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Daniel Toscani Giménez
Profesor titular de la
Universidad de Valencia
Se prevé en el Estatuto del trabajador autónomo un sistema de protección por cese
de actividad. Una de las reivindicaciones del
colectivo del RETA ha sido la protección por
desempleo. Nada se previó en el Acuerdo
de pensiones de 2001. El Informe de la Comisión de Economía y Hacienda se limitó a
recomendar un estudio sobre el establecimiento de un Fondo de Garantía para los
supuestos de ceses por causas objetivas,
pero ligando la cuestión a la problemática
de los autónomos dependientes, pues se
refiere a aquellos cuya fuente de ingresos
proceda de una o varias empresas, aunque
en las propuestas del Informe se contempla
ya los autónomos con carácter general que
“por causa ajena a su voluntad pierdan para
ellos y para su familia la empresa que les
proporcionaba los medios de vida”.
De ello se hizo eco la disposición final 6ª
de la Ley 53/2002 de 30 de diciembre que
limitando la cuestión a los autónomos dependientes estableció que el gobierno en el
primer semestre de 2003 debía presentar
un Informe relativo a la situación de estos
trabajadores estudiando el establecimiento
de un fondo de garantía en caso de cese por
causas objetivas. Pero tal mandato resultó
incumplido. En cambio, la proposición de
ley de regulación del trabajo autónomo
dependiente presentada por el grupo parlamentario socialista de 2002 iba más allá
en este punto y reconocía el derecho a la
prestación por desempleo bastando para
generar el derecho que el inicio y la terminación de la actividad contratada fueran
comunicados conjuntamente por el trabajador y la empresa a la entidad gestora.
En el Estatuto del trabajador autónomo no
se configura propiamente una prestación
de desempleo pues esta calificación que se
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Seguridad Social
El consultor
ha querido evitar para no incluir al RETA en el sistema
de desempleo común. El Estatuto se remite de nuevo a
una futura regulación. Así, la disposición adicional cuarta
contempla la prestación por cese de actividad, que deberá
proponerse en el futuro por el Gobierno, como proyecto
de ley para su aprobación en las Cortes generales.
Se ha optado por un modelo especial, separado del de
desempleo de los trabajadores por cuenta ajena, puramente contributivo, sin niveles asistenciales, de carácter voluntario, salvo para los autónomos obligados a la
cobertura de los riesgos profesionales, al vincularse en
cotización y en gestión al mismo (corre a cargo de las
Mutuas), que contempla situaciones de cese de actividad
temporales y permanentes, con requisitos propios en la
situación legal de cese de actividad y su acreditación y
reglas propias de requisitos de carencia, duración de la
prestación y acceso a nuevas prestaciones.
El informe elaborado por el grupo de expertos fue presentado en diciembre de 2008 por el Ministro de Trabajo e
Inmigración, y con ello, se configuró definitivamente el punto
de partida para elaborar un anteproyecto de Ley sobre un
sistema específico de protección por cese de actividad del
trabajador autónomo.Tomando como referencia el informe
del grupo de expertos y las observaciones hechas por las
asociaciones de autónomos y los interlocutores sociales
al mismo, se elaboró una propuesta por el Ministerio de
Trabajo e Inmigración. Una vez analizadas todas las observaciones realizadas se ha procedido a elaborar un Proyecto
de Ley que tras su tramitación parlamentaria, ha culminado
en la ley 32/2010 de 5 de agosto (BOE 6 de agosto) que
regula la prestación por cese de actividad.
Finalmente se ha suprimido, en la votación en la Comisión
de Trabajo e Inmigración del Congreso del proyecto del
ley de reforma laboral, la D.A. 13ª que regulaba la nueva
prestación no contributiva de 425 euros mensuales para
autónomos en paro que no reciban ninguna ayuda económica; por razones de ahorro, fundamentalmente, pero
también de gestión. Esta ayuda era contradictoria con el
nuevo sistema de prestaciones contributivas creado por la
nueva ley e incluso lo ponía en riesgo, pues los autónomos
podrían haber preferido recibir las ayudas de 425 euros
antes que cotizar para costear la prestación por cese de
actividad, cuya duración es entre dos meses y un año, con
un importe mínimo de 584 euros mensuales. No obstante, para disfrutar seis meses de esta prestación, estarían
obligados a cotizar entre 36 y 42 meses, como veremos.
Además, tal como estaba articulada podía haber perjudicado a las Mutuas, al tener que financiarla, ya que tal y
La prestación por cese
de actividad de los
trabajadores autónomos
como estaba redactada la ley
no obligaba al Ministerio de
Trabajo a hacer aportaciones.
Sin embargo, no es menos
cierto que se podían haber
propuesto otras fórmulas, antes que su simple supresión.
Así, por ejemplo, la medida
podría haber tener un carácter excepcional, tan sólo
durante el periodo de 12
meses en el que todavía no
se tiene acceso a la prestación contributiva, y aplicarse
posteriormente sólo a los
cotizantes, una vez cubierta
la prestación contributiva y
cuando su necesidad así lo
requiera, sin que en ningún
caso solape o sustituya la cotización voluntaria, que es la
que permitirá crear un sistema solidario y autofinanciable.
Asimismo, se ha logrado suprimir la reducción de 18
meses a un año del plazo de
espera desde el disfrute de
una prestación contributiva
hasta el acceso a la siguiente
que se había aprobado. De
tal forma que como, veremos,
ahora de nuevo el periodo de
espera entre prestaciones es
de 18 meses.
Sin embargo, la extensión
de un sistema de protección
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En diciembre de
2008 Celestino
Corbacho presentó el informe que
configuraría definitivamente el punto de partida para
elaborar un anteproyecto de Ley
sobre un sistema
de protección por
cese de actividad
del trabajador
autónomo.
por cese de actividad para los autónomos plantea
varios problemas.
productiva, como ya se está produciendo actualmente
con los falsos autónomos.
El coste, ya que puede que sea difícil de asumir por el
colectivo, si se quiere una protección en duración similar a
la del Régimen General, como creo que ha ocurrido ya con
las prestaciones que dependen de la opción voluntaria del
autónomo. De ahí que se haya vinculado el coste a la previa
suscripción del aseguramiento por riesgos profesionales.
De otra parte el alcance e intensidad de la acción protectora está directamente relacionado por motivos actuariales
con el coste.Y en este punto la configuración propia del
RETA dada la ausencia de empresario presente graves
dificultades en comparación con el régimen de
trabajadores por cuenta propia. Incluso
en los autónomos económicamente
dependientes. De ahí la propia
configuración separada de esta
prestación en relación con las
propiamente de desempleo
que jurídicamente permite también una regulación
propia, diversa, a la de los
trabajadores por cuenta
ajena, sin que sea exigible
un principio de equiparación, ni siquiera el principio
de obligatoriedad. La falta de
obligatoriedad, sin embargo,
puede que no contribuya a su
viabilidad técnica y financiera. Por
ello, finalmente, para intentar incentivar la cobertura de cese de actividad la
ley abre un nuevo plazo de aseguramiento de los
riesgos profesionales que parece jugar a efectos no ya de
la protección de los riesgos profesionales por sí misma
sino de ésta como presupuesto o requisito previo para
solicitar la de cese de actividad. En efecto, la disposición
transitoria única dice que “a efectos de la cobertura de
la prestación por cese de actividad, los trabajadores que
en la fecha de entrada en vigor de esta Ley figuren en alta
en el Régimen Especial de los Trabajadores por Cuenta
Propia o Autónomos y no tengan cubierta la protección
por contingencias profesionales, podrán optar por esta
última protección dentro de los tres meses siguientes a
la fecha indicada, con efectos desde el día primero del
mes siguiente al de dicha opción”.
Si las previsiones de la LETA de que sea viable económicamente limitan la protección a un modelo puramente contributivo sin que se prevean niveles asistenciales, lo que por
otras parte sería fundamental hasta que se pusiera en marcha
propiamente el sistema de protección de cese de actividad
y especialmente en situaciones de crisis económica como la
actual con grave destrucción de empleo de los autónomos.
El aseguramiento frente al desempleo puede ser un
factor más de incentivación de la huida del trabajo
por cuenta ajena y del recurso a la descentralización
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Si al tratarse de un sistema especial debe ser gestionado
en especial en relación con las políticas activas de empleo
por los Servicios de Empleo o pueden intervenir
en el mismo las MATEP como ocurre en
los riesgos profesionales.
Cabe plantearse si las causas
que dan lugar a la prestación
de cese de actividad podrán
ser alegadas para proceder
a los despidos de los trabajadores de acuerdo con
las causas previstas en los
arts. 49, 50.51 y 52 del ET.
La respuesta debe ser afirmativa de manera que cabrá
proceder al despido y a la vez
solicitar la prestación por cese
de actividad aportando la justificación de que se ha procedido a
los citados despidos. Otra cuestión es
si los despidos son objeto de impugnación
ante la jurisdicción competente. La ley de prestación
de cese de actividad no parece exigir que haya sentencia y
que ésta, en su caso, sea firme, pero indudablemente pueden
derivarse algunos efectos de tal impugnación que podrían
afectar a la prestación de cese de actividad, como por
ejemplo, si el despido de los trabajadores fuera calificado
como nulo y debiera procederse a la readmisión. Hay que
estar, sin embargo, a la interpretación jurisprudencial del
art. 52 del ET, para ver si se trasfieren las causas mucho
más precisa de cese del autónomo a la extinción por causas
económicas, técnicas, organizativas o productivas de los
trabajadores del autónomo, sin perjuicio de que jueguen
las propias del art. 52 del ET.
Al no preverse la fórmula del trabajo a tiempo parcial
no se contemplan supuestos de cese de actividad parcial
por reducción de jornada ni tampoco la situación de los
autónomos que trabajan de manera discontinua.
PUBLI
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