Doctrina y vivencia mariana de don José María García Lahiguera

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DOCTRINA Y VIVENCIA MARIANA
DE DON JOSÉ MARÍA GARCÍA LAHIGUERA
SEGÚN SUS ESCRITOS AUTOBIOGRÁFICOS
JUAN ESQUERDA BIFET
Introducción:
una figura ejemplar de teología mariana narrativa en el siglo XX
La figura de monseñor José María García Lahiguera (don José María,
como le llamaban familiarmente) puede llegar a ser emblemática para elaborar una Mariología “narrativa”, es decir, una mariología “vivida” por santos y personas ejemplares.
La teología “narrativa” intenta adentrarse en la fuente más vivencial de
los contenidos teológicos: la experiencia, el testimonio y las expresiones de
quienes vivieron el misterio de Cristo con autenticidad. El tema mariano,
en sus dimensiones cristológica y eclesiológica, es un tema privilegiado para
esa perspectiva de teología narrativa.
Esta forma de teología puede ser un punto de referencia para valorar la
autenticidad de la teología sistemática y para reorientarla, sin perder nada de
las aportaciones conceptuales válidas de la actualidad y de los siglos anteriores. También la teología sistemática, que está inmersa en una sociedad icónica, necesita “testigos” que aporten la propia experiencia. De hecho, en
todas las épocas históricas, la reflexión teológica ha tenido en cuenta la fe
vivida por la comunidad eclesial, según el aforismo prius vita quam doctrina.
Ésta misma es la invitación de Juan Pablo II en el inicio del tercer milenio: “Ante este misterio (de Cristo), además de la investigación teológica,
podemos encontrar una ayuda eficaz en aquel patrimonio que es la “teoloScrdeM
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gía vivida” de los santos. Ellos nos ofrecen unas indicaciones preciosas que
permiten acoger más fácilmente la intuición de la fe, y esto gracias a las
luces particulares que algunos de ellos han recibido del Espíritu Santo, o
incluso a través de la experiencia que ellos mismos han hecho”1.
El caso que nos ocupa (don José María García Lahiguera, 1903-1989)
puede considerarse como un eco cualificado de la doctrina mariana de su
época, en torno al concilio Vaticano II (s. XX). De hecho, esta figura refleja el ambiente histórico y cultural, con marcado acento mariano.
Don José María nació en Fitero, Navarra, en 1903; falleció en Madrid el
año 1989. Ordenado sacerdote en 1926, fue nombrado formador en el
Seminario de Madrid, ejerciendo el cargo de director espiritual desde julio
de 1936. Fue obispo auxiliar de Madrid-Alcalá (de 1950 a 1964), obispo de
Huelva (de 1964 a 1969) y arzobispo de Valencia (de 1969 a 1978); obispo dimisionario, retirado en la Casa Madre de las Oblatas de Cristo
Sacerdote, desde 1978. Siempre fue el sacerdote y el obispo de los sacerdotes, por medio de su vida donada, como él solía repetir, pro eis y pro Ecclesia2.
Nuestro estudio se fundamenta especialmente en su Diario Espiritual y
Apuntes Espirituales. Son escritos autobiográficos que abarcan un espacio de
tiempo importante, aunque relativamente breve: del 19 de julio de 1972 al
8 de diciembre de 1979 (para el Diario Espiritual) y del 25 de marzo de
1980 al 29 de mayo de 1983 (para los Apuntes Espirituales). Un total de casi
1. JUAN PABLO II, Carta Apostólica Novo Millennio Inneunte (2001), n. 27.
2. El inicio de la Congregación de las Oblatas se puede colocar en el año 1938, con la colaboración de la cofundadora, su dirigida, María del Carmen Hidalgo. Esta Institución contemplativa y sacerdotal fue aprobada con el nihil obstat de la Santa Sede en 1950. El Decretum Laudis es
de 1967. Ver: MARÍA DEL CARMEN HIDALGO DE CAVIEDES Y GÓMEZ, “La voluntad de Dios”, su
vida, entrega de amor, “pro eis” et pro Ecclesia, Madrid, HH. Oblatas de Cristo Sacerdote, s.f.
3. Citamos de modo abreviado (Diario, Apuntes). Ambos escritos han sido publicados conjuntamente en: Diario Espiritual y Apuntes Espirituales de José María García Lahiguera, BAC,
Madrid 2004; ver allí un estudio amplio en la introducción: pp. XV-XXXIX. Estos escritos inician cuando ya llevaba tres años de arzobispo de Valencia, y terminan cuando ya tenía
casi cinco años de obispo dimisionario. Todavía viviría seis años más, de los que no disponemos de escritos autobiográficos. Se pueden confrontar también otros escritos. Una homilía del año 1971: Sacerdote, “otro Cristo”, Publicaciones del Cabildo Catedral de Madrid,
1971. Un comentario a “Presbyterorum Ordinis”: Piedad sacerdotal. La práctica de piedad en
la vida del sacerdote, Valencia 1976. Una carta pastoral: El don divino de la fe, Valencia 1978.
En 1975, con ocasión de sus bodas de plata episcopales, el arzobispado de Valencia publicó
Selección de escritos (530 páginas; algunos escritos son de contenido mariano).
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once años. El Diario lo comenzó a redactar cuando tenía setenta años3.
María es el trasfondo de todos sus escritos, centrados siempre en Cristo
Sacerdote y en la santidad sacerdotal. Es relativamente fácil realizar una lectura de su doctrina y de sus vivencias marianas. Más difícil es sintetizarlas
y exponerlas en forma sistemática4.
En los escritos autobiográficos, que vamos a estudiar, afloran sus principales vivencias marianas, desde su infancia hasta su fallecimiento en 1989.
Es la experiencia de un fiat, como proceso de “silencio” contemplativo. Con
el ejemplo y la ayuda materna de María quiere llegar a identificarse con
Cristo, ser “COMO ÉL”. Es un camino de donación y consagración total por
manos de María5.
1. Su doctrina mariana, contenidos mariológicos
En sus escritos autobiográficos, don José María no tiene propiamente
exposiciones sistemáticas sobre la doctrina mariana (la “mariología”), pero
leyendo con atención algunos fragmentos de sus páginas se puede elaborar
4. En algunos estudios sobre don José María se hace resaltar su doctrina mariana: S. MUÑOZ
IGLESIAS, José María García Lahiguera, un carisma-una vida, Madrid 1991, cap. XI: “La
devoción a la Virgen”, pp. 141-149. También: Santidad Sacerdotal, Doctrina espiritiual de
D. José María García Lahiguera, San Pablo, Madrid 1998, cap. 3, pp. 91-101, nn. 101-113;
V. CÁRCEL ORTÍ, Pasión por el sacerdocio. Biografía del Siervo de Dios José María García
Lahiguera, BAC, Madrid 1997, cap. VI, 3, pp. 399-404 (donde reproduce el capítulo
XI de Muñoz Iglesias); J. ESQUERDA BIFET, introducción al Diario espiritual, op. cit.,
pp. XXXVII-XXXVIII.
5. Para datos biográficos: V. CÁRCEL ORTÍ, op. cit.; HH. OBLATAS DE CRISTO SACERDOTE, Don
José María García Lahiguera, Edit. Encuentro, Madrid 2001; S. MUÑOZ IGLESIAS, op. cit.
Para el estudio de su doctrina y vivencia, ver también: Santidad Sacerdotal, op. cit.; la
introducción de esta última publicación es de don JULIO NAVARRO, quien resume las líneas
básicas de su espiritualidad sacerdotal. Otros estudios: R. ARNAU-GARCÍA, “Ser y vivir
sacerdotal en el pensamiento del siervo de Dios D. José García Lahiguera”, Anales Valentinos,
58, (2003), pp. 323-344; HH. OBLATAS DE CRISTO SACERDOTE, Horizonte de santidad: “ser
como Él”, Madrid 2004; A. VILAPLANA MOLINA, “Dilexit ecclesiam como clave de lectura de
la vida pastoral del Arzobispo García Lahiguera”, Anales Valentinos, 58 (2003), pp. 309-321.
San Josemaría Escrivá de Balaguer se aconsejó frecuentemente con él desde el año 1932. Se
confesó con él desde fines de 1939 hasta junio de 1944. Posteriormente, don José María
García Lahiguera, ya obispo (Madrid, Huelva, Valencia), ordenó unos trescientos sacerdotes
de la Obra (cfr. S. MUÑOZ IGLESIAS, op. cit., cap. XIII, pp. 162-166).
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una buena síntesis mariológica, que viene a ser la base de su propia vivencia y predicación mariana.
Hay páginas de su Diario que son un resumen de la mariología vivida
por él. Así lo hace, por ejemplo, cuando quiere describir su “espiritualidad
filialmente mariana”. Además de sus vivencias, resume los dogmas de la
Inmaculada, Maternidad divina y Asunción (cfr. Diario, 24-mayo-1976)6.
Su explicación es vivencial, sin perder los contenidos doctrinales:
“Aprovecho para decir que son mis tres grandes misterios
marianos: La Inmaculada Concepción, la Maternidad Divina,
la Asunción a los cielos. Y a ellos responden en mí las gracias:
La santidad, el Sacerdocio, la predestinación. Madre, que así
como en Ti se cumplieron estos grandes misterios, dogmas de
fe, así también sean realidades en mí la santidad y la predestinación, como lo es, y para siempre, el Sacerdocio”. (Diario
1-enero-1978).
En realidad, su doctrina mariológica es la doctrina común de la fe cristiana: “Mi “mariología” es la de la Iglesia en el sentido más ortodoxo que
pueda entenderse y explicarse. Así respecto a la Mediación Universal de
María” (Diario 7-septiembre-1975)7.
En los escritos van apareciendo todos los títulos marianos que constituyen los contenidos de la mariología: Maternidad divina, Inmaculada, virginidad, Maternidad espiritual, Madre de la Iglesia, Medianera, Asunta y
Reina. El título de Madre de Cristo Sacerdote merece un estudio especial
porque viene a ser la clave de todas sus vivencias espirituales: “Los dogmas
marianos son como las estrellas de primera magnitud, que han preparado la
aurora resplandeciente de mi Madre la Virgen María, convertida en luz ple-
6. Ver resúmenes de su doctrina mariana en: Diario 22-VIII-1975, 7-IX-1975, 1-I-1976,
1-I-1978.
7. Entre los libros marianos que son más de su devoción, hay que destacar El secreto de María
(de San Luis María Grignion de Montfort) (cfr. Diario 11-febrero-1976), al que nos referimos posteriormente. También Mi ideal, Jesús Hijo de María, del que dice: “Hace años que
durante el mes de mayo medito el libro del P. E. Neubert “Mi ideal, Jesús Hijo de María”.
Me hace mucho bien” (Diario 20-mayo-1975).
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Monseñor José María García Lahiguera,
arzobispo de Valencia (1903-1989).
nísima de mediodía cuando se ha centrado en el dogma de los dogmas
marianos, María Madre de Cristo Sacerdote”. (Diario 24-mayo-1976).
La Maternidad divina, celebrada el primer día del año, le ofrece
ocasión para empezar el ciclo anual con generosidad: “Madre mía, fiat, fiat”
(1-enero-1974). María es “Madre de Dios y por ello Madre mía” (1-enero1976). Simplemente, “es Madre de Dios”: “Maternidad Divina, Santa María
Madre de Dios. La Virgen María es Madre de Dios. La Madre de Dios es mi
Madre. Yo soy hijo de la Virgen María. Madre de Cristo Sacerdote, ruega
por mí, tu hijo, Sacerdote de Cristo”. (Diario 1-enero-1979).
En el título de “Madre de Dios” enraízan todos los demás títulos marianos. Escribe el 22 de agosto de 1975:
“Todo descansa en la gran verdad: Mater Dei. Eso es María y
es el plan de Dios. Pero por ello (no hace falta explicación,
pues el adjetivo es claro). 1) Mater Immaculata: Tenía que ser
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para ser Mater Dei. 2) Mater Virginalis: Debía ser según plan
de Dios: no por obra de varón. 3) Mater Sacerdotalis, esto es,
Mater Christi Sacerdotis. Ése es Dios, en la segunda Persona,
el Verbo, que quedó consagrado al encarnarse: Consagrado
Sumo y Eterno Sacerdote. Aquí está la fuerza de la palabra
“Madre”, “porque con un único y mismo decreto Dios preestableció el origen de María y la encarnación de la divina
Sabiduría” (Marialis Cultus n. 25. Pablo VI). 4) Mater
Dolorosissima: Su obra de Corredentora al pie de la Cruz
donde escuchó: “Ahí tienes a tu Hijo: ahí tienes a tu Madre”.
5) Mater Ecclesiae: Nunca mejor dicho que en el Cenáculo:
iglesia naciente: y en medio de los Apóstoles. El Espíritu
Santo, alma de la Iglesia. 6) Mater Assumpta: consecuencia
lógica para una que era para siempre verdadera “Mater Dei”.
7) Mater Regina: la fiesta de hoy: Coronada, porque es, en el
cielo y en la tierra, la única “Mater Dei”. 8) Mater mea: Es la
consecuencia más hermosa: “La Madre de Dios es mi Madre”.
Quiero aclarar que cuanto diga o escriba de Madre me parece
poco, porque “de Maria nunquam satis”. Sin embargo todo,
absolutamente todo, entendido, creído y vivido en la más
pura ortodoxia de una mariología respaldada por la Iglesia
Católica y su Magisterio. Y esto en todos los dogmas y verdades, así como en todas sus aplicaciones espirituales, ascético-místicas y pastorales. Quede dicho para siempre” (Diario
22-agosto-1975).
La Maternidad divina se hace patente por la Encarnación del Verbo,
cuando tuvo lugar la consagración sacerdotal de Cristo:
“Dogma de la Maternidad Divina. Sí, Inmaculada porque iba
a ser Madre de Dios. ¡Qué alegría cuando el Papa Pío XI (el
primer [Papa] que vi en mi primera peregrinación a Roma, 12
de Octubre de 1929) restableció la fiesta de la Maternidad
Divina, 11 de Octubre, para conmemorar el Concilio de Éfeso.
¡Cuántas fechas memorables en mi vida van vinculadas al 11
de Octubre! (Hoy día, con la reforma litúrgica, se celebra esta
fiesta muy acertadamente, el día 1 de Enero, octava del
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Nacimiento del Niño Jesús, 25 de Diciembre). ¡Maternidad
Divina! ¡Virgen de la Encarnación! ¡Inolvidables días 25 de
Marzo! Madre del Verbo Encarnado. Madre de Jesús. Madre de
Cristo. Madre de Jesucristo. Y en la Encarnación se da la
Consagración Sacerdotal de Cristo. ¡Oh Maternidad Divina!
Eres Madre de Cristo Sumo y Eterno Sacerdote. Sencillamente,
Mater Christi Sacerdotis. ¡Madre de Cristo Sacerdote!” (Diario
24-mayo-1976).
El tema de la Inmaculada queda desarrollado especialmente con ocasión
de la fiesta litúrgica (8 de diciembre). La exposición es también vivencial,
basándose en la fe común de la Iglesia. Es muy significativo que durante la
guerra civil española (1936-1939) don José María lograra salvar el cuadro
de la Inmaculada del salón de actos del Seminario, sacándolo del recuadro,
enrollándolo y escondiéndolo en un tubo del órgano.
Anualmente, don José María renovaba todos sus votos en la fiesta de
la Inmaculada, pidiendo con insistencia a María: “Guárdamelos” (Diario
8-diciembre-1975). Sus vivencias presentan matices abundantes de rica
espiritualidad, que apenas vamos a esbozar8.
El 8 de diciembre de 1975 escribe sobre la Inmaculada con frases de
afecto filial:
“¡La Inmaculada! Madre, Tú sabes que el misterio de tu
Concepción Purísima, llamándote Madre Inmaculada con cari-
8. Texto de la consagración de 1976: “Consagración definitiva de mi definitiva Definición.
Madre, puesto que mi ser es amor y mi vida es amar, mi más exacta definición es
“Corazón”. Y en este día, la fiesta de tu Inmaculada Concepción, mi fiesta, el Día de mi
Madre Inmaculada, Te consagro eternamente mi Corazón para que: me lo consagres a mi
Buen Padre, horno encendido, donde se fragua mi amor divino –filial; me lo consagres a
mi Cristo Sacerdote– Víctima, sagrario donde se encierra la hostia y cruz de mi vida; me
lo consagres a mi Espíritu Santo, lengua de fuego de mi Pentecostés. Así sea ahora y siempre por los siglos de los siglos eternamente. Amen. Nunc semel pro semper. Madre, tu
pequeña flor” (Diario 8-XII-1976). Parecida es la última consagración a la Inmaculada,
como nota final de su Diario: “Oh Virgen Inmaculada, Hija del Padre, Madre del Hijo,
Esposa del Espíritu Santo, Madre de Cristo Sacerdote, Reina, Señora y Madre mía, mi
Madre del Cielo, haced que toda mi vida sea un “Magníficat” perenne al Todopoderoso,
que se ha dignado hacer en mí grandes cosas, y que en silencio, recogimiento y adoración
viva yo “mi vida escondida con Cristo en Dios”, hasta que rotos los velos de la fe, “sea a Él
semejante, porque cara a cara Le vea como es”. Amen” (Diario 8-XII-1979).
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ño de hijo, robó mi corazón de seminarista latino. Y este hermoso nombre, “la Inmaculada”, ha marcado en mi vida espiritual, una nota específica en mi piedad y devoción
eminentemente mariana, de tal forma que, cuando hablo de
que la santidad consiste en “ser como Él”, no olvido que Él es
tu hijo, que te hizo Inmaculada para que fueses digna Madre
de Cristo Sacerdote” (Diario 8-diciembre-1975).
Su vivencia de la Inmaculada se encuadra en un contexto de piedad filial
y popular que también supone correcciones:
“Dogma de la Inmaculada. ¡Blanco y azul! Pensando en la
Inmaculada me siento niño. Quizás arranque de una imagen de la
Inmaculada, vestida con el traje de primera comunión de mi santa
madre, mi devoción a la Inmaculada, que había de convertirse en
verdadera locura. Fue una estampa de una de las Inmaculadas de
Murillo, en mi tercero de latín –1916-17–, estampa que mandó
quemar (y lo hice) mi Director Espiritual, en 1938, en plena zona
roja (Madrid) sin duda porque estaba demasiado apegado a ella.
No me costó nada quemarla. ¡La Inmaculada! ¡Qué fiestas de 8 de
Diciembre! ¡Qué novenas! ¡Qué cánticos! Y en Mayo, a Ella, azucena de Nazareth, rosa de Jericó, qué flores en ese Mes de las
Flores. No es de extrañar que durante varios años, quizás muchos,
el día ocho de cada mes, en recuerdo del 8 de Diciembre, me abría
una herida en forma de cruz en el pecho sobre el corazón. Hace
tiempo que no lo hago, pero ha quedado clara y honda la cicatriz.
Llevo, pues, en mi carne y como obsequio a mi Madre
Inmaculada, grabada a fuerza de herida de sangre, la cruz de Hijo
de María, Jesús” (Diario 24-mayo-1976).
Es, pues, una vivencia honda y equilibrada: “La Inmaculada. Madre, así,
con esta palabra tan sencilla y hermosa, indicamos tu fiesta. La Inmaculada,
la Sin Pecado, la Purísima. ¡Cómo me gusta llamarte, “Mi Madre
Inmaculada” (Diario 8-diciembre-1987)9.
9. Plasmó en poesía y cantó la doctrina sobre la Inmaculada (cfr. Diario 25-III y 8-XII-1977).
Así empieza la poesía del 8-XII-1977: “A mi Madre del Cielo, María Inmaculada: tengo
estampa de la Virgen, –que es mi Madre, estampa tengo–, que yo beso al levantarme –y al
acostarme yo beso. Y la beso muchas veces–, pues soy su hijo y la quiero”.
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La virginidad de María aparece continuamente como vivencia de esta realidad mariana: pertenecer exclusivamente a Cristo. Don José María no se
detiene en explicar el tema, sino que alude a él por su significado. La afirmación es clara y pertenece al depósito de la fe, proclamada en el Credo:
María es “siempre Virgen” (Diario 28-mayo-1976; también en los Apuntes
Espirituales, 1980).
La Encarnación del Verbo tuvo lugar por obra del Espíritu Santo en el
seno virginal de María: “Dios se une a la humanidad... tomando carne y sangre de la Virgen pura”10. Jesucristo, el Verbo Encarnado “es Hijo de la
Virgen”11. Su voto de castidad, formulado desde niño (cuando era seminarista menor en Tudela) está relacionado con la virginidad de María.
La Maternidad espiritual de María comienza en el momento de concebir
a Jesús en su seno. Su fiat fue determinante: “La Virgen, al decir “sí” para
dar vida a Jesús, nos dio vida a nosotros”12. María es Madre nuestra por ser
Madre de Dios, es decir, del Verbo Encarnado: “La Madre de Dios es mi
Madre” (Apuntes 1-enero-1981). “Madre. Es la gran palabra de María, que
explica su vida” (Diario 22-agosto-1975).
Esta maternidad se profundiza en el Calvario cuando, con su dolor, colaboró a nuestro nuevo nacimiento para una vida nueva en Cristo. Éste fue el
momento en que Cristo nos la dio por Madre. Don José María agradece a
Cristo este don y lo hace por medio de la “oración de las tres”:
“Siento devoción particular a lo que podríamos llamar “la oración de las tres”, hora en que Jesús pronunció (no es exacto en
cuanto al tiempo) las palabras: “Mujer, ahí tienes a tu hijo. Ahí
tienes a tu Madre”. - Luego el silencio. Juan la tomó por suya
y la llevó a su casa” (Diario 20-mayo-1975)13.
10. Ejercicios 1963, p. 166 s., texto citado en Horizonte de santidad: “ser como Él”, op. cit., p. 101.
11. Retiros IV, 1969, p. 18 s., texto citado en Horizonte de santidad: “ser como Él”, op. cit., p. 203.
12. Retiros IV, 1960, p. 18 s., texto citado en Horizonte de santidad: “ser como Él”, op. cit., p. 201.
13. La fórmula de esta oración es así: “Te doy gracias, oh Jesús, por haber pensado en mí en
aquella hora y haberme proclamado hijo de tu propia Madre. Madre, muéstrateme mi
Madre, acogiéndome bajo tu especial protección. San Juan, sé mi patrono y mi modelo y
alcánzame la gracia de imitar tu piedad filial para con María, mi Madre. Jesús, repite y
dime siempre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo, ahí tienes a tu Madre”. Que lo oiga y lo viva”
(Diario 20-V-1975).
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Pero este tema de la maternidad espiritual de María constituye una
característica peculiar de la espiritualidad mariana de don José María (como
veremos en el segundo apartado). De momento, bástenos recordar estas breves afirmaciones: “Y ahora, Madre, acudo a Ti ¿A quién va a acudir el hijo
sino a su Madre” (Diario 12-septiembre-1978). Comentando Ioh 19, 25 ss.,
dice: “Creo que María es mi Madre y me ama como a hijo predilecto”
(Diario 15-agosto-1976)14.
La maternidad espiritual de María tiene connotación eclesial: Madre de la
Iglesia. Don José María describe entusiasmado la declaración pública de este título por parte de Pablo VI (Diario 21-noviembre-1975; se refiere al año 1964):
“¿Recuerdas, Madre? En esta Fiesta, muy tuya, del año 1964,
el Santo Padre, Papa Pablo VI, en su discurso de clausura de la
tercera etapa del Concilio Vaticano II, te proclamó “Madre de
la Iglesia”. Todos los Obispos rompimos el silencio respetuoso, con nuestros aplausos ensordecedores. ¡María, Madre de la
Iglesia!” (Diario 21-noviembre-1975).
La maternidad espiritual y eclesial de María se concreta en su mediación,
como expresión de su maternidad. Es una mediación que no obnubila la
única mediación de Cristo (en cuanto Dios hecho hombre, único Mediador),
sino que la pone más de manifiesto por el hecho de ser una participación
especial por parte de la Madre de Dios.
María es, pues, Medianera como Madre, siempre en dependencia de la
medicación irrepetible de Jesús. “Mis peticiones por María”, afirma don
José María (Apuntes 6-enero-1981). Atribuye todas las gracias recibidas a la
intercesión de la Virgen: “María Mediadora de todas las gracias” (Diario 13mayo-1976). Celebraba este título mariano el 31 de mayo.
María es “Medianera universal” (31-diciembre-1978). Al final de sus
14. El título de “Corredentora” lo une al de su maternidad espiritual de “Dolorosa”, declarada
por Jesús en la cruz: “Su obra de Corredentora al pie de la Cruz donde escuchó: “Ahí tienes a tu Hijo: ahí tienes a tu Madre”” (Diario 22-VIII-1975). La fiesta de la Virgen
Dolorosa era “la fiesta de la Virgen de los amores” (Diario 21-IX-1975). Explica el stabat
también en Diario 15-IX-1977.
15. Al recordar que su doctrina mariana es la de toda la Iglesia, afirma: “Así respecto a la
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escritos, en el pequeño esbozo de un nuevo escrito que quería empezar
(“Historia del amor de Dios a un alma”), afirma: “Madre, tú eres ante el
Señor mi Medianera universal” (Diario, Epílogo 8-diciembre-1980)15.
Todo hace referencia a Jesucristo. El día de la Epifanía, ofrece a Cristo,
por medio de María, su entrega simbolizada en los tres dones de los Magos:
“Quiero ofrecer a mi Niño Jesús, por manos de mi Madre, Virgen María,
los tres dones: el oro de mi amor: Amar en intimidad. El incienso de mi
oración: orar en soledad. La mirra de mi sacrificio: sufrir en silencio. Ad
Jesum per Mariam” (Diario 6-enero-1979)16.
La fiesta de la Asunción era para don José María un momento especial
para renovar su entrega al Señor por medio de María. La celebraba con
mucho fervor todos los años, como puede leerse el 15 de agosto de cada año
en el Diario Espiritual. Recordaba también el aniversario de la definición del
dogma por Pío XII en 1950 (cfr. Diario 1-noviembre-1972). Él mismo
pudo asistir a la definición dogmática.
He aquí una descripción de cómo vivía él esta verdad mariana:
“Dogma de la Asunción, soñado ¿desde niño? La Parroquia de
mi pueblo tiene por titular a Santa María la Real y se celebra
el 15 de Agosto, fiesta de la Asunción. Era ordenado Obispo,
consagrado con la plenitud del Sacerdocio, el 29 de Octubre de
1950, fiesta de Cristo Rey, y el 30 por la noche salía en avión
para Roma. El 31 asistí a la procesión del traslado del cuadro
“Salus Populi Romani” y el día 1 de Noviembre de ese año,
viví en la Plaza de San Pedro, junto al Papa Pío XII, mi Papa,
el que me nombró Obispo y al que debemos el nombre de
Hermanas Oblatas de Cristo Sacerdote (¡otra lucha!), la proclamación del Dogma de la Asunción. El día 10 –Fiesta de la
Virgen de la Almudena– me concedió, sin pedirlo, el Papa
audiencia privada, a la [que] hizo entrar después [a] la Madre
Fundadora de las Oblatas de Cristo Sacerdote y a la Madre
*Vicaria. Los tres con nuestro Papa, sin prisas, cariñoso, todo
16. Las expresiones “por manos de María” o “por manos de mi Madre”, “por medio de María”,
“por Madre”, son frecuentes (cfr. Diario 24-VII-1972, 15-VIII-1972, 21/22-IV-1973).
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un Padre. Todo providencial con motivo del dogma de la
Asunción, que tanto influye en mi espiritualidad. ¡Al cielo, al
cielo sí, al cielo a verla iré!” (24-mayo-1976).
También celebraba anualmente la fiesta de la Virgen Reina, acentuando
siempre que ella “es más Madre que Reina” (Diario 22-agosto-1975).
La realeza de María se fundamenta en su maternidad divina:
“Mater Regina. La fiesta de hoy: Coronada, porque es, en el
cielo y en la tierra, la única. “Mater Dei”... La fiesta de hoy, que
es la octava de la Asunción de Madre, me transporta al cielo
para celebrarla y vivirla con los ángeles y los Santos” (ibidem).
Como a Reina le ofrece su servicio y fidelidad, siempre en la perspectiva de amor filial:
“Como Reina, te ofrezco mi servicio hasta la muerte, con todas las
fuerzas de mi cuerpo que sabe de cansancios: como Señora, te prometo mi fiel obediencia, con toda la reverencia de que es capaz mi
alma; como Madre, te consagro todo el amor de mi corazón, este
amor que es más fuerte que la misma muerte y que tendrá su plenitud en la eternidad” (Diario 12-septiembre-1978).
Su consagración a María tiene también el significado de vasallaje y
dependencia filial respecto a la Virgen Reina y Madre:
“Santa María Virgen Reina. Reina mía, te amo y sólo por amor
te consagro mi cuerpo en servicio de vasallo. Señora mía, te amo
y sólo por amor te consagro mi alma en obediencia de esclavo.
Madre mía, te amo y sólo por amor te consagro mi corazón en
amor de hijo. Tu hijo Sacerdos-Hostia” (Apuntes 22-agosto-1980).
Como ha podido observarse, su doctrina mariana es un resumen de la fe
17. Es lógico que en el Diario Espiritual (y también en Apuntes Espirituales) sobresalgan las vivencias y que don José María no tenga intención de dar explicaciones doctrinales (son escritos
donde expone su itinerario espiritual sin intención de publicarlo). Tenía la convicción de que
sus escritos no los iba a leer nadie. Los contenidos doctrinales propiamente dichos podrían
aparecer en sus cartas pastorales durante su episcopado. En la Selección de escritos que en
1975 publicó el arzobispado de Valencia, se podrían analizar: tres escritos sobre el mes de
mayo, uno sobre Fátima, uno sobre el rosario, una carta pastoral para preparar la celebración
del cincuentenario de la coronación pontificia de Nuestra Señora de los Desamparados.
Hablando de María le parece siempre que se queda corto: “Quiero aclarar que cuanto diga o
escriba de Madre me parece poco, porque “de Maria nunquam satis”” (Diario 22-VIII-1975).
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de la Iglesia, sin particularidades respecto a los dogmas y verdades marianas. Lo peculiar suyo es la vivencia o “espiritualidad”, que veremos en el
apartado siguiente, así como su tendencia a orientarlo todo hacia Cristo
Sacerdote y, por tanto, María Madre de Cristo Sacerdote17.
2. Su espiritualidad mariana, vivencias en clave de santidad
y misión
De la base doctrinal que acabamos de resumir brota su vivencia o devoción y espiritualidad mariana, que él mismo califica de tierna, filial, cariñosa, infantil. En realidad, se trata de una sólida espiritualidad mariana, de
línea trinitaria (cristológica, pneumatológica), eucarística, eclesiológica y
litúrgica.
No sólo es una espiritualidad sólida, sino que se presenta armónica con
todos los misterios cristianos: Trinidad, Encarnación (misterio de Cristo),
Eucaristía, Iglesia, misterio pascual, gracia divina...
La vida de don José María fue eminentemente mariana: “Los primeros
recuerdos de niño, de tres o cuatro años, están relacionados con la Virgen”
(Diario, 28-octubre-1978). Él mismo recuerda que a sus seis o siete años ya
tenía la costumbre de rezar el Ave María a la Virgen de su pueblo, al salir
de la iglesia (cfr. ibidem, 12-marzo-1976). Cuando tenía diez u once años,
siendo seminarista menor en Tudela (1913-1914) hizo el voto de castidad
ante el cuadro de María (“el cuadro de la Virgen del voto”, conservado
actualmente en la casa madre). Tenía costumbre de saludar diariamente a
María al despertarse por la mañana.
Su devoción es profundamente filial. Llama continuamente a María
“Madre”, “siempre Madre” (Diario 7-octubre-1972). Era su primera palabra al despertar por la mañana (cfr. Diario 28-agosto-1975) y la repetía
“infinidad de veces cada día” (Diario 30-abril-1973). “La palabra Madre
abrió el nuevo año como abre cada día al levantarme por la mañana”
(Diario 1-enero-1976).
María es su “todo” (cfr. Diario 24-mayo-1976). “La quiero locamente”,
escribía (cfr. Diario 2-agosto-1975). Se consideraba “su pequeña flor”. “La
explicación de toda mi vida y de todo en mi vida es la Virgen” (cfr. Diario
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JUAN ESQUERDA BIFET
28-octubre-1978). Cuando parece “escondida” le dice: “Madre, acepto
también tu plan” (Diario 22-julio-1972). Con ella se explaya ampliamente exponiéndole toda su interioridad. “Madre, tú lo entiendes todo”
(Diario 31-diciembre-1936). A veces matiza la frase: “Mi Madre
Inmaculada” (Diario 1-enero-1977). Es como el ambiente normal de todo
su actuar: “Todo por Ti, todo para Ti, Madre mía” (Diario 5-abril y 31mayo-1973; 12-mayo-1975)18.
Es una devoción o espiritualidad que brota de una profunda contemplación de la Palabra de Dios. Es, pues, eminentemente bíblica. Don José María
fundamenta esta devoción en la maternidad de María, que empieza en la
Encarnación del Verbo y es declarada en el Calvario. En este sentido comenta el texto de Ioh 19, 25-27, como hemos visto más arriba.
La devoción mariana se concreta en imitar el fiat (“sí”) de la Anunciación.
Es una de las palabras más usadas en el Diario y en los Apuntes. Es un “fiat
agradecido” que se une al de María para ofrecérselo al Señor: “¡Madre, ofréceselo, que es para Él!” (Diario 6-enero-1977). Equivale a la conformidad
con la voluntad de Dios: “Siempre lo que Él quiere. Fiat” (Diario 8-diciembre-1978). “Madre, con la gracia de Dios, te diré siempre “Sí”. Es tu “Fiat”.
Tu hijo” (Apuntes 14-junio-1980).
Este fiat se une al Magníficat. “Madre, di a mi Buen Dios que de verdad,
lo que Él quiera. Ecce - Fiat - Magníficat” (Diario 9-marzo-1978). Su vida
quiere ser como la de la Santísima Virgen: “Haced que toda mi vida sea un
Magníficat” (Diario 8-diciembre-1979; cfr. Apuntes 25-marzo-1981).
En este fiat (“sí, Madre”) y Magníficat, como nota constante en toda su
vida, veía el modo mejor de unirse al “sí” de Jesús al Padre (Lc 10, 21; cfr.
Diario 8-diciembre-1973). Quería vivir “el aspecto sacerdotal del fiat de la
Virgen... Madre en la Encarnación. Orante en la vida oculta. Ofrecida en el
Calvario”19.
18. En el Diario y en los Apuntes se encuentran “cartas” muy expresivas y largas dirigidas a
María. La primera es del 15 de agosto de 1975 (Diario). Ver también: Diario 1-I-1976, 15VIII-1977, 8-XII-1978; Apuntes 15-VIII-1980. También casi al final de su itinerario espiritual le dice a María: “Soy un pobre pecador, hijo de María Inmaculada” (Apuntes
17/25-VII-1981). En cada fecha del año 1981 pone el estribillo: “Mater, sempre tecum”
(Apuntes).
19. Retiros IV, p. 365, texto citado en Horizonte de santidad: “ser como Él”, op. cit., p. 167.
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Su espiritualidad era marcadamente trinitaria, vivida con el modelo y la
ayuda de María, siempre en relación con los sentimientos de Cristo. Con
María se preparaba para ofrecerse como “Hostia de la Trinidad” (en el aniversario de su bautismo): “Comienzo esta preparación, confiando en el
Amor de “mis Tres” y de Madre. Al fin y al cabo “mis Tres” son el Amor y
la característica de Madre es el Amor Maternal” (Diario 8-diciembre-1972).
Era “a imitación de la Virgen” (Diario 12-marzo-1973), como “entrega... a
mis Tres por Madre” (2-febrero-1974). Para dar “gloria al Padre”, se une al
Magníficat (31-diciembre-1978, fin de año). Al consagrarse a cada una de
las tres divinas personas, quiere imitar a María: “La Virgen, que es Hija del
Padre, Madre del Hijo y Esposa del Espíritu Santo” (Diario 5-junio-1977)20.
El tema de la Encarnación aparece en los escritos como expresión de su
espiritualidad mariana de dimensión cristológica. Se trata de la unción sacerdotal de Cristo. Este tema (Cristo sacerdote) lo tratamos en el apartado siguiente, como característica peculiar de su espiritualidad mariana. En realidad,
la devoción o espiritualidad mariana no es más que la sintonía con los sentimientos del mismo Jesús: “Nosotros tenemos que amarla precisamente
participando de la piedad filial de Jesús... Cristo vive en la Iglesia... La
Iglesia se vuelca en honrar a María. Y Él es que, a través de esa Iglesia está
honrando a su Madre, está amando a su Madre... El amor que yo tengo a la
Virgen es el amor de Cristo en mí a Madre”21.
También la relación entre la Eucaristía y María forma parte del tema de
Cristo Sacerdote, cuya consagración es participada especialmente por el
sacerdote ministro. Don José María se sentía unido a María en el momento
de celebrar la Eucaristía. “Carne y Sangre de Cristo tomadas de la Carne y
Sangre de la Virgen Madre. Es la única ¡y qué hermosa! reliquia que tene-
20. Su oblación a la Trinidad por medio de María es una actitud frecuente en sus escritos
(cfr. Diario 11-II-1975; 12-III y 10-VI-1979). A veces expresa su deseo de ser, por medio
de María, “Hostia de amor de la Trinidad” (22-VIII-1975). Su espiritualidad era marcadamente trinitaria: “Hace más de cincuenta años que rezo todos los días el Santo Trisagio.
Los escritos de Sor Isabel de la Trinidad, más tarde, fueron luz sobre este gran Misterio.
Luego la obra del P. Philipon, O.P., La Trinidad en mi vida, ha orientado mi alma hacia esta
meta, que la considero cumbre del desarrollo espiritual de mi vida” (Diario 8-XII-1972).
21. Retiros IV, 1960, p. 18 s.; texto citado en Horizonte de santidad: “ser como Él”, op. cit.,
pp. 200-201.
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mos de Madre, reliquia suya, personal” (Diario 30-junio-1973). “Cuando
estés en mi pecho (Tú sabrás cómo), con tu y mi Jesús, acompañado del
Padre y de mi Espíritu Santo, te ofreceré a Ti, como prueba del amor que
Te tengo” (Diario 8-diciembre-1975).
La dimensión trinitaria de su devoción mariana se concreta también en
una línea pneumatológica, es decir, de apertura y fidelidad al Espíritu Santo
con la ayuda y el ejemplo de María. Le ayuda el recordar la actitud eclesial de estar “en el Cenáculo con María” para preparar la venida del
Espíritu Santo (Diario 27-mayo-1979; cfr. 10-mayo-1973). Celebrando la
fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, afirma: “El Espíritu Santo, ciertamente por intercesión de Madre, va haciendo su obra en mi alma” (Diario
11-febrero-1978).
En sus escritos espirituales se encuentran algunas fórmulas de consagración al Espíritu Santo. A veces termina la consagración con estas palabras:
“Recíbeme pues ¡oh Espíritu Santo!, poséeme, admíteme en las castísimas
delicias de tu unión y en ella desfallezca y expire de puro amor al recibir tu
ósculo de paz. Amen. Cum María Matre Jesu. Fiesta de Pentecostés” (Diario
10-junio-1973). O también así: “¡Oh Espíritu Santo! Transfórmame, por
María, en Cristo, Sacerdote-Víctima, a fin de dar consuelo a su Corazón
sagrado, extendiendo tu reinado de santidad para gloria del Padre en la salvación de todas las almas. Sacerdos-Hostia” (Apuntes 25-mayo-1980).
Los escritos autobiográficos están redactados en armonía con las fiestas
litúrgicas de todo el año (Navidad, Pascua...). Aparecen casi todas las fiestas marianas (Inmaculada, Natividad, Madre de Dios, Anunciación,
Asunción, Realeza...), así como las Vírgenes más relacionadas con su episcopado: Nuestra Señora de la Almudena (Madrid), la Virgen de la Cinta
(Huelva), Nuestra Señora de los Desamparados (Valencia). También la
22. Es muy amplia y detallada la descripción de algunos de estos santuarios. Sobre Lourdes:
todos los años el 11 de febrero, fiesta “muy unida a mi vida espiritual” (Diario 18-II-1975);
ver especialmente 11-II-1974; 7-VI y 10-VII-1975; 11-II-1976; 23/27-VI-1977;
11-II-1978. Sobre Fátima: 13 de mayo de todos los años; Diario 24-V-1976; 13-V-1977;
7-IV-1979 (“imagen peregrina”); 13-V-1979 (“quiero vivir tu mensaje”). Sobre la
Virgen del Pilar: Diario 24-V-1976. Es muy emotiva la despedida de la Virgen de los
Desamparados (1-VII y 21-X-1978). Ver otros santuarios en su fiesta respectiva (explicada en el Diario).
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Virgen Dolorosa, Merced, Virgen del Carmen, Nuestra Señora del Rosario,
Santa María Mayor, Virgen del Pilar, Fátima (peregrino en 1967), Lourdes,
la Virgen de la Barda (Fitero), Nuestra Señora de los Ángeles, María
Auxiliadora22.
Se puede ver la referencia a estas fiestas marianas el día correspondiente
del calendario. A veces resume las fiestas o santuarios más relacionados con
su persona o ministerio (cfr. Diario 24-25-mayo-1976; 5-julio-1979). Para
sus efemérides más memorables y también para sus documentos episcopales procuraba señalar fechas marianas. A Lourdes peregrinó los años 1963,
1971-1975, 1977. Alude al mes de mayo de todos los años y a la celebración del sábado23.
Es muy tierna y filial su devoción y consagración al Corazón de María, cuya
fiesta celebraba anualmente, pero que era un recuerdo continuo. Entiende por
“corazón” su “amor maternal” (Diario 18-junio-1977). Al Corazón de María
dirige su “renovada consagración del todo” (Diario 8-septiembre-1977; cfr.
4-junio-1978, 9-marzo-1979). Y en él confía toda su existencia: “Madre, a tu
Corazón confío mi alma. Mírala. Haz lo que tu Corazón te diga. Deja obrar a
tu Corazón. ¡Oh Madre! yo cuento contigo; yo me fío de Ti, yo me entrego a
Ti, yo estoy seguro de Ti. ¡Madre, en Ti confío! tu hijo Sacerdos-Hostia, pobre
pecador” (Apuntes, 9 y 12-marzo-1981). Al celebrar su fiesta, ofrece una breve
explicación: “Fiesta del Inmaculado Corazón de María. Primer sábado.
Contemplación. La Virgen es Madre. La virtud propia de la Madre es el Amor.
El Amor tiene por símbolo el Corazón” (Diario 7-junio-1975). Para él, “vivir
en la Virgen”, significaba, “no salir de su Corazón”24.
En su testamento llama a María “Reina de mi corazón, Señora de mi
vida, Dueña de todo mi ser, Madre de Cristo Sumo y Eterno Sacerdote”. Su
espiritualidad mariana se dirigía hacia Cristo Sacerdote, por medio del
Corazón Inmaculado de María. Es un camino de amor: “La Virgen es Madre.
La virtud propia de la Madre es el Amor. El Amor tiene por símbolo el
Corazón” (Diario 7-junio-1975). “Mi buenísima Madre... Para corresponder, Madre, a tu amor, yo me consagro del todo y todo lo consagro a tu
23. El sábado lo consideraba “día consagrado a María” (Diario 18-II-1976; cfr. 31-X-1977).
El mes de mayo lo celebraba anualmente (cfr. Diario 31-V-1973).
24. Retiros IV, 1969, p. 18 s.; texto citado en Horizonte de santidad, op. cit., p. 204.
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JUAN ESQUERDA BIFET
Inmaculado Corazón” (Diario 18-junio-1977).
Su consagración al Corazón de María tiene dimensión cristológica, a
veces uniendo los dos corazones, el de Jesús y el de María (cfr. Diario 2223-junio-1979). Refiriéndose al 25 de marzo (Encarnación) dice: “Y en esta
misma fecha del año 1969, consagré para siempre mi corazón y mi amor al
Corazón de María en el primer latido de amor de su Corazón de Madre, y
al Corazón del Verbo Encarnado, en el primer latido de amor de su Corazón
de Sacerdote” (Diario 2-septiembre-1975). “Me consagro al Sagrado
Corazón de mi Cristo, Sacerdote-Víctima, y al Inmaculado Corazón de
María, mi Madre del Cielo. Y así, hasta morir... de amor. Morir de Dios”
(Diario 9-marzo-1979)25.
Las consagraciones a la Santísima Virgen son muy frecuentes en los escritos
espirituales de don José María. Tenía la costumbre de consagrarse a ella el
31 de mayo desde seminarista (cfr. Diario 31-mayo-1973). Tomaba como
ocasión para este objetivo las principales fiestas marianas: Realeza,
Inmaculada, Natividad, etc. Son, a veces, consagraciones directamente dirigidas a la Santísima Trinidad, a Cristo Sacerdote, al Espíritu Santo, indicando la faceta mariana.
Para estas consagraciones marianas se inspira también en san Luis María
Grignion de Montfort (“esclavitud mariana”), con marcado acento trinitario y cristológico, y matizando la “esclavitud” con la nota del amor:
“Hace muchos años que, siguiendo la doctrina del “Secreto de
María”, me consagré a Madre como su esclavo. Y el rosario que
cuelga en mi cuello y cae sobre mi pecho y corazón es como la
cadena suave, que simboliza esa esclavitud mariana... Y he renovado mi consagración de esclavo, coronando cuantas consagraciones he ofrecido a Madre como hijo querido... Virgen
Santísima, Reina y Madre mía, te entrego y consagro como esclavo de amor mi cuerpo, alma y corazón, todos mis bienes interiores y exteriores y el valor de todas mis buenas obras, para que Tú
dispongas de todo como quieras y en favor de las almas que pre-
25. La consagración del mundo al Corazón de María la practica según el mensaje de las apariciones de la Virgen de Fátima (cfr. Diario 13-V-1977).
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fieras, para la mayor gloria de Dios. Tómame, pues, como cosa
tuya: guíame y confórtame, protégeme y santifícame: alaba y da
gracias por mí a Dios, desagráviale y suple todas mis deficiencias... por el amor con que el Verbo Eterno quiso encarnarse y
estar sometido a Ti, alcánzame que yo viva siempre contigo y
para ti, a fin de glorificar mejor a Jesús y, en Él, a toda la adorable Trinidad. Madre mía, esperanza mía tu hijo, esclavo de amor.
He subrayado lo que quiero resaltar Esclavo de amor. Hasta ahora
me consagré como esclavo” (Diario 11-febrero-1976)26.
Él mismo describe que toda su vida fue eminentemente mariana: “La
explicación de toda mi vida y de todo en mi vida es la Virgen. Con la Virgen
se explica todo en mi vida y se explica toda mi vida. Sin Ella ¿mi vida? no
tiene explicación. No se hubiera dado. Para mí esto es tan claro que, cuando he querido redactar un acto de consagración completo a la Virgen, reconociendo que todo se lo debo a Ella, formulo el acto así: “Si todo por Ti,
todo para Ti, Madre mía”. Y esto ha sido en todas las etapas de mi vida. En
todas debo llamarme de la Virgen” (Diario 28-octubre-1978)27.
No falta la línea escatológica, unida al deseo de la visión y del encuentro definitivo con Dios. En su testamento quedó explícito su “deseo ser
amortajado con ornamentos azul-celeste de la Inmaculada”. Esta nostalgia
o ansia de cielo aparece especialmente durante la fiesta de la Asunción:
“Madre, te envío esta carta, síntesis-resumen de una vida, que se acaba acá
en la tierra y que pronto la viviré eternamente en la gloria a tu lado”
26. Ver este mismo tono en la siguiente consagración: “Madre mía, Te amo y sólo por amor,
me consagro totalmente a Ti para siempre, entregándome como hijo en perpetua esclavitud” (Diario 7-IX-1975). Ver otras consagraciones parecidas al estilo de Montfort: Apuntes
24-V-1980 y 12-III-1982. También repite el “Totus tuus” de San Luis, al celebrar su octagésimo aniversario de bautismo: “Mater, totus tuus ego sum et omnia mea tua sunt”
(Apuntes 12-III-1983). Por el bautismo, se consideraba “hijo de Dios y de Madre” (Diario
12-III-1975).
27. Continúa ofreciendo detalles marianos de toda su vida (ibidem). Es sabida una anécdota de
los años de persecución en Madrid y de la guerra española. Alguien, que desconocía su condición de sacerdote, le preguntó si tenía novia. Don José María respondió sin inmutarse,
refiriéndose implícitamente a la santísima Virgen: “Sí; pero está en la otra zona”...
(cfr. S. MUÑOZ, op. cit., pp. 148-149).
28. Cita a san Juan Crisóstomo: “Dios no inspira devoción a la santísima Virgen sino a aquéllos a quienes quiere salvar” (Diario 18-VI-1977).
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(Apuntes 15-agosto-1980; ver también: Diario 27-mayo-1976, 15-agosto1977, 6-octubre-1978). Deseaba “verla con Jesús antes de morir” (Diario
30-abril-1973). Y quería que la imagen de María presidiera su sepulcro
(cfr. Diario 31-agosto-1973)28.
En los escritos aparecen algunas expresiones que podríamos calificar de
características suyas, es decir, de un hijo que no sabe expresarse: “Como
resumen de todo este año, quiero escribir la última palabra en este Diario
Espiritual, que sintetiza todo lo vivido, reflejado pobremente (no lo sé hacer
mejor) en estas páginas. Señor, Tú lo sabes todo. Madre, Tú lo entiendes todo.
Corazón” (Diario 31-diciembre-1976). “Madre, el tiempo pasa y la vida se
acaba. Yo me acerco al fin. De aquí, el ir simplificando todo. Cualquiera
que leyese este Diario creerá que mi vida espiritual es complicada. Todo lo
contrario. Pues a pesar de ser vida sencilla –Amar– siento cada día la necesidad de sintetizar” (Diario 13-mayo-1979). “Madre, mírame, hazme santo”
(Diario 18-febrero-1975)29.
Como ha podido observarse, a partir de sus escritos autobiográficos, se
puede reconstruir casi todo su itinerario espiritual en relación con la santísima Virgen. Las referencias a su bautismo y a su infancia están matizadas
con el recuerdo de María. El día de su bautismo (12-marzo-1903) lo recordaba todos los años. El año 1976, al celebrar este aniversario, anota que la
Madre Fundadora de las Oblatas (M. Mª del Carmen Hidalgo) le regaló
“una preciosa fotografía de la Santísima Virgen de la Barda, Patrona de mi
pueblo, Fitero (Navarra)” (Diario 12-marzo-1976).
Como hemos dicho más arriba, los recuerdos de su infancia están relacionados con la Eucaristía (primera comunión) y con expresiones de devoción
mariana. Su primer recuerdo explícito sobre María remonta a sus cuatro años
(cfr. Diario 28-octubre-1978). “Mi primer recuerdo de niño, ¿cuatro años?,
es a los pies de la Virgen, al imponerme el escapulario del Carmen. Tengo
fama, ¡ojalá sea bien ganada!, de que soy un verdadero amante de la Virgen”
29. Ver otras expresiones muy suyas: “Contigo, Madre, me desahogaré filialmente” (Diario 11II-1979). Refiriéndose a su enfermedad: “Virgen de la trombosis” (Diario 14-II-1979). “Tú
en todo y tú siempre” (Diario 2-VI-1979, Ejercicios). “Madre... Cuánto y cuán de verdad nos
amamos Tú y yo” (dedicatoria de Historia del Amor de Dios en un alma; cfr. Apuntes, epílogo,
8-XII-1980). Ver otras expresiones peculiares que ya hemos citado en el presente trabajo.
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(Diario 7-septiembre-1975; ver también: 16-julio-1977).
Según su mismo testimonio, tenía la costumbre de rezar el Avemaría a
la Virgen de su pueblo, al salir de la iglesia (cfr. Diario 12-marzo-1976). De
ocho años, oyó hablar de la Virgen de Lourdes (cfr. Diario 24-mayo-1976).
También recuerda detalles de su vida de seminarista latino en el Seminario
Menor de Tudela (desde el curso 1913-1914), donde hizo su voto de castidad,
ante el cuadro de María, cuando tenía diez u once años (cfr. Diario 25-marzo1976). Su despertar era pensando en ella (cfr. Diario 6-enero-1978)30.
El año de su nombramiento y consagración episcopal, como obispo auxiliar de Madrid (13-mayo y 29-octubre-1950), lo recordará anualmente
como fecha mariana (definición dogmática del dogma de la Asunción). En
sus años de obispo dimisionario, se consideraba como conviviendo con
María: “Vivo en apartamento adosado al Convento Casa Madre-Generalicia.
Encantador. Es mi Tebaida. Se llama: “Casita de la Virgen”” (Diario 31mayo-1979).
Vivía de la presencia de María, siempre para configurarse más y mejor a
Cristo Sacerdote (“como Él”). Ella era la clave de su vida espiritual y apostólica. Vivía el fiat mariano para decir de verdad Totus tuus. Aspiraba a que
un día se proclamara dogma el título mariano de “Madre de Cristo
Sacerdote”. Siguiendo a san Luis María Grignion de Montfort, quería ser
“como Él” (como Jesucristo) dejándose hacer en el molde de María31.
Su oración contemplativa es cristológica y, por ello mismo, mariológica:
“Son las grandes palabras de mi alma contemplativa: estar - amar - silencio soledad - Él sólo - Ella sólo” (cfr. 31-mayo-1973). Su modo de hablar con Dios
consiste más en callar: “Silentium meum loquitur tibi” (ibidem). “Mi oración
es un estar amándole íntimamente en silencio a solas con Él solo. Amándole y
30. Ver más detalles sobre la Virgen del Voto, con explicaciones pormenorizadas: Diario 9-III1975, 8-XII-1975, 25-III-1976.
31. “Pon los ojos en Ella para imitarla y amarla en tal grado que puedas decir: como Ella. Y
así será como podrás decir también con toda verdad: como Él” (Retiros, tomo III, 1958,
p. 143, citado en Horizonte de santidad: “ser como Él”, op. cit., pp. 34-35).
32. Cuando oía hablar de “locuciones” que tenían otras personas, recibidas de la Virgen, decía:
“Quiero vivir en pura fe, a secas” (Diario 31-XII-1974). Su gran deseo era el de caminar
“al paso de Dios, en manos de Madre y en silencio” (Apuntes 18-V-1980).
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con Él solo, si es Él... amándola y con Ella sólo, si es Ella... Él y Ella son siempre la vida de mi oración, que es la vida de mi vida” (Diario 16-julio-1973)32.
La palabra “silencio” tiene esta connotación contemplativa y mariana. Es
lo que él llama “mi silencio” (Diario 6-enero-1977). Es también como su
“secreto” que él tenía para sí, pero que confía a María: “Mater mea
Immaculata, secretum meum Tibi” (Apuntes 8-diciembre-1981). Es el
“silencio”, lleno de Dios, como conclusión a que llega en sus escritos autobiográficos: ““Secretum mihi”. Con estas dos palabras, que tanto dicen en
silencio al alma escondida con Cristo en Dios, termino mis Apuntes
Espirituales. Madre Sacerdotal, tu Alter Christus” (Diario 28-mayo-1983).
Pero también experimentaba el “silencio” de María en sus pruebas de
sequedad: “Siento muy callada a mi Madre” (Diario 11-febrero-1974)33.
Hacia el final de los Apuntes Espirituales, las palabras se hacen escasas,
repitiendo y simplificando síntesis anteriores, como dejando hablar al
“silencio”. Sólo quiere ser prolongación de Jesús, su “encarnación mística”
(Apuntes 25-marzo-1981), alter Christus con la presencia materna de María:
“Mater, semper tecum” (Apuntes octubre-1981 y 29-mayo-1983).
Por esto, su oración contemplativa se resolvía también “en un
Magníficat”: “Con humildad y agradecido exclamo como en un Magníficat:
mi alma vive su vida contemplativa. La contemplación es el espíritu de la
vida de mi alma” (Diario 9-marzo-1975).
Entre sus devociones marianas destaca el Rosario, rezado íntegramente
cada día (cfr. Diario 15-agosto-1977); lo llevaba “como escapulario noche y
día colgado de mi pecho... como cadena de mi pectoral” (Diario 7-octubre1972, 30-junio y 26-diciembre-1973). Era “cadena suave”, que le recordaba su entrega como esclavo (cfr. Diario 11-febrero-1976) y su “comunión
con María” (Diario 17-junio-1973). Era su oración predilecta en su visita a
Lourdes (Diario 25-junio-1977). Era su “devoción mariana por excelencia”
33. Deseaba vivir el silencio contemplativo así: “A solas con sólo mi Dios... siempre con Madre,
en Madre y por Madre” (Diario 24-V-1976).
34. Ver, por ejemplo, un resumen de sus consagraciones en Diario 8-XII-1975. Resumen de todos
sus votos: Diario 2-XI-1975.
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DOCTRINA Y VIVENCIA MARIANA DE DON JOSÉ MARÍA GARCÍA LAHIGUERA
(Diario 24-mayo-1976). “Jamás lo dejo de rezar” (26-diciembre-1973). El
mes de octubre lo celebraba con todo fervor.
Su camino espiritual era hacia Dios, “en brazos de Madre y... en silencio” (Diario 22-mayo-1980). Sus numerosas consagraciones (de dimensión
mariana y eclesial), siempre con fórmulas renovadas, respondían a su deseo
ardiente de hacer de la vida un fiat34.
Su camino espiritual de amor incondicional lo apoyaba en la Santísima
Virgen, “Madre del Amor Hermoso”, para poder “vivir de Amor hasta
morir... de Dios” (Diario 29-octubre-1981). “¡Oh Madre del Amor, Madre
de mi amor” (Diario 17-octubre-1973). Entre los nombres con que quiere
definirse, afirma: “Nombre de hijo de María, mi Madre Inmaculada: José
María pequeña flor de Madre. Madre, tu pobre pecador. Madre, tu ángel”
(Diario 15-agosto-1974). “Madre, creo en el amor que tienes a tu “pequeña
flor”” (Diario 31-diciembre-1974)35.
La dimensión mariana de su espiritualidad queda encuadrada en las otras
dimensiones (“trinitaria”, “contemplativa”, “sacerdotal”): “Mi espiritualidad es filialmente mariana... mi espiritualidad es eminentemente contemplativa... mi espiritualidad es esencialmente sacerdotal... mi espiritualidad
es divinamente trinitaria” (Diario 25-26-mayo-1976).
Cuando describe “una síntesis de mi espíritu”, alude explícitamente a María:
“la vida de mi espíritu en cinco palabras: Amar, sufrir, callar, sonreír, orar”
(Diario 22-agosto-1973). Así podía hablar de “Sacerdote de Cristo Sacerdote”,
“Sacerdote de los Sacerdotes de Cristo”, “mi santidad”, “mi Madre” (ibidem).
De María había aprendido a ser “Sacerdote-Hostia”, “Alter Christus”,
más con el silencio contemplativo que con las palabras. También en esta
dimensión mariana encontramos el “secretum mihi”, como eco del “fiat”, del
“Magníficat” y del “stabat”.
35. Explica así estos títulos: “¿Y los nombres que a veces me he dado: “tu pobre pecador - tu
pequeña flor - tu ángel cariñoso”? Son programa, camino, historia de un mismo ser, que
tiene su nombre propio: “tu hijo”. ¿Te acuerdas de la comparación con el gusano de seda?
El gusano, “tu pobre pecador” (vía purgativa), hace su capullo de seda, “tu pequeña flor”
(vía iluminativa), que rompiéndolo, vuela hacia la altura blanca mariposa: “tu ángel cariñoso” (vía unitiva)” (Diario 1-I-1976).
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3. Una característica peculiar de su doctrina y vivencia:
Madre de Cristo Sacerdote
Se puede afirmar, sin lugar a dudas, que una característica peculiar de la
doctrina y vivencia mariana de don José María, consistía en la relación de
María con Cristo Sacerdote, en cuanto Madre suya: “Madre de Cristo
Sacerdote”. Es la clave de su espiritualidad mariana. Conviene recordar que
don José María influyó decisivamente en la inclusión de este título en el
decreto Presbyterorum Ordinis del concilio Vaticano II (1963-1965), cuyo
texto completo dice así: “Ella, guiada por el Espíritu Santo, se entregó
totalmente al misterio de la redención de los hombres; veneren y amen los
presbíteros con filial devoción y veneración a esta Madre del Sumo y Eterno
Sacerdote, Reina de los Apóstoles y auxilio de su ministerio” (PO 18).
Su colaboración en la inclusión de este texto conciliar la describe
repetidas veces. “¡Gracias por ello, Madre! y ¡muchas gracias, Madre mía,
porque quisiste que fuera yo el instrumento para que tu Maternidad Divina
se defina con palabras conciliares, gracias, sí. Madre de Cristo, Sumo y
Eterno Sacerdote” (Diario 24-mayo-1976). Es un título en armonía con los
demás títulos marianos:
“Cuando mi alma ha llegado a tener clarísimo el plan de Dios
acerca de su vocación-misión, la invocación, Madre Inmaculada,
ha dado paso a esta otra, “Madre de Cristo Sacerdote”, y esto no
improvisado; hace más de veinticinco años que comencé a trabajar porque te fuese reconocido este título, que nadie negaba,
36. Otra descripción más detallada: “¿Te acuerdas, Madre? Habría su razón suficiente, pero en
el año 1949, un Cardenal en Roma, eco sin duda del criterio de entonces, no me consentía
hablar de Madre Sacerdotal, Madre de Cristo Sacerdote. Fue durante el Concilio Vaticano
II. El esquema del Decreto sobre Presbíteros llamaba a la Virgen Madre de Cristo Sumo y
Eterno Sacerdote. Brinqué de gozo. Pero en el segundo esquema reformado, había
desaparecido tal título. Me encontré con uno de la Comisión (no sé si era el Secretario, buen
amigo a quien tuteaba), y le dije: “No tenéis perdón de Dios. Sin pedirlo, pusisteis en el
esquema: la Virgen, Madre de Cristo Sumo y Eterno Sacerdote. Y ahora nos lo habéis
quitado. No tenéis perdón de Dios”. No sé con qué fuerza y gesto se lo dije, pero me
contestó: “D. José María, eso saldrá”. Y el Concilio Vaticano II, en el Decreto sobre
Presbíteros, nº 18, dice “Madre de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote”” (Diario 24-V-1976).
Ver otros detalles en Diario 2-VI-1979, donde habla de su “sueño dorado” y de cómo
también pidió que se instituyera la fiesta de Cristo Sacerdote.
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pero no acababa de ser aceptado como jaculatoria o invocación.
Y tengo la alegría inmensa (a Ti te lo debo y agradezco), de que
el Concilio Vaticano II, en el Decreto de Presbíteros, nº 18, gracias a una privada y callada gestión mía cerca del Secretario de
la Comisión de este Decreto, dejó escrito y aprobado, el 7 de
Diciembre de 1965, la víspera de tu fiesta Inmaculada: “Madre
del Sumo y Eterno Sacerdote” (8-diciembre-1975)”36.
Con ocasión de sus bodas de oro sacerdotales, publicó un comentario
al n. 18 del decreto conciliar Presbyterorum Ordinis, que había redactado
anteriormente: Piedad sacerdotal. La práctica de piedad en la vida del sacerdote, Valencia 1976. Comenta con cierta amplitud la espiritualidad o
devoción mariana del sacerdote. El sacerdote toma como modelo a Juan,
el discípulo amado, que “la recibió en su casa” (Ioh 19, 27). “La urgencia humano-divina de darle entrada en la intimidad de nuestra vida,
haciéndole así partícipe de todo lo nuestro y realizando con ella, muy
unidos teologalmente a ella, el caminar de nuestra propia y personal
vocación... María nos facilitará también la penetración en el misterio de
la Iglesia... En el filial diálogo con ella y a la luz de la contemplación
amorosa de su vida, descubriremos la clave de una existencia personal
plenamente entregada al quehacer de cooperar en el misterio de la
salvación”37.
Él quiere llamarse “hijo de Madre de Cristo Sacerdote” (Diario 6 enero
1976). Invoca a María con estos términos: “¡Madre de Cristo Sacerdote, en
Ti confío!” (Diario 21-julio-1977). Y en esta perspectiva se encuadra también su ideal de ser “sacerdote de los sacerdotes”: “¡Gracias, Señor, por
haberme escogido para ser, en la tierra y en el cielo, el “Sacerdote de los
Sacerdotes”. ¡Madre! ¡Mi Cristo, Sacerdote-Víctima, he aquí a tu Cristo,
Sacerdote-Hostia! ¡Madre de Cristo Sacerdote, ruega por mí, tu hijo,
Sacerdote de Cristo!” (Diario 21-julio-1977).
El título mariano está, pues, profundamente relacionado con la maternidad de María y con el sacerdocio de Cristo y nuestro: “Madre de Cristo
Sacerdote, ruega por mí, tu hijo, esclavo de amor, Sacerdote de Cristo. Si
37. Piedad sacerdotal, op. cit., pp. 39-40.
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todo por Ti, todo contigo, para Ti, Madre mía” (Diario 11-febrero-1976).
Es un regalo de Jesús en la Cruz, cuando nos dio a María como Madre: “Su
palabra desde la Cruz: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. “Ahí tienes a tu
Madre”. La Madre de Cristo Sacerdote es Madre de los Sacerdotes de Cristo.
In aeternum” (Diario 27-mayo-1976).
El título enraiza en el misterio de la Encarnación, que fue el día de la
unción sacerdotal del Señor:
“La Anunciación del Señor - La Encarnación del Verbo - La
Unción Sacerdotal de Cristo - La Inmaculada Virgen María,
Madre de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote” (Diario 25-marzo1976). “¡Maternidad Divina! ¡Virgen de la Encarnación!
¡Inolvidables días 25 de Marzo! Madre del Verbo Encarnado.
Madre de Jesús. Madre de Cristo. Madre de Jesucristo. Y en la
Encarnación se da la Consagración Sacerdotal de Cristo. ¡Oh
Maternidad Divina! Eres Madre de Cristo Sumo y Eterno
Sacerdote. Sencillamente, Mater Christi Sacerdotis. ¡Madre de
Cristo Sacerdote!” (Diario 24-mayo-1976).
La fecha del 25 de marzo, precisamente por incluir en el misterio de la
Encarnación la realidad del sacerdocio de Cristo (siempre en relación con la
maternidad de María), fue “marcando jalones” en su propia vida (cfr. Diario
28-marzo-1973). Fue en esa fiesta cuando hizo y renovaba anualmente su
“voto perpetuo de Amor” (Diario 12-marzo-1976), consagrándose a la
Santísima Trinidad y a Cristo Sacerdote “por medio de mi Madre” (Diario
25-marzo-1977). Así celebraba también “la Virgen de la Encarnación”
(ibidem) y pedía “la gracia de la Encarnación mística” (Apuntes 11-junio y
15-agosto-1981)38.
Para su devoción personal, glosa el “Ave María” intercalando el título
mariano sacerdotal:
38. Ver también la expresión “Encarnación mística” en: Apuntes 15-VIII-1981.
39. Repetidas veces redacta oraciones a María Madre de Cristo Sacerdote; además de las oraciones ya citadas, ver: Apuntes 8-XII-1980; 25-III y 29-V-1981. No es, pues, de extrañar
que deseara que un día fuera proclamado dogma (“dogma de los dogmas”) el título mariano de “Madre de Cristo Sacerdote” (cfr. Diario 24-V-1976).
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“Madre, en este día de tu Maternidad Divina-Sacerdotal,
atiende mi oración, confiada, humilde, perseverante: ‘Dios te
salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús, Cristo Sacerdote. Santa María, Madre de Dios,
Madre de Cristo Sacerdote, ruega por mí, pecador, Sacerdote
de Cristo, ahora y en la hora de mi muerte. Amen’” (Diario
25-marzo-1976)39.
Los textos de la celebración litúrgica sobre el “aniversario de ordenación
sacerdotal” son una glosa del título “Madre de Cristo Sacerdote”. Don José
María los transcribe en su Diario para recalcar el significado del mismo
título, en relación con el sacerdote ministro que participa en la unción
sacerdotal de Cristo (cfr. Diario 28-mayo-1976)40.
El calificativo de “Oblato de Cristo Sacerdote” que él se aplica, tiene el significado de una oblación sacerdotal en y con Cristo Sacerdote, con el ejemplo y ayuda materna de María. Afirma que es ésta “su vocación específica”,
como oblación dirigida al Padre, “por Cristo, con Cristo y en Cristo
Sacerdote, movido por el Espíritu Santo y por medio de María, Madre de la
Iglesia”, como sintetizando todos “los votos perpetuos de pobreza, castidad
y obediencia, como Oblato de Cristo Sacerdote”. Y dice de esta oblación:
40. Los datos que señalan el itinerario de la aprobación de la fiesta de Cristo Sacerdote para
España y otras naciones que lo pidan, se encuentra en muchas páginas del Diario. “Desde
el primer momento, se pensó en la Fiesta litúrgica de Cristo Sumo y Eterno Sacerdote.
Mucho, muchísimo se ha trabajado. Ya se celebra en España el jueves posterior a
Pentecostés, con categoría de “Festum”. Y ¡adelante!, hasta conseguir que sea “Fiesta en
toda la Iglesia”. Por parte mía, he ofrecido al Señor mi vida por la institución de la Fiesta
de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote en toda la Iglesia” (Diario 21-VII-1977). La historia
de cómo se llegó a aprobar la fiesta de Cristo Sacerdote (22-VIII-1973, para el jueves después de Pentecostés), es como la descripción de los “Latidos de un corazón consagrado”:
“La impresión que siento interiormente es como de haber acabado mi misión en la tierra.
Algo así como si pudiera entonar agradecido: Nunc dimittis” (Diario 5/7-VII-1973).
41. Es siempre “por medio de mi Madre Inmaculada” (Diario 5-IX-1975). Y quiere que esta
consagración a Cristo sacerdote sea como un regalo a María en su “cumpleaños” (cfr. Diario
8-IX-1975, Natividad). La cruz que se abrió en su pecho y que renovaba anualmente el día
8 de diciembre, era (afirma él mismo) “en obsequio de mi Madre Inmaculada” (Diario 14IX-1977). Las casas de las “Oblatas de Cristo Sacerdote” están dedicadas a “Santa María”,
con alguna advocación peculiar; el día de su dedicación era también en fechas marianas
(cfr. Apuntes 25-IV-1980).
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“La firmé con mi propia sangre en Madrid, 31-Mayo-1969 –sábado– Fiesta
de Madre del Amor Hermoso, el mismo día en que firmé mi testamento.
Por eso el texto original de la fórmula está en el mismo cuaderno que el testamento” (Diario 4-septiembre-1975)41.
La expresión “Como Él”, tan repetida en su escritos autobiográficos, tiene
sentido de relación, unión, imitación y configuración con Cristo, como
camino de santidad sacerdotal (cfr. Apuntes 22-mayo-1980). Quiere dejarse
hacer por el Espíritu Santo como “imagen perfecta de Jesús”, para que el
Padre se complazca en él. Y así se lo pide a María: “Madre... como tu
Jesús... Sí, Madre, como Él” (Diario 1-enero-1975). En una oración dirigida a María explica el significado de la frase: “Madre, si quieres que este
resumen de mi vida lo sintetice más todavía, lo hago encerrando en tres
palabras todo mi espíritu: “Ser como Él”. Él, mi Cristo Sacerdote-Víctima.
Yo, su Cristo Sacerdote-Hostia” (Apuntes 15-agosto-1980)42.
Su consagración al Corazón de María (que hemos visto en el apartado precedente) incluye la relación con Cristo Sacerdote: “Inmaculado Corazón de
María. Madre, y en este día, festividad de tu Purísimo Corazón, Corazón
Inmaculado de mi Madre, Madre de Cristo Sacerdote; Te consagro el
“Epílogo de mi vida espiritual”, que ayer, “Día del Amor”, comencé a vivir
con paz, alegría, gratitud, gozo y amor” (Diario 26-junio-1976).
Para felicitar el cumpleaños a María, en la fiesta de su natividad se consagra del todo a ella, a fin de llegar a ser santo sacerdote: “Madre, te consagro
mi gran empresa de ser santo Sacerdote de Cristo, por medio de mi gran
pasión, el amor, y conseguir mi gran ideal, Cristo Sacerdote” (Diario 8-septiembre-1976). “Madre de Cristo Sacerdote, ruega por mí, tu hijo,
Sacerdote de Cristo” (Diario 8-diciembre-1975).
42. “La gracia de ser como Él” la relaciona con la “Encarnación mística”: “Mi secreto. Madre,
quiero ser “conforme con la imagen” de mi Cristo, Sacerdote-Víctima, puesto que soy su
Cristo, Sacerdote-Hostia. Quiero ser en todo: como Él. Para ello, Madre, el día 25 de Marzo
de este año, 1981, Encarnación del Verbo, me consagré a Él por amor en Oblación perenne de Holocausto y Le pedí me concediera la gracia de su Encarnación Mística en mi alma”
(Apuntes 15-VIII-1981). Es una de las últimas expresiones, al final de los Apuntes
Espirituales: “Encarnación del Verbo. Mater, semper Tecum. Semel pro semper. ‘Ser como
Él’” (Apuntes 25-III-1983).
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Conclusión: doctrina mariana de un pastor de almas
Don José María, desde niño y hasta los momentos finales de su existir terreno, vivió intensamente la presencia materna de María. Ella fue la clave de todo.
María aparece en cada página, recordando sus fiestas, porque ella lleva directamente a Jesús para ser “como Él”. Experimentó la presencia de la “Madre de
Cristo Sacerdote” en su propia vida, y quiso contagiar a todos de su amor.
Es una experiencia profundamente cristiana que, por ser mariana, se traduce en espiritualidad esencialmente trinitaria, cristológica, pneumatológica, eclesiológica, contemplativa y apostólica. En una palabra, es una experiencia
plenamente “sacerdotal”.
Esta vivencia mariana se alimenta de las diversas fiestas del año litúrgico
y de los aniversarios de eventos del pasado. Su vida cristiana y sacerdotal la
vive con María, celebrando los títulos marianos (Inmaculada, Maternidad
divina y espiritual, Virginidad, Asunción, Realeza...). Y en esta dimensión
mariana revive los momentos de gracia de su vida pasada (bautismo, ordenación, fundación, acción pastoral...), para afrontar las nuevas singladuras
de la vida a la sorpresa de Dios.
Es una línea de amor, que se resuelve en una oblación sacerdotal, la cual
es posible porque quiere ser total y porque se reestrena todos los días con
María. “Madre, no olvides que, si la santidad es problema de generosidad,
la intimidad es problema de fidelidad. Y todo es problema de Amor.
Dadme vuestro amor y esto me basta. Quiero ser amor.
Amar al Amor. O amarte, Madre mía, o morir. Sin tu amor, ¿qué es mi
vida? Madre mía, hazme amor” (Diario 24-enero-1976). En este sentido se
define como “esclavo de amor” (Diario 11-febrero-1976)43.
Su itinerario espiritual se simplifica cada vez más, por la dinámica de un
fiat a ejemplo de María, que intenta ser pleno, definitivo y para siempre.
Tiende a estar configurado con Cristo (“como Él”), valiéndose de la presencia activa y materna de María. Es una vida concretada en un fiat y un
43. Esta línea de amor invade todos los aspectos de su espiritualidad: “Mi alma siguió el camino del Amor” (Diario 12-V-1976). Por esto renueva su “voto de amor” el 25 de marzo, día
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Magníficat.
La dimensión mariana de don José María ayuda a descubrir el secreto de
su sencillez. Si se leen su Diario y sus Apuntes, como quien se deja contagiar
por un fiat, que se intenta balbucear diariamente y que termina en un
“silencio” de donación, sus escritos dejan de ser complicados. La complicación consistiría en quedarse en unos “esbozos” o “ensayos” (o en una lectura curiosa), sin tender al objetivo al que el corazón de don José quiso tender
siempre: ser “como Él” (unión, imitación y transformación en Cristo), con
el ejemplo, la ayuda y la presencia activa y materna de María “Madre de
Cristo Sacerdote” y, por tanto, Madre nuestra y de toda la Iglesia. Sin un
deseo sincero de santidad, puesto en práctica con la ayuda de María, poco
se va a entender de sus escritos.
Este breve estudio hace patente la necesidad de profundizar más en los
escritos espirituales de don José María. Habría que relacionarlos con algunas cartas pastorales, pláticas o discursos, etc. Así se podría completar la
Historia del amor de Dios a un alma, que sólo se quedó en deseo suyo simplemente esbozado, pero inédito, ofrecido a la Santísima Virgen el día de la
Inmaculada, 8 de diciembre de 198044.
Cabría ampliar y mejorar el presente estudio, analizando diversos aspectos de la vivencia y doctrina de don José María, que podrían ser interesantes para la historia de la espiritualidad cristiana y para la espiritualidad
mariana en particular:
* Relación con la Santísima Virgen en todo el proceso de contemplación (base bíblica, litúrgica, devocional, personal, comunitaria).
* La acción materna de María en el proceso de perfección cristiana y
sacerdotal (cómo el tema mariano va matizando todas sus etapas
de la vida espiritual).
* Cómo el hecho de partir de la doctrina mariana común de toda la
Iglesia ayuda a afrontar realidades nuevas de la vida cristiana y sacerdotal.
* Relectura de toda la vida de don José María (desde el bautismo) a la
44. Ver Apuntes 8-XII-1980 y epílogo.
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luz de la maternidad espiritual de María.
* Su vivencia concreta respecto a cada fiesta y a cada santuario
mariano.
* La línea de la confianza en María lleva a un itinerario de amor de
totalidad hacia Jesucristo, para ser “como Él”.
* Entrar en el misterio trinitario con vivencia mariana. La acción del
Espíritu Santo en María y en la vida espiritual.
* El sacerdocio de Cristo vivido por cada vocación cristiana (laical,
religiosa, sacerdotal ministerial) con la dimensión mariana de
“Madre de Cristo Sacerdote”.
* La “oblación” con Cristo Sacerdote en su dimensión eucarística y
mariana.
* El celo apostólico y misionero, “pro eis” y “pro Ecclesia”, en unión
con la maternidad de María.
* Cómo la mariología del siglo XX se ha reflejado en la vida y en los
escritos de don José María (continuidad, progreso, evolución,
autenticidad), etc.
Juan ESQUERDA BIFET
Sociedad Mariológica Española
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