CUANDO EL ESTADO INCUMPLE SUS OBLIGACIONES . CRÍTICA AL DECRETO SUPREMO 006-2013- JUS Oswaldo Arias Montoya* SUMARIO I. Un decreto supremo de publicación irregular. II. Una historia de sangre y una norma surrealista. III. El lector de huellas biométrico como medio infalible que reemplaza la fe de identificación a cargo del notario. IV. Las copias certificadas de actas con certificaciones de firmas previas. V. Necesidad de una nueva normativa. I. UN DECRETO SUPREMO DE PUBLICACIÓN IRREGULAR En el diario oficial El Peruano del 16 de mayo del presente año, apareció publicada una edición extraordinaria del boletín de normas legales de fecha 15 de mayo, es decir, fechada un día antes. Esta irregularidad solo se explica porque dicha edición aparecía una norma legal, firmada in extremis por la ministra saliente del despacho de Justicia, Eda Rivas Franchini, quien precisamente ese 15 de mayo juramentó en la cartera de Relaciones Exteriores; sin duda la ministra Rivas no quiso irse de Justicia sin dejar un recuerdo final a los notarios que expresa claramente una cuestionable posición frente a la identidad de la función notarial en nuestro país. Más allá de la anécdota, el tema es sin duda grave debido a que el Decreto Supremo 0062013-JUS, que es la norma a la que hemos aludido, impone gravosas obligaciones al Notario, que exceden el marco de lo regulado en su ley propia, el Decreto Legislativo 1049, Decreto Legislativo del Notariado, amenazándolo con una sanción en caso de incumplimiento, que puede abarcar desde 90 días de suspensión como mínimo hasta la propia destitución del notario; pues bien, ante la indebida datación de la separata extraordinaria como 15 de mayo y publicada en realidad el 16, surgen dudas sobre la fecha de vigencia de la norma, que como sabemos debe ser el del día siguiente de su publicación, por mandato expreso de la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo–Ley 29158, con lo cual numerosos notarios en el país ya habrían incumplido con la norma antes de que entrase en vigencia, lo que es en puridad de verdad completamente inadmisible. II. UNA HISTORIA DE SANGRE Y UNA NORMA SURREALISTA Toda norma jurídica tiene su historia no jurídica. El 20 de febrero pasado, el señor Félix Gonzales Victorio, fue asesinado al interior del oficio notarial del doctor Alfredo Paíno *Notario de Lima Scarpati. Este hecho conmocionó en forma inusitada a la opinión pública, seguramente más que por el hecho de sangre mismo -a los que cada vez nos estamos acostumbrando- por tratarse de un oficio notarial, símbolo de la seguridad jurídica por antonomasia, en donde se iba a suscribir una escritura pública referida a un acto de transferencia de dominio. En dicha operación el señor Pascual Cusilayme Yanqui debía pagar la suma de S/. 280 000,00 por concepto del impuesto de alcabala, y fue informado, según él refiere, que en el oficio notarial podía dejar el dinero para que el notario se responsabilizara del pago de dicho impuesto. Allí se produjo un inmundo asalto producto del cual falleció el señor Félix Victorio. Como resultado de todo este escándalo es, al menos en principio, la promulgación del Decreto Supremo que estamos comentando. El dispositivo parte de declarar de forma explícita que el Estado a través de las instituciones a la que le corresponde la prevención del delito: Ministerio Público y Policía Nacional, es ya manifiestamente incapaz de brindar seguridad a los ciudadanos en la realización de operaciones lícitas, es decir, acordes con el ordenamiento jurídico del Estado Constitucional de Derecho. Y, trastocando totalmente la identidad de la función notarial, convierte al notario en un auxiliar altamente responsabilizado en esta materia, obligándolo a comportarse como un miembro de la policía, a su riesgo y bajo su propio costo, amenazándolo con la destitución inclusive, conforme al artículo 12 de tal norma legal. Así el artículo 1 de la norma indica que el objeto de la norma es establecer obligaciones y mecanismos de seguridad a ser implementados en la actuación de los notarios a nivel nacional, que disminuyan el peligro de que se cometan actos delictivos durante el ejercicio de la función notarial… Para ello (artículo 2) se prohíbe que en las transacciones, pago de contratos u otras obligaciones, así como cualquier tipo de servicio que paguen los usuarios por montos superiores a los S/. 3 500,00 se utilice dinero en efectivo en los oficios notariales haciéndose responsable al notario por el incumplimiento de esta obligación. Es decir, si usted tiene que pagar un mayor derecho registral, honorarios notariales, o cumplir con cualquier obligación (pensemos, por ejemplo, en una transferencia de vehículo o hasta en un arrendamiento), en la que el importe supera los S/. 3 500,00, y lleva efectivo a la notaría, el notario debe ser sancionado por ese hecho que ahora el ordenamiento jurídico considera reprobable, aunque no cause responsabilidad en sí mismo a nadie más que el propio notario. A tal extremo llego el surrealismo perverso de la norma que en los artículos 3 y 4 se impone al notario las obligaciones concurrentes de capacitar a su personal en la prevención del delito, aprobar un manual de prevención de delitos, exhibir información suficiente (afiches, videos y un etcétera indefinido) a los usuarios, y finalmente poner en conocimiento directo de los usuarios que se negarán a prestarles servicios en caso de incumplimiento de la norma. Esto buenamente significa que el notario deberá negarse a instrumento público, protocolar o extraprotocolar, si en él se acordado se pagará a la firma de la escritura pública, o a (instrumentos protocolares), o incluso a la firma del formalizar cualquier tipo de señala, por ejemplo: el precio la firma de la presente acta presente contrato privado (certificaciones de firmas) si el monto supera los S/. 3 500,00 y no se exhiben medios de pagos bancarios (cheques no negociables, depósitos, transferencias, entre los más conocidos). Es evidente que el notario no podría revisar físicamente a los que concurran a su oficio para determinar si llevan o no grandes cantidades de efectivo, así que lo único que podrá hacer es negarse a dar fe pública en aplicación de este dispositivo. III. EL LECTOR DE HUELLAS BIOMÉTRICO COMO MEDIO INFALIBLE QUE REEMPLAZA LA FE DE IDENTIFICACIÓN A CARGO DEL NOTARIO Por otro lado, aunque en la misma línea de prevención del delito a cargo del notario, se ha reglamentado nuevamente la obligación del notario de utilizar el lector de huellas biométrico, para evitar suplantaciones en la formalización de los actos y negocios jurídicos. La doctrina notarial reconoce el aporte de los medios supletorios de individualización en la función notarial, pero recusa de manera decidida el que estos puedan reemplazar la labor del notario en materia de identificación de las partes. Hay que comenzar diciendo que este tipo de lectores de huellas pueden ser burlados fácilmente mediante las llamadas huellas dactilares adhesivas que la delincuencia internacional ya viene usando desde hace algún tiempo y que pronto llegarán al Perú, si es que no se están utilizando. Así pues, el artículo 5 que dispone la obligatoriedad del mencionado lector en prácticamente todos los instrumentos protocolares (la enumeración del artículo es sin duda más para abarcar que para excluir) y parecería abarcar los instrumentos extraprotocolares en los que se impliquen afectaciones sobre bienes muebles e inmuebles (inciso g numeral 5.3.). Pero el tema resulta mucho más delicado cuando en el artículo 6 se estatuye que si la comparación biométrica da resultados negativos, el notario está facultado (rectius obligado pues el notario ejerce su función de acuerdo a competencias no a facultades) a solicitar que se actualicen las huellas ante Reniec, suspendiendo el otorgamiento del instrumento notarial. Son numerosos los casos que pueden constatarse en la práctica notarial de personas cuyas huellas están dañadas producto de su actividad u ocupación, o que por su edad ya no tienen tersura en la piel y por lo tanto es común que sean rechazados por el lector biométrico. Pues bien, en todos estos casos el notario debe negarse a autorizar el instrumento público, de cuya formalización depende, como todos sabemos, la titulación auténtica que permite la inscripción de las titularidades dominiales y los gravámenes, así como la existencia de actos solemnes como los testamentos y las donaciones por ejemplo. Formulo además las siguientes preguntas, ¿qué pasará con los testamentos en los que el notario, al pie de lecho del enfermo, lúcido pero postrado, tomaba su voluntad con sabiduría e ilustración y que es ícono de la función notarial? ¿Se hará depender estos actos de que el notario lleve un ordenador portátil con wi fire, con el programa instalado de lectura de huellas previo convenio con Reniec, y con un lector biométrico también portátil? Y eso puede extenderse a las tomas de huellas de escrituras públicas en las que, por cualquier razón, la persona no pueda venir hasta el oficio notarial. Sin hablar de los colapsos del sistema de interconexión con Reniec que pueden durar horas o días y otros supuestos fácilmente imaginables por los lectores. IV. LAS COPIAS CERTIFICADAS DE ACTAS CON CERTIFICACIONES DE FIRMAS PREVIAS Para terminar con los comentarios a esta norma, se ha introducido una disposición complementaria que cambia la forma en que se inscribirán, de ahora en adelante, los acuerdos de las personas jurídicas societarias y no societarias (de cualquier naturaleza en realidad). Para que el notario pueda expedir copias certificadas de actas (instrumento extraprotocolares regulados en los artículos 104 y 105 del Decreto Legislativo del Notariado1 todas las actas deberán contener al final una declaración del gerente general (o presidente en su caso) en la que bajo su responsabilidad señalará que los socios o accionistas son efectivamente tales (sic) y que sus firmas corresponden a los mismos. El notario deberá certificar la firma del gerente antes de la expedición de la copia certificada en el mismo libro de actas, para tal efecto deberá recurrir al famoso lector de huellas biométrico, y además verificar que el gerente cuente con nombramiento inscrito en los registros públicos. Les comparto una pregunta que me hizo una aguda alumna de derecho: si se trata de un acta que contiene el nombramiento de un nuevo gerente por remoción del anterior, ¿a quién deberá legalizarse la firma, al anterior gerente ya removido y que todavía cuenta con nombramiento inscrito, o al nuevo gerente que obviamente necesita de la copia certificada para inscribir su nombramiento? Lo mismo puede decirse de la renovación de un consejo directivo de una asociación en la que cambia al presidente. Desde ya adelanto que la solución no puede ser la de exigir siempre la comparecencia del anterior gerente para que firme la declaración ante el notario, pues muchas veces su remoción hace precisamente que ya no se pueda contar con él en adelante, y lo mismo puede decirse de los cambios de presidente de las otras personas jurídicas no societarias. Pero sobre todo se está haciendo complejo y difícil el acceso al registro que, precisamente, la recurrencia a la copia certificada quería hacer más sencillo. Es cierto que el prescindir de la escritura pública para inscribir determinados actos y optar por la copia certificada de acta, en la que el notario no conforma la voluntad de las partes, no da fe de identidad, ni de 1 Artículo 104.- Definición El notario expedirá copia certificada que contenga la transcripción literal o parte pertinente de actas y demás documentos, con indicación, en su caso, de la certificación del libro u hojas sueltas, folios de que consta y donde obran los mismos, número de firmas y otras circunstancias que sean necesarias para dar una idea cabal de su contenido. Artículo 105.- Responsabilidad del Contenido El notario no asume responsabilidad por el contenido del libro u hojas sueltas, acta o documento, ni firma, identidad, capacidad o representación de quienes aparecen suscribiéndolo. capacidad, ni de lectura, ni de suscripción ante él es un riesgo en cuanto constituye una excepción al principio de titulación auténtica que recoge el artículo 2010 del Código Civil, pero no puede atenuarse dicho riesgo sobrecargando un instrumento extraprotocolar (copia certificada) con otro (certificación de firmas), confiando en la excelsa beatitud del infalible lector de huellas biométrico. V. NECESIDAD DE UNA NUEVA NORMATIVA Conforme lo establece el artículo 2 del Decreto Legislativo del Notariado, el notario es el profesional del derecho que está autorizado para dar fe de los actos y contratos que ante él se celebran. Para ello formaliza la voluntad de los otorgantes, redactando los instrumentos a los que confiere autenticidad, conserva los originales y expide los traslados correspondientes. No es un auxiliar de la Policía Nacional ni del Ministerio Público. La norma que hemos comentado desnaturaliza su función y con ello desequilibra la seguridad jurídica de nuestro país. Nada impide al Estado normar sobre el uso del dinero en efectivo por parte de los ciudadanos, pero su obligación, incumplida y ahora abandonada, es velar por la seguridad pública haciendo del Ministerio Público y de la Policía Nacional los órganos eficaces y probos que todos los ciudadanos exigimos.