FUNDACIÓN TUTELAR DE LA RIOJA Jornadas sobre Protección Jurídica en la Incapacidad 1 2 Jornadas sobre Protección Jurídica en la Incapacidad 3 4 Jornadas sobre Protección Jurídica en la Incapacidad II Jornadas celebradas en Logroño los días 26 y 27 de abril de 2007 2007 5 Jornadas sobre Protección Jurídica en la Incapacidad (2ª. 2007. Logroño) Jornadas sobre Protección Jurídica en la Incapacidad: 26-27 abril 2007.- [Logroño]: Fundación Tutelar de La Rioja , 2007.- 240 p. : il. col., gráf.; 24 cm. Personas con discapacidad - Estatuto jurídico - España - Congresos y asambleas Incapacitación - España - Congresos y asambleas Tutela - España - Congesos y asambleas Fundación Tutelar de La Rioja 347.161(460)(063) © Fundación Tutelar de La Rioja, 2007 Gobierno de La Rioja Jorge Vigón, 15, 1º Izqda. 26003 Logroño. La Rioja T. 941 243332 F. 941 243444 [email protected] www.fundaciontutelardelarioja.org © De los textos, los autores Diseño, maquetación e impresión: La Mirada Publicidad Avda. de Portugal, 26. 1º C 26001. Logroño. La Rioja. Impreso en España – Printed in Spain Ninguna parte de esta publicación, incluyendo el diseño general y el de cubierta, puede ser copiado, reproducido, almacenado, o transmitido de ninguna manera ni por ningún medio, tanto si es eléctrico, como químico, mecánico, óptico, de grabación, de fotocopia, o por otros métodos, sin la autorización previa por escrito de los titulares del copyright. 6 ÍNDICE Ponencia inaugural El Nuevo Marco legal establecido por la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia ........................... Dª María Bueyo Díez Jalón Defensora del Pueblo Riojano I Mesa Redonda Los Procedimientos Judiciales relativos a las personas incapaces ......... Aspectos procesales del Juicio de incapacidad ................................ D. Aner Uriarte Codón Magistrado Juez del Juzgado de Primera Instancia nº 14 de Bilbao 9 41 41 El Médico forense en los procesos de incapacitación e internamientos forzosos ................................................................. 67 D. Guillermo Portero Lazcano Médico-Forense, Jefe de Servicio de la Clínica Médico Forense de Bilbao. Instituto Vasco de Medicina Legal Fundamentos sanitarios de la solicitud de tratamiento ambulatorio involuntario ............................................................... D. Álvaro Iruín Cortés Jefe de Salud Mental de Osakidetza II Mesa Redonda Las Entidades Tutelares. Modelos de intervención en el ejercicio de la tutela ........................................................................................... Dª Victoria Díez Martínez ............................................................. Directora-Gerente de la Fundación Tutelar de La Rioja 89 99 99 7 Dª Silvina Ballestín Prieto ............................................................. 121 Secretaria de la Comisión de Tutela y Defensa Judicial de Adultos de la Comunidad Autónoma de Aragón D. Javier Pallarés Neila ................................................................. 133 Director del Departamento de Tutela de la Fundación ManantialMadrid. III Mesa Redonda La necesidad de la incapacitación. Asunción de la tutela por las Entidades Públicas .............................................................................. 143 Causa y motivo de la incapacitación civil, una reflexión sobre art. 200 del código civil .................................................................. 143 D. Fernando Santos Urbaneja Fiscal de la Audiencia Provincial de Córdoba Coordinador del Foro Andaluz del Bienestar Mental La tutela legal del artículo 239 del código civil. El concepto de desamparo ................................................................................ 165 Dª María del Mar Heras Hernández Profesora Titular de Derecho Civil de la Universidad Rey Juan Carlos IV Mesa Redonda Instituciones de Guarda de las personas incapaces ............................... 193 Aproximación a la Guarda de Hecho como cierre del Sistema de Protección de las Personas con Discapacidad ............................. 193 D. Cristóbal Fco. Fábrega Ruiz Fiscal de la AP de Jaén. Profesor de Derecho Civil de la Universidad de Jaén. La delación de la tutela y el nombramiento de tutor ..................... 227 D. Pedro de Pablo Contreras Decano de la Facultad de Derecho y Catedrático de Derecho Civil de la Universidad de La Rioja 8 PONENCIA INAUGURAL EL NUEVO MARCO LEGAL ESTABLECIDO POR LA LEY 39/2006, DE 14 DE DICIEMBRE, DE PROMOCIÓN DE LA AUTONOMÍA PERSONAL Y ATENCIÓN A LAS PERSONAS EN SITUACIÓN DE DEPENDENCIA Dª María Bueyo Díez Jalón Defensora del Pueblo Riojano PONENCIA INAUGURAL: Dª MARÍA BUEYO DÍEZ DE JALÓN Introducción: su encuadre constitucional. Competencias del Estado frente a las Comunidades Autónomas. Con una gran expectación se ha recibido la aprobación y publicación por el Poder Legislativo Central de la llamada “Ley de Dependencia”, aprobada en el Congreso de los Diputados el 30 de noviembre del año pasado, sancionada y promulgada por el Rey fue publicada en el BOE de 15 de diciembre de 2006 y su Disposición Final Séptima, en lo tocante a su vacatio legis, se mostró corta, pues entraría en vigor el primer día del mes siguiente a su publicación en el Boletín Oficial, esto es, el 1 de enero de 2007. Así apareció publicada con la siguiente denominación, Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia. La norma se dicta por el Legislativo Central trayendo a colación como título competencial el relacionado en el artículo 149.1.1ª CE, esto es, “la regulación de las condiciones básicas que garanticen la igualdad de todos los españoles en el ejercicio de sus derechos y en el cumplimiento de sus deberes constitucionales”. Este es el fundamento constitucional pues así lo cita la Disposición Final octava de la Ley. Al amparo de este título de competencia exclusiva del Estado se pretende la creación de un Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia (SAAD), con la colaboración y participación de todas las Administraciones Públicas. Si bien dicho título 9 competencial estatal puede entrar en colisión con otro también exclusivo de las Comunidades Autónomas “ex” artículo 148.1.20ª CE, pues ellas según el Texto Constitucional tienen competencia exclusiva en materia de “Asistencia social”. Si bien su acogida causó gran alborozo, más lo causa su puesta en funcionamiento, pues recoge una avance importante en el Estado autonómico Social (del bienestar social), si bien su articulación requiere la intervención necesaria de las Comunidades Autónomas, por lo que en su práctica la Ley, se antoja complicada y con excesivas trabas tanto en lo tocante a su desarrollo reglamentario por el Ejecutivo Central, como en su implantación por las Comunidades Autónomas, encontrando tal vez su punto más débil en el sistema de financiación, pues implica un sistema perverso que puede provocar desigualdades entre las distintas Comunidades Autónomas. En este sentido y pese a que una Ley preocupada por un sector de la población en régimen de dependencia se merece concederle una buena acogida, la imbricación de los distintos poderes públicos y la coordinación de distintos agentes e instancias, con un marco de financiación tan abierto como el que presenta la Ley está llamado a crear bloqueos, duplicidades y agravios comparativos, la discordia está servida. La mayoría de los sectores consultados que mantienen relación con las personas dependientes, afirma que la Ley de Dependencia era necesaria desde el punto de vista social y de ordenación de los recursos para la dependencia; sin embargo, buena parte de ellos señala que la articulación del sistema con las Administraciones regionales resultará complicada y advierten de que el hecho de no haber cerrado la participación financiera de las autonomías y las corporaciones locales acabará desembocando en requerimientos adicionales de fondos de estas administraciones, al Estado. La Ley está precedida por una Exposición de Motivos en la que constan las razones por las que se ha considerado oportuna la aprobación por las Cortes Generales, se sintetizan los elementos esenciales del Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia (SAAD) y se describe la estructura o sistemática del testo legal. 10 De esta Exposición de Motivos de la norma se desprende que las transformaciones sociales y económicas que se han producido en las últimas décadas han provocado por un lado, un aumento considerable del número de personas que no pueden valerse por sí mismas para realizar las actividades más elementales e indispensables de la vida cotidiana; por otra parte, la incorporación de las mujeres al trabajo fuera del hogar ha agravado la necesidad de atención de las personas que padecen limitaciones, pues tradicionalmente han sido las familias –especialmente las mujeres-, quienes han suplido esas carencias. PONENCIA INAUGURAL: Dª MARÍA BUEYO DÍEZ DE JALÓN Todo ello ha generado, incluso en ámbitos que trascienden de nuestras fronteras, una preocupación creciente de los entes públicos para afrontar los problemas que padecen quienes no pueden desenvolverse por sí mismos, definiendo las situaciones de dependencia y predisponiendo los medios oportunos para que todos dispongan de la asistencia necesaria que les permita desenvolverse con un mínimo de autonomía e independencia en el desarrollo de las actividades básicas de la vida diaria. El Estado español se ha sentido interpelado por estas situaciones de necesidad y ha decidido aprobar la Ley de Autonomía Personal y la Asistencia a personas en situación de dependencia, invocando para ello la competencia exclusiva que ostenta para regular las condiciones básicas que garantizan la igualdad de todos los españoles en el ejercicio de los derechos y en el cumplimiento de los deberes constitucionales (artículo 149.1.1ª CE). A tal efecto, la Ley ha creado un nuevo derecho público subjetivo, de naturaleza prestacional, determinando unos estándares de contenido de tal derecho que sean uniformes en todo el ámbito nacional, y estableciendo un instrumento –el Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia, SAAD-, que permitirá que todos los ciudadanos puedan acceder en condiciones de igualdad a unas prestaciones mínimas, que las Comunidades Autónomas pueden mejorar en uso de sus competencias. El espíritu de la Ley es digno de elogios, unificar el régimen de dependencia en todo el territorio nacional, pero pese a que la norma entró en vigor el 11 día 1 de enero del presente 2007, para su plena aplicación se requiere que el Ejecutivo Central dicte una serie de reglamentos necesarios pues sin ellos el derecho público subjetivo de naturaleza prestacional que asiste a las personas en tal situación, sólo será papel mojado. La norma bajo el título competencial del Estado del artículo 149.1.1ª de la CE, está plagada de remisiones normativas, técnica por la cual, el Legislativo llama a la potestad reglamentaria, ora sea del Estado ora lo sea de las Comunidades Autónomas. - artículo 9. La determinación del nivel mínimo de protección garantizado para cada uno de los beneficiarios del sistema público, según su grado y nivel de dependencia, también será determinado por el Gobierno Central, oído el Consejo Territorial del SAAD. - artículo 10.3º. La aprobación de los criterios para determinar la intensidad de protección de cada uno de los servicios previstos en el Catálogo y la compatibilidad o incompatibilidad entre ellos. Se realizará por Real Decreto, todavía pendiente de tramitación. - artículo 14. El copago de las prestaciones a solicitar, pues según este precepto se establecerá en función de la capacidad económica de la persona dependiente, en la forma que reglamentariamente se establezca, a propuesta del Consejo Territorial del SAAD, en atención a la renta y al patrimonio del solicitante - artículo 15. Relaciona el Catálogo de los servicios sociales de promoción de la autonomía personal y de atención a la dependencia, si bien se difiere su concreción a un futuro desarrollo reglamentario. - artículo 27. En lo referente a la valoración de la situación de dependencia, estable que el grado y los niveles, se determinarán mediante la aplicación del baremo que se acuerde en el Consejo Territorial del SAAD, para su posterior aprobación por el Gobierno. Este baremo ha sido aprobado recientemente mediante el Real Decreto 504/2007, de 20 de abril, obligatorio para todas las Comunidades Autónomas que determinarán sus órganos de valoración, y en vigor 12 desde el 24 de abril. - Y por último, sin ánimo de agotar todos los supuestos de remisión normativa, no hemos de olvidar el necesario desarrollo reglamentario del Plan Integral de atención para menores de tres años, en situación de dependencia, que debe establecerse en una escala de valoración específica. PONENCIA INAUGURAL: Dª MARÍA BUEYO DÍEZ DE JALÓN Con ello, las Comunidades Autónomas ahora se afrontan a un doble reto. Primero, poner en marcha la Ley, valorando las distintas situaciones de dependencia conforme a las reglas fijadas en el R.D. 504/2007, de 20 de abril, si bien no pueden adscribir prestaciones ni servicios pues no se ha llevado a cabo el desarrollo reglamentario del Gobierno Central en orden a las condiciones de acceso a las prestaciones, compatibilidad o incompatibilidad entre las mismas, la intensidad de protección, la participación de los beneficiarios en el coste. Y segundo, la dotación financiera precisa, para hacer realizar dichos derechos subjetivos públicos consagrados en la norma legal. 1. Estudio de la dependencia en España: referencia al Libro Blanco (Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, diciembre de 2004). La atención de las necesidades de las personas dependientes es uno de los grandes retos de la política social. Y lo es, prescindiendo de cualquier otra consideración, porque los sufrimientos, dificultades y coste de toda índole que la dependencia está acarreando a cientos de miles de familias españolas requieren una respuesta firme y decidida. La demanda de cuidados para personas dependientes se ha venido incrementando de forma notable en los últimos años y va a seguir aumentando a un fuerte ritmo durante las próximas décadas, como consecuencia de la combinación de factores de carácter demográfico, médico y social, entre los que podemos citar el envejecimiento de la población, las mayores tasas de supervivencia de las personas afectadas por alteraciones congénitas, enfermedades y accidentes graves, y la creciente incidencia de los accidentes laborales y de tráfico. 13 Ese crecimiento de las demandas coincide en el tiempo con la crisis de los sistemas de apoyo informal que tradicionalmente han venido dando respuesta a las necesidades de cuidados. Una crisis motivada, fundamentalmente, por los cambios en el modelo de familia y la creciente incorporación de las mujeres al mundo laboral. En las últimas décadas la población mayor española ha experimentado un crecimiento muy considerable. El número de personas mayores de 65 años se ha duplicado en los últimos treinta años del siglo XX, pasando de 3,3 millones de personas en 1970 (un 9,7 por ciento de la población total) a más de 6,6 millones en 2000 (16,6 por ciento de la población total). Este fenómeno del envejecimiento va a continuar en los próximos años, en los que la población mayor seguirá incrementándose de manera notable, a la vez que disminuirá la proporción de personas en edades jóvenes, como muestra la evolución prevista de la estructura de la población española durante el período 1991-2026, que se recoge en el cuadro siguiente, extraído del llamado “Libro Blanco de Dependencia”. CUADRO 1. PROYECCIONES DE LA ESTRUCTURA POR GRANDES GRUPOS DE EDAD DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA,1991-2026. Menosde16años 16a64años 65ymásaños Año 14 TOTAL Número % Número % Número % 1991 7.969.600 20,5 25.497.521 65,4 5.497.956 14,1 38.965.077 1996 6.764.315 17,2 26.310.021 66,9 6.234.148 15,9 39.308.484 2001 6.414.627 15,7 27.598.911 67,4 6.950.706 17,0 40.964.244 2006 6.883.005 15,6 29.707.832 67,5 7.404.260 16,8 43.995.097 2011 7.397.841 16,1 30.573.406 66,4 8.084.582 17,6 46.055.829 2016 7.813.301 16,4 31.109.452 65,1 8.857.956 18,5 47.780.709 2021 7.763.750 15,8 31.695.868 64,4 9.720.075 19,8 49.179.693 2026 7.443.232 14,8 31.967.404 63,6 10.876.681 21,6 50.287.317 CUADRO2.EVOLUCIÓNDELADEPENDENCIAENESPAÑA,2005A2020 PERSONASDEPENDIENTES 2005 2010 2015 2020 GradoIII(Grandependencia) 194.508 223.457 252.345 277.884 GradoII(Dependenciasevera) 370.603 420.336 472.461 521.065 GradoI(Dependenciamoderada) 560.080 602.636 648.442 697.277 1.125.190 1.246.429 1.373.248 1.496.226 TOTAL 2. Estudio de la dependencia en la Comunidad Autónoma de La Rioja. PONENCIA INAUGURAL: Dª MARÍA BUEYO DÍEZ DE JALÓN El Plan Integral de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia: Personas con Discapacidad 20072010 fue aprobado por el Consejo de Gobierno de La Rioja el 2 de febrero de 2007. La evolución de la población en situación de dependencia en el ámbito de nuestra Comunidad Autónoma ha experimentado desde el 2001 al 2005, referentes para la elaboración del Plan, la siguiente evolución: CUADRO3.CUADRONUMÉRICODELAEVOLUCIÓNDELAPOBLACIÓNDISCAPACITADAENLARIOJA 2001 2002 2003 2004 2005 13.940 15.136 16.452 15.335 16.378 CUADRO4.CUADRODELAEVOLUCIÓNDELADEPENDENCIASEGÚNEDADES EDAD %RESPECTOALTOTALDELA POBLACIONDISCAPACITADA NÚMERO Hasta3años 39 0,20% De4a6años 61 0,37% De7a17años 388 2,37% De18a64años 9.348 57,10% De65a74años 3.178 19,46% Demásde75años 3.364 20,50% 16.378 100% Total 15 3. Los principios generales inspiradores de la Ley 39/2006. Una vez anticipados los problemas que ocasiona la puesta en marcha de la Ley, consideramos oportuno recordar los principios en que la misma dice inspirarse. Esos principios han sido enumerados en el artículo 3 de la ley y conviene detenerse en ellos, dado que son elementos que han de tenerse en cuenta para interpretar el alcance y contenido del derecho de las personas en situación de dependencia. Son los siguientes: a) El carácter público de las prestaciones del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia. Este calificativo no implica que las prestaciones se ejecuten siempre por entes públicos, dado que la red de centros está integrada, como ya sabemos, por los centros públicos de las Comunidades Autónomas, de las Entidades Locales, los centros de referencia estatal para la promoción de la autonomía personal y para la atención y cuidado de situaciones de dependencia, así como los privados concertados debidamente acreditados. b) La universalidad en el acceso de todas las personas en situación de dependencia, en condiciones de igualdad efectiva y no discriminación, en los términos establecidos en esta Ley. De los tres modelos implantados en Europa, aludidos en el Libro Blanco sobre la “Atención a las personas en situación de dependencia en España” del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, esta ley se inscribe en el conocido como modelo universal de protección que, a diferencia del modelo bismarckiano de Seguridad Social y del modelo asistencial, configura el derecho a los servicios y prestaciones como un derecho no vinculado a cotizaciones o aportaciones de los beneficiarios y su ámbito de aplicación subjetiva no restringe el conjunto de personas que, reuniendo las condiciones que definen la situación de dependencia, pueden acceder a los citados servicios y prestaciones. Las únicas restricciones de acceso están determinadas por la capacidad de los servicios, lo que obliga a establecer prioridades, aunque hay que añadir que hasta que la red de servicios esté totalmente implantada, 16 las personas en situación de dependencia que no puedan acceder a los servicios por aplicación del régimen de prioridad señalado, tendrán derecho a la prestación económica prevista en el artículo 17 de la LPAP. c) La atención integral e integrada a las personas en situación de dependencia. PONENCIA INAUGURAL: Dª MARÍA BUEYO DÍEZ DE JALÓN d) La transversalidad de las políticas de atención a las personas en situación de dependencia. La transversalidad no es un concepto definido por la LPAP, y entendemos que ha de ser interpretado en el mismo sentido que se ha dado a las discriminaciones por razón de sexo según la estrategia del mainstreaming asumida por la Plataforma de Acción nacida en la IV Conferencia Mundial sobre Mujeres de Naciones Unidas celebrada en Pekín en 1995. Así se ha entendido ya en otras disposiciones legales, como la Ley 51/2003, de 2 de diciembre, de igualdad de oportunidades, no discriminación y accesibilidad universal de las personas con discapacidad, cuyo artículo 2.f) dispone que se entiende por transversalidad de las políticas en materia de discapacidad, el principio en virtud del cual las actuaciones que desarrollan las Administraciones públicas no se limitan únicamente a planes, programas y acciones específicos, pensados exclusivamente para estas personas, sino que comprenden las políticas y líneas de acción de carácter general en cualquiera de los ámbitos de actuación pública, en donde se tendrán en cuenta las necesidades y demandas de las personas con discapacidad. Esto quiere decir que los Gobiernos nacional y autonómicos habrán de tener en cuenta, en el procedimiento de elaboración de sus normas, el impacto que éstas puedan tener sobre las personas que se encuentran en situación de dependencia. e) La valoración de las necesidades de las personas, atendiendo a criterios de equidad para garantizar la igualdad real. f) La personalización de la atención, teniendo en cuenta de manera 17 especial la situación de quienes requieren de mayor acción positiva como consecuencia de tener mayor grado de discriminación o menor igualdad de oportunidades. g) El establecimiento de las medidas adecuadas de prevención, rehabilitación, estímulo social y mental. h) La promoción de las condiciones precisas para que las personas en situación de dependencia puedan llevar una vida con el mayor grado de autonomía posible. i) La permanencia de las personas en situación de dependencia, siempre que sea posible, en el entorno en el que desarrollan su vida. j) La calidad, sostenibilidad y accesibilidad de los servicios de atención a las personas en situación de dependencia. k) La participación de las personas en situación de dependencia y, en su caso, de sus familias y entidades que les representen en los términos previstos en esta Ley. l) La colaboración de los servicios sociales y sanitarios en la prestación de los servicios a los usuarios del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia que se establecen en la presente Ley y en las correspondientes normas de las Comunidades Autónomas y las aplicables a las Entidades Locales. m) La participación de la iniciativa privada en los servicios y prestaciones de promoción de la autonomía personal y atención a la situación de dependencia. n) La participación del tercer sector en los servicios y prestaciones de promoción de la autonomía personal y atención a la situación de dependencia. ñ) La cooperación interadministrativa. 18 o) La integración de las prestaciones establecidas en esta Ley en las redes de servicios sociales de las Comunidades Autónomas, en el ámbito de las competencias que tienen asumidas, y el reconocimiento y garantía de su oferta mediante centros y servicios públicos o privados concertados. p) La inclusión de la perspectiva de género, teniendo en cuenta las distintas necesidades de mujeres y hombres. q) Las personas en situación de gran dependencia serán atendidas de manera preferente. 4. Derechos subjetivos públicos: requisitos de los beneficiarios. PONENCIA INAUGURAL: Dª MARÍA BUEYO DÍEZ DE JALÓN Uno de los dos pilares sobre los que se asienta la LPAP consiste en la regulación de las “las condiciones básicas que garanticen la igualdad en el ejercicio del derecho subjetivo de ciudadanía a la promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia, en los términos establecidos en las leyes, (...) y la garantía por la Administración General del Estado de un contenido mínimo común de derechos para todos los ciudadanos en cualquier parte del territorio del Estado español” (artículo 1 de la Ley). 4.1. Sujetos: requisitos de los beneficiarios: Son sujetos titulares del derecho a la promoción de la autonomía personal los españoles mayores de tres años (para los menores se prevé un régimen especial en la disposición adicional decimotercera) residentes en España que, por tener mermada su capacidad de controlar, afrontar y tomar, por propia iniciativa, decisiones personales acerca de cómo vivir de acuerdo con las normas y preferencias propias así como de desarrollar las actividades básicas de la vida diaria, se encuentran en situación de dependencia (artículo 5), definida por el artículo 2 como el estado de carácter permanente en que se encuentran las personas que, por razones derivadas de la edad, la enfermedad o la discapacidad, y ligadas a la falta o a la pérdida de autonomía física, mental, intelectual o sensorial, precisan de la atención de 19 otra u otras personas o ayudas importantes para realizar actividades básicas de la vida diaria o, en el caso de las personas con discapacidad intelectual o enfermedad mental, de otros apoyos para su autonomía personal. 4.2. Grados de dependencia: Con el fin de individualizar el contenido del derecho de las personas en situación de dependencia, se establece en el artículo 26 de la ley una clasificación de las situaciones de dependencia en tres grados, cada uno de los cuales se descompondrá en dos niveles en función de la intensidad de los cuidados requeridos. Los grados son los siguientes: a) Grado I. Dependencia moderada: cuando la persona necesita ayuda para realizar varias actividades básicas de la vida diaria, al menos una vez al día o tiene necesidades de apoyo intermitente o limitado para su autonomía personal. b) Grado II. Dependencia severa: cuando la persona necesita ayuda para realizar varias actividades básicas de la vida diaria dos o tres veces al día, pero no quiere el apoyo permanente de un cuidador o tiene necesidades de apoyo extenso para su autonomía personal. c) Grado III. Gran dependencia: cuando la persona necesita ayuda para realizar varias actividades básicas de la vida diaria varias veces al día y, por su pérdida total de autonomía física, mental, intelectual o sensorial, necesita el apoyo indispensable y continuo de otra persona o tiene necesidades de apoyo generalizado para su autonomía personal. La Ley establece prioridades de los titulares del derecho en el acceso a los servicios que indicaremos después. Dichas prioridades vendrán determinadas por el grado y nivel de dependencia y, a igual grado y nivel por la capacidad económica del solicitante (artículo 14.6). Los sujetos frente a los que se puede exigir el derecho de las personas en situación de dependencia son el Estado y las Comunidades Autónomas en los términos que examinaremos más adelante al hablar del Sistema de 20 Autonomía y Atención a la Dependencia. 4.3. Prestaciones y Catálogo de servicios El objeto principal del derecho que se reconoce a las personas en situación de dependencia consiste en acceder, “en condiciones de igualdad, a las prestaciones y servicios previstos en esta Ley, en los términos establecidos en la misma” (artículo 4). PONENCIA INAUGURAL: Dª MARÍA BUEYO DÍEZ DE JALÓN Según el artículo 14, las prestaciones previstas por la LPAP son de dos clases, a saber, servicios y prestaciones económicas. Los servicios tienen carácter prioritario y se prestarán mediante la Red de Servicios Sociales de las Comunidades Autónomas, integrada por servicios públicos o privados concertados. Las prestaciones económicas están previstas para aquellos casos en los que no sea posible la atención mediante la red. Los servicios que pueden constituir objeto del derecho de las personas en situación de dependencia están enumerados en el artículo 15 y definidos en los artículos 21 a 25. Y son los siguientes: • Servicios de prevención de las situaciones de dependencia. • Servicio de Teleasistencia. • Servicio de Ayuda a domicilio: - atención a las necesidades del hogar y - cuidados personales, • Servicio de Centro de Día y de Noche: - Centro de día para mayores - Centro de día para menores de 65 años - Centro de día de atención especializada - Centro de noche • Servicio de Atención Residencial: - Residencia para personas mayores dependientes - Centro de atención a personas en situación de dependencia, en razón de los distintos tipos de discapacidad. 21 Las prestaciones económicas –reguladas en los artículos 17 y siguientes, son de carácter periódico, según hemos dicho, tienen carácter subsidiario en los casos en que no sea posible el acceso a un servicio público o concertado de atención y cuidado, y están vinculadas a la adquisición de un servicio. La prestación puede estar destinada, excepcionalmente, a sufragar los cuidados familiares cuando el beneficiario esté siendo atendido por su entorno familiar. Se regula asimismo una prestación económica de asistencia personal que tiene como finalidad la promoción de la autonomía de las personas con gran dependencia, siendo su objetivo contribuir a la contratación de una asistencia personal, durante un número de horas, que facilite al beneficiario el acceso a la educación y al trabajo, así como una vida más autónoma en el ejercicio de las actividades básicas de la vida diaria. El artículo 4 establece otros contenidos complementarios del derecho de las personas en situación de dependencia, que disfrutarán de todos los derechos establecidos en la legislación vigente, y, con carácter especial, algunos que específicamente se enumeran y que no es necesario reproducir en este lugar por ser, en términos generales, derechos de todos los ciudadanos. La ley establece, como deberes anejos a la titularidad del derecho, el de suministro de información y el de aplicar las prestaciones económicas a las finalidades para las que fueron otorgadas (artículo 4.4). 5. El sistema para la autonomía y atención a la dependencia (SAAD). La Ley no se limita a estatuir los rasgos esenciales que constituyen y conforman el derecho de las personas en situación de dependencia, sino que establece además los instrumentos y procedimientos con los que las entidades públicas afectadas (Estado y Comunidades Autónomas) han de dar satisfacción al mismo. Para ello crea el Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia, del que la ley no nos ofrece un concepto o definición, a pesar de las muchas que se contienen en su artículo 2. El artículo 6.2 de la Ley destaca el aspecto organizativo del Sistema al decir que se configura como una red de utilización pública que integra, 22 de forma coordinada, centros y servicios, públicos y privados. Pero el Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia es una realidad más amplia que comprende las relaciones jurídicas, los procedimientos y los modos de actuación que han de cumplimentar y a los que han de adecuar su intervención los entes públicos responsables de atender a las personas en situación de dependencia. De cara a un eventual recurso de inconstitucionalidad contra la ley interesan principalmente sus aspectos organizativos y funcionales. 5.1. El Consejo Territorial del Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia PONENCIA INAUGURAL: Dª MARÍA BUEYO DÍEZ DE JALÓN Desde la perspectiva organizativa hay que destacar la creación de un Consejo Territorial del Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia, organismo de naturaleza colegiada y representativa del Estado, Comunidades Autónomas y Entidades locales, que es el principal instrumento de cooperación interadministrativa para la articulación del sistema. En su composición tendrán mayoría los representantes de las Comunidades Autónomas frente a los de los distintos Departamentos ministeriales, según establece el artículo 8 de la ley. Sus competencias están diseminadas en la ley, que cuenta no obstante con un precepto –el artículo 8.2- en el que se hace la siguiente enumeración de funciones del Consejo: a) Acordar el Marco de cooperación interadministrativa para el desarrollo de la Ley previsto en el artículo 10. b) Establecer los criterios para determinar la intensidad de protección de los servicios previstos de acuerdo con los artículos 10.3 y 15. c) Acordar las condiciones y cuantía de las prestaciones económicas previstas en el artículo 20 y en la disposición adicional primera. d) Adoptar los criterios de participación del beneficiario en el coste de los servicios. 23 e) Acordar el baremo a que se refiere el artículo 27, con los criterios básicos del procedimiento de valoración y de las características de los órganos de valoración. f) Acordar, en su caso, planes, proyectos y programas conjuntos. g) Adoptar criterios comunes de actuación y de evaluación del Sistema. h) Facilitar la puesta a disposición de documentos, datos y estadísticas comunes. i) Establecer los mecanismos de coordinación para el caso de las personas desplazadas en situación de dependencia. j) Informar la normativa estatal de desarrollo en materia de dependencia y en especial las normas previstas en el artículo 9.1. k) Servir de cauce de cooperación, comunicación e información entre las Administraciones Públicas. El elenco de funciones del artículo 8.2 no es exhaustivo, según hemos dicho ya. Una lectura atenta de la ley permite descubrir otras importantes funciones y potestades para las que ha sido creado y de las que está investido el Consejo Territorial del Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia. Además de otras competencias de carácter consultivo, de propuesta y estudio o de carácter promocional, que no presentan ningún reparo de constitucionalidad, la ley contiene las siguientes referencias a las funciones del Consejo Territorial, algunas de las cuales se encuentran mencionadas en la relación que acabamos de transcribir: • Acuerda las condiciones de acceso al Sistema de Atención a la Dependencia de los emigrantes españoles retornados, para su posterior aprobación por el Gobierno (artículo 5.4). • Acuerda el marco de cooperación interadministrativa que se desarrollará mediante los correspondientes Convenios entre la 24 Administración General del Estado y cada una de las Comunidades Autónomas (artículo 10.1). • Establece los criterios para determinar la intensidad de protección de cada uno de los servicios previstos en el Catálogo, y la compatibilidad e incompatibilidad entre los mismos, para su aprobación por el Gobierno mediante Real Decreto (artículo 10.3). • Establece la forma y condiciones de participación de las Entidades Locales en el propio Consejo Territorial (artículo 12.2). Propone la forma en que se determinará la capacidad económica, a efectos de concretar las prioridades de acceso a los servicios (artículo 14.7). PONENCIA INAUGURAL: Dª MARÍA BUEYO DÍEZ DE JALÓN • Determina las condiciones de acceso a la prestación económica para cuidados en el entorno familiar (artículo 18.2). • Determina las condiciones específicas de acceso a la prestación económica de asistencia personal (artículo 19). • Determina la cuantía de las prestaciones económicas para su aprobación posterior por el Gobierno mediante Real Decreto (artículo 20). • Acuerda los criterios, recomendaciones y condiciones mínimas que deberían cumplir los Planes de Prevención de las Situaciones de Dependencia que elaboren las Comunidades Autónomas (artículo 21). • Acuerda los comunes de composición y actuación de los órganos de valoración de la situación de dependencia de las Comunidades Autónomas (artículo 27.1). • Acuerda el baremo de valoración del grado y niveles de dependencia, para su posterior aprob ación por el Gobierno mediante Real Decreto (artículo 27.2). 25 • Acuerda los criterios básicos de procedimiento para el reconocimiento de la situación de dependencia y las características comunes del órgano y profesionales que procedan al reconocimiento (artículo 28.5). • Fija los criterios para la participación de los beneficiarios en el coste de las prestaciones (artículo 33.3). • Establece los criterios comunes de acreditación de centros y planes de calidad del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia, dentro del marco general de calidad de la Administración General del Estado (artículo 34.2). • Acuerda criterios de calidad y seguridad para los centros y servicios [artículo 34.3.a) y 35.1]. • Acuerda indicadores de calidad y seguridad para los centros y servicios [artículo 34.3.b)]. • Acuerda guías de buenas prácticas [artículo 34.3.c)]. • Acuerda cartas de servicios, adaptadas a las condiciones específicas de las personas dependientes, bajo los principios de no discriminación y accesibilidad [artículo 34.3.d)]. • Acuerda los objetivos y contenidos de la información del sistema de información que deberá establecer el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (artículo 37.1). 5.2. Otros órganos consultivos También se integran en el Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia otros órganos de carácter consultivo a los que se refieren los artículos 40 y 41 de la LPAP. El Comité Consultivo del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia es un órgano asesor, adscrito al Ministerio de Trabajo y 26 Asuntos Sociales, mediante el cual se hace efectiva, de manera permanente, la participación social en el Sistema y se ejerce la participación institucional de las organizaciones sindicales y empresariales en el mismo (artículo 40) Su composición tiene carácter tripartito, estando integrado por representantes de Administraciones Públicas, organizaciones empresariales y organizaciones sindicales. Desempeña funciones de asesoramiento, informe y propuesta. Además del Comité Consultivo, son órganos consultivos de participación institucional del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia, con funciones de informe, asesoramiento y propuesta, el Consejo Estatal de Personas Mayores, el Consejo Nacional de la Discapacidad y el Consejo Estatal de Organizaciones no Gubernamentales de Acción Social (artículo 41). PONENCIA INAUGURAL: Dª MARÍA BUEYO DÍEZ DE JALÓN 6. Los niveles de protección: En cuanto al funcionamiento del Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia la ley establece una graduación en la estructura de la protección, que se descompone en tres niveles establecidos por el artículo 7: 1.º El nivel de protección mínimo establecido por la Administración General del Estado en aplicación del artículo 9. 2.º El nivel de protección que se acuerde entre la Administración General del Estado y la Administración de cada una de las Comunidades Autónomas a través de los Convenios previstos en el artículo 10. 3.º El nivel adicional de protección que pueda establecer cada Comunidad Autónoma. La descripción de estos niveles es fundamental para comprender el funcionamiento del sistema y la articulación de la cooperación entre el Estado y las Comunidades Autónomas. El nivel de protección mínimo es la mejor expresión de la finalidad principal de la ley, consistente en garantizar la igualdad de las condiciones básicas de 27 disfrute del derecho de las personas en situación de dependencia en todo el territorio nacional, porque se trata de un nivel de protección que el propio Estado se compromete a implementar en toda la Nación. A pesar de que la ley se ampara en el título competencial del artículo 149.1.1ª de la CE, en ella no se concreta el contenido mínimo del derecho de las personas en situación de dependencia, sino que su determinación se difiere a una norma reglamentaria del Gobierno que se dictará una vez oído el Consejo Territorial del Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia (artículo 9.1). El nivel de protección complementario acordado, al que vamos a denominar nivel de protección cooperativo, no es de carácter general, sino que sólo se implementará en la circunscripción de cada Comunidad Autónoma mediante un Convenio con la Administración General del Estado. El Convenio está precedido por un denominado “marco de cooperación interadministrativa”, aprobado en el seno del Consejo Territorial del Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia. La ley no establece con precisión en qué consiste el marco de cooperación interadministrativa, aunque parece claro que se trata de una disposición general que establecerá los límites dentro de los cuales han de ubicarse los acuerdos concretos que en cada convenio singular se pacten. Así se deduce del nombre adoptado (“marco”) y de la previsión según la cual los convenios son un desarrollo del marco de cooperación interadministrativa (artículo 10.1). Parece razonable interpretar que el artículo 10.3, según el cual el Consejo Territorial “establecerá los criterios para determinar la intensidad de protección de cada uno de los servicios previstos en el Catálogo, y la compatibilidad e incompatibilidad entre los mismos”, quiere precisar cuál será el contenido del marco interadministrativo. El artículo 32.3 parece que pretende establecer el contenido de los convenios pero es igualmente razonable entender que se refiere al marco de cooperación, puesto que alude a los criterios de reparto, que no pueden ser otros que los de la financiación aportada por el Estado (“dichos Convenios, que podrán ser anuales o plurianuales, recogerán criterios de reparto teniendo en cuenta la población dependiente, la dispersión geográfica, la insularidad, emigrantes 28 retornados y otros factores, y podrán ser revisados por las partes”), materia que, obviamente, no puede decidirse en negociación bilateral con cada Comunidad Autónoma, sino con carácter global para todas. Así pues, el objeto fundamental del “marco de cooperación interadministrativa” que aprueba el Consejo Territorial es la determinación de: a) Los criterios de reparto de la financiación aportada por el Estado al nivel de protección cooperativo; b) la intensidad de protección de cada uno de los servicios previstos en el Catálogo; y c) la compatibilidad e incompatibilidad entre los servicios. PONENCIA INAUGURAL: Dª MARÍA BUEYO DÍEZ DE JALÓN El tercer nivel, llamado nivel de protección adicional, es establecido libremente por cada Comunidad Autónoma para mejorar los servicios y prestaciones derivadas del nivel de protección mínimo o, en su caso, de los niveles de protección mínimo y cooperativo. La Comunidad Autónoma goza de facultades para adoptar las normas de acceso y disfrute que considere más adecuadas (artículo 11.2). 7. El procedimiento para el reconocimiento del derecho: el programa individual de atención. El reconocimiento del derecho de las personas en situación de dependencia a los servicios y prestaciones que integran el Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia se efectúa a través de un procedimiento cuyas líneas generales se establecen en los artículos 28 y siguientes de la Ley. El procedimiento se inicia a instancia de los interesados y concluye con una resolución de la Administración autonómica correspondiente a la residencia del solicitante. La resolución, que tendrá validez en todo el territorio nacional, determinará los servicios o prestaciones que corresponden al solicitante según su grado y nivel de dependencia. En el supuesto de cambio de residencia, la 29 Comunidad Autónoma de destino determinará, en función de su red de servicios y prestaciones, los que correspondan a la persona en situación de dependencia. La resolución requiere la previa valoración del grado de dependencia del interesado y su correspondiente nivel, que se efectuará aplicando un baremo acordado por el Consejo Territorial del Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia (artículo 27) y que en la actualidad se ha desarrollado por el Real Decreto 504/2007. También se establecerá un Programa Individual de Atención “en el que se determinarán las modalidades de intervención más adecuadas a las necesidades de la persona de entre los servicios y prestaciones económicas previstos en la resolución para su grado y nivel, con la participación previa consulta y, en su caso, elección entre las alternativas propuestas del beneficiario y, en su caso, de su familia o entidades tutelares que le represente” (artículo 29). El Programa individual de atención puede ser objeto de revisión, bien de oficio, en la forma y con la periodicidad que establezcan las Comunidades Autónomas; o bien, a instancia de parte o de sus representantes legales. Y existe una tercera razón para proceder a la revisión del programa, que se podrá iniciar con motivo del cambio de residencia a otra Comunidad Autónoma. 8. La financiación del SAAD: financiación pública: estatal y autonómica; cofinanciación privada. La financiación del SAAD es diferente según el nivel de protección en que nos encontremos. No se plantean problemas de constitucionalidad en la financiación de los niveles mínimo y adicional porque el pago de los servicios y prestaciones corre a cargo de quien decide implantarlos (con independencia del juicio de constitucionalidad que merezca la atribución de la competencia). Los aspectos problemáticos en materia de financiación se encuentran, en 30 la financiación del nivel de protección cooperativo, sobre el que existen previsiones legales que conviene conocer. Según el artículo 10.4 de la Ley, “los Convenios establecerán la financiación que corresponda a cada Administración para este nivel de prestación, en los términos establecidos en el artículo 32 y en la disposición transitoria primera de esta Ley, así como los términos y condiciones para su revisión. Igualmente, los Convenios recogerán las aportaciones del Estado derivadas de la garantía del nivel de protección definido en el artículo 9.” PONENCIA INAUGURAL: Dª MARÍA BUEYO DÍEZ DE JALÓN La financiación será, por tanto, entre el Estado y la Comunidad Autónoma, interesando reseñar aquí que de la ley se desprende que el Estado establecerá una partida presupuestaria para financiar los Convenios, pero la distribución de dicha partida no será enteramente libre, dado que los Convenios “recogerán criterios de reparto teniendo en cuenta la población dependiente, la dispersión geográfica, la insularidad, emigrantes retornados y otros factores” (artículo 32.2). Este precepto utiliza un término ambivalente (“recogerán”) que, a mi juicio, sólo puede ser interpretado en el sentido de “respetarán”. Los Convenios se han de atener a los criterios de reparto de fondos acordado en el seno del Consejo Territorial del Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia. Por consiguiente, el nivel de protección cooperativo, en lo que a su financiación se refiere, arranca de una especie de oferta del Estado a las Comunidades Autónomas, que tienen libertad para decidir si se incorporan o no al mismo, aceptando o rechazando la oferta. Sin embargo, la oferta no carece de contrapartidas porque el Convenio tiene un contenido predeterminado sobre el que la Comunidad Autónoma no puede pactar. Por un lado nos encontramos con los criterios de intensidad de protección de cada uno de los servicios y la compatibilidad e incompatibilidad entre los mismos, que se deciden por el Consejo Territorial del Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia. En estos aspectos, el Convenio se asemeja a un contrato de adhesión, donde la Comunidad Autónoma sólo tiene la libertad de aceptarlo o rechazarlo. 31 Pero hay otro requisito que se ha de destacar, consistente en que la Comunidad Autónoma está obligada a aportar tantos recursos financieros como aporta el Estado, con un matiz muy importante: que la Comunidad Autónoma que decida incorporarse al nivel de protección cooperativo ha de financiar asimismo el 50% del nivel de protección mínimo. Esto es lo que se deduce de los artículos 10 y 32 de la LPAP. El primero dispone que los Convenios recogerán las aportaciones del Estado derivadas de la garantía del nivel de protección definido en el artículo 9, es decir, el Convenio integrará la financiación específica del nivel de protección cooperativo y también la correspondiente al nivel mínimo cuya garantía ha sido asumida por el Estado. El segundo complementa lo establecido en el artículo 10 disponiendo que los Convenios “determinarán las obligaciones asumidas por cada una de las partes para la financiación de los servicios y prestaciones del Sistema” y que “la aportación de la Comunidad Autónoma será, para cada año, al menos igual a la de la Administración General del Estado como consecuencia de lo previsto en este apartado y en el anterior”. Dado que el apartado anterior del artículo 2 contempla la financiación del nivel de protección mínimo, no ofrece ninguna duda que estas normas obligan a cada Comunidad Autónoma a aportar los recursos financieros necesarios para soportar la mitad del coste conjunto del nivel de protección mínimo y del nivel de protección cooperativo. Sin embargo, existe un aspecto en los Convenios que no merece juicio favorable. Se trata del párrafo 2º del apartado 3 del artículo 32 de la Ley, cuyo tenor literal dice así: “Artículo 32. Financiación del Sistema por las Administraciones Públicas. 1. La financiación del Sistema será la suficiente para garantizar el cumplimiento de las obligaciones que correspondan a las Administraciones Públicas competentes y se determinará anualmente en los correspondientes Presupuestos. 2. La Administración General del Estado asumirá íntegramente el coste derivado de lo previsto en el artículo 9. 3. En el marco de cooperación interadministrativa previsto en el 32 artículo 10 (...). La aportación de la Comunidad Autónoma será, para cada año, al menos igual a la de la Administración General del Estado como consecuencia de lo previsto en este apartado y en el anterior.” El último inciso (“como consecuencia de lo previsto en este apartado y en el anterior”) puede ser contrario a la Constitución Española porque de él se deriva un condicionamiento que, de forma indirecta, impone a las Comunidades Autónomas que quieran acceder al nivel de protección cooperativo la obligación de financiar el 50% del coste del nivel mínimo de protección y excluye de este nivel a las Comunidades Autónomas que deseen incrementar el nivel de protección en una cuantía moderada. PONENCIA INAUGURAL: Dª MARÍA BUEYO DÍEZ DE JALÓN Dicho con otras palabras y de forma más plástica: si en una Comunidad Autónoma se establece un nivel mínimo de protección que tiene coste de 100 unidades monetarias, la Comunidad no puede acordar una duplicación de las prestaciones a través del nivel cooperativo porque si lo hiciera la totalidad del coste de la mejora recaería sobre ella, ya que tendría que aportar otras 100 unidades monetarias. A partir de ese nivel (doble del coste del nivel mínimo), la participación del Estado en la financiación se convierte en progresiva: a más servicios, la proporción en que el Estado participa en sufragar el coste aumenta. Esto quiere decir que mediante esta técnica de cofinanciación se restringe gravemente la libertad de las Comunidades Autónomas para decidir un aumento de las prestaciones o los servicios en un ámbito que pertenece a su competencia exclusiva, por ser asistencia social, y sobre el que el Estado no tiene ni siquiera poder para fijar las condiciones básicas de ejercicio del derecho, ya que la intervención estatal sólo está justificada cuando tenga por objetivo garantizar no el derecho, sino la igualdad en su disfrute. Es más, este modo de articular la cofinanciación puede producir efectos contrarios a la igualdad porque trata desigualmente y expulsa del nivel cooperativo a las Comunidades Autónomas que no tengan capacidad o, simplemente, no quieran incrementar los servicios en cuantía como mínimo igual al coste que represente el nivel mínimo de protección. 33 Otro aspecto dudoso, es el apartado 3 del artículo 32 cuando dice que los Convenios “recogerán criterios de reparto”. Resulta contradictorio pensar que los criterios de reparto de los fondos estatales se vayan a establecer en un Convenio singular, y tampoco parece razonable pensar que se esté hablando del reparto de los fondos que correspondan a una Comunidad Autónoma entre los servicios que ésta preste porque en este segundo caso estaríamos ante una subvención o transferencia condicionada que sería contraria a la autonomía financiera y la autonomía política de que gozan las Comunidades Autónomas. Como ha expresado el propio TC: “si por el origen de los fondos se pudiera condicionar el destino que se haya de dar a los mismos, se privaría a las Comunidades Autónomas de una potestad decisoria fundamental, sin la que no cabe hablar de autonomía. De ahí la trascendencia que cobra la proliferación e incremento de las subvenciones estatales de fomento que, por su volumen creciente y asignación a ámbitos materiales o sectoriales cuya competencia ha sido asumida exclusivamente por las Comunidades Autónomas, pueden convertirse en un peculiar mecanismo de financiación condicionada de las Comunidades Autónomas, constriñendo la libertad de sus órganos de gobierno en cuanto a la fijación del destino y orientación del gasto público, así como para la cuantificación y distribución del mismo dentro del marco de sus competencias. Sostener que la autonomía política y financiera de las Comunidades Autónomas no constituye un límite a la acción subvencional del Estado a través de su «poder de gastar», con el argumento de que, en definitiva, el Estado, en el ejercicio de su poder legislativo, es soberano para decidir sobre el destino de sus propios recursos financieros y que la autorización presupuestaria por sí misma no puede invadir el ámbito material de competencias de las Comunidades Autónomas (sino que habrá de estarse a los actos concretos de ejecución de esos programas de gasto para verificar la existencia de tal lesión competencial), equivaldría a afirmar que a través del sistema de subvenciones con cargo a los Presupuestos Generales del Estado en materias de competencia exclusiva de las Comunidades Autónomas, la posición y el papel de éstas en la nueva 34 PONENCIA INAUGURAL: Dª MARÍA BUEYO DÍEZ DE JALÓN organización estructural del Estado surgida de la Constitución y de los Estatutos de Autonomía con la distribución vertical del poder público entre los diferentes niveles de gobierno (STC 32/1981, fundamento jurídico 3.) podría desaparecer y con él el núcleo de la propia estructura del Estado compuesto. Pues no es imposible que, al amparo de dicho poder de gasto, los órganos de la Administración central del Estado traten de atraer para sí o recuperar competencias normativas o de ejecución en los sectores subvencionados y que, en principio, han quedado íntegramente descentralizados en favor de las Comunidades Autónomas. De suerte que, a través de esta vía indirecta de las ayudas económicas que figuran en los Presupuestos Generales del Estado, las competencias autonómicas exclusivas pasen a redefinirse o convertirse «de facto» en competencias compartidas con el Estado, con la consiguiente e inevitable restricción de la autonomía política de las Comunidades Autónomas. Técnica que, según doctrina reiterada de este Tribunal, resulta constitucionalmente inaceptable.” (STC 13/ 1992, de 6 de febrero). Por lo tanto, “recoger” criterios de reparto sólo puede significar que la asignación que se efectúe a una Comunidad Autónoma no se determinará libremente por el Estado, sino que deberá respetar los criterios que establezca el Consejo Territorial del Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia. Ahora bien, si esto es así, la expresión “recogerán criterios de reparto” admite la interpretación de que la Comunidad Autónoma tiene que aceptar la cantidad que le corresponda en función de tales criterios, a pesar de que sea superior a la del nivel de mejora de servicios querido por dicha Comunidad Autónoma. Esta interpretación es, además, la que resultaría de una consideración conjunta de este precepto con los artículos 8.2.b) y 10.3 de la LPAP, donde se establece que el Consejo Territorial del Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia establece “los criterios para determinar la intensidad de protección de los servicios previstos de acuerdo con los artículos 10.3 y 15”. Recordemos que el artículo 10.3 se refiere, precisamente, al nivel de protección cooperativo. 35 Si se priva a la Comunidad Autónoma de la facultad de determinar cuál va a ser el volumen de gasto que aplicará a los Convenios, nos encontraremos ante una situación difícilmente compatible con los dictados constitucionales. Entendemos que nuestra Comunidad Autónoma y cualquier otra, deben ser libres para elegir el nivel de prestación en este nivel cooperativo, pues sólo de este modo la subvención del Estado puede ser considerada como un apoyo financiero al ejercicio de una competencia exclusiva, siendo este apoyo financiero compatible con la doctrina constitucional expuesta. De otro modo, es decir, si el nivel de gasto en el servicio no lo establece la Comunidad Autónoma sino el Estado o el Consejo Territorial del Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia, nos encontraremos ante una injerencia inconstitucional porque la ayuda estatal estaría condicionada a la asunción de una obligación de cofinanciación por parte de la Comunidad Autónoma. En definitiva, cada Comunidad Autónoma debe defender su derecho a determinar el nivel de gasto que asignará, en su caso, al nivel de protección cooperativo y, con lo que resultan de difícil encaje las imposiciones que se establecen en los artículos 8.2.b), 10.3 y 32.3 de la Ley. Las mismas razones limitativas de la autonomía financiera autonómica consagrada constitucionalmente en el artículo 156 CE, caen en el análisis del articulo 20 de la Ley, en tanto en cuanto atribuye al Consejo Territorial del Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia y al Gobierno de la Nación la facultad de determinar el importe de las prestaciones económicas a que se refieren los artículos 14.5, 17, 18 y 19. En la medida en que este precepto pueda entenderse aplicable al nivel de protección cooperativo, nos encontraríamos ante una decisión exógena que limita la libertad de gasto y autonomía financiera de las Comunidades Autónomas. 9. El régimen sancionador. El título III de la Ley tipifica las infracciones administrativas por vulneración 36 de sus mandatos y establece las sanciones aplicables y los criterios de graduación. Se permite a las Comunidades Autónomas desarrollar el cuadro de infracciones y sanciones previstas por la ley. La potestad sancionadora corresponde a cada Administración pública en el ámbito de sus competencias. PONENCIA INAUGURAL: Dª MARÍA BUEYO DÍEZ DE JALÓN Traigamos a colación la STC 168/1993, de 27 de mayo, que afirma cuanto sigue. “es una regla de deslinde competencial muy reiterada por este Tribunal que la titularidad de la potestad sancionadora va normalmente pareja, como instrumental, a la competencia sustantiva de que se trate; de suerte que la imposición de sanciones administrativas por las Comunidades Autónomas sólo se justifica cuando tengan competencias en la materia y no introduzcan divergencias irrazonables y desproporcionadas al fin perseguido respecto del régimen aplicable a otras partes del territorio (SSTC 87/1985, fundamento jurídico 8.; 137/1986, fundamento jurídico 3.; 48/1988, fundamento jurídico 25; 152/1988, fundamento jurídico 14; 15/1989, fundamento jurídico 10, entre otras muchas).” Se trata de una doctrina conocida y consolidada que no necesita mayor comentario y que hace que nazcan dudas sobre la constitucionalidad del Título III de la Ley, en la medida en que no limita su campo de aplicación al nivel mínimo de protección, único en el que el cuadro de infracciones y sanciones establecido podría considerarse como elemento directamente vinculado a la definición y protección de la garantía de la igualdad de disfrute del derecho de las personas en situación de dependencia. Si bien tal obstáculo podría salvarse por la referencia contenida en el artículo 47, en cuanto que confiere a las Comunidades Autónomas la potestad para desarrollar el cuadro de infracciones y sanciones previstas en la misma. En otros niveles de protección la competencia exclusiva corresponde a las Comunidades Autónomas (artículo 149.1.20ª CE) y son ellas las que ostentan la potestad de definir los tipos infractores y las sanciones aplicables, dentro de los límites que, en general, afectan a la regulación autonómica de las infracciones y sanciones administrativas. 37 12. A modo de conclusiones: La Constitución Española no se refiere de modo expreso ni utiliza los términos de autonomía personal o de dependencia que constituyen el núcleo central de la Ley, porque se trata de conceptos que no habían sido incorporados al lenguaje jurídico en el momento de su aprobación y promulgación. No obstante, la Constitución contiene algunos mandatos o principios, dirigidos a los poderes públicos, para que se atiendan determinadas situaciones de necesidad entre las que se encuentran las que ahora denominamos situaciones de dependencia. En primer lugar hay que citar el artículo 9.2 de la CE, según el cual “corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas, remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social”. Se trata de un precepto que, si bien no reconoce derechos subjetivos susceptibles de amparo, es reflejo de la dimensión social del Estado de Derecho (STC 120/90, de 27 de junio, F.J. 4) y habilita a los poderes públicos para actuar en la promoción de la igualdad sustancial de los ciudadanos, aunque es obvio que deben hacerlo utilizando medios y procedimientos que sean respetuosos con la distribución competencial que la propia Constitución establece. Existen, además, otros preceptos que, aun calificados por el Tribunal Constitucional como neutros desde la perspectiva competencial, autorizan, e incluso exigen, a todos los poderes públicos el desarrollo de actuaciones tendentes a corregir situaciones personales de necesidad. Conviene recordar la previsión constitucional contenida en el artículo 41 de la CE, en el marco de los principios rectores de la política social y económica, que dice así: “Los poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad Social para todos los ciudadanos, que garantice la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo. La asistencia y prestaciones complementarias serán libres.” También en el contexto de los principios rectores de la política social 38 y económica encontramos otros preceptos que amparan y justifican la intervención pública para paliar las necesidades que acompañan a las situaciones de dependencia. El artículo 49 de la CE dispone que “los poderes públicos realizarán una política de previsión, tratamiento, rehabilitación e integración de los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos, a los que prestarán la atención especializada que requieran y los ampararán especialmente para el disfrute de los derechos que este Título otorga a todos los ciudadanos”. PONENCIA INAUGURAL: Dª MARÍA BUEYO DÍEZ DE JALÓN Igualmente ha de traerse a colación el artículo 50 de la Carta Magna, a cuyo tenor “los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad. Asimismo, y con independencia de las obligaciones familiares, promoverán su bienestar mediante un sistema de servicios sociales que atenderán sus problemas específicos de salud, vivienda, cultura y ocio.” Los preceptos constitucionales citados orientan la tarea de los poderes públicos en la dirección que ha impuesto el Estado al promulgar la Ley 39/2006 porque las situaciones de dependencia definidas y reguladas en la misma forman parte de las que en esos artículos de la Constitución se contemplan. Recordemos que la dependencia ha sido legalmente definida como el estado de carácter permanente en que se encuentran las personas que, por razones derivadas de la edad, la enfermedad o la discapacidad, y ligadas a la falta o a la pérdida de autonomía física, mental, intelectual o sensorial, precisan de la atención de otra u otras personas o ayudas importantes para realizar actividades básicas de la vida diaria o, en el caso de las personas con discapacidad intelectual o enfermedad mental, de otros apoyos para su autonomía personal. Al margen del carácter permanente de las situaciones de dependencia que, a nuestros efectos, es una nota accesoria, son dos los elementos caracterizadores de la situación de dependencia: a) De un lado, que los afectados requieran ayuda de terceros para realizar actividades básicas de la vida diaria. 39 b) Por otra parte, que la causa de tal situación sea la edad, la discapacidad o la enfermedad. Las situaciones de dependencia constituyen, por tanto, uno de los estados de necesidad en que pueden encontrarse las personas mayores, los discapacitados y los enfermos. De ahí que la protección pública dispensada a las situaciones de dependencia encuentre apoyo y legitimación en los preceptos constitucionales antes citados, que contemplan, precisamente, a los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos (artículo 49) y a los mayores (artículo 50). Sin embargo, los mandatos constitucionales que justifican la intervención pública en esta materia, no otorgan ningún título competencial, por lo que las ayudas a las situaciones de dependencia, siendo constitucionalmente irreprochables en sí mismas, no pueden instrumentarse de cualquier modo, sino que sus normas reguladoras han de respetar el esquema competencial diseñado por la Constitución. El Legislador Estatal al abrigo del artículo 149.1.1ª de la CE ha querido dar un paso en firme para la atención a las personas en régimen de dependencia, imbricando a todos los poderes públicos regionales, los cuales a su vez gozan de una competencia exclusiva en esta materia “ex” artículo 148.1.20ª de la CE. La vinculación que la Ley proyecta sobre las Comunidades Autónomas es patente, sin embargo en la situación actual, y pese a su merecida acogida pues en definitiva redunda en beneficio de estas personas en situación de dependencia, los poderes autonómicos poco pueden hacer, pues todavía queda pendiente la tarea del Poder Ejecutivo Central para poner en marcha la norma. Hasta que el Estado no desarrolle por reglamento aspectos esenciales de la Ley de Dependencia, tales como: las condiciones de acceso a las prestaciones; la cuantía de las prestaciones económicas; los criterios de participación de los beneficiarios en el coste de los servicios, entre otros, poco pueden hacer las Comunidades Autónomas para poder iniciar la implantación de la Ley y el reconocimiento de las prestaciones correspondientes. 40 LOS PROCEDIMIENTOS JUDICIALES RELATIVOS A LAS PERSONAS INCAPACES I MESA REDONDA ASPECTOS PROCESALES DEL JUICIO DE INCAPACIDAD D. Aner Uriarte Codón Magistrado Juez del Juzgado de Primera Instancia nº 14 de Bilbao 1. Introducción PRIMERA MESA REDONDA: D ANER URIARTE CODÓN La Ley de Enjuiciamiento Civil regula las normas procesales del juicio de incapacidad en el marco de los procesos especiales previstos en su Libro IV, junto a los procesos sobre filiación, paternidad y maternidad, los procesos matrimoniales y de menores, así como los procesos de oposición a las resoluciones administrativas en materia de protección de menores, y el procedimiento para determinar la necesidad de asentimiento en la adopción. De esta forma, el legislador reúne los procedimientos que afectan a los menores e incapaces, equiparando o asimilando la situación de ambos, al ser sujetos merecedores de una especial protección en atención a su situación de debilidad derivada de la ausencia de una capacidad y voluntad plena (en tanto no se alcanza la mayoría de edad) en el primer caso, y la pérdida total o parcial, o la inexistencia de las mismas, en el segundo. En este sentido, los procedimientos se articulan en base al mayor interés del menor o incapaz, sustituyendo este interés público, al tradicional principio dispositivo que rige el proceso civil en general. Ese interés se traduce, con carácter general y en primer lugar, en la presencia de una parte insoslayable en todos los procedimientos, el Ministerio Fiscal, el cual asume una de sus funciones previstas en la ley más desconocidas para 41 la ciudadanía, como es la protección de los intereses de los citados sujetos; y en segundo lugar, en la imposibilidad para las partes (salvo excepciones y siempre con intervención pública) de transigir sobre las cuestiones que afectan a los citados sujetos. Así, el juicio de incapacidad se regula con carácter especial en el capítulo II del título I en los artículos 756 a 762, siendo de aplicación general las disposiciones contenidas en el capítulo I, artículos 748 a 755. Asimismo, en el artículo 763, dentro del mismo capítulo, se regulan los procedimientos de internamiento involuntario por razón de trastorno psíquico; que, si bien pueden tener en común con el juicio de incapacidad un determinado número de ciudadanos afectados (en cuanto que algunas personas incapacitadas necesitan un internamiento, y que sujetos con una amplio historial de internamientos, pueden requerir una incapacidad), constituyen dos realidades procesales distintas entre sí, con consecuencias jurídicas bien diferentes. 2. Declaración de incapacidad y alcance El juicio de incapacidad tiene por objeto fundamental detectar si una persona es inhábil en menor o mayor grado para regir su persona y bienes, y, en consecuencia y de manera acorde a esa inhabilidad, declarar su incapacidad legal para realizar determinados actos. Se persigue, de esta forma, proteger a ese sujeto que no se encuentra en condiciones para decidir por si mismo, que ya es incapaz de hecho (y que, por lo tanto, corre el peligro de tomar decisiones que le perjudiquen, de ser manipulado, de abandonarse,…etc); determinando desde el primer momento que legalmente no puede realizar determinados actos, los cuales si tienen lugar en un momento posterior a la sentencia de incapacidad, ya no tendrán valor alguno. Correlativamente y en segundo lugar, una vez que se ha declarado esa incapacidad, y que por lo tanto se ha retirado el poder de decidir por sí mismo que cualquier persona tiene; tal declaración debe llevar aparejada el nombramiento de un representante legal, que supla esa restricción o supresión judicial del autogobierno de la persona, de suerte que pase a actuar en nombre del incapacitado, y siempre en beneficio del mismo. Con 42 la entrada en vigor de la actual Ley de Enjuiciamiento Civil, se introdujo la novedad en los artículos 759.2 y 760.2, de nombrar ya en la sentencia de incapacidad el cargo tutelar, de forma que se adelantara en el tiempo dicho nombramiento (antes se hacía, por regla general, en el expediente de jurisdicción voluntaria incoado con posterioridad), reduciendo los riesgos que podían generarse en el ínterin entre la constatación de incapacidad y su declaración legal, y el nombramiento efectivo del correspondiente cargo de representación. PRIMERA MESA REDONDA: D ANER URIARTE CODÓN En esta línea el Código Civil, en sus artículos 215, 222, 286 y 287, prevé la graduación de la incapacidad como total o parcial, de manera proporcional a la inhabilidad detectada. Así, en primer lugar, se dispone la incapacidad total que conlleva la imposibilidad absoluta de un ciudadano de regirse tanto en su ámbito personal como en el patrimonial; y la incapacidad parcial de la persona, que se contrae generalmente al aspecto patrimonial, extendiéndose en ocasiones a determinados aspectos del ámbito personal, como puede ser el tratamiento médico, la toma de medicación, o la decisión de aspectos trascendentales en la vida, como decidir vivir en un piso protegido, en una residencia, …etc. Por último, se prevé la declaración de prodigalidad (artículo 757.5 LEC), como una suerte de incapacidad parcial restringida a los aspectos meramente patrimoniales; relacionada directamente con la prestación de alientos entre parientes, regulada en los artículos 142 y siguientes del Código Civil. Normalmente la incapacidad total lleva aparejada el nombramiento de tutor con facultades para representar al incapaz en todos los ámbitos de la vida, constituyendo una especie de sustitución de la voluntad de éste, de suerte que se pasa a actuar en su nombre. El tutor, en todo caso, será controlado por el órgano judicial en el marco del procedimiento de jurisdicción voluntaria posterior a la sentencia que no finalizará hasta la muerte o reintegración de la capacidad del incapaz. Excepcionalmente, para aquellos menores de edad que sufran una situación de incapacidad permanente y alcancen la mayoría de edad, o cuando siendo menores concurra causa de incapacitación y se prevea razonablemente que la misma persistirá después de la mayoría de edad (artículo 201 del Código Civil); se habilita la posibilidad de que en la sentencia de incapacidad el nombramiento de tutor sea sustituido por 43 la rehabilitación o la prórroga de la patria potestad de uno o de sus dos padres, al hilo de lo dispuesto en el artículo 171 del Código Civil. Este nombramiento, a diferencia del anterior no lleva aparejada la apertura del expediente de jurisdicción voluntaria en el que pueda llevarse a cabo el control judicial de su ejercicio, considerándose prorrogada la patria potestad que el padre o padres ejercía durante su minoría de edad. Por su parte la incapacidad parcial conlleva el nombramiento de un cargo tutelar distinto, el de curador, que a diferencia del de tutor se configura como una especie de asistente (artículo 289 del Código Civil) del incapaz, de forma que se necesita la concurrencia de ambos (incapaz parcial y curador) para que los actos delimitados en la sentencia de incapacidad sean válidos. En este punto, existe también la posibilidad de que el padre vea rehabilitada o prorrogada su patria potestad de forma parcial a aspectos patrimoniales y determinados aspectos personales; así como la posibilidad de que se solicite especialmente la declaración de prodigalidad, en virtud del artículo 757.5 LEC, constituyéndose una curatela con nombramiento de curador, ceñida exclusivamente a aspectos patrimoniales. Por último, este abanico de posibilidades se completa con el juicio de reintegración de incapacidad, a través del cual aquella persona declarada incapaz puede promover la recuperación de su plena capacidad, o en su caso, obtener una nueva declaración de incapacidad menos restrictiva. 3.- Demanda y partes del procedimiento: Como ya se ha avanzado el procedimiento que nos ocupa tiene por objeto la declaración de incapacidad de una persona, a quien con la correspondiente sentencia se le puede llegar a inhabilitar de forma absoluta para regir su persona y bienes, situación conocida comúnmente como “muerte civil”, en la que un ciudadano queda en manos de su tutor, a su vez controlado judicialmente. La trascendencia evidente de tal declaración requiere que la misma sólo tenga lugar cuando realmente sea necesaria, es decir, cuando exista una previa incapacidad de hecho que sólo pueda ser protegida a través de aquella. Por ello, el legislador muestra una especial preocupación al respecto, y, para evitar errores, configura un juicio contradictorio entre 44 partes con una serie de garantías reforzadas que deben verificarse en todos los casos; sin perjuicio de que, en ocasiones, puedan resultar excesivas ante la claridad de la situación de incapacidad en determinados supuestos concretos. PRIMERA MESA REDONDA: D ANER URIARTE CODÓN De esta manera, deben existir siempre dos partes, por un lado la que inicia el proceso, el actor o el demandante, y por otro el presunto incapaz o demandado. En relación a la posición inicial, el artículo 757 de la Ley de Enjuiciamiento Civil habilita dos posibilidades a la hora de presentar la demanda. En primer lugar, se legitima activamente a una lista cerrada de familiares del demandado: su cónyuge o quien se encuentre en una situación de hecho asimilable, sus descendientes, ascendientes o hermanos; a la cual se une, tras reciente reforma del citado precepto legal hecha por la Ley 41/2003 de 18 de noviembre, de protección patrimonial de las personas con discapacidad, la posibilidad excepcional de que sea el propio presunto incapaz quien solicite su incapacidad. Asimismo, y en esta misma línea, los apartados cuarto y quinto del referido artículo de la ley procesal, restringen ese grupo de familiares, con carácter especial a la declaración de incapacidad de menores y a la declaración de prodigalidad, respectivamente a quienes ejerzan la patria potestad o la tutela, en el primer caso; y al cónyuge, descendientes o ascendientes que perciban o se encuentren en situación de reclamar alimentos al pródigo, o los representantes legales de los mismos. En todos estos casos, los parientes legitimados activamente deberán presentar la demanda cumpliendo los requisitos procesales de postulación establecidos con carácter general en los artículos 23 y 31 LEC, esto es, deberán ser representados por Procurador y asistidos por Letrado. El único problema, no resuelto, se plantea en relación con la posibilidad excepcional mencionada de que sea el propio incapaz o presunto incapaz quien demande su incapacidad, en cuyo caso no queda claro que el mismo (quien se supone que ya se encuentra en una situación de inhabilidad que le lleva a promover la demanda) pueda otorgar ante fedatario público el poder correspondiente que habilite al Procurador para representarle en juicio. En segundo lugar, frente a esta regla general de promoción del proceso por parte de familiares, el artículo 757.2 LEC configura la excepción de que 45 sea el Ministerio Fiscal quien interponga la demanda cuando los familiares no existan o no lo hubieren solicitado. De este modo, cualquier persona (independientemente de que sean o no familiares que se encuadren en el listado señalado, o incluso no sean familiares) puede poner en conocimiento del Fiscal (artículo 757.3 LEC) los hechos que puedan ser determinantes de la incapacitación. Todo ello, mediante una sencilla comparecencia en Fiscalía, en la cual se identifica a la persona, se hace un breve resumen de su situación, se señalan a los parientes más próximos, y se aporta la documentación médica de la que se disponga. La utilidad de esta vía radica en que se puede poner en marcha el procedimiento sin tener que costear un Abogado y un Procurador, lo que hace que la excepción prevista en la ley, en la práctica judicial, se acaba convirtiendo en la regla general, representando aproximadamente un 80% ó 90% de las demandas que llegan al Juzgado. La cualidad de demandante determinará la posición del demandado. Así y en primer lugar, cuando la demanda sea interpuesta por alguno de los familiares antes citados, se emplazará al presunto incapaz dándole la posibilidad de que se defienda compareciendo con Letrado y Procurador (artículo 758.1 LEC), y transcurridos los plazos sin que lo haga, el Ministerio Fiscal asumirá su defensa (quien, en todo caso, intervendrá en juicio, aunque el demandado contrate a los profesionales señalados). En segundo lugar, cuando sea el propio Ministerio Público quien presente la demanda, se dará de nuevo la misma oportunidad al presunto incapaz demandado, y en su defecto se nombrará un defensor judicial (artículo 758.2 y artículo 8 LEC), de entre sus familiares o personas más próximas. En la práctica el defensor judicial es propuesto (de forma no vinculante) por el Fiscal en su demanda, después de que por dicha parte se haya recibido la comparecencia de familiares o personas allegadas que le pone en conocimiento de la eventual causa de incapacidad, y le informa sobre la persona que mejor podría desempeñar ese cargo (así, como en su caso, el eventual cargo de representación tutelar). De esta forma, a partir de dicha propuesta o de cualquier otra noticia que se haya recibido, se procede al nombramiento de defensor judicial que representará al demandado durante el proceso, y que también podrá, si quiere, personarse en el procedimiento con Letrado o Procurador, o simplemente, asistir al juicio. 46 Este nombramiento es obligatorio para conformar el juicio contradictorio, proveyéndose en las normas públicas de cada territorio, la existencia de una institución pública, para el caso de que no haya familiares o no los haya idóneos del demandado, que puedan asumir el cargo de defensor judicial. En el Territorio Histórico de Bizkaia la Norma Foral 9/2000 de 31 de octubre creó el Instituto Tutelar de Bizkaia, quien se ocupa de representar en juicio a quien no tiene familiar para ello, y en su caso, de ejercer con posterioridad los cargos de tutor y curador. Por último, en el supuesto excepcional de que sea el propio presunto incapaz quien promueva el proceso, debe entenderse que la parte demandada esté configurada por el Ministerio Fiscal. PRIMERA MESA REDONDA: D ANER URIARTE CODÓN Como posibilidad especial en algunos procedimientos, puede ocurrir que al juicio contradictorio se le añada una tercera parte en calidad de interviniente, al hilo de lo dispuesto en el artículo 13 LEC, cuando una persona acredite tener un interés directo y legítimo en el resultado del pleito y quiera comparecer en autos. Supuesto frecuente en los familias con importantes disputas internas y donde existe un contencioso entre grupos familiares que se traduce, en ocasiones en una discrepancia en el proceso sobre el alcance de la incapacidad del familiar demandado, o, la mayoría de las veces, en una discusión sobre quien debe ser nombrado para ejercer el cargo de tutor o curador. En estos casos no existe una doctrina pacífica sobre quién tiene la cualidad de parte interviniente, manteniéndose posturas distintas que oscilan desde negar de manera taxativa la personación de un interviniente con Letrado y Procurador, y entender que aquél sólo puede declarar en juicio como pariente próximo del demandado (en el caso en que lo sea); a admitir, siempre en el mayor interés del incapaz, dicha personación, a los efectos de decidir sobre la cuestión teniendo en cuenta todas las posturas e intereses posibles. En mi opinión, la cuestión debe resolverse a favor de una postura intermedia admitiendo la personación de aquel interviniente en el que concurra ese interés directo y legítimo que exige el texto procesal; el cual debe concretarse en el vínculo familiar que se recoge en el mencionado elenco de legitimados para interponer la demanda en el artículo 757.1; a quienes si el legislador otorga tal posibilidad por razón de su parentesco con el demandado, debe interpretarse que también se les concede la posibilidad de intervenir, cuando no sean ni demandantes, ni defensores judiciales del demandado. 47 4. Procedimiento: El procedimiento de incapacidad se contrae a los trámites del juicio verbal con contestación escrita en el plazo de 20 días, según dispone el artículo 753 LEC, con carácter general para todos los procedimientos de capacidad, filiación, matrimonio y menores. De esta manera, el trámite se reduce a la presentación de la demanda, el traslado de 20 días para contestarla por escrito y la citación para la vista donde se propondrá y se practicará la prueba, quedando los autos vistos para dictar sentencia. Si bien, en el juicio de incapacidad, en función de la ya referida trascendencia de la futura declaración; el legislador habilita en el artículo 759 LEC la práctica de una serie de pruebas legalmente tasadas, como garantías para el demandado, y que vienen a ser insoslayables en cualquier declaración de incapacidad (e incluso deben repetirse en la segunda instancia, si se interpone recurso de apelación, según dispone el apartado tercero del citado precepto legal). Las pruebas exigidas son la audiencia de parientes más próximos, el examen judicial del demandado, y el dictamen pericial médico. Estudiemos, de esta forma, estos medios de prueba especiales, iniciando por las dos últimas (por razón de su práctica, generalmente anticipada a la vista), para seguir por la audiencia de parientes a practicar en la vista, así como las especialidades del juicio, y la sentencia. a) Dictamen pericial médico: Esta prueba pericial, aún cuando la ley no lo expone claramente, debe ser practicada por un perito imparcial ajeno a las partes; lo que lleva a encargar tal cometido al órgano médico adscrito o colaborador del Juzgado, el Médico Forense; no siendo posible articular otra modo de práctica de la prueba, a través de otros profesionales competentes, lo que conllevaría un aumento de los gastos innecesario. En la actualidad, en toda Bizkaia, ya no solo en el partido judicial de Bilbao (tal y como se venía haciendo hasta fechas recientes), los exámenes médicos de los presuntos incapaces son llevados a cabo por Médicos Forenses especializados en psiquiatría; quienes, analizan la documentación médica que se dispone sobre los demandados, y se entrevistan personalmente con el mismo (sin perjuicio de 48 que puedan realizar consultas con el psiquiatra o centro donde se pueda tratar normalmente al demandado), para presentar finalmente su informe en el que determinan si existe algún tipo de patología o deficiencia, y la influencia de la misma sobre la capacidad de la persona examinada. PRIMERA MESA REDONDA: D ANER URIARTE CODÓN En teoría este informe pericial se realiza en el transcurso del procedimiento, como prueba anticipada al momento de la vista, citándose al presunto incapaz a la clínica forense cuando tiene movilidad suficiente para ello, o desplazándose el propio perito al domicilio o residencia donde se encuentre el demandado (cuando no tenga movilidad); para presentar el informe con carácter previo a la celebración de vista. En la práctica, está dinámica se sigue en aquellos procesos incoados a instancia de parte, siendo diferente en aquellos procedimientos (recordemos, la mayoría) instados por el Ministerio Público. Así, tras haber presentado varias demandas de las que se desistió posteriormente en la vista al conocer el informe negativo del Médico Forense, y a los efectos de aumentar el filtro, de modo que no se siguiese (en la medida de lo posible) un procedimiento contra alguien en quien no concurre causa de incapacidad; por la Fiscalía de Familia de Bilbao, con gran acierto, se puso en marcha otra dinámica que funciona en la actualidad, en la que tras la comparecencia de algún familiar, se abren diligencias de la propia Fiscalía, se solicita en las mismas que por el Médico Forense se proceda al examen del posible demandado, y sólo cuando ese informe constata una causa de incapacidad, se interpone la demanda. De esta manera, el informe pericial médico se aporta como documento de esa demanda, dándose validez al mismo en el procedimiento de incapacidad a los efectos de la prueba legalmente tasada en el artículo 759 LEC en estudio. Ello, salvo en aquellos supuestos en los que el informe fuera incompleto, o estuviera datado en una fecha muy anterior; en cuyo caso, se acordaría de nuevo la práctica de esta prueba. En consecuencia, en la casi totalidad de los procedimientos iniciados a instancia del Ministerio Público no es necesario practicar la prueba pericial, procediendo únicamente como prueba anticipada el examen judicial. Las garantías que ofrece este tipo de pericial, en cuanto a la preparación técnica del perito y su imparcialidad, la convierten en la prueba reina del procedimiento, siendo normalmente (a falta de una prueba pericial 49 convincente de parte) el factor decisivo para decidir en uno u otro sentido, cuando se discute o existen dudas sobre la existencia de causa de incapacidad y su alcance. Por último, y en relación a esta prueba, existe una tendencia legítima (pero a mi juicio equivocada) de algunas representaciones letradas, de solicitar la ratificación del Médico Forense, como perito, en juicio; en todos los casos, incluidos aquellos en los que no existe discusión en cuanto al alcance de la incapacidad. Debe tenerse claro al respecto, que la naturaleza de la prueba ante la que nos encontramos es la de una prueba pericial. Y, si acudimos a las normas generales sobre este medio específico, los artículos 335 y siguientes LEC denominan a la comúnmente conocida como prueba pericial, del dictamen de peritos, desprendiéndose con claridad de dicha regulación que lo realmente importante de este medio de prueba es el contenido del informe, y no que el perito se ratifique en juicio. En todo caso, resulta evidente que nadie pone en duda, que si el informe viene firmado por el Médico Forense X, órgano adscrito al Juzgado, el informe ha sido realizado por el mismo. Sólo cuando se manifiesten dudas, se impugne o contradiga el informe, parcial o íntegramente, se podrá solicitar la comparecencia del perito, al hilo de lo dispuesto en el artículo 347 LEC, e interrogar al mismo en el acto de la vista. b) Examen judicial: Esta prueba se configura por el legislador como garantía del propio demandado, de manera que para que un Juez pueda declarar la incapacidad de una persona mediante la correspondiente sentencia, debe haber examinado personalmente a la misma, para constatar directamente la causa o los indicios de incapacidad. En este punto, la redacción del precepto legal, artículo 759.1 LEC, es taxativa, el Tribunal examinará al presunto incapaz por si mismo. Por ello, se requiere no sólo que exista un examen judicial practicado por un Juez, sino que sea el propio Juez que finalmente redacte la sentencia quien realice dicho examen. Lo que es extensible, recordemos, a los tres miembros de la correspondiente sección de la Audiencia Provincial, en el supuesto de que se abra la segunda instancia a través de la interposición del recurso de apelación. 50 La práctica de esta prueba puede hacerse en cualquier momento del procedimiento previo a la vista, pudiendo ser examinado el demandado en el momento inmediatamente anterior al inicio de la misma; o con carácter anticipado. Normalmente, por un motivo meramente pragmático, el examen judicial tiene lugar en una fecha anterior a la vista, a los efectos de evitar retrasos en la celebración del juicio (derivados de la interrupción entre vista y vista para realizar aquel), evitar suspensiones (por causa de una eventual inasistencia del presunto incapaz), o soslayar las dificultades derivadas de los habituales problemas de movilidad del mismo. En este sentido, se viene generalizando en la mayoría de las ocasiones una práctica anticipada de la prueba, y un señalamiento del juicio en el momento en que se une a autos el correspondiente acta que recoge el resultado del examen. PRIMERA MESA REDONDA: D ANER URIARTE CODÓN Por lo que respecta al lugar de realización del examen, la regla general para la realización de las actuaciones judiciales es la de la sede del Tribunal, artículo 129.1 LEC. De esta forma, el demandado es citado para acudir al Juzgado, donde suele ser entrevistado por el titular del órgano judicial en las llamadas salas multiusos que existen cerca del despacho del Juez (habituales en la inmensa mayoría de las sedes judiciales del País Vasco). El primer problema se plantea cuando el demandado desoye la citación judicial por motivos que normalmente no justifica; máxime cuando, por lógica, una parte importante de los presuntos incapaces no son capaces de hecho de regir su persona y bienes, y no ofrecen una respuesta normal y coherente al llamamiento judicial. En estos casos, y descartando un problema de movilidad que realmente impida a aquel acudir al Juzgado, debe acudirse al recurso de la fuerza pública, de suerte que sean los agentes de la autoridad quienes conduzca forzosamente al demandado ante el Juez. Así, tratándose de una diligencia indispensable para el desarrollo de un procedimiento civil; bastaría con una resolución judicial en forma de auto, en el cual, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 118 de la Constitución y en el artículo 18.2 de la Ley Orgánica del Poder Judicial (sobre la ejecutividad de lo acordado por los Tribunales); se acuerda la mera conducción forzosa del presunto incapaz al Juzgado. De esta forma, el mismo será invitado a acudir al Juzgado por parte de agentes de la autoridad, que le llevarán de forma forzosa en el caso de que se resista, quedando libre, evidentemente, en el momento en que finalice el examen judicial (y en su caso, si tampoco se pudo hacer previamente, cuando finalice el examen pericial médico). 51 Asimismo, en esta misma línea, cabe la posibilidad de que se autorice, incluso, la entrada en el domicilio del demandado, cuando el mismo se encuentre en él, y se niegue a abrir la puerta e ir a la sede judicial. Nótese, que la diferencia con la detención y con las entradas y registros domiciliarios que se llevan a cabo en el ámbito penal, radica que mientras en los mismos se trata de obtener pruebas que incriminen al ciudadano por la comisión de un determinado delito; en el proceso en análisis, se trata de llevar a la práctica la realización de un medio de prueba indispensable para terminar adoptando una resolución en beneficio del mismo. Cuando realmente exista un problema de movilidad que impida el desplazamiento, será el propio Juez quien salga de la sede judicial, y se constituya en cualquier lugar de su partido judicial (domicilio o centro residencial donde se encuentre el presunto incapaz) para llevar a cabo el examen judicial, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 129.3 LEC. En todos los casos la prueba será practicada por el Juez, quien se entrevistará con el demandado, teniendo derecho a estar presentes en el examen quienes son parte en el procedimiento, el Ministerio Público y los Letrados de las eventuales partes que hayan comparecido en forma. En todo caso, constituyendo una prueba personal del Juez, las mismas no podrán hacer preguntas, limitándose a presenciar la entrevista. En ocasiones, por motivos de funcionamiento de cada Juzgado, el examen se realiza de forma paralela a la del examen pericial médico, haciendo preguntas, alternativa o sucesivamente, el Médico Forense y el Juez. Asimismo, también se puede autorizar la presencia de algún familiar que complemente la escasa información que pueda facilitar el demandado, o simplemente, tranquilice al mismo cuando se pueda sentir intimidado o asustado ante la presencia de uno o varios extraños. Por último, la exigencia insoslayable de la práctica de esta prueba, así como las dificultades de desplazamiento que pueden concurrir en el demandado, vienen a generar en la realidad judicial, problemas prácticos de funcionamiento. En primer lugar, la mencionada exigencia de que sea el mismo Juez que ha practicado la prueba quien dicte la sentencia; obliga 52 a suspender el juicio cuando aquel se ausenta del Juzgado por cualquier motivo derivado de su estatuto orgánico. Así, cuando tenga lugar un cambio de titular del órgano judicial, el Juez saliente deberá practicar sólo aquellos exámenes judiciales cuya vista pueda presidir; debiendo el Juez entrante llevar a cabo aquellos reconocimientos judiciales (y con carácter previo) correspondientes a los juicios que tenga señalados. Cuestión similar ocurrirá, en los casos en los que el Juez cause baja por enfermedad o pretenda disfrutar de alguno de los permisos o licencias reglamentarios; en cuyo caso, el Juez que le sustituya sólo podrá celebrar el eventual juicio de incapacidad señalado en el supuesto de poder practicar él mismo el examen, debiendo suspender, en caso contrario, la citada comparecencia. PRIMERA MESA REDONDA: D ANER URIARTE CODÓN En segundo lugar, como mayor problema irresuelto, y para el cual nadie ha ofrecido hasta el momento una solución aceptable, es el de la competencia territorial y las modificaciones que pueden operarse en la misma. En este sentido, como regla general, a partir de lo dispuesto en el artículo 756 LEC, la demanda se presenta ante el órgano judicial en cuyo partido judicial resida el demandado. La cuestión radica en que, en ocasiones, bien por política sanitaria o por pura decisión familiar, el demandado con problemas de movilidad (y que, por tanto, no puede desplazarse a la sede judicial), es trasladado a otro partido judicial diferente, tras la interposición de la demanda. Esto es, el ejemplo clásico, un señor ingresado en una residencia en Bilbao cuando se demanda su incapacidad, es trasladado dos meses después a una residencia de Busturia (partido judicial de Gernika). En estos casos se plantea un problema para el Juez, quien para practicar este medio de prueba preceptivo debe constituirse fuera de su partido judicial (artículo 129.3 último párrafo LEC), dando cuenta al Juez decano del partido a donde se desplace (artículo 275 de la Ley Orgánica del Poder Judicial). La cuestión se complica cuando este suceso se repite con frecuencia, o cuando el demandado en concreto se va alejando del partido judicial de origen; en cuyo caso la mera práctica de un examen judicial puede llegar a requerir una jornada entera de trabajo, dificultando sobremanera la operatividad del Juzgado. En estos casos, para conseguir un funcionamiento práctico racional, se suele intentar una inhibición por parte del Juzgado donde se ha abierto el 53 procedimiento, a favor de aquel Juzgado a cuyo partido se ha desplazado el demandado. Se articula, de esta manera, la apreciación una falta de competencia territorial al hilo del artículo 58 LEC, que se entiende sobrevenida en razón de la exigencia de la realización del examen personal del presunto incapaz por el Juzgador. Si bien, en ocasiones el Juzgado que recibe los autos acepta la inhibición, continúa el procedimiento, reconoce al demandado, celebra el juicio y dicta la correspondiente sentencia; hay algunos órganos judiciales (generalmente aquellos no especializados en este tipo de materia, y por ende, no familiarizados con este problema), que no aceptan la inhibición y plantean el conflicto negativo de competencia territorial previsto en el artículo 60 LEC. Cuestión que suele ser resuelta por el superior jerárquico común de forma negativa a la inhibición, en base a la perpetuación de jurisdicción que establece el artículo 411 LEC. Así, se aplica la regla general de entender que la competencia territorial existente en el momento inicial (a la interposición de la demanda) se perpetúa durante todo el procedimiento, independientemente de los cambios de hecho que puedan tener lugar; sin (a mi juicio) valorar la especialidad del proceso que nos ocupa, y la esencia de la prueba en estudio. En definitiva esta solución solo funciona de forma parcial cuando el titular del Juzgado que recibe los autos, los acepta; generándose, eso sí, una suerte de reciprocidad entre ambos órganos judiciales cuando el desplazamiento del demandado sea inverso. El problema queda irresuelto cuando se plantea el conflicto negativo, y el órgano superior jerárquico aplica la regla general expuesta; sin que ofrezca una solución práctica cuando el presunto incapaz salga del partido judicial y se aleje en demasía de Bizkaia (piénsese en que ocurriría si por ejemplo, se desplazara a las Islas Canarias). c) Audiencia de parientes: La última prueba legalmente exigida es la audiencia de parientes, a quienes se oye en el acto del juicio, siendo interrogados por el Ministerio Fiscal y por las eventuales representaciones letradas que pudieran existir. Sobre la cuestión, no existe una regla general en cuanto a qué parientes deben ser interrogados, con qué parentesco, y en qué número. 54 PRIMERA MESA REDONDA: D ANER URIARTE CODÓN La decisión se adecuará a lo que requiera cada caso concreto, optando como regla general por aquellos parientes de grado más cercano (hijos, esposos o hermanos), sin perjuicio de que se pueda alejar el parentesco de los interrogados, según existan los primeros o no; o si estos últimos mantienen una relación especial o más estrecha con el demandado. En todo caso, dado que existe la posibilidad de nombrar en la misma sentencia a quien vaya a ser nombrado para el correspondiente cargo de representación tutelar; se deberá oír al interesado o propuesto para verificar su voluntad al respecto, así como a los parientes de igual o preferente grado, para que se pronuncien sobre tal nombramiento. Recuérdese, que los artículos 234 y 235 del Código Civil establecen una prelación orientativa (y no vinculante) para el Juez a la hora de nombrar tutor (aplicable al nombramiento de curador, por mor del artículo 291 del Código Civil): la persona designada por el tutelado, el cónyuge (figura a la que debe equipararse la persona que mantenga con aquel una análoga relación de afectividad), los padres, la persona designada por éstos en sus disposiciones de última voluntad, los descendientes, ascendientes o hermanos, o cualquier persona que resulte más idónea por sus relaciones con el tutelado o en beneficio de éste. De esta forma, en el acto del juicio serán interrogados aquellos parientes propuestos por las partes en sus escritos expositivos. Así, en primer lugar, cuando la demanda es interpuesta por el Ministerio Público, se suele acompañar un listado de familiares proporcionado en la comparecencia hecha en Fiscalía por aquel familiar o conocido que puso en conocimiento del Fiscal la posible causa de incapacitación; y cuando el procedimiento se inicia a instancia de un familiar, se suele señalar también en la demanda quienes son los familiares más próximos al demandado. En consecuencia, los mismos serán citados al acto del juicio, en el cual serán interrogados, bien en su calidad de parte (cuando obren como demandantes o defensores judiciales del demandado), o en calidad de testigos (en los demás casos), en cuyo caso prestarán juramento o promesa de decir verdad, siendo advertidos de la posibilidad de incurrir en un delito de falso testimonio en causa judicial, en el supuesto de que mintieran (al hilo de lo que establece el artículo 365 LEC). Por último, el interrogatorio versará sobre la eventual causa de incapacidad del demandado, así como su conformidad o disconformidad con el nombramiento de un determinado tutor. 55 Puede ocurrir que alguno de los parientes propuestos no acuda al juicio por no haber sido citados, por negarse a comparecer, o por tener asimismo problemas de movilidad. Incluso, puede ocurrir que en la comparecencia alguna de las partes se aperciba de la existencia de un familiar no propuesto, y cuyo testimonio se estime de relevancia. En estos supuestos, serán las partes quienes renuncien a su testimonio, o soliciten la declaración ampliatoria del pariente que no ha comparecido, debiendo el Juez, si lo considera necesario, suspender o interrumpir el juicio, citando de nuevo al pariente en cuestión. En todo caso, cuando quien se proponga como tutor o curador no comparezca en la vista, queda la posibilidad de diferir su nombramiento al expediente de jurisdicción voluntaria (de tutela o curatela, respectivamente) posterior. Recuérdese, sobre este extremo, que a diferencia de las pruebas preceptivas exigidas en el artículo 759 LEC, no se establece con igual claridad la obligación de oír a quien va a ser nombrado tutor o curador; por lo que, si bien, suele ser muy conveniente escuchar al mismo (coincidiendo en muchas ocasiones con un pariente próximo del demandado), a los efectos de proceder a su nombramiento directo en la sentencia; su ausencia puede soslayarse, retrasando su nombramiento al expediente de tutela o curatela, según corresponda. d) Juicio: Presentada la demanda, y en su caso la contestación (escrita), y practicadas de forma anticipada la prueba pericial médica y el examen judicial, se procede a citar a las partes y a los parientes más próximos (y, si procede, a otros testigos propuestos), al juicio. El mismo, según disponen las disposiciones generales para los procesos especiales, seguirá los trámites del juicio verbal, según dispone el artículo 753 LEC, remitiéndose a los artículos 443 y siguientes, con la matización de que la eventual parte demandada comparecida habrá contestado ya por escrito. De esta manera, a groso modo, la comparecencia se dividirá en tres partes: en la primera, cada una de las partes se afirmará y ratificará en su correspondiente escrito expositivo, pudiendo alegar alguna cuestión previa en relación con hechos nuevos o de nueva noticia o dificultades probatorias. Si existe parte interviniente, y no ha presentado la misma ninguna suerte de 56 escrito en el que manifieste su postura, se le podrá dar la palabra para que, brevemente, exponga su parecer inicial sobre la incapacidad solicitada, y si procede, sobre el eventual nombramiento de cargo tutelar. En segundo lugar, se dará la palabra a las partes para que propongan prueba (incluida la practicada de modo anticipada), pronunciándose el Juez sobre su admisión o inadmisión en virtud de los requisitos procesales de cada medio de prueba y de las reglas generales contenidas en los artículos 284 y siguientes LEC, procediendo a la práctica de las pruebas admitidas. Por último y en tercer lugar, cada parte concluirá brevemente valorando las pruebas practicadas y ofreciendo su posición definitiva sobre la incapacidad pretendida, el alcance de la misma, y el nombramiento de tutor. e) Sentencia PRIMERA MESA REDONDA: D ANER URIARTE CODÓN La sentencia se dictará en el plazo de 10 días desde la vista (artículo 447 LEC), y la misma estimará o desestimará la demanda, declarando la incapacidad o denegándola respectivamente. En el caso de declarar la incapacidad el artículo 760.1 LEC exige que la sentencia determine la extensión de aquella, el régimen de tutela o curatela necesario, y si fuera necesario, se pronuncie sobre la necesidad de internamiento del demandado. A ese contenido obligatorio, el apartado segundo del citado precepto legal añade la posibilidad de nombrar al representante del declarado incapaz; cuando concurra lo que requiere el artículo 759.2 LEC: que se solicite tal nombramiento en la demanda y se oiga al demandado y a los parientes sobre tal cuestión; debiendo exigirse (aunque no lo exprese la ley) que sea oído el futuro tutor o curador, y que muestre su consentimiento, puesto aunque el cargo es definido por el artículo 216 del Código Civil como una obligación, debe entenderse que si se trata de suplir o sustituir los defectos de capacidad del demandado, sólo una aceptación voluntaria del cargo, ofrecerá garantías de que el mismo se desempeñe en beneficio del mayor interés del incapaz (recordemos, criterio rector de todo el procedimiento). Por último, la sentencia será comunicada por el Juzgado de oficio al Registro Civil, tal y como señala el artículo 755 LEC, de forma que la 57 incapacidad se anotará como nota marginal a la inscripción de nacimiento del declarado incapaz, inscribiéndose la posterior tutela en el libro especial de tutelas del Registro Civil del domicilio del incapaz. De esta manera, con la inscripción marginal en el libro de nacimientos se ofrece una publicidad que protegerá los intereses de aquel, al ser nulos los actos o contratos que el mismo pueda celebrar con terceros, a partir de la fecha de la sentencia. Sin perjuicio de que los actos anteriores puedan ser impugnados mediante la correspondiente acción civil, para la cual la sentencia civil de incapacidad relativamente cercana en el tiempo, constituirá un principio de prueba. 5. Medidas cautelares: Por último el artículo 762 LEC recoge la posibilidad de adoptar medidas cautelares de cara a la adecuada protección del patrimonio o de la persona del presunto incapaz, de oficio o a instancia de parte, en cualquier momento previo al procedimiento, o durante la sustanciación del mismo. El apartado tercero del citado precepto legal establece la regla general de otorgar audiencia al demandado, remitiéndose a lo dispuesto en los artículos 734, 735 y 736 LEC, en el sentido de una celebración de una comparecencia (salvo supuestos excepcionales de urgencia), con la consiguiente práctica de las pruebas necesarias, así como el dictado de un auto apelable. Esta parca regulación de las medidas cautelares ha dado lugar a diversos criterios sobre el procedimiento concreto a seguir y las pruebas a practicar en la citada comparecencia. En mi opinión, no debe perderse de vista que el artículo 728 LEC establece, con carácter general, los dos requisitos fundamentales de toda medida cautelar: el peligro en la mora y la apariencia de buen derecho. Es decir, en primer lugar, que se acredite la urgencia que nos lleva a adoptar tal medida de forma rápida y previa al procedimiento principal; y en segundo lugar, que se ofrezcan indicios de que la pretensión principal que se persigue, y partir de cuya posible estimación, se solicita la cautela. Extremos que debe concurrir en cualquier medida, y que también deberán acreditarse en las medidas cautelares enmarcadas en el procedimiento de incapacidad. 58 En este sentido, si bien la prueba del peligro en la mora es relativamente sencilla, a través de una prueba documental o testifical en la vista; el asunto se complica a la hora de acreditar la apariencia de buen derecho, en la que recordemos, debe ofrecerse un indicio razonable de la incapacidad de una persona (en el grado correspondiente en que se está solicitando). Y la cuestión radica en determinar cómo se puede llegar a ofrecer ese indicio, más allá de la versión que la parte promotora de la medida cautelar puede ofrecer. Al respecto, considero que para obtener indicios que permitan adoptar medidas cautelares, deben practicarse las pruebas tasadas en el artículo 759 LEC ya analizado, si bien pudiendo rebajar la exigencia de audiencia de todos o casi todos los parientes del demandado, bastando con aquellos que puedan acudir a la pertinente comparecencia. PRIMERA MESA REDONDA: D ANER URIARTE CODÓN Es evidente, en este sentido, la absoluta necesidad de la prueba pericial médica que objetive, siquiera un cierto grado de incapacidad; la necesidad del examen judicial, que ofrezca la audiencia al demandado de la que habla el artículo 762 LEC; así como la audiencia a algún pariente que complete la información médica, y explique el sentido de la medida pretendida. En consecuencia, toda medida cautelar exigirá el reconocimiento judicial y del Médico Forense (con su preceptivo informe), que deberán practicarse de forma urgente, así como la celebración de una comparecencia en un plazo relativamente corto, en el que se pueda interrogar a algún familiar próximo. Por último, el tribunal dictará en el plazo de cinco días, un auto en el que se acordará o denegará la medida, y que será susceptible de ser recurrido en apelación (según disponen los artículos 735 y 736 LEC). 6. Internamientos involuntarios: El artículo 763 LEC regula el internamiento no voluntario por razón de trastorno psíquico dentro del mismo capítulo sobre los procesos sobre la capacidad de las personas; si bien se trata de dos procedimientos diferentes. Así, mientras el juicio de incapacidad trata, como ya hemos visto, de determinar si una persona no puede regirse de manera permanente, concretar el grado de incapacidad y nombrar un cargo de representación; el procedimiento de internamiento tiene por objeto justificar una privación 59 o restricción de libertad temporal, consistente en el ingreso forzoso en un centro psiquiátrico, verificando que el mismo obedece a un trastorno psíquico que precisa de tal medida. Así, una vez finalice el internamiento, la persona se reintegrará en la vida normal, sin ningún tipo de consecuencia jurídica. Se trata, de esta manera, de dos realidades diferentes que tan sólo tienen en común una parte de los ciudadanos a los que van dirigidos, por cuanto que hay personas que son incapaces, tienen limitados sus elementos intelectivos y volitivos, y pueden sufrir con mayor probabilidad un desequilibrio que haga preciso que sean internados de forma temporal para ser estabilizados. Pero debe tenerse en cuenta que hay un gran número de sujetos incapacitados legalmente y que no necesitan nunca un internamiento en un psiquiátrico; o por el contrario, hay muchos enfermos mentales con un historial de internamientos más o menos amplio, y que no están inhabilitados permanentemente para regir su persona y bienes. En todo caso, debe señalarse que siendo un procedimiento que trata de verificar la justificación de la privación o restricción de libertad que sufre una persona cuando es ingresada en un psiquiátrico; debe tratarse de un ingreso no consentido por aquella, es decir de un internamiento involuntario. De esta forma, un gran número de pacientes de centros psiquiátricos ingresan voluntariamente, y su situación no se controla judicialmente; sin perjuicio de que en algún momento de su internamiento consentido quieran finalizar el mismo y su psiquiatra considere necesario continuar aquel, en cuyo caso, el internamiento pasará a ser involuntario, y se iniciará en ese punto el proceso judicial. Como única excepción a esta norma, se configura el internamiento de incapaces o menores, sujetos sin una voluntad válida legalmente o sin una validad plena, respectivamente; respecto a los cuales y en garantía de los mismos, se considera que cualquier ingreso es involuntario, independientemente de que manifiesten su conformidad con el mismo, procediendo, de esta manera, el control judicial en todo momento. El apartado primero del mencionado precepto legal habilita como regla general la autorización judicial previa al ingreso, conformándose de esta forma lo que se ha venido a llamar el internamiento ordinario. Así, cualquier 60 persona podrá interponer la correspondiente demanda ante el Juzgado competente donde resida el posible internado (representado por Procurador y asistido de Letrado, a tenor de las normas generales contenidas en los artículos 23 y 31 LEC, no exceptuadas para este caso), o realizar una comparecencia en Fiscalía a fin de que sea el Ministerio Público quien presente la oportuna demanda. Presentada la misma, el apartado tercero del artículo 763 en estudio, en modo similar al analizado artículo 759 en el marco del juicio de incapacidad, establece la obligatoriedad del examen y audiencia de la persona afectada, así como el dictamen de un facultativo, que será realizado por el Médico Forense. PRIMERA MESA REDONDA: D ANER URIARTE CODÓN Asimismo, se prevé la posibilidad de oír a las personas que se consideren convenientes o que puedan ser indicadas por el afectado o demandado, que éste se persone con Letrado y Procurador en el procedimiento, y que se practiquen otras pruebas relevantes en cada caso concreto. Por último, se pronunciará el Ministerio Fiscal (claro está, si no ha interpuesto la demanda), y se dictará auto susceptible de ser recurrido en apelación, acordando o denegando el internamiento. En la práctica, con objeto de facilitar la ejecución de dicha resolución y aprovechando que el afectado o demandado se encuentra en el Juzgado, tras ser examinado por el Juez, es habitual arbitrar la medida de traslado directo en ambulancia o con la ayuda de la fuerza pública, desde la sede judicial hasta el correspondiente centro médico. El internamiento ordinario descrito tiene el inconveniente práctico de tener que pasar por los trámites descritos de manera previa al efectivo ingreso en el psiquiátrico; a los que se añade la necesidad de citar al interesado en horas de audiencia, la posibilidad de que el mismo no acuda al primer llamamiento, con el correlativo llamamiento al auxilio de la fuerza pública para que aquel sea llevado al Juzgado forzosamente con objeto del examen judicial; todo lo cual se puede dilatar varios días en el tiempo. Es por ello, por lo que la norma general se ve ampliamente superada en la realidad cotidiana por la regla excepcional, el previo ingreso y la ratificación judicial posterior, prevista en el apartado del artículo 763; lo que se ha venido a denominar como el internamiento urgente, y que supone un altísimo porcentaje de los ingresos involuntarios. 61 En este sentido, la necesidad de un ingreso en un psiquiátrico surge en cualquier momento del día y suele precisar de una actuación rápida, a lo que no puede responder un internamiento ordinario. Así, bien a través de la orden del propio psiquiatra que atienda habitualmente al demandado; bien con el aviso que los familiares de un enfermo mental pueden hacer según los oportunos protocolos médicos; o bien, si los agentes de la autoridad consideran en una intervención policial existe una persona alterada más allá de lo normal, el mismo puede acabar siendo trasladado al centro psiquiátrico que corresponda. Una vez allí, el médico psiquiatra de guardia decidirá si el sujeto debe ingresar o no, y en caso afirmativo (y siempre que aquel manifieste su oposición al respecto) se iniciará el internamiento involuntario. De esta manera, el centro médico donde quede ingresado deberá dar cuenta al Juzgado del partido judicial donde aquel radique, de dicha situación en un plazo de 24 horas, exigiendo el mencionado artículo 763 LEC que se proceda a la ratificación del mismo en el plazo de 72 horas desde que se produzca la referida comunicación. Plazo realmente difícil de cumplir en la práctica, toda vez que debe llevarse a cabo el desplazamiento del Juez y del Médico Forense al psiquiátrico para realizar sus correspondientes exámenes, debe presentar posteriormente este último su informe médico, informar favorablemente el Ministerio Fiscal, y dictarse el auto de ratificación del internamiento. Imagínese la situación en la que un ingreso involuntario es comunicado un viernes a primera hora de la tarde a un Juzgado exclusivamente de Primera Instancia, el cual, como órgano de la jurisdicción civil, tan sólo mantiene actividad en horario de audiencia, y que no podrá practicar ninguna actuación hasta el siguiente lunes a la mañana, transcurridos casi tres días. Se intenta, por ello, que en el referido plazo de 72 horas tenga lugar, cuanto menos, el examen judicial del internado, a fin de que el Juez pueda, en su caso, tener conocimiento directo en ese lapso de tiempo de cualquier tipo de irregularidad que hubiera podido cometerse. Por último, queda abierta otra posibilidad de internamiento urgentísima, como es la que tiene lugar a través del correspondiente Juzgado de Guardia de cada partido judicial, cuando se pone en su conocimiento la necesidad de ingreso de un sujeto, cuya situación de inestabilidad o desequilibrio 62 puede generar un peligro para la integridad de las personas. Este es el supuesto habitual de una persona que comparece ante dicho órgano judicial y manifiesta que un familiar suyo se encuentra descompensado y ha amenazado con hacerle daño a él o a otra persona (máxime cuando algunos enfermos mentales pueden crear tener una ideación de perjuicio en relación a un concreto familiar y culpabilizar al mismo de todos sus males). En este caso, será el Juez de Guardia quien, tras otorgar veracidad a tal noticia y valorar la necesidad de prevenir una actividad delictiva, arbitrará las medidas oportunas para localizar y traer a su presencia al posible internado, procediendo a la práctica urgente de los trámites señalados en el apartado tercero del precepto legal en análisis; al tener acceso directo a un Médico Forense y un Fiscal de guardia. Será posible, por ello, dictar el correspondiente auto de ingreso y acordar el traslado en un plazo breve durante el propio periodo de guardia. En relación a esta tercera vía de internamiento, no se ha resuelto con claridad cuál debe ser el contenido exacto de la parte dispositiva del auto que pueda dictar el Juez de Guardia. PRIMERA MESA REDONDA: D ANER URIARTE CODÓN Así, en ocasiones el contenido del auto se limita a ordenar el traslado del sujeto al psiquiátrico, siendo el correspondiente psiquiatra de guardia quien decide sobre la necesidad del internamiento. En este caso será necesario un nuevo auto de ratificación del internamiento (tras comunicar el centro el ingreso de la persona trasladada forzosamente, y procederse de nuevo a otro examen judicial por el Juez civil competente, además del examen pericial médico), habilitándose la posibilidad, remota pero posible, de que el mencionado psiquiatra de guardia no considere necesario el ingreso, cuando un Juez de Guardia ha apreciado un posible riesgo para la integridad de las personas (concretado, entre otras circunstancias, en la permanencia del sujeto fuera del centro psiquiátrico). Es por ello, por lo que no existe ningún motivo, para que sí se opta por el internamiento, el contenido del auto dictado en el Juzgado de Guardia, se acuerde directamente su internamiento, debiendo el centro correspondiente aceptar al sujeto en cuestión. En esta línea el Juzgado de Guardia es en ocasiones también Juzgado de Primera Instancia (en el caso de los Juzgados mixtos) con funciones jurisdiccionales civiles que permiten tal medida; y en otras ocasiones (cuando es simplemente un Juzgado de Instrucción) opera como sustituto de todos los Juzgados de su partido fuera del horario de audiencia, lo que también le permite acordar 63 directamente el ingreso. En todo caso, dictado el auto, se remitirá (salvo que por razones de reparto le corresponda directamente el conocimiento en el caso de los Juzgados mixtos) el procedimiento al Juzgado competente, el cual continuará con el mismo de la forma expuesta a continuación. Por último, dictado el auto de ingreso o ratificación del mismo, el procedimiento no finaliza. Se mantiene abierto con objeto de llevar a cabo un control posterior del internamiento, el cual finalizará una vez comunique el centro psiquiátrico el alta del paciente si ésta tiene lugar dentro del plazo de seis meses desde el inicio de aquel. En el caso de que se mantenga por un plazo superior, el apartado cuarto del artículo 763 LEC establece la necesidad de acordar judicialmente mediante auto la continuación del internamiento, a los efectos de mantener un control sobre la regularidad de los ingresos de larga duración, que, en ocasiones, pueden llegar a ser de por vida. En estos casos, el citado precepto legal no exige literalmente la práctica de exámenes judiciales o médicos, limitándose a señalar, además de la recepción del informe médico del centro psiquiátrico correspondiente en el que se aconseja la continuación, la posible práctica de las actuaciones que en su caso se estimen imprescindibles. Si bien, en la práctica de algunos Juzgados (no en todos, en su mayor parte Juzgados especializados en la materia) se ha generalizado la realización de un nuevo examen judicial y la emisión del oportuno informe médico forense; como garantía máxima para justificar la necesidad de internamientos dilatados en el tiempo. Esta práctica, dudosa desde el punto de vista de su obligatoriedad, pero positiva desde la perspectiva del internado de larga duración, quien percibe un control judicial (y ve, o puede ver, justificada su permanencia en un psiquiátrico); genera problemas cuando, de nuevo por razones de política sanitaria, la persona ingresada inicialmente en un centro de un partido judicial, es trasladado a un módulo de larga estancia de otro centro que radica en partido judicial distinto. Se plantean, de esta forma, dudas sobre cómo controlar tales internamientos, siendo habitual que por el órgano judicial donde esté aperturado el procedimiento (aquel que lo ordenó o ratificó) se libre exhorto judicial al órgano judicial en cuyo partido judicial se encuentre internado el demandado, a efectos de la práctica de un examen judicial, y un reconocimiento y posterior informe del Médico Forense. Así, 64 con todo ello, con el informe del centro psiquiátrico correspondiente, y con el visto bueno del Ministerio Público, se acordará la continuación del internamiento. PRIMERA MESA REDONDA: D ANER URIARTE CODÓN Esta opción posible, al no exigir la ley para esa continuación el examen judicial del mismo Juez que dicte el correspondiente auto, es discutida por determinados órganos judiciales (generalmente aquellos que proceden periódicamente a cumplimentar los exhortos judiciales, por tener en su partido judicial centros con módulos de estancia de larga duración). Consideran al respecto, que el examen judicial debe practicarse por el titular del órgano judicial en el que se acordó inicialmente el internamiento. Cuestión no resuelta, que tiene el inconveniente del desplazamiento geográfico mayor o menor, al que puede venir obligado periódicamente este último, y que puede alterar significativamente el ritmo de trabajo, sobre todo en órganos especializados con un amplio volumen de internamientos. Como tercera opción, se ofrece la posibilidad de inhibirse y enviar los autos al órgano judicial donde va a residir de manera permanente el internado, eventualidad no exenta de lógica y sentido común (en cuanto que, quien va a realizar efectivamente los exámenes judiciales periódicos, es quien debería controlar globalmente el internamiento), pero ciertamente huérfana de base legal que la justifique, al no encontrar un precepto en el que aquella pueda apoyarse. 65 66 LOS PROCEDIMIENTOS JUDICIALES RELATIVOS A LAS PERSONAS INCAPACES I MESA REDONDA EL MÉDICO FORENSE EN LOS PROCESOS DE INCAPACITACIÓN E INTERNAMIENTOS FORZOSOS D. Guillermo Portero Lazcano Médico-Forense, Jefe de Servicio de la Clínica Médico Forense de Bilbao. Instituto Vasco de Medicina Legal 1. Introducción PRIMERA MESA REDONDA: D GUILLERMO PORTERO LAZCANO Los médicos forenses somos peritos al servicio de la Administración de Justicia1. Un perito según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua es “una persona sabia, experimentada, hábil o práctica, en una ciencia o arte. La pericia es la “sabiduría, práctica, experiencia y habilidad en una ciencia o arte”. El peritaje o peritación es el trabajo o estudio realizado por el perito. En España existe un cuerpo específico de peritos médicos de carácter 1 Artículo 479. 1. Los médicos forenses son funcionarios de carrera que constituyen un Cuerpo Nacional de Titulados Superiores al servicio de la Administración de Justicia. 2. Son funciones de los médicos forenses la asistencia técnica a juzgados, tribunales, fiscalías y oficinas del Registro Civil en las materias de su disciplina profesional, tanto en el campo de la patología forense y prácticas tanatológicas como en la asistencia o vigilancia facultativa de los detenidos, lesionados o enfermos, que se hallaren bajo la jurisdicción de aquellos, en los supuestos y en la forma que determinen las leyes. A estos efectos, emitirán informes y dictámenes médicos legales en el marco del proceso judicial, realizarán el control periódico de los lesionados y la valoración de los daños corporales que sean objeto de actuaciones procesales. Igualmente realizarán funciones de investigación y colaboración que deriven de su propia función. En el curso de las actuaciones procesales o de investigación de cualquier naturaleza incoadas por el Ministerio Fiscal, estarán a las órdenes de los jueces, magistrados, fiscales y encargados del Registro Civil, ejerciendo sus funciones con plena independencia y bajo criterios estrictamente científicos. 3. Los médicos forenses estarán destinados en un Instituto de Medicina Legal o en el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses. 67 funcionarial y dependientes del Ministerio de Justicia que están a las órdenes de Jueces, Magistrados y, en general, Autoridades Judiciales y que forman el llamado Cuerpo Nacional de Médicos Forenses, cuya realidad jurídica data de 1947 aunque ya existía desde 1915. La actividad y carácter de este cuerpo viene recogida en la Ley Orgánica del Poder Judicial, Ley de Enjuiciamiento Criminal, Ley de Enjuiciamiento Civil y Reglamentos específicos, algunos de ellos de reciente creación. La existencia de peritos viene determinada por la necesidad de asesoramiento a la Autoridad Judicial sobre temas que, lógicamente, desconoce. El Juez no puede saber con precisión de todas las disciplinas o materias de las que se compone el saber humano y que pueden ser objeto de algún tipo enjuiciamiento. Es por ello que ha de valerse de estos profesionales: ingenieros, arquitectos, actuarios, médicos, psicólogos, calígrafos, etc. Los casos que vamos a tratar: internamientos e incapacidades, tienen, evidentemente, una clara base médica (psiquiátrica/psicológica) por lo que el Juez ha de valerse de peritos médicos (en estos casos, la legislación emplea los términos “facultativos”) que son los que le asesorarán sobre qué tipo de proceso morboso presenta el presunto incapaz o el subsidiario de un internamiento involuntario, cuál es el tratamiento oportuno, cuáles son sus capacidades psíquicas y cómo repercuten en las actividades de la vida, etc. Los internamientos involuntarios y las incapacidades pertenecen a la jurisdicción civil, sin embargo, tienen algunas connotaciones especiales que se apartan del procedimiento habitual. No entraré en detalles, pero sí haré alguna referencia, toda vez que la participación del médico forense en estos casos, sí supone una cierta excepcionalidad. El proceso civil tiene por fin “la defensa y conservación del orden jurídico privado”, siendo un fin inmediato, en el que se incluye la protección del derecho y de los intereses del individuo, es decir, en fin mediato” (Prieto Castro y Fernández. Derecho Civil, vol 1º p.222 . La Ley de Enjuiciamiento 2. JUVENCEL M.R. Manual del Perito médico. Fundamentos técnicos y jurídicos (Edición 2002). Diaz Santos. Madrid 68 Civil (LEC) del año 2000, en su Exposición de Motivos ya hace referencia a la existencia de casos de interés público3. Para la designación de peritos en esos casos “excepcionales”, el propio Tribunal podrá designar perito (de oficio) citando expresamente el procedimiento de incapacidad4. Así la fase de prueba y desarrollo de la misma, adquiere, sobre todo, en los procesos de incapacidad unos aspectos muy singulares. El legislador le confiere al Juez un papel que se extiende a límites que nos hace recordar al proceso penal por su facultad para la adopción de medidas de oficio. PRIMERA MESA REDONDA: D GUILLERMO PORTERO LAZCANO De este modo, aunque en la Legislación (Código Civil –CC- y LEC) no se hace referencia expresa a la intervención del médico forense en los procesos de incapacitación y de internamiento involuntario, los Jueces y Fiscales encargados de estos casos designan a los médicos forenses para que periten. No obstante lo anterior, los médicos forenses como peritos, estamos sujetos a los mismos requisitos, valores éticos y deontológicos que el resto de peritos. Así, sin tratar de ser exhaustivos en este tema, habría que mencionar: la objetividad, la preparación técnica necesaria y suficiente, la utilización del método científico, argumentación, reflexión, prudencia y sentido común. Algunos autores como LANGELÜDDEKE5 añaden como exigencia el entusiasmo por la actividad pericial, así como la necesidad de poseer los conocimientos jurídicos. En el presente trabajo abordaré los aspectos más puramente médico legales, dejando otros de tipo más jurídico ya que intervienen otras personas. 3. LEC (2000) “Exposición de Motivos ”Con las excepciones obligadas respecto de los procesos civiles en que ha de satisfacerse un interés público, esta Ley se inclina coherentemente por entender el dictamen de peritos como medio de prueba en el marco de un proceso, en el que, salvo las excepciones aludidas, no se impone y se responsabiliza al tribunal de la investigación y comprobación de la veracidad de los hechos relevantes en que se fundamentan las pretensiones de tutela formuladas por las partes, sino que es sobre éstas sobre las que recae la carga de alegar y probar. Y, por ello, se introducen los dictámenes de peritos designados por las partes y se reserva la designación por el tribunal de perito para los casos en que así le sea solicitado por las partes o resulte estrictamente necesario. 4. Art. 339.5 LEC El Tribunal podrá, de oficio, designar perito cuando la pericia sea pertinente en procesos sobre declaración o impugnación de la filiación, paternidad y maternidad, sobre la capacidad de las personas o en procesos matrimoniales 5. LANGELÜDDEKE, A. Psiquiatría forense. Espasa Calpe, SA. Madrid 1972 69 2. El internamiento involuntario Los enfermos psíquicos, en ocasiones, requieren de internamientos - en régimen cerrado, hospitales-, pero, a veces, no son conscientes de esa necesidad o, siéndolo, no acceden voluntariamente al ingreso. En tales casos, puede ser necesario el ingreso en contra de su voluntad. Esta aseveración, ya de entrada, nos plantea la distinción entre internamientos voluntarios e involuntarios. A su vez, teniendo en cuenta, la jurisdicción que se trate, pueden ser penales y civiles. Dejaremos al margen los internamientos voluntarios, por no ser objeto de este tema, haciendo la salvedad de que, en ocasiones, un internamiento voluntario se tiene que transformar en involuntario, aún sin salir del Hospital, cuando el internado solicita el alta voluntaria y, a criterio médico, necesita proseguir su ingreso y no tiene competencia el enfermo para decidirlo. Tampoco incidiré en los internamientos psiquiátricos penales, es decir, los que derivan de una medida de seguridad privativa de libertad como consecuencia de la apreciación por parte del Tribunal sentenciador de alguna causa de exención completa o incompleta por enfermedad psíquica, drogodependencia, intoxicación, o alteraciones en la percepción (art. 20.1, 20.2, 20.3. y 21 del Código Penal). Centrándonos en los internamientos civiles de carácter involuntario, hemos de considerar diversos aspectos. Unos son jurídicos y otros más específicamente médicos. De los primeros, únicamente referirme, de forma muy somera, a los dos “tipos” existentes: Los urgentes y los ordinarios. Ambos vienen regulados por la Ley de Enjuiciamiento Civil (LEC) en el art. 7636. Los antecedentes mas “recientes” los podemos encontrar en el 6. Artículo 763. Internamiento no voluntario por razón de trastorno psíquico. 1. El internamiento, por razón de trastorno psíquico, de una persona que no esté en condiciones de decidirlo por sí, aunque esté sometida a la patria potestad o a tutela,, requerirá autorización judicial, que será recabada del tribunal del lugar donde resida la persona afectada por el internamiento. La autorización será previa a dicho internamiento, salvo que razones de urgencia hicieren necesaria la inmediata adopción de la medida. En este caso, el responsable del centro en que se hubiere producido el internamiento deberá dar cuenta de éste al tribunal competente lo antes posible y, en todo caso, dentro del plazo de veinticuatro horas, a los efectos de que se proceda a la preceptiva ratificación de dicha medida, que deberá efectuarse en el plazo máximo de setenta y dos horas desde que el internamiento llegue a conocimiento del tribunal. 70 Decreto de 3 de julio de 1931 (reformado por el Decreto de 27 de mayo de 1932) que establecía un régimen jurídico del internamiento esencialmente administrativo, prácticamente sin control judicial, pues todo se reducía a la obligación del Director del Centro de participar al juez el hecho del internamiento. Se establecían tres condiciones para ingresar en un establecimiento oficial o privado: por propia voluntad, por indicación médica o por orden gubernativa o judicial. Las indicaciones médicas eran de cuatro tipos: enfermedad psíquica que aconseje el aislamiento, peligrosidad psíquica, incompatibilidad con la vida social y toxicomanías incorregibles que pongan en peligro la vida del enfermo o la vida y bienes de los demás. Con la promulgación de la Constitución de 1978, junto con la ratificación por España de varios convenios Internacionales afectantes a esta materia, y las críticas que el Decreto de 1931 recibía de los sectores médicos afectados, se produce la derogación de dicha norma, por la ley que reformó el Código Civil. PRIMERA MESA REDONDA: D GUILLERMO PORTERO LAZCANO En los casos de internamientos urgentes, la competencia para la ratificación de la medida corresponderá al tribunal del lugar en que radique el centro donde se haya producido el internamiento. Dicho tribunal deberá actuar, en su caso, conforme a lo dispuesto en el apartado 3 del artículo 757 de la presente Ley. 2. El internamiento de menores se realizará siempre en un establecimiento de salud mental adecuado a su edad, previo informe de los servicios de asistencia al menor. 3. Antes de conceder la autorización o de ratificar el internamiento que ya se ha efectuado, el tribunal oirá a la persona afectada por la decisión, al Ministerio Fiscal y a cualquier otra persona cuya comparecencia estime conveniente o le sea solicitada por el afectado por la medida. Además, y sin perjuicio de que pueda practicar cualquier otra prueba que estime relevante para el caso, el tribunal deberá examinar por sí mismo a la persona de cuyo internamiento se trate y oír el dictamen de un facultativo por él designado. En todas las actuaciones, la persona afectada por la medida de internamiento podrá disponer de representación y defensa en los términos señalados en el artículo 758 de la presente Ley. En todo caso, la decisión que el tribunal adopte en relación con el internamiento será susceptible de recurso de apelación. 4. En la misma resolución que acuerde el internamiento se expresará la obligación de los facultativos que atiendan a la persona internada de informar periódicamente al tribunal sobre la necesidad de mantener la medida, sin perjuicio de los demás informes que el tribunal pueda requerir cuando lo crea pertinente. Los informes periódicos serán emitidos cada seis meses, a no ser que el tribunal, atendida la naturaleza del trastorno que motivó el internamiento, señale un plazo inferior. Recibidos los referidos informes, el tribunal, previa la práctica, en su caso, de las actuaciones que estime imprescindibles, acordará lo procedente sobre la continuación o no del internamiento. Sin perjuicio de lo dispuesto en los párrafos anteriores, cuando los facultativos que atiendan a la persona internada consideren que no es necesario mantener el internamiento, darán el alta al enfermo, y lo comunicarán inmediatamente al tribunal competente. 71 Desde el punto de vista médico, habría que plantearse dos cuestiones: la primera hace referencia a quiénes son las personas subsidiarias de ser ingresadas. La segunda, a cuáles son las condiciones necesarias para que el ingreso sea involuntario. En relación a la primera cuestión y siguiendo criterios de DIAZ GONZALEZ e HIDALGO RODRIGUEZ (1999)7, para el ingreso agudo se requieren los siguientes criterios: 1. Enfermedad psiquiátrica de suficiente gravedad o intensidad como para que dé lugar a un trastorno afectivo, cognitivo o conductual y que además: a) Ponga en claro riesgo la vida del propio enfermo, porque: a. Haya realizado en intento de suicidio en las dos semanas anteriores y de suficiente gravedad según el estado del enfermo y el método empleado b. Haya realizado un intento de suicidio reciente en el curso de un cuadro psiquiátrico agudo y exista una historia previa de intentos de suicidio c. Presente ideación suicida permanente asociado a planificación de conductas suicidas. Existencia de sentimientos de desesperanza, ideas delirantes con contenidos de culpa, condenación, muerte… d. Haya llevado a cabo alguna mutilación. e. Presente un cuadro médico grave a consecuencia de un padecimiento psiquiátrico del tipo de una anorexia con bajo peso o una bulimia con una gran frecuencia de vómitos b) Ponga en riesgo claro la vida de otras personas, de modo que la peligrosidad tenga un claro origen en la enfermedad mental… 7. DIAZ GONZALEZ, R.J., HIDALGO RODRIGO, Mª.I, Guía de actuación en la Clínica Psiquiátrica. Coordinación editorial You & Us SA. Madrid 1999 72 c) Que haya fracasado el tratamiento ambulatorio que seguía dándose las siguientes circunstancias: a. Que exista una enfermedad mental grave que esté afectando de manera importante el funcionamiento de la familia, al trabajo u ocupación del paciente o a sus estudios siempre que el episodio o su exacerbación sea reciente. b. Que se espere claramente una mejoría tras su permanencia en la Unidad psiquiátrica de agudos. Desde un punto de vista más formal pero muy similar se pronuncian las Naciones Unidas (La protección de los Enfermos Mentales y el Mejoramiento de la Atención de la Salud Mental. Asamblea General. Informe del Tercer Comité-A/46721-1. 19918). PRIMERA MESA REDONDA: D GUILLERMO PORTERO LAZCANO En relación a segunda cuestión planteada: “condiciones para que el ingreso sea involuntario”, estaríamos ante un enfermo mental que por las razones ya emitidas anteriormente sería necesario su internamiento pero rechaza el ingreso. En general, suele ser por un problema de ausencia de conciencia de enfermedad. Se supone, no obstante, que como cualquier 8. Principio 16. Admisión forzosa 1.- Una persona puede ser admitida en una institución psiquiátrica como paciente involuntario o, habiendo sido admitido voluntariamente como paciente, puede ser retenido involuntariamente en dicha institución si, y solo si, un profesional de la salud mental calificado y autorizado legalmente a este fin, determina, de acuerdo con el Principio 4 mencionado, que la persona padece una enfermedad mental y considera: a) Que debido a la enfermedad mental, hay una seria probabilidad de daño inmediato o inminente para esa persona o para terceros, o b) Que en el caso de que una persona cuya enfermedad mental es grave y cuyo juicio está afectado, la no internación o retención de esa persona puede conducir con mucha probabilidad a un grave deterioro de su estado o impedir darle el tratamiento apropiado que sólo puede aplicársele internándola en una institución psiquiátrica mental de acuerdo con el principio de alternativa menos restrictiva 2.- Una admisión o retención involuntaria debe hacerse inicialmente por un corto periodo, como lo especifica la legislación interna, para una observación y tratamiento preliminares hasta que el órgano de control decida el problema de la internación o la retención. Los motivos para la admisión deben ser comunicados al paciente sin demora y el hecho de la admisión y los motivos de la misma deberán comunicarse pronto y en detalle al órgano de control, al representante personal del paciente, si lo hay, y, al menos que el órgano de control lo objete a la familia. 3.- Una institución psiquiátrica puede recibir pacientes involuntarios solamente cuando haya sido destinada a ese efecto por una autoridad competente prescrita por la legislación interna. 73 otro tipo de intervención médica, previamente se ha tratado de obtener un consentimiento, previa la información correspondiente (Consentimiento Informado) y que hay una negativa por parte del paciente. En todo caso, la peritación médica versará sobre el nivel de competencia del enfermo para tomar decisiones, en este tema, para consentir el ingreso. Los criterios para valorar la competencia de un paciente para consentir un tratamiento (se incluiría el ingreso psiquiátrico) pasan por evaluar cuatro funciones (Appelbaum PS, Grisso T 1989)9: • • • • Habilidad para comunicar una elección Comprensión de la información relevante Apreciación de la situación y sus consecuencias Manipulación racional de la información. Utilizan la MacArthur Competence Assessment Tool for Treatment (MacCAT—T) que es una entrevista semiestructurada que evalúa esas cuatro áreas. No obstante, los autores advierten que es necesario correlacionar los resultados con evaluaciones clínicas. Existen otras escalas y criterios de evaluación que, en general, giran sobre las mismas cuestiones. Un tema controvertido en relación al ingreso involuntario ha sido el ingreso del anciano en los geriátricos. ¿es equivalente a la del enfermo mental “clásico”? ¿se puede entender que el art. 763 de la LEC también es aplicable en estos casos?. Una de las razones que se han esgrimido para diferenciar ambos tipos de ingresos es que el art. 763 hace referencia al “carácter psíquico” (trastorno psíquico) como razón para el internamiento, amén de la sustancial de carecer de competencia para decidir, mientras que el anciano no es un enfermo mental. La otra es que el psiquiátrico no es equiparable al geriátrico. Sin embargo, el anciano, en muchos de los casos de ingresos – no todos evidentemente- empieza con problemas de deterioro mental que sí entrarían 9. APPELBAUM PS, GRISSO T Assessing patients´capacities to consent to treatment. N Engl J Med. 1988 Dec 22;319(25):1635-8 74 dentro de la categoría de trastorno mental y la no equiparación entre ambos tipos de establecimientos es una posición muy restrictiva. Los partidarios de la equiparación10, apoyándose en diversas circulares y contestaciones de la Fiscalía General del Estado, así como en algunas Sentencias de Tribunales, hacen hincapié en el elemento sustancial: la falta de competencia de la persona para decidir una medida, que en última instancia, tanto para el enfermo mental “genuino” como para el anciano no competente buscan la protección del mismo. 2.1. Intervención del médico forense Para finalizar este apartado, abordaremos los puntos que los facultativos deberíamos tener en cuenta en nuestras peritaciones significando que las mismas nunca son vinculantes para el Juez. Aquí, como en cualquier otra peritación, el perito –médico forense o cualquier otro- es sólo otro medio más de prueba. PRIMERA MESA REDONDA: D GUILLERMO PORTERO LAZCANO Siguiendo a CARRASCO GOMEZ y MAZA MARTIN (2003)11 la intervención del facultativo ha de abarcar los siguientes extremos: 1. Valoración diagnóstica. Recomendable utilizar las categorías diagnósticas internacionales (DSM-TR-IV o CIE-X). cuando no se llega al diagnóstico hay que describir las conductas y manifestaciones psicopatológicas… 2. Exposición de los fenómenos psicopatológicos observados, las funciones psíquicas que resultan afectadas y en qué grado. 3. Manifestaciones sobre si la psicopatología observada compromete o no su capacidad de consentir, entendido el consentimiento como 10. AZNAR LOPEZ M. En torno a las divergencias interpretativas sobre los internamientos civiles. Estudios de Derecho Judicial/26/2000: 67-88. Consejo General del Poder Judicial 11. CARRASCO GOMEZ J.J., MAZA MARTIN, J.M. Manual de Psiquiatría Legal y Forense. 2ª Edic. La Ley. Madrid 2003 75 autorización válida a someterse voluntariamente a ser tratado, bien de forma externa o ingresado. 4. Pronunciamiento sobre si se trata de un trastorno que precisa ser tratado para conseguir la mejoría del paciente. 5. Si el tratamiento se puede llevar a cabo en régimen externo. Qué opciones terapéuticas son las indicadas. Cuáles le han sido aplicadas. Si se han agotado las posibilidades de mejoría y, por ello, precisa ser internado. 6. Cuál ha sido la evolución hasta ese momento y cuál el pronóstico que cabe esperar, tanto si se somete a tratamiento como si rechaza el que se le proponga. 7. Si según la naturaleza del padecimiento procede iniciar un procedimiento de incapacitación u otra medida de restricción (curatela). 3. Capacidad versus incapacidad Siguiendo a PEDRAZ GOMEZ (1994)12 “la incapacitación se define como un estado civil de la persona física que se declara judicialmente cuando en ella concurre alguna de las causas tipificadas legalmente y que tiene como efecto principal la limitación de su capacidad de obrar y, en consecuencia, la sumisión a tutela o a curatela”. Como se sabe la capacidad jurídica, siguiendo a ROCA GUILLAMON, se une a la nota de aptitud para ser titular de derechos y sujeto de deberes, sin que ello suponga la simultánea posibilidad de ejercitarlos directamente, lo cual, sólo se da si la persona puede gobernarse por sí misma (art. 200 Código Civil13). Se sigue de ello la capacidad de obrar, que se le presume 12. PEDRAZ GOMEZ S.J. La incapacitación por enfermedad o deficiencias psíquicas. Estudios de Derecho Judicial; 31/1994: 107-138. Consejo General del Poder Judicial 13. Art. 200 del C.C.. Son causas de incapacitación las enfermedades o deficiencias persistentes de carácter físico o psíquico que impidan a la persona gobernarse por sí misma. 76 a toda persona, salvo al menor de edad, al constituirse la minoría de edad como una limitación de dicha capacidad, en base a una presunción de falta de aptitud para regirse a sí mismo y a sus bienes. Esta falta de aptitud puede darse igualmente en los mayores de edad, más en cuanto que entre tanto no sea declarada la incapacidad judicialmente (art. 199 Código Civil14), se entiende que hay una discordancia entre la realidad y lo presumido legalmente (incapacidad natural-capacidad de obrar). Por ello el incapaz natural puede ejercitar aquellos derechos directamente, y sólo si es declarado en virtud de sentencia incapaz procederá la anulabilidad o nulidad de los actos por él realizados. Se dice entonces que la persona ha sido incapacitada, suponiendo así la privación de la capacidad de obrar, más en cuanto que no es no absoluta (art. 760 LEC15), lo que realmente se está dando es una limitación de la misma que sólo se explica como una excepcional medida de protección del incapaz”. PRIMERA MESA REDONDA: D GUILLERMO PORTERO LAZCANO Se deduce de todo ello que existen dos tipos de capacidad: la jurídica que es inherente a la condición de persona. Ser sujeto de derechos y deberes. No es más que expresión de la igualdad y dignidad de la persona que resalta la Constitución Española. Es, por tanto, la misma durante toda la vida, uniforme, inmune a graduaciones o modificaciones16. Por su parte la capacidad de obrar puede estar limitada, no sólo a los menores, sino también a los adultos cuando concurren determinadas circunstancias que le impiden llevar a cabo determinados actos jurídicos. Si la capacidad jurídica es el reflejo directo de la personalidad, la capacidad de obrar la presupone, pero exige un mínimo de madurez en el sujeto para cuidar de su persona y bienes. Clásicamente se ha venido manteniendo por nuestros Tribunales que los 14. Art. 199 del C.C. Nadie puede ser declarado incapaz sino por sentencia judicial en virtud de las causas establecidas en la Ley. 15. Art. 760.1 LEC. La sentencia que declare la incapacitación determinará la extensión i límites de ésta, así como el régimen de tutela o guarda a que haya de quedar sometido el incapacitado y se pronunciará, en su caso, sobre la necesidad de internamiento, sin perjuicio de los dispuesto en el art. 763 16. GULLON BALLESTEROS, A. La capacidad jurídica y capacidad de obrar. Estudios de Derecho Judicial; 22/1999: 11-22. Consejo General del Poder Judicial 77 requerimientos para la capacidad de las personas derivan de la inteligencia y la voluntad. Inteligencia para comprender los hechos y voluntad libre para ejercitar las acciones. Kraft-Ebing recogido por Gisbert Calabuig17 establece los elementos integrantes de la capacidad desde el punto de vista médico legal. A. Una suma de conocimientos acerca de los derechos y deberes sociales y de las reglas de la vida en sociedad. B. Un juicio suficiente para aplicarlos en un caso concreto. C. La firmeza de voluntad precisa para inspirar una libre decisión. Evidentemente ambas funciones psíquicas (intelección y volición) son necesarias para evaluar la capacidad pero no son las suficientes. Es un reduccionismo limitar el psiquismo a esas dos funciones descuidando la influencia de los afectos, las motivaciones, etc. si bien, dado que la psique es un todo y no un conjunto de módulos independientes, cuando cualquier función se afecta, de algún modo, el resto de funciones psíquicas se verán afectadas también y, por lo tanto, en última instancia se alterará la inteligencia o la voluntad o ambas. No obstante, sobre estos extremos volveremos a retomarlos mas tarde. Sin entrar en detalles jurídicos del Código Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Civil (LEC), que tratan de la incapacitación, se pueden extraer los siguientes apartados que tienen interés: 1. Que las causas de incapacidad pueden ser de tipo físico o psíquico. Han de ser persistentes y deben impedir gobernarse a la persona. 2. Que en la sentencia de incapacidad debe aparecer la extensión y límites de la misma. 3. La reintegración de la capacidad y modificación del alcance de la incapacitación. 4. La tutela, curatela, el defensor judicial, las medidas cautelares, la prodigalidad… 17. GISBERT CALABUIG J.A. DE ANGEL YAGÜEZ, R. CASTELLANO ARROYO M. 2004. Personalidad Jurídica y capacidad de obrar. Cap. 80 en Gisbert Calabuig Medicina Legal y Toxicología 6ª Edic. E. Villanueva Cañadas. Masson. Barcelona 78 3.1. Intervención del medico forense Siguiendo los determinantes señalados anteriormente, el ámbito de intervención del perito médico o –facultativo – ha de abarcar los siguientes aspectos: A. Establecer el tipo de trastorno El C.C. establece que las causas de incapacitación pueden ser físicas o psíquicas. El diagnóstico clínico específico, aún siendo importante, no es el requisito fundamental. Es indudable que debe existir y que, a su vez, sea la causa de la incapacidad. Lo fundamental, no obstante, es la repercusión funcional del mismo (que impida gobernarse a la persona) y la persistencia. Dentro de los trastornos físicos, caben citar principalmente, los de tipo motor (tetraplejias, paraplejias, esclerosis) o sensoriales como la ceguera. PRIMERA MESA REDONDA: D GUILLERMO PORTERO LAZCANO Es necesario, sin embargo, distinguir entre la capacidad –empleando el término en sentido general, no jurídico- instrumental o ejecutiva y la decisional. La plena capacidad supone una integración de ambas. La capacidad instrumental hace referencia a la aptitud para llevar a cabo materialmente los actos propuestos. Es decir; materializar las decisiones. Por ejemplo, un tetrapléjico es evidente que no puede desplazarse autónomamente y, por lo tanto, es incapaz para todo aquello que signifique ejecutar de forma motora cualquier acto, aunque su capacidad para decidir esté intacta. Por otra parte, la capacidad decisional hace referencia a la aptitud para tomar decisiones “adecuadas” al contexto socio-cultural en el que se desenvuelve la persona, sin poner en riesgo la vida, la salud o los bienes y, todo en ausencia de psicopatología. Muchos de los trastornos físicos están relacionados con la capacidad instrumental permaneciendo intacta la capacidad decisional. En ocasiones, sin embargo, vemos ancianos que se quedan solos por el fallecimiento del 79 cónyuge y presentan limitaciones físicas, - quizás suplidas por el otro cónyuge cuando vivía- no asumiendo o haciendo una negación de su situación, no permitiendo la ayuda externa domiciliaria o rechazando el ingreso en una residencia. Existe en estos casos una falsa percepción de la realidad, aún cuando el resto de funciones psíquicas superiores estén relativamente conservadas. La inacción en estos casos supondría dejar al anciano en una situación de desamparo con riesgo para su salud e incluso para su vida. Desde mi punto de vista, en estas situaciones la persona no tiene capacidad para decidir sobre su vida, en este caso concreto, para decidir sobre la forma en la que desea vivir ya que no es autónoma instrumental y rechaza las ayudas que la supliría. Vemos, pues, como en ocasiones, la capacidad instrumental y la decisional se relacionan, aún cuando “aparentemente” la segunda parece conservada. Los trastornos psíquicos incapacitables, pueden ser todos siempre y cuando reúnan las condiciones establecidas por la Ley (impidan el gobierno de las personas y sean persistentes). Es decir, la incapacidad no va ligada indefectiblemente al diagnóstico aunque en algunos casos así sea como por ejemplo los contemplados a continuación en el grupo 1. Podemos establecer, de forma general, una jerarquía de trastornos según la facilidad técnicomédica para informar sobre la incapacidad. Grupo 1. Trastornos cuyas características hacen que sean incompatibles con la capacidad de obrar • Retraso mental profundo, grave y moderado • Trastornos generalizados del desarrollo: Autismo, Asperger, Rett • Demencias evolucionadas. • Esquizofrenias residuales con gran defecto Grupo 2. Trastornos susceptibles de algún tipo de incapacitación pero que dependen de diversos factores: evolución, historia previa, soportes sociales, etc. • Las psicosis, principalmente la esquizofrenia • Trastornos afectivos, principalmente el bipolar • Trastornos por dependencia a drogas • Trastorno de la conducta alimentaria 80 • Retraso mental leve y/o inteligencia límite Grupo 3. Trastornos que tienen mayores dificultades para incapacitar aunque no imposibles “a priori” • Prototipo: los trastornos de personalidad B. Que impida a la persona gobernarse por sí misma. El elemento principal del procedimiento de incapacidad es el efecto que el trastorno físico o psíquico determina en la persona que lo sufre. El C.C. establece que debe impedir su autogobierno. PRIMERA MESA REDONDA: D GUILLERMO PORTERO LAZCANO Esto requiere una valoración profunda de todas las funciones psíquicas. Continuamente se hace referencia a las capacidades cognitivas y volitivas, como reminiscencia del pensamiento tomista, entendiendo que, en la persona, los actos libres y voluntarios requieren de conocimiento (elemento cognoscitivo) y voluntad o deseo de llevarlo a cabo (elemento conativo). Inteligencia y voluntad son dos constructos difíciles de operativizar y de definir. No son independientes y son algo más que el mero conocimiento y la intención o deseo, ya que sabemos que los afectos, los motivos, los impulsos, etc. intervienen de forma determinante en la conducta. Quizás por ello, sería mejor ir modificando la terminología, proponiendo para ello el concepto de funciones ejecutivas, que creo, explican mejor, la conducta humana “inteligente y voluntaria”. Las funciones ejecutivas (FE), término empleado por primera vez por Lezak18, se definen como las capacidades mentales esenciales para llevar a cabo una conducta eficaz, creativa y aceptada socialmente. Un acto voluntario19 abarcaría los siguientes pasos: 18. LEZAK M. Neuropsychological assessment. 3 ed. New York: Edit Oxford University Press; 1995. 19. PORTERO LAZCANO.G La voluntad y la actividad volitiva. En Introducción a la Psicopatología de Eguiluz I. Segarra R. Ars Médica. Barcelona 2005 81 1. La representación ideacional de la meta u objetivo. En el campo de la conciencia y de entre varias alternativas, aparece la representación de una meta. Lógicamente entran en juego aspectos motivacionales, es decir, de todo aquello que nos “impulsa” para la realización de actos. En un sentido “hulliano” participan dos parámetros: el “drive” y el “valor del incentivo”, que implican una anticipación representacional y emocional de las consecuencias del acto. 2. La deliberación. Supone el proceso valorativo (se sopesan los “pros” y los “contras”) entre los medios y el fin o meta propuesta. Se produce un continuo “feed-back” entre ambos. 3. La decisión. Es el resultado del proceso anterior. Se fija la meta u objetivo. 4. La ejecución o realización efectiva del acto. Implica atención, planificación, secuenciación y direccionalidad - perseverancia junto a flexibilidad Ideación/motivación Deliberación Decisión Ejecución SENTIMIENTOS / EMOCIONES Acción/omisión voluntaria En el esquema planteado han quedado fuera toda referencia los aspectos afectivos o emocionales, los cuales, sin embargo, juegan un papel modulador fundamental (facilitador o perturbador). Una emoción intensa, como por ejemplo, la tristeza, puede mitigar o apagar una determinada motivación. La ansiedad, el displacer, cualquier malestar puede interrumpir el camino hacia la consecución de una meta. Esto ocurre en las recaídas en el consumo de drogas en pacientes toxicómanos que desean mantenerse abstinentes pero no lo consiguen (meta no alcanzada), por ejemplo, por el síndrome de abstinencia. Lo mismo se puede decir de la compulsión del 82 obsesivo, durante la cual el individuo cede ante la ansiedad derivada de sus ideas intrusivas y acaba efectuando el ritual expiatorio. PRIMERA MESA REDONDA: D GUILLERMO PORTERO LAZCANO Es evidente que hay que evaluar todas las funciones psíquicas, pero aún siendo importante, es la repercusión de éstas sobre la vida de la persona (capacidad para autogobernarse) lo que es fundamental. En muchas ocasiones, la evaluación es un tanto teórica, “de laboratorio”, artificial, lo que se conoce como falta de validez ecológica y, lo que se nos pide a los peritos -porque es lo que marca el C.C.- es precisamente la funcionalidad, lo pragmático, lo adaptativo. Hemos de usar pruebas y tests que se ajusten a los problemas de la vida de las personas: ¿cómo sacar un billete de autobús? ¿ cómo utilizar el teléfono? ¿ cómo llevar a cabo una compra concreta?, etc. y todo ello con los objetos reales: dinero, teléfono…. y no con planteamientos teóricos o abstractos. Hay muchas pruebas específicas que pretenden responder a esa demanda. Quizás una de las más completas y generales es la FAM (Funtional Assessment Measures)20. En ella se evalúan desde las actividades básicas: alimentación, vestido, control de esfínteres, transferencias, deambulación, uso de transporte público. Comprensión, expresión, lectura, escritura, cálculo, relación social, estado de ánimo, funciones cognitivas, etc. C. Persistencia del trastorno El trastorno causa de la incapacidad ha de ser persistente (art. 200 C.C.). Hay muchas entidades psicopatológicas que cursan con síntomas que incapacitan absolutamente a las personas aquejadas de ellas. Pensemos en un cuadro psicótico agudo con delirios, alucinaciones, despersonalización, etc. Es evidente que una persona en esa situación está viviendo su “propia realidad” que dista mucho de ser la que experimentamos el resto de las personas. Estaríamos ante un enajenado que ha perdido la “propiedad” de sus actos y, por lo tanto, sería un incapaz (en sentido genérico). Sin embargo, es posible que con el tratamiento adecuado, los síntomas reviertan y la persona vuelva a vivir la realidad que compartimos todos los no enajenados. Es decir, habríamos asistido a una incapacidad temporal. 20. HALL, KM., HAMILTON, B.B., GORDON, W.A., ZASLER,N.D. Characteristics and comparison of functional assessment indices: disability Rating Scale, Functional Independence Measure and Functional Assessment Measure. J. Head Trauma Rehabil 1993; 8:60-74 83 Así pues, los trastornos incapacitables deben de ser crónicos y razonablemente “a priori” no reversibles. Estaríamos ante trastornos en los que el arsenal terapéutico (en amplio sentido del término) no es capaz de mejorar el estado del paciente. Teniendo en cuenta este criterio no serían incapacitables, en general, los trastornos episódicos y los agudos. D. Extensión y límites Dado que la capacidad versus incapacidad puede ser parcelada, es necesario establecer una jerarquía por grupos de actividades de nuestra vida, ya que, cada grupo requiere niveles distintos de capacidad. De este modo, el grado de autonomía de las personas se puede establecer en un continuo que se extiende desde la capacidad plena a incapacidad total. Es evidente que nos referimos a las capacidades que se requieren para funcionar de forma autónoma en nuestro mundo que son, seguro, muy superiores a las exigidas en otras comunidades como por ejemplo las de Guinea Papua donde ser analfabeto académico no tiene relevancia, o, incluso las que eran exigidas en nuestro entorno pero hace, por ejemplo, 100 años. El rápido desarrollo del ambiente supone un handicap para las personas menos favorecidas que les cuesta extraordinariamente adaptarse, cuando en muchas ocasiones, no lo consiguen. Todos los autores, ORTEGA MONASTERIO21 que tratan la capacidad de obrar establecen niveles o grados que, a su vez, están en relación con las crecientes demandas de las tareas o actividades: a) Grado 4º: Máxima pérdida de la autonomía y habilidades personales, precisando los cuidados de otras personas incluso para las tareas más elementales del cuidado personal (propio de demencias y oligofrenias profundas). 21. ORTEGA-MONASTERIO, L. Aspectos psiquiátrico-forenses del internamiento y de la incapacitación del enfermo mental ante la jurisdicción civil. Primer Simposium de la Sociedad Española de Psiquiatría Forense. 84 b) Grado 3º: Cierto grado de autonomía personal para tareas higiénicas y nutritivas elementales, así como cierta capacidad para la deambulación con adecuada orientación, pero sin poder transitar por lugares desconocidos ni realizar operaciones comerciales simples (compra de mercado doméstico, pago de transportes urbanos, etc.). c) Grado 2º: Autonomía para la vida doméstica y para cierta actividad social, con cierta capacidad de orientación en los desplazamientos urbanos y con aptitud para realizar operaciones comerciales simples (mercado doméstico, transportes urbanos, gastos personales nimios, como el tabaco, refrescos, etc.). PRIMERA MESA REDONDA: D GUILLERMO PORTERO LAZCANO d) Grado 1º: Autonomía doméstica y social globalmente adquirida o conservada, así como aptitud para actividades manuales propias de un adulto normal y administración económica de cierta complejidad (administrar una pensión mensual para el propio mantenimiento), pero sin poseer aptitud para administrar operaciones económicas complejas (contratos de compraventa de inmuebles, créditos hipotecarios, operaciones bursátiles, etc.). Un ejemplo de este último apartado serían las limitaciones propias de la debilidad mental ligera o el discreto deterioro senil de la personalidad. Por nuestra parte establecemos de una forma simplificada la siguiente clasificación de forma jerárquica: AE yDT AIRVD ABVD En el nivel inferior están las ABVD (Actividades Básicas de la Vida Diaria). Podríamos decir que son las actividades de supervivencia. Se incluyen el aseo, comer, vestirse, deambular, peinarse, controlar esfínteres, etc. Cuando fallan, las personas son grandes inválidos y requieren de terceras personas de forma prácticamente continuada. 85 En un nivel superior se sitúan las AIRVD (Actividades Instrumentales Rutinarias de la Vida Diaria). Nos referimos a actividades que prácticamente hacemos a diario. Se incluirían la capacidad para realizar pequeñas compras, utilización de transporte público, del teléfono, cocinar, utilización de los recursos sociales habituales como los servicios sanitarios, etc. Por último, estarían las AIE y DT (Las Actividades Instrumentales “Especiales” y Decisiones Trascendentes). Nos referimos a actividades que requieren un alto nivel intelectivo para llevarlas a cabo. A su vez, dentro de este amplio grupo pueden existir distintos niveles de complejidad. Incluiríamos dentro de este grupo actividades de tipo financiero como llevar a cabo inversiones significativas, compra-ventas importantes, o, la propia actividad profesional si es de carácter “intelectual”. Decisiones como contraer matrimonio, cambiar de residencia, votar, etc. entrarían en este escalón. Como se puede observar esta es la categoría más difusa, peor definida y más difícil de evaluar en cuanto a requerimientos psíquicos. E. Reintegración de la capacidad El proceso de incapacidad tiene “a priori” una vocación de irreversibilidad. No hay más que ver la condición de “persistencia” del trastorno al que alude el art. 200 del C.C.. Sin embargo, acertadamente, la LEC en su art. 761.122 prevé la reversión de la capacidad o la modificación de sus límites. Ello no podría ser de otra forma ya que si se modifican las circunstancias que motivaron el procedimiento inicial de incapacitación deja tener sentido mantenerla. ¿Cuáles son las circunstancias clínicas que pueden responder a este nuevo proceso?. En general, serían todas aquellas que han determinado un cambio sustancial y persistente de las capacidades del incapaz. Ello sería porque el trastorno ha mejorado por la introducción de nuevos fármacos más eficaces, cambios sustanciales del entorno, maduración de la personalidad, etc. 22. Art. 761.1 LEC La sentencia de incapacitación no impedirá que, sobrevenidas nuevas circunstancias , podrá instarse un nuevo proceso que tenga por objeto dejar sin efecto o modificar el alcance de la incapacitación ya establecida 86 La evaluación por parte del médico forense o del facultativo es la misma en estos casos que en el procedimiento de incapacidad: valoración de las capacidades psíquicas en relación a la repercusión funcional sobre los actos y decisiones de la vida de la persona. F. Otros determinantes Hay varias instancias como la tutela, la curatela o el defensor judicial, que son la consecuencia de la protección del incapaz y, en todo caso, pertenecen más al ámbito legal que al pericial, por lo que no entraré en las mismas al tratarlas, seguro en otras ponencias, personas más autorizadas. Solo comentar algunas en las que el perito puede aportar algo. • Las medidas cautelares PRIMERA MESA REDONDA: D GUILLERMO PORTERO LAZCANO Las medidas cautelares relativas a la capacidad civil de las personas son instrumentos de los que dispone el Juez para la adecuada protección del presunto incapaz o de su patrimonio23. Esta instancia existe entre otras razones por una de sus características: la brevedad procedimental tal y como argumenta BARONA VILAR24 (1993). “El fundamento de esa rapidez se basa en la urgencia que se desprende de la adopción de medidas cautelares, en cuanto a su función de “asegurar”; si nos halláramos ante un procedimiento lento, largo y duradero, perdería su razón de ser la existencia y posibilidad de adopción de las mismas.” 23. Art. 762 (LEC) 1. Cuando el tribunal competente tenga conocimiento de la existencia de posible causa de incapacitación en una persona, adoptará de oficio las medidas que estime necesarias para la adecuada protección del presunto incapaz o de su patrimonio y pondrá el hecho en conocimiento del Ministerio Fiscal para que promueva, si lo estima procedente, la incapacitación. 2. El Ministerio Fiscal podrá también, en cuanto tenga conocimiento de la existencia de posible causa de incapacitación de una persona, solicitar del tribunal la inmediata adopción de las medidas a que se refiere el apartado anterior. Las mismas medidas podrán adoptarse, de oficio o a instancia de parte, en cualquier estado del procedimiento de incapacitación. 24. BARONA VILAR S. Las medidas cautelares: Introducción. Cuadernos de Derecho Judicial 27/1993:11-52 Consejo General del Poder Judicial 87 La intervención del médico forense en estos casos no difiere de las generales. Se trataría de evaluar las funciones psíquicas del presunto incapaz y, en función de ello, proponer la medida más ajustada. En muchas ocasiones tienen que ver con ingresos involuntarios o con medidas de protección del patrimonio o del manejo del dinero. Por ejemplo, cuando existe un peligro real y cercano de poner en riesgo el patrimonio en un ludópata. • La prodigalidad Langelüddeke, recogido por CARRASCO GOMEZ y MAZA MARTIN (2003)25 la define como “la inclinación a los gastos irracionales o a la administración antieconómica, el no saber atenerse en los gastos a medida ni fin, o hacer gastos desmedidos, inútiles y que no guardan ninguna relación con su patrimonio ni con sus ingresos, o llevar un ritmo y tren de vida que pone en riesgo de indigencia a él mismo y a su familia”. Clásicamente se ha venido admitiendo una prodigalidad esencial (no derivada de trastorno mental –a mi juicio difícil de admitir esta eventualidad) y otra secundaria a otros procesos psicopatológicos. Entre ellos cabría citar la ludopatía, algunas drogodependencias, episodios hipo o maníacos, trastornos de la personalidad, etc. La prodigalidad “pura” ha dejado de ser una causa de incapacitación siendo, en todo caso, susceptible de curatela. Sin embargo, en algunos de los trastornos mencionados, además de la conducta “malgastadora” que pone en riesgo su patrimonio y el de los que de él dependen, pueden cursar con otros síntomas que afecten a otras áreas decisionales por lo que habría que instar un proceso de incapacidad. Nuevamente la intervención del médico forense o perito será la ya comentada en secciones anteriores y en todo caso limitándose a la prodigalidad secundaria a patología mental. 25. Opus cita pag. 590-591 88 LOS PROCEDIMIENTOS JUDICIALES RELATIVOS A LAS PERSONAS INCAPACES I MESA REDONDA FUNDAMENTOS SANITARIOS DE LA SOLICITUD DE TRATAMIENTO AMBULATORIO INVOLUNTARIO D. Álvaro Iruín Cortés Jefe de Salud Mental de Osakidetza Muchas gracias y buenos días. Quería agradecer, como no, a la Fundación Tutelar, al Gobierno de La Rioja y al presidente de la mesa el haberme invitado a participar como experto hoy aquí. La verdad es que en este momento, y desde hace ya muchos años, no tengo actividad asistencial psiquiátrica y por tanto estoy alejado de una parte del procedimiento del que hoy voy a hablarles aunque participé en él en sus inicios. PRIMERA MESA REDONDA: D ÁLVARO IRUÍN CORTÉS Este procedimiento se inició siendo yo un clínico de un centro de salud mental pequeño, con una población de referencia de 30.000 habitantes, y en el que en un momento determinado vimos dos posibilidades para mejorar la atención allá por el año 90-94. Una de las posibilidades era iniciar esta experiencia que hoy pretendo justificar en base a la realidad clínica, y que en aquel momento no tenía aún un nombre asignado ni un perfil de paciente definido; y una segunda posibilidad era la realización de ingresos en una planta de medicina interna de un hospital general (Hospital de Zumárraga), en el caso de pacientes psiquiátricos que necesitaban tratamientos hospitalario, pero sobre los que las medidas de control no eran imprescindibles. Las dos iniciativas empezaron casi al mismo tiempo y las dos resultaron terriblemente interesantes desde el punto de vista de la mejora de la asistencia a las personas con enfermedad mental grave. Curiosamente, en 89 foros similares a éste, sólo he ido hablando de la primera, cuando para mi la segunda tiene un interés mayor por implicar un número mayor de pacientes. Estoy hoy aquí, por tanto, para hablar del Tratamiento Ambulatorio Involuntario (TAI) a través de lo que a mi me transmiten los clínicos, que son los que realmente están en primera línea de la atención y son los que pueden valorar la utilidad real del procedimiento. Es un tema con una realidad diferente en cada una de las comunidades autónomas del Estado Español pero que también es diferente en los territorios de la propia comunidad autónoma vasca; lo que da una idea de las dificultades con que nos enfrentamos a diario para poner de acuerdo determinados criterios. Por otra parte, experiencias recogidas de esta actividad hay pocas y, por tanto, la posibilidad de hacer una valoración o una validación científico técnica sobre el asunto resulta compleja. El presidente de la Mesa me pidió que mi exposición versara sobre los fundamentos sanitarios del TAI y lo que voy a exponer aquí son las características básicas de la enfermedad o grupo de enfermedades donde hemos observado que este sistema puede resultar eficaz. Lógicamente, lo que voy a contar puede resultar excesivamente básico para algunos de los asistentes, y por ello pido disculpas; pero creo que es necesaria esta fundamentación. A lo largo de todos estos años y de las numerosas jornadas en que hemos participado con este tema, hemos aprendido que el primer aspecto que debemos aclarar es que el procedimiento no pretende, de ninguna de las maneras, atentar contra los derechos básicos de la persona humana ni contra su dignidad; sino todo lo contrario. Si alguien sabe que los enfermos mentales son personas, más allá de sus familias y del entorno más cercano, somos los profesionales que trabajamos en este ámbito. De lo que estamos hablando es de qué podemos hacer para el adecuado tratamiento de una persona que tiene una enfermedad, una enfermedad grave, normalmente con una escasa o nula conciencia de la misma y que vive en un medio social que cuenta con un sistema sanitario adecuado, además 90 de todas las instituciones y ámbitos comunitarios que pueden interactuar en su vida. Les propongo que hagamos un recorrido desde el comienzo de la historia de cualquier individuo. Está claro que cualquier grupo social puede tener personas sanas o enfermas. y que cuando somos jóvenes estamos normalmente más sanos, siendo a partir de los 25-30 años cuando empezamos a enfermar. A partir de este momento entramos a formar parte, como usuarios, del sistema sanitario y acudiremos al médico correspondiente. En la mayoría de los casos tendremos conciencia de enfermedad o, cuando menos, conciencia parcial de enfermedad. En este caso, el facultativo correspondiente nos dirá cómo tratarla, nosotros estaremos de acuerdo en el plan establecido y a partir de ahí nuestra vida continuará con normalidad. PRIMERA MESA REDONDA: D ÁLVARO IRUÍN CORTÉS Si no tenemos conciencia de enfermedad, la situación comienza a complicarse pudiendo también afectar a otras estructuras del sistema comunitario o no sanitario, por ejemplo en caso de una enfermedad transmisible, ya que no deberíamos pensar que la ausencia de conciencia de enfermedad afecte únicamente a las enfermedades mentales de base no orgánica. De hecho, en esta misma mesa se ha hecho una referencia a las demencias, pero podemos también hablar perfectamente de la persona con hipertensión que realmente no hace ninguna dieta o no toma el tratamiento de manera adecuada. Creo que de este formato de “no conciencia de enfermedad” está el mundo lleno. Pero el caso de la enfermedad mental grave, ciertamente, presenta unas características de afectación diferentes por el potencial destructivo que tiene en el desarrollo educativo y cognitivo del individuo, con los déficits que ello puede acarrear en su funcionamiento social y global. Esta persona con enfermedad mental podrá ser tratable en primera instancia, es decir con las medidas habituales, y reconducirse adecuadamente o podrá constituir un cuadro refractario resistente a los tratamientos habituales. Esta situación podría derivarse de una mala praxis, de una ineficacia del tratamiento o de un incumplimiento terapéutico. En este último caso, en nuestro medio, lo más habitual es que el incumplimiento terapéutico este mezclado, actualmente, con el uso de tóxicos o con el abandono espontáneo del 91 tratamiento después de un tiempo. En este sentido, y tomando, por ejemplo, como referencia los ingresos en la Unidad de Psicosis Refractaria del Hospital de Araba, hemos observado cómo en estos cinco últimos años los ingresos en la unidad se deben a cuadros psicóticos en los que, en el 70% de los casos como media e incluso en el 99% de los casos en un año concreto, los pacientes presentaban un consumo de tóxicos asociado con un historial previo de reingresos frecuentes en unidades hospitalarias. Esta realidad, y la constatación de que algunos de estos cuadros tenían una buena respuesta al tratamiento durante el ingreso, es la que observábamos ya en los años 90, en relación con el fenómeno de “puerta giratoria”, siendo el motivo principal que nos llevó a cuestionar si el sistema de tratamiento utilizado era el mejor posible y/o el único. Pero, claro, no estoy hablando de las enfermedades mentales en general a la hora de aplicar este procedimiento, sino que sólo me voy a referir a un apartado de la CIE-10, el F20-F29, que incluye las enfermedades del espectro de la esquizofrenia. Me refiero solo a este apartado porque, en realidad, los años de experiencia nos han llevado a decantarnos por este grupo como el único que realmente obtiene un beneficio del procedimiento de tratamiento ambulatorio involuntario. En un primer momento nosotros incluíamos en este sistema no sólo a las personas con esquizofrenia sino también a las que presentaban trastornos bipolares, psicosis afectivas, psicosis con abuso de tóxicos concomitantes o incluso dependencia de tóxicos como primer diagnóstico. La experiencia durante años nos llevó a deducir, tras el análisis de los datos, que los resultados no eran buenos en los casos de dependencia de tóxicos como primer diagnóstico, siendo más variable en los casos de psicosis afectivas/trastorno bipolar; mientras que sólo funcionaba de forma más regular en los casos cuyo diagnóstico principal era la esquizofrenia. Por eso me referiré exclusivamente a la esquizofrenia como tipología específica de enfermedad mental en la que, en muy contados casos pero siempre con este diagnóstico, pudiera ser de aplicación este procedimiento. ¿Y qué es la esquizofrenia? La esquizofrenia, como seguramente todos 92 ustedes conocen, es una enfermedad mental que aparece en una edad muy importante para el desarrollo de las funciones de habilidades sociales y de aprendizaje en general, como es la adolescencia o el periodo adulto joven. Si en este momento debuta la enfermedad, interfiere el desarrollo normal de la persona, generando déficits importantes que precisarán “a posteriori” un trabajo de habilitación o rehabilitación. Esta dificultad para llevar a cabo un proceso normal de aprendizaje en los diferentes ámbitos de la vida separa al sujeto del normal desarrollo social, conduciéndole a una situación progresiva de exclusión. La gravedad es variable, como en todas las enfermedades, debiendo remarcar su carácter crónico y recidivante. ¿Y qué no es la esquizofrenia?. Como sin duda tambien saben, la esquizofrenia no es tener varias personalidades; tampoco es que sean violentos o agresivos, o al menos no más que la media de la población y desde luego bastante menos que la media de los relacionados con el consumo de drogas. Tampoco implica, ni muchísimo menos, que deban pasar su vida en un hospital monográfico de psiquiatría y, por supuesto, tampoco es sinónimo de que no haya nada que hacer. PRIMERA MESA REDONDA: D ÁLVARO IRUÍN CORTÉS En cuanto a la prevalencia de la enfermedad, ésta se sitúa en un 1% de los adultos afectando a todas las capas sociales y con la única diferencia, respecto al sexo, de la edad de inicio. Ésta, en mujeres, se sitúa en torno a los 22 a 25 años, mientras que en hombres se sitúa entre los 18 y los 22. En cuanto a la sintomatología, hablaremos de tres tipologías de síntomas que conviven habitualmente en todos los casos: • Síntomas positivos: que podríamos definirlos como aquellos que la enfermedad produce y que no se presentan en el resto de individuos sin enfermedad (alucinaciones, delirios, etc.), generando un tipo de conductas incoherente para el resto de la sociedad pero totalmente coherentes con la vivencia del paciente. • Síntomas negativos: que se refiere a aquellas capacidades normales en 93 las personas sin enfermedad y que en los individuos con esquizofrenia presentan un deterioro, con mayor inactividad, menor capacidad de empatía o escasa o nula capacidad de disfrutar de las cosas. • Síntomas cognoscitivos: con alteraciones a nivel cognitivo, a nivel de funciones ejecutivas o de memoria, asemejándose a la sintomatología de las demencias En cuanto a la evolución de la enfermedad podemos considerar que evoluciona como todas las enfermedades. Por un lado, tendremos un desarrollo de tipo agudo en el que partiendo de una situación previa aparente de normalidad, en un momento puntual y de forma repentina, se presenta un primer desarrollo sintomático (brote) con síntomas normalmente de tipo “positivo”. Es cierto que si investigamos en la historia de este individuo podríamos, a posteriori, encontrar algunos signos o síntomas menores indicativos de la enfermedad; pero, la aparición brusca de fenómenos “positivos” hace que este formato se catalogue como agudo en contraposición a un segundo formato en el que el desarrollo de la enfermedad es más progresivo y asociado a síntomas “negativos”. Ambos modos dejarán un defecto en el funcionamiento global del individuo que se incrementará con el tiempo o con la aparición de nuevos brotes. Es cierto que todas las enfermedades no evolucionan igual. En nuestro caso, una evolución benigna sería la de un paciente que no presentase muchos episodios a lo largo de su vida, de manera que en la edad adulta, y a pesar de alguna pérdida de facultades, podría mantener un “ritmo normal” de funcionamiento social y de autonomía. Pero realmente hay casos en los que la evolución es mucho más anárquica, con brotes que se repiten de manera ininterrumpida, donde el control de los síntomas se hace muy difícil y donde el deterioro se hace mucho más acusado y prolongado. A modo de resumen diríamos, por tanto, que hablamos de una enfermedad grave de carácter crónico que produce tres tipos de síntomas que afectan a su capacidad de relación con el medio y que puede tener diferentes grados de “malignidad” en su evolución. 94 Una vez que ya hemos diagnosticado una esquizofrenia llega el momento de plantear un plan terapéutico que el paciente pueda aceptar y que nos asegure la mejor evolución posible. Es cierto que la psiquiatría se presenta como una ciencia con muchas escuelas y con formas diferentes de abordaje y de conceptualización de la enfermedad, probablemente debido al origen poco claro de las enfermedades mentales y a su complejidad en las manifestaciones sintomáticas. En la práctica tendríamos dos ejes fundamentales de tratamiento, relacionadas con los tipos de síntomas que ya hemos comentado: • Medicación: imprescindible en el abordaje de los síntomas positivos a fin de provocar su desaparición y prevenir, con un adecuado uso, la aparición de recaídas. Ya que la enfermedad es crónica, habría que pensar que la duración del tratamiento también tendría que ser crónica, como planteamiento inicial, con un control estricto sobre su uso y efectos en la enfermedad PRIMERA MESA REDONDA: D ÁLVARO IRUÍN CORTÉS • Abordaje psicológico: de aplicación en el abordaje de los síntomas negativos y cognoscitivos, para los que los fármacos han mostrado poca utilidad real. Se utilizan técnicas individuales y grupales relacionadas con el entrenamiento en habilidades sociales, la psicoeducación, el manejo del estrés, etc. Se intenta también el entrenamiento para su reincorporación al medio social mediante el trabajo protegido, actividad ocupacional, la consecución de un medio residencial, etc… Para llevar a cabo los tratamientos, prácticamente todas las comunidades autónomas tenemos en este momento (en mayor o menor medida) centros o unidades de salud mental, unidades hospitalarias de agudos y de larga o media estancia, estructuras intensivas de rehabilitación, etc. en las que poder aplicar los tratamientos más adecuados. Sin embargo, hay además otros factores que pueden mejorar la evolución de manera coadyuvante al tratamiento. Estos factores no son sino los mismos que a todos nos facilitan la vida: familia o grupo social de referencia, actividad física y mental, conciencia de enfermedad, ausencia de recaidas, ausencia de consumo de drogas, red sanitaria y social adecuada, etc.. De igual manera, 95 encontramos factores que perjudicarán su evolución como un mal soporte familiar, la ausencia de actividad ocupacional y/o laboral, la ausencia de conciencia de enfermedad y falta de cumplimiento del tratamiento, el alto número de descompensaciones y recaídas, la mala respuesta al tratamiento farmacológico, una red sanitaria insuficiente o mal coordinada, o la ausencia de recursos sociales y, en especial, los factores relacionados con el uso de drogas, cannabis incluido. En numerosos foros hemos oido, al hablar de este tema, que en realidad el TAI no era sino un intento de que el sistema judicial o el sistema comunitario en general asumiese como propios los fallos o los déficits del sistema sanitario en cuanto a recursos que tiene para el tratamiento de estas enfermedades. Yo creo que la realidad es más compleja y, a pesar de la variabilidad de recursos que existe entre las diferentes Comunidades y que la AEN pone de manifiesto en su informe del Observatorio de Salud Mental (datos 2005), todas las comunidades nos enfrentamos en este tema a un mismo problema. Sin duda, no se trata sólo de un problema de número de recursos, sino de colaboración dentro del modelo comunitario entre todos los estamentos sociales implicados. Y realmente debiera ser así pues las consecuencias para el individuo con esquizofrenia afectarán también al medio en que vive a través de la repetición de ingresos hospitalarios (Síndrome de la puerta giratoria), la pérdida de red social, la pérdida de empleo, el empobrecimiento o la marginalidad, con un importante coste económico. Porque, ¿qué podemos hacer cuando los tratamientos van mal por falta de conciencia de enfermedad y/o incumplimiento de los tratamientos pautados y la situación se torna inmanejable en el medio ambulatorio? Pues realmente, la respuesta hasta ahora es única y fundamentada en el artículo 763 de la Ley de Enjuiciamiento Civil que regula el ingreso involuntario. Es evidente la utilidad de esta medida, si hacemos casos de los índices de hospitalización involuntaria en nuestros hospitales, para ingresos breves de pacientes descompensados o para ingresos más prolongados de pacientes crónicos refractarios a tratamientos convencionales. Pero, sin embargo, esta medida no resulta útil para una tipología de pacientes con esquizofrenia 96 que no aceptan el tratamiento ni la hospitalización y que presentan recaídas constantes estando inhabilitadas socialmente y con tendencia a la marginalidad, que tienen un gran sufrimiento personal, familiar y social, con riesgo de agresividad y violencia y, finalmente, que tendrán un destino infausto: un mayor riesgo de suicidio o la hospitalización de por vida. Volviendo al título de la ponencia, y tras este repaso acerca de la enfermedad, ¿cuáles son los FUNDAMENTOS DE LA INVOLUNTARIEDAD DEL TTO. AMBULATORIO?. En mi opinión, podemos dividir en tres grupos los fundamentos por los que pensamos en la utilidad del TAI: 1. Fundamentos Clínicos: Existe una eficacia clínica contrastada para un subgrupo importante de pacientes en los que la respuesta efectiva al tratamiento ha podido ser contrastada en algún momento pero en los que, sin embargo, sigue predominando la ausencia de conciencia de enfermedad. Este último factor será el que condicione los abandonos y las negativas al tratamiento. PRIMERA MESA REDONDA: D ÁLVARO IRUÍN CORTÉS 2. Fundamentos Éticos: • Mayor calidad de vida. • Evitación de ingresos de repetición (“puerta giratoria”) • Evitación del ingreso involuntario de por vida en un hospital monográfico de psiquiatría. • Disminución de la mortalidad y morbilidad. 3. Fundamentos Científicos: • El deterioro cognoscitivo de la Esquizofrenia es permanente e invalidante. • La capacidad de introspección está severamente dañada incluso en el período de remisión de los síntomas. • Las dificultades para la aceptación de la enfermedad derivan directamente del daño de ésta sobre sus procesos mentales. • Una persona incapaz de reconocer sus déficits difícilmente está en condiciones de aceptar o rechazar un tratamiento para los mismos. Con todo ello, y a modo de conclusiones, creo que estamos en condiciones de señalar que: 97 • La esquizofrenia tiene tratamientos eficaces. • Hay un subgrupo de personas que no se beneficia de ellos. • De esos pacientes, algunos pueden beneficiarse, y de hecho se están beneficiando, de ciertos modelos de tratamiento ambulatorio. • Mientras no haya cambios, estas personas están abocadas al desastre o la institucionalización permanente. No podemos olvidar que la finalidad de esta medida es facilitar la instauración y mantenimiento de un tratamiento adecuado que, finalmente, permita incrementar la conciencia de enfermedad y la adhesión libre al tratamiento del sujeto. De ahí la importancia de incrementar la intensidad de todas las medidas que posibiliten esta adhesión y un control estricto sobre la evolución del paciente y del procedimiento Para finalizar, y a modo de ejercicio teórico, les dejo esta tabla que recoge un decálogo de principios para el uso de medios coercitivos en psiquiatría para que puedan valorar y comparar el cumplimiento de los mismos en hospitalización involuntaria vs TAI. DECÁLOGO PARA EL USO DE MEDIOS COERCITIVOS Luis Fernando Barrios Flores - Universidad de Alicante - Estudio EUNOMIA THospI Principioderespetoaladignidadpersonal Principiodelegalidad.Restriccióndelibertadfísicay general Principiodenecesidad Principiodecongruencia(medios/finalidadsanitaria/ eficacia) Principiodeprohibicióndeexceso(eleccióndelmedio menosrestrictivo) Principiodetemporalidad Principiodeidoneidaddemedios(RRHHycualificación -mediosmateriales) Principiodecuidado(evaluaciónperiódica) Principiodedocumentacióndeactuaciones Principiodefiscalización Muchas gracias por su atención 98 TAmbI LAS ENTIDADES TUTELARES. MODELOS DE INTERVENCIÓN EN EL EJERCICIO DE LA TUTELA II MESA REDONDA Dª Victoria Díez Martínez Directora-Gerente de la Fundación Tutelar de La Rioja Comenzaré agradeciendo, a todos los presentes, su asistencia a esta mesa redonda referida a un tema tan de actualidad como la figura de la tutela asumida por entidades jurídicas, que no por una persona física. SEGUNDA MESA REDONDA: Dª VICTORIA DÍEZ MARTÍNEZ En deferencia a quienes nos acompañan desde otras provincias del estado español explicar que en La Rioja, al tratarse de una C.A. uniprovincial, no se produce el desdoblamiento administrativo entre la Diputación Provincial y el Gobierno Autonómico. Todas las competencias corresponden al Gobierno Autonómico, que ejerce, a través de la Consejería de Juventud, Familia y Servicios Sociales, las competencias asumidas en materia de asistencia social. 1. Antecedentes Entrando en la materia que nos ocupa, LA TUTELA, me corresponde hablar del ejercicio de la tutela por las instituciones públicas, en concreto, hablare de la Fundación Tutelar de La Rioja. Podemos preguntarnos el por qué de la creación de un organismo autónomo dependiente del Gobierno. La respuesta viene dada tras el análisis de cómo estaba desarrollándose la actuación del Gobierno en materia de tutela, hasta ese momento, además de por la previsión del aumento de cargos tutelares a aceptar. 99 En este sentido, la demanda de atención surgida, especialmente desde la judicatura, venía obligando al Área de Servicios Sociales a aceptar los cargos de tutor de aquellas personas que no tenían familiares que pudieran asumir su guarda. Este cargo recaía, en la mayoría de las ocasiones, en la figura del Secretario General Técnico de la entonces Consejería de Salud y Bienestar Social. También algún director de centro público ejercía como tutor; mencionar que una directora de residencia de tercera edad llegó a asumir hasta 18 tutelas, motivado por un criterio práctico, por la relación de inmediatez entre el tutor y la persona tutelada, ya que es el centro donde residen el que tiene un conocimiento cercano y real de su situación. Cada vez eran más las tutelas asumidas desde la Secretaria General Técnica, sin embargo, este departamento administrativo tenía escaso contacto con las personas tuteladas. En 1992 se acepta la primera tutela y 5 más el año siguiente; por esta razón, se plantea la necesidad de contratar un educador, en régimen de interinidad, que pudiera estudiar y conocer la casuística y hacer un seguimiento de caso. Además debía movilizar los recursos que necesitaban cada una de estas personas incapacitadas. Hasta 1997 son aceptados 26 cargos tutelares sin más estructura organizativa que un educador, sin presupuesto especifico y no existiendo ninguna intervención pública durante el proceso judicial de incapacidad. Si bien la mayoría de estas personas se encontraban en un centro psiquiátrico o de tercera edad, se detecta que algunos viven en la calle, careciendo de alojamiento o de familiares que les atiendan. Tratando de buscar una solución para esta situación, se firma un convenio de colaboración con una asociación sin fin de lucro, para la gestión de dos pisos donde residirán 9 personas tuteladas por el Gobierno de La Rioja. Al año siguiente, tras la renuncia del educador, se amplían las funciones del convenio de colaboración, y será por gestión de servicios que esta asociación, con la contratación de un trabajador, atenderá las necesidades de las personas tuteladas por la administración. pero seguía siendo el secretario 100 general técnico el tutor legal y no se tenía constancia de las bajas, pues una vez fallecidos no se realizaba seguimiento del expediente; lo mimo ocurría en defensas judiciales que desde el año 2001 se intervino en 27 procesos. Con esta organización de las tutelas se detectan dificultades tales como: 1. Poca operatividad del sistema, motivada por la rigidez de la administración, sujeta en su actuar al derecho administrativo. Además, el tutor debe desplegar actividades en el orden civil que escapan al ámbito administrativo. 2. Doble papel que desempeña la S.G.T. como tutor y prestador de servicios, que puede influir en la objetividad necesaria sobre la idoneidad de determinados recursos. 3. Ausencia de estructura organizativa para atender las necesidades que conlleva el cargo de tutor, tampoco se disponía de presupuesto concreto. 4. Considerable incremento del número de tutelas, llegando hasta 76 cargos tutelares para el año 2003. 2. Fundación Tutelar de La Rioja SEGUNDA MESA REDONDA: Dª VICTORIA DÍEZ MARTÍNEZ Con todas estas problemáticas la entonces Consejería de Salud y Servicios Sociales, impulsa la creación de la Fundación Tutelar de La Rioja, con la finalidad prioritaria de trabajar en la protección integral de las personas mayores de edad incapacitadas legalmente, y con ello mejorar la vida de estas personas. A través de esta entidad de iniciativa publica, se trata de asumir por parte de la Administración una responsabilidad social, y así articular una respuesta adecuada a la, cada vez mayor necesidad social, derivada de la atención a estas personas que ven limitadas sus capacidades psíquicas, y que precisan del apoyo y de la supervisión de otras personas o instituciones para actuar en la vida diaria. 101 Con ello el 16 de mayo de 2003, por escritura pública se constituye la Fundación Tutelar de La Rioja, si bien no es hasta septiembre de 2003 en que se compone el patronato y se nombra a la Gerente, cargo que recae en mi persona. Comienza así la andadura de esta entidad, y será en marzo de 2004, tras la incorporación de las cinco trabajadoras de la entidad, cuando se realiza la efectiva puesta en marcha de la Fundación. La Fundación arranca con un fondo patrimonial de 30.000E y una asignación presupuestaria anual de 420.000E, que han ido incrementándose hasta llegar a los actuales 485.000. 2.1. ¿Qué es la Fundación Tutelar de La Rioja? El régimen jurídico aplicable a la Fundación Tutelar de La Rioja viene establecido, en el ámbito estatal, por la Ley 50/2002, de 26 de diciembre, Ley de Fundaciones, y por el Real Decreto 316/1996, de 23 de febrero, que aprueba el Reglamento de las Fundaciones de Competencia Estatal. En el ámbito autonómico, la figura de las Fundaciones Públicas se regula en la Ley 3/2003, de 3 de marzo, de Organización del Sector Público de la Comunidad Autónoma de La Rioja. La Fundación cuenta con sus propios Estatutos que configura la normativa y el funcionamiento de la misma. 2.2. ¿Quiénes componen la Fundación? Siguiendo sus estatutos, son dos los órganos de Gobierno de la Fundación, de un lado el Patronato quien marca las líneas de actuación de la entidad y esta formado por puestos políticos de dirección y un representante de tercera edad, de discapacitados y de la federación de municipios; y de otro lado, el órgano de gestión que recae en la figura de la Gerente, cuya función principal consiste en el despacho ordinario de la Fundación, mediante la ejecución de los acuerdos del Patronato. Asimismo, se encomienda a la Directora Gerente la relación con la Administración de Justicia, actuando en los procesos de incapacitación y tutela, y ejerciendo la tutela efectiva de las personas que se encuentran bajo la guarda de la Fundación. 102 La Directora Gerente dirige la entidad y su personal que, desde su inicio con contrato indefinido, lo integran una Abogada, dos Trabajadoras Sociales, una Graduada Social y una Auxiliar Administrativa, además de la propia Directora Gerente. Debe existir una especial implicación de estas trabajadoras, por las singulares características de la labor que desarrollan. 2.3. ¿Para qué se crea la Fundación? Nuestro principal cometido es ejercer la tutela y, en su caso, la curatela de las personas mayores de edad, residentes en la Comunidad Autónoma de La Rioja, que hayan sido declaradas incapaces en el oportuno procedimiento judicial, y siempre que un Juez o Magistrado haya designado a la Fundación para estos cargos. Iniciado el proceso de incapacitación, la Fundación asumirá la defensa judicial de los residentes en la Comunidad Autónoma de La Rioja, y ejercitará las funciones oportunas en los procesos de medidas cautelares, siempre que la autoridad judicial lo determine. Hay que tener presente, sin embargo, que la actuación de la Fundación en este ámbito será siempre subsidiaria, de la que corresponde a los familiares y parientes del incapacitado, a falta de otras personas o instituciones que se hagan cargo de la guarda del incapaz. SEGUNDA MESA REDONDA: Dª VICTORIA DÍEZ MARTÍNEZ Otra de las principales funciones de la Fundación es la de orientar, apoyar y asesorar a los familiares que tengan encomendadas funciones tutelares o, para el caso de los menores de edad, que ejerzan la patria potestad prorrogada. Para ello, cualquier persona que sea, o prevea que puede llegar a ser, tutor o curador de un incapaz puede dirigirse a la Fundación, donde su equipo multidisciplinar de profesionales le asesorará en las diferentes áreas (social, económica y jurídica). Como principio general de actuación la Fundación promoverá la sensibilización social para fomentar el respeto a los derechos de las personas incapacitadas, su mayor integración y normalización en la sociedad, procurando la integración inserción de los tutelados en su propio medio social. 103 Destacar en relación a otras entidades tutelares, una finalidad novedosa, y según los datos de que dispongo, únicamente compartida por el Instituto Tutelar de Vizcaya, que supone asumir la administración de bienes de los menores desamparados, mientras se encuentren tutelados por la Comunidad Autónoma de La Rioja. 3. Relación de usuarios a fecha 15 de abril de 2007 En la actualidad se está trabajando con un total de 235 personas, de ellas 78 son menores de edad por lo cual son 157 las figuras de guarda: • • • • • 118 tutelas, 50 hombres y 68 mujeres. 15 curatelas, 9 hombres y 6 mujeres. 13 defensas judiciales, 3 hombres y 10 mujeres. 4 administraciones de bienes de adultos, 1 hombre y 3 mujeres. 7 Procesos pendientes o pretutelas- 2 hombres y 5 mujeres (propuestos para tutores, búsqueda de centro, Art. 239 párrafo 3, etc.…. CURATELA DEF.JUD ADM.BIENES PROCESOS PENDIENTES TOTALES TUTELA H M H M H M H M H M H M 65 92 50 68 9 6 3 10 1 3 2 5 GRÁFICO1.FIGURASDEGUARDA 70 68 60 50 50 40 30 20 10 6 9 10 3 3 0 1 5 2 TutelasCuratelasDef.Jud.Ad.BienesPro.Pen. Mujeres 104 Hombres GRÁFICO2.RELACIÓNSEXOSMAYORESDEEDAD 65 92 Mujeres Hombres Analizando la distribución por sexos se constata una mayor atención a las mujeres con un 58,60% . GRÁFICO3.RELACIÓNSEXO-EDAD 36 40 26 24 30 26 19 20 11 14 10 1 Mujeres Hombres 0 De18a40añosDe41a64añosDe65a85añosMásde85años Según aumenta la edad, son mayores los incapacitados, además se produce un aumento del numero de mujeres, aunque en las primeros tramos son mayores los hombres. Sorprende que, a excepción de un hombre, en el tramo de mayores de 85 años todo sean mujeres. M H De18a40años 14 11 De41a64años 24 19 De65a84años 26 Más85años 1 TOTAL 65 PRETUTELA AD.BIENE M H M H M H M 10 8 3 1 0 1 1 1 21 16 3 1 0 1 36 19 23 3 4 2 4 26 0 21 0 0 1 4 92 51 68 8 6 3 10 0 1 SEGUNDA MESA REDONDA: Dª VICTORIA DÍEZ MARTÍNEZ H DEF.JUD. TUTELA TOTAL EDAD CURATELA FIGURADEGUARDAPOREDADYSEXO 2 3 H M 0 1 2 3 0 1 2 5 105 3.1. Los Diagnósticos El Código Civil establece en su artículo 200 que para ser declarado incapaz: se debe padecer “...enfermedad o deficiencia persistentes de carácter físico o psíquico que impidan a la persona gobernarse por sí misma”. GRÁFICO4. 150 100 106 50 19 42 0 EnfermedadFísicaEnfermedadpsíquicaDeterioroCognitivo GRÁFICO5.TIPOENFERMEDAD 75 42 Físico Deteriorocognitivo 106 Enfermedad Retraso 31 9 Interesa hacer una incidencia respecto a dos cuestiones, de un lado que los diagnósticos de demencia vienen derivados del deterioro progresivo de personas de tercera edad, no estableciendo distinción con el Alzheimer, y de otra que la enfermedad psíquica está dividida en retraso intelectual y enfermedad mental. GRÁFICO6.ENFERMEDADPSÍQUICA 31 Enfermedadmental 75 106 Retrasointelectual Se puede apreciar que la mayor cantidad de personas que la Fundación atiende están diagnosticadas de una enfermedad psíquica, y concretamente de enfermedad mental. DIAGNÓSTICO POR EDAD Y SEXO 4 4 2 2 1 5 9 5,73 Total % 18-40 años 41-65 años 66-85 años +85 años TOTAL FISICA Total MUJER 18-40 años 41-65 años 66-85 años +85 años HOMBRE RETRASO MENTAL 5 1 8 14 6 3 6 2 17 31 19,75 ENFERMEDAD MENTAL 10 17 13 40 5 14 14 2 35 75 47,77 1 5 1 7 14 21 35 42 26,75 23 26 1 65 36 26 92 157 DETERIORO COGNITIVO- DEMENCIA TOTAL 15 11 19 El 80,25 % viven en residencia y un 19,75% en domicilio particular. 126 31 SEGUNDA MESA REDONDA: Dª VICTORIA DÍEZ MARTÍNEZ GRÁFICO7.ALOJAMIENTOSTUTELADOS Centros Domicilio De las personas que se han atendido y respecto del lugar de residencia actual, vemos que la mayoría de ellos se encuentran ingresados en centros residenciales siendo un total de 126 personas y sólo 31 residen en domicilios particulares, ello es debido a que la mayoría precisa atención especializada y constante. 107 DISTRIBUCIÓNPOREDADYSEXO CENTROS 18-40 Años TOTAL 41-64 Años 65-84 Años Másde85 Años V M V M V M V M 5 2 9 5 3 4 0 3 1 4 22 26 1 18 1 3 0 4 0 3 0 1 Domicilio particular 31 TerceraEdad público 72 TerceraEdad privado 8 SaludMental 19 4 2 5 4 Discapacidad 13 3 2 5 3 Pisostutelados 13 2 5 3 3 Otros 1 1 GRÁFICO8.DOMICILIOPARTICULAR 2 3 Propio 4 Alquiler 22 Familiar Pensión GRÁFICO9.DISTRIBUCIÓNPOREDADYSEXOENDOMICILIOPARTICULAR 9 9 8 7 5 6 5 5 4 3 4 3 3 2 2 Mujeres 1 Hombres 0 De18a40añosEntre41a64añosEntre65a84añosMásde85años 108 GRÁFICO10.TIPODECENTRO 1 13 19 TerceraEdad Discapacidad 80 Psíquico 13 PisosTutelados Otros De las 126 personas que se encuentran en centros residenciales, 80 están en centros de tercera edad, 19 en centros de psiquiatría, 13 en centro de discapacitados, 13 en pisos tutelados, y 1 en centro de desintoxicación. GRÁFICO11.COMPARACIÓNPOREDADYSEXOENCENTROS 35 32 30 25 23 23 20 15 10 14 9 14 10 Mujeres 5 1 Hombres 0 De18a40añosEntre41a64añosEntre65a85añosMásde85años SEGUNDA MESA REDONDA: Dª VICTORIA DÍEZ MARTÍNEZ Podemos observar la diferencia por el tipo de centro, que en los menores de 60 años se corresponde con el diagnóstico de discapacidad que padecen, no así en los mayores de 60 años, a los cuales se les solicita plaza de residencia en un centro de tercera edad, salvo que por prescripción médica deban continuar en un centro psiquiátrico. INGRESOSYPENSIONES Hombres SININGRESO Mujeres TOTAL 6 6 Menos315euros 23 28 51 315-650euros 26 30 56 651-1.200euros 15(dos nóminas) 24 39 Másde1.200euros 1 4 5 TOTAL 65 92 157 % 109 Los ingresos económicos se han diferenciado teniendo en cuenta la cuantía económica mínima de una pensión no contributiva, de una contributiva y más de 1200E. Del total de tutelados la mayoría percibe pensión de la seguridad social, bien contributiva, bien no contributiva. GRÁFICO12.TIPODEINGRESO 200 219 1 6 148 0 NóminaPatrimonioPensiónSiningreso GRÁFICO13.PENSIONES 4 23 59 Contributiva 14 Nocontrib. Orfandad/PF 48 PF+orfandad ISFAS PENSIONES 110 HOMBRES MUJERES TOTAL Contributiva 13 37 59 Nocontributiva 21 27 48 Orfandadoprestaciónfamiliar 7 7 14 Prestaciónfamiliarmásorfandad 12 11 23 ISFAS 1 3 4 4. Evolucion cargos tutelares años 2003-2004-2005-2006 -2007 (15 abril) Si bien a fecha 15 de abril de 2007 se está trabajando con 157 figuras de guarda, desde el inicio de la aceptación de tutelas, en octubre de 2003 se ha atendido a un total de 237 personas mayores con sus capacidades disminuidas. Se produce una gran movilidad de personas, con bajas hasta la fecha de 80 expedientes. GRÁFICO14.INCREMENTODEUSUARIOS 80 80 70 60 50 Tutelados 40 Curatelados 30 17 10 0 Def.Judic. 24 20 4 13 21 16 10 1 3 8 4 2 Adm.Bienes 7 6 6 9 Otras 1 5 20032004200520062007 5. Actuación de la Fundación SEGUNDA MESA REDONDA: Dª VICTORIA DÍEZ MARTÍNEZ La línea de actuación establecida tiende a que las personas tuteladas por la Fundación tengan los mismos derechos y deberes que el resto de la sociedad y, aunque ellos por sí mismos no sean capaces de hacer valer sus derechos, puedan recibir apoyo profesional y así poder aprovechar todos los recursos sociales, sanitarios, económicos, de ocio y tiempo libre, laborales, etc. También se trata de mejorar su situación personal, y de potenciar los apoyos familiares que pudieran tener. No en vano, las personas con capacidad limitada suponen un sector especialmente vulnerable, y por ello son el objeto fundamental de nuestra intervención. Se trata de buscar las mejores soluciones dentro de la diversidad de dificultades que presentan, sobre todo para aquellos que carecen de apoyo familiar suficiente, y por ello requieren una atención preferente. 111 El trabajo de la Fundación está dedicado a la atención personal, el cuidado, y la rehabilitación de las personas incapacitadas judicialmente, y cuya tutela u otra figura de guarda, haya sido encomendada a la Fundación Tutelar o al Gobierno de La Rioja, por la autoridad judicial. Nuestra atención siempre está programada desde un prisma de trabajo interdisciplinar para lo cual se realiza una reunión semanal de todo el equipo. En ella se ponen en común tanto las nuevas tutelas, defensas judiciales, administraciones de bienes etc. encargadas por la autoridad judicial, así como la evolución de aquellos casos o situaciones que afectan a nuestros pupilos, que por su complejidad requieren una reflexión y toma de decisión en equipo. En suma, trabajamos en el intento de conseguir que estas personas mejoren su calidad de vida, en todos los aspectos tanto el personal, el social, como el sanitario. Nos esforzamos para que se vean atendidos, facilitándoles los recursos asistenciales disponibles y promoviendo sobre todo la sensibilización de la sociedad. Para poder atenderles hace falta conocerles, saber donde están y ver si es el sitio adecuado, conocer a la familia y amigos, visitar su domicilio para coger ropa, documentación ver si reciben visitas, contratar ayuda a domicilio, organizar sus desayunos, comidas, etc. Al comenzar la intervención se recoge toda la información posible de las diferentes áreas; Se realiza estudio de su situación, valoración de sus necesidades sociales, económicas y jurídicas para concretar un plan de actuación donde establecer las intervenciones por orden de prioridad. En ocasiones será preciso solicitar internamientos temporales o definitivos, limitar sus reintegros, autorizaciones judiciales para venta de bienes, etc. Como es habitual en la mayoría de las entidades tutelares, se trabaja desde tres áreas de intervención: 112 5.1. Área Jurídica: En este ámbito nuestra fundamental misión es la defensa de los legítimos derechos e intereses de los tutelados, bien sea ante el juzgado, bien al efectuar trámites extrajudiciales, testamentos, compraventas, firma de escrituras notariales. Además, se solicitan las oportunas autorizaciones judiciales cuando resultan necesarias para actuar en beneficio de los usuarios: internamiento, venta de bienes, aceptaciones de herencias, etc. Destacar también el trabajo efectuado en tanto se nos nombra defensores judiciales de una persona presuntamente incapaz, incorporándonos al proceso judicial de incapacidad. 5.2. Área Social: El equipo de Trabajo Social trata de mejorar la vida de los tutelados, facilitando la satisfacción de sus necesidades cotidianas de manera integral, se encarga de solicitar las pensiones, recursos y ayudas a las que tenga derecho para que su calidad de vida sea mejor, incidiendo en la aceptación de su enfermedad. Como dice la Gerente de la Fundación Navarra “El trabajador social debe ser el usuario mejor informado, respecto de los recursos sociales existentes, para que las personas que tutelamos puedan beneficiarse de ellos”. SEGUNDA MESA REDONDA: Dª VICTORIA DÍEZ MARTÍNEZ 5.3. Área Económico-Administrativa: Desde esta área se trabaja en todo lo relacionado con la administración de bienes de los tutelados, control de ingresos, gastos, plazos fijos, fondos, acciones, domiciliaciones, declaraciones de renta, etc., así como la presentación al juzgado de inventario inicial, rendición de cuentas anual y cuenta general justificada. Toda esta actuación se realiza en la medida de las posibilidades de cada persona, no requiere la misma atención una persona encamada y con demencia senil que una joven de 24 años con necesidad de una integración personal, social, …. 113 Otras actuaciones como apoyos específicos a tutelados *Entre las personas tuteladas por la Fundación existen algunas de ellas que, por sus características particulares, precisan una mayor atención. Hay situaciones especiales, de tutelados vulnerables y con carencias básicas o necesidades extraordinarias que no son cubiertas por los recursos sociales normalizados, y exigen un mayor apoyo por parte de la Fundación. Son personas con dificultades de autonomía, que no pueden vivir solas y no disponen de apoyo familiar ni social. Por ello esta entidad tiene un convenio para la gestión de unos pisos anexos al centro Reina Sofía, en los cuales residen 9 tutelados que no disponen de vivienda ni apoyo familiar y sin la suficientes autonomía. *Por las situaciones de graves necesidades de algunos pupilos se ha hecho preciso crear un fondo económico- como ayuda reintegrable- con el fin de cubrir aquellas limitaciones de todo tipo, que pueden tener las personas que siendo tuteladas carecen de medios económicos o bien no disponen momentáneamente de liquidez. Esto puede ser desde el pago de ascensor de la C. vecinos, la compra de una silla de ruedas u otras prótesis, o el pago temporal de centro especializado. 5.3.1 Sensibilización y difusión de la entidad: En estos tres años de vida de la Fundación se ha comprobado que existe un desconocimiento y en ocasiones gran confusión, entre profesionales del colectivo de servicios: social, sanitario, jurídico, así como entre las familias que tienen personas afectadas de una posible incapacitación, respecto de los fines y funciones que tiene encomendadas esta entidad. También de qué supone tener una persona tutelada y el significado de la incapacidad. Por ello se ha visto oportuno las realización de Jornadas o Seminarios que permitan un contacto más directo entre los colectivos relacionados con el tema de la incapacitación y la tutela, y sirva, de un lado, como difusión de la tarea que desde la Fundación se puede realizar y de otro, para eliminar estereotipos o prejuicios que la población puede tener sobre estas personas. 114 6. Reflexiones Realizando un análisis de nuestro servicio, vemos que se está dando respuesta a las necesidades de este colectivo y se garantiza que ningún riojano quede sin la debida protección, siempre mejorable. Por otro lado, también se observan importantes DIFICULTADES en nuestra labor del día a día: * Gran Incremento del número de personas que integran este colectivo. La incapacidad debe considerarse un instrumento para lograr el mayor beneficio del incapaz y siempre como una medida de protección. Debe instarse sólo en aquellos casos que la incapacidad suponga una mejora de su situación personal y social, cuando la persona no sea capaz de tomar decisiones por sí misma. Como opinión particular, y ante la cada vez mayor esperanza de vida, se debe pensar en otras figuras intermedias que no terminen judicializando el devenir de todas las personas que adolecen de algún tipo de discapacidad, o con necesidades especiales. *Poco a poco va aumentando la concienciación sobre los beneficios que supone incapacitar a una persona que verdaderamente necesita un tutor, pero este inicio del procedimiento no va acompañado de la asunción de la tutela por parte de la familia, continúa existiendo rechazo a asumir cargos tutelares sin causas justificadas de excusa, como vienen recogidas en el Código Civil. SEGUNDA MESA REDONDA: Dª VICTORIA DÍEZ MARTÍNEZ Desde la Fundación, salvo contadas excepciones, siempre se prefiere que sea la familia quien acepte la tutela, pues la relación de afecto y el cariño que dan los familiares es muy importante. De otro modo, se comienzan dejando las funciones tutelares en manos de profesionales, porque se considera mucho papeleo judicial, y se termina perdiendo relación y trato afectivo entre los familiares. Las instituciones tutelares emergen con la función de ejercer la tutela exclusivamente con carácter subsidiario, es decir cuando no existan familiares para asumir la figura de guarda; pero nos encontramos con la tendencia, tanto en juzgados como en familiares, de buscar una 115 tutela profesionalizada, aparentemente más beneficiosa, que realizan las Fundaciones Tutelares, apoyada en el planteamiento de que al familiar le resulta dificultoso tener que establecer pautas y límites en el funcionamiento diario de estas personas, agravado en muchos casos por las relaciones complejas que se han establecido con ellos a lo largo del tiempo. Esta tendencia puede suponer un desbordamiento de las entidades tutelares por lo que se haría necesario incrementar sus recursos. *La escasez de recursos asistenciales hace que no se pueda dar una adecuada atención a los tutelados, situación agudizada en personas con enfermedad mental. Las Fundaciones no tienen mayor acceso a los recursos sociales o sanitarios que cualquier otro ciudadano. *Cuando no hay informes psiquiátricos, e incluso con ellos, los estudios clínicos de los médicos forenses son realizados muy rápidamente; y en el intento de resolver el problema urgente, se promueve la incapacidad, sin profundizar en la posible graduación de esta e incluso, sin valorar si con un tratamiento ambulatorio sería suficiente. * Observamos que, cuando un trabajador social comunica a Fiscalía una posible situación de incapacidad, debiera explicar mínimamente al presunto discapaz lo que significa el proceso judicial que se iniciará y sus consecuencias. Si bien es cierto que alguno no comprenderá nada, otros pueden entenderlo, y además serán parte fundamental del proceso y deben estar implicados. *En personas con enfermedad mental, cuando éstas carecen de conciencia de enfermedad, se niega a tratamiento médico, y entre otros problemas no aceptan la figura de tutor, por eso se produce un continuo enfrentamiento que impide poder darles el apoyo y ayuda que el entorno y los propios profesionales consideran precisa. *Dificultad de ejercer con efectividad los nombramientos que desde los juzgados nos realizan, en ocasiones imposibilidad de cumplir con las sentencias, cuando no se ajustan a la realidad existente bien en las graduaciones de capacidad, curatelas que no son aceptadas por la persona 116 implicada, cuando nos indican el ingreso en centro adecuado, sin especificar cuál y en ocasiones sin que exista este recurso o con la aplicación del artículo 239. punto 3 del Código civil, en las cuestiones de desamparo, articulo ambiguo sujeto a múltiples lecturas. *Se producen situaciones familiares en que, pensando que la persona incapaz está atendida por el Gobierno, se le deja con el mínimo de sus derechos patrimoniales, provocando que su situación financiera quede mermada y con ello una menor posibilidad de pagar servicios complementarios que le mejoren su situación personal. 7. Futuro Las Fundaciones Tutelares debemos trabajar en dar respuesta a las dificultades que vamos encontrando en nuestro día a día: *A nivel interno de la entidad, mejorando la atención, trabajando con una política de calidad y mejora continua, trabajando con ratios de atención, diseñando nuevos protocolos de actuación, en suma toda actuación que pueda permitir dar una mayor y mejor intervención integral, siempre en el respeto a la personas. *De trabajo con las organizaciones o profesionales que intervienen en el proceso de incapacitación y de tutela, en temas como: SEGUNDA MESA REDONDA: Dª VICTORIA DÍEZ MARTÍNEZ • Inculcar la necesidad de cumplir el orden de prelación establecido en el Código Civil. • Nunca debemos olvidar que el lazo afectivo y el sentimiento de pertenencia a un núcleo familiar es fundamental para el bienestar de las personas, mucho más cuando cuentan con dificultades añadidas, como es el caso de las personas incapacitadas quienes padecen enfermedades mentales, demencias u otras discapacidades. • Concienciar a jueces y profesionales, que la incapacidad no es la panacea y la solución de los problemas de una persona, la incapacidad 117 solo debe declararse cuando le suponga un bien a la persona. • Se debe llevar a cabo una labor de información que permita ajustar las expectativas creadas en ámbito sanitario y social, por el desconocimiento existente respecto de los que significa ser tutor; Existen obligaciones, de autorizaciones judiciales, que nadie parece tener en cuenta, con el pensamiento de que el tutor puede hacer lo que le parezca conveniente. *Trabajar en la sensibilización de la administración publica y la sociedad para lograr una mayor integración. Siempre se habla de la falta del cuarto pilar de los servicios sociales, con la carencia de recursos sociales que nos lleven a una mayor dedicación a las personas necesitadas de especial atención, que se consiga mejorar su calidad de vida. Esperemos que una vez se desarrolle la ley de dependencia, recién aprobada, poco a poco se solventen todas estas lagunas 8. Falsos mitos • Incapacitar no es internar, se precisa autorización judicial, disponibilidad del recurso residencial y además cumplir los mismos requisitos que cualquier otro ciudadano. • El tutor no puede hacer lo que quiera, las decisiones importantes necesitan justificación de la necesidad, dictamen del técnico correspondiente y la consiguiente autorización judicial, previo informe de la fiscalía. • El tutor no recibe los bienes de su pupilo, una vez fallecido. Estos serán percibidos por sus herederos legales, por testamento o según establece el Código Civil. • Las Fundaciones Tutelares no son entidades prestadoras de servicios, no son un recurso finalista, sino que serán quienes soliciten los recursos existentes en la comunidad. 118 Y para finalizar no quiero terminar sin destacar que nuestra labor no podría llevarse a cabo adecuadamente sin el apoyo continuo y constante de los profesionales y personas del entorno de nuestros tutelados, principalmente de servicios sociales bien municipales, de salud, de centros de tercera edad y de discapacitados donde acuden o viven las personas tuteladas que nosotros atendemos, y a quienes desde aquí quiero agradecer las facilidades que nos proporcionan, y que siempre redundarán en una mejora de la situación de las personas con capacidades limitadas a las cuales representamos. Y sin mas y esperando que esta exposición les haya servido para conocer y acercarles al tema de la tutela, la incapacidad y a la FUNDACIÓN TUTELAR DE LA RIOJA. SEGUNDA MESA REDONDA: Dª VICTORIA DÍEZ MARTÍNEZ Muchas gracias 119 120 LAS ENTIDADES TUTELARES. MODELOS DE INTERVENCIÓN EN EL EJERCICIO DE LA TUTELA II MESA REDONDA Dª Silvina Ballestín Prieto Secretaria de la Comisión de Tutela y Defensa Judicial de Adultos de la Comunidad Autónoma de Aragón En primer lugar, agradecer a la Fundación Tutelar de la Rioja la invitación cursada a la Comunidad Autónoma de Aragón para participar en estas Jornadas y exponer cual es nuestro modelo actual de gestión de las tutelas. Informarles que este modelo, establecido en 1998 con la creación de la Comisión de Tutela y Defensa Judicial de Adultos y su posterior modificación en 2004, va a sufrir importantes cambios a corto plazo ya, que este lunes pasado, entró en vigor la Ley 13/2006 de Derecho a la Persona, norma de derecho civil aragonés, que va a influir sustancialmente en la forma en que la Comunidad Autónoma deberá asumir los cargos tutelares. Considerando que puede resultar de interés para ustedes, de esta norma les daré unas pinceladas en la última parte de la exposición si hay tiempo para ello. SEGUNDA MESA REDONDA: Dª SILVINA BALLESTÍN PRIETO El objetivo de esta Mesa Redonda es que Uds. conozcan distintos modelos de intervención en el ejercicio de la Tutela, así pues, paso a exponer cómo funciona la Comisión de Tutela y Defensa Judicial de Adultos de la Comunidad Autónoma de Aragón como modelo de gestión de carácter netamente público. 1. La Comisión de Tutela y Defensa Judicial de Adultos de la Comunidad Autónoma de Aragón (CTDJA). 121 1.1. Antecedentes En 1997 en la Comunidad Autónoma de Aragón se plantea, como en el resto del territorio nacional, el problema de la falta de regulación específica respecto de las obligaciones de la Administración en relación con las personas incapacitadas sin familia o que, por diversas causas, estas no pueden hacerse cargo de ellas. Así como en materia de menores en situación de desamparo, el Código Civil en su artículo 172 atribuye su tutela expresamente a la Entidad Pública a la que, en el respectivo territorio, esté encomendada la protección de los menores; en relación con los mayores de edad legalmente incapacitados, el citado Código no incluía previsión similar hasta la aprobación de la Ley 41/ 2003, de 18 de noviembre, de protección patrimonial de las personas con discapacidad y de modificación del Código Civil, de la Ley de Enjuiciamiento Civil y de la Normativa Tributaria con esta finalidad. Hasta tal modificación, el Código Civil sólo contemplaba en su artículo 242 que podían ser también tutores, además de los familiares llamados a ello y cualquier persona física idónea por el Juez, “las personas jurídicas que no tenían finalidad lucrativa y entre cuyos fines figurasen la protección de menores e incapacitados”. No obstante, existía y existe, un número considerable de personas a las que, por sus circunstancias personales o familiares, resultaba difícil encontrar la persona física o jurídica que pudiera ejercer su tutela, acudiendo los Jueces en muchos casos a los Directores de los Centros donde se encontraban ingresados o a quien hubiera ejercido la tutela del menor en desamparo cuando cumplía la mayoría de edad y debía ser declarado incapaz. En este contexto y tras diversas peticiones de Jueces, Fiscales y del Justicia de Aragón, en nuestra Comunidad Autónoma se consideró necesario la creación de un órgano “ad hoc”, que desempeñara estas funciones cuando la Administración de Justicia, de acuerdo con lo establecido en el art. 242 del Código civil, específicamente designara para ello a la Comunidad Autónoma de Aragón, dado su carácter de persona jurídica sin finalidad 122 lucrativa dedicada a la protección de los incapacitados. Así nace por Decreto 168/1998, de 6 de octubre, del Gobierno de Aragón, la Comisión de Tutela y Defensa Judicial de Adultos. En esos momentos el número de cargos tutelares era prácticamente testimonial y no precisaba la modificación en la estructura administrativa del Gobierno de Aragón para la atención personal y patrimonial de estas personas, teniendo en cuenta además que el Departamento al que se adscribió la Comisión tenia las competencias tanto en el área de Salud como de Servicios Sociales y por tanto también los recursos necesarios en ambas áreas asistenciales. Los principios inspiradores que subyacen en la configuración de este órgano son los siguientes: Competencia: se articula como el instrumento a través del cual se ejercerá la tutela, curatela y el cargo de defensor judicial de las personas mayores de edad incapacitadas legalmente cuando dichas funciones sean encomendadas por el Juez a la Administración de la Comunidad Autónoma; asimismo, se encargará del fomento y realización de acciones encaminadas a la integración y normalización de los incapacitados en su propio medio social, o alternativamente cuando así lo determine la autoridad judicial, facilitando recursos asistenciales, la atención personal del incapacitado, su cuidado, rehabilitación o recuperación y el afecto necesario. SEGUNDA MESA REDONDA: Dª SILVINA BALLESTÍN PRIETO Carácter colegiado: la Comisión, presidida por el entonces Consejero de Sanidad, Bienestar Social y Trabajo, contaba como vocales con los Directores Generales de las áreas de Acción Social y Salud, los Directores Provinciales del Instituto Aragonés de Servicios Sociales y los Directores de los Servicios Provinciales del Departamento de Sanidad, Bienestar Social y Trabajo. Actuaba como Secretaria, con voz y sin voto, la Jefa de Sección de Administración y Asuntos Generales de la Secretaría General del I.A.S.S. Dependencia: la Comisión quedaba adscrita, tal y como se ha dicho, al entonces Departamento de Sanidad, Bienestar Social y Trabajo. Representación: el Presidente de la Comisión fue entonces y es ahora quien 123 ostenta la representación de la misma. Sin perjuicio de ello, conforme al artículo 11 del Decreto 168/1998, los Vocales Provinciales asumirán, en el ámbito territorial de sus respectivas provincias y dentro de su área competencial, las comunicaciones oportunas con los Juzgados, Tribunales, Fiscalías, Notarías y Administraciones Públicas. Con base en esta función, dichos Vocales se configuran en la práctica como Delegados de la Comisión, acogiendo una propuesta en este sentido de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Aragón, al actuar, además, como las personas encargadas de mantener la relación personal y directa con el incapacitado. A estos efectos, la Comisión decidió que, en cada caso concreto y dependiendo de la afección que originaba la incapacidad del tutelado, se asignaran las funciones señaladas, bien al Director del Servicio Provincial de Sanidad o bien al Director Provincial del Instituto Aragonés de Servicios Sociales correspondiente, de tal forma que la Secretaría de la Comisión asignaba inicialmente los casos teniendo en cuenta si se trataba de personas mayores de 65 años, discapacitados o de enfermos mentales. Adscripción de medios: Para el desarrollo de las funciones de la Comisión en el ámbito del ejercicio de la tutela, curatela y cargo de defensor judicial, el artículo 14 del Decreto contempla una Unidad de apoyo técnico y administrativo. Colaboración con terceros: Conforme dispone el artículo 3 del Decreto, cuyo texto se mantiene, para el cumplimiento de sus fines, la Comisión puede proponer al Departamento al que se adscribe, que se suscriban Convenios y, en su caso, protocolos de colaboración con instituciones públicas o privadas, nacionales o extranjeras, que se dediquen a idénticos o similares fines, así como contratos con personas físicas o jurídicas, públicas o privadas. 1.2. Situación Actual En 2004, por Decreto 13/2004, de 27 de enero, del Gobierno de Aragón, se modificó parcialmente el Decreto 168/1998, de 6 de octubre, por el que se crea la Comisión de Tutela y Defensa Judicial de adultos, y el Decreto 113/ 124 2000, de 13 de junio, del Gobierno de Aragón por el que se aprueban los Estatutos del Instituto Aragonés de Servicios Sociales, dado que la Comisión a partir de estos momentos estará adscrita al Departamento competente en materia de Servicios Sociales, desvinculándose de esta forma del área de salud. Así pues, la gestión de las tutelas se encomienda directamente al Instituto Aragonés de Servicios Sociales como Organismo Autónomo dentro del Departamento de Servicios Sociales. Desde la creación de la Comisión el número de cargos tutelares había aumentado sensiblemente por lo cual se modifica la composición y se introduce una Unidad de Apoyo Técnico y Administrativo dependiente de la Dirección Gerencia del IASS, así como similares unidades en cada una de las Direcciones Provinciales del IASS que se ocupen específicamente del área de tutelas. Estas Unidades se crean en estructura en 2005 y se dotan de personal especializado a medidos de ese año. Será en 2006, con la consolidación de las Unidades Administrativas de Apoyo técnico y administrativo en cada una de las Provincias y la coordinación establecida desde la Gerencia del IASS, cuando el área de Tutelas toma una nueva dinámica, se hace más profesional y especializada, se establecen criterios homogéneos de actuación y se dota de mayores recursos económicos, técnicos y materiales necesarios para el desempeño de los cargos tutelares de los que la CTDJA es responsable directa. En síntesis, la situación que a fecha de hoy se observa en la siguiente: SEGUNDA MESA REDONDA: Dª SILVINA BALLESTÍN PRIETO El número de expedientes abiertos se ha incrementado en los últimos años de forma espectacular. A 28 de febrero de 2007 la Comisión de Tutela gestionaba 587 expedientes. Inicialmente los expedientes de tutelas se distribuían entre Salud y Servicios Sociales atendiendo a sus características, esto es, fuesen enfermos mentales o discapacitados y personas mayores. En estos momentos todas las tutelas, curatelas y defensas judiciales recaen en el Instituto Aragonés de Servicios Sociales dado que la Comisión está adscrita a este Organismo Autónomo del Departamento de Servicios Sociales. 125 Ante la necesidad de que funcionarios especializados se encargasen del área de tutelas, en la modificación del Decreto se crearon las Unidades de Apoyo y se dotaron con trabajadores sociales y jefes de negociado, pero en ese momento ni por número ni por complejidad en los casos se consideró necesario incorporar especialistas en derecho y en gestión económica y financiera. En el área jurídica, el desempeño de las funciones propias de esta disciplina las desempeñan los Letrados de la Comunidad Autónoma. Estas figuras actualmente se consideran imprescindibles para un correcto y eficaz desempeño de los cargos tutelares. Dado que son los Trabajadores Sociales quienes realizan el seguimiento de los casos, cada uno de ellos debería ocuparse de un número razonable de que podría establecerse en torno a los 30. En estos momentos hay trabajadores sociales que tienen bajo su responsabilidad a mas de 60 personas con distinto grado de complejidad y en zonas muy distantes en el territorio. Uno de los problemas más importantes con los que nos encontramos en la Comisión es la atención a enfermos mentales. El 85% de nuestros expedientes corresponden a personas con problemas de salud mental para los que no se dispone de recursos adecuados. Según el art.251 del Código civil, las personas jurídicas podrán excusarse cuando carezcan de medios suficientes para el adecuado desempeño de la tutela. En el caso de la Comunidad Autónoma de Aragón, al ser la Comisión parte de la estructura de la Administración Autonómica, no se nos admite excusa alguna, en tanto que se entiende que es la Administración quien debe dotarse de medios para atender las necesidades cuando carezca de ellos. La consecuencia lógica es que ante cualquier excusa de un pariente o de persona jurídica propuesta inicialmente para asumir la tutela pero en cuyos estatutos o escritura pública limite el tipo de personas de las que va a ocuparse, los Jueces automáticamente nombran a la Comisión para el ejercicio de los cargos tutelares. Resultado de la suma de todas las variables expuestas es que el volumen de trabajo existente en estos momentos en la Comisión está desbordando los equipos provinciales, quienes demandan cada vez con mayor insistencia 126 refuerzos de otros profesionales y ampliación de plantillas. Al tratarse de un órgano de carácter público y dentro de la estructura administrativa de la Diputación General de Aragón, todos los actos económicos deben someterse a fiscalización previa, lo que implica ralentizar la gestión. De igual forma ocurre en el caso de la contratación de servicios o el establecimiento de convenios de colaboración o concesión de Subvenciones a entidades de carácter social. En todos los supuestos los procedimientos son largos y sometidos a la normativa aplicable en cada caso. A continuación se presenta un cuadro descriptivo de cual es la situación actual en cuanto a número de expedientes gestionados en cada una de las provincias. a) Situación judicial a 28 de febrero de 2007 HUESCA Tutelas Curatelas Proced.de Incapacitación TOTALES 103 35 9 147 TERUEL 71 9 4 84 ZARAGOZA 248 49 59 356 TOTALARAGÓN 422 93 72 587 Indicar que no sólo se ha producido un aumento en el número de casos asignados a la Comisión de Tutela y Defensa Judicial de Adultos desde su creación sino que la complejidad de los mismos, tanto en el aspecto de la persona como de los bienes, ha ido aumentando en la misma proporción. SEGUNDA MESA REDONDA: Dª SILVINA BALLESTÍN PRIETO Además del número de tutelas y curatelas que se están ejerciendo, es significativo el número de expedientes que en estos momentos se hallan en distintas fases del procedimiento de incapacitación y cuyos cargos tutelares recaerán previsiblemente en la CTDJA a corto y medio plazo. b) Dotacion de personal en las secciones de tutelas 127 Personal Expedientes JefeSección Jefe Negociado Trabajador Social HUESCA 147 1 1 2 Auxiliares Administrativos 1 TERUEL 84 1 1 1 0 ZARAGOZA 356 1 2 5 2 Hay que contemplar las situaciones legales de excedencia, vacaciones, permisos y otros derechos laborales que repercuten de forma cotidiana en el desempeño diario de las funciones de estos trabajadores y que han supuesto en determinados momentos que el número de profesionales se vea sensiblemente reducido. Puede observarse que el número de casos asignados a cada trabajador social para su seguimiento personal y patrimonial excede con mucho de lo razonable. Dadas las distancias existentes en nuestra Comunidad Autónoma, cuando la persona tutelada se sitúa fuera de las capitales de provincia, el tiempo invertido en desplazamientos es muy importante. Este problema es especialmente importante en Teruel. De igual forma los Jefes de Negociado deben ocuparse de la ingente cantidad de documentos que día a día entran en las Direcciones Provinciales procedentes de entidades bancarias, gestorías, notarias, catastro, hacienda etc. Además se ocupan de forma conjunta con los trabajadores sociales, de la elaboración de inventarios, declaraciones de renta y patrimonio, realización de transferencias, preparación de las rendiciones anuales de cuenta etc. Todo lo indicado hasta aquí, unido a la nueva Ley 13/2006 de Derecho de la Persona, ha significado que en la Comunidad Autónoma de Aragón se esté replanteando la necesidad de ampliar la dotación del personal existente e incorporar nuevas especialidades así como iniciar el estudio de una nueva figura jurídica que pueda asumir con garantías el área de tutelas de adultos. 128 2. LEY 13/2006, de 27 de diciembre, de Derecho de la Persona. Esta Ley tiene por objeto el desarrollo de las normas sobre capacidad y estado de las personas físicas y de las instituciones civiles para la protección de menores e incapaces hasta ahora contenidas en la Compilación, y como criterio, los principios más exigentes en el reconocimiento y ejercicio de los derechos de la personalidad. La Ley se estructura en cuatro Títulos, de los cuales el Titulo I en su Capitulo II “Incapacidad e Incapacitación” y el Titulo III completo “De las Relaciones tutelares”, afectan de lleno al ejercicio de la Tutela, Curatela y Defensa Judicial, así como de la Guarda. Regula la tutela, la curatela y la defensa judicial como instituciones tutelares, así como la guarda de hecho y la guarda administrativa sin tutela como instituciones complementarias de las anteriores. Prevalece la delación voluntaria, puesto que la judicial es subsidiaria o complementaria de aquella y únicamente procede en su defecto, total o parcial, mientras que la legal está prevista tan solo en caso de desamparo de menores o incapacitados. Los titulares de la autoridad familiar pueden designar a las personas que han de ejercer las funciones tutelares y adoptar cualquier otra disposición sobre la persona o bienes de los menores o incapacitados que estén bajo su autoridad, mediante testamento o escritura pública. SEGUNDA MESA REDONDA: Dª SILVINA BALLESTÍN PRIETO El Capitulo IV se dedica a la tutela y empieza señalando las personas sujetas a tutela ordinaria o a la tutela automática de una entidad pública, así como las personas obligadas a promover la constitución de la tutela. Respecto a la guarda de hecho, la Ley contempla la posibilidad de que el guardador sea persona física o jurídica, que la persona se halle en desamparo y/o pudiera ser declarada incapaz. El Capitulo VIII está dedicado a la guarda administrativa y al acogimiento. 129 Algunos de los aspectos más interesantes de esta Ley son los siguientes: 1. La situación de desamparo: Se considera como situación de desamparo la que se produce de hecho a causa del incumplimiento, o del imposible o inadecuado ejercicio de los deberes de protección establecidos por las leyes para la guarda de los menores o incapacitados, cuando estos queden privados de la necesaria asistencia moral o material. Corresponde a la entidad pública a la que en Aragón esté encomendada la protección de menores o incapacitados, apreciar la situación de desamparo mediante resolución motivada, que supondrá la asunción automática para la entidad publica de las funciones tutelares y la suspensión de la autoridad familiar o tutela ordinaria. Si la situación de desamparo se debe a fuerza mayor de carácter transitorio, la entidad publica ejercerá solo la guarda mientras se mantenga la situación. 2. Como consecuencia de la declaración de desamparo deberá arbitrarse la tutela automática. 3. Se establece la guarda administrativa: La entidad pública competente tiene la guarda de los menores e incapacitados declarados en situación de desamparo, así como la de aquellos que se hallan bajo su tutela por delación dativa. 4. El acogimiento: Que podrá ser familiar o residencial. En el caso de las personas incapacitadas, el acogimiento familiar produce su plena participación en la vida familiar e impone a quien lo recibe las obligaciones de velar por el, tenerlo en su compañía y alimentarlo así como promover la adquisición o recuperación de la capacidad y su mejor inserción en la sociedad (Art. 151). 5. Respecto al contenido patrimonial de la tutela la Ley no es muy novedosa. El tutor está obligado a hacer inventario notarial o judicial 130 de los bienes del tutelado dentro del plazo de 60 días, a contar desde el que se hubiese tomado posesión del cargo. La puesta en marcha de esta norma va a significar para la Comunidad Autónoma de Aragón el replanteamiento global de la organización actual de la Comisión de Tutela en tanto, que será necesarios el establecimiento de equipos específicos de valoración y, diagnóstico para el caso de los acogimientos, se va a generar un mayor volumen de gestión administrativa, se hará necesario el incremento de recursos de distinta índole para hacer frente a las guardas temporales, una mayor especialización en el personal funcionario etc. y por tanto puede fácilmente deducirse que la configuración actual de la Comisión y el modelo de gestión va a verse afectado sustancialmente ya que en Aragón vamos a entrar en un momento de cambios importantes en la materia que nos ocupa. SEGUNDA MESA REDONDA: Dª SILVINA BALLESTÍN PRIETO Muchas gracias. 131 132 LAS ENTIDADES TUTELARES. MODELOS DE INTERVENCIÓN EN EL EJERCICIO DE LA TUTELA II MESA REDONDA D. Javier Pallarés Neila Director del Departamento de Tutela de la Fundación Manantial-Madrid 1. El modelo tutelar de madrid SEGUNDA MESA REDONDA: D JAVIER PALLARÉS NEILA De conformidad con lo dispuesto en el artículo 242 del Código Civil: Podrán ser también tutores las personas jurídicas que no tengan finalidad lucrativa y entre cuyos fines figure la protección de menores e incapacitados Al amparo de esta reforma en nuestro ordenamiento que supuso el paso de un sistema de tutela de familia a otro de tutela de autoridad, coexisten en nuestro país tres modelos tutelares de atención. • MODELO PÚBLICO: Consejería de Servicios Sociales Organismo Autónomo: Agencia o Comisión Persona jurídica privada, participada públicamente: Fundación • MODELO PRIVADO: Persona jurídica de carácter no lucrativo Inexistencia de entidad pública que asuma tutelas • MODELO MIXTO: Persona jurídica privada Persona jurídica pública 133 Este último es el modelo tutelar de la Comunidad de Madrid, en la que existe un organismo público tutelar: la Agencia Madrileña para la Tutela de Adultos de la Comunidad de Madrid, que convive con Fundaciones tutelares privadas. 2. La agencia madrileña para la tutela de adultos Se crea por la Ley 4/1995, de 21 de marzo, como ente de derecho público. Se encuentra adscrita a la Consejería de Familia y Asuntos Sociales Constituyen sus FINES: 1. El ejercicio de la tutela y curatela de las personas mayores de edad incapacitas legalmente, residentes en la Comunidad de Madrid. 2. La asunción, en su caso, de la defensa judicial de los residentes en la CAM. 3. El fomento y la realización de acciones encaminadas a la integración y normalización de los tutelados por la Agencia 3. Estructura orgánica: 1. Presidente: La Viceconsejera de Familia y Asuntos Sociales (por delegación de la Consejera). 2. Un Consejo de Administración formado por: • La Directora General de Asuntos Sociales • El Director General de Farmacia • Dos personas de reconocido prestigio • Un representante de las entidades tutelares. Funcionalmente la AMTA se organiza en torno a un Director: D. Jesús Más Mayoral y un coordinador por cada Área. 134 4. Organización Existen tres grandes Áreas de Actividad: 1. Área de Trabajo Social: Encargada de dar cobertura a todas las necesidades personales, sociales y vitales de los usuarios, velando por su bienestar. 2. Área Jurídica: Asume la defensa y representación jurídica de los usuarios. 3. Área Económico-Administrativa: Se ocupa de todas las cuestiones referidas al patrimonio de los incapaces, así como del cumplimiento de sus obligaciones tributarias La plantilla actual de trabajadores es de treinta y seis personas. SEGUNDA MESA REDONDA: D JAVIER PALLARÉS NEILA A 28 de febrero de 2007 la AMTA tiene aceptados 2.142 cargos, de los que aproximadamente el 40% de las personas tuteladas padecen alguna enfermedad mental. 5. La Fundación Manantial La FUNDACIÓN MANANTIAL es una entidad sin ánimo de lucro, de ámbito estatal, declarada en 1995 de finalidad benéfico-asistencial Se constituye en escritura de fecha 11 de julio de 1995. Patronato PRESIDENTE: D. Francisco Sardina Ventosa VICEPRESIDENTA: Asociación Salud y Alternativas de Vida (ASAV) SECRETARIA: Asociación de Familiares y Amigos de Enfermos Psíquicos (AFAEP). 135 VOCALES: • Asociación Psiquiatría y Vida. • Asociación en lucha por la salud mental y los cambios sociales (ALUSAMEN) • Asociación Madrileña de amigos y familiares de enfermos mentales con esquizofrenia – (AMAFE). • Asociación para la integración social de enfermos psíquicos (APISEP) • Asociación salud y ayuda mutua (ASAM). • Asociación de usuarios de centros de salud mental, familiares y allegados ( MENSANA). • D. José Luis Terrero Chacón - Magistrado de la Audiencia Nacional. • D. Luis Prieto-Moreno Ramírez – Psiquiatra Misión La FUNDACIÓN MANANTIAL tiene como misión la atención social e integral a las personas con enfermedad mental crónica. • Como entidad tutelar, asumiendo y ejerciendo los cargos tutelares que le encomiende la autoridad judicial referente a las personas con enfermedad mental. • Promoviendo y gestionando recursos residenciales y de rehabilitación psicosocial y laboral que contribuyan al bienestar o la mejora de la calidad de vida de las personas con trastornos mentales permanentes. • Generando empleo, mediante cualquier forma legal, protegido o no, para la integración laboral de las personas con trastornos mentales permanentes. • En la actualidad, en la Fundación Manantial trabajan a tiempo completo y deforma indefinida 214 personas, de las que 26 son personas con enfermedad mental. 136 En la Fundación Manantial estamos atendiendo a 865 personas con trastorno mental, -más de 1.000 si tenemos en cuenta la rotación de usuarios existente en los recursos que gestionados, ya que no todos ellos requieren una atención permanente-. Todos los usuarios de los distintos recursos de la Fundación, lo son de la Red Única de la Asistencia Psiquiátrica y de Salud Mental de la Comunidad de Madrid, que es quien determina el acceso a los recursos que la entidad gestiona. No así nuestros tutelados, cuyo único requisito para asumir su tutela es que se trate de personas con trastorno mental grave. GRÁFICO1.ORGANIGRAMAFUNDACIÓNMANANTIAL PATRONATO Dpto.TUTELA Serviciode Información Orientación ÁreaJurídica ÁreaAdministrativa -Económica ÁreaIntervención Social DIRECTORGENERAL Dpto.GestiónRRHHy PlanificaciónFinanciera Dpto.RECURSOSDE ATENCIÓNSOCIAL Dpto.ECONOMIA SOCIAL Subdirección Atención Residencial MRHortaleza 3pisos supervisados MRAlcalá 2pisos supervisados MRParla 3pisos supervisados ProgramadePisos Supervisados (7pisos) 3pisos supervisados Arganda Apoyo Rehabilitacióny SoporteSocial Rehab.Laboraly ApoyoIntegración Laboral CRPSHortaleza CRLHortaleza CRPSTorrejón CRLTorrejón CRPSArganda CRLAlcorcón CRPSAlcorcón CRLFuenlabrada CEE Manantial Integra CDTorrejón CDFuenlabrada CDParla EASCFuenlabrada EASCAlcorcón EASCParla EASCHortaleza EASCArganda 137 SEGUNDA MESA REDONDA: D JAVIER PALLARÉS NEILA Presidente 6. Desarrollo de la tutela por la Fundación Manantial Para la FUNDACIÓN MANANTIAL el procedimiento de incapacidad debe entenderse como instrumento dirigido exclusivamente a proporcionar protección legal a aquellas personas que en razón a su enfermedad carecen de la capacidad de autogobierno. Esta medida de protección legal lejos de constituir una pérdida derechos o muerte civil, ofrece a través de la institución de la tutela el mecanismo idóneo para que la persona tutelada pueda gozar con plenitud de todos los derechos que como ciudadano le corresponden. El Programa de Tutela pretende favorecer la vida autónoma y la integración social de las personas con trastorno mental grave y crónico, tanto durante el procedimiento de incapacidad, como una vez constituida la medida de protección tutelar. En relación con estas personas, los principales objetivos son: • Evitar las situaciones de desamparo y marginalidad. • Su atención de forma integral e integrada. • La defensa de sus derechos. • Promoción de las condiciones adecuadas para que puedan llevar una vida independiente. • La permanencia en el entorno en el que habitualmente han desarrollado su vida. • Promover la máxima recuperación posible de sus capacidades, facilitando o procurando los soportes necesarios para ello: tratamientos, asistencia a servicios educativos, ocupacionales, sociales, etc..) 138 • Administrar sus bienes con total lealtad y transparencia siempre bajo la supervisón de los Juzgados y del Ministerio Fiscal correspondiente. Este Programa se desarrolla por un equipo multidisciplinar, integrado por juristas, personal de servicios sociales y personal económico-administrativo que tiene como único objetivo la atención personal a la persona tutelada 7. Organización del departamento Funcionalmente el departamento de tutela se organiza en torno a un Director y una coordinadora del Área Social: Existen tres Áreas de Actividad: SEGUNDA MESA REDONDA: D JAVIER PALLARÉS NEILA Área de Atención e Intervención Social: 1 Coordinadora: Trabajadora Social 1 Trabajador Social 4 Educadores Sociales 2 Técnicos en Integración Social en prácticas. Área Jurídica: 1 abogada Área Económico-Administrativa: 1 Economista El número de tutelados a 30 de marzo de 2007 es de 137, incluidas las 25 personas tuteladas por la AMTA y cuya intervención sociocomunitaria hemos asumido. GRÁFICO2.CÓMPUTOTOTALCARGOSASUMIDOS 150 100 50 0 Año1997 Año2002 Año1998 Año2003 Año1999 Año2004 Año2000 Año2005 Año2001 Año2006 1997199819992000200120022003200420052006 139 8. Datos de nuestros tutelados GRÁFICO3.ENFERMEDADPADECIDA Trans. Personalidad 9% Trans. Bipolar 6% GRÁFICO4.SITUACIÓNJURÍDICA Administrador Tutor Provisional Provisional 6% 1% DefensorJudicial 11% Tutela 59% Trans. Paranoide 3% Curatela 23% Esquizofrenia 82% Esquizofrenia Trans.Paranoide Tutela Curatela Trans.Personalidad Trans.Bipolar DefensorJudicial AdministradorProvisional TutorProvisional GRÁFICO6.EDADDELOSTUTELADOS GRÁFICO5.SEXO 60enadelante 7% 18a30 4% 30a40 33% Hombres 66% Mujeres 34% 40a60 56% Hombres Mujeres GRÁFICO7.SITUACIÓNFAMILIAR Conhijos 14% Divor./sep./viudo 11% 18a30 40a60 30a40 60enadelante GRÁFICO8.SITUACIÓNLABORAL Progenitor 47% Con cónyuge 2% Activo 6% Sinactividadlaboral 94% Sinprogenitores 26% Progenitor Sinprogenitores Concónyuge Conhijos Divor./sep./viudo Activo 140 Sinactividadlaboral GRÁFICO9.CUANTÍADELOSINGRESOS Superiora1.200E 18% GRÁFICO10.LUGARDERESIDENCIA Recursopúblico 19% Inferiora600E 39% Domiciliopropio 65% Recurso privado 11% Piso supervisado 5% Superiora600E 43% Inferiora600E Superiora600E Superiora1.200E DomicilioPropio Pisosupervisado Recursoprivado Recursopúblico SEGUNDA MESA REDONDA: D JAVIER PALLARÉS NEILA El 65 % de los tutelados de la Fundación viven en sus domicilios. Su atención se realiza a través del Programa de mejora en la integración comunitaria que se desarrolla dentro del servicio de tutela y dirigido por los Educadores/as de nuestro departamento. 141 142 LA NECESIDAD DE LA INCAPACITACIÓN. ASUNCIÓN DE LA TUTELA POR LAS ENTIDADES PÚBLICAS III MESA REDONDA CAUSA Y MOTIVO DE LA INCAPACITACIÓN CIVIL, UNA REFLEXIÓN SOBRE ART. 200 DEL CÓDIGO CIVIL D. Fernando Santos Urbaneja Fiscal de la Audiencia Provincial de Córdoba Coordinador del Foro Andaluz del Bienestar Mental 1. La causa La causa de la incapacitación está expresada en el Art. 200 del C. Civil TERCERA MESA REDONDA: D FERNANDO SANTOS URBANEJA “Son causas de incapacitación las enfermedades o deficiencias persistentes de carácter físico o psíquico que impidan a la persona gobernarse por sí misma”. Durante años, para realizar el juicio sobre la incapacidad de una persona, hemos atendido y evaluado sólo la primera parte del Art. 200 del C. Civil “Padecer enfermedades o deficiencias persistentes de carácter físico o psíquico” Este dato, nos lo proporciona un certificado médico que contiene el diagnóstico y características del padecimiento. Se trata de una información abstracta que toma como base las clasificaciones de enfermedades y trastornos comúnmente aceptadas y publicadas por Instancias Médicas y Organismos Oficiales. Hasta ahora ha sido muy común asociar automáticamente “diagnóstico” a “incapacidad civil” y dar por supuesto que toda anomalía psíquica o 143 trastorno mental persistente impide necesariamente a la persona gobernarse por sí misma Esto, en la mayoría de los casos, no responde la realidad. Para determinar si existe causa de incapacitación es preciso que nos fijemos también y muy especialmente en la segunda parte del enunciado del artículo 200 C.C. “ Si el padecimiento impide a la persona gobernarse por sí misma” Debemos analizar a la persona concreta en sus circunstancias particulares porque LA INCAPACIDAD CIVIL ES ALGO MAS QUE UN DIAGNOSTICO, ES FUNDAMENTALMENTE UN CONCEPTO INDIVIDUAL Y CIRCUNSTANCIAL. No se puede establecer una equivalencia genérica entre diagnóstico y falta de autogobierno pues cada caso es distinto. Esta falta de sintonía entre diagnóstico y autogobierno es aún mayor en nuestros días pues el apoyo familiar, el aprendizaje, los avances médicos, el auxilio de medios técnicos, etc... han dotado de habilidades o posibilidades de gobierno a muchas personas que padecen discapacidad o trastornos mentales de modo que, teniendo el mismo diagnóstico, en virtud de estas circunstancias unas personas alcanzan un alto grado de autogobierno y otras no. 2. La noción de autogobierno El juicio de valor sobre si una persona tiene o no suficiente capacidad para gobernar su persona y sus bienes ha de realizarse en mi opinión tras el siguiente análisis 1º Determinar qué es lo que la persona necesita ordinariamente hacer. 2º Qué es lo que puede decidir y “hacer por sí misma”. 144 3º Qué es lo que puede decidir y “procurarse por sí misma” Lo primero que hay que hacer es analizar a la persona en sus circunstancias concretas y determinar es LO QUE LA PERSONA NECESITA HACER ORDINARIAMENTE para atender sus asuntos, para sentirse bien, para autorealizarse, para ser feliz. Hay personas que cuentan con un abultado patrimonio que hay que gestionar, otras sólo con una pequeña pensión; Unas viven en los pueblos, otras en las ciudades; Algunas viven con la familia, otras viven solas, etc.... Lo segundo, es determinar LO QUE PUEDE DECIDIR Y HACER POR SÍ MISMA para conseguir estos objetivos Es frecuente que en los procedimientos advirtamos situaciones como la que a continuación se relata. TERCERA MESA REDONDA: D FERNANDO SANTOS URBANEJA Se instó la incapacitación de una mujer aquejada de un trastorno mental. Pudo apreciarse en el procedimiento que la mujer vivía con sencillez y se desenvolvía en su restringido ámbito de modo satisfactorio. El informe emitido por el Psiquiatra del Equipo de Salud Mental fue muy elocuente: “Dolores lleva una vida sencilla y de relativo aislamiento en la cual se maneja satisfactoriamente y, pese a las limitaciones, está capacitada con una mínima ayuda para gobernar su persona, así como para la correcta administración de los modestos bienes que posee (hace buen uso de la pensión mensual que recibe)” La demanda fue desestimada. Lo tercero que hay que establecer es aquello que la persona, aunque no lo pueda llevar cabo personalmente, sí PUEDE DECIDIR Y PROCURARSE POR SÍ MISMA acudiendo a terceros a quien se encarga, encomienda o apodera. 145 Realmente las cosas que las personas denominadas normales podemos hacer por nosotros mismos son muy pocas. Para las cosas que necesitamos y no podemos o no sabemos hacer buscamos quien nos las haga. El mercado ofrece toda clase de servicios y de profesionales para remediar estas necesidades. Para algunas cosas (realización de gestiones, negocios, etc...) el otorgamiento de poderes puede resultar útil. A veces los impedimentos no se pueden solucionar (falta de recursos, barreras arquitectónicas, etc...) entonces se produce un déficit de autogobierno. Es importante destacar también que “la conciencia de la propia incapacidad es un gran factor de autogobierno y de resolución razonable de las necesidades”. Las situaciones de riesgo se producen en quien no es consciente de su falta de capacidad. En definitiva, al objeto de establecer si la persona que padece una anomalía o trastorno mental conserva o no suficiente autogobierno para atender su persona y sus bienes, habría que plantearse QUÉ NECESITA ORDINARIAMENTE ESTA PERSONA QUÉ PUEDE DECIDIR Y HACER POR SÍ MISMA QUÉ PUEDE DECIDIR Y PROCURARSE POR SÍ MISMA La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Córdoba en Sentencia de fecha 23 de Septiembre de 1997 recoge esta doctrina en los siguientes términos FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO. Impugna el recurrente la sentencia de instancia alegando error en la apreciación de la prueba por el Juzgador de 146 Instancia puesto que, afirma aquél, a la vista de la minusvalía y de la enfermedad que padece la demandada, es evidente que la misma debe ser declarada incapaz. El motivo debe ser totalmente desestimado y ello por cuanto, como afirma el Ministerio Fiscal, en modo alguno puede equipararse diagnóstico con incapacidad, o lo que es lo mismo, es claro que no puede sin más establecerse una simple relación de causalidad entre el padecimiento de una determinada enfermedad y la consiguiente declaración de incapacidad de la persona que la sufre. SEGUNDO. Es por ello que debe de partirse, con carácter general a la hora de indagar sobre la incapacidad de la personas, de las siguientes premisas: TERCERA MESA REDONDA: D FERNANDO SANTOS URBANEJA a) Que partiendo de la esencial dignidad de toda persona consagrada en el Art. 14 de la Constitución Española, es claro que toda restricción de la capacidad de obrar ( concepto éste más amplio que el tradicional de ser titular de derechos y sujeto de deberes ), debe ser interpretada de forma restrictiva, por lo que en definitiva, primero, la capacidad se presume, segundo; sólo puede destruirse tal presunción por pruebas concluyentes de contrario y tercero; toda restricción de la capacidad tiene como finalidad primordial la protección del incapaz. b) en segundo lugar y derivado de lo anterior, es preciso tener presente; Primero, que la enfermedad no puede interesar per se o por su causa, sino por el efecto que produce en la persona; Segundo, que por tanto, la enfermedad sólo puede se causa de la incapacitación si impide a la persona autogobernarse o, lo que es lo mismo, es esa inaptitud para el gobierno y no la enfermedad en sí la causa de la incapacidad. Tercero; Que la finalidad última de la incapacidad es la protección del presunto incapaz. TERCERO: En definitiva, es claro que el concepto de incapacidad debe ser circunstancial, puesto que deviene, como resume el Ministerio Fiscal, de dar respuesta a tres cuestiones: 147 a) Que es lo que hace ordinariamente el incapaz. b) Que es lo que necesita hacer. c) Que es lo que no puede hacer por sí mismo. Además, la prueba debe ser plena y no dejar margen de duda sobre tales extremos. En el caso que nos ocupa, a la vista de los informes obrantes en autos y del resto de la prueba practicada, se desprende con meridiana claridad; Primero, que Dª. Carmen no tiene afectada de forma importante su capacidad de conocimiento, por lo que es capaz de gobernar su persona y bienes y si a ello unimos que el actor no ha demostrado la necesidad de tener que suplir la capacidad de la misma en alguna concreta y especial faceta de su actividad, es evidente que debe confirmarse íntegramente la resolución de instancia. En suma; si existe/n alguna/s cosa/s que la persona enferma, discapacitada o senil necesite ordinariamente hacer y no pueda resolver porque no la puede llevar a cabo ella misma ni se la puede proporcionar un tercero a su instancia o por su mandato, esta será su zona de falta de autogobierno, su zona de incapacidad. 3. Los motivos de la incapacitación Hasta ahora los Tribunales sólo se han preguntado por la causa, en definitiva si la persona demandada tiene o no suficiente autogobierno para atender sus necesidades. En caso de que lo tenga, la demanda será rechazada; En caso de que carezca de autogobierno o se encuentre disminuido procederá la incapacitación total o parcial y el nombramiento de un representante que cubra ese déficit de capacidad. Los Tribunales no han pasado del análisis de la causa porque la ley, en concreto el Art. 200 no alude para nada a los motivos, sin duda por presumir que todos son aceptables. Pero eso no es así en todos los casos. Lo que yo propongo es que no se detenga el análisis en el elemento “causa” 148 y se extienda a “los motivos”, cosa que si bien es cierto que no está expresamente prevista en el tenor literal de la ley, no solo no está prohibida sino que es de puro sentido común. No cabe duda de que toda demanda de incapacidad se interpone con un motivo pero no todos los motivos son queridos por la ley. Si no preguntamos e investigamos el verdadero motivo de la demanda corremos el riesgo de que la institución de la incapacitación se utilice para todo lo contrario de lo que la ley pretende. En algunas ocasiones los Tribunales han detectado y resaltado estos abusos. Ejemplo de ello es la Sentencia de la Audiencia Provincial de La Coruña de 5 de Febrero de 2002 FUNDAMENTOS DE DERECHO TERCERA MESA REDONDA: D FERNANDO SANTOS URBANEJA SEGUNDO.- Ante el Juzgado se llevó a cabo prueba cuyo resultado no podía ser otro que la desestimación de la demanda, pues, cual reseñó el Ministerio Fiscal “no se puede sostener con un mínimo de objetividad que los demandados sean personas que padezcan enfermedad mental alguna, y que precisen de una limitación de sus actividades por su propio bien, o que hayan de ser auxiliados, ni siquiera asistidos, para cualquiera de los actos de la vida de relación. ...//... La Sra médico-forense Dª. Berta R. dictamina que D. Jesús M. G. y Dª. María Victoria B. G. no presentan “deficiencias ni enfermedad mental” y que sus funciones psíquicas superiores congnitivo-volitivas se encuentran lo suficientemente conservadas como para comprender y querer el alcance de sus actos, manteniendo un adecuado juicio crítico de la realidad; ...//... 149 Para la Sala no es que no esté acreditado motivo legal de incapacidad; es que, sin ambages, no lo hay. La Sala dice que no hay motivo refiriéndose al motivo legal pero, evidentemente, la demanda tenía un motivo. El motivo querido por la ley no puede ser otro que el beneficio e interés de la persona que se pretende incapacitar, un incremento en su protección. Este beneficio puede ser: • La consecución de mejores condiciones de vida en cuanto a recursos y prestaciones sociales, sanitarias, etc... • Poner fin a situaciones de riesgo personal o patrimonial. • Poner fin a situaciones de desamparo. Toda persona declarada incapaz debe estar más y mejor protegida después de la sentencia que antes, o tener unas mejores expectativas tras la declaración de incapacidad, pues, si no es así, ésta carecería de razón de ser. La incapacitación, en cuanto procedimiento, es siempre una perturbación y en algunas ocasiones es vivida con gran aflicción por los enfermos, discapacitados o seniles. Este sufrimiento sólo estaría justificado por la consecución de un bien o ventaja superior. Ocurre, sin embargo, que en muchas ocasiones la utilidad principal de la incapacitación no es para el enfermo o discapacitado, sino para terceros (Ej: que tienen necesidad de vender que el incapaz comparte en condominio con los hermanos, etc...) y en otras muchas ocasiones la consecución de lo pretendido no requiere la declaración de incapacidad (Asistencia social, sanitaria, etc...) Si tomamos como ejemplo la situación de un anciano que se encuentra en 150 la última fase de Alzheimer, perfectamente atendido por su familia que le proporciona todo lo que necesita, nadie podrá negar que existe “causa” de incapacitación, en cuanto que concurren todos los requisitos del Art. 200 del C.Civil (padecimiento mental persistente y falta de autogobierno), sin embargo la demanda carecería de “motivo”, porque tras la sentencia la situación del anciano permanecería invariable en lo tocante a su protección real convirtiéndose la declaración de incapacidad en un mal innecesario. En suma, sólo procedería la declaración de incapacidad cuando “la causa” fuera acompañada de “un motivo”. Pero no vale cualquier motivo, este debe ser: TERCERA MESA REDONDA: D FERNANDO SANTOS URBANEJA • Aceptable • Tener cierta concreción • No existirá cuando la protección deseada no requiera para nada la incapacitación o aquélla se pueda lograr acudiendo a otras alternativas. 3.1. El motivo debe ser aceptable En cuanto que repercuta en protección y bienestar del presunto incapaz y sea conforme a sus intereses Son inaceptables los que buscan su perjuicio. Es alarmante el incremento de demandas motivadas por desacuerdos entre padres e hijos o entre hermanos sobre cuestiones patrimoniales, conflictos que pretenden resolverse neutralizando la oposición de quien se dice es un “presunto incapaz”, mediante su declaración de incapacidad. No es infrecuente que en estos casos no se aporte con la demanda ningún principio de prueba o éste sea poco significativo. El proceso, en sí mismo, se convierte en una presión para doblegar al voluntad del demandado. 151 Veamos el siguiente ejemplo: Dos hijos interponen demanda de incapacitación contra su padre porque no están de acuerdo con la nueva relación que mantiene. Reproduzco el contenido del Acta de examen del presunto incapaz: A preguntas de S.Sª. D. Diego responde: Que se levanta a las ocho de la mañana, se viste, desayuna y se va al Hogar del Pensionista que es la actividad que más le gusta. Que no sabe leer ni escribir. Que el se viste sólo. Que aunque tiene 92 años, va sólo al médico, al Hogar del Pensionista y a la Farmacia. Que Francisca sólo le ayuda a bañarse. Que también vota sólo en las elecciones Que las cuentas las tiene a su nombre y al de Francisca y van juntos a realizar las gestiones de los Banco. Que al Banco va voluntariamente con Francisca y no porque ésta le fuerce. Que es pensionista y tiene en el Banco dos millones de pesetas. Que actualmente la pensión es de 56.000 pts. Que le paga a Francisca 90.000 pts mensuales porque le da la gana. Que desea continuar con Francisca porque se encuentra convenientemente atendido, incluso en exceso y que se encuentra mejor con ella que con sus propios hijos. El Juez en la sentencia hace, entre otras, las siguientes consideraciones: A tenor de la exploración efectuada por el Juzgador, no cabe sino afirmar que la percepción recibida del demandado es de una persona lúcida, que manifiesta sus propias aficiones e intereses, con capacidad para adoptar decisiones como la que ha venido discutiendo el actor en esta litis y con capacidad para establecer sus propias relaciones afectivas en su entorno según su propia voluntad, llegando a afirmar que está muy contento con Francisca, pues le trata como si fuera una hija. 152 En definitiva, Diego es capaz para regirse y las mermas que padece son propias de su edad y no son obstáculo en su vida ni en sus relaciones con el resto de la sociedad, dentro como es lógico de la edad que tiene. Así lo ha entendido el Fiscal en su escrito de conclusiones. Luis Mª.DELGADO LÓPEZ en su trabajo “Algunas cuestiones relativas al proceso de incapacitación y al expediente de tutela en la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil” señala: “El derecho cuenta con la familia para proteger al incapaz. Acontece con frecuencia, sin embargo, que los familiares se protegen a sí mismos. En lo patrimonial sobre todo, porque, como el incapaz tiene que morir y ellos heredarlo, preferirán gastar el menor dinero posible en sus atenciones para que sea mayor su herencia..” ...//... TERCERA MESA REDONDA: D FERNANDO SANTOS URBANEJA “Recibe el Fiscal presiones (para interponer la demanda de incapacitación) por motivos económicos que los familiares maquillan como beneficiosos para el enfermo, cuando en realidad lo son para ellos mismos. Los hermanos divididos en bloques, cada uno de los cuales quiere administrar el patrimonio de uno cuya enfermedad afirman con el sólo apoyo de que en alguna lejana ocasión le atendió un psiquiatra” 3.2. El motivo debe tener cierta concreción Debe estar conectado a una situación de necesidad presente o sobre la que sea verosímil que pueda plantearse en un plazo no muy lejano. Incapacitar “por si acaso surge la necesidad”, cuando ésta se juzgue poco probable no es una buena práctica. Sin embargo las demandas ocultan los motivos. A veces de modo consciente, 153 otras debido al abundantísimo empleo de formularios inexpresivos que no contienen más que frases vacías o rituales. Es muy común que el relato de hechos del escrito de demanda comience de la siguiente manera: “Mi mandante se halla legitimado activamente para promover la presente demanda por ser (familiar) de D./ A pesar de la esmerada asistencia facultativa que se la ha prestado, D./ se encuentra aquejado de una persistente enfermedad que le impide valerse y gobernarse por sí mismo, incapacidad de obrar que de no ser legalmente subsanada podría irrogar graves perjuicios al propio enfermo, a sus intereses y a la sociedad en general” 3.3. No existirá motivo cuando la protección deseada no requiera para nada la incapacitación o se pueda lograr acudiendo a otras alternativas No deja de sorprenderme la insistencia en incapacitar a las personas. Parece que lo primero que se le ocurre a algunos familiares, autoridades y organismos respecto del discapacitado, el enfermo mental o el senil, es incapacitarle. Parecería que todo se arregla con la incapacitación. Lo que los discapacitados, enfermos mentales y seniles necesitan en primer lugar no son sentencias de incapacitación, sino afecto, recursos sociales, sanitarios, educacionales, ocio, cultura, etc... y que las intervenciones judiciales busquen la efectividad y la protección con la menor intromisión en sus derechos y su dignidad. a) NO ES NECESARIA LA INCAPACITACIÓN • Para obtener una plaza en un Centro o Residencia. • Para obtener pensión por minusvalía • Para internar a una persona que no esté en condiciones de decidir por sí misma 154 b) ALTERNATIVAS MÁS SENCILLAS Y EFICACES Propongo utilizar las posibilidades que ofrecen: • La “Guarda de Hecho” • Las Medidas Cautelares Previas del Art. 762 de la LEC • Los Poderes Preventivos 4. Utilizar las posibilidades de la Institución de la Guarda de Hecho 4.1. Planteamiento La institución de la Guarda de Hecho es tan antigua como el hombre pues en todo tiempo han existido personas desvalidas que han sido cuidadas y amparadas por otras de modo espontáneo y natural, sin haber sido formalmente investidas de la condición de tutor. TERCERA MESA REDONDA: D FERNANDO SANTOS URBANEJA Hasta el momento en que se produce la Codificación, el Derecho no había tratado de modo muy distinto al tutor investido y al tutor de hecho. A partir del momento en que el Derecho se codifica y se sistematiza lo que queda fuera del sistema no se toma en cuenta, llegando incluso a ser objeto de reprobación. Así se explica que las únicas menciones que el Ordenamiento hacía a la figura del Guardador de hecho se encontraban en el Código Penal a efectos de agravar las penas en relación con determinados delitos ( corrupción, abandono, etc...). A pesar de ello, bien debido a la ignorancia o a la desconfianza tradicional a la Administración de Justicia y a los procedimientos legales, las situaciones de Guarda de hecho eran en la práctica muy numerosas y las pretensiones que se suscitaban se resolvían en torno a la figura de la gestión de negocios ajenos sin mandato. Puede afirmarse que al inicio de la década de los ochenta existían muchas decenas de miles de personas en situación de Guarda de Hecho. 155 La reforma del Código Civil operada en virtud de la Ley 13/1983 de 24 de Octubre que dedica un capítulo a esta figura, supone una reconciliación entre el Derecho y la realidad. A partir de este momento esta figura no puede seguir llamándose en puridad “Guarda de hecho”. Se le puede llamar “Guarda informal” dado que no precisa de investidura ni procedimiento porque nace directamente de la ley, o se le puede denominar “Guarda Provisional” porque lo natural es que desemboque en la constitución formal de la tutela, pero no parece correcto hablar de “Guarda de hecho” cuando cuenta con idéntico respaldo legal que las Instituciones clásicas de Guarda. 4.2. Régimen Legal La regulación de la Guarda de Hecho se encuentra en el Capítulo V del Título X del Libro I del Código Civil ( Arts. 303, 304 y 306 ). Sobre un Proyecto inicial más amplio, finalmente la regulación de esta institución se plasmó en tan sólo tres artículos. La regulación es fragmentaria e inconexa y en ella puede advertirse una doble corriente, Por un lado la regulación revela desconfianza ( Art. 303 ) y por otro aprobación ( Arts. 304 y 306 ) Su relativa novedad y la precariedad de la regulación explica que se haya hecho muy poco uso de esta institución que creo está llamada a jugar un papel de extraordinaria importancia en el futuro sistema de protección de las personas denominadas incapaces. Art. 303 del Código Civil “Sin perjuicio de lo dispuesto en los artículos 203 y 228, cuando la Autoridad judicial tenga conocimiento de la existencia de un guardador de hecho podrá requerirle para que informe de la situación de la persona y los bienes del menor o del presunto incapaz y de su actuación en relación con los mismos, pudiendo establecer las medidas 156 de control y vigilancia que considere oportunas. La referencia al artículo 203 del Código Civil ( derogado en virtud de la Ley 1/2000 de Enjuiciamiento Civil ) debe entenderse hecha actualmente al artículo 757-3 de la Ley de Enjuiciamiento Civil. Art. 304 del Código Civil “Los actos realizados por el guardador de hecho en interés del menor o presunto incapaz no podrán ser impugnados si redundan en su utilidad. Art. 305 del Código Civil “Será aplicable al guardador de hecho lo dispuesto en el artículo 220 respecto del tutor” TERCERA MESA REDONDA: D FERNANDO SANTOS URBANEJA Dispone el Art. 220 del Código Civil que: “La persona que en el ejercicio de una función tutelar sufra daños y perjuicios sin culpa de su parte, tendrá derecho a la indemnización de éstos con cargo a los bienes del tutelado, de no poder obtener por otro medio su resarcimiento” 4.3. Validez de los actos realizados por el guardador El Art. 304 recoge el sencillo estatuto del Guardador en esta materia estableciendo una presunción general de validez de los actos realizados por el Guardador siempre que se hayan realizado en beneficio y utilidad del guardado, pudiendo no obstante ser impugnados y, en su caso, anulados por quien pretenda que tal beneficio no ha existido. Este precepto otorga validez a los miles de actos que diariamente realizan los guardadores en beneficio de sus guardados: ( Ej: Solicitar asistencia médica, adquisición de productos, contratos de prestación de servicios, etc....) 157 En las cosas cotidianas no se le presentan problemas al guardador, pero sí cuando trata de realizar actos más relevantes (Ej. matricular al discapacitado en un curso, disponer de la cuenta corriente cuya titularidad corresponde al anciano enfermo, vender un bien, solicitar un préstamo, interponer una demanda, renunciar a una herencia, etc.... En teoría no debería haber problema en tanto que el Art. 304 concede la legitimación y las facultades para llevar a cabo estos actos. El problema es la acreditación, por un lado, de la misma situación de guarda de hecho y por otro, de que el acto que se pretende realizar reporta realmente un beneficio para el guardado. Cuando alguna persona o institución ( Director del Banco, Notario, Médico, Director del Colegio, Organismos Públicos diversos, etc...) cuestiona alguna de estas realidades es preciso que el Guardador las acredite. La acreditación podría lograrse interponiendo una demanda de incapacitación para obtener una sentencia en la que se declare la situación de incapacidad y se establezca formalmente la figura de guarda ( Patria potestad prorrogada o rehabilitada, tutela, curatela ) Esta es la solución a la que generalmente se acude pero considero que la mayor parte de las veces es una solución inadecuada, excesiva e innecesaria. Es inadecuada, porque la declaración de incapacidad y la autorización correspondiente se obtendrá generalmente no antes de seis meses, mientras que lo que se necesita quizá no pueda esperar tanto. Es excesiva e innecesaria porque no debe acudirse a un remedio extremo cuando se puede obtener la protección por medios más livianos. Lo que propongo es que se acredite la existencia de la situación de Guarda de hecho y la bondad para el guardado del acto que se pretende realizar a través de un sencillo procedimiento de jurisdicción voluntaria. 158 El procedimiento tendría los siguientes trámites: a) Escrito dirigido al Juzgado de 1ª Instancia correspondiente al domicilio del guardado No es necesario Abogado ni Procurador puesto que la pretensión trae causa de una situación regulada dentro del Título X del Código Civil y la eventual oposición de un tercero no supondría el archivo del expediente, sino que se analizaría dentro del mismo. (Disposición Adicional Tercera de la L.O. 1/1996 de 15 de Enero de Protección Jurídica del Menor) b) Práctica de la prueba (Reconocimientos, audiencias, documentos, periciales, etc...) c) Informe del Ministerio Fiscal TERCERA MESA REDONDA: D FERNANDO SANTOS URBANEJA d) Auto del Juez Tras la acreditación en su caso de lo alegado, el Auto por el que el Juez declara que existe la situación de Guarda de hecho y habilita al guardador para llevar a cabo lo pretendido por estimar que el beneficioso para éste, representa un título que presentar al Director del Banco, al Director del Centro, al Notario, al Médico, etc.... Esta solución esta funcionando bien para determinadas actuaciones que no tienen trascendencia registral. Los Notarios y los Registradores no están admitiendo la legitimación del Guardador de Hecho para otorgar escrituras y exigen la sentencia de incapacidad, lo que obliga a iniciar cientos de procedimientos de incapacidad sólo por este motivo que generalmente no se vuelve a presentar en la vida del discapacitado, del enfermo mental o del senil. 4.4. Otros preceptos Queda por analizar una cuestión, diversos preceptos parecen obligar, tanto 159 a las Autoridades como a los familiares cercanos, a iniciar el procedimiento de incapacitación en cuanto tengan conocimiento de la existencia de una persona que afectada por discapacidad, enfermedad mental o senilidad que no se encuentra judicialmente incapacitada. A este grupo de preceptos pertenece: El Art.757 de la LEC establece que: 1. La declaración de incapacidad pueden promoverla, el propio incapaz, el cónyuge el cónyuge o quien se encuentre en una situación de hecho asimilable, los descendientes, ascendientes o los hermanos del presunto incapaz. (Redacción Ley 41/2003 de 18 de Noviembre) 2. El Ministerio Fiscal deberá promover la incapacitación si las personas mencionadas en el apartado anterior no existieran o no la hubieran solicitado. 3. Cualquier persona está facultada para poner en conocimiento del Ministerio Fiscal los hechos que puedan ser determinantes de la incapacitación. Las autoridades y funcionarios públicos que, por razón de sus cargos, conocieran la existencia de posible causa de incapacitación en una persona, deberán ponerlo en conocimiento del Ministerio Fiscal. El Art. 229 del Código Civil que establece que: “Estarán obligados a promover la constitución de la tutela, desde el momento en que conocieren el hecho que la motivare, los pariente llamados a ella y la persona bajo cuya guarda se encuentre el menor o incapacitado, y si no lo hicieren, serán responsables solidarios de la indemnización de daños y perjuicios causados” Cabe señalar al respecto lo siguiente: 160 Primero: Que a pesar de la literalidad del Art. 753-2 de la LEC (El Ministerio Fiscal deberá promover la incapacitación si las personas mencionadas en el apartado anterior no existieran o no la hubieran solicitado), la adecuada interpretación de este precepto lleva a conclusiones menos drásticas. La Circular 1/2001 de la Fiscalía General del Estado sobre “Incidencia de la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil en la intervención del Fiscal en los procesos civiles” señala: “La puesta en conocimiento del Ministerio Fiscal de hechos que puedan ser determinantes de la incapacitación, realizada por cualquier otra persona conforme a los previsto en el Art 757.3, no obliga al Fiscal a interponer automáticamente la demanda de incapacitación, sino que deberá analizar las circunstancias del caso y en función de las mismas determinar si procede o no la interposición de la demanda. TERCERA MESA REDONDA: D FERNANDO SANTOS URBANEJA Esta conclusión queda confirmada “a fortiori” por el Art. 762-1, que dispone que el Fiscal, cuando la Autoridad Judicial haya puesto en conocimiento la existencia de una posible causa de incapacitación en una persona, podrá promover la incapacitación “si lo estima procedente” Segundo: Que habrá que valorar en cada caso, a efectos de lo dispuesto en el Art. 229 del C. Civil, los posibles daños o perjuicios que podría ocasionar la no incapacitación y si éstos son mayores o menores que los derivados del propio procedimiento de incapacidad. En definitiva, si existe o no motivo para interponer la demanda. 5. La utilización de las medidas cautelares previstas en el Art. 762 de la Ley de Enjuiciamiento Civil Establece el Art. 762-1 de la L.E.C. que: 1. Cuando el tribunal competente tenga conocimiento de la existencia 161 de posible causa de incapacitación en una persona, adoptará de oficio las medidas que estime necesarias para la adecuada protección del presunto incapaz o de su patrimonio y pondrá el hecho en conocimiento del Ministerio Fiscal para que promueva, si lo estima procedente, la incapacitación. 2. El Ministerio Fiscal podrá también, en cuanto tenga conocimiento de la existencia de posible causa de incapacitación de una persona, solicitar del tribunal la inmediata adopción de las medidas a que se refiere el apartado anterior. Aunque el Art. 762-2 limita la legitimación para solicitarlas al Ministerio Fiscal, entiendo que también tendrían legitimación los familiares y guardadores. Según dispone el Art. 730-2 II de la L.E.C., en caso de que se hayan solicitado medidas cautelares antes de la demanda, quedarán sin efecto si ésta no se presenta en los veinte días siguientes a su adopción ante el mismo tribunal que conoció de la solicitud de aquéllas. Entiendo que esta regla general no es aplicable a la demanda de incapacidad dado que según dispone el Art. 762-1 LEC. solo habrá de interponerse “si se estima procedente”. No será procedente cuando la protección que la personaba necesitaba se ha obtenido a través de la medida cautelar (Ej: Autorización para intervención quirúrgica urgente, habilitaciones a familiares o guardadores para formular denuncia, repudiar una herencia con pasivo mayor que el activo, realizar gestiones urgentes, etc...) y no se aprecie ya motivo que justifique la interposición de la demanda de incapacidad. 6. Los poderes preventivos La Ley 41/2003 de 18 de Noviembre, de Protección Patrimonial de las Personas con Discapacidad da una nueva redacción al Art. 1732 y ha creado una institución a mi juicio de enorme trascendencia para el colectivo de la 162 Tercera Edad y de los enfermos mentales en la medida que permite, mientras se conservan las facultades mentales, nombrar un representante para el caso de que lleguen a perderse, hecho éste (he aquí la novedad) que no implicaría la revocación del poder. Se puede evitar de este modo, en caso de pérdida de autogobierno, el tener que nombrar un representante a través del procedimiento de incapacitación y nombramiento de tutor. Dispone el Art. 1732 del Código Civil: “El mandato se extinguirá también por la incapacidad sobrevenida del mandante, a no ser que en el mismo se hubiera dispuesto su continuación o el mandato se hubiera dado para el caso de incapacidad del mandante apreciada conforme a los dispuesto por éste. TERCERA MESA REDONDA: D FERNANDO SANTOS URBANEJA En estos casos el mandato podrá terminar por resolución judicial dictada al constituirse el organismo tutelar o posteriormente a instancia del tutor” Además de nombrar representante, puede el mandante establecer en el poder las directrices a que ha de ajustarse el mandatario. 7. En conclusión Antes de interponer demanda de incapacitación de una persona habrá que determinar si existe CAUSA (falta de autogobierno) y MOTIVO (beneficio efectivo y concreto para la persona que no pueda conseguirse por otros medios). La institución de la Guarda de Hecho, las Medidas Cautelares Previas y los Poderes Preventivos pueden ser instrumentos muy útiles para proporcionar la protección jurídica deseada sin tener que acudir al procedimiento de incapacitación. 163 164 LA NECESIDAD DE LA INCAPACITACIÓN. ASUNCIÓN DE LA TUTELA POR LAS ENTIDADES PÚBLICAS III MESA REDONDA LA TUTELA LEGAL DEL ARTÍCULO 239 DEL CÓDIGO CIVIL. EL CONCEPTO DE DESAMPARO Dª María del Mar Heras Hernández Profesora Titular de Derecho Civil de la Universidad Rey Juan Carlos 1. Introducción TERCERA MESA REDONDA: Dª MARÍA DEL MAR HERAS HERNÁNDEZ En primer lugar quiero mostrar mi agradecimiento a la Fundación Tutelar de la Rioja por su invitación a participar en estas Jornadas y permitirme compartir estos momentos con profesionales de distintos ámbitos que viven diariamente la problemática de los incapacitados. Me corresponde hablarles de la tutela legal del artículo 239.3 del Código civil, dedicado a los mayores incapaces. Una de las novedades que desde el principio más llamó mi atención en la Ley 41/20031, ha sido la incorporación de esta tutela legal. Con ella se continúa dando respuesta al propósito del legislador de habilitar nuevas fórmulas jurídicas para la adecuada prestación de cuidados y asistencia de personas mayores, incapaces, incapacitados y/o dependientes2. Esta 1. Sobre los aspectos generales de esta Ley, vid. BOLAS ALFONSO, «Ley 41/2003, de 18 noviembre, de protección patrimonial de las personas con discapacidad», en Jornadas sobre Protección Jurídica de la Incapacidad, 26-27 de mayo de 2005, Fundación Tutelar de la Rioja, Logroño, 2005, p. 119 y ss. También entre otros, PEREÑA VICENTE, Asistencia y protección de las personas incapaces o con discapacidad: Las soluciones del Derecho civil, Universidad Rey Juan Carlos, Dykinson, Madrid, 2006. 2. La Ley 51/2003, de 2 de diciembre, de igualdad de oportunidades, no discriminación y accesibilidad universal de las personas con discapacidad. Otra contribución más para lograr la accesibilidad del discapacitado en su vivienda lo constituye la incorporación de un nuevo párrafo en el art. 21 de la LAR con motivo de la reforma operada por Ley 26/2005, de 30 de noviembre, en línea con lo ya dispuesto en el art. 24 de la LAU. También destaca la Ley 53/2003, de 10 de diciembre, sobre empleo público de discapacitados. 165 incesante preocupación justifica, también, la aparición en el ámbito del Derecho privado de figuras asistenciales del tipo del acogimiento familiar de personas mayores y/o discapacitados regulado a través de distintas leyes autonómicas, o el contrato aleatorio de alimentos cuyo régimen jurídico se contiene en los arts. 1791 a 1797 del Código civil español3. Con esta tutela se constata la necesidad de implantar un sistema asistencial basado en el principio de corresponsabilidad entre el Estado y la familia, y aún es más, que garantice la actuación inexcusable de las distintas Administraciones Públicas competentes ante la imposibilidad, inhabilidad o inexistencia de un núcleo familiar que pueda o quiera hacerse cargo de los sujetos protegidos por la norma. Por último, con esta tutela se hace eco el legislador de la profunda evolución que ha experimentado el concepto tradicional de familia, propiciado por el cambio de rol desempeñado hasta ahora por la mujer tras su incorporación al mundo laboral y la imposibilidad de ejercer la función de cuidador que se le venía atribuyendo4. Se suma a este profundo cambio, otros factores decisivos como el envejecimiento de la población,-principal causa de situaciones de dependencia graves, junto a los accidentes de tráfico-, la proliferación de familias monoparentales, el cambio de los valores familiares, los inevitables condicionantes que impone la sociedad de consumo, o el frecuente alejamiento de las familias de su entorno, factores todos ellos que limitan sobremanera las posibilidades reales de designar tutor, agravadas seguramente, cuando el sujeto a proteger carece de patrimonio, dándose la paradoja, no poco frecuente, de que si el tutelado tiene bienes, sobran candidatos a tutor, y si carece de ellos no hay quien se haga cargo del incapacitado5. 3. ECHEVARRIA DE RADA, «El nuevo contrato de alimentos: Estudio crítico de sus caracteres» en Protección Jurídica patrimonial de las personas con discapacidad, coord. PÉREZ DE VARGAS Y MÚÑOZ, La Ley-URJC, 2006, p. 537 y ss. 4. La Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia, reconoce con carácter excepcional la posibilidad de que los cuidadores no profesionales perciban una prestación económica, siempre que se den las condiciones que se indican en el art. 14.4 de la Ley. Se trata de una medida que pretende propiciar que la prestación de cuidados se realice en el propio entorno familiar. 5. HEREDIA PUENTE Y FÁBREGA RUIZ, «Algunas ideas sobre el modelo institucional de protección de incapaces en el Derecho civil español», «Revista del Poder Judicial», nº 48, 1997, p. 508. 166 La Ley de protección patrimonial del discapacitado articula un sistema asistencial que se sustenta en la responsabilidad principal del núcleo familiar del discapacitado, declarándose la responsabilidad subsidiaria de los poderes públicos en cuanto a prestación de cuidados y asistencia de estas personas se refiere, es decir, en defecto de la suministrada por el entorno familiar más cercano y ello a pesar del hecho incuestionable, -aún reconociendo los enormes esfuerzos legales que se están haciendo-, de la insuficiencia de ayudas económicas que perciben las familias, de la falta de apoyo y la escasez de centros especializados. Consciente el legislador de esta realidad -que intenta ser paliada por la Ley 39/2006, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia-, se declara la responsabilidad inexcusable o «ineludible»6 de las distintas Administraciones Públicas, de proteger a aquellos sujetos cuyo entorno familiar no pueda dotarles de la asistencia por ellos requerida, por las circunstancias que sean, o de aquellos incapacitados en situación de desamparo, novedad y principal ratio de la norma en estudio. 2. La tutela de los mayores incapaces TERCERA MESA REDONDA: Dª MARÍA DEL MAR HERAS HERNÁNDEZ La tutela ha sido tradicionalmente un instituto de protección jurídica de menores e incapacitados judicialmente. El art. 9.3 de la Ley de protección patrimonial de las personas con discapacidad añade un tercer párrafo al art. 239 del Código civil. Da vida así el legislador a una tutela cuya titularidad corresponde a las entidades públicas competentes y que ha recibido hasta el momento importantes críticas. De la misma se ha destacado su deficiente técnica jurídica, así como la ambigüedad conceptual que la caracteriza –no se sabe, por ejemplo, quién es el destinatario de la norma, entre muchas otras cosas-7, y plantea seriamente la posibilidad de que con ella puedan llegar a 6. BELLO JANEIRO, «Autotutela e incapacitación voluntaria», en Protección Jurídica Patrimonial de las personas con discapacidad, coord. PÉREZ DE VARGAS MÚÑOZ, La Ley-URJC, 2006, p.50. 7. HERAS HERNÁNDEZ, «La tutela asumida por las entidades públicas a favor de los mayores incapacitados: un nuevo y necesario mecanismo de protección jurídico-asistencial», en Protección Jurídica Patrimonial de las personas con discapacidad, coord. PÉREZ DE VARGAS Y MÚÑOZ, La Ley-URJC, 2006, p. 593 y ss. HERAS HERNÁNDEZ, «La tutela administrativa a favor de los mayores incapacitados», «Actualidad Civil», p. 2389 y ss. 167 romperse los esquemas legales hasta hoy imperantes en sede de tutela8. Es curioso como la Exposición de Motivos de la Ley 41/2003 no la menciona, toda vez que su escasa consideración en el iter legislativo de la ley, ha hecho que la norma en estudio haya sido merecedora de los calificativos de «impremeditada» o «insustancial»9. Además, la consideración de esta tutela legal de titularidad pública, unida a la incorporación de mecanismos de autoprotección en previsión de futuras situaciones de incapacitación, hace que nos preguntemos si no serán éstos cómodos instrumentos para desvirtuar, alterar o al menos relativizar el principio de autoridad judicial actualmente imperante. En mi opinión, esta tutela legal no supone su desjudicialización, desjudicialización que permitiría la coexistencia de tres tutelas distintas: la tutela diseñada por el propio sujeto10, la tutela legal o «administrativa» aplicable a los menores desamparados y a los presuntos incapaces en situación de desamparo y una tutela judicial que podríamos denominar ordinaria o “de siempre”11, es decir, en los términos que establece el Código civil. Esta variedad tutelar, no me parece conveniente, es arriesgada y altamente perjudicial a los intereses del sujeto protegido porque supondría mermar las funciones judiciales y del Ministerio Fiscal , velando porque se cumplan plenamente las garantías procesales. 8. GIL RODRIGUEZ, «La «entidad pública» y las «instituciones privadas», en la tutela de incapaces desamparados», en Protección Jurídica patrimonial de las personas con discapacidad», La Ley-URJC, 2006. p. 191, se refiere muy ilustrativamente de: «terremoto o tsunami que habría venido a desestabilizar la soldadora entre los modelos de «protección canónica» e institucional de los mayores de edad necesitados de amparo –la tutela, la curatela el defensor judicial, el Ministerio Fiscal y propio guardador de hecho». 9. GIL RODRIGUEZ, op, cit., p. 193. 10 Como clara manifestación del principio de autonomía de la voluntad, aparece no sólo la posibilidad de que los padres designen tutor a favor de los hijos, según los presupuestos legales establecidos en el art. 223.1 del Código civil, sino también la autotutela, figura con la que se quiere dar respuesta al principio de independencia y respeto absoluto a la decisión personal de autoprotegerse. Sobre este particular, resulta muy interesante el trabajo de PEREÑA VICENTE, «La autotutela: ¿Desjudialización de la tutela?, «La Ley», nº 6665, martes, 6 de marzo, de 2007. También DE AMUNÁTEGUI RODRÍGUEZ, «Crisis de la incapacitación? La autonomía de la voluntad como posible alternativa para la protección de los mayores», «Revista de Derecho Privado», enero-febrero, 2006, p. 9 a 67. 11. GIL RODRÍGUEZ, op., cit. 207. 168 En cierto modo parece una tutela diseñada a caballo entre la tutela administrativa propia de los menores desamparados y aquella tutela judicial referida exclusivamente a los incapacitados, si bien como se verá, no es posible declarar la identidad entre ambas, al menos por lo que se refiere a su constitución, aunque si probablemente en su ratio. Por lo que se refiere a los antecedentes legislativos de esta norma, cabe decir que el art. 239 del Código civil ha sido objeto de varias modificaciones, todas ellas polémicas al presentar notables dificultades interpretativas. En la redacción que le fuera dada con motivo de la reforma operada en materia de tutela por la Ley 13/1983, de 24 de octubre, en el mismo se establecía que: «Si se tratase de un menor acogido en establecimiento público, la tutela podrá ser atribuida al Director del establecimiento». Esta tutela, -que en el fondo pretendía ser una tutela institucional a favor de persona jurídica-, presentaba cuando menos el inconveniente del obligado cambio de tutor cuando el Director del establecimiento cesaba o cuando era el propio tutelado quien se trasladaba de un establecimiento a otro. TERCERA MESA REDONDA: Dª MARÍA DEL MAR HERAS HERNÁNDEZ El precepto fue objeto de una nueva redacción con motivo de la Ley 21/1987, de reforma del Código civil y L.E.C en materia de adopción, que supuso un importante avance respecto a la situación anterior, estableciéndose ya que «La tutela de los menores desamparados corresponde por Ley a la entidad a la que se refiere el art. 172». Precisamente en su momento se propugnó la aplicación analógica del precepto a «todas las demás personas que puedan estar sometidas a tutela, incluidos los ancianos, salvando así una limitación del texto legal que no tiene más explicación que el descuido del legislador»12. El párrafo tercero del art. 239 extiende, ahora si, la protección de esta tutela a favor de los mayores incapaces. 12. BERCOVITZ Y RODRIGUEZ CANO, Problemas en torno a la incapacidad y el fallecimiento de los ancianos institucionalizados, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Secretaria General para la Seguridad Social, Inserso, Madrid, 1987, p. 21. También declara al respecto que: «...es un caso claro en el que cabe aplicar la interpretación analógica, y extender, consecuentemente, su ámbito de aplicación a los mayores incapacitados...». ob, cit., p. 30. 169 El interés de esta nueva tutela legal como instrumento de protección de los mayores incapaces reside: en primer lugar, en saber si ha sido verdaderamente el propósito del legislador aprovechar las ventajas que ofrece la tutela automática ex art. 172 Código civil como mecanismo de protección de menores desamparados, extendiendo su alcance y contenido a los incapaces. Con tal finalidad se precisa determinar si se trata de una tutela meramente asistencial, o de una tutela que revestiría un carácter extraordinario o excepcional si se extendiese no sólo a los incapacitados judicialmente, sino también a los desamparados sin incapacitar judicialmente. En segundo lugar, desentrañar las múltiples dificultades interpretativas que presenta la norma como consecuencia, no tanto de su deficiente redacción, como de los innumerables silencios que arroja la norma respecto a cuestiones trascendentales como las que a continuación menciono: -¿Quiénes son los beneficiarios de esta particular tutela, o lo que es lo mismo, quién es el sujeto beneficiado por la articulación de esta tutela administrativa? . La respuesta exige precisar si el concepto de incapaz se refiere al incapacitado judicialmente, o si el beneficiario de esta protección podrá serlo también el presunto incapaz. -¿Quiénes son los sujetos activos del desamparo? o ¿quiénes están en posición de poner en situación de desamparo al incapaz incumpliendo los deberes de protección que les son propios? -Analizar si el concepto de desamparo, coincide plenamente con el que recoge el art. 172 Código civil, en sede de desamparo de menores. -Y por último precisar las características y efectos jurídicos de esta tutela a favor de la entidad pública. Nada se dice, de si ésta asume la representación y administración de los bienes del incapaz y si comporta la suspensión de la tutela o de la patria potestad rehabilitada o prorrogada. 3. El concepto de incapaz. Supuestos contemplados en la norma Con carácter previo diré que el precepto objeto de estudio contempla al incapaz mayor de edad, ya que tratándose de menores, el párrafo primero 170 de este art. 239 Código civil se remite a la tutela automática de menores desamparados ex art. 172 Código civil, atribuyéndose ésta última a favor de las entidades públicas que tengan encomendadas la protección de menores en el respectivo territorio. Por otro lado, es sabido que la Ley 41/2003 maneja los conceptos de discapacitado, incapaz e incapacitado judicialmente de un modo muy poco comprensible. Por ello, cuando habla de incapaz es necesario precisar a quién se refiere. Para tal finalidad conviene decir que el precepto puede ser objeto de dos interpretaciones: una interpretación finalista y una interpretación literal. En atención a la primera de ellas puede sostenerse que el incapaz se refiere exclusivamente a las personas incapacitadas judicialmente que se encuentren en alguna de las dos situaciones descritas en la norma: que sea imposible designarles tutor conforme a los criterios del art. 234 Código civil, o que se acredite respecto a ellos la situación de abandono en la que les colocan quienes tienen la obligación de prestarles asistencia moral y material. TERCERA MESA REDONDA: Dª MARÍA DEL MAR HERAS HERNÁNDEZ Una interpretación literal del precepto nos conduciría a pensar que su ámbito de protección se extiende también a los presuntos incapacitados o incapacitables en situación de desamparo. El texto dice literalmente que: la entidad pública asumirá por ministerio de la ley la tutela de incapaz o cuando éste (el incapaz) se encuentre en situación de desamparo, constituyéndose una tutela administrativa a favor de la entidad pública prevista en términos muy similares a aquélla constituida para la protección de menores desamparados. El aparente «automatismo» que caracteriza esta tutela podría quedar justificado en la situación de urgencia y gravedad que padece el sujeto protegido y la necesidad de una intervención administrativa basada en los principios de agilidad, inmediatez y eficiencia. Resulta indudable, -en la tarea de buscar más argumentos a favor de esta interpretación-, que un procedimiento de incapacitación tiene en gran medida limitada su efectividad debido en buena parte a su lentitud, siendo innegable que su incoación y tramitación no permite dar una respuesta adecuada a la urgencia que caracteriza la situación de abandono que el sujeto padece. Se ha advertido13 con carácter general de la coexistencia de dos 13. PALOMINO DÍEZ, «La discutida naturaleza de la tutela de las entidades públicas del Art 172.1 CC», en «Actualidad civil», T. I, 2005, p.1311. 171 modalidades de tutela: una tutela ordinaria de constitución judicial y una tutela administrativa ex art. 239.3 Código civil en relación con el art. 172.1 del Código civil que recae en menores, y que ahora podría recaer en los desamparados desasistidos o desamparados. De esta última tutela administrativa, partícipe del principio de inmediatez, podrían beneficiarse muchas personas naturalmente incapaces que se encuentran en una clara situación de riesgo o de manifiesta vulnerabilidad, muy propia de los ancianos o de los llamados «sin techo». Bello Janeiro14 considera que «en el fondo se trata de un compromiso social a favor de las personas que no pueden valerse por sí mismas por razón de enfermedad o disminución psíquica y se encuentran desatendidas, ya sea porque no han sabido o podido tomar previsiones con anterioridad, o porque no se les asiste en su entorno familiar». A mi juicio, la primera interpretación aludida es la correcta15, de otro modo podríamos enfrentarnos a una norma que invadiría derechos fundamentales de la persona, dado que la capacidad del mayor se presume iuris tamtum ex art. 199 Código civil, y no puede ser objeto de limitaciones o restricciones sin que medie una sentencia de incapacitación16, toda vez que esta 14. PÉREZ DE VARGAS Y MÚÑOZ, «La autotutela: una institución a regular por nuestro Código civil», «Revista de Derecho Privado», 2001, p. 937 y ss. BELLO JANEIRO, «Autotutela e incapacitación voluntaria», Protección jurídica y patrimonial, coord. BELLO JANEIRO, EGAP, Santiago de Compostela, 2005, p. 65. 15. En este sentido SERRANO GARCÍA, «Discapacidad e incapacidad en la Ley 41/2003, de 18 de noviembre», «Revista Jurídica del Notariado», octubre-diciembre, 2004, p. 269, declara –tras reflexionar sobre las dos posibles interpretaciones de la norma, que el «incapaz (que no es incapaz propiamente, sino incapacitado), desamparado o no, es un sujeto que ha estado sujeto a un procedimiento judicial acerca de su capacidad, que ha terminado en sentencia. También vid. REPRESA POLO, «Autotutela, mandato y tutela automática de los incapaces», en Protección jurídica de los incapaces, coord. DÍAZ ALABART, Ibermutuamur y Nabiu, Madrid, 2004, p. 204. LINACERO DE LA FUENTE, «Protección jurídica de personas mayores», «Actualidad Civil», 2004-2, p. 2272, apunta que «la tutela automática a cargo de la entidad pública encargada de la tutela de incapaces, no debe limitarse a las personas mayores (estén incapaces o personas mayores incapaces en situación de desamparo), sino también a personas capaces en situación de desprotección social (v.gr. abandono, malos tratos, mendicidad, enfermedad...)». 16. Como indica FÁBREGA RUIZ, «Breves notas sobre la intervención del Ministerio Fiscal en el proceso civil», «La Ley», nº 5841, 3 de septiembre, 2003, p. 3: «Para determinar lo que debemos entender a estos efectos por incapaz debemos partir de que la capacidad de obrar se presume en todo mayor de edad y que, de acuerdo con el art. 199 del Código civil, la incapacidad ha de declararse por sentencia. Si no existe sentencia, podemos hablar de incapaz natural, pero no incapacitado e incapaz legal». 172 presunción de plena capacidad implica que la sentencia de incapacitación sea constitutiva y de eficacia irretroactiva17. Por otro lado, la administración de los patrimonios privados de los presuntos incapaces no puede ser atribuida automáticamente a favor de ningún ente público o privado18. En definitiva «el enfermo mental no incapacitado es formalmente capaz, ya que es independiente, no está sometido a potestad alguna y no tiene prohibición genérica de actuar»19. Esta interpretación resulta coherente con los principios inspiradores de la reforma operada con motivo de la Ley 13/1983, de 24 de octubre, en materia de tutela. Tales principios20 son: el de que la incapacitación es excepcional; que ésta sólo cabe mediando las causas legalmente previstas y el principio general de tutela judicial (arts. 232; 224; 234; 271 y 272 del Código civil). TERCERA MESA REDONDA: Dª MARÍA DEL MAR HERAS HERNÁNDEZ También subyace una razón de orden práctico. Hoy por hoy las entidades públicas competentes, por ejemplo, la Agencia Madrileña de Tutelas de Mayores, -adscrita a la Consejería de Integración Social de la Comunidad de Madrid- se verían totalmente desbordadas si tuvieran que hacerse cargo «automáticamente» de todos los presuntos incapaces que se encuentren en situación de desamparo moral o asistencial. Es por ello que, a mayor 17. En la STS de 30 de junio de 2004 (RJ 2004, 4283, nº 646/2004, se declara que: «El derecho a la personalidad jurídica del ser humano (...) lleva implícito el reconocimiento del derecho a la capacidad jurídica de la persona, por lo que toda restricción o limitación de la capacidad de obrar afecta a la dignidad de la persona y a los derechos inviolables que le son inherentes, así como al libre desarrollo de su personalidad». Por su parte la STS 31 de diciembre de 1991, RJ/ 1991/9483 pone de relieve, de modo muy ilustrativo, que: «Los procesos sobre incapacitación imponen un especial tratamiento y exigen una concentrada y directa atención de los juzgadores, ya que el objeto de los mismos no son las cosas ni las controversias derivadas de las relaciones jurídicas, sino la persona misma y mediante dichos trámites procesales se declara si les reconoce o priva de la capacidad jurídica de obrar...». 18. SERRANO GARCÍA, ob, cit., p. 268: «Nadie, ni siquiera el Estado, ni tampoco las Comunidades Autónomas pueden irrogarse la representación de otra persona sin que haya habido un procedimiento judicial rodeado de la máximas cautelas que termina con una sentencia privando al sujeto de la capacidad o restringiéndosela...». 19. MARTÍN GARCÍA-RIPOLL MONTIJANO, La protección civil del enfermo mental no incapacitado, J Mª Bosch, Barcelona, 1992. p. 301. 20. DÍEZ PICAZO, «Las líneas de inspiración de la reforma del Código civil en materia de tutela», «Documentación jurídica», nº 41 T. XI, Ministerio de Justicia, enero-marzo, 1984, p. 6. 173 abundamiento, el art 4.a) de la Ley 4/1995, de 21 de marzo, de creación de la Agencia Madrileña para la Tutela de Adultos, establece que entre sus fines se encuentra «El ejercicio inexcusable de la Agencia Madrileña para la Tutela de Adultos de la Tutela y Cúratela de las personas mayores de edad incapacitadas legalmente, residentes en la Comunidad de Madrid, en los términos fijados en el Código Civil, cuando así lo determine la autoridad judicial competente». Del mismo modo, el art. 6 del Decreto Foral de Navarra, por el que se crea la Fundación Navarra para la Tutela de Personas Adultas21 declara entre sus fines: «La atención y el ejercicio de la tutela de las personas mayores de edad incapacitadas legalmente residentes en la Comunidad Foral y cuya tutela se encomiende al Gobierno de Navarra por la autoridad judicial». Del mismo modo el art. 7.1 de los Estatutos de la Fundación Tutelar de la Rioja establece que «el ejercicio inexcusable de la Tutela y Curatela de las personas mayores de edad incapacitadas judicialmente, residentes en la Comunidad Autónoma de la Rioja, en los términos fijados por el Código civil, cuando la autoridad judicial encomiende dicho ejercicio a la Comunidad Autónoma, así como la administración de sus bienes» a). Tutela vacante Este supuesto se refiere a la tutela que asumen las entidades públicas respecto al incapacitado al que no se le puede designar tutor conforme a los criterios establecidos en el art. 234 del Código civil. Habida cuenta de que en la reforma operada en la LEC se permite que sea en la propia tramitación del procedimiento donde se designe tutor ex art. 760.2 LEC, -por razones de eficacia y economía procesal-, será en el mismo en el que se verifique la imposibilidad de llevar a cabo dicha designación entre las personas enumeradas en la norma, bien porque no existan, bien porque su designación vaya en contra del interés del incapacitado. Lo importante será que en este supuesto, con la designación judicial de la entidad pública, se cumplen plenamente todas las garantías que la L.E.C 21. Decreto Foral 269/2001, de 24 de septiembre, por el que se crea la Fundación Navarra para la Tutela de Personas Adultas ( B.O. N 15-10-2001, núm. 125). 174 despliega en orden a la protección del incapacitado22. Por ello considero que estamos ante una tutela ordinaria, con la particularidad de que su titularidad es pública, toda vez que presenta la ventaja de que éstas no puedan oponer excusa por falta de personal cualificado, o por falta o precaridad de recursos económicos23, habida cuenta de que «la excusa del art. 251.2 del Código civil24, debe estimarse prevenida para las personas jurídicas de derecho privado, es decir, para las personas jurídicas a que se refiere el art. 242 del mismo Código, y no para entidades públicas, a los que con ese calificativo y no con el de personas jurídicas se refiere el mismo Código cuando, como en el art. 172 le encomienda funciones tutelares25. Muchas de las causas de inhabilidad no pueden afectar por su propia naturaleza al tutor al tratarse de una persona jurídico-pública (así los números 1º, 3º y 4º del artículo 243 o el artículo 244.3 del Código civil), pero si deberán tomarse en cuenta respecto al empleado o funcionario encargado de las funciones tutelares. Las entidades públicas tampoco podrán oponer como excusa la dedicación a un tipo concreto de incapaces. TERCERA MESA REDONDA: Dª MARÍA DEL MAR HERAS HERNÁNDEZ Pueden plantearse, no obstante, problemas importantes en la práctica. El primero de ellos de ellos con motivo de la determinación de la competencia concreta entre las distintas Administraciones Públicas obligadas a prestar asistencia al incapacitado. En el Auto de la Audiencia Provincial de Valencia de 3 de julio de 199826 ya se resolvía una cuestión de declinación de competencia por parte de la Generalitat de Valencia, en base a la falta de medios económicos, toda vez que se solicitaba que se designase como tutor al hermano de la incapaz o subsidiariamente a la Diputación de Valencia. El recurso se desestima en base a dos argumentos: la imposibilidad de que un 22 Exploración judicial del presunto incapaz, el principio de contradicción, la audiencia preceptiva a los parientes más próximos y el informe pericial médico según se determina en el art . 759 LEC. 23 Auto de la Audiencia Provincial de Huelva, de 12 de febrero de 2003, núm 44/2003, JUR 2003\18413 24 SERRANO GARCÍA, ob, cit., p.262. HEREDIA PUENTE Y FABREGA RUIZ, ob, cit, p. 74. 25 Auto de la Audiencia Provincial de Valencia de 3 de julio de 1998, núm 41/1998, AC 1998\6717. 26 AC 1998\6717. 175 ente público alegue como excusa la falta de medios económicos y la falta de interés del hermano en la prestación de cuidados al sujeto protegido. El segundo de los problemas vienen de la mano de las reclamaciones de los particulares, o de las propias entidades públicas tutoras, cuando no se aplican correctamente los criterios de designación tutelar señalados legalmente. Tal es el caso, por ejemplo, de una Sentencia de la Audiencia Provincial de La Rioja, núm 350/2005 (Sección 1ª), de 29 de diciembre, en la que se estima un recurso de apelación interpuesto por la Fundación Tutelar de la Rioja que fue nombrada tutora del incapacitado, pese a la existencia del padre y voluntad de éste de hacerse cargo del hijo incapacitado, alterándose injustificadamente el orden de prelación señalado legalmente, sin que se acredite el beneficio del sujeto protegido. b). Tutela del incapacitado judicialmente en situación de desamparo Respecto a este segundo supuesto surge el interrogante de saber si la norma se está refiriendo a los presuntos incapaces en situación de desamparo o sólo a los incapacitados judicialmente respecto a los que se verifique dicha situación de desprotección. Contribuye al planteamiento de esta cuestión el hecho de que la Ley de protección patrimonial de las personas con discapacidad no contenga una definición concreta del término incapaz a diferencia de lo que sucede con el concepto legal de discapacitado ex art. 2.2 de la misma. Pienso que lo correcto será entender que el término incapaz se refiere aquí también a los incapacitados judicialmente en situación de abandono ya sea moral y/ o material, situación en la que les colocan sus correspondientes representantes legales como consecuencia del incumplimiento o inadecuado cumplimiento de los deberes que les son propios. Verificada la situación de desamparo, se procederá a la constitución judicial de esta tutela y la designación de la entidad pública concreta a quien se atribuye. El desamparo puede detectarse tras la denuncia que realicen los servicios sociales ante el Juzgado, o mediando previa comunicación de cualquier persona que tenga conocimiento de la situación de emergencia. Así las cosas cabe afirmar que la tutela automática prevista para los menores desamparados no 176 coincide exactamente con la prevista para los mayores incapacitados que se encuentran en situación de desamparo, habida cuenta de que en la tutela de menores, el desamparo se aprecia y decreta administrativamente, en cambio la tutela administrativa para mayores incapacitados es de constitución judicial. En este punto cabe preguntarse: ¿Cuál es el cauce legal para proteger a los presuntos incapacitados en situación de desamparo? Es evidente que la gravedad de la situación que padecen requiere una respuesta efectiva y rápida que no puede esperar a la incoación y tramitación de un procedimiento de incapacitación. La situación exige, por un lado, la adecuada intervención de los servicios sociales, por otro, la adopción de las medidas cautelares previstas en el art. 762 L.E.C, único modo de anticipar alguno de los efectos de la incapacitación, articulándose medidas de protección en orden a la persona y los bienes del presunto incapacitado27. Las medidas a adoptar se dejan al arbitrio judicial con el único límite de que se adecuen a las necesidades de protección, «siendo el motivo principal que debe llevar al juez a la adopción de estas medidas la situación de amenaza y desvalimiento de la persona discapacitada»28. TERCERA MESA REDONDA: Dª MARÍA DEL MAR HERAS HERNÁNDEZ El modo de actuación podría ser el siguiente: cuando se detecta una situación grave de riesgo o desprotección para un presunto incapaz, debe ponerse en conocimiento del Juzgado para que al amparo del art. 762 L.E.C se adopten las medidas cautelares necesarias en orden a la protección de la persona y los bienes de estos presuntos incapacitados en situación de desamparo ex 762 L.E.C, siempre previa audiencia de las partes afectadas. Paralelamente se pondrá el hecho en conocimiento del Ministerio Fiscal, que es en ese momento quien lo defiende y representa de conformidad con lo dispuesto en el art 299 bis -, para que promueva, si lo estima procedente, la incapacitación del sujeto en situación de desamparo. También resulta 27. Vid. MARTÍNEZ CALCERRADA, «Medidas civiles de protección de los discapacitados no declarados», en La protección jurídica de los discapacitados, incapaces y personas en situaciones especiales, dirig. MARTÍNEZ DÍE, Seminario organizado por el Consejo General del Notariado en la UIMP, Madrid, Civitas, 2000 p. 99 y ss. 28. FÁBREGA RUIZ, «Protección de incapaces: actuaciones previas del Fiscal. Medidas cautelares y de protección», en Revisión de los procedimientos relativos a la incapacidad, Jornadas Fundación AEquitas, Madrid, 2004, p. 56. 177 aplicable lo dispuesto en el art. 216.2 Código civil29, norma de remisión a las medidas cautelares establecidas en el art. 158 Código civil. Entre en las medidas que pueden adoptarse y que inciden en la protección personal del incapaz se pueden incluir los reconocimientos y tratamientos médicos, intervenciones quirúrgicas, cuidados especiales, internamiento en centros especializados, traslado preventivo a hospitales con el fin de valorar el estado de salud del presunto incapaz, cambio de cerraduras de su casa, tratamientos ambulatorios... etc. Podría valorarse la necesidad en este punto de extrapolar el concepto de situaciones de riesgo o desprotección también para los mayores incapacitados, adaptándose a ellos las medidas de prevención y apoyo que en su caso se precisen. Entre las medidas cautelares de índole patrimonial que menciona el art. 727 L.E.C y que tienen una clara aplicación a los procesos de capacidad puede destacarse la administración de los bienes en relación a lo que establece el art. 299 bis) del Código civil, o la intervención judicial de los mismos, depósito de bienes muebles, formación de inventario, o la anotación preventiva de la demanda de incapacitación con el fin de poner en conocimiento de terceras personas la existencia de un procedimiento de incapacitación, advirtiéndoles de que no contraten con él. Como medida cautelar que ponga fin al abandono constatado del presunto incapaz, podría plantearse la conveniencia de decretar una tutela provisional sin perjuicio de una ratificación judicial posterior. Esta tutela provisional, que corre a cargo del Ministerio Fiscal, no requiere encargo judicial, sino que le viene atribuido ex lege y comporta el poner al incapaz al cuidado de la persona que se considere más idónea, constituyéndose ésta en guardadora de hecho, siendo el Ministerio Fiscal el órgano de representación y defensa de los intereses del incapaz30. Es en estos supuestos en los que debe valorarse la necesidad de llevar a cabo una labor de readaptación, fortalecimiento o flexibilización de figuras 29 El art. 216.2 Cc establece que: «Las medidas y disposiciones previstas en el art. 158 de este Código podrán ser acordadas también por el Juez, de oficio o a instancia de cualquier interesado, en todos los supuestos de tutela o guarda de hecho o de derecho, de menores e incapaces, en cuanto lo requiera el interés de éstos». 30 HEREDIA PUENTE-FÁBREGA RUIZ, Protección legal de incapaces, Colex, nº 36, 1998 p. 82. 178 tuitivas ya existentes, como la del curador, guardador de hecho31, o la toma en consideración del papel que puede llegar a jugar el acogedor32. TERCERA MESA REDONDA: Dª MARÍA DEL MAR HERAS HERNÁNDEZ Precisamente para lograr un sistema de protección «a la carta». – sí se me permite la expresión-, adaptado plenamente a las necesidades específicas que presente el sujeto a proteger, se está utilizando la figura de la curatela, limitándose la actuación del curador a los actos de administración que excedan de una determinada cuantía33, o dotándole de unas funciones específicas, como sucede con las llamadas curatelas de salud, cuya finalidad es proteger a personas que padecen trastornos de la personalidad crónicas, afectadas por patologías persistentes como esquizofrenias, paranoias, trastornos de la personalidad o síndromes de dependencia a las drogas, que abandonan con frecuencia los tratamientos médicos o farmacológicos provocando nuevas recaídas y crisis personales de consecuencias impredecibles. El curador vela para que el sujeto protegido tome correctamente su medicación, con auxilio si fuese preciso de la autoridad judicial, encomendándosele también la supervisión de forma efectiva de la evolución del estado de salud y de la enfermedad del sujeto protegido34. Esta curatela podría desempeñarse 31 Lo importante en este caso será acreditar la existencia de la guarda de hecho. SANTOS URBANEJA, «Causa y motivo de la incapacitación civil. Una reflexión sobre el artículo 200 del Código civil», en Revisión de los procedimientos relativos a la incapacidad», Jornadas Fundación AEquitas, Colección la Llave, Madrid, 2004, p. 37, propone seguir un sencillo procedimiento de jurisdicción voluntaria con los siguientes trámites: Escrito dirigido al Juzgado de Primera Instancia correspondiente al domicilio del demandado. Práctica de la prueba (reconocimientos, audiencia, documentos periciales). Informe del Ministerio Fiscal y Auto del Juez que declare la situación de guarda de hecho. 32 FERNÁNDEZ-PRIDA MIGOYA, «La autotutela», La protección jurídica del discapacitado, coord. SERRANO GARCÏA, Tirant lo Blanch, Valencia, 2003, p. 62 cuando pone de relieve que: «Creo que el legislador actual, con un poco de imaginación, ofrece mimbres suficientes para que se pueda confeccionar un organismo tutelar diferente, que debe experimentarse, sin modificaciones legales, siempre peligrosas, y a la vista de sus resultado, y ya con una práctica mas o menos consolidada, proceder a completar su regulación». 33 SAP de Zaragoza nú,m 469/2005, de 20 de septiembre. 34 SAP de Baleares núm 385/2005, JUR 2005\236975, en la que se expone que: «...en el presente caso, la curatela se extiende a controlar de forma efectiva la evolución de la enfermedad y el estado de Miguel, de tal manera que al cesar su estancia en el pabellón psiquiátrico se adopten las medidas oportunas para evitar que la nueva situación perjudique o le haga recaer en hábitos que favorezcan la dejación de la toma de su medicación con las consiguientes situaciones de conflicto en sus relaciones personales y familiares». En este caso, acreditados los constantes conflictos con los progenitores, incapaces de hacerse cargo de la situación, se designa como curador a la Fundación Aldaba, bajo la vigilancia del Ministerio Fiscal. 179 por trabajadores sociales adscritos a los Juzgados especializados, -para lo que sería preciso dotarles de los recursos y medios necesarios-, o por instituciones públicas o privadas (como fundaciones o asociaciones de enfermos mentales)35, bajo la vigilancia del Ministerio Fiscal. También se ha propuesto36 tomar en consideración modelos de protección existentes ya en otros ordenamientos jurídicos como la «sauvaguarde de justice»37 (arts 491 a 491-6 del Código civil francés). Debe mencionarse la reforma aprobada por la Loi nº 2007-308 de 5 de marzo, portant réforme de la protection juridique des majeurs, cuya entrada en vigor es de 1 de enero de 2009. 35. Vid. SAP de Alava núm 140/ 2005, de 23 de junio de 2005, JUR 2005\211399; SAP de Asturias, núm 80/2005, de 21 de febrero, JUR 2005\91366; SAP de Barcelona, núm 777/2005, de 29 de noviembre, JUR 2005\48823; SAP de Ciudad Real núm 127/2005, de 25 de abril, JUR 2005\143172, en el cuarto considerando de esta sentencia, -en la que el sujeto «padece un trastorno delirante crónico y persistente»- se declara: «...el tratamiento farmacológico reduce el delirio y mejoraría su conducta, y que no tiene conciencia de la enfermedad, parece razonable que se haga un seguimiento del tratamiento que se le imponga, encomendándose al curador la función de cuidar que se siga estrictamente dicho tratamiento, función que cabe dentro de la curatela, institución de menor trascendencia que la tutela, pero que procede respecto de las personas a quienes la sentencia de incapacitación coloquen bajo esta forma de protección en atención a su grado de discernimiento (art.287 del Código civil), teniendo por objeto la asistencia de aquellos actos que expresamente imponga la sentencia que le haya establecido (art. 289 del mismo Código) entre los que se encuentran no sólo los de carácter patrimonial sino otros que afectan a la esfera personal». 36. DÍAZ ALABART, «Principios de protección jurídica del discapacitado», en Protección Jurídica y patrimonial de los discapacitados, EGAP, Santiago de Compostela, 2005, p .105 y 106. La autora tras declarar «que no se ha sacado suficiente partido a las instituciones de guarda», piensa que sería necesario «plantearse de lege ferenda el incluir una nueva figura que resolviera los casos a los que no llegan las actuales, o al menos no encajan en ellos tan bien como sería deseable». 37. Según dispone el art. 491 del Código civil francés se somete a salvaguarda: «al mayor de edad que, por una de las causas previstas en el art. 490, tenga necesidad de ser protegido en los actos de la vida civil». Por su parte el artículo 490 declara que: «Cuando las facultades mentales de una persona estén alteradas por una enfermedad, dolencia o debilidad debida a la edad, sus intereses serán atendidos por medio de uno de los regímenes de protección previstos en el capitulo siguiente». Dichos regímenes de protección (salvaguarda de justicia, tutela y curatela) son aplicables a la alteración de las facultades corporales, si ello impide la expresión de la voluntad». Este último precepto pretende dispensar protección a las personas ancianas que padecen una disminución de sus facultades mentales. Así las cosas, el Juez de Tutelas, con carácter previo a la tramitación de un procedimiento de tutela o curatela, puede colocar a una persona bajo esta salvaguardia judicial. También durante la tramitación del procedimiento mediante una resolución de la que se dará traslado 180 4. Sujeto pasivo: ¿quiénes están en posición de colocar al incapacitado en situación de desamparo? TERCERA MESA REDONDA: Dª MARÍA DEL MAR HERAS HERNÁNDEZ Como consecuencia de la deficiente técnica jurídica utilizada en la redacción de la norma resulta que en la misma no se especifican los sujetos obligados a prestar asistencia moral y material a los incapaces y quiénes incurren, por tanto, en responsabilidad por el incumplimiento de dichas obligaciones o de un cumplimiento defectuoso, limitándose en este punto a declarar algo tan impreciso como que: «Se considera situación de desamparo la que se produce de hecho a causa del incumplimiento o del imposible o inadecuado ejercicio de los deberes que le incumben –y no dice a quién-, de conformidad con las leyes, cuando éstos queden privados de la necesaria asistencia moral o material». Mas explícito se muestra en este punto el art. 172 Código civil, al referirse al incumplimiento de los deberes de protección establecidos por las leyes para la guarda de los menores, de lo que es fácil inferir que se refiere a los titulares de la patria potestad, tutores, guardadores o acogedores. Definitivamente las personas que pueden colocar al incapaz en situación de desamparo son quienes están obligados a prestarle asistencia legalmente, es decir, los titulares de la patria potestad rehabilitada o prorrogada y los tutores. Con el fin de detectar conductas irregulares con las que se coloque al incapacitado en situación de abandono o riesgo de padecerlo, es preciso incrementar el control judicial sobre tutelas, habida cuenta de que la labor de inspección y vigilancia exigidas legalmente debe acometerse con mayor rigor y frecuencia. al Procurador de la República – Ministerio Fiscal- (art. 491.1). La consecuencia jurídica de este particular régimen de protección es que «el mayor de edad bajo la salvaguarda judicial conserva el ejercicio de sus derechos» (art. 491.2) y, por tanto, resultan plenamente válidos todos los actos que el sujeto protegido realice, tanto de naturaleza patrimonial, como extrapatrimonial. De este modo, las medidas de protección contempladas en el art. 491.2 son tres: La acción de nulidad (art. 489); la acción de rescisión por lesión y la acción de reducción. Sobre este particular y sobre la salvaguarda francesa en general vid GARCÍA CANTERO, «Estudio comparado de la tutela», en Protección jurídica de los discapacitados, Tirant lo Blanch, Valencia, 2003, p. 92 y 93. PALOMINO DÍEZ, «La flexibilidad de la protección de los «majeurs proteges» en el Derecho francés. Comparativa con el Derecho español», en La protección jurídica de los discapacitados, incapaces y personas en situaciones especiales, Seminario organizado por el Consejo General del Notariado en la UIMP, Civitas, Madrid, 2000, p. 350 y ss. 181 5. Concepto de desamparo El desamparo se define como aquella situación que «se produce de hecho a causa del incumplimiento o del imposible o inadecuado ejercicio de los deberes que le incumben de conformidad con las leyes, cuando éstos queden privados de la necesaria asistencia moral o material». En este punto l precepto toma literalmente el concepto de desamparo de menores contenido en el art. 172 Código civil, reiterándose también el concepto de desamparo de menores que se recoge en el art. 49 g) de la Ley 1/2006, de 28 de febrero, de protección de menores de la Rioja. En este concepto pueden englobarse distintas situaciones. Así podríamos aludir: Aquellas que tienen lugar como consecuencia de un incumplimiento total de las obligaciones asistenciales y de prestación de cuidados, indispensables para cubrir las necesidades mínimas de los incapacitados. Este incumplimiento es imputable a las personas obligadas a realizar dichas prestaciones y se basa en conductas reprobables que perjudican claramente la persona o bienes del incapacitado, circunstancia que podría ser causa de remoción del tutor de su cargo o de la suspensión, e incluso, de la privación de la patria potestad rehabilitada o prorrogada. Abarcaría también situaciones de malos tratos físicos o psíquicos, situaciones de abusos personales o patrimoniales, explotaciones distintas, como cuando se le obliga a realizar trabajos domésticos que exceden de los límites de lo que es habitual en su entorno. También puede aludirse a un cumplimiento inadecuado de las obligaciones que les son propias como son las alimenticias, higiénicas, de salud o ausencia de convivencia efectiva de la que se deriva la omisión de medidas mínimas de vigilancia o seguridad en el hogar. En estos casos lo relevante será que en todos ellos se genere una desasistencia real del sujeto protegido. Por último, este desamparo puede deberse a la imposibilidad de llevar a cabo el ejercicio de los deberes de protección. Esta imposibilidad puede ser económica o física. Se trataría de causas graves que impiden el adecuado cumplimiento de los deberes asistenciales. La solución jurídica –de lege 182 ferenda- podría venir de la mano de una guarda administrativa dirigida a mayores incapacitados contemplada, hasta el momento, para los menores en el art. 172.2 del Código civil38. Nos estamos refiriendo a la guarda administrativa como mecanismo de protección específico, instada por los padres o tutores del incapacitado-, -en cuyo caso se descarta cualquier voluntad de desatención-, ante la concurrencia de circunstancias graves de naturaleza transitoria que impida la prestación de cuidados. La asunción de esta guarda administrativa no afectaría a la titularidad de la patria potestad o de la tutela, siendo perfectamente compatibles la ostentación de dichas titularidades y el ejercicio de la guarda por parte de la Administración. Su finalidad sería la reintegración del incapacitado a su entorno familiar dado que se trata de una medida de protección provisional. Quedarían en el aire cuestiones por resolver como la relativa a los supuestos de constitución judicial de esta guarda administrativa, o las causas de su extinción, aspectos que quedan también por precisar en el Código civil respecto a la guarda de menores. TERCERA MESA REDONDA: Dª MARÍA DEL MAR HERAS HERNÁNDEZ Pese a todo lo anteriormente expuesto, considero que el desamparo hace alusión a una situación objetiva en la que voluntariedad o involuntariedad de los sujetos responsables resulta indiferente siempre que se den dos elementos: el incumplimiento o cumplimiento inadecuado de los deberes asistenciales y la concurrencia de un resultado específico: la desasistencia moral y/o material del incapacitado. Esta desatención debe apreciarse en atención a la situación en la que objetivamente se coloca al incapacitado. Por último, y con el fin de entender correctamente el concepto de desamparo conviene incidir en los siguientes aspectos: Primero. Por situación de desamparo se entiende cualquier situación grave de desatención que padezca el incapacitado que no sea susceptible de ser paliada con la adopción de otras medidas de protección más leves como son las medidas de apoyo a la familia, asistencia domiciliaria, tratamientos ambulatorios... etc. En este caso estaríamos ante una mera situación de riesgo. 38 REPRESA POLO, ob., cit. p. 204. 183 Segundo. El desamparo debe apreciarse39 sólo cuando tenga como resultado el que el incapaz se vea privado de la necesaria asistencia moral y material, es decir, se le coloque en situación de no recibir los niveles mínimos de atención requeridos40. Si la asistencia material y moral se prestase por un guardador de hecho, que asume tales funciones sin obligación legal, no cabe duda de que no procede apreciar el desamparo, habida cuenta de que la guarda lo excluye41. Por lo demás, la desatención material se identifica con la privación de alimentos en un sentido amplio: «sustento, habitación, vestido, asistencia médica» ex art. 142 del Código civil. Concretar el concepto de desamparo moral presenta mayores dificultades, ya que se trata de un termino impreciso a través del cual se describe una situación difícil de comprobar en la práctica, en la que podrían quedar subsumidas situaciones distintas como: infringir insultos, amenazas, castigos, abusos laborales o económicos, aislamientos injustificados, omisión del deber de coadyuvar a la recuperación e integración social del incapaz en su propio entorno, así como la omisión en la adopción de medidas de vigilancia y seguridad necesarias para garantizar la integridad 39. MAS MAYORAL, «La asunción de la tutela por ministerio de la ley: Intervención de la entidad pública tutelar», en Revisión de los procedimientos relativos a la capacidad, Fundación AEquitas, Madrid, 2004, p. 317 se cuestiona: ¿Es correcto que la misma persona, la administración, por una parte sea la que valore las situaciones de desamparo y, por tanto, la que «decida» la asunción de la tutela y, por otra, sea quien ejerza las funciones tutelares? ¿No supone ello «ser juez y parte»?». 40. A diferencia de lo que sucede en el desamparo de menores que será apreciado y declarado por la entidad pública competente en la protección de menores. 41. AFONSO RODRÍGUEZ, «La guarda de hecho: Su relación con otros institutos jurídicos de protección de menores», «Actualidad civil», 1995- T.2, p. 317. Los argumentos que la autora esgrime para considerar que no cabe apreciar la situación de desamparo de un menor asistido por un guardador de hecho resultan plenamente aplicables a los incapaces, dado que «la guarda de hecho puede darse tanto respecto a menores o personas susceptibles de incapacitación como respecto a personas ya incapacitadas, todos ellos posibles «guardados» o «tutelados». En este sentido ROGEL VIDE, La guarda de hecho, Tecnos, Madrid, 1986, p. 55. Entiendo que en este caso lo verdaderamente relevante será que existiendo guardador de hecho no se da el resultado específico que requiere el desamparo como presupuesto indispensable para su apreciación que es la desasistencia real (moral o material) de los incapaces. A esta misma conclusión llega el art. 49.3 de la Ley de protección de menores de la Rioja al declarar: « No concurre la situación de desamparo cuando un guardador preste de hecho al menor la necesaria asistencia moral o material. En tal caso, si lo requiriera el interés del menor, la Administración Pública de la Comunidad Autónoma de La Rioja podrá promover la formalización de dicha guarda como acogimiento familiar o el nombramiento del guardador como tutor». 184 del incapaz, evitando riesgos innecesarios, e incluso conductas que impidan claramente la mejora de la calidad de vida del incapacitado. Tercero. Que debe apreciarse tras recabar toda la información que sea precisa con el fin de asegurar que esta tutela institucional a favor de la entidad pública se realice en beneficio del incapacitado y se constate que se trata de una media proporcionada a la situación real que el incapaz desamparado padece. 6. Naturaleza y caracteres de la tutela TERCERA MESA REDONDA: Dª MARÍA DEL MAR HERAS HERNÁNDEZ La tutela legal adquiere un marcado carácter asistencial, de constitución judicial, que se incardina plenamente en la regulación contenida en las normas del Código civil. Su manifiesta singularidad viene dada, tanto por el sujeto que la ejerce, como por la inaplicación de algunas normas como las referidas a las causas de inhabilitación (1º; 3º y 4º del artículo 243, o el número 3 del artículo 244 del Código civil), así como las normas relativas a la excusa del cargo tutelar, habida cuenta de la ineludible obligación que asumen las entidades públicas. Tampoco tienen la obligación de prestar fianza ex art. 260.2 del Código civil. Pese a la aparente equiparación entre la tutela administrativa de menores e incapacitados en situación de absoluta desatención, debe señalarse como diferencias: 1º. Que la tutela ejercida sobre menores desamparados es de constitución administrativa y no judicial, siendo competencia de las entidades públicas, tanto la apreciación de la situación de desprotección que padece el menor, como la declaración de desamparo, adoptada mediante resolución administrativa42. Por el contrario, la tutela de mayores incapacitados, más 42. Según el art. 51 de la Ley 1/2006, de 28 de febrero de protección de menores de la Rioja, la declaración de la situación de desamparo será declarada por el titular de la Consejería competente en materia de servicios sociales, a propuesta de la Comisión de adopción, acogimiento y tutela, por resolución expresa y motivada, en la que se expresarán los hechos que motivan la declaración. El plazo para dictar la resolución será de tres meses desde el inicio del expediente, transcurridos los cuales se entenderá éste caducado, sin perjuicio de que pueda iniciarse de nuevo si hubiere causa para ello. 2. La resolución administrativa declarando la situación de desamparo será comunicada al Ministerio Fiscal en un plazo máximo de cuarenta y ocho horas. 185 próxima en este punto a la tutela ordinaria, requiere siempre una constitución judicial, correspondiendo también a la autoridad judicial la designación de la entidad pública competente titular de las funciones tutelares, y ello pese al silencio que guarda, una vez más, la norma. Precisamente por esta constitución judicial, debe ponerse en duda la naturaleza automática de esta particular tutela. 2º. La tutela administrativa de menores desamparados es generalmente de naturaleza transitoria y provisional, esto es, a la espera de la adopción de medidas de protección definitivas, como la adopción o el acogimiento familiar permanente del menor. Por el contrario, la tutela de incapacitados asumida por las entidades públicas es definitiva y permanente, ya que la misma tiene cabida cuando no es posible poner en marcha la tutela a favor de familiares próximos e idóneos43, o les coloquen en situación de abandono. En cuanto a sus características, cabe mencionar: a) Tutela de titularidad jurídico-pública. Precisamente este rasgo constituye su principal particularidad. b) Tutela Subsidiaria. La actuación de las distintas Administraciones públicas se produce ante la ausencia de amparo familiar, esto es, en defecto de la tutela que corresponde a padres y tutores de conformidad con lo establecido en el párrafo segundo del art 239 del Código civil, al disponer que: «Se procederá, sin embargo, al nombramiento de tutor conforme a las reglas ordinarias, cuando existan personas que, por sus relaciones con el menor o por otras circunstancias, puedan asumir la tutela con beneficio para éste»44. 43. PALOMINO DÍEZ, ob, cit, p. 1321, cuando declara al respecto que: «Desde luego, esta provisionalidad y subsidiariedad no parecen, en principio, predicables de la tutela legal de los entes públicos sobre incapaces cuando su asunción deriva de que ninguna de las personas recogidas en el art. 234 del Código civil sea nombrada tutor». 44. A este respecto BELLO JANEIRO, ob, cit, p. 65 y 66, ha manifestado que: « La responsabilidad pública, ciertamente, debe ser subsidiaria, pero es ineludible y, por tanto, se debería instrumentar su ejercicio por vía de delegación de funciones en profesionales o entidades no lucrativas que cumpla admirablemente estas finalidades de protección». 186 TERCERA MESA REDONDA: Dª MARÍA DEL MAR HERAS HERNÁNDEZ Todo parece apuntar a que esta solución es también aplicable a la tutela de mayores, tutela que en consecuencia se asumirá por persona física designada judicialmente ex art 234 Código civil, en relación con lo dispuesto en el art. 235 Código civil, en cuya virtud, se preferirá a las personas más cercanas al núcleo familiar. Sin no existiera ninguna de las personas que por ley están llamadas a ejercer la tutela o no pudiendo éstas desempeñar las funciones que les son propias, podrá nombrar tutor antes que a una persona jurídica, a cualquier persona que por su cercanía o relación con el incapacitado pueda desempeñar las funciones propias del tutor. Esta subsidiariedad a la que aludimos se traduce en la práctica en la imposición del siguiente orden en la designación legal de tutor: primero se designará como tutor a persona física. Entre todas las posibles, el Juez debe tomar en consideración, la persona designada por el propio incapacitado cuando todavía tenía capacidad ex art. 223.2 Código civil; después las personas que se incluyen en el art 234 del Código civil (cónyuge; padres; persona o personas designadas por éstos en sus disposiciones de última voluntad; descendiente; ascendiente o hermano que designe el Juez). Ya hemos dicho que el orden legalmente establecido vincula al Juez, salvo que de forma excepcional, el Juez -mediando resolución motivada-, estime necesario alterar el orden señalado o prescindir de todas las personas que en el mismo se mencionan, siempre que el beneficio del menor incapacitado quede acreditado (ex art. 216 del Código civil, en armónica consonancia con lo que establece el art. 224 del Código civil). A esta subsidiariedad se refiere el art. 6 de los Estatutos de la Fundación Tutelar de la Rioja estableciéndose al efecto que: «La actuación de la Fundación será siempre subsidiaria de la que corresponde a los familiares y parientes del incapacitado, y a falta de otras personas o instituciones que se hagan cargo de la tutela. En todo caso, la Fundación actuará siempre que lo determine la autoridad judicial». c) Tutela Delegable en su ejercicio. Tanto la titularidad de la tutela judicial como de la tutela administrativa 187 no son delegables en ningún caso, pero si su ejercicio45. No existe inconveniente en que el ejercicio de dicha tutela se encomiende a persona jurídico-privada o entidades colaboradoras sin ánimo de lucro que contemple entre sus fines la protección de los incapacitados judicialmente46 de conformidad con lo dispuesto en el art 242 del Código civil. En este caso la entidad pública conserva las facultades de control y vigilancia y coordinadoras. También se permite su ejercicio mediante un acogimiento ya sea familiar o residencial. d) Posible automatismo y naturaleza ope legis de esta tutela. De los términos literales de la norma, la tutela se decreta automáticamente, es decir, sin intervención judicial, o lo que es lo mismo, ésta se produce ministerio legis. Pienso que este aparente automatismo no resulta del todo claro ya que esta tutela no se pone en marcha por sí sola, ni es ajena a un procedimiento para su constitución, que ha de ser judicial. Pienso que el automatismo más bien se refiere al «encargo inapelable» o imperativo que asumen las entidades públicas y respecto al que considero no debe ser ope legis, sino ope iudicis en estricto cumplimiento de las garantías desplegadas por la LEC, sin que, en ningún caso, llegue a constituir una tutela extraordinaria. Muy al contrario, en atención a las razones ya esgrimidas, esta tutela debe ubicarse en un procedimiento de incapacitación47, «porque la entidad pública, como cualquier otra persona que hay de desempeñar una tutela, necesita esperar el nombramiento judicial»48. Es cierto que la 45. A este respecto PALOMINO DÍEZ, ob, cit., p. 1322, considera que: «De la misma forma que para la tutela judicial, la titularidad de la tutela automática no es delegable en ningún caso, pero sí lo es al menos en parte, su ejercicio. En concreto se delega el ejercicio de la función de guarda, pero nunca la titularidad de la tutela o guarda, que corresponde, con carácter exclusivo a la entidad pública». 46. Serán las personas jurídicas enumeradas en el art. 35.1 Código civil: corporaciones, asociaciones y fundaciones de interés público reconocidas por la ley y que hayan sido válidamente constituidas. Este tema abocaría al estudio de la responsabilidad a cargo de las personas jurídicas tutoras. Sobre este particular puede consultarse entre otros: MUÑIZ ESPADA, Las personas jurídico-privadas tutoras (En consideración al aspecto personal de la tutela), J.M. Bosch, Barcelona, 1994. También BLANCO PÉREZ-RUBIO, Las personas jurídicas tutoras, Marcial Pons, Barcelona, 2003. 47. MAS MAYORAL, ob, cit, p.317. 48. GIL RODRIGUEZ, op, cit. p. 210. 188 emergencia y la gravedad de la situación de abandono que padece el incapaz se esgrime como argumento para afirmar la conveniencia de este automatismo, pero la necesidad de garantizar los derechos de estas personas con la tramitación de un procedimiento de incapacitación, debe prevalecer siempre y en todo caso. 7. Efectos jurídicos No se precisan los efectos jurídicos concretos de esta tutela legal. La norma no aclara si los entes públicos asumen la representación del incapacitado y la administración de sus bienes, ni si resulta incompatible con el ejercicio de la patria potestad o de la tutela. En mi opinión, esta tutela abarca tanto la esfera personal, como la patrimonial del sujeto protegido, es decir, conlleva tanto la representación, como la administración patrimonial. TERCERA MESA REDONDA: Dª MARÍA DEL MAR HERAS HERNÁNDEZ El art. 239 deja también en el aire la cuestión de cómo se lleva a cabo el ejercicio de esta tutela. En aras a lograr el beneficio del tutelado ex art. 216 Código civil, puede mantenérsela incapacitado en su domicilio o pisos tutelados, con el fin de personalizarles la asistencia y sólo cuando no sea posible en atención a las circunstancias particulares del caso, se acordará su internamiento en un centro o residencia especializada, e incluso mediando un contrato de acogimiento familiar de personas mayores y/o incapaces49 aplicando analógicamente lo dispuesto para menores desamparados ex art 172.3 del Código civil. 49 HERAS HERNÁNDEZ, «El contrato de acogimiento familiar de personas mayores. (Aproximación a esta figura a través de los modelos normativos catalán y navarro)», «Revista de Derecho Privado», julio-agosto, 2004, p. 443 a 488. HERAS HERNÁNDEZ, «El acogimiento familiar de personas mayores en el Derecho civil catalán y navarro: causas y efectos de la extinción del contrato en vida de los contratantes», en Libro Homenaje al profesor Manuel Albaladejo García, Colegio de Registradores de la Propiedad y Mercantiles de España, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia, 2004, p. 2401 y ss. SÁNCHEZ GONZÁLEZ, «Acogimiento familiar para personas mayores y otras alternativas al internamiento en centros geriátricos», «Revista Jurídica del Notariado», abril-junio, 2003, p. 211 a 238. LAUROBA LACASA, «Mecanismos civiles de tuición de la tercera edad en el Derecho civil catalán: La regulación de las situaciones convivenciales de ayuda mutua y la figura del acogimiento de personas mayores», en La protección jurídica de discpacitados, incapaces y personas en situaciones especiales, Cívitas, Madrid, 2000, p. 339 y ss. 189 Pienso que la asunción de esta tutela por los entes públicos lleva consigo la suspensión de la tutela, del mismo modo que se produce respecto a los menores desamparados según se dispone en el art. 172.1 in fine del Código civil. También podría comportar la privación de la patria potestad en los términos que establece el art. 170 Código civil, o la remoción del tutor de conformidad con lo dispuesto en el art. 247 Código civil, procediéndose, en su caso, al nombramiento de un defensor judicial ex art. 249 del Código civil. La iniciativa para la remoción del tutor puede ser de oficio, por el propio Juez (art. 233 Código civil) o a instancia del Ministerio Fiscal en cumplimiento del deber de vigilancia del ejercicio de la tutela que le impone el art. 232 del Código civil, -que actuará en base a la información suministrada por algún familiar o persona conocida por el tutelado-, o privada, a instancia de persona interesada (art. 248 del Código civil). Por ultimo, apuntar que como consecuencia del incumplimiento de las obligaciones legales de proveer alimentos y cuidado a los incapacitados, las personas obligadas a satisfacer dichas prestaciones podrían ser declaradas indignas para suceder de conformidad con lo establecido en el art. 756.7 del Código civil. 8. Reflexiones finales Pienso que con esta particular tutela no asistimos a un fenómeno de desjudialización de la misma, porque ello supondría la supresión de las garantías exigidas legalmente para limitar la capacidad de obrar de las personas. Se trata de una tutela ordinaria que discurre plenamente por los parámetros normativos que el Código civil establece, respetando las cautelas procesales que despliega la L.E.C. Esta tutela en absoluto supone la ruptura del criterio de autoridad, por lo que considero que el sujeto pasivo o beneficiario de este mecanismo de protección lo será exclusivamente el incapacitado judicialmente que se encuentre en cualquiera de las situaciones descritas por la norma: que carezca de un núcleo familiar cercano que pueda o quiera desempeñar el cargo de tutor, o respecto a aquella persona mayor, incapacitada judicialmente y desatendido. Puede que estemos en presencia 190 de una norma programática50 que seguramente no va acompañada de los recursos y medios suficientes para cubrir plenamente sus expectativas, y que no hace si no incidir en el carácter anárquico y confuso de la Ley cuando utiliza de un modo poco riguroso los conceptos de discapacitado, incapaz e incapacitado judicialmente. Es muy probable que el legislador, poco atento a la estricta técnica jurídica, se haya dejado llevar por la preocupación de crear una norma general que de cobertura a la protección asistencial pública y efectiva de los incapacitados judicialmente, paliándose la insuficiencia funcional detectada51 en los modelos institucionales de protección jurídica integral de los incapacitados. Se trata ésta de una tutela ordinaria que responde a principios fundamentales como la proporcionalidad, beneficio del tutelado, protección de su autonomía y principio de integración. Con ella se consagra la responsabilidad de las distintas Administraciones Públicas, deber correlativo al derecho a recibir asistencia pública cuando no pueda designarse tutor, o cuando el incapacitado se encuentre desamparado. Desde ahora, puede hablarse del principio de responsabilidad compartida entre el Estado y las familias de los incapacitados52. TERCERA MESA REDONDA: Dª MARÍA DEL MAR HERAS HERNÁNDEZ Por último, en cuanto a la responsabilidad de las distintas entidades públicas por el daño ocasionado en el ejercicio de esta tutela, o como consecuencia de la falta de coordinación o colaboración entre las mismas, serán de aplicación las normas de los arts 139 y ss LRJPAC, Ley 30/1992, de noviembre. 50 «Norma escaparate» tal y como la describió GIL RODRÍGUEZ en la conferencia titulada: «La tutela automática de los mayores», impartida en el seno de las Jornadas Hispano-cubanas sobre protección jurídico patrimonial de las personas con discapacidad, celebradas en la URJC, los días 23 al 25 de noviembre de 2005. LUCINI NICÁS, op, cit., p, 1630 señala: «El art. 239 establece un llamamiento a las entidades públicas encargadas de la tutela, la asistencia real y material de los mismos, cubriendo este precepto a mi juicio el vacío legal que al respecto puede existir en esta materia en algunas CC.AA, donde esta cuestión está pendiente de desarrollo legal». 51 AFONSO RODRÍGUEZ, ob, cit., p.318. 52 Art. 415, párrafo tercero de la Loi nº 2007-308 de 5 de marzo, de proteccion jurídique des majeurs: «Elle est un devoir des famillas et de la collectivité publique». 191 192 INSTITUCIONES DE GUARDA DE LAS PERSONAS INCAPACES IV MESA REDONDA APROXIMACIÓN A LA GUARDA DE HECHO COMO CIERRE DEL SISTEMA DE PROTECCIÓN DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD D. Cristóbal Fco. Fábrega Ruiz Fiscal de la AP de Jaén. Profesor de Derecho Civil de la Universidad de Jaén. I. Prefacio CUARTA MESA REDONDA: D CRISTÓBAL FCO. FÁBREGA RUIZ La figura de la guarda de hecho no es una mera entelequia doctrinal, sino que tiene una gran trascendencia en la vida diaria y un enorme impacto en la vida social, por lo que no es arriesgado afirmar que la mayoría de los casos de protección se ejercen a través de esta figura1. Por diversos motivos son escasas las incapacitaciones que se producen en la practica por lo que la importancia de esta institución es innegable. Es precisamente antes de que se declare la incapacitación cuando la guarda de hecho alcanza su principal incidencia. Pero este no es su único campo de actuación porque, como veremos, también puede surgir en casos de desaparición del tutor o abandono del pupilo por el mismo. Incluso, algún autor se ha planteado, sobre todo en el caso de los ancianos ingresados en residencias, si en determinados supuestos se podría obviar el procedimiento de incapacitación permitiendo que la guarda del anciano se ejerciera a través de esta institución con el pertinente control judicial2. 1. Zurita Martín, I. (Protección civil de la ancianidad, Dykinson, Madrid 2004, pág. 172) destaca como esta figura es hoy especialmente abundante en el campo de la ancianidad, un campo que esta en un continuo aumento debido al desarrollo de la esperanza de vida experimentado en los últimos tiempos. 2. Díaz Alabart, S. ( Directora), La protección jurídica de las personas con discapacidad, página 45 del ejemplar informático. 193 Indica Gete-Alonso y Calera que la guarda de hecho se delimita como una institución de protección privada que actúa como cierre de todas las demás. La misma no exige que todo el proceso desemboque en una incapacitación judicial y, en muchos casos de personas ancianas, no ocurre así3. A pesar de esa gran trascendencia práctica, son pocos los casos de guarda de hecho que han llegado a los Tribunales, debido sobre todo al desconocimiento por parte de los organismos formales de la existencia de los mismos. Del mismo modo, la parca regulación de la misma hace que los juristas prácticos sean reacios a utilizarla antes las dudas y la inseguridad jurídica que provoca, clamando de forma unánime la doctrina por una regulación más completa y acabada. A estas dificultades se añade el que parece que el derecho mira con desconfianza a los guardadores de hecho por la inexistencia de un control sobre los mismos. Lasarte4 la llama «mecanismo protector de los mas humildes económicamente» y propugna que el acercamiento a la misma este inspirado en la consideración y el encomio al guardador de hecho que, sin obligación alguna, asume las responsabilidades inherentes a la labor tuitiva. 2. Concepto de guarda de hecho La guarda de hecho es una institución que se introdujo en el CC con la reforma de 1983, con la intención de regular jurídicamente a aquellas personas que desarrollaban funciones tuitivas, careciendo de nombramiento como tutor o curador. Como expresa Afonso Rodríguez5, esta figura es 3. Gete-Alonso y Calera, M.C.; La protección civil de personas sometidas a manipulación mental, Tirant lo Blanch, Valencia 2003, págs. 303. Insiste esta autora en sus páginas 304 y 305 que la guarda de hecho no exige que se demuestre que la persona guardada está afectada por una causa de incapacitación con la misma rigidez que cuando se pretende la incapacitación de la persona, que debe reservarse para las situaciones mas graves y permanentes. 4. Lasarte Álvarez, C.; Principios de Derecho Civil, Tomo I, Trivium, Madrid 1994, pág. 258. 5. Afonso Rodríguez, E.; « La guarda de hecho: su relación con otros institutos jurídicos de protección de menores» en Actualidad Civil XVII/1995, pág. 321. 194 compleja, dado que refleja situaciones en que las funciones de guarda y custodia no se realizan por el titular de la patria potestad o tutela, sino por un tercero, que satisface las necesidades mas apremiantes del necesitado de protección, de forma completamente voluntaria y sin ningún régimen legal, y de forma superpuesta con la guarda legal o en los casos en que esta no existe. Se define, por tanto, en función de dos rasgos básicos, uno de ellos positivo, cual es la asunción de algún deber de protección respecto de un menor de edad o de un incapaz; y el otro, negativo, cual es el de la inexistencia de un específico deber de protección, establecido por el ordenamiento jurídico6. Se indica que, debido a esa falta de definición legal, todo modo de guarda continuada, personal o patrimonial, que no se constituya como patria potestad, tutela o curatela se engloba en la guarda de hecho que, por su carácter fáctico, admite todas las posibilidades, pudiendo el guardador asumir funciones de tutor o de curador7. Para nosotros no existe un tutor, un curador o un defensor de hecho, como figuras independientes; sino que tan solo existe una figura unificada de guarda de hecho que ejerce cualquiera de las funciones propias de las figuras tutelares - tutela, curatela o defensa-. No es inconcebible que alguien, de hecho, pueda ejercer funciones propias de la curatela o de la defensa judicial8. CUARTA MESA REDONDA: D CRISTÓBAL FCO. FÁBREGA RUIZ Cuando hablamos de guarda de hecho es preciso diferenciar entre dos posibles fases: • Por un lado, la guarda de hecho stricto sensu, verdadera situación de hecho, que no puede tener una regulación que indique como ha de desarrollarse, sino, tan solo, producir ciertas consecuencias jurídicas a favor del guardado. 6. Ver Álvarez de Toledo Quintana, L. «Tutela administrativa y guarda de hecho en menores en situación de desamparo» en Revista del Poder Judicial nº 60. 7. Álvarez Lata, N. y Seoane Rodríguez, J.A. en Derecho y retraso mental. Hacia un estatuto jurídico de la persona con retraso mental, Fundación Paideia, La Coruña 1999, pág. 191. 8. Vide R., La guarda de hecho, Págs. 62 y ss. 195 • Por otro, la misma una vez que se comunica a la autoridad judicial, ya que, a partir de ese momento la situación no sólo es de hecho, sino que adquiere otras características que la acercan a las de los cargos tutelares, en los que es esencial el control judicial, y nos creara la duda de si le son aplicables las normas establecidas para dichos cargos9. Siguiendo esta idea podemos definirla, siguiendo a Albacar y MartínGranizo10, como el ejercicio, con respecto a menores o incapaces, de funciones propias de instituciones tutelares, con carácter de generalidad y permanencia, de su custodia o protección, o de administración de su patrimonio o gestión de sus intereses por personas que no son tutores, curadores ni defensores judiciales. El guardador de hecho será aquella persona que sin nombramiento alguno, ni judicial ni administrativo, se encarga del cuidado de un menor, de un incapacitado o de una persona que, sin estar incapacitada, no puede valerse por sí misma11. La misma supone la constatación de la existencia de facto de una actividad protectora, al que se le otorga una cierta regulación jurídica, transformándose en una verdadera situación de derecho, dado los efectos jurídicos que provoca. Desde el momento en que se recoge en nuestro ordenamiento jurídico, es una guarda de Derecho, pues este la contempla y regula, y que se caracteriza por estar desprovista de forma. Y ello porque la guarda de hecho no deja de tener importantes consecuencias jurídicas. La escasa regulación jurídica que el Código Civil dedica a la guarda de hecho hace que podamos pensar que estamos ante una institución no querida por el derecho que solo busca su desaparición y la configuración de un régimen legal de protección. Ahora bien, si algo se constata en la vida diaria es que se trata de un mecanismo jurídico de protección de incapaces y 9. Díaz Alabart, S. ( Directora), La protección jurídica de las personas con discapacidad, página 45 del ejemplar informático. 10. Albacar López, J.L. y Martín-Granizo Fernández, M.; Código Civil. Doctrina y Jurisprudencia, Ed. Trivium , pág. 1330. 11. Bustos Valdivia, I., «El guardador de hecho ante los hechos dañosos producidos por su guardado>» en Homenaje al profesor Bernardo Moreno Quesada, Volumen I, Universidades de Almería, Granada y Jaén, Almería 2000, págs. 275. 196 menores que posee una gran potencialidad para resolver las cuestiones que constantemente se presentan. Dicha postura provoca importantes reticencias en muchos profesionales para el uso de la guarda de hecho, lo que hace que la misma se encuentre infrautilizada, olvidando que, con su constatación, la guarda de hecho deviene guarda de derecho. La doctrina se encuentra dividida con respecto a que situaciones de la realidad pueden ser encuadradas en el concepto jurídico de guarda de hecho. Dos posturas fundamentales podemos contemplar: CUARTA MESA REDONDA: D CRISTÓBAL FCO. FÁBREGA RUIZ • Por un lado se encuentra la postura amplia. Para ella, entraría dentro del concepto los que se apoderan del cargo sin titulo, o por delegación arbitraria del nombrado, el tutor inhábil o irregular - por omisión del inventario o fianza-, o la tutela putativa - por nulidad del testamento en que se establece, existencia de pariente preferente desconocido, etc...Para este sector doctrinal el artículo 303 CC no prohíbe ni impide esta interpretación y, con ella, el incapaz, cuyo beneficio es la base de toda su regulación jurídica, recibe una mayor protección. La principal objeción que puede hacerse a esta postura amplia se encuentra en la remisión que el articulo 303 CC hace a los artículos 203 – hoy 757-2º y 3º, así como 762 LEC- y 228 del mismo cuerpo legal, que se refiere al «presunto incapaz», por lo que parece que solo incluye las guardas que se dan cuando no se ha establecido una declaración de incapacidad o tutela previa. No podemos estar de acuerdo con dicha postura, puesto que podemos encontrarnos ante casos en que el tutor haga dejación de sus funciones y las realice un tercero, bien por habérselas encomendado el tutor, bien por otros motivos, debiéndose, en beneficio del incapaz, establecer los deberes, facultades y responsabilidades de ese tercero. Además, toda guarda continuada que no se constituya como tutela, patria potestad o curatela, se engloba bajo la rubrica de guarda de hecho, ya que no existe una definición legal de la misma, y que admite, por su carácter fáctico, todas las posibilidades12. 12. De Salas Murillo, S. ; Responsabilidad civil e incapacidad, Tirant lo Blanch, Pág. 242. También defiende esta postura por referencia a su utilidad social y por ser mas idóneo para la protección del discapaz, Quesada González, M.C., La Tutela y otras instituciones de protección de la persona, Atelier, Barcelona 2004, págs. 255 y 256. 197 • Por otro lado, esta la postura restringida. Considera la misma que si existe tutor formalmente constituido el que ejerce una guarda con su aprobación es un mero auxiliar del mismo. La remisión a otros preceptos legales que realiza el artículo 303 refleja que la ley limita la misma a los casos de tutela no constituida. De esta forma, reducen la guarda de hecho a la sumisión espontánea de funciones tutelares y al ejercicio de la tutela por persona inhabíl. A nuestro entender estas posturas confunden el delegado del tutor con el auxiliar del tutor. El delegado del tutor es un guardador de hecho, ya que el cargo de tutor es personalísimo y no puede ser delegado. Si el tutor abdica o delega en un tercero, aunque sea la mera compañía del tutelado, nos encontraríamos ante un verdadero guardador de hecho. En esta corriente parece situarse el artículo 253 del Código de Familia de Cataluña que define la guarda de hecho como «la persona física o jurídica que tiene acogido transitoriamente a un menor que ha sido desamparado por aquella o aquellas personas que deben tener cuidado del mismo, o cualquier otra persona que, por razón de sus circunstancias personales, puede ser declarada incapaz o sujeta a curatela». Exige, por ello, que la persona no haya sido incapacitada por lo que parece mantener un sentido restringido. Como refuerzo de esta concepción el artículo 254-1º 1 impone al guardador o guardadora de hecho la obligación de poner en conocimiento del organismo competente en protección de menores, si se trata de un menor, o de la autoridad judicial o del Ministerio Fiscal, en otro caso, el hecho de la acogida a los efectos de que se regularice la situación. Nosotros creemos que puede darse el caso de la existencia de un guardador de hecho estando constituida la tutela, en aquellos casos en que el tutor, por imposibilidad o dejación, no ejerza sus funciones, y así se haga por un tercero sin investidura formal alguna. De lo anterior puede deducirse que la guarda de hecho esta vinculada a la existencia de una persona menor, incapacitada o, al menos, incapacitable por estar dentro de los supuestos del artículo 200 CC. Ahora bien, no podemos condicionar de forma absoluta la validez de la guarda de hecho a que la persona sea luego incapacitada con sometimiento a tutela o, al menos, 198 a curatela, o, en el caso de menores, que este se encuentre en situación de absoluto desamparo y así sea declarado judicial o administrativamente13. Si así lo exigiéramos privaríamos de eficacia a la figura, exigiéndole los mismos requisitos que a la guardia formal lo que sería totalmente ilógico y dejaría fuera del campo de protección situaciones tan necesitadas de amparo como las descritas en la norma14. CUARTA MESA REDONDA: D CRISTÓBAL FCO. FÁBREGA RUIZ Esto eliminaría la función de la guarda de hecho como cláusula de cierre de los distintos mecanismos de protección jurídico-privados, lo que es un argumento mas a favor de la defensa de la interpretación amplia que antes hemos expuesto y de que no se pueda exigir que el proceso desemboque, para darle validez, en la efectiva declaración judicial de incapacitación. Según Gete-Alonso y Calera15, lo que la norma exige es que, el mayor de edad, se encuentre en una situación en la que, por su estado físico o psíquico no pueda cuidar de su persona, de sus bienes, o de ambos a la vez y esto implique un riesgo para sí mismo o para los demás. Por ello, no es exigible el demostrar que la persona guardada este afectada por una causa de incapacitación con la misma rigidez que cuando se pretende su incapacitación judicial, debiendo reservarse este procedimiento para las situaciones mas graves y permanentes, bastando la demostración de una situación de riesgo o peligro personal o patrimonial en el guardado con una cierta permanencia16. 13. Tengamos en cuenta que, por otra parte, la existencia de una actuación correcta por parte del guardador de hecho elimina la falta de asistencia material y moral dando lugar a la inexistencia de desamparo. Ver Álvarez de Toledo Quintana, L. « Tutela administrativa y guarda de hecho en menores en situación de desamparo» en Revista del Poder Judicial nº 60. 14. Gete-Alonso y Calera, M.C.; La protección civil de personas sometidas a manipulación mental, Tirant lo Blanch, Valencia 2003, págs. 302 y 303. 15. Gete-Alonso y Calera, M.C.; La protección civil de personas sometidas a manipulación mental, Tirant lo Blanch, Valencia 2003, pág. 303. 16. Precisamente por esto entiende Gete-Alonso que la guarda de hecho es un instrumento idóneo para la protección de las personas sometidas a manipulación mental o afectadas por el síndrome disociativo atípico derivado de la pertenencia a sectas destructivas. Ver Gete-Alonso y Calera, M.C.; La protección civil de personas sometidas a manipulación mental, Tirant lo Blanch, Valencia 2003, págs. 306 y 307. 199 3. ¿Como podemos constatar la existencia de un guardador de hecho? El problema más importante al que se enfrenta la guarda de hecho para su actuación en el trafico jurídico es el derivado de la constatación en el mismo de su existencia. Esta dificultad de constatación dificulta su efectividad, crea una importante inseguridad jurídica, y provoca en los guardadores una sensación de abandono por el ordenamiento jurídico. Los mismos se ven imposibilitados de demostrar su situación ante diversas entidades ( bancos, notarios, administración publica, etc...), si bien en algunos casos se admite la mera acreditación de la condición por declaración jurada. Esto provoca que la intervención del guardador de hecho en el trafico jurídico se vea afectada de hecho por una imposibilidad de actuación negocial del discapacitado no incapacitado judicialmente, lo que deja sin pleno contenido al artículo 304 CC. Como indica Leña Fernández17, uno de los Notarios que mas se ha ocupado de esta problemática. «Ante la falta de capacidad evidente de los discapacitados que, en ocasiones, nos presentan a los notarios, con la pretensión de documentación de una determinada actuación negocial por su parte, no tenemos más remedio que, o bien negar la posibilidad de otorgamiento del negocio jurídico pretendido, remitiéndolo a un momento posterior a una incapacitación judicial que aconsejamos pero que los familiares no quieren afrontar, o bien admitir la actuación negocial, en representación del discapacitado, de la persona que lo tiene bajo su cuidado como guardador de hecho. Sin embargo, son escasísimas las veces que los notarios y, en general, los profesionales del Derecho, accedemos a la utilización de esta última posibilidad dada la inseguridad jurídica en que se desenvuelve la figura»18. Ante esta situación, lo primero que debemos afirmar es que la guarda de hecho es una institución de hecho. A pesar de ello, las dificultades indicadas 17. Leña Fernández, R.; « El trafico jurídico negocial y el discapacitado» en La protección jurídica de discapacitados, incapaces y personas en situaciones especiales, Civitas y Consejo General del Notariado, Madrid 2000, pág. 207. 18. Añadimos nosotros que, en esas poquísimas ocasiones, son los Registradores de la Propiedad los que colocan un muro infranqueable. 200 provocan la búsqueda de mecanismos que permitan constatar o acreditar que esa guarda de hecho existe. Lógicamente, la resolución derivada no crea la situación, sino que reconoce su existencia para darle virtualidad, y sirve de titulo que ampare al guardador en su función. Varios son los mecanismos que pueden utilizarse para este menester: 1. Constatar la existencia de la guarda de hecho a través de un procedimiento de jurisdicción voluntaria finalizado por una resolución judicial que declare frente a terceros la existencia de una situación de guarda de hecho, ejercida por una persona determinada19. El principal problema que presenta este medio de constatación es que la actividad jurisdiccional es demasiado lenta para la resolución de los problemas que se van presentando. Si el guardado ha sido ya declarado incapaz por sentencia o es menor, el nombramiento de tutor ordinario tardara lo mismo y será mas conveniente por lo que no tendrá sentido la constatación de la guarda de hecho. CUARTA MESA REDONDA: D CRISTÓBAL FCO. FÁBREGA RUIZ 2. Otra formula es la de la constatación por el mecanismo de las medidas cautelares previas a la incapacidad del artículo 762 LEC. Pero en este caso, sería mas conveniente el nombramiento de un administrador o de un defensor judicial por lo que también, en este caso, carecería de virtualidad la afirmación de la existencia de un guardador de hecho. Quedaría limitada, por ello, el seguimiento de esta vía a los casos de persona no incapacitada legalmente, ya que el procedimiento de incapacidad tiene una mayor duración que el de jurisdicción voluntaria. Este procedimiento se esta utilizando con un buen resultado para determinadas actuaciones sin trascendencia registral. En las de naturaleza registral ni la mayor parte de los notarios, ni la totalidad de 19 . Este es el sistema utilizado en el Auto de 15-5-96 ( 17/1996 del Juzgado de 1ª instancia nº 7 de los de Córdoba) en el que se nombra guardador de un incapaz senil al director del centro en el que se encuentra. De Salas Murillo ( Responsabilidad civil e incapacitación, pág. 243, nota 417) los llama certificados acreditativos. También se establece como determinación de control de la guarda de hecho en el artículo 73 del Proyecto de Reforma de la jurisdicción voluntaria publicado en el Boletín Oficial de las Cortes Generales de 27 de octubre de 2006 201 los registradores están admitiendo la realización de estos actos, si bien algún sector del Notariado a titulo particular defiende la posibilidad de dicha admisión. 3. Nosotros también manteníamos, en otro lugar, la posibilidad de la constatación de la guarda a través de un decreto del Ministerio Fiscal dictado en un expediente informativo para ello20, debido a que su naturaleza de hecho hace que cualquier constatación de la situación hecha con suficientes garantías baste para certificar su existencia. Si bien mantenemos la posibilidad teórica de esta forma de constatación la misma carece del suficiente contraste en la practica que nos permita un uso no arriesgado de la misma. 4. La utilización del acta notarial de notoriedad.- Indica Leña Fernández21, que para que se produzca la situación fáctica en que consiste la guarda de hecho es necesaria la prueba de tres circunstancias: a) La existencia de una discapacidad en una persona con suficiente entidad, en principio, para dar lugar a una falta de capacidad negocial. b) La inexistencia de incapacidad judicial o de procedimiento para ello, ya que, en este caso, podría haberse nombrado un administrador judicial o un defensor judicial con facultades de actuar en nombre del discapaz. Si este nombramiento no se ha hecho podría darse la guarda de hecho. c) La existencia actual y prolongada en el tiempo de una situación de cuidado y asistencia del discapacitado por parte de una persona determinada. Fábrega Ruiz,C. Fco.; « Aproximación a la crisis de los modelos clásicos de guarda de incapaces» en Estudios Jurídicos del Ministerio Fiscal, VII/1998, Madrid 1998, pág. 154. 20 Leña Fernández, R.; « El trafico jurídico negocial y el discapacitado» en La protección jurídica de discapacitados, incapaces y personas en situaciones especiales, Civitas y Consejo General del Notariado, Madrid 2000, págs. 208 y ss. 21 202 Para la constatación de la existencia de estas circunstancias propone la utilización de la vía que, en nuestro ordenamiento, se utiliza para la constatación jurídica de las situaciones fácticas extrajudiciales ( así ocurre, por ejemplo, con la declaración de herederos abintestato): el acta de notoriedad notarial. Dicho de otro modo, es posible que el Notario, cuando se encuentre ante una representación de la que conozca ( o llegue a conocer por notoriedad) pueda permitir la actuación en representación de una persona sin capacidad suficiente en un determinado acto jurídico. El principal problema para el mantenimiento de esta tesis está en preguntarnos si la guarda de hecho puede catalogarse o no como representación legal. CUARTA MESA REDONDA: D CRISTÓBAL FCO. FÁBREGA RUIZ Si consideramos que si lo es nada obstara a que, por acta de notoriedad, se lleve a cabo su constatación con plenos efectos jurídicos a través de este sencillo procedimiento notarial. Y ello, porque, como indica el Reglamento Notarial, las actas de notoriedad tienen por objeto la comprobación y fijación de hechos notorios sobre los cuales puedan ser fundados y declarados derechos y legitimadas situaciones personales o patrimoniales, con trascendencia jurídica. Por acta de notoriedad podrán legitimarse hechos y situaciones de todo orden, cuya justificación, sin oposición de parte interesada, pueda realizarse por medio de cualquier otro procedimiento no litigioso. La declaración que ponga fin al acta de notoriedad será firme y eficaz, por sí sola, e inscribible donde corresponda, sin ningún trámite o aprobación posterior, siendo por lo tanto suficiente para intervenir en el trafico jurídico. Ahora bien, la afirmación de considerar la guarda de hecho como representación legal sabemos que no deja de plantear problemas, ya que no se encuentra recogida expresamente como tal en nuestra legislación. No obstante, creemos que si es posible deducirla del artículo 304 CC puesto en relación con el principio fundamental informador en esta materia que es el del mayor interés del incapaz. 203 5. Los directores de los centros residenciales en que se encuentra el incapaz como guardadores de hecho.- Cuando el incapaz se encuentra residiendo y siendo atendido en un centro residencial, se encuentra atendido por la entidad titular del mismo, siendo la persona que materializa esta guarda el director como máximo responsable del centro. Por vivir allí cotidianamente el discapaz, el director es guardador de hecho en esa cotidianidad y en el campo personal, lo que conlleva para él obligaciones y derechos que deben clarificarse con el fin de evitar conflictos con los familiares del interno, tutores o no. Así lo ha entendido la Audiencia Provincial de Tarragona en su Sentencia de 11-12-2000 que, a efectos penales, considera como guardadores de hecho de los ancianos demenciados residentes al Director y al titular de la residencia en que se encuentran. En estos casos para acreditar la condición de guardador de hecho bastaría con acreditar la posesión del cargo de Director y que el protegido se encuentra en la Residencia. La guarda de hecho que estamos contemplando se reconoce legalmente en el Decreto 176/2000, de 15 de mayo, de regulación del Sistema Catalán de Servicios Sociales, en cuyo artículo 7-3º se establece: «El ingreso en establecimientos residenciales de personas que no pueden manifestar libremente su voluntad, ya que por razón de sus circunstancias personales puedan ser declaradas incapaces, comporta que el director técnico del establecimiento sea el guardador de hecho cuando el ingreso de la persona se haya realizado sin la intervención de alguna de las personas que se indican a continuación: a) Cónyuge o pareja estable conviviente. b) Descendientes mayores de edad o bien ascendientes. c) El cónyuge del padre o de la madre si ha habido convivencia durante tres años con la persona que ha de ingresar. d) Hermanos. e) La persona que haya asumido la guarda de hecho, siempre que haya comunicado el hecho de la guarda al juez o al ministerio fiscal. Se dejará constancia en el expediente asistencial de los familiares que 204 han intervenido en el ingreso, así como de la comunicación al juez o ministerio fiscal efectuada por la persona que ostenta la guarda de hecho». El artículo 7-4º de este Decreto desarrolla las obligaciones derivadas de esa guarda de hecho estableciendo: «En aplicación de lo previsto en la Ley 9/1998, de 15 de julio, del Código de Familia, cuando el director técnico del establecimiento asuma la guarda de hecho por no haber intervenido en el ingreso las personas que se indican en el apartado anterior, tendrá que comunicar al juez el hecho de la acogida, en el plazo máximo de 15 días. Esta notificación al juez se ha de acompañar, en relación con la persona acogida, de la documentación siguiente: CUARTA MESA REDONDA: D CRISTÓBAL FCO. FÁBREGA RUIZ a) Un informe médico con indicación de las enfermedades o deficiencias persistentes de carácter físico o psíquico. b) Un informe social con indicación de las circunstancias personales, familiares y sociales. c) Relación de bienes conocidos respecto a los que se llevará la administración ordinaria o, si es el caso, circunstancias que concurren. d) El contrato de prestación de servicios con indicación del precio de la estancia mensual y de los servicios complementarios, y el reglamento de régimen interno del establecimiento. De esta notificación y documentación se tramitará copia al ministerio fiscal, con indicación del juzgado al que se ha enviado». 6.- El último sistema, que ya hemos citado, es el de la declaración en el expediente concreto en el que se solicita determinada prestación, bien como declaración simple, bien como declaración jurada. Este sistema se da en la petición de prestaciones económicas ( al menos en Andalucía) y en otras situaciones. 205 4. Regulación jurídica de la guarda de hecho La primera crítica que podemos hacer a la regulación jurídica de la guarda de hecho es la de la insuficiencia y falta de concreción de la misma. Se dice que la regulación es de carácter parcial, insuficiente y equivoca22. La ley no aclara quien puede ser guardado de hecho, ni cuales son las funciones del guardador, teniendo que acudir a la exégesis interpretativa para solucionar los frecuentes problemas prácticos que se presentan. Ahora bien, esta falta de reglamentación es lógica teniendo en cuenta que estamos ante una institución meramente fáctica que solo tiene sentido al pretender proteger, de forma inmediata, al incapacitado o incapaz o al menor desvalido, teniendo dicha protección un interés prevalente23. La deficiente regulación legal hace que esta institución se encuentre infrautilizada a pesar de su gran potencialidad practica. Es necesario que el legislador se plantee una regulación mas precisa en la línea de la utilidad y del respeto a la seguridad jurídica. Lo que si aclara el Código es que se busca que la guarda sea una situación provisional, siendo las medidas a adoptar dirigidas a vigilar al guardador de hecho y a regularizar la tutela. Se refuerza esta idea con el articulo 229 CC que impone al guardador la obligación de promover la constitución de la tutela, bajo pena de responder de la indemnización de los daños y perjuicios causados. Pero esto no es necesariamente así. No ocurrirá en aquellos casos en que exista un guardador de hecho conviviendo con un responsable legal. Desde el momento que hemos admitido la existencia de guarda de hecho en estos casos, y desde que el Juez autoriza el ejercicio de la función dándole incluso cobertura legal, podemos cuestionarnos incluso la transitoriedad de la guarda fáctica. Como indica Álvarez de Toledo24: Álvarez Lata, N. y Seoane Rodríguez, J.A. en Derecho y retraso mental. Hacia un estatuto jurídico de la persona con retraso mental, Fundación Paideia, La Coruña 1999, pág. 192 con cita de Bercovitz. 22 Álvarez Lata, N. y Seoane Rodríguez, J.A. en Derecho y retraso mental. Hacia un estatuto jurídico de la persona con retraso mental, Fundación Paideia, La Coruña 1999, pág. 192. 23 Álvarez de Toledo Quintana, L. «Tutela administrativa y guarda de hecho de menores en situación de desamparo» en Revista del Poder Judicial, número 60. 24 206 «Con no ser una institución tutelar en sentido propio, es una situación fáctica que no se opone al ordenamiento jurídico, pues, si así fuera, el Derecho se limitaría a suprimirlo pura y simplemente; pero desde el momento en que faculta -que no impone ni ordena- al Juez para controlar su desenvolvimiento es llano que el Legislador adopta una actitud favorable a su continuidad en el tiempo, dentro de la provisionalidad que es razonable asociar a una situación de mero hecho en tránsito hacia una guarda institucional». Parte el Código de la obligación de promover la incapacitación y la tutela y si, a pesar de ello, continua existiendo un guardador de hecho, se permite al Juez la adopción de determinadas medidas de control25. CUARTA MESA REDONDA: D CRISTÓBAL FCO. FÁBREGA RUIZ La mayoría de la doctrina entiende que le es aplicable al guardador de hecho lo que, con respecto a derechos y obligaciones, establece la ley para el tutor, puesto que como él es un órgano estable y de actuación habitual y, por tanto, es posible cubrir por analogía la laguna legal que se presenta. Otro sector doctrinal considera que esta equiparación indiscriminada no es posible de forma absoluta, debiendo matizarse en el sentido de que no será así cuando el citado régimen resulte incompatible o inadecuado, o existan normas especificas que la regulen, llegando a indicarse que las instituciones de la guarda de hecho y la guarda legal, pese a cumplir una función similar de protección, no se encuentran presididas por idéntica ratio por lo que no es posible aplicar la analogía. Así, la ausencia de una mayor regulación de la guarda de hecho no se puede considerar como una laguna legal, sino como una opción consciente del legislador que solo equipara guarda legal y de hecho en lo que respecta al deber de información y al de indemnización26. La guarda de hecho, en principio, no es retribuida ejerciéndose gratuitamente. Pero ello no impide, tal como indica el artículo 257 del Código de Familia de Cataluña, que el Juez, para incentivar su labor le reconozca una Quesada González, M.C., La Tutela y otras instituciones de protección de la persona, Atelier, Barcelona 2004, págs. 257. 25 Álvarez Lata, N. y Seoane Rodríguez, J.A. en Derecho y retraso mental. Hacia un estatuto jurídico de la persona con retraso mental, Fundación Paideia, La Coruña 1999, pág. 193 y 194. 26 207 retribución27. Igualmente se manifiesta en este sentido el artículo 306 CC que establece para el guardador iguales derechos de indemnización que los que para el tutor establece el articulo 220. Dada la dicción del artículo 306 CC el mismo debe ser indemnizado con cargo a los bienes del presunto incapaz, por los daños y perjuicios ( materiales o morales) que, sin culpa por su parte, sufra en el ejercicio de la guarda y no puedan resarcirse por otros medios. Para obtener el resarcimiento de gastos el guardador, al rendir cuentas, deberá demostrar que el gasto resulto necesario o conveniente para el guardado, ello con el fin de evitar que, con abuso del patrimonio, se le provoque un gasto excesivo e injustificado28. 5. Control judicial de la guarda de hecho El Código Civil establece para el control de la guarda de hecho el siguiente esquema: 1. La posibilidad, establecida en el articulo 303 CC, de que el Juez pueda solicitar al guardador para que informe sobre la persona y bienes del guardado, e igualmente de su actuación con respecto al mismo. Este informe es la base sobre la cual se decidirá la adopción de otras medidas y, por ello, a no ser que el Juez conociera, por otros medios, la situación, tendrá que requerirlo para la adopción de las medidas de protección, que, en cuanto sean necesarias en interés del incapaz, debe adoptar ya que a ello le obliga, sino la letra, si el espíritu de la ley. El deber de información se extiende tanto a la persona como a los bienes, quedando limitado, en cada caso, al ámbito en que se desarrolle la guarda y consistirá en un inventario y en una rendición de cuentas. 2. La adopción de las medidas de control y vigilancia que el Juez considere oportunas para la protección del presunto incapaz. La ley no 27. Sancho Gargallo, I.; Incapacitación y tutela, Tirant lo Blanch, Valencia 2000, pág. 300. 28. Sancho Gargallo, I.; Incapacitación y tutela, Tirant lo Blanch, Valencia 2000, pág. 301. 208 define cuales pueden ser estas. La autoridad judicial adoptara aquellas que sean mas útiles al interés del incapaz. Se dice que estas medidas son provisionales y caducas, de duración transitoria, pero el interés del incapaz puede hacer que el juez entienda que lo mejor es que continué la guarda de hecho hasta que quede constituida la tutela regular. Por ello, la guarda de hecho, especialmente en el caso de personas de edad avanzada, tiende muchas veces a ser duradera porque puede ser imposible el instar la incapacitación por falta de tiempo. Dicho de otro modo, el Juez podrá poner en marcha el mecanismo de constitución de la tutela, siempre que esto sea más beneficioso para el incapaz, pero podrá mantener la guarda de hecho por el tiempo que considere conveniente sin tener que intervenir para extinguirla necesariamente, estableciendo sobre ella los adecuados mecanismos de control29. CUARTA MESA REDONDA: D CRISTÓBAL FCO. FÁBREGA RUIZ No obstante un sector doctrinal afirma que el artículo 299 bis CC asigna sin ambages la representación y defensa del presunto incapaz al Ministerio Fiscal, en tanto se halle en tramitación el proceso de incapacitación. Afirma que durante este periodo el guardador mantendría -a lo sumo- el cuidado de la persona del discapaz, pero quedaría desvinculado y deslegitimado para desarrollar actuaciones patrimoniales en los términos contemplados en el artículo 304 CC, al haber cesado la posesión de estado implícita en dicho precepto. A esta conclusión también se llegaría en el supuesto de que el guardador de hecho sea nombrado administrador de los bienes del presunto incapaz por dicho artículo 299 bis CC, ya que tal administrador carece de facultades representativas. Durante este tiempo, en consecuencia, el guardador sería un mero cuidador personal y, todo lo más, un gestor oficioso30. 29. Álvarez de Toledo Quintana, L. « Tutela administrativa y guarda de hecho de menores en situación de desamparo» en Revista del Poder Judicial, número 60. 30. Martínez Díe, R.; « Los discapaces no incapacitados. Situaciones especiales de protección» en Los discapacitados y su protección jurídica, Estudios de Derecho Judicial, Madrid 1999, pág. 200 y 201. 209 Ahora bien, dicha interpretación hace sorprendente el régimen del artículo 304 en relación al valor de los actos y negocios jurídicos realizados por el guardador de hecho. Añadamos que uno de los efectos importantes de la guarda de hecho es que, si esta se ejerce correctamente, no se produciría la tutela legal del artículo 239-3º CC. En efecto, si el incapaz esta atendido por un guardador de hecho que atienda correctamente al mismo, no puede considerarse que exista desamparo ya que faltaría el elemento objetivo de la situación de desamparo31. En ese caso, debería nombrarse tutor al guardador, dadas sus especiales relaciones con el incapacitado, si este carece del mismo o remover al tutor anterior por ejercicio inadecuado de la tutela y posterior nombramiento del guardador, tal como respecto a los menores establece el mismo artículo 239-2º CC. 6. Acercamiento al artículo 304 del código civil Siempre he afirmado que en nuestro Código Civil no existen artículos de adorno, los que yo llamo artículos pendiente, y eso aunque la defectuosa técnica legislativa existente en la actualidad me haga cuestionarme dicha afirmación al comprobar la existencia de normas jurídicas de difícil aplicación practica. Por eso me cuesta compartir las posturas, doctrinales y jurisprudenciales, que desconocen la existencia de un artículo como el 31. Sobre la idea de que una guarda de hecho correctamente ejercida, impide la existencia de desamparo puede verse Álvarez de Toledo Quintana, L. « Tutela administrativa y guarda de hecho de menores en situación de desamparo» en Revista del Poder Judicial, número 60. A pesar de ello, alguna legislación autonómica como la Canaria ( artículo 22-2º Decreto 54/ 1998 de 17 de abril) establece, para el caso de los menores, la posibilidad de que intervenga la Administración para regularizar la guarda de hecho a través de un acogimiento familiar, si el interés del menor lo requiere y a petición expresa de sus guardadores. Debemos distinguir entre la guarda de hecho y la delegación de funciones de la patria potestad o de la tutela cuando el titular de la misma no puede atender convenientemente a su pupilo ( máxime cuando sabemos que la tutela no obliga a convivir con el tutelado) y, por ello, lo dejan en manos de otras personas, cuya actuación controlan, continuando aportándoles alimentos a través de estas y velando por el mismo. En este caso, y sin perjuicio, de las obligaciones que estas personas contraen, contractual o extracontractualmente, no existirá guarda de hecho propiamente dicha pero tampoco existirá abandono. También puede verse a este respecto nuestro trabajo « Desamparo de menores y guarda de hecho. Breve nota sobre los efectos de la concurrencia de ambos» en Libro Homenaje al profesor Manuel Albaladejo García, Tomo I, Colegio de Registradores de la Propiedad y Mercantiles de España y Universidad de Murcia, Murcia 2004, págs. 1539 a 1548. 210 que vamos a comentar y que va dirigido a dar validez a los actos que el guardador de hecho de a favor de su protegido. Como sabemos el articulo 304 CC indica que «Los actos realizados por el guardador de hecho en interés del menor o presunto incapaz no podrán ser impugnados si redundan en su utilidad». Rogel Vide32 afirma esta es una disposición paradójica, sobre todo, si la ponemos en relación con el artículo 303 por obedecer a filosofías contrapuestas y responder a postulados irreconciliables33. Así vemos que, tras propiciarse la desaparición de una situación de la que parece desconfiarse, se impide la impugnación de los actos realizados cuando estos son realizados en interés y aportan cierta utilidad al guardado. Según la mayor parte de la doctrina, los actos realizados por el guardador de hecho son anulables. Este es el sistema que defiende mejor los intereses del incapaz por la evidente posibilidad de convalidación que estaría excluida en el caso de la nulidad y porque, en otro caso, no existiría diferencia entre el contrato realizado en nombre del incapaz por el guardador de hecho o por un extraño. Leña Fernández34 distingue dos supuestos: CUARTA MESA REDONDA: D CRISTÓBAL FCO. FÁBREGA RUIZ 1. Impugnación del acto o negocio celebrado por quien dice ser guardador de hecho sin serlo en realidad. En este caso el acto sería nulo. Piénsese en quien contrata por quien no es incapaz ni de hecho ni de derecho, o quien en realidad no actúa en el momento del acto como guardador de hecho. 32. La guarda de hecho, Pág. 31. 33. Martínez Díe, R.; « Los discapaces no incapacitados. Situaciones especiales de protección» en Los discapacitados y su protección jurídica, Estudios de Derecho Judicial, Madrid 1999, pág. 201. 34. Leña Fernández, R.; « El trafico jurídico negocial y el discapacitado» en La protección jurídica de discapacitados, incapaces y personas en situaciones especiales, Civitas y Consejo General del Notariado, Madrid 2000, pág. 213. 211 2. Impugnación del acto o negocio realizado por un verdadero guardador de hecho en base al perjuicio causado al guardado. En este caso estaríamos ante una acción de anulabilidad. La redacción del precepto no parece muy acertada ya que, en realidad, no es que los actos no puedan ser impugnados, puesto que precisamente esa impugnación será la que abre la puerta a la comprobación de la utilidad que deberá probarse en juicio por quien la alega, sino que los actos, que son nulos por falta de legitimación del que los realizó, se convalidan si son útiles para el incapaz. O dicho de otro modo. Si existe utilidad no podrán ser declarados nulos. La tutela judicial efectiva hace que no se pueda cerrar el acceso al procedimiento judicial. Lo que en realidad establece el artículo 304 CC no es una posibilidad de actuación del guardador de hecho en nombre del incapaz, sino un mecanismo de convalidación de sus actos cuando estos sean beneficiosos para el tutelado. No crea un mecanismo de representación o de sustitución de la actuación del incapaz, pero no podemos olvidar que estamos ante un medio de dinamización de la precaria situación del discapaz en el trafico jurídico35. Por ello, entendemos que no se puede excluir totalmente la posibilidad de que el guardador de hecho actúe en el nombre del incapaz en dicho trafico. Para ejercitar esta acción de anulabilidad esta legitimado el incapacitado al recuperar su capacidad o el tutor mientras dura la tutela. También los herederos del incapaz para el caso del fallecimiento de este. A falta de todos los anteriores o siendo estos parte interesada, debería ser el Ministerio Fiscal en ejercicio de su deber constitucional de protección de la persona discapacitada, pudiendo el Juzgador si de su control detecta un acto que pudiera haberle sido perjudicial ponerlo en conocimiento del Ministerio Publico. La doctrina ha discutido a que actos le es aplicable esta disposición. Nosotros entendemos que no solo se refiere el artículo a actos de carácter 35. Álvarez Lata, N. y Seoane Rodríguez, J.A. en Derecho y retraso mental. Hacia un estatuto jurídico de la persona con retraso mental, Fundación Paideia, La Coruña 1999, pág. 195. En igual sentido se manifiesta Zurita Martín, I. ; Protección civil de la ancianidad, Dykinson., Madrid 2004, pág. 176. 212 personal, sino también a los de carácter patrimonial36, sean estos meramente conservativos o de administración e incluso los dispositivos37. La razón última que lleva a legitimar convalidando los actos del guardador es el beneficio de la persona guardada en toda su extensión y, por ello, alcanza a todos los actos que se consideren útiles para el menor o incapacitado38. Y esto porque el artículo 304 CC no distingue entre actos meramente conservativos, de administración o de disposición por lo que debemos deducir que esta reconociendo la posibilidad de realización de todos ellos, máxime cuando así se refleja en la realidad social39. Otros autores entienden, al contrario, que el guardador de hecho no puede, en ningún caso, actuar en lugar del guardado para prestar el consentimiento para autorizar actos de 36. Así se manifiesta también Zurita Martín, I. ; Protección civil de la ancianidad, Dykinson., Madrid 2004, pág. 175. 37. Leña Fernández, R.; El trafico jurídico negocial y el discapacitado en La protección jurídica de discapacitados, incapaces y personas en situaciones especiales, Civitas y Consejo General del Notariado, Madrid 2000, pág. 215. CUARTA MESA REDONDA: D CRISTÓBAL FCO. FÁBREGA RUIZ 38. En contra se manifiesta la AP Cádiz en su sentencia de 28-05-99 al afirmar, en un supuesto de responsabilidad extracontractual, que el guardador de hecho puede realizar actos urgentes y perentorios en defensa del presunto incapaz, como por ejemplo interrumpir la posible prescripción de una acción, pero no podría ampararse en el artículo 304 CC el ejercicio de acciones judiciales ya que ni siquiera el propio tutor, nombrado conforme a derecho, puede realizarlo por si mismo, precisando autorización judicial, salvo que se trate de asuntos urgentes o de escasa cuantía. A favor de la posibilidad de realizar actos conservativos y dispositivos, en base a la expresión amplía del artículo 304 CC, se manifiesta la sentencia de la AP de Álava ( sección 1ª) de 30-9-1998 al considerar al guardador de hecho legitimado para actuar en nombre del hijo mayor de edad incapaz en procedimiento matrimonial a efectos de reclamación de pensión alimenticia. También a favor, si bien obiter dicta, se manifiesta la STS ( 1ª) de 10-3-1994 que considera el artículo 304 CC como una excepción a la disposición general del artículo 1259 del mismo cuerpo legal que establece la nulidad de los contratos realizados por quien no tiene la representación, voluntaria o legal, de otro. En el caso de autos declara nulo el contrato ya que la madre contrato en nombre del menor sin autorización judicial indicando que no puede extrapolarse lo dispuesto para los guardadores de hecho a estos casos que suponen un ejercicio incorrecto de la patria potestad que la madre seguía conservando. 39. En este sentido se manifiesta Álvarez de Toledo Quintana, L. ; «Tutela administrativa y guarda de hecho de menores en situación de desamparo» en Revista del Poder Judicial, número 60. En contra parece manifestarse Álvarez Lata, N. y Seoane Rodríguez, J.A. en Derecho y retraso mental. Hacia un estatuto jurídico de la persona con retraso mental, Fundación Paideia, La Coruña 1999, pág. 194 , al entender que el guardador de hecho carece de facultades para autorizar actos de carácter patrimonial. En su nota 246 estos autores reflejan la postura a favor de la admisión de la representación en estos casos que mantiene Moreno Quesada. 213 carácter patrimonial, tesis seguida por el Código de Familia de Cataluña. A nosotros se nos escapa como conjugar la no impugnación del artículo 304 con la imposibilidad de realizar el acto, ya que si el acto dispositivo redunda en utilidad del discapaz no podrá anularse dada la dicción del precepto y el principio de mayor interés del incapaz. Santos Urbaneja40, considera que este precepto otorga validez a muchos de los actos que diariamente realizan los guardadores. Así, solicitar asistencia médica para sus guardados, adquirir productos de consumo o realizar contratos de prestación de servicios, etc. Los problemas se plantean cuando se trata de realizar gestiones de mayor trascendencia tales como matricular al discapacitado en un curso, disponer de su cuenta corriente, interponer una demanda, solicitar un préstamo, vender un bien o renunciar a una herencia. Si bien, teóricamente, dada la dicción del artículo que comentamos no debería haber problema para ello, las dificultades de acreditación de la situación de guarda y de comprobar el beneficio del acto para el guardado, hace que, en muchas ocasiones, se deba acudir a la interposición de una demanda de incapacitación lo que, como indica este autor, es una solución inadecuada, excesiva e innecesaria41. Entendemos que la utilidad no debe medirse con un criterio meramente económico, ya que la guarda debe buscar el bienestar personal del menor o incapaz, y esta depende de algo mas que de un mero beneficio económico42. Debe ser objetiva - aun teniendo en cuenta las circunstancias personales del guardado-, global - no pudiendo pretenderse la anulación parcial de las circunstancias perjudiciales o impugnarse el acto de forma fraccionada- 40. Santos Urbaneja, F.; « Causas y motivos de la incapacitación civil. Una reflexión sobre el artículo 200 del Código Civil» en Revisión de los procedimientos relativos a la incapacidad, Fundación Aequitas, Madrid 2004, pág.36. 41. Santos Urbaneja, F.; « Causas y motivos de la incapacitación civil. Una reflexión sobre el artículo 200 del Código Civil» en Revisión de los procedimientos relativos a la incapacidad, Fundación Aequitas, Madrid 2004, pág.37. 42. Álvarez Lata, N. y Seoane Rodríguez, J.A. en Derecho y retraso mental. Hacia un estatuto jurídico de la persona con retraso mental, Fundación Paideia, La Coruña 1999, pág. 195, nota 246 con cita de Moreno Quesada. Leña Fernández, R.; « El trafico jurídico negocial y el discapacitado» en La protección jurídica de discapacitados, incapaces y personas en situaciones especiales, Civitas y Consejo General del Notariado, Madrid 2000, pág. 216. 214 e inmediata - sin perjuicio de que si por circunstancias sobrevenidas se transformara en útil lo que en principio fue perjudicial se mantuviera la validez del acto-. Es necesaria la utilización de criterios objetivos, económicos, patrimoniales y personales, para apreciar el beneficio o interés del menor o persona incapaz. Esto hace que puedan impugnarse los actos realizados buscando intencionadamente el beneficio del incapaz y, al final, haya carecido de provecho para él. También es necesario afirmar que el precepto se limita a referirse a los actos realizados por el guardador, sin distinguir si se refiere a todos o únicamente a los de tipo patrimonial. Por ello debe entenderse incluidas cuantas actuaciones personales o reales haya emprendido el guardador, ya que donde el legislador no distingue no debe hacerlo el intérprete. Y ello por la imposición al guardador de las obligaciones derivadas del art. 269, y, sobre todo, por ser la finalidad del precepto la protección de los intereses del presunto incapaz y, entre éstos, lo más relevantes son los de naturaleza personal, como por ejemplo, los de naturaleza medica43. 7. El espinoso problema de la responsabilidad civil del guardador de hecho CUARTA MESA REDONDA: D CRISTÓBAL FCO. FÁBREGA RUIZ Tema espinoso y de gran interés practico es el del régimen de responsabilidad que contrae el guardador de hecho por los actos realizados en su labor, y mas específicamente, por los actos realizados por la persona que tienen bajo su guarda. 43. Así el artículo 9-3º de la Ley 41/2002 de autonomía del paciente en los casos de incapacidad de este para la toma de decisiones y carece de representante legal – entendemos también nosotros incluido el caso de que este no este en condiciones de prestarlo- el consentimiento lo prestarán las personas vinculadas a él por razones familiares o de hecho, lo que es una forma de guarda de hecho. La jurisprudencia también ha incluido casos de actuación valida por el guardador de hecho. Así, y además de los que podamos indicar en el resto del texto, podemos destacar la SAP Jaén ( 3ª) de 12-5-2004 ( legitimación pasiva en procedimiento civil), SAP Huelva ( 2ª) de 9-3-2001 ( legitimación activa para una reclamación por responsabilidad extracontractual con cita de la sentencia del Tribunal Supremo de 8 de febrero de 1994), SAP Zaragoza ( 4ª) de 8-5-2000 ( contratación en nombre de la incapaz de un contrato de servicios residenciales y asistenciales en centro geriátrico) o SAP Córdoba (1ª) de 14-10-1996 (validez de compra realizada por un guardador de hecho para la persona incapaz). Diferente postura manifiesta la SAP de Cádiz (1ª) de 28-5-1999 por considerar que solo en el caso de actos urgentes y perentorios puede haber legitimación de los guardadores de hecho. 215 Podemos plantearnos tres grandes grupos en el estudio de esta responsabilidad: 1. Responsabilidad derivada del articulo 229 CC que impone la obligación del guardador de promover la constitución de la tutela, siendo, si no lo hiciera, responsable de la indemnización de los daños y perjuicios causados. Ahora bien, de acuerdo con el articulo 757-1º y 2º LEC, los guardadores de hecho no están legitimados para promover la incapacitación, por lo que, si el guardado no esta incapacitado legalmente, solo podrá poner en conocimiento del Ministerio Fiscal los hechos determinantes de la incapacidad, conforme al articulo 7573º LEC, para eliminar su responsabilidad. 2. Responsabilidad del guardador por hechos realizados en perjuicio del guardado. Creemos que estos seguiría el régimen de la responsabilidad extracontractual establecida en el articulo 1902 del CC. En este apartado es donde se debe ubicar la responsabilidad derivada de la custodia incorrecta de los discapaces por los centros residenciales donde se encuentran, tema al que se ha acercado en diversas ocasiones nuestro Tribunal Supremo, admitiendo la responsabilidad extracontractual del Centro, si bien ha exigido que se demuestre por el que lo alega la existencia del daño, el nexo causal con el comportamiento del centro, y la existencia de culpa in vigilando lo que se deduce poniendo en relación el comportamiento concreto con la lex artis por lo que si la vigilancia era adecuada a las características y estado del enfermo no cabe hablar de responsabilidad ( SsTS de 3-61996, 9-3-1998, o 17-2-2000). 3. El último grupo hace referencia a la responsabilidad del guardador por los perjuicios que el guardado pueda causar a terceros, incluso, en aquellos casos, en que la guarda conviva con un órgano de protección legalmente constituido. Nos encontramos ante una cuestión que no es pacifica para la doctrina y que ha sido poco tratada por las resoluciones de los Tribunales. 216 El artículo 1903 CC establece la responsabilidad extracontractual de los tutores por los perjuicios causados por los menores e incapaces que estén bajo su autoridad y habiten en su compañía. La doctrina se pregunta si al guardador de hecho le es aplicable el artículo indicado, y si puede trasladarse la responsabilidad del tutor al guardador de hecho cuando es este el que habita en compañía del menor o incapaz. Ante esta cuestión dos son las posturas adoptadas por la doctrina: a) Una, mayoritaria, que defiende el carácter taxativo del artículo 1903 CC no pudiendo darse ninguna ampliación. Para ella esta norma no es aplicable a los guardadores de hecho, y ello porque dicha interpretación conculcaría la literalidad del precepto, que solo cita a los padres y a los tutores. Así se dice que no cabe una interpretación extensiva de la norma, ya que lo que se crea es un autentico deber legal, que no existiría si el Código no lo hubiera contemplado expresamente. CUARTA MESA REDONDA: D CRISTÓBAL FCO. FÁBREGA RUIZ b) Frente a la postura anterior existen otros autores, como Diez-Picazo44, que defienden un carácter extensivo del precepto y creen que lo importante es que exista un nexo de jerarquía y subordinación que permita a uno dar ordenes a otro, lo que en el caso de la guarda se da. No estaríamos ante una aplicación por analogía, sino extensiva del termino tutores que incluiría así, a los tutores de derecho, pero también a los de hecho45. 44. Diez Picazo y Gullón Ballesteros, Sistema de Derecho Civil, Volumen II, 4ª edición, Madrid 1983, pág. 649. En igual sentido Bustos Valdivia, I.; « El guardador de hecho ante los hechos dañosos producidos por su guardado» en Homenaje al profesor Bernardo Moreno Quesada, Volumen I, Universidades de Almería, Granada y Jaén, Almería 2000, págs. 280, entiende que la relación de dependencia entre guardador y guardado no es de tal entidad que justifique la aplicación analógica del artículo 1903 CC. Añade la STS de 30 de abril de 1969 donde el mismo estima la falta de legitimación pasiva del abuelo del menor que había producido lesiones a otro, aunque vivía en la casa y bajo la custodia del abuelo, estando ausente la madre titular de la patria potestad. 45. Yzquierdo Tolsada, M.; «Responsabilidad civil y guarda legal», en Documentación Jurídica, numero 41, págs. 79 y 80. 217 Se puede adoptar, también, un planteamiento intermedio, ya propuesto por López Beltrán de Heredia46, en el que respetando la taxatividad del 1903, se mantiene la responsabilidad del guardador, no por declaración del legislador, sino de acuerdo con el 1902, si el hecho dañoso del guardado se debió a su culpa o negligencia47. Nosotros nos decantamos por la postura que defiende la posibilidad de hacer responsable al guardador de hecho en los casos de convivencia del incapaz con un tercero lo que debería determinar el correspondiente traspaso de responsabilidad48. Ello sin desconocer que la relación de dependencia que puede haber entre un guardador de hecho y un pupilo no es comparable a la que se establece en los casos de patria potestad o tutela, no pudiendo darse la analogía en estos casos49. Por ello nos decantamos por la postura intermedia que determina la responsabilidad del guardador por la vía del artículo 1902 CC y que exige la existencia de culpa o negligencia en el mismo. Nuestro Tribunal Supremo, posee una jurisprudencia contradictoria que nada nos aclara. La tendencia doctrinal amplia esta representada jurisprudencialmente por diversas sentencias del mismo que consideran que los casos establecidos en el artículo 1903 son solo enunciativos o ad 46. Citado por Muñiz Espada, Las personas juríd ico-privadas tutoras ( en consideración al aspecto personal de la tutela), J.M. Bosch editor, S.A. Barcelona, 1994 , págs 335 y ss. En igual sentido se manifiesta García Vicente, F. ; Responsabilidad de los padres y tutores por actos del hijo menor, ponencia presentada en el curso sobre Filiación y Patria Potestad organizado por la FGE en Jaén y noviembre de 1996. Inédito. Pág. 23 y 24. También, Bustos Valdivia, I., «El guardador de hecho ante los hechos dañosos producidos por su guardado» en Homenaje al profesor Bernardo Moreno Quesada, Volumen I, Universidades de Almería, Granada y Jaén, Almería 2000, págs. 281. 47. En realidad, lo que se da es una inversión de la carga de la prueba. Aplicando el 1902 el que alega la responsabilidad del guardador debe probar su culpa o negligencia; con el 1903, será el padre o tutor el que demuestre que obró con la diligencia distinta. Régimen distinto de responsabilidad, pero responsabilidad en ambos casos. De igual forma se manifiesta, Pantaleón Prieto en la pág. 5956 de la Enciclopedia Jurídica Básica de Civitas, que admite la inclusión en el articulo 1903 del guardador legal de los artículos 103-11-II y del 172-2-31, pero excluye el guardador de hecho. Por la aplicación del artículo 1902 se decanta Parra Luján en Jurisprudencia Civil Comentada ( Dirección Pasquau Liaño), Tomo II, pág. 3331. 48. De Salas Murillo, S.; Responsabilidad Civil e Incapacidad, Tirant lo Blanch, Valencia 2002, pág. 231. 49. López Sánchez, C.; La responsabilidad civil del menor, págs. 180. 218 exemplum. Así la STS de 23 de Febrero de 1976 considera que en el 1903 pueden incluirse otras situaciones, ya que la lista tiene un mero carácter de ejemplo. Por el contrario, la de 30 de Abril de 1969 condena al padre y absuelve al abuelo, que era con quien vivía el menor, y quien se encargaba de su guarda y custodia. En igual sentido se manifiesta la STS de 8-3-1984 que considera responsable al enfermo mental sin guarda legal sin que «esa responsabilidad patrimonial se extienda o contagie a otras personas». En lo que se refiere a la regulación penal, esta si contempla de forma expresa la responsabilidad del guardador de hecho. Sabemos que nuestro derecho se caracteriza por regular de distinto modo la responsabilidad civil nacida del delito y la nacida de ilícito meramente civil, lo que no ha dejado plantear problemas. Debemos partir de que el delito, además de constituir un ilícito penal, constituye también un ilícito civil . La doble regulación de la responsabilidad civil crea diferencias en la exigencia del requisito de la convivencia, la inversión de la carga de la prueba o en la posibilidad de responsabilidad civil directa por parte del incapaz. CUARTA MESA REDONDA: D CRISTÓBAL FCO. FÁBREGA RUIZ El CP de 1995 en su artículo 118-1º establece que, en los casos de alteración o anomalía psíquica «son también responsables por los hechos que ejecuten los declarados exentos de responsabilidad penal quienes los tengan bajo su potestad o guarda legal o de hecho, siempre que haya mediado culpa o negligencia por su parte y sin perjuicio de la responsabilidad civil directa que pudiera corresponder a los inimputables. Los Jueces o Tribunales graduaran de forma equitativa la medida en que deba responder con sus bienes cada uno de dichos sujetos». Como vemos, tras la reforma de 1995 se incluyen como responsables no solo a los que tienen la guarda legal, sino también a los que tienen la guarda de hecho, es decir, las personas o entidades que se encargan, aunque sea temporalmente, del incapaz. El que el fundamento de la culpa sea la falta de vigilancia provoca que sea el que asume la misma el que deba responder. Si el tutor no puede tener al incapaz en su compañía y encomienda su guarda a un centro donde el incapaz recibe tratamiento y que asume la guarda con suficientes garantías no se darían los presupuestos necesarios 219 para responsabilizar al tutor, pero si se darían los mismos en el caso del guardador de hecho. Indudablemente, el tipo de responsabilidad exigible es la civil, no la penal, recayendo la misma sobre la titularidad del centro y no sobre sus empleados, ya que estos no son los verdaderos guardadores del presunto incapaz50. La jurisprudencia es muy reacia a la hora de admitir el traspaso a una entidad privada de la responsabilidad de una entidad pública. Esto se da en el caso de los entes concertados con la misma para ofrecer servicios residenciales. La mayor solvencia de la Administración Pública y el nuevo régimen patrimonial de la Administración lleva a esta postura. Además en los convenios y conciertos la Administración se reserva un control sobre la entidad concertada que hace que no se pueda hablar de traspaso de responsabilidad51. Hagamos, ahora, referencia al derecho de repetición sobre los bienes del incapaz cuando su guardador haya abonado la responsabilidad derivada de daños provocados por estos. El artículo 1904 CC alude solo a la misma en cuanto a los daños causados por los dependientes y no a los demás casos contemplados en el artículo 1903 del mismo cuerpo legal. Aunque el TS no ha tenido ocasión de manifestarse sobre esta cuestión, es abundante la doctrina que considera que el artículo 1904 CC es aplicable por analogía a todos los supuestos del artículo 1903. 8. Ley de dependencia y guarda de hecho La Ley 39/2006 de 14 de diciembre de promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia ( en adelante LPAPAD) ha sido recibida con satisfacción por muchos. A pesar de que la 50. La STS de 15-7-1994 expresaba que «la custodia esta encomendada no a la persona física sino al organismo que para ejercer sus funciones se diversifica en sus muchos componentes individuales». 51. En materia de protección de menores el TS se enfrenta a esta cuestión en su sentencia de 510-1995. En esta sentencia se afirma que la Administración no puede renunciar a la vigilancia y control por pactos de carácter privado. 220 ley trata de cambiar el paradigma de la asistencia familiar a la dependencia profesionalizando e institucionalizando la atención a la misma, creo que la ley debe partir de las instituciones existentes y que continúen siendo validas. Fomentándolas y dándoles virtualidad. Y, en ese sentido, la Ley de Dependencia no puede prescindir de una institución tan vital y de tanta implantación práctica como la guarda de hecho. Pero en contra de dicha tendencia, el Libro Blanco de la Dependencia establecía como una de las consideraciones especificas para las personas con discapacidad y mayores de 65 años el impulso a la generalización de las instituciones tutelares, para que velen porque ninguna persona en situación de dependencia quede, en su caso, sin guarda legal, lo que parece excluir la guarda de hecho. No obstante, esto no tiene porque ser necesariamente así, ya que la guarda de hecho es una de las formulas previstas legalmente para la protección de las personas con discapacidad como lo demuestra su inclusión en el articulado del Código Civil. Como decíamos en otro lugar: CUARTA MESA REDONDA: D CRISTÓBAL FCO. FÁBREGA RUIZ «Esta figura, que carece de definición en el Código Civil, supone simplemente la constatación de la existencia de facto de una actividad protectora, al que se le otorga una cierta regulación jurídica, por parca que esta pueda ser, transformándose en una verdadera situación de derecho, dado los efectos jurídicos que provoca. Desde el momento en que se recoge en nuestro ordenamiento jurídico, es una guarda de Derecho, pues este la contempla y regula, y que se caracteriza por estar desprovista de forma. Y ello porque la guarda de hecho no deja de tener importantes consecuencias jurídicas52». Además, no podemos identificar guarda de hecho con la labor de cuidado, es decir, con los llamados cuidadores informales. Como indica el Libro Blanco de la Dependencia la inmensa mayoría de las personas que necesitan cuidados los reciben a través del sistema informal de atención que se da dentro de la familia, con un peso abrumador sobre las mujeres. Identificar cuidador informal y guardador de hecho con las responsabilidades que se 52. Fábrega Ruiz, C.F.; La guarda de hecho y la protección de las personas con discapacidad, publicado en la colección La llave- Por más señas, Editorial Universitaria Ramón Areces y Fundación Aequitas, Madrid 2006, pág. 9. 221 derivan de esta podría arrojar un impacto de género de peor condición para las mujeres que asumen por condicionantes sociales esta labor, lo que sería una nueva forma de penalización a las mismas. Como decimos ambas figuras no tienen porque ser coincidentes, aunque lógicamente pueden serlo. Y no lo son porque la guarda de hecho, además de procurar la prestación del cuidado material por si mismo o por un tercero, realiza una labor de administración y gestión de bienes que la cuidadora puede o no hacer (no en vano su origen clásico se enraíza en la tradicional figura de la gestión de negocios ajenos). No deben pues identificarse jurídicamente ambas figuras sin crear problemas y confusiones de difícil solución practica. Queremos ahora dar unas ligeras pinceladas sobre la intervención que el guardador de hecho puede tener en los mecanismos establecidos en la Ley de Dependencia. La LPAPAD establece en su artículo 4-2º j) que las personas en situación de dependencia tendrán derecho a «iniciar las acciones administrativas y jurisdiccionales en defensa del derecho que reconoce la presente Ley (...). En el caso de los menores o personas incapacitadas judicialmente, estarán legitimadas para actuar en su nombre quienes ejerzan la patria potestad o quienes ostenten la representación legal». El artículo 28, a su vez, al regular el procedimiento para el reconocimiento de la situación de dependencia y del derecho a las prestaciones del Sistema, indica que el mismo se iniciará «a instancia de la persona que pueda estar afectada por algún grado de dependencia o de quien ostente su representación, y su tramitación se ajustará a las previsiones establecidas en la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, con las especificidades que resulten de la presente Ley». Es evidente, por ello, que estarán legitimados para poner en marcha los mecanismos de la ley el interesado (entendiendo por este la persona afectada 222 por la dependencia) o persona que lo represente en el caso de que el mismo sea menor de edad o haya sido incapacitado y proveído de representante legal ( tutoría o patria potestad prorrogada o rehabilitada). El problema se presenta en los casos en que el dependiente no haya sido incapacitado, o habiéndolo sido carezca aún de representante legal. En estos casos deberá completarse la capacidad de la forma que veremos posteriormente, si bien podemos preguntarnos, asimismo, si será posible que la petición la presente el guardador de hecho por ir esta en beneficio del discapaz y de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 304 CC53. No vamos a insistir aquí en la problemática relativa al guardador de hecho que ya hemos tratado en otros lugares, pero si queremos dar una serie de ideas por las cuales entendemos posible la legitimación para estos casos del guardador de hecho54. CUARTA MESA REDONDA: D CRISTÓBAL FCO. FÁBREGA RUIZ Indudablemente, el interés de la persona incapaz de hecho dependiente se encuentra en que se valore su dependencia de forma ajustada y que se establezcan los mecanismos de atención adecuados para esa dependencia. Ese interés exige la máxima flexibilidad, lo que esta reñido con rigideces formales, por lo que si la petición se presenta por quien posee interés legitimo ( y sin duda el guardador de hecho, generalmente un familiar directo cuidador, lo tiene) debe admitirse aunque no este legitimado estrictamente por la ley. 53. El artículo 304 CC establece que « los actos realizados por el guardador de hecho en interés del presunto incapaz no podrán ser impugnados si redundan en su utilidad». Estos actos realizados en interés del incapaz no tienen que ser solo los de carácter económico, sino que debe incluirse, también, los de carácter procesal que vayan en beneficio del incapaz. y una petición administrativa o una demanda judicial dirigida a obtener una correcta atención a la dependencia no debe excluirse del círculo de dichos actos. 54. Para profundizar en la figura del guardador de hecho puede verse nuestro trabajo La guarda de hecho y la protección de las personas con discapacidad, publicado en la colección La llave- Por más señas, Editorial Universitaria Ramón Areces y Fundación Aequitas, Madrid 2006. 223 La posibilidad de que el guardador de hecho solicite las prestaciones de carácter social en la vía administrativa no es algo desconocido en nuestro derecho. Así se contempla esta figura en diversas legislaciones comunitarias55. Desde nuestro punto de vista, sería un contrasentido el permitirles el iniciar el procedimiento administrativo de concesión de la ayuda o del recurso social y luego no permitirles la petición de la declaración de dependencia como base de la necesidad de dichos mecanismos sociales de asistencia. El problema que podría plantearse hace referencia a la petición de la valoración o la prestación por dependencia por un supuesto guardador de hecho y que después la persona supuestamente dependiente resulte con capacidad suficiente o posea un representante legal determinado que ejerza correctamente su labor. Esto puede averiguarse en el momento de las pruebas para la valoración y, en ese caso, deberá ratificarse la petición por el dependiente o por su representante legal, archivándose el expediente en el caso en que esto no se haga. A titulo de mero ejemplo y sin animo de ser exhaustivos: Andalucía ( Decreto 246/2003 de 2 septiembre 2003 por el que se regulan los ingresos y traslados de personas con discapacidad en centros residenciales y Centros de Día), Aragón ( Orden de 18 de noviembre de 2002, del Departamento de Salud, Consumo y Servicios Sociales, que regula el acceso y adjudicación de plazas, en los Centros de Atención a Personas Mayores), Asturias ( Resolución de 30 de mayo de 2006, de la Consejería de Vivienda y Bienestar Social, por la que se convocan ayudas individuales a personas con discapacidad), Cantabria (Orden de 24 de septiembre de 2004, por la que se regula el sistema de ingreso y traslado en plazas de Centros Residenciales de Atención a Personas Mayores que exige al guardador de hecho acreditación de haber instado la declaración de incapacidad), Castilla la Mancha ( Orden de 22 de diciembre de 2005, de la Consejería de Bienestar Social, por la que se regulan las bases y se convocan prestaciones económicas en favor de Menores, Discapacitados y Mayores para 2006), Castilla y León ( Decreto 56/2001, de 8 de marzo, por el que se aprueba el Reglamento regulador del régimen de acceso a las plazas en los centros residenciales para personas mayores), Extremadura ( Orden de 23 de abril de 2004, por la que se regulan las ayudas individuales a personas con discapacidad para el ejercicio 2004), Galicia ( Orden de 29 de diciembre de 2000 por la que se regula el procedimiento para el reconocimiento, declaración y calificación del grado de minusvalía), La Rioja ( Orden 10/2001, de 31 de julio de 2001, de la Consejería de Salud y Servicios Sociales, por la que se establece el sistema de ingreso en las Residencias de Personas Mayores ), Madrid ( Orden 1458/2000, de 26 de septiembre, de la Consejería de Servicios Sociales, por la que se aprueba el procedimiento de tramitación de solicitudes y adjudicación de plazas en los Centros de Atención a Personas con Discapacidad Física y/o Sensorial), Murcia ( Orden de 17 de julio de 2002 de la Consejería de Trabajo y Política Social, por la que se establece el procedimiento de actuación del ISSORM, para la aplicación y desarrollo del Real Decreto 1.971/ 1999 de 23 de diciembre, de procedimiento para el reconocimiento, declaración y calificación del grado de minusvalía), y Valencia ( Orden de 20 diciembre de 2005, de la Conselleria de Bienestar Social, por la que se regula y convoca el programa para financiar estancias en Residencias de Tercera Edad en el año 2006). 55 224 Volviendo al tema de la legitimación indicar que, además, el artículo 19 LJCA concede legitimación en este orden a «las personas físicas o jurídicas que ostenten un derecho o interés legítimo» En el mismo sentido, la Ley 30/1992 de Régimen Jurídico de la Administración Publica y del Procedimiento Administrativo Común en su artículo 68 establece que el procedimiento puede iniciarse a instancia de persona interesada, recogiendo el concepto de interesado el artículo 31 entre los que se incluyen «quienes lo promuevan como titulares de derechos o intereses legítimos individuales o colectivos». El problema se encuentra entonces en delimitar si el guardador de hecho tiene dicho derecho o interés legitimo. Nosotros creemos que indudablemente, ya que sino, no se entendería que se les permita solicitar la prestación como ya hemos visto con anterioridad. Añadamos que al familiar cuidador le interesa la concesión de la ayuda para la dependencia y entendemos que así se contempla en la filosofía de la nueva ley. CUARTA MESA REDONDA: D CRISTÓBAL FCO. FÁBREGA RUIZ Pero es que, además, como ya hemos visto, la jurisprudencia civil nos ofrece muestras de la admisión de la posibilidad del guardador de hecho de actuar como demandante en interés de su guardado. 225 226 INSTITUCIONES DE GUARDA DE LAS PERSONAS INCAPACES IV MESA REDONDA LA DELACIÓN DE LA TUTELA Y EL NOMBRAMIENTO DE TUTOR D. Pedro de Pablo Contreras Decano de la Facultad de Derecho y Catedrático de Derecho Civil de la Universidad de La Rioja 1. La constitución de la tutela y el nombramiento de tutor. La tutela se constituye siempre por resolución judicial. En virtud del artículo 231 del Código civil: “El Juez constituirá la tutela previa audiencia de los parientes más próximos, de las personas que considere oportuno, y, en todo caso, del tutelado si tuviera suficiente juicio y siempre si fuera mayor de doce años”. CUARTA MESA REDONDA: D PEDRO DE PABLO CONTRERAS Haciéndoles responsables solidarios de la indemnización de los daños y perjuicios causados de no hacerlo, el art. 229 Cc. impone la obligación de promover la constitución de la tutela, desde el momento en que conocieran el hecho que la motivare, a los parientes llamados a ella, así como a la persona bajo cuya guarda se encuentre el menor o incapacitado. Por su parte, el art. 228 Cc. dispone: “Si el Ministerio Fiscal o el Juez competente tuvieren conocimiento de que existe en el territorio de su jurisdicción alguna persona que deba ser sometido a tutela, pedirá el primero y dispondrá el segundo, incluso de oficio, la constitución de la tutela”. Y además de lo anterior, el art. 230 Cc. faculta a cualquier persona para poner en conocimiento del Ministerio Fiscal o del Juez el hecho determinante de la tutela. Hasta la constitución de la tutela, el que hubiera sido designado como tutor –por el titular de la patria potestad, en su día, v.gr.- no tiene tal condición, ni puede, por tanto, atribuírsele la calidad de “representante legal” del menor 227 o incapacitado (STS. 9 octubre 1997). Así las cosas, a los efectos de dotar de protección al menor o incapacitado en el período de tiempo que puede transcurrir hasta la constitución de la tutela, el Código civil prevé un mecanismo de carácter provisional por medio del art. 299 bis: “Cuando se tenga conocimiento de que una persona debe ser sometida a tutela y en tanto no recaiga resolución judicial que ponga fin al procedimiento, asumirá su representación y defensa el Ministerio Fiscal. En tal caso, cuando además del cuidado de la persona hubiera de procederse al de los bienes, el Juez podrá designar un administrador de los mismos, quien deberá rendirle cuentas de su gestión una vez concluida”. Teniendo en cuenta que el designado habrá de tener la capacidad correspondiente –arts. 241 y 242 Cc.- y no estar incurso en causa de inhabilidad –arts. 243 y 244 Cc.-, a los efectos de la designación judicial correspondiente, el art. 234 del Código civil dispone que para el nombramiento de tutor se preferirá: 1º Al designado por el propio tutelado. Y es que de conformidad con el artículo 223, párrafo 2º, del Código civil “cualquier persona con la capacidad de obrar suficiente, en previsión de ser incapacitada judicialmente en el futuro, podrá en documento público notarial adoptar cualquier disposición relativa a su propia persona o bienes, incluida la designación del tutor”. Esto es lo que se conoce como autotutela: la posibilidad que tiene una persona mayor de edad, encontrándose en pleno uso de su razón, de llamar a quien haya de ser su propio tutor en previsión de que pueda ser incapacitado por sentencia judicial en el futuro, otorgándosele la oportuna legitimación también para promover su propia declaración de incapacidad (artículo 757.1 Lec., redactado por la Ley 41/2003, de 18 de noviembre). 2º Al cónyuge que conviva con el tutelado. 3º A los padres del propio tutelado que no estuvieran privados o suspendidos en el ejercicio de la patria potestad. Pero debe tenerse en cuenta que la patria potestad prorrogada o rehabilitada excluye la tutela (art. 171 Cc.), por lo que el nombramiento de los padres como 228 tutores podría tener lugar, por ejemplo, en los casos en que fuera incapacitado un hijo mayor de edad soltero que no viviera con sus padres. 4º A las persona o personas que los padres hubieran designado en sus disposiciones de última voluntad o documento público notarial. A este respecto, el artículo 223, párrafo 1º, del Código civil establece: “Los padres podrán en testamento o documento público notarial nombrar tutor, establecer órganos de fiscalización de la tutela, así como designar las personas que hayan de integrarlos u ordenar cualquier disposición sobre la persona o bienes de sus hijos menores o incapacitados”. Para que puedan ser eficaces las citadas disposiciones sobre la tutela es preciso que, en el momento de adoptarlas, el disponente no estuviera privado de la patria potestad (art. 226 Cc.). CUARTA MESA REDONDA: D PEDRO DE PABLO CONTRERAS Si no fueran compatibles las disposiciones del padre y de la madre sobre el designado como tutor, el Juez adoptará en decisión motivada las que considera más conveniente para el tutelado (art. 225 Cc.). Los documentos públicos de los padres relativos a la tutela de sus hijos menores e incapacitados, así como aquellos en que se contienen disposiciones relativas a la propia tutela, habrán de ser comunicados de oficio por el notario que los autorizó al Registro civil, para su indicación en la inscripción de nacimiento del interesado (art. 223, párr. 3º). Y a los efectos de que se compruebe la existencia de las citadas disposiciones, el art. 223, párr. 4º, Cc. dispone: “En los procedimientos de incapacitación, el juez recabará certificación del Registro Civil y, en su caso, del registro de actos de última voluntad…”. 5º Al descendiente, ascendiente o hermano del tutelado que designe el propio juez. Pero, por otra parte, en relación con el nombramiento de tutor, el Código civil admite el juego de la autonomía de la voluntad a los efectos de excluir a determinadas personas del cargo. En efecto, respecto de la designación de tutor, el art. 245 Cc. otorga relevancia a la voluntad excluyente de los progenitores, estableciendo: “Tampoco pueden ser tutores los excluidos 229 expresamente por el padre o la madre en sus disposiciones en testamento o documento notarial”. Esta norma debe ser aplicada por vía analógica a los casos de autotutela, porque, si se permite a los padres excluir de la función tutelar a determinadas personas, con mayor razón deberá reconocerse la misma facultad al propio interesado que prevé sobre su tutela. En cualquier caso, la exclusión procedente de los padres o del propio interesado no operará cuando “el Juez, en resolución motivada, estime otra cosa en beneficio del menor o del incapacitado” (art. 245, in fine, Cc.). Así pues, como regla general el Juez habrá de proceder al nombramiento de tutor conforme al orden de prelación establecido por el art. 234 del Código civil y con sujeción a las exclusiones que a tales efectos hubieran hecho los padres, así como el propio interesado. No obtante lo anterior, con carácter excepcional se permite que el juez altere el orden legal de preferencia ex art. 234 Cc., y que incluso prescinda de las personas incluidas en el mismo “si el beneficio del menor o del incapacitado así lo exigiere”. A los efectos de la valoración judicial relativa a lo que es favorable al menor, el art. 234, in fine, Cc. dispone que “se considera beneficiosa para el menor la integración en la vida de familia del tutor”. En todo caso, como escribe ALBALADEJO, la facultad que atribuye el art. 234 al juez tiene carácter excepcional y solo corresponde su ejercicio si lo exige el beneficio del tutelado, no bastando por tanto que parezca mejor o más conveniente, sino que resulte necesario. Y para el caso de suceder que no pudiera concurrir el nombramiento en ninguna de las personas ex art. 234 Cc. -por inexistencia, inhabilidad o exclusión-, “el Juez designará tutor a quien, por sus relaciones con el tutelado, y en beneficio de éste, considere más idóneo”. La redacción de los arts. 234, in fine –que habilita con carácter excepcional al juez para alterar el orden de preferencia y prescindir de las personas mencionadas en el precepto- y 235 Cc. –en cuanto dispone que en defecto de las personas mencionadas en el art. 234 el juez designará tutor a 230 quien considere más idóneo- resulta difícil de conciliar con la redacción vigente del art. 239 Cc., que atribuye a la Administración (las Entidades Públicas competentes, que son las autonómicas), ni más ni menos que por ministerio de la ley, la tutela de los incapaces cuando ninguna de dichas personas sea designada tutor o cuando los mismos se encuentren en situación de desamparo. Pero para encontrar explicación a esta norma es necesario exponer primero, en su integridad, el régimen aplicable a la tutela ordinaria. 2. El carácter unipersonal de la tutela y sus excepciones. Como regla general el cargo de tutor es unipersonal, de manera que el nombramiento del juez racaerá en una sola persona, estableciendo expresamente el artículo 236 del Código civil que “la tutela se ejercerá por un solo tutor”. CUARTA MESA REDONDA: D PEDRO DE PABLO CONTRERAS Sin embargo, el propio art. 236 Cc. admite el ejercicio de la tutela por más de un tutor en los casos siguientes: “1º. Cuando, por concurrir circunstancias especiales en la persona del tutelado o de su patrimonio, convenga separar como cargos distintos el de tutor de la persona y el de los bienes…2º. Cuando la tutela corresponda al padre y a la madre -del tutelado-…3º. Si se designa a alguna persona tutor de los hijos de su hermano y se considera conveniente que el cónyuge del tutor ejerza también la tutela. 4º. Cuando el Juez nombre tutores a las personas que los padres del tutor hayan designado en testamento o documento público notarial para ejercer la tutela conjuntamente”. Teniendo en cuenta que se permite a los padres la designación de una pluralidad de tutores, parece que la misma facultad debe ser reconocida al propio interesado en los casos de autotutela. En los supuestos en que el ejercicio de la tutela no es unipersonal, si por cualquier causa cesase alguno de los tutores, de conformidad con el art. 238 Cc. “la tutela subsistirá con los restantes a no ser que al hacer el nombramiento se hubiera dispuesto otra cosa de modo expreso”. En cuanto en estos casos el ámbito de actuación de cada tutor es diferente, la doctrina interpreta que la norma transcrita no es referible a los supuestos en que se hubiera nombrado un tutor de la persona 231 y otro de los bienes (al respecto, por todos, LETE DEL RÍO). 3. Excusas al cargo de tutor. El tutor designado por el juez podrá excusarse del nombramiento cuando resulte excesivamente gravoso el ejercicio del cargo. En concreto, el artículo 251, párr. 1º, Cc. establece al respecto lo siguiente: “Será excusable el desempeño de la tutela cuando por razones de edad, enfermedad, ocupaciones personales o profesionales, por falta de vínculos de cualquier clase entre tutor y tutelado o por cualquier otra causa, resulte excesivamente gravoso el ejercicio del cargo”. Tratándose de personas jurídicas, se permite la excusa cuando estuviera motivada por la carencia “de medios suficientes para el adecuado desempeño de la tutela” (art. 251, párr. 2º, Cc.). En todo caso, el tutor designado que pretenda hacer valer causa de excusa deberá hacerlo dentro del plazo de quince días, a contar desde que tuviera conocimiento del nombramiento (art. 252 Cc.). Tratándose de tutor que hubiera sido designado en testamento, de excusarse de la tutela al tiempo de su delación “perderá lo que, en consideración al nombramiento, le hubiere dejado el testador” (art. 257 Cc.). Mas también se permite la excusa una vez que, habiendo sido designado, el tutor se encontrara en el ejercicio de su cargo. A este respecto y siempre que la tutela no estuviera encomendada a persona jurídica (cfr. art. 254 Cc.), el art. 253 del Código civil dispone: “El tutor podrá excusarse de continuar ejerciendo la tutela, siempre que hubiera persona de parecidas condiciones para sustituirle, cuando durante el desempeño de aquélla le sobrevenga cualquiera de los motivos de excusa contemplados en el artículo 251”, esto es, los que determinan que para el tutor resulte excesivamente gravoso el ejercicio del cargo (edad, enfermedad, ocupaciones personales o profesionales, etc.). En estos casos en que la causa es sobrevenida, el art. 255 Cc. permite alegar la excusa “en cualquier momento”. Pero, ya se trate de excusa frente a la designación o al ulterior ejercicio del cargo, el art. 256, párr. 1º, Cc. obliga al tutor a ejercer o continuar ejerciendo la función hasta que el juez resuelva sobre la exclusión. De negarse el tutor a ejercer la función mientras se resuelve acerca de la excusa, el Juez nombrará 232 un defensor que le sustituya, quedando el tutor sustituido responsable de todos los gastos ocasionados por la excusa si, en su momento, fuera rechazada (art. 256, párr. 2º, Cc.). De ser admitida la excusa por el juez, se procederá a nombrar un nuevo tutor (art. 258 Cc.). 4. Remoción del tutor. Mediante resolución judicial, el tutor puede ser removido del cargo cuando concurra alguna de las circunstancias previstas en el Código civil. En concreto, según resulta de los arts. 247 y 248 Cc., el Juez -de oficio, a solicitud del Ministerio Fiscal, del propio tutelado o de persona interesadadecretará la remoción del tutor si, después de deferida la tutela: i) el tutor incurriera en causa legal de inhabilidad (vid. arts. 243 y 244); ii) se condujera mal en el desempeño de la tutela, bien por incumplimiento de los deberes propios del cargo, o bien por notoria ineptitud de su ejercicio; iii) surgieran problemas de convivencia graves y continuados. En el procedimiento judicial de remoción habrán de ser oídos: el tutor, si citado compareciere y, si tuviere juicio suficiente, el tutelado (art. 248 Cc.). Durante la tramitación del procedimiento, el juez podrá suspender de sus funciones al tutor y nombrar al tutelado un defensor judicial (art. 249 Cc.). CUARTA MESA REDONDA: D PEDRO DE PABLO CONTRERAS Una vez declarada judicialmente la remoción, habrá de procederse a nombrar un nuevo tutor en la forma establecida por el Código civil (art. 250 Cc.). 5. La delación legal de la tutela a favor de las Entidades Públicas. Como ya hemos señalado anteriormente, la dicción de los arts. 234, in fine –que habilita con carácter excepcional al juez para alterar el orden de preferencia y prescindir de las personas mencionadas en el precepto- y 235 Cc. –en cuanto dispone que en defecto de las personas mencionadas en el art. 234 el juez designará tutor a quien considere más idóneo- resulta difícil de conciliar con la redacción vigente del art. 239 Cc. 233 Desde la reforma del Código civil por Ley de 11 de noviembre de 1987, sobre adopción, luego clarificada por la Ley orgánica 1/1996, de protección jurídica del menor, a las Entidades Públicas competentes en materia de protección de menores (los órganos respectivos de las Comunidades Autónomas) les corresponde la tutela administrativa de los menores que, estén o no sometidos a la patria potestad o a la tutela ordinaria, hubieran sido declarados en desamparo por resolución administrativa que, con las debidas garantías, constate la existencia de dicha situación. Aparentemente, por medio de la Ley 41/2003, de 18 de noviembre, “de protección patrimonial de las personas con discapacidad y de modificación del Código civil, de la Ley de Enjuiciamiento civil y de la normativa tributaria con esta finalidad”, se amplia el ámbito subjetivo de esa tutela administrativa anteriormente afirmada para los menores desamparados. En efecto, la citada disposición legal introduce un nuevo párrafo tercero en el art. 239 Cc., según el cual “la entidad pública a la que, en el respectivo territorio, esté encomendada la tutela de los incapaces cuando ninguna de las personas recogidas en el artículo 234 sea nombrado tutor, asumirá por ministerio de la ley la tutela del incapaz o cuando éste se encuentre en situación de desamparo”. A falta de preceptos que la desarrollen, la norma del artículo 239 Cc., claramente insuficiente, suscita delicados poblemas de interpretación. De lo único que no parece haber duda es de que el precepto entronca con en el artículo 49 CE, según el cual “los poderes públicos realizarán una política de previsión, tratamiento, rehabilitación e integración de los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos, a los que prestarán la atención especializada que requieran y los ampararán especialmente para el disfrute de los derechos que este título (I: De los derechos y deberes fundamentales) otorga a todos los ciudadanos”. Con este fundamento constitucional y pensando, a lo que parece, en las personas de edad avanzada con enfermedades degenerativas, se atribuye a la Administración la tutela de los incapaces naturales (“disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos”). Sin embargo, como se trata de sujetos mayores 234 de edad, rige para ellos el principio general, también con fundamento en la propia Constitución, de que “nadie puede ser declarado incapaz sino por sentencia judicial en virtud de las causas establecidas en la Ley” (art. 199 Cc.), lo que veda por completo cualquier posibilidad de que alguien resulte incapacitado por resolución administrativa. Es más, ni siquiera cabe atribuir a la Administración ninguna potestad que, sin intervención judicial, restrinja la libertad personal de los incapaces naturales, por más necesitados que se encuentren, decretando su internamiento: de hacerse así, resultaría plenamente aplicable el procedimiento de habeas corpus. En conclusión, pues, es notorio que el nuevo artículo 239 Cc. no puede legitimar a la Administración para decidir por sí misma, sin que medie una resolución judicial, la asunción de la tutela de los incapaces naturales, esto es, de las personas que, sin estar incapacitados judicialmente, presenten deficiencias o anomalías psíquicas o físicas que les impidan gobernarse por sí mismos (cfr. art. 200 Cc.). A partir de ahí, el art. 239 Cc. contempla dos situaciones que, a nuestro juicio, merecen una interpretación diversa: 1ª Que el incapaz se encuentre en situación de desamparo. CUARTA MESA REDONDA: D PEDRO DE PABLO CONTRERAS El propio art. 239 Cc. define el desamparo estableciendo lo siguiente: “Se considera como situación de desamparo la que se produce de hecho a causa del incumplimiento o del imposible o inadecuado ejercicio de los deberes que le incumben de conformidad a las leyes, cuando éstos queden privados de la necesaria asistencia moral o material”. Cabe apreciar que el precepto pretende trasvasar o acomodar la definición de desamparo contenida en el art. 172.1 Cc. para los menores, pero con notables errores: falta en este casos la referencia al sujeto afectado (“éstos”) y del sujeto o sujetos a quienes “incumben” el ejercicio de los deberes respecto del sujeto afectado. De todos modos, el paralelismo con el citado art. 172.1 es evidente, y ello obliga, a nuestro juicio, a referir el “desamparo” de los mayores 235 de edad a la misma situación jurídica que contempla el mencionado precepto para los menores, esto es, a aquellos sujetos que, estando sometidos a una potestad familiar de Derecho privado, carecen de la necesaria asistencia moral o material a causa del incumplimiento o del imposible o inadecuado ejercicio por quienes ejercen aquélla de los deberes que les incumben. Según esto, habría desamparo y podría asumir la Administración (tras declarar aquél en un procedimiento con todas las garantías) la tutela de la persona mayor de edad sólo cuando ésta estuviera ya incapacitada y sometida a la tutela ordinaria o incluso a la curatela, por incumplir el tutor o el curador las obligaciones que le incumben respecto del tutelado y teniendo entonces esa tutela administrativa los límites que hubiera señalado la sentencia de incapacitación. De no estar incapacitado el sujeto, lo más que cabría admitir es que, mediando desamparo del incapaz natural mayor de edad, podrá intervenir la entidad pública competente haciendo actuar la tutela administrativa (como potestad que en todo caso no incidirá en la capacidad de obrar del sujeto y atenderá sólo a su cuidado material) y pudiendo promover luego la medida legal –declaración de incapacitación y constitución de la tutela ordinaria, internamiento, etc.- pertinente. 2ª La segunda situación es que no sea nombrado tutor del “incapacitado” alguna de las personas a que alude el art. 234 Cc., esto es, ni las personas que el propio tutelado hubiera designado al efecto, ni el cónyuge del incapacitado, ni sus padres, ni la persona que éstos hubieran designado, ni un descendiente, ascendiente o hermano del tutelado (cfr. art. 239 Cc.). El problema en este punto es que el art. 234, in fine, habilita con carácter excepcional al juez para alterar el orden de preferencia y prescindir de las personas mencionadas en el precepto; y por su parte, el art. 235 establece que en defecto de las personas mencionadas en el art. 234 Cc., el juez designará tutor a quien considere más idóneo. Pues bien, conforme a la redacción otorgada al art. 239, párr. 2º, Cc. 236 por la ley 41/2003, de 18 de noviembre, “la entidad pública…cuando ninguna de las personas recogidas en el artículo 234 sea nombrado tutor, asumirá por ministerio de la ley la tutela del incapaz…” Así las cosas, la única interpretación posible es la que consiste en entender que, cuando el nombramiento no pueda recaer en alguna de las personas que menciona el art. 234 Cc., incluso por no haber persona idónea a criterio del juez o por excusarse lícitamente del cargo o ser removida la que se hubiere nombrado, sin necesidad de resolución judicial ejercerá la tutela del ya incapacitado la Administración, normalmente con carácter transitorio (en tanto no designe tutor el juez, nombramiento que podría incluso recaer en la propia Administración como persona jurídica o en una de las fundaciones o entidades creadas por las Administraciones competentes para ejercer este tipo de funciones). De ser ello así, la tutela administrativa sería medida de cierre del artículo 234 del Código civil. Es decir, no recayendo el nombramiento en ninguna de las personas ex art. 234 Cc. o decayendo el mismo, la tutela correspondería por ministerio de la ley a la entidad pública competente, lo que debe interpretarse en el sentido de que esta misma, por resolución administrativa, debería asumirla, en todo caso con los límites institucionales que resulten de la sentencia de incapacitación. CUARTA MESA REDONDA: D PEDRO DE PABLO CONTRERAS A la vista de la insuficiente regulación legal otorgada a la tutela administrativa de los incapaces, cabe afirmar que -al igual que sucedió en su día cuando la tutela administrativa de los menores en desamparo fue instaurada- la reforma se ha limitado a sentar los presupuestos de un sistema de control administrativo respecto de la protección de los incapaces naturales, relegando –en espera de una futura regulación legal- la determinación de los cauces arbitrados para hacer efectivo el sistema que instaura. Lo que tenemos, por lo pronto, es la atribución a la Administración de una potestad administrativa que le legitima para atender a las personas que no pueden gobernarse por sí mismas, pero que sólo les permite afectar a su libertad e incidir en su capacidad de obrar en los términos que resulten de la oportuna sentencia de incapacitación, ejerciendo una verdadera tutela sólo en los casos en que es legalmente posible y como subrogada en dicha potestad familiar de Derecho privado cuando ésta esté efectivamente constituida. 237 6. Indicación Bibliográfica Son numerosos los estudios publicados sobre las cuestiones tratadas en esta ponencia. A modo de simple referencia bibliográfica, véase: VV.AA., Comentarios del Código civil, T.I -Ministerio de Justicia-, Madrid, 1991; MUÑIZ ESPADA, Las personas jurídico-privadas tutoras, Barcelona, 1994; GARCÍA LLERENA, El mayor interés en la esfera personal del incapaz, A Coruña, 2002; BLANCO PÉREZ-RUBIO, Las personas jurídicas tutoras, Madrid-Barcelona, 2003; DE SALAS MURILLO, Responsabilidad civil e incapacidad, Valencia 2003; VV.AA., Jornadas sobre la nueva Ley de protección patrimonial de discapacitados, Valencia, 2005; SANCHEZCALERO ARRIBAS, La actuación de los representantes legales en la esfera de menores e incapacitados, Valencia, 2005; y MARÍN CALERO, La integración jurídica y patrimonial de las personas con discapacidad psíquica o intelectual, Madrid, 2005. Además, para la visión correcta sobre el desamparo y la tutela administrativa de los menores, sin la cual no pueden comprenderse ambas figuras aplicadas a los mayores de edad, DE PABLO CONTRERAS, “Comentario al art. 172 Cc.” (en Comentarios a las reformas del Código civil, Madrid, 1993); y DIOS VIÉITEZ, La intervención de la Administración en los casos de desprotección social de los menores, La Coruña, 1997. 238 ESTE LIBRO SE TERMINÓ DE IMPRIMIR EN SEPTIEMBRE DE 2007 239 www.larioja.org 240