MONOGRAFIA: EDUCACION EN DETECCION Y MANEJO DEL RIESGO SUICIDA POR PARTE DEL PERSONAL DE SALUD, UNA NECESIDAD BIOÉTICA Presentado por: Yahira Rossini Guzmán Sabogal MEDICA PSIQUIATRA CLINICA UNIVERSITARIA TELETON UNIVERSIDAD DE LA SABANA ASESOR: Dr. PABLO ARANGO RESTREPO UNIVERSIDAD DE LA SABANA DEPARTAMENTO DE BIOÉTICA 2006 JUSTIFICACION Una de las preocupaciones más grandes que he tenido desde mi práctica clínica como psiquiatra ha sido la conducta suicida, ya desde mi práctica como médica general me inquietaba el hecho de saber de pacientes que decidían terminar con su vida, en algunas ocasiones los intentos eran fallidos y en otras ocasiones aquellas conductas terminaban siendo “exitosas”. La idea que maneja el común de la gente, e incluso que yo misma manejaba anteriormente, era que los médicos psiquiatras eran a quienes les correspondía el manejo de estos pacientes; sin embargo hoy en día después de leer mucho del tema e incluso de revisar protocolos de muertes por suicidio en medicina legal, me queda claro que muchos de los pacientes que terminan en suicidio consumado, nunca han consultado a un psiquiatra; sin embargo, la literatura muestra que cerca de dos tercios de los pacientes que se suicidan, han solicitado algún tipo de atención médica, al menos en una ocasión durante el mes previo a su muerte1, 2. De lo anterior surge mi preocupación con respecto a la necesidad de entrenar a médicos no psiquiatras (generales o especialistas) en la detección y manejo del riesgo suicida en su consulta cotidiana, las conductas suicidas suelen ser predecibles y obviamente prevenibles, pero para lograr esto las personas en contacto con los pacientes deben conocer de factores de riesgo para conducta suicida. Teniendo en cuenta que ahora estoy haciendo una especialización en bioética, me parece pertinente abordar este tema desde el punto de vista bioético, ¿si los médicos no saben detectar riesgo o no se toman el tiempo para hacer la evaluación y el paciente muere, no es esto negligencia, no es esto faltar a nuestro espíritu como médicos, que tiene que ver con proteger la vida, incluso en contra de lo que los pacientes puedan querer? Es claro que cuando un clínico está enfrentado a decidir qué conducta va a tomar frente a un paciente con riesgo de suicidio, tiene más peso su "impresión" personal que el resultado que pueda mostrarle determinada escala, por eso diseñar una escala no es suficiente, hay que enseñar a los médicos a enfrentarse con pacientes difíciles y a situaciones que generen en ellos cierto malestar. La tarea de evaluar los pacientes suicidas se complica por el hecho de que estos pacientes suscitan a menudo intensos sentimientos en el médico examinador. El paciente puede provocar gran ansiedad en el médico, que es consciente de que un error de enfoque puede tener catastróficas consecuencias. Según los estudios realizados, la mayoría de las veces la evaluación no se hace por la falta de entrenamiento, que genera miedo a preguntar. Todavía existen médicos que piensan que evaluar acerca de ideación suicida induce conductas suicidas y obviamente terminan siendo negligentes, ahora, también debemos detenernos a pensar si esto no es también el resultado de la pérdida de la relación médico paciente que se ha visto contaminada con las exigencias de los sistemas de salud que llevan a cosificar a los pacientes y a esperar solamente un resultado en términos económicos. El suicidio constituye una de las principales causas de muerte en el mundo, con una incidencia anual entre 10 y 20 por 100.000 en la población general3. Según datos epidemiológicos, el suicidio representa la octava causa de muerte y la tercera causa de pérdida de años potenciales de vida en los Estados Unidos, considerándose una tasa de 11.4 suicidios por cada 100.000 habitantes, similar a la tasa de muertes debidas a Diabetes Mellitus. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, entre los años 1990 y 2020 el número de suicidios pasará de 593.000 a 995.000, cifra que está en concordancia con las proyecciones sobre carga de enfermedad, que ubican a la depresión como el problema de salud número uno en países en desarrollo para ese año (3.4% de la carga total de enfermedad por todas las causas).En Colombia no existen registros confiables con respecto a las tasas de suicidio; sin embargo, de acuerdo a estadísticas del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, nuestro país presenta una tasa de 5.04 suicidios por cada 100.000 habitantes por año, y en 1992 del análisis general de 24.947 autopsias se encontró que el 3% (754) correspondieron a suicidios 4. El comportamiento del suicidio en la ciudad de Bogotá denota una tendencia al incremento, calculándose que actualmente se presenta aproximadamente un suicidio cada 24 horas, sin incluir la estimación de los casos de suicidio no reportados como tales y los intentos fallidos. Mientras en 1998 se registró un descenso en las muertes violentas en general, el número de suicidios aumentó (345 casos), como viene sucediendo desde comienzo de la década actual. En Colombia durante 1998, el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, realizó 2.046 necropsias por suicidio; evento que representa el 6% del total de muertes violentas. Así mismo se observó un incremento del 21%, (354) con respecto al año anterior. La tasa nacional de suicidio que había permanecido constante hasta el año 1997, (4 suicidios por 100.000 habitantes), se incrementó en 1998 a 5 suicidios por 100.000. Del total de casos, el 76% de los suicidas fueron del género masculino; por cada mujer se suicidaron 3 hombres. Las mayores tasas se presentaron, para ambos géneros, en el grupo de 15 a 24 años; 14 casos por 100.000 hombres y 5 por 100.000 para mujeres5. Existen diversos factores que se relacionan con las conductas suicidas, dentro de los que se pueden enumerar los factores socio demográficos, la desesperanza, la enfermedad mental, el consumo de sustancias psico activas, los intentos previos, el aislamiento, el modelamiento, los estresores situacionales, la disponibilidad de métodos letales, las enfermedades terminales o crónicas, etc. Una de las cosas más llamativas en los últimos años, es que anteriormente se hablaba de una presentación bimodal de las conductas suicidas, en la cual se observan dos picos de incidencia: entre 15 y 24 años y en mayores de 65 años; sin embargo en los últimos años se ha observado que cada vez son personas más jóvenes las que realizan conductas suicidas y los suicidios consumados han aumentado en estos grupos de edad. Teniendo en cuenta lo descrito anteriormente, se puede plantear que el suicidio suele ser prevenible. Por eso es importante una detallada evaluación de los pacientes suicidas, con el objeto de realizar una buena predicción del riesgo y de esta forma una intervención adecuada. Lo ideal es que el médico examinador cuente con las herramientas necesarias para determinar el riesgo suicida, valorando los diferentes factores que en un momento dado pueden estar influyendo en la conducta del paciente. INTRODUCCION Un comportamiento suicida cubre desde pensamientos suicidas a tentativas o actos autolíticos. Los pensamientos y tentativas suicidas pueden ser vistos como estadíos previos al suicidio en si. Esto significa que hay un desarrollo desde los pensamientos o ideas suicidas al intento de suicidio y de la tentativa al suicidio consumado. Los actos autolíticos (suicidios) incluyen todas aquellas muertes en las cuales se ha realizado un acto intencionado, auto-inflingido y que amenaza contra la vida y con resultado de muerte. Este acto con resultado fatal sería iniciado y realizado deliberadamente. La persona sabría o esperaría un resultado fatal. A través de este acto la persona perseguiría lograr cambios deseados aunque la intención puede ser vaga o ambigua. Esto significa que en la mayoría de los casos la persona no quiere morir o no ve la muerte como meta sino que la persona quiere detener la vida o dejar de ser consciente. La tentativa de suicidio incluye aquellas situaciones en las cuales la persona ha realizado un acto en la que amenaza su vida con la intención de poner su vida en peligro o de dar esa apariencia. Sin embargo este acto no tiene resultado de muerte. El intento de suicidio ha de ser visto como un grito de ayuda. La persona quiere provocar cambios que hagan su vida más soportable6. El pensamiento suicida tiene que ver con la estructuración de la ideación suicida, hasta el punto de determinar las conductas suicidas, la búsqueda y preparación de métodos, pensamientos relacionados con ¿qué pasará después? Y sin una buena orientación o tratamiento, llegan a considerar esta opción dentro de otras para resolver sus problemas. Una conducta suicida es una tragedia personal y familiar, causando gran sufrimiento a la persona en cuestión y a todas aquellas que están a su alrededor. En promedio un solo suicidio afecta íntimamente al menos a otras seis personas. Si el suicidio ocurre en un colegio o un lugar de trabajo afectaría a cientos de personas. Globalmente hablando, las tasas de suicidio se vienen incrementando en los últimos 45 años. En el año 2000 cerca de 1 millón de personas cometieron suicidio. Esto representa una tasa de mortalidad global de 16 por 100.000 habitantes o una muerte cada 40 segundos. El suicidio está entre las 10 primeras causas de muerte en todos los países y entre las tres primeras causas de muerte entre los jóvenes (15 a 34 años) Las mayores tasas de suicidio para hombre y mujeres, se encuentran en Europa, más particularmente en Europa del Este: Estonia, Letonia, Lituania, Finlandia, Hungría, Rusia y en países Asiáticos como Japón y China. Se encuentran tasas medias en Europa Central y del Norte, Norteamérica, Sudeste Asiático y Pacífico Occidental, tales como Australia, Nueva Zelanda, Canadá India y Estados Unidos. Las tasas más bajas se encuentran en Latinoamérica, en los países Árabes y en algunos países Asiáticos, por ejemplo Argentina, Brazil, Kuwait y Tailandia. La información con respecto a países Africanos es mínima. Casi el 30% de todos los casos de suicidio se cometen en India y China6. I. ESTADO DEL ARTE Por razones metodológicas, es difícil evaluar las tendencias evolutivas de las conductas suicida durante largos períodos de tiempo, sin embargo la OMS7, las tasas de suicidio en el ámbito mundial han aumentado en un 60% en los últimos 45 años, y esta tendencia se ve tanto en países desarrollados como en países en vías de desarrollo. Un hecho destacable en Asia es el cambio en la tendencia en dos países como Japón y Sri Lanka, si en el primero se había producido un descenso en ambos sexos (16,3/100.000/años), a principios de la década de 1990, la última década ha sido testigo de un repunte en las tasas de suicidio en Japón hasta los niveles de de la década de 1950 (25,1/100.000Habitantes/año). La otra cara de la moneda la representa Sri Lanka, donde tras un incremento en la tasa de suicidio desde la década de 1950 hasta llegar a 30,0/100.000 Habitantes/año, la última década ha registrado u descenso en casi 10 puntos en la tasa global. En general, fuera del ámbito europeo, cabe decir que en América se ha asistido a un aumento de las tasas de suicidio entre los ancianos, y en países como Canadá, Colombia o Estados Unidos se ha producido un acentuado crecimiento en el número de suicidios en adolescentes y pacientes jóvenes. En Bogotá la Secretaría Distrital de Salud conformó un grupo de estudio e investigación alrededor del suicidio y se han ampliado redes de ambulancias disponibles de caso de riesgo y una línea telefónica para estos casos en particular. En cuando a los grupos de edad, resulta difícil realizar un análisis de las tendencias del riesgo de suicidio entre los grupos más jóvenes (infancia y comienzo de la adolescencia), en gran medida por las deficiencias que presenta la recogida de datos en esos grupos de edad. El análisis de las tasas de suicidio por categorías de edad (5-143, 15-24, y 25 a 34) y por sexo, referido en las estadísticas anuales del la OMS durante las dos últimas décadas, pone de manifiesto que las tasas crudas de suicidio en edades tempranas (5-14 años), en la gran mayoría de los países europeos, son muy bajas y a menudo ni siquiera son comunicadas por razones que se desconocen (no existen casos o simplemente no se declaran)8,9, en mi concepto el problema más bien es que estructuralmente y cognitivamente un niño por debajo de los 12 años tiene poca capacidad para estructurar una conducta suicida exitosa. En Bogotá existe un patrón bimodal en la edad de las víctimas de suicidio y que este patrón se presenta desde hace varios años. En estudio realizado en medicina legal entre los años 1990, 1995 y 2000, se encontraron resultados que contrastan con algunos reportes de la literatura de países industrializados, ya que el mayor número de suicidios consumados no se dan entre mayores de 65 años, sino que se encuentra una moda mayor en edades más bajas, lo cual se mantiene en los 3 puntos de corte. El estudio también mostró datos que sugieren que las medias de los dos componentes, el de edad mayor y el de edad menor, tienden a reducirse a medida que transcurre el tiempo. Esto indicaría que cada vez hay personas más jóvenes entre las víctimas de suicidio en Bogotá, lo cual supone que el suicidio está generando una carga cada vez mayor en términos de años de vida ajustados por discapacidad10 II. MARCO TEORICO El suicidio ha sido visto de diversas formas a través del tiempo y en diferentes culturas. Para los griegos y romanos era un acto sublime; para los cristianos el pecado más grande, pues atentaba contra la propia vida; para los japoneses una forma de restaurar el honor perdido. En la actualidad es un problema de salud pública mental que puede ser prevenido. El suicidio o acto voluntario de terminar con la propia vida, es tan antiguo como el hombre mismo. Sócrates antes de beber la cicuta explica a sus discípulos que el hecho de morir no es hecho de pesar para él, pues es algo para lo cual se ha preparado durante toda su vida, ya que sólo al morir el alma se separa del cuerpo y en ese momento puede el filósofo cumplir con su propósito el cual es alcanzar la sabiduría, puesto que el cuerpo distorsiona la realidad y la hace engañosa. Sin embargo también explica que aunque el deseo de que el cuerpo se separe del alma es grande, sobre todo para el filósofo, nadie se puede violentar a sí mismo, cometer suicidio, pues eso estaría mal, ya que los humanos pertenecen a los dioses, quienes deciden el momento de quitarles la vida11. Los estoicos aceptaban el suicidio sólo en aquellos casos en que la vida iba en contra de la naturaleza12, como el dolor, la enfermedad grave y las anormalidades físicas. Pero en la misma Grecia, también habían otros grupos que lo condenaban: los pitagóricos, los aristotélicos y los epicúreos. En Roma se reconocían las virtudes del suicidio, alternativa preferible a la prolongación de una vida indigna. Plinio, el viejo, al respecto expresaba: de los bienes que la naturaleza concedió al hombre, ninguno hay que una muerte oportuna y óptima en que cada cual pueda dársela a sí mismo. Para los romanos, vivir dignamente incluía morir dignamente. Quitarse la vida era una forma de muerte aceptable cuando evitaba el dolor, el deshonor, o simplemente el desgaste de la vida. El filósofo Séneca lo ensalzaba como el acto último de una persona libre, él afirmaba “no debes vivir bajo la necesidad, pues no hay para ti ninguna necesidad de vivir.” En el (Catecismo de la Iglesia Católica = CIC) para adultos, la muerte desde de la perspectiva cristiana: “en el corazón de la vida se hace presente la muerte”. La conciencia de la muerte hace algo más que poner ante nuestros ojos la vanidad de la vida; nos descubre también la riqueza del significado de la misma y nos impulsa a vivirla más intensamente. Porque nuestra vida es limitada, cobra valor el tiempo que nos ha sido dado vivir. Hay que aprovechar ese tiempo. Cada hora puede ser la última. La vida y la muerte, pues, se compenetran. Por esta razón, cuando se oculta y silencia la muerte como si se tratara de un tabú (como ocurre con frecuencia en nuestra sociedad moderna), se ataca directamente la vida humana. Sólo puede vivir de una verdaderamente humana el que mira a la muerte cara a cara y la acepta. Pero ¿podemos hacerlo en realidad? ¿Cuál es el sentido de la vida desde la perspectiva de la muerte? ¿Qué sentido puede tener la muerte para la vida?13. Durante veinte siglos, el cristianismo consideró el suicidio como el más grave de los pecados, por violar el mandamiento que prohíbe matar, sin dar oportunidad para arrepentirse, y por ser acto contra la ley de la naturaleza y la caridad. En últimas, por ofender a Dios dados de vida y único ser que puede ponerle término. La eutanasia, que ha sido un tema tan debatido o mucho más que el suicidio, fue un problema social en aquellas sociedades primitivas en que se practicaba la eliminación de vidas consideradas inútiles, costumbre que estuvo admitida respecto a los recién nacidos con malformaciones o los ancianos en distintos pueblos de la antigüedad, hasta que la influencia del cristianismo acabó con tales prácticas inhumanas. Desde la llegada del cristianismo, la eutanasia dejó de ser un problema social hasta el siglo XX, en que algunos vuelven a convertirla en problema al pretender su legalización. La Iglesia, que condena el suicidio y el homicidio por atentar contra un bien fundamental e inviolable de la persona, exalta el martirio por cuanto es una entrega que el mártir hace de su vida física en aras de unos valores superiores a ella, como son su fidelidad y amor a Dios, dando con ello testimonio heroico de vida coherente con las más altas exigencias de la dignidad de la persona humana lejos de atentar contra esta dignidad hace una máxima afirmación de ella14. Que la entrega de la vida sea una muestra de la dignidad de la persona humana es, por otra parte, fácil de advertir. La experiencia cotidiana nos brinda ejemplos de vidas que se entregan, se gastan en cada momento en el ejercicio de las responsabilidades familiares, profesionales o sociales. La madre que quebranta su salud pasando noches enteras junto al lecho de su marido o su hijo; el bombero que arriesga su vida por sofocar un incendio; el empresario o el sindicalista que sufren enfermedades derivadas de la tensión por mantener unos puestos de trabajo; el socorrista que se pone en trance de morir ahogado... Todos éstos son ejemplos, entre otros muchos, de formas de gastar, de acortar y de arriesgar la propia vida en aras de valores solidarios. Cuando el valor que se pone en juego aunque no es un valor supremo, es un bien único e irrepetible, que se puede dar o donar por un bien superior; el ofrendar supremamente la vida es una actitud coherente y admirable, y es evidente que nada de eso tiene que ver con la eutanasia. Dante Alighieri en su obra la divina comedia, ubicó a los suicidas en el séptimo círculo, por debajo de los herejes y de los asesinos, bajo la forma de espinos venenosos en cuyas ramas anidasen arpías que devoraban interminablemente las hojas, como si la violencia que el alma se inflingió a sí misma no tuviera fin10. Desde fines del siglo XIV reaparece un conflicto de valores, cuyos argumentos llegan hasta nuestros días. Petrarca en De remedis, utiliza el diálogo alegórico entre Dolor y Ratio, para exponer los argumentos antiguos contra el suicidio: no tenemos derecho a desertar, debemos enfrentar las dificultades, la vida nos es otorgada por Dios, matarse es olvidar nuestra naturaleza propia, el rechazo a la existencia es indigno, quien se mata es un cobarde (vale la pena volver a comentar, que para aquella época no se conocía mucho acerca del tema y del sufrimiento de estos “pacientes”). De Montaigne a Bacon, los humanistas viven una primera revolución cultural y empiezan a discutir, tímidamente la prohibición cristiana. Aunque las iglesias cristiana y protestante condenaban el suicidio, la gente más ilustrada dejó de verlo como pecado imperdonable. Los valores griegos y romanos se reafirmaron y el concepto de una muerte fácil se consideró de nuevo idóneo. En 1600 Shakespeare plantea la pregunta fundamental: ser o no ser: Ser o no ser, he allí la cuestión: ¿es más digno para el espíritu sufrir los golpes y avatares de un destino infame o rebelarse contra la marea de desgracia y ponerles fin con el rechazo a la vida? En 1642 en su religio Medici, Sir Thomas Browne acuña el neologismo suicidio según su forma latina sui: de si mismo/ caedes: asesinato. La perspectiva teológica, se arraiga aún más la satanización del acto autoagresivo: es el diablo quien empuja al desesperado a darse muerte. En el Japón Feudal es Seppuku o harakiri era un suicidio ritual, una práctica reservada a los nobles, a los samurai, que se abrían el vientre de extremo a extremo con el fin de eludir el bochorno de ser capturados por sus enemigos, o para protestar por algún acto gubernamental que los hubiera ofendido. Aunque el harakiri fue abolido en 1868, muchos soldados japoneses vieron en él una salida decorosa a la ignominia que suponía la derrota o el cautiverio, durante las dos guerras mundiales. Famosos fueron los “aviadores suicidas o kamikases”, quienes durante la segunda guerra mundial, fueron los responsables del hundimientos de varios acorazados estadounidenses. Todavía de tanto en tanto un ejecutivo japonés apela a la daga para no dar explicaciones de cómo desfalcó la empresa en donde trabajaba. Para la religión islámica el suicidio está prohibido; el Corán dice: “¡Oh tú que crees!...no os matéis a vosotros mismos, pues allah ha sido para ti el más piadoso. Si alguien lo hace en rencor o en injusticia rápido lo arrojaremos al fuego…”(Corán 4:29-30). Sin embargo quienes se inmolan o sacrifican si vida en nombre del Islam, no se ven a sí mismos como suicidas sino como mártires. El profeta dijo que un mártir no tendrá que comparecer el día del juicio, porque realiza un acto por el cual es perdonado15. A lo largo del tiempo, la tradición de la iglesia siempre ha enseñado unánimemente el valor absoluto y permanente del mandamiento “no matarás”. Es sabido que en los primeros siglos el homicidio se consideraba entre los tres pecados más graves con la apostasía y el adulterio, y se exigía una penitencia pública particularmente dura y larga antes que al homicida arrepentido se le concediese el perdón y la readmisión en la comunión eclesial. No debe sorprendernos: matar un ser humano, en el que está presente la imagen de Dios, es un pecado particularmente grave. Sólo Dios es dueño de la vida…Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Mc12,31). Por tanto, nadie podría renunciar al derecho a defenderse por amar poco la vida a o a sí mismo, sino sólo movido por un amor heróico, que profundiza y transforma el amor por uno mismo, según el espíritu de las bienaventuranzas evangélicas (cfr. Mt 5, 38-48) en la radicalidad oblativa cuyo ejemplo sublime es el mismo señor Jesús.16 En estos casos es cuando al margen de la enfermedad mental pienso en que hay diferentes clases de suicidio, que deberían ser clasificados y de alguna forma juzgados de forma distinta…aquel padre quien por salvar a su hijo, prefiere que lo secuestradores lo maten a él. En el suicidio y la eutanasia consentida, el darse muerte a sí mismo aparece como una opción libre. En vez de apreciar rectamente su naturaleza perversa, la maldad objetiva de la acción de matarse (a veces atenuada subjetivamente por las circunstancias dramáticas, el aislamiento y la ignorancia), estas acciones se muestran por una sutil propaganda ideológica como buenas “son buenas porque son libres”. La libertad es entendida como creadora del bien. Sólo aparece malo lo que no es libre. Así, el dolo aparece como el máximo de los males, porque contraría la libertad. Atentar contra la vida propia o de otro, en esta sería una expresión de libertad individual. Es más “liberarse” de la propia existencia ante el dolor sería el acto más pleno de una libertad…La libre elección es un acto de autodeterminación motivado por un acto de la inteligencia17. La iglesia se ha debatido entre la defensa del quinto mandamiento (no matarás, que incluiría el suicidio) con su función maternal. El diálogo con las ciencias experimentales le ha ayudado a entender que en casi todos los casos de suicidio no hay “consentimiento pleno”; que es uno de los requisitos para que haya pecado grave. Es aquí en donde comenzamos a pensar que hay cosas que hacer más allá de juzgar una conducta, hay que buscar el motivo y los factores desencadenantes y podemos tratar de ayudarle un poquito a recuperar a estas personas que en condiciones mentales distintas podrían no llegar a este desenlace fatal. En 1987 Emile Durkheim postuló que el suicidio era un fenómeno sociológico, resultado de la falta de integración del individuo a la sociedad, más que un mero acto individualista. También señaló la estacionalidad y la contagiosidad del suicidio y con su tesis marcó una de las líneas de reflexión más retomadas actualmente por los estudiosos del tema. Hoy día, se considera el suicidio desde un punto de vista psicológico, antes que desde las implicaciones morales que este fenómeno representa en distintas culturas10. Desde el punto de la ciencia- dice Sarró_, las concepciones sobre el suicidio evolucionaron desde su enfoque de mero acto hasta contemplarlo como parte de un concepto más amplio y complejo, como es el comportamiento. Tal vez sea la definición de Durkheim sobre el suicidio la más citada para el aspecto que nos ocupa: “se llama suicidio a toda muerte que resulta, mediata o inmediatamente, de un acto positivo o negativo, realizado por la víctima misma, sabiendo ella que debía producir ese resultado. La tentativa es el mismo acto que hemos definido, detenido en su camino antes de que dé como resultado la muerte18. Ya antes de Durkheim, Pinel y su discípulo Esquirol habían descrito el suicidio como síntoma de enfermedad mental que estaba relacionada con las crisis por las circunstancias de la vida19. Como se puede observar la conceptualización alrededor del suicidio ha tomado diferentes matices dependiendo de la cultura, de la época y de las corrientes filosóficas, teológicas y antropológicas, hasta ahora después de Durkheim, se comienza a pensar en enfermedad mental posibilidad de predicción o prevención. La diferenciación de Durkheim supuso una primera diferenciación del comportamiento suicida de otros análogos en los que se produce como resultado la muerte, y en los que están también implicados la finalidad intencional y su producción por el propio sujeto. Sin embargo, las investigaciones sobre el fenómeno llevaron progresivamente a cuestionar la definición. Por un lado los datos de los clínicos descubrían que la intencionalidad del comportamiento y de los suicidas no siempre era la de matarse, y a veces ni siquiera la de hacerse daño. De hecho se describen otras intencionalidades concientes para los actos suicidas, como son las de obtener de otros lo que no se ha podido obtener por otros medos (chantaje), demandar atención ante una situación vivida como desesperada. Real o irreal, presente o futura, física o social; agredir vengativamente a otros con la responsabilidad de su muerte20. Perspectiva filosófica, en torno a la preservación de la vida Más importante aún han sido los conceptos que hablan de defender la vida humana, el ser humano es persona desde su inicio existencial, independientemente de lo largo o corto de esta trayectoria existencial y de las causas naturales o no, que determinen su fin21. Normalmente lo que se espera es que las personas se inclinen por la vida, por eso, una persona con ideación suicida de entrada debe considerarse enferma en un sentido general, ya que, probablemente se encuentre en incapacidad de decisión frente a ciertas dificultades de la vida, vivir no necesariamente tiene que ser fácil, y no está sujeta a nuestra libertad, como decía Monseñor Elio Sgreccia, al definir el personalismo cristiano, hablando de dignidad de la persona humana, reconocida en todo ser humano desde la fecundación hasta la muerte natural, en todas las condiciones de vida, enfermedad, proximidad de la muerte, discapacidad22 Tomas Melendo define la persona “como principio y como término, como sujeto y objeto, de amor”. Jaime Bofill la define como “un ser capaz de amar y ser amado con amor de amistad”, esto es diferente a lo que conocemos como personalidad, la persona es en sí misma, es lo esencial del ser y la personalidad, todas aquellas características que hacen que una persona se comporte de una u otra forma, según Robert Spaemann, la personalidad es por tanto el elemento constitutivo del ser humano, no una cualidad suya y, desde luego, en ningún caso, una cualidad adquirida gradualmente23 Es difícil explicar en qué consiste ser persona. Todos los humanos participamos de la misma naturaleza. Pero ésta está individualizada en cada uno, dando lugar a un ser irrepetible, en cuyo poder está su propio destino, con capacidad de comunicarse a los demás, y para poderse entregar a ellos. Quizá las dos peculiaridades más decisivas de la persona son aparentemente incompatibles: - su irrepetibilidad, que los clásicos denominaban incomunicabilidad y - su apertura y relación con los demás, es decir, su máxima comunicabilidad, a través de la inteligencia y de la libertad, que posibilitan el conocimiento y el amor. Estos poderes de libertad y relacionalidad suponen una dignidad ontológica de una categoría muy superior al resto de los seres del cosmos. Su estatuto metafísico está más allá de la división del ente en categorías, y más allá de la composición hilemórfica. Tiene que ver con lo que los clásicos denominaron el nivel de la subsistencia y otros el nivel de la transcendentalidad 24 . Es probable que en un buen manejo psicoterapéutico éste pueda ser un argumento sólido con algunos pacientes. En nuestro tiempo son diversos los autores que se ocupan sobre el tema de la persona, según un español: Xavier Zubiri, la definición tiene una honda concepción metafísica. La describe como “realidad en propiedad” queriendo dar a entender que la persona, a diferencia de las cosas, tiene como suyas no sólo sus propiedades sino su propio carácter de realidad. La realidad humana es no sólo un simple sistema de notas que “de suyo” la constituyen, sino que es, ante todo y sobre todo, la realidad la que es propia en cuanto realidad. La diferencia radical que separa a la realidad humana de cualquiera otra forma de realidad es justamente el carácter de propiedad de su propia realidad. A esta característica la denomina cuidad. Así afirma en su última obra: “Todas las demás realidades tiene de suyo las propiedades que tienen, pero su realidad no es formal y explícitamente suya. En cambio el hombre es formalmente suyo, es cuidad. La cuidad no es un cato, ni una nota o sistema de notas, sino que es la forma de la realidad humana en cuanto realidad”24. En este sentido, y refiriéndose concretamente a la persona Zubiri distingue entre personeidad y personalidad. La personeidad está constituida por lo más profundamente ontológico. La personalidad se deriva del actuar humano. El afirma: “Ser persona, evidentemente, no es simplemente ser una realidad inteligente y libre. Tampoco consiste en ser sujeto de sus actos. La persona puede ser sujeto pero es porque es persona, y no al revés. También suele decirse que la razón formal de la persona es la subsistencia. Pero yo no lo creo: la persona es subsistente ciertamente, pero lo es porque es suya. La cuidad es la raíz y el carácter formal de la personeidad. La personeidad es inexorablemente el carácter de una realidad subsistente en la medida en que esta realidad es suya. Y si su estructura como realidad es subjetual, entonces la persona será sujeto y podrá tener caracteres de voluntad y libertad. Es el caso del hombre”. Como se ve la personeidad es la fuente más profunda del ser del hombre, la raíz de donde nace todo su actuar. Pues bien, en este sentido la personalidad tiene un carácter en cierto modo derivado: “si llamamos personeidad a este carácter que tiene la realidad humana en tanto que suya, entonces las modulaciones concretas que esta personeidad va adquiriendo es lo que llamamos personalidad. La personeidad es la forma de realidad; la personalidad es la figura según la cual la forma de realidad se va modelando en sus actos y en cuanto se va modelando en ellos”. El actuar es derivado de la personeidad. Eso no quiere decir que los actos humanos tengan poca importancia en el ser humano. Con ellos decide sobre su vida. Con ellos modula su propia personeidad. En este sentido Zubiri afirma que “la personalidad no es cuestión de psicología ni de antropología empírica, sino de metafísica”. No, la personalidad es importante, pero tiene su raíz y fuente en la personeidad24. Habiendo descrito lo que es persona, ahora, es pertinente comentar por qué una bioética personalista permite un mejor acercamiento a los conflictos de la vida. El enfoque personalista de la ética y la bioética es presupuesto para cualquier desarrollo en términos sociales. Sostener una fundamentación personalista para la bioética posibilita y garantiza un adecuado, real y pertinente desarrollo en el ámbito social, que salvaguarda la finalidad originaria de la sociedad: el que ella sea para la persona humana y no la persona para la sociedad. Desde los albores de la ética no han dejado de presentarse postulados y teorías relativistas que vinculan, según diversos modos, tiempos y lugares, el relativismo ético con un relativismo general de la teoría del conocimiento. El concepto de persona corre el riesgo de encontrarse inmerso en este relativismo. Como las nociones de persona y personalismo desempeñan un papel crucial en la renovación de la reflexión acerca de la bondad o maldad ética, resulta necesario revisar los elementos que permitan dejar estos conceptos al margen de cualquier relativismo. Sin embargo, con Millán Puelles, hay que decir que “la expresión relativismo ético es sumamente ambigua”. Pero el relativismo es un hecho evidente cuya presencia campea donde brilla por su ausencia de la racionalidad vertical y donde son los sentimientos, el sólo sentido común, el consenso irreflexivo y la ignorancia irresponsable quienes sirven de base a las decisiones que involucran vidas de personas y realidades sociales25. Esta visión relativista apoya posturas que van en contra de la vida o que se van al respecto de la “autonomía” y la “libertad”, por encima del valor supremo de la dignidad de la persona, de la vida misma, en este sentido una persona podría querer morir y algunos profesionales considerar éste un deseo válido y no hacer nada para proteger la vida. Para Santo Tomás la persona es lo más perfecto en toda la naturaleza y es considerado un pensador extremadamente personalista. El verdadero personalismo se caracteriza por el descubrimiento de una distinción esencial, radical e insalvable, que nunca podrá ser explicada por la evolución, entre personas y seres no personales. Esta distinción está fundada en la racionalidad de la persona, quien es capaz de percibir objetos concretos individuales en un modo racional tal que es capaz de nombrarlos, formar conceptos generales de sus naturalezas, hacer juicios acerca de estos de las cosas, etc. Aspectos fundamentales de esta racionalidad de la persona son la capacidad de intuición, el conocimiento inductivo de la naturaleza de las cosas, formando conceptos abstractos y la distinción entre juicios verdaderos y juicios falsos25. La racionalidad de la persona se evidencia también en su libertad, en su capacidad de realizar actos que no son efectos de causas naturales externas o internas o de un orden divino trascendente, sino que surgen de la persona humana como de su fuente última. Aristóteles se refirió acertadamente a este punto cuando en la ética Eudema afirma que el hombre es el señor del ser o del no ser de sus acciones25. Junto a la libertad también ciertas vivencias afectivas espirituales como, por ejemplo, una alegría debida a bienes supremos, una compasión y pasión debida a los grandes males que merecen tales respuestas afectivas constituyen una parte de la naturaleza racional de la persona25. Está descrito que la espiritualidad es un factor protector contra las conductas suicidas. Teniendo en cuenta lo anterior, sabemos ahora, que las personas tenemos por ser personas la dignidad en nuestra esencia, es por eso que la vida de las personas es más importante, es el valor supremo, sobre el cual no existe ningún otro; somos distintos a otros seres de la naturaleza, que sabemos que a veces por procesos de selección natural u otros factores aún no bien establecidos mueren “voluntariamente”, en tal caso se puede hablar de proceso natural, sin embargo en el hombre con la inteligencia y la libertad de poder usarla bien o mal, la cosa es bien distinta, porque la vida es un don, y como don se debe propender a cuidarla, jamás a dañarla, ni la de los demás ni la propia, ya que esto sería faltar a la dignidad que todas las personas tienen por ser personas, en pacientes con enfermedades que alteren su capacidad de decisión, igual hay que cuidar la vida, como en cualquier otro paciente, sólo que el curador de la vida vienen siendo los familiares o los médicos y por eso es que los médicos sin importar su especialidad deben estar entrenados en salvar la vida de estos pacientes cuando sea necesario, en detectar factores de riesgo que puedan llevar a uno u otro paciente a considerar que el suicidio puede ser una salida a sus problemas. A. Factores de riesgo Uno de los elementos más frecuentemente incluidos en las herramientas propuestas para la evaluación de riesgo suicida son los factores sociodemográficos, dentro de los cuales se consideran los siguientes: la edad y sexo (ya considerados anteriormente); estado civil, donde cabe anotar que aquellas personas viudas y separadas tienen un mayor riesgo que las personas solteras o casadas, aunque como se describió anteriormente en el estudio realizado en 1988 en el Hospital San Juan de Dios, se observó un leve predominio del grupo que tenía algún tipo de unión de pareja (casado o unión libre)11. Así mismo, los antecedentes ocupacionales constituyen otro factor relacionado con conductas suicidas, encontrándose que los desempleados y los trabajadores no calificados, muestran mayor riesgo que los empleados y los trabajadores con calificación. Además entre los profesionales hay un mayor riesgo de suicidio en los policías, músicos, agentes de seguros, abogados, odontólogos y médicos (especialmente oftalmólogos, anestesiólogos y psiquiatras). A este respecto es importante también tener en cuenta la posibilidad de sensación de fracaso en el ámbito laboral o en el propio rol social.26 26 27 . Dentro de los factores relacionados con el intento de suicidio es importante también tener en cuenta que cerca de la mitad de los pacientes que intentan suicidarse sufren alguna enfermedad física, como dolor crónico, cirugías recientes, enfermedades crónicas o enfermedades terminales (SIDA, Cáncer)28 29 . En cuanto a los principales factores útiles para evaluar el riesgo del suicidio se destacan: la existencia de trastorno mental, alcoholismo y abuso de drogas, ideación suicida, intentos suicidas previos, acceso a métodos letales, aislamiento y pérdida de apoyo social, desesperanza, antecedentes familiares de suicidio (aspectos genéticos), eventos estresantes en la vida, agresividad, impulsividad e irritabilidad (aspectos bioquímicos) y enfermedades físicas concurrentes. 2,4,26,30,31,32,33,34,35,36,37 . Con respecto a los métodos de suicidio, es una tarea muy complicada, debido a que existe una gran variabilidad, pues se han utilizado diversos métodos de suicidio que van desde una corbata hasta un avión de pasajeros. Aún así se ha intentado clasificar los distintos métodos suicidas y se han podido estudiar aspectos como los factores que influyen en la elección del método, las diferencias en las diferentes culturas, entre hombres y mujeres, e incluso entre los métdodos que se utilizan para consumar el suicidio y los que se emplean en las tentativas no fatales. Métodos de suicidio tipificados en la escala de letalidad del intento Suicida (Lethality of Suicide Attempt Rating Scale) Fármacos /drogas con efectos sedantes - Antipsicóticos - Antidepresivos - Benzodiazepinas/hipnóticos - Recreacional (heroina) - Alcohol - Gas/Asfixia - Fármacos no psicotropos - Otros fármacos psicotropos sedantes (barbitúricos) Fármacos/drogas sin efectos sedantes y otras sustancias ingeridas - Fármacos no psicotropos - Fármacos psicotropos (metilfenidato) - Otras sustancias ingeridas - Recreativas (cocaína) - Litio - Anticolinérgicos - Inanición (dejar de tomar medicamentos, insulina) Armas de fuego Autoinmolación Ahogamiento Cortes Defenestración - Desde altura - Accidente de tráfico - Como viandante Ahorcamiento Modificado de Smith y cols 198438 Los hallazgos en los estudios a partir de autopsias psicológicas de los Estados Unidos y Europa, sugieren que más del 90% de los suicidios completados en todos los grupos de edad están asociados a diversos trastornos mentales, considerándose entonces como una condición necesaria pero no suficiente para que se presente dicho desenlace26,39. Los trastornos afectivos frecuentemente, ya sean como diagnósticos únicos o en comorbilidad con otras alteraciones psiquiátricas o médicas, constituyen el diagnóstico más comúnmente encontrado en los estudios de autopsias psicológicas de suicidios completados. Se describe que cerca del 15% de los pacientes con diagnóstico de trastorno depresivo mayor mueren a causa del suicidio40,41. Igualmente, se considera que el riesgo de suicidio en enfermedad bipolar es 24 veces superior al de la población general. 39, 42 . Otros trastornos mentales que se consideran como factores de riesgo para suicidio incluyen la esquizofrenia, siendo la mortalidad relacionada con suicidio cercana al 6%39, 43,44, y el alcoholismo, el cual tiene una fuerte asociación con los trastornos afectivos; Se ha observado que las personas alcohólicas tienen entre 7 y 20 veces más riesgo que la población general de cometer suicidio, y cerca del 50% de alcohólicos realizan intentos suicidas, conductas que se han relacionado especialmente con los períodos de intoxicación29,45 . La historia de intentos de suicidio previos constituye el principal predictor de riesgo de suicidio, y se recomienda no tomarlo como elemento aislado durante la valoración, considerándose de gran utilidad para identificar pacientes en alto riesgo si se encuentra relacionado con otros factores de riesgo importantes, como por ejemplo trastorno mental o desesperanza23,27. Los antecedentes familiares de suicidio o de intentos suicidas se han relacionado con un riesgo suicida potencial y permanente a lo largo del ciclo de vida, independientemente del diagnóstico psiquiátrico; puede haber riesgos genéticos independientes de suicidio, o bien una historia familiar puede crear una sensación de autorización al suicidio de cualquiera de sus componentes; algunos estudios han concluido que la predisposición a presentar conductas suicidas puede tener una transmisión familiar de rasgo, independiente del diagnóstico en eje I o II; dichos estudios se han realizado con gemelos, encontrando una concordancia estadísticamente significativa entre suicidio y gemelos monocigóticos al compararlos con gemelos dicigóticos46,47. De igual forma, se ha planteado la hipótesis que el suicidio pueda tener un modo de herencia poligénica 45,46 ; diversos estudios de genética molecular han encontrado relación con algunas variantes genéticas del gen de la enzima triptófano hidroxilasa que se encuentra codificado en el brazo corto del cromosoma 11 y conductas suicidas; dicha enzima está implicada en la biosíntesis de la serotonina al catalizar la oxigenación del triptófano a 5-hidroxitriptófano que luego es decarboxilado a serotonina45,48. Existen también factores de riesgo neurobiológicos, encontrándose evidencia que apoya la teoría de la relación entre la disminución de la actividad serotoninérgica, el colesterol y el suicidio. En el 66% de los estudios realizados en pacientes deprimidos se ha encontrado que las personas que han realizado intentos suicidas tienen niveles más bajos de ácido 5-hidroxiindolacético en líquido cefalorraquideo (LCR), en comparación con aquellos sin antecedentes de intentos suicidas previos. Dicho hallazgo al parecer no está relacionado únicamente con el diagnóstico de depresión, pues se ha encontrado la misma evidencia en pacientes con esquizofrenia y trastornos de personalidad con intentos suicidas .27, 37, 38 Se ha observado que los niveles bajos de ácido 5-hidroxiindolacético están relacionados con intentos o suicidios violentos, al igual que con patrones de conducta caracterizados por marcada impulsividad y agresividad36,37, 49. También se han examinado posibles marcadores periféricos de la conducta suicida. Entre los pacientes deprimidos que muestran dicha conducta se ha observado la relación con los altos niveles de cortisol libre en orina, la nosupresión del cortisol en plasma después de la administración de la dexametasona, una respuesta exagerada del cortisol plasmático a la infusión del 5-hidroxitriptófano, anormalidades en la conductancia de la piel, valores alterados de catecolaminas en orina y disminución en el número de sitios de unión para la serotonina o para la imipramina en las plaquetas 50. B. Diagnóstico, cómo realizar la exploración 1. Técnicas de Entrevista El paciente suicida, es un paciente especial, que por lo general, excepto en un intento de suicidio, amerita un acercamiento muy hábil para poder detectar el riesgo. Durante la entrevista del paciente suicida se deben tener presentes los siguientes aspectos y consideraciones, con el objetivo de facilitar una adecuada valoración y manejo: a. Actitud. Durante la entrevista, el médico debe mantener una actitud acrítica y no moralista con el paciente. Este necesita del médico comprensión, confianza y no agresividad. b. Empatía. Al ser el suicidio una cuestión extremadamente personal, el médico debe establecer cierto grado de empatía y comunicación personal antes de formular preguntas directas sobre el suicidio. Es mejor ir de las preguntas generales a las específicas. Por ejemplo, ¿se siente desesperado?, ¿piensa a menudo en la muerte? ¿se siente tan mal que preferiría no seguir viviendo?, ¿ha llegado a pensar en quitarse la vida? c. Privacidad: Es necesario ofrecer al paciente la oportunidad de hablar a solas con el médico, pues, aunque a menudo es útil la información obtenida de la familia y amigos, el paciente puede tener dificultades para divulgar sus ideas y sentimientos suicidas. d. El preguntar al paciente sobre sus intenciones suicidas, no le va a inducir a llevarlas a cabo. No hay que evitar preguntar, ya que a menudos los pacientes se sienten aliviados y comprendidos al poder comentar el tema. e. No hay que intentar disuadir al paciente para que no se suicide. Hay que escuchar y evaluar para luego adoptar una decisión de tratamiento. 2. Objetivos de la entrevista con el paciente suicida a. Determinar los factores de riesgo suicida, tanto personales, como demográficos que se han revisado anteriormente. Los factores con mayor capacidad de predecir el riesgo de suicidio, se detallan a continuación. b. Evaluar el estado mental del paciente: depresión, psicosis, intoxicación, Delirium, etc. c. Establecer una adecuada comunicación personal con el paciente a fin de que este informe sinceramente y no obstaculice la intervención terapéutica. d. Investigar su actitud hacia el suicidio: ideación suicida, intentos previos, plan estructurado y planes futuros. Tabla. Predictores de riesgo suicida 1. Enfermedad depresiva, otros trastornos psiquiátricos 2. Alcoholismo, abuso-dependencia de drogas 3. Ideación suicida, verbalización suicida, planificación del acto, ideas religiosas 4. Antecedentes de intento de suicidio 5. Utilización de métodos letales 6. Aislamiento social, vivir solo, pérdida de soporte o apoyo 7. Sentimiento de desesperanza, rigidez cognitiva 8. Ser hombre adulto y de raza blanca 9. Antecedentes familiares de suicidio (factores genéticos) 10. Problemas económicos, problemas laborales 11. Problemas conyugales 12. Presencia de estrés o acontecimientos vitales 13. Irritabilidad, agresividad, bajos niveles de 5-HIAA 14. Enfermedad física 15. Repetición y comorbilidad de los factores anteriores señalados 51 C. Manejo de las diferentes conductas suicidas La mayoría de los pacientes con conductas suicidas tienen algún grado de depresión y en estos casos el paciente presenta un empeoramiento del funcionamiento normal asociado a tristeza y a otros síntomas como: cambios en el sueño y en el apetito, alteraciones psicomotoras, afección de la concentración, anhedonia, ansiedad, fatiga, sentimientos de desesperanza y desamparo, ideas de suicidio. Los pacientes deprimidos no siempre se quejan de tristeza y en ocasiones pueden encontrarse irritables y/o preocupados con el funcionamiento de su cuerpo. La depresión entraña un riesgo vital y, por tanto, se debe evaluar la ideación suicida. La decisión de hospitalizar o no, dependerá de múltiples factores que ya se han comentado. El tratamiento antidepresivo no suele iniciarse en urgencias y su efecto terapéutico tarda unas semanas en aparecer. Sin embargo la agitación, la ansiedad y el insomnio sí pueden ser tratados en este ámbito, en general con benzodiazepinas52: de acción ansiolítica: lorazepam, clonacepam, alprazolam, en pocos casos está considerando el uso de haloperidol o inmovilización. En cuanto a modelos de intervención no farmacológica, siempre están diseñados para desarrollar estrategias preventivas. A pesar de que el campo de la suicidología no es capaz de contestar a todas las cuestiones planteadas, existen algunas respuestas basadas en hallazgos empíricos53. Existen aproximaciones psicoterapéuticas de las cuales poco se habla textualmente, sin embargo en un foro recientemente realizado en la Academia Nacional de Medicina, tuve la oportunidad de participar y compartir experiencias con profesionales de otras escuelas y desde el punto de vista psicoterapético pude conocer las opciones que utilizan otros profesionales, por ejemplo desde el enfoque psicodinámico se considera como lo más importante el fortalecimiento del vínculo de los pacientes con su entorno, con su familia y con el terapeuta, ellos consideran valiosa la autonomía de los pacientes y en mi concepto es un poco peligroso, teniendo en cuenta el riesgo que esto conlleva, realizan análisis de representaciones en dibujos, en sueños y no prestan mucha atención a la sintomatología psiquiátrica como tal, es decir la depresión. Existen enfoques sistémicos en los cuales vinculan mucho a la familia en el tratamiento, y el terapeuta es un observador pasivo, quien aporta en algunos momentos pautas psicoterapéuticas que guían tanto al paciente como a su familia, el enfoque conductual se refiere más a las pautas de psicoeducación y orientación que buscan un cambio individual, familiar y social, empoderando a la mujer como fuente de control y centro de la familia, se considera en este enfoque que existen elementos reforzadores positivos como el trabajo, los amigos, la familia, el ejercicio; que si desaparecen se pueden convertirse en factores negativos y así mismo el enfoque trata de buscar reforzadores negativos como una disfunción familiar, problemas académicos, afectivos, malas amistades, factores que le hagan perder el sentido de la vida. D. Aspectos bioéticos y morales Hay ciertos aspectos que son importantes para garantizar una buena práctica profesional: - La constatación por parte de numerosos estudios de que las creencias ético-morales o religiosas condicionan el comportamiento suicida. - El hecho de que el conjunto de valores éticos-morales guía el establecimiento de normativas jurídico – legales, que sirven de marco para un ejercicio profesional adecuado a la norma. - La realidad de que para muchos pacientes y médicos un sistema de creencias ético-morales o religiosas es algo a tener en cuenta. El comportamiento suicida es un modelo de contraposición de derechos fundamentales del ser humano: la libertad y la vida. Sin el primero pudiera parecer que no merece la pena disfrutar de otros derechos, y sin el segundo no es posible hacerlo, el suicidio no es, sin embargo, el único comportamiento en que entran en contraposición dichos principios. Los comportamientos de lucha por la libertad, que se dan en contextos de opresión o privación de ésta, pueden conducir a la pérdida de la vida, aun cuando este resultado no sea buscado deliberadamente. Sin embargo en el suicidio la contraposición es absoluta, y constituye un choque frontal y drástico. El hecho que subyace en el fondo de todas las argumentaciones en torno al suicidio es el derecho a poner fin a la propia vida ¿existe este derecho? ¿puede un ser humano decidir suicidarse, haciendo uso de su libertad, sin erosionar al menos en parte, un derecho que parece más básico y trascendente, como es el derecho a la vida? Uno de los códigos éticos más conocidos es el juramento hipocrático. El valor actual del mismo es fundamental en cuanto a que ha servido de guión y precedente obligado para los actuales códigos y guías. Hoy día se recurre a los códigos deontológico, o a los códigos legales, como resultado de una larga tradición histórica, en la que partiendo de las ideas de Hipócrates y Maimónides, y de las posteriores adiciones religiosas y ético-morales, se han ido perfilando una serie de conceptos básicos en torno a la conducta ética en el ámbito de la medicina en general y del suicidio en particular. Así, surgen los principios hoy tan conocidos y publicitados de autonomía, beneficencia, justicia y honestidad, que ha de aplicarse en forma específica al comportamiento suicida como a otros que entran en conflictos de valores y creencias con los contextos sociales o culturales cambiantes en los que se desenvuelve la actuación médica46 A pesar del conocimiento que existe actualmente alrededor del suicidio, no sólo por la medicina, en sí, sino, también por otras afines con el tema, no pueden hacerse planteamientos genéricos o sencillos en torno a este tema. El suicidio puede ser estudiado desde múltiples puntos de vista que tienen que ver con la ética y con el ejercicio de la medina; también plantea numerosas disyuntivas, ya que puede clasificarse de acuerdo a muy diferentes criterios, que a su vez suscitan nuevas cuestiones, no siempre bien resueltas. Así, resulta muy diferentes el suicidio premeditado y el impulsivo, el suscitado por enfermedad mental y el basado en consideraciones altruistas54. En este aspecto es importante tener en cuenta la teoría de E. Durkheim, el suicidio es un fenómeno multidimensional y que desee el punto de vista médico y como responsabilidad social debemos tratar de disminuir, no podemos juzgar a los pacientes, pero podemos detectar los pacientes en riesgos y no sólo testigos de lo que está sucediendo, hay que perderle le miedo los sentimientos desagradables alrededor del tema para poder intentar lograr algo. Es aquí importante hablar de la dignidad de la vida como lo más importante para la humanidad, según José Luis del Barco “Sólo se me ocurren estas palabras para expresar la grandeza humana: excelencia de ser. El hombre es una eminencia sin igual entre la rica variedad de seres intramundanos. Es único. Su naturaleza enigmática es un venero del que brotan sin parar novedades, reposiciones, reformas y creaciones. Ser hombre no es moco de pavo49 El mandamiento de la benevolencia es universal. El trato benigno se agradece siempre. La palabra indulgente, el gesto comprensivo, la mirada condescendiente, el carácter suave, el corazón blando alientan al alma atribulada. El duro corazón, que tiene el corazón como el pedernal, es un cruel incapaz de compasión. El amor benevolente es un alivio universal, un consuelo mitigador más eficaz que todos los lenitivos juntos. Todos los seres pueden y deben ser tratados con benevolencia55. Se preguntarán por qué hago este paréntesis, los pacientes con conductas suicidas son dignos por sí, no importa por qué dificultad estén pasando para tomar una decisión así, no estoy diciendo que la justifiquemos. Sólo que no la juzguemos. El trato con estos pacientes, debe ser muy especial, tanto que un buen profesional pueda disuadir al paciente de su decisión y el peor de los casos protegerlo con una hospitalización, en los mejores términos posibles. 1. Ética y deontología médica en torno al comportamiento suicida Existen puntos en común relacionados con el comportamiento médico en relación con el suicidio, la mala práctica y los códigos deontológicos aplicables al comportamiento suicida. 2. Comportamiento médico y Suicidio Existen según Williams, seis principios éticos que regulan el comportamiento médico, a los que Arrechederra56 añade el último que figura en la lista de siete: - Preservación de la vida - Aliviar el sufrimiento - Evitar yatrogenia - Principio de autonomía del sujeto - Principio de justicia - Principio de veracidad - Hacer el bien al paciente 3. Suicidio y mala Práctica psiquiátrica El comportamiento suicida en los pacientes psiquiátricos es la causa más frecuente de demandas judiciales al psiquiatra por mala práctica. En la mayoría de los casos se pide la aplicación de la figura de imprudencia temeraria, por no prever, no prevenir adecuadamente el comportamiento suicida del paciente45. Al respecto hay cierta controversia por parte de otros autores, e incluso de mí misma, teniendo en cuenta que el paciente está inmerso en una cantidad de factores multifactoriales, no necesariamente susceptibles de ser manejados por la psiquiatría, además, está descrito que el riesgo suicida es cambiante en el tiempo, y aunque en parte el concepto tiene razón, para aquellos quienes hacen una evaluación superficial, o simplemente no la hacen, no hay que caer en la generalización, teniendo en cuenta también las características impulsivas de algunos pacientes, a quienes una hospitalización no los protege del riesgo de muerte por suicidio por sus mismos rasgos de personalidad. Respeto a la Vida 1) Aspectos religiosos del acto médico - Derecho inviolable a la vida: La inviolabilidad de la vida humana significa por último la ilicitud de todo acto directamente supresivo. (la inviolabilidad del derecho a la vida del ser humano inocente desde la concepción hasta la muerte natural es un signo y una exigencia de la inviolabilidad misma de la persona, a la cual el creador le ha otorgado el don de la vida) “Juan Pablo II a los participantes en la 35 Asamblea General de la asociación Médica Mundial, 1983”. Dios mismo “se yergue como vengador de toda vida inocente: Reclamaré la vida del hombre; a todos y cada uno reclamaré la vida de su hermanos” (Génesis, 9,5) y es categórico en su mandamiento “no matarás”. - Derecho exclusivo de Dios: es por esto que ninguno puede atentar contra la vida de un hombre inocente sin oponerse al amor por él, sin violar un derecho fundamental, irrenunciable e inalienable (Juan Pablo II en la encíclica Veritatis Splendor). - No categórico a toda otra autoridad: No hay ningún hombre, ninguna autoridad humana, ninguna ciencia, ninguna “indicación” médica, eugenésica, social, económica, moral que pueda exhibir o dar un título jurídico para una directa deliberada disposición sobre una vida humana inocente; vale decir una disposición que mire a su destrucción, ya sea como objetivo, ya sea como medio para otro fin que de por sí pueda no ser ilícito (Pio XII). - Deber de salvaguardar la vida: “ministros de la vida y jamás instrumentos de muerte” (Juan Pablo II a las asociaciones médicas católicas italianas, 1978). De los agentes de salud “se espera el deber de salvaguardar la vida, de vigilar fin de que ésta evoluciones y se desarrolle en todo el arco de la existencia, en el respeto al designio trazado por el creador” (Juan Pablo II al Congreso Mundial de Médicos Católicos, 1982) - Particular vigilancia: La larga cita del consejo Pontificio para la Pastoral de los agentes sanitarios, en su carta los “agentes de la Salud” (1995); La postura se resume en pocas palabras en un sí rotundo a la vida y una negativa a toda forma de suicidio, bien sea como decisión personal, o como apoyo, inducción, auxilio o tolerancia48. 2) Aspectos Médico – Legales del Suicidio Los problemas médico legales que pueden plantear los sujetos con comportamientos suicidas son múltiples y suelen derivarse de un manejo descuidado u omiso, o por el contrario de una sobrevaloración de la capacidad del propio terapeuta. Una cuestión clave es llevar una historia clínica completa y correcta del paciente, que ayudará a realizar un seguimiento adecuado y a prevenir dificultades al responsable del tratamiento. Deben anotarse en ella todas las exploraciones practicadas, el riesgo estimado de suicidio y todas las medidas tomadas al respecto, así como recoger la evolución y cada una de las decisiones adoptadas. Las dificultades más importantes que plantea el suicidio pueden derivarse de errores en su detección, en el diagnóstico o en el tratamiento (como la utilización de la medicación prescrita para realizar un intento de suicidio), o bien en el seguimiento del paciente. Otros problemas no menos importantes se presentan en el momento del ingreso del paciente, cuando éste presenta un riesgo elevado de suicidio, pero se niega al internamiento57. No debemos olvidar que somos médico y que nuestra misión es salvar vidas en peligro y un paciente con riesgo suicida, pone su vida en peligro. En general en la mayoría de los países occidentales, no se castiga a los sujetos con comportamientos suicidas (cosa que no siempre ha sido así; además de sanciones penales variables, se les castigaba con el embargo de todos sus bienes). Sin embargo, sí se reprime penalmente a cualquier otra persona que: - Persuada al sujeto para que tome la determinación de suicidarse - Ayude al suicida para que lleve a término su propia decisión de morir - Ejecute el suicidio personalmente - Cause o coopere activamente en la muerte de una persona que, estando sufriendo una enfermedad terminal o graves padecimientos permanentes y difíciles de soportar, previamente hubiese realizado una petición expresa, seria e inequívoca de muerte. A pesar de todo lo anteriormente expuesto, el comportamiento humano es imprevisible y que, por tanto, muchos suicidios son inevitables, por muy expertos y diligentes que sean los responsables del tratamiento y la familia del paciente, ya que es imposible vigilar un día tras otro, durante las veinticuatro horas de una persona, excepto que se le ingrese en unidades de vigilancia y tratamiento adecuadas. La solución de internar al paciente en unidades de vigilancia y tratamiento adecuadas nos lleva directamente a los problemas de derecho civil que plantea el suicidio cuando el paciente se niega a ingresar en ellas51. En este sentido en Colombia la legislación no es muy clara, pero mi concepto profesional y la experiencia me han demostrado que una vez le diagnostico riesgo suicida al paciente, éste pierde la capacidad de solicitar salida voluntaria, a partir de ese momento la vida de ese paciente está en mis manos y depende de mi que en ese momento no realice una conducta suicida, con un desenlace fatal. 4. El consentimiento informado en psiquiatría La aplicación del consentimiento informado a la psiquiatría reviste especial dificultad. Se ha señalado que si el consentimiento informado se encuentra aún en sus comienzos en medicina, en su aplicación a la psiquiatría se encuentra en fase embriogénica. El problema radical radica en que la enfermedad mental afecta a menudo, no siempre, a la autonomía psicológica del paciente, privándole parcial o totalmente de su capacidad para tomar decisiones en lo que concierne a su salud. ¿Cómo se puede obtener el consentimiento libre e informado de un paciente cuya capacidad para decidir está disminuida por la misma enfermedad para la que le propone el tratamiento? Es en este sentido en el que Henry Ey definía la enfermedad mental como una “patología de la libertad”58. Existen muchos casos en los cuales sólo la experiencia clínica determina si un paciente está o no en riesgo suicida y el grado y el nivel de atención que dicho paciente requiere. No existen unas pruebas objetivas o estandarizadas para ser aplicadas y medir el riesgo suicida, por eso el estándar de oro sigue siendo la entrevista de un buen clínico, quien definirá si el manejo es ambulatorio u hospitalario. Los indicadores principales que deberán ser usados para determinar el riesgo, serán justamente los factores de riesgo antes mencionados, uno de los principales por frecuencia en suicidio consumado es la depresión, o cualquier sintomatología depresiva, si es un médico general quien hace la evaluación. Habría que tener en cuenta factores sociodemográficos, como la edad del paciente, el género, si ha presentado intentos previos y la letalidad de los mismos, la ideación suicida y qué tan estructurada tiene la idea, obviamente aquí es muy importante el apoyo familiar y el aislamiento social. En la realidad no existe una valoración por número de criterios, lo cual le da un poco de subjetividad a la evaluación, dependiendo de la experiencia del evaluador, en mi concepto, en cualquier paciente en quien se encuentre sintomatología depresiva (por una enfermedad crónica, por ejemplo), debe hacerse evaluación de riesgo suicida y si éste se encuentra, debe considerarse que la vida del paciente prima por encima de lo demás y la teniendo en cuenta que la autonomía para tomar decisiones se ve marcadamente comprometida, entonces, las decisiones con respecto a su manejo deben ser del médico y su familia. Para algunos profesionales equivocados de la ley, el consentimiento informado se concibe como un esfuerzo para modificar la naturaleza de la atención médica y en especial, la psiquiátrica. Persigue cambiar la relación médico – paciente de tal forma que se produzca una radical redistribución del poder en esa relación: el bienestar del paciente deja de ser el principal motivo de actuación del médico, que ostenta el poder, pasando la voluntad del paciente a convertirse en el elemento fundamental y justificado del encuentro entre ambos59; sin embargo con la explicación previa de ciertas reglas en el caso que nos atañe, y es que si se ve comprometida la vida del paciente por riesgo suicida la decisión sólo la toma el médico, talvez con la familia en algunos casos, como se comentó anteriormente. Vale la pena mencionar que algunos pacientes con riesgo suicida además de tener una probable enfermedad mental, también es probable que su conducta corresponda a rasgos de impulsividad, relacionados con un bajo nivel intelectual; pacientes con una inteligencia por debajo del promedio, pueden tener riesgo suicida no predecible, pero, no por ello despreciable; a ellos hay que vigilarlos más y la familia debe estar mucho más comprometida. En general al hablar de consentimiento informado en psiquiatría, hay que pensar que la enfermedad mental es como el resfriado: la puede tener cualquier persona. Es cierto que hay unas condiciones especiales que la favorecen y unos factores de muy diverso orden que la facilitan: genéticos, biológicos, familiares, sociales, ambientales, psicológicos, culturales, económicos, etc. Todos estos factores influyen entre sí en todos los individuos, familias y culturas. En torno al paciente psiquiátrico se han tejido una serie de mitos o creencias básicas, que mucha gente comparte: - “Los pacientes mentales son irresponsables” - “Los pacientes mentales están más expuestos a lastimarse que otros” - “Todos los pacientes mentales tienden a actuar con violencia” - “La mayoría de los pacientes psiquiátricos sufren de una enfermedad crónica y es improbable que se mejores” - “Los pacientes no saben lo que es bueno para ellos y, por lo tanto, tienen que ser tratados como objetos o como niños, en vez de personas adultas” - “La mayoría de los pacientes psiquiátricos no están en contacto con la realidad, por lo que no tiene caso hablarles de la vida cotidiana. Solo ordenarles lo que deben hacer. No son tan sensibles hacia la mayoría de las cosas como el resto de nosotros” Todas estas suposiciones han causado miseria y crueldad inenarrables para millares de personas, y casi todas son falsas60. Aunque con respecto al suicidio, es cierto que están en mayor riesgo que la población general. III. RECOMENDACIONES GENERALES Sensibilizar y educar a padres, madres y responsables frente al impacto y consecuencias del maltrato (en general) en el hogar. Invitar a los educadores para que se capaciten y se vinculen a un sistema de alerta epidemiológica que rápidamente permita identificar posibles factores de riesgo relacionados con la conducta suicida y remitan, si es el caso, a un profesional de la salud. Facilitar el acceso a la atención en salud mental, en especial cuando se detecten factores de riesgo tales como la depresión, las pérdidas afectivas, entre otras. Invitar a las EPS, para que incorporen en sus programas, actividades encaminadas a la promoción de la salud mental al mejoramiento de las condiciones de vida, a la generación de estilos de vida más saludables para la población Continuar promoviendo en las instituciones educativas, a través de las escuelas de padres y madres, temas como el manejo de la ira y la solución de conflictos, Continuar promoviendo en las instituciones educativas, a través de las escuelas de padres y madres y otros talleres de entrenamiento para estudiantes, temas como el manejo de la ira y la solución de conflictos, en especial en personas y grupos propensos a tener comportamientos impulsivos61. Promover espacios de discusión guiados que permitan abordar temas tabú como la muerte, el suicidio, la sexualidad y otros que pueden tener “atrapados” a jóvenes y adultos. Por último diseñar y establecer programas de promoción de la salud mental y prevención de la conducta suicida, en cada localidad, incorporándolo al PAB, que alimentado con sistemas de información adecuados permitan intervenir sobre la conducta suicida y sus factores de riesgo. Existen diversas iniciativas internacionales para prevenir el suicidio, el suicidio como fenómeno ha sido extensamente estudiado y se ha realizado una importante labor de investigación sobre la prevención del suicidio y su efectividad. De esta forma, a comienzos de la década de 1990 existían una cantidad de modelos, concepciones y opiniones suficientes como para que se formaran distintas escuelas de pensamiento. Tales corrientes sobre el entendimiento del suicidio han cristalizado en dos modelos fundamentales: el modelo de enfermedad y el modelo de interacción. La literatura de la década de los 90, sigue una tendencia de desarrollo cuyos objetivos y recomendaciones para la actuación claramente siguen el modelo de la interacción. En 1999 la Organización Mundial de la Salud lanza una iniciativa mundial para la prevención del suicidio (SUPRE_WHO), con el objetivo global de reducir la mortalidad y morbilidad asociada a los comportamientos suicidas (tanto intentos, como suicidios consumados). Los objetivos planteados son los siguientes: A. Conseguir una reducción en el número de suicidios y de intentos de suicidio, con mayor énfasis en los países en vías de desarrollo y en aquellos que están en situación de transición económica y social. B. Identificar, evaluar y eliminar, tanto como sea posible y en etapas tempranas, los factores que puedan incidir en el suicidio juvenil. C. Mejorar el conocimiento general sobre el suicidio y ofrecer apoyo psicosocial a las personas con ideas suicidas o con intentos previos de suicidio y a los familiares y amigos tanto de estas personas como de las que se han suicidado. La estrategia de la OMS se apoya en dos elementos básicos, establecidos a través de la estrategia de los cuidados de Atención Primaria: 1. Organización de actividades multisectoriales de ámbito global, regional y nacional, a fin de incrementar los conocimientos sobre los comportamientos suicidas y sus modos eficaces de prevención. 2. Mejorar la capacidad de las naciones para desarrollar y evaluar planes y políticas sobre prevención de suicidio. Se tiene planeado desarrollar las siguientes actividades, adaptadas a las necesidades particulares de las naciones.: 3. Apoyo y tratamiento a la población de riesgo (depresión, ancianos, jóvenes, etc.). 4. Reducción de la accesibilidad a medios de suicidio. 5. Apoyo y desarrollo de redes de trabajo de personas que sobreviven a un intento de suicidio. 6. Entrenamiento de profesionales de atención primaria y de otros sectores62. En Este sentido En Bogotá se está planteando una propuesta en detección de factores de riesgo para suicidio, dirigida a personal de salud (médicos generales, médicos de otras especialidades, principalmente pediatras, grupo de enfermería). Con la posibilidad de poderla hacer extensiva a los médicos de la Secretaría Distrital de Salud, y en la Clínica Universitaria Teletón. Esta propuesta a está ligada a la Facultad de Medicina de La Universidad de La Sabana, quien con sus recursos está haciendo la divulgación de la misma. IV. ESTRATEGIAS DE SALUD PÚBLICA PARA LA PREVENCION SUICIDA A. Competencia y responsabilidad del sistema sanitario (estrategias orientadas a la población general; educación pública a través de los medios). 1. Reducción de actitudes negativas hacia la enfermedad mental y el suicidio. 2. Educación de la población sobre los síntomas, peligros y tratamiento de los trastornos mentales y sobre los factores de alto riesgo. 3. Ofrecer recursos terapéuticos. a. Competencia y responsabilidad de los líderes políticos y sociales. b. Incrementar los fondos destinados a recursos sociales y sanitarios. c. Mejorar el bienestar de la población. d. Legislación más restrictiva y eficaz sobre el alcohol y las drogas. e. Reducir la disponibilidad de métodos suicidas. Prioridad para programas destinados a potenciar los factores protectores (apoyo a las familias, a las organizaciones religiosas, grupos de autoayuda, etc) 63 Es importante saber que los grupos de apoyo no son aconsejables en personas con riesgo suicida, dado el riesgo de compartir experiencias fallidas y métodos efectivos, es más bien para personas con sintomatología depresiva o ansiosa. V. PROPUESTA EDUCATIVA DIRIGIDA A PADRES, ORIENTADORES Y PROFESORES Por el momento existe la posibilidad de manejo educativas con líderes comunitarios en zonas de riesgo, sin embargo está pendiente ampliar la propuesta a entidades directamente relacionadas con educación de niños y adolescentes. Alguien puede preguntarse si ¿es posible prevenir el suicidio en niños y adolescentes?, la tendencia a negar tanto los intentos como los suicidios consumados en la infancia y la adolescencia han contribuido a la escasez de estudios sobre el tema. Los esfuerzos encaminados a predecir los futuros suicidios han sido limitados debido a la baja incidencia del suicidio en la población general. Esto hace que no se hayan podido desarrollar instrumentos válidos de cribado para identificar a los sujetos en riesgo64; sin embargo también está bien demostrado que no se puede intentar buscar una prueba de tamizaje especial aplicada por personas no expertas, ya que una vez detectado el riesgo hay que hacer algo. VI. INTERVENCIONES PREVENTIVAS Identificación de sujetos en riesgo: - Jóvenes con patología psiquiátrica - Intentos de suicidio previos - Funcionamiento y psicopatología familiar - Exposición a comportamientos suicidas Factores Protectores: Poco se conoce acerca de los factores protectores. En uno de los pocos estudios sobre ese tema realizados se llega a la conclusión de que la presencia de tres factores protectores reducía el riesgo de intentos de suicidio en un 70-85%65. Dentro de estos factores se han identificado los principales, que serían la unión familiar, el sentirse bien consigo mismo, la buena vinculación con la escuela y el sentimiento de pertenencia a su entorno por edad y raza. Junto a la reducción de los factores de riesgo, la promoción de estos factores protectores puede ofrecer una importante fuente de prevención del suicidio, tanto primaria como secundaria55; en esta instancia quienes están encargados de realizar la prevención y detección de riesgo deben ser padres, orientadores y profesores, no haciendo tamizaje, sino, recibiendo entrenamiento en detección externa de factores de riesgo, para remitir en el momento indicado. Mi propuesta es reunir líderes comunitarios, padres de familia, orientadores, sacerdotes y profesores para darles la información pertinente que les ayude ante un probable riesgo. VII. INFORMACION ADECUADA A TRAVÉS DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN La OMS ha publicado una serie de documentos sobre cómo prevenir el suicidio en distintos ámbitos, y entre ellos uno sobre cómo referirse al suicidio en los medios66. La American Association of Suicidology (AAS) y la American Foundation for Suicide Prevention (AFSP) incluyen también en sus páginas web una interesante guía para los medios de información, en la que abordan el tema de ciertas situaciones particulares (homicidio-suicidio, por ejemplo) y aportan ideas sobre las que informar (p.ej., datos científicos o relatos de otros pacientes que no realizaron actos suicidas). En líneas generales, es fundamental evitar el periodismo sensacionalista54, recordemos que existe una alta probabilidad de imitación de conductas suicidas principalmente en adolescentes susceptibles. VIII. CONCLUSIONES Las conductas suicidas por lo general son un contunuo de ideas, pensamientos y conductas, cuyo objetivo es dañar al individuo, terminar con la vida. La mayoría de las veces estas personas que terminan presentando conductas suicidas, son pacientes, personas con algún tipo de enfermedad física o mental que los predispone a querer morir, como única solución a su sufrimiento; estas personas han perdido el sentido de la vida, el por qué vivir….nosotros como personas y como profesionales no debemos juzgar a quien incurre en una conducta de estas, pero sí es nuestra responsabilidad como médicos, el tratar de disminuir al máximo el riesgo predecible de algunos de estos pacientes. Nos encontramos en una sociedad que le da cada vez más importancia las cosas exteriores, al materialismo, a la superficialidad, y con razón nuestros niños y adolescentes crecen en un medio en el cual tras la falta de valores, la vida es algo despreciable, algo sujeto a nuestra voluntad. Según algunos autores, el hombre no es realmente libre. Su universo sería un poco más complicado que el de otros animales superiores, pero no esencialmente distinto. Por eso, el hombre actuaría siempre movido por la necesidad, y la realidad llamada libertad no sería otra cosa sino el reconocimiento de esa necesidad, el darse cuenta de que es así. En la práctica, por tanto, la libertad y la responsabilidad personal son de hecho realidades reconocidas por todos. Y existe también una coincidencia casi general en la que la dignidad de la persona destaca su carácter libre: en que el hombre debe tender al bien por si mismo y no forzado por la necesidad67. Teniendo en cuenta lo anterior, y sabiendo que las personas que presentan ideación suicida, por lo general, están pasando por un momento de gran sufrimiento, la posibilidad de ser libre para tomar una decisión estaría alterada, y es por ello, que nosotros como médicos debemos estar alertas a descubrir este sufrimiento para desglosarlo, examinarlo y prevenir desenlaces fatales, si bien es cierto, que muchos suicidios consumados son difíciles de predecir, y que incluso con una adecuada atención médica psiquiátrica muchos pacientes terminan suicidándose, también es cierto que muchos son pacientes susceptibles de ser bien examinados y de poder detectar uno o varios factores de riesgo que permitan al clínico salvar la vida, que en ese momento, para el paciente es despreciable; y con un adecuado manejo posteriormente el paciente va a querer continuar viviendo, una vez se resuelva la causa de su sufrimiento, o se modifique la percepción del mismo. La monografía se centró en aspectos médicos, psicológicos y bioéticos y vale la pena, ahora después de esta revisión y de mi propia experiencia preguntarme: ¿se le puede devolver el deseo de vivir a alguien?, mi respuesta es afirmativa, no es fácil, desde lo puramente práctico se puede manejar un riesgo biológico, desde lo psicosocial modificar algunos factores familiares o sociales, pero desde el pensamiento propio del hombre es más complicado, ¿de qué forma convencer a alguien del valor de su vida, de su persona?, existen muchas herramientas positivas que podemos usar como reforzadores positivos, necesitamos trabajar con la familia y necesitamos tener una estructura de conocimientos del ser humano y del amor de Dios para ayudar a algunos de ellos, a mí en particular, me funciona y la literatura habla de las convicciones religiosas como factor protector. Sólo me resta decir que la mejor forma de prevenir tantos suicidios, es saber del tema y ser buenos médicos, en cualquier área de la medicina en que nos desempeñemos y ser siempre educadores y probablemente al gobierno le queda la tarea de educar a profesores y líderes comunitarios para detectar el riesgo de aquellos quienes nunca han consultado a un médico. Termino con un aparte del libro “Verónica decide morir”, en el cual después de un análisis alrededor de la locura y de la posibilidad de la muerte, la protagonista comprende que la vida va más allá de lo que ella pensaba: “Por eso me dije a mí mismo: (la suerte del insensato será también la mía). Ve come tu pan con alegría y bebe a gusto tú porque Dios ya aceptó tu vino porque Dios ya aceptó tus obras. Que tus vestiduras permanezcan siempre blancas y nunca falte perfume en tu cabeza. Disfruta la vida con la mujer amada en todos tus días de vanidad que Dios te concedió bajo el sol. Porque esta es tu porción de vida y en tu fatigoso trabajo bajo el sol sigue los caminos de tu corazón y el deseo de tus ojos, sabiendo que Dios te pedirá cuentas. -Dios pedirá cuentas al final- dijo Eduard en voz alta- Y yo diré (durante una época de mi vida permanecí mirando al viento y me olvidé de sembrar; no disfruté mis días, ni siquiera bebí el vino que me era ofrecido. Pero un día me juzgué preparado y volví a mi trabajo. Relaté a los hombres mis visiones del paraíso”.68 BIBLIOGRAFIA 1 Hirschfeld R, Russell J. Assessment and Treatment of Suicidal Patients. N Engl J Med 1997; 337(13): 910-915. 2 Pirkis J, Burgess P. Suicide and recency of health care contacts. A systematic review. Br J Psychiatry 1998; 173: 462 - 474. 3 Jamison K, Baldessarini. R. Effects of Medical Interventions on Suicidal Behavior. J Clin Psychiatry 1999; 60 (suppl 2): 4-6. 4 Morales M, Jiménez I. El Suicidio Desde la Pesrspectiva Forense. 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