<fbstútulns ~[uribitns al ejtrririn~r la autún penal !J al nunplimirntn ~p la r.onbena DO Estudio presentado a la Universidad Nacional para obtener el título de Doctor en Derec:r..o y CiencilS Políticas. 00 DO TIPOGRAFíA MINERVA - BOGOTÁ Calle 15, N.o 10 BANCO O: LA. RErUBUCA BIBLIOTECA ..lIJl}'A~C''- J., .\~~GO ,~~,{Ahºº,-\CtcN .. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia Rector de la Facultad DOCTOR ANTONIO :OSÉ CACAVID Presidente Le Tesis DOCTOR FEU;( CORTÉS Protesor de DereGIlOMertilntll DOCTOR HERNANDO I;OLGU{N y CARO Profesor de filosofla id f)ereGoo DOCTOR IGNACIO R. PIÑERO:; Protesor de ProGedlmlenlol Criminales DOCTOR CARLO:, BRAVO Profeaor de DereGlo C,lvil DOCTOR ALBERTO SU)¡;'EZ MURILLO tx-protll&or de Dor.(ho Penal Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia BO¡;l'otá,24 de julio de 1917. Vista y aprobada. El Presidente de Tesis, FELlX CORTES Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia INTRODUCCION Con el fin de satisfacer la exigencia reglamentaria de la Facultad de Derecho / Ciencias Políticas de la Universidad Nacional, para rendir el uamen final de grado, nos hemos propuesto hacer un análisis de las causas que presentan U/1 obstáculo Jurídico vi ejercicio de la acción penal yola ejecución dI' la pena. La brevedad de nuestro estudio /10 puede comprenderlas, sin embargo, todas, sino solamente las que hemos conSiderado como más importantes. No todos los autores de Derecho Penal clasifican de la misma manera los diferentes obstáculos que pueden presentarse al libre ejercicio <lela acciÓ'1penal y de la pena, ni aun dentro de la clasifi.:ación que acogen, comprenden el mismo nÚmero de casos. Depende esto, principalmente, de la inteligencia que dan al concepto de la acción pública y de la pena, y del illfento de '1traer hacia este sitio disposiciones que la legislación positiva, tampoco igual en todos los paises, contiell'! al haMar de determinados delitos. Algunos tratadistas, entre ellos Pe~sif1a, dividen en dos categorías las negaciones o limitacior.es que estorban la marcha de la acción penal/la eficacLGde la condena. (1) En la primera categoría inc.'uyen las causas que, no obstante la agravación del delilO, impiden el curso de la acción, ya de /In modo perpetllo, yu de un modo temporal solamente; en la segunda categoría ha,:enfigurar las cau(1) Ciertos penalistas clasifican los obsUculos al ejercicio de la acción penal y de la pena, en cbstáculos slbjetivos y en obstáculos objetivos, pudiendo servir j.~ ejemplo de los primeros, la demencia, y de los segundos, la cuestión prejudicial, divÍliÍón que, por lo demás, no tiene mayor importanciu. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -10sas que rompen, por decirlo aSÍ, el curso de la acción penal, o hacen cesar la eficacia de la condena; de allí que se las llame causas de extinción de la acción penal y de la pena. Como ejemplo de las causas que impiden el ejercicio de la acción penal de un modo perpetuo, podríamos citar el caso de que se declare inadmisible ésta, en consideración al Clllpable y nó por lo que mira al delito en sí; tal sucede, por ejemplo, con los robos entre próximos parientes, en los cuales la acción penal se reserva únicamente contra las personas extrañas que hayan tomado participación en el delito como coautores, cómplices o encubridores (art. 807 del C. P.) Entre los motivos que estorban temporalmente el ejercicio de la acción penal y la ejecución de la pena, pueden citarse la demencia sobrevenida al sindicado o reo después de la comisión del delito o 'después de dictada la sentencia condenatol ia, la garantía de inmunidad de que gozan los miembros del Congreso durante cierto tiempo, la cuestión prejudicial, que, como se sabe, consiste en que no puede procederse al juicio criminal sin resolver antes un asunto civil de cuya solución depende el mismo juicio criminal, v. gr., la :cuestión de la plOpiedad de la cosa robada o hurtada, el estado civil en ciertos delitos, la clasificación de la quiebra por el juez comercial o civil antes de proceder criminalmente contra el quebrado fraudulento. Nuestro estudio comprenderá únicamente las causas de extinción, y lo dividiremos en dos partes. La primera comprenderá la muerte del sindicado o reo, la amnistla, el perdón del ofendido, la gracia y la rehabilitación; la segunda parte abarcará solamente el estudio de la prescripción, que lo dividiremos a su vez en tres capítulos, a saber: prescripción penal en general, prescripción de la acción penal, y prescripción de la pena. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia PRIMERA PARTE. CAPIT\LO MUERTE 1 DEL SINDICADO O HEO Dice nuestro Código Penal '~ll su artículo 92: «Muerto el reo sindicado, cesa el derecho Je imponerle pena, y sólo habrá lugar él la acciÓn :ivil para indemniz::¡ción de perjuicios. ~ Este artículo trata de la mLtl~rte C0l110 causa de extinción, tanto de la acción como de la pcna, pues dice: «Muerto el reo o sindicado etc.»: CUll la palabra reo, se refiere él la persona conver.cida judicialmente de la comisiÓn de un delito, y con 1,; palabra sindicado, como su mismo significado gramatical lo indic¿., a la pcrsona de quien se sospecha que haya lomado p;:rte en la perpetración de llll acto delictuo~o, como autora, cÓmplice, encubridora, cte., pero que nece3ita ser sClmetida a juicio, con el fin de que se le oiga) venza en él. Considerando el Derecho [))oc!CrllO la pena y el delito como esencialmente pcrsom.ll~s, es na:ural que con la muerte del sindicado o reo, se extinga el derecho que la sociedad tenga de ejercitar la a~cjón penal contra el presunto delincuente y de imponer pena al ,~ulpable convicto. Si se estableciera, corno en los primifvos tiempos del derecho, que al morir el reo se castigara a su familia o herederos, se faltaría a la justicia absoluta y a la utilidad social, bases del derecho de ca~tigar, porque aquélla pide que se castigue Únicamente al responsable y ésta /lO necesita de la punición del inocente. Dice el artículo: «y sÓlo h, brá lugar a la acciÓn civil para indemnización de perjuicios.> Crecmos que si la ° Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 12redacción del articulo es en su totalidad defectuosa, lo es mucho más en esta parte, hasta el punto de hacer necesaria la distinción siguiente: Las condenas civiles dictadas con el carácter de irrevocables antes de la muerte del reo, como revisten la calidad de deudas a cargo del patrimonio del difunto, la muerte de éste no puede extinguirlas y se trasmiten a los herederos. Pero la acción civil para la indemnización de los daños y perjuicios del delito, ¿ cómo puede trasmitirse pasivamente a los sucesores del delincuente muerto? Para entablar con éxito esta acción, en contra de los herederos del reo, es necesario probar el hecho criminoso que le sirve de base, ¿ y cómo probar judicialmente este hecho sin oir y vencer en juicio al responsable? ¿y cómo a estas horas de la civilización seguirle juicio a un cadáver? Creemos, pues, que el Código al hablar de acción civil, quiso referirse únicamente a la pena o condenación civil, porque la acción para la indemnización de perjuicios tiene que extinguirse con la muerte del culpable. Esta confusión de la pena con la acción se observa también en otros articulos del caplt.ulo que trata de la prescripción penal. Veamos lo que al respecto ha decidido la jurisprudencia nacional, que, según nos parece, es una confirmaciún de la tesis que venimos sosteniendo. Dicen así las sentencias a que nos referimos: .AI sindicado no puede considerársele deudor de ninguna cantidad por perjuicios causados al ofendido, mientras no haya sido condenado por el cargo que se le ha deducido j y, por consiguiente, no es legal secuestrar bienes del encausado para asegurar los efectos de una demanda por perjuicios a que no ha sido condenado, y a los cuales no puede condenársele si llega a ser absuelto del cargo criminal.» (Cali, auto 27 de marzo de 1896, 11, 587, 1.a) «La acción civil que proviene de un hecho criminoso no puede ejercitarse sino una vez concluido por sentencia condenatoria el juicio criminal, salvo que ambas acciones se deduzcan simultáneamente. Cita el Tribunal en apoyo de esta doctrina los artículos 2341 del Código Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 13Civil, 87 Y 863 del Código Penal, y 64 de la Ley 100 de 1892. (1) (Cali, auto 13 de abril de 1896, 11, 595, l.'; Ibagué, sentencia 24 de agosto de 1897, IX, 5027, 1.a) (2) La acción civil se somete, pues, a las mismas reglas a que se hallan sujetas las demás acciones privadas, en consideración a que su fundamento es el mismo, pero su ejercicio se relaciona con el Dewcho Penal, en cuanto es una acción proveniente del delitc. Estas ideas son, sin embargo, relatívarr ente nuevas, pues los romanos decían: 15 qui in rcatu .tecedit in integru status decedit. Y también: Extinguiful' enim crimen mortalitate. Sin embargo, establecí:lJ1 excepciones en el caso de que el reo se diera a si mbmo la mUErte y para los delitos de lesa majestad, peculado y otros de cicrta gravedad. Por Último, la confiscación, corno se hact~ hoy dia para todas las penas de carácter pecuniario, sc reputó como pena que debía cumplirse no obstante la muertekl reo, cuando ocurricra ésta después de la (ondenació 1; y de acuerdo con la legislación existente en la époc a que siguió al reinado del Emperador Adriane, la confiscación se llevaba a efecto aun cuando el fall,~címiento del culpable tuviese lugar antes de la condenación, siempre, eso sI, que se dcmostrara que el reo se había daco la muerte con ánimo de evitarIa. Las legislaciones de la Edad N,edia calle cieron instituciones odiosas y ridículas, com) seguirk juicio al cadáver del reo cuando el delito comctido erél de lesa majestad, herejía, sacrilegio, duelo, ~uicidio y rebelión contra la justicia a causa de la cual hubiera muerto el delincuente. Además de la damnatio memoria? y de las condcnaciones en efigie, se llegó a ejecutar I1s penas sobre el cadáver del difunto; tambit~n se estableció la responsabilidad penal de los herederos () de la familia para (1) El Art. 39 de la Ley 169 de 1896 ~ubroga el G4 de la Ley 100 de 1892. (2) -Jurisprudencia de los Tribunab¡; de Colorr:bia-. extractada. compilada y anotada por Fernando Garavito A. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -- 14 - los delitos de su autor. Así nos cuenta la Historia que el Papa Celestina 11I mandó desenterrar el cadáver de Tancredo, Rey de Cic¡lia, y cortarle la cabeza por mano del verdugo. En Módena, si el reo de lesa majestad 010rfa antes de que se dictase sentencia contra él, o si se descubría el delito después de su muerte, los tribunales procedían contra su memoria y se cumplía la condena en su efigíe. El antiguo Derecho francés exigía que se le nombrara de oficio un curador al cadáver del culpable. La ídea de la responsabilidad penal de la familía persistió aún por más tíempo; esta responsabilidad penal tenia su fundamento, según los antiguos juristas, en la solidaridad familiar. Cúpole a la Revolución francesa el honor de acabar con estas b;'Írbaras costumbres, estableciendo el principio de la responsabilidad exclusivamente personal del delincuente. Hoy en dia es Cosa unánimemente aceptada que la muerte del inculpado extingue la acción penal y la aplicación de toda pena. CAPITULO II AMNISTIA La amnistfa, palabra de origen griego, expresa la indulgencia pen11 bajo la forma del olvido. Esta institución consiste, pues, en el olvido que el poder público hace de los delitos y de las condenaciones, con el fin de no persegufr aquéllos y de no llevar a efecto éstas, cuando según ciertas considaraciones, generalmente políticas, juzga más conveniente a la sociedad dar por no cometidos los delitos y por no dictadas las sentencias que ejercer la correspondiente sanción penal. Nuestro Código Penal define la amnistía en el artfculo 100 diciendo: «Es amnistía una gracia concedida por el Congreso, por la cual quiere que se olviden las violaciones de la ley contra el orden público. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 15- La amnistía finge que los hechos no han ocurrido, para el electo de no imponer a los autori~~. la~ penas principales señaladas por la ley.» Como comentario al artículo citado, diremos que, de aCllerdo con la ficción jurídica del olvido y con el fundamento de la amnistía, dehe comprender no ~ól0 los delitos y las penas principa es cnnql1e se castigan éstos, sino también las accesorias. Cuestión controvertida es la de averiguar a cuál de las ramas, legislativa o ejecutiva, del poder social, corresponde la facultad de otorgar amnistías. En el terreno puramente teórico de los principios, p,tr'2ce lo más racional que la amnistía se conceda Únicamente por medio de una ley, porque no se trata de U!l hecho o hechos aislados sino de todos los delit ):, de un :~~nero determinado que se hayan cometido en (¡'2rtas éP':lC<lS, v. gr., los delitos políticos cometidos en .1I1aguerr;.¡ civil. Se trata de lIna medida de carácter gellCral, que venga a derogar la ley pcnal. Y como s610 una ley puede derogar otra y la facultad de expedir leyes sólo debe pertenecer al Parlamento, es claro que la solL ción ll1á~;j Jrídica del problema es atribuir la facultad de conCCl el' amnistías únicamente al cuerpo legislativc de cada nación. Se objeta que para evitar mayores conll10Cio:les y resolucioncs apasionadas, en momentos en que principalmente se busca el apaciguamiento de los ánimos. d;:be encomendarse aquella atribución al Poder EjecutivCJ; pero creemos que tambi0n este poder puede Jroccí.!c( :¡pasionadamente y dar lugar a agitacioncs populares ClI1 sus decretos. Por 10 que respecta a tsta maki'i 1, nuestra Constitución en cl artículo 76 disp,mc:' CCll"csponde al Congreso hacer leyes. « Por medio de ellas ejerce las ;iguientes atribuciones : 21.a Concedcr, pClr mayoría de dos tercios de los votos en cada Cámara, y por gr,.ves motivos de convcniencia pÚblica, amnistías o indlli¡'h generales por delitos políticos. En el caso de que los favorecidos queden eximidos de la responsabilidad ci vil respecto de par- Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 16 -- ticulares, el Gobierno estará obligado a las indemnizaciones a que hubiere lugar.» Análoga disposición existe en la mayor parte de las constituciones americanas y entre las europeas en la alemana y la holandesa, al paso que la mayor parte de las constituciones monárquicas, fundadas en el tradicional derecho inglés, reconocen también el derecho de amnistía como parte de las prerrogativas reales. El derecho de aplicar e interpretar un acto de amnistía debe corresponder al Poder Judicial; por consiguiente, en el caso de una discusión sobre el alcance de una amnistía, sea desde el punto de vista de los hechos a los cuales se aplica, sea desde el punto de vista de las personas comprendidas en ella, es al Tribunal o juez ante el cual se presenta la cuestión, a quien le toca resolver. La amnistía produce sus efectos tanto para el futuro como para el pasado, impidiendo el ejercicio de la acción penal y el cumplimiento de la pena y borrando las consecuencias de ésta. Tal como lo establecen el articulo 76, ordinal 21, copiado atrás, y el artículo 102 del Código Penal, queda justamente limitado el alcance de la amnistía a extinguir la acción penal y la pena, pero no la acción y las condenaciones civiles, a menos que las comprenda expresamente, caso en el cual la naciÓn se obliga a reparar los perjuicios ocasionados por los delitos a los particulares. El artículo 103 establece que «la amistía y el indulto se refieren siempre a hechos ejecutados antes de su expedición. No se pueden amnistiar o indultar infracciones futuras de la ley.» Si otra cosa dispusiera, sería cometer la inmoralidad de autorizar tácitamente los delitos. Por lo demás, nos parece redundante el artículo, pues bastaba con una de las dos partes de que consta. ¿ Es renunciable la amnistía? Como es una medida de carácter general y se dicta teniendo en cuenta consideraciones de orden público y no precisamente el interés particular de los amnistiados, creemos que Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -lí'no se puede renunciar por parte de éstos, porque aun cuando los beneficiados quh;j~ran en muchos casos que se les juzgase para poner en salvo Sli honra, el interés general debe primar en to j,) caso sobre el particular. Como la amnistía borra la :ondenaci<',n con todos sus efectos, debe establecerse que si el amnistiado comete un nucvo delito, no se le considere como reincidente, porque sería ilÓgico habiendo dado como no ocurrido el primitivo delito, darle el carkter de reincidencia al segundo. CAPITULO PERDÓN (r r DEI. OFENDIDC} El perdón de la parte agraviada, ce 1110 medio de impedir el l'jercicio de :a acci'>n penal y la ejecución de la pena, s610 tiene lugar en a(,uellos del ,tos que no pueden perseguirse sino en virtud c.c acusacion particular, es decir, en los delitos llamados privados r'or oposición a los públicos, quc deben perseguirse de oficio. El perdón puede tcuer lugar antes o cespués d(: intentar la acción penal privada; ocurre antes: cllando J;¡ víctima del delito rcnuncia al dcrecho de pem€'guir al delincuente, absteniéndose de promover accj(,r penal CII su contra; ocurre después, cuando la parte (,fendida dl~siste de la acción. La Corte Suprema ha de:idido, en sentencia relativamente reciente, que «denun-:iado por parte interesada el delito de seducción de que trata el artículo 724 (1) del C. P., por haherse negado (] scduct('r a contraer matri(1) El art. 724 del C. r. dice: (.El hombre que habiendo contraido esponsales con una muju y abusadc deshonestamente de la desposada se niega después ~. eontracr' rnatrimonio con ella, o procura eludir la palabra de ca~amiCflto, () voluntariamente ejecuta un acto que haga imposibll! d matrimenio conforme a la ley, será castigado, a peticiÓn de la ofendida, de sU padre o madre o guardador, con la pena de re.:l Llsión por lflO a cuatro años, pa- Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -18 monja, la averiguacJOn y castigo del hecho quedan sometidos a la acción de la justicia, sin que valga para detener o paralizar ésta ni el perdón de la persona agraviada ni su desistimiento (2). (Sentencia del 19 de septiembre de 1911, XX, 80, 2.a) (3). La excepción al principio de la extinción de la acción penal privada por medio del perdón del ofendido, que ha sentado la Corte, en nuestro sentir sólo puede referirse al caso de que la parte agraviada sea un incapaz, y esto de acuerdo con la regla establecida en el artículo 815 del Código Judicial (4). Siendo capaz, no se encuentra razón ninguna para que ~;u perdón no produzca la la extinción de la acción y de la pena. El articulo 1744 es terminante a este respecto; dice así: «En los delitos que no pueden perseguirse de oficio, si el ofendido ha transigido con pl delincuente, puede éste oponer la excepción de transacciÓn si fuere acusado por el mismo delito.» Como decíamos al principio de este capítulo, el perdón del ofendido puede surtir efecto extintivo no sólo sobre la acción sino también sobre la pena. Nuestra legislación consagra esta doctrina respecto de la pena, entre otros artículos en el 724 y en el 751 del Código Penal. ¿Es renunciable el perdón? Aun cuando la ley, por ex~ará los perjuicios que haya causado a la mujer, y una multa de doscientos a mil pesos en favor de la misma. Si el seductor contrae matrimonio con la seducida, cesará por el mismo hecho todo procedimiento contra él j Y si ya había sido condenado, le serán remitidas las penas que le falten por cumplir.» (2) Subrayado por nosotros. (3) «Jurisprudencia de la COI'te Suprema de Justicia,» extractada, compilada y anotada por Fernando Garavito A., 2.:). edición. (4) El artículo 815 del Código Judicial dice: «No es admisible el desistimiento del pleito: 1.o en las causas en que intervengan menores de edad, locos, dementes. u otras personas que no están en tutela o curaduría, por parte de tales personas, y aunque el desistimiento se haga por sus tutores; y 2.0 en los que se siguen por apoderado, si éste no está legalmente autorizado para desistir.>' Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 19 -cepclOn a la regla general de la independencia de la acciÓn penal con relaciÓn a la queja de la parte ofendida, establece: para los de ¡lOS privauos la necesidad de la acusaciÓn particular prn ia, y en consonancia con ésta, admite que el perdÓn del agradado paralice el juicio criminal y la ejecuciÓn le la sCl11cncia,aunquc esta cxcepci(lIl, decimos, no la l~stablecc en favor del delincuente, sino teniendo CI1mita el más pronto restablecimiento del sosiego y tranquilidad sociales, y principalmente e~ j llteré" del ofendido, creemos, n J obstante que, como aquél tiene también dClccho a conservar intacta su buena repu!:lciól1, y derivándose de la acciÓn del agraviado una imputación que aft da su !lOnor y ejerce influencia en la conciencia de la sociedilJ cn que vive, puede muy bien renunciar al perdÚn \' j)r(lcurar qLle mediante la realizaciÓn del juicio se ponga cn claro su inocencia. Si el desistimiento fucre condicional, con mayor razón debe necesitarse el conscntimiento del ofensor. (Art. 814 del C. J. (1). CAPITULO IV ::mACIA La gracia es un pcrdÓn que el jefe del Poder Ejecutivo otorga al delincuente, 11Ildiante e. cllal se le exime del todo o parte de la pem. La definc así el artícul) 101 de Código Penal: «Es indulto una gracia conc,~dida pOi" el Congreso o por el Gobierno, en virtud de la cual se perdona la pena que se mcrece por infracciotl(s de la ley, relacionadas con el orden pÚblico. 11 ¡ Como 5C ve, la solt ción elo- aq.\í diferente de la del caso an(¡logo en la amnistía, pu;'( ue ahOl'l el interés social no está en pugna ton el interés del perdonado Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 20El indulto da por cierto que se merece la pena, pero la perdona. El Gobierno no puede indultar a los Ministros del Despacho, sino a solicitud de las Cámaras Legislativas.» Tal como la define el legislador, la gracia o indulto viene a quedar equiparada casi a la amnisUa, porque dice el Código que puede ser otorgada por el Congreso y por infracciones a la ley, relacionadas con el orden público. Nuestra Carta fundamental, y con ella casi todas las de los paises civilizados, concede esta facultad al jefe del Estado. El artículo 119 de la Constitución dice: «Corresponde al Presidente de la República, en relación con el Poder Judicial: « •••• 6.° Conmutar, previo dictamen del Consejo de Estado,la pena de muerte (1), por la inmediatamente inferior en la escala penal, y conceder indultos por delitos políticos y rebajas de penas por los comunes, con arreglo a la ley que regule el ejercicio de esta faculta<f. En ningún caso los indultos ni las rebajas de pena podrán comprender la responsabilidad que tengan los favorecidos respecto de particulares, según las leyes. No podrá ejercer esta última atribución respecto de los Ministros del Despacho, sino mediante petición de una de las Cámaras Legislativas.» Como se ve, tanto el Código Penal como la Constitución han querido limitar el poder de la gracia a los delitos políticos únicamente, pero es indudable que debe aplicarse a toda clase de infracciones. Por otra parte, el constituyente de 1886 quiso hacer diferencia entre indulto, conmutación y rebaja de pena, siendo así que éstas son diversas formas que puede tomar la gracia en general. A diferencia de la amnistía que va a buscar y destruir en el pasado las consecuencias del delito, la gracia no produce sus efectos sino para el futuro. Como 10 dice el [lJ La pena de muerte fue suprimida por el arto 3.° del Acto legislativo número 3 de 1910. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia .. -'21·-· Código, «da por cierto que se merece 1,. pena,» es decir, deja en pie la infracción y la condenación, sólo perdona la pena librando de su ejecución al condenado. Consecuencia de esto es consi j¿rar reiJ1(idente al agraciado que cometiere una nueva falta. A esto podemos agregar que la gracia, como d ~cían los romanos, se concede intuitu personre, de modo que se é plica únicamente a las personas en ella designadas, mientras que la amnistía es impersonal y se ref:ere a los jelitos más bien que a las personas que los han cometidc .. La legislación colombiana establece q le no se pueda conceder la gracia en favor de los Mir istros del Despacho sin el consentimiento de i as Cámaras Legislativas. Esta disposición, cuyo origen ¡;e encuentra en la Carta fundamental inglesa, es una cc,nsecuencia del principio de la responsabilidad de los funcionarios públicos en general y del Gobierno particularmente, poque si no se necesitase el permiso del ParlamEnto, se Ikgaria práctica-o mente a la irresponsabilidad gubernament:ll, pues lo más seguro seria que el Presidente indultara siempre a los Ministros, que son sus agente:; inmediatos y comparten con él la pesada tarea de la administración pública. Además, corno de acuerdo con el artculo 30 del Acto Legislativo número 3 de 1910, ningún decreto del Pn:,sidente, excepto el nombramiento y remoción de los mi:ilTIos miembros del Gabinete, tiene valor legal :óirl la firma del respectivo Ministro, es claro que se llegaría fácilmente al caso de que una persona se indultase a sí misma. Se nos pudiera objetar que aun con el consent miento palamentario se puede llegar a ese caso, a lo cual responderemos que, al conceder la licencia las Cámaras, vicn ~n a ser ellas en último grado, quienes en es:a circunsancia especial otorgan la gracia, y, sobre todo, asi con esa condición, no es la sola voluntad del Ministro, quien algunas veces pudiera tener una influencia del:isiva sobre el Presidente, la que obra. El derecho de gracia, que contiene en ~í un obstáculo al curso ordinario de la justicia penal por obra de un Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 22- poder, precisamente el encargado de cumplir y hacer que se cumplan las leyes, es un asunto de aquellos que pertenecen en común al Derecho Penal y a otras ramas del Derecho, principalmente al Constitucional. La facultad de conceder indulto o gracia se miró desde la antiguedad como inherente a la soberanía del Estado. Los libros sagrados de la India nos dicen que el soberano podía modificar las sentencias condenatorias, viniendo a ser el juez del proceso que actuaba por sobre los demás jueces del Estado. En la legislación hebrea también el rey podía anular los fallos, reemplazándolo;; con otros. En Grecia, el pueblo mismo, en quien residía la soberanía, ejerció el derecho de indultar a los delincuentes. También en la primera época del derecho de Roma, el pueblo soberano ejercía el supremo derecho de gracia, pero, al llegar el Imperio, se estableció como un privilegio real, siendo sus manifestaciones principales la abolitio y la indulgentia o venia •. la primera tenía lugar cuando se extinguía la acusación en provecho del mismo acusador; 1& segunda, cuando se aplicaba a aquellos que aun no estaban condenados; se llamaba amnistía si era general y venia specialis si se otorgaba a una persona determinada; cuando se concedía después de que el reo había sido juzgado previa acusación, se designaba con el nombre de in integrum restitutio y extinguía la pena sin destruir la infamia inherente al hecho delictuoso. La aplicación de la gracia en la legislaci6n germánica fue casi nula, porque conforme a aquella legislación, el [poder; público no debía intervenir en el castigo de los delitos, cuya persecución estaba encomendada al mismo agraviado o a su representante. Con el renacimiento del estudio del Derecho romano la gracia surgió nuevamente en las legislaciones medioevales. Los glosadores sostuvieron, en tesis general, que los derechos de gracia y abolición pertenecían exclusivamente al soberano, quien podía ejercerlos siempre, excepto cual1do se trataba de aquellos delitos como el homicidio, adul- Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -·23 teria, blasfemia e idolatría, los cuales no eran perdonables cn razón de su gravedad. La legitimidad y la c)weniencia de la grada han sido muy discutidas. Bec:aria, Kant, Bentham y otros connotados tratadistas de Derecho, lo han combatido rudamente como una in~;tituci¡)11 ulIltraria a la justicia. "Si las leyes, dice BEnthalll, 50:1 excesivamente duras, el poder de hacer gracia CS Utl remcdio necesario, pero estc remedio es tamt'i'~I1 un 1Il<1. Ilaced buenas leyes y no fabriquéis una va'ita lI1;ígka que tenga el podcr de anularlas. Si la pen(J es lIcce ,aria, no se debe rechazar; si no es necesaria, 110se dcbe aplicar,» Beccaria dice que uno de los más ,~licaccs Irt~nos del delito, no es la crueldad de las penas, ~;il1osu in :alibilidad, y por lo tanto, la vigilancia dc los l11agistracos y aquella inexorable severidad del Juez quc, por ser una virtud útil, debe ir acompañada de una legislación benigna. La certidumbre de un castigo, agrcga, aunquc sca moderado, produce impresión más honda que cl temer de otro más terrible unido a la esperanza de la impunidad; pues los malcs, aunque sean mínimos, aSllstan si'~ll1pre a los hombres cuando son ciertos, y la e:;pcranza, <I.)n celeste que éntra en todas partes, aleja contnuamente la idea de los males mayores, y mucho más cUolndo la in~punidad aumcnta cl vigor de aquella idea. Dicp, adcmás, que si los hombres obrando en particular deben ser c1ementcs y perdonar las ofensas, la sociedad no pu~de hacer lo mismo, porque eso iria contra la necesidad de la ejemplaridaJ de las llt'nas. Opina también que ce'r: penas l:cllignas .Y una perfecta legislaciÓn, sobran la clemcncia y cl perdÓn, y que Únicamcnte el legislador debe scr indu gente y humano. (1) Aunque 110 carecen de f~l~rza los .JrguIl1cntos expuestos en contra de la gracia por estos dos eminentes expositores, creemos poder rebatirlos t.licií:ndo que, aun cuando las leyes sean lo humélnamertl~posibk buenas, y aunquc las penas por lo común sean ncccsarias, aquéllas 110pucden (1) César Brccaria.-"Del delito y de la ¡'ella», pags. 76,77>' 78. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -24-dejar de tener las imperfecciones inherentes a toda obra del hombre, y éstas a pesar de ser en si necesarias como principio general, es indudable que en ciertas ocasiones y en circunstancias especialfsimas, no es equitativo ni conveniente aplicarlas. La equidad del Jefe del Estado debe moderar el rigor de las leyes demasiado sevt:ras en algunos casos, y es también indispensable la existencia de un poder que aprecie las circunstancias personales del delincuente y, prescindiendo de la pena aplicada en la sentencia condenatoria, considere solamente la justicia de su inejecución. Existe también la conveniencia de aminorar la pena de los condenados que dan muestras de arrepentimiento; y por otra parte, es preciso armar a la sociedad de castigos severos que intimiden a los criminales, pero que por medio de la gracia no se conviertan a veces en penas crueles, puesto que con el derecho de indulto únicamente se cumplen cuando sea necesario. En las condenaciones a la pena capital y en las de prisión de por vida, es sobre todo un atenuante indispensable. Muchos autores se han mostrado partidarios del derecho de gracia y lo han defendido con razones poderosas. Oigamos a algunos de ellos: Romagnosi reconoce en este derecho un complemento de la legislación penal, con el fin de que se cumpla la justicia cuando en casos especiales se tema en favor de ella misma la rigurosa aplicación de la ley. Dice el autor citado que las leyes no pueden ni deben establecerse sino en términos generales y para la mayoría de los casos que se presenten. Dado el mejor sistema posible de legislación humana, pueden siempre existir casos, en los cuales seria injusto aplicarles la sanción ordinaria. De donde se deduce que, lejos de que el verdadero derecho de gracia debilite el carácter tutelar de las penas, lo que hace es garantizar su más justa ejecución. Cuando se habla de derecho, no se habla de arbitrio, no se habla de derogación, sino simplemente de leyes justas. (1) (1) «Genesi del Diritto penale», pags. 360 y 361. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 25Story (1) en su comentario a la Constitución americana, observa que la facultad de perdonar es una consecuencia necesaria del mismo poder dI: castigar, con el fin de que el sindicado no lesulte víctima de los acusadores, o de la inexactitud d ~ los test¡:~os, o de los errores de los jueces o jurados; y que el poder de perdonar, lejos de no poderse armcninr con los principios del régimen popular, es oportuno r conveniente, especialmente en un Estado libre, donde I~Ipoder ~.e ejerce bajo una responsabilidad que regula '511 ejercicio. La ley, añade el autor citado, no es siempre el cumplimiento de lo justo en sí, y sucede muchas veces que el derecho de gracia viene, precisamente, como la integración y el remedio a la imposibilidad de aplicarla rígurosamer,te sin faltar a ningún principio jurídico. Ocurre en algunas ocasiones que se mire como una necesidad de justicia el disminuir o suprimir en favor de una persona una pena impuesta por sentencia judicial, ya porque en aqud caso especial la pena no era justa o era demasiado st:vera, ya porque si bien era justa, no obstante, durante 1:1 curso de ella, el reo ha dado muestras de tlaberse enmendado y merece por lo tanto una disminuci<m de rigor. El derecho de gracia SI: aplica cl1ando la sentencia dictada no es susceptible ya de enmienda ninguna, es decir, cuando es una sentencia definitivé, y ejecutoriada. En tanto que el delincuente está. en situación de poder conseguir la reforma del juicio o de la sentencia condenatoria dictada contra él, ¿ qué necesidad tiene de la gracia, puesto que el representante de la sociedad renuncia haciendo gracia al derecho d~ ejecutar una condenación, y ésta no puede cumplirse eL tanto que no es irrevocable? Si el derecho de gracia se ejerciera antes de que la sentencia condenatoria hubies(~ venido a ser irrevocable, se convertirfa en una verdadeoa amnistié, acto que, como hemos vi5to, sólo puede llevase a cabo por medio de una (1) .Comentario sobre la Constitución de los Estados Unidos. Lib. m, capítulo 39. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 26- ley. Por lo demás, la gracia o indulto no es obstáculo a la acción penal sino únicamente a la pena. (1) Este derecho se aplica a aquellas penas que tienen necesidad de cumplirse para producir sus efectos; pero no se aplica a las incapacidades jurídicas que la ley hace inherentes a cierta clase de condenas. Dar al jefe del Estado el poder de hacer desaparecer esas incapacidades por un simple decreto de gracia, sería, en efecto, permitirle otorgar una especie de amnistía individual, venia specialis que llamaban los romanos, acto que debe estar fuera de la esfera de sus atribuciones, y haría además inútil la rehabilitación, que, como veremos, tiene precisamente por objeto hacer cesar, en la persona del condenado, las incapacidades que resultan de la condenación. Aqui vuelve a suscitarse la cuestión debatida atrás, de si es menester la aceptación del agraciado. Como el condenado no tiene derecho a la pena, es indudable, aun cuando a primera vista aparece que el derecho de gracia se otorga en beneficio del reo individualmente considerado, que no debe concedérsele el derecho de aceptación. Sin embargo, si la gracia fuere condicional, creemos que sería equitativo dejar al condenado en libertad de aceptarla o no. Hay un remedio práctico de resolver la cuestión propuesta, y es disponer que la gracia deba ser pedida por el delincuente. (2) (1) Es criticable a este respecto el arto 105del C. P., que parece indicar que la gracia puede impedir el ejercicio de la acción pe· nal. Dice así el artículo citado: «El indulto es renunciable por el agraciado, el cual puede solicitar que se instruya o se adelante el proceso hasta su conclusión; a menos que en el decreto se prohiba iniciar o continuar toda indagación criminal sobre el particular». (2) El arto 105del C. P., citado arriba, establece como renunciable el derecho de gracia, a menos que en el decreto respectivo se prohiba hacerlo. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -27-- ~APITUI~O V Ll. REHABILITACiÓN No la define el Código Penal. Nosotros diremos que la rehabilitación es una obra de justicia al mismo tiempo que de hU!l1<1nidad, que tiene p,)r fin y por efecto devolver la Cé\pacídad civil y polltíca al condenado que ha expiado su falta. Es la restitutiG in integrum del Derecho romano, en una de sm, aplicaci :lnes especiales. La gracia, como acabamos dl~ verlo, no es otra cosa que llna renuncia tot.11 o parció 1 del derecho de ejecutar la condenación penal ;'0 mismo que la prescripción, deja subsistir las incapaci jades indl~pendientes de la ejecución; es, por consiguiente, con el fin de hacer desaparecer esas incapacidade:; y restituir al condenado la plenitud de los derechos q le la condenación le ha hecho perder, que interviene la rehabilitac ión. El origen de esta in:;titución se encuentra en el Derecho romano. Es nece~,aJio reconocer, sin embargo, que la rehabilitación entre los romanos no tuvo nunca el carácter preciso que le can las legislaciones modernas. Bajo la República, la rehabilitación calificada de restitutio in integrum , tenía el c;lIácter de un acto de soberanía, emanado del pueblo rcunido cn ~omicios. «Queive judido publico Roma! conae.7matus e.,l erit, quocirca eum in Italia esse non Uceat, negae in inte¡;ram restitutus est erit,» decían los romanos. La rehabilitación inte 'venía en ;avor de aquel a quien el exilio habla hecho pe;:,der la calidad de romano, para volverlo a su antigua patria y restablecerlo en el goce de sus derechos y dignidades, úe los cuales habla sido privado. Bajo el Imperio, la rchLbilitacíón emanaba de la benevolencia del Em perador, quien la otorgaba dándole la extensión y los dectos <;ue a bien le pareelan. Era de dos clases, simple o incompleta y plena o com- Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -28 pleta, y tenía, además, gran variedad de formas. Los textos nos dan la fórmula: RestituD te in integrum; at aatem scias quid sil in integrum restituere, honoribus, et ordini tuo et omnibus cceteris te restiluD. Cuando la restitución era plena, el acto del Príncipe borraba no solamente la condenación, sino también el tiempo de incapacidad que había transcurrido; tenía, pues, efecto retroactivo, lo que )a distingue esencialmente de la rehabilitación moderna, que no obra sino para el futuro. En Europa, excepción hecha de )nglaterra, el sistema del derecho imperial romano, fue adoptado, como lo habla sido también por el Derecho canónico, a causa de la irregularidad que engendra toda condenación penal, que pone obstáculo a la recepción de las órdenes sagradas, o al ejercicio de funciones sacerdotales. El Código Penal francés de 1791 hizo entrar por primera vez la rehabilitación en el número de las instituciones normales y sistematizadas. Dejó de ser lo que habla sido en las legislaciones anteriores, una de las formas de la gracia, dependiente absolutamente de la voluntad del soberano. Se la inscribió, pues, como un derecho en la legislación, de modo que en lo sucesivo vino a ser una verdadera institución legal, sometida a un procedimiento especial. La rehabilitación es, según la expresión del eminente penalista Faustino Hélie: e El corolario indispensable del régimen penitenciario.~ CONDICIONES PARA OBTENER lA REHABILITACIÓN La primera condiciÓn es la expiación del delito por medio del cumplimiento de la pena. En el caso de que el condenado haya obtenido gracia, opinamos que, si el delincuente, en consideración a circunstancias especiales, entre ellas su buena conducta anterior al delito, ha merecido este beneficio, con mayor razón debe concedérse- Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 29 .-- le la rehabilitación. El Código no consi:iera este caso al tratar de la materia. Ha sido, sin dldJ, un olvido muy lamentable del legislador colombiano, que puede dar lugar a dudas perjudiciales a la justicia. La prescripción, que es una especie de rebt:lión a la k\', no puede en principio reemplazar la ejecución de la p,~na parc1 obtener la rehabilitación. Respecto de las COlldenaciOiles pecuniarias, como éstas vienen a ~ener el carácter de deudas, es claro que la prescripción ~n estos casos no puede impedir el reintegro del reo a su anterior estado. En Francia, la jurisprudencia ha decidido que d delincuente, que por circunstancias ajenas a )lI volunta:1, haya ignorado la condenación pronunciada contra t~l, pueda ser rehabilitado a pesar de que su pena haya ~ido prescrita. La segunda condición estriba en que el condenado drbe justificar una conducta irreprocha )¡e. La ley penal colombiana impone un plazo de prueba que consiste en que si el reo ha sido condenado a la inhat i¡itación c)mpleta para ejercer empleo, profesión o cargo público, plleoe obtener la rehabilitación después de un plazo de oclw al10s de SLlfrimiento de la pena, siempre que durante el curso de ella haya observado buena conducta. Si la inhabilitación pe.petua se le ha impuesto como pena acces,)ría, deberá justificar primero el cumplimiento de la pena principal y desde este momento comenzará a ·:orrer el plazo de los ocho años. (Alt. 90 del C. P.) Cuando por 1<:naturaleza de la pena impuesta haya quedado el reo privado de los derechos políticos, el plazo de buena cOIlÓtcta es d~ cuatro años contados desde el cumplimiento de la pena principal. (Art. 91 idem). Si se trata de una condenación pecuniaria y el condenado prueba su insolvencia, creemo¡; que la falta de pago en este caso no puede ser obstáculo a la rehabilitación, siempre que el delincuente haya observado buena conducta. La rehabilitación se concede cuando hay una presunción de e::micnda, basaúa en el t uen comportamiento seguido por el inculpado; y sería un 1 suprema injusticia negarle la restitución en sus derccho::, por no 11aber cum- Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 30plido la pena, a causa de un motivo insuperable para él, como es la indigencia. ¿Al rehabilitado debe considerársele como reincidente si cometiese un nuevo delito? Contestamos afirmativamente, porque la rehabilitación no bllrra la condena en sí misma sino las incapacidades resultantes de ella; al contrario, debe aceptarla como causa que es de dichas incapacidades; debe admitirla, como dice Bertauld, «como un hecho legal, como un hecho legítimo en su principio y en su fecha, como un hecho que ha producido o podido producir efectos en el pasado, pero que debe cesar de producirlos en el futuro .• Su papel es muy distinto del de la amnistía que, como hemos visto, da por no cometido el delito, con todas sus consecuencias, aun la condenación misma, si ya ha sido pronunciada; y del papel de la gracia, que es un mero perdón. ¿ Puede concederse la rehabilitación por segunda vez? Opinamos que no, pues por el solo hecho de reincidir en el crimen, prueba el delincuente que no ha merecido la primera rehabilitación, y, por consiguiente, tampoco merece la segunda. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia SEGUNDA PARTE CAPITULO I PRESCRIPCIÓN EN GENERAL Origen de la palabra.-La pala Jra prescripción viene del verbo latino pr(J!scribere, que significa escribir antes; tiene su origen en el Derecho romano, en la l~poca del procedimiento ll:imado formulario. La;; prescrirciones consistían en cl<\usulas puestas a la c,beza de la fórmula o instrucción escrita que el magistrado entregaba a las partes, y en la cual instituía al juez y le indicaba su misión en términos imperativos; fórmula que vino a dar:e el nombre al sistema de procedimiento judici<.l en que ella se usó. Las prescripciones servían para circunscr bir el debate entre las partes Iitigantes. Fucro 1 creación del pretor peregrino, y derivan su nombre plecisamente del lugar que ocupaban en dicha fórmula. Había prescripciones de diferentes clase:;: en favor del demandante. del demandado, en favor de ambas partes, etc.; pero las que tienen verdad(~ro interé~, dada la índole de nuestro estudio, son I:w llamadas prcescriptío longi temporis, que son las que han con:;ervado hasta los días presentes el nombre de prescripciÓn. Estas prescripciones tenían por objeto parali zar definitivamente la acción, cuando el plazo que el demandante tenfa para obrar en juicio hubiera expirado. Deshlfan, por consiguiente, el poder de dicha acción. En la:; legislaciones modernas la pr(J!scriptio longi temporis pUi~de alegar se como medio de adquirir la propiedad y (amo callsa de extinción de la acción, es decir, como acciÓn y como excepción; pero en el Derecho Penal la prescripción :,(¡Io sirve para Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia --32extinguir la acción que proviene del delito y el derecho de ejecutar la pena impuesta por sentencia ejecutoriada. De modo que en el campo penal sólo existe la prescripción extintiva, porque la adquisitiva únicamente encuentra aplicación en el Derecho Civil. . Historia.-La prescripción en materia penal tiene el fundamento de una larga tradición en la historia del derecho; pero solamente como prescripción de la acción penal; la de la pena es más reciente. Demóstenes y Lisias nos cuentan que el pueblo helénico admitió la prescripción de la acción penal, excepto para ciertos delitos considerados como imprescriptibles. Los griegos daban como fundamento de la prescripción de los delitos, el que por el transcurso del tiempo venían a dificultarse las pruebas, especialmente las de la inocencia. En el Derecho romano, hasta el final de la República, no se hal1a disposición alguna relativa a la prescripción penal. La primera ley romana conocida que la admitió fue la lex julia de adulteriis, en el año 737 de la fundación de Roma. El1a introdujo, para los delicta comalia (stuprum, adulterium, lenocinium), una prescripción de cinco años. Este plazo fue adoptado probablemente por referencia al período lustral (lustrum), al cual se refería, en las tradiciones populares, la idea de un perdón y de una purificación religiosos. En tiempos posteriores, cuando brillaron los grandes jurisconsultos, surgió la prescripción de la acción penal en los crimina publica y con el lapso de veinte años como regla general, estableciéndose dos excepciones: una que consistfa en conservar la prescripción de los cinco años para los delitos contra la honestidad y algunos más de poca importancia; la otra excepción era relativa a la imprescriptibilidad de ciertos delitos graves, tales como el parricidio, en razón de su atrocidad, la suposición de pJr(o y sustitución de nilios, por la imprescriptibilidad del estado civil de las personas, y la apostasía por la influencia del cristianismo, que había \legado a ser la religión oficial. Las acciones en materia de delitos privados, tenían una duración general de trein- Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 33ta a¡'íos, al contrario de las quc se daban por el derecho pretoriano, que duraball, por lo ccmúl1, un año. Mientr"s tanto los jurisconsultos romanos desarrollaron la teoría jurídica de 1.1 prescripción de la acción piCnal, legando a las edades posteriore~ algunas reglas importantes, de las quc trataremos adelantc. El Derecho romano no conociÓ la prescripción de la pcna. En los orígenes del Oere::llo germánico se hace poca mención de h prescripción. Con todo, siguiendo la tradidiciÓn romana, admitió úni, amente la prescripción de la acciÓn, que se verificaba a los treinta años, dando como razón fundamental la necesidad de asegurar la tranquilidad del individuo, Iibrándolo de juicios inciertos. En las fuentes del Derecho CanónL:o no se llalla nada relativo a la ¡)rescripción penal, exct pto un pasaje de las Oecretales, que establece la pres:ripdún de los veinte años del Derecho romano. Con ti resmgir de este derecho, los glosadores dan nueva vi 11 a las disposiciones sobre prescripción, salvo que tambi(:n se corsideran como imprcscriptibles ciertos delitos, especialmente el duelo y el delito de lesa majestad. En f:eneral, las legislaciones medioevales acogieron los principios sobre la prescripción de la acción penal, excepto la ingles;l que rechazó el Derecho romano y con él .a prescripción en materia penal. La antigua jurisprudencia f-ancesa, interpretando un edicto de 1679 contra el duelo, decidió que, en razón de la imprcscriptibilidad de este delito, todos los crímenes cometidos por el duelista, aun los extraños a él, eran también imprescriptibles y se les perseguía conjuntamente con el duelo. La prescripción de la pena hlc introd .lcida por primera vez en Francia en 179], adoptándola después otros paises. Pero hay algunas legislaciones que la rechazan y otras que no la admiten rCS)I~cto a ae uellas penas que representan el grado mayor en la escala penal, como la de muerte y la prisión perpetua. Por ejemplo, el Código Penal italiano excluye de la pn~scriptjbilidad la Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -34pena de ergástolo, como castigo supremo, porque siendo la· que se aplica a los crímenes más atroces y reemplazando la pena capital, se la acompaña del mayor rigor, consistente en no ceder nunca con respecto a esta pena ante la fuerza destructora del tiempo. El Código austriaco no admite la prescripción de los delitos castigables con pena de muerte. Asl mismo, declara por regla general imprescriptible esta pena, cuando ha sido dictada en sentencia irrevocable. (1) Este Código establece dos excepciones a la regla general, que son: l.a Si han transcurrido veinte años desde la comisión del delito, y, además, se reúnen ciertas condiciones, como la de que el reo no haya sacado ningún provecho de la infracción y que haya procurado resarcir en lo posible los perjuicios, se castiga entonces con la pena de "cárcel dura. por diez a veinte años; 2.a Si el que ha cometido un delito que merezca la pena de muerte o prisión perpetua, no ha cumplido aun quince años de edad, prescribirá su delito en diez años. Con algunas modificaciones rigió entre hosotros la legislación española hasta 1838. En ella, si bien se señalaban términos para la prescripción de algunas acciones, no se decfa nada respecto de la de las penas, y hubo sólo un sistema especial desde la Ley 3.a, Título 2.°, Libro 1.0 del Fuero juzgo, que dice: "Todos los pleitos buenos e malos si fueren dalgun pecado, si non fueren demandados o terminados fasta treinta annos daI\f adelante non sean demandados. E si algun homme después de treinta annos quisiere demandar alguna cosa este tiempo la tuelle, que non pueda demandar, e demás peche una libra doro a quien el rey mandare.· El 1.'" de junio de 1838 comenzó a regir nuestro primer Código penal, expedido por el Congreso el 29 de mayo de 1837; duró vigente hasta que Cundinamarca elaboró el suyo, sanciol1ado el 16 de octubre de 1858. En 1873 se promulgó un Código nacional, el cual rigió junto (1) En ese como en otros países existe la condenación en rebeldía, aplicable a los contumaces. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 35con los códigos penales de los ESlados Soberanos en que estaba dividido el país por aqUt~lIa época. Restablecida la nación en forma d,~ República unitaria, se adoptó el Código de CundinamaJ"ca de 1853 para toda la Nación. En este Código y en el de 183"r, aunque se estableció la prescripción de la acción per al casi para todos los delitos, se declararon l~}~presamente imprescriptibles las penas, pues ambos cód,gos dicen que no hay lugar a prescripción «contra lo SE ntenciado en juicio seguido conforme a las leyes, bien por acus,lción o de oficio.» El Código de 1873 reconociÓ la prescripción de las penas que hayan de sufrirsc en estableci'llientos de castigo. Desde el 15 de junio de 1S91 ri~;c el Código Penal expedido por el Congreso de 1890. En el se reconoció la presccipciún de todos los d,~litos y de las penas que no fueren de naturaleza perpetua; pero el siskma establecido por el legislador de 1890 adolece de muchos defectos bastante notables, siendo tal vez el principal, que su redacción es muy defectuosa, especialmente en el capítulo que trata de la prescripción. Lo:; artículos 94, 95 Y 95 por su contexto dejan comprender que se trata únicamente de la acción, aun cuando hablen de la pena; el 97 y el 98 se ocupan de la pr~scripcíon de la pena; con todo, creemos que la limitad);l que esjablece el artículo 93 al decir que la prescripciol1 < no Jodrá exceder de treinta y cinco años,» pueda h¿lcerse extensiva a la prescripción de los delitos. Esa rl~dacción oscura se presta a confusiones que pueden J;wducir muy malos resultados en la práctica, confusión que también se deja notar en muchas decisiones de los juzgados y tribunales. FUNDAMENTO DE LA PRESCRL:>CIÓN EN MATERI;. PENAL Para justificar la prescripción penal han pretendido algunos decir que estaba fundada sobre el principio de la expiación. El culpable, dicen, '~stará sufidentemente castigado con los remordimientos '1ue lo han agitado y las Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 36angustias que lo han atormentado durante largos años, viéndose obligado en la mayoría de los casos a huir, alejándose forzosamente de su patria y de los suyos, viviendo una existencia llena de inquietudes, con el temor de ser descubierto a cada momento. Este razonamiento, como base de la prescripción penal, supondría desde luégo la perpetración de un gran crimen, que fuera capaz de producir también un gran remordimiento expiatorio; supondría, además, la prueba de la existencia de ese remordimiento en el que invocara la prescripción, y con frecuencia se observa, sobre todo en los delincuentes avezados al crimen, que el remordimiento en ellos viene a ser casi nulo. Se ha querido sentar como base de la prescripción penal, quizás buscando analogías con la prescripción civil, la posesión de impunidad. Pero claramente se ve que esta posesión, que es una especie de rebelión a la ley, no puede conferir un derecho. Buscando las mismas analogías con el Derecho Civil, se ha alegado como fundamento de la prescripción penal el abandono presunto dc la acción y de la pena por parte del Ministerio Público. Pero es lo cierto que el Ministerio Público no tiene derecho a hacer este abandono sin un motivo justo; la acción pcnal y el derecho de ejecutar la condenación no le pertenecen; únicamente le corresponde el ejer~icio de la acción pública, como representante que es de la sociedad, y no puede hacer a ésta responsable de sus negligencias y del incumplimiento de su deber. Se ha hecho notar igualmente que el tiempo, contribuyendo al desaparecimiento de las pruebas de la culpabilidad y sobre todo de las de la inocencia, justifica la prescripción. Pero este motivo no puede evidentemente justificar la prescripción de la pcna, puesto que ella resulta de una condenación, de la cual queda constancia escrita; sólo serviría de base a la prescripción de la acción penal cuando ésta comprenda un lapso bastante largo, porque en las de breve plazo, que son las más frecuentes, pecaría por su base. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 37 u_ A:g;Ul1oS criminalistas ~' pubJicist as, como Bentham, Servan y Zacharire, han negado la legitimidad de la prescri~;c¡6n penal, hacienuo r atar que ~emejante institución repli~na a la naturale::a de la pena, consecuencia neces,;r;" e inevitable del delib y que e:; tina institución pelígré)sa para el orden social, porque deja csperar la impunidad y excita por si misma a la perpetración del crinJ't:I1. Pero el principio que justifica y sirve de basc a esta illé,titl'ciÓn, se hasa e1 que la persecución y castigo del delito deben hacer:;t en la ép)Ca en que la infracciÓn ha sido cometida y con )'2ida, y el que una pcna aplicada largo tiempo después, 1') es ni ehaz ni ejemplar. No se trata aquí del tiempo considerade, en sí mismo, sino del tiempo como caLlsa del olvido, fundamento éste de la prescripción penal. Como dice Pessillél: «La esencia de la prescripciÓn no consiste t'n el mero !ranscurso del tiempo, sino en 110 haberse ejercitado un dtTecho dado durante un tiempo más o menos largcl.,' Como consecuencia de lo expuesto, podemos llegar a dos conclusiones: l.a es J1é1turalque el recuerdo del hecho dctictuoso y la necesidad de reprimirlo se conserven por más tiempo, con respecto a los gr¿.ndes crímenes que con relaciÓn a los pcqueño~; por consiguiente, la duraciÓn de la prescripciÓn det e ser proporcional a la mayor o menor Rravedad de las infracciones o de las condenacioncs. Aun cuando nuestro CÓdigo no adopta a este respecto una proporcicnalidad bien definida, si la acepta en parte, en el artículo 95, c¡tade atrás; 2.a la prescripciÓn de la pena debe tenl~r un plaz.) mayor que la de la acción penal, pues aparte de que en el proceso se esc1an~ce la culpabilidad del delincuente, con la sentencia definitiva se aseguran las pruebas y ~,e fija el recuerdo de la infracción. El Código e3tablece )ara las penas términos iguales a los de las prescripción de la acción. (Art. 97). Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 38- CAPITULO II PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN PENAL Al contrario de lo que sucedla en las legislaciones antiguas, como la romana, y de lo que todavla hoy sucede en algunas legislaciones extranjeras, no debe haber delitos imprescriptibles por graves que sean, porque no hay ninguno cuyo recuerdo no pueda ser extinguido por el olvido. Esta reforma no data entre nosotros sino desde 1891. El Código expedido en esa fecha fue el primero en establecerla, pues el de 1837 de Nueva Granada, el de Cundinamarca, de 1858, yel Nacional, de 1873, declaraban expresamente como imprescriptibles los delitos de parricidio, asesinato, traición e incendio. Por su fundamento mismo, la prescripción penal no debe admitir condiciones restrictivas, tales como la de exigir que el condenado no haya conservado ningún provecho del delito, que en tanto como sea posible repare el perjuicio causado, que no haya cometido durante el plazo de la prescripción otro nuevo delito. Los Códigos de 1837, 58 Y 73, establecían que la prescripción se interrumpía por la última causa, lo cual acertadamente no se acordó en el actual. Estas restricciones se justificarían en el caso de reconocerse como fundamento de la prescripción penal el arrepentimiento presunto del culpable al cabo de cierto tiempo. Como ejemplo de legislaciones actuales que las admiten, puede citarse la austriaca, de cuya disposición al respecto ya hicimos mención atrás. PUNTO DE PARTIDA DE LA PRESCRIPCIÓN PENAL En teoría, el plazo de la prescripción debiera contarse de momento a momento y no por días. Es decir, que la prescripción principie a correr desde el momento o ins- Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 39 -- tante mismo en que el delito q leda consumado; pero es claro que ese momento es muy difícil de precisar en la práctica, mientras que el día de su consumación puede ser más fácilmente determin<,do. Con todo, este sistema da l<lgar al mismo tiempo a una dificultad, que tiene importancia sobre todo er las prescripciones de corto plazo, dificultad que consi:;te en saber si se debe contar el día mismo de la infrccción (die s a qua), o si por el contrario se le debe ex el lir. Admiténdose que la prescripción comienza a correr el dla mismo del hecho punible y que el plazo para pre~;cribir se cuente por días (de die ad diem) y no de hora a hora (de momento ad momentum), debemos concluir que el día de la perpetración del delito forma un todo indivisible q le viene a servir de punto de partida, tanto a. ejercicio como a la extinción de la acción pública. Cc mprendiendo este día en la totalidad del plazo de la prescripción, s~ hace principiar ésta, no antes, sino al mismo tiempo que la acción penal. Este sistema lo consagran, entre otms, las legislaciones belga y francesa. Alguna" como la austriaca, disponen lo contrario. El artículo 95 del Código Pena colombiano establece que en los delitos instantáneos d plazo dl~ la prescripción se cliente de momento anomento, y que en los continuos empiece a correr el día en qlle cesÓ el delito. Nuestra legislación no declara e;~presamenle que el día de la comisión del hecho criminoso forme parte o se incluya en el plazo total; pero por el contexto del artículo citado se desprende que ese es el sistema adoptado. Entre los autores de Derecho Penal, pueden nencionarse como partidarios de la inclusión a Faustíno Hélie, BrLm de Villeret y a Garraud, y entre los de la opir il~n opuesta, a Ortolan. En la determinación del punto dI: partida de la prescripción penal, deben tenerse presentes dos ideas importantes: b primera es que si un delito se c(,mpone de varios actos, o se comete por varias personas, debe considerársele uno desde el punto de vista de la prescripción. La segunda es qu;: el olvido, motivo principal de ~~;ta institllción, no co- Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 40- mienza su obra sino el día en que la actividad criminal ha cesado por completo, es decir, el día en que el hecho delictuoso está terminado. Como aplicación de la primera regla, debemos decidir que en caso de participación de varías personas, como autores o como cómplices de una infracción punible, la prescripción es indivisible en su punto de partida, en su duración, su interrupción y su suspensión. Esta es una consecuencia absoluta, resultante de la combinación de los principios de la complicidad con la prescripción. Para fijar el punto de partida de ésta, es preciso decidir que la fecha de los actos de ejecución imputados a los autores principales es la que debe tenerse en cuenta, y no la de los actos de participación imputados a los cómplices. Esta soluci6n se aplica también a los actos posteriores, a los cuales la ley da el carácter de actos de encubrimiento. (Art. 25, ordinal 1.0 del C. P.) Como aplicación de la segunda regla, creemos que la infracción no principia a prescribirsc sino el día que ha terminado, porque la prescripción no puede correr en tanto que la infracción dure. Toda la cuestión consiste en saber en qué momento debe considerarse concluído el hecho criminoso. Debe entenderse que para los delitos consumados, la prescripción empieza el día de la consumación; para las tentativas y los delitos frustrados, el día en que se ha cometido el último acto de ejecución. (Art. 96 del C. P.) La dificultad se presenta al averiguar cuándo debe principiar a contarse la prescripción en los delitos continuos y en los de hábito. Los primeros, como es sabido, se componen de un hecho único que se prolonga sin interrupción; de modo, pues, que la prescripción de la acción pública no puede comenzar a correr respecto de esta clase de delitos sino desde el momento en que el estado permanente de la ~riminalidad cesa, porque es entonces cuando el delito l.~· Cá terminado. Los segundos se componen de actos repetidos, ninguno de los cuales, tomado aisladamente, es punible; de consiguiente, estos actos no son prescriptibles separadamente, puesto que la prescripción se Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 41aplica a Sll conjunto, es decir, al delito de hábito formado por todos ellos. Cuando le s hechos han sido suficientemente numerosos para fc.rmar un delito habitual, la fecha del último hecho es:a que inicia el plazo de la prescripción; y desde que ésta se cumple, todos los actos anteriores qued,Ul purgados por ella. En verdad, el delito puede renovarse, pero es necesario entonces una serie de hechos nue'¡os que constituyan el hábito por su reunión misma e independientemente de los hechos cubiertos por la prescripción. Hay a este respecto tres sistemas. Para mayor claridad tomemos un ejemplo, digamos la usura, que muchas legislaciones la erigen en delito, y supongamos que la prescripción para este hecho delictuoso sta de cinco años. El primer sistema decide que li prescripción se aplique a todos los hechos constitutiv()~ del delito de hábito que han sido ejecutados del quinto a:1o,contando de para atrás, en adelante. Si, por ejemplo, se trata de seguirle juicio a una persona por el delito de USl!Taen el año de 1917, todos los actos de usura cometidos antes de 1913, no habiendo mediado persecución ninguna, quedan prescritos. Para que la persecución sea posible es necesario que el delito entero se ejecute de 1913 en adelante; es decir, que en el lapso comprendido entre 1913 y 1917 se haya ejecutado un número suficiente de actos de USUI a para que exista el delito de hábito. Los hechos cumplid(ls de 1913 para atrás no tienen, a los ojos de la ley, cxis1encia punible; no se se les tendrá, por consiguiente, en (uenta. El segundo sistema decide, al contrario, que los hechos tomados aisladamente, como 110 constituyen en esta forma un delito, tampoco pueden someterse aisladamente a la prescripción. En el ej(~mplo propuesto, si los actos cometidos antes de 1913 re forman una serie suficiente para constituir un delito, 10 pueden prescribirse. El delito está en vía de conSLmarse, pero no se ha consumado aún. Los partidarios de este sistema sacan una consecuencia, que consiste en que si el último hecho aislado no está cubierto por a prescri~'ción (en Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 42nuestro ejemplo ha sido cometido, digamos, a principio de 1914), los sostenedores de este sistema lo ligan a los anteriores, cualquiera que sea su fecha. Por lo que se ve, el sistema que contemplamos confunde, en lo que atañe a las reglas de la prescripción, el delito continuo y el delito de hábito. El tercer sistema, que no es sino una modificación del precedente, establece que se pueda ligar al hecho ejecutado en 1914 los anteriores, con tal que no estén separados entre si por un intervalo mayor de cinco años. Sin duda, este término de los cinco años no puede considerarse como un plazo de prescripción, puesto que ésta no se aplica, como dijimos, a los hechos aislados que componen el delito habitual; pero si han transcurrido más de cinco años entre dos hechos separados, el intervalo viene a ser demasiado largo para que haya hábito, y, por consiguiente, delito. INTERRUPCIÓN DE LA PRESCRIPCIÓN DE LA ACCiÓN PENAL La prescripción de la acción penal se interrumpe por los actos de persecución y de instrucción. Los primeros son los que ejecutan el Ministerio Público y la parte lesionada al ejercer las acciones penal y civil. No se le puede atribuir este carácter ni a las denuncias y simples quejas, que tienen por objeto únicamente provocar persecuciones, ni a los actos emanados de los sindicados o condenados, que son actos de defensa. Los actos de instrucción son aquellos que tienden a ayudar a la autoridad en la busca y reunión de pruebas, tales como trasladarse al lugar del crimen para hacer una inspección ocular, exhumación de cadáver, pesquisas, embargo de objetos, un interrogatorio de testigos, etc. Por lo demás, para que la prescripción se interrumpa por un acto de persecución o de instrucción, es necesario que éste sea válido en sí mismo, porque claro está que un acto Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia --43nulo o anulado no puede producir efecto interruptivo. Efectos de la interrupciÓn-El primer efecto de la interrupción es anular el tiempo transcurrido hasta la fecha de la interrupción. Pero aqlJi se presenta una cuestión, ¿se puede, como en Derecho Civil, interrumpir indefinidamente la prescripción? Un sistema de interrupción indefinida seria contrario al fundanento de la prest:ripción' penal que, como hemos visto, es muy distinto del de la prescripción civil. Con este ~;i5tema se llegaría muchas veces a hacer prácticamente n 11a la prescripción penal y se verían casos curiosos, como ·perseguir cincuenta años más tarde un delito, CUlndo ya ni siquiera existieran las generaciones contemporáneas al crimen perseguido y el delincuente fuera un ,mciano inconsciente que no re~ cardara ya su mismo hedlo. Dejaría, además, en manos del Ministerio Público el poder arbitrario de prescribir o nÚ una acción penal a su entera vcluntad. Para sostener la interrupción indefinid" es menE'ster apoyarse, como hemos dicho, en los principios que dominan la cuestión en Derecho Civil, y aplicar a la interrupción de la acción penal las reglas de la ci·!i!. En De'echo Civil hay, por lo demás, un corredivo a los incorvenientes de las interrupciones indt'finidas de la prescripción, resultante de la5 persecuciones comenwdas, y t~S que el efecto interruptivo del acto persecu lorio se anula por el abandono o desistimiento tácito de la instancia, cuando se deja de hacer gestiones judiciales durante cierto tiempo. Si para resolver el pro Jlema se a Jelara al sistema consistente en suprimir la imerrupción, se llegaría al extremo de dejar desarmada a la justicia social, pues podia suceder con frecuencia que el delito ft,era descubierto cuar.do ya estuviera para ven'~crse el término de la prescripción, y no hubiera, por cJnsiguiente, tiempo de seguir un proceso y dictar una sente 1cia. Hay un modo de resolnr equitativa y prácticamente la cuestón, y es establecer que la prescripción de la acción puede interrumpirse sólo un:\ vez. Y para evitar que se prolongue demasiado el término, al interrum- Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -44pirla cuando estuviera para vencerse, disponer, como aconseja Mancini en su Proyecto de Código Penal italiano, que los actos de persecución o instrucción no puedan prolongar la duración de la acción penal por un tiempo que exceda en su conjunto a la mitad de los términos señalados por la ley. Esta restricción es muy importante, sobre todo cuando los plazos ordinarios de prescripción son muy largos, como sucede en nuestra legislación, que señalaba un término de cuarenta años para los delitos que merecían pena de muerte. Aun hoy día, habiéndose suprimido la pena capital, puede llegarse a plazos exorbitantes con la aplicación del segundo inciso del artículo 95 del Código Penal, que dice: «Pero si el delito tuviere pena temporal, cuyo máximo pase de cinco años, prescribirá por un tiempo doble del dicho máximo •. Con un artículo como el transcrito, combinado con otro como el 796, que establece que en el delito de hurto, si éste excediere de cien pesos, se impone de uno a dos meses de presidio por cada cien pesos de aumento, se retrocede en la práctica, a las [egislaciones antiguas que consagraban la imprescriptibilidad en ciertos delitos, aun cuando, que sepamos nosotros, esta medida se aplicaba sólo a los delitos muy graves, como el asesinato, pero nunca al hurto. No se nos diga que el defecto del inciso que criticamos está corregido por el artículo 98 que ordena que el tiempo para prescribir, excepto cuando se trata de la pena capital, no puede exceder de treinta y cinco años, pues a más de hablar este articulo sólo de la prescripción de las penas y no de la de los delitos, un plazo de treinta y . cinco años es todavía demasiado largo aun para las mismas penas. En las prescripciones de plazo muy corto, no se puede limitar a una sola vez la facultad de interrumpir, pues se IIegarfa también en muchas ocasiones a dejar la justicia impotente para llenar su misión; es necesario, pues, establecer que esta clase de prescripciones se puedan interrumpir por todo acto de procedimiento sin restric- Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 45ción ninguna. Pero al mismCl tiempo hay que señalar un plazo perentorio, de tres años, por ejemplo, dentro del cual sería indispen:;able dictar sentercia condenatoria, porque de lo contrario quedéría prescrita la acción penal irremisiblemente. Segundo efecto de la ;nterrupción.-L os actos de persecución o de instrucción deben tener \In efecto absoluto y un carácter impersonal; inkrfumpen, en consecuencia, la prescripción, aun· cuando vayan dirigidos contra una persona desconocida; la interrumpen aun cuando no hayan sido notificados al inculpado, I~ interrumpen, además, la prescripción contra todos lo:; sindicados de un mismo delito, aunque no se dirijan sino contra uno solo de los delincuentes. En efecto, todo acto persecutorio o de instrucción se presume que conserva judicialmente el recuerdo del delito, y, por consiguiente, la necesidad de la sanción penal; debe detener el curso d e la prescripción, con respecto a todas las personas qUI~ hayan participado en la comisión del hecho criminoso, aun cuando sean todavía desconocidas. No todas las lefislaciones reconocen este principio; así vemos que la ¿I(emana e~;tablece, por el contrario, que la interrupción nI) tiene lugar sino con respecto a aquel de los inculpadcs contra d cual ha sido dirigido el acto persecutorío O de instrucción. Tercer efecto de la irzterrupc.'ón.-EI tercer efecto es una consecuencia necesaria dd primero. Consiste en que el acto interruptivo hace eIT.pezar a correr de nuevo la prescripción sin poder prolongar su plazo, sino cuando más en un tiempo igual a la mitad dd término primitivo. Nuestra legislación no reconoce causa ninguna de interrupción de la prescripción de la acción penal. Por este motivo el Tribunal Superior de Cundinanléirca pudo decir alguna vez: «Aunque es cierto que parece una anomaHa que una acción que se !la ejercido en tiempo y que aun se está ejerciendo, se declare prescrita tan sólo porque ha habido dilaciones más o menos largas en el Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 46procedimiento criminal, también lo es que la ley no reconoce en este procedimiento motivo de interrupción para la prescripción » SUSPENSIÓN DE LA PRESCRIPCiÓN DE LA ACCiÓN PENAL ¿Puede suspenderse la prescripciÓn de la acción penal? El eminente criminalista Garraud cree que cualesquiera causas que hayan impedido al Ministerio Público perseguir un delito, el tiempo de su inacción forzada no debe deducirse del tiempo útil para prescribir. Este modo de pensar es, por lo demás, muy racional, porque si la prescripción de la acción pública admite necesariamente causag de interrupción, puesto que es imposible que una acción se prescriba cuando se está ejerciendo, no se ve cómo se pueda admitir causas de suspensión. En efecto, bien que se encuentre el Ministerio Público impedido por un obstáculo de hecho o de derecho, el tiempo, sin embargo, l.ontinúa borrando poco a poco el recuerdo del delito y de la pena, que si fuera aplicada después del plazo fijado para prescribir, dejada de ser legítima, puesto que si por una parte pudiera ser justa, por la otra ya no seria ni necesaria para mantener el orden social ni útil en sus efectos. Se comprende fácilmente que un obstáculo de hecho que impida al Ministerio Público obrar, no pueda suspender el curso de la prescripción penal. Si una persona, después de haber cometido un crimen, se mantiene alejada de su patria, viviendo en un país con el cual aquélla no haya celebrado tratado de extradición; o bien la invasión del territorio patrio por el enemigo; o la locura sobrevenida al sindicado; a pesar de todas estas circunstancias la prescripción de la acción penal pública continúa corriendo y se cumple por el lapso fijado por la ley, no obstante que el obstáculo haya subsistido durante todo ese tiempo. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 47El problema es de más difícil solución en ]0 concerniente al obstáculo Je derecho, porque en este caso es la ley misma la que suspende la Jersecución. Y sería contradictorio que la ley suspendiera el ejercicio de la acción y cortara al mismo tiempo el plazo de la prescripción, considerando que aquélla 10 se ha ejercido. Pero si se medita un poco el asunto, se verá que la contradicción es más aparente que real. El efecto, 11 prescripción extintiva está fundada en materia civil en lIna presunciÓn de liberación, deducida de la inacción del acreedor; y es natural que se sm pen ja, cuando la ley misma impide a éste obrar. Pero n,) puede castigarse con la prescripción penal la inacciór del Mini';terio Público y decidir que si no se ha intentado la acción pública es porque se ha renunciado a ella; se trata solamcnte de saber si el tiempo transcurrido no ha borrado cl r&uerdo del delito y hecho por consiguiente inútil su castigo. ¿Puede acaso un obstáculo de derecho, que impida al Ministerio Público obrar, revivir el recuerdo del delito y hacer necesaria su represión? Creellos, pucs, que la acción se extingue cuando no ha sido eje¡'cida en el plazo fijado, cualquiera que sea el motivo qU(~ haya ob\;taculizado la persecusión. ¿Puede haber suspensiÓn de la prescripci:'>n cu¡mdo el delito es privado, es decir, de a'~\1ello'5 que no pueden perseguirsc sino a instancia de parte? La misma solu!:ión que se aplica a la suspensiÓn de la prescripción, cuando se trata de delitos públicos, debe aplicarse también cuando se trata de delitos privados, como quiera que teniendo la prescripción penal un mismo fundamento tanto para los delitos que pueden perseguirse de oficio, como para los que necesitan una quere: la de la parte ofendida, que consiste en basarse la prescripción en ambos casos en una presunción de olvido, que hace innecesaria y hasta perjudicial para la sociedad una persecución tardfa del hecho criminosc, es claro que las mismas razones que militan en contra de la exbtencia de la suspensión en el un caso, ¡militan también en el otro. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia --48¿Porqué el querellante particular va a estar en posición más ventajosa que la del representante del poder social? ¿ Cómo se le puede reconocer a la parte ofendida el derecho de revivir el recuerdo de un hecho que la sociedad tiene ya por olvidado? En Francia la jurisprudcn ia ha sostenido, por el contrario, que todo ohstA 'ulo de derecho o de hecho, que impida al Ministerio Público obrar, detiene el curso de la prescripción. Ella aplica de una manera general y absoluta, en materia penal, el aforismo contra val"niem non agere, non curril prlPscriptio. Ha decidido, pues, que la prescripción se suspenda: 1.° cuando por causa de fuerza mayor, como una invasión enemiga, la marcha de fajusticia se interrumpa; 2.° cuando por causa de la demencia sobrevenida al inculpado posteriormente a ta comisión del delito, la acción penal no pueda ejercerse; 3.° cuando hay necesidad de una queja previa, como cuando el delito de que se trata es privado (adulterio, calumnia, etc.); 4.° cuando ocurre una cuestión prejudicial, y 5.· en caso de competencia entre dos jueces. La legislación y jurisprudencia alemanas distinguen entre obstáculos de hecho y de derecho. Los primeros no suspenden el curso de la prescripción, aun en el caso de que el obstáculo se deba a un acto del mismo inculpado. Los segundos detienen en cambio la marcha de la prescripción. Esta parece ser, por lo demás, la tendencia de las legislaciones modernas. La nuéstra no reconoce tampoco ningún motivo de suspensión de la prescripción de la acción penal y nuestra jurisprudencia no ha decidido aun nada sobre la materia. El Ministerio Público debe probar no solamente la existencia del hecho delictuoso, sino que es necesario, además, que demuestre que ha entablado la acción pública en tiempo oportuno. De sobra está decir, que si en virtud de la prescripción de la acción, no se puede condenar al acusado, tampoco se le puede absolver. Es el caso de aplicar la regla Qui non potest condemnare non potest absolvere. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 49Caso distinto es el que cOlsidera la sentencia que en seguida copiamos, en el cual es de justicia absolver al sindicado, por ser la absolución ,=1 recone cimiento judicial de la inocencia del mismo, rr ientras que la prescripción puede dejar dudosa su culpabilidad. Dice asl el fallo al cual n,)s referimos: «Cuando la sente:lcia de un juicio crim¡r¡::¡1 deba ser absolutoria, y durar.te la tramitación del juicio se consuma la prescripción de la pena (1), el juzgador, en vez de declarar la p -escripción de la pena (1) (sic), debe más bien proferir ~,entencia absolujpria, porque ella es más favorable al re ).~ (2) (popayán, sentencia del 5 de febrero de 1907, 11I, 419, 2.&)(3) La prescripciÓn de la acción penal pIOduce resultados semrjilntcs a los de la arnnis-{a; sin embargo, su esfera de ?occión es aun más amplia, porque fxtingue no solamente la acción penal sino tarr.bién la (ivil. Hay a este respecto tres si ,temas, a ~;aber: 1. o que la prcscripción de la acción penal deje imacto el curso de la acción civil; 2.0 que la acc:ón civil se extinga siempre al extinguirse la penal; y 3.0 hay)or último un sistema interme:lio que consideré_ la acciÓn civil, cuando se ejerce al mismo tiempo que 11 penal, como subsidiaria y dependiente de ésta, y la su:eta en este sólo caso a la misma prescripción de la acci)!1 penal. Nuestra legislación, siguiendo en esto como en otras muchas cosas a la francesa, écopta el segundo sistema y establece unos mismos términos para la prescripción de las dos acciones. De modo, pues, que su punto de partida y su duración vienen é, ser los mismos. (4) (1) Se refiere a la acción. (2) Sindicado, debió haberse d cho. (3) Garavito A., obra citada. (4) El artículo 2358 del C. C., (,n el inciso!. ciones para la reparación del d liÍo culpa, que puedan ejercitarse cor,tra el delito o la culpa, se prescriben d(ntro en el Código Penal para la prescripción Disposición análoga contiene el artículo 0, dice: «Las aeprover iente de delito o los qUE sean punibles por de los términos sefialados de la pena principalo. 1504 del Codigo Judicial. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 50Esta sujeción de las dos acciones a las mismas reglas, en lo tocante al plazo necesario para prescribir, es difícil de justificar, porque, como sabemos, la prescripción de la acción civil está fundada en el abandono prolongado que de su dominio hace el propietario, mientras que la prescripción de la acción penal está basada, según hemos visto, en el olvido presunto de la infracción despu¿s de cierto tiempo. Parece, pues, que seria más racional someter la ul1a a las reglas del Derecho Civil y la otra a las del Derecho Penal. La unidad establecida por la ley en la prescripción de las dos acciones, conduce a la consecuencia singular de que cuando se ha violado a la vez la ley penal y la civil, el autor del hecho violatorio se encuentra en una situación más favorable, d('sde el punto de vista del plazo para prescribir, que si solamente hubiera violado los derechos privados. En efecto, mientras en el primer caso la acción civil dura diez años o menos, según el delito de que se trate, en el segundo puede durar hasta treinta. Por otra parte, en los créditos ordinarios, en los créditos que provienen de un contrato, por ejemplo, que son independientes de toda idea de crimen, el acreedor tiene medios numerosos y fáciles para interrumpir la prescripción que corre contra él, en tanto que la parte lesionada por un delito no tiene, según la legislación colombiana, medio ninguno para interrumpir la prescripción. También la suspensión puede favorecer al acreedor en el primer caso, mientras que en el segundo tampoco reconocen las leyes patrias causa de suspensión. Esta asimilación de las dos acciones no existe ni en la legislación alemana, ni en la rusa, ni en otras muchas. Se le encuentra, en cambio, en la francesa y en la belga, a pesar de haber sido objeto de vivas criticas. Pero el sistema de la asimilación, si no se justifica a la luz de un rigorismo jurídico, sí se explica como una necesidad de orden público, basada en las consideraciones que exponemos en seguida. Si la prescripción de la acción civil fuera de más larga Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -uduración que la de la acción pcnal, se podría llegar al caso de que la parte lesionada hubiera de hacer declarar culpable al sindicado y obtener su condenación, a fin de lograr del condenado una repMación de daños y perjuicios, cuando ya el Ministerio Público, a causa de la prescripción de la acción pellal, tuera incapaz de obrar. El escándalo que resultaría de llna declaración judicial de culpabilidad, ante la cual la justicia estaría impotente y desarmada, es el principal metvo para que al obligado por causa de un delito se le c )ilceda ¡él garantía de una prescripción miÍs corta que al obligado ('n virtud de un contrato. La inmensa mayoría de los crÍmcnes10 puede comprobarse sino por medio de prrcbas testimoniales, dudosas, equivocas, perecederas. La lq no quiere que bienes tan preciosos corno el honor, I¿~vida, la ,eguridad y la libertad de los ciudadanos estén -sujetos a pruebas indecisas, corno sería, después dc un tiempo largo, la memoria de los testigos, por ejemplo. Ahora bien, estos mismos medios que ténderían a demostrar la ~xistencia del crimen, y que después de cierto tiempo son rechazados por la ley como dudosos, como peligrosos, serían precisamente aquellos que la parte agraviada o pretendida tál, vendría a invocar, desp lés de prescrita la acción penal, para establecer la e}:istencia del delito, no ya para obtener una condenació,l penal, ¡;ino con el fin de lograr una reparación civil. Pero si esta prueba testimonial, si esta prueba de actos que rara vez pueden observarse con la debida atención, con cuidado, es rechazada como insuficiente, después de determinado tiempo, para ¡comprobar el delito, con ti objeto de obtener una condenaciÓn penal, ¿ por qué ha de ser suficiente, por qué ha de ser probatoria, cuando se trat.1 de comprobar el hecho delictuoso con el fin de lograr una reparación pecuniaria? Supongamos, sin embargo, que se ,1aga la ~eparación debida. Supongamos que se lleve la acción penal ante los tribunales crimi,nales y la acción ti',i! ante I<)sciviles. BANCO S!BUOHCA DE LA REPUHU " LU!S'A."~ .. ~,\¡,;,o,.,- CA TALOG"c;rc N Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 52¿Qué resultaría? Habrfa que probar ante un tribunal civil un hecho que de suyo debe ser en muchos casos apreciado por jurados; resultaría que se proclamaría judicialmente la existencia de un crimen, la existencia de un culpable cuya impunidad está asegurada por la prescripción . de la acción penal, lo cual es sendllamente escandaloso y una razón más para rechazar la distinción entre las prescripciones de las dos acciones. Dice a este respecto Dunod, en su Tratado de las prescripciones, que «no se puede ejercer la acción civil contra el inculpado sin convencerle, y sería absurdo poder probar el crimen sin castigarle». Es seguramente un grave mal que la autoridad judicial diga que tal hombre es culpable, un asesino, un ladrón, cte., pero que no pueda castigarlo. Por otra parte, después de un plazo de tiempo largo, la ley no debe querer herir, querer deshonrar, querer castigar, en una palabra. Pero permitir, sin embargo, proclamar en justicia que tal persona es un asesino, un incendiario, con el fin de obtener de él U:ia reparación civil, es contradecirse, es descubrir por un lado un hecho y por el otro tratar de cubrirlo. Además, el legistador quiere hacer de la parte ofendida, que debe suponérsela mejor informada que cualquiera otra persona y cuyo interés en encontrar y castigar al autor y cómplices del delito es mayor que el de los demás, el auxiliar más activo del poder social. Y con este fin coloca en el mismo plano, en materia de prescripción, la acción privada y la pública. Se ha dicho que después de prescrito el delito en el campo penal, se puede considerar el mismo hecho criminoso, no ya como tal sino como un simple cuasi-delito, como una simple culpa, de tal modo que la parte lesionada pueda desprender de su demanda toda circunstancia de la cual resulte un aspecto delictual en el hecho materia del debate, y de quejarse de una imprudencia, de un descuido, que dé lugar a una mera indemnización de daños y perjuicios. Pero se objetani con razón: ¿porqué después de declarar que a cau- Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 53-- sa de la prescripción de la :l,~ciÓn pna} no hay lugar a seguirle juicio a un sinclkadc de homicidio o de incendio voluntario, se permite a la par k perjudicada o a sus herederos alegar que por imprudencia o por descuido Sé' ha d¡¡dl) muerte a SlI Lutor, 5~ ha incendiado 'Su casa? Este sistema es inadmisible, porque no se puede alegar una imprudencia o una inadvertencia aislada de toda voluntad c¡iminal. pue3 lo.; tC3ti'ps n,) ?,)jrían declarar en este nuevo sentido y apartar la intc:lci(n criminosa del hecho material qlle se quiere h lcer reapa:eccr bajo pers~cuciol1es mentirosas y disfrazadas. El profesor GJrraud observa que .el principio de la asimilación de las acciones civil y penal en materia de prescripción, debe aplicarse, sea que la acción civil se ejerza como un accesorio de la pÚblica a'1te los tribunales criminales, sea que se ejerz 1 separaUélIllente y como acción principal ante los tribunales ci vi\c~, porque la duración de la prescripción de tl1a acción nO puede depender de la naturaleza de las jurisdicciones ante las cuales se entable, sino de la natllfaleza misma de la acción.- La acción civil que se :;omete a 13. prescripción penal es la de reparación del daf:o caUS(1Co por un delito. La prescripción penal no se hace (~xtcnsiva sino a la acción civil, que tiene por única C2 LIsa L1n hecho dclictuoso y por objeto cxclusi\ () la reparación del perjuicio resultante de él. f::xtensión del principio de le. asimiladón.- Toda acción en reparación del daiío cam,ado por un delito, sea que se dirija contra los autores o contra las personas responsables civilmente, debe pr~scribirse ,\1 mismo tiempo que la acción penal. Se duda de si se puede aplicar esta solución a las ÚltillllS person¿s, porque se hace notar que la acción .dirigida contra ellas no se deriva de un delito sino de un cuasi-delito. En efecto, la infracción que comete la persona cuya gu lrda se en comienda a un tercero, no habría sid) probablcnellte cometida, si esa guarda hubiera sido ll1 1S activa y más asidua. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 54La ley hace de esa vigil<lncia un deber civil; ella presum~ su falta o su insuficiencia. cuando no ha sido eficaz, y sobre el fundamento de esta presunción establece como responsable de un cuasi-delito al que declara cul-: pable en razón del h~cho de otro. La acción sobre responsabilidad, no derivándose de la infracción misma, es claro que debe estar sometida a la prescripción civil. Pero esta opinión tiene el incoveniente de que, de acuerdo con ella, se podría perseguir a las personas responsables civilmente del hecho delictuoso, cuando ya no se pudIera enjuiciar al autor del mismo hecho; iria, pues, contra el fin de la ley, que no permite la comprobación judicial del delito, después de cumplido el plazo de la prescripción penal. Es precisamente en razón de ese mismo fin de la ley, que no se permito: a la parte agraviada, para escapar a la prescripción penal, separar su acción civil, aislándola del acto perjudicial, del cual ella demanda reparación de daños y perjuicios, separarla, decimos, de todo carácter delictuoso, y, por ejemplo, en una acción rescisoria de un contrato, calificar simplemente de culpables las maniobras que constituyen en realidad una estafa, un abuso de confianza o una falsedad. ¿ Cómo puede depender de la parte ofendida, dándole al hecho el carácter de cuasi-delito, obligar al demandado y al juez a aceptar esta calificación? Es verdad que se dice que al demandado no se le debe admitir, en este caso, alegar que el hecho cometido por él es un delito y no un cuasidelito, para hacer caer la demanda civil intentada en su contra, basándose en el aforismo jurídico: Nema audifur propiam turpitudinem allegans,. pero la objeción no es fundada, porque oponiendo la prescripción, el demandado no reconoce necesariamente la existencia de [os hechos que se le imputan; él se limita a sostener que aun cuando se les supusiera probados, la acción para perseguir su castigo estaría ya extinguida. Además, si se admite que la prescripción de la acción civil como la de la penal es de orden público, es preciso dar al juez el derecho o facultad de calificar los hechos en que se basa Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia la demanda. En se han apartado vivir la acción pudiera ejercer esta del civil aun 55- materia las legislador es modernas Derecho rOl0'1.110, que hacía sobrea la acusaciÓn y permitía que se cuando el delito e~t\lvíera ya pres- crito. Nuestra legislación, procediendo incLlllsecuentemcnte con el principio de la asimilación, establecido en el primer inciso del artículo 2358 del :ódigo Civil, hace una excepción a este principio en el :;cgundo y ordena que ~las acciones para la rep'ración del daño que puedan ejercitarse CGntra terceros responsables, conforme a las disposiciones de este Capitulo, p -Escriben cn tres años, contados desde la perpetraciÓn dEl acto.» De modo que entre nosotros la parte ofendida viene a quedar toda vía en peor situación en este ca~ o que cuando se trata de intentar la acción civil contra 1m. autores directos del delito. Limitaciones al principio de la 'lsimilacióli.-Los límites de la aplicaciÓn de la regla que solidari la la prescripción de la acciÓn civil a la de la acción penal, son de dos clases: 1.0 Toda acción que no tenga su origen exclusivamente en el delito, sino que tenga su causa en un derecho preexistente o al menos distinto, permanece sometida a la prescripción civil. Por una partE, el hecho delictuoso deja subsistir todos los derechos <; ue existían antes que él y fuéra de él, y la acción que ~e basa en esos derechos debe escapar a la prescripciÓn penal, porque no nace del delito, aunque sin él no se hubiera podido ejercer. Por otra parte, el juez para examina" la pretensión del demandante no tiene que apelar necl~sariamente al recuerdo de la infracción, comoquiera que la acción intentada se basa en una circunstarcia extraña al hecho criminoso. La distinción entre la acción que emana simplemente de un contrato o de un derecho rea I anteriores o posteriores a l~ infracción, y la que proviene exclusivamente del delito, tiene una grande importancia desde el pun- Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -- 56 to de vista de la prescripciÓn. Por ejemplo, el propietario que fta sido robado, puede, después de prescrito el robo, ejercitar contra el ladrÓn o contra terceros poseedores su acción reivindicatoría; el depositante el mandante pueden también, después de prescrito el delito de abuso de confianza, ejercer las acciones nacidas del depósito o del mandato contra el depositario o mandatario autores de la infracción. Asf, la acción se prescribe, según el Código c¡.,¡¡, en caso de que la parte sindicada de responsabilidad en el delito haya reconocido su deuda por una serie de actos cuya existencia se compiUebe regularmente. En este último caso, en efecto, no es sobre el delito sino sobre aquellos actos, sobre los cuales el demandante apoya su demanda. 2.° Lo mismo sucede con las acciones que, si bien nacen del delito, no tienen, sin embargo, por objeto directo la reparación del perjuicio que él ha causado; tal sucede, por ejemplo, con la acción contra el heredero tendiente a declararlo indigno de suceder por haber dado o intentado dar la muerte a su autor. Estas acciones deben escapar a la prescripción penal, pOI:que no son las acciones civiles a que se refiere el artfculo 2358 del Código Civil. (1) Dado el sistema de la asimilación de las dos acciones, ¿qué influencia pueden tener la interrupción o la suspensión de la prescripción de la una sobre la otra? ° (1) Se presentó un caso curioso en F¡'ancia. Una sociedad anónima se constituyó contra las disposiciones legales. No se habían hecho la suscripción de la totalidad del capital social y la entrega de la cuarta parte del valor de las acciones suscritas. Esta infracción se castiga allá con una pena correccional cuya prescripción es de tres años. Se entabló una doble acción por los interesados: una de nulidad y otra de responsabilidad penal contra los socios fundadores. ¿Se podía rechazar esta doble demanda por haber sido intentada después de transcurridos tres años desde la comisión del delito? Hay que distinguir: es cierto que la acci6n de nulidad escaparía a la prescripción penal porque es civil y completamente independiente del hecho criminoso. Al contrario, la de responsabilidad, habiendo nacido del Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 57La indivisibilidad de las dos acciones en esta materia conducc a la siguiente cor.secuencia: toda causa que interrumpa o suspenda la prescripción de una de estas acciones, interrumpe o suspende la pre:;cripción de la otra. Es claro que los actos de persecucién o instrucción hechos por la parte pública interrumpen la prescripción de las dos acciones. No hay inconveniente en que un acto interruptivo de la prescripciÓn penal, prolongando el plazo de ésta, ven~a a extender de rechazo el término de la civil. COII esto no se puedt: causar lIingún perjuicio a la sociedad, pues el único perjudicado sería el delincucnte deudor; pero si se justifica a prolongación del plazo durante el cual pueda ser ca~tigado, con mayor razón debe justificarse la J:"olongaci:)n del término, durante el cual deba indemni;¡ ar los perjuicios ocasionados por su delito. Es muy justo y natural que quien ha violado a la vez la ley penal y la civil, sea tratado con más severidad que el simp e transgresor de la segunda. En el caso inverso, es c1a'o que la interrupción de la prescripción de la acción, civil proveniente exclusivamente del hecho delictuoso, ini~¡;ye nece~ariamente en el recucrdo de la infracción y, r or consig Jicnte, prolongar la prescripción de la acción pe lal. Pero para evitar que ésta se prolongue demasiado, telli':ndo en ::uenta lo que diji1Il0S atrás, al hablar de la duraciÓn del término para prescribir, se necesita, fundándose en raz,)nes de orden púhlico, establecer la [i.¡sma ImitaciÓn que existe para indelito y no encontrando su base en ningún contrato anterior, debe declat'arse prescrita. La jurisprudencia francesa decidió que la acción de responsabilida·:1 penal dirigida contra los fUDdadores de la compañía prescribiria, de acuerdo con el Código Civil, a los treinta años. basánd·)se para el o en que la responsabilidad es una consecuencia dE la nulidad :le la sociedad. Cualquiera que sea el valor de la jurisprudencia, nos parece que las dos cuestiones de nulidad y resp.)nsalidad de los socios fundadores, qne pueden lógicamente igarse desde el punto de vista de la extensión de la responsaltilidad, son completamente distintas desde el punto de vista de la prescripdón. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -58-terrumpir la prescripción penal, en la interrupción de la de la acción civil. Esta misma doctrina es aplicable al caso en que el demandante entable su acción por separado ante los tribunales civiles, pues en este caso también son aplicables las palabras de Garraud, citadas atrás. de que «la duración de la prescripción de una acción no puede depender de la naturaleza de las jurisdicciones ante las cuales se entable, sino de la naturaleza misma de la acción.» La misma solución puede aplicarse -al caso de la suspensión. Colocándonos en el terreno de la legislación patria, como ella no reconoce causa ninguna de interrupción ni de suspensión de la prescripción de la acción penal, y al mismo tiempo establece un plazo igual para prescribir las dos acciones, la situación de la parte ofendida es a este respecto muy desventajosa. No puede decirse que la prescripción del delito se interrumpe al dictarse sentencia condenatoria, porque siendo ésta el objeto supremo de la acción penal, no puede considerársele como medio de interrupción de la prescripción de la acción. En realidad, viene a ser el colmo de su ejercicio; de consiguiente, la prescripción de la acción pública debe mirarse como interrumpida desde que se \leva a cabo el primer acto persecutorio o de instrucción; la acción penal se considera pendiente hasta que se dicta la sentencia condenatoria definitiva. Sabidas son las diferencias que existen entre la prescripción en materi:l civil y en materia penal, no sólo en cuanto a su fundamento sino también en sus caracteres. En el campo penal la prescripción se debe y se puede interponer de oficio; a este respecto el Ministerio Público está obligado a pedir que se declare la prescripción; así lo resolvió la Corte Suprema en un acuerdo dictado en 1890, que dice: e Es deber de aquel funcionario velar por la justicia y evitar la prosecución de un juicio baldío »; la prescripción en materia civil es menester alegarla expresamente. En el campo penal el demandado Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -- 59 no tient' la facultad de ¡enunciarla mientras que en el civil sí la tiene. Ahora bi(~n. resulta del principio de la asimilación de las dos acciones, en cuanto al plazo para prescribir, que la .Jrescripciótl de la acción civil proveniente del delito, viene a quedar en un mismo pie de igualdad que la de la acd6n penal, y a tener idénticos caracteres. Pero la prescripción, extinguiendo las acciones a las cuales da nacimiento el delito, lo deja subsistente a él en cambio, de modo que ella no impide que sc hagan valer por vía de l~xcepción los hechos que habrian servido de base a la acción civil, si hubiera sido intentada cn tiempo útil. As i, por ejemplo, la persona que es perseguida en virtud de un título obtenido por medio de una estafa, puede oponer en todo tiempo al demandante las maniobras delictuosas de las cuales ha sido víctima, aplicando el aforismo latino: Q,ue temporalia sunt ad agendum perpetua sunt ad excipiend'1m. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -60 -' CAPITULO PRESCRIPCiÓN 11I DE LA PENA Terminado ya el estudio que hicimos en el capítulo anterior de la prescripción, en cuanto extingue el derecho de perseguir el delito, o sea el derecho al ejercicio de la acción penal, vamos a estudiar en el presente la prescripción como causa de extincíón del derecho a la ejecución de la pena, que, como claramente se comprende, es materia muy distinta de la anterior. Como vimos atrás, al referirnos a la historia de la prescripción en materia penal, ésta en cuanto se aplica al derecho de ejecutar las penas, es relativamente reciente. Entre nosotros esta clase de prescripción s610 data de 1873, yeso que el Código nacional expedido en ese año no la aceptó sino de una manera muy limitada. El Código de 1890, vigente aun, admite la prescripción de las penas, excepto las que sean de naturaleza perpetua, excepción ésta que está muy de acuerdo con la ciencia penal moderna y con el carácter de esa clase de castigos, pues si una pena perpetua no puede en razón de su esencia misma extinguirse nunca cuando se está cumpliendo, sería inexplicable que pudiera concluirse cuando no se ha cumplido todavia. El Código Penal no lo dice, pero en el campo cientffico son imprescriptibles también las penas que consisten en la privación de algunos derechos, o en ciertas incapacidades jurídicas pronunciadas por el juez o establecidas por la ley como inherentes a algunas conde naciones, por ejemplo, la pérdida de los derechos políticos y civiles, como causa de privación de la patria potestad y de incapacidad para ejercer tutelas o curadurfas. Estas penas son imprescriptibles, en el sentido de que el condenado jamás puede librarse de ellas por medio de una prescripción directa y aislada. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 61 - Puede suceder que el delir cuente, qlle sufre una degradación cfvka, se establt~zca en un lugar donde no sea conocido y viva allí eje 'c:iendo durate veinte, treinta años, o más, los derechos que su cond~nación le ha quitado; que haya tomado parle en elecciones, cte.; pero esta posesión de hecho de l:n estado que él ha perdido no puede hacérselo recobrar de nuevo, Lo propio sucedería si aquel a quien s ~ le ha prohibido residir en determinado lugar, pudiera, disimulando su verdadera personalidad, lograr vivir allí. En consecuencia, el círculo de la prescripción de la acci(ln es más amplio que el de las renas. y en tanto que no existen en las legislaciones modcnns delitos imprescriptibles, sí hay penas a las cuales el transcurso del tiempo más prolongado no puede hacer desaparecer. La prescripción de la pena .Jebe ser más la~ga que la de la acción, porque la sentencia asegura las pruebas y fija el recuerdo del delito de un modo más intenso. Por otra parte, al tratarse de los delíhs, la culpabilidad del sindicado no aparece aun de un modo d~fínído y seguro, y es posible que después ce celebrado el ¡uicio, resulte aquél inocente; míentra~ que tratár dose de la prescripción de la pena, una vez juzgado el sindicado con todas las garantías de defen~;a que establece la ley en su favor, es claro que si res.I)ta condEnado, su culpabilidad se revela de una manera más e1idente y segura. Por tanto, es de justicia que el plazo mediante el cual puede verse libre de la pena, ~;ea mayor que cuando se trata de extinguir la acción Únicamente. En ese caso el escándalo será, pues, más !:rande, y por consiguiente el recuerdo más difícil de borrarse y la necesidad de ejercer sanción social será también mayor. El término de la prescripción de la pena debe ser, por lo demás, proporcional a la graved Id de aqv élla, al igual de lo que dijimos al tratar de la prescripcié n de los delitos, en los cuales el plazo necesario para prescribir debe estar también en proporción eOIl la gravedad de ellos. El Código colombiano adopta un sistema proporcional, mas Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 62adolece a est~ respecto de algunos defectos importantes, como establecer plazos de prescripción iguales a los señalados para los delitos, fijar un término demasiado largo para prescribir la pena de muerte, etc. Lo que nos parece más criticable es la segunda parte del inciso 1.0 del articulo 97, que dice: «Pero si se tratare de pena temporal que exceda de cinco años, la prescripción se verificará en un tiempo doble del de la pena.» Aun cuando el articulo 98 dice que la prescripción de cualquier pena, excepto la de muerte, no podrá exceder d~ treinta y cinco años, creemos que con aquel sistema se puede llegar a plazos muy largos en relación con la gravedad de las penas, lo cual e:>tá en desacuerdo con lo que disponen legislaciones más adelantadas, cuyo plazo mayor nunca pasa de veinte años, en la generalidad de ellas, tiempo suficiente para que se olvide el recuerdo de cualquier delito, por grave que sea. En Francia, por ejemplo, el plazo de la prescripción de las penas es, en lo general, el doble del necesario para prescribir la acción penal, que es allá de diez, tres y un año, respectivamente, según que se trate de crímenes, delitos o contravenciones de policía. (Arts. 637, 638, 640 del Código de Instrucción Criminal francés). En el caso de que la pena haya sido conmutada, se presenta la duda de saber cuál prescripción es la que ha de aplicarse, si la que corresponde a la pena primitiva o la que se refiere a la que vino a recmplazarla. Creemos que las mismas razones que obraron en el ánim" del poder el1cargado de la conmutación para disminuir la penalidad, deben tenerse también presentes para reducir el plazo necesario para prescribir, tanto más cuanto que la prescripción debe referirse a la pena que ha de quedar en definitiva. Nuestro sabio y modesto penalista doctor Ignacio R. Piñeros sostiene una teoría relativa a la duración de la prescripción penal, que nos parece muy cienUfica y muy de acuerdo con el fundamento de la misma. Se basa en el hecho indudable de que el olvido no se verifica de un modo Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -·63repentino sino, por el contrario, paulatinamente. Consiste en dividir el plazo total de la prescripción de cada pena en períodos de tiempo iguales, o, mejor aún, que vayal: decreciendo en extensión '1 medida que se venza el plazo, de manera que el delincuente qle está prescribiendo su pena tenga derecho, al final de cada período, a que se le sustituya la impue;ta en la ~entencia por la inmediatamente inferior en la escala penal, y (ls[ sucesivamente, hasta extinguirse ~l tiempo nece:;ario para prescribir dicha pena. Para nayor claridad, pongamos un ejemplo: un reo ha sido .~()ndenado a la pena mayor en la escala penal, di gamo:;, por ejerr:plo, la de muerte. pero logra sustraerse a la ejecución de ella; si fuere cogido, v. gr., a los cinco años contados desde que se dictÓ sentencia irrevocable, ya no se le aplicaría la pena capital sino la inmedi3tamente inferior en la graduación penal; a los diez años se le haría efectiva la que le sigue en turno, y as sucesivanente. Esta teoría, como se comprenderá, está fundada en que, por razÓn del olvido paulatino, se va prescribiendo el derecho a la ejecución de las penas en orden de¡~reciente. Algo de esto encontramos en el Código Penal del Cantón suizo de Vaud (1), pues en ese C"Hiigo se cispone que cuando un delito merezca pena (e muerte .Y transcurran tres años desde el dia en que se cometiÓ, 3in que la sentencia haya sido pronunciada, la pena se conmutará por la de treinta años de reclusión. El Códiga Penal de Méjico no permite que se ejecut,~ la pena capital cuando el reo es aprehendido después de cinco años de haberse dictado la sentencia, dísponil~lIdo que en tal caso se le aplique la prisión extraordina "ia. Punto de partida de la prescripción de la pena.-Dice el inciso 4.° del artfculo 97: "La prcscIipci6n se cuenta desde la fecha de la sentencia" El articlllo no especifica qué clase de sentencia sea; (on todo, r osotros creemos que se refiere a la sentencia j;'revocable que es la única que puede ofrecer un punto d.~ partida lijo y seguro. El (1) Arts. 62 y 77. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia --- 64 -día en que la sentencia condenatoria adquiere el carácter de irrevocable y ejecutoriada, es, en efecto, la fecha en que nace el derecho de ejecución de la pena; es, pues, en esta fecha cuando la prescripción de la acción penal cesa y cuando la de la pena principia a correr. E: modo de cont Ir la prescripción de las penas debe ser el mismo que el de la acción penal, es decir, que se cuente por días y no de momento a momento, porque aun cuando en este caso es más fácil determinar el instante preciso en que la sentencia empezó a ser irrevocable, es lo cierto que para mayor uniformidad en la legislación debe establecerse un sistema igual al de los delitos. El legislador colombiano habla de fecha, y ésta en el lenguaje común ordinario quiere decir el día tál, de tAl mes y año; en este sentido lo ha decidido también la jurisprudencia, como puede verse en la sentencia que en seguida copiamos: «La frase fecha posterior (contenida en ) implica en el lenguaje común la idea de dos o más actos cumplidos en días distintos. De suerte que si ambos actos se verificaron el mismo día, aunque con diferencia de horas, no puede decirse que el uno sea de fecha posterior al otro. (Calí, auto 28 de octubre de 1893, 1,100, l.a) (1) Todo lo dicho a este respecto en el capítulo antericr se puede aplicar a la prescripción de la pena. Nuestra legislación no prev~e, tampoco, en esta materia, causa ninguna de interrupción o suspensión de la prescripción. Las penas se prescrib~n cuando no se hayan ejecutado en los plazos fijados por la ley; en consecuencia, la prescripción debe necesariamente dejar de correr por el hecho de poner en ejecución la pena; pero no puede cesar de contarse sino sólo por esta causa. Apliquemos este principio a las diversas clases de penas que se pueden pronunciar en una sentencia. a) No bastará para interrumpir la prescripción de la pena de muerte, por ejemplo, detener al condenado y aun (1) -Jurisprudencia de los Tribunales de Colombia,» obr. cit. Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia - 65dar órdenes con el fin de poner en (jecución la sentencia; si antes de la expiraciÓn de los cuarenta años que siguen a la condenación no ha tenidc lugar la ejecución de la misma, la prescripción surte su efecto. b) En materia de multas o de confiscación, la prescripción no se detiene por el requerimiento o la intimación hecha al condenado de pagar Ia multa o entregar los objetos confiscados, sin) solamente por un acto de ejecución como pago, embargo de bienes, etc. Si el pago /10 hubiere sido sino parcial, se necesitará una nueva prescripción para el resto de la pena. E~to es una consecuencia del efecto de la interrupción, causado por el pago parcial. A primera vista no se comprende cómo en esta clase de penas, que revisten generalmente el carácter de deudas a cargo del patrimonio del reo, no pueda interwmpirse su prescripción por un requerimiento o una demanda, como pasa en Derecho Civil; pero lo que sucede es que la solución apuntada es una deducción lógica del principio según el ~ual la prescripción de las penas sólo se interrumpe por la ejecución de las mismas. e) Si se trata de penas privativas de la libertad, la prescripción no se interrumpe por simplts notificaciones, avisos, publicaciones, visitas domiciliaritls, etc. Pero un arresto hecho en los plazos fijados por la ley seria suficiente para que la prescripción ,:esara de correr, sin que fuera necesario que el condenado hubiera sido llevado al establecimiento en el cual dt~bería sufr r la pena. En efecto, el arresto es el primer élcto de ejt'cución en esta clase de penas. En el caso de que el conden,Hlo a una pena privativa de la libertad se fugue despué~ de haber sufrido una parte de la condena, ¿cuándo d,~be principiar a contarse la prescripción para el resto de ella? Nos parece que la prescripción en ningún caso ptede extinguir el tiempo de ejecución transcurrido, de modo que es inevitable que empiece a contarse desde la fecha de la fuga. Una solución contraria hallamos en la egislación belga, pues, según ella, si el tiempo durant~ el cual el reo ha su- Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -66-frido su pena pasa de cinco años, debe imputarse al pla·lo de la prescripción. Si la pena fuere simplemente correccional. el término requerido será sólo de dos años. Algunas legislaciones establecen una causa especial para interrumpir la prescripción de las penas, que no tiene nada que ver con la ejecución de éstai, y es el hecho de cometer un nuevo delito el condenado, lo cual viene a responder en cierto modo, y hasta cierto punto, a aquel concepto, según el cual, entre los fundamentos de la legitimidad de la prescripción penal, se encuentra la presunción de arrepentimiento del delincuente durante el tiempo necesario para prescribir. Los jueces o tribunales que conocen de asuntos criminales pueden dictar condenaciones civiles y penales. Se entiende en este caso por condenaciones civiles aquellas que tienen por objeto obligar al condenado a indemnizar a la parte ofendida el mal causado por el delito; tales son las condenaciones a la restitución de los bienes objeto del delito, a los daños y perjuicios y a las costas judiciales. Vimos en el capítulo anterior que el plazo para la prescripción de la acción penal y para la de la acción civil, debe ser de la misma duración, y que en consecuencia los actos que interrumpen una de las dos prescripciones, tienen necesariamente que interrumpir la otra. En tratándose de la pena, la solución es diversa, pues no hallamos inconveniente ninguno en que se cuente el plazo de la prescripción de las condenaciones civiles de acuerdo con el Código de la materia; como corolario de esto, diremos que si la prescripción de la pena se interrumpe porque, por ejemplo, el condenado a presidio se haya fugado y se capture de nuevo, no se impedirá por ello a la prescripción de la condenación civil seguir su curso; y, recíprocamente, si la parte ofendida interrumpe la prescripción de la condenación civil, tampoco se interrumpirá por eso la de la condenación penal, que es completamente independiente. FIN Este libro fue Digitalizado Por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia -- 67 - BIBLlOGRAFIA R. Traité Theorique et Pratique du Droit Pénal Franfais. TEODORO MOMMSEN.-El Derecho Penal Romano. BOITARD.-Lefons de Drmt Crimind contenant ['explication complete des C'}des Péna.' et D'instruction criminelle. ENRIQUE Pf.SSINA.-Elemerdos de Derecho Penal. EDMOND VILLEY.-Précis d'lm COUI'Sde Droit Criminel. STORY.-Comentario sobrE la Constitución de los Estados Unidos. J. MARIE. -Eléments de Droit Pénal t't D' Instruction Criminelle. ALEJANDRO GROIZARD y GÓMEZ DE LA SERNA.-E/ Código Penal de 1870 cOllcordado J' comentado. BRUM DE VILLERET.-Traité theorique et pratique de la prescription en matérie crimenelle. CÉSAR BECCARIA.--Del delih y de la pena. FAUSTINO HÉLlE.-lnstructio.1 criminell.? Fratique crimine/le. ARMAS SÁENZ y DOMfNGUEZ ALFONSo.--Práctica del nuevo Enjuiciamiento Criminal. DUNOD.- Traité des prescript.'ons. CONCEPCiÓN ARENAL.-El Derecho de Gracia. 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