CONVENIO SOBRE EL COMERCIO INTERNACIONAL DE

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CONVENIO SOBRE EL COMERCIO INTERNACIONAL DE
ESPECIES AMENAZADAS DE FAUNA Y FLORA SILVESTRES
(CITES).
Antecedentes
El Convenio CITES fue firmado por
veintiún países en Washington DC el 3
de marzo de 1973 y entró en vigor el
1 de enero de 1975. En la actualidad,
148 países son Parte de dicho
Convenio.
CITES regula el comercio internacional
de especímenes de especies de fauna
y flora silvestres, es decir, la
exportación,
reexportación
e
importación de animales y vegetales
vivos o muertos, sus partes y
derivados, a través de un sistema de
permisos
y
certificados
cuya
expedición
está
supeditada
al
cumplimiento
de
determinadas
condiciones y cuya presentación se
exige para autorizar la entrada o
salida de un país de todo envío de
especímenes.
de extinción, pueden llegar a estarlo a
menos que su comercio se reglamente
de forma estricta. Contiene, además,
las denominadas especies similares,
que se someten a control debido a
que su aspecto se asemeja al de las
demás especies reguladas, lográndose
con ello un control más eficaz de
estas últimas.
El Apéndice III incluye las especies
reguladas dentro de la jurisdicción de
una de las Partes y para las que se
precisa
la
colaboración
de
las
restantes Partes a fin de prevenir o
restringir su explotación.
La inclusión de especies en los
Apéndices I y II debe ser aprobada
por mayoría de dos tercios en la
(Conferencia de las) Partes. Sin
embargo, las Partes pueden incluir en
el Apéndice III especies autóctonas
por iniciativa propia.
Autoridades responsables
Permisos y certificados
Cada Parte debe designar uno o más
órganos de gestión competentes para
expedir los permisos y certificados,
ateniéndose a los dictámenes emitidos
por una o más autoridades científicas
nombradas al efecto.
Especies incluidas
Las especies de fauna y flora sujetas
a distintos grados de reglamentación
figuran incluidas en tres Apéndices:
El Apéndice I incluye todas las
especies en peligro de extinción cuyo
comercio
está
sujeto
a
una
reglamentación
particularmente
estricta y se autoriza solamente en
circunstancias excepcionales.
El Apéndice II incluye las especies
que, si bien en la actualidad no se
encuentran necesariamente en peligro
La
expedición
de
permisos
y
certificados
está
condicionada
a
factores como los siguientes: que el
comercio, o un determinado tipo de
comercio, de una especie no vaya en
detrimento de su supervivencia, que
los
especímenes
hayan
sido
adquiridos legalmente, que los envíos
de especímenes vivos se efectúen en
condiciones apropiadas y, en el caso
de las especies incluidas en el
Apéndice I, que el importador
disponga de instalaciones adecuadas
para albergar y cuidar especímenes
vivos.
Las
importaciones
de
especímenes incluidos en el Apéndice
I
no
se
autorizan
si
dichos
especímenes van a utilizarse para
fines primordialmente comerciales.
El
Convenio
establece
algunas
excepciones relativas al tránsito y
transbordo,
a
los
especímenes
adquiridos antes de que el Convenio
les fuese aplicable, a determinados
especímenes que forman parte de los
efectos
personales
o
enseres
domésticos de particulares, a los
animales criados en cautividad y a las
especies
vegetales
reproducidas
artificialmente, al intercambio de
especímenes
pertenecientes
a
colecciones
de
científicos
o
instituciones
científicas
y
de
especímenes criados en cautividad o
adquiridos anteriormente a la entrada
en vigor del Convenio que formen
parte de exposiciones itinerantes.
Medidas
de
seguimiento
elaboración de informes
y
El seguimiento de las actividades
comerciales
es
un
instrumento
esencial para lograr los objetivos del
Convenio. Las autoridades científicas
deben supervisar los permisos de
exportación expedidos para especies
del Apéndice II, así como las
exportaciones efectivas, y asesorar,
asimismo, a los órganos de gestión en
lo relativo a la adopción de medidas
adecuadas para limitar la expedición
de permisos de exportación en
aquellos
casos
en
que
tengan
constancia de que las exportaciones
deben restringirse a fin de que una
determinada
especie
pueda
mantenerse, en toda su zona de
distribución, en un nivel compatible
con la función que desempeña en el
ecosistema del que forma parte y
suficientemente superior al nivel en el
que reuniría las condiciones para ser
incluida en el Apéndice I.
Los registros de transacciones que
todas las Partes tienen obligación de
llevar y que deben comunicarse a la
Secretaría
con
carácter
anual
constituyen un segundo elemento de
control importante. Los informes
anuales
de
las
Partes
pueden
proporcionar,
conjuntamente,
información
estadística
sobre
el
volumen total del comercio mundial
de especies CITES, elemento de
inestimable valor para poder evaluar
su estado de conservación.
En estos informes anuales queda
reflejado, además, el grado de
cumplimiento de las Partes de las
disposiciones
de
CITES,
pues
permiten
comparar
todas
las
exportaciones y reexportaciones con
el
total
de
las
importaciones
comunicadas.
Estados que no son Parte
El hecho de que siga habiendo países
que no son Parte de CITES afortunadamente un número que
desciende sin cesar -, aunque
lamentable, es imposible de evitar. El
Convenio
trata
de
salvar
esta
dificultad disponiendo que las Partes
exijan a los Estados que no son Parte
documentación
que
se
ajuste
sustancialmente a los requisitos que
establece CITES para los permisos y
certificados.
Secretaría y comités de CITES
El Convenio prevé la creación de una
Secretaría y de una Conferencia de las
Partes,
esenciales
para
el
funcionamiento del Convenio. La
Conferencia de las Partes ha instituido
una serie de comités permanentes
que realizan una labor destacada
entre sus reuniones bienales: el
Comité Permanente, el Comité de
Fauna, el Comité de Flora, el Comité
de Nomenclatura y el Comité de
Manuales de Identificación.
Las
restantes
disposiciones
del
Convenio fijan los procedimientos de
adopción de enmiendas tanto al
Convenio como a sus Apéndices,
establecen las medidas de aplicación
que deben adoptar las Partes, hacen
referencia a los efectos del Convenio
sobre la legislación nacional y otros
convenios internacionales y regulan
los procedimientos de arreglo de
controversias, ratificación, adhesión y
denuncia del Convenio, así como la
formulación de reservas.
La aplicación y cumplimiento del
Convenio
CITES
revisten
cierta
complejidad debido al hecho de que
su
texto
ha
sido
objeto
de
innumerables recomendaciones de la
Conferencia de las Partes relacionadas
con
su
interpretación.
Estas
recomendaciones,
junto
con
las
recomendaciones sobre asuntos de
aplicación y cumplimiento, no son
vinculantes, lo que da lugar a que
existan
notables
diferencias
de
aplicación entre las Partes (2).
La Comunidad Europea y CITES
Necesidad de ejercer controles
Aunque la Comunidad todavía no es
Parte por derecho propio en el
Convenio
sobre
el
comercio
internacional de especies amenazadas
de fauna y flora silvestres (3)
, ha estado aplicando este Convenio
en su integridad desde el 1 de enero
de 1984 en virtud del Reglamento
(CEE) nº 3626/82 del Consejo (DO L
384 de 31.12.82) y del Reglamento
(CEE) nº 3418/83 de la Comisión (DO
L 344 de 7.12.83).
Las normas sobre comercio exterior
son competencia exclusiva de la
Comunidad, lo que justifica en parte
su participación, pues los Estados
miembros sólo podrían aplicar el
Convenio de forma individual si se
derogan las disposiciones del Tratado
que establecen que los Estados
miembros
no
pueden
aplicar
restricciones cuantitativas al comercio
intracomunitario. El artículo 36 del
Tratado únicamente permite este tipo
de restricciones comerciales entre
Estados miembros por motivos de
protección de la vida y la salud de
animales y vegetales. Ello no es
aplicable, en general, a los ámbitos
regulados
por
la
normativa
comunitaria.
Por otro lado, la ausencia de controles
sistemáticos en las fronteras entre los
Estados miembros a raíz de la
instauración de la unión aduanera dio
lugar a que la aplicación del Convenio
por parte de los Estados miembros de
forma aislada se convirtiera en una
tarea si no imposible cuando menos
vana, dado que en 1982 únicamente
cinco de los Estados miembros de la
Comunidad eran Parte del Convenio.
Aparte de estas razones de carácter
técnico, la adopción de programas de
acción medioambiental comunitarios y
de legislación sobre la protección y
conservación de especies autóctonas
de la Comunidad también contribuyó
a desplazar la normativa sobre el
comercio de especies de fauna y flora
del ámbito nacional al ámbito de
competencias comunitarias.
Antecedentes legislativos
En el mes de diciembre de 1991, la
Comisión propuso al Consejo sustituir
el Reglamento de 1982 por un nuevo
Reglamento mucho más exhaustivo a
partir del 1 de enero de 1993, fecha
de realización del mercado único. La
práctica desaparición de los controles
comerciales interiores a partir esa
fecha hacía necesaria la actualización
del
Reglamento
de
1982,
especialmente para reforzar la eficacia
de los controles en las fronteras
exteriores.
Además,
las
divergencias
entre
Estados miembros en lo concerniente
a la aplicación de las múltiples
recomendaciones de la Conferencia de
las Partes habían provocado gran
confusión y una falta de armonización
cada vez mayor.
Otra de las razones subyacentes a la
iniciativa de efectuar una reforma
completa de la normativa comunitaria
sobre el comercio de especies de
fauna y flora silvestres era la
necesidad de adaptar el Reglamento a
la evolución de las políticas y técnicas
de control del comercio en este
ámbito.
El Consejo de la Unión Europea se
demoró más de lo esperado en
alcanzar un acuerdo sobre esta nueva
normativa, pero finalmente el 9 de
diciembre
de
1996
adoptó
el
Reglamento (CE) nº 338/97 del
Consejo relativo a la protección de
especies de la fauna y flora silvestres
mediante el control de su comercio
(DO L61 de 3/3/97).
Este Reglamento entró en vigor el 1
de junio de 1997.
El Reglamento (CEE) nº 3418/83 de la
Comisión (DO L 344 de 7.12.83),
sobre las disposiciones relativas a la
expedición y a la utilización uniformes
de los permisos y certificados, fue a
su vez sustituido por el Reglamento
(CE) nº 939/97 de la Comisión (DO L
140 de 30/05/97).
Estos dos nuevos Reglamentos no
sólo incorporan la totalidad de las
disposiciones del CITES sino que
incluyen, además, otras disposiciones
que desarrollan la mayor parte de las
recomendaciones
actualmente
vigentes de la Conferencia de las
Partes sobre la interpretación y
aplicación del Convenio; de hecho, en
muchos aspectos superan el contenido
del CITES.
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