Transgénicos

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Transgénicos
http://www.greenpeace.org/espana/campaigns/transgenicos
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Activistas de Greenpeace marcan un campo de maíz
transgénico experimental con una gigantesca señal de
"PROHIBIDO".
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Un transgénico (Organismo Modificado Genéticamente,
OMG) es un organismo vivo que ha sido creado
artificialmente manipulando sus genes. Las técnicas de
ingeniería genética consisten en aislar segmentos del
ADN (el material genético) de un ser vivo (virus,
bacteria, vegetal, animal e incluso humano) para introducirlos en el material hereditario de otro.
Por ejemplo, el maíz transgénico que se cultiva en España lleva genes de bacteria que le permiten
producir una sustancia insecticida.
La diferencia fundamental con las técnicas tradicionales de mejora genética es que permiten franquear las
barreras entre especies para crear seres vivos que no existían en la naturaleza. Se trata de un
experimento a gran escala basado en un modelo científico que está en entredicho.
Algunos de los peligros de estos cultivos para el medio ambiente y la agricultura son el incremento del
uso de tóxicos en la agricultura, la contaminación genética, la contaminación del suelo, la pérdida de
biodiversidad, el desarrollo de resistencias en insectos y "malas hierbas" o los efectos no deseados en otros
organismos. Los efectos sobre los ecosistemas son irreversibles e imprevisibles.
Los riesgos sanitarios a largo plazo de los OMG presentes en nuestra alimentación o en la de los animales
cuyos productos consumimos no se están evaluando correctamente y su alcance sigue siendo desconocido.
Nuevas alergias, aparición de nuevos tóxicos y efectos inesperados son algunos de los riesgos.
Los OMG refuerzan el control de la alimentación mundial por parte de unas pocas empresas
multinacionales. Los países que han adoptado masivamente el uso de cultivos transgénicos son claros ejemplos
de una agricultura no sostenible. En Argentina, por ejemplo, la entrada masiva de soja transgénica exacerbó
la crisis de la agricultura con un alarmante incremento de la destrucción de sus bosques primarios, el
desplazamiento de campesinos y trabajadores rurales, un aumento del uso de herbicidas y una grave
sustitución de la producción de alimentos para consumo local.
La solución al hambre y la desnutrición pasa por el desarrollo de tecnologías sostenibles y justas, el
acceso a los alimentos y el empleo de técnicas como la agricultura y la ganadería ecológicas. La
industria de los transgénicos utiliza su poder comercial e influencia política para desviar los
recursos financieros que requieren las verdaderas soluciones.
Defendemos la aplicación del Principio de Precaución y nos oponemos por lo tanto a cualquier liberación de
OMG al medio ambiente. Los ensayos en campo, incluso a pequeña escala, presentan igualmente riesgos de
contaminación genética, por lo que también deben prohibirse.
Greenpeace no se opone a la biotecnología siempre que se haga en ambientes confinados,
controlados, sin interacción con el medio. A pesar del gran potencial que tiene la biología molecular para
entender la naturaleza y desarrollar la investigación médica, esto no puede ser utilizado como justificación para
convertir el medio ambiente en un gigantesco experimento con intereses comerciales.
Demandas de Greenpeace
Preguntas frecuentes
¿Sabías que...
•
a España llegan unos 6 millones de toneladas de soja, de las cuales aproximadamente el
66% es transgénico, y un millón y medio de toneladas de maíz que han sido cultivados en
países que han optado por el uso masivo de transgénicos?
•
España es el único país de la Unión Europea que cultiva transgénicos a gran escala y que en
2008 se cultivaron unas 80.000 hectáreas de maíz modificado con genes de bacterias?
•
dos terceras partes de los alimentos que ingerimos contienen derivados de soja y de maíz?
•
en los cultivos transgénicos se emplean muchos productos tóxicos, al contrario de lo que
dicen las empresas que los promueven, con el consiguiente daño para el medio ambiente y
la salud?
•
se está experimentando con genes de vaca en plantas de soja, con genes de polilla en
manzana e incluso con genes de rata en lechuga?
•
que desde el 18 de abril de 2004 todos los alimentos (excepto los productos derivados de
animales como la carne, leche y huevos) procedentes de cosechas transgénicas tienen que
tener en la etiqueta la mención "modificado genéticamente"?
Informe de Greenpeace y Amigos de la Tierra sobre la desastrosa situación generada por los cultivos
transgénicos en España. "España es el único país de la UE que permite la liberación de transgénicos a
escala comercial, aunque la superficie cultivada es relativamente pequeña (se maneja la cifra de 20 a
25.000 ha). Desde 1998 se ha venido autorizando la siembra de una variedad de maíz Bt resistente a
insectos, conocida comercialmente como Compa CB y comercializada por Syngenta Seeds."
Efectos de los transgénicos
para la agricultura
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Campesinos bolivianos muestran patatas producidas respetando el medio ambiente.
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Aparición de resistencias que obligan a utilizar pesticidas cada vez más fuertes
Los organismos atacados por las toxinas de las plantas Bt se vuelven resistentes a esta toxina. Las plantas Bt
segregan una forma activa de la toxina Bt en todo su ciclo vital; esto hace que la toxina pierda su eficacia y
aparezcan plagas resistentes. Además inutiliza un insecticida fundamental en agricultura ecológica: los
agricultores ecológicos utilizan un aerosol natural bacteriano que vive relativamente poco (se degrada
rápidamente con la luz) y SÓLO SE ACTIVA en los sistemas digestivos alcalinos de ciertos gusanos y orugas.
El gen de tolerancia a un herbicida puede transferirse a otras plantas (por ejemplo, a las mal llamadas "malas
hierbas"), que de este modo se hacen también tolerantes. Idénticamente, los rebrotes o las plantas que nacen
de semillas de los cultivos transgénicos de años anteriores se hacen tolerantes a los herbicidas.
Contaminación de otros cultivos
Los cultivos transgénicos pueden transferir su modificación genética a los cultivos convencionales o a los
ecológicos. De hecho, se han dado en España gran cantidad de casos de contaminación; a varios agricultores y
ganaderos ecológicos se les ha retirado la certificación porque el organismo de control de la agricultura
ecológica encontró que sus cosechas estaban contaminadas. En la agricultura y la ganadería ecológica no está
permitido el uso de transgénicos. Estos casos, que ocurren cada vez con mayor frecuencia, son la evidencia de
que la agricultura biotecnológica y la agricultura libre de transgénicos no pueden coexistir.
Pueden hacer disminuir la producción
No se ha constatado que los cultivos transgénicos tengan mejores rendimientos. En varios casos se han
verificado pérdidas de hasta un 7% del rendimiento en soja transgénica en los EEUU. En España, un grupo de
investigadores ha demostrado que los maíces transgénicos producen menos que las variedades equivalentes no
transgénicas (ver informe "Al grano: impacto del maíz transgénico en España").
Dependencia de los agricultores hacia unas pocas multinacionales
Sólo un puñado de empresas (el 90% de los transgénicos están en manos de Monsanto) controlan el mercado
de estas semillas y de los productos químicos asociados. Estas multinacionales han patentado sus semillas. Son
las llamadas biopatentes. Han decidido ponerle precio a la vida, cuando la riqueza de la biodiversidad siempre
ha sido un patrimonio de los pueblos y nunca ha tenido propietarios que pudieran cobrar a un campesino por
utilizar la simiente de sus propias cosechas. La semilla, además de ser un insumo clave para los productores es
la base de la soberanía alimentaria: las semillas no pueden pertenecer a unos pocos en detrimento de la
inmensa mayoría.
Los consumidores los rechazan y, consecuentemente, la industria alimentaria también. Esto hace que los
agricultores que los cultiven asuman más riesgos económicos que los que cosechan cultivos aceptados.
Efectos de los transgénicos
para el medio ambiente
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La coexistencia entre cultivos transgénicos y no transgénicos no es
posible.
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Las variedades transgénicas contaminan genéticamente a otras
variedades de la misma especie o a especies silvestres emparentadas.
Por ejemplo, en México, el centro de diversidad y origen mundial del maíz, los maíces transgénicos importados
de EE.UU. están contaminando las variedades tradicionales. Los casos son especialmente graves en los estados
de Puebla y Oaxaca. En Europa la colza transgénica es un cultivo de alto riesgo dado que existen parientes
silvestres de este cultivo. La permisividad del Gobierno chino respecto a la importación de soja transgénica,
pone en peligro el centro de diversidad y origen mundial de este cultivo, pudiendo ocurrir lo mismo que pasó en
México con el maíz. Una vez liberados al medio ambiente los transgénicos no se pueden controlar. La
CONTAMINACIÓN GENÉTICA ES IRREVERSIBLE E IMPREDECIBLE, no se puede volver a la situación de
partida. La polinización depende de factores naturales y por lo tanto es imposible controlarla.
Efectos desconocidos o impredecibles
El conocimiento científico sobre el funcionamiento de los genes es todavía muy limitado y las técnicas actuales
de ingeniería genética no permiten controlar los efectos de la inserción de genes extraños en el ADN de un
organismo. La ingeniería genética aplicada para la creación de los cultivos transgénicos parte del principio de
que los genes tienen una función en sí mismos, sin tener en cuenta ningún otro factor interno o externo al
organismo. Resulta imposible predecir el comportamiento de los nuevos genes introducidos en ecosistemas
complejos.
Contaminación del suelo
Por ejemplo, las plantas Bt (los maíces cuyo cultivo es tolerado por el Gobierno en España pertenecen a dos
tipo de maíz Bt) producen una toxina insecticida llamada Bt , la cual se acumula en el suelo.
Desaparición de biodiversidad
La contaminación genética pone en peligro variedades y especies cultivadas tradicionalmente. El aumento del
uso de productos químicos eliminan o afectan gravemente a la flora y a la fauna no objetivo.
El incremento del uso de pesticidas aumenta la contaminación química
Con las plantas tolerantes a herbicidas, el agricultor puede usar mayores cantidades de agrotóxicos para acabar
con las llamadas "malas hierbas". Hoy por hoy existen datos que demuestran que, debido a esto, se están
utilizando muchos más pesticidas en los cultivos transgénicos que en los convencionales.
La presencia de glifosato (el herbicida asociado a la soja transgénica RR de Monsanto) en el suelo, en las aguas
y en los alimentos es cada vez mayor.
En cuanto a las plantas Bt, no se ha verificado una reducción del uso de agroquímicos. Sin embargo han
aparecido plagas resistentes al Bt con el consiguiente perjuicio para la agricultura ecológica.
Efectos de los transgénicos
para la salud
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Alimentos transgénicos: una amenaza para la fertilidad.Un estudio revela
que un maíz modificado genéticamente afecta a la reproducción en
ratones
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Los riesgos sanitarios a largo plazo de los OMG presentes en nuestra
alimentación o en la de los animales cuyos productos consumimos no se están evaluando correctamente y su
alcance sigue siendo desconocido. Nuevas alergias, aparición de nuevos tóxicos y efectos inesperados son
algunos de los riesgos. Estos cultivos se han aprobado basándose en la ?equivalencia sustancial?, es decir la
comparación de un OMG con un equivalente no modificado genéticamente; si no se detecta una diferencia
significativa el OMG se declara seguro. Este concepto es muy criticado por gran parte de la comunidad
científica.
La ingeniería genética puede afectar la seguridad de los alimentos fundamentalmente de dos
maneras:
•
•
la alteración o inestabilidad de los genes puede hacer que las plantas produzcan nuevas toxinas.
las proteínas que produce el gen extraño puede ocasionar alergias o toxicidad.
Hasta el momento se ha constatado los siguientes efectos sobre la salud:
Aparición de nuevas alergias por introducción de nuevas proteínas en los alimentos. En EE.UU., en el
conocido caso del "Maíz Starlink" (2000) se encontraron en la cadena alimentaria trazas de un maíz transgénico
no autorizado para consumo humano que provocó graves problemas de reacciones alérgicas.
Aparición de resistencias a antibióticos en bacterias patógenas para el hombre (en algunos OMG se utilizan
genes antibióticos como marcadores). Es decir, algunos transgénicos pueden transferir a las bacterias la
resistencia a determinados antibióticos que se utilizan para luchar contra enfermedades tanto humanas como
animales (por ejemplo, a la amoxicilina). La Asociación de Médicos Británica ha recomendado prohibir el uso de
estos genes marcadores.
Aparición de nuevos tóxicos en los alimentos (debido a los cultivos Bt o a las proteínas que se utilizan
como marcadores en los OMG).
Incremento de la contaminación en los alimentos por un mayor uso de productos químicos en la
agricultura.
Disminución en la capacidad de fertilización. Según un estudio hecho público por el gobierno austriaco, la
fertilidad de los ratones alimentados con maíz modificado genéticamente se vio seriamente dañada, con una
descendencia menor que los ratones alimentados con maíz convencional.
Efectos socioeconómicos de los
transgénicos
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Mujeres cargando cestos de semillas para secarlas al sol.
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Los OMG refuerzan el control de la alimentación mundial por parte de
unas pocas empresas multinacionales. Son una de las herramientas
predilectas en manos de estos dictadores de la alimentación y no
constituyen en absoluto un medio para luchar contra el hambre, sino que aumentan los problemas alimentarios.
La Tierra produce comida suficiente para alimentar a toda la población mundial. El problema del hambre se
debe al mal reparto de los recursos y se puede resolver con decisiones políticas. En las condiciones actuales de
organización de los mercados, un aumento de la producción no serviría para abastecer a los más necesitados
sino para aumentar la concentración de la riqueza.
Los países que han adoptado masivamente el uso de cultivos transgénicos son claros ejemplos de una
agricultura no sostenible. Esto se cumple en el caso de Argentina. La entrada masiva de la soja transgénica en
1996, cultivo del que este país es uno de los primeros productores y exportadores mundiales, exacerbó la crisis
de la agricultura argentina con un alarmante incremento de la destrucción de sus bosques primarios, el
importante desplazamiento de campesinos y trabajadores rurales, un aumento del uso de herbicidas y una
grave sustitución de producción de alimentos para consumo local. La mitad de la población se encuentra por
debajo del umbral de la pobreza. Durante la crisis alimentaria argentina, en la que los casos de desnutrición
fueron tan graves que la ONU abrió una oficina de control en Buenos Aires, las exportaciones de soja y maíz
argentinos siguieron alimentando a las ganaderías de los países ricos.
El déficit en micronutrientes en las dietas de muchos países en vías de desarrollo está directamente
relacionado con la falta de biodiversidad agropecuaria y es consecuencia de la falta de verduras, de frutas y de
alimentos frescos en general. El modelo de agricultura intensiva y transgénica que fomenta el monocultivo no
hará sino acentuar estos problemas.
La introducción de los OMG en la agricultura exacerba el monopolio de unas pocas multinacionales del
Norte no sólo sobre la producción de alimentos. Con las OMG cinco multinacionales tendrían también el control
sobre las semillas y sobre su comercialización. En Argentina, por ejemplo, 160.000 familias tuvieron que
abandonar sus tierras en la última década porque no podían competir con las grandes agropecuarias. La política
de concentración promovida por Monsanto ha creado un modelo de sociedad donde unos pocos se llevan los
beneficios a costa de la mayoría y donde se incrementan las diferencias entre pobres y ricos.
Antes de la llegada de los transgénicos hubo otra promesa de erradicar el hambre en el mundo basada en la
agricultura industrial, llamada revolución verde. Sin embargo, los resultados están a la vista. La revolución
verde fue una campaña de gobiernos y empresas para convencer a los agricultores de países en desarrollo para
que sustituyeran cultivos autóctonos por variedades de alto rendimiento dependientes de productos químicos y
fertilizantes. En la India provocó la pérdida de casi 50.000 arroces distintos, en Indonesia se extinguieron 1.500
variedades locales de arroz en los últimos 15 años. Los insecticidas y herbicidas causaron la pérdida de
pescados, gambas, cangrejos, ranas que vivían en los arrozales. Al utilizar unas pocas variedades de semillas,
las plagas provocaron grandes devastaciones. Desde que en los años 40 Estados Unidos introdujera los
insecticidas, las pérdidas de cosechas por plagas se han incrementado un 13%.
La solución al hambre y la desnutrición pasa por el desarrollo de tecnologías sostenibles y justas y por el
empleo de técnicas como la agricultura y la ganadería ecológica. Éstas ya existen pero carecen del apoyo
necesario para su puesta en marcha o para su generalización. La industria biotecnológica utiliza su poder
comercial y su influencia política para desviar los recursos financieros que requieren estas soluciones duraderas
y sostenibles.
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