Servicio Litúrgico Dominical Ascensión del Señor (Ciclo B ) Edita: musicaliturgica.com 1 7 D E M A Y O E 2 0 1 5 ¡MARCHA, SEÑOR, PERO ACOMPÁÑANOS! Que, sin tu mirada, nuestras miradas caerán hacia el suelo Que, sin tu mano, nuestros ideales se cruzarán de brazos Que, sin tus palabras, nuestros labios se cerrarán en dique seco Que, sin tu corazón, nuestros amores serán necios o mezquinos ¡MARCHA, SEÑOR, PERO ACOMPÁÑANOS! No te decimos, Señor, adiós sino ¡hasta pronto! Porque, bien sabemos, amigo y Señor, que todo lo que dices o prometes, siempre cumples Que, tarde o temprano, de mañana o en la oscura noche vendrás, regresarás en definitiva vuelta hasta nosotros para que se cumpla, de una vez para siempre, la Salvación que todos creemos, rezamos, añoramos y esperamos. Amen ¡MARCHA, SEÑOR, PERO ACOMPÁÑANOS LITURGIA DE LA ASCENSION DEL SEÑOR (CICLO B) PRIMERA LECTURA Lectura de los Hechos de los Apóstoles 1, 1-11 En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios. Una vez que comían juntos, les recomendó: «No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.» Ellos lo rodearon preguntándole:- «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?» Jesús contestó: «No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.» Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:- «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.» SALMO 46, 2-3. 6-7. 8-9 (W.:6) R/ Dios asciende entre aclamaciones, el Señor al son de trompetas Pueblos todos batid palmas, / aclamad a Dios con gritos de júbilo;/porque el Señor es sublime y terrible,/emperador de toda la tierra. R Dios asciende entre aclamaciones; / el Señor, al son de trompetas;/ tocad para Dios, tocad, / tocad para nuestro Rey, tocad. R Porque Dios es el rey del mundo;/ tocad con maestría. / Dios reina sobre las naciones, / Dios se sienta en su trono sagrado. R . SEGUNDA LECTURA Carta del apóstol S. Pablo a los Efesios 3, 17-23 Hermanos: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos. CANTOS PARA LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA (Todos estas canciones se pueden descargar en WWW.MUSICALITURGICA.COM) Entrada: Cristo resucitó, Aleluya (Apéndice) Ciudadanos del cielo de Deiss CLN-709; Hacia ti morada santa CLN 016 En Latin. Introito: Introito: Viri Galilei Aspersión: Vida Aquam. CLN . A82 Canto Gregoriano Misa de Angelis Salmo Responsorial y Aleluya: Dios asciende entre aclamaciones…(Propio) Ofertorio: Señor del universo CLN-H 7) Comunión: Cantad al Señor CLN 757 ; No busqueis entre los muertos CLN 224; Anunciaremos tu reino CLN 402 Acaba la comunión: Acuerdate de Jesucristo (Himno Nº 43) Final: Regina coeli. CLN. 303; o Reina del Cielo CLN 324 Cantos para la misa con Niños de primera Comunión. El testamento de Jesús, antes de subir al cielo, fue un testamento de universalidad. No dijo: «cread un pueblo único bajo unas nuevas leyes», sino: «haced discípulos de todos los pueblos». La evangelización no deba ser un imperialismo cultural, sino la predicación de la Buena Noticia a los diferentes pueblos y culturas, sin trastornarlos en su identidad específica. La celebración eucarística es una profecía del mundo que esperamos como don de Dios. En ella hacemos memorial de la exaltación de Jesús a la derecha del Padre y, celebrándola, anunciamos su venida gloriosa, que conducirá al hombre y a todo el universo a la plenitud. CONCLUSIÓN DEL EVANGELIO DE San Marcos 16, 15-20 En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.» Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban. El Señor sabía que muchas de sus moradas ya estaban preparadas y esperaban la llegada de los amigos de Dios. Por esto, da otro motivo a su partida: preparar el camino para nuestra ascensión hacia estos lugares del Cielo, abriendo el camino, que antes era intransitable para nosotros. Porque el Cielo estaba cerrado a los hombres y ningún ser creado había penetrado nunca en este dominio santísimo de los ángeles. Es Cristo quien inaugura para nosotros este sendero hacia las alturas. Ofreciéndose Él mismo a Dios Padre como primicia de los que duermen el sueño de la muerte, permite a la carne mortal subir al cielo. Él fue el primer hombre que penetra en las moradas celestiales… Así, pues, Nuestro Señor Jesucristo inaugura para nosotros este camino nuevo y vivo: “ha inaugurado para nosotros un camino nuevo y vivo a través del velo de su carne” (Heb 10,20)». San Cirilo de Alejandría. Patriarca de Alejandría, doctor de la Iglesia. Años 376-444 d.C. CUENTO SOBRE LA ASCEN SION : Un tren extraño. Hasta el fin del mundo. Erase una vez un tren lleno de viajeros que corría veloz sin detenerse jamás. Dentro del tren, todo era movimiento, ruido y agitación. Los viajeros se instalaban cada uno a su manera y procuraban organizarse su viaje lo mejor posible. Lo sorprendente era que ninguno de ellos sabía a dónde se dirigía. Eran frecuentes dentro del tren las disputas y enfrentamientos pues casi todos luchaban por viajar en los coches de primera y se disputaban los asientos más cómodos y seguros. Aunque nadie conocía exactamente hacia dónde corría el tren. Mientras tanto, eran bastantes los que aprovechaban el viaje para montarse su propio negocio. En el tren se vendían y compraban toda clase de objetos, ingenios y juguetes para hacer más cómodo y agradable el trayecto. A veces, todo el tren parecía una gran feria o mercado ambulante. Nadie conocía, sin embargo, el destino último del tren. Algunos, los menos, se interesaron por estudiar la estructura y el funcionamiento del tren. Con esfuerzo y constancia admirables llega ron a desentrañar muchos secretos de su maquinaria y aprendieron a aprovechar mucho mejor sus resortes. Sin embargo, no podían adivinar hacia dónde se dirigía aquella máquina tan poderosa y bella. La mayoría buscaba algún pasatiempo para hacer más soportable el viaje. Bastantes se entretenían ante la pantalla de un “video”. Algunos ojeaban aburridos las revistas de siempre con las noticias y reportajes de siempre. Otros dormitaban en sus asientos. A nadie parecía preocuparle el final del viaje. Con el tiempo, se fue imponiendo dentro del tren una consigna extraña. Los viajeros se dijeron unos a otros: “Puesto que no sabemos a dónde se dirige el tren, no pensemos más en ello. No nos preguntemos cuál es nuestro destino final. Sin duda, viajaremos más tranquilos”. Y la consigna se fue extendiendo y, dentro del tren, ya nadie preguntaba por el destino último del viaje y, cuando alguno lo hacía, los demás lo miraban con extrañeza y algunos, tal vez, con sonrisa burlona: Acaso, ¿no es lo más normal viajar sin preguntarse hacia dónde nos dirigimos? En esta fiesta de la Ascensión y después de leer esta parábola, sólo una pregunta: ¿Es sensato vivir sin preguntarnos nunca por la última meta de nuestra vida? José Antonio Pagola