Uso y apropiación de los recursos en la frontera agraria de Misiones

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IV JORNADAS SOBRE POBLAMIENTO, COLONIZACIÓN E INMIGRACIÓN
EN MISIONES
26-27 de agosto de 2005
“Uso y apropiación de los recursos en la frontera agraria de Misiones. Los casos de
Agroforestal y Pozo Azul (a principios de siglo XXI)”
Ariel García•
Indice
Introducción.................................................................................................................. 2
El proceso de ocupación de Misiones hasta mediados de siglo XX............................. 3
La colonización espontánea en las últimas décadas del siglo XX................................ 4
Dos casos de colonización espontánea reciente: Pozo Azul y Agroforestal ................ 6
Reflexiones finales ..................................................................................................... 11
Bibliografía................................................................................................................. 11
Resumen
El objetivo del presente trabajo es describir las características de la ocupación de tierras
con fines agrícolas en el nordeste de la provincia de Misiones, poniendo especial énfasis
en las estrategias desplegadas por los ocupantes en la apropiación y uso de los recursos.
La historia de la ocupación del territorio de Misiones es una historia de olas migratorias
y ciclos productivos, cuyos actores dominantes están simbolizados por las figuras del
colono y la pequeña explotación familiar. Con el ocaso de la colonización pública y
privada, en este sector de la provincia comenzaron a ocuparse masivamente fracciones
fiscales y latifundios dedicados al obraje maderero.
Las estrategias de apropiación de los recursos socialmente valorados
-fundamentalmente agua, tierra y madera- por parte de la agricultura familiar se ligan a
la dificultad generalizada de capitalización de las explotaciones. En este escenario,
dicha apropiación se transforma en un medio de ascenso social y económico. Ante la
presión demográfica de una población en rápido crecimiento y la finitud de estos y otros
recursos, el conflicto con las grandes empresas forestales tiende a agravarse.
•
Licenciado en Geografía (UBA); participante del Programa de Economías Regionales y Estudios
Territoriales (PERT), Instituto de Geografía, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos
Aires; estudiante de la Maestría en Estudios Sociales Agrarios de la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (FLACSO). Este artículo fue realizado en el marco de los proyectos UBACyT (F 159A)
y ANPCyT (PICT 02-08811) dirigidos por la Dra. Mabel Manzanal. Agradezco la atención e
información brindada por Gabriela Schiavoni.
Introducción
El objetivo del presente trabajo es describir las características de la ocupación de tierras
con fines agrícolas en el nordeste de la provincia de Misiones, poniendo especial énfasis
en las estrategias desplegadas por los ocupantes en la apropiación y uso de los recursos.
A principios de siglo XXI, en Misiones las áreas disponibles para la ocupación con fines
agrícolas son cada vez más escasas. Hace más de un siglo atrás que para Sarmiento el
principal problema nacional era la extensión del territorio argentino. Tal aseveración
carece de sustento en este sector de Misiones. Al referirse al tema de la tierra, Joaquín
Piña y Batllevell (Obispo de la Diócesis de Iguazú) señala que:
“Como ven, éste es un gran problema. Un problema muy nuestro. Yo dije, ya hace años,
que éste era el problema número uno de esta Provincia de Misiones, donde una enorme
cantidad de familias no son dueñas ni siquiera de un pedacito de tierra donde plantar su
rancho y cultivar unas mandiocas. Evidentemente que, el que no tiene un mínimo de
seguridad, o estabilidad, de ser dueño de la tierra que pisa, nunca va a poder progresar.”
(Misiones Online, 7/10/2004)
La distribución de la tierra es inequitativa1 y se carece de políticas que reviertan tal
cuadro. Con ello, se agudiza el enfrentamiento entre corporaciones transnacionales
foresto-industriales y marginados de las periferias urbanas y áreas rurales. El conflicto
entre propiedad privada y ocupación de hecho no es nuevo, pero sí lo es su magnitud2.
La disputa por los recursos se halla en el centro del conflicto, y sus actores protagónicos
-a grandes rasgos propietarios y ocupantes- simbolizan distintas formas de apropiación
y utilización de los mismos. Por un lado, la lógica de la maximización de los beneficios
lleva a grandes empresas a adquirir tierras a precios internacionales bajos para
implantar, procesar y comercializar los subproductos de la madera. Dicho negocio
supone -al menos- tres componentes esenciales: mano de obra barata, tiempo y escala.
Al respecto, un informe (Real, Nexos, s/d) ejemplifica la dimensión de la negociación
que implicó la compra de una de las empresas más grandes del sector:
“… el grupo chileno Arauco, dueño de Alto Paraná, tramita ante la Comisión Nacional
de Defensa de la Competencia, la compra de los activos forestales de PeCom Energía
por U$S 53 millones. Según un informe de diputados provinciales, la compañía de la
familia Angellini acapararía unas 250.000 hectáreas equivalentes a un 10% del territorio
provincial que abarcarían un 33% de la superficie forestal de Misiones. De este modo,
los 3 km² que ocupa Puerto Libertad y su economía serían englutidos por el gigante. En
la operación se incluiría un aserradero con capacidad para procesar anualmente 94.000
metros cúbicos de madera.”
Por otro lado, los ocupantes -por lo general productores agrícolas familiares- producen
con una lógica ligada a la reproducción de corto plazo. Esencialmente, su producción se
dirige al autoconsumo3 familiar y al mercado. En este último tiene relevancia el cultivo
1
De las 1959465 hectáreas que en 2002 se encontraban bajo propiedad 982151 (algo más del 50 por
ciento) se ubicaban en el estrato que va de las 500, 1 a más de 2500 hectáreas.
2
Algunos de los casos conocidos son los de El Soberbio, Wanda, Puerto Libertad, Pozo Azul, El Triunfo,
Joison, Tirica o Salto Urugua-i. Allí la mediación estatal fue o es central para resolver conflictos.
3
En 1995 surgió en la localidad de Oberá la primera feria franca, desde allí se reprodujeron más de 40
ferias en Misiones y se imitó el modelo en otras provincias de Argentina. Adaptado de la experiencia del
sur brasileño, el emprendimiento tiene como objetivo la comercialización de excedentes alimenticios
-productos de huerta, dulces, chacinados, etc.- por parte de los pequeños productores agropecuarios.
del tabaco, el cual brinda una renta anual, asesoramiento técnico y obra social. Con el
mismo el ocupante se transforma en empleado de la agricultura bajo contrato, ya que de
antemano vende su cosecha (aunque el riesgo empresario, la salud y la mano de obra
corren por cuenta de él y su familia). El productor no posee un lazo legal con la tierra
que ocupa y trabaja, la mecanización y capitalización son aún incipientes. Y practica
una economía especulativa en pequeña escala, en la que la reciprocidad es un recurso
importante para ocupar y administrar el territorio (Schiavoni, 2001a: 447).
En las propiedades privadas su situación es aún más precaria. Por caso, aunque en el
municipio El Soberbio este tipo de ocupación es relativamente antigua, fue necesaria la
mediación estatal para regularizar la tenencia de 8000 hectáreas. En la década de 1990,
creció la ocupación en estas tierras de antiguo uso forestal y menor aptitud agronómica.
Y aunque esto es tolerado, la amenaza de desalojo limita el desarrollo de la explotación.
A continuación se describen distintas modalidades de ocupación de la tierra y
apropiación de los recursos a efectos de ordenar cronológicamente los sucesos arriba
mencionados. Más tarde se realiza una descripción detallada de la colonización
espontánea y, por último, se analiza con mayor profundidad dos casos que adquirieron
relevancia en el nordeste provincial: Agroforestal y Pozo Azul.
El proceso de ocupación de Misiones hasta mediados de siglo XX
La historia de la ocupación del territorio de Misiones es una historia de olas migratorias
y ciclos productivos, cuyos actores dominantes están simbolizados por las figuras del
colono y la pequeña explotación familiar (Pfr. Rozé y Vaccarezza, 1994: 35). La
ocupación organizada del Territorio Nacional comenzó recién en 1897, cuando en
Apóstoles se concretó la primera experiencia de colonización exitosa. Este hecho
desencadenó un rápido poblamiento de la región de los campos, y de las primeras
estribaciones y la dorsal serrana. En pocas décadas se abrieron decenas de picadas y
colonias, la agricultura de subsistencia fue desplazada por la comercial, y crecieron
incipientes centros urbanos (que brindaron servicios públicos y comerciales a una
población en rápido incremento). Entre 1895 y 1920 la superficie cultivada casi se
triplicó: pasó de 13200 a más de 36000 hectáreas (ver Bolsi, 1982: 35-42; 1985: 81), en
tanto que la población pasó de 33163 a 63176 habitantes, con un crecimiento anual
medio4 de 26 por mil (García, 2004: 42). Se incorporaron tierras en forma masiva, que
eran mensuradas luego de la ocupación de hecho efectuada por los pioneros.
A finales de la década de 1910, Schwelm y Culmey -dos empresarios dedicados a la
colonización- fundaron las colonias privadas Eldorado, Puerto Rico y Montecarlo, y
pronto surgieron emprendimientos en el Alto Paraná y en el Alto Uruguay. Este modelo
de colonización distribuyó parte de las tierras que casi cuatro décadas antes Corrientes
había dividido en grandes latifundios, sobre todo en el área del Alto Paraná. La
Compañía Eldorado estableció una agencia publicitaria en Suiza, tuvo una hábil
estrategia publicitaria que se prolongó en Europa por más de veinte años y contactó
instituciones de aquel continente -incluyendo agencias de colonización semioficiales y
privadas en Alemania. Sin embargo, el principal lugar de reclutamiento fue Buenos
4
La fórmula de la Tasa de crecimiento medio anual es: R = (t√Pt/Po – 1). 1000; dónde r es la tasa media
anual de crecimiento, t el período en años, Po la población al comenzar el período y Pt la población al
finalizar.
Aires, donde los inmigrantes recibían hospedaje al arribar. Allí, agentes de la compañía
promocionaban la colonia y ofrecían financiamiento y traslado (Pfr. Eidt, 1971: 131;
Arenhardt de Romagosa, 2003: 161-162). Por las gestiones de Schwelm llegaron entre
3000 y 4000 alemanes a Eldorado, Puerto Rico y Montecarlo -estas dos últimas colonias
se integraron a su empresa en 1924- (Meding, 1995: 734), aunque los primeros
inmigrantes de Eldorado fueron daneses y daneses argentinos procedentes de Buenos
Aires en 1921 (Eidt, 1971: 130-131).
Comparativamente, las colonias públicas eran la alternativa menos costosa para el
colono, aunque ocasionalmente el patrón de asentamiento seleccionado -el damero- no
era el más apto para sitios con pendientes pronunciadas (y, por ende, con áreas
desigualmente drenadas), características edáficas heterogéneas y afloramientos rocosos.
Por lo general, las colonias privadas además ofrecían asesoramiento técnico y un patrón
de asentamiento lineal, que habían imitado de la experiencia colonizadora del sur
brasileño. Con este patrón, los lotes poseen forma de lonja, por lo que la distancia entre
las viviendas tiende a ser menor que en el damero. Además se optimiza el uso y
ubicación de caminos y recursos (al respecto, consúltese Bartolomé, 1982: 30).
La colonización espontánea en las últimas décadas del siglo XX
Además de las pingues ganancias obtenidas a partir de la transferencia de riqueza y
explotación de los antiguos pobladores, uno de los principales legados de la
intervención correntina en la actual Misiones (1830-1881) fue la venta de la tierra en
forma de grandes latifundios. Con el auge de la colonización en distintas áreas del sur y
centro de Misiones fue común que los propios migrantes establecieran sus propias
colonias (las que luego el estado mensuraba). Después de mediados de siglo, con el
ocaso de la colonización pública y privada, en el nordeste provincial comenzaron a
ocuparse masivamente fracciones fiscales y latifundios dedicados al obraje maderero.
Sus propietarios, absentistas, organizaban una economía extractiva que constaba en la
identificación, recolección y venta de los ejemplares de mayor valor comercial. La
ocupación de hecho fue tolerada hasta que la expansión del negocio forestal comenzó a
cambiar el perfil económico provincial5 y las tierras ociosas comenzaron a ser
reclamadas por sus propietarios.
Entre 1970 y 1990, la colonización espontánea en tierras fiscales del nordeste provincial
fue protagonizada por pequeños productores, peones rurales y/o por sus descendientes.
Desde 1983 fueron integrándose a la dinámica del burley, aprovechando el relativo fácil
acceso y asentamiento en el área y la promoción de las compañías tabacaleras. Según
Schiavoni (2003: 1-3), este fenómeno incidió en las condiciones de reproducción de la
agricultura familiar, ya que en muchos casos la tradicional implantación de cultivos
industriales dejó de ser central en la estabilización de las explotaciones en la medida que
el tabaco se transformó en componente básico de su capitalización.
5
“El Estado provincial (…) considera la crisis de reproducción del modelo colono en términos de una
transición hacia nuevas formas de valorización del trabajo rural. Así: “Misiones ya no es una provincia
agraria” sino “una provincia agro-foresto-industrial”; “la nueva provincia de Misiones, con un millón de
habitantes, ya tiene sectores sociales mucho más dinámicos que nada tienen que ver con nuestra historia
de principio de siglo, totalmente agraria”. Hay alta población rural, “pero esos misioneros viven en el
campo, no de los productos del campo. Viven de una infraestructura que hoy les dio viviendas,
electricidad, caminos, y hace que viviendo en el campo pueda trabajar en un aserradero… hoy ese
trabajador ya no es rural sino un trabajador industrial” (El territorio, 17-3-99, declaraciones del
gobernador; citado en Schiavoni, 2001b: 4).
Un elemento de conflicto que se agrega a esta dinámica de ocupación y especialización
es el asentamiento sobre tierras privadas. Durante años, la compra-venta de mejoras y
las redes familiares posibilitaron la espera del título de tenencia. Aunque desde
mediados de la década de 1990 la menor capacidad de respuesta estatal6 y la
valorización de la tierra (por la expansión forestal) implicó un agravamiento de la
situación de los ocupantes de hecho (Pfr. ibidem: 3-6). Y un proceso que potencia el
conflicto es la degradación de los suelos. Con la quema del monte nativo7, el suelo
pierde la flora que lo protege de la erosión eólica e hídrica y que modera la amplitud de
las temperaturas diarias y estacionales. Con el correr del tiempo, el círculo vicioso se
alimenta con la sucesiva implantación de tabaco, que tiende a disminuir su rendimiento.
Por ende, el productor reduce su ingreso por hectárea y debe desarrollar una estrategia
de expansión territorial para mantenerlo. Rozé y Vaccarezza (1994: 39) señalan que este
proceso lleva a la venta de la mejora -la parcela desmontada con alguna infraestructura
consolidada-, lo que permite comenzar con un mínimo de capital inicial en un nuevo
lote. En similitud con lo detallado por Dean (1994: 206-207) para el caso de la mata
atlántica brasileña, considérese que este esquema es altamente consumidor del espacio.
El conflicto latente se manifiesta cuando la frontera agraria se extingue y/o cuando la
valorización inmobiliaria intensifica la competencia por la apropiación y uso del suelo.
En el proceso expuesto el estado provincial no posee un rol activo en la planificación
del asentamiento (al respecto ver Stefañuk, 1999: 310). El incentivo fiscal a la
forestación8 implicó la inversión en latifundios -muchos hasta entonces ociosos-, con lo
que se valorizó la tierra forestada y se intensificó el conflicto entre propietarios y
ocupantes. Tal escenario propicia la disputa entre lo que, a grandes rasgos, tipificamos
como dos modelos productivos: por un lado, forestación a gran escala e integrada a la
industria procesadora; y, por otro, producción agrícola familiar para el autoconsumo y
el mercado. El cultivo del tabaco se orienta hacia este último, se efectúa sin inversión
inicial9 y con mano de obra básicamente familiar. En cambio, la actividad forestal se
6
En vinculación al papel del estado en la resolución de los conflicto por la tierra, Schvorer (2001: 79)
asegura que: “con el Estado siempre se puede encontrar alguna solución, y no hay posibilidad de un
conflicto violento. Distinto es el caso con los propietarios de tierras privadas, que por lo general son
grandes propietarios y absentistas. Los productores instalados en tierras privadas solicitan al Estado que
tercie a favor de ellos. Cuando el Estado lo hace, en ocasiones se inician largos y engorrosos juicios y
pleitos donde de antemano se sabe que el Estado provincial va a pagar mucho más de lo que vale la tierra,
ya que ese es el mecanismo de los grandes propietarios/empresas para vender tierras que han perdido
mucho de su valor original, en tanto el monte nativo ya fue desmontado generalmente por el mismo
propietario, no por los ocupantes. Por otra parte, particularmente las empresas forestales, comenzaron a
disputar la tierra de los colonos, los indios y las mismas reservas de biosfera y parques protegidos”.
7
“El decreto Nº 1558 del 3 de agosto de 1982 establece que si hay en la explotación capuera [selva en
regeneración] o campos que puedan ser utilizados para agricultura no se concede permiso de desmonte.
La venta de la madera existente en la parcela constituye un ingreso importante para los pequeños
productores, aún cuando los ejemplares más valiosos es probable que hayan sido extraídos por las
concesiones forestales que precedieron a la ocupación agraria. Asimismo, el colono pierde parte de estos
ingresos porque contrata el servicio de extracción con empresas forestales que le abonan un precio menor
que el que obtendría vendiendo directamente la madera” (Schiavoni, 1993: 37).
8
Entre 1993 y 1997, en Misiones la inversión en el negocio forestal alcanzó los 1000 millones de dólares.
Entre 1997 y 2002 una sola empresa, Alto Paraná, invirtió cerca de 288 millones de dólares. Aunque, con
la devaluación acaecida en aquel año la pugna por tierra por parte del capital extranjero se habría
intensificado (Real, Nexos, s/d).
9
“Los distribuidores tabacaleros entregan las semillas en consignación a pagar en diez meses. También
ofrecen los fertilizantes, insecticidas, las chapas para los galpones de almacenamiento e inclusive los
guantes o ropa. Eso si, a fin de temporada, se lo descuentan flagelando la suma obtenida. Además,
muchos sin tierras terminan intoxicados al fumigar el sembradío con productos prohibidos” (Real, Nexos,
s/d).
encuentra integrada verticalmente a la industria procesadora y la mano de obra es
contratada en condiciones de explotación10, análogos a la época del obraje. Tal
panorama alienta la demanda y ocupación de tierra en la frontera agrícola, ya que
posibilita una actividad autónoma, la subsistencia y la capitalización.
Por último, los métodos de lucha por la tierra se diferencian de los efectuados por el
Movimiento de los Sin Tierra de Brasil. En Misiones las ocupaciones son paulatinas,
silenciosas, sin una planificación más allá de la familiar. Las organizaciones ligadas a la
lucha por la tierra intervienen después de la ocupación para garantizar la permanencia
más que para conquistar la tierra (Pfr. Baranger y Schiavoni, 2003: 4-5; 2004: 4-5).
Dos casos de colonización espontánea reciente: Pozo Azul y Agroforestal
En el presente apartado se describe el proceso de apropiación de recursos en dos
asentamientos11 del nordeste de la provincia: Pozo Azul (Departamento y Municipio de
San Pedro) y Agroforestal (Departamento Guaraní, Municipio San Vicente). Son dos de
los 23 casos de ocupación en tierras privadas que la Universidad Nacional de Misiones
(UNAM) relevó en 2003 y 2004. Su situación y desarrollo ilustran la cuestión de la
tierra en la provincia. Y se han seleccionado en función de la magnitud y notoriedad
pública que han cobrado en los últimos años del siglo XX (ver mapa).
El primero es una pequeña localidad y su área de influencia sobre tierras cuyo
poblamiento se inició en la década de 1970. Desde entonces más de 1000 personas
fueron instalándose en torno a las rutas provinciales 17 y 20. Este asentamiento se
realizó sobre tierras de la empresa Colonizadora Misionera -que posee en propiedad
unas 27000 hectáreas12- (Lindsay, Página 12, 3/2/03). La práctica de la roza y quema
fue y es habitual, por lo que el monte nativo se halla en retroceso y la degradación del
suelo es un problema constante. El segundo asentamiento se ubica en el norte del
departamento Guaraní, sobre 3800 hectáreas que componen la propiedad de la empresa
Agroforestal y posee idéntica denominación. Como en la mayoría de los casos, se trata
de una ocupación reciente. La instalación se realiza sobre las tierras inactivas, donde
años antes la empresa llevaba a cabo su labor extrayendo madera del bosque nativo.
10
En 2002 “un motosierrísta recibe 0,80 pesos por cada árbol derribado y limpiado. En cada jornada
puede cortar casi 55 pinos pero debe autofinanciarse el combustible y sus propias herramientas. Sólo una
cadena para sierra cuesta 70 pesos. Peor se paga el oficio de pelador que obtiene 0,20 pesos por la
limpieza de cada pino y al fin del día cosechan 4,5 pesos. Los peladores suelen ayudarse con sus hijos
mayores de 12 años, provocando un alto margen de deserción escolar. Tampoco robar árboles de terrenos
vecinos es buen negocio. Una araucaria de una tonelada criada por la naturaleza durante 20 años vale 40
pesos. Por eso, cada trabajador de la madera pasa sus días soñando con trabajar en su propia tierra” (Real,
Nexos, s/d).
11
De aquí en adelante como asentamiento entendemos las extensiones ocupadas con fines de producción
agropecuaria donde existe un sentimiento de pertenencia de una colectividad local.
12
Según cálculos efectuados a partir de los datos del censo de ocupantes 2003, alrededor del 60 por ciento
de esta superficie se encontraba ocupada por más de 3000 personas en al menos 800 lotes. Al respecto
considérese que el número de lotes y habitantes se modifica rápidamente por la importante población
joven en edad de independizarse y por la destacada inmigración.
Cuadro 1- Pozo Azul y Agroforestal. Nº de lotes, unidades domésticas, habitantes, lugar de
nacimiento del titular, superficie ocupada y promedio por lote (2003) y porcentaje de lotes con
año de llegada a partir de 2000
Características
Lotes
Unidades domésticas (UD)
Habitantes
Argentina
País de nacimiento del
Brasil
titular (%)
Paraguay
Ocupada
Superficie (ha)
Promedio por lote
Desvío Standard
Densidad (habitantes/ha)
Residencia de los
en chacra
padres del jefe (UD)
en otra parte
Forma de acceso al
Ocupó
lote (%)
Compró mejoras
Residencia a partir de 2000 (% lotes)
Asentamiento
Pozo Azul Agroforestal
227
127
209
115
1053
456
92
91
6
9
1
0
2661
3174
12
25
13
17
0,4
0,14
96
95
4
5
13
60
78
32
35
37
Fuente: elaboración propia en base a Censo de ocupantes de tierras privadas en
Misiones (Schiavoni y Baranger, 2003: 10-30).
Según se observa en el cuadro precedente, en ambos casos se hallan mayor cantidad de
lotes13 que de unidades domésticas (UD): en Pozo Azul existen 1,09 lotes por UD,
mientras que en Agroforestal esa relación es algo mayor (1,10). Esto significa que
algunas familias localizadas en el mismo o en otro asentamiento reivindican la
titularidad de más de un lote; ya que, si bien se hallan lotes con más de una unidad
doméstica, este fenómeno no es trascendente como para alterar la citada tendencia.
Es de destacar que las cifras vinculadas a la población son aproximadas, ya que
suponemos que el crecimiento medio anual (tanto por la vía vegetativa como por la
migración) sería considerable. Según el censo de población 2001, en aquel año el
promedio provincial de personas por hogar fue de 4,11 personas por hogar. Cabría
esperar que ambos asentamientos tuviesen un promedio mayor, hecho que no fue así. En
efecto, mientras en Pozo Azul el promedio era mayor (con 5 personas por hogar),
Agroforestal poseía un número algo menor (4 personas por hogar). Lo sucedido en este
último podría estar marcando procesos de fisión familiar e instalación de los hijos que
abandonan el hogar nuclear y ocupan nuevos lotes, donde estarían formando su familia.
Asimismo, obsérvese que en ambos asentamientos el lugar de residencia casi exclusivo
de los padres del jefe de unidad doméstica es o era la explotación. Sólo cerca del 5 por
ciento de los jefes no poseía un origen rural, por lo que el pasado de gran parte de estos
se ligaría a la agricultura o al trabajo rural. Schiavoni (2003: 6) señala que a través de
este proceso de fisión e instalación en nuevos lotes se constituyen colonias que son
13
En los censos de ocupantes (Baranger y Schiavoni 2003: 7; 2004: 10) por lote se designa “una
extensión de tierra continua cuya posesión reclama una persona, a la que denominamos “titular” del lote.
El lote es en este caso el mejor criterio de inclusión de una familia en el censo. La mera residencia en la
propiedad no hubiera sido un criterio adecuado porque a veces las familias no cumplen con este requisito,
o porque reivindican varios lotes (por ejemplo, uno residencial sobre la ruta, y otro agrícola de mayor
tamaño, a veces a varios kilómetros de distancia del anterior)”.
derivaciones de otras. Así, Pozo Azul, Santa Rita, y Kilómetro 300 operan como
"colonias hijas", en las cuales muchas familias realizan la expansión territorial14.
14
“En la agricultura familiar, la fisión de los hijos adultos con respecto al hogar paterno es un proceso
gradual, reflejado en una diversidad de situaciones domésticas que complejizan el patrón clásico "una
familia, una chacra". Las distintas fases de autonomización de los hijos por las atraviesan los hogares
censados, se ponen de manifiesto en los múltiples patrones residenciales registrados: hijos que ya
disponen de un lote pero aún residen con los padres; lotes en reserva para los hijos en los que todavía no
se construyó una vivienda; etc.” (Baranger y Schiavoni, 2004: 18).
En relación con lo anterior, el censo de ocupantes refleja que casi la mitad (45 por
ciento) de los jefes de familia de Agroforestal tenían 30 años o menos. En cambio, en
Pozo Azul el comparativamente elevado número de personas por hogar estaría
reflejando dificultades para realizar la expansión en nuevas tierras (los jefes de las UD
de 30 años o menos sólo representaban 25 por ciento del total), o el desarrollo de
estrategias de subsistencia en actividades extraprediales -venta de mano de obra-. En
comparación, mientras que en Agroforestal la inserción ocupacional del jefe se da
mayoritariamente en la explotación (83 por ciento del total), en Pozo Azul tal cifra
apenas alcanza a la mitad (47 por ciento). Mientras en Agroforestal el 17 por ciento de
los jefes realiza actividades dentro y fuera de la parcela, en Pozo Azul el promedio
representa al doble. Por último, mientras en Agroforestal en ningún caso la actividad
exclusiva del jefe no se liga a la explotación, en Pozo Azul esa es la situación del 18 por
ciento de los casos -ello se vincula con el empleo de mano de obra local en aserraderos-.
Una idea difundida en las últimas décadas es que los brasileños poseen una destacada
participación en la población del nordeste misionero (incluso, ello habrá justificado
la creación del Área de frontera Bernardo de Irigoyen15). Esta hipótesis se descarta con
los datos del censo, ya que en ambos casos la participación de jefes nacidos en Brasil no
alcanza el 10 por ciento del total, tal como sucede en el promedio de los 23
asentamientos relevados por la UNAM. Aún así, es destacable el empleo del portuñol,
ya que la historia del poblamiento en esta y otras áreas de Misiones se vincula con la
dinámica demográfica del sur brasileño y la descendencia de personas de aquel origen
(al respecto consúltese Reboratti, 1980; 1982 y 1988).
Entre ambos asentamientos existen diferencias en la forma y antigüedad del acceso al
lote. En Agroforestal se produjo una ocupación generalizada, una instalación directa,
que no implicó la adquisición de mejoras. Y ello es aún más significativo si se considera
que el 35 por ciento de los lotes han sido ocupados desde 2000. Previsiblemente el
mercado de mejoras estuvo escasamente desarrollado, no respondió a la alta demanda
de los últimos años, o la ocupación se desarrolló de forma explosiva. Dicho mercado se
halla organizado en Pozo Azul, donde se verificó que más de tres cuartas partes de los
lotes fueron adquiridos como mejoras y no ocupados directamente.
Agréguese a lo anterior que esta expansión territorial clandestina no es contraria a la
lógica capitalista -no niega la propiedad privada-, es una forma de adquisición de tierra
para la descendencia en ausencia o escasez de capital. Los ocupantes emplean tácticas
que aprovechan los huecos legales, las situaciones irregulares y cuentan con la anuencia
de agentes públicos para acceder a su fundamental medio de producción sin plantear un
conflicto abierto con los propietarios (Pfr. Schiavoni, 2003: 3). En cuanto a la
organización del mercado inmobiliario se considera que:
“La ocupación directa caracteriza las primeras etapas y a medida que se consolida el
poblamiento se va desarrollando el mercado de compra-venta de mejoras. De esta
forma, son las oleadas más recientes las que acceden a la tierra mediante la “compra de
mejoras”. No obstante, los asentamientos que registran un poblamiento inicial
relativamente antiguo pueden tener porcentajes significativos de ocupantes que acceden
a la tierra mediante compra de mejoras, ya que los primeros pobladores venden sus
parcelas y se trasladan a otras zonas” (Baranger y Schiavoni, 2004: 24).
15
Para consultar las políticas de asentamiento motivadas por esta hipótesis puede consultarse: Gobierno
de la Provincia de Misiones (1977); Borrini, (1980); Schiavoni (1995) y Pyke (1998 y 2000).
“El proceso de ocupación de tierras privadas comprende situaciones diversas. En efecto,
en todos los casos "la gente entra para hacer propiedad", pero están "los que se meten"
(invaden) y "los que compraron" (adquisición de mejoras). La propiedad "se hace"
mediante la adquisición y realización de mejoras (casa, rozados, galpones,
plantaciones), creando derechos que luego pueden negociarse con el propietario (…) El
período previo a la constitución del mercado fundiario -tanto en terrenos fiscales como
en propiedades- es un momento de desorden, una ocasión propicia para conseguir tierra
barata y acumular parcelas, no sólo con fines de reventa” (Schiavoni, 2003: 4-5).
En estos y otros asentamientos la expansión territorial se produce con la constitución de
la explotación en sitios de difícil visualización desde caminos próximos. Los pioneros
suelen ser los jefes de hogar junto con algún hijo mayor16. Tras la quema es posible una
rápida puesta en producción del área desmontada, aunque el desmonte indiscriminado
ha motivado a algunas ONGs de orientación ecologista y/o indigenista a reclamar por su
regulación, lo que genera nuevos focos de conflicto con los ocupantes17.
La distribución de la tierra es un elemento central en el desarrollo de un área rural, ya
que el tamaño promedio de las explotaciones condiciona el tipo de producción que en
esta puede realizarse. Pozo Azul es un asentamiento con una distribución de la tierra
relativamente uniforme, ya que el tamaño promedio de los lotes posee un desvío
stándard poco considerable. La importante proporción de lotes de 5 hectáreas o menos
(46 por ciento) reforzaría la idea de que es común la residencia rural de trabajadores de
aserraderos próximos o de productores que practican la pluriactividad como estrategia
de reproducción. Por otro lado, los lotes de Agroforestal poseen una extensión promedio
que representa el doble que los de Pozo Azul, aunque en este caso el desvío stándard es
algo mayor -mientras el 54 por ciento de los lotes posee una extensión de 20 hectáreas o
menos, sólo 7 por ciento cuenta con una superficie mayor a las 50 hectáreas-. Por
último, existe una densidad de habitantes por hectárea casi tres veces mayor en Pozo
Azul con respecto a Agroforestal, lo que se relaciona con la superficie promedio, con el
número de unidades domésticas y con el número de personas por unidad doméstica.
Una comparación entre los datos del censo de ocupantes 2003 y los del censo nacional
agropecuario 2002 revela que la relación entre el promedio de hectáreas por lote en cada
asentamiento y el mismo promedio para el departamento que lo contiene es más cercana
en Agroforestal (25 hectáreas frente a las 34,3 del departamento Guaraní) que en Pozo
Azul (las 192 hectáreas promedio por lote en San Pedro, representan 16 veces el
promedio en este asentamiento). Asimismo, a nivel departamental la relación entre las
explotaciones sin límites definidos y el total era mucho más destacada en San Pedro (23
por ciento) que en Guaraní (7,5), aunque en términos absolutos el número de casos era
similar (407 y 344 explotaciones, respectivamente)18. La existencia de explotaciones
16
Baranger y Schiavoni (2004: 18) señalan que “la separación de la vivienda y la explotación constituye
un fenómeno propio de los procesos de ocupación agrícola reciente. Así, el padre y alguno de los hijos se
instalan en zonas alejadas (monte, fondo) en las que desarrollan actividades productivas (plantaciones,
cría de cerdos, ganadería), mientras la mujer y los hijos pequeños permanecen en los núcleos de
poblamiento más estabilizados (mejor acceso a vías de comunicación y servicios)”. Considérese que la
ganadería extensiva es posible en las primeras etapas de colonización, cuando no hay demasiada presión
sobre la tierra. Al realizarse la mensura el stock de recursos disponibles imposibilita dicha actividad.
17
Incluso, en un periódico provincial se señalaba a propósito de una roza y quema que: “La destrucción
incluso es a todas luces evidente al costado de la ruta 17 que lleva a Eldorado, donde la selva muestra
terribles heridas de troncos y restos humeantes (…) Entran como hormigas y cortan todo a su paso. Son
como un enjambre en las picadas. Y es un decir, pero ahora debe haber como dos mil familias, el doble
que el censo que hizo la Universidad” (López, El Territorio, 12-10-04).
18
Es de destacar que “en Misiones los Censos Agropecuarios han presentado más de una vez problemas
de subregistro” (Baranger y Schiavoni, 2003: 9).
sin límites definidos es otro indicador que devela la existencia de una colonización no
planificada y reciente, ya que en otras áreas de Misiones (sobre todo en el centro, sobre
la dorsal serrana) la antigüedad de dicho proceso ha posibilitado la estabilización del
asentamiento y la realización de consorcios de mensura para delimitar las parcelas.
Reflexiones finales
En el presente trabajo nos interesó investigar las estrategias de ocupación y apropiación
de los recursos por parte de los pequeños productores agropecuarios en el proceso de
colonización agrícola no planificada del nordeste provincial. Pese a que en los dos
casos abordados existen similitudes generales en las condiciones bajo las que se
producen y reproducen los pequeños productores agropecuarios y el origen de las tierras
ocupadas -latifundios donde se explotaba el monte nativo-, hemos encontrado
diferencias.
Así, en Agroforestal el lote promedio representa el doble de superficie que en Pozo
Azul, cuestión que es aún más importante si se considera que el promedio de habitantes
por lote en este asentamiento es 25 por ciento mayor que en el primero. En relación a
ello, cabe agregar que la composición etaria de los jefes de las unidades domésticas
posee mayor proporción -45 por ciento- de personas de hasta 30 años en Agroforestal
que en Pozo Azul -sólo un cuarto del total-.
La forma de acceso al lote nos indica otra diferenciación importante entre ambos
asentamientos. En efecto, mientras en Agroforestal el 60 por ciento de los lotes fueron
ocupados directamente, en Pozo Azul sólo el 13 por ciento fue ocupado de esa manera.
En este caso, el mercado de mejoras tuvo un mayor desarrollo. Por otro lado, en este
asentamiento existe una importante participación de los lotes de 5 hectáreas o menos
(46 por ciento), lo que se liga con la tendencia generalizada hacia el trabajo predial a
tiempo parcial o el trabajo extrapredial (previsiblemente en la actividad maderera).
Para concluir, consideramos que las estrategias de apropiación de los recursos
socialmente valorados -agua, tierra, madera- por parte de la agricultura familiar se ligan
a la dificultad generalizada de capitalización de las explotaciones. En este escenario,
dicha apropiación se transforma en un medio de ascenso social y económico. Ante la
presión demográfica de una población en rápido crecimiento y la finitud de estos y otros
recursos, el conflicto con las grandes empresas forestales tiende a agravarse. Y allí es
cuando el sector público debería intervenir, haciendo uso de su indelegable rol de
mediador entre intereses contrapuestos.
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