pdf Ponencia CPM PS 1172 - Coordinadora Paz para la Mujer

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Coordinadora Paz para la Mujer, Inc.
Coalición Puertorriqueña contra la Violencia Doméstica y la Agresión Sexual
Tel. (787) 281-7579
www.pazparalamujer.org
PROYECTO DEL SENADO 1172 DEL 22 DE AGOSTO DE 2014 PARA ENMENDAR EL ARTÍCULO
2.3 DE LA LEY NÚM. 54 DE 15 DE AGOSTO DE 1989, SEGÚN ENMENDADA, MEJOR CONOCIDA
COMO LA LEY DE PREVENCIÓN E INTERVENCIÓN CON LA VIOLENCIA DOMÉSTICA, A LOS
FINES DE OTORGARLE CAPACIDAD JURÍDICA A LAS MADRES, PADRES, HIJAS E HIJOS
MAYORES DE DIECIOCHO (18) AÑOS DE EDAD, PARA SOLICITAR ÓRDENES DE PROTECCIÓN A
FAVOR DE SUS HIJOS (AS) Y MADRES O PADRES, VÍCTIMAS DE VIOLENCIA DOMÉSTICA.
Honorable María Teresa González López
Presidenta de la Comisión de la Mujer
Senado de Puerto Rico
El Capitolio, San Juan
Puerto Rico
14 de octubre de 2014
Estimadas y estimados miembros de la Comisión de Asuntos de la Mujer:
Presentamos esta ponencia sobre el PS 1172, presentado por la señora Senadora
Itzamar Peña Ramírez y referido a la Comisión de Asuntos de la Mujer, para enmendar
el Artículo 2.3 de la Ley Núm. 54 de 15 de agosto de 1989, según enmendada, mejor
conocida como la Ley de Prevención e Intervención con la Violencia Doméstica, a los
fines de otorgarle capacidad jurídica a las madres, padres, hijas e hijos mayores de
dieciocho (18) años de edad, para solicitar órdenes de protección a favor de sus hijos
(as) y madres o padres, víctimas de violencia doméstica.
Agradecemos la oportunidad que se le ha concedido a Coordinadora Paz para la Mujer
(CPM) para ofrecer nuestra opinión sobre el Proyecto de referencia.
La Coordinadora Paz para la Mujer, Inc. (CPM) es una organización sin fines de
lucro fundada en octubre de 1989, incorporada en 1997, por proveedoras de servicio,
defensoras, investigadoras, feministas y activistas de los derechos humanos por la
erradicación de la violencia doméstica.
Fue formada para abordar el problema de
la violencia doméstica y la discriminación por razones de género en Puerto Rico.
Actualmente, la CPM integra una red de 27 organizaciones contra la violencia
doméstica y la agresión sexual que cuenta con representantes desde el área rural
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de la montaña hasta el área metropolitana de la Isla y con 7 integrantes individuales.
La misión de la CPM es proveer educación comunitaria, asistencia técnica y apoyo
a sobrevivientes de violencia doméstica y sexual, programas y organizaciones de
servicios a mujeres maltratadas; sus hijas e hijos y a sobrevivientes de agresión sexual.
Desde 1997 la Coordinadora Paz para la Mujer se incorpora y formaliza su trabajo
como la Coalición Contra la Violencia Doméstica y la Agresión Sexual de Puerto Rico y
continúa expandiendo y reforzando sus estructuras y servicios.
El año 1989 fue de grandes retos para las mujeres de Puerto Rico. Lucharon por la
aprobación de la legislación especial para combatir el maltrato contra las mujeres.
Prácticamente
todas las organizaciones feministas, así como las entidades públicas
y privadas vinculadas con la investigación, los servicios y la defensa de los derechos
de las mujeres y específicamente de violencia doméstica, coincidieron en la necesidad
de la aprobación de una política pública recogida en un estatuto que protegiera a las
sobrevivientes y sancionara a los agresores, a la vez que establecía mecanismos para
prevenir y educar sobre la violencia de género. Esta coincidencia de intereses fue un
factor importante para la aprobación de la Ley 54 (15 de agosto de 1989) para la
Prevención e Intervención con la Violencia Doméstica.
A finales de la década de los ochenta, cuando el movimiento de mujeres estaba
propulsando la aprobación de política pública y legislación para combatir la violencia
hacia las mujeres, junto a algunas legisladoras y la entonces Comisión para los
Asuntos de la Mujer, la situación histórica era una distinta. Estábamos luchando para
convertir en un asunto público, lo que se consideraba privado y que requería ayer como
hoy el repudio de la sociedad y la intervención del estado por tratarse de un problema
social y de salud pública grave, lo que se consideraba como algo privado, que en forma
alguna está limitado a la pareja. Por ello costó tanto trabajo superar la oposición a la
legislación y ha sido necesario mantener una defensa constante frente a detractores
que se han mantenido activos a través de los años. Cada enmienda que se propone
para la Ley 54 tiene que ser bien pensada para que no se altere su importante política
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pública y exposición de motivos que constituye por sí misma una pieza histórica, pero
de total vigencia, emulada por otras naciones de nuestro entorno geográfico.
Toda legislación debe provenir de los requerimientos de la ciudadanía para que tengan
sentido. En Coordinadora hemos hecho contundentes expresiones ante propuestas
de enmiendas a la Ley 54, de que las personas que ocupan puestos desde los cuales
se legisla o ejecuta política pública respecto a que
deben establecer diálogo con
las organizaciones que trabajan directamente con la problemática de la violencia de
género para determinar entonces si es necesario y conveniente lo que proponen.
Además, hemos sugerido que el proceso de legislar debe incluir investigación de lo
que ha ocurrido en otras jurisdicciones de Estados Unidos, Europa y América Latina.
De esta forma nos podemos asegurar de que estamos participando de las corrientes
progresistas en la búsqueda de la equidad.
En primer lugar, validamos la preocupación que da inicio a este proyecto: dar
herramientas a los familiares cercanos a las víctimas de violencia doméstica para
actuar en protección de ésta y sus hijos e hijas. Muchos familiares se sienten frustrados
y maniatados ante una situación de violencia doméstica cuando la sobreviviente rehúsa
solicitar una orden de protección o retira alguna denuncia contra la persona agresora.
En muchas instancias los familiares y amistades tienen un rol activo. Estos pueden
dar apoyo para que la sobreviviente salga de una relación de violencia, pueden llamar
a la Policía para que intervenga si el evento de violencia es manifiesto frente a sí
porque lo sienten, lo escuchan, lo ven; pueden buscar información sobre programas de
orientación y de ayuda legal, entre otras acciones. Sin embargo, no podemos sustituir
el criterio de la sobreviviente por el de sus familiares porque se minimiza su capacidad,
se le proyecta como débil e incapaz, visión que a sociedad patriarcal busca perpetuar.
Partimos de la afirmación de que las mujeres tienen plena capacidad y potestad para
decidir sobre su vida y las situaciones que les son adversas. Trabajamos desde un
modelo de apoderamiento y fortalecimiento de las mujeres para tomar decisiones
propias que impactan su vida y la de sus hijas e hijos. La víctima tiene la autoridad para
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decidir sobre su seguridad pues es ella quien tiene que asumir las consecuencias que
éstas tengan sobre su realidad. Nadie está en mejor posición para evaluar el nivel de
peligrosidad que la víctima.
En segundo lugar, es importante señalar que la Ley 54 dispone para lo que pretende
este Proyecto de Ley, en el Artículo 2.3 sobre Procedimiento. El mismo lee: “Cualquier
persona podrá solicitar los remedios civiles que establece esta Ley para sí, o a favor
de cualquier otra persona cuando ésta sufra de incapacidad física o mental, en caso
de emergencia o cuando la persona se encuentre impedida de solicitarla por sí
misma.” Es decir, la Ley permite la solicitud de una orden de protección a un tercero,
no solo en casos de incapacidad física o mental, sino cuando la sobreviviente está
inhabilitada para hacerlo. El propósito de este apartado era que se usara cuando
el miedo las paralizara o les impidiera expresarse. No es que no quieran hacer la
solicitud, sino que no pueden. Tomando en cuenta que la Ley 54 ya provee para
situaciones extraordinarias donde la sobreviviente esté inhabilitada de tomar la decisión
de solicitar una orden de protección, entendemos que no es necesaria una enmienda
para lograr el mismo propósito.
En tercer lugar, para obtener el mayor beneficio posible de una orden de protección,
es trascendental que la mujer esté preparada para iniciar el proceso de salir
de la violencia. Pero si otra persona solicita la orden por ella: ¿Quién asume la
responsabilidad por su seguridad? ¿Quién elabora su plan de seguridad? Es decir,
cuando una víctima toma la decisión de salir de una relación de violencia doméstica
de alta peligrosidad, toma pasos asertivos para protegerse, elaborando un plan
de emergencia o de escape, acudiendo a un albergue, preparando su salida,
asegurándose de que el agresor no va a estar cerca, protegiendo las hijas e hijos,
entre otros. Sabemos que el momento de mayor peligro es cuando se decide a salir
del círculo de violencia y en ocasiones cuando la persona agresora conoce que se ha
solicitado una orden de protección. Es entonces cuando el poder del agresor se siente
amenazado y hará lo que sea para no perderlo. Nadie quiere perder poder. Pero si la
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víctima no es parte de la decisión de solicitar una orden de protección, ¿cómo se va
a enfrentar ese momento? Sabemos que la Orden de Protección es una de muchas
estrategias, no es el salvavidas, sino la oportunidad del alejamiento.
Nos preocupa, en esta misma línea, que las acciones bien intencionadas por parte
de familiares cercanos puedan tener un efecto en detrimento a la seguridad no solo
de la víctima, sino también de los mismos familiares involucrados en la solicitud de la
orden de protección. Es decir, tiene el potencial de ampliar las posibles víctimas de la
violencia por parte del agresor. Es posible que no prevean que la violencia pudiese
estar dirigida a ellos y no tomen las medidas cautelares necesarias para su protección.
En cuarto lugar, no conocemos de ningún estudio llevado a cabo para evaluar la
efectividad y el impacto de la Ley 538 del 30 de septiembre de 2004 para enmendar
la "Ley para la Prevención e Intervención con la Violencia Doméstica" para establecer
que el patrono, en situaciones de violencia doméstica que pongan en riesgo el lugar
de trabajo, puede solicitar una
orden de protección a favor de su personal en el
Tribunal de Primera Instancia. Solo tiene que notificar a la víctima de su intención de
solicitar la orden, pero no necesita su consentimiento. La Ley permite que, conforme
a las circunstancias que se establecen en el estatuto, un patrono pueda solicitar una
Orden de Protección a favor de las empleadas o empleados, visitantes y cualquier
otra persona que se encuentre en su lugar de trabajo. Esta ley parte de un supuesto
similar confiriéndole a un tercero la capacidad de decidir, por lo que investigaciones
de su efectividad podrían arrojar luz de la posible efectividad de proyectos similares.
La razón por la cual la víctima tiene que ser notificada es para minimizar el riesgo que
corre la sobreviviente cuando el agresor se entere. Siempre hemos insistido en que
el Patrono debe primero persuadir y apoyar a la sobreviviente para que pida la Orden
por sí misma y tome las medidas máximas de protección, para lo cual debe darle el
respaldo necesario. Nos preocuparía que se continúen llevando a cabo enmiendas no
solo sin consultar a las organizaciones, sino no basadas en investigaciones pertinentes
y serias.
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En quinto lugar, el Proyecto de Ley que da raíz a esta ponencia, expone que las
madres, los padres e hijos(as) de las víctimas, que por lo general son los más cercanos
a éstas, y quienes realmente conocen la situación de violencia que éstas sufren,
no están incluidos en la Ley como personas con capacidad jurídica para solicitar
la Orden de Protección a favor de las víctimas. Comentamos por un lado que no
necesariamente es cierto que las madres, padres e hijos de las víctimas, son siempre
los más cercanos y quienes mejor conocen de su situación de violencia doméstica.
De hecho, son quienes en ocasiones desconocen de la violencia sea por la vergüenza
asociada o por el aislamiento de la sobreviviente. Esta enmienda podría significar que
familiares que no necesariamente sean cercanos tomen decisiones sobre la víctima.
Igualmente podría ponerla en mayor peligro. Por otro lado, en el supuesto de que sí
sean cercanos y conozcan de la situación de violencia, bajo la Ley 54 en la actualidad
tendrían capacidad de solicitar la orden en caso de una emergencia o en caso de que
la víctima se encuentre impedida de solicitarla por sí misma.
Nuestro ordenamiento jurídico identifica como personas con incapacidad jurídica
a los menores y las personas con alguna incapacidad mental ya sea temporera o
permanente, a las que hay que suplir capacidad. Sin embargo, en este proyecto de ley
no estamos hablando de un supuesto de incapacidad donde hay que suplir capacidad
a una persona. Estamos hablando que aun la victima con plena capacidad y autonomía
para decidir esta sujeta a los designios de otros. Una vez más sería revictimizarla, una
vez más sería enviarle el mensaje, así como el agresor se ha encargado de hacer, de
que no sabe lo que es mejor para ella misma, de que no tiene la capacidad para tomar
sus decisiones, de que no puede valerse por sí misma.
Por último, nos preocupa cómo se va a atender el asunto de la prueba de referencia
que con toda probabilidad traerá la defensa del agresor a menos que los familiares
hayan presenciado el acto de violencia. Hemos insistido en que no es apropiado que se
obligue a la víctima a testificar.
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En conclusión, afirmamos nuevamente que las víctimas son las personas indicadas
para establecer sus estrategias de supervivencia y salvo incapacidad o que ella lo
solicite nadie debe intervenir. Es por esto y todas las razones anteriores, que nos
oponemos a esta enmienda. En la alternativa, nos oponemos a que se inicie el proceso
solicitud de una orden de protección sin notificarle a la víctima.
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