Revolución o Constitución: el dilema insoluble del chavismo en el poder Nelly Arenas. Cendes- Universidad Central de Venezuela. INTRODUCCION A diferencia de las transiciones del autoritarismo hacia la democracia, estudiadas por Linz y Stepan, Venezuela ha venido experimentando un proceso a la inversa. La fractura del sistema político democrático venezolano, dio paso a nuevos actores (militares principalmente) los cuales, luego de dos golpes de Estado fallidos, se propusieron competir electoralmente a fin de acceder al poder. Logrado esto, el presidente Chávez, cobijado en la idea de refundación de la nación, convocó a elecciones para constituir una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) con miras a elaborar un nuevo texto magno cuyo diseño final fue, en gran medida, producto de las demandas de distintas organizaciones y movimientos sociales del país. Dicho texto, refrendado por votación popular, amplió las posibilidades de participación política de la ciudadanía al consagrar variados instrumentos jurídicos en ese sentido, intentándose con ello modificar la cultura política del venezolano. No obstante, pocos días después de aprobado el documento, la ANC diseñó un conjunto de mecanismos destinados a concentrar el poder en manos del Ejecutivo. A partir de ese momento, se inauguró un ejercicio de gobierno cada vez más autoritario que colide con los principios constitucionales. Así, el proyecto de “Socialismo del siglo XXI” que el chavismo ha venido imponiendo al país, ha encontrado en el articulado de la constitución importantes limitaciones para su aplicación; por esta razón, en 2007, el mandatario intentó introducir importantes reformas a la carta a fin de adecuarla a dicho proyecto. Las mismas fueron desaprobadas mediante referendo celebrado ese año. A pesar del rechazo, el presidente logró concretarlas a través de leyes habilitantes que le fueron otorgadas por la mayoría oficialista en la Asamblea Nacional. Nuestra hipótesis de trabajo es que los objetivos de la revolución conviven en tensión permanente con la Constitución Bolivariana por lo cual los actores del chavismo invocan la necesidad de mantener activo incesantemente el poder constituyente, apelando a la voluntad general del pueblo. A los fines de aproximarnos a esta problemática enfocamos el trabajo en varios temas a saber: la tensión entre democracia y constitución estudiada por algunos teóricos del constitucionalismo; la concepción sobre la democracia y la constitución que descubrimos en el chavismo; la convocatoria constituyente y su producto, la Constitución de la República Bolivariana de 1999 en sus rasgos fundamentales; la propuesta de reforma del Presidente Chávez de 2007; la reelección y el conjunto de leyes orgánicas diseñadas entre 2008 y 2012; la 1 separación de poderes y los derechos individuales y, finamente, discutimos sobre si es Venezuela una democracia constitucional dado los fuertes rasgos autoritarios de su régimen. DEMOCRACIA Y CONSTITUCIÓN La asociación entre democracia y constitución suele hacerse de modo automático. Se supone comúnmente que toda democracia es constitucional y que toda constitución se creó para acompañar a un determinado sistema democrático. De manera que entre ambos polos del binomio no deberían existir contradicciones. Sin embargo no es así. A pesar de que para algunos “la idea de democracia es más poderosa que la constitución, pues es el fundamento y presupuesto de su validez jurídica” (Kriele en Combellas, 2010: 178) lo cierto es que cada uno de ambos sistemas resulta imprescindible para la buena marcha del otro pero su “armonización recíproca es todo, menos espontánea y, por el contrario representa un problema permanente en la vida de las democracias constitucionales” (Bovero en Salazar Ugarte, 2006: 15). Para Bovero, una constitución es un “acuerdo” por un lado, en torno a los “valores primarios que constituyen el fundamento de la convivencia política” cuya “garantía es, para los individuos, la condición de aceptabilidad de la obligación de obedecer al poder político”; y por el otro, sobre “las instituciones y los procedimientos para lograr la formación de decisiones colectivas, (…) siempre que estas decisiones sean compatibles con la garantía de los derechos, es decir que no entren en contradicción con ellos sino que los promuevan.” En este último sentido, lo que Bovero denomina “Constitución del constitucionalismo” no necesariamente es un “ideal” para todos ya que se trata de un concepto más determinado, cuyas exigencias pueden ser “rechazadas” “por quienes se consideran demócratas radicales quienes encuentran en los vínculos constitucionales una lesión Ibidem: 23-24). injustificable al poder de las mayorías políticas” (en En la fuente de tensión entre la constitución y la democracia subyacen los conceptos de libertad positiva y negativa presentes en los portadores del ideal democrático. El ideal democrático de autogobierno, o de autodirección colectiva como le llamado Isaiah Berlin (2000), supone ausencia de límites al poder popular soberano; el gobierno de las leyes, por el contrario, impone límites a este poder en aras de preservar la convivencia democrática. De manera que hablar de democracia constitucional puede parecer un oxímoron; es decir una unión de opuestos (Holmes en Salazar Ugarte: 183). Esta tensión, sin embargo, debe ser superada a los fines de que pueda constituirse una democracia constitucional, en la cual la colectividad democrática al adoptar decisiones respete los límites impuestos por los derechos fundamentales1 de manera que el principio de autodeterminación roussoniano se encuentre 1 Por derechos fundamentales entendemos con Luigi Ferrajoli (2001:19) “todos aquellos derechos subjetivos que corresponden universalmente a todos los seres humanos en cuanto dotados del status de personas, de ciudadanos o personas con capacidad de obrar; entendiendo por derecho subjetivo a cualquier expectativa positiva (de prestaciones) o negativa (de no sufrir lesiones) adscrita a un sujeto por una norma jurídica; y por status la condición de un sujeto, prevista asimismo por una norma jurídica 2 delimitado a priori puesto que los derechos fundamentales vaciados en los textos constitucionales implican una disminución significativa del espacio de decisión política porque sustrae ciertos temas a la deliberación democrática. No obstante, sostiene Salazar Ugarte, resuelto el problema, la tensión entre los derechos fundamentales y el ideal de autonomía política “seguirá latente en las entrañas de la democracia constitucional” (pag. 185). Hugo Chávez: su noción de democracia y constitución Esta tensión identificada por los estudiosos de las democracias constitucionales se ha magnificado en Venezuela a raíz de la promulgación de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en 1999. Para entender y dimensionar la fuente y expresión de esta tensión es necesario pasearse no sólo por el concepto de democracia que el chavismo y, en especial, Hugo Chávez Frías han manejado desde el principio mismo del movimiento bolivariano, sino el de Constitución. Desde un primer momento Chávez se desmarcó de la democracia liberal representativa renegando de ella, insistiendo en que la época de este modelo había pasado ya (ver Blanco Muñoz, 1998), debido a su carácter falso y formal.2 Tanto él, como el movimiento insurreccional que encabezaba (Movimiento Bolivariano Revolucionario200, MBR-2003), insistían en que este modelo debía dar paso a lo que denominaron “democracia participativa y protagónica” fundamentada en un sistema político capaz de instrumentar los canales a través de los cuales corriera el poder popular protagónico (MBR-200 en Garrido, pp 116 y 117). El propósito final era la construcción de un “Nuevo Orden Nacional basado en la formación dinámica y colectiva de la Ley y el ejercicio de la Democracia Directa y Participativa” (MBR-200 en Camejo Ron: 4). Esta definición que el chavismo hace de la democracia prescinde de todos los requisitos institucionales y formales que caracterizan a este tipo de gobierno vinculándola solamente a los resultados de las políticas sociales gubernamentales. De tal manera que es democrático aquel gobierno que genere la mayor felicidad, seguridad y estabilidad a la mayoría. Así que cualquier forma de despotismo más o positiva, como presupuesto de su idoneidad para ser titular de situaciones jurídicas y/o autor de los actos que son ejercicio de éstas” (…) Son tutelados como universales, y por consiguiente fundamentales, la libertad personal, la libertad de pensamiento, los derechos políticos, los derechos sociales y similares. 2 De acuerdo a Juan Carlos Rey (2005), en Venezuela las críticas principales a la democracia representativa se desarrollaron a lo largo del siglo XX y han provenido siempre fundamentalmente de los marxistas quienes la calificaron como un engaño para el pueblo abogando por una democracia “real y material” que en vez de preocuparse exclusivamente por los procedimientos para elegir a los gobernantes y para limitar el poder de los mismos, tuviera como centro de sus preocupaciones la garantía de beneficios económicos y sociales a los sectores más depauperados de la sociedad. Para Rey, el rechazo a la democracia representativa que se encuentra en la “amalgama ideológica chavista” tiene su origen en el marxismo. 3 Este nombre será sustituido más tarde por el de Movimiento Quinta República (en adelante MVR) 3 menos “demofílico”4, podría presentarse como una democracia, con sólo proclamar que sus políticas se dirigen a incrementar el bienestar de las masas (Rey 2005:176). Pero además, como argumenta Pierre Rosanvallon, “quien habla de democracia directa habla siempre de un encuentro cara a cara entre el poder y la sociedad, pero no de la transformación de la sociedad en un espacio de deliberación; no de transformar verdaderamente a la sociedad en un espacio de debate” (Rosanvallon, 2009:151). Asociada a esta manera de entender la democracia, encontramos en el chavismo y en el Presidente Chávez particularmente, una visión de lo que significa una constitución. Al contrario de lo que para la cultura política occidental es un texto magno en el sentido del límite al poder, para el chavismo una constitución es el medio para que el pueblo pueda ejercer la democracia directa y protagónica, sin limitaciones. Como ha señalado Juan Carlos Rey, “su idea de Constitución (…) no ha sido concebida como un instrumento jurídico político destinado a impedir que se concentre un excesivo poder en manos de los gobernantes y a proteger la libertad personal de los ciudadanos , sino más bien (…) como la base del poder real con que va a contar la revolución permanente e irreversible y, al propio tiempo, ha identificado el Poder Constituyente con el poder revolucionario que se encarna en el pueblo bolivariano (chavista) capaz de imponerla”(cursivas en el original) (Rey, 2007:1). ACCESO AL PODER Y CONVOCATORIA A COSNTITUYENTE Portando estas ideas sobre la constitución y el poder constituyente, Hugo Chávez accede al poder en febrero de 1999. Uno de los ejes de su campaña, quizá el más importante, giró alrededor de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. De modo que el mismo día de su toma de posesión el Presidente5 procedió a convocar a la apertura de un proceso constituyente. Se trataba de refundar la república en la perspectiva en que ha sido concebida por los gobiernos populistas; es decir en el sentido del recomienzo histórico nacional. El trabajo, obviamente, debía comenzar por el diseño de una nueva carta constitucional. Apenas un año antes, Chávez había dicho: “ Nuestra propuesta de constituyente es un proceso que no tiene nada que ver con las elites, viene desde abajo, desde el mismo pueblo (…) Es un proceso revolucionario para destruir este sistema, no para rehacerlo… no va a durar 6 meses o un año, es un proceso popular que durará años (…). (en Blanco Muñoz, 1998: 287). De modo que, como sostiene Michael Coppedge, la razón verdadera para llamar a una Asamblea Constituyente, no era para trocar la Constitución sino porque ella protegía a los adversarios de Chávez en el congreso y otras instancias del poder público: “se deseaba urgentemente la creación de la 4 Rey llama demofilia al amor al pueblo, casi siempre proclamado simplemente, pero no acompañado de las instituciones y procedimientos democráticos. 5 No es para nada casual que el Presidente en su juramentación como Presidente de la República lo haya hecho sobre la carta magna del 61 llamándola “moribunda constitución”. 4 Asamblea Constituyente no porque la Constitución tuviese fallos sino porque era el único cuerpo que tendrá el poder para neutralizar al Congreso, a los Tribunales y a todas las demás instituciones de la accountability horizontal (Coppedge, 2002: 80) Luego de superar los escollos jurídicos que se presentaron con relación al procedimiento a seguir para erigir una asamblea constituyente en vista de que la constitución vigente, la de 1961, no contemplaba esa posibilidad en su normativa6, se procedió a establecer las bases comiciales que guiarían el referendo consultivo sobre la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente (en adelante ANC). Tales bases normaban, entre otros, los siguientes aspectos: -El propósito de la ANC es la creación de un nuevo ordenamiento jurídico que posibilite el funcionamiento real de una democracia social y participativa. -Su conformación será de 131 miembros principales, sin suplentes, elegidos de forma personalizada desglosados así: 104 constituyentes en 24 circunscripciones regionales, coincidentes con los estados federales y el Distrito Federal, manteniendo el criterio del 1% de la población total del país. En este supuesto el elector vota tantas veces como constituyentes se elijan en la respectiva circunscripción; 24 constituyentes en una circunscripción nacional para lo cual el elector dispone de 10 votos; 3 constituyentes representantes de las comunidades indígenas, en atención a la pluralidad cultural que existe en las diversas regiones del país. -La aprobación de la convocatoria se haría con la mayoría absoluta, con independencia del número de votantes, siempre que el número de sufragios afirmativos fuera mayor que el de los negativos. -El Régimen de postulaciones tiene carácter abierto. Postularon la sociedad civil, los partidos políticos y los propios candidatos interesados en participar. 6 Allan Brewer Carías, reconocido constitucionalista venezolano, quien fue uno de los pocos constituyentistas elegidos por la oposición, era partidario de reformar puntualmente la Constitución del 61 a objeto de regular la Asamblea Nacional Constituyente a los efectos de que la misma pudiera ser convocada en vista de que esa institución no se encontraba prevista en ese texto constitucional (Brewer Carías, 2000). Sin embargo voces como éstas no tuvieron eco y la Corte Suprema de Justicia, obedeciendo a su estatus de máximo intérprete de la Constitución decidió, en enero de 1999, abrir paso a la convocatoria constituyente argumentando que “Es inmanente a su naturaleza de poder soberano, ilimitado y principalmente originario, el no estar regulado por las normas jurídicas que hayan podido derivar de los poderes constituidos, aun cuando estos ejerzan de manera extraordinaria la función constituyente” (Combellas, 2003:190). En otras palabras, el poder constituido (y la Corte era parte de él), despejaba el tránsito hacia el diseño de una nueva Carta magna, dejando que el poder originario fluyera libremente sin cortapisas. Se trató, como señala Combellas, 2010:96) “(…) de una reforma inconstitucional de la Constitución, pues sencillamente no se observó el procedimiento de reforma prescrito explícitamente en ella”. Al día de hoy esta salida accionada por la Corte, sigue generando polémica pues no es fácilmente aceptada por algunos políticos y constitucionalistas la tesis de la supremacía del poder constituyente originario sobre las exigencias normativas de la Constitución escrita. 5 -La ANC tendrá 180 días de duración desde el momento en que se instalara. -Los límites de la ANC serán los valores y principios que han orientado nuestra vida como república, el cumplimiento de los tratados internacionales, el carácter progresivo de los derechos humanos y la garantía de la razón de ser y metodología de la democracia tanto en sus acciones como en sus decisiones (Combellas, 2003). El referendo se llevó a cabo en el mes de abril de 1999 resultando ganadora la opción del Presidente7 a favor de convocar a una Asamblea Constituyente. La abstención, sin embargo, fue muy alta colocándose en un 62,22% de los electores (Idem). En julio de ese mismo año, se celebraron los comicios resultando vencedora la alianza en apoyo al Presidente Chávez la cual obtiene 122 escaños de los 131 que conformarían la ANC. La abrumadora victoria del chavismo se explica si tenemos en cuenta una hábil estrategia utilizada por esta fuerza en el gobierno la cual les permitió obtener el 94% de los puestos disputados a pesar de haber alcanzado una votación del 60%.8 (Combellas, 2010, Rachadell, 2007, Jimenez Monsalve, 2011). De este modo, el gobierno resultaba atípicamente sobrerrepresentado en la Asamblea, perdiéndose la posibilidad de integrar un cuerpo deliberante realmente plural y representativo del universo de tendencias políticas y de pensamientos que hacían vida en el país. El método utilizado excluyó la mecánica de la representación proporcional tradicional en Venezuela imponiéndose la de la mayoría. De este modo se confirmaba una premisa fundamental destacada por el pensamiento político a lo largo del tiempo cual es que “cuando la transformación de votos a escaños se aleja del sistema proporcional la calidad del sistema democrático decae porque con el sistema mayoritario aumenta la distancia entre el país real y el país legal” (Bovero, en Salazar Ugarte 2006:130). De acuerdo a Brewer Carías, la actividad de la ANC, puede dividirse en cuatro etapas transcurridas a lo largo de la segunda mitad del año 1999: 7 EL Presidente logró construir una alianza de apoyo electoral denominada Polo Patriótico cuyo eje central era su partido MVR. El Polo Patriótico estuvo constituido por organizaciones de izquierda como el Partido Comunista de Venezuela (PCV) el Movimiento Electoral del Pueblo (MEP), Patria para Todos (PPT) y otras agrupaciones menos representativas. 8 La estrategia propagandística bastante aproximada a la de un juego de lotería muy popular en Venezuela, (el Kino Táchira), aseguró el éxito apabullante: aprovechando el carisma y arrastre del máximo líder, se distribuyó por todo el país carnés plastificados con el rostro del Presidente y los números en las listas regionales y nacionales y luego, con letra muy pequeña, el nombre del candidato. La estrategia no fue puntual y aislada. La misma se orientaba hacia la promoción de formas gubernativas plebiscitarias y de participación fundamentadas en la “figura de un presidente personal” de modo que tanto el referéndum convocatorio del proceso constituyente, como la elección de sus miembros, estuvieron dirigidos hacia “la constitucionalización del carisma del líder popular, en tanto conductor del proceso de cambio que habría de fundar el nuevo régimen” (Ramos JImenez, 2002: pp 16 y 20). 6 1 Etapa: 8 de agosto a 2 de septiembre: la ANC pretendió asumir el rol de Poder Constituyente Originario dándose a la tarea de reorganizar los poderes públicos constituidos. 2 Etapa: 2 de septiembre al 18 de octubre: el trabajo se concentró en la Comisiones Permanentes y en la Comisión Constitucional encargadas de elaborar el proyecto de la nueva Constitución. 3 Etapa: 21 de octubre al 14 de noviembre: la ANC se dedicó a la aprobación de dicho proyecto 4 Etapa: 15 de noviembre al 15 de diciembre: el organismo se enfocó en la difusión del texto del Proyecto para su aprobación mediante referendo. El autor habla incluso de una quinta etapa de “Régimen de Transición del Poder Público” el cual no estaba previsto en las disposiciones transitorias del texto magno recién aprobado (Brewer Carías, 2000: 32). Sobre ello volveremos más tarde. El despliegue de las actividades de la ANC no transcurrió plácidamente. Fuertes tensiones identifican este período. Entre ellas quizá la más importante y la que más atención demandó de los medios tanto nacionales como internacionales, es la ofensiva que el poder Ejecutivo desató contra el Congreso Nacional vigente para ese momento. El Presidente, desconociendo la legalidad existente, amenazó en reiteradas oportunidades con disolver este organismo lo que finalmente logró concretar al reducirlo a su más mínima expresión confiriéndole al poder constituyente la competencia legislativa. Además, el presidente logró habilitación para materias que no estaban autorizadas por la Constitución del 61 y, no pocas veces, activistas y simpatizantes del gobierno ejercieron presión de modo violento sobre los legisladores (Alvarez, 2002). Estas acciones no se explican si no tenemos en cuenta que la ANC en sus estatutos se asumió como la depositaria de la voluntad popular y expresión de su soberanía auto atribuyéndose el poder originario para dar a luz un nuevo ordenamiento jurídico capaz de asegurar la existencia efectiva de la democracia social y participativa (Brewer Carías, 2000: 31). De modo que las tensiones entre los viejos poderes y los nuevos que despuntaban, estaba cruzada por el principio democrático fundado en la voluntad de las mayorías populares, siguiendo la tradición rousseniana, sobre la lógica de limitación de los poderes consustancial a la democracia liberal.9 9 Como parecen estar de acuerdo los estudiosos de la materia, el poder constituyente es un poder político extralegal porque actúa antes de la legalidad que se propone fundar y da origen a la constitución normativa. El resto de las leyes y normas del ordenamiento corresponderán a los poderes constituidos y su validez estará condicionada a la constitución vigente. Por ello el poder constituyente es un poder no legal ante la vieja constitución y pre-­‐legal antes de que se sanciones una nueva. Como señala Salazar Ugarte (2006), en cuya obra puede encontrarse una densa discusión al respecto, esta dimensión fundacional del poder constituyente se vuelve problemática cuando se trata de modificar, 7 Mientras estas tensiones marcaron la escena política, variadas organizaciones en el ámbito de la sociedad civil, intentaban aprovechar el momento constituyente para hacer oír sus demandas y lograr que las mismas se incorporaran en la agenda legislativa sin la mediación de los partidos políticos los cuales experimentaban una severa crisis de legitimidad. Esta participación de las distintas organizaciones sociales se produjo a través de seminarios, talleres, mesas de participación entre otros. El estudio realizado por María Pilar García Guadilla (2002), quien analizó las tres más activas mesas pertenecientes a la red de organizaciones Sinergia, muestra que su rasgo dominante fue la heterogeneidad en lo que se refiere a sus características. Organizaciones de derechos humanos, de mujeres, de educación, de vecinos, de ambientalistas, populares, etc. constituyeron la variada gama de grupos sociales que intentaron influir en el producto final del trabajo constituyente vale decir, el nuevo texto constitucional. Según García Guadilla, las organizaciones de derechos humanos (las cuales sostenían un proyecto de democracia radical) fue la red que obtuvo el mayor éxito medido por el volumen de propuestas que le fueron aprobadas. Según la autora, el grado de afinidad ideológica de las organizaciones sociales con el proyecto bolivariano fue decisiva concluyendo que, mientras más próxima estuviera cada una de esas visiones al ideario del Presidente Chávez, más posibilidad tuvo su proposición de que fuera incorporada. El producto: la Constitución Bolivariana de la República de Venezuela (CRBV). Principales rasgos. Algunos analistas han insistido en que la CRVB es una ampliación de la Constitución de 1961. Ciertamente, el nuevo documento puede ser calificado como un texto liberal en el sentido que preserva los procedimientos de la democracia liberal representativa y mantiene la autonomía de los poderes. Al mismo tiempo, no obstante, la CRBV establece la democracia participativa y protagónica como el objetivo supremo de la “refundación de la República” tal como se lee en su Preámbulo. Es decir, la nueva constitución, logra combinar principios liberales clásicos de gobierno con noveles “ instrumentos para la participación ciudadana directa y semidirecta en todos los niveles públicos y para la toma de decisiones y gestión de políticas públicas” (López Maya: 2010: 32). En tal sentido, deben apuntarse los artículos 70, 71 y 72 los cuales brindan los medios de participación directa como los referendos, la consulta popular, la revocatoria del abrogar o derogar las normas constitucionales. En Venezuela, sin embargo, los problemas inherentes a la transición de una legalidad a otra fueron obviados tomando el camino del poder absoluto en nombre de la voluntad general, al instalarse la ANC como un ente supra constitucional que desconoció la legalidad anterior de la cual el mismo había brotado, actuando al margen de las reglas de juego establecidas. Salazar Ugarte recuerda a Sieyes (uno de los teóricos políticos de la revolución francesa) quien sostenía que a la voluntad nacional le bastaba con existir para ser legal. Así, la declaración de Derechos de 1789, recogía un espíritu radicalmente democrático en el cual el poder legislativo adquiere una fuerza suprema y se confunde con una suerte de poder constituyente permanente que no tolera límites constitucionales (resaltado nuestro). 8 mandato, la iniciativa legislativa, constitucional y constituyente, el cabildo abierto y la asamblea de ciudadanos y ciudadanas cuyas decisiones serán de carácter vinculante; en el ámbito social y económico, la autogestión, la cogestión, las cooperativas, la empresa comunitaria, entre otros. En materia de derechos sociales estos se asumen como derechos humanos inalienables acogiéndose a los tratados internacionales, tal como lo han hecho países de América Latina como Perú y Argentina. La constitución garantiza el derecho al trabajo, la salud, la vivienda, la educación, la seguridad social. En este sentido puede decirse que el nuevo texto es extremadamente ambicioso (Arenas 2009), por lo cual resulta excesivamente “garantista” portando el deseo de convertir derechos programáticos en derechos positivos sin considerar las condiciones que la realidad brinda para hacer posible esa conversión (Aponte Blank, 2000). Sobre este punto es necesario tener en cuenta que Venezuela es un país rentista cuyo Estado se ha comportado como “un brujo magnánimo dotado de poder para reemplazar la realidad por ficciones fabulosas apuntaladas por la riqueza petrolera” (Coronil, 2002:2). Así que, a lo largo de su historia como país petrolero, el discurso político se fue adecuando a la idea de que el valioso mineral les corresponde por derecho a todos los venezolanos ya que el mismo se extrae de la tierra que lo provee, es decir, proviene de la pródiga naturaleza venezolana (Arenas, 2010). Una de esas ficciones más recientes es precisamente el articulado fabuloso de los derechos sociales consagrados en la Constitución del 99, cuya satisfacción resulta imposible el cual constituye más bien una declaración de principios y de intenciones, difícilmente concebibles como derechos por no poder existir un sujeto con la obligación de satisfacerlos (Brewer Carías 2000)10. Pero más allá de la inexistencia de un sujeto con la obligación de satisfacerlos, las condiciones materiales objetivas tampoco lo posibilitan habida cuenta del debilitamiento del modelo rentista, el cual se basa en un alto índice de importaciones lo que desestimula la producción local y con ello la generación de riqueza nacional.11 10 A pesar de los altos precios mantenidos por el crudo en los últimos años, los ingresos que su exportación provee al país no resultan suficientes para cumplir con las demandas sociales de una población en crecimiento continuo y necesidades crecientes. Mucho más si tenemos en cuenta que la economía venezolana se encuentra en crisis de estancamiento desde hace tres décadas y que su aparato productivo ha sido sumamente maltratado por la política económica del gobierno de Hugo Chávez. 11 Esta debilidad del modelo no supone, sin embargo, que el mismo esté definitivamente cancelado. Venezuela sigue viviendo a expensas de la renta petrolera en gran medida y eso explica el considerable poder financiero que ostenta el Estado lo cual le permite al liderazgo que lo detenta sacarle el máximo provecho político. Buena parte del éxito electoral que ha tenido Chávez se debe a las Misiones sociales que ha adelantado costeadas precisamente con renta petrolera. Pero debe quedar claro que, satisfacer todas las demandas sociales de acuerdo a la oferta constitucional a partir de la renta petrolera se ha vuelto cuesta arriba. 9 En cuanto a los derechos económicos, la CBRV no va más allá de lo que conocemos por una economía liberal, en la que el Estado se compromete a fomentar la iniciativa privada y en la cual se reconoce el derecho a la propiedad privada. Se prevén las expropiaciones por causa de utilidad pública o interés social “mediante sentencia firme y pago oportuno de justa indemnización”, así como también la confiscación de bienes pero sólo por vía de excepción en caso de que sus dueños hayan sido responsables de delitos cometidos contra el patrimonio público o que dichos bienes provengan de actividades ilícitas vinculadas al tráfico de estupefacientes (artículos 112, 115, 116). Con respecto al estamento militar, la CBRV garantiza que la misma actúe institucionalmente, despojada de todo tipo de militancia política lo que queda claro al leer su Artículo 328 el cual señala que “La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la nación (…)”. Sin embargo elimina la cláusula contemplada en la Constitución de 1961 que indicaba expresamente la sujeción del poder militar al poder civil.12 Otorga además el derecho al voto de los militares del cual no disfrutaron históricamente. Para Ricardo Sucre Heredia la Fuerza Armada Nacional se constituye en el eje sobre el que gira el proyecto del Presidente Chávez puesto que en la Constitución del 99 esta se convierte en la institución central, en tanto que su función principal es la de la independencia, soberanía y la integridad del espacio geográfico lo que abre la puerta, tal como se indica en el artículo 328, a su participación activa en el desarrollo nacional (Sucre Heredia, 2004). Otro cuestión que no puede dejarse de lado a la hora de analizar la CBRV, es su fuerte sesgo presidencialista el cual se concreta en elementos tales como: la extensión del período presidencial a seis años con reelección inmediata13 ; la posibilidad de que el Presidente pueda disolver la Asamblea Nacional en caso de que ésta remueva al vicepresidente en tres oportunidades en un mismo período presidencial (Brewer Carías, 2000). Súmese a esto la exclusividad que el Presidente posee en el terreno de los ascensos militares, al contrario de lo que ocurría en el pasado pues las decisiones en esta materia eran producto de negociaciones entre los partidos políticos representados en la Comisión de Defensa del Senado, las Fuerzas Armadas y el Ejecutivo. La nueva disposición constitucional trae como consecuencias: a) el establecimiento de coaliciones entre el Ejecutivo y las Fuerzas Armadas, dejando al margen otros sectores de la vida política; b) los oficiales que aspiran a ascender dependen de la voluntad exclusiva del Presidente sin que otros actores institucionales puedan intervenir a su favor; c) al 12 No se trata de un asunto menor si tomamos en cuenta que la historia de Venezuela está copada por gobiernos militares. Los cuarenta años de democracia que precedieron al gobierno de Chávez constituyen un largo y beneficioso paréntesis en el que la sociedad logró subordinar el poder militar al poder civil, no sólo constitucionalmente, sino también en el ejercicio político real. 13 Más tarde, como podremos ver, se aprobará en referendo la reelección indefinida. 10 no estar las decisiones del Presidente supeditadas al control aprobatorio del cuerpo legislativo, es posible que resulten excluidos de los ascensos militares aquellos oficiales no afectos al proyecto político de aquél (Alvarez, 2002). Convive con este sesgo presidencialista, el “Estado federal y descentralizado” consagrado en su preámbulo lo que significa un avance con respecto a la Constitución del 61 en la cual la federación aparece solo como un desiderátum. El artículo 4 hace expresa la idea del legislador en materia de descentralización al señalar que La República Bolivariana de Venezuela es un Estado federal descentralizado en los términos consagrados en la Constitución, y se rige por los principios de integridad territorial, cooperación, solidaridad, concurrencia y corresponsabilidad.14 Régimen de Transición del Poder Público Concluido el trabajo legislativo y aprobado su resultado, la CBRV, por la vía del referendo el 15 de diciembre de 1999, la ANC sancionó una semana después, el “Decreto mediante el cual se dicta el Régimen de Transición de Poder Público”. Este régimen no estaba previsto en el texto recién elaborado ni en las bases comiciales que rigieron la convocatoria constituyente y su aplicación tuvo consecuencias sumamente negativas para la institucionalidad del país, porque a partir de él se echaron las bases del poder hegemónico del Presidente Chávez. Valiéndose de ese régimen, la ANC, procedió a designar a altos funcionarios del Estado como los que integraban al Tribunal Supremo de Justicia, el cual sustituiría a la antigua Corte Suprema de Justicia, el fiscal general, el contralor general, el Consejo Nacional Electoral, el defensor del pueblo y una Comisión Legislativa Nacional que supliría provisionalmente a la ANC. Tales nombramientos fueron hechos sin consulta pública, contrariando el principio participativo de la Constitución recién refrendada. La comisión, denominada popularmente “congresillo”, fue conformada por once constituyentes y diez ciudadanos cooptados por la ANC. La misma fue dotada de amplísimos poderes, entre ellos el de legislar sin considerar que en democracia quienes tienen la potestad para crear leyes deben gozar de la legitimidad y autoridad que concede la votación popular. Cualquier institución dueña de esos poderes señalaría Michael Coppedge- “se parece más a una junta revolucionaria que a una legislatura representativa” (Coppedge, 2002:89). Cuando la ANC finiquitó sus labores, no existía un solo poder nacional, que no hubiese sido nombrado por una institución que no fuese chavista casi en un cien por ciento. 14 No obstante, la Constitución resulta contradictoria en sí misma si tomamos en cuenta la eliminación del senado y con ello la posibilidad de la participación política igualitaria de los estados en la conducción de las políticas nacionales, lo que resulta antagónico con el carácter federal que posee el Estado lo cual exige una Cámara Legislativa con representación igualitaria de las entidades federales, cualquiera sea su población para que sirva de contrapeso a la cámara de representación popular según la población del país (véase Wreber Carías, 2000). 11 El establecimiento del régimen transitorio había sido justificado por Herman Escarrá, uno de los constituyentistas de la corriente oficialista, argumentando que los actos constituyentes no son controlables salvo por la propia asamblea por lo cual no necesitaban de sanción democrática alguna, vale decir, ser refrendados por el pueblo en la consulta que validó la nueva carta magna. Esta consideración fundamentó lo que se entendió en ese contexto como nuevo derecho constituyente de igual estatura que la nueva constitución y en consecuencia insubordinable a su mandato (Combellas, 2010:159). De este modo, comenzaba a plasmarse en la realidad una estructura de gobierno dominada por la visión de una constituyente permanente en coherencia con la visión original que traía el Presidente Chávez desde sus primeros tiempos de actividad política. El llamado a reformar la constitución hecha por el primer mandatario en el año 2007 será congruente con esta visión. La Constitución se vuelve incómoda: el socialismo del siglo XXI y la propuesta de reformas de 2007 La tensión entre el gobierno y los grupos opositores fue constante desde el inicio del mandato del Presidente Chávez. Estas tensiones se agudizaron, sin embargo, cuando en noviembre de 2001 en un ejercicio de hiperpresidencialismo, Hugo Chávez promulgó 49 instrumentos jurídicos sin tomar en cuenta la opinión de los sectores sociales afectados, contraviniendo nuevamente los principios participativos sobre los cuales se asentaba la constitución recién aprobada. Esta situación desató una crisis de ingobernabilidad que culminó en un intento de golpe de Estado en abril de 2002. En adelante, el discurso oficial se haría más radical y virulento en contra de los adversarios considerados no como tales, sino como verdaderos enemigos a los cuales había que exterminar o “pulverizar” como le gustaba decir al Presidente. Luego de los triunfos electorales de 200415 y 2006, el Presidente se propuso cristalizar su aspiración de refundación nacional ofertando al país la idea del “socialismo del siglo XXI”. Pero para que esta estrategia pudiera ser desarrollada con respaldo institucional, el Presidente creyó necesario realizar algunos cambios en la Constitución de manera de ajustar la plataforma jurídica constitucional a los requerimientos del nuevo sistema que se proponía construir. Ocho años apenas habían transcurrido desde que la constitución se hubiera aprobado. Sin embargo, coherente con su visión del poder constituyente como un ente siempre activo, el Presidente se proponía cambiarla para hacerla coherente con el socialismo que pregonaba. 16 Se trata de una 15 Recordemos que en 2004 la oposición convocó un referendo revocatorio contra Chávez luego de una tortuosa lucha para que le fueran reconocidas las firmas exigidas por la Ley electoral. 16 Contrario a lo que ocurre en las democracias constitucionales en las cuales tan pronto como concluye la tarea de diseñar una nueva constitución el poder constituyente entra en receso lo que no significa que el poder constituyente haya muerto sino que en vez de la soberanía directa del pueblo rige en adelante la soberanía de la Constitución. Es decir, la soberanía popular se ejercerá ahora indirectamente, a través de la supremacía del texto constitucional, obra del pueblo. Es lo que se conoce 12 concepción “que entiende a la carta magna como proyecto revolucionario dirigido a sembrar la igualdad sobre la tierra; en consecuencia la Constitución estará permanentemente rehaciéndose de manera que refleje la nueva estructura de poder y pese a haber sido proclamada la mejor del mundo se convierte al cabo en una mera Constitución de papel” (Njaim, 2009: 20). En su discurso de posesión del 10 de enero de 2007, Chávez se dedicó a demostrar que Simón Bolivar era socialista y amparándose en una de sus frases: “¿acaso las leyes no deben adecuarse a la naturaleza de los tiempos”? argumentó que la esencia revolucionaria está en transformar todo (…) llegó la hora ¡está escrito en el Eclesiastés¡ llegó la hora del fin de las desigualdades. Nada ni nadie (…) nos hará detener el carro de la revolución ¡cuéstenos lo que nos cueste! (…) es el pueblo el que está activando. Bolivar coloca al pueblo en el centro (…) no son los particulares, es la masa (…) Nosostros convocamos al poder constituyente ¡es algo así como convocar a un espíritu y te sale travieso! Se hizo presente y le dices: ahora te vas! No puede ser congelado por el poder constituido (…). El poder constituyente no debe someterse (…) Es omnipotente. Es la revolución misma. Trotsky dijo: la revolución es permanente nunca termina (…). (Hugo Chávez www.vulcano.wordpress.com). La idea de reformar la Constitución constituyó uno de los motores constituyentes.17 De entrada, la propuesta fue rechazada por distintos factores de la sociedad como la iglesia, las academias nacionales, las universidades, organizaciones de derechos humanos, entre otros. Estas organizaciones alegaban que cambios de esa magnitud no se debían llevar a cabo apelando al mecanismo simple de la reforma sino al de la elección de una asamblea constituyente. En verdad, no se trataba de una “revisión parcial” del texto magno, como se pretendía hacer ver, sino de un cambio de los principios fundamentales en los cuales el mismo se sostenía. De allí que incluso importantes figuras vinculadas con el proyecto político chavista rechazaran la formulación. La forma más expedita que el Presidente encontró para legitimar los cambios propuestos frente a sus seguidores, fue la de culpar a factores del viejo orden “infiltrados” en la elaboración del documento supremo, razón por la cual urgía modificarlo. Dirigiéndose a los diputados que habían sido miembros de la ANC requiriéndoles su ayuda les diría: “se me ocurrió pedir la colaboración de ustedes porque (…) conocen muy bien la Constitución; donde la oligarquía, donde la contrarrevolución logró infiltrar conceptos en la misma Constitución; hay que recordar lo que pasó aquí en 1999, la Revolución fue infiltrada en como el gobierno de las leyes y no el gobierno de los hombres que tiene su expresión máxima en el Estado de derecho (Rey, 2007). 17 Luego de la victorial electoral de 2006, Chávez presentó al país su idea de los “cinco motores constituyentes” destinados a “terminar de romper el viejo esquema y a darle vida al nuevo” (en Arenas 2009:87). Cada uno de estos “motores” se ofrecían como esquemas de acción destinados a impulsar el socialismo bolivariano: la Ley Habilitante, la educación popular, la nueva geometría del poder, el poder comunal y la reforma constitucional. 13 distintos espacios, incluyendo la Asamblea Constituyente” (Presidente Chávez, 2007 (a): 37). Sin embargo, los motivos reales deben buscarse en los obstáculos que la misma Constitución del 99 interponía para concretar algunas de las aspiraciones de Chávez para avanzar en su concepción de socialismo, como por ejemplo en una nueva concepción del poder territorial; pero, particularmente, en lo que se refiere a la reelección indefinida del presidente, mecanismo ausente del texto bolivariano. Entre los aspectos más resaltantes de la propuesta de reforma se encontraban el de la reelección indefinida del presidente; el relativo a la propiedad; la creación de nuevos territorios federales por decreto; la instauración del Poder Popular; la profundización de la militarización de la sociedad, entre otros. Algunas de estas propuestas, como la de la reelección indefinida, fueron más sensibles a la opinión pública que otras. Por añadidura, a esta posibilidad de reelección indefinida planteada para el presidente, se le sumaba la ampliación a 7 años del período presidencial. Con esta proposición, el presidencialismo presente en la Constitución del 99, amenazaba con magnificarse más allá de toda proporción. Pero también despertaba desconfianza el tema referido al régimen de propiedad. La ambigüedad e imprecisión con la que habían sido redactados los artículos relacionados con esta materia despertaban recelos en la gente. Además, como señala Lander (2007: 2 y 3), los textos de los artículos propuestos no definían lo que era el eje de la reforma, a saber, el socialismo, ni lo que se entendía por economía, desarrollo y Estado socialista. Siendo que se proponía un cambio de modelo societal, era necesario dejar totalmente claro cómo se estaba concibiendo la cuestión de la propiedad. Otro elemento que la reforma planteaba se vinculaba con lo que el Presidente concebía como la “nueva geometría del poder”. La misma se concretaba en la creación de comunas y comunidades “cada una de las cuales constituirá el núcleo espacial básico e indivisible del Estado socialista Venezolano” y con la potestad que adquiriría el Presidente para crear “mediante decreto Provincias Federales, Ciudades Federales y Distritos Funcionales” (Hugo Chávez: 2007 (b): 26 y 27), cuyas autoridades serían nombradas por el mismo Presidente, como queda claro en la propuesta (ver cambios al artículo 236 de la Constitución vigente sugeridos por el jefe de Estado). Estas transformaciones apuntaban hacia la consolidación de un Estado centralizado en el que no tendrían cabida autonomías territoriales de ningún tipo: “Con las reformas propuestas, materialmente desaparece la democracia representativa y las autonomías políticos territoriales, sustituyéndosela por una supuesta democracia ‘participativa y protagónica’ controlada total y centralizadamente por el jefe de Estado, en la cual queda proscrita toda forma de descentralización política y autonomía territorial” (Brewer Carías, 2007 snp). 14 Ciertamente, en las propuestas, la “nueva geometría del poder” aparecía imbricada en lo que el Presidente denominaba el Poder Popular, mismo que debería ser garantizado por la nueva división territorial y cuya existencia no sería producto del sufragio.18 Esto hace suponer, como piensa Lander (en ob cit: 11), que la lógica que privó en este caso es la de que “los poderes públicos en los cuales hay grados de delegación o representación, necesariamente se autonomizan respecto a la voluntad popular y pasan a actuar con lógicas propias del poder estatal, de manera tal que sólo cuando el poder lo ejerce el pueblo ‘directamente’ y no nace del sufragio, hay verdaderamente Poder Popular. De ser así, el Poder Popular estaría limitado a asuntos estrictamente locales, mientras las forma alienadas, burocratizadas, autonomizadas, del poder controlarían el resto del aparato del Estado.” A esta observación de Lander, habría que agregar una pregunta: sí, en un afán de democracia directa, el poder no nace del sufragio ¿cómo se instrumentan entonces las decisiones y quienes son los responsables de elevarlas a las instancias correspondientes? ¿la comunidad en pleno, es decir todos y cada uno de sus miembros? En sociedades complejas como la venezolana, el caos sería el producto más seguro de un modelo organizativo orientado por el “participacionismo” el cual, como ha señalado Sartori (2003: 118), constituye “una exasperación activista por participar. El llamado a ‘participar más’ es meritorio, pero inflado sin medida sería casi como si toda la democracia se pudiese resolver con la participación”. Pero el “Poder Popular” resultaría también una ilusión por cuanto relega a la población a “participar” sólo a los niveles micros de organización, desconociendo otras formas participativas que no remiten exclusivamente a lo local; además, al estatizar los Consejos Comunales, unidades base del Poder Popular, y subordinarlos directamente al Presidente, la sociedad queda confiscada por el Estado y en vez del Estado ser para la sociedad, la sociedad es para el Estado. La instalación de Consejos del Poder Popular (consejos comunales, consejos obreros, consejos estudiantiles (…) según el artículo 70 propuesto, consagraría la corporativización del cuerpo social, siendo que organizaciones autónomas como los sindicatos y gremios empresariales, por ejemplo, no gozarían de reconocimiento en la Constitución re-elaborada. En la práctica esto implicaría que tales Consejos, “lejos de representar a sus asociados frente a los poderes nacionales, terminarían siendo la representación del Presidente ante la base social” (García Larralde, 2007: 2). Como ha señalado Munk (2007), la democracia es un proceso que empodera al Demos, para que éste controle al Estado, agregando que se reconoce a un proceso como no democrático si su resultado, el “out come” ha sido “predeterminado”. Es esto lo que a nuestro juicio identifica 18 “El pueblo es el depositario de la soberanía y la ejerce directamente a través del Poder Popular. Este no nace del sufragio ni de elección alguna, sino que nace de la condición de los grupos humanos organizados como base de la población” (Hugo Chávez en 2007 (b):75). 15 la noción del Poder Popular, tal como está planteada. En sustitución de la democracia representativa se predetermina una forma organizativa desde el Estado -la cual aspira al emplazamiento de la “democracia directa”- convirtiéndola en obligación constitucional. La dificultad de figuración de la democracia en virtud de la cual ésta mantiene un “sentido flotante” como ha indicado Rosanvallon (2003:22), se pretende anular cuando al sujeto mismo de la democracia, el pueblo y sus formas siempre abiertas e indeterminadas de manifestación, se las intenta apresar desde el poder. Otro de los elementos que la reforma incorporaba era la redefinición de las competencias de la Fuerza Armada Nacional (la que pasaría a llamarse Fuerza Armada Bolivariana), la cual constituiría “un cuerpo esencialmente popular y antiimperialista (…)” que participaría permanentemente “en tareas de mantenimiento de la seguridad ciudadana, y conservación del orden interno. Al proyecto presidencial se le sumó la actuación de la Asamblea Nacional, órgano que agregó 25 artículos más a la reforma sin adelantar ninguno de los procedimientos previstos en la Constitución para tales fines. La eliminación del debido proceso y el derecho a la información en los casos de estados de excepción, fueron dos de los más controvertidos. La Asamblea contribuía así, a completar un cuadro cuyos trazos consolidaban la desconfianza de los votantes en las modificaciones impulsadas por el ejecutivo. La manera como el presidente expuso el asunto ante la sociedad -el que vote por el Sí lo hará a favor de Chávez; el que vote por el No, lo hará a favor de George Bush- (www.aporrea.org/tiburon/n105636, 30-11-2007), buscó convertir la reforma en un plebiscito alrededor de su persona apelando nuevamente al recurso del enemigo externo, tan manido en los populismos de toda laya. Reelección y Leyes Orgánicas La reforma propuesta por el Presidente fue rechazada por la población votante en referendo realizado el 2 de diciembre de 2007. Según el Consejo Nacional Electoral, (CNE), la opción en desacuerdo obtuvo el 50.65%. Este rechazo no significó empero que el Presidente cediera en su empeño de modificar la Constitución. Un año y dos meses más tarde, los venezolanos volvieron a ser consultados sobre un tema que ya estos habían rechazado en 2007: el de la reelección indefinida, al parecer uno de los asuntos que más interesaban al Presidente pues de él dependía en gran medida la continuidad de su proyecto. Esta vez la proposición de enmienda fue aprobada con el 54% de los votos lo que le abría las puertas al Presidente para reelegirse en períodos sucesivos, como en efecto lo hizo para el período 2013-2019. Pero no sólo la reelección presidencial fue asegurada. Utilizando vías diferentes al referendo, el Presidente se aseguró la continuidad de su esquema de gobierno basado en la idea de socialismo del siglo XXI. En efecto, un conjunto de leyes orgánicas han sido 16 aprobadas con posterioridad al referendo de 2007, por la vía de la habilitación parlamentaria,19 con el propósito de adecuar la estructura jurídica a los requerimientos de la Revolución bolivariana, aun contrariando los principios que rigen la CRBV. Varios asuntos de primordial interés para la nación han sido objeto de formulación de leyes con carácter orgánico violentando la Constitución. Por razones de espacio no podemos abarcarlas todas en este trabajo pero queremos insistir en las que a nuestro juicio resultan más importantes en esa perspectiva. Tal es el tema militar. En realidad el estamento militar ha sido sometido gradual pero sistemáticamente a un conjunto de modificaciones siguiendo las pautas del proyecto que ha liderado el Presidente Chávez20. De modo que, contrariando el espíritu de la CBRV, que señala literalmente que las Fuerzas Armadas no tienen militancia política, el cuerpo armado nacional, se ha visto “afectado e inoculado con las visiones y esquemas del Presidente Chávez” (Rivas Leone, 2010: 180). De este modo, Chávez impuso un nuevo lema “Patria, socialismo o muerte” como saludo a la Fuerza Armada21. Apelando a la idea de que Chávez es el pueblo, el propio Presidente dirigiéndose a los miembros de la Fuerza Armada Nacional,22 les ha llamado: “combatientes, bolivarianos, revolucionarios, socialistas y chavistas” para luego agregar: “porque ahora ustedes han tomado esa categoría (chavistas) porque el chavismo es el patriotismo. Ser chavista es ser patriota… si no se es chavista no se es venezolano (…) los que quieren patria están con Chávez, no tienen otro camino (…) (www.noticias.com 25-06-2012). La pregunta que queda sin respuesta aquí, es cuanta de esa Fuerza Armada está verdaderamente comprometida con el proyecto socialista del Presidente y cuanto de ella efectivamente responde a su llamado. Sabemos sí, que una porción de ella, representada en el alto mando militar ha sido cooptada mostrándose obediente y fiel23. Este probable no control 19 En este punto nos parece muy pertinente hacernos la pregunta que se hace Bobbio: ¿si una mayoría parlamentaria (…) decide abolir el régimen parlamentario y atribuir el poder de adoptar las decisiones vinculantes para toda la colectividad a un jefe o a una oligarquía, ¿podemos decir que el nuevo sistema sigue siendo una democracia por el solo hecho de que ha sido instituido democráticamente? (Salazar Ugarte, 2006:189). 20 En este proyecto tienen papel crucial los militares. Norberto Ceresole, un sociólogo argentino, mentor ideológico de Chávez quizá haya contribuido a reforzar esa visión. Señalaba Ceresole que en países con débil desarrollo institucional, el ejército es el único vehículo para planificar, centralizar y gobernar, cumpliéndose la ecuación caudillo-­‐ejército-­‐masa. La doctrina ceresoliana apuntaba a diluir las instancias intermedias de representación de modo de vaciar el espacio que debería ser llenado por el vínculo caudillo-­‐pueblo con el apoyo de las Fuerzas Armadas. 21 Este slogan perduraría hasta que la salud del Presidente se resintiera con la aparición de un agresivo cáncer. Entonces el lema cambiaría a “Patria, socialismo y vida. Viviremos y venceremos” 22 Según Deborah Norden ((2008:177) “La revolución de Chávez ha avanzado de arriba abajo, cambiando una democracia fuerte por un gobierno concentrado que enfatiza los objetivos revolucionarios y debilita los controles democráticos. Así, Chávez ha enfrentado el desafío de convencer a los militares, históricamente comprometidos con procesos democráticos, a que acepten el camino hacia el socialismo” 23 Así por ejemplo, el General Henry Rangel Silva, jefe del Comando Estratégico Operacional de la FA ha señalado que la FAN no tiene lealtades a medias sino completas hacia un pueblo, un proyecto de vida y 17 total24 sobre el estamento armado nos hace pensar que ha alentado a Chávez a crear la Milicia Bolivariana25. Este cuerpo armado se crea en 2008 a través de la reforma de la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional (LOFAN) por la vía de la habilitación al Presidente de la República. Su manifiesta lealtad al proceso bolivariano, con sentido pretoriano26, queda clara en el preámbulo de autoría presidencial el cual señala que Con el supremo compromiso y voluntad de lograr la mayor eficacia política y calidad revolucionaria en la construcción del socialismo, la refundación de la nación venezolana, basado en los principios humanistas, sustentado en condiciones morales y éticas que persiguen el progreso de la patria y el colectivo (…) (resaltado nuestro) (Gaceta Oficial num. 6.020 21-03-2011) Y en el artículo 43 de la mencionada Ley se consagra expresamente la sujeción de esa instancia armada al Presidente de la República La Milicia Bolivariana es un cuerpo especial organizado por el Estado venezolano, integrado por la Milicia Territorial y Cuerpos Combatientes, destinada a complementar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en la Defensa Integral de la Nación, para contribuir a garantizar su independencia y soberanía (…) La Milicia Bolivariana depende directamente del Presidente de la República y Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en todo lo relativo a los aspectos operacionales a través del Comando Estratégico Operacional y para los asuntos administrativos dependerá del Ministro del Poder Popular para la Defensa (Gaceta Oficial num. 6.020 21-03-2011) (el resaltado es nuestro). El interés político parcializado de este estamento queda ratificado en los días en que el Presidente escogió para sus efemérides cuales son el 4 de febrero, día del golpe de Estado organizado por Hugo Chávez contra el Presidente Carlos Andrés Pérez y el 13 de abril, día en que el Presidente Chávez es reintegrado al poder, luego de su desalojo del mismo el 11 de abril de 2002. un comandante en jefe. Nos casamos con este proyecto de país” www.ultimasnoticias.com.ve 6-­‐01-­‐ 2012 24 Según Rocío San Miguel el año 2005 marca el inicio de la ideologización del sector castrense. Luego de ese año, han ocurrido tres reformas más de la Ley Orgánica de la FAN, lo que expresa las dificultades que Chávez ha tenido dentro de los cuarteles pues “ningún sector del país ha necesitado tantas leyes. Esto se explica –señala-­‐ porque Chávez está en la búsqueda de un control sobre lo militar donde encuentra resistencias” (San Miguel, El Nacional, 29-­‐01-­‐2012: Siete Días pag. 1) 25 No obstante, el discurso que justifica su creación de acuerdo a las palabras del Presidente es otro: “Los yanquis están desesperados porque no tienen más reservas de petróleo, a diferencia de nosotros que si tenemos la mayor reserva de petróleo del mundo, por eso, la búsqueda de la independencia plena, el desarrollo integral y la conformación de Venezuela como una potencia, requiere un país con alta capacidad defensiva” (Control Ciudadano 2010-­‐2011: pp 34,35) 26 Norden habla de pretorianismo para el caso venezolano apoyándose en la conceptualización que ofrece Nordlinger: los gobernantes tipo pretoriano (…) no sólo controlan el gobierno sino que también dominan el régimen, algunas veces intentando controlar grandes parcelas de la vida económica, política y social a través de la creación de estructuras de movilización. Los objetivos políticos y económicos de los gobernantes pretorianos son excepcionalmente ambiciosos, ocasionalmente justificando una descripción de ellos mismos como modernizadores radicales o revolucionarios” (Norden, 2003:123). 18 El otro tema que consideramos relevante es el de la descentralización. Otra de las propuestas del Presidente para reformar la Constitución fue la de la nueva geometría del poder. Pese a que fue rechazada en las urnas, el Presidente insistió en ella a través de decretos en el marco de la habilitación que la AN le había otorgado. De modo que en diciembre de 2010 entraron en vigencia las leyes orgánicas del Poder Popular, de Planificación Pública Popular, de las Comunas, de Contraloría Social y del sistema Económico Comunal.27 Según la Ley Orgánica de las Comunas, Artículo 1, la Comuna es la “entidad local donde los ciudadanos y ciudadanas en el ejercicio del Poder Popular, ejercen el pleno derecho de la soberanía y desarrollan la participación protagónica mediante fórmulas de autogobierno para la edificación del estado comunal, en el marco del estado democrático y social de derecho y de justicia”. Y de acuerdo al Artículo 2, “la Comuna se inspira en la doctrina del Libertador Simón Bolivar, y se rige por los principios y valores socialistas de participación democrática y protagónica (…)” Por Estado comunal, se entiende una “forma de organización político social, fundada en el Estado democrático y social de derecho y de justicia (…) en la cual el poder es ejercido directamente por el pueblo, a través de los autogobiernos comunales, con un modelo económico de propiedad social y de desarrollo endógeno y sustentable, que permita alcanzar la suprema felicidad social de los venezolanos y venezolanas en la sociedad socialista. La célula fundamental de conformación del estado comunal es la Comuna” (Artículo 4). Las comunas son presentadas por el gobierno como un instrumento para hacer posible la transición hacia el socialismo por la vía de restituir el poder al pueblo y radicalizar la democracia participativa, tal como el mismo Chávez lo manifestara en la presentación de su proyecto de gobierno para el período 2013-2019. Pero, a juicio de expertos en el tema, lo que se encuentra detrás de este nuevo modelo es la intención, por parte del gobierno chavista, de desmantelar progresivamente estados y municipios tanto por la vía del vaciamiento de sus competencias, como por la asfixia fiscal a la que los mismos han sido sometidos (Mascareño, 2011) contrariando el mandato constitucional. En efecto, puertos, aeropuertos, servicios de salud, entre otros, le han sido arrebatados a gobernaciones y alcaldías siendo retomado su control por el poder central. Así también, éste ha desplegado variados mecanismos “legales” para diezmar los recursos de aquellos, animado por un proyecto que se ha propuesto re-centralizar el poder contrariando el principio federal que rige constitucionalmente al Estado venezolano. Entre estos mecanismos destacan el Decreto Ley de Contribución Especial sobre Precios Extraordinarios y Exorbitantes de Petróleo, mediante el 27 Una acuciosa investigación emprendida por CIvilis, una Organización de derechos humanos venezolana, reveló que los contenidos que se proponía la reforma constitucional de 2007, rechazada en las urnas, se encuentran aplicados al ordenamiento jurídico vigente en más de un 80%. De los 69 artículos propuestos para su reforma, 57 forman parte de la normativa “legal”. Las leyes y normativas dictadas por los órganos del poder público, ya han trascendido los propios contenidos y alcances de la reforma, involucrando la modificación de al menos 34 artículos adicionales. Por lo cual son 107 los artículos violentados por estas normas vigentes (ver CIvilis 2012). 19 cual el Ejecutivo nacional retiene para sí la diferencia entre los 40 $ por barril estipulados en el presupuesto y el precio real de éste, que, ha remontado los 100 $ en los últimos años. De este modo se le han venido sustrayendo a estas instancias de gobierno ingentes recursos financieros que han disminuido sustancialmente su capacidad para resolver los numerosos problemas asociados a los servicios públicos locales. Recordemos que de acuerdo a la jurisprudencia universal, el modelo federal de gobierno tiene su basamento en las distintas potestades que hacen referencia a la titularidad sobre un determinado poder político reconocido a las entidades político-territoriales y a sus ciudadanos; potestades que se ejercitan por medio de una definida delimitación de competencias (Ildis-Convite: 2009). Otro de los aspectos en el que la distancia entre la letra constitucional y las ejecutorias del gobierno se distancian largamente es en el económico. Como se ha indicado, según la Constitución el Estado está obligado a fomentar la actividad privada así como a reconocer el derecho a la propiedad privada; en caso de expropiaciones, la carta magna habla del pago de una indemnización justa. Sin embargo, a lo largo de catorce años de gobierno hemos visto como el aparato productivo ha sido diezmado al punto de que mientras que en el año 1999 el número de establecimientos manufactureros era de 11.200 empresas, en 2010, la cifra no alcanzaba los 7000 (Conindustria, 2010). Esto significa que en apenas una década, casi la mitad de las industrias cerró sus puertas. A ello debemos sumar las expropiaciones de empresas, casi 28 siempre productivas. Sólo en el año 2011 el gobierno expropió diez empresas por semana sin que este proceso se correspondiera con el número de indemnizaciones a los propietarios, como ordena la Constitución. De más de un millar de bienes expropiados, sólo el 10% de sus dueños ha recibido el correspondiente pago y menos de esa proporción ha sido beneficiado con un precio considerado justo (Boon, 2012). El diseño de un aparato “legal” contrario a la Constitución a nuestro juicio, tiene como propósito, más allá de disminuir las potencialidades productivas del sector privado, debilitar su capacidad como actor en el juego sociopolítico. La impunidad con la que este conjunto de leyes orgánicas se ha tramado debe buscarse en la ausencia de un Tribunal Constitucional consciente de su deber cuyo papel, teóricamente, es controlar que las leyes aprobadas por el parlamento respeten los derechos y las libertades que la Constitución garantiza, pues sólo él ostenta el “monopolio del rechazo” es decir, sólo él tiene la potestad de declarar que determinado precepto de ley es contrario a la Constitución (Ferreres Comella, 2012: 21). En Venezuela, el órgano judicial, como hemos dicho fue cooptado en su 28 En realidad la ola de expropiaciones se inició en 2007, apenas iniciado su segundo mandato. En esa oportunidad el Presidente justificaría esa política señalando que: “Tenemos que recuperar la propiedad social sobre los medios estratégicos de producción” llegando incluso a afirmar que: “me declaro en guerra económica. A ver quién puede más, ustedes burgueses de pacotilla o los que quieren patria. Guerra es guerra.” (El Nacional, 6-­‐03-­‐2013:1-­‐11). 20 casi totalidad por el chavismo y sus decisiones en su mayoría están interferidas por el interés político del poder ejecutivo, por no decir del Presidente de la República. El diseño de esta arquitectura jurídica, que anula por sí misma las competencias del poder legislativo, ha roto los moldes de la legalidad y no nos queda sino recordar con Bobbio que lo contrario del poder legal es el poder arbitrario y que cuando se le exige al poder que actúe conforme a lo legal se le exige a quien lo detenta que no actúe conforme a su propio capricho; es decir que no se comporte como un tirano ( Bobbio, 1985). Separación de poderes y derechos individuales Como se ha señalado antes, la Constitución del 99, reconoce la autonomía de los poderes públicos en consonancia con los principios de la democracia liberal. De manera que la garantía de protección de los derechos individuales reside precisamente en la separación de poderes.29 Tal como señala Bovero (2006): (…) los derechos fundamentales individuales son los límites principales del poder político, inviolables por el mismo: dichos derechos son aquellos ante los cuales el poder carece de poder (…) ¿qué debemos hacer para que el poder no supere estos límites? (…) Sólo nos queda dividirlo, creando órganos de poderes diferentes, con la finalidad de que el poder frene al poder (…) La división de los poderes fue concebida como un remedio (preventivo) para controlar el abuso de poder. Sin embargo, esta prevención, en el caso venezolano, no parece haber surtido efecto pues uno de los más importantes problemas que confronta la sociedad que se opone a las políticas del gobierno chavista es precisamente la ausencia de una real independencia de los poderes judicial y legislativo con respecto al ejecutivo. Un caso emblemático en este sentido ha resultado el de la pena máxima a la jueza María de Lourdes Afiuni solicitada públicamente por el propio presidente Chávez en el año 2009 al decir: “Habrá que meterle 30 años a esa jueza. Tiene que pagar lo que ha hecho, así como cualquier otro juez que se le ocurra algo parecido” (El Nacional, 6-03-2013). Efectivamente, la jueza se encuentra privada de libertad por haber dictado una medida cautelar sustitutiva de prisión justificada por las violaciones al debido proceso. La jueza había ordenado la libertad condicional del banquero Eligio Cedeño, cuya detención fue declarada arbitraria por el Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de la Organización de las Naciones Unidas 29 De la separación de los poderes, indica Salazar Ugarte (2006: 89), es posible derivar dos principios constitutivos del Estado constitucional: el principio de legalidad y el principio de imparcialidad, indispensables ambos para asegurar la libertad. “El principio de legalidad consiste en la distinción y subordinación de las funciones ejecutiva y judicial a la función legislativa; el de imparcialidad consiste en la separación e independencia del órgano judicial: tanto del órgano ejecutivo como del legislativo. El primero confirma la supremacía de la ley y el segundo garantiza su aplicación efectiva”. 21 (ONU). También ese organismo declaró arbitraria la detención de la propia jueza (Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, Tal Cual 8/9-12-2012). Su injusta privación de libertad, así como los actos denigrantes de su dignidad a los que fue sometida en una institución penal pública, ha llamado la atención de intelectuales de izquierda de la talla internacional de Noam Chomsky, quien dirigió una carta abierta a los defensores de la justicia en Venezuela y el mundo intercediendo por la jueza. A pesar del respeto y la admiración que el presidente manifestaba por Chomsky, hizo caso omiso de la misiva (Olivares, 2012). El caso de la jueza Afiuni que puede ser visto no sólo como una inadmisible injerencia del poder ejecutivo sobre el judicial, si no como una violación flagrante a los derechos humanos, no es un evento aislado: reconvenciones públicas frecuentes a las cabezas del Consejo Nacional Electoral; órdenes del Presidente a la Fiscalía General de la República para que tome acciones en uno u otro caso, conforman el variado repertorio de eventos protagonizados por el Presidente de la República atentando contra el principio constitucional de la autonomía de los poderes públicos. ¿Existe en Venezuela una democracia constitucional? Según Bovero, una democracia constitucional en sentido estricto es “una forma de gobierno en la que los órganos del poder democrático además de encontrarse articulados según el principio de separación y/o división están explícitamente vinculados en su actuación por la norma constitucional, que los obliga al respeto y a la garantía (…) de los derechos fundamentales, en primera instancia los derechos de libertad y los derechos sociales”. De acuerdo a este mismo autor, una democracia completamente inconstitucional conceptualmente entendida equivale a un régimen que “si bien puede aparentar satisfacer las condiciones de la democracia en el desarrollo del juego político, carece de la protección jurídica que un Estado constitucional otorga a esas mismas condiciones, empezando por los propios derechos políticos (…) que adolecerían de una protección que impida a cualquier mayoría contingente volverse una mayoría tiránica y usurpadora” (Bovero, 2006:36) Esta larga cita de Bovero nos coloca en la situación de Venezuela cuyas aristas más importantes descubrimos a lo largo de este trabajo. Si nos atenemos a la conceptualización de nuestro autor, tendríamos que admitir que, en primer lugar, en Venezuela no existe una democracia constitucional en tanto no está asegurada la división de poderes ni la letra constitucional asegura que los derechos fundamentales, en particular los políticos, estén garantizados. A lo largo de estos catorce años de gobierno se ha ido consolidando, cada vez con mayor densidad, un gobierno que obra en nombre de una mayoría que desconoce el derecho de la 22 minoría; que actúa en nombre del pueblo, desconociendo que en las democracias modernas el titular de la soberanía no es el pueblo en abstracto sino los individuos en tanto ciudadanos. En trabajos anteriores hemos categorizado al gobierno chavista como populista autoritario (Arenas y Calcaño, 2006; Arenas, 2007). Retomamos esa calificación por cuanto en ella se encierran las claves que identifican la naturaleza y el curso de acción del régimen. Como se sabe, los gobiernos populistas actúan desde una lógica maniquea que divide a la sociedad entre buenos y malos, patriotas y antipatriotas, virtuosos y corruptos. El jefe populista encarna al pueblo que clama por redención pero esta noción de pueblo se subsume en el de la comunidad populista, sin fisuras, opuesta a la sociedad plural, diversa, heterogénea, esencialmente conflictiva. De allí que uno de los rasgos que identifica a la familia de los populismos sea su animadversión por la democracia liberal representativa con sus formalidades y procedimientos a los que encuentran vacíos, portadores y reproductores del interés de la clase burguesa. No es el populismo chavista la excepción. Como dijimos al principio, el chavismo nació enfrentando la democracia liberal y enarbolando la bandera de la democracia directa; vino al mundo proclamando los valores de lo que se ha entendido como libertad positiva. Pero esta libertad positiva supone la existencia de una voluntad general indivisible, soberana, que no es susceptible de ser representada según la fórmula clásica esgrimida por Rousseau. De acuerdo al Proyecto Nacional Simón Bolivar en el cual se delinea el Primer Plan Socialista de Gobierno para el período 2007-2013, puede leerse que la soberanía popular, la cual se hace tangible en el ejercicio de la voluntad general, no puede enajenarse nunca y el soberano, que no es sino un ser colectivo, no puede ser representado más que por sí mismo (…) si la soberanía reside en el pueblo y este acepta obedecer a un poder distinto, por ese mismo acto se disuelve como pueblo y renuncia a su soberanía (Proyecto Nacional Simón Bolivar, 2007:14). Atendiendo a este principio el pueblo debe participar directamente, sin mediaciones, satisfaciendo el ideal de la democracia directa pero, sobre todo, debe actuar permanentemente a título de un poder constituyente que no reposa y en consecuencia mantiene al texto magno también en jaque, en perenne posibilidad de movimiento. Teniendo en cuenta la visión dual del mundo que anima al populismo, la cual obliga a la anulación del enemigo, la activación del poder constituyente con ese fin será una necesidad siempre presente. Tal como dijera uno de los dirigentes del chavismo: “Una revolución es una constituyente permanente” (Barreto, www.noticias24.com 13-11-2012). Pero al populismo del gobierno venezolano le hemos puesto un apellido: autoritario. En efecto esa visión populista concebida como la voluntad homogénea del pueblo se asocia con formas autoritarias de gobierno que “destrozan y pasan por alto el marco normativo existente que es visto como un impedimento para que se exprese la voluntad popular encarnada en el líder” (de 23 la Torre, 2008:45). De aquel núcleo de poder original amasado con prácticas de dudosa calidad democrática a partir de la Asamblea Constituyente, el régimen ha ido acrecentando su poder en una línea de acción cada vez más negadora de la pluralidad; cada vez más afirmadamente autoritaria. Es el caso, por ejemplo del terreno electoral en el cual se replica el fenómeno de autoritarismo electoral, estudiado por Schedler (2006), en el cual los procesos eleccionarios han sido “severa, amplia y sistemáticamente manipulados por el Estado” valiéndose de múltiples vías como el diseño de reglas electorales discriminatorias; exclusión de partidos y candidatos de la arena electoral transgrediendo sus derechos políticos y civiles, restringiendo su acceso a los medios y a las finanzas con vistas a la campaña electoral, entre otras. En este sentido, el gobierno chavista, particularmente desde el año 2008, ha acentuado prácticas como las señaladas por Schedler, al inhabilitar candidatos a gobernaciones y alcaldías; al hacer un uso cada vez más abusivo de los recursos públicos con fines partidistas; al diseñar leyes, como la de procesos electorales claramente ventajosas para el polo oficial; al desconocer los resultados electorales que favorecen a candidatos opositores al arrebatarle recursos y competencias como ya se ha señalado. Pero el autoritarismo electoral presente en el chavismo debe remitirse al vasto poder que ha controlado el presidente Chávez acumulado precisamente a partir de cada evento electoral celebrado, todos de naturaleza plebiscitaria alrededor de su figura. Varios de los rasgos que Juan Linz y Alfred Stepan han atribuido a los regímenes autoritarios pueden constatarse en el de Chávez con las especificidades del caso (Arenas y Gómez Calcaño, 2006). Destaca entre ellos la limitación del pluralismo político a partir de la cual se han reducido significativamente los espacios y derechos de los factores opositores. Pero este autoritarismo puede ser entendido como una deriva del propósito totalizador que el proyecto chavista tuvo en sus orígenes ante la imposibilidad de concretarse gracias a las trabas impuestas, tanto por la sociedad democrática nacional como por la internacional. A este tipo de regímenes Linz (1975), los ha calificado como de “totalitarismos imperfectos” aquellos que constituyen una fase transitoria de un sistema político cuyo despliegue hacia el totalitarismo ha sido detenido y tiende en consecuencia, a convertirse en algún otro tipo de régimen autoritario. Empero, los esfuerzos que el gobierno de Chávez ha realizado en estos últimos años por encorsetar la sociedad en una única racionalidad, la de su interés particular, le acercan de nuevo, con las variantes obvias, a su proyecto original, a saber, el de la hegemonía total de su proyecto sobre la sociedad venezolana. El “acto de equilibrio” que Chávez se ha visto obligado a ensayar dentro de la “escisión constitutiva” que significa ser el líder del movimiento bolivariano (representación de la plebs) al tiempo que presidente de la República (representación del demos) (Panizza, 2008:91), se ve desbalanceado por el primero de los roles al inclinar su ejercicio de gobierno a favor de aquel proyecto. En ese programa la democracia representativa debe ser 24 disminuida dando paso a la democracia participativa, única manera de recuperar el “colectivo que no puede representarse más que por sí mismo” como aspira el gobierno bolivariano. El dilema que al chavismo se le presenta entre la revolución que aspira superar a la democracia representativa y la Constitución Bolivariana de Venezuela nacida en los cánones de la misma, luce insoluble al día de hoy. La reciente desaparición física del líder máximo del movimiento quizá pueda ser la clave para un desenlace que por hoy resulta imprevisible. En todo caso, Venezuela puede ser un buen ejemplo para recordar con Ferrajoli que “Las constituciones (…) no son útiles para representar la común voluntad de un pueblo (…) sino para garantizar los derechos de todos en contra incluso de la voluntad popular (…) en breve, una constitución es democrática no porque fue votada por muchos sino porque protege a todos” (en Salazar Ugarte: 2006:210). Conclusión El principio dicotómico a través del cual el populismo chavista guía su acción política, le obliga a mantener activado permanentemente el proceso constituyente a fin de anular los factores que impiden supuestamente el bienestar del pueblo y trascender los valores de la democracia burguesa representativa. De modo que, entre la Constitución refrendada en 1999 y la Revolución bolivariana, existe una tensión permanente que aún no logra ser resuelta por el liderazgo chavista. En todo caso, el diseño de una nueva constitución no ha contribuido con el propósito de afianzar la democracia luego de la profunda crisis del sistema político venezolano. Por el contrario, los contornos de un régimen cada vez más autoritario se han venido perfilando en la Venezuela de los últimos tres lustros. Bibliografía Alvarez Angel, (2002) El Estado y la revolución “protagónica” en Ramos Rollon Marisa (Ed.) 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