Número de registro: 21968 Novena Época Instancia: Tribunales

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AMPARO DIRECTO 250/2009.
Número de registro: 21968
Novena Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: Tomo XXXI, Febrero de 2010
Página: 2879
AMPARO DIRECTO 250/2009. SECRETARÍA DE FINANZAS DEL ESTADO DE
JALISCO.
CONSIDERANDO:
QUINTO.-No se analizarán los conceptos de violación expresados por la parte quejosa, toda
vez que, con fundamento en el artículo 73, último párrafo, de la Ley de Amparo, este tribunal
advierte que en el presente caso se actualiza la causal de improcedencia prevista por la
fracción XVIII del artículo 73, en relación con el artículo 9o., ambos de la Ley de Amparo.
En efecto, a fin de precisar lo anterior es menester reproducir el contenido de la fracción I del
artículo 103 y el inciso b) de la fracción V del numeral 107 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, que establecen lo siguiente:
"Artículo 103. Los tribunales de la Federación resolverán toda controversia que se suscite: I.
Por leyes o actos de la autoridad que viole las garantías individuales. ..."
"Artículo 107. Todas las controversias de que habla el artículo 103 se sujetarán a los
procedimientos y formas del orden jurídico que determine la ley, de acuerdo a las bases
siguientes: ... V. El amparo contra sentencias definitivas o laudos y resoluciones que pongan
fin al juicio, sea que la violación se cometa durante el procedimiento o en la sentencia misma,
se promoverá ante el Tribunal Colegiado de Circuito que corresponda, conforme a la
distribución de competencias que establezca la Ley Orgánica del Poder Judicial de la
Federación, en los casos siguientes: ... b) En materia administrativa, cuando se reclamen por
particulares sentencias definitivas y resoluciones que ponen fin al juicio dictadas por
tribunales administrativos o judiciales, no reparables por algún recurso, juicio o medio
ordinario de defensa legal. ..."
Asimismo, resulta necesario transcribir los artículos 4o. y 9o. de la Ley de Amparo, que
disponen:
"Artículo 4o. El juicio de amparo únicamente puede promoverse por la parte a quien
perjudique la ley, el tratado internacional, el reglamento o cualquier otro acto que se reclame,
pudiendo hacerlo por sí, por su representante, por su defensor si se trata de un acto que
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corresponda a una causa criminal, por medio de algún pariente o persona extraña en los casos
en que esta ley lo permita expresamente; y sólo podrá seguirse por el agraviado, por su
representante legal o por su defensor."
"Artículo 9o. Las personas morales oficiales podrán ocurrir en demanda de amparo, por
conducto de los funcionarios o representantes que designen las leyes, cuando el acto o la ley
que se reclame afecte los intereses patrimoniales de aquéllas. ..."
Precisado lo anterior, debe indicarse que la Constitución creó el juicio de amparo para
proteger a los individuos contra el proceder del Estado lesivo de garantías individuales, por lo
que siendo éstas restricciones al poder público que salvaguardan derechos fundamentales del
individuo, queda al margen de toda discusión que el Estado no goza de las mismas.
A esta regla general se opone la excepción prevista en el transcrito artículo 9o. de la Ley de
Amparo, la cual radica en el hecho de que el Estado puede obrar con un doble carácter, esto
es, como entidad pública y como persona moral de derecho privado.
El primer supuesto se origina cuando actúa soberanamente, imponiendo sus decisiones a la
voluntad de los particulares y ejerciendo la facultad de imperio, mientras que el segundo se
actualiza cuando se coloca en una situación análoga a aquella en que jurídicamente se halla el
particular, convirtiéndose en un ente capaz de adquirir derechos y obligaciones en un plano
de igualdad.
Sin embargo, si bien una persona moral oficial, de acuerdo a la disposición legal referida,
puede estar legitimada para promover el juicio de amparo contra actos que afecten su
patrimonio, ello no sucede así cuando el órgano estatal actúa en uso de su facultad de
imperio, toda vez que no es posible conceder a los órganos del Estado la instancia
constitucional por los actos del mismo Estado, porque de llegar a tal extremo se establecería
una contienda entre los propios órganos de poder, lo cual es opuesto a la naturaleza del juicio
de garantías.
En ese tenor, si el Estado actúa como persona moral de derecho privado y es capaz de
adquirir derechos y contraer obligaciones y, como consecuencia de ello, resulta afectado por
una ley o acto de autoridad en sus bienes propios, de los que es poseedor y que le son
indispensables para llevar a cabo sus funciones, entonces está legitimado para ejercer la
acción constitucional de que se habla, en defensa de sus intereses patrimoniales; pero si aquél
no promueve el juicio extraordinario con el carácter de entidad jurídica privada sino como
pública, es claro que no se encuentra dentro de la hipótesis que establece el artículo 9o. de la
Ley de Amparo.
Además, no por la circunstancia de que el Estado acuda a litigar como parte demandada a un
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juicio seguido ante el Tribunal de Arbitraje y Escalafón, en razón de que en esta entidad le
corresponde conocer como revisor de las sanciones administrativas a los servidores públicos,
debe gozar de los mismos derechos que un particular, porque no es posible que la autoridad
se despoje de su investidura ni tampoco que por el hecho de actuar como litigante se
convierta en un gobernado, con todas las prerrogativas de éste, pues admitir lo contrario sería
tanto como desnaturalizar el juicio de amparo para convertirlo en una mera instancia dentro
de un juicio ordinario, lo cual no es jurídicamente concebible.
Así pues, con relación a la naturaleza y fines del juicio de amparo, es factible puntualizar lo
siguiente:
a) Que es necesario que quien lo promueva goce de garantías individuales;
b) Que las personas morales públicas u oficiales sólo pueden acudir en demanda de amparo
como sujetos de derecho privado, a través de los funcionarios o representantes que designen
las leyes, cuando el acto o ley que se reclame afecte de modo directo sus derechos
patrimoniales; sin embargo, cuando actúa como autoridad para defender un acto que emitió
con aquel carácter, no puede constitucionalmente promover el juicio extraordinario;
c) Que el simple significado de la palabra amparo, que es tutela, protección, abrigo, defensa,
está indicando que se concede al débil contra el fuerte, contra el que puede otorgar; por ello,
cuando la potestad pública en un acto clásico y típico del ejercicio de su soberanía ocurre por
conducto de uno de sus órganos en demanda de protección y amparo de la Justicia Federal,
contra actos de una autoridad que dicta sus fallos en representación del mismo poder, no
procede el respectivo juicio de garantías; y,
d) Que el Estado cuando aplica su facultad soberana para emitir el acto al particular afectado,
como una sanción por responsabilidades de los servidores públicos, obra ejerciendo una
prerrogativa inherente a su soberanía, por lo cual no puede concebirse que el poder pida
protección federal en defensa de un acto del propio poder.
En ese contexto, de las constancias que conforman el juicio de origen, se advierte que el
tribunal responsable resolvió la impugnación que realizó el aquí tercero perjudicado, Alfredo
Larios Virgen, respecto de la resolución en que la ahora quejosa, Secretaría de Finanzas del
Estado de Jalisco, determinó destituirlo de su cargo con motivo de un procedimiento seguido
en términos de la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos del Estado de Jalisco,
y la secretaría mencionada tuvo el carácter de autoridad demandada y compareció a juicio a
fin de defender la legalidad de los actos que emitió con el carácter de imperio, debido a su
relación administrativa con el servidor público.
Por tanto, debe concluirse que la peticionaria del amparo no pierde el carácter de autoridad, a
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pesar de que en la resolución reclamada se le haya condenado a cubrir ciertas cantidades
derivadas del pago de vacaciones, prima vacacional y aguinaldo, puesto que lo relevante es
que fue llamada a ese juicio como demandada, debido a que se cuestionó la legalidad de una
sanción que impuso con base en la mencionada ley de responsabilidades; de ahí que no existe
razón jurídica que permita considerar que por el dictado de la resolución con que culminó la
revisión de su acto hubiere perdido esa calidad de autoridad, para adquirir automáticamente
la de particular y titular de garantías individuales; por tanto, carece de legitimación para
promover el juicio de amparo contra la sentencia dictada en un procedimiento en que el
tribunal en comento la condenó al pago de ciertas prestaciones, pero cuya intervención se
debió a un acto emitido como ente de derecho público.
Conclusión que se ve corroborada con lo establecido en el inciso b) de la fracción V del
artículo 107 de la Constitución Federal, que previene que contra sentencias definitivas en
materia administrativa, procede el amparo "cuando se reclamen por particulares", lo cual
implica que tal demanda no puede válidamente formularla la Secretaría de Finanzas del
Estado de Jalisco, toda vez que pretende defender aspectos que son consecuencia del acto que
generó la sentencia reclamada, mas no así intereses patrimoniales, dado que dicho acto
impugnado no es, en puridad jurídica, un bien nacional o derecho patrimonial, ni se defiende
en su carácter de ente de derecho privado, razón por la cual, es evidente que en el caso se
actualiza la causal de improcedencia prevista por la fracción XVIII del artículo 73, en
relación con los numerales 4o. y 9o. de la Ley de Amparo.
Así las cosas, se llega a la conclusión de que la autoridad demandada en el juicio ordinario no
puede promover juicio de amparo, porque no lo hace con el carácter asimilado a particular,
esto es, en un plano similar que el gobernado afectado, que es el único caso en que puede
acudir en defensa de sus intereses patrimoniales, de acuerdo con lo dispuesto por el artículo
9o. de la Ley de Amparo, pues en la controversia de origen la actuación de la autoridad fue
como tal, debido a su relación de orden administrativo con el tercero perjudicado y no como
particular, por lo cual no tiene legitimación para promover la instancia constitucional cuyo
objeto es resolver toda controversia que se suscite por leyes o actos de autoridad que violen
garantías individuales establecidas para proteger los derechos de las personas físicas o
morales, las que no pueden hacerse extensivas a las personas de derecho público; máxime
cuando no opera la excepción a esta regla, esto es, la defensa de los derechos patrimoniales,
pues no actúan como personas morales de derecho privado, sino como entes públicos.
Además, de acuerdo con las disposiciones legales antes invocadas, el juicio de garantías sólo
puede promoverse por la parte a quien el acto o la ley que se reclama le ocasione un agravio
personal y directo, pues es lo que le otorga legitimación para promover la instancia
constitucional; sin embargo, la circunstancia de haber actuado como parte demandada en el
juicio ordinario no le da la legitimación necesaria, por carecer de interés suficiente para
acudir al juicio de amparo directo, porque no lo hace en defensa de derechos patrimoniales.
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En conclusión, se precisa que si bien el artículo 9o. de la Ley de Amparo autoriza que las
personas morales oficiales pueden ocurrir en demanda de amparo a través de los funcionarios
o representantes que designen las leyes respectivas, esto sucede única y exclusivamente
cuando el acto o la ley que se reclame afecte sus intereses patrimoniales, esto es, cuando
comparecieron a la instancia de origen como sujetos de derecho privado, lo que no acontece
cuando, como en el caso, en un procedimiento contencioso administrativo donde se demandó
la nulidad de la destitución decretada a un servidor público, pues actuó como ente de derecho
público en ejercicio del poder autoritario que es inherente al imperio del cual está investido,
en su relación administrativa, siendo inaceptable; por ende, que en estos casos pueda solicitar
amparo, habida cuenta que el juicio de garantías sólo es procedente contra actos de
autoridades para tutelar los derechos públicos subjetivos de los gobernados.
En esas condiciones, al resultar improcedente el juicio de amparo directo por carecer la
quejosa de legitimación para promoverlo, se impone decretar el sobreseimiento en términos
de lo previsto por el artículo 9o., en relación con la fracción XVIII del numeral 73 y la
fracción III del ordinal 74, todos de la Ley de Amparo.
Sobre este tema resulta aplicable, por las razones que la informan, la jurisprudencia 2a./J.
203/2007, de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicada en la
página 210 del Tomo XXVI, octubre de 2007, Novena Época del Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, que dice:
"AMPARO DIRECTO. CARECEN DE LEGITIMACIÓN PARA PROMOVERLO LAS
PERSONAS MORALES OFICIALES DEL ESTADO DE JALISCO Y SUS MUNICIPIOS,
CUANDO ACTÚAN COMO AUTORIDADES DEMANDADAS EN UN
PROCEDIMIENTO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO POR ACTOS
RELACIONADOS CON EL FINCAMIENTO DE RESPONSABILIDADES A SUS
SERVIDORES PÚBLICOS.-Conforme al artículo 9o. de la Ley de Amparo, las personas
morales oficiales podrán ocurrir en demanda de garantías cuando el acto o ley que reclamen
afecte sus intereses patrimoniales; sin embargo, tal disposición debe interpretarse en el
sentido de que dicha afectación sólo ocurre cuando aquéllas realizan actividades con el
carácter de personas de derecho privado, mas no cuando lo hacen en ejercicio de sus
atribuciones propias investidas de imperio. Así, no existe la afectación a intereses
patrimoniales de las personas morales oficiales del Estado de Jalisco y sus Municipios y, en
consecuencia, carecen de legitimación para promover el juicio de amparo directo, si el acto
que reclaman deriva de un procedimiento contencioso administrativo sustanciado ante el
Tribunal de Arbitraje y Escalafón del Estado, en el que tuvieron el carácter de autoridades
demandadas con motivo de las sanciones que impusieron a sus servidores públicos por
incurrir en responsabilidad administrativa, pues tal actuación proviene del ejercicio de las
facultades que la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos del Estado de Jalisco
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les otorga, convirtiéndolas en autoridades encargadas de vigilar que sus servidores públicos
cumplan con los principios de legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad y eficiencia y, en
caso de inobservancia, instaurar el procedimiento disciplinario respectivo e imponer la
sanción que corresponda; actividad ésta que no puede equipararse a la que realiza el mismo
órgano del Estado en su calidad de patrón en las relaciones laborales con sus trabajadores, en
las que actúa despojado de imperio, pues la destitución de un servidor público en aquel
procedimiento no tiene la misma naturaleza jurídica que el despido del trabajador en materia
laboral."
Por lo expuesto y fundado se resuelve:
ÚNICO.-Se sobresee el presente juicio de amparo promovido por la Secretaría de Finanzas
del Estado de Jalisco en contra de la sentencia de veinticinco de noviembre de dos mil ocho,
dictada por el Tribunal de Arbitraje y Escalafón del Estado de Jalisco, en el expediente
39/2008-C.
Así, por mayoría de votos de los Magistrados Elías H. Banda Aguilar (presidente y ponente)
y José Manuel Mojica Hernández, contra el voto particular del Magistrado Hugo Gómez
Ávila, lo resolvió el Tercer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Tercer
Circuito.
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