Pertinente acercamiento, ahora el reto es: "Sistematizar el Sistema"

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Con relación a la publicación del link:
www.dnp.gov.co/SaladePrensa/Comunicados2014/tabid/1838/EntryId/68/Consejos-Territoriales-dePlaneacion-se-fortaleceran-DNP.aspx
Pertinente acercamiento, ahora el reto es: "Sistematizar el Sistema"
En este sentido y dada la importancia de los espacios de diálogo y ambientes de
credibilidad, confianza y respeto que debe haber entre los CTP, las
administraciones públicas y las organizaciones de la sociedad civil, vale la pena
reflexionar.
La planeación es un ejercicio de inteligencia colectiva, en el cual una sociedad
logra identificar sus posibilidades de desarrollo y sus propósitos comunes, así
como los medios para avanzar en ellos.
La planeación participativa depende de dos condiciones para que pueda
desarrollarse fluidamente y con un cierto grado de eficacia: de un lado, la
configuración de un entorno favorable para su ejercicio; de otro, la existencia de
actores: NOSOTRAS Y NOSOTROS (sujetos individuales y/o colectivos)
interesados en ser parte de ese escenario de construcción de futuro.
Según el artículo 340 de la Constitución Nacional, “el Consejo Nacional y los
consejos territoriales de planeación constituyen el Sistema Nacional de
Planeación”. Dos elementos se destacan en ese enunciado: de una parte, el
hecho de que el Sistema fue concebido como articulación de las instancias de
participación, antes de los planes o de las entidades encargadas de elaborarlos.
De ese modo, los Constituyentes fueron consistentes con el propósito de
consolidar un esquema de democracia participativa como principio inspirador del
régimen político colombiano.
El otro elemento es que a los Consejos de Planeación, en cuanto instancias
participativas, y, en consecuencia, al SNP, se les otorgó rango constitucional, a
diferencia de otros dispositivos de Participación ciudadana que, aunque inspirados
en los preceptos constitucionales, fueron creados mediante la expedición de
normas legales.
Lo paradójico es que el SNP, más allá de ese rango constitucional, no cuenta con
una reglamentación legal que defina sus principios de actuación, su estructura y
los instrumentos a su disposición para cumplir con la función constitucional de
impulsar y articular las prácticas participativas en sus diferentes niveles (nacional,
departamental y municipal). La ley 152 de 1994 (ley orgánica de planeación) no se
ocupó directamente de ese asunto, lo que dejó al SNP huérfano de un respaldo
Legal. Lo anterior es un aspecto en el que debemos enfilar esfuerzos y proponer al
estado las correspondientes formas y normas legales que legalicen nuestras
acciones.
A este respecto, sugiero, que el concepto y los representantes del Sistema se
visibilicen y articulen tal forma que faciliten la comunicación y las relaciones entre
los Consejos de Planeación y las entidades Gubernamentales del País, como se
hizo de manera indirecta al reglamentar el Consejo Nacional y los Consejos
Territoriales de planeación, pues al no contar con esa base jurídica, el SNP se
creó de hecho. Fue en un Congreso Nacional de Planeación donde quedó
constituido el Sistema, y fue en un Congreso donde se creó la Comisión del
Sistema. La Comisión, se ha dado sus propios estatutos y funciona a su leal saber
y entender.
Esta circunstancia ha tenido consecuencias que hoy están a la vista: de un lado, el
SNP no posee una base jurídica que permita su reconocimiento formal por parte
de los organismos del Estado y de la sociedad. La mayoría de los consejeros
territoriales conocen su existencia pero no le asignan la importancia que debería
tener como referente para su acción en el territorio y para su articulación con los
miembros de otros consejos en el país. Algo parecido ocurre con buena parte de
los funcionarios: más allá de conocer su existencia no logran precisar el papel que
cumple ni sus funciones dentro del universo de la planeación del desarrollo.
De otro lado, el SNP evidencia dificultades para constituirse como tal y dotarse de
una estructura nacional y territorial sólida y activa. Existe la Comisión del Sistema,
existen los Sistemas Regionales y Locales de Planeación, aunque no tienen una
cobertura total del país, se organizan los Encuentros Nacionales, pero, a pesar del
esfuerzo de muchos consejeros comprometidos con la idea del Sistema, éste no
logra ocupar un lugar importante en el funcionamiento de la planeación
participativa en Colombia. Su visibilidad es débil y su proyección como interlocutor
de las diferentes ramas del poder público tiene un alcance limitado.
Otra consecuencia de esta ausencia de reglamentación del SNP es que aún no
está claro quién es su interlocutor. La Comisión del Sistema ha acudido, en otros
momentos, al Departamento Nacional de Planeación (DNP) solicitando recursos.
El DNP se siente inhabilitado para hacerlo, pues, es muy complicado acceder a
esa petición pues, si el DNP tiene un interlocutor natural es el CNP, no el Sistema.
En consecuencia, los miembros del SNP deberían acudir a sus respectivas
autoridades municipales y departamentales para obtener el financiamiento
requerido o, en su defecto, presentar un proyecto al Ministerio del Interior y de
justicia, encargado de la política de participación ciudadana. Lo que ha hecho el
DNP es prestar asistencia técnica a través de procesos de capacitación (La cual
es urgente reforzar e instaurar como proceso formativo en todo el país),
elaboración de cartillas y manuales, entrega de información y apoyo logístico para
la organización de los Congresos de Planeación.
Por último, dada esa debilidad estructural del SNP, el Consejo Nacional de
Planeación asumió en algunos momentos ‐e intentó hacerlo en otros‐ las
funciones que supuestamente deberían ser las del SNP: capacitación y
fortalecimiento de los Consejeros territoriales, movilización ciudadana para la
generación de insumos para los planes de desarrollo (nacionales y territoriales),
sistematización e intercambio de experiencias y promoción de la planeación
participativa en todo el país. Se ha generado así una estructura dual y una especie
de paralelismo entre el SNP y el CNP, hasta el punto de que en algún momento el
Presidente del Consejo Nacional de Planeación fue también Presidente de la
Comisión del Sistema. Esta circunstancia ha sido fuente de no pocas tensiones
entre el SNP y el CNP que –podría decirse‐ aún no han sido del todo resueltas,
aunque hoy por hoy se considera que el CNP es un consejo de igual rango a
cualquier otro y, por tanto, no posee atributos que le otorguen una posición de
mayor jerarquía dentro del SNP pero si permite trabajar de manera lineal y
conjunta.
Las dificultades del SNP no tienen que ver exclusivamente con la ausencia de una
ley que reglamente su funcionamiento. También son producto de la debilidad de
los Consejos y de los Consejeros. En efecto, evidenciamos niveles de
fragmentación y notorias las dificultades para articular acciones.
Partiendo del acercamiento dado en Medellín el pasado 11 de Abril con la
Directora Nacional de Planeación, como presidenta del Consejo Territorial de
Planeación de Valle del Cauca planteo: si el SNP es un Espacio de Articulación,
concertación y planificación consensuada, es el espacio ideal que permitiría la
coherencia que las acciones de la planeación participativa requieren y además
serviría de ejemplo para todas las instancias que obedecen en Colombia a
intereses grupales, individuales y no concilian sus propósitos y objetivos, entonces
impulsémoslo desde la legitimidad representada en la participación, de tal forma
que sea conocido y reconocido en todos los territorios, desde la representación de
todas las regiones y sectores que los conforman: Sector social y comunitario,
Mujer y equidad de Género (cuya Comisión Nacional se encuentra trabajando
desde finales de 2013), Ecología y Medio Ambiente, Sector Educativo,
investigativo y cultural, Grupos étnicos, Gremios económicos, cooperativas y
microempresas, con el reconocimiento de Alcaldes, Gobernadores, Concejales,
Diputados y funcionarios públicos, Instancias de participación (consejos de
planeación, de juventud, etc.), Juntas Administradoras Locales.
Cumplamos cabalmente con el propósito que nos es dado de “Representar” dichos
sectores y trabajando de manera articulada, generemos desarrollo en todos ellos.
Creo necesario establecer el nexo entre participación ciudadana y representación
política. Esa es una tarea pendiente de ambos lados (participación y
representación) y la Comisión Nacional del Sistema debe ser ejemplo de un
ejercicio democrático participativo y transparente que nos diferencie de otras
estructuras y nos haga grandes, la comisión debe estructurar y legitimar su
elección y articular procesos, para posteriormente legalizarse como instancia de
incidencia nacional.
Cuenten con mi participación activa, equitativa y mis capacidades para
lograrlo.
María del Pilar Ávila Duarte
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