p.1 Corte de Apelaciones de Concepción, 03/06/2011, 1275-2010 Tipo: Recurso de Apelación Resultado: Confirma Doctrina Para dilucidar si por el hecho de haberse enajenado el inmueble en pública subasta ordenada por el tribunal, actuando el juez en representación de la ejecutada (artículo 497 del Código de Procedimiento Civil), se requería cumplir con la norma del artículo 1754 inciso final del Código Civil, que dispone que la mujer no puede enajenar, ni gravar sus bienes raíces, cuya administración corresponda al marido, es necesario determinar la naturaleza jurídica de la representación. Sobre el particular, se debe recordar que existen diversas teorías que tratan de explicarla (entre otras, la teoría de la ficción; la del nuncio o mensajero, y la de la representación modalidad del acto jurídico, etc.).(Considerando 7° y 8° de la sentencia de la Corte de Apelaciones) Siguiéndose en Chile se sigue la doctrina de la representación modalidad del acto jurídico, se debe concluir que la voluntad que concurrió a la celebración de la venta forzada que ha generado el presente juicio, fue la voluntad del tribunal (representante) y no la del representado (ejecutada). Consecuencia de ello es que no cabe aplicar a este caso la regla del artículo l754 inciso final del Código Civil, por lo que la venta y enajenación realizada por el tribunal se ajustó a derecho, debiendo por ello rechazarse la demandada en todas sus partes. (Considerando 10 de la sentencia de la Corte de Apelaciones). Texto Sentencia Corte de Apelaciones : Concepción, tres de junio de dos mil once. VISTOS: I.– En cuanto al recurso de casación en la forma: 1.– Que el demandante recurre de casación en contra de la sentencia definitiva, por la causal del artículo 768 N° 5 del Código de Procedimiento Civil, esto es, en haber sido pronunciada con omisión de cualquiera de los requisitos enumerados en el artículo 170; ello en relación con el N° 4 y 6 del artículo 170 del mismo código. Funda su petición en que se dedujo una demanda subsidiaria de nulidad relativa y en subsidio inoponibilidad, y la sentencia no contiene ninguna consideración de hecho ni de derecho respecto de dichas demandas subsidiarias, con lo que no se cumpliría con el N° 4 del artículo 170 del Código de Procedimiento Civil, y por ello falta en la misma la decisión del asunto controvertido, como lo exige el N° 6 del mencionado artículo. 2.– Que en cuanto a la causal invocada del artículo 768 N°5 del Código de Procedimiento Civil, en relación con el artículo 170 N° 4 del mismo código, esta última disposición dispone que la sentencia contendrá las consideraciones de hecho o de derecho que sirven de fundamento a la sentencia; lo que se cumple en la sentencia con los considerandos 5° en adelante, señalando en el motivo noveno que, en cuanto a la acción subsidiaria de inoponibilidad de la referida compraventa, el actor la basa en los mismos fundamentos para solicitar la nulidad absoluta y relativa de la misma, razón por la que siendo procedente los argumentos expresados para rechazar las nulidades alegadas, desestima igualmente la acción subsidiaria. p.2 3.– Que como se puede observar la sentencia contiene consideraciones de hecho y de derecho; distinto es que el recurrente no comparta dichos fundamentos, que podrán ser motivo de modificación en la apelación interpuesta subsidiariamente a la casación. Por otra parte, los vicios que advierte el recurrente fundado en los N° 4 y 6 del artículo 170 del Código de Procedimiento Civil que se habían cometido en la dictación del fallo de primer grado, no son de la entidad que permitan su anulación, es decir, de los antecedentes de autos aparece de manifiesto que aquél no ha sufrido un perjuicio reparable sólo con la invalidación de la sentencia. Y sin perjuicio de la procedencia o improcedencia de las causales invocadas y dado que las alegaciones fundantes de ellas son de similar contenido y persiguen el mismo objetivo del recurso de apelación deducido en el primer otrosí de su presentación de fojas 85, el vicio, de existir, puede ser subsanado por la vía del recurso de apelación interpuesto. En consecuencia, el recurso de casación deducido por el demandante será desestimado. II.– En cuanto al recurso de apelación: Se reproduce la sentencia en alzada, a excepción de su fundamentos quinto al undécimo, que se eliminan. Y se tiene en su lugar y, además, presente: 4.– Que, conjuntamente con la casación formal anteriormente referida, el demandante ha interpuesto en el primer otrosí de su presentación de fojas 85 recurso de apelación en contra de la sentencia definitiva de primer grado, solicitando que se revoque la sentencia recurrida y se acoja la demanda, declarando que es nula de nulidad absoluta la compraventa contenida en el acta de remate y en la escritura pública que individualiza con su respectiva inscripción; en subsidio, solicita se declare que la venta adolece de nulidad relativa; y en subsidio de las peticiones anteriores, pide se declare que esa compraventa le es inoponible, debiendo cancelarse en todos los casos la inscripción a favor del demandado y restablecer la vigencia de la inscripción que existía a favor de su cónyuge. Funda la demanda en el hecho de que al ser el inmueble subastado un bien propio de la mujer ( pues ella lo había adquirido de soltera), no podía enajenarlo por sí sola, pues tal facultad, según el artículo l754 del Código Civil corresponde a su marido, que debe, en todo caso, contar con la autorización de su cónyuge. Argumenta que conforme al artículo 1749 del Código Civil, el marido como jefe de la sociedad conyugal, administra no sólo los bienes sociales sino también los propios de su mujer, cuyo es el caso del inmueble de que se trata, por lo que el juicio ejecutivo en que se produjo la subasta debió haberse seguido en contra de él. De acuerdo al artículo 1754 inciso final del Código Civil, la mujer no puede enajenar por si sola un bien raíz propio, precepto que tanto la jurisprudencia como la doctrina nacional ampliamente mayoritaria, consideran prohibitivo y, por ende, su incumplimiento adolece de objeto ilícito según lo dispuesto en el artículo 1466 del Código Civil, lo que conlleva su nulidad absoluta de acuerdo al artículo l682 del mismo código; 5.– Que son hechos establecidos que sirven como fundamento para dirimir el asunto sometido a la decisión del tribunal, los siguientes: p.3 a) Que en la causa rol N° 5797/2003 del Tercer Juzgado Civil de Concepción sobre juicio sumario de cobro de pesos, Comercial San Javier Ltda., dedujo demanda de cobro de pesos en contra de doña N.G. (cónyuge del demandante), siendo ésta condenada por sentencia firme a cancelar la suma de $1.631.887. b) Que en la etapa de cumplimiento del fallo, se embargó el bien raíz de propiedad de la demandada, el cual fue rematado en pública subasta con fecha 3 de diciembre de 2007, adjudicándoselo don N.L. (actual demandado) en la suma de $27.000.000, extendiéndose la respectiva escritura. c) Que el demandante y la demandada N.G. se encuentran casados en régimen de sociedad conyugal; 6.– Que es un hecho de la causa que la enajenación del inmueble corresponde a una venta forzada que se realizó en un juicio ejecutivo, actuando el juez en representación de la demandada doña N.G., conforme lo dispuesto en el artículo 67l inciso 3º del Código Civil; 7.– Que atendido lo que se acaba de señalar, lo que se debe dilucidar es, si por el hecho de haberse enajenado el inmueble en pública subasta ordenada por el tribunal, actuando el juez en representación de la ejecutada (artículo 497 del Código de Procedimiento Civil), se requería cumplir con la norma del artículo 1754 inciso final del Código Civil, que dispone que la mujer no puede enajenar, ni gravar sus bienes raíces, cuya administración corresponda al marido; 8.– Que para dar respuesta a esta interrogante es necesario determinar la naturaleza jurídica de la representación. Sobre el particular, se debe recordar que existen diversas teorías que tratan de explicarla (entre otras, la teoría de la ficción; la del nuncio o mensajero, y la de la representación modalidad del acto jurídico, etc.). 9.– Que desde hace algunos años tanto la doctrina nacional como la jurisprudencia, se han uniformado en el sentido que en Chile se sigue la teoría de la "representación modalidad", opinión que se sustenta en diversas disposiciones del Código Civil, entre otras, en los artículos l448, 672, 673, 678,72l; Ahora bien, una de las consecuencias de seguir la teoría de la modalidad es que de acuerdo a ella la voluntad que concurre a la celebración del acto jurídico es la del representante y no la del representado y, no obstante ello, los efectos de tal acto se radican en el patrimonio del representado. Por ello se dice que la representación es una modalidad, por cuanto importa un elemento que altera la normalidad (la normalidad es que los actos produzcan efectos para quien los acuerda); 10.– Que aclarado que en Chile se sigue la doctrina de la representación modalidad del acto jurídico, se debe concluir que la voluntad que concurrió a la celebración de la venta forzada que ha generado el presente juicio, fue la voluntad del tribunal (representante) y no la del representado (ejecutada). Consecuencia de ello es que no cabe aplicar a este caso la regla del artículo l754 inciso final del Código Civil, por lo que la venta y enajenación realizada por el tribunal se ajustó a derecho, debiendo por ello rechazarse la demandada en todas sus partes. Por las anteriores consideraciones y lo establecido en las disposiciones legales citadas, p.4 se declara: I.– Que se rechaza el recurso de casación en la forma interpuesto por la parte demandante en contra de la sentencia de treinta y uno de mayo de dos mil diez, escrita de fojas 79 a 82 vta. II.– Que se confirma la sentencia anteriormente referida. Se previene que el abogado integrante Jorge Eduardo Caro Ruiz concurre a la confirmación de la sentencia apelada en virtud de sus propios fundamentos y además por los siguientes: 1.– Que, la cuestión consiste en determinar si en las enajenaciones forzadas de bienes propios de la mujer casada en régimen de sociedad conyugal, se requiere o no el consentimiento o la autorización del marido en su calidad de administrador de los bienes propios de aquella. 2.– Que, lo primero que debe destacarse es el hecho que el marido no es dueño de los bienes propios de la mujer casada en régimen de sociedad conyugal –como ocurre con los bienes sociales en que el marido es dueño frente a terceros– sino simplemente un administrador ya que los frutos de esos bienes son sociales, y no siendo el remate en pública subasta de un bien raíz propio de la mujer un acto de administración, no requiere que él lo ejecute.– 3.– Que, lo que el artículo 137 del Código Civil impide es que la mujer casada en régimen de sociedad conyugal obligue sus bienes propios. En el juicio en que se embargó y remató el inmueble sub lite, la empresa ejecutante no hizo más que realizar el bien que la demandada N.G. había dado en hipoteca a la empresa bancaria tercerista de prelación, teniendo a la época de la constitución del derecho real el estado civil de soltera. Luego, la ejecutante que lo embargó, lo hizo en el ejercicio del derecho de prenda general; y la tercerista de prelación hizo valer su condición de acreedora hipotecaria en forma preferente a la ejecutante. 4.– Que, si bien el artículo 1754, inciso final, no distingue entre enajenaciones voluntarias o forzadas, por analogía e interpretación sistemática debe llegarse a la conclusión que dicha norma sólo impide a la mujer casada en régimen de sociedad conyugal enajenar "voluntariamente" su bienes propios, pues el artículo 1749, que trata de los bienes sociales, le impide al marido vender voluntariamente bienes sociales sin la autorización de la mujer pero no forzadamente, razón por la cual no se divisa fundamento para ser más exigente con la mujer, pues en el caso de los bienes sociales, que son bienes de ambos cónyuges, la enajenación por el marido está limitada a las enajenaciones voluntarias; y en el caso de los bienes propios de la mujer, en que se trata de bienes en los que el marido nunca tendrá ningún derecho, no se ve razón alguna para sostener que aquella limitación se aplica también a las forzadas.– 5.– Que, tratándose de las enajenaciones forzadas, si bien formalmente el juez representa a la mujer en verdad se trata de un acto de autoridad donde no hay voluntad de la mujer y la prohibición del 1754 parte de la base que es el marido quién representa la voluntad de la mujer, y como aquí en las enajenaciones forzadas no hay voluntad de la mujer de enajenar sus bienes no la puede representar el marido en dicho acto y por aquello el juez la representa derechamente a ella y no se requiere la concurrencia de p.5 ningún modo del marido para prestar su voluntad o su autorización.– 6.– Que, en concordancia con lo anterior, el marido no puede negar la autorización de un bien propio de la mujer cuando la venta es en pública subasta, como consecuencia de una enajenación forzada, no tiene esa facultad.– Sería ilógico sostener lo contrario, esto es, que para rematar en pública subasta un bien propio de la mujer se requiera autorización, voluntad o consentimiento del marido, porque este no está en posición de oponerse, por lo mismo ella resulta inocua e innecesaria, lo que deriva que no resulta necesario notificarlo previo al remate.– 7.– Que, en el caso que el marido, como administrador de los bienes propios de su mujer, no quiera vender uno de esos bienes aun a requerimiento de ésta, ella puede solicitar la autorización a la justicia, la que puede concederse con conocimiento de causa y en las enajenaciones forzadas es, precisamente, el juez quién la efectúa con conocimiento de los antecedentes del juicio, por lo cual no pude sino presumirse tal autorización.– Regístrese y devuélvase.– Redacción del voto de mayoría y de minoría a cargo del Ministro Jaime Simón Solís Pino. Pronunciada por la segunda Sala de la Corte de Apelaciones de Concepción, integrada por los Ministros señores Eliseo Araya Araya, Jaime Solís Pino y abogado integrante Jorge Eduardo Caro Ruiz. Se deja constancia que los miembros del Tribunal hicieron uso de la facultad dispensada en el artículo 82 del Código Orgánico de Tribunales. Rol N°1275–2010.