La Avalancha : revista ilustrada. Año 36, n. 851 [i.e. 852] (8

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Año XXXVI
Pamplona 8 de septiembre de 1930
- O U G A N O —
DE LA "BIBLIOTECA CATÓLICO-PROPAGANDISTA,
La Natividad de Nuestra Señora
Nüm. 851
ADMINISTRACIÓN, ESTAFETA, 31
DIRECCIÓN, NAVAS DE TOLOSA, 23, 2.*
otro, "aficionado,,; aquél, católico a machamartillo; éste,
más atolondrado, más ligero de cascos o calavera que.republicano federal, y por añadidura, racionalista, como él
se ufana en cacarearlo a troche y moche.
de septiembre. La fiesta jubilosa de la
Aquél es el mentor y éste el alumno. Y al declararle
Natividad de Nuestra Señora la Santísima
el primero al segundo, desde el delicioso sitio campestre
Virgen María; día que, aunque ya no es de
en donde están medio tumbados, los nombres y las semfiesta obligatoria, se guarda como tal (aunque
blanzas de las villas, pueblos y lugares, montes, valles y
no caiga en domingo)
picachos, golfos, playas y cordien innumerables pueblos de Espalleras, santuarios, castillos y ruinas
NAVARRA
ña. Nuestia patria amadísima es la
que desde tan delicioso mirador
nación mañana por excelencia; Esestán viendo, con tanta delectapaña es el país de las ermitas a la
ción, los dos compadres...
Santísima Virgen consagradas, y
Pero, oigamos algo de lo que
el día de la Natividad o nacimiendicen:
to de Nuestra Señora es en esta
—" Desde aquella cadena de petierra de María Santísima el día
queñas lomas que forma como un
clásico de la fiesta de las ermitas,
hermoso miradero, descúbrese el
Por lo cual, si tan jubilosa es en
feraz llano del Ampurdán y el estodas paites la Noche Buena, nopacioso golfo de Rosas, donde mueche en que solemnizamos la Navire el Fluviá, junto a los famosos
dad, la Natividad o el Nacimiento
restos de la famosa Ampurias.
del Salvador, jubilosa es también
Allá, al extremo, dominada por el
en casi toda España la mañana,
tan nombrado castillo, cae la villa
jubilosa la tarde v jubilosas las vísde Figueras.n
peras del Nacimiento de la Virgen,
—"In illo témpore, villa de muen centenares de pueblos y en micho contrabando.
llares de campos rasos, valles y
—Y hogaño también; que de
cerros, cañadas y hoces, collados
por allá nos traen tus amigos y
y montañas.
camaradas no pocos fardos de gé¿Recordáis los famosos "Diáloneros filosóficos, algún tanto avegos literarios,, del gran Coil y Vehí,
riados y de ilícito comercio.
rico y delicioso panal de literatura
—Tengamos la fiesta en paz. ¿Y
de la más castiza cepa castellana,
aquel otro castillo?
aunque era catalán el autor insig—Es una ermita.
ne de lan sabroso libro?
—Dale bola con las ermitas.
—Mas de treinta podemos conHablando están los dos insepatar desde aquí. Tiende la vista por
rables amigos dialogantes, entramtodas partes, y doquiera que desbos jóvenes y robustos, aunque
cubras algún risco o picacho que
hombres ya hechos y derechos;
UJUÉ.=Detalle exterior de la iglesia de Santa María
se avecine con el cielo, ten la seentrambos de buen humor y con
Foto. Roísin
guridad de que lo corona y protealgo y aun mucho de socarrones,
je un humilde santuario dedicado
como el simpatiquísimo Bachiller
a la Madre de Dios y de los hombres.
Sansón Carrasco; entrambos de noble condición; entrambos enamorados de las buenas letras y de las no—Restos de fanatismo, que por fortuna van desapables y liberales artes; el uno, maestro en literatura, el
reciendo.
258
LA A V A L A N C H A
—Testimonios de piedad, cuyas huellas no desaparecerán jamás de esta bendita tierra en que reposan los
huesos de nuestros antepasados.»
Hasta aquí et clásico, el cervantista, el gran literato y
gran catalán Coll y Vehf, según cuyo honrado testimonio, sitios hay en Cataluña desde donde los ojos pueden
ver, sin catalejos, nada menos que treinta ermitas a la
Santísima Virgen dedicadas.
Lo que en rica prosa decía aquel gran catalán, lo cantaba en magníficos tercetos por aquellos mismo días (que
por más señas eran los de "la gloriosa,,), el cinco veces
navarro D. Francisco Navarro Villoslada, en su preciosa
canción de las ermitas.
Allá, en la oscura Albión, quintas contemplo
Del verde campo escándalo y adorno,
Moradas del placer, del arte ejemplo.
Mas de alcázar y parques veo en torno,
Chozas de yerto hogar que no dan humo,
Gentes que mueren de hambre en el contorno.
No sabe el español, según presumo,
Gozar sin que otros pechos se alborocen, ,
De solitaria dicha hacer consumo.
Locos caballerescos se conocen
Aquí, no del deleite cenobitas
Que su ventura en murallar se gocen.
Palacios de opulentos sibaritas
No ostentan nuestros campos solitarios;
Pero hay en cambio altares, hay ermitas.
Y la piedad. Fecunda a maravilla.
Cuaja de ermitas campos y lugares,
Los bosques, el peñón, del mar la orilla.
Por eso nuestras quintas son altares;
Y si alcázares rústicos nos faltan,
Hay para el pobre asilos a millares,
Y desde el pico en que los corzos saltan,
A la campiña en que se duerme el río,
Santas ermitas nuestro suelo esmaltan.
¡Qué dulce es ver tu altar, oh Virgen pura,
Y que desde él me diga tu mirada
"Por mí se va al amor y la ventura,,!
Yo adornaré con flores tu morada,
Yo regaré con lágrimas tu suelo,
Yo encenderé tu lámpara apagada.
Y ardiendo en gratitud y en santo celo,
Desde esta cumbre que a lo grande excita,
Bajo la inmensa bóveda del cielo
Yo cantaré tu solitaria ermita.
¿Habéis oído a Coll Vehí y a Villoslada? Pues escuchad ahora lo que escribía nuestro Sarda y Salvany, que
se ufanaba llamándose discípulo de aquellos dos sapientísimos maestros.
"En tal día como hoy se suele celebrar en España la
fiesta patronal de los santuarios de ta Madre de Dios que
no tienen advocación especialmente relacionada con otra
fiesta del año.
«Esta fiesta de los santuarios y ermitas no la ha señalado para tal día la Liturgia, ni la marca el calendario
oficial, ni la dictó precepto alguno de la Iglesia. El pueblo se la inventó por su propia cristiana inspiración;
fiesta campestre, fiesta popular, fiesta de las alegres
romerías.
wVedlos esos rústicos palacios de la Madre de Dios:
nuestra tierra, toda España los tiene con maravillosa profusión; en cada hondonada de sus valles; junto a los muros de sus ciudades más opulentas; en el término jurisdiccional de sus aldeas más oscuras; magníficos y vastos
unos como catedrales; humildes y apenas perceptibles
otros, como nidos de golondrina, pero siempre colmados
de dádivas y ofrendas; embalsamados siempre con la fragancia de la piedad popular; ricos siempre de beneficios
de la mano de Dios por intercesión de la Reina de los
cielos; engalanados, como con guirnaldas de flores, con
todos los encantos de la tradición y de la cristiana poesía.
„ Dulce y apacible soledad rodea de ordinario estos sencillos edificios; silencio sólo interrumpido por el gorjeo
de las aves y por el susurro y "Letanías», no se suspende todo el día ante las benditas aras. Brilla en espléndido desorden la iluminación, cuajadas de cirios de todos
tamaños las verjas y gradería; el buen sacerdote o guardián no se da punto de reposo para recoger de manos de
de todos el tosco, pintarrajeado "exvoto,,, el busto de frágil cera, la muleta o la venda; y el de la última enfermedad, las trenzas que por devoción se cortó y ofrece la
piadosa doncella, y tal vez la espada o el casco de metralla, recuerdo de jornadas sangrientas, o la tabla o el
sombrero marino de hule, testigo de las horas angustiosas de la borrasca en alta mar.
..¡Dichoso pueblo y hermoso pueblo el nuestro!¿ Quién
le na enseñado todo eso, sino la fe, la honda fe, el amor,
el entrañable amor de su cristiano corazón? ¿Qué teólogos le han inculcado esa teología? ¿Qué maestros de
rúbricas le dictaron ese modo de expresarlas con tales
ceremonias?
¿Para toda la comarca es día de júbilo la fiesta de la
ermita o santuario patronal. A ríos corren de las aldeas
y villas vecinas los visitantes... El día 8 de septiembre es,
por excelencia, la gran fiesta popular y campestre de la
Reina de los cielos. La que gusta llamarse, en los libros
sagrados, flor del campo y lirio de los valles, diríase que
tiene especial predilección por esos rústicos oratorios,
según ha querido dejar en todos ellos como su huella
celestial...„
Hasta aquf Sarda y Salvany.
El que ame de corazón a esta patria tan gloriosa, tan
católica (¡la más católica del mundo entero!) y tan mariana y tan marianísima, asistirá en espíritu cada año, en este día, a todas y cada una de esas innumerables ermitas
españolas a la Santísima Virgen dedicadas, alegrándose
al contemplar tanta devoción a la Madre de Dios y de
los hombres, gozándose en la fe de España, y pidiendo a la misma Santísima Virgen que por el amor que la
tuvieron nuestros padres (que tantos y tantos monumentos marianos nos legaron), ampare, socorra, proteja, bendiga y prospere a esta nación, para que corroborándose y
y acrecentándose en todos los pueblos de España la más
castiza devoción a Nuestra Señora, "crescamus in illo
qui es caput nostrum,, va/ainos creciendo en Cristo, que
es nuestra cabeza, y al cual corresponde la soberanía sobre España y sobre todo el universo, porque es "super
omnta Deus benedictus in saécula. Amen.»
Pero sobre todo, por Ti suspira mi corazón en este día,
oh Santísima Virgen de Montserrat, cuyo magnífico templo es la catedral de todas las ermitas españolas. A Ti
corre, a Ti vuela mi pensamiento, y en tan sagrada y milenaria mansión, y en compañía de infinitas almas españolas, solemnizo todos los años, desde mi soledad, la jubilosa fiesta de tu gloriosa Natividad o nacimiento.
CHAFAROTE.
RASGOS DE LA PATRIA
La actitud de los españoles
que hay en España un grupo
selecto y numeroso de ciudadanos honradísi»
mos, ecuánimes y patriotas, dispuestos en to~
do instante a servir a la Justicia sin dejarse
influir nunca por lo que llamó Mella ia musa
temblorosa del miedo; antes, con fortaleza, resolución
y valor, se pondría a las órdenes del caudillo que acre»
NDUDABLEMENTE
LA AVALANCHA
ditara reunir las cualidades necesarias para defender a
Dios y a España contra todos los enemigos declarados
o encubiertos.
Pero es indudable que un examen, aunque sea ligero,
descubre hoy, en España principalmente, dos grandes
sectores ciudadanos: el agitado por la rebeldía continua
y el dominado por la prudencia excesiva.
En realidad, podría distinguirse además otra falanje importante de españoles que, sin ser rebeldes, tampoco pueden ser considerados como prudentes, y menos aún como selectos, porque su actitud se reduce a procurar buenas cosechas o negocios, a pagar poca contribución y a
disfrutar mucha paz y tranquilidad, para que la riqueza se
desenvuelva bien; pero como esta falanje está lejos de la
indisciplina social, y seguramente que un período revolucionario le haría temblar de miedo, de ahí que debamos
incluirla en el sector de los prudentes, aunque hoy no se
manifieste contra la Revolución, sin duda ninguna, por incomprensión o inconsciencia, o sea por no ver aún los
males de la revuelta, a pesar de odiarlos tanto.
Los rebeldes, porque gritan más que ninguno y saben
meter más ruido que todos, y profieren blasfemias y lanzan insultos, y alteran la paz y perturban el orden y agi=
tan a las masas, parecen los dueños de España; y dentro
o fuera de la ley, y abusando de la benevolencia que con
ellos suelen tener los gobiernos y que ellos no tendrían
con nadie, se encaraman, sea como sea, a las tribunas de
las academias y ateneos revolucionarios, en ias cuales y
en las columnas de la prensa libertaria predican descaradamente sus doctrinas subversivas y amenazan con desórdenes que amedrentan al país, y deprimen al crédito público, y deprecian la moneda nacional, y llevan la intranquilidad y el sobresalto al pueblo, con peligro de una catástrofe espantosa.
y todo por el capricho de traer la República a España.
Como si solo con el advenimiento de la República adquiriera su valor la peseta, y se saneara la Hacienda pública,
y se fomentara la cultura, y aumentara el progreso nacional,
y mejoraran, por tanto, las costumbres y la felicidad del
pueblo, que es y debe ser el ideal de la política, y preci»
sámente, tenemos muchísimos, casi como un artículo de fe,
que con la instauración de la República española se agra=
varían notablemente todos los males de nuestra patria; en
tanto grado, que sería lo más probable que España cayera exánime por los abismos de la demagogia y de la anarquía más desenfrenadas.
Aun causa mayor extrañeza la actitud de los caballaros de la prudencia; los cuales, siendo los más y disponiendo de grandes energías, dejan que los rebeldes levan*
ten el grito y se hagan los amos del cotarro, y que, desde
tribunas sostenidas con dinero de la nación, sojuzguen al
pueblo y preparen la revuelta que nadie quiere, si no es
los pescadores que desean buscar su ganancia en las
aguas cenagosas del río revuelto, y mientras tanto, los
prudentes y sus adláteres, con censurable apatía o con
miedo infundado, ven avanzar la ola revolucionaria, cada
vez más alta, crespa y embravecida, sin arrestos para salirle al encuentro, ni aun siquiera para ponerse en pie con
resolución, lo cual, quizá, bastaría para desbravar a la fiera, que es tan fuerte con el débil como débil con el fuerte,
y sin considerar estos prudentes que la prudencia tiene
sus límites, y que más tarde o más temprano hay necesidad de hacer frente a la rebeldía sí no se quiere sucumbir
ante ella, y que la lucha es más fácil antes que después
de la Revolución.
La actitud de los ciudadanos españoles resulta incomprensible, y no le encuentro punto de comparación con
otras observadas en la historia patria.
Desde luego que podría hallarse alguna semejanza en
aquella época durante la cual los agramonteses de un
lado, y los beaumonteses de otro, empujaban a Navarra
por rutas que, de no abandonarlas oportunamente, sólo
podían conducir al desquiciamiento y a la ruina de la
patria.
Pero tanto el bando agramontés como el beaumontés
estaban bastante equilibrados en fortaleza y arrestos, lo
cual no sucede con los revolucionarios y antírrevolucionarios de la España actual, y además ambos bandos na-
259
varros buscaban la legitimidad monárquica, aunque por
caminos diferentes, y ninguno de ellos pretendía volver la
espalda a los principios fundamentales de la sociedad. Es
decir, que los dos partidos, agramontés y beaumontés, eran
católicos y monárquicos, lo cual no son los revolucionarios de nuestros días, pues aunque algunos de éstos se
presentan como religiosos, defienden ideas condenadas por
la Iglesia, y a pesar de que hay quienes no reniegan de la
Monarquía, sin embargo, hay quienes ofenden al Rey, al
cual pretenden convertir en una figura decorativa despreciable, después de haberle desprestigiado en forma que
castigan todas las naciones monárquicas; de modo, que
los aludidos agravian al Monarca tanto o más que los republicanos, aunque, para disculpar su osadía, inventan
ficciones legales despreciables.
Más parecido encuentro en la difícil situación creada a
Navarra durante la menor edad de D.a Juana I, por los
bandos irreconciliables que se disputaban la supremacía
política, porque, aun cuando todos ellos eran católicos y
monárquicos entusiastas, sin embargo, (os partidarios de
García Almoravid combatieron descaradamente las banderas de la Reina, si bien, para disculpar su conducta, inventaron la ficción de llamar a Juana I la Trocado', alegando, que no atacaban a la Reina, porque la legitimidad
dinástica había sido escamoteada por otra niña, trocada
en el momento de nacer; y así creían justificar su actitud
contraria a la Corona, sin desacatar a la Monarquía legí=>
tima. La lealtad de estos antiguos monárquicos navarros
sería tan aceptable como el monarquismo de ciertos políticos de la España actual, los cuales, sin declararse aún
republicanos, combaten a la Monarquía para defender algunas lucubraciones constitucionales que ellos entenderán, si las entienden, pero ya nadie más que ellos.
En lo que es fácil que tengan mucha semejanza las situaciones históricas recordadas, es en lo funestas que re*
sultaron para Navarra; así como también sería probable
que estas situaciones se pareciesen a la que actualmente
soporta España, con la actitud adoptada por los llamados
rebeldes y por los prudentes exagerados; porque aquéllas
impiden el verdadero progreso, dificultan la vida nacional
y llevan directamente a la ruina de la patria, y es este el
desenlace fatal que debe esperarse si no se remedia oportunamente la catástrofe que amenaza a España.
Felizmente, hay en España núcleos de ciudadanos, políticos o no políticos, servidores incondicionales de la justicia y de la patria, ya recordados anteriormente, que hacen por lo menos concebir la esperanza de que podrían
atraer a los prudentes para, en momentos de gran peligro, formar entre todos un bloque, sin aspiraciones partidistas ni otro ideal que el de evitar la catástrofe de España, a que la conducirían los rebeldes llevándola por el ca«
mino de la demagogia, que es el de la anarquía y el caos.
JUAN P. ESTRBAN Y CHAVARRIA.
A VUELA RLUiVIA
OR la gran avenida central del
balneario hace su entrada triunfal todos los días, a las tres y
cuarto de la tarde, ni minuto antes ni minuto después, el cartero
de Zuazo-Amarinda, la balija a la
espalda y vara en mano.
Pausadamente, como, quien
no tiene prisa, sabe que llega a
tiempo, y majestuosamente, como quien va desempeñando una
misión oñcial, cruza la avenida,
ajeno a todo y a todos.
Alto y bien formado, su cara
tostada
por el aire y por el sol,
P, ROÍ KÁFMÍ S
pulcro en su porte, marcial en su
continente, apenas aparece su silueta, dan ganas de sacar
el lápiz y hacer un esbozo de su regia figura.
LA
260
AVALANCHA
A la legua se ve su abolengo militar.
Lo que no se ve a la legua, ni a la media legua, ni a un
cuarto de legua, es lo que lleva dentro del alma. Hay que
ponerse al habla con él para adivinarlo.
Porque, por añadidura, de lejos infunde respeto, hijo
de la admiración.
Y lo que lleva dentro de! alma es un gran filósofo con
un corazón de niño.
Es mucho hombre el cartero de Zuazo-Amarinda.
¿Saben mis lectores la razón de su despaciosa marcha?
Porque en la vida hay que llegar al fin, pero, aun tanto
como esto, hay que llegar a tiempo.
Si se llega antes, hay que esperar, y el que espera, o
se aburre o se desespera.
Si se llega después, no se ha llegado del todo, porque
se ha llegado malamente. Llegar tarde no es llegar bien.
Llega bien el que llega a tiempo.
Y para llegar a tiempo no hay que correr. El que corre
se cansa, y un hombre cansado es un hombre al agua,
mucho más si, después de llegar, tiene que desandar el
camino.
El secreto para llegar a tiempo es calcular bien la distancia a recorrer y las fuerzas de uno. Hecho el cálculo,
se empieza a andar con el tiempo preciso por delante.
Él tiene que recorrer diariamente catorce kilómetros.
En esos catorce kilómetros de su demarcación tiene
que visitar doce pueblos.
Y entre esos doce pueblos viene a dejar por día cuatro
o cinco cartas y cinco o seis periódicos.
¿Retribución que el Estado le da? Nuevecientas pesetas al año.
No se dirá que la nación despilfarra con el cartero de
Zuazo-Amarinda.
Pero ¡qué se le va a hacer! No todos han de ser marqueses ni condes.
En la vida tiene que haber de todo: águilas que se remonten sobre las montañas más altas, y culebras que se
arrastren por la tierra.
Ni todos han de'comer lo mismo: semillas come la paloma, mosquitos la golondrina, liebres y conejos y perdices el aguilucho.
Y cada uno tiene que conformarse con su suerte. Porque, en último término, aun hay quien tiene menos y lo
pasa peor.
Con salud, que no falta; gana de andar, que se tiene, y
con Dios, que todo lo paga a su hora, ¿qué más se puede pedir?
Esto es ser todo un filósofo de la vida, ¿no?
Se me olvidaba: habla con tanta corrección como un
castellano viejo, y es alavés, y viste en su pobreza con la
pulcritud de un procer. Ni una mancha, ni una arruga;
menos todavía un roto sin zurcir.
Sólo tiene una pena. ¿Quién no las tiene en la vida?
¡Si él pudiera colocarse en Vitoria! Aunque fuera con
^igual sueldo, con tal que fuera fijo. Porque en Vitoria tiene a su madre y a su hermana. Comerían su pobreza
juntos, se darían mutuo calor, podría cuidar y mimar a
su madre y a la vez recibir sus caricias.
Cuando me habla de ello, tiembla su voz y se velan
sus ojos.
Es muy grande el alma del cartero de Zuazo-Amarinda; tiene, además, ternuras insospechadas.
Al cabo de sus cuarenta y tres años discurre como un
filósofo y siente como un niño.
Me he sentido yo conmovido profundamente.
Me he declarado su admirador y su amigo.
¿Cómo no? No tengo de filósofo tanto como él; tengo
el corazón casi de tan niño como el suyo.
Yo aseguro, que si tuviera influencia bastante para aliviarle su pena, Eladio García Araguren, así se llama, tendría muy pronto la colocación que desea, apenas hubiera un hueco por donde meterle en Vitoria.
Como no la tengo, pido a Dios que premie su resignación cristiana y su filial amor colmando sus deseos.
M. DE STA. CATALINA.
Zuazo, 1930.
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A San Pedro Claver
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de la Compañía de Jesús, Apóstol de los negros 1
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¡Como el sol más espléndido biilla,
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Hoy, q u e rotos tus lazos por
fin,
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Te asentaste, oh Claver, en la silla
r '
.- ' ' 'Q u e vio Alfonso adornar para Ti!
Tiono eterno de luz que el inmundo
._
Satanás por su orgullo perdió.
Él, subiendo, bajó hasta el profundo;
..'
' Tú, bajando, subiste hasta Dios.
.•
Sube, sube al altísimo templo
'• - D6 resuena este canto inmortal:
- <
"Salve, Apóstol de humildes ejemplos;
Tú por siempre exaltado serás.
:
- BLa que ciñes florida guirnalda
Se ha tejido en tu vida de cruz,
Y ese manto que ondula en tu espalda
Lo esmalió tu pureza de azul.
"• - - BTú venciste al sangriento lirano
Que encadena al mortal a sus pies,
" .
Y al cénit te levantas ufano
Sobre el mundo, la carne y Luzbel.
„ ,-; ,__ ..
,,Cerco estrecho es Europa; ya inflama
A otios mundos tu celo voraz;
Así cunde en el bosque la llama,
Así extiende sus linues la mar.
...
..Otros buscan las venas del oro,
Que no extinguen la sed interior;
Tú, de sangre preciosa el tesoro
Que vertió el divinal Corazón.
.>
• ;
„—Almas, almas, tu voz repetía; •":'" - •- .:'
Almas quiero que dar a mi Bien.— '-':•*•- - ~ ' ~~
Y de Libia una voz respondía:
,. . '
—A millares vendrán a tus pies.—
• (
" . / ;'
nY a millares del África vienen
Con sus frentes que el hierro marcó;
- _V\.
De tus brazos, pues madre no tienen,
Van pasando a los brazos de Dios.
«Así, en turbios vapores, el agua
Q u e se filtra en la tierra va al mar;
A s í , el o r o q u e b r i l l a e n la f r a g u a ,
Luce luego en magnífico altar.
Flores eran las llagas hediondas,
Y San Lázalo, hermoso jardín;
.
.
.
Tanta horrura, aromáticas ondas:
. ,
Asco tanto, vistoso matiz.
«Traed dalias, violetas, jazmines,
Cuantas flores el mayo esparció;
Ya sus plantas formad, serafines,
Rica alfombra de eterno verdor.
••
;'
,,Si al leproso tu manto cubría,
*•.••"
Hoy te inunda beatífica luz;
Este hermoso himno de nuestro insigne colaborador el P. Sola,
jesuíta, lo reproducimos, en !a fiesta de San Pedro Claver, del p r e cioso libro "El Trovador de Cristo-Rey,,, q u e ha publicado la exce
lente 'Biblioteca Lux M , que recomendamos a nuestros lectores —
(N. de la R.)
•
LA AVALANCHA
Si en tu seno el esclavo dormía,
En et seno de Dios duermes Tú.
,,Asia, turcos; herejes, Europa-,
Negros, África; América da
Pecadores, que en fúlgida tropa,
Reengendrados por Ti, te dirán:
„—Padre santo, Claver inocente,
Si ángel soy, no demonio, es por Ti;
Por Ti brilla mi límpida Frente
Y me asiento al eterno festín.—„
Calla el himno, enmudece la tierra,
Habla sólo el Pontífice Rey
Con voz grande que el báratro aterra:
¡Gloria a Dios y al segundo Javier!
\
'.
. .
•.
JUAN M.« SOLA,
S.J.
POR TIERRAS DE GUIPÚZCOA
Una visita a Aránzazu
l
t
261
profesan especialísima devoción a la Virgen de Aránzazu; se la profesaba el pueblo y se la profesaban los hombres que sobre el pueblo se destacaban y que vienen a
ser como figuras representativas de nuestra historia..
Ya en 1514 los celosísimos Padres Franciscanos entraron en quieta y pacífica posesión del santuario.
Los primeros años del siglo XIX fueron funesiísimos
para la Comunidad y el monasterio. En efecto, el año
1809 quedó suprimida la Comunidad Franciscana, en virtud de un decreto napoleónico. No obstante, quince religiosos, naturales de Oñate, siguieron en el santuario; pero el 24 de abril de 1811 fueron deportados a Francia,
quedando abandonado y solo el convento.
Con otras muchas vicisíiudes, el 12 de septiembre de
1822 los constilucionales saquearon brutalmente el convento y prendieron fuego al mismo. Con el restablecimiento de las cosas políticas pudieron gozar los Franciscanos de Aránzazu algunos años de paz. Pero aquello no
era más que la calma que precede a la tempestad, pues
en agosto de 1834, por orden del general Rodil, fue quemado por completo y reducido a un montón de escombros el hermoso convento, pereciendo entre las llamas,
obras maestras de Murillo, Hernández, etc., etc. Una vez
más encontró asilo la Virgen de Aránzazu en la noble villa de Oñate —convento de Vidaurrela—permaneciendo
allí hasta el año 1846, en que se restituyó al santuario.
En 1878 se formó de nuevo la Comunidad Franciscana,
bajo la presidencia del R. P. Esteban Epelde, y la restauración—empezada entonces—ha continuado sin interrupción hasta nuestros días, merced a la generosidad de
los devotos y al entusiasmo y la abnegación de sus tradicionales custodios.
A impetuosidad orográíica avanza apocalípticamente. Son las vanguardias de
Vasconia: Urquiola, Aralar, Gorbea,
Alona. En las cimas de estos montes,
en una caverna o en un templo, se ha
encontrado siempre el secreto de Aitor. Un espíritu misterioso—digámoslo con palabras del Beato Juan de Parma—"empuja a los vascos hacia las
cumbres de los montes,. Euskeria es
eso: altitudes, cumbres, elevaciones. De ahí su piogreso
en la vida material, espiritual y religiosa.
En la actualidad Aránzazu es un lugar de amenísimo
¡Qué bien, aquí, la evocación de los pensamientos clay placentero reposo, al que se llega desde Oñaie por
ros, musicales, exclusivos de Fr. Luis de León! La cumuna serpenteada carretera, cortada, en su derecha, por
bre airosa tiene por su espalda el
verdegay de dormidos barbechos
y labranzas, anchos contornos de
soledad. La cumbre airosa describe su alegórica rama de parábola
como ruta de ambos infinitos.
Y la cumbre es—aunque no lo
sea orogáficamente— Aránzazu.
Aránzazu remontóse sobre el Aloña, partiendo de Oñate—la villa
señorial y remansada,—y con él
treparon el baserritarra, el itxas~
guizon, el errikoseme. ¡El Alona!.
"En tus hayales—ha dicho un erudito franciscano—cantan y hacen
sus nidos los malvises; en los huecos de tus peñas, los gavilanes y
sus víctimas, las inocentes golondrinas; en tus prados travesean
los corderos junto a sus madres, y
relinchan las yeguas que, en sus
jubilosas carreras a través del campo, huellan, con sus penetrantes
cascos sin herraduras, más pastos,
que pacen..
AKANZAZU (Guipúzcoa).—Ultima capilla del Santu Rosario
Para el sencillo aldeano como
Fototipia Thomas, Barcelona
para el blasonado señor, Aránzszu es la mansión de paz y ventura, el lugar de oraimponenies y abruptas alturas, frente al Alona majestuoción y recogimiento. El significado—glorioso, antiquísiso y ceñudo en su soledad.
mo—de ia Virgen del Espino está en el "lo, loB de las
Fácil es comprender cómo ha podido obrar sobre el
•canciones de cuna, en el entusiasmo y coraje épicos de
espíritu de los pacíficos habitantes de aquellos valles la
•oñacinos, y "gamboinosw, en los cantos populares, en
sublima aparición ocurrida al pastorcillo Rodrigo de Ballos personajes legendarios. Como los santuarios de Bezátegui, y cómo, andando el tiempo, la devoción de Vasgoña y de Estfbaliz, Aránzazu es una mansión bendita de
conia, la devoción de España, ha formado allí, en lo alto,
piedad donde se enfervorizan cuantos lo visitan.
el corazón de un santuario, al cual se asciende a través de
¿En qué año el pastorcillo Rodrigo de Balzátegui se
monumentales estaciones (nuestro grabado representa el
vio regalado y favorecido por la aparición misteriosa de
quinto misterio glorioso) diseminadas, cual remansos,
una imagen que se erguía sobre espinos? No se sabe.
en la empinada carretera. Hasta llegar al santuario todo
Pero es indudable que el hecho ocurrió en la segunda
es pintoresco, todo es interesante, incluso las condiciones
mitad del siglo XV. Porque ya en la centuria XVI—esde vida de los "casheros, perdidos en el valle o en la
cribe el ilustre cronista D. Carmelo de Echegaray —
colina, que son todavía—¡como cuando el pastorcillo!—
•consta por múltiples testimonios que los guipuzcoanos
fruto de afanes y de privaciones que a menudo acompa-
262
LA
AVALANCHA
ñan una existencia desde la adolescencia a la vejez más
avanzada, sin darle respiro... De vez en cuando aparece
un huertecillo aislado en el surco pétreo del valle, como
surgido por milagro de la breve superficie bruñida de las
rocas; pero el milagro es debido por entero al duelo incesante entre la montaña y sus habitantes, dispuestos a
no dejar escapar posibilidad alguna de explotarla. Es
la laboriosidad ingeniosa del labriego vasco, que ha cubierto de tierra, hasta la altura de un palmo, la breve superficie granítica, y la ha reducido así a ser huertecillo o
campo diminuto.
GAMITO.
EL LIBERALISMO EN CASA
XXI
—Muy incompleto resultaría este nuestro trabajillo,
aun con ser tan abocetado como es, si no se tratase de las
relaciones entre amos y criados al tratar del Liberalismo
doméstico, que no es sino una fase o vanante del otro
Liberalismo que podríamos llamar social.
—En efecto, y haréis bien en tocar ese punto, que es
de suma actualidad. Los criados de hoy,..
—¡Válganos el cielo, santo varón! No es ciertamente
por ahí por donde quise yo principiar.
—¿Cómo no? ¿Creéis que será tan fuera del caso, que
se empiece por hablar del respeto que deben tener a los
amos los criados?
—Y tan fuera del caso, qus yo voy a principiar por el
respeto que a sus criados deben los amos.
—¡Gracioso viceversa!
—Tan gracioso como se os antoje, pero el más natural
del mundo, dado el criterio cristiano que en este asunto,
como en iodos, ha de presidir a nuestra disquisición. El
Liberalismo no es solamente desconocimiento de los deberes del inferior para con su superior. Más de una vez
se ha hecho notar que el peor de los liberalismos es el
desconocimiento de los deberes del superior para con sus
inferiores. No siempre se es liberal falseando el concepto
de la libertad: muy frecuentemente se es liberal falseando
el concepto de la autoridad. Insisto, pues, en que al tratar
de amos y criados, el primero de los deberes que hay
que predicar es el de aquéllos para con éstos. Y esto por
varias razones, una de las cuales es la de que por su posición, por su independencia y por su mayor cultura tienen los amos en todo esto la principal responsabilidad.
Hay que reconocerles en todo, y también en esto, la primacía. ¿Os reís?
— Bien, bien. Quedemos, pues, en que los amos han
de ser los primeros en respetar a sus criados. Me recordáis aquí lo del mundo al revés, que tan a mejor propósito citabais el otro día.
—No, hombre, no. Esto no es sino el mundo a las derechas, y no el mundo al revés. Entiendo por respeto del
amo a sus criados, que tenga aquél de éstos el concepto
y la noción que como cristiano debe tener; que empiece
por mirarlos como hermanos suyos en Dios, como iguales suyos ante el Evangelio, con alma y fin sobrenatural
en nada inferiores a los de sí propio. Todo lo cual, si bien
se comprende y bien se practica, no puede menos de engendrar un cierto respeto del cristiano a otro cristiano,
que es el de que se trata aquí. Y eso hay que hacer resaltar, tanto más cuanto no van por ahí las modernas democracias, tan pródigas, en favor del pobre, de hueras palabrerías, como avaras y tacañas de consideración y de
buenas obras. Más claro todavía, si más claro lo queréis.
El rico pacta con el pobre para recibir de éste ciertos
servicios personales a cambio de salario. No ha de empezar por figurarse el rico, que al ofrecer su dinero y al
aceptarlo el pobre se ha convertido él en algo como un
semidiós y el pobre en algo como un irracional, con sólo la exterior muestra de hombre.
—¡Cascaras! ¿Entráis en el fiero diapasón del Socialismo y del Anarquismo?
—No,
por vida mía, que no me salgo del más estricto
diapasón normal de la Ley evangélica. Me inspira esta
severidad de lenguaje el espectáculo de muchas casas
modernas, donde no parece comprenderse que amos y
criados sean por igual manera hijos e imágenes de Dios;
tan alto tan alto se creen colocados los unos, por el dinero que tienen y tan bajo, tan bajo se coloca a los otros,
por el dinero que no tienen y que sirviendo han de ganar.
Desigualdad odiosa, por lo materialista y pagana; desigualdad fundada toda en esa mentirosa balanza del tener y
no tener, cuyos platillos hace subir o bdjar, no el mérito
persona!, sino la caprichosa fortuna; desigualdad que sí
Dios permite por altísimo designio de su providencia,
manda se allane y se nivele en algún modo por las ineludibles compensaciones del celo y de la caridad. ¿Comprendéis todo el nlcance de estas últimas palabras?
—Me parece vislumbrarlo.
—Celo y caridad, he dicho; y en eso está compendiado el deber doméstico de los amos para con sus criados,
no en solo ia obligación material y jurídica de arrojarles
cada semana o cada mes un puñado de reales o de pesetas. De otro modo no se concibe que haya alguna diferencia entre el servicio personal y humano del criado
que os sirve en la cámara y en la mesa, o el servicio
irracional de! caballo que arrastra el coche, o del perro
que guarda el zaguán. Porque no la hay si el deber del
amo para con su criado se reduce a lo mismo que obliga
al amo para con su caballo o perro, o sea a dar a todos
la manutención, bien sea en especie o bien en efectivo.
—Duro estáis, amigo mío.
—Duro sí, pero verdadero. Y prosigo: lo único que
diversifica las relaciones entre él amo y el criado persona y entre el amo y el criado bestia, es que en las primeras ha de mediar el lazo del celo y de la caridad, y en
las otras no es posible este lazo, y media solamente el
bocado de pan o el desamorado salario. Celo y caridad
he dicho, y quien tenga para sus criados ese espíritu, es
amo cristiano de veras, y quien no lo tenga, no es en manera alguna amo cristiano.
—Explicaos un poco, así, más al por menor.
—La fórmula por sf misma se lo dice todo. Sin embargo, no estará de más una breve explicación.
F. S. Y S.
(Concluirá.)
LA TEOLOGÍA DOGMÁTICA
EN LA IMPRENTA DE NAVARRA
(Conclusión)
Por vía de apéndice trataremos de tres obras escritas
en castellano que por su materia pueden incluirse en la
teología dogmática, entendida ampliamente y en toda su
extensión; dos se refieren a la Inmaculada Concepción,
y otra, al tratado de Iglesia que, en tiempos antiguos, se
estudiaba como una sección de ia materia tocante a la
Encarnación.
La portada de la primera reza de esta suerte: Consulta
Que Hizo Un Predicador De La Orden De Santo Domingo A Su Provincial Cerca De Algunos Escrúpulos
Que Tenia En Orden A La Observancia De la Bula De
Su Santidad Alexandro Séptimo. En Que Declara El
Objeto De La Fiesta Y Culto De La Concepción De
Nuestra Señora. A Nuestro Muy Reverendo Padre El
Padre Maestro Fray luán Martínez De Prado, Maestro
Provincial de la Orden de Predicadores, en la Provincia
de Castilla. (En forma de encabezamiento.)
Folio de 286X186 mm. Un folleto de trece hojas numeradas. La firma al fin es como sigue: En Pamplona, y
Enero a 12 de 1663. Fray Alonso de Villalobos. En el
ejemplar de la Biblioteca de la Universidad de Salamanca se dice en una nota manuscrita que no lo compuso
ningún dominico, sino un partidario de la sentencia piadosa. La firma parece indicar que se imprimió en Pam-
263
LA AVALANCHA
piona; pero, ¿no será ficción? Nos atendremos, sin embargo, a ella hasta que se averigüe otra cosa.
En la Consulta se proponen estas dos dudas: Primera.
Si puede un predicador dominico omitir en los sermones
el Alabado, sin pecar gravemente y contravenir a la Bula
de Alejandro VII. Segunda. Si el que dice Misa o reza el
Oficio de la Concepción puede en aquel tiempo dar asenso interior a la opinión de que fue concebida en pecado,
y si está obligado en conciencia a deponer esa opinión y
formar juicio cierto de la sentencia pía, que es la verdadera, y la contraria, falsa. Las conclusiones que saca, son:
que la conducta de ¡os adversarios produce escándalo en
el pueblo, perturba la paz, contraría a la Bula de Alejandro Vil que prohibe impugnar directa o indirectamente
la prerrogativa mariana y no se acomoda a lo que la Iglesia exige de sus ministros al celebrar los cultos concepcionistas.
Encierra la obra mucha y sólida doctrina teológica, argumentación nerviosa, devoción ferviente a la Virgen; pero extrema un poco las cosas y no las considera en su
justo punto y en sus debidas circunstancias. A los bibliógrafos navarros se les escapó la noticia de este libro; pero no a los concepcionistas. Alva y Astorga se ocupa de
él en su Militia Immaculatce Conceptionis... Lovanit
1663, col. 1498; y Roskovany, en su Beata Virgo Maria
in suo Concepta Immaculata,
Budapestini, 1873, t. III,
página 365, lo supone impreso en Pamplona, aunque carece de pie de imprenta, y lo apellida Aureus tractaius,
Tratado de oro.
Ni el señor Altadill ni el señor Arigita asignan impresión alguna pamplonesa en 1661. Sin embargo, Alva y
Astorga, O. S. F., observa que ese año se imprimió en la
capital de Navarra el folleto del dominico Fr. Vicentejustiniano Antist, De la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen, tratado singular celebérrimo. En 24. Este opúsculo, favorable al privilegio mariano, conquistó
una fama extraordinaria, sin duda por ser su autor un
teólogo dominico. "Forma parte, como se lee en la portada de la edición de Valencia de 1593, del último capítulo de las Adiciones del P. Mtro... Antist... a la historia
del Santo F. Luis Beltrán.,,
Tiene dieciocho párrafos sin títulos, y en ellos, según
el auior indica, propondrá con llaneza algunas consideraciones dignas de ser ponderadas por los devotos de Nuestra Señora; los cuales, a no dudarlo, holgarán de hallarlas juntas en este tratado; y propone, en apoyo del misterio, el favor de los papas después de Sixto IV, institución de la fiesta y oficio propio, prerrogativas concedidas
a su culto, confirmación pontificia de una Religión de la
Inmaculada, dedicación de iglesias y altares a la Concepción sin mancha de María, milagros y revelaciones en
gracia del misterio, votos de universidades, cabildos,
ayuntamientos, conversión de pecadores, etc. Aludiendo
al libro dice el Beato Belarmino estas palabras: "Existe
un tratado del P. Antist en que alega numerosos autores
del Orden de Santo Domingo por esta sentencia, y hacia
el fin afirma que muchos son los conventos de Predicadores que celebran con gran solemnidad la fiesta de la
Concepción. „
Las razones aducidas por el autor tienen eficacia y están bien expuestas generalmente. Alva y Asíorga le reprende, justamente, por injuriar con alusiones alevosas a
los Franciscanos. Tradújose la obrita al latín y al francés
y obtuvo diferentes ediciones en diversas poblaciones españolas como Madrid, Valencia, Sevilla, Mallorca, Huesca y Pamplona. Hacen la reseña del tratado Echard,
Scriptores Ordinis Prcedicatoris, t. II, págs. 325-26, y
Alva y Astorga, Miliiia, col. 1466.
Ruidosa fue la polémica que sostuvo D. Guillermo
Díaz Luzeredi con el irascible D.Joaquín Lorenzo Villanueva, sobre la lección de la Biblia en lenguas vulgares.
D. Guillermo Díaz Luzeredi era el anagrama perfecto de
D. Miguel Elizalde y Urdfroz, novicio de la Compañía de
Jesús al tiempo del extrañamiento de los jesuítas; no los
siguió al destierro porque se lo estorbaron sus padres;
pero al restablecerse en España la Orden de San Ignacio, voló a vestir su sotana y murió santamente en Madrid el 1816. Dio a luz: Disertación A Favor De La Su-
prema Autoridad Del Romano Pontífice Sobre Todos
Los Concilios, Por El Dr. D. Miguel De Elizalde Y Urdiroz (Luzeredi Tio), Capellán Mayor y Confesor Ordinario De Las Religiosas Agustinas Recoletas de Pamplona, Individuo De La Junta De Estudios De La Misma
Ciudad, Examinador Sinodal De Su Obispado Y Revisor
Del Santo Oficio (línea). Con Superior Permiso. En
Pamplona. Año 1815. Por Joaquín Domingo Mayor Y
Menor.
Un volumen en 4.° de 213X140 mm., 2 hs. prels. sin
numerar y 103 páginas de texto. Divídese en párrafos la
obra; en ella examina su autor atinadamente la cuestión,
planteándola con toda claridad y exactitud. Indica el valor de ios concilios de Constanza y Basilea y de los artículos del Clero galicano. Válese de la Escritura, Concilios, Padres y Pontífices, para demostrar y dejar bien
sentada la superioridad de los Papas sobre los concilios
generales, y con mucha cordura rechaza las falsas decretales.'Combate con erudición y buena lógica a los galicanos, refuta a Tournely y desenmascara a los jansenistas. Parece inspirarse en el P. Tirso González de Santalia, S. )., cuya obra De ¡nfallibilitate Romani Pontificis
la considera como clásica en el asunto,, Resume bien los
argumentos que suelen traerse en esta materia, pero sin
alegar nada nuevo. En vano duda, siguiendo las pisadas
del jesuíta Chantre Herrera, de que compusiera Bossuet
la Defensa de los cuatro artículos del Clero galicano.
No debe confundirse a Elizalde y Urdíroz, natural de
Orbaiz, con e! otro jesuíta navarro Miguel Elizalde (16171678), oriundo de Echalar, que con el seudónimo "Celiade*,, tan bravamente peleó por el probabiliorismo. De
aquel hacen mención el P. Luengo en su Diario inédito;
el P. Uriarte, en sus Anónimos y Seudónimos, números
417, 1679, 3901; Sommervogel, Bibliothéque, t. III, páginas 383-84.
Por no conducir a nuestro propósito, dejamos sin reseñar las tesis teológicas que a guisa de cartel de desafío
en los actos públicos salieron de las prensas navarras.
Figúrasenos que lo que hemos escrito patentiza abundantemente que el futuro historiador de la Teología española tendrá que volver los ojos a la Imprenta de Navarra,
a fin de recoger los materiales que espontáneamente le
ofrece para la construcción de su edificio histórico.
A. PÉREZ GOYENA,
S.J.
Para el individuo, sí; para la nación, no
(Apostillas al artículo de Chafarote)
N estas mismas columnas vieron los lectores de
la católica revista un salado artículo del saladísimo Chafarote, titulado «En la fiesta de San
Agustín».
Sí, es verdad que un año me tomó la festividad del gran Doctor de Hipona en la ciudad de
Valladolid; verdad que acabada la misa solemne y pane*
gírico del Santo y cerrada ya la puerta de ía iglesia, corrí
a la portería, y con muestras de sentimiento por haber lie*
gado tarde, pedí licencia para entrar en el templo y visitar
a mi Santo, de quien siempre he sido devotísimo; es ver*
dad que aquellos religiosos me abrieron las puertas muy
de grado y de mil amores; cierto que no conocieron ¿para qué? al que entraba, el cual «sólo tenía trazas de ser
clérigo de misa y olla, por sus pobres y raídas, aunque
siempre limpias, hopalandas, por sus valientes gafas quevedescas, o porque vacila o renquea al andar, y no por
falta de aceros, sino por falta de vista, mayormente cuando no conoce el terreno que va pisando».
Pase lo de que, cuando era profesor suyo <de Chafarote, emperador perpetuo de la clase de retórica) «gastaba
yo <no embargante ser religioso) bigote y perilla, chaqué,
cadena cofgante y pantalón de campana, a la usanza de
aquellas remotas calendas».
264
LA AVALANCHA
Pero algo más grave y sustancioso acaeció en aquella
visita, para mí de dulce y perdurable recordación, que
acaso ignora mi emperador de ayer, y hoy jornalero de la
pluma, pluma muy más gloriosa que el áureo cetro de todos los imperantes de la tierra.
Satisfecha mi devoción, salíme de la iglesia por la puer*
ta que da al claustro, con intención de tomar la calle y
encaminarme a mi Residencia; cuando dos religiosos me
invitaron cortésmente y acompañaron a un salón grande,
en cuyo testero estaban varios Padres, en quienes me parecía ver la viva estampa del esclarecido Fundador. El
que presidía hízome sentar a su lado y participar de la
En aquel mismo punto se ilumina, y aparece en todo su
esplendor la nivea imagen del Corazón divino.. -„-•
, •
— Sólo falta alrededor de la cabeza...
-¿Qué?
— El «Reinaré en España»... formado con íuces del cielo, que esté a la continua recordando la promesa que
aquí se dignó hacer Jesús al P. Hoyos... y mirándoles
apaciblemente,
—No les parece Padres míos, que es este motivo de esperanza?—les dije.
- P A R A EL INDIVIDUO, SI; PARA LA N A CIÓN, N O ; me contestó el que presidía, con voz desmayada y triste. Y comenzaba el recuento
de los crímenes horrendos perpetrados por
el liberalismo español contra la Iglesia y sus
jerarcas, y señaladamente contra las órdenes religiosas.
—Aun se queda corto, Padre mío, repli=
qué; añada más de dos mil monasterios derribados, altares destruidos, imágenes profanadas, hasta poner sus manos sacrilegas en
la ungida del Señor.
— Abrieron los sepulcros, hicieron escarnio de los muertos, aventaron sus cenizas, y
con chacota y vocerío infernal remedaban
las ceremonias más augustas, revestidos
con los sagrados ornamentos.
—Y nuestras bibliotecas, allegadas a tan*
ta costa en el transcurso de siglos, a dónde
vinieron a parar?
Entonces dije yo: Esto y mucho más ha
hecho o consentido la nación, es innegable.
Pero también lo es que, si los gobiernos
fueron desaforadamente ruines y violadores
de las patrias leyes, ninguna región del orbe ha resistido como España a los enemi=»
gos de su fe. ¡Siete guerras de religión en
menos de un siglo! ¿No pesan nada en la
balanza de la justicia eterna la suma de sacrificios ya de la familia, ya de la hacienda, ya de su propia vida en aras de la fe de
sus padres?
— Pero, al fin, nuestro pueblo también se
ha dejado engañar.
— Pues, desengañémosle; y de todas maneras no me negarán Vuestras Reverencias,
que son más las misericordias del Corazón
de Jesús que los pecados de España, porque éstos son finitos y las misericordias de
ese Corazón sobrepujan en infinito a todo
número.
— Con esas misericordias infinitas se han
hundido hasta desaparecer muchos imperios
y repúblicas.
PAMPLONA. —Aspecto del atrio del Convento de Agustinas de San Pedro
— Porque no hubo en ellos almas que es=»
+
el día 28 de agosto de 1930, fiesta del XV Centenario de la muerte
perasen en Dios, ni acaso para esperar te»
f
• •de su gran Padre y Fundador San Agustín
.
, - nían tantas prendas como España.
1
Foto. Aquilino García Deán
—Pero Dios, como V. sabe, tiene para
cada pueblo su medida de culpas; y henchifiesta con unos dulces, saboreados por la caridad, que ha
da la medida sucumben al rigor de su justicia vengadora.
reinado siempre entre jesuítas y agustinianos.
— y quién sabe esta medida? Ni yo ni nadie osará de—Démonos mutuamente plácemes y norabuenas, Pa*
terminarla, sin caer en grave presunción y temeridad. Tendres míos, dije entonces, de que Dios se digna llamar las
go para mí que el mayor pecado y que más agravia a Su
santas Religiones y traer otras nuevas a nuestra querida
Divina Majestad, es la poca confianza rayana en desespeEspaña. ¿Qué querrá de ella el Señor? Ayer mismo, al
ración, marcado en las divinas letras entre los pecados
anochecer, me detuve en la acera, mirando fijamente la
contra el Espíritu Santo.
torre de la catedral y en su cúspide la preciosa imagen del
Perdónenme, Padres míos, y denme grata licencia praa
Corazón de Jesús, aguardando que la iluminasen. Como
meterlos a todos en el Corazón de Jesús. Al contacto de
tardase todavía y continuase allí clavado sin pestañear, se
ese fuego divino es imposible desconfiar jamás ni de indime viene de la acera de enfrente un caballero y me previduos ni de pueblos, ni menos del pueblo español.
gunta: ¿Qué hace usted, Padre?—Esperar que alumbren la
Mírenle, mírenle. Allí está.
Estatua, que vela día y noche a su querida ciudad y toda
Efectivamente, desde el umbral mismo del convento,
la comarca. Ha sido inspiración del cielo; yo estoy prendonde decía mis últimas razones, se contemplaba hermoso,
dado, y no me harto de mirarla.
placentero, triunfador, como diciéndonos el Módica? fidei.
Gente apocada, ¿por qué dudáis de mi poder y misericor— Pues yo, me replica el caballero, la veo de continuo
dia? Dígoos, como dije y prometí aquí mismo en la capísin moverme de casa; desde mi gabinete de estudio, desde
lia de San Ambrosio:
el comedor, desde la cama; y ¿quién resiste?
LA AVALANCHA
REINARE EN ESPAÑA, y CON MÁS VENERACIÓN QUE EN OTRAS PARTES.
No promete que reinará en los individuos pocos o muchos, sino que reinará en España. Y 0"^ e s reinar en
España sino reinar en (as aulas y en ías letras, en las ins»
títuciones públicas y privadas, en la gaceta y en la presidencia, en el ejército y en la marina, brazos armados de
la patria, en la industria y en el comercio, en las hojas volanderas y en las páginas de! libro, en las diversiones populares y en las representaciones histriónicas?
Esto prometió, y esto esperamos, con tal que cooperemos a su acción; y esto es cabalmente io que pedimos
hace años, ya en la Oración del Centenario de la Unidad
Católica, hace cuarenta años, ya en el Himno que, desde
los albores de este siglo, canta el pueblo español:
Salve, Rey inmortal de los siglos,
De los hombres constante Amador:
Ven, Jesús, ven y reina en el mundo
Por tu fe, por tu ley, por tu amor.
JUAN M. SOLA, S.
J.
Gandía, septiembre.
265
Los vascos introdujeron la boina en el país de! Plata,
en Chile, Méjico, Cuba y Filipinas, y hoy en España se
lleva desde el Pirineo hasta Cádiz.
Esta prenda reúne condiciones excelentes por adaptarse al clima Frío y fuertes vientos de las regiones del Norte; no así a las estaciones calurosas, porque su apretado
tejido de lana evita la transpiración de la piel y la evaporación del sudor, con las molestias consiguientes.
La boina es actualmente de uso tan general en los pueblos de las Provincias Vascongadas y Navarra, que sus
vecinos miran como plantas exóticas a los sujetos que se
tocan con sombrero.
Y a este efecto citaremos lo ocurrido a un escritor muy
conocido, en un pueblo de estas provincias norteñas donde, llevado por sus asuntos particulares, residió corta
temporada. Nuestro hombre cubría su esclarecida cabeza
con el sombrero flexible que diariamente usaba en la capital de su residencia. Sin conocer el motivo, observó
desde los primeros días de estancia en el pueblo cierta
aversión que su presencia causaba en los círculos y cafés
que frecuentaba, así como una admiración sospechosa que
notaba en los aldeanos. Tuvo precisión de realizar una
NAVARRA
BERUETE.—Bendición de la traída de aguas y alumbrado público, el día de la inauguración
celebrada ei día 20 de abril de 1930
Foto.J. Galle
STA prenda típica de las Provincias Vascongadas comenzó a usarse en tiempos de la primera guerra carlista, esparciéndose después
por las regiones del Centro; en la segunda
guerra civil y en las postrimerías del siglo
XIX fue como un distintivo de las gentes que profesaban
las ideas tradicionalisias.
Patentada su fabricación por el señor Elósegui de Tolosa(Guipúzcoa) en las manufacturas que implantó en esta
ciudad, hoy continuadas por sus herederos, se han producido millones de boinas que surtieron a los ejércitos carlistas, y cuyos colores diversos indicaban matices distintos en las tropas del Pretendiente, como los chapelgorris
o boinas encarnadas, las boinas blancas que usaban los
músicos, oficiales y jefes de los batallones de don Carlos.
pequeña operación financiera con el representante de una
entidad bancaria'de la capital, y mil protestas se le objetaron, alegando su condición de forastero, tomándole como un bohemio a pesar de conocerse su firma literaria
en toda la región.
Perplejo y estupefacto nuestro hombre ante la antipatía y hostilidad con que el pueblo le recibió, estaba anonadado e incomodado por el fracaso de la misión que al
pueblo le condujera, cuando le ocurrió expansionarse y
contar sus quejas y lamentaciones a la patrona de la fonda en que se hospedaba, la cual, irreflexiva y rápidamente, le contestó: "Cuelgue usted el sombrero.» Perspicaz
e inteligente, el escritor comprendió el sino fatal que consigo llevaba en el pueblo, e inmediatamente adquirió una
boina, con la cual cubrió su cabeza hasta los ojos. La
mudanza de su tocado fue causa de un éxito rotundo; se
le recibía con complacencia en tertulias y cafés, obteniendo excelente resultado en la realización de los planes que
266
LA AVALANCHA
al pueblo le llevaron. Y entonces fue cuando nuestro amigo rememoró el refrán que dice: "Dó quiera que fueres,
vístete como vieres..—MIGUEL ANCIL.
SALUDO
LEJANO
(Al real monasterio de Agustinas Canónigas
de San Pedro, en Pamplona)
Estoy cantando en tierras argentinas,
muy lejos de mi tierra y de Navarra.
C«mo saben volver las golondrinas,
vuelva a m¡ patria m¡ canción bizarra;
bizarra, no por fútil ornamento,
sino con la gloriosa bizarría
del más ardiente y puro sentimiento.
La mole de un convento
que en tus afueras vi, gloriosa Iruña,
la veo en mi memoria
con su pátina opaca, verdinegra,
que es el maulo magnífico de gloria
que, entristeciendo al necio, al sabio alegra.
Allá... la mole santa
surge, y es de mi Pairia noble orgullo,
-a quien himno de amor el Arga canta,
pasando, con su plácido murmullo.
Si su nido de barro
veis que allí cuelga rauda golondrina,
]ay! no es nido ni barro
ni golondrina: el alma de un navarro
es, que su Patria añora
bajo el gran cielo azul de la Argentina.
x
-v
Allá, en el corazón de mi Navarra,
aquel piadoso y noble monumento,
archivo y santuario,
guarda historias sin cuento.
Allí bellas princesas
sepultaron sus glorias y su gracia.
Allí vistióse de monjiles tocas
la flor de la femínea aiistocracia.
Aquellas doñas venerandas fueron
las que su lustre dieron
a la intima historia de ese asilo,
donde, en vivir tranquilo,
correr sus años como el Arga vieron.
Tras el Portal de Francia,
el mundo, con su tráfago y memorias;
tras el sagrado muro,
sepulcro de mil glorias,
dulce vivir, pacifico y seguro.
Así por siglos fue; por un divino
ideal despreciaron el mezquino
atractivo del mundo, polvo y nada...
pues veían delante, en su camino,
resplandecer como una llamarada
el corazón sublime de Agustino.
Hoy, rumor de colmena,
de santificación, adentro suena.
Las abejas de Cristo allí trafican.
Su fervor multiplican,
y murmullo de preces cunde y llena
las arcadas solemnes
del clausiro erguido y serio,
las bóvedas augustas
del real y grandio;-o monasterio.
Herederas de aquéllas
que vivieron allí siglos pasados,
otras siguen sus huellas
tras los mismos ideales levantados.
Hoy, al decimoquinto centenario
de la muerte del Águila de Hipona,
conmuévese Pamplona,
y de aquel santuario,
que es un nido de tórtolas divinas,
mirando a la florida Rochapea,
un himno se levanta
y en los aires se acrece
y conmover parece
la bóveda del cielo azul y santa.
:
-.
•
Yo, lejos de mi Patria, lo he sabido,
y se me ha estremecido
de gozo el corazón. Llegue mi canto
donde no puedo yo. Siento que el llanto
va fluyendo a mis ojos.
Dulce Patria querida,
hasta las mismas flores de la vida,
• tan lejos ¡ay! de ti, tórnanse abrojos.
FÉLIX-CRUZ UGALDE,
Rosario de Santa Fe
Corazotñsia
LETRAS K EME MIMAS
"Parce, Domine, parce populo tuol
bien la escena: es la de
todos aquellos que frecuentan la
Gruta de Lourdes. Frente a las
piscinas, mientras los pobres enfermos se bañan en aquella agua
milagrosa que confirma las palabras de María en el cántico del
Magníficat: "Bienaventurada me
dirán todas las generaciones,,...,
al exterior, con los brazos en
cruz, con los ojos arrasados en
lágrimas, con temor, con confianza, con angustia, con amor, las
gentes de todos los países, de todas las edades, de todas las clases, lanzan una misma exclamación, eco de sus deseos,
de sus anhelos, de su esperanza en el Dios que lo puede todo, en la Madre que lo es de pecadores, de enfermos, de desgraciados... ¡Parce, Domine, parce populo
tuo! Ten piedad, ten compasión, Señor, de tu pueblo...
Aquella humanidad que gime, que implora por los enfermos queridos, es un cuadro que no se olvida con facilidad...
El cuadro tiene su aplicación en los tiempos que corremos. Véanlo mis lectores, y después de visto y meditado, a una todos, gimiendo, implorando con los brazos
levantados al cielo y en los ojos lágrimas de dolor, de
vergüenza, de santa ira, de propósito de la enmienda,
clamemos los españoles: ¡Parce, Domine! Ten, Señor,
compasión de tu pueblo... Parce populo tuo...
¿Qué piden los que que en Lourdes asi rezan? La saluz... Que los ciegos vean... Que los enfermos sanen,..
Que los sordos oigan... Que los muertos a la fe resuciten...
¡Que los ciegos vean! ¿Cuándo mejor que ahora podemos hacer nuestro ese grito que resuena en las montanas de Lourdes? ¡Señor! Que en lispaña los ciegos se
multiplican, que son ya pocos los que ven con entera claridad... los que viven bajo la luz dulcísima que irradia de
la Cruz. ¡Ciegos que van por derroteros peligrosos que
conducen a un abismo,.. Ciegos que no ven, no quieren
ver que caminamos por una senda que nos lleva a la inpiedad, al laicismo aterrador que amenaza a nuestros pobres niños españoles!
¡Señor! Que vean... Que vean ia verdad que emana de
Ti... La verdad que encierra tu Iglesia... La verdad de la
voz del padre de almas, del sacerdote, del prelado, de
la prensa, que es portaestandarte de esa misma verdad
que se opone a la mentira, a la falsedad de los que viven
engañando...
Que los enfermos sanen... Enfermos del alma... Enfermos agudos los unos, crónicos los otros, y son los peores... Existe una parte de la humanidad que padece de
anemia moral... de indiferencia perniciosa, de cobardía
espiritual... Se tienen por buenos... y en el fondo tal vez
lo sean... pero el daño que hacen a la buena causa, al
cruzarse de brazos, es incalculable. Podrían ayudar, y son
un obstáculo... Se les habla del peligro que a la Religión
amenaza, y dicen que sólo se debe de rezar y confiar en
Dios... ¡Como si los que luchan y se aprestan al combate
no pusieran su confianza toda en Aquel que sólo puede
dar la victoria!...
Pero también saben que Dios quiere la lucha, que el
cielo se obtiene combatiendo, y que permanecer inactivos
en los tiempos actuales, es una pusilanimidad culpable;
es, digámoslo con todas sus letras, porque es preciso hablar claro, un egoísmo refinado, un afán de no perder en
la contienda nada de bienestar, nada de su vida regalona,
indigna de,un católico que ve tratan de herir a su Madre,
que ofenden a Dios tantos malvados, y no se mueve ni
se molesta, sino que deja impasible que perezca el
Justo, y todo lo más que hacen es lavarse las manos como Pilatos!
ECUERDO
LA AVALANCHA
¡Que los muertos a la Fe resuciten! Son tantos los desgraciados por los que hay que pedir... "Yo soy la Resurrección y la vidaB, dijo Crislo.
MARIA DE ECHARRI.
NA mujer, una jovenalla, dos niños, un hombre y un perro. Todos en un carro mal entoldado,
que un caballejo flaco, de lacias
crines y angustiosos ojos, arrastraba penosamente. Era la compañía ambulante de titiriteros dirigida por el payaso Tururú.
Cuando, hace años, llegaron
por la feria a Aldemora, todos
¡os muchachos nos pusimos a
saltar y a palmoiear, llenos de
alegría.
¡Títeres, títeres! Esto y el paso
de alguna compañía de soldados
eran los grandes acontecimientos de entonces.
Paró el carro en la posada, y junto al carro nos vimos
todos, llenos de viva curiosidad. Tururú era sólo huesos,
alto, moreno, cetrino; su mujer, rechonchita, gruesa, colorada y risueña; su hija, una niña de catorce años, tan
flacucha como su padre y como el caballejo; los niños,
hermanos de la niña, hijos por lo tanto de Tururú y de
Maricorta la mujer, dos infelices criaturas muy pálidas,
y al parecer, enfermizas; Joque, el perro, un barbián
muy amigo de juguetear con todo el mundo, muy retozón y zalamero.
¡Vaya unas caras de hambre que tenía aquella pobre
gente! Esto no nos inspiraba compasión, sino un invencible sentimiento de burla cruel y despreciativa.
Entraron, uno tras otro, en la posada, cargado cada
uno con un lío de trapos o un cachivache. El chiquillo,
con un enorme tambor y una corneta; la niña, con unos
grandes uros; la joven, con un talego; la mujer, con no
se sabía qué envoltorio de colorines, y el hombre, con
los palos, la mesilla y las cuerdas de sus ejercicios.
—Yo no doy licencia tan y mientras no tengan la venia del señor cura, les contestó el alcaide cuando fueron
a pedirle permiso para hacer en la plaza los títeres; y,
por lo tanto, Tururú fue a casa del señor cura.
Era D. Baltasar un hombre muy respetuoso, según
decían en el pueblo.
Llamó Tururú a la puerta de la casa del señor cura, y
doña Petra, la hermana del sacerdote, anciana muy bondadüsa y reidora, hizo pasar al titiritero.
—¡Ay, qué gusto; van a dar función!... Pues, mire, que
a mí me gusta mucho... Pase, pase... Baltasar, aquí te
busca este buen hombre... Entre, entre; ahí está, en ese
cuarto, mi hermano—dijo la anciana.
—¿Qué es eso?—preguntó D. Baltasar.
—Buenos días nos dé Dios, señor cura—dijo Tururú.
—¿Qué se le ofrece?
—Somos artistas, que queremos dar una función de
títeres en la plaza; así nos buscamos la vida.
— Más parecerá que se buscan la muerte... porque andarán exponiéndose a cada paso a romperse la cabeza...
Y bien, ¿qué desean?
—La venia de usted, señor cura... porque el señor alcalde...
—Dígame en qué consisten esos títeres que ustedes
hacen.
—Pues ejercicios en la maroma, saltos, juegos acrobáticos, prestidigitación y juegos de un perro domesticado.
—Está bien; si usted me da su palabra de que nada
hay de inmoral en la fiesta, dígale al señor alcalde que
cuente con mi venia.
Asegurando, no por una, sino por repetidas veces, que
267
nada había de peligroso en el espectáculo, despidióse
Tururú del señor cura.
El pueblo todo celebraba con alegría la fortuna de contar con aquella sorprendente diversión. Tan solo D. Cesáreo Robica, el ricacho, estaba furioso.
¿Pero saben ustedes por qué era? Pues se lo voy a
decir: D. Cesáreo no estaba bien ni con nada ni con nadie, así en la tierra como en el cielo.
[Qué hombres, qué hombres se ven a lo mejor en el
mundo! Para D. Cesáreo todos éramos brutos y malos
acá abajo; y allá arriba, según él, ni había ángeles, ni
santos, ni Dios. Dábase una vida regalona, con los dineros que había reunido... ¡trabajando como un negro, o
haciendo trabajar a los negros y a los blancos como negros en América! Era soberbio y egoísta... y ¡perro!, según decían los que estaban y los que habían estado a su
servicio.
El caso fue, que habiendo encontrado el tal D. Cesáreo al alcalde, le dijo que por qué dejaba entrar en el
pueblo a gentuza, a personas de mal vivir, y por qué
consentía las mojigangas de los tales títeres; y esto lo dijo por dos razones: la primera, porque no había ido el
señor alcalde, como solía hacer otras veces, a pedirle
consejo sobre el caso, y la segunda, porque el pobre Tururú había ido a casa de los ricos del pueblo, a pedir le
dieran lo que tuvieren voluntad de darle... y D. Cesáreo,
que mandó a Tururú a la calle con cujas destempladas,
sin darle ni un perro chico, tenía que disculpar su avaricia.
La primera función fue realmente famosa. Los dos pequeños, con sus trajes de gimnastas, almillas y calzón de
color carne, con cuello y cintura azul llenos de lentejuelas, pasaron la maroma. Maricorta sostenía peso con los
dientes, bolas de hierro y además a toda la familia. Tururú hacía reír, daba saltos de mono y tragaba sables,
vomitaba cintos, escamoteaba bolas, realizaba prodigios.
La joven bailaba..., y más que una tentación, era una penitencia ver a la infeliz.
D. Cesáreo había cerrado todas las puertas de su casa
y las maderas de las ventanas y balcones. Además había
dicho casi a voces, poco antes y de modo que le oyera
la gente: "Que aquéllo era una maldad, que sólo podían
consentirla el alcalde y el cura...,
—Ya ve usted, señor cura, ¿qué maldad hay en ésto?
—díjole al señor cura un vecino, al hablar de lo dicho
por D. Cesáreo.
—No lo dice él por compasión hacia esos niños, sino
por censurarme a mí, ¡que en este mismo instante desearía, pero no puedo, remediar el mal! ¡No puedo; no puedo! Además, que hay mucho de exageración en lo que
dice D. Cesáreo... ¡Mal está, muy mal, que estos niños
trabajen; pero cuida de ellos mucho su padre y están ya
diestros en lo que hacen! Sin embargo, tiene razón ese
herejote, y si Dios me diera modo de ayudar a esta pobre gente para que dejen esa peligrosa vida que llevan...
Bueno; pues van ustedes a oír lo que pasó... ¡Qué! si
parece cosa de Dios! ¡Y claro que lo fue! A cosa de las
once de la noche, y por la mano criminal de un hombre
que habiendo padecido mucho tiempo bajo el poder de
L). Cesáreo quería vengarse de él, se produjo un incendio horroroso en casa del ricacho: el pajar, que era amplio y estaba muy cargado; la panera, la bodega de los
vinos, empezaron a arder...
La campana grande y el esquilón de la iglesia comenzaron a tocar; todo el vecindario acudió, hasta los chicos
j nos echamos de la cama a la calle. Hízose un largo cordón de mujeres, desde la fuente a la casa del ricacho, y
de mano en mano iban pasando los cubos de agua. Los
mozos trabajaban en vaciarlos en la casa, subidos a las
tapias del corral y a los balcones de la fachada.
¡Vaya una hoguera grande!... Iluminaba el resplandor
rojizo toda una gran extensión; las llamas saltaban como
demonios.
—Ahora se tuesta ese condenado—decían. ^ ,-";
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—Así se achicharre...
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—Las paga todas juntas...
Todo esto murmuraba la gente; pero sin cesar de prestar su concurso todos para extinguir el fuego.
No había ocurrido desgracia personal. Los criados, no
268
LA AVALANCHA
muchos, de D. Cesáreo, se habían salvado. De éste nada se sabía; pero todos pensábamos que ya no estaría en
la casa... ¡Nos engañábamos, porque no sabíamos bien lo
que es un avaro!...
Después se supo que, por no separarse de la caja de
hierro donde guardaba sus caudales, hubiera perecido si
el saltimbanqui, el pobre titiritero, valiéndose de su habilidad de gimnasta y exponiendo su vida, no lo hubiera
evitado.
Ambos, D. Cesáreo y Tururú, salieron milagrosamente del fuego; pero ambos mal heridos... y Tururú, moribundo, porque al poner en manos de algunos mozos el
cuerpo desmayado de D. Cesáreo, un pesado madero,
que se desprendió del ruinoso edificio, cayó reciamente sobre la cabeza del pobre gimnasta y le tiró al suelo
- privado de conocimiento. A las tres horas volvió en sí;
pidió al señor cura que le confesase y diese los Santos
Sacramentos, y el infeliz murió como un santo.
Aun recuerdo yo la horrible escena de dolor que allí
se produjo entre su mujer y sus pobres hijitos.
A cosa de las ocho de la mañana, D. Cesáreo, que había sido trasladado a casa del señor cura, abría los ojos
espantado, y preguntaba:
—¿En dónde estoy?... ¿Qué es esto? Simón, Basilio
—gritó, llamando a sus criados.
—Vaya, no alborote... Tranquilícese-, dijo el señor cura.
—¿Cómo...? ¿El cura? ¿Qué hace aquí el cura? ¿Qué
hace usted aquí?
El señor cura entonces, con gesto imperioso y voz
enérgica, le dijo todo lo que había posado, y añadió algo,
poco, pero decisivo, referente a lo inestable e incierto de
los bienes humanos.
—¡La caja... la caja!
—La caja está intacta... Aquí no vive entre ladrones...
Del alma, del alma es de lo que ha de cuidarse...
En esto D. Cesáreo saltó de la cama; porque realmente los síntomas primeros de axfisia que había empezado
a sentir habían pasado, y las ligeras contusiones que había sufrido carecían de importancia
—Debe usted la vida a Dios... que se ha servido del
pobre titiritero para salvar a usted.
—¡Ah!, vamos, ese tuno viene ahora dándose aires de
salvador... ¡No hizo nada, bien me acuerdo! Querrá cobrarse.
—Calle, ingrato... ya ha cobrado, seguramente; ya se
ve pagado espléndidamente...
— ¡Cómo! ¿Quién se ha permitido disponer de lo mío?
•—gritó con furia D. Cesáreo.
—¡Nadie! El pobre saltimbanqui acaba de fallecer en
gracia de Dios, y estará en el cielo recibiendo el premio
por su caridad... Ha muerto como un bienaventurado...
¿Por qué usted no se postra ame Dios, que acaba de
. darle tan terrible aviso?...
D. Cesáreo, hecho una fiera, empezó a vocear, pidiendo que llamasen a sus criados y -disponiéndose a salir;
pero, de pronto, un terrible y agudísimo dolor de vientre
le detuvo; fue como una puñalada... El ricacho se puso
malísimo, y en estado de tal gravedad que hubo necesidad de llamar apresuradamente al facultativo.
—¿Qué ha bebido usted?—preguntó éste—, ¿qué ha
comido?
— ¿Beber? ¡Ah!... sí, recuerdo que, sofocado por el calor, bebí de una botella que hallé en la habitación...
—La bebida que me dio el boticario para las ratas—
exclamó uno de los criados de D. Cesáreo—. Era para
rociar con ella tocino y queso... No olía mal, ni sabía
mal; pero era un veneno terrible.
—[Claro! Este hombre no tiene salvación—replicó el
médico—. Que disponga su alma...
Entre el terror, la desesperación rabiosa, los dolores,
la codicia, los demonios todos le atormentaban...
El señor cura, armado de valor cristiano, luchó con
aquel infeliz... Seis horas estuvo con él... al cabo de las
cuales, D. Cesáreo se confesó, y poco después recibió
los Santos Sacramentos... y murió.
Sin duda, por secreto de confesión, parte de los bienes de D. Cesáreo, que era riquísimo, debieron servir
para alguna restitución; el resto lo dejó a la familia del
pobre saltimbanqui Tururú, la cual, desde entonces, quedóse a vivir apacible y regaladamente en el lugar.
JOSÉ ZAHONERO.
NUESTROS GRABADOS
Atrio del convento de Religiosas Agustinas de San
Pedro, en Pamplona.—En este convento de Agustinas,
que se levanta en las afueras de la ciudad y cuyo origen
data del año 1247, se han celebrado grandes fiestas durante los días 20 al 28 de agosto último, en honor del
gran doctor de la iglesia San Agustín.
La fiesta más sobresaliente por su gran solemnidad y
concurso de fieles fue el día 28, festividad del Santo y
en que se cumplían quince siglos del tránsito de su alma
al cielo, en la cual celebró Misa de Pontiñcal el ilustrísimo y Rvdmo. Sr. D. Nicanor Mutiloa Irurita, obispo de
Barbastro y benemérito hijo de Pamplona.
Bendición de la traída de aguas y alumbrado público, en Beruete.—El pueblo de Beruete, perteneciente
al Valle o Ayuntamiento de Basaburúa mayor y del que
nos ocupamos en nuestro número del 24 de julio último,
ha llevado a efecto importantes mejoras en aquella localidad, cuales son el abastecimiento de aguas y alumbrado
público; obras que se han ejecutado bajo los planos y
dirección del ingeniero D. Miguel Erice, ascendiendo su
coste a 141.080,07 pesetas, y que fueron inaugurados solemnemente, con asistencia de las autoridades locales y
de l;t provincia, el día 20 de abril de 1930.
Representa nuestra fotografía el momento en que el
párroco de Beruete D. Agustín Villanueva e Iribarren
bendice las obras desde la plaza pública.
WESA REVUELTA
En favor de "La Avalancha,,—La piadosa y distinguida señorita Carlota Lacadena, de cristianísima familia,
entusiasta de nuestra publicación como sus hermanos,
entre los cuales figura el celoso párroco de Sorauren
D. Juan, todos los cuales honran la lista de suscritores de
nuestra revista, falleció santamente el día 13 de mayo,
último, disponiendo se entregue en su nombre, para ayuda de ios gastos de LA AVALANCHA, un donativo de cien
pesetas, que hemos tenido la satisfacción de recibir.
Dios Nuestro Señor sabrá premiar este generoso recuerdo para nuestra prensa, y esperamos que el hermoso ejemplo de tan virtuosa señorita ha de impulsar a otros
católicos navarros a favorecer con sus donativos las necesidades de la prensa católica.
El homenaje al R. P. Vilariño.—Este apóstol infatigable de la Verdad, trabajador incansable, escritor fecundísimo y admirable, va a celebrar este año sus bodas de
oro con la ínclita Compañía de Jesús.
Los millares de admiradores de este espejo de religiosos quieren expresarle, con tan grato motivo, su cariño
y su gratitud.
En la reunión celebrada por la "Comisión pro homenaje al P. Vilariño,, se acordó retrasar el homenaje hasta el otoño, aunque la campaña de organización comenzó
el 14 de agosto, fecha de la entrada real del P. Vilariño
en el Noviciado de la Compañía, pero por no tener la
edad canónica no se hizo la computación hasta el 1 de
octubre.
El acto principal del homenaje será una reunión pública y solemne, en que se leerán algunos trabajos de varios
ilustres escritores que se publicarán en un libro lujosamente impreso.
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