R° 299 F° 100 T° 13 - Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe

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SALA CIVIL PRIMERA
Resolución N°: 299
Folio: 100
Tomo: 13
En la ciudad de Santa Fe, a los 20 días del mes de Noviembre del año dos mil doce, se
reunió en Acuerdo Ordinario la Sala Primera de la Cámara de Apelación en lo Civil y
Comercial de Santa Fe, integrada por los Dres. Abraham Luis Vargas, Edgardo I. Saux y
María Cristina De Césaris de Dos Santos Freire, para resolver los recursos de nulidad y
apelación interpuestos por el co-demandado Sr. Aldo Juan Luis Montalbetti (v. fs. 237) y
los recursos de nulidad y apelación deducidos por los co-demandados Edgardo Rafael
Buttarelli y Nora Amelia Clitori de Butarelli (v. fojas 241) contra la sentencia de fecha
2.2.2009 (v. fs. 227/236 vta.) dictada por el Juzgado de Primera Instancia de Distrito en lo
Civil y Comercial de la 2da. Nominación del Distrito Judicial Nº 1, en los autos caratulados
“JACQUIER, NATALIA F. Y/U OTROS C/ BUTARELLI, EDGARDO RAFAEL Y/U
OTROS. S/ JUICIO ORDINARIO (ACCION REVOCATORIA Y/O ACCION DE
FRAUDE Y/O LA ACCION QUE JURIDICAMENTE CORRESPONDA)” (Expte.
Sala I N° 251 – Año: 2009), concedidos por el A quo en modo libre y con efecto
suspensivo (v. fs. 244). Acto seguido el Tribunal estableció el orden de votación conforme
con el estudio de los autos -Dres. Vargas, Saux y De Césaris- y se planteó para resolver las
siguientes cuestiones:
1era.: ¿Es nula la resolución recurrida?
2da.: ¿Es ella justa?
3ra.: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictarse?
Determinado el orden de votación en cuya virtud éstos pasan a estudio, a la primer
cuestión, el Dr. Vargas dijo:
Los recursos de nulidad deducidos por los tres co-demandados aludidos no han sido
sostenidos autónomamente en esta sede; de todas maneras y a todo evento, las críticas que
contienen ambos memoriales pueden obtener suficiente respuesta en el tratamiento de los
recursos de apelación por cuanto no refieren a vicios in procedendo, sino in iudicando. Por
lo tanto, no advirtiendo irregularidades procesales ni vicios en el procedimiento que
justifiquen un pronunciamiento de oficio, cuanto cabe es su desestimación.
Así voto.
El Dr. Saux, expresó, a su vez, iguales razones en parecidos términos y votó, por lo
tanto, en igual sentido.
A la primer cuestión, la Dra. De Césaris dijo:
Habiendo tomado conocimiento de estos autos y existiendo votos totalmente
concordantes de dos jueces, de conformidad al art. 26 de la Ley 10.160 y a la jurisprudencia
de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia, me abstengo de emitir opinión.
A la segunda cuestión, el Dr. Vargas dijo:
I. Antecedentes:
1. Que, en la resolución puesta en crisis de fecha 2.2.2009 el juez a quo hizo lugar a
la demanda y, en consecuencia, revocó la venta del inmueble inscripto bajo el Nº 80584, Fº
1518, Tº 296 Par, Dpto. Las Colonias del Registro General efectuada por el co-demandado
Aldo Juan Luis Montalbetti a los Sres. Edgardo Rafael Butarelli y Nora Amelia Clitori de
Butarelli mediante escritura número 234 de fecha 31.7.97 por ante el Escno. Cursak, hasta
el importe de los créditos justificados en el presente, conforme considerandos precedentes e
imponer las costas a los accionados vencidos.
Para así decidir, sostuvo que “I- Acorde los antecedentes de la causa reseñados
precedentemente, cabe adelantar que los actores, Sres. Marcos Engler y Natalia Fabiana
Jacquier, en su condición de acreedores quirografarios, se encuentran legitimados para
perseguir la revocatoria de la venta que el demandado Aldo Juan Luis Montalbetti hiciera a
los Sres. Edgardo Rafael Butarelli y Nora Amelia Clitori de Butarelli, del inmueble ubicado
en calle Crespo 2744 de la ciudad de Esperanza de esta Provincia, inscripto al T° 296 Par,
F° 1518, N° 80584, Sección Propiedades, Depto. Las Colonias del Registro General (ver fs.
197), en base a la liquidación aprobada en los autos “Engler, Natalia Fabiana Jacquier y
otro c/ Montalbetti, Aída Lucía Cerchiori de y otro s/ Daños y Perjuicios” (Expte: N° 260 –
F° 90 – Año 2000) de trámite por ante el Tribunal Colegiado de Responsabilidad
Contractual N° 4, Secretaría 2° de esta ciudad, promovidos como consecuencia del
accidente de tránsito ocurrido el 06-04-97, en los que resultaron condenados el codemandado Aldo Montalbetti y su esposa, ocasionado por el hijo menor de edad del
matrimonio constituido por Aldo Juan Luis Montalbetti y Aída Lucía Cerchiori de
Montalbetti, conduciendo un automóvil de propiedad de sus padres, y que diera pábulo a
los autos “Engler, Marcos – Montalbetti, Martín Miguel s/ Lesiones graves culposas”
(Expte. N° 701/97) tramitado por ante el Juzgado en lo Penal Correccional de la Octava
Nominación de esta ciudad (Exptes. en Secretaría). II. Ahora bien, para el ejercicio de la
acción revocatoria tanto respecto de un acto a título oneroso como a título gratuito, deben
reunirse los tres requisitos generales exigidos por el art. 962 del C. Civil. En la especie,
tratándose el negocio impugnado de un acto a título oneroso “... además de las condiciones
generales requeridas por el art. 962, se exigen otras dos: 1°) que el deudor haya querido por
ese medio defraudar a sus acreedores; y 2°) que el tercero con el cual ha contratado haya
sido cómplice en el fraude …” (ver: C. A. Civ. y Com., Morón, Sala I, 15-10-92, Frigorífico
Moreno S. A. c. Savini, Juan José). III. Sentado lo anterior, puede comprobarse que el
crédito quirografario mencionado en el punto I.- precedente, nace con el accidente de
tránsito acaecido el 06-04-97 ocasionado por el hijo menor del co-accionado Montalbetti,
del que resultaran víctimas los actores, y condenados en sede Civil los padres del citado
menor, Aldo Juan Luis Montalbetti y Aída Lucía Cerchiori de Montalbetti; mientras que la
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escritura de venta del inmueble que motiva la acción ventilada luce otorgada 31-07-97 por
ante el Eno. Eduardo Cursack (ver fs. 133/134 vta.), lo cual satisface el requisito temporal
del art. 962 del C. Civil. IV. Por su parte, la carga de la prueba del estado de insolvencia del
deudor no fallido pesa sobre los accionante, el cual no se configura con la simple existencia
de dificultades financieras y la necesidad de crédito, sino que el estado de insolvencia
implica que aquél carece de bienes suficientes para hacer frente al pago de la totalidad de su
deuda, en otras palabras, que el pasivo excede a su activo. Sobre el particular cuadra
adelantar que el co-accionado Montalbetti no ha invocado poseer bienes suficientes para
hacer frente a sus obligaciones en el escrito de responde, como así tampoco ha ofrecido o
producido prueba tendiente a demostrar que no se encuentra en estado de insolvencia, sino
que, por el contrario, al absolver posiciones reconoce que el inmueble que transfirió era el
único en su patrimonio (pos. 3°, fs. 97), de lo que se sigue que el perjuicio al acreedor
resulta del actor mismo del deudor, es decir, cuando ese acto es el que produce el
desequilibrio patrimonial (ver: Rivera, Julio César – Medina, Graciela, Código Civil
Comentado, Hechos y Actor Jurídicos, Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2005,pág. 452). V.
Se ha señalado que el fraude a los acreedores es el que se comete a través de actos o
negocios jurídicos, válidos por regla general positivos o de actuación, unilaterales o
bilaterales, destinados a enajenar derechos o facultades, abdicarlos en perjuicio de los
acreedores, pues provocan o agravan la insolvencia, o violentan la igualdad de los mismos,
teniendo conciencia de obstaculizar o impedir la prestación debida. Esta acción se concede
a los acreedores, en aplicación del poder jurídico que aquellos tienen para aprehender, en
caso de incumplimiento, el patrimonio – garantía del deudor-. (Mosset Iturraspe, Jorge,
Negocios simulados, fraudulentos y fiduciarios, t. II, pág. 125, Ed. Ediar, 1975). Sobre esta
base y atendiendo a que la revocatoria está dirigida contra un acto a título oneroso, el
acreedor debe probar complicidad en el fraude y no sólo el ánimo de perjudicar por parte
del deudor. Ahora bien, la ley presume la complicidad del tercero en el fraude del deudor si
en el momento de tratar con él conocía su estado de insolvencia. En este sentido, los coaccionados Butarelli y Clitori en el acto confesional rendido a fojas 95 y 96
respectivamente, preguntados como es cierto que sabían que con la venta del inmueble el
Sr. Montalbetti se colocaba en un estado de total insolvencia (pliego fs. 94, a la 3°),
confiesan que “Si es cierto. El y su esposa son empleados, viven de su sueldo” (fs. 95), y
que “Si es cierto” (fs. 96. Se ha considerado que obra con fraude, esto es, con
despreocupación y desinterés por los otros, tanto quien contrata con quien se sabe
insolvente como el que contrata con quien “debió” saberse insolvente a poco que cumpliera
con las normas legales y reglamentarias (conf: López Mesa, Marcelo J., Código Civil y
Leyes Complementarias, T. II, de. Lexis Nexis, Bs. As., 2008, pág. 196) en tanto “se
presume que el tercero tenía conocimiento de que el acto iba a agravar la insolvencia del
deudor si es fue el efecto del acto y si al momento de celebrarlo el tercero tenía
conocimiento del estado de insolvencia del deudor” (Tonón, Antonio, El fraude pauliano,
LL, 1986-B-917), o sea que “la complicidad del tercero equivale a su mala fe, y ésta a su
vez, consiste en el conocimiento que -al celebrar el acto con el deudor- tuviera de la
insolvencia de éste, de modo que al acreedor que intenta la acción le es suficiente con
probar conocimiento” (Garibotto, Juan C., Simulación y fraude en los actos o negocios
jurídicos, LL, 1990-D-1106). VI. A través de los extremos supra señalados puede concluirse
que los accionantes han logrado probar: 1°) que el deudor resulta insolvente en los términos
del art. 962 inc. 1 del Cód. Civil; 2°) que la insolvencia sobrevino a la venta del inmueble
de su propiedad que realizó a favor de los co-demandados Butarelli y Clitori; 3°) que la
escritura traslativa de dominio es de fecha posterior al accidente de tránsito en el que
resultara responsable en la forma expuesta más arriba; 4°) que los compradores del
inmueble son cómplices en el fraude del deudor dado que al momento de contratar tenían
conocimiento de su estado de insolvencia, siendo por tanto manifiesto el ánimo de
defraudar el cual se infiere del conocimiento que el deudor poseía de su propia insolvencia
en caso de enajenar el bien, toda vez que la consecuencia del negocio cuestionado no es
otra que la imposibilidad de hacer frente al resarcimiento de los daños y perjuicios
originados en el accidente de tránsito de referencia, razones estas suficientes para la
procedencia de la acción revocatoria ventilada en autos. VI. Para arribar a la solución a
adoptar en el presente caso se ha tenido en cuenta que los argumentos defensivos del
vendedor en modo alguno desvirtúan la configuración de los requisitos legales exigidos
para acoger la revocatoria, toda vez que la causa material que opone al progreso de la
acción consistente en los gastos derivados de la atención de la salud de su hijo Juan Manuel
que lo habrían llevado a la necesidad de procurarse dinero (fs. 36 vta.) -para lo cual sólo
acompaña la documental obrante a fojas 137/143 y 146/161 omitiendo someterla al debido
reconocimiento-, no han sido debidamente acreditados dado que, vg., el recibo de pago de
fojas 139 luce extendido 22 años antes del accidente de tránsito generador de
responsabilidad (ver fs. 146), y el presupuesto agregado a fojas 148 está dirigido al
I.A.P.O.S., de donde no es posible concluir que esta erogación fuera asumida por
Montalbetti y, consecuentemente, que la causa de la venta del inmueble responda a las
razones invocadas por el vendedor. Claramente se observa en el caso que Montalbetti ha
preterido toda referencia concreta a la importancia de la deuda que aduce motivó la venta
de su vivienda, como asimismo indicar quienes eran sus acreedores, formular un detalle al
menos aproximado de las presuntas acreencias que pesaban sobre su patrimonio, etc., que
justificaran mínimamente llevar adelante el negocio impugnado en el presente. Por el
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contrario, las constancias obrantes en las causas tramitadas en sede Penal y Civil de
Responsabilidad Extracontractual referidas supra, evidencian la responsabilidad emergente
del accidente atribuible a Montalbetti por ser su hijo menor -Martín Montalbetti- el
conductor del automóvil y embistente en el hecho dañoso, y a su vez por ser el dueño de la
cosa riesgosa, en tanto el citado menor fue condenado penalmente (ver fs. 462/477 del
Expte. N° 260 – F° 90 – Año 2000, en Secretaría). Examinados los autos precedentemente
citados puede comprobarse que en fecha 28-04-04 los actores practican liquidación
conforme la sentencia dictada en la causa (fs. 492/494 vta., autos cit.), y que puesta de
manifiesto (fs. 494 vta.), fue aprobada a fojas 495 vta. en fecha 20-05-04. A su vez, la
declaratoria de pobreza tramitada bajo el N° 1185 – Año 2004 que corre por cuerda
tendiente a promover la acción revocatoria por fraude y/o nulidad por fraude a los fines de
hacer efectivo el crédito emergente del juicio por daños y perjuicios, fue iniciada en fecha
23-09-04. Finalmente, las medidas de aseguramiento de bienes tramitadas bajo el N° 1411 –
Año 2004 tendientes a asegurar el resultado del pleito fueron promovidas el 05-11-04. Tales
antecedentes ponen en evidencia que la causa de venta del inmueble por parte de
Montalbetti no fue otra que eludir la responsabilidad que por daños y perjuicios debería
afrontar en el futuro a raíz del accidente de tránsito en cuestión. Al efecto resulta revelador
que a pesar de la venta del inmueble, el vendedor – demandado continuara viviendo en el
mismo -sin perjuicio de las especiales características atribuidas el piso de la vivienda en
atención al problema de salud que afecta a Juan Manuel, hijo de Montalbetti, las que por
otra parte se presentan en la generalidad de las construcciones-, y que el comprador sea
sobrino del vendedor, circunstancia reconocida expresamente en sendos respondes al
escrito inicial. En esta dirección se ha resuelto que prueba el concilio fraudulento entre
adquirente y deudor el conocimiento que aquél tenía de las dificultades económicas del
deudor a quien compró el inmueble desde que el deudor ha querido defraudar a su acreedor
y ha contado para ello con la complicidad de los adquirentes que conocían sus dificultades
que lógicamente sabían que el dinero es mucho más fácil de hacer desaparecer que el
inmueble (LLBA, 1997-1273, cit. por López Mesa, ob. cit., pág. 188). VII. Por último,
relativo a la cláusula de inembargabilidad que beneficiaba al inmueble objeto de autos por
haber sido adquirido a través de un crédito del Banco Hipotecario Nacional, debe ponerse
de relieve no sólo que el vendedor renunció expresamente a la misma (ver fs. 133 vta.),
sino que la acción revocatoria emprendida de naturaleza personal y directa (Salas – Trigo
Represas – López Mesa, Código Civil anotado, Ed. Depalma, Bs. As., 1998, T. 4-A, pág.
429), no anula la enajenación sino que torna inoponible la venta al acreedor perjudicado por
el acto fraudulento hasta el importe del crédito, de donde, aquella renuncia a la cláusula de
inembargabilidad permite hacer efectivos los efectos de la acción revocatoria sobre la base
de la validez el negocio celebrado en fraude. En cualquier caso, si como pretenden los
accionados, era más beneficioso para el deudor no vender y quedar amparado por la
cláusula de inembargabilidad y que renunció a dicho beneficio porque realmente necesitaba
cubrir sus deudas y hacerse de algunos fondos extras (ver fs. 209), en primer lugar, desde la
perspectiva estratégica planteada, es necesario recordar el principio rector establecido en el
art. 1047 del C. Civil que se expresa nemo auditur propiam turpitudinem suam allegans,
mientas que por otra parte carece de toda lógica en el caso y pone de relieve una vez más la
conducta irresponsable del deudor afirmar, como lo hace, que la economía deficitaria de su
grupo familiar se agravó por el accidente de tránsito citado, que insumió egresos
extraordinarios tendientes a la asistencia médica de Juan Manuel “... y en la reparación de
la unidad siniestrada, único medio de transporte del grupo familiar y en sobremanera
necesario para el desplazamiento de Juan Manuel” (ver fs. 36 vta.), desconociendo con total
y absoluta indiferencia el derecho de los terceros damnificados por el evento dañoso
debidamente reconocidos en justicia, al extremo de urdir la venta fraudulenta del único bien
que integraba su patrimonio, garantía común de los acreedores, para evitar hacer efectivo el
resarcimiento de los daños y perjuicios derivados del accidente de referencia. VIII. En este
marco, el juicio de desalojo seguido por la co-accionada Clitori -compradora- contra la codemandada Cerchiaro de Montalbetti, esposa del vendedor, por presunto incumplimiento
del contrato de alquiler agregado a fojas 144/145 -carente de fecha cierta hasta la
presentación en el juicio- promovido en el año 2004 que no se ejecutó “por haber llegado a
un acuerdo las partes” (ver fs. 31 vta.), se presenta como un elemento más de la maniobra
que rodea el concilio fraudulento montado por los demandados, reiterados protagonistas de
la urdimbre, tendientes a perjudicar el derecho de los demandantes, habida cuenta lo vano
de dichas actuaciones para el resultado de este pleito. De acuerdo a los términos expuestos,
resulta adeudado recordar que la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha decidido en
repetidas oportunidades que los jueces no están obligados a analizar todos los argumentos
articulados por las partes o probanzas producidas en la causa, sino únicamente aquellos que
a su juicio resulten decisivos para la resolución de la contienda (Fallos 276:132, 280:320,
303:2088, 304:819, 305:537, 307:1121). IX. En definitiva, corresponde hacer lugar a la
demanda y, en consecuencia, revocar la venta del inmueble inscripto bajo el N° 80584, F°
1518, T° 296 Par, Depto. Las Colonias del Registro General, efectuada por el co-accionado
Aldo Juan Luis Montalbetti a los Sres. Edgardo Rafael Butarelli y Nora Amelia Clitori de
Butarelli, hasta el importe del crédito reconocido por sentencia a los actores en el juicio que
por daños y perjuicios siguieran contra el deudor en la causa tramitada por ante el Tribunal
Colegiado de Responsabilidad Extracontractual N° 4, 2da. Secretaría de esta ciudad” (v. fs.
227/236 vta.).
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2. Que contra la misma se alzan ambos co-demandados, deduciendo sus apoderados
sendos recursos de nulidad y apelación (v. fs. 237 y 241), los que son concedidos
libremente y con efecto suspensivo mediante providencia de fecha 4.9.2009 (v. fs. 244).
II. Agravios
Ello así, al expresar agravios, el apoderado del Sr. Aldo Juan Luis Montalbetti
sostiene que “El “a-quo” hizo lugar a la demanda y, en consecuencia, revocó la venta del
inmueble inscripto bajo el N° 80584, F°1518, T° 296 Par, Depto. Las Colonias del Registro
General, hasta el importe de los créditos justificados en dicha sentencia, imponiendo las
costas a los demandados. Me agravia el fallo apelado en tanto que a fs. 233 y 234, el A-quo,
considera que mi mandante provoca o agrava la insolvencia “con conciencia de obstaculizar
o impedir la prestación debida”, cuando de las constancias de autos, no surge la intención
de sustraerse de sus obligaciones, todo lo contrario, tuvo que elegir en el cumplimiento de
sus obligaciones, esto es, su patrimonio no alcanzaba para pagar todas sus deudas, y en
virtud de ello priorizó la salud de su hijo. Me agravia que el A-quo considere cómplices a
los co-accionados Butarelli y Clitori, ya que si bien saben que el inmueble vendido era el
único bien registrable, ello no impide a que se celebre una venta; máxime cuando
claramente la intención de los co-demandados no ha sido perjudicar a terceros, sino
beneficiar económicamente al Sr. Montalbetti para que pueda hacer frente a las deudas que
los aquejaban. Como surge de las propias constancias de autos, si la intención hubiera sido
defraudar a los acreedores, no hubiera realizado una venta, en todo caso, solo tenía que
aprovechar la cláusula de inembargabilidad que poseía el inmueble por el crédito otorgado
por el Banco Hipotecario Nacional, y no tener que venderlo para hacer frente a las deudas
contraídas derivadas del accidente de su hijo. Por ende, difícilmente, se puede arribar que la
venta del inmueble haya sido la de eludir la responsabilidad derivada del accidente. Reitero,
lo expresado a fs. 209, donde la actora, nunca hubiera podido embargar -y mucho menos
ejecutar- el inmueble si no hubiera sido transferido, en consecuencia, qué perjuicio alega la
contraria?” (v. fs. 258 y vta.).
Por su parte, el apoderado de los co-demandados Edgardo Rafael Buttarelli y Nora
Amelia Clitori de Buttarelli expresó “Me he alzado contra la resolución de fecha 02/02/09
(fs. 227/236), en cuanto dispone hacer lugar a la demanda, revocando la venta del inmueble
inscripto al Número 80584, Folio 1518, Tomo 296 Par, Depto. Las Colonias del Registro
General realizada por Escritura nro. 234 de fecha 31/07/97. Para arribar a su conclusión, el
“a-quo” argumenta que del análisis de las pruebas producidas en autos se evidencia que la
causa de la venta del inmueble objeto de la presente acción no fue otra que la intención del
codemandado Montalbetti de eludir la responsabilidad que por daños y perjuicios debía
afrontar frente a los actores. Que ésta fue la causa que lo llevó a urdir la venta del único
bien inmueble que integraba su patrimonio, garantía común de los acreedores. Pero ha
omitido el inferior, previo a cualquier otro tipo de razonamiento, determinar si el bien
inmueble en cuestión podía ser atacado por los actores a efectos de hacer efectivo su crédito
de haberse mantenido en el patrimonio del codemandado Montalbetti, y, en caso afirmativo,
realizar un acabado análisis de si la conducta de los demandados resultaba o no fraudulenta,
si del acto mismo surgía el perjuicio para los acreedores, etc. Por tal motivo, me agravia la
sentencia del inferior en cuanto en el análisis efectuado omite considerar que el principio
del patrimonio del deudor como garantía común de los acreedores, como afectado al pago
de sus deudas, no es absoluto, no abarca todos los bienes del deudor, sino solo los
embargables y ejecutables, quedando exentos de ser atacados mediante el ejercicio de la
acción revocatoria aquellos actos de disposición que el deudor realice sobre aquellos bienes
que resultan inembargables, inejecutables. En el caso de autos, el acto de disposición
efectuado por el codemandado Montalbetti fue realizado en relación a un inmueble que se
encontraba afectado por una cláusula de inembargabilidad de fecha sensiblemente anterior a
la fecha del accidente que ocasionó el reclamo por daños y perjuicios; cláusula que se
asimila a la constitución de un bien de familia, conforme así lo ha declarado uniformemente
la jurisprudencia y la doctrina, originada en la adquisición del inmueble mediante un
crédito otorgado por el Banco Hipotecario Nacional y que subsiste aún luego de cancelado
el crédito del Banco, criterio que se ajusta al objetivo social y carácter de orden público que
tienen las normas legales que consagran aquéllas y concuerda con las funciones de fomento
de la vivienda familiar atribuidas a la función de la citada entidad crediticia y con el espíritu
de normas análogas, como las que regulan el llamado “bien de familia” y que tienen
sustento constitucional en el art. 14 de la ley suprema. Es decir, que el inmueble no podía
ser alcanzado por el embargo o ejecución alguna por parte de los aquí actores de haberse
mantenido como propiedad de Montalbetti, lo que echa por tierra las afirmaciones del
escrito de demanda que invocan que la venta del bien les ocasionó un grave perjuicio, ya
que la existencia de aquella cláusula de inembargabilidad les imposibilitaba totalmente
hacer efectivo su crédito mediante la ejecución de aquél. La existencia de la cláusula de
inembargabilidad y de la renuncia de la misma realizada por Montalbetti para proceder a la
venta del inmueble fue acabadamente probada con las copias certificadas de la escritura
traslativa de dominio otorgada por el Archivo de Protocolos Notariales del Colegio de
Escribanos de la Provincia de Santa Fe (fs. 133/134) y las correspondientes a las fichas de
inscripción de dominio expedidas por el Registro General de la ciudad de Santa Fe (fs. 191)
obrantes en autos y que fueran oportunamente ofrecidas como pruebas de esta parte. Como
consecuencia de lo expuesto se concluye que no resisten el menor análisis las
consideraciones del Juez inferior cuando manifiesta que los demandados urdieron la
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operación de compraventa en forma fraudulenta del único bien que integraba el patrimonio
de Montalbetti. Este procedió a la venta del inmueble consciente de que los actores nunca
hubiese podido hacer efectiva su acreencia mediante su ejecución y con el sólo objeto de
cubrir las urgentes necesidades que su grupo familiar requería en aquel momento y, para
mis representados, resultó la oportunidad de celebrar un buen negocio. Me agravia la
sentencia dictada en cuanto afirma que los accionantes han logrado probar el estado de
insolvencia del deudor, que la misma sobrevino a la venta del inmueble, que mis
representados resultan cómplices en el fraude y que la consecuencia del negocio
cuestionado no es otra que la imposibilidad de hacer frente al resarcimiento de los daños y
perjuicios que oportunamente se reclamaran. Dichas afirmaciones no resisten el menor
análisis, se caen, cuando partimos de la base que el negocio atacado se realizó en relación a
un bien inembargable de propiedad del codemandado Montalbetti y que, por ende, resultaba
inejecutable. Ha quedado en evidencia que no ha existido en la realización del acto jurídico
cuya revocación se pretende, intención de defraudar ni perjuicio derivado del mismo,
requisitos indispensables para que la acción interpuesta prospere, de conformidad con lo
expresamente normado por el art. 962 del C. C., por lo que su inexistencia me autorizan a
solicitar que se haga lugar al recurso de apelación interpuesto y el rechazo de la presente
demanda, fundamentalmente porque los actores jamás hubieran podido hacer efectiva su
acreencia atacando el inmueble de propiedad de Montalbetti afectado por la cláusula de
inembargabilidad citada. En base a los fundamentos vertidos en el presente y la
jurisprudencia oportunamente citada, corresponde, la revocación del fallo apelado,
rechazándose la demanda incoada, con costas” (v. fojas 261/262 vta.).
III. Contestación de los agravios
Que, corrido el pertinente traslado, contestaron dichos agravios las apoderadas de
los actores conforme memorial que corre glosado a fojas 271/272 vta.
IV. Análisis
IV.1. Sobre el recurso de apelación deducido por el co-demandado Aldo Juan
Luis Montalbetti
Así planteados los antecedentes, la simple lectura del memorial de agravios
(que para mayor ilustración se transcribió casi en su totalidad) evidencia la ostensible falta
del levantamiento de la carga procesal de realizar una crítica razonada y concreta del
razonamiento fáctico-jurídico en el que basó su fundamentación el a quo.
Al respecto, bien se ha dicho que: “es sabido que la parte debe seleccionar del
discurso aquel argumento que constituya la idea dirimente y que forma la base lógica de la
decisión. Efectuada la labor de comprensión, le cabe demostrar cuál es el punto del
desarrollo argumental que muestra un error en sus referencias fácticas o en su
interpretación jurídica –dando las bases del distinto punto de vista- que lleva al desacierto
ulterior concretado en el veredicto. Cuando el litigante no formula su expresión de agravios
de esa manera, cae derrotado por su falta de instrumental lógico de crítica, antes que por
la solidez de la decisión que recurre” (CNCont. Adm. Sala 2°, 7-9-04).
Y, también se ha señalado, en distintas oportunidades, que la mera disconformidad
con la sentencia, por considerarla equivocada o injusta, o las generalizaciones y
apreciaciones subjetivas que no cuestionan concretamente las conclusiones de la sentencia
apelada no constituyen una expresión de agravios idónea, en el sentido de resultar apta para
producir la apertura de la presente instancia. En orden a ese objetivo, lo que se exige no es
la sola crítica entendida ésta como disconformidad o queja, sino una crítica calificada, una
crítica recursiva, la que para merecer dicho adjetivo debe reunir características específicas.
Es que, el concepto “de crítica razonada y concreta” exige al apelante una
exposición sistemática, tanto en la interpretación del fallo recaído, en cuanto al juzgado
como erróneo, como en las impugnaciones de las consideraciones decisivas, debe
precisarse, parte por parte, los errores, omisiones y demás deficiencias que se atribuyen al
fallo recurrido, especificándose con toda exactitud los fundamentos de las objeciones, sin
que las afirmaciones genéricas y las impugnaciones de orden general reúnan los requisitos
mínimos indispensables para mantener la apelación, para desvirtuar una solución realmente
dotada de congruencia, no basta criticar aspectos de ella de modo aislado, pues aún erróneo
en detalle puede ser acertado en conjunto.
Por ello, “en el fondo, todo memorial es un discurso, esto es, el arte de convencer
ya que la argumentación es el acto comunicativo cuyo propósito es presentar razones para
justificar hechos, creencias o valores y su estructura es una serie de razonamientos que
buscan probar una tesis o proposición. Etimológicamente argumentación se relaciona con
argumento que procede de arguere (del lat., poner en claro) y debe distinguirse por el
prestigio de la razón más que de la opinión, debe encadenar una lógica de razones y
evidencias y superar la primera impresión sobre el asunto ya que su objetivo es convencer y
captar la atención del lector u oyente” (C.Civ.Neuquén, Sala II, fallo del 05/16/2006 in re
"Vicente, Alberto c/ Dallatorre, Alejandro y otros s/ cobro ejecutivo").
En tales condiciones, tal expresión de agravios incumple palmariamente con las
exigencias contenidas en el artículo 365 del C.P.C.C. vinculadas a la singularización de
los fundamentos, hechos o argumentos en los que finca la discrepancia que la recurrente
mantiene con respecto al fallo impugnado, consistiendo aquella en meras manifestaciones
genéricas que en modo alguno controvierten las específicas razones de rango jurídico en
cuya virtud el a quo viabilizara la resolución sub-exámine y, siendo ello así, deviene
procedente la aplicación del apercibimiento procesal contenido en dicha norma, debiendo
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rechazarse el recurso interpuesto.
IV.2. Sobre el recurso de apelación deducido por los co-demandados Edgardo
Rafael Buttarelli y Nora Amelia Clitori de Buttarelli
Básicamente, estos recurrentes se agravian respecto de lo resuelto por el a quo
sosteniendo que éste ha omitido considerar que el bien inmueble en cuestión nunca podrá
ser “atacado por los actores” (sic) desde el momento que está afectado por el privilegio de
inembargabilidad al haber sido –en su momento- adquirido con un crédito del Banco
Hipotecario Nacional.
Por tanto, dicen, a los actores ningún “perjuicio” les causa la operación de
compraventa cuya revocación persiguen y, en ese sentido, es falsa la conclusión del
magistrado actuante en torno a que los co-demandados “urdieron” el negocio jurídico del
único bien que integraba el patrimonio de Montalbetti “en forma fraudulenta”.
Finalmente, sostienen que no es cierto que los accionantes hayan logrado probar el
estado de insolvencia del deudor y que ello sobrevino a la venta del inmueble y que, a su
vez, los compradores resulten cómplices en el fraude.
Es que, insisten, todo ese edificio argumental se cae a poco que se considere que “el
negocio atacado se realizó a un bien inembargable de propiedad del co-demandado
Montalbetti y que, por ende, resultaba inejecutable”.
Así las cosas, tengo para mí que también este recurso debe ser declarado “desierto”
por falta de fundamentación suficiente (arg. art. 365 del C.P.C.C.).
Pero además, y para no dejar sin tratar el único agravio que formulan los codemandados aludidos, he de señalar que –en mi entender- su tesis tampoco encuentra
asidero.
En efecto, más allá que en este proceso sólo se juzga la “fraudulenta” operación de
compraventa que hizo salir del patrimonio de los deudores un bien de significativa
importancia económica [y no, en todo caso, qué suerte tendría o tendrá la traba de
medidas cautelares –embargo, inhibición, anotación de litis, etc.- o, aún, la ejecución
forzada del inmueble de marras, circunstancias eventuales que –de producirse- están
involucradas en otros procesos –enunciados en la demanda introductiva de la instancia-;
ver también, entre otros, los siguientes trabajos monográficos: Cazeaux, José, Saravia,
Silvina y Redi, Gustavo, "Gravámenes constituidos sobre bienes inembargables y
ejecutabilidad de los mismos", D.J., 1998-3, p.303; Di Orio, Atilio; “Sobre cierto alcance
de la inembargabilidad de inmuebles aún después de la extinción hipotecaria”, Zeus, boletín
del 16.2.1994; Escalante, Hugo; “Inembargabilidad e inejecutabilidad del inmueble
adquirido del Banco Hipotecario Nacional”, en “El Judicial” Nº 6282, 5.6.1998; Vázquez
Ferreyra, Roberto; “La super inembargabilidad e inejecutabilidad de inmuebles adquiridos
con intervención del Banco Hipotecario Nacional”, L.L.Litoral 1998-31 y ss.; Boasso,
Pedro; “Inembargabilidad de los inmuebles adquiridos mediante préstamos del Banco
Hipotecario Nacional: el régimen de la Ley 22.322”, Zeus, boletín del 4.12.1996, etc.] es lo
cierto que –a contrario de lo que postulan los recurrentes- el privilegio de
inembargabilidad e inejecutabilidad aludido, empece ser de orden público, puede ser
“renunciado” por sus beneficiarios o, aún, dejado sin efecto en determinadas y puntuales
circunstancias por “decisión judicial” [así lo decidió, por ejemplo, ésta Sala en fallo del
8.8.2012 en los autos “Banco Macro S.A. c/ Catinot, Roberto Omar y Otro s/ Ejecución
Hipotecaria”, Expte. Sala I N° 234 – Año 2011; otros supuestos serían, por ejemplo: que el
bien no constituya "única vivienda propia", que no "mantenga su categoría originaria"
o que no "conserve tal destino" (art. 34 ley 22.232)].
Pues bien, aunque en el ámbito doctrinario la cuestión es objeto de opiniones
disímiles [por ejemplo, en las XX Jornadas Nacionales de Derecho Civil -22 al 24 de
septiembre, Buenos Aires 2005- por despacho de mayoría, en la Comisión respectiva, se
resolvió que “La inembargabilidad emergente de un crédito hipotecario otorgado por el
Banco Hipotecario Nacional … se extingue con la extinción del crédito” -28 votos-;
mientras que el despacho de la minoría -5 votos- sostuvo que “La inembargabilidad
emergente de un crédito hipotecario otorgado por el Banco Hipotecario Nacional …
subsiste después de la extinción del crédito, en la medida que perduren los requisitos
originales previstos para acceder como beneficiario de la vivienda. La inembargabilidad y
consiguiente inejecutabilidad desaparece si posteriormente el titular enajena el inmueble a
quien no reúne las condiciones de beneficiario o constituye una nueva garantía por un
crédito distinto”, en el ámbito jurisprudencial santafesino y a partir del “leading case”
“SANCOR COOP. UNIDAS LTDA. c/ BAZAN, Pedro N. s/ Ejecución Hipotecaria
(Expte. Nº 208/05)” (Expte. C.S.J. 314-2006), la Corte Suprema de Justicia ha clausurado
el debate, saldándolo en el sentido de que, si el beneficiario de la cláusula de
inembargabilidad aludida grava el inmueble con una nueva hipoteca a favor de otro
acreedor distinto del Banco Hipotecario Nacional se produce su “renuncia tácita” al
privilegio y, desde allí, la vivienda (aún sido única y familiar) es perfectamente susceptible
de ser embargada y, por supuesto, también ejecutada (rectius: subastada).
Precisamente, en fallo del 8.8.2007, el más Alto Tribunal Provincial no solo se
limitó a rechazar la queja por denegación del recurso de inconstitucionalidad que la
ejecutada dedujo contra la resolución de la Cámara de Apelación en lo Civil, Comercial y
Laboral de Rafaela (que, a su turno, confirmó la de primera instancia que desestimó el
incidente de levantamiento de embargo y suspensión de ejecución planteado por la
hipotecante) sino que, además, se adentró en la sustancia de la problemática apuntada e
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indicó que: “El Juez de Primera Instancia de Distrito en lo Civil, Comercial y Laboral Nro.
3 de la ciudad de Rafaela, desestimó la demanda incidental interpuesta por el demandado
mediante la cual pretendía la suspensión de la ejecución y levantamiento de los embargos
trabados en el juicio principal sobre un bien inmueble de su propiedad que, según sus
afirmaciones, gozaría del beneficio de inembargabilidad e inejecutabilidad en razón de
resultar alcanzado por el régimen establecido por la ley 22232 al tratarse de única vivienda
propia, adquirida y construida por medio de un crédito otorgado por el Banco Hipotecario
Nacional. Apelada tal decisión por el perdidoso, la Cámara rechazó sus impugnaciones y
confirmó el fallo de primera instancia. Contra dicho pronunciamiento, interpone el
incidentista recurso de inconstitucionalidad, considerando que el mismo carece de
motivación suficiente, prescinde del texto legal sin dar razones para ello y se aparta de lo
sentado en los precedentes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y el Alto Tribunal
provincial que ponen de relieve el objetivo social y la naturaleza de orden público que
consagran los artículos 35 y siguientes de la ley 22232. Invoca vulneración de derechos y
garantías constitucionales entre los que menciona el derecho de defensa, de propiedad, el
principio de igualdad y el derecho a la protección de la vivienda, entre otros. En sustento de
su impugnación alega que la ley 22232, en su artículo 35, establece el beneficio de
inembargabilidad e inejecutabilidad para los inmuebles adquiridos y/o construidos con
créditos acordados por el Banco Hipotecario Nacional, siempre que se destinen a única
vivienda propia, y mientras el crédito conserve ese destino y la vivienda su categoría
originaria. Entiende que estos recaudos se encuentran acreditados en autos, siendo a cargo
del ejecutante la demostración de que las condiciones que originariamente justificaron el
beneficio han dejado de tener vigencia. Destaca que tales garantías subsisten aún luego de
haberse cancelado el préstamo hipotecario, pues su fundamento radica en la finalidad de
fomento de la vivienda familiar enraizada en el artículo 14 bis de la Constitución nacional y
consagrado doctrinaria y jurisprudencialmente. Asimismo afirma que los beneficios citados
se mantienen aun cuando el deudor, como en el caso, hubiera gravado con una nueva
hipoteca a favor de otro acreedor distinto del Banco Hipotecario Nacional o renunciado con
invocación de una ley provincial -en el caso la ley 8067 de la provincia de Córdoba- por
cuanto, la ley 22232 es de orden público y conforme lo dispuesto por el artículo 872 "in
fine" Código Civil los derechos concedidos con miras al orden público no son susceptibles
de ser objeto de renuncia. Afirma que la intención del deudor de renunciar a aquellos
beneficios no se presume y la interpretación de los actos que induzca a probarla debe ser
restrictiva; que no siendo materia disponible los beneficios consagrados en la normativa
invocada, mal puede deducirse que su parte hubiera renunciado a los mismos, por lo que -a
su entender- dicho accionar no puede constituir de modo alguno un actuar contrario a los
propios actos como así tampoco a la regla de la buena fe contractual dado que al tiempo de
constituirse la hipoteca a favor de la actora se encontraban suficientemente publicitados y le
resultaban oponibles. Al adentrarse concretamente en las causales de arbitrariedad
enunciadas achaca al pronunciamiento falta de motivación suficiente por cuanto los
Juzgadores remiten a la doctrina judicial sentada en un precedente de la misma Cámara
pero sin indicar su relación con los hechos o agravios propios del "sub examine",
apreciando errónea y discrecionalmente el hecho de la renuncia efectuada por su parte
otorgándole un alcance puramente voluntarista carente de toda sustentación objetiva.
Afirma que si el deudor renuncia al privilegio que otorgaba una legislación provincial (de
Córdoba y no de Santa Fe como erróneamente señala la Cámara) no puede juzgarse que tal
renuncia lo fue también respecto al beneficio que deriva de la normativa nacional (art. 35,
ley 22232 y luego art. 34 dec. ley 540/93 reglamentario ley 24143). Sostiene que una
interpretación diferente atentaría contra la correcta inteligencia del texto legal (art. 874
C.C.). Por otra parte achaca al decisorio prescindencia del texto legal sin dar razón
plausible alguna. Entiende en este aspecto que la interpretación que efectúa la Alzada de la
renuncia es violatoria de una ley federal de orden público (22232) ya que conforme lo
dispuesto por el artículo 872 "in fine" del Código Civil, los derechos concedidos con miras
al orden público no son susceptibles de ser renunciados. En un mismo orden de ideas
atribuye al Sentenciante apartamiento de precedentes del Máximo Tribunal nacional y de
esta Corte en los que se elaboraron pautas fundamentales en orden a la naturaleza de orden
público que tienen las normas legales que consagran el citado beneficio. Finalmente reitera
sus alegaciones relativas a que la renuncia formulada por su parte lo fue sólo en relación al
beneficio previsto en la ley 8067 de la Provincia de Córdoba, por lo que hacerla extensiva
-a través de lo que entiende resulta una interpretación arbitraria y forzada- a los beneficios
de inembargabilidad e inejecutabilidad normados por el artículo 35 de la ley 22232, resulta
atentatorio de una correcta inteligencia del texto legal en perjuicio de su parte”.
Y, sobre esa plataforma fáctica, estimó que “tal como lo sostuvo el Tribunal a quo
en oportunidad de efectuar el examen de admisibilidad que prevé el artículo 6 de la ley
7055, los agravios del recurrente sólo denotan su mera discrepancia -no desvirtuada en la
queja- para con lo resuelto por la Alzada en cumplimiento de funciones propias, lo que,
más allá del grado de acierto o error en que los jueces hubieran incurrido, no luce ilógico o
irrazonable. Ello así, por cuanto toda la postulación recursiva se encuentra dirigida a
cuestionar la hermenéusis efectuada por la Sala respecto de los alcances del beneficio de
inembargabilidad e inejecutabilidad dispuesto por el artículo 35 de la ley 22232, disintiendo
con la conclusión a la que aquélla arribara en cuanto desestimó la demanda incidental
interpuesta por el demandado -mediante la cual se pretendía la suspensión de la ejecución
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y el levantamiento de los embargos trabados en el juicio principal sobre un inmueble de
su propiedad- otorgando carácter definitorio a la renuncia expresa por parte del
beneficiario de la cláusula de inembargabilidad. En ese sentido, no resultan suficientes los
postulados esbozados por el impugnante en tanto no alcanzan a desvirtuar lo aseverado por
la Alzada que fundó su argumentación -en primer término- en un precedente de la misma
Cámara -si bien con distinta integración- al que remite por razones de brevedad ("Banco del
Suquia S.A. c/ Adriani, Ramón Daniel s/ ejecución hipotecaria) indicando que tal criterio
debía ser utilizado para solucionar el caso bajo examen, destacando además que en el caso
no se opusieron excepciones en el plazo legal y existía sentencia que mandó llevar adelante
la ejecución, razón por la cual el planteo incidental devenía improcedente. Y, en lo
sustancial, en las consecuencias derivadas de la manifestación de voluntad del impugnante
plasmada en la cláusula décimo tercera de la escritura de hipoteca, en la cual el hipotecante
renunció expresamente a la inembargabilidad e inejecutabilidad del inmueble, de donde
concluyó que "...siendo así, teniendo en cuenta que la renuncia a la inembargabilidad e
inejecutabilidad proviene de un acto libremente otorgado, y seguramente como condición
determinante del otorgamiento del crédito por parte de Sancor para facilitar la concreción
de negocios en interés recíproco de los contratantes, corresponde otorgar reconocimiento a
dicha abdicación del hipotecante." (fs. 4). En ese orden, en su presentación directa el
recurrente no logra desmerecer tales conclusiones, pues las transcripciones literales de
segmentos de la sentencia que la Alzada cita como precedente no hacen mas que reforzar el
criterio por ella sustentado de asignar prevalencia a la renuncia de los beneficiarios como
libre elección de otorgar al segundo acreedor el máximo de garantía para la concesión del
crédito. Y, si bien el compareciente intenta descalificar dicho argumento alegando que el
sustento fáctico que sirvió de base a aquél antecedente invocado fue disímil al del "sub
examine" por cuanto la renuncia por él formulada lo fue sólo en orden al beneficio otorgado
por la legislación provincial (ley 8067 de la Provincia de Córdoba), lo cierto es que dicha
postulación resulta inadmisible en el marco normativo que rige la presente causa, por
cuanto el carácter de inembargables e inejecutables que ostentan los inmuebles adquiridos
con créditos otorgados por el Banco Hipotecario Nacional deviene de una ley nacional, no
resultando competente la legislatura provincial para legislar en dicha materia. Así lo ha
sostenido la Corte Suprema de Justicia de la Nación al pronunciarse en contra de la validez
constitucional de la cláusula del artículo 58 de la Constitución de la Provincia de Córdoba
relativa a la vivienda única inembargable y su ley reglamentaria 8067, haciendo hincapié en
que "... determinar qué bienes del deudor se hallan sujetos al poder de agresión patrimonial
del acreedor -y cuáles, en cambio, no lo están- es materia de la legislación común y, como
tal, perrogativa única del Congreso nacional, lo cual impone concluir que no corresponde a
las provincias incursionar en tal ámbito, delegado al sancionarse la Ley Suprema" (en
Fallos: 325:428). Es entonces dentro del marco normativo de la ley 22232, ley que consagra
los mentados beneficios, el ámbito en el que debe ser interpretada la manifestación de
voluntad del recurrente, puesto que -como se dijo- si los beneficios que éste invoca en su
favor y cuyo carácter de orden público y finalidad tuitiva reconociera el Más Alto Tribunal
y este Cuerpo sólo resultan de la interpretación teleológica de la ley federal, no puede
atenderse la contradictoria postura del impugnante de pretender que la renuncia expresada
lo fue solamente en relación a una ley provincial. Desde luego que la solución propiciada
en modo alguno implica desconocer la doctrina constitucional imperante en la materia,
antes bien esta Corte la ha aplicado y la ha hecho suya en diversas causas sometidas a su
juzgamiento (vid. "Parón", "Incidente de inembargabilidad y desembargo en el juicio
González, Adolfo contra Lemoine, Guillermo", "Vicini", entre muchos otros, A. y S., T.
120, pág. 374; T. 121, pág. 131; T. 131, pág. 222). Pero debe quedar en claro que para
poder subsumir la presente causa en esa línea jurisprudencial la misma debe presentar una
identidad fundamental analógica entre los supuestos de hecho y de los preceptos legales
con los casos que sirvieron de sustento a aquella doctrina constitucional (A. y S., T. 195
pág. 318), circunstancia que no aparece acreditada en la especie. De allí, que la postulación
recursiva en modo alguno alcanza a persuadir a este Tribunal acerca de que la Cámara
hubiera prescindido lisa y llanamente del texto expreso de la ley o excluido la aplicación de
criterios jurisprudenciales sentados por la Corte nacional y reafirmados por este Cuerpo sin
dar razones plausibles para ello. Por el contrario, el descarte de la subsunción normativa
que el recurrente aspira darle a su manifestación de voluntad de renunciar ha sido seguida
de fundamentos que permiten desechar la endilgada infracción constitucional. En resumidas
cuentas, el quejoso no alcanza a demostrar que el A quo hubiera desplazado la aplicación
de los preceptos sentados en la ley 22232 con apoyo en criterios que no se sustentan ni
racional ni jurídicamente, ni que hubiera formulado una interpretación de las normas que
exceda los márgenes de logicidad y razonabilidad tolerados. Y, menos aún acredita -con su
formulación- que la situación de autos -en la que el deudor hipotecó el inmueble
renunciando frente a su acreedor en la misma escritura pública a su inembargabilidad para
posteriormente alegar que ese bien no es garantía válida sin brindar argumentos para
sustentar ese comportamiento dual- depare una situación análoga a la tenida en cuenta por
la Corte nacional y este Tribunal al juzgar los antecedentes por él mencionados”.
Moderno criterio que también han seguido otros tribunales del país, entre los que
pueden citarse la Suprema Corte Suprema de Justicia de Mendoza, fallo del 28.5.2008 in re
“Banco de la Nación Argentina en J° 8.584/48.528 Franco Alberto y Ots. p/ Conc. Prev. S/
Inc. Cas” (voto de los Dres. Romano, Kemelmajer de Carlucci y Pérez Hualde); la Sala II
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de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Azul, fallo del 30.8.2005 in re
“B.B.V.A. Bco. Francés S.A. c/ Aguirre, Jorge A. y Otro s/ Ejecución Hipotecaria” (voto
del Dr. Jorge Galdós); la Sala F de la Cámara Nacional Civil, fallo del 31.12.1997 in re
"Affonso, Roberto M. c/ Garrido, Carlos E.", L.L. 1998-D, p.50; la Sala I de la Cámara de
Apelación en lo Civil y Comercial de Rosario, fallo del 30/9/92 in re "Levy, Aarón c/ Farías
Crespo s/ Cobro de Australes. Levantamiento de embargo" (inédito), cit. por Kemelmajer
de Carlucci, Aída, "Protección jurídica de la vivienda familiar", p.168, nota 15 y por
Highton, Elena I., "Juicio hipotecario", Tº3, p.363, Nº 24; Cámara de Apelación en lo Civil
y Comercial de Mar del Plata [cit. por Cazeaux, José, Saravia, Silvina y Redi, Gustavo,
"Gravámenes constituidos sobre bienes inembargables y ejecutabilidad de los mismos",
D.J., 1998-3, p.303; ver Kemelmajer de Carlucci, Aída, "Inembargabilidad de la vivienda
adquirida con intervención del Banco Hipotecario Nacional (ley 22.232) y crédito por
expensas comunes", L.L. Litoral, 2000-472, ver L.L. 1998-D, 50 y en Rev. Notarial Nº 854,
p.235 con comentario favorable de Ceravolo, Ángel Francisco, "Cláusulas de
inembargabilidad. Un fallo atinado"] o, el ya citado de la Sala II de esta Cámara de
Apelación en lo Civil y Comercial de Santa Fe, fallo del 27.12.2001 in re “Bco. Carlos
Pellegrini Coop. Ltdo.(Hoy Bco. Bisel S.A.) C/ Holinger Remigio Gerardo e Hilger de
Holinger Onelia María s/ Ejecución Hipotecaria (Hoy Concurso especial)” (Expte. Nº 168 año 1999) (en especial, voto de los Dres. Armando Drago y Enrique Müller; disidencia del
Dr. Depetris).
En particular, se ha dicho claramente que “La cancelación por los cónyuges del
crédito hipotecario -otorgado por el Banco Hipotecario Nacional y destinado a la
financiación de la ampliación de vivienda propia, única y de ocupación permanente- y la
ulterior constitución de otro gravamen importan la renuncia a la inembargabilidad inicial
a que estaba sujeta, y que surge de la Carta Orgánica del Banco Hipotecario, a favor del
acreedor hipotecario y de los restantes y posteriores acreedores. Ello no resulta
contradictorio ni incompatible con el régimen tuitivo de la vivienda familiar y surge del
carácter renunciable que presenta la tutela del derecho patrimonial (doctor GALDOS, sin
disidencia)” (Cámara de Apelación Civil y Comercial de Azul, Sala II, fallo del 05/07/07,
in re “A., M. E. c/B., O.R. s/Separación de bienes”, espigado en http://www.scba.gov.ar/).
Tenemos entonces, que el mencionado beneficio puede ser “renunciado” expresa o
tácitamente.
Pues bien qué sino una “renuncia tácita al beneficio” es la venta del inmueble
(mutatis mutandi se ha resuelto: “Para no auspiciar conductas contrarias a las normas en las
que deben desenvolverse las relaciones negociales, ante el conflicto entre el derecho del
deudor y el del acreedor -en el marco del régimen finalístico de la protección de la vivienda
familiar adquirida con fondos públicos (ley 22.232 T.O.)- no puede atenderse la
contradictoria postura de quien hipotecó el inmueble, renunciando frente a su acreedor en la
misma escritura pública a su inembargabilidad (cuando esa cláusula ya estaba extinguida
por el Banco Hipotecario), y luego -para no cumplir con su obligación- alega que ese bien
no es garantía válida, sin brindar siquiera argumentos para sustentar ese comportamiento
dual y abusivo”, cfme. Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Azul, Sala II, fallo
del 30/08/05, in re “B.B.V.A. Bco. Francés S.A. c/ Aguirre, Jorge A. y Otro s/ Ejecución
hipotecaria”, espigado en http://www.scba.gov.ar/).
En tales condiciones, no pueden los Buttarelli invocar aquí un privilegio al cual
ellos mismos renunciaron (infracción a la Teoría de los Propios Actos).
De todas maneras, insisto, en este proceso sólo se analizó y decidió que el negocio
jurídico de compraventa del inmueble aludido es “inoponible” a los actores y, por tanto,
éstos -a partir que el pronunciamiento quede firme- podrán perseguir el cobro de sus
acreencias respecto de los co-demandados Buttarelli agrediendo el patrimonio de estos
últimos y, en particular, pretendiendo eventualmente que se traben medidas cautelares
[“La inembargabilidad de los inmuebles adquiridos mediante préstamo otorgado por el
Banco Hipotecario Nacional, no obsta a que los acreedores del adquirente puedan
peticionar la inhibición general de bienes de éste, a efectos de evitar que el titular de
dominio proceda a la enajenación de la cosa en su perjuicio”, CNCiv., Sala F, fallo del
31.10.1995 in re “Barreiro, Ramón c/ Freire, Demetrio y Otro s/ Art. 250 C.P.C.”, espigado
en http://ar.vlex.com] y, aún, se proceda a la ejecución forzada del inmueble de marras.
Lógicamente, no puede saberse “ahora” (o en éste “proceso”) que conducta tendrán
en ese momento los co-demandados aludidos (¿invocarán ante el pretorio la cláusula de
inembargabilidad e inejecutabilidad? y, en caso de hacerlo, ¿cuál será el resultado?) o, aún,
los otros jueces intervinientes.
V. Por todo lo expuesto y si mi parecer es compartido por mis distinguidos colegas,
cuanto corresponderá será desestimar los recursos de apelación bajo análisis con expresa
imposición de costas a ambos co-demandados (arg. art. 251 del C.P.C.C.).
En consecuencia, así voto.
A la misma cuestión, el Dr. Saux dijo:
En relación al recurso de apelación deducido por los co-demandados Edgardo
Rafael Buttarelli y Nora Amelia Clitori de Buttarelli, la demanda plantea la existencia de un
fraude pauliano o a los acreedores, en los términos de los artículos 961 y ss. del Código
Civil. Si bien en ella se habla de “revocación”, también se plantea la declaración de
inoponibilidad de la venta del inmueble de los demandados adquirido en su momento con
un crédito del Banco Hipotecario Nacional, y respecto del crédito de los accionantes por la
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indemnización debida como consecuencia del accidente producido por el hijo menor de
edad de los demandados.
Coincido con el criterio del señor Vocal preopinante en el sentido de que los
elementos configurativos del instituto -el fraude pauliano- están probados (lo que también
fuera así apreciado por el juzgador de anterior instancia-, así como también en la aserción
de que el beneficio de inembargabilidad de un inmueble adquirido con un crédito del Banco
Hipotecario Nacional es renunciable.
Pero, aún cuando mi distinguido colega que me precediera en el análisis de las
impugnaciones a resolver en esta causa lo consignara claramente, creo importante dejar
bien en claro los alcances que deben asignarse a lo resuelto por el Juzgador a quo, cuando
declara la “revocación” de la venta “hasta el importe de los créditos reclamados”.
Al respecto, es por todos sabido que si bien el artículo 965 del Código Civil alude a
la revocación del acto fraudulento en interés de los acreedores “y hasta el importe de sus
créditos”, toda la doctrina y la jurisprudencia -y esa unanimidad me releva de sostenerlo en
citas puntuales- están contestes en entender que la acción revocatoria o pauliana no es una
acción de nulidad, y que sólo, si prospera, tiene como efecto declarar inadmisible tal
enajenación respecto del acreedor accionante que ha logrado justificar los recaudos de
procedencia que contempla el artículo 962 del Código Civil, vale decir, que el acto
dispositivo se mantiene válido pero lo que permite la sentencia es a que el acreedor que
obtuvo la declaración del carácter de fraudulento del mismo, quede habilitado para ejecutar
el bien enajenado (ahora en manos del tercer adquirente, que debe haber conocido la
situación de insolvencia en que quedaba el enajenante) hasta el monto de su acreencia
(salvo que ese tercero quiera desinteresarlo y luego él reclamarle al deudor originario lo que
hubo de pagar al actor en el juicio por fraude).
Por lo tanto, no hay “revocación” alguna de la enajenación, ni cabe argumentar
respecto a si la enajenación fue o no válida por el privilegio de inembargabilidad derivado
de la compra o construcción de un inmueble con un crédito del Banco Hipotecario
Nacional, toda vez que lo que media es un supuesto singular de ineficacia relativa negocial
(la inoponibilidad, regulada como caso propio de ineficacia en el Proyecto de Código Civil
y Comercial unificados del año 2012) que en nada incide en la validez de la transmisión
dominial entre las partes, sino en la legitimación que se confiere al acreedor accionante
para reiperseguir su crédito sobre el bien ahora en manos del adquirente.
Entiendo que hecha esta inexorable aclaración (que por otra parte aparece ya en el
voto precedente), no cabe de ello derivar la nulidad del fallo, sino proyectar adecuadamente
los alcances terminológicos de lo decidido.
Así voto.
A la segunda cuestión, la Dra. De Césaris dijo:
Conforme al criterio sustentado al tratar la cuestión anterior, me abstengo de emitir
opinión.
A la tercer cuestión, los Dres. Vargas y Saux manifestaron sucesivamente que, de
acuerdo a lo reseñado, cuanto corresponde es desestimar los recursos de nulidad y
apelación bajo análisis con expresa imposición de costas a ambos co-demandados (arg. art.
251 del C.P.C.C.).
A la tercer cuestión, la Dra. De Césaris dijo:
Conforme al criterio sustentado al tratar la cuestión anterior, me abstengo de emitir
opinión.
Por ello, la SALA PRIMERA DE LA CAMARA DE APELACION EN LO
CIVIL Y COMERCIAL DE SANTA FE, RESUELVE: 1) Desestimar los recursos de
nulidad y apelación bajo análisis con expresa imposición de costas a ambos co-demandados
(arg. art. 251 del C.P.C.C.). 2) Los honorarios de Alzada se liquidarán en la proporción
establecida en el artículo 19 de la ley 6.767, modificada por la Ley 12.851, oportunidad en
que se correrá vista a la Caja Forense.
Insértese, hágase saber, bajen.
Concluido el acuerdo, firmaron los Señores Jueces de Cámara por ante mí, que
certifico
VARGAS
SAUX
(Ampliación de fundamentos)
DE CÉSARIS
(En abstención)
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