Li - * •e. r 4. Li lTD PLSTA ILUSTQADA DLLAS APMASY SLPVICIOS MINI STQIO prL tJÚ RCITO ejército REVISTAILUSTRADADE LAS ARMASY SERVICIOS Año XI • Núm. 122 • Marzo1950 SUMARIO Servicio.—Coronel Vigón. La tradición militar española en los Ejércitos hispano.aniericanos.—General Bermádez de Castro. Métodos modernos para la lucha contra las ratas.—Comandante Medico Piédrola. La maniobra y la idea de maniobra en-las Unidades superiores de Infantería,—Comandante Bustamante. Servicio obligatorio de transfusión de sangre.—Médico de la Armada Soler Cantó. El papel de la soldadura en la industria dearmarnentos.—T. Coronel Salvador. De la Guinea Continental Española.—Capitán González Conesa. El combate ofen8ivo en la rnontaa con nieve.—Comandante Sánchez Meseuer. Información e Ideas y Reflexiones: España, la apestada.—Por Ossian Mathieu. (Traducción.) Los factores de la movilidad del combatiente.—Coronel Marshall. (Traducción.) El mortero como dotación de la Artillería ligerá.—T. Coronel G. Bilbo. (Traducción.) La paz por el dominio aéreo.—Conferencia del Mayor del Ejército de los EE. UiJ. Seversky. (Traducción.) La locura de los bombardeos estratégicos.—Por Hoffman Nickerson. (Traducción.) Más potencia de fuego para la Infantería.—Comandante Lyman S. Faulkner. (Traducción;) El milagro delfuego marchando.—Comandante Whittington. (Traducción.) Estudios sobre la segunda guerrá mundial. La guerra en el Pacífico.—Tenierite de Navío Franciscó José Ruiz. Diez normas para el tendido de los puentes permanentes del Ejército.—T. Coronel Hall. (Traducción.) Guía bibliogrdfica.—Redacción. “ 1 1S ‘ i*F’I4’ EkL. V’1:1I 1¡ Ii Iii [.IW•] [‘Iii -iijI.lj iL ‘— MINISTERIODELEJERCITO LItO ib, 1rodo de bu onn /,er,Ki., DIRECTOR: ALFONSO FERNANDEZ, Coronelde E. M. JEFE DE REDACCIÓN: Coronel de E. M. Excmo. Sr. D. José DíazdeVillegas,Director Generalde Marruecosy Colonias. REDACTORES: General de E. M. Excmo. Sr. D. Rafael AlvarezSerrano,Profesor de la EscuelaSuperiordel Ejército. Coronel de Artillería, del Servicio de E. M., D. José FernándezFerrer, de la,EscuelaSuperior del EjérCito. Coronel de Infantería D. VicenteMoralesMorales,del Estado Mayor Central. Coronel de E. M. D. MiguelMartin Naranjo,del Estado Mayor Central. Coronel de E. M. D. GregorioLópezMuíliz,de la Escuela Superiordel Ejército. Coronel de E. M. D. Juan Priego, del ServicioHistóricodel Ejército. Teniente Coronelde Infantería, del Servicio de E. M., D. José OtaolaurruchiTobía,del Estado Mayor Central. Teniente Coronelde Infantería, del Servicio de E. M., D. FelipeSanteliz Muñoz,del Estado Mayor Central. Teniente Coronelde IngenierosD. Manuel Arias-Paz Guitián, Director de la Escuelade Auto movilismo. Teniente CoronelInterventor D. José BercialEsteban, del Ministeriodel Ejército. T. CoronelIngenierode Armamento D. PedroSalvadorElizondo,de la Direc. Gral. de Industria. Comandante de Intendencia D. José Rey de Pablo, del Ministeriodel Ejército. PUBLICACIÓNMENSUAL Redacción y Administración: MADRID, Alcalá, 18, 3.° Teléfono 22-5244 * Correspondencia, Apartado de Correos 317 PRECIOS DE ADQUISICION Para militares, en suscripción colectiva por intermedio del Cuerpo4,50 Para militares, en suscripción directa (por trimestres adelantados)5,00 Para el público en general (por semestres adelantados)6,00 Número suelto7,00 Extranjero8,00 Ejar Correspondenciapara colaboración,alDirector. Correspondenciapara suscripciones,al Administrador, D. Franciscode Mata Diez, Comandante de Infantería. S ERVICIO Coronel de Artillería, Jefe del Regimiento 15, JORGE VIGNSUERODtÁZ. CUÉSTA Su voz, su gesto, no son más que una pantomima de actor, una miserable ostentación de soberanía, cuya vanidad debe conocer. ¡No es posible que crea en sí ‘mismo tan sinceramente! Nos impíde a todos levantar el velo, pero él se ve desnudo por dentro. Cuando esto ocurre, el culto queda sin objetó, y los afanes del devoto, infecundos, si a uno y a otros no ofrece un fin más elevado. Pero hay un objeto digno de la más solícita afición: la Patria. El patriotismo para San Agus tín es el único amar que merece ser más fuerte que l de los padres (), y’en otro lugar señala la gradación justa de los amores ‘de un hombre: ‘Ama siempre a tus prójimos, y más que a tus pró jimos, a tus padres, y más que a tus padres, a tu Patria, y más que a tú Patria, a Dios (6). El mismo Jesucristo—hace observar Vega Mestre—exhorta a los, judíos para que salven a su ‘pueblo, conformando su vida a la ley que El viene a predicar. Y cuando colman las medi das de contumacia, Jesús llora sobre la ciudad de Jerusalén, corazón de la patria judía, que se arruinaba irremediablemente (7). Patria era entonces la tierra de los padres, a la que se ligaba cada uno y todos entre sí por lazos de’ sangre, por el mandato de los muertos —la tradición—y por el propósito de realizar juntos empresas que nutriesen sus vidas. Nue vas adquisiciones espirituales abrieron más am plios horizontes a la expañsión de este senti miento, creando apetencias espirituales colec Renaud de Napoleón—. tivas y temas sugestivos para la vida y la ac ción común (8). Tal acontece al lograrse sobre muy poco trabajo comprender por qué a Vigny se le hacía iiitolerable la idea de servir (i). Es su espíritu,sin duda, el que proyecta sobre la figura de aquel capitán cuya ‘adolescencia había deslumbrado el fulgor de la gloria napoleónica (2), y es claro, también, que Vigny recuerda su propia infancia cuando le hace decir a Renaud: La glória de estar ligado a aquel hombre me barecía la cosa más grande que existía en el mundo, y nunca un ‘amante sintió el ascehdiente de su amada con emociones más vi vas y más aniquiladoras que las que su vista pro ducía en mí cada día (a). Vigny—--ya se ha dicho—se aficiona después al Rey, con menos devoción, sin duda, pero no más Jniciosamente. Si el diálogo desconocido en tre Pío VIII y Napoleón fuera algo más que una ficción (4), podría pensarse qué Napoleón no había tenido tampoco una idea más recomen dable de su propia función. Soy—dice—un fa bricante de batallas; ‘ésees mi estado! a los treinta y cinco anos he producido ‘dieciocho victorias. Debe pagárseme mi obra. Y pagarla con ‘un trono no es demasiado caro. Pero aunque. se tratase de un hombre de ex cepcionales calidades morales y no de este em presario de glorias y aventuras que Napoleón era en realidad, nada podía justificar una acti tud de beata supeditación personal. Tarde o temprano, y más o menos dolorosamente, se desgarra la ilusión que uno ha prendido en el ídDlo.. ¡Miente/—dice (x) Vid. Servidumbre y grandeza de las armas. Lib. III. La vida y la snuerle del caf’itdn Renáud, o el basMn de junco. (2) No se entiende bien cómo ha podido decirse que Vigny haya sido el creador y propagador de la idea de servicio que tan decisivo papel juega en el concepto de las so ciedades modernas. (La Salle: Alfred de Vigny y Mon Ireal, 1g14, pág. 535.) No es preciso esforzarse en demostrar que si alguien ,ha puesto empeño en hacerla ingrata y en suscitar, recelos en torno a ella, ha sido precisamente él. () Serviduníbre, lib. III, III, cap. cap.V.IV. Servidumbre, lib El diálogo, aunque ha •sido utilizado como material histórico más .de una vez, es sólo una artística ficción. (La Salle, pág. 131.) () (6) () San Agustín: La ciudad de Dios. San Agustín: De libero cerbifrio. San Lucas. 59, 45. (8) Hay quien piensa que este proceso no interrunipiclo dotará a la humanidad toda de una patria común. El ca mino que se lleva no parece muy prometedor, pero no por eso aquella ilusión ha de estimarse menós generosa. Bergson’ ha apuntado ‘la idea de que el’hombre fué hecho para sociedades muy pequeñas. creo entender que es por esta razón por la que el hombre niedio suele encontrarse bastante bien en el seno de su familia, un poco menos bien 3 esta vieja tierra nuestra—que ya Paulo Orosio abarcaba en su universa Hisj’ania-—-la unidad religiosa (o).Recaredo preside el tercer Concilio toledano (589), en el que a la discordia en Es p ana sucede la az santa, la unanimidad y, con. ella, la estabilidad del reino terrenal (San Lean dro); y San Isidoro——intérprete de esta asun ción de clasicismo (Io)—invoca (624) a la sacra España, madre feliz de ríncies y de pueblos (De laude Sance) (u). El fenómeno político del nacimiento de las nacionalidades robusteció y dió nuevas calidades al sentimiento de la Patria. Patria y Nación vinieron entonces a superpo ner sus límites. Pero la Patria es un complejo de territorio, gentes, valores espirituales reali zados y propósitos de vida colectiva, difícil de definir; se ha intentado hacerlo tantas veces, con fortuna varia, y casi ninguna con el rigor y la concisión apetecibles, que no es cosa de pre tenderlo aquí una vez más. Ahora bien; puesto que, cuando menos, es seguro que la patria es algo más que el suelo sobre el que acampa la nación, el patriotismo no puede ser sólo la atracción que ejerza sobre nosotros determinada parcela terrestre; el pa triotismo es algo más que esta querencia: es una ferviente aspiración al bienestar, al florecimien to y a la libertad de la patria; pero es también la solidaridad del individuo con su historia; no puede sentir el amor a la patria quien reniegue y se exente de su historia; patriotismo es tam bién amor al pasado, respeto a las generaciones que nos precedieron. El patriotismo es, pues, amor y virtud. La patria, que es una personalidad espiritual, suscita de parte de quienes la tienen por suya un amor complejo que García Mórente ha anali zado con agudeza (12): ámor al pasado (amor en sa pueblo, peor como provinciano, y más mal como ciu dadano de su nación. Esta pudiera ser la razón de que no haya nunca un gobierno declarado bueno para todos. Gracias a ello, sin embargo, por su fuerza de coacción y por su esfuerzo de cohesión, esta disociadora tendencia a sntirse mal en el conjunto ha ido cediendo el puesto poco a poco a un principio de unión que sube del fondo de cdda una de las sociedadei elementales reunidas... Este principio, único capaz de neutralizar la tendencia a la disgregación, es el pa triotismo. (Bergson: Les deux sources...). (9) Historia de España, dirigida por D. Ramón Menén dez Pidal, tomo II, Introducción, pág. XXXVI. (so) El clasicisnio—dice Eugenio d’Ots—-consiste en la presencia, victoria y primada de los elementos de unidad. Las ideas y las formas. Madrid, e. a., pág. 48. (Ii) Histoi’ia de España, dirigida por D. Ramón Menén dez Pidal, tomo III, Introducción, págs. XIX, XXXIV. (12) Vid. EjáRciTo, núm. 28. 4 histórico, amor filial, amor de gratitud), amor actual (amor conyugal, amor de fidelidad) y amor a su futuro (amoi’ j.’aternal, amor de sacri-. ficio). El amor ala Patria—decía Jovellanos—no es aquel común y natural sentimiento, hijo del amor jroio, or el cual el hombre j’refiere su patria a las ajenas, sino aquel noble y generoso senti miento que estimula al hombre a desear con ardor y a buscar con eficacia el bien y la felicidad de su patria tanto como la de su misma familia; que le obliga a sacrificar no tocas veces su probio inte re’s al interés común; que uniéndole estrechamente a sus conciudadanos e interesdn4oles en su suerte, le aflige y le conturba en los males públicos y le llena de gozo en la común felicidad. El patriotismo como virtud es también un complejo de gratitud, servicio y sacrificio, a cada unó de cuyos ingredientes se liga una gama de exigencias que constituyen los deberes para con la patria. Pero mal podrían cumplirse éstos si de cada una de aquellas virtudes elementales no disparase un vector dirigido hacia Dios. Tie nen, en efecto, aquellas virtudes un asidero co mún en el alma del hombre, la abnegación, y la abnegación tiene su raíz y fundamento en la moral religiosa. Sólo en ella puede apoyarse un patriotismo juicioso, tan ardiente como el que más pueda serlo, pero respetuoso con la personalidad hu mana y sometido rigurosamente a las Leyes divinas. Con esta limitación, el juramento de fidelidad que la Patria exige de sus hijos eleva las obliga ciones militares así consagradas a la categoría de deberes religiosos. Por algo en otro tiempo se llamó al juramento de fidelidad sacramento militar. Pero no sería bueno que nadie se obligara tan estrechamente al cumplimiento de unos debe res que no conociera bien. Una vez más es pre ciso declarar la estimación qúe se debe a la Deontología; pero—añadamos—para con ella es necesaria la educación, el entrenamiento patrió tico. Esta es una tarea a la que ha de dar carácter preferente quien haya de orientar la educación nacional. Y para el caso no hay ambieiite más apropiado que el del Ejército. No es que el Ejér cito se declare arbitrariamente depositario de las esencias patrióticas por el hecho de estar lla mado a defenderlas con las armas; lo que sucede es. que en el devenir histórico, cuando los gran des señores que asumían la representacióii na cional fueron extravertiéndose, europeizándose y, si se quiere, internacionalizándose en cierta medida, el sentimiento patriótico nacional se• fué reflejando sobre aquella última línea, tan recia, de la nobleza, constituída por los hidalgos —en otras partes, el gentil hombre (gentis hqmo), el hombre de la nación—. Y como de esta clase e nutrieron durante mucho tiempo los cuadros del Ejército, fué en él donde vino a residir el más acendrado sentirñiento patriótico. No es extraño, pues, que en las ocasiones di fíciles, cuando gentes de bonísima voluntad, de inteligencia brillante y muy útiles en los menes teres de su profesión, equivocan el camino y extravían a sus seguidores, sea el Ejército el que acierte a señalar de qué lado está la Patria, con un finísimo sentido histórico, al que sería honesto hacer justicia.. nos habituado a lás simplezas que son capaces de producir gentes consideradas como sensatas;. pero no dejará de anotar en el expediente per sonal de Vigny esta curiosa preocupación de fi-. delidad no.a una idea, ni a un sistema ni a una causa, sino a una persona física, a un hombre: al rey; lo que él debiera, representar, sea cual fuere su conducta personal—en este caso, nada recomendable—, parece no importarle mucho. Hay en esta manera ‘de considerar las cosas como una tendencia a hacer de la idea de ser vicio un instinto. Pero servir és mucho más que instinto: es virtud. La inclinación natural del hombre sería más bien la contraria. El hombre—pensaba Séneca— querría vivir y. carecer de toda molestia; pero es una aspiración inconveniente; si vive, que no es pere ni pida exención... Pues vivir, Lucilio, es milicia (ib). En esta milicia, más estricta, que es el Ejér-’ cito, todos sirven, los que obedecen y los que Al estallar en París la revoluçión de 1830, la mandan, cualquiera que sea su grado. Cuanto Guardia Real, junto con otras fuerzas, sale a la más alto se está y cuanto más necesario se ha calle. para sofocarla. Muchos oficiales el anti llegado a ser, la exigencia es también más ri guo Ejército se acercan ?. las Unidades empeña gurosa. das en lá lucha para ofrecer sus servicios. Son sujetos de buen seso que comprenden lo que va (i ) Séneca: Ep’ístol XCVI.. jugado en la partida; sólo un hombre como ‘.Vigny, alejadísimo Ejército, cuyo podíaespíritu poner enestaba boca de un militar del de - . limpias virtudes y de juicio tan claro como, en otros aspectos, se complace en pintar al capitán Renaud, palabras tan desprovistas de sentido como estas: Nosotros—dice—les hemos rogado que se reti ren a sus casas. Nosotros no hacemos la guerra civil (‘3). Pero si la Patria—tradición, vida actual y propósitos de futuro—corre peligro de perderse sin una intervención armada violenta, nada se ría menos patriótico que renunciar a ella por es crúpulos sin funamento. Claro es 4ue uno uede vecetsentire, de ligado de sus deberes sólo con hacer alguna vio lencia al buen sentido. Así, en aquel trance re volucionaTiO, a Vigny le basta el hecho de que el rey se marche sin resistencia, para conside .rarse liberado de /astidiosas supersticiones polí ticas (14). Uno se sorprendería siestuviera meSevvidusnbre, lib. III, VIII.d’un potie, (j) Alfred de Vigny: Le cap. journal (dnico publicado). París, x pág. 274. tomo 1 5 Acertaba en esto Vigny, al interpretar el pen muchas veces mejor dispuesto a morir por su samiento del Almirante Collingwood: La 5atria Patria que a servirla modestamente en el que —le hace decir—es un ser ideal que no he hecho hacer cotidiano. Pero aquella buena disposición más que entrever, pero al que sirvo como un escla no indulta de este deber sencillo y opaco, que vo y que awmenta para mí el rigor a medida que obliga—aparte de todas las emás considera me hago más necesario (i6). Esta es la señal de ciones—como mandato divino qué se sirve bien; cuando no, ascender y pro gresar en la carrera es un medio de gozar más Esta cualidad, si no tuviera otras, otorgaría, beneficios, no un medio de trabajar más y en por sí, al servicio carácter religioso, que es ca cosas más grandes, como—Collingwood añadía— la función su eleva debemos desear, aunque tales cadenas resulten a ve balmente el que confiere ción y su dignidad, y es, a su vez, el sentido re ces tesadas. ligioso el que instala al hombre en la vida, como Pero en el otro extremo de la línea de deberes si estuviera perennemente de servicio, y el que se sirve con la mismadignidad, grave y honra estimula una constante exigencia de perfección, damente. El español—ha escrito García Morensin 1a que, de la flojedad, se cae en la negligen te—ha sabido realizar con una maravillosa natu cia y de la negligencia en el abandono. ralidad y sencillez la síntesis más difícil que ue Cuando no fuera así, podría justificarse el da imaginarse; servir con dignidad, estar en su si propósito de Vigny de enseñar cuantas situacio tio si’n humillación y ver giienza, y desempeñar con nes contrarias al desarrollo del carácter y de la desenvoltura y gravedad al mismo tiempo los más inteligencia derivan de la servidumbre grosera y humilc/es menesteres (17). de las costumbres atrasadas de los Ejércitos ter Gravedad y desenvoltura suponen conoci manentes (8). miento, y el conocimiento de sus particulares deberes es inexcusable para cada uno. Es cul Por fortuna, en España no existe semejante pable la ignorancia de ellos, y lo es la negligen riesgo. García Morente vino, a lo último, a in cia en su cumplimiento; leyés y reglamentos cidir en la idea—que habían sostenido de tiem suelen definirlas, y señalar sanciones y correc po atrás las mentes más lúcidas—de que el sen tivos que tienden a evitarlas; pero si no siem pre es posible aplicarlos y, en muchos casos, la tido profundo de la historia de España es la entre la Religión y la Patria, infracción sólo es percibida por el mismo que la consustancialidad en forma tal que servir a Dios es servir a Es cométe, en ninguno deja de quedar prendida paña, y servirla a ésta es servir a Dios (19). en las mallas sutiles del Decálogo. Gentes hones Difícil será a quien pretenda vivir en ausen tas que no podrían permanecer veinticuatro ho cia de Dios servir a España. Si no se siente como ras con la conciencia afligida por haber come propia su historia, cuajada sobre motivos teo tido alguno de esos pecados que están vedados lógicos, el servicio no puede ser más que el so en los tres mandamientos sensacionales—el quin metimiento a una obligación contractual, exi to, el sexto 57 el séptimo—no sienten el menor gida por la ley, lo que constituye una actitud peso sobre el corazón por estar ocupando un más bien mezquina. Pero si, por remediarlo, se puesto cuyas obligaciones sólo conocen some pretende dar a la idea abstracta de servicio cate ramente y cumplen sin diligencia. Y, sin em goría religiosa, a la que son propicios los escép bargo, el mal cumplimiento de cualquier deber ticos de buena voluntad, se incide en una suer militar es un pecado contra el primer manda te de idolatría, en la que es fácil perder el ca miento, en cuanto que implica desdén hacia el mino y en l. que el hombre deja en manos del interés común, que es una forma de la falta de que le manda hasta el último jirón de su albe amor al prójimo; la ignorancia, que obliga a la drío y los inalienables derechos—y deberes—de simulación de una aptitud que no se posee, es la personalidad humana. una mentira habitual que cae en el ámbito del Donde, por fortuna, esto no ocurra, resultará octavo mandamiento. Y no valdrá pensar que las ocupaciones que inexacto y peyorativo el concepto que del Ejér cito parece tener formado Vigny. El Ejército se abandonan o se descuidan son de escasa im portancia y de corto alcance; un español está —dice—es mudo y ciego. Golpea ante él allí don - (i6) (ir) 6 Servidumbre, lib. III, cap. VI. García Morente: Idea de la Hisauidad, pág. So. (i8) Servidumbre, lib. 1, cap. II. (‘9) García Morente: Ideas para uua filosofía de la his oria de España. Madrid, 5943; pág. 97. - de le ponen. No tiene deseos propios y. obedece ¿ros. Y este soldado, después de la victoria, fue’ mecánicamente. Es una cosa grande que movemos llamado por mí y le alabé por su hazaía. Y me y que mata, pero tainbie’n una cosa que su/re (20). parece que con la alegría de tanta gloria no sen No; al Ejér.çito le quedan absolutamente ex tía el dolor de las heridas (22). No es cuento, sino que ocurrió en el Garella peditas las facultades de ver.y de discurrir; la no (6-XI-15o3), y el alférez abanderado llamá virtud dé la abnegación y el deber de la obe base Hernando de Jllescas. El ejemplo de la ha dieacia no las obnubilan. Esto es lo que, dicho záña no se perdió, y n el curso de siglos y de con palabras de Collingwood, constituye. la ver guerras, muchos españoles cayeron al pie de las dadera grandeza que debemos buscar en las ar banderas que defendían sin perder pie, si no mas, la que, así entendida, eleva nuestra /rofesión era para ponerlo firme en el camino de la gloria. por encima de todas las demás y la que hará siem Otras veces se, puso el punto de honra en no pre digna de admiración la memoria de algunos abandonar el material que se servía, empeño de nuestros compañeros, cua4quieraque sea el por que llevaba implícito un interés inmediato. La’ venir de la guerra y de los ejércitos. Y es lo que pérdida de un cañón era una ventaja concedida da a quienes con este espíritu sirven la paz in ‘al enemigo; el sacrificio, ofrecido, de la vida em terior que nace del sentimiento del deber sagrado bellecía la dura necesidad económica, vistién y de la modesta indiferencia de un soldado a quien dola de empresa de honor, y este sentido tuvo importa poco que su nombre sea célebre con tal de y tendrá mientras las piezas de, artillería o cual que la cosa pública prospere (21). Si en realidad Vigny hubiera pensado de este quier otro material sean más difíciles de repo mudo, ni el descontento de su oficio le hubiera ner que los hombres que las defienden o las apartado de él ni hubiera pretendido detraer a sirven. Después hemos visto que Ejércitos al servicio los demás, haciéndolos partícipes del desalieno que le ocasionaba la escas,a retribución de sus (22) De appetenda Gloria Dialogas qui inscribitur Go’n servicios; pero esto hubiera exigido de él aquel del deseo de la Gloria que se llama Gon estado de espíritu que dictó a uno de nuestros salas—Diálogo zalo—. Obras de Juaii Ginés de Sepúlveda. Madrid, 1780. claros varones un mote para su escudo que es, en cierta medida, la antítsis del espíritu que informa el libro de Vigny: Dar es señorío, y reci bir, servidumbre. Juan Ginés de Sepúlveda, en uno de sus Diá logos, pone en boca de Gonzalo de Córdoba una bella anécdota: Yo he visto—dice——a‘un abanderado, en una batalla que tuvimos con los franceses, que, perdido el brazo con el que sostenía la bandera, la tomó en la mano izquierda sin retroce.der,juzgando igno minioso dejar el ligar úna vez ocupado, y poco después, atacando el ene’nigo, que buscaba, sobre todo, apoderarse de aquella bandera, perdió tam bién la mano izquierda. Y entonces, encendido el ánimo por la gloria y decicido a no perder antes la ba%deraque la vida,, la estrechó entre sus bra zos truncados y quedó allí sin moverse hasta que el enemigo huyó, rechazado por el valor de los nues - (20) Servidumbre, lib. 1, cap. II. Vigny, que escribe ha cia 1830, no repara en el anacronismo de sus aclamaciones. Estaba ya lejos, entonces, el soldado de la Guerra de ‘los Treinta Años, “ciega máquina de guerra que, funcionaba inexorable, como el terremoto o el huracán”; lejos, también, los generales “sin principios”, sin patria, como W,allenstein, “genial soldado, técnico. solo”. (J. Ortega y Gasset. Prólogo a las Aventuras del Capitán Alonso de Contreras. Madrid, 1943.) (21) Servidumbre, lib. III, cap. VI., 7 de potencias fuertemente industrializadas per dían sin gran emoción al materil, salvando, siempre que les era posible, la vida de los solda dos a él adscritos, sin sentir pór eso mancillado su honor. No abandonar los heridos y rescatar los cadá veres de los muertos en acción de guerra es obli gación preceptiva; pero es además empresa de verdadero honor, porque, imperado por la cari dad, es mandato de carácter religioso. Morir en defensa de la bandera carecería de sentido si la bandera sólo fuera un guión bri llante, umndistintivo ornamental y decorativo. Ya es tópica la afirmación de que la bandera es el símbolo de la Patria. Es triste que para percibir los conceptos demasiado anchos sea indispensable recurrir a símbolos, y es que la inteligencia y la imaginación padecen de limi taciones muy sensibles. Hemos sentido la necesidad de adoptar un hábito o un uniforme para afirinar una cualidad; con un símbolo o con un color se ha estigmati zado una agrupación social o una raza. Si a cada nación, a cada patria, se la hubiera T< - podido cobijar bajo un inmenso pabell6n, cada una hubiera adoptado para él unos colores dis tintos. Como eso no es posible, hañ sustituído el pabellón pQr una representación concisa: una bandera, y el grácil pedazo de tela ha concen trado en sí todas las esencias nacionales. Cada cual ha puesto en él aquello que más ama o que más le duele. Y poresto si vale la pena de morir. Uno no sabe bien lo que es la bandera hasta que la ha visto trepar monte arriba entre tiros, humo, voces, vítores y reniegos, aplastándose, irguiéndose, acezando; entonces ha sentido a la Patria rescatando su propio ser y ha podido explicarse que la bandera—símbolo al que la bendición de la Iglesia da condición religiosa— sea efectivamente el emblema que la Patria con fía a sus soldados para hacerse presente entre ellos. Y en esto sí tiene razón Vigny: el anor a la Patria es bastante grande para llenar todo un co razón y ocupar toda una inteligencia (23). Sevvidwmbre, lib. III, cap. VI. (23) ±1 T - -- - - - - -i_ -7- - - / - / — --- -- - - - - - --- 7 - - - - 7--- - - - -— - - - ;_ — 2- -- -- -- - - , :- -— — - - -s. - - - - - — - - - --í-- - - - ---- - - - - - - IA TRADICIÓN MIL1TAu, ESPAÑOLA EN LOS EJÉRCiTOS HisPANoAMERIcANOS eneral A • • LUIS BERMÜDEZ DE CASTRO, Director del Museo del Ejército. venido a mis manos—y no por casualidad—un folleto admirable desde el punto de vista históri co, recientemente publicado por la Inspección General del Arma de Ingenieros venezolana, cuyo título dice así: El Coronel de Ingenieros D. Nicolás de Castro, fundador. de la Escuela Militar de Venezuela. El texto es una demostración documentada de que, al separarse de la metrópoli las provincias america nas, sus Ejércitos no dejaron de continuar siendo una exacta prolongación del Ejército español a que ha bían pertenecido, con todas sus virtudes, su moral, su ética, sus ordenanzás, su táctica y sus costumbres. Se realizó la ruptura política, y el nexo entre la Pá tria madre y sus hijas desapareció; pero quedaba allí mucha y buena semilla para que el hispanismo ame ricano llegara—como está llegando—a una coznpene tración espiritual de toda la raza, cuyas consecuen cias internacionales no tienen limite. - En 1944, el Ejército venezolano, por iniciativa de su Revista del Ejército, Marina y Aire, quiso rendir un homenaje a la memoria del fundador y director de la Academia Militar, Coronel español D. Nicolás de Castro, y pidió su concurso a la Academia venezo lana de la Historia, obteniéndolo entusiasta y com pleto. No faltaron disidentes, inspirados pór un sentir ca duco y mohoso, que, afortundamente, vase evapo rando como la niebla de los prejuicios se disipa ante bu rayos del sol de la verdad; argüían los inconformes que el Coronel Castro era un extranjero en Venezuela por ser español, y no faltaron quienes, lastimados en su patrioterismo, exclamaran si era llegado el caso de sustituir la estatua de Bolívar por la de Carlos III. Pese a las escasas protestas, el homenaje se realizó, imponiéndose el sentido común, y ello sirvió para que Se mostrasen a plena luz los sentimientos justos y c ballerescos del Ejército venezolano y de sus Generales y Jefes. Copio un párrafo del folleto: “Don Nicolás de Castro, Coronel de Ingenieros en aquel entonces, ejer cía y enseñaba en tierras de la provincia española de Venezuela,. mandando tropas españolas, y preparaba soldados bajo una sola Bandera: la Bandera española.” La Academia Venezolana de la Historia no sólo aplaudió y tomó parte en el homenaje a Castro, sino que, con su enorme autoridad social, solic.itó del Go bierno Nacional se celebrase dignamente el doscientos aniversario de la batalla de La Guaira, en que las fuer zas defensoras, mandadas por el Capitán General Zuloaga y los Jefes Velázquez y Hernández de Sana bria—los tres peninsulares, eón descendientes hoy ve nezolanos—, rechazaron gloriosamenté el desembarco, derrotando a la flota inglesa, mandada por el Como doro Kenowies. Esta batalla, como tantas otras victoriosas sobte los ingleses, que soñaban repetidamente con óstablecerse en cualquier parte de las costas de América, fué lle vada a buen término por aquellos bizarrísimos Regi mientos de provinciales, que constituían los Ejércitos de América española y que demostraban u valor, disciplina y eficacia en las lides a que lés obligaba la guerra contra los británicos. Eran verdaderos solda dos y Oficiales perfectamente instruidos, bien arma dos, bien equipados y con un espíritu militar propio de veteranos y de patriotas. Formaban estas milicias voluntarios- de todas las clases sociales, indios, mesti zos, blancos y negros, mezclados con Jefes y Oficiales peninsulares y profesionales; tenían los mismos suel dos, derechos y obligaciones que los Oficiales de la Pénínsula cuando se movilizaban para pelear; guar necían poblaciones y fortificaciones. La propaganda antiespañolá, que nunca se cansó de calumniar, los compadecía por la esclavitud voluntaria a que esta ban sometidos, y para demostrarla alegaban que es tos americanos, esclavós con uniforme, no tenían si quiera ni libertad para casarse, porque estaban obli gados a pedir al Rey licencia para ello; en efecto, la Real Licencia que necesitaban para casarse constituía unprivilegio exactamente igual al de los Grandes de España y a todos los militares españoles de España, de América, de Filipinas y de las Antillas; el Rey, na turalmente, no se oponía jamás al casamientó de mi Oficial. La pasión y el rencor que cegabán los ojos de los contendientes a raíz de la separación. hizo creer a los vencedores que antes de conseguir su independencia. no existía nada: ni Patria, ni Ejército ni Instituciones estatales; todo parecía haber nacido en Ayacucho, y en cuanto a los vencidos, la pasión menos violenta 9 - Pintura mural del pintor americano Fernando Leal.—Un bautizo. • y el rencor más atenuado les iuspiró la determinación de volver la espalda para sienpre a aquel Paraíso perdido, procurando ahogar en sus pechos la nostal. gia, suniiéndola en un mar de indiferencia obligada, pero en verdad no sentida. A pesar de todo, el alma de España se quedó en América, y el alma de Amé rica se embarcó para España al repatriarse los pocos peninsulares que sostuvieron aquella guerra civil de separación. El viejo refrán castellano ‘para verdades, el tiempo, y para justicias, Dios” empieza a cumplirse ahora con vigor y excelsitud, como si quisiera recobrar el tiempo gastado en mistificar la Historia. La historia de las naciones hispanoamericanas empieza, como es lógico, con el descubrimiento y conquista, continúa en la separación y pe.rdura indefinidamente. Ya se va reconociendo que la organización política de las Indias no era ni podía ser colonial; son los mis mos militares hispanoámericanos los que comprenden y proclaman que los territorios descubiertos, conquis jo tados y poblados por los españoles no se consideraban propiedad de España, sino que eran reinos en pie de igualdad con los reinos de la Península—de Valencia, de León, de Castilla, etc.—, unidades de vida colec tiva española ligadas entre sí y a las de la Península por la persona del Rey. Este exactísimo concepto, hoy divulgado en toda América, está bien manifiesto en el Salón de Reinos del Museo del Ejército, donde en el friso brillan los escudos de todos los rei.nos que for maban la inmensa Monarquía española; entre ellos los de América, cosa que, si hubiesen sido colonias, no existirían, porque los escudos heráldicos nobilia rios no se otorgan al colonial. Las palabras colonia y coloniaje nacieron con la leyenda negra; ni en España sonaron nunca, ni hubo jamás Ministerio de las Colo nias, sino Ministerio de Ultramar. Surgen en estos tiempos circunstancias que ponen al descubieryo lo radicalmente que han cambiado las ideas. El Gobierno venezolano de 1943 dictó un de creto por el que se cambiaba el nombre del fortín “Solano”—apellido que correspondía a un Capitán peninsular que fué gran explorador y fundador de ciudades y pueblos venezolanos en la región huaya nesa—, por el de un prócer de la Independencia; los ilustres académicos veneiolanos de la Historia se opu sieron en firme ycomprobaron que era una injusticia tal decreto. La disposición oficial jamás se hizo efectiva. En este movimiento de aproximación espiritual de las Repúblicas hispánicas a la Patria de origen, el Co legio de Abogados de Caracas está siendo un apoyo enéigico de los militares, que son los paladines de la verdad históricoespafsola; el notable jurisconsulto ve nezolano D. Héctor Parra Márquez, ex presidente del citado Colegio y hoy ministro del más Alto Tribunal de Justicia tiene escrita una obra titulada Historia del Colegio de Abogados, en la que se ocupa de la or ganización militr de aquella provincia;, no la llama colonia, y a propósito del Coronel De Castro dice: “Durante el gobierno del Mariscal de Campo don Felipe Ramírez Estenoz—que se había posesionado del mando el 9 de septiembre de 1.759—se dió cuin plimiento a la Real Cédula relativa a las Milicias re gladas que habían dé guarnecer todas las provincias ultramarinas, dando a sus Oficiales y tropa, con los elementos de instrucción necesarios—acádemias, es cuelas prácticas, campos de tiro—absolutamente to dos los fueros militares idénticos a los del Ejército de la Península; de este modo llegó Venezuela a poseer un auge militar extraordinario que prendió muy bien. en los naturales, que cran de carácter enérgico ‘ va liente.” Por entonces era Jefe de un Cuerpo de la guarni ción de Caracas el Coronel de Ingenieros D. Nicolás de Castro, quien, percatado de la necesidad de sumi nistrar la ciencia matemática a cuantos abrazaran la carrera de las armas, concibió y llevó a cabo la fun dación de una Academia de Geometria y Fortificación para caballeros cadetes y. jóvenes Oficiales con voca ción de Artilleroi o Ingenieros.’ Y dice el autor del libro: “Hemos oído sostener, de manera rotunda, que tal Academia no llegó a funcio nar nunca, porque no obtuvo su Coronel la autoriza ción del Monarca; ignoramos en qué se basan quienes tal tesis sostienen, porque la verdad es que el Coro nel, en solicitud fechada el 24 de julio de 1760 y di rigida al Mariscal Estenoz, pidió el permiso para el funcionamiento de la Academia y en el mismo sentido dirigióse al Rey. Con fecha 25 de julio del mismo año, o sea al día siguiente de escribir su instancia, obtuvo el permiso del General, y al año siguiente, es decir, el 16 de junio de 1761, recibió la autorización del.Rey; pero la Academia abrió sus clases a las veinticuatro horas de recibir el Gobernador la. solicitud del Coronel. Las Reales disposiciones tardaban a veces un año en llegar a América; pero los Virreyes, Capitanes Ge nerales y Gobernadores Militares de las provincias americanas estaban capacitados por el Rey para apro bar cuanto fuese de utilidad a la cultura de’ aquellas poblaciones, y palpablemente lo demuestra la aproba ción provisional de la Academia por el General Es tenoz. Los textos fueron redactados por el mismo Coronel de Castro en formá de cuadernos ilustrados con. primo rosos dibujos del mi8mo Coronel, los cuales sç -conser van todavía. Tratan de todo lo concerniente a Geo metría, Fortificación de campaña, Fortificación per manente : Máximas de guerra. La organización de esta Academia parece calcada de la célebre Escuela Militar de Flandes, doilde su director, el General de Batalla Fernández de Medrano, explicaba el Tratado de la Esfera y la Fortificación por textos suyos. La Academia Militar de Caracas formó excelentes Oficiales de todas las Armás hasta 1768, en que su director, el Coronel Castro, pasó a Panamá ascendido a Teniente de Rey, que era un empleo semejante al de Gobernador Militar y representante del Capitán General. El Corónel Castro, con su Academia, .dejó en Vene zuela una simiente que había de germinar éon evi dente gloria y eficacia en los Ejércitos de Bolívar y en la cultura civil, porque y porpreocupación lo tanto en Hispanoamérica, hubo en unaEspaña, verdadera contra la enseñanza de la Matemática que ie había divulgado mucho; no existía en ninguna Universidad cátedra de esta ciencia, y, naturalmente, tampoco en las Universidades americanas; en la Universidad de Madrid, tan antigua, se suprimió, la cátedra. y hubo de instalarse una en el Palacio Real, que vivió muy precariamente. Años antes de la separaciónde América, no hay.paso del progreso del país que en el Extranjero no se des figure con la calumnia; un cierto escritor llamado Arístides Rojas, en su libro, Orígenes venezolanos, ase gura, como si lo hubiese visto, que el reverendo padre Andújar, en 1785, estableció en una casa particular de Caracas una clase de Ciencias Matemáticas, y que en cuanto la noticia llegó a España,.el rey Carlos IV expi dió una Real Cédula, en la cual ordenaba cerrar jume diatamente aquella cátedra, porque no convenía ilustrar a los americanos; esta maligna especie fué divulgada y muy extendida por plumas de otros escritores hispa noamericanos y extranjeros que nunca perdonaron a España haber sido la nación descubridora y pobladora de un Continente tan espléndido como el llamado Nuevo Mundo; pero la verdad pura y escueta es que en los archivos venezolanós ni en ninguno de las de más naciones hispanoamericanas jamás apareció la expresada Cédula, y, a mayor . abundamiento, está probado que fué en 1789 cuando el padre Andújar fundó su Academia y que Carlos IV empezó a reinar en 1788, y, naturalmnte, no pudo firmar la tal Cédula en 1787; no es tan fácil mentir -como parece. Todos’ los argumentos de los detractores de España son por el estilo, pero ya no van mereciendo, el menor crédito; la gente culta y la de mediana cultura piensa y siente como se manifiesta en el siguiente párrafo del escrito de la Inspección General de Ingenieros: “A los que piensan y actúan intentando socavar con discursos demagógicos la realidad, lés decimos con sincero propósito que no conseguirán disminuir el cariño que debemos a nuestra madre Patria todos ios pueblos de la América española, y les invitamos are cordar aquella Reina Isabel la Católica cuyos afanes más grandes eran sus nuevos súbditos, no colonos de las Indias Occi*entales, y lo que dijo el excelso’ poeta Rubén Darío: que la Reina Católica merecía por gra titud una estatua en cada pueblo de este gran pedazo del Continente americano qu.e habla la lengua de Miguel de Cervantes y Saavedra.” 11 Todas estas manifestaciones de militares america nos no son palabras y palabras; se traducen también en hechos positivos. La Inspección General de Inge nieros Militares de Venezuela está editando los libros del Coronel D. Nicolás de Castro (desconocido o, por lo menos, poco conocido en Espña), referentes al arte de la guerra y a la matemática, y escritos para los Cadetes venezolanos hace doscientos años; es un homenaje a su memoria y un timbre honroso para el autor de la iniciativa, posiblemente, aunque se oculte en el anónimo, el Teniente Coronel de Ingenieros del Ejército venezolano 1). José Joaquín Jiménez, espa. ñollsimo de corazón y entendimiento. No deja de ser curioso constatar quela Escuela ili litar de Wes-Point, tan celebrada en el mundo entero, es una Academia de las mismas características que la que fundó en Caracas el Coronel Castro, y ello se demuestra porque de 1850 a 1859 hubo la de Cara cas de adquirir una fama justísima en los Estados TJni dos, tanta que uno de sus directores en este período, el Coronel D. Juan Manuel Cajigal, en carta que es cribió al General Soublette después de un viaje a Norteamérica, le decía: “He comprobado con verda dera satisfacción el hecho de que, si bien la Escuela de Wes-Point goza de muchos mayores emolumentos económicos, en cambio, los estudios son muy superio res en nuestra Academia Militar veneolana.’ El Coronel Castro supo moldear el alma de sus Ca detes en el culto al honor, en la conciencia del deber y en la más profunda disciplina, y ese resultado per dura en el Ejército de Venezuela con la misma fuerza y poder que en el actual Ejército español; virtudes que se fundamentan en los teoremas siguientes, según la Inspección General de Ingenieros: Primera. Recuerdo y homenaje cariñoso a los ante pasados los soldados de la Conquista y los de la guerra de la Independencia, que todo lo dieron a España. Segunda. Gratitud a lo realizado por España des pués de ambas gestas, que llevan en sí el sello incon fundible de- una raza de héroes e hidalgos. Tercera; La certeza de que Venezuela vive libre gracias a la cultura, al idioma y al gran sentido de sus derechos que le legaron sus antepasados. Esta trilogía no necesita comentarios. El Museo de América, erigido en la Ciudad Universitaria de Madrid. (Actualmente tiene las obras en estado de construc ción muy avanzado.) 1. 1 .... METODOSMODERNOS ?ARA LA LUCHA CONTRAtASMTAS Comandante Médico, diplomado, GONZALO PIEDROLA GIL, del Instituto Central de Higiene Militar. E desnuestro propósito tratar ahora de la importancia la lucha coñtra estos roedores, asi como dar cuenta de la aparición de nuevos raticidas de gran valor práctico. Hemos de recordar que la existencia de tales roedores supone dos elementos a tener en cuenta: peligro epide miológico por las enfermedades que pueden transmitir y perjuició económico para la Nación y para el Ejército, porque destruyen toda clase de alimentos almacenados, hacen estragos en los almacenes de ropas, muebles y efec tos, dañan las edificaciones, son causa de incendios al destruir las instalaciones eléctricas y han sido causa de accidentes en la n.avegaci&naérea al desgastar los hilos eléctricos de mando después de su estacionamiento en aeródromos. Viven estos roedores en el subsuelo de campos y po blaciones, en bodegas, cloacas, almacenes, graneros, bi bliotecas, etc., no existiendo punto del globo ni serie de edificaciones que se libren de ellas, constituyendo, pues, una verdadera plaga, de la que es difícil librarse. Durante las guerras, con sus inherentes condiciones de aglomeración, acúmulos de basuras, restos alimenticios, exretas y, en resumen, deficientes condiciones higiéni cas, son atraídas, en verdaderas invasiones, ratas y rato nes. Sus efectos perjudiciales están ftindados en dos de sus características fundamentales: gran vóracidad y ser muy prolíficos. la lucha, ya que debemos recordar que la rata comienza a reproduirse a las seis semanas de nacer. Sus camadas oscilan entre 6 y 20 crías, después de una gestación corta de veintiún días, lo que se repite cada dos meses (cuatro a siete veces al año), con la característica de que en ese período de cría sonmás destructivas. Para dar idea desu fecundidad, suele citarse que una pareja de ratas, súpo niendo que ninguna de sus descendientes muriera al cabo de cinco años, habría dado lugar a 95.000 millones de descendientes. En la práctica real, un par de adultos cau tivos ha producido en un solo año más de 1.500 ratas jóvenes, cuyo consumo anual de .alimento puede calcu larse en 1.000 kilos de trigo y 950 kilos de tocino. Ello explica que en París se hiciese una campaña en la que se mataron más de 16.000 ratas, y no lejos de aquella zona, en una sola noche devoraron 35 caballos muertos; que Devignat recientemente cite qu en el lago Alberto la desratización anual durante más de diez años, que al canzó a más de tres millones de ratas, no ha permitido que se note reducción sensible; que en ciertos lugares de la India y Japón, con peste bubónica endémica, se han ex terminado millones de ratas, sin diferencia apreciable en las que quedan; pero esto no quiere decir que la luchara ticída no sea eficaz, ya que, además de poder exterminar las existentes en bárcos, se puede también terminar prác ticamente con las existes en una determinada área o zona. Como expresión esquemática que nos demuestra el gran interés que desde el punto de vista epidemiológico pre sentan los roedores, hemos realizado el presente cuadro, en el que se exponen las principales enfermedades micro bianas, virósicas o parasitarias que tienen interés en la Patología humana. Por la primera hay que pensar no sólo en lo que injie ren, sino en lo que destrozan y contaminan; así, según estadísticas recientes, en los Estados Unidos, una rata gris de, tamaño normal produce al año daños por valor de dos dólares, y se calcula que hay en el país 130 millo nes de ra’tas. En Inglaterra se calcula que el número de ratas es una por habitante, o sea alrededor de 40 millones, y los per LOS ROEDORES COMOVECTORES Y’RESERVORIOS DE VIRUS PATOGENOS PARA EL HOMBRE juicios que causan al año se elevan a 250 millones de li bras esterlinas. Modo de trasmisiónEnfermedad De Australia nos han llegado este año noticias de que en los Estados del Sur, de Gales, etc., donde la cosecha Rabia. del trigo ha sido enorme, atacaron los ratones campesi Por inoculación directaSodoku. Tularemia. nos a los sacos de trigo, con pérdidas de muchos millo nes de dólóres. Las pérdidas diarias por las ratas en Fran Melloidosis. cia se calculan en centenares de millones de francos, y Por contaminación de aguas y Varias. Leptospirosis. Parasitosis intestinal. en París, por ejemplo, se estima que destruyen 800 tone alimentos Infecciones gastrointes ladas de mercancías en veinticuatro hóras. tinaleS. En España, donde en la actualidad se han construido grandes depósitos de granos, semillas, etc., las cantidades Como reservorios de enfermeda Numerosas rickettsiosis que seperderán por estos roedores se elevarán a muchos des que pasan al hombre me Peste bubónica. diante ertrópodos hematófagos millones de pesetas. Desconocemoslo que de labor efec Tularemia. (pulgas, garrapatas, etc.) tiva se haga contra ello. Por lo que respecta a la segunda característica, su Infectando a otros mdmíferos, os Brucelosis. que a su vez lo hacen al hombre. Triquinosis. gran fecundidad, representa .un ‘gran inconveniente para 13 - repetir l. lucha perIódicamente para no sólo des truir los padres, sino los hijos que pudieran haber dejado en sus camadas. 7.0 Viven agrupados por familias, ocupando zonas de terreno o manzanas de casas sin mezclarse con sus vecinos, ya que, si lo intentaran, serían rápidamente aniquiladas. Ello explica por qué la peste bubónica queda circunscrita durante cierto tiempo en su comienzo y por qué resultan eficaces las campañas establecidas a base de desratización de las zonas pestosas (ejemplo, las llevadas a cabo en Manila y Nueva Orleáns). 8.° Las dos especies principales, E. norvegicus y E. rattus, son enemigas y- no conviven nunca. 9.0 Todas las ratas tienen tendencia a la emi gración, aunque más, en especial, la gris. La realiza generalmente en masa y en verano, no siendo de tenidas ni aun por ríos, ya que pueden nadar, y además aprovechan toda clase de objetos flotan tes. Ello explica por qué algunos lugares, como frentes de combate libres de ellas son rápidamente invadidos. io. Como la visión de las ratas no es buena de día cuando son sorprendidas corren desorien tadas y tropiezan contra cualquier obstáculo; pero a lo largo de las paredes corren velozmente y se orientan bien, lo que parece ser debido a una sen EPIMYS NORVEGICUS NORVEGICUS sibilidad exquisita de los pelos del hocico; por eso Fig. 1.—Rata gris. Nótese que el rabo es más corto que la cabeza las trampas deben colocarse en lugares estrechos, y cuerpo reunidos y que las orejas, por su pequeño tamaño, no que son los de su paso. pueden llegar a los ojos. u. Hay que hacer el tratamiento del área de infestación simultáneamente, o sea el “block con trol’ de los ingleses, para así desarraigar e impedir núcleos de reinfestación. En el caso de tratamiento DATOS DE LA BIOLOGIA DE ESTOS ROEDORES de alcantarillas, hay que repetir el tratamiento cada seis meses, pues al cabo del año pueden volver asu número (de interés para el establecimiento de una lucha) normal. Datos y huellas que en un lugar nos hacen presumir o está limitado por asegurar la infestación por ratas y ratones.—Se debe dicho la cantidad de alimentos; aunque por su dentadura pa estudio a Williams, del que tomamos la mayoría de los recen herbívoros, son, en realidad, omnívoros (frutas, datos. tubérculos, raíces, leche, quesos, embutidos, semillas, i.° La observación de ratas vivas, pudiéndose calcu harinas, granos, corteza de árboles jóvenes, etc.). lar que por cada una vista existen 20 ocultas. Si estos alimentos abundan, se reproducen muchísimo; 2.° Ratas muertas, que si han sido comidas por ga pero si escasean, se destruyen los unos a los otros, reproduciéndose menos y emigrando. 2.° Cada esp,ecie tiene preferencia por ciertos lugares; la rata gris (fig. 1), por las cuadras, al macenes, etc., y la negra (fig. 2), por el interior y parte alta de la casa, graneros, etc. Como es natural, el tratamiento ha de realizarse en el lugar adecuado. 30 Viven ocultas durante el día, saliendo por la noche a buscar alimento, atraídas por el olor. Por ello pueden colocarse los raticidas al anochecer y retirarlos al día siguiente, para vol verlos a colocar a la noche. 4•0 Su olfato es muy fino, y aprecian, sobre todo los a’nimales viejos, el olor a hombré y el de compañeros suyos muertos. 50 Tienen una astucia y agilidad extraordi naria, que hay que vencer tomando grandes pre cauciones, constancia y buena técnica para en EPIMY RATTUS RATTUS gañarlos a su vez. Fig. 2.— Rata negra. Su rabo es más largo que la cabeza y cuerpo 6.° Reproduciéndose enormemente, hay que juntos, y las orejas, por su tamaño, pueden llegar a los ojos. 1.0 14 El número de ratas y ratones tos, están destrozadas, y si por otra rata, sólo tienen un agujero. 3.0 Olor a ratas y ratones, muy característico, como de cosa enmoheida. 40 La presencia de sus heces que son unos cilindritos •o barritas de 5 a 20 milímetros de longitud, de extremos redondeados, de color oscuro, y cuando frescas, aparecen húmedas, brillantes y no duras; pero si ‘sonantiguas, es tán endurecidas, descoloradas y cubiertas de polvo. Las de ratón son más pequeñas.. 5•0 Pistas o caminos de su paso.—Las ratas, para ir a su refugio, acostumbran a seguir rutas fijas, dejando las huellas bien visibles, ya que su piel está cubierta çon grasa y polvo, por lo que deja una señal grasienta oscu actual. Si atacan a melones, por ejemplo, hacen un pe queño orificio exterior, en donde se marcan los incisivos. Del grano toman las partes más blandas y desperdician el resto. LUCHA CONTRA LAS RATAS O DESRATIZACION Se basa principalmente en el conoirniento de la es pecie que se quiere exterminar, para lo cual se capturan varias de ellas con cepos metálicos. Esta lucha tendrá un valor absoluto en las embarca ciones, donde, por ejemplo, se pueden erradicar, y rela tivo, en caso de almacenes, bibliotecas, etc., requirién dose entonces constancia, no escatimar gas tos y no esperar que haya grandes daños o epidemias para entablar la lucha. En general, las prácticas a realizar se di viden en desfatiación pasiva, que compren de los medios que conducen a privarlas de alimentos y acceSbsa los lugares por los que tienen marcada predilección,y desratifac-ión aLtiva, con las prácticas encaminadas a la destrucción del inayor número posible de ellas por diversos procedimientos. DESRATIZACION PASIVA Está fundada en la mayor higiene de la vi vienda, urbe, locales y barcos, así como en las construcciones a prueba de ratas. Aquí las consideraremos brevemente. La supresión de posibles alimentos para estos roedores es una buena medida, que acompañar a una buena Iuchaactiva, Fig. 3.—Construccióna prueba de ratas. Nótese: en i está libre el acceso; debe y se consigue: colocando las basuras y des en 2, ‘obturado cOn bloque de madera; en 3, con hoja de metal; en 4, con cemento y trozos de carbón; en 5, con bloques de ladrillo, y en 6, remedio pojos fuera de su alcance, recogiéndolos en más eficaz, con bloque de cemento. Nótese también la fuerte tela metá recipientes cerrados, alejándolos de la zona y, si es posbie, quemándolos. lica que evita la entrada de las ratas a sótanos. La construcción de ¡ocales a prueba de ratas ra doquiera que el cuerpo roza la pared, tuberías o bor des de agujeros. Las rutas frecuentes quedan marcadas por una huella libre de polvo y brillante. Suelen estar altas y conducen,. como antes hemos dicho, a las madri gueras. 6.° Madrigueras o refugios—Son utilizados por las rátas para anidar o para ocultarse, o como medio de pe netrar en los edificios. Tienen de profundidad vertical más de un metro. 7.0 Nidos o camadas—Se encuentran, en un 90 por 100, en las madrigueras de los edificios, y en un 10 por tOO, en los rincones, detrás de los muebles poco utiliza dos. La rata negra alguna vez, y la de campo muy fre cuentemente, los tienen en los árboles. La presencia de nidos demuestra que se están formando colonias. S.° Huellas de su paso.—Se distinguen perfectamente en la harina, tierra blanda, carbón o donde hay polvo, marcándose los cuatro dedos y, entre ellos, una línea on dulada, a veces interrumpida, que es la huella del rabo. Para verlas bien conviene iluminarias lateralmente. 9.° Roeduras o mordeduras.—Suelen ser agujeros que hacen en las puertas y ventanas para poder pasar, y son pequeños, pues una rata joven puede hacerlo a través de pequeñas muescas; siendo frescas, denotan infestación se hace teniendo en cuenta que sus accesos suelen ser los tubos de drenaje de aguas y retretes, las puertás exteriores, las ventanas de los sótanos, las grietas de suelos y paredes, los cimientos no ocluidos convenien temente y ser introducidas con algúna mercancía. Por todo ello se evitará su entrada: Haciendo cons trucciones sólidas y no dejando grieta alguna en los ci mientos, con él empleo de materiales adecuados, conside rándose como infranqueable el de bloques de cemento (figura 3). En los almacenes (fig. 4), construir plataformas eleva das-con patas de unos 50 a 70 centímetros de altura, recu biertas con hoja de lata separadas de la pared por lo menos 60 centímetros. Recordemos también los hórreos ga llegos. Las cloacas se procurará que tengan pocas comunica ciones con el exterior, de modo que periódicamente pue den someterse a desratia.ción activa, con fácil ‘cierre de registros y de sus ventilaciones. En los barcos hay que verter al mar, lo más pronto po sible, los residuos y desechos, y tener los pañoles de ali mentos lo más cerrados posible, manteniendo la mayor limpieza en todo el barco. Se evitará el acceso de ratas al barco en los puertos cuando están atracados, iluminando intensamente durante toda la noche las partes del casco 15 y de la cbieta que miren al muelle, para deslumbrar y asustar a las ratas;también se retirarán las planchas y pasarelas durante la noche o se elevarán a l altura de 1 metro por la parte del muelle, para que no puedan en trar, y se colocarán pantallas circulares en las amarras, Fig. 4.—Protección de mercancías en los almacenes mediante la colocación de soportes que le aíslan de las paredes y suelos. Están recubiertos de hojas de lata. que son discos o embudos metálicos que por su base mayor deben mirar al muelle con undiámetro iiínimo de 1,5 metros y una distancia, por lo menos, de 1 metro desde su circunferencia a la amarra. DESRATIZACION ACTIVA Sólo nos’referiremos a las medidas eficaces, que consi deraremos en el siguiente orden: 1.0, cepos; 2.°, fumiga ción, y 3.°, venenos. Prescindimos, por su poca eficacia, de la caza directa, del uso de animales enemigos (perros, lechuzas, etc.), y del empleo de virus bacterianos(Danysz, o sean bacilos de género Enteritidis, y B. Lóffler, del gé nero de los paratíficos B), que provocarían teóricamente epidemias mortíferas, pero de escaso o nulo valor en la práctica, ya que los cebosse inactivan rápidamente, otros quedan inmunizados (inmunidad de foco) y, en ocasio nes, pueden ser nocivos para el hombre. Cebos o trampas para ratas y ratones.—Por si solos son insuficientes para conseguir exterminación; pero pueden ser complementos con el empleo de venenos y son indis pensábles para conocer las especies de ratas contra las que se ha de luchar, para conocer si están infestadas, para recoger sus ectoparásitos y poder limitar el área que abarca una epizootia. Se han de situar a lolargo de su paso, en los lugares frecuentados por ellas. La simple trampa de muelle y madera o tablilla es buena, y en los países húmedos, la madera debe ser tratada con aceite de linaza, para pre venir sus encorvamientos. Ha de ser sencilla, y el resor 16 te, de alambre de cobre; el cebo será queso rancio, trozo de nuez o patata; si se ponen varios, mejor. Los anglosajones insisten, en contra de la opinión ge neral, en que las ratas no se acercan a los productos to cados o que huelan a hombre. Por eso las trampas deben escaldarse o ser utitadas con cebo, para quitar el olor de los compañeros muertos anteriormente. Fumigación.—Es el procedimiento radical para des trucción de toda la población roedora del espacio donde se actúa (barcos, cloacas, etc.), y también mata a las pulgas que infectan a las ratas. Se requieren equipos bien entrenados y débilmente protegidos. Han de em plear el gas cianhidrico con dosis de 141 gramos por 28, 31 metros cúbicos, con una exposiciónde cuatro a seis horas si se desea que mueran también las pulgas; pero si. sólo se actúa contra las ratas, bastan de 70 a 80 gra mos por 28 metros cúbicos y dos horas de actuación (do sis oficiales internacionales); en España, 3,5 gramos por metro cúbico. También púede emplearse el cianuro de calcio o ciano gás para las madrigueras de ratas, que se aplica en forma de polvo con un espolvoreador apropiado a base de pre sión manual, ocluyendo todos los orificios para hacer más efectivos los gases. No debe usarse en los edificios. Ha dado buenos resultados en las campañas antipesto sas de la ciudad de Lima en 1942, en Ciudad Trujillo en 1943 y en la zona periurbana de Lima (Leticia) en 1948. También se puede emplear anhídrido sulfuroso, que a concentración del 3 por 100 provoca lesiones pulmonares que asfixian al animal. El estudio de las técnicas de sulfuración y cianhidri zación no nos parece oportuno considerarlo en este lugar. Principales raticldas.—Antes de la última gran guerra eran comunes en su empleo escila roja, la estricnina, los Tiene sabor a-cre,que le hace desagradable para pert’ÓS, compuestos ársenicáles, los fosfórados y las sales de ta lio; pero cón la guerra se dificultó grandemente el apro gatos, nifios, etc., y como además es intenso emético, se visionamiento de algunos de estos productos, obligando vomita rápidamente; pero como a las ratas no les dis a nuevas búsquedas y a conseguir en las naciones pro gusta su sabor y como estos animales no pueden vomitar, parece que es especial para envenenarías. Otro carácter ducción de ellas. Pasemos seguidamente revista a todos los principales, distintivo es el de ser mucho más tóxico para las ratas hembras que para los machos, ló-que tiene también su insistiendo en los nuevos con más detalle. interés, dada su gran fecundidad. a) 1.080. Fluoroacetato de sodio (CH2 CO O Na). Se presenta en el mercado la escila roja en forma lí Se trata del mejor raticida conocido, apareciendo como un polvo blanco, fino, delicuescente, fácilmente soluble quida o pulverulenta, y aunque la primera suele ser efec en agua fría, pero prácticamente insoluble en los disol tiva, los povos son más manejables, más baratos y se ventes orgánicos. Se emplea el producto técnico de as almacenan mejor. Debe emplearse siempre un producto pecto smejante a la harina, muy estable químicamente, de garantía, exigiéndoseel que posea una toxicidad letal con olor a ácido acético y con sabor acre suave. No es de 200 a 400 miligramos por kilo de peso, a lo menos, y irritable para la piel ni se absorbe por ella, a no ser que rechazando el que no lo alcance. Provoca a’ la dosis de io centigramos una nefritis y se tengan grietas (por eso deben usarse guantes de goma uandp se maneja); pero por ingestión es muy tóxico para derrames serosos, y en especial pleurales, que producen todos los mamíferos, en especial para los perros y los ga la muerte del animal, aunque lenta. d) Sul/ao de talio.—El talio (de tallos = tallos ver tos, que incluso han muerto por alimentarse con ratas que des), aludiendo a la raya verde espectroscópica de este también habían muerto intoxicadas por aquél. Debe co lorearse con colores llamativos, para evitar la confusión cuerpo y al colorverde que dan áus compuestos a la llama, cfln. harina, etc. Produce en las ratas ceguera y convul se emplea como acetato o como sulfato. Siendo su minima dosis mortal segura de 15 miligra siones. mos pór kilo de peso, provoca a los pocos minutos de su Se trata de un matarratas de efectos fulminantes para injestión, contracturas tetraniformes de las extremida toda clase de roedores, sin distinçión de especies, capaz de desarraigar una plag.a de cualquier local o casa, presen des y movimientos anormales de la cabeza, seguidos a veinticinco minutos de un’ estado de coma con muer tando la Curiosa propiedad de su solubilidad en el agua, los a la hoiay m-ediade la injestión. Es necesario que cada lo que no ocurre con los demás raticidas, y además pa te injiera de 4 a 6 miligramos para que muera. rece que el agua envenenada la prefieren a la que no lo rata e) Fosfuro de cinc.—Es un polvo de color gris oscuro está. Para barcos, almacenes, cuarteles, graneros, etc., que posee un fuerte y característico olor a fósforo, ac no tiene competición posible, y así, Hugues lo probó en tuando como’un veneno activo para las ratas, ratones y 96 barcos en forma de solución acuosa (14 gramos por roedores del campo. 4,5 litros), obteniendo la muerte del 85 por 100 de las ra f) Estricnina.—Polvo muy ligero, muy amargo y muy tas, confirmando sus excelentes resultados las pruebas venenoso, que se emplea para matar con predilección en Perú (ciudad de Huacho, ciudad de Tumbes, etc., en al ratón dey campo y de monte. donde se erradicó un foco pestoso) y en buques de la Ar g) Cal viva.—Si en el local sólo hubiera escasas ra mada, como en el crucero Bologuesi. resulta sencillo y útil el empleo de cal viva, Viene envasado en botes de 28,5 y 225 gramos de peso, tas oseratones, mezcla con harina en la proporción de dos partes conteniendo una riqueza mínima del 90 por loo. Los q-ue útiles que se empleen para pesar, medir, mezclar, etc., de ésta por una de cal, colçicándose en los lugares que frecuentan; es conveniente colocar en su proxi deben ser etiquetados y únicamente empleados para este aquéllas unos platitos con agua para que beba el roedor, menester, y el que lo maneje se pondrá guantes de goma midad con lo que re producen quemaduras mortales en la-mu y una mascarillasimple de goma o de tarlatana. b) Antu (Alfanaftil-urea).—Es eficaz para la desrati cosa gastrointestinal del animal, que le provocan la zación de barcos, cuarteles y puertos; pero sólo es reco muerte. mendable cuando se trata de actuar contra la rata gris (E. norvegicus), ya que sobre la rata negra y las otras es pecies es poco activo. Otra desventaja es que las dosis Con el fin de dar una idea de la distinta toxicidad de subletales les proporiona una resistencia para dosis al los principales raticidas, exponemos en el cuadro que tas,, que persiste duranfé meses. Se trata de un polvo gris insoluble en agua, sin olor sigue las dosis, expresadas en miligramos por kilo de ni sabor, muy estable químicamente, no volátil y que no peso del animal, qie causan la muerte a la mitad, o sea al 50 por -100, de los animales que -la injieren. Así vemos: irrita la piel humana. Es también muy tóxico para cerdos, perros y pollitos; prodüce la muerte por aumento grande de la permeabili TOXICO L.2,, D. dad capilar, dando lugar a derrames pleurales y, sobre todó, a edema pulmonar. Como causa crisis de disnea, 4-6 -mg. por kilo de peso salen de sus escondrijos para morir, evitando así la pu F1-uorgacetato de sodio.. (basta x mg. por rata) trefacción y el mal olor al morir en las madrigueras. 12-25 mg. por kilo de peso c) Escila marina (Urginea maritima).—Es el raticida Antu 70-1.000 » » » doméstico por excelencia, porque es de poco peligro para Escila 23 » » » Sulfato de talio el hombre y los animales domésticos, lo que le da-mucho Fosfuro de cinc ‘47 » » » valor. Ejemplo de una actuación es la de Ahlgren, en Sue Arsénico 140 * » » 3-8 » » * cia, que -en cinco municipalidades infectadas consiguie Estricnina 900—1.480 * 5 » Carbonato de bario... ron en dos tratamientos reducirlas a un 98,5 por loo. — - - - - - - - - - • - - - - 1.7 INDICACIONES GENERALES SOBRE EL EMPLEO DE LOS RATICIDAS Hoy por hoy, nt la impasibilidad de adaptar edifi dos ya construídos para ponerlos “a prueba de ratas”, hay que procurar construirlos adecuadamente. Además necesitamos acudir al alejamiento de los alimentos y al Determinados ya los cebos preferidos, se preparan tal coñio van a ser utilizados los envenenados, siendo mejor muchos pequeños que pocos grandes; en días sucesivos se comprueba el número preciso para que queden pocos sin consumir. Es aconsejable poner como cebo el conte nido dé una cucharilla de té en un papel delgado de unos 33 centímetros cuadrados, formando un cucurucho, para Fig. 5.—Modelo de caja cúbica de 30 centímetros de lado, con entrada y salida en forma de pequeños arcos; los cebos son colocados en el trayecto que une dichos orificios y se introducen por la aber tura existente en la parte alta de una de sus caras. empleo de venenos apropiados en toma adecuada para proteger luchar con ventaja asegurarse contra su astucia. Los cebos mortíferos son efectivos si el plan a seguir es adecuado, debiendo ser usados conscientemente si constituyen peligro para el hombre o los animales domés ticos. Por ello, para trabajar bien, debemos: i.° Seleccionar Ms cebos, pues el alimento preferido varía según las especies y el área geográfica; para ello, además de alejar todo lo que pueda ser alimento, se co locan “cebos de prueba” durante dos o tres noches en los sitios donde se sabe que van a ser alcanzados, determi nando así cuáles son los mejor aceptados. En general, son de tres clases de cereales, proteínas y grasas (carne, pes cado, tocino, manteca, etc.) y frutas y verduras (boniatos, plátanos, etc.). 2.0 Utili1’ar durante varios días cebos no venenosos. 20” - estos cebos de la desecación y, sobre todo, para de que los niños y los animales domésticos no los injieran. Emplear cajas abiertas por sus extremos (fi guras 5 y 6). Son imprescindibles, si se van a emplear productos tan venenosos como el 1.c80, sulfato, de talio, etc. 3,0 Cebos envenenados. Cuando las ratas o ratones lle ven varios días alimentándose así, se colocan los cebos envenenados, que se fabrican mezclando el veneno elegi do con los alimentos. Son preferibles los que emplean más de una clase de alimentos, y si se precisa la actuación prolongada, debe cambiarse de material de cebo y de veneno; en todos los casos serán colocados a última hora de la tarde y retira dos por la mañana temprano con las ratas que se hallen muertas. Fig. 6.—Modelo rectangular cons truido en madera y asimismo para colocar en.su interior cebos enve nenados. Obsérvense sus estrechas entradas, que permiten dejar en trar y salir a las ratas, pero que son pequefías para perros y gatos, evitando así el que puedan in jerirlos. LA MANIOBRAY LAIDEA DE MANIOBRA EN LASUNIDADES SUPERIORES DEINFANTERIA Comandante de Infantería, Diplomado de E. M. y Profesor de la Es cuela de Aplicación y Tiro del Arma LUIS BUSTAMANTE VIGIOLA. La experiencia nos está demostrando que el caballo de batalla de las Ordenes de operacio nes es el apartado Idea de maniobra, que en mu chos casos suele ser poco y. mal atendido, bien por defectuosa concepción de la maniobra, bien por suponerlo innecesario, bien por creer. que su redacción es completamente libre. Y si bien es verdad que no hay ningún textó (la adecuada “chuleta”) que proporcione una Idea de maniobra tipo y que en su redacción no se puede ni se debe llegar a ningún esquema rí gido, cierto es también que existen reglamentos que obligan a su inserçión en las Ordenes de ope raciones y a redactarla con modalidades deter minadas. Ahora bien; nuestra ambición llega a querer demostrar el porqué de aquel precepto completo y la necesidad de que. la Idea de maniobra fi gure en las citadas Ordenes. 2. Ante todo, hemos de examinar y tratar de definir lo que es maniobra, advirtiendo que nos vamos a constreñir a lo que interese a las Unidades del Arma tipo Regimiento y Batallón. 3. Dichas Unidades, como todas las comba tientes, han de realizar en el combate una mi Sión táctica determinada sobre un terreno dado, con.unos medios conocidos y a pesar de un ene fiiigo más o menos explícito. Todos los actos que pongan en obra aquellas Unidades durante la ejécución del combate de benestar orientados al cumplimiento de esa mi sión, que es lo único que se conoce con precisión. Los demás factores sufren variaciones en su evaluación exacta o son casi desconocidos.4. La misión hay que cumplirla siempre, •no sólo por precepto de disciplina y deber de obediençia, sino porque la asignada a una Uni dád no es más que una rueda que al pararsepue de detener la máquina general. i. - - Con su incontrastable autoridad dice S. E. el Geñeralísimo que “los errores táctiços en el cam po de batalla son los que malbaratan las mejo res concepciones y originan frecuentemente los desastres”. Pero esos errores son normalmente fruto del desconocimiento de la propia misión, lo que lleva a no cumplirla o a poner en práctica procedimientos inadecuados. 5. Por tanto, la misión es lo fundamental, y por ello ha de ser la base de la maniobra. 6. Ahora bien; toda misión está expuesta por el Jefe, que la asigna según una síntesis y un conjunto de procedimientos de ejecución. La primera, para ser complela, debe contener una actitud, una finalidad, unos objetivos y una dirección de esfuerzo. 7. Examinaremos rápidamente estos cuatro conceptos. La actitud es la expresión abstracta de lo que se va a hacer: atacar, marchar, defenderse, etc. La finalidad es el propósito que el jefe trata de conseguir por medio del cumplimiento de su misión. Puede variar desde romper la resisten cia del adversario hasta impedir su paso en una dirección prevista. La finalidad es, por consiguiente, lo que hay que lograr a todo trance. Si no se obtiene, no se ha cumplido la misión. Los objetivos están siempre definido por puntos, líneas o zonas del terreno, cuya pose sión asegura la consecución de la finalidad. Esta separáción de los conceptos finalidad y objetivo es absolutamente neóesaria, ya que el segundo no constituye, por lo.general,el término de la misión. Si, a pesar de haberse conquistado o conservad6, no se ha conseguido la finaliad, la misión está incumplida. La dirección de esfuerzo materializa aquella sobre la que el Jefe superior suele obligar al eje- 19 cutante a realizar la acción principal entre to das las que éste pueda llevar a cabd. 8. La síntesis de la misión impone, por tan to, al ejecutante una serie de preceptos de los cuales no puede nunca prescindir. El resto de cuanto atañe a esta misión está constituído por condiciones de ejecución en tiempo, en espacio y para el empleo de los me dios, con las que el Jefe señala normas que hay que tener en cuenta para el cumplimiento de aquella misión. 9. Otro factor de gran influencia en la ma niobra es la zona de terreno en que se va a des arrollar la acción, y que, a pesar de lo reducido de su magnitud frontal para nuestros Regimien tos y Batallones, presentará en uno u otro sen tido características diferentes, además de que sobre él existirá un número variable de acciden tes topográficos escalonados en anchura y pro fundidad, y cuya posesión sucesiva o simultá nea pondrá a la Unidad en condiciones de lle nar su cometido. La distinta valoración que reciben estos acci dentes en función de su situación en el terreno, de su fortaleza natural o adquirida y de la importancia que’ tengan en relación con ‘los propósitos de ambos bandos, podrá imponer a la Unidad encargada de realizar una misión dos o más direcciones en las que ejercer su acción. ió. No quiere esto decir que cada Regimien to o Batallón de Infantería actúe en varios sen - tidos que, aunque coordinados en su finalidad, presenten soluciones de continuidad en el espa cio, tanto en la situación de sus puntos de par tida como en la de los de su aplicación. Por el contrario, esas direcciones son conti guas y están tan íntimamente unidas, que no existen entre ellas soluciones de continuidad. Todas son componentes parciales de una resul tante, definida por el Jefe superior al imponer el curso que le conviene imprimir al esfuerzo de cada una de sus Unidades subordinadas. u. Concretando: por lo general; será nece sario o conveniente combinar con la acción que se deba desarrollar en la dirección impuesta otras que se han de llevar a cabo en sentidos elegidos por el Jefe ejecutante, bien para com pletar, apoyar, intensificar o impulsar aquella 20 acción, bien para cubrirla, bien para enlazaría con las demás. 12. Esta combinación de direcciones’ exige su coordinación en el tiempo y en el espacio, lo que ‘Se consigue: a) Partiendo cada una de ellas de un punto propio para aplicarse sobre otro del adversario, eligiendo todos de manera que los resultados parciales se conviertan en el total que se debe lograr en la dirección impuesta. b) Regulandó el ritmo de todas estas ac ciones: i) al hacer que se produzcan en forma sucesiva o simultánea; z) señalando líneas su cesivas y práctiçamente paralelas que sirvan para jalonar la acción general en profundidad;. c) Imponiendo protecciones recíprocas en tre las diversas acciones. 13. No basta con lo expuesto para’ tener perfilada la maniobra en su totalidad. Para com pletarla es preciso evaluar previamente: a) El esfuerzo que exige cada acción para su realización. b) El que es capaz de rendir cada uno de los medios disponibles. En la valoración de los medios influyen no sólo su cuantía y situación en el terreno, sino otros detalles variables, y cuya apreciación es a menudo muy aleatoria; tales como estado de instrucción y de las fuerzas morales, entrena miento físico, estado de conservación de arma mento y material, capacidad de los mandos, etc. 14. El enemigo influye también en. esta va loración; pero será siempre la gran incógnita del prolema táctico, pues aun cuando se pueda ave riguar su situación y apreciar exactamente sus posibilidades, ¿cómo conocer la voluntad de sus mandos? Tendremos que conformarnos con hacer su posiciones, examinando lo lógióo para deducir lo probable y estudiar lo que más daño pueda hacer a la propia maniobra para cubrirla ade cuadamente contra posibles peligros; pero siem pre quedará la duda açerca de los que el Jefe enemigo piensa hacer. Por otra parte, ¿reaccionará siempre éste a medida de nuestros pensamientos o de nuestros deseos? 15. No es incumbencia de un Jefe comparar nunca el esfuerzo global de su medios con el- esfuerzo total que se impone a su Unidad y que ésta debe rendir; esta operación la ha llevado ya a cabo el Superior para poder repartir misiones entre las Unidades subordinadas, a las que pro porciona los medios adecuados para cumplirlas. i6. En función de la evaluación antes ex puesta, se asignan posteriormente a cada una de las acciones los elémentos necesarios y sufi cientes para tener la seguridad de que éstos rea lizarán el esfuerzo que las primeras necesitan. Con estos dos actos.sucesivos se ha llevado a cabo la d6sificación de esfuerzos y la reparti ción de fuerzas. En Infantería se valoran los esfuerzos ‘-í en función de la importancia relativa que ad quieren sus medios de acción, según que la acti tud sea ofensiva o defensiva. -1 i8. En ofensiva sé trata de llegar a una po sición más o menos alejada de la inicial que ocu pen las fuerzas atacantes. Por tanto, el movi miento adquiere una preponderancia -absoluta. el Jefe de Infantería debe evaluar el esfuerzo Ahora bien; para conseguir que sea continuo y que hay que rendir en cada acción en masa de rápido, a pesar de los actos de fuego y mo’rimien movimiento (hombres) y en masa de fuego (ar to que ponga en práctica el defensor, el ofensor mas), y coordina ambos factores por la super ejecuta fuegos con oportunidad, aplicándolos so posición o la yuxtaposición. de sus puntos de bre puntos convenientes y con potencia adecua aplicación, los que, por su parte, coincidirán o da para batir-los objetivos elegidos no topográficamente con. el de aplicación de 19. En la defensiva, por el contrario, y pues aquella acción. to que se trata de detener al atacante, el fuego 22. Hemos de hacer presente que un Jefe de adquiere la supremacía para desgastar y dete Regimiento o Batallón no debe, en general, tra ner, pero también para apoyar las acciones ofen tar de coordinar los movimientos previstos con sivas encaminadas a desbaratar la organización las acciones de fuego de las armas propias de las del ataque antes de producirse el mismo, o a Unidades inferiores, ya que así no sólo hipoteca expulsar al ad’eersario de aquellas partes de la propia posición que hubiese conseguido cOn-’ a sus. subordinados el libre empleo de los medios de fuego que les son peculiares, sino que coarta quistar. la iniciativa de esos subordinados, además de 20. Los esfuerzos ‘de la Infantería se tradu privar de flexibilidad a la acción. cen siempre en: 23. La evaluación de los esfuerzos a realizar movimiento para conseguir: en el ataque, para ejecutar cada acción componente debe ha llegar al abordaje de la posición enemiga; en la defensa, desbaratar la organización de di cerse también en el sentido de la profundidad, pues en este orden varían grandemente según la cho ataque o rechazar al atacante; actitud ‘adoptada. fuego para: detener el movimiento de abor 24. En efecto; el ataque tiene por objeto in daje del. ofénsor, y dar continuidad y veloci mediato llegar al choque con el defensor. Este dad al ataque si se trata de,llevar a cabo esta choque es acto decisivo y brutal, por lo que la acción. 21. Vemos que estos dos esfuerzos que ca masa que deba realizarlo ha de tener, suficiente racterizan la acción de la Infantería no se bas fuerza viva para romper el sistema defensiyo y penetrar. en él. tan en ningún caso aisladamente, y,. por tanto, 17. ,..- . - .--.‘. ..- .. . ,‘- -,. -- - - - — • 21 La fuerza viva es producto de masa por ve locidad; conseguida ésta .por la acción de los fue gos del atacante, aquélla se obtiene únicamente colocando hombres en el número necesario y suficiente. En consecuencia, para efectuar antes de un ataque la evaluación del esfuerzo en profundi dad y la subsiguiente repartición de fuerzas, debe privar, ante todo, la consideraci-in de la necesidad de lograr la ruptura con un golpe de ariete violento y decisivo.. Los escalones poste riores se, constituyen con lo que, tras organizar adecuadam’ente el de choque, quede de los me dios disponibles. 25. Por el contrario, la solidez del sistema defensivo no se logra amparándolo tras una co raza que nunca llegará a ser invulnerable, toda vez que para romperla le bastará al atacante con acumular los medios necesarios y elegir el lugar apropiado para hacerla saltar. Como en la defensa no deben limitarse las ac ciones ofensivas a contraatacar cuando el ata cante profundice en el despliegue del defensor, sino que pueden y deben llevarse a cabo con an telación a la iniciación del ataque, buscando con ellas desarticular los preparativos del atacante, y, en todo caso, hostigar y sembrar la indecisión en sus filas, deben existir a vanguardia los nú cleos imprescindibles para producir esas acciones ofensivas preliminares, núcleos que al iniciarse el ataque se repliegan generalmente solare otros posteridres, los cuales han de poseer la forta léza necesaria para resistir a todo trance y poder desarticular las acciones del ataque; la densidad de estos núcleos debe aumentar hacia retaguardia, para, tras lograr que aquellos ata ques se emboten, poder pasar a la ofensiva con la necesaria energía para lograr el fin que se proponen. La fortaleza del despliegue defensivo debe, pues, ir aumentando de vanguardia a reta guardia. 26. En función de cuanto se ha dicho, afir mamos que para llegar a la debida repartición de fuerzas se ha de tener en cuenta: los medios se asignarán, en cantidad y po tencia, en la medida necesaria y suficiente para asegurar la ejecución de las distintas acciones, dedicando los más importantes a la - 22 que por ser la impuesta por el Jefe superior debe reputarse como principal; la repartición en profundidad se basa en la necesidad de obtener en la ofensiva una po tente masa de choque, y en la defensiva, de acrecentar las sucesivas resistencias y dispo ner de reservas capaces de actuar ofensiva mente con gran energía; y siempre, para con seguir la mayor reiteración de esfuerzos en la dirección de la acción principal. 27. La realización d la acción ha de ser oportuna, iniciándola en el momento ordenado, ejecutándola en los plazos previstos y poniendo en juego lo necesario para asegurar la finalidad que se persigue cón el cumplimiento de la misión. 28. Podemos decir, pues, que para la Infan tería la maniobra es realización oportuna de una serie de actos tácticbs fundamentales en las-ca racterísticas del terreno y en las condiciones del enemigo, encaminados a conseguir el cumpli miento de la misión y resultantes de: combinar las-direcciones de la acción impues ta y sus componentes; coordinarlas entre sí; dosificar los esfuerzos que han de realizarse para ejecutarlas; coordinar los puntos de aplicación de fuegos y movimiento de cada una de ellas; repartir las fuerzas en frente y profundidad, dedicando a’ cada acción los medios necesa rios para garantizar la realización del esfuer zo que se precise. 29. Luego ‘el proceso lógico de elaboración de la naniobra es: a) Determinación (en función de la misión, enemigo y terreno) de las acciones en que sea preciso o conveniente desdoblar la principal. b) Determinación de l forma de combinar y coordinar estas acciones. c) Dosificación de los esfuerzos que exige la realizaci5n de cada acción y de los que, cada Unidad subordinada es capaz de rendir. d) Repartición de fuerzas. 30. Recordando en breve síntesis los elemen tos que sustituyen los apartados a) y b), tén dremos: actitud general a observar en relación con el enemigo; finalidad que se persigue con la operación; — - - — —. objetivos cuya ocu pación o conserVar ción perrpitirán al canzar esa finalidad; acciones que se de ben realizar, señalando cuál de ellas es la principal y defi niendo tódas por un punto de partida, uno de aplicación y lbs intermedios ne cesarios para evitar dudas y vacilaciones; simultaneidad o es calonamiento de las acciones en el tiempo; jalonamiento de la acción en profundi dad, definiendo cada jalón por líneas del terreno sensiblemen te paralelas al frente de combate; protecciones recípro cas que deben pres tarse las distintas acciones. i. Estos siete pila res constituyen la idea de maniobra y represen tan, por ser invariables: la expresión de la forma en que el jefe ha decidido cumplir su misión; la parte de lamanio bra que ha de per manecer intangible mientras la misión o la situación no se modifiquen esencial mente, parte en cu ya ejecución el Jefe ha de ser “tenaz y perseverante”; la norma que ha de presidir la conducta de los subordinados; — - —— • • — — -— — • - — la directriz rígida de lo que hay que hacer en Queda hecha, por tanto, la repartición de todo momento y a pesar de todo; fuerzas y automáticamente la repartición de mi el cauce por el que han de discurrir siempre siones y medios, ya que a cada acción correspon la iniciativas de los subordinados. de un grupo de éstos, encargados de llevarla a 32. ¿Es necesario que un Jefe subordinado cabo. conozca a fondo la idea de maniobra de su supe Y ¿orno se parte de una premisa cierta que rior? De lo expuesto se deduce que sí. dice que el esfuerzo que exige la realización de 33. Por otra parte, ¿es completa esta Idea la misión impuesta a una Unidad está siempre de maniobra? Recordemos que toda idea ha de en consonancia con las posibilidades de los me ser abstracta, es decir, que no debe expresarse dios (orgánicos o de refuerzo) con que cuenta su por sus caracteres accidentales, sino tan sólo por Jefe en el momento de la ejecución, resultará que los universales y permanentes; por tanto, en una la suma de esfuerzos parciales llevará a utilizar, maniobra no debe figurar nada que pueda va en la totalidad de misiones asignadas, la totali riar fácilmente cuando accidentalmente cambie dad de los medios disponibles. una parte de la situación. Pero como además estas misiones son conse Pero, además, en el proceso seguido para lle cuencia de las acciones dibujadas en la Idea de gar a precisarla, no ha sido necesario valorar maniobra, y éstas se integran en la acción total esfuerzos, ni repartir fuerzas, ni señalar condi impuesta a la Unidad, diremos que la misión de ciones de ejecución en tiempo ni en empleo de ésta se descompone en tantas parciales a las• medios. Ha surgido con anterioridad a este es subordinadas como acciones componentes tiene tudio. la Idea de maniobra. ¿Por qué, pues, se han de incluir en ella me Para realizar la acción deben coordinarse sus dios o condiciones de ejecución que deben ser puntos de aplicación con los de los fuegos de las variables para adaptarse alas mudables situa armas específicas del Jefe que concibe la ma ciones de momento y que por su variabilidad niobra. Esta coordinación proporciona el plan permiteli dar a la maniobra la flexibilidad nece de fuegos. saria? En cambio, sí deben figurar en la Idea Por fin, cuándo se dispongan los horarios a de maniobra aquellos accidentes del terreno que que se someterá la ejecución de la acción, de permitan darle precisión, porque aquel en que acuerdo con lo previsto en la Idea de maniobra y se va a desarrollar cada maniobra es permanen en la Orden superior, tanto para la simultanei te e invariable. dad o sucesión de acciones como para su jalona 34. Idea de maniobra debe ser, pues, la ex miento en profundidad, así como dónde, cuándo presión abstracta de la forma en que el Jefe ha y con qué medios se van a efectuar las protec decidido cumplir su misión, referida exclusiva ciones recíprocas previstas, quedarán señaladas mente al terreno y sin figurar en ella medios ni unas condiciones de ejecución que serán lógica condiciones de ejecución. consecuencia de la Idea de manLobra. 35. La Idea de maniobra no es un apartado 37. Resumiendo: la Idea de maniobra debe aislado ysinconexión con el resto de la Orden cumplir las condiciones expuestas en 1os núme de operaciones. Por el contrario, es la parte fun ros 30 a 35 y estar redactada en forma clara, damental, pues de ella se deriva el resto de la concisa, concreta y completa. maniobra. 38. En los números que preceden queda ex 36. En efecto; pues que están ya fijados to puesta una teoría que goza de un valor relativo, dos los extremos de esa Idea, continuemos el pues como; por serlo, tiene carácter de genera proceso de confección de la maniobra. lidad, no es posible prever los infinitos casos que Medidos los esfuerzos parciales a realizar en pueden presentarse en el momento de hacer uso frente y profundidad y los que las Unidades sub de ella. Pero sí hemos apuntado un método a ordinadas disponibles son capaces de realizar, seguir para obtener la receta útil a cada uno de comparadas estas dos medidas, se asignan a ellos. cada acción los medios convenientes. 39. Consecuentes con nuestra creencia de que — — 24 la mejor manera de aclarar conceptos es hacer aplicación de la teoría, en un ejemplo práctico presentamos a continuación uno. rece probable que el adversario pue da contraatacar al Regimiento antes de que éste alcance el citado río. La Aviación pro COMBATEOFENSIVODE BATALLON pia domina en el UN CASOCONCRETO aire. 1 I.—Nuestra mi A) Antecedentes. sión para la prime Después de diez días de áspera lucha, al atardecer del ra fase de la opera en día D-3, las fuerzas azules han contenido una ofensiva ción consiste atacar la posición roja lanzada en dirección noroeste-sudeste, que ha logra do abrir una brecha de unos 12 Km. de frente por io de enemiga en el fren profundidad, en un sector que hasta este momento fué te compiendido desde el barranco pasivo y estaba estabilizado desde hacía varios meses. de Los Palacios En la región en que se plantea el tema, los elementos hasta la cota 658, más avanzados han quedado en aquella fecha en la si tuación que indica la’ línea de puntos para el bando azul debiendo profundi -zar en la dirección y la de trazos para el bando rojo. Con el fin de reducir la bolsa creada, el Mando azul general V. Mocha- vado sobre el Au decide pasar a la contraofénsiva a partir del amanecer f 1 del día D, para lo cual se propone. ejecutar varias accio lencia del camino nes; la principal de las cuales partirá de la región V. Mo- viejo de Villanueva :de la Cañada a Vi cha hacia el oeste. llanueva del Pardi El Batallón de Infantería 111/5, que desde las prime ras horas del D-i se encuentra con su Regimiento en la llo hasta alcanzar zona del río Guadarrarna (unos 2 Km. al este), al iniciarse el río Aulencia. LII.—Los límites de la zona de acción... (Véansé en el el ataque pasará de línea a las tropas que guarnecen la posición en la región comprendida entre V. Mocha y la plano.) I.—Se ha afectado al Regimiento para toda la ope cota 658 (576-6 i). Este Batallón, constituído por tro pas águerridas y de excelente moral, no ha tomado hasta ración la Compañía cañones de Infantería 75/13 y 18/42. ahora parte en la batalla, teniendo al completo sus efec V—Mi idea de maniobra es: tivos y dotaciones de material, armamento y municiones. - — Atacar la -posición enemiga por medio- de: El Mando azul ha recibido hasta la 13 horas del D-x a) una acción en dirección Las Chaparras-ccítas 654 las siguientes noticias sobre el bando rojo: y 649-caseta motor, y b) otra, defasada en el tiempo respecto a la anterior y apoyada por ésta en dirección — Durante su ofensiva ha sufrido un grave quebranto. V. Mocha-cota 643-vado sobre el Aulencia del camino — Las Unidades que han tomado -parte en la batalla viejo de Villanueva de la Cañada a Villanueva del permanecen en línea. Pardillo. — Ha repuesto sus bajas. — Inició la construcción de su organización defensiva al — Alcanzar el Aulencia para romper y desarticular la resistencia del adversario. anochecer- del D-3. Las obras son de• P. n. y están — Ejercer el esfuerzo principal en la segunda de las ci hechas a cielo abierto y sin blindar. Las alambradas que rodean lós islotes no están unidas entre sí. tadas direcciones. VI.—El Regimiento desplegará en -dos escalones con — Se ignora la situación de las armas pesadás de Infan los Batallones II y 1-II de norte a sur en el primero. • tena. — En la zona de ataque asignada al Regimiento de In VII.—El Batallón II atacará entre el barranco de Los fantería número 5 se ha identificado un centro de re- Palacios y y. Mocha (ambas referencias excluidas), profun - sistencia que, al parecer, se extiende en profundidad dizando en la dirección Las Chaparras—cotas 654 y 649hasta el río Aulencia. Las reservas del sector consisten caseta motor hasta alcanzar el Aulencia, para -romper y • en un Batallón de Infantería en cada uno de los pueblos desarticular la -resistencia del adversario. de Villanueva de la Cañada y Villanueva del Pardillo VIII.—Et Batallón III atacará entre V. Mocha y la (situados a unos 3 Km. al sudoeste y nordeste del río, cota 658 (ambas referencias incluídas), profundizando en respectivamente, contando la distancia sobre el ca— la dirección V. Mocha-cota 643-vado del camino viejo mino viejo que une los dos pueblos). hasta alcanzar el Aulencia. La Aviación azul ha recuperado el dominio del aire a IX.—El Batallón 1, constituyendo la reserva del Re - partir del D-4. gimiento, progresará en la dirección general de la pista Los Mandos de las Fuerzas azules encargadas del ata de Las Barrancas a Villafranca hasta alcanzar el cruce que están efectuando reconocimientos desde el ama.ne de la misma con los caminos de Las Barrancas y de La cer del D-i. Manchega. Tendrá prevista una probable intervención en dirección sudoeste. X.—El límite común entre los Batallones II y III... B) La ordende operaciones del Regimiento de Infante(Véanse en el plano.) - ría número 5. XL—Se afectan: ál Batallón II, una sección de caño A las i horas del D-x, el Coronel dicta la siguiente nes de Infantería, y al Batallón III, dos secciones de ca -orden verbal: ñones de Infantería de la Compañía i8/, desde las ho I.—El Regimiento actuará encuadrado entre la Divi - ras del D, en las zonas inmediátamente al nordeste y sión 12 por el norte y el Regimiento 38 por el sur. - este de V. Mocha, respectivamente, hasta terminar la opeLa zona enemiga, que vamos a atacar está- guarnecida - ración. aproximadamente por un Batallón de Infantería, cuyas XII.—Apoyará el avance del Regimiento una agrupaorganizaciones defensivas se extienden hasta el río Aulen ción compuesta por los Grupos de Artillería O. ro/ii, -cia. Hay que esperar una enérgica resistencia; pero no pa- 1/ii y 0. 105/22 II y 111/ii. - 25 ?_ -- - XIIi.—El plan de fuegos de la Compañía de Infante ría de cañones 75/13 y 18/42 comprende: Preparación.—Tiros sobre las obras7, 8 — Ataque.—Tiros previstos sobre las obras7, 8, .19, 28 XIV.—La artillería tratará de neutralizar durante la preparación las obras10, II, 12, 15XV.—La Agrupación de Artillería de apoyo directo actuará durante el ataque por concentraciones de diez minutos de duración, por el siguiente orden: — Simultáneamente, las obras10, u — Idem, las obras ...,. 15, iB — Idem, las obras19, 20 A petición de la Infantería, la Artillería reiterará los tiros durante cinco minutos sobre los objetivos previstos que se le indiquen. Para batir los objetivos imprevistos se dirigirán las peticiones a mi P. M. XVI.—El borde anterior de la base de partida está ja lonado por la línea alcanzada por los elementos más avan zados. XVII.—La preparación empezará a la seis (6) horas deiD. El Batallón II rebasará el borde anterior de la base de partida a las siete (7) horas del D. El Batallón III, cuan do el escalón de ataque del II alcance el camino de Las Barrancas. El resto del Regimiento, a mi orden. XVIII —El Batallón III facilitará la desembocadura del ataque del II con acciones de fuego ejecutadas con un mínimo de dos secciones de ametralladoras sobre los objetivos que acuerden los Jefes de ambas Unidades. El Batallón II apoyará al III, batiendo de fiañco con un mínimo de dos secciones de ametralladoras, y desde posiciones próximas al cruce de. los caminos de La Man chegay Las Barrancas, las obras enemigas de la primera línea y Barrancas del Tejar y del Palomar; y posterior mente, y desde asentamientos inmediatos a la cabecera de la Barranca de las Vacas, tanto esta Barranca como las obras al este de la misma. (Resto de la orden no interesa para la resolución.) 40. Vamos ahora a estudiar la actuación del Coman dante del Batallón de Iñfantería 111/5. Como es probable que este Jefe conozca la situación en sus líneas generales-con bastante antelación, y es casi seguro que tenga un esbozo de la decisión de su coronel mucho antes de recibir su orden, él, por su lado, habrá estudiado durante la mañana del D-i lo concerniente a terreno y enemigo en función de ese proyecto de deci sión, por lo que está en condiciones de decidir rápida mente a partir de las 15 horas, pues sólo tendrá que con firmar o modificar las deducciones provisionales que haya formulado, en fi.nción de cuanto ratifique, amplíe o cambie la orden definitiva. Y cedamos la palabra al Jfe del citado Batallón. 41. La misión del Batallón está integrada por: — Actitud: Atacar. — Finalidad: Romper y desarticular la resistencia del enemigo. Estos dos conceptos, reunidos, exigen potencia y enérgía en el primer escalón. — Objetivo: Río Aulencia. — Dirección de esfuerzo: V. Mocha-cota 643-vado del camino viejo; me indica que el centro de gravedad debo orientarlo hacia el norte. — Frente de ataque: Unos 700 m. Me permite dar al primer escalón la suficiente potencia. — Profundidad media del avance: 2.000 m. Creo que será necesario relevar al primer escalón, por lo que téngo que prever detenciones del ataque en líneas in termedias. — Modalidades: El Regimiento impone que el Batallón II apoye mi ataque. Por mi parte, he de facilitar con mis fuegos la desembocadura de aquél.. No me conviene 26 dejar inactivo mi frente y consigo mejor el ciumpli miento de esta servidumbre con respecto al Bata llón II, tanteando ofensivamente la posición enemiga. Por consiguiente, debo: a) reservarme la elección del momento de iniciar mi ataque, y b) situar en la parte norte de mi zona deacción el centro de gravedad de mi masa de fuego. — La acción propia es la principal dentro de la total del Regimiento. — No tengo que prestar apoyos durante el ataque ni siento preocupación por mis flancos. Estos factores no influyen en mf despliegue. Resumiendo el estudio de la misión en una síntesis, resulta: . a) En orden a la combinación y coordinación de acciones: — Varios saltos. — Me reservo la elección del momento de iniciar mi ataque. b) En orden a la dosificación de los esfuerzos a rea lizar: — Primer escalón, muy potente. — Centro de gravedad de las masas de maniobra y’fue gos, orientado haeia el norte de mi zona de acción. — Profundidad del depliegue, no está influída por nin guna consideración. Es probable que tenga que detenerme durante el cur so del ataque para relevar a todo o parte del primer escalón. 42. El terreno de mi zona de acción presenta las si guientes características: — Desciende de este a oeste y de norte a sur. En su virtud: a) Facilita el ataque. b) — — — Por dominar la zona norte, me conviene poner mayor potencia en esta región. El carácter general de la compartimentación (para lela al frente) obliga a ejecutar el ataque en forma de acciones escalonadas. A partir de la primera línea enemiga se presentan tres compartimientos sucesivos: a) Barranca del Tejar; b) Barranca del Palomar; c) Barranca de las Vacas-río Aulencia, cuyas diviso rias orientales me m’arcan otros tantos jalones inter medios de profundidad. En la región del norte de mi zona de acción la com partimentación es muy poco acusada,’ en tanto que se presenta más definida en la sur. Por otra parte, es mayor la profundidad de la zona a conquistar en la septentrional que en la meridional. En aquélla son difíciles los apoyos de mi base de fuegos, en virtud de lo llano del terreno. Si en esa región adelanto una parte de dicha base, perfecciono el apoyo y consigo batir de flanco y revés las organizaciones enemigas frente a mi ala sur, y facilito el ataque en esta parte, siempre que lo retrase en el tiempo. Como además la zona de las’ Casas de las Barrancas constituyen un probable punto fuerte, habré de atacarla por medio de una acción independiente de la señalada por el Regi miento en definitiva: a) Siento la necesidad de montar dos acciones. b) Debo adelantar la más septentrional. c) Debo afectarle una parte de mi base de fuegos. d) La acción sur desbordará por el norte las Casas de las Barran’cas. e) Debo cubrir con fuegos la zona al’ sur de estas Casas. Es relativamente fácil apoyar con mi base de fuegos la acción meridional, aunque estos apoyos están li mitados en su profundidad. Sin embargo, es posible lograrlos en ‘buenas condiciones desde la divisoria estede la Barranca del Tejar hasta la oeste de la del Palomar, por lo que puedo suprimir la detención en la intermedia. Por consiguiente: a) Los jalones intermedios en proíun&dad quedan reducidos a dos. La zona sur es la más adecuada para emplear mis morteros 8x. — Los dos vados existefltes sobre el Aulencia dentro de mi zona de acción me señalan puntos de aplicación de las dos acciones. Concretando en una síntesis el análisis del terreno: a) Combinación y coordinación de acciones: — Tres saltos sucesivos jalonados por la divisoria este de la Barranca del Tejar, la oeste de la del Palomar y río Aulencia. — Dos ataques: uno por la región norte, aplicado sobre el vado del camino del Villarejo, y otro por elsur, desbordando y envolviendo las Casas de las Barran cas por su norte y aplicado sobre el vado del camino viejo de Villanueva de la Cañada a Villanueva del Pardillo. — Adelantar la acción del norte. Apoyar con ella a la del sur. b) Dosificación de los esfuerzos a realizar: — Centro de gravedad orientado al norte. — Adelantar en esta región una parte de la base de fue gos, afectándola a la acción que por ella progrese. — Emplear los morteros 8x en la zona sur. — Cubrir con fuegos la acción al sur de las Casas de las Barrancas. 43. El estudio del enemigo puedo condensarlo así: Parece que tengo delante un par de Compañías, pero no he localizado las armas de Infantería. — La mayor fortaleza del despliegue enemigo (por den sidad) se encuentra en el norte. Débo orientar al nor te el centro de gravedad del despliegue. — La consistencia de las obras permite afirmar que opondrá resistencia tenaz. Por consiguiente, debo montar un primer escalón fuerte. — Me conviene alcanzar cuanto antes el Aulencia para que no pueda contraatacarn-ie con antelación. La .síntesis del estudio del enemigo puedo expresar la así: — Tengo enfrente unas dos Compañías de fusiles que resistirán tenazmente. a) Combinación y coordinación de ácciones: — Acción rápida con el mínimo posible de saltos suce sivos. b) Dosificación de los esfuerzos a realizar: — Centro de gravedad por el norte. — Primer escalón fuerte. Apoyarlo con una gran masa de fuegos. 44. Reuniendo en una sola síntesis general cuanto se relaciona cón el aspecto relativo a la combinación y coor dinación de direcciones, obtengo las siguientes deduccio nes generales: — Dos direcciones de ataque. La acción del norte es la principal. Debo dividir el ataque en tres saltos. Para no hacer interminable este trabajo, omitimos los detalles aclaratorios de estos tres cónceptos generales. 45. Si a esta síntesis general añado los conceptos de actitud, finalidad y objetivos que figuran en mi misión, tendré hecha la idea de maniobra. a) Atacar la posición enemiga en el frente asignado, llevando a cabo: — Una acción principal en dirección V. Mocha-cota 643vado del camino de Villarejo. — Otra, retrasada en el tiempo respecto de la anterior y apoyada por ella, en dirección de cota 658-norte de las Casas de las Barrancas-vado del camino viejo de Villanueva de la Cañada a Villanueva del Pardillo. b) Profundizar rápidamente hasta alcanzar el río Aulencia para romper y desarticular la resistencia del ad versario. c) Ocupar sucesivamente la divisoria este de la Ba rranca del Tejar, la oeste de la del Ralornar y el río Aulencia. 46. Conseguida la idea de maniobra, completaría el estudio reuniendo en una síntesis general. cuanto se ha deducido acerca de la dosificación de los esfuerzos a realizar, para . valorar posteriormente las posibilidades de los medios y repartir éstos, . todo. con arreglo a esas posibilidades y a las necesidades de la idea de mani obra. 47. Para todo esto cuento con los siguientes medios: 4 Compañías de fusiles, 4 Secciones de ametralladoras, z Sección de morteros 8i y 2 Secciones de carros de In fantería. A) Las posibilidades de las Compañías de fusiles me permiten constituir dos escalones idénticos en potencia, y cada uno de ellos con la necesaria y suficiente para con seguir los propósitos perseguidos; como la potencia ‘de choque que necesitan ambas acciones es muy parecida, encargo del cumplimiento de cada una de ellas a una Compañía de fusiles. B) Consigo trasladar al norte el centro de gravedad de mi masa de maniobra, orientando, todo lo posible hacia ese costado a mi segundo escalón. Teniendo en cuenta que las Compañías de fusiles son capaces de des arrollar un gran esfuerzo en frentes np superiores a los 250 m. y que la zona de acción del Batallón es de 700, me queda un intervalo central.de 200. Por consiguiente, coloco una de las Compañías del segundo escalón detrás de la del norte del primero y la otra cubriendo el inter valo de este primer escalón. Ç) Para situar en el norte el centro de gravedad’ de .fuegos, adelantar en está. región una parte de mi base, afectándola a la acción del norte, y atender con los mor teros 8i a la zona sur: a) ‘Afectoa la acción del norte, una Sección de ametra liadoras a partir del momento en que se inicie la progre sión, imponiéndole la servidumbre de llevar a cabo el apoyo a la acción del sur. b) Con lo que me que da para base de fuegos constituyo dos Agrupacio nes: — Norte, con 2 Secciones de ametralladoras y x Sección de carros de In fantería, que debe ini cialmente facilitar la desembocadura de ata que del Batallón II y posteriormente apoyar a la acción septen trional del Batallón propio. — Sur, con i Sección de ametralladoras, x Sec ción de morteros8i y i Sección de carros de Infantería para apoyar la acción meridional. D) Para coordinar los puntos de aplicación de las acciones parciales con los de los fuegos de mis armas, tengo en cuenta que: a) La Artillería y la Compañía de carros de In fantería,, del Regimiento me neutralizan: — En la preparación, las obras 7, 8, io, Ix, 12 y r, por lo que me inte resa batir: las 19 y 20 con mis carros, y las 27 Barrancas al este y oeste de las. casas de este norn do cubrirán a la del norte y el intervalo entre las- del bre, con mis morteros 8i. primero. — En el ataque, las obras 7, 8, 19, 28, lO, II, 15, 18 IV.—El ataque del norte, con un frente de 250 m. a y 2o; es decir, que debo utilizar mis armas para batir: partir del límite septentrional de la zona de acción, pro x) En el primer salto:con la Agrupación norte, las fundizará en la dirección señalada por el intervalo entre obras 9, 15 (Cs. mf.),7 y 8 (Ams.); con la Agru las obras 8 y 9, inflexión de la pista de Las Barrancas a pación sur, las obras 12 (Cs. mf.) y u (Ams.) y Villafranca, al sudoeste de la óbra 15, obra -27 y vado la Barranca del Tejar (Ms. 8i). del camino del Villarejo, ocupando sucesivamente las 2) En el segundo salto; con la Agrupación norte, las obras 8, 9, 15 y 27, y la margen este del río Aulencia en obras 27 (Cs. mf.) y x8 (Ams.); con la Agrupa tre el limite norte citado y el vado del camino viejo (ex ción sur, la obra 28, Casas de las Barrancas cluido), para romper y desarticular la resistencia del ad (Cs. mf.),obras 19 y 20 (Arns.) y la Barranca del versario. Palomar al sur de las Casas de las Barrancas Al alcanzar la cabecera de la Barranca de Tejar, y pos (Ms. 8i). teriormente la zona de la obra 27, deberá batir de flanco b) Me conviene, pues, que los puntos de aplicación y revés las resistencias que se opongan a la progresión del ataque de mis Compañías de fusiles sean: de la acción del surpara facilitar esta acción. Dicho apo yo lo llevará a cabo por el fuego de las armas de 1 Sección — Norte: Primer salto, intervalo entre obras 8 y 9, in flexión de la pista al sudoeste de la obra r. Segundo de fusiles y i Sección de ametralladoras como mínimo. — El ataque del sur, con un frente de 250 m. a partir del salto, obra 27. Tercer salto, vado del camino del Vi llarejo. límite meridional de la zona de acción, profundizará — Sur: Primer salto, intervalo entre obras ir y 12. en la dirección jalonada por el intervalo entre las obras Segundo salto, intervalo entre las 19 y 20. Tercer tI y 12, el existente entre las 19 y 20 y el vado del camino viejo de Villanueva de la Cañada a Villa salto, vado del camino viejo. c) Debo, pues, asignarles los siguientes objetivos: nueva del Pardillo, ocupando sucesivamente las obras — Norte: Obras 8, 9, 15, 27 y 21, y el Aulencia entre el XI, 12, 19 y 20 y la margen oriental del Aulencia, límite norte de la zona de acción del Batallón y el entre dicho vado (incluído) y el límite sur citado. — Está previsto pasar de escalón al primero al rebasar vado del camino viejo (excluído). — Sur: Obras r, 12, 19, 20 y el Aulencia en el resto de la primera línea enemiga. la zona de acción del Batallón. — Se afecta a la acción norte i Sección de ametrallado ras desde el momento de rebasar la base de partida 48. Ya tenemos un esquema de la repartición de fuerzas y de las misiones y otro del plan de fuegos. hasta terminar la operación. Faltan por determinar las condiciones de- ejecución. V.—Plan de fuegos. (La constitución de las Agrupa Cedemos de nuevo la palabra al Jefe del Batallón, quien - ciones y los tiros previstos para cada una están conteni dos en el número 47.) se expresa así: VI.—En la preparación se neutralizarán las obras x8 — Me conviene reservarine el horario de rebasar el bor de anterior de la base de partida; pero debo prever y 19 con las Secciones de carros de Infantería y las Baque la Compañía de fusiles que tome a su cargo la rranCas al este y oeste de las casas de este nombre con acción del sur iniciará su ataque cuando la del norte los morteros 8r. VII.—El borde anterior de la base de partida y los ob haya alcanzado la cabecera de la Barranca del Tejar. — Me reservo asimismo la determinación del momento jetivos sucesivos se rebasarán a mi orden, debiendo estar de iniciar cada salto sucesivo. preparado el primer escalón para iniciar la progresión a — Interesa a mi acción que la Compañía de fusiles del partir de la 7 horas del D. norte inicie su apoyo por el fuego a la del sur: primero, 52. Con la decisión expuesta y la orden del Regi desde la. cabecera de la Barranca del Tejar; después, miento tiene el Jefe de la Plana Mayor del Batallón da desde las proximidades de la obra 27, debiendo efec tos más que suficientes para redactar la de esta Unidad. tuarlo con un mínimo de i Sección de fusiles y x Sec 53. Queremos hacer resaltar la diferente forma en que están redactadas las misiones asignadas al Regi ción de ametralladoras. miento, a sus Batallones y a las Compañías del Bata 49. Ya está esbozada la decisión del Jefe del Bata llón. Nos queda por determinar la hora que será en ese llón III. momento. En las de las Unidades superiores hemos excluído Estimamos que, puesto que dicho Jefe tenía ya hecha condiciones de ejecución, que, por el contrario, están in una gran parte de su trabajo y prácticamente sólo ha de cluídas en las que en su momento se impondrán a aque fijar detalles y confirmar o modificar propósitos, le ha llas Compañías. Obedece esta distinta redacción de misiones al deseo brá sobrado con dos horas. 50. Por tanto, la decisión del Jefe del Batallón de de presentar las dos modalidades que pueden seguirse Infantería 111/5 estará dada a la 17 horas del D-i, apro para su expresión. ximadamente. 54. Y ponemos punto final. Hemos coronado el ob jetivo. Pero ¿hemos cónseguido la finalidad expuesta en 51. Esta decisión puede revestir la forma siguiente: varios puntos de este trabajo? La crítica tiene la palabra1.—Es cJeesperar que el enemigo ejerza una resistencia tenaz. NOTA.—E1 fragmento de plano que se acompaña corres 11.—Idea de maniobra. (La contenida en el número 45.) NO. deIPIano Director 111.—El Batallón desplegará en dos escalones con ponde a la Hoja 558-1, cuadrante dos Compañías de fusiles en el primero Iasdçl_egun escala 1110.000; • 28 - - Servicioobligatorio de transfusiónde ‘sangre.’ • - L OS Institutos armados de la Nación son mante nidos en la paz porque su misión es encon trarse ‘cia el grado de organización necesaria para que en cualquier momento puedan disponer de to dos y cada uno de sus servicios, sin que sé retarde ni un instante la ejecución de los mismos. .No por hallarnos al margen de la conflagráción habríamos de tener los cañones con telarañas, los cascos de los buques picados y lós proyectiles descargados, con fiando en que se improvisaría su puesta en marcha en un momento de peligro; por el contrario, diaria mente se mantiene el espíritu combativo, se ejerci tan los apuntadores, se instruye la marinería, se re visan, y se limpian, en dique los buques ,Y se dispa ran las piezas’ en ejercicios periódicos de las Es cuadras. Pues bien; existe un servicio utilísimo en días de paz e imprescindible después de un éombate que aún podría alcanzar tiene: mayor esperfeción, si cabe, que la que actualmente el de las transfusione’á . de sangre. Esto se puede conseguir con dos condiciones fun damentales: ,1•a, la obligatoriedad de la prestación; 2a, la reservación en vivo de la sangre previamente clasificada. Sobre la primera, aunque ya he hablado anterior mente de las razones para su implantación en algún artículo publicado en la Revista General de Marina,. quiero consignar que el que se utilicen donadorés voluntarios puede conducir a situaciones difíciles para el médico, ya que en un hospital pueden, en los momentos en que precisamos su concurso, estar aúsentes o hallarse enfermos, con las demás inci dencias que pueden invalidar nuestra previsión, obligándonos a improvisar la búsqueda de nuevos dadores. Y si esto puede ocurrir en un hospital, ¿qué no pódrá suceder en un frente (hospital de primera línea’) o én.un’buqne’despu’és de un combate? Médico de la Armada 1. SOLER CANTÓ, de la Base de Submarinos de Cartagena. Si todas estas dificultades pueden prdsentarse en un hospital en donde se suponen los servicios bien cubiertos, cuánto mayores serán en un hospital de primera línea o a bordo de un buque en el cual es casi imposible’ponerse a investigar los grupos sanguineos en un momento de neéesidad, porque para ello serla necesario que existiesen sueros testigos activos que estuviesen intactos después de un com bate, que estuviesen aún vivos y en condiciones de prestar su sangre esos voluntarios donadores clasi ficados, o que los proyectiles, llamas y demás consecuencias de un duelo artillero o un bombardeo hayan dejado completas las librétas sanitarias, en donde debe estar consignado el grupo sanguíneo de cada hombre. Y aun en el caso de poseer los sue ros testigos, es dificultoso el interpretar las agluti naciones a causa del ambiente de escasez,, incomo didad, balanceo, tal vez oscuridad, etc., que se tie ne en un hospital de campaña o en un barco (sobre todo si está averiado). Se objetará que se pueden llenar las necesidades de un buque o una Unidad de Sanidad con la san gre conservada; pero, aparte de los inconvenientes que al final se expresarán, está la razón suprema de que si se estropea la nevera o si el primer ca ñonazo da en ella, se ha derrumbado toda nuestra esperanza en una transfusión. *** Por otro lado, prescindiendo de todas las dificul tades de materiales expuestas, en un hospital y en un buque de guerra, tanto en uno como en otro, tenemos muchas dificultades morales y técnicas que nos hacen perder un tiempo precioso o nos dejan aite la sospecha de practicar mal una transfusión, que no tendríamos de haber efectuado la clasifica ción de los grupos en condiciones de tranquilidad y 29 reposo por un equipo especializado y sin las prisas que da el tener ante nosotros un enfermo o herido grave, para el que no podemos perder tiempo. No es pequeña la fraccián de éste que se pierde en in vestigar los grupos del recptor y de los dadores, pues muchas veces hemos de pinchar a varias per sonas para conseguir hallar una cuyo grupo san guíneo sea compatible con el del herido. De las dificultades técnicas citaré algunas entre muchas que hacen su aparición inopinadamente tallada, en un buque o en un frente esta diferencia ción es imposible por no haber microscopio. Es cierto que con la adición de la lecitina, sus pensión de caolín o dilución con suero fisiológico desaparece la sedimentación; pero para ello debe mos tener estos ingredientes en el barco o en el frente y a mano (para ahorrar tiempo), y aun así pueden ser motivo de error. - r.a — Que los sueros testigos estén inactivados: por el transcurso del tiémpo, ya que es sabido que pierden gradualmente su poder aglutinante, y es curioso que mientras ciertos sueros lo con servan un año y más, los de otros individuos se hallen inactivados al mes de su extracción, y los hay también que súbitamente pierden su poder de aglutinación, sin que se conozca hasta ahora el mecanismo de ello; porque los sueros preparados tuviesen inicialmente poca cantidad de aglutininas y nos den resultados dudosos o contrarios para su titula ción; por ello habríamos de disponer de hema tíes con aglutinógenos A y B para comprobar periódicamente la actividad de los sueros que poseemos en nuestro botiquín. PROPUESTA DE SOLUCION Hemos visto algunos de los inconvenientes que actualmente presenta el servicio de transfusión, cuya lista seguramente sería más larga si escuchá semos las que habrán hallado los Jefes de las clí nicas de nuestros hospitales y los médicos de nues tros buques cada vez que han tenido que practicar una de estas operaciones. Por todo ello urge una reforma que subsane este mar de insuperables dificultades, y para que la nueva organización tenga la eficiencia necesaria, tiene que cumplir las siguientes condiciones: Ha de establecer la obligatoriedad de la presta ción de sangre, en caso de necesidad, a cuantos ‘e hallen sobre las armas. Se ha de imbuir en tódos los que lo ignoren la convicción la innocuidad de la extracción de su 2.& Según Oehlecker, existen reacciones que re sangre y se de ha de inculcar a todomilitar la célebre sultan difíciles de interpretar aun para los mismos frase de que “más gasta una noche de baile que técnicós (él mismo se cuenta), que las clasifican de una extracción de sangre”. ¿No se lanza un soldado dudosas am en ambientes hospitalariós de especia a la tierra de nadie para recoger a un herido que lización. se halla ante las líneas enemigas? Pues ¿no presenta más riesgo este acto para salvar a un hombre que •3a Pueden existir hematíes que sean aglutina la prestación obligatoria que propugno? dos por todos los sueros, fenómeno de panaglutina Se ha de crear en cada Departamento un orga ción atribuído a infecciones, y que den, por tanto, lugar a la confusión en esos momentos de urgencia nismo de reclutamiento é instrucción un equipo especializado encargado de clasificar a todos los re transfusora. clutas desde su movilización. Este equipo funcio 4a Puede ser difícil la lectura pór exceso de nará teniendo a mano todos los elementos para re sangre en la mezcla con el suero testigo, ya que no solver los casos, y, sobre todo, trabajaría reposada es fácil calcular la cantidad que se ha de tomar con y tranquilamente, sin las prisas ni aprietos que el portaobjetos para una persona no avezada en la producen los momentos de confusión consecutivos técnica de la transfusión. al combate, catástrofe, etc. Aparte de que en un día 5a Se dan casos de autoaglutinación por el frío, se puede muy bien clasificar a más de 150 personas. Se ha de hacer, de un modo indeleble y tan inmu que, aunque se suele presentar entre 0° y 5°, pue tble como son los propios grupos sanguíneos, la den darse hasta marca o contraseña del grupo a que pertenece el 6. Pueden fallar varios dadores y se alarga el sujeto investigado. tiempo para comenzar la transfusión. Esta clasificación preventiva de todos los mo 7a Puede haber casos de error por aumento de vilizados y el marcaje que propongo dan lugar a la velocidad de sedimentación, ya de los hematíes multitud de ventajas. del herido, ya del suero testigo. Esta sedimenta i.° Se dispone de un número enorme de dado ción es fácilmente deslindable de la aglutinación en res de cada grupo, por lo que se puede usar “el el microscopio, ya que mientras en una se agrupan lujo” de seleccionar entre ellos y elegir en un mo en filas de monedas, en otra es un acúmulo irregu mento dado los sanos y fuertes, los qúe tengan ve lar; pero si en un hospital supone una pérdida de nas más voluminosas que faciliten la labor trans tiempo grande el hacer esta observación más de- fusora, los que no estén haciendo la digestión de • — °. 30 una comida reciente, los ue tengan una velocidad de sedinentación baja, los, que pertenezcan a un subgrupo que absorba menos aglutininas (A1), etc. 2.° No se pierde el tiempo buscando los grupos y puede ser más inmediata la aplicación del reme dio, pues se presentarán dadores en exceso con sólo dar una orden. . 3.° Se tiene la tranquilidad de que el grupo que lleva grabado en su propio cuerpo el individuo es el más exacto, sin ningún ‘género de dudas, por la misma solvencia del equipo investigador. 4.° Todos los dadores se prestan gozosos, por que estáii convencidos de que es un deber (no es una concesión que él hace). 5.° Como la marca del grupo respectivó es in deleble, perdurará eit la desmovilización y será utilísimo para la vida civil en accidentes, fábricas, talleres, etc., y hasta para el. mismo individuo, s,i fuese él el que necesitase de estos servicios; en cualquier momento de su vida tendría la labor ade lañtada o podría inscrihirse en el cuerpo de trans fusores que existe en los hospitales civiles de las capitales. METODOS DE IDENTIFICACION Han existido ya en España múltiples conatos de clasificación e iniciativas de médicos de la Arma da y militares que se han visto malogrados por tres causas principales: el no aplicarlo con obligatorie dad, el reducido número de donantes y la caduci dad de los procedimientos de identidad. Esta úl tima es la capital. Las cartillas sanitarias que se nos entregan a los médicos ‘de los buques para levantar la ficha orgá ñica de cada individuo tiene entre sus datos la iden tificación del grupo sanguíneo. Pero sólo podríamos en un momento dado en contrar todos los pertenecientes a un determinado grupo. si previamente hacemos un fichero en que esté clasificada la dotación con arreglo a sus dife rencias hemáticas, lo cual aumenta la complejidad de la organización burocrática, que tan simplificada debe ser en un tiempo de guerra. Todo esto es por que estas cartillas son algo posti’zo, algo que se halla fuera de la persona y que no la acompaña en sus desplazamientos, en sus embarcos, en sus com bates; algo que puede destruirse por un extravío, un incendio, un proyectil o lina explosión. En cuanto a las transfusiones en los hospitales de sangre del Ejército de tierra, copio del folleto. La transfusión sanguínea en la práctica médica, dis tribuído por la Jefatura de Sanidad Militar de Avila en 1937, cuando la fiebre patriótica hacía que los españoles de ambos sexos se prestasen a la ciasificación de sus grupos sanguíneos para ser coope- radores; con su .aportación a la obra de la liberación de la Patria: “Cuando ya se tiene clasificado a un individuo, resta solamente colocarle una placa de identidad del grupo sanguíneo a que pertenece. Es conveniente inscribir en un’ libro-registro los individuos clasifi cados, agrupándolos por localidades, pues de este modo se encuentran luego rápidamente dadores para las transfusiones.” “Conviene, al finalizar la experiencia, recomendar a los clasificados la nece sidad de ño olvidar jamás su grupo sanguíneo y las ventajas de no perder la placa de identidad o cer tificado acreditativo.” En estos párrafos se lee la inquietud del organi zador de que perduren las clasificaciones hechas, las recQmendacionés de que no pierdan ‘la contraseña y, no fiándose de que las cumplan y para me jor búsqueda, la inscripción en un libro-registro que los localice en un momento dado. Y, sin embargo, ¿cuántas chapas se guardan? ¿Cuántos carnets persisteh? ¿Cuántas personas vi ven en el mismo domicilio en que se inscribieron en aquellos momentos? Las pulseras de identidad que llevan los Ejércitos de otras naciones adolecen del mismo inconveniente. Todas son cosas postizas, deleznables, caducas, que en un momento pueden perderse y olvidarse. Para que sea inmutable la clasificación, ha de dejar su marca’ segura, persistente, en el mismo cuerpo del individuo. No conocemos más que un método que reúna todas’ las ventajas sin ningún inconveniente, que es el tatuaje. Con él. se limita la labor ‘a grabar sobre la piel del futuro dador una letra indicadora de uno de los cuatrq grupos: O-A-B-C y otro signo para los dudosos, y hasta si se quiere llegar a una mayor’ finura en la. clasificación, se pueden diferenciar el A1 y el A2 con algún signo. Con respecto a los gru pos de sensibilización M-N-P-G-H, etc., no creo sea útil él marcarlos, por su poca aplicación en la prc tica; basta con que se inyecte la sangre con cierta precaución, si se hace por segunda vez con el mis mo dador, para que se subsane el inconveniente. También se pueden sustituir las letras por’ los nú meros 1-11-111-1V, de Mose o Janshy; peró no me parece correcto, porque siempre daría lugar a du das por la oposición de ambas escalas. Para simplificar, puédense grabar signos en lu gar de letras: ()-(+)-(O)-(.J), etc., pero no lo creo necesario. La sustancia para el tatuaje puede ser cualquiera de las usadas: carbón vegetal, negro de humo, ber-, melión, tinta azul, azul de Prusia, etc.; pero opino que el más nítido y persistente es la tinta china. El procedimiento más salvo de complicaciones parece ser el clásico de las punciones con el haz de agujas; pero tal vez sea más preciso y de líneas más sutiles el de los cortes, cuya profundidad llega has ta el dermis. - . ‘ 31 • - - - De todos modos, los últimos detalles y elección del procedimiento a emplear los puede determinar una persona especializada que se instale en cada Departamento -en el equipo clasificador anterior mente citado, y que creo necesaria para la garantía de que sea exacto el grabado y realizado con la asepsia más estricta. La reacción local que da esta operación es com parable al enrojecimiento de los primeros días de la vacuna antivariólica y aun menor, y nunca pasa de ahí si se lleva a cabo dentro de las más rígidas reglas de la técnica. El último asunto a debatir es la región elegida para dejar la huella indeleble que en lo sucesivo ha de llevar el individuo. Desde luego, ha de ser en un• punto del tegumento pobre en’ vasos gruesos y lo suficientemente separado de órganos peligro sos de infección que a la vez estén en lugar asequi ble a la inspección y que no resulte de aspecto anti estético en caso de que el procedimiento se genera lizase a la población civil y también las muje res entrasen a formar parte en las filas de los donadores. Es evidente que existen múltiples sitios que po dríah usarse. He aquí una relación de ellos sin de cidir absolutamente por ninguno, ya que todos pre señtan ventajas e inconvenientes que aumentan o disminuyen según el sexo del paciente: Región deltoidea junto a las cicatrices de vacuna (no aplicable en la mujer). Dorso de antebrazo (si hay amputación trau mática, desaparece y hay que volver a investi garlo). gas series) y la rapidez de inspección en el momento de un accidente. Si se generalizase el procedimien to, ya podría elegirse para la mujer otra localiza ción más adecuada para la marca. Vamos a decir en último- lugar que nunca la san gre -conservada podrá superar en eficacia a la na tural, si ésta se emplea exactamente, y además es evidente que para obtener un resultado, siempre menor que el de la transfusión de sangre fresca, se ha de crear una organización mucho más compli cada que la que propongo; se ha de tener también un equipo de dadores que nutra los depósitos de nuestros hospitales-bases y bases navales; se ha de aümentar el bagaje de nuestras enfermerías y ocupar sitio en las neveras de los barcos, en donde se puede estropear la sangre, tan caramente conse guida, por averías de la popia nevera o por el mucho tiempo de permanencia en frente o de na vegación del buque; se ha de-aumentar el presu puesto para remunerar a los donadores, que, claro está, serán profesionales; se desperdiciarán lotes de -sangre en salidas a la mar, en las cuales, por suerte,’ no haya que utilizarla, y, en fin, acabará abando nándose el método, como ya ocurri en nuestra guerra de- Liberación, en la que se comenzó a erri plear con gran entusiasmo en todos nuestros Ejér citos y terminaron los hospitales solicitando dado res que suministrasen en fresco el material, que conservado se derrochaba y experimentaba multi tud de fracasos. El establecimiento de la obligatoriedad y la cla sificación que propongo,, tan generalizada, de ha cerla España, sería la que llevase la primacía de una obra que poco a poco irían copiando- las demás naciones por las innúmeras ventajas que presenta. Línea axilar del tórax (está oculta por el brazo, Por todo lo expuesto formulo las siguientes con pero de difícil inspección en la mujer). clusiones: Región externa del muslo (no aplicable a la 1a La prestación obligatoria de sangre es ne mujer). cesaria. Cóndilo, interno del fémur (adolece dl inconve 2a Ella cubre por completo las necesidades de niente de la posible amputación traumática). donantes de un Ejército. Cara convexa del pabellón de la oreja (muy os 3a Para llevarla a cabo, son necesarios equipos tensible en el hombre; en la mujer lo tapa el de clasificación y tatuaje en los puntos de- concen pelo). tración de reclutas. Mucosa bucal del labio inferior (está oculta, 4•a El tatuaje es en el transfusor testimonio fiel pero de difícil técnica y excesiva vasculariza e inmutable de lo que marcó el equipo clasificador. ción). 5a El tatuaje no presenta ningún inconvenien Cuero cabelludo (está oculta por el cabello, pero ‘te en su verificación y permanencia y supera en ven es de difícil técnica y tiene la posibilidad de que- tajas a todos los demás métodos. dar al descubierto en la calvicie. 6. No están los, servicios de Sanidad Militar Región ‘trocantérea o cresta ilíaca (queda ocul completos sin una organización de transfusión per ta hasta con sólo el traje de baño). fect.a. Pesando los pros y los contras, me inclino en fa 7,a Es notorio que con esta organización se pue vor de trocánter, cóndilo interno del fémur, región de alcanzar la perfección. deltoidea o línea axilar, para los reclutas, por la’ Sa Debe llevarse a la práctica cuanto antes. facilidad de marca (que ha de ser efectuada en lar- — - — - - -. - - - - — - 32 - Él papelde la solda dura en la Industria de Armamentos. COMPRENDEMOS que nos proponemosperfectamente bosquejar, que elseatema siquiera so meramente, pudiéramos haberlo encabezado con el título, quizá algo más pretencioso de “Influencia de la soldadura en la industria”, pues no existe duda de que, dado el concepto actual de la palabra arma mentos, que incluye los más diversos tipos de mate rial de guerra que han de ponerse en manos del per sonal combatiente para su más “cómoda” y perfecta actuación, la industria de armamentos viene a ser como la transcripción a términos bélicos o militares de la más amplia y genérica expresión de Industria; y de que así es, en efecto, tenemos una buena prueba en el hecho de que a la Dirección General de Indus tria Militar le está reservada la función de preparar y poner en marcha, en su caso, la movilización com pleta de la industria nacional, a los fines indicados de atender a la ejecución del programa de armamen tos citado. Insistiendo sobre este punto, y para darnos cuenta de la magnitud de un programa de armamentos, ano temos que su realización ‘en la pasada contienda mundial por parte de los países beligerantes implicó la ejecución dé más de 2.000 tipos de armas y e4uipos pesados, comprendiendo: carros de combate, artillería autopropulsada, autos blindados, bombas, ametralladóras de aviación, cañones de aviación, municiones, pólvoras y altos explosivos, etc., por no citar más que una pequeña muestra de los mis mos. Una idea más concreta de dicha magnitud que dará expresada por la cifra de 65.ooo millones de dólares, que ha constituido el presupuesto de la Jefatura de Industria Militar cíe los Estados Unidos para la fabricación de armas, municiones y equipos militares durante el periodo 1940-1945. Es indudable que el éxito de una empresa de esa magnitud no puede menos de estar condicionado a. la más perfecta cooperación en la misma de la cien cia yla industria civil; en ella, y en la medida que le es dable, es donde encontramos la justificación de nuestro tema de examinar la conibución aportada al desarrollo de los programas de armamentos por la cooperación industrial de la técnica de la soldadura. Las amplias posibilidades de fabricación y meno res limitaciones de producción son las ventajas esen ciales que han otcirgado a la soldadura un papel preponderante en la elaboración del material de guerra. Sin la soldadura se hubiesen empleado otros métodos cónstructivos en su lugar, cuyos resultados no serían difíciles de prever. Así tenemos, por citar un ejemplo,que si los carros de combate fuesen de Teniente Coronel Ingeniero de Armamento PEDRO SALVADOR ELIZONDO, de la Dirección de Industria y Material. construcción remachada en lugar de soldada, aumen taría su vulnerabilidad y su peligrosidad para la tri pulación sería notoria. Siguiendoel camino de los ejemplos, la artillería sería más pesada y, por consi guiente, menos maniobrable o tendría menos poten cia de fuego; los vehículos de toda índole açarrea rían más peso muerto; los aviones serían más len tos, y así sucesivamente a lo largo de una extensa gama de armamentos. Ahora bien; mucha gente ha llegado a aceptar como hecho fatal que el perfeccionamiento que ha dado lugar al profuso empleo de la soldadura ha se guido una evolución normal, aunque quizá algo misteriosa. La realidad, sin embargo, es otra, ya que en un período relativamente corto se efectuaron múl tiples investigaciones y llevaron a cabo los más rá pidos perfeccionamientos industriales para reducir los costos de la soldadura, mejorando al mismo tiem po su calidad con la introducción de nuevos tipos de electrodos y equipos, que, en definitiva, trascendían en la mayor perfección de los procesos empleados para soldar. En la cooperación mutua entre la técnica de la soldadura y la industria militar ha jugado siempre una importante función el favor y apoyo ofrecido por esta última en la investigación y progreso de la primerá, que necesariamente ha de transcurrir si guiendo las tres direcciones fundamentales siguientes: 1,a Perfeccionamiento de’ los métodos de trabajo y de los materiales empleados en los mismos. 2•a Pérfeccionamiento de los métodos de ensayo e inspección. 3a Ensayos metalúrgicos. En el perfeccionamiento tanto del proyecto como de la,ejecución de un método de soldadura, el fin úl timo de la investigación se dirigirá al control de la ca lidad de la soldadura obtenida, de acuerdo con los servicios que a la misma hayan de exigirse. Por ejem plo, los más recientes estudios sobre soldabilidad de corazas indican que, para una determinada composi ción de las mismas y adecuado procedimiento de sol dadura, podrá predecirse, dentro de límites de preci Sión razonables, la integridad o comportamiento balístico de una junta soldada de planchas de blindaje. Si nos referimos al perfeccionamiento de los ma teriales empleados en las soldaduras, observamos también su continuo progreso gracias a la labor 11ev-ada a cabo en laboratorios, en su nayor parte gubernamentales (de los países que marchan a la 33 cabeza de la industria), con la más estrecha colabo ración industrial y científica. Uno de los mayores - progresos efectuados durante la ‘pasada guerra fué la adopción de un nuevo tipo de electrodo ferrítico para la soldadura de materiales, de gran dureza. Los estudios relacionados con este perfeccionamien to nos confirman el criterio de que en la investiga ción se hace preciso muchas veces la introducción de ideas revolucionarias, y, refiriéndonos de nuevo al mismo, si bien en su investigación no se ha lle gado a conclusiones definitivas, se sospecha haberse llegado a los umbrales de un descubrimiento de la mayor importancia, que constituirá un considerable avance en los métodos de soldadura de aceros de gran dureza. Por lo demás, todas las medidas que se tomen para - la redacción y cumplimiento de las especificaciones que aseguren la calidad de los materiales y control de la soldadura, habrán de considerarse ‘escasas, si se tiene en cuenta que tanto los armamentos como las municiones constituyen productos industriales a los cuales no solamente se les debe exigir la mayor uniformidad, sino también la máxima garantía, ya que los fallos del material de guerra en servicio no hay que calcularlos en pesetas y céntimos, sino en algo que es más importante: tiempo, listas de bajas y batallas perdidas. A este respecto, tenernos que insistir en la diferen cia fundamental que puede a veces existir entre la soldadura aplicada a un material de los denominados de construcción y la soldadura que pudiéramos cla sificar como balística por aplicarse a materiales de esta denominación. Así vemos que las característi cas físicas, tratámiento térmico o detalles de una soldadura referente a una aplicación determinada pueden llegar a ser muy diferentes según se trate de una u otra clase de soldadura, incluso tratándose de una misma composición. Por esta circunstancia exis ten unas normas básicas que se aplican a toda clase de soldaduras (tales son, entre otras, las referentes a nomenclatura, símbolos, diseños de .uniones, califi cación de operarios y calificación de los procesos de soldadura), y otras normas que especifican las medi das adoptadas para contrólar la soldadura de un ma terial determinado (tal como artillería, munición, armas portátiles, etc.), y que se pueden denominar “especificaciones especiales” para diferenciarlas de las “especificaciones básicas” a que se refieren las, primeras. Indudablemente que la redacción de las “especifi caciones especiales de la soldadura en la industria militar” habrá de verificarse mediante un trabajo de colaboración entre los representantes de las distintas secciones, fábricas, maestranzas, parques y talleres de los servicios interesados en la industria militar, trabajo que a su vez habrá de estar necesariamente imbricado con el de la misma indole llevado a cabo por la industria en general. En nuestro país, esta do ble labor podría estar dirigida y coordinada por el Instituto de la Soldadura (Organismo de Investiga ción Técnica’ dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas), y siempre teniendo en cuenta que, al referirnos a la industria militar, em pleamos su más amplia acepción, sin distinguir la que pudiera corresponder a las tres clases de ejérci tos a los que está encomendada la defensa nacional. - -ji 1 fJ Mecanismo suplementario (le alimentación adaptable a la ametralladora norteamericana de 12,7 mm. Al principio se construía de aluminio fund:do y su coste era de 40 a So dólares. Actua1niene se fabrica partiendo de catorce piezas estampadas, reunidas por soldadura, y su precio es de 55 dólares. IDONEIDAD DE LA SOLDADURA PARA LA INDUSTRIA DE ARMAMENTOS Es cosa sabida que al proyectar cualquier clase de máterial existen una infinidad de oportunidades, cada una única en su clase,, que ponen a prueba la mayor o menor destreza del ingeniero ocupado en su concepción. Conocido, por otra parte, lo que pu diéramos denominar versatilidad de aplicaciones de los procesos de soldadura, se comprende el impor tante papel que podrán jugar éstos en el desarrollo y perfeccionamiento de los armamentos, ya que con su auxilio se obtendrá una mayor libertad en el pro yecto y subsiguiente fabricación de los mismos. Al proyectar una, construcción de acero soldado, no resulta infrecuente obtener ahorros de peso del orden del 15 al 40 por ioo, y si nos referimos a los precios de costo, este ahorro puede alcanzar del io al 30 por rOO, en comparación con los diseños anti guos. Sin embargo,’ya hemos visto cómo en tiempo de guerra, lo que más importa no es el costo, sino la calidad del producto, que trasciende en una mayor garantía del servicio. A este respecto, la sencillez parece ser una de las principales ventajas del pro ceso de soldadura, ya que a la facilidad (calidad), une también la rapidez, y el factor tiempo es de tal importancia, que su influencia se refleja constante mente en’el éxito o fracaso de las operaciones.mili tares; - lá urgencia operatoria puede llegar a exigir improvisar un diseño para reforzar una pieza o para cambiarla, a fin’de mejorar sus características, para suministrar en cualquier circunstancia de tiempo y lugar piezas de importancia vital para los equipos; én estos casos, la.flexibilidad que ofrece el’ proceso de soldadura habrá de solventar airosamente múlti ples y difíciles situaciones. Y si esto que decimos respecto a los proyectos de’ obra nueva o reformada lo aplicamos a las tareas de recuperación y reparación de material en el campo dé batalla, entonces es cuando podrá apreciarse én toda sumagnitud el ingente papel desempeñado por la soldadura. Resulta asombroso ver con qué rapi dez vuelven a dar servicio los vehículos de toda ín dole que habían sido puestos fuera de combate; cómo se refuerza un material en las partes que sea’ necesa rio para darle una protección adicional con que pue da hacer frente a nuevas armas surgi’das inesperada mente en el campo enemigo. Esto por no citar más que un par de tareas de la citada índole que se pre sentan cotidianamente en los más diversos teatros de operaciones. Mas nose crea que esta sencillez y rapidez pécu liar de los procésos de soldadura se consiguen con detrimento de las más elevadas normas y calidades especialmente requeridas para la industria de arma mentos, pues mientras las toleranciás estadísticas del 1/2 y i por xoo no se consideran excesivas en la indus tria típicamente civil, ellas serían causa suficiente para la mayor partea los del citados armamento bélico. El tipodesechar de precisión exigido armamentos queda expresado por la tolerancia aceptada para una de las modernas ametralladoras para avión (12,7 mm., norteamericana), que no admite más de dos fallos en una prueba de 5.000 disparos,’ es decir, el 0,04 por roo para la combinación dei arma y munición. Proceso de elaboración de una granada de mortero de 6o mm. (análogo a la del de 8x mm.), que termina por la soldadura de dos mitades estampadas y maquina4o elemental del con‘junto. Este proceso de fabricación produce un ahorro de 63r g. de material. Consideramos también de interés revisar, conjunta mente con estos ejemplos de precisión normalmente exigida en la industria de armamentos, unas cuantas aplicaciones prácticas de la soldadura en uno de los países (Norteamérica) que tienen esta técnica más desarrollada. El progreso en la fabricación de tubos soldados de alta resistencia, con reducidas tolerancias en sus dimensiones, y que puedan soportar con garantía presiones del orden de los 14 a los 84 Kg/mm2, ha sido una de las más extraordinarias hazañas indus triales de los últimos tiempos. A esta categorí’a de tubos, que p’or lo demás poseían unas paredes suma mente delgadas, pertenecían los que habían de ser vir como cámaras de combustión de los cohetes nor teamericanos de do mm. (vulgarmente conocido con el nombre de Bazooka) y el de 114,3 mm. para arti llería, así como la rabiza de la granada de fusil contracarro M9AI. Para dars’e uná idea de la jumen sa producción de esta clase de tubos; baste decir que durante el año 1943, por ejemplo, se produjeron más de un millón de metros de tubo soldado para Bazookas y granadas de fusil. En la fabricáción de bombas de aviación, la solda dura de semicuerpos de chapa de acero ha sido el principal método empleada. Nunca se’ hubiera po dido fabricar la enorme cantidad de bombas emplea das en la pasada guerra si se hubiese tenido que re currir solamente a los clásicos métodos de fundición y forja. En el mismo citado -año 1943, una, sola 35 de 14.000 Tn. de acero de baja aleación, en for ma de chapas con gran resistencia a la trac ción y fácilmente soldables. Otro ejemplo niás de las ventajas de la sol dadura en la construcción de armamentos es el de los subfusiles o pistolas ametralladoras que actualmente se construyen en casi todos los grandes países industriales a base de piezas de chapa de acero estampadas y unidas por medio de la soldadura. De esta manera ha sido posible reducir su coste a la mitad aproxima damente del que resulta mediante la aplicación de los métodos de fabricación clásicos. Lo mis mo podemos decir respecto a la fabricación de los trípodes y montajes de las ámetralladoras Empaque hermético para la munición de marina de 76,2 mm., obtenido de terrestres y de aviación, respectivamente. varias piezas de acero estampado, unidas por soldadura automática a la llama Aunque todas las consideraciones que hasta y soldadura eléctrica por puntos. ahora llevamos hechas son aplicables a los ma teriales de guerra utilizados por los tres ejér Compañía empleó unas r6o.ooo Tn. de chapa de citos que integran las fuerzas de defensa armada de acero para fabricar 1.100.000 bombas.de 250 Kg. y una nación, se comprende que se refieren principal a la manera de ser peculiar al material per oo Kg. Por lo demás, tratándose de bombas de gran mente tamaño, la soldadura es el único medio práctico de teneciente al Ejército de tierra y a la Marina, donde, si bien existe buena proporción de material que pu fabricación. Los modernos servicios de municionamiento de la diéramos denominar ligero, abunda considerablemen te el pesado, en contraposición a lo que sucede en el artillería de campaña exigen un cúidadoso empa Ejército aéreo, donde la preponderancia corresponde cado de las municiones, que, sin aumentar excesi vamente el peso de las mismas, las preserve del mal a las estructuras ligeras de manera casi exclusiva, y donde la soldadura ha resuelto sus más nuevos y difi trato y agentes exteriores bajo condiciones atmos cultosos problemas de unión de pequeñísimos espe féricas extremas. Las mencionadas exigencias im sores de chapas y tubos en aleaciones ligeras a base plican la elección de un material que sea ligero, re de aluminio y magnesio. sistente y permita la fácil elaboración de un empa Aun a trueque de alargar excesivamente nuestra que hermético. El tubo soldado de chapa fina cum exposición, no queremos prescindir de hacer un re plía a la perfección con estos requisitos, y así fue sumen didáctico, presentando para ello uno de los ron fabricados más de 7.500.000 metros de tubo sol que debe dado para alojar individialmente las municiones de casos prácticos de íntima colaboración artillería de campaña norteamericana durante la existir entre las industrias civil y militar, en caso de guerra, y que quedó ejemplarizado en la segunda segunda guerra mundial. guerra mundial, por la gigantesca labor que supone También las granadas de mortero utilizan para la producción de 75.000 carros de combate, 40.000 su elaboración las múltiples modalidades de la téc armas autopropulsadas y más de ioo.000 vehículos nica de la soldadura, pues el cuerpo de las mismas de combate de toda índole, que fueron los que se se fabrica de chapa estampada y soldada (), y el tren entregaron a las tropas norteamericanas durante los estabilizador va unido a la rabisa mediante soldadura tres últimos años de la citada contienda. por puntos y por puntos proyectados, con cuya téc nica fueron soldadas en el citado año 1943 más de i8.ooo.ooo de granadas de mortero de 6o y 8x mm. LA SOLDADURA EN LOS VEHICULOS DE En los mismos proyectiles de artillería tenemos un COMBATE ejemplo notable de soldadura, pues los de alto ex plosivo, o rompedores, llevan soldada a la base, como Para controlar en los Estados Unidos la opera precaución contra la filtraóión de los gases de la ción de soldadura en tan vasto programa de fabrica carga de proyección en el momento del disparo, una ción como el que ahora mismo acabamos de citar, chapa de acero calibrado de 0,762- mm. de espesor. se utilizó ventajosamente el principio allí implan No se sabe cuántas explosiones prematuras habrán tado y conocido con el nombre de “equipo industrial podido evitarse gracias a esta medida que hizo fácil cívicomilitar”, el cual actúa bajo la premisa de que mente practicable la técnica de soldar. la industria civil posee los necesarios conocimientos Continuando con los montajeé de artillería de técnicos, habilidad y capacidad para producir mate rial de guerra de calidad satisfactoria y en cantidad todo tipo, el empleo de la soldadura en su construc ción ha permitido obtener notables ahorros de peso, suficiente para atender a las necesidades claramente ya que ha hecho posible el empleo de chapas de ace establecidas por la industria militar. La mayoría de los vehículos militares no son ne ro de baja aleación, para estructuras, que, sometidas cesariamente proyectados por la Dirección de In a tratamientos térmidos convenientes, llegan a re sistir esfuerzos de tracción del orden de 70 a dustria Militar, sino que son adqüiridos de la indus tria privada, que los ha proyectado y construído con xoo Kg1’mm. De esta manera tenemos que durante arreglo a determinadas prescripciones de la primera. un semestre de 1943 se destinaron en los Estados Ejemplo de ello se encuentra en la multiplicidad de Unidos a la fabricación de montajes de cañón más 36 camiones, tractores, “jeeps”, etc. Por el contrario, en el caso de los carros de combate, autoblindados, artillería autopropulsada y vehículos similares que. pudieran comprenderse con el nombre común de “vehículos de combate”, la mencionada Dirección de Industria Militar (D. 1. M.) se reserva la responsabi lidad del proyecto completo de los mismos; lo cual resulta absolutamente necesario, ya que los espe ciales requisitos demandados por su servicio requie ren una experiencia proyectista y constructiva que generalmente no posee la industria civil. Ahora bien; en el proyecto de un vehículo de com bate se hace preciso, entre otras cosas, la elabora ción de los detalles de soldadura de sus múltiples juntas, que, como decíamos, es misión que concierne a la citada D. 1. M.; sin embargo, esto no quiere de cir que esta última decida la manera como habrá de hacerse la soldadura, pues si bien en el proyecto de elaboración de una junta se decidirá sobre el lu gar que ha de teñer la misma en el vehículo, la natu raleza de cada una de ellas (si ha de ser a tope, a so lape, en esquina, arista o en T, etc.), el tipo de la sol dadura (bisel sencillo o doble, V sencilla o doble, etc.), y aquellos detalles dimensionales como la abertura del fondo (incluyendo el ángulo y tamaño de los cor dones), es al fabricante al que concierne seleccionar el adecuado proceso de soldadura (con corriente alterna o continua, manual o automática, etc.), pla near sus propios procedimientos de soldar, seleccio nar el género y tamaño de los electrodos que sospe cha han de ejecutar un trabajo más satisfactoriç y, finalmente, llegar incluso a recomendar cambios en el diseño de la junta que tiendan a simplificar sus operaciones o mejorar la calidad del vehículo ‘de que se trata. Puesto que los detalles de la soldadura se abando nan a la discreción del fabricante, se comprende la necesidad de alguna forma de control a ejercer por la D. 1. M. para asegurarse que las soldaduras de las juntas sean satisfactorias, tanto desde el punto de vista estructural como desde el punto de vista balís tico, y más. en este caso en que la mayoría de las juntas a soldar en un vehículo de combate tienen lugar sobre planchas de blindaje, haciendo la opera ción mucho más precaria e insegura que cuando se trata de soldar chapas corrientes de acero suave. Por lo demás, la inspección y control por medio de los rayos X tampoco resulta completamente satis factoria en estos casos, puesto que la comprobación de que una soldadura está sana no nos proporciona la absoluta certeza de la bondad de sus cualidades balísticas, es decir, las de resistir el choque y penetra ción incidental al sufrir el impacto de un proyectil. Los métodos de control empleados por la D. 1. M. de los Estadós Unidos pertenecen a los cinco tipos si guientes i.° Revisión de los procedimientos de soldadura empleados por el contratista. 2.°’ Ensayos de calificación de los procedimien tos de soldadura. 30 Ensayos de calificación de los obreros o sol dadores. cucion. 5.° Inspección ‘de la soldadura Inspección de la soldadura durante terminada. su eje Revisión de los procedimientosde soldadura. Las especificaciones establecidas por la D. L M. para la soldadura de blindajes son similares a las de cualquier otro código o especificaciones en que exi gen al contratista establecer y registrar las normas que piensa utilizar en el procedimiento de soldadura propuesto. Los factores a incluir en tal procedimiento ‘de soldadura serán los mismos que los prescritos en otros códigos; tales son: composición y espesor del metal base; dimensiones de la abertura de la raíz; frente de la raíz y ángulo que comprende; posición en que debe hacerse la soldadura; tipo y tamaño de los electrodos; fuente de energía, si ha de ser co rriente continua o alterna; intensidad y voltaje de la corriente para soldar; situación y número de pasa das; temperatura de precalentamiento, etc. Estos procedimientos de soldar, convenientemente descritos, se someterán por cada contratista a la-Jefatura de la D. 1. M. antes de la calificación de los mismos o de los soldadores. La revisión de dichos procedimientos por la D. 1. M. consiste principalmente en la comprobación de los diseños de júntas, de acuerdo con los dibujos o planos que hayan de aplicarse y observando si el contratista ha omitido algún factor importante. También se comentará si algún detalle específico del procedimiento parece irregular o extravagante, como, por ejemplo, si los límites de la intensidad de la corriente a emplear para un determinado tamaño de electrodos son extraordinariamente amplios (las máximas variaciones de corriente recomendadas para los distintos tamaños de electrodos son las si guientes: 15 por xoo para electrodos de 4 mm.; - - Lá armadura del proyector norteamericano de mm. se construía al principio y en sü mayor parte de aluminio fun dido; actualmente se construye de piezas de acero estam pado unidas por soldadura eléctrica, no obstante lo cual el aumento de peso no llega a los 30 kilogramos. 37. xo por ioo para los de 4,76 mm. y 6,35 mm., y 5 por xoo para los de 8 mm. y 9,5 mm.). Existen otras dos importantes razones para exigir al contratista que prepare las prescripciones escritas del procedi miento de soldadura. La primera es el hecho de que existen un gran número de variables que deben ser controladas dentro de límites razonables, si se de sean obtener soldaduras uniformemente satisfacto rias, y la segunda es que de esta mánera existirá algo tangible en que el inspector pueda apoyarse para comprobar si la producción soldada se efectúa de acuerdo con los procedimientos de soldadura declarados por el contratista. Ensayos de calificación de los procedimientosde solda dura. Antes de que un procedimiento de soldadura sea utilizado -en la fabricación de un vehículo de com bate, deberá calificársele por medio de ciertas prue bas previamente prescritas. La base y objeto de ta les pruebas son los mismos que en cualquier caso de construcción soldada, si bien en este caso, puesto que la aplicación es completamente diferente, los requisitos del ensayo también lo serán. Por lo demás, antes de que un procedimiento sea considerado como calificado, la plancha de blindaje o pieza de ensayo a que se haya aplicado deberá satisfacer tanto al exa men radiográfico como al ensayo o prueba balística. Una vez conseguida la calificación, será valedera indefinidamente, a menos que se introduzcan cam bios en el procedimiento cuya magnitud requiera una nueva calificación del mismo. Respecto a esto, la D.. 1. M. tiende -a reducir al mínimo las recalifica ciones, siempre que esto resulte compatible con las necesarias garantías; así vemos que ella no será ne cesaria, por ejemplo, en el caso del cambio de marca de un electrodo, siempre que los dos que interven Diseño, 3$ gan en dicho cambio estén clasificados dentro del mismo grado, clase y tipo de las especificaciones dictadas en forma de listas por la D. 1. M. para los mismos. Estó que acabamos de decir pára la calificación de los procedimientos de soldadura podríamos am pliarlo a la calificación de obreros soldadores y aun a los trabajos de inspección de la soldadura termi nada o en ejecución, todo lo cual se encuentra resu mido en los distintos trabajos de “normalización y es pecificaciones relativas a la soldadura” que la D. 1. M. ha efectuado, inspirada en las bases esta blecidas durante largo tiempo por la industria civil, ejemplo de los cuales es el “Manual del Inspector de la Industria Militar para la soldadura metálica a mano por arco”, publicado no. ha mucho por la misma. LITERATURA CONSULTADA. “The Iron Age” (21-1-1943) .—Elaboración de técnicas para la soldadura de planchas de blindaje.—E. G. Bie derinan. “The Welding Journal” (Julio 5945) .—La soldadura como auxiliar en la fabricación del material de guerra. Coronel Scott B. Ritchie. — (Noviembre 1945).—La soldadura de los vehículos de combate.—Teniente L. M. Daicher. — (Enero 1946).—Proyectos de soldadura aphcados a las estructuras ligeras del Ejército y la Marina.—H. A. 01denkamp. “The Iron Age” (15 febrero 5945) .—Bombas de mano sol dadas.— (i4 enero 1943).—Soldadura de planchas de blindaje para carros de combate.—E. Brooker y L. L. Elliot. “Steel Processing” (Mayo 5944) .—Nuevos desarrollos en la utilización de la soldadura para la producción de productos estampados. EJERCITO (Octubre 1946).—Nuevas técnicas-en la cons trucción de armamento.—Pedro S. Elizondo. en perspectiva, del conjunto de la “barca” de un carro de combate. En él se muestra la situación de las juntas típicas efectuadas por soldadura, DE LA:GuINtA. CONTINENTAL ESPAÑOLA Capitán de Infantería, Abogado, FRANCISCO GONZÁLEZ cDNESA, del Batallón de Las Navas 14. “El negro es un ser creado a imagen y sémefanza de Dios, tallado en ébano.” QUIZA uno de los aspectos menos conocidos por la que mitigue el frío húmedo de la serena noche ecuatorial. Porque, entre otras cosas, los arbustos y malezas del mayoría de las gentes, al hablar o leer sobre nues bosque secundario (el “bicoro”) se encargan de no dejar trá Colonia de Guinea, sea precisamente el factor hu pasar a la posteridad las cosas y.objetos que pudieran ser mano, el indígena; cómo vive y se desenvuelve, cómo se relaciona dentro de su sociedad, cuáles son sus gustos y vir de eslabones, para reconstruir la cadena del vivir, a través de los tiempos de la sociedad negra. Poblados sus costumbres son facetas poco conocidas o tratadas. A pesar de que Guinea ha pasado a un relativo plano abandonados por sus habitantes, porque las tierras cir de actualidad, menudeando trabajos y noticias de pren cundantes habían agotado su fertilidad y, por lo tanto, sa y radio sobre ella, poco o nada se dice de ese ser que la posibilidad de proporcionar alimento, bien por ha berse agotado los cazaderos o por -cualesquiera otras ra nace y muere, sufre, goza, llora o ríe bajo la enmara ñada y suntuosa bóveda del bosque ecuatorial. Y es zones, son absorbidos por el rápido crecer del “bicoro”, que poco material informativo puede llegar a las manos que todo lo destruye y oculta, como si su misión fuera guardar celosamente a la consideración del hombre blan de quienes mejor dotados en el arte del buen decir o es cribir pudieran sacar a luz aspectos tan interesantes; hay co la pequeña o grande historia de sus naturales. El bos que lo invade de nuevo todo, haciéndolo más impenetra que vivir entre ellos e identificarse uñ poco con ese am biente exótico, naturalmente extraño para quien, como ble si cabe que cuando era virgen, alejando del alcance el- blanco, se ha formado en otros paralelos, hasta llegar a comprenderlos e incluso participar de sus penas y ale - grías, de sus satisfacciones y de sus desengaños; es, pues, necesario escuchar directamente de los labios del “mo reno” su “historia del país”, como ellos la llaman, trans mitida de padres a hijos, de generación en generación, -en sabrosas e interminables charlas- alrededor de una fogata de nuestras manos, con su muro de infinito verdor, todo cuanto pudiera interesarnos o sernos útil. Por ello, el habitante de los bosques no tiene pasado, sino presente, y si algo se sabe de lo anterior, es por esas charlas de los ancianos que, sentados en las “casas de palabra” de los poblados y acompañando sus enfáticas peroraciones de los tañidos musicales de sus “ondeng” 39 - o “enve”, trovan las hazañas de guerra de la tribu, los episodios arriesgados de las cacerías o los amores de un gran jefe. Y esta posibilidad de información directa, única po sible, les es dada, por lo general y como paradoja, a per sonas que consideran el arte de escribir como una nece sidad de relación familiar o que, a lo sumo, se atreven a pergeñar mala prosa, en las obligadas conferencias de tipo profesional. Misioneros y Oficiales del Ejército comparten esta po sibilidad de información directa en las tierras más exu berantes y hermosas del planeta; el haber tenido la dicha de encontrarse entre los últimos algunos años es la única credencial en mi poder para que, a título de curiosidad, me anime a relatar algunas cosas que hé visto y he oído allí. EL WOMRRE Nada más lejos de la realidad suponer que nuestro “salvaje” actual sea hombre mal encarado, de perversos instintos, fiero, cruel, fácil a la guerra o al pillaje; por el contrario, y esto no debe desconsolar a nadie ni por ello juzgarlo menos intersante. Nuestro “moreno” el “pá mue”, de la rama Bantu, que puebla el interior de la Guinea continental, a pesar de su admirable aspecto fí sico, con su grar’talla y complexión atlética, es hombre extremadamente afable y respetuoso, un poco; si se quiere, reservado al principio, hasta que es ganado por el afecto y cariño del que lo trate, en cuyo momento, y para mayor contraste, se pasará con todas sus armas y bagajes a nuestro campo; y estas armas y bagajes no de. jan de ser interesantes y apreciables: componen un con junto de respeto, cariño, sumisión y, sobre todo, de un envidiable sentido de la hospitalidad. Si estas buénas cualidades las ponemos en la ingenui dad y docilidad de un niño, habremos formado el aspecto físico y moral de nuestros “pámues”. Sin duda alguna, este “buen hombre”, al igual que el niño, tiene sus defectos, sus grandes defectos; pero que, achacables a una inteligencia de orden inferior como es la de ellos, son menos condenables, muchísimo menos qúe si se tratara de hombres blancos, más inteligentes y cultos, únicamente por la gracia de Dios. De estos defectos, grandes y pequeños, se suele hacer reparo, olvidando sus virtudes, también pequeñas y grandes, para formar alrededor del indígena una leyenda, nunca mejor llamada negra, que los presente a los ojos del mundo civilizado como execrables y odiosos, merece dores de nuestro peor trato y consideración, cuando, en realidad, se trata nada más que de un niño grande, al que se capta fácilmente con justicia y bondad. La psicogeografía del pueblo “pámue”, lengua, reli gión, organización social, familia, justicia, moral, activi dades y costumbres, no pueden ser tratadas en un solo trabajo, y por ello tengo que elsgir solamente una de las facetas asequible a la extensión que permite nuestra Revista. 40 LA «MEDICINA» No se trata aquí, naturalmente, de la ciencia de curar y precaver las enfermedades, como nuestro diccionario de la lengua define la palabra que encabeza este epí grafe. “Hacer medicina” es la expresión con la que el “mo reno” se refiere a asuntos en que interviene el hechizo o la brujería. Y hntes de seguir adelante, es conveniente hacer una aclaración que predisponga al curioso lector. Es indudable que el hombre blanco no sólo no admite como lógica reacción de su buen sentido y su cultura las historias de magia o de hechicería, sino que le cuesta trabajo creer que existan gentes que las practiquen con verdadera fruición, llegando su escepticismo a la satu ración al hablarle de que en pleno siglo XX existan per sonas que sienten la imperiosa necesidad de comer carne de sus congéneres para poder vivir. Es natural esta reac ción y muy posible que sea necesario “verlo para creer lo”, como dice un refrán muy español. Pero por ello no deja de ser menos cierto; es simplemente una cuestióñ de ambiente. Por ejemplo, muchísimo más difícil sería ha cer creer al “moreno” que cierta vez un hombre blanco dejó caer desde el cielo un pequeño paquete sobre un gran poblado y que, al abrirse, pródujo la muerte de miles y miles de hombres, muchos de los cuales se encon traban a apreciable distancia. Y eso que esta verídica “historia de hombre blanco” tendría a nuestro favor la predispuesta credulidad del indígena hacia nuestra “me dicina”, que ellos han visto con sus propios ojos, hecha realidad en forma de automóviles, radios, aviones, etc. Pero tan tangible realidad es la existencia de gentes que practican la antropofagia en nuestra Colonia como rea lidad fué Hirosima. Pues bien; la magia, brujería y loshechizos no dejan de tener su interesante manifestación entre los “pámues” del interior, que por su relativo poco contacto con el europeo mantienen más vivas en sus inteligencias histo rias con visos de leyendas que esporádicamente. cobran actualidad, la mayoría de las veces de forma casual o fortuita, pero que de muestran su latente y real existencia. Por idiosincrasia, el indígena es fácilmente impresionable a cuanto se sepa presentar ante sus ojos, ambientado de fantasía y con pin celadas de sobrenatu ral; para él, todo cuan to ocurre y sucede, aun lo más simple y ele mental, es producto de fuerzas ocultas y mis teriosas; son los espín tus del Bien y del Mal — Nbu-N’ben y Nbu N’gui —, quienes, pre diligente del misionero y administrador presenta rán un frente unido a la superchería y disminuirá su influencia; pero, aun con todo, el hechicero sub sistirá y subrepticiamente seguirá influyendo más o menos poderosamente en la vida de relación de los “morenos”. - EL - • sididos por el ser superiora todas ls cosas, N’sama, en vía los rayos y el trueno, las buenas cosechas o el avasa llador tornado que arrasa los poblados y quiebra los más corpulentos gigantes del bosque, quienes afligen con la enfermedad y reparten el soplo de la muerte o de la vida. Esas tres fuerzas debérá siempre el indígena tenerlas sa tisfechas, si quiere aplacar los espíritus del Mal y contar con la buena disposición de los del Bien, y para ello, para lograr relacionarse con esas fuerzas, conocer sus deseos y saber sus avisos, necesitará a otro indígena que, poseedor de dotes y conocimientos de que él carece, sirva de nexo y enlace y tenga el prestigio necesario para intercéder por ellos. Y este nuevo personaje esel brujo o hechicero. No es difícil imaginarse el poder de que disfrutará el que entre ellos, más inteligente, ladino y perspicaz, se arrogue esos poderes; la misma infantil credulidad de la mayoría de los componentes de la sociedad “pámue” le proporcio nará la necesaria categoría y personalidad, y desde ese momento manejará asu antojo, siempre en su prove cho o, a lo más, en el de unos pocos, las voluntades de todos. Y este indígena, inteligentemente superior, a sa biendas de su superchería, dará tono y color, ambientará su “elevada” misión entre la fantasía de los penachos de plumas de faisán, pieles, collares y pulseras. Tratará de ser el señor de todas las cosas, capaces de producir goce y satisfacción en el intrincado laberinto del bosque, mo viendo a su capricho los hilos de las pasiones. Todo ello, naturalmente, cn la mayor sagacidad y oportunismo; será médico y adivino a la vez. El atenderá a la cura ción (1’) del moribundo con abluciones, unturas y signos cabalísticos, acompañado de los desgarradores lamentos de las seguras viudas del “paciente” y ante la temerosa y alucinada expectación de las gentes del poblado. El también será consultado en los asuntos más importantes de las familias o de la tribu, y señalará el camino a seguir para lograr una feliz terminación de la “palabra”; para todo y para todos proporcionará soluciones, y siempre, indefectibleinete siempre, será necesaria la entrega de pre sentes y regalos que el hechicero ofrecerá (?) a los entes Esta hechicería tiene su contrapartida eficaz. La acción «BEYEN» El haber intervenido, en relátivamente poco es pacio de tiempo, en dos casos de antro pofagía en las demarcaciones de Evinayong y Akurenam, espolearon mi curiosidad y traté de reunir datos e informes para estudiar la existencia y métodos de una secta típicamente “pámue”, que es conocida en el bosque del interior de la Guinea continental con el nom bre de “Beyen”. El último de los casos ocurrió en enero de 1945, a poco más de cuatro kilómetros de Evinayong, cabecera de la demarcación donde residía y en un poblado donde está precisamente establecida la Misión católica, con un “mo reno” que trabajaba en dicha Misión y gracias al cual pudo descubrirse la existencia del “Beyen” de la tribu Yemban de la deínarcación. Mariano Ondo Echang, que así se llamaba nuestro “moreno”, vivía en el poblado de la Misión de San José, de Evinayong, junto con su mujer, Teresa Oyec, con la que estaba casado canónicamente, habiéndole hecho acreedor su buen comportamiento a la confianza de los .misioneros de aquella capilla, que lo ocupaban en la Misión. Nvono Oyi pasaba frecuentemente por la Misión ca mino de su poblado, y su ancianidad, esa ancianidad im precisa del indígena, que igual puede corresponder a treintaque a sesenta años, juntamente con su aspecto desharrapado y pobre, habían movido la compasión del matrimonio, dando lugar a que casi siempre que por allí transitaba le ofrecieran comida y descanso en su choza ofrecimiento que casi siempre era aceptado, con bellos discursos a la amistad. Cierto día, en uno de sus viajes, Nvono regaló a Ma riano un “envuelto” de calabaza en prueba de agradeci miento a tantas atenciones como tenía recibidas del ma trimonio; Mariano aceptó aquel regalo, lo envió a su mujer y continuó en su trabajo. Al regresar a su casa en contró a Teresa que, con ojos desorbitados, mezcla de respeto y temor, le mostraba el “envuelto” de calabaza, que en su interior contenía un pequeño trozo de carne seca; comprendió Mariano el pavor de su mujer, ya que la existencia de aquel pequeño trozo -de carne en la cala baza éra muestra inequívoca de que se había pretendido darle “medicina”. Mandó a buscar a Nvono a su poblado 4’ de- Enviga, y asediándole apreguntas, a presencia de to das lás gentes, manifestó que aquel trozo de carne era humana, perteneciente al cadáver del niño Ngema Ondo. Mariano y su gente trajeron a la Administración a Nvono, que se confesó jefe de la secta “Beyen” de su tribu y dió detalles y nombres de los componentes de la misma. Insistí sobre lqs motivos que le habían impulsado para darle a comer a Mariano carne humana, .y o no quiso decir los o no tenía otros, pues reiteró que únicamente lo había hecho por agradecimiento al buen comportamiento que con él había tenido. Es posible que fuera así; pero consi dero más probable que la condición católica de Mariano fuese el motivo verdadero, puesto que si lograba que co miese carne humana, el “Beyen” y, como consecuencia, él como jefe, habrían conseguido un apreciable éxito, lo grando que un católico ingresase en la secta, haciendo tácita renuncia de sus creencias y arrojndo en un mo mento por la borda tantos trabajos y desvelos como cuesta al misionero formar un buen católico. Aquella vez triunfó la Verdad, y las profundas convicciones del cre yente indígena motivaron su briosa reacción, hasta él punto de lograr del “brujo” una pública confesión de la superchería, rubricada con la denuncia espontánea a la Autoridad. Orgullosos pudieron sentirse los sufridos misio neros del Inmaculado Corazón de María con aquel triunfo que supuso la actitud de Mariano, exclusiva obra suya. LA SECTA “Beyen”, plural de brujo, significa reunión de las entes de brujería, y con esta denominación genérica es co nocida la secta que practica la antropofagía entre el pue blo “pámue”. En los tiempos anteriores a la acción política española en el continente, cada tribu “pámue” contaba con i.na secta propia dentro de su organización tribal y asegu raba su funcionamiento la materialidad de estar todos 42 sus poblados asentados en la misma zona de su territorio. Razones de tipo político acon sejaron diseminar poblados de todas las tribus en el territorio, cubriendo con ello un doble objetivo: por un lado, dismi fluir el poder político de las tribus cuyas gentes disemina das perdían el control de sus jefes naturales, y por otro, al disminuir su fortaleza mate rial, evitar las luchas que en tre las diferentes tribus eran constantes y sangrientas aun por el más fútil de los mo tivos. Estas diseminaciones de gentes de la misma tribu crea ron también sus dificultades a la secta, dando lugar a va rias organizaciones del “Beyen” dentro de la misma tribu, cuyo número varía según la facilidad de reunión de sus miembros. El jefe de la secta es conocido con el nombre de “Masiamelugo”, y no hay para qué insistir en el temor• que inspiran en las buenas gentes de los poblados, que los evitan y rehuyen incluso para conversar; este temor los coloca en un plano de superioridad y respeto, que es precisamente lo que ambicionan, pues a ningún miem bro del “Been” se le promete, al iniciarlo, riquezas, mu jereá ni bienes (ello vendrá por añadidura), como en la mayoría de las organizaciones negras de estn género, sino que es la salud, la fuerza y la superioridad de clase el fin a lograr. Otra característica diferencial es que, a no ser por ra zones muy poderosas (la catolicidad de Mariano en el caso expuesto debía de serlo), no se ingresa en la secta cuando se es adulto. Si hay necesidad de nuevos miem bros para dar continuidad al “Beyen”, son selecciona dos a los pocos días de nacer: precisamente cuando, des pués de caído el cordón umbilical, las mujeres permiten a los hombres del poblado visitar al recién nacido; entre los visitantes se encontrarán también mujeres y hombres de la secta, quienes, como los demás, felicitarán al padre y acariciarán al niño, tratando de que el recién nacido se agarre a uno de sus dedos. Si el niño le aprisiona fuerte mente, el “Beyen” le elegirá como futuro miembro, basán dose en la fortaleza física de que da muestras; este rito, que parece ser condición necesaria para pertenecer a la secta, indica de por sí el deseo que los anima de superio ridad. Señalado el futuro miembro, la secta espera con pa ciencia, cualidad ésta perfectamente desarrollada en el indígena, hasta que el niño llegue a la edad de cinco o seis años para lograr hechizarlo. Entonces el “Nvale” encargado de transmitir el hechizo, vigilará y espiará constantemente al niño, halagándole con zalamerías y regalos hasta ganar y lograr su amistad, y en la primera ocasión propicia que se le presente, transmitirle el “Evu”. Este - “Evu” está materializado en un pequeño trozo de carne humana que le dará a comer al niffo, haciéndole saberreservadamente ‘y con misteriosas expresiones que ha injerido el “Evu”, que se quedará para siempre en su estómago y le reclamará de cuando en cuando carne humana para saciar su hambre, lo que deberá hacer si no quiere enfermar y morir; por el contrario, si el “Evu” de su estómago’ es bien atendido, logrará ser fuerte, tener larga vida, mandar y ser superior a los demás hombres del poblado, a los que dominará y de quienes logrará obediencia. ‘ -A cambio del hechizo proporcionado y dél poder transmitido, el nuevo miembro de la secta deberá señalar una persona de su familia para ser envenenada, cuya carne servirá para satisfacer el hambre de todos los “Evus” de la organización. Generalmente la persona señalada es de corta edad para mayor facilidad en la administración del veneno. Es interesante señalar que en la magia y superstición. “pámues” existen dos clases de “Evus”: el ‘.‘Evu Esi”, simple -hechizo intrascendente, exento de maldad que a nadie. ni a nada perjudica y que ha de proporcionar dinero, mujeres, habilidad y fortuna en la caza, etc., y el “Evu. Nguo”, privativo del “Beyen”, de tipo morboso, caracterizado porque el que lo posee, sentirá la necesidad de comer carne humana. ‘ Una vez señalada la víctima por el nuevo poseedor de “Evu Nguo”, la secta deberá reunirse, y la fecha y lugar del “aquelarre” llegará a los oídos de los interesados de muy diferentes maneras, con esa facilidad de comunicación, un tantó extraña por lo rápida y perfecta, que tienen los hombres de los bosques. . La.nóche fijada sé oirá insistentemente en los poblados el chillón graznido del “mekung” y del “ndong”, especies de murciélago y lechuza, imitado a la perfección por los hombres de la secta; las gentes de los poblados, átemorizadas, bien cerradas las puertas de sus chozas, se - acurrucarán silenciosos en ellas, transidos de miedo y • superstición; de esta forma, el “Beyen” no será interrum- pido y su reunión no será molestada por intruso alguno: En ella se dará a conocer de forma “oficial” el nombre de la nueva víctima, y con un rito apropiado a las circunstancias, ante el respetuoso silenciode los asistentes, se preparará el veneno, que pasará a -poder de los miembros que han de hacerlo injerir a la presunta víctima, y después de acordada la forma de distribución de la carne, se disolverá la reunión rápida y si‘lenciosamente, cómo si los concurrentes hu bieran sido tragados por el bosque. Es de ritual que el corazón pertenezca al que da el veneno; al jefe y a algún “afortu nado” le corresponderá la parte del vientre, que es la más apetecida, --por ser la más gra sienta, y el cráneo será para el familiar ‘que señaló a la víctima y que fe servirá en lo su desivo de fetiche. Fallecida la víctima, a los tres o cuatro días de enterrada, se reunirá de nuevo la secta con procedimientos idénticos a los ya señalados y, desenterrando el cadáver, se procederá a un meticuloso r,parto a tenor dé la djstribución anteriormente acordada. Después cada uno secará al humo y fuego la parte corresp ondiente, que guardará cuidadosamenté para ser comida en péqueñostrozos cuando su “Evu” lo reclame con la amenaza de la pérdida de la obediencia, del vigor y •de la salud, ‘caso de no ser atendido. Cuando -algún miembro del “Beyen” muere, es tarn bién desenterrado y repartido entre la secta, y entonces el jefe se reservará el estómago, por ser ésta la víscera donde está localizado el “Evu” del muerto. Es curioso sa ber que existen jefes de “Beyen” que hacen pagar a los miembros de la secta una determinada cantidad por la carne que les facilitan; estos “estraperlistas” de la antropofagía sod conocidos entre ellos mismos con el nombre de “Mikuk”. “Evu” que se ha asentado El en el estómago llega a formar en el indígena una segunda personalidad, desarrollando sus malos instintos en forma tan acusada, que es capaz de transformar en absoluto la personalidad pri mitiva, acuciándole una imperiosa necesidad de comer carne humana para poder vivir, al igual que el morfinó - mano necesita la droga para poder subsistir, aunque para lograrla sea necesario recurrir a los más perversos crímenes. Esta es la secta “Beyen”; así son su constitución, sus fines y sus ritos. Claro está que, en la actualidad, la prác tica de la antropafagía por la secta se realiza ocultamente y sus miembros no hacen ostentación de su calidad, para evitar ser descu biertos y castigados; pór ello las manifestaciones externas, sus ritos, han sido reducidos al mínimum, conservando sólo los imprescindibles para poder continuar saciando el hambre de sus “Evus”; no existe en la actualidad la práctica del desenterramiento com pleto y se limitan a descubrir una parte del cadáver, del que separan tan sólo un trozo, que es el que reparten, . ya que el desenterramiento completo o total sería más fácil de descubrir. Pero esta atenuación de las manifestaciones externas, que el más elemental sentido- de seguridad les aconseja, no significa la extinción de la secta; el “Beyen” está de. - - - - - mostrado que existe, reducido, si se quiere, a su más mí nima expresión, casi privativo de los ancianos y con po cos adeptos entre la gente joven. Por ello, a la hora de valorar la existencia de la antro pofagía en nuestra Colonia, debe hacerse ponderada mente, no dándole más importancia que la ue en sí tiene, una práctica repugnante llamada a desaparecer paulatinamente. La nueva generación “pámue”, benéficamente influen ciada por la, acción colonizadora de España, es una pa tente realidad y la mejor arma para luchar y vencerlos atavismos de la raza negra. La acción misional por un lado, digna del mayor en comio y agradecimiento, va instalando en los lugares más recónditos del bosque sus pequeñas capillas de “nipa”, donde se habla de la única Verdad y se adora a un solo Dios; bajo la inmensa cúpula verde, los niños de ébano escuchan boquiabiertos la doctrina de Cristo, con el res peto de su silencio y la curiosidad de sus grandes ojos negros, que no pierden de vista el menor gesto del buen padre blanco, cuya éallada labor proporciona tan seguras y pingües cosechas espirituales. Por otro lado, los Oficiales del Ejército, en sus cargos de administrádores de las demarcaciones, vigilan toda actuación y mantienen un constante enlace entre la po blación indígena y la nación colonizadora. En su nombre administran justicia, ventilan sus querellas y resuelven sus diferencias. En nombre de España invisten de pode res a los jefes de tribu, atienden a las necesidades mate riales y les hacen - partícipes de las mejoras de la raza blanca. Penetran .en el bosque y recorren sus sendas en todas direcciones, en un constante ir y venir, trenzar y des- trenzar caminos, portadores de la mejor atención y cariño. Y de esta forma, aquellos indígenas que no hace toda vía treinta y cinco años se exterminaban entre ellos y se resistían a la penetración del hombre blanco, son hoy dóciles, bondadosos y hospitalarios en extremo, fruto in dudable del mejor estilo colonizador del mundo: el des velo, el desinters, la comprensión y la justicia. El estilo colonizador español. Por esta acción conjunta de las dos fuerzas, la espiri tual y la material, conjugadas y complementadas en todo momento, se logran ubérrimos frutos, y, al igual que en el orden espiritual y moral, los mejores éxitos acompa ñan el empeño de España en aquel paraíso verde, pues al lado de la catolicidad, del amor y la paz entre los indíge nas, las estadísticas, con la irrefutable verdad de los nú meros, pregonan las escuelas abiertas, los establecimien tos sanitarios en pléno funcionamiento, en su lucha con tra la lepra o la enfermedad del sueñó, los kilómetros de carrétera arrancados al bosque... Todo ello, por partes o en conjunto, hace que nuestro pequeño territorio del Muni pueda orgullosamente servir de ejemplo y modelo a cualquier nación colonizadora en Africa. Todo ello ha sido forjado en la solera colonial del pue blo, que supo ganar,material y espiritualmente el Imperio más extenso y poderoso del mundo, dejando en él, sin reparar en sacrificios, su habla, su religión y sus costum bres, como granítica huella que muestre a las generacio nes venideras y pregone a los cuatro vientos nuestra ma nera peculiar de ser. Y en este aspecto, sentar toda una doctrina: la “colo nización a la española”. 1 ——. 44 . Escalada por la cara sur de Peña Vieja. El pico “El Madrileño”. Influyen asimismo las condiciones de transitabilidad, según el grado de las pendientes y la existencia, bien de nieve en sus distintas foimas o del hielo tan duro como la roca. Estas consecuencias del ambiente van dejando pro gresivamente de ser prohibitivas para la acción gue rrera, en propoción a la intensidad de su influencia y a medida que el hombre pone a contribución de aque • lla acción los medios que la técnica consigue para sa tisfaáción de sus necesidades, y hoy día se combate en la montaña nevada, no obstante sus limitaciones. La solución de ks problemas tácticos y logísticos, toda víá precaria, va mejorándose progresivamente y ha consistido en conseguir: — Medios adecuados para marchar y combatir en las más adversas condiciones, sea sobre nieve o hielo. — Armas que funcionen con prontitud, no obstante las bajas temperaturas. — Equipo que permita subsistir tanto en combate y marchas como en reposo. — Adaptabilidad del organismo a las duras condicio nes climatológicas y al esfuérzo físico que ha de realizar. — Organización especial impuesta por las necesida des que origina el medio ambiente, y, por último, — Un adiestramiento del combatiente, que com prende: La posesión de la técnica de empleo de los medios para recobrar la movilida4 en diversas condiciones de nieve o hielo, y el conocimiento de las reglas inherentes al cuidado de sí mismo, del ganado, ma terial, equipo, armamento, y de -las de empleo efi caz de este último. La instrucción montañera y la observancia de las referidas normas ayudarán a conocer, evitar y Comandante de tnfantería, del Servicio de E. 14., JOSÉ SÁN CHEZ MESEGUER,• Profesor de la Escuela de E. 14. y diplo vencer los peligros de la montaña nevada, mante mado para el mando de tropas de eiealadores-esquiadores. niendo a las Unidades en estado eficiente, por cúya razón son en mayor grado de lá competencia de todos los Comandantes de tropas hasta los más 1.—GENERALIDADES inferiores escalones del Mando. Sólo así se podrán enseñar y hacer cumplir las múltiples previsiones La montaña mdia con nieve y la alta, en general, que exige el combate en estas condiciones. están acusadamente aféctadas por la dureza del cli ma. Las bajas temperaturas, la humedad los fenó 11.—INFLUENCIA DEL AMBIENTE EN EL CAMPO TAÇTICO. menos meteorológicos y físicos propios de su ambiçnte actúan intensamente en: Aunque lo consignado en el último párrafo revierte — Hombres y ganado, imponiéndoles duras condicio el terrepo• de la Táctica, ello se sale del marco deiues nes de existencia y amenazándolos con aterimien -tró trabajó, pues vamos a ocuparnos tan sólo de dedu tos, congelaciones y los peligros que se derivan de .cir las posibilidades que los medios actuales brindan los aludes y de la estructura de las rocas. al combatiente, supuesto éste ádiéstrado para la vida — En el ármamento, municiones, aparatos y materiál y el áombate en el medio que tratamos, para deducir de todas clases. consecuentemente la fisonomía y amplitud del com — En la conservación del equipo individual y de los bate ofensivo én el mismo. alimentos. R COMBATE OFEN&IVO EH ImAMONTAÑA CON NIEVE F./os enviídus p.r el Tnierzts del Tercio Duque de A iba, A gustin Jáuregui A bellas. 45 Para ello analizaremos las influencias que producen la nieve, el hielo y las bajas temperaturas ea: — la movilidad del hombre y de las armas para el combate, y — en la posibilidad de los abastecimientos y evacua ciones. A) • - - • impuestas por la temperatura. Aunque en los días despejados qúeda suavizada por el efecto de los rayos solares y es soportable en los cubiertos mediante la actividad física, durante la noche desciende de modo tan considerable, que hace casi imposible el estaeionamientó fuera de refugios o habi taciones, por exponer a hombres y ganado a perecer for congelamiento. Ello obliga a que.el objetivo de cualquier acción eomprenda lugares para refugio, bien sean viviendas o abrigos eonstruídos por el defensor. Podemos concluir de esta servidumbre, juntamente con la circunstancia de escasez o ausencia total de ha bitaciones humanas, que, sin contar con otras limita ciones que indicaremos posteriormente, la montaña con nieve excluye la guerra de movimiento, por no prestarse a la realización de la aproximación y de la explotación profunda, como no sea de línea en línea de refugios. El peligro de aterimiento y congelaciones obliga, por otra parte, a que las acciones ofensivas sean pla neadas reduciendo en lo posible los tiempos de parada, tanto en la base de partida como durante aqué llas, y a tener la seguridad de que, aunque el éxito no haya sido conseguido, las tropas puden quedar abri gádas en fin de jornada. B) • Limitaciones Influencia en la movilidad de combate. Está dificultada por la nieve en sus distintas for mas,,y por el hielo, la tormenta, niebla y aludes. En cuanto a la primera, y desdé el punto de vista de dichas difieülta’des, la podemós clasificar en’ nive ha rinasa o recién caída, a partir de cierto espesor; nieve consistente con una ligera capa de polvo y nieve-costra, en la que la capa superior está helada. Esta última, en realidad, y según que la costra sea resistente o no a la superficie de apoyo del móvil que se desplaza; constituye para nosotros uno de los aspectos mencio nados en primer lugar. Por esta razón no trataremos de ello. a) Nieve harinosa recién caída.—A partir de cier to espesor,. la marcha normal éxige. grandes, esfuerzos y el ágotarniento sobreviene rápidamente; si a ello añadimos el esfuerzo que exigen las diferencias de nivel, aquélla se hace casi imposible. Parareeobrar la movilidad, el hombre emplea el esquí y l,a raqueta. 46 Veamos las ‘posibilidades de combae que ofrecen es tos dos medios. 1.0 Esquiadores.—Si bien el esquí requiere un adiestramiento prolongado, el dominio de su técnica hace que se recobre con creces la movilidad, siendo en este caso la nieve, más bien que obstáculo, camino que facilitar el desplazamiento. ‘La rapidez y soltura son las características del es quiador dentro de ciertos límites en el peso a trans portar, sobrepasados los cuales, disminuyen conside rablemente aquellas cualidades por un mayor es fuerzo exigido en los ascensos y pérdidas del equili brio en los descensos. Bien entrenados y abastecidos, pueden actuar con cierta autonomía durante dos o más días. Estas cualidades, positivas y negativas, producen consecuencias tácticas que exponemos a continuación: — — — — — — El despliegue durante la marcha puede ser de mí nima profundidad, pues toda la superficie nevada .constituye camino para estos medios. Por razón de las limitaciones en peso, su potencia de fuego queda reducida al fusil ametrallador y sus municiones. Son rnuy aptos para presentarse inopinadamente y realizar acciones por el fuego contra objetivos ene migos en marcha. La tormenta, la niebla y la noche no prohiben su actuación; antes bien, facilitan sus acciones por sor presa, aunque por la reciprocidad de ésta deben an teponer la seguridad a la rapidez durante la marcha. Pueden evadirse rápidamente de las acciones de fuego enemigas y desplegar, caso necesario, con celeridad. Son aptos para la ejecución de las siguientes mi siones: De exploración, buscando y fijando al enemigo por el fuego: sus profundos reeoñoeimientos dan’ mús tiempo al Maúdo para enjuiciar; de seguridad a distancia, anticipándose al enemigo. en la ocu pación de puntos determinados; de seguridad in mediata, al frente, flancos y retaguardia; de per secución de fue;zas enemigas, fijando y hostigan do su retaguardia con pocs efectivos,mientras el resto busca el grueso en puntos obligados de, paso a favor de la velocidad, y para el combate en reti rada por su facilidad para romper aquél. Constituyen el elemento ideal como reserva móvil y rápida, y para realizar maniobras de flanco o con tra la retaguardia de posiciones enemigas. Contrariando las ventajas anteriores, han de des calzar los esquís sna vez desplegados,, si desean ser capaces de realizar los rápidos movimientos que el ataque exige. En este último pasó, y dada la clase de nIeve que tratamos, que hace penosos y dificilísimos los despla zamientos, el escjuiador no puede realizar el ataque a posiciones enemigas. Cuando la capa de nieve, recién caída, sea en polvo o húmeda, es de un espesor superior a los 50’ centíme tros, el esquiador encuentra verdaderas dificultades para realizar evoluciones en los descensos y aun para efectuar éstos en línea recta, por desplazarse muy hun dido y por disminuir la sensación de ejuilibrio y seguridad al perder :de vista las espátulas de los esquís. El ascenso es también difícil, por no disponer del apoyo de los bastones, que se hunden considerable mente en la nieve sin encontrar resistencia. En estas condiciones, y para que estos medios pue dan actuar, es necesario-que pase cierto tiempo, a fin de que la nive, pór efecto de aplastamiento, adquie ra cierta consistencia. 2.° I(aqueteros.—’—Laraqueta no necesita casi adies tramiento, aunque el cansancio que produce es gran de, por ser la mecánica del movimiento distinta a la del normal. Sin embargo, al cabo de pocos días de en- trenamiento se pueden hacer largas jornadas con ma yores cargas que usando esquís, y el combatiente llega al fin&l de aquéllas .en condiciones de montar su cam pamento. Empleadas en número suficiente en cabeza de las formaciones, producen, al apisonar la nieve, una hue lla o pista, por donde puede marchar normalmente el resto de aquéllas con calzado especial, y asu él ga nado, dentro dé ciertas pendientes. No obstate, la marcha es lenta, y el cansancio producido obliga a relevar frecuentemente los equipos de cabeza. Apto para la marcha el raquetero, no lo es, por el contra rio, para el combate, por la len titud de su-s movimientos, y sin las raquetas, a partir de cierto -espesor de la nieve que tratamos, e encontrará trabado por ella. Es, en realidad, un hombre de pies planos, incapaz de ejecutar los rápidos movimientos que el combate ofensivo exige no pu diendo, por estas razones, atender tampoco a su seguridad - mme- diata, que es más necesaria que en la montaña sin nieve, por ser el ambiente propicio a las accio nes, de sorpresa de los ésquiado res enemigos. Dé estas cualidades del raquePeña VieJa (2.610 rnj.Al fon do, los Picos de Europa, entre ellos el Naranjo de Buines. tero, contrarias a las expuestas antes como propias del esquiador, podemos deducir: — El raquetero es apto para la marcha de aproxima ción, aunque de cierta lentitud. Su seguridád in mediata tiene que estar a cargo de elementos es quiadores. — Produce huellas kara el ganado dentro de ciertas pendientes, y, como consecuencia, es susceptible de llevar consigo, dentro de las limitaciones im-. puestas por aquéllas, sus armas automáticas y -pe sadas, o, lo quees lo mismo, su potencia de fuego. — Por la neceidad de estas pistas holladas, el des pliegue en la marcha es de una gran profundidad. — El despliegue de combate de estas fuerzas, tanto del combatiente individual como de las armas pesadas, es lento por las- condiciones de la nieve. Una vez adoptado aquél, el raquetero -ño es idóneo para atacar. Sólo ante un enemigo muy inferior y con poca moral puedç alcanzar éxitos. — Los cambios de asentamiento de las armas auto máticas y pesadas, aunque sean transportadas en trineo, son poco hacederos. En estas colidiciones de nieve, el personal comba tiente, provisto de raquetas, no puede realizar más que una aproximación, siempre que esté cubierto por esquiadores propios. No podrá atacar ni fijar o em peñar a un enemigo, ni perseguirlo. Unicamente po drá combatir por el fuego4 asentándose en posiciones previamente ocupadas por lo esquiadores de la ex ploración y seguridad a distancia, y consolidando la ocupación de aquéllas. Idénticas consecuencias a las expuestas para las armas pesadas de Infantería podemos aducir para la Artillería de montaña, que bien á lomo, abriendo pre - - Paso horizontal en una escalada. tes por las limitaciones inherentes al transpórte de los materiales. En todo caso, no puede compensar las di ficultades enormes que sufren esquiadores y raquete ros para el combate por el fuego y el movimiento; 40 Posibilidad del coznbate.—Como resumen de lo expuesto anteriormente podemos concluir: — En nieve harinosa—nieve polvo o húmeda—recién caída y con espesor de 50 o más centímetros—ne vada fuerte—, no es posible el combate por el fue go y el movimiento a la Infantería. — Ningún Mando se aventurará a realizar acciones de ataque en estas condiciones, por lo que son muy de tener en cuenta las predicciones meteorológicas con una anticipación mínima de veinticuatro horas. — El combate ofensivo en estas condiciones queda reducido necesariamente a acciones por el fuego de los esquiadores que operarán por sorpresa, apro vechando sus cualidades de rapidez y soltura. Sólo ante un enemigo poco vigilante, y apro vechando la niebla o la nevada, la acción puede conducir a la ocupación por sorpresa de un obje tivo de reducidas dimensiones. — Salvo lo dicho últimamente, las únicas acciones ofensivas que pueden producirse son: Ocupación pór la exploración—esquiadores—de una determinada línea del tcri’eno, conservándola y abriendo frontalmente la marcha a los gruesos o raqueteros. Aproximación de éstos, con seguridad inme diata a cargo de esquiadores, y consolidación de la línea ocupada porla exploración. Por la necesidad ya expuesta de que el objetivo comprenda abrigos o refugios para poder pernoctar, estas acciones sólo podrán producirse en caso de re fuerzo de una cobertura al iniciare la guerra o cuan do la línea a ocupar conste de edificaciones o caseríos. viamente la huella, o transportada en trineos, dentro de cierlas pendientes, puede llegar a entrar en bate ría, aunque posteriormente le sea casi insuperable el cambio de asentamientos. 3.° Potencia del ataque.—Ello quiere decir que ini cialmente Infantería puede contar con los fuegos de Artillería; pero el apoyo que pueden proporcionarle, tanto sus materiales como las propias arnas pesadas, es sólo nominal, ya que con cierto espesor d la capa de nieve muchas granadas quédan sin estallar, y aun que estén dotadas de espoletas muy sensibles, el me dio de recepción absorbe los cascos producidos por la explosión. Esta potencia inicial del ataque, muy dudosa, como vemos, es, por otra parte muy relativa, ya que no podemos contar con ella en el caso de pendientes fuer- 48 b) Nieve consistente. l.° Esquiadores y raqueteros.—Cuando la superficie de- desplazamiento está constituida por nieve endure cida cubierta por pequeña capa de nieve en polvo, son aplicables a los esquiadores las consecuencias tác ticas que hemos deducido con nieve de aspecto hari noso, incrementadas su soltura y rapidez por las ca racterísticas favorables de aquélla. Tanto los esquiadores como los raqueteros, despro vistos de sus medios respectivos de desplazamiento, pueden moverse con cierta facilidad. Por ello, unos y otros pueden realizar rápidos desplazamientos y son aptos para el ataque, aunque no encuentran protec ción alguna en las superficies nevadas por la desapari ción de espacios desenfilados. 2.° Potencia del ataque.—Es posile asimismo el transporte de las armas pesadas y de ‘os materiales de Artillería de montaña, tanto a lomo como en trineos, y también sobre vehículos oruga dentro de pendientes suaves. En pendientes de cierto grado, con los dos pri meros procedimientos se ha de recurrir obligadamente a efectuar los recorridos sobre pistas trazadas a media ladera. Esta limitación en el transporte, que afecta igualmente a los Servicios, excluye también por sí sola la guerra de movimiento en nieve dé las característi cá.s dichas, a menos que se trate de montañas muy viejas, desgastadas y de escasas pendientes que per mitan el desplazamiento de os medios citados (1). Cuando, por el contrario, las pendientes se van acu sando, si bien el ataque permite cierta potencia, ha de partir obligadamente de una situación estabilizada. La necesidad de tiempos de consideración para resol ver los problemas inherentes al transporte de las ar mas y de los ?bastecimientos obligan a acciones de poca profundidad y a que tengan un ritmo intermi tente, si la última desea ser aumentada. Esti potencia del ataque, reducida nécesáriamente por la usura de medios que caracteriza a la montaña nevada, es, no obstante, más necesaria que en la mon taña sin nieve, ya que la primera favorece la observa ción de la defensa, aunque el atacante vaya provisto de traje de mimetismo, y da mayor rendimiento a los tiros del defensor, pues la nieve, al allanar las laderas, favorece los efectos de rasancia, suprimiendo ángulos muertos. Ello, juntamente con lo penoso del movi. miento cuando las pendientes son dé cierto grado, in vierte los valores de ambos elementos con respecto a los que tienen en montaña sin nieve. En la montaña iievada, el fuego tiene preponderancia sobre el movi mieñto. 30 Consecuencias tácticas. — Como consecuencia, - - existe una mayor infructuosidad en el ataque frontal que en la montaña en estío, y para que una acción de esta naturaleza tenga éxito es necesario el silencia miento completo del sistema de fuegos de la defensa y reducir al mínimo las distancias de seguridad de los tiros de apoyo, al objeto de que el escalón de choque realice su misión en condiciones óptimas. Si es posi -blc, que el apoyo séa de tal naturaleza que la acción salte del ataque a- la persecución. Estas consideraciones nos llevan seguidamente a las’ siguientes conclusiones: La B. de P. del ataque o línea propia—ya que, se- - - (1) Én estas condiciones, el transporte de las armas y el de los abastecimientos, incluidos material- de campamento y calefac ción, pnede ser efectnado con rendimiento por vebículos oruga convenientemente cuidados en condiciones de bajas temperatu. ras, y a la resolnción de este extremo, entre •otros, ban sido orientadas las experiencias norteamericanas en la zona ártica. Escalada en Peña T4eJa. En el pico del fondo hay una Compañía que ha realizado la escalada. • gún hemos dicho, estas acciones han de partir de si tuaciones estabilizadas—ha de estar próxima a las organizaiiiones enemigas, por la necesidad de tiros densos y precisos y con el fin de que el espacio a atra vesar por el escalón de choqué sea reducido. Caso de alejamiento que no permita lo anterior, será convenieñte situar la E. de P. sobre un contrafuerte intermedio y trasladar las fuerzas del ataque durante la noche, aunque esto tiene el incoñveniente de expo ner á las tropas a muy bajas temperaturas hasta que se inicie la acción. Aun contando con el silenciamiento completo de los fuegos de la defensa, ocurre frecuentemente en los ataques frontales que el escalón de choque se ve detenido por elementos que permanecen, no obs tante la densidad del apoyo, tan pronto sea ésie le vantado. Es conveniente siempre, por tanto, el coordinar la acción frontal con acciones de flanco o ietaguardia, con las que, mediante la sorpresa, se consiga la ocupa ción de puntos -que tengah dominio de fuegos sobré el objetivo que se persiga o corten sus comunicacio nes. En este aspecto son preferibles lós primeros, pues el apoyo será máximo desde ellos y en combinación - - - con la acción frontal llevará a la ocupacIón del ob jetivo. El corte de las comunicaciones no lléva siempre, en cambio, a la caída de aquél. Estas acciones de sórpresa han de r realizadas por elementos especialistas que, mediante su pericia mon tañera y conocimiento de la técnica de escalada en hielo y roca, consigan la sorpresa atravesando parajes cuyo tránsito parezca inverosímil a los defensores. “Ser más montañero que el enemigo”, realizar lo que para éste parézca insuperable, expugnar las posicio nes contra toda lógica, actuando con audacia y ener gía, constituyen los factores decisivos para lograr el éxito.Tanto cuando estas acciones no son posibles como en aquellos casos eh que la B. de P. tenga que estar muy alejada, es preferible siempre la acción nocturna a la ejecución de un ataque frontal. 4° Características de las acciones.—De la modali dad especial referida antes que han de tener los ata ques en montaña, bieií sean a cargo de una acción de flanco por sorpresa combinda con la frontal, como cuando se trate de ésta únicamente, hemos de deducir que este tipo de acciones ha de ser de objetivo limitado y carácter fragmentario, además de las características de poca prófundidaçl o de ritmo intermitente—si ésta quiere ser aumentada—, y óuyos extremos han sido indicados antes. A aquellas nuevas características obliga: — — • En el primer caso de los señalados, la necesidad de conseguir la sorpresa en la ocupación de un punto, acción previa para la açtuación óptima del escalón de choque. El volumen de fuegos que puede pro ducirse desde el mismo ha de ser limitado, como también el espacio en que pueden ser aplicados con eficacia. En el segúndo caso, la necesidad de acumulación de medios para conseguir el sileneiamiento eom pleto de las armas de la defensa. e) Fuertes pendientes con existencia de hielo.— En estas zonas no sólo de la alta montaña, sino de al titudes medias en macizos o cordilleras de poca edad y a latitudes adecuadas, la viabilidad ha sido anu lada, como no sea para personal muy montañero. En ellas, el terreno, cubierto de hielo tan duro como la roca, se defiende por sí solo, y solamente cabe la ejecución de acciones por sorpresa a cargo de núcleos reducidos. En dichas zonas, la densidad de ocupación es mí nima y. sólo se mantienen aquellos puntos que tienen buena observación sobre las cabeceras de los valles y los que han de servir de base para iniciar la acción 50 Rape!! o descensó en prácticas en Peña Castillo (Santander). ofensiva al llegar la estación benigna: Han de estar provistos de. teleféricos ¿ contar con funiculares de tiempo de paz para facilitar los abastecimientos. Entre estos puntos ocupados por dos bandos con trarios, la tierra de nadie está constituída por super ficies de gran ¿xtensión, constantemente holladas por la patrullas de aquéllos en misiónés de información y hóstigamíento, y en ella tienen lugar los encuentros de esquiadores a qué se refiere nuestra Instruc ción E-72. . • . Aquellas acciones por sorpresa a que.nos hemos re ferido al principio de este apartdo se caracterizan porque su acción se realiza con verdadera previsión y minuciosidad, en los aspectos táctico, logístico y mon tañero, siendo de notar que, por lo general, el perso nal ncargado de los servicios—v.íverés, material de abrigo y calefacción, jalonamiento en previsión de furtes nevadas, etc.—constituye un máximo en rda-. ción con el reducido núcleo que ha de llevar a cabo la acción táctica propiamente dicha. 4 ‘1 1 *_ ,[aS, ‘/rlíwf Espaíia,laápestada. Por Ossian Mathieu. De la publicadón belga Europe Amérique. (Traducción de la Redacción de EJÉRCiTO) Cuanto más pasa el tiempo, menos se comprende la aberra ción de los que pretenden defender y unificar Europa sin tener en cuenta a España. Las razones por las cuales España se en cuentra excluida del Pacto del Atlántico y de los beneficios del Plan Marshall atestiguan una tontería tal, que se puede pen sar si el mundo no está gobernado por Catoblepas, el cual era tan bestia, que se comía a sí mismo sin comprender que se mataba. ¿Qué agravios alimentamos contra España? Entretengámo nos en examinarlos. El primero, el principal y el menos confesado es que España confiesa el catolicismo y, todavía más, que el catolicismo es la religión del Estado. Que más de un noventa por ciento de los españoles practique esta religión con un fervor desconocido bajo nuestros cielos; que la piedad se mezcla con las acciones más diversas de la vida cotidiana; que el arte español es casi litúrgico; que la mística religiosa impregna la mayoría de las manifestaciones de la vida profana, y que además el catolicismo preste al Estado un asien to espiritual más valioso que la declaración de los derechos del hombre, no armonizaría con que su Gobierno obrase de otra manera. Es notorio además que los veinte mil protestantes (de los cua les diez mil son de la jurisdicción de extranjeros) ejercen libre mente sus cultos, poseen sus iglesias- e imprimen sus publica ciones. Tal ocurre con las confesiones judía y musulmana. Pero ¿qué importa? Un régimen que se apoya sobre la reli gión romana es necesariamente un régimen tarado, oscuran tista e inquisitorial. Un régimen que repudie los principios de la religión y los combata es, por vía de consecuencia, necesaria mente un régimen probo, progresista y liberal: tal, el régimen soviético. Además, ese régimen que no cabe duda que profesa la religión de su pueblo, obedece a Roma y no jura más que por ella. El Caudillo no es- el Caudillo; el verdadero dueño de Es paña es el Papa o el Primado. Por averiguado que la Falange, las Cortes y los Sindicatos no son la Falange, las Cortes ni los Sindicatos, sino la emanación de los Jesuítas, de la Orden •de - San Francisco y de las Mínimas. En fin, que las fuerzas del orden y la “seguridad” no son más que la Santa Inquisición con bicornio, y los Generales que mandan el Ejército, los sucesores de Torquemada. Segundo agravio: La España franquista no es democrática. En efecto, no lo es. No piensa que los braceros de Andalucía y los profesores de Universidad puedan pronunciarse con igual competencia sobre los problemas que interesan al destino de la nación. No admite que la ley del número sea la ley de la inte ligencia, y que el dogma de la mayoría mande sobre el derecho, la clarividencia, el éxito del bien general, el de los intereses su periores de la Nación. Estima que la autoridad pertenece a los que son reconocidos como los mejores y más preocupados del bien público y así se han revelado en las circunstancias graves, y que si la corrupción reinase en ciertos escalones, por lo menos, se les ha armado para castigarla. Estima, por otra parte, que un régimen de autoridad conviene a España como la democracia parlamentaria conviene a Ingla terra, y que sería tan absurdo instaurar en Madrid un régimen parlamentario copiado del régimen inglés como imponer en Londres un régimen de autoridad calcado del régimen español. Por otro lado, en Inglaterra el partido socialista ejerce de he cho una dictadura y el derecho de protestar contra sus prácti cas no acarrea ninguna modificación de éstas. En otras pala bras, la oposición inglesa puede muy bien indignarse; es lo mismo que si cantara. Es verdad que el elector puede derribar la mayoría; pero no se ha probado que lo haga, ya que el votar puede ser por los que. hagan la campaña de propaganda más demagógica, por los que dispongan -de más dinero para reunir y comprar los electores-o por los que hacen la profesión de apoyarse sobre las masas laboriosas, que ciertamente son las más numerosas y, de cierto modo, las más interesantes; pero que no son, sin em— bargo, las más indicadas para pronunciarse sobre la forma de gobernar un país. De suerte que en democracia liberal, la dicta dura de un partido puede tambéin prolongarse y también puede ser nefasta. Antes de dar más libertad de acción a sus ciudadanos es preciso que España pueda multiplicar las escuelas y los cen tros de educación, y a esteefecto, le harían falta capitales que no posee. (Aquella.tarea nada menos es la que se ha echado el régimen actual sobre sus hombros; pero para tener éxito nece sita de la continuidad y no de los caprichos del sufragio uni versal.) La “dictadura” franquista no se ejerce más que en la medida que se considera indispensable para asegurar la vida y el orden de la nación. Sin dictadura, la Historia ha puesto a prueba a España, que estuvo largamente sometida a la anarquía, a las facciones protegidas por Moscú, prestas a someter a España al extranjero, a la guerra civil y, por último, al empobrecimiento que de todo esto ha resultado. Los españoles tienen tal conciencia de ello, que aun los mis mos adversarios del régimen (cuando no escuchan los consejos de la pasión) reconocen su necesidad actual, y que no se podrá reemplazar sin catástrofe. Dictadura moderada hemos dicho. Allí, ni más ni menos que en la muy democrática cuarta República, se arresta a la gente que conspira contra el Estado, tratando de derribarlo por la violencia, y no hay memoria-de que se haya detenido a na die por dejar de ser partidario del régimen. A. este régimen se le puede oír criticar en no importa qué café de Madrid o Bar celona y sin ningún recelo. Esto no significa que se os aconseje organizar un “mitin” antifranquista en la Puerta del Sol. La prensa está controlada, pero la crítica no está prohibida. La Falange ataca violentamente a ciertos viejos gerentes del Poder y los diarios de los Sindicatos no se privan de criticar la incuria de los poderes públicos en aquello que les concierne; por ejemplo, en la represión del mercado negro. Respecto a los libros, se encuentra en las librerías todo lo que se quiera; se venden impresas obras escritas en el Extran jero por los adversarios del régimen.. Sin embargo, no se per mite la propaganda comunista, y esto es muy acertado. Que los escépticos vayan a verlo. Obtendrán sus visados con rapidez y podrán satisfacer su curiosidad donde les plazca sin que se les vigile. Que pidan sus visados para la Unión Sovié tica, proponiéndose averiguar si serán recibidos con la misma benevolencia y si nadie se preocupará de sus idas y venidas Tercer agravio: Las prisiones. Cuántos chismes se han contado sobre este asunto. Eviden temente, la suerte de los que huyeron de Francia en 1940, pa sando por Miranda, no fué envidiable. Y esto se explicá: Es paña acababa de salir de la guerra civil; la administración pe nitenciaria estaba desbordada; no había organización ni higie ne; el pueblo sufría de hambre y, por añadidura, había que ali mentar a los fugitivos extranjeros. Por otro lado, sólo Alema nia e Italia habían ayudado a España en su lucha contra el Stanilismo, y todo aquel que venía del otro lado de los Pirineos era, a priori, sospechoso. Pero, a pesar de lo duro de la deten ción, todos los que pasaron pór. allí han regresado a Inglaterra o al Norte de Africa autorizados por España, cometiendo ésta un acto poco amistoso respecto al Reich y a la Italia fascista, a los cuales tenía más razones de estar más unida que a la Fran cia de M. Blum. Este régimen penal, que, repetimos, era un régimen de guerra, está hasta tal punto dulcificado hoy, que España es uno de los pocos países de Europa donde ya no hay detenidos políticos. Del total de los que fueron encarcelados desde 1939 no que dan en las prisiones españolas más que 2.500 reclusos, conde nados no por delitos de opinión o por haber combatido en las filas republicanas, sino por asesinatos, robos, pillajes, torturas, etcétera, en la época de la guerra civil, o sea, de hecho, penados del derecho común. Todos los demás han sido puestos progre sivamente en libertad. Innumerables de los que habían sido condenados a penas graves se encuentran en libertad provisio nal, y sólo tienen la obligación de presentarse regularmente a la Seguridad. En cuanto al régimen penal, está fundado en el rescate de las penas por el trabajo. El trabajo permite, además, al dete nido percibir un salario que puede utilizar libremente de una parte, destinando el resto a crear un fondo de ahorro o para ayudar a su familia. Los viejos, los inválidos, los enfermos, se benefician igualmente del régimen de rescate, aunque no tra bajen. La tasa en calorías de alimentación varía entre 2.000 ca lorías para los detenidos que efectúan trabajos ligeros y 4.000 para los que efectúan trabajos fatigosos. ¿Esto significa que las prisiones españolas son un paraíso? Evidentemente, no. Pero son menos inhumanas, en todo caso, que los campos democráticos donde se pudren desde hace años no penados del delito común, sino decenas de millares de presos por delitos de opinión. A propósito de las prisiones españolas, no quiero dejar de anotar una edificante anécdota. Un poco después del fin de la guerra, Robert Franchotte, corresponsal de guerra al lado de las Unidades belgas de Inglaterra, efectuó un reportaje en España por cuenta del diario socialista bruselés El Pueblo. En España recibió autorización para visitar a su gusto y de improviso todas las prisiones de España... Nunca El Pueblo dejó publicar esta parte de su reportaje. ¿A qué periodista español se le dará autorización para visitar a su vez las prisiones francesas o belgas de la liberación? ¿Es todo esto decir que España es un edén donde la injus ticia y la miseria no existen? Cierto que no. España no es un país rico, y en él la autarquía es inconcebible. Si España fuesé un país donde muchos tuviesen hambre, como en todas partes, donde la corrupción no estuviese ausente, como ocurre en to das partes, y donde la justicia social no estuviese todavía com pletamente instaurada, su régimen no es el responsable de la infertilidad del suelo y este régimen no está fundado ni sobre la injusticia social ni sobre la corrupción. Al contrario, con sus escasos medios se esfuerra por eliminar una y otra A veces también, con medios nulos, tiene que resolver algu nos problemas que se le presentan, problemas que puede ser que a nosotros nos hagan reír, pero que, sin dinero, son dra máticos. Es fácil, por ejemplo, hablar mal de la obra del Instituto Nacional de la Industria. Que la industrialización de España sea Atacada en el 1. N. 1. no impide que las instalaciones de Puertollano permitan al país cubrir una parte de sus necesida des de lubricantes, así como una buena parte de sus necesida des de esencia; que ya se hayan construído en Barcelona camio nes de motor Diésel; que las presas ribagorzanas permitan es perar el suministro de importantes cantidades de energía hidro eléctrica; que se desarrolle la explotación de las minas y la construcción de navíos mercantes. Pero si Inglaterra, Francia o Alemania no pueden levan tarse sino gracias a la ayuda americana, ¿cómo se quiere que España, infinitamente menos rica y cuyo patrimonio no está menos dañado, cómo se quiere que España encuentre el ca- COCHRO ilEPEMIil filiH[iHO C0[fi8OfiDOE [OBRIE 1040 fi MulliD 10O El Excmo. Sr. Nlinistro del Ejército ha dispuesto que, para estimular y recompensar colaboradores de EJERCITO, se concedan premios con arreglo a las siguientes bases: 1.a Revista Tendrán derecho a los premios que se establecen en este Concurso todos los trabajos desde 1 de abril de 1949 hasta 31 de marzo de 1950. 2. Los trabajos serán enviados al Director de la Revista, quien elevará rrespondiente propuesta, precisamente en el mes de abril de 1950. 3. los trabajos El número y cuantía al Estado publicados de los en la Mayor Central la co de los premios a otorgar será para cada grupo de materias. 1.—CuEsTIoNEs GENERALES DE TÁCTICA Y TÉCNICA MILITAR.—DOSpremios de 2.500y 1.000 pesetas, respectivamente. 11.—TÁCTICA PARTICULAR DE LAS AIuIAs.—Cuatro premios de 2.500, 2.000, 1.500 y 1.000 pesetas, res pectivamente. 111.—ARMAs TIRO.—DOS premios de 2.500 y 1.000 pesetas, respectivamente. IV.—SERvIcIos.—Tres V.—HIsTomA.—IJn VI.—ESTUDIOS VII.—EDUcACIÓN 52 premios de 2.500, 2.000 y 1.500 pesetas, respectivamente. premio de 2.500 pesetas. Y Mon.L.—Dos DE PsIcoLoGíA E INSTRUCCIÓN.—DOS premios de 2.5O0 y 1.000 pesetas, respectivamente. premios de 2.500 y 1.001 pesetas, respectivamente. mino de la prosperidad sin el socorro exterior? Y no solamente privada de socorro, sino ahogada por un bloque económico y político enemigo. El pueblo español es demasiado orgulloso para mendigar. Trabaja con encarnizamiento y se apoya sobre los amigos que tiene: Perón, Salazar, Abdullah, el mundo árabe. Pero Franco se da cuenta de que el esfuerzo es demasiado duro. El déficit de la balanza comercial, a despecho de los prodigios realizados, es argumento imponderable; ciento cinco millones de pesetasoro en ¡945, ciento ochenta y ocho millones en 1946, trescientos cuarenta y ocho millones en 1948, la inflación no cesa de crecer, las medidas tomadas contra el alza de los precios hacen desaparecer ciertas categorías de géneros, que se vuelven a encontrar en el mercado negro. Evidentemente, todo esto no es insoluble. Podría hacerse todavía más rigurosa la austeridad: impedir el alza de los sala- nos, intensificar los controles, intervenir la producción de cier tos objetos de consumo; pero si a los sufrimientos inevitables añaden otros suplementarios, ¿podría ello conducir a un pue blo a que estuviera más contento? En las personas inmediatas al General Bradley, así como en el Congreso de los Estados Unidos, son cada vez más numero sos los que querrían que el Departamento de Estado norte americano tome una iniciativa a este efecto. Lo que retiene a Truman y Dean Acheson es el temor de que una tal iniciativa no descontente a Inglaterra y a la Internacional, adversarios del catolicismo. Como si mirando a la unión y a la defensa de Ebropa, tal descontento fuera de alguna importancia.Pero ¿es posible que el “State Department” prefiera emplearse únicamen-té en consolidar el comunismo de M. Joszip Tito? La “Realpolitik” de Wáshington tiene razones que la razón contempla con estupefacción. Losfactóresdelamovilidaddelcombatiente. Coronel S. L.A. Marshall. De la publicaciónnorteamericanaInfantry Journal. (Traduccióndel Coronel Priego y de la 8.° Seccióndel E.M. C.) (1) La movilidades una cuestiónmentaly espiritual. - tica del combate, su reacción colectiva será la de aprovechar perfectamente todas las oportunidades decisivas. Esta facui tad es la verdadera movilidad de una fuerza militar cualquieraS El decir que una Unidad tiene menos movilidad en una no che determinada porque esté ocupada en trasladarse a la ori lla enemiga, es perder de vista el concepto real de la movilidad de las fuerzas arinadas. En la segunda guerra mundial vimos una y otra vez que- un puñado de hombres situados en un punto determinado, en un momento dado influía más en el combate que una fuerza diez veces mayor veinticuatro horas más tarde; mediante una acción rápida e inspirada, una sola Compañía podía a veces neutrali zar la acción de todo un C. de E. enemigo, y una simple Es cuadra de ametralladoras que defendía un corte de carretera, iniciar la derrota de toda una División acorazada... La máquina, al proporcionarnos una mayor velocidad fuera de camino, lo que no puede hacer es ahorrarnos el valor y la firmeza que se precisan para hacer frente al enemigo. El empe ño en avanzar y la decisión en el combate tienen que ser hoy tan fuertes como en los días en que los movimientos eran len tos. El tiempo y su economía son hoy más que nunca la esen cia de una operación victoriosa; pero dé hecho, si hemos de lograr efectos mayores con menos hombres, es indiscutible que debemos disponer de mejores soldados. Por esta razón, los estudios para conseguir una mayor movi lidad deben empezar con la mejora en la çomprensión de la natu raleza del soldado. ¿Qué es lo que le ayuda y endurece su volun tad? ¿Qué lo que le detiene .y anula sus mejores intenciones? Es completamente concebible que en esta fase de la Historia podamos lograr una mayor movilidad concentrándonos en esas dos cuestiones, y mucho más provechosamente que lo poda mos hacer ocupándonos -de conseguir vehículos más veloces y motores más potentes. Tal investigación da origen a problemas de la mayor impor tancia para todos los componentes del Ejército. Cualquier doc trina nueva, para constituir una- mejora, debe ser igualmente aplicable a las Armas y a los Servicios. La forma en que reaccionen ante ella el estratega, el táctico y el encargado dela Lo- gística es, de momento, más importante que el que la doctrina sea plenamente comprendida por los de abajo, pues sólo cuando los dirigentes del Ejército comprendan el problema globahnen te habrá esperanzas de encontrar -una solución verdadera. Una Comisión oficial del Ejército de los Estados Unidos nombrada en ¡947 para estudiar el carácter general de la gue rra futura y para prever los cambios que en su modalidad pro vocarán las nuevas armas; incluídas las atómicas, así como su posible influencia en la naturalóza de los Ejércitos, ildgó a la conclusión siguiente: “Los métodos fundamentales no diferi rán materialmente de los empleados al final de la segunda guerra mundial. Las Fuerzas armadas se organizarán y equi parán con vistas a una mayor movilidad y potencia de fuego.” - La Comisióñ no señaló cómo se conseguirán esa mayor. mo vilidad y potencia de fuego; eso quedaba fuera de su misión. Pero creyendo, como ella, que el logro de una mayor movilidad es la clave del futuro, me propongo discutir un punto de vista para conseguirla en parte, por lo menos en lo que a la Infantería se refiere. No merecería la pena que lo intentase si no tuviese motivos para creer, en términos absolutos, que la movilidad y la potencia de fuego de los infantes serán tan decisivas en cualquier futura guerra próxima como lo han sido hasta el pre sente, y que será un error fatal el subestimar el papel que en el futuro cori’esponderá desempeñar al Ejército de tierra. Quienes piensan lo contrario y están dispuestos siempre a proclamar que estamos ante una nueva modalidad de la gue rra, y que- todo cuanto hemos aprendido en el pasado ha que dado anticuado, deberían ser emplazados a probar que el tes timonio de sus jüicios pasados abona sus opiniones presentes. No soy de los que creen que la movilidad viene en primer término de las máquinas que nos proporcionan velocidad y regularidad; si así fuera, bastaría encargar del problema al Cuerpo de Ingenieros y al Cuerpo de Transportes, y, dada nuestra indudable supremacía industrial y económica, los nor teamericanos tendríamos en nuestras manos la clave de la vic toria. —Yoopino que, en el sentido militar, la movilidad sólo existe cuando existe la voluntad de combatir. Lo que finalmente va• loriza la movilidad no son meramente la tracción y la velo- cidad, sino la facultad de aguantar el fuego- y de devolverlo con creces. La movilidad en los Ejércitos es, por lo tanto, una cuestión de voluntad y de espíritu más bien que de material técnico: depende de la confianza que se tenga en los recursos propios y en la disposición a aceptar las decisivas respónsabilidades de una situación de combate. La movilidad, lo mismo en un Logística individual-. Ejército- que en un Batallóñ, -es principalmente el reflejé de La Estrdtegia es el arte de los Generales y, como cualquier su mando; si una Unidad de cualquier cuantía está verdade otro arte,- exige paciencia para elaborar sus conceptos funda -ramente templada mediante un adoctrinamiento patriótico, una instrucción efiçiente y ek debido adiestramiento en la prác.. mentales. Pero lo extraordinario es que, entre los Jefes supe- 53 - - - • riores, la rama de ese ar.te que generalmente se trata más a la ligera, aunque se la pide más minuciosidad, es la Logística. Como la palabra Logística se ha convertido últimamente en un verdadero “ungüento amárillo” que se aplica a cuanto se refiere a las actividades administrativas y de abastecimiento, me es preciso aclarar con exactitud en qué sentido la voy a emplear en este trabajo. Adoptaré, pues, la definición de sir George Coliey, quien dice que la Logística es “la combinación científica de las marchas, el cálculo del tiempo y las distancias y-la economía del vigor del soldado”, definición que es mucho más satisfactoria que cualquier otra de las que encontramosen nuestros diccionarios. Pero si aceptamos la última frase (y no podemos hacer otra cosa), excluimos ese concepto que algunos tienen .de la Logís tica, al considerarla como una tarea sólo para los Oficiales de la cuarta Sección, y para los matemáticos, que ha de resolverse con baremos de carga, reglas de cálculo y cuadros de marcha. Al aceptar esta definición, la Logística se convierte, de he cho, en la verdadéra esencia del mando, en el tema siempre dominante: el situar en una zona de guerra fuerzas superiores a las del enemigo y el economizarlas hasta que prevalezcan. Y más aún: creo que podemos convenir que para lograrlo no se han de tener en cuenta sola y exclusivamente las cantidades de hombres y material. En el generalato, como en cualquier otro escalón del Mando, el abecé del caudillaje radica en la fa cultad de elevar las posibilidades de los subordinados al nivel máximo posible y mantenerlas en él. Es por ello extremada mente curioso que en esteaspecto, el de la economía del vigor y posibilidades del soldado, exista mucha menos literatura téc nica que sobre cualquier otro aspecto de la guerra. En los Ejércitos modernos se escribe más sobre el factor moral que en los diecinueve siglos precedentes, y, sin embargo, los, tratados modernos sobre el arte del mando no tratan ape nas acerca de la economía del vigor y posibilidades del solda do parece como si se diera por descontado que la introducción de la máquina tienda a conseguir más volumen de fuego con menos hombres. Pero esto sólo se conseguirá si antes de la ba talla y durante ella se economiza más cuidadosamente que jamás hasta ahora la potencialidad individual. La verdad es que el hombre corriente y moliente es cada vez más débil; el efecto general de la máquina ‘en ‘las colectividades industriales es el rebajámiento de su vigor, pues cada vez es menos probable que los individuos que a ella pertenecen fortalezcan sus piernas me-. diante la marcha y los músculos de sus hombros y espalda mediante el ejercicio manual. Hasta hace poco tiempo, los sol dados más resistentes yde más confianza se reclutaban entre los agricultores; hoy en día, la mayor parte de las quintas se com pone de ciudadanos, más de la mitad de los cuales no han hecho nunca ejercicio físico regular ni han participado en los deportes. Paralelamente, las máquinas han aúmentado enor memente el tonelaje global, cuyo movimiento exige la guerra: hace doscientos años, un Ejército podía entrar en campaña con lo que llevaba en sus trenes de transporte o sobre las es paldas de sus soldados; pero durante la segunda guerra mun dial y en el teatro de operaciones europeo, detrás de cada sol dado tenían que’ moverse unas so toneladas de material, y las formaciones que se veían forzadas a depender exclusivamente de su transporte orgánico durante un período de tiempo pro longado, pronto se encontraban paralizadas. Las máquinas han hecho más, voluminosas las Unidades, y tan-ibién les han proporcionado más velocidad. Pero, en otro aspecto, no ha habido el más mínimo cambio, pues es evidente que lo que las máquinas no han conseguido todavía es disminuir ni un kilo el peso que cada soldado tiene que llevar sobre sí y que el combatiente va al combate cargado como iba hace tres mil años. Este ‘peso es la mayor de las rémoras para la movilidad en el combate, y yo mantengo que no se debe a ninguna causa in evitable,. Continúa llevándose, debido al fracaso en el enfoque del problema. Cuando reconozcamos que pódemos acomodar el emjileo de las máquinas al aligeramiento del soldado, será posible reducirlo grandemente, y hasta que no consigamos esto, no sacaremos el mejor partido posible del factor hombre. Nada que no beneficie al soldado individualmente en el mo mento de entrar en combate seráde provecho para un Ejército, y por esta razón, toda la estructura logística del nuestro deberá edificarse sobre la base de un estudio práctico de la capaçidad logística de un soldado corriente norteamericano. Esto exige una evaluación más exacta de sus limitaciones físicas y morales, y de la sutil interrelación que existe entre esas dos partes de SU ser. ‘54 Un prejuiciosecular. El General J. F. C. Filler dijo una vez que la adhesión a los dogmas ha destruído más Ejércitos y hecho perder más bátallas y vidas que ninguna otra cosa. Suscribo íntegramente sus pala bras y creo que ha llegado el momento de probarlas, porque en la próxima guerra no podremos permitirnos el lujo de per der nada inútilmente. En un trabajo anterior (i) me ocupé, aunque no todo lo debi do, del problema de la conservación del vigor combativo del soldado en el campo de batalla; mi argumento principal fué que la causa de la mayor parte de los fracasos tácticos de las pequeñas Unidades es que no hemos anclado nuestra doctrina táctia en una exacta comprensión de la manera como piensa y reacciona el soldado corriente norteamericano cuando recibe el fuego enemigo. El caso, tal como allí lo presenté, resultaba incompleto, ya que consideraba al soldado exclusivamente como un ser pen sante que deriva fuerza moral de sus camaradas cercanos y que necesita que éstos le animen por todos los medios posibles para tomar decisiones claras - y actuar éficazmente bajo el fuego enemigo. Es preciso añadir algo más: en el campo de batalla, el sol dado no es solamente un animal racional. Es también un ani mal de carga, al que se obliga a llevar un gran peso. Distinta mente de lo que le ocurre al mulo, al “jeep” o a cualquier otro elemento de transporte, su misión principal en la guerra em plaza en el momento en que entrega esa carga en el lugar pre visto. Esta distinción es la que hace que las posibilidades logísticas del hombre como medio de’ transporte no deban medirse por la cantidad de carga que pueda llevar sobre sí sin sufrir una le sión permanente en sus huesos o músculos, sino por lo que pueda aguantar sin - un ‘perjuicio grave de sus posibilidades mentales y morales: Si el soldado ha de lograr éxitos militares y preservar su individualidad, sus superiores deben respetar no sólo su inteligencia, sino también la delicada constitución de su sistema nervioso. Si no lo hacen, violarán el principio bá sico de la guerra, el de la conservación de la fuerza. No hacerlo es tener una idea equivocada de la movilidad. Hace casi ciento cincuenta años, Robert Jackson, inspector entonces de los hospitales del Ejército británico, expuso el caso con sencillez de este modo: “El lograr la acción conjunta de las facultades físicas y de la disposición mOral es el fin legítimo del táctico.” No podría ser expresado hoy en día más claramente el objetivo deseable; se reconoce universalmente que el secreto de -una guerra victoriosa está en conservar a los soldados en un estado de viveza mental y de bienestar físico que garantice que podrán y querrán moverse cuando reciban la orden competente. Indudablemente, todo el mundo es partidario de la movili dad; pero cuando se llega a la aplicación de sus principios, al punto más crítico de todos, la espalda del combatiente, los Generales modernos pueden estar tan equivocados como en sus tiempos lo estuvo el General Scharnhorst, que escribió: “El infante debería llevar un hacha para el caSo en que tenga que derribar una puerta.” No fué sólo Scharnhorst, pues a poco que se lea sobre la gue rra, nos daremos cuenta de que entre los grandes Jefes del ayer prevalece una obsesionante ceguera sobre el particular. Unos han juzgado que no merecía la pena citar la cuestión entre los principios esenciales del Mando; otros lo han hecho, pero sus ideas eran extremad3mente confusas. Tomemos por ejemplo al Mariscal Mauricio de Sajonia, puesto que’su percepción de los problemas morales fué, en conjunto, muy profunda. El escribió acerca de la instrucción verdades tan elocuentes como esta: “Todo el secreto del combate está en las piernas, y a ellas debemos dedicar toda nuestra atención.” Pero cuando dedicó su pensamiento al problema de las posibi lidades del soldado en el campo de batalla, dijo: “Es ocioso el temer cargar excesivamente de armas al infante. Ello aumen tará su’ firmeza.” Aun teniendo debidamente en cuenta que los movimientos en las operaciones de entonces eran más limitados y que el alcance de sus armas era más reducido, debemos convenir que la frase suena a barbaridad. El sobrecargar al soldado jamas le ha hecho más firme ni más valiente, y tal pronunciamiento se opone directamente a los pricipios de la guerra y a la debida dirección de las tropas. (i) caron Véanse los trabajos del a,utor cuyas traducciones se publi eó EJERCITO en los ndmeros de abril y mayo de 1948. 1 Pero las palabras de los grandes Generales son peligrosas, porque corrientemente atribuimos a los hijos del éxito una infalibilidad divina, en vez de examinar sus conceptos a la luz. del raciocinio. Las generaciones siguientes olvidan con dificul tad y son reacias a poner en tela de juicio las ideas de los gran des capitanes, a pésar de la experiencia humana, cada vez mayor, de que disponen. Todavía padecemos de Jefes que “no temen sobrecargar de armás al soldado”, y es, indudablemente, raro el Jefe superior que ahoga eficazmente y sin desmayo por lo contrario. En rea lidad, han sido principalmente los Jefes superiores quienes, en el transcurso de los tiempos, han impuesto esta maldición “sobre la espalda del combatiente”. Quienes estaban más en contacto con él soldado han tenido, generalmente, una opinión más realista. Recordemos ahora a Federico el Grandé. El fué- quien dijo que un soldado debe llevar siempre consigo tres días de racio nes. Y Napoleón dijo en Santa Elena que había cinco cosas sin las cuales no podía pasarse el soldado: “su fusil, su cartuchera, su mochila, un mínimo de provisiones para cuatro días y su hachá de zapador”. Volviendo a Scharnhorst, recordaremos que dijo que un soldado debía llevar consigo, además de sus armas y p.n para, tres días, “6o cartuchos, tres eslabones de repuesto, una mecha, una esponja, un “gusano” (r), un instru mento para desarmar el cerrojo, dos camisas, dos pares de cal cetines, trapos para envolverse los pies durante las marchas, peines, cepillos, greda, bolas negras, agujas e hilo”. Podemos hoy olvidar los detalles del “gusano” y de la “es ponja”. Pero el caso es que lo que hoy en día hacemos que el soldado lleve al combate está más en relación con esas ultraprevisoras recomendaciones que con lo que, según la experien cia, sabemos habrá de emplear en el combate, y que gran parte de ello podría serle ahorrado mediante el empleo de ,otros me dios de transporte si se planeara más acertadamente. Un análisis cuidadoso de los conceptos logísticos actuales después nos permitiría averiguar él origen histórico de muchos de ellos’ y seguir su» desarróllo hasta nuestros días; pero el ana lista buscaría en vano prueba alguna de que se basen en la ex periencia de combate, en vez de obedecer solamente.a una cie ga adhésión a los métodos tradicionalistas. Fozosamente ten dría que concluir diciendo, con Bacon, que “la Logística ac tualmente vigente sirve mds bien para ,fijar y dar estabilidad a los errores que se basan en nociones heredadas que para ayu dar a descubrir la verdad”. Quizá fuera necesario en los tiempos de Federico el Grande que el soldado llevase en la mochila tres días de provisiones, y es muy posible que en los de Napoleón hubiera necesidad de elevar su número a cuatro. Es dudoso que Jackson tuviera búenas razones tiara seguir el precepto de Federico el Grande durante sus Campañas’ del valle del Misisipí (guerra de Secesión norteamericana), aunque, según el Coronel Hendrson, sus solda dos acostumbraban a zamparse lo antes posible las’ tres raciones de previsión y a merodear después en busca de más alimentos. Pero ¿por qué razón hicimos llevar a nuestros infantes tres raciones completas en sus mochilas para atravesar las defen didas playas de Normandía? Tres raciones K equivalen a nueve paquetes de poco menos de medio kilo cada uno. Eso es lo que hicimos una y otra vez en desembarcos en los que, pisando los talones de los asaltantes, seguían cargamentos enteros de víve res “çalentitos”. Un solo’ paquete, es decir, un tercio de ración, hubiera bas tado. Mis cuidadosas observaciones personales sobre el terreno me han demostrado que sólo un 3 por ioo de los combatientes de primera línea probaron bocado durante el primer día del asalto, y que el mismo día sólo se consumió la quinta parte de agua que el segundo y siguientes, lo cual tiene su explicación. por la tensión que el combate encarnizado produce. A pesar de esta realidad palpable, continuamos sobrecar gando de raciones, a nuestros hombres hasta el fin de la guerra cada vez que montamos un ataque importante. Para compren der por qué lo hicimos, debemos dar de lacJq,a toda observa ción hecha en el campo de batalla y acudir a la Historia: Hace unos siglos, Federico tuvo una idea! El pesode las-municiones. Más impórtante y digno de discusión que el número de racio nes de previsión que debe llevar el soldado es el peso de la mu nición con la que se le debe cargarj pues el fuego es el resorte - (i) Probablemente, el tornillo de fijci6n del pedernal. - de la movilidad y un hombr no ‘puede disparar sin cartuchos.’ También en este caso son interesantes los antecedentes históri cos de la solución adoptada. Dejando chiquito a Scharnhorst, von Moltke decidió en su época que la carga de municiones más adecuada para el ro busto sóldado prusiano era la de 200 cartuchos, y desde enton ces ésta se convirtió en la dotación reglamentaria de los Ejér citos modernos. Los rusos y los japoneses la emplearon en 1904-1905, y la mayoría de los beligerantes en la primera guerra mundial. Por lo que podemos saber, ninguna autoridad de im portancia juzgó adecuado el poner en tela de juicio si esa cánti dad de cartuchos tenía alguna justificación táctica o logística. En el Ejército expedicionario norteamericano que actuó en Franciá durante los años 1917 y 1918, nuestros Generales se atuvieron normalmente a la práctica de exigir a sus soldados que llevaran toda la dotación reglamentaria durante las mar chas de aproximación, inclusive en los sectores “en calma”, y en tiempo caluroso, los resultados fueron brutales. Podemos dictaminar sobre lo acertada que era esa directiva con la simple afirmación de quenuestros soldados tenían quellevar sobre sí diez veces más cartuchos que los que podían consumir en cual quier’eventualidad. Después de laprimera guerra mundial, varios Estados Mayo res Generales, y especialmente el francés, examinaron la idea, aunque no muy a fondo, de que con la mejora que la motori zación suponía para el transporte en primera línea, podría qui zá relevarse al soldado de llevar su reserva individual de muni ciones. Pero tan piadosa intención no dió resultado alguno, a pe sar de que durante la primera guerra mundial se habían’ afia dido al péso global del, equipo del soldado armas y efectos tales como la bomba de mano,-el cuchillo de trinchera y la máscara contra gas. Cuando llegó la segunda guerra mundial, la regla de tres, que casi un siglo antes había establecido Moltke, seguía aún causando desolladuras al - infante, a pesar -de que, entre tanto y debido a los adelantos del transporte civil, el sistema de abú tecimiento de la zona de combate había sufrido una transfor mación tan revolucionaria, que había llegado a ser imposible qúe la primera’ línea se quedase -sin municiones: los “jeeps” y los órugas de municionamiento llevaban los cartuchos hasta los mismos puestos de mando de primera línea, y cuando no po dían actuar ‘con la debida celeridad, los aviones los arrojaban desde el aire en grandes cantidades. A pesar del cambio de situación, no hubo alivio para el sol dado. Verdad es que no seguimos al pie de la letra el precepto de Moltke; nos apartamos de él, pero no principalmente para aligerar el peso que el soldado había de llevar, sino para hacer sitio para otras clases de munición. Así, por ejemplo, durante los dos años últimos de las opera ciones del Pacífico, los fusileros -que desembarcaban en las pla yas llevaban generalmente sólo 8o car’tuchos de fusil o de cara bina. Pero esta concesión especial se les hacía para que pudie ran llevar ocho bombas de mano, o en algunos casos cinco; por que se suponía que en el combate a corta distancia que le es peraba, las ‘cinco u ocho bombas de mano les procurarían un margen de seguridad mayÓr -que el que les podrían proporcio nar otros 8o cartuchos de fusil. Los hechos probaron que esta suposición era poco realista. Si se analizaban cuidadosamente las actuaciones de las Com pañías en los combates por los atolones, se hacía evidente que el soldado que empléabá una bomba de ,mano era casi tan raro como el que llegaba a disparar 80 cartuchos de fusil; o sea que las bombas que ‘se exigía llevasen los asaltantes no contribuían ni a su mayor-seguridad ni a aumentar, su potencia de fuego. Pero ocho’ bombas son una carga muy embarazosa, pues pesan 5 kilogramos; si se hubiera limitado su número a dos, puede ase gurarse que el empleo genéral y particular de esa arma no se habría reducido y quelas luerzas así aligeradas no habrían sido más vulnerables. -‘ - Los estudios hechos sobre el particular prueban que cuando todós los individuos de una Unidad llevaban ocho bombas de mano, el número de los soldados que hacía”uso de una o más de ellas no llegaba nunca a un 6 por ioo de los efectivos en una acción general; igualmente probaron que las bombas de mano sólo se -utilizaron con resultado práctico durante la fase inicial de los ataques anfibios. Lo mismo ocurrió en Europa. Como yo empecé en el Ejército siendo granadero, ‘tengo por las granadas una afición sentimental. Durante la primera gue rra mundial estaba convencido de-que el sistema, de lanzamiento que se enseñaba no era el adecuado, y por ello llevé a cabo las primeras pruebas, que’culminaron más tarde en su alteración. 55 Pero por entonces aprendí que para emplearlas con eficacia hay que empezar por-comprender que es peligroso sobrestimar su utilidad. Esa lección sigue siendo útil; el Alto Mando la sobres tima al fijar una dotación individual tan elevada. El soldado comete el error, en demasiados casos, de emplearlas para “lim piar” los interiores de defensas tales como refugios antiaéreos subterráneos y casamantas de muros gruesos, y, sin comprobar su resultado, da por terminada su misión táctica. Convengo en que existen terrenos y situaciones tácticas que exigen movimientos a través de atrincheramientos o contra edi ficaciones en los que la bomba de mano es indispensable. Pero el sentido común nos dice que no hay ‘más justificación para cargar al soldado de bombas de mano que la que existe para cargarle de p’alos y de piedras; en realidad, esto no sería tan perjudicial, porque se desembarazaría de éstos en la primera oportunidad. El mismo razonamiento sirve para condenar el que se dote al soldado de bayoneta, arma que dejó de tener ningún valor táctico importante hacia la época en que el mosquete impreciso y de poco alcance fué desplazado por el fusil. Pero hemos se guido manteniéndol. tenazmente en parte, porque’ los hábitos militares desaparecen con dificultad, y más principalmente por la superstición de que el hierro hace más fieros y audaces a los — soldados y más propicios, por tanto, a cerrar sobre el enemigo. Dudo de que ningún Oficial de las Armas, de Capitán para abajo, participe lo más mínimo en esa superstición, y se debe dar más valor a sus opiniones sobre este asunto que a las de cualquier Oficial de mayor graduación que no tenga experien cia reciente en el combate a corta distancia. La bayoneta no es ningún agente químico, y su mera pose sión no -aumentará lo más mínimo la intrepidez del soldado. Tampoco la aumentará la instrucción de esgrima, por com pleta que sea; todo lo que puede decirse de ésta es que tal ins trucción no reporta más ventaja que la que se deriva del ejer cicio físico que exige, es décir, que aumenta la moral por lo que endurece los músculos y por lo que mejora la forma física. Debemos valorar la bayoneta en lo que represente como ins trumento ofensivo y defensivo, y hacerlo sin sentimentalismos y atendiendo sólo a lo que prueba la realidad. Si así lo hacemos, la existencia de la bayoneta como parte del armamento indivi dual será difícil de justificar. Por sorprendente que parezca, du rante el sitio de Brest por la 29 División, en 5944, se dió una si tuación en que una honda improvisada resultó útil para hostigar al enemigo; una cosa parecida puede decirse de la bayoneta, y es que pueden darse casos en los que pueda emplearse pro vechosa mente. Pero la experiencia prueba que las probabilidades de que ocurran son poquísimas. Es curioso el hecho de que en los com bates del Pacífico durante la segunda guerra mundial murieran más hombres por heridas de sable que de bayoneta. En cuanto al teatro de operaciones en Europa, sólo se tiene noticia de un ataque a la bayóneta, que fué el que llevó a cabo el tercex Batallón del 502 Regimiento de paracaidistas en la granja de Pommerague durante el avance sobre Carentan (Fran cia) en junio de 5944. En este ataque fueron muertos a bayo- neta tres alemanes, con la particularidad de que los tres fueron muertos seis minutos después de acabár la carga principal. El ejemplo de los paracaidistas. - Puesto que estamos tratando de la movilidad y de cómo de bemos cargar al soldado con vistas a ella, nada hay más ins tructivo que el estudio de las operaciones ejecutadas con fuerzas aerotransportadas durante la segunda guerra mundial. En el teatro de operaciones europeo, la dotación de los para caidistas era de 8o cartuchos de fusil o carabina y dos bombas de mano. Cuando los paracaidistas saltaron sobre -Normandía el 6 de junio de llevaba también cada uno lo siguiente: un fusil semiautomático, una mina inglesa, dos raciones de pre visión K (seis paquetes), un buzo impermeabilizado puesto SQ bre un uniforme completo, un casco con su red y barboquejo de sujeción, rin gorro de punto, una muda y un repuesto de ropa interior, dos pares de calcetines, una herramienta de atrin cheramiento, una máscara contra gas, un paquete de cura mdi- vidual, una cuchara, dos mantas, un saco-petate con su correa je, un paquete de sulfamidas, un neceser de aseo y un paracaí das de reserva. A pesar de todo ese peso, la característica más saliente de esas fuerzas fué, indudablemente, su mpvilida,d, porque la ma yor parte de sus componentes hicieron uso del sentido común, ya que saltaban con mucho peso, pero semovían sin estorbos. 56 Tan pronto llegaban a tierra, la mayoría abandonaban todo equipo que juzgaban innecesario, y lo hacían sin esperar a nir guna orden, y muchas veces aun antes de establecer contact con el enemigo o de reunirse con sus camaradas. Su actitud er la respuesta intuitiva a un curso de instrucción que les habí recalcado que lo principal era conservar-la movilidad. El resorte que impulsaba a esas fuerzas era el espíritu de su hombres; se movían y atacaban como la Infantería ligera, yl ventaja que les daba el factor sorpresa compensaba con ez ceso la desventaja de su escasa potencia de fuego. Además, pre sionaban fuerte en toda la línea, y su volumen -global de fueg demostró ser tácticamente suficiente, a pesar de que las cir cunstancias de su abastecimiento fueron, en general, adversas Las Divisiones 82 y ros se encontraron en una situación e la que durante dos días enteros todos sus elementos estabaz en contacto con el enemigo, y sólo los grupos cercanos a h playa de Utah tenían asegurado su municionamiento. Alguno de los grupos recibieron más municiones de los aviones de r primera oleada o de otros en misiones de reabastecimiento; per hasta que las fuerzas de tierra que llegaron por vía marítim no los rebasaron, muchos de los fusileros aerotransportados de pendieron exclusivamente de los 8o cartuchos y dos bomba de mano con los que habían saltado. Y, sin embargo, en el conjunto de las operaciones de los cm co primeros días que transcurrieron de ese modo, o sea hast el cruce del Merderet por la 82 y la conquista de Carentai por la sor, sólo se dió un caso en el que un destacamento tu viera que ceder terreno temporalmente por falta de municio nes. Ello ocurrió en Le Port Bridge, cerca de la desemocadun del Douve, donde 84 hombres del 506 Regimiento de Infante ría paracaidista, maridados por el Capitán Charles G. Shettle tuvieron una de las actuaciones más heroicas de la invasión Su resistencia fué de la. mayor importancia estratégica, pue fué en la cabeza de puente que defendieron donde los Cuerpo de Ejército V y VII pudieron, finalmente, soldar sus líneas.’ Al principio, el grupo del Capitán Shettle aguantó sin pér dida de moral los apuros que la falta de munición le originaban retirándose simplemente sobre el puente, y más tarde recobra ron el terreno cedido cuando pudieron hacerse con un par d bultos de munición que se les lanzaron desde el aire. Lo qué ocurrió a Shettle y a sus hombres merece ser tenid en cuenta, y si hecho a hecho pudiéramos recomponer todo lc sucedido a la Infantería durante la última guerra, descubriría. mos la frecuente repetición de incidentes parecidos. Hay dos causas fundamentales de la tendencia crónica s sobrecargar al soldado con un exceso de municiones: La primera es la creencia de que ello conviene para reforzai su moral, es decir, que probablemente combatirá con meno entusiasmo si le preocupa la idea de que se va a quedar sin mu niciones. Eso es un error psicológico. El combatiente entusiasts empleará hasta el último cartucho si cree que la situación k requiere y tratará después de ver si coge más en sus inmedia cioñes. La segunda es la también errónea creencia de que las esca seces de munición han sido frecuentemente causa de ‘esastre tácticos en las guerras pasadas y que, por tanto, deben ser evi tadas a ‘toda costa. Es difícil probar históricamente este error porque la historia de todas las guerras pasadas está muy con fusa cuándo se trata .de enfocár lo sucedido en la primera líner de fuego. Pero cuanto más de cerca miramos los detalles de lc ocurrido en ella durante la segunda guerra mundial, vemo más claramente que en las circunstancias de la guerra mo derna lo que menos probablemente- ocurrirá es una derrota po falta de municiones. La movilidad del abastecimiento y la pro fusión de las comunicaciones reduce al mínimo este riesgo. Ade más, siempre hay reserva de munición a mano. El soldado en• tusiasta y deseoso de utilizar sus armas tiene esas reservas er las éartucheras de su vecino, que le acompañará en el combate pero que no hará fuego. Análogamente, la Unidad, en situaciór apurada por la presión enemiga, tiene una reserva de municio nes en uno de sus flancos o en los dos, ya que la presión nuncs es uniforme -en toda la línea y es un deber de las Unidades que - sufren menos presión el poner a disposición de las que llevar el peso del combate sus reservas de munición. Es posible que estas ideas- parezcan una teoría impractica ble; pero es un hecho que algunos de nuestros mayores éxitos los hemos logrado así: el principio de prestar y compartir man• tuvo la vivacidad de la defensa de Bastogne, punto en el que durante ocho días de asedio,. se anduvo escaso de casi toda clase de municiones, y los sitiados lo sabían. Aunque el General de Brigada Antony McAuliff insistente- mente repitió al vrIi C. de E. que estaba en peligro de ser arrollado por su falta de municiones (situación que gradual mente fué mejorando gracias a las misiones de reabastecimien to aéreo), no ha habido operación duinte la última guerra en la que el soldado norteamericano combatiese con más valor y confianza. Las marchas no se hicieron a menos velocidad por el hecho de que los soldados careciesen de armas y municiones hasta llegar a 2 6 3 Km. del enemigo y la actuación de la arti llería no fué menos intrépida y decisiva porque cada cañón no pudiese disparar más de ro 6 52 proyectiles diarios. Deja remos de apróvechar la lección de Bastogne si no valoramos debidamente estos hechos y no los relacionamos con el mayor problema que se presenta a las fuerzas en canpaña: el de. ópe rar con la máxima economía de medios. El no fatigar al soldado con vistas a la conservación de su yigor combativó es un objetivo tan importante como cual quier otro que podamos señalar para el logro de una mayor eficiencia en el futuro. Pero -aún no hemos empezado a hacer nada en ese aspecto. Todavía no hay un convencimiento general de que el portea dor humano, como su antiguo compañero de fatigas el mulo, tiene unas posibilidades de transporte limitadas que, si se re basan, causarán inevitablemente una pérdida de abasteci mientos y de movilidad y pueden originar el derrumbamiento. Realmente, nos hemos portado siempre mejor con el mulo que con el hombre. Siempre nos hemos preocupado de no car garle con- más de un tercio de su peso, y eso que el mulo tiene un sistema nervioso menos delicado, pues, que yo sepa, jamás muló alguno reaccionó ante el combate con las angustias y ataques de nervios de que no está libre el hombre. El problema y las circunstancias que exigen su resolución, mediante el empleo de métodos modernos, me fueron expues tos con mucha imaginación por el General 3. F. C. Fuller en una reciente carta: - “... el soldado no puede ser a la vez un combatiente y una bestia de carga, del mismo modo que uná piezá de artillería de campaña no puede ser al mismo tiempo un cañón y un ve hículo de abastecimiento. La idea es errónea desde su naci miento y, sin embargo, se ha repetido continuamente. En esencia, - la guerra moderna, en el aspecto logístico, sólo nos ha’ traído dos grandes novedades, que son: a, los vehícu los mecánicos, que pueden descargar al soldado del equipo que hasta ahora tenía que llevar, y 2. a, el abastecimiento aéreo, que ha liberado de la carretera al vehículo. Las ametralladoras sólo son fuego más rápido, y la bomba atómica es sólo una enorme explosión; ambas cosas son nue vas solamente en cuanto a su intensidad y a su efecto. Pero las dos novedades arriba señaladas son de una naturaleza com pletamente nueva en ló que se refiere al abastecimiento. Sola ménte a fines de la segunda guerra mundial se ha revelado conclusivamente la influencia que esos adelantos pueden tener en la guerra futura.” - ElmorterocomodotacióndelaArtilleríaligera. Teniente Coronel Theodore G. Bilbo. De la publictición norteamericana The Field Artillery iour no!. (Traducción del Comandante Juan A.. Pérez Cebrián, de la Escuela de Aplicación y Tiro) Nota de la Redacción de EJERCITO: ligera de campaña. El -objeto de este artículo es demostrar Llamamos la atención de nuestros lectores que, de entre -todas las armas de que se dispone en la actuali para evitar una errónea interpretación de dad, es e1 mortero la que satisface más completamente las ne lasideas que expone el autor. Este, en las cesidades de los objetivos asignados a la Artillería de campaña. continuas alusiones que hace al - mortero - Antes de proseguir, debemos ‘intentar la definición de lo que de 195 mm., y que, como se verá, constitu se entiende por “una pieza que pueda incluirse entre las asig yen la razón de ser del artículo, se refiere nadas a la Artillería ligéra de campaña”. Para llegar a una al mortero de ánima rayada y proyectil definición concisa que esté’ de acuerdo con ‘los datos consigna especial de 106,7 mm., de precisión com dos en los manuales ‘técnicos, la Artillería ligera de campaña parable a la de las piezas clásicas de arti puede’. clasificarse en cañones, obuses, lanzacohetes y inorte llería (no a la de los morteros de ánima ros, cuyo calibre se encuentre comprendido entre i y io mm., lisa empleados por la Inftzntería). De aquel montados sobre montajes fijos o móviles. mortero se dió una descripción bastante am Si sometemos a examen esta clasificación, veremos que deja plia, en cuanto a sus características y em mucho que desear, pues no existe razón, a nuestro juicio, paré pleo, en el número 90, del mes de julio que se fije 105 ‘mm. como tope máximo del calibre, desde el mo de1947, ‘de esta misma Revista EJER mento en que no puede decirse que sean el peso o la, movilidad CITO. El mortero en cuestión de io mm. los- que fijan los límites, puesto que existen piezas de mayóres principalmente es - en el Ejército notreame calibres con’ pesos casi idénticos, y tampoco puede achacarse ricanola dotación del Servicio de Guerra a los cometidos específicos de la Artillería ligera, ya que en las Químico. Artillerías- divisionarias y en la reserva general de Artillería se encuentran piezas de 1o5 mm. La respuesta pudiera en-con Todo estudio profundo de un tema requiere una revisión con trarse atendiendo en la clasificación más al empleo de las pie-, inua de las particularidades del mismo que asegure un pro zas que a su calificación en calibres. reso’ continuo, pero seguro, hacia los objetivos que constitu La pieza ligera de Artillería debe estar proyectada para en su base. No deben existir desviaciones en el camino que proporcionar un apoyo eficaz,.y en’este sentido podemos defi onduce a la consecución de los mencionados fines. nir como “pieza capaz de ser incluídá entre las asignadas a la Vamos a tratar de estudiar, desde este punto de vista, la evo Artillería ligera de campaña” a toda pieza que, independien .ución de la Artillería ligera, para lo cual trataremos de dar con temente de su tamaño y calibre, seé capaz de proporcionar untestación a estas dos preguntas: ¿Cuáles son sus objetivos? apoyo eficaz a l,as tropas a, las que apoya.’ Construir una pieza de estas características será la misión !Cuáles son las. piezas ideales para la Artillería ligera? El fin primordial de la artillería es la destrucción del enemigo con el que en todo momento deberá tener presente la Artillería ligera nínimo gasto de esfuerzos y elementos propios, “con objeto de - de campaña. jue se produzca el agotamiento de la voluntad de combatir Precisemos ahora qué es lo que realmente, significa la frase lel Ejército enemigo”. “proporcionar un apoyo eficaz a las tropas a lás que apoya”. La Artillería ligera de campaña tendrá, por tanto, la misión Basta pensar sólo un momento para comprender que el “3poyo :lara de llegar a poseer una pieza que tenga la máxima poten inmediato” no puede definirse en función de la distancia, sino :ia de fuego para destruir al enemigo con el mínimo gasto de como aquel que nos permite intervenir por el fuegó sobre obje ufuerzos y elementos propios, pero sin dejar -de ser una pieza tivos de interés inmediato’ que ptiedan suponer un peligro igera que pueda incluirse entre las asignadas a la Artillería para la Unidad a la que se’ apoya. Objetivos de interés mme• 57 • - - diato serán todos aquellos que afecten o que se opongan al cumplimiento de la misión asignada a las tropas a las que se apoya. Desde este punto de vista sí que se comprende la división de la Artillería de campaña en ligera, media y pesada. A cada una de ellás se le asigna la misión de intervenir por el fuego en zonas determinadas del campo de batalla y contra tipos de objetivos también determinados. La Artillería ligera deberá intervenir en la zona.situada enfrente de las fuerzas a las que apoya y precisamente sobre aquellos objetivos que impidan de un modo directo el cumplimiento de la misión asignada a di chas tropas. Las Artillerías media y pesada, áun cuando son capaces de cumplir los cometidos asignados al apoyo directo con ciertas limitaciones, deberán estar proyectadas para poder intervenir a mayores distancias y contra objetivos más pro tegidos o de mayor importancia. Como consecuencia de este pro ceso de razonamiento, llegamos a la conclusión de que se pro porcione un apoyo adecuado, cuando se hace fuego contra los objetivos situados enfrente de las fuerzas a las que se apoya, contra todos aquellos objetivos cuya destrucción o eliminación entra dentro de las posibilidades del arma. Podemos, pues, decir que la misión de la Artillería ligera de campaña estriba “en proyectar y construir una pieza, cañón, obús o mortero de cualquier calibre que produzca la mayor po tencia de fuego con el menor gasto de esfuerzos y materiales, y que sea capaz de hacer fuego en la zona situada enfrente de las tropas a las que se apoya contra todos los objetivos cuya des trucción o eliminación se encuentre dentro de las posibilida des del arma”.. Esta pieza podrá tener cualquier calibre y cual quier alcance, pero deberá cunplir con la condición de tener un poder mortífero máximo y conseguirlo con el menor gasto de esfuerzos y materiales. Veamos, pues, cuál es la pieza que responde mejor estas características, y para ello atendamos primeramente al as pecto de su producción, bajo el cual no cabe duda alguna de que el mortero es, en• comparación con los cañones, aquella pieza que exige para su fabricación menor esfuerzo y menos materiales. En comparación con el lanzacohetes, resulta tam bién más práctico el mortero, si se- tiene en cuenta la impre cisión de los cohetes en su estado actual de perfeccionamiento. Con esto hemos visto que el mortero llena una parte de las condiciones que hemos impuesto a la pieza ideal, esto es, que su producción requiere el mínimo gasto de las disponibilida des nacionales, tanto en materiales como en mano de- obra; pero si examinamós la cuestión desde el punto de vista de la duración de la instrucción, nuevamente nos cnvencemos, tras un ligero examen, de que es más fácil la instrucción de los sir vientes de un mortero que la de los de una pieza, obús o cañón o de un lanzacohetes. Por otra parte, lainstrucción requerida para su empleo táctico resulta también a favor del mortero, sí como la necesaria para un adecuado enmascaramiento, ocul tación, entretenimiento y cuidado del equipo. De la misma manera resulta favorecido el mortero, desde el punto de vista de la movilidad y facilidad de transporte y de tiro en las más variadas condiciones del terreno. Puede pare cer que el desierto y los terrenos llanos abogan en favor de los cañones o de los obuses; pero debe reconocerse que los morte ros son igualmente capaces de cumplir las misiones del apoyo inmediato, al menos en la forma que han quedado definidas anteriormente. Para los cometidos que exijan un alcance ma yor se cuenta ya con la Artillería pesada o media. - El séctor de tiro es tal vez mayor en los obuses y cañones, al menos en su estado actual; pero debe destacarse que está ya proyectado un nuevo mortero con un sector de tiro de 3600. En este aspecto, también resulta favorecido el mortero, puesto que el montaje para llegar a conseguir los 360° de tiro resulta mucho menos pesado y complicado cuando se trata de-un mor tero que cuando se trata de cualquiera de los otros materiales de Artillería. En cuanto a velocidad de fuego, también resulta el uortero superior al obús y al cañón, ya que aquél puede realizar cinco disparos por cada uno de los que puede realizar el obús, con la ventaja muy digna de ser tenida en consideración de que, si bien es verdad que el proyectil de 105 mm. pesa i6 Kg. y el del mortero del mismo calibre aproximado pesa solamente xi Kg., el disparo completo del primero pesa 21 Kg., mientras ¿fue el del mortero pesa solamente 12 Kg., por lo cual, peso por peso de munición transportada, resulta el mortero notable- mente más eficaz que el obús. Desde el punto de vista de la técnica de la ejecución del fue- 58 g, puede decirse que nuestra doctrina actual acerca del empl€ de. los fuegos masivos, que exige que todas las armas ba cuyos alcances se halle el objetivo, se encuentren en condicb nes de concentrar su fuego sobre él, parece que es el obús pieza que reúne mejores condiciones; pero asimismo creem que, perfeccionando la técnica del empleo de los morteros, instrucción del tiro con ellos, y completáódoles los equipos c intercomunicación, puede alcanzarse con los morteros un acción de- masa semejante a la que se consigue con los obuse Las limitaciones de alcance que pueden aducirse en contra d mortero se ven compensadas en parte por su mayor velocida de fuego, que le permite situar un máyor peso de metralla e el mismo tiempo. Hasta el momento hemos visto las ventajas que, a nuesti juicio, tiene el mortero respeto a las demás piezas de Artillerá veamos ahora cuáles son las desventajas. A primera vista, parece que el mortero presenta grandes de ventajas en este aspecto; pero, para juzgar debidamente, d bemos prestar atención no sólo a los errores probables, sino la fragmentación de los proyectiles y a la forma de sus traye. tonas respectivas. La fragmentación característica de los mo teros cubre los alredededores del punto de explosión de casc tes mortíferos, mientras que los obuses presentan una distr bución de los cascotes más densa en sentido perpendicular movimiento del proyectil. — El proyectil del obús transporta TNT en cantidad de 2 Kg mientras que el de mortero está cargado con el mismo expli sivo, del que lleva 4 Kg., ya que las características balístic del primero exigen un mayor espesor de paredes, lo cual Ilex aparejada una disminución de la carga explosiva. Tanto mortero como el obús están dotados en la actualidad de esp letas rápidas, instantáneas, de retardo y de tiempos. El fueg de morteros es especialmente adecuado para la destrucción c los asentamientos enemigos, incendio de edificios y establec miento de cortinas de humo. Las trayectorias de ambos proyectiles abogan en favor de h morteros, ya que permiten batir todas las posiciones o desenf ladas que se encuentren con gran’sencillez, mientras que empleo del obús de io mm. exige la utilización de las traye tonas de la segunda rama con todas sus molestas -consecuer cias. Debe tenerse en cuenta, además, - que en la Conferencia la Infantería de 1946 no se consideró que el error de los mort ros fuese excesivo para las necesidades del apoyo inmediat Las últimas plantillas para el Regimiento de Infantería con tituyen un testimonio dé la confianza de la Infantería en l posibilidades del mortero para proporcionar un fuego precin al asignar una Compañía de morteros pesados a cada Reg miento de Infantería como armas destinadas al apoyo mm diato orgánico. En cuanto al alcance, el mortero actual (ros mm.) tiene u alcance de 4 Km., mientras que el obús alcanza a los 21 Kn El alcance de los nuevos morteros en pruebas es bastante mí yor que el actual; pero hasta el momento no puede adelantan nada al respecto. Es evidente que en este aspecto la diferenci es clara a favor del obús; pero debe tenerse en cuenta que, d das las misiones asignadas a la Artillería ligera de apoyo ir mediato, las posiciones ocupadas durante la pasada guerra encontraron en muy raras ocasiones por detrás de las líneas más de 4 Km. de la línea principal de resistencia, siendo l distancias más corrientes comprendidas entre 1 y 3 Km. L posiciones para los morteros deberán encontrarse entre 2 2,5 Km. por detrás de la línea principal de reistencia, por cual les quedan aún 1.900 a 2.400 m. de alcance eficaz por d lante de dicha línea. Los objetivos situados más allá del alcance eficaz de b mórteros deben ponerse bajo la acción de las Artillerías med: y pesada. Veamos cómo puede establecerse la comparación, en rel ción con el frente asignado a la Unidad a la que se apoyi Utilizamos al efecto números -un tanto arbitrarios. El frent asignado •a un Regimiento de Infantería en defensiva es d 2.500 a 5.000 metros. Nuestra doctrina actual indica que deb utilizarse un Grupo de Artillería ligera de apoyo directo, co r8 obuses, que debe poder proporcioxiar el apoyo inmediat en caso necesario. Cualquier cambio en la doctrina actu deberá proporcionar, al menos, la misma potencia de fuegc de que se dispone en la actualidad. Comparemos la potenc: de fuegos de un Grupo de obuses con el de un Grupo de morti ros, en el supuesto de que ambos se encuentran disparando la máxima cadencia, - N.° Disp. piezas )rteros ús i05 ni m... . 36. i8 Peso metr. Disp. mm.0 Peso Peso de los Peso uerto TNT disp. no dispa por completos rado contra por mio. el enemigo uin.° Kg. Kg. 720 8.5oo 7 1.100 3.000 170 Kg. Kg. 8.500 1.100 25 360 De. este cuadro se desprende que, a la máxima, cadencia, el rtero es la más eficiente de las dos armas, ya. que llegamos a conclusión de que si tenemos en cüenta el peso de la metra lanzada sobre el énemigo, un solo mortero puede sustituir a obuses de Artillería de 105 mm., lo cual significa que con sólo atro morteros podemos reemplazar al Grupo de obuses, con taja en relación con el peso de metralla que podemos lanzar re el enemigo en un momento dado. Con estas cifras como base, vamos á estudiar los posibles ctos de la limitación de alcance, que es una de las principa desventajas aparentes de los morteros. Por el momento, iitaremos nuestra . discusión a las distancias inferiores a los co ni. de la línea principal de resistencia, con cuya condición mos a determinar a qué distancia de dicha línea deben co arse los morteros para que cada punto del terreno pueda batido, al menos, por cuatro morteros, con lo cual propo naremos al Regimiento la misma cantidad de. fuego que el upo de obuses. Para ello supondremos que se dispone de 12 )rteros distribuidos en tres secciones de cuatro morteros cada a, que.podemos colocar a 3.200 m. a retaguardia de la línea ncipal de resistencia cubriendo la tercera parte del frente gnado al Regimiento con ‘un fuego equivalente al del Grupo Artillería ligera. Cuanto más cerca coloquemos las Unidades morteros y más estrecho sea el frente asignado al Regimien mayores serán las posibilidades de fuegos de masa realizados las Unidades de morteros. Ñ O RM AS SO BRE C O LA BO RA.C O N - De la discusión precedente se desprende que puede reempla zarse con un Grupo de morteros la artillería compuesta de tres Grupos de obuses de io5 mm., que actualmente realiza las mi siones de apoyo a una División. Un Grupo de obuses requiere un personal de 669 Oficiales y tropa, y un Grupo de morteros, 656 Oficiales y tropa,-con una diferencia a favor de los morteros de sólo 13 hombres. Existen, indudablemente, muchas solucio nes para la integración de las Unidades de morteros en la arti hería de las Divisiones. Una de las soluciones podría ser el que la’ Artillería divisionaria constase de tres Grupos, compuesto cada uno de los cuales por una Batería de Plana Mayor, tres Baterías de 155 mm., una Batería de morteros de 105 mm. y una Batería de Servicios. La Batería de Servicios actual debe ría incrementarse, al menos, con dos camiones de 2,5 Trn., con sus correspondientes remolques y el personal necesario para el manejo de los cargamentos. Se debería contar con nueve Sec ciones de Observación avanzada. El empleo táctico de una Artillería divisionaria,, organizada en la forma que se ha expuesto, exige el estudio de múltiples y complejos factores que se salen de los límites que hemos impuesto a este’artículo, uno de los cuales podría ser el que, al realizar la distribución de misiones tácticas, podría. suceder que se asignasen misiones de apoyo directo a los Grupos de 155 mm., o que la Batería de morteros realizase el apoyo mme diato,.pero reforzando sus fuegos en caso necesario, gracias al auxilio del Grupo de ‘55 afecto al mismo Regimiento de In fantéría. La Artillería divisionaria contaría en esta forma, con nueve Baterías de 155 mm., con el consiguiente incremento de los. fuegos de contrabatería, en los casos en que se notara alguna preponderancia de los’ fuegos de artillería enemigos. No puede existir duda alguna de que la “adición” de los dos Grupos de Artillería de 155 mm. daría, a la Artillería divisionaria no sólo un-a mayor potencia de fuegos, sino una creciente flexibilidad. De acuerdo con lo que llevamos expuesto, creemos que es ne cesario dar en adelante una mayor importancia y dedicar, en consecuencia, una mayor atención a la investigación, expe rimentación y desarrollo de los morteros de cuanto se ha hecho hasta’ la fecha. Esta discusión acerca de los morteros no quedaría completa los trabajos de colaboración es Puede enviar sus trabajos toda la Oficialidad, sea cualquiera su’ empleo, escala y situación. EJERCITO publica tanibién trabajos de escritores civiles cuando el tema y su desarrollo interesa que. sea difundido en el Ej ército. Invariablemente se remunera todo trabajo publicado con una cantidad no menor de 400 pesetas, que puede elevarse hasta 750 cuando su mérito lo justifique. Se exceptúan de la norma anterior los trabajos que se utilizan fragmentariamente o se in cluyan en la sección Información, Ideas y Reflexiones, cuya remuneración mínima es de 200 pesetas, ‘aunque ésta también puede ser elevada según el caso. Admitimos fotos, composiciones y dibujos en negro o en color que no vengan acompañando’ trabaj os literarios y que sean de carácter adecuado a la Revista. Pagamos su publicación según convenio con el autor. Es muy conveniente enviar con los artículos fotos a propósito y dibujos explicativos, eje cutados con la mayor limpieza y claridad; mas ello no es indispensable. Los trabajos deben enviarse certificados; acusamos recibo siempre. Solicitamos la colaboración de la Oficialidad para GuIóN, Revista ilustrada de los Mandos s.ulbalternos del Ejército. Su tirada, 25.000 ejemplares, hace de esta Revista una tribuna resonante donde el Oficial pued’e darse la inmensa satisfacción de ampliar su labor diaria de instrucción y educación de los Suboficiales. Pagamos los trabajos destinados a GuIÓN con 200 a 500 pesetas. Admitimos igualmente trabajo de la Oficialidad para la publicación titulada REVISTA ‘DE LA OFICIALIDAD DE COMPLEMENTO.—APÉNDICE DE EJÉRCITO, en iguales ‘condiciones que para GUIÓN, siendo la remuneración’ mínima la de 250 pesetas, y la ‘máxima hasta 6oo. , 59 sin hacer mención de que el Cuerpo de Agentes Químicos cuen ta en la actualidad con un Grupo de morteros de 105 mm. Para la inclusión de estas armas en un Cuerpó que, en el mejor de los casos, no debe actuar, a menos que el enemigo se ade lante, a utilizar los agentes químicos, no existe otra razón que el que este Cuerpo tomó la iniciativa en la aplicación de los morteros en este cometido y estudió sus posibilidades de adap tación a la guerra química. El mortero es realmente ideal para este propósito; pero no dejaría de prestar el cometido de distri buidor de los agentes químicos en el caso en que actuase bajo las órdenes de la Artillería. Toda División cuenta, en efecto, con un Oficial de enlace, encargado de cuanto se relaciona con la guerra química, por lo cual lo único que habría que hacer en caso en que se decidiese recurrir a este tipo de guerra, sería mandar a este Oficial al puesto central de tiro y seguir sus indi caciones en cuanto al momento, lugar y tipo de agente químico que desea .se utilice. Para terminar, se ofrecen a la consideración de los lectores unas cuantas preguntas, que, a nuestro juicio, terminarán de fijar las ideas: 1a ¿Se ha hecho algo para lograr el mortero autotranspor tado? 2•a ¿Sobre qué tipo de terrenos se llevará a cabo la pró guerra? 3. ¿Es el Cuerpo Químico más indicado que la Artil para la utilización de los morteros? 4a ¿Se han realizado todas las pruebas posibles acerca empleo de los morteros en el apoyo directo? a ¿ Ha pensado alguno de los Oficiales del Cuerpo Qu co o de los de Artillería acerca de la posible utilización del po de morteros en el apoyo directo? 6. ¿Por qué se ha dado tanta importancia en la última rra a la localización de los morteros enemigos? 7a De entre todas las armas utilizadas por el eneri ¿cuál es la qúe más bajas nos causó en la segunda guerra n dial? 8. a ¿Lucharemos en la próxima guerra contra un ener dotado de superioridad artillera, lo cual exigirá dar una priz dial importancia a los fuegos de contrabatería? a ¿Tienen los tres Grupos de Artillería ligera de cami (2.007 hombres) un mayor potencial mortífero que el del mo número de Grupos de morteros (1.978 hombres)? io. a ¿Cuál sería el grado de eficacia del Grupo de morti en comparación con el de obuses de io mm., en apoyo d operaciones realizadas desde el aire o desde el mar? Lapazporeldominioaéreo. Conferencia del Mayor del Ejército de los EE.UU. Alexander P. de Seversky. PbIk por la Revista Militar y Naval del Uruguay. (Extractado por la Revista EJERC - Por desgracia, los acoñtecimientos de hoy día no garantizan que las naciones del mundo estén en condiciones de resolver pa cíficamente sus diferencias. Las Naciones Unidas no se han convertido todavía en el árbitro eficiente de las disputas inter nacionales. La esperanza de la Humanidad en una paz dura dera fluctúa como la llama de una vela a la brisa de las vicisi tudes pólíticas. En un momento se alarga brillantemente; en otro disminuye hasta ser un pequeño punto luminoso. El peli gro de que puedeextinguirse inesperadamente y el mundo se vea una vez más sumergido en la oscuridad de la guerra está siem pre presente. Este peligro no puede ser descartado. Debe ser examinado tranquilamente con mente clara y serena. E1 hecho es que el empleo de la fuerza no ha sido aún pros crito por la Humanidad. El mundo se encuentra todavía en un torbellino. Ha sido dividido geográficamente en dos partes opuestas. Una parte está organizada bajo la dirección de un estado policíaco, que es en todas y cada una de sus células tan totalitaria como lo era el fenecido régimen nazi en Alemania; ésta es la oriental. La otra mitad está dirigida por las naciones democráticas; es la mitad occidental; ambas tienen puntos de contacto con el Polo Norte. El grupo totalitario está servido por autóm3tas que se lanza rían instantáneamente a la guerra, a la orden de un solo hom bre. Por esa -misma razón está destinado a desintegrarse y des plomarse, una vez que la autoridad del dictador esté compro metida. Nuestra unidad es una fraternidad de hombres libres, inspi rados espiritualmente. Si aceptamos el desafío de la agresión y luchamos, no será por un hombre o una clase, sino por idea les que no pueden abandonarse. Nuestra voluntad para resis tir y ganar serán, por lo tanto, infinitamente más fuertes. Las comunicaciones y transportes han encogido este pla neta a un grado tal que se ha hecho difícil, si no imposible, la coexistencia de dos sistemas sociales y morales diametral mente opuestos. Es posible que sea indebidamente pesimista, aunque prefiero llamarme realista. Pero me parece que sólo hay dos caminos por los cuales podrá alcanzarse un mundo pa cífico. Primero. Una ideología sucumbirá frente a la otra por con taminación o infiltración. El sistema más viril y enérgico su perará al débil despertando revoluciones internas, creando así una única y uniforme ideología mundial y estableciendo una paz, ya sea por persuasión o subyugación, que puede durar un siglo. Segundo. Si no se logra tal triunfo ideológico, se hará iii- 60 evitable una decisión militar, y el bando victorioso estan condiciones de mantener la paz durante un siglo, si no siempre. Bajo estas circunstancias, no pretendamos cerrar nue ojos a los hechos. Aunque consideramos pérfida y horribJ guerra, debemos reconocer que es una probabilidad const y preparamos para toda eventualidad. El autoengaño por n tra parte sería simplemente una invitación a los dictal ambiciosos para que actúen contra nosotros. En una lucha entre dos hemisferios, ninguna nación Continente americano, ni aun los Estados Unidos, podrá se vivir sola. Nadaremos o nos hundiremos juntos. Por lo tr al tratar nuestra posición estratégica, decir nosotros q decir todos los pueblos de este hemisferio. En toda la Historia, las formas preponderantes del tr porte han determinado el carácter y la estrategia de la gu Han fijado los canales y los medios por los cuales puede ll se la destrucción hasta el enemigo. Toda consideracióne tégida debe, por tanto, tomar el transporte como punt partida. El factor dominante de nuestra época es que h ertradoen la edad del aire. El “océano aéreo” que envuel nuestro globo se ha convertido en la más eficiente vía de ti porte. Es evidente, n consecuencia, que el próximo gran confl si llega, será librado en el aire; el choque decisivo de hombi máquinas será elevado desde la superficie de la tierra has cielo. El resultado de esta batalla en la tercera dimensión definitivo. Las fuerzas y las armas de superficie no ten importancia hasta que se haya alcanzado una decisión en el El avión, aun en sus formas primitivas, jugó un papel c derable en la primera guerra mundial; pero sus valores t cos y estratégicos, basados en la eficacia real, no fueron co yentes para el observador medio. Sólo aquellos que se pre paron de analizar cuidadosamente aquella experiencia pi ron discernir el papel a que estaba destinado el poder s como fuerza importante en el conflicto futuro. El motivo por el cual fué tan difícil prever las posibilid fué que no se habían producido cambios tecnológicos re cionarios en los métodos de vuelo y de propulsión; parecír ber límites definidos para la velocidad, tamaño y capacida transporte del avión. A la terminación de la segunda guerra mundial, sin emb el panorama era absolutamente distinto. Cierto que el conf fué ganado y librado con aviones tradicionales; pero toda naciones beligerantes y Alemania en particular estaban bral. de conseguir innovaciones revolucionarias de vuelo y pulsión. Nuevos inventos habían abierto la posibilidad de lo supersónico y se había desarrollado la propulsión a cho y a cohete. Aun sin estas asombrosas innovaciones, el avión ía madurado para fines de la guerra, desde un arma auxi de las armas más antiguas hasta convertirse en el arma damental de una organización militar totalmente nueva... ta ser una nueva fuerza militar de carácter estratégico. Se ía convertido en el método más eficiente de llevar la guerra ravés de un nuevo medio: el aire. Podía por su propia acción ependiente destruir la capacidad para hacer la guerra y te sos de un enemigo, y çon ello hacer terminar las hostilidades. iste contraste entre las condiciones que imperaban después la primera y de la segunda guerra mundial es de enorme im tancia práctica. En lo pasado, quienes abogábamós por el pleo de aquellas aeronaves más adelantadas que nos ofre i las nuevas probabilidades de la aeronáutica, éramos des ados como soñadores. Se nos acusó de hacer un mal servicio sfuerzo bélico, pues se argumentó que debíamos abogar por armas verdaderas y probadas de que entonces se disponía. embargo, la .misma guerra bien pronto demostró que sólo nulando los planes estratégicos y tácticos muy por adelan o, sólo llevándolos a la práctica en términos de las armas mañana, puede évitarse la sorpresa de entrar en el campo batalla con armas de ayer. 3ásicamente, una fuerza militar es aquella que se mantiene misma en su propio elemento; que está capacitada para mit el dominio de su elemento, a la vez que se lo niega a su rersario Al asumir así la libertad de acción con su propio nento, puede llegar a una terminación• de las hostilidádes diante la aplicación directa de las fuerzas sobre los medios énemigo para librar la guerra. iste es el motivo por el cual los Ejércitos eran fuerzas estra icas en tierra y las Marinas de guerra lo eran en alta mar. oy día, ninguna de ellas puede mantener una batalla bajo cielo hostil; han dejado de ser fuerzas estratégicas y se han vertido en auxiliares del poder aéreo. Comprendo que este ho revolucionario no es fácil de admitir. Pero es un hecho debe ser mirado de frente si debemos sobrevivir a esta ad del Aire. To quiero decir que debemos prescindir de las fuerzas de tierra rl mar; quiero significar que debemos asignar nuevas responsa dades a los integrantes del equipo. Bajo las nuevas ondicio estratégicas, las fuerzas terrestres y navales desempeñarán damentalmente un papel de apoyo para las puntas de lande nuestro poder aéreo ofensivo. un mundo que desgraciadamente nó ha aprendido a pres lir todavía del arbitrio de la fuerza, los pueblos democráti están decididos a hacerse especialmente fuertes. Queda por erminar la clase de fuerza. La prueba más importante de stro poder será nuestra posibilidad de tener una fuerza que uie como persuasor eficiente de un agresor en potencia. En guerra futura, la mera cantidad de armas no servirá a este pósito fundametal. En la segunda guerra mundial aplasta ;‘ al enemigo con el peso. de hombres y máquinas. La canti en definitiva, hizo historia y la victoria ocultó sus errores. limos experimentar, improvisar, hacer salidas en falso con terrible costo de vidas y riquezas. Si tenemos que luchar en lercera guerra mundial, no tendremos ese cómodo margen a equivocarnos. No podemos apostar nuevamente con la ta preponderancia de potencial humano, recursos y poten industrial. Esta vez el enemigo puede tener ‘a su disposición población .y recursos acumulados del vasto continente eura lico. La contienda por desgaste no estará únicamente de nues parte. Por vez primera podremos encontrarnos en la posi n de David. frente a Goliat. La estrategia americana debe, lo tanto, ser concebida y llevada a la práctica correcta nte desde el principio para conseguir un resultado estratégico. ‘ero, sobre todo, debemos impedir la anticuada lucha de ba ietas en la superficie, en la cual la cantidad era el factor isivo. Debemos dedicarnos más a la calidad que a la masa. ualquier agresor en potencia debemos hacerle patente que no s posible duplicar nuestra fuerza, en la cual reside el poder de aasión. Si ello debe proporcionar un punto de partida a los igerantes, la naturaleza de la estrategia americana debe ser iocida por ellos. La forma de llevarla a la práctica, las armas a tácticá, como es natural, deben ser mantenidás en secreto; o la estrategia y el plan general deben ser conocidos por el migo para llevarle a la melancólica realización de su desven a si deciden recurrir a la guerra. Afortunadamente, tenemos uestro alcance una estrategia que satisface estas condiciones. Es tan claramente superior, tan adecuada al genio de América y su capacidad física, que ningún adversario se arriesgará a un desafío. Es una estrategia que elevará el conflicto humano hasta el nivel más alto de la ciencia y tecnología modernas. Ninguna nación industrialmente atrasada y políticamente ma niatada puede abrigar la esperanza de competir con nosotros. A la luz de estad consideraciones, hago una llaniada para que admitamos y actuemos sobre la suprema realid3d de esta épo ca, cuya realidad es que el Poder aéreo es nuestra primera línea de defensa. Ya ahora todos, al menos de palabra, conceden la primacía a la aviación. Sus partidarios ya no son atacados como extremistas. Pero nuevamente debemos preguntar: ¿Qué clase de poder aéreo? ¿La aviación táctica y la estratégica de viejo estilo? ¿La aviación dependiente de la cadena de bases distantes y, pór ende, dependientes de un Ejército y una Ma rina gigantescos el poder aéreo capaz de efectuar el salto di recto contra el corazón industrial del enemigo? No es cuestión de argumentar pequeñeces. Se va al núcleo mismo de la estra tegia moderna. Es falsa la presunción de que una masa hetero génea de aviones tácticos y de bombardeo, más el Arma aérea de la Marina, más lá aviación del Ejército, la aviación de Infan tería de Marina, la aviación de guarcostas, hacen el podér aéreo. Una nación puede tener enjambres de aviones y, sin embargo, no tener poder aéreo verdadero, tal como Hítler y Tojo lo aprendieron demasiado tarde. El contar con aeronaves inútiles puede drenar nuestros limi tados recursos personales tan rápidamente como la construc ción de acorazados anticuados y otras armas atrasadas e incul car un falso sentido de seguridad. El verdadero •poder aéreo en la situación actual de la aeronáutica significa una fuérza de ataque que puede levantarse directamente desde nuestro con tinente americano para atacar directamente el núcleo. indus-. trial del enemigo y volver a bases sin detenerse. Así, la avia ción está libre de bases en Ultramar que pueden ser sometidas a la demolición, a la captura y a las vicisitudes políticas y mili tares de otras naciones extranjeras. Sólo en estas condiciones podemos no tomar en cuenta la fuerza de superficie del ene migo y llevar la ofensiva, cualquiera que sea el resultado en tierra. Afortunadamente; crear tal fuerza aérea es completa mente práctico y factible. El motivo por el cual no ha sido creado aún no es tecnológico, sino psicológico. La creación de tal poder no exige nuevos inventos, sino solamente el refina miento de los tipos existentes. Los prototipos de las naves necesarias ya están volando. Con el dominio total del océano aéreo firmemente en nuestras manos, nuestra posición será análoga a la Gran Bretaña en el siglo XIX: una pequeña isla frente a Europa estuvo en condi ciones de mantener un siglo de paz. Esa época fué llamada de Pax -británica. Ellos pudieron hacerlo sin militarizar a su pue blo. Este milagro fué posible porque Gran Bretaña no intentó tener la supremacía en mar y en tierra al mismo tiempo. Quiso lo primero. Viviendo una época en que el agua era el elemento decisivó para la destrucción del enemigo, Gran Bre taña encauzó prácticamente todo su potencial disponible hacia el poder naval, logrando el dominio absoluto de los mares me diante una flota invencible. Esta estrategia daba tiempo para formar un Ejército cuando fuese necesario. Esa época no ter minó hasta que otra nación surgió para desafiar la supremacía naval británica.- Hoy en día, el aire seha convertido en el ele mento fundamental del poder mundial. Una fuerza aérea réal, capacitada para dominar en el cielo, puede dominar todo lo que está debajo. Si mantenemos nues tro esfuerzo en tierra y en el mar en un mínimum y encauza mos nuestros recursos hacia un poder aéreo interhemisférico de largo plazo, podemos ser incomparablemente fuertes sin co rrer riesgo militar. Cuando reunamos valor intelectual para hacer frente a este cambio revolucionario, podemos tener un siglo de paz. La victoria, no menos que la derrota, tiene sus peligros, pues to que las naciones victoriosas siempre están dispuestas a lu char en la próxima guerra con los métodos y armas que proba ron su éxito en la anterior. Consideramos a Francia después de la primera guerra mundial embargada por el triunfo de las trin cheras. Construyeron una trinchera supercolosal llamada Lí nea Maginot. Como obra de ingeniería era soberbia, equipada con todos los dispositivos científicos para la comodidad y efi ciencia; pero seguía siendo una trinchera, era todavía un mo numento a la trágica creencia de que la guerra próxima podria ser tan estática como la pasada. Un oficial llamado Charles De Gaulle advirtió que el arte militar- dinámico anularía las trincheras. ¿Escuchó Francia? No. 1 - Esta ilusión de seguridad fué confirmada por aclamados hé roes, tales como Foch, Pétain, Joffre. Poner en duda su sabi duría militar en esa época era cosa próxima a la traición. Desde entonces, la Línea Maginot se convirtió en el símbolo ‘de la futilidad, pero su significado no ha sido totalmente com prendido. Habiendo ganado nosotros la última guerra con fuer zas del Ejército, la Marina y la Aviación, procedemos a crear fuerzas análogas supercolosales. Las fuerzas que estamos crean do tendrán todas las mejoras tecnológicas; los pequeños pla neadores serán reemplázados por grandes planeadores; los ca rros, por supercarros; las embarcaciones de asalto, que lanza ban cohetes primitivos, serán reemplazadas por acorazados mo dificados para lanzar cohetes “V-2”, y los portaaviones serán como islas flotantes supercolosales. Pero los métodos actuales de guerra con los que esperamos ganar la próxima son exacta mente los mismos que fueron empleados en la pasada. En América, hoy, la opinión pública y la legislación están fascinados por el prestigio de los Generales y Almirantes que les dieron la victoria. Se nos debe recordar, que la estrategia de los tres elementos fué una improvisación que se nos impuso, ya que no habíamos proyectado aviones que tuvieran un al cance suficiente para atacar los puntos industriales vitales del Japón desde nuestras bases. Técnicamente, los aviones con tal alcance eran posibles y prácticos; pero fueron desechados por los inteligentes con mentalidad terrestre. Fué creado el equipo de tierra, mar y aire para llevar a la aviación de corto alcance, paso á paso, isla por isla, hasta la distancia conveniente para atacar el objetivo definitivo. Ciertamente, cuando se amplió el alcance de la aviación disponible, esos pasos pudieron alar garse, rebasando las islas interme4ias, donde estaba el Ejército atrincherado. Con el aumento de la autonomía en la etapa final, nuestras superfortalezas fueron situadas dentro del radio de alcance para atacar al Japón propiamente dicho. En esta si tiiación, al iniciar la fuerza aérea una sistemática demolición de las fuentes del poder industrial japonés, las fuerzas del Ejército y la Marina se convirtieron en simples espectadores. El poder aéreo terminó la tarea y ésta es la clave para com prender los hechos. Terminamos con el grañ Ejército japonés en las islas metro politanas y en el continente asiático, todavía intactos, pero estratégicamente importantes, con una masa fantástica de fuerzas terrestres y navales americanas, listas para la invasión, que resultaron intactas e inútiles. El golpe decisivo fúé asestado por el poder aéreo, salvando millones, de vidas americanas y japonesas. Nuestra invasión real se produjo después de la rendición. Un puñado de Oficia les y soldados americanos desembarcaron .y ocuparon un país que todavía -poseía millones de combatientes frescos. El sig nificado de esto debe ser inculcado a nuestro pueblo de ma nera que haya menos peligro de gastar nuestros recursos y es fuerzos nacionales en armas anticuadas. Después de haber sido destruída la máquina industrial del Japón, siguió la invasión, por su propio peso. La mayoría del país pudo comprender la evidente enseñanza de esto; pero los estrategas profesionales de superficie de la nación, ignorantes de los factores aeronáuticos, estaban exasperados. Con muy pocas excepciones salieron de la guerra cn pleno conocimiento del elemento temporal, y accidental, es decir, del equipo mar, aire, tierra, para obtener bases. Continuaban ciegos al anticipo de la estrategia del ma ñana, revelado por la victoria, una estrategia donde no inter viene la decisión del infante en el campo de batalla. Presencia mos ahora una mentalidad de Línea Maginot que trabaja para imponer a nuestras naciones equivalentes de la supertrinchera. El programa actual de nuestra defensa nacional de fuerzas equilibradas que operan desde una cadena de bases significa sólo una cosa: la perpetuación de los métodos de la última gue rra. El hecho de emplear métodos mejorados en aeromóviles dirigidos, bomba atómica, propulsión a chorro y a cohete, cambió la táctica, pero no la estrategia. El plan general de es trategia que ha sido delineado por los dirigentes militares de las potencias occidentales es el siguiente: las Divisiones de fuer zas terrestres americanas y occidentales tratarán de detener la marea rusa en el río Elba o en el, Rin. El círculo de bases aéreas alrededor del continente eurasiático estará preparado de ante-. mano o será ocupado por fuerzas de tierra, mar y aire. De esta manera nuestra aviación estratégica actual será desplegada para castigar los puntos vitales estratégicos del enemigo. Entre tanto, nuestras Marinas, que operan bajo la protección que les proporcionarán sus propios aviones, mantendrán ahertas las rutas marítimas para que llegue una corriente continua de abastecimientos a las bases. Cuando el enemigo esté sufi 62 cientemente “ablandado” por nuestro poder aéreo, las fu terrestres serán ‘lanzadas a la batalla, luchandó por cada p de terreno con el Ejército enemigo. Al tomar forma la ah occidental y el pacto del Atlántico, el procedimiento es tico al de la segunda guerra mundial. No, titubeo en desafiar a los estrategas. La lógica del aéreo significa una fuerza aérea con alcance suficiente atacar directamente desde su principal continente. La ru que sea primera en prepararse para la guerra aérea interc nental ganará la próxima guerra. Nosotros debemos prep nos ahora. Mañana puede ser muy tarde. Una vez que el junto industrial de una nación haya sido encauzado hacia guerra aérea, terrestre y naval del viejo estilo, no será detenerlo e invertir a tiempo su impulso. La próxima vez, tamente, la estrategia no podrá ser modificada sin corr€ riesgo de ser derrotados durante la transición. Los estrategas del viejo , cuño dividen generalmente nuestra posición’ estratégica en dos aspectos: uno, mientra nemos el monopolio de la bomba atómica; otro, cuando el migo llegue a tener la bomba atómica en’ cantidad consid ble. Se fija comúnmente el año 1952 como la línea divis pero ¿qué ocurrirá cuando se cruce ese rubicón? Ofem mente tendremos que luchar a través de las defensas aéreas enemigo y al mismo tiempo atacar sus objetivos esenciales cuanto a la defensa, debemos ‘estar en condiciones de cont la fuerza aérea atacante enemiga que busque atacarnos, p samente en la misma forma que antes con la vieja bo de TNT, en lugar de la’atómica. - La confusión que rodea la bomba atómica surge del h de que los físicos atómicos, quienes raramente son estrate interpretaron equivocadamente la fuerza atómica como fuerza militar. Teóricamente lanzan la bomba en el blanco con preci nada fácil, sin intercepción alguna y también sin comprei ninguno de los problemas tácticos que involucra su lanzam to. Sobre esta base han profetizado que la próxima guerra una guerra de aniquilamiento mutuo, una guerra sin vict para ningún bando, una guerra suicida. Nos dicen que habrá una bomba tan terrible que estari condiciones de destruir a las naciones o aun a nuestro pla de un solo golpe. .Si esto es posible, estoy seguro de que hombres de ciencia construü-án esa bomba, ‘y cuando la ha construido, seguro que la harán estallar por el placer de cerIo, para demostrar su capacidad destructiva. En este c el problema de la defensa nacional resultará enormemente phificado. La verdad es que la bomba atómica- es simplemente un yo explosivo de inmensa potencia. Destaca enormement poder destructivo de las fuerzas militares que la utili Proporciona a las fuerzas estratégicas y, sobre todo, a la f za aérea un nuevo explosivo enormemente más eficiente, no revoluciona los principios del’arte militar. Para un lego, esto puede parecer una distinción académ pero para lograr la decisión, esto significa que la bomba d ser lanzada 4esde el cielo por la fuerza aérea. A efectos de c plir esto, nuestro poder aéreo debe conquistar el libre trán sobre el océano aéreo. Por ello, antes de que la bomba atón pueda ser empleada en una escala decisiva, la fuerza aérea versaria debe ser neutralizada o vencida. El beligerante tiene el dominio del aire sobre el territorio enemigo tiene ase rada la victoria en todo caso, tenga la bomba atómica o te sólo la TNT para imponer su voluntad. Supongamos que enemigo tiene la’ bomba atómica en cantidad, pero un po aéreo americano superior le niega nuestro cielo; la pose del nuevo explosivo no tendrá entonces importancia. Pero pongamos que el enemigo, por el ,contrario, no posee ningi bomba atómica, pero ha estado en condiciones de vencer m tra fuerza aérea y ganar la libertad de acción sobre el cielo a ricano; podría aniquilarnos a placer con viejas bombas de TI çomo lo’ hicimos en Alemania. En este caso, nuestra exister de bombas atómicas será absolutamente inútil. La esencia la estrategia no se encuentra en explosivos superiores, sino redios superiores de lanzarlos; no en el volumen relativo de existencias de bombas atómicas, sino en la relativa calidad las’ relativas fuerzas aéreas. El hecho de que pueden llevl explosivos más devastadores hasta el enemigo no altera la trategia. lejos de anular el arte de la guerra, exige una es tegia militar correcta. No ha sido la bomba atómica la que revolucionó el arte litar moderno, sino los medios superiores de lanzarla. Muy pocas personas captan este hecho, aun cuando ha [emostrado claramente en la última guerra. Aquellos que se éste un .hecho, podemos advertir una importante diferencia ‘egaron o no podían ver esta revolución en el arte militar, se estratégica entre el carácter de la próxima guerra y la pasada; [ieron, cuenta, finalmente, de su realidad cuando la explosión es decir, que la guerra no puede ser llevada hasta el enemigo a devastación prodticida por la bomba atómica -les hizo apren través de los trampolines de bases intermediás. .er este hecho. Supongamos que la Rusia soviética poseyese bases aéreas En mi opinión, una división realista de los aspectos estraté en Cuba o en - Groenlandia; ¿por cuánto tiempo continuarían icos séría la siguiente: siendo rusas después de la iniciación de las hostilidades? Eviden Primera. El poder aéreo no puede lanzar bombas atómicas, temente, las aniquilaríamos lanzando contra ellas todo el peso menos que se le proporcionen bases en Ultramar. Esto exige de nuestro, poder de bombardeo. in gran Ejército y una gran Marina. El esfuerzo nacional se ¿ Y es menos fantástico que nos propongamos conservar bases livide en tres formas, de manera que ninguna de las tres fuer en la periferia del continente eurastático?’Los puestos avanza-as alcanza el potencial máximo posible. dos aéreos proyectados en el Norte de Africa, Euro-pa, el cerca Segun da. Una fuerza aérea tiene alcance suficiente para lan no y lejano Oriente, se encuentran dentro del alcance efectivo ar la bomba atómica directamente desde sus fuentes de pro del poder aéreo soviético. La mayoría de esas bases pueden ser lucción continental,, sin necesidad de bases en Ultramar. Todo atacadas no sólo por bombarderos de largo alcance, sino tam -l esfuerzo nacional debe ser dedicado a esa fuerza aérea, de bién por grandes masas de aviones tácticos de corto alcance, nanera que alcance su potencial máximo. El Ejército y la Ma- tipo en el cual la cantidad más que la calidad es la considera ma se reducen al mínimo como auxiliares. ción militar. Sabemos que las fábricas alemanas y rusas etán Tercera. Las cargas explosivas atómicas son conducidas has- produciendo ahora millares de aviones tácticos. Pued-e esperarse a el enemigo por “robot” o aeromóviles dirigidos, supersónicos que los dirigentés soviéticos emplearán implacablemente estos interhemisféricos. Todo el esfuerzo nacional se dedica a estas aviones considerando que pueden ser gastados, como si se tra rmas, y el Ejército, la. Marina y las Fuerzas aéreas quedan re tase de una deteiminada cantidad de cartuchos. Finalmente, lucidas a auxiliares de dichos ingenios. conservar estas bases y mantenerlas abastecidas significaría Tratemos primero la tercera. Sería la era de la guerra de bo también desafiar a las trescientas Divisiones del Ejército ruso. ones, desde un tablero, que algunos de nuestros dirigentes han El empleo de las bases exteriores para la acción por sorpresa Ldelantado ya a nuestro público aterrórizado. En esta era, las inicial es posible. Pero su dominio permanente parauna ofensiva taciones beligerantes se convertirán, en cierto sentido, en ver estratégica sostenida es un sueño. Encontrándose dentro de la [aderás fortalezas que dispararán artillería de largo alcance órbita del poder aéreo total hostil, esas bases- serán - capturadas n la forma de ‘aeromóviles supersónicos. El Ejército, la Ma- o demolidas, paralizando ‘la estrategia que depende de ellas. La ma y la Fuerza aérea serán simples auxiliares. La guerra será decisión definitiva se verá -postergada hasta que estemos listos onducida por especialistas en estos tableros y, como lós aero para emplear la aviación estratégica de gran alcance con ba nóviles automáticos, serán guiados electrónicamente; la ver ses en nuestro propio continente. Esto, a menos que el ene Ladera lucha será por -el dominio electrónico. El objetivo fun migo esté preparado primero con esa clase de poder aéreo. amental será el poder electrónico del enemigo. Una vez neu Todo aquello que hemos visto acerca de bases fijas se aplica ralizado, la fortaleza será bombardeada hasta la rendición, multiplicado por cien a las bases flotantes denominadas porta Lespués de lo cual la fortaleza será ocupada por fuerzas de su aviones. La única ventaja que se le puede reconocer es la mo erficie o aéreas, según lo prefiera el -vencedor. vilidad. Pero la maniobra que se -les reconoce en centenares - Ahora bien; por largo tiempo, los aeromóviles dirigidos con de millas se hace insignificante frente a aviones que recorren inuarán siendo de alcance limitado. Serán un arma del poder millares de millas. Los almirantes no han podido explicar aún .éreo, lo miámo que el torpedo es un arma del poder naval; cómo- un barco que navega óoo millas por día puede evitar el iomo fuerza -estratégica, el aeromó vil -dirigido interhemisférico ser descubierto por aviones que vuelan a razón de -óoo millas e encuentra muy lejano en el futuro, por lo cual esa tercera por hora. ase puede ser, por el momento, descartada. No tiene una rela En la guerra pasada, los portaaviones no podían operar en ión realista çon el mundo actual, de manera que nuestra ma el Mediterráneo o en el Mar del Norte dentro del -radio de ac •or preocupación es con las -otras dos partes. - ción de 1-a Luftwaffe alemana. Hacer más grande un porta El dominio local del aire puede ser descrito como “aislacio aviones -es, simplemente, proporcionar al enemigo un blanco ismo militar”. Tal como él -aislacionismo nacional era posible mayor. Las islas flotantes, de 8o.ooo toneladas, en las que n los días del alcance inadecuado de las comunicaciones y el nuestra Márina ha cifrado sus esperanzas, son monstruosida ransporte, el -dominio local del aire fué posible sólo en los días des militares. Será gastar 250 millones de dólares en porta- — el alcance limitado de la aviación. aviones buenos, a lo sumo, para un asalto por sorpresa de ob Ha sido el poco alcance de los aviones lo que -hizo necesario jetivo secundario antes de ser aniquilados. Sus aviones serán stablecer y mantener bases en Ultramar. inferiores a los equivalentes que Óperan desde tierra. No tengo Nuestra invasión de Africa tuvo btfen éxito porque Ale duda alguna que cuando se escriba la historia militar estos rnnia no tenía una fuerza aérea estratégica con suficiente ca mastodontes marinos serán citados como un ejemplo de lo acidad de ataque y alcance pará impedir nuestro desembarco cura estratégica. Pero, gracias a Dios, la acertada decisión de n las costas africanas. En la época en que desembarcamos en nuestro ministro de Defensa, Luis Jóhnson, nos evitó continuar talia, - la Lufwaffe se encontraba - muy seriamente debilitada la construcción. “ ara constituir una -amenaza real para nosotros en el cielo. La única base que esperamos apoyar convenientemente son uando invadimos Francia por Normandía, nuestra superio ‘las- Islás Británicas. Son una base valiosa, porque: primero [dad aérea era total. están separadas del Continente por el Canal, y segundo, por En el Pacífico, el cuadro no era muy diferente. Pudimos des- que tíehen poder industrial suficiente para, producir su ma ruir las fuertes posiciones aéreas de los japoneses en varios quinaria de combate. Inglaterra es capaz de producir y man tolones simplemente porque la principal fuerza aérea del Ja- - tener una fuerza aérea real comparable a la nuestra en tamaño ón no pudo llegar en su socorro. Se encontraban aislados y y calidad, que, - juntat’iente con nuestra fuerza aérea, pueda élo tenían ligeras instalaciones aéreas, y, por lo tanto, -pudie vencer a un enemigo y conquistar el dóminio del aire. Una vez n ser tomadas. Pero en lo futuro, cuando la- principal fuerza que esto se haya realizado, estaremos en condiciones de manérea de ataque de una nación esté en condiciones de surcar el - tener bases donde nos plazca; pero entonces ya no las necesi spacio aéreo por todo el globo, el dominio local del aire será - taremos. an absurdo- como el dominio local del mar en la época del Es evidente, aun para el, lego, que no podemos dotar a cada -oder naval. ¿Pudo alguna nación en el pasado establecer el una de las bases fijas o flotantes con defensas aéreas para reominio de una pequeña porción del océano frente a la flota del - - chazar el poder efectivo total que una fuerza continental pu nemigo?. Evidentemente, no. Por esta misma lógica,- en lo futuro diese lanzar contra cualquiera de ellas. Dentro del alcance rá imposible mantener un dominio del aire sobre parte alguna defensivo aéreo del enemigo, nuestras bases serían inútiles. el océano o sobre parte alguna de un continente o litoral sin Una estrategia que tenga en cuenta la acción de tales baes encer primero la fuerza principal del poder aéreo enemigo. ‘está condenada a la derrota. Detengánionos a pensar en el es Cuando los aviones tengan un alcance mundial, el dominio fuerzo nacional que debe dedicarse a las fuerzas terrestres y cal y temporal del cielo en cualquier punto, excepto en incur navales para mantener una base en Ultramar -destinada a ‘la ones de un carácter no decisivo, habrá desaparecido. Será acción aérea estratégica. Puede verse fácilmente que el equipo nposible proteger a una operación de superficie específica. aéreO de largo alcance que opere directamente desde nuestro Entonces, si el dominio local del aire no puede ser estableContinente podría producir la misma destrucción en el ene ido, las bases en’ Ultramar no podrán ser mantenidas. Y si es migo con sólo una fracción de pérdidas de vidas humanas. — Pero ¿qué hacemos con nuestras actuales tentativas para con tener la expansión rusa? A juzgar por la naturaleza de la Alianza occidental y del Pacto del Atlántico, nos preparamos para ombatir á los rusos exactamente en la misma forma en que combatimos - a Alemania. Hasta ahora, no hemos com prendido la revolución en el arte militar causada por el alcance del avión. En beneficio de la paz mundial y de su propia seguridad, América debe ayudar a restablecer el potencial militar de Europa occidental. Pero nada se gana haciendo caso omiso del hecho de qüe la Rusia soviética, hoy y en los próximos años, tendrá el dominio materialde Europa. Si el Ejército rojo, precedido por su avia ción táctica, fuera puesto en movimiento hacia el oeste, no hay fuerza real para detener el coloso soviético en el Elba o en el Rin, aun cuando se dispusiera de las 45 Divisiones propues tas. Donde Hítler irrumpió, Stalin no podrá ser bloqueado. La creación en Europa de una fuerza capaz de hacer frente a una ofensiva terrestre roja requeriría no sólo el adiestra miento y equipo de varios cientos de Divisiones, la construc ción de una gran flota aérea táctica de apoyo, sino también el restablecimiento de la fortaleza industrial sobre la que debe descansar una máquina militar eficiente. Requeriría—y ésta puede ser la parte más lenta de la tarea—el reacondiciona mientG moral del pueblo europeo para el combate y la resis tencia. Mientras se realiza esta obra gigantesca, ¿qué harán los due ños del Kremlin? Debemos hacer frente a la verdad de que Moscú tiene y con tinuará teniendo capacidad material para interrumpir y des truir el rearme de Europa occidental en cualquier momento, antes de que éste sea completado. Bajo el acicate de las ambi ciones agresivas o los temores, es probable que la U. R. S. S. ataque antes que el problema del rearme sea realidad. La tentación para hacerlo aumentará a medida que las monta ñas de equipo, nuevas bases aéreas e industrias reactivadas, se apilen en Europa occidental, proporcionando un botín am biciónado por un conquistador. Se supone generalmente que el Kremlin estuvo dominado hasta ahora (apartándonos de consideraciones políticas) por el temor de provocar una guerra a muerte con los Estados Unidos de América. Probablemente la Rusia soviética no está completamente preparada todavía para tal decisión. Sin em bargo, aunque esto fuera cierto, el único factor con el que puede contarse para contener a Moscú en el futuro es la pers pectiva de una represalia mortal americana. El poder aéreo americano portador del átomo es la es pada de Damocles, que pende sobre su cabeza. Cualquier po lítica que obstaculizara la forja de esta espada o tendiera a mellar sus filos sería desastrosa. La coñdición indispensable para el rearme de Europa occi dental es la existencia de una fuerza que proteja la, empresa. Debe ser una fuerza que actúe como elemento de disuasión sobre Rusia. En las condiciones actuales, los gigantescos Ejércitos y Marinas, difícilmente pueden disuadir a Rusia, cuya gran potencia está aún en la superficie. Todo el poder aéreo estratégico americano “en existencia”, es decir, real y listo para entrar en acción inmediatamente, ofrece la seguridad de que la esperanza del renacimiento de la capacidad europea para su autodefensa no.será estéril. Es la única fuerza que pue de desalentar a un agresor en potencia de atacar, o, en el peor de los casos, obligarle a aflojar su presión sobre el Continente. Pero esta fuerza de represalia rio debe tener su base en Eu ropa ni en sus alrededores, donde serviría como objetivo al ataque soviético, o tendría que compartir la suerte de Europa si la ofensiva roja tuviera éxito. El poder aéreo estratégico, arroje bombas atómicas o de cualquier otra clase, no es más fuerte que sus bases. Una vez que estas bases son eliminadas, la aviación es inoperante. Si por razón de un ataque inadecuado, es obligada a atacar desde Europa occidental, este poder aéreo será tan vulnerable al ataque y neutralización como cualquier otro objetivo mili tar en esta zona. Será arrastrada a la deriva y derrotada por el poder terrestre a través de la incautación o demolición de sus bases. Para cumplir su papel de elemento de disuasión como medio de represalia decisiva, el poder aéreo debe ser inmune al ataque soviético. Hacer de ella una misma parte de la zona que se desea proteger, por medio de la dependencia de bases en Europa, es cortejar el desastre. Para almacenar mercaderías perecederas, la primera nece sidad es un techo sólido. Hasta tanto se produzca el rearo de Europa occidental, al punto de que equilibre la giganteri potencia de superficie soviética, el rearme será algo surnamen expuesto a perecer. El Pacto del Atlántico está condenado al fracaso, a men que captemos el. importante principio de la. guerra en su a tual desarrollo tecnológico. A una fuerza terrestre prepond rante, con su aviación táctica de apoyo, no puede impedírse estar en posesión de su propio Continente, excepto median una fuerza terrestre superior que ya se encuentre en el mi mo continente. Un -poder aéreo estratégico preponderante, tuado en un Continente, puede neutralizar y liquidar a fuerza terrestre de otro Continente mediante la destrucci de sus medios para librar la guerra, transmisiones, transpo tes y avituallamiento. El sostenimiento de Ejércitos defensores desde Ultram en una escala decisiva se encuentra hoy fuera de toda cue tión. Alentados por el buen éxito de la invasión europea en guerra pasada, algunhs personas fijan sus esperanzas en ot invasión mayor. Como en la guerra pasada los aviones eran todavía de s calce limitado, nuestras fábricas no fueron molestadas. L rutas grandes del Océano estaban abiertas a nosotros. Pud mos concentrar grandes Ejércitos, en Inglaterra sin grai interferencia. A pesar de ellos, la invasión requirió años intensa pre’paración y no pudo comenzar hasta tanto la fo taleza terrestre del enemigo no había sido minada y de truída virtualmente la fortaleza aérea. Hoy, las fábricas americanas estarían bajo el ataque d bombardeo enemigo tal como lo estarían los puntos de en barque y desembarque. No habrá zonas marítimas libres ataques enemigos. En estas nuevas condiciones, el tran porte naval es demasiado vulnerable para conducir milloni de hombres con su equipo hasta el Continente y a tiempo pai impedir su captura. El transporte aéreo aún no puede aba tecer cien o ciento cincuenta Divisiones a través de un Ocá no. El abastecimiento por aire a Berlín, a pesar de ser úr dramática hazaña, no debe engendrar ilusiones al respect pues deben lograrse adelantos técnicos de vasto alcance, t les como la propulsión por la energía atómica, antes de qi sea posible el transporte del potencial humano en una esca tan gigantesca. El techo protector puede ser proporcionado solamente p el poder aéreo americano, independiente de bases europeas preparado para un ataque instantáneo contra las industri y comunicaciones rusas. Con la garantía de ese techo, ur Europa democrática puede comenzar a reorganizar su pote cial militar. Pero el problema del restablecimiento de la vitalidad fensiva europea no puede considerarse aislado. Está inexor blemente ligado a la ecuación mundial y debe ser colocado su puesto dentro’ del panorama. En primer término, debemos crear una fuerza aérea estr tégica americana de largo alcance y reforzar las Islas Brit rucas, considerando que ellas constituyen nuestra base avat zada más importante y susceptible de una defensa eficaz. En segundo término, iniciar con sentido de la realidad rearme de la Europa occidental’ para la creación de una fue za militar de las potencias occidentales. Pero aquí nos encontramos con una paradoja. Ni la cre ción del poder aéreo de largo alcance americano ni la recup ración de Europa pueden cumplirse, ciertamente, sin indn trializar primero a Sudamérica y desarrollar sus recursos n turales. Como ya he demostrado, Rusia puede impedir la creacií del poderío militar de Europa arrollándola con sus Ejércit y bloquear ‘ahora la creación de la fuerza aérea americana largo alcance mediante la destrucción de las fuentes de m terial estratégico por medio de su poder aéreo de gran alcanc Cuando el Japón ‘nos impidió el abastecimiento normal caucho y otros materiales primordiales en la última contie] da, asestó un terrible golpe a la industria americana. Pe esto sería un desastre de menor importancia, en coinpar. ción con lo que ocurrirá en una nueva guerra, si no conocemi a tiempo el peligro. En poder de un enemigo, la masa terrestre europeosiberiau es para nosotros una barrera que nos separa de las region situadas más allá de ellas y que bloquea eficazmente nuestr accesos a las mismas. En términos aeronáuticós, los lugares que acabo de me cionar están próximos a los Estados Unidos. Se han conve ido en una especie de trastienda de Rusia, la potencia aero iáutica dominante del Continente euroasiático. Desde un mismo punto de vista, sin embargo, Sudamérica s nuestra trastienda aeronáutica, fuera del alcance de la avia :ión de Rusia. Nuestra masa terrestre norteamericana hace as veces de barrera entre Eurasia y el resto de América. Las omunicaciones marítimas entre Norte y Sudamérica son cos eras, generalmente más allá del alcance efectivo de la fuerza iérea soviética. Estas se harán bajo una protección aérea con )ases firmemente establecidas a lo largo de las costas amenanas. Estados Unidos, pese a sus asombrosas riquezas naturales, s aún, en muchos aspectos, una nación desposeída: depende lel mundo exterior en lo que respecta a una extensa gama le materiales estratégicos que van desde el caucho y parte del )etróleo necesario hasta el tungsteno, cobalto, manganeso, etc. A menos que estemos plenamente seguros de que tendre nos estos productos en tiempo de guerra, nos encontraremos n peligro. Baste recordar la crítica situación al comienzo de la última luerra para compenetramos de la seriedad del problema. questros dirigentes habían contado displicentemente con el :aucho, el cáñamo y con un centenar de otros elementos indis ?ensables en las Indias orientales, las Filipinas e Indochina. Fal displicencia se transformó rápidamente en alarma, y diría asi desesperación, cuando la Aviación japonesa nos cerró, una :ras otra, las puertas del Pacífico. ¿Nos hallamos también ahora en vías de un fracaso similar tal vez mayor? Estoy convencido de ello, a menos que des ertemos de la realidad del poderío aéreo. Consideraremos un ejemplo concreto. No es secreto alguno que una gran parte del esfuerzo diplomático y militar se ha entralizado en los últimos años en el cercano Oriente. Los planes estratégicos se basan en la presunción de que tendre nos el petróleo árabe a nuestra disposición. Pero tales pozos petrolíferos están prácticamente contiguos a las fronteras de La Unión Soviética. Están dentro del fácil alcance no sólo de [os bombarderos estratégicos de Stalin, sino, lo que es más aún, dentro del radio de acción de los bombarderos en picado de escasa autonomía y de los cazas. A las pocas horas de iniciadas las hostilidades, podemos es tar seguros, las zonas petrolíferas de Arabia serán sometidas al ataque aéreo devastador de los Soviets. Nuestras posibilida des de conservarlas no serían mejores que las que tendría Ru sia respecto a zonas petrolíferas situadas en la órbita ameri cana, por ejemplo, situadas en Méjico. Todo cuanto es evidente con respecto al cercano Oriente no lo es en menor proporción con respecto a cualquier otra re gión dentro del radio de alcance de las fuerzas aéreas soviéti cas. Rusia podrá negarnos por medio de ataques aéreos todo aquello de que está dispuesta a prescindir para su propio uso Confiar en el abastecimiento procedente de tales regio nes supondría llamarse a engaño, peligrando así la victoria. Tal es la realidad. Virtualmente no nos queda otra variante razonable que la de dar impulso intensivo a las fuentes de su ministros estratégicos en nuestro hemisferio occidental. Nuestros planes deben descartar el pétróleo del cercano Oriente, el caucho y el tungsteno de China y las Indias Orien tales, y todas aquellas materias de vital importancia prove nientes hasta ahora de las zonas influídas por Rusia. La defensa común de nuestro hemisferio por parte de to das las naciones americanas no es ya una mera aspiración. En las condiciones del radio de acción aeronáutico del ma ñana es de imperiosa necesidad. La América del Sur no sub sistirá sin aquellas defensas que solamente puede producir la industria de los Estados Unidos. A su vez, este país no puede luchar con éxito en otra guerra sin los recursos naturales de Sudamérica, reales y en potencia. El Continente euroasiático es autárquico por naturaleza. Cualquier intento de bloqueo, sea por aire o mar, será un esfuerzo inútil, ya que su economía no depende de recursos exteriores. Desgraciadamente, América, a pesar de la gran abundancia y diversidad de recursos naturales, no puede bastarse a sí mis ma por completo. Nuestra finalidad inmediata en la guerra económica debe ser conducida a la Antártida. Debemos hacer que Sudamérica proporcione no solamente el ganado, cueros y productos e granja, que en los Estados Uni dos serán dedicados a fines bélicos, sino también la imprescin dible ayuda industrial. Aun luchando contra el diminuto Ja pón y coptra una Alemania disminuída en sus recursos natu.. rales, los Estados Unidos experimentaron agudas mermas en cada aspecto de su vida nacional. Hubo severos racionamientos. En la lucha que eventualmente se empeñaría contra el enor me Continente euroasiático, de ilimitados recursos humanos y naturales, la tarea sería imposible de realizar, a menos que la capacidad industrial de los Estados Unidos contase con el concurso de la América del Sur. Más aún: el transporte ex puestó a la acción enemiga presentará dificultades, y gran nú mero de productos indispensables para nuestra supervivencia tendrán que ser producidos en los distintos países, con objeto de aliviar en lo posible a nuestras líneas de abastecimientos. En la estrategia militar, como en la vida, las épocas de es casez, en el fondo, involucran ventajas siempre que se man tenga elevado el nivel intelectual. En es trategia, la acumu lación de material bélico anticuado proporciona una falsa sensación de seguridad y fomenta una inercia contra las inno vaciones. En la vida, en sus aspectos generales, los métodos de transporte e industrialización anticuados crean intereses mezquinos, los cuales, apoyándose en el poder bélico, impi den los cambios radicales y sofocan el progreso. En los Estados Unidos, con todo su notable progreso, el transporte aéreo tuvo que luchar contra la atrasada eficiencia del transporte de superficie. Tal competencia no existe en Sudamérica. El transporte en su evolución no tendrá que pasar por sucesivas etapas, unas en pugna con las otras, para impedir la invasión de sus propias jurisdicciones; pueden sal tar directamente del primitivo lomo de niula a la propulsión a chorro. Debemos coordinar la ordenada planificación económica, desde luego, en escala hemisférica con los planes militares. El complejo sistema de defensa aérea—cazas, proyectiles diri gidos, tierra, aire, cohetes, artillería antiaérea, red de radar— debe extenderse para abarcar todo el Continente americano. La producción de dichos medios defensivos, por otra parte, deberá distribuirse por todo el hemisferio. Sólo de este modo podremos evitar el atascamiento de todos los medios de trans porte en las Américas; cuando llegue la prueba de la guerra debe ser alentada la fabricación de cazas, proyectiles dirigidos y otras defensas. Por ello, cuando sea necesario, habrá de sub vencionarse a las industrias hispanoamericanas. Considerando que los métodos de abastecimiento por aire surgirán inevitablemente como sustitutos del transporte de superficie, deberán crearse líneas aéreas hispanoamericanas. Deberán ser ayudados mediante el establecimiento de depó sitos, talleres de reparación, unidades de mantenimiento y fábricas de producción de aviones de carga y repuestos, con objeto de lograr una autonomía que les permita subsistir por sí solas. Aún no se ha producido un verdadero avión de carga. El milagro del abastecimiento por aire de Berlín causará una ma yor impresión si se tiene en cuenta que estamos transportando una enorme cantidad de alimentos y carbón con un tipo de aparato que puede compararse en el transporte con una lu josa “limousine Cadillac”. Si dicho abastecimiento se hubiese llevado a cabo por medio de aviones de carga especialmente proyectados al efecto, el problema de avituallar por aire a Berlín hubiera sido de una gran simplicidad. En la próxima guerra, tal como la veo, el hemisferio ame ricano constárá estratégicamente de tres franjas geográficas. La primera, que incluye a Alaska, Canadá y Terranova, será la franja de partida desde la cual nuestra fuerza aérea de largo alcance llegará al corazón del enemigo. La segunda, los Estados Unidos propiamente dichos, se transformarán esencialmente en la franja industrial en la cual se producirán los medios para librar la guerra; será un blanco de fundamental importancia para el enemigo, y, por consiguiente, requiere la mayor concentración posible de defensas. La tercera zona, que comprende Centro y Sudamérica, se convertirá en la franja de abastecimientos, la reserva vital de alimentos y materiales estratégicos. Esta es la zona de “seguridad” lejos del alcance de ataques enemigos. Debe ser desarrollada para contribuir al esfuerzo de las otras zonas. En sus funciones, las tres zonas necesariamente se super pondrán. Pero el concepto de las tres franjas es útil como guía para nuestros estudios y proyectos. Mientras la fuerza siga siendo el árbitro final para proteger y mantener la civilización que tanto apreciamos, este hemis ferio no debe perder tiempo alguno en la formación de un po derío militar que pueda dominar todo el océano aéreo que en vuelve a nuestro globo. Lalocuradelosbombardeosestratégicos. Hoffman Nickerson. De la publicación norteamericana Ordnance. (Traducción y extracto de Juan A. Pérez Cebrión, Comandante de Artillería de la Escueta de Aplicación y Tiro.) La guerra es una lucha a muerte, y sólo se justifica al servicio de una finalidad política razonable y provechosa. General Fuller. El último libro del Mayor General J. F. C. Fuller, The Second World War. A Strategical and Tacticci History (London: Eyre and Spottieswoode), se presta a ser discutido provechosamente en varios sentidos. El General Fuller, prestigioso soldado y autor, es uno de los más sobresalientes analistas e historiadores militares del presente día. La edición americana de su libro fué publicada en 20 de enero de 1949 por Dueli, Sloan and Pearce, y fué recomendada a los miembros de la American Ordnance Association en febrero de 1949. Los puntos más débiles de este nuevo trabajo son los pasajes concernientes al Tratado de Versalles, las fronteras de Polonia en 1919 y la política fran cesa entre las dos guerras mundiales. Sus comentarios de va rias de las campañas de 1939-1945 resultan, por el contrario, muy provechosos tanto para el público en general como para los militares en particular. Dentro de los límites de este ar tículo, será mejor comentar solamente uno de los puntos de dicho libro, que es más discutido y tal vez menos comprendido en los medios militares actuales: el uso y el abuso de la poten cia aérea. La mayor parte de los aviadores es entusiasta de los bombar deos estratégicos, esto es, del bombardeo de las ciudades habi tadas principalmente por personal civil, entre el que se cuen tan las mujeres y los niños. Es obvio que ni la primera guerra mundial ni la segunda fueron seguidas ni remotamente de una paz verdadera; el General Fuller conecta estos dos hechos tan notorios, y, pará él, la sinrazón y falta de interés, característi cas de la primera guerra mundial, dieron lugar a ambas casas: el nacimiento de la doctrina de los bombardeos estratégicos y la predisposición del público a la aceptación de tal doctrina. Además, la no razonable ferocidad de la segunda guerra mun dial y la política que siguió a tales destrucciones ha impedido la consecución de una paz verdadera. Los entusiastas de los bombardeos tienden usualmente a de fenderse contra sus críticos llamándolos “humanitarios pobres de espíritu” o “anticuados reaccionarios”, aferrados al pasado e incapaces, por tanto, de estimar el presente. Pero si al Gene ral Fuller puede tachársele de humanitario, no puede decirse de él que es un pobre de espíritu, y ha sido tenido hasta hace poco como militar futurista. En vista de ello, van a tener que inventar algo nuevo los “asesinos de niños” y será interesante esperar a conocer sus tentativas para decir alguna cosa de cierta importancia. El punto de vista de Fuller, en cuanto a la potencia aérea, está reflejado claramente en la frase que encabeza este artícu lo, a la que añade que el objeto de la guerra “no es realizar ma tanzas y devastaciones, sino persuadir al enemigo de que debe cambiar de modo de pensar”; por ejemplo, “de que debe aban donar la política que dió origen al nacimiento de la guerra”. “Los bombardeos estratégicos fueron inaugurados por míster Churchill, lo cual no sólo era moralmente equivocadó, sino mi litarmente erróneo y políticamente suicida; basta mirar hacia la Europa de hoy para darse perfecta cuenta de que ésta es la realidad”. Teoriasopuestas. Son bien notorias las diferentes concepciones tácticas de las guerras de 1919 y 1939; en ésta presidía la idea de las guerras relámpago, qué trataban de paralizar al Mando enemigo me diante la velocidad de las Unidades mecanizadas, a las que se encomendaban los ataques terrestres, que eran apoyados y auxiliados, hasta el máximo posible, por las fuerzas aéreas, per fectamente instruídas, en cooperación con las fuerzas de tie rra; en segundo lugar, los ataques aéreos directos contra el personal civil. El General italiano Duhet creía que el personal civil debería solicitar la rendición aun antes de que el Ejército hubiera te nido tiempo de movilizar. Para acelerar las guerras, Hítier ordenó los “bombardeos de propaganda” preliminares, el ol vido más absoluto de la palabra dada en conversaciones polí ticas y una organización preliminar de traiciones sistemáticas en el interior de los países que pensaba invadir. Las guerras relámpago de Hítler estuvieron racionalmente planeadas, ya que trataba de conquistar sin ocasionar pérdidas indebidas de vidas y haciendas al enemigo. Con una cierta mentalidad del cazador que trata de capturar espécimes para los parques zoológicos, él y sus generales se propusieron con quistar “vivo” al enemigo, y no la conquista de un estado en ruinas que en lugar de convertirlos en señores de una riqueza material, habría de proporcionarles verdaderas servidumbres económicas. Al menos en los primeros tiempos, las campañas relámpago de Polonia, Noruega, Holanda, Bélgica y Francia, y posterior mente Yugoslavia, Grecia y Creta, constituyeron verdaderos éxitos militares, mediante los cuales los alemanes se convirtie ron en dueños de más de cien millones de personas al escaso coste de setenta mil alemanes que perdieron su vida o desapa recieron. En lo referente al enemigo, sus pérdidas fueron ma yores en cuanto a prisioneros que en cuanto a muertos, y eso a pesar de los azoramientos que tuvieron lugar en aquellos tea tros de operaciones en que no había suficiente espacio para des arrollar en forma conveniente las nuevas tácticas. En Francia se cuidaron muy bien los alemanes de no bombardear los mo numentos nacionales, las ciudades y las fábricas de cierta im portancia económica. Por el contrario, durante años, constituyeron un funesto fracaso los bombardeos estratégicos ingleses, tan utilizados por la propaganda, ya que, según las estadísticas norteamericanas, la producción de municiones siguió un ritmo creciente hasta octubre de 1944, fecha en que los Ejércitos alemanes se vieron constreñidos a las antiguas fronteras, tanto en el este como en el oeste de su patria. En todo momento se hacen referencias duras, aunque en tono moderado, a la falta de cooperación de las fuerzas de tierra con las del aire. En Libia, Ronimel pudo conseguir brillantes victorias, a pesar de la superioridad aérea del enemigo, y éste, a su vez, apenas pudo conseguir hostili zane eficazmente durante su retirada desde El Alamein a lo largo de la única carretera costera existente. De Gingand, Jefe de Estado Mayor de Montgomery, ha ex presado las razones de estos hechos en los siguientes términos: “Las Fuerzas aéreas británicas estaban tan obsesionadas por la lucha en el aire y por los bombardeos, que los pilotos no te nían tiempo de volar bajo y, en consecuencia, no se encontra ban instruídos en las tácticas del vuelo rasante... ni en los tiros de cañón.” En una ocasión—durante el ataque a la Línea Mareth, al sur de Túnez, en marzo de 1943—en que intervinie ron Fuerzas aéreas del desierto, convenientemente instruídas a través de un período de instrucción militar, se consiguió pres tar al VIII Ejército un apoyo realmente eficaz. Sin embargo Fuller cita otra vez a De Gingand: “... se ocasionó una gran ansiedad en todos los mandos aéreos, desde el ministro hacia abajo. Se hicieron grandes esfuerzos por quitar importancia a los hechos... Supongo... que se trataría de evitar que el Ejér cito solicitara demasiado a menudo esta clase de apoyo y... se rebajase de ete modo nuestra potencia en cazas, lo cual haría mucho más difícil la misión principal de las Reales Fuerzas Aéreas, consistente en la derrota de las fuerzas de aire enemi gas...; pero... las pérdidas diarias se elevaron (solamente) a ocho pilotos muertos o desaparecidos (lo cual no puede decirse que sea un precio excesivo) .“ Carenciade cooperación. Desgraciadamente, muchos de los pilotos de los Estados Uni dos pensaban en la misma forma que la R. A. F., y por ello se hizo patente con demasiada frecuencia, durante el período 1943-1944, su ineptitud para cooperar con las fuerzas de tie rra. En Sicilia y en Italia se obtuvieron solamente muy escasos resultados contra las tropas alemanas, muy móviles y general mente bien protegidas, y asimismo se obtuvieron unos resul tados casi inapreciables sobre las comunicaciones. Especial mente se olvidó la lección de 1917 de que los excesivos bom bardeos llegan a entorpecer la marcha propia, lección que quedó perfectamente comprobada en Cassino. En 1944 se dió en Caen otro ejemplo de inútil destrucción de edificaciones y de matanzas de personal civil perteneciente a una nación aliada, sin propósito militar alguno. Un informe oficial angloamericano respecto a los bombardeos realizados en 1944 se cita en la forma que sigue: “El día 30 de junio se utilizaron por primera vez los bombardeos pesados en la ba talla de Normandía... El riesgo era evidente, ya que los bom barderos pesados se veían obligados a bombardear sólo un poco más allá de una milla de las líneas propias, y por ello no es necesario encarecer las posibilidades de error, especialmente cuando la zona de objetivos se encontraba cubierta de polvo o humo.” El General Fuller continúa: “Esta es una afirmación intere sante, puesto que si a pleno día podían esperarse errores de una milla, los que se podían esperar durante los bombardeos nocturnos de las poblaciones alemanas, no deberían ser meno res, ciertamente.” Se dieron casos que confirman la realidad de estos errores, pues se produjeron bombardeos con tres, cuatro y aun cinco millas de error en el interior del frente aliado. Por otra parte, el admirable apoyo aéreo durante la invasión de Normandía, mediante el bombardeo de objetivos determi nados y especialmente los puentes sobre el Sena y el Loira, es digno de la máxima alabanza, como lo es de la misma forma la utilización de la potencia aérea para la protección del flanco derecho del General Paton durante su avance a través de Francia. La eficacia de la cooperación aeroterrestre en las gue rras del Pacífico, en las primeras victorias japonesas y en su d rrota subsiguiente se reflejan en el libro citado, al igual que la invasión de Normandía, de un modo sencillo, pero impre sionante. Se resaltan también los admirables resultados obtenidos por el transporte y el aprovisionamiento aéreo desde Nueva Gui nea a Burma, y se saca la consecuencia de que es precisamente el transporte aéreo, en lugar del bombardeo, la función prin cipal que corresponderá a la aviación en una futura guerra. Al propio tiempo hace resaltar el General Fuller algunos de los repetidos fallos de los bombardeos estratégicos, entre los que refiere el caso de que los bombardeos rusos resultaran im potentes para dominar a la pequeña Finlandia y el de los pro pios cazas ingleses, que aun cuando inferiores en número a los aparatos alemanes, que además operaban desde bases próxi mas, infligieron a éstos tales pérdidas, que el Mando alemán se vió obligado a suspender la operación. Incidentalmente, y en una nota, se indica que el número de aviones perdidos por los alemanes hasta el 31 de octubre de 1940 fué exactamente de 1733, según se ha comprobado últimamente, mientras que el Mando inglés aseguraba haber derribado 2.692, es decir, casi el 55 por ioo más de la cifra real, lo cual constituye una notabilísima exageración. En contra de los intentos de los entusiastas de los bom bardeos, se citan en el libro las palabras del Mariscal del Aire británico, Jefe en aquel entonces de la R. A. F., que en 1942 dijo: “El hecho es, naturalmente, que la defensa presenta in dudables ventajas, aumentadas con la distancia existente en tre los atacantes y su objetivo, por lo cual no parece dispara tado suponer que una guerra aérea a larga distancia entre dos enemigos lejanos capaces de bastarse a sí mismos llegaría a convertirse en un insustancial empate.” Otro fallo que se menciona es el caso de Malta, que con sus pequeñas dimensiones se convirtió en uno de los objetivos que más bombardeos soportó durante la pasada guerra, ya que sólo en abril de £940 se registraron más de 5.715 salidas contra ella, dando lugar a que durante el mismo mes se dieran en la isla más de 2.000 alarmas. A pesar de ello, la moral de la guarni ción y la del personal civil no decayó lo más mínimo y la plaza se conservó en manos inglesas durante toda la guerra. La iniciación de los bombardeos estratégicos británicos, bajo la responsabilidad personal de Churchill, se discute en el libro con una cierta extensión, afirmándose que aun cuando los me dios terroristas aéreos constituyen una novedad, la política de terror es ya tan antigua como bárbara. Los pueblos civilizados han imitado raras veces a los mogoles en su costumbre de rea lizar matanzas y destrucciones en los pueblos. En la civiliza ción occidental, unos cuantos excesos militares, cuidadosament planeados por sus gobernantes, ha dado lugar a la aparición d un odio casi religioso. Usualmente, las guerras emprendidas co un cierto espíritu de cruzada en contra de ciertas inmoralida des han dado un resultado deplorable y proporcionado un bene ficio moral completamente nulo. Fuller cita tal vez unas poca excepciones a esta regla, pero no puede negarse que se en cuentra casi siempre en lo cierto. En este aspecto, hace notar Fuller que la grandeza de In glaterra se debió a la morigeración de su política militar, qw permitió a la vasta pero frágil estructura del Imperio britá nico establecerse y mantenerse por largo tiempo, iuediante e cuidadoso mantenimiento de un equilibrio de fuerzas y la abs tención en las grandes guerras continentales, seguidas en su ma yor parte de grandes revanchas. Guerra de odio. El concepto de una guerra racional para los intereses britá nicos resultó grandemente damnificado cuando, en septiembre de 1939, Churchill, a la sazón uno de los más importantes hom bres de Estado, declaró la guerra a Alemania. Cuando en 194C perdió Inglaterra todas sus bases europeas y mediterráneas: con excepción de las de Egipto, la tentación de atacar a Ale mania mediante cualquier clase de devastación desde el aire se hizo cada vez más fuerte. Cuando Churchill se reunió er Casablanca con Roosevelt en 1943 y se acordó la rendición in condicional de Alemania, se hizo un cierto balance de fuerzas, del que se sacó en consecuencia que la supervivencia del Im. peno británico debería exigir, necesariamente, la destrucción de Alemania mediante bombardeos estratégicos y una guerra de terror ilimitado. En u de mayo de 1940, aun antes de la caída de Francia y exactamente un mes después de que. Churchill fuese nombrado primer ministro, fué él mismo, y no los alemanes, quien co menzó los ataques contra el personal civil, al ordenar o permi tir el bombardeo de Friburgo. Aún más: fué tal la magnitud del esfuerzo que se dedicó a la consecución de la derrota ale mana mediante los bombardeos, que entre el cuarenta y el cin cuenta por ciento de la producción británica fué destinado a la R. A. F. Fuller no discute las excusas que Churchill pudiera alegar respecto a sus decisiones, como, por ejemplo, la de que se vió obligado a tomarlas bajo la pública presión o que Roosevelt le forzó a pedir la rendición incondicional; pero en el caso en que Churchill se hubiese dado cuenta de la extrema tontería que suponía desde el punto de vista inglés obligar a Alemania a luchar hasta el más amargo final, no dió muestra alguna en aquel entonces de haberlo comprendido así. Por el contrario, ambos bombardeos estratégicos y rendición incondicional es tuvieron siempre de acuerdo con la violencia con que exterio rizó frecuentemente su odio al hitlerismo. Si no le hubiera sido posible mantener la moral del pueblo británico sin iniciar o consentir procedimientos destinados a llevar mucho más allá la ruina de su país, la mayor culpa debe cargarse a lo que mo demamente recibe el estrambótico nombre de democracia. De cualquier modo que sea, después de una guerra a lo largo de la mayor parte de la cual dirigió la política, Inglaterra se encuentra en bancarrota y la liquidación del Imperio se en cuentra ya muy avanzada. En otras palabras, la calidad de estadista de este magnífico inspirador de combatientes se ha vuelto desastrosamente contra su propio pueblo. El General Fuller insiste en que Inglaterra debió, en lugar de intentar por todos los medios la devastación de Alemania, construir suficientes cazas y cazabombarderos para asegurar la supremacía en el cielo británico y cubrir eficazmente las operaciones navales. Después de lo dicho, se encuentra perfec tamente justificado el hecho de que muchas de las operaciones de las que tuvieron lugar en territorios ultramarinos, desde las que se produjeron en el Norte de Africa en adelante, fuesen suspendidas por falta de lanchas de desembarco y que muchas operaciones aeroterrestres, como la Arnhem, se encontrasen escasas de aviones de transporte y planeadores, los que hubo que suplir con aviones de bombardeo. «La victoriaresideen la potencia marítima.» “La base estratégica de la victoria descansa sobre la po ten cia marítima... El bombardeo estratégico de Alemania... más bien impidió una rápida victoria... Si no se hubiera bombar deado una sola ciudad alemana y la mitad de los hombres destinados a la producción de bombarderos pesados se hu biese destinado a la producción de elementos de desembarco y aviones de transporte, no existe la menor sombra de duda... de que la guerra hubiera terminado en Europa un año antes, por lo menos, de lo que se terminó.” Estas son, caballeros de las Fuerzas aéreas de los Estados Unidos, las consideraciones del General Fuller. Es indudable que vuestra misión es mantener en todo momento la superio ridad en el aire; pero como es dudoso que para conseguirlo sea imprescindible recurrir a la matanza de mujeres y niños, es timo que debéis pensar seriamente sobre ello. ;Quiera Dios que vuestra sabiduría se muestre a la altura de vuestro indudable coraje! Sé que las antiguas ideas al respecto tienen una indudable atracción para los aviadores de todas las partes del mundo; pero, sin embargo, el libro del General Fuller constituye una pieza digna de consideración que nos hace pensar hasta qué punto los bombardeos estratégicos, con o sin la bomba ató mica, pueden llegar a constituir la solución en las próximas guerras. No debe perderse de vista, al enjuiciar la cuestión, el aspecto psicológico de si después de una guerra en la que se han realizado destrucciones en mása es posible llegar a alcan zar una paz real. MáspotenciadefuegoparalaInfantería. Comandante Lyman S. Faulkner. De la publicación norteameri cana lnfantryiournal. (Traducción de la Redacción de EJERCITO.) Los cañones sin retroceso surgidos en la guerra pasada son ya parte del material reglamentario de la Infantería de hoy. Se emplean agresivamente en el ataque y en la defensa. Como armas de tiro rasante, pro porcionan al infante la potencta de fuego que precisa para atravesar las líneas fortt ficadas enemigas; pero no son, en modo alguno, un sustitutivo del fuego artillero indirecto. Dos de las armas nuevas que al finalizar la última guerra habían probado su eficacia son los cañones sin retroceso de 57 y de 75 mm. Ambos son ahora parte del material reglamen tario de nuestros Regimientos de Infantería. Con estas dos nuevas armas, la Infantería está en mejores condiciones que nunca para protegerse contra los carros ene migos y para atacar las posiciones fortificadas. Desempeñan además muchas otras funciones de utilidad, y su ligereza las hace especialmente adecuadas para los asaltos anfibios, pasos de ríos, envolvimientos amplios, ataques de diversión y para las operaciones aeroterrestres. En los modelos actuales, estos cañones pesan 27,500 Kg. el de 50 mm. y 105 Kg. el de 75 mm., ambos completos, y sus características varían en relación con estos pesos. En general, ambas pueden ser transportados a brazo a cualquier lugar al que la infantería pueda llegar; su precisión es similar a la del fusil M-x y sus proyectiles pueden destruir asentamientos, de rribar muros, destruir vehículos ligeramente acorazados e in movilizar a los carros. Nuestro Ejército empezó a ocuparse de la fabricación de estas armas cuando se supo que las estaban empleando los ale manes. Concretando más, diremos que el arsenal de Francfort empezó sus trabajos relativos a esta clase de cañones el mismo mes en que la revista Tendencias Tácticas y Técnicas describió las armas que el enemigo había empleado contra los ingleses en el Norte de Africa y en Sicilia. Nuestros investigadores encontraron gran ayuda en los tra bajos que durante la primera guerra mundial había llevado a cabo el Teniente de Navío del Cuerpo de Armamento Naval Davis, realizador del cañón que llevó su nombre. El cañón Davis se parecía, más que los actuales cañones sin retroceso, a los lanzacohetes, porque no utilizaba el complicado mecanismo de cierre de las armas que nos ocupan; en él se neutralizaba el golpetazo del proyectil con otro en sentido contrario, que pro ducía un peso igual de perdigones dentro de un depósito de cosmolina. En nuestros cañones sin retroceso actuales, el to petazo del proyectil se neutraliza mediante la expulsión hacia atrás de una masa equivalente de gases de alta velocidad. Los cañones sin retroceso actuales fueron terminados y apro bados en 5944. Cuando hubo disponibles algunos y una canti dad limitada de munición se enviaron por aire a la 57 División Aerotransportada, que por entonces estaba dando los últimos toques a su preparación para su actuación en el paso del Rin. Los Regimientos empezaron inmediatamente la instrucción de tiro y a ensayar los modos y medios del lanzamiento de las nuevas armas. El 507 Regimiento de Paracaidistas encontró al aterrizar, cerca de Wesel, la oportunidad de emplear inmediatamente sus nuevos cañones en la zona de aterrizaje, pues de un bosque inmediato surgieron dos carros Mark IV con la intención evi dente de “liquidar” a los recién llegados antes de que pudieran concentrarse. Una de las dotaciones puso rápidamente en acción su cañón de 57 mm., rodilla en tierra, y desde unos 400 m. voló al primer disparo la torreta del carro que venía en cabeza, lo cual hizo que su tripulación se rindiera. El segundo carro se retiró demasiado lentamente hacia el bosque y el mismo apun tador lo incendió de dos impactos de Heat en su zaga. En otras acciones fueron destruidos un Churchill que los alemanes habían capturado y un Mark V, también con el cañón de 57 mm., y, empleando un proyectil Heat, su carga hueca atravesó ambos costados de un destructor de carros enemigo. El Batallón Antiaéreo de la 57 División Aerotransportada empleó cañones sin retroceso de 75 mm. en misiones de apoyo inmediato a la infantería, y sus apuntadores encontraron que el tiro era preciso hasta el límite de la visibilidad. Aumentaron la movilidad de su arma montándola sobre in jeep. Los cañones sin retroceso de ambos calibres fueron usados intensivamente en Okinawa por una Sección de Armas espe cial enviada directamente desde los Estados Unidos, El Gene ral Jefe del so.0 Ejército empleó la Sección donde en cada mo mento era más necesaria, asignándola sucesivamente a las Di visiones números 7, 77 y 96. La Sección necesitaba un término medio de cinco disparos para eliminar los asentamientos de ametralladoras, estuviesen dentro de una cueva, detrás de un muro coralífero o en el interior de un nido de cemento. En una ocasión, la Sección cegó con sólo tres disparos una boca de cueva distante poco menos de 2 Km. y que tenía 5,50 m. de altura y unos 6o cm. de anchura. Las plantillas de Organización y Material de 1948 asignan 3 cañones sin retroceso de 57 mm. a la Sección de Armas de cada Compañía de fusiles y 4 de 75 mm. a la Compañía de Armas pesadas regimental. Cada dotación de cañón’ sin retro ceso se compone de apuntador, sirviente, portadores de muni ción y jefe del cañón. Durante el ataque, los cañones se emplean para el apoyo inmediato de la infantería contra los nidos de • ametralladoras, blocaos y grupos enemigos. En la defensa, los cañones sin retroceso cooperan en la acción contracarro. Siem pre que sea posible, estas armas deberán situarse desenfiladas y en terreno no muy polvoriento; ambos calibres han sido proyectados para el tiro directo, si bien el de 75 mm. tiene 69 tambibn un aparato de puntería para el indirecto y sus dota ciones se instruyen en él. Se espera que estas armas se emplea ran por parejas. Tanto el cañón M-s8 (denominación oficial del cañón sin retroceso de 57 mm.) como el M-2o (ídem íd. del de 75 mm.) seguirán siendo reglamentarios hasta que se consiga diseñar armas más ligeras y más poderosas. Las armas sin retroceso han sido muy criticadas por quie nes no están familiarizados con sus realizaciones y posibilida des. Incluso se ha hecho caso omiso de su historia! durante la guerra, porque fué conseguido contra un enemigo que care cía de apoyo artillero y estaba ya desmoralizado y próximo a rendirse. Quienes así piensan, creen que un enemigo bien apo yado por su artillería localizaría pronto a los cañones sin re troceso por su fogonazo y humareda y su destrucción sería in mediata. Pero nuestros críticos más competentes no son de esa opinión. Durante la primera guerra mundial nos convenci mos de que los ataques de infantería contra posiciones subte rráneas bien apoyadas por el fuego artillero enemigo no tenían éxito si nuestra artillería no neutralizaba previamente a la enemiga. Nuestros Batallones de la segunda guerra mundial, aprove chando esa lección, desarrollaron la técnica del rebasamiento. La mayoría creemos que la próxima guerra requerirá forma ciones de batalla más extendidas, que a su vez exigirán una gran dispersión de hombres y material. Por su enorme movili dad, las armas sin retroceso tendrán como objetivos los ob táculos que entorpezcan el movimiento de la infantería. L artillería y la aviación darán cuenta de las baterías enemiga Los artilleros de los cañones sin retroceso protegerán a agrupación de que formen parte mediante la elección de aser tamientos apropiados y con desplazamientos frecuentes y ráp dos. Los jefes de pieza deberán emplear agresivamente est arma ofensiva. No hay razón ciertamente para menospreciar a estas arma sólo porque un buen observador artillero enemigo logre situa una concentración de fuego de un Grupo en el lugar donde s haya producido el disparo del cañón sin retroceso. El emple más adecuado de estas armas será el que se dirija contra la armas enemigas situadas demasiado cerca de nuestras línea para permitir el fuego indirecto contra ellas y también contr cualquier objetivo cuando nuestra infantería no pueda se apoyada por la artillería propia por estar ésta demasiado dis tante. Un estudio de estas armas, basado en discusiones con quie nes las emplearon en combate y en la instrucción normal d la Academia de Infantería, nos indica que los tan criticado fogonazo y rebufo son casi iguales a los de un cañón corrient del mismo calibre. La eficacia del cañón depende, como e todas las armas, de la elección de asentamientos y de la peri cia del artillero. Elmilagrodelfuegomarchando. Comandante George P. Whittingtori. De lo publicación no,rfeom ricancj Infantry Journal. (Traducción de la Redacción de EJERCI La infantería debe avanzar para cerrar sobre el enemigo y debe hacer fuego para avanzar; cuando no vea al enemigo, el fuego de todas sus armas debe batir la zona que se supone ocupada por él. (Emplead el fuego al avanzar.) Con ello reduciréis la precisión del fuego enemigo y aumentaréis vuestra confianza en vosotros mismos. (Es una locura el detenerse bajo el fuego ene migo, y el detenerse y no contestar a él es aún mucho peor.) (Del General Paton 3-4-48.) a sus fuerzas en La Compañía de fusileros inició su ataque en un terreno llano y despejado. A unos 2 Km., los alemanes se encontraban atrin cherados y apoyados por unos pocos antiaéreos de 20 mm., si tuados convenientemente. Cogida bajo un intenso fuego automático y de fusilería, la Compañía se detuvo: carecía de apoyo artillero. No pudiendo avanzar, sus hombres trataban de protegerse contra el fuego. Pero el Teniente que mandaba la Compañía era no sólo un hombre valiente, sino un Oficial de recursos. Pasó a sus dos Secciones la orden siguiente: “Cuando me levante y empiece a disparar, haced todos lo mismo y después romper la marcha avanzando!” Después de un momento de espera, el Teniente empezó a ha cer fuego, se levantó e inició el avance, y sus hombres hicieron lo mismo. Avanzando a paso ligero y vomitando un gran volumen de fuego con sus armas, que forzó al enemigo a protegerse, la Com pañía tomó con pocas bajas las líneas alemanas. Así fué como se descubrió el fuego marchando por una Com pañía de fusileros. Mejor sería decir “se volvió a descubrir”, porque ya había sido utilizado en guerras anteriores, aunque posteriormente casi había caído en olvido. Esto hace surgir una cuestión interesante: El fuego marchan do, que tanto éxito ha tenido durante la última guerra, no se enseña ahora y tendrá que volver a ser “descubierto” en una •70 guerra futura en el más costoso de los lugares de experimente ción: el campo de batalla. Los manuales de campaña dedican uno o dos párrafos al fue go de asalto (cosa diferente); pero la técnica adecuada no e tratada con toda la extensión que su importancia merece. ¿Qué es el fuego marchando? ¿Cómo se emplea? La Compañía que lo utiliza emplea una formación de ataqu normal: dos Secciones en línea y una de reserva; aquellas de Secciones forman aproximadamente una sola línea, en la qu entran sus tres Pelotones de fusileros. Ello permite contar co la potencia de fuego del tercer Pelotón y es, por tanto, prefc rible a la línea de asalto de sólo dos Pelotones. Los fusiles ametralladores y las ametralladoras ligeras ev tran en la misma línea que los fusileros. Al cruzar la línea d partida, la Compañía recibe el fuego enemigo; pero sus hoir bres no echan cuerpo a tierra, sino que disparando con encara miento o sin él, hacen- fuego con todas sus armas; sin presta demasiada importancia al fuego de artillería y morteros enem: gos, continúan su avance sin echar cuerpo a tierra, sino cuar do ello es absolutamente necesario. Pronto están tan cerca del enemigo, que éste debe suspende su fuego artillero y de mortero para no alcanzar a sus propia fuerzas. Cubierto por una granizada de proyectiles de armas l geras, el enemigo no puede reaccionar; si sigue ocultándost nuestra infantería se le echará encima, y si se levanta, será a canzado. Por ello no harán nada. Cuando, finalmente, la infantería asaltante entra en la pos ción enemiga, el enemigo tendrá que rendirse o será fusilado quema ropa. De ese modo se toma la posición con menos baja que si la Compañía emplease otros métodos. Habrá quienes crean que esto es cosa de película; pero y considero esta técnica como una de las lecciones más valioss que he aprendido en las cinco campañas que he hecho con Jefe de fusileros, y creo que hubiera ahorrado muchas vids a mi Unidad y hubiera conquistado más terreno si la hubier empezado a emplear antes. No soy el único adepto al fueg marchando, pues muchos centenares de combatientes veten nos también lo son. Verdad es que el fuego marchando no encuentra su mejc aplicación en los ataques contra posiciones fortificadas, zonE dificadas y en bosque cerrado; pero, sin embargo, también )uede emplearse a veces contra ellos. Es ideal cuando se emplea en terreno llano, en terreno ondu ado o en bosque abierto. Es especialmente valioso cuando se Ltaca en terreno que ofrezca pocas posibilidades de ocultación cobertura; en él puede el fusilero emplear toda su potencia de uego para salvar las desventajas del terreno. El efecto psicológico del fuego marchando es una de las ra rones más poderosas para su empleo. Este efecto debe ser con— ;iderado desde dos puntos de vista: el del atacante y el del de ensor. ventajas para el atacante. El fuego marchando da al soldado gran confianza en sí mis mo, porque, gracias a él, puede ofender al enemigo y hacer algo más que ofrecerse simplemente como blanco. Sabe que el éxito de su ataque depende principalmente de la rapidez con que [legue a la posición enemiga, y, por lo tanto, tiene prisa por Ile ar; no siente el imperativo de guarecerse tras los accidentes del terreno. Cuando un soldado ha tomado parte en varios ataques en los cuales ha empleado con éxito el fuego marchando, empieza a creer que nada puede detenerle, y se convence que es más va liente y mejor soldado que el enemigo. Las sensaciones del defensor son muy distintas. He hablado con prisioneros que lo han sufrido, y he observado las reaccio nes de grupos y de individuos enemigos cuando lo estaban re cibiendo. Sus impresiones más marcadas parecen ser el terror y el más absoluto desamparo. Sensaciones (le! defensor. El enemigo pierde la libertad de acción. Debe permanecer oculto porque apenas si hay interrupciones en nuestro fuego, si es que hay alguna, y nuestros proyectiles baten a su alrededor todo el terreno. No tiene posibilidad de determinar la impor tancia de la fuerza atacante, y si juzga por el volumen del fue go que recibe, creerá que es mucho mayor de lo que es en reali dad; en muchos casos no puede retirarse con probabilidades de éxito. El atacante tiene la ventaja de estar de pie y de que, por ello, su campo de observación es superior al de su enemigo, que está metido en un hoyo. A esta desventaja se añade la del miedo, que hace presa en el enemigo y que aumenta conforme se acerca el atacante. Al parecer, la eficacia del tiro marchando no es muy grande cuando se hace a gran distancia; pero esta desventaja queda neutralizada por la facilidad que tiene el atacante para avan zar aproximándose rápidamente y sin mucho peligro. Esto, por supuesto, es debido a que la acción enemiga es muy restringida durante el avance. El fuego marchando puede emplearse para conservar la su perioridad de fuego durante el ataque. Si el enemigo tiene su perioridad de fuego al principio, el fuego marchando es un sis tema excelente para arrenatársela; una vez lograda tal supe rioridad, se puede conservar mediante un fuego continuo y un avance sostenido. Armas e instrucción. La eficacia del fuego marchando depende de las armas y de la instrucción. Nuestras armas de Infantería son muy apropia das para él. El M x, ligero y semiautomático, puede disparar con batante rapidez con encaramiento o sin él, y lo mismo ocu rre con el fusil ametrallador Browning, aunque sería preferible otro más ligero. Nuestra ametralladora ligera puede ser también empleada para esta clase de fuego, pues se le puede colocar un manguito de paño o de cuero (un mitón de amianto va muy bien) en la camisa refrigeradora del cañón para proteger la mano del tira dor; las cintas de munición pueden acortarse para hacerlas más manejables; pero algunos tiradores prefieren llevar toda cinta reglamentaria sobre el hombro o enrollada alrededor del cuer po para ir alimentando su máquina a medida que sea.nece sano. Dadas nuestras armas actuales, sólo nos resta el instruir a nuestros Oficiales y soldados en la ejecución del fuego mar chando, aspecto en el que hasta ahora hemos dejado de aprove char la experiencia de algunos Jefes de Infantería en la dura escuela de la guerra. Esa experiencia debería ser parte de nuestra doctrina de ins trucción en tiempo de paz. Sus enseñanzas deberían ser incluídas en los manuales y enseñadas en las academias. Si dejamos de valorar y enseñar lo aprendido en la segunda guerra mun dial, traicionaremos a nuestros infantes de mañana. Espera mos darles el mejor armamento, pero eso solo no basta. Debe mos darle también la mejor instrucción. No pretendo que el fuego marchando haya de sustituir a otros métodos. El principio del fuego y movimiento no cam bia con la adopción de aquél. Nada impide el empleo de un elemento de fuego de apoyo o de una base de fuegos, si puede ser empleada. En realidad, el elemento móvil de cualquier fuerza atacante deberá aprender a utilizar el fuego marchando para eliminar la resistencia en su inmediata zona de acción. La instrucción para que el soldado llegue a dominar el fuega marchando deberá darse después de que se haya calificado como tirador en sus armas básicas y deberá ser dividida en dos fases: en la primera será instruído individualmente, y en la se gunda, como parte del conjunto. Durante dicha primera fase se le deberá enseñar a dominar el arma y a tirar con precisión; la mayoría de los soldados tienden a inclinar demasiado el cañón de su arma, lo que hace que dis paren a poca distancia delante de ellos. Deberá enseñárseles a mantener horizontal el fusil para que sus tiros den varios cen tenares de metros delante de ellos en su avance. Mediante la instrucción se puede llegar a tirar con una pre cisión sorprendente, manteniendo el fusil a la altura de la ca dera. Se deberá adiestrar al soldado en el tiro, estando parado y estando en movimiento. La segunda fase de la instrucción se dedicará al tiro de Pelo tón, Sección y Compañía, dirigiendo cuidadosamente el fuego tanto a pie firme como en movimiento. La comprobación de los blancos en esta clase de fuego pue de indicar la precisión del fuego hecho; pero no puede revelar ni medir uno de los elementos más importantes del fuego, mar chando, pues, desgraciadamente, los ejercicios no muestran el efecto psicológico que causa. Ventaja psicológica. Sólo cuando hay que vencer a un enemigo real se pone de relieve el verdadero valor de esta clase de fuego, porque sólo entonces se ven los efectos físico y psicológico que causa al enemigo. Le sucede algo parecido a lo que ocurre con la pro paganda (radio, pasquines, etc.), que durante las maniobras y ejercicios carece de valor, pero cuya importancia en la guerra se aprecia ahora plenamente; su técnica, sin embargo, debe ser estudiada y practicada en tiempo de paz, para emplearla ef i cientemente en guerra. Exactamente lo mismo ocurre con el fuego marchando. Una infantería instruída en el empleo agresivo del fuego mar chando no será “clavada” fácilmente. Si la adiestrarnos en el empleo adecuado de sus armas individuales para el avance, in culcamos en sus hombres la idea de que la seguridad y el éxito están en la conquista de las posiciones enemigas; nuestros in fantes no se dejarán parar por el fuego de las armas ligeras. Conscientes de que los altds innecesarios sólo sirven para dar margen al enemigo para pedir y ajustar el tiro de su artillería y morteros, que tantas bajas produce, apretarán el paso hacia las posiciones enemigas. Sólo puedo decir que yo creo que el fuego marchando es tan importante, que si de pronto fuera llamado a mandar una Com pañía de fusileros con la misión de instruirlos para llevar4a des pués al combate, daría la máxima importancia a su cornpleta enseñanza y al adiestramiento en su empleo. Y creo que cuan do mis hombres hubieran adquirido confianza mediante su em pleo en el combate, dispondría de una Unidad imbatible. 711 Estudios sobrelasegundaguerra mundial.—.--LaguerraenelPacífico. Teniente de Navío, Francisco José Ruiz, de las Unidades de Instrucción de El Ferr La ofensivajaponesa. La guerra en el Pacífica tuvo dos partes principales. Durante la primera, la ofensiva japonesa se extendió por la inmensidad del Océano como una mancha de aceite, en tanto que los norte americanos e ingleses estuvieron a la defensiva, mientras reor ganizaban sus fuerzas, tratando de establecer el equilibrio, y la otra parte comprende la ofensiva aliada, la cual, a su vez, presenta dos fases: en la primera existe un cierto equilibrio entre ambos contendientes, que se rompe a favor de los anglosajones, para dar a éstos, finalmente, la victoria. La existencia del Japón dependía principalmente del domi nio del mar; para ella había de contar con una fuerza naval ca paz de conquistarlo, eliminando las bases de la Escuadra ene miga, y después conservar sus conquistas valiéndose de la su perioridad numérica. No es posible precisar exactamente las fuerzas navales con que el Japón entró en la guerrá en diciembre del año 1941, de bido al secreto con que mantuvo siempre no sólo lo referente a la clase y categoría de los barcos, sino a su armamento, su ca pacidad ofensiva y defensiva, y hasta incluso el grado de ins trucción de sus dotaciones. Sin embargo, después de la denun cia del Tratado de Versalles en 1936, cuenta con un total de so acorazados de distintos tipos y tonelaje, y al año siguiente co mienza la construcción de 2 grandes acorazados de 46.000 to neladas cada uno y artillería de 437 mm., que probablemente al entrar en guerra estarían ya en servicio. Contando la potencia en unidades de línea del Japón, Norte américa e Inglaterra, se ve que la proporción es de: i 2 acoraza dos y 7 portaaviones, Japón; 17 y 6, Norteamérica, y 15 y 8, Inglaterra, sin evaluar las otras unidades, ya que son las gran des de superficie las que dan el nivel de la potencia naval. Contra la flota japonesa, con un total de 12 acorazados, dos de los cuales, los más modernos, potentes y probablemente más rápidos que el que más, los aliados necesitaban oponer una fuerza doble, y no es aventurado hacer esta suposición tenien do en cuenta que el Japón, en el teatro donde se iba a desarro llar la acción, disponía de las bases navales y puntos de apoyo, desde donde podían emplear a fondo tanto sus submarinos coma los aviones. Es verdad que los aliados contaban con un total de 32 acorazados; pero Inglaterra, empeñada en su lucha contra Alemánia e Italia, había de proteger y defender el Atlán tico y el Mediterráneo, y no estaba en condiciones de poder desplazar muchas unidades al lejano Oriente. En lo referente a las bases, ya hemos dicho que Japón tenía la gran ventaja de tenerlas cercanas, lo que le daba la seguri dad de una ayuda eficaz. Norteamérica, en la ruta de San Francisco a China, contaba con Pearl Harbaur, y el camino de Hawai a las Filipinas estaba jalonado por las posiciones de Midway, Wake y Guam. Inglaterra tenía como punto de apoyo las importantes bases de Singapur y Hong-Kong. (Véase el mapa del Pacífico, que reproducimos.) El objetivo japonés, amén de sus miras expansionistas, era conseguir las materias primas, principalmente petróleo y cau cho, que no podía recibir de sus aliados. Le era necesario do minar en el tiempo y en el espacio, y desde el ataque a Pearl Harbour hasta el 30 de julio, en algo menos de ocho meses, conquista las Islas Filipinas, la península de Malaca, Sumatra, Java, Borneo, Célebes y Molucas; los archipiélagos de Bis marck, Gilbert y Salomón, y las posiciones norteamericanas de Wake y Guam, y Kiska y Attu en las Aleutianas. A las cuarenta y ocho horas de la entrada en guerra del Ja pón había prácticamente desaparecido toda la Flota aliada. En Pearl Harbour, los acorazados Ok/ahorno y Arizona son destruídos, y gravemente averiados los West Virginia, Nevada, California, Maryland y Tennessee, además de otras unidades. Y los ingleses pierden, por ataques de aviación torpedera fren te a las costas de Malaca, los acorazados Repulse y Prince of Wales. Con esta, los japoneses consigUen el dominio del mar, que había de llevarlos a la conquista inmediata de todo el Pacífico. 72 Mientras tanto, los aliados tratan de oponerse al arrollad avance nipón con unidades pequeñas, principalmente subm rinos, con objeto de ganar tiempo y poder reorganizar si fuerzas, para pasar, a su vez, de la defensiva a la ofensiva. El 8 de diciembre del 1941, al día siguiente de la declaraci/ de la guerra, comienzan los japoneses los preparativos para invasión de las Islas Filipinas. Las fuerzas del General MacA thur, tras una desesperada resistencia, incomunicadas y s esperanzas de obtener refuerzos, reciben orden de retirarse Australia a mediados del mes de marzo, cuando ya es inúl toda resistencia. El día 3 de enero es conquistada Manila, continúan los de embarcos sobre los puntos principales de las islas del Archipi. lago y van cayendo Olopanpa, el día ‘o; Ciudad de Grand el i Battan, el 23; Zamboaga, el de marzo; Malabang, día 2 de mayo, y luego, Cebú, Ib-Ib y Panay, y, por últim se rinde la isla de Corregidor el día 5. Sobre las Indias holandesas y el Borneo británico comie! zan también los desembarcos japoneses. El só de diciembre efectúan en el norte de Borneo y se inicia a primeros de enei la preparación para nuevas conquistas en Sumatra; el día tiene lugar un desembarco en las Célebes, y el 25, al este d Borneo, en Balikpapan. El 26 la aviación americana descubr y ataca a un convoy en el estrecho de Macasar y se atribuy haber hundido unos ro transportes y averiado x, además d infligir daños a otras unidades de guerra; pero esto no detien el avance japonés hacia el sur, que se dirige como inmediatc objetivos sobre Java y Sumatra. Nuevos desembarcos sobr las costas sur de Borneo preparan el asalto hacia Surabaya, e Java y Palembag, en Sumatra, que es tomada en 17 de febrer como base de partida para la conquista de toda la isla. El i desembarcan en Timor. Los aliados tuvieron que defenderse, sin el apoyo de la avia ción, con las pocas unidades navales que aún les quedaban; cuando los japoneses preparaban sus bases en Mindanao y e el Archipiélago Job, con objeto de continuar sus avances bach el sur y bajar por el estrecho de Macasar para atacar Balikpa pan, el almirante Hart decidió acometer a los japoneses con ux ataque nocturno de destructores. Del resultado de esta bata lla, que se conoce con el nombre de “batalla del estrecho c Macasar”, no se tienen noticias ciertas; pero las fuerzas japo nesas ocuparon Balikpapan y continuaron avanzando hacil Nueva Bretaña y las Islas Salomón. Más tarde, fuerzas al mando del almirante Dorman intenta. ron oponerse a la presión enemiga y entraron por el estrecho d Macasar hacia el mar de Java, con objeto de entablar una ha talla; pero la operación fracasó porque los barcos fueron des cubiertos por la aviación japonesa, y resultado del encuentre fueron las averías producidas a los cruceros Houston y Mar bleheard, teniéndose que retirar. Después de la conquista de Bali por los japoneses, el Almi rante Dorman atacó con sus fuerzas en la noche del 59 al 20 de febrero a los buques enemigos en el estrecho de Bandoeg. Como consecuencia del ataque, sufrieron averías el destructor norteamericano Stwart y los cruceros holandeses Java y Trornp, perdiéndose el destructor, también holandés, Piet-Hein. De las pérdidas japonesas no se tienen noticias. El 26 de febrero fueron hundidos el portaaviones Lan grey y el destructor Pecos por aviones de combate. Las fuerzas aliadas estaban constituidas por un conglomerado de buques de distintas características, que se había formado con las unidades británicas procedentes de la Escuadra del Al mirante Philips con las unidades holandesas de estación en Oriente y las procedentes de los americanos, todas bajo el mando del Almirante holandés Dorman. Es de suponer que su actuación fuese deficiente, ya que, por su composición con bar cas de distintas nacionalidades, carecería de una unidad de criterio indispensable, tanto en lo referente al material como a la instrucción y doctrinas tácticas. Su composición, al parecer, era la siguiente: Crucero amen- cano Houston, cruceros holandeses Java y De Ruyter, crucero inglés Exeter, crucero australiano Perth, una flotilla de des tructores americanos (5 unidades) y otra flotilla formada por 4 ingleses y 2 holandeses. El día 27 de febrero. las fuerzas del Almirante Dorman, compuestas por 4 cruceros y 9 destructores, entablaron con tacto cerca de Surabaya con una agrupación japonesa, com puesta, al parecer, por 7 cruceros y 13 destructores en dos flo tillas. De este encuentro, que se conoce con el nombre de “com bate naval del mar de Java”, se tiene poca información. Una vez establecido el contacto, que debió de ser sobre los 20.000 m., la Escuadra americana sufrió dos ataques diurnos sucesivos de las dos flotillas de destructores. El primero, al parecer, fué rechazado, y en el segundo, al maniobrar, se rompió el con tacto. Los resultados de esta acción fueron la pérdida de los destructores británicos Electra y holandés Kortenaer, y ave rías en el crucero británico Exeter. Por la noche, una explosión submarina hunde al destructor Júpiter, y más tarde, al enta blar un nuevo contacto con las fuerzas japonesas, son hundi dos por torpedos los cruceros holandeses Java y Ruyter. Esta situación obligaba a los aliados a abandonar las posi ciones del mar de Java, y a tal efecto, los cruceros Houston y Perth y el destructor holandés Eversten salieron en la noche del 28 de febrero para pasar el estrecho de Sonda, y al embo carlo, tuvieron un encuentro con unidades enemigas y no se volvió a saber más de ellos. La misma suerte corrieron el Exe ter y los destructores Pope y Encouter. De toda la flota del mar de Java sólo pudieron llegar a Aus tralia cuatro destructores americanos; con el desembarco nipón en la costa norte de la isla de Java coincide la terminación de la defensa aliada eñ una lucha desigual por la desproporción de elementos y personal que se enfrentan. El primer y fundamental problema que tuvieron que resol ver los aliados en el Pacífico fué el establecimiento de bases que sirvieran sus líneas de comunicación y aprovisionamiento, estaciones de tráfico para tropas y repuestos de materiales para los distintos servicios. Estas bases, que fueron desarro lladas y equipadas a principios del año 5942, sirvieron para detener el avance japonés hacia Australia y Nueva Zelanda. Las principales fueron las establecidas en las Islas Fidji y en Nueva Caledonia, entre Australia y los Estados Unidos, y Efate y Espíritu Santo, en el Pacífico sur. • Al mismo tiempo, las fuerzas navales del Pacífico se reorga nizan bajo el mando del Almirante Nimitz, y a fines del mes de enero de 5942 cuenta con un grupo rápido que, bajo las órdenes del Almirante Halsey, inicia las primeras operaciones ofensivas contra las posiciones japonesas, siendo el primer objetivo el bombardeo de las islas Marshall y Gilbert, efectuado por una agrupación compuesta por dos portaaviones, el Enter prise y Yorktcwo, 4 cruceros pesados, 2 ligeros y so destruc tores. Los éxitos obtenidos por esta agrupación mantuvieron durante varias semanas la ejecución de acciones de esta clase. En cambio, fracasó la que llevó a cabo el Vicealmirante Brown contra Rabaul con un grupo formado por el portaavio nes Lexington, que, atacado por la aviación japonesa, entabló un combate aéreo, perdiendo la oportunidad de atacar por sor presa, por lo cual las fuerzas se retiraron. Dos nuevas opera ciones lleva a cabo Halsey con su agrupación contra las islas de Wake y Marcus, obteniendo resultados satisfactorios du rante los días 24 de febrero y 3 de marzo. El día io de marzo, una operación contra las recién desem barcadas tropas japonesas en Nueva Guinea es llevada a cabo por el Vicealmirante Brown con un grupo de dos portaaviones y buques de apoyo, consiguiendo hundir muchos transportes y buques de guerra, con pocas pérdidas propias, aunque sin llegar a conseguir frenar el avance nipón hacia el sur. Pero, sin duda, el éxito mayor obtenido por los portaaviones fué el conseguido el rS de abril, en el que aviones del Ejército, transportados en el portaaviones Hornet, bombardean Tokio por primera vez. Los aviones de observación y caza los pro porcionó el Enterprise, y los bombarderos terrestres, después de despegar de la cubierta del Hornet y realizar el raid, tienen que tomar tierra en China, porque sus características no les permiten regresar a bordo. Sean cuales fueren los daños oca sionados al enemigo, no se puede dudar del efecto moral que produciría en ambos bandos. Cuando, en el mes de mayo, los japoneses comenzaron los preparativos para el desembarco sobre algunas islas del Archi piélago de Salomón, el Contraalmirante Fleteherque se encon traba navegando por el mar del Coral con el portaaviones Yorktown, cruceros y 6 destructores. Trató de oponerse a las fuerzas enemigas, y en la mañana siguiente, los aviones del portaaviones hundieron y averiaron varios buques japoneses a unas roo millas al sur de Guadalcanal. Como inmediato objetivo, habida cuenta la concentración de fuerzas y preparativos que los japoneses estaban realizando, era de sospechar que se dirigiesen hacia Port Moresby, en la costa sudeste de Nueva Guinea. Ante tal eventualidad, el Al mirante Fletcher asumió el mando de una agrupación com puesta de los portaaviones Yorktown y Lexington, 8 cruceros y 52 destructores, divididos en cuatro Divisiones, mandadas cada una por un Contraalmirante. Fletcher destacó parte de sus fuerzas en la derrota forzosa que habían de cruzar los ja poneses, y el resto continuó hacia el norte, con objeto de loca lizar las fuerzas enemigas. El 7 se entabló contacto con el portaaviones Shoho, que fué hundido por los aviones de los portaaviones americanos, per diendo un buque cisterna y el destructor Sims los norteame ricanos. A la mañana siguiente tuvo lugar el encuentro del mar del Coral. Las unidades aliadas entablaron contacto con dos portaaviones, cuatro cruceros y varios destructores japoneses. Fué averiado un portaaviones japonés y abatidos gran número de aviones, y los americanos sufrieron grandes averías en el Yorktown y perdieron el Lexington, que tuvo que ser hundido a primeras horas de la tarde. Y así terminó el encuentro del mar del Coral, en el que los buques de superficie no efectuaron ni un solo disparo, pero que sirvió para frenar la ofensiva ja-. ponesa. Era de suponer que, después del combate del mar del Coral, ninguno de los dos bandos beligerantes permanecerían inacti vos. La cuestión era distribuir las fuerzas de tal forma que, por una parte la atacante, fuese a los sitios donde se presumía la falta de defensa, y por la otra parte, repartir las fuerzas de tal forma que pudiese rechazar los ataques. Partiendo de este punto de vista, los japoneses, sospechando que las fuerzas norteamericanas estarían por el Pacífico sur para cortar la invasión y proteger a Australia, se dirigieron hacia el norte; pero ya los americanos habían dividido sus fuer zas, abarcando una línea de defensa a todo lo largo del Pacífico. El día 3 de junio los japoneses atacan simultáneamente Mid.. way, la isla más occidental del grupo de las Hawai, y Dutch Harbour, en las bases norteamericanas de las Aleutianas. Su intención es llegar a conquistar Midway, a 5.200 millas de la base de Pearl Harbour, para tener ésta bajo el dominio de su aviación y poder ocuparla esta vez, lo que crearía una situa ción difícil para los norteamericanos, y Dutch Harbour para evitar la amenaza que les .representaba un ataque americano a la metrópoli japonesa por el cordón de las Aleutianas. La, diversidad de dirección de su ataque favorecía que sus fuerzas, muy superiores aún a las aliadas, pudiesen llegar a conseguir uno u otro de los objetivos, y, efectivamente, los americanos reconocen el día 12 haber perdido varias islas de las Aleutianas. Los japoneses llegaron a Midway con una flota compuesta de 4 portaaviones, 4 acorazados, 9 cruceros y 36 destructores, más los barcos transportes de tropas y buques auxiliares para el desembarco. Durante las primeras veinticuatro horas, la defensa de Mid way fué sostenida por los propios medios de la base, contando solamente con 89 aparatos, que inmediatamente se lanzaron al ataque, consiguiendo algunos impactos en varios transpor tes y en dos cruceros, pero no pudiendo evitar que la base fuese bombardeada. ‘Las fuerzas del Almirante Fletcher, con el Yorktown, Enter prise y Hornet y su correspondiente escolta, descubrieron a las fuerzas niponas y comenzaron el ataque cuando aún éstas no sospechaban la proximidad de los americanos. En las primemeras y sucesivas oleadas de los aviones consiguieron incen diar a los portaaviones Akagi, Soryu y Kaga y averiar a un acorazado y un crucero; posteriormente, el Soryu fué torpe deado y hundido por el submarino Nautilus. Los aviones del cuarto portaaviones japonés, Hiryu, consi guieron, por medio de bombas y torpedos, averiar al York town, que tuvo que ser abandonado. Nuevos ataques sobre el Htryu por los aviones del Enterprise le dejaron en llamas, y posteriormente los aviones del Hornet consiguieron nuevos blancos sobre un acorazado y otras unidades. Los japoneses se batieron en retirada, y a la mañana s iguien te les fué hundido un crucero y averiado otro. Al Yorktown, que el día 6 aún se encontraba flotando, in tentaron darle un remolque, para lo cual se abarloó el des tructor Hamann; pero un submarino japonés lanzó dos tor pedos contra el portaaviones y otro contra el destructor, que 73 — / P A If C 0 / /7 E/ / ¡ / DC ‘Y [ / /,lt5i¡ / / L / q(aa/7// 1 // — 1/2776’ - / ‘iiza.w,,’ -, / Iwosto EA ° - CliunÁ’ng‘ 8/ / SL 2008 O/L / A ‘ç: / 1C O 500 1000 1O0 1 (N / (60nu17) ¡ / / ¿ ¡ /,#arJ’u8 I°°_L -- j - / Luzo í -7-__----r / / AfR7h - ao —__ CÁflqL/NI$ — - — atav pu &,/o CELEBES ¿ta -=- -1 7JTARK =- =VLBE’S fidel‘/íz7/rai7taz!Ji -= -=- It #ii’ ‘ - — — — T1n7 1 da/e e an 8&o sÉ. —6’ -= - ----— ,‘/f Df! pa CO/ML wurMHÉMID,dY A OJTIÓ’I7É - IM CILtD HM LI e/aida - V” icfneg ,lfe/Z’o ¡‘ne — iVil! ÁZ[LÁ __\ 1 : 800 .90° 700° 1/00 !20° /50° /400 /59” 1600 170° 1800 :4 - Ka tk ¿Wrnn,2eci A : ? Ju 1 Tro,ou’oo’e Cnce) ear/// 1 _% iáoui’ A . 10°— .qiw —-— . ‘ .. Boota 1 R (1 ! OÁLÁPA / 1’ ,jO _F&f / --,m6’ ir / 1 ______________________ / /COPflI’OJ ___ / - / ¡ A / / / / f_/ / c o/_/ __ Sdat /W/ 1 J 1000 1 1 1.500 1400 / /30° / / 1 1200 / 110° / 1000 / / 90° / / 800 W;/a / - cdhf00 700 60° 500 se hundió rápidamente. El Yorktown aún continuó flotando quince días más, hundiéndose finalmente. A esta batalla, que marca el fin de la hegemonía japonesa, se la conoce por la “batalla de Midway” o “de los portaavio nes”; con ella terminó la ofensiva japonesa. Fué la primera de rrota que sufrieron en trescientos cincuenta años, y restable-. ció el equilibrio naval en el Pacífico, lo que permitiría a los pocos meses a los americanos tomar la ofensiva, aun cuando verdaderamente ésta empezó con la toma de Guadalcanal. Conclusión. En esta primera parte de la guerra del Pacífico, la de la ofensiva japonesa, ésta fundamentó sus conquistas en el do minio del aire y del mar; sus primeros objetivos fueron dirigi dos contra la potencia naval aliada en Pearl Harbour y Ma laca, y, una vez dueños del mar y del aire, comenzaron las ope raciones de desembarco, procurando al mismo tiempo destruir las unidades de superficie enemigas en el Pacífico sur. Los desembarcos los realizaban en diversos puntos al mismo tiempo y habían de servirles de base, una vez conquistados, para lanzarse a emprender nuevas operaciones. Lo rápido y simultáneo de sus ataques, favorecidos por la falta de comu nicaciones que existía dentro de las islas y zonas en que des embárcaban, imposibilitaban la defensa. Si se considera detenidamente la hazaña realizada por los japoneses en ocho meses, la de dominar una superficie que viene a ser la octava parte del globo, hay que suponer que el Japón debía poseer una capacidad de medios y personal enor mes para que esperase poder conservar todo lo conquistado. Felizmente para ellos, durante todo este tiempo no encon traron obstáculos poderosos que les acarreasen muchas pérdi das; mas todo el potencial bélico del Japón se consumió en este esfuerzo. Los americanos, a la ofensiva japonesa se opusieron con las unidades pequeñas, sin un apoyo aéreo eficaz y sin el empleo a fondo de unidades submarinas, que no poseían en gran cariti dad y que hubiese sido, en realidad, lo que hubiese frenado el avance japonés, ya que, dadas las limitadas posibilidades de la industria japonesa, no hubiesen podido seguir a un ritmo grande la construcción de transportes para reponer las pér didas. Con las operaciones ofensivas llevadas a cabo por la flota del Almirante Nimizt trataban los norteamericanos de buscar un equilibrio que les hiciese posible atacar, mientras su po tente industria llevaba al límite las construcciones de elemen tos, buques, barcazas, lanchas de desembarco, etc., para ini ciar las operaciones de reconquista. En la batalla de Midway fué tan claro el triunfo obtenido, que marca el final de esta primera parte de la guerra. En los sucesivos meses, las fuerzas americanas se dedican a realizar misiones de ataque, al mismo tiempo que defienden las posi ciones, antes de pasar definitivamente a la segunda parte, en que se desarrolla plenamente la ofensiva aliada que las lleva ría a la victoria final con el aplastamiento total de la potencia japonesa. tiene enorme trascendencia en el futuro desarrollo de la guerr La expansión japonesa había absorbido todo su potencial b lico, llegando al límite. Para poder conservar todo lo conqui tado, el Japón necesitaba disponer de fuerzas en todos los pu tos de sus defensas, capaces de poder rechazar cualquier at que de las fuerzas reunidas aliadas y no contando con un n mero suficiente de unidades que le permitiesen dividirlas manera que cada una fuese mayor que la atacante, tuvo q pasar indudablemente por el siguiente dilema: o bien agrupa las de tal forma que constituyesen un grueso situado en punto equicentro de las bases principales, o repartirlas pa que cada lugar contase con un grupo de apoyo, en cuyo cas ante la eventualidad de tener que enfreritarse con el grueso la flota enemiga, se encontraría en apurada situación. No parece que fuese la intención del Alto Mando japon caer en el error de la división de las fuerzas, aunque no se ti nen noticias oficiales de ello; pero lo que sí es indudable, que los puntos de apoyo estaban defendidos por aviación t rrestre y unidades ligeras de superficie y submarinos, y que h aliados tenían la enorme ventaja de poder dirigir sus ataqui contra cualquier punto de las defensas japonesas, e inclu contra la misma metrópoli, con una flota de combate. Al mismo tiempo que se iniciaban las operaciones conti Port Moresby, los japoneses preparaban las bases de Guada canal y Tulagi, con el objeto de tener bajo el control de su avi ción las zonas de Nuevas Hébridas y Nueva Caledonia, y ani tal peligro, los americanos comienzan los preparativos pai iniciar una operación de desembarco que había de ser la pi mera ofensiva que tomasen. Y a tal efecto, el 7 de agosto caen por sorpresa sobre Tula y Guadalcanal y consiguen hacer firmes sus cabezas de de embarco (gráfico núm. 2). En Guadalcanal, sin apenas resistex cia, y Tulagi (1. Florida), en un avance lento y costoso, pu las fuerzas japonesas estaban fortificadas. La reacción aér€ fué rechazada y las pérdidas consistieron en dos destructore un transporte y 21 aviones. Las fuerzas que tomaron parte en esta operación estaba constituidas por: — — A ellas hay que añadir las fuerzas aéreas procedentes de M rina y de las bases de Australia y Nueva Caledonia. Las fuerzas de apoyo, una vez conseguidas las cabezas i desembarco, salieron a la mar para petrolear y evitar los at ques de aviones y submarinos por las aguas de Guadalcana quedando las fuerzas de protección al mando del Contraalm rante inglés Crutchley, en un dispositivo nocturno que tomó siguiente forma (gráfico núm. 2): — — OFENSIVA ALIADA.—LOS DOS PRIMEROS AÑOS — Después de la “batalla de Midway”, en donde los japoneses sufren la primera derrota en serio, comienza la fase de equili brio de ambos contendientes y el centro de gravedad de la guerra se traslada y establece por agosto de 1942 hacia el sur del Pacífico, siendo esta zona la que los aliados tienen que de fender por ser línea de comunicación con Australia y Nueva Zelanda, bases de partida de las operaciones encaminadas hacia la ofensiva. Al mismo tiempo habían de detener el avan ce japonés que, yendo hacia el sur por Nueva Guinea, trata de dominar el estrecho de Torres y, progresando igualmente por el Archipiélago Salomón, amenazaba Nuevas Hébridas y Nueva Caledonia. La lucha por la conquista de Port Moresby en Nueva Gui nea (gráfico núm. 3), punto clave para el salto sobre Australia, dura más de cinco meses; durante este tiempo se han desarro llado una serie de combates durísimos en un terreno dificilísimo por lo accidentado y falto de comunicaciones. Los japoneses fracasan, no contando con el dominio aéreo y en indudable in ferioridad naval en la zona de las operaciones, y su fracaso 76 Fuerzas de apoyo, formadas por i acorazado, 3 portaavi nes, 5 cruceros pesados, i ligero y destructores de escolta, Fuerzas de transporte, formadas por 6 cruceros pesado i ligero y varios destructores, para protección directa d convoy, y 23 transportes con fuerzas de Infantería de Mi rina. Entre Sayo, Guadalcanal y Florida, los destructores Blu y Ralph Talbot. Entre Sayo y los transportes de Lunga, los cruceros Chica y Camberra y los destructores Patterson y Bagley, en uo derrota de unas 12 millas de largo; y Entre Sayo y la bahía de Tulagi, los cruceros Vincenne Quincy y Astoria, con los destructores Helm y Wilson, e un cuadrado de unas cinco millas. Las fuerzas japonesas, al mando del Contraalmirante Mik wa, formadas por 5 cruceros pesados, 3 ligeros y varios de tructores, después de atravesar una zona donde abundan h bajos de coral, en un verdadero alarde de navegación noctu na, lo que demuestra su alto grado de instrucción, cayeron p sorpresa, después de burlar la vigilancia de los destructores e Sayo, y, alumbrados por las bengalas que lanzaron los avic nes, comenzaron el ataque con artillería y torpedos, y en med hora, desde las 01-45 hasta las 02-15 del día 9, hundieron l cruceros Quincy, Camberra, Vincennes y Astoria, y averiarc gravemente el Chicago y los destructores Ralph Talbort y Po terson. Mikawa, que había entrado en la bahía, entre Sayo y Gu dalcanal, con la orden de atacar y destruir los transportes fuerzas, localizó a la escuadra enemiga y la destruyó; pero misión, destruir los transportes, no fué cumplida porque u ls/dde fgi’a sados San Francisco y Salt Lake City ;ilos cruceros li geros Helena y Boise, y destructores. Los americanos cayeron por sorpresa sobre las fuer zas niponas, y con un fue go devastador, antes de -e——.. / que pudiesen reaccionar, consiguieron tocar varios barcos en los primeros cin AMI1 / co minutos. Este encuen tro, que tuvo lugar cerca •_% ,t, 1 / ________ delCabo Esperanza (gráfi /1 AYTORIA 44 co núm. 2), fué un verda WIISON dero éxito para los norte americanos; debido a la sor NCE//NES4Cesado,rjo1oneres presa y la confusión, con ‘1C/is q siguieron hundir el crucero y pesado Kurutaka y 3 des tructores más, y averiar r otras unidades que no se pudieron identificar; de las fuerzas americanas fueron •b averiados el crucero Boise o y el destructor Ducan, que hubo de ser abandonado, y también recibieron im pactos el crucero San Fran cisco y otro destructor. Sin embargo, los japone ses no cesaron en su empe ,‘líLtlS ño de reforzar sus posi ciones de Guadalcanal, y consiguieron pasar varios transportes con una Divi lisparo afortunado, de los escasos que hicieron los americanos, sión entera de desembarco. Con sus fuerzas navales apoyaban ayó en el puente del Estado Mayor del buque insignia, de- las tropas de tierra, mientras que sus submarinos y destructo ando sin cartas al Almirante; con lo cual éste, sin cartas en res trataban de interceptar el paso de los convoyes america ma zona peligrosa por los bajos, con su Escuadra dispersa, nos, cortando las líneas de comunicación a Guadalcanal, y así in saber los resultados del encuentro y temiendo la reacción consiguieron hundir el destructor Meredith el día 15 y averiar liada, salió por la parte norte de la isla de Sayo. más tarde por submarinos el crucero pesado Chester. De haber conseguido su objetivo Mikawa, tal vez la ofensiva En la noche del 23 al 24 de octubre, el desarrollo de la ba imericana en Guadalcanal hubiese fracasado. Durante mucho talla de Guadalcanal llegó a su cumbre; los japoneses comen :iempo, debido a la inferioridad naval aliada en esta zona, las zaron el ataque a las posiciones de tierra, ayudados por el tiro uerzas de tierra estuvieron sometidas a diversas alternativas de su artilleria naval, con el objeto de desbordar las fuerzas de le ser o no ser auxiliadas. Infantería de Marina; fueron rechazados, pero el día 25 aún Se creó un frente que por ambas partes fué abastecido, prin continúan en sus ataques. El día 2ó, las fuerzas aéreas de los :ipalmente por el mar; pero los americanos tuvieron que ayu portaaviones norteamericanos tienen un encuentro con una lar a sus tropas muchas veces por el aire, lo que demostraba agrupación japonesa, a la vez que son atacados sus barcos por los aviones enemigos. El portaaviones Hornet sufre el ataque iue no tenían un absoluto dominio del mar, y para conquis :arlo, alrededor de Guadalcanal se desarrollaron una serie de de un avión suicida japonés, que se estrella contra el puente, ncuentros navales con aquella finalidad y tratar de evitar los declarándose un incendio. Nuevos ataques de aviones le pro efuerzos del enemigo a la isla. ducen otros incendios y dos torpedos le dejan sin gobierxo; En la tarde del 23 de agosto, el Almirante Chormley recibió posteriormente, al ser remolcado, sufre otros ataques de avia nformación por los aviones de observación de haber avistado ción torpedera, que le dejan imposibilitado de tal forma, que in convoy japonés a unas 250 millas de Guadalcanal y al nor tiene que ser abandonado definitivamente. El portaaviones e de dicha isla. Chormley, con una fuerza compuesta de los Enterprise sufrió un ataque de 24 aviones en bombardeo en )ortaaviones Saratoga y Enterprise; acorazado North Caro picado y fué tocado tres veces; también lo fué el acorazado South ma; los cruceros Minneapolis, Atlanta, Portland, New Orleans Dakota. 52 destructores, salió en su busca, estableciendo contacto No hay noticias exactas de las fuerzas que tomaron parte on las fuerzas enemigas por la tarde del día 24. El Enterprise en estos combates de la isla de Santa Cruz. Los partes japoneses su escolta se vieron atacados por una escuadrilla de 75 avio de aquella época registran las pérdidas siguientes: averías en ies, que consiguieron algunos impactos en el portaaviones, a pe 2 portaaviones y i crucero y 40 aviones perdidos, y dicen ar de la fuerte reacción antiaérea, mientras tanto los aviones haber hundido a los americanos durante los combates: x acora lel Saratoga conseguían tocar a un portaaviones japonés y hun zado y 4 portaaviones; averiados otro acorazado, 3 cruceros y lir dos destructores. Esta se conoce con el nombre de “batalla x destructor, y derribados unos 200 aparatos. Al parecer, los lel este de Salomón”. japoneses pecan de exagerados, porque los americanos calcu Los japoneses actuaban continuamente con la aviación, du laron en unos x8o aparatos los que atacaron los dos porta •ante el día, contra las posiciones norteamericanas, y con sub aviones, de los cuales fueron derribados unos 50 por las defen narinos y destructores, en ataques nocturnos a los refuerzos. sas antiaéreas y otros tantos en combates aéreos. Reconocen n varias escaramuzas de este tipo, los norteamericanos pier la pérdida de Hornet y del destructor Porter, y tocados x aco len el portaaviones Wasp y 5 destructores, además de sufrir razado y x destructor, perdiendo 74 aviones, y señalan que tverías en otros buques, y los japoneses, 3 submarinos y i des pusieron fuera de combate dos portaaviones japoneses. ructor. Mientras tanto, la batalla por la conquista de Guadalcanal En la noche del ix al 12 de octubre, las fuerzas del Contra estaba empeñada por la posesión del aeródromo de Herdenrson Llmirante Scott, que tenía la base al sur de Guadalcanal y es Field, y, a pesar de las pérdidas en la mar de los norteamerica :aban pendientes para actuar en donde hiciesen falta, recibie nos, éstos pudieron reforzar al General Vandegrift, que man •on información de que fuerzas japonesas se dirigían a Gua daba las fuerzas de tierra, quien tomó la ofensiva y consiguió lalcanal entre Choiseul y Nueva Georgia (véase gráficó núm. 3). disipar la amenaza que se cernía sobre el frente. Pero los japo ss fuerzas americanas estaban formadas por los cruceros pe neses aún controlaban las derrotas de las aguas adyacentes a Guadalcanal, y durante dos semanas más las fuerzas aliadas se vieron comprometidas en varias acciones sueltas, llevadas a cabo para neutralizar ese dominio nipón. Esta situación no podía durar mucho, ya que vitalmente ambos bandos necesi taban más refuerzos, y así, los japoneses, por su parte, organi zaron una fuerza de superficie en Rabaul (Nueva Bretaña) compuesta de 4 acorazados, 2 portaaviones, 5 cruceros pesa dos y unos 30 destructores, dispuestos a dar la última y deci siva batalla por Guadalcanal; y por la otra parte, el Almirante Halsey, que había relevado en el mando de las fuerzas del Pa cífico sur al Vicealmirante Churmley, reunió una flota com puesta de 2 acorazados nuevos, 4 cruceros pesados, 3 cruceros antiaéreos y 22 destructores, con el doble objeto de poder en frentarse con los japoneses y reforzar las posiciones en tierra. A tal efecto, durante los días u y 12 de septiembre llegaron a Guadalcanal dos contingentes americanos en buques de trans portes con refuerzos y abastecimientos, sufriendo varios ataques de la aviación nipona, que no consiguió nada más que produ cir varios incendios en el San Francisco, matando 30 hom bres un avión suicida. Mientras tanto, fuerzas navales japonesas, divididas en tres grupos, bajaban ‘del noroeste hacia Guadalcanal. Con objeto de interceptarlas, el Contraalmirante Callaghan tomó el mando de 2 cruceros pesados, uno ligero, 2 antiaéreos y 8 destructores, al tiempo que el Contraalmirante Turner se retiraba con los transportes escoltados por 3 destructores, y el Contraalmirante Kinkaid reunía un grupo con los acorazados Washington y South Dakota y el averiado Enterprise con la escolta correspon diente, y que tendría como misión ir en busca de las fuerzas de desembarco japonesas para destruirlas. Callaghan, con sus buques formando una sola línea con 4 destructores en vanguardia y otros 4 a retaguardia, los cruceros en el centro, navegaba por el canal de Lunga, en la isla de Sayo, en una noche tan oscura, que casi chocaron las fuerzas. Ambos abrieron el fuego a tan corta distancia, que el resultado no se hizo esperar. El San Francisco, después de haber incendiado un crucero pesado japonés, se encontró me tido en el centro del grupo enemigo, recibiendo un impacto en el puente de mando que mató al Contraalmirante Callaghan y al Comandante del buque; pero continuó disparando, hundien do un destructor antes de quedar fuera de combate. El en cuentro, que duró solamente veinticuatro minutos y fué, sin 78 duda alguna, la batalla naval más terrible que se haya dad terminó cuando el destructor Fletcher torpedeó un crucero n pón. El resumen del combate fué el siguiente: japoneses: acor zado Kirishima, crucero Kinu gasa y destructores Ayanamy Hagashio, hundidos, y 3 cruceros más y otro destructor averi dos; norteamericanos: los cruceros San Francisco y Portian con vías de agua; el Atlanta estaba ardiendo y el Juneau, c averías en la dirección de tiro, había abandonado la batall y de los 8 destructores, el Lafeey y Barton, hundidos; el Cus ing y Monssen tuvieron que ser abandonados; el Sterrett y O’Bannon, averiados, y sólo quedaron el Aaron Ward y Fletcher. En la madrugada fué atacado el Juneau por subm rinos y hundido; el Atlanta, el Cushing y Monssen terminar por hundirse también, y los aviones del Enterprise rematar con torpedos un acorazado japonés que iba averiado y a po velocidad, doblando la isla de Sayo. En la mañana del día siguiente, o sea el día 14, fuerzas nav les japonesas, constituidas por cruceros y destructores, bar bardearon Henderson Field, rechazándose el ataque por med de lanchas rápidas, los aviones de la base y del Enterprise, q consiguieron impactos en dos cruceros. Las fuerzas de transportes japonesas, con una vanguard de acorazados, cruceros y destructores que iban a reforzar guarnición de Guadalcanal, fueron descubiertas al norte de isla y contra ellas se dirigió el Contraalmirante Kinkaid, est bleciendo contacto con ellas al norte de la isla de Sayo, E resultado del encuentro, los americanos pierden 4 destructor y aseguran haber hundido u acorazado japonés, haber ay nado otras unidades y destruído 4 transportes por aviaci terrestre. Así terminó la “batalla de Guadalcanal”, que duró tres dí y que dió la victoria a los americanos, puesto que, a pesar las grandes pérdidas que sufrieron, consiguieron el control mar y del aire, pudiendo llevar regularmente los refuerzos la isla, que era, en definitiva, lo que haría dominar la situaci en tierra. El 30 de noviembre, el Contraalmirante Wrigth, al man de 4 cruceros pesados, u ligero y 4 destructores, deshizo u tentativa japonesa de refuerzos a Lunga Point. Las fuerz americanas pagaron un alto precio, pues fué hundido el cr cero Nort-Harmpton y averiados con torpedos los Minneapol New Orleans y Pensacola. Los japoneses comenzaron la evacuación de Guadalcanal a principios de febrero de 1943, y el día 8, las fuerzas norteatne ricanas, venciendo las últimas resistencias niponas, quedan dueñas de la isla, terminando así la primera parte de la cam paña en las Salomón. Continuaron los aliados avanzando hacia el norte, y como primer objetivo se dirigieron hacia Nueva Georgia (gráfico nú mero 3). Oportunamente fuerzas de superficie y aéreas lleva ban continuos raid contra las defensas japonesas, principal mente en los aeródromos de Munda Poin, en Nueva Georgia y en la isla de Kolombangara. El 30 de julio desembarcan por sorpresa en los grupos de islas, entre las Salomón y Nueva Guinea, de Woodlark y Trob land, y los días 2 y 3 en Nueva Georgia. El día 6 de julio tuvo lugar un encuentro en el golfo de Kula, entre unidades japonesas que iban a reforzar sus posiciones por aquellos lugares, y otra aliada que trataba de impedirlo. Como consecuencia de él, los nipones perdieron 2 destructores, y los,americanos, el crucero Helena, que fué torpedeado y hun dido. El día 13, otro nuevo combate tuvo lugar en el mismo sitio; esta vez eran los norteamericanos los que trataban de llevar refuerzos; sus pérdidas fueron muy elevadas, pero con siguieron hacerlos llegar a Nueva Georgia, que fué tomada de finitivamente el 5 de agosto con la caída del aeródromo de Munda, al año de empezar la ofensiva americana sobre Guadal canal. Continuaron los americanos sus conquistas, y el 6 de octu bre ocupan Kolombangara, el 28 desembarcan en Choiseul y el r de noviembre en Bouganville; el día 2 tiene lugar un en cuentro entre fuerzas navales japonesas, formadas por 4 cru ceros y 8 destructores, y fuerzas norteamericanas en el canal de San Jorge. Se ignoran los resultados de este encuentro. Durante el mes de diciembre, las fuerzas de superficie norte americanas se dedican a bombardear las bases japonesas, pre parando nuevas operaciones por las Salomón del norte. Simultáneamente con el ataque en el Pacífico sur a las posi ciones japonesas en las islas Salomón, habían comenzado las operaciones sobre Nueva Bretaña, preparando el asalto hacia Rabaul y conquistando las Islas Almirantazgo. Por el Pacífico norte fueron reconquistadas las posiciones de Attu y Kiska, en el mes de marzo de 1943. Y en el Pacífico central, las operaciones sobre las Gilbert y Wake dan por re sultado la ocupación de estas islas por la flota del Almirante Nimitz. Conclusión. Al terminar esta fase de la gue rra en el Pacífico por el mes de marzo de 1944, se encuentra que, en dos años los norteamericanos, que tenían sus líneas desde Dutch Harbour, eti las Aleutianas, Mid way, Samoa y Australia, ahora las tienen avanzadas en la línea Attu, Marshall, las Bismarck y Nueva Guinea (gráfico núm. 4). La guerra en el Pacífico está caracterizada principalmente por las operaciones anfibias, y, por lo tanto, en la ayuda eficaz de una flota de combate que preste la ayuda de su artillería de grueso calibre en las operaciones de des embarco, habiéndose demostrado que las tropas llegaban a tierra con un mínimo de bajas, al mismo tiempo que protegen las rutas para los auxilios a los contingen tes desembarcados. La ofensiva aliada pudo llevarse a cabo, indudablemente, por que los norteamericanos consi guieron el dominio del aire y del mar; desde principio del año, el Almirante Halsey contaba con 3 acorazados nuevos, 4 viejos, 2 portaaviones, 3 portaaviones auxiliares, 3 cruceros pesados, 7 ligeros, z antiaéreos y numerosos destructores. El combate de Guadalcanal marca el principio de la ofensiva aliada en el Pacífico. La lucha por la posesión de la isla dependía fundamentalmente de los refuerzos que pudieran recibir las tropas desembarcadas y de la medida en que se pudiera interceptar la ayuda al enemigo; por tanto, no es extraño que el desarrollo de los sucesivos y conti nuos combates que tuvieron lugar fuesen dirigidos por esa idea. El plan japonés fué avanzar hacia el sur con objeto de obte ner las primeras materias en las Indias orientales y establecer una línea de defensa desde Singapur a Rabaul que siguiera al norte por las Gilbert y Wake. Con las islas de este cinturón bien fortificado, los japoneses se creían capaces de rechazar todos los ataques norteamericanos, con un desgaste enorme a larga fecha para las fuerzas atacantes, que no tqndrían más reme dio que llegar a un compromiso, dejando en poder de los japo neses las conquistas realizadas. Una de las cosas que ignora ron los japoneses durante mucho tiempo fué las enormes pér didas que tuvieron los americanos en Guadalcanal y el número tan elevado de defensores con que contaba la isla. Transcribimos una frase de unas declaraciones realizadas recientemente ‘por el Almirante de la flota, Osami Nagano, Jefe del Cuartel Imperial, que no necesita comentarios: “Las operaciones de Guadalcanal y Tulagi son el punto de conver sión de la ofensiva en la defensiva. Y la razón de nuestra de rrota fué nuestra incapacidad para incrementar ‘nuestras fuer zas con la misma rapidez que lo hicieron los norteamericanos.” Estratégicamente, las fuerzas aliadas en el Pacífico han se guido dos direcciones: una, la iniciada en el sur, que avanza por Nueva Guinea al mando del General del Ejército, MacAr thur, y la otra, bajo las órdenes del Almirante de la flota, Nimitz, que, avanzando desde el oeste de Haway, conquista las islas Marshall y Gilbert, cerrándose sobre las bases princi pales del Japón y dirigidas contra el mismo corazón de la me trópoli. LA OFENSIVA ALIADA.—EL FINAL Por el mes de marzo de 1944, la situación en el Pacífico es la siguiente: El Almirante Nimitz, con una poderosa flota com puesta de acorazados, portaaviones, cruceros y destructores, actúa por el norte y centro del Pacífico, atacando las principa les bases japonesas en las Kuriles y Carolinas, tomando nuevas posiciones sobre las Marshall, para continuar avanzando hacia el oeste y tratar de cortar las líneas de comunicaciones entre ‘70 el Japón y sus bases de Rabaul y Kavieng, que era, en defini tiva, desde donde partían los refuerzos con que se nutrían las guarniciones de las Salomón y Nueva Guinea. En las Salomón se luchaba hacía seis meses por la conquista de Bounganville, sin que las fuerzas norteamericanas puedan conseguir cortar los aprovisionamientos y refuerzos que recibe la guarnición japonesa por el norte de la isla, principalmente con unidades pequeñas. En Nueva Guinea, los americanos, con dos cabezas de desembarco, han logrado conquistar Nollandia y Altatf (gráfico núm. 3), para tratar de aislar las fuerzas ni ponas. La penetración hacia el interior es dificultosa, por lo que desisten de ello, y, extendiéndose a lo largo de la costa, van realizando sus conquistas por medio de una serie de des embarcos parciales hasta quedar en su poder toda la zona norte de la isla, así como todas las islitas adyacentes de la parte noroeste. El General MacArthur, en coordinación y con la protección que le presta la flota del Almirante Nimitz, actuando por la región de las Carolinas y las Marianas, avanza por Nueva Gui nea, las Salomón y las Bismarck, estrechando el cerco sobre Rabaul y Kavieng, que sufren los sucesivos ataques de la avia ción y de las unidades de superficie, y, apoyándose en el do minio del mar y aire, que sin duda alguna poseen, realizan nuevas conquistas por el archipiélago Almirantazgo y San Matías, consiguiendo de esta manera cerrar el mar de Bismarck. Una vez aseguradas las bases americanas en las Marshall, comienzan los preparativos para la conquista de las Maria- 80 nas (véase gráfico núm. 5). Los desen barcos se efectuaron sobre Saipan el di 15 de Junio. Manda las operaciones el A mirante Spruanee, tomando parte en ell más de 6oo buques, entre las unidad de protección, apoyo y transportes d fuerzas, y un total de 300.000 hombre: Previa una intensa preparación artillen llevada a cabo por las unidades de supei ficie y aéreas contra las posiciones japc nesas, la destrucción sistemática de la defensas submarinas, realizada por dra gammas y venciendo los accidentes na turales de la costa, establecen una cabe za de desembarco. El avance fué duro costoso por la tenaz resistencia que ofre cieron los japoneses. Al mismo tiempo, fuerzas navales ja ponesas se dirigían hacia Saipan con ob jeto de reforzar sus guarniciones en tie rra, ya que para ellos la pérdida de la Marianas representaba un gran peligrc por tener al enemigo a 2.400 Km. de Te kio y a otro tanto de las Filipinas, estar bajo el alcance de los grandes boni barderos de 9.000 Km. de autonomía Estas fuerzas, al mando del Almirant Tokoda, fueron localizadas por la avia ción americana navegando por el mar d Filipinas hacia Saipari en la tarde del 1 de junio. El contacto se estableció po ambas partes, como ya era doctrina qu caracterizaba esta clase de encuentro entre los aviones que se lanzaron contr los buques enemigos, al objeto de causa el mayor daño posible. Aunque los bar cos no establecieron contacto, las pérdi das debieron de ser cuantiosas, principal mente en aviación. Los japoneses tuvie ron que retirarse, debido probablement a que sólo contaban con 4 acorazados ante los 8 que tenían los americanos quedando así frustrado el intento d ayuda a Saipan. No fueron perseguido por los americanos por no dejar abando nadas, sin el apoyo de la flota, las fuerza desembarcadas. En tierra continuaba la batalla con misma dureza con que se inició hasta e día 9 de julio, en que fué tomada la ca pital, quedando aún grupos de resisten cias aislados que todavía tardaron vario días en ser eliminados. Simultáneamente fueron sometidas intensos bombardeos las bases de Iwo-Jima, Chichi-Jirna, Pa gan, Volcano, Bonin y Guam (gráfico núm. 5), con objeto d neutralizar la protección de las fuerzas aéreas niponas, consi guiendo destruir gran cantidad de instalaciones y buques. Sobre Guam, el siguiente objetivo americano, cayeron la: fuerzas aliadas el día 21 de julio; tuvieron que vencer las mis mas dificultades iniciales y finales que en Saipan, y cuand fué deshecha la resistencia organizada, la dura tarea de elimi nar a los grupos aislados dió lugar a una serie de cruentos com bates, como lo demuestra el número tan elevado de bajas qu tuvieron los japoneses. Idéntica operación se desarrolló sobri Tinian el día 24, aunque la resistencia fué menor. Continuó l ofensiva del Almirante Nimitz, y el día ‘5 de septiembre fuer zas aéreas desembarcan en Palau y Morotai. Durante todas estas operaciones, unidades de superficie 3 aéreas prestan una ayuda constante y eficaz a las fuerzas d tierra, mientras que los puntos conquistados son habilitado: rápidamente como bases aéreas terrestres para atacar más d cerca las defensas japonesas. Bajo estas condiciones son bern bardeados Mindanao y otros lugares importantes de las Filipi nas, que opusieron, en general, una débil reacción, consiguiend los americanos buenos resultados y atacando a Manila por pri mera vez el 21 de septiembre. También lo fueron Formosa, Oki nawa, Iwo-Jima, Oshirna y, en general, todos los puntos d apoyo y defensas japonesas más importantes. Las operaciones encaminadas a la reconquista de las Isla: Filipinas comienzan el 20 de octubre. Las fuerzas del Genera MacArthur desembarcan en el golfo de Leyte, apoyadas por la Tercera y Séptima flota de los Estados Unidos, que previa mente habían atacado Pescadores, Formosa y Luzón, y alla nado el camino de Leyte con fuertes bombardeos (gráfico nú mero 6). Leyte reúne ciertas ventajas para efectuar el desembarco; ocupa una posición central en el Archipiélago, lo que facilita las comunicaciones con el resto; tiene una entrada libre por el este y domina el estrecho de Surigao, asegura aeródromos lo cales, proporciona una buena base naval y además divide las fuerzas niponas en dos: al norte, las de Luzón, y las de Min danao, al sur. Tomaron parte en estas operaciones, bajo las órdenes del Jefe Supremo aliado, General MacArthur, las siguientes fuerzas: Tercera flota: Almirante Halsey, para la protección del des embarco, cuya misión era la de combatir y destruir la flota japonesa, si se presentaba, y atacar las bases aéreas enemigas. Séptima flota: Vicealmirante Thomas C. Kinkaid, para la protección directa del convoy, con los grupos de cobertura aérea .y de superficie, con un total de 600 buques, que trans portaban 4 Divisiones. Los japoneses se opusieron desde los primeros momentos al desembarco con fuerzas de superficie, constituidas por tres agrupaciones, de esta manera (véase croquis núm. 6): Fuerza sur: Vicealmirante Shima, con 2 acorazados, i crucero pesado y 4 destruc tores. Fuerza central: Vicealmirante Kurita, con 5 acorazados, 12 cruceros y i6 des tructores. Fuerza norte: Vicealmirante Ozawa, con 2 acorazados con cubierta de vuelo, 4 por taaviones, 5 cruceros y 6 destructores. El plan japonés era apartar de Leyte, por medio de la Fuerza norte, a los ameri canos, para caer con las otras dos fuerzas sobre los transportes y destruirlos. En la madrugada del 25 fué localizada cerca de cabo Engaño la Fuerza norte, que fué rápidamente atacada por los aviones de los, portaaviones de la Tercera flota, apo yados por unidades de superficie. Al atar decer habían conseguido hundir los cua tro portaaviones Chitose, Chiyoda, Zuhio y Zuikaku, i crucero ligero, i destructor y averiar otra unidades. La Fuerza sur entró en la noche del 24 al 25 por el estrecho de Surigao hacia Ley te; antes de que pudieran abrir el fuego, fueron atacados por los flancos, por las unidades ligeras americanas, con torpedos, para llegar al final del Estrecho y caer bajo el fuego de la artillería de las unidades de superficie. Fueron hundidos: los 2 aco razados Fuso y Mo gami ; los 4 destructores Michishio, Yama gumo, Asagurno y Nowa ¡ce; sólo pudo escapar el crucero pesado Yamashio, pero a la mañana siguiente fué víctima de la aviación americana. La fuerza de choque era la central, del Vicealmirante Kurita, y fué localizada por los aviones de la Tercera flota en la ma ñana del día 24, rumbo al estrecho de San Bernardino. Al pasar el estrecho de Min doro fueron hundidos el acorazado Mus hashi, uno de los dos de 46.000 toneladas, orgullo de la flota japonesa; el crucero Yokai y el destructor Vokawa, por los ata ques de torpedos y bombas de la aviación. A pesar de todo, el Vicealmirante Kurita siguió con el resto de los buques, y los americanos perdieron el contacto con ellos hasta la mañana siguiente, en que fué loca lizada nuevamente con rumbo sur a lo largo de lá costa de Samar, después de ha ber atravesado el estrecho de San Ber nardino, demostrando su pericia marinera al efectuar una navegación nocturna por una zona difícil. Los japoneses, en esta se gunda parte, abrieron el fuego contra un grupo de portaaviones de escolta, que co rrió a refugiarse al golfo de Leyte, perseguido durante más de dos horas y media por un fuego casi continuo, hasta que Ku rita, ante el peligro de fuerzas mayores próximas, abandona la persecución. El Almirante Halsey que recibió la información, se lanzó con la Tercera flota en persecución de la Fuerza central japo nesa, dándole alcance a la entrada del estrecho de San Bernar dino y estableciendo contacto con ella. Como consecuencia del encuentro, perdiron los japoneses los cruceros pesados Chikuma y Zuzuya, i crucero ligero y, averiados, los 4 acora zados que les quedaban, y de la parte americana quedaron hun didos el portaaviones de escolta Gambier Bay, los destructores Jhonston, Hoel y S. B. Roberts y 4 buques más de escolta, por la artillería naval; un portaaviones, por la acción de la avia ción, y 525 aviones perdidos. La “batalla del mar de las Filipinas” fué una victoria para los americanos, aunque la situación no quedó despejada, ni mucho menos; sé encontraron con el problema de tener que mantener su frente a distancia enorme de las bases más cer canas de aprovisionamientos, y, por tanto, con una línea de comunicaciones que había que proteger, y no contando con bases aéreas en las Filipinas, esta protección la tenían que rea lizar desde sus bases flotantes: los portaaviones. Por otra par te, mientras los japoneses contasen con puntos de apoyo por 81 las cercanías, y principalmente por el Archipiélago, que les permitiera refórzar sus posiciones en Leyte, los americanos se verían en la dificultad de tener que luchar contra las tropas de refresco. Les urge, por tanto, eliminar este peligro, y con tal fin desembarcan en Ormoc, al norte de Leyte, con lo que la guarnición de la isla queda aislada y su conquista se puede dar por terminada. El 15 de diciembre, un nuevo desembarco aliado tiene lugar sobre Mindoro. Si se tiene en cuenta las 5oo millas de distancia que hay que recorrer, unos dos días de navegación, se com prende que este salto no entraba dentro de las previsiones del Alto Mando japonés, y sin duda por ello, ni sus unidades de superficie ni la aviación se emplearon a fondo para cortar el avan ce del convoy, qie pudo llegar hasta Mindoro, realizando el des embarco con cierta resistencia por parte de sus defensores. Con esta nueva conquista, Manila quedaba seriamente amenazada, comenzando la Tercera flota los bombardeos contra los pun tos más importantes y nudos de comunicaciones de Luzón, y el día 9 de enero se efectuó otro desembarco sobre el golfo de Lingayen; así, las tropas del General MacArthur se dirigen contra Manila y, para acelerar el progreso de las operaciones, efectúan varios desembarcos parciales al sudoeste de Luzón hacia fines de enero, que determinan la rápida caída de la capital. En continuo apoyo de las operaciones de Lingayen actuaban los portaaviones rápidos de la Tercera flota contra las bases japonesas del mar de la China, atacando Hong-Kong, Cantón y Hainan, consiguiendo destruir gran cantidad de buques, muelles, refinerías y la estación naval de Hong-Kong. También sufrieron ataques Formosa y Okinawa, sin que la reacción en ninguno de los puntos atacados fuese grande y las :érdidas americanas insignificantes, si se tiene en cuenta la zona del mar por donde operaban, que los japoneses consideraban como suya. Estos ataques aminoraron grandemente el esfuerzo aéreo japo nés contra las fuerzas asaltantes de Lingayen. La fuerza de ataque contra Luzón la realizó la Séptima flota, reforzada por la del Pacífico, con un total de óoo buques, al mando del Vicealmirante Kinkaid, bajo el mando Supremo del General MacArthur; su misión era la de defender, trasnpor tar, desembarcar y sostener las tropas, prestándole ayuda en la toma y avance por la zona de operaciones. A fines de febrero se desarrollaban diversas operaciones en distintos lugares del Archipiélago filipino, encaminadas a pro porcionar sitios para instalación de bases aéreas terrestres, que ayudaran a impedir el transporte enemigo por agua de las Indias neozelandesas del este, consiguiendo así controlar los Estrechos, que llevan al centro de las aguas de las Islas, con la conquista de Ticao, Buria, Balabac, Zamboaga y Malabang en Mindanao, Cebú e Ib-Ib, terminando así la reconquista de las Islas Filipisas. El asalto sobre las defensas interiores del Japón comenzó con la conquista de Iwo-Jima, pequeña isla de cinco millas de largo por dos de ancho, fuertemente fortificada por los ja poneses. A pesar de los intensos bombardeos que sufrió durante un período de más de siete meses, su conquista fué una de las más duras que realizaron los americanos en toda la guerra. Comenzó la acción con una intensa preparación artillera por los buques de superficie y bombardeos de la aviación, que duró dos días; el 19 de febrero establecen la primera cabeza de des embarco tras una encarnizada batalla sostenida por los japo neses desde sus bien fortificadas posiciones. lo que hizo crítica en algunos momentos la situaci5n de los asaltantes, que fue ron sostenidos por el apoyo de los cañones de todos los buques y los continuos bombardeos de la aviación, y sólo cuando fue ron eliminados los 200.030 soldados que guarnecían la isla se puede considerar que la batalla por la conquista d IwoJima ha terminado después de veintiséis días de ininterrumpidos combates, en los cuales los americanos tiene (1 mayor número de bajas, en proporción con las otras acck ios pasadas. Su importancia estratégica lo justifica, sin embargo. Las su perfortalezas volantes que antes efectuaban sus roids contra la metrópoli y sus instalaciones industriales, desde Guam y Sai pan, acortan las distancias en unas 1.200 millas, lo que repre senta no poco ahorro en todos sentidos, y, lo que es más impor tante aún, pueden ser escoltados por los aviones d caza. Cuando terminó la conquista de Iwo_Jima, fué elegido como próximo objetivo Okinawa, la mayor de las islas que se ex tiende a lo largo del cordón Japón-Formosa, que contaba con excelentes condiciones para establecer campos de aviación y poseía buenos fondeaderos navales. Desde varios puntos de vista, la operación de Okinawa se presentaba como la más di- 82 fícil de cuantas habían emprendido los aliados hasta la fecha Estaba magníficamente fortificada; contaba con un númerc elevado de defensores y, dada su proximidad a la metrópoli era de esperar la actuación de las mayores reservas de unida. des navales y aéreas, que tratarían por todos los medios de re forzar sus posiciones. Como operaciones preliminares para el asalto de Okinawa se lleva a cabo la conquista de Kerama Retto y Keise Shima, rastreado de minas, demolición de defensas submarinas y fuertes bombardeos por unidades de superficie y aéreas. El día i de abril desembarcó el Décimo Ejército norteameri cano sobre la playa de Hagushi en Okinawa, con escasa resis tencia enemiga, continuando avanzando durante cuatro días hasta atravesar la isla, mientras los defensores se retiran hacia el sur, a su zona más fortificada, por donde avanzan los ameri canos con grandes dificultades, mientras que por el norte no existe apenas oposición. Después de ochenta y dos días de du. ros combates, cesó la resistencia organizada, y los grupos ais lados que quedaron fueron sistemáticamente eliminados. El apoyo para la invasión de Okinawa fué realizado por los portaaviones rápidos del Vicealmirante Mitscher, que bom bardearon previamente las bases aéreas niponas, averiaron y hundieron varios buques de guerra y transporte y destruye ron gran cantidad de instalaciones y factorías, consiguiendo que los japoneses no pudieran organizar ningún ataque fuerte contra las tropas desembarcadas en la primera semana. El día 7 de abril, los japoneses montan una operación na val, formando un grupo al mando del Contraalmirante Ito. con el acorazado Yarnato, gemelo del Mrzshashi, el crucero Yakagmi y 8 destructores, con la misión de acercarse a Oki nawa por su parte oeste y atacar a las fuerzas allí establecidas, Fueron descubiertos y atacados por la aviación torpedera y en picado, que determinaron el hundimiento del acorazado, & crucero y 4 de los 8 destructores, después de varios y repe tidos ataques. Esta fué la última acción naval .de la guerra. Los americanos, en tres meses habían conseguido derribar más de 2.000 aviones japoneses y destruir gran cantidad de instalaciones en tierra, y, por su parte, unos 200 buques de todos los tipos, desde acorazados y portaaviones hasta draga minas y transportes, habían sufrido averías por los ataques de los aviones suicidas principalmente, perdiendo además 6oo apa. ratos. Por el verano del 1945, la situación en los distintos teatros de la guerra en el Pacífico es la siguiente: En las Filipinas, las tropas del General MacArthur combaten al norte de Luzón y en Mindanao, venciendo las últimas resistencias enemigas. En Nueva Guinea, los australianos avanzan lentamente por la jungla; se lucha por la conquista de Rabaul y de Bougain ville, cuya campaña dura ya año y medio, y en el resto se van consolidando las posiciones de las defensas interiores del Ja pón, recientemente ocupadas, que servirán de apoyo para el ataque a los centro.; vitales del Imperio. El día 14 de jubo se realiza el primer bombardeo naval por los buques de suporficie de la Tercera flota del Almirante Hab sey, contra las islas metropolitanas, repitiéndose durante va rios días, sin que se note reacción de ninguna clase. Desde Iwo jima y Okinawa parten las superfortalezas volantes, mientras que por el mar, la mayor flota que se haya podido reunir en lugar alguno, machaca todas las instalaciones, centros indus triales y bases japonesas. Se calculan en 3000 los aviones des truídos, 150 los barcos de guerra y r.500 mercantes hundidos o averiados. El día 6 de agosto del 1945 se lanzaba contra Hiroshima la “primera bomba atómica”; tres días despus, la segunda con tra Nagasaki; el 14, el Japón acepta las De-daraciones de Post dam, y el día 2 de septiembre, en la bahía de Tokio, a bordo del acorazado Misouri, se firmaba la rendición formal del Go bierno Imperial japonés y de todas sus Fuerzas armadas. Oonclusión. La guerra en el Pacífico se ha caracterizado por la lucha naval. Los japoneses en él fundamentaron sus conquistas al principio en el dominio del mar, eliminando con un golpe de sorpresa y audacia a las Escuadras americanas e inglesas. Cuando comenzó la ofensiva aliada, la Flota de los Estados Unidos controla y domina el mar y el aire. Los aviones de los portaaviones rápidos fueron empleados en la misión de destruir las bases japonesas y cortar las líneas de comunicaciones. La gran ofensiva llevada a cabo por el Almirante Chester W. Nimitz sobre Iwo-Jima y Okinawa; el avance del General MacArthur por las Filipinas, operaciones que dieron por re sultado el desmoronamiento de las defensas interiores del Im perio; los grandes bombardeos efectuados contra la metrópoli; la presencia en sus aguas de una poderosa flota, y, por último, la explosión de las dos bombas atómicas, auguraban el fin que espera’ba a los japoneses; y todo esto pudo realizarse me diante la ayuda eficaz de una fuerza naval, y el Japón, poten cia de primer orden, sin ser ocupada, pide la rendición incon dicional ante el “poder marítimo” de sus enemigos. NOTA BIBLIOGRAFICA Historia de te Segunda Guerra Mundial (tornos VIII y X). La Flota Noeteanwrica.na en la Segunda Guerra Mundial—Almi rante King. The Naval Beatie Of tice .Philippines.—Cyril Laus. Intervogation Nav.—U. S. S. B. S. Proccedings.—Septiembre de 1946. (T. de N. Williams Heesler U. S. Naval.) Relación oficial de las pérdidas de la. Marina iaj5onesa. Revista General de Marina. (Años 1040 a Dieznormasparaeltendidodelospuentespermanentes delEjército. Teniente Coronel William C. Hall, de Ingenieros. La publicacción norteamericana The Mi!ifary Enineer. (Traducción del Comandante Arenas de Ramos del Grupo de Zapadores de la División Acorazada.) El Regimiento número i .306 deI Servicio General de Inge nieros, del Ejército de los Estados Unidos, construyó aproxi madamente setenta puentes permanentes para el III Ejército del General Patton. Esta Unidad, con sólo quince semanas de instrucción durante cuatro meses de servicio en Inglaterra, y sin una especialización particular sobre tendido y construcción de puentes, puede decirse que la aprendió con la experiencia, y consiguió desarrollar una técnica especial que puede conside rarse modelo en tal clase de operaciones. El conocimiento de las reglas o procedimientos de trabaja que fueran empleadas, y las razones para su adopción pueden ser quizá de algún valor para las futuros Comandantes de Unidad cuando se hallen frente a tal problema. Estas principios a reglas son: 10 Construir para dar paso a las mayores cargas posibles. 1944, y en los alrededores de Verdún, se cons truyó un puente para paso de cargas de 40 toneladas, con pasa en una sala dirección. Al día siguiente de terminadas los trabajas en la estructura del puente, el Servicio de Circulación, “M. P.”, permitió el pasa de una carga de ioo taneladas por el puente, y éste fué reclasificado para cargas de 70 toneladas. Los Ingenieros reforzaron la estructura del puente lo mejor que pudieron, e insistieron en volver a clasificarlo como de 40 toneladas. No obstante esta, de una manera más o menos constante, continuaron pasando cargas de 70 toneladas. En Regensburg se encontró una grieta en la obra de fábrica de un puente sobre el Danubio. Se efectuó el tendido del puente Bailey para 30 toneladas, y debajo de él dió comienza la cons trucción de un puente permanente. El Servicio de Circulación con toda propiedad debería haber prohibida que los vehículos del Servicio de recuperación de carros utilizaran el puente Bai ley, pero no lo hizo; un vehículo de dicho Servicio, con una carga pesada de cadenas para carros, intentó el paso; el Servicio de Circulación lo autorizó, y el puente Bailey se hundió, resultando gravemente heridos dos hombres que trabajaban debajo de él. El vehículo y su carga pesaban unas 70 toneladas. En Flarenville, en Bélgica, un carro pasó por un puente de madera para cargas de io tcneladas, y como resultado de los dañas ocasionados fué preciso rebajar el tonelaje del puente a cargas de tres toneladas. Hasta que se produce un fallo, nadie, excepto los Ingenieros, se preocupa sobre la verdadera capacidad y resistencia de los puentes; cuando aquél tiene lugar, es eñtonces necesario hacer enormes esfuerzos para evitar que todo se venga abajo. En agosto de 2.0 Construir el puente permanente sobre los mejores accesos. Al tenerse que construir un puente permanente en Ufl punto dado, hay que contar frecuentemente con la existencia en él de un puente flotante, de un Bailey o de uno fijo, así como con la condición de que los elementos y materiales empleados en un principio no serán replegadas hasta la terminación de la nueva estructura que los sustituye. En muchos casos, la nece sidad o el deseo de una inmediata retirada de los equipos tác ticos obligan a construir el puente permanente en un punto distinto al debido, ya que el mejor estará ocupado por el puente flotante o, lo que es más frecuente, por el Bailey. En algunos casos, pequeños trabajos de demolición y construcciones varais pueden proporcionar el acceso más satisfactorio. Con frecuencia fué posible construir el puente permanente en el misma sitio que estaba tendido el Bailey, y se levantaran por debajo de él •los pilares o se efectuó la hinca de pilotes desde el tablero o a través del mismo, durante la noche, cuando el tráfico era menos intensa. En una ocasión, los pilotes fueron hincadas desde el pontón de un puente pesado. Es obvio que, en el caso de un ataque aéreo, puede consti tuir un desastre el haber formado un estrangulamiento en un sistema de carreteras y cerca de un puente. Tales estrangula mientos deben evitarse a toda costa. 3.° Emplear materiales locales. Es necesario reconocer el valor inestimable que ofrece la existencia de material para puentes en las inmediaciones del punta de pasa; muchas veces, sin esa ayuda, la construcción habría resultado imposible. En Fontainebleau y en Montereau, sobre el Sena, y en Buden heim, sobre el Rin, se utilizaron barcazas, vigas de hierro, pilotes y otras materiales encontrados por los alrededores. En Francia y en Alemania, las vigas de hierro fueran muy útiles. Los alemanes habían almacenado grandes reservas de dichos elementos para las reparaciones en los puentes bombardeados. El disponer de tableros y pilotaje pesada constituía frecuente mente un problema. La madera se obtenía en los bosques próximos; las serrerías trabajaban continuamente. El terraplenado, como sustitutivo de puentes o tramos de puente, constituye a veces una buena solución. El empleo del terraplenado ya fué expuesto por el autor en el trabajo “Dirt is cheap”, publicado en The Military Engineer, de marzo de 1948. 4.° Construir largostramos empleando grandes vigas. En el primer puente construido en Francia, el de Craon, se emplearon vigas de madera. En todas los demás trabajos se empleó el hierro. En las primeras estructuras se emplearon per files de 14, x6 y x8 pulgadas. Según se sucedían los trabajos, la tendencia era emplear las vigas más pesadas que proporcio naban los tramas más largos. La preferencia en el empleo de las dimensiones y peso variaban según las Compañías; algunas emplearon vigas de puente de ferrocarril, siempre que ello fué posible. Otras Compañías prefirieron los perfiles de 26, 24 6 22 pulgadas, pues eran más fáciles de manejar con los equipas lige ros de que estaban dotadas. La longitud de las vigas variaba de 9 a zS metros. Un trabajo interesante requirió el empleo de vigas de puente ferroviario. Fué en Schárding, sobre el río Inn, .dande se reci bió la orden de construir un puente con dirección única para cargas de 70 toneladas, y otro con doble dirección para cargas de 40 toneladas. El punta de paso no estaba lejos de los Alpes, y el río iba en avenida a causa del deshielo. Comenzaran los trabajos preliminares sobre un vieja puente de ferrocarril de una longitud de 330 metros, que presentaba dos vanos, los cuales se rellenaran con elementas del puente Bailey, y se cla sificó para cargas de ocho toneladas. Este puente se componía de pesadas vigas de madera empalmadas y varias armaduras, también de madera, reforzadas con tirantes de hierro. La cal zada era de unos 52 pies de ancho, aunque los antiguos pilares de fábrica tenían una anchura de 20 pies. El empleo de estos pilares habría proporcionado un gran ahorro de tiempo y tra bajo si sobre ellos se hubiese construido un puente pesado. Los pilares no eran de dimensiones uniformes, no estaban ali neados con el eje del puente, y las mayoies dimensiones de algunos presentaban una desviación de io a i grados fuera de la perpendicular del eje. La longitud de los tramos variaba de 9 a 27 metros. Un puente pesado de pontones tendido aguas abajo permitía con cierta dificultad el paso de cargas de 17 toneladas. El per sonal de la Unidad a cuyo cuidado estaba este puente dió cuenta de haber observado que la corriente del río llevaba una veloci dad de cinco metros por segundo. Se hizo un intento para dividir los vanos mediante un pilo taje y con objeto de conseguir la colocación de los perfiles de 22 pulgadas. Se fracasó en el intento, y se ensayó con pilotes de acero; pero resultó totalmente imposible, ya que no se pudo perforar el duro lecho del río. Durante estos intentos, la fuerza de la corriente arrastró las partes esenciales del puente. En vista de ello, se planeó el montaje de elementos del puente Bailey, para construir con ellos una armadura inferior; pero resultaban necesarios unos oo camiones pesados para el trans porte de dicho material. Por fin, pudieron localizarse suficiente número de vigas de puente ferroviario, y se obtuvo permiso para su utilización. La viga más grande tenía unos 30 metros de largo y pesaba alrededor de 15 toneladas. Se transportaron estas pesadas vigas sobre plataformas de ferrocarril y, des cargadas en las proximidades del puente, fué necesario trans portarlas nuevamente al lugar de emplazamiento, distante unos cuantos cientos de yardas. Su colocación resulté extra ordinariamente difícil, pues sólo se disponía del equipo apro piado para el transporte de pesos de cinco toneladas. Efectuado, por fin, el lanzamiento de estas vigas, otra más pequeña se deslizó sobre las anteriores, empleándose como proa de lanzamiento para las sucesivas, que se deslizaban por encima de las primeras, y que, mediante juego de polines, iban siendo colocadas lateralmente. De esta manera, el puente se construyó dentro de un tiempo razonable. A causa de lo cara y difícil que puede resultar la construcción de otro que le susti tuya, éste es muy probable que continúe en servicio durante largo tiempo. 5.° desde la estructura del puente. Al sobrevenir las avenidas, la aguas arrastraron la fábrica alemana y quedaron intactos lo pilotes. Incidentalmente, hacia el final de la guerra, se intro dujo una ligera curvatura en la mayor parte de los puentes Esto mejoraba la apariencia y buen aspecto del puente en can de que se produjese algún asiento. 7.° 8.°Estimare!Tnivel de las crecidas. __________ _______ Esto es una cosa que no es tan simple como parece. El fao tor tiempo y los materiales disponibles frecuentemente no per mitirán construir el puente sobre el nivel que alcanzan la máximas crecidas. La misión del puente, sobre todo si ha d estar mucho tiempo en servicio, es preciso meditarla bien. Así por ejemplo, hubiera sido tonto construir para las tropas de 1 y III Ejército estructuras con un nivel alto, sobre los río Mame y Sena, durante el mes de agosto de 1944, cuando lo alemanes estaban en completa retirada. Sobre el Mosela, al sur de Metz, fueron construídos los puen tes con unos tres o seis metros por debajo del nivel de la máximas crecidas, puesto que se decía: “Sólo necesitamos lo puentes durante una o dos semanas.” Es interesante observar el efecto de una crecida cuando ui mes más tarde alcanzó la altura de unos tres metros sobre lo tableros de los puentes construídos en Arnaville y Vandiéres En el primero se emplearon tramos realmente cortos, y lo anclajes del mismo puente obstruyeron la corriente. El puent desapareció, excepto las secciones correspondientes a las orillas En Vandiéres se emplearon largos tramos, los de mayo longitud sobre el centro del río. Según el nivel del agua se apro ximaba al tablero, se iban originando daños causados por lo restos en arrastre incluso de otros puentes aguas arriba. Des pués de la crecida, sólo el tramo central había sido arrastradi junto con el quitamiedos de algunos otros elementos. Evitarel construirsobre ruinas. En igualdad de condiciones, al construir un puente, lo más fácil y más rápido es construir el puente más corto. Esto fre cuentemente induce a intentar la reparación de tramos vola dos. Es muy posible que las dificultades, el gasto de tiempo y el gran esfuerzo que se necesita para remover los pesados y retorcidos hierros destruídos sean mayores que los necesarios para salvar el paso por otro punto. En un gran número de casos, minas y explosivos fueron des cubiertos al remover los escombros. Una Unidad perdió 30 hom bres cuando una pequeña carga empleada para facilitar el des combro hizo estallar parte de la carga inicial empleada en la voladura. Hacia el final de la guerra fué norma general utilizar los tramos que se encontraban intactos, variar la dirección en los que presentaban ruinas, construyendo los nuevos según direc ciones paralelas a las secciones voladas. Limpiarel cauce. Esta precaución no fué siempre observada en Europa, y va nos puentes se perdieron cuando las riadas o avenidas, arras trando escombros y restos, concentraban los choques sobr los pilares y estribos originando desviaciones y socavones. 90 Estimar los esfuerzoshorizontales. A esta norma se le dió una gran difusión a raíz de una sen de hundimientos acaecidos en los arcos de los puentes de Itali y Francia. Los arcos de fábrica se -venían abajo tramo tra tramo principalmente por la falta de resistencia a los empuje horizontales resultantes del peso muerto del último arco levan tado, al actuar sobre el estribo descubierto. El remedio reque ría cimentación, cimentación en los pilares y estribos a fin d que las vigas pudiesen transmitir el empuje horizontal a ui arco o al estribo. 10.0 rIo dar fechas optimistas sobre la terminación de lo trabajos. Cuando se exige un puente, es porque será necesario tal pronto como la zona de su futuro emplazamiento sea ocupada Los Mandos superiores invariablemente presionarán para qu las obras se terminen tan pronto como se pueda. Si se da un 6.° Comoreglageneralemplearpilotes, no obra de fábrica fecha optimista y luego surgen dificultades, sólo a los ingenie ni arcos. ros se les “echará el perro”. Las partes más visibles de un puente son: el tablero, qoita La tendencia a levantar arcos de fábrica resulta :.ea y en miedos y emblemas; estos últimos sirven para identificar a 1 ocasiones proporciona estructuras peligrosas. Un pilote incli Unidad que construyó el puente. Vale la pena hacer un pequeñ nado es muy fácil de enderezar, y la observación de la penetra ción de los pilotes proporciona una idea de la resistencia y esfuerzo inés, y cuidar bien estos detalles. Algunas Unidade alcanzaron una gran popularidad por lo atractivo de sus em naturaleza del lecho del río. Cerca de Trier, en un camino alemán, un puente con una blemas. Sin embargo, el emblema nunca deberá ser mejor qu el puente. sola dirección fué ampliado ejecutando una hinca de pilotes Guíabibliográfica. Guerra de Liberación Española.Campañasde Aragón y Maes humor ni buen sentido, aunque a alguien pudiera pro duciri trazgo. Batalla de Teruel.Batalla del Ebro.—TenienteGene extrañeza. Pero lo que, sin duda, nadie discutirá, porque e ral García-Valiño.—Imprenta Biosca. Madrid, abril 1949. evidencia pura, es que el libro mejor será aquel en que el auto Escribía cierto día nuestro genial Arteche que lo mejor para aprender una cosa era precisamente escribir un libro sobre esa misma cosa. No falta a la afirmación del ilustre tratadista ni 84 haga “la cosa” y la escriba luego, si esa “cosa”, esto es, el term es, por ejemplo, historia viva, y si, por añadidura, la comph menta luego un buen relato. Y de esto justamente se trata aqu El General García-Valiño, al frente de sus hombres de la 1 D: visión, del “Destacamento de Enlace” y del Cuerpo de Ejército del Maestrazgo, ha hecho la historia y luego la ha contado. Estamos, pues, ante un libro excepcional. Alguna voz pru dente ha aconsejado no desdeñar jamás un libro, porque en el peor hay siempre algo bueno. ¿Qué diremos de estos libros de excepción, en los que no hay nada innecesario ni desprovisto de valor? Guerra de Liberación Española llega en su justo momento. Hace diez años que en España reina una paz gloriosa y fecun da. Durante ese tiempo, a los recuerdos de los hechos bélicos ha podido añadir el autor una documentación copiosa, cuida dosamente analizada, que no descuida los juicios del adversa rio, de que con tan justificada y amplia referencia usa el autor a través de los principales capítulos. Un decenio proporciona, sin duda, suficiente perspectiva en el tiempo. El autor recuerda oportunamente cómo los propios mandos de la segunda confla gración mundial han publicado sus campañas y sus memorias en tiempo mucho más breve. Dejar pasar la oportunidad de es tos momentos hubiera arriesgado la publicación de este libro. La historia se hace ahora más de prisa que se escribe. La que no se recoge con oportunidad corre el riesgo del olvido, cuando no del falseamiento. Más aún: en la historia militar importa, tanto como lo filosófico y lo eterno de la narración, cuanto hay de accidental y formal en el propio relato operativo. No es sólo la estrategia, esqueleto de la historia militar, lo que interesa. Importa también—en la de los hechos recientes—lo dispositivo, lo táctico, el detalle. Es sobre lo circunscrito a la ejecución precisamente sobre lo que se basa esa evolución lenta y cos tante de la táctica jamás interrumpida. Un relato histórico militar que no desdeñe esta parte sustancial, pero compuesto con excesiva lejanía de tiempo, perdería por ello buena parte de su valor didáctico. Bien justificada está, sin duda, la oportunidad de este libro, que el autor comienza por explicar en el “prefacio”, aunque el inóvil principal que le guía es el nobilísimo de no dejar inéditas las glorias militares de la Patria. Tal leit motiu, en efecto, late constantemente en cada página de la obra y esto la ensalza; pero, fuera de ello, el General García-Valiño, aun sin proponér selo, nos brinda por añadidura una lección magnífica sobre es tos “casos concretos”, vivos y apasionantes de las campañas de Aragón, del Maestrazgo, de Levante y del Ebro, en las que él intervino de manera tan destacada. Unos “casos concretos” que pueden servir, sin duda, de temas de análisis y de reflexión; que el autor describe con preclara lucidez, sencillez castrense, justeza de juicio y con honrada ponderación de circunstancias, las que fueran, en cada caso. Cada situación, cada momento, recogido en el drama épico que es este libro, ¡cuántas oportuni dades de meditación y de tema de meditación nos brinda, sin duda! Al fin, en la guerra siempre “la base es la historia”, afirmó cierto tratadista extranjero, reiterando la tesis del gran Clau sewitz, para quien “la teoría de la guerra” se basaba, efectiva mente, en la propia historia. Esta historia del General García Valiño empieza justamente por presentarnos el escenario en que ha de desarrollarse la región íberolevantina (i 5 páginas de descripción geográfica en el texto), y luego, más concretamente, la de la zona norte-levantina (otras 14 páginas del texto). Con amplitud, por tanto, el terreno es debidamente analizado en su fisiografía (constitución, relieve, clima, vegetación, etc.) y en su antropogeografía (población, economía, comunicaciones). No pocos de los que abordan temas de esta clase olvidan hacer referencia al medio físico. Otros se contentan con decir de él pocas cosas, con descripciones a veces insoportables. Y, sin em argo, ¡cuánto valor no tiene el terreno! En sus comentarios al Reglamento de grandes Unidades, el Generalísimo sale al paso sobre la supuesta facilidad que para utilizarlo presuponen la generalidad de las gentes. Todavía recordamos aquel viejo libro de texto de nuestras antiguas Academias militares, que dividía la táctica en “aplicada” y “pura”. La primera presupo nía la índole del terreno; la segunda ¡prescindía de éste! En la guerra, y en la montaña no menos que en el llano, conocer y .aprovechar el terreno ¡cuánto significa! El General García-Valiño hace más que estudiar geográficamente el medio. Lo analiza con sentido militar, para deducir, como es de rigor, sus característi cas respecto al empleo de las armas y al uso de las maniobras, tal como se recomienda y practica modernamente. En seguida, el autor enfoca el pasado histórico militar del país, de un país como, por ejemplo, ese reducto inultimilenario del Maestrazgo que nos legó, gracias al genio de sus artistas prehistóricos, en las grutas de sus montañas, el testimonio grá fico de las primeras batallas conocidas del mundo. El General García-Valiño centra, naturalmente, su atención sobre las cam pañas más modernas: la de la Independencia—con aquellas lec ciones de cosas que nos dieran, del lado francés, Suchet princi palmente, y del nuestro, el heroísmo de Zaragoza, la tenacidad de Blake y la agilidad de nuestros guerrilleros-.—-, y tras dé ella, la otra lección de nuestras guerras carlistas, con su feroci dad—más dura?, pues más guerra, como dijera Almirante—, y de las que fuera principal maestro el genial Cabrera. Y lleva ya el autor del libro su pluma al relato estricto de las campañas de Aragón y Levante, de las batallas de Teruel y del Ebro. Los combatientes de estas Unidades nos agradecerán un breve apuntamiento del contenido del libro. Primero, la actua ción de la 1 División en La ruptura delfrente aragonés (marzo abril de 1938), operación inicialmente sencilla, y que luego, con la penetración, en la fase de mayor dureza, culmina para sus hombres en la ruptura del frente del Guadalope, con el episodio épico del Tercio de Lacar, ocupando a punta de bayoneta—que quieren ahora suprimir los americanos—la cota 201. La ocupa ción de Gandesa luego, las dificul. . . tades, las angus--. tias—que la guerra es un “drama apa sionado”, como al. guien la llamara—y -el éxito final: millar y pico de muertos t 1ei’ a e ion cogidos al enemigo, así como cerca de udi ij’r. 2.000 prisioneros y abundante mate rial, que motiva aquel telegrama de felicitación del Ge neralísimo, el mejor .. galardón del es fuerzo... Después, el Avan ce hasta el .lVfedite— rráneo (abril de 1938), otro capítulo lleno de emotivi dad, en el que to man parte muy principalmente las ot; s.,s fuerzas del “DestaOt M camento de Enla ce”, organizado a --. base de la 1 Divi sión de Navarra. Hay que facilitar la desembocadura por el desfiladero de Chert. Se avanza hacia el mar. Se lucha contra muchos enemigos a la vez: los rojos, el terreno, el clima, la ley del número y la falta de transmisiones. Una crisis que se resuelve atacando siempre. A las 14,30 del día r5 se llega al Mediterráneo. La zona roja ha quedado seccionada. Tal fué el magnífico epílogo de esta operación. En seguida, la Maniobra del bajo Ebro. El “Destacamento” es reforzado con seis Batallones, porque debe cumplir una mi sión importante. Se trata de ensanchar el contacto mediterrá neo; ampliar la derrota del enemigo; salvar el Ebro y propor cionar libertad operativa al Ejército. La 1 División avanza rápida desde Chert al río. El “Destacamento” vuelve a reorga nizarse y recibe pronto nuevo cometido. Se inicia la Campaña del Maestrazgo (mayo-junio 1938). La Unidad pasa a denomi narse ahora “Destacamento de Enlace del Ejército”. Debe en lazar, efectivamente, al C. E. de Galicia con el de Castilla, con la misión de caer sobre el flanco del enemigo que se opusiera al avance de cualquiera de ellos. Se parte en dirección de Mosque ruela. Las jornadas son especialmente duras. El terreno es quebradísimo; el adversario sc aferra al macizo de Bobalar. Aquí se nos brinda, oportuna, una lección espléndida de gue rra de montaña, de esa guerra tan nuestra, de ayer, de hoy y de mañana. La fórmula operativa se resume así entonces: auda-, cia, movilidad, agresividad, fraccionamiento, sorpresa. Mosque ruela es rebasada. Nos encontramos en lucha para la ocupación de un laberinto de picos, alturas, crestas y vértices y collados, como el de Mingalbo, por ejemplo. Pesa siempre en la montaña el problema de las comunicaciones y el imperativo de los obser vatorios. Peñagolosa es rodeada... Las dificultades logísticas son tales, que, relata el autor, a veces ni las artolas pueden uti - a i es 85 1 lizarse para la evacuación de bajas. El papel del “Destaca talla. Luego es Santa Bárbara, los cementerios, el barrio mento” se desempeña con especial brillantez. Ocupación de la San Nicolás, la Casa de Beneficencia, ya en Teruel misrr Atalaya. Recogida de más muertos, prisioneros y material al Los restos de la División de El Campesino son totalemnte ar enemigo. Se salva el Mijares y Castellón es ocupado por el Ejér quilados... La controversia—explica el autor para terminar cito nacional. Nueva felicitación del Generalísimo, que deriva sobre la reconquista de Teruel tiene cumplida respuesta; f este éxito de los logrados por el “Destacamento” en la maraña mérito del Ejército entero; pero en los sesenta días de ofensi orográfica del Maestrazgo. le cupo siempre a la 1 División el honor de realizar en el co Y nuevos empefios. Las operaciones de Levante (junio-agosto junto de los esfuerzos uno muy principal, tanto cuando se at de 1938) son objeto del siguiente capítulo. Otra reorganización caba a la plaza por el sur como cuando se hizo luego por del “Destacamento de Enlace”, que debe actuar en estrecha re norte. lación con el C. E. de Galicia. Se trata ahora de buscar una Y, al fin, la Batalla del Ebro—la segunda batalla de Levan línea que proteja las comunicaciones entre Teruel y Sagunto, en el frente Sagunto-Segorbe. La campaña es dura y ardua; los del autor—ocupa el honor del relato lumbre y final. Dejam en el penúltimo capítulo al Ejército nacional frente a Sagunt rojos han volado puentes y destruido los caminos. Los efecti y a los rojos, al sur del Ebro. Inicialmente hacen éstos pasar vos son exiguos para la misión. La cartografía es deficiente. Por añadidura, el adversario ha organizado bien su defensa. río, al menos, a seis Divisiones. Urge poner dique al mov miento. El enemigo quiere ampliar su bolsa. Llegan rápida El avance es penoso. Pero el enemigo, muy castigado, abando mente refuerzos. Las reacciones iniciales se dirigen sobre lm na abundantes muertos y prisioneros. Se alcanza pronto el lí mite de penetración. Inmediatamente se fortifica y organiza sierras de Pandois y Caballs. El Ejército rojo del Ebro lleg pronto a sumar 6o.ooo hombres. La batalla se metodiza. Ls un frente que desde el primer momento sufre la actividad mor estratégicas y políticas hacen ver claro que diente del contrario. Pero el “Destacamento” practica, a su circunstancias allí donde la guerra entera va a quedar decidida. El frent vez, una defensiva activa. En nuevos impulsos gana Albentosa y llega incluso a tantear Espadán. Sobre un frente de 54 Km. nacional se distribuye entre dos Cuerpos de Ejército: el marrc y el del Maestrazgo, constituido éste sobre la base del ant: se disponen, acosadas, la 1 y 84 División. El ataque está quí guo “Destacamento de Enlace” (Divisiones 1, 74 y 84, al mar a punto cuando un osado movimiento adversario amenaza la do del autor), más la 13 División de reserva de Ejército. E base de partida. El relato gana aquí la máxima viveza. Pronto frente enemigo, atacado entre Puig de Aliga y la carretera d la situación queda restablecida. Al fin, la orden de asalto a Es Gandesa a Tarragona, se rompe. Se progresa, ganándose el t€ padán está dada. Es la noche del 24 al 25 de julio de 1938. rreno palmo a palmo y cota a cota. El adversario multiplic: Pero simultáneamente los rojos han cruzado el Ebro frente a sus reacciones; tiene orden terminante de resistir. Los comba Mequinenza, Gandesa y Mora, y se lanzan en una aparatosa tes son singularmente duros. Y siempre la pesadilla dé Caball maniobra hacia el sur. La 84 División es retirada del frente, que debe pasar a la defensiva. En estos momentos, cuando han en la pugna por los observatorios. Al fin, el Mando Supremi una determinación decisiva. Se dispone una gran man surgido. tales acontecimientos, hay razones, además, para pres-. toma de fuego de artillería, de armas pesadas de infantería y de avia tar atención a la retaguardia. Las informaciones hablan, efec ción. Inopinadamente las alturas y las laderas de Cabalis so tivamente, de intranquilidad en los batallones de Trabajadores. sometidas a un furioso fuego de tambor, mientras la infanterí Un episodio interesante corrobora en seguida que el enemigo —describe el autor—avanza impresionante bajo las bóveda cree propicio el momento para sembrar la zozobra a nues de sus trayectorias. Cuando el fuego termina, al cabo de tre tra espalda. Un Batallón de tres Compañías de guerrilleros, ar horas, con los últimos proyectiles llegan a la cresta los prime. madas de armas ligeras y explosivos, se ha infiltrado en la no ros infantes. ¡La sierra de Caballs queda ocupada! Luego, la de che por las zonas cubiertas para pro ducir destrucciones en los Pandols seguiría su suerte. El 4, el frente rojo del Ebro se de caminos y dar golpes de mano sobre los cuarteles generales. La rrumba. El fracaso de la ofensiva enemiga ha sido total. Quizá caballería propia explora el terreno y descubre y ataca a los in en la batalla del Ebro—explica el autor—los rojos tuvieran filtrados. Es menester batirlos, sin embargo, metódica, impla cable y decididamente en varios días. La operación, dice muy 90 Ó 500.000 bajas. Cataluña abría así su puerta al Ejército li berador. La victoria final estaba en la mano. bien el autor, se realiza con idénticas normas a como se baten Hasta aquí el relato del autor, que es también la gesta he a los paracaidistas: máxima vigilancia, previa disposición de roica de los soldados del General. La narración modula unas reservas y persecución tenaz del enemigo. Al llegar a esta altura del libro se interpone el relato de la veces reflexiones sensatas; otras descubre las lógicas preocupa ciones de un instante, las zozobras de una situación, aunque Batalla de Teruel (diciembre 1937-febrero 1938), como primera felizmente predominen los relatos jubilosos del triunfo. Pero de las batallas que en su conjunto denomina el autor batallas siempre en su tono hay la misma firmeza, la misma seguridad de Levante (la segunda es la del Ebro). En Teruel, las fuerzas propia y la misma fe en sus hombres. He aquí que este libro nacionales del sector cubrían un frente amplísimo, que, por tan es por todo y sobre todo también una lección moral. Otra de to, era débil. Los rojos acaban de organizar verdaderos ejércitos, muy distintos de las primeras masas inorgánicas de la “milicia- mostración más de cómo el mando lo es todo en la guerra. nada”, y deciden lanzar uno de ellos, el de Levante (8 Divisio La prosa del libro es reposada y elegante. Se lee bien y agra nes, i Brigada mixta, 2 Batallones de carros, etc.) sobre Teruel da sobre manera su tono sobrio y preciso. Enjuicia con modera con ánimo de desmontar la ofensiva que el Ejército nacional ción y precisión. El autor lo explica previamente: no ha que prepara sobre Madrid. El 15 de diciembre comienzan los rojos rido hacer novela ni periodismo. En efecto, ha hecho algo me el envolvimiento de Teruel. La plaza resiste tenazmente, aun jor: historia, la mejor historia hasta el presente de nuestra guerra de Liberación. que quizá no presida el acierto en su defensa. Es menester res tablecer en seguida la situación. Nuevos movimientos de tro Sentimos al final de la lectura de este libro magnífico lo que pas se realizan. Con ellas llega al frente turolense la 1 División. se siente siempre que se lee un libro bueno: ganas de seguir le-. El día 29, junto con la 62, lleva el esfuerzo principal en el soco yendo, de que fuera más extenso. El General García-Valiño rro de la plaza. Los primeros éxitos se llaman Campillo, la Pedri consumado ya como escritor e historiador militar de prirnerí za, la misma muela de Teruel, que es conquistada en una “gran sima fila, “nos debe” alguna aportación más. Por ejemplo, el estirada” de 8 Km. La ciudad está ya “al alcance de la mano.” relato de aquella intervención de la 1 Brigada de Navarra, .que Los movimientos de repliegue que inicia el enemigo confirman él mandara también, y que también en el Norte tuvo siempre las esperanzas de liberación inmediata. Pero las cosas debían una actuación tan brillante como luego tuvieron aquella 1 Di seguir otro rumbo. Aquella noche cae una nevada copiosa; un visión o los “Destacamentos de Enlace” de la campaña levan frío extremado se convierte en nuevo e implacable adversario. tina o el “Cuerpo del Maestrazgo” en la batalla decisiva del Teruel se rinde entonces. Enestós momentos críticos, los rojos Ebro. reaccionan con viveza. La 1 División sufre numerosas bajas; las más, motivadas por el rigor del clima. Al cambiarse por el Mando nacional la dirección del ataque, de sur al norte, la 1 División pasa a formar parte del Cuerpo de Ejército marro quí. La batalla de Teruel parece convertirse en el Verdúri de la guerra de España. Las Divisiones rojas “hacen la noria”, Como colofón no es posible dejar de indicar la magnífica pre en la necesidad de reparar su grave desgaste. Tras del éxito del sentación de este libro, de impresión cuidadísima y abundan Alfambra se vuelve al objetivo Teruel. La 1 División, siempre temente documentado con planos y cartas excelentemente re en la breche, actúa con singular brillantez; pasa el río y ocupa producidas en varios colores. Esfuerzo editorial, sin duda, bien sucesivamente una serie de cotas que dominan el campo de ba justificado por los méritos de la obra.—Coronej D. de V. 86 Razón de España. Abundantes leyendas modernas han tejido sus telas de ara ha sobre el tronco y ramaje del árbol español. La Cruzada de Liberación y la segunda guerra mundial fueron pruebas duras para nosotros y para nuestros enemigos. Mas el tiempo dice siempre las definitivas palabras, y las nubes de humo—mon tañas de papeles de propaganda—van siendo disipadas ya por los archivos diplomáticos y los documentos secretos revelados. Primero, nuestra guerra; ella plantó la elocuencia indiscuti ble de una victoria, apoyando decididamente, en medio del gri terío del mundo, la razón de la cultura europea. Pero el comu nismo y sus afines—sociálismo, frentepopulismo—habían sido derrotados sin apelación y, como desquite—montaron el pilar fundamental de la nueva conjura: la ayuda extranjera pres tada al Gobierno nacional por determinadas potencias en entre dicho. Y, sin embargo, ¿quién recibió más y quién recibió pri mero? Todo cuanto se haga por esclarecer estos hechos será poco, pues tanto como a España interesa al mundo conocer la verdad. Porque sólo la verdad histórica enseña a los pueblos en su caminar difícil, y nunca como en estos momentos agudí simos precisan los otros saber nuestra lección. El i8 de julio de 1936 el Jefe del Gobierno frentepopulista español pide auxilio a su colega francés: no más tarde de esa fecha. He aquí el principio de una serie de contactos y colabo raciones con el exterior, que sirven al Gobierno de la República de prolongados respiros. Mas la intervención extranjera propia mente dicha tiene lugar, y dentro de la propia España, el mis mo x8 de julio: 15.000 hombres de todas las naciones concen trados en Barcelona con el pretexto de unos juegos olímpicos baten a la guarnición de la plaza y se esparcen seguidamente por los frentes, formando unidades de castizos nombres: “Thael mann”, “Gastone Sozzi”, “Dombrowsky”, etc. Y la recluta mercenaria comienza allende las fronteras. El 7 de agosto, L’Humanité proclama que “el Gobierno francés auto riza la formación de grupos de voluntarios para ir en ayuda de los trabajadores españoles”. Siete días más tarde entra en nues tro país un contingente de suboficiales. Y a fines de ese mes, en Irún, las tropas liberadoras de Franco recogen treinta cadáve res de súbditos galos. Por su parte, la U. R. S. S. ha adoptado, a través de la Pro fintern, el 26 de julio del mismo año, un acuerdo entre cuyos apartados figura el de cotizar una fuerte prestación económica a favor de sus colegas hispanos y el de la formación de una Bri gada de 5.ooo hombres. El 14 de agosto, con el vapor mejicano América, llegan a Barcelona los primeros envíos soviéticos, que siguen luego in crescendo y sin interrupción. Y el 29 de octu bre, pna masa de carros rusos, servidos por personal de esta na cionalidad y apoyados por tropas de Infantería, atacan de flanco a los soldados del Ejército nacional de Seseña. Es la primera batalla soviética contra Europa. Toda una larga cuenta puede aquí presentarse. Trenes con municiones, con hombres, con aviones, con armamento vario, llevan por tierra o por mar el auxilio extraño y tenebroso, y a cambio, salen de España lingotes de oro. Podría escribirse mu cho de las Brigadas internacionales y de la infiltración rusa en el cuerpo español;, de la conversión de Albacete en una base extranjera de reclutamiento; de la participación de las Unida des así creadas en la defensa de Madrid, en el Jarama, en Gua dalajara, en La Granja, en Brunete, en Aragón; de la persona lidad de Kleber, Lukasz, Walter y demás “generales”; de Jorge Dimitrof, André Marty, Luigi Longo, Pietro Nenni, José Broz (Tito), Ladislao Rajk, muchos de ellos caídos luego en des gracia del Kremlin y todos miembros selectos. del comunismo mundial. “La historia de las Brigadas internacionales está por escribir y tendrá que escribirse algún día”, alega la Oficina In formativa Española de nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores en un interesantísimo folleto (x); pero nosotros diríamos más, al encarecer la importancia que ha de tener la historia de la in tervención exterior durante nuestra Cruzada en todos los órde nes hombres, material de guerra, propaganda, dinero, apo yo diplomático; y con respecto a los dos campos en lucha, lo ue demostraría de una manera indubitada la extraordinaria ventaja que en este aspecto gozó siempre el bando rojo. Porque este capítulo del acontecer contemporáneo no ha sido un hecho aislado y pasajero en la vida de una nación, sino un detalle (x) Las Brigadas Internacionales. La ayuda extranjera espasoles.—Oficina Inforidativa Española —Madrid, i64 páginas con fotografías; 59 centímetros; rústica. rojos del constante atentado a la paz y a la seguridad mundial por parte de la Organización internacional comunista. La conjura frente a España representaba sólo un primer paso de la arremetida soviética contra la civilización europea, consi derada en bloque. El mismo año que el comunismo era derro tado en el orgulloso suelo ibérico, planteaba su gran jugada en el ancho ámbito del, mundo. El pacto germanosoviético—25 de agosto de 1939—precipitaba la guerra en Europa: era “el em pujón que daba Stalin a Hítler”. José M. Doussinague conside ra en un magnífico libro (i) el porqué de la actitud nuestra en los años que siguieron al terrible estallido, la razón española frente a la U. R. S. 5. y en defensa de la cultura. No hacíamos más que seguir una fiel línea de conducta anti marxista. Primero, tratando de advertir, ordenando el Jefe de Estado “la más estricta neutralidad a los españoles” y, a la vez, aconsejando a las potencias extranjeras la limitación del con flicto en la conciencia de que sólo al comunismo podía favore cer el destrozarse mutuo de los países entonces beligerantes. “No puede funda mentarse la conti nuación de la gue rra—alega el 31 de diciembre de 5939— en el desequilibrio que ocasiona la potencia bélica de unas naciones cuan do surge un potente enemigo que preci samente exige que se le contrapese, ya que por sus máxi mas y sus doctrinas es la máxima ame naza para la civili zación que necesi tamos defender.” Desde el primer momento, los espa .fioles, y a su cabeza el General Franco, estiman la gran con tienda en su justo y auténtico valor; sencillamente por que saben. Por en cima de los intere ses rivales está el infinito peligro del Este. El será el que especule con unos y otros, el que mane-. je los dados; ante él, todo lo demás quedará pálido. Y, a la vez, se establece con energía el principio de la independencia espariola frente a cualquier intento de invasión: “Nos defende remos con todas nuestras fuerzas y medios contra cualquiera que ataque a España”, proclama el Generalísimo en abril de 1940. Alemania había ya ocupado Dinamarca y Suecia y preparaba su gran ofensiva occidental, que nadie sabía dónde había de terminar. La tentación de un posible ensanchamiento de nues tra expansión africana, de un ataque al Peñón, de un fácil se guir la corriente, con victorias lucidas, pero de muy precario valor a la larga, era dominada por nuestro Jefe de Estado. Porque España sólo deseaba contener el fuego, limitar los da ños, mirando siempre al peligro oriental y fortalecida y alum brada por el duro saber de su guerra. La guerra con Rusia supuso un desengaño para Hítler, que subestimaba con exceso las fuerzas soviéticas. Stalin se hu milló de momento para, tras el respiro de un par de años de rearme seguro, sorprender cansadas a las fuerzas germanas. La guerra se extendió peligrosamente—contra nuestros conse jos—y la U. R. 5. 5. obtuvo las fáciles victorias de Teherán, Yalta y Postdam. Es muy difícil concretar en unas líneas el denso contenido de esta obra, atiborrada de interesantísima documentación, que pone a lo vivo los propósitos fundamentales de la política exterior española. “La guerra—señala el Sr. Doussinague— más a los 1948; (x) Madrid, JosÉ M. DOIJSSINAGUE: 22 5949; 378 pÉginas; Espa8a tenía razón centímetros; rústica. (I939-95)— no debió estallar... La guerra, una vez desencadenada, no se debió extender... Una vez extendida, la guerra se debió abre viar... España está libre de estos tres grandes errores.” Una lucha civil—e internacional a la vez—, cruentamente sufrida, nos dejó en estado de debilidad frente a las grandes potencias; pero el heroísmo demostrado por los españoles, su anhelo reiterado de independencia, convirtió esa debilidad en baluarte. El 21 de abril de 1943, Hítler declaraba: “No somos capaces de ocupar España por la fuerza...” Y esta actitud fir me nos permite hoy hablar al mundo, amparados además en nuestra experiencia comunista, experiencia que hoy sufren en su propia carne tantos que nos zahirieron. El tiempo es nuestro mejor abogado. El autor ha adoptado, en. o que se refiere a la búsqueda fuentes, un criterio del más alto valor científico, por su senti de imparcialidad: tres obras de gran alcance y valor han con tituído la base bibliográfica fundamental, y sus autores son español, un inglés y un francés. “Solamente compulsando est tres distintos puntos de vista nacionales sobre la citada guer puede aspirarse a lograr de ella una visión objetiva que pi mita extraer de los hechos relatados enseñanzas fructíferas Donald G. Fink: Ingenieríadei radar.—Traducción de Carlos Prélat y Edmundo Martínez Pardo.—Editorial Nigar. Buen Aires, 1949; 665 páginas, con ilustraciones; 24 centímetrc tela. Sabios, industriales, militares y hasta simples curiosos de ciencia se ocupan hoy del “radar”, símbolo perfecto de ur RESEÑAS BREVES civilización supertécnica. La palabra está formada por las p letras de las voces “Radio detection and ranging”, e Coronel de Estado Mayor López-Ivluñiz: Manualesprácticos.meras Publicados: Infantería; Mando de Sección, Infantería; Mando presivas del reconocimiento y localización de objetos median de Compañía, Infantería; Mando de Batallón y Regimiento y las ondas de radio reflejadas. El radar ha adquirido realidad plena en la segunda gueri Artillería; Mando de Batería. (Declaradas de utiLidad para mundial, pero sus antecedentes son relativamente antiguo el Ejército.)—Editorial “Gloria”. (Distribuida por Librería Ya Heinrich Hertz descubría en 1887 que las ondas de rad Militar.)—Madrid, 1949; 96, 132, 176 y 148 páginas, respec se reflejaban como los rayos luminosos y que se podían fo tivamente; ¡6 centímetros; rústica. mar haces por medio de espejos metálicos de forma semejan La guerra es un arte y, como tal, todo realización; pero no a los que se usan para formar haces de luz. Sin embargo, has hay arte que carezca de reglas orientadoras. Los límites den 1934 no se aborda decididamente el estudio del radar con a tro de los que ha de moverse el soldado, y que es forzoso para cauces militares definidos. Desde esa fecha su historia es n éste conocer, son frenos puestos a la teoría, cuando ésta pre pida y fecunda. Basta decir que dos años más tarde los Est tende hacerse realidad. Todo un bagaje de cifras, de pequeñas dos Unidos comenzaban a construir el primer equipo de rad para su Ejército. noticias, de tablas, constituyen una dura prueba de la memo ria del combatiente, que ha de recordar muchas minucias en Toda premura era poca. Los progresos de la aviación exigía momentos en que no siempre se tiene el ánimo ligero y la me un procedimiento de localización de los aparatos distinto hasta entonces empleado: los fonolocalizadores combinados co moria fresca. Ahora, el Coronel López-Muñiz realiza, en una serie de ma proyectores de rayos luminosos. En efecto; las sorprenden: nuales de bolsillo, el afán secular de reunir en pocas páginas velocidad de los aparatos, sus altos techos, la posibilidad volar sobre nubes o en días de visibilidad cerrada y lo capr bien nutridas, no las ideas básicas, que ésas se suponen cono choso de la hipótesis de Flak sobre la que descansa la fon cidas, sino los datos concretos para desarrollar aquéllas—plan localización—vuelo del avión en línea recta—volvían inútil tillas, dotaciones, características del armamento, reglas ele viejo sistema. “El radar—dice Donald G. Fink—resolvió todc mentales de topografía, consejos prácticos para marchar, com batir o estacionarse—. Cada arma tiene así un formulario de los problemas. El alcance, aun con los primeros equipos, mayor que el del proyector. El radar indica dónde está el avió su propia actividad y de las otras armas o servicios en la parte con ella relacionada. en el momento en que lo descubre, puesto que la velocidad í Una colección de 24 libros constituirá un preciado arsenal las ondas de radio es varios millones de veces mayor que la d para el atareado y para el menos diligente, para ei flaco de aeroplano. Las ondas de radio no son apreciablemente deti memoria y para el que no quiere fiarse de la suya, aun siendo nidas por las nubes, la neblina o la precipitación fluvial. Y s buena. Todo aquello, en fin, que exige normalmente “una presencia es desconocida para el enemigo, a menos que se tran: porte el equipo receptor para explorar el rango de frecuencias. búsqueda laboriosa, a veces estéril, en reglamentos, instruccio Es difícil de ponderar la trascendencia que el radar ha eje nes y folletos”. Manuales utilísimos sobre los cuales huelgan todas las diva cido en el desarrollo y resolución de la última contienda y 1 perspectivas que ofrece ante las nuevas armas. Todo hace inú gaciones, por su propia y rugurosa concreción. resantísimo este libro, teórico y práctico, suficientemente e Juan Priego López, Coronel de Estado Mayor: Guerrade la tenso y de muy clara exposición. independencia (1804-1814). (Declarada de utilidad para el Ejército.)—Editorial “Gran Capitán”. Madrid, i947; ¡90 pá INDICE GENERAL ginas con mapas; 19 centímetros; tela. De la guerra de la Independencia han quedado relatados Mohamed Ibn Azzuz: Epítomede la historiade Marrueco para la posteridad, con fuerza indeleble, hechos aislados de Instituto de Estudios Políticos. Madrid, 1949; 273 página categoría heroica de excepción—Dos de Mayo, Zaragoza, Ge 15 centímetros; rústica. rona—; pero faltaba quizá escribir la visión de conjunto, que Luis Santaló: Historia de la Aeronáutica.—Espasa-Calpe. Bu€ abarcase de una ojeada—suficientemente rápida, a fin de ha nos Aires, 1946; 340 páginas, con ilustraciones; 23 centíme cerse popular y, a la vez, rigurosamente científica—la histo tros; tela. ria bélica española en los seis años inolvidables. Para el mili tar, la guerra de la Independencia es además manantial inago Francisco Javier Conde: Sobrela situaciónactualdel europ table de enseñanzas, “que no pueden darse por caducadas, no Instituto de Estudios Políticos. Madrid, 1949; 8o páginas obstante el tiempo transcurrido desde que se desarrollaron los 19 centímetros; rústica. acontecimientos en que se basan”. Generalde Marruecos yC El carácter caótico que en muchos momentos presentó la María Asunción del Val: Dirección lucha, sin frentes establecidos, sin delimitación exacta de cam lonias. Biblioteca.Catálogode materias.—Madrid, 194Ç pos, ha sido abordado con un criterio ordenador y gran senci 391 páginas; 24 centímetros. llez expositiva, buscando además, en cada caso y en el con Carlos A. Garzoni, Capitán de Navío: Algunosaspectos de junto de la obra, las meditaciones oportunas. Y ninguna tan guerra navaL—Buenos Aires, 1949; 32 páginas; 27 centíxn€ aleccionadora como lo baldío del esfuerzo de entonces, por la tros; rústica. “invasión ideológica” extranjera, que amenazó romper los la zos de cohesión nacional, y el triste panorama de nuestras que Comandante Vela de Almazán: Aerofotografía.—Biblioteca di rellas internas. Si, como apreció Napoleón, “los españoles en Aviador. Madrid, 1949; 156 páginas; 21 centímetros; tela masa se condujeron como un hombre de honor”, luego esos españoles, llegado el momento, no supieron ofrecerse en un haz José María Pinós: Una relaciónsobreel sitioy tomade Léri por losfranceses el año1810.—Consejo Superior de Investi apretado, bajo un mando único. La consecuencia fué una desgaciones Científicas (Instituto de Estudios Ilerdenses).— estimación de nuestros sacrificios en el Congreso de Viena, que Lérida, ¡948; 22 páginas; 24 centímetros; rústica. tiraron por el suelo la victoria. 88