norte por las Gilbert y Wake. Con las islas de este cinturón bien
fortificado, los japoneses se creían capaces de rechazar todos
los ataques norteamericanos, con un desgaste enorme a larga
fecha para las fuerzas atacantes, que no tqndrían más reme
dio que llegar a un compromiso, dejando en poder de los japo
neses las conquistas realizadas. Una de las cosas que ignora
ron los japoneses durante mucho tiempo fué las enormes pér
didas que tuvieron los americanos en Guadalcanal y el número
tan elevado de defensores con que contaba la isla.
Transcribimos una frase de unas declaraciones realizadas
recientemente ‘por el Almirante de la flota, Osami Nagano,
Jefe del Cuartel Imperial, que no necesita comentarios: “Las
operaciones de Guadalcanal y Tulagi son el punto de conver
sión de la ofensiva en la defensiva. Y la razón de nuestra de
rrota fué nuestra incapacidad para incrementar ‘nuestras fuer
zas con la misma rapidez que lo hicieron los norteamericanos.”
Estratégicamente,
las fuerzas aliadas en el Pacífico han se
guido dos direcciones: una, la iniciada en el sur, que avanza
por Nueva Guinea al mando del General del Ejército, MacAr
thur, y la otra, bajo las órdenes del Almirante de la flota,
Nimitz, que, avanzando desde el oeste de Haway, conquista
las islas Marshall y Gilbert, cerrándose sobre las bases princi
pales del Japón y dirigidas contra el mismo corazón de la me
trópoli.
LA
OFENSIVA
ALIADA.—EL
FINAL
Por el mes de marzo de 1944, la situación en el Pacífico es
la siguiente: El Almirante Nimitz, con una poderosa flota com
puesta de acorazados, portaaviones, cruceros y destructores,
actúa por el norte y centro del Pacífico, atacando las principa
les bases japonesas en las Kuriles y Carolinas, tomando nuevas
posiciones sobre las Marshall, para continuar avanzando hacia
el oeste y tratar de cortar las líneas de comunicaciones entre
‘70
el Japón y sus bases de Rabaul y Kavieng, que era, en defini
tiva, desde donde partían los refuerzos con que se nutrían las
guarniciones
de las Salomón y Nueva Guinea.
En las Salomón se luchaba hacía seis meses por la conquista
de Bounganville,
sin que las fuerzas norteamericanas
puedan
conseguir cortar los aprovisionamientos
y refuerzos que recibe
la guarnición japonesa por el norte de la isla, principalmente
con unidades pequeñas. En Nueva Guinea, los americanos, con
dos cabezas de desembarco,
han logrado conquistar
Nollandia
y Altatf (gráfico núm. 3), para tratar de aislar las fuerzas ni
ponas. La penetración
hacia el interior es dificultosa,
por lo
que desisten de ello, y, extendiéndose
a lo largo de la costa,
van realizando sus conquistas
por medio de una serie de des
embarcos
parciales hasta quedar en su poder toda la zona
norte
de la isla, así como todas las islitas adyacentes
de la
parte noroeste.
El General MacArthur,
en coordinación
y con la protección
que le presta la flota del Almirante
Nimitz, actuando
por la
región de las Carolinas y las Marianas, avanza por Nueva Gui
nea, las Salomón y las Bismarck,
estrechando
el cerco sobre
Rabaul y Kavieng, que sufren los sucesivos ataques de la avia
ción y de las unidades de superficie, y, apoyándose
en el do
minio
del mar y aire, que sin duda alguna poseen, realizan
nuevas
conquistas
por el archipiélago
Almirantazgo
y San
Matías, consiguiendo de esta manera cerrar el mar de Bismarck.
Una vez aseguradas
las bases americanas
en las Marshall,
comienzan
los preparativos
para la conquista
de las Maria-
80
nas (véase gráfico núm. 5). Los desen
barcos se efectuaron
sobre Saipan el di
15 de Junio. Manda las operaciones
el A
mirante Spruanee, tomando parte en ell
más de 6oo buques, entre las unidad
de protección,
apoyo y transportes
d
fuerzas, y un total de 300.000
hombre:
Previa una intensa preparación
artillen
llevada a cabo por las unidades de supei
ficie y aéreas contra las posiciones japc
nesas, la destrucción sistemática
de la
defensas submarinas,
realizada por dra
gammas
y venciendo los accidentes na
turales de la costa, establecen una cabe
za de desembarco.
El avance fué duro
costoso
por la tenaz resistencia que ofre
cieron los japoneses.
Al mismo tiempo, fuerzas navales ja
ponesas se dirigían hacia Saipan con ob
jeto de reforzar sus guarniciones
en tie
rra, ya que para ellos la pérdida de la
Marianas
representaba
un gran peligrc
por tener al enemigo a 2.400 Km. de Te
kio y a otro tanto
de las Filipinas,
estar bajo el alcance de los grandes boni
barderos
de 9.000
Km. de autonomía
Estas
fuerzas, al mando del Almirant
Tokoda,
fueron localizadas por la avia
ción americana
navegando por el mar d
Filipinas
hacia Saipari en la tarde del 1
de junio. El contacto
se estableció po
ambas
partes, como ya era doctrina qu
caracterizaba
esta clase de encuentro
entre los aviones que se lanzaron contr
los buques enemigos, al objeto de causa
el mayor daño posible. Aunque los bar
cos no establecieron
contacto, las pérdi
das debieron de ser cuantiosas, principal
mente en aviación.
Los japoneses tuvie
ron que retirarse, debido probablement
a que sólo contaban
con 4 acorazados
ante los 8 que tenían los americanos
quedando
así frustrado
el intento d
ayuda
a Saipan. No fueron perseguido
por los americanos por no dejar abando
nadas, sin el apoyo de la flota, las fuerza
desembarcadas.
En tierra continuaba la batalla con
misma dureza con que se inició hasta e
día 9 de julio, en que fué tomada la ca
pital, quedando aún grupos de resisten
cias aislados que todavía tardaron vario
días en ser eliminados.
Simultáneamente
fueron sometidas
intensos
bombardeos
las bases de Iwo-Jima, Chichi-Jirna,
Pa
gan, Volcano, Bonin y Guam (gráfico núm. 5), con objeto d
neutralizar
la protección
de las fuerzas aéreas niponas, consi
guiendo
destruir gran cantidad de instalaciones
y buques.
Sobre Guam, el siguiente
objetivo americano,
cayeron la:
fuerzas aliadas el día 21 de julio; tuvieron que vencer las mis
mas dificultades
iniciales y finales que en Saipan, y cuand
fué deshecha la resistencia
organizada, la dura tarea de elimi
nar a los grupos aislados dió lugar a una serie de cruentos com
bates, como lo demuestra
el número tan elevado de bajas qu
tuvieron
los japoneses.
Idéntica operación se desarrolló sobri
Tinian el día 24, aunque la resistencia
fué menor. Continuó l
ofensiva del Almirante
Nimitz, y el día ‘5 de septiembre
fuer
zas aéreas desembarcan
en Palau y Morotai.
Durante
todas estas operaciones,
unidades
de superficie
3
aéreas prestan una ayuda constante
y eficaz a las fuerzas d
tierra,
mientras
que los puntos conquistados
son habilitado:
rápidamente
como bases aéreas terrestres para atacar más d
cerca las defensas japonesas.
Bajo estas condiciones son bern
bardeados
Mindanao y otros lugares importantes
de las Filipi
nas, que opusieron, en general, una débil reacción, consiguiend
los americanos buenos resultados y atacando a Manila por pri
mera vez el 21 de septiembre. También lo fueron Formosa, Oki
nawa,
Iwo-Jima,
Oshirna y, en general, todos los puntos d
apoyo y defensas japonesas más importantes.
Las operaciones
encaminadas
a la reconquista
de las Isla:
Filipinas comienzan el 20 de octubre. Las fuerzas del Genera
MacArthur desembarcan en el golfo de Leyte, apoyadas por
la Tercera y Séptima flota de los Estados Unidos, que previa
mente habían atacado Pescadores, Formosa y Luzón, y alla
nado el camino de Leyte con fuertes bombardeos (gráfico nú
mero 6).
Leyte reúne ciertas ventajas para efectuar el desembarco;
ocupa una posición central en el Archipiélago, lo que facilita
las comunicaciones con el resto; tiene una entrada libre por el
este y domina el estrecho de Surigao, asegura aeródromos lo
cales, proporciona una buena base naval y además divide las
fuerzas niponas en dos: al norte, las de Luzón, y las de Min
danao, al sur.
Tomaron parte en estas operaciones, bajo las órdenes del
Jefe Supremo aliado, General MacArthur, las siguientes fuerzas:
Tercera flota: Almirante Halsey, para la protección del des
embarco, cuya misión era la de combatir y destruir la flota
japonesa, si se presentaba, y atacar las bases aéreas enemigas.
Séptima flota: Vicealmirante Thomas C. Kinkaid, para la
protección directa del convoy, con los grupos de cobertura
aérea .y de superficie, con un total de 600 buques, que trans
portaban 4 Divisiones.
Los japoneses se opusieron desde los primeros momentos al
desembarco con fuerzas de superficie, constituidas por tres
agrupaciones, de esta manera (véase croquis núm. 6):
Fuerza sur: Vicealmirante Shima, con 2
acorazados, i crucero pesado y 4 destruc
tores.
Fuerza central: Vicealmirante Kurita,
con 5 acorazados, 12 cruceros y i6 des
tructores.
Fuerza norte: Vicealmirante Ozawa, con
2 acorazados con cubierta de vuelo, 4 por
taaviones, 5 cruceros y 6 destructores.
El plan japonés era apartar de Leyte,
por medio de la Fuerza norte, a los ameri
canos, para caer con las otras dos fuerzas
sobre los transportes y destruirlos.
En la madrugada del 25 fué localizada
cerca de cabo Engaño la Fuerza norte, que
fué rápidamente atacada por los aviones de
los, portaaviones de la Tercera flota, apo
yados por unidades de superficie. Al atar
decer habían conseguido hundir los cua
tro portaaviones Chitose, Chiyoda, Zuhio
y Zuikaku, i crucero ligero, i destructor
y averiar otra unidades.
La Fuerza sur entró en la noche del 24
al 25 por el estrecho de Surigao hacia Ley
te; antes de que pudieran abrir el fuego,
fueron atacados por los flancos, por las
unidades ligeras americanas, con torpedos,
para llegar al final del Estrecho y caer bajo
el fuego de la artillería de las unidades
de superficie. Fueron hundidos: los 2 aco
razados Fuso y Mo gami ; los 4 destructores
Michishio, Yama gumo, Asagurno y Nowa
¡ce; sólo pudo escapar el crucero pesado
Yamashio, pero a la mañana siguiente fué
víctima de la aviación americana.
La fuerza de choque era la central, del
Vicealmirante Kurita, y fué localizada por
los aviones de la Tercera flota en la ma
ñana del día 24, rumbo al estrecho de San
Bernardino. Al pasar el estrecho de Min
doro fueron hundidos el acorazado Mus
hashi, uno de los dos de 46.000 toneladas,
orgullo de la flota japonesa; el crucero
Yokai y el destructor Vokawa, por los ata
ques de torpedos y bombas de la aviación.
A pesar de todo, el Vicealmirante Kurita
siguió con el resto de los buques, y los
americanos perdieron el contacto con ellos
hasta la mañana siguiente, en que fué loca
lizada nuevamente con rumbo sur a lo
largo de lá costa de Samar, después de ha
ber atravesado el estrecho de San Ber
nardino, demostrando su pericia marinera
al efectuar una navegación nocturna por
una zona difícil. Los japoneses, en esta se
gunda parte, abrieron el fuego contra un
grupo de portaaviones de escolta, que co
rrió a refugiarse al golfo de Leyte, perseguido durante más de
dos horas y media por un fuego casi continuo, hasta que Ku
rita, ante el peligro de fuerzas mayores próximas, abandona
la persecución.
El Almirante Halsey que recibió la información, se lanzó
con la Tercera flota en persecución de la Fuerza central japo
nesa, dándole alcance a la entrada del estrecho de San Bernar
dino y estableciendo contacto con ella. Como consecuencia
del encuentro, perdiron los japoneses los cruceros pesados
Chikuma y Zuzuya, i crucero ligero y, averiados, los 4 acora
zados que les quedaban, y de la parte americana quedaron hun
didos el portaaviones de escolta Gambier Bay, los destructores
Jhonston, Hoel y S. B. Roberts y 4 buques más de escolta, por
la artillería naval; un portaaviones, por la acción de la avia
ción, y 525 aviones perdidos.
La “batalla del mar de las Filipinas” fué una victoria para
los americanos, aunque la situación no quedó despejada, ni
mucho menos; sé encontraron con el problema de tener que
mantener su frente a distancia enorme de las bases más cer
canas de aprovisionamientos, y, por tanto, con una línea de
comunicaciones que había que proteger, y no contando con
bases aéreas en las Filipinas, esta protección la tenían que rea
lizar desde sus bases flotantes: los portaaviones. Por otra par
te, mientras los japoneses contasen con puntos de apoyo por
81
las
cercanías,
y principalmente
por el Archipiélago,
que les
permitiera
refórzar sus posiciones en Leyte, los americanos
se
verían en la dificultad de tener que luchar contra las tropas de
refresco.
Les urge, por tanto, eliminar este peligro, y con tal
fin desembarcan
en Ormoc, al norte de Leyte, con lo que la
guarnición
de la isla queda aislada y su conquista
se puede
dar por terminada.
El 15 de diciembre, un nuevo desembarco aliado tiene lugar
sobre Mindoro. Si se tiene en cuenta las 5oo millas de distancia
que hay que recorrer, unos dos días de navegación,
se com
prende que este salto no entraba
dentro de las previsiones
del
Alto Mando japonés, y sin duda por ello, ni sus unidades de
superficie ni la aviación se emplearon a fondo para cortar el avan
ce del convoy, qie pudo llegar hasta Mindoro, realizando el des
embarco con cierta resistencia por parte de sus defensores. Con
esta nueva conquista,
Manila quedaba seriamente
amenazada,
comenzando
la Tercera flota los bombardeos
contra los pun
tos más importantes
y nudos de comunicaciones
de Luzón, y
el día 9 de enero se efectuó otro desembarco sobre el golfo de
Lingayen;
así, las tropas del General MacArthur
se dirigen
contra Manila y, para acelerar el progreso de las operaciones,
efectúan
varios desembarcos
parciales al sudoeste
de Luzón
hacia fines de enero, que determinan
la rápida
caída de la
capital.
En continuo apoyo de las operaciones
de Lingayen actuaban
los portaaviones
rápidos de la Tercera flota contra las bases
japonesas
del mar de la China, atacando
Hong-Kong,
Cantón
y Hainan, consiguiendo
destruir gran cantidad
de buques,
muelles, refinerías y la estación naval de Hong-Kong.
También
sufrieron ataques
Formosa
y Okinawa, sin que la reacción en
ninguno
de los puntos atacados
fuese grande y las :érdidas
americanas
insignificantes,
si se tiene en cuenta la zona del mar
por donde operaban, que los japoneses consideraban
como suya.
Estos ataques aminoraron
grandemente
el esfuerzo aéreo japo
nés contra las fuerzas asaltantes
de Lingayen.
La fuerza de ataque contra Luzón la realizó la Séptima flota,
reforzada
por la del Pacífico, con un total de óoo buques, al
mando
del Vicealmirante
Kinkaid,
bajo el mando Supremo
del General MacArthur;
su misión era la de defender, trasnpor
tar, desembarcar
y sostener las tropas, prestándole
ayuda en la
toma y avance por la zona de operaciones.
A fines de febrero se desarrollaban
diversas operaciones
en
distintos
lugares del Archipiélago
filipino, encaminadas
a pro
porcionar
sitios para instalación
de bases aéreas terrestres,
que
ayudaran
a impedir
el transporte
enemigo por agua de las
Indias
neozelandesas
del este, consiguiendo
así controlar
los
Estrechos,
que llevan al centro de las aguas de las Islas, con
la conquista
de Ticao, Buria, Balabac, Zamboaga
y Malabang
en Mindanao,
Cebú e Ib-Ib,
terminando
así la reconquista
de
las Islas Filipisas.
El asalto sobre las defensas interiores
del Japón comenzó
con la conquista
de Iwo-Jima,
pequeña isla de cinco millas
de largo por dos de ancho, fuertemente
fortificada
por los ja
poneses. A pesar de los intensos bombardeos que sufrió durante
un período de más de siete meses, su conquista fué una de las
más duras que realizaron los americanos en toda la guerra.
Comenzó la acción con una intensa preparación
artillera por
los buques de superficie y bombardeos de la aviación, que duró
dos días; el 19 de febrero establecen la primera cabeza de des
embarco
tras una encarnizada
batalla sostenida
por los japo
neses desde sus bien fortificadas
posiciones. lo que hizo crítica
en algunos momentos
la situaci5n
de los asaltantes,
que fue
ron sostenidos por el apoyo de los cañones de todos los buques
y los continuos bombardeos
de la aviación, y sólo cuando fue
ron eliminados los 200.030 soldados que guarnecían
la isla se
puede considerar que la batalla por la conquista
d IwoJima
ha terminado
después de veintiséis
días de ininterrumpidos
combates,
en los cuales los americanos
tiene (1 mayor número
de bajas, en proporción con las otras acck ios pasadas.
Su importancia
estratégica
lo justifica, sin embargo. Las su
perfortalezas
volantes que antes efectuaban sus roids contra la
metrópoli
y sus instalaciones
industriales,
desde Guam y Sai
pan, acortan las distancias en unas 1.200 millas, lo que repre
senta no poco ahorro en todos sentidos, y, lo que es más impor
tante aún, pueden ser escoltados por los aviones d caza.
Cuando terminó la conquista de Iwo_Jima, fué elegido como
próximo
objetivo Okinawa,
la mayor de las islas que se ex
tiende a lo largo del cordón Japón-Formosa,
que contaba con
excelentes
condiciones para establecer
campos de aviación y
poseía
buenos fondeaderos
navales.
Desde varios puntos de
vista, la operación de Okinawa se presentaba
como la más di-
82
fícil de cuantas habían emprendido
los aliados hasta la fecha
Estaba
magníficamente
fortificada;
contaba
con un númerc
elevado
de defensores y, dada su proximidad
a la metrópoli
era de esperar la actuación
de las mayores reservas de unida.
des navales y aéreas, que tratarían por todos los medios de re
forzar sus posiciones.
Como operaciones
preliminares
para el asalto de Okinawa
se lleva a cabo la conquista de Kerama Retto y Keise Shima,
rastreado
de minas, demolición
de defensas
submarinas
y
fuertes
bombardeos
por unidades de superficie y aéreas.
El día i de abril desembarcó el Décimo Ejército norteameri
cano sobre la playa de Hagushi en Okinawa, con escasa resis
tencia enemiga, continuando
avanzando
durante
cuatro
días
hasta atravesar
la isla, mientras los defensores se retiran hacia
el sur, a su zona más fortificada,
por donde avanzan los ameri
canos con grandes
dificultades,
mientras
que por el norte no
existe apenas oposición. Después de ochenta y dos días de du.
ros combates, cesó la resistencia
organizada,
y los grupos ais
lados que quedaron
fueron sistemáticamente
eliminados.
El apoyo para la invasión de Okinawa fué realizado por los
portaaviones
rápidos
del Vicealmirante
Mitscher,
que bom
bardearon
previamente
las bases aéreas niponas, averiaron
y
hundieron
varios buques de guerra y transporte
y destruye
ron gran cantidad
de instalaciones
y factorías,
consiguiendo
que los japoneses no pudieran organizar ningún ataque fuerte
contra
las tropas desembarcadas
en la primera semana.
El día 7 de abril, los japoneses montan una operación na
val, formando un grupo al mando del Contraalmirante
Ito.
con el acorazado
Yarnato, gemelo del Mrzshashi, el crucero
Yakagmi
y 8 destructores,
con la misión de acercarse a Oki
nawa por su parte oeste y atacar a las fuerzas allí establecidas,
Fueron descubiertos
y atacados por la aviación torpedera y en
picado,
que determinaron
el hundimiento
del acorazado,
&
crucero
y 4 de los 8 destructores,
después de varios y repe
tidos ataques.
Esta fué la última acción naval .de la guerra.
Los americanos,
en tres meses habían conseguido
derribar
más de 2.000 aviones japoneses
y destruir gran cantidad
de
instalaciones
en tierra, y, por su parte, unos 200 buques de
todos los tipos, desde acorazados
y portaaviones
hasta draga
minas y transportes,
habían sufrido averías por los ataques de
los aviones suicidas principalmente,
perdiendo además 6oo apa.
ratos.
Por el verano del 1945, la situación en los distintos teatros
de la guerra en el Pacífico es la siguiente: En las Filipinas, las
tropas
del General MacArthur
combaten al norte de Luzón y
en Mindanao,
venciendo
las últimas
resistencias
enemigas.
En Nueva Guinea, los australianos
avanzan
lentamente
por
la jungla; se lucha por la conquista de Rabaul y de Bougain
ville, cuya campaña dura ya año y medio, y en el resto se van
consolidando
las posiciones
de las defensas interiores
del Ja
pón, recientemente
ocupadas,
que servirán
de apoyo para el
ataque
a los centro.; vitales del Imperio.
El día 14 de jubo se realiza el primer bombardeo
naval por
los buques de suporficie de la Tercera flota del Almirante
Hab
sey, contra las islas metropolitanas,
repitiéndose
durante va
rios días, sin que se note reacción de ninguna clase. Desde Iwo
jima y Okinawa parten las superfortalezas
volantes, mientras
que por el mar, la mayor flota que se haya podido reunir en
lugar alguno, machaca
todas las instalaciones,
centros indus
triales y bases japonesas. Se calculan en 3000 los aviones des
truídos,
150 los barcos de guerra y r.500 mercantes
hundidos
o averiados.
El día 6 de agosto del 1945 se lanzaba contra Hiroshima la
“primera
bomba atómica”; tres días despus,
la segunda con
tra Nagasaki; el 14, el Japón acepta las De-daraciones de Post
dam, y el día 2 de septiembre, en la bahía de Tokio, a bordo del
acorazado
Misouri,
se firmaba
la rendición formal del Go
bierno Imperial japonés y de todas sus Fuerzas armadas.
Oonclusión.
La guerra en el Pacífico se ha caracterizado
por la lucha
naval.
Los japoneses
en él fundamentaron
sus conquistas
al
principio
en el dominio del mar, eliminando
con un golpe de
sorpresa
y audacia
a las Escuadras
americanas
e inglesas.
Cuando
comenzó la ofensiva aliada, la Flota de los Estados
Unidos controla y domina el mar y el aire. Los aviones de los
portaaviones
rápidos fueron empleados en la misión de destruir
las bases japonesas y cortar las líneas de comunicaciones.
La gran ofensiva llevada a cabo por el Almirante Chester W.
Nimitz sobre Iwo-Jima y Okinawa; el avance del General
MacArthur por las Filipinas, operaciones que dieron por re
sultado el desmoronamiento de las defensas interiores del Im
perio; los grandes bombardeos efectuados contra la metrópoli;
la presencia en sus aguas de una poderosa flota, y, por último,
la explosión de las dos bombas atómicas, auguraban el fin que
espera’ba a los japoneses; y todo esto pudo realizarse me
diante la ayuda eficaz de una fuerza naval, y el Japón, poten
cia de primer orden, sin ser ocupada, pide la rendición incon
dicional ante el “poder marítimo” de sus enemigos.
NOTA BIBLIOGRAFICA
Historia de te Segunda Guerra Mundial (tornos VIII y X).
La Flota Noeteanwrica.na en la Segunda Guerra Mundial—Almi
rante King.
The Naval Beatie Of tice .Philippines.—Cyril Laus.
Intervogation Nav.—U. S. S. B. S.
Proccedings.—Septiembre
de 1946. (T. de N. Williams Heesler
U. S. Naval.)
Relación oficial de las pérdidas de la. Marina iaj5onesa.
Revista General de Marina. (Años 1040 a
Dieznormasparaeltendidodelospuentespermanentes
delEjército.
Teniente Coronel William C. Hall, de Ingenieros. La publicacción norteamericana The Mi!ifary Enineer.
(Traducción del Comandante Arenas de Ramos del Grupo de Zapadores de la División Acorazada.)
El Regimiento número i .306 deI Servicio General de Inge
nieros, del Ejército de los Estados Unidos, construyó aproxi
madamente setenta puentes permanentes para el III Ejército
del General Patton. Esta Unidad, con sólo quince semanas de
instrucción durante cuatro meses de servicio en Inglaterra, y
sin una especialización particular sobre tendido y construcción
de puentes, puede decirse que la aprendió con la experiencia,
y consiguió desarrollar una técnica especial que puede conside
rarse modelo en tal clase de operaciones. El conocimiento de
las reglas o procedimientos de trabaja que fueran empleadas,
y las razones para su adopción pueden ser quizá de algún valor
para las futuros Comandantes de Unidad cuando se hallen frente
a tal problema.
Estas principios a reglas son:
10
Construir para dar paso a las mayores cargas posibles.
1944,
y en los alrededores de Verdún, se cons
truyó un puente para paso de cargas de 40 toneladas, con
pasa en una sala dirección. Al día siguiente de terminadas los
trabajas en la estructura del puente, el Servicio de Circulación,
“M. P.”, permitió el pasa de una carga de ioo taneladas por el
puente, y éste fué reclasificado para cargas de 70 toneladas.
Los Ingenieros reforzaron la estructura del puente lo mejor
que pudieron, e insistieron en volver a clasificarlo como de
40
toneladas. No obstante esta, de una manera más o menos
constante, continuaron pasando cargas de 70 toneladas.
En Regensburg se encontró una grieta en la obra de fábrica
de un puente sobre el Danubio. Se efectuó el tendido del puente
Bailey para 30 toneladas, y debajo de él dió comienza la cons
trucción de un puente permanente. El Servicio de Circulación
con toda propiedad debería haber prohibida que los vehículos
del Servicio de recuperación de carros utilizaran el puente Bai
ley, pero no lo hizo; un vehículo de dicho Servicio, con una carga
pesada de cadenas para carros, intentó el paso; el Servicio de
Circulación lo autorizó, y el puente Bailey se hundió, resultando
gravemente heridos dos hombres que trabajaban debajo de él.
El vehículo y su carga pesaban unas 70 toneladas.
En Flarenville, en Bélgica, un carro pasó por un puente de
madera para cargas de io tcneladas, y como resultado de los
dañas ocasionados fué preciso rebajar el tonelaje del puente a
cargas de tres toneladas.
Hasta que se produce un fallo, nadie, excepto los Ingenieros,
se preocupa sobre la verdadera capacidad y resistencia de los
puentes; cuando aquél tiene lugar, es eñtonces necesario hacer
enormes esfuerzos para evitar que todo se venga abajo. En agosto de
2.0
Construir el puente permanente sobre los mejores accesos.
Al tenerse que construir un puente permanente en Ufl punto
dado, hay que contar frecuentemente con la existencia en él
de un puente flotante, de un Bailey o de uno fijo, así como con
la condición de que los elementos y materiales empleados en
un principio no serán replegadas hasta la terminación de la
nueva estructura que los sustituye. En muchos casos, la nece
sidad o el deseo de una inmediata retirada de los equipos tác
ticos obligan a construir el puente permanente en un punto
distinto al debido, ya que el mejor estará ocupado por el puente
flotante o, lo que es más frecuente, por el Bailey. En algunos
casos, pequeños trabajos de demolición y construcciones varais
pueden proporcionar el acceso más satisfactorio.
Con frecuencia fué posible construir el puente permanente
en el misma sitio que estaba tendido el Bailey, y se levantaran
por debajo de él •los pilares o se efectuó la hinca de pilotes
desde el tablero o a través del mismo, durante la noche, cuando
el tráfico era menos intensa. En una ocasión, los pilotes fueron
hincadas desde el pontón de un puente pesado.
Es obvio que, en el caso de un ataque aéreo, puede consti
tuir un desastre el haber formado un estrangulamiento en un
sistema de carreteras y cerca de un puente. Tales estrangula
mientos deben evitarse a toda costa.
3.°
Emplear materiales locales.
Es necesario reconocer el valor inestimable que ofrece la
existencia de material para puentes en las inmediaciones del
punta de pasa; muchas veces, sin esa ayuda, la construcción
habría resultado imposible.
En Fontainebleau y en Montereau, sobre el Sena, y en Buden
heim, sobre el Rin, se utilizaron barcazas, vigas de hierro,
pilotes y otras materiales encontrados por los alrededores. En
Francia y en Alemania, las vigas de hierro fueran muy útiles.
Los alemanes habían almacenado grandes reservas de dichos
elementos para las reparaciones en los puentes bombardeados.
El disponer de tableros y pilotaje pesada constituía frecuente
mente un problema.
La madera se obtenía en los bosques próximos; las serrerías
trabajaban
continuamente.
El terraplenado, como sustitutivo de puentes o tramos de
puente, constituye a veces una buena solución. El empleo del
terraplenado ya fué expuesto por el autor en el trabajo “Dirt
is cheap”, publicado en The Military Engineer, de marzo
de 1948.
4.°
Construir largostramos empleando grandes vigas.
En el primer puente construido en Francia, el de Craon, se
emplearon vigas de madera. En todas los demás trabajos se
empleó el hierro. En las primeras estructuras se emplearon per
files de 14, x6 y x8 pulgadas. Según se sucedían los trabajos,
la tendencia era emplear las vigas más pesadas que proporcio
naban los tramas más largos. La preferencia en el empleo de
las dimensiones y peso variaban según las Compañías; algunas
emplearon vigas de puente de ferrocarril, siempre que ello fué
posible. Otras Compañías prefirieron los perfiles de 26, 24 6 22
pulgadas, pues eran más fáciles de manejar con los equipas lige
ros de que estaban dotadas. La longitud de las vigas variaba
de 9 a zS metros.
Un trabajo interesante requirió el empleo de vigas de puente
ferroviario. Fué en Schárding, sobre el río Inn, .dande se reci
bió la orden de construir un puente con dirección única para
cargas de 70 toneladas, y otro con doble dirección para cargas
de 40 toneladas. El punta de paso no estaba lejos de los Alpes,
y el río iba en avenida a causa del deshielo. Comenzaran los
trabajos preliminares sobre un vieja puente de ferrocarril
de una longitud de 330 metros, que presentaba dos vanos, los
cuales se rellenaran con elementas del puente Bailey, y se cla
sificó para cargas de ocho toneladas. Este puente se componía
de pesadas vigas de madera empalmadas y varias armaduras,
también de madera, reforzadas con tirantes de hierro. La cal
zada era de unos 52 pies de ancho, aunque los antiguos pilares
de fábrica tenían una anchura de 20 pies. El empleo de estos
pilares habría proporcionado un gran ahorro de tiempo y tra
bajo si sobre ellos se hubiese construido un puente pesado.
Los pilares no eran de dimensiones uniformes, no estaban ali
neados con el eje del puente, y las mayoies dimensiones de
algunos presentaban una desviación de io a i grados fuera de
la perpendicular del eje. La longitud de los tramos variaba
de 9 a 27 metros.
Un puente pesado de pontones tendido aguas abajo permitía
con cierta dificultad el paso de cargas de 17 toneladas. El per
sonal de la Unidad a cuyo cuidado estaba este puente dió cuenta
de haber observado que la corriente del río llevaba una veloci
dad de cinco metros por segundo.
Se hizo un intento para dividir los vanos mediante un pilo
taje y con objeto de conseguir la colocación de los perfiles de
22
pulgadas. Se fracasó en el intento, y se ensayó con pilotes
de acero; pero resultó totalmente imposible, ya que no se pudo
perforar el duro lecho del río. Durante estos intentos, la fuerza
de la corriente arrastró las partes esenciales del puente. En
vista de ello, se planeó el montaje de elementos del puente
Bailey, para construir con ellos una armadura inferior; pero
resultaban necesarios unos oo camiones pesados para el trans
porte de dicho material. Por fin, pudieron localizarse suficiente
número de vigas de puente ferroviario, y se obtuvo permiso
para su utilización. La viga más grande tenía unos 30 metros
de largo y pesaba alrededor de 15 toneladas. Se transportaron
estas pesadas vigas sobre plataformas de ferrocarril y, des
cargadas en las proximidades del puente, fué necesario trans
portarlas nuevamente al lugar de emplazamiento, distante
unos cuantos cientos de yardas. Su colocación resulté extra
ordinariamente
difícil, pues sólo se disponía del equipo apro
piado para el transporte de pesos de cinco toneladas.
Efectuado, por fin, el lanzamiento de estas vigas, otra más
pequeña se deslizó sobre las anteriores, empleándose como
proa de lanzamiento para las sucesivas, que se deslizaban por
encima de las primeras, y que, mediante juego de polines, iban
siendo colocadas lateralmente. De esta manera, el puente se
construyó dentro de un tiempo razonable. A causa de lo cara
y difícil que puede resultar la construcción de otro que le susti
tuya, éste es muy probable que continúe en servicio durante
largo tiempo.
5.°
desde la estructura del puente. Al sobrevenir las avenidas, la
aguas arrastraron la fábrica alemana y quedaron intactos lo
pilotes. Incidentalmente, hacia el final de la guerra, se intro
dujo una ligera curvatura en la mayor parte de los puentes
Esto mejoraba la apariencia y buen aspecto del puente en can
de que se produjese algún asiento.
7.°
8.°Estimare!Tnivel de las crecidas.
__________
_______
Esto es una cosa que no es tan simple como parece. El fao
tor tiempo y los materiales disponibles frecuentemente no per
mitirán construir el puente sobre el nivel que alcanzan la
máximas crecidas. La misión del puente, sobre todo si ha d
estar mucho tiempo en servicio, es preciso meditarla bien. Así
por ejemplo, hubiera sido tonto construir para las tropas de
1 y III Ejército estructuras con un nivel alto, sobre los río
Mame y Sena, durante el mes de agosto de 1944, cuando lo
alemanes estaban en completa retirada.
Sobre el Mosela, al sur de Metz, fueron construídos los puen
tes con unos tres o seis metros por debajo del nivel de la
máximas crecidas, puesto que se decía: “Sólo necesitamos lo
puentes durante una o dos semanas.”
Es interesante observar el efecto de una crecida cuando ui
mes más tarde alcanzó la altura de unos tres metros sobre lo
tableros de los puentes construídos en Arnaville y Vandiéres
En el primero se emplearon tramos realmente cortos, y lo
anclajes del mismo puente obstruyeron la corriente. El puent
desapareció, excepto las secciones correspondientes a las orillas
En Vandiéres se emplearon largos tramos, los de mayo
longitud sobre el centro del río. Según el nivel del agua se apro
ximaba al tablero, se iban originando daños causados por lo
restos en arrastre incluso de otros puentes aguas arriba. Des
pués de la crecida, sólo el tramo central había sido arrastradi
junto con el quitamiedos de algunos otros elementos.
Evitarel construirsobre ruinas.
En igualdad de condiciones, al construir un puente, lo más
fácil y más rápido es construir el puente más corto. Esto fre
cuentemente induce a intentar la reparación de tramos vola
dos. Es muy posible que las dificultades, el gasto de tiempo
y el gran esfuerzo que se necesita para remover los pesados y
retorcidos hierros destruídos sean mayores que los necesarios
para salvar el paso por otro punto.
En un gran número de casos, minas y explosivos fueron des
cubiertos al remover los escombros. Una Unidad perdió 30 hom
bres cuando una pequeña carga empleada para facilitar el des
combro hizo estallar parte de la carga inicial empleada en la
voladura.
Hacia el final de la guerra fué norma general utilizar los
tramos que se encontraban intactos, variar la dirección en los
que presentaban ruinas, construyendo los nuevos según direc
ciones paralelas a las secciones voladas.
Limpiarel cauce.
Esta precaución no fué siempre observada en Europa, y va
nos puentes se perdieron cuando las riadas o avenidas, arras
trando escombros y restos, concentraban los choques sobr
los pilares y estribos originando desviaciones y socavones.
90
Estimar los esfuerzoshorizontales.
A esta norma se le dió una gran difusión a raíz de una sen
de hundimientos acaecidos en los arcos de los puentes de Itali
y Francia. Los arcos de fábrica se -venían abajo tramo tra
tramo principalmente por la falta de resistencia a los empuje
horizontales resultantes del peso muerto del último arco levan
tado, al actuar sobre el estribo descubierto. El remedio reque
ría cimentación, cimentación en los pilares y estribos a fin d
que las vigas pudiesen transmitir el empuje horizontal a ui
arco o al estribo.
10.0 rIo dar fechas optimistas sobre la terminación de lo
trabajos.
Cuando se exige un puente, es porque será necesario tal
pronto como la zona de su futuro emplazamiento sea ocupada
Los Mandos superiores invariablemente presionarán para qu
las obras se terminen tan pronto como se pueda. Si se da un
6.° Comoreglageneralemplearpilotes, no obra de fábrica fecha optimista y luego surgen dificultades, sólo a los ingenie
ni arcos.
ros se les “echará el perro”.
Las partes más visibles de un puente son: el tablero, qoita
La tendencia a levantar arcos de fábrica resulta :.ea y en
miedos y emblemas; estos últimos sirven para identificar a 1
ocasiones proporciona estructuras peligrosas. Un pilote incli
Unidad que construyó el puente. Vale la pena hacer un pequeñ
nado es muy fácil de enderezar, y la observación de la penetra
ción de los pilotes proporciona una idea de la resistencia y esfuerzo inés, y cuidar bien estos detalles. Algunas Unidade
alcanzaron una gran popularidad por lo atractivo de sus em
naturaleza del lecho del río.
Cerca de Trier, en un camino alemán, un puente con una blemas. Sin embargo, el emblema nunca deberá ser mejor qu
el puente.
sola dirección fué ampliado ejecutando una hinca de pilotes
Guíabibliográfica.
Guerra de Liberación Española.Campañasde Aragón y Maes humor ni buen sentido, aunque a alguien pudiera pro duciri
trazgo. Batalla de Teruel.Batalla del Ebro.—TenienteGene extrañeza. Pero lo que, sin duda, nadie discutirá, porque e
ral García-Valiño.—Imprenta
Biosca. Madrid, abril 1949. evidencia pura, es que el libro mejor será aquel en que el auto
Escribía cierto día nuestro genial Arteche que lo mejor para
aprender una cosa era precisamente escribir un libro sobre esa
misma cosa. No falta a la afirmación del ilustre tratadista ni
84
haga “la cosa” y la escriba luego, si esa “cosa”, esto es, el term
es, por ejemplo, historia viva, y si, por añadidura, la comph
menta luego un buen relato. Y de esto justamente se trata aqu
El General García-Valiño, al frente de sus hombres de la 1 D:
visión, del “Destacamento de Enlace” y del Cuerpo de Ejército
del Maestrazgo, ha hecho la historia y luego la ha contado.
Estamos, pues, ante un libro excepcional. Alguna voz pru
dente ha aconsejado no desdeñar jamás un libro, porque en
el peor hay siempre algo bueno. ¿Qué diremos de estos libros
de excepción, en los que no hay nada innecesario ni desprovisto
de valor?
Guerra de Liberación Española llega en su justo momento.
Hace diez años que en España reina una paz gloriosa y fecun
da. Durante ese tiempo, a los recuerdos de los hechos bélicos
ha podido añadir el autor una documentación copiosa, cuida
dosamente analizada, que no descuida los juicios del adversa
rio, de que con tan justificada y amplia referencia usa el autor
a través de los principales capítulos. Un decenio proporciona,
sin duda, suficiente perspectiva en el tiempo. El autor recuerda
oportunamente cómo los propios mandos de la segunda confla
gración mundial han publicado sus campañas y sus memorias
en tiempo mucho más breve. Dejar pasar la oportunidad de es
tos momentos hubiera arriesgado la publicación de este libro.
La historia se hace ahora más de prisa que se escribe. La que
no se recoge con oportunidad corre el riesgo del olvido, cuando
no del falseamiento. Más aún: en la historia militar importa,
tanto como lo filosófico y lo eterno de la narración, cuanto hay
de accidental y formal en el propio relato operativo. No es sólo
la estrategia, esqueleto de la historia militar, lo que interesa.
Importa también—en la de los hechos recientes—lo dispositivo,
lo táctico, el detalle. Es sobre lo circunscrito a la ejecución
precisamente sobre lo que se basa esa evolución lenta y cos
tante de la táctica jamás interrumpida. Un relato histórico
militar que no desdeñe esta parte sustancial, pero compuesto
con excesiva lejanía de tiempo, perdería por ello buena parte
de su valor didáctico.
Bien justificada está, sin duda, la oportunidad de este libro,
que el autor comienza por explicar en el “prefacio”, aunque el
inóvil principal que le guía es el nobilísimo de no dejar inéditas
las glorias militares de la Patria. Tal leit motiu, en efecto, late
constantemente
en cada página de la obra y esto la ensalza;
pero, fuera de ello, el General García-Valiño, aun sin proponér
selo, nos brinda por añadidura una lección magnífica sobre es
tos “casos concretos”, vivos y apasionantes de las campañas de
Aragón, del Maestrazgo, de Levante y del Ebro, en las que él
intervino de manera tan destacada. Unos “casos concretos”
que pueden servir, sin duda, de temas de análisis y de reflexión;
que el autor describe con preclara lucidez, sencillez castrense,
justeza de juicio y con honrada ponderación de circunstancias,
las que fueran, en cada caso. Cada situación, cada momento,
recogido en el drama épico que es este libro, ¡cuántas oportuni
dades de meditación y de tema de meditación nos brinda,
sin duda!
Al fin, en la guerra siempre “la base es la historia”, afirmó
cierto tratadista extranjero, reiterando la tesis del gran Clau
sewitz, para quien “la teoría de la guerra” se basaba, efectiva
mente, en la propia historia. Esta historia del General García
Valiño empieza justamente por presentarnos el escenario en
que ha de desarrollarse la región íberolevantina (i 5 páginas de
descripción geográfica en el texto), y luego, más concretamente,
la de la zona norte-levantina (otras 14 páginas del texto). Con
amplitud, por tanto, el terreno es debidamente analizado en su
fisiografía (constitución, relieve, clima, vegetación, etc.) y en
su antropogeografía
(población, economía, comunicaciones).
No pocos de los que abordan temas de esta clase olvidan hacer
referencia al medio físico. Otros se contentan con decir de él
pocas cosas, con descripciones a veces insoportables. Y, sin em
argo,
¡cuánto valor no tiene el terreno! En sus comentarios al
Reglamento de grandes Unidades, el Generalísimo sale al paso
sobre la supuesta facilidad que para utilizarlo presuponen la
generalidad
de las gentes. Todavía recordamos aquel viejo
libro de texto de nuestras antiguas Academias militares, que
dividía la táctica en “aplicada” y “pura”. La primera presupo
nía la índole del terreno; la segunda ¡prescindía de éste! En la
guerra, y en la montaña no menos que en el llano, conocer y
.aprovechar el terreno ¡cuánto significa! El General García-Valiño
hace más que estudiar geográficamente el medio. Lo analiza con
sentido militar, para deducir, como es de rigor, sus característi
cas respecto al empleo de las armas y al uso de las maniobras,
tal como se recomienda y practica modernamente.
En seguida, el autor enfoca el pasado histórico militar del
país, de un país como, por ejemplo, ese reducto inultimilenario
del Maestrazgo que nos legó, gracias al genio de sus artistas
prehistóricos, en las grutas de sus montañas, el testimonio grá
fico de las primeras batallas conocidas del mundo. El General
García-Valiño centra, naturalmente, su atención sobre las cam
pañas más modernas: la de la Independencia—con aquellas lec
ciones de cosas que nos dieran, del lado francés, Suchet princi
palmente, y del nuestro, el heroísmo de Zaragoza, la tenacidad
de Blake y la agilidad de nuestros guerrilleros-.—-, y tras dé
ella, la otra lección de nuestras guerras carlistas, con su feroci
dad—más
dura?, pues más guerra, como dijera Almirante—,
y de las que fuera principal maestro el genial Cabrera.
Y lleva ya el autor del libro su pluma al relato estricto de las
campañas de Aragón y Levante, de las batallas de Teruel y del
Ebro. Los combatientes de estas Unidades nos agradecerán un
breve apuntamiento del contenido del libro. Primero, la actua
ción de la 1 División en La ruptura delfrente aragonés (marzo
abril de 1938), operación inicialmente sencilla, y que luego, con
la penetración, en la fase de mayor dureza, culmina para sus
hombres en la ruptura del frente del Guadalope, con el episodio
épico del Tercio de Lacar, ocupando a punta de bayoneta—que
quieren ahora suprimir los americanos—la cota 201. La ocupa
ción de Gandesa
luego, las dificul.
.
.
tades,
las angus--.
tias—que la guerra
es un “drama apa
sionado”, como al.
guien la llamara—y
-el éxito final: millar
y pico de muertos
t 1ei’ a e ion
cogidos al enemigo,
así como cerca de
udi
ij’r.
2.000
prisioneros y
abundante
mate
rial, que motiva
aquel telegrama de
felicitación del Ge
neralísimo, el mejor
..
galardón
del es
fuerzo...
Después, el Avan
ce hasta el .lVfedite—
rráneo
(abril
de
1938), otro capítulo
lleno de emotivi
dad, en el que to
man
parte muy
principalmente
las
ot;
s.,s
fuerzas del “DestaOt
M
camento de Enla
ce”, organizado a
--.
base de la 1 Divi
sión de Navarra.
Hay que facilitar la desembocadura por el desfiladero de Chert.
Se avanza hacia el mar. Se lucha contra muchos enemigos a
la vez: los rojos, el terreno, el clima, la ley del número y la falta
de transmisiones. Una crisis que se resuelve atacando siempre.
A las 14,30 del día r5 se llega al Mediterráneo. La zona roja
ha quedado seccionada. Tal fué el magnífico epílogo de esta
operación.
En seguida, la Maniobra del bajo Ebro. El “Destacamento”
es reforzado con seis Batallones, porque debe cumplir una mi
sión importante. Se trata de ensanchar el contacto mediterrá
neo; ampliar la derrota del enemigo; salvar el Ebro y propor
cionar libertad operativa al Ejército. La 1 División avanza
rápida desde Chert al río. El “Destacamento” vuelve a reorga
nizarse y recibe pronto nuevo cometido. Se inicia la Campaña
del Maestrazgo (mayo-junio 1938). La Unidad pasa a denomi
narse ahora “Destacamento de Enlace del Ejército”. Debe en
lazar, efectivamente, al C. E. de Galicia con el de Castilla, con
la misión de caer sobre el flanco del enemigo que se opusiera al
avance de cualquiera de ellos. Se parte en dirección de Mosque
ruela. Las jornadas son especialmente duras. El terreno es
quebradísimo; el adversario sc aferra al macizo de Bobalar.
Aquí se nos brinda, oportuna, una lección espléndida de gue
rra de montaña, de esa guerra tan nuestra, de ayer, de hoy y
de mañana. La fórmula operativa se resume así entonces: auda-,
cia, movilidad, agresividad, fraccionamiento, sorpresa. Mosque
ruela es rebasada. Nos encontramos en lucha para la ocupación
de un laberinto de picos, alturas, crestas y vértices y collados,
como el de Mingalbo, por ejemplo. Pesa siempre en la montaña
el problema de las comunicaciones y el imperativo de los obser
vatorios. Peñagolosa es rodeada... Las dificultades logísticas
son tales, que, relata el autor, a veces ni las artolas pueden uti
-
a i es
85
1
lizarse para la evacuación de bajas. El papel del “Destaca
talla. Luego es Santa Bárbara, los cementerios, el barrio
mento” se desempeña con especial brillantez. Ocupación de la San Nicolás, la Casa de Beneficencia, ya en Teruel misrr
Atalaya. Recogida de más muertos, prisioneros y material al Los restos de la División de El Campesino son totalemnte ar
enemigo. Se salva el Mijares y Castellón es ocupado por el Ejér
quilados... La controversia—explica el autor para terminar
cito nacional. Nueva felicitación del Generalísimo, que deriva sobre la reconquista de Teruel tiene cumplida respuesta; f
este éxito de los logrados por el “Destacamento” en la maraña
mérito del Ejército entero; pero en los sesenta días de ofensi
orográfica del Maestrazgo.
le cupo siempre a la 1 División el honor de realizar en el co
Y nuevos empefios. Las operaciones de Levante (junio-agosto
junto de los esfuerzos uno muy principal, tanto cuando se at
de 1938) son objeto del siguiente capítulo. Otra reorganización
caba a la plaza por el sur como cuando se hizo luego por
del “Destacamento de Enlace”, que debe actuar en estrecha re
norte.
lación con el C. E. de Galicia. Se trata ahora de buscar una
Y, al fin, la Batalla del Ebro—la segunda batalla de Levan
línea que proteja las comunicaciones entre Teruel y Sagunto,
en el frente Sagunto-Segorbe. La campaña es dura y ardua; los del autor—ocupa el honor del relato lumbre y final. Dejam
en el penúltimo capítulo al Ejército nacional frente a Sagunt
rojos han volado puentes y destruido los caminos. Los efecti
y a los rojos, al sur del Ebro. Inicialmente hacen éstos pasar
vos son exiguos para la misión. La cartografía es deficiente.
Por añadidura, el adversario ha organizado bien su defensa. río, al menos, a seis Divisiones. Urge poner dique al mov
miento. El enemigo quiere ampliar su bolsa. Llegan rápida
El avance es penoso. Pero el enemigo, muy castigado, abando
mente refuerzos. Las reacciones iniciales se dirigen sobre lm
na abundantes muertos y prisioneros. Se alcanza pronto el lí
mite de penetración. Inmediatamente se fortifica y organiza sierras de Pandois y Caballs. El Ejército rojo del Ebro lleg
pronto a sumar 6o.ooo hombres. La batalla se metodiza. Ls
un frente que desde el primer momento sufre la actividad mor
estratégicas y políticas hacen ver claro que
diente del contrario. Pero el “Destacamento” practica, a su circunstancias
allí donde la guerra entera va a quedar decidida. El frent
vez, una defensiva activa. En nuevos impulsos gana Albentosa
y llega incluso a tantear Espadán. Sobre un frente de 54 Km. nacional se distribuye entre dos Cuerpos de Ejército: el marrc
y el del Maestrazgo, constituido éste sobre la base del ant:
se disponen, acosadas, la 1 y 84 División. El ataque está quí
guo “Destacamento de Enlace” (Divisiones 1, 74 y 84, al mar
a punto cuando un osado movimiento adversario amenaza la do del autor), más la 13 División de reserva de Ejército. E
base de partida. El relato gana aquí la máxima viveza. Pronto
frente enemigo, atacado entre Puig de Aliga y la carretera d
la situación queda restablecida. Al fin, la orden de asalto a Es
Gandesa a Tarragona, se rompe. Se progresa, ganándose el t€
padán está dada. Es la noche del 24 al 25 de julio de 1938.
rreno palmo a palmo y cota a cota. El adversario multiplic:
Pero simultáneamente los rojos han cruzado el Ebro frente a sus reacciones; tiene orden terminante de resistir. Los comba
Mequinenza, Gandesa y Mora, y se lanzan en una aparatosa
tes son singularmente duros. Y siempre la pesadilla dé Caball
maniobra hacia el sur. La 84 División es retirada del frente,
que debe pasar a la defensiva. En estos momentos, cuando han en la pugna por los observatorios. Al fin, el Mando Supremi
una determinación decisiva. Se dispone una gran man
surgido. tales acontecimientos, hay razones, además, para pres-. toma
de fuego de artillería, de armas pesadas de infantería y de avia
tar atención a la retaguardia. Las informaciones hablan, efec
ción. Inopinadamente las alturas y las laderas de Cabalis so
tivamente, de intranquilidad en los batallones de Trabajadores.
sometidas a un furioso fuego de tambor, mientras la infanterí
Un episodio interesante corrobora en seguida que el enemigo
—describe el autor—avanza impresionante bajo las bóveda
cree propicio el momento para sembrar la zozobra a nues
de sus trayectorias. Cuando el fuego termina, al cabo de tre
tra espalda. Un Batallón de tres Compañías de guerrilleros, ar
horas, con los últimos proyectiles llegan a la cresta los prime.
madas de armas ligeras y explosivos, se ha infiltrado en la no
ros infantes. ¡La sierra de Caballs queda ocupada! Luego, la de
che por las zonas cubiertas para pro ducir destrucciones en los Pandols seguiría su suerte. El 4, el frente rojo del Ebro se de
caminos y dar golpes de mano sobre los cuarteles generales. La rrumba. El fracaso de la ofensiva enemiga ha sido total. Quizá
caballería propia explora el terreno y descubre y ataca a los in
en la batalla del Ebro—explica el autor—los rojos tuvieran
filtrados. Es menester batirlos, sin embargo, metódica, impla
cable y decididamente en varios días. La operación, dice muy 90 Ó 500.000 bajas. Cataluña abría así su puerta al Ejército li
berador. La victoria final estaba en la mano.
bien el autor, se realiza con idénticas normas a como se baten
Hasta aquí el relato del autor, que es también la gesta he
a los paracaidistas: máxima vigilancia, previa disposición de
roica de los soldados del General. La narración modula unas
reservas y persecución tenaz del enemigo.
Al llegar a esta altura del libro se interpone el relato de la veces reflexiones sensatas; otras descubre las lógicas preocupa
ciones de un instante, las zozobras de una situación, aunque
Batalla de Teruel (diciembre 1937-febrero 1938), como primera
felizmente predominen los relatos jubilosos del triunfo. Pero
de las batallas que en su conjunto denomina el autor batallas
siempre en su tono hay la misma firmeza, la misma seguridad
de Levante (la segunda es la del Ebro). En Teruel, las fuerzas
propia y la misma fe en sus hombres. He aquí que este libro
nacionales del sector cubrían un frente amplísimo, que, por tan
es por todo y sobre todo también una lección moral. Otra de
to, era débil. Los rojos acaban de organizar verdaderos ejércitos,
muy distintos de las primeras masas inorgánicas de la “milicia- mostración más de cómo el mando lo es todo en la guerra.
nada”, y deciden lanzar uno de ellos, el de Levante (8 Divisio
La prosa del libro es reposada y elegante. Se lee bien y agra
nes, i Brigada mixta, 2 Batallones de carros, etc.) sobre Teruel da sobre manera su tono sobrio y preciso. Enjuicia con modera
con ánimo de desmontar la ofensiva que el Ejército nacional ción y precisión. El autor lo explica previamente: no ha que
prepara sobre Madrid. El 15 de diciembre comienzan los rojos rido hacer novela ni periodismo. En efecto, ha hecho algo me
el envolvimiento de Teruel. La plaza resiste tenazmente, aun
jor: historia, la mejor historia hasta el presente de nuestra
guerra de Liberación.
que quizá no presida el acierto en su defensa. Es menester res
tablecer en seguida la situación. Nuevos movimientos de tro
Sentimos al final de la lectura de este libro magnífico lo que
pas se realizan. Con ellas llega al frente turolense la 1 División. se siente siempre que se lee un libro bueno: ganas de seguir le-.
El día 29, junto con la 62, lleva el esfuerzo principal en el soco
yendo, de que fuera más extenso. El General García-Valiño
rro de la plaza. Los primeros éxitos se llaman Campillo, la Pedri
consumado ya como escritor e historiador militar de prirnerí
za, la misma muela de Teruel, que es conquistada en una “gran sima fila, “nos debe” alguna aportación más. Por ejemplo, el
estirada” de 8 Km. La ciudad está ya “al alcance de la mano.”
relato de aquella intervención de la 1 Brigada de Navarra, .que
Los movimientos de repliegue que inicia el enemigo confirman
él mandara también, y que también en el Norte tuvo siempre
las esperanzas de liberación inmediata. Pero las cosas debían una actuación tan brillante como luego tuvieron aquella 1 Di
seguir otro rumbo. Aquella noche cae una nevada copiosa; un visión o los “Destacamentos de Enlace” de la campaña levan
frío extremado se convierte en nuevo e implacable adversario.
tina o el “Cuerpo del Maestrazgo” en la batalla decisiva del
Teruel se rinde entonces. Enestós momentos críticos, los rojos Ebro.
reaccionan con viveza. La 1 División sufre numerosas bajas;
las más, motivadas por el rigor del clima. Al cambiarse por el
Mando nacional la dirección del ataque, de sur al norte, la
1 División pasa a formar parte del Cuerpo de Ejército marro
quí. La batalla de Teruel parece convertirse en el Verdúri de
la guerra de España. Las Divisiones rojas “hacen la noria”,
Como colofón no es posible dejar de indicar la magnífica pre
en la necesidad de reparar su grave desgaste. Tras del éxito del sentación de este libro, de impresión cuidadísima y abundan
Alfambra se vuelve al objetivo Teruel. La 1 División, siempre temente documentado con planos y cartas excelentemente re
en la breche, actúa con singular brillantez; pasa el río y ocupa producidas en varios colores. Esfuerzo editorial, sin duda, bien
sucesivamente una serie de cotas que dominan el campo de ba
justificado por los méritos de la obra.—Coronej D. de V.
86
Razón de España.
Abundantes leyendas modernas han tejido sus telas de ara
ha sobre el tronco y ramaje del árbol español. La Cruzada de
Liberación y la segunda guerra mundial fueron pruebas duras
para nosotros y para nuestros enemigos. Mas el tiempo dice
siempre las definitivas palabras, y las nubes de humo—mon
tañas de papeles de propaganda—van siendo disipadas ya por
los archivos diplomáticos y los documentos secretos revelados.
Primero, nuestra guerra; ella plantó la elocuencia indiscuti
ble de una victoria, apoyando decididamente, en medio del gri
terío del mundo, la razón de la cultura europea. Pero el comu
nismo y sus afines—sociálismo, frentepopulismo—habían sido
derrotados sin apelación y, como desquite—montaron el pilar
fundamental de la nueva conjura: la ayuda extranjera pres
tada al Gobierno nacional por determinadas potencias en entre
dicho. Y, sin embargo, ¿quién recibió más y quién recibió pri
mero? Todo cuanto se haga por esclarecer estos hechos será
poco, pues tanto como a España interesa al mundo conocer la
verdad. Porque sólo la verdad histórica enseña a los pueblos
en su caminar difícil, y nunca como en estos momentos agudí
simos precisan los otros saber nuestra lección.
El i8 de julio de 1936 el Jefe del Gobierno frentepopulista
español pide auxilio a su colega francés: no más tarde de esa
fecha. He aquí el principio de una serie de contactos y colabo
raciones con el exterior, que sirven al Gobierno de la República
de prolongados respiros. Mas la intervención extranjera propia
mente dicha tiene lugar, y dentro de la propia España, el mis
mo x8 de julio: 15.000 hombres de todas las naciones concen
trados en Barcelona con el pretexto de unos juegos olímpicos
baten a la guarnición de la plaza y se esparcen seguidamente
por los frentes, formando unidades de castizos nombres: “Thael
mann”, “Gastone Sozzi”, “Dombrowsky”, etc.
Y la recluta mercenaria comienza allende las fronteras. El 7
de agosto, L’Humanité proclama que “el Gobierno francés auto
riza la formación de grupos de voluntarios para ir en ayuda de
los trabajadores españoles”. Siete días más tarde entra en nues
tro país un contingente de suboficiales. Y a fines de ese mes, en
Irún, las tropas liberadoras de Franco recogen treinta cadáve
res de súbditos galos.
Por su parte, la U. R. S. S. ha adoptado, a través de la Pro
fintern, el 26 de julio del mismo año, un acuerdo entre cuyos
apartados figura el de cotizar una fuerte prestación económica
a favor de sus colegas hispanos y el de la formación de una Bri
gada de 5.ooo hombres. El 14 de agosto, con el vapor mejicano
América, llegan a Barcelona los primeros envíos soviéticos, que
siguen luego in crescendo y sin interrupción. Y el 29 de octu
bre, pna masa de carros rusos, servidos por personal de esta na
cionalidad y apoyados por tropas de Infantería, atacan de
flanco a los soldados del Ejército nacional de Seseña. Es la
primera batalla soviética contra Europa.
Toda una larga cuenta puede aquí presentarse. Trenes con
municiones, con hombres, con aviones, con armamento vario,
llevan por tierra o por mar el auxilio extraño y tenebroso, y a
cambio, salen de España lingotes de oro. Podría escribirse mu
cho de las Brigadas internacionales y de la infiltración rusa
en el cuerpo español;, de la conversión de Albacete en una base
extranjera de reclutamiento; de la participación de las Unida
des así creadas en la defensa de Madrid, en el Jarama, en Gua
dalajara, en La Granja, en Brunete, en Aragón; de la persona
lidad de Kleber, Lukasz, Walter y demás “generales”; de Jorge
Dimitrof, André Marty, Luigi Longo, Pietro Nenni, José Broz
(Tito),
Ladislao Rajk, muchos de ellos caídos luego en des
gracia del Kremlin y todos miembros selectos. del comunismo
mundial. “La historia de las Brigadas internacionales está por
escribir y tendrá que escribirse algún día”, alega la Oficina In
formativa Española de nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores
en un interesantísimo folleto (x); pero nosotros diríamos más,
al encarecer la importancia que ha de tener la historia de la in
tervención exterior durante nuestra Cruzada en todos los órde
nes hombres, material de guerra, propaganda, dinero, apo
yo diplomático; y con respecto a los dos campos en lucha, lo
ue demostraría de una manera indubitada la extraordinaria
ventaja que en este aspecto gozó siempre el bando rojo. Porque
este capítulo del acontecer contemporáneo no ha sido un hecho
aislado y pasajero en la vida de una nación, sino un detalle
(x)
Las
Brigadas
Internacionales.
La ayuda extranjera
espasoles.—Oficina Inforidativa Española —Madrid,
i64 páginas con fotografías; 59 centímetros; rústica.
rojos
del constante atentado a la paz y a la seguridad mundial
por parte de la Organización internacional comunista.
La conjura frente a España representaba sólo un primer paso
de la arremetida soviética contra la civilización europea, consi
derada en bloque. El mismo año que el comunismo era derro
tado en el orgulloso suelo ibérico, planteaba su gran jugada en
el ancho ámbito del, mundo. El pacto germanosoviético—25 de
agosto de 1939—precipitaba la guerra en Europa: era “el em
pujón que daba Stalin a Hítler”. José M. Doussinague conside
ra en un magnífico libro (i) el porqué de la actitud nuestra en
los años que siguieron al terrible estallido, la razón española
frente a la U. R. S. 5. y en defensa de la cultura.
No hacíamos más que seguir una fiel línea de conducta anti
marxista. Primero, tratando de advertir, ordenando el Jefe de
Estado “la más estricta neutralidad a los españoles” y, a la vez,
aconsejando a las potencias extranjeras la limitación del con
flicto en la conciencia de que sólo al comunismo podía favore
cer el destrozarse mutuo de los países entonces beligerantes.
“No puede funda
mentarse la conti
nuación de la gue
rra—alega el 31 de
diciembre de 5939—
en el desequilibrio
que ocasiona
la
potencia bélica de
unas naciones cuan
do surge un potente
enemigo que preci
samente exige que
se le contrapese, ya
que por sus máxi
mas y sus doctrinas
es la máxima ame
naza para la civili
zación que necesi
tamos defender.”
Desde el primer
momento, los espa
.fioles, y a su cabeza
el General Franco,
estiman la gran con
tienda en su justo y
auténtico
valor;
sencillamente
por
que saben. Por en
cima de los intere
ses rivales está el
infinito peligro del
Este. El será el que
especule con unos y
otros, el que mane-.
je los dados; ante él, todo lo demás quedará pálido. Y, a la
vez, se establece con energía el principio de la independencia
espariola frente a cualquier intento de invasión: “Nos defende
remos con todas nuestras fuerzas y medios contra cualquiera
que ataque a España”, proclama el Generalísimo en abril de 1940.
Alemania había ya ocupado Dinamarca y Suecia y preparaba
su gran ofensiva occidental, que nadie sabía dónde había de
terminar. La tentación de un posible ensanchamiento de nues
tra expansión africana, de un ataque al Peñón, de un fácil se
guir la corriente, con victorias lucidas, pero de muy precario
valor a la larga, era dominada por nuestro Jefe de Estado.
Porque España sólo deseaba contener el fuego, limitar los da
ños, mirando siempre al peligro oriental y fortalecida y alum
brada por el duro saber de su guerra.
La guerra con Rusia supuso un desengaño para Hítler, que
subestimaba con exceso las fuerzas soviéticas. Stalin se hu
milló de momento para, tras el respiro de un par de años de
rearme seguro, sorprender cansadas a las fuerzas germanas.
La guerra se extendió peligrosamente—contra nuestros conse
jos—y la U. R. 5. 5. obtuvo las fáciles victorias de Teherán,
Yalta y Postdam.
Es muy difícil concretar en unas líneas el denso contenido
de esta obra, atiborrada de interesantísima documentación,
que pone a lo vivo los propósitos fundamentales de la política
exterior española. “La guerra—señala el Sr. Doussinague—
más
a los
1948;
(x)
Madrid,
JosÉ M.
DOIJSSINAGUE:
22
5949; 378 pÉginas;
Espa8a tenía razón
centímetros; rústica.
(I939-95)—
no debió estallar... La guerra, una vez desencadenada, no se
debió extender... Una vez extendida, la guerra se debió abre
viar... España está libre de estos tres grandes errores.”
Una lucha civil—e internacional a la vez—, cruentamente
sufrida, nos dejó en estado de debilidad frente a las grandes
potencias; pero el heroísmo demostrado por los españoles, su
anhelo reiterado de independencia, convirtió esa debilidad en
baluarte. El 21 de abril de 1943, Hítler declaraba: “No somos
capaces de ocupar España por la fuerza...” Y esta actitud fir
me nos permite hoy hablar al mundo, amparados además en
nuestra experiencia comunista, experiencia que hoy sufren en
su propia carne tantos que nos zahirieron.
El tiempo es nuestro mejor abogado.
El autor ha adoptado, en. o que se refiere a la búsqueda
fuentes, un criterio del más alto valor científico, por su senti
de imparcialidad: tres obras de gran alcance y valor han con
tituído la base bibliográfica fundamental, y sus autores son
español, un inglés y un francés. “Solamente compulsando est
tres distintos puntos de vista nacionales sobre la citada guer
puede aspirarse a lograr de ella una visión objetiva que pi
mita extraer de los hechos relatados enseñanzas fructíferas
Donald G. Fink: Ingenieríadei radar.—Traducción de Carlos
Prélat y Edmundo Martínez Pardo.—Editorial Nigar. Buen
Aires, 1949; 665 páginas, con ilustraciones; 24 centímetrc
tela.
Sabios, industriales, militares y hasta simples curiosos de
ciencia se ocupan hoy del “radar”, símbolo perfecto de ur
RESEÑAS BREVES
civilización supertécnica. La palabra está formada por las p
letras de las voces “Radio detection and ranging”, e
Coronel de Estado Mayor López-Ivluñiz: Manualesprácticos.meras
Publicados: Infantería; Mando de Sección, Infantería; Mando presivas del reconocimiento y localización de objetos median
de Compañía, Infantería; Mando de Batallón y Regimiento y las ondas de radio reflejadas.
El radar ha adquirido realidad plena en la segunda gueri
Artillería; Mando de Batería. (Declaradas de utiLidad para mundial,
pero sus antecedentes son relativamente antiguo
el Ejército.)—Editorial
“Gloria”. (Distribuida por Librería
Ya Heinrich Hertz descubría en 1887 que las ondas de rad
Militar.)—Madrid, 1949; 96, 132, 176 y 148 páginas, respec
se reflejaban como los rayos luminosos y que se podían fo
tivamente; ¡6 centímetros; rústica.
mar haces por medio de espejos metálicos de forma semejan
La guerra es un arte y, como tal, todo realización; pero no a los que se usan para formar haces de luz. Sin embargo, has
hay arte que carezca de reglas orientadoras. Los límites den
1934 no se aborda decididamente el estudio del radar con a
tro de los que ha de moverse el soldado, y que es forzoso para cauces militares definidos. Desde esa fecha su historia es n
éste conocer, son frenos puestos a la teoría, cuando ésta pre
pida y fecunda. Basta decir que dos años más tarde los Est
tende hacerse realidad. Todo un bagaje de cifras, de pequeñas
dos Unidos comenzaban a construir el primer equipo de rad
para su Ejército.
noticias, de tablas, constituyen una dura prueba de la memo
ria del combatiente, que ha de recordar muchas minucias en
Toda premura era poca. Los progresos de la aviación exigía
momentos en que no siempre se tiene el ánimo ligero y la me
un procedimiento de localización de los aparatos distinto
hasta entonces empleado: los fonolocalizadores combinados co
moria fresca.
Ahora, el Coronel López-Muñiz realiza, en una serie de ma
proyectores de rayos luminosos. En efecto; las sorprenden:
nuales de bolsillo, el afán secular de reunir en pocas páginas
velocidad de los aparatos, sus altos techos, la posibilidad
volar sobre nubes o en días de visibilidad cerrada y lo capr
bien nutridas, no las ideas básicas, que ésas se suponen cono
choso de la hipótesis de Flak sobre la que descansa la fon
cidas, sino los datos concretos para desarrollar aquéllas—plan
localización—vuelo del avión en línea recta—volvían inútil
tillas, dotaciones, características del armamento, reglas ele
viejo sistema. “El radar—dice Donald G. Fink—resolvió todc
mentales de topografía, consejos prácticos para marchar, com
batir o estacionarse—. Cada arma tiene así un formulario de los problemas. El alcance, aun con los primeros equipos,
mayor que el del proyector. El radar indica dónde está el avió
su propia actividad y de las otras armas o servicios en la parte
con ella relacionada.
en el momento en que lo descubre, puesto que la velocidad í
Una colección de 24 libros constituirá un preciado arsenal las ondas de radio es varios millones de veces mayor que la d
para el atareado y para el menos diligente, para ei flaco de aeroplano. Las ondas de radio no son apreciablemente deti
memoria y para el que no quiere fiarse de la suya, aun siendo nidas por las nubes, la neblina o la precipitación fluvial. Y s
buena. Todo aquello, en fin, que exige normalmente “una presencia es desconocida para el enemigo, a menos que se tran:
porte el equipo receptor para explorar el rango de frecuencias.
búsqueda laboriosa, a veces estéril, en reglamentos, instruccio
Es difícil de ponderar la trascendencia que el radar ha eje
nes y folletos”.
Manuales utilísimos sobre los cuales huelgan todas las diva
cido en el desarrollo y resolución de la última contienda y 1
perspectivas que ofrece ante las nuevas armas. Todo hace inú
gaciones, por su propia y rugurosa concreción.
resantísimo este libro, teórico y práctico, suficientemente e
Juan Priego López, Coronel de Estado Mayor: Guerrade la tenso y de muy clara exposición.
independencia
(1804-1814).
(Declarada de utilidad para el
Ejército.)—Editorial
“Gran Capitán”. Madrid, i947; ¡90 pá
INDICE GENERAL
ginas con mapas; 19 centímetros; tela.
De la guerra de la Independencia han quedado relatados
Mohamed Ibn Azzuz: Epítomede la historiade Marrueco
para la posteridad, con fuerza indeleble, hechos aislados de
Instituto de Estudios Políticos. Madrid, 1949; 273 página
categoría heroica de excepción—Dos de Mayo, Zaragoza, Ge
15 centímetros;
rústica.
rona—; pero faltaba quizá escribir la visión de conjunto, que
Luis
Santaló:
Historia
de la Aeronáutica.—Espasa-Calpe. Bu€
abarcase de una ojeada—suficientemente rápida, a fin de ha
nos Aires, 1946; 340 páginas, con ilustraciones; 23 centíme
cerse popular y, a la vez, rigurosamente científica—la histo
tros; tela.
ria bélica española en los seis años inolvidables. Para el mili
tar, la guerra de la Independencia es además manantial inago
Francisco Javier Conde: Sobrela situaciónactualdel europ
table de enseñanzas, “que no pueden darse por caducadas, no
Instituto de Estudios Políticos. Madrid, 1949; 8o páginas
obstante el tiempo transcurrido desde que se desarrollaron los
19 centímetros; rústica.
acontecimientos en que se basan”.
Generalde Marruecos
yC
El carácter caótico que en muchos momentos presentó la María Asunción del Val: Dirección
lucha, sin frentes establecidos, sin delimitación exacta de cam
lonias. Biblioteca.Catálogode materias.—Madrid,
194Ç
pos, ha sido abordado con un criterio ordenador y gran senci
391 páginas; 24 centímetros.
llez expositiva, buscando además, en cada caso y en el con
Carlos A. Garzoni, Capitán de Navío: Algunosaspectos
de
junto de la obra, las meditaciones oportunas. Y ninguna tan
guerra
navaL—Buenos
Aires,
1949; 32 páginas; 27 centíxn€
aleccionadora como lo baldío del esfuerzo de entonces, por la
tros; rústica.
“invasión ideológica” extranjera, que amenazó romper los la
zos de cohesión nacional, y el triste panorama de nuestras que
Comandante Vela de Almazán: Aerofotografía.—Biblioteca di
rellas internas. Si, como apreció Napoleón, “los españoles en
Aviador. Madrid, 1949; 156 páginas; 21 centímetros; tela
masa se condujeron como un hombre de honor”, luego esos
españoles, llegado el momento, no supieron ofrecerse en un haz José María Pinós: Una relaciónsobreel sitioy tomade Léri
por losfranceses
el año1810.—Consejo Superior de Investi
apretado, bajo un mando único. La consecuencia fué una desgaciones Científicas (Instituto de Estudios Ilerdenses).—
estimación de nuestros sacrificios en el Congreso de Viena, que
Lérida, ¡948; 22 páginas; 24 centímetros; rústica.
tiraron por el suelo la victoria.
88
Descargar