La Democracia y su relación con el constitucionalismo, la Ética y el

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Universidad del CEMA
Doctorado en Dirección de Empresas
Documento de Investigación
“La Democracia y su relación con el
Constitucionalismo, la Ética y el Desarrollo.
Escenario democrático Latinoamericano”
Autor: Francisco Pertierra Cánepa
Área del Paper: Ciencias Políticas
2004
INDICE
• AGRADECIMIENTOS
Página 3
• INTRODUCCIÓN
Página 4
• CONSTITUCIONALISMO vs. DEMOCRACIA
Página 6
• DEMOCRACIA
Página 14
• DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
Página 15
• ETICA Y DEMOCRACIA
Página 17
• DEMOCRACIA EN LATINOAMERICA
Página 20
• CONCLUSIONES (DISCUSION)
Página 25
• BIBLIOGRAFIA
Página 31
Autor: Francisco Pertierra Cánepa
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AGRADECIMIENTOS
- A mis padres, Carlos Alberto y Graciela María por su ejemplo de amor, valor, fe y
optimismo.
- A mi mujer Carolina Pavía por su apoyo incondicional y por la motivación que me
brinda para con mis actividades académicas.
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INTRODUCCIÓN
A lo largo del siglo XX hemos asistido a una serie de hechos trascendentales que
han influído significativamente en la evolución de la humanidad.
Entre ellos podemos mencionar el dominio de grandes imperios como el británico y
el francés, las dos guerras mundiales, la irrupción del comunismo, las trágicas
apariciones de partidos radicalizados como el fascismo y el nazismo, el
desgobernado avance tecnológico, la caída del régimen soviético y la temible
irrupción en el escenario internacional de un tipo de terrorismo sin límites en su
aplicación de violencia y con características de fuerza globalizada.
Pareciera que el común denominador de estos sucesos pudiera estar relacionado
con la pérdida de los valores fundamentales en la sociedad y una falta de castigo
ante los avances de comportamientos alejados de las normas elementales de la
ética y la moral.
Pero hubo un acontecimiento que resurgió de y en la historia para instalarse
aparentemente en forma definitiva entre nosotros y fue la democracia.
Esta forma de convivencia que tuvo sus raíces en la antigua Grecia y luego fue
desplazada por formas de gobierno más autoritarias, produjo cambios en la forma de
vivir y relacionarse de las personas, y es considerada por la mayoría como el mejor
sistema de gobierno bajo el cual se puede vivir.
La democracia se aprecia por combatir el poder absoluto, el despotismo militar y el
de partidos totalitarios, sin olvidarse de poner límites al individualismo extremo que
podrían generar desinterés entre los miembros de la sociedad. Esto podría permitir
la desintegración social y el acceso al poder de los corruptores de los principios
democráticos, sean personas, grupos, administraciones y / o empresas.
A partir de la democracia se generan interrogantes relacionados con su evolución y
su aplicación, con los diferentes tipos de democracia, con la relación establecida con
las diferentes culturas y los procesos de interrupciones especialmente en América
Latina.
Además se plantea otro interrogante referido al porqué una Nación cuya legalidad
está dada por el consentimiento de la mayoría debiera regir su vida política en base
a un acuerdo establecido preexistente como la Constitución.
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Este y otros planteos supeditados a la discusión democrática se desarrollan en el
presente trabajo académico de investigación.
La metodología utilizada fue fundamentalmente el análisis de información secundaria
disponible, haciendo hincapié en autores como F. Carrillo, A. Touraine, G. O´Donnell
y A. Sen y en informes de CEPAL, BID y PNUD.
A partir del desarrollo de la noción de democracia y su relación con el
constitucionalismo y la ética, se fue incursionando en el estado de situación de la
democracia en los países de Latinoamérica, sus causas y la relación entre
democracia y desarrollo.
Existen palabras y conceptos considerados claves dentro del trabajo como los de:
libertad, ciudadano, constitución, tradición, derechos, valores, poder y estado.
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CONSTITUCIONALISMO versus DEMOCRACIA
La relación entre constitucionalismo y democracia ha originado un profundo debate
con posiciones que argumentan a favor o en contra. A continuación se desarrollarán
algunas de ellas.
El juez R. Jackson sostiene que las declaraciones de derechos preexistentes pero
que son respetadas por todos, pretenden dejar a salvo de mayorías ocasionales
ciertos temas que deberían se considerados como principios jurídicos. Refiere a
casos como el derecho a la vida, a la propiedad, a la libertad de expresión y culto, a
la libertad de circulación y reunión, entre otros y a su juicio estos derechos no
pueden someterse a votación.
F. Hayek refuerza esta defensa sosteniendo que ciertos derechos relacionados con
la naturaleza humana están por encima de todo consentimiento y que las
constituciones son recursos para limitar el poder del gobierno. Esto contribuye a
frenar los desvíos de
inmediatos,
sacrificarían
los ciudadanos que en aras de beneficios y placeres
los
principios
perdurables
y
transmisibles
entre
generaciones.
Para
los
demócratas
la
constitución
es
un
problema
y
para
los
constitucionalistas la democracia es una amenaza. Este contrapunto es uno de
los mitos centrales del pensamiento político moderno.
John Ely asegura que las constituciones refuerzan la democracia y que los
gobiernos democráticos necesitan periódicamente correcciones. Destaca que el
Tribunal como autoridad recibe facultades constitucionales y actúa como guardián
de la democracia y que hay determinados valores fundamentales que deben guiar la
política pública. Finaliza diciendo que lo importante es limitar el poder de los
funcionarios elegidos y que eso aumenta el poder de los votantes.
Un argumento contrario es sostenido por M. Shapiro quien dice que no tiene lógica
que seres ya desaparecidos que no mantuvieron contacto con las circunstancias
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actuales puedan esclavizar a la comunidad con normas preexistentes. Para él la
decisión colectiva debe ser la guía fundamental.
Los republicanos (demócratas) postulan que una generación no puede condicionar a
las futuras con una constitución fija.
En el caso de T. Jefferson en la declaración de la independencia americana asevera
que el pueblo tenía derecho a alterar o abolir cualquier forma de gobierno que sea
destructiva para la vida y la libertad, y que ninguna ley por más fundamental que sea
es irrevocable. La opinión de Locke era coincidente.
Jefferson apoyaba las constituciones porque limitaban el poder a quienes estaban
obligados a confiarles la conducción.
Pero al igual que Paine fue modificando su pensamiento y en varias oportunidades
criticó la idea de precompromiso constitucional. Decía que la tierra pertenecía a los
vivos. En un discurso del año 1789 expresaba de manera confusa que la mayoría
debía ser y no ser limitada, “la voluntad de la mayoría debe prevalecer siempre, pero
para ser legítima debe ser razonable”.
También sostenía que debía existir una convención constitucional elegida que
coloque los derechos básicos fuera del alcance de la discusión.
Sostenía la ley de la naturaleza para la independencia entre generaciones y entre
naciones y que las sociedades no pueden hacer constituciones ni leyes perpetuas.
Su propuesta radicaba en la necesidad de que cada 20 o 30 años hubiera plesbicitos
nacionales, periódicos y permanentes para determinar la forma de gobierno
Paine en 1776 defendía la vigencia constitucional pero en 1791 cambió de opinión y
sostuvo que cada generación debía ser libre para actuar por sí misma pues de lo
contrario se estaría violando la justicia natural. La democracia se había vuelto su
regla de vida y la tradición dejaba de tener valor y sostenía que la democracia era
una fuente de total creatividad, orientada hacia el cambio y la reforma constante.
Antes la soberanía era hereditaria y se basada en la nobleza. Pero la palabra
nobleza viene de nobililty que significa incapacidad. Por lo tanto lo que se hereda es
la incapacidad y no la competencia, lo que deshace el argumento de tradición.
Por esto mismo ponía en duda la institución del matrimonio al cual consideraba
incompatible con la necesidad humana de corregir errores.
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Paine defendía la idea que la generación actual tenía el derecho ilimitado de
remodelar las instituciones bajo las cuales vivir, lo que marca un fuerte desencuentro
entre constitucionalismo y democracia.
En 1760 A. Smith había dicho que la tierra y sus riquezas pertenecen a cada
generación y junto con Jefferson coincidían en que por naturaleza los sucesores
estaban libres de las deudas de sus predecesores.
Jefferson valoraba mucho la ciencia y decía que esta modificaba permanentemente
el conocimiento, por lo que estar atado a fundamentos del pasado, no tenía sentido.
Locke asentía diciendo que la capacidad humana de aprendizaje hacía ilegítimo
mantener contratos perpetuos.
Kant también coincidía diciendo que la evolución del conocimiento generaba el
progreso de la naturaleza humana, por eso cada generación tiene derecho a
rechazar los acuerdos anteriores a ella. Pero 65 años después de Kant, J. Stuar Mill
referido al matrimonio decía que la experiencia actual no permitía al individuo
adquirir suficientes conocimientos como para adquirir compromisos vitalicios e
irrevocables; que estos se oponen al aprender y cambiar.
Es decir que Mill, Locke y Kant coinciden en su orientación.
Paine y Jefferson a partir de las premisas de Locke arguyeron que una generación
no podría obligar a la siguiente, apoyando su argumento en la soberanía de la
mayoría.
R. Hooker decía las personas al igual que los reinos tienen una identidad moral a
través del tiempo. Los actuales viven en los predecesores y ellos en sus sucesores;
es decir hay votos originales que crean la obligación para el futuro.
Pero las constituciones son marcos que el pueblo se da a sí mismo por lo que se
entiende que pudiera modificarlo. Esta línea conceptual es lo que le da libertad al
pueblo.
Según Bodin el príncipe soberano (o la Asamblea) no puede ser obligado por las
leyes que se dio a sí mismo ya que las puede eliminar cuando quiere, por lo cual es
libre antes de existir las leyes. Hobbes nacionalizó el argumento y sostuvo que por
ende ningún reino puede estar obligado por su propia constitución. También
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Pudendorf afirmaba que el pueblo democrático puede derogar las leyes en cualquier
momento y Rousseau mostraba como una contradicción que la autoridad se ponga
trabas a sí misma y que no existía ley que no fuera revocable; aún el “contrato
social”.
El porqué una generación puede obligar a la siguiente se argumenta en la obligación
que genera la transmisión de derechos, es decir si alguien hereda una propiedad
también hereda las deudas ya que hay transferencia de propiedad con derechos y
obligaciones.
Pero Locke solucionó el tema de la no obligación de padres a hijos expresando el
concepto de consentimiento tácito, ya que sólo los firmantes lo habían hecho
expreso. Los que aceptan el legado y se benefician con los derechos también deben
aceptar las condiciones políticas.
Bodin decía que ningún soberano podía obligarse a sí mismo. Sostener que Dios no
puede hacerse una promesa obligatoria para sí mismo es incorrecto porque sería
limitar su poder o libertad. Pero estas restricciones no son límites sino expresiones
de libertad y poder real. El autoponerse límites es una señal de libertad y aumenta el
poder efectivo del soberano ya que acepta limitaciones a su propio capricho. Esto
implica que el compromiso previo, la constitución, podría ser un camino a la libertad
real.
Jefferson atacaba el precompromiso con dos argumentos: la prohibición de
comprometer a la generación siguiente y la que una voluntad se autolimite. Se le
refutó con el herencia de la propiedad y su legado.
En Inglaterra Burke describía a la sociedad como una asociación entre vivos,
muertos y los por nacer; y con esto apoyaba el criterio del precompromiso.
Madison decía que lo ya establecido permite alcanzar mejor los objetivos; la
constitución ayuda a posibilitar la democracia y a estabilizarla; no esclaviza sino que
libera, dirige a un agente libre e inteligente hacia su propio interés. Afirma que lejos
de ser una atadura, las limitaciones podían promover la libertad.
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También decía que el pueblo era la única fuente de legítimo poder y que se debía
expresar en ciertas y extraordinarias ocasiones pero que esto podía generar un
vacío legal donde no se tomaran decisiones racionales; es decir podía atentar contra
los compromisos constitucionales estabilizadores de la democracia. Opinaba que las
asambleas constituyentes propuestas por Jefferson cada veinte años generarían un
interregno de inestabilidad y demagogia. Defendía que el proceso de enmienda
fuera complejo y dilatado para evitar que la mezquindad y el estancamiento político
fueran motivo de fácil reforma. Esta complejidad genera tiempo y el tiempo permite
pensar y alejarse de la acción intempestiva.
Atacó a Jefferson con respecto a que las deudas no pueden pasar entre
generaciones diciendo que ciertos propósitos de interés nacional sólo pueden
lograrse con un criterio intertemporal de división del trabajo (obras de infraestructura,
guerras defensivas, etc.), pues los beneficios son para varias generaciones (alianza
intergeneracional).
Según él los derechos de propiedad no son naturales sino positivos, es decir
convencionales y revocables.
Para Madison existía un consentimiento tácito respecto a reglas y decisiones que
Jefferson rechazaba. Se infería de la omisión de la revocación expresa (se aceptaba
el marco legal).
Esto era el fundamento mismo de la sociedad civil ya que el criterio de mayoría que
defendía Jefferson, necesitaba de un consentimiento tácito sobre que la mayoría
decide por el total.
Hume reforzó la noción del consentimiento que las generaciones no se reponen
todas a la vez, sino que están superpuestas; por lo tanto los vivos no pueden
rechazar el legado anterior pues están coexistiendo.
Jefferson y Paine quienes eran contrarios al precompromiso, no comprendían la
ventaja del legado como liberación de cargos para los sucesores (enfoque positivo
de la Constitución), ya que por regla general los individuos tienden a perder poder y
libertad cada vez que intentan resolver sus problemas por sí solos (lo ata pero a la
vez lo libera de muchas cargas).
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Elster plantea diferencias entre la acción política de los fundadores de la constitución
y las generaciones ulteriores. La asamblea constituyente es el actor político clave ya
que asigna la autoridad y establece los procedimientos de la toma de decisiones
(politique politisante), mientras que los sucesores sólo hacen la aplicación cotidiana
de las reglas básicas (politique politisée).
La Constitución traza el curso de la historia y el abandono cultural y la crisis política
generan las reformas imprevistas. Los sucesores tienen espacio para la maniobra, la
innovación y la reforma.
La incapacidad de comprometer a los sucesores de manera semiautocrática puede
destruir la democracia. Es decir nadie puede impedir el derecho a sentar bases e
instituciones que ayuden a evitar la destrucción de las generaciones futuras. Esto
debe ser visto no sólo como una limitación sino como la posibilidad de tener mayor
elección y decisión correcta.
Los
precompromisos
madisonianos
son
democráticos
y
mayoritarios;
una
generación autolimita su poder atándose a lo legado por las anteriores, pensando en
los derechos de sus sucesores.
El constitucionalismo no sólo son limitaciones al poder sino también un conjunto de
reglas creadoras que organizan y permiten evoluciones favorables a la libertad.
Estas reglas pueden ser regulativas que son las que gobiernan las actividades
preexistentes (prohibido fumar) o constitutivas, que son las que hacen posible una
práctica por primera vez.
Por esto es que el constitucionalismo es mucho más creador que limitador (las
limitaciones debilitan pero también robustecen; limitan el poder pero también lo
crean y lo organizan).
La separación de poderes es la clave del constitucionalismo pues busca evitar las
usurpaciones. Esta división permite una distribución y organización más eficiente de
las funciones gubernamentales.
Bodin decía que la separación aumenta el poder del soberano, pues le evita la
asignación de castigos y sí la distribución de recompensas (teoría por conveniencia).
Pero esta división también sostiene mejor la democracia basado en “divide y
reinarás”.
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Locke destacaba la función representativa de la división de poderes porque asegura
la perspectiva del ciudadano ordinario.
Se puede enunciar que la constitución es un instrumento de autogobierno; una
técnica por la que la ciudadanía se puede regir a sí misma ya que el pueblo no
puede ni debe actuar como una masa informe.
C. Schmitt que era un detractor confeso del constitucionalismo adhería a la posición
sobre que constitución y democracia eran opuestos.
Este enfoque podría quedar desarticulado ya que no se puede hablar de gobierno
popular sin un marco legal que le permita al electorado tener una voluntad
coherente. Por eso la ciudadanía necesita la colaboración de los padres fundadores,
es decir se decide en base a predecisiones.
La democracia es el gobierno del pueblo pero a través de canales preestablecidos.
J. S. Mill fue otro defensor del precompromiso institucional que favorece la libertad y
la participación ciudadana. Proponía un sistema de incentivos para la participación
pública inteligente.
Sostenía que la democracia es el gobierno por discusión pública y no sólo la
imposición de la voluntad mayoritaria. El desacuerdo público es la base para el
gobierno popular. La norma fundamental del gobierno democrático es garantizar el
derecho a la oposición. En este contexto tiene sentido el consentimiento pues hay
garantías para la impugnación y el disenso. Hay soberanía popular pues existen
reglas que organizan y protejan el debate público.
Cuando la minoría pierde la votación, acepta lo querido por la mayoría, pero tienen
garantizada la discusión y el disenso.
La idea de limitaciones que generan posibilidades explica el aporte del
constitucionalismo a la democracia. Por eso las generaciones posteriores aceptan
que la constitución es un documento de procedimientos que asegura los requisitos
para el consentimiento y disidencia racional, para el debate público, la resolución de
conflictos sin violencia y la revisión del marco constitucional.
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Es interesante analizar la teoría del autopaternalismo, que postula que los
ciudadanos pueden compartir objetivos pero los aceptan en la medida que todos
estén dispuestos a cumplir con su parte, es decir que acepten las disposiciones
legales que atan
sus voluntades (por ejemplo la paz, la conservación de los
recursos naturales y la lucha contra la pobreza).
La Constitución es un caso de paternalismo donde las personas resignan
voluntariamente su capacidad de elegir determinadas cosas en procura de ejercer su
voluntad en otras. Esto los hace alcanzar mejor sus objetivos que si fueran libres
totalmente (por ejemplo acepta el uso del cinturón de seguridad porque es lo que
debería hacer pero libre no lo hace por pereza, desconocimiento, etc). Es un sistema
de autoadministración colectivo.
Los fundadores buscaron garantizar que independientemente de lo decidido, se
analizarían opciones y se escucharían contrargumentaciones. La Constitución es un
intento de programar la objetividad y la autocrítica, impidiendo la conducta
autodestructiva.
El principio de voluntariedad exige privarse de ciertas opciones. Está prohibido
venderse a sí mismo para convertirse en esclavo porque después dejo de tener
libertad para elegir otras cosas o firmar otros contratos. No soy libre de renunciar a
mi libertad. No se puede ceder el derecho de acceder.
Esto puede ser la solución a la paradoja de la democracia constitucional: para
conservar la voluntariedad debo restringir mi propia voluntad. Por eso el
precompromiso de la constitución impide la autodestrucción colectiva.
Otro ejemplo son los legisladores quienes no deben promulgar leyes que interfieran
con el derecho al voto, al libre acceso a la información, a la libertad de reunión y al
acceso político de las minorías, pues estas actividades son las que protegen de la
legislación indeseable. Finalmente la mayoría debe limitar sus poderes para
garantizar que seguirá siendo una mayoría capaz de aprender.
Mill y Madison, al igual que Paine y Jefferson, sostenían que la democracia es un
sistema orientado al cambio y la innovación. Pero esto en un marco de racionalidad
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donde haya muchas oportunidades de reconsideración y autocorrección. Esto debe
estar garantizado por el marco jurídico e institucional.
LA DEMOCRACIA
Es una evolución de la concepción del poder divino o por vía de las tradiciones hacia
una creación humana, donde existen dos grandes aspectos: la soberanía del pueblo
y los derechos del hombre.
La creación de la República y su brazo ejecutor el Estado es que el garantiza la
libertad del hombre defendiendo sus derechos individuales. El hombre se convierte
en ciudadano y debe ejercer su rol activo. Pero soberanía y derechos fueron
generando conflictos a partir de confusión generada por la deformación de esa
soberanía en un poder popular que se alejaba del marco institucional y legal: las
democracias populares que surgían como revolucionarias.
Esto implica la necesidad de una democracia fuerte y vigorosa sometiendo el poder
político al respeto por los derechos cívicos, sociales y culturales.
La democracia permite la noción básica de libertad expresada a través de la
posibilidad de los gobernados de elegir a sus gobernantes.
Así como la equivocada concepción sobre la democracia sirvió para encubrir
regímenes autoritarios, hubo otros casos donde el exceso de confianza en el
mercado implicó el debilitamiento del rol del Estado
La democracia es integradora de los conceptos de ciudadanía, que supone la
libertad de elección política con el respeto de las identidades y los derechos. Es
decir debe existir el criterio de sociedad abierta con derechos personales y
colectivos, con el reconocimiento de la pluralidad de intereses e ideas y finalmente
con la aceptación y la responsabilidad de un acerbo cultural en común.
Por lo tanto hay tres principios fundamentales:
•
El reconocimiento de los derechos fundamentales que el poder debe respetar,
•
La representatividad social de los dirigentes y de su política,
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•
La conciencia de la ciudadanía por pertenecer a una sociedad fundada en el
derecho.
La teoría política tradicional enuncia que la democracia es el poder del pueblo y que
la democracia directa es la que practicaban los antiguos griegos, entendida como
poder del pueblo, “el kratos del demos”. La democracia directa es sólo posible para
pequeñas comunidades como las aldeas. Es imposible para las grandes
comunidades como las ciudades reunir en un lugar a todos los ciudadanos para
debatir y decidir.
Lo más cercano a esta forma de democracia es el referéndum. Este mecanismo
constitucional existe en algunos países pero es un procedimiento excepcional que
no está extendido a la totalidad de la comunidad internacional.
EVOLUCION HACIA LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
La democracia directa provocaba la imposibilidad de la toma de decisiones por lo
que la solución fue que los ciudadanos elijan a sus representantes para que hagan
lo que ellos no pueden hacer directamente. De este origen surge como norma y
acuerdo fundamental de la relación entre representado y representante, la confianza.
Lo esencial para la representación legítima de otra persona es que el representado
otorgue libremente su confianza a su representante. Por lo tanto es un valor
fundamental.
La política definida como “el arte de lo posible” implica permanente toma de
decisiones en incertidumbre sobre asuntos que interesan a la nación y que pueden
tener consecuencias no deseables. Por lo tanto el representante no es un delegado
ni un gestor, sino que tiene autonomía y como representante político debe actuar en
diferentes asuntos y con circunstancias nuevas por lo que los representados no les
pueden limitar el ámbito de acción.
La confianza no alcanza para explicar el fenómeno de la representación. Lo que hay
que saber es por qué los representantes con el poder que tienen, habrían de actuar
en beneficio del interés de los ciudadanos, o al menos de cierta mayoría de ellos.
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Por esto es que entendemos por "representación" el actuar de acuerdo con los
mejores intereses del público.
Pero aún en la democracia directa, las decisiones de la mayoría se tornan
obligatorias para la totalidad del cuerpo social, incluyendo a la minoría, que
encuentra que estas decisiones son contrarias a sus opiniones o intereses. En una
democracia representativa todas estas decisiones terminan siendo tomadas por los
representantes. Estos representantes finalmente son los que deciden qué es lo que
los ciudadanos pueden o no pueden hacer y los coaccionan para que acaten esas
decisiones. En este sentido, son los representantes los que mandan y no los
representados; y es aquí donde hay que resaltar nuevamente la confianza que
expresan los representados al votar a sus representantes.
Otras características de la democracia representativa están relacionadas con la
estructura de las instituciones que componen un gobierno representativo como la
necesidad que los representantes del pueblo sean electos por sufragio y estén
sometidos a elecciones periódicas; la limitación de los ciudadanos en cuanto a que
si bien son libres para opinar y criticar al gobierno, no pueden ordenarle al mismo
que actúe de una manera determinada; y la división y limitación entre los poderes y
la actuación de los mismos en el marco de la Constitución.
Las instituciones que mejor combinan la autoridad necesaria para que los
representantes estén en capacidad de gobernar con las precauciones que podrían
asegurar que gobernarán bien en salvaguarda del interés de los representados, son
las que cumplen con lo anteriormente mencionado y tienen mecanismos de control.
Se puede afirmar que “la conexión entre la democracia y la representación se basa
en que en democracia los gobiernos son representativos porque son electos: si las
elecciones son libremente disputadas, si la participación es ilimitada, y si los
ciudadanos gozan de libertades políticas, entonces los gobiernos actuarán de
acuerdo con el mejor interés del pueblo”.
Aquí es donde se da la relación entre democracia directa y democracia
representativa ya que las elecciones cumplen la función de asamblea de la
democracia directa en la que se decide cuál va a ser la orientación del gobierno por
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el próximo período, en cabeza del representante; siendo las promesas del elegido el
mandato que este deberá llevar adelante.
Aún cuando los ciudadanos no están en capacidad de controlar a los gobiernos
obligándolos a seguir sus mandatos, podrían ser capaces de hacerlo si pudieran
inducir a los gobernantes electos a aceptar que tendrán que rendir cuenta de sus
acciones pasadas.
Los gobiernos serán representativos si los votantes tienen oportunidad de discernir
sobre si actúan en función de intereses propios y pueden sancionarlos
oportunamente. En consecuencia aquellos gobernantes electos que actúen de
acuerdo con el interés de los ciudadanos puedan resultar reelectos y quienes actúen
en sentido contrario no.
La responsabilidad de la representación se expresa cuando los electores votan para
mantener en su cargo al gobernante que ha cumplido en función de sus intereses, y
cuando el gobernante electo implementa las políticas necesarias y adecuadas para
sus electores y puede aspirar a ser reelecto.
Pero las elecciones no son el único mecanismo democrático que puede inducir al
gobierno a actuar en una forma representativa. Las elecciones son un mecanismo
verticalizado de responsabilidad. Pero también están los mecanismos horizontales
que las instituciones democráticas ofrecen, ya que la división de poderes los hace
que rindan cuentas ante los ciudadanos pero también entre ellos. Es decir los
poderes que conforman el gobierno no se encuentran meramente separados y se
controlan y equilibran recíprocamente.
LA ETICA FORTALECE LA DEMOCRACIA
Para conducir este tema es necesario enunciar algunas definiciones que permitan
avanzar en la relación de la ética como sostén de la democracia.
Virtudes: Son los rasgos positivos del carácter que posibilitan el desarrollo positivo y
la felicidad de los seres humanos. No son innatas sino que se desarrollan como
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consecuencia de la educación moral y la experiencia de aplicación. Se convierten
por repetición en un “hábito”. Hay virtudes intelectuales y morales.
Valores: Son el conjunto de creencias que pertenecen a una persona y que pueden
ser compartidas por grupos sociales, sobre lo que es verdaderamente importante en
la vida, referido a los aspectos morales y no morales.
Principios éticos: Se aplican a diferentes situaciones y son más generales que las
reglas. Indican como decidir entre reglas y valores alternativos.
Reglas morales: Son pautas específicas para la acción. La orientan ante
situaciones particulares que involucran cuestiones morales. Se basan en los valores
y principios éticos.
Para ser efectivos los valores deben ser inculcados desde muy temprana edad ya
que cuando son procesados correctamente por las personas se transforman en las
guías de su accionar pues son compartidos a nivel racional.
Sin duda la defensa de la vida, incluyendo la prenatal desde la concepción (criterio
de vida fundamentado no sólo desde la fe sino desde la ciencia), la igualdad de
derechos y obligaciones, la protección de la familia y de los indefensos, la amistad y
el amor, el respeto por la ley y la aplicación universal de justicia, la alegría de poder
vivir en paz, con educación, con acceso a la salud y el goce por el deporte y el arte
son valores fundamentales compartidos por una gran mayoría.
Para el normal desarrollo de los valores es fundamental la influencia de los padres y
del ámbito familiar más cercano a través del diálogo y el ejemplo. Luego el
seguimiento de los padres en la etapa formativa es clave para ver como la persona
va procesando la influencia externa y cual es la interpretación que hace. En esta
etapa, la influencia de role models es determinante para la consolidación de los
valores en el joven. Es deseable que esos role models sean destacados y
valorizados por la sociedad en su conjunto. En el caso que no lo sean, las personas
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ejerciendo su rol ciudadano deben actuar en forma incansable diferenciando y
comunicando los verdaderos roles ejemplares.
Afianzado este proceso de incorporación de los valores como hábito, el desempeño
de las personas dentro de la comunidad sin duda llevará a la mejora del proceso
democrático porque en su accionar diario primará en forma instintiva la actitud de
valoración y el respeto por el conjunto social.
El conflicto socio - cultural argentino se aprecia no sólo con respecto a la cosa
pública sino en el ámbito privado ya sea relacionado con el trabajo o con actividades
sociales, culturales o recreativas.
Una parte sustancial de la responsabilidad radica en la tergiversación de valores o el
reemplazo de los mismos por falsos valores impuestos por la moda o aceptados por
consenso, producto del espacio dejado por la formación moral y la responsabilidad
de los padres y los educadores. Este espacio ha sido ganado por las teorías del
fundamentalismo, la violencia, el individualismo y el facilismo o por los dobles
mensajes dados por personas que se convierten en ocasionales referentes cuyo
efímero y abusivo poder se fundamenta en la jerarquía de sus puestos laborales o
en la posición socio-económica o popular que sustentan. Estos con sus
comportamientos hipócritas influyen negativamente sobre las mentes de los jóvenes,
muchas veces ansiosos e ingenuos o faltos de contención emocional.
Probablemente en sociedades como las latinas tenga mayor incidencia negativa la
presencia de hipócritas que predican una vida basada en los verdaderos valores
para luego en la práctica no ser consecuentes con esto. Esto una vez descubierto
genera un alto desconcierto y a la vez provoca una reacción muchas veces
desmedida por parte de quienes se sienten engañados o traicionados. Este tipo de
comportamientos duales son los que sostienen y aumentan la desconfianza de la
sociedad en su dirigencia.
Los estándares éticos de la dirigencia especialmente sus líderes, afectan e influyen
notablemente en los estándares éticos y morales de la comunidad.
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No basta con que algunos sectores políticos y de la sociedad luchen contra los
privilegios, el corporativismo, las prácticas excluyentes y el clientelismo. La batalla
podrá tener éxito el día en que la sociedad adopte definitivamente como norma de
conducta la ética, los valores y la cultura.
No sería imprudente afirmar que este proceso es fundamental para consolidar la
democracia en América Latina ya que producirá la cohesión de toda la sociedad, por
estar sustentada en hábitos de comportamiento comunes a todos: políticos,
ciudadanos, funcionarios de gobierno, dirigentes y empresarios.
La corrupción no es sólo un problema ético y económico sino también político y
social pues vulnera las oportunidades del desarrollo sostenido y equitativo y actúa
como un freno para la consolidación del sistema político-democrático.
Hoy el enfoque del sistema político se tiene que basar en el estado de derecho
democrático con una visión integral que incluye todo el ambiente institucional y
normativo que rodea la actividad política, económica y social dentro del que está
enquistada la corrupción.
DEMOCRACIA EN AMERICA LATINA
Sobre finales del siglo XX, especialmente en los últimos diez años, la democracia en
América Latina ha logrado ser mayoría. Bajo diferentes formas y con distinto tipo de
éxito y perdurabilidad, este sistema ha logrado imponerse tras décadas de
interrupciones por gobiernos totalitarios de orientaciones opuestas.
Pese a la diversidad y particularidad de cada uno de los casos durante ciento
cincuenta años la democracia ha nacido y crecido, ha caído, ha desaparecido y ha
mejorado, y ha entrado en letargo para volver en pocos casos más madura.
Salvo excepciones la mayor parte de la población de la región al igual que en el
resto del mundo, vive en países democráticos carentes de historia y continuidad
democrática, acuciados por el miedo y la inseguridad, con una enorme deuda en
cuanto al desarrollo económico-social y con un alarmante escepticismo sobre las
instituciones político-democráticas. En todos estos países se habla de la reforma
institucional pero la misma todavía está más asegurada en los textos y los discursos
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que en la realidad. La frontera entre democracia y autoritarismo y entre participación
y exclusión es muy endeble.
Lo importante es que a nivel regional ya no se discute la importancia de la
democracia como sustento para lograr el desarrollo, ya que no sólo es un sistema
político de gobierno sino que se explicita en las relaciones entre los miembros de
una comunidad.
Cualquier reforma económica tendiente al progreso es mucho más factible y
sustentable en el largo plazo si se da en un entorno democrático donde la discusión,
el debate, la confianza, la representatividad y la consulta son habituales.
Los ciudadanos que votan, se informan y participan activamente en las instituciones
son menos proclives a ser comprados o manipulados por el poder político. Esto es
una fuerte deuda social de los países de la región.
La democracia como sistema de gran amplitud es más inclusiva con respecto a los
sectores de menores recursos, los que se vuelven representados y no marginados.
Por lo tanto el desarrollo económico sostenido en el tiempo asegura el acceso a
oportunidades y esta mejora genera mayor participación político-social para todos y
disminuye el riesgo de visiones autoritarias ocasionales, que se aprovechan de los
sectores marginalizados u olvidados.
En Latinoamérica existen más de doscientos veinte millones de pobres, lo que
significa el 40 % de la población total. Siendo esto así, salvo excepciones, lo que
queda expuesto es el fracaso de las políticas sociales y económicas desarrolladas
hasta hoy por los Estados con democracias de mayor o menor jerarquía.
Es importante para las sociedades comprender que el desarrollo de la comunidad es
un desafío político más que económico y que debe ser considerado el punto de
partida para estructurar la sociedad y no el objetivo de máxima de las estrategias y
las planificaciones.
Es fácil comprobar que Latinoamérica no ha podido resolver el problema de la
pobreza y la desigualdad, aún asumiendo que siempre existirán determinados
niveles de tolerancia imposibles de erradicar.
Esto es responsabilidad y consecuencia directa del fracaso de los sistemas políticos
instalados, y se comprueba y asocia especialmente en los países con menor cultura
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y tradición democrática. Sin respeto por los derechos y las garantías individuales
dentro del marco de la ley y el orden no hay posibilidad de institucionalidad política y
ejercicio de los deberes ciudadanos.
Si las instituciones son débiles entonces hay conflicto en el ejercicio de los derechos
y libertades y no se pueden procesar en forma eficiente las demandas sociales.
El proceso de democratización en América Latina ha surgido de reformas
constitucionales y de cambios en las instituciones pero muchas veces sin tener en
cuenta que las instituciones existentes son poco transparentes y nada eficaces.
El camino seguramente será crear nuevos espacios de representatividad y control
que limiten la arbitrariedad del poder político y encaucen su rumbo por la eficiencia
de la gestión, pero siempre basados en los elementos base de la democracia que
son el pluralismo, el debate y la deliberación.
Los estados democráticos si están institucionalizadas deben asegurar el libre
funcionamiento del mercado pero sin olvidar los derechos individuales y la igualdad
de oportunidades y la necesidad de asegurar los bienes colectivos.
En los procesos de democratización americana se observan al menos seis líneas de
reformas abordadas:
1. El paso de democracias presidencialistas con legislaturas de escaso poder a
sistemas más colaborativos y de mayor equilibrio, con un rol de fiscalización
más fuerte del poder legislativo.
2. La evolución de estados centralistas y cerrados a la descentralización políticoadministrativa y fiscal con mayor participación ciudadana.
3. Resurgimiento de la sociedad civil y los intereses generales en detrimento de
los intereses de grupos de poder.
4. De declaraciones retóricas de derechos a cartas de derechos fundamentales
con garantías y mecanismos de protección constitucional.
5. De un Estado interventor, gigante e ineficiente a un Estado garante,
capacitado y coordinador con autoridades económicas autónomas.
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6. De
la
intrascendencia
del
Poder
Judicial
a
su
resurgimiento
con
independencia, amplio poder, visión global e integrado a la sociedad.
A la luz de las reformas muchas instituciones están naciendo: organismos y
comisiones autónomas, bancos centrales, entes reguladores, fiscalías, defensorías,
tribunales colegiados; pero lo importante no es la aparición o los cambios de
nombres sino el cambio en las estructuras mismas.
La debilidad de la democracia a través de la fragilidad del estado de derecho podría
también ser explicada por la alternancia en toda la región de una tradición de
constitucionalismo liberal formal con una realidad llena de caudillos, dictaduras,
corporativismo, clientelismo y la consecuente inestabilidad política. De esto surge
como lógico el hartazgo y el desencanto de la sociedad con la democracia.
Otro punto importante para considerar en el déficit de institucionalización
democrática de la región es el rol de árbitro desarrollado por las Fuerzas Armadas y
el exceso en la concentración de poder en manos del Presidente (sistema
presidencialista) que generan un desbalance de poderes. Esto con el agravante de
serias fallas de liderazgo, incumplimientos sobre defender los intereses y deseos de
los representados y legislaturas débiles y clientelistas que en suma construyen un
escenario de deterioro permanente de la cultura cívico-política que condiciona la
política económica y social.
Otro agravante es que en Latinoamérica la relación Estado-Mercado no ha sido la
apropiada ya que el sistema político y la irregular consistencia de las Instituciones no
han generado condiciones de eficiencia y legitimidad, ya sea en competencia,
transparencia y/o justicia y equidad. Como dijo Felipe Gonzalez en 1998, “la única
regla del mercado es la optimización del beneficio y por eso debe ser limitada por el
Estado”. Pero por un Estado inteligente y eficiente y no infectado de paternalismo
clientelista.
El desencanto de la población en muchos casos atribuido al Mercado debiera ser
revisado para encontrar el verdadero origen en las fallas de la política, del sistema
político y de las Instituciones, que han intervenido en muchos casos perversamente
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estimulando el corporativismo y el rentismo en vez de la competencia, la eficiencia y
la productividad. Esto inclusive es causa fundamental del desprestigio de la cosa
pública y ha contribuido a desvirtuar el rol del sector público.
El Estado no ha desarrollado en forma eficiente su rol para redistribuir, incorporar
extremos, balancear inequidades y neutralizar excesos.
Su voraz intervencionismo con bases de acción en el clientelismo y la corrupción se
volcó a la empresa pública, olvidando su rol clave para fortalecer el sistema
institucional. La receta nefasta que aún afecta a las democracias de la región fue
autoritarismo, caudillismo, corporativismo y clientelismo.
En suma es imposible desarrollar instituciones fuertes y sólidas si no se cuenta con
una política y una democracia de calidad.
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CONCLUSIONES (DISCUSION)
La incorporación de los valores básicos desde la más temprana edad y la gimnasia
del desarrollo de todas las actividades del ser humano inspiradas en ello, permiten el
crecimiento social comunitario e intelectual de una sociedad en busca de su plenitud
y felicidad.
Muchos problemas adjudicados a las democracias han sido posibles por no
responsabilizarse de aplicar los valores fundamentales a las actividades públicas de
las personas, las cuales muchas veces viven los valores en su pequeño ámbito
privado familiar sin ejercer la ardua tarea de enfrentar los desafíos diarios con los
mismos valores de vida.
El criterio que debe primar es respetar el libre albedrío pero dentro del concepto de
comunidad, por lo cual es necesario que esté guiado por las cuatro virtudes
cardinales y enmarcado dentro de un contexto de obligaciones y responsabilidades.
Pareciera que estamos en una proceso de transición democrática de donde los
votantes delegan en sus representantes la responsabilidad y la toma de decisiones a
una forma más “democrática” donde las mayorías quieren hacer cumplir sus deseos
y participar de una manera más directa en la toma de decisiones.
Lograr esta transformación no es materia sencilla pues existe una historia muy fuerte
ligada a la falta de formación, información y educación cívica. Obviamente el
desarrollo cultural, el avance tecnológico, la responsabilidad social, la instrucción y
los avances de la ética y de la filosofía política permiten incorporar conceptos como
la necesidad del aporte de cada ciudadano para mantener un sistema ordenado. Sin
duda un gran responsable de este cambio por su enorme poder amplificador han
sido los medios de comunicación que llevan las noticias, las demandas y la realidad
a todas partes.
Otro causal es la conciencia de la participación ciudadana la que ha significado la
pérdida del monopolio de “lo político” por parte de los partidos convencionales. Por
esto es que se ha convertido en una necesidad imperiosa profundizar y apoyar los
mecanismos de participación y canalización de demandas de los ciudadanos por
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fuera de los partidos políticos ya que estos no han dado respuestas satisfactorias a
las crecientes demandas de la ciudadanía.
Los partidos políticos tienen estructuras verticalizadas y jerárquicas, en muchos
casos copiadas de las organizaciones militares o religiosas, donde se definen una
serie de supuestos con valor de “verdades” (ej.: programa partidario) dejando de
lado un vasto universo de cuestiones que no son discutidas e interpretadas. Esto
actitud tan estrecha los convierte, casi sin que se den cuenta, en obsoletos.
Relacionado con la necesidad de superar los principios clásicos de la democracia
representativa (división de poderes del estado, alternancia en el poder de las
autoridades, consultas periódicas a la ciudadanía, procesos electorales, radicación
de la soberanía en el pueblo, etc.) y dado el avance que se genera habrá que
diseñar e introducir nuevos principios que aseguren una real y efectiva democracia.
El concepto de participación que antes tenía connotaciones negativas, se fue
transformando en un instrumento para acercar la democracia a los excluidos. Ya no
hay duda que la participación es imprescindible para lograr resolver una serie de
problemas relacionados con la planificación e incluso con la gestión de las políticas
públicas. A partir de la década del 90 la participación fue vista como un mecanismo
mediante el cual se amplió la democracia. Inclusive en los últimos años desde los
organismos multilaterales de crédito y las agencias de financiamiento internacional
se puso énfasis en la representación como forma de hacer operativo y legitimar
social y políticamente, planes de acción y de desarrollo.
Esto nos conduce a la idea que la democracia implica que el poder esté en manos
del cuerpo social, y con ello se trata de alcanzar la libertad del hombre. Los asuntos
de la comunidad tienen que ser decididos por toda la comunidad. La falacia de la
representación sin cumplimiento del mandato por parte de los representantes lleva a
situaciones en las cuales unos pocos se apropian de la voluntad ciudadana,
enajenando la libertad y la vida del resto de los hombres.
No hay democracia sólida si frente al Estado y al orden establecido no existe una
voluntad de libertad personal por parte de los ciudadanos.
La democracia implica el reemplazo del consenso unánime por la aprobación
mayoritaria, pero este consenso se tiene que dar en un escenario en el que la opción
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de participar o no en este proceso de toma de decisiones sea totalmente libre y
voluntaria.
Acorde al escenario de fragilidad institucional de América Latina, la reforma del
Estado y el fortalecimiento de la Sociedad Civil son procesos recíprocos y
complementarios. El rol que debe jugar la ciudadanía en la lucha contra la
corrupción es clave y en ello mucho tiene que ver la educación para crear cultura y
los comportamientos basados en los valores y la ética.
Si se quiere asegurar el éxito perdurable se debe avanzar en mecanismos de largo
plazo como fortalecer el proceso de instrucción pública, el proceso de educación
formal básico, el acceso a las oportunidades y los mecanismos de control y los de
control social como: marcos legales, auditorías de gestión y sociales, medios de
comunicación, veedurías ciudadanas, consejos vecinales, etc.
Argentina lleva más de 20 años en democracia, lo cual no es poco si se considera
que es el período más largo de estabilidad institucional desde que en 1911 se
sancionó la Ley del Voto Universal, Secreto y Obligatorio.
Pese a ello es importante considerar la situación democrática y en especial su
relación con la sociedad, ya que como hemos visto existe una fuerte crisis de
confianza en las democracias de América latina.
De acuerdo a un sondeo sistemático realizado en diecisiete países de la región
desde 1995 los ciudadanos prefieren la democracia sobre el autoritarismo. En el
caso de Argentina el 69% optó por esta, el 17% por la segunda, otro 17 % era
indiferente y el restante 3 % no sabe o no contesta.
Comparado con los resultados de Latinoamérica vemos que la situación es similar
aunque los valores de población que prefiere la democracia representan el 53%.
Pero esto cambia si la pregunta refiere a satisfacción con la democracia. El resultado
en Argentina se invierte porque el 64% manifiesta estar insatisfecho y sólo un 34%
satisfecho. Esto implica que hay dos personas insatisfechas por cada una que si lo
está.
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Al comparar con el promedio de América latina se puede apreciar que en Argentina
el apoyo a la democracia es mayor que en la región donde los valores de
satisfacción son del 29% y de insatisfacción del 66%.
El análisis de los resultados de Latinoamérica permite confirmar la preferencia por el
sistema democrático pero es necesario destacar la profunda insatisfacción y rechazo
que genera el mal funcionamiento de la democracia, alejada de las soluciones
adecuadas para las sociedades.
La preferencia por la democracia en la Argentina es superior al promedio regional y
la insatisfacción es inferior a ese mismo promedio. Esto sorprende ya que
recientemente Argentina sufrió la peor crisis económico-social de la región.
Por lo tanto y con la mirada puesta en el largo plazo el tema a resolver es la
generación de desarrollo y satisfacción del sistema democrático.
Esto refuerza lo dicho por Winston Churchill: “la democracia es el peor sistema de
gobierno, exceptuando todos los demás”.
La participación ciudadana, la responsabilidad social y la educación son atributos
fundamentales para construir gobernabilidad y representatividad para la democracia.
Pero esta participación debe tener autonomía ante el Estado y los intereses
corporativos y no puede ser sustituida por los partidos políticos.
La aparición de líderes que comprometan sus acciones en esta línea asegura el
éxito de la democracia. El liderazgo implica estar al servicio de la comunidad y esto
es una responsabilidad social colectiva. Ya no tienen importancia atributos como
carisma y popularidad. Ahora el líder vale si interpreta correctamente la problemática
de su gente pero dentro del contexto del mundo; vale si logra interpretar el punto de
vista de los demás y se logra desarrollar empatías.
Pero una democracia vigorosa necesita también partidos políticos fuertes que
estimulen la participación, que jerarquicen las demandas y que sean nexos entre la
dirigencia y la sociedad
La gobernabilidad implica confianza, seguridad y previsibilidad. Así se genera
desarrollo ya que hay seguridad jurídica, estabilidad institucional e integración
socioeconómica interna.
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Pero para fortalecer la democratización y la gobernabilidad en América Latina hay
tareas pendientes que consisten en:
•
reforzar las instituciones y el marco legal que asegure la libertad y la
gobernabilidad,
•
que el Estado genere gobernabilidad,
•
que se desparrame el imperativo ético de la equidad,
•
la irrupción de un poder judicial fuerte, transparente, efectivo y eficaz;
•
acelerar todos los procesos de descentralizaciones,
•
generar oportunidades y acceso para todos sólo limitados por su esfuerzo y
capacidad,
•
fomentar el acceso a la educación y la tecnología y
•
difundir la ventaja de los valores y la buena política.
El concepto de lo público involucra a la sociedad civil, genera participación, puede
ayudar a corregir fallas del Mercado y del Estado. Pero también a reconstruir
instituciones.
Muchos de los problemas de la democracia en América Latina están relacionados
con la pérdida de valores en la clase político- dirigencial. En esto reside el problema
y la necesidad de cambio pero el desafío constructivo es reconocer que los que
forman la dirigencia no son individuos aislados surgidos por generación espontánea,
sino fieles representantes de una sociedad donde la pérdida de valores ha originado
un estado de confusión total.
Por eso se necesita como condición sine qua-non para el desarrollo integral del ser
humano basado en esos valores, un orden y una organización que generen un
marco donde queden claramente determinados los límites. Pero ese marco debe ser
aceptado y respetado por todos porque de lo contrario es una referencia carente de
sentido.
La historia muestra que el ser humano en su libre albedrío ha sido extremadamente
competitivo y ambicioso, ya sea la causa originada en la necesidad (enfoque de
supervivencia) o para satisfacer expectativas de progreso y gloria (enfoque de
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ambición o soberbia). El grave problema se genera cuando ese espíritu o esa
ambición, se encuentran fuera de orden y se transforma en un fin que justifica todos
los medios. Muchos autores y filósofos con sus prédicas sobre la libertad y el
pacifismo sin enfatizar en la contención del mismo dentro de la Sociedad, han
generado un escenario lleno de riesgos, y que se presta a confusiones o
utilizaciones malintencionadas con un espíritu parcializado.
Inclusive hay quienes argumentan desde posiciones extremas valorizando al “no
sistema” que genera la anarquía, como el máximo exponente de libertad. El
cuestionamiento a esta simplificación es que en este esquema de necesidades, de
libertad y de elaboración de ideas no se advierte, que las mismas pertenecen al
ámbito de los seres humanos y que estos tienen conflictos, patologías y graves
falencias a la hora de lidiar con las emociones, la ambición, el egoísmo, la fama y el
poder. Por lo tanto terminan atentando contra el criterio de libertad y al no tener un
marco que fije los límites, se termina afectando los intereses y libertades de cada
uno.
Consecuentemente se resiente el proceso de desarrollo económico-social y por
ende el respeto y valorización de la democracia como el mejor sistema de gobierno
actualmente conocido.
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