Presentación del dossier “Movimientos sociales en la historia”

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Revista de Historia N.º 67 • ISSN: 1012-9790
Enero - Junio 2013 • pp. 9-12
Presentación del dossier
“Movimientos sociales en la historia”
José Manuel Cerdas Albertazzi
Coordinador del dossier
L
a renovación historiográfica costarricense se inició en las décadas de 1970
y 1980 incursionando en varios campos que se apartaron de la manera tradicional y descriptiva de historiar, la que se reducía casi exclusivamente
a la política de las elites. Fue entonces cuando se incorporaron los estudios de
historia económica, demográfica y social, entendida esta última, principalmente, como de los movimientos y organizaciones sociales de los sectores subordinados y de los trabajadores. Algunas de las primeras incursiones en la historia
social estuvieron marcadas por la forma más o menos tradicional positivista o
“de acontecimientos”, en la cual se sustituían los protagonistas de las elites políticas y gobernantes por las organizaciones y los dirigentes populares. Pese a las
limitaciones teórico-metodológicas de esta aproximación, no hay duda de que
hubo un aporte importante, ya que abrió una nueva temática historiográfica e
hizo irrumpir a los sectores populares en la disciplina y en la academia; las elites
políticas y sus agrupaciones dejaron de ser las únicas protagonistas de la historia.
En poco tiempo, igual como venía ocurriendo en otros países latinoamericanos, comenzaron a surgir visiones renovadoras desde el punto de vista teórico-metodológico, que incorporaban análisis más complejos, inspirados en la
historiografía británica marxista; esta última constituida por historiadores de la
talla de Eric Hobsbawm, Edward Thompson, George Rudé, entre varios otros.
Aspectos de la perspectiva thompsoniana fueron incorporados en trabajos que
incursionaban en la “formación de la clase” y que rompía con posturas estructuralistas. Posteriormente, otras preocupaciones temáticas se incorporaron al estudio de los movimientos sociales como los identitarios, con preocupaciones en
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el feminismo, la diversidad sexual, la etnicidad. Nacionales y extranjeros han
aportado de manera significativa hasta el momento.
Pese a los avances cualitativos alcanzados, al sobrevenir la década de
1990 y los cambios de época que introdujo, al menos en Costa Rica, la historia
de los movimientos sociales disminuyó en el volumen de publicaciones, exceptuando pocos y connotados aportes. Varios fenómenos imbricados en los ámbitos
internacional, regional y nacional pueden haber desalentado a los investigadores
para continuar la prometedora veta de estudios —lo mismo ocurrió con otras
ciencias sociales, desde donde igualmente hubo aportes relevantes en el campo,
varios de ellos con perspectiva histórica—: la pérdida de peso específico de la
clase obrera mundial, la desaparición del bloque de países de “socialismo real” y
su tránsito al “capitalismo salvaje”, el debilitamiento de la izquierda nacional, la
llegada a los círculos académicos de la “historia cultural”, que a su vez provocó
en grado importante el repliegue de otros campos historiográficos que se venían
cultivando —en particular lo sufrieron la historia económica y la de los movimientos sociales—.
Dada tal situación en nuestro país, el Consejo Editorial de la Revista de
Historia consideró necesario dedicar un espacio a la historia de los movimientos
sociales en uno de sus números, para de alguna manera promover nuevas acometidas historiográficas de temas tan relevantes y pertinentes. Es evidente que la
temática, a contrapelo de tales tendencias historiográficas, ha mostrado una gran
actualidad en los ámbitos internacional, regional y nacional, lo que se evidencia
con el apogeo de la movilización sociopolítica de la época, por lo que la historia
de las organizaciones y la movilización social, siempre desde ópticas renovadoras, debe aportar más para su mejor conocimiento.
El dossier que estamos presentando pretende ofrecer al público lector investigaciones recientes dentro de este campo, como una pequeña muestra de lo
que al respecto se hace historiográficamente desde distintas latitudes. La muestra, si bien es parcial, intenta ser representativa, pues contiene trabajos de cuatro
distintos países y con temáticas diversas, lo que permite visualizar esfuerzos
diferenciados que se están haciendo.
El artículo de Antonio Miguez Macho revisa un aspecto muy relevante
de todo movimiento social, cual es la tensión entre ideales y formas organizativas y de lucha más o menos generales y universalistas, con su puesta en
práctica y adaptación a realidades concretas. Lo presenta desde la dinámica de
movimientos obreros gallegos, entre finales del siglo XIX y la álgida Guerra
Civil Española. Se destacan en el análisis la perspectiva histórica para una
sociedad aún poco industrializada, la consideración de la lucha reivindicativa
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obrera como una brega por derechos ciudadanos, la conformación de identidades y lo que acarreó al movimiento las fuerzas reaccionarias en el momento de
iniciarse el conflicto bélico.
El movimiento estudiantil latinoamericano ha jugado un papel relevante
en la movilización social y política del subcontinente, en particular durante el
siglo pasado. Dichos movimientos se han caracterizado por su importante contenido político, más que meramente reivindicativo. Bajo esos términos se desenvolvió la existencia de una organización estudiantil radicalizada en Sinaloa, México, durante la década de 1970, la cual es estudiada por el investigador Sergio
Arturo Sánchez Parra. El artículo caracteriza el contexto socioeconómico y cultural, las peculiaridades principales del movimiento –como composición social,
métodos organizativos y de acción, entre otros– y la concepción de revolución
que asumieron. La existencia de la organización estudiada no puede desligarse
de los acontecimientos ocurridos en la Ciudad de México en 1968 y de una fase
histórica que algunos consideran de autoritarismo represivo del Estado y de flujo
y radicalización del movimiento estudiantil.
Un balance y análisis historiográfico de historia de los movimientos sociales nos lo ofrece el historiador Carlos Gregorio López Bernal. Lo hace desde
la perspectiva de la producción investigativa salvadoreña dedicada al estudio
del período que va de 1811 a 1944. Se revisan aspectos como los usos que se
han hecho del concepto “movimiento social”, los criterios para estudiar ciertos
movimientos y las vías teórico-metodológicas empleadas en las investigaciones
que el autor seleccionó. Se pasa revista de las visiones historiográfícas más tradicionales hasta las más actualizadas; se anotan lagunas y avances, y así al lector
le queda la sensación de que tales procesos, con ciertas diferencias más o menos
marcadas, se asemejan a lo que en otros países de la región ha ocurrido en este
campo investigativo.
El último trabajo intenta ser un aporte que supere marcos interpretativos
que han sido un tanto simplificadores para el estudio de movilizaciones populares que desarrollaron relaciones clientelares. Dicho estudio, de Patricia Badilla
Gómez y José M. Cerdas Albertazzi, propone sacar a flote las complejidades
presentes en el movimiento pro vivienda en San José, la capital costarricense, en
la efervescente década de 1980. El estudio incorpora en el análisis la faceta activa y subjetiva de una clientela movilizada coyuntural, la que con estrategias de
sobrevivencia entró en relación clientelar con el gobierno y los partidos políticos
mayoritarios, resguardando un grado no desdeñable de capacidad negociadora.
Esperamos que este esfuerzo de los autores y del Consejo Editorial
sirva de motivador para que se retome con mayores bríos este esencial campo
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de la Historia y de las Ciencias Sociales, el que, por lo demás, parece estar
de nuevo en la palpitante actualidad, como mencionamos, en los ámbitos
mundial, regional y nacional. En estos momentos precisos en Costa Rica se
habla de una exacerbación de movilizaciones tremendamente dispersas, pero
que muestran en su conjunto un descontento social inobjetable; en la región
centroamericana, en América Latina y en el mundo hay una proliferación
de “viejos”, “nuevos” y “novísimos” movimientos sociales en las últimas
décadas; por todo ello, conocer la historia lejana, reciente y actual de tales
fenómenos sociales, parece dar sentido a la clásica noción de relacionar de
manera bidireccional, pasado y presente.
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