El Desarme Nuclear desde una perspectiva latinoamericana: oportunidad y obligación moral Hellmut Lagos Koller Octubre 2013 El Desarme Nuclear desde una perspectiva latinoamericana: oportunidad y obligación moral - Hellmut Lagos Koller Red de Seguridad Humana en América Latina y el Caribe www.sehlac.org Octubre 2013 Artículo ganador del Concurso “Redacción de Artículo sobre Desarme Nuclear, organizado por la Red de Seguridad Humana en América Latina y el Caribe (SEHLAC), Buenos Aires, 2013 * El Desarme Nuclear desde una perspectiva latinoamericana: oportunidad y obligación moral ** Hellmut Lagos Koller * * Las opiniones y reflexiones finales de este documento son a título personal. ** Helmut Lagos Koller es Lic. en Seguridad y Defensa de la Academia Nacional de Estudios Académicos y Estratégicos, Diplomático chileno de carrera, ha sido delegado ante la Primera Comisión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Subsherpa de Seguridad Nuclear y delegado ante la Conferencia de Oslo sobre Impacto Humanitario de las Armas Nucleares. Ha integrado el Grupo de Expertos Gubernamentales de Naciones Unidas sobre Medidas de Transparencia y Fomento de la Confianza en el Espacio Ultraterrestre. E-mail: [email protected] 2 El Desarme Nuclear desde una perspectiva latinoamericana: oportunidad y obligación moral - Hellmut Lagos Koller Red de Seguridad Humana en América Latina y el Caribe www.sehlac.org Octubre 2013 La historia de Energía Nuclear en general es sin duda fascinante y es útil recordar su origen y evolución, para entender como equilibrar los beneficios de sus usos pacíficos con el desafío de enfrentar la amenaza que representan las Armas Nucleares y la proliferación de materiales nucleares. Es ampliamente aceptado que la historia de la Energía Nuclear se inicia en el año 1895 cuando el científico alemán Wilhelm Röntgen descubrió los rayos X. Sin conocer los efectos dañinos que podía tener sobre la salud humana, que provocaron enfermedades posteriormente, otros científicos europeos realizaron diversos experimentos y descubrieron entre otras cosas, que el uranio es una fuerte fuente de radiación, independiente de la luz, del calor o de la electricidad. Se descubrió entonces que la radiación podía servir para tratar el cáncer, el primero de una larga lista de beneficios que se podrían aprovechar de estos revolucionarios avances científicos. Años más tarde, otros científicos como Niels Bohr y James Chadwick investigaron el funcionamiento del átomo, lo cual condujo a nuevos descubrimientos y finalmente a conocer todos los componentes de la fisión nuclear que son los que permiten fabricar armas nucleares. Se empezó entonces a entender que esta energía misteriosa tenía dos caras contrapuestas: una positiva que otorga beneficios científicos que pueden ser de gran importancia para el desarrollo y el bienestar humano, y una cara sombría que implica hacer uso de sus devastadoras capacidades destructivas. Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, científicos europeos realizaron estudios sobre la fisión ante el temor que el régimen Nacionalsocialista1 desarrollara armas nucleares, y el Gobierno de Estados Unidos trabajó para producir los materiales fisionables necesarios para construir una bomba atómica, en un proyecto militar bajo la conducción científica de Robert Oppenheimer, conocido como el Proyecto Manhattan. El Proyecto se concentró en desarrollar dos tipos de bombas, en base a Uranio y a Plutonio. Como resultado de estas investigaciones, se estableció que las bombas de Plutonio pueden provocar una explosión usando menos materiales fisionables. A fin de asegurarse de que efectivamente tendría el resultado esperado, Estados Unidos realizó un ensayo nuclear el 16 de julio de 1945, en Nuevo México. Un par de semanas después, se lanzaría una bomba de Uranio y una bomba de Plutonio sobre Hiroshima y Nagasaki, respectivamente. Según muchos analistas de la época, y muy particularmente de Estados Unidos, estos lanzamientos lograron terminar con la guerra. Más allá de lo discutible de esta aseveración, lo que nadie puede discutir es que se trató de un acontecimiento histórico que demostró la capacidad destructiva que tienen estas armas y su devastador impacto en toda la población. Después del término de la guerra, los principales estados de la Alianza que derrotó al Eje se pusieron como objetivo convertirse en poseedores de Armas Nucleares. A ellos se sumaría China. El 1 de julio de 1968, los Estados Unidos, el Reino Unido, la antigua Unión Soviética, y más de 50 otros países firmaron el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), considerado uno de los logros de control de armas multilaterales más importantes de la era nuclear. Asumiendo la premisa de que la guerra nuclear produciría una destrucción terrible y que la "proliferación de armas nucleares agravaría considerablemente el peligro de guerra nuclear", los signatarios del TNP, tanto estados poseedores como no poseedores de armas nucleares, se comprometieron a abstenerse de transferir armas, tecnología o materiales que pudieran crear nuevas capacidades para producir artefactos explosivos nucleares. Al mismo tiempo, se consagra el derecho inalienable de todos los estados a 1 Mladjenovic, Milorad. The History of Early Nuclear Physics. Singapore: JBW Printers & Binders, 1992. 3 El Desarme Nuclear desde una perspectiva latinoamericana: oportunidad y obligación moral - Hellmut Lagos Koller Red de Seguridad Humana en América Latina y el Caribe www.sehlac.org Octubre 2013 los beneficios derivados de los usos pacíficos de la energía nuclear y se acordó establecer un sistema de control destinado a evitar el desvío de materiales nucleares para fines no pacíficos. A través del TNP, los 5 países que son miembros permanentes del Consejo de Seguridad (Estados Unidos, la Unión Soviética, China, Francia y Reino Unido) se reservan el derecho a poseer armas nucleares y se comprometen de manera muy general a avanzar hacia el desarme nuclear. Después de más de cuatro décadas, se puede concluir que efectivamente el TNP ha permitido limitar la Proliferación, y a diferencia de lo que se diagnosticaba a mediados de los años 60, un grupo relativamente pequeño han desarrollado armas militares al margen del TNP (India, Pakistán, Israel) además de los países que tuvieron programas militares a los cuales renunciaron posteriormente (Sudáfrica, Libia) y de otros, como Corea del Norte, que han desafiado el TNP del que son partes. A pesar de que el TNP permite poseer Armas Nucleares a los cinco miembros permanentes, es evidente que se debe avanzar mucho más en las obligaciones que les corresponde a estos países en materia de desarme nuclear, y en consolidar un régimen jurídico internacional que prohíba por completo el uso y la posesión de las armas nucleares. Se trata sin duda de un objetivo difícil que requiere de los esfuerzos coordinados entre una diversidad de actores, incluyendo a los estados poseedores y no poseedores y la sociedad civil. Aunque el Derecho Internacional Humanitario no prohíbe de manera explícita las Armas Nucleares, su uso en un conflicto armado está sometido a sus normas generales, las cuales restringen cómo usar y cuales armas se pueden usar, limitando su impacto en la población civil. Las principales normas aplicables son las siguientes: a) La regla que prohíbe ataques a objetivos civiles 2 Esta norma determina que se los ataques militares deben estar siempre dirigidos a objetivos militares y prohíbe explícitamente los ataques a objetivos civiles. b) La regla que prohíbe los ataques indiscriminados3 Según esta norma, quedan prohibidas las armas que no discriminan entre objetivos militares y víctimas civiles. Al respecto, cabe destacar que las Armas Nucleares están diseñadas para producir calor, radiación y repartir esta energía en vastas áreas, por lo cual es difícil dirigirlas a un objetivo militar especifico. El uso de una bomba de 10 a 20 kilotones (similar a las utilizadas en Hiroshima y Nagasaki, es decir, de capacidad destructiva menor a las armas actuales) en un 2 Capítulo I - Norma fundamental y ámbito de aplicación, Protocolo I de Convenciones de Ginebra, 1977 , Artículo 48 - Norma fundamental A fin de garantizar el respeto y la protección de la población civil y de los bienes de carácter civil, las Partes en conflicto harán distinción en todo momento entre población civil y combatientes, y entre bienes de carácter civil y objetivos militares y, en consecuencia, dirigirán sus operaciones únicamente contra objetivos militares. 3 Artículo 51 - Protección de la población civil , Protocolo I de Convenciones de Ginebra, 1977 4. Se prohíben los ataques indiscriminados. Son ataques indiscriminados: a) los que no están dirigidos contra un objetivo militar concreto; b) los que emplean métodos o medios de combate que no pueden dirigirse contra un objetivo militar concreto; o c) los que emplean métodos o medios de combate cuyos efectos no sea posible limitar conforme a lo exigido por el presente Protocolo; y que, en consecuencia, en cualquiera de tales casos, pueden alcanzar indistintamente a objetivos militares y a personas civiles o a bienes de carácter civil. 4 El Desarme Nuclear desde una perspectiva latinoamericana: oportunidad y obligación moral - Hellmut Lagos Koller Red de Seguridad Humana en América Latina y el Caribe www.sehlac.org Octubre 2013 área poblada o cercana a una zona urbana causaría la muerte y heriría a una gran cantidad de ciudadanos civiles. c) Regla de Proporcionalidad4 Según esta regla, los daños en la población civil no pueden exceder los supuestos objetivos militares. d) Regla de Protección del Medio Ambiente 5 Asimismo, existen reglas que prohíben el uso de métodos que puedan causar un daño grave al Medio Ambiente. En el año 1996, la ONU publica la opinión de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) acerca del uso de armas nucleares. En su informe sobre la legalidad de la amenaza o el empleo de las mismas, se refiere a la ausencia de disposiciones que autoricen la amenaza o el uso de armas nucleares y se refiere a una ilegalidad intrínseca, que se desprende de los tratados internacionales y de las normas de derecho internacional (CIJ, 1996). En el artículo 30 de este documento, se menciona el Principio 24 de la Declaración de Río, que dispone (CIJ, Opinión Consultiva, art. 30): "La guerra es, por definición, enemiga del desarrollo sustentable. En consecuencia, los Estados deberán respetar las disposiciones de derecho internacional que protegen al medio ambiente en épocas de conflicto armado, y cooperar en su ulterior desarrollo, según sea necesario”. Asimismo, cabe recordar que las resoluciones de la Asamblea General respecto de las armas nucleares han declarado que su uso es una violación directa de la Carta de las Naciones Unidas y debería prohibirse. El 24 de noviembre de 1961, la Asamblea General proclamó en la resolución 1653 (XVI) la ilegalidad del empleo de armas nucleares en virtud de instrumentos internacionales y acuerdos vinculantes desde la Declaración de San Petersburgo hasta el Protocolo de Ginebra (ONU, 1961). Algunos representantes de países poseedores han sostenido que algunas armas nucleares de bajo impacto podrían eventualmente ser compatibles con el Derecho Internacional Humanitario. Al respecto, al examinar la opinión consultiva de la CIJ en 1996 sobre esta materia, resulta notorio que no fue posible presentar ningún argumento que demostrara la presunta legalidad del uso de estas Armas. 4 Artículo 51 - Protección de la población civil, Protocolo I de Convenciones de Ginebra, 1977 5. b) los ataques, cuando sea de prever que causarán incidentalmente muertos y heridos entre la población civil, o daños a bienes de carácter civil, o ambas cosas, que serían excesivos en relación con la ventaja militar concreta y directa prevista. 5 Artículo 35 - Normas fundamentales, Protocolo I de Convenciones de Ginebra, 1977 3. Queda prohibido el empleo de métodos o medios de hacer la guerra que hayan sido concebidos para causar, o de los que quepa prever que causen, daños extensos, duraderos y graves al medio ambiente natural. Artículo 55 - Protección del medio ambiente natural 1. En la realización de la guerra se velará por la protección del medio ambiente natural contra daños extensos, duraderos y graves. Esta protección incluye la prohibición de emplear métodos o medios de hacer la guerra que hayan sido concebidos para causar o de los que quepa prever que causen tales daños al medio ambiente natural, comprometiendo así la salud o la supervivencia de la población. 2. Quedan prohibidos los ataques contra el medio ambiente natural como represalias. Los métodos y medios utilizados en la Guerra deben adoptar todas las medidas posibles para evitar, o minimizar, los perjuicios causados al Medioambiente. La falta de certeza científica sobre los efectos en el Medioambiente de ciertas operaciones militares no absuelve a las partes a adoptar estas precauciones. 5 El Desarme Nuclear desde una perspectiva latinoamericana: oportunidad y obligación moral - Hellmut Lagos Koller Red de Seguridad Humana en América Latina y el Caribe www.sehlac.org Octubre 2013 ¿Qué papel ha jugado América Latina y el Caribe en este tema? Luego de la Crisis de los misiles de Cuba en el año 1962, América Latina se movilizó para tomar acciones concretas en pos de evitar la proliferación de armas nucleares. En 1963, los Presidentes de cinco países latinoamericanos – México, Chile, Brasil, Ecuador y Bolivia – formularon un llamado para poner en marcha las negociaciones para un acuerdo regional que aplacara el temor reinante por la amenaza nuclear. Con la esperanza de contribuir al desarme nuclear o a la prevención de la carrera armamentista en el continente, América Latina estableció en 1967, las bases para el tratado de Tlatelolco, firmado en 1969 en consonancia con la Resolución 808 de la ONU que prohíbe el uso y la fabricación de armas nucleares u otras de destrucción masiva y con el compromiso de la OEA de mantener la paz continental. Este tratado estableció un acuerdo entre países que no poseen armas nucleares y potencias nucleares a fin de evitar el traslado y el emplazamiento de armas nucleares en los territorios de los países que no las poseen. De esta manera, el Tratado de Tlatelolco marcó el compromiso de América Latina frente a la amenaza que representan las armas nucleares y sentó las bases del manejo y control de las armas de destrucción masiva en el continente. Con tal fin, se creó un Organismo para la Proscripción de las Armas Nucleares en la América Latina y el Caribe (OPANAL). A través de este Organismo, los Estados de América Latina y el Caribe se han comprometido a sumar esfuerzos en favor del objetivo prioritario de establecer un instrumento jurídico internacional que prohíba este tipo de armas. Años más tarde, Argentina y Brasil afirmaron su compromiso inequívoco con el uso estrictamente pacífico de la energía nuclear y crearon la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC), demostrando que se pueden superar las desconfianzas a través del diálogo político, la transparencia y la confianza mutua en el área nuclear, favoreciendo la integración y la cooperación de toda la región. Cabe mencionar también que a principios de diciembre de 2007, los gobiernos de Costa Rica y Malasia presentaron un modelo de Convención sobre Armas Nucleares ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. El objetivo de la iniciativa fue estimular la discusión sobre el proceso que conduciría a la conclusión de dicho tratado. En la oportunidad muchos países indicaron que aún no era el momento de iniciar las negociaciones de ese instrumento. En 1996 se negoció el Tratado para la Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (Comprehensive Test Ban Treaty/CTBT) con un fuerte apoyo de los países de América Latina, lo cual ha quedado demostrado por la ratificación de todos los países de la región del anexo 2 del Tratado (cuya adhesión es necesaria para su entrada en vigor), Argentina, Brasil Chile, Colombia, México y Perú. Asimismo, cabe mencionar que Chile ha ejercido la tarea de coordinar a las distintas Zonas Libres de Armas Nucleares, con la convicción que el establecimiento y la consolidación de las zonas constituye un valioso paso hacia la prohibición de este tipo de Armas. En otra expresión de la voluntad política compartida de nuestra región, la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC) se ha comprometido a promover la eliminación de las armas nucleares e impulsar la disminución de su importancia en las doctrinas, políticas de seguridad y estrategias militares de los países poseedores. La CELAC además, en su reciente declaración en el evento de Alto Nivel sobre Desarme Nuclear, instó a trabajar en el plazo más breve posible en la negociación y adopción de un instrumento universal jurídicamente vinculante sobre el tema, y a impulsar un cronograma multilateral, 6 El Desarme Nuclear desde una perspectiva latinoamericana: oportunidad y obligación moral - Hellmut Lagos Koller Red de Seguridad Humana en América Latina y el Caribe www.sehlac.org Octubre 2013 transparente, irreversible y verificable para erradicar el peligro que representan las Armas Nucleares. Uno de los componentes centrales de cualquier esfuerzo internacional exitoso debe ser el carácter participativo del proceso, integrando a distintos tipos de actores y representantes de la sociedad civil. En ese sentido, los procesos de Ottawa y de Oslo, que culminaron en los Tratados para la Prohibición de las Minas Antipersonales y de Municiones en Racimo, respectivamente, representan una fuente de inspiración para este desafío mayor. Ambos procesos se caracterizaron precisamente por la apertura hacia otros representantes que comparten la motivación de defender los principios y normas del Derecho Internacional Humanitario y de los Derechos Humanos. En marzo de 2013, Oslo, Noruega, convocó a la Primera Conferencia sobre el Impacto Humanitario de las Armas Nucleares, oportunidad en la cual más de 130 estados participaron oficialmente en una reunión destinada a abordar exclusivamente las devastadoras consecuencias del uso de las armas nucleares y conocer en detalle sobre la incapacidad de los estados e instituciones privadas para enfrentar una catástrofe humanitaria de estas características. La Conferencia de Oslo fue facilitada por la Iniciativa sobre los Impactos Humanitarios de las Armas Nucleares, integrada por un grupo de 16 países que se ha comprometido a promover la prohibición del uso de las Armas Nucleares bajo cualquier circunstancia. Es interesante destacar que cuatro de los miembros de la iniciativa pertenecen a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y 3 países de Latinoamérica (Chile, Costa Rica y México). A pesar de que fueron invitados todos los Estados a participar en la Conferencia de Oslo, como era de esperar los países poseedores de Armas Nucleares en virtud del TNP (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido) se marginaron de la Reunión, por el temor a validar el inicio de un proceso que busca deslegitimar el uso de armas que siguen constituyendo componentes centrales de sus doctrinas nacionales de defensa. Este proceso debe aprovechar la mayor madurez alcanzada tanto por las organizaciones de la sociedad civil como la diplomacia multilateral, que debe tener la lucidez para darse cuenta que los esfuerzos no deben limitarse a una contienda entre países poseedores y no poseedores, no solamente porque se trataría de una competencia claramente asimétrica, sino porque al establecer que los intereses superiores de la Humanidad trascienden los conceptos tradicionales de los Estados y de su soberanía, estamos incorporando los intereses de todos los ciudadanos, incluyendo a aquellos que cuentan con el emplazamiento de Armas Nucleares en sus territorios. Por esta razón es fundamental buscar puntos de encuentro para encontrar entre todos las mejores fórmulas para deshacernos de esta amenaza. Al respecto, la visión del Presidente Obama, anunciada en su histórico discurso de Praga en el año 2009 y confirmada en Berlín en 2013, de compartir el sueño de eliminar completamente las Armas Nucleares, constituye una oportunidad para incentivar a Estados Unidos a complementar sus iniciativas para combatir la Proliferación de Armas de Destrucción Masiva con acciones concretas que permitan avanzar en esa dirección. Los argumentos de la disuasión nuclear, ya discutibles en el contexto de la Guerra Fría, son irracionales en el mundo contemporáneo. La mejor manera de convencer a otros estados que no adquieran armas nucleares es renunciar a ellas. Para lograr el objetivo final de la eliminación de las armas nucleares es necesario negociar un nuevo tratado internacional que las prohíba de manera completa. Se debe cooperar en la generación de las condiciones favorables para un cambio en las doctrinas nacionales de defensa de los estados poseedores, favoreciendo un ambiente de cooperación internacional, en el entendido que los países poseedores no constituyen enemigos, y que es en su propio interés poder librarse de las armas nucleares. Se deben generar esfuerzos que 7 El Desarme Nuclear desde una perspectiva latinoamericana: oportunidad y obligación moral - Hellmut Lagos Koller Red de Seguridad Humana en América Latina y el Caribe www.sehlac.org Octubre 2013 permitan cristalizar acuerdos con aquellos ciudadanos y gobiernos que comparten un objetivo que no es de privativo de ningún estado nacional, pero sí de trascendencia fundamental para el futuro de la Humanidad. Estamos viviendo un momento histórico, por la creciente conciencia de los gobiernos y de los ciudadanos sobre la amenaza que representan las armas nucleares. Es un momento ideal para iniciar acciones conjuntas entre los gobiernos y la sociedad civil para alcanzar su erradicación de diversos países y marcar el inicio de un proceso de desarme nuclear definitivo a nivel global. La próxima Conferencia sobre Impacto Humanitario tendrá lugar en México en febrero de 2014. Para que realmente constituya un éxito, es fundamental que represente un paso adelante respecto de la Conferencia de Oslo, extremando esfuerzos por incluir a todos los países en la actividad, e incorporando en la discusión todos los aspectos de una amplia dimensión humanitaria, incluyendo aquellos elementos del Derecho Internacional Humanitario que son contrarios al uso de las Armas Nucleares. A pesar de nuestros desafíos nacionales pendientes y de nuestras diferencias, América Latina y el Caribe tiene la oportunidad y el deber moral de contribuir en los esfuerzos globales para lograr un mundo más seguro para nuestros hijos, para lo cual no podemos descansar en la búsqueda de nuestro objetivo común de liberar a la Humanidad de su mayor amenaza. Santiago de Chile, Septiembre de 2013. Bibliografía y referencias: After Oslo: Humanitarian Perspectives and the Changing Nuclear Weapons Discourse, John Borrie & Tim Caughley – 2013, UNIDIR Valuing and devaluing nuclear weapons, N. Ritchie Contemporary Security Policy, vol. 34, no. 1, 2013; y K. Berry et al., Delegitimizing Nuclear Weapons: Examining the Validity of Nuclear Deterrence, James Martin Center for No Proliferation Studies. Declaración de Estados Miembros de OPANAL, septiembre 2011, disponible en http://www.opanal.org/SINF1071.pdf Carrera Nuclear y América Latina, Gustavo González, disponible en http://www.apuntesinternacionales.cl/carrera-nuclear-y-america-latina/Declaración de CELAC en Evento de Alto Nivel sobre Desarme Nuclear, septiembre de 2013. 8