Los Proyectos de Ley de Contrato de Trabajo del Instituto de

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Los Proyectos de Ley de Contrato
de Trabajo del Instituto de Reformas
Sociales (En especial en cuanto a los
privilegios salariales)
MANUEL ALONSO OLEA*
1. PRELIMINAR: SOBRE EL PROYECTO
DE LEY CONCURSAL
rrado como está el proyecto a la de los Jueces
de lo Mercantil –«Jurisdicción del Juez del
concurso ... exclusiva y excluyente»– que crea.
abido es que, al fin, tras un larguísimo
período con hitos marcados por proyectos en cualquier instancia rechazados, hoy está en fase de tramitación parlamentaria, un Proyecto de Ley Concursal1, que
contiene múltiples referencias (no menos de
seis en su preámbulo, y no menos de veinte en
su texto articulado y en sus disposiciones
transitorias) a los salarios, de un lado, y a la
empresa como fuente de éstos, de otro. Es
impredecible, vistas las variantes que entre sí
tuvieron los anteproyectos, y el proyecto respecto de los anteproyectos, cuál va a ser la
solución definitiva, tanto de derecho material
como, extremadamente importante éste, de
Derecho Procesal, incluida la cuestión de la
Jurisdicción competente; aunque precisamente esta última parezca la menos dudosa, afe-
Algún estudio sobre uno de los anteproyectos incluye en su título el interrogante:
¿Réquiem por el artículo 32 [de los Trabajadores] de su Estatuto?2. El artículo 32 del Estatuto de los Trabajadores (ET en adelante) es
el que actualmente regula las que denomina
Garantías del salario, llamando tales a «las
preferencias de los créditos salariales».
S
* Catedrático Emérito de la Universidad Complutense. De las Reales Academias de Jurisprudencia y Legislación y de Ciencias Morales y Políticas.
1 El Proyecto de Ley remitido por el Gobierno está
publicado en el Boletín Oficial de las Cortes Generales,
Congreso de los Diputados, VII Legislatura, Serie A, Nº
110-1, de 23 de julio de 2002.
Característica del artículo recién citado
(ET. art. 32.4) es que –el denominado «privilegio de ejecución separada» aparte– el sistema
preferencial de los créditos por salarios contra
el empresario, incluye el supuesto de que esté
tramitándose «un procedimiento concursal»,
esto es, como impecablemente decía y hasta
ahora sigue diciendo, el artículo 874 del Código de Comercio, uno en el que el comerciante,
vieja denominación del empresario, sobresea
«en el pago corriente de sus obligaciones».
2 B. RÍOS SALMERÓN, El Anteproyecto de Ley Concursal y los trabajadores: ¿réquiem ...?, en Revista de Derecho Social, Nº 14, 2001.
Puede consultarse también sobre uno de los anteproyectos, J. L. FERNÁNDEZ RUIZ, Los créditos salariales y
otras cuestiones laborales.
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2. VISIÓN RETROSPECTIVA
Veamos de dónde viene a nuestro Derecho,
llamémosle contemporáneo, esta protección
singular de los créditos salariales, esperando
que el réquiem no suene, y hagámoslo retrocediendo desde el ET hasta los orígenes de tal
protección y exponiendo muy resumidamente
sus tramos.
2.1. Hasta el Estatuto de los
Trabajadores de 1995 desde el
Código del Trabajo de 1926
La redacción actual3 del art. 32 ET, en sustancia concede a los salarios «por los últimos
treinta días de trabajo y en cuantía que no
supere el doble del salario mínimo interprofesional ... preferencia sobre cualquier otro crédito, aunque esté garantizado por prenda o
hipoteca». Los salarios restantes gozan de
preferencia «sobre cualquier otro crédito» respecto de los objetos, muebles o inmuebles,
elaborados por el trabajador «mientras sean
propiedad o estén en posesión del empresario». Los demás créditos salariales, aunque
privilegiados en parte de su cuantía, ceden
preferencia a favor de los «créditos con derecho real»4.
El mismo art. 32, en la redacción originaria del ET5 contuvo ya el «superprivilegio» de
los salarios de los treinta últimos días, y el
privilegio general respecto de los salarios
sobre los objetos elaborados por el trabajador
acreedor. La diferencia está en que el privilegio sobre los no comprendidos en los dos apartados anteriores (extendido a las indemniza-
3 Texto Refundido aprobado por RD. Legislativo
1/1995, de 24 de marzo.
4 Para el estudio de ET. art. 32, remito a M. ALONSO
OLEA y Mª E. CASAS BAAMONDE, Derecho del Trabajo, 20ª
ed., Madrid, CIVITAS 2002, págs. 363-366 y a la jurisprudencia y bibliografía que allí se cita.
5 Ley 8/1980, de 10 de marzo; reflexionamos sobre
ésta en Derecho del Trabajo, cit, 13ª ed., Madrid, Univ.
Complutense, 1993, págs. 345-348.
110
ciones por despidos), sólo quedaba postergado
precisamente por los créditos hipotecarios.
La Ley de Relaciones Laborales de 19766,
art. 32, llamó «singularmente privilegiados»
y concedió preferencia a los créditos por salarios sobre todos los demás respecto: (1) de los
objetos [muebles] elaborados por el trabajador mientras estén en posesión o sean propiedad del deudor; (2) los inmuebles a que se
incorpore el trabajo, salvo los hipotecarios,
caso en el que el privilegio alcanza sólo a una
mensualidad; (3) los restantes sobre los
«bienes muebles o inmuebles» incorporados o
afectos a la actividad de la empresa, pero
cediendo frente a los hipotecarios y pignoraticios.
La Ley de Contrato de Trabajo de 19447,
art. 59, no contenía el superprivilegio de los
salarios del último mes y sí sólo la preferencia
«sobre todos los demás créditos» –aquí con
gran precisión– respecto de los objetos elaborados [por los trabajadores] mientras permanezcan en poder del [empresario] deudor y
sobre los inmuebles a los que precisamente se
incorpore su trabajo. Pero esta preferencia
sólo alcanzaba «a los salarios de las dos últimas semanas y a los sueldos del último mes»,
si los tales bienes inmuebles estuvieren hipotecados8. Respecto de los demás bienes muebles e inmuebles, las preferencias salariales
cedían ante los créditos pignoraticios o hipotecarios.
El art. 55 de la Ley de Contrato de Trabajo
de 19319 fue trasladado sin variación, salvo
6 Ley 16/1976, de 8 de abril; sobre nuestro tema
loc. cit. 4ª y 5ª eds., Madrid, 1976.
7 Texto de su entonces Libro Primero, aprobado por
Decreto de 26 de enero de 1944; sobre el mismo, para
nuestro tema, loc.cit., 3ª ed. (y anteriores), págs. 182-184.
8
También con precisión, decía el art. 59, regla 4ª,
que si el acreedor hipotecario hubiera satisfecho los
salarios de dos semanas o sueldo del último mes ... tendrá derecho a pedir ampliación de la hipoteca por el
importe de las cantidades satisfechas.
9 Ley de 21 de noviembre de 1931, Gaceta de 22 de
noviembre.
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alguna levísima de redacción, al art. 59 de la
Ley de 1944, de la que se acaba de hablar; lo
que ahorra el comentario.
3. LOS PROYECTOS DE LEY DEL
INSTITUTO DE REFORMAS
SOCIALES
El monumental Código del Trabajo de
192610, art. 16 de su Libro Primero, dedicado
al Contrato de Trabajo, no dejó de decir que
«los créditos por salarios o sueldos devengados por los obreros, dependientes o empleados ... gozarán de preferencia sobre todos los
demás créditos respecto de los bienes muebles
producidos por aquéllos, mientras permanezcan en poder del deudor»11.
La pregunta entonces consiste en precisar
dónde aparece, frente a los precedentes, de
una u otra forma configurada la preferencia
amplia e intensa del crédito salarial, cuya
primera desembocadura hemos encontrado
en el Código del Trabajo.
2.2. Los Códigos Civil y de Comercio
Si retrocediendo nos situamos en las normas sobre prelación de créditos del Código
Civil, de nuevo en exposición brevísima, comprobaremos que los créditos salariales no
figuraban como preferentes con relación ni a
bienes muebles ni a bienes inmuebles del
deudor sobre los que existen series muy
amplias de créditos preferentes (arts. 1922 y
1923). Sólo respecto «de los demás bienes
muebles e inmuebles» aparecen junto a otros
los créditos «por salarios y sueldos de los trabajadores por cuenta ajena y del servicio
doméstico correspondientes al último año»
(art. 1924.2º.D).
En el Código de Comercio, aparte de que
los salarios no son bienes «de dominio ajeno»
que hayan de ponerse «a disposición de sus
legítimos dueños», figuran entre los de la 1ª
Sección («acreedores por trabajo personal por
los seis últimos meses anteriores a la quiebra», art. 913.1º.C) que, por consiguiente, son
satisfechos «con el producto de los bienes
muebles», no con el de los inmuebles.
10
RD. Ley de 23 de agosto de 1926, Gacetas de 1, 2
y 3 de septiembre.
11 Mías las cursivas de muebles, para resaltar que la
preferencia no alcanzaba a los inmuebles, aunque a
ellos se hubiera incorporado el trabajo del trabajador
acreedor.
La respuesta es ésta:
En los Proyectos de Ley estudiados y preparados por el Instituto de Reformas Sociales. En ellos se fraguan los privilegios de los
créditos salariales; se vuelven a fraguar, más
bien, dado que son de origen remoto y, como
abundantemente nos tiene enseñado Bartolomé Ríos, fuertemente arraigados en nuestro
Derecho, hasta que la Ley Hipotecaria de
1861 primero, y el Código Civil después, favorecieron los créditos hipotecarios12.
Pasemos, pues, de una vez, a los proyectos.
3.1. Las Bases de 1904 y el Proyecto de
1906
Ya en las «Bases para un Proyecto de Ley
de Contrato de Trabajo» que al Instituto –un
año apenas tras su creación (Real Decreto de
23 de abril de 1903)– se presentaron el 20 de
abril de 1904, figura una base XVIII conforme a la cual «los créditos por salarios devengados y por indemnizaciones debidas al obrero, se declaran preferentes en el caso de
muerte o quiebra del patrón».
El Proyecto de Ley de Contrato de Trabajo
presentado a las Cortes el 1 de noviembre de
12 Los privilegios del crédito salarial, Madrid, 1984;
Las garantías salariales (en torno al artículo 32), en «El
Estatuto de los Trabajadores, veinte años después», ed.
especial del núm. 100 de la Rev. Española de Derecho
del Trabajo, Madrid, CIVITAS, 2000 (tomo 1º, págs.
689-703).
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190613, dedica a nuestra materia su art. 21,
de necesaria cita íntegra.
Éste es el texto del art. 21:
Los créditos por salarios devengados y por
indemnizaciones debidas al obrero [c.s.i. en
adelante] y correspondientes al último año, se
declaran preferentes en todos los casos de concurrencia de créditos de carácter civil o mercantil.
Para determinar su preferencia, serán clasificados y graduados de la manera siguiente:
1.º Cuando se refieran a determinados
bienes muebles, incluyéndolos en el número 1º
del art. 1922 del Código Civil, con aplicación
en su caso del párrafo último de dicho artículo.
(Se traen por tanto los c.s.i. a la lista de los
preferentes, con relación a determinados
bienes muebles del deudor, situándolos en su
núm. 1, esto es, junto a los créditos por construcción, reparación o precio de venta de los
«bienes muebles que estén en poder del deudor hasta donde alcance» su valor.
El párrafo último del art. 1922, general
para todos los créditos listados en el mismo,
nos dice que si los bienes muebles sobre los
que recae la preferencia hubieren sido sustraidos, el acreedor puede reclamarlos de quien
13 Este Proyecto de Ley (Proyecto Dávila), reprodujo
«íntegramente el aprobado por el Instituto de Reformas
Sociales en Pleno, en sesión de 11 de mayo de 1905
(Proyecto Azcárate)», nos informan A. MARTÍN VALVERDE
et al.; La Legislación Social en la Historia de España. De la
Revolución Liberal a 1936, ed. Congreso de los Diputados, Madrid, 1987 (pág. 1127); imprescindible obra
esta para nuestro Derecho histórico del Trabajo y de la
Seguridad Social.
De ella tomamos los textos de las Bases y del Proyecto de Ley citados, así como el del Código de Trabajo de
1926 a que nos referimos antes; en su Anexo figuran
también los de los demás fracasados proyectos de ley de
contrato de trabajo (Proyectos LA CIERVA, MERINO, SÁNCHEZ GUERRA, RUIZ GIMÉNEZ, MAURA, BURGOS y M AZO) y el
último anteproyecto (1922).
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los tuviese, dentro de los treinta días siguientes a la sustracción.
Es innecesario insistir en que la preferencia refiere precisamente a bienes muebles).
2.º Cuando se refieran a determinados
bienes inmuebles [incluyéndolos] en el núm.
5º del art. 1923 del mismo Código, si no estuviesen comprendidos en el núm. 3º.
(Se colocan pues los c.s.i., junto con los créditos refaccionarios no anotados ni inscritos,
sobre los inmuebles a los que se refiera la
refacción [tras los del Estado, aseguradores,
hipotecarios o refaccionarios, anotados o inscritos y los preventivamente anotados en virtud de mandamiento judicial]; salvo si estuvieran comprendidos en el núm. 3º del mismo
art. 1923, esto es, anotados o inscritos, en
cuyo caso sólo ceden preferencia a los créditos
a favor del Estado y de los aseguradores).
3.º En los demás casos, en la letra D del
núm.2º del art. 1924 del repetido Código
Civil.
(Créditos por «salarios y sueldos de trabajadores por cuenta ajena ... correspondientes
al último año» no empleados en los bienes
muebles a que se refiere el art. 1922, núm. 1º,
o inmuebles a que se refiere el art. 1923, núm.
5º ó 3º –«los demás bienes muebles o inmuebles del deudor»– que siguen, pues, donde
estaban).
4.º Si la concurrencia fuera de créditos
mercantiles, los créditos de que se trata se considerarán comprendidos en la letra C del
número 1º del art. 913 del Código de Comercio.
Las demandas sobre estos créditos no
podrán interponerse sino por el obrero acreedor o sus herederos.
(Milagrosamente del maltrecho Código de
Comercio seguía y sigue en vigor el citado art.
913.1º.C, conforme al cual los créditos a que
se refiere se dividen en dos secciones, la pri-
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mera de las cuales comprende los créditos
que deban ser satisfechos con los bienes muebles de la quiebra, siendo los de su núm. 1º los
correspondientes a «acreedores singularmente privilegiados», precisamente por el orden
que el propio núm. 1º establece, apareciendo
en tercer lugar –apartado C– «los acreedores
por trabajo personal por los seis últimos
meses anteriores a la quiebra» [tras los que lo
sean por gastos de entierro, funeral y testamentaría y los acreedores alimenticios].
económica a favor de determinado causahabientes en caso de muerte por accidente del
trabajador, al tiempo que se autorizaba a los
patronos para sustituir –entre otras– esta
obligación por un seguro hecho a su costa en
cabeza del obrero. Dentro de este contexto, el
sentido del núm. 5 es que tales indemnizaciones, si existiese seguro, quedan «exentas»,
esto es, no pueden ser objeto de reclamación,
ni por los herederos, ni por los acreedores del
patrono)16.
El privilegio conforme al párrafo 2º de este
art. 21.4 del Proyecto queda reservado «al
obrero acreedor o sus herederos» , únicos que
pueden demandar).
3.2. Los proyectos posteriores
5.º Las indemnizaciones determinadas
por la Ley de Accidentes del Trabajo para
caso de muerte del obrero, hállanse comprendidas, si existiese seguro, en la exención respecto a las reclamaciones de herederos o acreedores del patronato reconocida por el art.
428 del Código de Comercio14.
(Sabido es que el Proyecto del Instituto de
Reformas Sociales de 1906 se preparó cuando
ya había sido promulgada la Ley de Accidentes del Trabajo, Ley de 30 de enero de 190015,
en la cual se preveía una «indemnización»
14 Con seguridad, el texto debe ser patrono, que no
patronato. Una errata pues respecto de la que no estamos en condiciones, ni en realidad merece la pena, precisar si estaba ya en el proyecto original o en el texto que
estamos utilizando.
Los Proyectos de Ley, también emanados del Instituto de Reformas Sociales de 1910 (MERINO), 1914 (Sánchez Guerra) y 1916 (RUIZ GIMÉNEZ), en su respectivo
artículo 21.5º, hablan de «herederos o acreedores del
patrono» (mías las cursivas), demostración virtualmente
irrefutable de que el patronato del Proyecto de 1906, es
una errata.
15 Puede consultarse el texto de la Ley junto con un
comentario de la misma, en el estudio de M. Alonso
Olea, El origen de la Seguridad Social en la Ley de Accidentes de Trabajo de 30 de enero de 1900, en «Papeles
y Memorias» de la Real Academia de Ciencias Morales y
Políticas, Nº VIII, julio/2000, págs. 3 a 13.
El texto de la Ley, también en A. M ARTÍN VALVERDE et
al. cit., págs. 255-257.
No se trata aquí de seguir las vicisitudes
del privilegio o preferencias salariales en los
sucesivos proyectos de ley de contrato de trabajo del Instituto de Reformas Sociales, hasta
llegar, como se dijo, al Código del Trabajo de
1926, sino meramente, de dejar constancia de
su muy frecuente aparición.
Déjese, pues, brevemente anotado:
– El Proyecto de La Cierva (1908), brevísimo, no contiene ninguna referencia a
nuestro tema.
– El Proyecto Merino (1910), contiene un
artículo 21 idéntico al artículo 21,
transcrito más arriba, del Proyecto de
1906.
– Idéntico comentario respecto del Proyecto Sánchez Guerra (1914).
– Idéntico comentario respecto del Proyecto Ruiz Giménez (1916).
– El extenso Proyecto Burgos y Mazo de
1919, una vez más reitera el viejo artículo 21 del Proyecto de 1906, aunque figurando ahora en el mismo como artículo
99.
16
Agradezco mucho la ayuda del Prof. AURELIO
M ENÉNDEZ , a propósito del sentido del, hace mucho
tiempo desaparecido, art. 428 del Código de Comercio.
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3.3. Indicación final
Con todo lo que precede, creo, podemos dar
por cumplido nuestro intento de demostrar
hasta qué punto las elaboraciones del Instituto de Reformas Sociales, están en la base de
cambios fundamentales en nuestro Derecho
del Trabajo y, concretamente, en lo que aquí
estamos viendo, en la regulación de su institución básica, esto es, del contrato de trabajo.
De forma que quien quiera que trate de
perseguir los orígenes de otras muchas instituciones, tendrá que acudir a las mismas
fuentes históricas; así, entre otros ejemplos,
para la limitación del tiempo de trabajo a través de la fijación de jornadas máximas; o para
la consagración general del principio de liber-
tad de forma, tradicional en nuestro derecho,
de los contratos para el trabajo17.
O para la regulación incipiente de los convenios colectivos a los que, con seguridad,
quiere referirse el artículo 3 del Proyecto de
1906, al hablar de «el contrato entre el patrono y un sindicato o asociación a nombre de los
obreros». Y a los que desde luego se refirió el
dictamen de la Comisión del Senado sobre el
Proyecto Ruiz Giménez, al hablar de que «los
patronos y obreros podrán celebrar contratos
individuales y colectivos»18
O para la extinción del contrato de trabajo
que trajera su causa de las que en su día se
fueron llamando «pérdida de facultades o
aptitudes», «inhabilidad» o «ineptitud» del
trabajador19.
17 Ambos temas en Mª T. S OSA MANCHA, La emergencia del contrato de trabajo. La codificación civil y los proyectos de ley de contratos de trabajo 1821-1924,
Madrid, 2002, respectivamente págs. 283-293 y 267283.
En el Prólogo de este libro, A. MONTOYA MELGAR, se
refiere a la importancia de la serie de intentos de regulación del contrato de trabajo que se suceden «durante el
primer cuarto del siglo XX», que son precisamente los
del Instituto de Reformas Sociales, estudiados por el
libro prologado.
18 A esto me referí en Pactos colectivos y contratos
de grupo, 1ª ed., Madrid, 1955, págs. 74-75 y 128-132;
reimpresión Granada 2000 (ed. J. L. MONEREO), págs. 5456 y 107-110.
19 A. MONTOYA MELGAR, Política de empleo y jubilación, Murcia, 2002, págs. 14-17; en especial las referencias que se contienen en las notas 11 a 15.
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