Montevideo, once de abril de dos mil once VISTOS: Para sentencia, estos autos caratulados: “PEREZ, PABLO C/ FLUXAR S.A. DEMANDA LABORAL EXCEPCION DE INCONSTITUCIONALIDAD ARTS. 21 NRAL. 2 Y 22 NRALES. 3 Y 4 DE LA LEY No. 18.572.”, FICHA 2-12819/2010, venidos a conocimiento de esta Corporación en virtud de la excepción de inconstitucionalidad interpuesta por la parte demandada.RESULTANDO: I) La accionada, en ocasión de contestar la demanda, promueve por vía de excepción la declaración de inconstitucionalidad de lo dispuesto en los arts. Arts. 21 numeral 2 y 22 numerales 3 y 4 de la Ley No. 18.572 (fs. 81 a 84).En apoyo de su pretensión, afirma: Que lo dispuesto en el artículo 21 numeral 2 de la Ley No. 18.572, vulnera el derecho al debido proceso y el derecho de defensa. La infracción se configura por el hecho de que la norma no establece un plazo para que el demandado conteste la demanda, disponiendo que tal acto procesal se verifique en la audiencia única. Agrega que la misma norma afecta el principio de igualdad consagrado en el artículo 8 de la Carta.Por otra parte, lo establecido en el artículo 21 numeral 2 apartado final y artículo 22 numerales 3 y 4 de la Ley atacada, infringen el derecho al debido proceso, derecho de defensa y el principio de igualdad de todas las personas ante la Ley. En cuanto al principio del debido proceso sostiene que la afectación a la Carta se configuraría por el hecho la norma atacada impone al Tribunal agotar la producción de la prueba, formular los alegatos y eventualmente dictar sentencia en audiencia única, lo cual es materialmente imposible.II) Por providencia No. 990/2010 (fs. 90), la Sra. Juez Letrado de Unica Instancia del Trabajo de 3er. Turno dispuso la sus-pensión de los procedimientos y la elevación de los autos para ante la Corporación.III) Recibida la causa, la Corporación dispuso conferir traslado a la parte actora y fecho, otorgar vista al Sr. Fiscal de Corte (Dec. No. 2441, del 16/VII/2010).IV) El Sr. Fiscal de Corte se expidió entendiendo que corresponde desestimar la pretensión declarativa (Dictamen No. 3777/10, del 15/IX/2010).V) Previo pasaje a estudio (Dec. No. 3696 del 27/IX/2010, fs.79), se acordó sentencia en forma legal y oportuna.CONSIDERANDO: I) La Suprema Corte de Justicia, por mayoría, hará lugar parcialmente a la excepción opuesta y, en su mérito, declarará inconstitucional y, por ende, inaplicable en estos procedimientos lo establecido en el artículo 21 de la Ley No. 18.572, sin imponer especial condenación procesal.II) Cabe comenzar reiterando jurisprudencia de esta Corporación en cuanto a que “...la cuestión constitucional se hace partiendo de dos consideraciones: A) Toda Ley goza de la pre-sunción de regularidad constitucional mientras no se pruebe lo contrario (Sentencias Nos. 212/65, 64/97, 29/80, 235/85, 266/86, 184/87, 152/91, 86/93, entre otras), posición que comparte distinguida doctrina. En este sentido, el Prof. Vescovi ha afirmado que: „...la constitucionalidad de la Ley es el principio y la ilegitimidad la excepción. Y como excepción, limitada y de interpretación estricta. Por eso es a quien invoca dicha situación anormal que corresponde la carga de probar, y de 'modo irrefragable', que existe incompatibilidad entre la norma constitucional y la legal. Se trataría de una 'presunción de legitimidad' ('El proceso de inconstitucionalidad de la Ley', págs. 130 y ss.)‟. La incompatibilidad, pues, debe ser manifiesta, ya que como certeramente expresa W. Willoughby („The Constitutional Law of the United States‟, T. I, pág. 26) „...un acto de un cuerpo legislativo coordinado no debe ser declarado incons-titucional si, mediante una interpretación razonable de la Constitución o de la misma Ley, ambos pueden ser armonizados‟ (citado en Sentencia No. 744/94)”. “B) La Corte no juzga el mérito o desacierto legislativo, sino tan sólo si la Ley es o no constitucionalmente válida. La norma legal que, dentro de su competencia institucional, dispone una solución equivocada, errónea, desacertada, respecto al punto que regula, será una mala Ley, pero no por ello es inconstitucional (cf. Sentencias Nos. 12/81, 69/82, 404/85, 237/87, 184/88, 152/91, 86/93 -entre otras-)” (cf. Sentencia No. 45/2010).III) En cuanto a la legitima-ción activa, tal como ha afirmado reiteradamente la Suprema Corte de Justicia, de acuerdo con la regla contenida en el art. 258 de la Constitución –y reiterada en el art. 509 del C.G.P.-, están legitimados para promover la declaración de inconstitucionalidad de una Ley, todos aquellos que se consideren lesionados “...en su interés directo, personal y legítimo”.La titularidad efectiva de dicho interés por los promotores de la declaración de inconstitucionalidad y, su real afectación por la disposición legislativa impugnada, resulta, pues, pre-supuesto de la obtención de una sentencia eficaz sobre el mérito de lo pretendido (cf. Vescovi, Enrique, en Cuadernos de Derecho Procesal, T. 1, 1973, pág. 123).En autos se procesa de-manda laboral por el cual el actor reclama el pago de $67.734 más intereses y reajustes (fs.7). Atento a la suma referida, la presente causa se tramita por las reglas del denominado “Proceso de Menor Cuantía” y en definitiva, el proceso es regulado por lo dispuesto en los artículos 1 a 6 y 19 a 32 de la Ley No. 18.572.Por lo que viene de seña-larse, las normas atacadas (arts. 21 numeral 2 y 22 numerales 3 y 4 de la Ley No. 18.572), alcanzan al excepcionante por resultar de aplicación al presente proceso y en tal medida cabe entonces sostener que su interés es directo, por cuanto sería inmediatamente vulnerado por la norma que impugna; personal (invoca un interés propio, no popular o ajeno) y legítimo, dado que ese interés no es contrario a una regla de derecho, la moral o las buenas costumbres.El Sr. Fiscal de Corte afirma en su dictamen que el excepcionante carecería de legitimación activa para promover la declaración de inconstitucionalidad incoada (fs. 101/102).Como se ha expresado en múltiples fallos, entiende la Corte, en mayoría, que no resulta razonable sostener que el demandado deba interponer múltiples excepciones respecto de las normas que entiende inconstitucionales, a medida de que el proceso arriba a la etapa que hace aplicable cada una de las reglas que cuestiona.Un proceder semejante, contrario a un elemental criterio de razonabilidad, supondría la admisión de planteamientos de inconstitucionalidad sucesivos, que distorsionarían por completo el principio de celeridad que inspiró la reforma.El ingreso en la situación de la norma (por ser empleador demandado) acaece cuando accede al proceso, en virtud de lo cual no tiene porqué esperar a la ocurrencia puntual de las situaciones reguladas para el procedimiento, por las que “segu-ramente” deberá pasar.En definitiva, admitir la falta de legitimación supondría una actuación contraria a los más elementales principios de economía procesal, celeridad y tratándose de materia laboral, de pro-tección, consagrados en el artículo 53 de la Carta.IV) En cuanto al artículo 21 de la Ley No. 18.572, la Suprema Corte de Justicia, por mayoría, hará lugar a la solicitud de declaración de inconstitucionalidad planteada.Como lo expresara la Corporación en Sentencia No. 221/2010 “...resultan com-partibles las afirmaciones de Couture, cuando, analizando la tutela constitucional del proceso, enseñaba que la Ley no puede instituir formas que hagan ilusoria la concepción del proceso consagrada en la Constitución, y si la Ley regulara una forma de proceso que privara al individuo de una razonable oportunidad de hacer valer su derecho, esa Ley sería inconstitucional. En tal sentido, señalaba: „El proceso es, por sí mismo, un instrumento de tutela del derecho. Lo grave se ha dicho, es que más de una vez, el derecho sucumbe ante el proceso y el instrumento de tutela falla en su cometido...‟. „El problema consiste en la hipótesis de que el legislador instituya Leyes procesales de tal manera irrazonables que virtualmente impidan a las partes defender sus derechos o a los jueces reconocer sus razones...‟. Pero, se preguntaba: „qué es una razonable oportunidad de hacer valer el derecho?‟, enumerando a tales efectos un elenco, no taxativo, pero sí mínimo, de garantías procesales que se sintetizan en la denominación genérica de tener derecho a estar un día ante el tribunal (his day in court) (cf. Couture. Fundamentos págs. 148 y ss.). Señala Vescovi que cuando se habla de las garantías del debido proceso, pensando en las mínimas que deben existir para que pueda hablarse realmente de un proceso, se menciona el principio de la inviolabilidad de la defensa en juicio, que consiste en la posibilidad de tener una „razonable oportunidad de defensa‟, al decir de Couture „su día ante el tribunal‟, que incluye la de ser citado, de ser oído, y haber tenido oportunidad de hacer pruebas, que en definitiva se resume en la posibilidad de ejercer sus derechos en la forma y con las solemnidades que establece la Ley (cf. Vescovi, Derecho Procesal Civil T. I, pág. 79). El profesor Tarigo enumeraba, entre otras manifestaciones del debido proceso, la noticia del proceso al demandado, que se le haya otorgado una razonable oportunidad de comparecer y exponer sus derechos, la oportunidad razonable de aportar medios de prueba, etc. Y, aun en los procesos dotados de estructura monitoria, como el ejecutivo o el desalojo, en los que el tribunal se pronuncia sobre el fondo en forma inicial, el contradictorio está asegurado por la posibilidad de oponer excepciones o de los medios impugnativos existentes en cada caso (cf. Lecciones, T. I, pág. 68). Analizando la inconstitucionalidad por privación de recursos, Couture sostuvo que en el sistema de única instancia, la Constitución no está necesariamente en peligro, en términos generales, preguntándose: „Pero, qué decidir si la única instancia se encuentra privada de garantías de defensa de tal forma que prácticamente invalida sus resultados? Qué concluir cuando la instancia es sólo aparentemente un proceso, pero en sustancia no permite formar un juicio acerca del derecho cuestionado?‟ (cf. Couture op. cit. pág. 159). A juicio de la mayoría, la estructura y regulación de este procedimiento de instancia y audiencia única, viola el concepto de garantías del debido proceso, al carecer de la necesaria nota de razonabilidad que posibilite la efectiva opor-tunidad de ejercer el derecho de defensa en juicio. La inexistencia de plazos procesales ciertos, la consagración de una audiencia única con tratamiento desigual para la incomparecencia de las partes, la imposibilidad de prorrogarla, en mérito a la inasistencia de algún testigo que inclusive pueda tener la calidad de necesario por su conocimiento de los hechos relevantes de la causa, afectan las garantías del debido proceso, en el sentido de razonabilidad de los plazos y del tracto procedimental que permitan ejercer adecuadamente el derecho de defensa en juicio. Sostiene el Prof. Pereira Campos (Revista CADE Tomo VII, junio 2010 pág. 68) que la regulación de este proceso de menor cuantía en única instancia presenta patenteinconstitucionalidad. Con los Prof. Dres. Luis M. Simón y Francisco Cobas entiende que: „...la inconstitucionalidad de este proceso se plantea por la vulneración del principio de igualdad, y, sobre todo, por la excesiva restricción de defensas para las partes, particularmente en el derecho a probar, lo cual infringe el debido proceso legal...‟. Señalan además que „...otras normas limitan irracionalmente las defensas en este proceso de menor cuantía: los plazos de que disponen los jueces son imposibles de cumplir si se respeta el derecho de defensa, se pretende imponer a la parte la carga de ir a la audiencia „munido‟ de la prueba que no está en su esfera de acción (por ejemplo, la parte no puede obligar a un testigo a comparecer), el fallo no admite apelación, etc. Si nadie discute que el derecho constitucional de defensa se compone de una razonable oportunidad del demandado de comparecer y exponer sus derechos y de una razonable oportunidad de aportar prueba a su favor, es indudable que la estructura procesal del proceso laboral de menor cuantía no permite ejercer el derecho de defensa‟ (cf. “La inconstitucionalidad en el nuevo proceso laboral”, El Observador 8/5/2010). Adviértase que en este proceso de instancia y audiencia única, el juez debe convocar a las partes a la audiencia, en un plazo no mayor a diez días, plazo que tiene el juez entre demanda y audiencia, pero no le otorga plazo alguno al demandado, sólo dice que se le convocará, dependiendo la efectiva posibilidad de ejercer razonablemente el derecho de defensa de la mayor o menor diligencia con que se practique la notificación y convocatoria a audiencia. De la simple lectura de los artículos que regulan la instancia única se advierte una contradicción total con la regulación de la audiencia previa de conciliación, a la cual debe convocarse al demandado con una anticipación no menor a tres días (art. 4o.). Así se señala por Pereira Campos: „...no puede alegarse que el demandado pudo prever el alcance de la demanda por la conciliación administrativa previa ya que la propia Ley permite al trabajador prescindir de la misma si el Ministerio de Trabajo no la celebra en el plazo de treinta días de solicitada. Es inconstitucional la regulación ante la ausencia de una norma que establezca que el demandado deba ser notificado de la demanda con una antelación mínima a la fecha en que deberá contestar la misma en audiencia. Ello es inaceptable desde la órbita del debido proceso‟. Es claro entonces que en este proceso no hay plazo entre emplazamiento y audiencia; el juez ordena el traslado y emplazamiento del demandado para la audiencia única, a la que debe concurrir a contestar la demanda, munido de toda la prueba; no concediéndosele plazo alguno de anticipación, cuando para la conciliación debe contar por lo menos con tres días. No es que se deje de lado por completo el concepto de plazo razonable, lo que constituye una verdadera garantía mínima del debido proceso, sino que directamente no se fija ningún plazo, no hay un mínimo plazo legal, se dejó indeterminado. Al no fijarse un plazo, pueden verificarse graves inequidades, tales como que llegue la citación para la audiencia un día antes, o dos, o el mismo día, o el día después, lo que en este caso sería una suerte para el demandado, porque podrá justificar la inasistencia. En opinión de Pereira Campos (Revista cit. pág. 75)- en esta Ley: „Se impone a la parte la carga de ir a la audiencia „munido‟ de toda la prueba que pretenda ofrecer (art. 21 nal. 1). Tal exigencia vulnera el debido proceso en uno de sus contenidos esenciales: disponer de oportunidad razonable de presentar y ofrecer prueba y que la misma efectivamente se diligencie. En efecto, es inaceptable para los cánones constitucionales del debido proceso que se imponga a la parte la carga de llevar a la audiencia la prueba que no está en su esfera de acción. Así, por ejemplo, la parte no puede obligar a un testigo a comparecer (sólo el tribunal dispone de medios para ello), la parte no puede obligar a un perito a aceptar un encargo y realizarlo en escasos días u horas, la parte no puede obligar a un ente público o privado a que responda un oficio en los plazos que la Ley pretende. Como señala SIMON „debería priorizarse el derecho a probar, esencial en la garantía constitucional del debido proceso y la calidad de la instrucción, por sobre la mera celeridad, en casos de conducta diligente y de buena fe de los litigantes y tribunales, pues de poco vale ganar tiempo si la tarea de instrucción, clave para la adopción de sentencias justas, se cumple inadecuadamente, con perjuicio de los derechos sustanciales de las partes y de la calidad de la administración de Justicia‟. Específicamente sobre el proceso de menor cuantía advierte SIMON: „en la práctica, entonces, será imposible que se incorpore prueba testimonial si las partes no obtienen el concurso de los testigos para concurrir voluntariamente luego de breve aviso; no podrá incorporarse prueba por informes solicitada en audiencia ni menos aún pericial. Los tiempos no alcanzan para preparar esos medios e incorporarlos a la audiencia, ni siquiera si el demandado adelanta su contestación y la formula por escrito antes de la audiencia‟. „Que un tracto procesal tolere esta posibilidad, determina que deba calificárselo de lesivo del derecho a probar, impeditivo de una razonable instrucción, y por consiguiente, violatorio de la garantía del debido proceso legal que contempla nuestra Constitución‟ (cf. SIMON, L., “Régimen de los plazos y potestades de instrucción del tribunal y procedimiento probatorio en la Ley No. 18.572” en “Nuevas especialidades del proceso sobre materia laboral”, Mont., 2010, F.C.U., págs. 128 y 129). Concluye Pereira Campos que estas: „limitaciones irracionales al derecho a probar inherente al debido proceso afectan no sólo al demandado, sino también a actor. Porque el actor también puede verse perjudicado si los testigos que ofrece en su demanda no comparecen voluntariamente a declarar a su pedido o aún ante la primera citación judicial. Vulnera toda garantía procesal pensar que en ese caso la solución es prescindir de los testigos porque no comparecieron y, sin embargo, la estructura del proceso tal como se regula conduce a esa absurda conclusión. La Ley no prevé solución siquiera excepcional ni prórroga de la audiencia para estos casos. En un proceso en el cual es altamente probable que el demandado no tome conocimiento de la demanda en tiempo razonable para preparar la contestación y comparecer a la audiencia, se adiciona la gravedad de la sanción que prevé la Ley por su incomparecencia‟. En la misma obra, (pág. 73) se precisa: „Como señala SIMON, „las innovaciones introducidas por la Ley No. 18.572 en materia de plazos, resultan en general poco convenientes, implican desde el punto de vista técnico-procesal, en varias ocasiones, un retroceso en nuestro ordenamiento jurídico, y pueden llegar a lesionar garantías esenciales de la defensa en juicio‟ (los destacados corresponden al texto original). Agrega con razón: „La Ley parece haberse inspirado en el simple e incorrecto postulado de que la abreviación de los plazos es el medio de obtener celeridad en los procesos, sin considerar qué puede estar sacrificando con esos métodos, ni contemplar el empleo de otros más eficaces y más garantistas que pueden conducir al mismo objetivo...‟. Es inconstitucional la regulación del proceso de menor cuantía ante la ausencia de una norma que establezca que el demandado deba ser notificado de la demanda con una antelación mínima a la fecha en que deberá contestar la misma en audiencia. En otras palabras: aunque parezca insólito, la Ley carece de plazo mínimo asegurado para que el demandado conteste la demanda‟. SIMON también destaca este elemento: „No se establece plazo para comparecer ni contestar, solamente la convocatoria a audiencia, y es en la misma que el demandado ha de contestar y ofrecer prueba‟. La falta de tal plazo mínimo asegurado en la Ley es inaceptable desde la óptica del debido proceso en tanto no se prevé una razonable oportunidad mínima de defensa (arts. 8 y 12 de la Constitución). Ello es aún más grave en sistemas como el nuestro donde toda la prueba debe presentarse u ofrecerse al contestar la demanda, siendo por ende generalmente desacertadas las comparaciones y referencias que se han hecho al derecho comparado. Como señala BARBOSA MOREI-RA, el debido proceso exige, ante todo, que la conformación del procedimiento no quede sujeta al arbitrio del juez, sino que se ajuste al modelo previamente instituido por la Ley para los procesos en general. Por ello es necesario un ingrediente razonable de formalismo. En ese enfoque, una Ley que no asegure al demandado un plazo mínimo para contestar la demanda, implica dejar al arbitrio de la diligencia judicial la oportunidad razonable de defensa, lo cual es inaceptable. La ausencia de un plazo mínimo asegurado para contestar la demanda, también vulnera el art. 18 de la Carta en tanto la Ley no fija el orden y la formalidad del proceso, dejando al arbitrio de los hechos si el plazo para contestar la demanda es de 3, 4 días o escasos minutos. La regulación de la Acordada, por su parte, no asegura un plazo mínimo de defensa ya que es un mandato a la oficina sin que pueda ampararse en ella el litigante y, por otra parte, no tiene fuente legal que es de la única que puede emanar la fijación del plazo mínimo asegurado para la contestación de la demanda. A juicio de Prof. Pereira Campos no cabe a la Suprema Corte de Justicia, en fase de control constitucional, analizar si en cada caso concreto en que se plantea la excepción el demandado pudo o no defenderse efectivamente, sino que corresponde analizar si el plazo que concede la Ley (o como en el caso: el plazo mínimo que no asegura) priva objetivamente al demandado de una defensa razonable. En efecto, no olvidemos que el principio de eventualidad que rige en nuestro sistema, impone al demandado – según cierta doctrina y jurisprudencia- la pesada carga de hacer un esfuerzo sobrehumano para contestar la demanda a la vez que se interpone la excepción de inconstitucionalidad. Y no puede juzgarse la razonable oportunidad de defensa que concede una Ley a la luz de esfuerzos no razonables. El punto central, entonces es cotejar la estructura procesal de la Ley procesal laboral con el modelo constitucional de debido proceso, y si de tal cotejo resulta que dicha estructura no se adecua al modelo constitucional porque no habilita una defensa objetivamente razonable a una o ambas partes, declarar la inconstitucionalidad‟. Asimismo, considera que: „...la privación del recurso de apelación deviene en indefensión cuando a ella se suma un proceso en instancia única carente de las mínimas garantías, como enseñaba COUTURE‟. En suma, la Corte en mayo-ría comparte las conclusiones del citado doctrinario: „...la estructura del proceso laboral de menor cuantía en instancia única tal como es regulada por la Ley, viola el concepto constitucional del debido proceso, careciendo de las necesarias notas de razonabilidad e igualdad –aun en un enfoque compensatorio- que posibilite la oportunidad de defensa (alegaciones y prueba) para ambas partes y las garantías para un proceso acorde al modelo de nuestra Carta‟. No puede –como lo ha hecho algún sector de la doctrina laboralista– alegarse que sería viable recurrir a la estructura del amparo, ya que dicho proceso configura una vía excepcional de tutela de derechos fundamentales ante su inminente violación, y prevé, además, no sólo la posibilidad de apelación ante un tribunal colegiado sino que, incluso, existe la eventualidad de un juicio ordinario posterior, lo que no permite el proceso laboral en estudio”. V) En cuanto a la pretendida inconstitucionalidad del artículo 22 numerales 3 y 4 de la Ley No. 18.572, la Suprema Corte de Justicia, por unanimidad, rechazará la excepción.Corresponde dejar constancia que la Corporación, por mayoría, en múltiples fallos ha declarado la inconstitucionalidad de lo establecido en el inciso 2o. del artículo 22 de la Ley No. 18.572 (a vía de ejemplo, Sentencias Nos. 221/2010, 459/2010, 694/2010, 969/2010 entre muchas otras). Pero respecto de tal disposición el excepcionante no moviliza pretensión declarativa y, por lo tanto, no corresponde pronunciamiento de este Cuerpo.Dispone el artículo 22 de la Ley No. 18.572, en sus numerales 3 y 4: “3) El Tribunal tentará la conciliación y, en caso de no prosperar, fijará el objeto del proceso y de la prueba y acorde con ello la recibirá. 4) Oirá los alegatos de ambas partes y dictará sentencia en la misma audiencia o dentro del plazo de seis días, a cuyos efectos fijará fecha sin necesidad de realizar otra convocatoria.”.El representante de Fluxar S.A. sostiene que las disposiciones transcriptas, vulnerarían el principio del debido proceso por cuanto concretamente “...en este caso se ve impedida de efectivizar la prueba por informes…” (planilla de trabajo) “...que resulta de vital importancia para el ejercicio de su derecho de defensa” (fs. 83 vto.) y el principio de igualdad procesal entre las partes en tanto la prueba del actor se empieza a diligenciar al proveer sobre la demanda “...y la del demandado se comienza y supuestamente termina diligenciando en la audiencia única lo que en los hechos está impidiendo que el demandado en el caso ocurrente pueda efectivizar las pruebas por informes que hacen a la defensa de su legítimo derecho en juicio...” (fs. 84).En concepto de los Sres. Ministros Dres. Van Rompaey, Ruibal Pino, Larrieux y el redactor, lo establecido en los numerales 3 y 4 del artículo 22, bajo ninguna forma vulnera los principios constitucionales a que alude el excepcionante. – De la simple lectura de lo dispuesto en la norma atacada se advierte que su texto no infringe el principio constitucional del debido proceso, por el contrario, se respeta lo dispuesto en el Art. 18 de la Carta, cuando establece que: "Las Leyes fijarán el orden y las formalidades de los juicios".Tampoco puede considerarse vulnerado el derecho de defensa en juicio, porque como esta Corporación lo ha afirmado en reiteradas oportunidades: "...la Carta no ampara una forma concreta de proceso o de procedimiento, sino básicamente que el justiciable tenga "su día ante el Tribunal", es decir, el poder contar con la oportunidad y los medios procesales de ser oído, rendir prueba y formular sus defensas" (conf. entre otras Sents. Nos.: Sentencia No. 450/986, Sentencia No. 153/988, Sentencia No. 54/990, Sentencia No. 57/992, Sentencia No. 30/993). Así como, que "la facultad legislativa de regular las etapas procesales, la ritualidad de los juicios (Art. 18 de la Carta Fundamental), facultad que lleva implícita la de adaptar el proceso a la naturaleza peculiar del derecho comprometido en cada relación procesal" (Sents. Nos.: 70/968, 8/986, 56/986).Trasladando tales conceptos al caso de autos, no se advierte que lo establecido en los numerales 3 y 4 del artículo 22 de la Ley No. 18.572 haya privado al indagado de "tener su día ante los Tribunales", de ser oído ni de articular sus defensas.No se observa que lo dispuesto en las normas en estudio, vulnere el principio de igualdad ante la Ley consagrado en el art. 8 de la Carta. Cabe recordar que la Corporación ha afirmado, reiteradamente, que “El principio de igualdad no impide que se legisle para clases o grupos de personas siempre que éstos se constituyan justa y racionalmente... ningún acto legislativo es válido si afecta claramente el principio de la igualdad de derechos garantizados por la Declaración de Derechos, pero el mismo no se opone a que se legisle para grupos o clases de personas, a condición de que todos los comprendidos en el grupo sean igualmente alcanzados por la norma y que la determinación de la clase sea razonable, no injusta o caprichosa o arbitraria, sino fundada en una real distinción..." (Sentencia No. 256/997).En el caso no se insinúa un tratamiento diferente o discriminatorio para aquellos que se encuentran en una misma situación jurídica, lo que impone el rechazo del fundamento invocado.Además, señalan los Sres. Ministros Dres. Ruibal Pino y Larrieux que lo regulado en el numeral 4 del artículo 22 es la actividad del Juez, por lo que el excepcionante carece de legitimación activa para impugnarlo.En concepto del Sr. Ministro Dr. Gutiérrez, corresponde desestimar la pretensión declarativa en este punto porque en el caso, la demandada no ha solicitado prueba por informe alguna (v.: capítulo “Indicación de medios de probatorios para su oportuno diligenciamiento”, fs. 887 vto./88); ello determina que el interés del promotor de la inconstitucionalidad no se vea afectado “directa” o “inmediatamente” por los preceptos impugnados y, en consecuencia, que carezca de legitimación activa (arts. 258 de la Constitución y 509 del C.G.P.).Por tales fundamentos, la Suprema Corte de Justicia FALLA: DESESTIMANDO LA PRETENSION DE INCONSTITUCIONALIDAD DE LO DISPUESTO EN LOS NUMERALES 3 Y 4 DEL ART. 22 DE LA LEY No. 18.572. DECLARANDO INCONSTITUCIONAL Y POR ENDE INAPLICABLE AL CASO EL ART. 21 DE LA LEY No. 18.572. SIN ESPECIAL CONDENACION. OPORTUNAMENTE, DEVUELVANSE. DR. DANIEL GUTIERREZ. discorde parcialmente en cuanto: A) se ampara la excepción de inconstitucionalidad respecto del art. 21 inc. 1 nal. 2 de la Ley No. 18.572, que desestimo en base a los fundamentos expuestos infra (*); y B) sin compartir lo expresado en el Considerando III en cuanto a la legitimación activa, en virtud de los fundamentos expuestos en discordia estampada en Sentencias Nos. 137 y 148/2010. (*) El cuestionamiento del art. 21 inc. 1 nal. 2 de la Ley No. 18.572, finca en que el plazo para contestar la demanda vulnera el principio de igualdad y del debido proceso. En relación a la aducida desigualdad, existe una razón de interés general para el diferente trato, que es precisamente la desigual situación en la que está la parte actora con respecto a la demandada en los procesos laborales. Según lo ha resuelto reiteradamente la Corte, el derecho a la igualdad importa la prohibición de imponer por vía legal un trato discriminatorio, se persigue "no las desiguales soluciones legislativas para situaciones o personas que se encuentren en posición indiferente, sino el trato diferencial para circunstancias o sujetos idénticos" (Cf. Sentencia No. 756/94, e/o). En tal sentido, se comparte lo expresado por Ermida Uriarte cuando al referirse al fundamento constitucional de la Ley No. 18.572, expresa: “En Derecho del trabajo la igualdad no se supone, como en Derecho civil, sino que se constata la desigualdad real y se intenta corregirla y aminorarla. En otras palabras –las de COUTURE-, el tradicional “principio de igualdad ante la Ley es una simple suposición jurídica”, por lo cual es necesario compensar la desigualdad real también en el proceso, de tal modo que el propósito del Derecho procesal del trabajo debe ser el de “evitar que el litigante más poderoso pueda desviar y entorpecer los fines de la Justicia”. En el proceso laboral, el principio de igualdad, que nace del mandato constitucional de protección al trabajador, es el de la desigualdad compensatoria.” Concluyendo más adelante: “...por mandato constitucional, el proceso laboral no puede sino ser protector y compensador de desigualdades. Si no lo fuera, caería en la ineficacia y en la inconstitucionalidad” (“La Constitucionalidad de los Nuevos Procesos Laborales Autónomos”, Revista CADE Doctrina & Jurisprudencia, Tomo 6, Año 2, p. 7). Asimismo, cabe precisar que la diferencia en los plazos no sólo obedece a la necesidad de compensar la mencionada desigualdad de las partes en el proceso laboral, sino que la misma resulta inevitable y se verifica en todas las materias y procesos, en tanto la parte demandada siempre cuenta con un plazo menor para contestar en relación al plazo que tiene el accionante para preparar la demanda. Finalmente, debe tenerse en cuenta que a efectos de elaborar sus defensas, el demandado además de contar con los días desde la notificación de la demanda, dispone del plazo que transcurre entre la audiencia administrativa que se celebre ante el Centro de Negociación de Conflictos Individuales de Trabajo o ante la Agencia Zonal del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (según corresponda), oportunidad en que se enterará de los términos generales de la reclamación (Cf. Ermida Uriarte, ob. cit., pág. 9). Tampoco le asiste razón al recurrente en cuanto a la aducida vulneración del debido proceso, ya que en protección del referido principio constitucional, la Corporación invariablemente ha sostenido que dicha garantía: “...impone como requisito esencial la oportunidad de audiencia y defensa de aquél contra quien se formula una pretensión en el orden jurisdiccional. Y basta para la estricta observancia del tal garantía el otorgamiento de dicha oportunidad de audiencia, sin que la misma deba asumir una forma o ritualidad determinada, siendo suficiente la posibilidad efectiva de hacer valer sus defensas. Es irrelevante al respecto (...) la supresión de etapas, recursos o instancias, la restricción de excepciones o de ritualidad y aun de oportunidades procesales” (cf. Sent. No. 152/07). En la especie, surge de autos el efectivo ejercicio de los medios de defensa que el ordenamiento jurídico puso al alcance del promotor, pues precisamente en la audiencia única cuestionada se promovió la inconstitucionalidad en proceso, se contestó la demanda y se tuvo la oportunidad de oponer excepciones, lo que demuestra la inconsistencia de la argumentación en este aspecto. Por otro lado, la incompatibilidad normativa fundada en la insuficiencia del plazo no derivaría ciertamente del contenido de la disposición impugnada, sino de la diligencia de la oficina al realizar las notificaciones, lo que en consecuencia determina que no exista una irreductible incompatibilidad entre la Ley y la Constitución en el punto.