TRibunal Constitucional-NOTA SOBRE LA

Anuncio
Comentario a la inadmisión por el Tribunal Constitucional
del recurso de amparo que interpuso el magistrado Baltasar
Garzón contra la sentencia de la Sala de lo Penal del
Tribunal Supremo por la que fue condenado por un delito de
prevaricación, con motivo de las escuchas del caso Gürtel.
El Tribunal Constitucional ha dictado una providencia,
notificada el día 5 de noviembre, acordando la inadmisión
del recurso de amparo interpuesto por el magistrado Don
Baltasar Garzón contra la sentencia de la Sala de lo Penal
del Tribunal Supremo por la que fue condenado por un delito
de prevaricación, con motivo de las escuchas del caso
Gürtel,
basándose
el
Tribunal
Constitucional
como
razonamiento en la “manifiesta inexistencia de infracción
de ningún derecho fundamental”, lo que ha realizado con
apoyo en la potestad omnímoda que le otorga su ley orgánica
para admitir o inadmitir los recursos de amparo sin
motivación razonada alguna.
Conviene aclarar que esto es una práctica frecuentísima en
nuestro Tribunal Constitucional, que a diferencia de los
jueces y tribunales ordinarios, inadmite de plano más del
95% de los recursos de amparo que se presentan, y ello por
el motivo, dicho sea lisa y llanamente, de que se encuentra
colapsado de trabajo y es absolutamente incapaz de atender
como un auténtico tribunal a los recursos de amparo de los
ciudadanos, por muy fundamentados y sólidos que estén, y
ello sin tener que dar ninguna explicación, ni que quepa
recurso alguno al recurrente, que sufre las disfunciones de
esta situación que le resulta ajena.
Sin embargo, en este caso entiende el magistrado don
Baltasar Garzón que, dada la gravedad e importancia de la
cuestión de las interceptaciones de las comunicaciones y de
la independencia judicial, y de la inexistencia de ley
reguladora de esta fundamental materia de las escuchas,
reiteradamente exigida por el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos, es totalmente inexplicable desde cualquier punto
1
de vista que por parte del Tribunal Constitucional no se
aprecie ni siquiera la mera posibilidad de la existencia de
una infracción de los derechos fundamentales del magistrado
Baltasar Garzón por la sentencia del Tribunal Supremo (que
tantas controversias y críticas ha producido en el mundo
del derecho, tanto dentro como fuera de España); y
lamentablemente, sólo cabe presumir que el Tribunal
Constitucional ha querido desestimar en la práctica el
amparo sin razonamientos, utilizando su facultad de
inadmitir de plano el recurso en forma arbitraria, ya que
si lo admitía, difícilmente habría podido hacer otra cosa
que estimarlo, lo que habría supuesto un conflicto con el
Tribunal Supremo que el Tribunal Constitucional en este
caso no se ha atrevido a afrontar, eliminando el problema
de raíz, mediante la inadmisión no motivada, y causando
graves perjuicios al recurrente.
Contra esta decisión, sólo le cabe a este, seguir
sosteniendo que la sentencia del Tribunal Supremo es
gravísimamente inconstitucional, en términos hasta ahora
desconocidos en nuestro Estado democrático, en cuanto le
condena por un delito que no existe en las leyes españolas,
ya que la cuestión de las interceptaciones de las
comunicaciones sean estas telefónicas o en el interior de
las prisiones, cuando son autorizadas por autoridad
competente, como era el caso, está pendiente de una ley que
las regule, ley que ha exigido el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos y que todavía no existe. Por ese motivo,
Baltasar Garzón sostiene y sigue sosteniendo que el
Tribunal Supremo le ha condenado por ir en contra de los
criterios particulares de los magistrados que le han
condenado, y que, en definitiva, el TS ha construido “a la
medida” el delito de prevaricación por el que se le ha
condenado, y que supone la puerta abierta a cualquier
juicio
y
condena
por
prevaricación
por
cualquier
discrepancia jurídica seria de cualquier Juez con el TS,
acabando así con la independencia judicial.
El magistrado Baltasar Garzón hará valer esta pretensión en
el único recurso que le queda: demandar a España ante el
2
Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que no ha tenido
reparos en censurar abiertamente las sentencias de la Sala
de lo Penal del Tribunal Supremo, como ocurrió ya en la
sentencia de 22 de noviembre de 2011, que luego el propio
Tribunal Supremo se ha atrevido incluso a censurar en sus
sentencias posteriores –aunque le vincula-, evidenciando
lamentablemente en buena medida un renuente reconocimiento
del valor de los derechos fundamentales.
3
Descargar