Año XXXVI Pamplona 8 de septiembre de 1930 - O U G A N O — DE LA "BIBLIOTECA CATÓLICO-PROPAGANDISTA, La Natividad de Nuestra Señora Nüm. 851 ADMINISTRACIÓN, ESTAFETA, 31 DIRECCIÓN, NAVAS DE TOLOSA, 23, 2.* otro, "aficionado,,; aquél, católico a machamartillo; éste, más atolondrado, más ligero de cascos o calavera que.republicano federal, y por añadidura, racionalista, como él se ufana en cacarearlo a troche y moche. de septiembre. La fiesta jubilosa de la Aquél es el mentor y éste el alumno. Y al declararle Natividad de Nuestra Señora la Santísima el primero al segundo, desde el delicioso sitio campestre Virgen María; día que, aunque ya no es de en donde están medio tumbados, los nombres y las semfiesta obligatoria, se guarda como tal (aunque blanzas de las villas, pueblos y lugares, montes, valles y no caiga en domingo) picachos, golfos, playas y cordien innumerables pueblos de Espalleras, santuarios, castillos y ruinas NAVARRA ña. Nuestia patria amadísima es la que desde tan delicioso mirador nación mañana por excelencia; Esestán viendo, con tanta delectapaña es el país de las ermitas a la ción, los dos compadres... Santísima Virgen consagradas, y Pero, oigamos algo de lo que el día de la Natividad o nacimiendicen: to de Nuestra Señora es en esta —" Desde aquella cadena de petierra de María Santísima el día queñas lomas que forma como un clásico de la fiesta de las ermitas, hermoso miradero, descúbrese el Por lo cual, si tan jubilosa es en feraz llano del Ampurdán y el estodas paites la Noche Buena, nopacioso golfo de Rosas, donde mueche en que solemnizamos la Navire el Fluviá, junto a los famosos dad, la Natividad o el Nacimiento restos de la famosa Ampurias. del Salvador, jubilosa es también Allá, al extremo, dominada por el en casi toda España la mañana, tan nombrado castillo, cae la villa jubilosa la tarde v jubilosas las vísde Figueras.n peras del Nacimiento de la Virgen, —"In illo témpore, villa de muen centenares de pueblos y en micho contrabando. llares de campos rasos, valles y —Y hogaño también; que de cerros, cañadas y hoces, collados por allá nos traen tus amigos y y montañas. camaradas no pocos fardos de gé¿Recordáis los famosos "Diáloneros filosóficos, algún tanto avegos literarios,, del gran Coil y Vehí, riados y de ilícito comercio. rico y delicioso panal de literatura —Tengamos la fiesta en paz. ¿Y de la más castiza cepa castellana, aquel otro castillo? aunque era catalán el autor insig—Es una ermita. ne de lan sabroso libro? —Dale bola con las ermitas. —Mas de treinta podemos conHablando están los dos insepatar desde aquí. Tiende la vista por rables amigos dialogantes, entramtodas partes, y doquiera que desbos jóvenes y robustos, aunque cubras algún risco o picacho que hombres ya hechos y derechos; UJUÉ.=Detalle exterior de la iglesia de Santa María se avecine con el cielo, ten la seentrambos de buen humor y con Foto. Roísin guridad de que lo corona y protealgo y aun mucho de socarrones, je un humilde santuario dedicado como el simpatiquísimo Bachiller a la Madre de Dios y de los hombres. Sansón Carrasco; entrambos de noble condición; entrambos enamorados de las buenas letras y de las no—Restos de fanatismo, que por fortuna van desapables y liberales artes; el uno, maestro en literatura, el reciendo. 258 LA A V A L A N C H A —Testimonios de piedad, cuyas huellas no desaparecerán jamás de esta bendita tierra en que reposan los huesos de nuestros antepasados.» Hasta aquí et clásico, el cervantista, el gran literato y gran catalán Coll y Vehf, según cuyo honrado testimonio, sitios hay en Cataluña desde donde los ojos pueden ver, sin catalejos, nada menos que treinta ermitas a la Santísima Virgen dedicadas. Lo que en rica prosa decía aquel gran catalán, lo cantaba en magníficos tercetos por aquellos mismo días (que por más señas eran los de "la gloriosa,,), el cinco veces navarro D. Francisco Navarro Villoslada, en su preciosa canción de las ermitas. Allá, en la oscura Albión, quintas contemplo Del verde campo escándalo y adorno, Moradas del placer, del arte ejemplo. Mas de alcázar y parques veo en torno, Chozas de yerto hogar que no dan humo, Gentes que mueren de hambre en el contorno. No sabe el español, según presumo, Gozar sin que otros pechos se alborocen, , De solitaria dicha hacer consumo. Locos caballerescos se conocen Aquí, no del deleite cenobitas Que su ventura en murallar se gocen. Palacios de opulentos sibaritas No ostentan nuestros campos solitarios; Pero hay en cambio altares, hay ermitas. Y la piedad. Fecunda a maravilla. Cuaja de ermitas campos y lugares, Los bosques, el peñón, del mar la orilla. Por eso nuestras quintas son altares; Y si alcázares rústicos nos faltan, Hay para el pobre asilos a millares, Y desde el pico en que los corzos saltan, A la campiña en que se duerme el río, Santas ermitas nuestro suelo esmaltan. ¡Qué dulce es ver tu altar, oh Virgen pura, Y que desde él me diga tu mirada "Por mí se va al amor y la ventura,,! Yo adornaré con flores tu morada, Yo regaré con lágrimas tu suelo, Yo encenderé tu lámpara apagada. Y ardiendo en gratitud y en santo celo, Desde esta cumbre que a lo grande excita, Bajo la inmensa bóveda del cielo Yo cantaré tu solitaria ermita. ¿Habéis oído a Coll Vehí y a Villoslada? Pues escuchad ahora lo que escribía nuestro Sarda y Salvany, que se ufanaba llamándose discípulo de aquellos dos sapientísimos maestros. "En tal día como hoy se suele celebrar en España la fiesta patronal de los santuarios de ta Madre de Dios que no tienen advocación especialmente relacionada con otra fiesta del año. «Esta fiesta de los santuarios y ermitas no la ha señalado para tal día la Liturgia, ni la marca el calendario oficial, ni la dictó precepto alguno de la Iglesia. El pueblo se la inventó por su propia cristiana inspiración; fiesta campestre, fiesta popular, fiesta de las alegres romerías. wVedlos esos rústicos palacios de la Madre de Dios: nuestra tierra, toda España los tiene con maravillosa profusión; en cada hondonada de sus valles; junto a los muros de sus ciudades más opulentas; en el término jurisdiccional de sus aldeas más oscuras; magníficos y vastos unos como catedrales; humildes y apenas perceptibles otros, como nidos de golondrina, pero siempre colmados de dádivas y ofrendas; embalsamados siempre con la fragancia de la piedad popular; ricos siempre de beneficios de la mano de Dios por intercesión de la Reina de los cielos; engalanados, como con guirnaldas de flores, con todos los encantos de la tradición y de la cristiana poesía. „ Dulce y apacible soledad rodea de ordinario estos sencillos edificios; silencio sólo interrumpido por el gorjeo de las aves y por el susurro y "Letanías», no se suspende todo el día ante las benditas aras. Brilla en espléndido desorden la iluminación, cuajadas de cirios de todos tamaños las verjas y gradería; el buen sacerdote o guardián no se da punto de reposo para recoger de manos de de todos el tosco, pintarrajeado "exvoto,,, el busto de frágil cera, la muleta o la venda; y el de la última enfermedad, las trenzas que por devoción se cortó y ofrece la piadosa doncella, y tal vez la espada o el casco de metralla, recuerdo de jornadas sangrientas, o la tabla o el sombrero marino de hule, testigo de las horas angustiosas de la borrasca en alta mar. ..¡Dichoso pueblo y hermoso pueblo el nuestro!¿ Quién le na enseñado todo eso, sino la fe, la honda fe, el amor, el entrañable amor de su cristiano corazón? ¿Qué teólogos le han inculcado esa teología? ¿Qué maestros de rúbricas le dictaron ese modo de expresarlas con tales ceremonias? ¿Para toda la comarca es día de júbilo la fiesta de la ermita o santuario patronal. A ríos corren de las aldeas y villas vecinas los visitantes... El día 8 de septiembre es, por excelencia, la gran fiesta popular y campestre de la Reina de los cielos. La que gusta llamarse, en los libros sagrados, flor del campo y lirio de los valles, diríase que tiene especial predilección por esos rústicos oratorios, según ha querido dejar en todos ellos como su huella celestial...„ Hasta aquf Sarda y Salvany. El que ame de corazón a esta patria tan gloriosa, tan católica (¡la más católica del mundo entero!) y tan mariana y tan marianísima, asistirá en espíritu cada año, en este día, a todas y cada una de esas innumerables ermitas españolas a la Santísima Virgen dedicadas, alegrándose al contemplar tanta devoción a la Madre de Dios y de los hombres, gozándose en la fe de España, y pidiendo a la misma Santísima Virgen que por el amor que la tuvieron nuestros padres (que tantos y tantos monumentos marianos nos legaron), ampare, socorra, proteja, bendiga y prospere a esta nación, para que corroborándose y y acrecentándose en todos los pueblos de España la más castiza devoción a Nuestra Señora, "crescamus in illo qui es caput nostrum,, va/ainos creciendo en Cristo, que es nuestra cabeza, y al cual corresponde la soberanía sobre España y sobre todo el universo, porque es "super omnta Deus benedictus in saécula. Amen.» Pero sobre todo, por Ti suspira mi corazón en este día, oh Santísima Virgen de Montserrat, cuyo magnífico templo es la catedral de todas las ermitas españolas. A Ti corre, a Ti vuela mi pensamiento, y en tan sagrada y milenaria mansión, y en compañía de infinitas almas españolas, solemnizo todos los años, desde mi soledad, la jubilosa fiesta de tu gloriosa Natividad o nacimiento. CHAFAROTE. RASGOS DE LA PATRIA La actitud de los españoles que hay en España un grupo selecto y numeroso de ciudadanos honradísi» mos, ecuánimes y patriotas, dispuestos en to~ do instante a servir a la Justicia sin dejarse influir nunca por lo que llamó Mella ia musa temblorosa del miedo; antes, con fortaleza, resolución y valor, se pondría a las órdenes del caudillo que acre» NDUDABLEMENTE LA AVALANCHA ditara reunir las cualidades necesarias para defender a Dios y a España contra todos los enemigos declarados o encubiertos. Pero es indudable que un examen, aunque sea ligero, descubre hoy, en España principalmente, dos grandes sectores ciudadanos: el agitado por la rebeldía continua y el dominado por la prudencia excesiva. En realidad, podría distinguirse además otra falanje importante de españoles que, sin ser rebeldes, tampoco pueden ser considerados como prudentes, y menos aún como selectos, porque su actitud se reduce a procurar buenas cosechas o negocios, a pagar poca contribución y a disfrutar mucha paz y tranquilidad, para que la riqueza se desenvuelva bien; pero como esta falanje está lejos de la indisciplina social, y seguramente que un período revolucionario le haría temblar de miedo, de ahí que debamos incluirla en el sector de los prudentes, aunque hoy no se manifieste contra la Revolución, sin duda ninguna, por incomprensión o inconsciencia, o sea por no ver aún los males de la revuelta, a pesar de odiarlos tanto. Los rebeldes, porque gritan más que ninguno y saben meter más ruido que todos, y profieren blasfemias y lanzan insultos, y alteran la paz y perturban el orden y agi= tan a las masas, parecen los dueños de España; y dentro o fuera de la ley, y abusando de la benevolencia que con ellos suelen tener los gobiernos y que ellos no tendrían con nadie, se encaraman, sea como sea, a las tribunas de las academias y ateneos revolucionarios, en ias cuales y en las columnas de la prensa libertaria predican descaradamente sus doctrinas subversivas y amenazan con desórdenes que amedrentan al país, y deprimen al crédito público, y deprecian la moneda nacional, y llevan la intranquilidad y el sobresalto al pueblo, con peligro de una catástrofe espantosa. y todo por el capricho de traer la República a España. Como si solo con el advenimiento de la República adquiriera su valor la peseta, y se saneara la Hacienda pública, y se fomentara la cultura, y aumentara el progreso nacional, y mejoraran, por tanto, las costumbres y la felicidad del pueblo, que es y debe ser el ideal de la política, y preci» sámente, tenemos muchísimos, casi como un artículo de fe, que con la instauración de la República española se agra= varían notablemente todos los males de nuestra patria; en tanto grado, que sería lo más probable que España cayera exánime por los abismos de la demagogia y de la anarquía más desenfrenadas. Aun causa mayor extrañeza la actitud de los caballaros de la prudencia; los cuales, siendo los más y disponiendo de grandes energías, dejan que los rebeldes levan* ten el grito y se hagan los amos del cotarro, y que, desde tribunas sostenidas con dinero de la nación, sojuzguen al pueblo y preparen la revuelta que nadie quiere, si no es los pescadores que desean buscar su ganancia en las aguas cenagosas del río revuelto, y mientras tanto, los prudentes y sus adláteres, con censurable apatía o con miedo infundado, ven avanzar la ola revolucionaria, cada vez más alta, crespa y embravecida, sin arrestos para salirle al encuentro, ni aun siquiera para ponerse en pie con resolución, lo cual, quizá, bastaría para desbravar a la fiera, que es tan fuerte con el débil como débil con el fuerte, y sin considerar estos prudentes que la prudencia tiene sus límites, y que más tarde o más temprano hay necesidad de hacer frente a la rebeldía sí no se quiere sucumbir ante ella, y que la lucha es más fácil antes que después de la Revolución. La actitud de los ciudadanos españoles resulta incomprensible, y no le encuentro punto de comparación con otras observadas en la historia patria. Desde luego que podría hallarse alguna semejanza en aquella época durante la cual los agramonteses de un lado, y los beaumonteses de otro, empujaban a Navarra por rutas que, de no abandonarlas oportunamente, sólo podían conducir al desquiciamiento y a la ruina de la patria. Pero tanto el bando agramontés como el beaumontés estaban bastante equilibrados en fortaleza y arrestos, lo cual no sucede con los revolucionarios y antírrevolucionarios de la España actual, y además ambos bandos na- 259 varros buscaban la legitimidad monárquica, aunque por caminos diferentes, y ninguno de ellos pretendía volver la espalda a los principios fundamentales de la sociedad. Es decir, que los dos partidos, agramontés y beaumontés, eran católicos y monárquicos, lo cual no son los revolucionarios de nuestros días, pues aunque algunos de éstos se presentan como religiosos, defienden ideas condenadas por la Iglesia, y a pesar de que hay quienes no reniegan de la Monarquía, sin embargo, hay quienes ofenden al Rey, al cual pretenden convertir en una figura decorativa despreciable, después de haberle desprestigiado en forma que castigan todas las naciones monárquicas; de modo, que los aludidos agravian al Monarca tanto o más que los republicanos, aunque, para disculpar su osadía, inventan ficciones legales despreciables. Más parecido encuentro en la difícil situación creada a Navarra durante la menor edad de D.a Juana I, por los bandos irreconciliables que se disputaban la supremacía política, porque, aun cuando todos ellos eran católicos y monárquicos entusiastas, sin embargo, (os partidarios de García Almoravid combatieron descaradamente las banderas de la Reina, si bien, para disculpar su conducta, inventaron la ficción de llamar a Juana I la Trocado', alegando, que no atacaban a la Reina, porque la legitimidad dinástica había sido escamoteada por otra niña, trocada en el momento de nacer; y así creían justificar su actitud contraria a la Corona, sin desacatar a la Monarquía legí=> tima. La lealtad de estos antiguos monárquicos navarros sería tan aceptable como el monarquismo de ciertos políticos de la España actual, los cuales, sin declararse aún republicanos, combaten a la Monarquía para defender algunas lucubraciones constitucionales que ellos entenderán, si las entienden, pero ya nadie más que ellos. En lo que es fácil que tengan mucha semejanza las situaciones históricas recordadas, es en lo funestas que re* sultaron para Navarra; así como también sería probable que estas situaciones se pareciesen a la que actualmente soporta España, con la actitud adoptada por los llamados rebeldes y por los prudentes exagerados; porque aquéllas impiden el verdadero progreso, dificultan la vida nacional y llevan directamente a la ruina de la patria, y es este el desenlace fatal que debe esperarse si no se remedia oportunamente la catástrofe que amenaza a España. Felizmente, hay en España núcleos de ciudadanos, políticos o no políticos, servidores incondicionales de la justicia y de la patria, ya recordados anteriormente, que hacen por lo menos concebir la esperanza de que podrían atraer a los prudentes para, en momentos de gran peligro, formar entre todos un bloque, sin aspiraciones partidistas ni otro ideal que el de evitar la catástrofe de España, a que la conducirían los rebeldes llevándola por el ca« mino de la demagogia, que es el de la anarquía y el caos. JUAN P. ESTRBAN Y CHAVARRIA. A VUELA RLUiVIA OR la gran avenida central del balneario hace su entrada triunfal todos los días, a las tres y cuarto de la tarde, ni minuto antes ni minuto después, el cartero de Zuazo-Amarinda, la balija a la espalda y vara en mano. Pausadamente, como, quien no tiene prisa, sabe que llega a tiempo, y majestuosamente, como quien va desempeñando una misión oñcial, cruza la avenida, ajeno a todo y a todos. Alto y bien formado, su cara tostada por el aire y por el sol, P, ROÍ KÁFMÍ S pulcro en su porte, marcial en su continente, apenas aparece su silueta, dan ganas de sacar el lápiz y hacer un esbozo de su regia figura. LA 260 AVALANCHA A la legua se ve su abolengo militar. Lo que no se ve a la legua, ni a la media legua, ni a un cuarto de legua, es lo que lleva dentro del alma. Hay que ponerse al habla con él para adivinarlo. Porque, por añadidura, de lejos infunde respeto, hijo de la admiración. Y lo que lleva dentro de! alma es un gran filósofo con un corazón de niño. Es mucho hombre el cartero de Zuazo-Amarinda. ¿Saben mis lectores la razón de su despaciosa marcha? Porque en la vida hay que llegar al fin, pero, aun tanto como esto, hay que llegar a tiempo. Si se llega antes, hay que esperar, y el que espera, o se aburre o se desespera. Si se llega después, no se ha llegado del todo, porque se ha llegado malamente. Llegar tarde no es llegar bien. Llega bien el que llega a tiempo. Y para llegar a tiempo no hay que correr. El que corre se cansa, y un hombre cansado es un hombre al agua, mucho más si, después de llegar, tiene que desandar el camino. El secreto para llegar a tiempo es calcular bien la distancia a recorrer y las fuerzas de uno. Hecho el cálculo, se empieza a andar con el tiempo preciso por delante. Él tiene que recorrer diariamente catorce kilómetros. En esos catorce kilómetros de su demarcación tiene que visitar doce pueblos. Y entre esos doce pueblos viene a dejar por día cuatro o cinco cartas y cinco o seis periódicos. ¿Retribución que el Estado le da? Nuevecientas pesetas al año. No se dirá que la nación despilfarra con el cartero de Zuazo-Amarinda. Pero ¡qué se le va a hacer! No todos han de ser marqueses ni condes. En la vida tiene que haber de todo: águilas que se remonten sobre las montañas más altas, y culebras que se arrastren por la tierra. Ni todos han de'comer lo mismo: semillas come la paloma, mosquitos la golondrina, liebres y conejos y perdices el aguilucho. Y cada uno tiene que conformarse con su suerte. Porque, en último término, aun hay quien tiene menos y lo pasa peor. Con salud, que no falta; gana de andar, que se tiene, y con Dios, que todo lo paga a su hora, ¿qué más se puede pedir? Esto es ser todo un filósofo de la vida, ¿no? Se me olvidaba: habla con tanta corrección como un castellano viejo, y es alavés, y viste en su pobreza con la pulcritud de un procer. Ni una mancha, ni una arruga; menos todavía un roto sin zurcir. Sólo tiene una pena. ¿Quién no las tiene en la vida? ¡Si él pudiera colocarse en Vitoria! Aunque fuera con ^igual sueldo, con tal que fuera fijo. Porque en Vitoria tiene a su madre y a su hermana. Comerían su pobreza juntos, se darían mutuo calor, podría cuidar y mimar a su madre y a la vez recibir sus caricias. Cuando me habla de ello, tiembla su voz y se velan sus ojos. Es muy grande el alma del cartero de Zuazo-Amarinda; tiene, además, ternuras insospechadas. Al cabo de sus cuarenta y tres años discurre como un filósofo y siente como un niño. Me he sentido yo conmovido profundamente. Me he declarado su admirador y su amigo. ¿Cómo no? No tengo de filósofo tanto como él; tengo el corazón casi de tan niño como el suyo. Yo aseguro, que si tuviera influencia bastante para aliviarle su pena, Eladio García Araguren, así se llama, tendría muy pronto la colocación que desea, apenas hubiera un hueco por donde meterle en Vitoria. Como no la tengo, pido a Dios que premie su resignación cristiana y su filial amor colmando sus deseos. M. DE STA. CATALINA. Zuazo, 1930. ,--. • 7 ' A San Pedro Claver ••'•• de la Compañía de Jesús, Apóstol de los negros 1 • • . . . •• " ' ' . - '.--; ' •. •, ' ' ,;.'' •' ' '. - " •. '". ; -. '.. •- . • •• - • •' • . * '. :. • .;• • " *• , : • , .. H ^ • •••. •'• 1 •'• - - • • • • • H I MN O . . ¡Como el sol más espléndido biilla, - ' "' Hoy, q u e rotos tus lazos por fin, •.••..-_- ; • ^ - • Te asentaste, oh Claver, en la silla r ' .- ' ' 'Q u e vio Alfonso adornar para Ti! Tiono eterno de luz que el inmundo ._ Satanás por su orgullo perdió. Él, subiendo, bajó hasta el profundo; ..' ' Tú, bajando, subiste hasta Dios. .• Sube, sube al altísimo templo '• - D6 resuena este canto inmortal: - < "Salve, Apóstol de humildes ejemplos; Tú por siempre exaltado serás. : - BLa que ciñes florida guirnalda Se ha tejido en tu vida de cruz, Y ese manto que ondula en tu espalda Lo esmalió tu pureza de azul. "• - - BTú venciste al sangriento lirano Que encadena al mortal a sus pies, " . Y al cénit te levantas ufano Sobre el mundo, la carne y Luzbel. „ ,-; ,__ .. ,,Cerco estrecho es Europa; ya inflama A otios mundos tu celo voraz; Así cunde en el bosque la llama, Así extiende sus linues la mar. ... ..Otros buscan las venas del oro, Que no extinguen la sed interior; Tú, de sangre preciosa el tesoro Que vertió el divinal Corazón. .> • ; „—Almas, almas, tu voz repetía; •":'" - •- .:' Almas quiero que dar a mi Bien.— '-':•*•- - ~ ' ~~ Y de Libia una voz respondía: ,. . ' —A millares vendrán a tus pies.— • ( " . / ;' nY a millares del África vienen Con sus frentes que el hierro marcó; - _V\. De tus brazos, pues madre no tienen, Van pasando a los brazos de Dios. «Así, en turbios vapores, el agua Q u e se filtra en la tierra va al mar; A s í , el o r o q u e b r i l l a e n la f r a g u a , Luce luego en magnífico altar. Flores eran las llagas hediondas, Y San Lázalo, hermoso jardín; . . . Tanta horrura, aromáticas ondas: . , Asco tanto, vistoso matiz. «Traed dalias, violetas, jazmines, Cuantas flores el mayo esparció; Ya sus plantas formad, serafines, Rica alfombra de eterno verdor. •• ;' ,,Si al leproso tu manto cubría, *•.••" Hoy te inunda beatífica luz; Este hermoso himno de nuestro insigne colaborador el P. Sola, jesuíta, lo reproducimos, en !a fiesta de San Pedro Claver, del p r e cioso libro "El Trovador de Cristo-Rey,,, q u e ha publicado la exce lente 'Biblioteca Lux M , que recomendamos a nuestros lectores — (N. de la R.) • LA AVALANCHA Si en tu seno el esclavo dormía, En et seno de Dios duermes Tú. ,,Asia, turcos; herejes, Europa-, Negros, África; América da Pecadores, que en fúlgida tropa, Reengendrados por Ti, te dirán: „—Padre santo, Claver inocente, Si ángel soy, no demonio, es por Ti; Por Ti brilla mi límpida Frente Y me asiento al eterno festín.—„ Calla el himno, enmudece la tierra, Habla sólo el Pontífice Rey Con voz grande que el báratro aterra: ¡Gloria a Dios y al segundo Javier! \ '. . . •. JUAN M.« SOLA, S.J. POR TIERRAS DE GUIPÚZCOA Una visita a Aránzazu l t 261 profesan especialísima devoción a la Virgen de Aránzazu; se la profesaba el pueblo y se la profesaban los hombres que sobre el pueblo se destacaban y que vienen a ser como figuras representativas de nuestra historia.. Ya en 1514 los celosísimos Padres Franciscanos entraron en quieta y pacífica posesión del santuario. Los primeros años del siglo XIX fueron funesiísimos para la Comunidad y el monasterio. En efecto, el año 1809 quedó suprimida la Comunidad Franciscana, en virtud de un decreto napoleónico. No obstante, quince religiosos, naturales de Oñate, siguieron en el santuario; pero el 24 de abril de 1811 fueron deportados a Francia, quedando abandonado y solo el convento. Con otras muchas vicisíiudes, el 12 de septiembre de 1822 los constilucionales saquearon brutalmente el convento y prendieron fuego al mismo. Con el restablecimiento de las cosas políticas pudieron gozar los Franciscanos de Aránzazu algunos años de paz. Pero aquello no era más que la calma que precede a la tempestad, pues en agosto de 1834, por orden del general Rodil, fue quemado por completo y reducido a un montón de escombros el hermoso convento, pereciendo entre las llamas, obras maestras de Murillo, Hernández, etc., etc. Una vez más encontró asilo la Virgen de Aránzazu en la noble villa de Oñate —convento de Vidaurrela—permaneciendo allí hasta el año 1846, en que se restituyó al santuario. En 1878 se formó de nuevo la Comunidad Franciscana, bajo la presidencia del R. P. Esteban Epelde, y la restauración—empezada entonces—ha continuado sin interrupción hasta nuestros días, merced a la generosidad de los devotos y al entusiasmo y la abnegación de sus tradicionales custodios. A impetuosidad orográíica avanza apocalípticamente. Son las vanguardias de Vasconia: Urquiola, Aralar, Gorbea, Alona. En las cimas de estos montes, en una caverna o en un templo, se ha encontrado siempre el secreto de Aitor. Un espíritu misterioso—digámoslo con palabras del Beato Juan de Parma—"empuja a los vascos hacia las cumbres de los montes,. Euskeria es eso: altitudes, cumbres, elevaciones. De ahí su piogreso en la vida material, espiritual y religiosa. En la actualidad Aránzazu es un lugar de amenísimo ¡Qué bien, aquí, la evocación de los pensamientos clay placentero reposo, al que se llega desde Oñaie por ros, musicales, exclusivos de Fr. Luis de León! La cumuna serpenteada carretera, cortada, en su derecha, por bre airosa tiene por su espalda el verdegay de dormidos barbechos y labranzas, anchos contornos de soledad. La cumbre airosa describe su alegórica rama de parábola como ruta de ambos infinitos. Y la cumbre es—aunque no lo sea orogáficamente— Aránzazu. Aránzazu remontóse sobre el Aloña, partiendo de Oñate—la villa señorial y remansada,—y con él treparon el baserritarra, el itxas~ guizon, el errikoseme. ¡El Alona!. "En tus hayales—ha dicho un erudito franciscano—cantan y hacen sus nidos los malvises; en los huecos de tus peñas, los gavilanes y sus víctimas, las inocentes golondrinas; en tus prados travesean los corderos junto a sus madres, y relinchan las yeguas que, en sus jubilosas carreras a través del campo, huellan, con sus penetrantes cascos sin herraduras, más pastos, que pacen.. AKANZAZU (Guipúzcoa).—Ultima capilla del Santu Rosario Para el sencillo aldeano como Fototipia Thomas, Barcelona para el blasonado señor, Aránzszu es la mansión de paz y ventura, el lugar de oraimponenies y abruptas alturas, frente al Alona majestuoción y recogimiento. El significado—glorioso, antiquísiso y ceñudo en su soledad. mo—de ia Virgen del Espino está en el "lo, loB de las Fácil es comprender cómo ha podido obrar sobre el •canciones de cuna, en el entusiasmo y coraje épicos de espíritu de los pacíficos habitantes de aquellos valles la •oñacinos, y "gamboinosw, en los cantos populares, en sublima aparición ocurrida al pastorcillo Rodrigo de Ballos personajes legendarios. Como los santuarios de Bezátegui, y cómo, andando el tiempo, la devoción de Vasgoña y de Estfbaliz, Aránzazu es una mansión bendita de conia, la devoción de España, ha formado allí, en lo alto, piedad donde se enfervorizan cuantos lo visitan. el corazón de un santuario, al cual se asciende a través de ¿En qué año el pastorcillo Rodrigo de Balzátegui se monumentales estaciones (nuestro grabado representa el vio regalado y favorecido por la aparición misteriosa de quinto misterio glorioso) diseminadas, cual remansos, una imagen que se erguía sobre espinos? No se sabe. en la empinada carretera. Hasta llegar al santuario todo Pero es indudable que el hecho ocurrió en la segunda es pintoresco, todo es interesante, incluso las condiciones mitad del siglo XV. Porque ya en la centuria XVI—esde vida de los "casheros, perdidos en el valle o en la cribe el ilustre cronista D. Carmelo de Echegaray — colina, que son todavía—¡como cuando el pastorcillo!— •consta por múltiples testimonios que los guipuzcoanos fruto de afanes y de privaciones que a menudo acompa- 262 LA AVALANCHA ñan una existencia desde la adolescencia a la vejez más avanzada, sin darle respiro... De vez en cuando aparece un huertecillo aislado en el surco pétreo del valle, como surgido por milagro de la breve superficie bruñida de las rocas; pero el milagro es debido por entero al duelo incesante entre la montaña y sus habitantes, dispuestos a no dejar escapar posibilidad alguna de explotarla. Es la laboriosidad ingeniosa del labriego vasco, que ha cubierto de tierra, hasta la altura de un palmo, la breve superficie granítica, y la ha reducido así a ser huertecillo o campo diminuto. GAMITO. EL LIBERALISMO EN CASA XXI —Muy incompleto resultaría este nuestro trabajillo, aun con ser tan abocetado como es, si no se tratase de las relaciones entre amos y criados al tratar del Liberalismo doméstico, que no es sino una fase o vanante del otro Liberalismo que podríamos llamar social. —En efecto, y haréis bien en tocar ese punto, que es de suma actualidad. Los criados de hoy,.. —¡Válganos el cielo, santo varón! No es ciertamente por ahí por donde quise yo principiar. —¿Cómo no? ¿Creéis que será tan fuera del caso, que se empiece por hablar del respeto que deben tener a los amos los criados? —Y tan fuera del caso, qus yo voy a principiar por el respeto que a sus criados deben los amos. —¡Gracioso viceversa! —Tan gracioso como se os antoje, pero el más natural del mundo, dado el criterio cristiano que en este asunto, como en iodos, ha de presidir a nuestra disquisición. El Liberalismo no es solamente desconocimiento de los deberes del inferior para con su superior. Más de una vez se ha hecho notar que el peor de los liberalismos es el desconocimiento de los deberes del superior para con sus inferiores. No siempre se es liberal falseando el concepto de la libertad: muy frecuentemente se es liberal falseando el concepto de la autoridad. Insisto, pues, en que al tratar de amos y criados, el primero de los deberes que hay que predicar es el de aquéllos para con éstos. Y esto por varias razones, una de las cuales es la de que por su posición, por su independencia y por su mayor cultura tienen los amos en todo esto la principal responsabilidad. Hay que reconocerles en todo, y también en esto, la primacía. ¿Os reís? — Bien, bien. Quedemos, pues, en que los amos han de ser los primeros en respetar a sus criados. Me recordáis aquí lo del mundo al revés, que tan a mejor propósito citabais el otro día. —No, hombre, no. Esto no es sino el mundo a las derechas, y no el mundo al revés. Entiendo por respeto del amo a sus criados, que tenga aquél de éstos el concepto y la noción que como cristiano debe tener; que empiece por mirarlos como hermanos suyos en Dios, como iguales suyos ante el Evangelio, con alma y fin sobrenatural en nada inferiores a los de sí propio. Todo lo cual, si bien se comprende y bien se practica, no puede menos de engendrar un cierto respeto del cristiano a otro cristiano, que es el de que se trata aquí. Y eso hay que hacer resaltar, tanto más cuanto no van por ahí las modernas democracias, tan pródigas, en favor del pobre, de hueras palabrerías, como avaras y tacañas de consideración y de buenas obras. Más claro todavía, si más claro lo queréis. El rico pacta con el pobre para recibir de éste ciertos servicios personales a cambio de salario. No ha de empezar por figurarse el rico, que al ofrecer su dinero y al aceptarlo el pobre se ha convertido él en algo como un semidiós y el pobre en algo como un irracional, con sólo la exterior muestra de hombre. —¡Cascaras! ¿Entráis en el fiero diapasón del Socialismo y del Anarquismo? —No, por vida mía, que no me salgo del más estricto diapasón normal de la Ley evangélica. Me inspira esta severidad de lenguaje el espectáculo de muchas casas modernas, donde no parece comprenderse que amos y criados sean por igual manera hijos e imágenes de Dios; tan alto tan alto se creen colocados los unos, por el dinero que tienen y tan bajo, tan bajo se coloca a los otros, por el dinero que no tienen y que sirviendo han de ganar. Desigualdad odiosa, por lo materialista y pagana; desigualdad fundada toda en esa mentirosa balanza del tener y no tener, cuyos platillos hace subir o bdjar, no el mérito persona!, sino la caprichosa fortuna; desigualdad que sí Dios permite por altísimo designio de su providencia, manda se allane y se nivele en algún modo por las ineludibles compensaciones del celo y de la caridad. ¿Comprendéis todo el nlcance de estas últimas palabras? —Me parece vislumbrarlo. —Celo y caridad, he dicho; y en eso está compendiado el deber doméstico de los amos para con sus criados, no en solo ia obligación material y jurídica de arrojarles cada semana o cada mes un puñado de reales o de pesetas. De otro modo no se concibe que haya alguna diferencia entre el servicio personal y humano del criado que os sirve en la cámara y en la mesa, o el servicio irracional de! caballo que arrastra el coche, o del perro que guarda el zaguán. Porque no la hay si el deber del amo para con su criado se reduce a lo mismo que obliga al amo para con su caballo o perro, o sea a dar a todos la manutención, bien sea en especie o bien en efectivo. —Duro estáis, amigo mío. —Duro sí, pero verdadero. Y prosigo: lo único que diversifica las relaciones entre él amo y el criado persona y entre el amo y el criado bestia, es que en las primeras ha de mediar el lazo del celo y de la caridad, y en las otras no es posible este lazo, y media solamente el bocado de pan o el desamorado salario. Celo y caridad he dicho, y quien tenga para sus criados ese espíritu, es amo cristiano de veras, y quien no lo tenga, no es en manera alguna amo cristiano. —Explicaos un poco, así, más al por menor. —La fórmula por sf misma se lo dice todo. Sin embargo, no estará de más una breve explicación. F. S. Y S. (Concluirá.) LA TEOLOGÍA DOGMÁTICA EN LA IMPRENTA DE NAVARRA (Conclusión) Por vía de apéndice trataremos de tres obras escritas en castellano que por su materia pueden incluirse en la teología dogmática, entendida ampliamente y en toda su extensión; dos se refieren a la Inmaculada Concepción, y otra, al tratado de Iglesia que, en tiempos antiguos, se estudiaba como una sección de ia materia tocante a la Encarnación. La portada de la primera reza de esta suerte: Consulta Que Hizo Un Predicador De La Orden De Santo Domingo A Su Provincial Cerca De Algunos Escrúpulos Que Tenia En Orden A La Observancia De la Bula De Su Santidad Alexandro Séptimo. En Que Declara El Objeto De La Fiesta Y Culto De La Concepción De Nuestra Señora. A Nuestro Muy Reverendo Padre El Padre Maestro Fray luán Martínez De Prado, Maestro Provincial de la Orden de Predicadores, en la Provincia de Castilla. (En forma de encabezamiento.) Folio de 286X186 mm. Un folleto de trece hojas numeradas. La firma al fin es como sigue: En Pamplona, y Enero a 12 de 1663. Fray Alonso de Villalobos. En el ejemplar de la Biblioteca de la Universidad de Salamanca se dice en una nota manuscrita que no lo compuso ningún dominico, sino un partidario de la sentencia piadosa. La firma parece indicar que se imprimió en Pam- 263 LA AVALANCHA piona; pero, ¿no será ficción? Nos atendremos, sin embargo, a ella hasta que se averigüe otra cosa. En la Consulta se proponen estas dos dudas: Primera. Si puede un predicador dominico omitir en los sermones el Alabado, sin pecar gravemente y contravenir a la Bula de Alejandro VII. Segunda. Si el que dice Misa o reza el Oficio de la Concepción puede en aquel tiempo dar asenso interior a la opinión de que fue concebida en pecado, y si está obligado en conciencia a deponer esa opinión y formar juicio cierto de la sentencia pía, que es la verdadera, y la contraria, falsa. Las conclusiones que saca, son: que la conducta de ¡os adversarios produce escándalo en el pueblo, perturba la paz, contraría a la Bula de Alejandro Vil que prohibe impugnar directa o indirectamente la prerrogativa mariana y no se acomoda a lo que la Iglesia exige de sus ministros al celebrar los cultos concepcionistas. Encierra la obra mucha y sólida doctrina teológica, argumentación nerviosa, devoción ferviente a la Virgen; pero extrema un poco las cosas y no las considera en su justo punto y en sus debidas circunstancias. A los bibliógrafos navarros se les escapó la noticia de este libro; pero no a los concepcionistas. Alva y Astorga se ocupa de él en su Militia Immaculatce Conceptionis... Lovanit 1663, col. 1498; y Roskovany, en su Beata Virgo Maria in suo Concepta Immaculata, Budapestini, 1873, t. III, página 365, lo supone impreso en Pamplona, aunque carece de pie de imprenta, y lo apellida Aureus tractaius, Tratado de oro. Ni el señor Altadill ni el señor Arigita asignan impresión alguna pamplonesa en 1661. Sin embargo, Alva y Astorga, O. S. F., observa que ese año se imprimió en la capital de Navarra el folleto del dominico Fr. Vicentejustiniano Antist, De la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen, tratado singular celebérrimo. En 24. Este opúsculo, favorable al privilegio mariano, conquistó una fama extraordinaria, sin duda por ser su autor un teólogo dominico. "Forma parte, como se lee en la portada de la edición de Valencia de 1593, del último capítulo de las Adiciones del P. Mtro... Antist... a la historia del Santo F. Luis Beltrán.,, Tiene dieciocho párrafos sin títulos, y en ellos, según el auior indica, propondrá con llaneza algunas consideraciones dignas de ser ponderadas por los devotos de Nuestra Señora; los cuales, a no dudarlo, holgarán de hallarlas juntas en este tratado; y propone, en apoyo del misterio, el favor de los papas después de Sixto IV, institución de la fiesta y oficio propio, prerrogativas concedidas a su culto, confirmación pontificia de una Religión de la Inmaculada, dedicación de iglesias y altares a la Concepción sin mancha de María, milagros y revelaciones en gracia del misterio, votos de universidades, cabildos, ayuntamientos, conversión de pecadores, etc. Aludiendo al libro dice el Beato Belarmino estas palabras: "Existe un tratado del P. Antist en que alega numerosos autores del Orden de Santo Domingo por esta sentencia, y hacia el fin afirma que muchos son los conventos de Predicadores que celebran con gran solemnidad la fiesta de la Concepción. „ Las razones aducidas por el autor tienen eficacia y están bien expuestas generalmente. Alva y Asíorga le reprende, justamente, por injuriar con alusiones alevosas a los Franciscanos. Tradújose la obrita al latín y al francés y obtuvo diferentes ediciones en diversas poblaciones españolas como Madrid, Valencia, Sevilla, Mallorca, Huesca y Pamplona. Hacen la reseña del tratado Echard, Scriptores Ordinis Prcedicatoris, t. II, págs. 325-26, y Alva y Astorga, Miliiia, col. 1466. Ruidosa fue la polémica que sostuvo D. Guillermo Díaz Luzeredi con el irascible D.Joaquín Lorenzo Villanueva, sobre la lección de la Biblia en lenguas vulgares. D. Guillermo Díaz Luzeredi era el anagrama perfecto de D. Miguel Elizalde y Urdfroz, novicio de la Compañía de Jesús al tiempo del extrañamiento de los jesuítas; no los siguió al destierro porque se lo estorbaron sus padres; pero al restablecerse en España la Orden de San Ignacio, voló a vestir su sotana y murió santamente en Madrid el 1816. Dio a luz: Disertación A Favor De La Su- prema Autoridad Del Romano Pontífice Sobre Todos Los Concilios, Por El Dr. D. Miguel De Elizalde Y Urdiroz (Luzeredi Tio), Capellán Mayor y Confesor Ordinario De Las Religiosas Agustinas Recoletas de Pamplona, Individuo De La Junta De Estudios De La Misma Ciudad, Examinador Sinodal De Su Obispado Y Revisor Del Santo Oficio (línea). Con Superior Permiso. En Pamplona. Año 1815. Por Joaquín Domingo Mayor Y Menor. Un volumen en 4.° de 213X140 mm., 2 hs. prels. sin numerar y 103 páginas de texto. Divídese en párrafos la obra; en ella examina su autor atinadamente la cuestión, planteándola con toda claridad y exactitud. Indica el valor de ios concilios de Constanza y Basilea y de los artículos del Clero galicano. Válese de la Escritura, Concilios, Padres y Pontífices, para demostrar y dejar bien sentada la superioridad de los Papas sobre los concilios generales, y con mucha cordura rechaza las falsas decretales.'Combate con erudición y buena lógica a los galicanos, refuta a Tournely y desenmascara a los jansenistas. Parece inspirarse en el P. Tirso González de Santalia, S. )., cuya obra De ¡nfallibilitate Romani Pontificis la considera como clásica en el asunto,, Resume bien los argumentos que suelen traerse en esta materia, pero sin alegar nada nuevo. En vano duda, siguiendo las pisadas del jesuíta Chantre Herrera, de que compusiera Bossuet la Defensa de los cuatro artículos del Clero galicano. No debe confundirse a Elizalde y Urdíroz, natural de Orbaiz, con e! otro jesuíta navarro Miguel Elizalde (16171678), oriundo de Echalar, que con el seudónimo "Celiade*,, tan bravamente peleó por el probabiliorismo. De aquel hacen mención el P. Luengo en su Diario inédito; el P. Uriarte, en sus Anónimos y Seudónimos, números 417, 1679, 3901; Sommervogel, Bibliothéque, t. III, páginas 383-84. Por no conducir a nuestro propósito, dejamos sin reseñar las tesis teológicas que a guisa de cartel de desafío en los actos públicos salieron de las prensas navarras. Figúrasenos que lo que hemos escrito patentiza abundantemente que el futuro historiador de la Teología española tendrá que volver los ojos a la Imprenta de Navarra, a fin de recoger los materiales que espontáneamente le ofrece para la construcción de su edificio histórico. A. PÉREZ GOYENA, S.J. Para el individuo, sí; para la nación, no (Apostillas al artículo de Chafarote) N estas mismas columnas vieron los lectores de la católica revista un salado artículo del saladísimo Chafarote, titulado «En la fiesta de San Agustín». Sí, es verdad que un año me tomó la festividad del gran Doctor de Hipona en la ciudad de Valladolid; verdad que acabada la misa solemne y pane* gírico del Santo y cerrada ya la puerta de ía iglesia, corrí a la portería, y con muestras de sentimiento por haber lie* gado tarde, pedí licencia para entrar en el templo y visitar a mi Santo, de quien siempre he sido devotísimo; es ver* dad que aquellos religiosos me abrieron las puertas muy de grado y de mil amores; cierto que no conocieron ¿para qué? al que entraba, el cual «sólo tenía trazas de ser clérigo de misa y olla, por sus pobres y raídas, aunque siempre limpias, hopalandas, por sus valientes gafas quevedescas, o porque vacila o renquea al andar, y no por falta de aceros, sino por falta de vista, mayormente cuando no conoce el terreno que va pisando». Pase lo de que, cuando era profesor suyo <de Chafarote, emperador perpetuo de la clase de retórica) «gastaba yo <no embargante ser religioso) bigote y perilla, chaqué, cadena cofgante y pantalón de campana, a la usanza de aquellas remotas calendas». 264 LA AVALANCHA Pero algo más grave y sustancioso acaeció en aquella visita, para mí de dulce y perdurable recordación, que acaso ignora mi emperador de ayer, y hoy jornalero de la pluma, pluma muy más gloriosa que el áureo cetro de todos los imperantes de la tierra. Satisfecha mi devoción, salíme de la iglesia por la puer* ta que da al claustro, con intención de tomar la calle y encaminarme a mi Residencia; cuando dos religiosos me invitaron cortésmente y acompañaron a un salón grande, en cuyo testero estaban varios Padres, en quienes me parecía ver la viva estampa del esclarecido Fundador. El que presidía hízome sentar a su lado y participar de la En aquel mismo punto se ilumina, y aparece en todo su esplendor la nivea imagen del Corazón divino.. -„-• , • — Sólo falta alrededor de la cabeza... -¿Qué? — El «Reinaré en España»... formado con íuces del cielo, que esté a la continua recordando la promesa que aquí se dignó hacer Jesús al P. Hoyos... y mirándoles apaciblemente, —No les parece Padres míos, que es este motivo de esperanza?—les dije. - P A R A EL INDIVIDUO, SI; PARA LA N A CIÓN, N O ; me contestó el que presidía, con voz desmayada y triste. Y comenzaba el recuento de los crímenes horrendos perpetrados por el liberalismo español contra la Iglesia y sus jerarcas, y señaladamente contra las órdenes religiosas. —Aun se queda corto, Padre mío, repli= qué; añada más de dos mil monasterios derribados, altares destruidos, imágenes profanadas, hasta poner sus manos sacrilegas en la ungida del Señor. — Abrieron los sepulcros, hicieron escarnio de los muertos, aventaron sus cenizas, y con chacota y vocerío infernal remedaban las ceremonias más augustas, revestidos con los sagrados ornamentos. —Y nuestras bibliotecas, allegadas a tan* ta costa en el transcurso de siglos, a dónde vinieron a parar? Entonces dije yo: Esto y mucho más ha hecho o consentido la nación, es innegable. Pero también lo es que, si los gobiernos fueron desaforadamente ruines y violadores de las patrias leyes, ninguna región del orbe ha resistido como España a los enemi=» gos de su fe. ¡Siete guerras de religión en menos de un siglo! ¿No pesan nada en la balanza de la justicia eterna la suma de sacrificios ya de la familia, ya de la hacienda, ya de su propia vida en aras de la fe de sus padres? — Pero, al fin, nuestro pueblo también se ha dejado engañar. — Pues, desengañémosle; y de todas maneras no me negarán Vuestras Reverencias, que son más las misericordias del Corazón de Jesús que los pecados de España, porque éstos son finitos y las misericordias de ese Corazón sobrepujan en infinito a todo número. — Con esas misericordias infinitas se han hundido hasta desaparecer muchos imperios y repúblicas. PAMPLONA. —Aspecto del atrio del Convento de Agustinas de San Pedro — Porque no hubo en ellos almas que es=» + el día 28 de agosto de 1930, fiesta del XV Centenario de la muerte perasen en Dios, ni acaso para esperar te» f • •de su gran Padre y Fundador San Agustín . , - nían tantas prendas como España. 1 Foto. Aquilino García Deán —Pero Dios, como V. sabe, tiene para cada pueblo su medida de culpas; y henchifiesta con unos dulces, saboreados por la caridad, que ha da la medida sucumben al rigor de su justicia vengadora. reinado siempre entre jesuítas y agustinianos. — y quién sabe esta medida? Ni yo ni nadie osará de—Démonos mutuamente plácemes y norabuenas, Pa* terminarla, sin caer en grave presunción y temeridad. Tendres míos, dije entonces, de que Dios se digna llamar las go para mí que el mayor pecado y que más agravia a Su santas Religiones y traer otras nuevas a nuestra querida Divina Majestad, es la poca confianza rayana en desespeEspaña. ¿Qué querrá de ella el Señor? Ayer mismo, al ración, marcado en las divinas letras entre los pecados anochecer, me detuve en la acera, mirando fijamente la contra el Espíritu Santo. torre de la catedral y en su cúspide la preciosa imagen del Perdónenme, Padres míos, y denme grata licencia praa Corazón de Jesús, aguardando que la iluminasen. Como meterlos a todos en el Corazón de Jesús. Al contacto de tardase todavía y continuase allí clavado sin pestañear, se ese fuego divino es imposible desconfiar jamás ni de indime viene de la acera de enfrente un caballero y me previduos ni de pueblos, ni menos del pueblo español. gunta: ¿Qué hace usted, Padre?—Esperar que alumbren la Mírenle, mírenle. Allí está. Estatua, que vela día y noche a su querida ciudad y toda Efectivamente, desde el umbral mismo del convento, la comarca. Ha sido inspiración del cielo; yo estoy prendonde decía mis últimas razones, se contemplaba hermoso, dado, y no me harto de mirarla. placentero, triunfador, como diciéndonos el Módica? fidei. Gente apocada, ¿por qué dudáis de mi poder y misericor— Pues yo, me replica el caballero, la veo de continuo dia? Dígoos, como dije y prometí aquí mismo en la capísin moverme de casa; desde mi gabinete de estudio, desde lia de San Ambrosio: el comedor, desde la cama; y ¿quién resiste? LA AVALANCHA REINARE EN ESPAÑA, y CON MÁS VENERACIÓN QUE EN OTRAS PARTES. No promete que reinará en los individuos pocos o muchos, sino que reinará en España. Y 0"^ e s reinar en España sino reinar en (as aulas y en ías letras, en las ins» títuciones públicas y privadas, en la gaceta y en la presidencia, en el ejército y en la marina, brazos armados de la patria, en la industria y en el comercio, en las hojas volanderas y en las páginas de! libro, en las diversiones populares y en las representaciones histriónicas? Esto prometió, y esto esperamos, con tal que cooperemos a su acción; y esto es cabalmente io que pedimos hace años, ya en la Oración del Centenario de la Unidad Católica, hace cuarenta años, ya en el Himno que, desde los albores de este siglo, canta el pueblo español: Salve, Rey inmortal de los siglos, De los hombres constante Amador: Ven, Jesús, ven y reina en el mundo Por tu fe, por tu ley, por tu amor. JUAN M. SOLA, S. J. Gandía, septiembre. 265 Los vascos introdujeron la boina en el país de! Plata, en Chile, Méjico, Cuba y Filipinas, y hoy en España se lleva desde el Pirineo hasta Cádiz. Esta prenda reúne condiciones excelentes por adaptarse al clima Frío y fuertes vientos de las regiones del Norte; no así a las estaciones calurosas, porque su apretado tejido de lana evita la transpiración de la piel y la evaporación del sudor, con las molestias consiguientes. La boina es actualmente de uso tan general en los pueblos de las Provincias Vascongadas y Navarra, que sus vecinos miran como plantas exóticas a los sujetos que se tocan con sombrero. Y a este efecto citaremos lo ocurrido a un escritor muy conocido, en un pueblo de estas provincias norteñas donde, llevado por sus asuntos particulares, residió corta temporada. Nuestro hombre cubría su esclarecida cabeza con el sombrero flexible que diariamente usaba en la capital de su residencia. Sin conocer el motivo, observó desde los primeros días de estancia en el pueblo cierta aversión que su presencia causaba en los círculos y cafés que frecuentaba, así como una admiración sospechosa que notaba en los aldeanos. Tuvo precisión de realizar una NAVARRA BERUETE.—Bendición de la traída de aguas y alumbrado público, el día de la inauguración celebrada ei día 20 de abril de 1930 Foto.J. Galle STA prenda típica de las Provincias Vascongadas comenzó a usarse en tiempos de la primera guerra carlista, esparciéndose después por las regiones del Centro; en la segunda guerra civil y en las postrimerías del siglo XIX fue como un distintivo de las gentes que profesaban las ideas tradicionalisias. Patentada su fabricación por el señor Elósegui de Tolosa(Guipúzcoa) en las manufacturas que implantó en esta ciudad, hoy continuadas por sus herederos, se han producido millones de boinas que surtieron a los ejércitos carlistas, y cuyos colores diversos indicaban matices distintos en las tropas del Pretendiente, como los chapelgorris o boinas encarnadas, las boinas blancas que usaban los músicos, oficiales y jefes de los batallones de don Carlos. pequeña operación financiera con el representante de una entidad bancaria'de la capital, y mil protestas se le objetaron, alegando su condición de forastero, tomándole como un bohemio a pesar de conocerse su firma literaria en toda la región. Perplejo y estupefacto nuestro hombre ante la antipatía y hostilidad con que el pueblo le recibió, estaba anonadado e incomodado por el fracaso de la misión que al pueblo le condujera, cuando le ocurrió expansionarse y contar sus quejas y lamentaciones a la patrona de la fonda en que se hospedaba, la cual, irreflexiva y rápidamente, le contestó: "Cuelgue usted el sombrero.» Perspicaz e inteligente, el escritor comprendió el sino fatal que consigo llevaba en el pueblo, e inmediatamente adquirió una boina, con la cual cubrió su cabeza hasta los ojos. La mudanza de su tocado fue causa de un éxito rotundo; se le recibía con complacencia en tertulias y cafés, obteniendo excelente resultado en la realización de los planes que 266 LA AVALANCHA al pueblo le llevaron. Y entonces fue cuando nuestro amigo rememoró el refrán que dice: "Dó quiera que fueres, vístete como vieres..—MIGUEL ANCIL. SALUDO LEJANO (Al real monasterio de Agustinas Canónigas de San Pedro, en Pamplona) Estoy cantando en tierras argentinas, muy lejos de mi tierra y de Navarra. C«mo saben volver las golondrinas, vuelva a m¡ patria m¡ canción bizarra; bizarra, no por fútil ornamento, sino con la gloriosa bizarría del más ardiente y puro sentimiento. La mole de un convento que en tus afueras vi, gloriosa Iruña, la veo en mi memoria con su pátina opaca, verdinegra, que es el maulo magnífico de gloria que, entristeciendo al necio, al sabio alegra. Allá... la mole santa surge, y es de mi Pairia noble orgullo, -a quien himno de amor el Arga canta, pasando, con su plácido murmullo. Si su nido de barro veis que allí cuelga rauda golondrina, ]ay! no es nido ni barro ni golondrina: el alma de un navarro es, que su Patria añora bajo el gran cielo azul de la Argentina. x -v Allá, en el corazón de mi Navarra, aquel piadoso y noble monumento, archivo y santuario, guarda historias sin cuento. Allí bellas princesas sepultaron sus glorias y su gracia. Allí vistióse de monjiles tocas la flor de la femínea aiistocracia. Aquellas doñas venerandas fueron las que su lustre dieron a la intima historia de ese asilo, donde, en vivir tranquilo, correr sus años como el Arga vieron. Tras el Portal de Francia, el mundo, con su tráfago y memorias; tras el sagrado muro, sepulcro de mil glorias, dulce vivir, pacifico y seguro. Así por siglos fue; por un divino ideal despreciaron el mezquino atractivo del mundo, polvo y nada... pues veían delante, en su camino, resplandecer como una llamarada el corazón sublime de Agustino. Hoy, rumor de colmena, de santificación, adentro suena. Las abejas de Cristo allí trafican. Su fervor multiplican, y murmullo de preces cunde y llena las arcadas solemnes del clausiro erguido y serio, las bóvedas augustas del real y grandio;-o monasterio. Herederas de aquéllas que vivieron allí siglos pasados, otras siguen sus huellas tras los mismos ideales levantados. Hoy, al decimoquinto centenario de la muerte del Águila de Hipona, conmuévese Pamplona, y de aquel santuario, que es un nido de tórtolas divinas, mirando a la florida Rochapea, un himno se levanta y en los aires se acrece y conmover parece la bóveda del cielo azul y santa. : -. • Yo, lejos de mi Patria, lo he sabido, y se me ha estremecido de gozo el corazón. Llegue mi canto donde no puedo yo. Siento que el llanto va fluyendo a mis ojos. Dulce Patria querida, hasta las mismas flores de la vida, • tan lejos ¡ay! de ti, tórnanse abrojos. FÉLIX-CRUZ UGALDE, Rosario de Santa Fe Corazotñsia LETRAS K EME MIMAS "Parce, Domine, parce populo tuol bien la escena: es la de todos aquellos que frecuentan la Gruta de Lourdes. Frente a las piscinas, mientras los pobres enfermos se bañan en aquella agua milagrosa que confirma las palabras de María en el cántico del Magníficat: "Bienaventurada me dirán todas las generaciones,,..., al exterior, con los brazos en cruz, con los ojos arrasados en lágrimas, con temor, con confianza, con angustia, con amor, las gentes de todos los países, de todas las edades, de todas las clases, lanzan una misma exclamación, eco de sus deseos, de sus anhelos, de su esperanza en el Dios que lo puede todo, en la Madre que lo es de pecadores, de enfermos, de desgraciados... ¡Parce, Domine, parce populo tuo! Ten piedad, ten compasión, Señor, de tu pueblo... Aquella humanidad que gime, que implora por los enfermos queridos, es un cuadro que no se olvida con facilidad... El cuadro tiene su aplicación en los tiempos que corremos. Véanlo mis lectores, y después de visto y meditado, a una todos, gimiendo, implorando con los brazos levantados al cielo y en los ojos lágrimas de dolor, de vergüenza, de santa ira, de propósito de la enmienda, clamemos los españoles: ¡Parce, Domine! Ten, Señor, compasión de tu pueblo... Parce populo tuo... ¿Qué piden los que que en Lourdes asi rezan? La saluz... Que los ciegos vean... Que los enfermos sanen,.. Que los sordos oigan... Que los muertos a la fe resuciten... ¡Que los ciegos vean! ¿Cuándo mejor que ahora podemos hacer nuestro ese grito que resuena en las montanas de Lourdes? ¡Señor! Que en lispaña los ciegos se multiplican, que son ya pocos los que ven con entera claridad... los que viven bajo la luz dulcísima que irradia de la Cruz. ¡Ciegos que van por derroteros peligrosos que conducen a un abismo,.. Ciegos que no ven, no quieren ver que caminamos por una senda que nos lleva a la inpiedad, al laicismo aterrador que amenaza a nuestros pobres niños españoles! ¡Señor! Que vean... Que vean ia verdad que emana de Ti... La verdad que encierra tu Iglesia... La verdad de la voz del padre de almas, del sacerdote, del prelado, de la prensa, que es portaestandarte de esa misma verdad que se opone a la mentira, a la falsedad de los que viven engañando... Que los enfermos sanen... Enfermos del alma... Enfermos agudos los unos, crónicos los otros, y son los peores... Existe una parte de la humanidad que padece de anemia moral... de indiferencia perniciosa, de cobardía espiritual... Se tienen por buenos... y en el fondo tal vez lo sean... pero el daño que hacen a la buena causa, al cruzarse de brazos, es incalculable. Podrían ayudar, y son un obstáculo... Se les habla del peligro que a la Religión amenaza, y dicen que sólo se debe de rezar y confiar en Dios... ¡Como si los que luchan y se aprestan al combate no pusieran su confianza toda en Aquel que sólo puede dar la victoria!... Pero también saben que Dios quiere la lucha, que el cielo se obtiene combatiendo, y que permanecer inactivos en los tiempos actuales, es una pusilanimidad culpable; es, digámoslo con todas sus letras, porque es preciso hablar claro, un egoísmo refinado, un afán de no perder en la contienda nada de bienestar, nada de su vida regalona, indigna de,un católico que ve tratan de herir a su Madre, que ofenden a Dios tantos malvados, y no se mueve ni se molesta, sino que deja impasible que perezca el Justo, y todo lo más que hacen es lavarse las manos como Pilatos! ECUERDO LA AVALANCHA ¡Que los muertos a la Fe resuciten! Son tantos los desgraciados por los que hay que pedir... "Yo soy la Resurrección y la vidaB, dijo Crislo. MARIA DE ECHARRI. NA mujer, una jovenalla, dos niños, un hombre y un perro. Todos en un carro mal entoldado, que un caballejo flaco, de lacias crines y angustiosos ojos, arrastraba penosamente. Era la compañía ambulante de titiriteros dirigida por el payaso Tururú. Cuando, hace años, llegaron por la feria a Aldemora, todos ¡os muchachos nos pusimos a saltar y a palmoiear, llenos de alegría. ¡Títeres, títeres! Esto y el paso de alguna compañía de soldados eran los grandes acontecimientos de entonces. Paró el carro en la posada, y junto al carro nos vimos todos, llenos de viva curiosidad. Tururú era sólo huesos, alto, moreno, cetrino; su mujer, rechonchita, gruesa, colorada y risueña; su hija, una niña de catorce años, tan flacucha como su padre y como el caballejo; los niños, hermanos de la niña, hijos por lo tanto de Tururú y de Maricorta la mujer, dos infelices criaturas muy pálidas, y al parecer, enfermizas; Joque, el perro, un barbián muy amigo de juguetear con todo el mundo, muy retozón y zalamero. ¡Vaya unas caras de hambre que tenía aquella pobre gente! Esto no nos inspiraba compasión, sino un invencible sentimiento de burla cruel y despreciativa. Entraron, uno tras otro, en la posada, cargado cada uno con un lío de trapos o un cachivache. El chiquillo, con un enorme tambor y una corneta; la niña, con unos grandes uros; la joven, con un talego; la mujer, con no se sabía qué envoltorio de colorines, y el hombre, con los palos, la mesilla y las cuerdas de sus ejercicios. —Yo no doy licencia tan y mientras no tengan la venia del señor cura, les contestó el alcaide cuando fueron a pedirle permiso para hacer en la plaza los títeres; y, por lo tanto, Tururú fue a casa del señor cura. Era D. Baltasar un hombre muy respetuoso, según decían en el pueblo. Llamó Tururú a la puerta de la casa del señor cura, y doña Petra, la hermana del sacerdote, anciana muy bondadüsa y reidora, hizo pasar al titiritero. —¡Ay, qué gusto; van a dar función!... Pues, mire, que a mí me gusta mucho... Pase, pase... Baltasar, aquí te busca este buen hombre... Entre, entre; ahí está, en ese cuarto, mi hermano—dijo la anciana. —¿Qué es eso?—preguntó D. Baltasar. —Buenos días nos dé Dios, señor cura—dijo Tururú. —¿Qué se le ofrece? —Somos artistas, que queremos dar una función de títeres en la plaza; así nos buscamos la vida. — Más parecerá que se buscan la muerte... porque andarán exponiéndose a cada paso a romperse la cabeza... Y bien, ¿qué desean? —La venia de usted, señor cura... porque el señor alcalde... —Dígame en qué consisten esos títeres que ustedes hacen. —Pues ejercicios en la maroma, saltos, juegos acrobáticos, prestidigitación y juegos de un perro domesticado. —Está bien; si usted me da su palabra de que nada hay de inmoral en la fiesta, dígale al señor alcalde que cuente con mi venia. Asegurando, no por una, sino por repetidas veces, que 267 nada había de peligroso en el espectáculo, despidióse Tururú del señor cura. El pueblo todo celebraba con alegría la fortuna de contar con aquella sorprendente diversión. Tan solo D. Cesáreo Robica, el ricacho, estaba furioso. ¿Pero saben ustedes por qué era? Pues se lo voy a decir: D. Cesáreo no estaba bien ni con nada ni con nadie, así en la tierra como en el cielo. [Qué hombres, qué hombres se ven a lo mejor en el mundo! Para D. Cesáreo todos éramos brutos y malos acá abajo; y allá arriba, según él, ni había ángeles, ni santos, ni Dios. Dábase una vida regalona, con los dineros que había reunido... ¡trabajando como un negro, o haciendo trabajar a los negros y a los blancos como negros en América! Era soberbio y egoísta... y ¡perro!, según decían los que estaban y los que habían estado a su servicio. El caso fue, que habiendo encontrado el tal D. Cesáreo al alcalde, le dijo que por qué dejaba entrar en el pueblo a gentuza, a personas de mal vivir, y por qué consentía las mojigangas de los tales títeres; y esto lo dijo por dos razones: la primera, porque no había ido el señor alcalde, como solía hacer otras veces, a pedirle consejo sobre el caso, y la segunda, porque el pobre Tururú había ido a casa de los ricos del pueblo, a pedir le dieran lo que tuvieren voluntad de darle... y D. Cesáreo, que mandó a Tururú a la calle con cujas destempladas, sin darle ni un perro chico, tenía que disculpar su avaricia. La primera función fue realmente famosa. Los dos pequeños, con sus trajes de gimnastas, almillas y calzón de color carne, con cuello y cintura azul llenos de lentejuelas, pasaron la maroma. Maricorta sostenía peso con los dientes, bolas de hierro y además a toda la familia. Tururú hacía reír, daba saltos de mono y tragaba sables, vomitaba cintos, escamoteaba bolas, realizaba prodigios. La joven bailaba..., y más que una tentación, era una penitencia ver a la infeliz. D. Cesáreo había cerrado todas las puertas de su casa y las maderas de las ventanas y balcones. Además había dicho casi a voces, poco antes y de modo que le oyera la gente: "Que aquéllo era una maldad, que sólo podían consentirla el alcalde y el cura..., —Ya ve usted, señor cura, ¿qué maldad hay en ésto? —díjole al señor cura un vecino, al hablar de lo dicho por D. Cesáreo. —No lo dice él por compasión hacia esos niños, sino por censurarme a mí, ¡que en este mismo instante desearía, pero no puedo, remediar el mal! ¡No puedo; no puedo! Además, que hay mucho de exageración en lo que dice D. Cesáreo... ¡Mal está, muy mal, que estos niños trabajen; pero cuida de ellos mucho su padre y están ya diestros en lo que hacen! Sin embargo, tiene razón ese herejote, y si Dios me diera modo de ayudar a esta pobre gente para que dejen esa peligrosa vida que llevan... Bueno; pues van ustedes a oír lo que pasó... ¡Qué! si parece cosa de Dios! ¡Y claro que lo fue! A cosa de las once de la noche, y por la mano criminal de un hombre que habiendo padecido mucho tiempo bajo el poder de L). Cesáreo quería vengarse de él, se produjo un incendio horroroso en casa del ricacho: el pajar, que era amplio y estaba muy cargado; la panera, la bodega de los vinos, empezaron a arder... La campana grande y el esquilón de la iglesia comenzaron a tocar; todo el vecindario acudió, hasta los chicos j nos echamos de la cama a la calle. Hízose un largo cordón de mujeres, desde la fuente a la casa del ricacho, y de mano en mano iban pasando los cubos de agua. Los mozos trabajaban en vaciarlos en la casa, subidos a las tapias del corral y a los balcones de la fachada. ¡Vaya una hoguera grande!... Iluminaba el resplandor rojizo toda una gran extensión; las llamas saltaban como demonios. —Ahora se tuesta ese condenado—decían. ^ ,-"; : —Así se achicharre... . •.._• - , t * ,;V —Las paga todas juntas... Todo esto murmuraba la gente; pero sin cesar de prestar su concurso todos para extinguir el fuego. No había ocurrido desgracia personal. Los criados, no 268 LA AVALANCHA muchos, de D. Cesáreo, se habían salvado. De éste nada se sabía; pero todos pensábamos que ya no estaría en la casa... ¡Nos engañábamos, porque no sabíamos bien lo que es un avaro!... Después se supo que, por no separarse de la caja de hierro donde guardaba sus caudales, hubiera perecido si el saltimbanqui, el pobre titiritero, valiéndose de su habilidad de gimnasta y exponiendo su vida, no lo hubiera evitado. Ambos, D. Cesáreo y Tururú, salieron milagrosamente del fuego; pero ambos mal heridos... y Tururú, moribundo, porque al poner en manos de algunos mozos el cuerpo desmayado de D. Cesáreo, un pesado madero, que se desprendió del ruinoso edificio, cayó reciamente sobre la cabeza del pobre gimnasta y le tiró al suelo - privado de conocimiento. A las tres horas volvió en sí; pidió al señor cura que le confesase y diese los Santos Sacramentos, y el infeliz murió como un santo. Aun recuerdo yo la horrible escena de dolor que allí se produjo entre su mujer y sus pobres hijitos. A cosa de las ocho de la mañana, D. Cesáreo, que había sido trasladado a casa del señor cura, abría los ojos espantado, y preguntaba: —¿En dónde estoy?... ¿Qué es esto? Simón, Basilio —gritó, llamando a sus criados. —Vaya, no alborote... Tranquilícese-, dijo el señor cura. —¿Cómo...? ¿El cura? ¿Qué hace aquí el cura? ¿Qué hace usted aquí? El señor cura entonces, con gesto imperioso y voz enérgica, le dijo todo lo que había posado, y añadió algo, poco, pero decisivo, referente a lo inestable e incierto de los bienes humanos. —¡La caja... la caja! —La caja está intacta... Aquí no vive entre ladrones... Del alma, del alma es de lo que ha de cuidarse... En esto D. Cesáreo saltó de la cama; porque realmente los síntomas primeros de axfisia que había empezado a sentir habían pasado, y las ligeras contusiones que había sufrido carecían de importancia —Debe usted la vida a Dios... que se ha servido del pobre titiritero para salvar a usted. —¡Ah!, vamos, ese tuno viene ahora dándose aires de salvador... ¡No hizo nada, bien me acuerdo! Querrá cobrarse. —Calle, ingrato... ya ha cobrado, seguramente; ya se ve pagado espléndidamente... — ¡Cómo! ¿Quién se ha permitido disponer de lo mío? •—gritó con furia D. Cesáreo. —¡Nadie! El pobre saltimbanqui acaba de fallecer en gracia de Dios, y estará en el cielo recibiendo el premio por su caridad... Ha muerto como un bienaventurado... ¿Por qué usted no se postra ame Dios, que acaba de . darle tan terrible aviso?... D. Cesáreo, hecho una fiera, empezó a vocear, pidiendo que llamasen a sus criados y -disponiéndose a salir; pero, de pronto, un terrible y agudísimo dolor de vientre le detuvo; fue como una puñalada... El ricacho se puso malísimo, y en estado de tal gravedad que hubo necesidad de llamar apresuradamente al facultativo. —¿Qué ha bebido usted?—preguntó éste—, ¿qué ha comido? — ¿Beber? ¡Ah!... sí, recuerdo que, sofocado por el calor, bebí de una botella que hallé en la habitación... —La bebida que me dio el boticario para las ratas— exclamó uno de los criados de D. Cesáreo—. Era para rociar con ella tocino y queso... No olía mal, ni sabía mal; pero era un veneno terrible. —[Claro! Este hombre no tiene salvación—replicó el médico—. Que disponga su alma... Entre el terror, la desesperación rabiosa, los dolores, la codicia, los demonios todos le atormentaban... El señor cura, armado de valor cristiano, luchó con aquel infeliz... Seis horas estuvo con él... al cabo de las cuales, D. Cesáreo se confesó, y poco después recibió los Santos Sacramentos... y murió. Sin duda, por secreto de confesión, parte de los bienes de D. Cesáreo, que era riquísimo, debieron servir para alguna restitución; el resto lo dejó a la familia del pobre saltimbanqui Tururú, la cual, desde entonces, quedóse a vivir apacible y regaladamente en el lugar. JOSÉ ZAHONERO. NUESTROS GRABADOS Atrio del convento de Religiosas Agustinas de San Pedro, en Pamplona.—En este convento de Agustinas, que se levanta en las afueras de la ciudad y cuyo origen data del año 1247, se han celebrado grandes fiestas durante los días 20 al 28 de agosto último, en honor del gran doctor de la iglesia San Agustín. La fiesta más sobresaliente por su gran solemnidad y concurso de fieles fue el día 28, festividad del Santo y en que se cumplían quince siglos del tránsito de su alma al cielo, en la cual celebró Misa de Pontiñcal el ilustrísimo y Rvdmo. Sr. D. Nicanor Mutiloa Irurita, obispo de Barbastro y benemérito hijo de Pamplona. Bendición de la traída de aguas y alumbrado público, en Beruete.—El pueblo de Beruete, perteneciente al Valle o Ayuntamiento de Basaburúa mayor y del que nos ocupamos en nuestro número del 24 de julio último, ha llevado a efecto importantes mejoras en aquella localidad, cuales son el abastecimiento de aguas y alumbrado público; obras que se han ejecutado bajo los planos y dirección del ingeniero D. Miguel Erice, ascendiendo su coste a 141.080,07 pesetas, y que fueron inaugurados solemnemente, con asistencia de las autoridades locales y de l;t provincia, el día 20 de abril de 1930. Representa nuestra fotografía el momento en que el párroco de Beruete D. Agustín Villanueva e Iribarren bendice las obras desde la plaza pública. WESA REVUELTA En favor de "La Avalancha,,—La piadosa y distinguida señorita Carlota Lacadena, de cristianísima familia, entusiasta de nuestra publicación como sus hermanos, entre los cuales figura el celoso párroco de Sorauren D. Juan, todos los cuales honran la lista de suscritores de nuestra revista, falleció santamente el día 13 de mayo, último, disponiendo se entregue en su nombre, para ayuda de ios gastos de LA AVALANCHA, un donativo de cien pesetas, que hemos tenido la satisfacción de recibir. Dios Nuestro Señor sabrá premiar este generoso recuerdo para nuestra prensa, y esperamos que el hermoso ejemplo de tan virtuosa señorita ha de impulsar a otros católicos navarros a favorecer con sus donativos las necesidades de la prensa católica. El homenaje al R. P. Vilariño.—Este apóstol infatigable de la Verdad, trabajador incansable, escritor fecundísimo y admirable, va a celebrar este año sus bodas de oro con la ínclita Compañía de Jesús. Los millares de admiradores de este espejo de religiosos quieren expresarle, con tan grato motivo, su cariño y su gratitud. En la reunión celebrada por la "Comisión pro homenaje al P. Vilariño,, se acordó retrasar el homenaje hasta el otoño, aunque la campaña de organización comenzó el 14 de agosto, fecha de la entrada real del P. Vilariño en el Noviciado de la Compañía, pero por no tener la edad canónica no se hizo la computación hasta el 1 de octubre. El acto principal del homenaje será una reunión pública y solemne, en que se leerán algunos trabajos de varios ilustres escritores que se publicarán en un libro lujosamente impreso. LA A V A L A N C H A % i 269 A LOS S E M I N A R I S T A S ¿ Ü ! 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