Teoría del contrato social

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Resumen
La teorÃ−a del contrato social es la más representativa e influyente de las teorÃ−as polÃ−ticas desarrolladas
durante la Edad Moderna.
Los precedentes más lejanos de la teorÃ−a del contrato social pueden retrasarse hasta la teorÃ−a sofista del
origen convencional del Nomos.
La teorÃ−a del contrato social pretende resolver explicar el hecho de que los seres humanos vivamos en
sociedades polÃ−ticamente organizadas. Los defensores del contrato social investigan cómo serÃ−a la vida
de los seres humanos si no viviésemos en sociedades polÃ−ticamente organizadas, en ausencia de un poder
polÃ−tico y de un tejido social consolidado.
Hobbes
El primer autor que describió la vida de los seres humanos en el estado de naturaleza fue Thomas Hobbes.
La descripción que Hobbes realiza del estado de naturaleza está directamente inspirada en la anarquÃ−a y
las cruentas guerras civiles inglesas en tiempos de la dinastÃ−a de los Estuardo.
Según Hobbes, el estado de naturaleza es <<aquel tiempo en el que viven los hombres sin un poder común
que los obligue a todos al respeto.>> Según el filósofo inglés, todos los hombres están dotados de
capacidades similares. Estas capacidades son empleadas por los individuos para alcanzar aquellos fines que la
necesidad les obliga a satisfacer para su conservación y dado que los seres humanos son abandonados a sus
fuerzas, se convierten en enemigos unos de otros. El estado de naturaleza es, por tanto, un estado de guerra.
En el estado de guerra, los hombres viven sometidos al miedo continuo y al peligro de una muerte violenta.
Los seres humanos toman conciencia de que sólo pueden aspirar a una vida solitaria, pobre, desagradable,
brutal y corta. De un modo más preciso podrÃ−a incluso afirmarse que la existencia humana serÃ−a
absolutamente inviable en tal estado.
El temor a la muerte, el deseo de las cosas necesarias para una vida confortable y la esperanza de obtenerlas
mediante el trabajo hacen que todos los seres humanos consideren racionalmente deseable instituir un estado
diferente del estado de naturaleza. Y la razón nos dictarÃ−a de modo unánime que todos los individuos
deben renunciar al uso de su fuerza natural, ya que es incompatible con la supervivencia individual y
colectiva. Pero los seres humanos individualmente jamás renunciarÃ−an a su fuerza si no tienen la certeza
de que los demás también renunciarán. Concluye Hobbes que los hombres celebrarÃ−an un contrato por
el que cada uno renuncia a su poder natural y lo transfiere a una instancia (Estado) que se encarga de vigilar
que ningún individuo emplee su fuerza contra otros y, en caso de hacerlo, garantizar su castigo.
La función del Estado es garantizar la paz y por ello son legÃ−timas las instituciones que persigan y
combatan el crimen y castiguen al que se evada del cumplimiento de sus obligaciones derivadas del contrato.
Dadas estas condiciones cesará el miedo permanente y podrán proliferar el trabajo y el comercio y, con
ellos, los medios de vida.
Según Hobbes, los individuos sólo podrÃ−an recuperar su derecho natural al empleo de la fuerza en el caso
de que el estado desatendiera de modo manifiesto sus obligaciones, ya sea por debilidad o falta de autoridad.
Es decir, en el caso de que el estado polÃ−tico degenerara en una situación de anarquÃ−a.
La perspectiva polÃ−tica de Hobbes estuvo severamente condicionada por el obvio pesimismo
antropológico. La teorÃ−a del contrato social que hicieron otros autores no compartirÃ−a este rasgo
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predominante en el pensamiento hobbesiano. John Locke y Jean Jaques Rousseau compartieron la hipótesis
del estado de naturaleza sin los tintes pesimistas de Hobbes.
Además, Locke y Rousseau consideraron que una sociedad organizada bajo la forma del Estado puede
promover tantas injusticias como podamos imaginar. El problema para el ser humano no consistirÃ−a tanto en
escapar del estado de naturaleza como en hacerlo de tal modo que de ello resulte un estado en el que los
individuos sigan siendo libres.
Locke planteó a la teorÃ−a del contrato social de Hobbes la gran objeción que desde entonces se ha
formulado a toda forma de organización polÃ−tica con la forma de estado; ¿cómo pueden los súbditos
de un estado -en la formulación hipotética de Hobbes- estar seguros de que el poder no adoptará una
forma despótica, tiránica? No hay ninguna garantÃ−a de que el estado no se convierta en despótico salvo
que se limite su acción.
Locke
En su obra Segundo ensayo sobre el Gobierno Civil, John Locke supone a los seres humanos viviendo en un
estado de naturaleza libres e iguales pero no en guerra permanente unos contra otros. Locke atribuye a todos
los seres humanos conciencia y conocimiento de la ley natural. La razón nos informa de que no es
legÃ−timo dañar la vida de otros hombres ni atentar contra sus posesiones. Básicamente el estado de
naturaleza se caracteriza porque en él no existe individuo superior a otro. Sin embargo, la ausencia de un
poder central no justifica a los individuos para que empleen su libertad y su fuerza natural sin restricciones de
ningún tipo.
La razón también proporciona información sobre un conjunto de derechos inherentes a los individuos.
Resulta obvio que la existencia de derechos genera deberes en los individuos. Locke en varias ocasiones se
refiere al derecho de conservación, al derecho de defensa de la vida, al derecho de libertad y al derecho de la
propiedad. Para lograr el derecho a conservar sus propias existencias, los seres humanos disponen de toda la
creación de Dios, de todo el medio natural que tienen a su alcance. Todo esfuerzo destinado a la obtención
de medios de subsistencia recibe la denominación de <<trabajo>>. Ese trabajo implica una transformación
del medio. El hombre que trabaja la tierra deposita sobre los objetos sobre los que trabaja su tiempo, su
ingenio y su perseverancia y de este modo se apropia de ellos, los hace suyos. Los objetos de su ocupación
se convierten en una extensión de su propio ser.
De la misma manera que el trabajo sirve para justificar la existencia de la propiedad privada, también sirve
para establecer un lÃ−mite a ésta.
Para Locke, cabe preguntarse cuáles son los motivos que podrÃ−an llevar a los seres humanos a salir del
estado de naturaleza. La sociedad civil se justifica porque con ella podremos salvaguardar con más eficacia
nuestros derechos y libertades. Hace falta una ley escrita que desarrolle los términos de la ley natural.
También hace falta una instancia que se encargue de dirimir las diferencias entre los individuos en caso de
conflicto sobre asuntos particulares e,igualmente , de perseguir y castigar a aquellos que no respeten la ley o
las sentencias.
Sin embargo, los individuos no están obligados a formar parte de la sociedad polÃ−tica. Teóricamente no
forman parte de ella salvo que muestren su consentimiento.
Lo primero a lo que renuncian los individuos cuando entran a formar parte de la sociedad polÃ−tica esa su
capacidad para legislar y a su capacidad para aplicar la ley. Es conveniente que estos poderes (ejecutivo y
legislativo) estés separados para evitar la arbitrariedad y la injusticia.
Los individuos que llevan a cabo la práctica de delegación de poder y constituyen el estado polÃ−tico
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deben comprender que las decisiones en materia de legislación deberán ser únicas y que todos los
individuos quedarán sometidos a la misma ley. Las leyes deberán de aprobarse por algún tipo de
mayorÃ−a y deberán concretar la <<dirección>> de la mayorÃ−a.
Para Locke no hay que olvidar que el individuo debe seguir considerando las ventajas de pertenecer a una
comunidad polÃ−tica. Los individuos siempre podrán elegir someterse a una legislación no mayoritaria
sino unánime. Sin embargo, el poder legislativo quedarÃ−a paralizado.
Los individuos también podrÃ−an mostrarse remisos a someterse al criterio de la mayorÃ−a si sospechan
que la legislación emitida va a atentar contra sus intereses.
Locke siempre pensó que el poder fundamental era el legislativo porque todas las instituciones del estado
requieren para su funcionamiento de algún tipo de regulación que dependerá de algún tipo de ley.
El filósofo inglés añadió una última consideración relativa a los motivos que podrÃ−an justificar
una ruptura de la sociedad polÃ−tica. Locke se refiere ocasionalmente a la <<rebelión>> del pueblo, aunque
en sentido estricto habrÃ−an sido los poderes del estado los que se habrÃ−an rebelado previamente contra los
ciudadanos al incumplir sus obligaciones polÃ−ticas.
Rousseau
El último de los grandes autores que desarrolló durante la Edad Moderna la teorÃ−a del contrato social fue
Jean Jaques Rousseau.
Rousseau inicia su reflexión partiendo de la situación de los seres humanos en un hipotético estado de
naturaleza. Según Rousseau, no hay que considerar que en el estado de naturaleza los individuos se
encuentren permanentemente en un estado de guerra de todos contra todos. Resulta impensable imaginar a los
seres humanos al margen de cualquier vÃ−nculo social dado que somos espontáneamente sociables. El ser
humano no es malo por naturaleza.
Las principales razones por las que el ser humano entra en conflicto son alimentadas por ciertas formas de
vida social. Rousseau denuncia que el progreso social acarrea un estilo de vida que lleva al conflicto. El
desarrollo genera todo tipo de desigualdades y estas pervierten ciertos sentimientos que de modo natural los
seres humanos albergamos respecto a los demás.
Los filósofos ilustrados jamás cuestionaron el progreso de la humanidad. Sin embargo, para Rousseau la
complejidad social inherente al progreso produce efectos perversos en los individuos. Rousseau responsabiliza
a las artes y la a las ciencias de ser la última causa de dichos males entre los que destaca la propiedad
privada. Rousseau establece una especie de <<primitivismo moral>>, según la cual los lazos sociales que
espontáneamente establecemos son positivos y naturales, mientras que aquellos otros que surgen de las
relaciones establecidas en una vida social artificial son negativos y antinaturales.
Si los seres humanos viven en sociedades complejas es por su incapacidad para superar con éxito las
dificultades que les plantea la supervivencia individual o en pequeños grupos prepolÃ−ticos. Los seres
humanos sólo disponen de un opción: producir una suma de fuerzas que obren concertadamente.
Rousseau afirma que los seres humanos sólo renunciarÃ−an a emplear sus fuerzas naturales de modo
individual y en su propio beneficio si tuvieran la seguridad de que los demás obrarán de igual manera ya
que renuncian a la libertad natural.
El gran problema polÃ−tico consiste en describir una forma de organización polÃ−tica que sea capaz de
aglutinar las fuerzas de los individuos, garantizar su supervivencia y garantizar que seguirán siendo libres.
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AsÃ−, los individuos delegan su fuerza al Estado, el cual queda limitado en sus actuaciones por la razón que
justifica su existencia. El contrato social es el hipotético pacto que todos los seres humanos han celebrado
dando origen a un Estado de acuerdo con las condiciones anteriormente dichas.
Los pensadores ilustrados dedicaron una parte importante de su obra a describir qué procedimientos
habrÃ−a que aplicar para garantizar que el Estado no se convierta en un monstruo. Montesquieu, por ejemplo,
propuso la separación de poderes. Repartiendo las funciones clave de un estado en diversas instituciones se
evita a concentración de poder y se minimizan las posibilidades de que el poder sea empleado de modo
parcial o arbitrario. Sin embargo, todavÃ−a subsiste un problema para Rousseau: ¿Cómo pueden los
individuos seguir siendo libres viviendo en un Estado?
Los filósofos ilustrados consideraban que <<es libre aquel hombre que se da a sÃ− mismo la ley>> esto es,
aquel que actúa conforme a una norma que se ha dado a sÃ− mismo. Sin embargo, ¿cómo pueden los
individuos, viviendo en un Estado, darse a sÃ− mismos la ley? Ello sólo es posible si las leyes que rigen el
funcionamiento del Estado son producto de la voluntad de los individuos, de su voluntad general. Los
individuos podrán ser se este modo libres dentro del Estado. Esta libertas se denomina <<libertad civil>>.
De un modo más general podemos decir que si el poder polÃ−tico depende de los individuos que
constituyen la sociedad polÃ−tica, serán libres, y no lo serán de modo contrario.
En la práctica, Rousseau sugiere que las instituciones del estado deben representar la voluntad general.
Más aún, la soberanÃ−a residen en la voluntad general. El poder polÃ−tico reside en los individuos que
constituyen la comunidad polÃ−tica y sólo de este modo se justifica y queda legitimado el poder polÃ−tico.
Si se cumple esta condición, los individuos pueden ser denominados ciudadanos y no sólo súbditos.
Para Rousseau, la voluntad general es la voluntad resultante de la voluntad de todos los individuos, pero no se
identifica con ella. Hay que distinguir entre voluntad particular (suele tomar en consideración en interés
individual exclusivamente) y voluntad general (agrupa los intereses comunes y atiende al interés colectivo).
La naturaleza y el papel que Rousseau asigna a la voluntad general ha generado polémica entre sus
intérpretes. Rousseau afirma que la voluntad general no se puede equivocar. Eso parece indicar que si los
ciudadanos deliberan libremente, las diferencias entre unos y otros se compensan mutuamente.
Rousseau consideraba que la aplicación de la voluntad general requiere un conjunto de condiciones
polÃ−ticas que abarcan desde la libertad de expresión hasta la facultad de participar en loa asuntos
públicos. Y mientras menos intermediarios se impongan entre los individuos y las instituciones del Estado,
más robusta y fiable será la voluntad general resultante. Rousseau suele ser considerado como defensor de
la <<democracia directa>> ya que desconfÃ−a de las agrupaciones que se crean en el interior de un Estado.
En definitiva, en el pensamiento polÃ−tico de Rousseau subyace una admiración por la organización
polÃ−tica de los cantones suizos y una fascinación por la polis griega. Rousseau consideraba que las
unidades polÃ−ticas pequeñas eran preferibles dado que en ellas es más factible la implicación y
participación de los ciudadanos en los problemas polÃ−ticos y porque resulta más fácil garantizar que las
decisiones polÃ−ticas estén determinadas por la voluntad general.
Tabla comparativa de la teorÃ−a del origen de la sociedad y el estado de Hobbes, Locke y Rousseau
Autor
Hobbes
TeorÃ−a
Para Hobbes, todos los hombres están dotados por naturaleza de capacidades
similares. Estas capacidades son empleadas por los individuos para alcanzar todos
aquellos fines que la necesidad les obliga a satisfacer y dado que están
abandonados a sus fuerzas, se convierten en enemigos unos de otros.
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El temor a la muerte y el deseo de las cosas necesarias para una vida confortable
hacen que todos los seres humanos consideren deseable instituir un estado
diferente del estado de naturaleza.
La razón nos dictarÃ−a que todos los individuos deben renunciar al uso de la
fuerza natural. AsÃ−, los hombres celebrarÃ−an un contrato por el que cada uno
renuncia a su poder natural y lo transfiere a una instancia que se encarga de vigilar
que ningún individuo emplee su fuerza contra otros y, en caso de hacerlo,
garantizar su castigo.
Según Locke, el estado de naturaleza no es idÃ−lico ya que el hombre tiene una
gran cantidad de necesidades. A esto hay que sumar que los individuos no poseen
un medio efectivo para preservar sus libertades y derechos.
Locke
Rousseau
La sociedad civil se justifica porque con ella podremos salvaguardar nuestros
derechos y libertades. Hace falta una ley escrita que desarrolle los términos de la
ley natural. Además, hace falta una instancia que se encargue de dirimir las
diferencias entre los individuos en caso de conflicto sobre asuntos particulares e,
igualmente, de perseguir y castigar a aquellos que no respeten la ley o las
sentencias.
Para Rousseau, si los seres humanos viven en sociedades complejas es por su
incapacidad para superar con éxito las dificultades que les plantea la
supervivencia individual o en pequeños grupos prepolÃ−ticos.
Rousseau afirma que los seres humanos sólo renunciarÃ−an a emplear sus
fuerzas naturales de modo individual y en su propio beneficio si tuvieran la
seguridad de que los demás obrarán de igual modo. El gran problema polÃ−tico
consiste en describir una forma de organización polÃ−tica que sea capaz de
aglutinar las fuerzas de los individuos, garantizar su supervivencia y garantizar que
seguirán siendo libres.
AsÃ−, los individuos delegan su fuerza al Estado, el cual queda limitado en sus
actuaciones por la razón que justifica su existencia.
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