Marti_nez, M

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Octavo Coloquio Interdisciplinario de Doctorado – Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla Procesos de gestión y prácticas institucionales colaborativas en la
escuela secundaria a partir de la implantación de la reforma
educativa.
Maricela Martínez Malagón
Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla
[email protected]
Resumen
El presente documento constituye un avance de investigación doctoral que centra su análisis en los procesos de
gestión y las prácticas institucionales que se desarrollan en las escuelas secundarias una vez que se lleva a cabo el
proceso de implantación de la Reforma Educativa, toma como punto de partida, específicamente el ámbito de la
gestión escolar que modifica la estructura directiva con que se había trabajado en la educación básica prácticamente
desde su creación en el siglo pasado, con el propósito de identificar las relaciones e interacciones que de ella se
desprenden, así como, su relevancia en la formación de equipos de trabajo colaborativos, sólidos y prospectivos al
interior de las escuelas. En el texto se explicita la descripción de la problemática a indagar, los propósitos centrales
de la investigación y la aproximación conceptual-metodológica en la que se sustentará el análisis; así como una
primera incursión al campo a través de la observación como técnica de recopilación de datos.
Palabras clave
Gestión escolar, prácticas institucionales, reforma educativa.
Introducción
“En el cierre del siglo XX y los inicios del XXI, en México se plantean retos ante una fuerte debilidad del sistema
educativo escolar, que, sostenido por la unificación y homogenización, se ve en serios problemas para hacer frente a
los problemas sociales culturales y económicos” (Negrete & Sandoval, 2007 p. 42) que la sociedad demanda.
Prácticas como ausentismo, reprobación, deserción escolar y, en general, la mala calidad de la educación (INEE,
2012), hacen del sistema educativo en general y de la educación secundaria en particular objeto de atención y
análisis.
En este escenario, las cuestiones de pertinencia, calidad y equidad en los centros educativos se siguen configurando
como, los temas pendientes en la agenda educativa nacional, toda vez que no se han obtenido los resultados
anhelados en la mayoría de los estudiantes (Del Castillo-Alemán, 2012), ni se ha logrado alcanzar el perfil de egreso
establecido para este nivel educativo, las cifras oficiales arrojan para el caso del Distrito Federal un índice de
reprobación de alrededor de poco más del 8% (INEE, 2013).
Por otra parte, desde el ámbito internacional, México aún se encuentra por debajo de los niveles alcanzados en otros
países del orbe, al obtener durante 2013 una escolaridad promedio de 8.5 años (INEE, 2013) por lo que si
consideramos el índice de crecimiento en promedio de los últimos doce años “se requeriría de 45 años para alcanzar
la escolaridad media de Estados Unidos, 35 años la de Canadá, 34 años la de Alemania, 16 años la de España y
nueve años la de Chile” (INEE, 2013 p. 106).
Con indicadores como los anteriores, durante mucho tiempo las investigaciones educativas han centrado su objeto de
análisis en los estudiantes y su contexto, sin embargo diversos grupos de académicos pudieron observar “que
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alumnos con antecedentes similares que asistían a centros educativos distintos obtenían un rendimiento diferente […]
se descubrió otro factor que podía explicar parte de las diferencias entre los alumnos y al que se denominó efecto
escuela” (Lukas & Santiago 2004 p. 2).
Al pensar en la escuela como una organización compleja y dinámica (Miranda & Reynoso, 2006), es factible centrar
el foco de atención en la relevancia que pueden adquirir las prácticas institucionales y organizacionales en su
interior, y al tiempo, señalar la necesidad de examinar minuciosamente los factores que se asocian no solo a los
resultados, sino a su desempeño cotidiano. Así, elementos como la gestión escolar se tornan trascendentes al generar
los procesos que pueden conducir a la consecución de la mejora en la calidad educativa: “Para lograr que los
aprendizajes sean de calidad se debe contar con una clara y eficiente gestión escolar al interior de los
establecimientos educacionales” (López, 2010 p.148).
Por otra parte, desde el Estado y lo que prescribe se ha otorgado centralidad al proceso de gestión: “La autonomía de
gestión escolar debe entenderse como la capacidad de la escuela de educación básica para tomar decisiones
orientadas a mejorar la calidad del servicio educativo que ofrece” (DOF, 2014, 07 de Marzo). Esto implica, que la
escuela centre su objetivo en el logro de aprendizajes de cada uno de los estudiantes que atiende, es decir desde sus
condiciones y particularidad, por lo que el valor intrínseco de la gestión es que constituye el “telón de fondo que
determina el nivel de éxito en la implantación de cualquier estrategia de mejora y plantea la necesidad de una
planificación evolutiva del desarrollo profesional y organizacional” (Gaírin & Goicoetxea, 2008 p.82).
No obstante a lo que se describe con anterioridad, las características estructurales de la escuela secundaria en
México distan mucho de favorecer la autogestión que ahora se reclama, es el caso del trabajo colaborativo entre los
integrantes de la comunidad escolar, debido a situaciones que a pesar de querer contrarrestarse a la fecha subsisten
en la mayoría de las escuelas, desde lo que atañe al sistema educativo: la contratación por hora-semana-mes; el
fraccionamiento de las horas de trabajo de un mismo docente en diferentes centros escolares; la gran variedad de
perfiles profesionales del personal y su inestabilidad en los centros escolares por su constante rotación entre planteles
(Sandoval, 2000); la falta de personal docente y directivo así como los mecanismos de ascenso y capacitación
profesional de la actual plantilla directiva; la emergencia durante el ciclo escolar de programas compensatorios o
actividades extra curriculares a cubrir por los docentes.
Por su parte, del interior de las escuelas se encuentran pocos espacios otorgados de manera ex profeso para el
trabajo colaborativo debido a la concentración de horarios; las deficientes estructuras de comunicación que suelen
imperar en las escuelas; el sistema de competencia que han generado los procesos de estímulos independientes y que
en muchos de los casos se contraponen con otros compañeros fomentando el individualismo; un sistema de
organización vertical y centralista sostenido en la figura del director y sus características personales y profesionales;
un común resquebrajamiento de las relaciones interpersonales precedido por la “acción humana que se desarrolla y
expresa necesariamente en un espacio social compartido, que se define y se constituye en la trama de componentes
cognitivos, prácticos y dinámicos” (Vázquez, 2013 p.105).
En suma múltiples factores que contribuyen al surgimiento y consolidación de fenómenos que han sido definidos en
otras latitudes como “balcanización” (Hargreaves, 1999) cuyas características más relevante son esfuerzos
fragmentados, aislamiento, trabajo individual e incluso antagónico entre directivos y docentes, acciones que se
consolidan como auténticas barreras que impiden la cohesión del personal y el trabajo en equipo. A este poco
alentador panorama, escapan algunas escuelas que bajo las mismas condiciones logran consolidar un equipo de
trabajo que avanza de manera conjunta hacia el cumplimiento de sus objetivos como organización, quebrantando
incluso paradigmas, suelen desarrollar estrategias que abren la posibilidad de participación a los diversos miembros
de la comunidad escolar (Beuchamp & Parsons 2014; Fernández, 2004).
Advertida la importancia de la gestión escolar en el proceso educativo y al escudriñar a sus actores principales,
directivos y docentes, inexorablemente se debe considerar tanto la formación que les antecede como los intereses
individuales y colectivos a que se sujetan; así como los vínculos generados al interior y exterior de los centros
escolares y los propósitos que de esta relación se derivan.
En estas condiciones, se plantean las siguientes preguntas de investigación ¿Qué factores dinamizan la gestión
escolar hacia la mejora en el marco del cambio institucional promovido por la Reforma Educativa 2013? ¿Es posible
generar espacios de colaboración en los contextos institucionales que prevalecen? ¿Cuáles y qué características
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tienen los espacios que permiten el trabajo colaborativo? ¿Qué acciones y/o estrategias posibilitan u obstaculizan
que el colectivo docente trabaje de manera colaborativa?
De tales interrogantes se desprende el objetivo general de la investigación:
Caracterizar los factores que favorecen la dinamización de la gestión escolar y el trabajo colaborativo en el marco de
la Reforma 2013, en escuelas secundarias diurnas del Distrito Federal.
Así como los objetivos específicos que persigue:
Identificar los espacios de colaboración disponibles para el colectivo docente; describir las prácticas de gestión
escolar que resultan de la implantación de la Reforma 2013; caracterizar las estrategias de gestión que conducen a
prácticas colaborativas entre el personal docente y directivo; y finalmente, describir las prácticas institucionales
derivadas de la puesta en marcha de que se concretan en procesos de interacción, colectividad y colegialidad de las
escuelas.
Limitaciones y contribución
Al tratarse de una investigación de tipo cualitativo el alcance de la misma no es, en definitiva, generalizar las
acciones derivadas del proceso de implantación de la Reforma, sino dar cuenta de las particularidades que dicho
proceso puede presentar en escuelas situadas en contextos diversos y con ello establecer el carácter contingente de la
política educativa, a fin que se consideren en su formulación elementos flexibles orientados a reconocer la
singularidad de los centros escolares y mecanismos de acción que funcionen de manera particular para adoptar y
adaptar las demandas del Estado, en suma conocer los elementos que pueden detonar el cambio en la organización y
los que pueden obstaculizarlo.
Esta investigación se sustenta en la concepción de la escuela y sus actores como protagonistas de sus labores
cotidianas, en palabras de Vértiz (2009b):
“desde una visión más voluntarista de la organización, los docentes y los otros actores son racionales y estratégicos;
definen sus propios destinos y transforman las interacciones de organización a partir de sus lógicas. Así, una visión
sobre la eficacia de las políticas educativas debe incluir tanto la capacidad de éstas como la de la propia interacción
de los actores educativos para tener injerencia en el cambio organizacional de las escuelas” (p. 2).
Con el contraste entre los esquemas teóricos y la evidencia empírica se pretende construir un marco analítico que
pueda extrapolarse a otras interrogantes que devele el trabajo, las cuales puedan surgir únicamente mediante la
documentación y el análisis de los procesos de acción e interacción institucionalizados al interior de las escuelas.
Marco Conceptual
Gestión Escolar y Autonomía
Para efectuar el análisis partiremos de una noción flexible de la gestión escolar a partir de las aportaciones de
Cassasus (2000) quien en primera instancia la observa como “el conjunto de tareas de orden académicoadministrativo que tienen como propósito crear condiciones organizativas para mejorar el proceso de enseñanzaaprendizaje” (p. 6). En esta línea de trabajo nos centramos en el análisis de las acciones que van encaminadas al
proceso de mejora que incluyan la participación de todos los integrantes de la comunidad escolar, Bolívar señala al
respecto:
“Desde estas coordenadas la mejora de los aprendizajes de los alumnos, que es la misión última que justifica la
experiencia escolar, se hace depender de la labor conjunta de todo el Centro. La mejora es, en ese sentido,
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contingente, es decir, dependiente de las particulares circunstancias y factores asociados a cada centro escolar” (2002,
p. 15).
Establecida la relevancia del centro escolar, es preciso conocer el papel que juegan los actores que a él acuden y la
responsabilidad que adquieren al ser partícipes de sus procesos de gestión. Estas acciones suponen además la
capacidad de logro en los propósitos educativos; en ese sentido la autonomía de la escuela se observa como “la
delegación de poder a los Centros escolares para autogobernarse, puede ser una mera transferencia en la gestión
escolar, o –alternativamente- implicar un cambio en las relaciones de poder y en el control social en la toma de
decisiones” (Bolívar, 2002 p. 194). Aunque el escenario se muestra propicio para la transformación de la gestión
escolar, es necesario contemplar el carácter contingente de este proceso, y con ello, al considerar a la autonomía
como un proceso lineal a partir de un decreto cuyo objetivo primario sea la delegación económica o financiera y no
los procesos estructurales de cambio, nos encontramos nuevamente ante una ejecución más de simulación. (Bolívar,
2002; Vértiz, 2009ª; Vértiz, 2009b).
La Escuela como Organización
La escuela como hoy la conocemos, constituye una de las instituciones sociales más sólidas de nuestro entorno, a la
que se le asigna un lugar precedido apenas por la familia, por lo que su relevancia es por demás manifiesta. En el
estado moderno “las instituciones sociales han sido desarrolladas para cumplir fines determinados, para lo cual se
les otorga ciertas condiciones y ellas desarrollan ritos y rituales para configurar su quehacer” (Mejía & Urrutia, 2013
p. 17).
Siguiendo a Gairín organizar es “disponer y relacionar de acuerdo a una finalidad los diferentes elementos de una
realidad para conseguir un mejor funcionamiento” (1999, p. 58) y de manera específica este autor señala a la
organización escolar “desde una perspectiva operativa al estudio de la interrelación de los elementos que intervienen
en una realidad escolar con vistas a conseguir la mayor realización de un proyecto educativo” (p. 61). En
concordancia con este mismo autor existen diversos estadios en el proceso de evolución de las organizaciones
escolares:
La organización como marco es aquella que se desarrolla prácticamente en un nivel operacional o de ejecución, se
preocupa por mantener aquellas prácticas anquilosadas y rutinizadas sobre las cuales tienen dominio, todos los
cambios a los que se sujetan vienen de afuera y responden más a la obligación que al convencimiento.
Por otra parte, la organización como contexto incorpora ya elementos de orden interno en las propuestas de cambio e
innovación, a partir de estas condiciones particulares la organización pugna por el mejoramiento institucional
mediante la profesionalización de su personal y la respuesta a necesidades particulares.
Finalmente la organización que aprende es aquella que tiene entre sus parámetros de trabajo el consenso y el trabajo
colegiado y/o colaborativo, utilizan de forma sistemática un proceso de generación y seguimiento de nuevas
prácticas, evitando la improvisación y el derroche de recursos humanos y materiales.
Las estructuras formales de los estadios anteriormente descritos pueden observarse en la siguiente tabla:
Tabla 1 Estadios de organización de las Escuelas
NIVELES
ORGANIZATIVOS
La organización como
marco
La organización como
contexto
La organización que
aprende
CONSECUENCIAS ESTRUCTURALES
Importancia de las estructuras verticales
Aparición de estructuras de apoyo
(Círculos de profesores)
Integración de las estructuras verticales y de
apoyo (Círculos de calidad
ESTRUCTURAS
FUNCIONAMIENTO
Por disposiciones dictadas
DE
Por consensos previos
A partir de disfunciones detectadas
mediante la evaluación.
Fuente: Gairín 1998, p. 143.
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Trabajo Colaborativo
La promoción de sistemas colaborativos de trabajo al interior de las organizaciones es una necesidad que apremia al
sector educativo a la luz de las nuevas políticas internacionales (Jiménez, 2009). De ahí que resulte más relevante
que innovador proponer estrategias de trabajo sustentadas en la colaboración que posibiliten la mejora del servicio
educativo.
Para definir esta categoría nos remitimos al análisis propuesto por Caldeiro y Vizcarra (1999) que al respecto
sostienen:
“La propuesta de trabajo colaborativo, entiende la colaboración como una asociación entre personas que van en
busca de ayuda mutua, en tanto procuran realizar actividades conjuntas, de manera tal que puedan aprender unos de
otros. El aprendizaje cooperativo se caracteriza por un comportamiento basado en la cooperación, esto es una
estructura cooperativa de incentivo, trabajo y motivaciones” (Citados en Jiménez, 2009 p. 97).
Situados en este punto y estableciendo a la escuela como el contexto del trabajo colaborativo Montero (2011)
añade:
“Una cultura de colaboración implica unas relaciones de confianza entre el profesorado, de apoyo mutuo, autorevisión y aprendizaje profesional compartido. Supone la comprensión de la actividad profesional de enseñar como
responsabilidad colectiva, colaboración espontánea y participación voluntaria, una visión compartida del centro y la
interdependencia y la coordinación como formas de relación asumidas personal y colectivamente” (p. 78).
Finalmente entre las virtudes que cobra el modificar la organización escolar impulsando elementos del trabajo
colaborativo al interior de las escuelas es posible “promover un sentido de comunidad en el centro, con unas
relaciones de colegialidad y colaboración que, implicando al profesorado en el desarrollo de la institución,
conduzcan a un compromiso por parte de la comunidad docente con las misiones consensuadas del centro” (Bolívar,
2002 p. 33). Lo que en definitiva impactará positivamente en la mejora de la escuela.
Marco Metodológico
Diseño del estudio
Para dar respuesta a las interrogantes descritas se desarrolla un estudio de tipo cualitativo en tanto que este
paradigma “busca comprender la realidad social por medio del razonamiento inductivo, cuyo fin es la construcción
teórica” (Izcara, 2014 p. 11), con el cual se pretende advertir y explicar lo que ocurre de manera efectiva en las
escuelas, y para hacerlo se parte del supuesto de que “mediante acciones prácticas localizadas, las personas se
encargan de crear y mantener el orden social” (Firth, 2010 p. 598), el foco de esta investigación busca situarse justo
en las “prácticas localizadas” al interior de los centros escolares.
Angora (1998) establece las características esenciales del paradigma cualitativo de las cuales se destacan las
siguientes:
•
•
•
•
“La fuente principal y directa son las situaciones naturales. Ningún fenómeno puede
ser entendido fuera de sus experiencias espacio-temporales y de su contexto.
El investigador se convierte en el principal instrumento de recogida de datos. Esto
permite registrar información simultánea sobre múltiples factores y varios niveles.
Muestreo intencional. La selección de la muestra […] se propone ampliar el abanico y
rango de datos tanto como sea posible a fin de obtener la máxima información.
Análisis inductivo de los datos. Esto implica una primera descripción de las
situaciones de cada uno de los casos o eventos estudiados con el fin de detectar
progresivamente la existencia de regularidades entre ellos que constituyan la base o
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germen de una futura teoría adecuada a las condiciones y valores locales” (citado en
Albert 2007 p. 150).
En suma el paradigma cualitativo encara la indagación en su contexto local, respetando la naturalidad del fenómeno
a estudiar evitando el control o la contingencia de la información.
Estrategia metodológica
Por lo que se optó por considerar el uso de herramientas de la etnometodología, método que pretende “estudiar los
fenómenos sociales incorporados a los discursos y nuestras acciones a través del análisis de las actividades humanas”
(Pérez, 2002 p. 64).
En la escuela como organización social y como responsable de la formación de los futuros ciudadanos encontramos
todos los simbolismos que rigen nuestra vida en sociedad, así que las prácticas profesionales de directivos y docentes
están sustentadas en una serie de prescripciones de tipo político, normativo, técnico-pedagógico, ético e incluso
moral, desde esta perspectiva lo que debe ocurrir en las escuelas, las acciones de sus actores ya están previamente
definidas y encontramos que la etnometodología:
“No se centra tanto en el qué de las realidades humanas cotidianas, sino en el cómo, es decir en la modalidad de su
ejecución, desenvolvimiento y realización que puede ser en gran parte un proceso que se desarrolla bajo el umbral de
la conciencia, una estructura subyacente que determina la realidad social” (Gumbrión, 1994, Citado en Garfinkel
2006).
Se adjudica a Harol Garfinkel el acuñamiento del término etnometodología a finales de los 60 (Firth, 2010) y es
también este autor quien siembra las bases de su planteamiento; en su versión original, este la refiere como “la
investigación de las propiedades racionales de las expresiones contextuales y de otras acciones prácticas como
logros continuos y contingentes de las prácticas ingeniosamente organizadas de la vida cotidiana (Garfinkel, 2006 p.
22); establece así una relación entre el discurso y la práctica; es decir “nuestras acciones a través del análisis de las
actividades humanas” (Albert, 2007 p. 213).
De igual forma distingue por lo menos tres objetivos de fenómenos a estudiar; el primero se refiere a centrarse en los
actores y sus acciones donde “el conocimiento del sentido común, más que el conocimiento <objetivo> o
<científico>, se considera la base sobre la cual el mundo social puede ser conocido y descrito”; el segundo objetivo
“enfatizar el papel constitutivo de la cognición en la organización de las actividades sociales” y finalmente el tercero
“describir el trabajo local, contingente y reflexivo a través del cual escenarios sociales concretos identidades y
actividades se vuelven reconocibles y significativos” (Firth, 2010 p. 608).
Es en esta última línea en la que se inscribe la investigación, partiendo “de los supuestos de que el orden social es
construido por los actores sociales y que los eventos sociales son el resultado de las interacciones de los sujetos
implicados en los mismos” (Albert, 2007 p. 214).
Para el acopio de la información se encontraron las siguientes técnicas: Observación, observación participante,
cuestionarios, entrevista a profundidad.
Una vez recopilada la información se pretende realizar un análisis centrado en “reducir, categorizar, clarificar,
sintetizar y comparar la información con el fin de obtener una visión lo más completa posible de la realidad objeto
de estudio” (Pérez, 2002 p. 106). La investigación de campo contemplará un análisis sistemático de situaciones
reales con el propósito de describirlas, interpretarlas, entender su naturaleza y factores constituyentes, en suma
explicar los procesos de gestión al interior de las escuelas y su impacto en la consolidación del equipo docente.
Participantes en el estudio y proceso de selección
En este estudio se trabajará con escuelas secundarias del Distrito Federal, en una primera fase de exploración se
encontró que muchos de los centros escolares aún no cuentan con todas las figuras establecidas por la Reforma
Escolar 2013, por lo que se tuvo que recurrir a escuelas ubicadas en diferentes Zonas Escolares en el centro de la
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ciudad en las que se logró identificar a cinco escuelas oficiales entre ambos turnos que de acuerdo a la estructura de
la “Nueva Escuela” cuenta con el personal completo, teniendo la siguiente población:
Tabla 2. Participantes potenciales en el estudio
Escuela
Directivos
Coordinadores
Profesores frente a grupo
A
3
3
30
B
3
3
32
C
3
3
35
D
3
3
27
E
3
3
25
TOTAL
15
15
154
En la tabla 1 se observa el total del personal adscrito a las escuelas, no obstante, el tamaño final de la muestra será el
resultado de la disposición de los participantes una vez expuesta la intencionalidad del estudio. En virtud de que el
foco de atención se centra en la gestión escolar, es decir en las prácticas institucionales de las escuelas y su
organización, los procesos de observación y aplicación de instrumentos colectivos, se desarrollarán
predominantemente en sesiones de Consejo Técnico para contar con un escenario del colectivo y de interacción entre
directivos y docentes; el resto de los instrumentos tales como entrevistas y cuestionarios se aplicarán en otros
espacios dentro o fuera de la jornada escolar.
Primera incursión al campo
En el curso de esta investigación se han desarrollado a la fecha tres incursiones al campo, el cual se define como “la
realidad social que pretende analizarse a través de la presencia del investigador en los distintos contextos en los que
esa realidad se manifiesta” (Albert, 2007 p. 238). Cabe aclarar que estas incursiones son de carácter exploratorio y
con la finalidad de contar con elementos que permitan construir una cédula de observación sustentada en situaciones
que se hayan observado y analizado en contextos escolares semejantes a los de la investigación formal, con la
finalidad de disminuir los procesos o acciones contingentes al momento de realizar el seguimiento definitivo.
Por su parte la observación, es una técnica de recopilación de datos que en la investigación cualitativa se está
posicionando como de las más relevantes, la cual se describe metodológicamente como:
“una estrategia de campo amplía que implica una inmersión en la vida y la cultura del grupo […] tiene como
propósito explorar y describir ambientes. No se trata de una mera contemplación como podría pensarse, implica
adentrarse en profundidad en situaciones sociales y mantener un rol activo, así como una reflexión permanente, y
estar pendiente de los detalles, situaciones, sucesos y eventos, así como de sus interacciones” (Albert, 2007 p. 232).
Para estos primeros acercamientos se diseñó una cédula de observación preliminar la cual además de los datos de
identificación del centro y su población, las características generales del personal: Grupos de edad, sexo, antigüedad;
Se estructura en torno a dos ejes:
A) Organización del trabajo: En el que se explora la manera formal u oficial en que se organiza la reunión
y se lleva a cabo, respondiendo a interrogantes como ¿Quién la preside? ¿Hay orden del día? ¿Se
respeta el orden del día o se modifica? ¿Es conocido por el personal? ¿Es flexible? ¿Alguien puede
influir en el orden del día? ¿Existe uno o varios equipos de trabajo? ¿Cómo se organizan los equipos de
trabajo? En caso de que se establezca una estructura previa de organización de equipos ¿Se respeta o
modifica? ¿Se respetan los horarios? ¿Se desarrollan las actividades programadas por la autoridad? o
¿Se adaptan a las necesidades de la escuela? ¿De qué manera se cubren las demandas oficiales?
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Existen actividades a desarrollar fuera del Consejo Técnico ¿Hay seguimiento y/o evaluación de las
mismas?
B) Desempeño de los actores:
Directivos: ¿Participan directamente en la planeación y conducción de las actividades? ¿Cómo es la
comunicación que desarrollan con el personal? ¿Promueven la participación de todo o la mayoría del
personal? ¿Qué tipo de actividades prevalecen (Individuales o en equipo)? ¿Se distribuye de manera
equitativa el trabajo? ¿Se dedica espacio a la atención de problemáticas locales? ¿Se establecen
mecanismos de conciliación en caso de conflicto? ¿Se cubren los propósitos de la reunión?
Docentes: ¿Participan en las actividades que les son encomendadas? ¿Trabajan de manera conjunta
incluyendo a todos o la mayoría de los miembros del equipo? ¿Hacen referencia a los problemas locales
y/o al contexto de la escuela? ¿Cuáles son sus principales objetos de interés (La organización de la escuela,
los asuntos de orden técnico-pedagógico, los resultados de la evaluación)? ¿Ofrecen alternativas
colaborativas para la atención de problemáticas de la escuela y alumnos?
De estas primeras observaciones es factible destacar que en las escuelas contempladas aún permanece visible la
prevalencia de estructuras jerárquicas en las que el equipo directivo desempeña un papel protagónico no únicamente
en la planeación, sino en la ejecución de las actividades y el reporte de las mismas; en el caso de que se trasladen
acciones a otros miembros de la comunidad, la mayoría de ellas son “delegadas” a algunos docentes (en dos de las
escuelas pertenecientes a un subgrupo o equipo de trabajo, los cuales tienen cierta afinidad con el director o alguno
de los subdirectores); el resto de los profesores se limita a cumplir pasivamente las actividades encomendadas o
bien a realizar esfuerzos individuales que si bien pueden tener cierto impacto en el desarrollo de los estudiantes,
tiene un efecto mínimo en la evolución y mejora de la organización.
Se advirtió además que un elemento de gran relevancia son los mecanismos de comunicación, entre más eficientes y
directos sean éstos, hay más posibilidades de llegar a consensos y establecer estrategias de trabajo comunes, en una
escuela donde
CONSIDERACIONES FINALES
El trabajo de investigación descrito pretende al concluir su camino ser un aporte para la comprensión de los
diversos procesos de continuidad y cambio que se desarrollan en las escuelas ante la impronta de una política
educativa que busca romper con los esquemas de organización que durante varias décadas representó al sistema
educativo mexicano, particularmente en educación básica.
El trabajo realizado hasta ahora permite vislumbrar que no es una tarea sencilla el escudriñar al interior de las
escuelas sin obtener a cambio cierto grado de resistencia por el personal que se desempeña en los diversos puestos
directivos, aunado al reciente estado de alerta y escepticismo en que trabajan los docentes como resultados de la
“amenaza” constante de la evaluación. El trabajo fundamental consiste en lograr generar un clima de confianza en
los centros escolares en los que se desarrolle de manera formal la investigación, a fin de poder contemplar los
procesos institucionalizados, traducidos en condiciones, acciones y reflexiones tal y como se presentan en la
cotidianidad evitando –en la medida de lo posible- el sesgo y la simulación.
El análisis de las escuelas como organizaciones y la consideración del trabajo colaborativo constituyen enfoques que
sin duda alguna presentan muchas implicaciones, lo cual es observable incluso desde el abordaje teórico, por lo que
se torna necesario si bien, encontrar elementos de acción comunes, también diferenciadores de lo que ocurre en los
centros escolares, mismos que puedan servir de ejemplo para la promoción de ese tipo de estrategias en otros centros
escolares.
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Maricela Martínez Malagón
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