El cuerpo en mente. Versiones del ser desde el pensamiento

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El cuerpo en mente. Versiones del ser desde el pensamiento contemporáneo
Las contribuciones de este volumen,1 todas ellas marcadas por la preponderancia –muy
a menudo en diálogo interdisciplinar– de aquello que Jonathan Culler llamó, en relación
a los Estudios Literarios, la teoría, nos invitaban a una primera distribución, la que nos
sugería el artículo de Leticia Sabsay y que, en relación a las aportaciones de Judith
Butler, enmarca el cuerpo en los derroteros de la resistencia y la vulnerabilidad. De
hecho, la obra de la teórica norteamericana, como viene siendo habitual en nuestro
ámbito de estudio –si así puede llamarse a la intersección entre cultura y corporalidad–,
está presente en buena parte de los trabajos que presentamos, bien sea como corpus
rector de las lecturas sugeridas, bien sea como corpus teórico que solicita, después de
veinte años de circulación, revisiones a partir de las cuales generar nuevas propuestas.
No obstante, la vitalidad del pensamiento butleriano que estas páginas reflejan se
muestra también en la presencia de las propuestas de la autora desde Vida precaria,
indudablemente deudoras de sus trabajos anteriores pero con un énfasis renovado en la
precariedad y la vulnerabilidad de los sujetos en tanto que cuerpos. Sin suscribir las
lecturas según las cuales los primeros trabajos de Butler supondrían una
sobredimensionalización de la agencia en relación a las normas que nos constituyen
como sujetos, es cierto que la contraposición de las propuestas anteriores a 2004 con sus
últimos trabajos propicia cierta distinción entre una apuesta por la descripción de
nuestras relativas posibilidades de resistencia –aunque sea a golpe de repetición–, y el
énfasis en nuestra dependencia del otro, en nuestra sujeción a los marcos de
inteligibilidad, ahora merced a una radical vulnerabilidad situada en el cuerpo. Sea esto
más o menos exacto, lo cierto es que así opera a menudo la recepción de la obra
butleriana, por lo que tiene consecuencias críticas.
Sin embargo, y ante el grueso de contribuciones recogidas, ¿cómo determinar qué
cuerpos son resistentes y para cuáles se sitúa el énfasis en la vulnerabilidad? ¿No es la
vulnerabilidad una condición previa para la resistencia? ¿No es la herida o la amenaza el
revulsivo de cualquier reinvención? El único asidero que nos hubiera permitido realizar
esta distribución tal vez hubiera sido el mayor o menor énfasis que las autoras y los
autores de estos trabajos han puesto en el autos de estos cuerpos: es decir, en su calidad
1
Este volumen recoge algunas de las propuestas presentadas en el II Congreso Internacional Los Textos
del Cuerpo “Generar cuerpos: producciones discursivas sexuadas”, celebrado en la Universitat Autònoma
de Barcelona del 30 de noviembre al 3 de diciembre de 2010 y organizado por el grupo Cos i Textualitat.
de cuerpos autorrepresentados, sujetos de la agencia de la representación o, por el
contrario, en su calidad de cuerpos representados (como heridos), a menudo heridos por
la representación. Pero la deconstrucción que, en el pensamiento contemporáneo, se ha
llevado a cabo de estos binomios –auto/representación, agencia/pasividad–, la
conciencia –tan foucaultiana y, con ello, butleriana– de los regímenes de normatividad
que socavan (y construyen) el autos y los marcos de visibilidad e inteligibilidad que
rigen el ámbito de las representaciones, hacían también indecidible esta distribución.
De ahí que hayamos optado por una propuesta aparentemente distinta: ésta que dirige el
énfasis hacia las conjugaciones del ser y que nos permite poner de manifiesto los
distintos modos en que la obsolescencia del clásico binomio cuerpo/mente y todas sus
derivas ha obligado a reinventar lo que somos, quienes somos, y en definitiva, cómo ser
y qué es ser. Unas reinvenciones que, como sabemos, toman el cuerpo como
protagonista, ese cuerpo que a menudo se ha declarado el gran ausente de la filosofía
pero que podemos también considerar su invisibilizado cimiento, aquello a costa de lo
cual se han erigido gran parte de sus conceptos: ser, sujeto, humano, conciencia,
hombre... La contemporaneidad parece ser, pues, en buena parte de sus manifestaciones,
la hora del cuerpo, la hora de mostrar las grietas de ese Ser filosófico, sus heridas pero
también las posibilidades de la relativizada y situada agencia que le confiere el ser
fundamentalmente cuerpo, es decir, mortal, pero también vivo, en movimiento y
relacional. He aquí, pues, de nuevo, la vulnerabilidad y la resistencia, las posibilidades
de resistencia que hace factible la vulnerabilidad. No se ausenta del todo de este
volumen, pues, esa primera división sino que, desde este prólogo pero también desde el
último apartado –que, como explicaremos, quiere hacer explícita la articulación de
resistencia y vulnerabilidad–, atraviesa los textos como una sugerencia de lectura,
esperamos que fructífera, de las que aquí firmamos.
Tener el cuerpo en mente no es otra cosa que pensar el cuerpo desde el cuerpo, pero no
sólo eso: también es ser pensados/as por el cuerpo. La imagen del filósofo confiando en
una razón que descubre un yo cuya existencia puede prescindir del cuerpo o, mejor
dicho, la condición sine qua non de cuya existencia es precisamente la sustracción del
cuerpo, se reescribe en cada una de las secciones que conforman este libro.
Ya Descartes, de hecho, tuvo que recurrir a la glándula pineal para aceptar la unidad de
cuerpo y mente, dos sustancias separadas que se comunicaban a través de vibraciones
que no hacían más que perturbar la capacidad de ensimismamiento y confundir la res
cogitans, puesto que todo aquello que provenía del cuerpo debía ser menospreciado: he
aquí la sensación como engaño absoluto.
Como ya hemos ido evidenciando, en El cuerpo en mente, sin embargo, el cogito ergo
sum se actualiza en un soy en y a través del cuerpo. La glándula pineal donde
interactuaban la res cogitans y la res extensa a modo de intersección justificativa ocupa
ahora –desde Schopenhauer, Nietzsche y Foucault– todo el espacio del cuerpo y de la
mente: no hay dos entidades separadas sino la confluencia exacta entre una mente que
es corpórea y un cuerpo, digamos, mental. Si el sujeto de la Modernidad era puro
pensamiento, el sujeto postmetafísico es corporal porque sabe que, en palabras de
Merleau-Ponty, es el cuerpo lo que nos abre y ancla al mundo; el medio activo de
comunicación a través del cual se constituye y cobra sentido la exterioridad. Bajo esta
premisa se articula El cuerpo en mente. Versiones del ser desde el pensamiento
contemporáneo.
Cada una de las ocho secciones presenta posibles versiones del ser que, leídas en
sucesión, pretenden construir una tesis acerca de la identidad desde un pensamiento
contemporáneo que se apoya en otras disciplinas como el arte, la sociología, la literatura
y los estudios culturales, pues se reconoce en la interdisciplinariedad. No sería posible
defender el ser como un proceso que se construye lejos de aquellos adjetivos que lo
remitían a la unicidad y la substancia, sin construir un discurso que sea, a su vez,
múltiple y plural.
La primera versión del ser que inaugura el recorrido, “Ser sexuado: degeneraciones
filosóficas”, pone en primer plano la idea de que el cuerpo es el lugar para la identidad
entendida como la articulación de género, clase, etnia e identidad sexual, categorías que
se cruzan en el cuerpo y lo conforman no a partir de una evidencia, sino como
deducción de unas marcas que cada sociedad le inscribe y que están en relación con un
capital simbólico, económico, cultural y social determinado. Descartes no es una res
cogitans, sino un hombre blanco francés perteneciente a la nobleza del siglo XVII.
Género y sexo se plantean aquí como dos categorías fundamentales en la historia del
pensamiento sobre la identidad y en especial del feminismo, cuya labor ha implicado, al
menos en parte de sus propuestas, la conversión de la marca de género en una categoría
casi esencial, olvidando quizá que sexo y género son precisamente esto: marcas, y como
tales, tienen un carácter discursivo.
Pensar la identidad como discursiva significa entenderla como proceso lingüístico. Esta
reflexión nos encamina hacia la segunda versión del ser, “Ser como devenir: revisar el
logos”, puesto que la identidad, a diferencia de como se entendía desde la metafísica, ya
no es una unidad idéntica, inmutable, atemporal y esencial, sino algo que está en
proceso, ligado al cuerpo, es decir, al cambio, la diferencia, la temporalidad y la
fragmentación. La revisión del logos se traduce aquí en una reflexión acerca de los
límites del yo y de la dicotomía naturaleza/cultura para recuperar el cuerpo del realismo
grotesco actualizado en el género de lo cómico, que es la celebración del cuerpo y su
verdad.
La tercera versión del ser, “Ser arte/facto: la identidad como performance”, continua el
discurso hasta aquí planteado para centrarse, desde el arte, en el concepto de
performance como característica clave de la identidad. Judith Butler define el género
como “un efecto performativo de actos reiterados, sin un original ni una esencia”. Las
categorías que explican lo que somos no están fuera de la iteratividad, hecho que
implica entender la reiteración como algo teatral y discursivo que hace posible un
cuerpo que no puede aparecer si no es en relación con la norma que lo define y a través
de la que se reinventa. En efecto, el yo es una ficción interpretada dentro de unas reglas
de juego que pueden escenificarse, por ejemplo, mediante las estrategias utilizadas por
las artistas que recuperan los textos incluidos en esta sección, estrategias que evidencian
el carácter aprendido de las acciones corporales (las técnicas del cuerpo de Mauss, las
tecnologías del yo de Foucault, las tecnologías del género de De Lauretis o el hexis de
Bourdieu).
“Ser escritura: inscripciones en el cuerpo de la letra” mantiene una estrecha relación con
la sección anterior, aunque aquí los textos reflexionan acerca de la identidad narrativa a
partir de la escritura: de Chantal Maillard a Itxaro Borda, pasando por Marguerite Duras
y Macedonio Fernández, para terminar en una reflexión acerca de las inscripciones
corporales en las redes sociales.
El yo se escribe en relación a una norma que controla sus movimientos mediante una
mirada panóptica capaz de convertir en anormal lo que sale de sus límites. “Ser mirada:
norma, control y biopolítica” recoge los textos que debaten acerca de la construcción de
los cuerpos dóciles de la biopolítica y sus sistemas de control –como la arquitectura o la
seguridad aeroportuaria–, así como de las posibilidades que el sujeto tiene para
permanecer en la sombra de esa mirada, aunque sea convirtiéndose en un sujeto
monstruoso.
Lo que define la anormalidad es aquello que no es como nosotros, lo que está fuera de
los límites que marcan un grupo (estado, nación, ciudadanía…), es decir, los otros. Se
establece así una lógica binaria que ordena jerárquicamente la multiplicidad en una falsa
unidad y que se traduce en una dialéctica de exclusión e inclusión latente en los
discursos de poder, los cuales juegan un papel fundamental en las construcciones de la
identidad así como en la generación del racismo y la homofobia, por ejemplo. De esta
reflexión parten los textos incluidos en la sexta versión del ser: “Ser otro:
representaciones de la alteridad”.
Cuando uno es o se siente otro y asume –para contradecirla después– su otredad, se
convierte en un cuerpo rebelde, en un cuerpo que visibiliza la norma y la cuestiona, por
ejemplo, vistiendo el cuerpo como símbolo de denuncia y controversia, pues, en efecto,
la indumentaria es un lenguaje preformativo. “Ser rebelde: vestir el lugar de
pertenencia” reúne los textos que visten la rebeldía a través del cuerpo y del vestido.
Para superar las prácticas sociales de subalternidad, Judith Butler propone una nueva
ontología corporal que tenga en cuenta que el sujeto no es un yo limitado y colocado en
una sociedad, sino un ego corporal que forma parte de la sociedad con la que negocia
sus límites. La última de las versiones del ser que este volumen presenta es, como
anunciábamos al inicio, aquella que tiene que ver con la vulnerabilidad que define una
identidad expuesta a la mirada del otro. “Ser (in)vulnerable: estrategias de resistencia”
cierra el recorrido de El cuerpo en mente con textos que afrontan la vulnerabilidad
mediante estrategias que convierten los sujetos traumatizados, desaparecidos, enfermos,
violados… en sujetos capaces de articular un discurso de resistencia.
A vueltas, pues, con el doble filo ya no del arma sino de la herida, la que se inflige a la
carne mediante la representación pero también la que, a menudo dinamizada por la
primera, inflige la carne –el cuerpo– a la representación y al pensamiento, para mostrar
probablemente la indiscernibilidad de unos y otros. Para mostrar que, como decíamos,
tener el cuerpo en mente es todavía, irremediablemente, pensar el cuerpo con el cuerpo.
AINA PÉREZ FONTDEVILA
MIREIA CALAFELL OBIOL
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