La importancia de la presente edición es su carácter eminentemente testimonial. Ésta es la poesía completa autorizada y revisada, verso a verso, por el propio autor, tras años de trabajo conjunto en sus archivos. Hoy ya es una realidad que Muñoz Rojas es generalmente considerado uno de nuestros «clásicos modernos», como diría Dámaso Alonso desde que lo leyó por primera vez. Y si ha permanecido en ese rincón discreto, si «huye del mundanal ruido y sigue la escondida senda», ha sido porque allí es donde estaba su centro, donde ha podido mantener su aventura poética, su verdadera vocación, la llamada de su corazón (contemplador innato) en lugar sereno, a donde hoy acude ya nuestra admiración con la certeza de que todo está en su sitio. En realidad, nuestro autor no ha cambiado nunca de lugar. Quizá por eso su principio y su fin, como para Eliot, coinciden. Clara Martínez Mesa José Antonio Muñoz Rojas Obra completa en verso La alacena olvidada ePub r1.0 AlNoah 06.02.14 José Antonio Muñoz Rojas, 2008 Edición de Clara Martínez Mesa Retoque de portada: AlNoah Editor digital: AlNoah Escaneo y ePub original: Blok ePub base r1.0 PRÓLOGO […] escribir, que es el andar del alma; no lo dejes, escribe y guarda y vuelve sobre lo escrito. Y rompe o no lo escrito según te lo pida al releerlo, y eso sí, comunícate, viértete en el papel o en el momento con el amigo o con la tarde que te invite al diálogo. Lo que se guarda se pierde, lo que no se da no se tiene. La intimidad es personal, el secreto es de la vida y del mundo; somos parte de ese secreto, un rompimiento de poesía que surge, lo desvela. Pero del secreto, del misterio vivimos, en él están nuestras raíces. (CARTA DEL AUTOR A CLARA MARTÍNEZ MESA, 17 DE JUNIO DE 1994) NUESTRA EDICIÓN La importancia de la edición que nos ocupa es su carácter eminentemente testimonial. Ésta es la poesía completa autorizada y revisada, verso a verso, por el propio autor, tras años de trabajo conjunto en sus archivos. El proceso de edición ha nacido de la amistad y la cercanía lectora, una vez abierta la puerta de una alacena olvidada que el olvido roía. José Antonio Muñoz Rojas es poeta magistral, artesano del verso, transmisor de un léxico profundamente arraigado en su cotidianeidad y casi extinguido, y creador “de unas pocas palabras verdaderas” que cree no haber hallado todavía. Amante de la vida por encima de la poesía, como dijo Vicente Aleixandre de sí mismo, pero consciente y amante del don cultivado. Desde mi infancia y adolescencia, la obra de Muñoz Rojas ha sido mi norte, y la amistad con el escritor, un privilegio. Durante mis estudios universitarios comencé a visitarle con asiduidad, y al cabo de poco tiempo, surgió de forma casual el ayudarle a revisar y ordenar su archivo literario personal. Hubo que empezar por reunir ingentes carpetas y documentos desordenados, guardados durante casi un siglo, donde se mezclaban manuscritos y autógrafos propios, recortes de revistas con fuentes primarias y secundarias, correspondencia literaria, folletos, libritos y demás documentos aparentemente azarosos que, como en un enorme rompecabezas, fueron tomando forma y conformando el testimonio documental de todo su mundo literario. Pasados los años, cada vez iban creciendo más mis responsabilidades sobre el cuidado y catalogación de su archivo de autor. Comenzó entonces la tarea de dictarme uno a uno sus poemas y textos recientes, previamente a su edición, y de revisar además todos los textos que iban apareciendo abandonados, inéditos o relegados a publicaciones en revistas antiguas, tarea que surgió a partir de mis sucesivos hallazgos de los textos según los iba clasificando. A través de la revisión de los cuadernos manuscritos originales donde aparecían los distintos poemas y libros, nos fuimos dando cuenta de que las versiones definitivas de los textos (las publicadas), distaban mucho de unos cuadernos a otros, ya que el autor había reescrito sus poemas varias veces a lo largo de los años, volviendo una y otra vez al sentido y variando la forma de muchos textos, hasta la última versión, que fue la que se publicó para cada libro. Esta tarea nos ha servido para fijar aquellos textos que presentaban alguna variante entre distintas publicaciones y, sobre todo, para la revisión final de los inéditos incluidos en nuestra edición. Todo este trabajo mutuo ha delimitado la constitutio textus en nuestro trabajo. El privilegio de aprender del poeta de forma natural, simultáneamente al trabajo con su archivo literario, ha aportado la mayoría de las razones de ser de la edición que nos ocupa. Todas las fases descritas por Alberto Blecua (1990) han sido llevadas a cabo mayoritariamente en el taller del autor, en el taller del autor, y han sido contrastadas con él continuamente. No puedo ocultar que fue el autor quien un día me pidió que realizara “el estudio definitivo” de su obra poética y quien ha dejado a mi criterio su producción íntegra. La personal forma de escribir de Muñoz Rojas y mi conocimiento directo de ella, ha llevado necesariamente a una adopción de su criterio en la transcripción de los poemas, por lo que nos hemos dado cuenta de que la puntuación de anteriores ediciones de sus poemas no ha sido la adecuada en algunos casos: durante la revisión conjunta de sus manuscritos y el dictado inmediato desde sus borradores, al contrario que su amigo y maestro Pedro Salinas, nunca estaba pendiente de los signos de puntuación, sólo del contenido, del mensaje, y era mi forma de entender su dicción y sentido lo que llevó a comprender la forma idónea de su discurso. No es que las demás ediciones estuvieran mal planteadas, sino que el autor entregó, por ejemplo a Cristóbal Cuevas, los manuscritos o textos mecanografiados apenas sin puntuación, ya que suele escribir sin atender a ella, y cada editor hizo después el arreglo a su modo de entender. Además faltaban siempre manuscritos o autógrafos inéditos que con el tiempo hemos revisado e incluido en el texto de nuestra edición, como iremos explicando. El poeta necesita un transcriptor in situ, por sus continuos hipérbaton, encabalgamientos, ausencia de puntuación en muchas ocasiones y otros rasgos propios, y surgió la complicidad natural, brindada por el tiempo y la paciencia, en su manera de encadenar o truncar los versos. Había que variar o, en la mayoría de los casos, eliminar muchas comas que andaban retardando innecesariamente una lectura fluida y profunda. Es importante destacar que Muñoz Rojas adoptó a partir de 1990, aproximadamente, un rasgo de estilo propio que hemos respetado en sus últimos libros, sólo en aquellos casos en que la edición ya incluía dicho rasgo: al modo inglés, en los enunciados interrogativos y exclamativos sólo escribe el signo final de interrogación o exclamación. Esto se debe a que gran parte de sus lecturas de siempre han sido las anglosajonas (Shakespeare, John Donne, T. S. Eliot, Dylan Thomas…) y ha hecho suya esta forma al escribir. Es el caso de la puntuación en Objetos perdidos, Entre otros olvidos y La voz que me llama. Estos contienen enunciados cortos, llenos de dubitaciones, perífrasis, etiologías y comunicaciones y, tratándose además generalmente de poemas muy breves, la adopción de este rasgo no entorpece la comprensión de lectura; sin embargo, en anteriores libros, hallamos enunciados interrogativos y exclamativos muy extensos, como es el caso de Abril del alma u Oscuridad adentro, y la supresión de los signos iniciales hubiera obstaculizado el inicio de enunciados de este tipo y su diferenciación con el resto del discurso. Por tanto, hemos decidido mantener dicho rasgo únicamente en esos tres libros, de modo que respetamos de paso todas las ediciones que se han hecho, antiguas y recientes, considerando este rasgo como distintivo de dichos libros y en ningún caso de los anteriores. Su negativa a publicar de forma inmediata sus creaciones, permaneciendo sus libros inéditos en muchos casos hasta décadas después, planteaba además la tarea de revisar lo ya publicado, contrastándolo todo con los manuscritos u originales. Por tanto, cada poema de esta edición ha sido contrastado con el original a través de borradores, originales o autógrafos, ya que abundan los distintos escritos de este tipo en sus archivos y cuadernos. Esto sucedió con los libros que editó Cuevas (1989)[1], además de los poemarios Consolaciones y Rayo sin llama, con las octavas que insertamos en el Cancionero de la Casería y con los poemas sueltos que hemos añadido a los libros principales. En las notas finales se ofrecen todos los datos sobre los poemas que fueron publicados aisladamente en revistas, aparte de cuantos datos documentales que hemos considerado útiles y necesarios para la comprensión de su trayectoria creativa. En cuanto a la ordenación de los textos, el criterio ha sido cronológico, con algunas salvedades justificadas desde el criterio temático o semántico. Todos los libros se suceden en el tiempo, de forma que pueda descubrirse su evolución creativa, observarse sus relaciones intratextuales y entenderse su testimonio vital como poeta. Pero cuando no se suceden en alguna ocasión los libros linealmente y se solapan, ya que su composición ha sido paralela tratándose de libros distintos, el criterio supera al puramente cronológico por una razón muy sencilla: por ejemplo, Canciones se escribió entre 1933 y 1940, y Al dulce son de Dios, entre 1936 y 1945. Nuestra sucesión se debe a la separación temática que existe entre ellos, y a que ningún poema del segundo pertenece al libro original del primero, aun cuando no se publicaran como libros independientes hasta su inclusión en la edición de Cuevas. Por eso, aunque a veces se solapen las fechas de composición, consideramos acertado el orden finalmente adoptado, por superponerse de ambas formas correctamente. Se toma, pues, como partida el primer año del periodo de composición, y le sigue el siguiente desde este criterio, suponiendo cada libro un conjunto temático coherente, que es lo que en el fondo debíamos respetar, dada la redacción paralela de varios libros que a veces ha llevado a cabo el autor. Sólo existe una excepción propiamente dicha a este criterio, incluidas las salvedades explicadas: el libro Cantos a Rosa contiene los poemas de la primera edición, más los dos libros con que amplió éste en los años noventa (Novísimos a Rosa y Postumos a Rosa). No considerábamos lógico para la lectura de toda su obra seguida el hecho de que estos dos poemarios, que nunca se publicaron como libro aparte, se incluyeran por separado en nuestra edición, ya que pertenecen a los Cantos a Rosa, constituyen su prolongación, su discurso de madurez sobre el símbolo original de su rosa. Realmente sólo se antepondrían, sin seguir la línea cronológica, a Oscuridad adentro, ya que su composición fue entre este libro y los que aparecen después. Por tanto, concluimos dejarlos como un todo y no truncados entre sí. La composición de algunos libros como tales ha sido posterior a su escritura, ya que algunos se componen de las producciones del autor en un periodo determinado, no publicándose el conjunto de poemas como libro hasta el de Cuevas —en lo sucesivo CC— o hasta nuestra edición. Es el caso de Poemas de juventud, Al dulce son de Dios, Dedicatorias y divertimientos y Oscuridad adentro. El autor nos recuerda sus inicios poéticos: Mis primeros versos son del colegio en los años veinte. Salvo los Versos de retorno, unos impacientes principiantes del 29 cuando la Imprenta Sur rompía genialmente en Litoral, aprendí la lección de dejar dormir algún tiempo lo que escribía para que madurara y hasta los Sonetos de amor de los 40. La verdad es que no he sido un poeta abundante sino más bien tardío y escaso.[2] Poemas de juventud contiene la selección definitiva de los primeros poemas del autor, como muestra de su producción inicial. En un principio, el autor deseaba que no se incluyera nada anterior a Ardiente jinete en nuestra edición (dijo literalmente: “Una poesía completa es eso, poesía y completa; y esos versos no son poesía ni completan nada”), pero finalmente accedió a incluirlos por tratarse de un capítulo testimonial. Contiene a su vez la selección definitiva del librito Versos de retorno, que sí se publicó como tal. Pero el conjunto del capítulo no se publicó más que, en una pequeña parte, como primero de la edición de CC. Al dulce son de Dios se compone de todos los poemas de temática religiosa pertenecientes al periodo de 1936 a 1945. Está a caballo entre dos libros de temática totalmente distinta: Canciones y Sonetos de amor por un autor indiferente, todo sonetos de amor y publicado como libro independiente. Por tratarse de poemas de esa época, todos de temática religiosa, los reunimos bajo el mismo título que les dio el autor para CC. Dedicatorias y divertimientos incluye todos aquellos poemas de entre 1940 y 1970 que fueron escritos a personas concretas (es el caso de las Dedicatorias) o por entretenimiento del autor, sin más propósito que el disfrute de su composición (caso de los divertimientos). No podíamos de ninguna forma, a pesar de que muchos poemas superaban cronológicamente a los del siguiente libro, Cancionero de la Casería, incluirlos aparte, ya que pertenecen temáticamente al título que se les da, y agrupan en un solo capítulo, ya de por sí doble, todos los textos de dicha índole. Oscuridad adentro consta de todas aquellas composiciones de 1950 a 1980 que poseen una temática exclusivamente metafísica y metapoética —el poeta desgrana los motivos y dilemas de su vida y de su propia escritura— y que, por tanto, merecen un capítulo aparte. Se adopta el título del poemario “Oscuridad adentro” dedicado a Aranguren, por compendiar el sentido total del conjunto de poemas. Por razones temáticas no pueden separarse del conjunto textos de este apartado por meras razones cronológicas, que en casos como éste pesan menos. Ante las notas finales, ofrecemos un glosario del mundo del campo, que consideramos imprescindible para la comprensión de su poesía, ya que es característico de su obra el empleo de un léxico particularmente inusual y exclusivo, no existiendo otras voces de difícil interpretación más que las pertenecientes al mundo rural y su naturaleza. Las acepciones aportadas para cada vocablo están tomadas en su mayoría de María Moliner. En nuestra tesis doctoral se estudian y comentan en profundidad los capítulos necesarios para una mayor comprensión de la trayectoria poética y vital de Muñoz Rojas, de su retórica, de la crítica existente sobre su obra, de las perspectivas generacionales y, en fin, de todo aquello que conforma el comentario completo de su poesía[3]. Allí ofrecemos además una exhaustiva bibliografía de la obra completa del autor. No existen en la obra de Muñoz Rojas apenas variantes significativas entre las distintas ediciones de su poesía, ya que el poeta siempre ha mantenido el criterio de que, una vez publicados, los textos no deben cambiar; a no ser que se publicara algún poema suelto en revistas durante su juventud y fueran revisados hasta su versión definitiva para la publicación del libro al que pertenecían (para la edición de CC, casi siempre). Por esta razón han permanecido inéditos numerosos libros y poemas sueltos tanto tiempo, debido a su constante revisión y corrección de manuscritos y copias, hasta que por fin, décadas después, en muchos casos, ha decidido publicarlos. Dichas variantes quedan descritas en las notas finales. Los textos inéditos que se aportan en nuestra edición son, por orden cronológico: de Consolaciones: todos los poemas en alejandrinos excepto el último (“Sueño adentro”), que ya rescatamos en 2005. De Cancionero de la Casería las diez octavas reales (“A ti que en esta tierra consentida…”). De Lugares del corazón: “Era para los años que cumplía…”. Pero la mayor aportación de esta edición es la de numerosos textos que permanecían aislados y olvidados. Los publicados únicamente en revistas antiguas o ediciones de difícil acceso, minoritarias y/o agotadas son: De Poemas de juventud: “Caminemos, caminemos…”, “Noche de San Juan”, “Romance (Los ecos de la verbena…)”, “Madre, por la calle pasan…”, “Domingo (Ahora ya fina seda…)”, “Pastor dulce de recuerdos…”, “Muriendo ya, clavel…”, “Dingle Lañe, 1932”, “Dover, 30 de octubre de 1933”, “Amor de todas las cosas”. De Canciones: “Poema a lo divino”, “Sáficos”, “El quicio”. De Al dulce son de Dios: “Dios en el campo”. De Cancionero de la Casería: “Olivos de mis gentes, yo quisiera…” De Cantos a Rosa: “Rosa tardía” (Novísimos a Rosa). De Lugares del corazón: “Ahora que cielo, vega, mar, collado…” De Dedicatorias y divertimientos: “Verano de 1928. Antonio Machado”, “Un hombre cabal”, “Hace ya mucho tiempo que Carmeta…” “Quiero, Carmen amiga, en la blancura…”, “A este Febrero, que se equivocó y se vistió de Abril en 1966”, “Cuarenta de Abril”. Rayo sin llama (libro íntegro). De La voz que me llama: “Si me preguntas qué es sentir…”. En 2005 realicé junto a Antonio Carvajal una selección de textos inéditos o ilocalizables (Rescoldos), que han sido ubicados en la presente edición cada uno en su correspondiente libro; los textos escogidos en verso fueron: “Sueño adentro” (último poema de la primera parte de Consolaciones, hasta ahora inédita); “A Jesús Martínez Labrador, amigo” [Dedicatorias y divertimientos], que allí aparecía bajo el título “Como tu barro”; los cinco poemas que en Oscuridad adentro aparecen bajo el título “Calma y espera” (parte 9.ª). Por último, existe un brevísimo corpus de inéditos o textos en publicaciones sueltas (la mayoría en la revista malagueña Caracola) que, tras haber sido revisados por el autor, se han omitido en nuestra edición. Respetamos completamente su suprema decisión a este respecto. Ofrecemos por tanto la totalidad de la poesía en verso actualmente autorizada por el autor y que consideramos definitiva. Sin desestimar las metodologías seguidas de hecho en este trabajo, no he encontrado ningún método académico que haya resultado más empírico que el de la conversación permanente, el del acercamiento real desde mi infancia a la persona que escribe, surgido de la contemplación de la tierra, de las estaciones, del instante pleno y fugaz a su lado. Ese método, sin pedirnos permiso ni a él ni a mí, ha desembocado irremediablemente en una consecuencia testimonial. Nada ha sido impuesto a una complicidad latente y creciente. Los primeros y últimos cauces de estudio sobre su poesía han sido la amistad y el tiempo detenido. De su silencio he aprendido a veces más que de sus palabras. A su poética, a su dolorido sentir, se llega andando por el campo, recogiendo nardos, rosas y fresas de su huerto. A Rosa se la encuentra uno en el aire tras unas pocas impresiones compartidas sobre la hermosura del olivar y las herrizas, en el rosal mismo o en su mano, que coge la nuestra con ternura. Su Abril se comprende paseando en abril por la sierra de la Camorra, oliendo la tierra mojada, contemplando el prodigio de la primavera en los trigales cercanos, sorprendiendo el canto del ruiseñor y celebrando la llegada de los vencejos. Infinitas son las posibilidades de expresar todo lo aprendido desde este prisma, y sin embargo, la simple forma de un jirón de nube sobre el horizonte del eterno trigal, lo resume todo sin voz alguna. Lo entraña todo un paseo con el poeta, en la última hora de luz del verano, y “a beberse la tarde”, como él llama a dejarse caer por el angosto caminillo entre almendros y cipreses, con las sierras azules de Rute y el Torcal de fondo, alma y mirada deslizadas en la serenidad que nos aísla del mundo y a la vez nos conciba con su vertiente dichosa. Nada hay ajeno al instante, y hasta las incontables horas y años de trabajo entre estanterías y archivos, hasta el agotamiento innegable de la investigación subyacente, descansan bajo la sombra del árbol de Judas, se vuelven eco del chorro de agua sobre la alberca, obedecen de continuo al canto de las aves que retornan al oscuro silencio que se siente en aquel campo tras los grillos. Cuando la soledad de dos almas se entrelaza y habla el mismo idioma, y ríe el corazón por el mismo costado, es posible entenderse y admirarse por encima de todo. Los desencuentros son nimios, los avatares son velados, el miedo porque nos falte el amigo a la culminación de nuestro trabajo sobre su vida y poesía, se tiñe de una fe ciega en que no nos faltará nunca. Y es joven el amigo, tenga la edad que tenga, aunque diga que cada día va muriendo un poco más, aunque asegure que lo único que hace desde que Marilu se fue es ir muriendo, y que sólo unas pocas ilusiones, como ésta, le mantienen vivo. Precisamente por su inconsciente insistencia en vivir el presente, nunca he conseguido plasmar en un diario tantos y tantos momentos que me han marcado como persona y que quizá vayan perdiéndoseme sembradas en la memoria. Porque lo necesario y real ha sido vivirlos, no escribirlos. Porque, al igual que su poesía, han nacido de la vida y vuelven a ella en continuo movimiento, en vuelo inasible. El cuidado de la obra de Muñoz Rojas es ya para siempre responsabilidad que asumo desde la ética del amor. Ojalá, al menos, quede cumplida en esta edición, la primera parte de mi labor, por él encomendada. BIOGRAFÍA ESENCIAL DE JOSÉ ANTONIO MUÑOZ ROJAS José Antonio Muñoz Rojas nace el 9 de octubre de 1909 en Antequera, Málaga, quinto hijo de Carmen Rojas ArreseRojas y Juan Muñoz Gozálvez. A los dieciséis meses queda huérfano de madre, siendo criado por su abuela materna, Teresa Arrese. Sus años de colegial transcurrieron entre Málaga (Colegio Jesuita San Estanislao de Kostka, Miraflores del Palo) y Madrid (Colegio de Nuestra Señora del Recuerdo en Chamartín de la Rosa), adonde deben trasladarlo por razones de clima, ya que enfermó de pleuresía. Conoce allí a José Luis López Aranguren, amigo en su madurez. Comienza la carrera de Derecho en Madrid, donde don José Castillejo anima su vocación jurídica. En las vacaciones de 1927 lee por primera vez a Antonio Machado: impresionado por el verso del que sería ya su poeta para siempre, escribe su primer libro de poemas, Versos de retorno, que sale de los talleres de Sur en 1929, gracias a lo cual conoce a Prados, Altolaguirre, Hinojosa y José Luis Cano. Después, en Madrid, conoce a los poetas profesores, a Juan Ramón y a los demás del 27, cuyo seno de vida literaria, en la que participó como joven discípulo, le traerá a tres de sus amigos y maestros: José Moreno Villa, Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre. Poco después conoce a Ridruejo, Leopoldo Panero y los de la llamada generación del 36, con los que funda Nueva Revista y junto a los cuales aparecerá en las páginas de Cruz y Raya años más tarde. Antes y después de la guerra publica textos poéticos, narrativos y ensayísticos en revistas de talante tan variado como ínsula, Cántico, Escorial, Revista de Occidente o Papeles de Son Armadans. En 1934 termina la redacción de Ardiente jinete, que no se publicará hasta 1984 y cuya mayor parte arderá en los archivos de Cruz y Raya, sólo salvado Este amor. Con este librito de poesía gana uno de los premios del Concurso Nacional de Literatura, junto a Aleixandre, Cernuda, Altolaguirre y otros. Ese mismo año participa con los del 27 en el homenaje dedicado a Pablo Neruda y comienza su contacto personal con Miguel Hernández y, ocasionalmente, con García Lorca. En 1933 muere el padre del autor. Atraído desde siempre por la poesía de John Donne y de T. S. Eliot, y no por el oficio de abogado, en 1936 marcha a Cambridge, donde estudia las relaciones de la poesía metafísica inglesa con el Siglo de Oro español y traduce con éxito a Eliot, Hopkins, Dylan Thomas, Crashaw… Allí conoce a Unamuno y al propio T. S. Eliot. De vuelta a España estalla la guerra civil y su hermano Javier es asesinado por miembros del bando republicano. Tras ser refugiado por el cónsul de Holanda, unos amigos de la familia consiguen trasladarle a Cambridge como lector de español, donde continuará sus investigaciones, sumido en la nostalgia y el dolor por lo que deja atrás. En 1939, tras la muerte de su abuela, vuelve a España y conoce a Mª Lourdes Bayo Alessandrí, su futura esposa, con la que contraerá matrimonio cinco años más tarde; tendrán siete hijos: Teresa, Rafael, Lucas, Eduardo, Gracia, Pablo y Pedro. Hasta 1951 vive entre Málaga y Antequera, época en la que inicia junto a Alfonso Canales la colección malagueña “A quien conmigo va”. En La Casería del Conde (cortijo cercano a Alameda, comarca de Antequera), su residencia desde entonces, lee a Fray Luis y, como él, disfruta de la contemplación del campo y de la experiencia de una vida rural que le viene dada tras la regeneración de las extensas tierras familiares y su cultivo. Además de dar trabajo en el campo a muchas familias durante la posguerra, funda y patrocina las Escuelas San Francisco Javier (hoy Virlecha/La Salle), para transformar en bien la pérdida de su hermano. Sigue viajando a Madrid, donde continúa su vida literaria. En 1942 publica en Málaga los Sonetos de amor por un autor indiferente (Ediciones Meridiano) y un año después, en Adonais, Abril del alma, ambos entonces aclamados por un público selecto. En 1945 publica Historias de familia en la Revista de Occidente, obra que tuvo un éxito considerable entre la narrativa de los cuarenta, y que Gerardo Diego consideró “narrativo a su manera, entre realista, biográfico y fantástico”. En 1951 se publica en la colección malagueña El Arroyo de los Ángeles su libro más conocido, comentado y editado, Las cosas del campo, que escribió únicamente para dar rienda suelta a sus vivencias con las gentes en un diario del campo; la segunda parte del libro, Las musarañas, de ensoñadora recreación de la infancia, se edita en Revista de Occidente en 1957. Impulsa, desde su consejo directivo inicial, la revista malagueña Caracola. Un año después, de la mano de Juan Lladó, se hace cargo de la Sociedad de Estudios y Publicaciones del Banco Urquijo, donde dirige una admirable labor de mecenazgo cultural durante un período de verdadero humanismo en la España de entonces. En 1954 publica en Adonais Cantos a Rosa, su gran libro de poesía amorosa, que aumentará en su vejez con Postumos a Rosa y Novísimos a Rosa, obras en un tono muy diferente al de los sonetos y alejandrinos de los cuarenta, engarzado en endecasílabos blancos, más cercano a la naturalidad de Ardiente jinete y de Objetos perdidos. Entre 1954 y 1980 escribe dos grandes poemarios, Consolaciones y Oscuridad adentro, y otros libritos como Lugares del corazón…, Coplillas y Cancionero de la Casería, todos ellos recogidos por primera vez en 1989, en cuidadísima edición de la poesía casi completa del autor hasta 1980 por Cristóbal Cuevas, cuyo buen hacer, por la exhaustividad de su ensayo introductorio y por la presentación de toda su trayectoria poética, marcó un hito en la justa valoración de la calidad literaria y humana de Muñoz Rojas. Uno de los poemas de Oscuridad adentro, “Salmo”, refleja con rotundidad la actitud vital del autor durante su madurez. En 1976 se reedita Las cosas del campo en Destino, momento en que aparece por primera vez el texto de Las sombras; un año después aparece Antequera, norte de mi pluma, dedicado a su tierra natal. En 1979 se publican por fin sus Cuentos surrealistas, que fueron redactados en los años treinta. Antes de la referida edición de Cuevas, fue realmente el poeta Antonio Carvajal quien dio el primer impulso a la consolidación de su obra, cuando en 1984 reeditó en Granada sus Sonetos de amor por un autor indiferente. En 1992 comienza una nueva etapa de edición definitiva de su obra, de manos de Manuel Borrás y la editorial Pre-Textos, recuperadores primordiales de su legado; ese año aparece Amigos y maestros, como homenaje a todos los escritores y pensadores del siglo XX a los que Muñoz Rojas trató y de quienes se considera admirado discípulo. En La gran musaraña, publicada en 1994, plasmará, tras su jubilación, sus memorias en una prosa poética impecable y reveladora, similar a la que hallamos en 1995 en Dejado ir. Los Ensayos anglo-andaluces de 1996 suponen un tributo a las letras inglesas desde el prisma de su propia tradición. En 1999 se reedita Las cosas del campo y en 2000, Historias de familia. En cuanto a sus últimos libros de poesía, en 1997 nos sorprende con un nuevo tono lírico, entre lo coloquial y humorístico, lo metafísico y lo religioso, con sus Objetos perdidos, que le traen el Premio Nacional al año siguiente. Este tono ha culminado en la amargura y la clarividencia de Entre otros olvidos (2001), poemario de lo más profundo del alma humana y del misterio de la palabra poética. En 2002 se reedita Las musarañas. Entre 1992 y 2006 recibe diversos premios que reclaman su olvidado e indudable valor literario: Hijo Predilecto de Andalucía en 1992, Medalla de Oro de la ciudad de Antequera en 1992, Hijo Predilecto de Málaga en 1998 (junto a sus desaparecidos Altolaguirre, Prados, Hinojosa y Moreno Villa), Medalla de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo 1995, Premio de Ensayo y Humanidades José Ortega y Gasset 1997 (por Ensayos anglo-andaluces), el ya citado Premio Nacional de Poesía 1998 (por Objetos perdidos), Premio Luis de Góngora y Argote 1998, Medalla de la Fundación Menéndez Pelayo 2004 y Premio Andalucía de la Crítica 2007 en Narrativa (por El Comendador). La concesión en 2002 del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana supone el eslabón fundamental del tardío y merecido reconocimiento público a su trayectoria creativa. La elegancia, la extraordinaria humildad y el humanismo que definen a Muñoz Rojas (y que la crítica, desde Fernando Ortiz, ha reconocido unánimemente) han hecho que, entre otros factores, su obra haya permanecido en un plano discretísimo con respecto a generaciones y grupos literarios, antologías y estudios de historia literaria española; sirva como complemento a esta hipótesis el hecho de que el autor rechazase en su día la posibilidad de un asiento en la Real Academia Española de la Lengua. Además, su labor creativa presenta, por sus características originales e individuales, un difícil encasillamiento dentro de este tipo de estudios. En 2005 se publica La voz que me llama, su última obra en verso, y en 2006 El Comendador, narración con tintes líricos que permanecía inédita desde los años sesenta. Se reeditan Las sombras, y surgen importantes antologías de su obra poética. Hoy ya es una realidad que Muñoz Rojas es generalmente considerado uno de nuestros “clásicos modernos”, como diría Dámaso Alonso desde que lo leyó por primera vez. Y si ha permanecido en ese rincón discreto, si “huye el mundanal ruido y sigue la escondida senda”, ha sido porque allí es donde estaba su centro, donde ha podido mantener su aventura poética, su verdadera vocación, la llamada de su corazón (contemplador innato) en lugar sereno, a donde hoy acude ya nuestra admiración con la certeza de que todo está en su sitio. En realidad, nuestro autor no ha cambiado nunca de lugar. Quizá por eso su principio y su fin, como para Eliot, coinciden. I POEMAS DE JUVENTUD[1] [1929-1935] DE VERSOS DE RETORNO[2] [1929] I NEMOS, caminemos mente hacia la aldea paz puesta en la boca el alma serena. os ojos los cristales da enturbian, que llenan aisaje de otoño talgia y de tristeza. mos de los hogares, , sobre la tierra; hogares templados de al fuego se sueña, ras llamas más hondas consumen y queman. ñas de ojos azules ente de quimera llos en el aire, castillos que encierran ro de los cuentos nca Nieve, la buena. ñas que aguardan siempre, an a quien no llega, tristes de los pueblos, re al amor de la reja! mos todo lo bueno to de la aldea, paz puesta en la boca el alma serena. II NOCHE DE SAN JUAN emanso de la tarde posado un recuerdo ulce sombra triste, os negros. sta de San Juan en el pueblo. ros en la seda del silencio bamos mirándonos os pensamientos. una en lo alto scubrió el secreto. mundo, nosotros, y el silencio. III ROMANCE os de la verbena lleva la alborada sus caderas finas gre, de oro y de nácar. a noche borrosa. tocando campanas. s domingo, niñas, hoy; a misa de alba. n los golpes de pecho la roja mirada el clavel incendiado orazón de plata. s: “Señor, perdón” vocecita clara e dijiste: “Te quiero” o la luna alumbraba. sarás: “¡Oh! Dios mío, eñor y yo la esclava”, pensaste en la noche: l amado y yo la amada!”. IV SALMO Levavi oculos meos in montes. SALMO CXX, 1. montes altos é mis ojos. n en mí, desenfrenados, los instintos. montes altos é mis ojos tos de llanto. tos de llanto. ué al Señor Dios Santos: arás auxilio? ontes, callados. an quebrados, altas cimas, los pecados; ros subían. montes altos é mis ojos tos de llanto. V ROMANCE DE LA LUNA SOLA na es rueda de un carro nía cuatro ruedas. pregunté a la luna: e están tus compañeras? de oro? Ésa se fue, que te rueda, rueda, rse con su hermana da sobre las trenzas ovia. diamante n se fue hacia la tierra, ncontró allí un hermano corazón de piedra. cristal se rompió to de la tierra; e después que fue e los hombres no vieran a negra turbiedad creían transparencia. ú, Luna? me tienes, que te rueda, rueda, mpañeras ni carro, ndo que me quieras. VI , por la calle pasan de Caballería, cargados de paja. en sabor de era, e tarde romántica des de agosto, s aún no mojadas!—, to de la era r de mies trillada mos ponerse verde, és, y luego crujir erse paja. s de agosto! ¡Caminos osos de la Infancia! VII e dice el Señor rá en vano tarse al alba, és de amanecer me he levantado er el pan s puso la vida. He llorado ndo que algún día partir mi pan con otros labios. VIII DOMINGO RA ya fina seda azón latiendo zadura amarga, ulce la subida lta de la tarde! rata la bajada o sobre el césped! mporta que sea gasolina; s colores sean lo canario es inmorales: cima de todo sigue siendo . Hay vencejos la boca al oído vista al recuerdo en la silueta torre de pueblo. IX dulce de recuerdos, o triste de ausencias, ontes de soledades ndo las tardes muertas. ontes de soledades rando que otras vengan; o débil de lágrimas o balar estrellas. anados son tan mansos ntan lienzos de aquellas s, de no sé dónde, das con presencias ún cuando reclinado ejos, o allá cerca. os y dondes ausentes eran, cuando eran, muertos os mecéis era, vera, vera. X era el pastor único manada de estrellas. as que el pastor dormía aparon las estrellas eron a clavar zul de una moneda. n pastor indignado sca y no las encuentra, ue te arde —día—. han ido las estrellas osas a clavarse zul de la moneda. y día, día y noche, cruz de una moneda. XI es viejos estantes, me vuestros secretos. escrito tinte amarillento uma de ave vieja, mpo. ros, me vuestro saber viejo. viejo. es de mis estantes, antes de la casa pueblo, me lo que en vosotros ió el tiempo. nuevo, los papeles nuevos. XII … a ver si con partirlo y con sembrarlo la primavera le mostraba al mundo el árbol del amor puro y eterno. ndo ya, clavel, ejor aroma derramando. el aire más dulce corazón ahora— J-R-J.[3] corazón ahora— ré sepultura. ás si se mezcla tuyo mi aroma, boles de amor rarán la tierra. us ramas qué pájaros án qué canciones zura y de aroma. án los olores, ntos se olerán, ará al amor e solo árbol. XIII COPLAS y al cabo vereda, eces por el llano veces por la sierra. itos del vivir, eros al bajar ardos al subir. ano polvorientos minos[4] de la vida, arcados en invierno. arcados en invierno. o que andando vas, i el mar es tu fin tierra es tu mar. sierra es tu mar, ué, arroyo de mi vida, é tan despacio vas? reda al empezar, rde se hizo camino, camino real. camino real, se quedó en camino, ereda al acabar. orta o a la larga, or que menos vale, or de las palabras. os seres de mi yo e son hombres distintos sólo un corazón. azón da consejos enos como una madre, bios como los viejos. a la muerte la vida, la luz el misterio; vinan las paredes blanqueadas ertos cipresales del cementerio. os odres distintos os odres distintos mos el vino añejo, res hacen el vino. e importa únicamente[5] ante, minar. ar siempre de frente, rar tuvimos delante ue está por andar. os pobres ojos míos, dra son, aunque abiertos; ar sin ver, cansados; rarse y ver, sedientos. de mi corazón, stemplado tus cuerdas ado tu canción! POEMAS TEMPRANOS [años treinta] DEL AIRE [6] a, negro copo definido, do leve y ágil la nevada. la nerviosa mano helada, opo del aire retenido. batalla empieza. Artillería e, derribando torreones, s porque triunfen tus cañones lanca victoria de este día. e del Sol encima de las nubes. entierro. Mañana, funerales. entierro. Mañana, funerales. el Sol si hasta las nubes subes, o Sol si bebe en tus cristales. boles sus sombras han perdido ja se queda en pensamiento. urgentes al Otoño han ido. sello un caballo vence al viento). endrá hoja. Suspende tu viaje”. Otoño, escribiendo sus memorias. a la Luna. Lo que llevo traje ar como nuevas mis historias. iento por el hilo desatado: hará, Viento, sin hoja, tu lamento? su tumba el Aire arrodillado, endando está el alma del Viento. na bella forma que se va. ve dulcemente retenida. s iniciada, yerta huida. mi corazón la nieve está. DE PAR EN PAR[7] Mirador 1 ÓNDE la saeta? o está presto, cruzado la calle or ni recuerdo. que tú no sabes, de misterio; que no sabrás. uerte de lo incierto! a acera a la otra, de movimiento; ahora, que no es, ahora, que no es, sido, ¿cuándo? Luego. recta en potencia. nto: no me acuerdo nto que me sigue, del que procedo. uidad, no hay nada, uidad, concreto. Mirador 13 Acacia que mueren todos, an los ruidos ierra, no abres sus heridas s lanzas de aroma. rmanas, arriba, n de luz lo hieren. eridas placenteras, do luz, si aroma anza; qué finas aroma, si es lanza brillante. a, tú compendias as, mundo, seno. abrirá mi flor que sea de noche. CUATRO POEMAS[8] A Vicente Aleixandre 1 quisiera decir za de las arañas, racoles al sol, co letras mayúsculas. l alto muro intacto, eldía de las horas, rimas que han hundido moplatos serenos. tendrás epitafio, rá un hombre mañana, de humedad las manos, scribirte con humo. 2 ero de los vientos á mi desventura. o sabrá como yo blor y la palabra, ohada y el espejo, o y la pena antigua. redor que se pierde uarto de las lágrimas. mar contenido y suelto, yas ni corazones. 3 erecha del pecho, termina el latido eza el descubrimiento. tu hermana encontró ija y el secreto modas conciencias, ón de las huidas mpestades y tórtolas, stremecimientos es y enredaderas. o las noches de invierno, nudez de las sábanas. 4 n. Todos se iban lá de tus dos manos. as y emperadores espejo se iban ar tardes y lagos, citar los muertos urieron sin pedir rtad de tus senos. abalgar luna adentro as y tentaciones! ejamiento llorando incón su belleza). e que no vendrán oche a tus espaldas eros y rebaños. DINGLE LANE, 1932[9] ste campo verde, estas encinas rosas, llévalas contigo siempre, vidar que el día nunca acaba o cada reloj, en cada alma, e golpes lentos al silencio. ste campo verde, las encinas n en la niebla, la niebla paz y paz sobre los campos. pudiera perderse en esta niebla, pudiera perderse sin sentirse. nca olvidaré que tu palabra, bra, mi amor, vino a buscarme a encinas también, frente a rosales, s secos y sin lluvia, ndo mi mano me condujo. eraré, mi amor, pero la lluvia, ia sobre el campo, sobre el alma. DOVER, 30 DE OCTUBRE DE 1933[10] edan las rocas blancas, las aves blancas y la espuma. s cuanto tenía que decir la rosa. eros, no llorad por un decir tan breve. o y libertad tienen el mar para contarla, ará diciendo que octubre y alejarse, saben barco y lágrima y orilla. AMOR DE TODAS LAS COSAS [1935] de tantas cosas bajo el sol como existen, ncos y de cuellos, de hombros y de playas, ue sólo amor dicen mar y destino. de cuántos ríos y cuántos horizontes, ellos de niño y cuerpos que descansan, mos de animales, y de huellas recientes, oles y nubes que a los ponientes hablan a voz de fuego en las aguas tranquilas. de tanto amor como no tiene nombre residencia en estancias o pechos, abras y labios que se buscan sin suerte, os y de cantos que el aire no recoge, a mano inútil como el amor ignora. de tanta frente que se reclinaría peña dijera: ahí está mi ternura, nta mejilla como la muerte siega e un signo de amor lleve sobre sus pétalos. de tantos ojos que se abren a esperar, a rosa inútil que esperando se cierra, luvia y el alba que aparecen reunidas o el invierno muestra el dedo sobre el labio. de tanta herida y tanta dulce frente, o vuelo libre y tanto surco abierto, de la firmeza con que los miembros aman, brisa que viene y el pájaro que vuelca brisa que viene y el pájaro que vuelca oyo de amor cada vez que enmudece. ¡a cuánta cosa y tiempo donde ir! os juegos en ti en que tocar la vida! ntas mudas aguas en que ver la muerte! II ARDIENTE JINETE [1931] En ardiente jinete que apresura GARCILASO PRÓLOGO[11] Aquí está este Ardiente jinete[12], descabalgado desde mediados los treinta, y vuelto a cabalgar. Veremos si puede, porque los años pesan y más bien pienso que aquellas piruetas juveniles no tienen ahora la mínima vigencia que en su día pudieran haber tenido. Mucho desde entonces han cambiado los terrenos de aquellas cabalgaduras. Del primitivo Ardiente jinete, anunciado en las páginas de todos los colores de Cruz y Raya, sólo ha sobrevivido la parte primera, Este amor, que hoy, tardíamente, aparece. El resto del libro pereció en los archivos de Cruz y Raya y en las ruinas de mi casa. Sólo se salvó Este amor, al cuidado de un grandísimo amigo de los tiempos de Nueva Revista, Amalio Gimeno, recientemente fallecido, a quien desde aquí rindo el tributo de mi gratitud y mi cariño. De lo que no estoy seguro es de si no hubiera sido mejor la desaparición total del libro, porque así cabría, al menos, pensar que se habría perdido algo más importante. No recuerdo las otras partes que acompañaban a este Jinete, sí que eran ciertamente posteriores a 1931, fecha de su composición, y en mi memoria, harto vaga, bien distintas. El libro se presentó a los premios nacionales de 1934 y le cayó uno de la pedrea, si bien es verdad que tuvo la competencia de palabras mayores de la poesía española en los demás participantes, entre los que contaban Vicente Aleixandre, Manolo Altolaguirre y creo que Luis Cernuda. Se me ha ocurrido completar esta edición con otros poemas amorosos, ya publicados y agotados desde hace tiempo, para que el jinete no vaya tan solo. Abarcan desde 1931 a 1954 —con la excepción de la coda—, y constituyen jalones de un solo amor verdadero. Creo que el tono ligero, y hasta ingenuamente cínico, de Este amor tiene una contrapartida en la intentada profundidad melancólica de los Cantos a Rosa, aparecidos veintitrés años después, no sin un puente intermedio que incluye la sonetería[13] de los años cuarenta, en los Sonetos de amor, y que responde a situaciones personales y generales de aquellos momentos. Suelto este Jinete con sus aparejos gracias a la invitación de Ángel Caffarena, con el deseo de que, a sus años, no le mate esta cabalgada póstuma. ESTE AMOR I quieres, amor mío[14], rde no cabe en nuestros ojos a con el agua cogida en nuestras manos a sed del cielo? mío, ¿qué quieres?; o te lleve al colegio, diga que sí, vida contigo es una lámina de plata una moneda de cobre; o un suspiro, ue un suspiro, ue un suspiro, que un suspiro, tanto como un suspiro? te ahí sentado. tás bien, s los borreguitos pasar, a quieta, quietísima, ablemente la primavera, a y el viejo, ito del niño con su buey y su mula, o buzos explorando el puente del buque hundido, ticinco grajos sobre los cadáveres ellas tres horas que pasamos juntos no cupieron después en tu frente. II alegre amor del que no se hablaba, nreía todos los domingos señalado un día del año onvidar a los amigos. or sin baile ni música, a qué tal, do comiste la última vez, rfiles ni bahías, s amor que el amor m ontaña al pino, pino a la lluvia, pino a la lluvia, s cuidado roparlo bien todas las noches arlo por la mañana a la hora en punto, le una taza de júbilo o de pena, su voluntad, en la mesita de noche. or sin rodillas entarme en ellas y clamar: o despierten los muertos, amada, entonces, a boca muy grande ue vengan a recrearse cos de las águilas ñas diminutas de los hipopótamos. III as, amor berme dedicado el libro de tus aventuras, to de tus desvelos uadernos de viaje. bré cuándo y dónde naciste, s fueron tus padres, encontraste el primer amor de tu vida. minaré sin perderme, taciones mansas como los ojos de los bueyes, as como los picos de las sierras, as como los picos de las sierras, o de tu mano s miedo que tu mano misma, s ventura que tu misma mano. eres más alto que yo, aré los ojos para preguntarte é canta el estornino anta la zumaya, é se desliza la serpiente, insectos están encargados nsportar las almas al otro mundo. mor, me contestarás dulcemente, entre dulces preguntas y respuestas, verte y amarte, sando, amor, mi vida. IV or es una incógnita puede resolverse en los bancos verdes, la fuente verde, os árboles verdes, ados ni andando, hacían los antiguos, sin duda resolverán las futuras generaciones lillas, o pájaros desconocidos mirlo y el ruiseñor sintiendo s desconocidos uiseñor y el mirlo—. or queda algo al Este de las cordilleras e encuentra ya en las márgenes de los ríos, llas que sean, o al mar o la luna. instalado en el aire se pasea con su bastón y su hongo, deteniéndose para ar flores hermosas cerlas a la primera desconocida. ue es difícil que baje no bajen todas las alturas, ya no es un mito, rama, ájaro, telaraña miedosa a las escobas, mplemente una jovencita pera cada tarde en con saetas idadosamente guarda en su armario nseñarla luego a las amigas. V es que el miserable quiso robarte ser porque mis petañas fueron fuertes, era arrebatado a mi desvelo as horas habrías dormido bajo el techo de su cámara, ías peinado tus preciosos cabellos espejo de su cuarto, brías sentado en su misma silla, uiero pensar, amor, , cuando canta el búho lencia la estrella, sido de tu cuerpo leve, eve sonrisa, nmenso secreto, dedos finísimos, u lengua. iero pensarlo porque te tengo echándote, están de más , la montaña, uera en medio del bosque, mparas y las estrellas ya luz, amor, el amor es amor también. VI nsado, amor, que nos vayamos a una aldea ue te acostumbres a salir a la calle sin corbata lo que nunca has visto: las ovejas; s lo que no has sabido: ce son del caramillo; ben tus zapatos do y la pradera, es las piedras ortezas de los árboles ntas veces viste en el cine sin tocarlas. e ignoro, amor, si tienes pie, e sé bien que tienes cintura; si puedes encaramarte como una cabra, sirves para estar sentado. s muchas cosas preciso ignorar, s por otra parte demasiadas. amente oíste hablar de la aurora repúsculo; ien, existen crepúsculos y auroras, osible madrugar, osible tener la nieve en las manos, l caramillo, r las piedras, r las piedras, uardarse del sol bajo los árboles, os rayos hender las encinas; amor, amar no es imposible. VII amor, que debes afeitarte, e ¿qué dirá ella o te vea con semejantes barbas? or ha de ser limpio, ivo y alegre una mañana de junio. saber bien el decálogo, lvidar que el origen de todos los males e en las comisuras de los labios ierta como la muerte o menos se espera. VIII or no bajará a las profundidades del mar, peligro que supone desnudarlo gar su cuerpo, tanto tiempo cubierto, y al agua. constiparse ue es más grave, ser reñido por sus padres soluta prohibición de salir de casa, con la nurse un amigo prudente le enseñe lo que hay dentro de las le enseñe lo que hay dentro de las almejas de van a parar los ríos, e precisamente cuando el amor conozca adero de los ríos emos alquilar una habitación lquier planeta barato s allí, amiga, r a las chinas, r a la comba a sonrisa de Dios. IX te tengo abandonado y no lo mereces, reces que los hombres no te saluden cuando pasas, en una limosna cuando la pides. eres un pordiosero, eras ser un rey. enas, amor mío, llevas pintadas ara bellísima! o debes haber sufrido! ente mi vida ha sido un calvario a cruz de miradas. sieras, podrías refrescarte en mis lágrimas e, aunque mis lágrimas son ardientes, as para tu cuerpo moreno, para tu lengua fina la de las víboras, u ferviente sed istorias conmovedoras. sentémonos junto a la chimenea, cuento que nunca oíste. ido del tren era un anuncio. no te conmueve, amor? silbido del tren entre las peñas? leve penumbra de tu ceja? rubor, rubor, oja, roce último que no se siente mbargo es la carne? ces, ¿eres de hielo? es de este mundo? aquí, lo que hay entre las manos o se estrechan fuertemente? X as las que están ausentes la que no te alejas. como mi pecho es tan grande y está vacío, des inevitablemente. tiempo y espacio para todo, añarte y dormir, l bridge y el baile. erdas que te dije un día: e que mi amor no es una casa, na modesta cabaña apenas hay confort, apenas hay confort, alimento que pan, vino y aceite”? ¿dices que es bastante, n aceite, pan y vino comer el amor? y la sal? ¿y el azúcar? a cabaña faltan la sal y el azúcar, sola entre los bosques, llegan a ella anos silbidos del tren, s días claros se ven sus humos, los días oscuros e contentarse con tus ojos. XI emprano has venido hoy, amor! —le dije, e efectivamente anocheció antes. por lo que sea; averigüen los enanos. lo puedo decir. Será que lo he soñado erté pensando: se alegrará cuando lo sepa! egro muchísimo, e yo tenía también mi sueño, un labrador creyendo un labrador creyendo s caderas eran enjambres faltabas tú solamente. abejas y pecados, es y martirios, altabas tú e corriera la sangre. ando el amor, ya lo sabéis, uralgias, esías, amor, naturalmente, ida no se pueden tomar a las cinco otas de amargura nen todas las tazas de té. XII e quieres que huyamos, amor, erra es redonda, manzanas sabemos que son redondas, quiere decir que es imposible alejarse, do en el mundo tiene polos y ecuador, do menos veredas nde se deslicen los pensamientos, nde puedan subir las cabras, nde vengan los sueños rnos su verdad sabida, ñarnos su cuerpo mordido ntas bocas? ¿cómo han creído morderte o simplemente mordían ranja o un coral durísimo? XIII acordarás, te acuerdas mejor que si lo olvidas. ería ofrecernos la tarde linas o sus prados escansar en ellos. a una gran dama traje rojo uitasol lila. ella tarde marse!, le dije. ezamos a amarnos. ya tiene otro sentido; pasear entre los árboles us verdes copas húmedas, medad en los ojos nerse a la entrada del puente. amantes no se besan ue al regreso de los grandes viajes, carreritas ligeras, sconden tras los biombos, echan un universo o estrechan simplemente una cintura. n, amor, sin duda me he excedido cintura en vez de sonrisa. mente se confunden as y guitarras, as y monedas, as y dulcísimas naranjas. XIV engo aquí y no quiero más. más puede querer tiene la boca llena, nos llenas, os llenos, e tenga vacío el estante de los libros, a, cuando quiera leer sobre el amor, ntre que no figura en los diccionarios de las nubes? extrañe; e reino tan dilatado, e reino tan dilatado, sta nubecilla nadie, uiera tú, scribir la palabra amor. alabra, cuando joven, yó ligera debida autorización de sus padres, para países lejanos, ha emblanquecido su cabeza, cuando habla, eza si anda, uede saltar limpiamente, stir otra temperatura más alta más alta cima de tu pecho. XV es necesario desear algo, e sea la lluvia o la escarcha; no puede ser manecer ante las montañas igirles palabras cariñosas, s ríos viajar continuamente searles buen viaje. ue ser complaciente con todas las cosas, e existen y las que no existen. vidar cuando salgamos sabemos cuándo será el retorno, sabemos cuándo será el retorno, puede presentarse la ocasión vidar a migajas de pan a los gorriones, y sal a los borregos, demos ir a parar a la Arabia, los camellos se mueren de sed, alvaríamos la vida la cartera y el portamonedas amos puesto en nuestro bolsillo o, agua ya se encargarán los cielos no falte. XVI autoridad van a tener, amor, tus palabras hablas con los labios pintados, y cómo voy a entrar en ti cierras todas las puertas e me enseñó a fabricar llaves, troducirme por las chimeneas?[15] e esperaba encontrarte con los brazos abiertos mbral para recibirme! digas que lo tendré todo, digas que lo tendré todo, y nevadas lentas, n fuego y un sillón cómodo. hay otros países más allá de la pena y la alegría; o se reduce a vivir con los ojos abiertos, con los ojos cerrados. otras cosas notables n los espejos, n los muertos y las madrugadas, s, amor, tú mismo. esto lo suelen ignorar los vecinos, contentan con arrancar una hoja del almanaque arle al santo del día. los santos existen, ebo existir cuando te hablo, moriré hasta que tu mano, ma mano que me dio la vida, iga una mañana o una tarde, diodía o una medianoche, una amiga buena y desconocida, un torrente y un suspiro, rte con quien partes pan y lecho. XVII ero que seas todas las cosas, nfundo frecuentemente con los recuerdos. ¿cómo vas a alejarte, ienes dónde ir? s que todos compartirán contigo un lecho odos te esperan a cenar? ¡no seas inocente! s que te quieren es como quieren a las aves, que te recuerdan es como a los recuerdos. has hecho, amor, qué has hecho? otra vez te has ido? rdes! ¡Ven! XVIII veo pasar tu entierro todas las noches, a mañana me despiertan las campanas stejan tu nacimiento. convendría más da ordenada, posa modelo, sa confortable? rás enflaqueciendo; qué más da, amor, acen más hermosos tus ojos cuando acen más hermosos tus ojos cuando palideces! importa alto o bajo, o chico, de duermes, comes; uiero que vengas sin dilación cuando te llame, como unas castañuelas, dome lo que te pida dirme retribución por tus servicios. aré con amor, amor se me escurre, porque suele escurrirse, é algo que sabe a lo mismo é algo que sabe a lo mismo ra en las encrucijadas a los tímidos viajeros, los ladrones. XIX hora de levantarse, amor, le dije. uelen pegar las sábanas, o pasas el día entre bostezos. entes cansado? cuentras viejo? azón hace tiempo lo sirve para inundarnos el pecho, asar la lista de la lotería, frir un examen. ene reservarlo ene reservarlo ue no se estropee. Tenerlo engrasado y limpio, do de nosotros cuando amemos, o al sol de vez en cuando, rrarlo bien de noche para que no se escape. mal bicho este bichito de nuestro pecho, hay que educar desde pequeño bias y prudentes máximas, le demasiado dinero, ñarlo a mirar con modestia. mujeres las saludará a leve inclinación de cabeza, rarlas de frente, peligro que supone peligro que supone rase al volver a casa s en vez de algarrobos, de gayombas pitas, vez de pájaros cantan dulces serpientes en los árboles. XX a dar nuestra lección diaria. grafía la estudiaremos en tu cuerpo, ometría en tus palabras. pero no sé dónde estudiaremos aritmética, que te oí decir que dos y dos eran cuatro, atro y cuatro eran ocho, ucesivamente. do aprendiste semejantes pamplinas? da te castigaste a ti mismo ar ordenadamente, ar ordenadamente, berte roto las piernas. hables con números o palabras, on gestos o brincos; ver y no oír, vivir y no recordar. rompámosle a este buen viejo sus plumas, ma verde, ma pajiza. las plumas volara o se reclinara, ríamos nuestras escopetas, ólo le sirven para morderlas. ección de astronomía? ronomía es imposible estudiarla de noche; emos más observatorio que tu espalda, es difícil instalar los telescopios, e es resbaladiza como una pendiente de hielo, a como un mapa, a de ríos, pada de montañas, mejor con enormes océanos no descubiertos ados como todo tu cuerpo. XXI vez empezar? argo aprendizaje! atinar indefinidamente! ya no recuerdas el principio? uedes repetirlo? mbargo, es más fácil merse ese melocotón, enar esa copa de vino. zaba: s y la pradera. s y la pradera. s el pecho liso? ces, ¿cómo olvidas fácilmente? o los cencerros, los ladridos. claro, un rebaño. sierras, colinas, ni montañas; amente, amor, por donde sabes. XXII acaso tú que recorres mi sangre dónde nace este arroyo, te hayas sentado en su orilla o copiarse los árboles y el crepúsculo. te hayas entristecido o los violines, s deseado que este arroyo iquiera un río modesto, hogarte tranquilamente aguas espesas y saladísimas. cil que puedas suicidarte, e ninguna profundidad a al hombro ún cuchillo es más afilado que tu cuello. ¿dónde acomodaremos esta tarde pega de tal modo a nuestro cuerpo? enes un rincón en tus ojos? tu pelo? guno de tus valles? adezcámosla, la sí que no sabe por qué vino a este mundo, quién derrama su sangre. ros sabemos tamos para amarnos, mos para lo que sirven las heridas lo que no sirven. ella la cogieron diciéndole: nate en el hombro”. béis lo que he de hacer? miga nuestra, serénate! ía sobra una piedra ue tú te sientes; ántaro está lleno de ternura. , mejora tu cara, aen esos malvas enfermizos. destino? enses en los elefantes. destino? l balanceo de esa rama, da de esa fruta. quién te arrancó los ojos, o puedes llorar sin ellos? que está lloviendo damos imprudentemente nuestro paraguas. que nos mojamos, ya tarde, peran la cena y el brasero. has dormido ad de estos campos. ¿pero te has muerto? XXIII de ti y dijeron: “¡Pamemas y pamplinas!” entristezcas si te lo cuento todo, stoy seguro que no sabían lo que decían, e las pamemas son raras flores de los bosques amplinas aves exóticas s ignorados. oman té todos los días ran que ahorcarse es hacerse el nudo de la corbata. ros jugamos simplemente al escondite acemos más tonterías s estrictas para no morir. cado jugar al escondite? mi jeroglífico, scondas dentro de ti, í no vale. po y te veo, y digo: Aquí está, eces saludándome en la otra orilla. inútil. e ser tú el que te refugies en mi cuerpo, í nadie dará contigo. des asomar a mis ojos como a la ventana des asomar a mis ojos como a la ventana de una fortaleza os paisajes de tu infancia molino y los álamos, inera y su marido, s y el campanario. basta con esta felicidad encaramada, ta soltura de mirarlo todo e nadie te vea? fieres acaso quemos nuestros pañuelos de despedida parezcamos del globo terráqueo? cuándo? bemos hasta cuándo. nunca quizá, ¡ay!, amor. nunca quizá, ¡ay!, amor. XXIV que te están esperando los de siempre. vides que prometiste bajar todas las tardes a las siete. que el amor ha salido? do de tarde o de noche? udo? or no se viste nunca. tuvieron tras largas pesquisas? acusa de asesinato? mor! ¿Tú asesino? nó a dos horas que se sentaron, r del reloj, banco del parque; rrompió primero sesinó después. ondenado a muerte. nto principalmente por los árboles ocomotoras. qué servirán las hojas n tiene que viajar aparecen penínsulas e islas, iélagos y tiernas yemas de los árboles? acuerdas í nadie dará contigo? XXV tienen un cuarto pequeño tras sus ojos llaman cuarto de los huéspedes, que te han destinado e siempre dormiste en el césped, ros en la mesita de noche, e tu luz se va con el crepúsculo. mejor paseando dirás: han levantado una estatua!, as que salir corriendo en busca de un estanque econocer tu cuerpo. econocer tu cuerpo. o vas a ser de piedra o de bronce? calor bronces o piedras? vantan y se acuestan? aro, amor, qué raro que el bronce y las piedras respiren![16] III CANCIONES[1] [1933-1940] LA MADRE madre soñaba oscuramente: ubio, tendrá estos ojos mismos. arán las muchachas. Una tarde, nto, llorará junto a una rosa. cerá la angustia sin saberlo, nuevo umbral será una herida. ará al traspasarlos, hijo mío, una paloma, acaso nada. nto por la frente, las caídas que se acumulan, los rumores que se acumulan, los rumores razón callados. Nadie sabe mas repentinas de la dicha. siento aquí hondo en mis entrañas de tus años que me deja stalgia antigua, una dulzura en mi corazón como la sangre. ce toda ribera, toda muro, lamen las aguas de tu vida. otra vez a ser niña jugando, ndo como niña entre las rosas. eño en mis entrañas! ¡Oh alto río, ndo de siempre en mis entrañas! CANCIÓN[18] o eran ellas? Rápidas los arroyos que de las colinas venían. n de las colinas y volaban arroyos llenos de canciones. de, dónde vais? ¡Quién os siguiera! n tras las manos se fuera, tras las huellas! nto apresurado en los cabellos, nto, sin moverse, en vuestros miembros. de, dónde, jóvenes arroyos? de, dónde, jóvenes arroyos? itamos a volar, al vuelo ento por las copas, por las olas; unáis vuestras manos a las nuestras. s nos aguardan, promontorios. de, dónde vais? ¡Si nos dijerais e vuestra prisa va a llevaros, orillas se extienden las espaldas, es aguas vuestros pies esperan! os y las manos, los cabellos, mbros al igual que los collados, slos incesantes, las colinas mbraremos senos, invenciones; turas, los brazos, las espaldas, dientes cabellos como nubes, rnas cuyo oficio el aire adora, esos con ternura, con dureza. lleza del cuerpo siempre en vuelo! das como vamos, como somos, ariencia de secreto, claras, reto escondemos que al tocarnos derá vuestras manos, rosas. amor se queja en esas arpas! anciones inventa, qué suspiros! e la libertad de vuestros miembros n ella, seguro, aprisionarse. estros brazos, sobre vuestros hombros, s, dondequiera que vayáis, s, dondequiera que vayáis, raréis orillas y misterios. able la dicha se os extiende. ELEGÍA edo negar amor a estos cabellos perecederos, e los sepa detenidos un punto en el oro camino hacia las nieves eternas. stos perfiles al sol, con el sol acabando, tos cuellos o tallos pendientes de un estío. voluntad peso de mi amor sobre tallos, cabellos, r de la brevedad de la flor de la aurora, osa o paloma que en las manos me dejas, arroyos o cabellos que desencadenas en mis brazos; r de lo negra y lo honda hace la noche sin ti; r de los espejos extraños nde quiera se forman al dejarte; r de lo eterno, ez porque lo eterno es tu fuga. A UNA CICLISTA[19] Por la calle se desliza La pérfida bicicleta. Jorge Guillén autobuses, entre corazones, os olmos, entre los vallados, lmas atónitas, por puentes, da tu firme bicicleta. ue el río de la carretera, su duro arbitrio conmovido, ndiendo a tu llanta con lamentos: rdes. No te pierdes. Te persigo. úbilo sin prisa en lo que es llano! alto en los collados repentinos! ejarse caer por las cañadas, da tras ti, la carretera! ndote va, helada, cuando tuerces, lento suspiro cuando un valle a, qué alto grito o una loma justa te devuelve! ciclista, tu ave de pedales ces por un aire de jardines, dos, aguardando entre los troncos estalle final la primavera. nto en tus oídos te proclama emperatriz de los ciclistas. sigue, te pide los cabellos; os das y te los va peinando. e me espera, nadie me despide; bellos y el viento, los pedales, ncos y los ríos so los puentes; rtida o llegada, siempre voy.” re va, siempre va, aunque suspiren s melancólicos, y lloren os de los puentes ríos de llanto. sa el corazón de los veloces. DULCE JUVENTUD bre los campos. Era alegre. o de mis días! Como arroyos el de mis días. ¿Quién recoge haces de amor? ¡Oh tarde! ¡Oh tarde! e va alejando, pero a veces ramos morir menos aprisa, jarnos por siempre en estas cosas, uelo, lo bello que se escapa. ulce juventud! Largos los días zoso el paso iba. Torno zoso el paso iba. Torno a y miro. Sois vosotras. Sois smas. ¡Y viniendo! Yo esperaba. a pesa un poco. Pero es dulce. MAYO arillo las bellas velloritas, dos los colores cantan las primaveras. minus vobiscum murmuran los narcisos, n sangre los pétalos de sus palmas abiertas. m spiritu tuo, dicen los asfódelos, el son y olor de sus trompetas. olvides, no me olvides, los nomeolvides piden, ro de los árboles: “¡Ay, ya estamos dispuestas vias a la boda!”. en las señoritas golondrinas, s en bandadas con los pájaros llegan. ta el cielo nubes, y vestidos azules ngeles pide. (El río murmura y no contesta.) EPITALAMIO enamorado y le decía: iero. Te olvidare, y muriera”. le respondía con la mano hando la suya y lo miraba, elevada, como transformada gría que la hacía sin peso, llevaba por el aire. Casi por decirle: “Adiós, me voy”. emió y calló. Sólo le dijo: iero yo también. Si te olvidare, iero yo también. Si te olvidare, e olviden los ojos que te miran”. uedó sin verlo. ¿No nevaba? era dulce, y él tan joven enas si la tierra los sentía. aron un jueves a las cinco. un dedoble de jazmines. Era un jazmín el sí: los labios de ella. s caminos de la dicha iban ca de su hora. Nunca aguarda. PRESENCIA TUYA me esta palabra, Ella te abra azón. La labra ho que te amo, con que te llamo, con que te clamo. z tú la tienes. de donde vienes, ngo mis bienes. ue tú respiras, ngo mis miras. ad que retiras acercas, presencia or toda ciencia, n y mi querencia. nura, mi fuente; abras, mi gente; po, mi presente. bol, mi aposento, contentamiento. donde me siento dicha, la vida, mosura, la herida, mosura, la herida, o, la medida. ntarte no sé. decirte lluvia, a, o desazón, olivo ndo su raíz mi aire s ramas. decirte era tus pensamientos trillan, ja y almiar, , fuélliga. dentro de mí caminas. o agua, alcaraván, a, tilo. o sé nombrarte labras que dicen que amo y que conozco: o, labio mismo que te nombra; nde no te caes— más tiene nombre. e y se nos pierde. más tiene extensión. ulta y se consume. más tiene peso. y nos abandona. o no se nombra[20]. AMOR, ¡OH PLUMA! [21] el amor que sabe, el amor que viene, el amor que rasga uestros dedos cede, mo que el amor, ura o la nieve, mo que el volar, ere o no se quiere. ¡oh pluma!, ¡oh vilo! en!, ¡oh, si no vienes! rco! y ¡oh ventura!: o vengas me encuentres. amos! ¡Oh torres! as cosas presentes! moria y el río el que gracia viertes. stás tú y él está, vayas y quede, n venir te vayas, n irte te acerques. ya qué te diga hueso se queje ué lágrimas, ojos nvertir me resten. qué rosales, manos, ué llanuras, vientres, ué plumas, cabellos, ué dedos, torrentes. qué lomas, qué lomas, hombros de nieve, ue en ellos duerman os indolentes. dónde me llevas ónde tenerte o como ocupas, o que apareces. a ríos mis brazos a ríos mis brazos jos dos puentes e tú navegaras ue yo te viere. o te hicieras agua, n la orilla, leve que tú al pasar ra estremeciéndose! o fuera, no fuera ier cosa que fuere…! untad se ha muerto edo de perderte. brazos, tus brazos, lo que viniere, razos el mar, razos el mar, brazos la muerte. tu espalda van ndo cien jinetes; os de los míos, no los conociere! alen como flechas o flores mueren cascos clavados nuras de nieve. y huida de ti, do lo presente es resumido, sques y los peces. da queda en mí, a o la corriente, do ha sido, todo, te o no quererte. POEMA A LO DIVINO[22] e el mar no es bastante, o o la paloma. o siendo tu espejo, spejo del cielo pejo del agua. espejo sería mina helada ndiendo con muerte ra del alba.) o siendo tu aire, lomo, qué ceguera an los pulmones! o siendo tu luz, os no hallan otra. que siempre tú, oca y la planta. la estrella y la ola, spiga y la ceja. o de tu manto, e azul o de nube, arme caer ada o tu mano. ingulares manos, piel o la pluma, ntaña y el río.) porta que se acabe s mundos el mundo; tiempo no halle puente nte su sino. se tronchen albas entes, lo mismo los cuando aún un hombro dispuesto. pesa tu peso todas las cosas. viento, tu aliento. cada mañana. vida la tuya, noche! ¡Qué exacta encia en las horas! lor das a la noche stársela al mundo! SÁFICOS[23] reposo de mi sien cansada: aya alegre en que mis miembros gozan, y casa, umbral y mi collado, simplísima! s ojos de mirar cansados, s brazos de estrechar sedientos, s labios que la sed aflige, ventura. o la noche con su mano oprime ho, y duro el corazón nos late, ho, y duro el corazón nos late, o los dedos de lo oscuro aprietan as gargantas; los ríos que su paso alargan campiña, con su gozo llevan, que brisa que la mar refresca, samiento. ño fino que mi sien rodea! mbra alegre que mi paso acoge! osque entero a mi delicia abierto! leznable! A UNAS AZUCENAS EN MI ALMOHADA é lámpara viva! ¡Qué candela dor y frescura en mi almohada! ué mano en mi frente desusada! ué ala del tiempo que no vuela! o me duermo, voy bajo la vela stro olor, derecho al alborada: pierto, al cuidado hallo montada dulzura vuestra, centinela. as, fuera, llegados de los cielos as, fuera, llegados de los cielos s últimos cantos aprendidos amas del chopo, ruiseñores nden a desvelos con desvelos, sus quejas dan a los oídos al alma vosotras con olores. A UNAS MANOS res de marfil, blancas señoras l aire ordenáis el movimiento! ndelabros, cuyo encendimiento ez de luz avispas, digo auroras! ricias del tiempo, que a las horas sura prestáis y sentimiento! as, cuyos gustos hace el viento es que obedece voladoras! argaritas de los cinco dedos, í tenéis a mi esperanza en vilo, í tenéis a mi esperanza en vilo, amor al umbral del alborozo! mi frente vuestros pasos quedos n a la esperanza el claro hilo, zón al viento, de mi gozo. A UNA ESPALDA tensión de extensiones dilatada! anura sin lindes, primavera alo al sentido, donde espera a indeclinable a la mirada! nue loma, donde agazapada cia se esconde, a la ladera! ar! ¡Oh mundo mío! ¡Oh verdadera en fuegos serenos reposada! o gozo concentrado, a tanto sin confín, hoy, peregrina, sin confín, hoy, peregrina, no entre alborozos adelanto. da que ellas hallan! ¡Oh colina la dejo reposar! ¡Oh, cuánto a recostada aquí adivina! ha roto el cristal, no la figura[24], el reverberar que siempre crece ntro de mi amor y que estremece eva y ahonda mi ventura. s y más serena la locura spertar aquel, en que se mece uerdo y se ahonda y enternece mor en que amar no tiene hartura. puede romperse. Dicho todo, ivir contigo siempremía, ra y mi labor. Paso no doy i no lleve de uno u otro modo. darle otro nombre a compañía ue a la tuya a donde siempre voy. EL QUICIO[25] azón seguro se sabía moria el lugar del pan y el beso, su busca con latido, preso , encadenado a su porfía. ón y latido tuyos. Mía ción gozosa, el bien ileso, en resplandor, la hora sin peso asar, eterno el todavía. vía a la vuelta encuentro eso n tu nombre el labio si quería n tu nombre el labio si quería nciándolo sólo iluminaba: dero a la paz, el quicio al beso, to a la hermosura; tu porfía n sobre la mesa que aguardaba. DULCÍSIMOS NAVÍOS an los dulcísimos navíos spiros cargados, con amantes as en las barandas, señoritas, do el aire fresco, se mecían. boles al viento sus follajes, mantes sus ojos a otros ojos, layas las olas sus espumas, mines al aire su silencio. smo que una novia, descendía cielo sin límite la noche. cielo sin límite la noche. ndidos, los ríos aguardaban al de la brisa para amarse. ndo era una isla rodeada dos sus costados de dulzura. sas no sabían de marchitarse. silencio sin temor de herida. arse eran aguas, era fuente fluía la vida sin quebranto. aire sin prisa por las copas, el agua sin roce en las riberas. orrarse de límites, tersura en silencio el tiempo deslizado ugar a música, a misterios ros que los ojos no creían! que había llegado a las alturas tiempo y espacio se realizan estaba bebiendo los espejos la vida entera tiene suma. que me perdía por los bosques, daba por los mares y riberas, mi paso, mansísimas, las bestias lzura acudían, con caricias. que me asomaba sin saberlo erios hondísimos, guardados, gar de la sangre, me latía ica en las venas ordenada. que entre viejísimos deseos an mis más tiernas esperanzas an mis más tiernas esperanzas por fin los ojos trasponían ce juego del azul ceñido. que los sentidos se me fueran, me sumergido en la delicia; gustia lentísima avanzaba: estaba a un paso solamente. me ha sucedido muchas veces inando y encontrarme nto una palabra que había dicho antos amores a estas horas, antos latidos y amarguras, o la adolescencia. Ella tenía madamente dieciocho y unos cabellos que las brisas ban, diciéndole al oído: ban, diciéndole al oído: los tuve iguales en mis dedos. no se medía, se gozaba do a un pretil de donde el mundo suelo extendido de hermosura deaba el júbilo, y el gozo maba José como me llamo, con los latidos de aquí dentro lón de esperanzas por minuto. me ha sucedido muchas veces rarme con sombras y decirles: as mismas, acaso conocéis ejo aposento, y verlas irse un poco de humo, como un poco mosura. La vida es eso, sombra. me ha sucedido muchas veces me inútilmente, no encontrarme e estaba citado en la esperanza ernura fija, y ver pudrirse as que llevaba entre las manos. ar que la palabra no servía, a inútil el canto, derrotada abra en los labios, miel sin nadie, ca de su labio. Duramente azón aprende sus congojas aber un poco. No es alegre a esta certeza del vocablo casi siempre, casi nunca. que no son sólo estas orillas. y sin amargura, aunque se acaban y sin amargura, aunque se acaban riencia, pero no se acaban e se miden con la sangre. Tienen es que apenas tienen nombre. Dicen azón dulzura, nos derraman sos al mundo, nos reviven. me ha sucedido muchas veces inando y olvidarme o en la esperanza. Dios sin duda ge de la mano. ¿No es su mano? ced de las horas, sin derecho ue a un poco de aire, de hermosura, os, y es bastante. A veces sobra. en fin es amor. Me ha sucedido rarme a menudo que no peso, to que llaman por llamar no tiene ue un nombre, querencia. Va a lo alto ue un nombre, querencia. Va a lo alto ablemente. Va a lo alto el chopo y el bien. Sigue a lo alto. IV AL DULCE SON DE DIOS [1936-1945] Al dulce son de Dios, del alma oído. F. DE ALDANA hermoso nacer para esto que nacemos![26] ntregarle cada día al sol nuestros cuerpos, abellos al mensaje que la lluvia les trae; scuchar alternativamente a la esperanza y los pájaros. ermoso nacer entre praderas, e collados que nos dicen: “Recuéstate”; el indolente pie dudando de la oferta de sombra que la nube y el árbol, con su belleza, nos brindan! e los ríos que sólo tienen palabras de dulzura. ermoso nacer para entregarse a los hermosos cabellos xtendidos, son ríos que de pronto se callan, o ardiendo los deseos renovados del aire, ombros, remansos del cuerpo, la pasión se reclina y refresca, inturas y las piernas como saetas! ermoso nacer y darse al gran amor de la tierra, cerle materia y lugar de expresarse; rmoso escucharlo cuando el sol se nos pierde, r que sólo se trata de un viaje pasajero, ntinuamos y continuamos, que somos expresiones, agua está entendiendo lo que digo n como tú a quien mi canción se dirige! ermoso pensar que el mar es dondequiera, ión dondequiera, de aguas convocadas, azul o que en verde le contestan al cielo, tus ojos, que responden con color a los míos! go “Tierra”, pienso lo que piensas, todos sentimos, compañía ada donde el amor tuvo nombre, que nunca rehusó asilo mbros humanos por cansados que fueran. e tantas cosas que de amor son motivo, sitio[27] para nada que el amor no proclame; do lo que se nombra tiene belleza en nombrarlo, o esta canción que a ti va como un ave. oso, por la virtud que confiere a las cosas, mbre, con sólo rozarlas, ca a la vida donde no hay resquicio ada sin nombre o belleza. ermoso nacer y sacarle a los pechos de nuestras s esa leche de tan blanca hermosura, la, y a las cosas, e irse diciendo: es la lengua del amor, y no hay otra; n no hable de amor no ha nacido, lo al amor se nos dio nacimiento”. amor y perderme es lo mismo, amor y perderme es lo mismo, o decirlo es peor que la muerte: un instante abre el sentido a todas las hermosuras. ermoso nacer para morir, ntinamente ver la claridad que el agua y la llama llevan en sí mismas, a contenida hermandad de muerte y belleza, a de Dios entre las obras! ué gran rosa en las manos la muerte! mbra que aclara las sombras! ran rosa, la muerte, nos fue dada e entre tanta hermosura vamos a ciegas, e los ojos son chicos y el mar inmenso, empo de ver reducido sin tino, empo de ver reducido sin tino, osas con un revés que no alcanzamos. on esta rosa, Señor, ya no hay duda, ermosura doquier, que es tu nombre. LIBERTAD AS las cosas trabajan”. en los actos perversos, e dejan abandonados a los que tienen sed junto a las fuentes, ldicientes y los amargos; os cuyos pechos son sepulcro, cuyas lenguas nenosas, cuya amargura ne rubor, y cuyas plantas donde hay ocasión de sangre, n de donde asienta la paz sus plantas; e creyeron falso el grito de la madre y las lágrimas del hijo; e dieron para recibir; e se preguntaron en el secreto de su corazón si algo valía la pena. ando digo que oí: s las cosas trabajan”. máquina se me apareció inmensa y perfecta: un universo con astros y cometas, un rincón en el bosque en el que cada insecto atendía a su tarea, ncón en el mar en el que iban y venían, ocupados, los peces. istante grupo de hombres en la tierra que no tenían la mirada limpia. o yo fuera a oír la causa de su aflicción, Voz: s las cosas trabajan para el bien”. rito inmenso: mos a la libertad que prosiga su tarea; al rencor que no tiene freno da Dios bordes; herida mortal en este mundo; mporta, porque tan claro como el agua corre el verso: las cosas trabajan para el bien, hermano". QUAERE INTUS oz, y la Voz más fuerte es la que nos dice: mismo”. ar sobre mí mismo es encontrarme to que quieren conocer los que me aman onocer los que me aborrecen y que sólo tú conoces. Señor, es grito lo que quiero darte, lanto como mejor te oigo, anto tienen las palabras claridad de diamantes, anto tu luz es transparente: es contigo con quien yo quiero estar. dónde te hallas, Señor? no respira con placer en la Naturaleza, o andamos por el campo en una dulce tarde de otoño, tan lueñemente se desarrollan las encinas frente a las sierras hondas, sentimos que la paz y el temblor que están fuera, a la pared que los separa, los tenemos dentro; salimos de la angustia del latido, batalla sin cesar del corazón, allarnos en un reino sin miedos? arece el peso y triunfa el ala. uspende un pensamiento de alegría. ce: “¡Qué hermoso cielo tienes dentro! ¡Qué luz!” ndonos: “No hay diferencia entre ese bello exterior masa de arterias que apenas conocemos, eras cuya misma idea nos espanta, do es lo mismo, porque las paredes no existen, nica fórmula es el aire, la dicha”. SOLEDAD ad de las horas, d fabricada con compañías deshechas es que quisimos, cuya presencia es viva, mbargo nos acompañan. edad es clamor que se endereza a todo, a de hacer hombros de los simples collados, as de la brisa, uaje del cielo el caer de la lluvia, s de esperanza las de cada lucero. ad entre las cosas entiendan la lengua que nosotros hablamos: gamos “la roca” y la roca no oiga, a luz y el agua no siempre se comprendan, gua la mirada que perdí y ya no encuentro. e le falte seno al árbol y esté errante ritu por todo, sin encontrar refugio yo te supiera y corriera a buscarte o sintiera débiles mis hombros para el peso tardes, o graves mis miembros cuando el alba con sus nudillos las puertas de la tierra. ad de las noches, soledad de los lechos. tos son los lechos sin orillas que besen bios de las olas, desiertos son los lechos. edad no tiene trato con la esperanza, e ha caminado nunca cerca de ella. l hombre en la tierra; ra sola sigue. a voz del hombre y el rodar de la tierra. que una promesa, la mujer fue anunciada, la soledad arrastrando a los hombres. AL DULCE SON DE DIOS ucha, Señor, es porque un día eltes a tu paz y eternidades, n sus aguas los resecos labios, n sus lechos los rendidos miembros, visiones los cegados ojos; e en tu luz las aguas se desnuden, an ofrecerte sus espejos, y en ellas tu infinito veas; e, Señor, de libertad las vistas, e las sueltes libres al espacio, de mirarte y remirarte, derse en ti mismo contemplándote, marse, Señor, a esos oteros pierden los límites el nombre; e les des tu vuelo y su figura, scanso de la luz sin mengua, hoso sosiego de tus llamas, de hacer tu voluntad que es todo. ramente; que distancia, huida, mura del tiempo que nos urge, ros aletazos de los sueños, tarse y partir pierdan sentido, iempos y espacios yazgan juntos misma almohada del olvido[28]. erte, Señor, que nos absorbas; des de tu gozo sean lo nuestro, ir, navegar los océanos ya, de tu paz, Señor, ni fondo; ndo lo suyo a la belleza, a de los trajes con que siguen mortales sendas sus desvelos: enda de la palabra, aurora, u hojas que a la tarde cantan, cabellos que la luz escoge, ros, collados que los ojos quieren, as de las horas en ventura das al ala irrefutable mpo, que en volar gasta su vida. bertad de Dios! ¡Oh vasta vida! oluntad de paz que de ella mana! EL CRISTO DE VELÁZQUEZ il y perfecto, estás clavado. a mortal angustia se estremece o ni sombra de dolor parece todo el dolor se ha consumado. Señor. Retuércete. ¿El costado avesó una lanza? ¿No te mece or en su cuna? ¿Qué flor crece rente, que así te ha coronado? s tu sangre de hombre la que vierte s tu sangre de hombre la que vierte rpo, ni sudor el que derramas, o humano el que te tiene inerte? ué, entonces, Señor, hombre, no clamas? que te tiene en pie frente a la muerte za de lo mucho que nos amas? CORPUS CHRISTI ondra al vuelo y la campana al vuelo! la abeja cera en sus panales, el arroyo sol en sus cristales, el aire su flor, su luz el suelo. la vid su gozo, y su revuelo campiñas traigan los trigales, son nuestros panes celestiales tros vinos son sangre del cielo. azucena y la gayomba cante[29], fano, el tambor y la campana, fano, el tambor y la campana, en flor o sonido se pronuncia, e viene, dulcísimo y vibrante, or de la era y la mañana camino de romero y juncia. A SANTA MARÍA DE LA VICTORIA, PATRONA DE MÁLAGA de la Victoria, monte, faro, o sol sin noche, y luego día, o siempre fuente y alegría, o libertad, y luego raro e flor y fruto, y siempre claro y romero y compañía, pre amiga voz y siempre guía, pre justa paz y siempre amparo. s, Madre, sé cómo cantarte, tu alabanza toda se desnuda ra de rumor, aroma y verso, seguro y pobre todo arte, acilante, toda lengua muda, comparación nada es diverso. ORACIÓN con nada que darte como pedirte ojos para mirarte as voz para decirte. ¡qué caña al viento, anción! ¡Qué desolado , sin más que lamento l ardor de lo creado! e que aquí me tienes ir que hay una guija ir que hay una guija orillas que pisar, si vienes. e que te espero es cantar us cielos lo que todo canta: rar y esperar y esperar”. stá seca la garganta. s cinco llagas, Señor, us clavos, chorros de vida, dejes de tu amor, érdanos como a una herida. PASO DE DIOS[30] ¡cómo has venido azul sobre la tierra, ntos días oculto tras tu lluvia y tu viento! como un monte, Señor, te vela a veces pio poderío. Y vamos ciegos, lentos, mo que un camino borrado por las yuntas. oy tu sol, tu azul, el aire de tu paso, blor que decía, Señor, que te acercabas, odo vibrante, el tronco y el renuevo, las veredas con la flor, la esperanza, alor que venía de lo hondo de tus hornos aba la tierra. ¡Qué vaso rebosante e, derramándote, Señor, en su dulzura tus mismas cosas! Mi corazón estaba, siempre, al acecho, y temblaba en la espera, re espía de tus pasos. s largo y oscuro. abra no sirve. La palabra se quiebra. es te balbuce la lengua, y queda todo ncio y tiniebla. A veces, la mirada niño te recoge: una luz repentina mata los árboles; la hierba que suspende ta que tiembla: haces de nuestra carne de un instante, y luego todo sigue. nte tu ruido, tu terror, tu belleza. EL CALVARIO[31] ristes están los cielos!, uros son los collados! van agua los ríos, van las voces cantos, van los mares olas, van los cielos astros. voz gime, qué voz llora? én llevan caminando? lén, llora, llora, lén, tu pecado. o en forma de lirio, o en forma de lirio, a en forma de llanto, as calles las penas dolor un paso paso una muerte muerte un pecado. lirio de Judea cruz sobre los brazos! erzas, que tiene pocas, den con lo cargado. a cruz, pesa el mundo unos hombros tan flacos. n es aquel caballero n le mandan recado? en el Cirineo, en que le eche mano; e que va de prisa, esperan hoy temprano. en que no lo esperen, e ayude a llevarlo ero aquel al monte aman Monte Calvario. o un lirio, cómo un lirio llevar peso tanto, pena, mundo a mundo, a muerte, paso a paso, pétalos y hombros, dero tan pesado? [32] son aquellas mujeres enen a consolarlo, n consuela a las rosas o las han deshojado, n consuela a las piedras o se quiebran en llanto? de Jerusalén alido el lirio hablando—, éis por mí, llorad que tenéis cercano. os vendrán en que digan: res bienaventurados e nunca concibieron, s que no amamantaron”. o dirán a los cielos n a los collados: e nosotros caed, nosotros volcaos, cortado el leño verde, arán con el leño árido?” n, suben, suben, llegan. ontecillo nombrado cuya cumbre rala boles han plantado!, no creció la aulaga, zas ni jaramagos, de nunca sin fuente, de siempre sin pájaros; ué bosques y qué fuentes!: res, venid a quedaros; hombres, a beber os arroyuelos claros. cogen, ya le arrancan stidos a pedazos; ogen, ya lo tienden echo preparado. echo preparado. gimen los martillos! se adentran los clavos! antan el madero, me del peso el palo, desgarra el pellejo, dillas se doblaron. ñas, mares, abismos: d, moveos, alzaos; a ola y la madera, l ciervo en esos campos, da se pare, quede el surco el arado. dos facinerosos lo han crucificado, una voz y clama; iendo: “¡Perdonadlos!” vestidos se juegan la tierra a los dados; le toca, los vende enos de cuatro cuartos. eprenden y dicen: se salve el que ha salvado! gros, y no por casa? asa quiero milagros!” uen Rey de los Judíos!, des salvarte, hazlo, ego es tarde —le dice del siniestro lado—; e a ti si eres Cristo, nosotros de paso”. tro le respondía: e sin culpa han colgado, tros, mal que hicimos, al aquí lo pagamos. que tienes un reino, ate de mí, entrando". voz de lejos viene, z viene, un halago e diciendo: "Hoy arás a mi lado". V SONETOS DE AMOR POR UN AUTOR INDIFERENTE[33] [1942] En uno de mis muchos y melancólicos vagabundajes por las ruinas de nuestra casa vine a encontrar, medio oculto entre escombros, un manojo de papeles requemados y señalados por la lluvia, que hube de recoger llevado de no sé qué secreto instinto[34]. Tan pronto como me puse a descifrarlos, me di cuenta de que se trataba de los Sonetos de amor por un autor indiferente, cuya noticia me era conocida sin que, en vida de la casa, hubiera conseguido verlos. En diversas cartas y documentos familiares se aludía a ellos, con exclusión discretísima del autor, y siento que la destrucción completa del archivo me impida traer a colación eruditamente las citas. Con los versos ante los ojos, y a mano dichos documentos, hubiera sido más fácil identificar tanto el autor como la musa. Desde luego, he desechado por inaprovechables las tesis obvias: las que lo atribuían a los poetas familiares conocidos. Hay que desechar la atribución más inmediata, la de D. T.[35], poeta romántico de los de perilla y serrallo, versificador afortunado de distintas leyendas antequeranas, autor de un poema filosófico en cuartetos, Ignoto, y de una inacabada Historia de Antequera, porque las diferencias de estilo son tan acusadas que no vale la pena recalcarlas. Tampoco cabe la de D. J.[36], hermano del anterior y, como él, cantor legendario y su compañero en las lides del tiempo, porque sus obras nos son conocidas merced a los repetidos y fehacientes testimonios que él mismo se encargó de transmitirnos. ¿Entonces? Yo siempre sospeché que tío Ramiro, alguna de cuyas dichas y desdichas tuve ocasión de referir en otro lugar, hubiera dejado tras sí algo más que epístolas y primores genealógicos, y siempre mantuve viva la esperanza de encontrarme de manos a boca, en el rincón menos esperado, con el fruto de su corazón. Creo que estos sonetos no son, ni más ni menos, que eso. Razones de estilo, aparte de estas meramente corazonales, me inclinan a sostener la tesis. En medio de su siglo XIX, mantuvo tío Ramiro una dignidad clásica en su manera, que conviene con la parte formal de sus sonetos. Si atendemos únicamente a ésta, habría que suponerlo alejado de la época en que los escribió, como bebiendo en fuentes que llevaban más de dos siglos de correr, aunque el fuego por debajo, la domeñada pasión, se manifiesten de un modo sordo y constante. Y sobre todo, más importante que el estilo mismo, la musa se identifica a través de estos sonetos con una claridad que excluye las confesiones. A nadie más que a Beatriz de Vibraye[37] se pudo cantar de esta manera, y nadie mejor que tío Ramiro pudo hacerlo. No haremos hincapié en detalles insignificantes, como el que se refiere al color de los cabellos (la condesa de Suzenet los tenía castaños, “tus hermosas crenchas castañas que adoro”, dice tío Ramiro en una carta, y la musa aquí parece tenerlos rubios), porque los poetas han precedido a las mujeres en el arte de falsificarlos; ni en aguas o flores de aquí y allá aparecen, y que sabemos que ella gustaba. Se muestra aquí mejor pintada que ella misma lo hiciera en el pastel con que cerraba el álbum, que regalara a tío Ramiro lleno de las hazañas de sus ascendientes, los Barnuevos, la mirada perdida y dulce, la frente alta y grande, los labios finos, el pelo caudalosamente partido en mitad de la cabeza, y aquellos trajes blancos que a tío Ramiro enamoraban. En cuanto a la fecha de composición, los hay evidentemente compuestos a su lado, con toda probabilidad en el castillo de Sauvigny-le-Bois, en 1856, y otros en su ausencia pocos años después. Me veo obligado a respetar el título bien contra mi voluntad, por ser aquel con que “su autor quiere que se designe”, según un documento contemporáneo. Inexactitud manifiesta, porque los sonetos muestran que el autor no era, por fortuna, un indiferente en materia tan capital, ni a nosotros nos es indiferente quién el autor fuera. Sospecho que compuso muchos más. A las llamas piadosas hay que agradecerles éstos, que el poeta nunca pensó ni quiso ver publicados. Yo tomo como mandamiento esta aparición suya entre ruinas, la recojo como una prueba más de la victoria del amor sobre la destrucción y la muerte, y los publico para su gloria que por siempre viva[38]. José Antonio Muñoz Rojas Ipsas aquas uri consuevit a siempre flor, la siempre viva a siempre voz de mi desvelo; siempre luz, el siempre cielo o a dura piedra y verde oliva. a siempre sangre fugitiva nto en ti no halló razón y celo; siempre verso, el siempre vuelo pe corazón y ala cautiva. is pensamientos, aguardando de amanecer a que amanezca montar su guardia a tu memoria; s dulces sueños, entornando s al alba, porque no amanezca erda en la luz tu tierna historia. o aquí, contigo y la alegría erte, y la luz que se derrama o por el mundo, y con la llama mi corazón hace un espía nto a forma bella se confía; to tiembla en agua, fuego o rama o aquí lo tengo, y cuanto ama con amor, en noche o día. o aquí, ¡qué dulces y presentes as cosas todas en que deja o de silencio la hermosura! a libertad sus largas fuentes, las quietamente se refleja blor de la dicha y su figura. amo azucena, si te llamo, jardín del mundo no le obligo? igo romero, si te digo, monte del mundo no reclamo nga tu color y olor? Te amo romero en ti, porque te sigo a jardín del alma que te digo, monte del alma que te llamo. tanto nombrarte y renombrarte riar de nombre, a cada cosa a voy llamando con mi acento jo morir al silenciarte, go azucena y digo rosa, mbro a ellas, pero a ti te siento. uiera el celindo, si siquiera reselva aquella que se vía n natural, que parecía una flor de más que en ti creciera. ella jarablanca prisionera ento, que a llevársela venía, lla jarastepa que lucía or, por decirte compañera. erra asperísima y hermosa ndose al valle, donde al río dad lentamente rodeaba a libertad tan amorosa n ella perdía su albedrío aguas entera se entregaba. ate al recinto, que te tengo uatro arbolillos bien plantados, tes que riegan mis cuidados, en que mis brazos entretengo. a ti, de ti a él, me voy y vengo, y venir ya señalados nderos están, y los sembrados o que ni alargo ni contengo. á mi corazón a la costumbre venir a ti tan guarnecido n esa costumbre no existiera. choso recinto y certidumbre ontrarte, y hallarte en el latido razón, con ansia y sin espera! ue dicha, que paz, te llamaría oncentración de mi albedrío, que va, por ser tuyo y ser mío, uanto de mí ve luz del día ridad de noche, cuanto cría, mblor o ternura, playa o río, d que te doy, y dulce brío speranza viva, que confía ontrarte sólo su existencia er alto fuego, ser deseo, o siempre ser, por siempre y puro. zón de mi vida y mi creencia! r quien canto y ojos por quien veo dio de lo hondo y de lo oscuro. divinación de tu figura[39], mpresión del alma que enternece tal[40], esta sombra que parece uerdo que sale en la espesura están los recuerdos y apresura o el corazón, y que estremece do en una luz que crece y crece, donde el temblor no tiene altura, ración no admite con aquella n que yo llevo dibujada del corazón en que te siento, nde va mi sangre va su huella, e van mis ojos su mirada, e va mi voz, pone su acento. alto el corazón! ¡Oh pecho, oh muro í lo tiene preso y no lo deja al mundo, donde tanta vieja amigo lo llama! Duro, duro, y más golpea y más seguro ro es carcelero y él no ceja[41], lores, lo mismo que la abeja olmena, oliendo está en lo oscuro. ecreto adivina la hermosura mada en el mundo, y le responde tido a latido poderoso! os está viendo y sin figura, es de la dicha, que le esconde tino de ciego y generoso. daría, amor, yo te daría a y el almendro y el olivo, a que le sirve de recibo madreselva y lozanía. o con mis brazos le daría nso a tanto pensamiento esquivo, o con mis ojos, a lo vivo lma, hiriendo en gozo, llegaría. e en la tarde tengo tan contenta isa que sabe lo que quiere bla al hueso con ternura tanta, puro hueso en dicha se acrecienta, abe si vive ya, si muere o la delicia en la garganta. a clara tarde, en cuyo quicio ado y cantando está el sosiego, ido a tocarme con su fuego ntonces me tiene a su servicio. razón, sin más ansia ni oficio tir en lo oscuro para luego r en lo oscuro, y en lo ciego rar la razón de tu ejercicio! que el mar contra la costa quiebra z y otra vez, tú contra el muro cho tu pujanza vas quebrando; ismo la costa lo celebra a blanca espuma, que en lo oscuro empre secreta resonando. la siempre tú, la siempre espía cuidados y la siempre rosa, mpre recogida y rumorosa d, siempre libre compañía! mpre sed y siempre fuente fría o presta, y siempre venturosa azón, y por decirte hermosa mo libertad y digo mía. siempre me encuentro en el instante ventura; la que siempre espera, a en el umbral de mi deseo siempre ternura vigilante; mpre paz que llamo en mi ribera, mpre luz por la que vivo y creo. VI ABRIL DEL ALMA[42] [1942-1943] And you and love are still my argument SHAKESPEARE POEMA I amor has llamado a mis puertas cerradas: oche han venido tus nudillos tenaces r en mi fuego un lugar a tus manos. voz encendida en los labios temblando nido a ofrecerme tu riqueza sin arcas, ejo en que ver la hermosura del mundo, en que perderme y un cielo en que vigilen rellas tranquilas de tu dulce desvelo. tío con sus fuentes!, ¿cómo negarte asilo tío con sus fuentes!, ¿cómo negarte asilo o me traes repletas las noches de esperanza ornadas ricas de hermosura y descanso, a siempre sombra de tu mirada ardiente? tío sin descanso con riberas a mares lo por contar tu hermosura persisten garse a mojar las playas de la tierra! tío con albercas de paz donde extenderse gar a su sueño de libertad los miembros, mpos de sosiego donde horas y espigas el mismo son de música abundante, e los recuerdos nos lamen los costados adelantadas las sueltas esperanzas mo que lebreles tras la presa segura! tubre que a mi paso me ofreces tus laderas bullen los pámpanos, y la dulzura advierte nombre de tus manos es reposo y silencio! ulcísimo otoño, que con lengua de luces n quietas se extienden[43], nos dices que la tierra uarda y recibe lo mismo que a semilla uego tornarnos en gloria nueva alzados! oño que disfrazas la muerte de belleza brazos la muerte ¡qué puente de ventura!) as deslumbrante la hoja que no aguarda ue un signo de viento para hacer el viaje! deras de octubre tus dorados cabellos! el otoño doras la ausencia de alegría, edonda alegría no tenerte y sentirte, ocerte en cosas lejanas que no has visto, altar en otras hermanas en belleza, simas cosas que de lejos te siguen! imavera joven, con ternuras, con brisas a por febrero[44], que llegan a la sangre cando delicias secretas que el invierno lento sellado con su pie y aspereza, do frescos gozos de lo hondo de la entraña, eciendo puentes entre júbilos varios, nuestra voz a la voz de las aves tra sangre ansiosa de la sangre que sube tros pies amantes de la tierra que pisan, mo que el cabello del rapaz vientecillo ojas primeras de la luz del crepúsculo! vierno de violetas y de tardes desnudas ja a la belleza dos ramas afiladas e pueda expresarse y dar su norma al mundo, tos de retorno entre luces dudosas o la luz se sale riente a recibirnos, amas alegres en las noches oscuras, n su lengua abren un camino al misterio! vierno a mediodía, la paz de tu presencia! tación de mi vida y lugar de mis gozos, as como ríos y amores como mares, s como llamas y llanos de sosiego, a la ventura dondequiera trazadas, donde los céspedes a las espaldas urgen, arroyos limpísimos a los miembros invitan, sura sombra los árboles nos prestan! uerto seguro, a tu soto de bienes ino mis firmes pensamientos amantes: ean como mieses con susurro de mayos, orozo que el viento le arranca a las espigas. e te tengo, tengo la riqueza del mundo, ejo sin mancha en que ver la belleza, ve en que embarque mis ansias, y mis ojos gan su hambre de infinito en hartura, mpás que me apunte los derroteros fijos la eternidad con su mugido clama. ra de lo eterno, tu medida acompasa os y universos, lo mismo que un deseo e en un galope la curva de la tierra. ble y tenaz, por tu propio milagro s los distintos confines, y estremeces ntes alejados, si por ellos suspiras, britas los ríos soberbios, si sencillo un puente, les tiendes tus miradas serenas. sión de la tierra y lengua de lo bello, o lo creado como un perro te ronda esta a las formas que resalten tu gracia. ado a las aguas sin rizo de tus ojos, os peces de dicha he visto discurriendo lma a mi alma, sin que traspongan linde! os vuelos de júbilo he visto dibujados duro cimiento al amor le he sentido! y tempestades, suspiros y cadenas, vienten los mares y los vientos se cuajen stren a las sierras en vilo los arroyos, uro cimiento, como un cabello fino, á su mensaje de amor a lo creado, mándose eterno, hermano de lo eterno. II resuena el mundo en tus horas de ausencia! pierden sentido la flor y la pisada! ía el universo de estrellas y de nubes a espacio solo y espacio tras espacio idez resuelta de la huella y el ojo. ifícil sacarte a las cosas, a darles or y esperanza! ¡Qué barrera cuajada l pecho y el mundo, la brisa y el anhelo! olos van andando entre las vivas cosas, poso ni prisa, los pensamientos míos! poso ni prisa, los pensamientos míos! elvo a tu esperanza y se ilumina el mundo; no a tu recuerdo y me cercan los sueños el mar a las barcas, o a las rosas el aire: la luz al árbol, y a las sienes la brisa. smo que una madre sobre la frente dulce aer la mano, y se levanta lenta dada de nubes, así tu pensamiento, mano de madre, sobre esta frente mía, a de su sueño de estupor a las cosas elve misión a la brisa y al río entenderse al mar con la amorosa playa. III la luz al mundo: los arroyos la esperan. u corazón a tu puerta sentado, puerta del mundo está nuestra aliada. zo y esperanza tienen un nombre solo, nguaje los lentos sisones que en su vuelo cribiendo paz sobre el campo tendido, pera de júbilo, con una pluma lenta. n las avefrías, y las aves guiadoras tórtolas dulces harán susurro el campo, as la jarastepa con sus cinco palabras ncia a la belleza su himno silencioso or de la encina se enciende suavemente ondra, del hilo de su canto, remonta onta y remonta el azul sin resquicio. ué dulce la tierra a la reja y la planta! ados a la dicha por los ríos del mundo! utilmente el aire enternece las sierras a las paredes entre el pecho y la dicha mienda a los ojos su misión de ternura ndo las formas de lo bello por todo, giendo las almas en las aguas eternas belleza y ser se sienten hermanados! amor en mi alma, qué siembra de ventura! or los pegujales que a ti sola se deben a mi andar revelan su júbilo en murmullos os y oscilantes, listos a la delicia. n mi corazón asomado a las cosas si fuera andando por el mar sin saberlo, cuentro en las cosas prolongada en dulzura, mas de tu gracia resonando en lo oscuro. no a los olores del romero o la rosa o es simplemente tu llamada en mi hombro. elvo a los murmullos de la ola o la espiga o es simplemente tu voz que me persigue. la libertad es vivir en tus muros; e es apretar los pies contra la tierra e, donde arraigo todos mis pensamientos: es simplemente soñar que voy contigo iendo los gozos que siembras a mi paso. IV con el silencio. Tengo mi amor en vilo. instante se vaya sin que te lleve entera. co en el silencio que se hace en mi alma, o en ti estoy pensando y tu voz no lo rompe; iento en mi mano tu mano, y en mi dicha z sólo tuya. Dejadme en mi silencio lleve a las cosas. Yo no quiero un minuto vaya derecho, como raíz al agua, ca de su esencia. El mundo se me rompe, e va la brisa cuando la siento irse, uedo temblando, sin dulzura en las cosas. el silencio tuyo, la próxima ternura n firme me yergue, aire de mi esperanza, extienda la copa de este amor poderoso e vengan aves a proclamar que existo. mor!, ni un instante que tú no me lo llenes, gota de olvido, o paso que no tenga able memoria de que por ti la selva cha y la rosa, el agua o la esperanza, razón sentida y nombre entre las cosas. V al cabo ya de la esperanza mía. la esperanza fue tan larga y tan lenta do fue esperanza aquel abril del alma. a pensamientos, y yo no sé qué viento y los llevaba, como si fueran humo, elo constante. Soltaba una palabra, o sé qué cauce se la llevaba a ella. mino seguían mi espíritu y mis ojos. é bosques las casas y en qué ríos las calles ué orillas de gozo trocósenos el mundo! razón temblaba, y a veces la delicia aba a sus umbrales de miedo de perderlo. contraba a mi alma temblando entre las cosas inexpresable me asomaba a los ojos lzura de lágrimas, y existir era un puro der a regiones donde no había frontera rtiese en dos mundos realidad y esperanza. VI vez que te alejas, más firme te recojo. vedan los sueños libertad que no sea ensueño mismo! Tú piensas que te pierdes, ólo son tus miembros; tus sueños van quedando amente asidos, como humo sin viento, o donde encuentran su existencia ordenada. siento venir y anidar aquí dentro. njambre el corazón, y qué rumor de sueños az a su puerta! ¡Qué claro enjambre mío rumor al mundo y a los labios las justas as y dulzuras para sentir las horas tan blandamente e irse de puntillas! tísima morada, la de este amor en donde ncentrado vegas de sentimiento, y ríos cen de la ternura sus orillas perennes! VII a la luz y dame la esperanza perdida. de has caminado, que traes los cabellos eve de otras ansias? ¡Ay, esperanza mía! o, en los primores de aquella primavera, mis sueños irse cantando por el mundo. rácil resonaba tu voz en las umbrías, s noches qué fresco venía tu recuerdo ar mi almohada y soltar su hilo claro, mo que un arroyo de delicia resuelta! agrandaba el mundo pensar que te tenía! a de la luz, soltabas las bandadas elas, de dichas por los sotos sin nadie. a me guiabas por los duros secretos ni el ojo ve, ni la lengua pregunta, salvadora, la planta del que ama endero fijo y luz a la ventura. VIII mor he traído esta sien espinosa; razo he soltado con mi frente las ansias e quiebran el pecho, y van desembocando ojos los turbios ríos de mis pensamientos. igero tu brazo y qué claros tus ojos! nsamientos van cambiándose en ventura, peranza en flor que tengo entre las manos, ores presentes los recuerdos, y en lenta a de delicia mis pasos por el mundo. IX orosa delicia hacerte en las ausencias! rte por parte pidiéndote a las cosas, as cosas vengan a ofrecerte en su gozo. engan los olores de las rosas del mundo, ngan las alondras y las jaras sencillas, apresure el río y el aire, figurando n cabellos tuyos y ligereza tuya; ngan los habares, que de tal modo fingen s andado por ellos, cuando su olor exhalan; os y gayombas que a la dulzura abren erta por donde se nos entran los sueños! e apresure el mundo a traerte a mis ansias, aiga su mejor tributo a recrearte; esito darle a lo mejor del mundo azón, y entonces soñará que te tiene! ué acoso de olivos ofreciendo sus ramas, oso de alcaceles ofreciendo sus tallos, ncilla le llega al corazón la rosa s cosas le ofrecen porque moras en ellas! adas a veces me han hallado las tardes; ma de hermosura que junto a mí veían simplemente, descendida a mis sueños. rasplante de mundos con entornar los ojos e recogida simplemente en mi alma, me aguas eternas por donde tú transitas, ada por vientos que van a la belleza! X ate a mis ansias y sécalas de espinas. es ansia sola, la existencia se pierde ocas de ansia, en donde el pie no acierta r rastros de gozo, ni la cabeza sitio e vengan alas de sueños a aliviarla, nces, blandamente, lo mismo que una mano, ada resuelve, sencilla como un niño, es de sosiego los retoños pendientes, ra el pie el camino, y la mirada el cielo, a la alegría y responde la vida, que una gacela, al rumor en el bosque. XI endaval de sueños te arroja a mis playas! y a tus despojos de puntillas, con miedo yentar la hermosura que a ti viene a acogerse o al sueño abandonas tus miembros sin cuidado. erca competencia de mi anhelo y las olas, os rondando tu abandono a la gracia! equeña en la playa concentras la hermosura ma del mar y la arena remota! equeña en mi alma te miro, y cómo suena toda insondable, clamándote a lo eterno! absorbes, pequeña, los ríos sin orillas sueños que en ti seguros desembocan! isterio de espacios concentrados y audaces el tiempo se acoge y desecha las alas, mares y montes amantes se reclinan, la rosa puede desnudarse en su gracia! XII el viento en los trigos por abril, tu recuerdo moviendo olas de dulzura en mi frente. ierno se hace el mundo, y qué razón recobra! esonancia clara sale de las cavernas tienen su fuente los sueños más remotos, dulce se extiende por miembros y campiñas! me a mi ternura, que, rey de mi ternura, frontera en el mundo ni mar que no frontera en el mundo ni mar que no traspase. tú abril, o abril es este espejo hondísimo forma en mi alma cuando me asomo a ella? n más abril que tú, que eres la primavera ma con la sola razón de haber vivido, les como abril del campo sin trabajo, mo que la alondra de los trigos recientes, íces tan fuertes como troncos de encinas flores tan frágiles como flores de encinas; co a poco vas quitando a la esperanza imos rincones y se los das al gozo, trance tal de júbilo colocas al espíritu erde la razón del tiempo en su existencia? [45] SONETOS[46] … which can say more than this rich praise that you alone are you? SHAKESPEARE I re y a un tiempo cierta e ilusoria. voz, así la paz de llena; como este trigo de morena, stos mismos chopos la memoria os mismos ojos, y la gloria ento en los cabellos, y en la vena mor de sangre y de colmena, miel y de flores esta historia. re te estoy mirando y esperando, r algo los mares tienen olas r algo los mares tienen olas z amanece cada día; re te estoy buscando y encontrando eso estoy solo y nunca a solas o soledad mi compañía. II sé desear más que la vida, e entre las victorias de la muerte tendrá la grande de tenerte una de las suyas merecida. que, más que a venda y más que a herida, i carne viva con quererte l mi corazón que un peso inerte, u gravedad en tu medida. emblor no tenerlo en ningún lado, l pecho, la vena o la palabra, l pecho, la vena o la palabra, mejor en valle, fuente o roca! zón prisionero y emigrado n cada latido el hierro labra convierte en sueño cuanto toca! III partí de ti, ya me he quedado nte, claridad, mano ni sueño, a dice cuanto de risueño encina, lirio, arroyo y prado. el corazón acostumbrado lla libertad de un solo dueño, o tengo perdido en el empeño a un tiempo libre y olvidado. nero, tan claro en los caminos, con flores los almendros salen con flores los almendros salen paz se despiertan las mañanas! guroso enero en mis destinos, flores de almendro no me valen, xtendida paz de estas besanas! IV uiero los ojos para verte s cierro es sólo por mirarte; ive mi alma de formarte, azón palpita con quererte. untad la tengo ya de suerte la llevo nunca de mi parte; o libertad es por buscarte, mo perderla es por perderte. bién si te busco es porque, avara, s mi libertad siempre contigo. s mi libertad siempre contigo. éjame ir a ti como una ola, l que cae en el campo el agua clara, o sigue en mayo al aire el trigo! , mi sola tú, mi sola sola! V ne todo el mar la sal precisa eza en la tierra el instrumento ica celeste el movimiento s lirios por enero, herriza; o temblor en pájaro o en brisa ío, ni en caballo, ni en acento, erano o espalda se halló el viento a más sabrosa y menos prisa encerrada tienes, sin saberla, eja al cabello una ternura eja al cabello una ternura vanta al arroyo y al collado. éjame morir de no tenerla, de la dicha y hermosura, o en tu memoria y olvidado! VI ra, tan mi dueña y preferida ento, por cabello y aventura, nte, tan romero, tan locura nta flor a valle abril convida. rriza en enero florecida, nto y gozo ciertos y hermosura, siego y tan río, tan ventura, ertad, tan soledad, tan vida. ¿qué decirte que decirte pueda, o cualquier flor y me responde o cualquier flor y me responde mo color tuyo que yo amaba carla, en la mano se me queda mo olor aquel, y se me esconde a claridad que me lo daba? VII ienes, amor, tu antiguo huerto, doblada hilera de granados ril dejó de verde coronados o con sus flores ha cubierto. de en flor segura y fruto incierto estran los olivos blanqueados, al amarillo los sembrados lor las gayombas se han abierto. e espero, amor, por las veredas vienen ni van a parte alguna vienen ni van a parte alguna aquel corazón en donde habitan, e aun sin venir siempre te quedas, s mi soledad tan oportuna paz y el silencio la visitan. VIII pera y tan dulce! ¡Oh prisionera ieres de ese muro desatarte, re, que es lo tuyo, quieres darte, erte en el fuego que te espera! luz, que es lo nuestro, verdadera ión en que puedas dilatarte, sed y al silencio, aquella parte sica y de aguas sin ribera. iento los cabellos, y a la ansiosa y a la planta y a los mares y a la planta y a los mares l que en tu cuerpo se proclama; ombre de flor a lirio y rosa, rnidad a sierras y olivares, y libertad a quien te ama. IX l florido almendro donde asoma brero la hoja primeriza, rse en la piedra de la herriza in fruto a olivo sin aroma. anto que, preñado, se desploma o, en cubrial y en albariza, mavera con temblor avisa canía por cañada y loma. a el pegujal esperanzado, uto con el peso ennoblecido, uto con el peso ennoblecido, de su vientre generoso. a el corazón ya sin cuidado ella claridad que lo ha tenido, e como un mar a campo y gozo. X e olivarillo de la loma enas tiene sombra, apenas flores ustren su pobreza con colores ren su silencio con aroma, devuelve en fruto cuanto toma ierra, y nos da con sus sudores que en dorados resplandores a oscuridad reduce y doma; e olivarillo, mi consuelo no, sin saber cómo ni cuándo, no, sin saber cómo ni cuándo, as iba por él entretenido; si es de la tierra o es del cielo; é que lo siento aquí alentando razón lo tiene por latido. XI uel resplandor de aquella frente nes de ternura rodeada, e encuentran juntos su posada serena y el candor ardiente; temblor aquel de aquella fuente[47] de bebe siempre mi mirada iene mi sed acostumbrada a de tus ojos transparente; gacela en ti, por la paloma, dulzura en ti, por la aspereza, dulzura en ti, por la aspereza, miel y la sal, porque te amo, z donde la paz halla su loma tensión encuentra su belleza cio esta voz con que te llamo! XII a que te digo y que te quiero arral en flor, de donde llueve z y una música que embebe eseo alerta y siempre entero! escor de la tarde en el albero orna el jaramago mucho y leve! entecillo que el sembrado mueve, r y libertad en que te espero! qué fuera, qué fuera del collado a la tarde vengo a reclinarme, a la tarde vengo a reclinarme, e toda flor está diciendo mbre, con tu nombre equivocado, u olor, con tu olor, vienen a darme s de tu mejilla que yo entiendo? XIII eres que te quiera, que te quiera, ue como pueda te lo diga, e flor y te proclame espiga sque en el mar y en la ribera. eres que me calle y que me muera rañes que esta sombra te persiga as donde fueras, siempre siga, s donde vayas, siempre fuera. eres que este cuerpo habite un hombre, ngan estos ojos luz que miren, ngan estos ojos luz que miren, nga el corazón sangre y alientos, a soledad y amor y nombre as cosas, deja que respiren tus hombros estos pensamientos. XIV cabello un pétalo de jaras. aroma de tomillo de ti crece, tando junto a ti no me parece ue ando aquel monte en donde avaras las horas, donde fueron claras des? Y que ahora se embellece ndo recordándote, y parece que estás en él. ¡Ay, si asomaras o, cuánta flor y cuánta ave, ta flor de nombre no aprendido ta flor de nombre no aprendido maría del tuyo, si te viera! o sabe si vive, que no sabe, e te vio una vez y echó en olvido ser y ser flor que en ti aprendiera. XV e prisa y eres de ternura, del metal mismo de las flores, a por todos los primores stación, raíz de la hermosura. n y vayan, digan tu finura es por ti todas ruiseñores, des contigo las mejores, yas que se mueren de ventura ndo que tu planta, que la huella uerpo la hará por el estío uerpo la hará por el estío on sólo echarte reclinada. or de azucenas que te sella! dulce, mi bien, y aquel navio mi dicha viene y va embarcada! XVI me, ¡ay!, cantártelo al oído, gil!, ¡oh preciosa!, ¡oh azucena en olor y en la color morena, ás miel en lo dulce y más olvido neroso olor, y más latido gre caudalosa por la vena, anada y más mía y más serena, me tienes más y más rendido! rendido, y mira la esperanza z tan sencilla y tan derecha z tan sencilla y tan derecha y tanta luz como amanece libertad como se alcanza a soledad que nos rececha, edio de este amor que crece y crece. XVII as, Señor, por lumbre, por ribera, moroso muro y por semilla, mar que se postra y por la quilla, olino y besana, troje y era. ngre, por mirada, por ladera vid ennoblece, y donde brilla piedras el sol, por faz sencilla, en zanja y mariposa en vera. rme y por no darme, por tenerme o sueño el corazón colmado, o sueño el corazón colmado, nta esperanza de ternura idos los huesos, por haberme chos con tu paz tan bien cargado, men ya las vigas de ventura. VII CONSOLACIONES [1947-1950][48] I sé que la tierra es cielo que pisamos, oco a poco vamos quedándonos en ella. o acordamos nada va quedando en nosotros de no haya puesto su dulzura la tierra. as tu hombro me ofrece mar tranquilo, as tengo en tus ojos árboles donde vengan aves continuas que de los míos se escapan, as esa ternura que tienes, esa tierra te de tu carne donde crecen varones, los ríos de amor caminan sin riberas, as te tengo, al canto la voz entrego, digo voz, con el alma, dónde tengo mi tierra. recho entre mares, brazo de río, cañada mosura, mi herriza por la tarde, tremenda mosura, mi herriza por la tarde, tremenda a entre olivares, verdor entre barbechos, veranos fuente, entre labios, ribera. ti parto a todo, a ti vuelvo de todo, me lo encuentro y todo me lo cuentan uas infinitas, los granillos menudos, o hacerse dulce el calor de la sierra tarde. ¿No sigue? ¿Acaso existe amante pejo? ¿La muerte? Por el río tan ligera, que es su misma andadura, que el agua do sin sentirla, en el correr la lleva. an dulce sentirla, la caricia, la mano, ano! Nada tengo sin ti. Si tú supieras nda en nuestra sangre es su planta que crece, estra sangre misma al correr alimenta. l mar. En tus brazos he recordado el mar. desde tus brazos siempre estuvo tan cerca! antas memorias como me trae el río, stos viejos muros y estos olivos viejos, levado lo mismo que una bandera joven, or, que en lo más hondo de mi sangre te siento. los ojos, ¿cómo? ya tanto te han mirado enas te conocen. Ahora empiezan de nuevo. evo el pie en los mismos pasos casi olvidados, vo el corazón en los mismos senderos. mientras torna la sombra en la ladera dulce que nos llenen el alma, los recuerdos? evo a descubrirte, de nuevo a recordarte: el hombro, amor, y este amor es el viento el hombro, amor, y este amor es el viento de aquella tarde, tarde. Las palabras usadas: r por los arroyos, mientras tu pie ligero aba chinas blancas, las aguas salpicaban…” babuena olía y bajaban los cerros alto de la tarde a echarse por la noche rebaños grandes de tiniebla y misterio. ma se tendía sobre su dicha. Olía babuena abajo. Los árboles y el viento, a negra. ¿Cómo serán de noche las aguas? noche le sale al agua su misterio. labras sonaban como agua por la noche. las siento claras, brillan como peces. Huelo este boj y fuente, igual que las magnolias o sé. Te sigo por tu olor desde lejos, años te sigo. Aquel jardín lo habían para tu paso, todo sin forma y tierno, que una esperanza, que sólo cuando crece rando su forma y comienza a mordernos. que tantas cosas. Se llenaban tus ojos nto. Me decías: “Lo que en mis ojos tengo aré algún día.” Y yo: “Cuando las aguas a noche repasen las orillas del tiempo.” do de esperarte me eché a la mar. Brillaba con el sol fuerte. Los remos le rompían s, o iba alegre. Cantaba el corazón. mbra entre las venas me pulsaba cautiva. azón lo mismo que un potro. ¡Qué ancha era , el mundo! Daba contra la luz, la cara. Hería mis ojos. Era hermosa la mar y vivir por la mar, mer e ir entrándole a la vida un río sin miedo, con árboles, tranquilo, do poco a poco perderse las orillas. ué sueño! Sonaban los bosques interiores l espejos raros. Tocaba maravillas. es siempre dispuestos y las manos a es siempre dispuestos y las manos a alzarse mbra sin peso, sin sombra perseguida[49]. SUEÑO ADENTRO a que sólo queda la sombra y el recuerdo, mbra de los árboles saliendo entre la brisa el jardín en donde las horas iban lentas, un cielo de noche, sin noche y sin orillas. a que sólo llevo tantos pozos a donde asomo, contemplo las cosas que me miran, o vieja, el tacto, la estancia grande y clara, ncio y la voz cantándome tranquila as me voy perdiendo sueño adentro. En la calle ido, unos pasos, un vuelo. No se olvida escriben los sueños en la sangre. Revive noche y a veces nos hace por el día la cara. Llaman. Ay qué sombra, tu sombra paredes blancas, tu falda fugitiva, ando postigos, dejándome embarcado s de los sueños, aguas del sueño arriba. ue todo se hace transparente y tranquilo el mar cuando está muy cerca de la orilla, o a latido el corazón devuelve ura hecha sangre que parecía perdida. orna a lo mismo. ¿No son las sombras sabias ndo los espejos, donde se vio algún día a cara joven, aquella forma dulce, calor de ave en la mano? Prendida o y para siempre clavado, para siempre do aquel instante. En lo hondo, a lo lejos uarto, este instante tus ojos no veían? II o, muchas veces[50] ompañabas. Tenías cones, tus tiempos. era hermoso. Íbamos r. Otros niños , y eran gritos ardín, colgados las flores; era un festón de júbilo la casa. Luego, nto, sin saberlo, gía la garganta recía el patio que ahora. Aún rté con el nombre í con las manos, í con las manos, en la garganta. tonces sencillo esaba el aire. deras, cargadas rbas olorosas e ríos de cielo, s como nubes, idas, flotando[51]. a que el mundo el gozo flotaba empre, como un ángel. estar sin sentirse cosas. Estar nsancio en las cosas. eranza, ventura. oblada la casa![52] n llenaba sus cuartos, colmaba su aire, migos de siempre, ores de siempre? a hermosa nave a por memorias mpre. Crujían uros con el peso os de recuerdos. endían dulcemente maveras. Iba do por el tiempo, de la hermosura, mismo recuerdo. ros, nosotros. ros, nosotros. mo he de decirte ho que te he amado, ho que te amo? ndome a las cosas mano, contigo, loria a las cosas rse contigo. ron estas manos ora escriben, las mismas ecto y la yerba? ojos los mismos noche y el miedo? caso estas aguas e refrescan dentro de mi Alhajuela?[53] mpo tan hermoso, o solo, el agua arroyo, entre bares, veranos rados por siempre entro, alhajuela ma, para siempre. es siempre hermoso. decir, cantar. por jardines mavera y luego a primavera ntrar aquel niño aso fuimos. Irnos irle contando fuimos. Oírle: que yo, lo mismo. le hervía. La calle drid, con acacias y un aire tibio. an a lo lejos ciles, que iban lor andando acacias. Luego, olor las llevaba. n de los olivos. la mano dura bajar la tierra. el pecho tierno s hijos. La casa ande. De día daba sin nadie. che se llenaba or y de hijos. ra, agradecida, dando lo suyo. ellos fue la tierra y, blanda, les abriga. ío a la tarde clara. Era. sentí armonía e el verso puro, rtad en mano, ma de ternura, como aquélla. decirle: Espera. lla no se nombra shacerla. Vive r y nos salva. a aquellas nubes llos campos verdes olinas y los setos rboles altos, llas rocas blancas el mar se estrellaba. panas y pájaros sobre los olmos, paz y una luz cegaba, echada en sobre los campos, el verde y las vacas es. Por febrero, ados de alazores s murallas nobles s murallas nobles n junto al río. lo todo, hoy ha vuelto campanas imas dentro, do entre cenizas, s verdes, olmos la paz se echaba, que el verde, mansa. e que no cabe echo. Tan grande, moso, que el pecho co. Y nada importa. uién serán los árboles, én los ríos, los cielos e aquel que ama? le los caminos, ente, la luz la frente, el paso las aguas sin roce, abra purísima, go limpio. Tiemble miga. Dejadlos dicha. Se hicieron boles, las nubes, boles, las nubes, uas, los senderos cos, los céspedes a sombra, el irse az, para ellos. los, los amantes. an los almendros ñadas. Venían con la dulzura lor, ¡tan cargados igeros! ¡Oh, ingrávido sobre la tierra ta con los pétalos En las piedras ada la flor. muy hermoso mpo, y un río do de belleza a. Posible, la flor ingrávida la flor ingrávida mendro, la dicha. VIII CANCIONERO DE LA CASERÍA[54] [1938-1951] A las gentes de la Casería ALTOS MAYOS I s, las horas? ¿Vilanos? sir tanta hermosura, diera a estos ojos manos! prisa, dame altura er, para que labren, abejas, aquí dentro ermosura que abren a para el encuentro o bello quehacer hay, de tanto hermoso r, de tanto olivo nto desear vivo. uella grave señal, ión vegetal ue el tiempo no rinde, mano con hacha Encina, déjame ir u sombra a morir o floreces, que suelo u sombra en el cielo me. A tus ramas á la primavera s mieles. Un momento tu falda dormido. o as ramas y el viento. II enta lomas la mañana. e cuenta ondra a la besana, tiene recogida misma? ¡Cuánto espejo, herida, dejo ermosura! III ir! ¡A vivir! ¡Cantar! ¡Cantar! las crines soltar ndas, que en los cercados bril y hay que cantar! do vino, lo esperaba; o llegó, entre los ríos e mis brazos— estaba.” eran los brazos míos as altas campanas llamaban? los ríos, las mañanas mosura. nuevo y vieja lid: cia y la premura. tropel! abierta, alto. espierta A los umbrales egando. ¿No sientes ios en tus brocales uentes hondas, lentas? s tientas temblor? ondas amiendo? ¿El compás do no es mo de dentro? ¿Ves zura, cómo mana pina florecida, arse la mañana us manos vencida? IV da l sin flor ni rama, sin alameda, cho a quien nadie llama. sin sol. Desconsuelo. nado sin amor, oja o roja flor. n vuelo en el suelo. ón, en los laureles, aces? n altas osas. sueles nsar. ué bien saltas, n, entre las cosas, si no fuera un río se entre las manos mpo! ¡Duros vilanos! angre, desvarío s venas. O ese fuego enciende, siego huye. Ese caballo arrebata ¿hacia dónde? to mayo? V avaja de hermosura os chopos, ata ereza a la dulzura omero? ¿La plata en las hojas? vera, costurera ja a tallo, a ramo flor iendo. abril reta y la derrama cerca y por la rama. bra el aire? n libra ermosura paloma? ma o azul un momento ? ¿Qué río? acaso, sólo mío? o en el chopo el viento? VI tándote pudiera rme! ¡Si siquiera a contigo ir muerte a recordarme contigo sería o puedo. Me pesa rer. poder no querer arse. poder no beber arse. poder no esperar ir. poder no morir. poder no poder. tuviera la voz la tengo, perdida! tuviera la vida la tengo! de la luz primera, a rama y la rama. abra se derrama, uego. La caricia mano. La delicia labios la sembré, VII o nació. Se hizo alto, muerte, rizo. n suspiro, con una (no digas pena, e mordía). La luna visto otra. Caballo moso cuello, los remos ntes, listos. ¿No subes la grupa? Iremos riba de las nubes, os ojos, por esa a, no digas frente, os que llaman ternura, de prisa y dulzura, cio, deprisa, aprisa. sola y de repente! VIII udiera guardarte! mis manos, tus llamas! rte y no olvidarte as floridas ramas barillo. Ya vamos, as aguas mecidos. n el agua. Perdidos. os, nos encontramos. IX do temblando al filo hoja. e todo. Tu paso. ube, o el humo? ¿No sube meda? or del terrón dormido tando con ternura. quedo oca de hermosura, or, de terror, de miedo. de hierba en la boca bestia. ¡Oh, preñada mientes! Quien la espera spera, nada… ¿Nada era? stro es lo amargo e. o lo leve. mbra breve muro! X e queda es río, meda, r? epara steza y albedrío rosa y agua clara? XI o vengas orazón, no olvides ubes y a las hojas. qué mides? atidos? nzados, concluidos. XII XIII os llenas manos? De estos sueños, bosan tus colmenas? emenda dedo, delicada, amarga, dulce almendra! én ré la amargura o seco, mano dura—, bien so, o de la palabra abra? XIV en el muro su sombra en el campo su pie. el aire, si era acaso mpo al pasar. ¡Oh raso alto donde estabas, iría! , la dulce y la mía, llamo nombre. La que espero hora. amo estío. ¡Oh señora sed! EL TIEMPO EN LAS HERRIZAS mpo en las herrizas lo pasaba lirio y la piedra ra. me cantar, cantar, voz ya no la tengo a, ro cantar, cantar. la agua abello, la hoja rujada. Se fragua e pronto, y ya está. mano en el surco arroja azón? Ya vendrá er, blar y el florecer. dentro la sombra. ombra dentro aparece el agua? No se nombra abra. Se estremece a. morir s venido! ¡Ya, qué darse iempre! los brazos no tienes a darme el calor o? ¿No vienes amo? ¡Ay, amor vivo! ¡Y yo sin él! ba tremendo y bello. ba yerba y flor uello. riza entera estallaba mosura y de terror. ra se echaba, mansa, ies de un solo lirio. isa. Y la esperanza. COPLAS I A María Pepa Estrada, amiga desde que era niño ribera del río[56] í decir al agua: o como lo mío. pares a pensar mar o si la fuente, uente o si la mar. as que son puñales: e libre, corazón, e libre, corazón, ida que no te sangre. s la pena y la vida, que van y que vienen, n playas perdidas. s malo de este mundo arse a andar por dentro ncontrarse con uno. na y lo que no es pena ue tengo y no tengo o te vas de mi vera. o te vas de mi vera quedo otra vez solo, e quedo con mi pena. la forma de andar sito y tan ligero o de recordar. la que yo quería a tarde esperando a tarde venía. la que yo esperaba, a tarde esperando nudo en la garganta. a noche en lo oscuro do en la calle pasos ra ninguno el suyo. que la soledad, que la compañía. es uno y nada más. no, paloma, dame, do dentro de mí, o sin encontrarme. cosa de la edad, ando trompicones a en perplejidad. II A Ángel Caffarena a en perplejidad. as del alma mía, e arrancaban el alma ncaros sentía. ntes dentro del alma, de julio encendidas, a siempre apagadas. eguís estando ardiendo uestras sombras perdidas, corazón adentro. las nostalgias, sombras, r mucho que me escondo, me dejan a solas. pe lo que decía pe lo que decía o tuve la ocurrencia ir que te quería. sabe las palabras ben en un silencio. io: lengua del alma. ólo estarte mirando y diciendo las cosas r sabidas me callo. as, voces del alma, lo mirarte digo no dicen palabras. que van y que vienen ojos a los tuyos, tuyos nunca vuelven. sierra, por el llano, Dios, cuando estén cerca ua, sed a mis labios. a cuando tengan sed, s ojos déles muerte e vuelven a ver. entana se asoma espejo se mira bestia y la paloma. todo y nada pasa: a en el aire es, io a oído, palabra. a pasa volando: a en el aire es a de labio en labio. a viva en el aire, III a viva en el aire, io en labio volando; la escucha es quien la sabe. aballo le suelto ndas sobre las crines n tu busca derecho. añera de compaña, d de soledad, no te lleva en el alma? oledad de mi vida, a como debiera o me casaría! e busquen si me pierdo s caminos que van tu sien a tu pelo. e vuelvo a perder, s caminos que van tu pelo a tu sien. lo digas a nadie: r llamo quererte, pena llamo sangre. ro de recordar o que me decía rir sin libertad. e coja la mañana s caminos que van oca a mi palabra. la noche me coja dote bien cerquita, u nombre en la boca. ómo baja il de la sierra ve y agua! a campiña lquivir le dice: a Sevilla ar. ¡Oh muerte, ba mía, sin verte! NANAS[57] ue no se duerme a! rzales vienen. en en el pico, ue se duerma, mas de olivo es aceitunas se han comido. ue se duerma, rzales cantan iña sueña. lo digas a nadie; o porque lo he visto; üeña en el alambre. la abubilla, a zumaya, erme mi niña. ogujada a temprano la ventana. caraván, ngas o vayas mo le da. rme mi niña. aballo blanco la otra orilla! mar, la mar el hombro mío ando va. ando viene o el despertar. a en el barco, del sueño navegando. ballo blanco, re que se duerme re que se duerme era ensillado. aro verde en un barco. CANCIONES DE LA CASERÍA[58] I COPLAS DE LA CASERÍA primavera, en el aire, en la sierra, arablanca, arastepa, a la blanca, a se lleva. nazarenos apaticos[59] del Niño[60] Dios, airecillo lan a un son. mirlo tan negro ar el día, n el albero. as del olivar, lloro todavía paro a recordar. a talar, ngo una niña moza e quiere casar do de la aceituna, a la Candelaria, novio ya la importuna. campo, yunta en la besana, opla retumbando, yunta y el olivo, pudieras quererme, as lo que te digo! de piedra y sin agua, matagallos secos, encinas destrozadas. os olivos, entre lo verde, quel cortijo. ndo llega febrero, ocesión de lirios tumba floreciendo. ivar, olivar!, mismo que vas, vienes; mo vienes que vas. ramón quemado, ramón quemado, cuerpecito arrecido n tenerte al lado. rcos de los cortijos os en estos mares os de los olivos! íos son verdes mares dos en tierra firme gando sin aire. II OLIVOS os sin olor, duros olivos, bol no llamaré, que diré hermanos, orosos, aunque tan sin manos, erenos, aunque tan esquivos; jáis las cañadas fugitivos náis en paz los altozanos, os, cuya flor os vuelve canos, jemplo nos torna pensativos; os, cuyo tronco es lumbre luego fruto aceite que acompaña mbre por su muerte y por su vida: on bendición mi justo ruego, amad sobre la vasta España a flor, toda en fruto convertida. s de mis gentes, yo quisiera[62] vosotros ser. Al fin no llevo ma sangre de la tierra. Pruebo vosotros sed y primavera. vimos los dos en esta espera ierra, la madre y este cebo scasa caricia y el relevo a misma tierra verdadera? raíz me fundo, en la esperanza ver a la tierra y al molino ma florecida, el fruto incierto, de mi sangre y mi labranza, ado al secano y a tu sino ártelo todo a cielo abierto. III me sola, enta mis propios pasos entre las coscojas onte aquel que no olvido quella tarde en que o lo que me dijo: a aceituna negree l verde del olivo, erás si es mentira, erdad lo que te digo; s zorzales la lleven y brillante en el pico encen a afilarse as de los hocinos; brazos y este cuerpo, o que tengo mío, ndo la aceituna, eras del olivo”. IV ANA JURADO MOSCOSO[63] urado Moscoso, jaca y su retaco s olivos arriba, s olivos abajo. avisado que vienen ia Civil y notario mbargarle sus tierras mañana temprano. o pasen de la linde rtijo, me los cargo, n dos si vienen dos, n tres o vengan cuatro. e tengo es porque es mío en sudores labrado, padre que esté en gloria, uan Antonio Jurado.” V A LA ATREVIDA[64] go, en mi piel brillante prisionero! ardiendo y el ollar hinchado, sa el anca sobre el bien plantado y la crin lo mismo que el acero. aeta en qué arco, ni qué arquero blanco distante te ha lanzado? ardiente nube, qué soliviantado igual a tu arrebato fiero? do prados, en tu vientre hermoso do prados, en tu vientre hermoso ro llevas, del que el viento espera hijo sin razones las hazañas. s de aquel caballo que amoroso algó al llegar la primavera jó encendidas las entrañas. VI a como una hoz estrellas en el cielo. a noche segando, viene amaneciendo. los filos del alba, avillas de luceros ue, al salir el sol, rcinen sus carreros! egando el mediodía, ra estén crujiendo de yeguas doradas, de rayos y fuego. VII levó Pascua por la tarde. o que iba a La Roda edir a su madre. con abril se paga, a sangre con sangre. me llama y me queman as que son mi carne. as tengo que dicen, que cantan, que canten, que ramas se tornan o cinturas aires. VIII casa tan bella! o vengo de lejos llo, entre olivos, rece a lo lejos co en estos mares vos[65], empujado as de olivares, do aquello que mo. Al fondo, ¿sierras, ? ¿Qué pueblos s sierras prendidos, de las lomas? os y olivares ares y más es… , por febrero, e tierno el campo. edo de rozarlo. y con el caballo, o. Me parece tán viendo este campo s ojos, los ojos y duermen. Me parece tán viendo este campo s ojos, los ojos abiertos. Está mpo como el ojo niño, reflejando elleza sin o. Temblamos, ompa el espejo, so temblador mpo, por febrero. re me asomo al viso donde columbro mpiña a lo lejos. es y olivos jos de nombres n estado, de siempre, do en mis oídos: leitosa, El Duende… a tierra arada, ce tierra uncida mbre, haciendo yunta empre. despacio. Dejo ndas sueltas. Siempre casa hermosa, ora entre olivos. ro de la casa e amo. o, cuelgan, lo mismo collar de dulzura sa alegremente. IX CHOPOS DE SANTILLÁN ñana. La sierra. s de Santillán. ga. ¿Qué es aquello, la vega? El mar olivos viene s lomas, y va s hondones. Sube ¿Soledad? a sierra (¿en el sueño?) e, la ciudad la sierra o sobre moria. Se van os en su busca o espero, ya ¿Dónde estoy? me con mi paz. l tomillo. Allí eranza. ¡Oh pasar cosas! ¡Oh dura mí realidad! los por las calles ue espero. Y ya de los espero. no vendrán e espero. ¿Y estoy n esperar n esperar e? copeta. El tomillo. erá millo luego. s libarán e tomillo. Luego, do, al colmenar carga. Y yo aquí ndo? Mi ciudad, s en la sierra. os de Santillán! erra y la vega, el olivar, añana, y esta a. El retamal ndo. Gritan eadores. ¡Va! ronto, ¡qué raudo cima, metal! o. Y la mañana rida mortal— en el campo. quí. Y la ciudad sierra. ¿En el sueño? a realidad. X RIMAS 1 SEGADORA ul y blanco, blanco y colorado, rte nos acecha tras, las hijas del arado, cemos la cosecha. l y mil espigas en que el viento se complacía o —“¡A jugar al mar con movimiento, s!”, nos decía. olas, las olas, a las olas, olas, las olas, a las olas, la es la brisa, as horas de la dicha solas: arlas deprisa!” so las lluvias, las heladas, o recogido, orrer las horas desatadas pe tendido, o el verde de la vida dura, que el amarillo e vuestra carne mies madura[66] tregue al cuchillo. án las lonas listas, y las aspas ndo el momento: nuestros tallos finos, nuestras raspas se echaba el viento!” se echaba el viento!” llaman a los filos y a los dientes, os, de brisa a brisa! te en las gargantas obedientes: rte tiene prisa. a en una las aspas traicioneras, os, nuestras cabezas, s de las brisas volanderas, las lonas tiesas! 2 EPITAFIO A UNA JOVEN PASTORA QUE AMANECIÓ AHORCADA[67] nto nesperada, olivo sediento a más morada. ngan los zorzales r de este fruto. El estornino r de este fruto. El estornino te tus honras funerales nte tu sino. amargura larga en el hueco de estos ojos cabe, sed amarga este labio sin color ya sabe… ú!, la convertida til badajo, la campana o, mas sin vida, rimer romper de esta mañana. 3 ELEGIA A Nicolás, cochero e historiador, que murió un día de febrero[68] dazo de espíritu y pellejo dos piernecillas. Le llamaban no los olivos porque era como ellos. Le escuchaban o iba contándoles su historia. ía el año y la ocasión azón y memoria; de memoria que de corazón. cordaba el día s plantaron, los nombres nijero y talador. Sabía ción de tierras y de hombres os contornos. Era la voz viva ro, chaparral, zanja y oliva. a, en esta tarde de febrero, con lluvia, medio con dulzura, ará a la tierra su voz muerta, aíz oscura no tronco para rama cierta. dará este campo sin historia, alladamente, a tierra oscura, omo un arroyo su memoria l aquel y aquel relente, el atardecer y aquella gente, a tierra dura. 4 GEÓRGICA[69] on el caballo a los barbechos, , con el corazón henchido, y cantaba. ba sobre la tierra como un jardín. corazón como un caballo, do dulcemente por la hermosura. a gana de cantar, de saltar a adelante, los arroyos, derme[70] al galope de los caballos, becerros lucientes y de las nubes, ncaramaba a la alegría como a un caballo sobre los montes, como una cabra, ido y feliz como una alberca, como un hermoso tilo derramado en el aire. onte lleno, alegría! Desbordado o a galope, hermosura adelante s surcos tiernos con la lluvia, entre olivos! lidos amigos, a quien es la tormenta visita, os hinche el corazón como una vela de gozo! alondra y alondra la vida no pesa. gre, saltando de arroyo en arroyo, do, se va cantando y se apresura. ción se cernía como una primilla, ba el corazón como un prado de alegre. os pequeñísimos, aves que vuelan altas, memorias, tantos deseos como se han ido, do surco a surco, la esperanza último, tú, sobre los montes, divina, la gracia resuma o, la voz. Ya no eres, or el campo, con el corazón como el campo en la tarde mojada, la canción o el palomo gozoso, go regado y alegre que espera, tozo del sembrado. Entero se echa azón por los campos, se pierde, a la antigua, la sonrisa perdida a los labios. o, siempre a caballo sobre la alegría, o, siempre a caballo sobre la alegría, la ternura, sobre la tierra, todo lo hermoso que tiembla —labio, canción—, sas por las que los hombres han muerto, s que los hombres han subido: el arado y el gozo. a surco se va haciendo la alegría, yo sin fin entre riberas de corazones humanos. o de sangre, tan hermoso en el mundo! a del mundo y el hombre. A caballo s campos mojados se hunden los cascos. éndonos vamos en el gozo. Tú sabes, n, lo que es abrirse, cantar, dejar abajo erca gozosa. Tú sabes lo que es hermosura, erse, estrechar, ir creyendo y saber. as las cosas van, y los prados, erra húmeda, y los relinchos, y las yerbas mente tronchadas, los azadones; y en la sierra, flor toda aspereza, las vacas locas, husmeando el amor que se acerca; aballos, vencidos, noblemente n al establo sin relincho. parece que sube. El campo s ramones nuevos, con las primeras cañas, ras. Lo único sumiso es el agua rre, porque el aire levanta en vilo de gozo erra, y la deja ingrávida, dulcemente ceñida, mo que otro cielo sobre los ojos. En esa ima elevación, existencia sin peso, e masa de alegría, temblor, ya las choperas, llados humeantes, como hogueras de dicha, ueblo de moradores alegres de las nubes baja. uz tiene alas, tan finas que se confunden s primeras flores caídas del albarillo brisa, viniendo, derribó sin sentirlas, o en el suelo su pie leve, soñado. e gozo sin vacío, la madre tiende los ojos mente cargados, y el brazo cae sobre el seno, seno, mbre deja la mirada perderse, ente crecer en la dulzura, los ramones al gozo. erca gozosa. Tú sabes lo que es hermosura, erse, estrechar, ir creyendo y saber. 5 ue en esta tierra consentida[71] sudor de tanta noble frente, a vieja mano endurecida, o surco fiel y diligente, angre gastada y tanta vida en ella ha dejado nuestra gente, egas a lo hermoso y a lo eterno abor del campo y su gobierno, mi verso en el amor nacido aire del campo descuidado, a, lluvia y sol agradecido a, lluvia y sol agradecido a la piedra viva el lirio alado, mendro en febrero florecido la oscura encina del vallado, oco del temblor de la hermosura rte quisiera, en tu ventura. or abril ya esté la flor menuda dole al olivo gris y leve, ningún mal viento la sacuda o hielo te la merme aleve; osto la rama venza ruda uto convertido te lo lleve: el troje y reviente en el molino o empieza a cantar el estornino. en los granados con su fruto a en par la risa de su boca, a en par la risa de su boca, legado mayo para el bruto la yerba de tus campos poca; a liebre a tu lebrel astuto, para ti mieles la roca, mental al vientre de tus yeguas a primavera no dé treguas. zureen a coro las palomas enen de paz tus palomares; ndida viña de tus lomas orrer el vino en tus lagares; el aire llenen los aromas lor que se cuaja en tus habares. a la viga en el granero el grano atar la era en el verano. se tus herrizas de hermosura se tus herrizas de hermosura ble de chaparros y coscojas; imavera la corteza dura, majes, los troncos y las hojas; lee la aulaga de ternura: s azules y campiñas rojas ejen piaras y rebaños mero y ventura con tus años. da la ronda de las eras le al campo tu braván los pechos, e las sequizas rastrojeras gos surcos, hondos y derechos. coronado en sementeras, ntes, olivares y barbechos a delicado y silencioso el aire y en la luz reposo. cie la espiga los estribos o rompan las mieses como mares bles pechos y los cascos vivos egua y le laman los ijares. re la dura paz de los olivos enda a barbechos y encinares, la que se abre de alegría ire ladrando, tu jauría. dispuesta en forma la abundancia a del corazón, no peso sea, vierno los muros de tu estancia el fuego de tu chimenea, bien que se guarda y no se enrancia a el alma y que tu ojo vea el árbol que plantó tu mano, ombra te guarde en el verano. ste temblor de sierras en el fondo tarde, entre azules y moradas, rcan maternales en redondo olivos, tierras coloradas legan al alma en lo más hondo, re tengan tus ojos reflejadas, az que se acrece y no se posa n tu corazón como una rosa. IX CANTOS A ROSA[72] [1954] ¡Oh Rosa, de ti misma semejanza! LOPE DE VEGA ROSA DE SIEMPRE verdad, y para ti mi vida. de siempre, lo mortal te sabe moria y amor. ¿Qué en ti no cabe? rso para ti. Tú, su medida. o de mi tiempo, de mi herida, vas y te llevo, mar y nave; sa!, ¿qué hará el labio que te alabe ue alabarte? Lo fugaz se olvida, unca la luz. El viejo río á su camino al mar, la nada. s aires de Dios la primavera á proclamando el poderío que pasa, ¡oh Rosa! condenada ntro a florecer, morir por fuera. I encontré de pronto. Dije: ¡Rosa![73], ste corazón tú nuevamente? Rosa de siempre inesperada, orosa Rosa por quien vivo do la hermosura, por si en ella norada, vas como las nubes elleza por la noche, mientras os en el sueño. Así, de pronto. o esperar de pronto que en setiembre do en las cosas de setiembre, erar la lluvia, arar el campo ar el monte, tú vinieras gre diciendo: José mío, ras qué hermosura de viaje!? II staba en el campo. Y era alegre. unos hoyuelos. Daba gloria eírse. Daba risa, daba erla pesar como en las manos a deliciosamente fresca z. Le dije: Oh Rosa, espera. o: ¿Yo esperar? ¡Quién fuera Rosa perara! Dime que me quieres. morir es pronto todavía. III la dulce, la temprana, ¡salta! te que el agua te recoge. los ojos. ¿Cuántas son? Las formas dicha nacieron en los montes ron al llano con los ríos, a mar segura con las aguas. IV s, Rosa, que están a estas alturas y andando aquellos que algún día rán los huecos que dejemos? empezamos a andar con los que un día ron los huecos que ocupamos? uenan otras voces y parece aire se nos vuelve extrañamente , y como habitado de otros seres tos diarios, y nos hablan cerca as que quisimos? Con dulzura mos lejos. ¿Cuánto de nosotros dando en las horas, cuánto sigue do con nosotros? dice: e bien los ojos. Mira en torno. ste brazo, ¿no es el de tu Rosa? V Rosa, que nunca dije nada zara el amor y, sin embargo, o expresa nada si no expresa, que estoy calado hasta los huesos mor; que sin ti, Rosa, no veo, o, Rosa. Te digo mis oídos, o mis entrañas, mi aposento, o mis latidos; si algo puedo que tú me ofreces una senda e asoma a la dicha; si algo mío que merezca una ternura, ga saltar un corazón hermano, ir a la puerta apresurada alma al leerme, y quiera abrirme. o saca color a la alegría ubre algún agua en el secano o corazón como latimos, amente, Rosa, porque puedo Rosa, te quiero, y tú me escuchas. VI n pie en el estribo siempre Rosa. esta tarde, si quizá mañana. depende, acaso, no sabemos. depende de los vientos. Nunca seguro. Siempre puede, cuando se espera, presentarse. Dice: enes, Rosa, el equipaje listo? e va ya mismo. Nada espera. re se queda atrás la mayor parte. engo una pena. Me la callo. ón que me aguarde, será el mío. VII osa, que existir es indudabletriste. Por eso a ti me acojo, ndo que a tu sombra será menos, sepa vivir de otra manera. co otra manera, que es librarse, e un poco y caminar un trecho; en ti. ¿Acaso no soñamos? Rosa, contigo es esperarse nidamente, ver la angustia como una sombra. Tu voz suena; nsa. Tiembla un poco. No respires. VIII sa, mi cadena!; con suspiros nes amarrado. Tú no sabes peso de las cosas corresponde oder de gozo, y en tus brazos nto aire. Déjame que suba. osa, tan pequeña desde arriba, ada, tan bien, tan dulce! Estoy ote en el jardín saltar. No toques e lo justo el corazón, que puede e añicos. No suspires. Deja, tiempo llevará lo suyo. Deja, tiempo te traerá lo suyo. Eso se nombra es muerte. ¿Acaso dulce? IX ue algunas veces, Rosa, beba cientemente justo para idar que soy hombre y eres Rosa. ngo un corazón que necesita ima embriaguez para ir tirando rtir la angustia que se aburre o verse el rostro. Bebe, Rosa. de es una copa que el poniente mando hasta el borde, este poniente vuelve hacia ti, que es una rosa a inmensamente sobre el mundo, en mi corazón, Rosa, te abres. ebamos, vivamos, nada pesa. e cifra la angustia en el fracaso ar sin poder? ¿No es alejarse o de esto poco que nos cerca de todo? Deja, Rosa, irse do levemente, tras la copa. X grama sólo me decía: garé esta tarde. Abrazos, Rosa. rde me dijo: ¿Qué me hago las cinco hasta las ocho y media? uerta me dijo: ¿Dónde cuelgo os y membrillos? Y las viñas livos y los romerales bejas y las siempre hermosas las colgaron vagamente. llamaban: Corazón, ¿qué hacemos? orazón les dijo: Rosa falta. XI maras acaso Rosa, y fuera opio. Quizás prisa, quizás irse, lemente huir entre mis brazos, ás simplemente. Pero Rosa darse; tus hombros, son tus brazos zuelos, tu cara y tus mejillas dos rosas, y que son dos puentes la dicha llevan a la dicha. XII mi corazón, mi latifundio[74], mpo de amapolas, mi arroyuelo, reón de mirlos, mi rodo, he de verano, mi proyecto co de la tarde, mi ola, ¡salta, mis brazos! Deja que revuelva o tu cabello, mientras pienso olmena oscura, con las mieles madas de agosto, y el murmullo abejas. Corazón, mi Rosa, ro simplemente. ¿Te lo he dicho? XIII ienes que ver con la poesía. osa es poesía y otra rosa, e, al nombrar los pétalos, las gentes n que los poetas no andan lejos. o es verdad, y sí que tras los pétalos los muladares, los canteros, rtelanos, las fecundaciones, nos indudablemente bellas s recogen un momento, dudan, ntregan a las aguas mansas. XIV qué pobre hombre! Lo sé, Rosa. ¡qué dulce Rosa! ¿Tú lo sabes? no sabes nunca lo que quieres, de vas, ni lo que piensas. Dilo. que dices o qué esperas. Dime, e una Rosa como yo pasarse a junto a ti? Rosa no fuera quedara siempre. Adiós, me voy. uirá mi verso donde vayas, ontrarás bajo el embozo, bajo villeta. No podrás moverte cir este verso, Rosa mía. XV por el jardín, por los paseos. me suenas dentro si te llamo por los paseos. No contestas. ntesta la Rosa que pasea ntro sin cesar. José, me dice. sa alegre del paseo se calla, a dulce del jardín se muere, na Rosa del florero canta ir con aroma. Los sillones ón blandamente agradecidos: osa, no te vayas! Y ella dice con un perfume que se queda o largamente por la noche. XVI sólo decirte fuera verso; e temo a la poesía; me mata. ro declinarte: Rosa, ¿Rosae? eguida: mi Rosa, de mi Rosa. miro. Me miras. Se deshace de alegría. Brincas, saltas. ¡qué hermosas tienes las mejillas! me, tengo hambre. Tú figúrate n membrillos, eres árbol, eres mbrillo en el huerto. Yo paseo huerto. Me paro en los membrillos, argo la mano y lo recojo. XVII e: Ven aquí. Te quiero, Rosa. os tilos, mira las gayombas ndose en el aire. Tú no sabes se siente cuando se derrama en las espaldas. Quien no tenga ano al alcance cuando cae, y lenta, la lluvia de los tilos, rá. Entonces ella dijo: abes tú de muerte ni dulzura? XVIII entre todas, nunca ausente, dije. duermo, te abres. Por lo hondo oscuro me llevas, por la noche o de tu olor. ¿De dónde vienes? o te tengo al cabo, cuando grito, in de la Rosa, rompe el grito ño y tan tranquila en tu florero oliendo clara y al alcance. XIX o te dije: Espera, Rosa, un poco, iste: ¿Esperar? ¡No fuera Rosa! o sin ser José tú respiraras ción asignada de tu aire? o, sin ver tus ojos, me amarías? no que no, Rosa, le dije, e mis ojos ciegos te ven, Rosa, en el mar cuando te bañas, Rosa, o devoras delicadamente, o contemplas las estrellas, subes ansar, o por lo oscuro siento mar y es olor, y digo: Rosa. XX te digo. Dices: José mío. s rosas hablan cuando hablan. ferrocarril, tarde, quedarse; raso, ternura, paz, amiga, se, tu hombro y lentamente. entamente! Fuera lentamente s del color, de la hermosura, basuras, hacia estercoleros, decirlo brevemente muerte, decirlo humanamente irse, arse perdido en la memoria, rse mustio por la piedra fría. XXI bello cantarte! Yo estaría dote y cantándote. Llamaras: , que la mesa está ya puesta, a: ¿Acabar lo que no tiene nzo? Deja que comience y diga: una rosa que me amaba. Era mente como tú. Tenía iempre. Se iba a los arroyos guir el ejemplo de sus aguas. a prisa perpetua de hermosura, esuramiento de belleza do a unos pétalos. Soñando enerla se me fue la vida. XXII mi Rosa, te dijera ausente s veces sin haberte ido. n con paso se queda? ¿Qué se queda? se queda, Rosa, estos hermosos ntes de setiembre? Huele a gloria mpo con la lluvia. Sabe a vida con el fresco en el silencio ce la tarde mientras pasa lenta, as pasa la tarde y los palomos evuelo raudo se recogen. XXIII amente dulce y bien plantada lorero, en las habitaciones, que tienes tierra en las honduras razón cantor, de la honda pena nacen las rosas de este mundo, ustia que estercola la belleza, blor que te presta los colores, ar a que pides suavidades, peranza que te lleva leve[75], bre las cosas, tan sin peso, n suspiro, prisa, tan diciendo: bien? Tengo prisa. ¿Soy hermosa? XXIV y comprometerse nunca fueron tibles. Mi Rosa siempre dijo: cites, por Dios, para mañana. na, tierra, nadie, son iguales as rosas. No sabemos nada s del leve instante. Somos rdaderamente de él como es el ala e en que se apoya. Sin embargo, udiera hacerse amando un poco, r el mañana de ternura tarlo, diciendo simplemente: las ocho en punto, donde sabes. XXV del alma, a veces son los días y secos. Rosa, son las horas y largas. Dentro, son los pasos mpo cortos, secos. Es la muerte ndo cada hora. Son las noches mo que desiertos, que miradas ciego junto a ti, que los oídos sordo junto al mar, o tu palabra o, medio susurro, José —dices—, osa, ¿no me miras? Toca. Es sangre. XXVI lo, luego existes, Rosa, Rosa. to, luego existes. José, ¿existes?[76] puedo cantarte, no tocarte, uiera decirte que te amo, es verdad. Te amo y todavía és de tantos años de ir partiendo o pena y sal y sueño y pena, erme al dedillo los rincones razón, de ver cómo te asedian mbras poco a poco, con los años, a sombra misteriosamente… ¿por dónde iba? ¿No te acercas? XXVII , Rosa, te he esperado tanto ngo, de esperarte, las raíces perar tan secas que da miedo. , Rosa, no existiese nunca. irlo es morirme poco a poco, as lo voy diciendo.) Rosa, Rosa. o sólo por saberme vivo, casa propia y bien templada, que muerte y que quedarse solo enen que ver. Dios de las rosas, ermosura de nombres derramaste onsuelo de los pobres hombres, or la virtud tuya capaces ir: esta Rosa. Y sean jardines! XXVIII rirá la rosa marchitada[77]. rirá? Se trata sólo de eso. do continuo y la esperanza s sirve de sombra y esa angustia gue como un muro largo, largo, gue como un pozo, como un perro, claman aleves. Sin embargo, azón te seguirá en memoria, z que marchita ya no huelas. azón te seguirá llamando rteza de ti, seguirá oliendo ro hasta decir leve: mi Rosa. XXIX oco de sangre recogido grande belleza y tanta prisa n nombraron Rosa y le dijeron: on ese olor. Pon la mañana te con tenerte. Vuela en dicha ba hasta la tarde. No detengas uto tu paso. Pasa, Rosa[78], r donde pasaste decir puedan: e mismo tallo ayer estaba, aire se atreve. Quede el hueco ermosura resonando. Quede un verso en el aire el de tu paso, emoria de tu olor, camino s siga llevando a tu hermosura. XXX te muevas, Rosa! Queda siempre, re tranquila en tallo y en belleza, te veo, olor y sentimiento. uila en transcurrir, mas sin moverse; ila en respirar sin perder vida; ila en apariencia, mas creciendo er mismo de belleza y gracia, e eternamente y sin arribo, zura en aumento y sin llegada, eranza subiente y sin cansancio, nura voraz y con sosiego, sa eterna en corazón crecida. XXXI as llueve, me acuerdo de la huerta, fuera, tan cercana dentro, de los granados y las vides sus bocas y derraman ricas cimos. Recorro las veredas nde me llevabas de la mano, l tronco final donde dejabas po reclinar, mientras las hojas, as al otoño y a la tarde, enían en ti, pensando acaso as un árbol más de la hermosura salía a la tierra sin sentirlo. rmuraba: Rosa. Y no sabía. stabas: José. Mas sin mirarme. XXXII bes pasan. Rosa, ¿no aparecen ertos diminutos desde arriba, dero y el mío? ¿No nos vemos a la dicha como plumas pájaro soltara por el aire uelo ignorado a su destino? XXXIII el sueño y la muerte vamos, Rosa, do en medio de tiniebla, espanto, furias perdidas, necios ríos upidez humana, quicios duros os a lo hermoso y a lo eterno; s voz, apenas canto. A veces, de una música a este sordo arse de pasos en la tierra. XXXIV José. Mi Rosa, ¿adiós? Acaso, callar. Adiós no es siempre irse, as sigan creciendo primaveras, s cauces más secos adelfares, memoria nombres que son rosas, tu nombre mismo. Llega un punto vocablos, hombros, rosas, irse, arse da igual. Los hombres somos a sólo de un amor. El resto es morir, adiós, lo no existente. XXXV que nunca más esta hermosura, que ya mañana estos vocablos, que estos colores, estas nubes…! pensar? Las rosas no pensamos; as al instante, lo seguimos a muerte. Nuestra vida canta or, suavidades, la dulzura istir aprisa o lentamente. más tiene nombre sin historia. e siempre de las cosas claras, ancias de luz, las aguas donde ancias de luz, las aguas donde halla aposento, el tiempo tiene o, mas temblor. El temblor queda. cumple lo torpe. Todo sale o al existir. No hay esperanza, e la dicha existe, la tenemos sear ni desazón. Se mide rmosura todo. La hermosura el comienzo. Su fluir no cesa. PÓSTUMOS A ROSA [1990] Y juntas al no ser el ser que fuiste LOPE DE VEGA I A José Hernández[79] por su rosa segundas partes fueron, Rosa. embargo, Rosa, lo que pasa no hay segundas ni primeras. nta al corazón. Di qué [80] te dice. s acaso la sangre y el latido ida del tiempo? El Tiempo, Rosa, ignoras, tan bella, que te sigue un perro tenaz, que sólo espanta ma difundido. Y es bastante. II o contarte cosas que me pasan. o digo me pasan tiemblo, Rosa, e me pasan[81] dice muchas cosas. e las palabras, Rosa, siempre a confusión. Hablo, tropiezo, me repongo, vuelvo a caer. r, Rosa, es darse trompicones abra en palabra. La lengua dice que no quisiera, a tientas anda. es, Rosa, que hablando, como hablo, en lo mismo y a lo mismo vuelvo? que pasan. Te diré que anoche on los rastrojos, una hermosura go que en festones se corría o dando saltos, crepitando, ma daba brincos, le ponía tro diferente a los contornos, ndida la noche en sus silencios herida que abría en sus costados aja de las llamas alegres. a fiesta de purificación[82]. III taré, mi Rosa, las congojas, stos y los saltos que aquí dentro azón mantiene, las batallas el muro del pecho. El pobre pájaro as alas rotas de estrellarlas esos barrotes invisibles eales. Y en lo oscuro siempre. IV me dices muchas veces: ¿qué haces ya por estos predios te pertenecen? ¿Vives? ¿Sientes? te siento a ti y eso me basta. stan pocas cosas. Tú. Y quedarse. ar. V Rosa te digo y nunca alcanzo dura de tu nombre y sus reservas. egunda que ahora te me abres, e tú el secreto, que yo vuelva char tu palabra, que yo pueda e, Rosa amiga. a la postre, vuelvo a hallarte. a misma y yo lo mismo. Sólo paso tiembla y tu misterio e más hondo. ¿Qué hacer, Rosa, o me lo descifras? NOVÍSIMOS A ROSA[83] [1998] Púrpura enciende y vana desafía cuantas lluvioso Abril le debe a Flora. LOPE DE VEGA I mi Rosa, ¿por qué[84] de pronto uevo me llamas? ¿Me llamas ondes? ¿Dónde has andado entonces? Decirte que aquí sigo mo, el mismo. Nadie sabe e eso, de lo mismo que siempre iempre, ni ese todavía colgando a. Sólo tú, Rosa, tienes duría de las ignorancias n al fin y al cabo, por acabar, bidurías supremas, esas las tuyas que lo saben todo. II s sólo deseo de ti, de tanta herida de ti como he sufrido, como sigo ndo con sólo decir Rosa. ué me dueles tanto? Tus ocasiones si vivo o muerto me tienen, e quererte es morir y vivir, se sabe, a un tiempo. III como antes y siempre antes. Son los lugares mismos, o misma que te escribe. ¿El agua misma corría entonces? Estas luces ales de mayo, son las del mayo aquel, o entre los granados me dijiste: ero como nunca. Yo te dije: hables de nuncas que no existen e siempres nuestros para siempre, á todavías que nos aguardan. IV Rosa, casi todo me da lo mismo. sólo de una Rosa que me dio la vida, r eso respiro, y mientras siga fragancia pronunciar su nombre rme de amor cuando la miro, or Dios, mejor es que no sigas. V ha, ¿qué es la dicha? (La palabra hace feliz, dicho de paso.) Yo diría sencillamente ir contigo de la mano, rse un momento porque un olor nos llama, z nos recorre, algo que nos calienta ntro, que nos hace pensar que no es la vida nos lleva, sino que nosotros somos a, que vivir es eso, sencillamente eso. VI e te quiero, Rosa, no es para dicho, dicho fuera destrozaría lo que te quiero. so que no es nada, la mirada o el silencio se siente cuando pasa y se confunde mirada, pudieran quizás, Rosa, ni ellos, decir cómo te quiero. VII é obstinadamente vuelves, Rosa, otra vez? La misma s mismas, ese misterio acabar y ser la misma y otra, e tu aroma cuenta siempre as de fragancias repentinas r alacenas interiores. el secreto de tu Rosa sabrás: e eso y morir sería lo mismo. eso, Rosa, siempre es tarde. VIII os me dicen: ¿Y esa Rosa tuya verdad? Yo les contesto: y verdad son sólo una. es el nombre de lo eterno la, eterna, si pronunciara ía Rosa. este corazón que vive de eso. IX A José Estrada ará José Estrada todavía o el agua aquella en la Alhajuela, uamente oyendo el agua. (Esto, Rosa, es de tu tiempo, si tiempo vez tuviste. ¡Oh Rosa y tiempo!) y memoria, ¿no son, Rosa, lo mismo, ndo siempre en la memoria é Estrada en su Alhajuela? yo lo estoy viendo en este instante, moria no es también agua corriendo. X n me dice: Ten cuidado osa, que la matas; as, no tocarlas mejor, e quede el corazón sin Rosa. XI á este latido e llamas Rosa? Anoche marme al patio ebató un olor. mi Rosa. Mas no era. XII Rosa, no sabes, eda lo que aguarda; die más que tú si digo Rosa, esponde simplemente. XIII e que no tienes en el mundo ue Rosa y Abril[85], cuando[86] ería de Abril, pongo por caso, celindos, como del estío iluminación de los jazmines compañamiento? Y de la misma Rosa, uera por ti, que no eres nada. XIV so: pisar, sentir la tierra[87] mañana con la fresca; que el rastrojo bajo tus pies cuando lo andas; perro te busque la caricia lfo de tu potro el verde tierno. penumbra de la estancia luego, rse quieto sin pensar, sintiendo l pasar del tiempo sin sentirlo. de, ya la promesa del jazmín cumplida, derse un instante de su gozo. l corazón Rosa latiendo. ra esto lo sumo. O demasiado. ROSA TARDÍA[88] o te fuiste me quedé diciendo: sa ya lo mismo da la vida, olví a la casa. Con tu ida a no encontraba, pero oliendo s todavía. Y yo sintiendo tabas y no estabas, la perdida cia acaricié. Oh la medida nada tu ausencia, mas creciendo. e sin ti ya nada vale, todo da en esperar, en aire, en pena, tar para nadie, en aire, en nada. me en mi desdicha y a mi modo, no puedo más. Me siento ajena a y sola. Nadie en la morada. X LUGARES DEL CORAZÓN [1960-1965][89] ncio, por dentro. Yo llamaba[90]. eguntaban: “¿Quién?” Yo respondía. la misma paz[91] la que me abría rta aquella que la paz guardaba. a recibirme cuando entraba olor que yo tan bien sabía, voz, que estoy oyendo todavía, mbre como ahora pronunciaba. ba todo dicho con el nombre o con la voz, y pronunciado ulce costumbre de la casa. e a llamar el niño, y es el hombre n la paz le dice su recado, voz para siempre dice: “Pasa”. el recuerdo aquí. La luz aquella dín por la tarde en el estío, encejos en el ancho río arde tranquilamente bella. eñor, oh terror!, tu amor lo sella stante no pasa. En el sombrío el agua, el tiempo, siguen[92]. Mío el instante aquel, sigue la huella paso en el alma. La memoria ribiendo la tarde y el relente escor del jardín recién mojado. n se acerca. Y es la misma historia. n que llega. Tú. Precisamente amos de ti cuando has llegado. a aquella, alhaja, mi Alhajuela[93], to (el agua corre) de granados, a (el agua loca) de ganados, de mi nostalgia se consuela, memoria (¡oh agua!) centinela. tierra la tuya. Los arados pen pobremente. Los sembrados estérilmente. Pero vuela corazón. ¡Oh distraídas ncias del tiempo contra el vuelo razón, derecho a sus moradas un toro de muerte a sus heridas, y la sombra, el agua, el suelo erto, con su sombra y sus pisadas! verán los niños. Los oiremos[94] cuando se acerquen. ¿Quién espera ive? ¿Quién vive y no es ribera mpo que le lame? Contendremos el corazón. Tal vez dejemos azón salirse. ¡Quién pudiera erar y vivir! O ¡quién viviera sobre las horas! Nos iremos sombra en la sombra. ¿No los sientes smos pasos en la sombra, lejos mano su mano? ¡Oh mano aquella e llevó de niño! ¡Oh accidentes vir cada paso, muros viejos razón, jardín y tarde bella! d en flor, en flor y primavera[95], ervor en la calle y un latido mavera dentro y un sentido mavera fuera y dondequiera. esperanza. ¿Viene? ¡Si viniera iempre esperada! No ha venido. ate, que viene. Y ya se ha ido. atadamente primavera ntro y de sazón. Temblor. ¿En dónde ue ya la tengo y no la toco, a la noche y no la encuentro, razón la palpa y me la esconde cada mañana, poco a poco? imavera fuera, no por dentro! querido cantar. Yo te he querido mas no podía) este arroyuelo rso (¡fuera claro!) por tu suelo, e algún frescor, ¡oh tú, crecido mpre por mi sangre, no en olvido mas en amor y en el desvelo re de tu querer, olivo, vuelo món bronco en el secano ardido! ñor de este campo que te quiere i se desnuda y se despoja uriosa hierba y flor bravía! ngre de mi sangre que se muere raíz y tronco, flor y hoja! mpo de olivar, oh Andalucía! A Juana Mordó uchachas. La vida se aligera palabra, el son. De labio a oído, a es la palabra, y el latido a de la sangre verdadera. a de la sangre prisionera, n la oscuridad de su gemido. a de la sangre es el sentido ndo a la hermosura que está fuera. esde la bestia a la paloma, oñar y ser va la jornada, del corazón hacia su altura. cha a la ventana, que se asoma s, y ya siente la llamada, s en los labios la dulzura. The Backs at Cambridge are losing a number of old elms which have been marked down for removal. (THE TIMES, 3 de diciembre.) os, viejos olmos. No pasaba (¡oh tiempo!), e iba manso y dulce era, vosotros yo, por la ribera, oos en la corriente que os dejaba mecidos, mientras plateaba, as en el fondo. ¿Quién dijera endo en este tren, ahora leyera están derribando? El tiempo lava ar, y la vida limpia sale, cuerdo más claro. Aquellos días perar cantando. ¡Oh verdes prados ella juventud! ¿Ya nada vale? bada quizás? ¡Oh ramas mías olmos aquellos derribados! or que esperaba. ¿No era aquello vivir? ¿No siento todavía o de frescor? Era en la fría gada. La brisa en el cabello, bello rondándole en el cuello, iéndola apenas. ¿No era mía a de su plenitud que se encendía, da en la mano? ¡Oh corcel bello, tadamente bello y duro, robaste de mis brazos!: deja ce pesadumbre del recuerdo, ce recordar entre lo oscuro, uro sentir, mientras se aleja o, ¡ay!, que para nunca pierdo. BREZO llamaba Brezo? Brezo blanco, locura, brezo todavía a hermosa tarde. Sola y mía e aquella. A la ventura y manco, monte sin nadie y el barranco de brezo, fresco de aquel día, razón el mismo que solía, nojo de brezo en flor arranco. evo en el alma recogido mil novecientos treinta y tantos, mil novecientos treinta y tantos, de de junio, ¡tan presente! a (¿por qué romeros?) me ha venido en la tarde aquella. ¡Ay brezo, cuántos es o recuerdos, de repente! RAÍZ DE MI SER a la paz el bien, como a la altura que se cierne, como al trigo a por febrero, y al amigo o del amigo, y la hermosura (a ti) te viene, y la ternura ne a mí, y a ti, cuando contigo ntura silencio o te la digo mente y a ti, tú, mi ventura. go en la memoria y la presencia, lá del comienzo y el olvido, lá del comienzo y el olvido, cá de la rosa y certidumbre, z de mi ser y mi querencia!, nda de mi paso a su sabido del alma, bien de su costumbre! EL TIEMPO DEL CANTAR[96] canción, el agua, la ribera, mpo del cantar, la voz no tiene ue la sostenga, y se entretiene a diciéndote que fuera ada es ya nada. Ni siquiera ste verso que a la voz se viene, luz que en la tarde se mantiene, ala de la tarde, y la aligera. mpo del cantar. La voz perdida. mpo del cantar. La voz perdida. uerdo colgando. La amargura un filo encendido del poniente. resa del tiempo, va la vida, as resuena dentro la hermosura, razón está con lo que siente. ra los años que cumplía[97] iada ternura, demasiada a en poco tiempo, derramada umbre de amor que la tenía. ndonos de siempre, madre mía, ca y desde siempre tu pisada, do de nosotros, entregada alto a nosotros, cada día. con tu mirada me he alumbrado, al andar, tu mano me ha tenido, n tu calor por esta vida. a con ser, sintiéndote a mi lado, n, con tu sangre este latido, ta que te dice a ti debida. ERES LA MISMA s la misma. Cuando considero da pasa y todo, y es mentira ejo del tiempo en que se mira a, encuentro que lo verdadero rote interior, aquel venero el hombre se halla y se retira o y con su luz. En torno gira do, pero el hombre sigue entero. go aquí. Las cosas no han cambiado. la misma desazón gustosa, la misma desazón gustosa, erar de pronto inesperado. ertas son las mismas. Presurosa i llamo. Llamo. Te he llamado. misma. Y lo mismo. Y más hermosa. que cielo, vega, mar, collado[98] nubes y viento han dividido ueyes, el cuello al ubio uncido, mpo van abriéndole el costado; ca de paz fija y sueño usado, or cierta y de común latido, azón del pecho se me ha ido o tengo aquí, sino a tu lado. tu corazón le respondiera rdadera sed al agua suya a tu sed la mía fuera clara! uieto en tu memoria me estuviera, alir de la esperanza tuya, rtad qué lejos me llevara! XI DEDICATORIAS Y DIVERTIMIENTOS[99] [1940-1970] I DEDICATORIAS A VICENTE ALEIXANDRE[100] en este mundo, ontigo y con tu sombra espesa, ontigo y con tu arcángel claro, ontigo y tus raíces negras, ontigo y con tu cielo dentro, ontigo, sólo por la tierra as, con espumas, entre rosas, erros y con gritos, entre penas. en este mundo, a al aire de la vida abierta, azón a la llamada dócil oz a la luz siempre dispuesta. en este mundo, con los ríos do del costado sangre vieja, ca de los tiempos tenían ribera, o el trébol bailaba con el lirio dulces los hombres y las bestias. ar haces claros los misterios n tus pisadas transparencias rada excava lo insondable s la roca y la esperanza tiernas ozos más hondos, y los mares ces breves, viva la presencia, s la sed y cuajas la ventura, al vuelo antílopes y estrellas. campo a los sueños, determinas de eternidad a la existencia, donde se escuchan los crujidos dar de los mundos, te contemplan a soledad en la que cantas, a libertad por la que alientas. A UN POETA AUSENTE moria conmigo en esta tierra nto amaste, Emilio[101], me acompaña. este mismo mar de tanto azul ha dejado un día de tu ausencia guntar por ti con ola y ola, ste mismo cielo que ni un día tu recuerdo sin amparo, te mismo aire que no encuentra a soledad como la tuya, azón que mueva por sus altos semejante. s guijas playas, perfiles de tus montes cen puro temblor el sol poniente, ñadas hondísimas sin agua, s de adelfares donde late bajo lo seco un filo eterno e las altas sierras a los mares, les pobrísimos, pizarras, de viñedos y lagares, drales fantasmas que le prestan leve nieve a estos inviernos, stas sierras puras que rodean ad maternales, entre estas que no se van, que van por dentro, eguras, entre lo que pasa, ueda por siempre: la memoria. ueda por siempre: la memoria. mos que el instante se nos queda il con aquellos que se quiere, iedra en la sierra, agua perdida, ardiendo perenne, mar inmóvil, de un espejo conmovido sola visión de la belleza, nstante de amar que a los humanos ce eternos, ángeles acaso os en el aire de las horas. nto el aire vivo con nombrarte, azón caliente con sentirte, ello este paisaje que aquí sigue ledad de ti, con su hermosura a a tu llamada. ¿No lo sientes? RETRATO DE DON ANTONIO[102] ombre que se sienta con las manos el bastón, el bastón entre las piernas, mbrero calado, este hombre s ojuelos medio entornados, do más allá, más acá, no mirando, este hombre. ombre que no tuvo tiempo o gusto acerse el nudo de la corbata, s grandes manos sobre el bastón, mesa del café, a, de qué año, en qué ciudad española, traje de un paño más bien grueso, y los labios, os labios de este hombre que se cierran, dicen la palabra que no dicen, una vida que se encierra en una palabra, s vidas que se encierran en una palabra. ombre que ha llegado ólo un ratito asa la vida esperando en la mesa del café a que alguien llegue, se pasa todo el mundo la vida esperando. ndrá nadie a sentarse al otro lado del tablero de mármol manos seguirán sobre el bastón, y el hombre rá inútilmente sin despegar los labios. o que sabe y lo que no sabe, rtidumbres: la una en los labios, os ven la otra, el corazón la siente. ada a los labios la sed que no calmará agua ninguna. z el aire que viene de un recuerdo z; los ojos han visto algo z; o ha sentido otra mano z; pado en la sombra z; moria!, una vez moria!, una vez on en su mano la llave; brir la cancela; esde unos brazos z. uedó quieto. VERANO DE 1928. ANTONIO MACHADO esde aquel día, el estío aquel sonando hondo so; igual de claro que aquel día, de ancho que un estío, ndo de temblor con su palabra temblor nuestro sin palabra. pocas palabras verdaderas siendo temblor, parte por siempre creado y único camino varnos un poco cada día, nombre a los mundos que en nosotros n por su palabra verdadera. EN EL PRIMER ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE MI AMIGO LEOPOLDO PANERO I re por este tiempo, tuyo, tu Astorga leonesa, ba plenitud a tu acento nada desnudez a tu canto. mío yo, ampo de olivar y olivar ampo de olivar y olivar rroyo que lo quiebra con gayombas y adelfares, ón que platea la matalahúga ean los garbanzales. os unidos por los barros y polvos labradores, hielo de las altas noches hicharreras del verano. os secos del corazón el agua ca y se cuida como a la cosecha, el hilo del agua va hilvanando cia a la tierra chopo y el sauce. os mutuos campos, pedazos de la ardida España y creciente en el corazón, rada en la ternura y el terrón sequísimo, ernura y el verde, y ofrecida, cable y amada, a morir. II un paso que se acerca por el oscuro callejón, dio de la noche, osamente, egarse agosto a las noches refrescadas, egarse los rastrojos a agosto, egarse los rastrojos a agosto, go y al brabán, o se tienden más los vuelos de las tórtolas ordos bajan sobre las uvas al madurar igos primeros, r el campo un olor que yerra y dice, entro una pena: que tal día hace un año, o andaba eligiendo hermosamente illa para su otoño, u propia tierra, propia tierra, do por su tierra, obre su tierra como una planta a la que vuelca la reja, ue el surco llama a su fecundidad; ermosamente con el canto en la voz, do lo más hermoso de su tierra, dad de su tierra y su ternura, iedad de su tierra y su ternura. amor puesto en la canción, o agosto se despide sobre los campos, al brabán sobre el surco, canto y la esperanza s en el corazón como una siembra, ierra morir. MIGUEL[103] ejor que nadie, a tus alturas, que no, Miguel, sabes que no. as mordiste el ajo vivo mendra amarga y las collejas arraste a la esteva, y fue el silbido bra; mientras bañaste ojos la luz del campo, y no cubriste on cáñamo tus pies, y acariciaste rtad para ti mismo. as mordiste los ásperos limones rro, Miguel, que era tu nombre, fue tu tierra, aste con silbidos los diálogos ierra, la madre, fue en tus labios avel de la tierra, la palabra. A DON ALFONSO QUEREJAZU. EN LAS ALTURAS DE GREDOS[104] alturas de Gredos ornos encendidos; mavera con ellos. viva en la Palabra alturas de Gredos, vera de la llama. no de la humildad, bra-lazarillo vaba a la verdad. no de la Palabra, alturas de Gredos, os de la Esperanza. A DÁMASO, EN SUS ALTURAS[105] so amigo, el tiempo nos depara as ocasiones, varias gentes, va entre moradas y accidentes, eces la cruz, otras la cara. es gozo todo, la vía clara, a bien por estos continentes. es negro todo. Diferentes ce cada instante. Nunca para deja parados. Pesadumbre deja parados. Pesadumbre eza al par. Nada sabemos us motivos, si los hay, contamos, s a su medida y su costumbre. as de la luz, como podemos, la paz, como podemos, vamos. A JORGE, ESTOS VERSOS AHORA SÍ QUE DE RETORNO, A LOS TANTOS AÑOS DE AQUELLOS[106] entonces cadena ininterrumpida este último eslabón muriendo. sobre polvo. Vida sobre vida. sgo, tal lugar, tal manera de ver las cosas. Por los siglos o estos lugares, de siempre uyos encadenados; el trajinar labriego, uyos encadenados; el trajinar labriego, rrear, los hijos, las llamadas; do a lo sabio cada año, cones sabidos, los deseos surgiendo, sos a lo mismo, los temblores do el colmo y la sazón de la esperanza. as año uncidos. que preparar ño, el grano para la siembra, ra para el grano, el apero a siembra, las bestias del apero. nubecillas sobre las crestas lencio en los árboles advierten a. Habrá que prepararlo Así año tras año, generación neración. Habrá que reparar ros, tantos temporales como llevan os y las grietas comienzan. que ir preparando la casa os hijos. a lamparilla en su temblor constante, en su romper la oscuridad, el seguro uar, el hilo que año tras año, a gente, los va atando, urdiendo or en cañamazos de tiempo. que lo dices creo evas razón. Las cosas no son tal y como en. Hay muchos recovecos rtidos. Estos pobres juicios ciegas, tentando como un ciego culo la oscuridad. Por dentro mo una iluminación. Si remueves, s cenizas quedan ascuas vivas. CARTA A ALFONSO CANALES SOBRE EL LIBRO EL PUERTO [1979] ribo, Alfonso para decirte libro llegó. ¿Llegar un puerto? este tren donde viajo, el navajazo del poniente ece los visos de las lomas enderse, haciendo su juego gre, el de la vida, por el cielo. ra de tu libro, entreleído a noche y el desvelo, llevado mano, de lo que quería escribirte. o, sabes muchas cosas, dices s de ellas. Para leerte a estas alturas , claro, de alturas de los años, descendimientos), hemos ar con los dardos dispuestos, breles alerta, no se nos vaya a, la esperada. Muchas son bidurías. Tu verso a la voz viva; así se me ha entregado, egado alguno de sus sentidos. Vienen mente los sentidos de la poesía. esía (leo ahora) es una encarnación da cuerpo a lo anterior, invisible dible, súbitamente revelado. ica? Sin retórica, la palabra ere, ni hay letra que nos salve. desenvaina el sol un rayo ejar al seis de marzo caer sobre los campos, Andújar y Córdoba, donde el río u espejo, que es el morir, una tarde iera. Decía que tu verso a dicho en alta y viva voz. mañana me amaneció escuchándolo. os años descubro (nunca es tarde) ra leer tu verso es necesaria. Amanecí ote. Tardó tu libro gar, ¡oh, la pereza de los envíos! a punto a la cita del goce, añana misma, seis de marzo. Ah, se me olvidaba! ¿Cómo curre eso de las distancias? si dentro del corazón existen. aprender, sólo una cosa podría arte: perplejidad, que es donde habito. quiera. EN MEMORIA DE A. JAMESON ngton es un pueblecito de Sussex, do, como es sabido, del sur de Inglaterra. calle del Oeste hay una casa pequeña age dicen allí—, Twitten Cottage es su nombre, ernal y ladrillo como es uso en el país, de salitas abajo y otro par de dormitorios arriba, s servicios y un jardincillo trasero que, a la primavera, bellece con unos anémones temblorosos. ngton es un pueblecito de no sé cuántas casas, do por no sé cuántas gentes. ahora Storrington no tenía para mí más que una casa, a, un habitante, azón, un amigo. z en cuando el corazón se me iba a Storrington, ba a la puerta, a ternura de unos ojos, bía una voz amiga. muchas veces, cansado de esto y de lo otro, do de mi corazón, a mi corazón a volar, camino de a mi corazón a volar, camino de Storrington, ba que su latido golpease la puerta amiga. n portazo grande ha cerrado esa puerta, tengo a mi corazón para siempre en la calle e Storrington para siempre deshabitado, e levantar dentro de mí la casita de pedernal y ladrillo, pedernal, ladrillo a pena, nder en mis ojos la llamita de aquellos, estar con mi voz a su voz. no nos dejes tan solos con los que se nos van, áñanos con ellos, que vengan y nos sostengan. páñate de ellos para acompañarnos. rompe la soledad sin ellos. eja solos la soledad sin ellos. ejas solos de ti sin ellos. los amigos, son tu camino, ora me cierras llevándote al amigo. Señor, contigo. Tráenoslo contigo a esta soledad. A JESÚS MARTÍNEZ LABRADOR, AMIGO[107] ro es tu palabra, o se hace carne en tu palabra. arro hablas, dices, cantas a de tus dedos en el barro, dole su son a cada uno, o, su dolor, su miedo o pasmo, dolos mirada, gesto, oído, ote tu alma en cada uno. de canta el barro, so responde, generoso, ue apenas leve, on que tu mano le dice: nde, mira, escucha. io de lo inerte, de lo inerme, nerte ni inerme soplo de amor. íritu en vilo el amor lleva do tal que le da vida ue muerte parecía. o mueve algo no ser amor, no sería nada. dos van diciendo, susurrándole o: Mira, escucha, tiembla. ete a compasión. sin compasión es barro inerte. s amor aquello que mueve la materia? que si nombre no tiene siempre queda, struido sigue si una vez existió. e en el principio, algo me, vibra o canta; nunca muere. tu barro, que canta, gime, vibra. muere; si no el viento de qué? e en el principio, un algo crear te hace suyo, de ser de amor, a la materia éxtasis en tus manos. A RAFAEL, MI HERMANO[108] fael, el tiempo nos condena en el ansia y en el viento; or y peor son un momento pre es pronto si la vida es buena. s seguro nada, y la cadena a a la hermosura, sí al aliento; ene su música y su cuento a va la vida mientras suena. más, esperar. No de los hombres. más, esperar. No de los hombres. a de esperanza no procuran e hechos estén de su sustancia. sas como son[109]. Sus varios nombres estan su apariencia mientras duran. ria de un olor es su fragancia. A MI HERMANO JUAN do Juan, el tiempo que nos tiene os en sus horas, que nos lima sión de gozar, la breve cima el vivir se colma y se entretiene ilo la sangre y se nos viene abra mejor, y nos anima ueno del mundo, el alto clima os que nos calienta y nos mantiene; os días de la gente, el tedio, os días de la gente, el tedio, inación oscura donde quiera, n huido, el mal necio y sin tino. ios nos tenga, Juan, de medio a medio, la paz de dentro y la de fuera, cia de ver claro en el camino. A ALFONSO URQUIJO, EN SU NAVA EL SACH a jara, Alfonso, y la coscoja aparro, ya sabes dónde digo, es el mundo si lo alivia amigo ien partir el pan y la congoja. es a la vera quien recoja cansada y corazón contigo mor necesario, y sea testigo vida diaria que deshoja ras raudamente y de su huella eja el regusto de lo bueno, o bien logrado la memoria. so de buen vino sin querella, nte de solaz y caza lleno, r: Aquí paz y después gloria. A MAURICIA Y JUAN LLADÓ[110] ios sobre vosotros flor y trigo, to bueno cría, y todo aumento bueno que cría, sin descuento y troja os llene. Y sean testigo stro bien alegre, sol amigo, en sazón y en su sazón el viento; eño sin romper y largo aliento, cia, sean contigo, Juan contigo. uanmauricia, con el mismo verso uanmauricia, con el mismo verso e un nombre de un par de corazones, Dios de dos sangres hace una. Señor de lo uno y lo diverso otros derrame bendiciones gría, de paz y de fortuna. UN HOMBRE CABAL[111] árbol extraño. No tenía el bosque. Se entregaba da de modo que dejaba quiera su huella. Poseía ud de crear, sin la porfía briega, y donde transitaba al bien en su quehacer, dejaba ras de bien que sin sentirlo hacía. sazón, un hombre si los hubo, sazón, un hombre si los hubo, al rencor, maestro de su ira, o generosa de lo bueno. los demás cuanto de bueno tuvo, de bien lo que dejó en su gira, umano en la vida le fue ajeno. II DIVERTIMENTOS A JANE CLEMENS, MALAGUEÑA Para Carlos Rodríguez-Spiteri enamorado de ti, Jane Clemens, diablemente enamorado de tu nombre isa que al nombrarte se levanta l que al nombrarte nos alegra. Clemens, natural de Málaga, un abril para su gloria, da entre los estefanotes[112] y las buganvillas, a menos en caudal ramada para siempre a la belleza, mada en las orillas todas de la hermosura, a como una nave de preciosos cargamentos. siempre, Jane Clemens, como siempre. o siempre? Al abrir este libro, leo: ya gris en tus cabellos, y los jóvenes tienen súbitos el aliento cuando pasas…” a por mi recuerdo pasas re de mucha ternura te rodea que la delicia por abril, que por el latido la esperanza, mo que el olor por esas tardes laga que tanto amaste, Jane, nto, Jane, amo. A CARMELA OLIVER I na voz presente que me pide lo escriba, a voz lejana que sabido lo tiene. e el poeta dice de lo hondo le viene, e la lejana, lo dice la voz viva. o está el mensaje. ¿Habrá quien lo reciba? re habrá quien reciba lo que en lo hondo suene. z oye el poeta. La mano lo detiene. ha. Suena dentro. Palabra es fugitiva. a es fugitiva, por eso siempre queda ica en el aire y la canción al viento. , el tiempo es agua, y el poeta es un río. que me escuchas mientras el verso rueda, verso sin oído, palabra sin aliento; miga, va el verso, no sé si tuyo o mío. II ya mucho tiempo que Carmeta[113], a tanto tiempo, le pedía so que esperando todavía ay!, ¿desde cuándo?) a su poeta. l poeta a mano la receta rso, el tiempo, a mano no tenía. na dijo que será otro día. día su verso, si le peta. , Carmela amiga, ya no sabe ta si un año son, o ciento n pide es Carmeta o es Carmela. mpo, el verso, amiga, cosa es grave, se pierde cuando va en aumento, y pesa más cuando más vuela. III o, Carmen amiga, en la blancura[114] a esperada página el traspaso de algún temblor, apenas paso, angre caliente a la escritura. en la escritura la hermosura, si pudiera, a cielo raso, el verso el corazón escaso ecesidad de tanta altura. ntregado y cierto. Nadie sabe o que por dentro le resuena ngre traduce en su latido. n amiga, el tiempo es cosa grave, osle correr sin otra pena rlo por gozado y no perdido. A ESTE FEBRERO, QUE SE EQUIVOCÓ Y SE VISTIÓ DE ABRIL EN 1966[115] sparate, Abril se ha equivocado, ndo la posta de febrero éndose flor para qué os quiero, zo a la torera se ha saltado. lboroto por el campo ha armado mas sin sazón, tramas sin fuero, eta diciéndose me muero, s el color recién morado. abrilees Febrero a estas alturas, ego viene Marzo con su yelo hace la pascua antes de fecha. n las tuyas y él con sus diabluras. de dice vega pone duelo deja a dos palmos de cosecha. CUARENTA DE ABRIL[116] cuarenta veces ha venido, ta veces mil y más viniera, vez es más la vez primera, ez más abril, loco perdido. de cada día, mantenido l año, contigo primavera idichas de la vida entera. cuarenta abriles ha cumplido. ¿quién te conoce, así parado ¿quién te conoce, así parado iendo en vez de más años de menos, más bella cuanto más cumplida? conozco, Abril, nunca cansado erme de ti los brazos llenos, arme de ti llena la vida. EN ESTOCOLMO, UNA TARDE ueca como la vida que digo, como la golondrina, y da gusto; a veces azul, y no te sigo; mpo salta que es un susto. razón espiga que digamos ello por no decir mentira, te de la tarde nos amamos; es tarde mientras se respira. me vagar por esas vegas; me vagar por esas vegas; menos el nombre; lo de más que pasas, que no llegas; da mía! ¿dónde vas? ele la vida, ese recuerdo que nunca fue, y la ocasión an verde; si me pierdo quéis el corazón. e la música, antojos; azos, las colinas, ¡zas!; circulan por esos ojos; rdas, si lo pierdes, el compás. , bella sueca de las siete, re las manos bajo los pies, s conjugación lo que promete, suéltame, sale al revés. uchas clases de irse descansos, es un decir; decir el desdecirse, edarse no poderse ir. mpo, el tiempo, el avión; ha hecho tarde, y para colmo, e atrás el corazón las siete en Estocolmo. A MI SOBRINA PEPA sobrina Pepa, a de verdad de las espigas!, o que yo sepa e a lo que obligas sa y a lucero, a y a cantar y compostura, e tarde, y fiero tar, y relente y calentura—, z sin abandono dote estará sin desperdicio; dote estará sin desperdicio; so irá en tu abono ndo y destrenzando su ejercicio; azón parado, so sin candela ni instrumento; pa!, tú has llegado, re se ha quedado sin aliento, u paso el río , y sin verdad y sin mentira do, ni albedrío; untad sin ira. epa, mi sobrina, do por las cosas! epa, saltarina azones y de rosas! te sigue, Pepa, so. Lo has cansado. Más alada palabra vas. ¡Oh, que no quepa ya nada! ROMANCE DE DON SEBASTIÁN, REY DE BASTOS[117] 1 ebastián, Rey de Bastos, r el olivar, os grandes y tristes, rba de azafrán u cabellera, el aire medido galán; to, de piel y pluma rona real—, su jaca burrera deja el viento atrás, si la noche es negra, s ancas un lunar, las crines de estopa la de alquitrán, chos que se quedan dos por donde va. milla suspendida ida de avizorar, tolas no se mueven o lo sienten pasar, as perdices pican con su metal erarse de nada uererse enterar. os por donde voy, que tenéis me dais, para el cabello unas para el pan, a para mis pesares para quemar; a ni fuego os pido as no me deis la paz”. ivos siguen serios lver la cara atrás, s lomas están pinas tienen que llegar. le pesa la pena sto a Don Sebastián, apea de la jaca enta a descansar o de un grande olivo, or del olivar. ona pone a un lado la cabeza atrás. mas duras de azogue s mejillas le caen, os como pavesas boca se le van: amantes sin orillas nde lanzarse al mar! tes de tierra adentro, r y nada más! omo la que tengo ha sufrido mortal”. ya sobre la mano mosa testa real; bellos se la cubren , de miel y azafrán. s bello rey de todos na pena mortal: ores se está muriendo dio del olivar. en Sota de Oros antó peripuesta, 2 antó peripuesta, o el jubón pajizo isó la melena, ó un bonete raso nturillas de perlas, ó luego al espejo ió satisfecha, e el espejo le dijo lisa y blanca lengua la baraja de sotas ía sota como ella; los gregüescos verdes redondas caderas, e los lisos muslos ajustando las medias, i tienen que serlo, as ligas no encuentra. ce su mala suerte, elo todo de hogueras e a sus pies, sin descanso quiera que los sienta. ré tarde a la cita Sebastián no espera”, blanco pecho se abre s uñas roja puerta que la sangre brota er la nieve en cuenta. lanza a la ventana a de sus doncellas: adla, amigas, miradla en el pico las lleva!, miga de mi dicha r los aires se vuela”. 3 o del desengaño do cuerno le ha metido , cuya sangre suelta riendo como un río olivar abajo, o a su paso lirios. ndra de la esperanza las barbas tenía nido monta y se remonta azul encendido. azul encendido. stes ojos del Rey en en su camino orejas escuchan se el lejano trino: speranza que tuve rse de mí miro!”. ndra tiene sus alas ro dos cuernos fijos, ndra una voz de ángel, su negro hocico. le habla desde el aire, con el cuerno hundido; a alondra le llega gada como un hilo: gada como un hilo: tras se espera se vive; no espera no está vivo”. e y ronco, desde dentro, engaño le ha dicho: rar sin esperanza, ebastián, es perdido. vale estarte muerto tar de la muerte al filo; eranza sólo juega o los deseos son niños. te, Don Sebastián, rte sólo es lo fijo”. ebastián la cabeza a sobre el olivo. a lo ve morirse a lo ve morirse ama con relinchos. erte, tan complacida, e por el viso; presente de rey el último suspiro: do en los labios lo tenga, ebastián será mío”. la Sota de Oros palacio y de sí, campo daba gritos: 4 Sebastián, alhelí amor y de mi culpa, estás vivo y sin mí? en Sota se muere e no te tiene a ti”. o llegó al olivar a figura gentil, ra de albayalde manos de jazmín. ella, donde usted vaya, usted quiero ir.” o soy yo; soy mi pena, lo que queda de mí.” ella, para su pena yo un remedio aquí.” faltriquera saca n tarro de elixir. ar no puedo, señora, dolor me traga a mí.” ora entonces saca egazo un cojín do con aves verdes un fondo carmesí. ella, bajo este olivo ño vais a dormir, do las aceitunas chando el colibrí. rmiréis de doncella; taréis querubín.” en Sota reclina eza y, sin sentir, rme y sueña que duerme ño que no halla fin. y de Bastos ha muerto o olivos de allí. XII OSCURIDAD ADENTRO [1950-1980] [118] I RAÍCES EN LO OSCURO 1 íces que labran en lo oscuro acan al aire tronco u hoja, perdidos en lo oscuro, dentro, oídas en lo oscuro, sordas, que tientan y no alcanzan, ojos os en las sombras. dad adentro, ¡cómo huelen talgia y recuerdo aquellas rosas! 2 s largo y oscuro. Nadie viene. azón espera y siempre espera. e viene. El corazón no sabe ue esperar junto a las aguas negras, pasan las sombras de las nubes ñalarse apenas. azón está con lo que sabe, ndo y sin entrada en las tinieblas. 3 que habitas en lo hondo y llega un rumor de ti, como una brisa niera de lejos, como una a lucecilla. azón se alegra. La mirada ca. El pie vacila. 4 SOBRE ESTE POLVO E el polvo, esta angustia me deshago, este tener que usar los nombres, este gran temor de usar los nombres. este polvo be a ti, que tú saboreaste, petimiento de congojas, re continuo de congojas, amino de congoja y polvo. este polvo, que respiraste, que respiro. que la tormenta ierra lejana, que la piara ndo aterrada en la llanura, que por la noche el temblor de que vengas. este polvo e enorme la angustia, uerce la angustia. shago. II SONETOS 1 lo era la gloria. Se llamaba a, paso de ángel. No tenía oce, ni una arruga. Se veía mano de Dios que lo formaba. el ojo de un niño, como acaba ta su verso y todavía n el aire errando la armonía, azón en su delicia estaba. mo rumor del paraíso las entrañas maternales suena; las entrañas maternales suena; de Dios en nuestra carne inerte. y espuela en nuestro ijar sumiso, de Dios que nuestro sueño ordena, e Dios que en nuestros ojos duerme. 2 nozco de siempre. Ése es su paso. se escuchan pasos conocidos, razón le dicen los oídos: ue esperas se acerca”. Y está acaso blor al acecho del abrazo, el corredor, como latidos, nado sus pasos conocidos i puerta, después, su aldabonazo. orazón le ha abierto: no esperaba. prisa de entrar: nunca se iría. prisa de entrar: nunca se iría. el mejor lugar del aposento. orazón, se empieza y no se acaba! os y derecha te venía mi sangre, suelta, yo la siento. 3 ntre la hermosura. No se siente. mosura la lleva aparejada. e más hermosa estar dañada r su temblor tan brevemente. ra de roer. Oscuramente las dulces venas, engañada, do al corazón la bocanada gará la vida de repente. to pequeñísimo, enemigo o en las entrañas de la vida, o en las entrañas de la vida, oscuro y cruel en la belleza. o pertinaz, viejo testigo rta nuestra hora a su medida, no acaba nunca cuando empieza. 4 uros tus retornos! No esperaba, que así vinieras, que así fuera i sin saberlo, de manera querer acordar, ya me asediaba u corazón, ya me llagaba r, terco y ardiente con la espera, oderte ver, claro te viera, como tu vista me dejaba. verano, Dios, déjame echado s de tu paz descansaderos, s de tu paz descansaderos, de tu luz por siempre aurora, me de mí, por ti, olvidado, uas a mi sed abrevaderos, gre de mis[119] culpas redentora. 5 TIEMPO Y HOMBRE ndo ya para la voz cansada so el recordar, loca la hora, do más deprisa y más señora e río sin tregua. Encadenada ón al desear, y la mirada mper en lo oscuro, y sin demora ando la mano destructora ién y para quién?, ¿hacia qué nada? empo!, Dios te suelta con el aire, empo!, Dios te suelta con el aire, ación, latido, pobres gentes n de labrar con tiempo sus asuntos. inútil, hombre, tú donaire mpo, entre las manos inclementes mpo, tiempo y hombre siempre juntos. 6 GOLPEAR NUESTRA CARNE os!, si para tiempo o para muerte ste a estos huesos tantos sueños, ste corazón tantos diseños de ti mismo; si por verte u y dolor a común suerte ste y lanzaste a tus empeños, diste la gloria de ser dueños rror de tenerte y de perderte; i mana el bien y corre el llanto, ngua que canta y la que aúlla ras ambas mismas de tu diestra, ué tanto, Señor, y tanto y tanto r nuestra carne que es tan tuya, matar tu imagen que es tan nuestra? 7 DIOS DEL ESTÍO A Manuel Alvar, en recuerdo de su visita veraniega hace tantos roces tus veranos! ¡Cuánto estío, argo a tan breve primavera sta parva humana que en tu era as al sabor de tu albedrío! e calor tremendo, el ancho río ne tierra y cielo por ribera, secano en que se hunde entera de tu amor, el pecho mío! nador celeste te imagino, s enormes horcas barcinando as de sudor y de despojos. stos duros campos adivino ellas que los pies me van quemando, uía a mi sed en los rastrojos. III RETORNOS 1 OLOR A JAZMINES rado en la casa deshabitada de todo de un olor a jazmines llenaba. Me he quedado vestido de su olor, como penetrado mundo, fuera de mí, parte de él, ntas sombras que participan de este olor, oy sólo animado por el aroma de los jazmines, n setiembre saca su blanco más profundo, a una vieja arpa su mejor sonido ano antigua, o a unos huesos cansados jido, el amor. undo por la vieja casa me he perdido ndome a mí mismo i por fin me encuentro. El errabundo e los jazmines me persigue. 2 ESPEJO INTERIOR e siempre vuelvo desde siempre: ano primera y a la casa, o de celindos y gayombas, uedas del tiempo en los umbrales paz albergada, a aquellos ojos nura conmigo, a los silencios dos. redor de losas relucientes, alera subiendo a la ventura bido calor, y los serones Alhajuela[120] rebosando frutos. o mayo, loco en la Ribera, señores locos en el huerto ea, cantando locos mientras, lentas, das del trabajo y de la lana uas de la sierra iban moviendo murallas nobles. os, aves locas, se escapaban los de miradas, al prodigio ua y de la rueda, a los olores omba y culantro, a los colores vas y amapolas, a los vencejos ndo en el azul blancos retazos. te espejo interior, donde aparece hoy, el de ayer, el siempre niño! 3 DIOS TORRENCIAL ariamente al comenzar las tardes a alargarse, riamente las sombras alargándose, muy antiguo, venida de muy antiguo, sesperanza, muy antiguo, y necesariamente s primeros largos días del verano, primer calor estival, sobrevenía. es tú, Dios mío, el pan, la sal de la tierra? es la roca, el arroyo, el belfo ansioso? es la espera? e mi desesperanza, ernísimo, carne hecho; desde chico o, Dios, te escucho; Dios, fuera Dios, or todo, pared mía, aire, espacio mío, n aquí dentro, sobresalto, ermosura, terror tuyo, xtendido o puñado de tierra, queña, antena del insecto indeciso, esta línea, vocablo, este vocablo. para nadie; derrámate, para nadie; derrámate, te, Dios torrencial. 4 TU OFICIO, POETA ue algo quede de este latir, ue, si alguien quiere mirarse, pueda; almar quizá alguna sed, y que alguien diga me pasó algo semejante”. oetas estamos para eso: frecerles tránsito a los demás, ue se encaramen sobre nuestros latidos, y que divisen o más allá, en medio a oscuridad como nos circunda. es nada tiene sentido, ni siquiera e des la mano o ese redondo tan bello en la vereda. es lo que tiene sentido no tiene sangre, co de sangre por la cual se muere. es ganas de morir de otra manera, de imitar a los ríos y que la tierra vea y otras aguas y otras penas, y los cielos mplen misericordiosamente as peregrinaciones. cio, poeta, es contemplar, do se te escriba dentro; luego, eer allí mismo, quizás decir a los otros allí mismo, escrito, tú lees. 5 ME DICEN QUE OS DIGA n poeta que tiene temblorosa, y no sabe ase de luz se le viene a las manos, o disponerla, y decirles emás la clase de luz le viene de pronto, sin saberlo, a las manos. bría deciros, si alguien uviera por dentro diciendo: ora: La luz tenía esta forma, vez comenzado sigue siempre”. muy bien qué luz sea ésta; ría deciros de la voz. n poeta a quien se le dice. ho. Os hablo. Acaso me entendáis. o que digo apenas sé la forma. una resonancia, pego el oído. ne la palabra como un agua. esto. No digas otra cosa.” triste ni alegre. No es triste gre un poco de ceniza. poco de ceniza. Si lo vemos, os: Es sólo un poco de ceniza. que no digo lo que tengo pensado, e tampoco lo sé muy bien. Me dicen diga. Nunca dicen: algo que entiendan”. Simplemente: ”, y a veces solamente mo un poco de ceniza. una chispa de luz que la ceniza olvidada, y otras veces derramarse de algo como la tristeza egría. llagáis responsable. ale que paséis sin parar. s un poeta que ve de pronto una rendija a a una luz indudable. 6 TRANQUILO DESCANSARÍA uilo descansaría, si fuera esto te. Si la cancela al abrirse tregara el mundo de la fuente al ansia nosotros por las tardes as que se abrían sobre nosotros samente, y en melancolía mergían, o igual que a la azucena e mayo en sus mañanas, ego del rastrojo se da al viento. ga, ahora entregada a los calores o, se silencia. Girasoles nan lentamente obedecidos alor que les urge. Todo pasa[121] mente. Descansa el campo as año, los mismos y distintos; terioso rodar nos llama raleza. Los mismos y distintos res, llenando de colores hos agostados. Todo llama ra. A esto nos han hecho. amada persiste. Se nos pierde esquina la sombra. La figura, ma, el mismo acezar. ¿No es ella? n todo lo nuestro estuvo presente. añía resumida en el brillar ojos pequeños, compasivos; ojos pequeños, compasivos; uir ligera a las colinas, echos rojizos y la entrega rmosura. Los brezales ban la entrega y la hermosura. n nos toca en el hombro. Alguien murmura, alguien presente ce algo al oído. Ya nadie espera. ente y las estrellas n a dejar sola la noche. 7 LA VISTA SE VUELVE ablemente la vista se vuelve y no quiere soltarse amarras del pasado, de la inocencia, los pasos calle, la premura go que esperaba denso mesas y de alcance. o todo —sólo rgar la mano— y al alcance. os espléndidos rompían, bellísimas colgaban, os locos nos reclamaban a sus vuelos; el agua en delicia, desbordaba o, y andar por el gozo a la delicia ermosuras libres, corredoras, asis invitaban, alargándonos la mano. lles iban anchas a la esperanza eúnte la alegría por ellas. mpanas con su son al aire caban a más dicha. e, ahora que siguen los vencejos y las aguas ubes se cuelgan, está el hilo ue las ataba a tanta dicha? cuerpo sigue, y su presencia; los ojos, en la forma tocar aquello que al alcance estaba. tocar aquello que al alcance estaba. 8 LA ESPERA rto con la ventana en flor. amados oledad, con anchos caminos escapar, nos invitaba ejábamos en busca a pretendida n. ¡Había tantas as, puertas, avenidas…! o todo era, y los pies ansias stas, incansables. ¿Por qué vuelven continuamente a suscitarse as ocasiones? Déjame tranquilo mi soledad sin avenidas. ue el agua sin más su son repita. quiero. Dejar los ojos a cuanto entregárseles. No ir a las cosas; as penetrar hasta lo hondo, e quietas en lo hondo. Esperar. hora lo suyo. Esperar es misterio, isterio uncido va a la espera. re está algo por venir. esperanza, cosa de otros dioses. era, que es vivir mientras se muere. 9 CALMA Y ESPERA[122] o de mí estás, pueblo mío, omo sobre los cerros en que te asientas, van tus calles pinas hacia los siglos ndidas hacia la vega trae la labor y el pan de cada día. o de mí suenan repiques de campanas, o la vista y tendida, extendida estás, a al solano, edificada sobre el yeso. es sonaban, iosas tenerías, os y aguas corredoras, trales y hortelanos, ores con el trajín y el afán, o lento de la yunta y la rueda paron un día. z propia los amaneceres nuda enterneciendo la sierra vuelve con las primeras sombras ueños de tus viejas piedras recuerdos de tus romances. amados, polvo de mis gentes, ascuas a mis días, scoldo cuando atardece. Calma y espera a bastante tranquilo nsaría. Si la cancela al cerrarse undo de la fuente se entregara, el ansia a nosotros por las tardes, as que se abrían inmensamente elancolía nos sumergían, que a la azucena la tiene en sus mañanas ego del rastrojo tiene al viento. ga, ahora entregada a las calores o, se silencia. Girasoles nan lentamente obedecidos or que les urge. Todo pasa mente. Descansa el campo bajo invernal. Año tras año smos y distintos, al misterioso llamando la naturaleza. ismos y distintos adelfares, do susurrosos de colores mblas agostadas. Todo calma y espera. estamos hechos. Y la llamada te. Se nos pierde esquina la sombra, la figura, ma, el mismo acezar. Ella? o lo nuestro estuvo siempre, da en el brillar de los ojos sivos, en la huida a las colinas, los helechos s, la entrega a la hermosura. ezales erguidos ocultaban ega y la hermosura. n dentro susurra. Alguien presente n dentro susurra. Alguien presente lgo que túneles abre res al misterio. Ya nadie espera. ente y las estrellas asomando n a dejar sola la noche estra soledad la desconsuelan. Algunas veces o se tiene la palabra dentro se encarnan aire y significado, entro es hervir confuso, uelto temblor que bulle dentro, rescoldos que no rompen en llama, rotos cristales hirientes dentro, lo la palabra resuelve en libertad, s veces. dentro pide y pronunciarse. Una cadena y pronunciarse. Una cadena a y nos dispone así a la angustia ibertad. Uncidos vamos mpo, nuestra yunta, rtad y el tiempo uncidos. IV VOLANDO AL JAPÓN [123] 1 cen que estamos incomunicados e ocurre qué quieren significar con eso, o resuena la soledad dentro algo que le responde. un vacío resonante por dentro, derse por dentro; á oscuro en sentido lo oscuro o la luz, cosa, sía debe de ser así, onar en lo interior, buceo que cuando se traduce en palabras el milagro ultiplican el pan y los peces, algo por dentro. 2 ta a uno la hermosura del campo, or ejemplo, con unos rompientes es y sombras por los olivares, a luz que se colaba de pronto entre las nubes ba el mundo. s se paseaba por la tarde eía que Dios andaba por la tarde nido en ella, ándola y oscureciéndola. unas flores, muy pocas, en los albaricoqueros ego de sombras y luces. á bien solo, se camina por dentro, e uno del brazo y se habla as cosas como con la gente. s dejan decirnos. leza anda suelta, desnuda y descalza. imos anda, ven, y no viene. O viene. V EL BREZO Y LAS SOMBRAS [124] 1 a ciudad tranquila, donde el viento mor de las olas y las[125] gaviotas nea del horizonte y las colinas os días tan hermosos e inesperados), samiento como un ave, y los sentidos visos de cerros que, lejanos, aran países de esperanza. o hay mucho tiempo, porque el día re tan aprisa como hermoso, e es dulce temer que esto se acabe entir el peso del latido. entir el peso del latido. l amor es fuerte y sigue siempre, peranza dulce y sube siempre, e no estar aquí ni en parte alguna dición del hombre, carne propia. 2 eis de setiembre, una tormenta tras nosotros en Escocia rreteras estrechas, bordeando bellísimos que las lluvias ban como cabellos del cielo. por Escocia con la lluvia, por la vida, rodeados mosuras no vistas, con el alma las y sin tiempo, cuando nada e hacer al llegar, sino decir: tras la hermosura, sin lograrla. unos cuantos hombres venidos mas de árboles distintos diciendo cada día a las ocho morning, mientras echan o de café sobre su taza. morning para cada uno significa sa distinta, aunque pretendan escribe lo mismo. ir es morir, si alguien no espera abra, y la entiende y la hace suya. paloma aunque vuele, es puro aire mado en amor por unos labios. 3 no es otra cosa que un discurso, ición de sombras incesantes perplejidades por minuto, nuras de pronto, de congojas mpre, de esperanzas de nunca, or que se nos va, una pena nos viene. 4 onto, una bandada por la noche s que habitaron estas ramas ornado rauda, y he vivido rias de otro tiempo, en estas nubes. rde de agosto en que batía, checido, el mar de las rocas, fuimos s murallas. imos después campos y pueblos, con lo encontrado de nosotros, s de helecho y brezo y hermosura, donde los cielos se asomaban, ndo como amor. 5 a el agua fresca del arroyo eranos se quedaban en lo hondo vega, y arriba, por la sierra, airecillos venían ntos olores, cuyos nombres a nos refrescan el alma. a, inevitablemente, ente, indiferentemente, o es sólo niebla en la memoria, ra la araña del recuerdo, a por un hilo que se afina diablemente. 6 abes tú de lo que te viene, nde te viene, por qué te viene? abes tú de esta voz que sientes, a luz que no ves, de este camino ntro, de estos pasos por dentro? n te llama? co que tienes es la pregunta. ué me tienen aquí? ¿Para qué sirve hispilla de alegría que se enciende, omo de esperanza que no sigue, amino que se acorta y no sigue? co que puedes es preguntar, r de nuevo tus perplejidades. rar a que alguien conteste tu pregunta? 7 de comienza a alargarse, y el camino rde un tanto en la noche, y nuestro paso na indeciso y busca. Espera. violeta no ha venido, y la hermosura lga de tantas cosas que decirte, ocecilla por dentro sigue diciendo: Espera. mpo de liar los bártulos. No llames. Nadie. mbras que se fueron continúan u voz se pierde a veces, y su consuelo rca más despacio que solía. En el bosque uchas señales de silencio. Las muchachas más hermosamente. Los deseos, muchachas cansadas, reposan. Y ella e hablando interiormente. Espera. VI OSCURIDAD ADENTRO 1 OSCURIDAD ADENTRO A José Luis L. Aranguren[126] labras tienen sentido enen sentido. í, como el reflujo de algo teriormente y vuelve a llamar, ncia y queda en silencio. ela no tiene más que nombre, fundidad no se ve a sí misma, or no cesa, y excava, lgaza la esperanza por la que vivimos. no toques más, deja. azón teme mucho; stros de los hombres cada vez an más largos caminos dolientes, y recorrerlos ar por la decepción y la angustia. lo que te quiero decir te quiero decir. o caso temo no tener tengo. no saber sé. no morir ciente, o morir ciente, o morir iado. o caso las formas prestarse al engaño, ansar no viene mal largo camino. o caso al andar que quedan atrás cosas otras cosas se presentan delante blar parece que los mundos de nuestra boca 127] las pompas las pincha un niño distraído. es lo que quiero decir, avas en la esperanza y murmuras, fin ves la hermosura clamada, fin ves la hermosura clamada, es carne de esta esperanza, a de este aliento, sura de esta esperanza, rmano, hermano!, deja que vayamos juntos. a decepción y la esperanza, a hermosura y la realidad, a carne y el deseo, a hoja y la tierra, l aire de la hermosura y la esperanza orceles del corazón ludes del corazón, corazón abajo, ándolo todo, l recuerdo y sus testimonios, a donde se sentaba, las dulces prendas que sabes, l vivir y el no vivir misma muerte, pero el hombre bién decepción. do que los hombres el hacha pero no el árbol, la mano pero no el fruto, or pero no la gloria, ar pero no el llegar, comienzo, ni el fin, escanso, ni la nada. l empujón y el aire el fruto y el temor y la gloria. ir demasiado lejos o no acabo de empezar a moverme. entrar aquí dentro o de aquí dentro no he comenzado a salir. o manejar estas herramientas o manejar estas herramientas o no me dieron herramientas ningunas. cen que haga esto o aquello, nte el arroyo o la tarde, ga primavera o mejilla o temblor, ra los ojos y contemple, s cierre y vuelva a contemplar, e eche al mundo y sus regocijos, encuentro de lo que dicen ue un humo en las manos, ro de lo que dicen as suena sin parar un eco, as tiembla sin temblar la rama, as espera sin esperanza el temblor. go: Vámonos de todo esto, y me voy vamente, adiós, me voy, de ansias lejos, de temores lejos, de ausencias lejos ecir por fin y cerrar los ojos los ojos y encontrar hay miles ias, ni de temores, ni de números estoy donde estaba, i esto se mueve, como dicen go se mueve. es digo: Ya está, que quiero significar sosiego, n su sitio todo, el rumor nte de la hoja, la hoja nte del aire, el arroyo pendiente, el cantar labio, la alegría agua, la ternura carne, la esperanza cielo, la hermosura alma, la limpieza s lustres, la libertad s comienzos. o la vista, y nada me vuelvo a decir: ce un momento estaba tenía que estar, y lo llamaba espondía lo que me tenía que responder, aba lo que tenía que cantar!; do iba a decirle una palabra que inventar porque no la encontraba; o tuve a punto la palabra una cierva en un arroyo, saltado como una cierva de mi vista; saltado como una cierva de mi vista; quiera me quedé solo para poder decir recordaba, porque seguía allí ho mismo, pero de otra manera, y dolía una espina secreta que no se puede sacar, un remordimiento que se mete corazón adentro, ve de nosotros y es nuestro dolor mismo. 2 SALMO[128] é no has de sangrar, piedra? es ya de que sangres, piedra. es de que te arranques los varios aparejos que te ocultan ñes la sangre de la piedra. tre crecidas tumbas y desiguales apariciones, ote enterrar y arrebatar los dones que se te dieron. as por rescate tu respeto ías por monedas de menosprecio, mosura a los traficantes de las esquinas z que te fue dada a sus ventoleras. es ya de que entregues, nte de la noche, la luz a quien sepa llevarla. uánto amor has dejado en las piedras. canto ni agua vendrán a tus labios. enciendes la verdad, quieres que la tiniebla no se alargue? e los huesos y dile al pájaro elva a tus labios y cante. nto no hay silencio donde crecer. mblo, y le digo a la encina florecida: ónde sacas la esperanza? queda la alegría entre los cambrones mpasión no crece como debiera iedad usa mi corazón para derramarse. do de mí por los caminos, bitación para el decoro, ¿qué ángel á este aire para su vuelo? cardo para crecer, a compasión para las raíces aire aparecen señales ella a la que sólo una vez se conoce? ersidad de escarchas es grande mantos de la noche cobertores de miedos antiguos. usa lenguas diferentes, y lo que late silencios varios. pájaro canta sobre la rama eterna, o que las violetas no asoman, un hueco en o que las violetas no asoman, un hueco en el aire advierte su ausencia quedamos en el jardín esperando. mpo de la consumación se presenta bajo especies diversas amada pide al corazón que se entregue. o a los locos pájaros de la noche; citud turba los caminos de mi sueño, batada vuelta al calor no tiene límites rontitud con que los fantasmas nos cercan da forma de perversión, y su deslizamiento la conciencia nos deja sin contemplaciones. contemplación no hay soledad que nos salve. mbres claman. Los nombres de la piedra y la esperanza vo se aúnan para consumar una continuación que el pájaro se pregunta: ué? Si lo único es el canto y no suena, uelo está en el aire y no se advierte, uma de la tristeza es piedra, y piedra el canto. o lo que se llama esperanza ponde a las posibilidades de la piedra mbre de la misericordia se reserva para la piedra proximaciones de la paz se rodean de murallas. entre tantos pájaros como presiente la primavera. ónde vienes? ¿Por dónde pasas y penetras? nes en los entresijos de tu dulzura bil para los oficios que me corresponden, que me desates y me entregues a tus ministerios. terio, al que me unes y en el que me acoges, entro de mí que las posibilidades de la piedra ernura y la extensión de la paz y las profundidades misericordia, unidos a tanta hermosura crece en el monte y se lleva el río, países olvidados sino ofrecidos. or adopta a veces forma de rescoldo; soplo de la noche nos enciende, nde en su tristeza. Desde el principio encio su ministerio y transcurrió por el misterio r señales de revelación más que cuando maron ciertos pájaros, cos que en el mundo ha habido, usieron de manifiesto con su canto. arena lo que me pesa en las manos falta de esperanza. hesas de la misericordia no agostan sus pastos. innumerablemente la misericordia en las dehesas del mundo enta la esperanza la mina secreta de la seguridad. e sabe y espera. El corazón está como un latido disposición continua clama por el postigo el pájaro hallará su huida a la luz. alo. Tú no sabes nada. o más te tocan en el hombro. ue esperas no está, de que te hablan no la entiendes, que llamas no responde, de que la tierra no olvida, de que la voz es cierta. tima que te cierres. gría tiene ser de hierba oculta y crece oculta y crece uvia está ligada a la esperanza. dra existe. que no entiendes lo llamas pena que te sacude lo llamas dolor abes nada de sementera, l modos de escuchar, de decir. z tiene una palabra uena si no está transida por el misterio. a bruma estás, más querida entre la bruma. o al cabo de la separación retornar entre la bruma me una palabra que habías hace cuánto, dónde, ue has dicho pensando ue has dicho pensando ahora y aquí iba a oírte[129] rder un ápice de su dulzura, dome, como el viento a la primavera, l señales de tu ternura antigua, a mirada donde yo veía los cielos más azules ricia de una mano donde yo compendiaba la delicia de , cuando la luz comienza a caer mino se entrevera de melancolía, penetran y nos abren los entresijos ces del querer que no muere, as del recuerdo que abren el surco a la esperanza, ájaros llenan el aire de una canción mos esperado toda la vida ahora, a la postre, suena como nunca y nos calienta! 3 DIOS DE LO ALTO e lo alto, hermoso, nsaciable, da puerta, da noche, da latido, cariciada cadera, noche, speranza que no muere, esperanza en que reclinarse. e la inmensidad circundante, rseguidor latido, ida esperanza, cara seguida, nudez imposible, rer total. acá y más allá, mi duro Dios, entro latido, mundo terror, carencia a dulcísima, do de los días primaverales, riberas preciosas cha que nos esperaba, gíamos con el corazón en la boca, o en el temblor, o en el temblor, en los ojos, cia en la nube. llí más oscuro, or nocturno… 4 osas que me aburren: párragos y las fábricas, uniones y la política, o donde el hombre aparece y no se encuentra. ternecen la libertad y la tierra recién arada, ada y la tierra, entera y la tierra, ón y la tierra, osa en su sazón y en su sitio. la suerte de tener labranza y amigos, abiertos, es decir, familia, de los míos, es decir, pasado. , pues, que dejarse de historias que se venden, scaras que se compran, rias no del corazón, oros sin cotización celestial[130], e vivir sea equivocarse oesía oficio de tartamudos, se encuentran a veces y en la oscuridad es de buena voluntad scan a Dios entre las sombras[131] perplejidad lo encuentran, temblor, la luz, peranza de un refrigerio orillas suyas, agua suya para más sed, agua suya para más sed, a sin tasa, o deseado y aliviado. 5 he está preciosa. na luna rielando sobre el ala del avión o nubes como algodoncillos de Dios ro unos recuerdos y esperanzas como nubes, como algodoncillos, el mar y la vida los recuerdos flotando. las nubes, entre lo oscuro y lo inmenso, cecita roja intermitente recuerda. quedan la libertad y sus consecuencias, ncipalidades y sus concomitancias, nuras y sus sucesos. en la solemnidad de la noche, donde reina lo oscuro, la desnudez no resplandece, cecita que se enciende advierte el mundo todo es vano y para siempre; el reino de la esperanza el temor tiene su lugar, iste una correspondencia con los dones más distantes concomitancia con las suciedades más resplandecientes. en el mundo es vano, y no valen plandor y sus consecuencias, eso y sus concomitancias, mplicidad y sus compensaciones, uridad y sus adormecimientos. dio del torbellino, sólo hace falta o de soledad para que se haga visible, o de pena para que luzca, ura a la que sube cualquier avión moderno para que proclame da vale en el mundo más que ese poco de temblor bre la compasión se levanta, ue esa dulzura que sube o la carne se hace puente hacia la plenitud, o Dios se refleja en la pupila del niño, o se abre la rosa y se advierte su huella. la inmensidad de la noche y su ámbito, que vemos a treinta y tantos mil pies de altura, lentes a los metros que nadie sabe, lentes a los metros que nadie sabe, rción de corazones, no tras su latido, poeta nacido en una ciudad del Sur, abar nunca de salir de ella y los años primeros, rdió su oficio, o no supo encontrarlo, eyó oír[132] la voz lejana uedó con la palabra a medio balbucir muo nomore a quien se le uio la paiaora y le rano su vuero, o de Dios siempre en la esperanza, do entre las varias razones que a una cierta edad nos acechan, ado sobre un espejo y perplejo, oroso hacia una luz que apenas se le alcanza, labra entreoída y sin posible enunciación, or en cuya creación se gasta la vida, nto gastado en busca de la verdad, de la luz, ndicación al país de la ventura, giones donde continúa el amanecer ediodía se resuelve en aurora, elador encendimiento, usada senda donde el pie no cesa en la ventura, azón en un latido que se confunde con la belleza, da en la noche dura y dulce, ternura como un can y una cierva erba como la carne perderse, selva por la que irse, o el aliento y la dicha. o el aliento y la dicha. nzada la imagen soñada, la perfección y la libertad. mío, aquí, ahora que me llevas, ala de todo, de la nada, linde de terror, anunciación y consolación, ia y perplejidad, ta de luz y querida venilla, ara más sed, de hermosuras, e mi libertad, que me la cercas, e mi esperanza, que me la enterneces, e mi terror, con el que me muerdes, e mi remordimiento, con el que me amas, e mis hijos, en que te miras, el latido de mi corazón, por el que te el latido de mi corazón, por el que te pronuncias. 6 roto las nubes, y abajo na seca, arrugada y pobre masa de tierras erizadas hondos vallecillos huyen de la aridez de los altos divinan veredas de cabras, o de muchas gentes, muchos años, que usan esta lengua, chos corazones latidos por sangre como ésta. ejanía se pierde la pobre tierra erizada e la altura se vislumbra río difícil que empuja sus aguas, montoncillo de agrupados tejados a sus veras s quebradas con las distintas coyunturas, leando cereales y, erguidas, que se acerca el tiempo de la trilla, ecidas ya las primaverales siembras. de esta sangre y esta palabra da por mi corazón por todas partes, da expresión terrenal donde circula nostalgia y hermosura nrosa servidumbre de la humana grandeza, ino hacia la semejanza para la que se nos designó en un principio. ble y extraña, y fecunda, y entregada, de trashumancias en busca de la hierba, de pan candeal, de la granada y la aceituna: antarte se me ha dado esta palabra que te expresa, nguaje que resuena como un río empujado a la altura. XIII RAYO SIN LLAMA [1993][133] Piafa escarbando, gozoso de su fuerza, y se lanza al encuentro de las armas; no se asusta, se ríe del miedo, no se vuelve ante la espalda, sobre él vibra la aljaba, la llama de la lanza y de la jabalina; JOB, 39, 21-23 Tan repentinamente suelto y libre. F. DE ALDANA The wild, the free, like waves that follow o 'er the sea, came thundering on. BYRON I o decir caballo, pujan olas blancas, se empujan? rines, digo y corren, os crines olas con espumas, ando. , espinas lamen ijares s haciendo surcos sin arado, lamen los ijares espigas, ndo. e amor, enardecidos curvado el seno de la loma, os extendidos. me amanecer. uelve, vuelve rno del molino y la oveja, n la ola y el galope, nto en la sien, ndo nunca en las lomas, a en el galope rriba, gozaba allo loma arriba. es galopar, mientras el viento. oso como nada, como nadie, e lo veloz, no, lejos espuelas, s, baticolas, crines y viento, mosura. ar es morir mientras se vive. sombra, polvareda siguiente. miso, ura y arrebato. tonces la gloria. maba con nombre de éxtasis maba y venía a la mano uedaba. que no vuelve ando. luz y la nube luz y la nube ando, uego y el hierro, ando. II el ojo y el ollar fuego, ollar el campo entero, ndo, mpo tan tendido, a, vibra, se encarama, ada la cañada al galope, el campo entero a viento y el relincho al viento. sabe de éxtasis, de irse, es ser viento sobre el viento, en la muerte de la huida. que no haya galopado al viento. l aire enardecida cola, upedantem, que no haya sido acariciado ventura del galope po tendido, er en la dicha de la huida. o al hombre siempre, y escudo, za y transporte, y vestido era. elincho su palabra, ador de muerte o vida. siempre a tu lado averna, la yegua maternal, edó su huella, a viviste, leche y sangre. óse el arco. e de morir para dar vida. III a está la Historia por tus cascos, mo de los tiempos, tu galope. era si no fuera aquel milagro lo casco, aquella que dijo el poeta, ia golpeante y reluciente, do a Félix Randall, Herrador, n bien conocía su oficio. asteis el Bering, contra los hielos galopando, s infinitas aguardaban o galopar, para él se hicieron, o galopar, para él se hicieron, das a vuestro galopar s se extendían, ansiosas mor de vuestros cascos erida batiente. s infinitas, hierro y fuego, crujir de sillas, las estepas aban ante ellos, las empujaban chos, los relinchos. Seguían ían las estepas, ¿hasta dónde ombre era infinito, nfinito se llamaba estepa? el turbión de vuestro galope, e, el alarido. in fin, empujada sin fin estros pechos. anchas praderas que os dieron vida, guiros ahora. Mudas quedaron. tino tiene quiebros extraños, os del destino, siglos, siglos, ndo vuestro retorno las praderas. cidente volviendo, fue su ruta ; sus jinetes, navios de Tartesos, arlas de nuevo y prestarle a Gary Cooper. e ellos, Morcillo se llamaba, o hicieron los indios. Dios lo adoraban. IV is, trece y pico siglos antes de Cristo, ro Picador de Sepululiamas, e los Hititas, en cuneiforme y barro ió cuanto de pienso y prado, ba y almohaza, go y caricia cada día. ita, Maestro Picador, s pocas tabletas lo dejó escrito quien bien lo sabía: xto día bañarlo cinco veces, mañana, a mediodía o pastar, o una vez más cuando la tarde”. is el primero, cuantos fueron os en el arte ma y trato, pienso y mano, Don Juan Valero, también Maestro Picador, s sacaba mañanas de verano, o niños, a enseñarnos lo mismo, nos siglos después: boca del animal tra mano, está el secreto”, vecientos veinte de Cristo. V mos corcel, tu cuello arco sparas huyendo, ar ¿tras qué corcel? ste ser en la belleza, de la belleza de tus formas. orados de tus formas cuantos dad de amor tuvieron lleza de las formas vuestras moverse, en el reposo, miento hecho gracia, hecho a el ser. ¿Dónde sin vosotros, de la caverna, seda, mármol o bronce, a, poesía, hallaron , cincel, palabra, nota, tino cabal, mano, ejercicio esión en que plasmarse, n vuestras formas de belleza? e corcel el nombre, que es criatura el aire? ¿Ni dónde lianza de lo que vuela y queda? e sin vosotros los maestros cavernas, los ignorados y nombrados, dias, los Uccellos, los Leonardos, Don Diego Majestades, Stubbs pastando prados del siglo dieciocho? Entre los ojos, los tesoros del mundo. EL CORÁN Volarás sin alas, vencerás sin espada. EL CORÁN Death on a pale horse W. BLAKE ¿Dónde rayo sin llama? CALDERÓN XIV OBJETOS PERDIDOS [1997][134] I que me has perdido las gafas, é no me las encuentras?[135] so la vida buscándomelas empre perdiéndomelas. s traído al mundo para esto, asarme la vida buscando unas gafas tán siempre perdiéndoseme? ue aparezca este tonto tá siempre perdiendo sus gafas, e tú eres, Señor, el que me las pierde[136] aces ir por la vida a trompicones, das unos ojos y nos pierdes las gafas, amos por el mundo con unas gafas s pierdes y unos ojos que nos das, trompicones, buscando unas gafas s pierdes y unos ojos que no nos sirven. emos, Señor, no vemos, mos, Señor. II como ésta me pasan muchas cosas, o por algo al cuarto y se me olvida ue vuelvo al cuarto, y me quedo pensando, habré venido al cuarto, Dios mío. cosas como me estoy dejando que no encuentro, vo al cuarto y no las encuentro, vo buscando algo que está allí ncuentro, perdiendo y no encontrando, ontrándome. Dónde andas? bas que tenías que hacer esto y lo otro, ro y lo de más allá. De más allá? s allá, hay más allá? me pregunto. esponde un silencio y colijo jo, colijes, colijamos, colijen—, ectivamente hay más allá, [137] —ay, este porqué!— ubiera más allá no habría silencio. colijo, colijamos, el silencio más allá por el que me pregunto. III se pierde dentro, todo queda. r, quedar? El verso aquel por dentro. Era de Yeats? ena a Yeats, pero no era. os jardines, donde los sauces.” n mimbreras? Apuros del traductor. s? Mimbreras? Pero lo que busco cosa, un verso perdido dentro. o tengo ya. Era? Acababa? of my heart acababa. De pronto: ronging your image that blossoms a rose in the deep of my heart[138]. IV que tantas cosas están perdiéndoseme, que tantas cosas están olvidándoseme, que tantas cosas aparecen en rincones perdidos, uelo olvidado, la flor aquella, r, el nombre de este rostro. El nombre? os, dónde está el nombre? mbre, el nombre. Tiene barba y mujer. bla cariñosamente, pero sin nombre. o que es el mismo, con barba y sin nombre, rada dulce y sin ponerle nombre. lo no es que se nos pierdan, ue no sabemos dónde se nos pierden objetos perdidos como se nos pierden; ntón de objetos perdidos es la vida. memoria trabajando en lo oscuro, ndo incesante, escarbando en lo oscuro, malillo escarbando por dentro, ndo por dentro. Y nada, nada. irada dulce con barba y sin nombre. fin y de pronto: se llama “Montaña”. V A Cecilia y Pepa[139] tanto buscar las llaves tán siempre perdiéndoseme? a, Pepa, mis llaves, las habéis visto? ara qué guardar unas llaves voy a encontrar y que cuando las encuentre, n mis llaves, no guardan nada dentro, expresiones, “con tanto como te he querido”. de aquello poco, nada queda, un tonto escribiendo esto poco, , para qué? De un armario cuyas llaves uentro, como un tonto escribiendo. VI A Carmen vor, mándamelo, me dijo. fue? Me la encontré en la calle. por Dios, dame su nombre mandarle el libro, no me gusta que sí, que sí, que se lo mando uego resulte que no, que no, ha llegado. Pero dame, su nombre y la ocasión. la calle y ayer. Antesdeayer? s otra cuestión porque los días, [140] winged Charriot hurrying near[140]; pierden que no hay manera marlos por su nombre. Aguarda, la calle y ayer. Era morena a. Dios misericordioso, dame mbre, sin el nombre nadie es nada. ? Nada? Y no podré mandarle o. Y eso que era morena y guapa. encontré en la calle. Estoy seguro. VII que lo pienso bien me pasa es lo que no me pasa. s lo que me pasa, Dios mío? o me pasa nada. Por eso edo así, sin hacer nada. lo que haces, o lo que dices o dices, sin hacer nada? no hacerse nada? Sería o que tú haces, Dios mío? y nada. Es eso todo? VIII s lo que se me ha perdido, e algo indudablemente se me ha perdido o encuentro, buscando siempre erdido (o seré yo el perdido?) fas? Las llaves? Las gentes? mbres de las gentes o sus caras? arbas o sin barbas? Como ahora gentes las llevan y no saben[141] nombre a las barbas que llevan. algo se me ha perdido y no sé qué es ese algo. s algo. Algo? O resulta go y nada es lo mismo en este caso, ir, nada, y yo he hecho el tonto de siempre ca de nada sin saberlo. IX es otra cuestión: saberlo o no saberlo. que ando tras tantas cosas que no encuentro, do, como decía, perdona que me repita, decía, desgraciado el que no se repite, do a trompicones, buscando y repitiéndome, pierdo el hilo, y vuelvo al principio, o o no saberlo; espera un poco, uestión, cuestiones todo. Déjame ar un poco, un algo, un nada. X tocó al paraguas. que te lo lleves, por si acaso, ue si sí, que si no, de todos modos estorba un paraguas por si llueve. vor, señorita, soy señora, vor, alguien ha visto, olvidado aguas en estas mesas? Eso dad lo sabe. Quién es Seguridad? ho Seguridad, Seguridad he dicho. se encuentra? En cualquier parte, e Seguridad está por todas partes. sco un paraguas simplemente ta mañana se me escapó. un paraguas escaparse y perderse utobuses, entre corazones?[142] ne, pero ese verso es mío y lo tenía n perdido no sé dónde. los días andaba sin paraguas, utobuses, entre corazones, e lo que llueve en Inglaterra, a irse cantando so la lluvia, utobuses, entre corazones. XI que ayer tarde en este mismo banco dejé. Está seguro? Dice en este banco? uve en este banco. Cómo era? o me lo dejé. Tarde me di[143] cuenta go me faltaba. Volví otra vez al banco. dejé algo olvidado aquí? Usted delira. sten bancos ni parques para nes olvidados. Sí una sección bjetos perdidos. Allí tal vez, quizá, encontrarlo. XII or es que pase lo que me pasa ahora , que tenía un poema a punto y se me ha ido. traspapelado en mis papeles, el desastre que soy. o es que yo estaba tan contento con mi poema. ocurrió, como se ocurren estas cosas, así, de pronto, cualquier hora en busca tuya como siempre, ronto un remusguillo y allí estaba el poema. uego, al ponerme a escribirlo ya no estaba, pelado sin duda en la memoria, perdido en la memoria. estoy, tratando de inventarlo malamente. XIII puede dejarse el alma, dónde? dejarse el alma si no hay dónde. lugar de un momento cualquiera vamos caminando; en un verso guardada; lquier tarde de éstas caminando; tal vez mirada que nos mira; lquier labio, en una calle cualquiera lquier parte, sin saberlo. XIV a de las cosas que decimos ber muy bien lo que decimos, perder el tiempo. No es tan sencillo. pronto habría que hallar la alacena guardarlo y cerciorarnos gue. No está claro eso el tiempo se pierde, ni dónde e pierde el tiempo. Se pierde o la noche? Dónde se pierde mpo que dicen que se pierde? tanto tiempo perdiendo el tiempo, ber cómo lo pierdo, ni dónde no sea en tu regazo. Me gustaría rlo para necesidades urgentes, ésta de tu regazo donde para siempre y nunca el tiempo cen que se pierde. XV jes que me pierda, Señor, que soy ue todo lo va perdiendo, pero esto tan bien conoces, la tua volontate ra pace[144], no me dejes perderla porque muero. que antes con llamar hallaba. car la campanilla y pronunciar abra que era bastante para entrar. allí siempre y a la espera. s otra de las cosas que no encuentro. dó para siempre en la casa ave perdí. O era sólo palabra ave está dentro? ella no vivo, más bien muero. la tua volontate palabra sólo? XVI tocó al audífono, una varias prótesis, dejado u olvidado, que me hubiera gustado no perderme los sabios dijeron. Eran varios uno decía lo que decía. perdiéndomelo por el maldito audífono do, que debía ser mucho, todo, y yo perdiéndomelo, por culpa vidado audífono, lo que decían los sabios. XVII alabras que se unen y crean. ón siempre es fecunda. Quien las tenga spedes en el alma será salvo. as es perderlas. Viven dentro. mbres son Silencio y Soledad. uto la paz. A veces nuestra. XVIII re. No digas siempre, dices, dilo con un beso siempre para siempre. ando y perdiéndome ca siempre de ese siempre, ando llego ya se ha ido. quedo sin siempre para siempre. XIX á nunca, si me entiendes, nto vive en mí y es para nunca, r de que vivo y respiro y te deseo. todo, tú, nunca para siempre? r, Dios mío. Tú nunca para siempre. XX ? Puede ser dónde en todas partes o no ser dónde en parte alguna. o lo olvidé, no sé seguro dónde. ardín quizá, bajo el toronjo, rincón de los celindos? a ando loco buscando el dónde, sentarme y descansar un poco, co aquel del corazón perdido. usco y lo busco sin hallarlo. quizá dentro y en lo oscuro. XXI , siempre, cuándo, cómo, bios que son alas, que son vida speranza. En un lugar cualquiera, e jardín mismo. En lo eterno de un beso, ra cualquiera, noche y día. mo, dejárselo al momento: os que sea nunca y es mi pena. XXII eso. Qué es eso que no es eso? parado a pensar? s eso de pararse ar? (Las cosas a que la lengua obliga). e cuántas cosas se sueltan y se encierran ir sólo eso. Eso puede ser uno mismo, ás más bien ése o éste, o aquél, o el tá escribiendo esto o eso, o lo de más allá. evo y siempre lo de más allá. Eso, lo de más allá? XXXIII ez más, Señor, me condenas perdiéndome as; una vez más me pones en trance dición y pecado. Por favor, devuélvemelas. Señor, que me las pierdas, es que me las escondes ejas sin ver. Es que nos quieres ciegos? Que no veamos or que nos rodea, tantas cosas terribles hay que ver cada día? Es una muestra de tu misericordia os sin ver? Por qué no te llevas ada, ese ave? De todo nos priva nuestra peración de ciegos, hasta de ese olor zmín vespertino, de la escapada de puntillas arde, de aquellos que tú bien sabes mbre, porque tú eres su invención, usiste nombre, amor, ando las veinticuatro horas del morir de cada día r, hasta donde lleguen los hastas, que un toque en el hombro y una voz diga: usques más lo que tienes delante”. XXIV la cabeza. Dónde, cuándo, cómo? esto anuncio? “Cabeza perdida, no sabe ”. Por una tontería se pierde la cabeza. en cualquier parte donde el amor habite, antas cabezas perdidas. Hay cabeza se pierda si el amor anda cerca? ué sino para perderse está la cabeza?' o son inútiles identificaciones, ible generosa gratificación. jor es dejarla perdida, que se pierda. XXV OCASIONES PERDIDAS[145] 1 antos objetos perdidos, los hay sos, lo siguen siendo, ecuperables. Aquel encuentro nca fue. Tan a mano como lo tuve, rseguido luego, cualquier tarde lquier cuarto de cualquier colegio, ndo una cerveza en cualquier pub. idge en sus glorias, aunque no hubiera o la primavera, ni apuntado (o sí?) mer crocus todavía y el tiempo fuera al como suele, y Mrs. Thatchford era, oh el Reverend Cárter ja Joyce y John, su novio, que luego moró perdidamente en Málaga mujer, menos mal que fue a parar Bahamas. tuve a punto de encontrar, lquier lugar del Cambridge aquel, e lo impidió la habitual difidencia amigo Theo Redpath. r. (o Professor!) nstein, la persona que lo acompañaba día, en aquella calle de Cambridge? fessor Wittgenstein, no sabes? sta no fue la única n perdida para el encuentro, e años después, muchos años, en Cambridge, sino aquí drid, y en un libro, donde tienen re lugar los verdaderos encuentros, o que también puede ser una calle lleva en cualquier momento cubrimiento y la verdad, asión perdida y encontrada. su palabra encontré definitivamente o Professor? Wittgenstein. 2 as veces ahora[146] ne a la memoria ante perdido para siempre. plica tu palabra en el quicio? eguera o sordera o muerte n el aire la súplica iempre?[147] XXVI o sé escribir esto e no sé hacer otra cosa, rdido como siempre he andado, e no sé más que andar perdido, e no sé hacer otra cosa, entas, golpeando el muro, golpeando el muro llego a alguna parte, do el muro. No sé hacer otra cosa. os, por Dios, no sé decir otra cosa. Dios me enseña otra cosa, os. Que estás en los cielos. XXVII[148] ero no objetos, se pierden nunca, aunque se pierdan. n reapareciendo con nombre, Gabriel, Algie, emás sin nombre, no olvido, para siempre, en nosotros mismos, en ellos y con ellos vivimos. XV ENTRE OTROS OLVIDOS [2001][149] I CUESTIONES[150] 1 mañana amanecí con un poema abeza. O dónde estaba que a poco antarme estaba en el papel. dio alegría encontrármelo mo quien no quiere la cosa, ma alegría que a veces pasado, que es andar la tierra Chozas (de eso hace tiempo) ntrarme una piedra rara y un puntapié y resultar que era ha prehistórica, del paleolítico creo ía con frecuencia en aquella tierra). que el poema tuviera el valor hacha prehistórica, pero encontrarse ma una mañana cualquiera, taba allí, en la tierra, en el alma, al darle un punta con qué pie a… Estaba esperando mo que un hacha prehistórica: tapié. 2 odría ser la primera de Cuestiones[151], ue muchas veces pensamos libros que nos gustaría escribir, abemos, como siempre, lo que decimos, e ninguno de esos libros es verdadero xistirá nunca, porque el verdadero a toda la vida en lo hondo esperando cabará nunca de salir de[152] lo hondo. 3 HOMENAJE é me gustará tanto andar la tierra sentir la tierra tanto. andar, aunque sea torpeay Fray Luis![153], cómo me gusta r el verso y dividir adverbios, tan magistralhacías tú, tantas cosas te caían de las manos ntirlas, eso sí que es difícil, e si alguien ha sentido el verso ha caído de la mano sintiéndolo, do tú entre los pocos, Fray Luis. 4 cómo ahora estoy escribiendo, me gusta, lo que no había imaginado. s esto? reguerillo, rescoldo, las palabras, el otro día andaba pronunciando, por el solo gusto, o de sentirlas, sosiego, soledad; o de paladearlas en el alma, ra eso se hicieron. 5 mpes los sesos pensando ero o no la quiero; se quiere siempre, lo que pasa a veces querer es otra cosa lo que sabemos es otra cosa, e no sabemos nada, y ya es bastante er nada y seguir con la tarde mosa y andar la tierra arada cía, y cansarse un poquito. 6 ompañías perfectas, e no hablan y dicen cosas sin hablar, decimos y se entienden e no se hablen porque mano de la verdad. a en los labios, os que amé tanto. bios que tú sabes lvido. 7 ntillas ha entrado en mi alma ntirlo, ni si el alma tiene puertas, e he sentido pasos, y calor, ilencio que sucede. y silencio como el de la soledad, es tan fácil como se dice estar solo (pero eso es otra cosa, re todo es otra cosa). Pero vuelvo ledad que tan bien se lleva, e silencio que se hace oledad, y desvanece las compañías son soledad, y nos hace por dentro, sintiendo las resonancias encio en la soledad, las olas oledad en el silencio. 8 n me ha hablado[155] isla desierta y yo le he dicho: xiste una isla desierta? que en el mundo existen s islas desiertas, es decir, os rodeados de almas das partes que son las aguas, e desierto e isla son términos ibles, sobre todo si se piensa amor no tiene refugio ue en lo hondo de cada uno, lo que le dije cuando me dijo o de la isla desierta. abido que cada uno dentro su isla desierta do llegas a verla, no está, cuentras que la llevas contigo vayas, esa isla desierta mos cada uno de nosotros, da de nosotros por todas partes, nera que no hay manera de llegar. 9 ez vuelve vuestro pensamiento olas continuas y suaves resaca infinita, si de verdad existierais de las lindes del corazón. es la cuestión, mente vuestra existencia de las lindes del corazón. 10 re está lo inexpresable pugna con la palabra da inútilmente, de ola insistiendo rilla. Como quiera que es, es, lo dejamos acaso quedara mano alguna vez ano de sal eva oculto. 11 es inesperadafiel, otras rebelde, más precisa naz su ausencia. el verso que escondido en sus abismos, e sus abismos. 12 ndo pienso en la isla desierta uviera pensando en mí mismo, ndo me siento en una piedra en lo alto uviera pensando en mí mismo, ndo me visto, me desnudo o me afeito uviera pensando en mí mismo, uviera ahuyentando fantasmas mismo, chos fantasmas del yomismo y, desenterrara y me rayera e yomismo que soy, sería un hombre libre. 13 , seguir a qué? a dónde? y la palabra ormenta imos, seguimos. Y de pronto una cosa, sa, cómo se llama? no es memoria en este mundo tiene remedio, como no sea no del Espíritu ese Santo, lama, y lo imploramos, ancti Spiritu nsolación que sigue, rio dulcísimo, ed del alma. 14 na, adivinanza, que quizá o acabe (o empiece) quizá entonces nombre la vida ue sea tenga su nombre libertad de este yo mismo. 15 ará ése en medio del campo, iendo en medio del campo, parado su coche a puesto a escribir. ue a lo mejor soy yo, ejor trataba tar el sentimiento a tarde tan bella. se sabe, inútilmente. II CUÁNTO ABRIL [156] 1 oh cuánto abril yéndoseme manos, de los ojos[157], a luz de Abril, que tú tan bien te sabes, de la aprendiste? nde la sacas y me dejas temblando, mplando esta luz? é, Abril, no la guardas un poco, que podamos, o vienen los que sabes, por dentro, recernos? torna como sueles, como sabes, donos, diciéndose aquí me tienes, a nube rosa de la tarde e trae embobado en su hermosura. 2 o no era eso todo lo que escribir quería, uejarme de esta inanidad que me acompaña , cómo lo diría, lo digo, los años, los peligros ar a tientas como siempre andamos mando la pared, el suelo, el muro apoyarnos para seguir andando, e, a qué? Tú no lo sabes. mejor, mejor es no saberlo. 3 ras esperarlo de pronto, con lo gris y lo oscuro te me muestras, e sea veintitrés de ti mismo eras estar saltando, do al sol con tus colores, o que las nubes un momento un delantal de azul yo de calor nos temple el alma. 4 s invitaciones a quedarse, e fácilmente eso de quedarse so está todo lo que merece si no fuera por nuestros alcances, quizá lo retuviéramos. ndo tanta sed viene a los labios, a sola gota de la tuya bastaría. 5 es pienso, Abril, que algo te falta o veo que no ves lo que está a ojos vista, mí todavía me prende el alma ma me he dicho, por si acaso), ada, instante de fulgor que nos penetra, si fueras tú. 6 r dentro siempre, no porque sea del uno al treinta de tus días, orque luce mi abril aunque se nuble nubes mejor, cualquiera sabe, Rosa sin ropa muchas veces. os tápate, Rosa, erte mejor. 7 o yo querría que hoy a solas me dejaran s cosas, las cosas de José s manías, entretenerse con sus cosas, Rosa es tan bella como dice, la y tan fugaz, fugaz es nada, Abril anda ya con botas nuevas, leta en celindo, si el jaramago no estuviera s incontinencias es de amarillos, mando aquí estoy, tenedme en cuenta, Abril se olvidara, e Rosa y Abril son sólo uno[158]. 8 y Rosa se casaron[159] se sabe, un jueves a las cinco, o mismo. No llegaron ucenas a tiempo. lindos en punto. 9 urge a partir, Rosa, tan pronto, r cortado el verso igual que una sada dejada en el camino? 10 ya de abriles y de rosas, os a lo nuestro, tú que sabes nuestro es lo nuestro e deje de serlo por mucho mbiemos de piel y de sonrisa; es, quien tú sabes, do es uno y lo mismo, emás, y los demases. mpre Ése. 11 oh cuánto Abril, pero Abril cuándo? nto abril del alma entonces claro, l alma y de lo otro y lo demás! más? Qué es eso que el alma n vilo, eso, lo otro y lo de más allá? 12 DABLEMENTE el verso, n las hondas cavernas, atado viene con iluminaciones cen temblar las hondas nas del sentido, por supuesto de incoherencias, uras semejantes a infausta Grecia, itura, un camino que no lleva e alguna, sino al[160] gusto a letra siga letra, a a palabra, o mismo y eso otro y lo mismo esta sangre se entretiene do, como si fuera algo critura, y su decir para nadie, para nada. 13 nte fuera y tan contento, unca bastante es lo que basta, e queda eso que queda, y otra vez eso cuece cuando andas por el sueño e de pronto, déjame le digo, nada que tengo, que es bastante. 14 uría tu brevedad, fueras y morirías, ima y por siempre. a música? sas como son, como tú eres, Abril es Abril y no lo sabe. 15 nas este poco de agua fresca, s este algo si es que es algo, ste manar, este secreto, belde corazón latiendo. un beso o vivir que es todo uno to necesito para morir un poco. 16 llá? cá, cia y nombre, mpre entre nosotros, nca idos empre me acompañan; nto necesito para morir un algo siga esta sed sin la cual muero. 17 e lo invisible y lo impalpable en forma de tacto, con son y gozo, os inunda el alma y podemos respirar, e hacemos sin sentirlo, sin saberlo, lo hacemos todo, lo milagro. 18 edo desprenderme de vosotros, os amantes, dueños del alma mía, so (eso, eso, eso) que me queda, davía, al no tener otra ternura dé nombre, llamo con el nombre iene) de alma, algo ando me sacude, de pronto ber de dónde viene, on toda el alma. III OLVIDOS 1 é de nuevo este decirlo? chorro de vida le de pronto o al sinsentido. hacía que aguardaba, o de saltar alguna vez, ándose, aguardaba este novecientos para siempre. n años, sino vidas, dades lo que miden. 2 lvo los rescoldos, quedan as cenizas restos el hermoso crecimiento ncina en la linde tantas aves anidaron, anto oculto en vano su momento. Y ahora, iendo las cenizas, abios viene la palabra cendieron los tuyos. 3 as espero vuelven voraces los recuerdos ocasión del gozo cendimiento, y el rescoldo lta en la ceniza, leve, a a morir. Espera, l menos que me consuma o del recuerdo. 4 viene mayo, trae nados celindos, azahares s, enreda luces hojas recientes, deteniendo, desplegando , color, luz. u colmo faltan ios que lo enciendan. 5 más no digas que es vida rmosa que haya sido la primavera, ya llenado los cielos con una luz asemeja, hecho temblor mosura este campo cuando, terido y seco, se moría, leve, como nunca delicado, ndo a la resurrección. 6 n día: La infinita ión de tu cuerpo. Los poetas os a veces verdades cimos sin saber. 7 es me pregunto, o sobreviene tanta sura cualquier tarde de éstas e aprieta y deshace el corazón, no estás aquí, tan parte de la tarde mí, disuelto como estoy ermosura que me cerca. 8 go en lo que de mí queda con vida. Tantos galopes os en la llanura. Tantos s que estaban ahí que los despertaste a son corceles esperanzas de mi memoria. 9 Janeiro nao e mes para morrer[161] E. DE ANDRADE para morir? Cuando volví entró a chorros, a sentirme agua, calor, que tenía sitio ire, que acudía al lugar de tus sueños, blabas los míos con tus cielos. 10 briles te cunden, s primaveras te engalanan, ue el jazmín te cite sto. Entonces mirán las aguas lberca como a cosa suya, comodará el verde infinitas extensiones. 11 e me llevará nfín que a la menor[162] indicación millo o la rosa senta y es como si estuvieras ar. Y sé que es inútil, tarde para que traspase erta a cuyo umbral te espero. 12 n las hondas raíces del tiempo las plantas eternas del amor. s veces pasamos de largo y no vemos, somos a la queja del amor. os a un paso como si no estuviera ciéndose. Y está allí y pasamos go para siempre. 13 e cabe de vida en una mano rieta la tuya y te lleva. sabe lo que de pronto se te viene o resucita el pálpito. la mañana, andando por dentro, sas las prímulas, andaba por dentro mano, no iba solo y nadie apercibirse, cuando estalló mavera. No me dejes. Tengo azón a medio romper. 14 como cuando la casa se queda sola para nosotros. Qué repentina ación de sombras, seres, ecos, as, resonancias, tiempos que parecían os, presencias, invocaciones, ciones de invisibles criaturas, de formas recer, conocerse, sus pronunciaciones no del jazmín y su olor, de mano lquier pájaro y su canto, cualquier olor. Maravillosa plenitud nto ha llenado nuestro mundo a invasión de pronto, cuando a se queda sola y nosotros a solas, ella vagamos con nosotros. 15 esperanza de una lluvia llega. Ni pisar el otoño as hojas caídas, ni la a risa de la granada ndose, ni tu andar aquí dentro mente. 16 que la explosión de los nardos aña y hace temblar la noche olor, y los jazmines y dentro recrean las horas e ellas vivir quién sabe cuándo mo ni dónde, ni por qué. Y sin embargo por siempre volviendo estoy. 17 mo sea, en la luz mañana, en el primer vuelo lquier pájaro de los que ahora cruzan el cielo, o se levantan ierra. Ven como sea, ta hermosura de tarde esita para su eternidad. XVI LA VOZ QUE ME LLAMA [2004][163] ado a qué estoy sino a mí mismo. es, dulce amarra, me sostiene o o la caricia y es mi vida e se llame amarra y lo parezca. do con palabras siempre estoy ber dónde terminan por llevarme, do que son nada y en nada quedan que la verdad, que es suya, las pronuncie. me pasa muchas veces me quieto y en lo hondo, ondos de Dios que Dios se sabe, uerillo que apenas si se siente, ronto oír la voz llamando tra. O se pierde irremisibleo Dios sabe dónde vaya e no hay llave que se pierda abra perdida. Muchas veces, vueltas a estas cosas taban y no están y siguen, ves y las penas y algo siempre. me tienes llevado de esto es esto, en la música zart, sintiendo en el alma teraciones, sus invitaciones menos que morir. cosas sin decir, a punto abra, hierven por dentro voz que rompa se nos queda dentro ndo, por romper. que me gustaría me a la orilla de este pequeño río siquiera arroyo rumor interior que se produce ahora mismo ace decir cuánta hermosura lquier cosa que se mueve ber adónde. mita, insignificantes florecillas, anera de devolvernos evedad de un olor, nsignificancia de algo ugares, instantes, ano que te lleva, redor reluciente. al árbol de la nieve, o aquel, el patio, aquella sombra, o aquella todavía. preguntas qué es sentir [164] a: compadecer. Si me apuras, mplemente estar, porque estar vivir, y si me apuras ompadeciendo vivimos. más es jugar con el aire s es dado. bría decir las cosas que se tienen ber que se tienen. e no es otra cosa que compasión. a apenas se respira. andamos por este mundo ntándonos muchas veces lo que nos hace vivir es el aire, que respiramos si tal cosa, sino algo spiramos sin que el aire lo sepa. dad, que hay más que eso: isten clavos que se te clavan oscuro y destrozan era sentirse claro, oras golpeando duramente que llamabas Paz contestando oz que te preguntaba Quién?[165] sigue preguntando todavía uedes contestarlo porque a estas alturas abes, ni lo sabrás nunca. so en lo oscuro te dirá su secreto. as tanto, tratas de no replicar untas sin respuesta. a de temblor ala. Lo que es la ternura lo sabe, quizá alilla o de volar y llevarnos sólo ella sabe nos. as en que uno es éste y el otro, ne más remedio que dar suelta como lo llena y pide lengua lo que se dice ser. osa sería puro estallido ada, para todo, una mano que pide rar dónde encontrarse. La otra mano? es algo echamos de menos abemos dónde está ni cómo lo. Sentimos algo guramente eso, esaria compasión, de una mirada suelta, abra que se queda onunciar. mismo que éste muchos otros, xpresión de amor, me faltan nombres. o mucho de eso que por dentro siempre me ha tenido, no digamos os, los caballos del tiempo ién, tú mejor que yo lo sabes, es sentir, de manera que te quedas tú mismo. re espero que se abra la ventana, si abriéndose se abriera lgor completo, como si tana no lo[166] fuera sólo, uminación total xplosión de la esperanza evamos dentro y que por fin unda, la inundamos, mos de ser lo que somos para ser es y por siempre será dentro. se fueron de la estancia. a tarde, como suele este junio es lejanas de poniente colaban alma adentro aían, la lejana de siempre, nunca. O quizá no fuera isma sino yo el milagro stir sin latido. o, dejado, cuando queda o que te llevaste. Nada pudiste e. Lo que eras tú estaba en mí, dejado, llevado siempre que no hay lugar que no te encuentre. edes irte de este corazón tuyo y mío. u presencia ve huella. Se queda pasando, como sin estar, si siguiera estando sin estar, si no dejara de oprimir o, como si la mirada ra mirando. bes cómo te siento que me has dejado. sa siempre cuando as. Más honda das cuando te vas. nes lejanía posible. or que eres no sabe irse, siempre cuando se va, ndose. o una cosa sólo: e saques de mí rmosura que me rodea días de abril. me la ventana s tironazos de abril mpen mis cadenas acan a la libertad a hermosura. Dime lo mismo libertad mosura. oblación de resonancias, sencias, al quedarnos solos. esperadas compañías n al abrirse los silencios, nciones de amor re sonando. ne nombre. Tiene latido. o no hay manera de llamarlo a qué. Se parece atente eternidad. tar y tantos nuncas, siempres como nos trae mismo el tacto de la albahaca mediados de julio, nos salen uentro para decirnos: ese tú mismo que te estás sintiendo. s prodigioso es tu invento de cada día, enes este vacío que es vivir sin ti, contigo, n lo mismo latido y tu paso en mis adentros, hay soledad que tú no puebles, nera que eso que llamo mi soledad , como eres mi libertad. mor y todavía res estoy donde bien sabes pero. No pido. Sólo bes donde estoy. En ese vasto rio que sabes en que espero. dad que muchas veces me digo si ya pasó para mí la hora. ndo resta todo ay manera de que no estés, quiera que vayas ahora andando un paso fuera de mí, hay pasos tuyos fuera de este latido, edad sin ti. entre la invención y el sentimiento ber dónde el uno acaba y empieza el otro, todo es puro juego, sino algo duele o consuela, entre inventar y sentir a vida, sin sentirla. me con mi soledad, que me hace falta, e que me pueble de ella, que si quiere me me hable con su silencio, muda la soledad. Aquella que quien tanto ía la llamó sonora. La soledad no habla, e siente cuando nos lleva s caminos sin camino. ano es el decir y sin embargo a estoy sintiendo, la siento r. Es eso acaso, sonando dentro, ntir no dicho, la soledad sonora? o las anchas tardes starme contigo. o estarme contigo simplemente, es que estar contigo significa rse como no estando, sintiendo esos chorros de vida lo tuyo y llámalo quieras y déjalo estar, o contigo. ELEGÍA DE LA ALHAJUELA [167] ntón de escombros es lo que queda ella entrada, de aquella reguerilla corría el agua, eternamente el agua, capillita de mis lecturas al fondo. la entrada y no está y la estoy viendo der entrar aunque estemos viéndola endo el agua cantando, el agua correr. o puedo entrar en la estancia e la estancia no existe aunque la vea, uiera la reguerilla donde el agua eternamente, ahora corazón abajo, anados llegando al abrevadero, rga tropa de mugidos balidos cencerros do, dentro de mí, al abrevadero, iseñor en la breña, y el culantro ele todavía en el agua corriendo. ETEREIDAD[168] ueda uno con la esperanza do de su delgado hilo, as cosas colgando, as esperanzas deshaciéndose, nto temor oculto, ntos olvidos como caben nstante, tantos olvidos s y padecidos. mujer que llegó hoy con su misterio, etereidad, que lo hace posible, define y la sostiene ejado la casa llena de su misterio. GLOSARIO DEL MUNDO DEL CAMPO abubilla (del sup. lat. “upupella”, dim. de “upupa”): Pájaro coraciforme que tiene un penacho de plumas eréctiles sobre la cabeza, adelfa (del ár. and. “addífla” del el. “diflá”, y éste del gr. “dáphne”): Arbusto apocináceo de hojas lanceoladas coriáceas y flores grandes en racimos, de diversos colores. Baladre, laurel rosa, rosa francesa, ahijadera: Prado reservado a las ovejas que crían, alacena (del ár. and. “alhazána”): Pequeño armario empotrado en la pared, donde generalmente se guardan cosas de comer. Alhacena, alhanía, lacena. alazor (del ár. and. “al’asfúr”): Plantas compuestas cuyas flores, de color azafrán, se emplean para teñir de amarillo, y cuyas semillas se dan de comer a las aves. Azafrán bastardo, azafrán romí. albarillo (de “albar”): Variedad de albaricoques de carne muy blanca. albariza (de “albar”): Terreno de secano blanquecino, en una loma, albayalde (del ár. and. “albayád”, blancura): Blanco de plomo, alberca (del ár. and. “albírka”): Depósito artificial de agua, piscina, albero (del lat. “albarius”, de “albus”, blanco): Terreno albarizo; tierra amarillenta; paño para secar, alcacel (del ár. and. “alqasíl”): Cebada todavía verde, alcacer, alcaraván (del ár. and. “alkarawán”, el. “karawán” de or. persa): Ave caradriforme esteparia de plumaje pardo rayado de blanco. Árdea, dorniel. alforja (del ár. and. “alhúrg”): Tira de tela fuerte con las puntas dobladas de modo que forman dos bolsas, que llevan los campesinos colgada al hombro o se pone sobre las caballerías, para transportar cosas. algarrobo: Árbol leguminoso, propio de regiones marítimas templadas, de copa extendida y ramas bajas y que alcanza gran corpulencia, algodoncillo: Planta asclepiadácea de América, cuyas semillas tienen una borra parecida al algodón, alhelí (del ár. and. “alhayrí”): Planta crucifera de jardín, de hojas alargadas de color verde blanquecino y flores en espiga, de diversos colores y olor muy agradable. Viola, almiar (del lat. “metalis”, de “meta”, meda): Montón que se hace con la paja para guardarla, apretándola alrededor de un palo. Baraño, borguil, henazo, meda, montonera, nial, niara, niazo, almohaza (del ár. and. “almuhássa”): Instrumento formado por una plancha de hierro que lleva insertas unas sierrecillas, que se utiliza para limpiar a las caballerías. Rascadera, rasqueta. alondra (del lat. “alaudula”, dim. de “alauda”): Pájaro insectívoro, de 15 a 20 cm. de largo, de color pardo con un collar negro, que anida en las mieses. Alauda, alaude, alhoja, aloa, aloeta, aloya, capada, carabinera, copetuda, jaracalla, sordilla, subigüela, sucinda, terrera, zurriaga. alto: Elevación del terreno en el campo. altozano: Elevación de poca extensión y altura sobre el terreno llano, anca (del occit. ant. “anca”, cadera): Cada una de las dos mitades de la parte posterior del cuerpo de las caballerías y otros animales. Grupa, cuadril. arnés (del fr. “harnais”, del sup. escandinavo “herrnest”): Conjunto de cosas que se les ponen a las caballerías, especialmente a las de montar. Aparejos, guarnición, arriate (del ár. and. “arriyád”, huerto): Recuadro acotado en un jardín o patio, donde hay flores plantadas. Bancal, era, terraza, asfódelo (del lat. “asphodelus”, del gr. “asphódelos”): Planta liliácea silvestre, muy abundante, con flores blancas a lo largo de un tallo erguido y hojas radicales, aulaga (del ár. y rom. and. “alyiláqa): Planta leguminosa de hojas de forma de púa y flores amarillas como las de la retama. Abolaga, aliaga, ardeviejas, argoma, gáraba, otaca, tojo, cádava, gromo, avefría: Ave caradriforme de color blanco y verde, con un moño eréctil de dos o tres plumas encorvadas. Frailecillo, judía, quincineta, báculo (del lat. “baculum”): Bastón que se emplea para apoyarse. Cayado. barbecho (del lat. “vervactum” de “vervagere”, arar): Campo que se deja sin cultivar durante un año o más, para que descanse. Añada, añojal, aramio, hoja, huebra, sabático. Campo ya labrado para sembrar en él. barcinar: Recoger las gavillas, cargarlas en el carro y transportarlas a la era. Cosechar. batán (¿del sup. ár. and. “batán”?): Instalación movida por fuerza hidráulica, provista de unos mazos con los que se golpean los paños que se fabrican para desengrasarlos, apretar el tejido, etcétera, baticola: Correa con un ojal por donde pasa la cola de la caballería, que sirve para evitar que la montura se corra hacia delante. Grupera, tiracol. belfo (del sup. lat. “bidifus”, metátesis de “bífidus”, partido en dos): Labio del caballo o de otros animales que los tienen de forma parecida. Befo. besana (del lat. “versare”, dar vueltas): Primer surco que se hace cuando se empieza a arar un campo. Labor de la tierra en surcos paralelos. boj (del cat. y arag. “boix”, del lat. “buxus”): Arbusto buxáceo de hojas persistentes que se emplea para setos y cuya madera, muy dura y blanca, se emplea para mangos de herramienta y trabajos de tornería. Boje, bujo. brasero: Recipiente redondo de metal, donde se pone un carbón menudo especial que se va quemando lentamente debajo de la ceniza; se coloca debajo de las mesas como calefacción, brabán (en el Cancionero de la Casería aparece “braván”, homófonas halladas simultáneamente en diccionarios especializados): Antiguo arado de hierro con dos ruedas, para tiro animal, breña: Tierra quebrada y llena de maleza. Aspereza, fraga, brezo, brezal (del sup. célt. “vroiceus”): Arbusto ericáceo de madera muy dura de la que se hacen, por ejemplo, pipas y carboncillo de dibujo. Bermejuela, berozo, gabuzo, urce, briega: Brega, acción de bregar. Bregar (del gót. “brikan”, golpear): Trabajar mucho (en el campo), brocal (del lat. “bucculáre”, taza): Pequeña pared que rodea la boca de un pozo. buganvilla (de “Bouganville”, navegante francés que trajo esta planta a Europa): Planta nictaginácea muy decorativa por sus brácteas moradas o rojas que, semejando flores, cubren casi totalmente la planta, cambrón (del lat. “crabro, onis”, abejorro, por comparación del aspecto de la planta con el aguijón y las alas de este insecto): Arbusto solanáceo de ramas retorcidas y espinosas. Espino cerval, escambrón, zarza, espina santa, campanilla: Nombre de diversas plantas, en especial convolvuláceas, cuyas flores tienen forma de pequeñas campanas, cancela: Verja baja que cierra el paso en algunas entradas cuando están abiertas las puertas, por ejemplo, las que suele haber a la entrada de los patios andaluces, cañada (del lat. “canna”, caño): Pequeño valle o paso entre dos alturas de poca importancia. Camino natural frecuentado por los ganados trashumantes. Cabañal, cabañera, cajón, cordel, galiana, cañamazo (del sup. lat. “cannabaceus”, de “cannabum”, cáñamo): Nombre aplicado a distintas plantas herbáceas, generalmente gramíneas, que se cultivan para el forraje y para el pasto de los animales. Estopa de cáñamo, arpillera, caracola: Planta leguminosa, trepadora, de flores vistosas reunidas en racimos, cultivada como planta de jardín por la belleza de sus flores. caramillo (del lat. “calamellus”, cañita): Planta quenopodiácea del mismo género y usos que la barrilla, con hojas agudas de color verde claro. Carambillo, jijallo, salado, sisallo, tarrico. carrero: Conductor de un carro, carretero. casco: Parte córnea del pie de las caballerías en donde se clava la herradura. Pezuña, uña. cayado (del sup. hispanolat. “caiatus”, del lat. “caía”, porra): Bastón tosco, curvo por la parte por donde se agarra, usado particularmente por los pastores. celindo: Arbusto saxifragáceo que da en primavera flores blancas o algo amarillentas, muy olorosas, de un tamaño algo mayor que el de una violeta, en grupos abundantes, cendal (del occit. “sendal”, del lat. “sindon, onis”): Barbas de la pluma, chaparro (del vasc. “txaparro”): Chaparra (planta de encina o roble): Se aplica en Andalucía a las encinas jóvenes, chicharrera: Calor sofocante, clavo: Capullo seco de la flor del clavero. cogujada (del sup. lat. “cuculliata”): Pájaro granívoro, parecido a la alondra, de plumaje pardo rojizo, con un penacho en la cabeza. Alondra moñuda, carabinera, cochevís, copada, cotovía, cugujada, galerita, totovía, tova, vejeta, colleja (del lat. “cauliculus”): Planta cariofilácea silvestre que, en algunos sitios, se come como verdura. Tiratiros, verdezuela. coscoja: Árbol o arbusto fagáceo, semejante a la carrasca o la encina, sobre el que vive preferentemente la cochinilla. Chaparra, maraña, matarrubia. crocus: Cultismo (lat. “crocus”, del gr. “krókos”) para designar el “croco”: Azafrán, planta iridácea. cubrial: Terreno cobrizo o rico en cobre (vocablo inventado por el autor). culantro: Planta umbelífera, aromática, de hojas filiformes y flores rojizas. Cilantro, coriandro. dehesa (del lat. “defensa”, protegida): Campo acotado, generalmente de prados y dedicado a pastos. Acampo, ahijadero, alijar, boalaje, boalar, defesa, redonda, redondo, rodeo, derrotero: Camino. descansadero: Sitio donde se descansa o apropiado para descansar, despojo: Vientre, asadura, cabeza y manos de las reses despedazadas para carne. espuela: Arco de metal, con una espiga que lleva en su extremo una estrella o ruedecilla con dientes, que se ajusta al talón para picar a la cabalgadura. Esporón, espuera, lloronas, roncadora, acicate, aguijón. estepa (del hispanolat. “stippa”): Llanura extensa sin vegetación arbórea. Pampa, tundra. esteva (del sup. lat. “steva”, del lat. “stiva”): Pieza que lleva el arado en su parte trasera, sobre la que se apoya la mano del que ara. Mancera, mangorrillo, estiaje: Sequía. estopa (del lat. “stuppa”): Parte basta del lino o del cáñamo que queda al peinarlos y que se utiliza para cuerdas, telas bastas y otros usos. Alrota, aresta, arlota, carrasca, escaba, malacuenda, sedeña, tasco, tomento, arpillera, cerrón, estornino (dim. del lat. “sturnus”): Pájaro cantor de cabeza pequeña, plumaje negro con reflejos metálicos y pintas blancas. Tordancha, tordo. fuélliga [sólo hemos encontrado esta acepción en “fuelle”]: En los carruajes, cubierta de piel o de tejido impermeable que, mediante unas varillas de hierro puestas a trechos y unidas por la parte inferior, se extiende para resguardo del sol o de la lluvia, y se pliega hacia la parte de atrás cuando se quiere, gavilla: Haz de cañas o ramas, o de mies. gayomba (¿de or. prerromano?): Arbusto leguminoso de flores amarillas y muy olorosas, en grandes ramos. Piorno, retama de olor, grupa (del fr. “croupe”): Parte trasera de una caballería. Ancas, cuadra, gurupa. guija (el lat. vulg. “petra aquilea”, piedra aguzada): Guijarro, haz (del lat. “fascis”): Conjunto atado de cosas largas, tales como mies, leña o hierba, colocadas paralelamente y atadas, haza (del lat. “fascia”, faja): Porción de tierra de cultivo, herriza: Terreno pedregoso, por lo general en la cumbre de un cerro, que permanece inculto por su resistencia a la reja y escasa productividad. hocino (de “hoz”): Utensilio usado por los hortelanos para trasplantar. Paso de un río entre dos montañas. Faja de terreno que queda entre el río y la montaña. Huertecillo cultivado en ella, hondón: Parte del estribo donde se apoya el pie. Valle profundo, horca (del lat. “furca”): Utensilio en forma de tenedor de dos o más púas, que se utiliza para aventar, amontonar las mieses y otras operaciones agrícolas. Bieldo, horcón, horqueta, ijar: Cada uno de los dos espacios situados entre las falsas costillas y los huesos de la cadera; se emplea especialmente hablando de animales. Ijada, vacío, hipocondrio, jara (del ár. and. “sá’ra”): Arbusto cistáceo muy abundante en los montes del centro y mediodía de España, de hojas muy viscosas, con el envés velloso y flores blancas. Ládano, coihue, estepilla, jarablanca: Estepilla. jaramago: Planta crucifera, de flores amarillas en espiga, común entre los escombros. Balsamita, raqueta, ruqueta, sisimbrio, yuyo. jarastepa (jara estepa): Arbusto cistáceo semejante a la jara, pero mucho más pequeño, de hojas también vellosas, pero pecioladas y cenicientas por el envés, y flores con largos pedúnculos, abundante en España. juncia (del lat. “iuncea”, f. de “iunceus”, semejante al junco): Planta ciperácea propia de sitios húmedos, de tallo triangular, aromática y medicinal. Junza. lagar (de “lago”): Trozo de tierra de poca extensión, plantada de olivar, en la cual hay edificio y artefactos para extraer el aceite, lámina (del lat. “lamina”): Parte ensanchada de las hojas, pétalos y sépalos. lecho (del lat. “lectum”): Fondo de un río, lago, mar, etcétera. Si se trata de un río o canal, también todo el cauce, lenguaza: Lengua de buey, planta borraginácea. linde (del lat. “limes, itis”): Límite entre campos, fincas, casas, etcétera, manijero (del fr. ant. “maisnagier”): Capataz de una cuadrilla de trabajadores del campo, matagallos: Aguavientos, planta labiada. matalahúga (o matalahúva, del ár. and. “habbat hulúwwa”, grano dulce): Anís, planta umbilífera, y su semilla, menestral (del lat. “ministerialis”, funcionario imperial, empleado): Persona que trabaja en un oficio manual. Artesano, mies (del lat. “messis”): Nombre aplicado a las plantas de cereales ya maduras. Se usa también en plural, refiriéndose a más de un campo o a más de una especie de cereales: “Las mieses están ya maduras”. Campos, sembrados. Cereal, grano, mese, panes, mimbrera: Arbusto silicáceo cuyas ramas son los mimbres. Mimbrón, vimbrera, zuma. misión (del lat. “missio, -onis”, encomendar, llevar): Ración de pan, carne y vino señalada a los segadores por una cantidad determinada de trabajo. morena (de or. prerromano): Montón de mies de los que se hace según se va segando. muladar: Estercolero. También se refiere al establo de las mulas, aunque esta acepción no la hemos hallado en ningún diccionario, nazarenos (del lat. “Nazarenus”): Hierba bulbosa de flores de color violeta. nomeolvides: Miosotis, planta borraginácea. ojeador: Hombre que ojea la caza. Ojear: Ahuyentar la caza con voces, tiros, etcétera, para que vaya al sitio en que están preparados los cazadores o las redes para cazarla, ollar (del gall. o port. “olio”, ojo): Orificio de la nariz de las caballerías. pámpano (del lat. pampinus): Brote tierno de la vid, cuando las hojas están todavía acogolladas. Zarcillo de la vid, pámpana, parva (¿del lat. “parva”?): Montón de mies extendida en la era para trillarla, o ya trillada, pavesa (del sup. lat. “pulvisia”, de “pulvis, eris”, polvo): Porción ya carbonizada o convertida en ceniza de una materia combustible ligera, como papel o paja, que puede ser llevada por el viento. Bolisa, cardeña, favila, monjas, pegujal (del lat. “peculiaris”): Porción de terreno que el dueño de una finca cede al guarda o encargado de ella para que la cultive por su cuenta, como parte de su remuneración, piafar (del ff. “piafer”): Dar patadas o rascar el suelo con las manos el caballo cuando está parado e inquieto, pina (del lat. “pinna”, almena, pluma): Mojón terminado en punta, piorno (¿del sup. “viorno”, del lat: “viburnum” con influencia de “pino”?): Gayomba, arbusto leguminoso. Codeso (otro arbusto leguminoso), pitas: Planta agavácea de hojas radicales carnosas, acabadas en un fuerte aguijón, y flores amarillas en un alto y grueso bohordo o tallo central; sus fibras se emplean como textiles, para cuerdas, etcétera. Agave, cabuya, caraguatá, cardón, posta (del it. “posta”): Cierto número de caballerías que estaban apostadas de trecho en trecho en las carreteras o caminos para renovar las del correo, el tiro o las diligencias. Distancia entre una posta y otra. predio (del lat. “praedio”): Finca o propiedad, particularmente rústica. primilla: Ave falconiforme parecida al cernícalo, de menor tamaño y color rojizo uniforme, que vive en colonias próximas a asentamientos humanos. prímula (del lat. “prímula”): Nombre científico de la planta primulácea primavera. promontorio: Elevación del terreno, o monte de poca altura. Peñasco, rambla (del ár. and. “rámla”): Cauce formado en el terreno por las aguas que corren por él cuando llueve, ramón: Conjunto de ramas cortadas para darlas al ganado, por ejemplo en tiempo de muchas nieves o sequía. Pienso, ramulla, raspa: Filamento áspero del cascabillo del trigo y otros cereales. Tallo y pedúnculos que quedan después de quitar los granos, las flores, etcétera. Escobajo, escoyo, rampojo, raspajo: Envoltura tierna que recubre la cáscara de algunos frutos, como la almendra o la nuez, rastrojera: Conjunto de tierras en rastrojo. Temporada en que pastan en ellas los ganados, hasta que se vuelven a labrar. rastrojo: Partes bajas de los tallos de la mies, que quedan al ser segada ésta. Campo o tierra en que quedan, antes de ser labrado de nuevo. Restrojo, rispión, riza, pajonal, correntía, reguerilla (reguera): Cauce pequeño por el que se lleva el agua de riego desde el canal o acequia hasta los bancales, reguerillo (reguero): Hilo de cualquier líquido que corre sobre una superficie. reja (del it. “reggia”, del lat. “porta regia”): Cancela, celosía, relente (del fr. “relent”, de “rele”, del lat. “regelare”, helar): Humedad que se nota en la atmósfera al refrescarse ésta en las noches serenas. Cencío. remanso (del lat. “remansus”, supino de “remanere”, detenerse): Lugar de una corriente donde se hace más lenta o donde el agua queda quieta o casi quieta. Lugar o situación tranquilos en un entorno que no lo es. remusguillo (remusgo): Viento tenue, pero frío y penetrante, remo (del lat. “remus”): Brazo o pata de un animal. Ala de un ave. resabio (del sup. lat. “resapidus”, de “resapere”, tener sabor a): Vicio o mala costumbre que alguien tiene o que le queda; se emplea frecuentemente con referencia a los caballos, rescoldo: Fuego de brasa que se conserva bajo la ceniza. Borrajo, calibo, escoldo, rescaldo. retama (del ár. and. “ratáma”): Arbusto leguminoso de hasta 2 m de altura, muy ramificado, con ramas delgadas y flexibles, hojas simples y pequeñas, flores amarillas y fruto ovoide; es propia de los matorrales que crecen en las zonas de tala o pérdida de encinares. Escobera, ginesta, genesta, genista, hiniesta, iniesta, retamo, revuelo: Segundo vuelo que da un ave. Vuelo hecho dando vueltas, ribera (del sup. lat. “riparia”, de “ripa”): Faja de tierra que está al lado de un río o del mar. Borde, margen, orilla. El terreno que se riega con el agua de un río. Huerta, vega, saeta (del lat. “sagitta”): Resto del sarmiento que queda en la cepa cuando se poda. sementera: Siembra para la cosecha. Temporada en que se hace. Tierra sembrada. serón: Especie de sera alargada que se coloca sobre las caballerías para llevar carga. siempre viva: Perpetua compuesta, amarilla, planta silla: Aparejo para montar a caballo donde se sienta el jinete, sisón: Ave gruiforme común en España, de color leonado con listas negras en la espalda y en la cabeza, y blanco por el vientre y en el borde de las alas; las patas son amarillas y el pico gris con la punta negra. Es de vuelo tardo, pero, en cambio, corre mucho. Avutarda menor, gallarón, sisa, sisonte, sinsón. solano (del lat. “solanus”): Viento del Este. Viento cálido, cualquiera que sea su procedencia. Rabiazorras, solaz (del occit. “solatz”): Descanso o recreo del cuerpo o espíritu. Solacio. tajón: Vena de piedra caliza que se hace cal. tenería (del fr. “tannerie”): Taller donde se curten las pieles. Curtiduría. tordo (del lat. “turdus”): Pájaro, muy común en España, de cuerpo grueso, pico negro delgado y plumaje de distintos colores, pero siempre moteado. Chirlomirlo, furaré, torda, toronjo: Pomelo (árbol rutáceo). trama (del lat. “trama”): Floración del olivo. trashumancia (de “tras” y el lat. “humus”, tierra): Acción de pasar el ganado y los pastores de las dehesas de verano a las de invierno, y viceversa. trilla (del lat. “tribulare”): Operación de triturar la mies y hacer que el grano se suelte de las espigas, con el trillo o con una máquina trilladora. troje (troj) (¿del sup. gót. “thraúsh”, arca?): Lugar rodeado de paredes, donde se almacenan frutos, especialmente cereales. Granero. Algorín de los molinos de aceite. Alhorín, troja, trox, trompetas (de amor): Girasol (planta compuesta). También se aplica a las flores cuyos pétalos hacen forma de trompeta, turbión: Aguacero violento y con viento, ubio: Yugo de uncir las muías o bueyes. umbría: Lugar, por ejemplo en un valle, que, por su orientación, está siempre en sombra, vado (del lat. “vadus”): Lugar de un río o curso de agua por donde se puede atravesar sin barco o puente. Esguazo, pasil, vadera, velloritas (¿del lat. “bellis”?): Primavera (planta primulácea). vena (del lat. “vena”): Conducto subterráneo natural por donde corre agua. vencejo (de “oncejo”): Pájaro apodiforme insectívoro, semejante a la golondrina, con la cola partida. Arrejaco, arrejaque, oncejo, venero: Manantial de agua. vera (del celtolat. “viria” anillo, círculo): Borde u orilla de un río. vilano (de “milano”). Milano (ave rapaz): Corona de filamentos largos y finos que rodea las semillas de muchas plantas compuestas y les sirve para ser transportadas por el viento, viso (del lat. “visus”): Sitio alto desde donde se ve un panorama extenso o hermoso. Mirador, vistillas, vuelo: Arbolado de un monte. zapaticos del Niño Dios: Flor cuyo significado no hemos hallado en ningún diccionario, cuyo nombre es utilizado popularmente en Andalucía para designar flores menudas, generalmente de color blanco. En “Las yerbas ignoradas”, de Las cosas del campo, el autor escribe: “Los que llaman nazarenos, la que dicen lechitrezna, los zapaticos del Niño Dios (que son el prodigio de finura con que Dios pisa la tierra), los jaramagos…” zorzal (del ár. and. “zurzál”): Nombre común de diversas aves paseriformes del género turdus, de color grisáceo o marrón, que habitan en la Península Ibérica durante el invierno, zumaya: Aldorta Chotacabras, (ave ciconiforme). zurrador: El que tiene por oficio zurrar, golpear las pieles. Claves polisémicas Dentro de este amplísimo campo semántico, existen voces polisémicas, que bien pueden significar algo fuera de este área, o bien dentro de ella. Al tener dos o más significados, y siempre dentro de contexto, la lectura en ocasiones suscita una preciosa ambigüedad, y si estamos en un poema cuyo contexto es el campo y a la vez el amor, Dios o la belleza, se une el significado de lo que sería el sustantivo concreto con el del abstracto, y es doblemente enriquecedor. O hallamos dos acepciones de sustantivos concretos. Ejemplo: “aspereza” (vid. infra), “derroteros”, etcétera. Y el siempre juego verbal del autor con aquellos sustantivos que en el campo son una cosa y, fuera de él, otra, como los casos de “siempreviva” (la amada y la flor), “trompetas” (las flores —o forma de algunas flores— y la música), “seno”, “entraña”, etcétera. Muchas de las dobles acepciones provienen, por supuesto, de fenómenos metonímicos, pero lo que importa aquí es la aportación semántica en un contexto concreto de seres, objetos y abstracciones a que nos lleva la palabra poética. Enumeramos algunos de estos ejemplos, ofreciendo sus posibles significados, a sabiendas de que José Antonio Muñoz Rojas los conoce todos. Las definiciones están tomadas de Julio Casares (1994) y de María Moliner (1994): aspereza: Calidad de áspero; desigualdad del terreno, escabrosidad, brizna: Filamento o partícula larga y delgada de una cosa; Hebra que tiene en la sutura la vaina de la judía y de otras legumbres, candela: Vela para el alumbrado; Flor del castaño; candelera; unidad de medida para la luz; lumbre; claro que deja el fiel de la balanza cuando se inclina a la cosa que se pesa, celo: Cuidado y diligencia con que se procura el cumplimiento de los deberes; Amor a la gloria de Dios y al bien de las almas; Recelo o envidia; pl., Sospecha de que la persona amada ponga su cariño en otra; Apetito venéreo en los irracionales. clavo: Barrita de hierro con cabeza y punta, que sirve para fijarla en alguna parte, o para asegurar una cosa a otra; Capullo seco de la flor del clavero; Daño que uno recibe; Dolor agudo, o grave aflicción; Tumor que sale a las caballerías en la cuartilla, copa: Vaso con pie para beber; Todo el líquido que cabe en una copa; Conjunto de ramas que forman la parte superior de un árbol; Parte hueca y superior del sombrero; pl., Cabezas del bocado del freno. entraña: Cada uno de los órganos importantes conocidos en las principales cavidades del cuerpo; Lo más íntimo o importante de una cosa; Lo más oculto o escondido; El centro, lo que está en medio; índole o carácter de una persona; etcétera, hierro: Se trata de un uso metonímico que no siempre se refiere al mundo de la agricultura, aunque en algunos casos el poeta emplea este sustantivo para referirse al arado (aquí el fenómeno metonímico), como ocurre en el soneto II de Abril del alma (en Rayo sin llama se refiere, sin embargo, a la herradura del caballo: «¡Corazón prisionero y emigrado, que con cada latido el hierro labra, y que convierte en sueño cuanto toca!»). hocino: Instrumento cortante, compuesto de un hierro corvo con mango, que se usa para podar y cortar leña; El que usan los hortelanos para trasplantar; Terreno que dejan las angosturas de las faldas de las montañas o los valles estrechos, cerca de los ríos o arroyos; pl., Huertecillos que se forman en dichos parajes; Angostura de los ríos entre dos montañas, lecho: Cama para descansar y dormir; Cama para el ganado; Cama de los carros; Madre de río, cauce, lozanía: Fuerza, verdor y frondosidad en las plantas; En los hombres y animales, viveza y gallardía; Orgullo, altivez, mayo: Quinto mes del año; Árbol o palo alto, convenientemente adornado que se pone en un lugar público en que han de celebrarse fiestas, danzas, etcétera; Ramos que ponen los novios a las puertas de sus novias; pl., Músicas y cantos con que obsequian los mozos a las solteras. misión: Poder que se da a una persona para desempeñar algún cometido; Porción de víveres que se da a los segadores como remuneración. orilla: Ribera, límite de la tierra, que la separa del mar, lago, río, etcétera; Vientecillo fresco, palma: Palmera; Cualquiera de las plantas monocotiledóneas, siempre verdes, de tallo leñoso, sin ramas, coronado de grandes hojas que se parten en lacinias; Parte interior y algo cóncava de la mano, desde la muñeca hasta los dedos; Gloria, fama, triunfo, remanso: Detención o suspensión de la corriente del agua u otro líquido; Pachorra, lentitud, remo: Instrumento de madera, en forma de pala larga y estrecha, que sirve para mover las embarcaciones haciendo fuerza en el agua; Brazo o pierna, en el hombre y en los cuadrúpedos; pl., En las aves, cada una de las alas, renuevo: Renovación; Vástago que echa el árbol después de podado o cortado. saeta: Asta delgada y ligera, con punta de hierro que, disparada con el arco, sirve de arma arrojadiza; Punta del sarmiento que queda en la cepa cuando se poda; Copla breve y fervorosa que se canta al paso de las imágenes en algunas procesiones religiosas, seno: Concavidad o hueco; Pecho (cuerpo humano); Cualquiera de las concavidades interiores del cuerpo del animal; Regazo, trasplantar: Mudar un vegetal del sitio donde está plantado a otro, trompeta: Instrumento músico de viento; (trompeta) de amor: Girasol. vado: Paraje de un río con fondo firme y poco profundo, por donde se puede pasar andando, cabalgando o en carruaje; Solución, curso, remedio o alivio de algún mal o dificultad; Tregua, interrupción, vena: También este sustantivo plantea una doble lectura en el caso de Muñoz Rojas: en el soneto I de Abril del alma leemos: “…y la gloria / del viento en los cabellos, y en la vena / este rumor de sangre y de colmena…”. Esa vena que el poeta escoge para este verso, acoge dos significados que se funden y complementan: por una parte, el significado del campo semántico de la agricultura, que según María Moliner sería doble (“Filamento de tejido conjuntivo de los que surcan las hojas vegetales formando un reticulado” y “Conducto subterráneo natural por donde corre agua”; de este último tenemos un derivado precioso, “venero”); por otra, el significado del campo semántico del cuerpo humano (en María Moliner, “Cada uno de los vasos por donde vuelve la sangre al corazón después de haber bañado los tejidos”). Notas al prólogo [1] Incluye Cuevas los libros casi completos (o a veces selecciones de poemas por periodos cronológicos o temáticos) Poemas de juventud, Ardiente jinete, Canciones, Al dulce son de Dios, Sonetos de amor por un autor indiferente, Abril del alma, Dedicatorias y divertimientos, Cancionero de la Casería, Cantos a Rosa, Consolaciones y Lugares del corazón y Oscuridad adentro. Muchos de estos títulos han sido modificados en cuanto al número de textos, el orden o su contenido en nuestra edición. << [2] Del discurso pronunciado en el Colegio de Abogados de Málaga (febrero de 2003). << [3] “La alacena olvidada: Estudio y edición de la Obra Completa en verso de José Antonio Muñoz Rojas. Universidad de Granada. Departamento de Teoría de la Literatura, 2008. Dirigida por Antonio Chicharro Chamorro, el tribunal estuvo constituido por Antonio Carvajal, Antonio Sánchez Trigueros, Enrique Baena Peña, José C. Paulino Ayuso y Álvaro García, quienes revisaron el texto íntegro de la poesía completa del autor que aquí ofrecemos.” << Notas [1] Los poemas I, II, III, V, VI, VII, VIII y IX han sido rescatados de su sola publicación en la revista Verbum [Versos de retorno y otros versos, Buenos Aires, Verbum (Revista del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras), 75, 1930, pp. 449-459]; aquí se incluían trece poemas de Versos de retorno (“próximo a aparecer”), con nota de Ángel J. Battistessa. El poema “Muriendo ya, clavel…”, sólo lo hemos localizado en la revista Síntesis [Versos, Buenos Aires, Síntesis (Artes, Ciencias y Letras), 38, julio de 1930, pp. 105107]: aparecen los poemas de Versos de retorno “Muriendo ya, clavel…”, “Mirador, 3: Margarita en la Gran Vía / Aire”. El último poema (“Amor de todas las cosas”) estuvo inédito hasta que Rafael Inglada hizo su edición [La rebusca, Martita Wiessing (il.), Málaga, “Poesía Circulante”, 14, Imprenta Sur, Unicaja, 1998]. El resto de poemas —IV, X, XI, XII y el V (en Verbum también)— más los dos primeros de “Poemas tempranos”, fueron los seleccionados por Cristóbal Cuevas en José Antonio Muñoz Rojas: Poesía (1929-1980), Cristóbal Cuevas (ed., sel. y pr.), Excelentísimo Ayuntamiento de Málaga (“Ciudad del Paraíso”, I), 1989. No hemos publicado aquí más que la selección definitiva del autor de los poemas pertenecientes a esta época. El autor ha desechado los siguientes poemas: “Desolado” y “Miedos”, en Sevilla, Revista de Filosofía y Letras, 1, diciembre de 1928, p. 10, y “Adrina”, en Manuel Altolaguirre y Concha Méndez (imp.), Madrid, 1932. En cuanto al libro Versos de retorno, éste era más extenso, pero el autor se niega a publicarlo íntegramente. Realmente no tienen el resto de poemas más que un valor testimonial. << [2] Málaga, Imprenta Sur, 1929. La redacción de este libro pertenece a los veranos de 1928 y 1929, cuando el autor pasa sus vacaciones en Antequera leyendo a Machado y a Juan Ramón (“¡Oh esos libros, guías de la primera juventud, en la que somos como la tierra dispuesta a la semilla (…) y en cuyo verso amigo hallará su aire propio la ensoñación salvadora, la musaraña eterna!”). Versos de retorno es el resultado del descubrimiento de la poesía de manos de Machado, el vuelco de sus primeras y propias ensoñaciones poéticas. El manuscrito lo recibiría Jorge Guillén, quien dijo en carta al poeta: “Usted va, usted sale: ¿por qué, y de qué, retorno!”. Ernesto Giménez Caballero dice en la Gaceta Literaria que más que de retorno, son del entorno literario, aludiendo a sus claros ecos de Machado, Juan Ramón y los poetas románticos de sus lecturas infantiles. Pero la publicación del librito en la Imprenta Sur de Málaga le trae el trato con Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, José Mª Hinojosa y José Luis Cano. La influencia de la lectura de los poetas románticos se palpa en estos versos, ya que su primer contacto infantil con la literatura le vino de su abuela (cfr. 48): “Mi abuela sabía muchos versos de Espronceda, de Zorrilla, de Bécquer. Gustaba recitarlos las noches de luna…” {La gran musaraña). << [3] Una de sus primeras lecturas poéticas fue la Segunda Antolojía Poética de Juan Ramón. << [4] Sustituimos “caminitos” por “caminos” a CC para mantener el octosílabo. << [5] Reminiscencias clarísimas de su maestro Antonio Machado, cuya lectura por aquellos veranos fue una revelación para el poeta. << [6] Madrid, Nueva Revista, 6, 14 de marzo de 1930, p. 3. << [7] Madrid, Nueva Revista, 4, 31 de enero de 1930, p. 1. << [8] [Revista] Poesía, coordinada por Manuel Altolaguirre y Concha Méndez, París, [ca. 1931]. Según el testimonio de Muñoz Rojas, en el n° 4, en edición de lujo, se publica un poema del autor junto con los de otros poetas, entre los que estaba Gerardo Diego. << [9] Manuel Altolaguirre (imp.), Madrid, Ediciones Héroe, 1933. El autor sólo conserva el original mecanografiado, fechado en 1932. Los datos de la edición los tomamos de Enrique Baena Peña, “Estudio y edición crítica de las obras de José A. Muñoz Rojas”, en Literatura española contemporánea, II, Universidad de Málaga, 1988 [se trata del guión de un proyecto inédito]. Este original se reproduce en facsímil en Galeote, Revista de Poesía, 8 {Homenaje a José Antonio Muñoz Rojas), Excmo. Ayuntamiento de Antequera, 1991; contiene textos dedicados a la obra y figura del autor, por un gran número de escritores, como Dámaso Alonso, Manuel Alvar, Fernando Ortiz…, y poemas escritos al autor por Mª Victoria Atencia, José Luis Cano, Carmen Conde, Elena Martín Vivaldi, Pablo Gª Baena, Vicente Núñez, etcétera. << [10] “Dover 30 de octubre”, Antequera, 1933. Del original sólo se conserva la portada, vista, con estos datos, y una prueba de imprenta, guardada por el autor (dedicada a Pedro Salinas). Se da noticia de esta publicación, con reproducción de la portada original, en Galeote, 8 (Homenaje a José Antonio Muñoz Rojas) —cfr. 9. << [11] [Palabras preliminares a] Ardiente jinete, Ángel Caffarena (ed.), Diputación Provincial de Málaga (“Puerta del Mar”, I), 1984. << [12] Ardiente jinete, Ángel Caffarena (ed.), Diputación Provincial de Málaga (“Puerta del Mar”, I), 1984. El subtítulo del libro es Poemas de amor (19311954). En esta publicación se incluyen los libros Este amor (vid. infra), Sonetos de amor por un autor indiferente (cfr. 33), una selección de sonetos, titulada Sonetos de Amor de “Abril del alma” y de “Lugares del corazón” y, por último, Cantos a Rosa, con los 37 poemas de la 1.ª ed. (cfr. 72). La composición de Ardiente jinete abarcó desde 1931 a 1934, año en que Muñoz Rojas lo presentó al Concurso Nacional, obteniendo un tercer premio, compartido con José Mª Morón y Alfonso Marqueríe (el primero fue para Aleixandre y el segundo, para Cernuda y Altolaguirre); gracias a ese concurso conocerá a muchos de sus amigos y maestros futuros. Sin embargo, el original ardió en los Archivos de Cruz y Raya, donde se estaba preparando su edición, y sólo se ha salvado una parte, el poemario Este amor —guardado por Amalio Gimeno—, que es el publicado con el título del libro original, cincuenta años después, en la edición de Ángel Caffarena. Para más detalles, recomendamos consultar el Ensayo introductorio de Cristóbal Cuevas y las Palabras preliminares de Muñoz Rojas al libro, que se incluyen en ambas ediciones (Caffarena y CC). Omitimos el subtítulo de Este amor, que era “Amor corriente” y encabezaba los poemas. << [13] El autor siempre se ha referido a sus sonetos con este término, por no haberse considerado a sí mismo nunca versado en dicho arte. << [14] El tú o receptor lírico de algunos poemas del autor, como los de Este amor, el “Salmo” de Oscuridad adentro o Entre otros olvidos, suscita ambigüedad. En este poemario es predominantemente el Amor (“Como eres más alto que yo”, “Amor, te tengo abandonado y no lo mereces”), aunque otras veces es la amada (“e irnos allí, amiga”, “De todas las que están ausentes / tú eres la que no te alejas.”); incluso se refiere al amor en tercera persona (“El amor es una incógnita”) y hallamos combinaciones de este tipo que sugieren a la vez extrañeza y complicidad, posiblemente heredadas de la poesía amorosa de John Donne. << [15] Frases interrogativas sorprendentemente extensas para el verso contemporáneo (El“Salmo” de Oscuridad adentro o los alejandrinos de Abril del alma ofrecen bastantes ejemplos), posible influencia de la apasionada lectura en su juventud de los místicos españoles e ingleses y, sobre todo, de las largas frases en la poesía de T. S. Eliot. El encabalgamiento en sus versos sirve de hilo conductor de una poesía estilísticamente cercana en ocasiones al enunciado de los filósofos clásicos latinos y del humanismo renacentista. << [16] Omitimos el último poema que aparecía en CC [XVI, “Final de amor: (Coda de los años sesenta)”], que comenzaba “Amor, te me vas, te me has ido…”, por voluntad del autor; no pertenecía al libro original. << [17] El texto original de Canciones es el que aparece en CC, el mismo texto escogido en Canciones: (1933-1940), Francisco Torres (ed.), Jesús M. Labrador (il.), Benalmádena, Ediciones de aquí (“Seguro Azar. Poesía” I), 2003. Los poemas que hemos añadido al libro para terminar de completarlo se especifican en notas 22, 23, 24 y 25. La puntuación ha sido modificada en esta edición bajo el beneplácito del autor. << [18] La mayoría de los poemas de este libro pertenecen, según fechas de los cuadernos manuscritos originales, al invierno de 1936. << [19] Poema escrito en Cambridge el 24 de febrero de 1936, al contemplar a una ciclista en un parque. << [20] El polisíndeton, reforzado con la extensión de diferentes tiempos verbales, será marca fiel de sus últimos libros de poemas (Novísimos a Rosa, Objetos perdidos, Entre otros olvidos y La voz que me llama), que introduce series de especificaciones a una misma realidad o bien enumeraciones. Pero pocos rasgos estilísticos en la obra de Muñoz Rojas son tópicos absolutos; en este libro hallamos multitud de casos de amplio encabalgamiento. << [21] “Amor, oh pluma…”, Córdoba, Zubia [3.ª época], 14, septiembre de 1986. << [22] Recogido de La rebusca, Rafael Inglada (ed.), 1998 (cfr. 1). No perteneciente al libro original, lo incluimos aquí por su tono similar al de Canciones y su idéntica cronología. << [23] Id., 22. << [24] Id., 22. El poema está escrito tras contemplar el cristal roto del marco que contenía la foto de su esposa, Mª Lourdes Bayo Alessandrí. << [25] Id., 22. << [26] La métrica en este libro es variadísima. Los cinco poemas iniciales en versículo, su complicada sintaxis, así como la abundancia de extensas coordinadas y subordinadas para la descripción de la naturaleza, hicieron que dudáramos sobre su inclusión en un libro aparte, bajo este título. Hasta CC, sólo conocemos la publicación del poema “Paso de Dios” en Córdoba, Cántico, 4, abril de 1948. << [27] Unimos dos versos que aparecían separados en CC. << [28] Hallamos en este libro claros ejemplos del hipérbaton y del largo encabalgamiento estrófico que aparecen en toda su obra (Ardiente jinete, primera parte en alejandrinos de Abril del alma u Oscuridad adentro). << [29] Error de concordancia que no puede ser corregido pues fallaría la rima (“que la azucena y la gayomba canten”). << [30] Cfr. 26. << [31] La descripción del calvario de Jesús recuerda en su tono, entre el naturalismo y la ternura, a las descripciones del Comendador Ruy Díaz de Rojas de su novela El Comendador, Clara Martínez Mesa (ed.), Valencia, Pre-Textos, 2006; tanto a las inspiradas en testimonios populares, como a las líricas que conforman el relato del autor, que enlaza emoción y fantasía con datos históricos. Lo mismo ocurre en este romance. Hallamos además fórmulas típicas del romance medieval, como el dativo afectivo, la anáfora, las interrogaciones retóricas o las citas interiores en estilo directo. Vid. “Romance de Don Sebastián, Rey de Bastos” en Dedicatorias y divertimientos. << [32] Aparente error de concordancia (debería decir “quiénes”), trasladado sin embargo del habla popular local. << [33] Sonetos de amor por un autor indiferente, Málaga, Ediciones Meridiano, 1942; Sonetos enamorados, Madrid, Ediciones Escorial, 1943, pp. 411-415 (consta de 8 sonetos escogidos de Sonetos de amor por un autor indiferente)', Sonetos de amor por un autor indiferente: (los publica José Antonio Muñoz Rojas), Antonio Carvajal (ed.), Universidad de Granada, Aula de Poesía del Secretariado de Extensión Cultural/Vicerrectorado de Extensión Universitaria, 1984; también en CC. << [34] El autor continúa la tradición literaria del manuscrito encontrado, al modo de Cervantes o Unamuno. << [35] Se trata de Don Trinidad de Rojas, su antepasado decimonónico. En La gran musaraña: (memorias), Valencia, Pre-Textos, 1994, leemos “En la familia hubo un poeta, tío Trinidad, vaya nombre, llamarse Trinidad, hermano de mi abuelo, malísimo para los negocios, tenía una gran biblioteca, aquí vivió, ser poeta, se podía ser muchas cosas…” << [36] Don Juan de Rojas, hermano del anterior. << [37] Beatriz de Vibraye fue Condesa de Suzenet; el autor cree fidedigna la referida relación amorosa con su tío Ramiro. << [38] [Palabras preliminares a] Sonetos de amor por un autor indiferente, 1942 (cfr. 33). La cita inicial del poemario debe de pertenecer a Eros y Psique, de Apuleyo, aunque en las versiones consultadas aparece “ipsas aquas urere consuevit”. << [39] Este soneto fue el escogido por el autor para el díptico que se imprimió en recuerdo de su esposa, durante su misa funeral en noviembre de 2003. << [40] El poema surgió de la contemplación de una fotografía de Marilu. << [41] Reminiscencias de las metáforas del amor cortés de los cancioneros medievales castellanos, también asimiladas de la poesía amorosa de John Donne. << [42] Abril del alma, Madrid, Adonais, IV, 1943. El poema XI (“Qué vendaval de sueños te arrojan a mis playas…”) aparece en Málaga, Litoral, 231-232 (La poesía del mar), 2001, p. 153. << [43] Sustituimos “entienden” por “extienden” a CC, y en el poema X, “sácalas” por “sécalas”. << [44] Abril del alma fue escrito en febrero de 1942; se trata de un epitalamio que contrasta con la nostalgia de la primavera durante los primeros meses invernales en la Casería del Conde, recientemente habitada (cfr. 54). << [45] Cfr. 15. << [46] Encontramos en este libro amplias similitudes retóricas con la poesía del Siglo de Oro, especialmente con Garcilaso, Aldana y Fray Luis de León, con quien el poeta se hermana desde siempre (recuérdese que su tesis inacabada trataba sobre la relación de la poesía española del Siglo de Oro con la inglesa): “Y en tanto que, preñado, se desploma / el cielo”, “Y al viento los cabellos”; véase el parecido con los comienzos de Garcilaso: “y en tanto que el cabello, que en la vena / del oro se escogió, con vuelo presto, / por el hermoso cuello blanco, enhiesto,/ el viento mueve, esparce y desordena” (Soneto XXIII). También el hipérbaton y el encabalgamiento adornando flores y frutos, los epítetos bucólicos (“florido almendro”, “el agua clara”, “redonda alegría”, “primavera joven”), las metáforas comunes del locus amoenus (“altísima morada”, “¡Oh laderas de octubre tus dorados cabellos!”) y la fusión del alma enamorada con la naturaleza cómplice (“atando nuestra voz a la voz de las aves”, “cuando la luz sale riente a recibirnos”, / “Rocas y tempestades, suspiros y cadenas”, “¡Oh estación de mi vida y lugar de mis gozos”). << [47] Sustituimos “frente” (CC) “fuente”. << por [48] La parte inicial de este poemario había permanecido inédita, y sólo se publicó el último poema (“Sueño adentro”) en Rescoldos, Antonio Carvajal (pr.), Clara Martínez Mesa (ed. y not.), Sevilla, Point de Lunettes (“Cáliz verde”, 5), 2005, antología de inéditos y otros textos de difícil acceso hasta ese momento, bajo la temática común de la creación poética. El original, manuscrito y mecanografiado, apareció durante nuestro proceso de catalogación del archivo de Muñoz Rojas, guardado junto a los manuscritos de Abril del alma. El poemario, dedicado implícitamente a su abuela Teresa (cfr. 49), pertenece según el autor casi a la misma época de composición que aquél (finales de los cuarenta y principios de los cincuenta). Insistí en que los revisara y de ello resultó esta versión definitiva con algunos cambios sobre el original encontrado, por lo que se trata de una composición de aquella época con modificaciones de 2003. Se publicó únicamente uno de los poemas de la segunda parte (“Bajaban los almendros…”) en Málaga, Caracola, 2, diciembre de 1952. El título del libro sigue la corriente de las diversas Consolaciones de Séneca y Ovidio. En CC sólo se incluyó el siguiente fragmento del primer poema, con numerosas variantes con respecto al original: as tus ojos sean árboles de mis pájaros, as esa ternura que tienes, esa tierra te de tu carne, donde crecen varones, verso te digo dónde tengo mi tierra. trecho entre mares, brazo de río, cañada mosura, mi herriza por la tarde, tremenda a entre olivares, verdor entre barbechos, veranos fuente, en secanos ribera! la sombra, la muerte? ¿Acaso existe amante pejo, sin noche? Por el río tan ligera, que es su misma andadura, que el agua do, sin sentirla, entre el correr la lleva. o acordamos, nada va quedando en nosotros de no haya puesto su dulzura la tierra. << [49] Las sombras simbolizan en toda su obra personas fallecidas que pertenecieron a una época feliz en su vida, o simplemente imágenes nostálgicas de la infancia. En este caso se trata de una evocación de su abuela materna, Dª Teresa Arrese Rojas, quien lo crió tras la muerte prematura de la madre del autor, Dª Carmen Rojas Arrese-Rojas, en febrero de 1911, cuando éste contaba sólo dieciséis meses. Las sombras, una de sus reeditadas obras en prosa poética, contiene la mayoría de estos melancólicos recuerdos, mientras que en Las musarañas se muestra la vertiente más dichosa de su infancia. << [50] Desde este poema hasta el final del libro se encuentran los poemas que aparecían en CC bajo el título conjunto Consolaciones y Lugares del corazón; se trata de la segunda parte hallada originalmente. Se ha omitido el último poema, “Los niños”, por considerarlo el autor poco valioso desde el punto de vista formal y por no guardar relación con el conjunto del libro. << [51] Se trata en este caso de la residencia veraniega de su familia, de su casa más añorada de la infancia, el cortijo La Alhajuela, hoy en ruinas, situado en la ladera de la sierra del Torcal de Antequera. Hay diversas descripciones de este lugar en Las Musarañas [Madrid, Revista de Occidente, 1957; Cet âge lointain. Las musarañas, François Pechère (tr.), Bruxelles, 1977; Las musarañas, Valencia, Pre-Textos, 2002] y en La gran musaraña (cfr. 35). De este último: “Lo que a nosotros nos hubiera gustado de verdad era pasarnos la vida en La Alhajuela, meter las manos en sus aguas corrientes, subir a la sierra, estar con los borreguillos o los chivos, porque ésos sí que eran lo que eran, y no los animalitos que nos pintaban en los libros”. << [52] Evocada frecuentemente en sus versos, se trata de la casa de su abuela Teresa (cfr. 48 y 49), ubicada frente a la natal del poeta, y donde transcurre su infancia; estaba situada en la calle Carrera de Antequera, entre dos conventos, el de las DescalzasCarmelitas —templo de culto para la familia del autor— y el de la Victoria (franciscanas). En Las Musarañas (vid. supra) aparece descrita al detalle. << [53] Cfr. 51. << [54] Publicado como conjunto en CC, se trata de una selección de poemas escritos en verso sobre el campo y sus gentes, escritos todos ellos durante este periodo. Véanse los textos que han sido añadidos para nuestra edición, con los cuales se cierra el libro, incluidos los inéditos que habían quedado atrás —cfr. 62 y 71—, La Casería del Conde es residencia del autor con su esposa desde mediados de los años 40. Después se trasladaron a Madrid por motivos laborales: Muñoz Rojas comienza a dirigir la Sociedad de Estudios y Publicaciones del Banco Urquijo, de la mano de Juan Lladó (cfr. 110). Tras la jubilación del autor en 1983, la Casería se convierte en su residencia habitual hasta la actualidad. El cultivo de las extensas tierras de labranza anejas llevó a que Muñoz Rojas se familiarizara con los oficios del campo, e hiciera de ellos vastísimo terreno léxico para su obra entera. Aparecieron en Caracola, 11, septiembre de 1953, tres poemas de la serie “Altos Mayos”, y en el n° 18 (abril de 1954), otros tres, todos ellos con variantes iniciales. << [55] Suprimimos el artículo “el” delante de “estío” a CC. << [56] En Coplillas, Málaga, El Guadalhorce (“Cuadernos de María José”, IX), 1966, aparecieron algunas de estas coplas. Son evidentes en ellas los ecos de Machado, que ya encontramos en sus poemas tempranos. Otras aparecieron en “Coplas”, Homenaje a Ángel Caffarena, Diputación Provincial de Málaga, 1986, pp. 58-59. La que comienza “Y agua cuando tengan sed…” presenta aquí una variante a CC: se sustituye “suerte” por “muerte”, que es lo correcto según el autor. << [57] Escritas a su hija mayor, Teresa. El autor gustaba de escribirles a sus hijos poemas a modo de romancillos, cuentos y villancicos que se han quedado en su mayoría en el ámbito familiar, por falta de intención editorial. << [58] Publicado en su mayor parte en Cancionerillo de la Casería: (19401945), Ángel Caffarena (ed.), Málaga, El Guadalhorce (“Ángel”, 5), 1987. << [59] Suprimimos las mayúsculas para nombrar estas flores a CC. << [60] Suprimimos “de” a CC. << [61] Sustituimos “ni” por “mi” a CC. << [62] Rescatamos este soneto que sólo apareció en una publicación no venal de 47 ejemplares: José Antonio Muñoz Rojas, Dos sonetos, Ediciones Imperfectas (“Selección de poesía española”, Amina y Salvador López Becerra (imp.), Jesús Martínez Labrador (il.), 2006. << [63] Inspirado en un caso real: Ana Jurado Moscoso merodeaba por la Casería durante la juventud del poeta. << [64] Yegua muy querida por Muñoz Rojas. La adoración del autor por los caballos ha sido constante durante toda su vida —a esta afición dedica el poemario Rayo sin llama. << [65] Referencia a los vastos olivares que rodean la Casería. << [66] Evidente carpe diem, eco sobre todo de sus lecturas de Garcilaso y Aldana (“Coged de vuestra alegre primavera / el dulce fruto antes que el tiempo airado / cubra de nieve la hermosa cumbre”, Soneto XXIII de Garcilaso). << [67] Caso real que sucedió en las inmediaciones de su casa. El manuscrito de este poema, fechado en 1938, es uno de los primeros del Cancionero. << [68] Nicolás era un jornalero de la Casería que sabía y contaba la historia de los olivos como si fuera la ciencia más importante del mundo; le dedicó el capítulo “Nicolás el historiador” en Las cosas del campo, Madrid, Ínsula, XIII, 1952; Barcelona, Destino (“Áncora y Delfín”, 474), 1976; Barcelona, Orbis (“Grandes autores españoles del siglo XX”, 94), 1985; Martita Wiessing Oropesa (il.), Valencia, Pre-Textos, 1999; Manuel Borrás (sel.), Martín Chirino (il.), Fundación Caja Madrid, noviembre de 2006 [edición antológica de lujo de 91 ejemplares]. << [69] Madrid, Correo Literario (“Arte y letras hispanoamericanas”, 7), 1 de septiembre de 1950, p. 3. Incluido después en José Luis Cano, Antología de la nueva poesía española, Madrid, Gredos, 1978, pp. 330-338. Siempre quiso revisar este poema pero no lo hizo; lo considera inacabado. El título es homenaje a Virgilio. << [70] Sustituimos “tenderse” “tenderme” a CC. << por [71] Añadimos al Cancionero estas octavas, compuestas en la misma época, que quedaron inéditas. En ellas se transmite el más hondo homenaje a los trabajadores del campo a la vez que se labra la estrofa de Bocaccio, con Boscán y Góngora. << [72] Cantos a Rosa, Madrid, Rialp (“Adonais”, CXIV), 1954; en esta 1.ª edición se incluye, además de los 37 poemas de Cantos a Rosa, el libro inédito Canciones (incluido independientemente por CC), en el que aparecen poemas como “La madre” y “Epitalamio”. “Rosa” [poema II], aparece en Breviario de Poesía malagueña contemporánea: (18811965), Mª Victoria Atencia y Juvenal Soto (ed.), Málaga, El Guadalhorce, noviembre de 1975; de esta edición acogemos las variantes al texto con respecto a CC y a Pre-Textos, 1999; sustituimos “pasar,” por “pesar” y suprimimos los signos de admiración ante “Oh Rosa, espera”. En CC no aparecen los poemarios “Póstumos a Rosa” ni “Novísimos a Rosa”, que sí se recogerán en 1999 y ahora. << [73] Se han eliminado las comillas para reproducir las palabras de Rosa o de José, ya que resultan innecesarias y entorpecen la lectura encadenada de los versos. << [74] Existe una grabación de este poema en la voz de Muñoz Rojas en www.cervantesvirtual.com. << [75] Sustituimos “aleve” (en CC) por “leve” (comprobado el original autógrafo). << [76] Traslación del cogito ergosum cartesiano a la filosofía propia del autor, que asevera y después pone en duda. << [77] “No morirá la Rosa marchitada.”: Véase la semejanza estructural y acentual, con el verso de Garcilaso (cfr. 66) “Marchitará la rosa el viento helado”. Volviendo al tópico del carpe diem, estos cantos reflejan un romanticismo que va más allá del paso del tiempo y de la fugacidad de lo material. << [78] Suprimimos “y” para que resulte el endecasílabo a CC. << [79] José Hernández es pintor y grabador, amigo del poeta; el poema se refiere a un grabado que le regaló éste recreando la Rosa de sus poemas (vid. 109). << [80] Sustituimos “que” por “qué” a Cantos a Rosa, 1999. << [81] Suprimimos las comillas a Cantos a Rosa, 1999. << [82] El tema de la quema de los rastrojos aparece de forma muy similar en el texto “Arden los rastrojos” de Las cosas del campo (cfr. 68). << [83] Libro inédito hasta la edición de Cantos a Rosa, 1999. << [84] Sustituimos “porqué” por “por qué” a Cantos a Rosa 1999. << [85] En esta nota intratextual el poeta descubre sus dos mayores símbolos literarios, rosa y abril, referidos a una primavera ideal del corazón, a un estado de dicha plena que la poesía intenta reflejar en su búsqueda de la belleza. << [86] En Cantos a Rosa 1999 aparece“… mas que Rosa y Abril, ¿cuándo / qué sería de Abril…”. Compensamos esta errónea puntuación. << [87] Cfr. 4 y 153. << [88] Recogido de La rebusca, 1998 (cfr. 1). Se publicó la primera versión en Caracola, 46, agosto de 1956, presentando variantes que el autor revisó y corrigió definitivamente para aquella edición. << [89] En CC y Lugares del corazón, en nueve sonetos que los celebran, Ángel Caffarena (ed.), Málaga, Dardo [Antigua Imprenta Sur] (“Cuadernos de María Cristina”), 1962. << [90] Cfr. 52. << [91] Suprimimos la mayúscula al nombre “paz” a CC. << [92] Sustituimos “sigue” por “siguen” a CC. << [93] Cfr. 51. << [94] El poeta y Marilu tienen siete hijos: Teresa, Rafael, Juan Lucas, Eduardo, Gracia, Pablo y Pedro. << [95] [Varios textos: “La ciudad”, “Plaza Mayor”, “Madrid en flor, en flor y primavera…”], ABC, 14 de octubre de 1971. << [96] Publicado en el n° 42 de la revista Caracola (tomo la referencia del cuaderno donde se encuentra el original manuscrito del autor). << [97] Soneto inédito de los años 60 que incluimos en este libro por similitudes cronológicas y temáticas, que sólo se imprimió en un pliego de felicitación familiar, la Navidad de 1987. Se trata del único poema dedicado explícitamente a su madre. << [98] Escrito también en los años 60, no perteneciente al poemario original y sólo publicado en Dos sonetos inéditos, 1999 (cfr. 62). << [99] Selección de poemas dedicados y otros joviales, sólo aparecidos en CC. << [100] A su gran amigo Vicente Aleixandre, dedicaría varios textos: “A cielo raso. Vicente Aleixandre: La destrucción o el amor”, Madrid, Cruz y Raya, 25, 1935, pp. 135-147; “Sombra del Paraíso, por Vicente Aleixandre”, Madrid, Escorial, 43, 1944, pp. 458463; “Vicente Aleixandre a treinta años vista”, Madrid-Palma de Mallorca, Papeles de Son Armadans, 22-23, noviembre-diciembre de 1958, pp. 322323, después incluido en Amigos y maestros, 1992; “Carta a Vicente Aleixandre sobre amistad y poesía”, Madrid, Ínsula, 374-375, enero-febrero de 1978, después incluido en Amigos y maestros, 1992; “Testimonio”, en Vicente Aleixandre: Primeros poemas, Madrid, Revista de Occidente [Anexo al n° 44, XII, extraordinario, edición facsímil], 1985. << [101] “A un poeta ausente: (Emilio Prados)”, Ángel Caffarena (ed.), Málaga, Dardo, 1964. También le dedicaría las semblanzas “Memoria de Emilio Prados”, en Cita sin límites: Homenaje a Emilio Prados en el centenario de su nacimiento, Mª José Jiménez Tomé (coord.), Universidad de Málaga, 2001 y “A Emilio Prados en su libertad”, Málaga, Puertaoscura, 6, 1988, p. 46. Ambos incluidos en Amigos y maestros, 1992. << [102] Poema dedicado a Antonio Machado. En prosa escribió la semblanza “Encuentro con Antonio Machado”, Madrid, Ínsula, 58, octubre de 1950, p. 8; después incluido en Amigos y maestros, 1992. El siguiente poema (“Verano de 1928”), lo rescatamos de su sola publicación en Antología de la poesía malagueña contemporánea, Ángel Caffarena (ed.), Málaga, El Guadalhorce, 1960, p. 142. << [103] Poema escrito inmediatamente tras la muerte de Miguel Hernández. Este poema apareció en Homenaje a Miguel Hernández, Barcelona, Plaza & Janés, 1975, p. 174. También, bajo el título “Encuentro con Miguel”, en Barcelona, Pliego de Poesía [suplem. de El Ciervo], 70 (“Homenaje a Miguel Hernández”), 1992. Acerca de la lucha de Muñoz Rojas, Vicente Aleixandre y otros amigos por la vida del poeta, recomendamos la lectura de Cartas de Vicente Aleixandre a José Antonio Muñoz Rojas (1937-1984), Irma Emilozzi (ed.), Mª Carmen Martínez Pereira (col.), 2005. << [104] El poeta realizó una ponencia en Gredos bajo la tutoría de Alfonso Querejazu, para lo cual escribió Verso y prosa de Gredos, Madrid, Gráficas Valera, 1963, pp. 27-44. El ensayo, titulado “Carta al Padre Alfonso Querejazu sobre la perfección cristiana”, conforma uno de sus manifiestos poéticos fundamentales. Apareció después en Rescoldos (cfr. 1). << [105] “A Dámaso Alonso en sus alturas”, en Homenaje universitario a Dámaso Alonso, Madrid, Gredos, 1970, p. 33. << [106] “Homenaje a Jorge Guillén”, Excmo. Ayuntamiento de Málaga, 1983. Se refiere el autor en el poema al momento en que entregó a Guillén su primer libro, Versos de retorno, de cuyo título se avergonzaría años después, debido a la temprana edad con que lo compuso. Jorge Guillén le escribió: “Usted va, usted sale: ¿por qué, y de qué, retorno?”. << [107] El escultor Jesús Martínez Labrador es autor de tres retratos escultóricos testimoniales del autor. Éste es el único poema que incluimos en la sección “Dedicatorias” que no aparecía en CC. << [108] Aparece otro poema (“Como no había labios que acudieran a las aguas…”), también dedicado a su hermano Rafael, en Madrid, La tentativa poética, 1935. No está incluido en nuestra edición por considerarlo el autor mediocre en su forma. << [109] “Las rosas como son” es el lema del ex-libris del autor, realizado por su amigo José Hernández (cfr. 79). << [110] Juan Lladó fue su amigo primordial, presidente del Banco Urquijo, quien le puso al frente de la Sociedad de Estudios y Publicaciones del banco, desde donde Muñoz Rojas realizó una admirable labor de mecenazgo cultural durante la posguerra y hasta 1983. << [111] Poema dedicado a Juan Lladó (vid. supra), recogido de La rebusca (cfr. 1). << [112] Sustituimos el latinismo “stephanotis” por “estefanotes”, nombre popular malagueño para esta planta, a CC. << [113] Id., 22. << [114] Id., 22. << [115] Id., 22. << [116] Id., 22. Marilu nació el 8 de Abril de 1919; con la expresión “cuarenta de abril” celebra su cuadragésimo cumpleaños. << [117] “Romance de don Sebastián, rey de bastos”, Ángel Caffarena (ed.), Málaga, El Guadalhorce (“Cuadernos de María José”, LXVIII), 1984. << [118] Debido a que no publicó el autor libro alguno de poesía durante estos años y, sin embargo, sí escribió con fecundidad, bajo este título se recoge su producción poética completa de este periodo. El título pertenece al de los tres poemas dedicados a J. L. L. Aranguren. << [119] << Sustituimos “mil” por “mis” a CC. [120] Cfr. 47. << [121] Sustituimos “posa” por “pasa” a CC. << [122] Los cinco poemas, que permanecían inéditos, pertenecen a mayo de 1970 y los rescatamos en Rescoldos (cfr. 1). Los incluimos como la parte novena de esta serie de Oscuridad adentro, por coincidencias cronológicas, temáticas y formales; los autógrafos originales aparecieron junto a los de los poemas que en el libro aparece justamente antes. << [123] No incluido en CC, sólo aparece, como texto inédito, en Textos poéticos (1929-2005), Rafael Ballesteros, Julio Neira y Francisco Ruiz Noguera (ed.), Madrid, Cátedra (“Letras Hispánicas”, 583), 2006 (antología de textos poéticos en verso y prosa). << [124] “El brezo y las sombras”, Antequera, Galeote, [“A Pablo García Baena”, edición especial de los nn.] 5-6, enero de 1990. << [125] Sustituimos “la” por “las” a CC (cfr. 1). << [126] “Oscuridad adentro (a José L. López Aranguren)”, Madrid-Palma de Mallorca, Papeles de Son Armadans, XVI, julio de 1957, pp. 71-75. << [127] En CC: “y las pompas las pincha…” (añadimos “que”). << [128] En cuaderno manuscrito del autor, fechado en 28 de febrero de 1968; reescrito tres veces, se trata de uno de los poemas más extensos de su producción, de temática profundamente metafísica. Se publicó en Ángel Caffarena (ed.), Málaga, El Guadalhorce (“Cuadernos de María Isabel”, X), 1970, y su versión definitiva, con nuestra corrección, en Rescoldos (cit. 1). << [129] Sustituimos “oirte” por “oírte” a CC. << [130] Vocablo que al autor le resulta familiar debido a su oficio bancario. << [131] Reminiscencias de Machado, cfr. 4 y 153. << Antonio [132] << Sustituimos “oir” por “oír” a CC. [133] José Hernández (grab.), Real Maestranza de Caballería de Ronda, Julio Soto (imp.), Ana Jessen (ene.), marzo de 1993; se trata de una edición de lujo de 95 ejemplares, con grabados de José Hernández y poemas de Muñoz Rojas sobre la temática ecuestre. << [134] Valencia, Pre-Textos, 1997; íd., 1998 (2.ª edición, corregida y aumentada); después se han realizado dos reimpresiones: en septiembre de 2000 y en julio de 2002. << [135] El modo gráfico para los signos de interrogación del autor es, en muchas ocasiones, el inglés, sólo al final del enunciado; en los libros Objetos perdidos, Entre otros olvidos y La voz que me llama hemos respetado esta peculiaridad, por haberse hecho así en las ediciones de Pre-Textos. << [136] Sustituimos “pierdes” por “pierde” a Objetos perdidos, 1997 (cfr. 134), por tratarse de un error de concordancia. << [137] Sustituimos “por qué” por “porque” a Objetos perdidos, 1997 (id.), por tratarse de una ultracorrección. << [138] Referencia al poema de William Yeats “The lover tells of the rose in his heart”, cuyo primer cuarteto dice: All things uncomely and broken, all things worn out and old,/The cry of a child by the roadway, the creak of a lumbering cart, /The heavy steps of the ploughman, splashing the wintry mould,/Are wronging your image that blossoms a rose in the deeps of my heart. << [139] Mujeres que se encargan de cuidar la Casería y de atender al autor y a su familia. << [140] Cita del poema “To his Coy Mistress”, de Andrew Marvell. << [141] Sustituimos “saber” por “saben” a Objetos perdidos, 1997 y 1998 (cfr. 134). << [142] Referencia intratextual al primer verso de su poema “La ciclista”, de Canciones. << [143] Sustituimos “di” por “di” a Objetos perdidos, 1998 (cfr. 134). << [144] Dante, Divina Comedia: “En la sua volontate é nostra pace”. << [145] En la 1.ª edición se titulaba “La ocasión perdida”. << [146] as veces ahora ne a la memoria ante perdido para siempre, recuperado. plica en el quicio bra? Qué sordera o ceguera ó en el aire morir, omo una rama seca, para siempre, ante perdido. Ésta era la versión que existía inicialmente en La voz que me llama, pero finalmente se añade aquella versión en la ed. ampliada de Objetos Perdidos (cfr. 134). Aparece en la antología Yo sólo sé nombrarte como texto inédito por entonces. << [147] Sustituimos el signo de exclamación por el de interrogación a Objetos perdidos 1997 y 1998 (cfr. 134). << [148] Texto añadido en la edición aumentada (cfr. 134). << [149] Valencia, Pre-Textos (“La Cruz del Sur”, 542), 2001. << [150] Éste iba a ser el título del libro, pero finalmente, por consejo editorial, se optó por Entre otros olvidos. << [151] Cfr. 150. << [152] Sustituimos “en” por “de” a Entre otros olvidos, 2001 (cfr. 149). << [153] La pasión por caminar es compartida con sus dos maestros primordiales, Machado y Fray Luis (vid. 4 y 102). << [154] Suprimimos el signo de admiración a Entre otros olvidos, 2001 (cfr. 149). << [155] “Alguien me ha hablado …” Estepa, Los papeles mojados de Río Seco, 4 (No cabe soledad donde la aurora: Homenaje a Antonio Carvajal), primavera-verano de 2001, p. 25. El autor recitó este poema en homenaje al poeta granadino, en el acto de presentación de dicho homenaje. << [156] Cfr. 85 y 86. << [157] Suprimimos el signo de exclamación a Entre otros olvidos, 2001 (cfr. 149). << [158] Cfr. 85 y 86. << [159] Cfr. 85 y 86. En este libro, ambos símbolos se juntan e intercalan en un guiño intratextual al final de su producción poética. << [160] Sustituimos “el” por “al” a Entre otros olvidos, 2001 (cfr. 149). << [161] Referencia al poema “Nao sei” de Eugenio de Andrade, lectura del autor en el momento de creación de este poemario: “Nao sei porque diabo escolheste/ janeiro para morrer: a térra/ está táo fria”. << [162] Única variante de Entre otros olvidos: en la reimpresión de 2001 se sustituye “mayor” por “menor”. << [163] Valencia, Pre-Textos (“La Cruz del Sur”, 722), 2005. El título original del poemario era Versos, palabra sola con que el autor pretendía cerrar el ciclo de su producción poética, iniciada con Versos de retorno en 1929. << [164] “Compasión”, en Madrid, Once de Marzo: (Poemas para el recuerdo), Eduardo Jordá y José Mateos (ed.), Valencia, Pre-Textos/Librería Rafael Alberti (“Poesía”, 698), 2004, p. 122. Pertenecía al borrador de La voz que me llama pero no se incluyó en su edición (cfr. 163) por tratarse de un poema escrito después de la entrega de originales. << [165] Referencia a la casa de su infancia (cfr. 52). << [166] Añadimos el pronombre original (“lo”); fue ultracorrección en La voz que me llama, 2004 (cfr. 163). << [167] “Dos poemas inéditos [“Eternidad” y “Elegía de la Alhajuela”], El País (“Babelia”), 2 de febrero de 2002, p. 3 [en el monográfico sobre el autor “José Antonio Muñoz Rojas: La memoria y el olvido”]. << [168] Id. 167. <<