“I Jornadas sobre Pedagogía de la Formación del Profesorado: prácticas e investigaciones, en el marco del Bicentenario”. La Capacitación en Ciencia y Tecnología en América Latina como factor de Desarrollo. Categoría: Ponencias resultados de la investigación Área temática: La investigación en educación en contextos de formación profesional: Resultados de investigaciones realizadas Prof. Daniel Vazquez UNMDP-Argentina [email protected] Prof. Hernán Morales UNMDP-Argentina Prof. Karina Bianculli UNMDP-Argentina [email protected] Resumen En el presente trabajo se analizan las políticas estratégicas, relacionadas directamente con la investigación en ciencia y tecnología en los países de Latinoamérica, donde la vinculación entre la educación e investigación científica no ha logrado configurase dentro de la agenda política de los estados nacionales. Apelando a un recorrido histórico de este proceso nos proponemos rescatar las características de la relación entre la capacitación en ciencia y tecnología y los factores de superación económica a nivel regional y mundial, teniendo en cuenta que esta vinculación es una herramienta de dinamismo político. Palabras claves: ciencia y tecnología-desarrollo-América Latina Acerca del origen de las publicaciones científicas En el siglo XVII, con la proliferación de diferentes tipos de asociaciones científicas, destinadas a transmitir y promover el conocimiento científico y tecnológico, entran en escena, nuevos mecanismos de divulgación científica. Comienza una nueva dinámica de transmisión del conocimiento: revistas de publicación1, como la Lunar Society de Birmingham, la Manchester Literary and Philosophical Society o la Derby Philosophical Society. Las publicaciones de ciencia y tecnología eran de lo más variadas: teoría sobre la luz, máquinas de vapor, instrumentos de precisión, etc., eran algunos de los temas de investigación más frecuentes. La Royal Society, academia científica británica de orientación eminentemente empírica fue instituida en 1660 y reconocida oficialmente en 1662 por el rey Carlos II. Junto con otras instituciones europeas similares, como la Academia del Cimento, fundada en Florencia (1657-1667) y la Académie des Sciences, de Francia, fundada en 1666, y otras, anteriores y posteriores, configuran el impulso científico colegiado que lleva a la práctica los ideales de la revolución científica. La Royal Society fue la más importante e influyente de las Academias durante el S. XVII. Sus primeros miembros fueron los componentes del llamado Colegio Invisible denominación dada por R. Boyle a un grupo informal de científicos, como el caso, de Newton2 que se reunían periódicamente en casas privadas o en tabernas - médicos y El verbo publicar deviene de “hacer público”, es decir, salir de la esfera de lo privado, poner algo en conocimiento de mayor número de personas. Platón y Aristóteles, fueron los primeros en acusar a los Sofistas de proponer falsos saberes, los sofistas enseñaban el arte de la retórica y la habilidad de la argumentación. Platón, en uno de sus diálogos afirmaba que los sofistas transitaban el camino de la doxa (opinión), en contraposición de los verdaderos filósofos que enseñaban en camino de la episteme (ciencia). El hecho de dar a conocer los resultados de nuestra investigación tiene su origen en el siglo XVII, cuando algunos científicos, como el caso de Newton, fundaron en Inglaterra la Royal Society, una revista de divulgación científica reconocida en su época. Antes del inicio de esta revista, los científicos eran sujetos que investigaban y realizaban sus experimentos en un ámbito privado con escasa conexión con el espacio público. Esta comunicación entre el ámbito público y el ámbito privado generó el imaginario científico de la ciencia moderna donde la publicación comenzó a referirse a la creación de conocimiento, a explicar cómo la ciencia descubre o produce conocimiento indicando, a su vez, un modelo de aceptación en donde sus expectativas generaban una nueva visión del mundo en lo que se refiere al sistema de convicciones creadas por la ciencia. John Law (1989). Este autor realizó una reflexión particular al problema de la redacción de artículos científicos estudiando los conflictos que se originaban en los grupos de investigación y la desbarnizada competencia que circulaba alrededor de las publicaciones. También Francoise Bastide (1988) inicia su investigación comentando ciertos artículos científicos como una trascripción lingüística, en donde sólo una parte de la realidad es presentada en la narración argumentativa, es decir, utiliza el argumento retórico con el único fin de convencer. Merton (1958) sostiene que “...la sola posibilidad de la publicación opera como un elemento que direcciona, en términos cognitivos, una parte de la investigación”. Pablo Kreimer (2003) intenta mostrar cómo, en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas de Francia (CNRS), se pretendió instaurar un “campo STS” sin tomar en consideración a los actores de la sociedad científica, académica o intelectuales que ya estaban trabajando en el País. Asimismo, Khun (1954) da cuenta de la importancia que posee la publicación dentro de la comunidad científica en el proceso de divulgación de los nuevos saberes, y de qué manera la sociedad científica exige un léxico técnico. 2 En 1672, a los 30 años, es nombrado miembro de la Royal Society. En febrero de este mismo año, comunica en carta dirigida a Oldenburg, secretario de esta corporación, su teoría sobre la composición de la luz y de los colores, según la cual la luz blanca puede descomponerse, mediante un prisma, en luces de colores según el índice de refracción, que un nuevo prisma transforma en luz blanca, 1 virtuosos, e incluso aficionados a la práctica de la ciencia compartían los encuentros. H. Oldenburg, físico y filósofo que se carteó con Spinoza, fue secretario de esta Sociedad a partir de 1665 e inició y cuidó de la publicación de la revista “Philosophical Transactions of the Royal Society”; Newton, miembro de la misma desde 1672, fue nombrado Presidente en 1703 y conservó el cargo hasta su muerte. La llamada Tesis de Merton, formulada en 1938 por Robert K. Merton, postula una relación directa entre el espíritu científico de esta Sociedad y los valores del puritanismo inglés, que sostendría en aquella época que el conocimiento de la naturaleza era útil para el conocimiento de Dios. Por otra parte, Thomas Sprat, en su History of the Royal Society of London, for the Improving of natural Knowledge, (1667), relaciona también directamente los objetivos de la Sociedad de Londres con el ideal de ciencia propuesto por Bacon; otros sostienen que no puede afirmarse que la Royal Society fuera la culminación de los ideales inductivos baconianos. Los científicos e intelectuales británicos de principios del siglo XVIII, identificados con la filosofía natural de Newton, abrieron nuevos canales de comunicación hacia el público ilustrado. Esto ocasionó que la sociedad en su conjunto pudiera ser testigo de los nuevos descubrimientos. De esta forma, los principales actores que generaban conocimiento científico comenzaron a interactuar con los intereses financieros. Así es que no sólo floreció el negocio de la fabricación de instrumentos científicos, sino, también la demanda de expertos en las más diversas formas del conocimiento técnico y, en 1675, envía a la Royal Society su Hipótesis sobre la luz. Esta Sociedad reconstruye con éxito el experimento de Newton en su propia sede, el 27 de abril de 1676. La agria controversia suscitada por su teoría de la luz y el hecho de pasar a representar personalmente a la universidad ante el Parlamento, hacen que Newton se retire de la actividad científica pública, dedicándose sólo a sus investigaciones científicas y a experimentos de alquimia. En 1682, el paso del cometa posteriormente bautizado como «Halley» le incita a reemprender sus estudios de mecánica celeste y la visita del propio Halley, en 1684, le sirve de ocasión a Newton para revelar su descubrimiento de la (demostración matemática de la) teoría de la gravitación universal (ver cita). Este mismo año inicia la polémica con Leibniz, con motivo de un libro de éste sobre el cálculo, acerca de quién debía ser considerado primer descubridor del cálculo infinitesimal (descubierto por ambos, al parecer, de forma independiente en la misma época); él mismo redactaría, en 1713, el informe Commercium Epistolicum, en que se atribuye a sí mismo la paternidad del descubrimiento. Por dos veces, en 1689 y 1701, es elegido miembro del Parlamento como representante de la universidad de Cambridge; en 1696 es nombrado inspector de la Casa de la Moneda y luego en 1699 director de la misma, cargo muy bien remunerado que le permite renunciar en 1701 a la cátedra de Cambridge, y en 1703 es elegido presidente de la Royal Society, sucediendo a Robert Hooke (1635-1703) en este cargo, que desempeña hasta su muerte En 1704 publica la Óptica, o tratado de la luz y los colores, que reproduce los estudios realizados en su juventud, y en 1705 es nombrado por la reina «caballero». En 1706 aparecen sus lecciones de álgebra que llevan el título de Arithmetica universalis. En sus últimos 25 años de vida Newton ya no publica investigaciones científicas de importancia, y actúa sobre todo como influyente presidente de la Royal Society y director de la casa de la Moneda. Una serie de manuscritos dejados a su muerte, conocidos como «Colección Portsmouth», lo revelan como hombre interesado por la alquimia, la teología y los textos herméticos y los bíblicos, que interpretaba en sentido literal. (minería, suministro de agua, ingenios mecánicos, etc.). Los newtonianos de la primera mitad del siglo XVII se encontraban seguros de que el método experimental empleado era el eficaz; las diversas aplicabilidades científicas daban cuenta de sus resultados. Esta realidad impulsó una transformación en el intercambio económico y social. Según Fèher a diferencia de lo que ocurre en nuestra época, en el siglo XVII el público participó de manera activa en la cognición de los niveles observacionales y teóricos; interactuando tanto en los aspectos empíricos y en las interpretaciones, en busca de la demostración de los hechos y en su potencial justificación: los laboratorios invadían el espacio público. A partir de ese momento comenzó a sostenerse que ninguna persona - individualmente- podía “tener conocimiento”, y que la mayor parte de las investigaciones nunca podían dar lugar a un conocimiento justificado. Los resultados siempre se obtenían en equipo, por medio de métodos cooperativos. Los especialistas comenzaban a verse relegados a la posición de la persona no especializada: se mezclaba el obrero, con el científico y la gente del lugar. “ ...Si bien los científicos, los investigadores y los estudiosos son conocedores, la relación entre especialista y no especialista está presente en el interior de la estructura del conocimiento; y el especialista es especialista sólo parcialmente, ya que a menudo adopta el papel del no especialista en el interior de su propio campo” (Hardwig,1985, p. 346). La autonomía intelectual del individuo es ilusoria, tanto en el caso del especialista como de la persona no especializada. En el siglo XVIII comienza a ser sancionada una autoridad cognitiva. “Como lo expresan los sociólogos del conocimiento: si asentir a una justificación epistémica supone, entre otras cosas, aceptar socialmente un enunciado de conocimiento, y un beneficio fundamental por haber asentido a esa justificación es el poder hacer pronunciamientos con autoridad, entonces asentir a una justificación epistémica no es sino una manera encubierta de, o -como argumenta Fullers- no tiene otro efecto sino el de repartir el poder”. (Fèher, 1990, Pág. 8) A partir del siglo XVIII los autodidactas sólo tienen lugar si logran ser aceptados por la comunidad especializada, el dominio intelectual de la comunidad científica descansa así bajo su tutela: “Haciendo un razonamiento inductivo, cabe decir que la participación del público no especializado en materias científicas parece ser requerida por ambas partes -especialistas y no especialistas-, en la medida en que -como en el siglo XVII- la unidad paradigmática de la ciencia no puede mantenerse más.” (Fèher, 1990, Pág.12) Daston y Park (1999), proponen un análisis de los fenómenos explicativos, donde se intenta interpretar puntos de inflexión y diversas consideraciones que suscitaron cambios en la historia de la ciencia.Esta postura se encuentra en contraposición a la explicación monocausal de los hechos enmarcada desde una visión unilateral y lineal. Merton, en cambio, plantea un análisis bibliométrico (scienciometrics) y biográfico (prosopography) relacionando su postura directamente con datos geográficos, históricos y sucesos temporales, donde el resultado de los datos indican un camino de etapas sucesivas para explicar el progreso del conocimiento y aquel vínculo normativo que de desarrolla en la comunidad científica. 3 Otra diferencia metodológica, puede percibirse en la manera de rastrear los datos que originaron la historia de la ciencia: según Merton (1958), la concatenación de características que sirven para explicar el origen y evolución de la historia de la ciencia, surge a causa del protestantismo inglés que reemplaza el paraíso celestial por el paraíso terrenal. También cabe destacar la inmigración de los Británicos a Norteamérica, donde hallan un territorio propicio para desarrollar sus potencialidades intelectuales y posturas religiosas de manera libre. Por otro lado, Daston y Park interpretan la historia de la ciencia desde características que operan antológicamente, donde los significados adquieren claridad y operatividad a partir de la co-existencia y la superposición de complejos explicativos que dan a entender los acontecimientos: “Daston y Park sostienen que esa marcha hacia la naturalización de las maravillas es una ilusión, creada por una unanimidad novedosa entre los intelectuales de fines del Siglo XVII y que esa unanimidad es el fenómeno que necesita ser explicado.” (Podgorny: 2009). Desde estas premisas, Cook destaca la importancia del contacto cultural y social con otros puntos geográficos del globo terráqueo, lo cual nos lleva a analizar el desarrollo de la historia natural no sólo en puntos específicos de Europa, sino que es necesaria la inclusión de fuentes provenientes de Asia, África y América. Esta realidad implica, a su vez, el progreso de la tecnificación en los medios de transporte y la 3 La postura de Daston y Park intenta abordar los acontecimientos, progresos y revoluciones científicas en torno a la comprensión (hermenéutica – ontológica) de las diversas esferas de expresión (arte, religión, política) en la historia de la ciencia distanciándose así del funcionalismo sistémico y normativo. comunicación que favorecieron la inclusión de diferentes conocimientos, costumbres, habilidades técnicas y militares que fueron significativas para fomentar el intercambio de bienes y consumo. El resultado fue incentivar la carrera hacia la especialización en los diversos campos de estudio. Shapin y Schaffer (1994) hacen hincapié en que la ciencia experimental al nacer precisaba y presuponía, simplemente para existir y ser aceptada, la presencia de un grupo de personas como testigos. Porque, en primer lugar, la ciencia experimental había sido definida en este momento por sus representantes como una empresa fundamentalmente colectiva y cooperativa. (Cf. Elena, 1987, pág. 10); en segundo lugar, el valor de la evidencia (que se ganaba con la presencia de testigos en el curso de la experimentación) dependía del número, variedad e incluso calidad de los testigos reales o potenciales (publicaciones en revistas de divulgación científica). Es oportuno aclarar que los naturalistas italianos, eran unos de los referentes de la “República de las Letras” donde presentaban sus teorías acerca de la naturaleza. Muchas veces no eran científicos ni filósofos, más bien eran mercaderes que intercambiaban artefactos, mercaderías, libros y otros tipos de documentos donde se acumulaba un diverso caudal de información. Ellos eran “asistentes invisibles” en la producción del conocimiento. Si bien las observaciones se realizaban en los laboratorios, los “asistentes invisibles”, radicados en el anonimato, proveían técnicas a los naturalistas con aparatos tecnológicos e información informal acerca de los misterios de la naturaleza. Boyle revela el aporte y la ayuda de los técnicos (Hooke y Papin) en sus laboratorios privados. Muchas veces sus yerros fomentaban la observación y recomendación de los técnicos y operadores para posibilitar la experimentación. Vale destacar, que en los espacios públicos los técnicos y operadores quedan en el anonimato. Tal vez una de las razones era que ellos manejaban las máquinas pero no producían conocimiento. Esta característica ubicaba a los técnicos en el status de hombres no libres. Según Shapin, estos hombres no participaban en los experimentos públicos por ser simples asalariados. La demostración de los experimentos científicos se daba en espacios públicos ante investigadores y otros referentes de importancia en la escala social. Dentro de los testigos debían encontrarse de manera obligatoria los caballeros (Nobles). Esto constituyó una práctica obligatoria para la producción de conocimiento. Así el conocimiento podía ser verificado y corroborado por los más prestigiosos actores de la sociedad. Los testigos competentes y otros desinteresados compartían los resultados del experimento en espacios libres. De esta manera, los testimonios acerca de los nuevos progresos en el conocimiento otorgaban legitimidad a las teorías y favorecían la circulación de los testimonios. En lo que respecta al entrenamiento, formaban parte los técnicos y otros actores secundarios que posibilitaban la organización técnica y de infraestructura para realizar las investigaciones. Shapin afirmaba que, “trying” (prueba) fue una práctica que se daba en espacios privados dado que el desarrollo de una teoría incluye cierto grado de incertidumbre en lo que se refiere a la posibilidad de demostración experimental, en tanto que “showing” (demostración) tuvo lugar en exponer las teorías y sus resultados en los espacios públicos. La interacción entre estos dos ámbitos permitió la circulación del conocimiento (discoursing) y puso de manifiesto las observaciones experimentales donde también se evaluaba las teorías (enunciados) y su correspondencia con los experimentos con el fin de legitimar y mostrar la validez de sus conocimientos. ¿Pero que sucedía en los laboratorios de investigación en el siglo XIX? Schaffer (1993) apunta que a principios del siglo XIX en primera instancia los museos, hospitales, jardines botánicos y observatorios eran los principales espacios donde se practicaban experimentos y se enseñaban diversas ciencias. Luego este tipo de prácticas comienzan a llevarse a cabo en laboratorios particulares. Los secretos de la naturaleza se descubrían en presencia de un número reducido de investigadores; la eficacia de los instrumentos dependía enteramente de la seguridad que ofrecían los laboratorios Schaffer, en su texto Un monde apprivoisé, sostiene que en 1847 Siemens construye un nuevo tipo de telégrafo para ampliar los canales de comunicación en las tierras del Reich. Este tipo de comunicación sería de gran avance en las actividades bélicas. Así es que, Siemens funda el Instituto Imperial Físico – Técnico de Charlottenbourg. La fundación de este tipo laboratorios tiene su impacto en las tierras de Gales donde William Thomson sostiene que el museo, el jardín británico y el observatorio eran modelos. Así los museos se transformaron en lugares educativos y de exposición de conocimientos y los laboratorios como centro de investigación y prácticas científicas. Sin embargo, enfermedades como la fiebre tropical, influyeron en la instalación de laboratorios “extra muros”. Los laboratorios en 1870 ya eran una institución capaz de establecer normas. La metrología constituía una disciplina decisiva que garantizaba el valor y utilidad de la ciencia. En 1898, un grupo de psicólogos naturalistas de origen británico comenzaron a estudiar y observar los comportamientos de los indígenas en el laboratorio de psicología. Boyle (siglo XVII), uno de los hombres más ricos de las Islas Británicas, llevó al colegio de Oxford al arquitecto Christopher Wren y al experimentalista Robert Hooke. Este pequeño grupo organizaba encuentros semanales para mejorar y conducir los experimentos. Esta conexión de la Royal Society y los laboratorios fue el camino para crear los colegios invisibles. Tanto el laboratorio de Boyle como el laboratorio de Siemens tienen una similitud que radica en la necesidad de explicar y encontrar las leyes que regulan a la naturaleza. No obstante, Siemens es uno de los precursores en la formación de técnicos e investigadores orientados para un mismo fin. A su vez, la relación de Siemens con el Ministro del Interior fomentó las oportunidades de conseguir subsidios y financiamiento para llevar a cabo investigaciones científicas que se extendían también a proyectos políticos, incluyendo así la optimización en la organización bélica del ejército prusiano. También podemos hallar una diferencia en la introducción de la psicología como un intento de conocer no sólo los movimientos (fisiología) sino también la conducta y la experiencia humana. Todas estas disciplinas conformaban un conjunto homogéneo de la ciencia. Recordemos que Boyle investigaba la química orgánica, su combustión y la combinación de los gases. Los laboratorios a fines del siglo XIX se volvieron indispensables y se conformaron como agencias eficaces que posibilitaban los cambios y la posibilidad de manipular y comprender el resto del mundo: “En contraste con ellos (haciendo referencia a los espacios denominados museos en el Renacimiento), un museo, en nuestros días, designa una colección de objetos presentados al público general bajo la forma de exhibiciones permanentes ligadas por su origen a la definición de una ciencia, una historia y un arte nacionales en el marco de los estados-nación del siglo XIX. Un museo moderno implica, por un lado, una relación estable o permanente entre la colección y el espacio público donde se exhibe; por otro, el pasaje del deleite y la contemplación privada de los tesoros personales a una publicidad y un orden creados por el mismo museo” 4 A modo de cierre Si los laboratorios de investigación, en el siglo XX se encuentran en la mayoría de los casos en el ámbito de las Universidades, cuál es el rol de la publicación en el mundo académico para la concretización y consolidación de proyectos de investigación 4 Podgorny, Irina (2005), “ La mirada que pasa: museos, educación pública y visualización de la evidencia científica”, en Historia, Ciências, Saúde-Manguinhos, Rio de Janeiro a corto y largo plazo: “ ...Una consecuencia directa de todo esto es que dos mundos hasta hace no mucho totalmente separados, regidos por lógicas que en algunos aspectos más que diferentes eran antagónicas, empiezan a acercarse, a dialogar y también a enfrentarse. El nudo problemático tiene que ver con cuál de las lógicas prevalecerá. La de la búsqueda de un conocimiento que amplíe la comprensión que tenemos del mundo, con los tiempos que ello requiera y con libertad para cambiar de rumbo aunque los plazos se alarguen, no es compatible con la lógica que se debe a la rápida explotación de los resultados a efectos de incrementar o al menos no erosionar ventajas competitivas. La lógica del secreto es norma en la producción, pero es intolerable en el marco de la vida académica. Y finalmente, más allá de las diferencias en las lógicas de ambos mundos, aparece el problema “motor” de todo lo que sigue: ¿quién define la agenda de investigación?; ¿sobre quién recae la responsabilidad de decidir por qué caminos se buscará lo nuevo?; ¿de los infinitos senderos que conducen a lo nuevo, con qué criterios se decidirá cuáles serán efectivamente recorridos?” (Sutz, Judith; 2002; pág. 238) Este es uno de los inconvenientes que ha plasmado verdaderas grietas entre lo que produce en las universidades y el relativo grado de valor que se adhiere a determinada región de la producción académica. En el interior de las entrañas del estudio de la innovación, debemos comenzar a percibir una especie de comprensión del a priori de la publicación con intenciones claras de delinear la producción de conocimiento que se desea: “Deberían tener una relación estrecha con los estudiosos de las ciencias políticas: es probable que estemos siendo testigos de una transformación no menor en las responsabilidades del Estado, puesto que éste se enfrenta a un nuevo espacio de articulación, de negociación y de regulación configurado por las transformadas relaciones entre academia y producción en la era de la sociedad global del conocimiento”. (Sutz, Judith; 2002; pág. 240) Sin duda, esto no es otra cosa que un cambio en la política del mundo desarrollado, aunque este cambio comenzó a entrar en vigencia hace tan sólo 30 años, el andamiaje de las tradicionales políticas de ciencia y tecnología se modifica hacia una nueva política de innovación. El nuevo giro político desencadena una restructuración en la conducta de los actores académicos, la experiencia retrospectiva expone una novedosa forma caratular el ordenar las investigaciones. Las viejas políticas de investigar, de crear y recrear grupos de investigación, demuestra que no es suficiente la inversión en ciencia y tecnología, nuevas perspectivas de mercado ocupan la atención de los grupos académicos, los ecos de los gritos de la economía direccionan una nuevo punto fuga, este punto de fuga es conocido como “publicar para permanecer”. Como fue en la pintura, la perspectiva reorganizó las medidas del ordenamiento de los objetos del cuadro, la perspectiva de la publicación académica reorganizará la agenda de la producción, y con ella un nuevo estatus en la evaluación productiva. “La excelencia académica no alcanza para la toma de decisiones y las acciones de lobby, siempre importantes en política, cualquiera sea su tipo, no pueden ser las únicas que definan el rumbo futuro de la agenda. Es decir, la autonomía de la academia en términos de la orientación de la agenda de investigación se ve doblemente erosionada: a la pretensión del Estado y de los actores productivos de intervenir en su definición debido a la importancia económica de las decisiones que por esa vía se están tomando, se suma su dificultad para decidir endógenamente qué caminos seguir en condiciones de restricciones económicas.” (Sutz, Judith; 2002; pág. 241) El problema se complejiza cuando hablamos de supervivencia de la investigación, una cosa es cuando hablamos de políticas de innovación y otra muy distinta es hablar de lo que sucede en los grupos de investigación, como estos deben reorganizarse en función de obtener fondos para mantener vigente sus investigación. El problema del financiamiento sigue siendo el principal inconveniente, los métodos de evaluación académica se encuentran regulados por determinados condicionantes de políticas de innovación, distorsionando la natural intermediación entre la producción academia y su vinculación en sus publicaciones en la sociedad. Así, la universidad se transforma en un elemento de generación de bienes y servicios, delimitando así su la agenda académica. Las ciencias básicas, las humanidades, aquellas disciplinas de las ciencias sociales cuyo objetivo no esté dirigido a apoyar decisiones concretas, se verán así en clara desventaja, compitiendo internamente por recursos menguantes y sin tener posibilidades de echar mano de apoyos externos. Las tensiones en el interior de las universidades crecerán y no es fácil imaginar qué tipo de políticas serían necesarias. Esta es una evidencia del relativo grado que adquiere la autonomía académica y de que manera se relacionan con los intereses de mercado para sociabilizar un determinado control de aquello que se investiga en las universidades. Así muchas de las publicaciones de las investigaciones se transforman en artilugios retóricos que sólo sirven para entrar en negociación entre las instancias de la auditoría y la evaluación. El tema a discutir, es la función que adquiere la universidad en el mundo de hoy, instaurando el perfil del conflicto entre la actividad investigadora y la incursión de dicho resultado como elemento de bonificación económica para la consolidación de los intereses del Estado. Pero de ser así, no estaríamos contraponiéndonos a la condición autónoma que posee la universidad; dado que por tal motivo, la investigación se encuentre coartada en relación a los beneficios financieros que acrediten su efectividad y su permanencia en el mundo académico. Así llegamos al punto donde el científico se encuentra influenciado por dos intereses; uno deriva de que las implicaciones materiales de sus investigaciones sean coherentes con su proyecto de investigación previamente planteado y, el otro, muy distinto, es aquel factor referente a los compromisos que debe cumplir (publicaciones) para acceder a los subsidios económicos para el mantenimiento de su proyecto de investigación. La actividad científica no sólo debe ser un trabajo de laboratorio sino que también los investigadores, bajo estas pautas, deben aprender a construir papers. Entendiendo este imperativo no sólo se verán en la función de describir la situación o experimentación potencial o realizada, sino más bien, que deben esforzarse por aprender a persuadir a la comunidad científica por medio de artilugios lingüísticos muy confusos en ciertas ocasiones con el fin de demostrar que sus escritos poseen sentido. “Así se advierte de la secuencia anterior que la concepción del artículo como momento de llegada del proceso de investigación científica, pasamos a un análisis en el cual la posibilidad de obtener un material que pueda adquirir la forma retórica de un artículo, que pueda ser adecuadamente negociado y publicado en una revista en particular, no se encuentra al final, sino en el comienzo y a lo largo de todo el proyecto de investigación (Kreimer, Pablo; 1998; pág. 52). Los investigadores son conscientes del riesgo que conlleva pasar un largo tiempo sin publicar, aun cuando ellos mismos sepan que determinadas investigaciones requieren de un largo período de experimentación. En ese caso, el investigador se encuentra condenado a escribir cuestiones preliminares, que no hacen a la razón de fondo y que no son demostraciones reales del proceso de investigación, y que, en muchas ocasiones, no tiene relación con los resultados esperados en la experimentación proyectada previamente. El desarrollo económico condiciona, en cierta manera, la experiencia de lo que se debe investigar, la misma política investigativa universitaria tiende a la misma acreditación de aquello que se considera mejor investigación que otra. “Uno de los resultados de esta situación es la proliferación de los fondos concursables y, con ello, una alteración significativa de las rutinas de trabajo que agregan al viejo eslogan “¡publicar o morir!” el más nuevo “¡presentar proyectos o morir!” (kreimer, Pablo; 1998; pág. 56) Determinados actores directos e indirectos de la academia, concientizan la presencia de un peligro, el relativo desenvolvimiento para la integridad de la investigación académica. La sospecha surge del temor de que un mayor involucramiento con la industria y el comercio distorsionarán el papel central que ocupa la investigación y la docencia académicas para el desarrollo social de los Estados. “A la necesidad de afinar sus mecanismos debido a la explosión de investigadores y temas de investigación, que diera lugar a una aplicación directa de la cientometría –típicamente la cuestión de las citaciones de trabajos- se suma ahora el volumen inmenso de evaluaciones asociado con las solicitudes presentadas a las más diversas modalidades de fondos concursables. Está emergiendo una cuasi-profesión, la de redactor de propuestas, y de la habilidad para ejercerla depende cada vez más la perspectiva de líneas disciplinarias enteras. Con fondos crecientemente escasos frente a demandas cuyo número es imposible satisfacer, los mecanismos de evaluación pasan a ser uno de los núcleos más delicados de la vida académica. La “apertura forzosa” de ésta a la injerencia externa plantea tensiones de difícil resolución, puesto que la excelencia deja de ser suficiente como elemento de juicio.” (Sutz,Judith, 2002, pág. 138). Bibliografía - Arocena, R. 2003, Problemas del Desarrollo en América Latina, (UNQUI). - Daston, L. y Park, K. 1998, Chapter V, VI. Monsters: a case of study en Wonders and the order of nature. Londres. - Kreimer, P.2003, Demoliendo Papers, Universidad Nacional de Quilmes, Revista Redes. - Kuhn, T. 1971, Introducción: un papel para la historia”, en La estructura de las revoluciones científicas. Siglo XXI. Buenos Aires. - Podgorny, I. 1997, De la santidad laica del científico: Florentino Ameghino y el espectáculo de la ciencia en la Argentina moderna, en Entrepasados, Revista de Historia. - Podgorny. I. 2002, Ser todo y no ser nada. El trabajo de campo en la Patagonia argentina en el siglo XIX en Visacovsky, S.-Guber, R Historia y estilos de trabajo de campo en la argentina. Ed. 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