Fichas países NICARAGUA -Resumen

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NICARAGUA
Nicaragua es el país más grande de América Central, ocupa el centro del istmo
centroamericano. Es conocido como “tierra de lagos y volcanes”, de gran diversidad biológica,
geográfica, cultural y paisajística, que hacen de Nicaragua un país de enormes atractivos y
grandes contrastes.
El término “Nicaragua” proviene del náhuatl
"nic-atl-nahuac", cuya traducción sería "aquí
junto al lago". Otras teorías apuntan a que el
nombre procedería del término también náhuatl
“nic-anahuac”, que significa “hasta aquí los de
Anahuac”, en referencia a los poblados náhuatl
existentes en el territorio.
Cuenta con una superficie de 130.000 km2.
Limita al norte con Honduras, del que le separa
la frontera natural del río Coco, y al sur con
Costa Rica, separado por el río San Juan. Al este
limita con el mar Caribe, y al oeste por con el océano Pacífico.
La Región del Pacífico se caracteriza por estar atravesada de norte a sur por una cadena de
volcanes, alguno de ellos aún activos y salpicada de grandes lagos y lagunas.
La Región Central cuenta con núcleos montañosos donde nacen caudalosos ríos, picos y
mesetas elevadas, y moderadas precipitaciones. Es una zona rica en cafetales, frutos cítricos y
bosques forestales.
La Región del Caribe es de abundantes precipitaciones, selvas, recursos minerales, y mucha
tundra.
El país disfruta de un cálido clima tropical, igual que en los demás países Centroamericanos.
Cuenta con dos estaciones: seca y lluviosa. La estación seca se prolonga de enero a junio, y la
lluviosa de julio a diciembre, que coincide también con la época de tormentas tropicales y
huracanes.
Tiene una población de 5.666.301 habitantes (julio de 2011), de los que el 77% son mestizos, el
11% son blancos, el 9% negros y el 5% indígenas. Se trata de una población multilingüe,
multiétnica y multicultural, de habla mayoritariamente hispana (97.5%), y Miskito en la región
del Caribe (1.7%). El 55,9% de la población habita en el sector urbano, y el 44,1 en zonas
rurales.
La esperanza de vida al nacer en Nicaragua es de 72 años. La mortalidad infantil es de 22,64
por cada 1.000 nacidos vivos. El 48% de la población es pobre y el 17% se encuentra en
extrema pobreza. El país está clasificado como el país más pobre de Centroamérica, junto a
Guatemala, y el segundo más pobre de Latinoamérica, después de Haití.
A nivel macroeconómico, Nicaragua experimenta un crecimiento anual del orden del 3% (2,8%
en 2011, y una previsión de entre 3,5 y 4% para 2012). En el año 2010 el Producto Interno
Bruto (PIB) se situó en 17,34 miles de millones de dólares, con un per cápita de 2.900 dólares.
Nicaragua tiene aún una deuda externa elevadísima, que asciende a 4.739 billones de dólares,
que junto a la deuda interna, hacen que el país sea muy dependiente de la ayuda económica
internacional. En los últimos años, muchos donantes internacionales redujeron
significativamente esta ayuda, como forma de presionar por desacuerdo con la situación
política, particularmente tras las elecciones municipales de noviembre de 2008, en las que
resultó victorioso el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
El gobierno puso en marcha una política de promoción de iniciativas empresariales mixtas en
el sector petrolero, de propiedad estatal de Nicaragua y Venezuela, lo que trajo beneficios
sociales y cierta estabilidad económica provisional, pero que está siendo cuestionada por la
oposición política, ya que supone un mayor endeudamiento externo. En general, el aumento
de las exportaciones en los últimos años permite hablar de una paulatina recuperación de la
crisis económica mundial.
Los principales problemas que vive el país son la pobreza estructural y la inestabilidad social y
política, además de otros problemas medioambientales.
Pobreza estructural
En el año 2005, Nicaragua se situaba en el puesto 30 según la población bajo el nivel de
pobreza (establecida en menos de 2 dólares al día), con un 48% de la población en esta
situación; y un 17% viviendo en pobreza extrema, según datos del Banco Mundial.
En los últimos años esta situación parece ir cambiando, con una tendencia tanto al crecimiento
económico global y de la producción, como a la reducción de la pobreza y la pobreza extrema,
de manera que entre 2005 y 2010, Nicaragua redujo en algo más de un 2% la pobreza general,
y en un 7% la pobreza extrema.
Esto se debe principalmente a la política de diversificación productiva, a la mejora de la
situación macroeconómica y la reducción de la deuda externa, y a los programas de carácter
social que se están implementando, como el programa Hambre Cero. A ello también
contribuye la mayor eficiencia de la cooperación al desarrollo que el país recibe aún del
exterior, a pesar de su reducción.
El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), estima que Nicaragua cumpliría los
Objetivos del Milenio antes de 2015, fecha límite para reducir a la mitad la pobreza extrema.
Igualmente en materia alimentaria, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación) y el Programa Mundial de Alimentos, indican que el país estaría en posición de
cumplir los Objetivos del Milenio para 2015.
La Encuesta de Hogares realizada por el Fundación Internacional para el Desarrollo Económico
Global (FIDEG) para medir la pobreza en Nicaragua muestra también que la reducción de la
pobreza y la pobreza extrema encuentran mejores datos entre la población rural,
históricamente más castigada por este problema. En este ámbito, la pobreza general se redujo
de 67.8 por ciento en el 2009 a 62.8 por ciento en el 2010.
Aún así, tanto la pobreza general como la pobreza extrema, y sus consecuencias e indicadores,
como la malnutrición y la desnutrición, siguen siendo un problema de gran magnitud en
Nicaragua, que aún se sitúa entre los países más pobres de América Latina, con ese 48% de la
población.
En Nicaragua, más del 30% de la actividad económica se encuentra en sectores informales.
Aunque la tasa de desempleo del país es de 9,2%, casi la mitad pertenece a distintas formas de
subempleo, que afecta principalmente a jóvenes, mujeres y niños.
El trabajo infantil está estrechamente vinculado con la pobreza. Una familia pobre no dispone
de todos los medios para enviar a sus hijos e hijas a la escuela, independientemente de la que
educación sea gratuita. Por otro lado, muchas familias dependen de la mano de obra del niño
o la niña, especialmente en sectores rurales y periurbanos; y en estos casos es siempre la niña
la que sale perdiendo.
En el año 2006 el 13% de los niños y niñas entre 5 y 17 años desempeñaban tareas laborales, y
de ellos casi la mitad, además no asistían a la escuela. Estas cifras han mejorado desde
entonces, con la puesta en marcha de planes específicos de atención social fundamentalmente
dirigidos a niños/as de la calle, como el denominado Programa Amor. Pero aún sigue siendo
un problema muy preocupante.
A la base de las causas de la pobreza generalizada se encuentra el modelo productivo agroexportador de Nicaragua, aún heredado del papel asignado a Nicaragua con el inicio de la II
Guerra Mundial. Se trata de un modelo productivo de carácter primario, basado en una
agricultura de escasos excedentes, o comprometidos con la seguridad alimentaria propia; y
una exportación de materias primas con poca o ninguna manufactura, sin generar valor
agregado a los productos nacionales: carne, café, azúcar.
A este modelo agroexportador, se añadió una política económica de carácter neoliberal, en
toda la década de los años 90, y primeros años del S. XXI, basado en transacciones comerciales
desventajosas para el país, y sobre todo en la promoción del mercado financiero. Esta etapa se
caracterizó por la implementación de una política de ajuste estructural, como condición
impuesta por el Fondo Monetario Internacional, que implicó una drástica reducción del
Estado, la privatización de grandes empresas asociadas a sectores estratégicos, como el
energético y de telecomunicaciones, así como de servicios básicos como la sanidad y la
educación; y una prolongación de la recesión productiva y el empobrecimiento generalizado,
sin que las medidas paliativas pudieran surtir efectos.
Expertos acreditados de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) recomiendan la
ampliación de la cadena de producción, procesando los productos antes de su exportación; y
una mayor inversión en educación, formación profesional, innovación y tecnificación (I+D+I) de
los sistemas productivos, así como promover incentivos a la inversión productiva.
La Universidad de Oxford, en su estudio realizado en 2010 sobre la Pobreza Multidimensional,
que establece un índice (IPM, Índice de Pobreza Multidimensional) de acuerdo a tres
dimensiones (salud, educación y niveles de vida) y diez indicadores (nutrición, mortalidad
infantil, años de instrucción, matriculación escolar, combustible para cocinar, saneamiento,
agua, electricidad, piso y bienes), sitúa a Nicaragua en un 0,211, segundo peor índice del
continente americano, seguido sólo por Haití, y superado por Namibia, Zimbabue o Gabón.
La juventud representa el sector de la población más significativo del país, como sujeto activo
de educación y formación, empleo, atención social y crecimiento económico. Nicaragua tiene
una población muy joven, con una media de edad de 23 años.
La suma de los problemas específicos de este sector influye negativamente en el desarrollo del
país. Entre otras dificultades, la juventud se encuentra con limitaciones de acceso a la
educación superior y a la formación profesional en el ámbito rural, donde un alto porcentaje
de jóvenes no logra culminar el ciclo primario de educación y comienza su vida laboral durante
la adolescencia, empujados por la pobreza económica.
La gran mayoría de las universidades nicaragüenses son privadas, con un total de 72 centros
privados, en su mayoría religiosos, en todo el país, frente a los 33 de carácter público, que de
todas formas exigen altas tasas de matriculación y mensualidades para su ingreso.
Los y las jóvenes entre 19 y 29 años que debieran tener al menos 12 años de escolaridad,
únicamente han alcanzado 10,5 en áreas urbanas, y 7,4 en áreas rurales. Sólo un 6% de
la población general tiene un nivel universitario y el 21% no posee ninguna educación formal.
Nicaragua es, junto con Honduras y Guatemala, el país más afectado por el analfabetismo
adolescente, de acuerdo con el Atlas de las Desigualdades Educativas en América Latina, un
informe de la UNESCO sobre la situación de la educación en Latinoamérica. Este informe indica
que entre el 10 y el 14% de los jóvenes no saben leer ni escribir en estos tres países,
porcentaje que aumenta al 15 y 19% en áreas rurales.
Con respecto a la cuestión del analfabetismo, existen ciertas contradicciones. Aunque en
agosto de 2009 Nicaragua fue declarada por su gobierno como “Territorio Libre de
Analfabetismo”, y exhibe para ello estadísticas de la UNESCO, que indican la reducción de la
tasa de iletrados del 20,7 % al 3,56 %, este mismo organismo muestra resultados muy distintos
como el mencionado anteriormente, de hasta un 19% de jóvenes analfabetos en áreas rurales.
Por su parte, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), en su informe 2010, indica
un índice de analfabetismo del 30,7% en mujeres mayores de 15 años, y del 29,9% en hombres
de la misma edad.
Otras dificultades de la juventud y particularmente a las mujeres jóvenes en Nicaragua es el de
los embarazos precoces o no deseados. El “Informe Nacional sobre Desarrollo Humano de
2011: Las juventudes construyendo Nicaragua”, revela que el embarazo durante la
adolescencia sigue siendo muy elevado. En 2009, el 27,5% de los nacimientos correspondieron
a niñas y chicas de entre 10 y 19 años, con mayor frecuencia en áreas rurales y en hogares más
pobres.
Las mujeres en Nicaragua sufren la peor parte de la pobreza y la inequidad, con mayores
porcentajes de desempleo, analfabetismo, desigualdad de oportunidades y pobreza
generalizada, especialmente en zonas rurales y periurbanas.
Aunque el derecho a la salud sexual y reproductiva está reconocido en Nicaragua, y
desarrollado jurídicamente, existen aún situaciones que perjudican gravemente a la mujer,
sometida a un papel casi siempre secundario en una sociedad profundamente patriarcal, a
pesar de ser jefa de familia en más del 60% de los casos.
En este sentido, el aborto libre sigue siendo una asignatura pendiente y muy reivindicada por
los movimientos de mujeres, desde que en 2008 se modificaron legislativamente los supuestos
en los que una mujer podía abortar. De esta forma, incluso en casos terapéuticos (aborto
terapéutico), o en los que la vida o salud de mujeres y niñas peligran, se prohíbe cualquier
forma de aborto, con independencia de las circunstancias en las que se solicite, se obtenga o
se practique éste.
Las mujeres y las niñas siguen siendo de forma generalizada víctimas en un elevado número de
casos de violencia y violaciones y abusos sexuales, En octubre de 2011, el Comité de la ONU
de los Derechos del Niño pidió a las autoridades nicaragüenses que adoptasen medidas
urgentes para erradicar la violencia sexual contra menores de edad.
Nicaragua sufre aún graves secuelas del pasado conflicto armado que enfrentó dos bandos
durante toda la década de los 80, uno irregular conocido como “Contra”, armado y financiado
por Estados Unidos, y otro el Ejército de Nicaragua con el gobierno, con un saldo de más de
50.000 muertes. Los acuerdos de paz no se concretaron de forma efectiva a 25 años del inicio
del proceso. La firma de los Acuerdos de Esquipulas I y II, éste último en 1987, abría el proceso
de paz, y con la salida del FSLN del gobierno en 1990, se produjo la desmovilización definitiva
tanto de las fuerzas irregulares (“Contra”), como de las fuerzas armadas del ejército
nicaragüense. Los acuerdos de paz debían facilitar la inserción social de los desmovilizados de
uno y otro bando, pero la mayor parte de aquellos compromisos fueron incumplidos. El 80 %
de los desmovilizados del ejército, antiguos oficiales y tropa, así como el caso de los
cumplidores del “Servicio Militar Patriótico”, aún siguen esperando una oportunidad. En estos
sectores, el desempleo es mayoritario.
Medioambiente
El territorio de Nicaragua es altamente sísmico, especialmente en la franja occidental, ya que
en la región del Pacífico se encuentra una cordillera volcánica y en la zona del Caribe se
encuentra una zona de subducción, donde chocan las placas continentales Coco y Caribe que
sólo en el año 2009 produjo más de 2.000 temblores.
La falla Nejapa-Miraflores, muy próxima a la capital Managua, supone un riesgo sísmico real,
según el Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (INETER), a lo que se añade la
debilidad de las construcciones e infraestructuras urbanas en todo el país.
Algunos terremotos que sufrió Nicaragua fueron especialmente graves, como el de 1931 que
destruyó parte de la ciudad de Managua, o el de diciembre de 1972, con epicentro en
Managua y escala de Richter 6.2, que literalmente asoló la capital, que nunca fue reconstruida,
y causó cerca de 10.000 muertos.
Otros terremotos recientes se produjeron en 2004 y 2005, con epicentro en el Océano Pacífico
y en 1992 ocurrió otro terremoto, localizado en el Pacífico, que llegó a la superficie terrestre
en forma de tsunami y produjo 180 muertos y miles de damnificados.
Erupciones volcánicas, emanaciones de gases y cenizas y derrumbamientos son las
consecuencias de la actividad volcánica en los siete volcanes vivos más importantes que se
erigen en la franja occidental del país. Los eventos volcánicos más importantes suponen un
grave riesgo para la población, que en muchos casos establece su vivienda en las proximidades
o en las laderas de estos volcanes, a falta de otros espacios más seguros, y sin ninguna
regulación por parte de la administración. Una de las erupciones más violentas se produjo en
el departamento de Chinandega, cuando en abril de 1992 el volcán Cerro Negro entró
inesperadamente en erupción y obligó al desalojo de las poblaciones más cercanas.
El deterioro medioambiental global, el cambio climático y el efecto invernadero se ceban
especialmente con la población nicaragüense más vulnerable, con menos recursos e
infraestructuras más débiles. Consecuencia de este deterioro es el aumento de la frecuencia
de los huracanes y tormentas tropicales, inundaciones y sequías, que conllevan pérdida de
cosechas para el autoconsumo, destrucción de la infraestructura y de viviendas, y
desplazamientos humanos por causas medioambientales.
Pero Nicaragua no sólo padece los efectos del deterioro medioambiental global, como el
cambio climático o el efecto invernadero, sino que tiene también graves problemas
medioambientales propios, como la enorme deforestación en las regiones occidentales que
causan un mayor número de sequías. O la gran contaminación que se produce en los lagos
cercanos a las ciudades debida a una actividad humana e industrial descontrolada, como el
Lago Managua o Xolotlan, con la desaparición de decenas de especies acuáticas y
subacuáticas. O la Reserva Natural Delta del Estero Real, que sufre la contaminación de las
industrias camaroneras, entre ellas alguna española, como Pescanova, que cuenta con granjas
de cultivo y plantas de procesamiento de camarones (langostinos), que tienen una altísima
demanda entre los consumidores de España, y provoca en ese parque protegido una gran
contaminación del agua por los vertidos de residuos y la tala indiscriminada del mangle, que es
el hábitat natural de decenas de especies marinas.
La mayoría de estos problemas ambientales tienen sus raíces en un sistema de explotación
basado en el modelo económico agro exportador impuesto por los países desarrollados, como
el monocultivo del algodón, la caña de azúcar y el banano.
Empresas transnacionales, como la mencionada Pescanova, tienen un elevado impacto
ambiental negativo, pero también económico, social y laboral. Precariedad laboral con
jornadas exhaustivas y elevada siniestralidad, irregularidades como el empleo de adolescentes,
y expolio de los recursos naturales que son irrecuperables por el carácter extractivo de la
actividad, afectando además directamente a la pesca artesanal.
Otros casos de abusos de empresas transnacionales establecidas en Nicaragua son los de la
Dole Food, Dow Chemical y Shell Chemical, todas ellas norteamericanas, que fueron
demandadas por cientos de trabajadores bajo el argumento de que fueron expuestos a
pesticidas altamente tóxicos destinados a combatir gusanos microscópicos, y en consecuencia
contrajeron enfermedades como cáncer, desórdenes nerviosos, infertilidad y daños a la piel.
En la actualidad, está abierto un litigio entre la asociación nicaragüense ANAIRC (Asociación
Nicaragüense de Afectados por Insuficiencia Renal Crónica) y la empresa Nicaragua Sugar
Estates Limited (NSEL), productora del ron Flor de Caña, por considerar que ex trabajadores
del Ingenio San Antonio, propiedad de la empresa, contrajeron la enfermedad de Insuficiencia
Renal Crónica (IRC) debido a su actividad laboral y la contaminación con productos químicos
empleados en la explotación agraria.
Seguridad
Uno de los gravísimos problemas que afectan a toda América, y particularmente
Centroamérica es la lacra del narcotráfico, y consecuencia de ello la violencia, el consumo de
drogas y la corrupción.
Nicaragua no se escapa de esa realidad, ya que se trata de un enclave estratégico para el
tránsito de la droga que se produce desde el sur del continente hacia el norte donde se
encuentra el mayor mercado. Según el informe anual de 2011 de la Junta Internacional de
Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), en EEUU se consume anualmente entre 150 y 160
toneladas de cocaína y el 90% por ciento de la droga llega a ese territorio a través de México y
Centroamérica, dejando a su paso un reguero de crímenes, asesinatos y corrupción.
Esta situación de violencia en Centroamérica, se encuentra estrechamente relacionada con la
proliferación de bandas o pandillas, conocidas como “maras”, consecuencia del trasiego ilícito
de narcóticos y armas por todo el territorio. En el llamado Triángulo del Norte
centroamericano (Honduras, El Salvador y Guatemala), existen más de 100 mil pandilleros.
El problema de la inseguridad, aún siendo grave, es sin embargo menor en Nicaragua que en
los países al norte de Centroamérica. Según un informe del Programa de Naciones Unidas para
el Desarrollo (PNUD) de 2010, el índice de homicidios fue del 78 por 100 mil habitantes en
Honduras, de 62 en El Salvador y 41 por 100 mil en Guatemala, mientras que en Nicaragua esta
tasa es de 13.
En la actualidad, el problema que es común en todo el continente, está siendo abordado en
distintos foros internacionales, con sistemas de cooperación integral.
Tratados de libre comercio, multinacionales y maquilas
Al igual que el resto de Centroamérica y República Dominicana, Nicaragua tiene suscrito un
Tratado de Libre Comercio (TLC) con EE.UU., Canadá y México, denominado CAFTA
(Dominican Republic-Central America Free Trade Agreement), que establece una zona de libre
comercio entre los países firmantes.
Esto permite una mayor movilidad de productos entre estos países, que funcionan como un
mercado único para determinados productos, aunque no todos, ni la mayoría. Esta movilidad
es operativa para productos, pero no para personas, como es conocido, fundamentalmente
para las decenas de miles que proceden de los países más desfavorecidos de este Tratado,
como Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala, así como el sur de México, que tratan de
buscar mejores oportunidades de empleo en los países más desarrollados como EEUU y
Canadá. La mayoría de estos migrantes o “mojados” realizan una travesía muy arriesgada,
donde apuestan sus ahorros, si los tienen, y su propia vida, para tratar de pasar la frontera
mexicana con EEUU, franqueada por muros, vallas y rigurosos controles policiales.
En cuanto a la movilidad de los productos, resulta ser mucho más fluida y ventajosa para los
que proceden de los países más fuertes (Canadá, EEUU, y algunas empresas de México). Es
decir, el intercambio real entre los productos que circulan en el área de libre comercio no es
proporcional, y desfavorece mucho sobre todo a pequeños y medianos productores. En este
sentido, se puede mencionar el caso de los productos alimentarios que proceden de los países
del norte, casi siempre subvencionados en origen, y que no encuentran competencia alguna
en los mercados de los países más débiles, con lo que éstos pierden el control sobre su propia
soberanía y seguridad alimentaria, y aumenta su dependencia. Más aún teniendo en cuenta
que los pequeños y medianos productores agrarios emplean un tipo de semilla importada para
su cultivo, que no pueden reutilizar tras su cosecha.
Otra de las caras menos amables de estos TLC, son las empresas transnacionales que operan
en las zonas francas, donde se encuentran las fábricas textiles o maquilas, donde parece no
existir en absoluto los más elementales derechos laborales y sociales, y el incumplimiento e
irrespeto no encuentran resistencia alguna. Las mujeres que trabajan en estas maquilas son
explotadas con empleos de más de 12 y 14 horas diarias, por unos salarios extremadamente
bajos, y sin derechos laborales en la práctica.
En la actualidad Nicaragua tiene suscrito otros dos tratados comerciales, uno de ellos con la
Unión Europea, con características similares a la anterior, en la que los productos europeos
pueden llegar al mercado nicaragüense de forma más ventajosa, y los productos nicaragüenses
pueden ser exportados a Europa en condiciones de exención fiscal y aduanera, pero tan sólo
un número muy escaso de empresas nacionales tienen capacidad real de exportar. Por otro
lado, la mayor parte de la exportación de Nicaragua es de materias primas, o de productos no
elaborados, y se da el caso de muchos productos europeos elaborados con materia prima
nicaragüense que llegan de regreso a Nicaragua importados una vez manufacturados, como es
el caso del café.
Otro de los acuerdos internacionales en los que se encuentra Nicaragua es el ALBA-TCP
(Alianza Bolivariana de América – Tratado de Comercio de los Pueblos), que se define como
una plataforma de integración de los países de América Latina y el Caribe fundada en 2004,
que sobre la base del comercio, establece un área de complementariedad y cooperación. Este
Tratado está conformado actualmente por ocho países, entre ellos Venezuela, Cuba, Ecuador y
Bolivia, además de Nicaragua.
En base a este Tratado, Nicaragua ha recibido importantes recursos, como petróleo en
condiciones ventajosas, a cambio de productos agropecuarios. Sin embargo, las críticas desde
distintos sectores sociales y políticos apuntan a que con este sistema, aumentaría
significativamente la deuda de Nicaragua con otros países, en este caso con Venezuela,
aunque se pospone el pago, dejando el futuro del país en dependencia de otros.
Población Indígena
En el territorio de Nicaragua conviven con la mayoritaria población mestiza (69%) y blanca o
criolla (17%), diferentes etnias originarias que se agrupan mayoritariamente en la costa Caribe
(Atlántico Norte y Atlántico Sur), y en menor medida en las regiones noroccidental y centro
norte. Representan aproximadamente un 5% de la población total, a los que hay que añadir
un 9% de población de origen africano, procedente mayoritariamente de Jamaica y otras islas
del Caribe que se establecieron con la ocupación inglesa en lo que se denominó Mosquitia que
comprende toda la franja costera atlántica.
En Nicaragua existen siete pueblos indígenas: Chorotega, Matagalpa, Mayangna, Miskito,
Nahoa, Ocan-Xiu y Rama. De ellos, los más numerosos son el Chorotega con más de 221.000
integrantes, el miskito con 150.000, y el matagalpa (también llamado cacaopera) con cerca de
100.000 integrantes. Estos tres pueblos se asientan principalmente en las zonas rurales de
Nicaragua, al igual que aproximadamente el 60% de las comunidades afro-americanas.
Miskitos, mayangnas y ramas en la costa atlántica, son los pueblos que en gran medida han
podido mantener su identidad indígena. Estos pueblos se ubican en la costa del Atlántico o
Caribe, declarada zona autónoma en 1987, y dividida en dos regiones: La Región Autónoma del
Atlántico Norte (RAAN), en la que viven principalmente los miskitos y los sumo-mayagnas, y la
Región Autónoma del Atlántico Sur (RAAS), poblada por los ramas, así como garífunas y criollos
o afro-caribeños.
Estas dos regiones son las menos industrializadas del país, con carencias significativas, como
en infraestructura y capacidad de producción y comercio. Su territorio cuenta, sin embargo,
con importantes recursos como yacimientos de extracción de minerales y metales
(especialmente oro), que son explotados por empresas transnacionales canadienses, aunque
los beneficios que dejan en la zona son muy escasos en comparación con el deterioro
medioambiental que provocan.
Aquí se encuentran los peores índices de desarrollo humano del país, teniendo en cuenta los
aspectos de mortalidad materno-infantil, acceso a la sanidad y la educación y PIB per cápita.
De acuerdo a información del PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), la
pobreza extrema es mayor entre las poblaciones indígenas y en los municipios del Atlántico y
fronterizos.
Mientras la mortalidad infantil por habitante de Nicaragua es de 24 ‰ en la región del
Pacífico, y del 43 (casi el doble) en la del Atlántico.
Tan sólo cuentan con cuatro centros de educación superior, dos públicas y dos privadas,
ubicados en los núcleos poblacionales urbanos, como Bilwi, Bluefields, Siuna y Nueva Guinea, a
los que no tienen fácil acceso la mayoría de la población que vive en zonas rurales. Mientras,
en las regiones centro y Pacífico la población cuenta con 101 universidades públicas y privadas.
Los movimientos de lucha y resistencia indígena nicaragüense, son importantes. Desde 1992,
año de celebración de celebración de los 500 años de resistencia indígena, negra y popular, se
conformó el Movimiento Indígena Nicaragüense (MIN), con base principal en los pueblos
indígenas de descendencia chorotegas, nahuatl, matagalpas, hokanos (sutiabas) y jinotegas, en
la región del Pacífico y Centro Norte del país; y con secciones en la Región Autónoma del
Atlántico Norte y Sur (MIRAAN y MIRAAS). Este movimiento defiende los sectores indígenas de
su cultura, su territorio y sus recursos, incluidos los bosques comunitarios.
En las dos últimas décadas, se produjeron avances significativos en materia de derechos de la
población indígena, como la “Ley de la Lengua” de 1993, que permite el desarrollo lingüístico y
cultural de los indígenas de las dos regiones atlánticas; y la ley sobre el derecho a la salud. En
2006 se aprobó una ley sobre el derecho a la educación para los pueblos indígenas.
En la actualidad, el MIN se encuentra en proceso de negociación con el estado, de la
Propuesta de Ley de Autonomía de los Pueblos Indígenas del Pacífico, Centro y Norte de
Nicaragua, que recoge reivindicaciones históricas como la autodeterminación.
Un poquito de historia
Los primeros pobladores de Nicaragua fueron Mayas y Nahuas, que ocuparon la región central,
y Miskitos, Ramas y Sumus, que se ubicaron en la costa del Atlántico.
La conquista española comenzó con la incursión de Gil González Dávila hacia el año 1520
quedando incorporada a la Capitanía General de Guatemala. No obstante, la presencia
española se limitó a las regiones del centro y Pacífico. La región del Atlántico, en cambio, fue
ocupada por los ingleses, estableciendo así la Mosquitia o Costa de la Mosquitia, en el siglo
XVII, atraídos por su posición geoestratégica, por la posibilidad de construir un canal
interoceánico.
Durante la conquista, los españoles tuvieron que enfrentar una fuerte resistencia de parte del
cacique Diriangén al que se le unieron los demás jefes Nicarao y Nicoya.
En 1524, Francisco Hernández de Córdoba, enviado por el gobernador de Castilla Pedrarias
Dávila, funda las dos primeras ciudades de la actual Nicaragua: Granada junto al lago
Cocibolca, y León, a orillas del lago Xolotlán.
La independencia de España, se produjo en el año 1821. Dos años después, Nicaragua entró a
formar parte de las Provincias Unidas de América Central, para posteriormente separarse en
1838 y conformar así una república independiente, tal y como la conocemos en la actualidad.
El día 12 de noviembre de ese año, se promulgó la primera Constitución de Nicaragua, que
establecía su soberanía y se configuraba como régimen parlamentario.
A continuación, el país vivió durante casi setenta años una etapa de gobiernos liberales y
conservadores, que se alternaron en el poder sucesivamente, y en el año 1855 el aventurero
norteamericano William Walker, aprovechando la rivalidad entre liberales y conservadores,
invadió Nicaragua encabezando un ejército de mercenarios, y guiado por los intereses
económicos de determinadas empresas comerciales estadounidenses, hasta que fue
derrocado en 1857.
Otro estadounidense, el financiero Cornelius Vanderbilt estableció en esa época un sistema
combinado de transporte naval y terrestre, aprovechando los ríos y los lagos, destinados
principalmente al tránsito de personas y bienes hacia California, territorio estadounidense
cobraba importancia por el descubrimiento de oro.
Tras un breve período de gobierno liberal, encabezado por el general José Santos Zelaya, se
produjo una nueva intervención de Estados Unidos en territorio nicaragüense, cuando Adolfo
Díaz (conservador que había llegado al poder con un golpe de estado promovido por Estados
Unidos) solicitó la ayuda de los marines en su segundo periodo presidencial. En respuesta a
esta invasión, los líderes liberales José María Moncada, Juan Bautista Sacasa y César Augusto
Sandino se rebelaron, aunque poco más tarde los dos primeros depusieron las armas a cambio
de la promesa de Estados Unidos de convocar elecciones libres. En cambio, el general Sandino
continuó la lucha contra los ocupantes extranjeros, con una gran repercusión internacional.
Con el territorio aún ocupado por el ejército estadounidense, se celebraron elecciones que
ganaron sucesivamente Moncada y Sacasa, y al retirarse Estados Unidos, Sandino cesó lucha.
Pero en 1934, el jefe de la Guardia Nacional, Anastasio Somoza García, ordenó su asesinato
mientras participaba en negociaciones por la paz.
Somoza depuso a Sacasa, y se proclamó presidente con el inicio del año 1937, comenzando así
el período más trágico y sangriento del país, con las dictaduras sucesivas de la dinastía
Somoza, que gobernaron el país con una política conservadora y oligárquica, directamente o a
través de presidentes fieles a los intereses de la familia.
En septiembre de 1956 Somoza murió en un atentado, sucediéndole en el poder su hijo Luis
Somoza Debayle, que continuó con la política de interés familiar.
En 1961, ante la situación de injusticia y hostigamiento de la dictadura contra la población,
surgió la organización guerrillera Frente Sandinista de Liberación nacional (FSLN), comandado
por Carlos Fonseca Amador, emprendiendo la lucha insurreccional contra el régimen
somocista.
Tras la muerte de Luis Somoza, asumió el poder su hermano en 1967, Anastasio, que
endureció la represión contra la población. El desvío de los fondos de ayuda a Nicaragua tras el
terremoto que destruyó Managua en 1972, aumentó el rechazo popular e internacional contra
Somoza, y el apoyo al FSLN.
En 1978, con el asesinato del director del principal periódico opositor, Pedro Joaquín
Chamorro, se generalizó la revuelta. Varios miembros del FSLN, en una operación destacada,
tomaron por asalto el Palacio Nacional de Managua, que dio inicio a la guerra civil en todo el
país. Y tras la ofensiva final iniciada en el norte del país, durante varios meses de combate
apoyado por la población, Anastasio Somoza se vio obligado a dejar el país en julio de 1979. La
guerra dejó un saldo de cincuenta mil muertes.
Se estableció en un primer momento, una junta de reconstrucción nacional, en la que gran
parte del sistema productivo quedo bajo el control directo del estado. Finalmente asumió el
poder la fuerza triunfante, el FSLN, que inicia una política de profunda transformación social,
política y económica, de inspiración socialista e influida por la Teología de la Liberación.
Las relaciones con Estados Unidos empeoran, ya que el nuevo gobierno de Nicaragua fue
acusado de apoyar a los rebeldes salvadoreños, organizados en el FMLN (Frente Farabundo
Martí de Liberación Nacional), y con esta excusa se inicia una nueva intervención por parte de
Estados Unidos, al final de la presidencia de Ronald Reagan, y continuada por George Bush
(padre), proporcionando apoyo, financiando, armando y alentando a los movimientos armados
anti-sandinistas (conocidos como “Contras”). Se inicia así una nueva guerra civil que se
prolongaría durante toda la década de los años 80.
En este tiempo, Estados Unidos participó directamente en numerosas acciones de guerra
contra Nicaragua, por lo que fue denunciado ante el Tribunal Internacional de La Haya por el
gobierno nicaragüense, y condenado por éste, aunque EEUU nunca acató dicha condena. Más
aún, el gobierno estadounidense desoyó el mandato de su congreso que exigía el fin del apoyo
directo a las tropas irregulares de la Contra, y se vio envuelto en un caso sumamente
escandaloso, conocido como Irangate, por el que EEUU vendía armas a Irán, en guerra con
Irak, y financiaba con esas ventas a la “Contra”.
Además de la intervención militar, Estados Unidos impuso un embargo y bloqueo económico
al país, dañando aún más la delicada situación de la población.
Nicaragua encontró apoyo en Cuba, la Unión Soviética y numerosos países europeos. Pero
debido a los gastos que exigía la guerra, Nicaragua no pudo avanzar en sus programas de
desarrollo, que contemplaban cambios sociales muy significativos, como la reforma agraria y el
reparto de tierras, campaña de alfabetización, universalización de la sanidad, etc.
En 1984 se convocaron elecciones en las que el FSLN obtuvo una amplia mayoría. Y en 1987 se
celebró en Esquipulas (Guatemala) una conferencia internacional integrada por distintos
dirigentes y jefes de estado de la zona, preocupados por la situación de guerra en toda la zona,
particularmente en Nicaragua, El Salvador y Guatemala, y por el riesgo de su extensión a los
demás países centroamericanos además de México, Colombia y Venezuela. En esta
conferencia, se lograron importantes acuerdos que darían inicio al proceso de paz. Entre otros
puntos, el presidente de Nicaragua y líder del FSLN, convocaría nuevas elecciones en 1990, en
contrapartida al desarme de la “Contra”.
El FSLN, con su candidato Daniel Ortega, perdió las elecciones frente a Violeta Barrios de
Chamorro, viuda del director del periódico asesinado en 1978 y candidata de la coalición
conservadora UNO (Unión Nacional de la Oposición).
Sólo entonces, Estados Unidos se comprometió a poner fin al embargo económico y a retomar
la ayuda económica.
Las rivalidades entre bandas armadas formadas por antiguos sandinistas y contras, se
manifestaron durante un tiempo más, generando un clima de inseguridad, agravada por la
conflictividad social consecuencia de la precaria situación económica en que se encontraba el
país.
Comienza entonces un periodo de 16 años, con gobiernos de corte conservador y liberal,
presidido por Violeta Chamorro, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños, caracterizados por la
ejecución de una política neoliberal influida por las exigencias del Fondo Monetario
Internacional (FMI), de ajuste estructural.
En este período se inició el tránsito a una economía de mercado, Se privatizaron empresas de
los sectores estratégicos más importantes, como energía y telecomunicaciones o banca, así
como servicios básicos como sanidad y educación. La capacidad productiva del país estaba
seriamente deteriorada como consecuencia de la guerra, lo cual lastró significativamente el
proceso.
Este período dejó un 80% de la población en el umbral de la pobreza, con menos de dos
dólares diarios, casi la mitad de desempleados o subempleados y salarios de 100 dólares
mensuales, a pesar del crecimiento del PIB, que no parecía corresponderse con el desarrollo
social, pronunciándose enormemente las desigualdades.
Tras las elecciones de noviembre de 2006, el FSLN, representado por su candidato, Daniel
Ortega, volvió a ocupar el poder, esta vez en medio de un clima de tensión social, pero en paz.
Daniel Ortega, que se había presentado en las elecciones con un destaco miembro de la
antigua Resistencia Nacional (“Contra”) constituyó un Gobierno de Reconciliación y Unidad
Nacional (GRUN), con miembros de uno y otro bando de la pasada guerra, dando así un paso
en la dirección del proceso de paz inacabado, y de la convivencia social.
En lo económico se retomaron acciones en el sentido de restablecer la gratuidad de la
educación y la sanidad, su acceso universal, y una serie de programas de carácter social como
el programa “Hambre Cero”, destinado a combatir el hambre mediante la entrega de
provisiones e insumos productivos a las familias más empobrecidas; el programa “Usura Cero”,
con el que se pretende apoyar con microcréditos a las mujeres para desarrollar sus actividades
económicas o emprender nuevas, frente a las altas tasas que exige la banca convencional para
conceder préstamos; el programa “Amor”, destinado a atender a los niños y niñas más
vulnerables; y hasta un total de 28 programas de impacto social, dirigidos en su conjunto a
reducir la pobreza en el país. Y otros programas como “Yo sí puedo”, con el que se inició una
campaña de re-alfabetización de la población; y el programa “Operación milagro”, de atención
gratuita a las personas de menos recursos con problemas oftalmológicos.
Para ello se realizó un ajuste fiscal y se destinó hasta un 60% del presupuesto para la lucha
contra la pobreza, aplicado en estos y otros programas de carácter social; y recurrió a los
fondos derivados de Petrocaribe, un instrumento de cooperación de la Alternativa Bolivariana
para las Américas (ALBA).
Al mismo tiempo, se mantiene el cumplimiento de los compromisos económicos
internacionales, establecidos por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los países
acreedores.
En 2008 se realizaron nuevas elecciones, en este caso de ámbito municipal, en las que el FSLN
volvió a obtener una mayoría holgada, con 105 alcaldías (entre ellas la capital), frente a las 41
de los liberales. Sin embargo, estas elecciones, igual que las últimas presidenciales celebradas
en noviembre de 2011, fueron cuestionadas por la oposición política y social y por algunos
gobiernos de otros países (EEUU y otros europeos), que denunciaron ciertas anomalías y la
falta de observadores internacionales en los procesos.
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