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José María Aznar Artículos ‘Por una nueva comunidad atlántica’ Artículo publicado en The Wall Street Journal, 19.03.14 La Cuenca Atlántica está llamada a desempeñar un papel protagonista. Contamos con el éxito de la experiencia de la región del Atlántico Norte en materia de consolidación de la democracia, la libertad y el Estado de Derecho. Y tenemos el enorme potencial que representa la zona del Atlántico Sur en un mundo que exige que ese potencial se convierta en realidad. Una nueva comunidad atlántica que trabaje para toda la región puede ayudar a traer prosperidad a todos los que tienen la suerte de vivir al lado de este magnífico océano. El declive y la desaparición de la relevancia de la región atlántica como una zona relevante del mundo ha sido frecuentemente citada desde que la atención mundial se desplazó hacia los países del Pacífico. Esta tendencia comenzó a principios de la década de los 80, con el auge económico de Japón. Las novelas y las películas sobre el país del “Sol Naciente” alcanzaron gran popularidad en esa época. Hoy en día, el poderío económico y militar de China está alimentando expectativas similares. Hay quien argumenta que el poder es mucho más difuso en la actualidad, sino que además se está produciendo una transferencia de poderes de Occidente a Oriente. Incluso la actual administración de Estados Unidos se refirió a un “giro” (luego denominado “reequilibrio”) hacia Asia. No obstante, yo soy un atlantista convencido. Y como este nuevo informe sobre la cuenca atlántica deja claro, sería un error descuidar el potencial de una región como esta. Con 66 países y 32 territorios, desde Norteamérica hasta Sudamérica, desde Europa hasta África, la cuenca atlántica cuenta con una población importante, joven en su mayoría, y llena de promesas. Además, la región tiene considerables reservas energéticas y de materias primas. Muchos de estos países tienen instituciones políticas que comparten raíces y valores comunes. Asimismo, la Cuenca se está convirtiendo en un microcosmos de un mundo globalizado. Flujos de capital, de personas, comercio (y, desgraciadamente, de drogas y delincuencia organizada) están también llevándola a ser la reserva energética del mundo, con el océano más transitado y los recursos pesqueros más ricos. Es cierto que, como en todos los lugares, hay también profundas desigualdades y que, en algunos sitios, sus instituciones democráticas son débiles. Sin embargo, los problemas y diferencias no son tan graves como en otras regiones, incluida Asia. La tendencia en general resulta cada vez más integradora y ofrece un fuerte potencial de desarrollo. Desde hace dos años dirijo un proyecto en el Centro de Relaciones Transatlánticas de la Universidad Johns Hopkins destinado a promover una Iniciativa de la Cuenca del Atlántico para desarrollar este potencial. Más de un centenar de prestigiosas figuras han participado en este ejercicio y hemos reunido nuestros puntos de vista en el informe ‘Por una nueva comunidad atlántica’, presentado la semana pasada en Washington. En el mismo Por una nueva comunidad atlántica 1 José María Aznar Artículos proponemos recomendaciones explícitas en cinco áreas diferentes en las que podemos influir para conseguir acuerdos entre los principales protagonistas de la región. La primera área es la energía. Hoy en día, la Cuenca del Atlántico representa más de un tercio de la producción de petróleo y gas mundial. Alberga casi el 60% de las reservas de gas de esquisto técnicamente recuperables de todo el mundo, el 12% de las reservas de gas convencionales, y el 40% de las reservas probadas de petróleo del mundo. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) prevé que Estados Unidos superará a Rusia en 2015 como principal productor de gas natural; también superará a Arabia Saudita en 2017 como primer productor de petróleo del mundo. Brasil, entre otros países, está invirtiendo en industrias energéticas de primer nivel. Y los descubrimientos de yacimientos en alta mar en Ghana, Surinam‐Guayana, Namibia, Marruecos o Argentina desempeñarán sin lugar a dudas un papel clave en el futuro mapa energético mundial. Sin embargo, no existe todavía un marco de trabajo que permita profundizar en la colaboración transnacional. Un Foro Atlántico de Energía podría hacer frente a los acuciantes problemas de acceso a la energía y de desarrollo sostenible en toda la región. La segunda área propicia para la cooperación es la del crecimiento económico y el desarrollo humano. La zona atlántica es el espacio comercial más importante y exitoso del mundo. Estados Unidos y la Unión Europea representan el 50% del PIB total del mundo, el 30% de las transacciones comerciales totales. En la zona atlántica, el intercambio de bienes y servicios alcanza los 2.000 millones de euros al día. Al mismo tiempo, América Latina y África están experimentando unos índices de crecimiento elevados. Sus consumidores demandan cada vez más productos y servicios nuevos, y en los próximos años ambas regiones se convertirán en los principales motores de la economía mundial. Nos esperan grandes retos. Si queremos avanzar hacia una realidad en la que la reducción de las desigualdades entre los países del Atlántico ‐y dentro de ellos‐ constituya el centro de cualquier política, no podemos permitir que esas desigualdades sigan siendo el principal obstáculo para conseguir nuestro objetivo. Reducir la pobreza e intensificar la cooperación al desarrollo deben ir de la mano con un comercio más libre y mercados más abiertos. La tercera área se refiere a nuestro Océano común. Las estrategias azules encaminadas a aprovechar el potencial no explotado de los océanos están de moda en todas partes, pero tenemos que impulsarlas de manera racional. Desafíos como el aumento del nivel del mar, la pesca sostenible y la seguridad y gobernanza marítima deben abordarse mediante mecanismos de cooperación. Por lo tanto, hacemos un llamamiento a la creación de un Foro del Océano Atlántico donde elaborar proyectos de colaboración en este campo. Porque el Océano es nuestro patrimonio común. La cuarta área es la seguridad humana. Si no se controlan fenómenos como las drogas, la trata de personas, el flujo de armas, las amenazas cibernéticas, el blanqueo de dinero, la corrupción, la piratería y el terrorismo, estos hechos podrían socavar el comercio mundial, el desarrollo regional y la Por una nueva comunidad atlántica 2 José María Aznar Artículos estabilidad política de la región. Las naciones deben actuar juntas para poner en marcha iniciativas comunes que hagan frente a esas amenazas y desafíos. La quinta y última área es la cultura de la gobernanza democrática eficaz y basada en el imperio de la ley. Todos conocemos los retrocesos democráticos en la región, pero el creciente compromiso con las normas y prácticas democráticas ofrecen una base más sólida para fortalecer las instituciones democráticas débiles y promocionar la cultura de la legalidad. Nuestra generación tiene el inmenso privilegio de vivir un punto de inflexión en la Historia de la humanidad. Factores como la revolución tecnológica que representa Internet y las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, los cambios que se están produciendo en la industria energética en todo el mundo y la tendencia imparable en las redes de infraestructuras de transporte están reescribiendo el equilibrio de las relaciones y del poder, tal y como lo hemos conocido hasta ahora en el contexto internacional. La Cuenca Atlántica está llamada a desempeñar un papel protagonista. Contamos con el éxito de la experiencia de la región del Atlántico Norte en materia de consolidación de la democracia, la libertad y el Estado de Derecho. Y tenemos el enorme potencial que representa la zona del Atlántico Sur en un mundo que exige que ese potencial se convierta en realidad. Una nueva comunidad atlántica que trabaje para toda la región puede ayudar a traer prosperidad a todos los que tienen la suerte de vivir al lado de este magnífico océano. Por una nueva comunidad atlántica 3 
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