Universidad Austral de Chile Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales Escuela de Derecho LA ACCION DE SIMULACION: SUS DIFICULTADES PROBATORIAS EN EL PROCEDIMIENTO CIVIL CHILENO Y SU CORRECCIÓN POR LA JURISPRUDENCIA. MARLENE RIVERA SANTIBAÑEZ MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE LICENCIADO EN CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES PROFESOR PATROCINANTE: IVAN HUNTER AMPUERO VALDIVIA - CHILE 2012 1.-Introducción……………………………………………………………………………….. 3 2.- Capítulo I: La acción de simulación. Caracterización de la institución y su tratamiento normativo……………………………………………….…….. 4 2.1.-Breve referencia: simulación como institución y su consagración normativa……4 2.2.-La acción y prueba de la simulación……………………………………………... 7 2.2.1.- La acción……………………………………………………………….. 7 2.2.2.- La prueba……………………………………………………………….. 9 2.3.-Sistema de valoración de pruebas en Chile, a la luz del Código de Procedimiento Civil…………………………………………………………………………….. 10 3.- Capítulo II: La prueba de la simulación en Chile. Aspectos doctrinarios…………....12 3.1.- El problema de la prueba en la acción de simulación…………………………...12 3.1.2 Medios probatorios……………………………………………………..13 3.2.- Análisis de la regulación legal de la prueba de la simulación……………..……20 3.3.- Tratamiento y enfrentamiento del problema por doctrina nacional………..…...22 3.4.- Análisis de aspectos problemáticos………………….………………………….24 4.- Capítulo III: Análisis jurisprudencial………………………………………………….28 4.1.-Análisis de Jurisprudencia de Corte Suprema de Justicia…………………..….. 28 I.- Medios de prueba aportados en juicio….…………………………………29 II.- Valoración de la prueba………………………………………………….31 Ausencia de motivación de las sentencias………….………………………..31 Infracción de normas procesales…………………………………………….34 III.- Utilización de las presunciones…………………………………………36 IV.-Hechos a probar……………………………………………………….. 39 V.- Indicios…………………………………………………………………….41 4.2.-Tratamiento de la doctrina comparada………………………………………….42 4.3.-Las máximas de la experiencia…………………………………………………44 5.- Conclusiones……………………………………………………..……………………. 47 6.- Bibliografía…………………………………………………………………………….. 48 2 INTRODUCCIÓN. La prueba en nuestro ordenamiento civil se torna una cuestión de vital importancia cuando lo que ha sido transgredido es un derecho. Resulta imperioso, para hacer valer este derecho frente a los demás, probar el hecho que sirve de antecedente a la pretensión. Ahora bien, el asunto se vuelve problemático cuando de probar hechos simulados se trata, más aún, cuando quienes deben obtener y aportar esta prueba son terceros quienes no disponen, como es lógico, de pruebas directas del engaño. Desde este punto de vista, pareciera ser que nuestros jueces vulneran las normas reguladoras de la prueba por cuanto permiten que los terceros acrediten los hechos mediante medios probatorios que deben cumplir ciertos requisitos para dotarles del valor que les asigna la ley. En este entendido, es que en el primer capítulo, se hará una breve referencia a la simulación como institución y su consagración normativa en nuestro país, seguidamente se hará referencias a la acción y prueba de la simulación estableciendo a grandes rasgos la problemática que se plantea; efectuándose posteriormente un somero análisis de los sistemas de valoración de pruebas, caracterizando especialmente el imperante en Chile. En segundo término, se planteará de forma específica el problema probatorio que se desprende del fenómeno simulatorio, analizándose que hechos le corresponderá a los terceros acreditar y de que medios probatorios podrán valerse para tal misión; al mismo tiempo, se hará una revisión tanto de la doctrina nacional como extranjera, tomando en consideración la postura de ambas respecto al tema. Por último, se examinará de qué forma nuestros jueces han sorteado el problema; advirtiéndose en qué medida, en nuestro país, las hipótesis de simulación constituyen un hecho difícil de probar, y por último, cuál es la consecuencia que provoca la decisión del juez respecto de las normas reguladoras de la prueba. Para lograr este cometido, se analizará la jurisprudencia nacional correspondiente a los años 2000 a 2011 que fueron conocidas por la Corte Suprema. Especialmente, se examinará la valoración de la prueba que harán los tribunales de primera instancia. 3 2.- Capítulo I: La acción de simulación. Caracterización de la institución y su tratamiento normativo. 2.1.-Breve referencia: simulación como institución y su consagración normativa. La simulación como institución no encuentra en la normativa chilena vigente consagración legal; constituye una invención de la doctrina y jurisprudencia nacional, forjada a partir del Art.1707 del Código Civil (artículo que no emplea la voz simulación en ninguna de sus partes) y de los principios generales que inspiran nuestro ordenamiento jurídico1. Actualmente, la doctrina se encuentra conteste en entender que la simulación se define o más bien consiste “en la declaración de un contenido de voluntad no real emitida conscientemente y de acuerdo entre las partes, para producir con fines de engaño la apariencia de un negocio jurídico que no existe o es distinto de aquel que realmente se ha llevado a cabo”2. Entonces, la simulación yace en la falta de sinceridad de las partes, que emiten una declaración de voluntad que no se condice con la realidad3. En definitiva, de lo que se trata es que en el negocio jurídico “se contienen dos clases de convenciones, una que aparenta lo que no es, que es el acto ostensible, y que está dirigida al público, y otra encubierta destinada a regir las relaciones de los interesados, que corresponde al acto secreto o verdadero”4. Parafraseando a Claro Solar: la simulación se asemeja el dolo y al fraude, ya que se trata de una maquinación hecha por una o ambas partes con el fin de inducir a otra persona a error, constituye un engaño para disfrazar una verdadera intención5. “No hay simulación, entonces, cuando las partes por medio de una nueva convención dejan sin efecto o modifican una anterior concluida seria y sinceramente, ni cuando la exactitud de las declaraciones tienen como causa un error. Tampoco la hay, si las partes han querido llevar a cabo un acto jurídico determinado y llegan a un resultado indirecto que ellas aceptan; o cuando por un acto formal realizan un resultado económico especial, como en la donación por remisión de una deuda o en la donación remuneratoria; o cuando dan al acto equivocadamente un nombre que no le corresponde”6. 1 Cfr. Vodanovic, A. Manual de Derecho Civil. Tomo II, Parte Preliminar y General, Lexis Nexis, Santiago 2003 pp. 212 y 213. 2 3 Ferrara, F. La Simulación de los Negocios Jurídicos, Ed. Revista de Derecho Privado, Madrid 1960, p. 56. Cfr. López Santa María, J. Los contratos, Parte General, Tomo II, Cuarta edición revisada y ampliada, Editorial Jurídica de Chile, Santiago 2005, p. 383. 4 Saavedra, F. El objeto y la causa del acto jurídico, Editorial jurídica Conosur Ltda., Santiago 2000, pp. 213- 214. 5 Cfr. Claro Solar, Luis. Explicaciones de Derecho Civil chileno y comparado. Volumen V, Editorial Jurídica de Chile, Tomo Décimo De las Obligaciones, Santiago 1992, pp. 122 y 123. 6 Ibídem. 4 Por otro lado, la doctrina además de dar un concepto de lo que se entiende por simulación también la ha clasificado. La primera clasificación distingue entre simulación lícita y la ilícita. La regla general es su licitud, por cuanto nuestra legislación no prohíbe la celebración de contratos simulados, ésta permisión se basa en el principio de libertad contractual también fundado en el principio de autonomía de la voluntad y su característica fundamental es que no perjudique a terceros ni sea contraria a la ley7. Luego, este tipo de simulación sólo busca que se mantenga oculta la voluntad real según se desprende de los Art. 1545 y 1707 del Código Civil, que hacen un reconocimiento expreso de la facultad de manifestar un consentimiento simulado; por tanto, la excepción es su ilicitud, esto es, el concierto de voluntades bien para perjudicar a terceros o para burlar la ley8. Hay que dejar en claro, según lo señala expresamente Ramón Domínguez Águila que para que un negocio jurídico sea calificado de simulado debe existir como requisito primordial: la apariencia, esta apariencia esconde una realidad que no quieren las partes sea conocida por terceros, no obstante, puede ser admisible para el derecho aunque moralmente sea reprochable9. La segunda clasificación, y quizás la más importante, es la que diferencia entre simulación absoluta, simulación relativa y simulación por interposición de persona10. Será absoluta, si la voluntad real de las partes es no querer celebrar ningún tipo de negocio jurídico, sino que sólo desean obtener los efectos externos que este acto simulado produce; en cambio, será relativa, en la medida que si bien hay una voluntad de que con la celebración del negocio jurídico se produzcan efectos jurídicos, se oculta el verdadero acto bajo la apariencia de otro11. En otras palabras, habrá simulación absoluta en la medida que existe consentimiento para la apariencia del negocio, pero carece del consentimiento necesario para obligarse por él; será relativa la simulación cuando no es sincera la declaración que afecta al acto simulado, pero sí la declaración que afecta al acto disimulado u oculto12, generalmente, en este último 7 Cfr. Parra Labarca, R. Tratado de la simulación. Tomo I, Doctrina y Jurisprudencia. Ediciones Jurídicas La Ley, Santiago 1994, p. 197. 8 Cfr. Fueyo, F. Instituciones del Derecho Civil Moderno. Editorial Jurídica de Chile, Santiago 1990, p. 545. 9 Cfr. Domínguez, R. “Fraus Omnia Corrumpit: notas sobre fraude en el Derecho Civil”, en Revista de Derecho y Jurisprudencia, Tomo LXXXIX, Nº 3, 1992, p. 11. 10 Cfr. Alessandri, A. Tratado de Derecho Civil, Partes Preliminar y General, Editorial Jurídica de Chile, Tomo II, Santiago 1998, p. 362. 11 Cfr. Alessandri, A., op. cit., pp. 362 y 363. 12 Cfr. Parra, R., op. cit, p. 389. 5 caso, una liberalidad se disfraza de un contrato oneroso, por ejemplo cuando el contrato celebrado es una donación irrevocable que se disfraza bajo la forma de una compraventa13. Por último, la figura de la interposición de persona, discrepa de las anteriores, en cuanto que la simulación no recae sobre el acto jurídico, sino que sobre las personas que toman parte de él, es decir, “la persona que se hace figurar como parte en el vínculo aparente es diversa de la persona que, en verdad, es parte, de acuerdo con la voluntad real de los otorgantes”14. Esta tercera persona aparece entonces en el lugar de aquella que no quiere aparecer en la convención. Hay que dejar en claro que habrá simulación por interposición de persona siempre y cuando efectivamente exista una divergencia consciente entre la voluntad real y la declarada tanto por las partes como por el intermediario, para ocultar bajo la apariencia de otro la verdadera identidad de quien está realmente interesado en el negocio. La finalidad de este tipo de simulación igual que las otras, debe ser el engaño, bien a terceros o a la ley15; porque si ello no fuere así estaríamos en presencia de algún tipo de mandato lo que es perfectamente válido. En otro sentido, la doctrina también ha establecido ciertos requisitos para la procedencia de la simulación, a saber; primero, la existencia de una disconformidad entre la voluntad interna y la declarada; segundo, debe haber conciencia de esta disconformidad; tercero, debe ser bilateral, es decir, debe tratarse de un concierto entre partes; y por último debe existir la intención de engañar a terceros16. Este último requisito es criticado por cierta doctrina que estima que no sería necesario, debido a que para que exista simulación esencialmente se debe existir un concierto entre las partes, lo que lógicamente lleva a concluir que lo que se busca es engañar a terceros, de tal forma que la simulación se define como una disconformidad entre la voluntad real y la declarada, por lo tanto la exigencia del engaño a terceros es innecesaria. Reafirmando esta idea, Daniel Peñailillo sostiene que “los contratantes, por el solo hecho de declarar lo que no quieren, objetivamente están engañando a terceros…no se justifica pedir como un nuevo requisito lo que, por la concurrencia de otros, necesariamente se producirá”17. Otro punto a estimar y de importancia en el estudio de la institución es establecer la causa simuladi, esto es, buscar el motivo o interés que lleva a las partes a celebrar un contrato simulado; en palabras simples, el porqué del engaño18. Teniendo aquello en consideración, se 13 Cfr. Cfr. Vial, Víctor., Teoría General del Acto Jurídico, Quinta Edición, Editorial Jurídica de Chile, Santiago 2003, p. 145. 14 Diez, R. La simulación de contrato en el código civil chileno. Teoría jurídica y practica forense, Imprenta Chile, Santiago 1957, p. 88. 15 Cfr. Parra, R., op. cit., p. 430. 16 Cfr. Peñailillo Arévalo, D. Cuestiones Teórico-Prácticas de la Simulación, Revista de Derecho. Universidad de Concepción, Nº 191, año LX, enero-junio 1992, p. 12. 17 Peñailillo, D., op. cit., pp. 12 y 13. 18 Cfr. Ferrara, F., op. cit., p.385. 6 puede decir que en la simulación absoluta, la causa simulandi estará generalmente en el interés del deudor de sustraer su patrimonio de una inminente ejecución de parte de sus acreedores; en la simulación relativa, resultará del deseo de no dar a conocer la verdadera naturaleza del contrato, o de no dejar conocer la verdadera persona contratante para ocultar su incapacidad como es el caso de la interposición de persona19. Establecer la causa simulandi será de vital importancia a la hora de tener que probar algún tipo de simulación, ya que generalmente los indicios a su respecto pueden ser decisivos en el desarrollo del conflicto y en la decisión que posteriormente tendrá que tomar el juez. 2.2.- Acción y prueba de la simulación. 2.2.1.- La acción. Cabe destacar, en este apartado, que la simulación como acto, es perfectamente válido mientras no se pruebe lo contrario; por tanto, la simulación no es causal de nulidad,20 así lo ha venido sosteniendo la doctrina y jurisprudencia francesa, situación que también se aplica a nuestra legislación por cuanto esta sigue las normas establecidas por el Código de Napoleón21. Lo normal es que los actos sean sinceros, verdaderos y reales22, y justamente para demostrar, bien el verdadero acto o bien la verdadera identidad de las partes, es que la ley dota a los actores de la llamada acción de simulación; no obstante que la simulación también podrá alegarse como excepción. Ahora bien, procesalmente hablando, una acción se define como la “facultad que tienen las partes para comparecer ante los tribunales de justicia solicitando el reconocimiento de un derecho que se pretende o se cree tener”23. La acción de simulación ha adquirido una denominación específica por la jurisprudencia tras una lenta evolución, debido a la carencia de norma expresa al respecto, diferenciándola así de la acción pauliana24. No se trata de una acción de nulidad, sino que de una acción de certeza25. Esta acción tiene por objeto “comprobar, por vía judicial, la verdadera realidad jurídica oculta bajo una falsa apariencia, de forma que si la simulación es absoluta se pretende que se declare que el acto aparente no existe, y si es relativa que se haga patente, además, el verdadero acto”26. 19 20 21 Ibídem. Cfr. Alessandri, A., op. cit. p. 361. Cfr. Claro Solar, L., op. cit., p. 123. 22 Cfr. Peñailillo, D., op. cit., p. 23. 23 Parra, R., op. cit., p. 496. 24 Ibídem. 25 Cfr. López Santa María, J., op. cit., p. 390. 26 Saavedra, F., op. cit., p. 226. 7 Entonces, la acción de simulación podrá ejercerse tanto por quienes participaron de ella, es decir, las partes involucradas, o por un tercero ajeno al acto, pero directamente perjudicado por él. El tercero al que se hace alusión, es “quien no ha tenido intervención alguna en el acto jurídico simulado (…) y se encuentra de buena fe”27. Habrá que precisar esta última idea en el sentido que este tercero, desde el punto de vista procesal, adquirirá la condición de parte del proceso; por tanto, una cosa será ser titular de la acción, caso en que obrará como tercero desde el punto de vista civil, y otra será, tener la calidad de parte del proceso de acuerdo al derecho procesal una vez ejercida la acción de simulación28. Sea quien fuere que intente la acción, ésta siempre tendrá por objetivo fundamental obtener de parte del juez una declaración judicial que exprese que la convención o contrato que se dice celebrado sólo lo es en apariencia y no existe convención en caso de ser la simulación absoluta, o que esta convención de verdad no es la aparente sino otra distinta en caso de ser relativa la simulación, o bien que las partes difieren realmente de las verdaderas, situación en la que concurrirá la simulación por interpósita persona29. Para deducir esta acción, se han planteado ciertos requisitos que serán necesarios tener presente para su procedencia, por una parte, la puede entablar aquel tercero al contrato simulado que es titular de un derecho subjetivo o de una posición jurídica amenazada o embarazada por el contrato aparente, en otras palabras, el actor debe tener un interés jurídico; y por otra, el actor debe probar el daño sufrido como consecuencia de la incertidumbre ocasionada por el acto simulado, daño que determina la necesidad de invocar la tutela jurídica30. Se trata de una acción declarativa, en el sentido de que tiende no a la condena del obligado a una prestación, sino a hacer reconocer la inexistencia de una relación jurídica o la existencia de otra distinta31. En cuanto al procedimiento conforme al cual deberá substanciarse el pleito, la acción de simulación no cuenta con un procedimiento exclusivo; así lo confirma Paillas, indicando que no existe un procedimiento especial para ser alegada, en cualquier juicio podrá ser invocada con tal que dicha alegación se relacione con los hechos que se debaten32. 27 Parra, R., Tratado de Simulación, Doctrina y Jurisprudencia, Tomo II, Ediciones Jurídicas La Ley, Santiago 1999, p. 1065. 28 Cfr. Parra, R., op. cit., Tomo I, p. 512. 29 Cfr. Parra, R., op cit., Tomo I, p. 498. 30 Cfr. Vial, V., op. cit., p. 153. 31 Cfr. Ferrara, F., op. cit., p. 205. 32 Cfr. Paillas, E., La simulación en el Derecho Privado, Doctrina y Jurisprudencia, Tercera Edición Actualizada, Editorial Jurídica de Chile, Santiago 2003, p.51. 8 2.2.2.- La prueba. Desde otro punto de vista, un tema bastante importante lo constituye la prueba de estos supuestos. La necesidad de probar surge en un determinado proceso cuando los hechos que se quieren probar son de aquellos que la ley denomina substanciales, pertinentes y controvertidos, y que sirven de fundamento a la demanda33. “El objeto de la prueba son los hechos o actos jurídicos, que son los supuestos de donde surgen los derechos, para obtener su sanción jurídica, tornándolos, así, eficaces”34. Si bien los hechos o actos jurídicos pueden existir y el derecho efectivamente detentarse, si no se demuestra esa existencia, el derecho que se plantea tener continuará siendo ineficaz ya que en definitiva, la eficacia sólo se logra con la prueba35. En este sentido, lo fundamental es partir diciendo que en materia probatoria se rige por el principio general de la carga de la prueba. En el caso de la simulación: “quién alegue su existencia deberá probarla”, como bien lo señala Peñailillo; “al comienzo, lo único que aparece como existente es el llamado acto ostensible. Si se pretende que solamente es apariencia, no realidad o sinceridad, deberá demostrarse por quién así lo sostiene”36. El onus probandi, en este sentido, corresponderá siempre a quién alegue la existencia de hechos simulados. Este último punto obtendrá toda la atención. La pregunta que se deberá hacer es: ¿qué sucede en caso que un tercero pretenda dilucidar la voluntad oculta por sobre la declarada? La respuesta es clara, deberá probar esa voluntad oculta, ya que de lo contrario, el acto simulado seguirá produciendo todos sus efectos jurídicos como si fuera válido37. Lo importante aquí será saber cómo y a través de qué medios probatorios será llevado a cabo este fin, y por sobre todo, cuáles serán las respuestas que ofrece nuestra jurisprudencia a este tipo de casos en que los hechos son aparentemente difíciles de probar. A mayor abundamiento, es evidente que estos terceros tendrán muchas dificultades para acceder a las pruebas de que disponen las partes. Es por ello que el uso de presunciones será vital para lograr acreditar los hechos38. Por otra parte, también es necesario decir que estos terceros no pueden ser perjudicados ni afectados por los acuerdos secretos de las partes. 33 Cfr. Paillas, E., Estudios de derecho probatorio, Editorial Jurídica de Chile, Santiago 2002, p. 32. 34 Peñailillo, D., La prueba en materia sustantiva civil. Parte general. Editorial Jurídica de Chile, Santiago 1989, p. 3. 35 Cfr. Vodanovic, A., op. cit., p.3. 36 Cfr. Peñailillo,E., op. cit., Cuestiones Teórico…, p. 23. 37 Ibídem. 38 Cfr. Saavedra, F. op. cit., pp. 236 y 237. 9 Como señala León, “en la prueba de la simulación no cabe una prueba directa sino que se induce, se infiere tanto de las partes como del contenido del contrato, se trata entonces de una prueba indirecta, de indicios, porque la combate en su mismo terreno”39. Parra Labarca, al igual que León, manifiesta también que “el juez que va a conocer de un juicio sobre simulación tendrá que examinar, la mayoría de las veces, una prueba circunstancial, como es la de presunciones y en la que importante papel su propia inteligencia juega”40. 2.3.-Sistema de valoración de pruebas en Chile, a la luz del Código de Procedimiento Civil. Sistema probatorio puede definirse como el conjunto de principios y normas que en un ordenamiento establecen cómo han de demostrarse los hechos o actos que se sostiene han acaecido, para deducir de ellos las consecuencias jurídicas que proceden41. A lo largo del tiempo, la doctrina ha distinguido esencialmente dos sistemas o métodos de valoración de pruebas, a saber; el primero de ellos denominado de prueba legal o tasada y el segundo de prueba libre o moral. En un sistema de prueba positiva o legal, el legislador enumera específicamente los medios probatorios con que podrán contar las partes y al mismo tiempo señala el mérito probatorio de los mismos. Por el contrario, en un sistema de prueba libre o moral o de íntimo convencimiento el legislador no fija los medios probatorios y faculta a las partes acreditar los hechos de la forma que estimen conveniente, y por supuesto, el juez no está obligado a ponderar la prueba de ninguna forma preconcebida como si sucede en el primer sistema. Un tercer sistema que se ha planteado, intermedio de los dos anteriores, lo constituye la sana crítica, de persuasión racional o libre convicción, este se caracteriza por cuanto el legislador enumera los medios probatorios, pero al mismo tiempo, le otorga al juez la facultad de valorar estos medios de acuerdo a la lógica, al buen sentido y a las normas de la experiencia42. Es importante subrayar, luego de tener claro todos los sistemas, que nuestra legislación se rige por un sistema de prueba legal consagrado así por las normas adjetivas del Código de Procedimiento Civil, pero en algunos supuestos la ley entrega al juez la prerrogativa de valorar de acuerdo a otras reglas como lo son las reglas del sistema razonado. La prueba legal, en nuestro caso, establece de forma taxativa los medios de prueba, determina al mismo tiempo su valor o mérito probatorio y regula también la oportunidad para su aportación en juicio. Por lo 39 León, A., La voluntad y la capacidad en los actos jurídicos, Editorial jurídica de Chile, Santiago 1990, pp. 142 y 143. 40 Parra, R., op. cit., Tomo I, p. 15. 41 Peñailillo, D., op. cit., La prueba…, p. 17. 42 Ibídem. 10 tanto, las partes deben, por mandato legal, establecer la verdad de sus afirmaciones sólo a través de un medio autorizado por ley y no de cualquier forma, así mismo el juez está obligado a ponderar las pruebas de acuerdo a las mismas reglas y a las mismas libertades que les otorga la ley43. Estas prerrogativas del juez hacen sostener a algunos autores que si bien en la legislación nacional la valoración de la prueba se encuentra regida por el sistema legal, también cuenta con “válvulas de escape progresivas a favor de un sistema razonado”, por ejemplo el Art. 384 regla quinta del Código de Procedimiento Civil, a propósito de la fuerza probatoria de las declaraciones de testigos, en que se señala que las declaraciones de los testigos de ambas partes que se encuentren en iguales circunstancias y número podrán apreciarse de acuerdo a la “sana razón” del juez; esto provoca como consecuencia una flexibilización probatoria en el ámbito procesal nacional44, el mismo razonamiento también se puede realizar respecto de los artículos 428 y 426 inciso 2 del mismo código. Peñailillo, a su vez, también entiende que si bien en un comienzo nuestro sistema era de tarifa legal, este se ha ido atenuado, especialmente en cuanto algunos artículos del código entregan al juez la facultad de valorar las pruebas según sana crítica; ejemplos de ello: el informe de peritos, ciertos casos de presunciones, ciertos aspectos de la pruebas de testigos, la valoración comparativa de los medios de prueba. De lo anterior, se desprende que nuestro sistema finalmente se constituye como un sistema mixto de prueba en que se combina la prueba legal con un sistema de sana crítica45. Aclarado los puntos anteriores y desde otra perspectiva, a las disposiciones que reglamentan esta materia se les denomina normas reguladoras de la prueba. Según la Corte Suprema, estas normas son aquellas que determinan el modo en que deben valorarse los distintos medios probatorios; importan prohibiciones o limitaciones prescritas por la ley a los sentenciadores para asegurar una correcta decisión en el juzgamiento46. Los medios de prueba se definen como aquellos que las partes en una determinada litis (no como parte de la simulación como convención) pueden emplear, en consideración a lo que señala la ley, con el objetivo último de producir el convencimiento del juez47. Estos medios probatorios se encuentran taxativamente establecidos en los Art. 1698 inciso 2 del Código Civil y en el Art. 341 del Código de Procedimiento Civil, ambos artículos señalan a los instrumentos públicos y privados, testigos, presunciones, confesión de parte, la inspección personal del tribunal y el informe de peritos, este último contemplado sólo en el Código de Procedimiento Civil. 43 Cfr. Ducci, C., Derecho civil, parte general, cuarta edición, Editorial Jurídica de Chile, Santiago 2000, p. 402. 44 Cfr. Parra, R., op. cit., Tomo II, p. 1014. 45 Cfr. Peñailillo, D., op. cit., La prueba en materia…, pp. 24 y 25. 46 Cfr, Peñailillo, D., op. cit., La prueba en materia sustantiva civil, p. 12. 47 Cfr. Ducci, C., op. cit., p.403. 11 Desde otro prisma, los medios de prueba admiten varias clasificaciones, pero la más importante es la que diferencia en cuanto a la fuerza de convicción que aporta, ya que puede dársele el valor de plena o semiplena prueba. Es importante tener a la vista este punto, por cuanto en definitiva, dependerá de la calidad de la prueba el acreditar de forma suficiente un hecho y sobre todo lograr convencer al tribunal. Por prueba plena se entiende “a la que manifiesta, sin dejar duda alguna, la verdad del hecho controvertido, instruyendo suficientemente al juez para que en virtud de ella pueda dar sentencia; la prueba semiplena, por su parte, es la que por sí sola no demuestra claramente el hecho, dejando dudas acerca de la verdad de él y, por consiguiente, no instruye al juez en términos de poder dar sentencia”48. Ergo, si la prueba es plena, por sí sola bastará para establecer la existencia de un hecho, en cambio por ejemplo la confesión y el instrumento público, si es semiplena esta no bastará y sólo servirá de base a una presunción o bien será necesario complementar esta prueba con otros medios o que producen plena prueba49. 3.- Capítulo II: La prueba de la simulación en Chile. Aspectos doctrinarios. 3.1.-El problema de la prueba en la acción de simulación. La simulación de un negocio jurídico constituye un acto anómalo, ya que generalmente la voluntad manifestada sí corresponde a la voluntad verdadera50. Pues entonces quién tenga interés en demostrar esta anomalía deberá probarla. En este mismo sentido, la prueba de la simulación revestirá especiales consideraciones en atención a quienes deduzcan la acción de simulación; siendo necesario diferenciar su planteamiento por las partes o por los terceros. La unanimidad de la doctrina sostiene que respecto de las partes la prueba de la simulación consiste en la demostración de una convención o negocio jurídico; mientras que para los terceros, se trata de la prueba de un hecho jurídico, es decir, estos últimos lo que tendrán que probar será un delito civil51, ya que el acto jurídico celebrado por las partes ha sido manifestado precisamente con la intención de perjudicarlos. Habrá que precisar además en la naturaleza jurídica de la petición; si se trata de un acto jurídico, en el caso de las partes, su prueba quedará limitada a todos los preceptos propios de 48 Vodanovic, A., op. cit., p. 282. 49 Cfr. Ducci, C., op. cit., pp. 403 y 404. 50 Cfr. Ferrara, F., op. cit., p. 361. 51 Cfr. Diez, R. Contrato simulado: estructura civil y penal, teoría jurídica y práctica forense. Nueva ed. act. Editorial Jurídica Conosur, Santiago 1995, p. 138. 12 la responsabilidad contractual, por lo tanto ésta se rendirá con las limitaciones que determinan los artículos 1700, 1709 y 1447 del Código Civil, entre otros52. Si se trata de un hecho jurídico, en cuyo caso la prueba corresponde a los terceros, su prueba no tendrá límite alguno53. Esto se traduce en que la prueba quedará circunscrita al ámbito de la responsabilidad extracontractual54; dicho en otros términos, los terceros gozarán de una prueba ilimitada que se funda lógicamente en la imposibilidad de obtener pruebas directas del engaño. Es importante esta aclaración respeto de la naturaleza jurídica de la petición, en la medida que dependerá de ello el estatuto jurídico que se le aplique y también las normas de las que podrán valerse los interesados en la reclamación de algún tipo de simulación. Hecho este análisis es necesario tener presente además que la prueba de la simulación, posteriormente, se reducirá a precisar cuáles serán los medios probatorios de que podrán disponer tanto las partes como los terceros para dar por acreditados los hechos constitutivos de un acto o hechos simulados. Ahora, si bien la prueba de las partes también encierra características especiales será el caso de la prueba respeto de terceros el que merecerá toda la atención; ya que para ellos, la prueba de la simulación no tendrá que ver con la demostración de la celebración de un acto jurídico bilateral como lo es para las partes, sino que esta prueba, como ya se dijo antes, se circunscribirá a establecer un hecho jurídico simulado. Se dice por la doctrina que los terceros podrán valerse de todos los medios probatorios que le sean dotados, sin más limitación que la propia que imponga la ley55. Francesco Ferrara, ya en su obra La simulación de los negocios jurídicos de 1960, sostenía que “no sería justo prohibir a los terceros la prueba testifical o de presunciones, ya que se hallan siempre en la imposibilidad de procurarse una prueba escrita de la ficción llevada a cabo por otros sin su consentimiento”56. En palabra de Paillas, “el tema de la simulación en los actos jurídicos se relaciona íntimamente con el valor de la prueba instrumental”57, ya que las partes del acto simulado generalmente celebran este acto por la vía de instrumentos, ya sean públicos o privados, y en último caso mediante contraescrituras. 52 Cfr. Parra, R., op. cit., Tomo I, p. 203. 53 Cfr. Diez, R., op. cit, p. 138. 54 Cfr. Parra, R., op. cit., Tomo I, p. 203. 55 Cfr. Court E., Curso de derecho civil, teoría general del acto jurídico, Legal Publishing, Santiago 2009, p. 120. 56 Ferrara, F., op. cit., p. 383. 57 Paillas, E., op. cit., La simulación…, p. 57. 13 3.1.1 Medios Probatorios. Los medios probatorios son los elementos que en un sistema jurídico se consideran idóneos para producir convicción en el juzgador58. Respecto a los medios probatorios que pueden ser procedentes en hipótesis de simulación, esto es: la prueba testimonial, la instrumental, la de presunciones y la confesional, se hará un estudio de cada uno de ellas y se analizará su conveniencia. Ni la prueba pericial ni la inspección personal del tribunal serán analizadas debido a que no son pruebas que aporten las partes de un pleito. La prueba instrumental o documental como elemento probatorio tiene evidentes ventajas tanto porque provee de seguridad a las relaciones jurídicas como porque “no está sujeto a las alteraciones del error, el recuerdo infiel o la mala fe que provocan otros medios de prueba”59. Como ya se sabe se trata de instrumentos públicos y privados; y según el artículo 1700 del Código Civil, se encuentran revestidos de gran poder probatorio. Ahora bien, habitualmente en la simulación relativa, el acto ostensible consta en un instrumento público, debido a que así lo estipula la ley para determinados casos, especialmente cuando se trata de ciertos negocios jurídicos a los cuales se les prescribe algún tipo de solemnidad. Nuestro Código Civil así como también el Código Civil español plantea una definición de que se entiende por instrumento público. El artículo 1216 del Código Civil español estipula que “son documentos públicos los autorizados por un notario o empleado público competente con las solemnidades requeridas por la ley”. Al mismo tiempo, su Ley de Enjuiciamiento Civil contiene una norma que enumera los documentos válidos a efectos de prueba60. Al igual que en el sistema chileno y según lo dispuesto en el art. 1699 los instrumentos públicos son aquellos que son otorgados por el funcionario competente con las solemnidades respectivas; y es el Art. 342 del Código de Procedimiento Civil (En adelante CPC), el que enumera a los que considera como tales. Sin embargo, en el caso nacional se critica esta idea en el sentido que el Código de Bello sólo define una clase de instrumento público dejando sin reglamentación otros tipos de instrumentos públicos que también tienen carácter oficial61. Al igual que en nuestro caso, el sistema español también hace depender al instrumento público de tres requisitos fundamentales, el primero de ellos, debe estar autorizado o expedido por un funcionario público, segundo, dentro de la esfera de su competencia o en el ejercicio de 58 Cfr. Peñailillo, op. cit., La prueba en materia…, p. 27. 59 Cfr. Ducci, C., op. cit., p. 406. 60 Cfr. Montero Aroca, J., La prueba en el Proceso Civil, Quinta Edición. Editorial Thomson Civitas, Pamplona (2007). p. 293. 61 Cfr. Paillas, E., op. cit., Estudios de derecho probatorio, pp. 40-41. 14 sus funciones, y tercero, con las formas o solemnidades establecidas por la ley62; y se hace depender básicamente su valor a las circunstancias o hechos que median en su otorgamiento. En cuanto al hecho de haber efectuado los interesados las declaraciones también acá el mérito probatorio es el mismo tanto respecto de las partes como de los terceros, entendiendo que el funcionario público no puede menos que conocer y autentificar las declaraciones contenidas en un determinado acto jurídico. La eficacia de las declaraciones contenidas en el instrumento no obliga a terceros, debido principalmente a que los actos o contratos, de conformidad con los principios inspiradores del derecho civil, obligan sólo a quién los celebra, los terceros por tanto no se ven constreñidos de manera alguna por este acto. Agregar, en otro sentido, que es perfectamente posible demostrar la carencia de sinceridad de las declaraciones que las partes han hecho en el instrumento63. Hacer notar además, que el Art. 1700 ya mencionado, ubicado geográficamente en el código en la prueba de las obligaciones, regula los efectos del acto o contrato y no su mérito probatorio, esta afirmación se justifica en la medida que este artículo señala cuales serán los efectos de la verdad de las declaraciones contenidas en el instrumento pero no regula en absoluto cual será el mérito probatorio que efectivamente entraña; de esto se puede colegir que el Art.1700 se encuentra mal ubicado en el código, ya que es evidente que debería situarse a propósito de los efectos de los instrumentos. Respecto de los instrumentos privados pueden encontrarse en dos situaciones: bien que se tengan por reconocidos o bien que no se tengan, según lo dispone el art. 346 del CPC; si el instrumento se tiene por reconocido o mandado a tener por reconocido, tiene el valor de escritura pública64; según lo estipula el art. 1700 inciso 1 del Código Civil, o sea, respecto de las partes y de sus sucesores hacen plena fe en cuanto al hecho de haberse otorgado, a su fecha (si la tuvieran), y en cuanto a la verdad de las declaraciones que en ellos se contenga. En cuanto a los terceros, los instrumentos privados hay que recalcar que no tendrán jamás valor probatorio, sin embargo, pueden adquirir fecha cierta cuando se manifiesten las circunstancias que establece el Art. 1703 del Código Civil65. El artículo 1707 del Código Civil hace referencia a las contraescrituras, será importante su esbozo en la medida que pueden resultar ser un medio probatorio valioso y porque según como se perfeccionen podrán ser utilizadas por los terceros para probar el hecho simulado. A juicio de Parra, las contraescrituras tienen la única finalidad de constatar fehacientemente la verdadera intención de los contratantes, quedando demostrada así la apariencia voluntaria que 62 Cfr. Montero, J., op cit., p. 294. 63 Ibídem. 64 Cfr. Ducci, C., op cit., p.423. 65 Ibídem. 15 han creado los autores del negocio con la finalidad de que este negocio posea una realidad que no tiene y que induce al engaño de terceros66. Las contraescrituras pueden ser extendidas tanto en escritura pública como privada, ya que la ley no distingue. El valor probatorio de las contraescrituras deriva de su calidad de instrumento público o privado, con las mismas consideraciones ya efectuadas anteriormente a propósito de la prueba instrumental. En cuanto a la prueba testimonial, se admite para probar cualquier hecho que produzca o no consecuencias jurídicas. Empero, encontramos una limitación importante a esta regla, que se encuentra establecida en el Art. 1708 del Código Civil, la cual establece que no admitirá prueba de testigos respecto de una obligación que haya debido consignarse por escrito; según el art. 1709 inciso 1° del Código Civil se trata de obligaciones que emanan de actos y contratos que contienen la entrega o promesa de una cosa que valga más de dos unidades tributarias mensuales. A este respecto también encontramos otras excepciones: primero, en casos exista un principio de prueba por escrito (Artículo 1711 del Código Civil), esto es, un acto escrito del demandado o sus representantes, que haga verosímil el hecho litigioso, en que haya sido imposible obtener una prueba escrita. Este principio se caracteriza porque no da un conocimiento pleno de los hechos de la causa, sino que proporciona solamente una verosimilitud67; segundo, casos en los cuales haya sido imposible obtener una prueba escrita y los demás expresamente exceptuados que se consagran en la legislación civil y en otras especiales. El artículo 384 del CPC, entrega al juez, quien goza de amplia libertad para la apreciación de la prueba testimonial, su criterio, por tanto, es el que prima. De la misma forma en el caso español, la valoración de las declaraciones de los testigos se hace de acuerdo a las reglas de la sana crítica así lo dispone el art. 375 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, por tanto, ya sean jueces españoles o nacionales éstos tendrán como única limitación las reglas de la lógica, del criterio humano y a las reglas de la experiencia empírica. Establecidas las excepciones respecto de las partes, habrá que aclarar que los terceros pueden probar la simulación por testigos sin las limitaciones que le señalan los art.1709 y 1710 del Código Civil. Esta libertad probatoria se explica en el hecho que los terceros no participaron en la celebración del acto simulado, por tanto, es imposible o muy poco probable que obtengan una prueba escrita de los acuerdos de las partes68; por otro lado, a ellos les perjudica la simulación, además de constituir un ilícito civil con aplicación de las reglas de la responsabilidad extracontractual, razones por las cuales, es aún más claro la inaplicabilidad de 66 Cfr. Parra, R., op cit., Tomo II, p. 916. 67 Cfr. Paillas, E., op. cit, La simulación…, p. 83. 68 Cfr. Paillas, E., op. cit. La simulación…, p. 89. 16 los art. 1708 y siguientes del Código Civil, consagrados para la prueba de actos y contratos69; cuestión distinta será considerar que por sí sola la prueba testimonial sea suficiente para acreditar los hechos, ya que como se verá más adelante, su utilización se combinará con otros medios probatorios para lograr este fin. La confesión judicial como forma de probar la simulación también se ha planteado, ya que el art. 1700 del Código Civil no prohíbe la prueba de la simulación por quienes tomaron parte de ella, cuando se carece de contraescritura70. Procesalmente, este tipo de prueba, da lugar a dos distinciones previas de las que además se hará depender su valor probatorio; así la confesión puede ser judicial o extrajudicial según si se presta dentro del juicio en el cual se invoca o no. En nuestro país, la valoración de la confesión se hace de acuerdo a las normas que se establecen en el art. 1713 del Código Civil que regula la confesión judicial y según el Art. 398 del CPC que hace lo propio con la confesión extrajudicial; en el ámbito español la valoración da lugar a entender que la regla general en esta materia es que los supuestos de confesión son regulados de acuerdo a las normas legales al igual que en nuestro caso, es decir, la ley le señala al juez como se debe valorar, quedando como norma residual que en todo lo demás que no se encuentre positivamente regulado su valoración se realizará de acuerdo a las reglas de la persuasión racional o sana crítica71. Cabe advertir que “los actos solemnes en que la solemnidad consiste en que deben constar por instrumento público no pueden probarse por confesión… pero no es obstáculo para que, una vez formado el negocio jurídico, se permita probar por confesión judicial que las declaraciones no son sinceras, vale decir, que hay simulación”72, ello por cuanto a la ley no prohíbe que una plena prueba emanada del instrumento público pueda ser desvirtuada por UNA confesión, que también constituye plena prueba. En el juicio este tercero, que ahora es parte del pleito, podrá solicitar al juez que su contraria rinda la prueba confesional con el objeto de acreditar los hechos objetos de simulación. Un tema relevante en el estudio de la simulación son las presunciones como método de prueba. Tradicionalmente, la doctrina nacional ha entendido que se trata del medio probatorio de mayor eficacia en temas simulatorios; en su consideración es que dedican apartados exclusivos a su estudio. Ya lo estimaba así Ferrara en 1961 sosteniendo que: “la prueba de la 69 Cfr Peñailillo, D., op. cit., Cuestiones Teórico…, p. 25. 70 Cfr. Paillas, D., op. cit., La simulación…”, p. 84. 71 Cfr. Montero, J., op. cit., pp. 282 a 286. 72 Paillas, E., op. cit., La simulación…, p. 85. 17 simulación es indirecta, de indicios, de conjeturas y es la que verdaderamente hiere a fondo a la simulación, porque la combate desde su mismo terreno”73. Diez Duarte en su obra “Contrato Simulado”, define a las presunciones como medios probatorios indirectos; y las sitúa como un medio de prueba legal que basta para dar por plenamente establecida la simulación de un acto jurídico74. Sin embargo, hay que aclarar que las presunciones no son medios probatorios como erróneamente lo ha venido sosteniendo la doctrina chilena, sino que más bien se trata de un “razonamiento en virtud del cual, partiendo de un hecho que está probado, se llega a la consecuencia de la existencia de otro hecho, que es el supuesto fáctico de una norma, atendido el nexo lógico existente entre los dos hechos”75. “Es evidente que las presunciones, sea cual fuere su clase, no son un medio de prueba, pues las mismas no consisten en una actividad que deba realizarse en el proceso para incorporar al mismo una fuente de prueba. Es obvio que las presunciones no pueden proponerse como medios de prueba, ni se practican, sino que se resuelven en un razonamiento que puede haber sido hecho en general por el legislador o que ha de ser hecho en particular por el juez”76. Las presunciones legales constituyen una liberación de prueba no es un modo de prueba, ello por cuanto la ley invierte el orden natural en que el problema del onus probandi presenta77. Conceptualmente y en Chile, “las presunciones son medios probatorios indirectos. Lo probado en la presunción no es precisamente un hecho controvertido por las partes, sino un hecho cuya existencia conduce al convencimiento del magistrado de la existencia del hecho que se discute… la deducción lógica es de la esencia de la presunción”78. Las presunciones judiciales son las consecuencias que el juez, según su prudente criterio, deduce de un hecho conocido para obtener uno desconocido79. Estas presunciones se rigen por el Art. 1712 del Código Civil, que señala que estas deben ser graves, precisas y concordantes, y también por el art. 426 del CPC, artículo que estipula que una sola presunción puede constituir plena prueba cuando, a juicio del tribunal, tenga los caracteres de gravedad y precisión suficientes para lograr su convencimiento. Mientras el Código Civil exige que las presunciones judiciales deban ser graves, precisas y concordantes, de lo que se infiere que deben ser varias; para el Código de 73 Ferrara, F. op. cit., p. 384. 74 Cfr. Diez, R., op. cit., Contrato simulado…, p. 149. 75 Rosenberg, L. La carga de la prueba, Editorial B de F Montevideo-Buenos Aires, Segunda Edición Buenos Aires 2002, p. 233. 76 Montero, J., op. cit., p. 182. 77 Cfr. Paillas, E., op. cit. Estudios de…, p. 35. 78 Diez, R., op. cit., p. 149. 79 Cfr. Diez, R., op. cit., p. 150. 18 Procedimiento Civil una sola presunción que sea grave y precisa basta para formar el convencimiento del tribunal. En derecho español también existe cierta confusión jurisprudencial al respecto en cuanto entender a las presunciones como medios de prueba, reiteradamente sus tribunales han afirmado que estas constituyen un medio probatorio supletorio, o sea, que pueden utilizarse en caso que no existan medios de prueba directos u ordinarios. Se les critica, por parte de la doctrina esta afirmación en el sentido que como reiteradamente se ha expresado las presunciones no son medios probatorios y normalmente se acude a ellas cuando la situación fáctica así lo permite80. Es más, la Ley de Enjuiciamiento Civil jamás las nombra en la enumeración que efectúa de los medios de prueba, lo que si ocurre en nuestra legislación que los consagra como medio probatorios expresamente, tanto en el Titulo XXI “De la prueba de las obligaciones” Art. 1699 del Código Civil como en el Titulo XI “De los medios de prueba en particular” Art. 341 del CPC; lo que de cierta forma justifica la confusa apreciación de la doctrina nacional respecto de la calidad jurídica de las presunciones. La doctrina española sostiene que para la existencia de cualquier tipo de presunción debe existir primero, un hecho base o indicio(s) que ha de ser afirmado por una de las partes en el proceso y que ha de ser probado por ella posteriormente; este hecho no constituye el supuesto fáctico de la norma cuya aplicación se pide por la parte. Segundo, un hecho presumido, que ha de ser afirmado también por la parte y que es el supuesto fáctico de la norma cuya aplicación se pide por ella. Tercero, un nexo lógico entre los dos hechos, que es precisamente la presunción y que puede ser establecido directamente por el legislador o dejado por el legislador para que sea establecido por el juez81. En consideración a lo ya dicho respecto a la prueba de la simulación, no se puede dejar de mencionar lo que señala Ferrara quien recalca que no hay que ilusionarse, ya que a pesar de la amplitud de prueba con que cuentan los terceros, estos “se encuentran siempre en situación difícil para descubrir la urdimbre sutil de engaños tramada a la sombra y las astutas ficciones y el disfraz de las relaciones contractuales”. Por tanto, salvo en excepciones, “los terceros no pueden tener la esperanza de utilizar la contradeclaración que las partes pudieran haber hecho, pues seguramente se les ocultaría de todo cuidado y permanecería ignorada de ellos. Tampoco pueden confiar de la confesión o del juramento de los propios contratantes, pues si estos realizaron la simulación para engañar a todos, no han de ser tan ingenuos que declaren su engaño, o tan leales que lo afirmen con juramento… más dudosa resulta todavía la prueba de testigos, porque generalmente la simulación se urde en el misterio y con él se la rodea, sin que deje huella tras de sí; verdaderamente eficaz sólo tenemos la prueba de presunciones”82. 80 Cfr. Montero, J., op. cit., p. 183. 81 Cfr. Montero, J., op. cit., pp. 181 y 182. 82 Ferrara, F., op. cit., pp. 383 y 384. 19 Durante el desarrollo de estas páginas, la mención al derecho español ha sido recurrente; su utilización se justifica en el hecho que esta legislación se asemeja a la nuestra y en cuanto a que su comparación es factible. El desarrollo jurisprudencial y el enfrentamiento del problema probatorio en temas de dificultades probatorias la sitúan en un campo fértil de estudio, sobre todo en la medida que su jurisprudencia ha venido aplicando diferentes criterios correctores que podrían plantearse en Chile. 3.2.- Análisis de la regulación legal de la prueba de la simulación. La regulación de la prueba en nuestro país, como ya se ha expresado, se consagra en el Código de Procedimiento Civil a través de las normas que regulan la actividad probatoria; se ha entendido mayoritariamente que el sistema que impera en nuestra legislación es el de prueba legal o tasada, lo que quiere decir es que la ley señala tanto los medios probatorios que se pueden hacer valer en juicio como el valor que el sentenciador deberá darle a los mismos. Sin embargo, un sistema de este tipo no está exento de críticas, especialmente cuando se trata de la ponderación de ciertas circunstancias que nos llevan a probar un determinado hecho o ciertas situaciones respecto de los cuales no se cuenta con una prueba directa. El juez que ha dirigido la actividad probatoria del juicio debe tener la libertad suficiente para formar su propia convicción respecto de los hechos, al mismo tiempo valorar la prueba también de acuerdo a las circunstancias especialísimas que rodean el caso83. Esto se ve ligado directamente con los sistemas de valoración de prueba que existen en los ordenamientos jurídicos mundiales y especialmente en el nuestro. Los autores partidarios de la reforma al sistema imperante en Chile arguyen que para que el juez logre obtener esta libertad es necesario que rija el sistema sana crítica o de persuasión racional, abandonando el sistema de la prueba legal o tasada84. Es necesario hacer un análisis de la efectividad de un sistema como el nuestro, efectividad en el sentido de si éste permite al juzgador lograr convicción suficiente de acuerdo a las prueba que se le presentan; al mismo tiempo será necesario evaluar cuál es el mejor sistema de valoración probatoria cuando de lo que se trate es probar un hecho simulado o en general supuestos que entrañan dificultades probatorias. La doctrina ha comentado este punto argumentando que nuestro sistema hay aún mucho que avanzar, detectando al mismo tiempo serias falencias tanto en tener un sistema legal o tasado como un sistema de valoración de acuerdo a la sana crítica, en que el juzgador 83 Cfr. Duce, M. Reforma a los procesos civiles orales: Consideraciones desde el debido proceso y calidad de la información, en Justicia Civil Riego, C.: Nueva Perspectiva para una Reforma en América Latina Sector Justicia, CEJA-JSCA, Santiago 2008. p. 59. 84 Ibídem. 20 determine las máximas de la experiencia, la lógica o los conocimientos científicamente asentados aplicados al caso específico. La legislación laboral de nuestro país, luego de una reforma al código, contempla de forma expresa en su art. 456 que la prueba en su caso se apreciará por los tribunales laborales de acuerdo a las reglas de la sana crítica. El mismo código se encarga además de establecer los requisitos para llevar a cabo esta misión, esto es, expresar las rezones jurídicas de sus decisión y las simplemente lógicas, científicas, técnicas o de experiencia, dice el código; en general quiere decir, que el tribunal laboral deberá hacer un razonamiento lógico en el cual indique de forma expresa cuales son las razones tanto legales como de otro tipo para justificar su decisión. En definitiva de lo que se trata es que el juez al hacer la ponderación de la prueba que establece la ley lo haga de acuerdo al conocimiento exacto y reflexivo que le otorga la razón y la experiencia85. Como ya hemos visto, nuestro Código de Procedimiento Civil no contempla ninguna norma de este tipo, la que dote al juez de esta libertad probatoria cuando las pruebas sean difíciles de obtener como lo sería en casos de simulación. A mi parecer una norma como la que existe en el Código del Trabajo es la que debería existir en la legislación adjetiva, que le conceda al juez libertad suficiente para que este pueda valorar la prueba de acuerdo a las máximas de la experiencia, del conocimiento, y de la lógica. Situación, que en definitiva, podría ayudar a aligerar la carga de la prueba de los terceros en casos que ven vulnerados sus derechos. Al parecer se justifica la inclusión de esta norma, en cuanto a que los ordenamiento jurídicos actuales hay efectuado importantes reformas al sistema procesal introduciendo normas que ayuden en la tarea del juez, especialmente en el sentido de que este cuente con mayor libertad a la hora de valorar los medios de prueba sin dejar de lado el hecho que además de ello los jueces deben justificar sus sentencias, exponiendo las conclusiones a las que han arribado, pero siempre también limitándose en el sentido de hacer la ponderación con arreglo a las normas de la razón, de la lógica y la experiencia. Esto tiene que ver con el sistema de valoración de la prueba en cuanto nuestro sistema no cuenta con una norma del tipo español que autorice a los jueces a utilizar las reglas de la sana crítica cuando de dificultades probatorias se trate. 3.3.- Tratamiento y enfrentamiento del problema por doctrina nacional. La doctrina nacional es unánime en notar que los hechos que configuran algún tipo de simulación constituyen hechos difíciles de probar. Pero, si bien esto es así, también entienden que este tipo de prueba no es imposible, es más, los actores deberán, la mayoría de las veces, 85 Salas, J., Estudios de derecho procesal, Colección de Estudios, Primera Edición, Editorial Lexis Nexis, Santiago 2006, p. 296. 21 estudiar de manera profunda y acuciosa tanto los medios probatorios como la forma en que los harán valer en el juicio, lo que les asegura cierto éxito en la misión. Novoa Monreal, cataloga la prueba de la simulación como una de las cuestiones de mayor transcendencia en el estudio de la institución, debido fundamentalmente a la dificultad que acarrea y a la diferenciación que se da respecto de quienes intenten la acción de simulación86. En razón de esta diferenciación es que “los terceros deberán invocar especialmente la prueba de las presunciones, ya que las partes tratarán siempre de ocultar la verdadera declaración de voluntad… esta prueba no puede improvisarse.”, y si bien es un tema difícil no es imposible de lograr87. Parra, por su parte, también reconoce las dificultades que existen en demostrar la apariencia, señalando que muchas veces son poco menos que invisibles88; sin embargo, si bien esta prueba es difícil, no imposible de obtener89. Por su parte, Diez Duarte, sostiene que el mayor problema que se presenta en la prueba de la simulación es el de precisar los medios probatorios con que contarán las partes o los terceros, debiendo determinar en razón de ello primeramente la naturaleza jurídica de la simulación, esto es, si se trata de un acto jurídico o de un hecho jurídico90. Asimismo, Paillas postula que en estos casos la prueba de la simulación se encuentra efectivamente en una situación la cual es necesario estudiar y analizar de forma profunda. No obstante, tampoco trata el tema como un problema de difícil solución sino que sólo sostiene que la prueba en estos casos estará determinada por quien alegue la simulación por lo que corresponderá a él probarla. La situación de la prueba posteriormente quedará establecida de acuerdo al medio probatorio que se utilice y en especial a quién ejercerá la acción de simulación91. Los autores nacionales entre ellos Vodanovic, Fueyo, Alessandri y López Santa María si bien comentan la prueba en hipótesis de simulación, tampoco identifican el conflicto existente, y sólo se limitan a señalar que la prueba de estos casos quedará determinada por quién sea el titular de la acción y los medios probatorios a utilizar. Finalmente, Peñailillo va más allá, y es el único autor que descubre un cierto grado de problemática en la cuestión, enunciando de manera específica cuales serían los conflictos o 86 Cfr. Novoa Monreal, E., La simulación de contrato en el Código Civil chileno, teoría jurídica y práctica forense, Imprenta Chile, Santiago 1957, p. 115. 87 León, A. op. cit., La voluntad…, p. 144. 88 Cfr. Parra, R. op. cit., Tomo II, p. 1017. 89 Cfr. Parra, R. op. cit., Tomo II, p. 1021. 90 Cfr. Diez, R. op. cit., Contrato simulado, estructura civil y pena, teoría jurídica y práctica forense p. 138. 91 Cfr. Paillas, E., op. cit., pp. 51 a 53. 22 consecuencias que se suscitan en casos que envuelven hechos difíciles de probar, especialmente cuando se trata de casos de simulación92. Ahora bien, luego de examinar la doctrina nacional que aborda el tema de la simulación, habrá que arribar a la conclusión que si bien se identifica el núcleo central del conflicto que se produce en estos casos en cuanto a que se trata de un asunto complejo debido a la dificultad que puede conllevar el probar este tipo de hechos, no es capaz de explicar el fondo de la cuestión, como si lo hace notar parte de la doctrina comparada, la que da algunas señales claras en cuanto a cómo enfrentar la problemática. La comparación en este sentido con las doctrina española es inevitable, ya que advierten con claridad que probar la simulación presenta mayor dificultad que la de probar cualquier otro hecho, ya que quien pretenda demostrarla deberá enfrentar una muralla jurídica que aparenta un estricto apego a las normas jurídica vigentes93; agregar que la legislación de ese país tampoco contempla una regulación expresa de la simulación como fenómeno jurídico94, por tanto, se ha propuesto establecer mecanismos y técnicas jurídicas que pretenden facilitar la prueba en ciertos supuestos en los cuales un determinado litigante tendrá dificultades importantes en aligerar su carga probatoria u onus probandi95. La mayor parte de los autores españoles al igual que la nuestros también consideran que las presunciones en un lugar privilegiado, María Carcaba, opina que es preciso “proporcionar a los terceros ajenos a la simulación un amplio abanico de medios probatorios, admitiéndose con un valor inusual la prueba de presunciones, en base a la cual, se puede llegar a evidenciar la ficción de un negocio, incluso aunque conste en documento público”96. No sería justo, a su parecer, imponer la carga de la prueba al tercero que tiene conocimiento del negocio pero del cual no ha sido parte. Recalca, que de forma muy excepcional los terceros contarán con un tipo de prueba como lo es la contraescritura, en los demás casos necesariamente la prueba por testigos y las presunciones judiciales serán las mejores opciones97. Albaladejo por su parte, advierte que probar la simulación es un resultará mucho más difícil que probar cualquier otro hecho98; sostiene que “muchos de los medios de prueba de los que normalmente se hace uso no pueden ser aportados para probar la simulación, sin embargo, hay ciertos indicios y presunciones que adquieren un papel relevante que solo o en conjunto 92 Cfr. Peñailillo, D., op. cit., Cuestiones Teórico…, pp. 25 y 26. 93 Cfr. Albaladejo M., La simulación, Edisofer S.L Libros Jurídicos, Madrid 2005, pp. 203 y 204. 94 Cfr. Carcaba, M., La Simulación en los Negocios Jurídicos, Librería Bosch, Barcelona 1986, p. 129. 95 Cfr. Ormazábal, G., Carga de la prueba y sociedad de riesgo, Marcial Pons Ediciones Jurídicas y Sociales, S.A, Barcelona (2004), p.9. 96 Carcaba, M., op. cit., p. 119. 97 Cfr. Carcaba, M., op. cit., pp. 130 y 131. 98 Cfr. Albadalejo, M., op. cit., p. 203. 23 con otros medios de prueba llevan a la convicción que tal o cual acto puede ser tachado de simulado”99. 3.4.- Análisis de aspectos problemáticos. Analizada la doctrina autorizada, no queda menos que destacar ciertos puntos que nos llevan a entender que el tema de la prueba de la simulación acarrea algunos inconvenientes que claramente son necesarios mencionar. Como primera cuestión que hay que tener presente es que la falta de prueba en casos de simulación significa que el acto aparente produce todos sus efectos, de modo que el acto ostensible continúa existiendo100; siendo esto así, es imperiosa, para los interesados, la necesidad de contar con una prueba que permita al tribunal dar por acreditadas las hipótesis de simulación. Sin embargo, que esta idea se complica cuando la libertad del juez para formar convicción respecto de un determinado hecho, se ve mermada por las exigencias que le imponen los propios mandatos legales, como ocurre en nuestro sistema de ponderación de prueba; más aún, la doctrina nacional ha manifestado en varias oportunidades la necesidad de una reforma a este sistema, que sustituya la prueba legal en que el juez es sólo un mero aplicador de la ley (silogismo judicial) a un sistema en que el juez efectivamente cuente con las herramientas necesarias para dar por acreditados los hechos a la luz de las propias pruebas que quedan demostradas en el proceso y de los cuales el juzgador tiene pleno conocimiento101. Si bien en algunos tipos de prueba la valoración se realiza de acuerdo a un sistema de tipo legal, y por tanto la afirmación es correcta, debe ser matizada en el sentido expresado en el primer capítulo a propósito del sistema de valoración de pruebas consagrado en el Código de Procedimiento Civil. Ello por cuanto el sistema vigente en nuestro país no es rígido ni menos inflexible, muy por el contrario el legislador ha proporcionado ciertos espacios de libertad al juez en el contexto probatorio, para que éste de forma soberana aprecie algunos tipos de prueba, situándose, en este entendido, más en un sistema de sana crítica o persuasión racional; por tanto y como ya se decía antes, el sistema que impera en Chile sería uno de tipo mixto que alberga ambos sistemas. Esto último también se plantea en el sistema español de valoración, cuyo ordenamiento procesal se rige asimismo por un sistema mixto, lo que quiere decir que se ha combinado un sistema de prueba legal con uno de sana crítica. Pero en el caso español, en general, la valoración acorde a la sana crítica procede para todos aquellos supuestos en que no exista 99 Albaladejo, M. op. cit., p.204. 100 Cfr. Paillas, E., op. cit., La simulación…, p. 51. 101 Cfr. Duce, M., op. cit., p. 66. 24 regulación legal al respecto102; por tanto, podría entenderse que la sana crítica constituye la excepción siendo la regla general la prueba legal o tasada. El sistema nacional más que establecer una regla general y una excepción, lo que hace es señalar en la ley cuales serán las reglas por las cuales se regirán los jueces dándole cierta discrecionalidad en determinados supuestos, no dejando ningún margen ni norma de clausura o residual que sostenga que cuando no exista norma al respecto se entenderá que en esos casos las reglas de la sana crítica. Luego, la acreditación de un hecho de difícil prueba, como la simulación, requiere del juzgador una apreciación aún más acabada, de lo contrario, para los interesados en su declaración, será realmente difícil llegar a sostenerla sin una prueba directa que le permita demostrar la verdad de los hechos y que le permitan posteriormente al juez dar por plenamente establecidas los hechos constitutivos de un acto simulado. Este punto problemático también se relaciona directamente con los sistemas de valoración de prueba, como ya se expresó, el que influirá de manera decisiva en las decisiones que el juez deba tomar. En el caso de los sistemas de prueba tasada como el nuestro, con las salvedades que ya mencionadas, la decisión del juez estará limitada y contorneada por la valoración explícita que hace de ella la ley y en determinados supuestos por ciertos de ciertos espacios de discrecionalidad que la misma le concede. Peñailillo es uno de los autores que detecta con cierta precisión y claridad el conflicto que se enfrenta cuando de lo que se habla es de la prueba de la simulación103. Este autor entiende, en consideración a las presunciones como medio probatorio fundamental de la simulación y al rigor probatorio consagrado en el procedimiento nacional, que se provocan dos consecuencias probatorias importantes y que llaman la atención respecto a la institución. La primera de ellas es que la valoración de los medios de prueba debe efectuarse, en países en los que impera una prueba legal o tasada como identifica al nuestro, dejando de observar en alguna medida la rigurosidad que impone un sistema de ese corte104. Esta aseveración nos lleva a pensar que, a priori, existe una transgresión a la regulación legal del sistema probatorio, especialmente de las normas reguladoras de la prueba, por cuanto las circunstancias que envuelven la prueba de la simulación no dan lugar a respetar y aplicar con tanta rigurosidad el mandato legal en relación con el conocimiento que efectúa el juez. Notada esta primera cuestión, hay que mencionar que el autor sostiene que en nuestro sistema “impera” un sistema de prueba legal, de ello se puede colegir que también entiende que nuestro sistema definitivamente no es puro sino que también contiene una regulación que contempla otro tipo de valoración como lo es la sana crítica. Si es que esta última afirmación no fuera así, se acentúa aún más la creencia de la presencia de un sistema mixto, ya que es rigurosamente cierto que en el caso chileno habrá 102 Cfr. Montero, op. cit., pp. 615 a 622. 103 Cfr. Peñailillo, D., op. cit., Cuestiones Teórico…, p.26. 104 Ibídem. 25 que hacer una diferencia en cuanto al tipo de prueba del cual estemos hablando, debido a que la regla de la prueba legal de valoración que establece el valor especifico de la prueba no se aplica a todos los medios probatorios, existen algunos en los cuales el legislador brinda al juez espacios de libertad suficiente como para que haga una valoración más apreciativa o empírica que legal. “Nuestro sistema ha realizado un adecuado equilibrio entre los sistemas de prueba legal y persuasión racional o sana crítica, y en los casos en que se quiere dar al juez mayores facultades, se dispone que la prueba se apreciará en conciencia (o usando expresiones similares)”105. Seguidamente, advierte Peñailillo, no hay que olvidar que en un sistema de prueba legal no será fácil para el juez eludir la valoración de las prueba a la luz de las normas que su legislación le impone, pero, no es menos cierto que aún en regímenes de este tipo, es normal que le se le deje un margen de apreciación prudencial del juez, que aminorará el rigor probatorio de los medios de prueba, que se manifestará especialmente en caso de pruebas de simulación106. Este planteamiento demuestra de forma más o menos evidente la raíz del problema que se erige en materia de simulación, esto es, su prueba. Lo principal es comprender que efectivamente la prueba de la simulación por parte de terceros (los que no han participado como parte del acto simulado) tiene un grado de complejidad mayor que la prueba de cualquier otro hecho, y que esa circunstancia viene dada por el conocimiento que hará el juez a su respecto, pero también, y en la misma medida, del sistema probatorio que se consagra en cada ordenamiento jurídico, la elección de uno u otro o de su combinación serán los que en definitiva hagan de esta prueba una como la de cualquier otro hecho o una de difícil o casi imposible demostración. Como segunda cuestión se encuentra el posicionamiento de las presunciones como medios probatorios por excelencia en casos de difícil prueba. Se puede observar que en materia de simulación, la prueba por presunciones tiene, como se señaló antes, un lugar privilegiado y constituye una prueba de influencia decisiva, “es la única actitud equitativa si se quiere conceder verdaderamente una opción al demandante de llegar a tener éxito. Sin las presunciones habitualmente las demandas se verían rechazadas por la falta de pruebas directas, que no van a existir y, de existir, no estarán al acceso del demandante, ni siquiera con el auxilio del juez para pesquisarlas”107. Respecto de este punto, existe cierto consenso en concebir que la utilización de las presunciones como formas de acreditar la simulación indudablemente es la más efectiva, sin embargo, no es menos cierto que las presunciones no son medios de prueba y que en realidad existe cierta confusión por parte de la doctrina nacional en caracterizarlas de esta forma; las presunciones son razonamientos que hace el juez pero que no constituyen medios probatorios 105 Paillas, E., op. cit., Estudios de derecho…, p. 30. 106 Cfr. Peñaillillo, D., op. cit., Cuestiones Teórico…, p. 26. 107 Ibídem. 26 a los que la ley dote de un determinado valor; por otro lado, y lo que efectivamente se ve con recelo es su indiscriminado uso cuando de hechos de simulación se trata, lo normal y querible es que este tipo de hechos fueran probados mediante los medios que franquea la ley y a los cuales dota de valor, pero, en el estado de cosas actual, es bastante complejo que un tercero logre probar la simulación si no es por presunciones, rara vez un tipo de simulación puede llegar a ser probada sino es por esta vía, situación que se presenta, en términos similares, en el ámbito español108. A mi entender, a las consideraciones manifestadas anteriormente, y el fondo de la disputa, se traslada a una esfera más filosófica que jurídica, ello por cuanto la pregunta principal a la que le daremos respuesta es saber si con las pruebas planteadas en nuestro proceso se puede llegar a obtener la verdad de los hechos. Esta verdad es deseable en cuanto uno de los fines del proceso debe ser su búsqueda, además, claro está, de otros valores que se manifiesta en la propia legislación adjetiva. Ahora, hay que aclarar que un sistema en el cual la prueba es valorada de acuerdo a un sistema de prueba legal o tasada “se encuentra presente con mayor claridad el distanciamiento entre una realidad o verdad que plantean las partes y una verdad formal que se asume con fuerza de regla especial como la única vinculante para el juez y las partes”109. Respecto, específicamente al sistema nacional, que combina tanto un sistema de prueba legal para la aportación y valoración de determinados medios probatorios como también las reglas de las san crítica para otros. En este sentido, podría decirse que el sistema chileno al hacer esta combinación permite una adecuada inteligencia del juez respecto de las pruebas aportadas al proceso sobre todo en cuanto pueda llegar a la verdad de los hechos. En este sentido, el conflicto central con el que tiene que lidiar el juez, es que finalmente “el proceso constituye un contexto jurídico, regulado por normas, que además afecta de una forma que no puede obviarse, precisamente a la modalidades de la prueba de los hechos”. El hecho a probar se determina cuando éste es el presupuesto para la aplicación de las normas en un determinado caso; no se puede hablar de hechos, entonces, separándolos completamente del derecho o apartando sus implicancias jurídicas, por tanto siempre ellos se establecen sobre la base de criterios jurídicos. El derecho, en definitiva, es el que define lo que en el proceso constituye un hecho110. Sumado a lo anterior, habrá que analizar la simulación como fenómeno a probar. Como antes se expresó, la simulación consta de dos hechos relevantes a la hora de ser probados, el primero que se constituye como el hecho material u ostensible que se deja ver a la realidad jurídica, y el segundo como un hecho no material u oculto, que en cambio, es ajeno a este entorno. Este segundo hecho, que se torna cuestionable, puede ser catalogado como un hecho 108 Montero, J., op. cit., La prueba…, pp. 280 y 290. 109 Taruffo, M. Páginas sobre justicia civil”. Proceso y Derecho. Editorial Marcial Pons, Barcelona 2009, p. 290. 110 Taruffo, M. La prueba de los hechos, Editorial Trotta, Madrid 2002, pp. 90 a 92. 27 psíquico, “se trata, esencialmente, de hechos que pertenecen a la esfera psicológica, sentimental o volitiva de determinados sujetos y consisten en sentimientos, valoraciones, actitudes, intuiciones o voluntades111. Ahora bien, este problema de probar el hecho psíquico o no material puede ser fácilmente solucionado en aquellos casos en que la voluntad del sujeto se encuentre, efectivamente, declarada en algún documento que le sirva de respaldo, en estos casos no habrá mayores inconvenientes; sin embargo, el problema converge cuando no existe tal declaración, y se vuelve aún más complejo cuando si bien existe algún tipo de declaración al respecto esta se encuentra viciada, o no corresponde con la voluntad real del sujeto, no es clara o en definitiva que es simulada. Luego, habrá que escudriñar nuevamente en las modalidades mediante las cuales puede ser probado un hecho no material que solo existe en la esfera volitiva del sujeto y de la cual no se cuenta con otras pruebas razonablemente directas de ello112. Se deberán, desde luego, reconstruir estos hechos síquicos mediante otras modalidades de prueba, salvo cuando se tratare de declaraciones del propio sujeto, caso en el cual el juez deberá examinar estas declaraciones del modo más conveniente. Pero, si no se cuenta con las declaraciones de los propios sujetos y además claro no se cuenta con pruebas directas, el “problema de los hechos no materiales se vincula directamente al problema de la prueba inferencial o de presunciones, en la que, precisamente, el hecho a probar es típicamente derivado de otros hechos, aptos para fundamentar argumentos a favor de la existencia de aquel hecho”113 A este último escenario es al que nos enfrentaremos cuando se realice el análisis de las sentencias, en las que quedarán de manifiesto las actitudes que emplean los sentenciadores cuando se presenten este tipo de hechos a su conocimiento. Como bien se señaló en este apartado, las consecuencias que se provocan a este respecto son de gran importancia en el estudio de la institución, además de sus repercusiones en otras instituciones jurídicas como lo son las normas reguladoras de la prueba y el sistema de valoración de las mismas, que es en definitiva lo que se querrá demostrar y en lo que se basa el presente tema de tesis. 4.- Capítulo III: Análisis jurisprudencial. 4.1.-Análisis de Jurisprudencia de Corte Suprema de Justicia. 4.1.1 Consideraciones previas. 111 Taruffo, M., op. cit., p. 159. 112 Taruffo, M., op.cit., p.162. 113 Taruffo, M., op. cit., p. 164. 28 Este apartado tiene como objetivo presentar y analizar el problema probatorio específico que se plantea en nuestros tribunales cuando los terceros (que no son parte del acto o contrato simulado) incoan demandas de simulación. Para llevar a cabo esta misión se analizarán todas las causas sobre juicios de simulación que fueron conocidas por la Corte Suprema, sondeándose las sentencias dictadas a partir del año 2000 hasta el 2011. De este universo de sentencias, 23 serán las utilizadas para el estudio. Las sentencias seleccionadas constituyen el objeto central del pleito y el hecho a probar, las demás fueron desechadas primero, porque generalmente tenían que ver con peticiones subsidiarias de los actores, en las cuales pocas veces era relevante su discusión; y segundo, porque el demandante era parte del contrato simulado y no tercero. Habrá que dejar en claro que el examen referido a las mencionadas sentencias, partirá de la valoración que efectúen los jueces de primera instancia (juzgados civiles o de letras). Y esto es así en la medida que es importante analizar su proceder, en cuanto son ellos quienes fijan los hechos substanciales, pertinentes y controvertidos a probar, los que posteriormente son inamovibles por los demás tribunales; y además porque tienen como función fundamental valorar la prueba lo que en definitiva es lo que interesará. En otro sentido, los roles expresados a lo largo de estas páginas serán de Corte Suprema, ello con la finalidad de facilitar su posterior búsqueda. Las sentencias escogidas serán exploradas de acuerdo a ciertos criterios, con lo cual se querrá demostrar, fundamentalmente, si los jueces nacionales transgreden o no las normas que regulan los medios probatorios y si esto es así en qué medida; además de ver cuál es la actitud de los jueces frente a la misión de valorar la prueba rendida en este tipo de casos, y qué es lo que ocurre finalmente con estos supuestos que entrañan dificultades probatorias. I.- Medios de pruebas aportados en juicio. Como ya se mencionó, los terceros que ahora son partes del litigio, pueden utilizar todos los medios probatorios que disponga la ley, ya que para ellos la simulación constituye un delito civil, ergo, rigen las reglas de la responsabilidad extracontractual, que en los medios probatorios a recurrir no tienen límites. Se observa, en este sentido, que los terceros, en todos los casos, se valdrán para desvirtuar un instrumento público como lo es la escritura pública de la prueba confesional y de la prueba testimonial, y en menor media la prueba instrumental consistente en instrumentos privados; de las sentencias analizadas sólo en tres casos se verificó el uso de la prueba pericial; el primero de ellos la causa rol 2545-2009114 en que se aporta por la demandante un informe pericial que el tribunal le dio valor de medida para mejor resolver porque fue elaborado al 114 Sentencia Corte Suprema, rol 2545-2009, Castle Gold Investment Corp con Inmobiliaria Los Nogales Ltda y otros. 29 margen del proceso; recordar que el juez puede valorar la prueba pericial con libertad y por ende darle ese valor; en la causa rol 4068-2009115 en que se aportaron cuatro peritajes, cuya finalidad era demostrar era que el precio supuestamente pagado por el vendedor era bastante inferior al precio real que detentaba la propiedad. El juez decidió no otorgarle valor ya que, a su parecer, este no revestía el carácter de informe de peritos por cuanto no fue solicitado por las partes en el término probatorio; por último, encontramos la causa rol 7372-2008116, en este caso es el tribunal el que solicita el trámite señalando que valorará esta prueba de acuerdo a las normas de la sana crítica. Y una vez, se procedió la inspección personal del tribunal respecto de la causa rol 4891-2004117. En algunos casos las partes presentan todos los medios probatorios de que los dota la ley, así encontramos la causa de la causa rol 1652-2007118, las pruebas aportadas en el litigio fueron la prueba documental que consta de la escritura pública objeto de debate, además de instrumentos privados como lo son estado de cuenta y cotizaciones previsionales del demandado, y prueba de testigos que finalmente desvirtúan el instrumento público. También se presenta toda esta prueba en la causa rol 1979-2009119, consistentes en instrumentos privados consistente en informes bancarios de la demandada, de SII, de la Secretaría de Educación. En las causas rol 4744-2010120, 3277-2001121, 1685-2009122, 6537-2009123, 1982009124, 1398-2004125, 1189-2005126, al igual que las anteriores, se quiere desvirtuar pruebas directas de las partes, mediante prueba testimonial y confesional. En los demás casos, se acude sólo a la prueba documental, o ésta en combinación con la prueba confesional o testimonial. Respecto de este criterio hay que hacer notar ciertas situaciones. Lo primero, es que en todas las sentencias analizadas lo que se pretende es desvirtuar una prueba directa como lo es el instrumento público mediante las pruebas testimonial y confesional. En el 100 % de las estas sentencias el engaño se plasma en una escritura pública que claramente no da cuenta del acto oculto. Generalmente se trata de enajenaciones de bienes inmuebles cuya venta o cesión según lo establece la ley debe ser celebrada con esta solemnidad. 115 Sentencia Corte Suprema, rol 4068-2009, Rosas Aravena y otro con Rosas Aravena. 116 Sentencia Corte Suprema, rol 7372-2008, Toledo Farías y otros con Toledo Farías. 117 Sentencia Corte Suprema, rol 4891-2004, Leo Luque y otros con Woppke Gonzalez y otros. 118 Sentencia Corte Suprema, rol 1652-2007, Macías González y otros con Triviño España. 119 Sentencia Corte Suprema, rol 1979-2009, Viedma Candia con Acuña Ledesma y otro. 120 Sentencia Corte Suprema, rol 4744-2010, Pereira Valdés con Pereira Luna y otros. 121 Sentencia Corte Suprema, rol 3277-2001, Frías Larraín con Bravo Alvarado. 122 Sentencia Corte Suprema, rol 1685-2009, Santibáñez Quezada con Santibáñez Quezada. 123 Sentencia Corte Suprema, rol 6537-2009, COPEFRUT SA con Agrícola El Duraznillo Ltda. y otros. 124 Sentencia Corte Suprema, rol 198-2009, Castro con Morales y otros. 125 Sentencia Corte Suprema, rol 1398-2004, Lapido con Lapido. 126 Sentencia Corte Suprema, rol 1189-2005, Sabathier con Muñoz. 30 Lo segundo, es que los terceros, al momento de interponer la demanda y probar los hechos no cuentan con ninguna prueba directa del engaño ni menos con algún tipo de contraescritura que las partes hayan celebrado con posterioridad al negocio ostensible. De las 23 sentencias analizadas sólo en un caso (causa rol 3863-2006127) se presenta la declaración unilateral de voluntad, en los demás casos la regla es una contraria: no existe prueba directa del engaño. Esto hace que asunto se complique porque el juez tendrá la difícil misión de indagar o escudriñar en un hecho sicológico, del fuero interno del sujeto como lo es su voluntad, que en la mayoría de las ocasiones se manifiesta en un acto que cumple con todos los requisitos legales de existencia y validez, cuya falta a la verdad será muy difícil de acreditar. II.- Valoración de la prueba. a) Ausencia de motivación de las sentencias. La valoración de la prueba en los casos investigados constituyen un tema fundamental; es en esta parte donde se concentrarán los esfuerzos de los terceros para tratar de acreditar algún supuesto de simulación, y además porque la ponderación de las pruebas se relaciona directamente con la forma en que los jueces de cada instancia justifican sus decisiones. Respecto de este último tema, la Corte Suprema ha manifestado en reiteradas ocasiones “que las consideraciones de hecho y de derecho que exige la ley tienen por objeto que el tribunal desarrolle, en cada caso y para cada una de las conclusiones, los razonamientos que determinan su fallo, como también que lo juzgado y lo resuelto guarden conformidad con la prueba rendida y con la ley. Dichas consideraciones tienden a asegurar la justicia y legalidad de los fallos y así proporcionar a los litigantes los antecedentes que les permitan conocer los motivos que determinaron la decisión del litigio para la interposición de los recursos por medio de los cuales fuere posible la modificación o invalidación de los mismos”128. Notamos en este entendido, algunos fallos que merecen la atención; por ejemplo lo que ocurre en la causa rol 1189-2005129. En este caso se acciona por simulación absoluta de un contrato de compraventa celebrado entre la madre del demandante y la demandada, la prueba rendida a su respecto se sitúa en la testimonial, presentada por ambas partes, y la confesional de la demandada solicitada por el demandante. El tribunal de primer grado, no efectúa análisis a su respecto ni menos proporciona las razones de tal ponderación probatoria, su decisión, como podía esperarse, se asienta en entender que no existía ningún tipo de simulación porque no se cumplía con los requisitos para su procedencia, especialmente en cuanto a que del 127 Sentencia Corte Suprema, rol 3863-2006, Fernández con Sociedad Inmobiliaria Cerro Blanco y otros. 128 Causa rol 1189-2005. 129 Sentencia Corte Suprema, Rol 1189-2005, Sabathier con Muñoz. 31 contrato no se infiere intención alguna de engañar a terceros sino que todo lo contrario; por tanto, la convención es perfectamente válida (este es su argumento más importante), no obstante, existir una confesión de la propia demandada, quién acepta que la compraventa en cuestión había sido simulada, y que si bien la escritura contiene un precio, éste nunca fue pagado porque la venta había sido celebrada con el propósito de donar y no de vender, afirmación es corroborada por 5 testigos contestes que dan razón de sus dichos, a los cuales el juez valora como simples testigos, cuya declaración no es suficiente para controvertir el tipo de prueba presentado, esto es, la escritura pública a la cual dota de un valor inobjetable. El tribunal de segundo grado tampoco estimó este hecho volviendo a desestimar la demanda por falta de los requisitos atingentes a la simulación. No es sino la Corte Suprema que, a diferencia de los tribunales anteriores, realiza una estimación distinta de los hechos, entendiendo que efectivamente se cumplían los requisitos procedentes y que la valoración de la prueba que efectuaron los tribunales inferiores fue errónea. La Corte, cambia de criterio, por cuanto se basa en entender que las instancias omitieron efectuar, en la forma que prescribe la ley, las consideraciones que resultaban pertinentes respecto de la prueba rendida, especialmente por cuanto la demandada confiesa los hechos sin que los jueces realizaran consideración alguna a su respecto; decide, por tanto, acoger el recurso de casación en la forma, argumentando que de los hechos expuestos puede entenderse que la inexistencia de un precio y de su pago como lo corroboró la propia demandada, hace presumir la existencia de una simulación, ya que si no hubo precio realmente las partes de la compraventa se concertaron para la celebración de otro tipo de negocio, negocio oculto que a la muerte de la vendedora claramente hubiere ingresado a la masa hereditaria. La falta de motivación también se observa en la causa rol 1652-2007130. En primera instancia, se le solicita al juez conocer de una causa en la cual se quiere desvirtuar por simulación absoluta la compraventa de bien raíz celebrada por escritura pública, mediante la presentación de la prueba documental consistente en la escritura pública en cuestión y de instrumentos privados no objetados consistentes en cotizaciones previsionales, estado de cuenta de suministros básicos, entre otros; y de la prueba testimonial consistente en dos testigos conteste en los hechos y sin tachas. El juez, no realizó la valoración de la prueba rendida en la forma que estipula la ley, se limitó a concluir que en la compraventa no existió ánimo de vender por una parte ni de comprar por la otra, ya que se efectúo con el único ánimo de engañar a terceros, declarando la existencia de simulación absoluta del contrato objeto de litigio. Por esta argumentación simplista y sin justificación es que se apela a esta decisión. La Corte de Apelaciones de Punta Arenas sostuvo que de la prueba presentada anteriormente se desprenden indicios los cuales hacen presumir que la compraventa en cuestión es simulada. Le otorga el valor de plena prueba al testimonio de los dos testigos antes mencionados y razona en el sentido que se trata de un tipo de simulación relativa y no absoluta como lo había 130 Macías González y otros con Triviño España. 32 establecido el tribunal de primera instancia, revocando la sentencia anterior, veredicto este último confirmado posteriormente por la Corte Suprema. Situación análoga se percibe en la causa rol 4744-2010131, cuyo hecho a probar es el pago del precio de varias compraventas celebradas entre el padre (en circunstancias que se encontraba en sus últimos años de vida) y sus dos hijas y un hijo de crianza. El juez de primera instancia otorga a estas escrituras públicas el valor de plena prueba, insistiendo que no se admitirá prueba alguna en contrario, además de que la prueba testimonial presentada por las demandas así también lo reconoce. En su somera justificación señala que la prueba rendida por la demandante es insuficiente para desacreditar el instrumento público, y que para la acreditación de algún tipo de simulación se requiere de una testimonial contundente para invalidar las declaraciones consignadas en las escrituras, ya que las convenciones habían ya producido sus efectos, pues los testigos no tienen, a su parecer, un conocimiento personal del negocio, no existiendo por tanto voluntad alguna de perjudicar a terceros, rechazando la demanda. Escenario parecido se manifiesta en la causa rol 3543-2005132, en primera instancia, los jueces entendieron que la simulación era evidente, de la prueba documental allegada al proceso se presume la mala fe de los demandados por cuanto el vendedor mantenía una deuda con una institución financiera, y vendió el inmueble sabiendo que lo afectaba una prohibición de celebrar actos y contratos y además de que ya la propiedad se encontraba rematada por el banco. Sin embargo, la Corte de Apelaciones revoca el fallo de primera instancia, limitándose a realizar un somero análisis de la prueba rendida, arguyendo que de este caso no surgen presunciones suficientes para demostrar que esta compraventa fue celebrada con el objeto de burlar a este tercero, en tanto que tampoco se aportaron pruebas suficientes para entender que existía simulación, es más a su entender, los actos y contratos contiene en sí misma una presunción de validez, ergo, afirmar que un acto o contrato jurídico es nulo significa destruir una situación jurídica ya establecida. Interpuesto recurso de casación en la forma, la Corte Suprema se limitó a señalar que no hubo violación de las normas, que en este sentido la Corte de Apelaciones había apreciado la prueba de acuerdo a la ley. Sin embargo, la mala fe y la falta de consentimiento de este caso es evidente y así lo manifiesta el voto disidente del ministro Muñoz de la Corte Suprema en que a su parecer, efectivamente hubo infracción de norma ya que de las pruebas aportadas surgen presunciones que resultan ser graves, precisas y concordantes que hacen entender que en este caso si hubo simulación. La carencia de motivación también es patente en la causa rol 2545-2009133 en la cual el juez del fondo no realiza una valoración de la prueba rendida ni señala de forma clara cuál es la razón por la cual rechaza la demanda, incurriendo en un error manifiesto al sostener que la 131 Pereira Valdés con Pereira Luna y otros. 132 Sentencia Corte Suprema, rol 3543-2005, Ahumada Morales con Hernández y otro. 133 Castle Gold Investment Corp con Inmobiliaria Los Nogales Ltda y otros. 33 demandada no es acreedora de la demandada, constando esta situación en un fallo arbitral que así lo resolvía y del que daba cuenta de la litigiosidad del asunto. La falta de justificación de las sentencias por parte de nuestros jueces agravan el problema de la dificultad probatoria que genera la simulación, el escaso análisis de los fundamentos de su decisión se ve reflejado en la tendencia de los actores a recurrir en contra de las sentencias tanto de primera como de segunda instancia. b) Infracción de normas procesales. La existencia de otro problema también llama poderosamente la atención, la infracción de las normas reguladoras de la prueba queda de manifiesto en ciertas causas en las cuales el juez concede de valor probatorio a medios de prueba que necesariamente deben cumplir ciertos requisitos para ello. Es lo que sucede en la causa rol 1652-2007134, las pruebas documentales presentadas son estados de cuenta de gas, luz y agua y certificado de cotizaciones obligatorias, de los cuales el juez se limita a decir que esta prueba no se encuentra objetada por la contraria. Sin embargo, jamás se realizó el trámite de reconocimiento de los documentos en cuestión, no obstante ello el juez al motivar su decisión hace alusión a ellos directamente valorándolos como prueba reconocida en juicio, arribando a la conclusión que existió simulación absoluta en este caso. Posteriormente la Corte de Apelaciones conoce de esta causa, acepta las pruebas de la misma forma que el tribunal a quo, estimando que de los instrumentos privados no objetados emanaban indicios presunciones que hacen razonar la existencia de simulación. La Corte Suprema, por su parte, señala que los jueces del fondo recurrieron a la prueba de testigos en forma conjunta con la documental, siendo esta valoración conforme a la ley, por tanto, rechazando el recurso de casación en el fondo. En la causa rol 4744-2010135 también se verifica esta situación. Las demandadas para probar su capacidad económica presentan prueba documental consistente en dos certificados de cotizaciones emitidos por AFP Hábitat y PROVIDA y un finiquito laboral suscrito entre Forestal Santa Mercedes Ltda. y una de las demandadas. Estos documentos tampoco fueron objetados por las partes, por tanto el sentenciador argumento que de estos documentos se desprende que las demandadas tenían la capacidad económica suficiente para obtener bienes, por tanto tampoco hubo reconocimiento de los instrumentos. Situación similar ocurre en la causa rol 3863-2006136, en que se presentó por la demandante los siguientes instrumentos privados: libreta de ahorro del Banco del Estado de Chile a nombre de la causante, Oficio del Servicio de Impuestos Internos, y Libros de balances 134 Macías González y otros con Triviño España. 135 Pereira Valdés con Pereira Luna y otros. 136 Fernández con Sociedad Inmobiliaria Cerro Blanco y otros. 34 contables de la empresa Inmobiliaria Cerro Blanco S.A., a estos últimos el tribunal no le dio valor probatorio debido a que carecían de los timbres y sellos del órgano público responsable. Respecto de los otros documentos, si fueron objetados por las partes no hay registro, por lo que se infiere que no hubo objeción. En la causa rol 1398-2004, también se presentaron documentos privados los que no pasaron por el trámite de reconocimiento que impone la ley, el documento presentado aquí es una ficha clínica del causante y padre tanto de las demandantes como de la demandada emitida por el Hospital de la Seguridad, liquidación de arriendo y pólizas de seguros. Lo mismo ocurre en la causa rol 1189-2005137, en que tanto demandante como demandada allegan al proceso una serie de instrumentos privados, el demandante proporcionó al tribunales: fotocopia de factura de servicio funerario, certificado de la Unidad Coronaria Móvil, Certificado del I.N.P.; por su parte la demandada: quince exámenes de diversos laboratorios clínicos, tres boletas de compra de remedios de la Farmacia Cruz Verde, veinte recetas emitidas por diferentes médicos, comprobante de ingreso en el Cementerio General. El juez de este caso no realiza examen alguno ni análisis respecto esta prueba, no obstante ello, señala que estas pruebas fueron presentadas en el juicio, otorgándole valor probatorio. Por su parte la causa rol 1685-2009138, también se presentó prueba documental consistente en oficios de Policía Internacional sobre salidas e ingresos del país del demandado y la actora, declaración de impuesto a la renta de la demandada, dos copias de pagaré emitido por el Banco Santander, a las que también se señala que son pruebas no objetada, sin embargo tampoco se observa el trámite de reconocimiento previsto para este tipo de instrumentos. Por último, en la causa rol 1979-2008139 se allega al juicio la siguiente prueba documental: copia de oficio de la Secretaría Ministerial de Educación II Región, memorando suscrito por el Agente del Banco Estado de Antofagasta, oficio del Director Regional del S.I.I, ord. de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras, se le dota de valor por cuanto no han sido objetadas, pero tampoco pasan por el trámite de reconocimiento previsto para ello. La vulneración de las normas reguladoras de la prueba se manifiesta de forma precisa en las pruebas documentales consistentes en instrumentos privados, cuyos requisitos para su procedencia no son exigidos por el juez para dotarles de valor. Los documentos privados para que tenga valor probatorio deben tenerse por reconocidos en juicio, en caso que el documento haya emanado de una de las partes puede ser reconocido este documento de forma tácita, pero en caso que quién expida el documento sea un tercero para ser reconocido debe concurrir al tribunal a fin de que declare sobre la autenticidad e integridad del documento, independientemente de si han sido objetados o no así lo ha manifestado la jurisprudencia 137 Sabathier con Muñoz. 138 Santibáñez Quezada con Santibáñez Quezada. 139 Viedma Candia con Acuña Ledesma y otro. 35 nacional; lo que no ocurre en los casos recientemente mencionados ya que el juez sólo manifiesta que estos documentos no han sido objetados por la contraria. Probablemente, esta situación se origine porque efectivamente estamos en presencia de supuestos de difícil prueba, en que el juez inaplicará las normas reguladoras de la prueba a fin de dar por acreditados este tipo de supuesto, y porque generalmente este tipos de prueba le dará indicios de la verdadera voluntad de las partes que de otra forma no podrían obtener. Sin embargo, aún sosteniendo esta hipótesis, nuestros jueces de cualquier forma, vulnera estas normas, ya que en nuestro ordenamiento jurídico no existe ninguna norma, como si existe en el sistema español, que autorice al juez a valorar la prueba de acuerdo a otros criterios cuando se trate de dificultades probatorias. III.- Utilización de las presunciones. El uso de éstas por parte de los jueces es entendible en razón a la prueba de la simulación como se ha hecho notar, sin embargo, su utilización por nuestra jurisprudencia es aún escasa. La mayoría de las veces el juez valora la prueba de acuerdo a las reglas establecidas pero no recurre a las presunciones como medios para acreditar la simulación, esto también se relaciona con el deber que tiene cada juez del país de justificar sus sentencias. Empero, existen casos en los cuales el juez si las utiliza como es lo que ocurre en la causa rol 1652-2007140 en que el juez de primera instancia realiza un razonamiento lógico que se derivan de las pruebas aportadas en juicio. En este caso, como en la mayoría de estas causas, la prueba que se quiere desvirtuar es un instrumento público que constituye plena prueba para las partes, pero que, sin embargo, puede ser derribada por otra plena prueba en contrario. El juez de esta causa le otorga a las presunciones, que a su criterio son graves, precisas y concordantes el valor de plena prueba, por tanto, se desvirtúa el instrumento público en cuestión. A la misma conclusión arriba la Corte de Apelaciones y la Corte Suprema. En la causa rol 1685-2009141 el tribunal de primera instancia también efectúa un razonamiento lógico. La prueba presentada en este caso para desvirtuar la escritura pública de renta vitalicia la constituyen la prueba testimonial, la confesional y el informe de perito. A la luz de éstas pruebas el juez realiza una serie de razonamientos que lo llevan a presumir la existencia de simulación absoluta en el contrato antes mencionado. Se colige de los indicios que sobresalen en el proceso, esto es, la relación de parentesco entre las partes, el deteriorado estado de salud de una de ellas, la falta de necesidad económica para celebrar un contrato de este tipo, y sobre toda la dependencia económica que tenía una parte sobre la otra, que en 140 Macías González y otros con Triviño España. 141 Santibáñez Quezada con Santibáñez Quezada. 36 realidad lo que se pretendía era transferir el dominio de los bienes a título gratuito y no a título oneroso. Por su parte, en la causa rol 1979-2008142 también el juez de primer grado recurre a las presunciones para dar por acreditados los hechos, señalando que de toda la prueba rendida que es la documental, testimonial y confesional, surgen una serie de presunciones que llevar a entender que el contrato objeto de litigio es un acto simulado absolutamente. También se recurrió a las presunciones en los roles 3863-2006143, 6537-2009144, 3371-2006145. La simulación como fenómeno jurídico se torna más complejo, ya que en definitiva de lo que se trata es probar una voluntad distinta a la manifestada en el acto ostensible, por tanto, se requiere de los jueces un paso más, un paso que conduzca a un razonamiento que a falta prueba puede ser sorteado mediante indicios. Generalmente la utilización de las presunciones, como en éstos, será de importancia primordial. Ausencia de presunciones. La ausencia de las presunciones en casos que a mi entender deberían utilizarse es un aspecto a destacar, principalmente porque como se ha dicho latamente a su respecto, este método constituyen la única esperanza de los terceros en orden a tratar de acreditar la existencia de algún tipo de simulación, lo que también se relaciona con la motivación de los fallos que deben realizar los tribunales de justicia. Esta situación que se deja entrever en la causa rol 4408-2010146, el juzgado civil de Quilpué, desestimó la demanda incoada, sosteniendo que los contratos de cesión de derechos sobre dos propiedades perteneciente a la abuela de la demandante cedido a uno de sus nietos, no fue simulado; de la prueba presentada por la demandante no se acredita su existencia, aún cuando respecto de este caso existían indicios claros que hacían procedente su utilización. El hecho principal a probar es el pago del precio por parte del demandado, al respecto se rindió la prueba testimonial, sin embargo, de la sentencia se observa que no se valoró de forma adecuada en cuanto a que los tres testigos manifestaron la carencia de recursos económicos del demandado para pagar el precio de la cesión, además que se adjuntan sus cotizaciones previsionales, las cuales dan cuenta de la inexistencia de las mismas; demás está decir el hecho de que a los contratantes los une un vínculo de parentesco. 142 Viedma Candia con Acuña Ledesma y otro. 143 Fernández con Sociedad Inmobiliaria Cerro Blanco y otros. 144 COPEFRUT SA con Agrícola El Duraznillo Ltda. y otros. 145 Sentencia Corte Suprema, rol 3371-2006, Sammann con Riveros. 146 Sentencia Corte Suprema, rol 4408-2010, Rodríguez González con Rodríguez González. 37 En la causa rol 4744-2010147, su ausencia también es notoria, el juez solo valora la prueba presentada en juicio, pero no hace un análisis profundo al respecto, es más, de este caso surgen indicios contundentes, como el que haya sido otorgado por un padre a dos hijas matrimonial y uno de crianza en desmedro de una hija extramatrimonial reconocida posteriormente, el hecho de que el padre se deshizo de la mayoría de los bienes que conformaban su patrimonio, bienes inmuebles y muebles, y que se hayan efectuado las compraventa en un período de tiempo en que el padre se encontraba en un delicado estado de salud. Los testigos presentados también dieron cuenta de la voluntad del padre en cuanto a donar los bienes a sus hijos. A mi juicio, la no utilización de las presunciones en primera instancia es un error grave, que deja en la más absoluta indefensión al tercero. Lo mismo se deja notar en la causa rol 2545-2009148, en la medida que el tribunal de primera instancia debería haber invocado su uso, ya que del caso sí se desprenden presunciones graves, precisas y concordantes como lo hace notar la Corte de Apelaciones en segunda instancia. El hecho de que la demandante tenga un crédito en contra del demandado, la existencia de un fallo arbitral que condenaba al demandado, por otra parte, la creación de sociedades por parte del mismo en que desvía los recursos y la enajenación de los bienes de la sociedad, que provoca una pérdida del capital de la demandada para resolver la deuda, hacen presumir de forma grave la existencia de una voluntad de extraer de su patrimonio estos bienes con la finalidad de perjudicar los derechos que corresponden al demandante. Se hace presente también en la causa rol 1189-2005149 la falta de utilización de este método de prueba en primera instancia, es más, es la propia demandada quién señala que la compraventa de la nuda propiedad celebrada con su contraparte y madre del demandante no era tal sino que había sido una donación realizada por ella en atención a los cuidados brindados por alrededor de 10 años, a las que unía una relación de amistad, quien además padecía una enfermedad grave, hecho que fue reconocido por cinco testigos que señalan que no se pagó el precio estipulado ya que la demandada carencia de los recursos económicos como para cancelarlo, que dicho sea de paso, era mucho menor al avalúo de la propiedad. El juez de primera consideró que de la prueba rendida no se llegaba a la convicción que se tratará de algún tipo de simulación. Se observa, del estudio de estos fallos, que el juez no realiza los razonamientos necesarios para advertir el nexo causal que se desprende de los hechos simulados o indicios que posteriormente dan lugar a la presunción. Este actuar de los jueces provoca que los terceros adviertan que la posibilidad de probar algún tipo de simulación sea bastante mínima, ya que es muy difícil, como se ha expresado reiteradamente, que cuenten con pruebas directas del engaño. 147 Pereira Valdés con Pereira Luna y otros. 148 Castle Gold Investment Corp con Inmobiliaria Los Nogales Ltda y otros. 149 Sabathier con Muñoz 38 IV.- Hechos a probar. Los terceros, a la hora de probar tendrán que tratar de convencer al juez de cuál es la verdadera voluntad que las partes han tenido en vista para celebrar el contrato. Pero esta tarea no es simple, sin embargo, del examen efectuado a las sentencias podemos derivar ciertas conclusiones que ayudaran a los terceros en la etapa de la prueba. Primero, se puede decir que en la generalidad de los casos estudiados, el juez fija los hechos, da por establecidos algunos mediante las pruebas irrefutables que le otorgan las partes, especialmente la prueba documental que da cuenta de los contratos cuestionados, dejando asentados estos hechos en la causa. Algunos jueces manifiestan de forma clara y precisa los hechos que están fuera de toda duda, otros no, lo que de cierta forma complica el asunto. Como segunda apreciación, se observa que en los casos en que los jueces dan por acreditadas las hipótesis de simulación, el hecho a probar no es la voluntad del sujeto como hecho principal, sino que el hecho a probar es uno de tipo secundario del cual se infiere la falta o discrepancia de la voluntad, o sea del hecho principal. Este hecho secundario se encuentra de tal forma expresado que constituye el nexo causal entre ambos, el primero es antecedente del segundo. Así, en algunos de los casos analizados, el hecho secundario del que hablamos lo constituye el pago del precio, este hecho dará luces claras en cuanto a saber en presencia de qué tipo de simulación nos encontramos. Por otro lado, los esfuerzos de los terceros deberán ir enfocados a ese fin; ergo, ellos deberán presentar las pruebas tendientes a demostrar que este precio o bien no se pago o que si se pago fue una monto mucho menor al establecido. Para lograr este fin, podrán valerse de todas las pruebas que estimen conveniente. Es posible, en este entendido, mencionar varios casos en los cuales, el ataque se dirige a este objetivo; por ejemplo se puede observar en la causa rol 7372-2008150 es que si bien se ataca este hecho secundario, las pruebas presentadas no son suficientes para demostrar la simulación rechazándose en primera instancia la demanda; en segunda instancia se atacó el precio de la cesión de derechos hereditarios entre personas unidas por una relación de parentesco, si bien en ambos tribunales hay acuerdo en cuanto a entender que hubo consentimiento pleno para la celebración del acto, el tribunal de alzada discrepa en el sentido de entender que el precio que se pacto en muy inferior al real, es más, la propia demandada señala que el precio que se pago fue inferior pero había sido pactado en atención a la vínculo familiar antes mencionado, en atención a lo anterior es que se solicita por el tribunal la prueba pericial de la cual concluyó que el precio pagado había sido realmente inferior al que realmente esta avaluada dicha propiedad, por lo tanto inquiere que se puede inferir que realmente lo que las partes tuvieron en vista fue una donación y no un contrato de otro tipo. Empero, la Corte Suprema señala que 150 Toledo Farías y otros con Toledo Farías. 39 si bien el precio efectivamente fue mucho menor al pactado, ello no significa que pueda proceder alguna causal de anulabilidad del contrato, más bien se trata de un caso de lesión enorme, en este entendido confirma la sentencia de primer grado. La crítica que se hace en esta causa, es que los terceros no lograron acreditar la existencia de la simulación, porque la prueba presentada se dirigió a establecer única y exclusivamente que el precio fue inferior, pero no se dirigió a establecer si efectivamente el precio había sido cancelado, esto es, si había salido del patrimonio de la demandada. En la causa rol 1652-2007151, se plantea la misma cuestión pero en diferentes términos, debido a que en primera instancia se logró acreditar, lo que después fue confirmado por la Corte de Apelaciones y Corte Suprema, que el precio de la compraventa entre el padre y su hijo extramatrimonial fue simulado. Las demandantes acompañaron las prueba documental consistente en el instrumento público objeto de debate y de instrumentos privados, además de la prueba testimonial. La utilización de los indicios también incluyó, en la medida que de las pruebas aportadas se desprende que el demandado no contaba con los recursos económicos suficientes para adquirir una propiedad, es más se adjuntaron instrumentos privados los cuales dan cuenta de la inexistencia de trabajo remunerado por parte del demandado. A esto se suma la declaraciones de los testigos conteste en los hechos que dan cuenta que el demandado se encontraba cesante al momento de la adquisición del bien y además de que no contaba con los recursos necesarios para hacerlo. Por lo que se resuelve que en la especie, se trata de una simulación relativa, en que el padre en realidad no quiso vender a su hijo sino donarle. La misma situación queda todavía fijada de manera patente, en la causa rol 38632006 152 , en que es el precio el que presenta la mayor discusión, en este causa se celebra una compraventa entre la madre y dos de sus hijos, de la prueba confesional de una de las demandas esta acepta en todas sus partes le demanda, declara al mismo tiempo que la verdadera intención de la madre era donar y no vender a sus hijos, de la prueba documental rendida específicamente de los instrumentos privados consistentes en informes bancarios, y del SII, estos dan cuenta que los montos supuestamente cancelados por los demandados jamás ingresaron ni a la cuenta de la madre ni pudieron egresar de su patrimonio pues no contaban con el capital para ello; se acompaña además la declaración unilateral de la madre de los demandados en la cual manifiesta su deseo de donar los bienes que la realidad se vendieron, reconociendo haber devuelto parte del dinero cancelado por ellos. Esta acción tuvo mayor éxito en la medida que la prueba presentada fue contundente, por otro lado, la existencia de una declaración unilateral de voluntad manifestada en forma ulterior al acto, permite aclarar en mayor medida la realidad del contrato, que de una compraventa se transformaba en donación, 151 Macías González y otros con Triviño España. 152 Fernández con Sociedad Inmobiliaria Cerro Blanco y otros 40 adoleciendo así el contrato de simulación relativa. Situación similar se plantea en la causa rol 4408-2010153. V.- Indicios. La causa simulandi cobra especial importancia en esta parte, ya que generalmente habrán indicios que ayudarán al juez a determinar la existencia de un negocio simulado. Los indicios hacen referencia a un hecho conocido o a la fuente que constituye la premisa de la inferencia presuntiva, un indicio es cualquier cosa, circunstancia o comportamiento que el juez considere significativo en la medida en que de él puede derivarse conclusiones relativas al hecho a probar154. La doctrina ha elaborado un catálogo de indicios a modo enumerativo, ya que por la complejidad del tema es prácticamente imposible contar con una nómina cerrada de indicios, que ayudarán al sentenciador en su labor de llegar a obtener convicción respecto de los hechos simulados. Estos indicios generalmente son: relaciones de parentesco y amistad, las condiciones patrimoniales de las partes, los hechos anteriores a la celebración de la convención o contrato y los hechos practicados en ocasión de celebrarse el contrato o convención, el contenido del contrato, la imposibilidad económica por parte del comprador para adquirir a titulo oneroso, y el estado patrimonial del contratante. En la mayoría de los casos, sino en todos, los indicios quedarán demostrados de forma innegable en el proceso; las causas analizadas acá no son la excepción. Justamente encontramos la presencia de estos indicios planteados por la doctrina, en la causa rol 16522007155, la relación de parentesco entre las partes que celebran el acto simulado son evidentes, se trata de padre e hijo, lo mismo ocurre en la causa rol 4744-2010156, en que las partes del negocio también los une una relación de parentesco157. Los hechos anteriores a la celebración de la convención o contrato, de la misma forma, constituyen un indicio relevante pero se verifica en menor medida que el indicio anterior, ello es lo que ocurre en la causa rol 3543-2005158 en que el demando enajenó un bien raíz que previamente había sido subastado por el demandante, burlando los derechos de este último, 153 Rodríguez González con Rodríguez González. 154 Taruffo, M., op. cit., “La prueba de los hechos”, p. 480. 155 Macías González y otros con Triviño España. 156 Pereira Valdés con Pereira Luna y otros. 157 Lo mismo se verifica en las causa rol 3277-2001, Rol 3371-2006, 1685-2009, 1979-2008, 3863-2006, 1398- 2004, 4891-2004, Rol 3402-2006 Saldaña con Latorre, Rol 2200-2010 Sepúlveda con Pedreros, 4068-2009, Rol 4983-2008 Aceituno con Aceituno, 198-2009, 4408-2010, Rol 6890-2007 Stange con García, 7372-2008, sin rol caratulado Wolf con Márquez (todas de Corte Suprema) 158 Ahumada Morales con Hernández y otro. 41 sabiendo que el bien ya se encontraba fuera de su patrimonio debido a que el banco hizo efectivas las garantías que tenía a su favor respecto de este bien159. De las resoluciones de los tribunales se puede llegar a la conclusión que un solo indicio no es suficiente para acreditar alguna hipótesis de simulación, generalmente a los jueces del fondo no les basta un indicio como el que sería la relación de parentesco entre las partes u otras circunstancias sino que habrá que aunar a estos otros medios probatorios que la mayoría de las veces será la prueba documental, testimonial y la confesional. 4.2.-Tratamiento de la doctrina comparada. La doctrina española, tradicionalmente ha convenido, al igual que la nuestra, que la prueba de la simulación efectivamente constituye una dificultad probatoria para los terceros, pero también señalan que esta situación se puede subsanar con la utilización de presunciones, que finalmente será el mejor remedio que podrá utilizar el juez cuando no existan pruebas claras del engaño. En otro sentido, también se ha creado otros mecanismos que corrigen la rígida aplicación de las reglas de carga probatoria en función de las especiales circunstancias en las que se encontrará la parte en relación con las fuentes de la prueba de un determinado hecho; se ha propuesto facilitar los supuestos en los cuales un litigante encuentre dificultades para levantar su carga probatoria; esto respecto de cualquier supuesto que reúna estas características160. Ormazábal quién, a propósito de la responsabilidad civil en sociedad de riesgo, (supuestos que se pueden homologar a la simulación, por cuanto también entrañan dificultades probatorias), manifiesta que existen varios técnicas a las cuales echarle mano con el fin de alivianar las dificultades probatorias de un litigante. Sin embargo, nosotros sólo nos centraremos en la posibilidad de una eventual inversión de la carga probatoria, que es sin duda una de las novedades probatorias que podrían ser utilizadas en nuestro país en caso que se trate de casos de difícil prueba; las demás no serán utilizadas porque no se puede ser aplicadas a la simulación; por otra parte, porque las presunciones ya se contemplan en nuestro sistema procesal. Luego, se habla de inversión de la inversión de la carga de la prueba, cuando se asigna la carga de probar un hecho de un modo diferente al establecido en la ley, “se trata en definitiva, de que alguien debe afirmar un hecho para obtener el efecto jurídico que pretende pero queda, sin embargo, relevado de la carga de probarlo, que se hace recaer sobre el litigante 159 El mismo indicio se plantea en las causas rol 1979-2008, 2545-2009, 6537-2009, 198-2009. 160 Cfr. Ormazábal, G., Carga de la prueba y sociedad de riesgo, Marcial Pons, Madrid 2004, p 9. 42 contrario161. Se advierte que esta inversión debería configurarse como un recurso de ultima ratio al cual sólo es razonable acudir cuando no existen otras posibilidades, “alterar el reparto normal de la distribución probatoria suele ser un modo de proceder poco proporcionado, imprudente y desmesurado”162; no obstante, destaca por su carácter de agresivo o de mayor incidencia en la posición probatoria de la parte afectada, aunque su utilización sólo resulta aplicable a ciertos supuestos, cuando aparezca como el único medio para salvar dificultades probatorias serias163. El autor también plantea este mecanismo a propósito del derecho antidiscriminatorio, en que propone “alterar las reglas relativas a la distribución de la carga de la probatoria, de suerte que la incerteza sobre el acaecimiento de los hechos constitutivos de la pretensión perjudique al demandado, en vez de al actor, tal como resultaría de aplicar la regla ordinaria de asignación del onus probandi o carga de la prueba”164. Se refiere así, a los indicios, que si bien no prueban de forma cabal los hechos, sugieren o indican una cierta probabilidad en su acaecimiento constitutivos de una determinada conducta165. Desde otro prisma, resalta que la jurisprudencia (española) ha venido aplicando, en atención a la rigidez de los métodos de atribución de la carga de la prueba, otros criterios que corrigen de cierto modo el problema de las dificultades probatorias. Se trata de diferentes criterios correctores, entre lo que encontramos el de flexibilidad, normalidad y proximidad a las fuentes de la prueba y facilidad probatoria; se trata de “permitir que el onus probandi se asigne a la parte más próxima a la fuente de la prueba o que, por cualquier razón le resulte más fácil la acreditación de los hechos”. Pero en el caso español además se provoca otra situación, el legislador en ocasiones introduce reglas especiales para determinar la carga de la prueba, esto puede realizarse de forma directa pero también de forma indirecta “disfrazando verdaderas reglas de atribución de la carga probatoria de falsas presunciones”166; “si el actor logra acreditar indiciariamente (sin plena certeza, mediante un principio de prueba) los hechos constitutivos de la discriminación (en nuestro caso, simulación), sería el demandado quien quedaría gravado con la carga de aportar plena certeza en relación con su no acaecimiento, y de no lograrlo sucumbiría en el proceso”167. 161 Idíd, pp. 14, 15 y 22. El autor habla en esta parte de todos los supuestos en los cuales existan dificultades probatorias para un litigante, centrándose en la sociedad de riego, derecho antidiscriminatorio y discriminación, sin embargo también puede ser ampliado a otros supuestos que tenga las mismas características. 162 Ormazábal, G., op cit., Carga de la prueba…, p. 138. 163 Ormazábal, G., op cit., Carga de la prueba…, pp. 62 y 63. 164 Ormazábal, G., Discriminación y carga de la prueba en el proceso civil, Marcial Pons, Madrid 2011, p 61 y 62. 165 Ibíd., p. 63. 166 Ibíd., p.21. 167 Ibíd., p. 85. 43 Cabe la advertencia respecto de lo anteriormente mencionado, ya que la legislación española, precisamente mediante la Ley de Enjuiciamiento Civil artículos 217.5 y 217.6, contempla ambas posibilidades, el primero de ellos reza: las normas contenidas en los apartados precedentes se aplicarán siempre no distribuya con criterios especiales la carga de probar unos hechos relevantes; el segundo: para la aplicación de lo dispuesto en los apartados anteriores de este artículo, el Tribunal deberá tener presente la disponibilidad y facilidad probatoria que corresponde a cada una de las partes del litigio. En definitiva, se trata de que sea la ley, y por razones de oportunidad, quien pueda liberar al actor de la prueba de un hecho, ello en la medida que la misma no establezca otra forma de distribuir la carga de la prueba168. En seguida, y ahora tratando de comparar la eficacia entre la inversión de la carga de la prueba y las presunciones, en vista que las últimas también se sitúan como mecanismos de facilidad probatoria constituyen una facilitación menos contundente y gravosa para el litigante perjudicado que la inversión de la carga de la prueba, ya que el perjudicado por la inversión deberá probar, provocando el convencimiento moral del tribunal, que no se han producido los hechos afirmados por el actor, no es difícil concebir que el gravado por la presunción tiene mayores posibilidades de impedir la fijación de los hechos que benefician al litigante contrario que en el caso de inversión de la carga de la prueba, lo que es en definitiva la ventaja de la presunción169. Como se observa en el caso español, este contempla reglas expresas al respecto, lo que no se verifica en nuestro caso, ya que contempla de forma específica los supuestos de dificultades probatorias; en Chile, el problema que acarrea este tipo de supuestos hace que sea aún más difícil de corregir. Al no existir normas de este tipo en el sistema nacional ata de manos a nuestra jurisprudencia que siempre deberá valorar los aportes probatorios de las partes, generalmente del afectado ya que sobre el recae todo el peso de la prueba, de acuerdo a las normas que le impone la legislación adjetiva; en esta medida los terceros verán siempre mermadas sus posibilidades de probar la simulación. Luego, la posibilidad de una inversión en la carga de la prueba, en supuestos de dificultades probatorias, es imposible en consideración a la falta de norma expresa que otorgue esa posibilidad, corresponderá probar los hechos a quién los alegue es una máxima que se mantendrá inalterable. Lo que se pretende en definitiva, es lograr compatibilizar un sistema de prueba tasada o mixto como en nuestro sistema, en que el juez tiene escasas posibilidades de valorar la prueba de manera distinta, y la posibilidad de aligerarla cuando procedan supuestos difíciles de probar. 4.3.- Las máximas de la experiencia. 168 Ibíd., p.22. 169 Cfr. Ormazábal, G., op. cit., Carga de la prueba…, p. 110. 44 “Es evidente que la presunción resulta de una inferencia formulada por el juez, que llega a una conclusión sobre el hecho a probar (el hecho ignorado) partiendo de un hecho ya conocido o probado (el hecho conocido), que sirve de premisa para un razonamiento, a menudo basado en máximas de la experiencia”170. Las máximas de la experiencia se enuncian en forma de reglas, esto es, de “proposiciones de naturaleza tendencialmente general”. Se refieren en principio a una pluralidad de hechos o de comportamientos cuyo conocimiento se supone derivado de la experiencia que se tiene a partir de estos hechos o comportamiento, y enuncian la que parece ser una regularidad en la ocurrencia de los mismos171. Adviértase que estas máximas no deben confundirse con lo que la doctrina española llama reglas de la sana crítica, que se refieren a los criterios de racionalidad en la valoración discrecional de las pruebas172. Estas máximas desarrollan varias funciones pero la que nos interesará será la epistémica que desarrolla el juez, en cuanto a que estos “representan los instrumentos de los cuales se sirve el juez para derivar de hechos conocidos, mediante inferencias fundadas en las máximas, el conocimiento indirecto de los hechos sobre los cuales debe establecer la verdad. En esencia, se trata de la determinación de los hechos que se produce mediante un razonamiento presuntivo o indiciario”173. Por otra parte, la función justificativa que desarrollan las máximas en el contexto de motivación de la decisión del juez sobre los hechos de la causa, especialmente cuando el juez construye las argumentaciones destinadas a representar la justificación externa de la premisa de hecho de la decisión, esto es, de la determinación de los hechos de la causa, “debe formular inferencias que hagan resultar justificada esta determinación, sobre la base de las pruebas de las cuales disponía”. Estas inferencias se basan generalmente en las máximas de la experiencia, que si se apoyan en leyes científicas o en generalizaciones cognoscitivamente válidas y no sobre prejuicios o del contexto social del intérprete, su justificación puede ser buena, es decir, “una argumentación que capaz de demostrar que la decisión sobre los hechos es verdadera, en cuanto corresponde a la realidad de lo que ha sido racionalmente probado en el juicio”174. Desde otro prisma, hay que hacer ciertas advertencias respecto de su uso, no hay que atribuir a la máxima un valor cognoscitivo superior al del fundamento que tiene la máxima; si la máxima esta enunciada en términos generales una sola excepción basta para contradecirla o demostrar que no tiene validez general; no podrá emplearse si está contradicha por los 170 Taruffo, M., op. cit., La prueba…, p. 471. 171 Taruffo, M, op. cit., Páginas…, p. 440. 172 Ibíd. p. 441. 173 Taruffo, M., op. cit., Páginas…, p. 449. 174 Ibíd., p.449 y 450. 45 conocimientos científicos disponibles; tampoco podrá emplearse si se contradice con otra máxima175. 175 Ibíd., p. 451 y 452. 46 CONCLUSIONES. • Se confirma la idea de que la simulación como fenómeno jurídico, constituye para los terceros uno de los hechos más difíciles de probar en nuestro sistema procesal, especialmente porque como quedó de manifiesto en el estudio jurisprudencial realizado, generalmente los terceros no cuentan con pruebas directas del engaño. • El hecho principal a probar es uno de tipo sicológico constituido por la voluntad del sujeto, sin embargo, al pertenecer su fuero interno, es casi imposible demostrarla, la única forma de lograr cierto éxito, según se desprendió de las sentencias examinadas, será mediante la obtención de pruebas referente a hechos secundarios de la causa, o de indicios que emergen de otras pruebas como lo son la instrumental, la confesional y la documental. • La utilización de las presunciones si bien es de vital importancia como lo ha expresado tanto la doctrina nacional como extranjera, esta afirmación no es tan clara; nuestros jueces tienden a aceptar la existencia de simulación mediante la ponderación de las pruebas que son presentadas en juicio, sin recurrir a las presunciones no obstante existir causas en las cuales su procedencia era evidente. En la mayoría de los casos el juez no se vale de los razonamientos lógicos de que les faculta la ley cuando de los hechos pueden presumirse otros hechos, por tanto, sólo se acredita el supuesto de acuerdo a las pruebas que han sido aportadas al juicio, sin realizar la conexión lógica que en este tipo de casos es necesario efectuar. • Los indicios constituyen un factor muy relevante. El 100% de las sentencias examinadas contaban con algún síntoma de simulación. Empero, los jueces generalmente entendieron que un solo indicio no era capaz de acreditar la existencia de simulación, por tanto debían combinarse con otros tipos de pruebas para provocar el convencimiento del tribunal. • La somera y a veces escasa justificación que en las sentencias realizan los jueces del fondo, respecto de la valoración de las pruebas, llama la atención, no tan sólo porque la justificación y valoración constituye un imperativo legal, sino también además ayuda a la concreción de otros valores importantes en el sistema procesal como lo son la legalidad y justicia de los fallos, aspecto que la misma Corte Suprema se ha encargado de confirmar. • Queda de manifiesto la transgresión de las normas reguladoras de la prueba por parte de nuestros jueces, por cuanto dotan de valor probatorio a ciertos medios de prueba que para su procedencia es necesario que cumplan ciertos requisitos legales que no se verifican en estos casos y que el juez del fondo no exige, como es lo que ocurre con los instrumentos privados. Esta situación, a mi entender, opera como un correctivo al que apelan nuestros jueces en este tipo de casos, por cuanto que entienden que hablar de simulación es hablar de difícil prueba. • Como posibles soluciones, se apela a un cambio de la legislación nacional o la introducción de normas a la valoración de las pruebas en casos que supongan dificultades probatorias como existe en la legislación española, o radicalmente la inversión de la carga de la prueba tal cual se manifiesta en el ámbito comparado para otros tipo de hechos difíciles de probar. 47 Bibliografía. 1. Albaladejo M., La simulación, Edisofer S.L Libros Jurídicos, Madrid 2005. 2. Alessandri Rodríguez, A., Tratado de Derecho Civil, Partes Preliminar y General, Editorial Jurídica de Chile Tomo II, Santiago 1998. 3. Carcaba, M., La simulación en los negocios jurídicos. Librería Bosch, Barcelona 1986. 4. Claro Solar, L., Explicaciones de Derecho Civil chileno y comparado. 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