La educación para los adultos: caracterización, impacto y consideraciones propositivas 1 La educación para los adultos: caracterización, impacto y consideraciones propositivas Enrique Pieck Gochicoa* 3 1997 La colección Documentos de Investigación difunde los avances de trabajos realizados por investigadores de El Colegio Mexiquense, A.C., con la idea de que los autores reciban comentarios antes de la publicación definitiva de sus textos. Se agradecerá que los comentarios se hagan llegar directamente al (los) autor(es). Los editores han mantenido fielmente el texto original del presente documento, por lo que su contenido, estilo y redacción son responsabilidad exclusiva del(de los) autor(es). D.R. c El Colegio Mexiquense, A.C., Ex hacienda Santa Cruz de los Patos, Zinacantepec, México. Teléfonos: (72) 18-01-00 y 18-00-56; fax: 18-03-58; E-mail: [email protected] Correspondencia: Apartado postal 48-D, Toluca 50120, México. *E-mail: [email protected] Enrique Pieck Gochicoa 2 La educación para los adultos: caracterización, impacto y consideraciones propositivas INTRODUCCIÓN1 E l presente trabajo trata sobre la educación de los adultos. Se basa en diversos resultados de investigación derivados de proyectos ubicados dentro de la línea de investigación sobre Educación de Adultos que se ha venido apoyando en El Colegio Mexiquense desde 1986. El propósito de este documento es: 1) dar una panorámica global de esta actividad ofreciendo una caracterización de la oferta de programas educativos con base en una serie de rasgos particulares (instituciones, temáticas, clientela, etc.); 2) apuntar algunos resultados de investigación en torno al impacto social y económico de estos programas; y, finalmente, 3) señalar algunos elementos propositivos que puedan ser considerados en los niveles de toma de decisiones y formulación de políticas. Las consideraciones que se realizan están referidas fundamentalmente al contexto rural. Es a partir de éste que se derivaron las reflexiones, es ahí donde se ha centrado la investigación y es en este contexto donde las propuestas que se formulen pueden tener una mayor pertinencia y utilidad. 1 Este documento se apoya en resultados de proyectos de investigación que se han realizado dentro de la línea de educación para los adultos, particularmente dentro de las modalidades de educación no formal en el medio rural (1988) y en el campo de la educación comunitaria (1992). 3 1. UNA CARACTERIZACIÓN La educación no formal2 se ha constituido en los últimos tiempos en parte importante de la actividad de múltiples instituciones y en una práctica educativa que ha tendido a ser asumida como: i) compensatoria de deficiencias del sistema educativo formal y ii) complementaria de programas y políticas encaminadas al desarrollo del medio rural. Su surgimiento data ya de varias décadas de hecho siempre ha existido con diferentes formas aunque desde 1970 se ha constatado una acelerada dinámica en su desarrollo, conjugando una variedad de programas y objetivos, y adquiriendo una intencionalidad cada vez más definida. Sin embargo, a pesar de su desarrollo, la educación de adultos ocupa una posición marginal dentro del sistema educativo y en las políticas educativas nacionales, sin recibir la importancia que merecen tanto la enorme demanda potencial como las necesidades educativas insatisfechas (CMIE, 1994). Se señalan a continuación una serie de rasgos que pretenden caracterizar esta actividad hoy en día. El contenido de los programas Los contenidos que se manejan en este tipo de programas son muy diversos. Una investigación previa (Pieck y Aguado, 1988) los clasifica como: 2 En este trabajo se utilizan los términos de educación de adultos y educación no formal indistintamente. 4 Enrique Pieck Gochicoa * organizativos (apoyos en conocimientos organizativos y administrativos); * técnico-productivos (apoyo a proyectos agrícolas, pecuarios, industria, etc.); * programas y apoyos sectoriales (difusión de planes y programas sectoriales); * apoyos a la unidad económica familiar (capacitacion en actividades domésticas y para el autempleo); * bienestar social (orientación a necesidades básicas: salud, nutrición y vivienda); y * concientización (elementos que permitan analizar el contexto y la ubicación de los individuos dentro de éste). Dentro de estas grandes áreas se ubican múltiples temáticas que comprenden cursos tan diversos como: manejo de fertilizantes, corte y confección, nutrición, mejoramiento del hogar rural, herrería, cultura de belleza, contabilidad, inseminación artificial, cocina, hortalizas, primeros auxilios, etc. Las áreas que tienen una mayor presencia son la técnica productiva y la de apoyos a la unidad económica familiar. Particularmente, los cursos que se ubican en lo que se conoce como educación comunitaria o educación no vocacional (cursos domésticos y de desarrollo de habilidades para el autoempleo) son los que tienen una mayor promoción y demanda. El contenido de las siguientes secciones se basa fundamentalmente en los resultados de una evaluación sobre el impacto de estos programas. Oferta educativa El amplio rango de cursos que se imparten dentro de esta modalidad educativa es promovido a su vez por un gran número de programas e instituciones. Entre éstas se encuentran instituciones del sector primario tales como: diversos programas de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, la Secretaría del Trabajo, la Dirección General de Educacion Tecnológica Agropecuaria de la SEP , CASART , Banrural, la Secretaría de Reforma Agraria. En el campo de la educación comunitaria se encuentran programas como el de Misiones Culturales de la SEP; los Centros de Desarrollo Comunitario y el Programa de Cocinas Populares del DIF; el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos, los Centros de Educación Extra-escolar de la SEP; el Instituto Mexicano del Seguro Social, la Dirección de Promoción Social del Gobierno Estatal; los programas de capacitación de la Secretaría del Trabajo; la Red Móvil del DIF; los departamentos de extensión universitaria; así como diversos programas sociales desarrollados por un gran número de instituciones, tanto públicas como privadas. La presencia de estos programas institucionales en el Estado de México es muy marcada y abarca todas las regiones de la entidad. Una investigación realizada en 1987 sistematizó la actividad educativa no formal realizada por instituciones gubernamentales, dando cuenta de un total aproximado de 17,000 eventos educativos desarrollados de 1980 a 1986 (véase Pieck y Aguado, 1988). La clientela principal de los programas La clientela de estos programas es en su mayoría población económica y políticamente marginada de las áreas urbanas y rurales: jornaleros, campesinos, pequeños propietarios, amas de casa, pequeños comerciantes, etc. Particularmente, las mujeres rurales son los clientes principales de estos programas (un 90% en ocasiones), lo que explica las temáticas que se priorizan en los cursos. Cualquier análisis que se realice sobre este tipo de programas debiera por tanto tomar en cuenta el papel tradicional de la mujer y contemplar las repercusiones en su futuro desempeño social en el medio rural, dado el papel reproductivo y subordinado de las mujeres en este tipo de sociedades. Ausencia de capacitación para el trabajo Cursos con una ubicación cercana al área de capacitación para el trabajo, no tienen lugar significativo en las áreas rurales. Las características marginales de las zonas rurales constribuye a que la instalación de estos talleres se torne más difícil La educación para los adultos: caracterización, impacto y consideraciones propositivas y a que se localicen fundamentalmente en las áreas urbanas. Lo anterior lleva a plantear la casi inexistencia de la capacitación para el trabajo en el medio rural3. La educación comunitaria en las comunidades rurales está referida predominantemente a temáticas relacionadas con necesidades e intereses de la mujer, en las áreas del trabajo doméstico y, en lo que se da en llamar, capacitación para el trabajo o para el autoempleo, una forma de capacitación que guarda una relación más bien aparente con el mercado de trabajo. Esta situación evidencia una discriminación de las áreas rurales, a las que se deja a la suerte de las posibilidades que les pueda brindar el autoempleo. Duplicidad de funciones La investigación realizada sobre programas de educación comunitaria mostró evidencias de la presencia de instituciones en las mismas comunidades, ofreciendo exactamente el mismo programa. Ello resulta contradictorio con el apoyo precario que se dedica a estos programas y plantea serias interrogantes sobre el lugar que la planeación y coordinación interinstitucional ocupan en el desarrollo de estos programas. La ausencia de diagnósticos Una de las críticas más comunes a los programas de educación de adultos está referida a la falta de consideración de las necesidades e intereses de la población a la que va dirigida. Es decir, ¿en qué medida dan cabida los cursos a la opinión de la gente, a su voz, intereses y demandas? y ¿en qué medida el currículum refleja los intereses de aquellos a quienes va dirigida? Sobre estas interrogantes, la investigación ha evidenciado en lo general la ausencia de revisión y actualización de los programas de los diferentes cursos y los bajos niveles de consulta llevados a cabo para recoger los deseos e inteAún en el caso de programas como el PROBECAT (Programa de Becas para la Capacitación de los Trabajadores, de la Secretaría del Trabajo), la atención a comunidades rurales es sumamente baja, nuevamente debido a las características marginales de este medio y a que el programa se encuentra dirigido primordialmente a las áreas urbanas. 3 5 reses de los destinatarios. Es difícil, como señala Posner (1985:56) encontrar una sola instancia de un gobierno que abdique su poder sobre los sistemas clasificatorios del conocimiento. Se ha subestimado totalmente la necesidad de elaborar un diagnóstico por parte de las instituciones. Si bien algunas de ellas parten en principio de esta premisa (Misiones Culturales, INEA), ninguna lo realiza propia y sistemáticamente, lo que es indicador del poco valor que se asigna al diagnóstico como elemento de consideración dentro de la planeación de la actividad educativa. El diagnóstico tiene estrecha relación con las necesidades e intereses de la comunidad objeto de la atención educativa, sin embargo prevalece más un continuismo de las prácticas tradicionales de trabajo de las instituciones, en términos de otorgar un abanico de cursos ya preestablecido y con una vigencia que data ya de varios años. Los contenidos Existe poco interés de parte de las instituciones por incluir nuevas temáticas que se correspondan con las nuevas exigencias del mercado de trabajo. Las dificultades económicas que entrañaría el incluir cursos más de carácter técnico (mecanografía, computación, etc.) con una demanda posible de sectores jóvenes de la población que por sus características económico-sociales no pudieron concluir estudios de primaria o secundaria, conforma una buena excusa para las instituciones y un indicador sin duda del sino marginal de esta forma de educación. Habría que preguntarse qué tan seguido se modifica la currícula de los programas y en qué medida estas posibles adaptaciones consi-deran las críticas, inadecuaciones a necesidades y contextos, y/o actualización de contenidos. Sería de utilidad averiguar qué tan frecuentemente se realizan encuestas o sondeos de opinión para conocer el estado y problemas de los cursos. 6 Enrique Pieck Gochicoa Educación comunitaria versus desarrollo de la comunidad materiales y educativos en cuanto cubren necesidades y expectativas no satisfechas. Los objetivos de estos programas se enfilan al desarrollo de la comunidad, sin embargo la realización de talleres aislados de carpintería, herrería o corte y confección, no habla de una educación comunitaria, sino más bien de cursos que se otorgan con fines asistenciales, de una pretendida capacitación para el trabajo a un estrato marginal de la población, de educación compen-satoria y remedial. La marginalidad de los servicios Un proceso de desarrollo comunitario no se puede lograr con la estrategia que utilizan actualmente las instituciones (donde el sello está dado por la ausencia de diagnósticos y estrategias de participación). Los programas hacen poco por promover la participación comunitaria, objetivo esencial y base de los proyectos o programas de desarrollo de la comunidad. Al no existir ningun compromiso por parte de alguna institución en lo que se refiere al apoyo para el desarrollo comunitario, los cursos terminan siendo actividades aisladas y con beneficios que no rebasan el ámbito familiar e individual. El compromiso o apoyo que llega a haber por parte de las instituciones promotoras para el seguimiento de estos talleres, para que puedan tornarse en posibles proyectos productivos, para la posible comercialización conjunta de productos, etc., es prácticamente inexistente. El objetivo que se persigue con el taller termina por lo general con el taller mismo. No existe un real seguimiento de los logros a corto y mediano plazo de estos programas. ¿Hasta dónde entonces los programas cumplen simplemente el papel de difusores de una serie de temáticas interesantes (oficios carpintería, herrería; habilidades corte, enfermería, música) en lugares que se caracterizan por una ausencia de ese tipo de espacios y que ayuda a que los cursos sean en cierta medida exitosos? Lo que pudiera explicar la participa-ción es el hecho de que se están satisfaciendo necesidades reales; es decir, se acepta y se da la bienvenida a apoyos La situación de marginalidad en la educación de adultos se expresa como una totalidad coherente que va desde los contextos hasta la selección del profesorado, desde la currícula hasta los sectores de población a los que se encuentra destinada. Todo es marginal en la educación para los adultos. Los programas investigados han revelado que no se cuenta, en la mayoría de los casos, con una mínima infraestructura para el desarrollo apropiado de los diferentes cursos y talleres. Se refiere aquí a la importancia de contar con talleres debidamente acondicionados, de espacios propios para la impartición de los diferentes cursos donde no se cuenta con la infraestructura necesaria. Éstos se otorgan en las condiciones más diversas y, en muchas de las ocasiones, dificultan en gran medida el desarrollo adecuado y eficiente de los cursos: desde salones escolares prestados que luego hay que desocupar sorpresivamente, hasta espacios prestados a regañadientes en las delegaciones; desde cuartos en casas particulares hasta la necesidad de iniciar cursos a la sombra de un árbol. La queja común y constante cuando se cuestiona sobre los problemas que se observan en el desarrollo de los talleres, es la de los materiales: no se cuenta con la herramienta necesaria. Ello abarca la ausencia o insuficiencia de máquinas de coser para un curso de corte y confección; la falta de botiquines veterinarios; la carencia de herramienta necesaria para el desarrollo de los talleres de carpintería y herrería; y la escasez de instrumental para las prácticas que demanda un curso de primeros auxilios. Mientras más marginada la comunidad menos posibilidades hay de que las condiciones en que se desarrolla la educación de adultos sea favorable: locales, preparación de los maestros, etc. Se refuerza así la situación educativa existente que se pretende atacar. La educación de adultos cumple así una función importante de reproducción social debido La educación para los adultos: caracterización, impacto y consideraciones propositivas a las condiciones marginales en que se desarrolla su actividad, a su currículum y al universo de población a la cual va dirigida. 2. IMPACTO SOCIAL Se destacan en este apartado dos aspectos fundamentales: la satisfacción de expectativas y la utilidad diferencial de los cursos. Los cursos sí responden a las expectativas de la gente La participación que se da en estos programas se explica en gran medida por la respuesta de los cursos a algunas de las necesidades sociales y económicas que enfrentan las comunidades día a día. La población valora los cursos por la utilidad potencial que estos encierran y porque llenan un vacío al satisfacer necesidades sentidas y expectativas de ciertos sectores de la población, en contextos donde la ausencia de alternativas educativas constituye el común denominador. Se puede concluir que las expectativas de la gente son satisfechas dentro de un contexto donde las expectativas son generalmente bajas. El panorama habla por lo general de expectativas y demandas básicas a que los programas verdaderamente dan respuesta. Este es un indicador que refleja el nivel de las expectativas que existen en este tipo de medios y, a su vez, un indicador de cómo a través de programas que privilegian en sus contenidos el rol tradicional de la mujer, se reafirma el posicionamiento social, el cual se complementa con el reforzamiento del rol subordinado de la mujer en las áreas rurales. Es necesario señalar que, si bien los cursos tienen funciones claramente reforzadoras del rol tradicional de las mujeres en el medio rural, tienen no obstante un impacto significativo en la modificación de costumbres. Aunque minúsculos, se presentan procesos graduales de emancipación de las mujeres a raíz de su asistencia a los cursos durante varias horas de la tarde, ello como resultado de haber logrado disponer de tiempo para 7 sí mismas, de haber convencido y entusiasmado a su pareja con los nuevos conocimientos aprendidos, de poder contribuir aunque sea minimamente en algunos casos sustancialmente a la economía familiar y, por consecuencia, contar con un ingreso propio. Las propias maestras desempeñan aquí un papel importante al promover cursos en ambientes tradicionales y hostiles donde después de un tiempo se aprecian modificaciones en ciertas actitudes. La utilidad de los cursos según grupo de edad y sexo Los programas de educación comunitaria operan en forma diferente y tienen utilidad distinta dependiendo de las características de la población a la cual se dirigen. En este sentido, es posible hablar de diferentes funciones según sean las características del contexto, el nivel socio-económico de los participantes, su edad, sexo y escolaridad, todas ellas condiciones que rara vez son tomadas en consideración durante el proceso de formulación de los programas. Para algunas mujeres (15-25 años) los cursos representan la posibilidad de movilidad social y un vínculo con el mercado de trabajo. Es dentro de este grupo donde las expectativas son mayores debido a la edad de la gente; la frustración, sin embargo, se convierte en la perspectiva más probable entre los participantes cuando los cursos no pueden satisfacer sus expectativas de trabajo, con lo que la utilidad de los cursos se restringe y condiciona. En el caso de las mujeres casadas, los cursos representan la posibilidad de mejorar sus habilidades, y los conocimientos adquiridos se convierten en una ayuda para sus actividades domésticas. Para otro grupo de mujeres (25-40 años), los cursos actúan básicamente como distractores de sus actividades cotidianas. Dentro de este grupo de edad los cursos presentan un alto potencial para responder a las necesidades y expectativas de la gente. Para este grupo de mujeres, fundamentalmente casadas, los cursos tienen una función importante de reproducción social al proveer a los participantes de habilidades que les 8 Enrique Pieck Gochicoa permiten realizar de una forma más eficiente sus actividades domésticas. Finalmente, para las mujeres de mediana edad (40-55 años) los cursos constituyen ante todo espacios de recreación que satisfacen plenamente sus expectativas. En el caso de los hombres (15-25 años) la utilidad de los cursos está referida fundamentalmente a la adquisición de un conjunto de conocimientos y habilidades que les permiten resolver problemas domésticos personales; les dan, además, la oportunidad de estar más capacitados y de mejorar sus posibilidades de emplearse productivamente. En este caso, al igual que con las mujeres, los cursos dan respuesta a las expectativas de la gente dadas las limitantes que existen en el medio rural de contar con este tipo de talleres. Sin embargo, de nuevo, las expectativas se ven frustradas al tener que enfrentar la realidad marginal y poco pródiga del mercado de trabajo, y el escaso valor de los diplomas concedidos por este tipo de programas. Los cursos tienden así a producir bajas expectativas que, consecuentemente, coinciden con las posibilidades sociales y económicas de los alumnos (Bock y Papagianis, 1983). 3. ALGUNAS PROPOSICIONES Con base en lo señalado se pueden apuntar las siguientes consideraciones, mismas que intentan dar respuesta a cuestionantes e inquietudes que datan ya de muchos años, tales como: ¿Qué hacer para que los programas tengan un impacto real social y económico en la vida de las comu-nidades, para que los cursos trasciendan más allá del curso mismo y se proyecten en diferentes formas de organización y participación social y económica? y ¿Qué hacer para que los cursos brinden mejores oportunidades a la gente? Las consideraciones que se señalan se apoyan en el trabajo previo de diversas gentes, algunas han sido mencionadas en diferentes foros, lo que habla de la resistencia de las instituciones por hacer eco de los resultados de la investigación. Responder a las necesidades de la gente Es innegable que uno de los mayores éxitos de estos programas es el de responder a algunas de las expectativas de la gente; tarea nada difícil en un contexto de grandes carencias donde prácticamente cualquier apoyo es bienvenido. Sin embargo, para responder a los intereses reales de la gente, las actividades que más trasciendan serán las que den respuesta a las necesidades que se derivan de lo que demanda la vida cotidiana de los grupos marginados, sean éstas necesidades de tipo social, económico, político o cultural. Es necesario tomar en cuenta las diferentes propuestas comunitarias y ver de qué manera los cursos pueden complementar o apoyar las actividades que las comunidades organizan por sí mismas. Es necesario tener confianza en lo que la gente emprende, respetar sus formas de organización y poder apoyar ahí donde la gente más lo necesite para el logro de sus metas muy particulares. La utilidad que la gente pueda ver detrás de la capacitación es sin duda uno de los elementos fundamentales a ser tomado en cuenta en el diseño de una política de capacitación para el trabajo en el medio rural o de cursos de educación comunitaria. El que los alumnos perciban que los conocimientos o habilidades adquiridas les están siendo útiles, que están aprendiendo, que están poniendo en práctica su aprendizaje, es sin duda uno de los aspectos motivacionales más importantes que ayudan al éxito de los programas y que refuerzan al alumno en su proceso de capacitación. Como señala Vielle (1994): la necesidad de capacitación es el primer motor a priori, motivante y mobilizador de la educación de adultos, de ahí la importancia de partir de las demandas concretas de la gente y, para que estas demandas se externen, se hace imprescindible la participación. Aunada a la utilidad, es necesario partir de lo que vivamente interesa a la gente (aprender a tejer igual que las vecinas, la necesidad de hacer un mueble porque ya se van a casar, o el interés por aprender un poco más de herrería para agarrar la chamba que les ofrecen); es algo que ayuda La educación para los adultos: caracterización, impacto y consideraciones propositivas y promueve una real participación por parte de los integrantes de la comunidad. La promoción de los cursos debe: a) realizarse con base en las características de los contextos y en respuesta a demandas muy particulares de la población a la que se dirige (bajo esta consideración, la población que habita en caseríos aislados probablemente desee satisfacer necesidades muy elementales que respondan a intereses muy concretos, mientras que en localidades urbanizadas se puedan presentar demandas de cursos orientados preferentemente al mercado de trabajo y que rebasen la gama de cursos existentes); y b) ir más allá de las necesidades manifiestas de la población (existen cursos no demandados muchas veces no ofrecidos por los programas que pueden dar respuesta a necesidades nutricionales apremiantes mediante el aprovechamiento de ciertos recursos locales o, ya bien, la promoción de cursos de primeros auxilios donde los servicios de salud se encuentran distantes). Vinculación con el mercado de trabajo Hay necesidad de promover nuevos contenidos atendiendo a probables nuevos escenarios económicos y su impacto en diferentes niveles. Esto se hace particularmente necesario dentro de la población joven que no pudo o no quiso continuar sus estudios de secundaria con expectativas que no satisfacen los cursos que hoy se proporcionan. Los programas oficiales no formales de educación de adultos de un conjunto de instituciones, como los de educación comunitaria, no se encuentran vinculados con actividades económicoproductivas que pueden derivarse del aprendizaje de los alumnos en los diferentes cursos. En las zonas rurales marginales no existen programas de capacitación para el trabajo y el autoempleo, sino que éstos se concentran en las zonas urbanas. Se han privilegiado claramente los objetivos 9 reproductivos por encima de los productivos, y ciertamente por encima de los objetivos emancipatorios en el diseño de los programas de educación no formal dirigidos a las mujeres. En el caso de los hombres, la ausencia de la capacitación para el trabajo en el medio rural, junto con las características marginales de los cursos que se imparten, llevan a que el aprendizaje no rebase la esfera del autoempleo y la satisfacción de las necesidades más personales. Es necesario atender las áreas rurales con actividades educativas que se articulen con programas de desarrollo rural de manera que tengan vinculación con oportunidades de autoempleo y generación de unidades económicoproductivas. En este sentido, la falta de seguimiento en términos de apoyos complementarios al aprendizaje (organización, comercialización, producción, etc.), hacen que el curso no trascienda a nivel comunitario. Ello bloquea el desarrollo de proyectos sociales colectivos, no con potencial para la acumulación, pero sí para la gente auténticas estrategias de supervivencia y, fundamentalmente, cauce real para el desarrollo de su participación y para su inserción en el trabajo. Como Vielle (1994) señala, el único incentivo primario y poderoso que nos queda para mobilizar a los adultos y convencerlos de volver a incorporarse en un esfuerzo educativo renovado, es el trabajo y la necesidad de capacitarse para el trabajo. Así, es necesario enfocar la educación de adultos a la satisfacción de las necesidades de aprendizaje que tienen que ver con la satisfacción de las necesidades básicas de los diversos tipos de adultos analfabetos o con escasa escolaridad en el país. Esto significa un modelo de educación de adultos diferente al actual, diversificado y mucho más descentralizado ( CMIE, 1994). La educación de adultos para el trabajo en el sector informal requiere de estrategias nuevas, relevantes y diferenciadas, descentralizadas, no formales, en el trabajo y en torno al trabajo, vivenciales, aprovechadoras de recursos locales, participativas, y que aseguren la auto-gestión de los programas y la autodeterminación de los grupos involucrados. 10 Enrique Pieck Gochicoa La participación Si bien en el menor de los casos, los cursos pueden tener el potencial de desatar la participación de las comunidades: en ocasiones a partir de la necesidad de encontrar un local, materia prima, etc. Apoyos no proporcionados por los programas se consiguen en ocasiones mediante la participación de la gente que ve la necesidad de mobilizarse para dar cauce a sus inquietudes: el gusto por aprender a tejer, a cocinar, etc. Así, a partir de lo básico se genera la participación de algunos miembros de la sociedad. Igualmente, son los maestros quienes frecuentemente toman a su cargo la responsabilidad de apoyar a sus alumnos en la producción y en la comercialización. Los cursos se convierten así en vías de acceso para la obtención de otros servicios y en motor potencial para la participación. La participación real de la gente en la naturaleza y orientación de los programas se convierte en indispensable; es un elemento sin el cual es difícil garantizar el éxito de los proyectos, sobre esto es mucho lo que se ha escrito ya. Los cursos debieran contener la esperanza de la participación (Rodríguez Trejo, 1994), es decir, la esperanza para los alumnos de poder participar en proyectos propios, sociales, culturales y económicos, cualesquiera que estos sean, animados por un sentido social comunitario, como parte de una nueva lógica de participación que guie las diferentes actividades que se emprendan. Es urgente una participación que haga viable la socialización de los participantes dentro de los circuitos de intercambio cultural, social, económico y político, para contrarestar el aislamiento de grandes sectores de la población. En este sentido, la participación de la comunidad en la resolución de sus problemas se hace necesaria como forma de contrarestar la carencia de voz y de poder de los sectores marginales de la población. Si los/las participantes de los programas de educación comunitaria muestran por lo general actitudes de aceptación de los contenidos de los cursos, y resignación y conformismo con la forma en que estos se llevan a cabo, la participación aunque sea paulatina puede ser la llave para el ejercicio de una nueva voz que se escuche y que pueda llevar a un proceso de empowerment (fortalecimiento) en la gente. A este proceso, como señala DEmilio (1994), se-guirá un proceso de cualificación en la naturaleza de las demandas de la población: la participación inicial de la gente en un curso de tejido o herrería puede llevar a la demanda de cursos complementarios (organización, comercialización, apoyo legal) para la instalación de talleres grupales de maquila como alternativas económico-productivas para la población. Prioridad a la educación de adultos Es necesario otorgar la prioridad (con lo que ello implica de atención, recursos y profesionalización) que corresponde a la educación para los adultos en el país en sus diferentes áreas: alfabetización, educación básica, educación rural, educación comunitaria, educación para la salud y capacitación para el trabajo (CMIE, 1994). Mucho se ha insistido sobre la necesidad de que la educación para los adultos se profesionalice (Schmelkes, 1989) y de que cuente con el apoyo que le permita constituirse en una alternativa educativa valorada y con credenciales significativas en los diferentes segmentos del mercado de trabajo. La pobreza no se combate con pobreza Imposible atacar la pobreza con una educación pobre y de baja calidad. Se hace necesario profesionalizar el servicio de educación de adultos y fomentar programas orientados específicamente a la formación de educadores de adultos. El interés que despertaría y la utilidad que tendría para la población el contar con espacios y condi-ciones adecuadas podría ser significativo. La motivación jugaria un papel importante en los alumnos al percatarse de la diferente calidad de muebles que se podrían hacer con más y mejor herramienta. Podría ser un elemento motivante para la asistencia y otorgar un mayor grado de formalidad y status a los cursos. La educación para los adultos: caracterización, impacto y consideraciones propositivas Respeto cultural El respeto a la cultura de los diversos grupos de adultos, y de manera muy especial de los grupos indígenas, así como la búsqueda explícita de su enriquecimiento y fortalecimiento, deben ser criterios orientadores de las actividades educativas de adultos y de los procesos de formación de educadores (CMIE, 1994). Mucho es sin duda lo que se ha escrito sobre este tipo de necesidades y requerimientos para que la educación de adultos se fortalezca como una alternativa y responda a las nece-sidades sociales y económicas de los sectores marginados. Múltiples investigaciones han apuntado nuevas estrategias y direcciones para esta forma de educación. Este documento sólo subraya una realidad muchas veces señalada, y apunta una serie de consideraciones que pueden ser de utilidad en el proceso de formulación e implementación de programas para la educación de los adultos que habitan en zonas marginales. BIBLIOGRAFÍA Bock, J. y George Papagianis (1983), Nonformal Education and National Development, Nueva York, Praeger. Consejo Mexicano de Investigación Educativa (1994), Algunas propuestas de política Educativa, México, (mimeo). DEmilio, Lucia (1994), Pobreza de la educación y propuestas indígenas: lecciones aprendidas, ponencia presentada en el Seminario Internacional Educación y Pobreza. El Colegio Mexiquense, Zinacantepec, Méx. Pieck, Enrique y Eduardo Aguado (1988), La educación no formal rural en el Estado de México (1980-1986). La actividad desplegada por las instituciones de Estado: un estudio empírico, México, El Colegio Mexiquense. 11 Posner, Charles (1985) The New Latin American Pedagogy and the Decentralization of Knowledge: Selection and Control, en Jon Lauglo y Martin McLean (eds.), The Control of Education, Londres, Heinemann Educational Books. Rodríguez Trejo, Eufrosina (1994), Dos experiencias educativas en Chiapas, ponencia presentada en el Seminario Internacional Educación y Pobreza, El Colegio Mexiquense, Zinacantepec, México. Schmelkes, Sylvia (1989), La educación de adultos en México. Una visión general desde el Estado, Revista Latinoamericana de Estudios Educativos, vol. XIX, núm 3:5395. Vielle, Jean Pierre (1994), El trabajador del sector informal como sujeto de la educación de adultos: un intento por redimensionar la categoría de pobre en la perspectiva de una estrategia renovada de educación para el trabajo, ponencia presentada en el Seminario Internacional Educación y Pobreza, El Colegio Mexiquense, Zinacantepec, México.