Soldado y Griego Estudios sobre Amiano Marcelino

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Soldado y Griego
Estudios sobre Amiano Marcelino
LIBROSEPCCM
Francisco Javier Guzmán Armario
ESTUDIOS
NÚM. 4
Soldado y griego
Estudios sobre Amiano
Marcelino
LIBROS EPCCM
ESTUDIOS
Historia Medieval
Soldado y griego
Estudios sobre Amiano
Marcelino
Francisco Javier Guzmán Armario
LIBROS EPCCM
Francisco Javier Guzmán Armario
Soldado y griego. Estudios sobre Amiano Marcelino
© Francisco Javier Guzmán Armario
© Hum-165: Patrimonio, Cultura y Ciencias Medievales
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Diseño de cubierta: Juan Abellán Pérez
Motivo de la cubierta: Retrato figurado del emperador Juliano, el llamado
Apóstata
Maquetación: Juan Abellán Pérez
ISBN: 978-84-606-5803-0
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INTRODUCCIÓN:
20 AÑOS DE INVESTIGACIONES SOBRE AMIANO
MARCELINO.
Reza un conocido tango argentino que “veinte años no son nada”.
Y puede que sea cierto. Cuando se trata de profundizar en el conocimiento de algo, una vida entera puede resultar un plazo exiguo para
lograr, siquiera, una aproximación elemental a cualquier destreza. En
mi caso, son esos los años que llevo leyendo, y releyendo, a Amiano
Marcelino. Podría afirmar, modestia aparte, que he logrado hallar
algunas claves importantes relacionadas con su obra, que he encontrado algunas de las llaves que abren las puertas a la solución de ciertos enigmas historiográficos relacionados con este curioso intelectualsoldado (heleno, pero que escribe en latín, soldado y griego, como él
mismo se calificaba al final de sus Res gestae), del siglo IV después de
Cristo. Pero nunca he perdido de vista que la obra de Amiano plantea
una fuente inagotable de perspectivas, de hipótesis, de contrahipótesis y de especulaciones múltiples.
Las grandes aportaciones a la Historia de la Cultura habría que
releerlas cada cierto tiempo (cada veinte años, por ejemplo). Las Res
gestae de Amiano Marcelino entran dentro de esta categoría. Yo me
acerqué a ella, a comienzos de mi carrera académica, cuando investígaba acerca de los panegíricos latinos del Códice Moguntíaco. Esta
colección de discursos encomiásticos tardorromanos requieren, en
todo momento, del contexto histórico que solo es capaz de aportar el
texto amianeo. Más tarde, lo tangencial se convirtió en axial, y
dediqué toda mi atención al estudio de los bárbaros en la obra del
historiador antioqueno. El tema de mi tesis doctoral, “Los bárbaros
en Amiano Marcelino” (publicada en editorial Signifer, Madrid, 2006,
bajo el título Romanos y bárbaros en las fronteras del Imperio, según el
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
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testimonio de Amiano Marcelino), era un proyecto ambicioso que requería
un amplio espectro de lecturas. Y no solo hablo de las que se referían
al objeto en cuestión, sino también de los estudios filológicos, biográficos, prosopográficos, arqueológicos y, en definitiva, de todo tipo de
publicaciones que aportaran información sobre la peculiar idiosincrasia de este autor griego: un ensayo sobre la figura del emperador
Juliano (sin duda, el gran protagonista de las Res gestae), un artículo
sobre los abusos en la administración de justicia de fines del siglo IV
o una nueva teoría sobre la utilización de un tiempo verbal, todo valía
para profundizar en la esencia de Amiano Marcelino.
Es por ello que, en los últimos años, he ido publicando artículos
en revistas nacionales e internacionales, capítulos de libro y también
aportaciones a congresos, dedicados al gran historiador de la Antigüedad Tardía. Ese mismo al que muchos han llamado “el heredero de
Tácito” o, incluso, como lo calificó Stein en 1928, “el mayor genio
literario entre Tácito y Dante”. Mi meta ha sido, siempre, llegar a una
comprensión integral de las Res gestae. Pero lo que el lector encontrará
en este libro no es, precisamente, esa visión integral, sino una obra
dispersa que, sin embargo, se nutre de las muchas lecturas efectuadas,
de los numerosos debates (a veces, ásperos) mantenidos en el ámbito
académico, de los no pocos bocetos de teorías que he escrito y, en
suma, de un ingente trabajo del que solo el que suscribe es plenamente consciente.
Confío, sin embargo, en que el lector, tanto el que se dedica a la
investigación como el que se aproxima, por el motivo que fuere, al
fascinante mundo de la Antigüedad Tardía, encuentre en mis trabajos
siquiera un punto de referencia que le pueda poner sobre la pista de
un resultado original. Para ser humildes, me conformaría con que
sirvan para ofrecer una visión general de las líneas directrices de
aquella época. Porque eso es lo que encontramos en Amiano Marcelino: un minucioso (e intencionado) retrato de fines del siglo IV.
También me agradaría que el lector conociera un poco más al personaje en cuestión y el mundo que le rodeaba. Amiano, a juzgar por las
escasas noticias biográficas que nos transmite, tuvo una vida llena de
actividad y aventuras, y, como mínimo, intensa, azarosa y atractiva.
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SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
Actualmente no se trabaja tanto como antes sobre las Res gestae. En
las décadas de los años setenta, ochenta y noventa del siglo pasado se
vertieron auténticos ríos de tinta sobre la obra de Amiano. En estas
décadas, el debate historiográfico produjo algunos de sus más notables adelantos en la aprehensión de esa esencia amianea que mencionaba antes. Con el cambio de siglo, el interés parece haber ido decayendo, poco a poco aunque con determinación. Ya sabemos todos
que existen las modas, y la historiografía no es ajena a ellas. De
hecho, la atención por Amiano tal vez se venía prolongando demasiado, para lo que es costumbre. En concreto, había sido Ronald Syme
quien, con la publicación de su magnífico libro Ammianus and the
Historia Augusta, Oxford, 1968, había suscitado un vivo interés en el
conocimiento de los últimos años del siglo IV. Lo que me sorprende
es que, en un momento en que el planeta se ve sumido, en buena
parte, en una severa crisis, no se vuelva la vista hacia una obra que,
precisamente, nos habla de crisis: crisis económica, crisis militar, crisis
religiosa, crisis moral…¿Son las Res gestae un tema agotado? No lo
creo. Los temas de investigación no se agotan, simplemente son
susceptibles de ser reinterpretados.
En lo que a España se refiere, no se puede decir que se haya
descollado a la hora de investigar sobre Amiano. Bien es cierto que
las Hispaniae apenas se ven reflejadas en su obra. Que no ofrece un
gran número de datos para comprender mejor la Historia tardoantigua de España. Pero eso no ha de hacer olvidar que nos encontramos ante la gran fuente histórica de la Antigüedad Tardía, y que las
provincias hispanas no se entienden aisladas del contexto al que
pertenecen. Ese contexto es el Imperio Romano. Y la aportación de
Amiano consiste en eso: en dar una visión integral del Imperio en que
le tocó vivir. Espero, pues, que este libro también cumpla la función
de llenar un hueco en la producción bibliográfica nacional, al mismo
tiempo que anime a cultivar el interés por estos temas.
Termino esta breve introducción personal a la recopilación de
trabajos que ahora pueden Vds. leer. Reitero mi deseo de que les
resulten provechosos y agradezco de corazón a los profesores Juan
Abellán, de la Universidad de Cádiz, y Manuel Espinar, de la Univer-
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sidad de Granada, su gentil apoyo a la publicación y difusión de este
libro. Libro, que, por otra parte, habrá que releer (y revisar) al tiempo
que se relea (y revise) la gran obra literaria que le da fundamento: las
Res gestae de Amiano Marcelino.
Francisco Javier Guzmán Armario
Área de Historia Antigua, Universidad de Cádiz.
Cádiz, diciembre de 2014.
Ammianus adversus externae gentes : la geografía
de lo Barbaricum en Amiano Marcelino.
El arquetipo del bárbaro, inherente a la más honda esencia de
la civilización clásica, no se basó únicamente en distintivos físicos
aberrantes o en una interminable lista de costumbres incivilizadas.
Por encima de estos aspectos, y condicionando todo el conjunto,
se hallaba el medio natural en el que vivía aquél. Ya para Hipócrates, la diversidad humana radicaba en las condiciones geográficas y
climáticas1 en las que el ser humano se desarrolla2. Pero la cuestión
no se agota en este punto, puesto que los propios autores de la
Antigüedad tenían bastante claro que tanto a la civilización como
al ambiente cultural de la barbarie les definían sus correspondientes
medios naturales. “La civilización encontrará su asiento y su lugar
allí donde la agricultura es posible, donde no falte el agua que produzca feraces pastos para el ganado y el clima sea benigno” 3. Los bosques, las escarpadas sierras, los pantanos y cenagales de allende el
limes, con su infernal clima lluvioso y gélido, impidiendo cualquier
actividad agrícola y delimitando territorios aislados del resto del
PUB.- em Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, Historia Antigua, 12 (1999), pp. 217-227.
1 N. Herescu, “Civis humanus. Etnos et ius”, A&R VI (1961), p. 73
2 En su tratado sobre el aire, las aguas y los lugares (XVII-XXII), Hipócrates llega a
la conclusión de que el frío y la vida nómada afectan bastante al cuerpo humano. Entre
los escitas, por ejemplo, estos aspectos se manifiestan en situaciones como la falta de
deseo sexual o la propensión a la artritis. Véase J.W. Johnson, “The Scythian: his
rise and fall”, J.H.I. XX, 2 (1959), p. 252
3 F.J. Lomas Salmonte, “Bárbaros y barbarie en Estrabón”, en Actas del I Congreso Andaluz
de Estudios Clásicos, Jaén 1981, p. 17. La existencia de una tierra con un clima ideal
para la fertilidad es un elemento típico desde la geografía utópica helenística. Véase
C. Molé, “Le tensioni dell'utopia. L'organizzazione dello spazio in alcuni testi tardoantichi”, en Le transformazioni della cultura nella Tarda Antichitá, Vol. II, a cura di M. Mazza
e C. Giuffrida, Roma 1985, p. 726.
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mundo, albergarían a la barbarie 4 O en otras palabras: si Roma
encarnaba la civilización, ésta poseía una esencia puramente
mediterránea5. En este sentido, cuanto más nos alejemos de las
riberas del Mare nostrum, más nos acercaremos al país de los bárbaros.
Se trata de un factor boreal, ideado por Posidonio6 y seguido a pie
juntillas por Estrabón7, quien identificaba tajantemente la barbarie
Teoría ésta que se mantendrá en los siglos venideros. Desde la atalaya de la
Ilustra-ción, los intelectuales achacarán el poco desarrollo de los indios americanos
a facto-res climáticos. Ver J. Bestard, J. Contreras, Bárbaros, paganos, salvajes y
primitivos. Una introducción a la antropología, Barcelona 1987, p. 239.
5 Véase P. Garnsey, R. Saller, El Imperio Romano: economía, sociedad, cultura, Barcelona
1991, especialmente el capítulo I (p. 15-31): “Un Imperio Mediterráneo”: véase también Z. Rubin, “The Mediterranean and the Dilemma of the Roman
Empire in Late Antiquity”, M.H.R. 1 (1986), p. 13: “The Roman empire was
fundamentally a Mediterranean power, and that the so called Roman World was
basically identical with the Mediterranean world”.
6 Posidonio elaboró una teoría de las zonas climáticas del mundo, siguiendo la ya
efectuada por Eratóstenes, que se convertiría en el elemento capital de su concepciones etnológicas. En general, distinguía cuatro grandes zonas: la tórrida (habitada
por pueblos como los indios o los etíopes), la desértica, la zona atemperada (Mediterráneo) y la gélida a septentrión. El clima que imperaba en cada zona determinaba el carácter de los pueblos que las habitaban. Véase A. Grilu, “L'aproccio all'etnologia nell'Antichità”, en Conoscenze Etniche e Rapporti di Convivenza nell Antichità, a
cura di M. Sordi, Milano 1979, p. 23: “I barbari hanno predominante I'elemento
dell'anima humana legato al fuoco, al secco: perciò i veri, grandi Barbari sono quelli del
Nord; il clima, freddo, tempra il loro calore, come l'acqua l'acciaio”.
7 F.J. Lomas Salmonte, art.cit., p. 16; también en su “Civilización y barbarie. A vueltas
con la romanización”, en La Romanización en Occidente, J.M. Blázquez, J. Alvar (eds.),
Madrid 1996, p. 47. Véase A. Grilli, art.cit., p. 14 ss. No sólo Posidonio y Estrabón se
adhieren a esta teoría. Un siglo más tarde, Tácito (Agric., 11) solo señalará un
determinismo climático-geográfico de los britanos: “No se conoce con exactitud
quiénes habita-ron Britania en un principio, si eran indígenas o inmigrados. Su
aspecto físico varía, y de ahí las diversas hipótesis. La cabellera rubia de los que
habitan Caledonia y sus grandes miembros certifican su origen germano. Los rostros
atezados de los sílures, su pelo de ordinario ondulado y el hecho de estar
Hispania enfrente hace creer que antiguos iberos pasaron el mar y ocuparon
aquella zona. Los próximos a los galos guardan semejanza con éstos, bien porque
perdure la influencia del origen, bien porque en tierras situadas unas frente a otras la
posición geográfica y el clima influyen en el aspecto corporal...” (Traducción de J.M.
Requejo).
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con los pueblos que habitaban el septentrión europeo (Strab., IV,
4, 5).
Tal factor ha llegado a nuestros días, incluso, y ha sido reflejado
en el cine: en las películas oportunas, “el cielo del mundo bárbaro
es un cielo gris; Roma siempre está resplandeciente, es azul” 8.
Aunque los romanos no extendieron nunca su control militar
sobre lo Barbaricum, dado que las condiciones medio-ambientales
les imponían obstáculos al avance de las legiones (al respecto, los
pueblos del norte no se hallaban tan limitados por el capricho de
las estaciones a la hora de lanzarse sobre los dominios romanos 9),
fundamentalmente por la falta de vías adecuadas, la disposición de
agua o la conveniencia del terreno 10, sí conocían su medio natural.
En cuanto al territorio de los otros bárbaros, los persas, el clima y
la orografía imponían también sus límites a la guerra11. Las altísimas temperaturas estivales aconsejaban que las campañas se llevaran a cabo entre noviembre y marzo 12, aprovechando el invierno 13.
Sin embargo, lo más normal era que tales acciones bélicas se
desarrollaran a finales del invierno o principios de la primavera14.
A. Prieto, “Romanos y bárbaros en el cine”, en El cine y el mundo antiguo, A. Duplá,
A. Iriarte, eds., Bilbao 1990, p. 59
9 Plin., Paneg. Xll, 3-4; Amm.Marc., XIX, 11, 4; XXVII, 1, 1.
10 A.D. Lee, Information and frontiers. Roman foreign relations in Late Antiquity, Cambridge
1993, pág. 94.
11 Sin embargo, Persia les era más familiar a los romanos que las tierras translimitáneas del norte, pues: 1) Suponía un área menor. 2) Existió un mayor nivel de
interacción humana entre ambos imperios que entre Roma y lo Barbaricum. 3) En
Persia se hallaban valiosos puntos de referencia geográfica como Ctesifonte y
otras ciudades. 4) La orografía del territorio persa, donde domina la línea recta,
estaba más acorde con la concepción romana del espacio, dentro de la orientada
mentalidad urbana de las élites latinas. 5) Ausencia de infraestructuras, calzadas y
caminos en lo Barbaricum.
12 Ibidem, p. 91.
13 Son los casos de Septimio Severo (que toma Ctesifonte en enero del 198) o de
Gordiano.
14 Amm.Marc., XVII, 5, 8 (Sapor II); XXIII, 1,1 (Juliano); Zos., IV, 13, 2 (Valente).
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12
Pero si nos centramos en Amiano, observamos a lo largo de sus
páginas cómo otorga mucha importancia a la relación de los pueblos con el medio natural que les rodea15. Y en relación con esta idea,
y teniendo en cuenta el protagonismo que ejercen los bárbaros en las
Res gestae, no podía obviar el tema de la geografía de lo Barbaricum.
Vayan por delante algunos ejemplos:
- aridez de la zona de Amida (XXIX, 8, 8).
- el terrible invierno de Pannonia juega a favor de los sármatas
limigantos frente a los ejércitos romanos que van allí a combatirles
(XIX, 11, 4).
- el agreste clima de la frontera persa: en esta ocasión no se trata
de la sequía, sino de las lluvias torrenciales (XX, 11, 26 y 31).
- la humedad de la región ribereña del Ponto Euxino (XXII, 8,
46).
- frío extremo de los territorios nordanubianos (XXII, 8,
42 y 48) 16.
- hostilidad del territorio persa al final de la campaña de
Juliano (XXIV, 8, 2-3 y XXV, 4, 10).
- carácter yermo del país de los cimerios, una tierra sin sol
(XXVIII, 4, 18).
- dificultades de adaptación de los soldados romanos a las condiciones de aridez del Norte de África (XXIX, 5, 7).
- frío y falta de alimentos y forraje durante el crudo invierno del
Ilírico (XXX, 3, 3).
G.A. Sundwall, “Ammianus Geographicus”, AJPh. 117, 4 (1996), p. 630-631.
El frío era, sin duda, el obstáculo natural más importante a la hora de explicar la
imposibilidad del avance militar romano en territorio de bárbaros: entonces se habla
de aeris saevitia. Vid. Amm.Marc., XVII, 1, 10; 27, 1, 1; cfr. J.F. Matthews, The Roman
Empire of Ammianus, London 1989, p. 311.
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- Valentiniano I tiene que abandonar el territorio de los cuados
para evitar el frío del invierno, el mismo que hace aconsejable la
paz con estos enemigos cuando ellos lo proponen al emperador
(XXX, 5, 14).
Todos ellos son exponentes de territorios, más o menos extraliminares (y en todo caso vinculados con la frontera), que se
caracterizan por la agresividad de su medio natural (hacia el hombre civilizado). En otras palabras, el bárbaro vive en una tierra
hostil donde no tienen lugar las disposiciones que propician la
génesis de la civilización (Strab., III, 3, 8) 17.
En consecuencia, en tan difíciles condiciones de vida resulta
normal que los habitantes de lo Barbaricum fuesen individuos agresivos, salvajes, peligrosos18, inclinados al bandolerismo y a las
acciones punitivas19. Amiano no es ajeno a este matiz y lo manifiesta
como veremos a continuación.
En el mundo antiguo existían dos tipos de escenarios naturales
en los que la barbarie no podía faltar: el bosque 20 y la montaña. En
lo tocante al primero, “se trataba de un topos muy frecuente en la
historiografía antigua, en la que el mundo romano aparecía como
La ausencia, en territorio bárbaro del norte, de la infraestructura básica del mundo
civilizado, es un dato recurrente en buen número de autores clásicos: Caes., B.G.,
VI, 25; Mel., III, 29; Plin., N.H., XVI, 5, Tac., Germ., 51; Pan.Lat. X I I (2), 5, 2;
Amm.Marc., XV, 4, 3; XVII, 1, 8, Greg.Tur., H.F., ll, 9.
18 F.J. Lomas Salmonte, “Barbaros y barbarie...”, p. 20.
19 R. Oniga, F. Borca, “La immagine delta Germania in etá romanobarbarica: riprese
di modelli culturali classici”, Romanobarbarica 14 (1996-1997), p. 98: «I latrones sono
radicalmente esclusi dall'orizzonte culturale, allontanati dallo spazio antropizzato e civilizzato: regolati da forme di potere “primitive” e antistatali, abitante di spazi interstiziali
sottratí al controlo da parte dell'autiroritá centrale, sostenuti da un'economia in
qualche modo aberrata, che comporta la predazione sull'uomo, i banditi non possono
ad alcun titolo partecipare della "vera" umanitá”.
20 El bosque siempre trae connotaciones de peligro y amenaza para la mentalidad
romana. Dentro de su religio tradicional, en el nacimiento de un niño, uno de los
ritos consistía en repeler, mediante una escenificación ritual, a Silvanus, espíritu
maligno de los bosques salvajes. Véase J. Bayet, La religión romana. Historia política y
psicológica, Madrid 1984, p. 79.
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una sociedad civil y agrícola frente al bárbaro que no vivía en
ciudades ni cultivaba la tierra. El bosque aparece como el símbolo del atraso de los pueblos bárbaros frente al progreso simbolizado por Roma” 21. Como vemos, se trata del resultado del contraste entre bosque/salvajismo y civilización/urbanismo 22: un espacio
donde los enemigos pueden sustraerse al control de la autoridad
oficial y resistir allí indefinidamente. De hecho, las autoridades
romanas ejercían una vigilancia más efectiva sobre ambientes
urbanos que sobre los rurales. “En el campo, especialmente cuando
el terreno era escabroso, el bandolerismo era un problema constante”23. Por ello no es de extrañar que algunos autores clásicos,
como Estrabón, detestaran la existencia de áreas boscosas en
territorios en proceso de asimilación por Roma 24. Recordemos
que, durante toda la época imperial, el recuerdo del desastre de
Teotoburgo pesaba en la conciencia romana. No encontr amos
este pensamiento en Amiano, salvo en el pasaje XVII, 1, 825.
El segundo escenario natural de la barbarie lo constituía la
montaña, un hábitat que el historiador antioqueno refiere, en
relación con las externae gentes, hasta la saciedad. Si recordamos a los
míticos hiperbóreos, la etnografía clásica describía su tierra separada
del ámbito civilizado por la infranqueable barrera de los montes
Ripeos26. Ya desde los tiempos de Homero “I'opposition qui existe,
A. Prieto, “El bosque en Hispania según Estrabón”, en Homenaje a Marcelo Vígil,
M.J. Hidalgo de la Vega, ed., Salamanca 1989, p. 50; no obstante, para una zona
como Arabia (bárbara, pero idealizada) los griegos señalarán la existencia de prósperos
bosques en el interior que aportan valiosos productos como el incienso y la mirra
(productos que envuelven con su fragancia todo el territorio): véase F.J. Gómez Espelosín
et alii, Tierras fabulosas de la Antigüedad, Alcalá de Henares 1994, p. 207.
22 Un caso muy significativo lo hallamos en Caes., B.G., 3, 21 (aquitanos).
23 P. Garnsey, R. Saller, op.cit., p. 189.
24 A. Prieto, “El bosque en Hispania...”, p. 53.
25 En este pasaje se describe un bosque tupido, tenebroso, lleno de trampas para los soldados que lo crucen: motivo de recelo, de amenaza y de miedo casi supersticioso a lo
imprevisto, nos transporta directamente al desastre de Teutoburgo, en época de
Augusto.
26 F.J. Gómez Espelosín, op.cit., p. 214.
21
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SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
se fait avec les gens de la plaine, laboreurs, pacifiques, paysans. Les
habitants de la montagne sont, par définition, «sauvages» et «barbares», «belliqueux» et «brigands; ils en arrivent á enfreindre les lois
humaines et divines”27. Nos movemos en la misma línea a la que nos
referimos con el bosque: las zonas montañosas como reducto de
comunidades que practican el pastoreo, la caza y el pillaje como actividades económicas predominantes en detrimento de la civilizada
agricultura de cereales28. Pero más importante que eso era, para las
autoridades romanas, los problemas que dichas comunidades
planteaban a la hora de ser controlados políticamente hablando.
Entre otros motivos, los montañeses vivían excluidos del mundo
urbano que practicaba ese control 29. Por ello, “durante toda la
Antigüedad, las montañas conservaron entre la élite urbana culta su
reputación de guarida de bandoleros, bárbaros y salvajes, así
humanos como animales”30. Amiano participó de este arquetipo
cultural, entre otros motivos porque muy cerca de su Antioquía
natal tenía un claro exponente de aquél: los isaurios. Éstos no
constituyen los únicos ejemplos del punto que aquí tratamos:
pero, sin duda, sí se tratan de los más abundantes 31. Ya
Estrabón nos había descrito la orografía del país (XII, 6, 2). Y
nos hacía comprender que sus habitantes, conscientes de su
inferioridad en la llanura frente a los romanos (XIV, 2, 8),
encontraban en las montañas un medio ideal para su forma de
vida32, basada principalmente en las razzias 33, ya que su agreste
C. Antonetti, “Montagnards et bergers: un prototype diachronique de sauvagerie”, D.H.A. 13 (1987), p. 209. Strab., 11, 5, 25, ya señalaba el hecho de que en las
regiones montañosas habiten los salteadores, ya que sus duras condiciones de vida
induce a la lucha y al valor.
28 Ibidem, p. 213. Tales actividades económicas van a condicionar su dieta. Para
Estrabón, los montañeses eran categorizados como comedores de carne y bebedores de
agua (para nada se mencionan el trigo, el aceite de oliva o el vino). Sobre los montañeses en Estrabón véanse B.D. Shaw, op.cit., pág. 29; P. Garnsey, R. Saller, op.cit., p. 23-24.
29 Ibidem, pág. 214.
30 P. Garnsey, R. Saller, op.cit., p. 24.
31 Amm.Marc., XIV, 2, 2; 2, 5; 2, 12; 2, 20; XIX, 13, 1; XXVII, 9,6-7.
32 N. Santos Yanguas, “Algunos problemas sociales en Asia Menor en la segunda
27
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
16
relieve imposibilitaba la agricultura 34. Así pues, las alturas se
convierten en el refugio ideal para los isaurios, desde las cuales lanzar sus
terribles expediciones de rapiña y a las cuales volver para guarecerse de las
represalias romanas. Más o menos, se afirma lo mismo de los antiguos
aqueos que, acosados por sus enemigos, se refugian en las
montañas: allí, apremiados por el clima y la hostilidad del medio, desarrollarán un modo de vida basado en el bandolerismo (XXII, 8, 25).
Pero los ejemplos no terminan aquí:
- XV, 10, 2: los agrestes picos de los Alpes facilitaron la resistencia del rey Cottis frente al avance de Roma.
- XV, 11, 4-5: los aquitanos, más próximos a la costa que los belgas,
reciben las influencias de pueblos civilizados, puliendo su carácter
bárbaro y facilitando, al mismo tiempo, el dominio romano de la región. Este aspecto de la costa (mediterránea) como punto de referencia
que condiciona el desarrollo de los pueblos, se remarca en XV, 11, 14.
- XVII, 13, 22: sármatas y cuados, sorprendidos por una invasión
romana en su territorio, huyen a las montañas para hallar allí seguridad.
Vid. también XVII, 12, 9.
- XXII, 8, 25: los aqueenos, acosados por el enemigo, se refugian
en las montañas (donde cultivarán un modo de vida articulado en
torno a la rapiña).
- XXVI, 9, 8: abandonado por sus soldados, Procopio (un usurpador y, por tanto, alguien que comparte ciertos rasgos con los bárbaros) busca refugio en las montañas.
- XXVII, 5, 3: los godos, huyendo del imponente ejército de
Valente, se refugian en abruptas montañas.
- XXVII, 12, 9-10: ante la formidable ofensiva de Valentiniano 1,
mitad del siglo IV dC: isaurios y maratocuprenos”, H.Ant. VII (1977), p.. 353; C.E.
Minor, “The robber tribes of Isauria”, AncW. II, 4 (1979), p. 122.
33 C.E. Minor, art.cit., p. 117: “Like the Bedouins, raids were their agriculture”.
34 N. Santos Yanguas, art.cit., p. 355.
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SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
los alamanes optan por organizar el combate desde las alturas escarpadas e inaccesibles. El emperador pondrá sitio a este baluarte natural y terminará haciéndose con él (XXVII, 10, 10).
- XXVII, 12, 11: hostigados por Sapor, el príncipe armenio
Papa y los tránsfugas romanos Cylax y Artabano buscarán refugio en las montañas.
- XXVIII, 2, 8: los alanos exterminan a los romanos que se
internan en su territorio, lanzándose sobre ellos desde un escondrijo en un cerro cercano.
- XXIX, 4, 5: alertado de la presencia romana, el alamán Macriano y los suyos se esconden entre las escabrosidades de la montaña.
- XXIX, 5, 34: el rebelde Firmo, viéndose derrotado, huye 35 a
las inaccesibles montañas caprarienses, probablemente situadas en
el interior de la Mauritania (vid. también XXIX, 5, 37).
- XXX, 5, 5: los cuados, desde su refugio montañés, contemplan cómo las huestes de Valentiniano penetran en su territorio.
- XXXI, 2, 14: los nervos habitan en agrestes montañas.
- XXXI, 3, 7-8: Atanarico y sus zervingos, derrotados por los
arrolladores hunos, tienen que salvar la vida en las montañas.
- XXXI, 4, 13: sospechando Atanarico que Valente, debido a
antiguos rencores, no le permitirá internarse en el Imperio, se refugia con su pueblo en un lugar montañoso y boscoso.
- XXXI, 7, 10 y 8, 5-6: los godos se lanzan sobre los romanos
desde las cimas de las colinas.
- XXXI, 10, 12: los lencienses, acosados por Graciano,
también encuentran la salvación en las alturas.
Probablemente a lomos de su caballo, del que nos habla Amiano en XXIX, 5, 41,
descrito como un animal apto para todo tipo de terreno. Nos recuerda a nuestro
asturcón y su capacidad para la escalada, que no para otros menesteres. Véase J.M.
Blázquez, “La economía ganadera de la España antigua a la luz de las fuentes griegas y romanas”, Emerita 25 (1957), p. 75.
35
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
18
- XXXI, 12, 17: la caballería goda desciende fulminantemente
desde las montañas para castigar los dominios romanos.
En definitiva, el medio natural montañoso funciona, respecto a
los bárbaros y frente a los romanos, como el refugio en el que
protegerse de Roma y resistir el avance de las tropas imperiales, y
también como plataforma desde la que lanzar ataques contra el
civilizado enemigo. Todo ello facilitado por el hecho de que las
externae gentes encuentran en las montañas un habitat adecuado a su
naturaleza salvaje. O dicho de otra forma: la civilización, sita en la
llanura por las causas antes mencionadas, encuentra en las altas
cotas topográficas una amenaza constante desde tan tempranos
tiempos, incluso, como los de la Segunda Guerra Púnica. El
mismo Amiano lo refiere en XV, 10, 10, al hablar de Publio
Cornelio Escipión, combatiendo a los cartagineses en Iberia. El
general romano se mantiene alerta porque espera que, de un
momento a otro, los norteafricanos les ataquen desde las montañas cercanas. Ya sabemos que los cartagineses eran tan civilizados como los hijos del Lacio 36, pero el símil resulta bastante
significativo: el enemigo siempre llega desde la altura para da ñar el solar de la civilización, que es la llanura. Al hilo de este
argumento, no deja de ser significativa la imagen del Rin que
nos describe el antioqueño en XV, 4, 2, cuyo curso desciende
impetuoso desde las altas cumbres alpinas. El legendario río
aparece, en este pasaje antioqueno y de forma muy clara,
como la frontera entre romanos y bárbaros. Y no podemos sustraernos al ejercicio de comparar ese caudal violento que baja
de las escarpadas montañas con esos mismos bárbaros que
descienden en tromba y fuera de control desde el mismo punto: así, el Rin, que baja también desde las alturas, se muestra
tan incivilizado como los pueblos de allende el limes37. De otro
En XXVII, 12, 11, el príncipe armenio Papa y los tránsfugas romanos Cylax y
Artabano, traidores al Imperio, se refugian en las montañas hostigados por Sapor: ejemplos de personajes civilizados que se barbarizan con esta imagen.
37 Según R. Seager, Ammianus Marcellinus. Seven studies in his language and thought, Columbia 1986, p. 46, Amiano utiliza la imagen de fenómenos naturales como un río o una
marea para estigmatizar el salvajismo y la falta de control, incluso con personajes
36
19
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
modo, compárese esta idea con la metafórica invasión del río
sobre el lago Brigancio (XV, 4, 5), sin que uno frene al otro y
sin que se produzca mezcla ni fusión de sus aguas 38. ¿Se trata,
acaso, de un desideratum del historiador? ¿Está apuntando, quizás, y de forma bastante sutil, que civilizados y bárbaros, por
sus respectivas esencias radicalmente distintas, no pueden
concebir la unión? ¿Por qué no? El romano no se halla cómodo
en la montaña, al considerarla un lugar propicio para recibir
reveses, tal y como le ocurría al general Teodosio cuando se
encontraba combatiendo a las tribus rebeldes del Norte de África
(XXIX, 5, 44)39. Por otra parte, el enemigo norteño no se adapta bien a las calurosas condiciones climáticas del Mediterráneo 40.
Y, aunque lo lograra, como defenderá Estrabón, jamás llegaría
a asimilar verdaderamente la civilización 41. La segregación era (y
esta idea en Amiano no nos sorprende en absoluto) más natusupuestamente civilizados: Galo (XIV, 1, 10), Paulo (XIV, 5, 6), Valentiniano I
(XX1X, 3, 2)...
38 Idéntica información recibimos para el caso del Ródano en Amm.Marc., XV, 4, 5.
39 Sobre las comunidades montañesas del norte de África en Amiano acúdase a N.
Santos Yanguas, “La resistencia de las poblaciones indígenas norteafricanas ala romanización en la segunda mitad del siglo IV dC.”, Hispania 142 (1979), p. 266 ss. Según J.F. Matthews, “Mauretania in Ammianus and the Notitia”, en Political Life and
Culture in Late Roman Society, London 1985, p. 162 y 166, la montaña es un elemento
clave en la vida de este país, desde la cual cae la amenaza de las tribus montañesas y
desde la que se controlan los recursos hídricos de la zona. Sin embargo, C. García Mac
Gaw, “Romanización vs. Indigenismo en el norte de África. Algunas perspectivas
historiográficas”, Anales de Historia Antigua y Medieval 27 (1994), p. 87, afirma que “el
imperialismo romano se interesó en las regiones más ricas que no eran siempre las
llanuras y a veces, por razones que no se explican siempre por la resistencia a Roma,
quedó al margen de ciertas llanuras”. Tal autor (apoyado por E. Gozalbes Cravioto,
“A lgun as not as acerca de la b ib lio gr afía sobre la sistencia a la romanización en el norte de África”, Tempvs 7 (1994), p. 36-37) negaría la segregación entre
montañeses y civilizados en estos territorios.
40 J.P.V.D. Balsdon, Romans and aliens, London 1979, p. 214: “The Romans themselves, it would seem, adapted better to northern conditions, much as they disliked
them”.
41 J.C. Bermejo Barrera, Mitología y mitos de la Hispania Prerromana, Vol. 2, Madrid 1986,
p. 22.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
20
ral, aunque la barbarie inunde a la civilizada llanura. Contemplemos, si no, la amarga queja de Amiano al hablarnos de la irrup ción de los godos en el Imperio, ya en el último libro de sus Res
gestae (XXXI, 4, 9): “Per id tempus nostri limitis reseratis obicibus atque
ut Aetnaeas fauvillas armatorum agmina diffundente barbaria…”. Los
bárbaros inundan los Balcanes como la lava del Etna sepulta las
tierras de su entorno siciliano. La imagen, abundando en lo que
ya llevamos dicho, no puede resultar más significativa42.
En definitiva, y con una diferencia de tres siglos, encon tramos en Amiano el mismo tópico referido a la montaña como
espacio ajeno a la civilización que existía en época de Augusto 43. Y
no sólo ajeno, también peligroso para ella. En la montaña no solo
viven aquellos grupos que pretenden escapar al control de Roma.
Desde el refugio que ofrece lo abrupto de su orografía desciende,
ocasionalmente, el devastador efecto de la barbarie, materializandose en saqueos, muerte y destrucción. Si lo ampliamos a la geografía que ocupan los bárbaros, hallaremos en ella la misma hostilidad de aquéllos, encargándose el mismo medio físico de establecer una tajante separación entre el mundo clásico mediterráneo y
Amiano fue, como todos los intelectuales clásicos (aunque en mayor medida), un
autor hostil a los bárbaros. Sobre el tema pueden consultarse S. Bonani, “Ammiano
Marcellino e i Barbari”, RCCM XXIII (1981), p. 125-142; Y.A. Dauge, Le Barbare.
Recherches sur la conception romaine de la barbarie et de la civilisation, Bruxelles 1981, p. 330352; E. Frezouls, “Les deux politiques de Rome face aux Barbares d'aprés Ammien
Marcellin”, en Crise et redessement dans les provinces Europeennes de I'Empire, Strasbourg 1983,
p. 175-197; T.E.J. Wiedemann, “Between men and beasts: barbarians in
Ammianus Marcellinus”, en Past perspectives. Studies in Greek and Roman Historical
writting, ed. By I. Moxon, Cambridge 1986, p. 189-221.
43 Para el tema de este artículo, en general, hemos de tener presente que Amiano es
tributario de la tradición literaria clásica. El antioqueno fue un ávido lector de los clásicos,
a través de los cuales obtuvo una sólida formación. Al respecto, vid. R.C. Blockley,
Ammianus Marcellinus. A study of his historiography and political thought, Bruxelles 1975,
p. 12-13; P.M. CAMUS, Ammien Marcellin. Témoin des courants culturels et religieux á la
fin du IV e siécle, Paris 1967, p. 29-55; Ch.W. Fornara, “Studies in Ammianus
Marcellinus ll: Ammianus knowledge and use of Greek and Latin literature”, Historia
XLI, 4 (1992), p. 420-438; I. lana, Ammiano Marcellino e la sua conoscenza degli autori greci,
en Politica, cultura e religione nell'Impero Romano (secoli IV-VI) tra Oriente e Occidente,
Napoli 1993, p. 23-40.
42
21
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
las externae gentes: tal separación (aunque temida, también deseada
por el hombre civilizado) genera más de una vez especulaciones que abandonan el campo de la etnografía para internarse en el
terreno de la ficción con tintes extraordinarios. Así, “el espacio
marginal del orbe, siempre delimitado por imponentes e infranqueables barreras como el océano o una cadena de montañas
elevadas, servía otra vez de escenario adecuado a estos seres fabulosos, producto natural de los destellos de la imaginación de los
viajeros más arriesgados o de esa mezcla de fascinación y terror
que susci taban estas regiones extremas que se hallaban
completamente fuera del alcance de los afanes humanos 44.
Podemos cerrar este trabajo con la siguiente conclusión:
“In generale, I'intrasitibilitá o, quanto meno, la dificoltá
di accesso costituisce un elemento centrale dell'ambiente
naturale germanico, cha da un lato deve essere considerato
in relazione con le esigenze tattiche estrategiche degli
eserciti romani, dall'altro deve essere leto in chiave
geopolitica: uno spazio impraticabile é necessariamente
inesplorabile ed é pertanto destinato a rimanere ignoto,
imprigionato nelle maglie di un'alteritá che incute paura e
suscita sospetto”45
44
45
F.J. Gómez Espelosín, Tierras fabulosas..., p. 217.
R. Oniga, F. Borca, art.cit., p. 102.
El mundo de la medicina antigua en Amiano
Marcelino.
Para el historiador del mundo tardoantiguo, uno de los deberes inexcusables consiste en acercarse a la que, sin duda, es la fuente textual más importante de este período: las Res gestae del historiador
antioqueno1 Amiano Marcelino. La razón de ello no se encuentra
exclusivamente en la belleza literaria que nos ofrece 2 sino también en la enorme cantidad de datos que recibimos de esta
obra: a lo largo de sus páginas aparecen los acontecimientos
históricos, internos y externos, que afectaron al Imperio romano entre el reinado de Constancio II y el fatídico año de 378.
Pero además, obtenemos un auténtico caudal de información
sobre una serie de materias que el autor introduce en su narración en la forma de excursus, de forma poco traumática respecto
al hilo argumental del texto, y que abarcan temas tan variados
como descripciones etnográficas y geográficas, digresiones cien-
PUB.- en Athenaeum, 2001, I, pp. 223-229.
1 Actualmente existe un enconado debate para decidir cuál fue en realidad la patria
de Amiano: ¿la Grecia continental? ¿Antioquía, de veras? La primera tesis sería
defendida por Ch. Fornara, “Studies in Ammianus Marcellinus L The letter of Libanius
and Ammianus' connection with Antioch”, Historia XLI, 3 (1992) p. 328-344;
apoyando la tesis tradicional, véase J.F. Matthews, “The origin of Ammianus”, CQ 44
(1994), p. 252-269. Aquí apoyamos este último punto de vista.
2 S. Mazzarino, El fin del mundo antiguo, México 1961, p. 46 dice de las Res gestae que fue
el libro más insigne y meditado que produjo el Bajo Imperio.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
24
tíficas, etc. 3 Ello le otorga a las Historias amianeas el carácter de
obra enciclopédica: en efecto, nuestro protagonista h ace alarde
a través de sus páginas de una sólida formación basada en la
lectura de los clásicos griegos y latinos4.
En otras ocasiones, si queremos obtener noticias sobre algún
tema puntual (por poner algún ejemplo: la mujer 5 o el uso de algún
elemento de la vida cotidiana de un romano, verbigracia el vino6,
entonces no hallaremos ninguna digresión que nos informe, sino que
tendremos que ir recopilando datos a lo largo de la lectura de las
Res gestae. Este puede resultar un ejercicio laborioso, pero en todo
caso siempre fructífero: o al menos así acontece con el tema de
la medicina antigua. Amiano fue, durante gran parte de su vida,
un soldado. A lo largo de su trayectoria profesional tuvo que
estar, directa o indirectamente, relacionado con la medicina 7. De
todas formas, su conocimiento de la materia, aunque, en ocasiones superficial, venía garantizado por la moda, extendida
Sobre el excursus en Amiano Marcelino puede acudirse a A. Emmet, “Introductions
and conclusions to disgressions in Ammianus Marcellinus”, MPhL V (1981), p. 1533; A. Solari, “Le digressioni medite di Ammiano”, Atti della Accademia Nazionale dei
Lincei IV (1949), p. 17-21.
4 R.C. Blockley, Ammianus Marcellinus. A study of his historiography and polítical thought,
Bruxelles 1975, p. 12-13; P.M. Camus, Ammien Marcellin. Témoin des courants culturels et
religieux á la fin du IVe siéde, Paris 1967, p. 29-55; Ch.W. Fornara, “Studies in Ammianus
Marcellinus II: Ammianus' knowlrdge and use of Greek and Latin literature”, Historia
XLI, 4 (1992), pp. 420-438; I. Lana, “Ammiano Marcellino e la sua conoscenza degli
autori greci”, en Politica, cultura e religione nell'Impero Romano (secoli IV-VI) tra Oriente e
Occidente», Napoli 1993, p. 23-40.
5 G. Sabbah, “Présences fémenines dans l´histoire d´Ammien Marcellin. Les rôles
poltiques”, en Cognitio gestorum. The historiographic art of Ammianus Marcellinus, Ed. by J. Den
Boeft, D. Den Hengst, H.C. Teitler, Amsterdam 1991, p. 91-105.
6 F.J. Guzmán Armario, “In vino, civilitas. Los bárbaros y el vino en Amiano”, en
Romanoarbarica 15 (1999), p. 77-95.
7 Aunque no parece que hubiera combatido mucho. N.J.E. Austin, Ammianus on
Warfare. An investigation into Ammianus' military knowledge, Bruxelles 1979. p. 19 y 162,
afirma que debió de estar vinculado a la vida administrativa dentro del ejército.
3
25
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
entre los miembros de los grupos sociales privilegiados, de
incluir los conocimientos médicos (puestos en relación con la
filosofía) en la formación académica del individuo 8. Pero acerquémonos a las noticias médicas de las Res gestae.
En primer lugar podemos distinguir una serie de remedios
“científicos”9 contra las enfermedades. Y comenzamos con
XIV, 8, 12: en una digresión geográfica por tierras del Próximo Oriente, Amiano cita las facultades curativas de las aguas
termales de la región de Palestina 10, un recurso que hoy, aunque
se practica, no se incluye dentro de la medicina científica, pero que en
el mundo antiguo supone uno de los tratamientos más aceptables. Por ejemplo, entre los pueblos prerromanos de la
Península Ibérica hallamos abundantes testimonios de culto a
las aguas (culto basado, en gran parte, en sus propiedades terapéuticas 11. En XVII, 5, 7, a través de un tópico literario
V. Nutton, “Ammianus and Alexandria”, Clio Medica 7, 3 (1972), p. 172.
El termino “científico” atribuído a la medicina aparece entrecomillado en cuanto
que no puede hablarse de ésta como ciencia en el mundo antiguo. Siempre que lo
utilice en este artículo se hallará referido a aquellos recursos médicos que ofrezcan un
cierto paralelismo con la medicina actual.
10 El termalismo terapéutico tuvo una gran difusión en el mundo antiguo. En Plin.,
N.H. XXXI, 32, y XXXVIII, 55; Vitrub., VIII, 3, 4-5; Cels., I, 4, II, 17; III, 21;
Galen., Meth.Med. X, 10; XI, 10; Plin., Ep. IX, 36, etc., hallamos algunos testimonios
sobre las aplicaciones médicas de las aguas termales. Además, constituía uno de los
mayores atractivos para los viajes «turísticos» de los romanos ver J.N. Robert. Los
placeres en Roma, Madrid 1992, p. 155.
11 J.M. Blázquez, Diccionario de las religiones prerromanas de Hispania, Madrid 1975, p.
161 ss.; Idem, “El culto a las aguas en la Península Ibérica”, en Imagen y mito, Madrid
1977, p. 307-330; J.M. Blázquez, M.P. Gelabert, “Recientes aportaciones al culto a
las aguas en la Hispania romana”, Espacio, tiempo y forma, Serie II, 5 (1992), pp. 121131. Ver también en este último M. Almagro Gorbea, L. Moltó, “Saunas en la
Hispania romana”, p. 67-102; R. Olmos, Iconografía y culto a las aguas de época prerromana en los mundos colonial e ibérico, p. 103-120; L. Moltó, Tipos de agua minero-medicinales
en yacimientos arqueológicos de la Península Ibérica, p. 211-228; C. Martín, La estructura
geológica de la Península Ibérica y sus aguas termales, p. 231-251.
8
9
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
26
bastante frecuenre entre los autores clásicos 12 (el de la
amputación de un elemento corrupto de la sociedad para
salvar del contagio al resto), el antioqueno nos refiere otro
procedimiento médico 13. En cuanto al campo de la farmacologia, poco es lo que encontramos en su obra, como poco
es también lo que encontramos en la medicina antigua 14. En
XXII, 8, 28, de nuevo en un excursus geogrático, Amiano menciona para la región del Volga la existencia de una raíz que
ofrece diversos usos medicinales. ¿Le habría servido esta raíz
al emperador Constancio II para combatir las fiebres que le
provocaron la muerte en Cilicia, cuando se hallaba camino de
enfrentarse a su primo Juliano por el trono? En XXI, 15, 2 se
nos dice que ningún fármaco que se le suministró al gobernante surtió efecto alguno.
Porque, sin duda alguna, siempre resulta mejor prevenir
que curar. Y en el campo de la prevención Amiano nos
ofrece algún consejo al respecto. En XXI, 16, 5-7, al
hablarnos de1 antes mencionado Constancio nos dice qu e
conservó durante su vida una salud de hierro gracias a la
frugalidad de la que hacía alarde. Y es que, según nuestro
historiador, ya los médicos de la época aconsejaban la parquedad en el comer 15, en el beber y en la vida sexual para
Cic., De offic., I I I , 22: Tac., Hist, I I , 2 8 : Anon. Reb. Bell , X X l, 1 (sobre
este último véase el comentario al pasaje que ofrece la edición de A. Giardina,
1989, p. 106).
13 Amm.Marc., XVII, 5, 7: “Postremo si morern gerere suadenti ouleris recte, contemne partem
exiguam, semper luctificam et cruentam, ut cetera regas securus, prudenter reputans medellarum
quoques artifices urere nonumquam et secare et partes corporum amputare, ut reliquis uti liqueat
integris,, hocque bestias factitare”.
14 Ver, por ejemplo, L. Taborelli, “Aromata e medicamenta in Plinio (parte
prima)”. Athenaeum 1991, II, p. 527-562; Idem, “Aromata e medicamenta exotica in
Plinio”, Athenaeum 1994, I, p. 111-152.
15 Regla que no seguirían los altos funcionarios de palacio quienes, según
Amm.Marc., XII, 4, 4, se entregaban a fastuosos y desenfrenados festines antes de
que Juliano pusiera orden y concierto. Probablemente en estos banquetes se
12
27
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
conseguir una vida prolongada 16. El hijo de Constantino no
sólo guardó esas reglas, sino que además, según aparece en el
fragmento, gustaba del sano habito de comer abundante
fruta (¡Qué actual!). Para complementar tales medidas, nada
mejor que desarrollar una vida al aire lib re, en contacto con
el sol 17, el aire puro y la naturaleza, elementos que, en
conjunción con una dieta adecuada 18, y algunas costumbres
como la de no tomar baños cálidos, hacen de los
montañeses tracios unas gentes sanas y robustas (XXVII, 4,
14).
Sin embargo, nunca son pocas las precauciones, sobre todo
frente a enfermedades altamente contagiosas y que pueden
llegar a convertirse en fulminantes. Por ejemplo, en el pasaje
XIV, 6, 23-24 el antioqueno nos relata las medidas que
toman los aristócratas en la propia Roma cuando un familiar
o conocido contrae uno de estos padecimientos: en primer
lugar se abstienen de visitarlos hasta que cobran la certeza de
que ha sanado. Y si mandan a algún esclavo para que ob tenga noticias del convaleciente, aquél no entrará en la casa
de su señor sin haberse bañado antes de forma concienzuda,
a fin de que cualquier amenaza del peligro quede neutraliza consumirían platos regios, como el de la vulva y mamas de cerda, que el propio
Juliano rechazaba, prefiriendo siempre el tosco rancho de los soldados (XVI, 5, 3).
Según Plin., Nat.Hist. VIII, 209, aquel platillo sería prohibido en todas las leyes
suntuarias promulgadas en Roma.
16 Amiano destaca esta cualidad en su admirado Juliano, XXV, 4, 2-6. Al respecto,
vid. R.C. Blockley, op.cit., p. 89; R. Seager, Ammianus Marcellinus. Seves studies in his
language and thought, Columbia 1986, p. 18-19.
17 El que Amiano aconseje el sol puede hallarse en relación con sus propias
creencias religiosas, de clara raíz heliocéntrica. Acúdase a P.M. Camus, op.cit., p. 133
ss; A. Solari, “Particolarismo religioso bizantino di Ammiano”, Att.Acc.Naz.Linc. IV
(1949), p. 502-508, etc.
18 En Diod.Sic., III, 17, 5, se nos habla del pueblo de los ictiófagos, el cual
desconoce la medicina, aunque rara vez sus miembros contraen enfermedades
gracias a la simplicidad de su dieta.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
28
do 19. Porque podría ocurrir que se tratase de la peste, la
temible muerte negra que había causado el óbito no ya de la
masa de la población, sino además de personaje ilustres
corno Marco Aurelio 20. ¡Y pobre de todo aquel que llegue a
contraerla! Comenzará por mostrar los síntomas que Amia no describe en XIX, 4, 2 al hablar del sitio de la plaza romana
de Amida por los persas: accesos de tos y padecimientos en
los ojos si el aquejado vive en zona húmeda y pantanosa;
por el contrario, sufrirá el doliente fiebre lenta e inflamación
general si vive en una región cálida (en la que el desarreglo
será mayor a causa de la perniciosa influencia de la sequía) 21.
Y dependiendo de qué tipo de peste se trate, así se experimentarán unos transtornos u otros. Amiano distingue hasta tres
tipos: pandemus (propio de zonas secas y que se caracteriza por
provocar intensas fiebres), epidemus (que ofusca la visión y altera
los humores corporales) y loemodes (menos frecuente, pero que
fulmina como el rayo a quien lo padece). Por último, y por lo
general, llega la muerte, haciendo estragos en hombres e incluso
en anímales 22. La verdad es que el hombre romano supone
Naturalmente hay que observar este relato dentro de la ácida crítica a la que
Amiano somete a parte de la nobilitas. Al respecto, vid. por ejemplo A. Cameron,
“The Roman friends of Ammianus”, J.R.S. LVI (1964), p. 15-28.
20 Amiano ofrece un curioso origen de aquella famosa y terrible peste, que tantas
muertes costara en los años ochenta del siglo II dC. En su excursus sobre los persas
(al respecto puede consultarse J. Signes, “El excursus de los persas de Amiano
(XXIII, 6)”, Veleia VII (1990), p. 351-375) aparecen los soldados de Vero saqueando un templo. En él encuentran un agujero del que escapa el virus, allí contenido
por la magia de los caldeos. En SHA, Ver. VIII, 1-2, hallamos más noticias
relacionadas con esta epidemia.
21 Amiano recoge algunas teorías curiosas sobre los desencadenantes de la peste:
corrupción del aire o del agua, viciada ésta por la putrefacción animal u otras
causas, variaciones atmosféricas o supresión repentina de la sudoración por
condensación del aire a través de ciertas emanaciones terrestres.
22 En la Ilíada I, 50, Homero afirma que la enfermedad afectaba en primer término
a mulos y a perros.
19
29
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
una presa fácil para las enfermedades 23, sobre todo si éstas
revisten una gravedad importante 24. ¡Qué se lo digan, si no,
al decurion Severo: embajador de la norteafricana Leptis Magna
que viaja hacia la corte para protestar ante el emperador por el
descuido que sufre su provincia (ataques nómadas, rapacidad
de los altos funcionarios estatales)25, cuando llega a Cartago contrae una letal enfermedad que acaba rápidamente con su vida.
Pero en la Antigüedad existen otros recursos (también hoy
día, en eso no hemos avanzado) que gozan del mismo prestigio (e incluso mayor) que los tratamientos que hemos acordado en llamar “científicos”: se trata de los sobrenaturales y divinos. Y en Amiano hallamos cuatro ejemplos. En XIV, 8, 3, se
nos habla de los poderes curativos de los manes de Mobso
(argonauta que formó parte de la tripulación de Jasón en la
búsqueda del vellocino de oro), allá en la región de Cilicia.
En otra ocasión, XVI, 8, 2, nuestro historiador nos informa de
un remedio que hasta la medicina de la época daba por válido:
los ensalmos de una anciana para curar dolencias. Este tipo de
cura llegará a ser perseguido en tiempos de Constancio II 26.
Ello lo comprobamos en las Res gestae, en XXIX, 2, 26, donde
otra anciana es condenada a la pena capital por c urar unas
A. Scobie, “Slums, sanitation and mortality in the Roman world”, Klio 68 (1986),
p. 399 ss. Curiosamente, según Amm.Marc. XXIII, 6, 18, los eunucos se diferenciarían del resto de los mortales frente a las enfermedades más dañinas. Para los
eunucos en Amiano véanse P. Redondo Sánchez, J. Bartolomé Gómez, “La valoración de los eunucos en Amiano Marcelino: el significado del elogio de Euterio”,
Veleia 11 (1994), p. 259-268; R.C. Blockley, op.cit., p. 142 ss.
24 El caso de la muerte de Valentiniano I resulta significativo. Aquejado, al parecer,
de una apoplejía (Amm. XXX, 8, 11), los médicos no pueden atenderle porque se
hallan ocupados afrontando una epidemia desatada en la zona y que estaba costando muchas vidas (sobre todo entre los soldados). Así pues, al emperador no parece
matarle una enfermedad que le afecta directamente, sino indirectamente.
25 J.F. Matthews, The Roman Empire of Ammianus, London 1989, p. 383 ss.
26 C.Th., IX, 16, 4-6. Incluso los miembros de la aristocracia que acudieran a este
tipo de remedios podían ser condenados a muerte.
23
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
30
fiebres de su hija a través de estos encantamientos. Pero más
sofisticado es el curioso intento de curación de un padecimiento estomacal llevado a cabo por un muchacho en los baños
públicos, consistente en recitar las siete vocales griegas 27. El
joven fue acusado, torturado y decapitado.
Desconocemos el poder curativo de estos recursos sobre naturales. Lo cierto es que los enfermos acudían a ellos en
busca de la solución a su problema . La raíz del asunto podemos
encontrarla, quizás, en el mismo punto de partida por el
cual alguien de hoy en día acude a un curan dero o a un
sanador: la incompetencia y la incapacidad de la medicina
“científica” para aportar una curación. De este último aspecto
nos habla Amiano en tres ocasiones. En XXV, 3, 7, los médicos
se muestran incapaces de afrontar la mortal herida que
Juliano 28 había recibido en combate contra los persas 29. En
XXXI, 13, 14, en el contexto de la batalla de Adrianópolis, sin
duda alguna el hecho histórico protagonista de la obra de
Amiano 30, se nos dice que Valente, al huir del campo de
Amm.Marc., XXIX, 2, 27. Estas vocales constituían, en relación con los siete
planetas entonces conocidos, la base de la magia blanca.
28 La figura del médico fue bastante denigrada en la antigua Roma. En Sen., De
benef. II, 13, 2, los hallamos equiparados a otros oficios bastante mal vistos como el
de comerciante o el de tratante de esclavos, personajes interesados que sólo se
movían por el beneficio que podían extraer de sus servicios. Al respecto, vid. A.
Giardina, “El comerciante”, en A. Giardina et alii, El hombre romano, Madrid 1991, p.
305. Sobre la figura del médico en Roma véanse M. Kobayashi, “The social status
of doctors in the Early Roman Empire”, en T. Yuge, M. Doi (eds.), Forms of control
and subordination in Antiquity, Leiden-New York- København-Köln, 1988, p. 416419; J. André, Être médecin à Rome, Paris 1987. Sin embargo, Juliano los apreciaba
bastante, como puede apreciarse en algunas de sus cartas. Véase J.M. AlonsoNúñez, “Notas sobre el epistolario y las poesías del emperador Juliano”, H.Ant. II
(1972), p. 56.
29 Véase también Zos., N.H. III, 29, 1.
30 Sobre Adrianópolis véase N.J.E. Austin, “Ammianus´account of the Adrianople
campaign. Some strategic observations”, A.Class. XV, (1972), p. 77-83; T.S. Burns,
Barbarians within the gates of Rome. A study of Roman military policy and the barbarians, c.
27
31
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
batalla, se refugia en una casa donde será atendido de sus
heridas por manos inexpertas. Probablemenre el gobernante
habrá salido malparado de estas curas de no ser porque in mediatamenre llegó el enemigo para dar m uerte a los refugiados. Y si puede hablarse de inexperiencia en el mundo de
la medicina antigua, según el juicio de Amiano, es precisa mence en el caso de los bárbaros31. Este constituiría otro de
los muchos defectos del tópico de las externae gentes 32. Tal
inexperiencia se traducía, en ocasiones, en el rapto de indi viduos civilizados para que complementasen esa deficien cia, sobre todo de mujeres, las cuales solían contar entre
sus conocimientos habituales el de las artes médicas más
elementales 33.
375-425 AD, Indianapolis 1994, p. 1-42; Idem, “The battle of Adrianople: a
reconsideration”, Historia 22 (1973), p. 336-345; H. Delbrück, History of the Art of
War. The Germans, London 1980, p. 269-284; M. Pavan, “La battaglia di Adrianopoli
(378) e il problema gotico nell´Impero Romano”, StudRom. 28 (1979), p. 153-168; A
Solari, “Il consiglio di guerra ad Adrianopoli nel 378”, RFIC 1932, p. 501-505; M.
Speidel, “Sebastian´s Strike Force at Adrianople”, Klio, 78, 2 (1996), p. 434-437; J.
Straub, “Die Wirkung der Niederlage bei Adrianopel auf die Diskussion über das
Germanenproblem in der spätromischen literatur”, Philologus 95 (1942), p. 255-286.
31 El famoso caso del médico, y gran amigo de Juliano, Oribasio así lo demuestra.
Desterrado, tras la muerte del Apóstata, a tierra de bárbaros, gracias a sus artes
médicas fue venerado entre ellos casi como un dios. Ver J. Penella, Greek philosophers
and sofists in the Fourth century A.D. Studies in Eunapius of Sardis, Wiltshire 1990, p. 112114.
32 Amiano fue, como todos los intelectuales clásicos (aunque en mayor medida), un
autor hostil a los bárbaros. Sobre el tema pueden consultarse S. Bonani, “Ammiano
Marcellino e i Barbari”, RCCM XXIII, 1981, p. 125-142; E. Frezouls, “Les deux
politiques de Rome face aux Barbares d´aprés Ammien Marcellin”, en Crise et
redessement dans les provinces Europeennes de l´Empire, Strasbourg, 1983, p. 175-197 ;
T.E.J. Wiedemann, “Between men and beasts: barbarians in Ammianus Marcellinus”, en Past perspectives. Studies in Greek and Roman Historical writting, ed. by I. Moxon,
Cambridge 1986, p. 189-221.
33 Alonso del Real, C., Esperando a los bárbaros, Madrid 1972, p. 157; véase también
D.R. Abbot, Germanic attitudes toward the Roman Empire, San Diego 1978, p. 3.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
32
De todos modos, no puede negarse que los antiguos dedicaron bastantes esfuerzos al conocimiento de la medicina. El
mismo Amiano nos lo refiere al hablarnos del prestigio de la
escuela médica de Alejandría34. Y además existieron otros grandes centros de investigación medica35, como la misma Roma,
Pérgamo (cuna de Galeno 36) o Antioquía (aspecto este último,
paradójicamente, no citado por Amiano). Asimismo observamos
en el texto amianeo algunos pasajes realmente curiosos sobre
técnicas v disciplinas médicas que catalogaríamos de actuales y
que en el siglo IV tienen un tosco paralelismo. Por ejemplo,
en el campo de la ginecología obtenemos un llamativo equivalente de la ecografia de nuestros días. En XXIX, 2, 5 encontramos al ilustre notario Basiano, recurriendo a la magia para
conocer por anticipado el sexo del niño que le había de nacer
de su mujer embarazada. A causa de esto le fueron confiscados
sus bienes y a poco estuvo de ser condenado a muerte. Y dentro de la dermatología descubrimos un tratamiento capilar en
XXX, 5, 11: a Faustino le costará la cabeza el haber sacrificado
ritualmente a un asno para curar su alopecia. Tampoco faltan
referencias a la psicología clínica: ya los filósofos antiguos, según
Amiano, destacaban la irascibilidad a la que eran propensos los
enfermos 37. Otro aspecto de “psicología clínica” de la época sería el miedo, ya en su vertiente negativa en cuanto que puede
Amm.Marc. XXII, 16, 18. Véase J. Scarborough, “Ammianus Marcellinus XXII,
16, 18: Alexandria´s medical reputation in the Fourth Century”, Clio Medica, 1969, 4,
pp. 141-142. No aceptado, en parte, por V. Nutton, art.cit., especialmente p. 170
ss., quien ve en Amiano cierta reserva respecto a la cualificación de los médicos de
su tiempo. De todos modos Egipto, como tierra bárbara aunque idealizada por los
autores griegos, aparece en la Antigüedad como tierra de médicos por excelencia.
Vid. F.J. Gómez Espelosín et alii, Tierras fabulosas de la Antigüedad, Alcalá de Henares
1994, p. 182.
35 V. Nutton, art.cit., p. 171.
36 Sobre este pionero de la medicina científica puede detallarse la bibliografía
detallada en el monográfico del nº 14 de la revista Tempvs.
37 Sen., De ira I, 13, 5; II, 19, 4.
34
33
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
provocar un infarto (caso del extesorero de Tracia, Salias que,
cuando iba a ser conducido a un interrogatorio, presumiblemente con tortura de por medio, cae fulminado por el terror
que el hecho le inspiraba), ya en su vertiente terapéutica . Tal
es el caso del antes citado Valentiniano, quien sufría repentinos
accesos de terror hacia cualquier posible peligro que pudiera
amenazarle. Como este gobernante solía dejarse dominar por
terribles estados de cólera 38, cuando su magister officiorum Remigio
(que conocía tales accesos) le veía enojado, le hablaba de las
últimas noticias sobre los inquietantes movimientos bárbaros
en la frontera. El miedo, entonces, aplacaba la ira del empera dor. Un tratamiento “de choque” (que diría cualquier psicote rapeuta de nuestros días), pero que ofrecía buenos resultados.
Por último, en el terreno de la medicina de urgencia, asistimos
en XXX, 6, 4-5, a una autentica cura a vida o muerte sobre un
Valentiniano moribundo (véase nota 38), en la que para in tentar salvarle el médico, que llega tarde, le practica una sangría. Aunque tal remedio no sirvió para nada, puesto que no se
obtuvo ni una gota de sangre: siguiendo a Amiano, el frío de
Germania había obstruido los vasos sanguíneos llamados haemorrhoidae (vasos que nuestro autor no identifica con claridad).
En síntesis, una obra de un carácter tan amplio como la de
Amiano Marcelino, tenía necesariamente que tocar el tema de
la medicina antigua a lo largo de sus páginas, sobre todo en la
turbulenta época en que le tocó vivir, en la que el recurrir
(como se había hecho tradicionalmente) a la magia para usos
médicos era utilizado como arma política para de rribar a adversarios y disidentes. De igual manera, también en los excursus
etnográficos y geográficos de dentro y fuera del Imperio hallamos noticias sobre la medicina. En suma: sus Res gestae, que ya
resultan de gran utilidad para conocer distintos aspectos sociaAmm.Marc. XXX, 6, 3 y 6. Parecen ser los síntoma inequívocos de una apoplejía,
causada por un acceso de ira.
38
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
34
les, políticos, económicos, religiosos y culturales del Bajo
Imperio, también contribuyen a aportar algo de luz sobre un
tema tan difícil de estudiar como es el de la medicina antigua 39.
39
V. Nutton, art.cit., p. 165.
In vino civilitas: los bárbaros y el vino en Amiano.
“Duos sunt liquores humnais corporibus gratissimi: intus vini, forei olei”1.
Esta frase lapidaria de un buen conocedor del tema que aquí tratamos
sirve para introducirnos en el primer punto que, necesariamente, ha
de tocar este trabajo: el vino en el mundo antiguo.
Beber vino en la Antigüedad guarda poco parecido con hacerlo
hoy día. En aquellos lejanos siglos del universo grecolatino, el vino
supone el encuentro de una práctica cultual (Dionisio-Baco, ritos
funerarios) y de una práctica social (el espacio del banquete) 2. Acto
colectivo, en cualquier caso, medio de cohesión social entre iguales,
instrumento de presión política, marco ideal de conversación de
variadísimos temas filosóficos y políticos, así como de juegos y
protagonismo de hetairas, el simposio griego, más tarde recogido por
los romanos, relacionaba “algo hoy tan trivializado como la bebida
del vino con una serie de complejos montajes simbólicos, pero
PUB.- en Romanobarbarica 16 (2000-2002), p. 77-95.
1 Plin., N.H., XIV, 150.
2 R. Étienne, “Ausone et le Vin”, en De Tertullien aux Mozarabes, Vol. I, Antiquité
Tardive et Christianisme Ancien (IIIe-Vie siècles). Mélanges offerts à Jacques
Fontaine. Paris 1992, p. p. 515; para el banquete en tiempos de la consolidación de
los reinos bárbaros altomedievales, vid. M.L. Angrisani Sanfilippo, “Un contrasto
tra Longobardi e Gepidi: Paul.Diac., Hist.Lang., I, 24” Romanobarbarica 12 (19921993), p. 157 ss; W. Goffart, “Foreigners in the Histories of Gregory of Tours”,
Florilegium 1980, 2, p. 81 y 84.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
36
también de infraestructuras para garantizar un uso adecuado del
mismo”3.
Lo miremos por donde queramos, el consumo del vino en ese
período cronológico que se extiende desde Homero hasta los tiempos
de las grandes invasiones bárbaras se caracteriza por un fuerte sentido
comunitario y por un poderoso simbolismo religioso. Como alguien
ha apuntado, “los griegos no inventaron el vino. Hicieron algo mejor:
al atribuírselo a Dionisios como dios particular, lo hicieron inmortal”4. La espiritualidad que concede la euforia saludable, la participación pasajera de la inmortalidad de los dioses al tomar la sangre de
la vid, el sentimiento de comunión que aporta el que se trate de una
bebida inventada por Dionisios por amor al género humano, el ritual
de su consumo, tan importante como el valor del mismo caldo,
elementos todos en suma que se constituyen en atributos que
convierten al vino en uno de los alimentos más simbólicos de todos
los tiempos5. No en vano, como religión mediterránea, el cristianismo
recogerá el testigo pagano y elevará al jugo fermentado de la uva a la
categoría de elemento esencial de sus misterios6.
Asimismo, no se agota ahí su valor para los hombres y mujeres del
mundo antiguo. Las propiedades curativas que se le atribuyen son
afirmadas por los distintos tratadistas clásicos. Plinio el Viejo insiste
repetidas veces en tal cuestión7. Incluso se aconsejaba su prescripción
A.J. Domínguez Monedero, “Del simposio griego a los bárbaros bebedores: el vino en Iberia y su imagen en los autores antiguos”, en Arqueología del Vino. Los
orígenes del vino en Occidente, S. Celestino Pérez ed., Jerez de la Frontera 1995, p. 29.
4 M. Toussaint-Samat, Historia natural y moral de los alimentos, vol. 3, Madrid 1987, p.
67.
5 Ibidem, p. 82-84.
6 Ibidem, p. 71.
7 Plin. N.H., XIV, 58; 96; 143; XXIII, 51
3
37
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
para remediar ciertas dolencias y enfermedades de los niños8.
Además, autores como Ateneo consideraban al vino cocido como
uno de los principales condimentos que el cocinero griego o latino
debía tener a su alcance9. Sanación y virtuosismo culinario son, pues,
algunas de las manifestaciones de aquél, nuestro protagonista, en la
antigua cultura mediterránea; manifestaciones, por otra parte, que
sirven para distan-ciar nuestro consumo del mismo del que
practicaban los habitantes de la Hélade o los hijos de Roma.
Sin embargo, todo este contenido simbólico-religioso, toda su
significación social, todo su valor práctico acontece en un determinado contexto vital e ideológico, fuera del cual nada de lo anteriormente expuesto tiene sentido. Ese contexto es el que sitúa al vino
como uno de los estandartes de la civilización o, si se quiere, el que
sirve para diferenciar al ser civilizado (aquél que vive en las riberas del
Mare Nostrum, partícipe de una cultura milenaria de ciudades, agricultura productora de excedentes, derecho y literatura escritos que sancionan unas relaciones sociales de desigualdad, costumbres refinadas
en el vestir, el comer, el beber, el hablar y el comportarse en público y
en privado, que separan al hombre del reino animal) del que no lo es;
la segregación del griego o del latino de su antítesis: el bárbaro. La
distinción, en pocas palabras, entre el orden y el caos.
Efectivamente, las fuentes escritas nos refieren una apreciable
cantidad de noticias sobre los bárbaros bebedores de vino10 (producto
H. D´Arms, “Heavy drinking and drunkness in the Roman world: Four questions
for historians”, en In Vino Veritas, ed. by O. Murray and M. Teçusan, Oxford 1995,
p. 308-312.
9 M. Toussaint-Samat, op.cit., p. 109 ss.; para el vino como importante alimento en la
Antigüedad vid. F. Quesada Sanz, “Vino y guerreros: banquete, valores
aristocráticos y alcohol en Iberia”, en Arqueología del vino..., p. 284, n. 36.
10 Para una completa relación de las mismas vid. Archéologie de la Vigne et du Vin,
Caesarodonum XXIV, Paris 1990, en concreto la introducción al coloquio de R.
Chevallier, p. 3-6.
8
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
38
civilizado y, por lo tanto, civilizador), ya desde la época de Homero 11
hasta las postrimerías del mundo tardoantiguo, convirtiéndose con el
tiempo en uno de los grandes y duraderos tópicos literarios12. Y
Amiano Marcelino, como autor del “libro más insigne y meditado
que produjo el Bajo Imperio”13 no iba a mantenerse al margen del
asunto.
Sin entrar aún en la obra del antioqueno, y respecto al vino, el
bárbaro es tal en cuanto que:
1) No lo sabe producir y solo lo poseen a través de conductos muy
particulares (comercio, saqueo...).
2) Cuando lo obtienen, no lo consume de forma civilizada
(simposio). Asimismo, el vino que ingiere no suele atenerse a los
patrones de calidad de los que producen griegos y romanos; a veces
ni siquiera se elabora con jugo de uva (vina ficticia).
3) Al beberlo de forma incivilizada, entra en un estado de locura y
desorden que le convierte en un ser amenazador y peligroso.
4) La observación de estas manifestaciones da lugar a unos
“prejuicios de los autores grecolatinos, ellos mismo consumidores de
vino según unas ceremonias sumamente precisas, que suelen ser por
ellos interpretadas como “civilizadas”, excluyendo por tanto de tal
carácter a los que no encajan con ellas”14. Pero vayamos por partes.
Los bárbaros desconocen el arte del cultivo de la vid por un
motivo muy concreto: tal cultivo es uno de los más complejos que
Vid. la referencia al comercio de vino griego con los bárbaros en Hom., Odis., IX,
165.
12 M.B. Lançon, “Vinolentia: l´ivrognerie en Gaule à la fin de l´Antiquité d´après les
sources litteraires”, en Archéologie de la Vigne..., p. 155-158.
13 S. Mazzarino, El fin del mundo antiguo, Méjico 1961, p. 46.
14 A.J. Domínguez Monedero, art.cit., p. 50.
11
39
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
existían en el mundo antiguo15. Más rentable, en época romana, que el
cereal16, la viña requiere unas condiciones precisas para su prosperidad: naturaleza del suelo, clima, pendiente, Altitud (no se aconseja
más de 300 metros sobre el nivel del mar)17. El frío (cuando no la
indolencia de ciertos pueblos) obstaculiza su crecimiento 18. La idea se
nos aparece de forma muy clara. Sólo las tierras ribereñas del Mare
nostrum (civilización), llanas, de clima benigno, contrapuestas a los
hostiles territorios allende el limes (barbarie), resultan aptas para el
óptimo desarrollo de la vid19. La simplicidad, la indolencia natural,
unidas a las limitaciones impuestas por el medio físico, imposibilitan
el autoabastecimiento de tan preciosa bebida por los bárbaros. Y
cuando, por el “milagro” de la aculturación, consiguen obtener fruto
de sus esfuerzos, el resultado consiste en una producción de pésima
Colum., 5, 7, 1. En 2, 12, 17, el tratadista apunta que los cereales requieren una
labor de 42 jornadas por hectárea y año, mientras que la vid necesita seis veces esa
proporción (en realidad, la relación adecuada sería de 147 jornadas por hectárea y
año, es decir, cuatro veces lo recomendable para los cereales).
16 M., Weber, Historia agraria romana, Madrid 1982, p. 164; M.C. Amouretti, “La
viticulture antique: contraintes et choix techniques”, R.E.A. XC, 1-2 (1988), p. 517.
17 M. Toussaint-Samat, op.cit., p. 69.
18 A.J. Domínguez Monedero, “El vino y los pueblos del Norte de la Península
Ibérica: aproximación histórico-arqueológica”, en Actes del I Colloqui d´Arqueología
Romana. El vi a l´Antiguitat. Economia, producció i comerç al Mediterrani occidental, Badalona, 1985, p. 377. Sobre Strab., III, 4, 16 vid. R. Étienne, art. cit., p. 512 (según Ausonio): “Un vignoble pour être de qualité, exige une main d´ouvre savante, où les
recettes de labour de taille passent de famille en famille. Le vin est oeuvre humain”.
19 La civilización como producto de las tierras llanas en los alrededores del
Mediterráneo (y como constante en la Antigüedad), frente a las zonas montañosas
o boscosas del interior de Europa, guaridas de bandoleros, bárbaros y salvajes, es
una constante literara de la Antigüedad. Vid. P. Garnsey, R. Saller, El Imperio
Romano. Economía. Sociedad. Cultura, Barcelona 1990, p. 15-31. En el mismo Amiano
encontramos abundantes y claros ejemplos de esta antítesis cultural entre llanuramontaña.
15
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
40
calidad20. “Les meilleures vins coïncident, donc, avec le monde civilisé
et la zone de climat tempéré ou ses alentours”21.
¿Cómo obtienen estos bárbaros, entonces, el vino? Mediante dos
procedimientos: o bien se lo compran a sus civilizados vecinos o bien
lo roban.
En el deseo de poseer el vino, los jefes bárbaros centroeuropeos
ofrecen a los mercaderes riquezas muy superiores a su valor real22. Y
éstos, “impulsados por el amor al dinero que les caracteriza, creen
que el amor al vino que sienten estos galos es un regalo del cielo para
ellos”23. Así, desde antes de la época de Augusto, tales mercaderes
cruzarían el Rhin24 para hacer su agosto a costa de la sed insaciable de
los bárbaros25. Cuando no media el comercio para su obtención, los
bárbaros intentan tomarlo por la fuerza26.
No hallamos en Amiano ninguna noticia sobre el comercio de
vino con las externae gentes, ni tampoco sobre el robo de tal mercancía.
Lo más cercano que extraemos consiste en una alusión al desconocimiento del vino por algún que otro pueblo translimitáneo, como
J.C. Bermejo Barrera, “La Geopolitique de l´ivresse dans Strabon”, D.H.A. 13
(1987), p. 120.
21 Ibidem, p. 122.
22 A.J. Domínguez Monedero, “Del simposio griego...”, p. 40.
23 Diod.Sic., V, 26, 2-3 (para el caso de los galos). Para el ansia de vino de los
germanos vid. Tac., Germ., 23: “Beben un líquido que obtienen de la cebada o del
trigo y que, al fermentar, adquiere cierta semejanza con el vino. Los ribereños
compran también vino... Frente a la sed, no mantienen igual moderación; si
favoreces su embriaguez suministrándoles cuanto deseen, se les vencerá por sus
vicios no menos fácilmente que con las armas” (trad. de J.M. Requejo). A. Momigliano, op.cit., p. 92: “Fue Masalia la que proveyó a los jefes celtas de una nueva, más
excitante forma de embriagarse en sus más famosos banquetes, organizados jerárquicamente: el vino restó prestigio al aguamiel y la cerveza”.
24 O. Brogan, “Trade between the Roman empire and the free Germans”, J.R.S. 26
(1936), p. 218.
25 Dio.Cass., LI, 24, 2 (acerca de la insaciabilidad de vino de la raza escita).
26 Dio.Hal., XIII, 10-11; Plut., Cam., XV; LIV, V, 33.
20
41
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
puede ser el caso de los sarracenos (14. 4. 6). Las referencias del
antioqueno van a referirse, más propiamente, a la forma en que lo
consumen y los efectos que ello les causa.
Obtenido el vino por los nocivilizados, entramos en el terreno de
la forma de su consumo. Como ya he mencionado antes, el mundo
civilizado tiene su manera perfectamente reglamentada para beber el
vino; ésta es la que se da en el ámbito del simposio. Y la clave de tal
acto la constituye la mezcla de aquél con el agua. Porque si existe una
regla de oro en el simposio, ésta es no beber jamás el vino sin aguar,
puro. “El beber vino puro es algo que suele quedar reservado a los
bárbaros o los que se comportan como ellos, o a los locos o que
enloquecen a causa de ello o a los malvados” 27. Hay alguno que
afirma que el hecho de aguar el vino constituyó “el único punto de
unanimidad entre los griegos, quienes jamás se pusieron de acuerdo
en nada más”28.
La mezcla tiene una razón de ser evidente. Además de garantizar
una mayor duración del festejo, la mixtura vino-agua garantiza una
mayor suavidad y bondad de los efectos del vino: en pocas palabras,
se consigue un equilibrio, una ausencia de desorden, de caos, un
“efecto civilizador”29. Civilización es sinónimo de orden, de racionalidad, de equilibrio, de decorum (entendido como el control del gesto
físico, conectado con el control del propio comportamiento 30). Beber
el vino puro se convierte en una desviación de la borrachera31, en el
abandono de todas las virtudes antes mencionadas, en el antisim-
A.J. Domínguez Monedero, “Del simposio griego...”, p. 32; M.P. Villard, “Les
Barbares et la boisson”, en Archéologie de la vigne..., p. 250.
28 M. Toussaint-Samat, op.cit., p. 73.
29 A.J. Domínguez Monedero, “Del simposio griego...”, p. 31.
30 J.H. D´Arms, art.cit., p. 304; para el concepto de decorum vid. Cic., De offic., I, 93106.
31 P. Villard, “Le mélange et ses problèms”, R.E.A. 1-2 (1988), p. 20.
27
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
42
posio32. El vino puro lleva a la pérdida del dominio sobre el comportamiento y degrada el bagaje moral de la persona. Para ciertos
autores cristianos de la Antigüedad Tardía, “la beuverie est un acte de
bestialité”33: los ebrios se convierten en fornicadores, idólatras y
pecadores.
Pero tal idea ha de entenderse en su verdadera significación. El
concepto de decorum forma parte del patrimonio de la elite. Es esta
elite la que ve en el orden y en el equilibrio la salvaguarda de su
status, su prestigio y, sobre todo, sus bienes. Cuando el educado
escritor del orden senatorial describe a una horda bárbara embriagada
de vino puro hemos de dar por hecho que también está pensando en
sus latifundios incendiados, en sus pertenencias saqueadas y sus
sirvientes (y tal vez sus familiares o él mismo) asesinados. Volvemos a
lo de siempre: pérdida de control, brutalidad, salvajismo, locura 34, en
fin, la serie completa de los atributos de la amenazadora barbarie, esta
vez provocados por el incorrecto consumo del vino.
Sin embargo, no podemos quedarnos en este punto. Sería demasiado simple reducir la cuestión al temor a la pérdida de las
posesiones materiales o al atentado a la integridad física del miembro
de la nobilitas. Aquí hay mucho de prejuicio cultural y de contenidos
ideológicos que apoyan un status quo social determinado. En síntesis,
de elementos de diferenciación. A fin de cuentas, el vino puro se
llegaba a prescribir como medicina35. Pero no únicamente éso: la
embriaguez no sólo provocaba la conducta desordenada, sino
M.P. Villard, “Les Barbares...”, p. 251: “Par ses pratiques, son environnement
d´inculture, d´excès ou de folie, la boisson barbare correspond au deploiement
d´un anti-symposion”.
33 M.B. Lançon, art.cit., p. 160.
34 J.H. D´Arms, art.cit., p. 305: “Wine and wine-drinking hold special fascination
for moralists, philosophers and others members of the educated elite, owing in part
to their inherent potential for danger -for wine causes inhebriation, a consequent
loss of Control over other appetites, and hence constitues a special threat to the
breaching of propriety”.
35 Vid. nota 31.
32
43
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
también “la inspiration qui conduit les hommes à la prophétie, à la
musique, à la danse, enfin, à la libération de l´âme” 36. Incluso para
Horacio, quien atribuyó al vino el origen del egoísmo ciego, la vana
soberbia y la violación de la fides37 (rasgos tópicos que los clasicos
aplicaron constantamente a los bárbaros), existía también un espacio
para la stultitia brevis38, en el cual se permitía el “furor barbárico”
(causado por el vino) que, en otras ocasiones, se condenaba
rotundamente. Y para la educada elite senatorial, “the concept of
decorum was sufficiently elastic to ensure that some -perhaps mostaristocratic drinkers were never in serious danger of breaching it”39.
Después de todo, aunque la costumbre de la mezcla se venía
practicando desde tiempos de Homero40, los autores clásicos jamás se
pusieron de acuerdo en una proporción de agua y vino comúnmente
aceptada: cada uno aportó su propio parecer41. No, la transgresión no
radicaba tanto en la irracionalidad de la embriaguez como en no
aprovechar bien lo que dicha racionalidad podía ofrecer: inspiración,
olvido, hilaritas in convivio, liberación del espíritu42.
J.C. Bermejo Barrera, “La geopolitique...”, p. 128.
A. La Penna, “Il vino di Orazio: nel modus e contro il modus”, en In Vino Veritas...,
p. 272.
38 Ibidem, p. 275: “aprire le porte all´irrazionale si può, o si deve, solo in determinate e limitate occasioni: la stultitia brevis non debe diventare lunga; la invasione del
furore barbarico si addice solo ad occasioni straordinarie, come il retorno di un
amico che riemerge dalla tempestate del passato”.
39 J.H., D´Arms, art.cit., p. 305.
40 P. Villard, “Le mélange...”, p. 19.
41 Ibidem, p. 19-23, donde encontramos una detallada lista de las distintas proporciones propuestas por autores griegos y latinos.
42 J.C. Bermejo Barrera, “La geopolitique...”, p. 135: “L´erreur d´être Barbare ne
consiste pas à s´abandonner à la folie, à la manía ou à l´enthousiasmós, mais, plutôt,
à ne pas Savoir en sortir, à manquer de l´habileté pour pouvoir profiter de ses
bienfaits et affronter ses dangers”.
36
37
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
44
A pesar de la relativamente baja graduación de los vinos antiguos,
no mayor de los 14º43, probablemente su alto poder embriagador se
pudiera deber al “aderezo” de hierbas de carácter psicotrópico44. En
todo caso, cuando en la mente de los autores clásicos actúa el binomio vino puro-bárbaros, el pensamiento que resulta siempre rezuma
violencia45. Y, asimismo, el vino aparece asociado, en distintas
culturas y en diferentes épocas (asirios, helenos, etruscos, galos,
romanos), a actividades típicamente aristocráticas como la caza y el
gusto por las armas46. En síntesis, a la agresividad casi innata de los
bárbaros se sumará la que les produce el “beber a lo escita” 47, un
motivo más de inquietud tanto para las autoridades como para la
intelectualidad romanas. Pero vayamos al caso de Amiano.
A pesar de lo extenso de la obra del antioqueno, las referencias al
vino en relación con los bárbaros no resultan muy abundantes, y las
que advertimos se mueven en la línea de la literatura tópica que tanto
apasionó a los autores latinos desde tiempos de Virgilio48. Uno de los
mejores ejemplos de la narrativa tópica amianea lo constituye el que
nos describe a los galos viviendo en un perpetuo estado de embriaguez49. Compárese dicho pasaje con aquél de Diodoro de Sicilia
(B.H., V, 26), que apuntábamos antes, sobre el ansia de vino de los
galos, para constatar que nada ha cambiado con el paso de los siglos.
Es más, parece que la imagen se ha endurecido.
En este mismo pasaje se nos dice que los galos menos favorecidos
no renuncian a trasegar como sus compatriotas más pudientes, pese a
A.J. Domínguez Monedero, “Del simposio...”, p. 32.
Ibidem; M. Toussaint-Samat, op.cit., p. 85; C. González Wagner, “Psicoactivos,
misticismo y religión en el mundo antiguo”, Gerión 2 (1984), p. 38-39.
45 Plut., Dion., XXX, 3-4.
46 F. Quesada Sanz, art.cit., p. 282.
47 Herdt., VI, 84, 3: ésto es, sin rebajar.
48 J. Griffin, “Regalis inter mensas laticemque Lyaeum: wine in Virgil and others”, en In
Vino Veritas..., p. 286; M.B. Lançon, art.cit., p. 155-158.
49 Amm., 15.12.4: “obtunsis ebrietate continua sensibus”.
43
44
45
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
sus escasos medios. Más bien, se dan a otras bebidas alcohólicas,
brebajes considerados bárbaros por griegos y romanos, marginadas
del ámbito del gusto civilizado50. Plinio el Viejo las denominó vina
ficticia51: fundamentalmente la cerveza y el hidromiel. Y de entre estas
dos es la primera la que sobresale. El hidromiel, cuyo proceso de
elaboración también nos lo ofrece este autor52, era ya poco conocido
por los griegos, a no ser por su uso medicinal53. Sin embargo, “la
mención del consumo de la cerveza fue uno de los tópicos de la
historiografía clásica, utilizado para construir descripciones de pueblos bárbaros”54. Aunque siempre considerada como bebida inferior
al vino55, no se puede negar que “en todas parte la cerveza precedió al
vino en las copas”56. Su utilización variaba desde el papel de bebida
de reyes bárbaros57 hasta el uso de su espuma como cosmético 58.
Sucedáneo del vino cuando éste no se puede conseguir59, la cerveza
fue, después del genial invento de Dionisio, la reina de las bebidas
alcohólicas del mundo antiguo.
En Amiano hallamos tres referencias a las vina ficticia: la ya
mencionada de 15.12.4, bebidas fermentadas para los elementos de
baja extracción social; la que se encuentra en 24.3.12-13, describiendo
M.P. Villard, “Les Barbares...”, p. 247 ; “Le mélange...”, p. 33.
N.H., XIV, 115.
52 N.H., XIV, 113.
53 M.P. Villard, “Les Barbares...”, p. 247.
54 J.P.V.D. Balsdon, Romans and aliens, London 1979, p. 222: “In antiquity, as today,
wine was the staple drink of the Mediterranean peoples, beer of northerns”; J.C.
Bermejo Barrera, Mitología y mitos de la Hispania prerromana, II, Madrid 1986, p.
24.
55 Diod. Sic., I, 20, 4.
56 M.Toussaint-Samat, op.cit., p. 76.
57 Polib., XXXIV, 9, 14, donde se describe la suntuosidad de la mansión de un rey
ibero que posee cráteras de oro y plata, aunque llenas de cerveza.
58 Plin., N.H., XXII, 164.
59 Strab., III, 4, 16; A.J. Domínguez Monedero, “Del simposio...”, p. 59.
50
51
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
46
el extraño “vino de palma”60 de los persas y la llamada sabaia (26.8.2),
cerveza de Iliria que propiciaría un sobrenombre despectivo para el
emperador Valente: sabaiarius.
Otro episodio en el que podemos observar la afición al vino de los
bárbaros lo obtenemos en los momentos previos a la campaña persa
de Juliano, en Antioquía: las tropas auxiliares de los celtas y de los
petulantes inundan las calles de la ciudad natal de Amiano, embriagados, hartos de la carne que el emperador sacrificaba sin cesar en los
altares. Tal estado de hybris escandalizaba a la ordenada mente del
historiador, quien no dejó de criticar a su héroe, el sobrino de
Constantino, por dichos excesos61.
Antes mencionábamos la violencia que producía el consumo de
vino puro por los bárbaros. En las Res gestae encontramos un par de
ejemplos de este “furor barbárico”. En 27.4.9 se nos habla de los
odrisios62, antaño habitantes de Tracia, violentos y sanguinarios
donde los hubiese, hasta tal punto que, cuando se encontraban ebrios
de vino, no encontrando enemigos contra los que desahogar su
empuje, volvían las armas contra sus propios compañeros. Y aunque
nada se menciona de un supuesto estado de embriaguez, en 28.6.12
se nos cuenta cómo los austurianos se dedicaban, en sus expediciones
de rapiña, a cortar las viñas de la Tripolitania: un caso de destrucción
barbárica centrada, esta vez, en la fuente de la preciada bebida.
Sin abandonar la tríada vino-bárbaros-violencia, en 27.2.2
hallamos un episodio donde se refleja uno de los posibles efectos que
el vino causa en el contexto de la guerra: en concreto, en la campaña
contra los alamanes que Jovino, sustituto de Dagalaifo, llevó a cabo
en el 367 dC. Este comandante sorprende a un numeroso grupo de
Plin., N.H., XIII, 26-50, donde se describe el sistema de producción de vino de la
palmera datilera.
61 Esto ocurre en el propio elogio fúnebre de Juliano que desarrolla el antioqueno
en 25, 4, 17.
62 Amiano ya se había referido a este pueblo (ya referenciado en Tac, Ann., III, 38)
en 18, 6, 5.
60
47
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
alamanes entregados al ocio y a la bebida, y les derrota severamente.
Y, a riesgo de alejarnos del tema que nos ocupa, hemos de mencionar
que existen no pocas referencias en las Res gestae sobre los
destructivos efectos del vino sobre el ser humano 63; si nos ceñimos a
los conflictos bélicos, estas noticias tampoco faltan en el resto de las
fuentes clásicas64. “El uso de bebidas alcohólicas como medio de
enardecer a las tropas, de mitigar la tensión, e incluso de ayudar a
dormir, ha sido uno de los elementos constantes en la Historia de la
Guerra”65.
Otro ámbito en el que podemos analizar la relación entre vino y
bárbaros es el banquete. El festejo gastronómico conforma una imagen bastante utilizada por nuestro historiador66, sobre todo aquellos
que terminan en auténtica carnicería de algún/algunos invitado/ invitados. Efectivamente, el banquete se reveló, en la civilización romana,
como uno de los espacios ideales para borrar de la faz de la tierra al
disidente o elemento peligroso de turno, ya desde los tiempos de
Sertorio67. Marco perfecto para destapar conjuras (16.8.3), para manifestar rivalidades teológicas entre los obispos en Occidente (27.3.14)
o para ultimar los detalles previos de la insurrección abierta (20.4.13),
tampoco faltan en las Res gestae noticias de festines bárbaros o donde
Vayan por delante algunos ejemplos: el vino altera a la plebe (16.6.1), suelta la
lengua cuando rondan los delatores (15.3.7 y 11), adormece a todo un cuerpo de
caballería ilírica frente al enemigo persa (18.8 3), resta vigor a los sitiadores de
Aquileya al mando del propio Juliano (21.12.15), otro soldado de Juliano, borracho,
cruza un río y es apresado y muerto por el enemigo bárbaro (24.1.16), el rebelde
Firmo escapa de sus captores gracias a la embriaguez de sus carceleros (29.5.54) y,
quizás la más grave, el vino abotarga a Lupicino y éste toma una drástica decisión
que llevará a uno de los mayores desastres de la Historia del Imperio Romano:
Adrianópolis (31.5.6).
64 Plat., Leg., I, 637; Plut., Dion., 30, 3-4; Flor., I, 34, 11; Oros., Hist., V, 7, 13-14 (los
dos últimos casos se refieren a los numantinos).
65 F.Quesada Sanz, art.cit., p. 288.
66 R.C. Blockley, Ammianus Marcellinus. A study of his historiography and political thought,
Bruxelles 1975, p. 71.
67 El mismo Amiano hará referencia al asesinato del sabino en 26.9.9.
63
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
48
los bárbaros ejercen un papel protagonista. Ya mencionamos antes
las enloquecidas comidas de los odrisios. En 18.2.13, en plena
campaña alamánica de Juliano, el rey Hortario invita a sus compatriotas regios a un festín en el que estrechar lazos. Permanecen
bebiendo hasta altas horas de la madrugada y, al retirarse, se vieron
sorprendidos por las fuerzas romanas: tan solo la velocidad de sus
caballos les salvó de perecer. Una nueva referencia a los negativos
efectos del alcohol en estado de guerra. En 21.4.1-6 Juliano logra
atraerse con engaños al bárbaro Vadomario, quien conspiraba contra
él, le invita a un banquete y allí le arresta para enviarle al exilio
hispano.
Asimismo, en 29.6.5 se nos relata la felonía de Marceliano, hijo del
sanguinario y todopoderoso Maximino, el cual invitó al rey cuado
Gabino68 (en pie de guerra ante la agresiva política fronteriza de
Valentiniano) a un banquete donde éste será asesinado. Sorprendentemente, alguien tan amigo de tales medidas contra los bárbaros
como lo era Amiano manifiesta su repugnancia ante el crimen, como
más tarde hará con el asesinato del armenio Papa. Más famoso
todavía va a ser la invitación que Lupicino, comes rei militaris, brinda a
los godos Alavivo y Fritigerno, con no muy buenas intenciones. Los
carismáticos jefes tervingos se librarán del filo de la espada gracias al
tumulto provocado por el contingente bárbaro que esperaba fuera de
las murallas de Marcianópolis. Aún así, el destructivo Fritigerno se
alejará del lugar al galope, profiriendo terribles amenazas contra los
romanos. Amenazas que más tarde cumplirá al pie de la letra.
Pero si hallamos un ejemplo relevante del bárbaro (con toda su
significación) en un banquete, ése es el que se nos describe en 30.1.20
ss. El díscolo príncipe armenio Papa será asesinado por orden de
Valente en el transcurso de un festín. Y el brazo ejecutor pertenecía a
Para Amiano era el único bárbaro moderado: vid. R. Seager, Ammianus Marcellinus.
Seven studies in his language and thought, Columbia 1986, p. 2
68
49
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
un bárbaro, un scurra69. Amiano no va a desaprovechar la ocasión y
utilizará “an image of barbarism intruding upon the elegance of the
feast, well calculated to move a fastidious Roman audience”70.
Dejando ya de lado el tema del banquete, vamos a continuar con
la que, sin duda, constituye la escena más escalofriante (vista desde
nuestra perspectiva, claro) del relato amianeo: los pasajes 31.4.11 y
31.6.5. Antes hablábamos del vino como alimento importante de la
Antigüedad. Este episodio nos confirma plenamente tal presupuesto.
Nos encontramos en el contexto del cruce del Danubio por los
godos, cruce permitido por Valente, previo al gran desastre de Adrianópolis. Los recién llegados apenas disponen de alimentos y caen en
las rapaces manos de los oficiales de Roma que supervisaban la
operación: para sobrevivir, los bárbaros se ven obligados a entregar a
sus propios hijos como esclavos a cambio de mendrugos y de vino de
pésima calidad. Estos abusos se hallan en la base de la apertura de
hostilidades que desembocarán en el choque de Adrianópolis71.
Vamos a continuar con los testimonios de Amiano sobre el vino:
la visión de conjunto la dejaremos para el final del trabajo. Aún no
hemos mencionado para nada a los persas, ese pueblo que se había
convertido en una de las mayores amenazas del Imperio Romano72.
Pero claro, para introducir a los persas en el presente estudio hay que
admitir primero que eran considerados bárbaros por el antioqueno.
El término scurrae resulta tremendamente ambiguo y aún no se ha resuelto su
verdadero significado. Para más información al respecto vid. B. Baldwin, “Gregory
Nazianzenus, Ammianus, scurrae and the Historia Augusta”, Gymnasium 93, 2 (1986),
p. 178-180.
70 R.C. Blockley, op.cit., p. 72.
71 P. Heather, Goths and Romans, AD 332-489, Oxford 1991, p. 140.
72 C.D. Gordon, “Subsidies and diplomacy in Roman imperial defence”, Phoenix III,
2 (1949), p. 66; E. Garrido González, “Siria y el enfrentamiento romano-sasánida
en el siglo IV dC”, Polis 2 (1990), p. 142; V.L. Bullough, “The Roman Empire vs.
Persia, 365-502: a study of successful deterrence”, Journal of Conflict Resolution 7
(1963), p. 56.
69
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
50
No es mi intención extenderme aquí sobre esta cuestión: simplemente afirmo que sí 73.
Teniendo en cuenta que la descripción que Amiano hace de los
persas es, a veces, escasa y contradictoria, así como tiende a acentuar
su carácter de enemigos terribles, dentro de una visión plenamente
negativa74, no hallamos demasiadas referencias a los principales
rivales de Roma y el vino. En 18.5.8 y 27.12.3 se nos cuenta algo
acerca de banquetes persas: en el primer pasaje los notables
aprovechan la embriaguez de su rey para obtener concesiones; en el
segundo, el festín se convierte en la trampa que tiende el inagotable
Sapor75 al armenio Arsaces: allí le arrancará los ojos y le llevarán a una
mazmorra donde morirá torturado. De nuevo embriaguez y violencia
en el ámbito del banquete. No en vano, los persas tenían la costumbre de sentarse a la mesa con la espada ceñida (23.6.75), lo cual les
facilitaría que, con los efluvios del vino, más de una comida terminase
Tema polémico que requeriría un estudio aparte. Las opiniones están divididas.
La tradición griega de considerar a los persas como bárbaros es innegable, de
hecho, el concepto de bárbaro para los helenos nacerá sólo a partir de la guerra
contra los Aqueménidas: vid. I. Weiler, “Greek and non-Greek world in the
Archaich period”, G.R.B.S. 9, 1 (1968), p. 22 y 25-26. Hay quien niega tal
consideración, apoyándose en que Amiano jamás los llama bárbaros: G.E.M. De
Ste. Croix, La lucha de clases en el mundo griego antiguo, Barcelona 1988, p. 571; J.M.
Alonso-Núñez, La visión historio-gráfica de Amiano Marcelino, Valladolid 1975, p. 110.
Otros, sin embargo, se mani-fiestan abiertamente a favor de incluir, partiendo del
relato amianeo, a los persas en el club de los bárbaros: Y.A. Dauge, Le Barbare.
Recherches sur la conception romaine de la barbarie et de la civilisation, Bruxelles 1981, p. 344.
Alguno ha intentado, también, conciliar ambas posturas : vid. A.D. Lee, Information
and frontiers. Roman foreign relations in Late Antiquity, Cambridge 1993, p. 103:
“Although late Roman writers generally continued to refer to the Persians as
barbarians throughout late Roman antiquity, they were prepared to recognise
important similarities between Roman and Persian institutions which differentiated
Persia from others barbarians”.
74 J. Signes, “El excursus de los persas de Amiano Marcelino (XXIII, 6)”, Veleia
VII, 1990, p. 372 ss.
75 Y.A. Dauge, op.cit., p. 346. Es una interesante descripción del carismático rey
oriental.
73
51
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
de manera desafortunada. También se mencionan los prolongados
banquetes fúnebres de los chionitas, los bárbaros de los persas
(19.1.10). De todas formas, Amiano describe a los persas como
parcos en el beber (23.6.76), afirmación que, aparentemente, les
alejaría de la condición de bárbaros, por lo menos en lo que al vino se
refiere76. Sin embargo, esta afirmación contrasta con las abundantes
noticias que aporta el antioqueno sobre la profusión de viñedos en
Mesopotamia y Persia77. De hecho, Amiano nos cuenta que a veces se
utilizaba el sarmiento, en las guerras romano-persas, como combustible con el que quemar la maquinaria bélica del contrario o para
hostigar al enemigo con el humo que producía78.
Hasta aquí hemos comentado la referencia de Amiano al vino y los
bárbaros. No nos detendremos a examinar la relación vino-plebe
(romana), que en muchos de los pasajes de las Res gestae nos recuerda
bastante a los alamanes embriagados de la gran bebida mediterránea79.
Pasemos ahora al análisis de conjunto.
Amiano Marcelino no se caracteriza, precisamente, por su amor
hacia los bárbaros. Al contrario, en su profundo odio hacia ellos es
Heródoto, en I, 133, remarcaría la afición de los persas por el vino. No
constituye, sin embargo, la única discrepancia al respecto entre ambos: vid. J. Signes,
art.cit., p. 373, n. 77. Sin embargo, hasta el mismo Heródoto se muestra contradictorio, pues en I, 27 afirma que los persas no consumen vino. De todas formas, en
las fuentes no faltan las noticias sobre bárbaros sobrios que desconfían del alcohol:
Hrdt., I, 216 (masagetas), Ap., Bell.Pun., VIII, 10, 71 (númidas), Iust., XLIV, 2,
Strab., III, 3, 7 (hispanos), Caes., B.G., II, 15, 14 y IV, 26. Para los persas y el vino
vid. también M.P. Villard, “Les Barbare...”, p. 249-250.
77 Amm. 18.6.16; 22.6.29; 24.3.12; 24.6.3; 30.1.9... En 14.8.1 también se señala la
abundancia de viñedos en Isauria.
78 Amm., 20.11.18; 21.12.10; 24.4.30.
79 Al respecto pueden leerse los siguientes pasajes: 14.6.1.2; 14.6.25; 15.7.3; 27.4.3;
28.4.4; 28.4.9. También remitimos a A. Chastagnol, “Un scandale du vin a Rome
sous le Bas-Empire. L´affaire du préfet Orfitus”, Annales 5 (1950), p. 166-183 :
interesante estudio sobre la importancia del vino, en la Roma del siglo IV, como
alimento que justifica una institución que lo administre y el ansia permanente Y.A.
Dauge, op.cit., p. 346. de la plebe romana por consumirlo.
76
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
52
capaz incluso de criticar a su héroe, Juliano, por su filobarbarismo80.
Amiano utiliza todos los tópicos que la historiografía clásica había
desarrollado a lo largo de los siglos81 para atacarles. Téngase en
cuenta que el historiador escribe su obra algunos años después de
Adrianópolis, cuando los godos campaban por sus respetos devastando los Balcanes82, cuando el frente renano amenazaba con ceder bajo
el peso de los ataques germanos… Amiano, auténtico devoto de la
Roma Aeterna, como tantos hombres de su tiempo83, no se resigna a
admitir la derrota. Con su modelo hostil, estereotipado y uniforme
del bárbaro84, impregnado de ese dualismo maniqueo que se importó
de Oriente en el Bajo Imperio85, el antioqueno intenta alertar a sus
contemporáneos sobre ese universo bárbaro que él ve como
esencialmente móvil, numeroso y amenazador86. A fin de cuentas se
trata de una manifestación más de la visión romana del bárbaro (con
sus peculiaridades, por supuesto: los autores anteriores no habían
21.10.7-8. Vid. Al respecto R.C. Blockley, op.cit., p. 77.
T.E.J. Wiedemann, “Between men and beasts: barbarians in Ammianus Marcellinus”, en Past perspectives. Studies in Greek and Roman Historical writting, ed. by I. Moxon,
Cambridge 1986, p.193.
82 S, Bonani, “Ammiano Marcellino e i Barbari”, R.C.C.M. 23 (1981), p. 136:
Amiano atribuye la ruina de Roma a los bárbaros, sin tener en cuenta los factores
internos de crisis del Imperio Romano; sobre los godos en los Balcanes, vid. P.
Heather, op.cit., p. 181 ss.
83 F. Paschoud, Roma Aeterna. Études sur le patriotisme Romain dans l´Occidente latin a
l´époque des grandes invasions, Neuchâtel 1967, p. 33-70 ; P.M. Camus, Ammien Marcellin. Témoin des courants culturels et religieux a la fin du IVe siècle, Paris 1967, p. 124-129 ;
J.M. Alonso-Núñez, op.cit., p. 144.
84 E. Frézouls, “Les deux politiques de Roma face aux Barbares d´après Ammien
Marcellin”, en Crise et redressement dans les provinces européennes de l´Empire, Strasbourg
1983, p. 180.
85 B. Luiselli, “L´idea romana dei Barbari nell´età delle grandi invasioni
germaniche”, Romanobarbarica 8 (1984-1985), p. 44.
86 Ch. Dubois, “Observations sur l´etat et le nombre des populations Germaniques
dans la seconde moitié du Ive siècle d´après Ammien Marcellin”, Melanges Cagnat,
Paris 1912, p. 255.
80
81
53
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
conocido un hecho histórico de la magnitud del desastre de
Adrianópolis): “Instrument d´une efficacité exemplaire, aux applications universelles, cette doctrine révèle un people résolu, dominateur,
habitué à lutter et a créer, attentif à se maîtriser comme à maîtriser les
autres, passionné d´organisation et d´unité”87. En pocas palabras,
Amiano aspira firmemente al triunfo de Roma sobre la barbarie 88.
Para ello no dudará en proponer, como respuesta natural al peligro
barbárico, la matanza general del enemigo, solución para acabar con
él en cuanto que encarnación del mal absoluto89: los romanos jamás
serán culpados de nada abominable, ni aun cuando, a todas luces,
sean culpables90.
En este sentido, el factor “vino” aplicado a la descripción de los
bárbaros juega un papel importante, en cuanto que elemento propio
de una alta cultura. En efecto, ya desde Estrabón el cultivo de la vid
se convirtió en un “signo que permite determinar el grado de habitabilidad de una región”91. Al igual que la falta de urbanismo, de
agricultura, el odio a las ciudades, la agresividad, la traición, la perfidia, la cobardía, la indumentaria (a veces la falta de indumentaria),
etc., definían al bárbaro, todas las manifestaciones de éste respecto
del vino (incapacidad para producirlo, impropiedad de su consumo,
irracionalidad a causa del mismo…) pasaban a engrosar la larga lista
de defectos de tal visión estereotipada. La visión con la que Amiano
pretendía contribuir a la desaparición del peligro que suponían las
externae gentes. Consciente de ello, nuestro historiador incluirá este
elemento en su obra. Así, “el bárbaro sirve como paradigma de comportamientos aberrantes desde una óptica clásica y acaso no importe
Y.A. Dauge, op.cit., p. 378.
Ibidem, p. 352.
89 Ibidem, p. 344; E. Frézouls, art.cit., p. 185. El ejemplo más claro lo observamos en
el pasaje 31.16.8.
90 S. Bonani, art.cit., p. 133.
91 J.C. Bermejo Barrera, op.cit., p. 133.
87
88
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
54
demasiado que la noticia no se ajuste a la realidad si se consigue un
fin determinado”92.
Y el vino ha contribuido, en el caso de las Res gestae, a ello.
92
A.J. Domínguez Monedero, art.cit., p.53.
Los hunos: la gran invención de Amiano Marcelino.
“ The Huns were novel and outrageous to
Goths and Romans alike, and Ammianus
conveys this not only by the character of his
descriptions, but by refusing even those
ethnographical allusions that might have
incorporated the Huns as an exotic part of
the barbarian world. The Huns, inusitatum hominum genus (XXXI, 3, 8), cannot be compared to anybody”1.
“¿En qué medida son fiables nuestras
fuentes y cómo hemos de vérnoslas con
ellas?”2.
Cuando se completa la lectura de las Res gestae de Amiano, uno se
queda con la siguiente impresión: el último de sus libros, el XXXI,
supone la síntesis, el fin al que se dirige la obra, y en él podemos
hallar todo lo que aquélla significa. Se ha defendido que la estructura
de las Res gestae es doble3: la primera parte se basaría en las fuentes
PUB.- en Rivista Storica dall´Antichità (2001), p. 115-145.
1 J.F. Matthews, The Roman Empire of Ammianus, London 1989, p. 354.
2 G. Alföldy, “La Historia Antigua y la investigación del fenómeno histórico”,
Gerión I (1983), p. 42.
3 N. Santos, “El pensamiento historiológico de Amiano Marcelino”, Estudios Clásicos 77
(1976), p. 108-109, distingue tres grupos entre los libros que nos han llegado: XIV
(introducción a la etapa que describirá en los libros siguientes); XV-XXV (Juliano);
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
56
escritas, mientras que la segunda (que arrancaría desde el año 337) se
atiene a los principios metodológicos enunciados en XV, 14. Pues
dentro de este segundo bloque, el libro XXXI posee una cierta
independencia del resto de los últimos libros 5 y pudo publicarse separadamente tras la muerte de Teodosio, al inicio de la era de Estilicón6.
Dentro del mismo hay un acontecimiento histórico fundamental: la
batalla de Adrianópolis. Para entender este hito, primero debemos
conocer al agente histórico que lo provocó: el pueblo huno.Y comprendiendo al pueblo huno en las Res gestae llegaremos, inexorablemente, a qué es el bárbaro para Amiano Marcelino. Porque si existen
en su obra unos bárbaros, tal y como los describió la etnografía
clásica, ésos son los hunos.
Si realizáramos una encuesta entre un numeroso grupo de cinéfilos
de a pie y les pidiéramos que nombrasen algún pueblo bárbaro que
recordara haber visto en alguna película del género peplum, noventa y
nueve de cada cien respuestas dirían lo mismo: los hunos (por poner
un ejemplo, la película “Atila”, dirigida por P. Francisci -Italia, 1954-,
con Anthony Quinn en el papel protagonista). Y no se trataría de una
casualidad: es que el séptimo arte, siempre que ha abordado el tema,
se ha cuidado muy bien de caracterizar a estos nómadas asiáticos
como los bárbaros por antonomasia, los peores de entre los pueblos
XXVI-XXXI, con una introducción que serían los libros XXVI-XXVIII (graves
problemas del Imperio).
4 R. Syme, Ammianus and the Historia Augusta, Oxford 1968, p. 8.
5 N.J.E. Austin, Ammianus on Warfare. An investigation into Ammianus´military knowledge,
Bruxelles 1979, p. 72: el libro XXXI está dominado por un tono emocional.
6 G. Sabbah, “Ammien Marcellin, Libanius, Antioche et la date des derniers livres
des Res gestae”, Cassiodorus 3 (1997), p. 113; J.F. Matthews, op.cit., p. 481, aunque
defensor de una redacción unitaria de las Res gestae, admite que el libro XXXI pudo
ser un añadido posterior; T.D. Barnes, “Ammianus Marcellinus and his world”,
Classical Philology 88 (1993), p. 63, opina que el plan original de Amiano era escribir
una Historia del Imperio Romano entre Nerva y Juliano, y que luego modificó sus
planes al añadir los libros XXVI-XXXI.
57
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
extraños al Imperio
patas de su caballo
crecer la hierba9 se
común en nuestros
ambos10.
Romano7. Atila como el azote de Dios8 o las
hollando una tierra sobre la que no volverá a
han convertido en materia de símiles de uso
días, quince siglos después de la existencia de
El protagonismo de los hunos en el desencadenamiento de las
oleadas bárbaras que destruyeron el limes a partir del último tercio del
siglo IV, forzando con su intervención todo un “efecto carambola”
que llevará a la desintegración del Imperio Romano, es una idea que
no falta en las obras historiográficas modernas más insignes y clásicas
sobre el tan poliédrico tema de las invasiones 11. De hecho, la historia
A. Prieto, “Romanos y bárbaros en el cine”, en El cine y el mundo antiguo, A. Duplá,
A. Iriarte, eds., Bilbao 1990, p. 53.
8 M.Banniard, “L´aménagement de l´Histoire chez Grégoire de Tours: à propos de l
´invasion de 451 (H.L. II, 5-7)”, Romanobarbarica 3 (1978), p. 10; G.J.M. Bartelink,
“Lés dénominations du diable chez Grégoire de Tours”, R.E.L. 48 (1970), p. 411432.
9 En Amiano no sólo los hunos son terribles: hasta sus caballos tienen un aspecto
repugnante: vid. XXXI, 2, 6; según Oros.,VII, 34, 5, los pueblos “escitas” (presuponemos que los hunos) abandonaron, en época de Teodosio, sus caballos esteparios
y adoptaron los típicos romanos.
10 S. Bock, Los hunos: tradición e historia, Murcia 1992, p. 41: “Sólo mencionar a los
hunos trae a la mente la imagen de hordas de salvajes, sucios, vestidos con pieles, a
caballo, devastando todo a su paso... Fueron descritos por los autores antiguos
como pertenecientes a una raza más cercana a los animales que a los humanos,
procedentes de algún lugar secreto del mundo, enviados por el Dios cristiano como
castigo y culpables de ser una de las principales causas de la caída del Imperio
Romano”. Vid. Oros., VII, 39.
11 L. Musset, Las invasiones. Las oleadas germánicas, Barcelona 1967, p. 4, atribuye sin
dudas la causalidad de tales oleadas a los hunos. En general todos los estudios
apun-tan al protagonismo huno. Vid M. Cesa, “376-382: Romani e Barbari sul
Danubio”, Studi Urbinati 57 B3 (1984), p. 64 ss; N. Santos Yanguas, “La entrada de
los pueblos esteparios asiáticos en el Imperio Romano”, Hispania 138 (1976), p. 32:
“Nos hallamos ante los pueblos causantes de la masiva introducción de nuevos
elementos humanos en las fronteras del Imperio”; G. Bravo, Revueltas internas y
penetraciones bárbaras en el Imperio, Madrid 1991, p. 33; S. Bock, op.cit., p. 380 admite
que nunca pusieron en peligro la estabilidad del Imperio, pero sí evidenciaron la
7
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
58
de un pueblo como los godos siempre se ha estudiado estableciendo
categóricamente un “antes” y un “después” de la llegada de los hunos12. Al respecto, resultan paradigmáticas las palabras de uno de los
grandes estudiosos de la Antigüedad Tardía:
“En el momento en que muere Valentiniano I (375), el
Imperio parece sólidamente protegido, pero al precio de una
vigilancia y de una actividad incesante, casi sobrenatural, de
sus jefes. Pue bien, en este mismo año aparece en el mar
Caspio la caballería de una raza bárbara hasta entonces desconocida, los hunos. Estos bandoleros son los heraldos de la
catástrofe que cayó sobre el mundo romano y acabó de
dislocarlo irremisiblemente”13.
En autores como el citado más arriba, el impacto de los hunos no
se dio únicamente sobre el Imperio Romano de Occidente, a la
postre el más perjudicado por las invasiones. Los asiáticos monopolizaron, durante el siglo V, la atención de las relaciones externas de
Roma en el Bajo Danubio14, condicionaron la política mediterránea
fragilidad de sus fuerzas y, en todo caso, pusieron en marcha las grandes invasiones
de 376 y 405.
12 N. Santos, Los pueblos germánicos en la segunda mitad del siglo IV dC., Oviedo 1976, p.
130.
13 F. Lot, El fin del mundo antiguo y el comienzo de la Edad Media, México 1956, p. 169; J.
Wolski, “Le róle et l´importance des guerres de deux fronts dans la décadence de
l´Empire romain”, Klio 62 (1980), p. 421, plantea que cuando el Imperio parecía
recuperarse de la doble presión de los germanos y persas sobre las fronteras, la
aparición de los hunos dio al traste con la recuperación.
14 A.D. Lee, Information and frontiers. Roman foreign relations in Late Antiquity,
Cambridge 1993, p. 8; J.R. Moss, “The effects of the policies of Aetius on the
history of western Empire”, Historia XXII, 4 (1973), p. 719; Prisc., fr. 11 nos cuenta
que las bandas hunas de Atila patrullaban al sur del Danubio, controlando el cruce
del río por esa zona; C.R. Whittaker, Frontiers of the Roman Empire. A social and
economic study, Baltimore 1994, p. 183: el Bajo Danubio es el sector más conflictivo,
en cuanto que alberga el paso entre los Balcanes y los Cárpatos, que utilizarán
godos, alanos y hunos, especialmente el paso de los Succi, como límite estratégico
entre el Ilírico (controlado por completo en 379-380 por Teodosio, según T.S.
59
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
de Constantinopla15, e impulsaron a los bizantinos a transformar todo
su aparato militar para hacer frente a la superioridad bélica nómada 16,
lo mismo que les había ocurrido a los chinos y lo que también les
sucederá a los persas sasánidas 17. Pero todo esto sucedería mucho
tiempo después de la época de Amiano Marcelino. Incluso en esa
centuria, los hunos no tomaron ninguna ciudad de importancia en
una zona tan vulnerable como Tracia18.
Los hunos plantean bastantes problemas a la hora de ser estudiados. Por ejemplo, disponemos de mayores evidencias arqueológicas
de otros pueblos nómadas como los ávaros19, que no jugaron un
papel tan aparentemente espectacular como la nación de Atila.
Además, la arqueología se ha centrado, fundamentalmente, en el
descubrimiento de tesoros y objetos de sepulturas de su clase
dirigente, pero en lo tocante al establecimiento del período de la
emigración o sobre los pueblos sometidos a ellos apenas se sabe
Burns, Barbarians within the Gates of Rome: a study of Roman military policy and the
Barbarians, Indianapolis 1994, p. 48) y Tracia (B. Croke, “Evidence for the Hun
invasion of Thrace in AD 422”, G.R.B.S 18, 4 (1977), p. 363-364); como frontera,
se mantiene hasta el siglo VII.
15 Isid., Hist.Wand., 76: los hunos salvaron a Genserico de una invasión oriental; cfr.
J.R. Moss, art.cit., p. 728.
16 Sería lo único que los hunos aportarían a la civilización occidental: E.A.
Thompson, A History of Attila and the Huns, London 1948, p. 211, opina la
influencia cultura huna fue nula porque no tenían nada que ofrecer; E. Cabrera,
Historia de Bizancio, Barcelona 1998, p. 26, señala que el gran arma de Bizancio
contra los hunos fue la diplomacia, la cual intentaba dividirlos y enfrentarlos entre
sí; cuando esto fallaba, se intentaba comprar la paz.
17 E. Darkó, “Le rôle des peuples nomades cavaliers dans la transformation de
l´Empire Romain aux premiers siécles du Moyen Âge”, Byzantion 18 (1948), p. 8597; “Influences touraniennes sur l´évolution de l´art militaire des Grecs, des
Romains, et des Byzantins”, Byzantion 10 (1935), p. 443-469; 12 (1937), p. 119-147.
18 C.R. Whittaker, op.cit., p. 173.
19 A.D. Lee, op.cit., p. 31-32.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
60
algo20. Ya en la cuestión de su origen resultan problemáticos: ¿De
dónde proceden? ¿Se les puede identificar con los “Hsiung-Nu” de
los registros textuales chinos?21 Parece claro que los Thuni de los que
habla Plinio (N.H., VI, 55) pueden identificarse con los hunos. Así, el
primer testimonio que hallamos sobre ellos pertenecería al siglo I dC.
Pero se trata de una noticia aislada que no nos resuelve ningún
problema a la hora de saber por qué se desplazaron hasta Europa 22
desde lo que era el epicentro del mundo estepario, una zona “que
abarca las regiones de los montes Altai, del Turquestán, del Cáucaso y
de los ríos Volga y Don”23: en todo caso, un territorio casi desconocido para Roma24 y para nuestro Amiano25.
Amiano es la única fuente de que disponemos para describir con
detalle el impacto de los hunos sobre los godos en los años setenta de
J. Harmatta, “La sociedad de los hunos en tiempos de Atila”, en AA.VV., Estado y
lucha de clases en las sociedades antiguas, Madrid 1982, p. 130-131.
21 O. Maenchen-Helfen, “Huns and Hsiung-nu”, Byzantion 17 (1944-1945), p. 222243, no cree que pueda operar tal identificación; sobre este origen vid. S. Bock, op.
cit., p. 41-46; P. Daffinà, “Gli Unni e gli altri: le fonti letterarie e le loro interpretazioni moderne”, en CISAM, Sett. Stud. XXXV, Popoli delle Steppe: Unni, Avari,
Ungari, I, Spoleto 1988, p. 181-183; de todas formas aquí no vamos a profundizar
en el tema, pues estamos de acuerdo con J.F. Matthews, op.cit., p. 355 en que este
punto carece de importancia para el posterior desarrollo de los hunos en Occidente.
22 R. Grousset, El Imperio de las estepas: Atila, Gengis Kan, Tamerlán, Madrid 1991. p.
116; sobre este autor, O.J. Maenchen-Helfen, The world of the Huns. Studies in their
History and Culture, Univ. Calif. Press. 1973, p. 451-452 afirmó que su obra ha condijonado, en sentido negativo, bastante el estudio de los hunos.
23 N. Santos Yanguas, art.cit., p. 138.
24 T. Pekkanen, “Les peuples finno-ougriens dans la litterature ancienne”, Romanobarbarica 14 (1996-1997), p. 2; J.J. Wilkes, “Roman, Dacians and Sarmatians in the
First and Early Second centuries”, en Rome and her Northern Frontiers, ed. by B.
Hartley y J. Wacher, Gloucester 1983, p. 260, defiende que ya en tiempos de Nerón
se tiene una idea de la amenaza nómada más allá del Cáucaso.
25 Amm. XXXI, 2, 1 da un origen tan vago como “ultra paludes Maeoticas glacialem
oceanum accolens”; para los orígenes, más o menos legendarios, que les atribuyen
ciertos autores tardoantiguos, vid. S. Bock, op.cit., p. 131-132.
20
61
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
esa centuria26; a través de ese choque, los zervingos se dividieron en
dos grupos: el que cruza el Danubio, dirigido por Alavivo y Fritigernio, en 376 para pedir asilo a los romanos (XXXI, 3, 8 ss.), y que
estaría formado por unos 50.000 individuos, y el que permanece fuera
de los límites del Imperio, liderado por Atanarico, que permanecerán
independientes aún en los años ochenta del siglo IV. En cuanto a los
greuzungos, de los cuales el antioqueno no dice nada sobre el choque
de los hunos en ellos, tenemos un grupo de unos 10.000 guerreros
(dirigido primero por Ermenerico27 y luego por Alaceo y Safrax) que
atraviesa el limes danubiano en 376 (XXXI, 4, 12-13; 5, 3), un segundo
que es el de Farnobio (XXXI, 4, 12; 9, 3-4) y un tercero, el de
Odoteo, que intenta cruzar el Danubio en 386 y que serán derrotados
por Teodosio (Zos., IV, 35, 1; 38-39). No obstante, otros contingentes godos importantes contactarán con el Imperio a lo largo del siglo
V28. Sin embargo, los godos que entraron en contacto con el Imperio
en 376 constituían una entidad mucho más poderosa de lo que el
antioqueño apreció, “a nascent Gothic state, rather than a temporary
and amorphous confederation, whose one aim in life was to extract
large subsidies from the Roma Empire”29.
El tratamiento de los hunos Amiano se basa en el material
tradicional de la etnografía grecorromana, con el resultado de una
compleja mezcla de datos relevantes y de anacronismos30: nómadas,
P. Heather, Goths and Romans, AD 332-489, Oxford 1991, p. 13 ss. De cómo los
godos se sacudieron el yugo de los hunos vid. p. 246 ss.
27 Sobre este personaje en Amiano, vid. P. Heather, “Cassiodorus and the rise of the
Amals: genealogy and the Goths under Hun domination”, J.R.S. LXXIX (1989), p.
112 ss.
28 P. Heather, op.cit., p. 14 para la relación de los mismos.
29 P. Heather, op.cit., p. 121.
30 P. Heather, op.cit., p. 73; J. Harmatta, art.cit., p. 150-151; para O. MaenchenHelfen, op.cit., p. 7 ss., el cuadro que Amiano presenta de los hunos, a los que califica de los peores de entre los bárbaros (hasta el punto de no describir a ninguno de
sus líderes) es realista; para E.A. Thompson, op.cit., p. 6 ss, Amiano no vio en su
vida a un huno; según R. Grousset, op.cit., p. 117: “Amiano y Jordanes han sabido
26
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
62
poseedores de los proverbiales vicios de las externae gentes (destacando,
sobre todo, los dos grandes defectos del bárbaro por antonomasia:
feritas, XXXI, 2, 1, en la que sobrepasan a todos los otros pueblos
extraliminares, y vanitas, XXXI, 2, 11)31, “représentent le stade le plus
terrible et le plus odieux de la barbarie”32. S. Bonani piensa que existe
cierta animosidad en la descripción del pasaje XXX, 2, tal vez porque
fueron los hunos los que impulsaron a los godos a invadir el
Imperio33. Como ejercicio de distorsión etnográfica, fruto de una
serie de prejuicios concretos, no supone un ejemplo aislado en las Res
gestae: los sarracenos aparecen caracterizados con rasgos sospechosamente idénticos. Sin embargo, los hunos no se hallaban, como
aquéllos, constreñidos entre dos grandes imperios34. Su amenaza
resultaba, por tanto, mucho más peligrosa en cuanto que vagaban
libres por su medio natural: la estepa incontrolada.
La descripción que nuestro historiador hace de los hunos fue
suscrita por más de un literato de su época, como es el caso de
Eunapio35, Claudiano36, quien sigue al pie de la letra al antioqueño 37,
traducir muy bien la impresión de terror que produjo la irrupción de los hunos en el
mundo romano y germánico”; S. Bock, op.cit., p. 128-129, ve en la descripción de
Amiano el primer testimonio sobre los esteparios, que además se caracteriza por
estar libre de prejuicios religiosos: el que su relato albergue alguna que otra laguna
se debe a que los hunos, unos recien llegados, no se hallaban registrado en fuente
alguna a la que poder acudir para describirlos, por lo que Amiano tuvo que recurrir
al corpus etnográfico del escita tradicional (“Sin embargo, nunca cae en el error de
llamar a los hunos escitas”); vid. también N. Santos Yanguas, art.cit., p. 43.
31 F. Bertini, “Attila nella storiografia tardo antica e altomedievale”, en Popoli delle
Steppe..., vol. II, p. 542-543.
32 Y.A. Dauge, Le Barbare. Recherches sur la conception romaine de la barbarie et de la
civilisation, Bruxelles 1981, p. 338 y 341; S. Bock, op.cit., p. 41.
33 S. Bonani, “Ammiano Marcellino e i Barbari”, R.C.C.M. 23 (1981), p. 126.
34 J.F. Matthews, op.cit., p. 355.
35 Sobre la relación entre Amiano y Eunapio existen puntos de vista opuestos:
mientras G.W. Bowersock, Julian the Apostate, London 1978, p. 7 ss., y W.R.,
Chalmers, “Eunapius, Ammianus Marcellinus and Zosimus on Julian´s Persian
expedition”, CQ 10 (1960), p. 152 ss consideran que el antioqueño es tributario del
63
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
tal vez también Olimpiodoro de Tebas38, así como es el caso de
Jordanés39, considerado como un gran tributario de Amiano en este
terreno40 o, incluso, de Sidonio Apolinar41 o San Jerónimo42, como
también transmitió su relato sobre los isaurios a otras obras como la
segundo; O.J. Maenchen-Helfen, op.cit., p. 9 defiende que Eunapio bebe en la obra
de Amiano; J.M. Alonso-Núñez, La visión historiográfica de Amiano Marcelino,
Valladolid 1975, p. 31, opina que no se puede hablar de influencias entre ambos
autores.
36 R.Syme, op.cit., p. 15, señala la gran similitud entre el excursus de los hunos de
Amiano y el de Claudiano en In Ruf., 325 ss: los hunos son un pueblo de
costumbres indecorosas, aspecto físico repugnante, que vive de la rapiña, curtidos,
violentos y hasta caníbales, pues se comen a sus ancianos difuntos. En vv. 329-330,
el poeta egipcio los compara a los centauros. Según F. Bertini, art.cit., p. 539-540,
Claudiano pretendía achacar a Rufino, enemigo a ultranza de Estilicón, su alianza
con los hunos para causar la ruina del Imperio de Occidente.
37 O. Maenchen-Helfen, “The date of Ammianus´last books”, AJPh. 76 (1955), p.
383-399.
38 Esta influencia no se traduce tanto en la información sobre los hunos (pues
Olimpiodoro realizó labores diplomáticas entre ellos) cuanto en otras facetas de la
obra: E.A. Thompson, Olympiodorus of Thebes, CQ 38 (1944), p. 52, considera a
Olimpiodoro el responsable de la transmisión del texto amianeo a muchos autores
griegos del siglo V.
39 P. Heather, op.cit., p. 18: para Jordanes, los hunos son los responsables de la
división de los godos en varias ramas, aunque él no tiene una idea muy clara del
panorama histórico antes de la llegada de aquéllos.
40 M. Schuster, “Die Hunnenbeschreibungen bei Ammianus, Sidonius un Iordanis”,
WS 58 (1940), p. 119-30; O. Maenchen-Helfen, op.cit., p. 15-17; C. King, “The
veracity of Ammianus Marcellinus´ description of the Huns”, AJAH 12 (1987)
[1995], p. 78, n. 8; P. Heather, op.cit., p. 24: la deuda de Jordanes hacia Amiano se
observa en sus disgresiones sobre hunos y alanos; art.cit., p. 107 y especialmente p.
110 ss., donde se analizan los ecos del excursus huno de Amiano (XXXI, 3, 2 ss.) en
el abreviado de Jordanes (Get., XXIV, 127 ss).
41 Sid.Apol., Carm., II, 239-241; 243-269; VII, 238-240; cfr. M. Schuster, art.cit., p.
124-125.
42 J.F. Matthews, op.cit., p. 529-539, n. 57; T.D. Barnes,., art.cit., p. 64; R. Syme,
op.cit., p. 17 ss., remarca distintas obras del Padre de la Iglesia donde podemos hallar
ecos amianeos sobre los hunos: Comm.in Is., VII, 21; Ep., IX, 17, LXXVII, 8;
interesante por el comentario que hace sobre la etnografía de Jerónimo.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
64
Historia Augusta43; lo veremos, más tarde, también en las crónicas
altomedievales44. Y, en este siglo, ha sido y es autentificada por más
de una autoridad tanto en cuestiones amianeas como barbáricas: ni
más ni menos que E.A. Thompson45, O. Maenchen-Helfen46, y J.F.
Matthews47 otorgan crédito a la versión de nuestro protagonista.
Recientemente, C. King48 ha rebatido, creo que con bastante fundamento, la veracidad de tal testimonio: la imagen que Amiano nos
aporta sobre este pueblo estepario se halla construida sobre el
estereotipo del nómada clásico, arquetipo que no sólo tiene una gran
tradición en la literatura grecorromana49, desde los tiempos de
R. Syme, op.cit., p. 59 ss: resulta extraño que un autor como Zósimo, al decir de
Syme, no conociera los episodios isaurios de Amiano; sobre las críticas a la
tributación debida por los SHA hacia Amiano, vid. A. Momigliano, “Recensión a
Syme, R., Ammianus and the Historia Augusta”, Oxford 1968, E.H.R. 84 (1969), p.
566-569; “Ammiano Marcellino e la Historia Augusta”, en Quinto contributo alla storia
degli studi classici e del mondo antico, Vol. I, Roma, 1975, p. 103: “Ammiano perde il
controllo della vicenda politica, ma conserva, anzi perfeziona, la capacità di osservare singoli fatti e di giudicare singoli eventi proiettati su uno schermo vastissimo.
La Historia Augusta, più politicamente impegnata, almeno nella seconda, perde il
rispetto per i fatti e i documenti e inclina a idealizzazioni utopistiche”; a favor de las
tesis de Syme, vid. A.R. Birley, “Further Echoes of Ammianus in the Historia
Augusta”, en Historia Augustae, Colloquium Parisinum, Atti dei Convegni sulla Historia
Augusta”, I. A cura di G. Bonamante y N. Duval, Paris 1991, p. 53 ss.
44 G. Fasoli, “Unni, Avari e Ungari nelle fonti occidentali e nella storia de paesi
d´Occidente”, en Popoli delle Steppe..., p. 16; según E.A. Thompson, op.cit., p. 17-18,
Juan Tzetzes afirmó en el siglo XII que los hunos habían luchado en la guerra de
Troya.
45 Op.cit., p. 6-8.
46 Op.cit., p. 9-15, aunque también reconoce ciertas fisuras en el testimonio del
historiador.
47 Op.cit., p. 332-342 y 353-355.
48 Op.cit., p. 77 ss.
49 B. Shaw, B.D. Shaw, “Eaters of fles and drinkers of milk. The ancient
Mediterranean ideology of the pastoral nomad”, Anc.Soc. 13/14 (1982-1983), p. 531.
43
65
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
Heródoto50, sino que además no contempla una unidad estática y
presenta peculiaridades según el caso; la misma comparación de los
hunos con los alanos51 como dos pueblos casi idénticos52 constituye
una prueba, aunque no la única, de un arquetipo que perdurará hasta
tiempos relativamente recientes53. Los alanos, originarios de la región
del Amur-Daria, presentaban los rasgos típicos de los pueblos nómadas54; identificados en varias ocasiones por Amiano como “masagetas”55, por otra parte su antiguo nombre, no suponen nunca una
amenaza seria para Roma: establecidos en el Cáucaso, ya aparecen en
las fuentes desde mediados del siglo I aC., e incluso servirían bajo los
estandartes de Roma (Tiberio, Tac., Ann., VI, 32-36; DioCas., LVIII,
26, 1-4) contra los partos, su mortífera caballería supone más un
problema para éstos que para aquélla56.
Amiano describiría a los hunos a través de retazos de información
indirecta que va recogiendo y engarzando dentro del tópico del
J.F. Matthews, op.cit., p. 334 ss, desarrolla esta idea de la dependencia de Amiano
respecto a Herodoto, algo que también puede aplicarse a Eunapio.
51 W. Richter, “Die Darstellung der Hunnen bei Ammianus Marcellinus”, Historia
23 (1974), p. 360-362.
52 N. Santos Yanguas, art.cit., p. 18-19, señala que Amiano distingue bien entre
hunos y alanos, aunque les unifica su feritas (XXXI, 2,1) y su carácter de letales
agresores del Imperio; vid. W. Richter, art.cit., p. 355.
53 R. Grousset, op.cit., p. 120: “Huno, turco o mongol, el hombre de la estepa, el
braquicéfalo de cabeza gruesa, de torso poderoso, corto de estatura sobre sus
piernas, el nómada que va siempre sobre la silla, el arquero a caballo de la zona alta
de Asia que merodea por el umbral de las culturas apenas ha variado en los quince
siglos de razzias contra las civilizaciones sedentarias”.
54 G. Vernadsky, “Sur l´origine des Alains”, Byzantion XVI, 1-2 (1942-1943), p.8186.
55 Amm. XXIII, 5, 16; XXXI, 2, 12-13; 16-17; 21; 3, 1 y 3; 8, 4; 11, 6; 12, 17; 16, 3;
cfr. N. Santos Yanguas, N., art.cit., p. 12; A.B. Bosthworth, “Arrian and the Alani”,
HSCPh. 81 (1977), p. 251 ss., remarca la dificultad de los autores clásicos a la hora
de incluir a los alanos en un grupo étnico determinado.
56 A.B. Bosthworth, art.cit., p. 220 ss.
50
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
66
nómada escita57, cometiendo errores a la hora de contemplar diversas
facetas de su vida cotidiana como la religión, las actividades económicas, los alimentos habituales (y la forma de cocinarlos), la fisonomía, las costumbres a la hora de desplazarse (curiosamente es el
terreno militar donde nuestro historiador no comete tales errores).
En este sentido, Prisco sería mucho más recomendable que Amiano
como fuente para acercanos a esta nación esteparia58.
Sin embargo, y a pesar de los errores de apreciación de Amiano,
en todo caso conscientes o, por lo menos, con una finalidad ideológica premeditada que pasaremos a analizar un poco más adelante, el
peso histórico de los hunos en relación con la desarticulación política
del Imperio romano se ha sobrevalorado59, hasta el punto de
De hecho, el término “Escitia” permanece como arcaísmo, desde el siglo VI aC.,
en las postrimerías de la Antigüedad: los autores bizantinos, sobre todo, llamaron
“escitas” a los hunos. J. Harmatta, art.cit., p. 135 y 172; P. Heather, op.cit., p.73:
“Thus while Ammianus´account of the life-style of the Huns in the starting point
for any discussion of them, it recuses much material from traditional GraecoRoman ethnography, producing a complex mixture of the relevant and anachronistic”.
58 C. King, art.cit, p. 89; A.D. Lee, op.cit., p. 8. P. Heather, op.cit., p. 233; sobre las
conexiones diplomáticas de este autor vid. B. Baldwin, “Priscus of Panium”,
Byzantion 50 (1980), p. 20-25. Para A. Carile, “I nomadi nelle fonti bizantine”, en
Popoli delle Steppe…, p. 57, el término bizantino de huno y de escita tienden a ser
equivalentes a partir del siglo V, pasando a designar a un amplio número de tribus
de la Europa oriental en un contexto de unidad cultural y geográfica: así, en Maur.,
Strat., XI, 2 se califica a ávanos, turcos y hunos de “escitas”.
59 Seguimos aquí la idea expresada en W. Goffart, “Rome, Constantinople and the
Barbarians”, en su Rome´s fall and after, London 1989, (= AHR 86, 1981), p. 11: la
habilidad de los bárbaros para afirmarse a Roma depende menos de su empuje que
de la respuesta que Roma pueda darles, acosada continuamente por problemas de
orden interno; en F. Pérez Rodríguez-Aragón, “Elementos de tipo bárbaro oriental
y danubiano de época bajoimperial en Hispania”, en La Hispania de Teodosio, Segovia
1997, p. 629-647, se analizan una serie de vestigios arqueológicos de tipo bárbaro,
“elementos característicos de un particular estilo de indumentaria desarrollada en la
zona del Danubio medio entre finales del siglo IV y mediados del siglo V d.n.e. a
partir de ingredientes diversos (germánicos, alano-sármatas, hunos y greorromanos)
por la aristocracia sedentaria, en buena medida germánica, sometida a los nómadas
57
67
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
pretender que Odoacro, ese rex barbarico que, según la historiografía
tradicional, dio el golpe de gracia al Imperio en el 476, pertenecía a
este pueblo60: la mayor parte de las acciones bélicas hunas consistieron en razzias contra comunidades menores, mientras que las
grandes batallas que llevaron a cabo fueron escasas y en ellas o fueron
derrotados o sus victorias fueron pírricas61. Puede que buena parte de
los godos entraran en conflicto con los nómadas, pero importantes
grupos mantuvieron su independencia al norte del Danubio incluso
hasta mediados del siglo V62. En realidad, la primera amenaza de
cierta importancia que representan los hunos para el Imperio ocurre
hacia el 422, cuando al mando de su líder Rua invaden Tracia 63. De la
que, por cierto, apenas tenemos datos 64. Y hasta el reinado de Atila,
cuando éste se ha afirmado en el frente del Danubio 65, los hunos no
suponen una amenaza para el mundo romano66. Ni siquiera los
ataques de los años 558-559, que desbordaron el concienzudo prohunos” (p. 629); concluye afirmado (p. 641), que “la mayoría, especialmente los
objetos masculinos de “tipo huno”, debieron ser traidos por soldados romanos de
origen oriental o que habían adoptado la moda danubiana”; la pujanza huna sería
tan fuerte que incluso alteraría la moda dentro del Imperio. Particulamente, me
parece una hipótesis algo exagerada, dentro de una visión tradicional que contempla
a los hunos como los grandes protagonistas de los últimos años de la Antigüedad.
60 Sobre este debate vid. B. McBain, “Odovacer the Hun?”, CPh. 78, 4 (1983), p.
323-327.
61 R.P. Lindner, “Nomadism, horses and Huns”, P&P 92 (1981), p. 9.
62 P. Heather, op.cit., p. 228-229; art.cit., p. 104.
63 B. Croke, art.cit., p. 347 ss: fue la primera acción militar huna que obligó a
Constantinopla a tomar severas medidas que iban desde la guerra hasta el pago de
subsidios, descuidándose entre tanto la frontera persa.
64 E.A. Thompson, op.cit., p. 31.
65 R.A. Bleeker, “Aspar and Attila: the role of Flavius Ardaburius Aspar in the Hun
Wars of the 440s”, AncW. III (1980), p. 23 ss; según R. Grousset, op.cit., p. 120, por
la paz del 448 Constantinopla cedió a Atila una franja al sur del Danubio que iba
desde Belgrado a Chistova.
66 U. Täckholm, “Aetius and the battle on the Catalunian fields”, Op.Rom. VII
(1969), p. 265.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
68
grama defensivo de fortificaciones y murallas de Justiniano en la
frontera norte67 suponen un hecho histórico trascendental en la
Historia de Bizancio68.
67 Av. Cameron, El mundo mediterráneo en la Antigüedad Tardía, Barcelona 1998, p.
132; R. Grousset, op.cit., p. 123 señala que la horda del líder huno Zabergán
pusieron cerco a la misma Constantinopla, pero que fueron rechazados sin
problemas por Belisario.
68 Echemos mano de un autor pagano como es Zósimo, IV, 20, 3-5: una tribu
bárbara desconocida se abate sobre los escitas (godos) transdanubianos. “Chatos y
de cuerpo mezquino”, los derrotan y expulsan de la región, obligándoles a huir
hacia el Imperio; IV, 22, 3: los sarracenos, auxiliares de Valente, se enfrentan a los
escitas que cruzan el Danubio; la fiereza de estos soldados es tal, que los godos
prefieren replegarse y permanecer bajo dominio huno antes que luchar contra ellos;
IV, 23, 6: Sebastian, general de Valente, aconseja al emperador, en las jornadas
previas al choque de Adrianópolis, que cerque a los godos y les rinda por hambre:
éstos, aseguraba el militar, preferirían el yugo de los hunos a las penalidades de la
inanición; IV, 25, 1: los escitas transdanubianos, presionados por los hunos,
penetran en los Balcanes; desde Tesalónica, Teodosio se apresta a contenerles; IV,
26, 1: nueva referencia a la solicitud de los escitas a Valente para que les permita
refugiarse en el Imperio de la presión de los hunos; IV, 34, 6: Teodosio combate a
los esciros y carpodacios, que se habían mezclado con los hunos y, tras derrotarlos,
les obligar a cruzar el Danubio y a recuperar sus territorios; V, 22, 1-3: Gainas,
acompañado de un contingente de partidarios, huye a tierras transdanubianas.
Uldín, rey de los hunos, considera poco seguro que un ejército extraño se halle
cerca y, para granjearse la simpatía de Constantinopla, le ataca y vence: luego envía
su cabeza a la capital del Bósforo. Como recompensa, recibe regalos de la corte y
firma un tratado con el Imperio. Diversas fuentes (Socr.,VI, 6; Soz., VIII, 4, 20,
Juan de Antioquía, fr. 190) cuentan que Gainas murió en Tracia frente a un ejército
romano; Filost., XI, 8 coincide con la versión de Zósimo. Poco más tarde, Tracia se
ve espoliada por partidas de fugitivos y esclavos que se autodenominan hunos:
Fravitta les derrotará sin problemas; V, 26, 4: Estilicón se dispone a contener a
Radagaiso: entre las tropas del vándalo figuran hunos y alanos; V, 34, 1: Saro, jefe
aliado de Estilicón, y sus partidarios bárbaros aniquilan a la guardia huna de éste; V,
37, 1: preparándose para tomar Roma, Alarico solicita la ayuda de su cuñado
Ataulfo, puesto que éste “poseía una cantidad no despreciable de hunos y godos”;
V, 45, 6: Olimpio, magister officciorum en Rávena, se hace cargo de los 300 hunos que
se hallaban en la ciudad y se dispone a atacar a Ataulfo. Con sólo 17 bajas, los
hunos matan a 100.000 godos. Después se repliegan de nuevo a la capital; V, 50, 1:
Honorio recluta a 10.000 hunos para combatir a Alarico. Como puede observarse,
69
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
Los autores cristianos, ya tributarios de obras paganas como las
antes mencionadas, ya seguidores de la tradición del arquetipo
nómada, consolidaron la imagen del huno como factor desencadenante de la ruina del Imperio69 y nos aportan una información única
para el conocimiento de los hunos y de los godos, sobre todo en
campos como las formas de liderazgo y gobierno, la lengua y la
religión70. Orosio cifraba en los hunos el origen de todos los males
para el Imperio71. En Sinesio de Cirene, el huno es representado
como un lobo72, y como colectivo se trata de un pueblo que utiliza
todas las argucias posibles para causar daños al Imperio, algo que los
gobernantes del pasado no resolvían con fortificaciones fronterizas,
sino con ataques a su mismo territorio73; y eso que el propio obispo
norteafricano conocía el papel que la bravura y eficacia de los
mercenarios de esta nación, llegados desde Constantinopla, habían
jugado en la defensa de la Pentápolis74. Para Jerónimo, los hunos eran
los escitas que Herodoto describiera como dominadores de Oriente
(Ep., LXXVII, 8). Salviano pensaba que romanos y germanos estaban
llamados a unirse contra los hunos, a los cuales describe sin desviarse
un ápice de las líneas establecidas por Amiano75. La justificación de la
Zósimo utiliza los mismos argumentos que Amiano para los hunos en el siglo IV,
pero en el V éstos aparecen más como aliados que como enemigos.
69 S. Bock, op.cit., p. 125: “Debido al momento histórico en que los hunos llegaron a
Occidente, éstos sufrieron una “demonización” por los autores cristianos sin igual
en la Historia”.
70 P. Heather, op.cit., p. 81.
71 Oros.,VII, 33, 9-10: “gesta diaboli per Hunnos”.
72 V. Fumagalli, El alba de la Edad Media, Madrid 1996, p. 18-19: “El lobo resulta
una vez más como símbolo de una valiente y desesperada voluntad de
supervivencia en vastos y desolados parajes”.
73 Syn., De regno XI: presume por ello Sinesio que los hunos no son un pueblo que
han brotado de la tierra, sino que los identifica con los masagetas de toda la vida.
74 Ch. Lacombrade, “Synésios et “l´enigme du loup”, R.E.A. 48 (1946), p. 263 ss.
75 P. Langlois, “Les invasions germaniques du V e siècle et les lettres latines”, R.E.A.
LXX, 1 y 2 (1968), p. 124.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
70
providencial convivencia entre latinohablantes y recien llegados
encuentra en el mito huno una sólida base de etnografía manipulada
con fines políticos. Gregorio de Tours (Hist.Franc., IV, 29), que
llamaba “hunos” a los ávaros76, los consideraba como un pueblo con
demoníacos poderes mágicos. Sócrates nos habla de los hunos en su
invasión de Tracia del 422. Y cuenta cómo fueron diezmados por una
plaga divina, conextando el hecho con la profecía de Ezequiel 8, 2 y
22, donde el historiador eclesiástico, como antes lo había hecho S.
Ambrosio, identificará a los esteparios con el “Magog” de la profecía77. Al igual que autores como Teodoreto, aquél utiliza a los hunos
como un elemento apocalíptico para la expresión de ese providencialismo típico de los autores eclesiásticos de la Antigüedad Tardía. Para
éstos, “gli Unni sono l´immagine vivente del demonio, l´espressione
tipologica del male assoluto. I dui Imperi civili e cristiani devono
riuscire nel concreto a respingere militarmente la minaccia e nella
teoria a giustificare l´esistenza di questo popolo e il suo significato
nella storia”78. Esta idea alcanza su máxima expresión en las palabras
de Isidoro de Sevilla, Hist.Goth. 28-29:
S. Bock, op.cit., p. 379: “Debido a su gran prestigio como guerreros, después de la
muerte de Atila, el nombre “huno” llega a ser un término genérico que incluye a
todos los nómadas procedentes de las estepas, sean hunos o no. Así, no es de extrañar que durante el reinado de Justiniano se mencione a “mercenarios hunos” en el
ejército romano bajo el mando de Belisario”.
77 B. Croke, art.cit., p. 349-350; R. Manselli, “I popoli immaginari- Gog e Magog”,
en CISAM Sett.Stud, XXIX, Spoleto 1983, p. 487-517; Agust., Ciu.Dei, XX, 11,
identificaba a los magog con los masagetas; O.J. Maenchen-Helfen, op.cit., p. 4: los
hunos fueron llamados massagetae en variados testimonios.
78 F. Bertini, art.cit., p. 545; vid. S. Barnish, “Old Kaspars: Attila´s invasion of Gaul
in the literary sources”, en Fifth-century Gaul: a crisis of identity?, J.F. Drinkwater, H.
Elton, eds., Cambridge 1992, p. 43 ss., quien analiza los testimonios, menores, de
las Chronicae de Fredegario, la “Vida de Anniano”, la de Lupo de Troyes, y la de
Genoveva, además del texto de Paulo Diácono. Este último contempla a los hunos
como el elemento que cohesiona a galos y romanos en la fé frente al huno pagano y
bestial.
76
71
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
“In quibus mirum illud est, ut, dum omne proelium
dtrimentum habeat populorum, isti vice versa cadendo proficiant:
sed proinde, quia in disciplina fidelium positi sunt, sicut populus
gentis Persarum. Virga enim furoris Dei sunt et, quotiens
indignatio eius adversus fideles procedit, per eos flagellantur, ut
eorum adflictinibus emendati a saeculi cupiditate et peccato semet
ipsos coerceant et caelestis regni hereditatem possideant”.
Es decir, la cólera divina, correctora de los fieles descarriados,
canalizada a través del flagellum Dei (Atila) y de la Virga furoris Dei
(hunos). Frente a las víctimas de este azote celestial, a los hombres no
les queda otro recurso que la fe79.
Pero sin duda alguna, el testimonio que mejos nos ayuda a
comprender la cuestión que aquí defendemos es Ambrosio de Milán,
en Expos. In Ev. Lucae X, 10, donde afirma que:
“quanta enim praelia, et quas opiniones accepimus prealiorum!
Chunni in Alanos, Alani in Gothos, Gothi in Tayfalos et
Sarmatas insurrexerunt. Nos quoque in Illyrico exsules patriae
gothorum exsilia fecerunt, et nondum est finis. Quae omnium
fames, lues pariter boum atque hominum, caeterique pecoris, ut
etiam qui bellum non pertulimus, debellatis tamen nos pares fecerit
pestilentia! Ergo quia in occasu saeculi sumus, praecedunt quaedam
aegritudines mundi”80.
La “cadena del obispo” nos muestra a los hunos como artífices de
la línea de “fichas de dominó” cuya última ficha es la irrupción de los
F. Bertini, art.cit., p. 547; la versión de los bárbaros como castigo divino, ya lo
vimos en Jerónimo y Salviano entre otros, va a convertirse en una constante en los
autores cristianos de los siglos IV-VI: en Gregorio de Tours, por ejemplo, Atila es
el correctivo celestial que castiga los pecados de los galos: avaricia sin límites,
saqueo de iglesias, guerra civil... (H.F., II, 5-8; V, praef., 8, 30).
80 Esta idea la encontramos en diversos autores: Amm., XXXI, 3, 1, ss., Eunap., fr.
42; Oros., VII, 33, 9-10 y Zos., IV, 20, 3ss. Estamos convencidos de que todos los
testimonios, incluido el de Ambrosio, son tributarios de Amiano.
79
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
72
bárbaros en el Imperio81. Pero el problema resultaba mucho más
complejo: durante el último tercio del siglo IV, el Bajo Danubio era
un hervidero de pueblos en tensión constante: alanos en la Dacia
ripensis (Amm., XXXI, 11, 69), sármatas presionados por los godos de
Atanarico (XXXI, 4, 13), varias tribus en movimiento a partir del 380
(Zos., IV, 34, 6), greuzungos y, por último, los tan temidos hunos,
quienes no actuarán a una escala mayor al menos hasta el siglo
siguiente82.
El verdadero sentido de “la cadena del obispo” es la de mostrar
que “los hunos eran bárbaros respecto a los alanos y éstos respecto a
los godos, los cuales lo eran respecto a los sármatas 83 quienes, los
pobres, por su parte, lo eran respecto a los taifales y, todos en
conjunto, respecto a los romanos”84. Los hunos eran los más lejanos
al Imperio, también los menos conocidos y sobre los cuales se podía
fantasear a placer a la hora de construir un modelo ideológico, de
C. Alonso del Real, Esperando a los bárbaros, Madrid 1972, p. 165: “Los terribles
germanos que invadieron el mundo romano occidental en el siglo V, no eran tan
terribles y, en cierto modo, eran gente que huía, fugitivos ante alguien más fuerte
que elLos”; en p. 168, Alonso del Real esboza una serie de causas que explican el
“primer motor” de la cadena: 1) agentes extrahistóricos (mandato divino), 2) causas
ecológicas, 3) explosión demográfica, 4) innovaciones técnicas (armamento,
montura, naves), 5) cambios de orden social (espíritu aventurero, fomentado a
veces por la inactividad de sociedades que han llegado a una estabilidad pacífica), 6)
la gran personalidad de un líder (Atila), 7) atracción del botín que se puede
conseguir de una alta cultura, 8) excesivo vigor de una alta cultura y 9) mezcla de
todo lo anterior.
82 P. Heather, op.cit., p. 169; art.cit., p. 103.
83 J.J. Wilkes, art.cit., p. 259: los sármatas contaban con un amplio bagaje de
convivencia con los romanos, desde su establecimiento en la llanura húngara, entre
el Danubio y Transilvania, en la primera mitad del siglo I dC., un hecho que fue
positivo para el Imperio porque le protegía de los agresivos dacios; no obstante, los
sármatas no resultaron unos vecinos agradables para la Panonia romana.
84 C. Alonso del Real, op.cit., p. 206.
81
73
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
paso que se exploraban nuevas posibilidades para la literatura
etnográfica85.
La diferencia crucial entre, por ejemplo, hunos y germanos radica,
primordialmente, en que los primeros eran nómadas y, fundamentalmente, pastores, por lo que se les puede aplicar aquella categoría de
“bárbaros especializados”86, frente al estadio agrícola consolidado de
los segundos87. Ello condiciona toda la evolución sociopolítica y económica de los esteparios, en una dirección que dificultaría enormemente la creación de un Estado 88, debido principalmente a los
factores de dispersión de sus individuos en pequeños grupos que
abarcarían grandes áreas, escasez de asentamientos permanentes y,
S. Barnish, art.cit., p. 42: “For western society, forced against all its ancient
prejudices, to accept barbarians in its midst, it was useful to depict remoter
barbarians as types of real savagery”; p. 47: la historia de Atila y los acontecimientos
de la invasión de la Galia pervivirán en el recuerdo porque, además, era un relato
bastante interesante y con muchas posibilidades literarias e ideológico-religiosas; B.
Baldwin, “Greek historiography in late Rome and early Byzantium”, en Studies on
Late Roman and Byzantine History, Literature and Language, Amsterdam 1984, p. 199:
Amiano y Olimpiodoro de Tebas, principalmente, introducirán este elemento en
sus obras.
86 C. Alonso del Real, op.cit., p. 94, define este concepto: “Pueblos que, en su
totalidad, por adaptación al medio u otras razones, han hecho predominar de tal
manera una técnica o un estilo de vida que les hace aparecer como globalmente
especializados”.
87 J. Harmatta, art.cit., p. 171 ss, considera inverosimil concebir una economía
agrícola entre los hunos, por primitiva que fuese: más bien se abastecían de la
producción de los pueblos sometidos; en cualquier caso, y con la progresiva
diferenciación social entre los hunos, la vida agrícola quedaría para los clanes
empobrecidos, mientras que la vida nómada sería patrimonio de la clase dirigente.
88 C. Alonso del Real, op.cit., p. 69, califica a los hunos como la fase más progresiva
de una alta cultura nómada; J. Harmatta, art.cit., p. 142: “Los hunos no podían
abandonar el sistema de ganadería nómada por el simple hecho, entre otros, de que
esto habría minado las bases de su poder militar”; A. Bartha, “The typology of
nomadic empires”, en Popoli delle Steppe…, p. 151 ss: la conquista es la única opción
de pueblos nómadas pastoriles frente a la escadez del medio.
85
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
74
sobre todo, un grado mínimo de diferenciación social89. En todo
caso, el “Estado” huno surgiría a partir del segundo cuarto del siglo
V, como respuesta de la aristocracia para consolidar su posición
preeminente en una situación cada vez más conflictiva para ella90. En
lo referente a la tan traída y llevada idea del “Imperio Nómada”, este
concepto se ha planteado como “una refractación de las imágenes de
imperios sedentarios conocidos, primero China y Persia, más tarde
Roma”91, por parte de los bárbaros. El “Imperio Nómada” ha sido
definido a través de los siguientes rasgos92:
a)
Conjunto impreciso y cambiante de tribus nómadas de
número variable.
b)
Estado de clase primitivo, generado por un proceso de
conquista.
c)
Rapidez de su génesis y también de su caída93.
d)
Su base en el control de los medios de producción de
los pueblos vencidos, lo que requiere un sistema de represión
organizado para conjurar la amenaza de los sometidos94.
A.D. Lee, op.cit., p. 30: el Estado huno no sería posible, para este autor, porque
aquél “It was only when a nomadic people was able to use its military skills, notably
horsemanship and archery, to establish dominance over a settled agricultural
population from which they then exacted tribute that some degree of centralising
authority emerged. Resources became more predictable, permitting the possibility
of planning. It was, however, an authority whose tenure was charasteristically
unstable and short-lived”. A. Bartha, art.cit., p. 164, afirma que “the concept of the
state appears to be rather meaningless in the analysis of the government of the
Hunnish empire”; p. 172: el primer estado nomádico que puede considerarse, y que
se caracteriza por su gran fragilidad, es el de los búlgaros en el Volga
90 J. Harmatta, art.cit., p. 163.
91 C. Alonso del Real, op.cit., p. 240.
92 J. Harmatta, art.cit., p. 142 ss.
93 J.F. Matthews, op.cit., p. 355 explica el rápido declive de los hunos porque ellos
“lacked that age-old balance between the nomadic and the settled, both within their
own society and with their neighbourgs, that characterises the Arabs, of the Syrian
and Arabian desert, and is an essential element in the rise of Islam”.
89
75
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
e)
Existencia de una autocracia en la que un jefe nómada,
representante de la élite dominante, ostenta toda la autoridad95.
¿Pero no podría constituir, de modo inverso, una proyección
civilizada de un sentimiento de amenaza? ¿No son los propios
autores clásicos quienes “inventan” una entidad política semejante a
Roma para justificar ese sentimiento? 96 Tal invención no responde a
que dicha amenaza se corresponda con una invasión, como se ha
afirmado97.
“Después de la llegada bastante dramática de los hunos al
Danubio, durante casi cincuenta años sólo hicieron limitadas e infrecuentes incursiones dentro del Imperio (tales como la de Armenia,
Siria y Mesopotamia en 395). En realidad parece que sirvieron a los
romanos como aliados más a menudo que atacándoles como enemigos”98: así nos los muestra Orosio (VII, 37, 12-16), combatiendo al
J. Harmatta, art.cit., p. 144: “Está claro que en un Imperio nómada, la tribu
vencedora no puede ser considerada simplemente como la clase dominadora. Esta
tribu tiene su propia base económica diferenciada, sus propias clases sociales, las
relaciones recíprocas, los intereses opuestos y la lucha de clases contribuyen a dar
forma al destino del Imperio nómada en la misma medida que las luchas entre las
tribus vencedoras y las vencidas”.
95 A. Bartha, art.cit., p. 160: “The people which lent its name to the empire formed
a minority. The names of the Hunnish and Turcic peoples were the names of
political organization, or to b more exact, political alliances”.
96 A. Bartha, art.cit., p. 173-174: “There has been no example in history that a
handful of rulers should have been able to convince mounted nomads to settle
down, without historic antecedents. This idea is a historiographic soapbubble”.
97 N. Santos Yanguas, art.cit. p. 20: “Este cúmulo de despectivas caracterizaciones
quizás están motivadas porque el antioqueño estaba tomando conciencia de la
importancia que el avance bárbaro hacia el oeste estaba adquiriendo en el Imperio y
de que, como consecuencia del mismo, se daba la decadencia de la cultura romana”.
98 A. Ferril, La caída del Imperio Romano: las causas militares, Madrid 1989, p. 140; N.
Santos Yanguas, art.cit. p. 40: “La participación de los hunos y alanos entre los
componentes bárbaros integrados en el ejército romano aún no había adquirido la
importancia que estaba llamada a conseguir en el siglo V”.
94
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
76
lado de Estilicón frente a los godos de Radagaiso; o junto a Aecio99
frente al usurpador Juan en 425 (Greg.Tur., Hist.Franc., II, 8); o
Zósimo (IV, 2, 2; 20, 3), que nos informa sobre la lealtad de los
hunos reclutados por Teodosio100. O, por último y para una fecha
tardía, los vemos hacia el 492, en tiempos del emperador Anastasio,
combatiendo a los isaurios en nombre de Constantinopla101. Incluso
los mismos godos los habían reclutado antes del cruce del Danubio
(XXXI, 3, 3; 8, 4). Y no solo lucharon, a favor del Imperio, contra
pueblos extraliminares: en los años treinta del siglo V combatieron a
la bagauda armoricana102. Asimismo, contemplamos el asentamiento
de godos en tierras danubianas y frigias a finales del siglo IV y principios del V103.
Como el mismo L. Musset admite 104, siempre existe el peligro de
atribuir tal o cual hecho histórico a un pueblo bárbaro en concreto, ya
que tampoco se dio la etnia en estado puro: por ejemplo, los vándalos
que invaden el norte de África en los años veinte del siglo V
constituían un extraño conglomerado de silingos, asdingos, alanos,
suevos, hispanorromanos...Tampoco los godos, contrariamente a lo
que afirma Jordanés, conformaban grupos rígidos, sino flexibles,
dirigidos por jefes que, frente a Roma, garantizaban la satisfacción de
las necesidades y expectativas de sus seguidores y el reconocimiento
imperial105. El mismo nombre de Sáfrax, líder godo, es alano o
99 U. Täckholm, art.cit., p. 270-271; A. Ferril, op.cit., p. 133: “Hasta el final de su
vida esta relación especial con los hunos le dio a Aecio una ventaja única en los
asuntos romanos”.
100 E. Cabrera, op.cit., p. 29: mientras los godos vagaron por los Balcanes,
Constantinopla empleó a los hunos para neutralizarles.
101 C.E. Minor, “The robber tribes of Isauria”, Anc.W. II, 4 (1979), p. 126.
102 M. Doi, “Bagaudes movement and German invasion”, Klio 71, 2 (1989), p. 348.
103 Junto con ostrogodos: vid. Claud., In Eutrop., II, 153; Ambros., De fid., III, 16,
140; Syn., De Regno, V ss.
104 L. Musset, op.cit., p. 168.
105 P. Heather, op.cit., p. 313-314; E. Demougeot, “Modalités d´êtablissement des
fédérés barbares de Gratien et de Théodose”, Melanges Seston, Paris 1974, p. 149
77
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
huno106. Los alanos convivieron con otros pueblos sometidos que el
mismo Amiano caracteriza como pueblos sumamente extraños (nervios, vidinos, gelones, agazirsos, melanclenos, antropófagos...) e
incluso acostumbraban a formalizar alianzas con otros pueblos
esteparios o con los mismos godos107. Las descripciones comunes de
los hunos según los distintos autores tardorromanos responderían, en
todo caso, a un tipo étnico cuasipuro, al menos en el momento de
contacto de aquéllos con el Imperio Romano. Sin embargo, “el
abigarramiento del conjunto étnico de la gran llanura húngara se
incrementa con la llegada de las tribus germánicas. La región se
convierte en el punto crucial donde se mezclan gran número de tribus
germánicas108, algunos elementos iraníes, los roxolanos109, quizás
también algunas otras tribus sármatas, buscando allí refugio para
escapar de la presión de los godos. La aparición de los hunos señala el
inicio de una época en que la composición étnica del territorio limitado por los Cárpatos cambia casi cada diez años. En cierta medida,
esta situación sólo se modificó con la llegada de los ávaros” 110.
remarca que en la política de reclutamiento y asentamiento de bárbaros llevada a
cabo por Graciano no se trababa contacto con pueblos, sino con ligas guerreras
multiétnicas. J.H.W.G. Liebeschuetz, “Alaric´s Goths: nation or army?”, en Fifth-century
Gaul: a crisis of identity?, J.F. Drinkwater, H. Elton, eds., Cambridge 1992, p. 82: hace
hincapié en el activo fenómeno de absorción de otros bárbaros, e incluso
provinciales romanos (Amm. XXXI, 6, 4-7; 7,7; 15, 2), por los godos, debido
fundamentalmente a: 1) las facilidades que ofrecían las instituciones germanas de
dependencia personal; 2) el grado de romanización alcanzado por los godos a través
de siglos de comercio y de servicio con el Imperio.
106 T.S. Burns, op.cit., p. 30.
107 Para los cuales, vid. N. Santos Yanguas, art.cit., p. 13 ss. y 37.
108 Según O.J. Maenchen-Helfen, op.cit., el nombre de Rua/Ruga, tío de Atila,
presenta un claro origen germánico; A. Bartha, art.cit., p. 156, señala lo mismo para
Atila; Iord., Get., 182, nos describe a Atila como “uir in concussione gentium natus”; para
S. Bock, op.cit., p. 93, tampoco se puede tratar a los germanos como unidad
antropológica debido a sus continuos desplazamientos y reagrupaciones.
109 R. Grousset, op.cit., p. 115: establecidos desde mediados del siglo I dC. al oeste
del curso inferior del Don.
110 J. Harmata, op.cit., p. 130.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
78
Sabemos que ostrogodos lucharon bajo las órdenes de Atila en los
Campos cataláunicos111. Y Jordanes, en su afán filogótico112, señala el
buen entendimiento entre hunos y vándalos en los momentos previos
a la batalla113. Es decir, el carácter étnico de este pueblo es bastante
diverso114, producto de la mezcla de razas a través de matrimonios
mixtos: hasta tal punto que los historiadores clásicos, cuando hablan
de ellos, jamás resaltan sus rasgos mongoloides, quizás porque se
estaban perdiendo gracias a la fusión con otras naciones115. ¿No
podríamos aplicar esta misma idea a los hunos a la hora de explicar su
presión sobre los godos que llevaría a la ruptura del limes danubiano?
Iord., Get., XLVIII; cfr. M.R. Valverde, “Los orígenes de la monarquía
ostrogoda. Teodorico”, H.Ant XIX (1995), p. 377; según P. Heather, art.cit., p. 105,
hasta los mismos ostrogodos constituían una realidad multirracial; para la descripción de la batalla y de los grupos militares que actuaron en ella, es válido A. Ferril,
op.cit., p. 147 ss, aunque sus conclusiones resulten algo peregrinas.
112 La Getica ha sido interpretada como una obra dirigida a los senadores italianos y
a los godos latinohablantes de la Italia ostrogoda, como instrumento
propagandístico del inexorable triunfo de Justiniano. Contra esta teoría de Goffart,
reacciona P. Heather, op.cit., p. 42 ss., argumentando que el tosco latín de Jordanes
no tendría una buena acogida en círculos elevados y que para la propaganda política
era más adecuado el panegírico que una obra histórica.
113 F.M. Clover, “Geiseric and Attila”, Historia XXII, 1 (1973), p. 104 ss. Esto hay que
entenderlo en la línea siguiente: tradicionalmente, godos y vándalos fueron enemigos encarnizados, y sólo se acercaron en coyunturas de presión demasiado fuertes
para ser evitadas. Clover señala (p. 109-110) que tal entendimiento no tuvo lugar; al
respecto vid. C. Courtois, “Rapports entre Wisigoths et Vandales”, en I Gotti in
Occidente, CISAM Sett.Stud., III, Spoleto 1956, p. 499-507.
114 J. Harmata, op.cit., p. 132; A. Bartha, art.cit., p. 155.
115 M.G. Chiappori, “Riflessioni su un insieme di documenti Unno-Sarmatici in
relazione alla penetrazione Unna nell´Europa del IV-V secolo”, Romanobarbarica 7
(1982-1983), p. 8; O. Maenchen-Helfen, op.cit., p. 364 ss; J.F. Matthews, op.cit., p.
338-339: tampoco puede negarse que, fruto del intercambio cultural entre asiáticos
y germanos, el nivel material de los hunos se hallaba bastante más desarrollado que
el que nos describe Amiano.
111
79
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
Igualmente, cae dentro de lo posible que se haya sobredimensionado la figura de Atila116, de la batalla de los Campos cataláunicos 117 y
de, en general, el peso específico que tuvo el “imperio huno”, temas
todos ellos tratados, según las fuentes, desde perspectivas muy diferentes118. En el retrato de Atila en los distintos autores tardorromanos
“encontramos sólo el informe del fiscal”119; para Jordanés es el típico
huno, colérico y destructivo, pero también contempla el clérigo godo
(al igual que Prisco) a un hombre sencillo, benévolo con los que se
somenten de buen grado, generoso e íntegro con sus subordinados
(vid. Get., 181, 212, 259); a ello le sumamos otros rasgos que transmiten las fuentes: una superstición profunda, una fe ciega en sus
chamanes120, una fuerte inclinación hacia el alcohol, una astucia innata
y un carácter diplomático121, una afición a rodearse de asesores
G. Fasoli, art.cit., p. 21-22, para el amplio abanico de sucesos extraordinarios y
maravillosos en torno a la figura de este líder bárbaro.
117 Como parece defender A. Ferril, op.cit., p. 146: “La batalla de los Campos
Cataláunicos fue uno de los choques decisivos en la historia del mundo
Occidental”. El mismo autor, quien parece tener por costumbre lanzar afirmaciones
categóricas para después rebajarlas de tono, admite que la significación de la batalla
consistió más en el triunfo del elemento cristiano en Occidente que en el rechazo
del que podría haber sido el golpe que acabar con el legado clásico en estos
territorios; una muestra más de la fragilidad de las tesis de Ferril es la afirmación (p.
155) de que un genio militar habría podido solucionar los problemas políticos y
militares del gobierno romano occidental en la década de los años treinta del siglo
V: revela, sin duda, un excesivo protagonismo concedido a los hechos bélicos antes
que a los procesos sociales y económicos que los envuelven.
118 S. Barnish, art.cit., p. 38.
119 S. Bock, op.cit., p. 381.
120 E.A. Thompson, op.cit., p. 104: el jefe huno probablemente representaba a la
divinidad entre su pueblo; Jordanes nos cuenta cómo Atila consultó a los dioses
antes de la batalla de los Campos cataláunicos; cfr. J-P. Roux, “La religion des peuples
de la steppe”, en Popoli delle Steppe..., p. 525; sobre los adivinos hunos, vid. O.J. Maenchen-Helfen, op.cit., p. 268; Iord., Get., 196, testimonia que uno de los procedimientos adivinatorios de los hunos era la escapulimancia o análisis de los huesos
raspados de las reses sacrificadas.
121 Para E.A. Thompson, op.cit., p. 204, Atila no fue ni un gran estratega ni un hábil
diplomático.
116
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
80
germanos, romanos o griegos, una suma de rasgos, en fin, que han
sido interpretados como los distintivos del fundador de un Imperio
Nómada122.
En cuanto a la célebre batalla, supuso, según todas las fuentes que
nos hablan de ella, una dura prueba para el Imperio y sus aliados: las
pérdidas por ambos bandos fueron muy numerosas y casi permiten
hablar de una victoria pírrica por parte del bando imperial: pese a ello,
Jordanés, Idacio, Gregorio de Tours, Procopio, Isidoro de Sevilla,
todas afirman, aunque con diferentes matices sobre a quién debía
atribuirse la clave del triunfo, la aplastante victoria del bando de
Aecio123. Sin embargo, la mayor parte de estos autores, por no decir
todos, manipulan los hechos en función de un interés propagandístico. Por poner algunos ejemplos: Jordanes, Casiodoro y Gregorio
de Tours; el primero afirma que Atila pretendía adueñarse de Occidente124 y que su ataque iba dirigido principalmente contra los godos
antes que contra los romanos, resaltando las buenas relaciones que
existían entre estos en la Galia125; el segundo, autor claramente filogótico, ve en Atila al precursor de Clodoveo, el gran enemigo de los
godos, y los Campos Catalúnicos como la venganza del pueblo de
Ermenerico frente a la destrucción de su Imperio por los hunos
siglos atrás126; Gregorio de Tours, por su parte, nos habla del hecho
R. Grousset, op.cit., p. 121-122.
U. Täckholm, art.cit., p. 260 ss. hace un repaso de las fuentes que nos hablan de
la batalla, de las cuales sobresale Jordanes por su fiabilidad.
124 E. Cabrera, op.cit., p. 29: Atila marcha a Occidente porque espera obtener la
mano de Honoria y, además, por el botín que podía conseguir de una zona que él
consideraba menos esquilmada que Oriente; S. Barnish, art.cit., p. 39: Jordanes, que
sigue a Casiodoro en su visión de Atila, contempla la invasión de la Galia (Get.,176
ss) como un acontecimiento lleno de dramatismo, y la guerra subsiguiente es
dibujada como todo un Armagedón donde se decide el destino de los hombres.
125 U. Täckholm, art.cit., p. 262 ss. “The Getica is primarily a history of wars and the
account of the battle on the Catalaunian fields can be considered as its very zenith”
(p. 273).
126 S. Barnish, art.cit., p. 41; S. Bock, op.cit., p. 130, n. 296: Casiodoro se vio en la
necesidad de justificar la razón por la cual los ostrogodos se vieron sometidos a los
122
123
81
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
histórico desde una perspectiva hagiográfica y providencialista, que
busca el efectismo representando los Campos Cataláunicos como una
batalla decisiva, en la que los francos desarrollaron casi todo el protagonismo y minimizando el papel jugado por los godos y por Aecio 127.
La tendencia a la hipérbole es una constante en los autores de esta
época: así, la victoria de Aecio frente a los salios en Vicus Helena,
magnificada por Sid. Carm., V, 219-229 como un gran éxito militar,
no fue más que una escaramuza128.
En cualquier caso, el peso específico de los hunos en este episodio
tuvo más de psicológico que de real: los esteparios eran contemplados como invencibles129, y sólo cuando estuvieron encima de la Galia
provocaron la reacción de romanos y godos130: el mito ya tenía casi
un siglo de existencia y había sido tan bien alimentado por los autores
precedentes que ni siquiera la estrepitosa derrota de Atila bastó para
refurtarlo.
hunos durante tres generaciones. En ese sentido, su visión de los nómadas resulta
sumamente hostil.
127 M. Banniard, art.cit., p. 5-38; H.W. Elton, “Defence in fifth-century Gaul”, en
Fifth-century Gaul: a crisis of identity?, J.F. Drinkwater, H. Elton, eds., Cambridge 1992,
p. 171: fueron los romanos quienes aportaron el grueso de las fuerzas contra Atila,
aunque la cooperación de los visigodos resultó de gran importancia; éstos lucharon
junto a Aecio porque temían que el triunfo de los hunos conllevaría un duro golpe
a su integridad como pueblo asentado.
128 C.R. Whittaker, op.cit., p. 212.
129 S. Bock, op.cit., p. 378-379: se pregunta ingenuamente por qué el poderoso
Imperio Romano no rechazó a los hunos; ella misma responde con tres hipótesis
que actúan al unísono: 1) al Imperio le resultaba imposible controlar a una población poco numerosa y tremendamente móvil a lo largo de un territorio vastísimo; 2)
los esclavos hunos mostraron ser inútiles para todo tipo de trabajos civilizados
como la agricultura, el servicio doméstico, la enseñanza, la artesanía... 3) los esteparios mantuvieron a raya a los belicosos pueblos germanos orientales, a la par que
suministraban valiosos mercenarios para el ejército romano.
130 U. Täckholm, art.cit., p. 265; según , G.B. Ladner, “On Roman attitudes towards
Barbarians in Late Antiquity”, Viator 7 (1976), p. 5, la romanización de la Galia
tuvo tanto éxito que, en tiempos tardorromanos, se convertirá en un punto
estratégico, económico y cultural de máxima importancia para el Imperio.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
82
¿Puede afirmarse, cómo se ha hecho, que el apetito conquistador
de aquel líder desembocara en un “international event” (la invasión
de 451-452)?131. O si nos centramos en la cuestión de por qué los
hunos no entraron a sangre y fuego en Italia como lo había hecho
Alarico medio siglo antes, no hallamos ninguna justificación aparente
para explicar la retirada del norte de la Península: desde luego, no tendremos en cuenta las tesis idacianas de un “estímulo divino”132. La
explicación tradicional, la de la embajada del Papa León I, hace aguas
allí por donde se mire133. Y aunque no pueda excluirse la posibilidad
F.M. Clover, art.cit., p. 112 y 117.
F. Giunta, “Idazio ed i Barbari”, Anuario de Estudios Medievales I (1964), p. 493: “Né
è da trascurarsi il fatto che Idazio faccia precedere eseguire la narrazione della
battaglia dei Campi Catalunici dal racconto di prodigi, cuasi a sottolineare non
soltanto la vittoria sugli Unni, quanto forse, la in pace societas fra Aezio e Teodorico”.
133 F. Bertini, art.cit., p. 548 ss: Próspero de Aquitania, 1364 ss., narra que Aecio,
ante la inferioridad numérica frente a Atila, contempló la opción de abandonar a
Italia a su suerte, opción que rehusó a causa del remordimiento: el gran general es
descrito en términos peyorativos, en comparación con la gloriosa gesta de León I.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que Próspero era notario de la Sede
Apostólica y se hallaba muy vinculado al Pontífice, ambos implicados en la lucha
contra la herejía; Idacio, Cont.Chr.Hier., 741 ss., no hace ninguna alusión al episodio
de la embajada: los hunos derrotados, simplemente, vuelven a casa; en la Chronica
Gallica ad annum CCCCLII no se dice una palabra de León; tampoco en Marcellino
Comes, quien, al contrario, ve en la muerte de Aecio la causa de la caída del Imperio;
Casiodoro, Chron., 1255-1256 apunta que Valentiniano III solicitó al Papa que
mediara con Atila para conseguir la paz; para Jordanes, Get., XLII, 223, León
acudió a Aquileya mientras el rey de los hunos dudaba si marchar contra Roma o
retirarse: el Pontífice aplacó su furia y los hunos se replegaron. Este episodio
probablemente se haya inspirado en el fragmento 17 de Prisco, aunque en todo
caso la expresión ultra Danubium promissa pace discessit está calcada de Próspero de
Aquitania; Paulo Diácono, Hist.Rom., XIV, 11-12, reproduce casi al pie de la letra el
testimonio de Jordanes, pero introduce un matiz milagroso en el relato: a Atila no le
convencen las palabras de León, sino la aparición, a su lado, del fantasma de un
viejo sacerdote que, espada desenvainada en mano, le amenaza de muerte si intenta
avanzar contra Roma; en cuanto al Ravenate, fuente del siglo IX, será la sacrificada
actitud del obispo Juan de Rávena la que conmueva a Atila y le haga retroceder: el
Ravenate, de todos modos, sigue basándose en Paulo Diácono, Jordanes y
Próspero de Aquitania. Por último, pero no menos importante, en el epistolario del
131
132
83
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
de una legación papal ante Atila para negociar la paz, ni tampoco
pueda negarse los resultados positivos de tal misión, no debe
olvidarse que los verdaderos artífices de la retirada huna de Italia en el
452 fueron los ejércitos de Aecio y Marciano134, unas fuerzas no tan
débiles como se ha presumido135. En esa dirección, “Atila debió de
ver ventajas en los argumentos humanitarios del Papa León” 136. Sin
embargo, se ha argumentado que en la Corte occidental Atila poseía
la dignidad de magister militum (título que no hacía justicia a su
potencia real), y que los romanos creían que el poder de este dirigente
bárbaro era semejante al del emperador de Occidente137. Bien es
cierto que tanto ese cargo como el apoyo de Teodosio II desde
Constantinopla facilitaban a Atila la tarea de acceder a Honoria y a
Italia a través de una conquista incruenta; pero de repente, el líder
huno se vio privado de sus apoyos: el 28 de julio del 450 muere
Teodosio y le sucede Marciano, un gobernante más cercano a Aecio
que a Atila: a éste, bastante debilitado tras sus operaciones occidentales, sólo le quedaba el recurso de una operación directa contra el
corazón de Italia; pero las presiones conjuntas de Rávena y
propio León I no hay ninguna huella de tal embajada. Como conclusión, Bertini
explica (p. 556 ss.) que en todas estas narraciones existe un fondo de verdad: en
ausencia de una auto-ridad estatal fuerte, la Iglesia se convierte en la gran
mediadora ante los bárbaros.
134 G. Zecchini, Aezio: l´ultima difesa dell´Occidente romano, Roma 1983, p. 273 ss; G.
Fasoli, art.cit., p. 17: mientras la embajada papal negociaba con Atila, Aecio reclutaba tropas y su ejército se recuperaba de los efectos de la carestía y de las epidemias; en contra, R.W. Burgess, “A new reading for Hydatius´Chronicle and the defeat of the
Huns in Italy”, Phoenix XLII, 4 (1988), p. 357-363: ni la actividad del enérgico Aecio
ni siquiera la intervención de una fuerza del Imperio del Este explican la retirada de
Atila de Italia.
135 A. Ferril, op.cit., p. 154: “¡Cuánto había caído el antes poderoso ejército! Cien
años antes el ejército romano había sido la fuerza de combate más eficiente sobre la
faz de la tierra. En tiempos de Atila era tan despreciable que se la podía ignorar en
el combate real”; H.W. Elton, art.cit., p. 170 destaca la enorme movilidad del ejército de Aecio.
136 A. Ferril, op.cit., p. 150.
137 J. Harmatta, art.cit., p. 164.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
84
Constantinopla le impidieron otra cosa que no fuera un avance de
saqueo por el valle del Po y y el norte de la Península antes de
retirarse hacia el Danubio138.
Una obra reciente e innovadora, la de Averil Cameron, defiende,
sin embargo, el peso específico de los hunos en la desarticulación
política del Occidente latino: “un peligro que quedó conjurado a la
muerte de Atila”139. Hacer depender el factor desencadenante de la
“ruina del Imperio Romano” de una figura individual, aunque se trate
del mismísimo Atila, supone un ejercicio de ingenuidad francamente
desolador.
Tengamos en cuenta que “el nacimiento de un Estado no se debe
al impacto pasajero de un genio organizador, sino a un lento proceso
de disgregación en el seno de la organización tribal en el transcurso
del cual la sociedad tribal se transforma en sociedad de clases. Por
esto, está totalmente fuera de lugar decir que después de la disolución
del Imperio de Atila, la sociedad volviera al estado más primitivo de
la organización tribal”140. Tras este hito significativo, los hunos no
desaparecen de la Historia, sino que continúan habitando las estepas
G. Zecchini, “Attila in Italia: ragioni politiche e sfondo “ideologico” di un´invasione”,
Aevum 1993, p. 189-198: se frustraban, así, los planes de Gala Placidia de revitalizar
la fórmula ensayada por ella misma, años atrás, de la unión de una Gothia y una
Romania para sacar al Imperio de su crisis; al no casarse Atila con Honoria este
proyecto de fusión de los mundo extra e intraliminares se fue al traste.
139 Av. Cameron, op.cit., p. 210.
140 J. Harmatta, art.cit., p. 141; según este autor, p. 137 ss., buena parte de la culpa
de esta concepción la tiene la obra de Jordanes, que ha pesado bastante en todos los
estudiosos del mundo huno. Jordanes nos presenta el espectacular contraste entre
el tamaño que llegó a alcanzar el imperio de Atila y el repentino declive de su poder
(algo ratificado por Prisco), contraste que el clérigo explica por el papel jugado por
los godos y a través de la rebelión, en cadena, de todos los pueblos sometidos, tras
la muerte de aquél: en realidad, concluye el húngaro, Jordanes trató el tema de
forma muy superficial y sólo describió los síntomas externos de la disolución del
poder de los hunos, sin profundizar en las causas reales.
138
85
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
de Europa oriental en la misma forma que lo habían hecho casi un
siglo antes141.
En la propia organización social, y en su desarrollo, de los hunos
se ha querido ver la causa de su rápido declive. E.A. Thompson
explica su evolución en los siguientes términos: a partir de una sociedad guerrera nómada y estructurada en pequeños grupos de no más
de 50 individuos cada uno (liderados por jefes, distinguidos por sus
proezas, que cesan en sus funciones en tiempos de paz), el sometimiento de otros pueblos142, como los godos, provocó que una gran
cantidad de recursos agrícolas hiciera posible la creación de estructuras militares más potentes; la estratificación social huna se transformó en dirección a la concentración del poder, hasta desembocar
en la figura autoritaria y despótica de Atila: la explotación de los
pueblos sometidos, condición vital para los asiáticos, conllevó traumáticos cambios en la cultura material, lo cual trajo consigo una
diferenciación social entre grupos acomodados que disfrutaban de
esos bienes y una masa empobrecida ajena a los mismos. Para satisfacer estas nuevas necesidades, la élite huna se vio obligada a
mantener el sistema de conquistas, ya que se había establecido una
dependencia absoluta de la producción de los pueblos sometidos,
abarcando un ámbito territorial cada vez mayor, llegándose a un
punto en que el enorme grado de dispersión de su control facilitó que
las comunidades subyugadas se sacudieran su dominio143. Al verse
privados de los recursos agrícolas, la organización militar conseguida
J. Harmatta, art.cit., p. 135-136.
Resulta increible que pequeños grupos hunos, operando de forma
independiente, consiguieran someter a grupos mayores como los godos o los
alanos: vid. O.J. Maenchen-Helfen, op.cit., p. 12-13; J.F. Matthews, op.cit., p. 339340. Este último autor (p. 44-45) considera que los hunos se unían en tiempos de
guerra.
143 Suscrito por A.D. Lee, op.cit., p. 31.
141
142
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86
se vino abajo y la organización social retrocedió hasta los niveles
tribales de finales del siglo IV144.
Harmatta ha criticado esta teoría, basándose en los siguientes
puntos145: 1) Thompson se apoya demasiado en Amiano Marcelino,
testimonio no adecuado para pergeñar una evolución de la sociedad
huna, ni siquiera como punto de partida. 2) El registro arqueológico
de la zona del Volga demuestra que los hunos habían sobrepasado, a
finales del siglo IV, un estadio económico pastoril y habían llegado a
una estructura social con claras diferencias, basadas en la propiedad y
en la agricultura146, en su seno. 3) La presentación de la organización
social de los hunos del británico es demasiado esquemática y estática:
“cree que la familia era la unidad básica de la sociedad de los hunos.
Varias familias formaban un “aul”, varios auls un clan, varios clanes
una tribul y el “il” o pueblo se componía de varias tribus” 147. Partiendo de esta base, Thompson aprecia que el Imperio huno se formó
gradualmente a partir de auls y que, tras la muerte de Atila, se volvió a
este estado inicial” (p. 141). 4) En ningún momento se realiza un
análisis detallado del desarrollo social huno, ni se examina de forma
seria el problema de la aparición de las clases sociales, siendo
insuficiente para ello la idea de la aparición de la concentración del
poder militar a partir de los excedentes de los pueblos sometido. 5)
No presta atención al desarrollo de las sociedades de tales pueblos
sometidos, ni al peso del dominio de los hunos en este desarrollo, ni
que importancia tuvo dicha evolución en el proceso de declive del
Imperio huno. Termina concluyendo el húngaro: “La condición
E.A. Thompson, op.cit., p. 41 ss. y 161 ss.
J. Harmatta, art.cit., p. 140 ss.
146 O.J. Maenchen-Helfen, op.cit., p.178; A. Bartha, art.cit., p. 162 ss, habla de estructuras similares al feudalismo; S. Bock, op.cit., p. 364, se inclina por un “nomadismo
encerrado”, que combinaría modos de vida nómada con la sujeción a leyes propias
de un Estado, en función de los ciclos económicos de las migraciones estacionales
para buscar pastos.
147 E.A. Thompson, op.cit., p. 44: el autor piensa que habría unos diez clanes por
tribu.
144
145
87
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previa a toda explicación consiste en definir las condiciónes sociales
del Imperio de Atila”.
¿Podemos pensar, más bien, que si hubo alguna migración masiva
a través del Danubio ésta no fue motivada por el “efecto carambola”
provocado por los hunos, sino más bien por las necesidades materiales de pueblos que buscan tierras que cultivar 148 y que, por tanto, se
filtrarían por el limes de una manera gradual, lenta y, hasta cierto
punto pacífica? ¿Cómo entendemos, entonces, el espectacular suceso
de Adrianópolis?
La figura de Atanarico, el líder zervingo que huye de su tierra ante
el empuje de los hunos (XXXI, 3, 7-8) para terminar en la mismísima
Constantinopla como huesped de honor de Teodosio puede aclararnos algunas ideas. Este personaje fue contemplado por las fuentes
contemporáneas149 como la manifestación más evidente del sometimiento del mundo bárbaro a Roma. Sin embargo, es Zósimo (IV, 34,
3) quien plantea que este dirigente godo huyó con sus partidarios de
la región que ocupaban a causa de la intención de Fritigernio de
eliminarlo. Luchas intestinas entre los visigodos pueden explicar, por
S. Bock, op.cit., p. 146-147; J.M. Alonso-Núñez, “Jordanes y la emigración y fama de
los godos”, M.H.A. XI-XII (1990-1991), p. 215-218, señala esa motivación para los
godos (reflejada en su mitología) a la hora de abandonar su tierra natal escandinava.
Tal vez esa decisión, que les llevaría hasta el Danubio en un vagar errante en busca
de un lugar definitivo donde establecerse, sea la que deba presidir los acontecimientos de Adrianópolis. En SHA, Marc.Aur., XIV, 1 se nos dice que los bárbaros
danubianos de mediados del siglo II solicitaron a Roma el poder establecerse
dentro del Imperio para cultivar Tierras y escapar, así, de la presión de otros
pueblos: M. Ichikawa, “The Marcomannic Wars: a reconsideration of their nature”,
en Forms of control and subordination in Antiquity, T. Yuge, M. Doi, eds., Leiden-New
York-Kobenhavn-Köln 1988, p. 254 cuestiona estas motivaciones y sólo ve un
parelelismo entre los marcomanos y los godos de Adrianópolis (¿tal vez por
influencia de Amiano?).
149 Para la figura de Atanarico en diversos autores tardoantiguos, vid. M. Cesa,
art.cit., p. 81-84; T.S. Burns, op.cit., p. 79 ss.
148
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
88
tanto, que se dieran movimientos de población hacia lugares seguros150.
La antítesis fundamental entre los civilizados y los bárbaros la
constituían las hordas nómadas, de entre las cuales las hunas eran las
grandes desconocidas para el Imperio151, pueblo que provocaba extrañeza entre los literatos y estadistas romanos 152. En suma, los hunos
eran, para Amiano y tantos otros autores tributarios al respecto del
antioqueño, los más primitivos, en todas sus estructuras, y los más
agresivos de entre las externae gentes. En este sentido, el retrato de los
hunos en Amiano, confuso y, hasta cierto punto, trenzado a duras
penas o inventado, nos presenta a un pueblo subhumano, bestial, con
unas costumbres y un comportamiento totalmente opuesto al de los
romanos153.
En ayuda de la idea de la falsedad del testimonio amianeo viene el
fragmento 8 de Prisco, en el que nos narra como conoció a un mercader griego, que prisionero de los hunos, fue liberado con el tiempo,
aunque optó por quedarse a vivir con ellos, y terminó luchando
contra romanos y escitas como un huno más. Las razones que
esgrimía el antiguo comerciante apuntaban a que entre los nómadas
asiáticos se vivía con mayor tranquilidad y libertad que en el Imperio,
la igualdad ante la ley y la seguridad así lo garantizaban. La sociedad
huna, por tanto, se caracterizaría por un elevado grado de igualitarismo154. No existía, entre ellos, un rey 155, sino que eran dirigidos por
150 Sobre las luchas entre líderes godos por el poder vid. P. Heather, op.cit., p. 314315.
151 G.A. Sundwall, “Ammianus Geographicus”, AJPh. 117, 4 (1996), p. 630: “Although
different from Romans, Persians belonged to the world of the familiar, whereas the
Huns, untamed men with an inhuman desire for plunder”.
152 A. Alföldi, “The moral barrier of Rhine and Danube”, en The Congress of Roman Frontier
Studies, Ed. by E. Birley, Durham 1949, p. 12.
153 C. King, C., art.cit., p. 82-83.
154 A. Carile, art.cit., p. 78-79: la idealización de la justicia y el grado de igualitarismo
de los escitas. contrario a la autocracia de reyes como Ciro o Alejandro Magno, es
89
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
primates156 tumultuosos (Amm., XXXI, 2, 7). La ausencia de esclavitud
que señala el antioqueño no sería tal, sino más bien se daría un tipo
de esclavismo muy rudimentario: según Prisco, los asiáticos diferenciaban entre los siervos propiamente dichos y los prisioneros de
guerra romanos, por los cuales se pedía un rescate157. Si acudimos a
un paralelismo con otra sociedad nómada, la de los escitas,
descubrimos que la utilización del trabajo esclavo existía158, pero no
constituía la base de la producción, no sobrepasando el ámbito
doméstico159. Obsérvese que lo mismo puede inferirse del caso de los
un tópico literario desde los tiempos de Éforo; vid. W. Richter, art.cit., p. 361 sobre
el pasaje XXXI, 2, 25.
155 A. Bartha, art.cit., p. 165: durante los 40 años en que los godos estuvieron
sometidos a los hunos, no se les permitió que eligieran un rey.
156 S. Bock, op.cit., p. 367-368: los lógades (optimates), eran personajes notables de la
sociedad huna sobre los que el rey delegaba poder de representación: reclutaban y
comandaban tropas, se encargaban de que los tributos fueran pagados, regulaban el
comercio y la diplomacia y, en función del carácter estratégico del territorio que
controlaran, tenían mayor o menor peso dentro de la escala de mando; para O.J.
Maenchen-Helfen, op.cit., p. 92 ss., no constituían una clase social.
157 J. Harmatta, art.cit., p. 148, 173 ss: según este autor, la esclavitud huna tenía un
carácter patriarcal, con lo que el esclavo manumitido seguía vinculado a su antiguo
amo. “La esclavitud formaba parte del sistema social de los hunos. Pero en ningún
momento sobrepasó los límites de la esclavitud patriarcal, de la misma manera que
la economía de los hunos no sobrepasó nunca el estadio de la producción necesaria
para satisfacer sus necesidades”.
158 Según las fuentes clásicas, la esclavitud no faltó en las sociedades nómadas. Hdt.,
IV,2 y 14, habla de la esclavitud de los escitas desde el prisma de la esclavitud
griega; en IV, 72 señala que no poseían esclavos comprados; Aten., XII, 27 hace
notar la crueldad de los escitas con sus esclavos, consistente en mutilaciones y
vejaciones variadas; Strab., XI, 2, 3 nos relata que una parte de los esclavos escitas
se enviaba a los mercados griegos.
159 A. Kazanov, “Características de la esclavitud entre los escitas”, en Formas de
explotación del trabajo y relaciones sociales en la Antigüedad Clásica, Madrid 1979, p. 126146. El autor admite un Estado escita ya en la segunda mitad del siglo V aC., un
Estado no esclavista, sino más bien perteneciente al grupo de las primeras
sociedades de clase, apoyado en diferentes formas de explotación: el fenómeno
tributario, la esclavitud y la dependencia por sometimiento: el primero sería la
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
90
isaurios (cuya descripción guarda ciertos puntos en común con la de
los hunos, dicho sea de paso): el antioqueño nada nos dice al respecto, pero en cuanto que, según XIV, 2, 2, nunca tomaban prisioneros de guerra, puede deducirse que no conocían la esclavitud160.
Éste es, sin duda, el gran pecado bárbaro161, el que, desarrollado en su
plena autenticidad, califica al enemigo de la civilización por antonomasia: los isaurios se hallaban dentro del Imperio y nuestro historiador deja pasar el dato; pero los hunos, a centenares de kilómetros
del Danubio, podían convertirse en un excelente referente del
comportamiento bárbaro en estado puro.
Naturalmente, para los hunos no podemos hablar de un igualitarismo social en sentido lato162. En la sociedad huna existían difencias, a veces complejas. Los jefes163 ejercen su liderazgo, domi militiaeprincipal, y se definiría fundamentalmente por “la no integración en la estructura
socioeconómica de la colectividad dominante” (p. 143).
160 N. Santos, “Algunos problemas sociales en Asia Menor en la segunda mitad del
siglo IV d.C. Isaurios y maratocuprenos”, H.Ant VII (1977), p. 359.
161 N. Santos, art.cit., p. 375-376, aplica el mismo sentido para los maratocuprenos,
claro exponente, para el autor, de lucha de clases en el Imperio Romano:
descontentos contra la administración romano, manifiestan su resistencia con el
bandolerismo y la insurrección (XXVIII, 2, 11). Para Amiano son “seres rastreros
que no presentaban valores de ningún tipo, quizás por constituir un grupo que
intentaba reivindicar algo, a lo que, para el antioqueño, muy imbuido del imperialismo romano, no tenían por qué aspirar”; S. Mazzarino, “¿Se puede hablar de
revolución social al fin del mundo antiguo?”, en M. Bloch, et alii, La transición del
esclavismo al feudalismo, Madrid 1976, p. 133 ss, aplica la misma idea a la dura visión
del comunismo de la secta oriental de los mazdaquitas.
162 A. Bartha, art.cit., p. 163: los nómadas no poseen la tierra en propiedad, es el
contagio de las comunidades sedentarias sometidas el que genera la diferenciación
social.
163 E.A. Thompson, op.cit., p. 44-45 rechaza que los hunos tuvieran reyes. Estos
jefes, iudices, eran elegidos por la comunidad: vid. Amm. XXXI, 2, 25; P. Heather,
art.cit., p. 121, el liderazgo huno en tiempos del cruce del Danubio por los godos
era individual, pero esta apreción se basa en un error de ciertos pasajes amianeos;
sobre la equivalencia que los autores griegos establecen entre los términos
rex, vid. O.J. Maenchen-Helfen, op.cit., p. 376-377.
91
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
que, en función de su riqueza y posición social164, pero sin un poder
omnímodo y siempre condicionados por la colectividad. Sin embargo, y también vale esto par los alanos, aquélla es una sociedad no
jerarquizada165, donde el patrón “talento” tuvo que ser más fuerte que
el patrón “linaje” y la movilidad social, si podemos hablar de este
fenómeno en tales circunstancias, resultaría más fluida que en una
cultura como la romana.
Ya que hemos cuestionado el hecho de una avalancha huna que
actuara como elemento motor de las migraciones de pueblos hacia el
Imperio Romano166, también vendría a colación el hablar sobre el
famoso concepto de “Völkerwanderung”: durante mucho tiempo ha
sido la explicación a la caída del Occidente latino. Un gran estudioso
de los bárbaros, W. Goffart, ha escrito no hace mucho que “at no
time in Antiquity, early or late, was there a collective hostility of
Barbarians towards the Empire or a collective purpose to tear it
down”. En cualquier caso, continúa el anglosajón, los distintos pueblos bárbaros se hallaban tan dispuestos a agredirse mutuamente
como a atacar a Roma167.
Resumiendo: para los autores tardorromanos, sobre todo para los
cristianos, los hunos vinieron a sustituir al bárbaro clásico, que a lo
largo de los siglos, y en función de las circunstancias históricas,
siempre halló un relevo adecuado: en primer lugar fue el galo (celta);
más tarde, cuando éste fue absorbido y medianamente aculturado, le
J. Harmatta, art.cit., p. 154.
N. Santos Yanguas, art.cit., p. 23 ss; S. Bock, op.cit., p. 142: “Aunque existía un
cierto distanciamiento entre el “grupo que gobernaba” y los “plebeyos”, esta diferencia en posición social y riqueza no alcanzaba el nivel que caracteriza una división
en clases sociales”.
166 D.R. Abbot, Germanic attitudes toward the Roman Empire, San Diego, microforma,
1978, p. 26-27, incluso se ha esgrimido como causa del masivo reclutamiento de
germanos en el ejército imperial
167 W. Goffart, art.cit., p. 5.
164
165
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
92
sucedió el germano tranrenano168 y poco después el britano169 y,
finalmente, a raíz de la crisis del siglo III, el godo se convirtió en el
enemigo extraliminar por antonomasia, en el bárbaro de entre los
bárbaros; pero cuando éste se halla en vías de cristianización, salvando por tanto la contradicción del proceso de la conversión y conservando la utilidad de orden interno del barbarus, se requiere otro
adversario que cubra el hueco dejado por los germanos: y ése es el
nómada asiático, el huno 170; la condición del nómada, en los autores
eclesiásticos, es aquella primitiva que caracterizó a los hombres tras el
pecado original171, calificado con términos como fusius vagari, que
marcan una situación extrema de falta de autocontrol materializada en
el nomadismo172 que, en ocasiones, se traduce en destructivas razzias
(vid. Amm., XVI, 11, 3; XXI, 3, 1; XXXI, 8, 9; 10, 21) 173. Siguiendo
las reglas de este proceso, en el siglo VI los hunos, ya carentes de
importancia en el panorama político de Europa, serán sustituidos por
R. Chevallier, Rome et la Germanie au Ier siècle de notre ère, Bruxelles 1961, p. 12:
“Dans le subconscient populaire et même pour la science ethnographique représentaient “les peuples du Nord”. Une fois que l´on fut bien assuré de la fidélité des
Gaules, le Germain remplaça le Gaulois comme type de “l´ennemi héréditaire” et
du “barbare”, encore que ce mot ait rarement à Rome la valeur foncièrement
méprisante et aristocratique du terme grec”; p. 27: “Les caractéristiques des Germains sont celles des Gaulois, simplement poussées à l´extreme”.
169 D.B. Saddington, “Roman attitudes to the externae gentes of the North”,
A.Class. IV (1961), p. 100-101.
170 S. Bonani, art.cit., p. 132, considera a los hunos como ocasionales artífices de la
ruina del Imperio: vid. XXXI, 15, 3. Cuando Gregorio de Tours describe a los
ávaros, lo hace a la manera de los hunos e incluso llega a confundirlos con ellos
(H.F., IV, 23, 29); G. Fasoli, art.cit., p. 24 ss: asimismo, la literatura de la corte
carolingia presenta las guerras francas contra los ávaros como una cruzada contra
paganos, dado que éstos solían saquear, con frecuencia, iglesias y monasterios.
171 A. Carile, art.cit., p. 70; idea que vemos claramente en Eus., Hist.Eccl., I, 2, 19.
172 N. Santos Yanguas, art.cit., p. 28 ss.
173 R. Seager, Ammianus Marcellinus. Seven studies in his language and thought, Columbia
1986, p. 46.
168
93
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
otro “gran adversario”: los búlgaros174. Esta idea del “relevo de la
barbarie” cobra todo su sentido en una ideología romana de la frontera que contempla a un Barbaricum siempre inferior al Imperio, y que
se resiste a aceptar un poder igual a éste en el exterior: personajes
conservadores como nuestro Amiano consideraban que cualquier
alteración de la balanza constituía un desastre175.
“Da Alarico ad Ataulfo, da Teodorico I ad Eurico, nel
bene e nel male, i Visigoti furono parte integrante dell´
Occidente tardoantico, romano-germanico e cristiano;
Attila, personalità certo eccezionale e, per certi aspetti,
affascinante, temibile condottiero, a suo agio anche nei
sottili e “bizantini” intrighi della politica, interlocutore per
quasi vent´anni delle due partes imperii, rimase pur sempre
un´effimera meteora”176.
Para los autores paganos como Amiano, los hunos constituyen la
máxima expresión de la barbarie, la tipificación de aquellos modos de
conducta que contradicen la preeminencia de las élites sociales del
mundo romano o, lo que es lo mismo, aquellos modos de conducta
que el hombre civilizado debía evitar a toda costa, una vez que los
germanos, por aculturación, ya no podían asumir ese rol. Y precisamente en la época del antioqueño a los grupos de poder les interesaba
dejar bien claro estas directrices. El huno, inventado, constituía sin
duda alguna el mejor apoyo al respecto. En otras palabras:
“La immagine dei popoli nomadici delle steppe messa a
fuoco nella etnografia bizantina fra il IV e il IX secolo, sotto
la etichetta antiquaria di “Sciti” non dipende tanto dalla
recezione di osservazioni dei viaggiatori quando da una elaborazione etnologica ideologicamente orientata a sottoliS. Barnish, art.cit., p. 42: Jordanes, para quien el huno es el anti-godo (Get.,121
ss), formula esta idea en Get. 37, 119.
175 Y.A. Dauge, op.cit., p. 346; C.R. Whittaker, op.cit., p. 195.
176 G. Zecchini, art.cit., p. 198.
174
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
94
neare la inferiorità civile del sistema di vita nomadico
caratterizzato oltre che dal nomadismo dalla poliarchia
tribale, con un metodo di governo punitivo efficiente ma
senza consenso e da una micciosa esuberanza numerica, la
polyanthropía. Il sistema de vita centrato sul posseso dei
cavalli, base dell´alimentazione e base del sistema militare; e
sulla guerra come fonte di arricchimento; è il fondamento di
una irriducibilità civile dei popoli nomadici alle attività che
caratterizzano la civiltà umana, in una sorta di indipendenza
civile prima che politica”177.
Se ha escrito de Amiano que es “the most impartial of ancient
historians”178. Aquí lo hemos tratado, justamente, como todo lo
contrario: y en su visión del huno hallamos la justificación más clara
para defender esta afirmación.
A. Carile, art.cit., p. 69. L. Racionero, El Mediterráneo y los bárbaros del Norte,
Barcelona 1985, p. 29: “El nómada no puede refinarse porque su vida móvil le
impide materialmente hacerlo, y por ello, en el curso de la Historia, el nómada de
las estepas boreales y desiertos ha sido reserva bárbara de los mediterráneos
templados de Oriente y Occidente”.
178 A. Cameron, op.cit., p. 23; J.M. Alonso-Núñez, op.cit., p. 28 remarca la honradez
de Amiano.
177
Cultura y romanidad en las Res gestae
de Amiano Marcelino.
Publicado en Hispania Antiqva XXV (2001), p. 305-318.
La figura del bárbaro, inherente a la esencia de la civilización
grecolatina, se caracterizaba por ser la imagen especular del hombre
mediterráneo, particularmente en tiempos de la antigua Roma. Si el
romano era un ser mesurado, que vivía en ciudades, cultivaba cereales
y vides en la llanura, se atenía a un código legal y vestía la toga, por
citar algunos paradigmas clásicos del individuo civilizado, el bárbaro
era presa fácil del salvajismo irracional, se empecinaba en un alocado
nomadismo, carecía de leyes y ensalzaba la anarquía más absoluta,
comía carne cruda regada con tosca cerveza y se ataviaba con pieles1.
Naturalmente, esta imagen no sólo se aplicaba a los que vivían más
allás de los distintos limites imperiales para definir la amenaza de los
enemigos externos: sobre todo contribuía a definir, por oposición y
contraste, al propio romano ideal o, si se quiere, al romano disidente
y peligroso para el orden establecido.
Pues bien, uno de los más significativos rasgos de la barbarie
consistía en la incapacidad intelectual -algo que ya observamos en el
mismo concepto original, el griego- del bárbaro. Ya Heráclito defendió que la formación cultural se revelaba como un claro distintivo del
que no es bárbaro2. Expresado de otra manera, en su origen griego la
Abundando en esta sistematización de los vicios barbáricos: Y.A. Dauge, Le
Barbare. Recherches sur la conception romaine de la barbarie et de la civilisation, Bruxelles
1981, p. 654 ss.
2 I. Weiler, “Greek and non-Greek world in the Archaich period”, G.R.B.S. 9, 1
(1968), p. 24-25; vid. Heracl., A 16.
1
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
96
palabra “bárbaro” surgió como una onomatopeya: la del balbuceo de
ciertos pueblos foráneos que, además, se consideraba como un síntoma inequívoco de infantilismo o de escasa instrucción3. Así, Barbarus
e imperitus se convierten en sinónimos en los autores clásicos desde
Julio César a los autores cristianos del siglo V4.
No tenemos testimonios de que los germanos supieran escribir
siquiera durante la época de Tácito (Germ., 10, 1)5. Marcial denigraba a
los bátavos escribiendo de ellos que eran incapaces de adquirir finura
literaria (VI, 82, 6); Dión Casio (LXXII, 5) nos habla de un prefecto
del pretorio, humilde soldado danubiano que había ascendido en el
escalafón del ejército, que tenía un pobre conocimiento del latín;
asimismo, en LXXV, 2, cuenta que los ciudadanos romanos difícilmente podían entender a los soldados ilirios de Septimio Severo. Y
Ausonio igualaba a los ignorantes y a los bárbaros como aquéllos que
“desconocen lo justo y las sagradas costumbres” (Lud.Sept.Sap., VIII,
1-9)6.
Pero tampoco formar parte de los grupos sociales privilegiados
del Imperio equivalía a poseer una buena formación. En C.I., X, 31,
6, el legislador de época de Diocleciano admite a analfabetos en el
estatuto curial. Bien es cierto que la función pública tardorromana
llegó a nutrirse de personas cuya capacitación no siempre viene perfilada por el talento en la gestión de los asuntos políticos, económicos
E. Lévy, “Naissance du concept de barbare”, Ktema 9 (1984), p. 9.
Prud., Contra Symm., II, 816-819; Salv., De Gub.Dei., V, 2; Ep. II, 1, 2.
5 E. Auerbach, “La prisión de Petrus Valvomeres”, en Mímesis. La representación de la
realidad en la literatura occidental, Méjico 1975, p. 78; “Los germanos no estaban en
condiciones de captar el carácter racional de la lengua latina y su fina malla sintáctica, a pesar de todo su reverencial respeto por la cultura antigua”.
6 Alusiones ausonianas a un estilo literario “bárbaro” las hallamos en Ep., I, 1-5 y
VI, 15-20; Av. Cameron, El mundo mediterráneo en la Antigüedad Tardía, Barcelona
1988, p. 150: “La literatura de la Antigüedad Tardía imponía unas categorías fijas de
pensamiento, y en particular imposibilitaba una percepción realista de las relaciones
mantenidas con los pueblos bárbaros, a los que por definición se atribuía una
absoluta falta de cultura”.
3
4
97
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
o administrativos, sino que se acredita mediante la facilidad para
recitar a Cicerón, para componer versos o para construir un
panegírico que defienda la legitimidad del emperador de turno 7. Sin
embargo, el panorama venía cambiando desde la crisis del siglo III, a
partir de la cual el necesario talento práctico de los provinciales
comenzó a desbancar a la ilustrada alcurnia de los senadores: es el
caso de los panonios que asesoraban a Valentiniano I, auténtica
burocracia de profesionales cuya razón de ser estriba en la negación
de los privilegios de la nobleza senatorial, vinculados al emperador
por una profunda lealtad8. Los mismos panonios que Amiano
vituperará en sus R.G.9. Esa influencia, de cualquier modo, duró
relativamente poco, el tiempo justo que Graciano emplearía en
consolidarse en el trono: después los eliminaría de la escena política
en favor de los senadores (a los que en aquellos momentos tan
delicados necesitaba)10. Los consejeros de su padre fueron sustituidos
por miembros de las altas clases galas, entre los que sobresale la
figura de Ausonio11.
A. Wallace-Hadrill, “The emperor and his virtues”, Historia, 30 (1981), p. 317-318.
J.F. Matthews, Western aristocracies and imperial court, AD. 364-425, Oxford 1975, p.
39-40.
9 T.D. Barnes, Ammianus Marcellinus and the representation of historical reality, IthacaLondon 1998, p. 111, señala el caso de Vivencio, un panonio que llegó a la
prefectu-ra de Roma y que se caracterizó por ser integer et prudens (XXVII, 3, 11);
según el autor, este caso sólo quiere resaltar la paradoja de un panonio
bienintencionado.
10 H.S. Sivan, Ausonius of Bourdeaux: genesis of a Gallic aristocracy, London 1993, p. 125;
para P. Anderson, Transiciones de la Antigüedad al Feudalismo Madrid, 1980, p.
100, esta restitución política de la plutocracia senatorial “destrozó gradualmente
todo el aparato defensivo que había constituido la preocupación fundamental de los
emperadores militares desde Diocleciano”.
11 K. Hopkins, “Social mobility in the Later Roman Empire: the evidence of
Ausonius”, CQ 11 (1961), p. 238 ss; J.F. Matthews, op.cit., p. 54-55; R. Étienne, et
alii, Ausone, humaniste aquitain, Bordeaux 1968, p. 49: Ausonio se comportaría como
un vice-emperador, que tendía, incluso, a extender sus ambiciones a la parte
oriental del Imperio, ejerciendo una influencia considerable sobre el joven príncipe.
7
8
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
98
La débil formación cultural en un miembro del grupo senatorial es
algo que sorprende: si precisamente existía un estrato de población
con acceso a la cultura en el mundo romano, ése fue el de la aristocracia. La faceta del otium, patrimonio exclusivo de la élite social,
contemplaba distintas subfacetas, todas ellas edificantes: las dos más
apreciadas eran la del otium literatum y la del officium honestum (basada,
ésta, en el estudio, en la correspondencia con los amigos, en el seguimiento de los trabajos de la villa, etc.). Dentro del elogio a la cultura
que implica esta forma de vida, el aprecio de la elocuencia es la manifestación más clara del amor studiorum12. Cualquiera de estas actividades era preferible a otras como la caza13.
En lo que atañe a las R.G, la obra que aquí nos ocupa, puede
afirmarse que “el ideal moral que representa Amiano es el de la clase
elevada de su época, la sobrietas entendida como correción moral y
dignidad intelectual: aprecia la cultura y la erudición; pero ésto sólo
vale para la clase elevada” 14. En efecto, la confianza del historiador en
Lo mismo nos relata Amiano Marcelino (XXXI, 10-18); W.H.C. Frend, “Paulinus
of Nola and the last century of the Western Empire”, J.R.S. 59 (1969), p. 7: a
principios del siglo V, los eruditos paganos (al estilo de Símaco o de Ausonio)
serían desbancandos por hombres moldeados en los clásicos, pero de una intensa y
severa religiosidad cristiana; la ortodoxia abrirá las puertas de la función pública y la
antigua tradición epistolar entre amigos se verá inundada de temas piadosos.
12 V. Neri, “L´elogio della cultura e l´elogio delle virtù politiche nell´epigrafia latina
del IV secolo D.C.”, Epigraphica XLIII (1981), p. 177.
13 S. Roda, “Fuga nel privato e nostalgia del potere nel IV secolo dC.: nuovi accenti
di un´antica ideologia”, en La parte migliore del genere humano. Aristocrazie, potere e
ideologia nell Occidente tardoantico, a cura di S. Roda, Torino 1994, p. 263-264; aunque
autores como Aus., Ep., X, 29-30 o Symm., Ep., I, 3, alaban la retirada al campo
para huir del ajetreo de la plebe en las ciudades.
14 M. Martínez Pastor, “Amiano Marcelino, escritor romano del siglo IV. Perfil
literario”, Estudios Clásicos 34, 102 (1992), p. 112; P.M. Camus, Ammien Marcellin.
Témoin des courants culturels et religieux a la fin du IVe siècle, Paris 1967, p. 109:
“L´homme parfait doit être à la fois eruditus et sobrius”; vid. Amm., XIV, 6, 15; para
la reacción de los intelectuales griegos (Libanio, Juan Crisóstomo) contra la pobreza
intelectual de funcionarios y oficiales de su tiempo, vid. p. 52-53.
99
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
la cultura, en la virtud salvadora de las letras, impregna toda su obra 15.
Ésta es una premisa típica de la literatura tardoantigua. Ya los
panegiristas del gobernante tardorromano añadieron la protección
que éste brindaba a la educación a la larga lista de atributos que
caracterizaban al buen príncipe16. En principio, el que un soberano
destacara por sus dotes guerreras no era incompatible con su interés
por la educación y la cultura. Ahí tenemos al Septimio Severo que nos
describe Dión Casio (LIV, 3), que igual escribía en latín que en griego
o, incluso, en púnico. También Eutropio, un autor poco interesado
en la formación de los emperadores, nos recuerda el interés del
africano en la literatura y la filosofía (VIII, 19). Tal presupuesto ya lo
rastreamos en Isócrates, quien defendía que el príncipe ideal debía
estar versado en la paideia griega y elevarse como una especie de héroe
cultural frente a la barbarie 17. Lo contrario se materializaba en figuras
como las de Maximino el Tracio, “litterarum fere rudis” según Aurelio
Víctor (Caes., XXV, 1). Asimismo, el orador Temistio dejó bien claro
que el emperador, como suprema autoridad del Estado, debía poseer
una educación esmerada (Or. XXXI, 352), y que el gobernante ideal
podía enfrentarse a los bárbaros con excelencia moral antes que con
maestría en la guerra18. Precisamente, uno de los puntos que se
remarca en las R.G. es la superior formación de Juliano respecto a los
restantes emperadores19, tan distante de la tosquedad de los goberI. Lana, La storiografia latina del IV secolo dC., Torino 1990, p. 68; C. Di Spigno,
“Limiti e pregi della storiografia di Ammiano Marcellino”, Atti della Accademia
Nazionale dei Lincei V (1950), p. 393.
16 L.K. Born, “The perfect prince according to the Latin panegyrist”, AJPh. 55
(1934), p. 23.
17 L. De Blois, “Traditional virtues and new spiritual qualities in Third Century
views of Empire, emperorship and practical politics”, Mnemosyne XLVIII, 2, (1994),
p. 167.
18 L.J. Daly, “The Mandarin and the Barbarian: the response of Themistius to the
Gothic challenge”, Historia 21 (1972), p. 363.
19 N. Santos, “Juliano y Teodosio: ¿la antítesis de dos emperadores?”, M.H.A., XVXVI (1994-1995), p. 187; A. Selem, “A proposito della figura de Giuliano in Ammiano”, Quaderni dell´Instituto di lingua e letteratura latina della Facoltà di magisterio
15
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
100
nantes balcánicos del siglo IV, afectados por un “complejo de
inferioridad” que les hace delegar la educación de sus hijos en ilustres
eruditos y eminentes rétores, como es el caso de Ausonio, para borrar
ese carácter semiagreste que comienza definiendo sus dinastías 20.
Juliano, en cambio, es el emperador-filósofo que prefiere, desde que
declamara sus panegíricos a Constancio, el honrado conocimiento
que ofrece la filosofía a la artificiosidad de la retórica21. Su disposición
hacia esta disciplina incluso, le hará acreedor a las críticas de Amiano,
quien no veía con buenos ojos la influencia que los filósofos de su
séquito ejercían sobre él22.
Pero ni mucho menos todos los personajes notables del que el
antioqueño nos habla compartían ese amor por la cultura de Juliano.
dell´Università degli Studi di Roma 1 (1979), p. 134 ss: Amiano no se extiende mucho
sobre la producción literaria de Juliano; alaba, sin embargo, su educación (XV, 8,
10; XVI, 1, 5; 5, 6-8); destaca el antioqueño el gusto por la Historia de Juliano
(XVI, 5, 7). I. Lana, “Ammiano Marcellino e la sua conoscenza degli autori greci”,
en Politica, cultura e religione nell Impero Romano (secoli IV-VI) tra Oriente e Occidente, Atti
del Secondo Convegno dell´Associazione di Studi Tardoantichi, Napoli 1993, p. 38:
la trascendencia de Juliano es tan grande en las R.G. que los autores griegos citados
en la misma por Amiano fueron los que más influyeron en la obra o en la formación del emperador.
20 Vid. A.D. Booth, “The academic career of Ausonius”, Phoenix 36 (1982), p. 329343.
21 M. Whitby, “Images of Constantius”, en J.W. Drijvers, D. Hunt, eds., The Late
Roman World and its Historian. Interpreting Ammianus Marcellinus, London and New
York 1999, p. 78-79: por ello entrará en conflicto con un personaje tan artificiosamente retórico como Temistio; en Or. V, 63c, el panegirista celebra la restauración de la filosofía en época de Joviano; T. Brauch, “Themistius and the Emperor
Julian”, Byzantion 63 (1993), p. 79-115, no cree, sin embargo, que se diera tal tensión
entre ambos. De todos modos, el binomio gobierno-educación filosófica como
excelencia del hombre de Estado es algo que ya subraya Posidonio en el siglo I aC:
vid. H. Strasburger, “Poseidonios on problems of the Roman Empire”, J.R.S. 55
(1965), p. 49.
22 R. Smith, “Telling tales: Ammianus narrative of the Persian invasion”, en The
Late Roman World and its Historian…, p. 102: este autor no olvida que, en otros
contextos, Amiano alabara el celo de Juliano por la filosofía.
101
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
Amiano se sorprende e indigna al mismo tiempo, en su típica
propensión a la sátira23, al contemplar cómo los miembros de la élite
senatorial de Roma prefieren los espectáculos públicos24 a su
esmerada obra (XIV, 6, 14 y 18; XXVIII, 4, 12), y contempla a una
aristocracia cuya “tarjeta de visita” es la ostentación, la presunción, el
exceso, el ansia de ser vista en público. Este desencanto tal vez sólo
sea el capcioso lamento de alguien cuyo trabajo no ha sido
reconocido en la medida que se esperaba25. Fornara ha publicado que
la formación de Amiano, truncada -al contrario que en los casos de
Eunapio, Temistio o Libanio- por el temprano ingreso en el ejército,
no fue la típica de un miembro de los estratos sociales privilegiados
tardorromanos26. ¿Pudo ocurrir que el sirio, por esta causa, experimentara cierto rechazo entre los círculos senatoriales de la Urbe? ¿O
quizás sus logros no respondían a las propias expectativas? Lo cierto
es que, en general y salvos honrosas excepciones27, el nivel de formaR. Rees, “Ammianus Satiricus”, en The Late Roman World and its Historian…, p.
153: “Ammianus´inclusion of sustained satirical material in his work is unparalleled
in classical historiography”.
24 F.W. Jenkins, “Theatrical metaphors in Ammianus Marcellinus”, Eranos 85
(1987), p. 56: Amiano, al igual que Juliano, desaprobaba el teatro (Iul., Ep. 304 c);
quizás por la razón que apunta J.R. Aja Sánchez, “La crisis de Antioquía del año
354: un ejemplo de la pervivencia de la Vis publica en la Antigüedad Tardía”, en La
Tradición en la Antigüedad Tardía, J.M. Blázquez, et alii, eds., Murcia 1997, p. 79 ss: los
recintos donde acontecían los ludi (hipódromos, teatros, anfiteatros...) servían como
escenario de asambleas populares que podían terminar en tumultos.
25 E.A. Thompson, “Ammianus Marcellinus and the Romans”, G&R 11-14 (19411945), p. 134.
26 Ch.W. Fornara, “Studies in Ammianus Marcellinus II. Ammianus´knowledge and
use of Greek and Latin literature”, Historia XLI, 4 (1992), p. 420-421.
27 Son los casos de Musoniano, prefecto del pretorio oriental, que además era
bilingüe (XV, 13, 1) –trinlingüe, según J.W. Drijvers, “Ammianus Marcellinus
15.13. 1-2: some observations on the career and bilingualism of Strategius
Musonianus”, CQ 46, 2 (1996), p. 532-537, ya que al latín y al griego se añadiría su
dominio del arameo; Símaco (XXVII, 3, 3), ejemplo de conocimiento y
moderación; Musonio, vicario de Asia, antaño profesor de retórica en Atenas
(XXVII, 9, 6); Simplicio Emoniense, que llega a una prefectural del pretorio desde
23
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
102
ción cultural de los miembros de los grupos sociales privilegiados es
presentado por Amiano como lamentable28. El temible prefecto
Maximino, “malum hominem recalcitrantem sublimis meritis” (XXVIII, 1,
32) es descrito como un hombre de formación mediocre (XXVIII, 1,
5-6)29, perteneciente a una clase política que quiere conservar el poder
frente a cualquier posible opositor: especialmente de la aristocracia
senatorial o de los círculos intelectuales romanos; esto necesariamente debía horrorizar a un hombre como Amiano que piensa que la
cultura (XXIX, 2, 18) enseña al individuo los fines y los límites del
poder, así como le proporciona virtud30. De igual manera Orfito,
prefecto de la Urbe, ostenta tan alto cargo de la administración sin
poseer un adecuado bagaje intelectual (XIV, 6, 1). Lo mismo le
ocurre al prefecto pretoriano Modesto (XXX, 4, 2). Tal es la defensa
que el antioqueño hace de la formación del oficial o del funcionario,
que ni siquiera su adorado antiguo jefe Ursicino se escapa a la crítica:
el general era un magnífico soldado, pero su escaso cultivo le impedía
dedicarse a otras labores -como por ejemplo la administración de
justicia, vid. XIV, 9, 1-. A juicio de nuestro historiador, hasta los mortales enemigos de Roma, los persas, elegían mejor a sus altos funcionarios (XXIII, 6, 82).
Si a los emperadores nos referimos, el resultado no es más
alentador31. Constancio II aparece como un personaje de baja formasu cátedra de gramática (XXVIII, 1, 45).
28 M.V. Ukolova, Los últimos romanos y la cultura europea, Moscú 1990, p. 105:
“Amiano siempre lamenta la regresión cultural de la sociedad contemporánea y
afirma que la enseñanza es un medio eficaz para mejorarla y reeducar a las personas
malas de nacimiento (XXVIII, 3, 14-15)”.
29 T.D. Barnes, op.cit., p. 108, insiste en la injusticia de este retrato, lleno de prejuicios y, posiblemente, con un interés personal en la cuestión.
30 R.C. Blockley, Ammianus Marcellinus. A study of his historiography and political thought,
Bruxelles 1975, p. 146; en la misma línea se encuentra Heliodoro (XXIX, 1, 5; 2, 12 y 9).
31 J.F. Lomas Salmonte, “Tres momentos, tres escrituras, para comprender el siglo
IV”, Habis 24 (1993), p. 357: “Es proverbial, y está debidamente documentada, la
103
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
ción cultural y de una elocuencia desastrosa32. Libanio (Or., 59, 3334), no obstante, destacaba su talento oratorio: asimismo, Juliano
(Or., I, 31c-d) y Aurelio Víctor (De Caes., 42, 4) afirmaron que la
retórica de Constancio fue la pieza clave en la derrota que infligió a
Vetranio. Igualmente, Temistio esquivó con habilidad el tema de la
formación de este gobernante, al identificar la filosofía con la acción
antes que con el estudio (Or., III, 46c)33. Si cambiamos de dinastía, un
personaje como Valentiniano I, brutal en tantas facetas, aparece en
Amm., XXX, 9 (también en Aur.Vict., Epit., XLV) como un orador
bastante decente34. Ausonio (Grat.act., XV, 68), también hizo alusión a
las cualidades oratorias del emperador. Sin embargo, maestría oratoria
y literaria no tienen por qué ir juntas. Valentiniano requirió a
Ausonio, en varias ocasiones, la composición de piezas literarias.
Generalmente, a excepción del Cento Nuptialis, estas obras suponían
un cántico a la unidad imperial y a la gloria militar de la dinastía 35. Los
epigramas 28 y 30 del bordelés constituyen una ilustrativa muestra de
tales intencio-nes. No creemos que Valentiniano tuviera inquietudes
literarias: desconfiaba de los intelectuales e incluso los rehuía (esto lo
dice el propio Amiano en XXX, 8, 10) y hasta llegó a tener enfrentamientos con ellos36. Para el antioqueno, en el fondo, el emperador es
carencia cultural de los emperadores del siglo IV, si exceptuamos a Juliano”.
32 Según Eutropio (Brev., X, 2), Constancio II, por ejemplo, aprendió a leer y
escribir siendo ya talludito, varios años después de llegar al trono; A. Alföldi, A
conflict of ideas in the Later Roman Empire, Oxford 1979, p. 115, subraya el paralelismo
que sobre este punto existe entre Amiano y Libanio. El antioqueño se contradice,
no obstante, pues en XXI, 16, 4 afirmará que Constancio se interesaba por la
cultura.
33 M. Whitby, art.cit., p. 82: lo mismo haría Juliano (Or., I, 11 c-d; 47 a); según
Whitby, el interés de Constancio por la educación y la filosofía no demuestra una
sólida formación.
34 J.F. Matthews, The Roman Empire of Ammianus, London 1989, p. 377-378, observa
en Amiano una crítica al emperador, el cual sobrevalora sus cualidades intelectuales.
35 H. Sivan, op.cit., p. 105.
36 R. Rémondon, La crisis del Imperio Romano: de Marco Aurelio a Mahoma, Barcelona
1979, p. 218.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
104
un gobernante experimentado, pero sin cultura alguna 37. En todo
caso, la falta de instrucción debía de ser cosa de familia, puesto que
Valente no sale mejor parado38. Recordemos la descripción que de los
panonios nos ofrece Herodiano (II, 9, 11): “Físicamente son altos y
muy fuertes, bien dotados para el combate y muy sanguinarios, pero
en lo tocante a su inteligencia, son obtusos y cerrados de mollera”. Se
trata de una caracterización que Amiano suscribía plenamente. En la
comparación, Juliano viene siempre a la mente como “the supreme
example in Ammianus of the practical benefits of education for
action”39. Por cierto que nada apunta el antioqueno sobre la formación del césar Galo: según Juliano, su hermanastro era un hombre
con una formación casi nula (Ep.ad Ath., 271d-272a).
De todos modos, el que unos gobernantes llegados de zonas
fronterizas carecieran de una esmerada instrucción no bastaba para
justificar lo que estaba ocurriendo en el ambiente cultural de la Urbe,
donde la vulgaridad sustituía a otras inquietudes más elevadas. Baste
para convencernos de ello el ejemplo del senador Lampadio, quien
hacía alarde de su “elegante modo de escupir” (XXVII, 3, 5). La fobia
de cierto sector de la aristocracia romana hacia el estudio llega a su
cenit cuando nuestro historiador se lamenta de que lo temen como si
fuera un veneno (XXVIII, 5, 14-15). A ello se suma la completa ignorancia de los abogados (XXX, 4, 17). De igual modo, los jueces no
ejercen sus cargos por mérito, sino porque los han comprado para
37 F. Paschoud, “Valentinien travesti, ou: De la malignité d´Ammien”, en Cognitio
Gestorum. The historiographic art of Ammianus Marcellinus, J. Den Boeft, J. Den Hengst,
H.C. Teitler, eds., Amsterdam 1991, p. 76; vid. Zos., III, 36, 2.
38 Amm., XXXI, 14, 5: “subagrestis ingenii... nec liberalibus studiis eruditus”. La escasa
formación de los oficiales y emperadores panonios es un hecho. A. Mócsy, “The
civilized Pannonians of Velleius”, en Rome and her Northern Frontiers, ed. by B.
Hartley y J. Wacher, Gloucester 1983, p. 169 dice que la educatio que Mamertino
alaba en el emperador Maximiano no puede movernos sino a la carcajada; para el
caso de Valente, de poco sirvió que el abogado Heliodoro (un personaje igualmente
malvado) le diera clases de retórica (XXIX, 2, 8).
39 R.C. Blockley, op.cit., p. 159.
105
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
amortizarlos después (XXX, 4, 21). La formación, la elocuencia y la
eficacia sólo parecen conducir a trágicos destinos: ejemplos como los
de Africano (XXIX, 2, 22), Teodoro (XXIX, 1, 8 ss) o Máximo
(XXIX, 1, 42) así parecen confirmarlo. No deja de constituir una
ironía que el ideal de funcionario lo encarne, en Roma, Euterio (XVI,
7, 4 ss)... ¡Ni más ni menos que un eunuco!40
Por otra parte, un claro indicativo de la extensión de la vida
cultural como es el bilingüismo brilla por su ausencia entre la
aristocracia senatorial latina, la cual se haya poco dispuesta, a partir de
la segunda mitad del siglo IV, a aprender griego41. Incluso se ha
señalado que, dentro del renacimiento del Helenismo bajo Juliano,
razón esencial del protagonismo de éste en las R.G., se inaugura un
período de afirmación de la cultura griega frente a la latina que se
traduce en cierta tensión antioccidental en esta parte del Imperio 42.
De todos modos, fuera Amiano o no en esa dirección, el bilingüismo
era un requisito para todo griego que, como nuestro historiador,
quisiera hacer carrera en el ejército43. El conocimiento de una
segunda lengua facilitaba las labores de un protector, sobre todo a la
hora de acceder a la información oficial44. Al respecto, nuestro
Sobre la fobia de Amiano hacia los eunucos, vid. P. Redondo Sánchez, J. Bartolomé Gómez, “La valoración de los eunucos en Amiano Marcelino: el significado del
elogio de Euterio”, Veleia 11 (1994), p. 259-268.; D. Woods, “Ammianus and
Eutherius”, A.Class. 41 (1998), p. 105-117; S. Tougher, “Ammianus and the
eunuchs”, en The Late Roman World..., p. 64-74.
41 G. Sabbah, La méthode d´Ammien Marcellin. Recherches sur la construction du discours
historique dans les Res gestae, Paris 1978, p. 510, señala que el pasaje XXII, 9, 7
demuestra que el griego no era algo familiar para el ilustre auditorio de Amiano;
para P. Anderson, op.cit., p. 85, nunca se produjo una helenización de la cúspide
dirigente del sistema político imperial.
42 J. Bidez, La vie de l´Empereur Julien, Paris 1965, p. 40 ss; A. Selem, art.cit., p. 131.
Amiano no entraría dentro del grupo de autores como Libanio, reticentes a la
cultura latina.
43 Ch.W. Fornara, art.cit., p. 420.
44 F. Trombley, “Ammianus Marcellinus and fourth-century warfare: a protector´s
approach to historical narrative”, en The Late Roman World…, p. 22, compara en ese
40
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
106
antioqueño puede considerarse como “a quite normal and average
member of the bilingual elite, for which learning Latin in chilhood
was de rigueur”45. Sorprende, no obstante, encontrar un pasaje como
XXX, 5, 9-10, en el que tiene lugar la entrevista entre el embajador
epirota Ificles y Valentiniano: ¡Y éste es capaz de hablar con su
interlocutor en griego! Suponemos que más bien debió utilizar algún
intérprete, o que su griego era tan rústico como su persona.
Resulta curioso que el historiador dedique más espacio a criticar
los vicios de la aristocracia romana que a vituperar los de la plebe 46.
Spigno afirmó en su día que Amiano exagera bastante al proclamar el
desinterés por el estudio y la cultura en su época, remarcando así, con
orgullo, su propia formación y actuando, de paso, como moralista de
la sociedad romana47. En ese sentido podemos detectar, en su obra,
esa tendencia que caracteriza a los historiadores griegos de época
imperial de interpretar la Historia con un sentido finalista, en el que el
Imperio aparece como el elemento difusor del Helenismo y de la
paideia48. Tal idea cobra fuerza si recurrimos, sobre todo, al retrato de
cierto sector del cuerpo senatorial romano. ¿A qué responde, pues,
esa exageración peyorativa? ¿Tal vez a recalcar la “barbarie” de personajes como Maximino o Valentiniano? Muchos de los altos funcionarios y buena parte de los emperadores de la tardorromanidad ascendieron hasta la cumbre desde posiciones humildes, lo cual justifica la
utilización, por parte de los intelectuales, de calificativos como agrestis,
semiagrestis, subagrestis o subrusticus: adjetivos, por cierto, con un
sentido al transfuga Antonino, también protector, y a Amiano.
45 J. Den Boeft, “Ammianus graecissans?”, en Cognitio Gestorum..., p.10; J.F.
Matthews, “Ammianus´ historical evolution”, en su Political Life and Culture in Later
Roman Society, London 1985, p. 32: “Ammianus´history, like Ammianus himself,
must be understood in terms of a fusion of the two elements, Greek and Latin, in
his cultural formation”.
46 I. Lana, op.cit., p. 168.
47 C. Di Spigno, art.cit., p. 395.
48 H. Inglebert, “L´histoire de Rome dans l´antiquité tardive: un concept
équivoque”, Latomus 55, 3 (1996), p. 553.
107
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
protagonismo innegable en la descripción literaria de las externae gentes.
Porque cultura y romanidad constituían un binomio inseparable en la
mentalidad aristocrática del siglo IV:
“El dominio de la palabra, la elocuencia y el conocimiento de la literatura eran virtudes ciudadanas fundamentales. En Roma, el hombre bien instruido y elocuente
podía valorar altamente a sí mismo y era respetado por los
ciudadanos. El poeta Ausonio, natural de la Galia, que
tenía excelente instrucción retórica, se podía considerar
más romano que cualquier ciudadano poco instruido de la
ciudad eterna”49.
Eso es, precisamente, lo que le ocurre a Amiano: se siente más
romano que los propios romanos, y la expresión más patente de su
romanidad es, precisamente, su capacidad para poder efectuar juicios
sobre la formación cultural de las más altas instancias de poder
político y militar del Imperio. No en vano, su abrumadora erudición,
autodidáctica para más señas, le facultaba para ello50. Además, como
escribió Veyne, “ser culto quería decir no pensar como el pueblo; la cultura, ese privilegio, se suma a los privilegios de la riqueza y el poder”51. Mediante su preparación intelectual (que no a través de su
riqueza o de su poder), Amiano se siente próximo a la élite y se identifica con los intereses del supremus ordo.
De todas formas, el que Amiano critique hasta la saciedad a ciertos
componentes de la aristocracia senatorial romana52 no significa que
M.V. Ukolova, op.cit., p. 156-157.
E.A. Thompson, art.cit., p. 131; C.di Spigno, art.cit., p. 394, lo califica de “scrupulosus lector antiquitatum”; vid. Amm., XVI, 7, 9; Ch.W. Fornara, art.cit., p. 421, opina
que la riqueza de las R.G. en referencias a autores griegos y latinos (“without having
consulted them directly”) responde a un ansia de resonancia y dignificación de la
obra a partir de los gloriosos nombres de los genios literarios del pasado.
51 P. Veyne, La sociedad romana, Madrid 1991, p. 262; p. 263: “La cultura, desde el
momento en que existe, se convierte en una barrera de clase”.
52 Vid. H.P. Kohns, “Die Ziekritik in den Romexkursen des Ammianus
49
50
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
108
con ello pretenda cuestionar la jerarquía social tradicional53; más bien,
y al contrario, hemos de considerarle como el poseedor de una
conciencia cívica que reacciona contra la relajación de las costumbres
antes que una actitud rencorosa de un plebeyo frente a los estratos
sociales más poderosos54; como el defensor de la élite tradicional
frente a la rusticidad de los advenedizos en las altas esferas políticas,
aunque éstos fueran los mismísimos emperadores panonios: exponentes de barbarie imperial también por su escasa formación 55; y, por
qué no, también como alguien al que si le diéramos el calificativo de
“snob”56 no cometeríamos una gran injusticia.
Marcellinus. Zu Amm.Marc. 14.6.3-26; 28.4.6-35”, Chiron, 5 (1975), p. 485-491.
53 A. Momigliano, “Historiografía pagana y cristiana en el siglo IV”, en El conflicto
entre el Paganismo y el Cristianismo, Madrid 1989, p. 113-114.
54 P.M. Camus, op.cit., p. 25 y 109; F.W. Jenkins, art.cit., p. 62, sí defiende el revanchismo de Amiano.
55 Frente a los cuales se afirma el aura intelectual del civilizado Juliano.
56 R.C. Blockley, op.cit., p. 159.
Las externae gentes bajo los estandartes de Roma:
asentamiento y reclutamiento bárbaros en las Res
gestae de Amiano Marcelino.
“The fifth century is less memorable for
invasions than for incorporation of barbarian
protectors into the fabric of the West”1.
El estudio de los asentamientos bárbaros en el Imperio Romano
resulta fundamental a la hora de comprender los cambios que se dieron en el Occidente romano a partir del siglo IV, pues tales innovaciones desembocarían en la creación de los llamados “reinos germánicos”2.
Dados los devastadores efectos de la crisis del siglo III sobre la
agricultura y la mano de obra campesina, además de las dificultades
para el reclutamiento militar, el Estado romano se vio forzado a
instalar bárbaros dentro de sus límites3. Las fuentes nos muestran que
PUB.- en Romanobarbarica 17 (2000-2002), p. 85-115.
W. Goffart, Barbarians and Romans AD. 418-584. The techniques of accommodation,
Princeton 1980, p. 230.
2 A. Ferril, La caída del Imperio Romano: las causas militares, Madrid 1989, p. 116: fue el
foedus del 382 el que permitió la génesis de tales Estados.
3 L. Pérez Vilatela, “Los bárbaros en el ejército teodosiano, los godos”, en La
Hispania de Teodosio, Segovia 1997, vol. I, p. 202, sitúa la génesis del problema ya a
partir de la gran epidemia de peste acontecida en tiempos de Marco Aurelio.
1
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
110
la segunda mitad del siglo IV supone para Roma un hito significativo,
en cuanto que documentamos una presencia masiva y sistemática de
externae gentes dentro del Imperio4. Sin embargo, conocer los contenidos de los acuerdos de asentamiento o reclutamiento bárbaros nos
resulta muy difícil. Entre los siglos IV y VI se calcula que se firmaron
unos 350 tratados5: en la mayor parte de ellos la única condición que
se suscribe es la entrega de tierras. Y nada más. La gran piedra de toque de estos asentamientos para época tardorromana consiste en dilucidar, a partir de unas fuentes literarias y arqueológicas francamente
escasas o confusas, en qué condiciones se acantonaron los “recien
llegados”.
Naturalmente ningún ilustre romano admitiría de buen grado que
su gobernante trasparasa un ápice de tierra a los bárbaros. El asentamiento de miles de “transdanubianos” en territorios de Moesia y
Tracia, por ejemplo, no fue visto con buenos ojos por los autores
contemporáneos, ya que, lejos de admitir que los barbari se civilzarían, pensaban que su presencia en el propio seno del Imperio
comportaba un grave riesgo para la seguridad del Estado. Olimpiodoro de Tebas, que asiste a la ubicación de contingentes godos en
Tracia en los años veinte del siglo V, critica esta medida política y
presenta el hecho como si de una invasión en regla se tratara 6. Sin
embargo, también había quien opinaba que las comunidades transferidas defenderían la frontera de ataques externos y que la agricultura
terminaría por civilizarlos. De hecho, la importancia de la producción
agrícola de los laeti en la Galia es un elemento fundamental a la hora
de calibrar la importancia de los asentamientos “bárbaros” en el
M. Cesa, “376-382: Romani e Barbari sul Danubio”, Studi Urbinati 57 B3 (1984), p.
63.
5 Sobre algunas consideraciones de los elementos de los mismos, vid. G. Wirth,
“Zur Frage ds foederierten Staaten in der späteren römischer Kaiserzeit”, Historia
XVI (1967), p. 231-251.
6 B. Croke, “Evidence for the Hun invasion of Thrace in AD 422”, G.R.B.S. 18, 4 (1977),
p. 361-362.
4
111
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
Imperio7. En general, podemos afirmar, otra vez con Goffart, que
“the Empire after Constantine had better things to do than to engage
in a cesaseless, sterile effort to exclude foreigners for whom it could
find useful employment”8. Las necesidades de Roma y el triunfo de
los latifundia en el período tardorromano aconsejaban la asignación de
tierras a comu-nidades fronterizas.
Amiano Marcelino es uno de los autores tardoantiguos que mejor
nos informan sobre estos asentamientos. Los principales que documentamos en su obra aparecen en los pasajes:
- XVII, 8, 3-4: se da en el contexto del cesarato galo de
Juliano; éste se halla sometiendo a las díscolas comunidades
germánicas, entre las que se encuentran los francos salios: los
cuales se habían establecido, aprovechando la ausencia de
poder romano, en el entorno de Tongres. El césar los derrota
de manera fulminante y, en virtud de su clemencia y de la
sumisión mostrada por los extraliminares, decide acogerlos a su
autoridad. Se trata de un episodio que, claramente, busca el eco
de la gloria militar de Juliano y de sus virtudes como gobernante9: probablemente para justificar su ilegal acceso al poder.
D. Lassandro, “I cultores barbari (laeti) in Gallia da Massimiano alla fine del IV
secolo DC”, en Conoscenze Etniche e Rapporti di Convivenza nell Antichita, a cura di M.
Sordi, Milano 1979, p. 183; C.J. Simpson, “Julian and the laeti: a note on Ammianus
Marcellinus, XX, 8, 13”, Latomus 36, 2 (1977), p. 519: además eran considerados
como excelentes soldados.
8 W. Goffart, “The theme of The Barbarian Invasions in late antique and modern
historiography”, en Das Reich und die Barbaren, E. Chrysos, A. Schwarcz (eds.), WienKöln 1989, p. 98.
9 Los francos serán asentados por Juliano en la zona de Toxandria, que siempre
albergó una fuerte presencia foránea. Sobre éste asentamiento, sin embargo, nos
informan tres testimonios clásicos que guardan poco en común: Amm., XXVII, 8,
3-4; Lib., Or. XVIII, 75 y Zos., III, 6, 1-3; el primero expone que, presionado por
los cuados, los salios solicitaron la paz a Juliano: éste negoció con ello hasta que
llegaron refuerzos y entonces pudo vencerles y someterlos a su arbitrio; para
Libanio, los salios temían tanto a Juliano que solicitaron sumisamente el permiso
para instalarse en el Imperio, licencia que les fue concedida; según Zósimo, fue la
7
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
112
- XVII, 12, 17-20 y XIX, 11, 1-7: no queda muy claro a
través de estos textos si Constancio llegó a establecer a los
sármatas en territorio imperial, hacia 358-359; pero lo que es
evidente es el caso de un emperador nada definitivo en su política externa, frente a los contundentes triunfos de Juliano, y que
finalmente tiene que recurrir al acuerdo con los bárbaros para
solucionar sus problemas fronterizos (XX, 4, 1)10.
- XXVIII, 1, 5: noticia de que los carpos fueron asentados
en Panonia oriental por Diocleciano11. El cruel prefecto Maximino desciende de aquéllos, con lo que el dato de tal acantonamiento no ofrece nada de positivo, antes al contrario: dadas las
tropelías cometidas por el secuaz de Valentiniano, debe
inferirse de Amiano que nada bueno puede salir de los recien
llegados.
- XXVIII, 5, 15: Valentiniano ubica a alamanes como tributarii en el Po12. Pasaje de difícil interpretación porque, por una
parte, se recalca el aplastante triunfo de las huestes del emperador sobre los bárbaros agresores y, consecuentemente, la servidumbre de éstos hacia Roma. Pero, por otra, creemos que al
antioqueno debía alarmarle bastante la presencia de extraliminares en el norte de Italia. De cualquier modo, la presencia del
comes Teodosio, artífice de la derrota de los germanos, quien los
envía a su nuevo destino por orden del emperador, resulta
bastante sospechosa. ¿Se trataría de una posible alusión a la
clemencia a ultranza de Juliano (frente a la presión cuada) la que permitió el asentamiento.
10 Vid. su vergonzosa huida a caballo, dejando morir a sus hombres por él, frente a
los traidores sármatas (Amm., XIX, 11, 12).
11 Aur.Vict., Caes., 39, 43; Eutr., IX, 25, 2; Pan.Lat., IV (8), 5, 2; Oros., VII, 25, 12.
12 J.F. Matthews, The Roman Empire of Ammianus, London 1989, p. 316, intepreta
estos asentamientos como “a sort of economic exchange for the Roman prisioners
of war put to work as farm labourers in the Alammanic cantons”; vid. también E.
Demougeot, Modalités d´êtablissement des fédérés barbares de Gratien et de Théodose, en
Melanges Seston, Paris 1974, p. 145.
113
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
política gótica de Teodosio?13 ¿Tal vez una de esas alabanzas al
padre del dinasta que Amiano introduce en su obra por cautela?
- XXXI, 3, 8; 4, 1 ss; 5 ss: Valente establece un gran número
de godos, que huyen de los hunos, en Tracia; aquí Amiano se
muestra contradictorio, pues mientras que en XXXIX, 4, 6
afirma que la entrada de los godos en el Imperio supone la ruina del mismo, dos parágrafos antes (4, 4), sin embargo, parece
haber aceptado con cierta indulgencia los motivos que llevan a
Valente a la admisión de los extraliminares. En los años sesenta
del siglo IV, este emperador rompió el tratado del 332 (por el
cual los tervingos se convertían en clientes de Roma): anuló los
subsidios y redujo los centros de comercio con los godos a tan
sólo dos puntos. Era la antítesis del foedus de Constantino14. El
casus belli fue (Zos., IV, 10) la ayuda que los godos habían
prestado a Procopio (Amm., 26, 6, 11-12), pero el motivo real
consistía en la inseguridad que la Pars Orientis percibía en el
norte: tres campañas imperiales, sin embargo, no consiguieron
un triunfo definitivo. Nos inclinamos por pensar, pues, que lo
que más pesa en el juicio del antioqueno es la crítica al filobarbarismo del emperador, verdadero culpable de la derrota de
Adrianópolis y de la entrada masiva de bárbaros a través de las
fronteras.
- XXXI, 9, 4: Frigerido, general de Graciano, asienta a
visigodos y taifales al sur del Po para que cultivasen tierras. Nos
encontramos ante un caso muy similar al de la ubicación de los
alamanes por Valentiniano. En principio no parece advertirse
ninguna nota peyorativa. Frigerido, como bárbaro reclutado, no
13 Vid. A. Marcone, “Relazioni romano-barbariche e insediamenti in Italia in età
teodosiana”, en La Hispania de Teodosio..., vol. I, p. 149-154.
14 P. Heather, Goths and Romans, AD 332-489, Oxford 1991, p. 115 ss; para M.
Pavan, “La battaglia di Adrianopoli (378) e il problema gotico nell´Impero Romano”, StudRom. 28 (1979), p. 160, el foedus de Constantino sienta las bases para la
política frente al bárbaro en el siglo IV.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
114
recibe en Amiano una crítica aguda como, por ejemplo, sucede
en el caso de Nevita; Graciano (hijo de Valentiniano, gobernante filobárbaro e inexperto y, sobre todo, príncipe cristiano y
hostil al paganismo), por otra parte, no es un emperador que
suscite muchas simpatías en el antioqueno. Quizás las clave
para interpretar este pasaje se encuentre en dos datos de este
pasaje: en primer lugar, no se dice nada acerca de que Graciano
consintiera en el asentamiento, sino que la decisión parece ser
el fruto de la propia iniciativa de Frigerido, lo que nos estaría
informando del poder que tienen los generales bárbaros en la
corte del joven emperador; en segundo lugar, en 9, 5, se nos
habla de la naturaleza de los taifales, un pueblo libertino que
había degenerado en la pederastía (y que ahora se encontraba
en el solar de Italia). Desde esta luz, el hecho de la ubicación se
traduce como un gran error para Amiano.
En síntesis, Amiano parece reaccionar contra la política de los
gobernantes romanos de recurrir a las externae gentes para resolver sus
dificultades interiores. Efectivamente, en él no se percibe con claridad
que el asentamiento de bárbaros en tierras del Imperio resolviera la
presión de aquéllos sobre éste15. Más bien, lo que se observa es cierta
actitud escandalizada ante la entrada permitida a los peligrosos extraliminares. La noticia del ataque repentino a Lyon por parte de un
grupo de laeti (XVI, 11, 4) nos muestra la negativa opinión que
nuestro autor tenía de los acogidos16; más adelante, en XXI, 13, 16, el
germano Gomoario, general de Constancio, se sirve de un cuerpo de
letos para contener el avance de Juliano a través del estratégico paso
de Sucos. Evidentemente, el hecho de que estos reclutados sirvieran
bajo los estandartes de Constancio en contra de Juliano no dice
mucho a favor de la simpatía que Amiano sentía hacia ellos. También
G. Traina, “Aspettando i barbari. Le origini tardoantiche della guerriglia di
frontiera”, Romanobarbarica 9 (1986-1987), p. 256; S. Mazzarino, El fin del mundo antiguo, Méjico 1961, p. 154-155.
16 Sin embargo, en XX, 8, 13, el antioqueno admite el valor militar de los mismos
para Roma.
15
115
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
al hablar de otra modalidad de asentados, la de los gentiles17, el
antioqueno lo hace con el significado de “bárbaros” en sentido amplio18. Asimismo, los emplazamientos de extraliminares le sirven a
Amiano para cimentar la crítica a los gobernantes a los que es
adverso, siempre en un vivo contraste con la figura de Juliano.
En lo tocante a las contribuciones militares bárbaras al ejército de
Roma, Amiano indica que éstas no siempre se definían con claridad:
su uso del término foedus, unas veces como acuerdos que no conllevan
la sumisión al Imperio, otras como tratados con capitulaciones (y ésta
es su forma más común en sus Res gestae), así lo confirma19. Por lo
general, la victoria romana y la rendición de un pueblo bárbaro, seguida de un foedus que mantiene el orden social existente, son episodios
frencuentes en las fronteras renano-danubianas a lo largo del siglo IV:
en tiempos más antiguos, además, suponía la incorporación masiva de
súbditos al Imperio y la creación de una provincia20. Para los panegiristas latinos del siglo IV, la consideración del foedus tiene una naturaleza distinta: los pueblos sometidos por las legiones son conside-
Amm., XX, 8, 13; XIV, 7, 9; XV, 5, 6; XVI, 4, 1; XX, 2, 5...
J. Gaudemet, “L´étranger au Bas-Empire, en L´Etranger”, en Recueils de la Société
Jean Bodin pour l´Histoire Comparative des Institutions, IX, vol. I, Paris 1984, p. 226: al
contrario que los gentiles, los laeti tienen un origen exclusivamente germánico; C.
Milani, “Lat. Laetus, etr. Lethe”, en Conoscenze Etniche..., p. 190: esto es particularmente aceptado por Amiano.
19 P. Heather, op.cit., p. 110-111; foedus: XIV, 10, 1-16; XXI, 3, 1; XVII, 10, 6-9;
XVIII, 2, 13; pactos en la frontera renana: XV, 4; XXXI, 10, 2; 17, 1, 12-13; 17, 6,
1; 17, 10, 3-4; pactos en el medio Danubio: 17, 12, 9 ss; 29, 6, 16; 17, 13, 20-23; 19,
11, 5. Vid. también XVI, 12, 15; 18, 2, 18-19; tratados dictados por la costumbre
nativa: XIV, 10, 16; XVII, 1, 13; 12; 21; cf. XVII, 10, 7; XXX, 3, 5; Amiano
también nos habla de las levas efectuadas entre comunidades bárbaras como
imposición anual de Roma para mantener la paz (XVII, 13, 3; XXVIII, 5, 4).
20 D.C. Braund, Rome and the friendly king. The character of the client kingship, London
1984, p. 181 ss; F. Millar, “Government and diplomacy in the Roman empire
during the first three centuries”, The International History Review 10 (1988), p. 351 ss.
17
18
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116
rados parte del Imperio21 y su sumisión se produce más por miedo a
las armas romanas que a causa de la derrota22.
Además, Amiano se interesa más por los casos de alistamiento
militar, sobre todo los individuales, que por los de acantonamientos
en suelo imperial: de algún modo, esto resulta bastante lógico pues el
antioqueno había pertenecido al ejército y allí habría conocido a
muchos reclutados, desde soldados rasos a generales, de origen externo23; tal vez puede que hasta sirviera bajo las órdenes de alguno de
ellos.
Después de todo, conocemos mejor los casos individuales de
reclutamiento bárbaro que los colectivos24. El hecho de que estos
oficiales latinizaran a menudo sus nombres nos puede despistar sobre
su número real, pero en realidad fueron muchos. Su elección responde, en estos tiempos tan conflictivos, a la tendencia de los emperadores a abandonar el tradicional orden de promoción y a elevar a los
altos cargos a hombres capacitados, aunque su ascendencia sea bárbara25.
Las razones por las que el Imperio se lanzó al reclutamiento
masivo de bárbaros han sido objeto de un intenso debate. ¿Pudo
evitarse la “barbarización” del ejército romano? N.H. Baynes apuntó
Pan.Lat., II(10), 7, 2 ss.; 9, 1; III(11), 5, 4; IV(8), 1, 4; V(9), 21, 1-3.
Pan.Lat., II (10), 10, 3 ss; III (11), 5, 4; VII(6), 12, 1ss.; IX (12), 22, 3; 25, 2.
23 B. Enjuto Sánchez, “Juliano y su lucha contra la alteridad barbárica germana”,
S.H.H.A. 16, 1998, p. 241: el cuerpo de los protectores domestici (en el que Amiano
había servido), se había germanizado considerablemente.
24 A.D. Lee, Information and Frontiers. Roman foreign relations in Late Antiquity,
Cambridge 1993, p. 76. D.R. Abbot, Germanic attitudes toward the Roman Empire, San
Diego 1978, p. 15; A. Chauvot, “Représentations du Barbaricum chez les Barbares
au service de L´Empire au IV siècle après J.C.”, Ktema 9 (1984), p. 149, puntualiza
que el reclutamiento de figuras individuales bárbaras resulta engañoso, pues cada
líder extraliminar reclutado se acompañaba de un número variable de fieles.
25 G.A. Crump, “Ammianus and the late Roman army”, Historia XXII, 1 (1973), p.
97.
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22
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SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
hace muchos años que la respuesta se hallaba en la incapacidad de
Occidente para sustraerse a un ejército de mercenarios, dada su escasez de soldados, lo que llevó al declive de esta pars imperial26. Asimismo, se ha argumentado que la doble presión de partospersas y
germanos sobre las fronteras de Roma obligaron a ésta a recurrir a la
ayuda extraliminar27. A ello se añadiría la tendencia aristocrática a evadir las reclutas de sus campesinos, que pudo incentivar la barbarización de las fuerzas militares del Imperio28. Además, otros motivos
sirven para explicar el recurso masivo a las externae gentes a fines del
siglo IV: la pérdida de espíritu marcial29, los desastrosos efectos de las
reformas constantinianas, que lo habían atomizado, la crisis demográfica30 y la consecuente carencia de soldados, la corrupción y la incompetencia... Con este panorama desolador se explica que Teodosio
tuviera que echar mano de los godos para reconstruir su aparato militar y poder contener, así, agresiones externas y, sobre todo, usurpaciones31.
N.H. Baynes, “The decline of the Roman power in Western Europe. Some
modern explanations”, J.R.S. 33 (1943), p. 35: frente a esto, Oriente, con Asia Menor como “reserva humana”, soportó mejor el fenómeno de las agresiones bárbaras.
27 J. Wolski, “Le róle et l´importance des guerres de deux fronts dans la décadence
de l´Empire romain”, Klio 62 (1980), p. 415.
28 D. Vera, “Strutture agrarie e strutture patrimoniali nella tarda antichità: la aristocrazia romana fra agricoltura e comercio”, en La parte migliore del genere humano.
Aristocrazie, potere e ideologia nell occidente tardoantico, a cura di S. Roda, Torino 1994, p.
184.
29 A. Ferril, op.cit., p. 125, afirma que el ejército del siglo V, desmoralizado y débil,
no guardaba ninguna relación con las potentes fuerzas romanas del siglo anterior;
sobre las preocupaciones de tratadistas militares como Vegecio sobre la moral de la
tropa, vid. C. Giuffrida, “Disciplina romanorum. Dall´Epitoma di Vegezio allo
Strategycon dello Pseudo Maurizio”, en Le trasformazioni della cultura nella Tarda
Antichità, Vol. II, a cura di M. Mazza e C. Giuffrida, Roma 1985, p. 842 ss.
30 A.E.R. Boak, Manpower shortage and the fall of the Roman Empire in the West, Ann
Arbor 1955, p. 92-93.
31 S. Williams, G. Friell, Theodosius: the Empire at bay, London 1994, p. 89.
26
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
118
Así, a lo largo de los siglos, millones de extraliminares se establecieron en el Imperio32. En realidad su número sería imposible de
calcular, aunque no parece que sobrepasara al de las fuerzas romanas
en ningún momento33. Muchos se alistaron dentro del Imperio, pero
la mayor parte, si atendemos al testimonio de Zósimo (II, 15, 1; III, 8,
1; IV, 12, 1), lo hicieron desde sus comunidades de origen34, atraídos
por la perspectiva de un abastecimiento regular de comida, ropas y
armas35, o ante la posibilidad de huir de alguna persecución en su
tierra natal36. Consecución de estatus social37 y las prerrogativas del
retiro (tierras, concesión de la ciudadanía para ellos y sus familias 38),
A.E.R. Boak, op.cit., p. 28 ss; 137 ss; R. MacMullen, “Barbarian enclaves in the
northern Roman Empire”, en su Changes in the Roman Empire, Princeton 1990, p.
553-554.
33 J.H.W.G. Liebeschuetz, “Generals, federates and buccelarii in Roman armies
around AD 400”, en The defence of the Roman and Byzantine East, Ph. Freeman, D.
Kennedy, Oxford, BAR, 1986, p. 46. Vid. Zos., V, 33. Según C.R. Whittaker, Frontiers of the Roman Empire. A social and economic study, Baltimore 1994, p. 231, en el siglo
IV un millón de bárbaros cruzaron el Rin de forma no controlada. Sobre un área de
10.000 kilómetros cuadrados, ello supone un promedio de 1 bárbaro por kilómetro
cuadrado y año.
34 A. Chauvot, art.cit., p. 147: la marcha de los bárbaros al Imperio se halla
motivada o bien por la ruptura de la sociedad de origen o bien por intervención
directa del imperio sobre tales sociedades.
35 J.H.W.G. Liebeschuetz, art.cit., p. 46; sobre el salario del soldado tardorromano,
vid. R.P. Duncan-Jones, “Pay and numbers in Diocletian´s Army”, Chiron 8 (1978),
p. 541 ss.
36 A.D. Lee, op.cit., p. 77; M. Ichikawa, “The Marcomannic Wars: a reconsideration
of their nature, en Forms of control and subordination in Antiquity, T. Yuge, M. Doi, eds.,
Leiden-New York-Kobenhavn-Köln 1988, p. 255, piensa que el bárbaro reclutado
ha de estar, necesariamente, admitido dentro del Imperio, y J.H.W.G. Liebeschuetz,
art.cit., p. 465, apuesta por el reclutamiento individual en todos los casos.
37 P. Heather, op.cit., p. 199-200: Alarico siempre quiso ostentar un alto mando en el
ejército imperial, lo que suponía la garantía de seguridad para su comunidad goda a
la par que le proporcionaban suculentos beneficios económicos.
38 Aunque, como señala A. Marcone, art.cit., p. 150, las autoridades romanas fueron
reticentes a concederla a los asentados.
32
119
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
completarían el conjunto de alicientes para que los bárbaros se
alistaran. Pero el aspecto fundamental de la cuestión radicaba en los
efectos sociales e ideológicos que implicaba el reclutamiento bárbaro.
En lo que se refiere a las comunidades de origen pueden apuntarse un
refuerzo de la tendencia a la desigualdad social, un cambio en los
esquemas de organización política y militar y, cómo no, una alteración de los patrones económicos con la afluencia de moneda
romana39.
De entre los reclutados, destacaron los nómadas y los germanos.
El recurso a los primeros, debido a su superioridad militar en ciertos
campos, es un hecho reconocido tanto por Roma como por Bizancio40. Una buena proporción de la caballería fue reclutada entre ellos,
y ahí tenemos a los comites de los que nos habla Amiano en XVIII, 9,
4, alistados en los Balcanes y en el Norte de África41. De entre los
nómadas destacaron los sarracenos, quienes tras la derrota de Adrianópolis, y según nos transmiten autores como Eunapio, Zósimo o el
mismo Amiano, jugaron un importante papel en la defensa de
Constantinopla42: según Amm., XXXI, 16, 6, en esta defensa uno de
E.A. Thompson, Una cultura barbarica: I Germani, Roma-Bari 1976 (=The early
Germans, Oxford, 1965), p. 27; según M. Todd, The Northern Barbarians, 100 BC-300
AD, Oxford 1975, p.27, no fue hasta el siglo II que las monedas romanas comenzaron a penetrar en tierras tan al norte como Jutlandia o Escandinavia; Vid. también
R.E.M. Wheeler, Rome Beyond the Imperial Frontiers, London 1955, p. 23.
40 E. Darkó, “Le Rôle des peuples nomades cavaliers dans la transformation de
l´Empire Romain aux premiers siècles du Moyen Age”, Byzantion 18 (1948), p. 9697; para la participación del elemento barbárico en los ejércitos de Justiniano, vid.
J.L. Teall, “The Barbarians in Justinian´s armies”, Speculum XL, 2 (1965), p. 294 ss.
41 J.H.W.G. Liebeschuetz, art.cit., p. 464. T.S. Burns, Barbarians within the Gates of
Rome: a study of Roman military policy and the Barbarians, Indianapolis 1994, p. 54: los
soldados de estas unidades, aunque conservaron sus tradicionales métodos de
lucha, eran comandados por oficiales romanos; vid. Amm. XXV, 10, 9; XXXI, 16,
8.
42 D. Woods, “The Saracen defenders of Constantinople in 378”, G.R.B.S. 37, 3
(1996), p. 260 ss; para la participación de sarracenos en el ejército romano vid. T.S.
Burns, op.cit., p. 28 ss; J.H.W.G. Liebeschuetz, “The Defence of Syria in the Sixth
Century”, en Studien zu den Militärgrenzen Roms, II: Vorträge des 10. Internationalen
39
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
120
ellos degüella a un godo agresor y a continuación se bebe su sangre,
causando el pánico entre los atacantes 43.
No obstante, el reclutamiento de bárbaros nunca suscitó las
simpatías de los intelectuales romanos. Tácito, en sus Historiae, se
mostraba hostil hacia el mismo: el paso de la ferocia a la civilización
exigía un aprendizaje progresivo, y él dudaba de la sinceridad de la
vinculación de los extraliminares al Imperio 44. Siglos más tarde, Vegecio aconsejaba en su tratado no recurrir al reclutamiento bárbaro: los
soldados, opinaba, debían provenir de la llanura (mediterránea), la
única que ofrecía hombres fuertes y disciplinados45. Y aunque la
literatura oficial –caso de los panegiristas latinos tardoantiguos- afirmen de manera rotunda que los bárbaros son acogidos en el Imperio
gracias a la clemencia del emperador victorioso46, nos encontramos
Limes-Kongresses in der Germania Inferior. Cologne 1977, p. 496-497: el Imperio llegó a
depender, de forma progresiva, de los aliados nómadas del desierto arábigo para la
defensa de las provincias orientales, tanto que se produjo una importante infiltración de árabes en el suroeste de Palestina; R.C. Blockley, “Constantius II and
Persia, en Studies in Latin Literature and Roman History”, vol. V, ed. by C.
Deroux, Bruxelles 1989, p. 473: estos nómadas jugaron un importante papel en la
política oriental de Constancio II; según Amm., XXV, 6, 9-10, alistados por Juliano
para la CPJ, se pasaron al enemigo; en Zos., III, 27, 1 les vemos al lado de los
persas y contra Juliano.
43 Según J.F. Matthews, op.cit., p. 351, el sarraceno del relato podía pertenecer a los
contingentes que la reina Mavia, aliada de Valente y convertida al cristianismo,
había enviado a Constantinopla como auxiliares; en Zos., IV, 22, 3 hallamos otra
noticia al respecto: los sarracenos, auxiliares de Valente, se enfrentan a los escitas
que cruzan el Danubio; la fiereza de estos soldados es tal, que los godos prefieren
replegarse y permanecer bajo dominio huno antes que luchar contra ellos.
44 Y.A. Dauge, Le Barbare. Recherches sur la conception romaine de la barbarie et de la
civilisation, Bruxelles, 1981, p. 258-259.
45 Ep. Rei mil., I, 1: “Tirones igitur de temperatioribus legendi sunt plagis, quibus et copia
sanguinis suppetat ad vulnerum mortisque contemptum et non possit deesse prudentia, quae et
modestiam servat in castris et non parum prdest in dimicationes consiliis”.
46 M.J. Rodríguez Gervás, Propaganda política y opinión pública en los panegíricos latinos del
Bajo Imperio, Salamanca 1991, p. 229; P. Heather, J.F. Matthews, The Goths in the
Fourth Century, Liverpool 1991, p. 24-25: la figura del emperador como victorioso
121
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
con un fenómeno contradictorio en el seno del Imperio: al bárbaro
reclutado se le necesita en la misma medida en que se le detesta 47.
Debido a ello, la percepción del bárbaro reclutado que hallamos
en las fuentes literarias suele manifestarse a través de una rígida confrontación: el mercenario o bien es leal a Roma o, por el contrario, un
traidor. Infidi, perfidi, lubrica fallaxque gens..., son los términos aplicados
a los bárbaros alistados más comunes en los panegíricos latinos48. En
teoría, cuando por reclutamiento se consigue cortar los vínculos del
bárbaro con su comunidad de origen, éste transfiere, según relatan
numerosos testimonios clásicos, toda su lealtad al Imperio 49. Resulta
significativa, al respecto, la inscripción del ILS 2814, en la que un
franco declara su nacionalidad germana y añade que es soldado romano. No obstante, tal actitud escasea en los textos, constituyendo la
traición la conducta ordinaria del extraliminar. Ajenos a toda regla
moral, los bárbaros se atienen, en Amiano, sólo al interés del momento, ignoran el valor de los compromisos y suponen una fuente continua de inquietud y desconfianza para los romanos50. La inconstancia
bárbara que produce la violación de pactos, tan frecuente en Amiano
ante los bárbaros, justificación del orden imperial impuesto por la elite a la masa de
la población, obliga a que se evite presentar al gobernante como mediatizado por
las externae gentes a la hora de pactar una paz o un tratado; todo ha de ser
enteramente decidido por él, como lo expresa Temistio en su Oratio X.
47 Contradicción que hallamos en el propio Amiano, un autor hostil por definición
a los bárbaros: en XXXI, 4, 3-4, nos narra que se acepta y se recibe con alegría a los
bárbaros porque su apoyo convertiría al ejército romano en invencible.
48 F. Del Chicca, “Panegiristi e Barbari: tra convenzionalità e originalità di
notazioni”, Romanobarbarica 11 (1991), p. 111-112.
49 D.R. Abbot, op.cit., p. 28-31, el porcentaje de traidores, si hablamos de oficiales,
es mínimo. Los oficiales bárbaros aceptaron desde un primer momento los modos
de vida romanos y buscaron, en todo momento, la integración. En lo relativo a las
rebeliones de foederati y a sus actividades devastadores en el Imperio, este autor las
atribuye a las dificultades iniciales de adaptación de los recien llegados o a motivos
de compulsión extrema, lo que les llevaría a practicar el saqueo como modo de
supervivencia.
50 Y.A. Dauge, op.cit., p. 342. Vid. Amm., XXXI, 2, 9.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
122
como manifestación natural del extraliminar51, llegó a convertirse en
todo un tópico literario: autores como Casiodoro o Enodio llegaron a
acuñar el término perfidia alamanna para designar una sublevación
armada en desprecio de un pacto 52. Según Amiano, cuando los
extraliminares respetan un convenio, lo hacen por miedo (XXIX, 6,
16)53. Uno de los cúlmenes de esta inconsecuencia es la de los hunos
(XXXI, 2, 11): la prueba de la escasa fiabilidad que ofrecen la constatamos al observarlos como mercenarios de los ostrogodos en lucha
contra otros grupos de su propia nación (XXXI, 3, 3) 54. La perfidia de
los grandes líderes bárbaros también aparece como una constante en
las Res gestae.: personajes como Mederico (XVI, 12, 25), Hortario
(XVII, 10, 7-8; XXIX, 4, 7), Vadomario (XXI, 3, 1; 5), Atanarico
(XXXI, 3, 4) o Fritigernio (XXXI, 5, 7; 12, 9), protagonizan episodios
de deslealtad o engaño frente al Imperio.
Vid. Amm., XV, 5, 1; 8, 6; XVI, 12, 17; XVII, 6, 1; 13, 24; XVIII, 2, 18; XX, 1, 1;
XXII, 7, 8; 8, 41; XXVII, 4, 1; 5, 1; XXIX, 5, 17; XXX, 7, 11; XXXI, 2, 9; 10, 2; 10,
11; J. Vogt, La decadencia de Roma. Metamorfosis de la cultura antigua (200-500), Madrid
1968, p. 227: “No sabemos si entre estos germanos que estaban al servicio de los
romanos y generalmente tenían que luchar contra germanos, e incluso muchas
veces contra sus hermanos de tribu, se haya producido un desconcierto de ideas y
sentí-mientos; en los autores antiguos aparece, a veces, la acusación de haber
planeado o empleado la traición. Sin embargo, en estas acusaciones juegan ideas
generales de que los germanos poseían una especie de sentimiento de vinculación
nacional, y de que los bárbaros eran todos traidores, prejuicio antiguo y muy
extendido entre los eruditos”. Tampoco los otros bárbaros, los persas, escapan al
comportamiento indigno del incumplimiento de pactos (XXV, 7, 12; 8, 4; XXVI, 4,
6; XXVII, 11, 1; 12, 15; 18; XXX, 2, 3).
52 U. Pizzani, “Boezio “consulente tecnico” al servizio dei re barbarici”, Romanobarbarica 3 (1978), p. 202; D. Lassandro, “La rapresentazione del mondo barbarico
nell´ oratoria encomiastica del IV secolo D.C.”, Invigilata Lucernis 2 (1980), p. 199: la
perfidia es la contraposición a la fides romana.
53 Rara vez, como es el caso de los alamanes en Amm., XVIII, 2, 2, los bárbaros
respetan un tratado.
54 En ocasiones, la aparente inclinación barbárica a la paz con el Imperio no supone
más que un ardid para conseguir la relajación de las tropas romanas y así propiciar
las condiciones para un posterior ataque (Amm., XVII, 12, 9; XIX, 11, 4-10;
XXVIII, 2, 6-8; XXIX, 5, 19).
51
123
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
Pero la mayor gravedad no radica en la inconstancia de los
enemigos que se hallan más allá de las “fronteras”, sino en la traición
abierta del reclutado: altos oficiales alamanes que sirven en el ejército
romano revelan los planes de éste a sus compatriotas (XIV, 10, 7-8;
XXXI, 10, 3); cuerpos de auxiliares como los braccatos o los cornuti son
tachados de desleales por Amiano (XV, 5, 30). La misma elevación a
la púrpura de Juliano (XX, 4, 17-18), en París, se presenta como el
acto de defección de unos auxiliares bárbaros, siempre tendentes al
tumulto y al levantamiento: Juliano ha de aceptar el trono para salvar
la vida. La poca fidelidad de las cohortes galas nos es recordada en el
contexto de la sucesión de Valentiniano (XXX, 10, 1).
En cualquier caso, el mayor problema que un bárbaro alistado en
una unidad romana podía causar consistía en la turbulencia de su
comportamiento (Amm., XX, 4, 21), que introduciría un elemento de
tensión en las relaciones con los demás soldados55. Episodios más
radicales, como las agresiones de los bastarnos en 391, que se rebelaban contra el Estado que les había acogido56, no eran nada frecuentes.
Incluso entraba dentro de lo nomal que el establecimiento de un
foedus implicara que durante el plazo dado para el mismo surgieran
conflictos entre romanos y bárbaros. El caso más claro es el de los
visigodos en la Galia, en el que no faltaron las escaramuzas entre los
socii. El mismo hecho de un asentamiento de bárbaros para que
cultivaran la tierra no suponía para Amiano (XVI, 11, 4) una garantía
de que aquéllos depusieran las armas. De igual manera, tales roces no
duraban siempre: y cuando los romanos necesitaban del apoyo militar
de, por ejemplo, los godos frente a un tercero, lo recibían sin
E.A. Thompson, “Early Germanic warfare”, P&P, 14 (1958), p. 13.
C.J. Simpson, “Claudian and the federation of the Bastarnae”, Latomus 34, 1
(1975), p. 221-223. De todos modos, la visión de esta rebelión la obtenemos a
través de Claudiano, quien cargó las tintas en su relato para atacar la política
filogótica de Rufino mediante la crítica del filobarbarismo teodosiano.
55
56
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
124
contratiempos57. En estas contingencias, el pragmatismo se impone
sin paliativos.
En la base de la hostilidad referida, en muchas ocasiones, se halla
el hecho de que los bárbaros enrolados no siempre disponen de una
garantía de empleo permanente y se encuentran en una posición
delicada; aunque tuvieran posibilidades de formar parte del ejército
regular, su futuro dependía directamente del general que les había
contratado: esto hace que en Occidente, por ejemplo, el magister
militum se convierta en el virtual dirigente del Imperio58.
Además, el poder de romanización de las comunidades extraliminares, ya se encuentren más allá de las fronteras o bien insertas
como laeti, gentiles, foederati o dediticii dentro del Imperio, decayó a
partir del siglo III, con lo que tales grupos bárbaros mantuvieron en
un nivel aceptable sus pautas culturales e incluso estrechos contactos
con sus núcleos de procedencia59. En esta línea, conviene recordar
que los reclutamientos no representan un corte definitivo del reclutado con su comunidad de origen, a la que retornan temporalmente
cuando se les concede permiso; y, además, muchos contingentes
extraliminares fueron alistados por un tiempo limitado 60. Contra el
H.W. Elton, “Defence in fifth-century Gaul”, en Fifth-century Gaul: a crisis of
identity?, J.F. Drinkwater, H. Elton, H., eds., Cambridge 1992, p. 169: “For the
moment it was enough for the Romans to contain Visigothic energies and encourage their assimilation”.
58 J.H.W.G. Liebeschuetz, “Generals... ”, p. 467-468.
59 R. MacMullen, art.cit., p. 560-561; para E.A. Thompson, “Barbarian collaborators
and Christians”, en Romans and Barbarians. The decline of the Western Empire, Winconsin
1982, p. 236-237, el godo que vestía el uniforme romano seguía en contacto con su
comunidad de origen y resultaba relativamente fácil que desertara o mantuviera
informado a sus antiguos camaradas; A.J. Boudewijn Sirks, “Shifting frontiers in
law: Romans, Provincials and Barbarians, en Shifting Frontiers in Late Antiquity”,
Aldershot 1996, p. 149, n. 15: “Some barbarians were appointed as general, consul,
or patrician, or received other honours, but this did not make them Romans,
because they did not become liable for munera as true Roman citizens were”.
60 J.H.W.G. Liebeschuetz, “Generals...”, p. 464-465: el exiguo registro de
extraliminares reclutados en documentos oficiales como la Notitia Dignitatum apunta
57
125
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
peligro de la probable traición de los bárbaros reclutados, los juristas
imperiales legislaron activamente desde Constantino (CTh.,VII, 1,1;
12, 2).
Podemos abordar el tema del reclutamiento bárbaro individual en
las Res gestae de Amiano desde distintas perspectivas. Empezaremos
por el criterio de la nacionalidad: destaca la presencia de notables
francos y alamanes asociados a actividades de mando. El origen de
los reclutados aparece con mayor claridad en los casos de altos
oficiales, mientras que en los menores apenas si se nos dice algo al
respecto: entre estos últimos, en todo caso, también destacan los
francos y alamanes. Para el siglo IV, obtenemos un predominio de
oficiales francos en el ejército romano61. Ellos son presentados por el
antioqueno, en el contexto del episodio de la rebelión de Silvano,
como “the voice of opposition at Court to the customary wiles of
Constantius´minister, and as the representatives of a genuine and
unquailfied loyalty to the Roman government”62. En muchas
ocasiones estos personajes demuestran su lealtad al Imperio. Los
casos de heroísmo en combate de Bapón (XV, 4, 10-11) o Carietón
(XXVII, 1, 2 y 5) así lo demuestran. Pero ni siquiera la lealtad les hace
perder, en muchas ocasiones, su estigma barbárico. De hecho, la
crítica amianea hacia los aduladores cortesanos consiste, básicamente,
en que son superados por sus colegas bárbaros. En cuanto a los
alamanes, por lo general obtenemos una visión negativa de ellos.
Oficiales como Agilón, Escudilón, Gomoario, Latino, Vadomario son
representativos de manifestaciones de traición, corrupción, incomtal vez hacia un alistamiento de carácter puntual y transitorio, algo que le suponía al
Estado un considerable ahorro.
61 D.R. Abbot, op.cit., p. 23; según L. Musset, Las Invasiones. Las oleadas germánicas,
Barcelona 1967, p. 68-69, los francos eran, “de todos los germanos, los más bien
dispuestos a comprender la civilización romana” y Amiano “hizo excepciones en
favor de muchos de ellos en su odio contra los bárbaros”.
62 D. Hunt, “The outsider inside: Ammianus on the rebellion of Silvanus”, en J.W. Drijvers,
D. Hunt, eds., The Late Roman World and its Historian. Interpreting Ammianus
Marcellinus, London and New York 1999, p. 56.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
126
petencia y perfidia. Tan sólo Hariobaudo, un simple tribunus vacans,
recibe un tratamiento positivo. Por otra parte, los exponentes godos
(Aligildo, Munderico) son acreedores a un tono más bien neutro,
salvo el caso de Arinteo que examinaremos más adelante. Otras procedencias que encontramos son la ibera caucasiana (Bacurio), la persa
(Hormisdas), la africana (Creción, Estacaón, Gildón) y la sármata
(Víctor).
El cargo que desempeñaron también puede ayudarnos a comprender la visión del reclutado extraliminar en Amiano. Estos bárbaros
ostentaron una gran diversidad de empleos: el más usual en las Res
gestae es el de tribunus, generalmente asociado a alguna de las Scholae
palatinae63. Entre los francos, destacan tres personajes que alcanzan un
alto cargo como Malarico, Nevita y Merobaudo. El primero, inicialmente tribuno de los gentiles, fue uno de los oficiales germanos que
intercedió por su compatriota Silvano ante Constancio, y por ello
Amiano le recuerda con cierta simpatía64. Durante el reinado de
Joviano se le ofreció el cargo de magister equitum per Gallias que,
asombrosamente, rehusó (XXV, 8, 11; 10, 6). Se trata de un personaje
competente en sus obligaciones militares, pero también poco ambicioso: en ese sentido, se convierte en todo un paradigma del “buen
bárbaro reclutado”, en Amiano, frente a otros como Nevita o Merobaudo. Nevita supone el caso más evidente del éxito de un bárbaro
reclutado en las Res gestae: simple praepositus de una unidad de caba-
D. Woods, “Ammianus and some tribuni scholarum palatinarum, c. A.D. 353-364”,
CQ, 47 (1997), p. 269, define las Scholae como “cavalry units, each containing about
500 men under the overall command a single tribune”. Existían varios tipos de
scholae palatinae: la sch. Scutariorum prima (la más veterana), la sch. Scutariorum secunda, la
sch. Scutariorum clibanariorum, la sch. Armaturarum y la sch. Gentilium (la menos veterana); N. Santos, “El servicio policial secreto romano en el Bajo Imperio según
Amiano Marcelino”, M.H.A, I (1977), p. 130 señala que también efectuaban labores
propias de agentes in rebus.
64 Sentimiento que incrementa el que fuera víctima de las intrigas de esos
cortesanos palaciegos a los que Amiano tanto detesta.
63
127
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
llería antes de que el Apóstata se inclinara por él65. En XVII, 6, 3
Amiano nos habla de su bravura en el combate contra los alamanes;
sin embargo, esto no basta para respaldar su éxito e incluso servirá de
base para una de las escasas críticas de nuestro autor a Juliano66. Su
extracción barbárica y sus humildes orígenes no justifican para Amiano su rápida promoción social67. En lo referente a Merobaudo, rex
Francorum al servicio de Roma, llegó al empleo de magister peditum bajo
Valentiniano I: su talento y su sólida posición en la Corte occidental
le permitieron imponer un coemperador a Graciano cuando el dinasta
falleció (Zos., IV, 17-19); bajo éste accedió por dos veces al consulado y, finalmente, se pasó al bando de Máximo 68. Protector del
corrupto comes Romano, personaje oportunista e intrigante, también
se admite en las Res gestae su calidad de soldado experimentado
(XXI, 10, 6). Es uno de esos casos de reclutamiento bárbaro indiviJ. Arce, “Los cambios en la administración imperial y provincial con el
emperador Fl.Cl. Juliano (362-363)”, H.Ant. VI (1976), p. 210, señala los criterios
utilizados por Juliano para elegir a los miembros de su entorno político y militar:
hombres de confianza (Nevita), con cierta formación cultura (Víctor y Máximo), sin
atender a su origen (Víctor) o su religión (Máximo) y que le garantizaran su
adhesión política.
66 Críticas que no sólo apuntan hacia su filobarbarismo, sino también hacia la alteración de las normas de promoción administrativa del siglo IV, iniciada por Constantino (Zos., II, 32) y secundada por el Apóstata. La censura al reclutamiento bárbaro
del primer emperador cristiano aparece en Amm., XXI, 10, 8; 12, 25. Estas invectivas constituían la imagen especular de lo expresado por Eusebio de Cesarea
(Vit.Const., IV, 7), quien había escrito que Constantino había honrado a los más
nobles de entre los bárbaros con cargos oficiales, de tal guisa que muchos de ellos
no regresaron a sus lejanos hogares, prefiriendo la vida entre los romanos. El
mismo padre de Atanarico, el futuro ilustre huesped de Teodosio en Constantinopla, había sido distinguido por Constantino con una estatua fuera del habitáculo del
Senado de la capital oriental (Them., Or., 15, 191a); sobre la presentación del tema
ante el auditorio senatorial pagano de Amiano en Roma, vid. A. Cameron, “The
Roman friends of Ammianus”, J.R.S. LIV (1964), p. 21-22.
67 La misma crítica será vertida contra otro alto oficial germano: Agilón.
68 B.S. Rodgers, “Merobaudes and Maximus in Gaul”, Historia XXX (1981), p. 82105.
65
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
128
dual en los que el antioqueno da un tratamiento comedido entre el
reproche y la alabanza, tal y como ocurre con otra franco: Flavio
Ricomeres. Éste desarrolló una de las carreras más brillantes del
grupo de los oficiales germanos: comes domesticorum bajo Graciano,
ayudó a Valente en su fatídica guerra contra los godos (XXXI, 7, 4).
Aunque de Ricomeres obtenemos mayor información en otras
fuentes como Libanio (Or., I, 219-220), que habla de él en términos
laudatorios cuando el franco, en 383, había alcanzado el cargo de
magister militum per Orientem; o el Cógido Teodosiano o Zósimo (CTh.,
VII, 1, 13; Zos., IV, 54), a través de los cuales sabemos que Teodosio
le promocionó al empleo de comes et magister utriusque militiae; en 384,
por fin, alcanzó el consulado. Entre sus amigos figuraron romanos
tan insignes como Símaco (Ep. 3, 59). En Amiano, sin embargo, y
aunque termina abandonando a Valente a su suerte en el campo de
batalla de Adrianópolis, no recibe el menor reproche. Tal vez porque,
como el antioqueno, también era pagano.
Entre los alamanes, destacan Agilón y Gomoario, magister peditum y
magister equitum respectivamente. Ninguno recibe un tratamiento positivo en las Res gestae. Agilón aparece caracterizado como un tránsfuga, un presunto traidor, un personaje deshonesto y, lo peor para
Amiano, un rival de Ursicino. Gomoario recibe, si cabe, una caracterización aún más grave: servidor de emperadores como Constancio y
Valente, incluso del usurpador Procopio, a este defecto se suma su
talante de traidor impenitente y su poca destreza como militar. Otros
oficiales alamanes de menor rango (Escudilón69, Latino, Vadomario)
son abiertamente calificados de traidores. Hariobaudo (XVIII, 2, 2 y
7) es el único soldado de esa nacionalidad del que se encomia algo: su
valor y fidelidad. Sin embargo, no era más que un tribuno sin mando70.
A éste el destino le hace pagar sus actos de traición: una enfermedad “le hace
vomitar los pulmones” (XIV, 11, 24).
70 De Hortario, otro alamán del que ni siquiera conocemos su rango, no se cuenta
nada ni a favor ni en contra (XXIX, 4, 7).
69
129
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
Un aspecto importante de estos oficiales bárbaros es la relación
que tuvieron con Juliano, la cual, según los casos, les hace aparecer de
una manera o de otra. Así, tenemos los siguientes ejemplos:
- Agilón, del que ya hemos hablado, es calificado como
militar competente: tal vez porque fue oficial del Apóstata en
su camapaña persa.
- Arinteo, cuyo retrato en las Res gestae no es precisamente
de los más negativos: valeroso soldado, buen general, diplomático cumplidor, su único defecto parece consistir en servir bajo
algunos gobernantes incompetentes como Joviano o Valente.
En su lucha contra los godos advertimos, asimismo, su avenencia con los intereses imperiales frente a su antigua identidad
cultural. También sabemos por Basilio de Cesárea (Ep., 269)
que este obispo bautizó al militar godo antes de morir, con lo
cual se deduce que hasta entonces había sido pagano, un rasgo
que pudo colocarle en una luz positiva frente al cálamo de
Amiano. Indudablemente su eficacia como oficial de Juliano en
la guerra contra los persas es lo que le hace merecer la simpatía
del antioqueno71. Por cierto que éste menciona uno de sus
rasgos físicos, su gran estatura (XXVI, 8, 5), que nos recuerda
el estereotipo del bárbaro.
- Bainobaudo, tribunus Cornutorum de incierta nacionalidad,
que muere en las campañas renanas de Juliano, es alabado por
Amiano (XVI, 12, 63).
- Lo mismo le ocurre al franco Carietón (XVII, 10, 5),
antiguo bandido en la frontera que utiliza su habilidad para el
bandolerismo al servicio de Roma y que morirá heroicamente
contra los mismos bárbaros con los que había saqueado tierras
imperiales (XXVII, 1, 2 y 5).
Un par de datos que no apunta el antioqueno son los siguientes: en primer lugar,
que Arinteo apoyó la elección de Valentiniano como sucesor de Joviano; en
segundo lugar, que llegó al consulado en 372.
71
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
130
- Dagalaifo72, hombre rudo, aunque enérgico (llegará a
enfrentarse incluso al terrible Valentiniano I), desempeñó cargos de confianza para Juliano en la guerra civil contra Constancio y en la campaña persa de Juliano. Pese a su escaso éxito en
la guerra contra los germanos, llegaría a compartir el consulado,
en 366, con Graciano73.
- Gomoario, quien odiaba a Juliano por tensiones habidas
entre ellos en la Galia (XXI, 13, 16), recibe uno de los peores
retratos, entre los oficiales germanos, en Amiano.
- Hariobaudo, oficial menor que realizó valerosas misiones
para Juliano en territorio alamán.
- Nevita, del que ya hemos hablado.
- Vadomario, quien por orden de Constancio llegó a hostigar a Juliano en el Rin (XXI, 3, 4-5). Ejemplo del típico bárbaro
pérfido, que devasta las zonas fronterizas (XIV, 10, 1), rompe
los tratados de paz con Roma (XVI, 12, 17) y posee una
extraordinaria capacidad para urdir intrigas (XXI, 3, 5)74.
- Una clara muestra de lo que venimos diciendo es el único
oficial sármata que hallamos en las Res gestae: Víctor. Irrumpe
G. Sabbah, “La méthode d´Ammien Marcellin. Recherches sur la construction du
discours historique dans les Res gestae”, Paris 1978 p. 538: “Dagalaifo représente la
condition instable et précaire du Germain en voie de romanisation: il n´est plus de
son pays, il ne sera jamais de cette Rome qui l´exploite en lui confiant un rôle
brillant”.
73 Para J.F. Drinkwater, “Julian and the Franks and Valentinian I and the
Alammani: Ammianus on Romano-German relations”, Francia 24 (1998), p. 10, una
prueba más de la pobre amenaza que estos pueblos suponen para Roma en la
segunda mitad del siglo IV.
74 J.F. Matthews, op.cit., p. 377: “Vadomarius was never less than an intriguing
figure, in every sense of that word”; H.W. Elton, “Defining Romans, Barbarians
and the Roman frontier”, en Shifting Frontiers..., p.128-129, defiende que este líder
alamán era un personaje que, a pesar de su origen bárbaro, no habría sido muy
diferente de un romano.
72
131
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
en la obra como jefe de la retaguardia de Juliano (junto a
Dagalaifo) en Asiria (XXIV, 1, 2); más adelante, y con el cargo
de dux (4, 13), realiza labores de exploración mientras las fuerzas romanas sitian la plaza de Maiozamalcha; sin embargo, una
líneas más abajo (4, 31), Amiano alude a él llamándole comes y
esta vez en la vanguardia del ejército julianeo; en XXIV, 6, 4,
aparece comandando la tercera parte de la flota del emperador
(las otras dos las dirigía el propio gobernante), lo cual vuelve a
incidir en su valía como jefe militar en situaciones muy
diversas; su coraje en el combate y capacidad para tomar
decisiones en mitad de la lucha los demuestra en XXIV, 6, 13:
aun con el hombro atravesado por una flecha, disuade a los
legionarios que intentan perseguir a los persas en retirada hacia
el interior de Ctesifonte; en este episodio, de nuevo, Amiano
vuelve a llamarle dux. Luego le veremos en las deliberaciones de
los oficiales que eligen al sucesor del difunto Juliano; aquí el
sármata se alinea con Arinteo y otros capitanes, antiguos soldados de Constancio, en contra de los oficiales galos Nevita y
Dagalaifo (XXV, 5, 2); tendremos que esperar al reparto entre
Valentiniano y Valente de áreas de influencia y generales para
tener otra noticia suya: como resultado de la división, pasa a
formar parte del staff del segundo (otra vez junto a Arinteo), lo
cual tampoco le favorece en la visión que Amiano tiene de él
(XXVI, 5, 2); con una carrera que se configura como meteórica75, ya ha alcanzado el empleo de magister equitum: cargo que
ejercerá en misión diplomática entre los godos, con la orden de
averiguar por qué apoyaron a Procopio a pesar de la alianza con
Valente (XXVII, 5, 1-2). Obsérvese que nada de lo anterior,
salvo la difusa elección de Joviano, empaña su “expediente” a
los ojos del antioqueno; más tarde, y otra vez junto a Arinteo
(éste como magister militum), tratará la paz con los godos tras
tres años de guerra (5, 9); dada la buena evolución de las negóciaciones entre Atanarico y Valente, hemos de deducir que
75
Según Them., Or., IX, 120c-121a; 128 c-d, llegó a ser cónsul sufecto en 369.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
132
también se reveló como un oficial competente en esta misión;
de todos modos, Amiano no contempla positivamente la paz
que el emperador de Oriente pacta con los germanos, así que
de poco le vale a Víctor su mediación. En XXX, 2, 4 ss, por
orden de Valente, y en compañía de Urbicio (dux Mesopotamiae),
se dirige hacia el frente persa para advertir a Sapor de que no
debe aspirar al control de Armenia; sin embargo, los legados
obran con precipitación y escaso tacto político, lo que
provocará que Sapor lance una ofensiva que se apodere de
Armenia: Valente no podrá reaccionar, temeroso de los godos
en el Danubio; en 2, 7, Amiano recupera el título de comes para
Víctor; por cierto, que en estos mismos pasajes el antioqueno
anticipa el desastre de Adrianópolis. Así, en XXXI, 7, 1 Víctor
ha de zanjar apresuradamente los problemas diplomáticos en
tierras armenias ante el inminente choque con los godos en
Tracia; aunque Amiano no lo dice, el hecho de que le
constatemos en los momentos previos a la legendaria batalla
nos hace pensar que, además de para salvar un peligro en la
retaguardia, Valente había tomado esa decisión para tener a su
lado a un valioso general: en XXXI, 12, 6, Víctor contradice el
criterio de Sebastián, que se inclinaba por el ataque frontal e
inmediato al enemigo, aconsejándole al emperador que espere
los refuerzos de Graciano; aquí Amiano le califica de contemporizador y prudente, pese a que era sármata de origen. La desconfianza frente a los bárbaros reclutados no puede ser más
evidente por parte de nuestro historiador. El último pasaje
protagonizado por este oficial (XXXI, 13, 9) narra la huida del
general ante la avalancha goda, abandonando a Valente a su
suerte, aunque no sin haber intentado antes organizar su defensa; otros generales como Saturnino y Ricomeres imitarán su
ejemplo. Según Zósimo (IV, 24, 3), será él quien comunique la
mala nueva a Graciano en Panonia. Por último, según Gregorio
de Nacianzo (Ep. 133, 134), se hallaba en Constantinopla hacia
382-383. Victor era cristiano, aunque también un valioso gene-
133
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
ral para Juliano. Su carrera desmerece a partir que nos alejamos
en el tiempo de la muerte del Apóstata y, sobre todo, bajo el
odiado reinado de Valente. Amiano, participante de la campaña
persa de Juliano, debió de conocerle.
En general, cuando Amiano nos habla de oficiales bárbaros no lo
hace de forma exhaustiva, sino a través de breves pinceladas que no
siempre nos dan a entender qué pensaba de tal o cual personaje, o
cuál era su posición dentro de la maquinaria militar o administrativa
del Estado; además, en ciertos casos, no nos ayuda a apreciar al oficial
en cuestión ni a seguir su carrera a partir del 378 según narran otras
fuentes. Pongamos los siguientes ejemplos:
- Bapón: oficial franco, aparece una única vez en las Res
gestae (XV, 4, 10), como oficial de los Promoti dentro de la campaña de Constancio II contra los lencienses. Luchó heroicamente junto a Arinteo en ese episodio. En principio, pues, la
valoración de Amiano sería positiva. Sin embargo, si se trata del
mismo personaje que en el 372 llegó al cargo de prefecto de
Roma (CTh., VI, 4, 21) encontraríamos un posible caso de
premeditada omisión, ya que el antioqueno no dice una palabra
al respecto76. El que un germano llegara a tan estratégico cargo
debía escandalizar a alguien como nuestro antioqueno.
- Frigerido, dux Valeriae, es para D. Woods un personaje
que suscita la admiración de Amiano77. Nosotros no lo vemos
tan claro. Militar astuto en la guerra contra el bárbaro, instala a
godos taifales en el norte de Italia y olvida su deber de auxiliar a
Valente en Tracia. Su tratamiento es neutro, por más que es
uno de los más altos oficiales bárbaros que aparecen en las Res
gestae.
T.D. Barnes, Ammianus Marcellinus and the representation of historical reality, Ithaca,
London 1998, p. 238-240, opina que puede tratarse de una pérdida en la
transmisión textual de las Res gestae; J.F. Matthews, op.cit., p. 209 ss, se inclina por la
premeditación amianea.
77 D. Woods, “Maurus, Mavia and Ammianus”, Mnemosyne LI, 3 (1998), p. 334.
76
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
134
- Hormisdas: bajo el reinado de Constancio II este persa
ejercía una oficialidad militar, tal vez el cargo de comandante de
la schola Scutariorum Clibanariorum78; el hecho de que no conozcamos nada más de él a partir del 363 quizás nos indica que
murió en el curso de la campaña persa de Juliano79. Hormisdas
había llegado a Roma, probablemente, hacia el 324. Zonaras lo
cita como comandante de caballería de Constancio II (13, 5,
17-33), como más tarde lo sería de Juliano en su campaña persa, y debió de aparecer en alguna parte de los libros perdidos de
Amiano80. La información superviviente, en todo caso, resulta
muy confusa.
- Mauro aparece asociado al nombre de Macameo, posiblemente ambos tribunos, pues eran hermanos. El segundo muere
en combate, y su colactáneo, aun herido por un dardo, rescatará valerosamente su cuerpo en mitad del fragor de la lucha.
Sin abandonar las breves líneas en que ambos realizan su única
presentación en la obra, Amiano nos dice del primero que
llegaría al cargo de dux Feniciae. El nombre, sin embargo,
aparece en otros pasajes de las Res gestae: Mauro se llamaba el
draconarius del cuerpo de los Petulantes (uno de los auxilia palatina
de Juliano) que coronó como Augusto al futuro Apóstata en la
revuelta de París (XX, 4, 18), en la primavera del 360 81: de paso,
el antioqueno nos recuerda que más tarde ascendería al empleo
de comes, fracasando en la defensa del archiestratégico paso de
Sucos. ¿Se trataba del mismo personaje? Woods opina que sí: la
anécdota del bravo rescate, ideal en el relato de batallas en
Amiano, se conjuga, de forma deliberadamente confusa a juicio
D. Woods, Ammianus..., p. 289-290.
D. Woods, “A Persian at Rome: Ammianus and Eunapius´ Frg. 68”, en The Late
Roman World..., p. 160.
80 Vid. A. Cameron, “Biondo´s Ammianus: Constantius and Hormisdas at Rome”,
HSCPh 92 (1989), p. 427
81 Otra noticias en Iul., Ep.ad Athen., 284d; Lib., Or.18, 99; Zos., III, 9, 2.
78
79
135
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
del británico, con la antipatía de Amiano frente a un dux Phoenices que no supo defender la zona de Siria-Palestina contra las
incursiones de los sarracenos de la reina Mavia (hacia 378) 82, y
cuya incompetencia aparecía subrayada por su incapacidad de
mantener el control de una zona vital para la seguridad del
Estado83.
- Vitaliano aparece como protector domesticus, en el 363,
elevado a dicho rango por Joviano. Adscrito como soldado al
contingente de los hérulos, Amiano nos recuerda que más tarde
llegaría al cargo de comes en Iliria: en tal ejercicio, Vitaliano se
mostraría como un incompetente (XXV, 10, 9; Zos., IV, 34, 12, bajo Graciano y hacia el 380). Este nombre aparece también
en el significativo pasaje XXVI, 7, 15-16, en el que, en mitad
del primer choque entre las fuerzas rebeldes y las de Valente, el
usurpador Procopio saluda a un tal Vitaliano y, mediante un
breve y emotivo discurso, logra que las tropas del emperador se
pasen a su bando. No podemos afirmar que ambos sean la
misma persona.
Mención aparte merece el caso del usurpador Silvano. Hijo de
Bonitus (Amm., XV, 5, 32)84, fue tribunus scholae Armatorum bajo Magnencio, al que abandonó para pasarse al bando de Constancio II
(Amm., XV, 5; Oros., VII, 29, 14), por lo que fue recompensado con
el cargo de magister equitum et peditum per Gallias 85. Las fuentes tarJ.F. Matthews, op.cit., p. 349: en la época en la que escribe Amiano, los sarracenos
gozan de una gran autonomía de movimientos en los desiertos que bordean la
franja sirio-palestina, entre otros motivos por la decadencia de antaño poderosas
ciudades como Palmira o Hatra.
83 D. Woods, “Maurus...”, p. 325-336.
84 Según R.M. Frakes, “Cross-references to the lost books of Ammianus
Marcellinus”, Phoenix XLIX, 3 (1995), p. 237-238, Bonito tal vez sólo fue un leal
infante de Constantino; sobre el personaje vid. D.R. Abbot, op.cit., p. 17-18.
85 C.Th.,VII, 1, 2; 7, 3, año 349. A.H.M. Jones, “The career of Flavius Philippus”,
Historia 4, 1955, p. 229-233, ha discutido esta cronología y afirma la de 353.
82
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
136
dorromanas no ofrecen un testimonio detallado de la usurpación de
Silvano, siendo Amiano la más importante de ellas86.
Hunt ha publicado recientemente que el trepidante relato de la
usurpación de Silvano se parece más a una novela de espías que a un
hecho verídico, en la que no queda nada claro si el protagonista es
víctima o villano87. Envuelto en una turbia conspiración llevada a
cabo por altos cortesanos occidentales88, el franco se vio obligado a la
rebelión, pese a que su identificación con los patrones culturales romanos le habían llevado a abandonar cualquier reminiscencia de su
comunidad de origen (XV, 5, 16)89. Sin embargo, el motín pudo
deberse a otros motivos: la tensión entre romanos y bárbaros en el
limes germano y/o el disgusto de provinciales y soldados de la zona
con la política del gobierno central posiblemente elevaron a Silvano a
la púrpura90. El caso es que él recibió la solidaridad de una parte del
ejército, la que operaba en el limes galo: una hueste semibárbara liderada por un bárbaro. Esto es lo que escandaliza y asusta a Amiano91.
No en vano, no siempre se ha valorado el calibre de esta rebelión,
que pudo haber afectado, con sus ramificaciones, a todo el Occidente
romano, arraigando sobre todo entre los sectores descontentos con la
Amiano, por otra parte y siguiendo con el pasaje citado, sólo menciona el cargo de
magister militum per Gallias.
86 G. Fernández, “La rebelión de Silvano en el año 355 de la era cristiana y la
política eclesiástica de Constantino II”, Gerión Anejos II (1989), p. 257-258.
87 D. Hunt, art.cit., p. 51-52; T.D. Barnes, op.cit., p. 196, destaca de Amiano que su
modo de composición resulta más propio de la novela que de la Historia.
88 Sobre la visión de Silvano como víctima en Amiano y su “huída hacia adelante”,
vid. R. Martin, “Ammien Marcellin ou la servitude militaire”, Caesarodonum XVbis (1980),
p. 205 ss.
89 A. Chauvot, art.cit., p. 153 ss.
90 R.C. Blockley, “Constantius II and his generals”, en Studies in Latin literature and
Roman history, vol. II, ed.by C. Deroux, Bruxelles 1980, p. 469.
91 E. Frézouls, La mission du “magister equitum” Ursicin en Gaule (355-357) d´après
Ammien Marcellin, en Hommages a A. Grenier, II, Bruxelles 1962, p. 688.
137
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
política religiosa de Constancio en el Oeste92. Lo que sí parece claro,
al decir de nuestro historiador93, es que la muerte de Silvano trajo
consecuencias funestas para la Galia; no cabe duda de cierta admiración del antioqueno respecto al franco; en XV, 5, 32 parece
lamentarse por lo injusto de su muerte. Amiano lo presenta como un
soldado competente y honesto que cae víctima de las intrigas de la
corte de Constancio, al igual que Ursicino94. Y esto lo subraya en la
posterior represión de sus partidarios, pues según Amiano es en la
supresión de los usurpadores donde Constancio despliega su salvajismo judicial más exacerbado95.
De todas formas, también hay que tener en cuenta que lo que se
pretende con la descripción de una situación tan dramática, además
de ofrecerse ésta como una buena oportunidad para denunciar los
taimados métodos de Constancio96, es allanar el terreno para la espectacular entrada del personaje que salva la situación: Juliano 97. Sólo así
se entiende el cambio de valoración de Silvano en las líneas amianeas:
cuando Ursicino toma el mando de las operaciones para suprimir al
rebelde, Amiano subraya sus dotes como general y convierte al leal
G. Fernández, art.cit., p. 258 ss: también la usurpación de Magnencio, según este
autor, se propiciaría a raíz de la política religiosa de Constancio.
93 R. Syme, Ammianus and the Historia Augusta, Oxford 1968, p. 11: no obstante,
Amiano participó en la represión de la rebelión de Silvano; sobre la ruta que siguió
la expedición contra el usurpador, vid. G.M. Woloch, “Ammianus´ route to
Cologne”, Arctos 26 (1992), p. 137-140; sobre los métodos de Ursicino para acabar
con la rebelión de Silvano, métodos no honrosos aunque, según Amiano, dictados
por Constancio, vid. N.J.E. Austin, Ammianus on Warfare. An investigation into
Ammianus´military knowledge, Bruxelles 1979, p. 49-50.
94 T.D. Barnes, op.cit., p. 117.
95 M. Whitby, “Images of Constantius”, en The Late Roman World..., p. 80.
96 D. Hunt, art.cit., p. 54-55: así, Amiano reivindica el justo medio entre el
mantenimiento de la dignidad imperial y la enajenación del gobierno a manos de los
aduladores cortesanos; vid. también J.F. Matthews, op.cit., p. 266 ss.
97 E. Frézouls, art.cit., p. 674-677 y 686-687; para los cambios en la terrible
situación de la Galia a raíz del cesarato de Juliano, vid. C. Di Spigno, “Studi su
Ammiano Marcellino. Il regno di Constanzo II”, Helikon II (1962), p. 462 ss.
92
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
138
soldado franco en un pérfido aspirante al trono que ataca a las fuerzas
legítimas del Estado. Así, el germano es tildado de perduellis (XV, 5,
19), y para describir su régimen en Colonia el antioqueno utiliza el
término tyrannus (XV, 5, 24): ambos calificativos formaban parte del
bagaje conceptual del usurpador98. Silvano es, pues, un “comodín
histórico” al servicio del panegírico amianeo de Juliano99.
En conclusión. De Amiano se ha escrito que es el portavoz de
quienes centraban sus preocupaciones en el incremento de la barbarización del ejército y la administración del Imperio 100, de aquellos
sectores de “viejos romanos” que reaccionaban contra los recien
llegados101. Sin embargo, la visión amianea sobre el fenómeno del
reclutamiento bárbaro se contradice con la aceptación, cada vez más
generalizada, de los extraliminares en cargos de responsabilidad, algo
que configura un proceso tendente a la interconexión, en la centuria
siguiente, entre una aristocracia senatorial fortalecida y los nuevos
“señores germánicos”102. Así, los oficiales bárbaros se vinculan de
D. Hunt, art.cit., p. 58. Tyrannus, en concreto, conservaba un antiguo bagaje
cultural que aludía al gobernante malvado, injusto, cruel y orgulloso, siempre
comparable a una bestia salvaje: vid. Cic., De rep., I, 33; II, 26; Virg., Aen., VIII, 481
ss; Hor., Carm., I, 35, 11-12; Luc., Phars., X, 469; Sen., Ep.ad.Luc., 114, 24; Lact.,
Inst., V, 11; De mort.pers., IV, 1; IX, 1; Agust., Civ.Dei., II, 21...
99 En esa línea, vid. J.F. Drinkwater, art.cit., p. 2.
100 B. y P. Scardigli, “I rapporti fra Goti e Romani nell III e IV secolo”,
Romanobarbarica 1 (1976), p. 287; J. Straub, “Die Wirkung der Niederlage bei Adrianopel auf die Diskussion über das Germanenproblem in der spätromischen literatur”, Philologus 95 (1942), p. 259 ss.
101 C. Giuffrida, art.cit., p. 846, Amiano y Vegecio son los dos máximos exponentes
de la reacción contra el reclutamiento bárbaro en el siglo IV: su protesta se hace en
el nombre de la antiqua consuetudo; L. Cracco Ruggini, “Pregiudizi razziali, ostilità
politica e culturale, intolleranza religiosa nell´Impero Romano”, Athenaeum I-II
(1968), p. 148, destaca un antibarbarismo directamente proporcional al ingreso de
bárbaros en el ejército, la administración o el campesinado, sustituyendo ese
sentimiento, en la Antigüedad Tardía, a la antipatía que se sentía por los griegos
102 P. Wormald, “The decline of the Western Empire and the survival of its aristocracy”,
J.R.S. LXVI (1976), p. 223.
98
139
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
manera directa a los gobernantes, llegando incluso a comandar las
escoltas de los soberanos103, emparentan con importantes familias
senatoriales e incluso con la imperial104, latinizan sus nombres105 y
adoptan los usos de los romanos en un afán de ser reconocidos como
tales106. En ocasiones, su identificación con los intereses del Estado ya
Resulta significativo el caso del franco Laniogaiso (Amm., XV, 5, 16), miembro
del cuerpo de los Candidati, que fue el único testigo de la muerte del emperador
Constante (por otra parte, un emperador enérgico contra los bárbaros según Amm.,
XXX, 7, 5; Aur.Vict., 41, 23; Eutrop., X, 9, 3), como el de un claro exponente de
cercanía bárbara a la figura imperial desde estos grupos de elite. Laniogaiso es,
precisamente, el principal informador de Amiano sobre ese hijo de Constantino (D.
Hunt, art.cit., p. 57; G. Sabbah, op.cit., p. 225-226). D. Woods, “Ammianus and
some Tribuni...”, p. 287: el franco Nevita, asimismo, comanda la escolta de Helena,
mujer de Juliano. Autores como Zos., IV, 30-31; 33, 3; 39, 4-5; 40, o Eunap., frags.,
55 y 60 critican la excesiva confianza que los emperadores conceden a los bárbaros;
Zos., IV, 35, 2-3: Graciano se interesó por el reclutamiento de bárbaros y que
deparaba una especial estima hacia los alanos, deferencia que provocó el malestar
en el ejército y dió a Magno Máximo la oportunidad de oro para acabar con él; en
XXXI, 11, 6 Amiano documenta un ataque alano contra este príncipe cuando
avanzaba para auxiliar a Valente frente a los godos. ¿Se trata de una crítica velada al
filobarbarismo del emperador?
104 Vid. D. Claude, “Zur Begründung familiärer Beziehungen zwischen dem Kaiser
und barbarischen Herrschern”, en Das Reich..., p. 25-56; según A. Demandt, “The
osmosis of Late Roman and Germanic aristocracies”, en Das Reich..., p. 82-83, estos
enlaces sublevaban los ánimos de la aristocracia senatorial: sin embargo ésta se
hallaba emparentada con ostrogodos, visigodos, bávaros, burgundios...
105 T. Frank, “Race mixture in the Roman empire”, A.H.R. XXI, 4 (1916), p. 700,
explica que los esclavos germánicos o dacios latinizaban sus nombres puesto que
resultaban de difícil pronunciación para sus amos romanos; según L. Musset, op.cit.,
p. 132 ss, los francos latinizaron también su onomástica desde el contacto con las
“tropas fronterizas” romanas, desde los primeros contactos, y transmitieron esa
costumbre a otros pueblos germánicos bajo su influencia; hasta tal punto operó
dicha latinización que “la aristocracia franca de la Galia fue consciente de esta
situación: no hubo ningún esfuerzo por escribir el fráncico o darle una literatura”.
106 Para todos estos aspectos vid. D.R. Abbot, op.cit., p. 32-44; Amm., XX, 4, 4, nos
habla de líderes alamanes que poseían tierras más allá del limes y que servían en el
ejército romano.
103
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
140
no permiten distinguir la verdadera entidad del defensor de la civilización107.
En XIV, 10, 8, Amiano se muestra sarcástico frente a los riesgos
que entrañaba el reclutamiento bárbaro; sin embargo, una rápida
lectura de su obra demuestra que él pensaba que el Imperio requería
un número de soldados mucho mayor para su seguridad108. Y en relatos como el de las batalla de Estrasburgo se advierte el peso específico de las tropas auxiliares de origen bárbaro, así como su fidelidad
hacia Roma109. Nuestro historiador se manifiesta en contra de la
instalación de bárbaros en el Imperio, pues considera esto como una
amenaza a la romanidad: pero su antibarbarismo en este sentido no
alcanza las cotas de otros autores como Sinesio de Cirene110. La
prueba es que no faltan las apreciaciones positivas de la calidad militar de los germanos (XXV, 6, 14) o el elogio de su fidelidad hacia su
general (XVIII, 2, 6). Más bien, creemos que el antioqueno se debate
entre la defensa de los intereses de un cuerpo social, el senatorial, que
ve en cualquier elemento extraño a su orden una seria amenaza, y la
constatación de que los reclutados bárbaros constituían una baza
fundamental para la buena salud del Estado. No obstante, él nunca
abandona el sentimiento de superioridad y, particulamente, de desconfianza, frente a los nuevos defensores del Imperio111. Su filosofía,
C.R. Whittaker, op.cit., p. 251.
G.A. Crump, Ammianus Marcellinus as a military historian, Wiesbaden 1975, p. 48.
109 J. Fontaine, “Valeurs de vie et formes esthétiques dans l´Histoire d´Ammien
Marcellin”, en Le trasformazioni della cultura..., vol. II, p. 795.
110 Y.A. Dauge, op.cit., p. 348.
111 E.A. Thompson, “Barbarian collaborators...”, p. 237: “Yet it is hard to believe
that the Romans would have recruited and promoted barbarians on such a scale as
they are known to have done if the danger of treachery had been extreme; and what
is remarkable about the detailed narrative of Ammianus Marcellinus is not the
frequency of such acts of treachery but their rarity”; A. Momigliano, “The lonely
historian Ammianus Marcellinus”, en VI Contributo alla storia degli studi Classici e del
Mondo Antico, Vol. I, Roma 1980, p. 153: “The separation between emotions and
perception of realities was indispensable to Ammianus, if his conservatism were to
have any substance at all. Choice of religion or the admittance of Germans had not
107
108
141
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
en ese sentido, puede resumirse en la frase de A. Ferril: “La admiración de ciertos rasgos de la vida romana no era suficiente para
convertir a un bárbaro en un hombre civilizado”112. En muchos casos
para Amiano, el vestir el uniforme romano u ostentar las insignias de
magistrado no garantizaba que el individuo en cuestión buscara el
bienestar del Estado: antes al contrario, abundan en su obra los casos
de traición y conducta manifiestamente bárbara.
Además, estos altos oficiales bárbaros ofrecían una vertiente de
peligrosidad para el poder legítimo, en cuanto que podían configurarse como una cantera de usurpadores: Silvano y Magnencio113 constituyen los dos mejores ejemplos al respecto114. De esta manera, el
peso del elemento bárbaro en el ejército, que incluso llega a condijonar la elección del poder imperial (XXX, 10, 1), despierta el temor en
Amiano. Y tal alarma no carecía de una base: la prueba es que la
historiografía latina se ocupa, a partir del siglo III, más de las relaciones entre emperadores y generales bárbaros que entre aquéllos y la
nobleza senatorial115. Incluso en el siglo V aparece una nueva elite
militar que se articula en “satrapías” locales, y que es el germen de los
nuevos “reinos germánicos”: las cortes de Alarico, Childerico, Clovis
o el mismísimo Atila constituyen buenos exponentes de ello116.
been political issues in the old Rome. To yield to anti-Christian or anti-German
customs amounted to dereliction of Roma aeterna”.
112 Op.cit., p. 118.
113 T.S. Burns, op.cit., p. 4, señala la ironía de que Magnencio hubiera nacido de
madre franca, una de las integrantes de los grupos extraliminares que el propio
padre de Constancio II instaló para defender el Bajo Rin.
114 B. Scardigli, “Usurpatore e Barbari”, Annali della Facoltà di Lettere e Filosofia VI,
1985, p. 86 ss.
115 A. Momigliano, “Ammiano Marcellino e la Historia Augusta”, en Quinto
Contributo alla Storia degli Studi Classici e del mondo antico, Vol. I, Roma 1975, p. 99.
116 C.R. Whittaker, op.cit., p. 275 ss.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
142
No deja de resultar paradójico, como ha señalado Bock117, que una
civilización como la latina, que se erigió sobre el principio del Asylum
Romulii (Liv., I, 8, 5 ss), y que llegó a atribuir a la valentía de los recien
llegados el crecimiento del Imperio118, arribase a la amarga conclusión
de Zósimo al describir aquél como “morada de bárbaros” (IV, 59, 3).
Lo cierto es que los romanos toleran a los extranjeros que no amenazan con suplantar el poder de las clases privilegiadas romanas 119. Pero
los que llegaban a cuestionar tal preeminencia, aunque sólo fuera en
potencia, eran atacados con contundencia, tal y como lo hizo Amiano
Marcelino120.
De todos modos, hay que tener en cuenta que el reclutamiento
bárbaro, al menos en el siglo IV, se efectuó sobre todo en las áreas
fronterizas, con lo que las comunidades reclutadas debían hallarse
desde mucho antes bajo la órbita de la cultura romana 121. Por ello no
debemos pensar que el elemento romano fue fagocitado por el
barbárico en el ejército imperial del siglo V122: la prueba es que a
117 S. Bock, Los hunos: tradición e historia, Murcia 1992, p. 396-397: “En otro caso,
habríamos de admitir que la “invasión” de Roma empieza con su fundación”.
118 Liv., IV, 3, 13; Aur.Vict., XI, 13 señalará, siglos más tarde, que los emperadores
de origen no itálico (hombres capacitados y enérgicos) serán los que salven al Imperio del desastre, y que Roma había llegado a ser poderosa gracias a los extranjeros.
119 E. Demougeot, “L´idéalisation de Rome face aux Barbares a travers trois
ouvrages récents”, R.E.A. LXX, 3-4, 1968, p. 392-408.
120 N. Santos, “La crisis del Imperio Romano en Amiano Marcelino”, M.H.A VIII
1987, p. 161, formula la siguiente acertada pregunta respecto al miedo de Amiano
hacia los bárbaros: “¿Se trata de un miedo real o está motivado por la posible
erradicación y pérdida de privilegios entre los componentes de las clases sociales
superiores de los ciudadanos?”.
121 A.Chauvot, art.cit., p. 146.
122 A. Ferril, op.cit., p. 86: “La barbarización, el uso de germanos a gran escala, que
hizo que el ejército llegara a germanizarse en mayor medida que los germanos
llegaran a romanizarse, empezó con Teodosio” M. Weber, “La decadencia de la
cultura antigua. Sus causas sociales”, en La transición del esclavismo al feudalismo,
Madrid 1976, p. 54: “Así pues, el ejército, señor del Imperio, se va transformando
143
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
partir de la segunda mitad de esta centuria toma cuerpo el efecto
contrario, es decir, las fuerzas visigodas comienzan a emplear a
elementos romanos en sus ejércitos como sólida garantía para evitar
la derrota123. La clave de toda esta discusión se hallaría en determinar
quiénes eran realmente esos “bárbaros” que el Imperio alista: es decir,
si verdaderamente puede considerárseles como externae gentes o, más
bien, constituyen el nivel periférico del mundo romano y, por tanto,
no pueden ser llamados “bárbaros” más que con un propósito concreto y premeditado.
en una tropa de bárbaros, cada vez más desligado de toda relación con los nativos
del país”.
123 H.W. Elton, “Defence...”, p. 174.
Un ejemplo de “comodín histórico”: la figura de
Silvano en las Res Gestae de Amiano Marcelino.
En un precioso librito, de obligada lectura para todos aquellos que
se acercan al estudio del mundo tardoantiguo, el profesor S.
Mazzarino, calificaba a las Res gestae de Amiano Marcelino como “el
libro más insigne y meditado que produjo el Bajo Imperio”1. Nadie
duda hoy sobre la importancia del testimonio del historiador sirio
para conocer el siglo IV y, generalizando, la Antigüedad Tardía 2. Por
ello, se ha considerado a este autor como la punta de lanza de la
historiografía pagana en tiempos del Renacimiento Teodosiano3, literato que hace gala de una “incontestable originalité”4, además de
PUB.- en Scripta Antiqva in honorem Ángel Montenegro Duque et José María Blázquez
Martínez, A. Alonso Ávila, S. Crespo Ortiz de Zárate (coords.), Valladolid 2002, p.
745-754.
1 S. Mazzarino, El fin del mundo antiguo, Méjico 1960, p. 46.
2 J. Heyen, “À propos de la conception historique d´Ammien Marcellin (ut miles
quondam et Graecus, 31.16.9)”, Latomus XXVII, 1 (1968), p. 193.
3 M. Martínez Pastor, “Amiano Marcelino, escritor romano del siglo IV. Perfil
literario”, Estudios Clásicos 34, 102 (1994), p. 91-92; L. Cracco Ruggini, “La storiografía latina da Ammiano Marcellino a Cassiodoro (e anchi piè in là): documenti,
relitti e fantasmi reinterpretati”, Cassiodorus 3 (1997), p. 177: “L´ultimo pilastro della
storiografia tardoantica in lingua latina nel solco della tradizione”; R. Syme,
Ammianus and the Historia Augusta, Oxford 1968, p. 96: “It is a work of grandeur”.
4 P.M. Camus, Ammien Marcellin. Témoin des courants culturels et religieux a la fin du IV e
siècle, Paris 1967, p. 23.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
146
escritor de amplia capacidad para formular juicios perdurables sobre
política y moral5.
Naturalmente, en la base de tal prestigio se presupone tanto la
objetividad como la veracidad del intelectual antioqueno. Pero ésa ya
es una idea manida a tenor de los estudios que, desde la Segunda
Guerra Mundial, se vienen realizando sobre Amiano. Crasos errores
de todo tipo, omisiones6, confusiones y hasta premeditada manipulación, aparecen por doquier a lo largo de su obra7. Algunos, cada vez
menos, siguen defendiendo su veracidad atribuyendo dichos vicios a
las fuentes que consulta, a lo caótico de sus propias experiencias8 e
incluso a la austeridad de su estilo9. Si nos atenemos a esta última
idea, es verdad que, como buen seguidor de autores como Salustio y
Tácito, Amiano se inclina más por la viveza y el dramatismo en el
relato que por la lógica10, dentro de una estética -que es la que gobierSegún R.C. Blockley, Ammianus Marcellinus. A study of his historiography and political
thought, Bruxelles 1975, p. 27-28; E. Auerbach, “La prisión de Petrus Valvomeres”,
en Mímesis. La representación de la realidad en la literatura occidental, Méjico 1975, p. 62:
“Siempre tenemos delante al historiador que enjuicia moralmente, que habla con un
estilo elevado y que evita el bajo realismo imitatitvo”.
6 Aunque G. Sabbah, La méthode d´Ammien Marcellin. Recherches sur la construction du
discours historique dans les Res gestae, Paris 1978, p. 407, defienda que no hay graves
omisiones perceptibles en las Res gestae.
7 D. Den Hengst, “The scientific disgressions in Ammianus´ Res Gestae”, en Cognitio
Gestorum. The historiographic art of Ammianus Marcellinus, J. Den Boeft, J. Den Hengst,
H.C. Teitler, eds., Amsterdam 1991, p. 44: “Ammianus combines proxility with
vagueness and at times one suspects him of expressing himself deliberately in a
roundabout way, like a bad teacher who does not really know his subject”.
8 N.J.E. Austin, “In support of Ammianus´veracity”, Historia 22, 2 (1973), p. 331335.
9 G.A. Crump, Ammianus Marcellinus as a military historian, Wiesbaden, 1975, p. 130
ss.
10 J.M. Alonso-Núñez, La visión historiográfica de Amiano Marcelino, Valladolid, 1975, p.
181; A. Debru, “La phrase narrative d´Ammien Marcellin”, RPh. LXVI, 2 (1992), p.
284-285, subraya que los verbos que Amiano utiliza con mayor asiduidad son los
que expresan sentimientos, miedo, incertidumbre, ansiedad, duda, deliberación...;
G.A. Crump, op.cit., p. 77: el antioqueno evita entrar en detalles cuando ello no sirve
5
147
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
na el siglo IV- caracterizada por un especial gusto por lo teatral, por
lo ceremonioso, por un peculiar expresionismo 11. No puede negarse
que el ritmo de las Res gestae resulta trágico, lejanamente heredado de
la dramaturgia de los historiadores de época helenística12. Pero no nos
engañemos. Esta querencia por lo escénico facilita, a veces, la manipulación de la información de que Amiano dispone: a veces la exposición de los hechos en las Res gestae no aparece nada clara y requiere un
gran esfuerzo de interpretación13.
La figura de Silvano, el famoso general franco, se incluye dentro
de esta premisa. No ha de extrañarnos que Amiano tergiversara los
hechos históricos: si profundizamos un poco en la personalidad del
antioqueno descubriremos a un individuo carente de escrúpulos, a un
soldado disciplinado capaz de ejecutar órdenes crueles14; algunos
piensan, incluso, en un sádico15. Su agresividad la constatamos
cuando aborda diferentes temas: los bárbaros, los cristianos, la plebe,
los advenedizos, los eunucos... Y, particularmente, cuando un usurpador o sus partidarios, a los que no duda en calificar como bestias
salvajes16, entran en escena. Silvano fue uno de esos rebeldes que,
a sus propósitos dramáticos.
11 F. Paschoud, “Se non è vero, è ben trovato: tradition littéraire et vérité historique
chez Ammien Marcellin”, Chiron 19 (1989), p. 37-54.
12 G. Sabbah, op.cit., p. 458; sobre el dramatismo de las descripciones de Amiano,
vid. D.A. Paw, “Methods of character portrayal in the “Res Gestae” of Ammianus
Marcellinus”, A.Class. 20 (1977), p. 190 ss; R.F. Newbold, “Nonverbal communication in Tacitus and Ammianus”, Anc.Soc. 21 (1960), p. 189, pone en relación esta
actitud con la teatralidad de la vida social tardorromana; vid. también R. MacMullen,
“Some pictures in Ammianus Marcellinus”, Art Bulletin 46 (1964), p. 435-457.
13 D.A. Paw, art.cit., p. 194; E.A. Thompson, The historical work of Ammianus
Marcellinus, Gröningen 1969, p. 53; J. Szidat, “Ammian und die historische Realität”,
en Cognitio Gestorum..., p. 107-116.
14 R. Martin, “Ammien Marcellin ou la servitude militaire”, Caesarodonum XVbis
(1980), p. 203-213.
15 T.D. Barnes, Ammianus Marcellinus and the representation of historical reality, New
York/Ithaca 1998, p. 95 ss.
16 Sobre los casos de Magnencio, Silvano y Procopio, vid. al respecto T.E.J.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
148
además, tenía un origen extraliminar. Por esa doble caracterización de
usurpador-bárbaro, no podía esperarse, pues, que su retrato en las Res
gestae participara de algún tipo de objetividad histórica.
Amiano documenta en varias ocasiones la movilidad de caudillos
germanos hacia territorio romano (XXI, 4, 3; XXIX, 6, 5; XXXI, 5,
5). El protagonismo de tales individuos responde, en estos tiempos
tan problemáticos, a la tendencia de los emperadores a abandonar el
tradicional orden de promoción y a elevar a los altos cargos a hombres capacitados: aunque su ascendencia sea bárbara 17. Así, podemos
observar un considerable número de germanos dentro de unidades de
élite como las distintas que conformaban las Scholae palatinae18, destacando la presencia de notables francos y alamanes asociados a actividades de mando19. Para el siglo IV, obtenemos un predominio de
oficiales francos en el ejército romano 20. Incluso el selecto cuerpo de
los protectores domestici (en el que Amiano había servido) se había gerWiedemann, “Between men and beasts: barbarians in Ammianus Marcellinus”, en
Past perspectives. Studies in Greek and Roman Historical writting, ed. by I. Moxon,
Cambridge 1986, p. 198-199.
17 G.A. Crump, “Ammianus and the late Roman army”, Historia XXII, 1 (1973), p.
97.
18 Vid. D. Woods, “Ammianus and some tribuni scholarum palatinarum, c. A.D. 353364”, CQ 47 (1997), p. 269-291.
19 D.R. Abbot, Germanic attitudes toward the Roman Empire, San Diego, microforma,
1978, p. 13-14; para C.R. Whittaker, Frontiers of the Roman Empire. A social and
economic study, Baltimore 1994, p. 228, el hecho de que se recluten oficiales entre los
bárbaros ilustra cuán lejos había llegado la romanización entre las élites de ambos
lados de la frontera.
20 D.R. Abbot, op.cit., p. 23; M. Todd, The Northern Barbarians, 100 BC-300 AD,
Oxford 1975, p. 21, también destaca, junto a los francos, a los alamanes; B.
Scardigli, “Usurpatore e Barbari”, Annali della Facoltà di Lettere e Filosofia VI (1985),
p. 87 resalta basándose en Amm., XV, 5, 11, el peso de los francos en la corte;
según L. Musset, Las Invasiones. Las oleadas germánicas, Barcelona 1967, p. 68-69, los
francos eran, “de todos los germanos, los más bien dispuestos a comprender la
civilización romana” y Amiano “hizo excepciones en favor de muchos de ellos en
su odio contra los bárbaros”.
149
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
manizado considerablemente21. En concreto, los francos son representados por el antioqueno, en el contexto del episodio de la rebelión
de Silvano, como “the voice of opposition at Court to the customary
wiles of Constantius´minister, and as the representatives of a genuine
and unqualified loyalty to the Roman government” 22. No eran los
únicos casos de oficiales extraliminares conocidos por Amiano que,
además, demostraban su lealtad al Imperio. Pero ni siquiera la fidelidad les hace perder, en muchas ocasiones, su estigma barbárico. De
hecho, la crítica amianea hacia los aduladores cortesanos consiste,
antes que en la naturaleza de sus fechorías, en que son superados por
sus colegas bárbaros23. Bien es sabido, además, que los romanos
jamás reconocieron una capacidad intelectual a los miembros del
universo de las externae gentes. Barbarus e imperitus se convierten en
sinónimos en los autores tardoantiguos24. No obstante, tanto Amiano
(XV, 5, 16; 33) como Aurelio Víctor (Caes., XLII, 11) presentan a
Silvano como un hombre refinado e interesado en la cultura, como
una rara avis dentro de la limitada nómina de extraliminares cultivados
al servicio de Roma25.
Otros ejemplos coetáneos de francos leales a Roma fueron Malarico y Malobaudo. El primero, tribuno de los gentiles, fue uno de los
oficiales germanos que intercedió por su compatriota Silvano ante el
emperador, y por ello Amiano le recuerda con cierta simpatía. Durante el reinado de Joviano se le ofreció el cargo de magister equitum per
Gallias que, asombrosamente, rehusó (XXV, 8, 11; 10, 6). El segundo
también defendió a Silvano frente a los intrigantes, aunque no parece
B. Enjuto Sánchez, “Juliano y su lucha contra la alteridad barbárica germana”,
S.H.H.A. 16 (1998), p. 241.
22 D. Hunt, “The outsider inside: Ammianus on the rebellion of Silvanus”, en The
Late Roman World and its Historian. Interpreting Ammianus Marcellinus, London and
New York 1999, p. 56.
23 Ibidem, p. 57.
24 Prud., Contra Symm., II, 816-819; Salv., De Gub.Dei., V, 2; Ep. II, 1, 2.
25 R.W. Mathisen, “Les Barbares intellectuels dans l´Antiquité tardive”, D.H.A.
23/2 (1997), p. 142 ss.
21
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
150
que participara en la revuelta de éste (XV, 5, 6): Malobaudo ostentaba
el cargo de tribunus scholae armaturarum durante la usurpación de aquél
y más tarde, hacia el 378, alcanzará la dignidad de comes domesticorum,
siendo calificado de rex Francorum26 por Amiano (XXXI, 10, 6). Este
germano se destacó por su activa lucha contra los alamanes, a cuyo
rey, el furibundo Macriano, eliminó (XXX, 3, 7).
En teoría, cuando por reclutamiento se consigue cortar los
vínculos del bárbaro con su comunidad de origen, éste transfiere, al
decir de numerosos testimonios clásicos, toda su lealtad al Imperio 27.
Resulta significativa al respecto la inscripción del ILS 2814, en la que
un franco declara su nacionalidad germana y añade que es soldado
romano. No obstante, tal actitud escasea en los textos, constituyendo
la traición la conducta tópica del extraliminar. Ajenos a toda regla
¿Existe en este pasaje la equivalencia hostil que E. Paratore, “I Germani e i loro
rapporti con Roma dalla Germania agli Annales di Tacito”, Romanobarbarica 2
(1977), p. 178, ha señalado entre la institución del rex germano y la fobia que los
romanos experimentaban por la monarquía?
27 A. Alföldi, “The moral barrier of Rhine and Danube”, en The Congress of Roman
Frontier Studies, Ed. By E. Birley, Durham 1949, p. 12-15, con ejemplos de emperadores con una guardia de corps bárbara; D.R. Abbot, op.cit., p. 28-31, ha analizado
el grado de fidelidad hacia el Imperio de los germanos reclutados: aunque por lo
general los autores clásicos cuestionan la lealtad de los extraliminares, incluso el
mismo Amiano no puede negar la utilidad de sus servicios. Según Abbot, el porcentaje de traidores, si hablamos de oficiales, es mínimo, y sólo podríamos catalogar
como tales a Bauto y a Gainas (mientras que otros como el usurpador Silvano o el
partidario de M. Máximo, Merobaudo, actuaron presionados por las circunstancias
históricas): el grado de lealtad germánica fue, por lo tanto, elevado; Roma se fiaba
de los extraliminares. Los oficiales bárbaros aceptaron desde un primer momento
los modos de vida romanos y buscaron, en todo momento, la integración. En lo
relativo a las rebeliones de foederati y a sus actividades devastadores en el Imperio,
este autor las atribuye a las dificultades iniciales de adaptación de los recien llegados
o a motivos de compulsión extrema, lo que les llevaría a practicar el saqueo como
modo de supervivencia. G.E.M. Ste. Croix, La lucha de clases en el mundo griego antiguo,
Barcelona 1988, p. 565: “Prácticamente sin excepción, estos hombres llegaron a
considerarse a sí mismos romanos y aceptaron por completo los puntos de vista de
la clase gobernante romana, tras convertirse en miembros integrantes de ella, por
mucho que algunos les despreciaran por sus orígenes bárbaros”.
26
151
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
moral, los bárbaros se atienen, en Amiano, sólo al interés del
momento, ignoran el valor de los compromisos y suponen una fuente
continua de inquietud y desconfianza para los romanos 28. Así, R.
Delmaire ha señalado que los usurpadores tardoantiguos hallaron su
principal apoyo en los niveles medios de la jerarquía imperial (entre
los que se encuentran los oficiales germanos), ya que los riesgos que
éstos corrían por apoyar a un insurrecto eran menores que a los que
se exponían los oficiales superiores: en todo caso, el castigo solía
consistir en el exilio o la confiscación de los bienes, y las venganzas
más graves contra estos individuos no solían ser comunes29.
Volviendo a Silvano, éste fue hijo del primero de los germanos al
servicio del ejército romano del que se tiene información: Bonitus30,
mencionado brevemente por nuestro antioqueno (XV, 5, 32). Se ha
supuesto, en vista de la ausencia de datos, que el progenitor de Silvano no sería más que un leal infante en el ejército de Constantino 31. La
alusión amianea, en cualquier caso, resulta de un tono neutro innegable32. El hijo, sin embargo, obtuvo el empleo de tribunus scholae
armatorum bajo Magnencio: al que, por cierto, abandonó para pasarse
al bando de Constancio II (Amm., XV, 5; Oros., VII, 29, 14), por lo
que se le recompensó con el cargo de magister equitum et peditum per
Gallias33.
Y.A. Dauge, Le Barbare. Recherches sur la conception romaine de la barbarie et de la
civilisation, Bruxelles 1981, p. 342.
29 “Les usurpateurs du Bas Empire et le recrutement des fonctionaires”, en F.
Paschoud and J. Szidat, Usurpationen in der Spätantike: Akten de Kolloquiums “Staatsstreich und Staatlichkeit”, Solothurn/Bern 1997”; cfr. M. Kulikowski rec., Bryn Mawr
Classical Review, vol. 8 (1997), cfr., p. 4-5.
30 Sobre este personaje vid. D.R. Abbot, op.cit., p. 17-18.
31 R.M. Frakes, “Cross-references to the lost books of Ammianus Marcellinus”,
Phoenix XLIX, 3 (1995), p. 237-238.
32 B. Warmington, “Some Constantinian references in Ammianus”, en J.W.
Drijvers, D. Hunt, eds., The Late Roman World..., p. 168.
33 C.Th., VII, 1, 2; 7, 3, año 349. A.H.M. Jones, “The career of Flavius Philippus”,
Historia 4 (1955), p. 229-233, ha discutido esta cronología y afirma la de 353.
28
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
152
D. Hunt ha publicado recientemente que el trepidante relato
amianeo de la usurpación de Silvano, por otra parte la fuente clásica
que más nos informa al respecto 34, se parece más a una novela de
espías35 que a un hecho verídico, en el que no queda nada claro si el
protagonista es víctima o villano36. Envuelto en una turbia conspiración organizada por altos cortesanos occidentales 37, el franco se vio
obligado a la rebelión, pese a que su identificación con los patrones
culturales romanos le habían llevado a abandonar cualquier reminiscencia de su comunidad de origen (XV, 5, 16)38.
Sin embargo, el motín pudo deberse a otros motivos: la tensión
entre romanos y bárbaros en el limes renano o el disgusto de provinciales y soldados de la zona con la política del gobierno central pudieron elevar a Silvano a la púrpura39. El caso es que el franco recibió la
solidaridad de una parte del ejército que operaba en la frontera del
norte de la Galia: una fuerza semibárbara liderada por un bárbaro.
Esto escandaliza y asusta a Amiano40. No siempre se ha valorado el
Amiano, por otra parte y siguiendo con el pasaje citado, sólo menciona el cargo de
magister militum per Gallias.
34 G. Fernández, “La rebelión de Silvano en el año 355 de la era cristiana y la
política eclesiástica de Constantino II,” Gerión, Anejos II, 1989, p. 257-258.
35 T.D. Barnes, op.cit., p. 198: “Ammianus has secured a permanent place in the
select group of really great historians precisely because his Res gestae exhibit the
creative and imaginative powers of a novelist”.
36 D. Hunt, art.cit., p. 51-52.
37 Sobre la visión de Silvano en Amiano como víctima y su “huída hacia adelante”,
vid. R. Martin, art.cit., p. 205 ss.
38 A. Chauvot, “Représentations du Barbaricum chez les Barbares au service de
L´Empire au IV siècle après J.C.”, Ktema 9 (1984), p. 153 ss. Si acudimos a Amm.,
XV, 5, 15-16, en la circunstancia de Silvano no se atreviera a refugiarse entre sus
compatriotas francos se observa la ausencia de un nacionalismo germánico por su
parte.
39 R.C. Blockley, “Constantius II and his generals”, en Studies in Latin literature and
Roman history, vol. II, ed.by C. Deroux, Bruxelles 1980, p. 469.
40 E. Frézouls, “La mission du “magister equitum” Ursicin en Gaule (355-357) d´après
Ammien Marcellin”, en Hommages a A. Grenier, II, Bruxelles 1962, p. 688.
153
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
calibre de esta rebelión, que pudo haber afectado, con sus ramificaciones, a todo el Occidente romano, arraigando sobre todo entre
los sectores descontentos con la política religiosa de Constancio en el
Oeste41. Lo que sí parece claro, al decir de Amiano 42, es que la muerte
de Silvano trajo consecuencias funestas para la Galia; no cabe duda
de cierta admiración, en ese sentido, del antioqueno respecto al
franco43; en XV, 5, 32 parece lamentarse por lo injusto de su muerte.
Amiano lo presenta como un soldado competente y honesto que cae
víctima de las intrigas de la corte de Constancio, al igual que le
ocurrió a su antiguo jefe Ursicino44. Y esto lo subraya en la posterior
represión de sus partidarios, pues según Amiano es en la supresión de
los usurpadores donde Constancio desplegaba su salvajismo judicial
más exacerbado45.
Sin embargo, lo que principalmente hay que tener en cuenta es que
lo que Amiano pretendía con la descripción de una situación tan
dramática era allanar el terreno para la espectacular entrada del personaje que salva la situación, devolviendo el orden al territorio galo:
Juliano46; además la circunstancia histórica ofrecía una buena oportuG. Fernández, art.cit., p. 258 ss: también la usurpación de Magnencio, según este
autor, se propiciaría a raíz de la política religiosa de Constancio.
42 R. Syme, op.cit., p. 11: no obstante, Amiano participó en la represión de la
rebelión de Silvano; sobre la ruta que siguió la expedición contra el usurpador, vid.
G.M. Woloch, “Ammianus´ route to Cologne”, Arctos 26 (1992), p. 137-140; sobre
los métodos de Ursicino para acabar con la rebelión de Silvano, métodos no
honrosos aunque, según Amiano, dictados por Constancio, vid. N.J.E. Austin,
Ammianus on Warfare. An investigation into Ammianus´military knowledge, Bruxelles 1979,
p. 49-50; E. Frézouls, art.cit., p. 688.
43 J.F. Matthews, The Roman Empire of Ammianus, London 1989, p. 38.
44 T.D. Barnes, op.cit., p. 117.
45 M. Whitby, “Images of Constantius”, en The Late Roman World..., p. 80; vid. J.
Arce, “Sub eculeo incurvus: tortura e pena di morte nella società tardo romana”,
A.A.R.C. XI Convegno Internazionale, Peruggia 1996, p. 355-368.
46 E. Frézouls, art.cit., p. 674-677 y 686-687. Los trabajos de J.F. Drinkwater, “The
“Germanic threath of the Rhine frontier”. A Romano-Gallic artefact”, en Shifting
Frontiers in Late Antiquity, Aldershot 1996, p. 20-30, “Julian and the Franks and
41
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
154
nidad para denunciar los taimados métodos de Constancio47, un
emperador con bastante mala prensa en las Res gestae48. La falta de
objetividad del tratamiento de Constancio en la obra (donde la
práctica ausencia de virtudes en todo aquello que hace resulta sospechosa) es patente, ya que opera una aversión del autor hacia él a
través de los dos personajes (entrañables para el antioqueno) más
Valentinian I and the Alammani: Ammianus on Romano-German relations”,
Francia 24 (1998), p. 1-15, y “Ammianus, Valentinian and the Rhine Germans”, en
The Late Roman World..., p. 127-138, demuestran que el peligro para la Galia no era
tan alarmante.
47 D. Hunt, art.cit., p. 54-55: así, Amiano reivindica el justo medio entre el
mantenimiento de la dignidad imperial y la enajenación del gobierno a manos de los
aduladores cortesanos; vid. también J.F. Matthews, op.cit., p. 266 ss.
48 Para el retrato de Constancio II en las Res gestae, vid. C. Samberger, “Die
kaiserbiographie in den Res gestae des Ammianus Marcellinus. Eine Untersuchung
zur Komposition del Ammianeischen Geschichtsschreibung”, Klio 51 (1969), p. 469
ss; R.C. Blockley, op.cit., p.10, 38-39 y 41. H.C. Teitler, “Ammianus and Constantius. Image and reality”, en Cognitio Gestorum..., p. 117-122, compara la visión de
Amiano sobre este emperador con las de otros autores tardoantiguos que lo contemplaron en una luz muy distinta; vid. al respecto, M. Dimaio, “The Antiochene
Connection: Zonaras, Ammianus Marcellinus and John of Antioch on the reigns of
the emperors Constantius II and Julian”, Byzantion L, 1 (1980), p. 158-185; A.
Selem, “A proposito della figura de Giuliano in Ammiano”, Quaderni dell´Instituto di
lingua e letteratura latina della Facoltà di magisterio dell´Università degli Studi di Roma 1
(1979), p. 154 ss, observa que no todas las opiniones amianeas sobre Constancio
son negativas, puesto que entre el auditorio senatorial de Amiano se hallarían
algunos que le recordaban con simpatía; más bien encontramos en las Res gestae a un
gobernante capaz, si bien dominado por las circunstancias; aunque en la confrontación Constancio-Juliano, siempre gana éste último; la animadversión del antioqueno hacia Constancio es patente en las campañas contra los bárbaros danubianos
a través de la favorable presentación de Anatolio: vid. J. Szidat, “Der Feldung
Constantius II an der Mittleren Donau in Jahre 358 n.Chr.”, Historia 21 (1972), p.
712 ss; asimismo, J.A. Arias Bonet, “Los agentes in rebus. Contribución al estudio de
la policía en el Bajo Imperio Romano”, A.H.D.E. 27-28 (1957-58), p. 200-201
piensa que Amiano exagera el fenómeno de las delaciones durante el reinado de
este emperador para fustigarle ante su auditorio.
155
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
hostigados por el emperador: Juliano y Ursicino49. La ferocitas de este
dirigente, comparable a la de los “malos emperadores” del pasado 50,
le hace parecer un pésimo gobernante. La crítica de nuestro historiador al Augusto por descuidar la Galia51, sin embargo, se haya vacía
de contenido, pues Constancio se preocupó de enviar allí a los
generales más capacitados del momento: como por ejemplo los dos
antes citados52. Incluso Amiano no puede evitar el reconocimiento de
la habilidad y el cálculo políticos del emperador en su política persa,
así como en su intervención en los asuntos de Armenia 53. En el
terreno administrativo, el antioqueno alaba la adecuada separación
que mantuvo entre las autoridades civiles y militares (XXI, 16, 2-3)54.
Además, no todos los autores prosenatoriales observaron al hijo de
Constantino a través de tan negativo prisma. Eutropio por ejemplo,
lo contempló como un gobernante que supo afirmarse frente al
M. Whitby, art.cit., p. 77: precisamente la vinculación del historiador a este último
le hizo ser testigo de significativos hitos de su reinado como su majestuoso adventus
a Roma en 357 o la represión de los seguidores de Magnencio.
50 Vid. Amm., XXI, 16, 9-10, donde se compara su ferocidad a la de Galieno; cfr.
S.A. Stertz, “Ammianus Marcellinus on the emperor Gallienus: his sources”,
Anc.W. II, 2 (1979), p.70; R.M. Frakes, “Cross-references...”, p. 239-240, sobre la
posible relación entre Galieno y Constancio en Amm., XXI, 16, 10.
51 Vid. Amm., XIV, 10, 6; XX, 11, 32; XXV, 9, 3 contra la capacidad militar de
Constancio: la única parcela bélica donde tenía éxito era en las guerras civiles (XXI,
1, 2); según M. Whitby, art.cit., p. 82, autores como Juliano, Temistio, Aurelio
Víctor, Eutropio o Libanio, tampoco destacan las victorias externas de Constancio.
52 E. Frézouls, art.cit., p. 685; según N.J.E. Austin, op.cit., p. 48 ss., la política de
Constancio en la Galia tras la crisis defensiva de la rebelión de Magnencio consistió
en situar en la zona a alguien capaz de reafirmar la autoridad romana frente a las
razzias bárbaras (Amm., XV, 5, 2), lo que llevaría a la usurpación de Silvano; según
A. Selem, “A proposito della figura...”, p. 157, la política defensiva gala de Juliano
no difería mucho de la de Constancio: consolidación del limes y pactos con ciertas
comunidades germanas.
53 C. Di Spigno, “Appunti per una lettura del libro XIV de Ammiano Marcellino”,
Orpheus 7 (1960), p. 135.
54 Aunque Aur.Vict., De Caes., 42, 24-25, nos habla del escaso interés de este
emperador en lo concerniente a la provisión de cargos de la administración.
49
157
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
Auerbach, sin embargo, la proclamación de Juliano no atiende a una
reacción espontánea de los legionarios, sino más bien se trata de una
demostración de masas provocada, aprovechando hábilmente los
instintos de la tropa59; el antioqueno prefiere cargar las tintas sobre el
Augusto: Constancio no debió exigir la presencia de las huestes galas
en Oriente, lo cual absuelve de forma absoluta a Juliano 60. El propio
protagonista, en su correspondencia, se declara inocente de los
cargos61. La escena de su adventus en Vienna, en un triunfal desfile
entre aclamaciones entusiastas de la población, se presenta como el
recibimiento a un príncipe legítimo, susceptible de mejorar la situación del Imperio y poseedor del auxilio divino (frente a usurpadores
como Magnencio o Silvano)62. Para legitimizar a su héroe, Amiano
conseguir una unificación de criterios; vid. también G. Sabbah, op.cit., p. 478-480; J.
Szidat, Historischer Kommentar zu Ammianus Marcellinus Buch XX-XXI, 1, Wiesbaden
1977, p. 85, 189 ss; G.W. Bowersock, op.cit., p. 49, señala que Amiano no asistió a
estos acontecimientos, pero tuvo acceso a información de primera mano.
59 Art.cit., p. 58; M.F. Williams, “Four mutinities: Tacituas Annals 1, 16-30; I, 31-49
and Ammianus Marcellinus Res gestae 20, 4, 9-20; 24, 3, 1-8”, Phoenix, LI, 1 (1997),
p. 70 ss: la prueba más evidente es que Juliano no castigó a los responsables del
motín, ni siquiera practicó un escarmiento como el que observamos en el caso de
Germánico (Ann., I, 31 ss): éste, además, rehusó en todo momento la púrpura,
mientras que Juliano accedió a que los soldados le nombrasen Augusto.
60 R. Seager, Ammianus Marcellinus. Seven studies in his language and thought, Columbia
1986, p. 118, 135-136; ya existían ejemplos anteriores en que la leva de contingentes
nacionales bárbaros había causado rebeliones en Occidente: vid. Tac., Agr.,13, 1
(britanos); Hist., IV, 14, 1 (bátavos).
61 J.M. Alonso-Núñez, “Notas sobre el epistolario y las poesías del emperador
Juliano”, H.Ant. II (1972), p. 56: Jul., Ep. XXVIII; J. Fontaine, “Le Julien d´Ammien Marcellin”, en L´Empereur Julien. De l´Histoire à la Legende, Braun, R., Richer, J.,
eds., Paris 1978, p. 40; todos los autores paganos defienden la honradez de Juliano
frente a la rebelión de París, excepto Eunapio, quien pensaba que era la expresión
de un complot pagano; sobre la cuestión, vid. D.F. Buck, “Eunapius on Julian´s
acclamation as Augustus”, A.H.B. 7, 2 (1993), p. 73-80.
62 P. Dufraigne, “Quelques remarques sur l´adventus chez Ammien Marcellin et les
Panegirystes”, en De Tertullien aux Mozarabes, Vol. I, Antiquité Tardive et
Christianisme Ancien (IIIe-Vie siècles).Mélanges offerts à Jacques Fontaine. Paris
1992, p. 498.
157
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
Auerbach, sin embargo, la proclamación de Juliano no atiende a una
reacción espontánea de los legionarios, sino más bien se trata de una
demostración de masas provocada, aprovechando hábilmente los
instintos de la tropa59; el antioqueno prefiere cargar las tintas sobre el
Augusto: Constancio no debió exigir la presencia de las huestes galas
en Oriente, lo cual absuelve de forma absoluta a Juliano 60. El propio
protagonista, en su correspondencia, se declara inocente de los
cargos61. La escena de su adventus en Vienna, en un triunfal desfile
entre aclamaciones entusiastas de la población, se presenta como el
recibimiento a un príncipe legítimo, susceptible de mejorar la situación del Imperio y poseedor del auxilio divino (frente a usurpadores
como Magnencio o Silvano)62. Para legitimizar a su héroe, Amiano
conseguir una unificación de criterios; vid. también G. Sabbah, op.cit., p. 478-480; J.
Szidat, Historischer Kommentar zu Ammianus Marcellinus Buch XX-XXI, 1, Wiesbaden
1977, p. 85, 189 ss; G.W. Bowersock, op.cit., p. 49, señala que Amiano no asistió a
estos acontecimientos, pero tuvo acceso a información de primera mano.
59 Art.cit., p. 58; M.F. Williams, “Four mutinities: Tacituas Annals 1, 16-30; I, 31-49
and Ammianus Marcellinus Res gestae 20, 4, 9-20; 24, 3, 1-8”, Phoenix, LI, 1 (1997),
p. 70 ss: la prueba más evidente es que Juliano no castigó a los responsables del
motín, ni siquiera practicó un escarmiento como el que observamos en el caso de
Germánico (Ann., I, 31 ss): éste, además, rehusó en todo momento la púrpura,
mientras que Juliano accedió a que los soldados le nombrasen Augusto.
60 R. Seager, Ammianus Marcellinus. Seven studies in his language and thought, Columbia
1986, p. 118, 135-136; ya existían ejemplos anteriores en que la leva de contingentes
nacionales bárbaros había causado rebeliones en Occidente: vid. Tac., Agr.,13, 1
(britanos); Hist., IV, 14, 1 (bátavos).
61 J.M. Alonso-Núñez, “Notas sobre el epistolario y las poesías del emperador
Juliano”, H.Ant. II (1972), p. 56: Jul., Ep. XXVIII; J. Fontaine, “Le Julien d´Ammien Marcellin”, en L´Empereur Julien. De l´Histoire à la Legende, Braun, R., Richer, J.,
eds., Paris 1978, p. 40; todos los autores paganos defienden la honradez de Juliano
frente a la rebelión de París, excepto Eunapio, quien pensaba que era la expresión
de un complot pagano; sobre la cuestión, vid. D.F. Buck, “Eunapius on Julian´s
acclamation as Augustus”, A.H.B. 7, 2 (1993), p. 73-80.
62 P. Dufraigne, “Quelques remarques sur l´adventus chez Ammien Marcellin et les
Panegirystes”, en De Tertullien aux Mozarabes, Vol. I, Antiquité Tardive et
Christianisme Ancien (IIIe-Vie siècles).Mélanges offerts à Jacques Fontaine. Paris
1992, p. 498.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
158
insiste en que el propio Constancio lo nombra su sucesor en su lecho
de muerte (XXI, 15, 2). Además, en el motín de los soldados galos
hallamos claros ecos taciteos de aquél que tuvo que afrontar Germánico en la frontera (Ann., I, 31 ss.): Juliano es comparado, de forma
indirecta, al gran general de comienzos del Principado, resaltándose
su dominio de la situación63.
Pero el argumento más sólido que maneja Amiano consiste en la
afirmación de que los cambios en la Galia no se harían esperar con el
nuevo césar64. Sólo así se entiende la muda de la valoración de Silvano
en las líneas amianeas: cuando Ursicino toma el mando de las operaciones para suprimir al rebelde, el antioqueno remarca sus dotes
como general y convierte al leal soldado franco en un pérfido
aspirante al trono que ataca a las fuerzas legítimas del Estado. Así, el
germano es tildado de perduellis (XV, 5, 19), y para describir su
régimen en Colonia el historiador utiliza el término tyrannus (XV, 5,
24): ambos calificativos formaban parte del bagaje conceptual del
usurpador65. ¡Y eso que no existen indicios monetales que demuestren que el general franco se proclamara emperador!66
De este modo, Silvano sirve, en las Res gestae, al propósito de la
justificación de dos personajes muy vinculados a Amiano Marcelino.
En primer lugar Ursicino, su antiguo jefe, alguien en quien observamos de forma nítida la parcialidad de nuestro intelectual sirio 67. En
M.F. Williams, art.cit., p. 63 ss.
Para los cambios en la terrible situación de la Galia a raíz del cesarato de Juliano,
vid. C. Di Spigno, “Studi su Ammiano Marcellino. Il regno di Constanzo II”,
Helikon II (1962), p. 462 ss.
65 D. Hunt, art.cit., p. 58: “Ammianus´ Silvanus is here virtually indistinguishable
from the hopeless rebel of official propaganda”.
66 T.D. Barnes, op.cit., p. 18.
67 Algo que se percibe en el tupido velo que corre sobre los dos años de ejercicio
militar que Ursicino desarrolló en la Galia tras la derrota de Silvano. Todas las
pistas apuntan a un posible fracaso de aquél a la hora de imponer el orden en estos
territorios, por el que sería destinado a Oriente: Amiano calla sobre estos presuntos
hechos, para así mantener intacta la reputación de su antiguo general; vid. D. Hunt,
63
64
159
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
segundo lugar, y sobre todo, Juliano, al crear un antecedente inmediato que legitimizaría su usurpación en Paría: una rebeldía que, encima,
había sido protagonizada por tropas bárbaras 68. Tal legitimación se
apoya en la tiranía de Constancio y en el buen hacer del futuro
Apóstata al reestablecer el orden en la Galia.
No es ésta la única manipulación literaria que reciben, en las Res
gestae, los inicios del reinado de Juliano. Para dar lustre a los dudosos
comienzos del joven gobernante, Amiano tergiversa los hechos por
activa y por pasiva. Por poner algunos ejemplos, el antioqueno
magnifica la caída de Amida en manos persas para dañar la reputación
de Constancio y dar pie, así, a su petición de las mejores tropas de la
Galia con destino al frente oriental: la excusa perfecta para la rebelión
de Juliano69. Asimismo, nuestro historiador incluso llega a falsear
algunas fechas por razones apologéticas, para evitar la acumulación
excesiva de noticias negativas al comienzo del reinado de su héroe: es
el caso de la del linchamiento del obispo Jorge en Alejandría (otoño
del 362, Amm., XXII, 11, 3-11)70. Incluso hay motivos para sospechar
que Amiano manipularía los intentos de Constancio por negociar con
Juliano, en el 361, para así lograr un panegírico de este último 71. De
igual manera, el antioqueno pone en juego recursos efectistas como el
eclipse narrado en XX, 3, 1, que constituye un relato erróneo y un
gran recurso a la imaginación: hubo dos eclipses solares en 360, pero
no se ajustan ni a la descripción, ni a la fecha, ni a la localización del
que describe Amiano. Éste, más bien, reproduce el estereotipo literaart.cit., p. 59, sobre la reflexión de E.A. Thompson, op.cit., p. 45 ss. T.D. Barnes,
op.cit., p. 9, establece la comparación entre la lealtad de Amiano hacia Ursicino y la
de Veleyo Patérculo hacia su antiguo comandante en jefe, Tiberio: lo cual se
traduce como una nota de parcialidad.
68 B. Scardigli, art.cit., p. 51: en el pasaje Amm., XX, 4, 4 queda claro que buena
parte de las fuerzas de la usurpación de París debieron ser reclutadas más allá del
Rin.
69 T.D. Barnes, op.cit., p. 152 ss.
70 G. Sabbah, op.cit., p. 481-482.
71 N.J.E. Austin, op.cit., p. 83-84.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
160
rio del eclipse total, fenómeno astronómico que, en la historiografía
antigua, suele acompañar a dramáticos reveses de la fortuna, muerte
de gobernantes (Cass.Dio., 56, 29, 2-3, Augusto), importantes batallas
(Liv., 30, 38, 8, Zama; Zos., IV, 58, 3, Río Frígido)... En el caso de las
Res gestae, el eclipse se da entre la caída de Ursicino y el ascenso de
Juliano72.
Pero ya puestos a extraer réditos de la figura de Silvano, el
antioqueno iba a aprovecharla una vez más en beneficio de Juliano.
En Amm., XV, 5, 31 asistimos a los últimos momentos del usurpador
franco cuando, perseguido por los que querían matarle, se refugia en
una capilla cristiana: de allí le sacarán a la fuerza para ejecutarle; no es
el único caso en las Res gestae: el auriga romano proscrito Hilario
padece la misma suerte (XXVI, 3, 3). ¿Podrían interpretarse estos
pasajes en la línea de considerar los templos cristianos como refugios
de criminales y enemigos de Roma en general? Creo que no hay que
dudarlo. Además, el derecho de asilo, visto por parte del pueblo y de
los miembros de la jerarquía eclesiástica como “un derecho basado en
una ley divina, cuya fuerza era superior a la ley positiva y a la que
estaban obligados todos los cristianos”73, se convertía en otro
poderoso instrumento más de la Iglesia en su lucha contra el
paganismo. En los dos ejemplos amianeos anteriores, son los mismos
cristianos, sin embargo, los que violan ese principio. Amiano
Marcelino, pagano convencido y admirador de los proyectos políticos
de Juliano (entre los cuales se encuentra su apostasía), se vale de este
epidosio para vituperar al cristianismo en una de sus estrategias de
proselitismo más populares. Y Silvano, incluso en la misma hora de
su muerte, contribuye a forjar esta invectiva.
En síntesis: el relato de Amiano Marcelino sobre la usurpación de
Silvano, el testimonio tardoantiguo más extenso que tenemos para
conocer este episodio histórico, ofrece más sombras que luces y
T.D. Barnes, op.cit., p. 102 ss.
R. Teja, “Sinesio de Cirene y el derecho de asilo en las iglesias. A propósito de un
libro reciente”, Cassiodorus 3 (1997), p. 241.
72
73
161
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
aparece presidido, por doquier, por la continua tergiversación de los
hechos. Dicha manipulación se orienta en las siguientes direcciones:
-
Manifiesto amianeo contra el fenómeno de la usurpación.
-
Desconfianza hacia los bárbaros reclutados.
-
Ataque a la figura de Constancio II.
-
Justificación del general Ursicino.
-
Panegírico rotundo de Juliano y alegato de su rebeldía en
París (361).
-
Invectiva puntual contra el cristianismo.
Por eso hablamos, en este artículo, de Silvano como “comodín
histórico”: al literato antioqueno le sirvió para apuntalar algunos de
los presupuestos fundamentales de su obra y, particularmente, para
ensalzar a Juliano. De hecho, tanto la indiscutible ilegalidad de su
acceso al poder como el calibre revolucionario de sus proyectos harán
que el Apóstata se lance a la aventura imposible de su campaña persa,
a la quimera de convertirse en un nuevo Alejandro Magno: sólo el
triunfo en tan magna empresa podía apuntalar su prestigio de forma
definitiva y proporcionarle los medios para los cambios que proyectaba realizar74. La estrepitosa derrota no sólo truncó esas aspiraciones,
además le otorgó a Amiano Marcelino la principal inspiración de sus
Res gestae: limpiar la manchada imagen de su héroe. Y Silvano contribuyó a ello de forma decisiva.
F.J. Lomas, “Lectura helénica de las Res Gestae Iuliani de Amiano Marcelino a la
sombra de Alejandro Magno”, en Neronia IV. Alejandro Magno, modelo de los emperadores romanos, Actes du IV Colloque International de la Sien, Bruxelles 1990, p.
74
El último enigma de Amiano Marcelino: Ut miles
quondam et Graecus (XXXI, 16, 9).
La primera reacción del historiador de la Antigüedad Tardíatambién del historiador de cualquier época- ante determinados nombres propios consiste en una rápida asociación de cada uno de los
mismos con uno o dos hechos tremendamente significativos. Así,
ante “Diocleciano” siempre acuden a nuestra mente aspectos como
“Tetrarquía” o “Edicto de precios”; ante Constantino, “Edicto de
Milán” y, cómo no, “Constantinopla”, o tal vez “Concilio de Nicea”;
y qué decir de “Juliano”, inmediatamente lo relacionaríamos con
“Apóstata” o con “Campaña Persa”, pero también, e inevitablemente,
con otro nombre propio: “Amiano Marcelino”.
El historiador sirio es, permítaseme la osadía de recordarlo, la
fuente literaria más importante para conocer a uno de los emperadores romanos de reinado más breve, aunque también más intenso, de
la Antigüedad Tardía1. Y digo bien, emperador romano: porque así
nos lo presentó Amiano, como un romano pagano de pura cepa antes
que como un griego (o como Asiaticus, Graeculum et fallacem, que le
llamarían los soldados amotinados tras la victoria de Estrasburgo,
Amm., XVII, 9, 3); como un personaje ilustre muy apegado al cuerpo
PUB.- en Bollettino di Studi Latini, Anno XXXIII, fascicolo II, Luglio-Dicembre
2003, p. 542-556.
1 Si excluimos, por supuesto, la propia obra literaria de Juliano.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
164
senatorial de la Urbs2, el mismo que compuso el auditorio del
antioqueno… Verdad esta a medias, pues Juliano no solo no puso
nunca un pie en la legendaria capital sino que, en realidad, se hallaba
más en sintonía con la “Roma griega”, Constantinopla, que con la del
Lacio3.
La figura de Juliano es un elemento central dentro del relato
amianeo: las Res gestae constituyen un auténtico panegírico de dicho
personaje; éste aparece retratado, sin paliativos, como el gobernante
ideal4, parangón de otros óptimos príncipes del pasado (Tito, Trajano,
Antonino Pío, Marco Aurelio)5. Al hilo de lo anterior, se constata que
Juliano está presente, de forma directa o por alusión, en todas las
páginas del antioqueno, y entre ellas en la última: en el famoso pasaje
que cierra la obra y en el cual figura una afirmación que ha dado (y
que seguirá dando) lugar a múltiples interpretaciones: “Ut miles
quondam et Graecus” (XXXI, 16, 9).
Todos los estudiosos de Amiano Marcelino coinciden en que estas
pocas palabras, aunque en apariencia, triviales, arrojan un decisivo
punto de referencia para conocer al intelectual sirio; pero lamentablemente nunca se han puesto de acuerdo en consensuar una teoría
generalmente aceptada:
L. Polverini, “Storiografia e propaganda. La crisi del III secolo nella storiografia
latina del IV”, en I Canali della Propaganda nel mondo antico, Milan 1976, p. 268.
3 S. MacCormack, “Roma, Constantinopolis, the emperor and his genius”, CQ 25
(1975), p. 144.
4 R.C. Blockley, Ammianus Marcellinus. A study of his historiography and political thought,
Bruxelles 1975, p. 78-83.
5 A. Selem, “A proposito della figura de Giuliano in Ammiano”, Quaderni
dell´Instituto di lingua e letteratura latina della Facoltà di magisterio dell´Università degli Studi
di Roma 1 (1979), p. 160; J. Fontaine, “Le Julien d´Ammien Marcellin”, en L´Empereur Julien. De l´Histoire à la Legende, R. Braun, Richer, J., eds., Paris 1978, p. 59.
2
165
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
1) En 1920, MacKail ofreció la que sin duda es la más simple de
las interpretaciones: “Miles et Graecus might be paraphrased without
injustice by saying that he was an officer and a gentleman”6.
2) Dos décadas más tarde, el gran pionero de las investigaciones
amianeas, E.A. Thompson, apuntó que con esas palabras el historiador quería afirmar que “he had a fine soldier, and he was proud of his
great reading”; esta autodescripción cobraría todo su significado con
la llegada y el establecimiento de Amiano en Roma, como afirmación
propia frente al ambiente social y cultural de la Urbs7.
3) Desde los años cuarenta a los setenta del siglo XX la cuestión
no parece preocupar mucho a los eruditos y tan sólo podemos destacar dos aportaciones, ambas en 1967: la de P.M. Camus, quien, en la
línea de Thompson, pensaba que la expresión aludía a un griego
nutrido en la cultura latina 8; y la de J. Stoian, para quien Graecus era la
afectación de modestia de un griego ante un auditorio latino, mientras
que miles quondam se refería al pasado glorioso de Roma frente a la
situación de crisis que se vivió en época de Teodosio9.
4) En los años setenta, década en que la obra de Amiano recaba
un especial interés, varios investigadores lanzan diversas hipótesis al
respecto y desde muy variados prismas de observación. Así, en el año
1975 surgieron algunas ideas interesantes sobre la cuestión. Blockley,
uno de los grandes estudiosos de Amiano, defendía que la expresión
que cerraba las Res gestae nos presentaba a un literato a caballo entre
las culturas griega y romana tradicionales, y subrayaba la individualidad del autor y de la obra 10. Para J.M. Alonso-Núñez, Amiano,
“Ammianus Marcellinus”, J.R.S. 10 (1920), p. 106.
“Ammianus Marcellinus and the Romans”, G&R 11-14 (1941-1945), p. 131.
8 Ammien Marcellin. Témoin des courants culturels et religieux a la fin du IV e siècle, Paris
1967.
9 “A propos de la conception historique d´Ammien Marcellin (Ut miles quondam et
Graecus)”, Latomus XXVI, 1 (1967), p. 79 ss.
10 Op.cit., p. 17.
6
7
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
166
soldado y griego, trataba de hacer públicos no sólo dos de sus rasgos
principales, sino también dos muy importantes del programa político
de Juliano: la acción militar y su vinculación a la cultura griega 11,
necesarios ambos para solucionar la crisis de los últimos y conflictivos años del siglo IV12. En sintonía con la primera parte del enunciado anterior, G.A. Crump, historiador militar, afirmaba que, con
una educación a la griega, Amiano esgrimía también su experiencia
castrense para producir “the sober judgment of the Roman Empire´s
last great historian”13.
Al año siguiente, N. Santos contribuía al debate con las siguientes
palabras: “Amiano Marcelino, natural de Antioquía de Siria, de
cultura griega por tanto, historiador de un emperador principalmente,
Juliano, griego en sus gustos y deseos, escogió como medio de
expresión el latín. Calificándose a sí mismo de miles quondam et Graecus,
precisa el ángulo de su visión historiográfica”14. Este autor incidía en
que los investigadores que habían abordado tan polémica expresión
se habían centrado más en el primer término, descuidando el segundo
Graecus, un concepto en cambio permanente, que en el siglo IV
expresaba oposición al “bárbaro” y al “cristiano”15.
J.M. Alonso-Núñez, La visión historiográfica de Amiano Marcelino, Valladolid 1975, p.
18, apunta que Graecus hace alusión a “un hombre con una paideia helénica y unos
puntos de vista griegos”; en el mismo sentido se inscribe S.A. Stertz, “Ammianus
Marcellinus´attitudes toward earlier emperors”, en Studies in Latin Literature and
Roman History, Bruxelles 1980, vol. II, p. 490: “The imperial virtues enumerated at
25, 4, 1 are reminiscent of those listed in the hand-book of Menander Rhetor, and
are those that might be expected in the work of a miles et Graecus, who had studied
rhetoric, not that a senator of the city of Rome”.
12 N. Santos, “Juliano y Teodosio: ¿la antítesis de dos emperadores?”, M.H.A. XVXVI (1994-1995), p. 186.
13 G.A. Crump, Ammianus Marcellinus as a military historian, Wiesbaden 1975, p. 34;
también en J.F. Matthews, Ammianus´ historical evolution”, en su Political Life and
Culture in Late Roman Society, Londres 1985, p. 30.
14 N. Santos, “El pensamiento historiológico de Amiano Marcelino”, Estudios Clásicos 77 (1976), p. 105.
15 Ibidem, p. 105-106.
11
167
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
Poco tiempo después, J. Fontaine planteó que Amiano ofrecía, en
XXXI, 16, 9, el mismo orden de valores que cuando afimaba aquello
de uir profecto heroicis connumerandus ingeniis (XXV, 4, 1); es decir, la
existencia de una doble nacionalidad: el escritor se consideraba
romano, por ser Roma su patria espiritual de elección, pero también
era griego nacido en una de las ciudades helenísticas más prestigiosas.
Ambos principios, lejos de entrar en contradicción, se conjugaban
perfectamente en su persona16. Ese mismo año de 1978 veía la luz la
magna obra de G. Sabbah, para quien las palabras miles et Graecus
evidenciaban dos posturas (la literaria y la vital) del autor; mientras
que Graecus suponía una irresistible nostalgia hacia el idealismo del
naturalismo helenístico, miles representaba el duro realismo del soldado17. Pero su contenido no se agotaba en ese punto: con Graecus,
Amiano solicitaba la indulgencia del auditorio por los errores (en el
uso del latín, en algún punto de su conocimiento de la cultura latina,
etc.) que hubiera podido cometer en sus lecturas públicas; y ambos
términos, además, mostrarían el deseo de comunión entre ambos
mundos: el griego y el latino18. Por último, señalaba el autor francés,
el binomio miles-Graecus equivalía al cotejo de dos elementos contrarios: el segundo término suponía un componente intelectual que
remarcaba la superioridad erudita de Amiano frente a su auditorio; en
ese sentído, quondam situaba los dos componentes en planos
diferentes, haciendo que miles se subordinase a Graecus; mediante este
procedimiento, el antioqueno afirmaba su independencia frente a su
público, necesidad que nacía del deseo de preservar la esencia de su
discurso histórico frente al carácter epidíctico que, de lo contrario,
podría habérsele atribuido; nuestro literato pretendía aparecer no
J. Fontaine, art.cit., p. 34.
La méthode d´Ammien Marcellin. Recherches sur la construction du discours historique dans
les Res gestae, Paris 1978, p. 594.
18 Op.cit., p. 509: “Ainsi l ´exaltation de Rome serait por lui un moyen pour rétablir,
quand il en ressent le besoin, une communion que risquaient de rendre moins étroite ses fières déclarations d´appartenance à la Grèce”.
16
17
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
168
como un historiador romano sino como (al igual que Polibio19) un
historiador de Roma. El que miles et quondam Graecus aparezca al final
de la obra suponía, pues, una afirmación fundamental de ethos del
historiador20.
5) En los años ochenta del siglo XX volvemos al estancamiento de
la cuestión. Sin duda son R.C. Blockley y J.F. Matthews los historiadores que más se ocuparon, en esta década, de la obra de Amiano,
pero centrándose en aspectos más generales (figura imperial, política
internacional, estudios regionales). Encontramos, sin embargo, un par
de apuntes interesantes del año 1985; C.P.T. Naudé interpretó la
expresión en el sentido de un propósito de escribir una historia universal a la manera griega y no una historia nacional romana, subrayando con su calidad de soldado lo que en ella se narraba21. J. Fontaine, además, pensó que con Ut miles quondam et Graecus Amiano quiso
llamar la atención sobre la difícil convivencia entre sus ideas personales (como hombre de acción) y los cánones literarios a los que
debió ajustarse para construir su relato 22.
6) En los años noventa se retoma el debate con una variopinta
andanada de hipótesis. En 1990, I. Lana publicó que Amiano, como
Op.cit., p. 522 ss: en Amiano se percibe una definiciópn precisa y completa del
ideal de historiador: sobre este punto la diferencia con Polibio es neta. Aunque
metodológicamente no hay discordancias fundamentales entre ellos: ambos se perocupan por dar difusión a su obra, por la honestidad y por el buen hacer histórico.
Polibio muestra menos miedo al ridículo ante el auditorio que Amiano, quien, por
pudor natural o necesidad, tiene más en cuenta a su selecto público.
20 Op.cit., p. 532-537: apunta también Sabbah (p. 536) que en XXX, 5, 9 aparece el
término Graece con la significación de “auténtico”.
21 “Battles and sieges in Ammianus Marcellinus”, Act.Class.1 (1985), p. 92 ss; según
J.F. Matthews, “Olympiodorus of Thebes and the history of the West”, J.R.S. 60
(1970), p. 79, ése sería el mismo propósito de Olimpiodoro de Tebas, un cuarto de
siglo más tarde, aunque el autor egipcio se centraba más que Amiano en el
Occidente romano.
22 “Valeurs de vie et formes esthétiques dans l´Histoire d´Ammien Marcellin”, en
Le trasformazioni della cultura nella Tarda Antichità, Vol. II, a cura di M. Mazza e C.
Giuffrida, Roma 1985, p. 783-784.
19
169
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
militar de carrera (y no como profesional de la palabra) y como
griego, se refería a sí mismo a la manera de alguien que escribía en
latín, pero que pensaba en clave helénica23. Al año siguiente, otro gran
erudito amianeo, J. Den Boeft, defendió que el antioqueno puso el
término Graecus en relación con la expresión et diligentia Graecus et
lingua (XV, 9, 2), con lo que quiso remarcar su innegable tradición
cultural griega, y además el proceso que le había llevado a escribir,
pese a ello, una Historia Romana, símbolo de su biculturalismo y de
su interpretatio graeca de aquélla24. En 1992 M.A. Marié veía en el
término miles la expresión del respeto a toda autoridad legítimamente
establecida, y en Graecus la manifestación de una fe inquebrantable en
el valor civilizador de la cultura25.
En el segundo lustro de la década, la historiografía desestima las
posturas culturales y se proyecta hacia una interpretación políticosocial de la expresión. De este modo, para E. Cizek, miles hacía
alusión a la experiencia militar del autor, a su patriotismo y a su
fidelidad a la figura imperial26; Graecus, por su parte, se refería a su
La storiografia latina del IV secolo d.C., Torino 1990, p. 63: en “Ammiano
Marcellino e la sua conoscenza degli autori greci”, en Politica, cultura e religione nell
Impero Romano (secoli IV-VI) tra Oriente e Occidente, Atti del Secondo Convegno dell´
Associazione di Studi Tardoantichi, Napoli, 1993, p. 38-39, este autor demostraba
que la mayor parte de citas y referencias de autores griegos se encuentrn concentradas entre los libros XV-XVIII, existiendo algunas en los libros XXVI y XXX: es
decir, en los que narran la carrera de Juliano.
24 “Ammianus graecissans?”, en Cognitio Gestorum. The historiographic art of Ammianus
Marcellinus, Den Boeft, J., Den Hengst, Teitler, H.C., eds., Amsterdam, 1991, p. 13.
25 M.A. Marié, “Deux sanglants épisodes de l´accenssion au pouvoir d´une nouvelle
classe politique: les grands procès de Rome et d´Antioche chez Ammien Marcellin
Res Gestae XXVIII, 1; XXIX, 1 et 2”, De Tertullien aux Mozarabes, Vol. I, Antiquité
Tardive et Christianisme Ancien (IIIe-VIe siècles). Mélanges offerts à Jacques
Fontaine. Paris, 1992, p. 346-360.
26 Aspecto ya subrayado por L. Warren-Bonfante, “Emperor, God and man in the
IV century. Julian the Apostate and Ammianus Marcellinus”, PP 99 (1964), p. 414
ss., quien recordaba la continua alabanza de Amiano de la majestad imperial, algo
por lo que criticará a Juliano (un gobernante que rompió con la “etiqueta” y el
rígido protocolo palaciego).
23
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
170
lengua materna y, frente al auditorio, justificaba el posible uso
incorrecto o inmoderado del latín; asímismo, mostraba la erudición
de un hombre vinculado al prestigioso círculo intelectual de los
Nicómacos: “En somme, Ammien se présente comme le raprésentant
de la tradition et de l´unité spirituelle gréco-romaine, telle que l´envisageaient les païens de l´époque” 27. También se argumenta que
Amiano podía identificarse con el Ammianus Comes Rerum Privatarum
que aparece en CTh. 11, 30, 41 (383) y que también recuerda Símaco
en Rel. XXXVI, con lo que ut miles quondam et Graecus significaría que
el autor ha sido primero soldado y luego funcionario de la administración civil28. En 1998 ve la luz el polémico libro de T.D. Barnes,
Ammianus Marcellinus and the representation of historical reality, Ithaca/
London, y en él se sostiene que con miles et Graecus se produce la
apología del soldado dedicado a una labor literaria, más propia del
civil o del miembro de la aristocracia senatorial, y del nativo griego
que escribe en latín. Para Barnes, el término Graecus es más que un
epíteto que vincula a un individuo con una cultura determinada:
supone una poderosa recomendación. Pero además, Graecus puede
entenderse, en latín, de dos formas: el que es culturalmente griego y,
para el siglo IV, como sinónimo de pagano. Así, “when Ammianus
described himself as miles quondam et Graecus, he was declaring his
religion allegiance in unambiguos terms”29. El milenio se cierra, en lo
27 “La poétique de l´Histoire chez Ammien Marcellin”, BStudLat. II (1995), p. 561 ;
p. 564: “Cependant l´Hèllene signifiait pour Ammien l´homo Romanus, attaché aux
valeurs religieuses et intellectuelles vraiment traditionelles”.
28 H.S. Sivan, “Ammianus at Rome: Exile and redemption?”, Historia XLI, 1 (1997),
p. 119: se conocewn otros ejemplos de soldados que continuaron su carrera en la
administración civil: León, Magister Officiorum con Valentiniano (Amm. XXVI, 1, 6);
Remigio, con el mismo cargo y bajo el mismo emperador (Amm. XV, 5, 36); L.
Cracco Ruggini, “La storiografia latina da Ammiano Marcellino a Cassiodoro (e
anchi più in là): documenti, relitti e fantasmi reinterpretati”, Cassiodorus, 3 (1997), p.
179, argumenta, en contra, que no se conocen ejemplos de protectores domestici que se
proyectaran a la administración civil desde sus puestos militares.
29 Op.cit., p. 79-80.
171
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
que ahora nos ocupa, con la aportación de M. Colombo30, según el
cual el pasaje XXXI, 16, 9 consiste en una afectación de modestia,
sobre todo teniendo en cuenta que miles quondam et Graecus eran
características anormales en un historiador31; asimismo, Graecus
exponía un gran respeto del autor hacia la urbanitas de su auditorio.
Como puede observarse, las variadas teorías al respecto discurren
por distintos cauces, a veces interrelacionados, que pueden resumirse
del siguiente modo:
 Autoalabanza y afirmación frente a su
auditorio, así como un elogio de este.
 Afectación de modestia.
 Suscripción tajante del biculturalismo y de la
unidad del mundo romano; alarde de patriotismo.
 Comparación entre el pasado y el presente del
Imperio.
 Expresión del soldado culto y cercano a su
selecto público.
 Manifestación de hostilidad contra bárbaros,
cristianos, etc.
 Justificación de un modo de escribir la
Historia.
 Vinculación a Juliano y a su programa político
y religioso.
No se trata ahora de cuestionar tal o cual hipótesis, porque puede
que toda tengan razón en parte: Amiano, cualquiera que lo haya leído
lo sabe, es un autor muy dado a la insinuación antes que a la afirma30
31
M. Colombo, “Alcune questioni ammianee”, Romanobarbarica 16 (1999), p. 35-36.
Algo ya planteado por G. Sabbah, op.cit., p. 11 y 17.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
172
ción clara, que suele transmitir variados mensajes en una misma
expresión. Incluso sus silencios albergan alguna comunicación premeditada32. Sin embargo, quisiera hacer hincapié en una de las teorías
citadas, la que relaciona al antioqueno con Juliano y que ya hemos
señalado en relación con J.M. Alonso-Núñez (1975).
Amiano contempla una Historia de las dos partes del Imperio
Romano, hasta el año 378, en la que prevalece el concepto de unidad33. Su obra sería uno de los postreros (y hasta cierto punto obsesivos) intentos de mantener esta unidad en la literatura clásica. A
partir de comienzos del siglo V la historiografía, tanto pagana como
cristiana, tratará los acontecimientos que ocurren en la parte del
Imperio donde se halla cada autor34. Al contrario que Tácito, quien
redactó una Historia centrada en Roma en la que las provincias
funcionaban como elemento secundario y supeditado al principal,
Amiano alumbró una Historia Imperial, prestando atención a los más
activos focos de actividad política y siempre en conexión con las
grandes figuras de cada momento, buscando siempre la sistematización35.
Inscritos dentro de esas líneas generales encontramos los propósitos políticos que nuestro autor vierte en su obra: ofrecer soluciones, o
al menos consideraciones prácticas, sobre los grandes problemas del
Imperio a fines del siglo IV. A grandes rasgos, tales problemas eran:
32 F. Paschoud, “Valentinien travesti, ou: De la malignité d´Ammien”, en Cognitio
Gestorum..., p. 83.
33 C.P.T. Naudé, “The date of the later books of Ammianus Marcellinus”, AJAH 9,
1 (1984), p. 75.
34 B. Luiselli, Storia culturale dei rapporti fra mondo romano e mondo germanico, Roma 1992,
p. 411-412, con la única excepción de Olimpiodoro de Tebas.
35 R.C. Blockley, “Tacitean influence upon Ammianus Marcellinus”, Latomus
XXXII, 1 (1973), p. 78: “a Roman-centred history would have been excessively
anachronistic in the fourth century A.D.”
173
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
A) La barbarización del Imperio. A lo largo del siglo IV, desde
Constantino36, las necesidades de mano de obra campesina y de
soldados empujaron a Roma al reclutamiento y asentamiento masivos
de extraliminares en suelo imperial. Entre los siglos IV y VI se calcula
que se firmaron unoa 350 tratados37 en uno u otro sentido. La actitud
de Amiano al respecto ya la hemos tratado en otro lugar38, pero
puede resumirse en pocas palabras: manifiesta hostilidad hacia los
bárbaros. Para él, las externae gentes carecen de reglas morales; tiranizado por el interés del momento, no conciben el valor de los compromisos y suponen una fuente continua de inquietud y desconfianza
para los romanos39. De hecho, acerca del antioqueno se ha escrito que
actuó como el portavoz e los grupos sociales privilegiados que temían
el peso específico de la barbarización de los sectores estratégicos del
Imperio: ejército y administración40. Asímismo, los emplazamientos
de extraliminares le sirven a Amiano para basar la crítica a los
gobernantes a los que se muestra hostil, siempre en un claro contraste
con Juliano41.
W. Goffart, “The theme of “The Barbarian Invasions” in late antique and modern historiography”, en Das Reich und die Barbaren, Chrysos, E., Schwarcz, A., eds.,
Wien-Köln 1989, p. 98: “the Empire after Constantine had better things to do than
to engage in a cesaseless, sterile effort to exclude foreigners for whom it could find
useful employment”.
37 Vid. G. Wirth, Zur Frage ds foederierten Staaten in der späteren römischer Kaiserzeit,
Historia XVI (1967), p. 231-251.
38 Las externae gentes bajo los estandartes de Roma: asentamiento y reclutamiento bárbaros en
las Res gestae de Amiano Marcelino, Romanobarbarica 17 (2000-2002), p. 85-115.
39 Y.A. Dauge, Le Barbare. Recherches sur la conception romaine de la barbarie et de la
civilisation, Bruxelles 1981, p. 342 ; vid. Amm. XXXI, 2, 9.
40 B. y P. Scardigli, “I rapporti fra Goti e Romani nell III e IV secolo”, Romanobarbarica, 1 (1976), p. 287; J. Straub, “Die Wirkung der Niederlage bei Adrianopel
auf die Diskussion über das Germanenproblem in der spätromischen literatur”,
Philologus 95 (1942), p. 259 ss.
41 En general, remitimos a nuestra tesis doctoral Los bárbaros en Amiano Marcelino,
publicada en internet en la dirección www.lib.umi.com/cr/uca/main.
36
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
174
B) La guerra civil. Verdadero peligro para la integridad del Occidente romano a lo largo de su Historia, por encima incluso de la amenaza
bárbara. Y anexo a tal problema se encontraba el fenómeno de la
usurpación y, por tanto, de la inseguridad del poder legítimo42. Amiano es, sin duda, uno de los autores del siglo IV que mostró mayor
hostilidad contra los gobernantes ilegítimos43; esto le llevó a incurrir
en una diáfana contradicción, pues su héroe, Juliano, fue a las claras
un usurpador. Quizás haya que ver tanta animadversión hacia el
pretendiente al poder en la defensa de la “legitimidad” del Apóstata.
C) La implacable presión del cristianismo sobre el paganismo. En
Occidente, al progresivo declive del poder imperial se contrapone el
creciente prestigio del Papado44.
D) La creciente separación entre Oriente y Occidente. El Imperio Romano
albergó una gran diversidad de culturas en su seno, pero, localismos
aparte, la distinción entre una mitad oriental (definida por el legado
helenístico) y una occidental (de ámbo esencialmente latino) es,
quizás, la manifestación más acusada de tal diversidad45. La progresiva
desunión entre Occidente y Oriente marcaría la génesis de la oposición histórica entre el medievo euroccidental y el mundo mediterráVid. B. Scardigli, “Usurpatori e Barbari”, Annali della Facoltà di Lettere e Filosofia VI
(1985), p. 47-94.
43 R.C. Blockley, Ammianus…, p. 86 ss; P.M. Camus, op.cit., p. 110-111. S.A. Stertz,
art.cit., p. 490.
44 M. Pavan, “Cristianesimo e Impero Romano nel IV secolo D.C.”, en I Cristiani e
l´Impero nel IV secolo, a cura di G. Bonamente, A. Nestori, Macerata 1988, p. 15; G.
Bravo, G. Bravo, “Sobre las relaciones Iglesia-Estado en el Imperio Romano”,
Gerión 7 (1989), p. 327: “La cristianización se entendía de un modo diferente en
Oriente que en Occidente; mientras allí pretendió establecer la armonía entre la
Iglesia y el Imperio, aquí se manifestó ante todo como un desafío político a las
formas de vida tradicionales de los romanos, no sólo en el aspecto religioso sino
también en el político y social”.
45 G. Tibullo, “Da Tacito ad Ammiano Marcellino”, AFLN 12 (1969-1970), p. 91
ss.: la tensión que se derivaba de la conjugación de ambas partes va a convertirse en
una constante en la obra de dos autores tan separados en el tiempo como fueron
Tácito y Amiano Marcelino.
42
175
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
neo bizantino, alcanzando su momento crucial en la definitiva separación que acontece en el 39546: a la muerte de Teodosio, el ambiente
de tensión entre ambas partes del Imperio llega a su cúspide 47, e
incluso se defiende que el año 401 ( en que el partido antigermánico
de Aureliano y Antemio, de tintes panhelénicos, toma el poder en
Constantinopla) supone un punto de inflexión en el fenómeno de
separación entre Occidente y Oriente48. La segregación ya se habrá
consolidado a mediados del siglo V. Se consumaba, así, un fenómeno
endémico de disgregación del Imperio a lo largo de toda su Historia 49:
el vivo contraste entre un Occidente más o menos homogéneo, que
siempre había llevado la voz cantante del poder político, frente a un
Oriente heteróclito, desarrollado y marginado de las decisiones globables50, dificultaba un entendimiento entre ambas partes: por otro
lado, y ahondando a favor de las diferencias, el Este griego era económicamente superior, militarmente mas seguro y religiosamente “más
cristiano” que el Oeste latino51.
El anterior fue uno de los procesos históricos vividos por Amiano;
la división del Imperio entre Valentiniano y Valente supuso diferencias entre los respectivos ejércitos en cuanto a su mando 52, y también
en la esfera jurídica: a partir del 364 Oriente y Occidente no se
hallarán unidos por un vínculo legal (algo que el Código Teodosiano
Av. Cameron, El mundo mediterráneo en la Antigüedad Tardía, Barcelona 1998, p. 15.
S. Williams, G. Friell, Theodosius: the Empire at bay, London 1994, p. 140, atribuyen
esta tensión al carácter inútil y pusilánime de los hijos de Teodosio.
48 W.N. Bayless, “Anti-Germanism in the Age of Stilicho”, Byzantine Studies 3
(1976), p. 70.
49 P. Brown, El mundo en la Antigüedad Tardía: de Marco Aurelio a Mahoma, Madrid
1989, p. 20; F.W. Walkbank, La pavorosa revolución. La crisis del Imperio Romano en
Occidente, Madrid 1981, p. 72-73 y 144.
50 P. Anderson, Transiciones de la Antigüedad al Feudalismo, Madrid 1980, p. 86.
51 A. Momigliano, “The lonely historian Ammianus Marcellinus”, en VI Contributo
alla storia degli studi Classici e del Mondo Antico, Vol. I, Roma 1980, p. 143.
52 G.A. Crump, “Ammianus and the late Roman army”, Historia XXII, 1 (1973), p.
95-96.
46
47
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
176
intentará solucionar, pero sin lograrlo53); y esto encuentra su reflejo
en la obra del antioqueno, quien a partir de este punto contemplará la
narración separada de hechos acontecidos en ambas partes del Imperio54. Una clara manifestación de la tirantez entre éstas fue la
usurpación del poder por Juliano y la reacción de Constancio II: el
primero simbolizaba el orgullo y el “nacionalismo galo” frente a la
preferencia del segundo por Oriente, dentro de un contexto de rivalidad tradicional55.
E) La corrupción interna, en el plano administrativo y judicial 56, así
como la incompetencia de los gobernantes (algunos de ellos cuestionado en su legitimidad por nuestro autor).
¿Y cuál es la solución que Amiano propone para resolver tales
problemas acuciantes? Pues sin duda alguna la fórmula esbozada por
Juliano, un programa restaurador, de tintes republicanos, con el paganismo como eje básico de una regeneración moral, una recuperación
de los valores tradicionales57.
A.J. Boudewijn Sirks, “Shifting frontiers in law: Romans, Provincials and Barbarians”, en Shifting Frontiers in Late Antiquity, Aldershot 1996 , p. 150-151; L. Valensi,
“Quelques réflexions sur le pouvoir impérial d´après Ammien Marcellin”, Bulletin de
l´Association Guillaume Budé XVI, 4 (1957), p. 105.
54 T.D. Barnes, op.cit., p. 39; en los libros XXVII a XXX tal separación es
escrúpulo-samente observada.
55 R.C. Blockley, “Constantius Gallus and Julian as Caesars of Constantius II”,
Latomus, 31, 2 (1972), p. 450.
56 Recientemente analizada por G. Carrasco Serrano, “Tributación y corruptelas en
el siglo IV d.C. según Amiano Marcelino”, H.Ant. XXIV (2000), p. 355-367.
57 R.C. Blockley, Ammianus…, p. 103; B. Enjuto Sánchez, “La actuación de Juliano
después de la proclamación de Lutecia: evidencias epigráficas y numismáticas”,
H.Ant. XXIV (2000), p. 349-350; P.-L. Malosse, “Les alternances de l´amitié: Julien
et Libanius (349-363 et au-delà), RPh LXIX, 2 (1995), p. 262: también Libanio ve
en Juliano al restaurador de las tradiciones cultuales y de las formas republicanas de
gobierno. Vid. también P. Petit, L´Empereur Julien vu par le sophiste Libanius, en
L´Empereur Julien..., vol. I, p. 67-87.
53
177
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
Guiado nuestro historiador por su conservadurismo a ultranza 58,
Juliano es para él, el restaurador del glorioso pasado tradicional frente
a las perturbadoras novedades introducidas por Constantino (vid.
Amm. XXI, 10, 8)59. De hecho, la comparación, a comienzos del libro
XXIII, entre Diocleciano y Juliano busca establecer el paralelismo
entre dos emperadores paganos (hostiles frente a los cristianos) con
capacidad para salvar al Imperio de la corrupción: siendo ésta fruto
de la política de Constantino, o de su equivalente para las postrimerías del siglo IV, Teodosio. De ahí, también, los esfuerzos amianeos por presentar a Juliano como un emperador “a la romana” (XV,
2, 8; 8, 1; XVI, 1, 5; 5, 5)60 ante un selecto auditorio que, aun en los
duros tiempos del reinado de Teodosio, comulgaba con su programa
político pagano61.
Juliano es, para Amiano, el gobernante que restauró los templos
paganos, mantuvo a raya a los bárbaros y devolvió la integridad a la
institución imperial y a las labores de gobierno; el príncipe culto, civilizado, sensible, capacitado para dirigir un Imperio con fuertes tendencias centrífugas (XX, 4, 1; XXI, 5, 3), moldeado por el principio
de civilitas que le impide ejercer un poder tiránico (esto, y de forma
velada en el antioqueno, sería más aplicable a Teodosio); el gran general, comparable a grandes personajes de antaño como el malogrado
Germánico62, revestido de auctoritas (vid. Amm., XVI, 12, 18; XXV, 4,
12-13) que limitaba el poder de las tropas frente a su potestad impeA. Momigliano, art.cit., p. 151, relaciona este conservadurismo con la defensa de
los intereses de la clase curial.
59 Sobre Constantino en Amiano, vid. B. Warmington, “Some Constantinian references in Ammianus”, en J.W. Drijvers, D. Hunt, eds., The Late Roman World and its
historian, London-New York 1999, p. 166 ss.
60 Un propósito difícil, pues Juliano era esencialmente griego e incluso había concedido al Senado de Constantinopla los mismos privilegios que poseía el de Roma.
61 P.M. Camus, op.cit., p. 200 ss; G. Sabbah, op.cit., p. 507 ss.
62 M.F. Williams, “Four mutinities: Tacituas Annals 1, 16-30; I, 31-49 and Ammianus Marcellinus Res gestae 20, 4, 9-20; 24, 3, 1-8”, Phoenix LI, 1 (1997), p. 63 ss.
58
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
178
rial63, poseedor de ese carácter austero y enérgico que sabía transmitir
a sus soldados, como si de un nuevo Julio César se tratase 64; el único
que ofrecía la mejor garantía de un gobierno presidido por sólidos
valores morales, algo muy distinto de lo que había sido el reinado de
Constancio II65.
En otras palabras, Juliano es, para Amiano, el gobernante ideal y el
líder indiscutible con talento para mantener la integridad del Imperio.
Y esto es lo que se refleja en el polémico y postrer del pasaje XXXI,
16, 9:
A) Pues Juliano era el punto de referencia militar (miles) que el
Imperio necesitaba para conservar su integridad frente a los bárbaros.
Aquél fue barbarorum exctintor66, polo opuesto de las actitudes filobarbáricas de Constantino y Teodosio: los godos, acogidos por el último
en el seno del Estado, son considerador por el antioqueno como
enemigos mortales a los que hay que erradicar67. Así, justo en el pasaje anterior (XXXI, 16, 8) al que aquí nos ocupa, el que recoge el
último acontecimiento histórico en las Res gestae, se nos habla de la
matanza de auxiliares godos en Asia Menor por el general Julio: todo
un acto de prudencia militar para Amiano 68. El juego de palabras
V. Neri, “Ammiano Marcellino e l´elezione di Valentiniano”, R.S.A. 15 (1998), p.
177 ss. A. Selem, art.cit., p. 140, destaca que los asuntos militares del joven emperador reciben un tratamiento mucho mayor que los civiles en las Res gestae; D.A. Paw,
“Methods of character portrayal in the Res gestae of Ammianus Marcellinus”,
A.Class. 20 (1977), p. 1977: el discurso de Juliano previo a la batalla de Estrasburgo
nos muestra todas las cualidades personales que el césar podía aplicar al terreno
militar, o sea responsabilidad, disciplina, energía, audacia…
64 G. Wylie, “Julianus Caesar. Another Julius?”, Civiltá Classica e Cristiana XIII, 1
(1992), p.10 ss.
65 C. Di Spigno, “Studi su Ammiano Marcellino. Il regno di Constanzo II”, Helikon
II (1962), p. 457-458; J.M. Candau Morón, “La filosofía política de Juliano”, Habis
17 (1986), p. 87-96.
66 Así aparece definido en su inscripción de Ma´Ayan Barukh.
67 T.D. Barnes, op.cit., p. 185-186.
68 Sobre prudentia como valor moral en la cultura latina, vid. L.R. Lind, “The idea of
63
179
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
entre Julio-Juliano es evidente en este suceso, por otra parte tan
confuso69, y nos recuerda los triunfos del segundo contra las externae
gentes en oposición a los fracasos de los emperadores cristianos del
siglo IV; en ese sentido, la batalla de Adrianópolis supone el colofón
para subrayar esa incompetencia cristiana frente a los enemigos
externos, el hito que recuerda, en aparatoso contraste, la época
gloriosa del Imperio Romano que sirvió de arranque para las Res
gestae: la de los emperadores Antoninos; pero también, como magna
derrota, Adrianópolis es la imagen espectacular de una “magna
victoria”, la de Juliano en Estrasburgo. La violencia bárbara desatada
en la llanura tracia el 9 de agosto de 378 deja bien claro que Roma se
encuentra en un momento decisivo de su Historia70. Amiano,
desarrollando ese intenso tono emocional y eminentemente didáctico
que preside todo el libro XXXI71, busca reivindicar la figura de
Juliano dentro de las coordenadas de la política antipagana de
Teodosio72. Con Adrianópolis como supremo acorde de su obra, el
antioqueno exige un nuevo derrotero para el Imperio y plantea, frente
al peligroso enemigo godo, la comparación entre un emperador
cristiano, corrupto e incompetente, Teodosio, y otro pagano y genial
como Juliano73.
the Republic and the foundations of Roman morality”, en Studies in Latin Literature
and Roman History, vol. 5, C. Deroux ed., Bruxelles 1989, p. 16 ss.
69 Según Eunapio (fr. 42) y Zósimo (IV, 26), tal matanza no aconteció inmediatamente después de Adrianópolis, sino en la primavera del 379; además, los asesinados eran hombres jóvenes y desarmados; para H. Sivan,“Was Theodosius I an usurper?”, Klio 78, 1 (1996), p. 211, la degollina quedó impune porque Teodosio había
usurpado recientemente el poder y su posición en Constantinopla aún no era legal.
70 Y.A. Dauge, op.cit., p. 349-350.
71 Sobre lo primero, vid. N.J.E. Austin, Ammianus on Warfare. An investigation into
Ammianus´military knowledge, Bruxelles 1979, p. 72.
72 G. Sabbah, La méthode…, p. 584.
73 G. Sabbah, “Ammien Marcellin, Libanius, Antioche et la date des derniers livres
des Res gestae”, Cassiodorus, 3 (1997), p. 113 : “Andrinople donnerait un sens à l´arc
dessiné para l´Histoire de Rome de la mort de Julien à la mort de Valens, en
perdessiné d´interpreter la seconde comme le châtiment de la première, et peut-être
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
180
No creemos que el hecho de que Adrianópolis cierre las Res gestae
manifieste la resignación de que los bárbaros no pueden ser contenidos74. Antes al contrario, Amiano evita cualquier pesimismo
inmovilista y se resiste a admitir las consecuencias de la derrota y la
importancia de la misma para el proceso de decadencia del Estado
romano75. Más bien, como autor en la lista de esa rica corriente
intelectual del Renacimiento teodosiano, el antioqueno se sirve de
Adrianópolis para interrogarse sobre las causas de los problemas del
Imperio, con una clara intención de oposición pagana frente a la
ofensiva del cristianismo76. En otras palabras: era un gobernante
como Juliano, y no como Teodosio, lo que necesitaba el Estado
romano en los turbulentos años finales del siglo IV.
B) Porque, además, ese gobernante necesario para superar la crisis
era, ante todo, pagano. Aquí se inscribe con todo su sentido Graecus,
pues, en época de la estancia romana de Amiano, el término “heleno”
también significaba “pagano”, “politeísta”77, e igualmente hacía alusión a una unidad de la cultura imperial, derivada de la conseguida
por los griegos en tantos territorios. Sin margen a la duda, lo que
Amiano expresa con Graecus es, además de su profesión de fe78, su
conformidad con la unidad política del Imperio bajo el mando de un
aussi son sens à un autre arc beaucop plus étendu, brisé pour nous, allant de
l´expansion glorieuse de Rome aux dépends des Barbares sous Nerva-Trajan à la
catastrophe de 378, qui sonnait la revanche des vaincus”.
74 Como lo escribe J.M. Alonso-Núñez, op.cit., p. 18-19.
75 S. Bonani, “Ammiano Marcellino e i Barbari”, RCCM XXIII, 1981, p. 130.
76 En los términos planteados por J. Fernández Ubiña, La crisis del siglo III y el fin del
mundo antiguo, Madrid 1982, p. 27.
77 Av. Cameron, op.cit., p. 154; B. Baldwin, “Greek historiography in late Rome and
early Byzantium”, en Studies on Late Roman and Byzantine History, Literature and Language, Amsterdam, 1984, p. 205; en un autor como Procopio, “heleno” equivale a
“pagano”, mientras que a los griegos se les llama Graikoi; vid. También T.D. Barnes,
op.cit., p. 79 ss.
78 J. Heyen, “À propós de la conception historique d´Ammien Marcellin (ut miles
quondam et Graecus 31.16.9)”, Latomus XXVII, 1 (1968), p. 191.
181
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
grupo social determinado, precisamente el ordo tradicional que había
forjado la cultura grecorromana en sus buenos tiempos. Amiano se
declara, a lo largo de la misma, un pagano que suscribe el programa
del emperador Juliano79.
Amiano es, como afirmaba Fontaine, un hombre de tres corazones: el griego, el oriental y el latino80: el primero deja la huella de la
cultura griega en las Res gestae81; y los tres se funden en el crisol de la
figura de Juliano. Él es su punto de referencia básico, sustentado
sobre una íntima conexión entre el gobernante y el historiador, inmerso en gloriosas reminiscencias del pasado. Juliano es presentado al
modo de un nuevo Trajano82 (en cuya época se inician las Res gestae) y
en sentido opuesto al emperador que cierra la obra amianea: Valente,
quien tanto por sus brutales procesos como por su incompetencia a la
hora de afrontar el problema de Adrianópolis se convierte, por
oposición y contraste, en el principal argumento justificativo de la
obra de Juliano (Estrasburgo)83.
También en A. Selem, “Considerazioni circa Ammiano ed il Cristianesimo”,
RCCM 6 (1964), p. 254.
80 J. Fontaine, “Le style d´Ammien Marcelli et l´esthétique théodosienne”, en
Cognitio Gestorum..., p. 36
81 J. Den Boeft, art.cit., p. 9-18; A. Momigliano, art.cit., p. 154: “Ammianus´convoluted style is not to be understood as a sum of Graecisms”; E.A.
Thompson, The historical work of Ammianus Marcellinus, Gröningen 1969, p. 16:
“Although he did his best to identify himself with the Roman outlook and
character, there are several indications in his work that he was still fundamentally a
Greek”; para A. And A. Cameron, “Christianity and tradition in the historiography
of the late Empire”, CQ XIV, 2 (1964), p. 325, Amiano hace uso de términos griegos para impresionar a su público romano.
82 Por ejemplo, en XIV, 1, 4 (“bellorum gloriosus cursibus Traiani simillibus”), XXIV, 3,
9; XXX, 9, 1 (también comparado con Marco Aurelio); en XXV, 8, 5 se traza un
paralelismo entre Trajano y Septimio Severo. Trajano y Marco Aurelio fueron ejemplos de reparatores rei publicae, cuyos modos de vida recuerdan a Juliano.
83 R.C. Blockley, “Ammianus Marcellinus on the battle of Strasbourg. Art and
analysis in the History”, Phoenix XXXI, 3 (1977), p. 224 ss. Amm. XXXI, 12, 7, deja
bien claro que Valente se enfrentó a los godos por envidia de los logros militares de
79
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
182
Así, la gloria del Imperio Romano, en las Historias de Amiano
Marcelino, comienza con Trajano (miles)84 y termina con Juliano (miles
et Graecus). El Apóstata había buscado imitar a Trajano al invadir
Mesopotamia85 había fracasado, pero su fracaso se ve superado y
redimido por el de Valente, amén de por la fallida política cristiana y
filobarbárica de Teodosio86. El mensaje de Amiano, en ese sentido, es
muy claro: hay una clara diferencia entre la época de Juliano y la de
sus sucesores (XXVI, 3, 4). El primero (venerado por el antioqueno,
que le considera el último de los romanos y, hasta cierto punto, el
último de los griegos) es el eje central de su relato. El elogio de Juliano (“the Julian effect”, según Hunt 87) no tiene otro paralelismo en la
obra, y ello puede observarse en la crítica a los otros emperadores que
aparecen en las Res gestae. Un cuarto de siglo después de su muerte, el
antioqueno presentaba a Juliano, ante su auditorio pagano en Roma,
como el héroe cuyo ejemplo reaccionaba por sí solo frente a las
Graciano, a los cuales quería oponer un triunfo.
84 Pues no podemos considerar el breve y poco significativo reinado de Nerva,
apenas dos años, como un comienzo adecuado para el tono militar que preside la
obra de Amiano.
85 C.S. Lightfoot, “Trajan´s Parthian War and the Fourth-Century perspective”,
J.R.S. 80 (1990), p. 115: la guerra oriental de Trajano se convierte en paradigma de
los emperadores del siglo IV. El mismo Amiano refiere la intención de Juliano de
conseguir el título Parthicus (XXII, 12, 2), tratamiento que se había impuesto sobre
el de Persicus tan en boga en la época que va desde Caro a Constancio II; nuestro
historiador pretende romper con la tradición anterior y renovar la inaugurada por
Trajano: elemento, además, que serviría para diferenciar a Juliano de Constancio.
86 Al igual que Eunapio, Amiano encubrió los errores tácticos de Juliano en su
campaña persa; el antioqueno se niega a admitir la responsabilidad del Apóstata en
el fracaso de su aventura oriental, y culpa del mismo, entre otros, a Constantino
(XXV, 4, 23, como primer iniciador de las hostilidades), a Joviano (XXV, 7, 1; 6; 9,
9-11), pues sus miedos y ambiciones le hicieron ceder ante Sapor II), o Valente
(XXX, 2, 6, quien no consigue resultados al reanudar la guera contra el persa), así
como a la dificultad para interpretar los designios divinos en contra de la invasión
(XXI, 1, 13); sólo por esto último la derrota no podía evitarse.
87 “The outsider inside: Ammianus on the rebellion of Silvanus”, en The Late Roman
World..., p. 59-60.
183
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
radicales consignas políticas y religiosas de Teodosio88. Juliano era un
nuevo Trajano, un nuevo ejemplo de victorioso general salvador de la
patria89, de la misma forma que Amiano se convertía, de esta manera,
en un nuevo Polibio90. Juliano era soldado y griego-pagano, como
nuestro antioqueno. Mejor tarjeta de presentación no existía ante la
aristocracia pagana de la Urbs91.
Retomando lo que afirmábamos en el primer párrafo de este
artículo, si ante la palabra “Juliano” nos venía a la cabeza “Amiano
Marcelino”, ante el nombre del insigne historiador sirio siempre (y
por delante de otras asociaciones como “Estrasburgo”, “Amida” o
“Adrianópolis”, por citar algunos ejemplos entre muchos) reaccionaremos pensando en Juliano, precisamente otro miles quondan et Graecus.
En la línea de lo que señalaron J. Fontaine, Le Julien d´Ammien…, p. 33-34 y M.
Meulder, “Julien l´Apostat contre les Parthes: un guerrier impie”, Byzantion LXI, 2
(1991), p. 487.
89 Curiosamente, un autor cristiano como Orosio compararía también a Teodosio
con Trajano (VII, 34, 2), equiparándolos como reparatores rei publicae.
90 En el pasaje XXIV, 2, 16, durante el cerco de Pirisabora, Amiano compara su
relación con Juliano con la que Polibio sostuvo con Escipión Emiliano.
91 A pesar de las simpatías que Juliano pudiera despertar en los círculos senatoriales
paganos de Roma, también hubo ciertos sectores aristocráticos paganos occidentales que reaccionaron contra él debido a su esencia puramente helénica y no
prooccidental, su política religiosa y sus medidas depurativas en el ejército. Amiano,
pues, no lo tenía del todo fácil a la hora de justificar a su héroe.
88
La figura de Cornelio Galo en las Res gestae de
Amiano Marcelino (XVII, 4, 5).
En los albores del siglo XXI, y después de ciento cincuenta años
de trabajos de investigación, podemos afirmar que hemos llegado a
un grado de conocimiento bastante aceptable de la figura de Amiano
Marcelino. Bien es cierto que a la lamentable pérdida de los trece primeros libros de su obra le debemos el no haber podido zanjar
algunos interrogantes que, aún hoy, persisten con una irritante
tenacidad. Podemos aportar un par de ejemplos al respecto: después
de verter auténticos ríos de tinta sobre el tema, todavía no existe un
claro consenso sobre si el historiador era un pagano convencido y
hostil al cristianismo (como aquí creemos), un pagano tolerante y
conciliador o un pagano que había realizado apostasía de la fe
cristiana como ha defendido recientemente Barnes 1. Otra cuestión
espinosa puede ser la de su origen. ¿Era realmente antioqueno, como
defiende la mayoría? ¿Procedía de la Grecia continental? ¿Tal vez
egipcio? ¿O quizás, como apunta de nuevo Barnes, procedía de
alguna ciudad del litoral fenicio?2
PUB.- en Aevum 1 (2004), p. 137-145.
1 Ammianus Marcellinus and the representation of historical reality, Ithaca-London, 1998, p.
82-83.
2 J.F. Matthews, “The origin of Ammianus”, CQ 44 (1994), p. 252-269; Ch.
Fornara, “Studies in Ammianus Marcellinus I. The letter of Libanius and
Ammianus´ con-nection with Antioch”, Historia XLI, 3 (1992), p. 328-344; G.W.
Bowersock, “J.F. Matthews, The Roman Empire of Ammianus”, J.R.S. 80 (1990), p.
248; T.D. Barnes, op.cit., p. 60 ss, respectivamente.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
186
Asuntos engorrosos aparte, podemos congratularnos con otros
aspectos de nuestro personaje que son muy bien conocidos: verbigracia su formación literaria. Calificado como scrupulosus lector antiquitatum3, estamos ante un autor cuyas lecturas, tanto griegas como latinas,
alcanzaban el calibre de las de los grandes viri litterari del siglo IV4:
algo poco típico en alguien que provenía del ejército. Bien es cierto
que Amiano no era un simple soldado: provenía de esa élite bilingüe
griega que debía aprender latín si quería hacer carrera en la vida
pública, ya fuese en la administración civil o en la escala militar 5. El
caso es que la riqueza de las Res gestae en referencias a literatos griegos
y latinos resulta patente.
Entre tales referencias, es destacable la obra de Virgilio6. A excepción del genio de Mantua, ningún otro poeta latino es nombrado por
Amiano: al menos como poeta7. En las Res gestae hay citas literales del
C.di Spigno, “Limiti e pregi della storiografia di Ammiano Marcellino”, Atti della
Accademia Nazionale dei Lincei V (1950), p. 394.
4 M. Colombo, “Alcune questioni ammianee”, Romanobarbarica 16 (1999), p. 34-35.
5 J. Den Boeft, “Ammianus graecissans?”, en Cognitio Gestorum. The historiographic art
of Ammianus Marcellinus, Den Boeft, J., Den Hengst, Teitler, H.C., eds., Amsterdam
1991, p. 10; J.F. Matthews, “Ammianus´ historical evolution”, en su Political Life and
Culture in Later Roman Society, London 1985, p. 32: “Ammianus´history, like Ammianus himself, must be understood in terms of a fusion of the two elements, Greek
and Latin, in his cultural formation”.
6 Según P. Courcelle, “Les lecteurs de l´”Énéide” devant les grandes invasions
germaniques”, Romanobarbarica 1 (1976), p. 25, Virgilio es, sin lugar a dudas, el
punto de referencia literario de los intelectuales tardorromanos: las Saturnalia de
Macrobio tenían el propósito de presentar la Eneida casi como una Biblia pagana;
para G. Sabbah, La méthode d´Ammien Marcellin. Recherches sur la construction du discours
historique dans les Res gestae, Paris 1978, p. 545, la prosa de nuestro historiador se
asemeja a “une mosaïque de clichés virgiliens”.
7 Al respecto, vid. las consideraciones de M. Hertz, “Aulus Gelius und Ammianus
Marcellinus”, Hermes 8 (1974), p. 271 ss; A. Solari, “La digressione erudite di
Ammiano”, Atti della Accademia Nazionale dei Lincei IV (1979), p. 19, destaca, sin
embargo, el interés de Amiano por los poetas, puesto de manifiesto en sus
digresiones; sobre ello, vid. I. Lana, “Ammiano Marcellino e la sua conoscenza degli
3
187
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
poeta de época augustea, como la que aparece en el dramático pasaje
XXXI, 4, 6 (Georg., II, 105-106): los oficiales romanos, destacados en
el Bajo Danubio, intentan confeccionar un censo de los godos que
pretenden penetrar en el Imperio, pero han de renunciar a tal propósito porque los bárbaros son tan numerosos que se asemejan a los
granos de arena del desierto de Libia8.
Y es de la mano de Virgilio que Amiano, en el pasaje XVII, 4, 5,
cita, por primera y última vez, a Cornelio Galo, el general y poeta de
tiempos del emperador Augusto, cantado por el autor de la Eneida en
la décima égloga de sus “Bucólicas”.
En el libro XVII asistimos a algunos de los episodios más gloriosos de la trayectoria militar de Juliano como César de Constancio II
en la Galia: el joven estadista devasta las alquerías alamanas allende el
Rin, restaurando las fortificaciones que emperadores de antaño
habían levantado (capítulos 1, 8 y 9), persigue a las bandas de saqueadores germanos (capítulo 2), pacifica a las tribus hostiles (capítulos 1
y 10) y alivia las pesadas cargas tributarias de los súbditos galos
(capítulo 3); mientras tanto, Constancio II mantiene a duras penas el
orden en el Danubio (capítulos 6, 12 y 13) 9, fracasa estrepitosamente
a la hora de firmar la paz con el enérgico rey persa Sapor (capítulos 5
autori greci”, en Politica, cultura e religione nell Impero Romano (secoli IV-VI) tra Oriente e
Occidente, Atti del Secondo Convegno dell´Associazione di Studi Tardoantichi,
Napoli 1993, p. 25 ss: referencias a poetas griegos aparecen sobre todo en el
tratamiento de vicios y virtudes de ciertos personajes y en los escritos geográficos;
es Teognis el único poeta del que Amiano demuestra tener conocimiento de sus
versos (XXVIII, 4, 27); R. Syme, Ammianus and the Historia Augusta, Oxford 1968, p.
84 ss: también se detectan huellas de Juvenal en las Res gestae sobre todo en los
pasajes satíricos; al respecto, vid. R. Rees, “Ammianus Satiricus”, en The Late Roman
World and its Historian. Interpreting Ammianus Marcellinus, London and New York
1999, p. 141-155.
8 Quem qui scire velit / ut eminentissimus memorat vates / "Libyci velit aequoris idem discere,
quam multae zephyro truduntur harenae".
9 En XXI, 16, 15, Amiano critica la incompetencia de Constancio para defender al
Imperio de sus enemigos externos.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
188
y 14), presta oídos a las calumnias que sus cortesanos dirigen contra
Juliano (capítulo 11) y dedica su tiempo a extravagancias como erigir
un obelisco traído de Egipto en el Circo Máximo de Roma (capítulo
4)10.
Es precisamente en este último episodio donde surge la figura de
Cornelio Galo. Así, en el pasaje XVII, 4, 5, y como introducción a la
descripción del obelisco llevado de Tebas a Roma, aparece la siguiente mención:
“longe autem postea Cornelius Gallus Octaviano res tenente
Romanas Aegypti procurator exhausit civitatem plurimis interceptis
reversusque cum furtorum arcesseretur et populatae provinciae, metu
nobilitatis acriter indignatae, cui negotium spectandum dederat imperator, stricto incubuit ferro. is est, si recte existimo, Gallus poeta,
quem flens quodam modo in postrema Bucolicorum parte Vergilius
carmine leni decantat”.
Ante tales palabras, uno percibe una opinión muy negativa sobre
Cornelio Galo: un personaje voraz, que como máxima autoridad en
Egipto11 depredó Tebas hasta el punto de ser acosado por la aristocracia a su regreso a Roma, no quedándole otra opción que el suicidio. Dicha voracidad se acentúa si tenemos en cuenta que sus acciones vienen precedidas por dos referencias históricas no mucho más
positivas: las de las rapiñas de los cartagineses y del persa Cambises
(XVII, 4, 3) en la misma región. Tanto los legendarios enemigos del
Para B. Warmington, “Some Constantinian references in Ammianus”, en The Late
Roman World..., p. 169, el episodio del obelisco egipcio, hacia 358, es un indicio de,
al menos la preferencia de Amiano hacia Roma, puesto que tal monumento iba
destinado, en un principio y por Constantino, a la “Roma de Oriente”: su hijo, por
el contrario, favorecería a la Urbs frente a su rival del Este.
11 Por cierto que Amiano lo llama procurator, cuando en realidad fue praefectus
(Quint., Inst.Or., X, 1, 93). El propio antioqueno utiliza el segundo término referido
a Egipto en XX, 16, 6. Volverá a equivocarse el antioqueno cuando afirme, en
XXII, 8, 40, que Egipto pasó a ser provincia romana con Augusto, cuando en
realidad se constituyó en propiedad personal del primer emperador romano.
10
189
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
Estado romano como el crudelísimo monarca oriental 12 no hacen
sino acentuar la imagen de un político corrupto.
El interrogante que surge, llegados a este punto, es dilucidar qué
sentido tiene la fugaz aparición de Cornelio Galo en las Res gestae
amianeas. En un principio podemos atribuirle una intención de
autoelogio del autor: no es poco frecuente que Amiano haga alusión a
gloriosos escritores griegos y latinos del pasado con el mero propósito de obtener sonoridad y dignificación para su obra, frente al cultivado público romano al que se dirige13. Nuestro antioqueno se luce
en numerosas ocasiones al exponer sus conocimientos enciclopédicos, sobre todo en las abundantes digresiones de las Res gestae14. ¡Y
qué mejor aval para hacer pública su erudición que Virgilio! De
hecho, la única mención directa de éste se halla, precisamente, en
XVII, 4, 5. Cornelio Galo, pues, sería una mera excusa para llamar
por su nombre a uno de los más grandes poetas latinos de la Historia.
Sin embargo, y sin excluir lo anterior, también se nos ocurre que la
presencia de Galo en Amiano puede tener una significación velada,
distinta del autoelogio tan típico de los autores tardorromanos; se
trataría de una alusión implícita a otro personaje que sí goza de cierto
protagonismo en la obra del historiador sirio: Flavio Claudio
Constancio Galo, hermanastro de Juliano el Apóstata y César, en la
Pars Orientis, del emperador Constancio II. Y todo ello dentro del uso
de exempla, uno de los recursos estilísticos más comunes en Amiano,
empleados como expresiones de verdades morales15. Flavio Galo es
Como ejemplo, sirvan las palabras de Heródoto (V, 25, 1-2; vid. también
Diod.Sic., XV, 10, 1, para el reinado de Artajerjes): Cambises había obligado al hijo
de un juez corrupto, ejecutado por su falta, a impartir justicia sentado en una silla
forrada con la piel de su progenitor, para que ello le recordara su deber.
13 Ch.W. Fornara, “Studies in Ammianus Marcellinus II. Ammianus´knowledge and
use of Greek and Latin literature”, Historia XLI, 4 (1992), p. 421.
14 G.A. Crump, Ammianus Marcellinus as a military historian, Wiesbaden 1975, p. 34 y
71.
15 D.A. Paw, “Methods of character portrayal in the “Res Gestae”of Ammianus
Marcellinus”, A.Class. 20 (1977), p. 193.
12
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
190
uno de los personajes más vituperados por nuestro historiador, quien
le detestaba por:
 Haber sido hombre de confianza del emperador Constancio II, quien por otra parte es uno de los
gobernantes más duramente atacados por el antioqueno16.
 Haber ayudado a Constancio a neutralizar al
general Ursicino, antiguo jefe militar de Amiano y uno
de los personajes más apreciados por el historiador17.
 Su hostilidad contra el orden curial de Antioquía, al que pertenecía Amiano, que examinaremos
más adelante.
En tal empeño de denigración, Amiano utilizará contundentes
recursos literarios para afear la imagen de Fl. Galo: la animalización18
Para el retrato de Constancio II en las Res gestae vid. R.C. Blockley, Ammianus
Marcellinus. A study of his historiography and political thought, Bruxelles 1975, p. 10, 38-39
y 41 y C. Samberger, “Die kaiserbiographie in den Res gestae des Ammianus
Marcellinus. Eine Untersuchung zur Komposition del Ammianeischen Geschichtsschreibung”, Klio 51 (1969), p. 469 ss; H.C. Teitler, “Ammianus and Constantius.
Image and reality”, en Cognitio Gestorum..., p. 117-122.
17 R.C. Blockley, “Constantius II and his generals”, en Studies in Latin literature and
Roman history, vol. II, ed.by C. Deroux, Bruxelles 1980, p. 476-477; “Constantius
Gallus and Julian as Caesars of Constantius II”, Latomus 31, 2 (1972), p. 443; G.
Sabbah, op.cit., p. 471 ss: los libros XVIII-XIX de las Res gestae se dedican, en buena
parte, a defender la figura de Ursicino.
18 Serpens (XIV, 7, 3); leo (XIV, 9, 9). Amiano suele aplicar el primer calificativo a
personajes romanos, simbolizando la astucia y un amplio abanico de cualidades
malignas: vid. R. MacMullen, “Some pictures in Ammianus Marcellinus”, Art Bulletin
46 (1964), p. 441 ss; por otra parte, en los primeros años del siglo V, la figura del
león se identifica claramente con el bárbaro. Para Sinesio de Cirene, simboliza la
corpulencia y la melenuda cabeza del germano: Ch. Lacombrade, “Synésios et
l´enigme du loup”, R.E.A. 48 (1946), p. 266.
16
191
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
y la asociación con fenómenos naturales19 sirven para estigmatizar el
salvajismo y la falta de control de este personaje. Como uno de los
exponentes más negativos en las Res gestae20, el retrato de Galo aparece cuajado de prejuicios de la clase curial, de preconcepciones morales, de consideraciones literarias; así, encontramos a un individuo
dominado por la ira y la crueldad (XIV, 1, 1; 4-5 y 10; 7, 3; 9, 9; Iul.,
Ep.ad Athen., 272c), por la inseguridad (XIV, 1, 2 ss.), por la codicia
(XIV, 1, 4) y por una desmesura que le hace precipitarse hacia un
fatal desenlace. En otras palabras, hallamos a un bárbaro.
Además, como casi todo lo que contienen las Res gestae, Fl. Galo
aparece desde una constante referencia implícita a Juliano 21; este rasgo
aparece de forma manifiesta en el propio libro XVII: en el pasaje 1,
14, Amiano afirma que las guerras de Juliano en el frente renano son
parangonables (y superiores) a las púnicas o a las teutónicas, memorables y terribles episodios de la Historia de Roma, mostrando a un
César protegido por la Fortuna que se aleja del triste destino que padecerá su hermanastro22. En realidad, los investigadores amianeos no
han suscrito un consenso sobre el tratamiento que el antioqueno
deparó a Fl. Galo. Ya en los años cuarenta, E.A. Thompson lo consideró un retrato tremendamente retórico y malintencionado, que
omitía23:
R. Seager, Ammianus Marcellinus. Seven studies in his language and thought, Columbia
1986, p. 46; ejemplos de este recurso son otros malvados personajes como el temible delator Paulo Catena (XIV, 5, 6) o el terrorífico Valentiniano I (XXIX, 3, 2).
20 Para un análisis cronológico y metodológico del relato de Galo en Amiano, vid.
T.D. Barnes, “Structure and chronology in Ammianus´Book 14”, HSCPh 92
(1989), p. 418 ss.
21 R.C. Blockley, op.cit., p. 19-24.
22 En XXI, 1, 2, puede observarse un pasaje de contenido idéntico.
23 E.A. Thompson, The historical work of Ammianus Marcellinus, Gröningen 1969
(1947), p. 56 ss; vid. su “Ammianus´account of Gallus Caesar”, AJPh. 64 (1943), p.
302-315.
19
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
192
a) Su gran popularidad entre las clases desfavorecidas de Oriente.
b)
Su fe cristiana arriana.
c) Sus logros militares, como la supresión de una
revuelta judía.
d) El intento frustrado de asesinato orquestado
por el usurpador Magnencio.
e) El cambio de opinión de Constancio sobre la
pena capital que le fue impuesta, aunque la contraorden llegó demasiado tarde.
f) Su amistad con ciertos hombres de prestigio,
como el obispo arriano Ecio.
Muy recientemente, otro gran erudito de la obra de Amiano, T.D.
Barnes24, ha defendido una perspectiva ambigua de la figura de Galo
en las Res gestae, precisamente porque era hermanastro de Juliano: éste
escribió de él (Ep.ad Ath., 270c-271 a; 272 a-d) que, aunque indigno
para gobernar, su muerte fue injusta, producto de la envidia de
Constancio y de las intrigas de Eusebio. Así, como víctima de tan
grandes villanos, Galo llega a despertar cierta simpatía en Amiano.
El caso es que, conociendo el modo en que nuestro historiador
describe a Fl. Galo, detectamos notables coincidencias históricas
entre éste y el otro Galo, Cornelio, que van más allá del nombre
común:
1) Ambos fueron gobernantes de territorios
orientales (Egipto, Oriente), bajo la autoridad de un
emperador legítimo (Augusto, Constancio II).
24
T.D. Barnes, op.cit., p. 129-132.
193
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
2) Ambos cometieron tropelías en sus respectivas
jurisdicciones: C. Galo depredó Egipto y Fl. Galo se
constituyó en el terror de los curiales de Antioquía,
patria chica de Amiano, porque no le apoyaron en su
intención de bajar los precios a la vista de una escasez
(XIV, 7, 2), lo cual desembocaría en el terrible tumultus
que se prolongaría, a intervalos, durante casi todo el
año 35425. De hecho, se ha querido ver en esta política
favorable a los humiliores la base de la antipatía que el
antioqueno experimentaba hacia Fl. Galo 26. Otra referencia a las persecuciones políticas de éste la hallamos
en XIV, 10, 2. Naturalmente, tales acciones les acarrearon, a los dos Galos, encarnizados enemigos en los
círculos políticos.
3) Los dos personajes accedieron a altas cotas de
poder y prestigio y, desde tan privilegiada posición,
cayeron en picado hacia la desgracia27 (suicidio, ejecución): ambos serán llamados a la capital del Imperio
(Roma, Constantinopla) por los emperadores para recibir un castigo.
4) Ambos estuvieron dominados, de una manera
o de otra, por una mujer. A C. Galo le cegó su amor
por Lycoris, fémina de cuya voluptuosidad y carácter
vicioso encontramos ecos a comienzos el siglo XVII
en la pluma del erudito J.B. Suárez de Salazar28. A Fl.
Vid. J.R. Aja Sánchez, “La crisis de Antioquía del año 354: un ejemplo de la
pervivencia de la Vis publica en la Antigüedad Tardía”, en La Tradición en la Antigüedad Tardía, J.M. Blázquez, et alii, eds., Murcia 1997, p. 61-82.
26 C. Di Spigno, “Appunti per una lettura del libro XIV de Ammiano Marcellino”,
Orpheus 7 (1960), p. 148 ss.
27 Al hablar de Fl. Galo, Amiano dice que la Fortuna lo elevó hasta el poder para
después hundirlo caprichosamente, de igual manera que hiciera siglos atrás con M.
Atilio Régulo en su lucha contra los cartagineses (XIV, 11, 32).
28 Vid. J. Navarro López, “Suárez de Salazar cita a Cornelio Galo: un postrer episo25
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
194
Galo le tocó en suerte la temible Constantina: próximo
a la muerte, el César se exculpa de algunos de sus crímenes argumentando que fue instigado por su esposa
(XIV, 11, 22) 29.
De lo anterior, queremos hacer hincapié en el punto 3). Amiano es
uno de los autores del siglo IV que mostró mayor hostilidad contra
los gobernantes ilegítimos30, hasta el punto de llegar a justificar la
tortura frente al acto más grave de la usurpación31. La utilización de
adjetivos como tyrannus, perduellis, rebellis, para calificarlos, muestra la
dureza del tratamiento a que los somete32. En sus ataques contra los
usurpadores y sus partidarios, el antioqueno no duda en calificarlos
de bestias salvajes33.
dio del Pseudo-Galo en el Renacimiento”, Evphrosyne XXIII (1995), p. 299-308.
29 T.D. Barnes, op.cit., p. 120-121, encuentra también en el pasaje, una pulla contra
el cristianismo. Al evidente recuerdo del primer emperador cristiano se sumaría el
de dos episodios bíblicos funestos: el pecado de Eva al arrastrar a Adán a la
perdición (Gen., 3, 12) y la muerte de Juan el Bautista por instigación de Herodías
(Mc., 6, 14 ss; Mt., 14, 1 ss).
30 R.C. Blockley, op.cit., p. 86 ss; S.A. Stertz, “Ammianus Marcellinus´attitudes
toward earlier emperors”, en Studies in Latin Literature and Roman History, vol. II,
Bruxelles 1980, p. 490; P.M. Camus, Ammien Marcellin. Témoin des courants culturels et
religieux a la fin du IVe siècle, Paris 1967, p. 239 ss., incide en que, para Amiano, el
emperador participa de un carácter divino, destinado a la eternidad celestial, y la
divinidad le ampara desde su entronización hasta su muerte; L. Valensi, “Quelques
réflesions sur le pouvoir impérial d´après Ammien Marcellin”, Bulletin de
l´Association Guillaume Budé XVI, 4 (1957), p. 102, afirma que a través de las Res gestae
observamos, entre 353-378, el triunfo de la idea dinástica; destaca el pasaje XIX, 12,
17, en el que Amiano identifica gobierno legítimo con protección y seguridad para
las personas honradas.
31 L. Angliviel de la Beaumelle, “La torture dans les Res Gestae d´Ammien
Marcellin”, en Institutions, société et vie politique dans l´Empire Romain au IVe siècle AP. J.C., Perugia, 1992, p. 113; vid. Amm., XXVI, 10, 13.
32 R. Seager, op.cit., p. 119-120.
33 El caso más evidente es el de Procopio, el principal usurpador de las R.G.: bestia
XXVI, 6, 10; fera: XXVI, 6, 4.
195
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
Tanto C. Galo como Fl. Galo se convirtieron, a los ojos de sus
regios superiores, en usurpadores en potencia. El propio emperador
Augusto, en su “autobiografía”, reconoce que eliminó a cuántos pudieron hacerle sombra en la dirección de Estado 34. En cuanto a
Constancio II, el suyo fue un reinado de rebeliones y problemas
internos (usurpaciones de Magnencio, Silvano, levantamiento de
Juliano en París). La existencia en Oriente de un César con prestigio
civil y militar35 no debía de tranquilizar mucho a un gobernante que,
según el retrato de Amiano, era un desalmado (XIV, 5, 5), un
personaje arbitrario (XV, 6, 4; XVI, 8, 5) cuya brutalidad se disparaba
al prestar oídos a los sádicos aduladores cortesanos (XVI, 5, 5; 9, 2):
por ello merecía, según el antioqueno, ser comparado a los “malos
emperadores” de antaño: Calígula, Domiciano, Cómodo (XXI, 16, 8).
Por otra parte, Fl. Galo es presentado por Amiano como un claro
ejemplo de hombre corrompido por el repentino poder al que tiene
acceso, al igual que otros ejemplos del pasado –Dionisio de Siracusa,
Euno, Espartaco-, con lo que el historiador reconoce que el César se
habría levantado contra Constancio a la primera oportunidad 36. Lo
mismo pudo haber sucedido con C. Galo.
Pero además, en las Res gestae Amiano tiene que bregar con un
problema de difícil solución: puesto que esta obra constituye un
panegírico de Juliano, nuestro autor debía salvar el molesto escollo de
su ilícito acceso al poder. En otras palabras, debía limpiar la memoria
del Apóstata de su delito de usurpación37. Al respecto, Amiano se
manifiesta con contundencia. Para legitimar a su héroe, lo intenta
absolutamente todo. Así, defiende que:
34 Res
gestae diui Augusti I y II.
R.C. Blockley, “Constantius Gallus...”, p. 441 ss: Fl. Galo frenó con cierto éxito
el avance de los persas (Zos., III,1,1); Amiano silencia este logro y lo atribuye a
otras causas (XIV, 3). Frente a un emperador, como Constancio II, con una pésima
reputación en política externa, esto debería alimentar los recelos de la Corte.
36 T.D. Barnes, op.cit., p. 131.
37 El propio protagonista, en su correspondencia, se declara inocente de los cargos
(Iul., Ep. XXVIII).
35
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
196
a) Juliano es elevado a la púrpura a la fuerza por
sus soldados38.
b) La responsabilidad última de la rebelión
pertenece a Constancio II, ya que éste no debió exigir
la presencia de las huestes galas en Oriente, desguarneciendo de este modo el frente del Rin39.
c) La población apoyó a Juliano como si fuese un
gobernante legítimo, susceptible de mejorar la situación del Imperio y poseedor del auxilio divino (frente a
usurpadores como Magnencio o Silvano): así nos lo
muestra el episodio de su adventus en Vienna40.
d) El propio Constancio lo nombra su sucesor en
el lecho de muerte (XXI, 15, 2)41.
Amm., XX, 4, 14; A. Selem, “L´atteggiamento storiografico di Ammiano nei
confronti di Giuliano dalla proclamazione di Parigi alla morte di Constanzo”, Athenaeum 1971, I-II, p. 97 ss y “A proposito della figura de Giuliano in Ammiano”,
Quaderni dell´Instituto di lingua e letteratura latina della Facoltà di magisterio dell´Università
degli Studi di Roma 1 (1979), p. 150, observa, no obstante, ciertas dudas de Amiano
sobre la legitimidad de Juliano a la hora de tomar el poder, y alguna contradicción al
presentar los hechos: el autor italiano concluye que el antioqueño se había basado
en fuentes no unánimes al respecto, sin conseguir una unificación de criterios.
39 R. Seager, op.cit., p. 118, 135-136; ya existían ejemplos anteriores en que la leva de
contingentes nacionales bárbaros había causado rebeliones en Occidente: vid. Tac.,
Agr., 13, 1 (britanos); Hist., IV, 14, 1 (bátavos).
40 P. Dufraigne, “Quelques remarques sur l´adventus chez Ammien Marcellin et les
Panegirystes”, en De Tertullien aux Mozarabes, Vol. I, Antiquité Tardive et Christianisme Ancien (IIIe-VIe siècles). Mélanges offerts à Jacques Fontaine. Paris 1992, p.
498.
41 Frente a G.W. Bowersock, Julian the Apostate, London 1978, p. 65, quien pensaba
que este rumor era infundado, T.D. Barnes, op.cit., p. 144-145, defiende que no era
ilógico que un emperador cristiano en su lecho de muerte quisiera reconciliarse con
el Creador con una buena obra como era evitar una guerra civil; a raíz de esto, la
visión de Constancio en Juliano y Amiano cambia, ya que seguir tratándolo como
un tirano habría perjudicado la legimitimidad que el emperador agonizante le
otorgaba al usurpador.
38
197
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
Pero los anteriores no son los únicos recursos que Amiano
despliega para limpiar la imagen del que iba a ser el último eslabón de
la turbulenta cadena dinástica de Constantino. Por ejemplo, un
episodio como la presunta usurpación del franco Silvano no se revela
más que como una invención del antioqueno para justificar la
rebelión de Juliano en París; también obligado por las circunstancias,
el general franco creaba así el antecedente inmediato que otorgaría
legitimidad a la dudosa acción de su héroe42. Asímismo, en el motín
de los soldados galos hallamos claros ecos taciteos de aquél que tuvo
que afrontar Germánico en la frontera (Ann., I, 31 ss.): Juliano es
comparado, de forma indirecta, al gran general julio-claudio,
resaltándose su dominio de la situación43. Además, la desgraciada
pérdida de la plaza oriental de Amida (359), tras 73 días de asedio,
dañó gravemente la reputación de Constancio44; la petición, por parte
de éste, de las mejores tropas de la Galia con destino al frente persa
otorgó la excusa perfecta al joven César para proclamarse Augusto en
París45. Pero además, el episodio de Amida funciona como elemento
de transición en el relato amianeo: se convierte en el vínculo que une
la batalla de Estrasburgo (que es la base de la reputación militar de
Juliano) con la del dramático desastre militar de Adrianópolis (378): la
toma de la plaza oriental provocará que Juliano, tras su triunfo en el
Rin, tome el poder y emprenda la desastrosa campaña persa que le
acarrea su fin46. Sin esta conexión lógica, que actúa como bisagra
Vid. F.J. Guzmán Armario, “Un ejemplo de comodín histórico: la figura de Silvano
en las Res Gestae de Amiano Marcelino”, en Homenaje a J.M. Blázquez y A. Montenegro,
Universidad de Valladolid 2002, p. 745-754.
43 Vid. M.F. Williams, “Four mutinities: Tacituas Annals 1, 16-30; I, 31-49 and
Ammianus Marcellinus Res gestae 20, 4, 9-20; 24, 3, 1-8”, Phoenix LI, 1 (1997), p. 63
ss.
44 R.C. Blockley, “Ammianus Marcellinus on the Persian invasion of AD 359”,
Phoenix XLII, 3 (1988), p. 248; R. Seager, “Perceptions of Eastern frontier policy in
Ammianus, Libanius, and Julian (337-363)”, CQ 47, 1 (1997), p. 257.
45 T.D. Barnes, op.cit., p. 152 ss.
46 C.P.T Naudé, “Battles and sieges in Ammianus Marcellinus”, Act.Class. 1 (1985),
p. 98.
42
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
198
entre unos tiempos gloriosos, los de Juliano, y otros calamitosos, los
de sus antecesores y sucesores, no se entiende que Amiano dedicara
un espacio tan grande a la campaña de Sapor en 359 y al sitio de la
plaza47.
En suma: que la obsesión de Amiano Marcelino fue legar a la
posteridad una imagen intachable de Juliano. Para ello, se valió sobre
todo del contraste con otros estadistas de la época del Apóstata. Y
entre ellos figuraba Fl. Galo. Se ha señalado, creemos que con juicio,
que existen diversos “pasajes-llave” en las Res gestae noticias decisivas
que enlazan importantes acontecimientos en el relato: los principales
serían la decapitación de Galo (XV, 1, 1), la muerte de Juliano en el
libro XXV o el ascenso al trono de Valentiniano I (XXVI, 1, 1-2)48.
El óbito de Galo nos llevaría a la consolidación del personaje
protagonista, Juliano, cuya muerte dará lugar a la dinastía que asiste al
desastre de Adrianópolis. En el primero de estos pasos, la aparición
de Cornelio Galo funcionaría como un implícito y fugaz mensaje que
el cultivado auditorio romano de nuestro antioqueno captaría con
rapidez: el Apóstata, hombre prudente49 y aFortunado (la F mayúscula
T.D. Barnes, op.cit., p. 32.
J.M. Alonso-Núñez, La visión historiográfica de Amiano Marcelino, Valladolid 1975, p.
39-40.
49 Según L.R. Lind, “The idea of the Republic and the foundations of Roman
morality”, en Studies in Latin Literature and Roman History, vol. 5, C. Deroux ed.,
Bruxelles 1989, p. 16 ss, prudentia, como valor romano, consiste en mantener la
cabeza fría en una situación de crisis, saber qué decisión tomar en un contexto de
emergencia, adoptar resoluciones con una previsión para el futuro, capacidad para
seleccionar acertadamente en todo momento, talento domi militiaeque, rechazo del
fasto, cuidado de la administración de justicia, estricto cumplimiento de la moral,
contención frente a la riqueza... En general, se vincula con los valores de iustitia,
sapientia, ratio, fortitudo y temperantia, y se compone de memoria, intelligentia y prouidentia.
Llega a convertirse en el valor obligado en el carácter del gobernante, el que asegura
la existencia pacífica del Estado y mantiene a éste alejado de peligros internos o
externos, preservando la aeternitas de Roma. En las Res gestae existen 41 alusiones a
tal virtud en el Apóstata.
47
48
199
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
no es una errata) se distanciaba así de los dos Galos históricos cuyas
respectivas ambiciones personales superarían con creces cualquier
defensa del bien común. Sobre esta base, su disputa con el taimado
Constancio II por el poder sonaba más que sensata.
Intérpretes militares y movimientos de información
táctica en el frente oriental según Amiano Marcelino
A partir de los años setenta del siglo XX se generó entre los
investigadores de la Antigüedad Tardía un repentino interés por
conocer la faceta militar de Amiano Marcelino, siguiendo la inercia de
la fascinación por el siglo IV que había despertado la publicación del
libro de R. Syme, Ammianus and the Historia Augusta, Oxford (1968).
Desde entonces los especialistas se centraron en el análisis no sólo de
los datos técnicos militares presentes en las Res gestae, sino también -y
ello abría una línea original de estudio sobre el antioqueno- en la
credibilidad de un miles quondam et Graecus (Amm., 31, 16, 9) cuando
escribía sobre asuntos bélicos. O sea: qué de esa información era más
o menos cierta, qué parte era más bien inventada o tergiversada y,
sobre todo, qué experiencia práctica en el campo de batalla podía
ofrecer el erudito sirio a sus lectores.
La guerra, eso no podemos dudarlo, es la columna vertebral de la
obra de Amiano, como lo había sido anteriormente de otros dos
griegos del siglo III, Dión Casio y Herodiano, y como lo sería de otro
del siglo V: Zósimo. El ejército romano campa por sus respetos a lo
largo de las Res gestae como poder indiscutible que extermina a los
bárbaros (17, 13, 9), eleva emperadores ilegítimos a la púrpura (20, 4,
14) y recibe las prebendas de los gobernantes a quienes mantienen en
el trono (31, 11, 1). Amiano perteneció a ese ejército como miembro
del selecto grupo de los protectores domestici: cuerpo de oficiales directa-
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
202
mente vinculados al príncipe, que llevaban a cabo misiones de vital
interés para el Estado 1.
Es esa pertenencia a una unidad de élite, amén de su participaciσn
en batallas y campañas en los confines del Imperio durante un cuarto
de siglo2, la que le habría otorgado autoridad a la hora de abordar
asuntos militares. Sin embargo, no faltan las críticas que le señalan
como un teσrico más ligado al cuartel que al frente 3, e incluso como
un cobarde que no duda en huir cuando las cosas se ponen demasiado feas4. Esto puede ser cierto, pero también hay que admitir que
en determinados episodios de su experiencia marcial Amiano se
revela como una fuente fiable y como un testimonio de primera
mano: y ése es, precisamente, el caso de su intervención en la guerra
oriental5 Apoyándome en tal fiabilidad, analizaré en las páginas que
siguen las noticias acerca de bilingüismo militar y movimientos de
información táctica en las guerras contra los persas según los datos
del antioqueno.
La Persia sasánida es, antes incluso que los bárbaros de los limites
renano y danubiano, el gran enemigo de Roma. Como Estado
organizado (en algunos aspectos incluso más desarrollado que su rival
PUB.- en Aqvila Legionis 5 (2004), p. 29-43.
1 P. Southern, K. Dixon, The late Roman army, London 1996, p. 14-15. El emperador
Diocleciano había formado parte de dicho cuerpo.
2 Ésa es la duración que F. Trombley, “Ammianus Marcellinus and fourth-century
warfare: a protector´s approach to historical narrative”, J.W. Drijvers, D. Hunt,
eds., The Late Roman World and its Historian. Interpreting Ammianus Marcellinus,
London-New York 1999, p. 21, defiende para el servicio activo de Amiano (entre
353-378).
3 N.J.E. Austin, Ammianus on Warfare. An investigation into Ammianus´military knowledge,
Bruxelles 1979, p. 162-163.
4 A. Momigliano, “Historiografía pagana y cristiana en el siglo IV”, El conflicto entre el
Paganismo y el Cristianismo, Madrid 1989, p. 113, en relación con su huida de la plaza
de Amida (19, 8, 5 ss.).
5 A.D. Lee, Information and frontiers. Roman foreign relations in Late Antiquity, Cambridge
1993, p. 107.
203
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
mediterráneo), y en su afán de recuperar los territorios del legado de
los Aqueménidas (vid. Dio Cass., LXXX, 4, 1; Herod., VI, 2,2; 4,5;
Amm. 17, 5, 5; 25, 4, 24), el enemigo oriental mantuvo un costoso
equilibrio de fuerzas con el Imperio Romano que desgastó a ambos y
les condicionó en su evolución histórica6. No obstante, la frontera
oriental no se configura como un “telón de acero” impermeable a
otro tipo de relaciones ajenas a las bélicas, antes al ontrario; guerra y
fructíferos intercambios civiles de todo tipo conviven, a distintos
niveles según las circunstancias históricas, durante toda la Antigüedad
Tardía en forma de comercio e influencias culturales, artísticas y religiosas recíprocas. Ello explica que los romanos tuvieran un conocimiento bastante aceptable del Próximo Oriente, mucho mejor que el
que poseían del oscuro mundo del norte de Europa7. Y también nos
da razón del cosmopolistimo creciente del reino persa, que hallará su
cénit en el siglo VI bajo el reinado de Cosroes I (531-579)8. En ocasiones, tanto persas como romanos introducen contingentes de cautivos dentro de los límites de sus respectivos imperios, lo cual reforzaba el grado de interacción y conocimiento mutuo entre ambos
Estados9.
Vid. la síntesis de V.L. Bullough, “The Roman Empire vs. Persia, 365-502: a study
of successful deterrence”, Journal of Conflict Resolution 7 (1963), p. 55-68.
7 A.D. Lee, op.cit., p. 87; para movimientos de información a través de la frontera
norte en el siglo IV, vid. P. Heather, “The Late Roman art of management: imperial
defence in the fourth century West”, W. Pohl, I. Wood, H. Reimitz, The transformation of frontiers. From Late Antiquity to the Carolingians, Leiden-Boston-Köln 2001, p.
31 ss.
8 B. Utas, “Byzantium seen from Sassanian Iran”, Aspects of Late Antiquity and Early
Byzantium, L. Ryden, J.C. Rosequist, eds., Stockholm 1993, p. 29.
9 A.D. Lee, op.cit., p. 17-18: los cautivos romanos solían constituir la población de
nuevas ciudades, en el corazón del Imperio Persa, que las autoridades sasánidas
fundaban para un mejor control del territorio. Para las deportaciones sasánidas vid.
S.N.C. Lieu, “Captives, refugees and exiles: a study of cross-frontier civilian movements and contacts between Rome and Persia from Valerian to Jovian”, The Defence
of the Roman and Byzantine East, BAR, Oxford 1986, ed. by P. Freeman and D.
6
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
204
En un ambiente semejante de coexistencia también debió desarrollarse un bilingüismo (o incluso un plurilingüismo) en las zonas fronterizas, práctico tanto para los tiempos de paz como para los sectores
relacionados con el ejército y la diplomacia en tiempos de guerra. Y
esto lo constatamos en las Res gestae de Amiano: embajadas compuestas por aristócratas, funcionarios civiles, cargos militares y filósofos
(15, 5, 2; 15; 17, 5, 2; 14, 1-2; 21, 6, 7-8; 25, 7, 5 ss.; 27, 12, 15; 30, 2,
2; 4) se dirigen del bando romano al oriental y viceversa con el propósito de mantener el statu quo, ganar tiempo, obtener información o
negociar la paz10.
El Estado sasánida constituía un imperio territorial que se extendía
desde Mesopotamia a la India, con un amplio perímetro “fronterizo”
integrado por un variado panorama de culturas y lenguas 11. En lo que
concierne al frente del Tigris, allí se mezclaban el persa, el latín y una
miríada difícilmente estimable de dialectos correspondientes a otras
tantas comunidades. Desde luego, el soldado romano destinado en
dicho frente desconocía cualquiera de esas lenguas, porque, de
seguro, a duras penas dominaba la oficial del ejército: el latín (vid. Dio
Cass. LXXII, 5; LXXV, 2). En general, las fuentes latinas pregonan al
unísono un innegable carácter de rusticidad de la soldadesca. En
consecuencia, para que un legionario llegase a controlar los rudimentos de algún idioma fronterizo oriental, básicamente los que le
permitían relacionarse a nivel cotidiano con la población civil, debían
transcurrir meses por no hablar de años. Este es, probablemente, el
caso de los soldados que Constancio II destaca en la frontera persa
tras las últimas agresiones de Sapor: hombres ya curtidos en la guerra
contra el oriental (20, 8, 1). Además, si se tiene en cuenta que el ejérKennedy, Vol. II, p. 476 ss. Ejemplos de deportación de persas a territorios romanos los hallamos en Pan.Lat., IV/8.2.1, y en Amm., 24, 1, 9.
10 Sobre las mismas, vid. A.D. Lee, “Embassies as evidence for the movement of
military inteligence between the Roman and Sassanian Empires”, The Defence..., p.
455 ss.
11 A.D. Lee, Information..., p. 50-51. En 23, 6, 75, Amiano advierte sobre el carácter
multicultural y plurilingüista de este Imperio.
205
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
cito romano de la frontera del Este presentaba un fuerte componente
multiétnico, es decir, de individuos reclutados entre poblaciones
bárbaras, la cuestión se complica aún más.
El Estado sasánida constituía un imperio territorial que se extendía
desde Mesopotamia a la India, con un amplio perímetro “fronterizo”
integrado por un variado panorama de culturas y lenguas 11. En lo que
concierne al frente del Tigris, allí se mezclaban el persa, el latín y una
miríada difícilmente estimable de dialectos correspondientes a otras
tantas comunidades. Desde luego, el soldado romano destinado en
dicho frente desconocía cualquiera de esas lenguas, porque, de
seguro, a duras penas dominaba la oficial del ejército: el latín (vid. Dio
Cass. LXXII, 5; LXXV, 2). En general, las fuentes latinas pregonan al
unísono un innegable carácter de rusticidad de la soldadesca 12. En
consecuencia, para que un legionario llegase a controlar los rudimentos de algún idioma fronterizo oriental, básicamente los que le permitían relacionarse a nivel cotidiano con la población civil, debían
transcurrir meses por no hablar de años13. Este es, probablemente, el
caso de los soldados que Constancio II destaca en la frontera persa
tras las últimas agresiones de Sapor: hombres ya curtidos en la guerra
contra el oriental (20, 8, 1). Además, si se tiene en cuenta que el ejército romano de la frontera del Este presentaba un fuerte componente
multiétnico, es decir, de individuos reclutados entre poblaciones
bárbaras, la cuestión se complica aún más.
No faltan noticias en Amiano que atestiguen tal componente
multiétnico. Es el caso de los comites sagittarii (18, 9, 4) que llegan a
Amida para reforzar su defensa antes del fatídico cerco emprendido
por Sapor II (309-379) en el año 359: según el antioqueno, de este
12 Vid. J.M. Carrié, “El soldado”, El hombre romano, Giardina, A., et alii, Madrid 1991,
p. 150 ss.
13 A menos que admitamos la interesante idea que me sugiere verbalmente el
profesor Sabino Perea Yébenes de que en las fronteras se daba una cultura hablada
multilingüe, no letrada, sino vulgar, a través de la cual los soldados, duchos por su
trabajo en el trato con otras nacionalidades, se expresaban fácil y cómodamente.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
206
cuerpo formaban parte bárbaros libres que destacaban por su brío y
pericia militar14. Igualmente, por el pasaje 20, 4, 2 nos enteramos de la
orden de Constancio II (337-361) a Juliano, César en la Galia, para
que transfiera sus unidades auxiliares (hérulos, bátavos, celtas y
petulantes) a Oriente: ut adesse possint armis primo vere movendis in Parthos.
Dichos auxiliares se quejarán de que les envían ad orbis terrarum extrema
y Juliano explotará ese temor para sus planes de usurpación. Así, en
20, 8, 8 contesta también por carta al Augusto y le recuerda que ya en
el pasado se obligó a los galos a acudir al frente oriental, donde,
acostumbrados a un medio más frío, y erradicados de sus ambientes
culturales y familiares, quedaron totalmente desubicados. Lo cual no
fue óbice para que el futuro Apóstata (361-363) los empleara en su
campaña persa (25, 4, 13) e incluso los sacrificara al enemigo (25, 6,
13) para mantener la unidad y la disciplina de su hueste. Éstos son los
mismos mercenarios bárbaros que en Antioquía, poco antes de la
partida hacia el corazón de Mesopotamia, se paseaban borrachos por
la urbe oriental, humillando a los antioquenos al obligarles a que les
llevaran sobre a sus espaldas y (probablemente, el texto no lo dice) al
insultarles en sus remotas lenguas norteñas.
Los auxiliares del frente renano no son los únicos bárbaros reclutados por Juliano para su magna empresa: escitas (léase “godos”, 23,
2, 7) o sarracenos (23, 3, 8) también fueron incorporados a su
ejército, con lo que el panorama lingüístico en el escenario de la
guerra se hacía más complejo por momentos. Incluso determinadas
comunidades tracias (y los tracios son bárbaros entre los bárbaros
para Amiano, vid. 26, 7, 5; 27, 4, 4; 4, 9; 4, 11) aportan su granito de
arena a tal multiplicidad (es el caso de los ziannes, 25, 1, 19) 15.
Cuerpo posiblemente integrado por los arqueros zabdiabenos que Amiano menciona como defensores de Bezabde frente al persa (20, 7, 1).
15 Recordemos que Maximino el Tracio, emperador romano entre 235-238, era un
pastor prácticamente analfabeto e hijo de bárbaros, calificado por Aurelio Víctor
como litterarum fere rudis (Caes., XXV, 1).
14
207
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
Ninguno de estos bárbaros reclutados, en suma, actuaría de otra
forma que como soldados especializados (comites sagittarii) o como
cuerpos de choque16 que seguían con ciego entusiasmo las directrices
de Juliano (por ejemplo, los galos en Amm., 23, 5, 25): nunca como
intérpretes militares o espías que se adentran en territorio enemigo.
Resulta curioso que un miles como Amiano, confrontado en
numerosas ocasiones con los bárbaros del Norte y con los enemigos
del Oriente, sólo mencione un caso donde actúan intérpretes militares: se trata del pasaje 19, 11, 5, en que se alude a duobus tribunis cum
interpretibus que envía Constancio II entre los sármatas limigantes para
averiguar la razón de sus movimientos no autorizados por el Imperio17 Otros fragmentos en los que aparece el término interpres se
refieren a intérpretes de sueños, prodigios, señales divinas o del
futuro (23, 3, 3; 5, 13; 28, 4, 26; 30, 4, 11). Incluso el otro epígrafe en
el que se habla de bilingüismo, el recurso de Constantino a Musoniano para que investigue el problema maniqueo en el Este (15, 13,
2), nada tiene que ver con el ámbito militar. Y sin embargo, tanto por
el carácter multiétnico de las fuerzas romanas del que hemos hablado,
como por el enfrentamiento con adversarios extranjeros que hablan
un idioma distinto del latín, necesariamente debían existir profesionales en ese sentido dentro del ejército imperial. Bien es cierto que la
institucionalización de cuerpos oficiales de intérpretes no acontece en
el ejército romano sino a principios del siglo V, según lo documenta
la Notitia Dignitatum (Or., XI, 52; Occ., IX, 35), pero ello no implica la
carencia de individuos que ejercieran esas funciones, aunque no fuese
Sobre el irreflexivo ansia de combate de las dos legiones galas de Amida vid.
Amm., 19, 5, 2-3.
17 En general, según lo ha estudiado H. Gallego Franco, "Intérpretes militares en el
limes del Danubio", Aqvila Legionis 4 (2003), p. 27-43, las noticias de intérpretes militares para este limes son muy escasas, ligadas a los officia de los gobernadores provinciales y, en la mayoría de los casos, terreno para la conjetura. Para los intérpretes
militares al servicio de gobernadores provinciales fronterizos vid. N.J.E. Austin,
N.B. Rankov, Exploratio. Political and Military intelligence in the Roman World from the
Second Punic War to the Battle of Adrianople, New York 1995, p. 28-29 y 151.
16
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
208
con exclusividad, en el seno de las tropas romanas. El flujo de información militar que Amiano documenta en relación con las guerras
persas así lo testimonia. Y una posible explicación es la que aporta
Austin al afirmar que el antioqueno adapta los detalles técnicos a un
lenguaje más literario y acorde al carácter civil de su público, perdiéndose por tanto la minuciosidad en la exposición de los
términos18.
El bilingüismo, por ejemplo, era un requisito forzoso para los
espías romanos19, entendidos estos como agentes secretos que se
introducen en campo enemigo para acceder a información estratégica
o táctica20. Sin embargo, para el caso de las guerras orientales
relatadas en las Res gestae no nos queda muy claro el uso de los conceptos. Así, para designar al “espía”, en un contexto bélico, pueden
hallarse en latín diversas voces como explorator, speculator, procursator o
emissarius, todos ellos vocablos documentados en Amiano. Pero no es
menos cierto que tal vocabulario puede designar otras funciones
militares más concretas como la propia de “exploradores” o de
“cuerpos expedicionarios de vanguardia”: y ambas no requieren
necesariamente el dominio de otra lengua21. Así, “espías” son los que
envía el prefecto del pretorio Musoniano para que averigüen los
planes de los persas (16, 9, 2, per emissarios; 9,3, qui cum fide concinente
speculatorum); los que informan del avance de Sapor sobre Mesopotamia (18, 6, 8, speculatores; 8, 1, quo certis speculationibus); los que destaca
Op.cit., p. 164.
F.G. Maier, Las transformaciones del mundo mediterráneo. Siglos III-VIII, Madrid 1972,
p. 233: el espionaje era un elemento decisivo (junto a la diplomacia, el pago de
subsidios, la política de rehenes o la acción militar) en la contención del enemigo
oriental, a lo largo de toda la Historia romana y en la posterior bizantina.
20 Como por ejemplo los que documenta Procopio (Bell.Pers., I, 21, 11) en los
conflictos entre Roma y Persia.
21 Para este tipo de funciones militares claramente tipificadas en las obras de Julio
César, vid. A. Ezov, “The "missing dimension" of C. Julius Caesar”, Historia XLII, 3
(1993), p. 64-94; N.J.E. Austin, N.B. Rankov, op.cit., p. 55, constantan que los
términos speculator y explorator están relacionados con labores muy similares.
18
19
209
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
Ursicino en Amida para que hagan un seguimiento de la amenaza
persa (19, 3, 3, exploratores); los que mantienen al día a Constancio II
en su tensa espera en Edesa (21, 7, 7, exploratores; 13, 1, exploratorum;
13, 4, speculatores); o los que sirven a Juliano en plena campaña (23, 3,
3, procursatorum adventu)22. Mas no podemos concretar qué sentido
específico, individual o colectivo, les otorga el antioqueno en su
narración23.
Por el lado persa también aparecen espías24, y sus datos se unen a
los de desertores a la hora de mantener informado a Sapor (25, 7, 1:
exploratorum perfugarumque). Un caso realmente curioso es el del soldado galo hallado por el ejército romano en su avance hacia Amida (18,
6, 16), un antiguo desertor (profugus) que huyó a territorio persa para
evitar ser castigado 25; allí casó con mujer persa, tuvo hijos y actuó
como speculator e informador de los orientales. Sin ser detallada la
información de Amiano, se deduce que este individuo acostumbraría
a cruzar la “frontera” para, valiéndose de su bilingüismo, infiltrarse en
las ciudades de la parte romana y tomar buena nota de lo que más
tarde transmitiría a las autoridades sasánidas. Además, dadas las
Estos infiltrados en campo contrario para proporcionar información estratégicatáctica al ejército en retaguardia manejan códigos cifrados para evitar ser descubiertos (18, 6, 17; 19). Aunque a veces ni las más extremas precauciones garantizan un
resultado satisfactorio, porque espías y desertores ofrecen noticias contradictorias
que confunden al alto mando romano (21, 13, 1; 4).
23 Ésta es también la queja de A.D. Lee, Information..., p. 171-172 y de N.J.E. Austin,
op.cit., pp. 121 ss.
24 En 18, 7, 9 aparece un explorator persa, sin nacionalidad definida, que informa de
las condiciones de cruce del Eúfrates desbordado por el deshielo. Para otra frontera, la del Rin, constatamos otro ejemplo de este comportamiento, en el que un guía
(index quidam regionum gnarus), se supone que nativo, indica al ejército de Constancio
II, en campaña contra los alamanes, un vado para travesar el río (14, 10, 7).
25 Un caso muy parecido, pero para el frente renano, aparece en Amm., 16, 12, 2:
un escudero (Scutarius perfuga), intentando evitar el castigo por un crimen cometido,
se pasa al bando germano y transmite al enemigo información militar sobre Juliano.
22
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
210
evidentes diferencias lingüísticas entre el latín y el pahlevi 26, lo más
probable era que tanto romanos como persas se valieran de este tipo
de tránfugas con experiencia castrense para sus necesidades de espionaje e interpretación militar. En ese sentido, la escasa formación de
los mandos romanos en la lengua del enemigo iraní se advierte en la
orden que dicta el emperador bizantino Mauricio (582-602) para que
sus generales aprendieran la lengua de los persas27. El propio Amiano,
que conocía de primera mano a los súbditos de Sapor II, nos dice de
ellos que se caracterizaban por su atropellado, vano y agresivo modo
de hablar (23, 6, 80: abundantes inanibus verbis insanumque loquentes et
ferum).
También los desertores, por ambos bandos, y los tránsfugas,
constituyen una de las más valiosas fuentes tanto de conocimiento
acerca del enemigo como de interpretación militar. Es más, en el
pasaje 21, 13, 4 Amiano nos dibuja un tipo peculiar de desertor: el
persa que ha actuado previamente como espía romano (o sea, en
estrecho contacto con el ejército imperial) y que con su cosecha de
datos relevantes se pasa definitivamente al bando romano; este tipo
se distinguiría del mero prófugo que, sin ningún contacto previo con
el adversario, abandona a sus coterráneos y en adelante comunica lo
que sabe a los romanos (21, 7, 7; 25, 5, 8; 6, 6; 7, 1) 28. También
encontramos desertores romanos que informan a Sapor (18, 10, 1,
perfugarum indicio; 19, 5, 5, transfuga). A veces no hace falta que el
traidor abandone a sus compatriotas: en 20, 7, 7-9, Amiano recoge el
rumor de que el obispo de Bezabde (quien deja la ciudad para
Según J. Debeq, “Les Parthes et Rome”, Latomus 10 (1951), p. 459-460, este
idioma sería el resultado de la mezcla de las lenguas meda y escita, efectuada en los
comienzos del reinado parto (mediados del siglo III aC.).
27 Cfr. C. Giuffrida, “Disciplina romanorum. Dall´Epitoma di Vegezio allo Strategycon
dello Pseudo Maurizio”, Le trasformazioni della cultura nella Tarda Antichità, Vol. II,
Roma 1985, p. 852.
28 A veces con funestas consecuencias, pues la información que transmiten es falsa:
así, Juliano ordena quemar su flota basándose precisamente en tales falsedades (24,
7, 5, perfugae).
26
211
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
convencer al rey de que desista del cerco) revela al enemigo los
puntos débiles de la plaza29.
Las deserciones no fueron escasas en las fronteras tardorromanas,
y con toda probabilidad se vieron incrementadas a partir del desastre
militar protagonizado por Juliano30. Así, nada más subir al trono al
año siguiente de dicho fracaso, una de las primeras medidas de
Valentiniano I (364-374), siguiendo la tendencia de sus antecesores 31,
consistió en promulgar una ley contra los desertores (CTh., VII, 18,
1). El fenómeno, progresivamente creciente a lo largo del siglo IV32,
pretendía ser atajado con inflexibles castigos consistentes en condenas a trabajos en minas y confiscación de bienes, dependiendo del
estatus social del traidor33. Las sanciones eran más duras, según
Amiano (23, 6, 81), entre los persas, pues no sólo se condenaba a
muerte al traidor, sino también a toda su familia. Esto hay que ponerlo en relación con los problemas que el Estado sasánida solía tener
a la hora de reclutar soldados; ya Herodiano (VI, 5, 3) nos recuerda
Aunque de seguir a G. Sabbah, La méthode d´Ammien Marcellin. Recherches sur la
construction du discours historique dans les Res gestae, Paris 1978, p. 586, que ve en este
episodio un ataque de Amiano contra el cristianismo, tendríamos que poner en tela
de juicio la veracidad de este rumor.
30 Para el ambiente de derrotismo y los ánimos de deserción en el ejército de
Juliano, vid. N.J.E. Austin, op.cit., p. 100 ss.
31 Desde el siglo I la legislación sobre castigos a desertores y otros delitos militares
es muy abundante: vid. S. Perea Yébenes, “El soldado romano, la ley militar y las
cárceles in castris”, S. Torallas Tovar - I. Pérez Martín (eds.), Castigo y reclusión en el
mundo antiguo, Madrid, CSIC 2003, p. 115-152. Sobre la deserción en el Bajo
Imperio, ver G. Wesch-Klein, "Hochkonjuntur für Deserture? Fahnenflucht in der
Spätantike", en Y. Le Bohec, C. Wolf, (eds.), L'Armée romaine de Dioclètien à Valentinien Ier, Lyon 2004, p. 475-487.
32 Obsérvense los numerosos episodios que aparecen en las Res gestae en relación
con las operaciones de Adrianópolis: 31, 6, 6; 7, 7; 15, 2; 15, 4; 15, 8; 16, 1.
33 Sobre los terribles castigos aplicados en campaña a desertores y colaboradores
romanos con el adversario vid. Amm., 29, 5, 22 ss.; 31; 39; 43 y 49.
29
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
212
que los persas carecían de ejército profesional al modo romano, y que
mujeres y niños eran reclutados sin comedimiento a tal efecto 34.
En las Res gestae los tránsfugas que más destacan, en relación con la
guerra oriental, son dos notables (habitantes ambos de la ciudad fronteriza de Nisibis) llamados Antonino y Craugasio. Al primero (18, 5, 1
ss), quidam ex mercatore opulento rationarius apparitor Mesopotamiae ducis,
tunc protector, exercitatus et prudens, hay que tipificarlo como alguien con
experiencia tanto en la administración civil como en el servicio
castrense, y por tanto conocedor de secretos militares; es acusado de
desfalco y se pasa al bando persa previa negociación con el general
Tamsapor, jefe de las fuerzas en la frontera del Tigris. A Antonino se
le honra con el derecho a hablar ante el rey, y él hace uso del mismo
para incitarle a tomar la iniciativa contra el Imperio Romano: los
cortesanos reales le oyen con admiración y respeto. También se nos
cuenta que el trásfuga dominaba ambas lenguas. Para F. Trombley35,
Amiano se está refiriendo al latín y griego, pues para un protector se
exigía el bilingüismo que permitía la interpretación de los despachos
oficiales36. Me inclino por pensar que nuestro “antiguo y próspero
mercader”, acostumbrado a participar en ferias en la que coincidían
muchos comerciantes extranjeros (vid. Amm., 14, 3, 3; 18, 8, 13), y
además vecino de la frontera, bien podría estar familiarizado con la
lengua de los persas37. El hecho de que hable en persona con Sapor y
Algo que también testimonia Libanio (Or. LIX, 100-101) para las guerras
romano-persas de 344.
35 Art. cit., p. 22.
36 Otro antiguo protector, el conde Próspero (14, 11, 14), participa en una embajada
de Constancio II a Sapor (17, 5, 15), indudablemente en calidad de funcionario
bilingüe.
37 Es decir, que sería trilingüe. Otro caso de trinlingüismo, según J.W. Drijvers,
“Ammianus Marcellinus 15.13.1-2: some observations on the career and bilingualism of Strategius Musonianus”, CQ 46, 2 (1996), p. 532-537, sería el de Musoniano, prefecto del pretorio oriental, quien hablaría latín, griego y arameo. Amiano
nos dice de él, al igual que de Antonino, que “dominaba ambas lenguas” (15, 13, 1).
Recientemente D. Woods, “Strategius and the Manichaeans”, CQ 51,1 (2001), p.
255-264 ha cuestionado el trilingüismo de Musoniano.
34
213
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
que sus nobles le entiendan subraya esta hipótesis38. En suma, como
ha resaltado A. Chauvot, Antonino estaba muy habituado a moverse
por el reino persa, relacionándose tanto con sus hombres de Estado
(Tamsapor) como con sus negociantes y, por ende, en directo contacto con su lengua nacional39.
Antonino informará a los persas acerca del mejor modo de avanzar sobre Mesopotamia (18, 7, 10) y actuará en las refriegas previas a
la toma de Amida (18, 8, 5-6), sin duda poniendo sus capacidades
lingüísticas al servicio de los iranios.
En lo tocante a Craugasio, del que no obtenemos tantos datos
como en el caso anterior (18, 10, 1 y 3; 19, 9, 3 ss.), se pasará al otro
bando para reunirse con su mujer y su hija, ambas capturadas por
Sapor. El monarca le atrae con el cebo del afecto familiar porque
pretendía utilizar sus conocimientos para tomar la ciudad de Nisibis.
Cuando no median espías ni desertores, los prisioneros se
convierten en una inestimable fuente de información para los que los
capturan40, y en cantera potencial de intérpretes militares. Los persas
se valen de ellos para su avance en época de Constancio II (18, 6, 12);
y, durante la campaña persa de Juliano, Amiano aplaude de los
sarracenos que consiguieran cautivos, destinados sin duda a servir de
informadores (24, 1, 10).
Antes hablé de soldados cuya larga experiencia en el frente oriental
les había aportado cierto conocimiento de la lengua del enemigo. En
el pasaje 16, 9, 3 encontramos un claro ejemplo: el ya citado prefecto
pretoriano Musoniano y el curtido dux Mesopotamiae Casiano intentan
comunicarse con el general persa Tamsapor para que mediara ante su
Aunque bien es cierto que podría hablar en griego, o incluso en latín: vid. más
adelante.
39 Opinions romaines face aux barbares au IVe siècle AP. J.-C., Paris 1998, p. 110:
“Ammien montre aussi qu´un individu tel qu´Antoninus pouvait passer en Perse
sans entrer pour autant dans un univers totalement étranger”.
40 Para lo mismo en el frente renano-danubiano, vid. Amm., 16, 11, 9; 29, 6, 12.
38
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
214
rey en pro de una paz firmada, y lo hacen recurriendo a soldados desconocidos (per ignotos milites). Pero en realidad son los altos funcionarios, los oficiales del ejército y los nobles los verdaderos protagonistas
de la comunicación militar en las guerras orientales relatadas por
Amiano. Por ejemplo, los “mensajeros prudentes” que Constancio II
envía a la sitiada Bezabde para que ofrezcan la rendición a los
cercados (20, 11, 7, viris prudentibus missis condicione posita dupla urgebat
moenium defensores redire ad suos) han de ser indudablemente tipificados
como de ilustre origen: prudentia se configura, junto con fides, officium,
constantia, utilitas y diligentia, como uno de los grandes valores-matriz
del acervo moral aristocrático desde la época republicana41; es el
propio emperador Juliano el que se acerca a las murallas de Anatha
para convencer a sus defensores, con promesas y amenazas, de que se
entreguen; asimismo, el tribuno Constancio es enviado por el
emperador Joviano (363-364) para repartir entre los nobles persas la
fortaleza de Nisibis y las tierras adyacentes (25, 9, 12). Y en cuanto a
Sapor II, quien pertenece a una cultura por definición aristocrática y
arcaizante42, no parece confiar sino en sus cortesanos para las labores
más delicadas de comunicación militar. Cuando intenta tomar la
fortaleza de Singara despacha a sus nobles para ofrecer la rendición.
Ya Amiano nos dice de estos individuos que eran los únicos que
conocían los planes del rey, pues al ser leales y callados merecían su
confianza (21, 13, 4). Algunos de tales aristócratas y sátrapas debían
de dominar el latín, ya fuera por la propia naturaleza de sus funciones
palaciegas o militares (caso del sátrapa Adaces, 25, 1, 6), ya por haber
estudiado en medios romanos, a veces como rehenes43 (caso del
sátrapa de Corduena, 18, 6, 20; vid. también 25, 7, 13). En definitiva,
Vid. L.R. Lind, “The idea of the Republic and the foundations of Roman
morality”, Studies in Latin Literature and Roman History, vol. 5, C. Deroux ed., Bruxelles 1989, p. 5-34.
42 G. Gnoli, “Verso una cultura nazionale iranica”, Le trasformazioni della cultura nella
Tarda Antichità, Vol. II. M. Mazza, C. Giufrrida, eds., Roma 1985, p. 593.
43 Al respecto, vid. A.D. Lee, “The role of hostages in Roman diplomacy with
Persia”, Historia XL, 3 (1991), p. 366-374.
41
215
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
son estos notables persas los que llevan mensajes de rendición a las
plazas que su señor asedia (19, 1, 3, Amida; 20, 7, 3, Bezabde44; 20, 7,
18, Virta).
Mención aparte la merece el persa Hormisdas, noble sasánida por
una parte, pero refugiado romano45 y oficial de caballería de Juliano
(24, 1, 2) por otra. Hormisdas dominaba el latín lo suficiente como
para dirigirse en persona al emperador Constancio II cuando éste
visitó Roma en 357 (16, 10, 16). Ya en plena invasión de Persia bajo
el Apóstata, actuará de intérprete y negociador ante los defensores de
Anatha (24, 1, 6-8) y de Pirisábora; estos últimos lo reclamaron como
tal por ser paisano y de sangre real (24, 2, 11): en un primer acercamiento los persas le agredieron y tildaron de desleal y traidor, aunque
finalmente aceptaron su mediación para rendir la plaza (24, 2, 20).
Igualmente, por sus conexiones (posiblemente antiguos partidarios,
24, 2, 4) Hormisdas accede a los planes del ejército de Sapor y llega a
evitar una emboscada. Del valor que dicho oficial bilingüe, con ascendencia entre sus compatriotas y buen conocimiento del terreno, tenía
para Juliano nos da cuenta el siguiente hecho: Nabdates, comandante
de Pirisábora, una vez capturado, injurió gravemente a Hormisdas y
fue quemado vivo por ello (24, 5, 4)46.
Llegados a este punto, sólo nos queda formular una pregunta:
¿Conocía Amiano Marcelino la lengua del enemigo oriental? Resulta
Amiano utiliza el término caduceator, legado, para designar a estos mensajeros.
Según su relato, cuando se acercaron a los muros de la plaza los sitiados no les
atacaron porque habían traído con ellos a algunos ciudadanos conocidos, cautivos
en la toma de Singara: ante la falta de más datos, podría interpretarse que actuarían
como escudos humanos, aunque también podría ser que fueran individuos bilingües
que sirvieran como intérpretes de unos embajadores no versados en el latín.
45 Hijo del rey sasánida Hormisdas II, perseguido por Sapor II, su hermano, por
cuestiones sucesorias, encontró refugio en el Imperio Romano hacia 324. Sirvió
como oficial de caballería de Constancio II.
46 Según Libanio (Ep. 1402) Juliano tenía la intención de reponer en el trono
sasánida a Hormisdas. Ésta debía ser una importante baza en la propaganda del
Apóstata hacia los persas.
44
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
216
difícil creerlo. Como antioqueno, es decir, nativo de una importante
ciudad relativamente cercana a la frontera mesopotámica, los persas
debían de resultarle familiares47. Como soldado participante en
guerras contra el persa durante los reinados de Constancio II y
Juliano es más que presumible que conociera algo de pahlevi. Ciertas
noticias puntuales de su narración así lo atestiguan: al llegar la
expedición del Apóstata a Zaitha nos dice que el topónimo significa
“olivo” (23, 5, 4); igualmente, al describir Persia en su famoso
excursus, el sirio renuncia a aportar los nombres de ciertas regiones
porque recensere difficile est et superfluvm (23, 6, 14): esto nos aclara
también que el idioma enemigo le resultaba complicado de asimilar;
en 24, 2, 7, nos aporta el detalle del nombre del curso fluvial que
bordeaba Ctesifonte: “Naarmalcha”, que significa “rey de los ríos”.
Son, por otra parte, datos eruditos que tanto gustaban a nuestro
historiador y que sirven para animar el relato con pinceladas de
exotismo lingüístico, nunca el indicio de que Amiano pudiera
mantener una conversación en pahlevi (o en cualquier de los dialectos
fronterizos).
Más bien, Amiano se habría valido de su lengua vernácula, el
griego, para comunicarse militarmente en un mundo, el mesopotámico, impregnado de la influencia cultural helénica. No en vano, los
partos adoptaron el griego como lengua diplomática con el Imperio
Roma48, amén de ciertas costumbres de matriz griega49. Al arrebatarles el poder, los persas sasánidas se apoyaron más en el sustrato
cultural iraní, aunque no por ello pudieron prescindir del todo de un
uso bien arraigado en el país entre ríos. Así se manifiesta en las estelas
trilingües monumentales persas, en las que el griego suele estar
La propia ciudad había sido saqueada duramente por los persas durante el
reinado de Galieno vid. Amm., 23, 5, 3; vid. A. Baldini, “Ammiano Marcellino
(XXIII, 5, 2-3) e i Persiani ad Antiochia”, R.S.A. 19 (1989), p. 147-155.
48 F. Millar, “Government and diplomacy in the Roman empire during the first
three centuries”, The International History Review 10 (1988), p. 364-365.
49 Vid. A. Momigliano, La sabiduría de los bárbaros. Los límites de la helenización,
México 1988, p. 218-219.
47
217
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
presente50. La misma capital persa, tesifonte, tiene un nombre griego
(y eso nos lo recuerda el propio Amiano en 23, 6, 23). Además,
tenemos referencias documentales sobre intérpretes persas de griego,
bien que datan del siglo VI dC.51
Concluyendo, todo lo anterior apunta, como afirmábamos al
principio, a que la frontera romano-persa constituía una separación
permeable que generó una cultura híbrida en la que el bilingüismo se
revelaba como la clave de la coexistencia. Una coexistencia que,
cuando la paz deja paso a la guerra, engendraba curiosos casos como
los relatados en Amm., 14, 3, 1-4 o en 24, 1, 10: en el primero, el
noble persa Nohodares intenta apoderarse de la comarca de Batnae,
donde a principios de septiembre se comerciaba con productos llegados de todos los rincones del mundo; pero algunos de sus propios
hombres le traicionan, atormentados por el crimen que iba a cometerse, y revelan estos planes a la guarnición romana (suorum indicio
proditus, qui admissi flagitii metu exagitati ad praesidia descivere Romana); en
el segundo pasaje asistimos a la historia de un antiguo soldado
romano, casi centenario, abandonado enfermo cuando Galerio atacó
a los sasánidas en 296-297: había adoptado las costumbres persas y
ahora, rescatado por el ejército del Apóstata, regresaba exultante a
suelo romano para morir en paz.
En síntesis, en contextos de guerra, Roma y Persia se valieron de
espías, desertores, tránsfugas, prisioneros, rehenes y personas cualificadas (por bilingües, normalmente de alta extracción social), además
de la propia experiencia de los soldados largamente acuartelados en el
frente, para todo tipo de labores de información e interpretación
militares. Y al respecto hay que confiar en la fiabilidad de los datos
Es el caso, por ejemplo, de la que contiene las Res gestae divi Saporis (Sapor I),
cerca de Persépolis. Vid. A. Mariq, “Res Gestae Divi Saporis”, Syria 35 (1985), p.
295-360, traducción al francés y comentario del texto griego.
51 Enumeradas en A.D. Lee, Information..., p. 51, n. 7. Según Lee, lo más probable es
que no fueran persas, sino prisioneros romanos reasentados en Persia. Al respecto
vid. nuestra nota 9.
50
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
218
transmitidos por Amiano Marcelino, testimonio directo sobre todo
en lo que concierne a la campaña persa de Juliano 52: por más que a
veces resulten de difícil comentario a causa de los imperativos
literarios propios de una obra, las Res gestae, que no pretendió ser, en
ningún momento, un tratado militar.
Aunque estoy de acuerdo con la advertencia de Av. Cameron, El Bajo Imperio
romano (284-430 dC.), Madrid, 2001, p. 107: "Por lo que se refiere a la expedición
persa de Juliano, hemos de recordar que, si bien el relato de Amiano está escrito
por un testigo ocular, está redactado con intención retrosprectiva y desde el punto
de vista de alguien que contempló como una tragedia el fracaso y la muerte de
Juliano". Creo que los detalles técnicos en materia militar contenidos en las Res
gestae guardan poca relación directa con la parcialidad o imparcialidad del testimonio
del antioqueno.
52
“Entre druidas, magos, brahamanes y obispos: el
ideal de sacerdote romano para Amiano Marcelino”.
Amiano Marcelino, casi huelga recordarlo, fue el autor de la gran
obra histórica de la Antigüedad Tardía. En palabras del insigne profesor S. Mazzarino, escribió “el libro más insigne y meditado que
produjo el Bajo Imperio”1. Sin embargo, el esfuerzo meditativo vertido en las Res gestae no ha servido, visto el paso del tiempo, para
aclarar ciertas dudas, ya convertidas en metódicas, que sobre este
historiador del siglo IV asaltan al investigador de hoy día. Para
empezar, su origen: ¿nuestro literato era sirio, macedonio, egipcio o
fenicio?2; ¿su latín sigue los pasos de gigantes como Cicerón o Virgilio
o más bien es el latín tosco de un soldado? 3; ¿se trataba de un
PUB.- en J. Alvar, L. Hernández Guerra (eds.), Jerarquías religiosas y control social en el
mundo antiguo, Valladolid 2004, p. 571-578.
1 S. Mazzarino, El fin del mundo antiguo, Méjico 1961, p. 46.
2 Ch. Fornara, “Studies in Ammianus Marcellinus I. The letter of Libanius and
Ammianus´ connection with Antioch”, Historia XLI, 3 (1992), p. 328-344, defiende
un origen griego continental, mientras que según J.F. Matthews, “The origin of
Ammianus”, CQ 44 (1994), p. 252-269 y G. Sabbah, “Ammien Marcellin, Libanius,
Antioche et la date des derniers livres des Res gestae”, Cassiodorus 3 (1997), p. 97 ss,
el autor era antioqueno; G.W. Bowersock, “J.F. Matthews, The Roman Empire of
Ammianus”, J.R.S. 80 (1990), p. 248, opina que Amiano era alejandrino, y recientemente T.D. Barnes, Ammianus Marcellinus and the representation of historical reality,
Ithaca-London 1998, p. 60 ss. ha postulado un origen fenicio, de Tiro o Sidón.
3 E. Auerbach, “La prisión de Petrus Valvomeres”, en Mímesis. La representación de la
realidad en la literatura occidental, Méjico 1975, p. 60: “Si su latín no fuera tan difícilmente comprensible y tan intraducible, sería seguramente uno de los escritores más
influyentes de la literatura antigua”; Ch.W. Fornara, “Studies in Ammianus Marce-
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
220
discípulo aventajado de Tacíto o guarda más relación con otros
autores? 4; ¿es un aguerrido soldado que no teme al peligro o, por el
contrario, un gran cobarde que siempre encuentra un caballo para
huir del campo de batalla cuando su agudizado “sentido de supervivencia” se lo indica...?5
Hasta en el dato aparentemente más claro, el de la profesión
religiosa de Amiano, el paganismo, nos topamos con interpretaciones
variadas que nutren un animado debate: ¿nos encontramos ante un
pagano y agresivo?; ¿ante un pagano tolerante?; ¿ante un pagano
desconcertante?; ¿o incluso ante alguien que hizo apostasía del cristianismo para militar entre las filas paganas? 6 Se elija la opción que se
elija, lo cierto es que si algo no se puede dudar es la adscripción del
antioqueno al programa político y religioso de Juliano 7 frente al empuje “renovador” y agresivo del cristianismo. En resumen, el postulado de una vuelta a la tradición8 frente a los peligros que el autor,
veladamente, advierte en la nueva dinastía teodosiana9.
llinus II. Ammianus´knowledge and use of Greek and Latin literature”, Historia
XLI, 4 (1992), p. 438, reacciona contra la idea de la tosquedad literaria de Amiano y
atribuye su aparente impericia a los gustos literarios de la época.
4A favor del “magisterio” de Tácito sobre Amiano, vid. P.M. Camus, Ammien
Marcellin. Témoin des courants culturels et religieux a la fin du IV e siècle, Paris 1967, p. 7273; Ch.W. Fornara, “Studies in Ammianus Marcellinus II...”, p. 435 ss; G. Tibullo,
“Da Tacito ad Ammiano Marcellino”, AFLN 12 (1969-1970), p. 87-103: “La lezione di Tacito era troppo importante perché Ammiano potesse tranquillamente
ignorarla”; D. Flach, “Von Tacitus zu Ammianus”, Historia 21 (1972), p. 333-350,
se muestra en contra de considerar a Amiano como continuador de Tácito.
5 Vid. su participación en la defensa de Amida, (XIX, 8); A. Momigliano, “Historiografía pagana y cristiana en el siglo IV”, en El conflicto entre el Paganismo y el Cristianismo, Madrid 1989, p. 113: “Es simbólico el hecho de que la acción más importante
de su carrera militar fuera escapar inadvertido del asedio de Amida”.
6 Según T.D. Barnes, op.cit., p. 82-83.
7 P.M. Camus, op.cit., p. 133 ss.
8 T.D. Barnes, op.cit., p. 167: en cuestiones religiosas, Amiano siempre alude a la
tradición, y nunca a lo novedoso o reciente. La traditio era el principal bastión que
justificaba los privilegios de la aristocracia senatorial (vid. la Relatio III de Símaco) y
221
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
La religión obtiene un gran protagonismo en la obra de Amiano
Marcelino10. Y como pagano convencido, el antioqueno manifestó
sus convicciones al respecto. Sin embargo, como ocurre en todos los
temas que el historiador aborda en sus páginas, el auditorio romano
de Amiano preside en todo momento la orientación de las aseveraciones y afirmaciones de aquél11. En efecto, nuestro protagonista no
fue, que sepamos, un terrateniente ocioso, al modo de un Salustio o
un Aurelio Víctor, que se dedicaba a escribir desde la independencia
de una posición desahogada, sino que su labor intelectual se dirige
hacia la aceptación de su trabajo por un selecto público en Roma, un
público variopinto nutrido por rancios aristócratas 12, nuevos ricos13,
se fundamentaba en la vuelta al paganismo tradicional como único modo de
asegurar el bienestar del Estado. Vid. F. Paschoud, “Réflexions sur l´idéal religieux
de Symmaque”, Historia 14 (1965), p. 215-235.
9 Para G. Sabbah, La méthode d´Ammien Marcellin. Recherches sur la construction du
discours historique dans les Res gestae, Paris 1978, p. 511, el mayor peligro sería el
reclutamiento bárbaro, iniciada por Constantino e imitada por Teodosio.
10 Si bien autores como J.F. Matthews, The Roman Empire of Ammianus, London
1989, p. 425. R.C. Blockley, Ammianus Marcellinus. A study of his historiography and
political thought, Bruxelles 1975, p. 124, han defendido la argumentación “secular” de
la obra amianea, también encontramos a otros como T. Harrison, “Templum mundi
totius: Ammianus and a religious ideal of Rome”, en J.W. Drijvers, D. Hunt, eds.,
The Late Roman World and its Historian. Interpreting Ammianus Marcellinus, London and
New York 1999, p. 181 o P. Siniscalco, “Le sacré et l´expérience de l´histoire:
Ammien Marcellin et Paul Orose”, Bulletin de l´Association Guillaume Budé (1989), p.
357 ss., que defienden el papel central que la religión juega en las Res gestae.
11 P. Siniscalco, art.cit., p. 355: “Il est évident qu´il n´est pas facile, dans le cas
d´Ammien de distinguer de la vision de l´auteur celle des personnages ou du milieu
dont il parle”.
12 Contrariamente a lo que pensaba A. Momigliano, “The lonely historian Ammianus Marcellinus”, en VI Contributo alla storia degli studi Classici e del Mondo Antico, Vol.
I, Roma 1980, p. 151-152, de que nuestro historiador no pertenecía a ninguna
facción, que se trataba de un “intelectual aislado”. Si nunca hace referencia a su
adscripción al círculo de Símaco probablemente sea por cautela política porque éste
no era un personaje sobre el que se pudiera hacer un panegírico en época de
Teodosio; vid. C.P.T. Naudé, “The date of the later books of Ammianus
Marcellinus”, AJAH 9, 1 (1984), p. 78 ss; S.M. Oberhelman, “The provenance of
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
222
posibles mecenas y también enemigos potenciales, paganos y cristianos... En cualquier caso, poderosos personajes que podían catapultarle hacia la fama y el éxito económico, e incluso político, o que podían
sepultarle en el fracaso y el olvido 14. Por ello, cuando el autor trata
cuestiones religiosas en sus lecturas públicas recurre a una especial
cautela, midiendo sobremanera sus palabras y calibrando en todo
momento la posible reacción de sus oyentes. Hasta tal punto esto es
the style of Ammianus Marcellinus”, Quaderni Urbinati di Cultura Classica 27, 3
(1987), p. 81-82 señala evidentes semejanzas literarias entre Símaco y Amiano; M.
Humphreis, “Nec metu nec adulandi foeditate constricta: the image of Valentinian I from
Symmachus to Ammianus”, en The Late Roman World..., p. 121 apunta que es
probable que los panegíricos de Símaco (369-370) sirvieran a Amiano como fuente
para el relato de Valentiniano I; R. Syme, Ammianus and the Historia Augusta, Oxford
1968, p. 146 ss., partió de la llamada de atención de A. Cameron,“The Roman
friends of Ammianus”, J.R.S. LIV (1964), p. 15-28, sobre el silencio guardado por
Amiano acerca de Símaco para llegar a dos conclusiones: la primera, que fue
durante la prefectura urbana de Símaco que el antioqueno fue expulsado de Roma
ante la amenaza de una hambruna; la segunda, que el senador era un personaje de
difícil acceso para un recien llegado a la Urbe. Nosotros queremos incidir en otro
hecho: nuestro historiador no menciona a Símaco porque éste se alineó junto a M.
Máximo durante su usurpación y la publicación de su obra se inscribe en una
cronología cercana al triunfo de Teodosio sobre el usurpador: con lo cual, como
han señalado S. Williams, G. Friell, Theodosius: the Empire at bay, London 1994, p.
131, el senador se mantendría en una posición inadvertida, entablando buenas
relaciones con paganos y cristianos y no figuraría en la obra de un pagano convencido como Amiano; sobre la relación de Amiano con la aristocracia senatorial
romana, vid. A. Alföldi, A conflict of ideas in the Later Roman Empire, Oxford 1979, p.
65 ss; F. Paschoud, Roma Aeterna. Études sur le patriotisme Romain dans l´Occidente latin a
l´époque des grandes invasions, Neuchâtel 1967, p. 65-66; sobre la delicada posición de
Símaco tras la derrota de Máximo, vid. J.F. Matthews, Western aristocracies and imperial
court, AD. 364-425, Oxford 1975, p. 243 ss.
13 H.S. Sivan, “Ammianus at Rome: Exile and redemption?”, Historia XLI, 1 (1997),
p. 120-121: hubo homines novi e incluso extranjeros entre los patronos de Amiano;
Sexto Rústico Juliano -prefecto de Roma en 387-388- y Aurelio Víctor figurarían
entre los primeros; el eunuco Euterio, entre los segundos.
14 Para la promoción social en época tardorromana a través de la labor intelectual,
vid. el trabajo de K. Hopkins, “Social mobility in the Later Roman Empire: the
evidence of Ausonius”, CQ 11 (1961), p. 238-249.
223
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
así que estamos con G. Sabbah cuando afirma que las abundantes
notas eruditas que encontramos en las Res gestae tienen, además de la
misión de entretener e ilustrar, el objetivo de forzar una pausa para
comprobar dicha reacción15.
Tengamos presente que cuando Amiano lleva a cabo sus lecturas
públicas en Roma, Teodosio se encuentra en Milán16, y es seguro que
algunos de sus cortesanos de Constantinopla viajan a la Urbs con
frecuencia17. Estos personajes eran católicos ultraortodoxos que
animaban al emperador a actuar de modo contundente contra heréticos y paganos18. Ante esta perspectiva, al antioqueno no le queda más
que tener muy presente a su auditorio. Así se explica, por ejemplo, la
aprobación de Teodosio que aparece en XXIX, 6, 15, aludiendo a él
como “princeps postea perspectissimus”, una pincelada eulógica sospechosamente exagerada para un admirador de Juliano19; también el padre
del emperador recibe alabanzas en las Res gestae (XXIX, 5, 9; 32; 39;
45)20; tales elogios puede entenderse de variadas maneras, pero la más
La méthode..., p. 507 ss.
A. Cameron “R. Syme, Ammianus and the Historia Augusta, Oxford 1968”, rec.,
J.R.S. 61 (1971), p. 259 ss.
17 J.F. Matthews, “Ammianus´ historical evolution”, en su Political Life and Culture in
Later Roman Society, London 1985, p. 36; B.H. Warmington, “Some Constantinian
references in Ammianus”, en The Late Roman World..., p. 173.
18 S. Williams, G. Friell, op.cit., p. 56; J.F. Matthews, “Gallic supportes of
Theodosius”, Latomus 30 (1971), p. 1073; Western aristocracies..., p. 146 ss.
19 C.P.T. Naudé, art.cit., p. 76. No hay en Amiano un retrato teodosiano al estilo
del de Zósimo: la de un emperador perezoso (IV, 13) que, sin embargo, muestra
períodos de frenética actividad entre largas temporadas de entrega a la molicie (IV,
55); vid. F. Paschoud, “La figure de Théodose chez les historiens païens”, en La
Hispania de Teodosio, Segovia 1997, vol. I, p.193-200.
20 R. Seager, “Ammianus, Theodosius and Sallust´s Jugurtha”, Histos 1 (1997), p. 1 ha
querido ver en estos cumplidos un indicio de que Amiano no fue tan hostil hacia
Teodosio como se ha asumido tradicionalmente; Ph. Bartholomew, “Fourth-Century Saxons”, Britannia XV (1984), p. 179, n. 36, basándose en el pasaje XXVI, 1, 2,
opina que el elogio del comes recrea la figura de Juliano. R. Seager, Ammianus
Marcellinus. Seven studies in his language and thought, Columbia 1986, p. 9, admite que las
15
16
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
224
evidente es la que expone que Amiano tuvo que incluir la figura de
Teodosio en su obra por puro tacto político, aunque no por ello
renunció a la crítica21.
Teodosio fue, recordémoslo, el soberano que culmina el doble
proceso de consolidación de la figura del dominus y de restricción de la
tolerancia de los emperadores respecto a la libertad de expresión de
los súbditos22, y el que llevó a su máxima expresión al temible cuerpo
de agentes in rebus23. En ese sentido, las palabras de Amiano están, en
todo momento, medidas para evitar represalias. La prudencia es un
ingrediente que hallamos en otras obras tardoantiguas de inspiración
noticias amianeas sobre el padre de Teodosio I resultan ambiguas y sólo superficialmente encomiásticas.
21 V. Neri, Ammiano e il Cristianesimo. Religione e politica nelle Res Gestae di Ammiano
Marcellino, Bologna 1985, p. 57, observa, en su crítica al arrianismo de Constancio,
un homenaje del antioqueno a la ortodoxia del dinasta; para P.M. Camus, op.cit., p.
261-262, el encomio a la tolerancia religiosa de Valentiniano (XXX, 9, 5), un gobernante tan duramente criticado en las R.G., esconde una pulla contra las duras medidas de Teodosio contra el paganismo; pese a la crueldad del panonio, su reinado
sería recordado con nostalgia por la aristocracia senatorial ante el arrinconamiento
de ésta por los emperadores de los años ochenta del siglo IV; vid. M. Humphreis,
“Nec metu...”, p. 123-124; V. Neri, “Ammianus´definition of Christianity as absoluta
et simplex religio”, en Cognitio Gestorum. The historiographic art of Ammianus Marcellinus, J.
Den Boeft, J. Den Hengst, H.C. Teitler, eds., Amsterdam 1991, p. 64-65, admite la
crítica de Amiano hacia la política religiosa de Teodosio, pero simplemente la
contempla como una afirmación de superioridad moral e intelectual del paganismo,
de cara a la parte pagana de su auditorio, y no como un ataque sistemático.
22 J.R. Aja Sanchez, “Vox populi et princeps: el impacto de la opinión pública sobre el
comportamiento político de los emperadores romanos”, Latomus 55, 2 (1996), p.
320; en sentido opuesto se manifiesta J.M. Alonso-Núñez, La visión historiográfica de
Amiano Marcelino, Valladolid 1975, p. 19: “Ambos autores (Amiano y Tácito) escriben durante el reinado de dos grandes príncipes, Trajano y Teodosio, y por lo
tanto, las condiciones de libertad y de objetividad quedaban en gran medida
garantizadas”.
23 J.A. Arias Bonet, “Los agentes in rebus. Contribución al estudio de la policía en el
Bajo Imperio Romano”, A.H.D.E. 27-28 (1957-58), p. 201.
225
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
pagana pero insertas en un Imperio cristiano 24. En tales circunstancias, es el silencio, más que la reprobación explícita del cristianismo, el principal instrumento para abordar la polémica religiosa25.
Y, como ha expresado Paschoud, lo realmente pérfido de Amiano
son sus silencios26. El mismo silencio que Amiano guarda sobre la
naturaleza cristiana del adventus de Constancio a Roma en 357 -reserva
justificada si tenemos presente la controversia del Altar de la Victoria, que esconde la censura sobre el mismo compartida con la del
fragmento 68 de Eunapio27. Algo muy similar le sucedió a un autor
como Macrobio, quien era un pagano convencido, pero que por vivir
también bajo Teodosio no pudo expresar libremente su pensamiento:
así, el autor de las “Saturnales” considerará al cristianismo como “la
nueva e implacable fuerza ideológica y política imposible de eludir,
que sólo se podía refutar silenciosamente, con la dignidad propia del
verdadero romano, excluirla de la existencia real del mundo o, por lo
menos, de su propia vida espiritual”28. Asimismo, en el silencio absoluto que el cristianismo encuentra en los panerigistas oficiales se ha
visto una forma de lucha pagana contra el cristianismo en ofensiva, “y
posiblemente un tácito llamamiento a la coexistencia pacífica de las
dos religiones”29.
Además del silencio, el rodeo y la insinuación se erigen como dos
procedimientos sumamente útiles para la cautela de Amiano. De este
S.A. Stertz, “Christianity in the Historia Augusta”, Latomus XXXVI, 3 (1977), p.
694-715: es el caso de la Historia Augusta, con numerosas críticas al cristianismo.
25 T.D. Barnes, “Ammianus Marcellinus and his World”, CPh. 88 (1993), p. 68; A.
Momigliano, “Historiografía pagana...”, p. 97: “En Occidente, entre los historiadores latinos, la resistencia al cristianismo se manifestó con una mezcla de silencio y
condescendencia; el cristianismo se menciona raramente”.
26 “Valentinien travesti, ou: De la malignité d´Ammien”, en Cognitio Gestorum..., p.
83.
27 D. Woods, “A Persian at Rome: Ammianus and Eunapius´ Frg. 68”, en The Late
Roman World..., p. 163-164.
28 M.V. Ukolova, Los últimos romanos y la cultura europea, Moscú 1990, p. 150.
29 Ibidem, p. 108.
24
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
226
modo, en la visión de los sacerdotes del mundo bárbaro, tan presente
en la obra30, podremos observar cuál es el propio ideal de sacerdote
para el antioqueno. Ello lo constatamos en las figuras religiosas de los
druidas, los brahamanes y los magos persas.
Los druidas, en las sociedades celtas, actuaban no sólo como
sacerdotes, sino también en una posición muy cercana al poder
político, actuando al mismo tiempo como soporte ideológico y
contrapeso institucional del mismo. Poderosos especialistas intelectuales31, para algunos investigadores estos personajes encarnaron la
oposición religiosa antirromana32, mientras que para otros este
aspecto se ha exagerado bastante 33, pues el druidismo se hallaba familiarizado con las imágenes y conceptos mediterráneos y no suponía
una religión tan extraña a los cultos grecolatinos34. Amiano alude a
ellos en su excursus gálico (XV, 9, 8), resaltando su amor al conocimiento, su armonioso contacto con la naturaleza y su desprecio de lo
material, aunque silenciando sus prerrogativas políticas. El porqué de
esto último puede explicarlo la teoría de R. MacMullen, quien aprecia
que Amiano, durante su estancia en la Galia, conoció no a los druidas
que conociera Julio César, sino la reaparición del druidismo dentro de
un proceso de “renacimiento céltico” en el país35: el antioqueno, por
tanto, silenciaría el rol político de estos sacerdotes para ocultar la
A. Momigliano, “The lonely historian...”, p. 151-152: la aristocracia senatorial
romana, el mundo bárbaro y el cristianismo son los pilares en los que se basa la
obra de Amiano.
31 M.V. García Quintela, “El sacrificio humano adivinatorio céltico y la religión de
los lusitanos”, Polis 3 (1991), p. 25.
32 E. Pitillas Salañer, “Los “nacionalismos” en el Imperio y su resistencia a la asimilación romana. Estudio de las fuentes”, H.Ant. XIX (1995), p. 271, para la época de
César.
33 S.L. Dyson, “Native revolts in the Roman Empire”, Historia 20 (1971), p. 260; vid.
también N. De Witt, “The Druids and Romanization”, TAPhA 69 (1938), p. 319322.
34 J.J.Hatt, “L´opinion que les Grecs avaient des Celtes”, Ktema 9 (1984), p. 84 ss.
35 “The Celtic Renaissance”, Historia 14 (1965), p. 99-100.
30
227
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
progresiva degradación de la autoridad romana en la Galia frente al
vigoroso rebrote del indigenismo galo.
Si cruzamos a la otra orilla del Rin, es decir, al mundo germano, lo
cierto es que no encontramos gran cosa: tampoco en la literatura
latina, en general, se abunda en el tema, pues no ocurrió hasta Tácito
que los sacerdocios germanos comenzaron a adquirir eco en los autores clásicos, de un modo paralelo al desarrollo del antropomorfismo
de la religión germana36. En Amiano también escasean las referencias.
Para los burgundios (XXVIII, 5, 11 y 14) recuerda la existencia del
sinistus, sumo sacerdote, con poderes vitalicios e ilimitados, que
intervenía en los asuntos políticos de este pueblo37. En cuanto a los
godos, en las Res gestae solo encontramos sacerdotes menores cuyas
funciones religiosas se centran en un ámbito a lo sumo tribal limitado
a los pagi38. El único personaje de enjundia con funciones religiosas
entre los godos parece ser el iudex39: en principio sus obligaciones
eran principalmente militares40, aunque carecían de un poder de coerción fuerte puesto que este cargo superaba la categoría de ser otro
Caes., B.G. VI, 21, 1-2: los germanos, por su parte, carecen de druidas y adoran a
las fuerzas de la naturaleza; E.A. Thompson, Una cultura barbarica: I Germani, RomaBari 1976 (= The early Germans, Oxford 1965), p. 42 ss: los sacerdocios germanos
parecen consistir en cargos electivos, con una especial vinculación de los sacerdotes
con los grupos sociales preeminentes.
37 E.A. Thompson, “Early Visigothic Christianity”, Latomus 21 (1962), p. 796,
compara el poder de esta figura con la del obispo cristiano que se instala y consolida entre los visigodos.
38 E.A. Thompson, The Visigoths in the time of Ulfila, Oxford 1966, p. 55 ss.
39 Sobre esta figura, vid. J. Pampliega, Los germanos en España, Pamplona 1998, p. 23
ss.
40 Para E.A. Thompson, The Visigoths..., p. 43 ss. y H. Wolfram, History of the Goths,
University of California Press 1990, p. 94, su papel como líder conferederado sólo
se atestigua en momentos críticos y con un carácter no permanente; P. Heather,
Heather, Goths and Romans, AD 332-489, Oxford 1991, p. 107 defiende su carácter
permanente.
36
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
228
miembro más del Consejo41; sus únicos poderes sólidos son los
religiosos: hasta el punto de que en él se ha querido ver el antecedente directo de la monarquía sacra de tiempos medievales 42. Pero Amiano no se detiene en ellos.
Un cierto interés amianeo lo detectamos en los brahamanes
(XXIII, 6, 33), ascetas que habitaban las silenciosas selvas de la India,
confín del mundo para Estrabón (XI, 5, 5); personajes de tremenda
espiritualidad, poseedores de una sabiduría adquirida con esfuerzo
ascético, estos personajes fueron especialmente conocidos por la cultura clásica desde los tiempos de Alejandro Magno; aunque, incluso
así, al tratarse de un territorio legendario y lejano que se prestaba a
multitud de mitos y leyendas43, los brahamanes serán confundidos
muchas veces con los magos persas; en cualquier caso, estos “sofistas
de la India” se convirtieron en punto de referencia frente a la corrupción de las costumbres grecorromanas, ya que su estilo de vida,
sencillo, acorde a la naturaleza, independiente, actuaba como crítica a
las desviaciones de la cultura clásica 44. Esto es lo que colegimos de la
noticia de Amiano que nos habla de la capacidad brahamánica para
levitar (Amm., XXVIII, 1, 13), en directa relación con la figura del
corrupto y sanguinario Maximino, prefecto del no menos terrible
Valentiniano I.
E.A. Thompson, “The Passio San Sabae and early Visigothic Christianity society”,
Historia IV, 2-3 (1955), p. 331.
42 J.F. Matthews, The Roman Empire..., p. 313; P. Heather, Goths..., p. 104-105 y “The
crossing of the Danube and the Gothic conversion”, G.R.B.S. 27, 3 (1988), p. 316317: los iudices godos desarrollaron distintas persecuciones contra los cristianos,
para conservar pura la identidad de su cultura consuetudinaria y, de paso, esquivar
la poderosa influencia política y religiosa del Imperio.
43 Vid. Strab., XV, 1, 69; Plin., N.H., VII, 22 ss; Philost., Vit.Apoll., III, 1-9, 45, 47;
Temist., Or., 27, 337 cd; Hier., Ep., 125, 3.
44 Vid. E. Malaspina, “Mitizzazione e demitizzazione dei sapienti indiani nel mondo
greco-romano”, Romanobarbarica 6 (1981-1982), p. 189-234; además, los brahamanes
suelen estar vinculados a la figura de un monarca en calidad de consejeros.
41
229
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
Pero es en el caso del excursus sobre los magos, dentro de la
digresión sobre los territorios persas (Amm., XXIII, 6, 32 ss), el más
significativo para el propósito del presente artículo, pues gracias a él
Amiano evidencia sus ideas de lo que ha de ser la religión: una labor
conducida por expertos virtuosos y sabios en lo divino, ajenos a la
superstición. Los magi persas no tienen nada que ver con los romanos45; más bien se revelan como sabios sacerdotes que ejercen sus
deberes divinos con celo y disciplina, desarrollando sus ritos no a partir de la costumbre, sino sobre la base de la scientia, del conocimiento
sistemático. Al escribir sobre ellos, Amiano nos ofrece una visión
estereotipada, que pretende establecer una comparación entre persas
y romanos, particularmente en el terreno religioso46. En tan breves
líneas hallaremos una crítica implícita al cristianismo, a la que habría
que añadir otras como por ejemplo: a) Una invectiva contra el escaso
interés por el saber que, al decir de Amiano, existía en su época; b)
Una alabanza de Juliano, un espíritu cultivado que abordaba la religión desde su sabiduría adquirida, y, por qué no, del mismo
Amiano47. Señala el antioqueno, además, la cercanía de estos magos a
la figura real y el poder político. En eso no se equivocaba, pues el
zoroastrismo, fuertemente asentado en Irán en el cambio de era,
ayudó a los partos a reforzarse ideológicamente frente a Roma 48. El
tema de los magos, además, introduce una nota colorista y tópica en
el relato, siguiendo los gustos de su auditorio.
En suma, a través de estos tres ejemplos (druidas, brahamanes y
magos) Amiano nos transmite cuál es su ideal de sacerdote: un espeSobre delitos de lesa majestad relacionados con la adivinación y la magia, vid. R.
MacMullen, Enemies of the Roman order: treason, unrest and alienation in the Roman Empire,
Cambridge, Mass. 1967, p. 128-136.
46 J. Den Boeft, “Pure rites: Ammianus Marcellinus on the Magi”, en The Late
Roman World..., p. 207 ss.
47 Ibidem, p. 212: “Ammianus leaves out any reference to borrowings from the
Magi´s lore by wise men in the Graeco-Roman world”.
48 J. Wolski, “Les Parthes et leur attitude envers le monde gréco-romain”, en
Assimilation et résistance à la culture gréco-romaine dan le monde ancien, Paris 1974, p. 462.
45
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
230
cialista intelectual, poseedor de un conocimiento sistemático, con
participación en el poder político, desarrollando un modo de vida
basado en la austeridad49, alejado de la corrupción, ajeno a la superstición y en conexión permanente con la naturaleza. Lo contrario,
según se colige de una lectura entre líneas de las Res gestae, lo encarnan
los sacerdotes cristianos, especialmente los obispos, que en la obra de
Amiano, y de forma velada, aparecen como prevaricadores 50, colaboradores de los bárbaros51, practicantes de un poder cuasitiránico52,
instigadores de tumultos 53, destructores de templos paganos54, así
R. Seager, Ammianus..., p. 80: la sobriedad es uno de los valores principales de
Amiano; P.M. Camus, op.cit., p. 103 ss: el ideal moral de Amiano era el vir sobrius
típico del grupo senatorial: un hombre con sano temperamento y enérgico, con
voluntad firme y recto carácter.
50 Sobre el derroche episcopal de los recursos públicos, vid. Amm., XXI, 16, 18.
51 Vid. los pasajes Amm., XX, 7, 9; XXIX, 5, 15; XXXI, 12, 8; XXXI, 15, 6; para V.
Neri, Ammiano..., p. 61-62, el antioqueno se limita a seguir la tendencia pagana de
acusar a los cristianos de no ser buenos ciudadanos.
52 R. Teja, “La cristianización de los modelos clásicos: el obispo”, en Modelos ideales y
prácticas de vida en la Antigüedad clásica, E. Falqué, F. Gascó, eds., Sevilla 1993, p. 220:
“El trono episcopal se convierte en cliché literario que simboliza la arrogancia del
obispo y el ejercicio autoritario del poder”. En Amm., XXII, 11, 3-6 (invectivas
contra el tiránico obispo Jorge en Alejandría) observamos un botón de muestra de
este pensamiento en un pagano; asimismo, E.D. Hunt, “Ammianus Marcellinus and
Christianity”, CQ 35, 1 (1985), p. 190, observa en la referencia amianea a la disputa
entre Liberio-Constancio II (XV, 7, 6-10) una llamada de atención sobre el carácter
refractario de la autoridad imperial por parte de un obispo.
53 Son los casos de las algaradas causadas por el arresto del auriga cristiano Filoromo (XV, 7, 1-5), que el praefectus Urbi Leoncio tuvo que sofocar en el 356), o las
derivadas de los enfrentamientos entre Dámaso y Ursino por la cátedra pontificia
(XXVII, 3, 12 ss.). Sobre el uso que los obispos hacían de la violencia pública, vid.
R. Lim, “Religious disputation and social disorder in Late Antiquity”, Historia
XLIV, 2 (1995), p. 204-231; J.R. Aja Sánchez, Tumultus et urbanae seditiones: sus causas.
Un estudio sobre los conflictos económicos, religiosos y sociales en las ciudades tardorromanas (S.
IV), Santander 1998, p. 141 ss.
54 Vid. Amm., XXII, 11, 7-8 y XXII, 13, 2.
49
231
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
como personajes intelectualmente inferiores55 y, sobre todo -¡ése es su
gran pecado!- perturbadores de la tradición56.
En efecto, en el terreno religioso, como en otros, hallamos a un
Amiano tremendamente conservador, que se resiste a las innovaciones introducidas por Constantino57. Así, la comparación entre Diocleciano58 y Juliano que hallamos a comienzos del libro XXIII no persigue otro fin que trazar un puente entre dos grandes emperadores
paganos, enemigos de los cristianos, que pusieron sus energías y
talentos al servicio de la salvación de Roma. También el trato secundario que Constantinopla obtiene frente a Roma (Amm., XVI, 10, 6)
ha de entenderse en esa línea59. Y en ese sentido ha de comprenderse
su presentación de Juliano como un emperador “a la romana”
(Amm., XV, 2, 8; 8, 1; XVI, 1, 5; 5, 5), un gobernante que conectaba
de forma directa con los intereses de la aristocracia senatorial romana
A. Momigliano, “Historiografía pagana...”, p. 98-99: la Biblia no alcanzaba el
nivel literario necesario para competir con la literatura pagana; V. Neri, “L´elogio
della cultura e l´elogio delle virtù politiche nell´epigrafia latina del IV secolo D.C.”,
Epigraphica XLIII (1981), p. 201: los cristianos del siglo IV se centraron en el conocimiento de las Sagradas Escrituras antes que en el cultivo de la paideia. No nos cabe
duda de que en su definición del cristianismo como absoluta et simplex religio (XXI,
16, 18) Amiano remarca tal inferioridad intelectual.
56 Algo en lo que insistirá Juliano en Ep. XLIV, LXXXIII-IV, CXIV...
57 Amm., XXI, 10, 8: “Tunc et memoriam Constantini, ut novatoris turbatorisque priscarum
legum et moris antiquitis recepti (Iulianus) vexavit”. L. Cracco Ruggini, “Arcaismo e
conservatorismo, innovazione e rinnovamento (IV-V secolo)”, en La parte migliore
del genere humano. Aristocrazie, potere e ideologia nell occidente tardoantico, a cura di S. Roda,
Torino 1994, p. 79 ss: la innovación es un rasgo de tiranía imperial en la Antigüedad
Tardía. Para Constantino en Amiano, vid. B.H. Warmington, art.cit., p. 166-177.
58 Según T.D. Barnes, Ammianus..., p. 179, el último ejemplo del glorioso pasado de
Roma en las Res gestae.
59 Ibidem, p. 93-94.
55
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
232
pagana, por más que la identificación del Apóstata con la Urbs
resultara una afirmación difícil de sustentar60.
Resumiendo: Amiano hace uso de noticias etnográficas sobre
distintos sacerdocios de países bárbaros para presentar su esquema de
sacerdote ideal, en directo contraste con el sacerdote cristiano, buscando:
1) Subrayar la política religiosa de Juliano61, para quien la salvación
del Imperio pasaba por retomar las viejas creencias helénicas, reinterpretadas como un providencialismo neoplatónico convertido en
soteriología para el Imperio62.
2) Reivindicar el protagonismo social reclamado por un sector de
la rancia aristocracia senatorial pagana de Roma, cuya reacción a fines
del siglo IV pretendía rescatar su protagonismo público a través de
los rituales paganos; un público que tenía en mente la obra de Juliano
como punto de referencia para plantear sus demandas frente a los
fanáticos hombres de Estado de Teodosio63.
3) El propio beneficio del antioqueno, que intenta conectar con su
poderosa audiencia capitalina no sólo para obtener gloria literaria 64,
sino también una promoción social65.
S. MacCormack, “Roma, Constantinopolis, the emperor and his genius”, CQ 25
(1975), p. 144: pues Juliano era natural de Constantinopla y sentía más apego hacia
esta ciudad que hacia Roma.
61 A. Selem, “Considerazioni circa Ammiano ed il Cristianesimo”, RCCM 6 (1964),
p. 254..
62 Vid. J.M. Alonso-Núñez, “En torno al Neoplatonismo del emperador Juliano”,
H.Ant. III (1973), p. 182-183.
63 Según S.A. Stertz, “Ammianus Marcellinus´attitudes toward earlier emperors”, en
Studies in Latin Literature and Roman History, vol. II, Bruxelles 1980, p. 489, 492-493 y
497, para satisfacer a este público Amiano se verá obligado a imitar la tradición
biográfica latina del gusto de la aristocracia senatorial.
64 Como defiende E. Cizek, “La poétique de l´Histoire chez Ammien Marcellin”,
BStudLat., II (1995), p. 559, al analizar el establecimiento de Amiano en Roma.
65 H.S. Sivan, art.cit., p. 119 identifica al antioqueno con el Ammianus Comes Rerum
60
233
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
De este modo es que vemos a un Amiano que aborda el tema de la
religión con cautela para no ofender a posibles protectores o a enemigos potenciales66, a un Amiano que encuentra en su aristocrático
público pagano su fuente de inspiración67, a un Amiano poco acostumbrado a frecuentar los selectos ambientes de los potentes de la
Urbs68, aunque inaccesible al desaliento en conseguirlo, a un Amiano
que se siente más romano que los propios romanos de Roma 69...
Recurriendo a los ejemplos de druidas, brahamanes y magos el historiador antioqueno no sólo conseguía todo lo anterior sino que,
además, lograba aportar esas notas de colorismo exótico que todo
auditorio de la época solicitaba esperaba de un relato histórico. Y de
paso, mirando hacia los lejanos tiempos de la República, la época en
la que se acuñó la tradición, añoraba la vuelta a una Roma gloriosa,
“resultado de una alianza entre hombres y dioses, bajo la égida de las
magistraturas”70. Aunque, naturalmente, de unas magistraturas en manos de aristócratas paganos... y de sus epígonos, aunque fueran griegos y soldados.
Privatarum que aparece en CTh. 11, 30, 41 (383) y que también recuerda Símaco en
su Rel., XXXVI: Amiano, pues, habría conseguido un importante cargo político
gracias a su labor literaria en pro de la aristocracia senatorial.
66 A. Selem, “A proposito della figura de Giuliano in Ammiano”, Quaderni dell´
Instituto di lingua e letteratura latina della Facoltà di magisterio dell´Università degli Studi di
Roma 1 (1979), p. 161; V. Neri, Ammiano..., p. 39-40: la glorificación de Juliano en su
obra equivale a una treta de Amiano para poder concentrarse en el ámbito políticomilitar y evitar así la materia religiosa.
67 G. Sabbah, La méthode..., p. 506.
68 T.D. Barnes, Ammianus..., p. 63. Para la Roma de fines del siglo IV seguía en
plena vigencia la máxima de Polibio que rezaba que en ella nadie regalaba nunca
nada si lo podía evitar (XXXI, 26, 9).
69 A. Giardina, “El hombre romano”, en El hombre romano, Madrid 1991, p. 18.
70 J. Scheid, “El sacerdote”, en El hombre romano..., p. 90.
La mujer oriental a través de Amiano Marcelino.
Se cuenta que Amiano Marcelino, el gran historiador del siglo IV,
era oriundo de Antioquía, en Siria. O al menos ésa es la tesis más
defendida por la mayoría de los eruditos que se dedican a su estudio1. Este sencillo aserto nos conduce inevitablemente a otro: Amiano conocía bien a los persas. No en balde, su patria chica se encontraba cerca de la permeable frontera oriental, dentro del radio de
acción del poder sasánida2, y no debía de resultar insólito ver a
gentes iranias visitando, por distintos motivos, la magnífica urbe del
Oriente romano: entre ellas, claro está, mujeres persas. Asimismo,
Antioquía se hallaba relativamente cerca de Egipto, tierra que el
historiador dice conocer bien (22,15, 1), y a nosotros no nos que da otra salida que creerle a razón de su excursus sobre el país del
Nilo (22,15-16). Luego, también trabó contacto con mujeres egipcias. Por último, en la periferia del Creciente Fértil se hallaban las
estepas y desiertos sirio-arábigos, hogar de los nómadas sarracenos, quienes, de seguro, les resultaban enormemente familiares
PUB.- en G. Bravo, R. González (eds.), Extranjeras en el mundo romano, Gerión
Anejos VIII, Madrid 2004, p. 95-99.
1 Así lo defienden dos grandes autoridades amianeas como J.F. Matthews, “The
Origin of Ammianus”, CQ 44 (1994), p. 252-269 y G. Sabbah, “Ammien
Marcellin, Libanius, Antioche et la date des derniers livres des Res gestae”,
Cassiodorus 3 (1997), p. 97 ss.
2 Sobre la amenaza que supone Persia para la ciudad, vid. A. Baldini, “Ammiano
Marcellino (XXIII, 5, 2-3) e i Persiani ad Antiochia”, R.S.A.19 (1989), p. 147155.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
236
(14, 4, 6), puesto que Antioquía se encontraba, igualmente, al
alcance de tales hordas3. Probablemente Juliano había reclutado a
muchos de ellos para su campaña persa (23, 3, 8; 24, 1, 10) y
hasta llegó a sospecharse que uno de estos beduinos asesinó al
Apóstata, en pleno campo de batalla y a traición (Lib., Or. 24, 6;
Phil., H.E. VII, 15). No es de extrañar, pues, que el antioqueno los
calificara de natio perniciosa (14, 4, 7). En consecuencia, nuestro
protagonista habría contemplado, al menos, a una fémina sarracena, aunque fuese por puro azar...
Y sin embargo las noticias sobre mujeres persas, egipcias o
sarracenas, orientales en suma, no abundan precisamente en una
abultada obra como las Res gestae amianeas. Podríamos buscar la
respuesta a este fastidioso problema siguiendo a Fornara cuando escribía, hace unos años, que a Amiano no le gustaban los orientales 4.
¿Pero a qué literato griego o latino de cualquier época le gustaban?
Bien es cierto que Trogo Pompeyo había alabado a los partos creyendo ver en ellos al pueblo virtuoso que guiaría a todas las naciones del
orbe5, pero no es menos verdadero que lo hizo en el contexto de una
severa crítica a la decadencia de los valores en Roma. Y el que Herodiano
nos cuente que los orientales eran personas de una aguda inteligencia
(III, 11, 8) tampoco supone un hermanamiento espiritual entre
romanos y próximoasiáticos: si acaso, una excepción que contraviene
la norma. En general, los orientales no gozaban de muy buena prensa
entre la intelectualidad clásica, constituyendo uno de los grandes
tópicos de la etnogratia grecorromana. Así, partiendo del concepto
griego clásico, aquéllos estaban dominados por la superbia, por un
estilo de vida demasiado apegado al lujo y la molicie (conductas que
derivaban hacia el afeminamiento y la luxuria), integrando todo ello un
D. Woods, “The Saracen Defenders of Constantinople in 378”, G.R.B.S. 37, 3
(1996), p. 270-271.
4 “Studies in Ammianus Marcellinus L The Letter of Libanius and Ammianus'
Connection with Antioch”, Historia XLI, 3 (1992), p. 339.
5 E. Malaspina, “Uno storico filobarbaro: Pompeo Trogo”, Romanobarbarica 1
(1976), p. 148 y 156-157.
3
237
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
vicio que les definía en una sola palabra: uanitas6. En contraposición
con tales desviaciones se situaba la superioridad moral de los occidentales, curtidos en la austeridad y el espíritu de sacrificio, dirigidos, por
supuesto, por las águilas del Lacio.
Amiano no fue una rara avis en el marco de esta tendencia. No
obstante la escasez de noticias sobre mujeres orientales en su obra puede
explicarse fácilmente si apuntamos antes que, en general, son las mujeres
las que escasean en las Res gestae 7. Y, ya que nos centramos en el
tema, puede decirse que ocurre lo mismo en toda la literatura latina,
ya que ésta es, para más señas, masculina 8. Pero revisemos la poca información que al respecto podemos recabar del historiador sirio.
1.
MUJERES PERSAS:
Amiano nos narra de los persas que eran propensos a la sensualidad (23, 6, 76), recurriendo a un buen número de concubinas para
satisfacer dicha inclinación. Intenso erotismo tal vez motivado por la
referencia que hallamos en el pasaje 24, 4, 7, la más directa relativa a
féminas persas en las Res gestae. Amiano recuerda el episodio de la
Algunos testimonios clásicos al respecto son los de Sall., Cat. II; Luc. VIII, 596 ss;
Sen., Benef. II, 12, 2, etc. En esta caracterización del oriental opera un factor climático: el calor forjaba unas características físicas (pequeñez, delgadez, piel morena) y
morales (indolencia, molicie, hedonismo, astucia, carácter ardiente), bárbaras por
oposición a las propias de habitantes de medios templados (Roma); al respecto, vid. E.
Malaspina, “Mitizzazione e demitizzazione dei sapienti indiani nel mondo grecoromano”, Romanobarbarica 6 (1981-1982), p. 205 ss.
7 G. Sabbah, “Présences féminines dans l´histoire d´Ammien Marcellin”, en Cognitio
Gestorum The historiographic art of Ammianus Marcellinus, J. Den Boeft, J. Den Hengst,
H.C. Teitler, eds., Amsterdam 1991, p. 91.
8 Vid. A. Pociña, “Mulier error est. Literatura masculina y mujer en el Imperio
Romano. Propuestas metodológicas”, en La mujer en el mundo mediterráneo antiguo, A.
Lopez et alii, eds., Granada 1990, p. 200 ss: como significativo exponente, se trae a
colación la obra de los Doce Césares de Suetonio, donde aparecen más de 500 varones
frente a 96 mujeres.
6
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
238
captura de doncellas persas por el ejército de Juliano: mujeres
bellas, como suelen ser las de tal nación. Bien que tamaña hermosura dejó frío al Apóstata, más inclinado a emular a grandes generales como Alejandro Magno o Escipión Africano, los cuales reservaban sus energías para el campo de batalla9. Se trata, pues, de una noticia
exótica más al servicio de la idealización del héroe que a la información etnográfica fidedigna.
También podemos referimos, en este epígrafe, a la esposa del
refugiado persa Hormisdas, huido de la represión política de Sapor
II, reclutado por Constancio II para el empleo de comandante
de caballería (Zon., 13, 5, 17-33) y oficial en el staff de Juliano
durante la campaña oriental. Esta mujer destacaba por su
decisión, prudencia y energía, valores que salvaron a su marido de
caer en las garras de los soldados del pérfido Valente (26, 8, 12).
Sin embargo, queda bien claro que lo que el antioqueno hace es
una interpretatio romana que contempla a tan honrosa mujer como
matronam opulentom et nobilem, es decir, como el ideal de mujer en
la Roma antigua. No se trataría, pues, de una persona típicamente
oriental, y antes que pensar en un fenómeno de aculturación quizás nos encontramos ante una fémina efectivamente romana 10.
Además, seguimos a Sabbah cuando afirma que las cualidades de la
media naranja de Hormisdas son tipicamente viriles, con lo que ni
siquiera estaríamos hablando de una representante del género
femenil 11.
9 Vid. Plut., Alex. 21; Aul.Gel. N.A. VII, 8, 1-3 (Alejandro) o Polib. X, 19, 3ss; Liv.
XXVI, 50 (Escipión). La castitas de Juliano se advierte claramente en el pasaje Amm.,
25, 4, 2.
10 La noticia se da en el contexto de la rebelión de Procopio, por lo que aún quedaban algunos años, hasta el 370, en que será promulgada la ley recogida en CTh. 3,
14, 1 por la que se prohibía el matrimonio entre romanos y bárbaros. Al respecto,
vid. H.S. Sivan, “Why not marry a Barbarian? Marital frontiers in Late Antiquity
(The example of CTh. 3.14.1)”, en Shifting frontiers in Late Antiquity, ed. by R.W.
Mathisen, H.S. Sivan, Aldershot 1996, p. 136-145.
11 Art.cit., p. 93.
239
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
No aparecen más noticias sobre la mujer persa en la obra,
aunque sí algunos datos puntuales, de mujeres en el ámbito persa, como son:
Las mujeres chionitas llorando amargamente la muerte de
su príncipe, hijo del rey Grumbates, muerto en el asedio de
Amida (19, 1, 10-11). Mientras, los hombres celebran banquetes en los que se recuerdan y elogian las virtudes del finado.
Estos chionitas parecen ser hunos al servicio de Sapor12.
El nombre de un extraño puerto en la región de Gedrosia,
en la periferia persa que linda con el Indostán, llamado
Gynaecon limen (23, 6, 93), o sea, “el puerto de las mujeres”.
Este dato es de dificil interpretación a menos que sea tomado como mera noticia exótica para animar la atención del
auditorio.
Y nada más. No se encuentran en Amiano referencias a la
faceta bélica de las mujeres persas, como se hallan al respecto de
poblaciones bárbaras del norte de Europa 13. Ya Herodiano (VI,
5, 3) habla apuntado que los persas recurrían a levas, indiscriminadas en cuanto al sexo, a la hora de ir a la guerra 14.
En cuanto al tratamiento que estos orientales dan a las mujeres cautivas, era el que se esperaba de manos de guerreros
ferocísimos y crueles 15. Incluso cuando la benignidad hace acto
P. Daffina, “Gli Unni e gli altri: le fonti letterarie e le loro interpretazioni moderne”, cn CISAM,
Sett.Stud. XXXV, Popoli delle Steppe: Unni, Avari, Ungari, I, Spoleto 1988, p. 19 l..
13 Por ejemplo, las temibles mujeres galas, vid. Amm.Marc., 15, 12, 1; hay noticias
similares en Tac., Germ. 7, 2; 8. 1; 46; vid. Strab., III, 4, 17-18, al respecto de las mujeres cántabras.
14 S.N.C. Lieu, “Captives, refugees and exiles: a study of cross-frontier civilian
movements and contacts between Rome and Persia from Valerian to Jovian”, en
Ph. Freeman, D. Kennedy (eds.), The Defence of the Roman and Byzantine East, Oxford,
BAR, 1986, p. 479-480; Sapor reclutó a mujeres y niños para el tercer asedio a
Nísibe.
15 Amiano dibuja a los persas como una nación crudelísima, regida por leyes brutales (23, 6, 80-81).
12
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
240
de presencia, oculta otros fines distintos a los del humanitarismo
(18, 10, 3-4; 19, 6, 2; 20, 7, 15).
Se convirtió en tópico etnográfico clásico, ya desde las Guerras
Médicas, que los persas eran afeminados, y sus reyes, educados
en un harem de mujeres y eunucos (vid. Liv., IX, 17 sobre Darío
III), marchaban ala cabeza de esta tendencia. Amiano recoge el
lugar común (23, 6, 80) y parece más interesado en resaltar este
“vicio”, o la querencia real por los emasculados 16, que por informar
a su auditorio sobre las mujeres persas.
2.
MUJERES EGIPCIAS:
No encontramos una sola referencia genérica a la mujer del
país del Nilo en las Res gestae. En 22, 16, 23, en el contexto de
una digresión, se describe a los egipcios como individuos morenos de tez oscura, aspecto triste, delgados, secos, apasionados,
controvertidos y renuentes a pagar impuestos, así como, en el
caso de los ladrones, resistentes a la tortura. Aunque no consta
que tal descripción se dirija sino al mundo masculino. Sí alude
Amiano, sin embargo, a la legendaria Cleopatra VII en dos oca siones (22, 16, 9-I l; 24; 28, 4, 9): lo hace fugazmente, para
recordar o bien su astucia o bien su belleza, además de una referencia a su derrota conjunta con M. Antonio a manos de
Octavio. Cleopatra es perfilada en la linea tradicional desde el
siglo I aC.17; típico exponente de la mujer del Este (con su belleza arrebatadora, su desbordada sensualidad, su avidez y depravación, vid., Herod., 1, 3, 3, su malicia y su usurpación de la condición divina), en ella se funden tres elementos bárbaros preemi-
Ahí tenemos el caso del tránsfuga Cylax, eunuco refugiado en Persia y protegido
por Sapor II (Amm., 27, 12, 5-6).
17 Hor., Carm. 1, 37; Luc., 10, 53 ss.
16
241
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
nentes: orientalidad, femineidad y realeza 18. En 28, 4, 9, dentro de
su crítica a parte de la nobleza romana, Amiano la coloca al lado
de otras legendarias reinas como Semiramis (vid. Val. Max., 9, 3),
Artemisa o Zenobia (vid. SHA, Aurel., 27, 1 ss), todas ellas también claros ejemplos de barbarie femenina oriental 19. Amiano,
pues, no se despega del tópico y lo aplica según sus intereses
literarios o morales.
3.
MUJERES SARRACENAS:
Aparecen dentro del arquetipico retrato del nómada
amianeo, que oscila entre lo específico y lo difuso 20. En 14, 4, 4,
se nos habla de las relaciones maritales: ella lleva como única dote
una lanza, que entrega a su pareja, y una tienda (vid. Tac., Germ.,
18, 2) en la que se arrojarán al goce sexual desenfrenado. Asimismo,
en 14, 4, 5 se nos cuenta que estas féminas se ven tiranizadas por su
modo de vida errante, de modo que se casan en un lugar, procrean a
sus hijos en otro y los educan lejos de allí. Y ya no encontramos más
información al respecto. Pues dentro de la negativa visión de los
nómadas del antioqueno, estereotipada para más señas, no parece
haber elementos que diferencien a las mujeres sarracenas de las
hunas o alanas. No menciona Amiano, sin embargo, a la reina Mavia,
gobernante de esta nación esteparia, cuyas fuerzas ocasionaron severos
daños a esta parte del Oriente a finales de los años setema del siglo
Y.A. Dauge, Le Barbare. Recherches sur la conception romaine de la barbarie et de la
civilisation, Bruxelles 1981, p. 577.
19 Semíramis, la legendaria esposa del rey Nino, aparece en Amm., 14, 6, 17 como la
infausta inventora de la castración. Faltaría en este conjunto la cartaginesa Dido,
que en la literatura clásica representó la tentación del amor, del placer inmediato, el
orgullo, la pasión destructiva y la femineidad maléfica, todo ello dentro de las
coordenadas del pernicioso exotismo de Cartago.
20 A. Emmet, “Introductions and conclusions to disgressions in Ammianus Marcellinus”, MphL V (1981), p. 17-18.
18
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
242
IV21, y que podría encuadrarse perfectamente en el grupo de reinas
bárbaras orientales tan denostadas por la literatura clásica 22.
En síntesis: las noticias que sobre la mujer oriental hallamos en
Amiano Marcelino son contadas y escuetas, desligadas de un discurso
sistemático, generalmente con una finalidad didáctica, moral o propagandística, no considerando a las féminas como objetivos literarios en
sí mismas, tópicas y ejemplificadas; a veces en las legendarias (y
abominables por bárbaras) reinas orientales. Esto hay que comprenderlo dentro del sentido de la obra de Amiano, una Historia del
Imperio Romano protagonizada por hombres, contradiciendo la tendencia de una época, la Antigüedad Tardía, en que la literatura presta a
la mujer una atención con una intensidad difícil de imaginar en época
clásica23. La creación, en suma, de un vir sobrius24 no interesado intelectualmente en las mujeres si no le sirven para apuntalar, de modo
tangencial, sus demoledoras criticas (corrupta aristocracia senatorial
romana, nómadas, bárbaros en general) o sus apasionadas defensas
(Juliano), o simplemente para cumplir con el imperativo antiguo de
introducir noticias exóticas que animen el relato de cara al auditorio25
J.F. Matthews, The Roman Empire of Ammianus, London 1989, p. 349: en la época
en que escribe Amiano, los sarracenos gozaban de una gran autonomía de
movimiento en los desiertos que bordean la franja sirio-palestina, entre otros motivos por la decadencia de antaño poderosas ciudad como Palmira o Hatra.
22 Según D. Woods, “Maurus, Mavia and Ammianus”, Mnemosyne LI, 3 (1998), p.
334, es la estancia de Amiano en Siria-Palestina, durante la revuelta de Mavia, la que
condiciona su visión sobre los sarracenos.
23 Av. Cameron, El mundo mediterráneo en la Antigüedad Tardía, 300-600, Barcelona
1998, p. 161 ss.
24 P.M. Camus, Ammien Marcellin. Témoin des courants culturels et religieux a la fin du IV e
siècle, Paris 1967, p. 103 ss. J. Den Boeft, “Axel Brandt, Moralische Werte in den Res
gestae des Ammianus Marcellinus, Göttingen 1999”, rec. en Bryn Mawr Classical Review,
21-9-1999, p. 3: la terminología “amorosa” no existe en la obra de Amiano.
25 Vid. Nuestro trabajo titulado “Un tópico no inocente de la etnografía clásica: la
mujer bárbara (a través de Amiano Marcelino)”, en T. Sauret Guerrero, A. Quíles
Faz (eds.), Lucha de géneros a través de la Historia, Málaga 2001, vol. I, p. 405-417.
21
Amiano Marcelino e Hispania: reconsideraciones.
Amiano ha sido considerado como el último gran historiador de
Roma, punta de lanza de la historiografía pagana en tiempos del
renacimiento teodosiano1, además de autor de amplia capacidad para
formular juicios consistentes sobre política y moral 2, lo que le
convierte en un estudioso del Estado en declive3. Su metodología
pretende abordar temas verdaderamente importantes en su obra
PUB.- en L. A. García Moreno y S. Rascón Marqués (eds.), Guerra y rebelión en la
Antigüedad tardía. El siglo VII en España y su contexto mediterráneo, Alcalá de Henares 2005, p.
7-30.
1 M. Martínez Pastor, “Amiano Marcelino, escritor romano del siglo IV. Perfil
literario”, Estudios Clásicos 34, 102 (1994), p. 91-92; L. Cracco Ruggini, “La storiografía latina da Ammiano Marcellino a Cassiodoro (e anchi piè in là): documenti,
relitti e fantasmi reinterpretati”, Cassiodorus 3 (1997), p. 177: “L´ultimo pilastro della
storiografia tardoantica in lingua latina nel solco della tradizione”.
2 Según R.C. Blockley, Ammianus Marcellinus. A study of his historiography and political
thought, Bruxelles 1975, p. 27-28, Amiano introduce en su obra sus preconcepciones
morales, al estilo de todos los historiadores romanos importantes, aunque su
aproximación resulte diferente: “History´s function was to enshrine the good and
evil actions of the past as examples for posteriority and to provide a reward for the
good and a punishment for the bad (vid. p. 162-163), lo que, básicamente, significa
que son los hombres y su carácter cuentan en la Historia, no los sistemas políticos o
las fuerzas económicas; en cuanto que se trata de juicios morales basados sobre
principios generales, esto suele deriva en la producción de tipos (“black-and-white
caricatures of virtue and vice”, p. 27), algo que Amiano tiende a reforzar por su
tendencia, en ocasiones, a generalizar a partir de una idea dominante.
3 R.C. Blockley, op.cit., p. 137; P.M. Camus, Ammien Marcellin. Témoin des courants
culturels et religieux a la fin du IVe siècle, Paris 1967, p. 7.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
244
histórica, evitar la extensión en los detalles insignificantes (minutiae,
XXVI, 1, 1) en la más pura línea de Tácito 4.
Asimismo, a las Res gestae se las ha considerado como una Historia
militar5, con una estructura narrativa en la que constantemente se
reconoce el peso específico del ejército6, aunque sin por ello obviar el
protagonismo de los problemas civiles7. Amiano muestra un interés
particular por el ejército, en cuanto determinante de la legitimidad
imperial, en multitud de ocasiones; él vivió en un mundo en el que la
elección civil ya no revestia importancia alguna8.
A lo largo del Bajo Imperio no faltaron, en la producción literaria
de esta época, tratados militares 9 que intentasen ayudar con sus
consejos al depauperado ejército romano: aunque los generales, por
norma, los consideraban inútiles y preferían la experiencia de perso-
R.C. Blockley, op.cit., p. 100; Ibidem, “Tacitean influence upon Ammianus Marcellinus”, Latomus XXXII, 1 (1973), p. 73.
5 N. Santos, “Recensión a la obra de G.A. Crump, Ammianus Marcellinus as a
military historian”, Wiesbaden 1975, p. 406: “Puesto que Amiano Marcelino se
desenvolvió como un oficial del estado mayor, desarrolla un conocimiento práctico
al describir los factores que contribuyeron a la concepción y ejecución de la estrategia: dicho ingenio se encuentra, no obstante, parcialmente obscurecido por su
celo hacia una elegancia literaria, pese a lo cual los detalles de su narración forman
una visión instructiva de los problemas estratégicos en el siglo IV dC”.
6 V. Neri, “Ammiano Marcellino e l´elezione di Valentiniano”, R.S.A. 15 (1985), p.
178.
7 R.C. Blockley, op.cit., p. 13 y 18.
8 S.A. Stertz, “Ammianus Marcellinus´attitudes toward earlier emperors”, en Studies
in Latin Literature and Roman History, vol. II, Bruxelles 1980, p. 489; R.C. Blockley,
op.cit., p. 57.
9 Los dos más famosos son el De re militari de Vegecio y el anónimo De rebus bellicis.
Según W. Goffart, “The date and purpose of Vegetius´De re militari”, en Rome´s fall
and after, London 1989, p. 45-80 (= Traditio 33 (1977), p. 65-100), p. 48, la principal
diferencia entre ambos es que el primero tiene un carácter más divulgativo, mientras que el segundo va dirigido a la burocracia palaciega.
4
245
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
najes curtidos en la realidad de la guerra10. No podemos considerar las
Res gestae de Amiano como uno de esos tratados, pero sin duda alguna
de la información militar de nuestro autor resulta patente, dada su
experiencia personal en ese campo y su cercanía a los puestos de
mando durante su carrera como soldado11. Sus conocimientos militares pueden observarse a través de significativos pasajes de la obra12.
J. Arce, “Estrabón sobre la Bética”, en Estudios sobre Urso, Colonia Iulia Genetiva,
Sevilla 1989, p. 221.
11 G.A. Crump, “Ammianus and the late Roman army”, Historia XXII, 1 (1973), p.
92 y 101; A.D. Lee, Information and frontiers. Roman foreign relations in Late Antiquity,
Cambridge 1993, p. 7-9. N.J.E. Austin, Ammianus on Warfare. An investigation into
Ammianus´military knowledge, Bruxelles 1979, p. 164-165, presenta las siguientes
observaciones generales sobre los conocimientos militares de Amiano: A) Las Res
gestae constituyen un trabajo literario, no pretende ser un tratado técnico en conocimientos militares: Amiano sacrifica el vocabulario técnico a las convenciones literarias y retóricas para adecuar su texto al auditorio. B) Aunque la obra no es un tratado técnico, contiene considerable información específica, particularmente en las
facetas de inteligencia y cuarteles generales, tanto en la táctica como, sobre todo, en
la estrategia. Amiano, sin embargo, no puede compararse en este terreno a otros
autores como César. C) El punto de vista de la narración de la historia militar en el
antioqueno es la de un miembro del cuartel general antes que la de un oficial de
campo, con lo cual muestra una tendencia a describir las líneas generales antes que
el detalle; casi no hace mención a sus actuaciones en combate. D) Sus fuentes de
información suelen ser individuos con destinos similares al suyo, a excepción de las
campañas africanas de Teodosio senior, donde su informante es un civil. E) Por
todo lo anteriormente dicho, las Res gestae se convierten en una de las fuentes más
importantes para la comprensión del siglo IV.
12 Por ejemplo, la descripción de la batalla de Argentoratum (XVI, 12, 1-66); descripción del sitio y toma de Amida (XVIII, 9-10; XIX, 1-9); disgresión sobre máquinas
de guerra (XXIII, 4, 1-15), en el contexto de la campaña persa de Juliano; información sobre la defensa de Valentiniano de la orilla gala del Rin (XXVIII, 2, 1-4);
descripción de la batalla de Adrianópolis (XXXI, 12-13); descripción del sitio de
Adrianópolis por los godos (XXXI, 15, 1-15); N.J.E. Austin, op.cit., p. 19-20, apunta
que, además de las mencionadas, Amiano participaría de alguna forma en la represión de las incursiones isaurias (353) y contra las razzias de Nohodares (354). Para
lo militar en Amiano vid. E. Nischer, “Das Römische Heer und Seine Generale
Nach Ammianus Marcellinus”, Hermes 63 (1928), p. 430-456.
10
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
246
Por todo lo anteriormente dicho, no podemos estar de acuerdo
con la tesis sobre el escaso interés aparente de Amiano13 (y de otros
autores tardorromanos14) por la Península Ibérica que ha elaborado,
no hace mucho tiempo, el profesor Alonso-Núñez en algunos artículos publicados en la revista Latomus. Todos ellos apuntan hacia la
ausencia de conflictos militares en el solar hispano durante el siglo IV
y la atracción, por motivos bélicos, que otras regiones del orbe
romano suscita en los intelectuales de la época15, como las causas que
elevan a la Hispania tardoantigua a la categoría de “gran ausente” de
las fuentes bajoimperiales.
Se ha escrito, aún más recientemente, que Teodosio estableció
una jerarquía entre las regiones que él consideraba vitales para el
J.M. Alonso-Núñez, “Ammien Marcellin et la Péninsule Iberique”, Latomus 39
(1979), p. 188-192.
14 De ellos no nos ocuparemos en este trabajo por la evidente falta de espacio.
Serán objeto de estudio en otro trabajo aparte.
15 J.M. Alonso-Núñez, “Festus et la Péninsule Ibérique”, Latomus 39, 1 (1980), p.
161-164: Festo sólo dedica dos pasajes a Hispania en su “Breviario”: el III, relativo
a la conquista de la Península por Roma y, sin mencionar ningún hecho histórico
entre su época y la de Augusto, el V, donde se citan las provincias hispanas tras la
reorganización administrativa de Diocleciano. A juicio de Alonso-Núñez, Festo
estaría más interesado por la administración del Oriente y, como Amiano, reflejaría
la ausencia de hechos importantes en Hispania; “Eutrope et la Péninsule Ibérique”,
Latomus, 40 (1981), p. 384-387: Eutropio escribe un breviario dirigido a los niveles
administrativos que exigen objetividad y patriotismo sin fisuras, interesándose sobre
todo por Roma y obviando los particularismos de las distintas provincias del Imperio; “Aurelius Victor et la Péninsule Iberique”, Latomus 41, 2 (1982), p. 362-364: no
varía un ápice en sus apreciaciones, aunque la información sobre la Península es
más abundante en el autor del Liber de Caesaribus que en Festo y Amiano; en
“Orosius on contemporary Spain”, en Studies in Latin Literature and Roman History V
, Bruxelles 1989, p. 439-507, destaca el hispanismo del autor y su adhesión a la
dinastía teodosiana, considerando el período que va desde mediados del siglo III a
principios del V como un período de paz; vid. también “Aspectos de la Hispania
romana del siglo IV. Límites cronológicos y consideraciones sobre las fuentes para
su reconstrucción histórica”, SHHA VIII (1990), p. 7-10.
13
247
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
Imperio y aquéllas que tenían un carácter secundario (Hispania 16,
Galia, Britania...): entre las primeras figuraban Italia (por su prestigio
histórico y sus bases militares), África (cereales), los Balcanes (bisagra
entre Occidente y Oriente), Asia Menor y Siria (por sus buenas
comunicaciones y sus ricas ciudades) y Egipto (la cesta del pan de
Constantinopla)17; sin embargo, una zona como Britania, cuyo
control se pierde definitivamente a principios del siglo V, que no
resultaba decisiva en modo alguno para el Imperio18, recibe una
exagerada atención de Amiano Marcelino19. Además, hemos de tener
en cuenta que el antioqueno hace gala de un gran patriotismo20 a
través de dos rasgos de su obra: la utilización del latín21 (aunque su
J.M. Alonso-Núñez, “Aspectos de la Hispania romana...”, p. 8 ss: en el siglo IV la
Península Ibérica comienza a aislarse del resto del mundo romano occidental, con
unas estructuras económicas en declive, una polarización social y una crisis
demográfica evidente.
17 G. Williams, S. Friell, Theodosius: the Empire at bay, London 1994, p. 72 y 114.
18 A.D. Lee, op.cit., p. 4.
19 N. Santos, “Amiano Marcelino y las Islas Británicas”, M.H.A. XI-XII (19901991), p. 317-336. N.J.E. Austin, op.cit., p. 42, afirma todo lo contrario: Amiano
dedica poco espacio a Britania, en comparación con otras zonas, tal vez porque no
dispone de una buena fuente de información.
20 Vid. F. Paschoud, Roma Aeterna. Études sur le patriotisme Romain dans l´Occident latin
a l´époque des grandes invasions, Neuchâtel 1967, p. 33-70.
21 S.A. Stertz, art.cit., p. 497, hace notar que Amiano nombra a los historiadores no
griegos del Imperio Romano, con lo que se alinea más con los biógrafos imperiales
latinos; vid. R.C. Blockley, op.cit., p. 13 ss y 28 ss. El latín, lengua administrativa del
Imperio, convivía con muchas otros entre las que destacaba el griego. Av.
Cameron, El mundo mediterráneo en la Antigüedad Tardía, Barcelona 1998, p. 15-16
opina que tal galimatías lingüístico no supuso un obstáculo para que la
Administración funcionara de forma aceptable y que (p. 152) hasta mediados del
siglo VI, el latín continuó siendo la lengua del Derecho, la administración y el
ejército, y su uso se hallaba bastante generalizado en ciudades de lengua griega
como Constantinopla; W. Goffart, art.cit., p. 62: Vegecio, que con su obra se dirige
a Teodosio II, escribe su texto en latín, pues también los emperadores de Oriente la
dominaban; A. Cameron, “The Roman friends of Ammianus”, J.R.S. LIV, (1964),
p. 28, opina que el uso del latín por un autor griego como Amiano se debería a lo
que el antioqueno expresa en pasajes como XIV, 6, 2 o XXII, 9, 7: voluntad de
16
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
248
lengua materna fuera el griego) y la atención preferente a la Urbe,
dejando al Oriente griego y a su gran ciudad, Constantinopla, en un
segundo plano22. Si a ello añadimos que “la diócesis hispánica ocupaba un lugar nada despreciable dentro del conjunto de los importantes
gobiernos regionales de las pars Occidentis, solo superada claramente a
su igual nivel por la propia Italia, meta para la mayoría de los destacados senadores de Roma que en esta época abandonaban su otium
por una carrera administrativa” 23, entonces tendremos que revisar la
postura de nuestro historiador hacia el territorio hispano. De igual
modo, el peso económico de Hispania durante el Bajo Imperio resulta considerable: se ha recuperado de la crisis a partir del tercer cuarto
del siglo III24 y, en 383, ya puede incluso suministrar grano a Roma
durante una hambruna25.
Las noticias hispanas que aparecen en Amiano son las siguientes:
narrar desde el punto de vista romano; o tal vez podría explicarse si encuadramos a
Amiano en la tendencia de autores latinos occidentales, como Sidonio Apolinar,
que afirman con su obra literaria en tal idioma el estatus del hombre privilegiado en
un contexto de progresiva barbarización del Imperio: vid. J.d. Harries, “Sidonius
Apollinaris and the frontier of Romanitas”, en Shifting Frontiers in Late Antiquity,
Aldershot 1996, p. 34-35.
22 M. Martínez Pastor, art.cit., p. 112.
23 L.A. García Moreno, “España y el Imperio en época teodosiana. A la espera del
bárbaro”, en I Congreso Caesaraugustano, ed. G. Fatas, Zaragoza 1981, p. 41; sin
embargo, el mismo autor se contradice cuando afirma, en p. 30-3, que la diócesis
hispánica es una zona marginal en el siglo IV por su crisis económica y a causa de la
debilidad de los grupos dirigentes, lo que justifica la escasez de datos en las fuentes
históricas, sobre todo en Amiano.
24 J.F. Rodríguez Neila, “Aspectos del siglo III dC. en Hispania”, H.Ant. II (1972),
p. 185-186 señala, sin embargo, algunos sectores económicos como el comercio o
la ganadería que se mantuvieron pujantes a lo largo de la centuria.
25 J.M. Blázquez, “La Bética en el Bajo Imperio”, Latomus 37, 2 (1978), p. 472 ss;
Symm., Rel. XXXVII, 310, 4 ss; Claud,. In Eutr., I, 407, nos dice que cuando Gildón
cortó el suministro de grano norteafricano a Roma, Hispania abastece a la Urbe;
SHA,Vit.Aur. 48, 1: testimonia el aprovisionamiento de aceite hispano a la plebe
romana.
249
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
- XIV, 5, 6: en el contexto de la represión de los partidarios de
Magnencio, se cita al temible notario Paulo Catena26, oriundo de
Hispania27.
- XIV, 11, 33: explicando las causas de la caída de Galo, Amiano
hace alusión a Viriato, dentro de una lista de personajes que, partiendo de un origen humilde, llegan a las más altas cotas de poder por
mero capricho de la fortuna.
- XV, 9, 6: alusión al mito de Gerión, a la hora de explicar el origen de los galos según los griegos.
- XV, 10, 2: la Galia limita por el Oeste con el océano y los
Pirineos28.
- XV, 10, 10-11: Publio Cornelio Escipión intenta parar a Aníbal
en su ataque a Italia y envía a su hermano Cneo, con una flota, a
Hispania para luchar contra Asdrúbal. Alusión a Sagunto
- XVI, 8, 9: un agens in rebus acusa sin fundamento, en Hispania, a
una ilustre familia de conspirar contra el emperador29.
- XX, 8, 13: tras ser proclamado augusto por el ejército, Juliano
informa a Constancio que está dispuesto a enviarle caballos de tiro
hispanos y jóvenes laeti de la orilla izquierda del Rin, así como germaDocumentado en otros pasajes de las Res gestae, siempre como delator, instigador
y perseguidor: XV, 3, 4; XV, 6,1; XIX, 12, 1. Juzgado en los procesos de Calcedonia
(361-362), fue quemado vivo.
27 Tal vez, incluso, de la propia Gallaecia, patria chica de Teodosio (vid. J.M.
Alonso-Núñez, “Ammien Marcellin et la Péninsule…”, p. 191): si esto fuera así, no
podríamos resistirnos a la tentación de ver en el notario un velado reflejo de la
dureza y de la perfidia del emperador hispano.
28 J.M. Alonso-Núñez, “Ammien Marcellin et la Péninsule…”, p. 188: este dato lo
extrae Amiano de Ptolomeo, y demuestra que el antioqueno no tenía una idea muy
exacta de la geografía peninsular.
29 J.M. Alonso-Núñez, “Ammien Marcellin et la Péninsule…”, p. 191: interpreta en
este pasaje que los funcionarios imperiales tenían un gran poder en la Península y
actuaban de forma arbitraria.
26
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
250
nos transrenanos que se presten a ser reclutados, como tropas auxiliares.
- XXI, 4, 6: el rey alamán Vadomario, capturado por Juliano, es
confinado en Hispania.
- XXIII, 1, 4: Juliano recibe en Antioquía a una legación de varones ilustres de Roma. A uno de ellos, Volusio Venusto, le encomienda el vicariado de Hispania.
- XXIII, 5, 20: alusión a la destrucción de Numancia por Escipión
(en el contexto de la campaña persa de Juliano): ejemplo de un enemigo de Roma que requiere de grandes esfuerzos para ser derrotado.
Citada antes en XVII, 11, 330.
- XXIII, 6, 21: al describir Persia, Amiano dice que al igual que
Iberia recibe su nombre del río Hiberus, y la Bética del Betis, lo
mismo ocurre con otras regiones como India, Eufratense, Adiabene,
etc.
- XXV, 9, 10: a Escipión se le niega el triunfo cuando arrebató
Hispania a los cartagineses.
- XXVIII, 1, 26: Falangio, consular de la Bética, procesa y ejecuta
al joven Loliano, hijo del exprefecto del pretorio galo Lampadio, por
copiar un libro de fórmulas mágicas.
- XXXI, 4, 9-10: la catástrofe de Adrianópolis requería a hombres
capaces y no a los peor reputados como Lupicino y Máximo. Este
último, hispano (aunque Amiano no dice nada al respecto), es descrito como un “duque funesto”, de una gran avidez por el dinero31.
J.M. Alonso-Núñez, “Ammien Marcellin et la Péninsule…”, p. 190: de todos los
episodios de la conquista de la Península, Amiano tiene como fuente a Polibio; las
noticias amianeas al respecto, pues, no tienen un valor histórico de fuente, pero nos
muestran las lecturas históricas del antioqueno
31 No mencionada en J.M. Alonso-Núñez, 1979; según Williams, S., Friell, G.,
op.cit., p. 37, Máximo, apoyo en la entronización de Teodosio, un dato que el
auditorio pagano de Amiano debía conocer bien.
30
251
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
- XXXI, 13, 17: C. Cornelio Escipión Calvo muere en Hispania,
contra los cartagineses en un incendio provocado por el enemigo, al
igual que Valente en Adrianópolis.
La abrumadora mayoría de estas noticias hispanas tienen un carácter negativo o luctuoso. Si examinamos, por otra parte, las referencias
a los emperadores hispanos, Trajano y Adriano, éstos son tratados
con indiferencia32 (caso de Trajano en las 15 referencias existentes) o
incluso con dureza (Adriano, con 7 referencias, es acusado de envidioso en XXX, 8, 10) por el antioqueno33. El primero de ellos recibe
en la Historia Augusta un total de 31 referencias; el segundo es mencionado en la misma obra en 17 ocasiones. Pese a que en XXX, 9, 1
Juliano, el héroe de nuestro autor34 es comparado a Trajano y a
Marco Aurelio, dos ejemplos de príncipes ideales en el mundo romano, y que en XXIV, 3, 9 se vuelve a comparar a Trajano con el Apóstata, en XXVII, 3, 7 se compara a Trajano con Valentiniano I, lo cual
no dice mucho a favor del primero de los emperadores de Itálica 35;
Valentiniano: colérico, cruel, envidioso, cobarde, salvaje en todos sus
M. Martínez Pastor, art.cit., p. 112: en cuanto a Adriano, el mayor interés de este
emperador por Oriente (siendo Occidente la parte del Imperio que más atención
tiene de Amiano, puede constituir una razón por la que no reciba tanto protagonismo como en la Historia Augusta (vid. S.A. Stertz, art.cit., p. 504).
33 Al respecto vid. S.A. Stertz, art.cit., p. 500-501.
34 Juliano es para Amiano la antítesis de Constancio II, el genio militar, visto desde
la perspectiva de un protector domesticus, que ofrece la mejor garantía de un gobierno
presidido por los valores morales, algo muy distanto de lo que había sido el reinado
de su primo. Vid. C. Di Spigno, “Studi su Ammiano Marcellino. Il regno di Constanzo II”, Helikon II (1962), p. 457-458.
35 Valentiniano es un emperador con muy mala prensa en Amiano: R.C. Blockley,
op.cit., p. 52, ha visto en el salvajismo de este emperador, una crítica a la brutalidad
de Teodosio por episodios como la matanza de Tesalónica; vid. también R. Syme,
Ammianus and the Historia Augusta, Oxford 1968, p. 13-14 y E.A. Thompson, The
historical work of Ammianus Marcellinus, Gröningen 1969 [1947], p. 116.
32
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
252
actos, pesadilla de la aristocracia senatorial36, la única virtud que
nuestro historiador señala de él con cierta constancia (su capacidad
para el mando militar) no parece dulcificar la visión de un auténtico
desequilibrado37. En XXV, 8, 5 se compara a Trajano con Septimio
Severo, emperador éste que en Amiano recibe un homenaje por su
talento militar, su frugalidad y su prudencia, omiténdose su hostilidad
hacia el Senado38. Un autor como Aurelio Víctor, por ejemplo, siente
simpatía por los emperadores de origen provincial (puesto que él
mismo era norteafricano por ascendencia) y en De Caes., XIII, 1 8
alaba a Trajano, mientras que en XIII, 11 hace lo propio con
Adriano39. El antioqueno no escapa a la costumbre de clasificar a los
Valentiniano I prefería, aprovechando el pozo artesiano de talento que constituía
el ejército en su época (vid. P. Brown, El mundo en la Antigüedad Tardía: de Marco
Aurelio a Mahoma, Madrid 1989, p. 35), la profesionalidad de sus oficiales panonios
al rancio abolengo de la aristocracia senatorial (vid. J.F. Matthews, Western aristocracies
and imperial court AD 364-425, Oxford 1975, p. 39-40). Su odio hacia la nobilitas fue
famoso entre todos los autores que escribieron sobre este emperador,
principalmente Amiano Marcelino, quien documenta que llegó a promulgar una ley
que permitía torturar a los senadores acusados de maiestas (Amm. XXVIII, 1), ley
que derogó su hijo Graciano (C.Th., 9, 35, 3; Aus., Grat.act., I, 3; véase también R.
Etiénne, et alii, Ausone, humaniste aquitain, Bordeaux 1968, p. 50: “Après la nuit
tragique du regne de Valentinien, un nouvel âge d´or debute: la felicitas revient”),
puesto que necesitaba todo el apoyo posible en los difíciles comienzos de su
reinado (H.G. Sivan, Ausonius of Bourdeaux: genesis of a Gallic aristocracy, London 1993:
“An emperor like Gratian whose sole claim to the throne was a dinastic right and
who still had to demonstrate military and administrative ability, needed all the
support he could get, especially from the rich senators of Rome”. Igualmente, Zos.,
IV, 1, 1 nos recuerda el colérico carácter del dinasta, rasgo que, recordemos, le
llevará a la tumba. Para un planteamiento general del enfrentamiento entre Valentiniano y la aristocracia senatorial, puede consultarse A. Alföldi, A conflict of ideas in the
Roman Empire, Oxford 1952, especialmente el capítulo V y P. Hamblenne, “Une
“conjuration sous Valentinien?”, Byzantion L, 1 (1980), p. 198-225.
37 Sobre el retrato de Valentiniano en las Res gestae vid. R.C. Blockley, op.cit., p. 41-47.
A. Alföldi, op.cit., p. 25-27, hace hincapié en la injusticia de este retrato.
38 S.A. Stertz, art.cit., p. 506. Este retrato de S. Severo también lo hallamos en
Epit.de Caes., XX, 5.
39 Esto lo admite J.M. Alonso-Núñez, “Aurelius Victor…”, p. 363.
36
253
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
emperadores en buenos y malos, tan boga en el siglo IV como en el I,
aunque aquél se distancia de la norma en lo que a la consideración de
los Antoninos se refiere40. Trajano y Adriano, ejemplos de buenos
príncipes en la mayor parte de las obra de la Antigüedad Tardía, son
tratados en las R.G. con un elevado grado de premeditada frialdad.
Recordemos que en el momento en que Amiano escribe, se halla en
el trono un hispano.
J.M. Alonso-Núñez afirmaba el desinterés de Amiano sobre la
Península en la tranquilidad que reinaba en la misma durante el siglo
IV41. Por su parte, F.A. Muñoz ha definido a la Hispania del período
entre Augusto y el 409 como un territorio sumido en una “paz
imperfecta”. Consistiría ésta en la existencia de un cierto grado de
violencia paralelo a determinadas circunstancias positivas: ausencia de
conflictos armados, ciertos niveles de estabilidad y valores positivos
de libertad, cooperación, creatividad, etc., todo favorecido por una
geografía que aisla a la Península y por su alejamiento del centro del
Mediterráneo42. Si bien las fuentes no nos hablan, para el siglo IV, de
invasiones de extraliminares, deberíamos tener en cuenta que “la
Hispania teodosiana no parecía poder esperar a otros bárbaros que
no fuesen los interiores, los no cristianos y escasamente romanizados
S.A. Stertz, art.cit., p. 491-492 y 504. Por ejemplo, Antonino Pío aparece únicamente referenciado en 2 ocasiones en Amiano (por 13 en la Historia Augusta), ya
que era un emperador con el que su héroe, Juliano, simpatizaba poco (Iul., Caes.,
311, c-d; también desfavorecido en Aur.Vict., Caes., 16). Sin embargo, Marco Aurelio, con 20 referencias, permanece en su rol de gobernante con éxito militar y
sabiduría erudita, punto de referencia continuo del Apóstata (XXII, 5, 4-5; XXV, 4,
17); vid. también P-M. Camus, op.cit., p. 114-115; S.A. Stertz, art.cit., p. 508, ha
apuntado que, sin embargo, frente a un emperador con mala fama como Galieno
en la historiografía prosenatorial, nuestro autor utiliza un tratamiento más bien
positivo: Esta apreciación positiva vendría motivada por el filohelenismo del hijo de
Valeriano.
41 J.M. Alonso-Núñez, “Ammien Marcellin et la Péninsule…”, passim.
42 F.A. Muñoz, “Del odio a la paz de los indígenas: guerra y resistencia en la
Hispania meridional”, en La Bética en su problemática histórica, Granada 1991, p. 205.
40
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
254
a la vez”43. Entre estos bárbaros interiores destaca la bagauda, fruto
de una sociedad que se mantenía opresiva y explotadora aún al precio
de su propio hundimiento44. Siguiendo la tendencia general de la
literatura del siglo IV, no hallamos ningún testimonio directo del
fenómeno de la bagauda en Amiano Marcelino. Sin embargo, en
XXVII, 2, 11, el autor, que está hablando del reinado de Valentiniano
I, hace alusión a ciertos problemas de orden público en algunas regiones de la Galia y declina profundizar en el tema argumentando que
otros episodios de guerra en las fronteras resultan de mayor interés,
mientras que tales episodios sólo aportarían un matiz ignominioso a
su obra. ¿Por qué esta actitud? ¿Ocurre, como se ha apuntado, que el
dinasta tuvo que afrontar serias rebeliones de campesinos sin conse-
L.A. García Moreno, art.cit., p. 63; Prud., Perist., I, 94 ss., califica a los vascones
de bárbaros: “iamne credis, bruta quondam Vasconum gentilitas/, quam sacrum crudelis error
inmolarit sanguinem?”; al respecto vid. J. Fontaine, “Romanité et hispanité dans la
litterature hispano-romaine des IV-V siècles”, en Assimilation et résistance à la culture
gréco-romaine dan le monde ancien, Paris 1974, p. 308 ss.
44 J. Sánchez León, Los bagaudas: rebeldes, demonios, mártires. Revueltas campesinas en
Galia e Hispania durante el Bajo Imperio, Jaén 1996, p. 34 ss: el bagaudismo surge en
aquella regiones periféricas menos romanizadas y con mayor grado de indigenismo;
también en zonas de bandolerismo tradicional; p. 49-50: “El horizonte cultural de
los bagaudas debió consistir en el sincretismo entre romanidad e indigenismo que
se puede encontrar en los medios rurales de Armórica y Vasconia, las regiones de
Galia e Hispania con menor grado de romanización y mayor nivel de indigenismo...
Si existiera “conciencia nacional” en el Bajo Imperio, los bagaudas serían revueltas
nativas fieles a un pasado prerromano, el antirromanismo que aparece en las revueltas no es político (nacionalismo), sino cultural (indigenismo, de-romanización).
Oros., VII, 41, 7: muchos provinciales hispanos preferían la libertad en pobres
condiciones entre los bárbaros, a pagar tributo entre los romanos. La situación de
las clases bajas no mejoraría con los germanos en el poder A.M. González-Cobos
Dávila, “Las clases sociales hispano-romanas y sus relaciones dentro de la sociedad
visigótica”, M.H.A. X (1989), p. 177-180.: los grupos sociales bajo y medio de la
sociedad latinohablante recibieron de los nuevos señores germánicos un trato tan
opresivo o más que el que recibían de los honestiores romanos; en ese sentido se
produjo un desenraizamiento de las clases bajas en relación con la identidad religiosa y política del Estado, como ocurriría en la Hispania goda.
43
255
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
guir resultados concluyentes?45 ¿O quizás el antioqueno se niega a
recordar a su selecto auditorio, miembros del orden senatorial y terrateniente, un peligro existente en la época que les atañe de forma
directa? 46 Algo parecido hizo Idacio, quien “en ningún momento
utiliza la palabra “bagauda” para definir este tipo de movimientos
sociales47. A veces negar un problema (o en todo caso omitirlo) se
revela como la mejor solución para el mismo, sobre todo cuando no
se dispone de una solución concluyente para el mismo y, además, no
es el único que existe. Y para las élites de la Antigüedad Tardía, los
bagaudas aparecen como “demonios, simbolismo de las potencialidades negativas del adversario político, enemigo impío de la legalidad y
de los dioses”48. En otras palabras: bárbaros dentro de los límites del
Imperio. Los calificativos utilizados para describirles en las fuentes
bajoimperiales así lo confirman49. De la inseguridad reinante en la
G.E.M. De Ste. Croix, La lucha de clases en el mundo griego antiguo, Barcelona 1988, p.
557.
46 E.A. Thompson, “Revueltas campesinas en la Galia e Hispania tardorromanas”,
en Estudios sobre Historia Antigua, M. Finley (ed.), Madrid 1981, p. 334: “Cuando se le
amenaza peligrosamente, una clase propietaria frecuentemente ocultará (si puede), e
incluso negará, la existencia real de aquéllos que pretenden su destrucción”; p. 335:
“Esta costumbre de omitir a los bacaudae se repite en un historiador, por otra parte,
escrupuloso, del siglo cuarto que nunca se cansaba de asegurar a sus lectores que
falsificar la historia no es menos criminal que omitir mencionar los hechos más
importantes”; N. Santos, “Movimientos sociales en la España del Bajo Imperio”,
Hispania 145 (1980), p. 238: “Este silencio de las fuentes antiguas obedecía al
hecho de que los testimonios y noticias a ellos referentes fueron redactados por
individuos vinculados a los propietarios de tierras del Imperio y, como consecuencia de ello, contaban con razones suficientes para temer al grupo constituido por
los bagaudas”.
47 J.C. Sánchez León, “Sobre el final del bagaudismo en Galia e Hispania”, Espacio,
Tiempo y Forma, Serie II, Hª Antigua, t. 3 (1990), p. 253
48 J.C. Sánchez León, op.cit., p. 16.
49 J.C. Sánchez León, op.cit., p. 41 ss, 85 ss: términos como agrestes ac latrones, agrestes
homines, rustici, hostes, rebelles, perditos, criminosi, crudelles, saevi, vastatores, pernitiosi, furor,
temeritas, malum, ausus, perfidia, pravi, nos presentan a un colectiva que por sus acciones antirromanas se convierten en bárbaros netos.
45
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
256
diocesis, así como de la falta de una autoridad estatal, da cuenta el
hecho de que los ejércitos privados se convierten en los grandes
protagonistas de la vida bélica hispana desde el último cuarto del siglo
IV50.
La referencia al confinamiento de Vadomario51en Hispania ha sido
interpretada como una señal de la tranquilidad que reinaba en el
territorio52. El líder alamán aparece caracterizado, en otros pasajes de
las Res gestae, como el típico bárbaro pérfido, que devasta las zonas
fronterizas (XIV, 10, 1), rompe los tratados de paz con Roma (XVI,
12, 17) y posee una extraordinaria capacidad para urdir intrigas (XXI,
3, 5). ¿Hay aquí una alusión a los riesgos que entrañaba la política
gótica de Teodosio?53 ¿Tal vez debamos pensar en los posibles asentamientos de bárbaros en el Valle del Duero, durante la Tetrarquía,
asentados en tierras baldías y con funciones militares frente a problemas de orden interno?54 Asimismo, quizás sea hora de reivindicar el
R. Sanz, “Aproximación al estudio de los ejércitos privados en Hispania durante
la Antigüedad Tardía”, Gerión 4 (1986), p. 225-264; para los efectivos militares en la
Hispania de los siglos IV-V, vid. A. Balil, De Marco Aurelio a Constantino: una
introducción a la España del Bajo Imperio, Hispania 27 (1967), p. 308 ss.
51 H.W. Elton, “Defining Romans, Barbarians and the Roman frontier”, en Shifting
Frontiers in Late Antiquity, Aldershot 1996, p. 128-129, defiende que este líder
alamán era un personaje que, a pesar de su origen bárbaro, no habría sido muy
diferente de un romano: vid. Amm. XXI, 3, 5, XXVI, 8, 2; XXIX, 1, 2.
52 J.M. Alonso-Núñez, “Ammien Marcellin et la Péninsule…”, p. 191.
53 Vid. M. Pavan, La politica gotica di Teodosio nella pubblicistica del suo tempo Roma,
1964.
54 A. Balil, art.cit., p. 309; “Aspectos sociales del Bajo Imperio”, Latomus XXIV, 4
(1965), p. 903-904; F. Pérez Rodríguez-Aragón, “Elementos de tipo bárbaro
oriental y danubiano de época bajoimperial en Hispania”, en La Hispania de Teodosio,
Segovia 1997, p. 629-647, analiza una serie de vestigios arqueológicos de tipo bárbaro, “elementos característicos de un particular estilo de indumentaria desarrollada
en la zona del Danubio medio entre finales del siglo IV y mediados del siglo V
d.n.e. a partir de ingredientes diversos (germánicos, alano-sármatas, hunos y greorromanos) por la aristocracia sedentaria, en buena medida germánica, sometida a los
nómadas hunos” (p. 629); concluye afirmado (p. 641), que “la mayoría, especialmente los objetos masculinos de “tipo huno”, debieron ser traidos por soldados
50
257
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
concepto de limes hispanicus que tan desprestigiado se halla últimamente55.
Continuando en la línea de señalar un panorama turbulento, en la
Hispania del Bajo Imperio constatamos la existencia, en mayor o
menor grado, de las principales herejías tardoantiguas: origenismo,
arrianismo, pelagianismo y, claro está, priscilianismo56. Asimismo, “es
durante el siglo IV cuando tiene lugar el progresivo afianzamiento del
cristianismo en la Península Ibérica”57.
Creo que ya podemos lanzar una primera afirmación: Hispania se
constituyó en un país que, aún sin hallarse en la periferia del mundo
romano, vivía un ambiente de “barbarie” en la mayor parte de su
territorio58 en época bajoimperial: desde el siglo III, coexisten en el
romanos de origen oriental o que habían adoptado la moda danubiana”.
55 J.M. Roldán, “Un factor de romanización de la España romana imperial: el
ejército hispánico”, en La Romanización de Occidente, J.M. Blázquez, J. Alvar, eds.,
Madrid 1996, p. 122; respecto al limes godo en la franja del Cantábrico y el Galicia
(vid. L.A. García Moreno, “Estudios sobre la organización administrativa del reino
visigodo de Toledo”, A.H.D.E. 44 (1974), p. 5-155; Ibidem, Historia de España
Visigoda, Madrid 1989, p. 331-332) frente a suevos, astures, cántabros y vascones
(para la descripción de este limes vid. M.R. Lovelle, J.L. Quiroga, “De los suevos a
los visigodos en Galicia (573-711): nuevas hipótesis sobre el proceso de integración
del noroeste de la Península Ibérica en el reino visigodo de Toledo”, Romanobarbarica 14 (1996-1997), p. 269 ss.), ha sido discutido recientemente por la fragilidad
de las pruebas arqueológicas (M.R. Lovelle, J.L. Quiroga, art.cit., p. 275 ss); sobre
las operaciones militares de los godos contra los pueblos de la franja cantábrica vid.
Ibidem, p. 283-284.
56 S. Bodelón, “Orosio: una filosofía de la Historia”, M.H.A. XVIII (1997), p. 6466.
57 J.M. Alonso-Núñez, “Aspectos de la Hispania romana...”, p. 8.
58 J.M. Blázquez, “Rechazo y asimilación de la cultura romana en Hispania (siglos
IV y V)”, Assimilation et résistance à la culture gréco-romaine dan le monde ancien, Paris
1974, p. 86: “El resultado del movimiento bagáudico, como las continuas luchas,
saqueos y destrucciones de suevos, vándalos y alanos hasta el definitivo asentamiento de los visigodos, fue la barbarización de Hispania”.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
258
solar hispano invasiones externas, movimiento bagáudico59, bandidaje, revueltas locales, piratería e incluso apoyo manifiesto a usurpadores60, cuando no usurpación directa61. Fenómenos, la mayor parte
de ellos, que se repetirán a lo largo de la España visigoda62. En su
provincia más desarrollada, la Bética, muchas ciudades aparecían
fortificadas tras las invasiones mauritanas del siglo II63. Se ha defendido la existencia de indicios de crisis en Hispania ya desde el periódo
de los Antoninos64. Las invasiones de francos y alamanes en 262 y
270-277 tuvieron un impacto socioeconómico enorme en la Península Ibérica65: “Comienza entonces la ruralización en gran escala de
Hispania y la crisis de la vida urbana”66, cuya consecuencia más grave
A. Balil, “Hispania en los años 260 a 300 dC.”, Emerita 27 (1959), p. 288; N.
Santos, “Movimientos sociales... ”, p. 258 ss.
60 J.F. Rodríguez Neila, art.cit., p. 191 ss. Incluso un usurpador, Bonoso, era de
origen hispano (SHA, Vit.Bon., 14, 1)
61 Es el caso de Máximo, elevado a la púrpura en Hispania por Geroncio en 409410, y más tarde por los vándalos en 419; vid. A. Balil, “Un emperador en la Hispania del siglo V”, A.E.Arq. 37 (1964), p. 183-191.
62 H.J. Diesner, “Bandas de criminales, bandidos y usurpadores en la España
visigoda”, H.Ant. VIII (1978), p. 129-142.
63 A. Balil, “De Marco Aurelio…”, p. 251; sobre tales invasiones, vid. N. Santos,
“Las invasiones de moros en la Bética del siglo II d.n.e.”, Gades 5 (1980), p. 51-62;
R. Thouvenot, “Les incursions des Maures en Bétique sous le règne de MarcAurele” , R.E.A. XLI (1939), p. 20-28.
64 J.M. Blázquez, “Hispania desde el año 138 al 235”, Hispania 35 (1975), p. 5-87.
65 J.F. Rodríguez Neila, art.cit., p. 181: “Es indudable que la población hispana de
este siglo, sobre todo en su segunda mitad, sufrió toda una serie de avatares que
provocaron su inquietud. Generalmente todo lugar habitable que ha sido excavado
nos ha dado en los estratos correspondientes a este momento pruebas fehacientes
de destrucción y ruina. Y es tan común y disperso el fenómeno, y alcanza tales
consecuencias, que salta pronto a la vista la ineluctable necesidad de no considerarlo producto de una invasión, sino más bien de un estado de inquietud general entre
la población hispana como consecuencia de la mediocre defensa y la crisis del
centralismo gubernativo que se traduciría en revueltas locales y en un estado casi
anárquico”.
66 E. Sáez, “La dominación germanica en Hispania. Perfil histórico y bibliografía”,
59
259
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
será una polarización social, acompañada del consiguiente deterioro
de vida del pueblo67. En conclusión, la Hispania del Bajo Imperio
asistirá a una serie de cambios estructurales que trasformarán los
esquemas tradicionales del orden romano y darán lugar a una situación nueva donde la Iglesia tiene mucho que decir68.
Parece que claro que las motivaciones que tuvo Amiano para su
“aparente” desinterés (o podríamos decir “hostilidad”) por lo hispano
radica en la época en que publicó su obra: la de Teodosio69, un gobernantes bastante denostado en las obras de los autores paganos70.
en Passaggio dal Mondo Antico al Medio Evo, da Teodosio a San Gregorio Magno. Atti dei
Convegni Lincei. Accademia Nazionale dei Lincei. Roma 1980, p. 257; apoyan esta
línea argumental J.M. Blázquez, “La crisis del siglo III en Hispania y Mauritania
Tingitana”, Hispania 28 (1968), p. 5 ss; “La Bética...”, p. 470 ss; M. Tarradell, “Sobre
las invasiones germánicas del siglo III dC. en la Península Ibérica”, Estudios Clásicos
3 (1955), p. 95 ss; J.F. Rodríguez Neila, art.cit., p. 199 ss; F.J. García de Castro,
art.cit., p. 329 ss; en la línea contraria, J. Arce, “La crisis del siglo III dC. en Hispania y las invasiones bárbaras”, H.Ant. VIII (1978), p. 257-269: ni las fuentes escritas, que tratan la figura de Galieno desde una óptica prosenatorial, ni la evidencia
arqueológica (estudio de devastaciones, tesorillos, etc.) confirman que las invasiones
germanas del siglo III llevaran a la Península Ibérica a la crisis: “La invasión catastrófica y apocalíptica que han creado los historiadores para la Península Ibérica en
el siglo III, dista mucho de estar demostrada y evidenciada científica y rigurosamente... Reducida a justo medio y proporción, la invasión franca de mediados del siglo
III y la crisis de ese mismo siglo en Hispania parecen tener poca conexión entre sí”.
Para la ciudad hispanorromana en los siglos IV-V, vid. A. Fuentes Domínguez,
“Aproximación a la ciudad hispana de los siglos IV-V dC”, en La Hispania de
Teodosio…, p. 477-497.
67 F.J. García de Castro, art.cit., p. 337.
68 Ibidem, p. 345 ss.
69 En cuanto a la fecha de publicación, no se ha especulado poco al respecto. R.C.
Blockley, op.cit., p. 5-16, piensa que el libro XXI parece haberse publicado antes del
año 391 (año en que se destruye el Serapeum de Alejandría y se menciona la prefectura urbana de Aurelio Víctor); R. Syme, op.cit., p. 10 ss., expone que nadie pudo
haber ignorado la destrucción del Serapeum: por lo tanto, la datación del libro
XXII se fijaría antes del verano del 391, mientras que el libro XXI sería escrito
antes del 388/389. El autor debió haber terminado el libro XXV en el 392. Amiano
recitó los libros XV-XXV en el 393. A raíz de las comparaciones entre la disgresión
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
260
amianea sobre los hunos y los datos que en esa línea aporta Jerónimo, se ha establecido que Amiano concluyó el libro XXXI en el inverno del 392-393. Amiano escribe bajo el reinado de Honorio, y se muestra cauto sobre temas religiosos y prudente
a la hora de elogiar a Teodosio; por lo tanto, el libro XXV aparece antes o durante
el 392. Tras la muerte de Valentiniano II, último de los emperadores panonios,
Amiano decide escribir sobre esta dinastía; los libros XXVI a XXXI no se sabe si
fueron publicados durante el reinado de Eugenio (392-395); al canadiense le cuesta
creer que el antioqueno publicara efusivas alabanzas al padre de Teodosio estando
Eugenio vivo; J.M. Alonso-Núñez, J.M. Alonso-Núñez, La visión historiográfica de
Amiano Marcelino, Valladolid 1975, p. 53, señala que en la alabanza que Amiano
dedica a Teodosio (princeps postea perfecctissimus, XXIX, 6, 15) parece poco probable
inferir que el emperador estuviera vivo, ya que el antioqueno estaba expresando,
por asociación, su satisfacción ante el reinado de Teodosio. Por lo que el año del
óbito del emperador, el 395, constituiría un término post quem para datar el libro
XXIX. Ya analizamos, en el capítulo VI, el sentido de tales alabanzas, por lo que
consideramos erróneo la hipótesis del profesor Alonso-Núñez: Teodosio estaba
vivito y coleando cuando nuestro historiador lee sus “Historias” en Roma; así que
sería tras la batalla del río Frígido o en el reinado de los descendientes de Teodosio.
En todo caso, ya fuera en el reinado de Eugenio, Teodosio u Honorio, R.C.
Blockley, op.cit., p. 94, afirma: “And on the whole he successfully avoids these
limitations in his last six books, except when he deals with matters of concern to
the house of Theodosius”; vid. Amm. XXVII, 8, 6-10; XXVIII, 3; XXIX, 5; E.A.
Thompson, op.cit., p. 93 ss; se defiende, pues, que Amiano escribió sin las limitaciones de la amenaza de represalias y sin necesidad de caer en la lisonja panegírica,
manteniendo incluso un tono crítico. Por su parte, E.A. Thompson, op.cit., p. 18-19,
opina que la obra comienza a publicarse en el 392 y que entre los años 394-397 el
historiador procedería a su conclusión, así como a la revisión de los primeros libros.
También O.J. Maenchen-Helfen, “The date of Ammianus Marcellinus´last books”,
AJPh. 76 (1955), p. 384-399, ha apuntado que Amiano termina su obra en el
invierno del 392-393.
70 La visión que nos ofrece Zósimo sobre Teodosio es la de un gobernante entregado a la pereza (IV, 13), que sin embargo muestra períodos de frenética actividad
entre largas temporadas de entrega a la molicie (IV, 55). Sin embargo, el emperador
había conseguido reconstruir el debilitado ejército de los años de Adrianópolis,
había asimilado con éxito a los bárbaros en el ejército y la administración, había
rechazado la invasión de los greuzungos del 386 y había logrado la unificación del
Imperio y de la Iglesia. S. Williams, G. Friell, op.cit., p. 72; L.A. García Moreno,
“España y el Imperio...”, p. 29: “La época de Teodosio representó un momento
decisivo en la constitución de elementos políticos y culturales típicos de la Spätantike mediterránea. Tales serían: el inicio de una nueva política bárbara basada en la
261
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
La política religiosa de Teodosio le convirtió en el ideal del
modelo de gobernante cristiano, por encima incluso de Constantino71,
aunque él seguía la evolución religiosa de su época para sus propios
fines políticos72. Los partidarios hispanos de Teodosio73, que ocuparon altos cargos en Constantinopla, eran católicos fervientes y esperaban que el emperador interviniera de forma contundente contra heréticos y paganos74. A medida que avanzamos hacia la figura del dominus,
colaboración por vía de foedera de graduación diversa con varias estirpes germánicas
y, en primer lugar, los visigodos; la implantación definitiva del gobierno de la Pars
Orientis en Constantinopla, a la muerte del gran emperador, la final división de facto
del Imperio en sus dos mitades, dotadas de gobiernos cada vez más autonómos y
diferenciados al enfrentarse con problemas diversos; y la plena estabilización del
Imperium Romanum Christianum”.
71 W. Goffart, “An empire unmade: Rome, AD 300-600”, p. 33-44, en en Rome´s
fall..., p. 36.
72 P. Brown, op.cit., p. 126; S. Williams, G. Friell, op.cit., p. 52: los emperadores
cristianos, aunque probablemente sinceros en su fe, no olvidaban que ante todo
eran gobernantes romanos y por ello utilizaron a la Iglesia en función de sus intereses: generalmente se bautizan en su lecho de muerte o eligen aquella facción del
mundo cristiano (arrianismo de Valente, por ejemplo) que consideran más fácil de
manejar.
73 L.A. García Moreno, “España y el Imperio...”, p. 47: lo único que es posible
distinguir entre la aristocracia peninsular a fines del siglo IV es el desarrollo de un
cierto particularismo hispánico, mantenido siempre en el seno de una impecable
fidelidad a la Roma Aeterna. No se documentan senadores béticos en el Bajo Imperio: J.M. Blázquez, “La Bética...”, p. 481; según J.F. Rodríguez Neila, art.cit., p. 183,
ésta es una tendencia que se origina en el siglo III, en un período histórico en el que
el orden ecuestre va copando los puestos de la administración hispana73. F.J. García
de Castro, “La trayectoria histórica de Hispania Romana durante el siglo IV dC.”,
H.Ant. XIX (1995), p. 341: en torno a la familia teodosiana, surge, en Gallaecia, un
grupo de senadores cuyo rasgo común es el de ser homines novi. Estos advenedizos
son muy criticados por Amiano, en cuanto rivales de la aristocracia tradicional.
74 S. Williams, G. Friell, op.cit., p. 56; L.A. García Moreno, “España y el Imperio...”,
p. 57: la religiosidad cristiana de las aristocracias occidentales en época teodosiana
se manifestaba en el desarrollo del culto a los mártires, la aparición de movimientos
ascéticos, intensa actividad caritativa, peregrinaciones, simbiosis creciente entre
jerarquías eclesiásticas y laicas, asalto progresivo de la primera a la élite senatorial, y
voluntad de acabar con el paganismo; L.A. García Moreno, “Corrientes cristianas
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
262
la tolerancia de los emperadores respecto a la libertad de expresión de
los súbditos se va limitando75. Amiano alude a Teodosio como princeps
postea perspectissimus (XXIX, 6, 15): es una alabanza sospechosamente
exagerada76. Y califica a su padre, Teodosio senior, como el general
más prudente en el terreno militar (XXIX, 5, 9; 32; 39; 45)77. Hay
quien ha pensado que en el panegírico del comes, Amiano recrea la
figura de Juliano78. Y también quien ha visto en el elogio a la tolerancia religiosa de Valentiniano (XXX, 9, 5), un gobernante tan vituperado en las Res gestae, una crítica a las duras medidas de Teodosio contra
el paganismo79. En la obra de un pagano convencido como es Amiano80 no podían faltar alusiones a la peligrosidad de los cristianos81,
aunque camufladas por puros motivos de supervivencia82.
aportadas al mundo griego por la aristocracia occidental de Teodosio el Grande”,
Kolaios 4 (1995), p. 496: “El estudio de las actitudes y política religiosas de los colaboradores occidentales de Teodosio muestra que las aficiones y creencias de éstos
tuvieron decisiva influencia en el ritmo y en la forma que asumió la cristianización
de las provincias orientales en aquellos decisivos años”.
75J.R. Aja Sánchez, “Vox populi et princeps: el impacto de la opinión pública sobre
el comportamiento político de los emperadores romanos”, Latomus 55, 2 (1996), p.
320; contrario a J.M. Alonso-Núñez, op.cit., p. 19: “Ambos autores (Amiano y
Tácito) escriben durante el reinado de dos grandes príncipes, Trajano y Teodosio, y
por lo tanto, las condiciones de libertad y de objetividad quedaban en gran medida
garantizadas”.
76 R. Syme, op.cit., p. 142; G. Sabbah, La méthode d´Ammien Marcellin. Recherches sur la
construction du discours historique dans les Res gestae, Paris 1978, p. 557: hay una conexión
entre el restablecimiento de la fortuna romana gracias a las acciones de Teodosio
(XXIX, 6, 15-16) y la restauración del pórtico de Eventus Bonus por los cuidados del
prefecto Claudio en Roma (XXIX, 6, 19).
77 R. Seager, Ammianus Marcellinus. Seven studies in his language and thought, Columbia
1986, p. 80.
78 Ph. Bartholomew, “Fourth-Century Saxons”, Britannia XV (1984), p. 179, n. 36,
basándose en el pasaje XXVI, 1, 2.
79 P-M. Camus, op. cit., p. 261-262. Para la supresión de cultos paganos por Teodosio, vid. A. Piganiol, L´Empire Chrétien, Paris 1972, p. 285 ss.
80 P-M. Camus, op.cit., p. 133 ss: este politeísmo jerarquizado, junto a un marcado
henoteísmo, está constituido por la confluencia de variadas corrientes religiosas y
263
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
Igualmente, se ha escrito que Amiano es uno de los autores del
siglo IV que mostró mayor hostilidad contra los gobernantes ilegítimos83. También alguna pluma ha esbozado la posibilidad de que el
filosóficas, utilizando el historiador una terminología neutra, imprecisa (vive bajo el
reinado de Teodosio), intentando no chocar ni contra paganos ni contra cristianos.
81 Vid. Amm. XXII, 5, 4, preludio a los sangrientos enfrentamientos entre los
partidarios de Dámaso y Ursino: “quod agebat ideo obstinate, ut dissensiones augente licentia
non timeret unanimantem postea pleben, nullas infestas hominibus bestias ut sibi feralibus
plerisque Christianorum expertus”. R.C. Blockley, op.cit., p. 125, apunta que no necesariamente una motivación religiosa ha de presidir estas palabras). En XV, 7, 1-5
Amiano nos relata el tumulto que el praefectus Urbi Leoncio tuvo que afrontar en el
356: tras el arresto del auriga Filoromo, personaje tan famoso como camorrista, una
horda de devotos seguidores del deportista causó algaradas callejeras, reprimidas
con mano firme por el magistrado. Pero más que a la pasión de los aficionados a las
carreras, el motín se debió a que Filoromo era cristiano, y que cristianos eran,
también, los que pretendían liberarle a través de la violencia colectiva (cfr. J.R. Aja
Sánchez, Tumultus et urbanae seditiones: sus causas. Un estudio sobre los conflictos económicos,
religiosos y sociales en las ciudades tardorromanas (S. IV), Santander 1998, p. 113-114).
82 Pese a ciertas manifestaciones iniciales de tolerancia por Teodosio, su actitud
cambiaría a partir del ascenso político de sus partidarios occidentales; S. Williams,
G. Friell, op.cit., p. 64: Teodosio no tomó represalias tras su triunfo contra Máximo.
Téngase en cuenta, sin embargo, que el poder (parcialmente excluida de la política,
aunque con una pujanza económica notable) de la aristocracia senatorial en la parte
occidental del Imperio aún no podía ser desafiado por la autoridad imperial (vid. S.
Williams, G. Friell, op.cit., p. 107); según A. Cameron, “Theodosius the Great and
the regency of Stilicho”, HSCPh. 73 (1969), p. 250-252: a pesar de su hostilidad
hacia el Senado pagano de Roma, algunos de cuyos miembros había apoyado a
Máximo, Teodosio se comportó de una manera conciliadora.
83 R.C. Blockley, op.cit., p. 86 ss; S.A. Stertz, art.cit., p. 490; N. Santos, “Crisis
antigua y mundo actual”, Estudios Clásicos XXXIII, 99 (1991), p. 22; P-M. Camus,
op.cit., p. 110-111; en p. 239 ss., Camus incide en que, para Amiano, el emperador
participa de un carácter divino, destinado a la eternidad celestial, y la divinidad le
ampara desde su entronización hasta su muerte. Su defensa de la autoridad legítima
llega hasta el punto de justificar la tortura frente al acto más grave de la usurpación;
vid. L. Angliviel de la Beaumelle, “La torture dans les Res gestae d´Ammien Marcellin”, en Institutions, société et vie politique dans l´Empire Romain au IVe siècle AP. J.-C.,
Perugia 1992, p. 113; vid. Amm. XXVI, 10, 13. Según R. Seager, op.cit., p. 119-120:
la utilización de palabras como tyrannus, rebellis, perduellis, para designarlos muestra la
dureza del tratamiento a que los somete.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
264
mismo Teodosio fuese un usurpador84. Si aceptamos estas ideas,
encontraremos otro posible punto de hostilidad de Amiano hacia el
dinasta que podría haber incidido en su desinterés por Hispania.
Resumiendo: nuestro historiador, pues, se mueve entre un relato
transparente y otro opaco según conviene a sus intereses (o a su seguridad, podríamos decir): “Dans un monde devenu, pour les païens
convaincus, dangereux et même hostile, le recours à la forme symbolique présentait des avantages”85. En una época como es la de Teodosio, en la que asistimos a la consolidación de los agentes in rebus86, había
que mostrarse precavido. Por otra parte, la constante obsesión por la
verdad87 que hallamos en nuestro autor88 no garantiza, ni mucho menos, su objetividad ni su veracidad 89: como buen emulador de autores
H. Sivan, “Was Theodosius I an usurper?”, Klio 78, 1 (1996), p. 198-211; R.
Malcolm Errington, “The accession of Theodosius I”, Klio 78 (1996), p. 438-453,
explica la entronización de Teodosio a través de varios factores: pujanza de su clan
tras el final de la persecución particular a que había sido sometido por individuos
como el prefecto Maximino hasta el 376, talento militar y buena prensa de Teodosio, ausencia de posibles rivales aceptables, poca capacidad de Graciano como
gobernante, coyuntura del desastre de Adrianópolis, etc.
85 G. Sabbah, op.cit., p. 564.
86 J.A. Arias Bonet, “Los agentes in rebus. Contribución al estudio de la policía en el
Bajo Imperio Romano”, A.H.D.E. 27-28 (1957-58), p. 201.
87 C. Di Spigno, art.cit., p. 461: “La validità della storiografia ammianea in questo
dilemma cruciale tra fazioso psicologismo e genuina ricostruzione riesce validamente confermata, come quella che ha la sua prima e sola radice nella valutazione logica
dei fatti”.
88 Amm. XV, 2, 9; XVI, 8, 6; XXI, 16, 1; XXXI, 5, 10; 14, 1. Quizás Amiano siga la
tendencia de Tácito, quien se quejaba (Ann. I, 1, 4) sobre las limitaciones en la
expresión de la verdad en una obra histórica, expresión que podía conllevar un riesgo para la seguridad del autor. Al respecto vid. J.R. Aja Sánchez, art.cit., p. 296 ss.
89 M.A. Marié, “Deux sanglants épisodes de l´accenssion au pouvoir d´une nouvelle
classe politique: les grands procès de Rome et d´Antioche chez Ammien Marcellin
Res Gestae XXVIII, 1; XXIX, 1 et 2”, en De Tertullien aux Mozarabes”, Vol. I Antiquité
Tardive et Christianisme Ancien (IIIe-Vie siècles). Mélanges offerts à Jacques Fontaine.
Paris 1992, p. 352: para describir los procesos judiciales, Amiano debió de consultar
los archivos públicos, y al hacerlo probablemente se encontró actas judiciales “desa84
265
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
como Salustio y Tácito, nuestro Amiano se inclina más por la viveza y
el dramatismo en el relato que por la lógica90, dentro de una estética,
que es la que gobierna el siglo IV, caracterizada por un especial gusto
por lo teatral, por lo ceremonioso, por un peculiar expresionismo91.
En todo caso, la verdad que defiende es la creencia en una tradición
política cuestionada por diversos grupos sociales y diferentes amenazas en la época en la que él escribe: la defensa de los intereses de la
aristocracia senatorial pagana, la misma que le protege en Roma, la
pars melior generi humani (Symm., Ep. I, 52). En esta línea, Hispania
apenas aparece reflejada en sus R.G., por los siguientes motivos: 1) Es
la patria del emperador que asesta el golpe de gracia a los privilegios
de la aristocracia tradicional pagana en Occidente. En conexión con
esto, 2) La pujanza del Cristianismo hispano tiene mucho que ver en
la política religiosa de Teodosio92; es la aristocracia hispana (pensémos en un Olibrio) la que gobierna el Imperio desde Constantinopla,
imponiendo sus ideas religiosas; 3) El territorio hispano es la prueba
de que la barbarie (disidencia religiosa, bagauda, grandes islotes de
pervivencia de la cultura indígena) no sólo existía más allá del limes,
sino que campeaba por sus respetos en un territorio provincial decano de entre las posesiones del Imperio, con la amenaza para los intereses de la aristocracia senatorial que ello suponía: Amiano omite
deliberadamente este hecho porque él escribe su obra por y para
parecidas” o, en todo caso, manipuladas; además, en XXVI, 1, 1 el mismo Amiano
expresa su voluntad de diluir la verdad para evitar los peligros que la misma acarrea,
y ve mal a los autores que se deshacen en detalles de lo que narran (XXVI, 5, 15).
90 G. Sabbah, “Ammien Marcellin 24,7: l´incende de la flotte. Histoire et tragedie”,
en De Tertullien aux Mozarabes..., p. 633.
91 J. Arce, “El historiador Amiano Marcelino y la pena de muerte”, H.Ant. IV
(1974), p. 321.
92 El nombramiento de Volusio Venusto como vicarius de Hispania por Juliano,
documentado en Amm. XXIII, 1, 4, es una noticia que nos habla de la pujanza del
cristianismo hispano: Venusto fue un destacado miembro de la reacción pagana,
citado por Amiano junto a Pretextato; vid. A. Balil, “Los gobernadores de Hispania
en el Bajo Imperio”, A.E.Arq. 37 (1964), p. 193; vid. también S. Bodelón, “Nombres para la historia hispana del siglo IV dC.”, M.H.A. 18 (1997), p. 304;
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
266
dicha aristocracia93. 4) Aunque todavía está por dilucidar, Teodosio
podría haber llegado al poder mediante la usurpación, algo por lo que
nuestro autor muestra un profundo rechazo.
J.M. Alonso-Núñez, op.cit., p. 191: “La actitud política de Amiano es un conservadurismo que pone su mirada en las tradiciones del Estado, es la actitud de los
círculos aristocráticos romanos del Bajo Imperio los cuales condicionan la obra
historiográfica de Amiano”; el antioqueno se hallaba dominado por una resistencia
a ultranza frente a las innovaciones que se demuestra en su apreciación de la nueva
política de Constantin: L. Cracco Ruggini, “Arcaismo e conservatorismo, innovazione e rinnovamento (IV-V secolo)”, en La parte migliore del genere humano. Aristocrazie, potere e ideologia nell occidente tardoantico, a cura di S. Roda, Torino 1994, p. 79 ss,
defiende que en la mentalidad de los autores latinos, desde Cicerón, domina la idea
de que la innovación es un rasgo de los tiranos y una característica del mal príncipe
en la Antigüedad Tardía; J.L. Murga, La moda bárbara en la decadencia romana del siglo
IV, Pamplona 1973, p. 72; sobre Constantino en Amiano vid., S.A. Stertz, art.cit., p.
512. Otro autor tardoantiguo que escribió en esta línea fue Zósimo, vid. Goffart,
W., “Zosimus, the first historian of Rome´s fall”, en Rome´s fall..., (= AHR, 76,
1971, p. 412-441), p. 92-93; así, en XXI, 10, 8 leemos: “Tunc et memoriam Constantini,
ut novatoris turbatorisque priscarum legum et moris antiquitis recepti (Iulianus) vexavit”. Es
una clara defensa de la vuelta al paganismo de Juliano, pero también podemos
interpretarlo como uno de los principales postulados amianeos: la apología de la
tradición, el desideratum de que los cánones que justificaban la preeminencia de un
grupo social determinado (aristocracia senatorial pagana) se mantuvieran, frente a
los peligros que Amiano, veladamente, advierte en la nueva dinastía teodosiana .
Sabbah, G., op.cit., p. 511: el mayor peligro vendría, de la idéntica aceptación de los
bárbaros por ambos emperadores; porque, al fin y al cabo, existió una cierta
sintonía entre distintos niveles jerárquicos privilegiados de la sociedad romana del
siglo IV; aristocracia senatorial y grupo curial compartían ideas similares en cuanto
a política y moral tradicional que apuntaban hacia la consolidación de sus intereses
en sus respectivos ámbitos de poder R.C. Blockley, op.cit., p. 12; P.M. Camus, op.cit.,
p. 56 ss; J.M. Alonso-Núñez, op.cit., p. 92: “No deja de percibirse una cierta
tendencia aristocratizante en la obra histórica de Amiano Marcelino”. Asimismo, la
clase curial era uno de los grupos sociales de mayor fluidez social ascendente: los
curiales pretendían, constantemente, escapar a las cargas de su orden e ingresar en
el orden senatorial (P. Anderson, Transiciones de la Antigüedad al Feudalismo, Madrid
1980, p. 90) a veces por procedimientos fraudulentos como la falsificación de codicilos M. Reinhold, “Usurpation of status and status symbols in the Roman Empire”, Historia 20 (1971), p. 299 ss. un caso evidente fue el del curial Valeriano, de
Emesa, quien en 444 usurpó la dignidad senatorial a través de codicilos honorarios
93
267
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
La visión del Cristianismo por parte de Amiano no es otra cosa
que una manifestación de su defensa de quienes han de detentar el
poder. Aquéllos que se oponen a los legítimos dirigentes de la
sociedad romana94 pecan de algún comportamiento bárbaro, ya se
fraudulentos; respaldado por una escolta bárbara, entró a saco en el palacio del
gobernador y se hizo cargo de la administración de la provincia (Nov.Theod., XV, 2);
el castigo que recibió, sin embargo, fue muy leve: simplemente se le despojó de su
espuria dignidad senatorial.
94 A la aristocracia senatorial de Occidente la caracterizará, en el Bajo Imperio, el
concepto de potentia; D. Pérez Sánchez, “Esclavitud y dependencia en la Galia del s.
V”, Cassiodorus 3 (1997), p. 260, define este concepto de la siguiente manera: “Sirve
para designar a la masa indiferenciada de población campesina que es ajena en su
conjunto al ideal de libertad, patrimonio este exclusivo de la aristocracia fundiaria,
en la que la propiedad se transmite junto con la conciencia de una enorme reputación, heredera de toda una tradición política”; en virtud de este atributo, sus
miembros evitaban por todos los medios ceder parte de su influencia a sus enemigos, potenciales o reales, y atacaban a todo aquello que pueda poner en peligro su
preeminencia, ya se tratase de bárbaros o de magos y adivinos (sobre la magia como
problema de Estado vid. R. MacMullen, Enemies of the Roman order: treason, unrest and
alienation in the Roman Empire, Cambridge, Mass. 1967, p. 121-127). Así, la sociedad
del Bajo Imperio se caracteriza por una inmovilidad heredada de la superación,
durante la Tetrarquia, de la crisis del siglo III; al respecto, vid. R. MacMullen,
“Social mobility and the Theodosian Code”, J.R.S. 44 (1964), p. 49; A. Balil,
“Aspectos sociales...”, p. 896; P. Charanis, “On the social structure of the Later
Roman Empire”, Byzantion XVII (1944-1945), p. 39: las causas de este nuevo
sistema social, quizás no tan nuevo respecto al del Alto Imperio, eran las cargas
económicas de la defensa del limes, la crisis demográfica y las crecientes necesidades
financieras del Estado; también por una simplificación (el estatus de ciudadano ya
carece de impor-tancia) de sus elementos y una polarización social en dos grupos,
determinados por su poder económico (en virtud del cual obtienen el poder
político), antagónicos: honestiores y humiliores; , R. Teja, “Honestiores y humiliores en
el Bajo Imperio: hacia la configuración en clases sociales de una división jurídica”,
M.H.A. I (1977), p. 117: “Los humiliores son los trabajadores que desempeñan el
papel de productores principales de bienes materiales. A su vez, los honestiores,
además de detentadores de la riqueza por la apropiación del sobreproducto
engendrado por el trabajo de los primeros, constituyen la clase dirigente en cuanto
detentadores de los cargos políticos. Podemos definirlos pues como clase
trabajadora y como clase dominante política y económicamente, con un claro
antagonismo y contraposición mutua de intereses”. Pero incluso dentro de los
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
268
traten de godos o sarracenos, de usurpadores o, por qué no, de obispos cristianos. Se cumpliría, así, aquello de que “las clases dirigentes,
los poseedores, los explotadores han catalogado como bárbaros a las
masas ascendentes del interior de su propia civilización que intenta
arrebatarles –o al menos compartir con ellos- la posesión de la riqueza, del poder y de la cultura o la dirección política y económica de la
sociedad”95.
Amiano, pues, mostraría un rechazo hacia todo lo que sonara a
hispano, por las razones antes explicadas, aunque la diócesis ofreciera
motivos suficientes para acaparar la atención de los autores tardoantiguos. Se trata de un desdén que también hallamos en otros autoes, aunque por motivos diferentes, como es el caso de Ausonio96.
grupos de poder, se establecerán distinciones patentes: por ejemplo, el Senado de
Roma, de rancio abolengo, se situará frente al de Constantinopla, compuesto por
homines novi (Av. Cameron, El mundo mediterráneo..., p. 103), aunque con una pujanza
que iba desplazando por momentos al de la Urbe. Parte de estos homines novi la
forman los commendabiles, provinciales vinculados al ejército, inicialmente patrocinados por miembros del orden senatorial, quienes ostentan el control del Imperio a
partir del 364 (R.I. Frank, “Commendabiles in Ammianus”, AJPh. 88,3 (1967), p. 309318; R. MacMullen, art.cit., p. 50 señala que, pese a las progresivas restricciones a la
movilidad social, los casos más espectaculares se dan en el siglo IV), , con la llegada
al poder de Valentiniano I, Claro ejemplo de gobernante cuya entronización
evidencia el peso del ejército en la sociedad romana de la época: sobre los intereses
creados en su elección; vid. V. Neri, art.cit., p. 169 ss. Según A. Alföldi, op.cit., p.
51-52; 105-106; R.I. Frank, art.cit., p. 317-318. Pan.Lat., III (11), 21, 2; Symm. Or. I,
9, el conflicto entre ambas élites nos llegará a través de los peyorativos comentarios
de personajes pertenecientes a la aristocracia senatorial, como Símaco.
95 C. Alonso del Real, Esperando a los bárbaros, Madrid 1972, p. 114.
96 J.L Riesta Rodríguez, “Décimo Magno Ausonio: referencias hispanas de manipulación erudita y utilitarismo geográfico”, S.H.H.A. IX (1991), p. 129-137.
El “historiador cautivo”: Amiano Marcelino frente a
su auditorio senatorial romano.
Hay muchos aspectos de la vida del historiador Amiano Marcelino
que se nos escapan. De hecho, podríamos afirmar que sólo conocemos lo que él nos cuenta de sí mismo 1. Entre tales lagunas destaca
poderosamente la que abarca los últimos años de su existencia,
cuando se establece en Roma y publica las Res gestae. Estamos hablando de los años ochenta y de principios de los noventa del siglo IV. El
antioqueño podría rondar los sesenta años (esto es una conjetura,
también desconocemos una fecha de nacimiento siquiera aproximada)2, ya no guardaba ninguna relación con el ejército y acudía a la Urbs
para probar fortuna en la complicada arena literaria de la antigua
capital del Imperio. Ésa es la razón fundamental por la que escribió
en latín, y no en su lengua vernácula que era el griego3.
Se puede especular mucho acerca del éxito que alcanzó la obra de
Amiano en Roma. Si nos guiamos por la epístola 1063 de Libanio,
PUB.- en Habis 37 (2006), p. 427-438.
1 G.A. Crump, Ammianus Marcellinus as a military historian, Wiesbaden 1975, p. 4,
considera que Amiano y Julio César son los dos historiadores latinos que más noticias autobiográficas incluyen en sus respectivas obras.
2 En 16, 10, 21, Amiano nos informa de que estaba al servicio de Ursicino y era
adulescens (hacia 357).
3 Haciéndose acreedor, por parte de algún autor moderno, de duras críticas. E.
Auerbach, “La prisión de Petrus Valvomeres”, Mímesis. La representación de la realidad
en la literatura occidental, Méjico 1975, p. 60: “Si su latín no fuera tan difícilmente
comprensible y tan intraducible, sería seguramente uno de los escritores más influyentes de la literatura antigua”.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
270
dirigida a un tal Marcellinos que residía allí, obtuvo un éxito notable a
principios de los años noventa del siglo IV (hacia 392). No queda del
todo claro que el destinatario del célebre retor se identifique con
nuestro Amiano. En cualquier caso, si triunfó no fue sino después de
ciertos desagradables episodios frente al grupo social que determinaba quién merecía el reconocimiento literario y quién no: la aristocracia
senatorial romana.
El primero de estos trances ocurrió en el invierno de 383-384,
cuando la Urbs padeció una severa hambruna. El prestigioso senador
Símaco era, a la sazón, prefecto urbano, y su primera medida consistió en expulsar de la misma a todos los extranjeros para así poder
garantizar el abastecimiento4. Amiano figuraba entre ellos, y por ello
mostró su acritud (14, 6, 19) al comprobar que, pese a la escasez, a
3.000 bailarinas y a numerosos integrantes del mundo de la farándula
se les permitía permanecer en la ciudad. Éste será el basamento de su
primer ataque a ciertos sectores aristocráticos: la vergonzosa preferencia de éstos por las diversiones antes que por el estudio y la erudición (14, 6, 18).
Amiano comenzaba con mal pie sus andanzas por la Urbs. Como
griego, y gran lector de autores griegos5, el antioqueno debía de
conocer la queja que expresara Polibio cinco siglos antes (XXXI, 26,
9): que en Roma nadie regalaba nada si podía evitarlo. Lamentablemente también desconocemos cuál era la situación financiera del
historiador por estos años, ni cuál su reputación entre los círculos
acomodados de la capital. Con toda probabilidad ambas condiciones
no debían de ser muy boyantes. No creo que T.D. Barnes 6 se equivoque al defender que Amiano era, por esta época, un hombre
resentido y frustrado, estigmatizado por su antiguo seguimiento del
paganísimo Juliano en un mundo en el que el cristianismo ya se
Sobre el fenómeno, vid. J.R. Palanque, “Famines à Rome à la fin du IV e siècle”,
R.E.L. (1931), p. 346-356.
5 Vid. I. Lana, “Ammiano Marcellino e la sua conoscenza degli autori greci”,
Politica, cultura e religione nell Impero Romano (secoli IV-VI) tra Oriente e Occidente, Napoli
1993, p. 23-40.
6 Ammianus Marcellinus and the representation of historical reality, Ithaca-London 1998, p.
63.
4
271
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
advertía como imparable, apartado del patrocinio de los influyentes
senadores capitolinos...
De todos modos, su obra se publicó, lo que equivale a decir que
finalmente encontró “patrocinadores”. Y no cualesquiera patrocinadores. De sus páginas se colige con facilidad los valores que Amiano
defiende: los de la clase senatorial7. La defensa a ultranza de la romanidad antigua, la que generaba grandeza gracias a la perfecta conjunción entre Virtus y Fortuna (14, 6, 3), y de la cual era depositaria la
aristocracia romana, es el principal mensaje de sus Res gestae. Y de aquí
se deriva el principio rector de su prosa: no contradecir nunca, antes
al contrario, los intereses de su selecto auditorio 8. Más adelante
examinaremos quiénes forman parte de este público.
No obstante, habremos de precisar el destinatario de las lecturas
públicas de Amiano, porque si bien todos son senadores, no son
todos los senadores. A la gloria que acompaña al cuerpo social (14, 6,
6) el historiador contrapone la conducta impropia de un pequeño
sector del mismo (14, 6, 7 ss.). Luego no es el Senado como tal el círculo al que el antioqueno destina su obra. Como pensó S.A. Stertz, a
nuestro autor le interesaron más los asuntos militares y las vidas de
los emperadores9. Desde luego, Amiano no fue Aurelio Víctor ni
Rutilio Namaciano, para quienes la noble asamblea constituía el
punto de referencia básico a la hora de examinar la política romana.
El siglo IV se muestra como una centuria peculiar a la hora de
abordar el estudio del medio senatorial. Por una parte asistimos,
desde el reinado de Constantino, a la recuperación del peso específico
del Senado frente al poderoso avance del ejército y del orden ecuestre
acontecido en el siglo III; por otra nos encontramos con su división
en dos Curias, la de Roma y la emergente de Constantinopla, así
A. Selem, “A proposito della figura de Giuliano in Ammiano”, Quaderni dell´
Instituto di lingua e letteratura latina della Facoltà di magisterio dell´Università degli Studi di
Roma 1 (1979), p. 161.
8 G. Sabbah, La méthode d´Ammien Marcellin. Recherches sur la construction du discours
historique dans les Res gestae, Paris 1978, p. 506.
9 “Ammianus Marcellinus´attitudes toward earlier emperors”, Studies in Latin
Literature and Roman History, Bruxelles 1980, p. 489; 505.
7
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
272
como una progresiva barbarización de la oficialidad militar 10 y un
aumento del autoritarismo de los emperadores. Para el testimonio de
Amiano, V. Neri apuntó hace unos años que la figura imperial y sus
relaciones con el ejército desplazan en las Res gestae a la tradicional
contraposición entre emperador y Senado11. Estaríamos hablando,
pues, de un estadio de crisis en lo que respecta al poder de facto de los
senadores durante el siglo IV.
Si esto ocurrió así, surge la siguiente pregunta: ¿Por qué, entonces,
la epigrafía y la literatura de esta centuria insiste machaconamente en
la pujanza de valores aristocráticos? El mismo V. Neri había contestado al interrogante con un trabajo anterior: tal insistencia es el
indicio más patente del declive12. Como nos ha recordado recientemente Av. Cameron, la aristocracia del siglo IV lo era ante todo de
servicio respecto de la casa imperial, y, en muchas ocasiones, el rancio
abolengo que proclamaba a los cuatro vientos tenía más de motivo
propagandístico que de realidad13. Los senadores tuvieron que desplegar todas sus recursos para conservar la tradicional ostentación de
magistraturas, con los onerosos gravámenes que ello implicaba, como
único medio de no ver debilitada su capacidad de presión política 14.
Traditio es la palabra clave en todo este proceso, es decir, el acervo
cultural, social y político de una elite que conectaba con los ilustres
tiempos de la República en un desesperado intento de no verse arrollada por otras fuerzas de su época.
Amiano se valió de esta necesidad para hacerse un hueco en los
salones nobiliarios de fines del siglo IV. Como señaló G.E.M. Ste.
Croix, su disciplinado carácter de antiguo soldado le facilita defender
Para el fenómeno de la barbarización según Amiano, vid. mi trabajo “Las externae
gentes bajo los estandartes de Roma: asentamiento y reclutamiento bárbaros en las
Res gestae de Amiano Marcelino”, Romanobarbarica 17 (2000-2002), p. 87-115.
11 “Ammiano Marcellino e l´elezione di Valentiniano”, R.S.A. 15 (1988), p. 181.
12 “L´elogio della cultura e l´elogio delle virtù politiche nell´epigrafia latina del IV
secolo D.C.”, Epigraphica XLIII (1981), p. 184.
13 El Bajo Imperio Romano: 284-430 dC., Madrid 2001, p. 114-115; 129.
14 A. Marcone, “L´allestimento dei giochi annuali a Roma nel IV secolo d.C.: aspetti
economici e ideologici”, La parte migliore del genere humano. Aristocrazie, potere e ideologia
nell occidente tardoantico, Torino 1994, p. 298.
10
273
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
la rígida estratificación de la sociedad tradicional romana 15, haciendo
alarde de un extremo conservadurismo que reacciona contra todo lo
que huela a innovación. Esto lo detectamos en su juicio sobre el
emperador Constantino en 21, 10, 8: en este pasaje recoge el topos
literario latino, presente desde época tardorrepublicana, que tipifica la
innovación como la tarjeta de visita de los tiranos16.
Amiano no se cansa de añorar los tiempos de la República y sus
exempla nos pasean por la Roma de la guerra contra Aníbal, de Catón
el Censor, de los Escipiones o de los grandes generales del siglo I aC.,
subrayando su veneración del mos maoirum como síntesis de la virtud
senatorial y compendio de los valores que justificaban la preeminencia política del Senado17. En esa línea, el recurso a fuentes documentales manifiestamente prosenatoriales no hacían sino acentuar tal
letanía18. El mecanismo básico de este fenómeno es sencillo de explicar: la superación de la decadencia se busca a través del retorno al orden antiguo, libre por definición, articulando una actitud que S.
Mazzarino, en un trabajo ya clásico, llamó el “síndrome de Urukagina”19.
La apología de la romanidad tradicional marca la pauta de la obra
histórica de Amiano. Las alusiones a la grandeza de la ciudad del
Lacio abundan por doquier en sus páginas20. Y sin que se perciba en
el antioqueno la fobia que otros autores (Eutropio, Aurelio Víctor,
Símaco) manifiestan hacia la nova Roma21, Constantinopla, hasta el
La lucha de clases en el mundo griego antiguo, Barcelona 1988, p. 313.
L. Cracco Ruggini, “Arcaismo e conservatorismo, innovazione e rinnovamento
(IV-V secolo)”, La parte migliore... p. 79 ss.
17 Según definición de M.R. Salzman, “Reflections on Symmachus´idea of tradition”, Historia 38, 3 (1989), p. 352-353.
18 A. Momigliano, “Ammiano Marcellino e la Historia Augusta”, Quinto Contributo
alla Storia degli Studi Classici e del mondo antico, Roma 1975, p. 99.
19 El fin del mundo antiguo, Méjico 1961, p. 19; 127.
20Roma mater (14, 6, 5); regina et ubique patrum reuerenda (14, 6, 6); Urbem aeternam (15,
7, 1); Imperii virtutumque omnium lar (16, 10, 13); augustissima omnium sedes (16, 10, 20);
templum totius mundi (17, 4, 13); Urbs venerabilis (22, 16, 12); Urbs sacratissima (27, 3,
3)...
21 Apelativo que, dicho sea de paso, Amiano nunca utiliza.
15
16
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
274
extremo de nunca citarla por su nombre, sí que podemos detectar
cierta comparación a favor de la capital más antigua en pasajes como
17, 4, 1 ss.22. Nuestro historiador recrea, en definitiva, la Roma
esplenderosa y monumental23 que recuerda las viejas glorias de antaño, a la par que rezuma un rabioso patriotismo que nos presenta a la
Urbs como símbolo de todos los valores honrosos24. Sus esfuerzos
por mantenerla en el lugar central de las Res gestae resultan patentes.
Otra expresión de su deseo por agradar a su público aristocrático
es el retrato que nos ofrece de Juliano, presentado como un gobernante “a la romana” (vid. 16, 1, 5; 5, 5). En esta empresa Amiano tuvo
que apurar sus recursos eulógicos, pues si por algo destacaría el llamado “Apóstata”, aparte de por no poner en su vida un pie en Roma,
fue por su apego a Constantinopla, a la que por cierto concedió los
mismos privilegios que disfrutaba aquélla 25. Además, Juliano se hallaba en plena comunión con la cultura griega, quedando la latina en
segundo término26. Sin embargo Amiano se aferra a otras facetas del
emperador que podían identificarle mejor con la aristocracia romana:
su marcado carácter filosenatorial27 por una parte y su defensa del
paganismo tradicional por otra.
El paganismo era, para determinados sectores del Senado en la
Roma de fines del siglo IV, el estandarte de la traditio. Así lo argumentará Símaco en su Relatio III, cifrando la suerte del Imperio en la
Así lo piensa B. Warmington, “Some Constantinian references in Ammianus”,
The Late Roman World and its Historian. Interpreting Ammianus Marcellinus, LondonNew York 1999, p. 169; el episodio se refiere al obelisco egipcio que Constantino
llevó a Constantinopla, y que su hijo Constancio II decidiría, finalmente, erigir en
Roma, en detrimento de su “rival” de Oriente.
23 Según G. Sabbah, op.cit., p. 509, con la exhaustiva descripción topográfica de
Roma Amiano busca la comunión espiritual con su auditorio.
24 P.M. Camus, Ammien Marcellin. Témoin des courants culturels et religieux a la fin du IV e
siècle, Paris 1967, p. 124 ss.
25 S. MacCormack, “Roma, Constantinopolis, the emperor and his genius”, CQ 25
(1975), p. 144.
26 De hecho, sus soldados, en rebelión tras la batalla de Estrasburgo, le insultaban
con los apelativos de Asiaticus y Graeculum (17, 9, 3).
27 L. Polverini, “Storiografia e propaganda. La crisi del III secolo nella storiografia
latina del IV”, I Canali della Propaganda nel mondo antico, Milano 1976, p. 268.
22
275
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
preservación de la religio ancestral28. Y Amiano, que nunca se aleja del
referente de la tradición en temas religiosos, explota el filón de las
inquietudes de los senadores paganos. A esto mismo responde la
comparación entre Juliano y otro campeón del paganismo: Diocleciano (23, 1, 1). Ambos emperadores, con nulo éxito el primero y con
relativos resultados el segundo, ejercieron su poder en calidad de
restauradores del orden antiguo. Y ambos, también, eran vistos como
el remedio contra la corrupción que definía a los emperadores cristianos. Juliano amenaza, en palabras del antioqueno, de forma tajante a
los cristianos: “Audite me, quem Alamanni audierunt et Franci” (22, 5, 4).
La advertencia no puede resultar más clara: les vencerá, de la misma
manera que venció a los germanos en el Rin.
Sin embargo, no podría defenderse un abierto mensaje anticristiano en las Res gestae. Tengamos en cuenta que, por las fechas en que
Amiano publica su obra, Teodosio se establece en Milán después de
haber derrotado a Magno Máximo. Con lo que Roma estaba al alcance de su mano: es más, probablemente la controlaba a través de algunos de sus funcionarios católicos, de una ortodoxia cuasi (utilizando
un término muy actual) integrista, ante cuya poderosa presencia se
abrían todas las puertas, incluso las de los salones literarios paganos.
Amiano, pues, debió de medir sus palabras, e incluso incluir alguna
alabanza tanto al dinasta cristiano29 como al autor de sus días, el comes
Teodosio (29, 5, 9; 32; 39; 45)30, distanciándose de la peyorativa
descripción que del gobernante hispano nos transmitirá Zósimo (IV,
13; 55). En cuanto a Constantino, la valoración es distinta. Éste
aparece dibujado como el turbador de la tradición, en claro contraste
con Juliano31, como el gobernante que orquestó la barbarización del
Vid. F. Paschoud, “Réflexions sur l´idéal religieux de Symmaque”, Historia 14
(1965), p. 215-235.
29 Amm., 29, 6, 15: “princeps postea perspectissimus”.
30 R. Seager, “Ammianus, Theodosius and Sallust´s Jugurtha”, Histos 1 (1997), 1 cree
sinceros estos elogios; A.R. Birley, “Further Echoes of Ammianus in the Historia
Augusta”, Historia Augustae, Colloquium Parisinum, Paris 1991, p. 54, cree que la figura
del padre de Teodosio, tras una década de gobierno de éste, constituía un tema de
vivo interés para el público del antioqueno.
31 21, 10, 8: “Tunc et memoriam Constantini, ut novatoris turbatorisque priscarum legum et
moris antiquitis recepti (Iulianus) vexavit”.
28
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
276
ejército32 o que embarcó al Imperio en una guerra innecesaria contra
la Persia sasánida (25, 4, 23)33. A fin de cuentas, de Constantino bien
podía hablar mal, pues a la lejanía temporal de su muerte, acontecida
hacía más de medio siglo (su linaje se agota con el propio Juliano), se
unía el hecho de que él no había sido un emperador declaradamente
cristiano.
¿Y qué ocurre con los demás césares, entre Constantino y
Teodosio, éstos si genuinamente cristianos? De la visión sobre
Constancio II (337-361) en las Res gestae C. Di Spigno publicó hace
más de cuarenta años que es el polo opuesto de la persona de Juliano34. G. Sabbah hiló más fino en la comparación: el primero es, para
Amiano, el ideal del princeps civilis; el segundo, el arquetipo de autócrata cristiano35. Seguimos aquí a T.D. Barnes cuando afirma que la
objetividad amianea sobre Constancio II brilla por su ausencia36,
entre otros motivos porque el hijo de Constantino había tratado de
perjudicar seriamente a dos de los personajes más queridos por el
antioqueno: Juliano y Ursicino. En represalia, Amiano carga las tintas
sobre su semejanza con pésimos principes del pasado (Calígula,
Domiciano, Cómodo, 21, 16, 8) o sobre su arbitrariedad a la hora de
impartir justicia (15, 6, 4; 16, 8, 5); y subraya el gran número de delaciones bajo su reinado37, así como su escasa capacidad para vencer a
A través de su foedus con los godos (332), tratado que fue duramente atacado por
Juliano (Caes., 328d-329d) y que Amiano rechaza veladamente al aplaudir las matanzas de godos (31, 16, 8).
33 Vid. B.H. Warmington, “Ammianus Marcellinus and the lies of Metrodorus”, CQ
31, II (1981), p. 464-468.
34 “Studi su Ammiano Marcellino. Il regno di Constanzo II”, Helikon II (1962), p.
457-458.
35 G. Sabbah, op.cit., 552; bien que G.W. Bowersock, Julian the Apostate, London
1978, p. 77 ss., subrayó el fanatismo religioso de Juliano.
36 Op.cit., p. 133 ss.
37 J.A. Arias Bonet, “Los agentes in rebus. Contribución al estudio de la policía en el
Bajo Imperio Romano”, A.H.D.E. 27-28 (1957-58), p. 200-201. En 21, 16, 10 es
comparado con Galieno (260-268), gobernante muy denostado en la literatura
filosenatorial como ejemplo de tirano.
32
277
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
bárbaros del norte38 y a persas (14, 10, 6; 20, 11, 32; 25, 9, 3), dejando
claro que su único talento militar lo desplegaba para vencer a los
rivales por el trono (21, 1, 1 y 16, 15).
No obstante, el retrato de Constancio en las Res gestae no es el de
Constantino39, también extraemos de él opiniones muy favorables: su
acertada gestión administrativa (21, 16, 3), su austeridad y castidad
(21, 16, 5), su habilidad en el manejo de las armas (21, 16, 5), sus éxitos contra los sármatas (17, 13, 33) o su contención de los Sasánidas
en la frontera oriental (25, 9, 3). Tengamos presente que la figura de
Constancio II había dejado un buen recuerdo entre la aristocracia
romana conservaba un buen recuerdo de este emperador tolerante en
materia de religión y filosenatorial en política (16, 10, 5); no en vano
aquélla se había puesto de su lado cuando estalla la guerra civil entre
Constancio y Juliano (21. 10, 7) 40.
En síntesis, el Constancio II que encontramos en las Res gestae no
es el emperador que observamos en otras fuentes tardorromanas 41,
sino el producto de la fusión entre la fobia de Amiano y su cautela
ante lo que el medio senatorial romano pensaba del hijo de Constantino, resultando la imagen de un gobernante cualificado si bien
constreñido por las circunstancias. El historiador antioqueno incluyó
sus prejuicios siempre que pudo (las tres décadas que la separaban de
Autores como N.J.E. Austin, Ammianus on Warfare. An investigation into
Ammianus´military knowledge, Bruxelles 1979, p. 48 ss., o T.D. Barnes, op.cit., p. 135
ss., han contemplado en una luz muy distinta las acciones de Constancio en los
limites norteños.
39 Aunque B. Warmington, “Some Constantinian references...”, p. 168, piensa que
la crítica de Constancio II llega a través de los ataques vertidos contra Constantino:
su padre.
40 Vid. R.O.Jr. Edbrooke, “The visit of Constantius II to Rome in 357 and its effect
on the pagan Roman senatorial aristocracy”, AJPh 97, 1 (1976), p. 40-61.
41 Sobre la visión que otros autores nos legaron acerca de Constancio vid. H.C.
Teitler, “Ammianus and Constantius. Image and reality”, Cognitio Gestorum. The
historiographic art of Ammianus Marcellinus, Amsterdam 1991, p. 117-122; M. Dimaio,
“The Antiochene Connection: Zonaras, Ammianus Marcellinus and John of
Antioch on the reigns of the emperors Constantius II and Julian”, Byzantion L, 1
(1980), p. 158-185.
38
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
278
la muerte de Constancio se lo permitían)42, pero permanentemente
condicionado por las expectativas de su auditorio.
El siguiente gobernante cristiano sería Joviano (363-364). Oficial
en el ejército de Juliano durante la campaña persa, se convertirá en el
que inicie el desmantelamiento de la obra del Apóstata, y por ello se
hace acreedor a durísimas pullas por parte de Amiano: no sólo aparece como un atolondrado incompetente por haber cedido estratégicos
distritos a Shapur II en Mesopotamia (25, 7, 11), sino que hasta su
elevación a la púrpura se ve manchada por la sombra de la ilegitimidad43: su nombramiento no se fundamentaba en méritos acreditados
(25, 9, 7), ni en derechos dinásticos, ni había surgido tras el consenso
de las autoridades civiles y militares pertinentes, sino que fue el fruto
de la impaciencia de unos pocos (25, 5, 4 ss.). Ni que decir tiene que
el antioqueno se ampara en el efímero reinado de este personaje para
lanzar contra él invectivas que, en cualquier caso, nunca abandonan el
ámbito de la política. En lo que toca a la religión, Amiano se retrae,
de idéntica manera a como se contiene a la hora de hablar de
Teodosio. Si bien, como ha señalado P. Heather44, tampoco una
crítica religiosa tendría mucho sentido en el caso de un príncipe que,
aunque cristiano ortodoxo, desplegó una política de tolerancia frente
a heterodoxos y paganos. Amiano, por supuesto, silencia este dato, y
transmite a sus nobles oyentes únicamente lo que él deseaba que
captasen.
No ocurre lo mismo con Valentiniano I (364-374), de quien Amiano encomia su tolerancia religiosa (30, 9, 5). Transmitir información
acerca de este emperador de origen panonio debió de resultar una
tarea muy delicada para nuestro antioqueno. El pasaje 28, 1, 2 así lo
testimonia, pues el historiador sirio apela a la moderación de su tiempo para referir la vida del gobernante más hóstil al orden senatorial
del siglo IV. No en vano Valentiniano, de orígenes humildes (30, 7,
2), no sólo sustituyó a los senadores, en los principales empleos
M. Whitby, “Images of Constantius”, The Late Roman World..., p. 85.
En 25, 10, 14 Amiano apunta que debido a su elevada estatura no encontraba una
vestimenta regia que le viniese bien: esto ha de entenderse como una crítica
soterrada a su ilegitimidad en el mando.
44 “Ammianus on Jovian: history and literature”, The Late Roman World..., p. 106 ss
42
43
279
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
administrativos y militares, por oficiales panonios45, rústicos aunque
eficientes, sino que incluso llegó a decretar, en contra de la tradición,
que se les aplicara la tortura en caso de delitos de lesa majestad (28, 1,
11; C.Th., IX, 35, 3). Ante estas credenciales, resulta comprensible
que Amiano le defina con calificativos del estilo de sagax bestia (30, 5,
10), del total agrado de su público. No voy a detenerme en el minucioso análisis de todas sus atrocidades, refljadas en las Res gestae46. Son
de mayor interés los aspectos positivos que Amiano resalta: energía
en la frontera contra los bárbaros (29, 4, 1; 30, 7, 5-11) y las virtudes
personales, ya como particular ya como hombre de Estado, que se
relatan en el capítulo 30, 9. Estas luces no se deben única y exclusivamente a la costumbre literaria latina, a la hora de biografiar emperadores, de dar una de cal y otra de arena. Probablemente M. Humphreis acierta cuando afirma que, pese a la ferocidad derrochada
contra la aristocracia, los senadores romanos le recordaban con cierta
nostalgia por su tolerancia religiosa47. En otras palabras: el Teodosio
de principios de los noventa del siglo IV había hecho bueno al peor
de los emperadores posibles. En el retrato de Valentiniano I, en fin,
vuelven a mezclarse los odios personales de Amiano48 y los intereses
del círculo senatorial pagano.
Graciano (374-383) es el siguiente en la lista, y aquí de nuevo se
impone la prudencia. Estamos hablando de un fervoroso cristiano,
títere en manos del enérgico obispo Ambrosio de Milán49 y pieza
clave en la “cruzada” pronicena y antipagana de éste 50. Las alusiones
amianeas a Graciano llevan siempre un mensaje velado de hostilidad
J.F. Matthews, Western aristocracies and imperial court, AD. 364-425, Oxford 1975, p.
39-40.
46 Mejor vid. R.C. Blockley, Ammianus Marcellinus. A study of his historiography and
political thought, Bruxelles 1975, p. 41-47.
47 “Nec metu nec adulandi foeditate constricta: the image of Valentinian I from
Symmachus to Ammianus”, The Late Roman World..., p. 123-124.
48 Valentiniano había cometido abusos contra la clase curial, a la que Amiano
pertenecía (27, 7, 6-7).
49 R. Rémondon, La crisis del Imperio Romano: de Marco Aurelio a Mahoma, Barcelona
1979, p. 96-97.
50 Vid. A. Piganiol, L´Empire Chrétien, Paris 1972, p. 227 ss; N. McLynn, Ambrose of
Milan. Church and Court in a Christian Capital, Berkeley 1994, p. 79 ss.
45
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
280
de difícil interpretación. Su comparación con Cómodo (31, 10, 1819), princeps terribilis para la memoria senatorial, se conjuga con la
visión de un gobernante virtuoso aunque muy influenciable (27, 6,
15); su honorable política de suprimir a los rapaces funcionarios de su
padre, que habían hecho la vida imposible a la aristocracia senatorial,
toma de la mano al juicio amianeo sobre la dudosa legalidad de su
elevación al trono (27, 6, 16). De nuevo los miedos personales de
Amiano (a Ambrosio, quien desde su púlpito de Milán fustiga a sus
enemigos; a Teodosio, que le secunda) han de amoldarse a la presentación de un césar que por una parte alivió políticamente a los senadores y por otra los perjudicó en lo que religión se refiere51.
Y por fin llegamos a Valente (364-378), sin lugar a dudas el
emperador romano más duramente vituperado en las Res gestae. En la
raíz de los ataques de Amiano contra este personaje puede detectarse,
como defiende J.F. Drinkwater52, su cercano parentesco con Valentiniano I. De hecho comparte con su hermano ciertos vicios de carácter: crueldad (31, 14, 5), arbitrariedad (26, 10, 11 ss), inconsciencia a
la hora de designar a sus altos funcionarios (30, 4, 1), codicia (29, 1,
19)... Asimismo, el antioqueno no deja de recordar a su auditorio, de
un modo muy sutil, sus oscuros orígenes, su estigma de panonio y su
carencia de derechos dinásticos (26, 7, 16)53. Sin embargo, la base de
la inflexibilidad de Amiano hay que buscarla en una razón más
simple: resultaba muy fácil para el antioqueno ensañarse con la figura
de un gobernante que había regido la parte oriental del Imperio, al
cual nada debía la elite senatorial romana. Además, como cristiano, su
difamación se prestaba a la complacencia de los senadores paganos; y
como arriano, a la de los senadores cristianos ortodoxos; la injuria se
completaba con la imagen de un emperador sometido a la energía de
su hermano (26, 4, 3; 5, 1 ss; 27, 4, 1) 54 y que permitiría la entrada en
Vid. A. Cameron, “Gratian´s repudiation of the pontifical robe”, J.R.S. LVIII
(1968), p. 96-102.
52 “Ammianus, Valentinian and the Rhine Germans”, The Late Roman World..., p.
132.
53 Amiano pone estas acusaciones en boca del usurpador Procopio.
54 L.A. Tritle, “Whose tool? Ammianus Marcellinus on the Emperor Valens I”,
A.H.B. 8, 4 (1994), p. 141-153, cuestiona tal subordinación y nos presenta a un
Valente más capaz de lo que Amiano nos quiere hacer creer.
51
281
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
el Imperio a los mismos godos (31, 4, 1 ss) que terminarán venciéndole en Adrianópolis y arrancándole la vida55. Y es precisamente esta
derrota la que aprovecha el antioqueno para limpiar la imagen de
Juliano de su gran fracaso: su campaña persa. De paso, Amiano desliza una indirecta para justificar el programa religioso de Juliano: es un
príncipe cristiano, Valente, el que abre las puertas a los godos y provoca, así, la ruina del mundo romano (31, 4, 6).
Como puede advertirse, Amiano tiene muy presente el peso
político de sus oyentes cristianos en Roma; y ello condiciona la redacción de su obra. Pues al colocar a Juliano como el protagonista
indiscutible de las Res gestae, se situaba en el punto de mira tanto de
los altos funcionarios de Teodosio como, y eso era lo peor, de los
obispos de esta parte del mundo romano. Para el sector pagano de su
auditorio esto no era un problema: a fin de cuentas el Apóstata se
había convertido en uno de los estandartes de su resistencia frente a
la agresividad creciente del cristianismo56. No obstante, el antioqueno
ha sabido calibrar las perspectivas de futuro de la que habría de
convertirse en la única religión del Estado romano. En ese sentido, V.
Neri57 pensó que el papel axial que Juliano desempeña en las Res gestae
permitió a nuestro historiador poder concentrarse en los avatares
políticos y militares y así poder esquivar el espinoso tema de la confrontación religiosa. Lo que no impidió, por otra parte, que introdujera ciertas críticas veladas al cristianismo. Por ejemplo, P.C. Camus
creyó ver en el elogio a la tolerancia religiosa de Valentiniano (30, 9,
5) un ataque encubierto contra el acoso al que Teodosio estaba
sometiendo al paganismo58. Amiano, de todas formas, actúa con prudencia. Y esta cautela la apreciamos en su inescrutable posición
respecto a la reapertura de los templos paganos por Juliano (22, 5, 2).
Recordemos que no falta mucho para que el Serapeum de Alejandría,
Sobre la política gótica de Valente vid. P. Heather, Goths and Romans, AD 332-489,
Oxford 1991, p. 115 ss.
56 M. Meulder, “Julien l´Apostat contre les Parthes: un guerrier impie”, Byzantion 61,
2 (1991), p. 487.
57 Ammiano e il Cristianesimo. Religione e politica nelle Res Gestae di Ammiano Marcellino,
Bologna 1985, p. 39-40.
58 Op.cit., p. 261-262.
55
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
282
que el antioqueno documenta aún en pie (22, 16, 12), sea demolido
por una horda de cristianos exaltados.
En síntesis, en Amiano Marcelino encontramos a un historiador
cautivo, subordinado por completo a su público aristocrático en un
intento por satisfacer sus aspiraciones, ahora legitimando la causa de
los senadores paganos, ahora no irritando a los cristianos. Y dicha
subordinación no se advierte sólo en el fondo: también aparece en la
forma. Sus fuentes son mayoritariamente prosenatoriales, y observamos una clara tendencia a imitar el género historiográfico latino, muy
del agrado de los círculos senatoriales59. Así, Amiano nunca pierde de
vista a su público, como destacó G. Sabbah60, hasta el punto de poner
en práctica un curioso mecanismo de defensa: las abundantes digresiones que orlan su narración no sólo tienen el fin de ilustrarla con
detalles curiosos, o de introducir una nota de suspense, sino que
sirven para que el antioqueno pueda hacer una pausa y de este modo
controlar la reacción de su público ante lo que ha contado.
Este proceder, por último, lo dicta la mera supervivencia en unos
años turbulentos por definición, y a la par unos intereses muy concretos y prácticos. A fines del siglo IV, el orden senatorial, estando en
declive el ecuestre, se erige como la única aristocracia verdadera del
mundo romano, pero se trata de una elite carente de unidad 61. Las
tensiones entre paganos y cristianos, o incluso dentro de cada una de
estas facciones, por el poder no sólo se dirimían en la arena política:
la batalla continuaba en los salones literarios, con la elaboración de
una propaganda oficial que justificara la preeminencia del grupo
patrocinador en cuestión. Amiano, que por esta época no debía de
encontrarse en la mejor situación, pagano convencido en un mundo
progresivamente cristiano, se puso al servicio de cierto sector del
paganismo aristocrático senatorial, el que con más insistencia se proclamaba defensor de la tradición, con la esperanza de alcanzar gloria
S.A. Stertz, art.cit., p. 489, 492-493 y 497.
Op.cit., p. 507-539.
61 P. Wormald, “The decline of the Western Empire and the survival of its aristocracy”, J.R.S. 66 (1976), p. 218.
59
60
283
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
literaria y, por qué no, quizás hasta un cargo que le permitiera mejorar
su nivel de vida62.
No en balde, el siglo IV se destacó por su elevada movilidad
social, sobre todo de aquellos personajes que destacaban en su formación erudita63. En un principio la formación académica exigida
había sido pagana, pero a principios del siglo V los estudiosos paganos van siendo sustituidos por cristianos, igualmente conocedores de
los clásicos pero imbuidos del nuevo credo 64. Amiano aprovechó,
pues, la última oportunidad que le brindaba la coyuntura histórica
para medrar. De lo lejos que llegó, desgraciadamente, no sabemos
absolutamente nada.
No quiero terminar este trabajo sin recoger una duda razonable
que surge al respecto de lo que aquí trato: ¿Por qué no encontramos
en las Res gestae ni una sola referencia a la adscripción de Amiano al
círculo de Símaco, sin duda alguna el cogollo del bando tradicional
pagano?65 La respuesta adecuada se encuentra en el apoyo que este
prestigioso senador había prestado a Magno Máximo, con lo que la
derrota del usurpador por Teodosio le colocó en una situación más
que delicada66, y por tanto también peligrosa para Amiano. El mismo
Símaco hubo de pasar inadvertido durante una temporada, hasta que
las aguas se calmaron, tratando de mantener buenas relaciones con
los poderes fácticos imperantes67. Además, está demostrado que el
antioqueno fue literariamente tributario de Símaco 68. J.F. Matthews,
62 H. Sivan, “Ammianus at Rome: Exile and redemption?”, Historia 41, 1 (1997), p.
119, identifica al antioqueno con el Ammianus Comes Rerum Privatarum que aparece
en CTh. 11, 30, 41 (383); también documentado por Símaco (Rel. 36).
63 K. Hopkins, “Social mobility in the Later Roman Empire: the evidence of
Ausonius”, CQ 11 (1961), p. 238-249.
64 W.H.C. Frend, “Paulinus of Nola and the last century of the Western Empire”,
J.R.S. 59 (1969), p. 7.
65 Problema planteado por A. Cameron, “The Roman friends of Ammianus”, J.R.S.
54 (1964), p. 15 ss.
66 Vid. J.F. Matthews, op.cit., p. 243 ss.
67 S. Williams, G. Friell, Theodosius: the Empire at bay, London 1994, p. 131.
68 S.M. Oberhelman, “The provenance of the style of Ammianus Marcellinus”,
Quaderni Urbinati di Cultura Classica 27, 3 (1987), p. 81-82; M. Humphreis, art.cit., p.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
284
en fin, no muestra ningún empacho en ampliar la identificación a
intereses más prácticos que los estrictamente textuales 69.
Amiano no fue un intelectual aislado, como quiso creer A. Momigliano70, sino uno de esos últimos romanos de los que nos habla V.
Ukolova, empeñados en combatir la regresión socio-cultural y religiosa de su tiempo frente a “la nueva e implacable fuerza ideológica y
política imposible de eludir, que sólo se podía refutar silenciosamente,
con la dignidad propia del verdadero romano”71: el cristianismo. Un
último romano y, además, un historiador cautivo del público al que quiso
agradar, o no desagradar, en beneficio propio.
121.
69 J.F. Matthews, The Roman Empire of Ammianus, London 1989, p. 466.
70 “The lonely historian Ammianus Marcellinus Marcellinus”, VI Contributo alla storia
degli studi Classici e del Mondo Antico, Roma 1980, p. 151-152: “He does not take sides
between St. Ambrose and Symmachus, between the anti-Germanic Libanius and
the pro-German Themistius, and has none of the senatorial nostalgias of the
S.H.A.”.
71 Los últimos romanos y la cultura europea, Moscú 1990, p. 105; 150.
“El mundo visto desde las pirámides: tres visiones
literarias del siglo IV después de Cristo sobre
Egipto”.
Heródoto, la gran inspiración de tantos autores geográficos y
paradoxográficos del mundo clásico, amén de un punto de referencia
importante para toda la intelectualidad del mundo clásico, estableció
que:
“Paréceme acerca de las partes extremas del continente, que con una especie de terreno muy diferente
de los otros, y como encierran unos géneros que son
tenidos acá por los mejores, se nos figura también
que allí son todo preciosidades”1.
Egipto fue, en ese mundo clásico, uno de tales territorios periféricos que delimitaban el orbe y que se caracterizaban por albergar
gentes, parajes, costumbres (Hrdt. II, 35) y prodigios que no podían
hallarse en ningún otro rincón de las tierras conocidas por el hombre
mediterráneo. Incluso cuando fue asimilado políticamente por Roma,
la imaginación de los intelectuales continuó cultivando una pintura
que situaba en el País del Nilo a los animales más extraños, los rituales más sorprendentes, las construcciones más majestuosas…2 En no
PUB.- en J. Abellán Pérez, M. Lazarich González, V. Castañeda Fernández (eds.),
Homenaje al profesor Antonio Caro Bellido, vol II. Estudios históricos de Andalucía, Universidad de Cádiz, 2011, págs. 225-236.
1 Hdt, III, 116. Tr. P. Bartolomé Pou, Ed. Aguilar, Madrid, 1969, p. 683.
2 No deja de emocionarnos, en ese sentido, las sensaciones de Germánico, descritas
por Tácito (Ann., II, 61), cuando descubre las maravillas arquitectónicas y las obras
de ingeniería hidráulica de Egipto.
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
286
pocas ocasiones, este relato estereotipado hallaba su origen en la
costumbre de recurrir a los tópoi etnográficos que siempre eran de
agrado del público. En otras se debía al desconocimiento personal de
lo que se describía. Y por si eso no fuera suficiente, siempre planeaba
sobre el autor de turno (sobre todo si era griego) el peso específico
del legado de Heródoto3.
Egipto fue, para los griegos, también para algunos romanos, ese
“arsenal de sabiduría extraña” del que hablaba Arnaldo Momigliano4,
ese país poblado por una raza sensible según Polibio (XXXIV, 14) y
que tanto había enseñado a los helenos (Hrdt. II, 81) en tantos campos del saber. Aparte estaba su valor estratégico como granero del
Imperio5, lo que hizo que los emperadores, desde su conquistador,
Octavio, no lo consideraran como una provincia más, sino como una
propiedad particular a la que no podían acceder los personajes más
insignes de la pirámide social romana, senadores y equites más acaudalados, salvo con el permiso del gobernante (Tac., Ann., II, 59, 3).
Para los romanos, sin embargo, carentes de la larga tradición de
contacto de los griegos con Egipto, lo que percibían de esta zona les
movía a la extrañeza, a la desconfianza y, en no pocas ocasiones, al
escándalo. Es por ello que la mayor parte de los autores latinos nos
dejaron una imagen distinta, desde los cálamos, por ejemplo, de
Juvenal (Sat. XV, 33 ss.)6 o Tácito (su obra Historiae está trufada de
Sobre estas cuestiones, vid. A. Pérez Largacha, “Heródoto y la Arqueología egipcia”, Boletín de la Asociación Española de Orientalistas XL (2004), pp. 111 ss; J.L. Myers,
“Erodoto geografo”, Geografia e geografi nel mondo antico, P. Prontera, ed., Bari (1983),
pp. 126 ss.
4 La sabiduría de los bárbaros. Los límites de la helenización, México, 1988, p. 15.
5 Sobre la dependencia cerealística de Roma respecto de Egipto, vid. Tac., Ann.,
XII, 43, 2.
6 Juvenal, según su propio testimonio, conocía Egipto de primera mano (XV, 45).
En XV, 10; 27 ss., 80 ss., incluso llegará a hablar de la práctica canibalismo en el
país. Ésta era una acusación muy seria, pues la antropofagia era considerada, en la
mentalidad grecolatina, como una de las grandes aberraciones en las que podía caer
el hombre y signo de barbarie absoluta. El comportamiento era propio de poblaciones que habitaban en la periferia del mundo conocido, y así lo testimonia, por
ejemplo, Estrabón (IV, 5, 4) cuando se refiere a Irlanda. M. Balasch, M. Dolç,
Juvenal-Persio. Satiras, Introducción general, Madrid, 1991, p. 39: “Y Egipto es el pais
3
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referencias al respecto), donde a la incómoda extrañeza de sus costumbres se sumaban la violencia, el fanatismo y la rebeldía de sus
habitantes. Siglos más tarde, Orosio (VII, 33, 2 ss.) situará en el duro
desierto egipcios el refugio de aquellos monjes que pretendían evadirse de las cargas del Estado. En suma, para los autores más alejados de
la tradición griega Egipto era un país peculiarmente bárbaro al que
convenía contemplar con precaución7.
A continuación vamos a comparar los contenidos egipcios de tres
obras literarias de la segunda mitad del siglo IV dC., cada una de
naturaleza distinta, para conocer qué alcance tuvo en el tiempo lo
escrito más arriba: la Expositio totius mundi et gentium, la Collectanea de
Solino y las Res gestae de Amiano Marcelino. En ese curioso compendio geográfico que es la Expositio…, escrita posiblemente en griego
por un autor oriental anónimo a mediados del siglo IV dC.8, el País
del Nilo es dividido en tres partes (34-37): Egipto, Alejandría y la
Tebaida (entendiendo ésta como la región de Tebas, parte sudoriental
del territorio). Nos ayudaremos de este sencillo y peculiar esquema
para la comparación.
El primer rasgo que destaca el autor de la Expositio es el Nilo
como eje vertebral del país y la fecundidad que le aporta a éste (34)
tanto en productos agrícolas como en hombres de buena condición y
piadosos9. Era un requisito indispensable expresar esta idea, por otro
lado cierta, acerca de una de las regiones más feraces del orbe romaque en las satiras de Juvenal sale peor. Ante todo, la satira XV integra, escrita ya en
edad muy avanzada del poeta, es la expresion de una repugnancia feroz frente a este
pueblo. Es, sin duda, el fruto de un mal recuerdo”.
7 Juvenal, de nuevo, sintetizará este pensamiento de forma lapidaria: “Los egipcios
son unos salvajes, de ello no hay la menor duda” (Sat., XV, 44; tr. M. Balasch, op.cit.,
p. 440).
8 Vid. el comentario de su traductor al castellano, A. García-Toraño Martínez, Ed.
Gredos, Madrid, 2002, p. 238.
9 Solino (I, 51), aludiendo a Trogo Pompeyo, menciona que en Egipto nacen 7 hijos
de un mismo embarazo a causa de las aguas del Nilo, que fecundan de igual modo a
tierras y a hombres. Vid. F.J. Fernández Nieto, Ed. Gredos, Madrid, 2001, p. 414,
n. 913. En 1, 51, califica al Nilo como el mayor productor de galactitas, “piedras de
leche” que estimulan los pechos de las parturientas, en exclusividad con el río
Aqueloo de la Grecia continental.
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no. También Solino, oscuro (por el palmario desconocimiento biográfico que tenemos de él) autor del tránsito del siglo III al IV 10, hace
referencia a algunos de esos cultivos al hablarnos de la “higuera”
(sicomoro) y de la palmera egipcias, siempre intentando destacar
aquellos datos más extraordinarios o, directamente, paradoxográficos11. Y sobre todo se centra en las consecuencias que las crecidas del
río tienen sobre el grado de prosperidad agrícola del país (32, 9-15)12.
Al respecto, el texto de Amiano (22, 15, 5-7) casi aporta un calco del
anterior, en cuanto que ambos coinciden en las teorías sobre la
influencia de los vientos etesios a la hora de explicar los desbordamientos. Solino habla además (32, 11) de la autoridad del movimiento de las estrellas, mientras que el antioqueno recoge la opinión
de algunos (que él no cree cierta) de que son las lluvias caídas en
tierras de etíopes las que engrosan el caudal nilótico (22, 15, 6). Esta
falta de certeza provenía del desconocimiento de las fuentes del Nilo,
aspecto en el que ambos vuelven a “coincidir”13. Solino (32, 1-8) establece el nacimiento del río en una montaña de Mauritania 14, para
formar a continuación el lago Nilida del que parte el Nilo. A partir de
aquí su recorrido es subterráneo en ocasiones, hasta que reaparece
definitivamente a la altura de Etiopía para discurrir hacia su desembocadura en el Mediterráneo, circundando en su camino islas de gran
tamaño. Amiano (22, 15, 8-12) no se desvía un ápice de este relato,
aunque aporte algún dato nuevo con claros deseos de lograr efectosVid. los comentarios de su traductor al castellano, F.J. Fernández Nieto, op.cit., pp
13 ss; p. 27: “Guiándome por todos los indicios anteriormente reseñados, por la
lengua y por el espíritu que resuma la obra, sospecho que Solino pudo escribir entre
el final del siglo III y la primera mitad del IV (290-350), sin que esté a nuestro
alcance precisar más”.
11 Del sicómoro (32, 34-35) dirá que es capaz de dar fruto 7 veces al año, y no sólo
a través de las ramas, sino incluso desde el tronco; además su madera se hunde en
el agua, y sólo llega a flotar si se la mantiene en remojo por un tiempo: al contrario
que otras, es la humedad la que la seca. De la palmera (32, 36) destacará su fruto, el
dátil, que calma la sed si se toma antes de madurar, pero que si se ingiere ya maduro
produce los efectos de una borrachera.
12 Tomado de Plinio, N.H., V, 58; vid. Amm., 22, 15, 13. Solino comparará este
fenómeno con lo que les ocurre al Eúfrates (37, 2-3) y al Gánges (52, 6).
13 Parece más que claro que Amiano ha leído a Solino.
14 Siguiendo textos de origen púnico: vid. F.J. Fernández Nieto, op.cit., p. 429, n. 960.
10
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mo en su auditorio15. Ambos coinciden en la originalidad del río en
un punto: para Solino es el único del mundo que no genera olores
(32, 15); para Amiano es el único que no provoca brisas (22, 15, 13).
Las deficiencias del conocimiento geográfico antiguo16 no parecen
constituir un impedimento para estos autores a la hora de seguir
hablando de Egipto. A veces los relatos, sin abandonar la evidente
matriz documental de la que se nutren, ofrecen más o menos información e incluso desde diferentes ópticas, pero la aparición de nuevas
y acusadas similitudes nos confirma en el convencimiento de que, al
tratarse de este territorio tan especial, los dos debían incluir una serie
de noticias que refrescarían lo ya aprendido antes, desde el tópos, por
cado uno de los integrantes del auditorio correspondiente. La descripción de la fauna nilótica, por ejemplo, atiende a ese propósito. El
cocodrilo, sin ir más lejos, es el mismo en ambos17, con la única
diferencia de la curiosa tregua que los fieros reptiles parecen pactar
con los sacerdotes durante una semana al año, en la que no atacarán a
nadie: para Solino (22, 21) esto tiene que ver con la celebración del
cumpleaños del buey Apis; para Amiano, acontece con la celebración
del nacimiento del Nilo (22, 15, 17). Cuando le llega el turno al
hipopótamo el resultado es, otra vez, la repetición, presuntamente
ejecutada por Amiano (aunque Solino también bebería de otra fuente,
por ejemplo de Plin. N.H. VIII, 95), que resulta casi literal (Sol., 32,
30-31; Amm., 22, 15, 21-24)18.
Es el caso de la anécdota de los atos, pueblo que vivía a la altura de las cataratas y
que tuvo que migrar a causa de la estridencia brutal de los saltos de agua. Esta
comunidad no es mencionada en ninguna otra fuente.
16 Vid. P. Arnaud, “Pouvoir des mots et limites de la cartographie dans la geographie grecque et romaine”, D.H.A. 15, 1 (1989), pp. 9-29; C. Jacob, “Carte greche”,
en Geografia e geografi…, pp. 47-68.
17 Solino (32, 22): bestia dañina de 4 patas, con el mismo vigor en tierra que en
agua, que carece de lengua, sólo mueve la mandíbula superior, que acopla sus temibles dientes como un peine, con una piel acorazada y un tamaño de hasta 20 codos
(casi 9 metros), y que pone huevos igual que la oca; cobarde ante quien le planta
cara y que guarda ayuno durante el invierno. El testimonio de Amiano es el mismo
(22, 15, 15-17). Los dos coinciden también en otro animal, el delfín del Nilo, que
con su aleta dorsal en forma de sierra mata a los cocodrilos atacándolos por el
vientre (Sol., 32, 26-27; Amm., 22, 15, 8), o en el caso del pequeño carnívoro que
15
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
290
Continuando con la Expositio, la religión, otro de los grandes
tópicos tradicionales desde la sistematización etnográfica de Heródoto, ocupa un lugar importante en sus escasas líneas, destacándose
la importancia de los dioses y cultos egipcios y la devoción de los
naturales hacia ellos (34)19. Concretando más, Solino (32, 17-21) y
Amiano se refieren al culto al buey Apis en términos de absoluta
concomitancia (22, 14, 6-8), algunos matices sin apenas importancia
aparte20. Amiano, más interesado en temas religiosos por la delicada
situación de los cultos paganos en la época en que él publica su obra,
y escribiendo siempre en función de un círculo senatorial pagano21, se
alarga algo más al respecto (22, 16, 19-22) al recordar que Egipto es
tierra especialmente apta para el conocimiento de lo divino y, por
ende, para la revelación de misterios y secretos trascendentales para
los hombres22. Así, si la Expositio continúa con una breve reseña de lo
que supone la ciudad de Alejandría (34), en la que abundan los
penetra en sus entrañas cuando los pájaros limpian la dentadura de la bestia, royéndole desde allí (Sol., 32, 25; Amm., 22, 15, 19).
18 Otro ejemplo de fauna es el ibis (Sol., 32, 32-33; Amm., 22, 15, 25-26), que
mantienen a raya a las ponzoñosas serpientes al devorar sus huevos y al atacar a las
bandadas de ofidios alados que llegan desde Arabia. Solino apuntará, además, que
estas aves ponen sus huevos por la boca; Amiano, por su parte, nos recordará su
carácter sagrado entre los egipcios.
19 Idea que continuará en el epígrafe 36: “Tienen toda clase de santuarios y templos
dotados de todo; abundan allí, en efecto, porteros, sacerdotes, servidores del culto,
arúspices, adoradores y excelentes adivinos, y se hace todo con arreglo al rito; así,
encontraréis siempre sus aras resplandeciendo del fuego de los sacrificios y colmadas de incienso, y las cintas, así como los incensarios colmados de perfumes y exhalando un aroma divino” (tr. Alfonso García-Toraño Martínez, op.cit., p. 257). Sobre
la burla de Juvenal sobre las creencias del hombre egipcio, vid. Sat., XV, 1 ss.
20 Los dos repiten, por ejemplo, el funesto augurio que aconteció cuando el buey
sagrado no quiso comer de la mano de Germánico (vid. Plinio VIII, 186) en el año
19.
21 Vid. mi trabajo, “El historiador cautivo: Amiano Marcelino frente a su auditorio
senatorial romano”, Habis 37 (2006), pp. 427-438.
22 Amm., 22, 16, 19: “Si alguien quisiera investigar en profundidad acerca de las
múltiples manifestaciones de la investigación de lo divino, y sobre el origen de la
adivinación, descubrirá que este tipo de conocimiento se ha extendido por todo el
mundo partiendo desde Egipto” (tr. M.L. Harto Trujillo, Akal, Madrid 2002, pp.
504-505).
291
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
hombres sabios, los filósofos (37), las doctrinas y el cultivo de las
letras, del mismo modo que la especialización en una determinada
disciplina académica23, Amiano no se olvidará de encomiar el Serapeum
(22, 16, 12), joya de la ciudad que sólo es superado por el Capitolio
romano en fastuosidad24. La monumentalidad de Egipto es otro
punto en común entre Solino y Amiano. Por ejemplo, al mencionar
los estandartes de la cultura egipcia, las pirámides, ambos (32, 44 y 22,
15, 28-29 respectivamente) las definen como torres puntiagudas tan
altas que no dan sombra25. Amiano vuelve a extenderse un poco más,
al respecto, al hablar del sentido etimológico de la palabra (del griego
pir, fuego)26.
No falta un nombre cuando se trata de Egipto en la literatura
antigua: Cleopatra, la astuta reina que, según Amiano27, planeó la
Amm., 22, 16, 13 alaba sus dos bibliotecas, con los 700.000 volúmenes allí
depositados por los monarcas Ptolemaicos (que quedaron incinerados a causa del
saqueo de la ciudad en tiempos de César). Además destaca (22, 16, 16) algunos
nombres de eruditos alejandrinos que brillaron en gramática, ciencia, letras, etc., así
como los logros conseguidos en geometría, música, astronomía, matemáticas,
adivinación (22, 16, 17), sin olvidar a su prestigiosa Escuela de Medicina (22, 16,
18), famosa en todo el Imperio. Vid. J. Scarborough, “Ammianus Marcellinus
XXII, 16, 18: Alexandria´s medical reputation in the Fourth Century”, Clio Medica
1969, 4, p. 141-142; V. Nutton, “Ammianus and Alexandria”, Clio Medica 7, 3
(1972), p. 165-176. En la Expositio se menciona el particular en 37.
24 También recordado por la Expositio, 35, emparejado con el Museo como los dos
grandes distintivos de la ciudad ante el mundo. Esto no es mencionado por Solino,
quien al describir Alejandría (32, 41-42) simplemente destaca “la grandeza de su
fábrica” y su vinculación a Alejandro Magno, así como recuerda el nombre de su
arquitecto: Dinócrates. Se referirá además, como realidad aparte, a la isla de Faro
(32, 43), con su famosa luz para guiar la navegación y su conexiones con la magna
ciudad (vid. Amm., 22, 16, 9).
25 Al antioqueno parece interesarle la cuestión, o tal vez la halla divertida para su
auditorio: vid. 22, 15, 3, sobre curiosidades sobre las luces y las sombras en Siene
(Assuán) en el solsticio de verano.
26 Según M.L. Harto Trujillo, op.cit., p. 499, n. 109, de forma errónea. Amiano
aporta, además, un excursus sobre los obeliscos (17, 4, 1-7) y además traduce los
jeroglíficos del que el emperador Constancio II ordenó colocar en Roma a fines de
los años 50 del siglo IV (17, 4, 18-23).
27 Sobre el tratamiento de Cleopatra en Amiano, vid. mi trabajo “La mujer oriental a
través de Amiano Marcelino”, en G. Bravo Castañeda, R. González Salinero (eds.),
Extranjeras en el Mundo Romano, Gerión Anejos VIII, Madrid, 2004, pp. 95-99.
23
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
292
creación del famoso faro (22, 16, 9) y ordenó la construcción del
“heptstadio”, dique que unía a la isla homónima con el país (22, 16,
10). No aparece en la Expositio, donde los nombres propios de
celebridades históricas escasean, sacrificados al colorismo de la
descripción geo-etnográfica y económica. Y Solino sólo la menciona
al hablar de la “serpiente hipnal”, la variedad de áspid que “mata por
el sueño… como bien atestigua Cleopatra” (2, 7).
Pero hablar de Egipto equivale también a hablar de Alejandría,
pues casi en todos los autores ambos nombres vienen a constituir una
metonimia, en la que continente se toma por contenido y viceversa.
La sexta ciudad del Imperio Romano según la singular lista del Ordo
Urbium Nobilium de Ausonio28, dejó su registro en la literatura clásica
como una urbe turbulenta, en la que el pasatiempo favorito de sus
habitantes consistía en enredarse en tumultos que no era raro que
desembocaran en ejecuciones29. Así, se convierte en otro tópos (esta
vez esquivado por Solino) al mencionar maravillas de ella 30 para a
renglón seguido hacer alusión al carácter atrabiliario de los alejandrinos. En eso va a consistir el ejercicio tanto del autor de la Expositio
como de Amiano. El primero (35-36) alaba su riqueza en alimentos31,
especialmente bendecida por la fertilidad del Nilo 32; también la
variedad de mercancías que llegan del extranjero (sobre todo de la
exótica India) y, particularmente, su lucrativo negocio de exportación
de papiro33, gracias al cual pueden funcionar la Administración y las
“…vertex omnium est civitatum”, que escribirá Amm., 22, 16, 7.
Vid. Amm. 19, 12, 12; 22, 11, 2 ss.
30 Para su relevancia en el Bajo Imperio, vid. la síntesis de Av. Cameron, El mundo
mediterráneo en la Antigüedad Tardía, Barcelona, 1998, pp. 145 ss.
31 Expos., 35: “Come, en efecto, tres clases de pescado, de río, de lago y de mar,
cosa que no tiene otra provincia” (tr. Alfonso García-Toraño Martínez, op.cit., p.
255).
32 Lo que le permite abastecer de alimento a otras provincias del Imperio y al
ejército que lucha en el frente persa (36); Amiano (22, 16, 7) nos refiere una curiosa
anécdota sobre su arquitecto, Dinócrates, quién faltándole cal para las murallas las
embadurnó de harina, lo cual fue un buen augurio para la prosperidad alimenticia
de la ciudad.
33 Mencionado por Solino (37, 2) como el material con el que se construyen las
embarcaciones que permiten arribar antes a la India desde Egipto.
28
29
293
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
transacciones comerciales. Pero luego llega la otra cara de la moneda,
la fuerza de la turba, instigada por el antirromanismo de las elites
griegas, frente al poder invasor:
“Además encontrarás que esta ciudad manda en sus gobernadores:
el pueblo de Alejandría es único en inclinarse con facilidad a la rebelión; los gobernadores, en efecto, entran en ella con miedo y temblando, temerosos de la justicia del pueblo, pues no se han esperar los
levantamientos de teas y piedras contra los gobernadores que
yerran”34.
Es la obstinación de ese gentío de tez oscura y cuerpo enjuto35, del
populacho alejandrino, contra el que los instrumentos de tortura no
causan efecto si se trata de pagar impuestos (22, 6, 1; 16, 23), la que
termina germinando en furia. Poder destructivo que llega, incluso, a
modificar la fisonomía de lo urbano al decir del historiador antioqueno (22, 16, 15). Solino, por su parte, más interesado en otros
menesteres, pasa por alto el lugar común.
Después de Alejandría sólo Tebas, “célebre por su número de
puertas“, consigue atraer algo de atención en Solino (32, 40), quien
también menciona la ciudades de Abidos, con su palacio de Memnón
y su templo de Osiris36, Canopo, comienzo de Egipto desde el Oeste,
(31, 1) y Pelusio, bisagra entre Egipto y Arabia y donde se ubicaba el
sepulcro de Pompeyo el Grande37.
Vamos a ir recapitulando: hasta aquí, nos hemos referido a tres
obras literarias del siglo IV para constatar si la imagen tradicional (de
cuño griego) de Egipto tiene continuidad en el tiempo, hasta bien
entrada la tardorromanidad. Y lo hemos constatado afirmativamente.
Pero no todas las creaciones literarias clásicas atienden a los mismos
propósitos, y esa diferencia podemos advertirla, en nuestros tres
Expos., 37 (tr. Alfonso García-Toraño Martínez, op.cit., p. 257). Vid. Amm., 28, 5,
14.
35 Amiano es de los pocos autores antiguos que nos transmiten una descripción
física de los egipcios.
36 Sobre ambos vid F.J. Fernández Nieto, op.cit, p. 449, n. 1024.
37 33, 23-24; 32, 34 (único paraje de Egipto donde crían las ibis negras); Pelusio
aparece en Amm., 22, 16, 3 con tintes similares.
34
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
294
ejemplos, recurriendo a los detalles y los matices. Para empezar, se
nota claramente cuál de los tres autores no puso un pie en el País del
Nilo. Amiano deja bien claro que él ha estado en Egipto y ha
contemplado lo que describe (22, 15, 1)38. Así lo lo sabemos cuando
habla de Alejandría39, con su cielo siempre despejado y su brisa agradable (22, 16, 8), o de Canopo (22, 16, 14), donde, por los mismos
motivos, “cualquiera de nosotros creería que allí está viviendo fuera
de este mundo”: desde luego da la impresión de que Amiano ha
disfrutado de tales bondades climáticas 40. También el autor de la
Expositio hace constar su testimonio presencial (34) e incide en el
mismo punto que el antioqueno (37). No es el caso de Solino, cuya
descripción parece más bien trazada en el gabinete.
Sea quien sea el autor de un relato sobre Egipto en el mundo
grecorromano, necesariamente habrá de remontarse a Heródoto41,
Diodoro de Sicilia, Estrabón, Mela, Plinio el Viejo42, por citar a los
más relevantes43. Pero sería absurdo, por otra parte, negar una pincelada personal de cada escritor a lo que crea, y esa originalidad siempre
iría en función de lo que cada uno persigue con sus ideas. En el caso
De él, incluso, G.W. Bowersock, “J.F. Matthews, The Roman Empire of Ammianus”,
J.R.S. 80 (1990), p. 248, ha defendido que provenía de Alejandría (frente a la tesis
tradicional de su origen antioqueno).
39 F. Trombley, “Ammianus Marcellinus and fourth-century warfare: a protector´s
approach to historical narrative”, en J.W. Drijvers, D. Hunt (eds.), The Late Roman
World and its Historian. Interpreting Ammianus Marcellinus, London-New Cork, 1999, p.
17, lo sitúa actuando en Egipto, en la inspección de barcos egipcios, dentro del
servicio annonario, desde su calidad de protector.
40 Lo mismo observamos en su anotación sobre los moratones en los cuerpos de
los egipcios que han sido maltratados por resistirse a tributar (22, 16, 23).
41 Algo que P.M. Camus, Ammien Marcellin. Témoin des courants culturels et religieux a la
fin du IVe siècle, Paris, 1967, p. 39, detecta claramente en Amiano. Para las fuentes
griegas que Amiano maneja en su digresión egipcia, vid. I. Lana, “Ammiano
Marcellino e la sua conoscenza degli autori greci”, Politica, cultura e religione nell Impero
Romano (secoli IV-VI) tra Oriente e Occidente, Napoli 1993, pp. 2 y 39.
42 Para L.A. García Moreno, “Etnografía y paradoxografía en la historiografía latina
de la República tardía y época augustea”, Polis 6 (1994), p. 76, estos dos últimos son
los verdaderos forjadores de la geografía latina.
43 Para las fuentes de Solino, vid. el completísimo análisis de F.J. Fernández Nieto,
op.cit., pp. 33 ss.
38
295
SOLDADO Y GRIEGO. ESTUDIOS SOBRE AMIANO MARCELINO
del autor de la Expositio se advierte el deseo de escribir un breviario
sobre la ecúmene, no exento de ciertas referencias al paganismo 44 que
son muy sospechosas: en un mundo que se va convirtiendo al cristianismo, al menos entre las esferas de poder (los emperadores ya son
cristianos), Egipto simbolizaba el reducto de los cultos politeístas tradicionales. Esto se advierte de forma categórica en Amiano45. Solino,
sin embargo, lo que pretende es escribir “una chorographia comparada,
una descripción de los lugares, de las tierras y de los pueblos del orbe
salpicada de datos sobre fenómenos curiosos y extraordinarios de los
reinos vegetal, mineral y animal, veteada con los prodigios y paradojas
que más habían sorprendido la credulidad de los antiguos” 46. Su
aspiración es bastante más erudita y “científica” que en los dos otros
dos autores47, sin renunciar, por ello, a compartir algunas tendencias
con ellos: beber de la tradición etnográfica y flirtear con la tradición
paradoxográfica. De ese modo, los tres pretenden agradar a sus respectivos lectores con noticias exóticas y curiosas, propias de este
último género. A ello responden las referidas por Solino en 15, 12,
cuando escribe: “Los perros egipcios nunca beben en el Nilo sino
mientras corren, a fin de evitar las asechanzas de los cocodrilos”48; o
que el ave Fénix voló a Egipto49, desde tierras árabes, a fines de la
República, y que fue capturada y llevada a Roma durante el reinado
de Claudio (33, 14); o bien que los blemmyes, los legendarios y feroces vecinos del sur, tenían la boca y los ojos en el pecho (31, 5). En
esa línea se comporta también Amiano (22, 15, 14; 31, amén de lo ya
citado)50, y en menor medida el autor de la Expositio.
Alfonso García-Toraño Martínez, op.cit., p. 236.
Ya lo he defendido en Romanos y bárbaros en las fronteras del Imperio romano según el
testimonio de Amiano Marcelino, Madrid 2006, p. 185.
46 F.J. Fernández Nieto, op.cit., p. 29.
47 Se percibe su obsesión al hablar de Egipto, por las delimitaciones y las fronteras:
para él, Egipto es uno de los límites del Mediterráneo (23, 15), límite familiar en la
navegación por el Atlántico (56, 6) y llave de paso hacia la India (37, 2; 52, 3).
48 Tr. F.J. Fernández Nieto, op.cit., pp. 305-306.
49 Vid. al respecto la breve y exótica digresión de Tácito (Ann., VI, 28).
50 Y también una obra contemporánea: la Historia Augusta; vid. R. Syme, Ammianus
and the Historia Augusta, Oxford, 1968, pp. 25 ss.
44
45
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
296
Nadie podía obviar Egipto si pretendía describir el mundo
conocido, o crear una obra literaria con perspectivas de éxito: por su
carácter estratégico, de paso entre dos continentes, por su peso
específico en la economía del Mediterráneo y, particularmente,
porque, en la Antigüedad Tardía, uno de cada ocho habitantes del
Imperio vivirá allí51. Si a ello le sumamos el más que evidente exotismo del país, y el carácter extraordinario de algunos de sus atributos
según la tradición etnográfica que arranca desde Heródoto, el orbe
había que contemplarlo desde las cúspides de las pirámides egipcias si
se quería poseer un ingrediente importante para el triunfo en los
círculos literarios. Si además se podía conseguir algo más, tanto
mejor.
F.G. Maier, Las transformaciones del mundo mediterráneo. Siglos III-VIII, Madrid, 1972,
p. 18.
51
ÍNDICE
Introducción……………………………………………..
5
Ammianus adversus externae gentes: la geografía de lo
Barbaricum en Amiano Marcelino ……………………...…
9
El mundo de la medicina antigua en Amiano Marcelino …
23
In vino civilitas: los bárbaros y el vino en Amiano …………
35
Los hunos: la gran invención de Amiano Marcelino ……..
55
La cultura y romanidad en las Res gestae de Amiano
Marcelino ………………………………………………..
95
Las externae gentes bajo los estandartes de Roma:
asentamientos y reclutamiento bárbaros en las Res gestae
de Amiano Marcelino ……………………………………
109
Un ejemplo de “comodín histórico”: la figura de
Silvano en las Res gestae de Amiano Marcelino ……………
145
El último enigma de Amiano Marcelino: Ut miles quondam
et Graecus (XXXI, 16, 9) ………………………………….
163
La figura de Cornelio Galo en las Res gestae de
Amiano Marcelino ………………………………………
185
Intérpretes militares y movimientos de información
táctica en el frente oriental según Amiano Marcelino ……
201
“Entre druidas, magos, brahamanes y obispos: el ideal
de sacerdote romano para Amiano Marcelino” ………….
219
FRANCISCO JAVIER GUZMÁN ARMARIO
298
La mujer oriental a través de Amiano Marcelino ………...
235
Amiano Marcelino e Hispania: reconsideraciones ……….
243
El “historiador cautivo”: Amiano Marcelino frente
a su auditorio senatorial romano ………………………...
269
“El mundo visto desde las pirámides: tres visiones
literarias del siglo IV después de Cristo sobre Egipto” …..
285
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