EL MONERIIISMO LR PROSR DE 'J MRIOtlE OOrIZRLIZ rnRHTÍnu JosÉ Francisco [onde 0rtega afectó, primordialmente, en un aspecto: la vida pública deja de absorber al escritor, por lo que la labor intelectual se desarrolla aparte de la acción política que, por otro lado, casi no existe. En la circunstancia de una paz prolongada,la literatura mexicana alcanza un florecimiento singuhasta la hoguera del sol en lar aunque -escribe Carlos Pereyra- la verdadera amnistía se dio en las páginas de E/ Renocimienfo, donde escribieron un biplano con las alas de todos, o casi todos los escritores que muy poco antes ha- ¡Y yo que pretendía llegar cera!... bían sido enemigos. Se inician proyectos culturales, como Enrique González Martínez. la fundación de la Academia Mexicana de la Lengua, y s€ sientan las bases para que surja la etapa más rica del mo- dernismo, cor"l sus dos importantes órganos de difusión: la ff | lJ on la instauración de la República, en 1867, se inicia una nueva etapa en la Revista Azul (1894-1896) y, en su apogeo, la Revisto Mo- derna (1898-1911). Veinte años después de la publicación historia política de México; y, desde de E/ Renacimienfo, cuando comen zaba a agotarse la vi- luego, las letras ofrecerán, a partir de enton- gencia del programa nacionalista y se iban madurando los ces, un nuevo aspecto. luárez comienza su signos del cambio de orientación estética, Altamirano fue gobierno sin demasiada crueldad. Después nombrado cónsul general en España. Para despedir al de los acontecimientos del Cerro de las Cam- maestro, los miembros del Liceo Mexicano organizan una panas, los personajes que intervinieron en el velada literaria la noche del 5 de agosto de 1889, y Cutié- sueño imperial son condenados a prisión o al rrez Nájera, "el soldado raso (que) presenta armas a su general en jefe", reconoce el magisterio de Altamirano. Pero, destierro. Poco después se decretó la amnistía. Muerto luárez en 1872, lo sucedió en la presidencia Sebastián Lerdo de Tejada, además, el Duque /ob estaba consciente de que él mismo era uno de los iniciadores "más sensibles y persuasivos"l de la siguiente etapa que, una vez reafirmada la intención naciona- quien fue derrocado y se desterró volunta- y la universalidad riamente. El vicepresidente, José María lglesias, pretendió, con tal carácter, asumir el lista, buscaría conquistar la libertad poder; pero cayó, a su vez, al triunfar la fac- se volvía color local ción que encabezaba Porfirio Díaz. Durante el largo tiempo comprendido entre 1867 y 1910, México sufrió hondas transformaciones en lo político, económico y social. En lo que a las letras se refiere, la situación las iba iniciando y adquiriendo coherencia una nueva estética. de Ia expresión artística.2 Al m¡smo tiempo que el nacionalismo y pintoresquismo, de una manera suti! se Desde 1876, fosé Marti quien residía en México y tenía 23 años, y Gutiérrez Nájera, quien tenía 1 7 , habían comenzado a manifestar en sus versos y, sobre todo, en su prosa cas y artículos- nuevos recursos de estilo y, antes que todo, FsnnnnS Zg <róni- una nueva sensibilidad. Gutiérrez Náje- dría afirmarse que la influencia más ra expone con lucidez los principios de certera del modernismo fue la literatu- se ha ensanchado; actualmente debe una nueva estética en la serie de artícu- ra misma. Los modernistas afirmaron entenderse como un arte epocal, como manifestación Iiteraria de una los "El arte y el materialismo"; y mo, en sus dimensiones ideológicas, José abiertamente que en el gusto por la li- Martí, en E/ presidio político en Cubo, publicado en 1871, da las primeras teratura, por el placer estético y en el goce sin preiuicios está su verdadero época regeneradora de la cultura deci- notas de ese "nuevo estremeciento". Con el modernismo surgió una nueva programa. Ese gusto sin ataduras, sin temores, por lo propio y por lo ajeno espíritu revisor en lo lingüístico, esti- literatura. Y sus causas son tantas o más que aquellas que registran los es también la raíz del tan insistido una época. Por Io tanto, rebasa Ios lí- cosmopolitismo, amén de Ia partici- manuales literarios. Muy pocas veces pación de los países de América en un mites generacionales. Al modo del Barroco, que tan larga y fértil vida tuvo, se ha tenido en cuenta la historia de la espíritu de renovación espiritual que se daba en el mundo. La intención, tan de moda en estos días, por la literatura como lenguaje la tuvieron ya misma literatura hispanoamericana; quizás el rastreo tan minucioso de influencias haya hecho perder de vista un aspecto simple y claro: también la los modernistas. Si el modernismo sig- historia literaria de Hispanoamérica nificó un cambio; lo fue -ante todo- a explica mucho del nacimiento y carác- través del lenguaje. También aquí la ter del modernismo. Junto a las in- crítica tradicional ha perdido de vista el monónica. El modernismo supone un lístico y metafísico, como producto de e! modernismo se prolonga y se tradu- ce en una preocupación y una actitud perenne, visibles en el arte inventivo y en la esmerada expresión literaria.s Reconociendo diferencias, y pensando más bien en las semejanzas, parece lícito decir que el modernis- mo, como arte epoca! y como legado ideológico, sobrevive en la literatura de hoy, y se patentiza en obras del fluencias extranjeras existieron otras que la propia literatura hispanoameri- subrayar galicismos, neologismos, indi- cana ofreció, haciendo posible, por genismos y arcaísmos, identificando momento porque los artistas actuales y Iocales, la aparición del modernismo. En primer lugar, la segunda generación romántica en lenguaje con vocabulario. Los moder- son, como llamó Ricardo Cullón a los nistas fueron más allá. Entendieron que modernistas, "Edipos sin esfinge" fren- cambiar la literatura era cambiar la len- te a la "misma tiniebla". Ahora bien, América tuvo características muy espe- gua, como posición, como actitud y toda la utilería de la cultura humanista ciales: fue desapareciendo el repentis- con una nueva sensibilidad.a que hoy nos parece exótica y ajena mo y la idea de inspiración para ser paulatinamente reemplazados por el Debe rechazarse el concepto del modernismo como una literatura de estetas dedicados al cultivo del arte a espaldas de la realidad. El modernis- medio americano, en tiempos de los modernistas formaba el sostén de instrucción de Ias clases media y alta, y causas históricas oficio y una mayor conciencia del hacer Iiterario. Es así como en esta objeto, ya que ésta se ha detenido en al resultaba tan familiar como ahora época comienzan a adquirir más im- pueden ser los personajes de televisión portancia los estudios filológicos y gramaticales (Bello, Cuervo, Caro, y Nervo); La búsqueda de Ia forma po!ítica y resurge también la traduc- ción como género. Comienza, los cómics.7 perfecta era una manera que tenían los modernistas de constrarrestar la certidumbre de saberse fugaces. El cuidar la forma era un acto moral.s El modernismo es, en última instancia, la apropiación de un lenguaje. Los poetas modernistas -y desde luego los mexicanos- hicieron suyo el español. Lo sometieron a !a prueba de los esti- así, a traducirse mucha literatura extranjera; y a estudiarse con un criterio distinto la Iengua y Ias literaturas nacionales. A todo esto debe agregarse la aparición de un género que instaura una verdadera tradición en América: el ensayo de interpretación. La búsqueda de Ia individualidad y su realidad histórica dio ejemplos tan válidos por su contenido como por su valor literario.3 Po- los universales para hablar de su expe- riencia vivida y de la naturaleza sociedad de su país.e LI TTRflTlJ 50 R fl y la fupectos de primordial importancia para la mentalidad modernista fueron la búsqueda de la individualidad en la expresión, la imagen del escritor como artista, la noción de la correspondencia de las artes y las letras, el concepto del idioma como territorio de conquis- ta. Elevado así a categoría estética el ejercicio de !a prosa, se amplían sus ma- ca.l0 Estos antecedentes anuncian el nifestaciones para incluir el poema en cambio que se operará a partir del últi- prosa propiamente dicho; el miniaturis- mo tercio del siglo XlX. En 1871 fosé mo, verdadero trabajo de orfebrería Martí publica que puede ser relato, cuadro descripti- El presidio político en dad y la riqueza imaginativa. El punto de partida fue, en la mayoría de los casos, la realidad, pero nada más como un pretexto para hacer literatu- Cuba, obra en la que ya aparecen las ra. La crónica fue adquiriendo, de este vo o semblanza; la crónica periodística, cualidades que luego serán los rasgos elevada al rango de literatura por su estilísticos más relevantes de la prosa modo, el carácter de una variación cuyo tema pudo o no haber existido, de modernista: intensidad, ritmo, color, pero que el temperamento del artista viaje, dedicada no a describir países ex- innovación sintáctica. Desde sus primeros escritos en prosa, Martí señala convierte en otra realidad: la literaria. elegancia y ligereza, y !a relación traños, sino a captar tas sensaciones det viajero. Entre los géneros tradicionales, la novela parece preferir, ya recreaciones históricas de edades pretéritas o mundos exóticos, ya conflictos de per- las cualidades que serán, más tarde, las de toda una manera de concebir el oficio de escribir. La prosa de Manuel Gu- y siempre en ambientes refinados o tiérrez Nájera representa un aporte y un complemento necesario para la consolidación de la prosa modernista. sonalidades artísticas o hipersensibles, El poema en prosa permitió a los escri- tores modernistas materializar el ideal de unir el verso a la prosa. El modernis- mo, verdadera estética de la armonía, vio al mundo como un sistema regido por las leyes del ritmo. Por otro lado, el ensayo modernista tiene, también, ca- morbosos por enrarecidos. El cuento, La gracia se racterísücas propias. Deja atrás la comba- más inclinado al lirismo, reincide con advierten en muchos de sus poemas, tividad y el apasionamiento ideológico frecuencia en los temas anteriores, ex- tienen en su prosa la virtud de crear un plorando mundos fantásticos, raros, anormales. Por su parte, e! ensayo y la equilibrio constante entre imaginación del ensayo romántico para ofrecer un equilibrio que conjuga con el ensayo y deliberada frivolidad que características de otros géneros. El en- crítica se acicalan también con los re- y naturalidad, subjetividad y gracia. La renovación no se limitó a la frase y su sayo deja el puro planteamiento de cursos artísticos de! momento; pero, prosodia; hay en sus relatos, y sobre ideas y se va expresando con una rara como el cuento, frecuentemente se car- todo en sus crónicas, una nueva mane- flexibilidad que lo sitúa armónicamente equidistante entre arte y pen- gan de emoción lírica y entonces dejan ra de componer, en la que !a esponta- una representación de! mundo: una visión impresionista del arte. La prosa hispanoamericana del siglo pasado posee, ya con la segunda generación romántica, características individualizadoras. Domingo F. Sarmiento, fuan Montalvo, Eugenio María de Hostos e lgnacio Manuel Altamirano son escri- neidad y la sorpresa alternan con una artística elaboración. La crónica es más samiento. El modernismo ha sido el primer gran intento de América por el resultado de las circunstancias que expresar su individualidad. Una indivi- de una deliberada preceptiva. El auge una nueva necesidad; y esa necesidad, dualidad que también artísticamente fue el resultado de una problemática diversidad, la misma que integra su un nuevo género. La mayoría de compleja realidad histórica. El moder- del períodismo de finales del siglo crea esas crónicas fueron escritas en las mismas nismo se propuso Ia difícil empresa de redacciones de los periódicos, según crear un estilo; y que ese estilo sirviera, era costumbre; de lo que se deduce que, como género, la crónica obede- a su vez, de cohesión. Puede decirse distinta, en la que el ideal artístico hace posible un pensamiento com- ció a las leyes de la improvisación, de na mucho !e debe a la aventura estéti- ahí sus principales cualidades: la varie- ca del modernismo.ll tores en cuya prosa se muestra claramente una personalidad original y prometido con su realidad históri- F"r,*m.tS 5l que, hoy, Ia literatura hispanoamerica- dernista" que reineba en la ciudad de los, esta poesía es plenamente de edad, pertenece al grupo formado por México, sus poemas respondían nuestro siglo y de nuestro mundo.13 Nervo, Urbina, Tablada, Lugones, Va- deseo modernista de castigar la forma Enrique González Martínez, por su al lencia y faimes Fryere. Sin embargo, es hasta someterla a los rnodelos artísticos después de 1910 cuando logra sus mejores libros y se convierte en uno de los poetas mayores de Ios cenácu- que los parnasianos franceses recomendaban. Pero fue en los dos libros los literarios. Como Lugones y Urbina, siguientes -Silénter,1909 y Los senderos ocultos, 1911- donde González fue admirado y seguido por los ióvenes que, un poco después de 1920, apare- Martínez fue capaz de causar admiración por Ia límpida serenidad con que cieron "rompiendo a pedradas las lám- interrogaba los misterios de la existen- paras modernistas".l2 Luis c. Urbina se dolía, en España, porque sus versos obra en prosa de Enrique González Martínez es breve: su autobiogratía La en dos volúmenes -El hombre del Búho, 1944 y Lo opocible locura, 1951-; Algunos ospectos de la lírico mexicono, dis- curso de recepción en la Academia Mexicana de la Lengua, de 1932; tres cuentos -Uno hembra, 1895; Lo chiquillo, 1907; A vuelo, 1908-; discursos, cia en una poesía lírica, personal, sin contar los accidentes de la vida, sino traducciones y prólogos. Aquí nos inte- su autobiografía sumamente decantada con la ese.':cia de sus emociones y y los cuentos. resan la autobiografía, el ensayo crítico Dejemos que el poeta nos hable: sus pensan¡¡entos. González Martínez Enrique Conzález Martínez nació en se vuelve hacia esa parte de la poesía Guadalajara, donde transcurrieron los que está nruy cerca del silencio: la exy ornamental, sino la del recogimiento y primeros 25 años de su vida. Cuando a los 22 años obtuvo su título de médico ya había publicado en los periódi- la reflexión. cos algunos cuentos, artículos de crítica, quisitez verbal. No la exquisitez estéril En todos los libros de Enrique Gon- zález lvlartínez se conserya su inicial tono de nobleza, de austeridad, de fi- poemas originales Shakespeare y y traducciones de de Poe, pues desde los bancos de la escuela se había aficiona- poetas que hacen piruetas cuando en- do a escribir. Todavía la literatura no era para él más que un PasatiemPo vejecen paiü atraerse a los ióvenes. No halr sp sr¡s libros saltos en el vacío de aristocrático, según su propia confesión. "Me gustaba afectar cierto des- una estética a otra, slno ascensión de su dén por mis trabaios poéticos." Fue a ejercer su profesión a Ia ciudad de Si- delidad a su estética. No fue de los espíritu hacia un arte cada vez más preocupado por ros problemas últimos. La desesperanza, el sollozo, la duda y la sonrisa, el angustioso senti- naloa, donde contrajo matrimonio con Luisa Rojo. Pasó después a la pequeña ciudad de Mocorito, Y su Posi- miento del oficio de vivir, de la muerte y el tiempo se depuran en una admi- ción profesional fue allí más ventaiosa. como pocos, supo provincia que solía escribir versos para rable serenidad. É1, Su vida era típica de un médico de envejecer sin menoscabo de su poesía. las revistas literarias. Supo señalar a la poesía un nuevo camino cuando el modernismo estaba Un día circuló en Cuadalajara la falsa noticia de su muerte. Abunda- ya nada decían a los ióvenes y "casi a nadie" importaban. Los dos primeros libros de Conzález en su apogeo. La autobiogratía lírica ron los artículos necrológicos, no sólo en su ciudad natal, sino también en Tepic, MonterreY, Aguascalientes Y Martínez -Preludios, 1903; Lirismos, 1909- eran ya nobles, serios, sinceros. Aunque el autor, retirado en Ia Provincia, desconfiaba de la "secta mo- renidad, pero iambién hacia mayor otras ciudades, con franco elogio a su sinceridad; hac¡a un más severo Y personalidad como poeta. "Aquella hondo concepto de la vida. Espeio de hora de notoriedad que me había de- de Ccn:ález Ma;"tínez es la historia de una ascensión perpetua. Hacia mayor se- nuestras luchas, voz de nuestros anhe- parado la suerte LITTRflTlIRfl 5l -dice- creó en mi te y ágil: parecía tener veinte años menos. La muerte lo sorprendió poco después, en febrero de i952. Son intensas las páginas en las que sobresale la figura del poeta, como en el mito platónico del carro del sol, atempera- da por la inteligencia reflexiva del padre y la energía impetuosa de la madre. Con cuánto amor y agradecimiento se refiere a sus mayores con el afán de explicar -o explicarse a sí mismo- el misterio de la vocación. La prosa de Enrique Conzález Mar- tínez se adecua perfectamente a la conversación. Sin embargo, no es desaliñada. Sobre todo en El hombre det espír¡tu un deseo de merecer, a fuer- M. de Olaguíbel, de la sección edito- za de trabajo y fervor, en el largo rial. La situación política del país había curso de mis años, algo de lo que entonces se me daba como ofrenda gra- cambiado: derribado Porfirio Díaz, imperaba el gobierno de Madero. El tuita." Seleccionó entre sus poemas lmporciol, viejo palenque del porfirismo, era ahora vocero de la oposición. los que le parecieron mejores y formó con ellos su primer libro, preludios. El libro fue bien acogido por la crítica. Poco después fue a la ciudad de Méxi- y los más importantes hombres de letras lo acogieron con reiteradas muestras de simpatía intelectual. La enfermedad de uno de sus hijos lo obligó a posponer el triunfo en ta caco, pital y sus cenáculos. Desde su rincón de provincia publicó otros dos libros: Lirismos y Silénter. Con un cuarto volumen bajo el brazo, Los senderos ocultos, volvió, en 1911, a la capital con el propósito de dedicarse preferentemente a búho existe una gran exigencia fory un color que en nada contrarían la gracia de la mejor prosa mal; un ritmo modernista, aunque todo esto matiza- do con la sabia austeridad y la modestia del autor de Vilano ol viento. Vinieron días aciagos. Madero y Con esta prosa, severa y rítmica a un Pino Suárez fueron asesinados. Victoriano Huerta se adueño del poder; y tiempo, Conzález Martínez hace co- muy pronto se organizó un formidable movimiento revolucionario contra un régimen nefando que finalmente fue derribado. Conzález Martínez había desempeñado cargos en el ramo de instrucción pública durante el régimen caído. Fue cesado de sus cátedras y volvió a trabajar en la prensa. Publicó nuevos libros y se acrecentó su fama existir las dudas personales con los recuerdos (maestros, amigos, familiares) y, siempre atento a identificarse con la inteligencia y la distinción espiritual, es implacable con la mediocridad y la vulgaridad. El poeta es el más severo crítico de su obra y, también, certero en los juicios de la obra ajena. Se distingue por su cortesía, aunque es incapaz literaria. En 1920 fue nombrado minis- de hacer concesiones. Ávido tector, escribe su biografía como una aventura tro plenipotenciario en Chile; por los vericuetos de la educación de con las letras. Lo recibieron con demostra- igual cargo pasé después a Argentina las clases media ciones de admiración. La Academia Mexicana de la Lengua lo eligió como miembro de número. La nueva gene- y, por último, en 1924, a España. permaneció en Madrid hasta 1931, año en el que, con el retiro diplomático, glo. Por eso no sorprende que un médico de provincia llegue a la ciudad de México y busque trabajar en su ración lo llamó para presidir el Ateneo. terminó su carrera. Vivió desde entonces en México, querido, admirado y Más tarde fue llamado a dictar cátedras en la Escuela Nacional preparatoria y en la Escuela de Altos estudios. lngresó a El lmparcial donde se hizo cargo, con Luis C. Urbina y Francisco respetado. Al cumplir los 80 años se le y alta de fines de si- profesión o dando clases de "castellano" o de literatura. El lector puede detenerse en los retratos o semblanzas tributaron múltiples homenajes que parecían no tener fin, pues abarcarían de la gente que conoció -principal- casi todo el año de 1951. Estaba fuer- cripciones, F,r,f,J,f,.P,S 55 mente los de los poetas- o en las des- y ño extrañar la "sonrisa II Itiltr{} del alma" de Gutiérrez Nájera, pero fortalecida por la melancolía de Urbi- una perspicaz y certera semblanza nificativos, supone que se puede evitar del Modernismo y de sus contempo- na, sabiamente templadas por una na- ráneos. Crítico comprensivo que todo se devalúe o se enmohezca: apuesta mayor por Ia necesaria pal- tural austeridad. Libro autobiográfico, sí, pero también de memorias de sus escatimó elogios a quien lo merecía, tiempos. Lo apacible locura tiene un tono un poco distinto. La prosa se y culto, lector de penetrante sensibilidad, no pitación de la vida. pero fue implacable con los medioNOTAS con unas cuantas pinceladas -aunque cres. Sus cuentos se resienten de la influencia de Zola, Flaubert y, posiblemente, Galdós. Los ambientes y penetran- están muy cerca de Ios creados Por 1 fosé Luis Martínez, Lo expresión nocional, p. 56. 2 Loc. cit. Prosa ¡radernisto de Hispanoomérico, pró1. de la Micrós en lo Rumba; acaso también los Roberto Yahni. 4 tbid. p.10. lucha en la capital por labrarse un nombre, sus conflictos políticos, la personajes. A vuelo recuerda mucho 5 ]ván A. Schulman, vuelve más impaciente. El retrato se da sigue siendo incisivo te-.También los motivos son otros: muerte de sus seres queridos, su labor diplomática -durante la cual escribió muy poco-, cierto desencanto. Con esto, sin el estorboso didactismo y sin Ia pedantesca moralina, cualidades que debemos agradecerle a González Martínez, enseña su alma, templada en el arte más difícil: vivlr. En Aspectos de la lírica mexicano se refuerza el aserto "Un paseo de Gutiérrez Náiera". Es decir, respira el ambiente de la época, aunque está más cerca de Camboa y de Micrós que del Duque fob, Urbina o Nervo. De un erotismo solapado pero intenso, sus cuentos hacen pensar en que, de haber segui- do explotando esta veta, el poeta hubiera conseguido buenos resultados. González Martínez completa el mo- ! Génesis del modernismo, pp. 14-1 5. 6 tbid. p.17. 7 José Emilio Pacheco, Antologío del modemisrD, p. XLI y XLll. 8 tbid. p. Xllll. 9 tbid. p. 51. 10 Roberto Yahni, op. cit., p.11 . 11 nos, tor exigente y, en consecuencia, un crítico severo. Poco salva del romanti- Colonia, González Martínez significa cismo mexicano. A Altamirano, por el contrapeso y el equilibrio de una época que fue intensamente fértil. un lec- supuesto, pero se lamenta de que, en p.282. BIBLIOGRAFíA dernismo. De otro modo: como Hugo en Francia, o Sor fuana en la I de que González Martínez era tbid.p.M. 12 Enrique Anderson lmbert. Historio de lo literoturo hispanoomericono, p. 429. 13 Pedro Henriquez Ureña, Estudios mexico- Anderson lmbert, Enrique. Historio de lo lite- roturo hispanoomericono. Tomo Y. FCE, México, 1977. 52O pp. (Breviarios, 89) 2 González Martínez, Enrique. Misterio de uno vococión. Prólogo de Enrique González Rojo. Eosa, México, 1985. 154 pp. (Col. Biografía, venes; aunque reconoce que fue nece- Romanticismo, barroco y modernis- 34) 3 Henriquez Ureña, Pedro, Estudios mexiconos. mo son momentos que suponen el FCE, México, 1960. 200 pp. lván A. Génesis del modernismo. estremecimiento de la vida. Estreme- 4 Schulman, MéxicoflVashington Universi§ sario su magisterio. Traza, además, cimiento que, en sus autores más sig- demérito de su obra, el autor de t/ Zorco se dedicara a impulsar a Ios jó- El Colegio de LITTRflTllRfl 5L Press, 'l968.216 pp. ESIRITIJRfl flargarita Yillasenor Cada obfeto hablará después, en el recuerdo. Cada día registrará los datos. Estaré ahí -en la memoria, o en la memoria de! olvido- tejiendo ya no sé si un pulóver o el destino. Estarás aqui escribiendo -te miro a contraluz y a contrapunto del tiemporeincidente en la sorpresa y en el gesto. Sólo el aullar del viento se prolonga hilando los minutos. Un reflejo en el cristal como un espejo roto por el velado sol, tras la cortina. Y más allá de ti y de mí, del amor circunscrito por la tarde, el azul Mediterráneo de las aguas con venas de oro en sus tersas carnes y un caserío de cal y canto y teia llenándonos los ojos de rocas y gaviotas, de pinos y de arenas. Hemos construido juntos -sol, suspiro y mar, mirada viento y queiaun continente de aristas infinitas en Ia alcoba pequeña para la inmesidad de la pareia. Fgnnp,nS 55 Pierre Michon. Fotografías: Mathieu,eannet LITTRfTtIRfl 56