Ángel Laso - portal de datos abiertos de la Junta de Castilla y León

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Ángel Laso
Un reportero en los toros
PROYECTO
“TAUROCICLOS”
a intensa y fructífera colaboración entre la Diputación de Salamanca y la Junta de Castilla y
León, a través de la Filmoteca Regional --establecida en el momento mismo de la creación de
este archivo de fotografía, cine y vídeo de la Comunidad Autónoma, para el que la Cor­
poración Provincial salmantina cedió generosamente la popular «Casa de las Viejas», con el fin de
que fuera su sede-, ofrece un nuevo resultado particularmente significativo: un homenaje al fotó­
grafo Ángel Laso, en forma de exposición antológica sobre la faceta de su trabajo periodístico que
más satisfacción personal proporciona hoy al autor, que es la fotografía taurina.
A los 83 años de edad, y con toda una vida profesional a sus espaldas, Ángel Laso puede
representar, con orgullo y de manera ejemplar, a esa nutrida legión de reporteros gráficos que año
tras año, desde que la prensa empezó a incluir fotografías en sus páginas, han ido dejando cons­
tancia de los avatares cotidianos de nuestra Historia, hasta convertir su obra en fuente privilegiada
e insustituible de la memoria colectiva. Y lo han hecho con una modestia que raya a veces en el más
injusto de los anonimatos. Con una tenacidad que se diría iluminada por la intuición exacta del
valor testimonial de su trabajo. Con un sentido de la oportunidad que es, en realidad, fruto de la
dedicación más absoluta y que exige -él y sus compañeros de profesión, antiguos y modernos, lo
saben muy bien- innumerables sacrificios de toda índole.
Mientras disfruta con toda justicia del placer que le proporcionan sus fotografías más queri­
das -imágenes de toros en el campo charro, retratos de figuras inolvidables, instantáneas únicas de
momentos de esplendor y de peligro en el ruedo, curiosos reflejos del éxito taurino en plena calle-,
Ángel Laso ha decidido depositar en la Filmoteca de Castilla y León los negativos que conserva,
después de tan larga trayectoria, compartida en ocasiones con otros profesionales.
y la Junta de Castilla y León se lo agradece, colaborando entusiásticamente con la Diputación
Provincial de Salamanca en este merecido homenaje.
JUAN JOSÉ LUCAS
Presidente de la Junta de Castilla y León
stamos tan hechos a la costumbre de convivir en Salamanca con el arte y la historia a cada
paso, que somos insensibles -sin saberlo- a otras formas de arte y de historia más cotidianos,
casi domésticos.
Por ello, es siempre de agradecer la tarea de eternidad que todo reportero parece pretender,
fosilizando en una imagen un instante irrepetible e imprimiéndole al mismo una dimensión patri­
monial. Afortunadamente su empresa utópica nos permite rastrear el paso de los años en las cosas
y en las personas, descubrir el hálito del tiempo que impregna de vida una fotografía o todo un
archivo.
Hemos reconocido en más de una ocasión la tarea importante de los medios de comunicación
escritos, como notarios de nuestra historia día a día, que las hemerotecas guardan celosamente.
Nadie puede negar que en ese empeño -pretendido o no-los reporteros salmantinos han sido exce­
lentes colaboradores.
La trayectoria de Ángel Laso, desarrollada desde la discreción pero también desde la más
escrupulosa profesionalidad del reportero -y de la cual esta exposición y el catálogo que la acom­
paña son sólo una muestra centrada en un tema tan nuestro como el taurino- no precisa de halagos
verbales, pues la mirada del espectador será juez imparcial de su quehacer admirable.
El empeño de esta Diputación Provincial, compartido con la Junta de Castilla y León, en el
reconocimiento de la fotografía como parte esencial de nuestro patrimonio, no es sino un paso más
del andar en buena compaña que las dos Instituciones venimos mostrando, muy especialmente con
el proyecto de la Filmoteca Regional, hacia la cual la Diputación ha sentido, desde sus orígenes, una
devoción particular.
ALFONSO FERNÁNDEZ MAÑUECO
Presidente de la Diputación Provincial de Salamanca
etratos de niños e imágenes de toros. Mira hacia atrás y es lo que Ángel Laso, sesenta Yocho
años después de empuñar por vez primera una cámara fotográfica, quiere ver y recordar de
toda su producción. Expresiones infantiles y escenas de toros en el campo le hacen esbozar
una sonrisa y mover las manos como para indicar que todo sigue. Y él, dentro d~ un mundo de imá­
genes que han contribuido a contar la historia de Salamanca y su provincia.
Su trabajo, al que llegó por casualidad en un ya lejano 1931, es una referencia rica y sorpren­
dentemente viva de la historia del periodismo gráfico de los últimos sesenta años. Una labor que le
ha convertido, con toda justicia, en el primer reportero gráfico de la prensa salmantina, en la acep­
ción más actual de este concepto.
A los quince años, su madre le dijo un día: «Vete a Salamanca y deja de destripar terrones». Y
dejó su pueblo zamorano, Villamor de los Escuderos, donde había nacido el 4 de marzo de 1915,
para buscar un futuro mejor. Limpiando caracoles para un paisano, el dueño del bar El Armuñés,
en la Plaza del Liceo, ganó su primer dinerillo; después fue botones del Hotel Victoria y más tarde
pinche de cocina, calefactor y cuidador del gallinero del Hotel Comercio.
En 1932 abandonó esas primeras ocupaciones y entró en el estudio del fotógrafo Eustaquio
Almaraz, donde estaba como encargado un tío suyo. Allí conoció a un sobrino del dueño del estu­
dio, Ángel Esteban, que años después sería su socio en la empresa Los Ángeles. Almaraz, veterano
fotógrafo de prensa y especializado en retratos de estudio, le enseñó el oficio de retocador de
ampliaciones, y seis meses después de empezar a trabajar hizo su primera foto de prensa: la cele­
bración, en La Flecha, del fin de carrera de un médico. Con esta primera imagen puso ya en prácti­
ca la que sería su norma fundamental a lo largo de toda su trayectoria: revelar la foto antes que
nadie. y se vino andando desde la finca para que apareciera publicada al día siguiente, algo muy
poco frecuente en los criterios periodísticos de aquellos años.
Ángel Laso, en una fotografía de Chema Sánchez
Además de atender las necesidades gráficas de El Adelanto, Laso se especializó en el retoque de
ampliaciones de 50 x 60 cm., que llegaban al estudio por un procedimiento muy curioso. Los via­
jantes que venían del norte, de Galicia sobre todo, recogían retratos por los pueblos y los traían a
un estudio fotográfico de prestigio para obtener ampliaciones de ese tamaño. Pero la moda de la
época imponía también el retoque pictórico, en algunos casos exagerado. Tanto, que a veces la ima­
gen original era irreconocible: personajes aislados a partir de retratos de grupo, soldados cuyos uni­
formes desaparecían, transformándose en trajes de calle... Trucos en los que Ángel Laso, a base de
piedra pómez, carboncillo y difumino, llegó a ser un experto. «A quién se parecía después el retra­
tado, eso era ya otra cuestión», recuerda con humor.
En la década de los treinta, Laso recogió con su cámara, para la firma Almaraz, algunos de los
momentos más relevantes de la convulsa historia de aquellos años. Imágenes de valor documental
incuestionable, publicadas en la prensa salmantina y de las que no ha sobrevivido un solo negati­
vo. Son las fotografías del tristemente famoso enfrentamiento entre Millán Astray y don Miguel de
Unamuno en el paraninfo de la Universidad, el12 de octubre de 1936. Del interior del recinto donde
se celebró el acto únicamente existe una imagen de la presidencia, porque el fotógrafo recuerda que
cuando fue a acercarse al rector con su cámara de 13 x 18, don Miguel le gritó: «¡SO demonio, már­
chese! Que a usted y a este bichillo -refiriéndose al micrófono- no les puedo ver». Ante tanta vehe­
mencia, el joven reportero no insistió. Pero a su cámara de 9 x 12 se deben también las fotografías
de la salida de aquel polémico acto, en las que el rector se abre paso a duras penas entre la multi­
tud excitada y se introduce en un automóvil. Todavía recuerda Laso el pie de foto de aquella ins­
tantánea: «Don Miguel huye de nuestro fotógrafo y se refugia en un coche».
Este reportaje, de una fuerza documental y un sentido fotográfico indudables, es uno de los que
más huella han dejado en la memoria del fotógrafo. Junto al de la jubilación del propio don Miguel,
presidida por Alcalá Zamora, o el de su tumultuoso entierro.
En 1937 le reclutaron, enviándolo al frente de las sierras de Segovia, a pesar de que era el fotó­
grafo del Cuartel General de Franco, instalado en el Palacio del Obispo, e hijo de viuda, circuns­
tancias por las que llegó a creer que no tendría que combatir. Pero iba a permanecer en el frente
hasta el final de la guerra. Aquel mismo año hizo las fotografías de la presentación de credenciales
de los embajadores de Italia y Alemania, y fue el único fotógrafo acreditado en el interior del
Ayuntamiento, para cubrir el acto tanto para El Adelanto como para La Gaceta Regional. Ese día
hizo una foto al general Franco en el balcón del Ayuntamiento, saludando con el brazo en alto, que
fue reproducida y retocada hasta convertirse en la imagen oficial que iba a presidir, años después,
la enseñanza en las escuelas.
Tras casi nueve años en el estudio de Almaraz, en los primeros cuarenta Ángel Laso decidió ins­
talar el laboratorio en su casa. Seguía retocando ampliaciones y tomando muchas fotos de la vida
social en los pueblos salmantinos, desde comuniones y bodas hasta carnés de identidad. En esta
actividad coincidió de nuevo con Ángel Esteban, el fotógrafo a quien había conocido en sus comien­
zos en Almaraz, y decidieron asociarse. Instalaron el estudio en casa de Esteban, en la calle de Toro,
bajo el nombre comercial de Los Ángeles. Unos años antes, Eustaquio Almaraz había comunicado
a Laso que abandonaba el trabajo gráfico para El Adelanto, por no poder atenderlo. Y fueron los
hermanos Amalio y Germán Gombau quienes se hicieron cargo de él, hasta que Enrique de Sena,
redactor jefe del diario, vio un reportaje que habían hecho Los Ángeles de la inauguración de un
Sagrado Corazón en Macotera y les contrató.
Durante los años cincuenta y sesenta el estudio Los Ángeles fue una referencia fotográfica inelu­
dible en la prensa yen la vida social salmantinas. A Ángel Laso le gusta comentar que no había en
la ciudad boda de postín que no fotografiaran. Tenían cuatro empleados que ganaban, además de su
sueldo, el cincuenta por cierto de los beneficios de las bodas. En esos años su prestigio como repor­
teros subió como la espuma y les concedieron las corresponsalías de las agenciás Cifra, a Esteban, y
Europa Press, a Laso. Para atenderlas, dada la feroz competencia entablada en el fotoperiodismo, el
auge de las revistas ilustradas y la voracidad de imágenes de la prensa diaria, los dos socios se ocul­
taban mutuamente los sucesos y noticias que trascendían el ámbito de la información local. A la ine­
vitable pregunta, «¿De dónde vienes», respondían con el no menos consabido «De por ahí» ...
Gracias a la implantación de Europa Press y al sentido de la oportunidad de Laso con la cáma­
ra, algunos de sus reportajes aparecieron en periódicos y revistas de medio mundo, además de reci­
bir el premio de la propia agencia al «mejor trabajo del mes», por su repercusión informativa y la
demanda de sus imágenes por los clientes de la agencia. Ése fue el caso de cinco reportajes que el
fotógrafo recuerda de manera especial: el accidente de un autobús escolar que cayó al cauce del río
Orbigo; dos accidentes ferroviarios en las inmediaciones de la Fuente de San Esteban y en Villar de
los Álamos, la detención de Eleuterio Sánchez «El Lute» y la secuencia de la llegada y accidentada
salida del «Papa Clemente» de Alba de Tormes. Este último, realizado en 1982, ha sido el trabajo de
prensa que más beneficios económicos le ha proporcionado en su carrera: sesenta mil pesetas. A
cambio, muchos recordarán, gracias a su cámara, aquellas escenas singulares y la imagen del per­
sonaje de El Palmar de Troya tendiendo su ropa interior en una ventana del Gran Hotel.
Para Ángel Laso, parco en palabras sobre el trabajo al que ha dedicado su vida desde los quince
años, una buena foto periodística tiene que reflejar «el momento oportuno, y si hay ocho o diez fotó­
grafos contigo, tienes que luchar con ellos a codazo limpo por la mejor imagen». Esa sinceridad
heterodoxa le ha valido inmejorables instantáneas periodísticas -muchos de los redactores con los
que colaboró le recuerdan con la cámara al hombro a todas horas- pero también no pocos repro­
ches. Evoca especialmente a su mujer, Dolores Prieto, con quien tuvo sus tres hijos y que nunca se
adaptó al sistema de trabajo de un reportero de aquellos años, como «una mártir de mi trabajo,
siempre sin horas, sin tiempo ni fines de semana ni nada, porque sólo estábamos nosotros en el
periódico para hacer desde los deportes hasta las ruedas de prensa».
Aunque al revisar su archivo sorprenden sobre todo el sentido de composición periodística moder­
na de sus reportajes y su cercania a los asuntos reflejados, la fotografía taurina que se recoge en esta
muestra-homenaje es quizá la que más directamente se ha beneficiado de aquella «revolución de la
imagen» que supuso para los profesionales la aparición de teleobjetivos perfeccionados, junto con el
afianzamiento de 10 taurino como espectáculo por excelencia en la vida social española de los sesenta.
Laso, que manifiesta hoy una clara preferencia por este tipo de imágenes de su archivo, recuer­
da cómo en los años cuarenta empezó a fotografiar, sobre todo, toros en el campo, por encargo de
los ganaderos, «jugándome el tipo con un gran angular». Poco después le fabricaron un teleobjeti­
vo artesanal, hasta que incorporó a su Canon un modelo de pistola, con el que obtuvo la mayoría
de las imágenes que ahora se exponen.
Durante la década de los sesenta, las fotografías taurinas de Los Ángeles aparecieron publicadas
en revistas como El Ruedo y Dígame, entre otras, y su labor aparece citada expresamente, por ejem­
plo, en la «Historia de la fotografía taurina», editada por Espasa Calpe.
«Para conseguir buenas fotos taurinas hay que arrimarse», dice. «Incluso ponerse de rodillas
frente al toro, en medio del campo, para provocarle y que te dedique una mirada». Entre sus cole­
gas especialistas en este tipo de fotos admira especialmente a Cano, el fotógrafo alicantino que
captó la muerte de Manolete, y a Emilio Cuevas, que disfruta tanto como él fotografiando al toro
en el campo.
Para el autor, esta exposición constituye la primera oportunidad de contemplar una antología de
su trabajo, en la que se reúnen dos aspectos particularmente destacados de su trayectoria profesio­
nal: la periodística y la pasión por el mundo taurino. Reacio siempre a exposiciones y concursos, la
idea de exhibir una selección de su labor específica en el ambiente de los toros le apeteció desde el
principio y contribuyó a eliminar la pereza que le produce rebuscar en el archivo, nutrido también
de reportajes sobre la vida social, académica y política de las cuatro últimas décadas en Salamanca,
que ha empezado a depositar en la Filmoteca de Castilla y León.
En los años ochenta, los dos Ángeles, Laso y Esteban, disolvieron la sociedad que habían man­
tenido durante más de tres décadas. Ángel Esteban continuó unos años más con el estudio de la
calle de Toro y Laso, jubilado como fotógrafo de El Adelanto, dejó su estudio en manos de su hijo
Guillermo, que ha realizado las ampliaciones que se exhiben en la muestra.
Una muestra parcial, de carácter monográfico, pero que refleja una visión muy personal del tra­
bajo fotoperiodístico. Todo un lujo, conservado en sus negativos yen su figura menuda, ágil y firme
-como si estuviera siempre dispuesto a protagonizar una nueva aventura de Tintín, imaginada por
Hergé-, que es como le recuerdan quienes tuvieron el privilegio de trabajar con él.
MAITE CONE5A
Filmoteca de Castilla y León
Recibimiento en Rodasviejas
Desenjaule en La Glorieta
Curro Girón y Antonio Ordóñez
J
\
1
Antonio de Jesús y Santiago Martín «El Viti», con un aficionado de uniforme
Paseíllo
Manuel Benítez «El Cordobés»
Julio Robles
Dámaso González
Curro Romero
Percance
Paco Pallarés y Antonio Ordóñez, en el callejón
Natural
Descabello
Pedro Moya «Niño de la Capea»
De la plaza a la Plaza
EXPOSICIÓN
Lonja del Mercado Regional de Ganados
(Carretera de Ciudad Rodrigo, km. 6,200)
8 al 20 de septiembre de 1998
© De las fotografías: Ángel Laso
© Del texto: Maite Conesa
© De esta edición: Diputación de Salamanca
y Junta de Castilla y León (Filmoteca Regional)
Depósito legal: S. 878-1998
Queda prohibida la reproducción de las imágenes
sin permiso del autor
Composición y fotomecánica: Gráficas Varona
Impresión: Imprenta Provincial
Salamanca
1998
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