Revis t a De n t a l d e Ch i l e 2012; 103 ( 3) 30-36 Reporte Clínico Autores: Manejo de heridas por arma de fuego civiles a nivel maxilofacial. Matilde León L.(1), Cristián Núñez B.(2), Guillermo Quezada R.(3), Julio Molano G.(4), José Miguel González P.(4). Management of maxillofacial civilian gunshot wounds. (1) Cirujano Dentista, Departamento CMF, Universidad de Chile. (2) Cirujano Máxilo Facial, Equipo Cirugía Cabeza y Cuello. Unidad de Emergencia CABL. (3) Cirujano Máxilo Facial, Equipo Cirugía Cabeza y Cuello. CABL. (4) Cirujano Cabeza y Cuello. Equipo Cirugía Cabeza y Cuello, CABL. Lugar en el que fue realizado el trabajo: Servicio de Cirugía Cabeza y Cuello, Complejo Asistencial Barros Luco. Resumen El tratamiento de las heridas por arma de fuego a nivel maxilofacial es controversial respecto a los tiempos del manejo de las lesiones. La evidencia más reciente muestra resultados superiores con el tratamiento inmediato. Objetivo: Exponer nuestra experiencia y realizar una revisión bibliográfica respecto al manejo de las heridas por arma de fuego a nivel maxilofacial. Resultados: Se realizó tratamiento seriado de las heridas por arma de fuego, siendo los resultados estéticos y funcionales aceptables. Discusión: Las heridas por arma de fuego son heterogéneas por lo que no existe un dogma en su manejo. Este se define para cada caso particular en relación al tipo de arma, grado de injuria, condición sistémica del paciente y recursos disponibles. Conclusión: El tratamiento seriado permite la obtención de resultados funcionales y estéticos satisfactorios en caso de heridas por arma de fuego civiles de mediana severidad. Palabras claves: Herida maxilofacial por arma de fuego. Summary The treatment of maxillofacial gunshot wounds is controversial regarding its time management of the injury. Latest evidence shows better results when immediate treatment is provided. Objective: present our experience as well as the results of a bibliographic revision about the management of maxillofacial gunshot wounds. Results: the treatment was serialized, being acceptable aesthetic and functional results. Discussion: as the gunshot wounds are heterogeneous there is no dogma in their management. Treatment is defined for each particular case based in the type of weapon, degree of injury, systemic condition of the patient and available resources. Conclusion: serial treatment of civilians gunshot wounds of medium severity allows satisfactory functional and aesthetic results. Key words: Maxillofacial gunshot wounds. Introducción Las heridas por arma de fuego se definen como el conjunto de alteraciones producidas en el organismo por el efecto de un proyectil a su paso a través de los tejidos del cuerpo humano. Un arma de fuego corresponde a un instrumento de 30 defensa y ataque que utiliza la combustión de pólvora de distintos tipos en un espacio confinado, para la proyección a distancia de un agente lesivo. Desde el punto de vista médico quirúrgico se clasifican como heridas contusas, Revista Dental de Chile 2012; 103(3) específicamente contusiones simples con solución de continuidad. Constituyen traumatismos graves con una alta tasa de supervivencia, importante morbilidad, secuelas funcionales y estéticas (1,4). En Estados Unidos las heridas por arma de fuego corresponden a la segunda causa de muerte por injuria luego de los accidentes de tránsito(5,6) y a la octava causa de muerte general(7). En las últimas décadas tanto su incidencia como la mortalidad asociada han disminuido(6,7) gracias a programas de prevención, a la comprensión de la fisiopatología balística y al manejo de la injuria(6). Aunque en otras localidades la incidencia de heridas por arma de fuego ha aumentado en los últimos años(8,9). Las heridas por arma de fuego se presentan en el contexto de asaltos, agresiones, homicidios y suicidios(6-12), cuya proporción varía respecto al lugar de estudio. Predominan los intentos de autolisis con tasas entre un 50-57%(6,7) y los homicidios con un 38-58%(1,6). En Chile los últimos datos entregados por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) en el año 2010 indican que del total de defunciones un 9.3% se debe a causas externas, dentro de las cuales se consideran las defunciones por heridas de arma de fuego. En el país un 28.7% de las agresiones, un 6.4% de los suicidios y un 1.35% de los accidentes se asocian al uso de armas de fuego(13). Entre un 6-10% de la injurias por armas de fuego afectan la cara(6,7) y entre un 11-30% son fatales(5,6). Dentro de las injurias cráneo faciales no fatales un 50% corresponde a suicidios(6,7), un 38% a homicidios y un 12% a accidentes no intencionados y asaltos(1,6). La mayoría de las víctimas por arma de fuego son hombres jóvenes(2,3,5,7,9,10,14 y 16) menores de 38 años(7,10). La frecuencia es 5-7 veces mayor en hombres que en mujeres (3,5,6,8,10,15) y el rango de edad varía entre 13-74 años(10), con una media de 27 años (3,5,10,14,15) . Existen diversas posturas respecto al tratamiento de este tipo de injurias, al no existir estudios randomizados que comparen los resultados entre las diferentes propuestas, la decisión se basa en la revisión de la literatura y en la experiencia del operador. El presente artículo pretende exponer nuestra experiencia y realizar una revisión bibliográfica del manejo de las heridas por arma de fuego civiles a nivel maxilofacial. Material y método Se presentan tres casos de pacientes tratados por heridas de arma de fuego a nivel maxilofacial en el servicio de Cirugía de Cabeza y Cuello y Máxilo Facial del Complejo Asistencial Barros Luco (CABL). Se revisaron las fichas clínicas de cada paciente y se realizó una revisión bibliográfica del tema. Se consultaron las bases de datos Medline y PubMed hasta Mayo del año 2012 respecto al manejo de heridas por arma de fuego civiles a nivel maxilofacial, sin restricciones de lenguaje. Se revisaron artículos desde el año 1995 hasta el año 2012. es secundaria a injurias torácicas, abdominales o cerebrales(7,14). afectan principalmente al piso superior e inferior de la cara. La estructuras blanda más afectada es el globo ocular seguida del cerebro(5,7,10,14). Se observa injuria uni o bilateral del globo ocular en un 31% de los pacientes(5,7,10,14). Un 15-18% de los pacientes presenta lesión intracraneal (5,7,10), de los cuales un 50% requiere tratamiento quirúrgico(5). Estructuras afectadas Las heridas por arma de fuego pueden afectar la región cráneo facial en forma aislada o estar asociada a lesiones múltiples, la proporción varía en relación al estudio consultado. Se ha descrito estar relacionadas a otras lesiones en un 22.5-62%(7,14). No se ha observado mortalidad debido a lesiones faciales aisladas ya que ésta A nivel facial la estructura ósea más afectada es la mandíbula(2,7,14-16), seguido del maxilar y cigoma(7,14,15), órbitas y huesos propios nasales(7,16). Proporción que varía respecto al tipo de arma y mecanismo de la injuria, pero Clasificación Existen múltiples modos de clasificar las heridas por arma de fuego, de los cuales muchos se han desarrollado en base a heridas de guerra, lo que impide su aplicación en heridas por arma de fuego civiles por las disimilitudes respecto al tipo de munición, potencial de herir, mecanismo de daño y objetivo del tratamiento, entre otros(7). Aplicar universalmente una clasificación para las heridas por arma de fuego causadas por diferentes tipos de proyectiles y localizadas en distintos sitios anatómicos es complejo y su utilidad es básicamente para la comunicación interprofesional, más que para indicar el nivel de daño y manejo de las mismas. Por ello sólo serán mencionadas y no profundizadas en este artículo. Las heridas por arma de fuego se puede clasificar respecto a tipo de herida en no penetrantes, penetrantes, perforantes y avulsivas(6,7,10); respecto a la velocidad del impacto en heridas de alta, intermedia y baja velocidad(1,3,7-9,17); respecto a la distancia del blanco y respecto a la energía involucrada en heridas de alta y baja energía(7,10). Las heridas de alta energía son provocadas por grandes proyectiles y/o por tiros a escasa distancia, generan lesiones complejas con gran pérdida de tejidos circundantes, tienden a la isquemia y posterior necrosis. Las heridas de baja energía son las más frecuentes, se deben a armas de pequeño calibre y/o a distancia del paciente y se asocian a un nivel de destrucción menor(7,10,12). Revista Dental de Chile 2012; 103(3) 31 La tendencia es predecir la capacidad de daño a través del tipo de arma utilizada(6), las armas de fuego se clasifican según la velocidad del disparo y el largo de cañón. Dentro de las armas de fuego civiles las pistolas y revólveres corresponden a armas de cañón corto, los rifles y escopetas a armas de cañón largo. El proyectil de armas cortas es de forma variada, de bajo calibre y de baja a media velocidad(1,6,7). El o los proyectiles de escopeta son de baja a media velocidad (1,6,7) . Los proyectiles de rifle son de bajo a alto calibre y de alta velocidad (1,6,7) . Dentro de las armas civiles lo más común son las injurias por proyectil de pistolas (53-86%), seguidas de escopetas (8-15%) y rifles (5-15%)(3,6,8,9). En Chile dentro de las agresiones por arma de fuego un 89.8% corresponden a armas de fuego hechizas (Ilegales, no inscritas), un 10% a escopetas y rifles y un 0.2% a armas de cañón corto(13). y diseño del proyectil(5,7,10,14,17) que en conjunto determinan la cantidad de energía transferida al blanco y la injuria resultante (7,17) . Además independientemente del tipo de arma los proyectiles producen cambios en la fisiología tisular a nivel de la microcirculación, circulación regional, composición electrolítica, metabolismo y contenido hídrico(1). Así, las heridas por arma de fuego, constituyen una compleja interacción entre el proyectil y las características del tejido blanco, lo que hace a cada herida única. Además debido a las circunstancias a las que se asocian este tipo de injurias es difícil definir el mecanismo de daño para cada caso particular. Por estas razones el categorizar las heridas en base a características del proyectil y tipo de arma utilizada no permite definir el manejo de las mismas(7,17). de elección es la tomografía computarizada (TC) con reconstrucción tridimensional, la cual idealmente debe ser complementada con radiografías simples de cráneo, columna cervical y tórax para descartar y/o confirmar lesiones a distancia(1,2,4,7,10). En determinados casos son de utilidad la ecografía para localizar proyectiles en los tejidos blandos y la arteriografía en caso de lesión de grandes vasos(1,4,10,18). de emergencia(1,5,2,3,7,10,15), de los cuales el 100% presentan lesiones a nivel del tercio facial inferior y un 18% presenta injuria intracraneal. De los pacientes con herida por arma de fuego a nivel mandibular un 3756% requiere estabilización de emergencia de la vía aérea(2,6), aunque en la mayoría de los casos se resuelve con la simple aspiración de la cavidad oral, colocación de la cabeza en posición neutra y tracción de la lengua hacia delante(1). El daño vascular es común en heridas por armas de alta velocidad debido a sección, desgarro o estiramiento vascular(1,4,7,18), aunque en general las hemorragias por heridas de arma de fuego civiles no generan riesgo vital(4,7,18). Demetriades et al (2004) reportaron que sólo un 7.5% de los pacientes con heridas aisladas de la cara presentan shock hipovolémico, un 28.3% requirió angiografía y un 4% embolización(7). Entre un 17-63% de los pacientes requieren de angiografía (4,7,18), dentro de los cuales un 15-51% presenta eventos positivos siendo la arteria maxilar interna y arteria facial los vasos más afectados(7). En el estudio realizado por Ruiz L. et al (2006) los pacientes no requirieron medidas de estabilización hemodinámica y en sólo un caso se requirió arteriografía por sospecha de lesión de vasos cervicales(10). Mecanismo de daño Debido a la heterogeneidad del cuerpo humano a medida que el proyectil penetra los tejidos reaccionan de a cuerdo de sus características específicas lo que impiden el tener una fórmula que explique cada uno de los matices de las heridas causadas por armas de fuego(7,11,17). En el mecanismo de daño interfieren diferentes factores como la velocidad de la bala(1,5,7,10,14,17), distancia del tiro(1,5,7,10,14), masa, tamaño Diagnóstico Una vez estabilizado el paciente, durante la evaluación secundaria se realiza una historia clínica detallada, examen físico sistemático, evaluación imagenológica y diagnóstico de las lesiones(1,6,10). El estudio imagenológico Tratamiento Los objetivos del tratamiento son recuperar la función y estética, con la dificultad añadida de reconstruir los tejidos afectados gravemente dañados (1,7,10,14). La decisión terapéutica se toma en función de las características de la lesión, estado general del paciente, experiencia del cirujano y disponibilidad de materiales(10,12,14,17). Dentro de las características de la lesión se considera su localización, grado de destrucción ósea, tiempo transcurrido entre el impacto y la atención, así como el tipo, número, fragmentación y trayectoria del proyectil(1). El manejo de la urgencia vital de la víctima con herida por arma de fuego sigue las mismas pautas que cualquier otro paciente politraumatizado con los protocolos de ATLS(1,2,7,10,11). Los estudios muestran que entre un 21-57% de los sobrevivientes de heridas por arma de fuego cráneo facial requieren vía aérea 32 Revista Dental de Chile 2012; 103(3) Respecto al tratamiento definitivo se tiende a la reconstrucción inmediata unido a la utilización de colgajos locales o regionales de tejidos blandos, ya que muestra resultados más satisfactorios que la reconstrucción secundaria diferida en tres a seis meses tras la herida (1,4,7,9-12,14-17,19). Esta modalidad es factible debido a la precisión del diagnóstico anatómico aportado por la tomografía computarizada (TC), avance en las técnicas de osteosíntesis, aplicación de injertos óseos inmediatos y aparición de técnicas microquirúrgicas que permiten aportar al mismo tiempo tejido óseo y partes blandas bien vascularizadas, así como el uso de colgajos pediculados regionales y locales(1,3,4,7,9,11,16,19). De este modo la mayoría de las injurias por arma de fuego pueden ser tratadas en forma definitiva en el momento del debridamiento, siempre y cuando el estado general del paciente lo permita(1,2,4,7,9,11,12,14,17,19). Se indica reconstrucción inmediata en casos de alteración funcional y/o estética, heridas faciales con avulsión de tejidos y heridas por proyectiles de baja velocidad(1). En heridas por armas de alta velocidad existe gran incidencia de compromiso vascular tisular, necrosis séptica y fracaso de la reconstrucción por lo que la elección del tratamiento es individual para cada caso (1,7,10,12,17) . El enfoque actual propone un manejo quirúrgico de las heridas faciales por arma de fuego en tres etapas, que generalmente se superponen(2,7,9,10,14,16,17,19). 1. Manejo inicial y estabilización de la herida En principio este tipo de lesiones se deben tratar de forma similar a cualquier otro trauma facial(2,7,10), teniendo en cuenta que el paciente puede tener un proyectil en su interior. Se deben retirar todos aquellos proyectiles que sean accesibles, que no estén próximos a órganos vitales y cuya remoción no aumente el daño(1,7,10). Además se indica la remoción de balas próximas a nervios periféricos por el riesgo de neurotoxicidad (7) . El manejo inicial incluye el lavado y debridamiento de la herida(1,7,10,16). El efectuar un mínimo debridamiento ha mostrado una menor morbilidad, por lo que se remueven sólo los tejidos claramente necróticos y las zonas con daño tisular de viabilidad dudosa son valoradas cada 24-48 hrs.(1,14). La estabilización de los pilares óseos se realiza mediante osteosíntesis con miniplacas o placas de reconstrucción, con ello se mantiene la dimensión ósea inicial y los tejidos blandos expandidos, previniendo el colapso de las partes blandas y posteriores secuelas(1,14,16). Además se debe proveer una cobertura adecuada con tejidos blandos mediante injertos o colgajos microvascularizados (1,4,9,11,12,14,16). En heridas severas con extenso daño y pérdida de tejido se indica estabilización temprana de los fragmentos óseos con fijación intermaxilar (FIM), fijación externa o interna junto con un manejo conservador de los tejidos blandos(7,15,16). En caso de avulsión y defectos de espesor total en la región oral para compensar la pérdida de tejido se puede suturar la mucosa intraoral a la piel(1,7), realizar un colgajo de avance y rotación(1,7,14,19) o utilizar injertos primarios(7) según el caso. La herida se examina cada 24, 36 ó 48 horas con el fin de comprobar la viabilidad de los tejidos y en caso necesario se realiza limpieza y debridamiento de la herida(1,7,15,16). Los controles se realizan hasta observar tejidos estables y viables, momento en el cual se inicia la fase de reconstrucción(1). 2. Reconstrucción primaria Se realiza la reconstrucción primaria de los tejidos blandos y duros vascularizados idealmente durante la fase primaria de cicatrización, es decir, al quinto o séptimo día (1,4,7,9,11,12,15-17,19) cuando se acompaña de neoformación vascular y el estado de hipercoagulabilidad ha disminuido(7). En caso de heridas avulsivas o con fracturas en conminutas es común la utilización de injertos óseos para la reconstrucción (7,14,19) . Inicialmente se contraindicaba el uso de injertos primarios o tempranos ya que se consideraba que se debía esperar la reparación de los tejidos blandos. Actualmente su utilización ha ganado popularidad pues estabilizan y soportan los tejidos blandos, disminuyendo la contracción de la cicatriz y distorsión de los tejidos(1,4,7,12,15,17,19). A nivel del piso superior de la cara los defectos óseos pueden ser reemplazados inmediatamente con injertos óseos avasculares(1,7,19), mientras que en el tercio inferior las heridas se complican por existir pérdida del recubrimiento intraoral, lo que dificulta el sellado hermético de la mucosa provocando dehiscencias, contaminación y necrosis de los posibles injertos(1,7). A nivel mandibular se realizan colgajos microquirúrgicos osteocutáneos solos o en forma combinada con colgajos avasculares cuando el defecto óseo mandibular es menor de 3-5 cm.(1,7). En defectos mayores se recomienda utilizar colgajos óseos microquirúrgicos(1,19). 3. Rehabilitación y corrección de las secuelas Las complicaciones y secuelas en general son consecuencia de la severidad de las lesiones iniciales, retraso en el tratamiento por riesgo vital, comorbilidad del paciente o complicaciones propias de la cirugía (1,3,4). El manejo agresivo supone aumentar las complicaciones infecciosas respecto al manejo conservador tradicional, pero el balance es favorable pues un injerto o colgajo infectado puede mantenerse durante semanas, evitando así el colapso de partes blandas(1,4,7,12,17,19) ya que la posibilidad de conseguir la cicatrización primaria de los tejidos blandos minimiza las complicaciones y secuelas(1,4,12,15,17,19). Independiente del momento de aparición, las secuelas más comunes afectan a los globos oculares y a los pares craneales, observándose en un 20% de los pacientes(5,9). Los nervios más afectados son quinto y séptimo par(6), con una baja incidencia en heridas provocadas por proyectiles de baja velocidad(7). El seguimiento de los pacientes con herida por arma de fuego es prolongado debido a que la cicatrización definitiva de las partes blandas no ocurre hasta por lo menos seis meses después del tratamiento, momento adecuado para valorar la aparición de cicatrices inestéticas, fibrosis y retracciones. Además es necesario para evaluar las secuelas y establecer un plan de tratamiento para minimizar el impacto de las mismas(1). Revista Dental de Chile 2012; 103(3) 33 Casos clínicos Caso clínico 1: Paciente sexo masculino, 23 años de edad, con diagnóstico de herida contuso cortante en región maseterina y fractura conminuta de ángulo mandibular izquierdo consecutiva a impacto de bala. En un primer tiempo se realiza fijación intermaxilar (FIM), debridamiento y sutura por planos de la herida. A las 3 semanas del incidente bajo anestesia general se realiza abordaje subángulo mandibular y fijación interna estable (FIE) a placas y tornillos con placa de reconstrucción 2.4. Procedimientos sin complicaciones, controles postoperatorios sin incidentes. Caso clínico 2: Paciente sexo masculino, 17 años de edad, con diagnóstico de herida avulsiva en región geniana derecha con parálisis facial consecutiva, fractura apófisis pterigoides derecha y fractura de ángulo mandibular derecho por impacto de bala (Fig. 1, 2, 3). En un primer tiempo se realiza FIM y debridamiento de la herida. Luego de cuatro semanas de evolución, bajo anestesia general se realiza abordaje subángulo mandibular derecho, debridamiento, remoción de múltiples proyectiles, irrigación abundante, FIE mandibular a placas y tornillos con placa de reconstrucción 2.4, cierre mediante avance y rotación local de colgajo de herida geniana (Fig. 4). Procedimiento sin incidentes. En los controles post operatorios se objetiva compromiso residual de VII par craneal. Caso clínico 3: Paciente sexo masculino, 56 años de edad, diagnóstico de fractura en conminuta de cuerpo y rama mandibular izquierda consecutiva a impacto de bala con salida de proyectil en región occipital ipsilateral y herida a bala en región mentoniana izquierda suturada (Fig. 5). En un primer tiempo se realiza FIM y plastía de la herida. A las dos semanas bajo anestesia general, se realiza abordaje subángulo mandibular izquierdo, exodoncia de piezas dentarias con mal pronóstico, debridamiento, FIE a placas y tornillos con placa de reconstrucción 2.4, plastía del tejido blando afectado a nivel de la región mentoniana (Fig. 6 y 7). Procedimiento quirúrgico y controles postoperatorios sin incidentes. 34 Fig. 1. Tomografía computarizada (TC) corte axial. Se observa fractura desplazada de cuerpo y ángulo mandibular derecho. Fig. 4. Imagen posterior a tratamiento definitivo. Fig. 2. TC corte coronal. Se observa fractura mandibular derecha desplazada, fractura de apófisis pterigoides derecha, herida avulsiva en región geniana y múltiples proyectiles. Fig. 5: TC reconstrucción tridimensional. Se observa fractura en conminuta de cuerpo y rama mandibular izquierda. Fig. 3. Herida avulsiva en región geniana derecha posterior al manejo inicial. Fig. 6: Osteosíntesis de fractura de cuerpo mandibular a placas y tornillos y fijación alámbrica. Fig. 7: Imagen posterior a tratamiento definitivo. Revista Dental de Chile 2012; 103(3) Discusión El manejo de las heridas por arma de fuego es controversial(5,10,11,12,14,17), el debate radica en si las fases de tratamiento se realizan en un solo tiempo quirúrgico de forma primaria o en varias intervenciones(10,12,14,16). Estudios recientes recomiendan la reconstrucción inmediata de todas las lesiones, debido principalmente a que la pérdida de tejidos es severa(5,14), a modo de mejorar los resultados estéticos y funcionales mediante técnicas reconstructivas complejas incluso con el uso de colgajos microvascularizados (1,3,5,10,12,14,15,17,19) . Algunos autores consideran que siempre se debe realizar una reconstrucción inmediata aunque suponga afrontar un mayor número de complicaciones a corto plazo(1,14) o realizar la intervención lo más precozmente posible una vez estabilizados los tejidos blandos(7,10,14). Los estudios consultados muestran que es posible realizar reconstrucción primaria de las lesiones en la mayoría de los pacientes, incluso con el uso de colgajos para permitir el cierre de la herida en la fase primaria y sin observar un aumento en la tasa de complicaciones cuando es comparado con el tratamiento seriado con hasta tres cirugías mayores (4,10,14,16,18,20). Por otro lado algunos autores recomiendan una actitud más conservadora en casos complejos como frente a contaminación severa, infección, conminución extensa o condiciones generales deficientes del paciente(7,10,14,18). Indican tratamiento en varias fases ya que consideran que el edema, daño micro vascular y la congestión venosa pueden provocar el fracaso de la reconstrucción si se realiza en forma adelantada(6,10,14), situación que se normaliza aproximadamente a los 6-18 días de la injuria, luego de lo cual la reconstrucción será más exitosa (6). Incluso sugieren que las heridas por arma de fuego pueden ser tratadas en forma no quirúrgica(5,14,18). Gracias a los avances en las técnicas quirúrgicas, imagenológicas y en los materiales utilizados para la reconstrucción, la mayoría de las injurias por arma de fuego pueden ser tratadas en forma definitiva en el momento del debridamiento, siempre y cuando el estado general del paciente lo permita(1,2,4,7,9,11,12,14,15,17,18). Se indica reconstrucción inmediata ante alteraciones funcionales y /o estéticas en heridas faciales con avulsión de tejidos y en heridas por proyectiles de baja velocidad(1), lo que incluye a los casos expuestos. No fue posible realizar tratamiento inmediato dentro de la fase de cicatrización primaria debido al compromiso sistémico del paciente, retardo de la derivación al especialista y a que los servicios públicos de atención terciaria del país constituyen una realidad diferente a la expuesta en los estudios consultados. Aunque en forma temprana el paciente se encuentre estable no siempre se cuenta con los medios, materiales e infraestructura para realizar el tratamiento ideal en el momento más indicado, así se realiza el mejor tratamiento posible con los recursos humanos y técnicos disponibles. conminución, al requerir injertos extensos o presencia de infección severa de la herida. En caso de avulsión de tejidos blandos en general fueron manejados con técnicas reconstructivas mediante la utilización de colgajos. En los casos expuestos se realizó en forma temprana la estabilización de la herida que incluyó debridamiento, irrigación abundante con suero y FIM, seguido de controles periódicos de las heridas de los tejidos blandos. La reducción de las fracturas mandibulares se realizó en un segundo acto quirúrgico con FIE con placas de reconstrucción. Los casos 1 y 3 constituyen lesiones de tejidos duros y blandos de resolución sencilla en un acto quirúrgico, las complicaciones asociadas al tratamiento definitivo tardío son mínimas, siempre y cuando se realice previamente la estabilización de los segmentos óseos con FIM y de los tejidos blandos con desbridamiento y sutura temprana. Las complicaciones y secuelas en general son consecuencia de la severidad de las lesiones iniciales, retraso en el tratamiento por riesgo vital, comorbilidad del paciente o complicaciones propias de la cirugía(1,3,4). Coincide con los estudios revisados que la estructura ósea más afectada es la mandíbula(2,7,14,16). Aunque no se observó afección de estructuras vitales ni vasos sanguíneos, debido a que se presentan principalmente en heridas con alta transmisión de energía. En los artículos consultados, las injurias de los tejidos duros fueron tratadas en general con FIE y en menor proporción con reducción cerrada y osteosíntesis alámbrica. Sólo se realiza tratamiento secundario en caso de severa Conclusión Las injurias maxilofaciales generadas por armas de fuego son poco frecuentes en nuestro país y la mayoría son infringidas con armas de fuego hechizas, por lo que el mecanismo de daño es errático. La experiencia en el manejo de las mismas es limitada, siendo primordial el tratamiento oportuno y adecuado para la obtención de resultados favorables con mínimas secuelas. En los casos expuestos se observó que el tratamiento seriado permite la obtención de resultados funcionales y estéticos satisfactorios en caso de heridas por arma de fuego de mediana severidad. Revista Dental de Chile 2012; 103(3) 35 Referencias 1. Ochandiano S, Escrig M, Navarro C. Protocolos Clínicos de la Sociedad Española de Cirugía Oral y Maxilofacial. Capítulo 18: Heridas craneofaciales por arma de fuego. 2009, p. 25366. 2. Hollier L, Grantcharova EP, Kattash M. Facial gunshot wounds: a 4-year experience. J Oral Maxillofac Surg. 2001 Mar; 59(3):277-82. 3. Cunningham LL, Haug RH, Ford J. Firearm injuries to the maxillofacial region: an overview of current thoughts regarding demographics, pathophysiology, and management. J Oral Maxillofac Surg. 2003 Aug; 61(8):932-42. 4. Becelli R, De Ponte FS, Sassano PP, Rinna C. Firearm injuries in maxillofacial region reconstructive surgery. J Craniofac Surg. 1995 Nov; 6(6):473-6. 5. Motamedi MH. Primary management of maxillofacial hard and soft tissue gunshot and shrapnel injuries. J Oral Maxillofac Surg. 2003 Dec; 61(12):1390-8. 6. Ruiz L, Herrera J, Díaz J, González J, Belmonte R, García A. Initial therapeutic management of firearm wounds in the maxillofacial area. Rev Esp Cir Oral y Maxilofac. 2006; 28(5):277-86. 7. Holmes J. Chapter 26: Gunshot Injuries. En: Miloro M, Ghali G, Larsen P, Waite P. Peterson’s Principles of Oral and Maxillofacial Surgery. Second edition. London: BC Decker Inc; 2004, p. 509-26. 8. Quintana J, Pinilla R, López S, González A, Maestre H. Atención a pacientes con heridas maxilofaciales producidas por armas de fuego. Rev Cubana Cir [online]. 2010, vol.49, n.2, pp. 0-0. 9. Pereira C, Boyd JB, Dickenson B, Putnam B. Gunshot wounds to the face: level I urban trauma center: a 10-year level I urban trauma center experience. Ann Plast Surg. 2012 Apr; 36 68(4):378-81. 10. SaliBukhari SG, Khan I, Pasha B, Ahmad W. Management of facial gunshot wounds. J Coll Physicians Surg Pak. 2010; 20(6):382-5. 11. Bassey GO, Anyanechi CE, Chukwuneke FN. Niger J Med. Civilian gunshot injuries to the oro-facial region in Calabar, south-south Nigeria, 2002-2006. 2008; 17(3):257-60. 12. Kaufman Y, Cole P, Hollier L. Contemporary issues in facial gunshot wound management. J Craniofac Surg. 2008; 19(2):421-7. 13. Gacitúa P, Rosales J, Cvjetkovic N. Anuario de Carabineros 2010. Carabineros de Chile. Instituto Nacional de Estadística: Subdirección de Operaciones, Subdepartamento Estadísticas Registros Administrativos y Sociales. 14. Doctor VS, Farwell DG. Gunshot wounds to the head and neck. Curr Opin Otolaryngol Head Neck Surg. 2007; 15(4):213-8. 15. Kassan AH, Lalloo R, Kariem G. A retrospective analysis of gunshot injuries to the maxillo-facial region. SADJ. 2000; 55(7):359-63 16. Vayvada H, Menderes A, Yilmaz M, Mola F, Kzlkaya A, Atabey A.Management of closerange, high-energy shotgun and rifle wounds to the face. J Craniofac Surg. 2005; 16(5):794-804. 17. Sun GH, Patil YJ, Harmych BM, Hom DB. Inpatients with gunshot wounds to the face. J Craniofac Surg. 2012; 23(1):e62-5. 18. Peleg M, Sawatari Y. Management of gunshot wounds to the mandible.J Craniofac Surg. 2010; 21(4):1252-6. 19. McLean JN, Moore CE, Yellin SA. Gunshot wounds to the face--acute management. Facial Plast Surg. 2005; 21(3):191-8. 20. Suominen E, Tukiainen E. Close-range shotgun and rifle injuries to the face. Clin Plast Surg. 2001; 28(2):323-37. Revista Dental de Chile 2012; 103(3) CORRESPONDENCIA AUTOR Nombre: Dra. Matilde León López. Dirección: Av. José Miguel Carrera 3204, San Miguel, Región Metropolitana, Chile. Email: [email protected] Teléfono: 02-27523704 Celular: 75181655