Por la concordia, frente a la voluntad de no convivir

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Por la concordia,
frente a la voluntad de
no convivir: exigencias
de la ética cívica
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POR LA CONVIVENCIA DEMOCRÁTICA
“Los ciudadanos de una sociedad pluralista y de un mundo multicultural deben ser capaces de admitir que no hay un solo individuo o grupo que tenga la única respuesta a
los problemas. Por tanto, las personas deberían comprender y respetarse mutuamente y negociar en pos de la igualdad con miras a buscar un terreno común.”
Declaración de la Unesco sobre la educación para la paz, los derechos humanos y la
democracia.
El progreso moral de nuestro entorno, europeo y occidental, es aquel que milita por la construcción de una ética cívica que contiene los mínimos morales que nos permiten vivir juntos. Esa
ética cívica es la que queremos para todo el mundo, pues la consideramos un valor universal;
es la que hemos conseguido en España después de muchos años de vivir bajo un código moral
único (en expresión de Adela Cortina). Gozamos ahora de una ética cívica, según la cual resulta
éticamente mejor, más valioso y sobresaliente, plantar cara a los problemas globales, nacionales, a cualquier nivel, descubriendo la solución juntos gracias a la convivencia y el diálogo, que
no en virtud de la ruptura, la disolución o la enemistad.
El separatismo no plantea opciones de convivencia, aboga directamente por el triunfo de la voluntad de no convivir. Y de ahí la angustia de muchos, ante un horizonte donde no se invita a los
ciudadanos a elegir entre opciones de vida política (izquierda, centro, derecha), sino a votar por
la extinción de esa misma vida en común.
“La virtud es esencialmente energía moral en forma de carácter. Y al igual que se da la
virtud en la vida personal, la hay también en la vida social o política. En este caso, virtud
cívica, pues concierne al vigor o salud de la vida en común, en hábitos de participación,
comunicación y cooperación y en actitudes de corresponsabilidad.”
Pedro Cerezo Galán, Catedrático de Filosofía, en Democracia y virtudes cívicas, Madrid, 2005.
“¿Por qué habría de resultar de interés incluir en la Unión a una comunidad política
como sería una Cataluña independiente, basada en un ethos nacionalista tan regresivo
y pasado de moda que aparentemente no puede con la disciplina de la lealtad y solidaridad que uno esperaría que tuviera hacia sus conciudadanos en España? La propia
petición de independencia de España, una independencia de la necesidad de gestionar
las diferencias políticas, sociales, económicas y culturales dentro de la comunidad política española, independencia de la necesidad de resolver diferencias y trascender el
momento histórico, descalifica moral y políticamente como futuros Estados miembros
de la Unión Europea a Cataluña y a otros casos parecidos.”
Joseph H. H. Weiler, Catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York, Abc, 3 de noviembre de 2012.
Nuevamente, encontramos ejemplos muy vivos de la conciencia cívica de la sociedad catalana,
que declaran su opción por la convivencia:
“Por eso creo, como Mitterrand, que “el nacionalismo es la guerra”. Desde el punto de
vista cristiano, en el sentido más profundo de la palabra, no se puede ser nacionalista.
¿Cómo responde un nacionalista llevado al extremo? Como un xenófobo.”
Frederic Roda, director teatral y promotor cultural barcelonés, 2005.
CAPITULO 8
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8.1 ¿Es posible “mejorar el progreso, el bienestar y la igualdad de oportunidades de toda la ciudadanía” a partir de la secesión?
Con esas premisas de la primacía del diálogo abordamos los problemas de la globalización, promoviendo la comprensión entre culturas, creencias y pueblos. La humanidad en presencia nos
obliga a gestionar la diversidad, integrándola, no enfrentándola.
Romper la convivencia es siempre un fracaso moral: sobre esa enemistad, sobre la animadversión, no puede edificarse nada saludable, ni ilusionante, ni prometedor.
“Objetamos también el independentismo por otra razón que ya no es estrictamente
española: consideramos éticamente más valioso resolver los problemas globales, nacionales, a cualquier nivel, descubriendo la solución juntos, a través del diálogo, que
no en virtud de la ruptura o la enemistad: ¿por qué dar la espalda al que da la mano?
Sobre la animadversión -eso significa volver la espalda- y sobre la fractura interna, en
el seno de Catalunya, en el conjunto español, no puede edificarse nada prometedor ni
moralmente progresivo.”
José Manuel García-Margallo, Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, “¿Dar
la espalda al que tiende la mano?”, El Periódico de Catalunya, 4 de noviembre de
2012.
“No en vano han decidido unilateralmente que el consenso constitucional está roto,
que no quieren seguir compartiendo un espacio de convivencia y de solidaridad con
el resto de los españoles, que no quieren seguir compartiendo mieles y hieles bajo el
paraguas de un mismo Estado con castellanos, andaluces, vascos, gallegos y demás
pueblos de España. Vale. Pero algún día tendrán que afrontar el hecho de que su anhelada independencia no sólo les separa del resto de los españoles, sino sobre todo de
muchos catalanes que preferimos seguir siendo plurales y diversos en nuestra propia
identidad. Quizá entonces se den cuenta de que, en lugar de solucionar un problema,
su aventura nos está sumiendo en otro mucho más severo, insoportable y difícil de
remediar.”
Ignacio Martín, periodista barcelonés, en su blog, 10 de febrero de 2012.
“Pero si la autodeterminación no es un derecho jurídico, disponible en nuestro ordenamiento, ni importable desde el Derecho Internacional que no puede, en una modificación inconstitucional de nuestra Norma Fundamental, imponernos derechos contrarios
a nuestra Constitución, como sería la autodeterminación, tampoco es un derecho moral, esto es, una pretensión exigible desde consideraciones de la lógica o de la ética.”
Juan José Solozabal, Catedrático de Derecho Constitucional, Universidad Autónoma
de Madrid, El País, 8 de noviembre de 2012.
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POR LA CONVIVENCIA DEMOCRÁTICA
8.2 Vida pública y vida personal: por la convivencia
Nuestra vida personal, la de cada uno de nosotros, la hacemos con otras personas que nos han
sido dadas, que no hemos elegido, y la invitación a la coexistencia nos hace buscar la convivencia con todas ellas, siendo lícito elegir, y sólo en parte, pero nunca suprimir.
Por eso, es una regresión política y ética la propuesta del separatismo para que renunciemos
a esa misma invitación a la solidaridad cuando abordamos nuestra vida como comunidad, para
que suprimamos y extirpemos de esa comunidad a una parte.
“Al margen incluso de lo que vaya a depararnos el futuro inmediato, me temo que el
desgarro ya no tiene remedio. No es sólo un problema de relaciones sociales; es algo
que ha ido incluso más allá, puesto que resulta difícil hallar hoy en día en Cataluña familias donde no se hayan roto ya, a cualquier nivel y en mayor o menor grado, las costuras. Y lo mismo puede afirmarse de tantos lazos afectivos que traspasan la comunidad
catalana y se extienden al conjunto de España.”
Xavier Pericay, escritor barcelonés, Abc, 1 de diciembre de 2012.
“Yo soy de mi familia, de la Seu d’Urgell, catalán, español, europeo ¿Por qué ha de
ser incompatible? Al contrario, es complementario, ya que la vida existe porque está
estructurada en una jerarquía de sistemas […] cada nivel es necesario, ninguno es hegemónico”
Luis Racionero, escritor catalán, “Por la concordia”, en La Vanguardia, 29 de noviembre de 2012.
8.3 La diferencia entre iguales, pero no la diferencia entre distintos
La inmensa mayoría de los españoles no son de Madrid, sino de otras realidades, catalanas o no,
que los nacionalistas radicales ignoran cuando, en su manipulación de esas realidades, consideran que más allá del Ebro todo es Castilla.
Pues bien, esa mayoría de gentes no nacidas en Madrid, esa mayoría de comunidades autónomas, incluida la catalana, han visto y ven en ese genérico llamado Madrid muchas cosas que les
gustan y otras menos que no, pero nunca las han tomado como cosas hechas para agredirles,
para agredirnos, sino precisamente como testimonio de aquella diferencia que nos obliga a ser
más tolerantes, pues aceptamos que esa diferencia es horizontal, se da en el mismo grado, al
ocurrir entre iguales, entre gentes de idéntica estatura cívica.
Por eso, no se entiende que un movimiento político haga de la ruptura con el otro, porque no
lo tolera, su divisa y que considere que la diferencia ocurre entre distintos, que la diferencia se
proyecta en desnivel, que esa diferencia es la que separa una estatura superior de otra inferior.
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“Porque los españoles son españoles y son chorizos, por el hecho de ser españoles,
desde mi humilde punto de vista.”
Joan Oliver, ex Director de la cadena de televisión pública de la Generalitat de Cataluña TV3, 2008.
"Si t'estova el teu marit / i tens un blau o una banya, / ja pots dir que un malparit / t'ha
fet una "marca Espanya" -"Si te pega tu marido / y tienes un moratón o un cuerno, / ya
puedes decir que un malnacido / te ha hecho una "marca España",
Julio Alsius, Decano del Colegio de Periodistas de Cataluña y presentador del noticiero de la televisión pública catalana, TV3, en un mensaje de twitter, 2013
“Un mensaje que no ha sido borrado ni por el que ha pedido disculpas. El autor de estas
ofensas fue nombrado el 10 de julio como vocal del jurado, según publica este viernes
el Diario Oficial de la Generalitat, en un comunicado firmado por el presidente del CAC,
Roger Loppacher i Crehuet, y el consejero secretario y ex presidente del PPC, Daniel
Sirera.”
Por Alvaro Jesús, creado 2013-07-26 10:47, Intereconomía.com.
“Dicen que el ex presidente [de la Generalitat de Cataluña] Pujol se ha disculpado por
este párrafo: «El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico.
Es un hombre destruido [...], es generalmente un hombre poco hecho, un hombre que
hace cientos de años que pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y de
miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un
sentido un poco amplio de comunidad. A menudo da pruebas de una excelente madera
humana, pero de entrada constituye la muestra de menor valor social y espiritual de
España. Ya lo he dicho antes: es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del
número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. Introduciría en ella su mentalidad anárquica y pobrísima, es decir su falta de mentalidad.» Veamos su disculpa, según el diario La Vanguardia: «"Creía que esa gente no se
saldría con la suya, porque había llegado a un grado de decaimiento muy importante,
desde el punto de vista de la moral y de sus ganas de tirar hacia adelante", añadió. Pujol ha celebrado, sin embargo, "la política que hemos hecho, a nivel catalán, español y
evidentemente en Andalucía y Extremadura". En este sentido, el expresident constató
que Cataluña está "llena de gente que vino de Andalucía y Extremadura y que, afortunadamente, están muy integrados». Es decir. Menos mal que Cataluña actuó y a pesar
de sí mismos los integró. Las disculpas de Pujol suelen ser peores que sus insultos.
Sólo hay que leer lo que publicó en 1977, unos meses después de que reapareciera el
libro (hoy muy difícil de encontrar) con la frase de marras. La prensa local insiste en que
Ciudadanos rescata una frase de 1958, cuando su primera publicación en libro. Pero
no. Ciudadanos rescata una frase de 1976, que es cuando Pujol volvió a colocarla en
un libro, sin mayor resquemor ni problema. Algo que no hizo, por cierto, con un artículo
llamado “El ejército de ocupación”, donde incluía (en el ejército) a capellanes y monjas.
No. Pujol no se disculpa. No puede. Es ontológicamente imposible que se disculpe.”
Arcadi Espada, “Andaluces de Pujol”, El Mundo, 11 de marzo de 2012.
La misma sociedad catalana repudia este proceder:
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“Pero si para autoafirmarse hay que negar al vecino o antagonizar con los demás escalones de la jerarquía de sistemas, entonces estamos en el nacionalismo enfermizo,
aquejado de xenofobia, victimismo, triunfalismo, chauvinismo, etcétera […] Identificarse en las raíces profundas de la cultura, la lengua, la costumbre, sí; pero identificarse
contra los otros, no.”
Luis Racionero, escritor catalán, “Por la concordia”, en La Vanguardia, 29 de noviembre de 2012.
8.4 ¿Quién cuestiona la dimensión de la solidaridad catalana?
Entre las virtudes cívicas destaca hoy, en las sociedades desarrolladas, la de la solidaridad.
Desde la puesta en marcha del sistema de financiación autonómico hace varias décadas, Cataluña aporta por regla general más ingresos al Estado de los que recibe en forma de transferencias, servicios e inversiones, como lo demuestran los resultados de la balanza fiscal de Cataluña
con la Administración central.
Esta es una realidad que, a su vez, traduce otras dos virtudes irrefutables de la comunidad
autónoma catalana: que es una región que cuenta con una renta per cápita superior a la media
española (en 2012, era el 119,7% respecto a la media nacional española y, en el año 2009, dicha
renta representaba el 120% de la media europea) y que Cataluña es una comunidad que contribuye solidariamente al equilibrio territorial de España.
Muchas instancias en Cataluña quieren debatir sobre el grado de dicha solidaridad, sin por ello
desear abolirla. Pero, frente a quienes plantean, como un capítulo más del debate en que consiste la vida pública, cuál debe ser esa cuota solidaria, el proyecto político de los separatistas,
al romper la solidaridad nacional, es esencialmente un retroceso moral, pues reniega de un esfuerzo ejemplar y de valor universal, aquel por el que una parte de la sociedad desea contribuir
al bienestar de quienes no logran conseguirlo por sí mismos.
Y desautoriza así el independentismo a quienes, en Cataluña, gracias a ese mismo principio
solidario, gracias al ejercicio de la virtud cívica de la solidaridad, trabajan en proyectos de cooperación internacional: ¿por qué sí a unos y a otros no?
Recordemos que la base ética de ese resorte solidario consiste en considerar al destinatario
radicalmente un igual, aunque en apuros; en buena lógica, sólo es posible poner fin a dicha solidaridad sobre la base de considerar distinto al que la recibe, actitud de claro abandono moral.
“La unidad de la Nación española, la nación-Estado, fundamentada en esta realidad, en
la diversidad de nacionalidades y regiones que la integran, encuentra su último complemento, el trípode perfecto, en la solidaridad entre todas ellas.”
Miquel Roca i Junyent, portavoz del grupo parlamentario Minoría catalana, Congreso
de los Diputados, 12 de mayo de 1978.
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“Si se aportan datos contra la leyenda del expolio fiscal que padece Cataluña o se
recuerda que ese lema de “damos más de lo que recibimos” es lo que dicen todos los
ricos de este mundo frente a la obligación impositiva para sostener instituciones asistenciales que ellos no creen necesitar, se nos acusará de dar “patadas y puñetazos” a
los catalanes cuando en realidad se les está tratando como a seres razonables.”
Fernando Savater, El País, 13 de noviembre de 2012.
8.5 Esa voluntad de no convivir ¿qué consecuencias tiene en el conjunto de la sociedad española y, en concreto, dentro de la propia sociedad catalana?
“Puede uno lanzarse a definir, desde sus propias creencias y pasiones, la facultad de
decidir de los vascos, con independencia de lo que otros digan; puede para ello poner
en cuestión lo que difícilmente se ha logrado en un proceso constitucional. Pero ¿es
correcto que no tenga en cuenta las consecuencias de sus actos? En política es fundamental considerar la ética consecuencialista, lo que quiere decir que quien se lanza
a una aventura de modificación de la situación tiene que saber qué está provocando.”
José Ramón Recalde, profesor emérito de la Facultad de Ciencias Empresariales de la
Universidad de Deusto en San Sebastián, en “Convivencia ciudadana y sentimientos
de identidad”, Ayer. Revista de Historia Contemporánea, 1999.
La vida española y catalana han visto surgir, a raíz de la propuesta independentista, actitudes
de enfrentamiento y desgarro, dentro y fuera de Cataluña, en el conjunto de España, que entroncan no con lo mejor, sino con lo peor de nuestro pasado.
El desgarramiento que causa todo proyecto separatista es doble: en primer término, el que se
produce en el interior de la sociedad en la que surge y, a la vez, el que se origina en el conjunto
de la nación; en este caso, en Cataluña y en el resto de España.
Por primera vez en décadas, la prensa catalana da cuenta de situaciones que ocurren en el seno
de la sociedad catalana de deterioro o desgarro de tantos lazos familiares, sociales, profesionales, culturales y económicos.
Ante este deterioro de la vida en común, de la convivencia en sociedad, a que está dando lugar
el secesionismo, es necesario preguntarse qué opción es preferible: ¿la que acoge o la que
excluye, la que acepta o la que divide, la que promueve la convivencia o la que fomenta la separación y la ruptura?
Algunos ejemplos procedentes de la propia sociedad catalana:
“Si uno cree de verdad que su país está esclavizado, que tiene cadenas que quitarse,
que le están negando el pan a sus hijos, que está colonizado, que le explotan y roban,
que está en una situación de opresión que se puede comparar a los EEUU de antes de
la marcha de Martin Luther King, si alguien llega a creerse todo eso, lo normal es revol-
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verse a bofetadas. De hecho, si yo me creyera la mitad de lo que leo, que Cataluña es
prisionera, que no tenemos libertad y que está en peligro el futuro de mis hijos, sería
el primero en salir a la calle con o sin armas. Pues llegará un momento en que alguien
se tomará en serio este discurso y sacará las conclusiones naturales. Por cierto, eso
de que los catalanes somos pacíficos, la historia lo pone en duda. El anarquismo nace
aquí. Y la Guerra Civil en Cataluña tuvo momentos muy cruentos.”
Ignasi Guardans Cambó, político y jurista catalán, Crónica global.com, 23 de septiembre de 2013.
“Contemplo con horror cómo se agranda la llamada fractura social […] No quiero ser
tremendista y ójala me equivoque, pero ¿no era así como empezaban las guerras?”
Laura Freixas, escritora barcelonesa, La Vanguardia, 14 de marzo de 2013.
“La situación en Cataluña es explosiva.”
Joaquim Coll, historiador catalán, El País, 11 de julio de 2013.
“Toni Albà, que encarna al rey actualmente en un musical paródico en el Teatre Victòria
de la capital catalana y es independentista, animó a no ir a ver a la popular actriz por
haber ésta firmado el manifiesto de intelectuales y artistas a favor de Cataluña en
España. Según indica el comunicado del Lliure, Carmen Machi ha venido al teatro "en
calidad de actriz y a hacer teatro, con independencia de haber ejercido la libertad de
pensamiento y de opinión, que es un derecho que, hasta ahora, podemos ejercer todos". En sus comentarios en su cuenta de Twitter, Toni Albà justificaba el boicot a la
obra de Machi en el Lliure en respuesta a que la actriz había firmado el manifiesto intelectual federalista y se había opuesto al derecho de autodeterminación de Cataluña.
El Lliure expresa su "indignación" ante intentos de boicot desde cualquier ámbito y su
"triste sorpresa" por el hecho de ver que "es un compañero de profesión que cada día,
como Carmen Machi, sube al escenario, quien atiza este boicot". Elegir o discriminar
un artista de pensamiento democrático por razones no teatrales sería como elegir o
discriminar a los espectadores, una clara actitud excluyente, y en el caso de un teatro
público, delictiva", continúa el comunicado.”
Cadenaser.com, 4 de diciembre de 2012.
Otros ejemplos:
“Pero lo que más me asombra es que personas en apariencia juiciosas sostengan que
la separación de Cataluña se produciría de forma cordial y sin traumas, y que casi todos
parezcan creer que es imposible que la situación degenere en violencia: Dios santo, ¿ni
siquiera hemos aprendido que en la historia no hay nada imposible, y que los grandes
cambios casi siempre se han producido a sangre y fuego? ¿Nos hemos vuelto otra vez
tan insensatos y pusilánimes como para no ser capaces de darle una salida civilizada
a este embrollo?”
Javier Cercas, escritor, El País, 28 de octubre de 2012.
“Queremos llamar la atención sobre el riesgo de fractura a que pudieran conducir actitudes irresponsables en medio de las dificultades por las que atraviesa la vida española. Lejos de enfrentarnos a la crisis de forma desunida, pensamos que es el momento
de movilizar los recursos de la nación y buscar el acuerdo de todas las fuerzas políticas
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y sociales para salir del preocupante trance en que nos encontramos en España y en
Europa.”
Del manifiesto de 2 de noviembre de 2012, firmado, entre otros, por los escritores
Mario Vargas Llosa, Félix de Azúa, Juan Goytisolo, Almudena Grandes, Elvira Lindo,
Eduardo Mendicuti, Rosa Montero y Antonio Muñoz Molina; los cineastas Pedro Almodóvar, José Luis García Sánchez, Carmelo Gómez, Charo López, Carmen Machi, Elías
Querejeta, Mercedes Sampietro y Aitana Sánchez-Gijón; los periodistas Joaquín Estefanía, Miguel Ángel Aguilar, José Oneto y Carmen Rigalt; los políticos Joseba Arregi,
Pío Cabanillas, Nicolás Sartorius y Carlos Solchaga; los catedráticos universitarios
Javier Pérez Royo y Francisco Rubio Llorente; y el cantante Miguel Ríos.
“El reto crudo y duro de la ruptura de la unidad de la nación, y de la secesión independentista de alguna de su partes más sensibles, como es el caso de Cataluña, y pueda
serlo, quizá no tardando mucho, el País Vasco, devuelve a los españoles, quiéranlo o no,
al horizonte anterior a la guerra civil, donde esas derivas ya operaban con violencia, y
tuvieron como resolución el propio drama de la guerra, que impuso a la vez el unitarismo centralista y la dictadura a un país deshecho.”
Helio Carpintero, catedrático de Psicología, de la Real Academia de Ciencias Morales y
Políticas, en la revista Cuenta y Razón, primavera 2013.
El diario El País tituló su editorial del 27 de noviembre de 2012: “Riesgo de frentismo.”
"Saben que el independentismo catalán, a las bravas, choca con la Constitución y choca con Europa y aún más frontalmente con Francia que posee el Rosellón, en lenguaje
independentista, la «Cataluña norte»."
Luis Antonio de Villena, escritor, El Mundo, 24 de enero de 2013.
8.6 ¿Dónde está la voluntad mayoritaria de los españoles?
Las propuestas de los neo independentistas, en la hora en que Cataluña conoce un grado supremo de autogobierno, son una involución en términos histórico-políticos propios, pues rescinden el acuerdo de la transición –que fue tan enteramente española como específicamente
catalana- y vienen a dar ahora la razón a aquellos esencialistas que nos consideran siervos de
nuestros demonios, incapaces de pactar libremente nuestra convivencia.
La mayoría socio-política en el conjunto de España no está frente a los independentistas, negándose como ellos al trato; está donde ha estado desde hace décadas la voluntad mayoritaria
de los españoles y de los catalanes, queriendo vivir juntos, contando con el otro para enriquecer
la vida en común.
La mayoría de las fuerzas sociales y políticas objetan el separatismo por muy diferentes razones, esencialmente porque quieren preservar como un bien superior el de la concordia y porque
consideran una regresión política, histórica y ética romper la convivencia.
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POR LA CONVIVENCIA DEMOCRÁTICA
Pero el proyecto independentista no concluye con la secesión de Cataluña. Es un proyecto cuya
determinación es, a partir del nuevo Estado, seguir ejerciendo presión sobre las regiones limítrofes, sin importarle destruir la integridad territorial de otra vieja nación e incluso de la España
amputada:
“Si bien es cierto que el conjunto de la nación catalana ha hecho fuerza para lograr un
Estado catalán en una parte del territorio, el nuevo Estado [esto es, la República de
Cataluña] tendrá que hacer fuerza para conseguir que se rehaga completamente el
resto de la nación [catalana], bien sea con la incorporación de los otros territorios [en
referencia a Valencia, las Islas Baleares y la llamada “Cataluña Norte”] al nuevo Estado
constituido, bien sea vía la federación posterior de los territorios bajo dominación francesa o española, previa constitución de nuevas Repúblicas.”
Ponencia política aprobada el 6 de julio de 2013 en la Conferencia Nacional por la
República catalana del partido político Esquerra Republicana.
Es evidente que a esta disposición dialogante de la vida política nacional, de quienes conformamos su columna vertebral, responde gran parte de la ciudadanía catalana también con la mano
tendida, como lo ha hecho mayoritariamente los últimos treinta años, defendiendo la virtud
del diálogo y la palabra; pero es así mismo patente que parte de su clase política lo hace ahora
volviendo la espalda, negándose al trato, más aún, deseando romperlo. No se entiende por qué
prefieren acabar con la primacía de la concordia, del diálogo y de la palabra:
“Por todo ello, reconociéndonos herederos de las izquierdas catalanas que han defendido siempre “Cataluña, un solo pueblo”, alzamos nuestra voz para defender abiertamente que la ruptura con España no es la mejor opción ni para salir de la crisis actual ni
para articular una alternativa desde la izquierda a las políticas de austeridad europeas.
Además, los riesgos, las tensiones y las incertidumbres de un proceso de secesión no
son el mejor escenario para mejorar las condiciones de vida de la gente, particularmente de los sectores más humildes y vulnerables.”
Del manifiesto 'Por la justicia social y la razón democrática', Llamamiento a la Cataluña federalista y de izquierdas, de 11 de octubre de 2012, firmado, entre otros, por intelectuales y gentes de la cultura catalana como Victoria Camps, Jordi Gracia, Isabel
Coixet, Ana Maria Moix, Rosa Regàs y 30 catedráticos y profesores de universidades
catalanas (UAB, UB, UdG, UPC, UdL).
“El énfasis en las virtudes económicas de la independencia, que no se sostienen en un
análisis riguroso, no es más que una estrategia calculada para esquivar una rotunda
realidad social que remonta a muchas generaciones: el hecho de que la mayor parte de
la ciudadanía de Cataluña compartimos catalanidad y españolidad en grados diversos.”
Del manifiesto 'Por la justicia social y la razón democrática', Llamamiento a la Cataluña federalista y de izquierdas, de 11 de octubre de 2012, firmado, entre otros, por intelectuales y gentes de la cultura catalana como Victoria Camps, Jordi Gracia, Isabel
Coixet, Ana Maria Moix, Rosa Regàs y 30 catedráticos y profesores de universidades
catalanas (UAB, UB, UdG, UPC, UdL).
“El argumentario proindependentista del nuevo servicio diplomático catalán enviado a
las oficinas de la Generalitat y a cuantos centros de opinión se tercien resulta bastante disparatado. Generaliza como globales las opiniones partidistas de un solo sector
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social; confunde en un solo sujeto (de acoso y derribo) a España, al Estado español y
a su Gobierno de turno; y pretende herir a todos los rivales, incluidos los discrepantes
del interior. Es una deslealtad no ya solo al Estado, al Gobierno de la Nación o a los
usos y costumbres de la diplomacia profesional, sino, sobre todo, a los ciudadanos.
Por supuesto, a los ciudadanos españoles en general. Pero muy específicamente a los
catalanes, que en una inmensa mayoría -en torno del 70%- vienen sosteniendo la compatibilidad de identidades superpuestas, catalana y española, pero también europea
y local. Todo ello se adscribe a la lamentable técnica de colocar ante los ciudadanos
hechos consumados en el borde de la legalidad. Ni siquiera esto es lo peor. Lo peor es
que estos hechos consumados configuran un fraude descarado: el Gobierno de Artur
Mas dice querer un referéndum “sobre” la independencia, cuando todos sus actos se
pautan “para” la independencia. Propone como primer escalón el último de la escalera.”
Editorial de El País, “Una mínima lealtad”, 1 de mayo de 2013.
“Seamos serios: ¿quién puede a estas alturas enarbolar banderas identitarias sin sonrojarse? Cuando todo parecía indicar que por fin nos liberábamos de símbolos excluyentes y guerreros, aparecen nuevos adalides de una causa ochocentista enarbolando
por enésima vez el orgullo patriótico. ¡Vivir para ver! ¿Qué quieren? ¿Balcanizarnos?
Los independentistas son los que viven mejor y los que menos interés muestran por
reconstruir Catalunya.”
Antonio Sitges-Serra, Catedrático de Cirugía de la Universidad Autónoma de Barcelona, “Independencia ¿para qué?”, El Periódico de Catalunya, 10 de septiembre de
2012.
8.7 Entonces ¿cómo entenderse con quien da la espalda
cuando se le ofrece la mano?
La vocación de diálogo y de concordia es la mayoritaria en el conjunto de España y en Cataluña.
Es evidente que el nacionalismo y el independentismo, de donde sean, tienen un atractivo para
bastante gente. El independentismo, como todo planteamiento, está hecho de varios tramos
y en uno de sus tramos, el de la defensa de ciertos valores culturales privativos o intereses
propios, todos pueden, podemos, vernos reflejados: ¿Quién no se siente atraído por esos llamamientos legítimos?
De aquí, son evidentes dos conclusiones: que no por venir del nacionalismo toda propuesta es
más catalana y también que no por venir del independentismo toda propuesta es separatista.
La mayoría de los catalanes dan por bueno ese primer tramo; otros, dan el salto al siguiente
tramo, el que patrocina la secesión, pues consideran que quienes defienden exclusivamente
ese tramo común solo pueden querer lo mejor, sin ser conscientes de que la esencia del separatismo es la voluntad de no convivir y que a ese fin, romper con el otro, que constituye su último
tramo, se debe subordinar todo lo demás, incluso la verdad histórica, la ética cívica, el bienestar
económico y la dimensión europea e internacional.
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POR LA CONVIVENCIA DEMOCRÁTICA
Es evidente que esa voluntad de no convivir, de cancelar una comunidad de afectos, pues eso
significa primordialmente todo proyecto separatista en el mundo libre, entraña una regresión
histórica, política, socio-económica, cultural y ética.
Una regresión, porque la opción del independentismo es sólo una entre otras muchas opciones
políticas posibles, pero es la única que no tiene el menor deseo de aceptar ninguna opción de
vida en común, cegando así la mejor disposición al diálogo del conjunto de la sociedad española.
El diálogo y el pacto siguen siendo el camino, incluso, con aquellos que quieren dar la espalda al
que ofrece la mano. Existe un tramo, muy largo, en el que todos coincidimos por el bien común.
Esa es la voluntad general en España y la que ha querido históricamente la conciencia cívica mayoritaria en Cataluña, para quienes el diálogo y el pacto permanecen como pautas inalterables.
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