PORTADA Anito. Kankanay. Lepanto (Cordillera de Luzón). Siglo XIX. Esta figura tiene las manos, dedos y muñecas incisas con diseños del tatuaje utilizado en este grupo. Son muy imprecisas las referencias existentes sobre su función y sobre lo que contenía el cuenco, pero parece ser que se utilizaban en determinadas ceremonias relacionadas con las cosechas y en el recipiente se colocaba el vino de arroz utilizado en ellas. CONTRAPORTADA Molinillos para batir el chocolate. Tagalog. Bataan (Luzón). Siglo XIX. El chocolate era una bebida muy popular entre las élites filipinas de finales de siglo XIX. Filipinas Museo Nacional de Antropología MINISTERIO DE CULTURA DIRECCIÓN GENERAL DE BELLAS ARTES Y BIENES CULTURALES SUBDIRECCIÓN GENERAL DE MUSEOS ESTATALES m Texto: Pilar Romero de Tejada y Picatoste Conservadora de las colecciones de Filipinas y Oceanía Fotografías: Miguel Ángel Otero MINISTERIO DE CULTURA Edita: © SECRETARÍA GENERAL TÉCNICA Subdirección General de Publicaciones, Información y Documentación NIPO: 551-09-022-1 ISBN: 978-84-8181-402-6 Déposito legal: M. 10229-2009 Imprime: EGRAF, S. A. http://www.mcu.es MINISTERIO DE CULTURA Ángeles González-Sinde Ministra de Cultura María Dolores Carrión Martín Subsecretaria de Cultura José Jiménez Director General de Bellas Artes y Bienes Culturales MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA C/ Alfonso XII, 68. 28014 Madrid Teléfono: 91 530 64 18 - Fax: 91 467 70 98 e-mail: [email protected] web: mnantropologia.mcu.es ÍNDICE Introducción 9 Geografía e historia 13 Economía y transporte 17 Vivienda y ajuar doméstico 27 Indumentaria y adorno 37 Música y actividades lúdicas 47 Creencias 57 Bibliografía 66 INTRODUCCIÓN Filipinas tiene estrechas conexiones históricas con España y todavía persisten muchos rasgos culturales nuestros. Efectivamente, la antigua influencia española queda manifiesta en numerosas facetas actuales de la cultura filipina. Si el espacio geográfico del archipiélago filipino está compuesto por unas 13 islas grandes e innumerables islotes, hasta alcanzar una cifra superior a 7.000, consecuentemente también existe en su población una gran diversidad –física, cultural y lingüística–, que se debe en una gran parte al variado contexto geográfico del que procede. [9] Su clasificación desde el punto de vista de la antropología cultural se establece según dos criterios principales: el religioso y el ecológico. El primero titula cristianos, moros y paganos a los diferentes grupos étnicos que la componen. El segundo distingue otros tres tipos: llaneros, nómadas del mar y monteses. Actualmente se reconocen en el archipiélago unos 80 grupos lingüísticos, aunque todos forman parte de la familia lingüística malayo-polinésica, el Tagalog, el Visaya y el grupo Mindanao-Joló proceden de la rama indonésica. Ahora bien, las lenguas oficiales son el filipino y el inglés. A pesar de esta diversidad cultural y lingüística se observan algunas regularidades, como son –entre otras– el cristianismo y la creencia indígena en espíritus (llamados anito o diwata), evidente desde la época prehispánica. Hoy día existe también una uniformidad básica en los tipos de vivienda, de vestido y en otros campos de la cultura material. [10] Las colecciones proceden de la Exposición General de las Islas Filipinas que tuvo lugar en Madrid en el año 1887. Posteriormente se han ido ampliando con compras y donaciones. La sala de divide en cinco áreas temáticas en las que se exponen objetos pertenecientes a los diferentes grupos que componen la población de las islas; a través de estos objetos se van a poder percibir mejor las diferencias y semejanzas existentes. – – – – – Economía y transporte Vivienda y ajuar doméstico Indumentaria y adorno Música y actividades lúdicas Creencias [11] Mapa de las islas Philipinas hecho por el Padre Murillo Velarde (1744). [12] GEOGRAFÍA E HISTORIA El archipiélago filipino –situado en la región suroeste del océano Pacífico– está compuesto por once islas grandes que suman el 95% del territorio, y más de 7.000 pequeñas islas e islotes. Todas son muy montañosas, y están ubicadas en una región que tiene la mayor frecuencia de ciclones tropicales del mundo conocidos aquí con el nombre de tifón, se producen alrededor de veintidós tifones anuales, variando su cantidad según la región y la época del año. Estos son causa de importantes pérdidas: económicas, de edificios y de vidas humanas. También hay una docena de volcanes en activo, cuya actividad ha dejado seguramente alguna huella en la manera de ser del filipino. El clima es cálido y húmedo, pero variado a lo largo del archipiélago. La fauna es muy variada tanto la terrestre como la marítima y fluvial. De la primera destacaremos por la importancia que tienen en la economía y en la alimen- [13] tación: el cerdo, el jabalí, el perro, el caballo y el carabao, entre otros. La flora es básicamente tropical: la selva se extiende por casi todas las islas, pero también se encuentran bosques de encinas y pinos en las zonas altas de las montañas. Su poblamiento inicial se debe al arribo por mar de pequeños grupos que fueron poblando gradualmente el archipiélago, probablemente familias emparentadas o bandas aisladas, de orígenes continentales diversos. Posteriormente llegaron a las islas, antes del contacto con Europa, otros grupos de población de diferentes orígenes (chinos, japoneses, indo-indonesios y árabes). Cuando llegaron los españoles en el siglo XVI tenían ya gran importancia las colonias chinas y japonesas que se habían establecido en Manila, pues el comercio local estuvo siempre en manos de los comerciantes chinos. Los españoles alcanzan por primera vez las Filipinas en 1521, pero se establecen definitivamente en 1565 con la llegada de Miguel López de Legazpi desde Méjico, y con la posibilidad del retorno al mismo lugar, [14] instaurándose entonces y hasta 1815, una ruta de ida y vuelta periódica por la que iba a circular el “Galeón de Manila”, que llevaría –cruzando el Pacífico hasta Acapulco para continuar a España– las especias, los tejidos de seda, joyas y otras producciones artesanales que llegaban a Manila desde China y otros países orientales, y a su regreso traería a oriente la plata de la Nueva España. En 1898 se desvinculan de España y se declara la primera República filipina, pero no adquirieron la independencia total, ya que Estados Unidos les ayudó en su lucha contra España y por esta razón se quedaron allí formalmente desde 1901, pasando así a ser una colonia norteamericana. No obtienen la independencia hasta 1946, después de sufrir grandes pérdidas a manos de Japón durante la II Guerra Mundial. [15] ECONOMÍA Y TRANSPORTE La economía es básicamente agrícola, siendo cultivable el 35% de la superficie del país y produciendo intensivamente casi todos los alimentos de primera necesidad para la población. La agricultura asegura una parte importante del producto nacional bruto, ya que la mayoría de los habitantes viven de ella. El arroz y el maíz son los principales cultivos, dedicándose al primero casi la mitad de la tierra cultivada, del que existen más de cien variedades; y se produce tanto en las montañas como en las llanuras, siendo la principal región productora la llanura central de Luzón, donde la alternancia de períodos secos y húmedos es particularmente favorable para este cultivo. Del segundo se llegan a obtener en la isla de Cebú hasta tres cosechas anuales. Ambos forman la dieta básica de los filipinos. Otros cultivos son los de ñame, yuca, mijo, tabaco, café y árboles frutales como el plátano y la papaya. [17] El cultivo de todos estos productos se llevaba a cabo tanto en parcelas de regadío como de secano. En algunas zonas se preparan con la tala y quema del bosque, utilizándose generalmente un año y dejándose en barbecho otros cuatro. En la Cordillera de Luzón destaca el cultivo en terrazas escalonadas desde el fondo de los valles hasta la divisoria de las cumbres. Sus muros se construyen de piedras y tierra, y el agua de riego se distribuye por una red de acequias y canales. La pesca proporciona un aporte considerable de proteínas a la dieta. Se pesca no sólo en el mar sino también en los ríos y lagos; lo que implica el uso de distintos tipos de redes, nasas, trampas de bambú y anzuelos. Se utilizan también explosivos, oficialmente prohibidos por el gran daño que hacen a la pesca en general. Pero la captura anual –principalmente de caballa, atún, anchoa, sardina, cangrejos y camarones– no cubre las necesidades básicas de la población. Por ello, recientemente se han creado piscifactorías en las costas. La embarcación más comúnmente utilizada es la banca con uno o dos balancines de bambú y un motor. [18] El desarrollo industrial comenzó lentamente a partir de 1900, experimentando un gran avance en las últimas décadas. La transformación de los productos agrícolas es la principal industria, siendo las fábricas azucareras las que emplean más mano de obra. El tratamiento del arroz, la fabricación de la copra y del aceite de coco, de cigarros y cigarrillos son la base de las principales industrias de los puertos y en particular de Manila. La textil también se encuentra en fase de gran expansión: principalmente en el sur de Luzón y en las islas Visayas, donde existen plantaciones comerciales de abacá (cáñamo de Manila) sujetas a la incertidumbre de los tifones y a la demanda. La artesanía rural para el comercio interno y externo está muy desarrollada. Se fabrican sombreros, bordados, textiles, cestería, cerámica, y trabajos en madera y metal, entre otras manufacturas. A pesar de lo accidentado del terreno, Filipinas tiene actualmente uno de los mejores sistemas de transportes de toda Asia, tanto marítimo como terrestre y aéreo. [19] Nasa. Centro y Sur de Luzón. Siglo XIX. La pesca se lleva a cabo en los mares circundantes, ríos y lagos, y ello implica el uso de distintos tipos de redes, nasas, trampas de bambú, represas y anzuelos. [20] Carcaj para guardar las flechas utilizadas con la cerbatana. Aeta. Centro de Luzón. Siglo XIX. La caza puede ser individual o en grupo, e implica la utilización de reclamos, cepos y trampas, así como diferentes tipo de armas: cerbatanas, arcos y flechas, lanzas y escopetas. [21] Maqueta que representa a un grupo de personas descascarillando y limpiando manualmente el arroz. Tagalog. Manila. Siglo XIX. Del arroz existen en Filipinas más de cien variedades, pero una vez que ha sido recolectado, necesita varias operaciones para poder consumirse, que pueden hacerse de forma mecánica o manual. En las figuras se distingue claramente cómo era la indumentaria de los campesinos filipinos del s. XIX. El autor de esta maqueta es el escultor filipino Bonifacio Arévalo y Flores (1850-1920). [22] [23] Acuarela que representa a “Indio zacatero” Félix Martínez y Lorenzo (1859-ca. 916). [24] Covit, recipiente utilizado para recoger la savia del cocotero, llamada tuba. Visaya. Samar (Visayas orientales). Siglo XIX. Su obtención se lleva a cabo por medio de incisiones en la parte superior del árbol, donde se encuentran los brotes aún sin desarrollar, bajo las que se coloca este recipiente. Se ponen en la mañana y se quitan por la tarde. Así se obtiene una bebida dulce, fresca y ligeramente fermentada. [25] Modelo de embarcación denominado Vinta. Moros. Mindanao. Siglo XIX. Es una embarcación característica de los grupos musulmanes del Sur de Filipinas, que se ha mantenido hasta la actualidad, utilizándose para la pesca, y el transporte fluvial y marítimo. [26] VIVIENDA Y AJUAR DOMÉSTICO En la vivienda rural existen diferencias regionales, aunque la estructura y los materiales empleados son básicamente los mismos: bambú y madera para la estructura, muros y suelos; y nipa o cogón para los tejados. Los grupos de la Cordillera de Luzón siguen construyendo un mismo modelo de vivienda, de planta rectangular y levantada sobre postes. Los muros son de madera o de bambú trenzado, y el tejado a dos aguas, de hierba de cogón; pero actualmente se está sustituyendo por chapa ondulada. Es también un claro ejemplo de la diferencia de clases, ya que las de las personas con más poder económico son mayores y suelen tener más habitaciones. En su construcción participan generalmente todos los hombres de una misma unidad residencial sin que recibir ningún pago por parte del propietario, a excepción de la comida. [27] En el Sur destaca la vivienda de los Bajau de Joló, que se construye sobre embarcaciones y donde suele vivir sólo una familia: consiste en una estructura de madera con techo de nipa, situando el fogón en la popa. El único mobiliario que tienen son esteras, que se guardan durante el día enrolladas a ambos lados y sólo se extienden para dormir; las pertenencias personales y los alimentos se guardan en bolsas que se almacenan en la popa. La vivienda rural entre los grupos cristianos –también levantada sobre postes– consta de una sola habitación rectangular –utilizada como sala, comedor y dormitorio– y un porche abierto en la parte posterior. Los muros son de madera y a veces de bambú tejido, mientras que el suelo es de finas tiras del mismo material. El techo alto se hace de nipa, a dos aguas y con caballete. Actualmente también se está sustituyendo por chapa ondulada. La cocina está en el interior sobre un fogón de madera, y sus ocupantes suelen dormir en ella sobre esteras. Para la fabricación del ajuar doméstico se utilizan todas las materias primas existentes en el medio am- [28] biente. Las fibras vegetales para el tejido de platos y cestos para los alimentos, o las esteras para dormir, teniendo los artesanos muy en cuenta los ciclos estacionales del crecimiento de las plantas productivas con el objeto concreto de equilibrar el medio ambiente de donde éstas proceden. La caña de bambú y el coco tienen múltiples utilizaciones en la vida diaria, con ellos se hacen diferentes útiles de uso doméstico. Sirven como recipiente para agua, vino, cal, tabaco, objetos preciosos, documentos y en los que asimismo se pueden cocer alimentos. El barro, para las ollas donde se cuecen y conservan los alimentos. Se modela a mano. La decoración puede ser incisa o pintada y el acabado a base de engobe, pero nunca vidriado. La alfarería era una actividad típicamente femenina y de carácter rural, pero actualmente la especialización ha desaparecido y la cocción en hornos ha reemplazado a la que se hacía en un hoyo cubierto de paja utilizada como combustible. [29] El asta, la madera y las conchas son algunas de las materias primas que se han utilizado tradicionalmente para la fabricación de diferentes útiles de uso doméstico, como cuencos, bandejas, cucharas, cajas, los mangos de los tabos. Muchos de estos objetos se tallaban artísticamente con diversos motivos ornamentales. [30] Modelo de vivienda. Tagalog. Centro de Luzón. Siglo XIX. [31] Cucharas. Ifugao. Cordillera de Luzón. Siglo XIX. Cuando no se utilizaban, se guardaban en el hogar en cestas especiales, después de limpiarlas cuidadosamente al acabar cada comida. En sus mangos está presente toda la vida de este grupo y gran variedad de temas: los antepasados, la maternidad, la muerte, el placer del acto sexual, los trabajos domésticos, la flora, la fauna.... [32] [33] Juego de café. Visaya. Negros (Visayas occidentales). Siglo XIX. Con la nuez de coco se fabricaban numerosos objetos utilizados en la vida cotidiana: juguetes, instrumentos musicales, como asimismo diferentes útiles de uso doméstico. Los más bellamente adornados y los que tenían adornos de plata eran utilizados en el siglo XIX por la emergente burguesía para sus servicios de mesa, siguiendo la moda europea del momento. Para esta clase social la profusa utilización de este metal precioso era un símbolo de su prestigio y riqueza. [34] [35] Tampipi o cesto con tapa. Palawanes. Isla de Palawan. Siglo XIX. La cestería es una importante artesanía rural y con ella se fabrican numerosos objetos de uso doméstico. Se utilizan diferentes fibras vegetales y diversas técnicas de trenzado y tejido. Aunque las técnicas y los diseños pueden variar de una localidad a otra, generalmente suelen ser geométricos, y se ejecutan por medio del cambio de color o la textura de los materiales. Es un trabajo que llevan a cabo tanto hombres como mujeres. [36] INDUMENTARIA Y ADORNO La indumentaria está influenciada por numerosos factores como la clase social, las creencias, el clima y la flora. En el pasado era muy diferente de un grupo a otro, y servía como símbolo de la pertenencia a un determinado poblado, grupo étnico, e incluso a determinada clase social dentro del mismo. Aunque el atuendo sea igual, hay una serie de particularidades que señalan el estatus, el poder y la riqueza de la persona que lo lleva. En las clases populares la indumentaria se confeccionaba en tela de algodón, de abacá o de corteza. Las superiores utilizaban seda brocada, encaje o tejido de piña, todo ello profusamente bordado a mano. Pero en ocasiones especiales ambas clases empleaban sus mejores atavíos, cuyos motivos ornamentales eran más elaborados. [37] Básicamente el traje utilizado por las mujeres estaba compuesto principalmente por dos piezas: la camisa y la falda. Esta podía ser corta, llamada tapis, larga –saya– sobre la que a veces se colocaba el tapis, pero también podía ser larga y estrecha –malong–. Se sujetaba con una faja o cinturón. Entre ciertos grupos se añadía el pañuelo. Los hombres vestían camisa y pantalón o taparrabos. Como complemento ambos sexos utilizan cinturones, fajas, así como monederos y bolsas, que llevan colgadas a la espalda o en la cintura, guardando en ellas el utillaje necesario para fumar tabaco o los elementos para mascar las hojas de betel. El sombrero, todavía hoy en las zonas rurales, es indiscutiblemente indispensable en la indumentaria. Se hace de diferentes formas, se utilizan diferentes materiales como asta de carabao o carey y fibras vegetales, nipa, burí, nito o buntal, principalmente. Su fabricación constituye una artesanía muy extendida entre las mujeres, y es producto para la exportación. [38] Igualmente la indumentaria se acompaña de adornos. Así se engalanan la cabeza, cuello, cintura, orejas, brazos y piernas con adornos que presentan gran variedad de formas y figuras. Realizados en vidrio, concha, metal, madera, piedra, semillas, fibras vegetales, y utilizados indistintamente por hombres y mujeres, son también símbolo del estatus y del prestigio social. Ahora bien, en las regiones donde existe una economía de subsistencia los adornos se realizan principalmente con materiales efímeros, mientras que en aquellas donde existe una organización más compleja se utilizan materiales más perdurables, incluidos los de joyería. La escarificación y el tatuaje eran adornos corporales muy importantes entre algunos grupos, pues simbolizan la resistencia al dolor y la bravura. El tatuaje entre los hombres de la Cordillera de Luzón estaba asociado con la caza de cabezas, y ciertos modelos no podían utilizarse hasta que no se hubiera capturado una. [39] Pañuelo, alampay. Tagalog. Manila. Siglo XIX. Este pañuelo se colocaba encima de la blusa. Con el tejido de piña bordado y calado se confeccionaban vestidos, camisas, velos y diferentes tipos de pañuelos. Quienes los utilizaban generalmente eran las clases más pudientes y eran un símbolo de su estatus social. [40] [41] Traje masculino. Bukidnon. Mindanao. Siglo XIX. Los rasgos característicos de la indumentaria de este grupo son la falda voluminosa, y no estrecha, y la camisa masculina bastante más larga. Se confecciona principalmente en algodón, los motivos decorativos se aplican a la prenda, se realizan en telas de diferentes colores y se complementan con bordados. [42] Sombreros masculinos. Bontoc. Cordillera de Luzón. Siglo XIX. Los decorados con conchas y colmillos son utilizados exclusivamente por los hombres solteros, mientras que los casados los usan sin ningún tipo de adorno. [43] Chinelas femeninas. Tagalog. Centro de Luzón. Siglo XIX. En las ciudades se utilizaba el calzado, mientras que en las zonas rurales iban descalzos. Dependiendo de la clase social se bordaban con aplicaciones, eran de cuero repujado o se tejían en fibra vegetal. [44] Collar de colmillos de jabalí. Bontoc. Cordillera de Luzón. Siglo XIX. Este tipo de collar es muy raro y apreciado, se lleva exclusivamente por los hombres en las ceremonias de corte de cabezas y es un signo de prestigio. [45] Abanico de carey. Tagalog. Centro de Luzón. Siglo XIX. La filigrana es característica de los trabajos chinos. [46] MÚSICA Y ACTIVIDADES LÚDICAS La música juega un papel primordial en todos los grupos de las Filipinas y está presente en todas las actividades de la vida cotidiana, en las celebraciones del ciclo vital así como en las fiestas, ceremonias y rituales. Los cantos y bailes se acompañan de diferentes instrumentos musicales, de origen diverso. Los instrumentos musicales de bambú, los gongs y los xilófonos pertenecen a la familia musical del sudeste asiático y se utilizan desde la época prehispánica. En cambio los instrumentos de viento de madera –como la flauta, el clarinete y el oboe– fueron introducidos en la época colonial e incorporados a las bandas que acompañaban a las procesiones y a otras celebraciones, y su fabricación fue una de sus principales industrias. En las numerosas festividades que se celebran en cada ciudad o pueblo, encontramos la rondalla, la banda [47] y la orquesta –de claro origen español– en las que se mezclan los ritmos hispánicos con los prehispánicos. La música vocal también es muy importante. Todas las actividades musicales son un factor de cohesión social, pues en ellas se reúne y participa toda la comunidad. Se cantan canciones épicas, relatos míticos, de héroes; hay canciones de caza, agrícolas, de amor o incluso de comunicación con el mundo de los espíritus. Son numerosos los juegos infantiles, en los que pueden participar ambos sexos. Muchos reproducen las actividades de los adultos, pero la mayoría son de habilidad o de fuerza, y se utilizan pocos juguetes. Ahora bien, el juego de la peonza o trumpo está muy extendido por todas las islas, e incluso en la mitología de los Ifugao se recoge que uno de sus héroes juega con uno. Los filipinos son muy aficionados a la pelea entre animales, principalmente la pelea de gallos, recogida ya en las primeras crónicas españolas. Es el juego nacio- [48] nal, cada pueblo o ciudad tiene su gallera y las apuestas están permitidas. Entre las actividades lúdicas con una importante función social se encuentra el consumo del tabaco y del betel. El tabaco fue introducido por los españoles en el s. XVII y su consumo pronto se extendió a toda la población sin distinción de edad ni sexo, utilizándose asimismo como recurso medicinal contra muchas afecciones. No formaba parte de las ceremonias religiosas, pero sí era una importante actividad social. Se fuma en cigarros o en pipa a cualquier hora del día, también se bebe, inhala, chupa o mastica. El consumo del betel forma parte de las actividades sociales, es un signo de hospitalidad y está relacionado con los principales acontecimientos del ciclo vital: nacimiento, matrimonio, muerte. Se ofrece betel a los huéspedes, se toma durante el cortejo, y entre los bienes con los que se entierran a los difuntos, se incluyen los ingredientes con los que se forma el masticatorio. Este tiene efectos estimulantes y se forma con la [49] nuez que procede de la palma areca –muy astringente y aromática–, las hojas frescas del betel, la cal de buyo y húmedas hojas de tabaco. [50] Placa de plata dedicada a un célebre cómico de teatro en la zarzuela “Torear por lo fino”. Su autor es el escultor y orfebre filipino Ciriaco Gaudínez y Javier (1848-1919/20). La zarzuela tuvo y todavía tiene un fuerte arraigo en Filipinas. De origen español, pronto se escribieron en las lenguas del país y se formaron compañías con cantantes, letristas y músicos locales. En ellas se reflejaban las costumbres, tradiciones y la música de las Filipinas, y tenían un significativo componente nacionalista. [51] Calibaos. Tinguian. Cordillera de Luzón. Siglo XIX. Su sonido se obtiene golpeando con la mano y permite cambiar el tono con la introducción de anillas de bejuco trenzado. Es un instrumento exclusivamente femenino y se toca para ahuyentar a los espíritus. [52] Cuchillas que se colocan en los espolones a los gallos durante la pelea. Tagalog. Centro de Luzón. Siglo XIX. En Filipinas las peleas de animales son relevantes, pero el juego nacional es la pelea de gallos. [53] Tabaquera de bambú. Tagalog. Pampanga (Luzón). Siglo XIX. Esta tabaquera tiene decoración tallada en relieve, en la que se muestra con gran detalle escenas de la vida cotidiana, de lo que parece ser una comunidad agrícola, pero también se observa a través de esta decoración cómo era la vivienda y la flora de la zona. [54] Pipas de madera. Ifugao. Cordillera de Luzón. Siglo XIX. Las pipas pueden ser de madera, arcilla o metal. Las de madera se hacen por sus propietarios y se utilizan localmente. Las más elaboradas se fabrican sólo en ciertas localidades y se comercializan en otras áreas. [55] Recipientes de bambú para guardar la cal de buyo. Tinguian. Abra (Cordillera de Luzón) y cajas para guardar los ingredientes del betel. Mindanao. Siglo XIX. La cal de buyo se hace de conchas molidas. Las cajas más pequeñas suelen llevarse a la cintura, sujetas por medio de un cinturón o guardarlas en las bolsas, otras se tienen en las casas para ofrecer el betel a los visitantes. La posesión de estas cajas es un símbolo de prestigio social. [56] CREENCIAS La religión predominante es la católica –el 84% de la población la practica, siendo considerado por ello el único país católico de todo el sudeste asiático–, pero a nivel rural aún se conservan las creencias animistas en los espíritus invisibles de la tierra y en que las almas de sus antepasados influyen en sus vidas en lo bueno y en lo malo. El resultado es un catolicismo popular, con una mezcla de la religión de los colonizadores españoles y del animismo local. Existe un elaborado calendario religioso, marcado con diversas actividades que cumplen funciones rituales y sociopolíticas. Se venera a la Virgen, pues en ella se simboliza el papel preponderante que tiene la madre en la familia filipina, y de ella hay una importante representación iconográfica. Asimismo se venera al Niño Jesús, como niño, al que se le representa generalmente con una mano bendiciendo y en la otra con una esfera, y esta imagen [57] se encuentra en gran cantidad de lugares, siendo la más conocida el Santo Niño de Cebú. Ahora bien, Jesús hombre tiene su principal iconografía en su Pasión y Muerte, que se celebra en numerosos lugares de Filipinas con procesiones, penitencias, vía crucis, etc. Igualmente son reverenciados una serie de “Santos”: San Roque, patrón de las enfermedades; San Isidro, de los agricultores celebrándose importantes fiestas en su honor; San Miguel, de los comerciantes; Santiago, etc. Un 5% de la población sigue las creencias rituales musulmanas, Sunnita y Chiita. Fueron islamizados desde Borneo antes de la conquista española. La influencia islámica se hizo manifiesta fundamentalmente a través de tres grupos diferentes: comerciantes y aventureros árabes, misioneros de la secta Sufi procedentes de Malasia y de Sumatra, y musulmanes y comerciantes del sur de China. Observan la costumbre islámica de no comer carne de cerdo, así como el calendario ceremonial. Ahora bien, entre algunos grupos creen que la estricta adhesión a los cinco pilares del Islam, sólo es necesaria para los mayores, pues los más [58] jóvenes son más laxos en el cumplimiento de sus obligaciones religiosas. Los Imanes son quienes dirigen la oración comunal de los viernes, ofician en ciertas ceremonias relacionadas con el ciclo vital y frecuentemente resuelven casos con implicación en la ley religiosa. Ahora bien, junto al Islam, persiste todavía la creencia en los seres y espíritus locales: cada individuo nace con un “compañero”, cuya desgracia o desaparición supone la enfermedad o la muerte de la persona. Y en relación con estas creencias existen también dos tipos de sacerdotes que están en relación con los espíritus: frecuentemente, una mujer mayor experta en ponerse en contacto con ellos, y un hombre que puede producir u oponerse a la magia negra. Todavía se encuentra un 4% de la población animista, que comparte la creencia en que todas las cosas tienen un “ánima” invisible, que no muere con la visible. Su vida se centra alrededor del anito –el espíritu de la persona muerta– con poder para lo bueno y lo malo, para proteger las cosechas o causar enfermedades. Se [59] cree que los espíritus –anitos–, humanos o de la naturaleza, son los causantes del bien y del mal, y hay que aplacarlos por medio de rituales. Se ofrecen numerosas ceremonias en relación con la enfermedad, las tareas agrícolas, la guerra, el nacimiento, el matrimonio y la muerte. En ellas se encuentra el culto a los antepasados y el sacrificio de animales (pollos, cerdos y perros). Existe también una estructura jerárquica de espíritus ancestrales con un importante papel en la vida diaria. Creen además en un ser superior o en un principio vital, pero que suele ser indiferente a los asuntos de los hombres. Tienen especialistas religiosos de ambos sexos, que ofician en todas las ceremonias, curan la enfermedad, recobran las almas de los muertos que andan errantes, e interpretan los sucesos sobrenaturales. [60] Anito. Kankanay. Lepanto (Cordillera de Luzón). Siglo XIX. Estas figuras representan el espíritu de los antepasados, anito, y se colocan cada vez que se construye una nueva casa, quedando fijadas en su interior con funciones protectoras. Pueden estar de pie o sentadas y generalmente tienen conchas en los ojos y trozos de metal en los dientes. [61] Bulol sentado. Ifugao. Cordillera de Luzón. Siglo XIX. Los bulol representan a los dioses de los graneros y se guardan en su interior para que aumenten el arroz almacenado. En cada cosecha se celebra una ceremonia con ofrendas y sacrificios de animales, con cuya sangre se baña a estas imágenes y se asegura su poder fecundador. En esta talla se puede apreciar la pátina que han dejado los diferentes rituales celebrados con ella. [62] Imagen del Niño Jesús con la cabeza y manos de marfil. Escuela Hispano-filipina. Siglo XVIII. Es una imagen vestidera que se enmarca dentro de la tradición del Santo Niño de Cebú. [63] Armadura, kurab-a-kulang. Maranao. Lanao del Sur (Mindanao). Siglos XVII-XVIII. Entre los grupos moros de Sur de las islas se utilizaba un elemento defensivo de claro origen español: las armaduras, que servían como protección de la parte superior del cuerpo. Este tipo de arma defensiva era exclusivo de estos grupos, ya que no se encontraba en el resto de Filipinas. Fueron los artesanos nativos los que copiaron estas armaduras capturadas a los españoles, las hicieron con los materiales propios de su medio, como es el asta de carabao, y en los adornos de plata repujada recogían los motivos decorativos curvilíneos característicos del ukkil: volutas, hojas, enredaderas, etc. [64] [65] BIBLIOGRAFÍA BARADAS, David (1995): Land of the Morning. The San Francisco Craft and Folk Art Museum. CASAL, Gabriel Ed. (1982): The People and the Art of the Philippines. Los Angeles: Museum of Cultural History. FRANCISCO, J. R. (1988): Selected Essays on Mindanao Art and Culture. Marawi City: Mindanao State University. FRASER-LU, Sylvia (1988): Handwoven textiles of SouthEast Asia. Oxford University Press. LANE, Robert F. (1986): Philippine basketry. An appreciation. Manila: Bookmark Inc. PATANÑE, E. P. (1991): Philippine jewelry and ornaments. Manila: Humanitarian Sciences Foundation. PERALTA, J. T. (1977): “Wooden gods and other carvings”. 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