EL DESAFIO DE LA MUTACION TECNOLÓGICA Marcos

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EL DESAFIO DE LA MUTACION TECNOLÓGICA
Marcos Kaplan,
Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM
Las dificultades coyunturales y estructurales de las economías y sociedades de México y otros
países latinoamericanos, de sus sistemas políticos y Estados, parecen interrelacionarse con el
posible agotamiento del camino/estilo de desarrollo que se recorrió durante las últimas décadas, y
con la crisis (mundial y nacional) que avanza. Agotamiento de un modelo de desarrollo y crisis son
probablemente la punta de iceberg y la expresión sintomática de una gigantesca mutación histórica
en marcha, cuya duración, proyecciones y consecuencias son apenas e imperfectamente
predecibles, y cuya naturaleza y alternativas emergentes no están aún completamente analizadas
ni evaluadas. Esta mutación ya está restructurando el mundo, en función de nuevas
concentraciones y jerarquías de poder y de confrontaciones y guerras de todo tipo (ecónomicas,
ideológicas, políticas, militares). En esta constelación/proceso ocupa y ocupara un papel cada vez
más central la Tercera Revolución Industrial Científico-Tecnológica.
Esta Tercera Revolución, en despliegue desde la Segunda Guerra Mundial, pero sobre todo desde
las décadas de 1970 y 1980, se identifica ante todo con un cambio científico y tecnológico sin
precedentes, profundo y continuo. Representa un conjunto de investigaciones científicas de
innovaciones tecnológicas y de formas productivas en pleno desarrollo y con creciente vigencia,
sobre todo en al energía nuclear, la electrónica, la información, las comunicaciones, la telemática,
la biología. Un 85% de todos los científicos que han vivido a lo largo de toda la historia están vivos
actualmente, y cuentan con herramientas cada vez más avanzadas y mayores capacidades
creativas. La tasa de cambio científico, tecnológico y productivo es hoy más rápida que en toda la
historia. “Toda la Revolución Industrial –dice el Dr. Carver Mead, del California Institute of
Technology-, aumentó la productividad por un factor de alrededor de 100”, pero “la revolución
microelectrónica ya ha aumentado la productividad en la tecnología de base informática por un
factor de más de un millón –y aún no se divisa el final” (Walter B. Wriston, “Technology and
Sovereignity”). El conocimiento científico se duplica ahora cada 13 y 15 años.
La actual es una bien llamada Revolución de la Inteligencia. Ella requiere, incorpora y suscita una
inversión fuerte y masiva en materia gris; modificaciones en las relaciones del instrumental
tecnológico y del aparato/proceso científico con la producción económica, la estructura y el cambio
sociales, la cultura y la ideología, la política y el Estado, el Derecho, las relaciones internacionales.
La Tercera Revolución perfila una fase histórica de mutaciones parciales que tiendan a integrar una
totalidad identificable quizás con una mutación global. Ello incluye factores, componentes,
implicaciones y consecuencias como las siguientes:
1. La información se ha convertido en un vasto y creciente campo, y dentro de ella, los avances
transcendentes y acelerados en la microelectrónica y en la miniaturización. Los impactos se dan
en todos los aspectos de la vida colectiva y de la individual, ante todo en la transformación de los
modos
de producción, de empleo y trabajo: electrónica, informática, telemática, robótica,
productita, inteligencia artificial.
Con ello, se da un creciente refuerzo del componente intelectual y del potencial creativo en la
producción. Como factor productivo, la información se vuelve tanta o más importante que el
capital, el trabajo y la tierra. La información, los datos, los conocimientos pueden ser obtenidos,
acumulados, almacenados, manipulados, usados, por la especie humana, en modos más
bastamente eficientes y en volúmenes exponencialmente mayores que pocos años atrás. Se
mueven instantáneamente, en fracciones de segundos y sin limitaciones, a través de espacios y
fronteras, a cualquier parte y en cualquier momento. Se marcha a la disponibilidad mundial y a la
plena comunicabilidad de todo conocimiento humano y de todo desarrollo y cambio.
La información produce impactos y transformaciones respecto a todos los niveles y aspectos de
la producción y el comercio, nacionales y mundiales, técnicas y aplicaciones productivas. Los
cambios se dan en cuanto a qúe se produce, comercializa y consume, cómo se hace; con qué
rapidez y amplitud se circula la información y quién la usa y cómo.
2. aumenta la importancia de los materiales de las tecnologías referidas a ellos, con la ampliación
de las soluciones en recursos y procedimientos, y la consiguiente posibilidad e optimización de
las opciones.
Las manifestaciones de este aspecto se dan en el desarrollo de materiales nuevos, en la
dotación de nuevas y mejores propiedades para los viejos materiales, con la reducción de los
costos, la mejora de fuerza y flexibilidad, pero también la creación de nuevas amenazas de
competencia y de obsolescencia anticipada.
3. Aumenta el dominio de los recursos, de su detección, de su control y de su valorización.
4. Se va logrando un dominio cada vez mayor del fenómeno viviente, por una acción humana
potencialmente más inteligente y refinada, y por la reducción del margen de azar y de empirismo,
a través de los avances en la instrumentación, la automatización y el control.
Electrónica e Informática se combinan con la Biotecnología, la Biogenética, la Ingeniería
(Genética), para revolucionar la agricultura, permitir un alza de la productividad, el cultivo de
plantas en nuevos medios. Se producen cambios en el equilibrio de la demanda y la oferta
mundiales, y en la naturaleza y volumen del comercio internacional.
El manejo del código genético tiene incidencias en el crecimiento poblacional, la Medicina y la
Salud. Informática y Electrónica se combinan con la Medicina para expandir y mejorar el
conocimiento y la terapéutica (scanners, sistemas expertos).
5. Se da un Renacimiento de los Objetos, por la explotación más completa y segura de los
materiales, su mayor confiabilidad, y las modificaciones completas y permanentes en los datos
de la competencia internacional.
6. aumenta la importancia del terciario, de los servicios en general y, dentro de ellos, el llamado
tercial como sector ligado al manejo de la información, en sí mismos, y en su participación o
incidencia crecientes en las diversas formas de la producción económica, el comercio y el
consumo, y también en la estructura y funcionamiento de la sociedad, del sistema político y del
Estado. Los servicios se van volviendo la principal fuente de empleo.
7. Se da una recreación de la industria, a partir y a través de la metamorfosis general del proceso
productivo, por penetración de la información, nuevos métodos, evolución del diseño, más
posibilidad de creatividad, reducción de costos.
8. Se van produciendo cambios, probablemente irreversibles, en la economía internacional. La
estructura y dinámica de los mercados y las condiciones de la competencia internacional son
sometidas a un replanteo extenso, profundo y fuerte.
Por incidencia de los servicios, la información especialmente, las ventajas comparativas de los
diferentes países residen cada vez más en la capacidad para el uso efectivo de la nueva tecnología
informática, para su rápida absorción y su eficiente aplicación en la producción, y cada vez menos
en la dotación de otros factores, como las materias primas y el trabajo barato. Ello contribuye a la
división entre países con o sin ventajas comparativas y costos bajos. Ello, como lo han subrayado
Meter Druker y otros analistas, tiene manifestaciones y consecuencias altamente relevantes.
En primer lugar, se dan la desvinculación y el desarrollo divergente de la economía industrial. La
producción primaria y su oferta tienden a aumentar, especialmente en los países en desarrollo,
mientras tienden a caer la demanda de los países desarrollados (excepto la URSS), las
exportaciones y precios de alimentos, materias primas agrícolas y forestales, metales y minerales
energéticos. Ello resulta de la aplicación de la Tecnología y la ciencia, de nuevos métodos de
producción y de una mayor racionalización del consumo en los centros desarrollados, del menor
uso relativo de materias primas y energéticos par ala producción de una unidad económica. Los
precios de las materias primas aumentarán menos que los precios de los bienes manufacturados y
de los servicios altamente especializados (información, educación, salud). Se vuelve improbable un
desarrollo basado en un creciente intercambio de bienes de capital por materias primas, con
balanza comercial favorable y disponibilidad de crédito externo.
En segundo lugar, la economía industrial tiende a la desvinculación de la producción y el empleo.
Como requerimiento de la competitividad internacional, la producción manufacturera debe
aumentar con menos empleo manufacturero, bajo pena de una baja en la producción y en el
empleo. Se tiende a pasar de la industria manufacturera de base material, más bien primaria, con
uso intensivo de mano de obra, a la industria con uso intensivo de información, conocimientos y
capital (automación y robotización). La segunda permite la expansión de las exportaciones, el
aumento de la importancia del comercio de invisibles, la creación de empleo; convierte a sus
trabajadores en el núcleo central de la fuerza de trabajo, y desplaza otros trabajadores como
excedentes.
Los bajos costos de la mano de obra se vuelven cada vez menos una ventaja en el comercio
internacional. En los países altamente industrializados, aquéllos son porcentaje decreciente de los
costos totales, sobre todo en los procesos automatizados, que eliminan costos ocultos (baja
calidad, devolución, tiempos muertos).
Para los países de industrialización reciente, resultan bloqueados los proyectos de desarrollo
basados en: exportación de productos primarios (afectados por el deterioro del los términos del
intercambio); las exportaciones de productos terminados con costos más bajos de mano de obra
hacia países desarrollados; la alta tecnología industrial que no se origine y base en una
infraestructura científico-tecnológica y educacional. El intento de algunos países de usar la ventaja
de la mano de obra barata para volverse maquiladores
de manufacturas de los países
desarrollados, se orienta hacia trabajos con uso intensivo de mano de obra que no son
automatizables, o hacia la producción de partes y componentes que se requiere en cantidades
relativamente pequeñas.
En tercer lugar, una economía simbólica, de movimientos de capital, de tipos de cambio, de flujos
de crédito, surge como fuerza motriz y timón de la economía internacional, en lugar de la economía
real del comercio de bienes y servicios. Ambas se independizan una de la otra, siguen caminos
divergentes, aflojan sus nexos o los vuelven impredecibles. La economía simbólica tiende a crecer
más que la real.
Causa, componente y efecto de la economía simbólica es el nuevo mercado financiero, en el cual
el avance tecnológico otorga una creciente capacidad para el acceso a vastas bases de datos,
para su computación compleja a velocidad fulminante, para su comunicación instantánea, y para la
producción de diversos efectos críticos.
Así, la información se vuelve disponible universalmente, en tiempo real, simultáneamente para
todos los centros financieros y bancarios internacionales, y para los principales países. Los centros
se unen en una sola red integrada, poco o nada aislados de los cambios y choques financieros,
ocurran donde ocurran. Un nuevo mercado mundial reúne prestamistas y prestatarios, recursos y
riesgos, sobre una base internacional, sin consideración de fronteras. Instrumentos, mecanismos y
productos financieros, monetarios, etc., se entrecruzan en la red mundial, toman la fuerza de
decisiones y acciones políticas tradicionales.
Este sistema plantea un problema de gobernabilidad a los países y al orden mundial. Se abre una
brecha entre la tasa de cambio tecnológico y la tasa de ajuste a los cambios por parte de quienes
toman las decisiones, es decir gobiernos, fuerzas e instituciones políticas, empresarios privados,
que no pueden absorber las incertidumbres, dislocaciones, desequilibrios.
Se ven particularmente afectadas la autonomía y eficacia del Estado, en el manejo de la
macroeconomía dentro de un mundo renovadamente pluralista. La economía nacional deja de ser
autónoma y unidad del análisis económico y la política económica. La economía mundial se vuelve
central y determinante de la primera. La tecnología torna rápidamente obsoletas la noción básica
de soberanía nacional y las políticas restringidamente nacionales: monetarias, cambiarias, fiscales,
comerciales, industriales.
Las economías aisladas ya no responden a las medidas gubernamentales tradicionales como
antes; el curso de los acontecimientos económicos se vuelve más difícil de comprender y prever
por gobiernos que se enfrentan a factores, fuerzas, procesos y resultados difícilmente
interpretables, predecibles y controlables, en un medio ambiente de incertidumbre e inestabilidad
económicas sin precedentes, en lo interno como en lo internacional. El cambio tecnológico
revolucionario en un mundo más interdependiente vuelve insuficientes los esfuerzos de ajuste al
cambio, de grupos e instituciones nacionales pero también de los internacionales, e insuficientes
las capacidades disponibles para realizar reformas internacionales de ajuste a la nueva tecnología
y sus consecuencias.
La Tercera Revolución Industrial y Científica ha comenzado a producir transformaciones
fundamentales en todas o las principales fuerzas y estructuras, condiciones y posibilidades
socioeconómicas, culturales y políticas de la humanidad. Ciencia y tecnología trastruecan y
reubican todos los aspectos y niveles de la existencia y la actividad: los papeles, los status y los
rangos de grupos, instituciones y gobiernos, de Estados e individuos. Ello se evidencia
especialmente en los sectores productivos; en las condiciones de trabajo e ingreso, de consumo y
vida cotidiana; en las posiciones y funciones de clases y gripos, de organizaciones e instituciones;
en las formas, los contenidos y los alcances de la participación sociopolítica; en las hegemonías de
países y regiones, y en la distribución de recursos, productos y beneficios. Reclasificadota,
concentradora y marginalizante, la mutación en marcha tiene estructuralmente a beneficiar a una
minoría de sectores, grupos, países, regiones, en desmedro de otras y otros que se van
convirtiendo en mayoría superfluas o redundantes, en las naciones y en el planeta.
De no terse en cuenta esta perspectiva, y los problemas y desafíos que plantea, se seguirá
promoviendo formas de producción, de investigación, de innovación, de educación, a través de
métodos y para el logro de objetivos cada vez más obsoletos, irrelevantes, irreales.
El desafío gira alrededor de la capacidad o incapacidad de decisión autónoma sobre los modos de
uso de los recursos nacionales, en qué sectores, para cuáles innovaciones e investigaciones, para
la producción de qué y cuántos recursos humanos, a fin de contribuir a la definición del perfil y del
papel de los respectivos países como México y otros latinoamericanos, en las próximas décadas,
para el siglo XXI.
El porvenir estará abierto sólo para naciones capaces de “aprender para emprender” (J.
Chevenement), de desarrollar plenamente la capacidad y la creatividad. Ello requiere una inversión
masiva en materia gris; la conquista de las capacidades de adquisición y uso del saber qué y del
saber cómo; el cultivo metódico de la inteligencia; el avance en la formación y calificación de toda
la población, para la disponibilidad de una masa cultivada de hombres y mujeres capaces, y de
élites afinadas e internacionalmente competitivas. Ello incluye la remodelación de las formas y
contenidos de al educación superior, como camino necesario de superviviencia y desarrollo. Los
países que no enfrenten este desafío, no tendrán garantizada su libertad, y tampoco su mera
supervivencia; se condenarán a la crisis, a la improductividad y la escasez, a la decadencia y a la
disgregración, a la violencia y el autoritarismo, al vasallaje y la extinción.
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