m\m mm DE GIEIIIÍIIS IBÉIICES

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m\m mm DE GIEIIIÍIIS IBÉIICES
PUBLICACIÓN
<•
UA
XiX-NÜP».
AÑO
35
«
C E G U E R A
4-
20 DICIEMBRE
E N
U A S
DECENAL
1903
<•
*
I S U A S
TOKO X X V - H Ü H
17
*
B A U E A R E S
IÉRMINO fatal d e m u c h a s enfermedades ó triste l e g a d o d e
uniones realizadas contra los p r e c e p t o s higiénicos, la
c e g u e r a constituye un defecto físico notorio q u e d e b e t r a t a r s e
en demografía con la m a y o r extensión posible.
E n los países m á s cultos no han ialtado h o m b r e s
científi-
cos q u e así lo han c o m p r e n d i d o , c o n s a g r a n d o largos a ñ o s al
estudio d e esa población inmensa, privada d e u n o d e los m á s
i m p o r t a n t e s sentidos, bajo el d o b l e p u n t o d e vista médico y
social.
Brochin y Bertillón forman
estadísticas interesantes; Du-
fan indica el r e p a r t o g e o g r á t i c o d e los s e x o s ; Z e u n e d e t e r m i n a
la ley d e las oscilaciones s e g ú n los g r a d o s d e latitud d e los
territorios; Michel señala las relaciones q u e existen con los
diferentes períodos d e la vida; D u m o n t investiga la p a r t e etio33
.
— 386
—
lógica; varios a u t o r e s de esta centuria, siguiendo huellas trazad a s por otros en las p a s a d a s , y en particular Dufan ( 1 8 5 1-52)
y G u a d e t ( 1 8 5 0 - 5 9 ) , el alemán Z e u n e y el francés Rutier, dedícanse con entusiasmo á la educación de los ciegos, así en la
esfera teórica c o m o en la práctica.
II
Sin p r e t e n d e r a h o n d a r ningún punto que se s e p a r e
de la
p a r t e esencialmente demográfica, indicaremos algunas generalidades acerca d e la ceguera, considerada como entidad p a t o lógica incurable.
L a ceguera adquirida, ó consecutiva á los procesos
mor-
bosos, es m u c h o m á s frecuente q u e la hereditaria, a u n q u e ésta
no alcanza, en varias estadísticas, una cifra tan reducida como el
d o s y medio p o r ciento q u e señala J. Michel á los defectos congénitos.
Sin contradicción alguna, a c é p t a s e el predominio d e la ceg u e r a en la población masculina s o b r e la femenina, debido á
la rudeza d e los trabajos q u e el h o m b r e practica.
Aquel oftalmólogo alemán afirma q u e los primeros
años
de la vida forman el período más e x p u e s t o á la ceguera; de 5
á 20 a ñ o s es m e n o s frecuente; d e 20 á 50 crece el peligro;
d e 50 á 70 a u m e n t a r á p i d a m e n t e la progresión; d e 70 en adelante el peligro disminuye.
S e g ú n el Dr. Z e u n e , a b u n d a n los ciegos en las
septentrionales, disminuye el número hacia las zonas
regiones
templa-
das, y a u m e n t a otra vez, h a s t a alcanzar el máximum, en los
países ecuatoriales.
L a etiología de la ceguera no hereditaria es muy compleja,
p o r las n u m e r o s a s enfermedades q u e la producen. D e los dat o s p r e s e n t a d o s por Michel se deduce q u e las causas de la ceg u e r a que d e n e n su sido anatómico en la úvea y en el nervio
-
387
-
óptico representan el 44 por 100 del total. En otras estadísticas la amaurosis figura con el 4 5 ' 8 . El descubrimiento d e j e n ner ha reducido mucho la ceguera producida
p o r la viruela;
sin e m b a r g o , D u m o n t señala todavía á esta causa el 12 por
100. La ceguera traumática a p a r e c e con el 9*6, y la catarata
con el 5'6 p o r 100.
A u m e n t a el n ú m e r o de ciegos el a b a n d o n o
de los enfer-
mos y la intervención activa de los profanos, y lo disminuye
el tratamiento científico, p l a n t e a d o o p o r t u n a m e n t e p o r hábiles
especialistas de la ciencia de curar.
III
S e g ú n el D r . J. Michel, profesor de W u r s b u r g , q u e ha incluido una página estadística en su obra de oftalmología esencialmente práctica, el n ú m e r o de ciegos de la población
total
de la tierra se calcula en 8 ' ; por diez mil habitantes, y el de
E u r o p a en 9' 1 9 .
A l g u n a s naciones, c o m o Bélgica, han registrado un a u m e n .
to del uno por diez mil habitantes desde 1 8 3 1 ; otras han observado una disminución, q u e en F r a n c i a alcanza el 2*5
por
diez mil desde 1 8 5 6 á 1 8 6 i.
La estadística de la ceguera en lo$ Estados de E u r o p a —
m e n o s Rusia y Portugal, cuyos datos no p o d e m o s a p u n t a r , —
ofrece una proporción q u e oscila e n t r e 22 y 4 por 10.000 habitantes. Figura á la cabeza Finlandia con el 2 2 ' 4 6 , y siguen
después N o r u e g a ( 1 8 3 5 ) con i 7 ' 6 6 , E s p a ñ a ( 1 8 7 7 ) con i 4 ' 8 ,
H u n g r í a con 1 1 ' 9 2 , G r a n Bretaña con i i ' 3 2 , Italia con 10*5,
Alemania con 8*79, Francia ( 1 8 6 6 ) con 8*34, Bélgica con 8'i i,
Suiza con 7 ' 6 , Suecia (1840) con 7*59, Prusia (promedio de
tres años) con 7 ' 1 3 , D i n a m a r c a con 6 ' 6 7 , Austria con
5'55,
y los Países Bajos con 4*46.
Con excepción de Finlandia y N o r u e g a , q u e tenían más
— 388
—
que E s p a ñ a ( 7 ' 6 y 2'8 por l o . o o o habitantes respectivamente),
en t o d o s los d e m á s E s t a d o s se registraron menor número de
ciegos que en nuestra nación: H o l a n d a contaba i o ' 4 menos,
Austria 9*3, D i n a m a r c a 8'2, Prusia 7 ' ; , Suecia 7*3, Suiza 7*2,
Bélgica 6 , 7 , ' F r a n c i a 6 ' 5 , Alemania ó ' i , Italia 4*3, G r a n Bret a ñ a 3 ' 5 , y H u n g r í a 2*9.
E n t r e estos 15 E s t a d o s , hay
1 1 más septentrionales
que
E s p a ñ a con menor número de ciegos; y E s p a ñ a tenía mayor
contingente que Italia, hallándose las d o s naciones situadas en
la misma zona.
IV
En E s p a ñ a ha crecido n o t a b l e m e n t e el n ú m e r o d e ciegos.
S e g ú n los d a t o s del Dr. C a r r e r a s había 1 7 . 5 9 7 en i 8 ó o , y com o el censo del mismo año señaló una población de 15 millones 6 5 8 , 5 3 1 habitantes, t e n í a m o s entonces [ ' 1 2
ciegos por
cada mil almas. Cinco años más tarde, es decir en 1 8 6 5 , según Martín de P e d r o , el número d e ciegos llegaba solamente
á 15 3 7 2 , ó s e a el 0*96 por mil. En el transcurso de aquel
quinquenio ha disminuido en 2.225 ^' número de ciegos, cifra
total registrada en el período, q u e significa
una
disminución
media anual de 4 4 5 ; p e r o este movimiento de descenso fué
pasajero, iniciándose desde entonces un a u m e n t o en los doce
a ñ o s siguientes, que alcanzó como promedio 7 6 9 ' ó 6 ; de modo
q u e c u a n d o se practicaron las operaciones censales, en 1 8 7 7 ,
alcanzaba 9 . 2 3 4 , pues el total de ciegos registrados en el últim o a ñ o citado, ascendió á 2 4 . 6 0 8 .
Si prescindimos del período de disminución y examinamos
la primera y la última e.stadísticas, o b s e r v a r e m o s en diecisiete
años, desde T 8 6 O á 1 8 7 7 , un a u m e n t o de 7 . 0 1 1 ciegos en la
población de E s p a ñ a , q u e representan
anual d e 4 1 2 * 4 1 .
un crecinu'ento medio
— 389
—
Fijando la atención en la estadística oficial de
1 8 7 7 , en-
contramos 24 608 ciegos en E s p a ñ a . E s t a población se desc o m p o n e en tres g r u p o s : ciegos de nacimiento 3 . 2 5 1 , ó sea
el I 3 ' 2 por 100 del total, entre los cuales hay 1 8 9 7 varones
y 1.354 hembras; ciegos por accidente, 1 5 . 5 7 1 , ó sea el 6 3 ' 2
por 100, cifra q u e c o m p r e n d e
9.050 varones y 6 . 5 2 1
hem-
bras; y ciegos q u e no consta la causa, cuyo número se eleva
a 5 . 7 8 6 , ó sea el 23*5 por 100, formado por 3 . 2 5 7 varones y
2.529 hembras.
La ceguera predomina en la población masculina, pues los
varones ciegos ascienden á 1 4 . 2 0 4 , ó lo que es lo mismo a
5 7 ' 7 2 por 100, mientras que las h e m b r a s sólo dan un condng e n t e de 10.404, ó sea el 42*28 por 100, resultando una diferencia entre los sexos de 1 5 ' 4 4 .
Los varones ciegos representan el i ' 7 4 por mil de la población masculina; las h e m b r a s el i ' 2 2 por mil de la población
femenina; y los ciegos de a m b o s sexos, el 1*48 por mil habitantes de E s p a ñ a .
V
E n la provincia de Baleares no p o d e m o s observar con la
misma atención que en E s p a ñ a las oscilaciones de la población que estudiamos. El censo de 1 8 6 0 trae en un g r u p o los
ciegos é impedidos, formando un total de 2 . 4 0 1 , entre los cuales se cuentan 1.466 varones, ó sea el 6 i ' o 5 p o r 100, y 935
h e m b r a s , ó sea el 38*15 por 100. El mayor
número
corres-
p o n d e á la isla de Mallorca, que tenía entonces 2.225 ( 1 - 3 6 3
var. y 862 hembras), esto es, el 92*67 por 100 del total
la provincia. E n la isla de Menorca había
de
1 5 4 (82 varones y
52 hembras), ó sea el 5*58 por 100; y en la isla de Ibiza
42'
(21 varones y 21 hemb.), ó sea el 1*75 por 1 0 0 .
D e esto se deduce que en 1 8 6 0 se contaba un ciego ó im-
—
390
—
pedido por 1 1 2 iiabitantes de las islas Baleares; pero como hay
englobados dos ó más defectos físicos, no hemos de partir de
este dato para determinar el crecimiento ó disminución
que
haya podido sufrir el número de ciegos de la provincia.
Veamos la estadística que nos sirve de base para este trabajo. En 1 8 7 7 contaba Baleares 270 ciegos ( 1 5 1 varones y
1 1 9 hembras), de los cuales lo eran i 7 (7 var. y 10 hemb.) de
nacimiento, esto e s el 6'30 por 100 del total, y 253, ó sea
144 varones y 109 hemb., por accidente, que representan el
9 3 ' 7 0 por TOO.
Por cada mil habitantes se encuentran o ' 6 3 ciegos, proporción parecida á la que arrojan las provincias de Espaíía que
se distinguen por menor número de ciegos. E n t r e ellas están
Tarragona,
Lugo, Cáceres, Barcelona, Guipúzcoa, Lérida,
León, Baleares y Vizcaya, cuyas cifras proporcionales
oscilan
e n t r e o ' 5 2 y o'93 por mil habitantes.
Con menos del uno por mil habitantes figuran en 1 8 7 7 las
posesiones españolas del N. de África y once provincias; contaban del uno al dos por mil, treinta provincias; y pasaban del
dos por mil sólo cuatro provincias, á las cuales corresponde el
número máximo de ciegos: Almería que tenía el 3'07, Alicante el 2'68, Murcia el 2 ' 4 i y Madrid el 2*29.
VI
D e todo lo expuesto sobre la ceguera,
pueden deducirse
las siguientes conclusiones;
I.'
En España y en Baleares predominan: la ceguera en
el sexo masculino y los ciegos por accidente, siendo menor e'
número de los de nacimiento en las islas que en la Península2.*
Exceptuando los lisiados, la ceguera es el defecto fí'
sico que más abunda en España y Baleares, representando los
— 39t —
ciegos en E s p a ñ a el i 9 ' 7 8 por l o o del total de habitantes con
defecto físico, y en Baleares el 25*2 i .
2.^
L o s ciegos d e Baleares representan el I O ' Q por mil
del total de ciegos registrados en E s p a ñ a en 1 8 7 7 ; y la población baleárica el 17*37 po"" rnil d é l a población española.
4.*
En el referido año o c u p a b a Baleares el número 41 ó
42 d e orden entre t o d a s las provincias españolas,
alcanzando
la misma cifra proporcional q u e Vizcaya.
Y 5.*
El mayor c o n d n g e n t e de ciegos de Baleares resi-
d e en Palma, capital de las islas, asciende á 22*96 por 100 del
total, y d e b e ser objeto de otro estudio demográfico más detenido.
— 392 —
Cl
EN
LA
EQ08
POBLACIÓN
ESPAÑOLA
Tr O V in
que
cuentan
XSjJ
DE
cias
con mayor
número
— De más de l'jo por mil hab. —
Núm.
Núm.
Prop
Prof.
Provincias
Frovineias
absoluto por mil hab.
absoluto por mil hab.
Almería . . . .
1.075
3'o7
Castellón . . ,
5"
i'79
Alicante. . . .
I.IO4
2'o8
Santander. . .
414
175
Murcia
1.090
2'4I
Ciudad-Real. .
457
1*75
Madrid
1-363
2'29
Sevilla
874
172
Córdoba. . . .
769
1*96
Pontevedra.. .
766
i'69
Guadalajara.
.
394
i'95
Coruña
1.004
i'68
Zaragoza . . ,
778
i'94
Valencia. . . .
1.098
i'6i
Málaga
971
i'94
Huesca
399
i'58
Albacete. . . .
424
i'93
Cádiz
656
I'S2
Teruel
461
i'90
Canarias. . . .
425
i'5i
-
393
-
C I E G O S
EN
LA
P O B L A C I Ó N
K S P A Ñ O L A
7r
que
cuentan
DE
1877
ovincias
con menor
número
— üe tnews de í*jo por mil kab. —
NUrn.
Prop.
Prop
Provincias
absoluto
p-ir
abspluto par mil Itab.
mil hab.
Segovia . . . .
221
i'47
Toledo
Zamora
361
''44
Granada.
Badajoz . . . ,
618
i'43
Burgos
470
Cuenca
Orense
385
488
l'OI
Avila
.8.
I'OO
i'4i
Falencia. . . .
178
0'98
33'
i'40
Jaén
405
o'95
539
''38
Gerona
287
o'95
,
212
i'38
Baleares. . . .
270
o'93
, .
290
''37
Vizcaya . . . .
178
o'93
Logroño. . . .
237
i'35
León. . . , . .
316
o'9C)
Álava
125
'•33
Lérida. . . .
253
o'88
Navarra. . . .
397
i'30
Guipúzcoa. . .
144
o'S6
Valladolid. . .
321
I'29
Barcelona . . .
620
o'74
Oviedo
745
Cáceres . . .
217
070
Soria
Huelva. .
i
i'29
. . .
Pos. N . África.
3
l'2I
Lugo
263
o'64
Salamanca. . .
347
I'2I
Tarragona. .
173
0'52
-
AFECCIOHBS
394 —
OCUUARHS
DH ORIOHrl
mBNSTRUAU
POR EL
XJp.
F .
T » r i l a x x
Antiguo jefe de clínica de la Facultad de París
TRAD. POR
r».
Gabriel
Oliver
SEQUNDA
y
IVlulet
P A R T E
Sm'barazo, jjarto, laotanoia y puerparlo
I
M B A R A Z O . — L o s trastornos oculares que se pueden observar en el
curso del embarazo pueden dividirse, como los precedentes, en tras­
tornos funciona/es, nerviosos, é inflamatorios ó infecciosos. L a s modifi­
caciones que experimenta la economía de la mujer y el aumento de los
productos tóxicos por una parte, y por otra los cambios del útero y la
presión ejercida sobre los órganos vecinos, que pueden ocasionar de­
sórdenes de origen reflejo, permiten explicarlos.
Esta división es quizás algo teórica, puesto que la infección se en­
cuentra siempre más ó menos como origen de todos estos trastornos,
pero es cómoda y fácil de recordar en clínica. Reuniremos los dos pri­
meros grupos, trastornos funcionales y nerviosos, que se combinan fre­
cuentemente. L o s otros merecen un aparte, y se manifiestan siempre
por lesiones bien visibles con el oftalmoscopo y m u y características.
Tr&stornos
fnnoionales
7
nerTíosoí
Son los que y a hemos descrito en las anomalías de la menstruación,
astenopía acomodativa ó astenopía muscular. El individuo se fatiga muy
pronto en la visión de cerca, y hay al mismo tiempo insuficiencia del
-
395
-
derecho interno en ambos ojos (astenopía muscular), apareciendo de
tiempo en tiempo diplopía cruzada. El uso de vidrios convexos en el
primer caso, á los cuales se añadirán prismas débiles de base interna,
si los derechos internos son igualmente débiles, harán desaparecer estos
trastornos.
B l o d i n g h a o b s i r v a d o en una mujer embarazada un estrabismo convergente que repetía en el curso de cada embarazo, y este estrabismo
era en ella uno de los mejores signos de preñez. Probablemente se trataba de un espasmo de la convergencia.
La parálisis de los nervios motores del ojo puede también observarse
en el curso del embarazo, y a aislada, ya coincidiendo con otras parálisis. S e trata probablemente en estos casos de lesiones nucleares de origen tóxico. Fisher ha observado una midriasis unilateral que apareció
dos meses antes del parto, coincidía con una parálisis de los miembros
inferiores, y siete meses después del alumbramieto parto no se había
modificado todavía ( i ) .
L a exoftalmía de la enfermedad de Basedow, es sabido que es influida desfavorablemente por el embarazo y por la mayor parte de
trastornos menstruales, y lo mismo sucede con la exoftalmía
pulsátil.
A d e m á s , en 32 casos de origen idiopático, en los que el traumatismo
no pudo scr recriminado, Sattler ha notado que 23 eran en el sexo femenino, de los que uno sobrevino con los esfuerzos del parto y 3 en el
curso del embarazo ( 2 ) . L a afección, ordinariamente unilateral, está caracterizada por latidos y pulsaciones isócronas con el pulso arterial, y
por la sensación de un ruido áspero y estridente, percibido al mismo
tiempo por la enferma, que vienen á complicar la exoftalmía. E n el momento del parto la exoftalmía llega á su máximum.
La secreción lagrimal puede estar aumentada en el curso del embarazo c o m o la mayoría de secreciones. E n una mujer de 25 años, que
los dos primeros meses del embarazo había presentado una exageración
notable de la secreción lagrimal y vómitos matutinos, Nieden observó
un mes después, un lagrimeo abundante á pesar de estar normales las
vías lagrimales; las glándulas lagrimales estaban tumefactas y dolorosas á la presión. L a instilación de una solución acuosa de cocaína al
vigésimo en el saco conjuntival, disminuyó seguidamente el lagrimeo y
alivio á la enferma.
L a amhliopía y la amaurosis eran con frecuencia descritas en el
curso del embarazo antes del descubrimiento del oftalmoscopo. A c
(O
FISHER: Zeits.f.
(2)
SATTI.BR:
Wien. Aeróle, 1 8 8 3 .
(Jr^í/í í/ífíWi'síA, I . " e d i c , 1 8 8 0 . t. VI, p. 7 5 7 ,
— 396 —
tualmente sabemos que es preciso distinguir en estas amaurosis dos
grandes grupos.
El primero, mucho menos importante, no va acompañado de ninguna lesión del fondo del ojo; el trastorno visual desaparece generalmente
después del parto.
Lutz ( i ) y L a n d e m b e r g han referido dos observaciones de ambliopía pasajera en el curso de la ictericia gravídica.
Es preciso comprender en este grupo las fotofobias,
el escotoma
centelleante, la anestesia retiniana (Silex)y la hemelaropía, que se observan algunas veces en las mujeres embarazadas. E s sabido que se designa con el nombre de hemeralopía una torpeza particular de la retina: la visión, normal ó sensiblemente normal á la luz diurna, es casi
nula en el crepúsculo, y el individuo es incapaz entonces de poder ir
solo. Uhthoíf ha publicado sobre este punto un interesante trabajo (2).
L a aparición de la hemeralopía será debida á la debilidad general del
organismo ocasionada por el embarazo; también se puede observar
esta ceguera nocturna en el curso de la clorosis y de las anemias
graves.
Por último, debemos recordar una observación de Desmares referente á una mujer embarazada que presentó una hemianopía
pasajera,
la que probablemente era de origen histérico. Estos son, empero, hechos excepcionales.
líanlfaetadones
oftalmoscipleai
El segundo grupo de estas ambliopías, de una importancia clínica
mucho más grande, está caracterizada por alteraciones de la retina y
del nervio óptico, bien visibles con el oftalmoscopo. T o d a s estas lesiones de la retina y de la papila no se acompañan necesariamente de
amhliopía, y el trastorno visual puede ser insignificante. Merecen, pues,
sitio aparte, y d e b e m o s detenernos un poco más en ellas.
Es en primer tugar el nervio óptico, y sobre todo la retina los que
se afectan con mayor frecuencia. La afección más frecuente y de mucho
la más interesante es la retinitis albuminúrica de las mujeres embarazadas; á ésta siguen la amaurosis urémica, mucho más rara, y vienen
después las neuritis ópticas. L a s describiremos en detalle. L a s otras son
excepcionales y no tienen más que un interés secundario.
(1)
LUTZ: MilteiJ, u. d. ophlh. Klin, in Tübingen, II, i, p. >, 1 8 8 4 .
(2)
UHTHOFF: Arch.f.
Ophth. XXXIU, i, p. í 8 s , 1887.
— 397 —
1.° Bstinitis
albnminórica
de
las
mujeres
embarazadas
Esta retinitis lia sido bien estudiada en estos últimos años por A x e n feld (i) y por Sílex (2). S e observa especialmente en las primíparas
y en la segunda mitad del embarazo, especialmente en el puerperio
(Schmidt-Rimpler). Thompson, en 30 casos de retinitis albuminúrica la
ha observado 4 veces (5). S e trata casi siempre de nefritis parenquimatosa. Algunas veces es una nefritis crónica antigua influida desfavorablemente por el embarazo, el cual en estos casos aparece, no como la
causa de la nefritis, sinó como una complicación de ésta.
No difiere de la retinitis albuminúrica ordinaria más que por su etiología particular y por sus consecuencias que so/i mucho más serias.
L o s síntomas objetivos y funcionales son idénticos. Por regla general
los dos ojos están interesados al mismo tiempo, pero no necesariamente en el mismo grado. Cuando uno de los dos ojos se afecta, es raro •
permanezca el otro largo tiempo indemne.
Síntomas objetivos. —Tienen una importancia capital, porque se trata de lesiones de edema que, aunque muy marcadas, pueden no ocasionar más que síntomas insignificantes. Es preciso, pues, examinar
sistemáticamente el fondo del ojo de toda mujer embarazada cuya orina contenga albúmina.
L a retinitis albuminúrica presenta los cuatro caracteres siguientes,
estando las alteraciones á la vez en la papila, en los vasos, en la mácula y en cl resto de la retina. Estos son: hiperemia y edema de la papila, hemorragias retinianas, placas blancas en la retina, y el aspecto estrellado de la mácula.
A ) Edema de la papila. —K\ disco óptico es rojo, congestionado,
y sus bordes, en vez de estar bien limitados como en el estado normal,
son difusos, hendidos y se confunden con la retina. A l mismo tiempo
las venas están aumentadas de volumen y son tortuosas; algunas veces
se observa á cada lado délas paredes de la arteria, una fina estría blanca que la bordea, indicio de periarteritis. En las formas serias, este a s pecto puede llegar hasta el éxtasis papilar, lo que agrava el pronóstico,
porque demuestra una elevación de presión intracraneana y muchas
(1)
AXE.NFELD;
(2)
Sii\.)L-i: Berliner Klin. Wochenschr.
(3)
THOMPSON: 'iLtw-York med. Record, March 14,
AComls.f.
Geburtskitfe und Ginakologit, 1895, 516-522.
lÜ<)'„V,'i^y¡^91888.
-
398
-
veces una meningitis ó paqui-meningitis concomitante (Schmidt-Rimpler, Uhthofr; Forster).
B) Hemorragias retinianas.—Hay,
además, ai nivel de ia papila y
por todo su alrededor, hemorragias pequeñas, salpicadas, y generalmente discretas. Hemorragias mayores, en anchos focos son de un pronóstico más reservado, pero la curación es posible ( A d a m ü c k ( i ) .
C) Placas blancas de la retina.-Se
Men diseminados en toda la
superficie de la retina, pero principalmente alrededor de la papila, focos blanco amarillentos, de dimensiones variables, que parecen al primer golpe de vista focos de coroiditis; difieren por su aspecto más claro y más brillante, y también por su situación más superficial, recubriendo los vasos de la retina enmascarándola e n parte.
Estas placas blancas, cuya naturaleza se discute todavía en la actualidad, están constituidas en su mayor parte por la grasa, que proviene á la vez de la capa de fibras nerviosas, que se han hipertrofiado y
hecho varicosas, de la degeneración grasosa del tejido de sosten, y de
los depósitos de corpúsculos grasos de las dos capas granulosas externa é interna.
D) Aspecto estrellado de la mácula.—Y.sXe es el elemento característico de la retinitis albuminúrica. Está constituido por una serie
de estrías blanquizcas, que irradian en contorno de la mácula y dan
á esta región un aspecto particular. Estas estrías no son otra cosa
que aglomerados grasos de la misma naturaleza que las placas precedentes, pero que toman una disposición estrellada á consecuencia del
encogimiento de las fibras nerviosas de la retina en este nivel. Por lo
demás, es raro que la corona radiada que resulta sea completa; ordinariamente queda reducida á un sector de ext-ensión variable, que puede
llegar á la mitad del círculo, raras veces más.
Estos cuatro elementos, que se encuentran reunidos en casi cuatro
quintos de casos, bastan por sí solos para imponer el diagnóstico. Si
uno de ellos falta, en particular las placas blancas y las hemorragias, y
si únicamente la papila está interesada (cerca el 7 por 100 casos), el
diagnóstico es dudoso, y no se puede atribuir á la nefritis, sino únicamente á una infección cualquiera. Indagar la permeabilidad renal en
semejantes casos, y sobre todo el e x a m e n de la crioscopia urinaria permiten entonces atribuirla lesión á su verdadera causa; tanto más cuanto no es raro ver aparecer algunos días más tar^e uno de los elemen(i)
ADAMUCK: Cenlralbl.f.
prakt. ^ugenheilk..
1889, p. 9 8 - 1 0 1 ,
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tos que faltaba al principio, por ejemplo, el aspecto estrellado de la
mácula.
H e m o s observado un ejemplo muy claro de esta clase, en una mujer de 47 años, en la que se comprobaba con el oftalmoscopo, una
neuro-retinitis bilateral, con ligera disminución de la agudeza visual. L a
orma no habia contenido nunca albúmina, y las neuralgias frontales y
occipitales, de que se quejaba la enferma, habían sido atribuidas al reumatismo, y tratadas durante muchas meses por el salicilato de sosa á
altas dosis (4 gramos al día por espacio de un mes). Este medicamento
pudo ser acriminado como factor etiológico, y fué inmediamente suprimido; pero tres semanas después apareció el aspecto estrellado característico de la mácula, que permitió afirmar la nefritis. La crioscopia y
el examen de la toxicidad urinaria vinieron á confirmar este diagnóstico, y la enferma sucumbió 18 meses después.
Síntomas subgelivos.—Ordinariamente
son nulos ó poco acentuados. La afección empieza insidiosamente; el individuo acusa algunas
fotofobias ó se queja de uiia débil disminución de la agudeza visual,
ve los obgetos un poco confusos como que sean vistos á través de una
ligera niebla; hay además un poco de paresia de acomodación: la visión
de cerca es. dificultosa y no puede soportarse largo tiempo. Por lo demás, el individuo no se queja de ningún trastorno; luego la visión disminuye insensiblemente, pero esta disminución no es nunca considerable.
Es que se trata en estos casos de lesiones de edema, y éstas, aún
cuando son muy acentuadas, comprimen poco las fibras nerviosas y no
impiden la conducción.
Esta retinitis albuminúrica de las mujeres embarazadas no se diferencia, pues, objetivamente de la retinitis albuminúrica ordinaria. S e trata de lesiones de origen urémico y su presencia permite deducir la nefritis. Pero en razón de su etiología especial: el embarazo, se presta á
consideraciones interesantes.
Marcha y pronóstico.—retinitis
albuminúrica está ligada, ante
todo, á la uremia crónica, y toda nefritis crónica terminando por uremia es capaz de ocasionar tales complicaciones oculares. Estas vienen,
pues, á agravar más el pronóstico, demostrando con su presencia una
intoxicación profunda de toda la economía y la alteración general de
todo el sistema vascular. L a muerte es ordinariamente la terminación
habitual, no prolongándose la vida más allá de dos años. Y al contrario,
la retinitis gravídica, consecuencia de la nefritis, es con frecuencia pasajera como la nefritis misma y desaparece si la nefritis cura con el
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parto; pero según la duración y la intensidad de la afección, las diversas
cicatrices retinianas pceden persistir y turbar la visión.
H a y dos elementos esenciales que es preciso tener en cuenta para
establecer el pronóstico: la época de la aparición y la duración de las
lesiones. Cuando la nefritis aparece prematuramente, y sobre todo si
persiste después del parto, indicio de una lesión renal durable, la retinitis puede entonces terminar por la atrofia del nervio óptico.
Generalmente la agudeza visual está poco disminuida ó vuelve á la
normal; esto es lo que sucede si el oftalmoscopo permite comprobar
por la imagen derecha pequeños focos blanquizcos ó la degeneración
pigmentaria en los contornos de la mácula. Cuando persiste cierta disminución de la agudeza visual, casi siempre es ocasionada pür una atrofia parcial de la papila, la que aparece decolorada, sus límites no son
claros y los vasos al nivel de la región papilar atrofiada y de la retina
correspondiente, son filiformes.
El desprendimiento de la retina se ha observado con frecuencia como complicación de la retinitis gravídica. El pronóstico será menos*
grave que en el desprendimiento en~general, y Siiex ha visto un d e s prendimiento bilateral terminar por la curación. En el único caso de
retinitis albuminúrica que hemos observado, ésta apareció en la mitad
del octavo mes del embarazo, y la curación sobrevino naturalmente
después del parto normal, no quedando ninguna disminución de la visión, ni ningún estigma en el fondo del ojo.
En la estadística de Silex, que se refiere á 35 casos, únicamente tres
veces la agudeza visual volvió á la normal, y aún hay que notar que el
embarazo fué interrumpido por haberse provocado el parto.
En otros dos casos en los que la lesión apareció cuatro semanas
antes del parto normal, la agudeza visual fué de dos tercios. Silex deduce esta conclusión: que si el trastorno visual aparece hacia el fin del
séptimo mes ó al principio del octavo, y el parto es provocado antes del
término normal, se tienen probabilidades de que conserve la mujer una
buena agudeza visual ( i ) . L a estadística de Culbertton referente á 36
casos es sensiblemente idéntica á la de Silex: la curación será completa
en el 17 por 100 de casos, parcial en 58 por 100, y habrá 25 por 100
de cegueras.
Traíamünio. — Ante todo será profiláctico aconsejando á toda mujer que haya presentado por primera vez una retinitis albuminúrica,
que procure evitar un nuevo embarazo. S e ha observado, en efecto,
una atrofia parcial de la papila con vasos filiformes, consecutiva á
(1)
SiLBX: Arntric. Journ. of. ophtalm., 1 8 9 4 , p. 133 y 197.
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