Solemnidad de San Pedro y San Pablo 29 de junio “¿Quién dicen que soy yo?” Invitación a la oración Hagamos una pausa para un momento de silencio que nos ayude a entrar más profundamente en la presencia de Dios. Canto sugerido “Oh Dios, que Te Alaben los Pueblos” (Flor y Canto, tercera edición, no. 191; en el CD Comunidad que Canta: Levantemos el Corazón, RENEW International) Proclamación del Evangelio Mateo 16,13-19 “Y yo te digo a ti que tú eres Pedro ... Yo te daré las llaves del Reino de los cielos... ’’. Pasen unos minutos saboreando una palabra, frase, pregunta o sensación que surja en su interior. Reflexionen sobre ella en silencio o compártanla en voz alta. Las otras lecturas bíblicas del día son: Hechos de los Apóstoles 12,1-11 Salmo 33,2-9 Timoteo 4,6-8.17-18 Invitación a reflexionar sobre el Evangelio ¿Has visto alguna vez una ceremonia televisada desde la plaza de la Basílica de San Pedro en Roma? En los momentos de poco movimiento en las ceremonias, a menudo la cámara se centra en dos estatuas gigantescas Oremos cerca de la escalinata que conduce a las puertas de la Basílica. Una representa a San Pedro con las llaves y la otra a San Pablo con una carta en la mano izquierda y una espada en la derecha. Hoy la Iglesia nos invita a celebrar la fiesta de estos dos personajes fundamentales, con pasajes de la Sagrada Escrituras que se centran en Pedro y Pablo. Sin embargo, solo son el objetivo principal, porque mediante estos santos, la Escritura también nos invita a considerar las características esenciales de lo que significa ser hoy un seguidor de Cristo . Esto no está más claro en ninguna parte que en el Evangelio de hoy. Jesús comienza con la pregunta: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?”. Las respuestas que recibe son muy elogiosas, reconociéndolo como el equivalente a un gran profeta. Cuando Jesús pregunta directamente a los discípulos: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”, es Pedro el que habla en nombre de todos, identificando a Jesús como el Cristo, el Hijo del Dios vivo. Entonces Jesús le hace la promesa que probablemente todos nosotros podemos recitar de memoria: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia... Yo te daré las llaves del Reino de los cielos...”. Parte de la profundidad del Evangelio de hoy radica no sólo en la respuesta de Pedro, sino en el hecho de que Jesús hace dos preguntas muy diferentes. Si Jesús nos hiciera su primera pregunta hoy, podría ser: “¿Qué dijeron Pedro y Pablo de mí?”. Pero hoy en día, igual que en ese día hace mucho tiempo en Cesarea de Filipo, la pregunta más importante del Señor es: “¿quién dicen ustedes que soy yo?”. La otra parte importante de la fiesta de hoy es que lo que Pedro y Pablo “dijeron” acerca de Jesús en sus sermones o cartas es congruente con lo que “dijeron” con sus actos, cómo vivieron sus vidas, en la medida en que ambos fueron martirizados por proclamar a Jesús como el Hijo de Dios vivo. Seguir a Jesús tiene su precio: la primera lectura comienza con Pedro arrestado, la segunda lectura fue escrita por Pablo como prisionero en Roma. Sin Solemnidad de San Pedro y San Pablo embargo, ambas lecturas están repletas de la confianza en Dios: en la primera lectura Pedro atribuye a Dios su fuga; Pablo, sintiendo que su ejecución es inminente, escribe que Dios lo conducirá sano y salvo a una mejor vida en su Reino. Nosotros, que podemos comprar y usar copias de Oremos no vivimos en una cultura en la que estamos propensos a sufrir martirio directo a causa de nuestra fe, pero hay muchas pequeñas maneras en las que la cultura de hoy en día puede ocasionar la muerte de nuestra fe o vida espiritual. No encontramos muchos predicadores populares hoy en día que nos adviertan de que ser cristiano es una lucha. El Evangelio es realista en cuanto a la lucha. Sin embargo, el Evangelio es siempre consciente de nuestra naturaleza humana, y una manera en la que esto se expresa es en la vida de los dos santos que celebramos hoy. La Escritura no ‘limpia’ sus historias, pero nos muestra que hay otra dimensión. Pablo, recuerda, era un perseguidor fanático de la Iglesia. Momentos después de la promesa que escuchamos en el Evangelio de hoy, Jesús tiene que reprender a Pedro por no haber comprendido en absoluto (versículos 21-23). El glorioso momento de Pedro caminando sobre las aguas de repente se convierte en un momento de duda que lo hunde. Sí, está la magnífica triple declaración que Pedro hizo después de la Resurrección, de que él amaba a Jesús; pero también está ese terrible momento anterior, cuando Pedro negó a Cristo tres veces. El Evangelio no exige lo imposible, sino que simplemente exige lo que es posible, bien hecho. El Evangelio no niega que a veces no hacemos bien las cosas; nos pide que no neguemos que eso es cierto, y que hagamos las cosas bien después. Demasiado difícil, dicen algunos, y esa es otra razón para buscar a Pedro y Pablo. Detrás de todo lo que lograron hay una convicción fundamental que se nos invita a compartir. Pablo siempre reconoce que él es lo que es por la gracia de Dios. Y en el Evangelio de hoy, cuando Jesús felicita a Pedro por dar una buena respuesta a su pregunta, Jesús indica que esto, también, es por la gracia de Dios: “esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre que está en los cielos”. Oremos Hay muchas semejanzas entre Pedro y Pablo, sin embargo, sabemos que tenían sus diferencias. Uno de los grandes momentos en que la historia de la Iglesia dio un giro dramático fue porque Pablo sentía que el llamado de Dios a ser apóstol de los gentiles lo obligó a desafiar a Pedro, que hasta entonces veía el apostolado solamente para los judíos. Ambos estaban profundamente comprometidos con la misión de Cristo, sin embargo, estuvieron de acuerdo en que esa diferencia es parte de la forma en que la misión se lleva a cabo. La próxima vez que veamos en televisión la Plaza de San Pedro, llena de gente, busquemos esas dos grandes estatuas y recordemos: una Iglesia, muchas personas, una misión, muchos ministerios. Eso es el verdadero significado de “católico”. ¿Qué estamos haciendo para que se haga realidad? Invitación a compartir en grupo 1. ¿Qué te inspira de la vida de Pedro y la de Pablo? ¿Qué consuelo encuentras en la vida de Pedro y la de Pablo? 2. Comparte con el grupo lo que se supone significa la palabra “católico”, y lo que crees que debería significar . 3. En una oración, ¿cómo expresarías tu fe en Jesús? ¿Qué significa tu fe en Jesús en términos de cómo vives? Invitación a actuar Decidan hacer algo en concreto (individualmente o en grupo) que surja de lo que se ha compartido. Esto debe ser su principal consideración. Al elegir una acción individual, determina lo que vas a hacer y compártelo con el grupo. Estas son sugerencias adicionales: 1. Pablo se atrevió a ir más allá de la primera comunidad de conversos del judaísmo, para llevar el Evangelio a los gentiles. Piensa en la manera de acercarte a aquellos que no están en la comunidad de la parroquia local. Solemnidad de San Pedro y San Pablo 2. Infórmate sobre lugares en el mundo donde las personas son perseguidas por su fe cristiana, y si hay maneras en que ustedes puedan ayudar, ya sea individualmente o como grupo dentro de la parroquia. 3. Busca la Segunda Carta a Timoteo, y léela lentamente con devoción. Piensa en esto como el último mensaje de Pablo. Escribe los pensamientos que te inspira este mensaje. Invitación a la oración final Dale gracias a Dios, en voz alta o en silencio, por la fe que nos ha confiado mediante todos los que nos han precedido, sobre todo los apóstoles Pedro y Pablo. Da gracias por su testimonio y por la libertad que tenemos para reunirnos en pequeñas comunidades para compartir la fe. Concluye con la siguiente oración: Padre, Señor y Dador de Vida, nos dirigimos a ti en fe y proclamamos que Jesús es el Cristo, tu Hijo unigénito. Llénanos con el deseo de vivir lo que profesamos. Envíanos tu Espíritu para que nos dé la fuerza y el valor que necesitamos, para que nuestra vida sea para tu gloria, y por la salvación del mundo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor, Amén.