REVISTIi BRLEPII DE SIEIIGIHS PIÉDIGliS

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REVISTIi BRLEPII DE SIEIIGIHS PIÉDIGliS
PUBLICACIÓN
ÓRr.ANO
•}•
DEL, C O L E G I O
AÑO XV—NÜII, 23 •>
DECENAL
MÉDICO-FARMACÉUTICO
•:• 20 AGQSTQ 1899 •:•
GANGRENAS
Y
D E PALMA
<• TCKO XVII-I.LK.
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NECROSIS
UICBOEIANAS
NOTA
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IX
'A sífilis, enfermedad polimorfa, de carácter especítko,
de naturaleza microbiana, en su evolución produce
transtornos en el organismo, y lesiones profundas en los tejidos donde se localiza el agente patógeno.
La necrosis es una de las terminaciones de los procesos
gomosos. Entre los casos de sífilis ósea que se registran en la
'iteratura médica, pueden entresacarse algunos que presentaban la destrucción del tejido hasta en los huesos cortos de la
columna vertebral, como terminación de abscesos que se atribuyeron á la infección mixta. La úlcera de las mucosas, y la
-
98
-
periostitis gomosa, dan lugar á la mortificación ósea en el tabique nasal, en la bóveda palatina, y en las falanges. En las
localizaciones del período terciario se observan muy bien los
progresos del mal.
El profesor austriaco E. Finger (i) dice que «la caries y la
necrosis de los huesos pueden sobrevenir secundariamente á
consecuencia de lesiones sifilíticas y de destrucción de las partes blandas». Kirmisson (2) recuerda haber visto en la clínica
de Bouilly «una mujer afecta de necrosis de la clavícula, con
fractura del mismo hueso, haciendo saliente la extremidad necrosada al través de la piel. La observación fué publicada
en iSSr. Nicord y Erichsen han referido hechos semejantes.»
«En 1886 --añade—M. Gillete presentó á la Sociedad de Cirugía una pieza procedente de un enfermo al que habían practicado la resección sub perióstica de tres cuartos externos de la
clavícula derecha por una necrosis sifilítica de este hueso.»
Vallet (3), que ha publicado un notable trabajo sobre la necrosis sifilítica del cráneo, reúne 15 observaciones sobre este raro accidente, é indica que es más frecuente la lesión del frontal, que las lesiones diseminadas sobre la bóveda craneana.
X
No se ha formado todavía un concepto muy claro sobre
las gangrenas que pueden presentarse en el curso del cólera
indiano, pues mientras algunos autores no las citan, ó las con-sideran muy raras, otros las admiten sin escrúpulo como manifestaciones frecuentes. E^ta disparidad de opiniones depende de la insconstancia del fenómeno patológico, y de la escasez de d.Ttos reunidos por los observadores.
Durante las grandes epidemias de cólera que azotan las
poblaciones invadidas, la profilaxis y el tratamiento absorben
( I ) La sífilis Y his enfeniie(Iadesveii-'reas,pi.g. I lo. -Madrid, 1S96.
(2) Lecciones clínicas sobre las eiifermeíladcs del aparato locomotor, pág- 2O3.Madrid, 1895.
(3
Ue la rucióse syphilitií¡ue dii crdne. París. 1897.
— 99 —
casi por completo la atención de los clínicos, y muy contados
mkiicos descienden al terreno de las minuciosidades semcioló,tjicas, para anotar detalles y accidentes secundarios. Hojeando
niLiltitud de monografías, publicadas en nuestros días, llegamos al final de los trabajos sin tropezar con un dato concreto
acerca de la mortificación de los tejidos en el período de convalecencia del cólera. No es absoluto, sin embargo, el silencio de los autores, y pueden recogerse algunos materiales, para salvar esa laguna que aparece en el campo vastísimo de la
bibliografía epidemiológica.
Magendie y Delbrück. indicaron como fenómenos excepcionales, las escaras y la gangrena de las extremidades en la
forma tifódica del cólera morbo asiático (i). A Mouchet (2)
cita la gangrena del pulmón, é incluye entre las causas que
producen la gangrena, no sólo el cólera, sino también otras
enfermedades infecciosas de origen exótico. Laveran (3) señala en los convalecientes del cólera, una disposición notable para las complicaciones purulentas y gangrenosas; hecho reproducido muchos años después por F". Widal (4). Recientemente,
Galliard (5) ha estudiado la supuración y las gangrenas en el
cólera; y Martin Durr (6) refiere un caso, observado en la epidemia de 189.2, de gangrena seca de la mano izquierda, que
se presentó en el período de reacción.
La literatura médica registra unas diez observaciones de
esta complicación.
XI
La mortificación de los tejidos no es rara en el curso de la
intoxicación palúdica. A. Schtschastny, en 1872, y Moty, en
(1) 5. jACC.rn. Traí. Je Pal. inlcina, tom. 11^ pág. C70.—Mailrid, 1S76.
(2) Di's nfeclions secondnireí da cholera, ohseii'ées daiis I' cpidéinie de iS66.-~
l'arís, 1867.
(3) Dic. ene. des Scien. Mcd., cit,, toin. XVÍ, pág. S 3 0 . - París, 1S76.
(4) Trat. de Medicina, cit. tom. I, pág. 916.
(5) Arch.gén. de itiedecine. 1893.
(6) Le Piogrés ¡^Cédicaie. 1893,
— too - ^
1879, ya publicaron trabajos sobre la gang;rena en las fiebres
maláricas, y Calmettes, en 1876, dedicó una nota á las relaciones de la asfixia local de las extremidades con las intermitentes. Fonton (1) dice que la gangrena palúdica ha sido observada muchas veces por Vidal de Cassis, Dubergé, etc., y
refiere el caso de un repatriado del Tonkin, que había sufrido repetidos accesos, á quién sobrevino una gangrena, después de practicada la osteotomía cubital, que terminó por la
necrosis de casi toda la diáfisis del cubito. El Dr. Potous (2)
ha dado á conocer dos casos de gangrena de origen interno
en individuos palúdicos, con manifestación activa (fiebre intermitente). En uno de ellos, de 23 años de edad, labrador, de
constitución robusta, apareció sobre el dorso del pié izquierdo
la flictena característica, y durante los días siguientes se delimitó la gangrena. El segundo enfermo, de 24 años de edad y
de constitución débil, era también labrador. En la cara interna
de ambas rodillas se descubrieron dos chapas simétricas, de
reducido tamaño y de aspecto equimótico, que correspondían a
la cara interna de los cóndilos internos femorales. La ulceración de las placas no se hizo esperar, convirtiéndose en gaU"
grenosas, mientras sufría el paciente', con inusitada rebeldía,
las fiebres palúdicas. Por último, el Dr. Huertas cita el caso
de un niño de 9 años, que vivía en una comarca pantanosa. En
el curso de una infección palúdica apareció una gangrena de
las dos piernas, que exigió desde luego la amputación de ambas extremidades.
A estos hechos pueden añadirse las gangrenas que se pf^'
sentan en la peste bubónica y en la fiebre amarilla, en la erisipela y en la fiebre puerperal, tn la diabetes y en el reumatismo; pero basta con la cita, porque se trata en el primer grupo
de enfermedades exóticas que no es preciso ampliar; en el segundo de procesos muy conocidos, y en el tercero de manifestaciones cuya naturaleza se discute en la actualidad.
(1) i/írch. de Méd. navah et coloniah. 1894.
(2) La ¡Medicina militar española. 1S98,
— roí —
XII
Determinada la naturaleza de las causas que producen las
gangrenas, unas veces demostrada en el laboratorio, otras
deducida por las relaciones del esfacelo con la infección general primitiva que precede á la mortificación de los tejidos,
algo debemos decir acerca de los gérmenes patógenos que se
encuentran en los procesos localizados, sin entrar en consideraciones sobre la etiología de la infección, que nos llevaría demasiado lejos.
Lo primero que se ocurre preguntar es, si las lesiones necrósicas que se observan en el curso de algunas enfermedades,
obedecen á la acción de los micro seres que producen la infección general, ó bien si deben atribuirse á otra especie de bacterias patógenas. En otros términos más concretos: ¿el bacilo
de Eberth, ó sus secreciones, es la causa única y eficiente de
la fiebre tifoidea y al mismo tiempo de las gangrenas que suelen complicar la evolución de la dotinenteria?
Confesemos que en el estudio de las supuraciones hemos
adelantado bastante para resolver el problema de la pluralidad
de propiedades patógenas de los microbios, pues se han señalado ya funciones piógenas al bacilo de Eberth, al tuberculoso de Koch y al pneumococo de Fraenkel, demostrándose así
que la piogenia no puede atribuirse exclusivamente á un solo
niicro-organismo, ni á una sola especie de bacterias.
Schneider (ij publica dos observaciones de localización
secundaria del bacilo de Eberth, para demostrar que este bacilo puede dar lugar á la formación de pus. Baroni y Dessy (2)
refieren un caso de orquitis post-tífica supurada, y en el pus
encontraron el bacilo de Eberth. El mismo micro-organismo descubre Takari (3) en un acceso de la glándula de Bartholin, que
se presenta durante la convalecencia de la tifoidea. Según los
(I)
'PresseMed., 1898.
(2;
Clin, mod., 1898.
(3'
Zeitschr. Hy¿. und. In/eci., 1898,
— 102 —
experimentos de Roux y Vinay, de Lehmam y Orloff (1889),
la inyección de cultivos tíficos puros provoca abscesos en los
animales.
La concurrencia vital mantiene, sin embargo, cierta obscuridad sobre este punto, que irá aclarándose á medida que
se conozca mejor la fisiología de los seres microscópicos.
«Brieger, Rosenbacli y otros con ellos--dice Charrin—han
visto que no es el bacilo de Eberth, sino más bien los agentes habituales de la supuración los que con mayor frecuencia
dan origen á los abscesos que sobrevienen en la declinación de
la fiebre tifoidea. Pirón ha descubierto estos agentes en los
focos purulentos de los palúdicos» (i). K. Jeanselme, en un
trabajo sobre las tiroiditis infecciosas (2), refiere un caso, en un
tifódico de 28 años; hubo absceso, y el examen del pus demostró la existencia de dos variedades de microbios: el bacilo
de Eberth, y, al parecer, ú estafilococo citrens. P. Dupont, en su
tesis acerca de la osteomielitis consecutiva á la fiebre tifoidea (3), estudia las lesiones óseas y las explica por la infección
de la médula ósea, infección que puede ser debida al bacilo de
PIberth ó á otros micro-organismos. Fraenkel y Daungasten
opinan que durante el curso del absceso desaparece el germen
piógeno.
En cuanto á la necrosis, refiere Tricomi (4) que «en sus
tentativas de inoculación á los conejos, consiguió Oertel
obtener un proceso gangrenoso transplantando trocitos de
membrana diftérica de la tráquea». De un trabajo de Hajek
(1893) se desprende el importante papel (lue desempeña en 1'^
úlcera perforante del tabique, la inmigración bacteriana (estafilococos y estreptococos). Por último, las investigaciones bacteriológicas realizadas en tres casos de eanerena cutánea en el
sarampión, referido:; por Menzi (5), acusan la presencia del es(I)
(2)
(3)
(4)
(5)
Ende
Talolo^'ageneral, pub. por Ch, Boucharrl, lom. U, pág. 207.
^rch. de Mcdecim. 1S93.
Ti^ev. int. de Mél. el de Chir. pracls., 1893.
Ob. cit.
Ga^. Med.dí Torino, 1894.
— 103 —
iafilococo aiireus, de un bacilo parecido al proteus vulgaris y
de otro pscudo-diftérico.
En presencia de estos hechos, es prudente esperar que los
progresos de la bacteriología fijen toda la importancia etiológica que encierra el poli-microbismo patógeno.
XIII
El hombre científico no puede limitarse á la anotación sen cilla de los fenómenos que observa, como si fuera un registrador automático; debe intentar explicárselos, sin tener un criterio cerrado, dispuesto siempre á modificar un concepto, cuando así lo reclame la evolución natural de las ideas.
La génesis de las gangrenas apuntadas, encaja dentro de la
teoría de las perturbaciones morbosas que producen la infección, y no hay para que ocuparse en este lugar de la teoría
•necánica ni de la nerviosa. Spillmann, en 1880, indicaba las
dificultades que ofrecía la interpretación de las gangrenas que
se presentan en la mayor parte de las enfermedades infecciosas, y, con excelente sentido, buscaba en la causa de la enferniedad general, la explicación de todos los accidentes consecutivos. Según Guiñón (i), la patogenia de los proccsoá necrósicos sarampionosos es obscura, pues no puede determinarse
bien si responde á una obliteración por trombosis ó embolia,
ó se explica por la extensión de las ulceraciones, complicadas
con una infección secundaria.
Hubo quien pretendió explicarlo todo por medio de la teoría de la endocarditis. Frecuente esta complicación en el curso
de las pirexias agudas infecciosas, «el desprendimiento de un
coágulo» formado sobre la sup'^rficie alterada del endocardio,
daría lugar á la gangrena por embolia. Esto no puede admitirse en la gangrena húmeda, carácter predominante de esta complicación, ni cuando la necrosis es anterior á la lesión cardíaca. Ninguna enfermedad deja huellas tan profundas en el cora(0
TraA. de Med.cil. tom. II, pág. 103.—Madrid, 1892.
— 104 —
zón como el reumatismo, y sin embargo la gangrena se observa pocas veces. Nosotros no recordamos más que un caso
de necrosis de la bóveda palatina, citado por Bryant.
Admítense muchas clases de embolias, y entre ellas se hallan las sépticas, formadas por la aglomeración de los microorganismos que producen las infecciones. Oettinger, tratando de las trombosis, dice que hoy esta palabra puede considerarse como sinónima de infección, condensando así casi toda
la patogenia de estos procesos. La teoría de la causa local
atribuye las gangrenas á una flebitis embólica, producida también por la reunión de microbios, que se extiende rápidamente.
Sobre las embolias parasitarias ó microbianas, escribía Charrin (i) con entusiasmo: «son á la par las más interesantes y las
más importantes; ellas generalizan la enfermedad y explican las
metástasis corpusculares, como el urato de sosa explica las
metástasis químicas. Van á ingertarse en el pulmón, el bazo,
el riñon, el hígado, el corazón, etc.; se convierten en un centro de coagulación para la fibrina, ocasionando una trombosis,
una obstrucción vascular más ó menos completa, ó un infarto.
Y la embolia, que no es en suma mas que uno ó varios gérmenes libres ó incluidos en un leucocito, engendrará en el seno
de estos órganos, según sus cualidades y su virulencia, la gangrena, la supuración ó simplemente la reabsorción molecular.»
En la patogenia de los síntomas generales de la infección,
ha perdido mucho terreno la teoría de las embolias capilares,
apuntada por Toussaint: el mismo Charrin, indicó poco después la imposibilidad de invocarla en gran número de enfermedades infecciosas. Realmente su aplicación es más limitada
desde que se conocen los medios que necesitan algunos micrófitos para su desarrollo, el poder bactericida dil líquido sanguíneo, entrevisto por Grohman, y la teoría de la fagocitosis,
expuesta por Mechtnikoff Otras ideas más recientes tienden á
substituir en parte, aquella patogénesis: la teoría de las secreciones de los microbios, localizados en un punto de! organis(l)
IbiA. tom. I, pág, 142,
— 105
-
mo, cuyos productos tóxicos transporta y difunde la sangre en
la economía humana.
Aparte del esfuerzo colosal que significa la í^uma de conocimientos adquiridos durante estos últimos años, no es posible
todavía explicar de una manera completamente satisfactoria,
en todos los casos que nos ofrece la clínica, el mecanismo de
las lesiones necrósicas de origen infeccioso.
XIV
Vamos á terminar. Hemos apuntado hechos relativos á lesiones destructivas, señalando sus relaciones con las infecciones generales; y hemos trazado un bosquejo etiológico y patogénico de los fenómenos necrósicos.
El registro clínico acusa inflamaciones y gangrenas múltiples en los tejidos blandos, en los cartílagos, en el periostio y
en los huesos, desarrolladas en el curso y en la convalecencia
de las fiebres eruptivas, principalmente en el exantema sarampionoso, en los procesos tíficos, sobre todo en la dotinentena, en el envenenamiento palúdico, y en otras entidades importantes de la nosografi'a infecciosa. Las investigaciones experimentales encaminadas á la determinación de los agentes
productores de aquellas lesiones, no sólo permiten fijar su naturaleza parasitaria, sino que ofrecen copiosos materiales para
concebir brillantes teorías patogénicas.
A través de esta breve exposición de ideas, se adivina el
poli-microbismo, con las asociaciones y las infecciones secundarias; las secreciones morbíficas de los seres infinitamente pequeños, que invaden el campo etiológico; los progresos, en fin,
de la bacteriología, de e.sa ciencia modernísima que en sus albores transforma los cimientos de otras seculares.
Hé aquí esbozado un capítulo de patología bacteriana, ó
infecciosa, donde aparecen con todo relieve las conexiones íntit^inias é inseparables de la medicina y la cirugía. Fijad en él la
atención, y con las luces de vuestra inteligencia, corregid la
— io6 —
falta de erudición, ía pobreza de ios juicios y todas las demás
deficiencias que resplandecen en este modestísimo trabajo
histórico.
N O T A S A C E R C A DEL USO T E R A P É U T I C O DE LAS
roR
W . M. : B a . t e s
Coniuiiicactón
en la
Sociedad
médica
de
NeviVork
V_^N 1894, después de una serie de experimentos acerca de las glán^
diilas sin conducto eferente, empecé á usar el extracto acuoso de las
suprarrenales en enfermedades oftálmicas. Desde entonces no he dejado de emplearlo con éxito cada vez mayor, y ahora, al cabo de cuatro
años, creo haberme hecho cargo de sus ventajas y limitaciones en las
enfermedades de los ojos, del oído, de la nariz y de la garganta. Con
las afecciones de estos órganos acaba mi observación personal, pero
pude deducir que agente tan poderoso (los pacientes lo llaman maravilloso) en las inflamaciones de las mucosas de dichos órganos especiales,
produciría un efecto similar en las inflamaciones de otras mucosas.
Luego, por un estudio de su acción fisiológica y la observación de algunos casos con evidentes síntomas de afección cardíaca que quedaron
aliviados por la instilación del extracto en la conjuntiva, me convencí
de que se trata de un tónico cardíaco verdaderamente ideal. Como yo
no me hallo en el caso de poderlo seguir en enfermedades generales,
quiero presentar á los médicos este valioso agente para que otros lo
estudien detenidamente.
En Marzo de 1896 publiqué ( i ) el modo detallado de preparación.
(•)
(I)
De la Tievista de Ciencias Médicas, tom. XXV, pág. 30.—Barcelona, i899"Hj^uj-York Medical Journal.
-
107
-
Importa tener presente que el principio activo de la glándula es incom­
patible con la adición de substancias p.ara conservarlo, y que el calor
debilita su eficacia, de modo que ha de prepararse reciententente cuando
se necesita. Esto puede hacerse sin gran molestia: yo mezclo 65 centi­
gramos de la glándula desecada con 7 gramos de agua, y filtrando resul­
ta una disolución al i por 100 del extracto.
Este constituye e! más poderoso astringente que conozco. Si se ins­
tila una gota en el ojo, la conjuntiva se pone blanca en el espacio de
cuarenta segundos á dos minutos. Esta observación, publicada en el nú­
mero mencionado, fué confirmada luego por Dor, Howe y muchos
otros. El extracto se ha usado más de cinco mil veces en todas las for­
mas de inflamación ocular, tanto traumáticas como infectivas y consti­
tucionales (reumatismo, sífilis, tuberculosis), produciendo siempre el
efecto isquémico. La pupila no se contrae ni se dilata; tampoco se esta­
blece tolerancia por el uso repetido. No tiene propiedades antisépticas
ni anestésicas: el alivio del dolor y las rápidas curaciones que muchas
veces se observan, se deben por entero á su propiedad astringente.
También blanquea las granulaciones que se observan en casos de otitis
supurativa; en el catarro seco alivia muchas veces la congestión. Po­
dría referir veinticinco casos de sordera en que la audición fué decidi­
damente mejorada después de haber fracasado las medios usuales. Ca­
sos de zumbidos han quedado aliviados permanentemente; en la anquilosis del estribo, el extracto no produjo ningún efecto, demostrando
este hecho que la verdadera indicación para el uso de esta substancia,
es la inflamación ó la congestión. Es precioso para el diagnóstico dife•"encial y facilita el pronóstico, lo mismo que la terapéutica. Cuando,
por ejemplo, el extracto mejora el oído, tenemos un caso inflamatorio
de pronóstico favorable, cuyo tratamiento debe consistir en remediar
1<1 congestión.
El las rinopatías, el extracto reduce la congestión de las conchas
y hace permeable la nariz, cuando la cocaína y los astringentes se han
empleado inútilmente.
He usado el extracto en 200 operaciones en los ojos, y notado que
disminuye la congestión lo suficiente para permitir la anestesia cocaíni^3. Como ésta y el extracto son incompatibles, deben usarse alterna­
damente. Tengo publicados casos de glaucoma inflamatorio, estrabis'^10, dacriocistitis y otras afecciones, en que fué posible hacer la opera­
ción indolora tan sólo después del uso del extracto combinado con
'5 cocaína. Dor, Darier y otros han confirmado esta propiedad de la
glándula.
Mullen ha referido siete operaciones nasales en que el extracto
— io8 —
previno la hemorragia. También en la odontiatría está indicado su
uso. Puedo citar un caso en que la cocaína no produjo la anestesia de
un nervio hipersensitivo hasta que se aplicó previamente el extracto y
luego la cocaína.
Estrecheces. —Cuando el conducto nasal se halla cerrado por tu­
mefacción de la mucosa que lo tapiza, el extracto, inyectado en el mis­
mo, reduce la congestión y tumefacción, quedando el conducto per­
meable inmediatamente, de modo que el agua pasa libremente. El ex­
tracto tiene éxito cuando la cocaína fracasa. Naturalmente, cuando la
estrechez depende del hueso ó del tejido conjuntivo, ningún astringen­
te puede remediarla, y hay que recurrir á la operación. El hecho es que
he curado muchos casos de estenosis del conducto nasal, que sin el ex­
tracto hubieran debido operarse.
Este empleo eficaz en las estrecheces nasales sugiere el uso del ex­
tracto en las uretrales, esofágicas, pilóricas, etc. En efecto, el Dr. Otto
refiere un caso de estrechez uretral, en el cual la congestión quedó re­
ducida de modo que resultó posible introducir una sonda gruesa y
practicar la uretrotomía interna sin dolor ni hemorragia.
Enfermedades cutáneas.—N€i\<^ encontró que el extracto produce
anemia local cuando se aplica á la piel, aún no existiendo solución de
continuidad de la epidermis. La piel inflamada de una quemadura, que­
dó blanca y no se produjeron ampollas; también se ha usado el ex­
tracto para blanquear una chapa eczematosa. En casos de intertrigo,
dicho autor ha obtenido la desaparición de la hiperhemia mediante
compresas empapadas en el extracto. También recomienda su uso en
la viruela, en los puntos donde conviene prevenir la formación de vesí­
culas y la deformidad consecutiva.
Anemia perniciosa.—El Dr. Douglas Stanley refiere un caso en el
cual el extracto acuoso recién preparado produjo un notable aumento
en el número de los corpúsculos rojos.
Enfermedad de Addison. — Os\er, en su tratado de Medicina, sostie­
ne que el extracto suprarrenal produce buenos efectos en dicha enfer­
medad, y cita una literatura muy extensa sobre este asunto.
Ccirdio/>atias. — Lasprop'\edaiáes fisiológicas del extracto, sugieren su
utilidad en varias afecciones orgánicas del corazón. Oliver y Schafer han
demostrado que es un tónico del miocardio. La inyección intravenosa
— 109 —
aumenta enormemente la tensión, mientras que el efecto de la ¡nyeíción subcutánea es menos pronunciado, y el de la administración por la
boca muy inseguro. El extracto suprarrenal es mucho más poderoso
que la digital ó la ergotina. Los siguientes casos son instructivos:
I. Una mujer de 87 años fué tratada por una serie de enfermedades. El Dr. Watkins encontró el pulso débil, irregular é intermitente á
cada dos latidos. En i.° de Junio de 1895 se hizo una instilación en los
ojos, cada dos horas, para aliviar una inflamación allí localizada. Luego,
la paciente misma llamó la atención de su médico sobre el estado de
su pulso, que entonces era fuerte, regular y sin intermitencias. En vista
de esto, se continuó el uso del extracto por más de seis meses, con notable beneficio.
II. Fin una casada, de 19 años, el Dr. Mooney encontró un murmullo mitral regurgitante y otro de estenosis aórtica. El pulso era de
94, de alta tensión, débil, filiforme y regular; los labios y toda la cara
eran pdlidos. Al cabo de diez minutos de una inyección subcutánea
de cinco gotas de una disolución al i por 1000, el pulso era de 82, lleno, compresible, de mediana tensión y ya no filiforme; el semblante
había mejorado decididamente de color. Al mismo tiempo, la piel, al
rededor del punto de la inyección, estaba blanca en una área de cinco
centímetros de diámetro; era sensible, y dos días después se encontró
hinchada, desapareciendo estos síntomas locales al cabo de una semana.
III. El Dr. Peterson refiere que un hombre de 55 años, de pulso
filiforme y 68 pulsaciones, con murmullos mitral y aórtico, padecía
grandes dolores anginosos, que exigían el uso de la morfina. La circulación pórtica estaba dificultada y había edema en los pies. Se le dio
Una inyección de cinco gotas de la solución al i por i.ooo, y al cabo de
cinco minutos el pulso era más regular y más lleno, de 64. También
había mejorado la circulación periférica; pero el efecto más notable se
observó en la angina de pecho, desapareciendo la opresión angustiosa
y el dolor por cinco horas. En vista de esto, se continuaron las inyecciones con beneficio.
IV. Una mujer de 21 años, asistida por el Dr. Schoonover, presentaba murmullo mitral y estrechez aórtica. El pulso era saltón, dicrótico é irregular. La digitalina, dada cada cuatro horas, á un miligramo,
no había producido alivio. Le dieron 70 centigramos de polvo de la
glándula, á tomar cada cuatro horas. El pulso se hizo regular y todos
los síntomas subjetivos se aliviaron durante dos días. Después, el polvo
dejó de producir efecto,
V. El Dr. Milleg trató á una paciente de 43 años, por plcuro-neunionia complicada con lesión mitral. El pulso era de 100, blando é in-
— no —
termitente cad.i cinco latidos; la temperatura era, al principio del tratamiento, de 39° C. Ocho días después vino la crisis bajando la temperatura á 2,7° C. Presentaba/tíi-vV'.? iiipocrática, extremidades frías, pulso
muy débil, y declaraba que se sentía morir. Se le dio una inyección hipodérmica de diez gotas de una solución de 5 por 100. A los pocos
minutos, el pulso subió a 120, lleno y fuerte; las extremidades se pusieron^ calientes, y la paciente se animó. Luego, con gran beneficio, se le
hicieron cuatro inyecciones diarias. Milleg cree que sin el extracto suprarrenal, la paciente habría sucumbido á la insuficiencia cardíaca.
Bocio cxofláhnico.—El Dr. Clary observó una decidida mejoría en
la acción cardíaca y de la fuerza muscular general por el uso del extracto. También desapareció casi por completo el bocio, y quedó un temblor apenas visibk. La paciente tomó tres veces al día una tableta que
representaba medio gramo de glándula.
A mi entender, la mejor manera de administrar este medicamento,
es aplicar sobre la lengua unas pocas gotas del extracto acuoso.
En resumen, hasta ahora no se ha empleado ningún agente terapéutico que pueda compararse con el extracto suprarrenal, como astringente puro en todas las inflamaciones, como hemostático y como
tónico de toJas las fibras musculares, especialmente del corazón.
MAMA
DEGENERACIÓN
SUPLEMENTARIA
QUÍSTICA
DE LOS ELEMENTOS
I'OR
Dr.
AXILAR
E.
GLANDULARES *
KI.
Vignard
TRAD.
rOR
V_/^L autor ha presentado á la Sociedad Médico-quirúrgica de W^
Hospitales—junio de 1899 —una mama suplementaria afecta de un
quiste, que había operado recientemente á una joven de 25 años.
De la GüT^elle Medícale de "hiantes.
—
III
Hace á poca diferencia cuatro años que esta joven se apercibió
que tenía en la axila izquierda un pequeño tumor duro, móvil y del
volumen de una avellana; este tumor creció poco á poco, produciendo bastante molestia al funcionalismo del brazo, habitualmente indoloro; en la época de las reglas era el sitio de una tensión de las más
molestas.
Hé aquí lo que comprobé en el examen: al nivel de la pared interna
de la axila izquierda, entre los relieves del gran pectoral y gran dorsal,
existe un tumor redondeado, bastante regular y del volumen de una
mandarina; su consistencia es intermedia entre la del fibroma y la
del lipoma, es movible sobre las partes profundas, independiente también del tegumento, exceptuando en un punid donde existe una adherencia y como una depresión de la piel en fornia de dedo de guante.
I'or lo demás, ninguna alteración de la coloración ni pigmentación anormal y visible; únicarriénte se percibe una dilatación de las venas subcutáneas que no existe al nivel de la axila derecha.
Confieso que esa adherencia de tegumento, no habiendo ninguna
relación de forma ó de coloración con el pezón de la mama, no me llamó la atención y no pensé en una glándula mamaria suplementaria, fijando el diagnóstico de fibro-lipoma.
Propuse á la enferma la ablasión, que fué aceptada. I.a operación
fué de las más fáciles; el tumor estaba contenido en una verdadera bolsa serosa, de la que pude fácilmente enuclearlo,y levanté al mismo tiempo el fragmento de piel sitio de la alteración ya descrita.
El examen microscópico, después de la sección del tumor, evidenció que no se trataba de fibro-lipoma, y el Dr. E. Bureau, que me
ayudó en la operación, fué el primero que me hizo observar el aspecto
parecido á una mama afecta de degeneración quística.
Con el microscopio, la duda no fué posible: se trataba de tejido mamario, con numerosos acini que habían sufrido la dilatación quística; los
otros estaban afectos de una proliferación epitelial de las más limpias,
estado que precede á la dilatación.
Eli tractus, uniendo el punto deprimido del tegumento con el tumor
(tractus grueso solamente de algunos milímetros), fué igualmente sometido á cortes perpendiculares á su dirección, y se encontraron canales
recordando por su volumen y su textura los conductos galactóferos.
Señores, creo interesante llamaros nuevamente la atención sobre
este caso de glándula mamaria suplementaria; bajo el punto de vista
clínico, desde luego incito vuestra atención sobre la umbilicación de la
piel en la superficie de la glándula, sobre las variaciones menstruales
del volumen del tumor, signos que hubieran podido poner en claro el
diagnóstico.
— ílá —
feajo ei punto de vista histológico, la degeneración quística es importante sen liarla; y faltando en la enferma toda causa de infección, no
me cabe duda en atribuir esta degeneración á los traumatismos repetidos, que infliuan en la mama axilar con los movimientos del brazo.
_^._
R E T E N C I Ó N DE P E S A R I O S EN LA VAGINA
¡os cuerpos extraños retenidos en la vagina normal, pueden dividirse en tres grupos: l." Cuerpos introducidos durante la masturbación
(horquillas, dijes, etc.). 2° Cuerpos extraños introducidos por otra persona.con un fin criminal (instrumentos punzantes, palos, etc), ó con
objeto de aumentar la excitación genital (espolón de mujeres, ó sea un
anillo elástico de gutapercha dentado en su circumferencia). Y 3.° P^'
sarios ú otros obgetos análogos aplicados con un fin terapéutico en casos de prolapso de la vagina ó del útero (1).
Ln Gynecologia Catalana refiere dos casos de pesarlos retenidos,
uno durante seisaños(G. A. Stein: Med. Oboz.—La Gynéc, 15 febrero
99) y el otro treintidos años (R. Blondel: Soc. Obstétric. t t Ginécol,,
10 enero 90).
lín el primer caso se trataba de una mujer de 64 años, á la que seis
años antes se le había introducido un anillo de cera en la vagina.
La enferma se quejaba especialmente de flujo vaginal, sanguinolento y fétido, y de dolores hipogástricos, cefalea y abatimiento generalSe le extrajo el cuerpo extraño, cuya forma era análoga á la ae'
anillo de Mayer; toda su superficie estaba recubierta de un magna rojogrisáceo, delicuescente y pútrido. Después de extraída esta masa, pudo
( I ) En una vagina anormalmente modificada por fístulas)' bridas cicatriciale ,
pueden desarrollarse otros cuerpos, tales como concreciones ó cálculos, que constituye"
un 4.° grupo. Buen ejemplo de el!o es el cálculo que extraje de la vagina de una sefiora,
cuya historia clínica se publicó en «sta REVISTA (10 marzo de 1898).
—
113
—
verse que el anillo era de cera, que con el tiempo se hábia vuelto muy
friable é infiltrado de concreciones cristalinas. A los seis días la enferma se sentía mucho mejor; la secreción vaginal era menos abundante
y casi inodora.
Lo que más llamaba la atención era el hedor fecaloide del anillo
y de las secreciones vaginales, á pesar de no haber fístulas recto-vaginales. El Dr, Stein se inclina á creer que dicho hedor era debido á la
presencia del escatol, que se forma durante la putrefacción de las substiiicias albuniinoideas. La vagina que contiene un cuerpo extraño durante muchos años, presenta todas las condiciones favorables á la formación del escatol; las secreciones vaginales que recubren el cuerpo
extraño y que, retenidas por el mismo, quedan largo tiempo estancadas, empiezan á descomponerse, y los micro-organismos toman indudablemente una parte activa en este fenómeno. Durante esta putrefacción se forman en la vagina diferentes toxinas, y de ahí la cefalalgia,
pesadez de cabeza, etc., síntomas análogos á los que aquejan á los que
sufren constipación prolongada.
En la segunda observación, se trata de una mujer de 6"^ años, campesina, que, con su marido, fué á la consulta del Dr. Blondel, quejándose de abundantes pérdidas vaginales, irritantes, fétidas y mezcladas
con sangre. De pronto, el Sr. Blondel sospechó que se trataba de una
neoplasia maligna; pero, al practicar el tacto vaginal, percibió con el
dedo un cuerpo duro redondeado, completamente encajado en los tejidos, y cuya naturaleza no podía explicarse. Era un pesarlo de cubeta,
de cautchouc endurecido, de un modelo muy antiguo ya en desuso, el
Cual medía siete centímetros )- medio de diámetro.
La enferma hizo memoria de que hacía mucho tiempo que un interno del Hotel Diat, apellidado Richet, le había aplicado un instrumento; y, aunando datos, llegó á averiguarse que esto había sucedido
cuatro años después de su último parto, ó sea á los 36 años, resultando, por consiguiente, que hacía TREINTIDOS AXOS que lo llevaba, sin
producirle, al parecer, más molestias que las indicadas; sin embargo, el
pesarlo había concluido por desgastar la pared del fondo de saco posterior y formarse en ella una especie de cueva, donde era de temer que
quedara incrustado.
Cuantos esfuerzos se hicieron para movilizarlo, fueron vanos. El
Sr. Blondel intentó partirlo con una pinza, y ésta se le rompió; luego
usó un gatillo, consiguiendo solamente hacer una escotadura en el
borde anterior. Inmediatamente por debajo de ésta veíase el surco fungoso que alojaba lo restante del pesario, y no se atrevió á penetrar en
10
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Ít4
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estos frágiles tejidos por temor á producir una ancha fístula.
Sin embargo, logró extraerlo por un procedimiento ingenioso. Pof
medio de una aguja de Deschamps, hizo pasar un hilo de seda atravesando el pesarlo por dicha escotadura, de modo que el hilo, una vez doblado, envolvía la circunferencia interior del instrumento. Con esto obtuvo un punto de apoyo bastante sólido, sin bordear los tejidos frági'
les que envolvían el pesario, y haciendo tracciones en este hilo con la.
mano izquierda, pudo el operador, con el índice derecho, desprender
con grandes precauciones la superficie del cuerpo extraño, de los tejidos á que estaba adherido.
Extraído el pesario, quedó en la vagina un surco anular de unos
tres centímetros de ancho, y muy profundo ea la cara posterior; no habiendo, sin embargo, perforación alguna visible.
I'or el tacto rectal tampoco pudo apreciarse ninguna solución de
continuidad, á pesar de que el tabique divisorio era tan delgado, que
casi podía asegurarse que la capa muscular e,•^taba destruida, quedando
dicho tabique reducido á la sola mucosa rectal.
Al extraer el pesario se produjo una ligera hemorragia. Hizose una
inyección antiséptica y se taponó la vagina con gasa iodofórmica.
El Dr. Blondel despachó á la enferma, encargándole que caso de
observar alguna cosa anormal, como salida de gases ó de materias por
la vagina, volviese enseguida; pero desde entonces no la ha visto mas.
La lectura de estas dos observaciones me ha hecho recordar un caso análogo que traté en Barcelona, durante mi residencia en aquella
capital.
El año 1SS9 vino á consultarme una mujer de unos 5c años u
edad, residente en un pueblo de la provincia de Gerona.
Dijome que hacía 14 años, poco tiempo después de su último pa*"'
to, para combatir un prolapso (no sé si vaginal ó uterino), una fi"^"^
drona le aplicó un anillo de corcho, que le dio excelente resultado, pu<^
pasó largo tiempo sin sentir ninguna molestia; pero transcurridos a gunos años se le produjo un flujo vaginal, claro al principio, al que n
dio importancia, á pesar de su continuidad y de hacerse cada día ma
abundante. Más tarde tomó un color grisáceo sucio y un olor desagr
dable, cada vez más repugnante; y por último, desde hacía algunos rn
ses salía mezclado con partículas de sangre. Por lo demás, la mujer e
robusta y su color sano.
Practiqué el tacto vaginal y percibí desde luego el cuerpo extran
encajado eñ los tejidos. Doblando el dedo en forma de gancho poi"
circunferencia interior del anillo, hice presa del mismo sin tocar los J
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—
dos; paro al intentar moverle con una ligera tracción, se rasgó, desprendiéndose la porción que tenía cogida con el dedo. Repitiendo muchas
Veces la misma operación, logré extraerlo todo á pedazos, excepción
de algunas pequeñas partículas, que dejé de pronto para no exponerme á desgarrar el tejido fungoso, en el que estaban casi incrustadas.
La masa extraída formaba una pasta dura indefinible, putrefacta,
que despedía un hedor fecaloide muy pronunciado.
Hice un lavado de dos litros de una solución de sublimado, á I
por 4.000, y apliqué en la vagina una torunda de algodón iodoformado.
El día siguiente separé con gran cuidado las partículas que habían
quedado adheridas en el surco donde estuvo alojado el pesarlo, repetí
la inyección de sublimado, y luego rellené dicho surco con pequeñas
torundas de algodón iodoformado, y la vagina con un tapón preparado
Con la misma substancia; cura que fin' renovando en días alternos, y sin
otro tratamiento obtuve en breve tiempo la cicatrización de la herida.
El Dr. Neugebauer recogió en una estadística 364 casos, en los
Cuales un pesarlo vaginal originó accidentes más ó menos graves. En
su consecuencia el Dr. Madlener recomienda (Centralb, f. Gyn.—La
Gyn. catalana) un instrumento que facilita mucho la extracción de estos cuerpos extraños, causa de tantas complicaciones.
Se trata de la sierra de Gigli, de acero flexible, que se pasa al rededor de la parte del anillo más asequible al operador, siendo fácil obtener una sección del pesario haciendo tracciones alternativas en los dos
extremos de la sierra.
Para eso no hay necesidad de anestesiar á la enferma: como que la
sierra es muy fina, puede dar fácilmente la vuelta al pesario fijándola
con una aguja de Deschamps.
Este procedimiento, utilizable en muchos casos, no era, sin embargo, aplicable en el del Sr. Blondel ni en el de mi observación.
G.
Sorra
y
B.
— ii6 —
ANTITÓXICO
GENERAL
¡o más frecuente en un envenenamiento, es ignorar cual es con
precisión la naturaleza del veneno cuyos efectos se deben combatir.
En este caso, un contraveneno capaz de impedir la acción de gran nú-"
mero de substancias, viene á prestar grandes servicios.
Muchos han sido los antídotos generales indicados, pero ninguno de
ellos reúne las ventajas que el que el Sr. Crouzel propone, y que no es
mas que leche adicionada con un 5 por ICO de borato de sosa, siendo
un antídoto que no ofrece ninguno de los inconvenientes que tienen los
hasta ahora indicados. En efecto, el borato de sosa precipita en el estado de boratos insolubles todas las bases minerales, exceptuando las alcalinas, poco ó nada tóxicas. Los ácidos tóxicos lo descomponen para
apoderarse de la sosa, y queda libre otro ácido muy poco tóxico y poco
solutle, el ácido bórico.
El ácido bórico llena por sí sólo las condiciones generales muy recomendables y bastante extensas para hacer de él un contraveneno general, pero no por desgracia universal, porque esto no puede obtenerse
aisladamente con ningún producto conocido.
La leche, por su materia grasa (manteca) y por su caseína, protege las mucosas contra la acción corrosiva de los ácidos, de las bases y
otras substancias cáusticas ó simplemente irritantes. fÁ papel químico
de la caseína es muy recomendable y sobre todo muy bueno: es capa«
de desempeñar el papel doble de ácido y de base, en presencia de los
compuestos con los que se ponga en contacto. Tan [ironto se coagula
bajo la acción de los ácidos, combinándose con ellos, como da un pi'C'
cipitado con la mayoría de las bases minerales para formar caseatos
insolubles. Si no lia habido precipitación inmediata con un producto de
reacción dada (acida ó básica), este precipitado se logra por la intervención de otro producto d.e reacción contraria; ésta es una ley muy
importante en toxicología, y que, según cree el autor, no ha sido nunca
formulada ni señalada.
El veneno se precipita, por una parte, en estado insoluble, y po''
otra queda envuelto por los demás elementos del antitóxico, que impide ó cuando menos disminuye los efectos funestos; este antídoto es a
la vez neutralizante y precipitador.
Los siguientes venenos de base alcalina no son contrarrestados por
De El Monitor de la Farmacia y de la Terapéutica.,
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-
este antitóxico: cianuros, ferrocianuros^ferricianuros, cloratos, nitratos.,
arsenitos, arseniatos, oxalatos.
Los cianuros, los ferrocianuros y ferricianuros se precitan por una
mezcla de sulfatos ferroso y férrico; los cloratos y los nitratos alcalinos no pueden precipitarse por ningún reactivo inofensivo. Los arseniatos y los arsenitos alcalinos pueden ser eliminados por la magnesia
(Bussy.)
El antitóxico del Sr. Crouzel se dirige de un modo especial á los
venenos imtterales.
Los venenos vegetales, (alcaloides, glucósidos, diastasas, etc.) y los
venenos animales (ptomainas, leucomainas, venenos, etc.) no pueden^
ser combatidos tan victoriosamente por este medio.
Estos venenos, de un efecto á la vez que rs'pido, enérgico, son difícilmente destruidos por un contraveneno. El medio más seguro de
combatirlos, en cuanto esto es posible, consiste en provocar su evacuación rápida por los vomitivos ordinarios y hacer lomar al enfermo una
solución de permanganato de sosa al i por i.ooo, que descompone todas las materias orgánicas, oxidándolas.
De este modo, aún las toxinas seg-egadas por los microbios pueden
ser destruidas ó modificadas hasta el punto de ser inofensivas para el
organismo.
APLICACIONES
DEL
TRATAMIENTO
/V7;«í'/-/m;'í/:J.—La primera indicición que hay que llenar es la
evacuación del veneno: este medio es indispensable, cuando el envenenamiento dita sólo de algunas horas. Se provocan los vómitos, dando, por ejemplo, 5 centigramos de emético en un vaso de agua tibia;
se repite esta dosis tres ó cuatro veces con algunos minutos de intervalo. También se puede recurrir accesoriamente á medios mecánicos
(titilación de la campanilla con las barbas de una pluma, empleo de la
sonda exofágica y de la bomba gástrica, sifón lavador, etc.).
Segundo período.—Algunos minutos después de los vómitos así
provocados, se procede á la administración del antitóxico del autor,
compuesto de leche adicionada con el¿por TOO de borato de sosa, con
el objeto de neutralizar químicamente el veneno ó transformarle en un
producto insoluble, en el cual las propiedades deletéreas del veneno se
anulen, ó cuando menos queden bien debilitadas.
Cuando el accidente hubiera sido ocasionado por los venenos más
arriba mencionado.»*, se recurre á los correspondientes antídotos indicados.
Tercer periodo.—Restablecer las fuerzas del enfermo, que ha que-
— ii8
—
dado débil por efecto de los vómitos y el veneno. A este fin, se emplea una mezcla en partes iguales de infusiones frías de café tostado y
de quina, que se azucaran, y á las cuales se añaden algunos gramos de
éter sulfúrico alcoholizado,
NOTAS
CIENTÍFICAS
I T r a t a m i e n t o d e l a clá-tica p o r e l i c t i o l a l
interior
El Dr. Crock, agregado de la Facultad de Medicina de Bruselas,
ha experimentado el uso del ictiol en el tratamiento de la ciática, inducido por las conocidas propiedades analgésicas de esta substancia, a
menudo usada en aplicaciones locales contra las neuralgias y las afecciones reumáticas.
'
Desde los primeros ensayos, los resultados fueron notables, dando
el medicamento en forma de cápsulas, conteniendo de él lo centigramos y en número de 6 á 8 al día. Prescribe, además, embrocaciones
sobre la parte dolorida con una mezcla así formulada:
Ictiol.
.
.
.
Bálsamo tranquilo.
Cloroformo.
.
.
20 gramos
.j
3°
mézclese.
De 20 ciáticas rebeldes á todos los demás tratamientos, 14 curaron,
4 consiguieron mejoría hasta el punto de reanudar los enfermos sus
ocupaciones habituales, y únicamente en dos no se notó mejoría.
De estos casos deduce Crock, que si bien este remedio no es infal'
ble, no por esto deja ser el medio más eficaz de que disponemos en la
actualidad contra esta afección. Esta medicación no excluye el uso simultáneo de analgésicos, destinados á calmar momentáneamente la^
sensaciones dolorosas, esperando que la acción del ictiol, más lenta,
pero más radical, tenga tiempo de obrar.—(Rev. valenciana de O^'l'
(tas Méd.J,
— 119 —
O o a s a r v a c l ó n . de t u b o s -y otras p r e p a r a d o t i e s de
cauobix
El profesor Krolikowski (Rev. veterin. poloii.—Le Progrés Veterin.)
ha hecho experiencias sobre este asunto, cuyo interés de todos es sabido, en vista de la carestía de los obgetos de tal materia, así como la
facilidad con que, por la acción del tiempo y la temperatura, el cauchú
pierde su elasticidad y se agrieta. Todos los arsenales quirúrgicos, farmacias, las familias mismas poseen tubos, peras, globos, sacos, dedales, sondas, pesarlos, de cauchú, inservibles á poco de adquiridos por
las malas condiciones de su conservación.
El profesor Krolikowski, después de experiencias hechas durante
más de dos años con trozos de cauchú rojo y negro en diversas condiciones (inmersión en líquidos diversos, al aire, al frío, etc.); después de
rechazados los procedimientos de conservación en tubos en seco herméticamente cerrados ó en las soluciones de permanganato, sublimado,
ácido fénico, lisol, creolina, como de mal resultado; así como de comprobar que pueden conservarse relativamente bien en soluciones de salicilato de sosa, thimol, agua destilada, y bien en la solución íuerte de
bórax, las de cloruro de zinc al i por loo, formol, ácido bórico concentrado, expresando en cada una de ellas la acción más ó menos decolorante que sobre el cauchú ejercen, establece las siguientes conclusiones:
I." El cauchú rojo se conserva más fácilmente que el negro, dada
la igualdad de condiciones.
2." Para una conservación prolongada, es preferible arrollar el cauchú que plegarlo.
3." No debe dejársele nunca expuesto al aire seco ni al frío.
i,." El permanganato potásico, sublimado, ácido fénico, creolina y
lisol ejercen mala acción sobre el cauchú en general. El thimol y el salicilato de sosa sobre el cauchú negro particularmente.
5.^ El cauchú se conserva bien en el agua, pero se cubre de moho.
K}?- Las soluciones que mejor conservan el cauchú, son las de formol y cloruro de zinc (al i por 100) y las concentradas de bórax y ácido hóñco.—(Gaceta méd. del Norte).—M. V.
^^120
NATALIDAD
—
MOETALIDAD
Total
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en
Varones
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E n el c l a u s t r o m a t e r n o
H a s t a 5 meses .
De más de 5 id. á 3 años
D e más de 3 á 6 años
»
6 á 13 »
»
13 á 20 »
»
20 á 25 »
»
25 á 40 »
»
4 0 á 60 »
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60 á 80 »
»
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Total general de defunciones
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TOTAL.
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Varones.
Ilegítim03 . .1
I Hembras
CU
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Viruela
Sarampión
Escarlatina
A n g i n a y laringitis diftérica.
Coqueluche
E n f e r m e d a d e s tifoideas .
Id.
puerperales .
I n t e r m i t e n t e s palúdicas .
Disentería
Sífilis
Carbunco
. . . . . .
Hidrofobia
O t r a s infecciosas y contagiosas
6
35
TOTAL.
.
Circulatorio
Respiratorio
Enfermedades Digestivo .
del a p a r a t o ,1 U r i n a r i o
Locomotor.
C e r e b r o espina
Distrofias c o n s t i t u c i o n a l e s .
Procesos morbosos comunes.
Enfermedades mentales .
Id.
cancerosas
Alcoholismo
. . . . . .
Lepra
Pelagra
Bocio
II
20
23
I
»
21
»
4
I
81
eá
Accidente
. . . .
.Suicidio
Homicidio
. . . .
E j e c u c i o n e s de justicia
TOTAL.
Total general
108 IN." de fallecimientos sin asistencia médica.
2
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