¢400 Etapa IV - Año CXXXI Tomo 132 - (4320) Costa Rica Domingo 27 de abril 2014 - II de Pascua San Juan Pablo II “No tengan miedo” San Juan XXIII: “Mi vida por la Iglesia” P/21-27 P/2-16 Eco Católico 2 Domingo 27 de abril 2014 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII Editorial San Juan Pablo II: pasión por la humanidad divino, y que se es más humano en la medida en que se tiende a Dios, Creador de todas las cosas. Y en Cristo, el hombre y la mujer tienen un valor infinito, una dignidad inconmesurable… valen Dios mismo. Ese mismo ardor por conducir a la humanidad a su Redentor fue el eje del servicio petrino del Papa Wojtyla. Desde esa perspectiva pueden comprenderse mejor sus gestos, sus esfuerzos, sus encíclicas y libros. También sus viajes, su enfermedad, martirio y hasta su propia muerte. U santo. n hombre de Dios apasionado por la humanidad. Así podría ser descrito el Papa Juan Pablo II, que este domingo es declarado Esa energía magnética, su alegría, su compromiso, su fe y su entrega hasta el final no son otra cosa que expresión de ese profundo amor por lo humano que siempre lo caracterizó. Sería la influencia de su madre, sus años en las canteras, sus sufrimientos bajo la tiranía comunista, sus cientos de viajes alrededor del mundo, sus muchas horas de diálogo con el Señor… o una combinación de todo lo que forjó al hombre, al pastor, al líder que siempre tuvo una sonrisa, un abrazo, una palabra de afecto, de cercanía y comprensión. Desde el inicio de su pontificado habló de la grandeza de la persona humana, elevada a la máxima expresión en la Encarnación del Verbo y recordó que el hombre no puede vivir sin amor, sin Dios. Quien se aleja de Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido… escribió apenas en 1979, recién elegido a la sede de Pedro. (Redemptoris Hominis, 10). En efecto, para el Papa polaco el hombre o la mujer que quieran comprenderse hasta el fondo a sí mismos, superando los criterios y medidas inmediatas, parciales, superficiales e incluso aparentes, debe, con su misma inquietud, incertidumbre e incluso con su debilidad y pecados, con su vida y con su muerte, acercarse a Cristo. Solo asimilando toda la realidad de la Encarnación y de la Redención podrá encontrarse a sí mismo: “¡Qué valor debe tener el hombre a los ojos del Creador, si ha merecido tener tan grande Redentor!”, proclamamos hace unos días en la solemne Vigilia Pascual. Con su vida y su magisterio, el Papa Juan Pablo II nos mostró que todo lo humano tiene mucho de Sede Conferencia Episcopal de Costa Rica Calle 22- Avs. 3 y 5, San José Fundado en 1883 Teléfonos Central telefónica: 2222-8391 Fax: 2256-0407 Página web www.ecocatolico.org Correo electrónico [email protected] Apartado postal 1064 -1000 San José Y es lo que sigue mostrándonos desde el cielo. Son los milagros obrados por su intercesión, entre ellos el que encarna la costarricense Floribeth Mora y que sirve a la Iglesia para elevarlo a los altares. Pero más que los prodigios físicos se trata de la convicción de que Dios existe, nos escucha, ama y realiza su plan en cada uno si se le acepta de corazón. San Juan Pablo II puede ser llamado con razón el amigo de todos, porque antes que nada fue y es amigo del Señor. Ese testimonio de una amistad íntima, honesta, confiada y segura es probablemente uno de los mayores legados de Su Santidad. Y para los costarricenses con mucha más razón. El Papa santo nos conoció y amó. Estuvo entre nosotros y sin duda tenemos un lugar muy especial en su corazón. Pidamos, pues confiados su intercesión por aquello que sabemos nos conviene más: la voluntad de Dios en nuestras vidas. ¡Qué alegría saber que tenemos un amigo así en el cielo! Demos gracias a Dios. Créditos Presidente Junta Directiva Asesor doctrinal Mercadeo y ventas Pbro. Víctor Hugo Munguía C. Lic. José Sancho M. [email protected] Mons. José Rafael Quirós Q. Edición Director Luis Carlos Cartín S. Circulación Lic. Martín Rodríguez G. [email protected] Diseño y composición Ing. Daniel Rivera M. [email protected] Lic. Carlos Andrés Víquez V. [email protected] Eco Católico Domingo 27 de abril 2014 3 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII El seminarista clandestino que ocupó la sede de Pedro Proclamó 482 santos. Hoy su propio nombre se agrega a la lista viajes apostólicos fuera de Italia y 146 por el interior de este país. Además, como Obispo de Roma, visitó 317 de las 333 parroquias romanas. Ma. Estela Monterrosa S. [email protected] Karol Józef Wojtyła, Juan Pablo II, nació en Wadowice, Polonia, el 18 de mayo de 1920. Era el más pequeño de los tres hijos de Karol Wojtyła y Emilia Kaczorowska, quien murió cuando él tenía 9 años. Más que todos sus predecesores se encontró con el pueblo de Dios y con los responsables de las naciones: más de 17.600.000 peregrinos participaron en las 1166 Audiencias Generales que se celebran los miércoles, sin tomar en cuenta otras actividades. Terminados los estudios de enseñanza media, se matriculó en 1938 en la Universidad Jagellónica de Cracovia y en una escuela de teatro. Cuando las fuerzas de ocupación nazi cerraron la Universidad, en 1939, el joven Karol tuvo que trabajar en una cantera y luego en una fábrica química (Solvay), para ganarse la vida y evitar la deportación a Alemania. A sus 22 años, al sentir la vocación al sacerdocio, siguió las clases de formación del seminario clandestino de Cracovia. Al mismo tiempo, fue uno de los promotores del “Teatro Rapsódico”, también clandestino. Tras la segunda guerra mundial, continuó sus estudios en el seminario mayor de Cracovia, nuevamente abierto, y en la Facultad de Teología de la Universidad Jagellónica, hasta su ordenación sacerdotal en Cracovia el 1 de noviembre de 1946. XII Obispo titular de Olmi y Auxiliar de Cracovia. Seguidamente fue enviado a Roma, donde se doctoró en 1948 en teología. Al concluir esos estudios, volvió a Polonia a ejercer su ministerio sacerdotal. En 1951 reanudó sus estudios filosóficos y teológicos. Después pasó a ser profesor de Teología Moral y Ética Social en el seminario mayor de Cracovia y en la facultad de Teología de Lublin. Tan solo seis años después, fue nombrado Arzobispo de Cracovia por Pablo VI, quien le hizo cardenal el 26 de junio de 1967. Joven arzobispo Los cardenales reunidos en Cónclave le eligieron Papa el 16 de octubre de 1978. Tomó el nombre de Juan Pablo II y el 22 de octubre comenzó solemnemente su ministerio petrino como 263 sucesor del Apóstol Pedro. Su pontificado ha sido uno de los más largos de la historia de la Iglesia, duró casi 27 años. Wojtyła recibió la ordenación episcopal el 28 de septiembre de 1958 en Cracovia, cuando fue nombrado por Pío Además de participar en el Concilio Vaticano II (19621965), con una contribución importante en la elaboración de la constitución Gaudium et spes, el Cardenal Wojtyła tomó parte en las cinco asambleas del Sínodo de los Obispos anteriores a su pontificado. Su pontificado Juan Pablo II ejerció su pontificado con incansable espíritu misionero. Realizó 104 Su amor a los jóvenes le impulsó a iniciar en 1985 las Jornadas Mundiales de la Juventud. Además, su atención hacia la familia se puso de manifiesto con los encuentros mundiales de las familias, inaugurados por él en 1994. Juan Pablo II promovió el diálogo con los judíos y con los representantes de las demás religiones, convocándolos en varias ocasiones a encuentros de oración por la paz. Realizó numerosas canonizaciones y beatificaciones para mostrar innumerables ejemplos de santidad de hoy, que sirvieran de estímulo a los hombres de nuestro tiempo: celebró 147 ceremonias de beatificación -en las que proclamó 1338 beatos- y 51 canonizaciones, con un total de 482 santos. Proclamó a santa Teresa del Niño Jesús Doctora de la Iglesia. Entre sus documentos principales se incluyen: 14 Encíclicas, 15 Exhortaciones apostólicas, 11 Constituciones apostólicas y 45 Cartas apostólicas. Promulgó el Catecismo de la Iglesia Católica, a la luz de la Revelación. Reformó el Código de Derecho Canónico y el Código de Cánones de las Iglesias Orientales y reorganizó la Curia Romana. Publicó cinco libros. Juan Pablo II falleció el 2 de abril de 2005, a las 21.37, mientras concluía el sábado y ya había comenzado la octava de Pascua y domingo de la Misericordia Divina. El 28 de abril, el Santo Padre Benedicto XVI dispensó del tiempo de cinco años de espera tras la muerte para iniciar la causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II. Fue beatificado 1º de mayo del 2011. Eco Católico 4 Domingo 27 de abril 2014 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII Dar testimonio de la acción de Dios fue clave en el proceso El milagro tico que lleva a Juan Pablo II a los altares La curación de Floribeth Mora desconcertó a los médicos que estudiaron su caso Floribeth Mora durante la conferencia de prensa del anuncio de la aceptación de su milagro para la canonización de Juan Pablo II. Laura Ávila Chacón [email protected] Escribió su testimonio en Internet luego de que el párroco de Paraíso de Cartago le dijo que lo hiciera. De esta forma la Santa Sede se interesó en el caso de Floribeth Mora, quien aseguraba en aquel escrito haber sido sanada por intercesión del Papa Juan Pablo II. Dicha narración fue de gran interés por las autoridades vaticanas, las cuales inmediata- mente se pusieron en contacto y realizaron a la mujer una serie de exámenes e investigaciones médicas para comprobar que el milagro fuera cierto. Precisamente, el postulador de la causa del Papa Juan Pablo II Monseñor Slawomir Oder, visitó en varias ocasiones Costa Rica en busca de información. Durante ellas se reunió con el Padre Donald Solano de Paraíso, con Monseñor Hugo Barrantes Ureña, en ese mo- mento Arzobispo de San José, con miembros de Nunciatura Apostólica y con médicos costarricenses que habían tratado a doña Floribeth para iniciar el proceso que corresponde a un acontecimiento inexplicable para la ciencia. En octubre del 2012, la Postulación de la Causa lleva a Floribeth a Roma a realizarse otros estudios, y comprueba, por segunda ocasión, que está totalmente sana. Inicia proceso de causa Una vez comprobado que no existe el aneurisma cerebral que aquejaba a doña Floribeth y que le había sido diagnosticado como incurable, la Santa Sede entabla un diálogo con la Arquidiócesis de San José en noviembre de ese mismo año. De esta manera se le pide al señor Arzobispo haga un proceso de comprobación del milagro canónicamente para iniciar el proceso que corres- ponde para elevar a Juan Pablo II a los altares. El Arzobispo acepta que se inicie el proceso y nombra al Padre Daniel Blanco, Canciller de la Curia, juez delegado del proceso y la Santa Sede envía dos personas: el notario y el promotor de justicia. La recopilación de la información se obtuvo poco a poco, detalló el Padre Daniel Blanco al Eco Católico. Así, el expediente de médico de doña Floribeth fue completándose Eco Católico 5 Domingo 27 de abril 2014 con testimonios de testigos y más pruebas médicas las cuales se adjuntaron a los exámenes médicos en los que le fue diagnosticado el aneurisma y su posterior desaparición, para la sorpresa de los médicos, que no encontraban explicación. Esto sucedió entre noviembre y diciembre del 2012. Análisis contundentes Para la comprobación del milagro, quienes llevaron el proceso escucharon los criterios médicos de quienes atendieron a la mujer. En un primer momento ella fue tratada en una clínica privada en Cartago, luego en el hospital de Cartago y en el Calderon Guardia. El proceso obliga a que haya un perito médico más, que esté al tanto de todo el proceso y obliga a que dos mé- Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII dicos extraños, es decir que no conozcan a la señora ni la enfermedad, la valoren la situación actual de su salud. El proceso finalizó el 5 de diciembre de 2012 con una sesión pública donde estuvo presente el Arzobispo de San José Monseñor Hugo Barrantes, todos los que participaron del proceso y algunos miembros de la Curia Metropolitana como testigos. Terminado este proceso y con bastante cautela, los expediente del milagro fueron sellados. Solo los podrían abrir en la Congregación para los Santos con el permiso del Santo Padre El expediente, salió de nuestro país el 6 de diciembre y llegó a principios del mes de enero del 2013 a Roma. Una Autoridades vaticanas junto a doña Floribeth el día de la clausura del proceso en nuestro país. vez allá, inició el proceso de la Congregación. Aprobado en estas instancias, el expediente fue sometido a una Comisión de Cardenales, compuesta por 15 purpurados, quienes igualmente le dieron el visto bueno. Y finalmente es el Papa quien revisa lo actuado y firma el decreto que reconoce el milagro. Una curación inexplicable Un médico hace un recorrido histórico de la enfermedad de Floribet, desde el 8 de abril de 2011, día en que despertó con una cefalea (dolor de cabeza) que describió como “descomunal, como nunca antes en la vida”, acompañada de vómitos. Confirma además el testimonio de Mora sobre su atención primaria en el Hospital de Cartago y su posterior consulta a un médico privado quien detecta alteración en la exploración del fondo de ojo y le ordena un TAC de cerebro inmediato. Este médico se llama Dr. Juan Antonio Valverde Espinoza, especialista en Neurología y Medicina Interna del Hospital. Valverde relata en el expediente de la mujer que el caso fue llevado a sesión de Neurocirugía donde los médicos, por la característica de la lesión, no consideraron posible la utilización de colis o stents (cánula o dispositivo metálico con forma cilíndrica o tubular que se coloca en el interior de una estructura anatómica o conducto corporal –arteria en este caso- para mantenerlo permeable o evitar su colapso luego de su dilatación). Esto hizo que los médicos discutieran acerca del tratamiento con Bypass arterial, técnica no disponible en el país, por lo que se le ofreció un manejo expectante (de observación sobre el comportamiento de la lesión) a partir del suministro de varios medicamentos. Meses después, el especialista verifica que la paciente se recupera paulatinamente de sus dolores de cabeza sin déficit neurológico alguno hasta el 21 de noviembre de 2011, cuando tras verificar una resonancia magnética realizada, se comprueba que no existe evidencia de la lesión en la arteria cerebral. Tras esto, el neurocirujano se sorprende “La recuperación de la paciente, es muy satisfactoria y sin datos de resangrado. Exámenes posteriores, incluso practicados en el Instituto de Neurocirugía del Hospital Gemelli de Roma confirmaron la ausencia del aneurisma. El examen clínico actual reafirma el restablecimiento total de la salud de Floribeth”, explicaba en su momento. El comentario final del Dr. Valverde es contundente: “No conozco de estudios o reportes significativos de desaparición espontánea de aneurismas fusiformes sin procedimientos quirúrgicos. Si esto sucediese, sería considerado una excepción, no una regla (…) por lo tanto no se puede explicar el motivo por el cual ha desaparecido el aneurisma en exploraciones posteriores”. Y concluye: “No hay elementos que permitan la explicación científica del evento de la desaparición del aneurisma (…) La evanescencia (desaparición) de la lesión arterial aneurismática es, en este caso, un fenómeno que trasciende una explicación médica demostrable con los análisis existentes”. Pruebas médicas de la existencia y posterior desaparición del aneurisma cerebral en Floribeth Mora. (Fuente: Expediente de la Causa de Canonización de Juan Pablo II) Eco Católico 6 Domingo 27 de abril 2014 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII Así fue remitido a la Santa Sede el expediente con todos los detalles sobre el milagro atribuido a la intercesión de Juan Pablo II. Él fue el médico del “abogado del diablo” El doctor Mariano Ramírez junto al postulador de la Causa de Canonización Monseñor Oder. Madre, abuela y empresaria debido al aneurisma cerebral, no piensa renunciar. Actualmente trabaja en una pequeña empresa familiar de seguridad. Y es abuela de cuatro niños. Floribeth de Fátima Mora Díaz nació el 19 de junio de 1963 en Cristo Rey. Su vida fue consagrada al matrimonio el 7 de febrero de 1987. Su esposo es Edwin Arce quien ocupó varias jefaturas en la policía hasta que abandono el gobierno. Fruto de este matrimonio nacieron cinco hijos uno de ellos ya fallecido. Es hija de un zapatero y de la costurera Valeria Díaz, quien todas las noches hacía a sus ocho hijos rezar el Rosario para dar al espíritu una sensación de llenura que no siempre tenían en el estómago. Además esta mujer es estudiante de Derecho a sus 50 años. Lleva tres años de carrera y aunque se rezagó Los médicos le dieron pocas esperanzas de vida en abril de 2011 cuando le detectaron el aneurisma cerebral que le provocaba fuertes dolores de cabeza y pérdida de movilidad en la parte izquierda de su cuerpo. Ella asegura que el 1 de mayo de ese año, día de la beatificación de Juan Pablo II, al ver una revista con la imagen del papa polaco, escuchó una voz que le dijo dos veces “levántate, no tengas miedo” y se sintió curada. A sus 79 años, al Doctor Mariano Ramírez lo eligieron por esas casualidades de la vida para que fuera el médico del “abogado del diablo”, como se le dice popularmente al encargado de analizar con ojos críticos los procesos en los que media una intervención divina y que le valen a un cristiano en su declaratoria oficial como santo. En su caso le correspondió hacerlo en el proceso del milagro que ocurrió a Floribeth Mora en relación a la cura de un aneurisma cerebral por intercesión del Papa Juan Pablo II. A última hora este vecino de Pavas con especialidad en ginecología y oncología fue nombrado como perito (experto). Así tuvo que acompañar al grupo de especialistas que envió el Vaticano que tenían que verificar si lo ocurrido a la mujer era realmente un milagro o no. Según cuenta, jamás imagino ser parte del proceso. “Todo se dio cuando el Padre Mario Salazar llegó a la clínica donde atiendo porque tenía un chequeo con el cardiólogo, mientras esperaba a mi colega yo hablaba con él y me dijo que lo ayudará con una charla. Cuando llegué a darla a la Curia Metropolitana me propusieron que fuera parte del grupo”. Su labor, relata Ramírez, consistió en juzgar y dar una opinión seria y coherente respecto al caso de doña Floribeth, su enfermedad, y el supuesto milagro aún no confirmado en ese momento por la Santa Sede. Con 55 años de experiencia, el especialista tuvo que dudar sobre todas las explicaciones que para la ciencia no tenían base sólida y experimental. “En 15 días de trabajo debí cuestionar todo, verificar, escuchar testigos y analizar todo alrededor del caso y dar mi criterio”. Al final de esos días de trabajo confirmó que efectivamente había ocurrido una curación sin explicación científica en la mujer. Por tal razón, firmó las actas en las que se hacía responsable de toda la información que brindó a las autoridades religiosas. Eco Católico Domingo 27 de abril 2014 7 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII “Él siempre fue un santo” Con entrevistas en vivo por radio, internet y televisión desde Italia, Chile y España, Floribeth Mora Díaz, serena pero con mucha emoción, conversó con el Eco Católico unos días antes de la canonización de Juan Pablo II sobre su experiencia de fe. Ana Cecilia Espinoza C. Tengan fe, a pesar de que el panorama sea oscuro, abran sus oídos a Dios, oren, porque sólo así podrán salir adelante”. [email protected] En sus palabras, ¿por qué el Papa Juan Pablo II merece ser elevado a los altares? Porque fue un hombre que luchó por amor a Dios, a Jesucristo y a la Virgen. Fue una persona que se entregó al Señor y vivió en su propio cuerpo todo lo que el Señor sufrió en el Viacrucis, él siempre fue un santo, por lo que es canonizado como realmente lo merece. Floribeth Mora a quien conoceré hasta ese momento, así como el honor de compartir con el Papa Francisco y el Papa Benedicto XVI. Será un gran honor para mí, yo no me canso de alabar a Dios por ello. También atenderé algunas conferencias de prensa programadas con medios costarricenses y extranjeros. ¿Imaginó algún día ser protagonista de un proceso así? Si Dios permitió que mi sanación fuera reconocida como el segundo milagro para la canonización del Papa es porque es algo real y la única manera para que el mundo crea que Dios existe. Por eso viví todo el proceso con fe y alegría, incluso en los periodos de exámenes allá en Italia en el Policlínico Gimelli, donde por esas cosas de Dios estuve en una habitación en el tercer piso donde, casualidad o no, estuvo Juan Pablo II en marzo del 2005, semanas antes de morir. Ahí una vez más se ratificó que no tengo el aneurisma. ¿Por qué le pidió a Juan Pablo II y no a otro santo que intercediera por usted? A Juan Pablo II siempre lo he admirado mucho. Recuerdo, cuando vino a Costa Rica, aquella presencia imponente que nos cautivó y nos marcó para siempre. El 1 de mayo del 2011, luego de varios exámenes debido al diagnóstico de que aquello que me aquejaba tanto era un aneurisma en el lado izquierdo del cerebro y que no me quedaba más que un mes de vida, decidí permanecer frente al televisor para ver la ceremonia de beatificación y pedirle su intercesión. Con ese pensamiento me quedé dormida y al día siguiente vi la portada de una ¿Cuál es su significado de la fe? revista que tenía con su imagen y fue cuando escuché la voz de él que me decía: levántate, no tengas miedo… sus manitas sobresalían de la foto. Yo me quedé sorprendida, seguía mirándolo, y le dije: ‘sí señor’; esa fue mi respuesta. Me levanté de mi cama, me fui a la cocina donde estaba mi esposo, no le dije nada de lo que estaba pasando. Me dijo él: ¿qué estás haciendo levantada? Le dije que me sentía bien, pero nada más, porque yo pensé que me iba a creer loca. Desde ese momento, ¿cuánto ha cambiado su vida? Mi vida ha sido algo diferente, pero no del todo, porque sigo siendo la misma mujer, ama de casa, madre, esposa, trabajadora, estudiante. A nivel espiritual sigo siendo la misma creyente en Dios, pero con una fe más fortalecida y un inmenso amor a Jesús y a nuestra Madre Santísima. En términos generales, trato en la medida de lo posible de mantener una agenda más ordenada para poder atender a mi familia. ¿Qué le responde a quienes critican su testimonio o a los que le es indiferente? Es muy difícil, no soy quien para juzgar a las personas que no tienen fe, soy una mujer transparente, sin discrepancias, siempre he dicho que el que no quiere creer que no crea. Es decir, no obligo a nadie a creer lo que a mí me pasó. Pienso que todos los seres humanos tenemos un momento en nuestra vida para creer en el Señor, no sé cuando ellos verán sus glorias, pero no soy yo quien tenga que decírselos. ¿Cuál es su participación durante la ceremonia en Roma? En Roma habrá un protocolo especial para esta canonización en la cual tendré alguna participación al lado de Sor Marie (sanada por intercesión de Juan Pablo II de Parkinson), La fe es llenarme de fortaleza y decirle a Dios sin reservas que siempre estaré para Él. En mi vida he tenido situaciones muy fuertes, como fue la pérdida de mi hijo de siete meses de embarazo, y siempre le he pedido al Señor que sea Él, quien me guíe en mi vida. Ahora comprendo que mi testimonio puede motivar a otros. Esta es ahora mi misión, la que me dio el Señor, y estoy tratando de hacerlo conforme a lo que Él quiere. Por esta razón es que estoy dando tantas entrevistas, porque creo que es la forma de llevar a todos los rincones del mundo el mensaje de que crean en Dios, porque él sigue haciendo milagros con la intersección de los santos. ¿Cuál es su mensaje para los fieles creyentes? Les digo que tengan fe, a pesar de que el panorama sea oscuro, que abran sus oídos a Dios, que oren, porque sólo así podrán salir adelante de cualquier situación en la que se encuentren, y que el Señor siempre estará presente en nuestras situaciones porque la fe es tener la certeza de que Él está vivo, aunque no lo veamos, y que está entre nosotros, que Él es nuestro Señor. Eco Católico 8 Domingo 27 de abril 2014 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII Dos mujeres son clave en su camino a la santidad Una religiosa francesa y una madre de familia costarricense recibieron milagros de Dios gracias a la intercesión de Juan Pablo II. Laura Ávila Chacón [email protected] El Papa Francisco eligió este domingo 27 de abril para canonizar a los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII. En esta fecha la Iglesia celebra la fiesta de la Divina Misericordia, instituida por el propio Papa Wojtyla tras hacer santa a la monja Faustina Kowalska en el año 2000. El polaco Karol Wojtyla y el italiano Angelo Giuseppe Roncalli son recordados como dos figuras determinantes de la Iglesia Católica que fueron Papas entre 1978 y 2005 y entre 1958 y 1963, respectivamente. El proceso que culminó y determinó la canonización del Papa Juan Pablo II fue impulsado por el hoy Papa emérito Benedicto XVI, mientras que el Papa Francisco proclamó la canonización de Juan XXIII el “Papa bueno”. Tanto Juan Pablo II como Juan XXIII junto con Pío X, son los pontífices proclamados santos en los últimos cien años de la historia. Dichas canonizaciones “son una gracia de Dios, que el Señor nos hace mostrándonos como modelos de vida cristiana a dos hombres de fe”, explicaba el Papa Francisco. El proceso hasta hoy El camino hacia la santidad tiene varios escalones. En los casos más tradicionales, primero es necesario ser nombrado Venerable Siervo de Dios, el título que se da tras la muerte a quien se le reconoce haber Juan Pablo II fue aclamado santo desde su fallecimiento en el 2005. vivido “las virtudes de manera heroica”. Después, se realiza una suerte de “juicio” que reconozca un milagro para ser proclamado beato y después otro para la canonización, aunque el Papa puede saltarse alguno de estos pasos, como ocurrió en el caso de Juan XXIII, para quien Francisco dispensó la verificación de un segundo milagro. La subida a los altares de Juan Pablo II, cuyo pontificado duró casi 27 años, inició tras la aclamación popular de “santo súbito” (santo ya) que resonó en la Plaza de San Pedro en el Vaticano luego de su muerte en abril de 2005. El 19 de diciembre de 2009, Juan Pablo II fue proclamado venerable por su sucesor, el Papa Benedicto XVI, quien posteriormente presidió la ceremonia de su beatificación el 1 de mayo de 2011. El primer milagro aportado dentro de la causa de Juan Pablo II se remonta al 2005, dos La monja francesa Marie Simon Pierre fue curada de Parkinson. meses después de la muerte del Papa polaco. A la monja francesa y enfermera Marie Simon Pierre, de 51 años, se le había diagnosticado Parkinson en 1988. El 2 de junio de 2005, la religiosa solicitó a su superiora que le relevara de sus funciones en el hospital donde prestaba sus servicios, pero su superiora la convenció para que pidiera a Juan Pablo II que le curara de su enfermedad. Según la versión de sor Marie, a la mañana siguiente el mal había desaparecido. La empresaria costarricense Floribeth Mora fue sanada de un aneurisma cerebral. El segundo milagro El pasado 5 de julio, el Papa Francisco autorizó la canonización de Juan Pablo II tras reconocer un segundo milagro por intercesión de Karol Wojtyla, en este caso a la costarricense Floribeth Mora, quien padecía de una aneurisma cerebral grave, diagnosticado como incurable. Durante la beatificación de Juan Pablo II, Mora pidió en oración que el Papa intercediera ante Dios por su caso, que para sorpresa de los médicos y de quienes conocían su estado, mejoró completamente. Su testimonio fue publicado en la página de la Causa de Canonización de Juan Pablo II, donde fue conocido por el Postulador Monseñor Oder, que la contactó e inició el proceso de verificación científica que finalmente aprobó la Congregación para la Causa de los Santos y el propio Papa Francisco. Eco Católico Domingo 27 de abril 2014 9 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII A vivir según el mandamiento del amor Gerardo Mora Pana [email protected] “En el Credo, después de profesar que la Iglesia es una, también decimos que es santa. ¿Cómo es posible afirmar que la Iglesia es santa si a lo largo de su historia ha tenido tantos momentos de oscuridad? ¿Cómo puede ser santa si está compuesta de hombres pecadores? La Iglesia es santa porque Dios es Santo, es fiel y no la abandona nunca al poder de la muerte y del mal; es santa porque Jesucristo, el Santo de Dios, se ha unido a ella indisolublemente; es santa porque el Espíritu Santo la purifica, la transforma y la renueva constantemente; es santa, no por nuestros méritos, sino porque Dios la hace santa”. ¿Santo yo?, sí se puede No tengamos miedo a ser santos, afirma el Papa Francisco El Papa Francisco catequizó así sobre el tema de la santidad el año anterior en una de sus audiencias habituales, y hacía la siguiente invitación: “No tengamos miedo a ser santos. Todos estamos llamados a la santidad, que no consiste en hacer cosas extraordinarias, sino en dejar que Dios obre en nuestras vidas con su Espíritu, en confiar en su acción que nos lleva a vivir en la caridad, a realizar todo con alegría y humildad, para mayor gloria de Dios y bien del prójimo”. “Vivir según el mandamiento del amor es lo que hace de cualquier cristiano un santo”, destacó el sacerdote, algo a lo que como dice el Papa, no debemos tener miedo. Pero, ¿todos estamos llamados a la santidad? “No hay ninguna persona a quien Dios excluya de la posibilidad de ser santo con la ayuda Comunión con los santos En el Catecismo, en el numeral 957, se explica sobre la comunión con los santos: “No veneramos el recuerdo de los del cielo tan sólo como modelos nuestros, sino, sobre todo, para que la unión de toda la Iglesia en el Espíritu se vea reforzada por la práctica del amor fraterno. En efecto, así como la unión entre los cristianos todavía en camino nos lleva más cerca de Cristo, así la comunión con los santos nos une a Cristo, del que mana, como de fuente y cabeza, toda la gracia y la vida del Pueblo de Dios”. A criterio del Padre Víctor Hugo, “por ser parte del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, cuya cabeza es el mismo Cristo, los santos interceden por nosotros y por eso les pedimos que recen por nosotros los de la Iglesia que todavía estamos de peregrinos en este mundo”. Igualmente, habla el Catecismo en el número 946, que precisamente es la Iglesia la comunión de los santos. Mandamiento del amor Para profundizar en el tema, consultamos al Pbro. Dr. Víctor Hugo Munguía qué significa la santidad de los cristianos. Como lo dice la Biblia, cuando Dios le habla a Moisés en Levítico 19, 2: “Sean santos, porque yo, Yavé, Dios de ustedes soy Santo” “No se dejen robar la esperanza. Ustedes pueden llegar a ser santos”. Papa Francisco de su gracia, la cual a nadie se le niega”, contestó el Padre Munguía quien es Párroco en la Iglesia Nuestra Señora de El Carmen en San José. Ahora bien, ¿cómo es que la Iglesia determina y hace las declaraciones de santidad? Cabe destacar, antes, que la canonización no hace santo o santa a ninguna persona. Es una declaración de que esa persona es y fue santa en vida antes del proceso seguido. Esto explica el Padre Munguía. “Cuando alguien murió en ‘olor de santidad’, es decir, con fama de que amó con heroicidad, se estudia en su lugar de origen, su vida, se envían a Roma los resultados de ese estudio y la Congregación para las Causas de los Santos de manera muy estricta analiza el proceso para la Beatificación y para la Canonización”. Con tono esperanzador el sacerdote explica que “imitar la perfección, la misericordia y la bondad de Dios se puede con la ayuda de su gracia”. “Después de haber confesado ‘la Santa Iglesia católica’, el Símbolo de los Apóstoles añade ‘la comunión de los santos’. Este artículo es, en cierto modo, una explicitación del anterior: ‘¿Qué es la Iglesia, sino la asamblea de todos los santos?’. La comunión de los santos es precisamente la Iglesia”. Como lo explicaba el Papa Francisco, bajo este signo del Credo, anima del mismo modo: “Invito a todos a no olvidar la vocación a la santidad. No se dejen robar la esperanza. Ustedes pueden llegar a ser santos. Vayamos todos por este camino”. Eco Católico 10 Domingo 27 de abril 2014 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII Vigilia en el Estadio Nacional destaca entre las actividades Devotos ticos con intensa agenda en Roma y aquí Con misas y encuentros, peregrinos ticos vivirán canonización en la Ciudad Eterna Laura Ávila Chacón [email protected] Este domingo 27 de abril el mundo católico vivirá la canonización histórica de dos Papas: Juan Pablo II y Juan XXIII. Este evento toca de forma tan cercana a nuestro país, pues el milagro necesario para la elevación a los altares del pontífice polaco Juan Pablo II, se verificó en Costa Rica. La vigilia por la beatificación de Juan Pablo II el 1 de mayo del 2011 reunió a miles de ticos en el Estadio Nacional. Este fin de semana se pretende superar el número de católicos que asistan para vivir su canonización. trelcina, por inquietud de doña Floribeth, quien es devota del santo italiano. La participación es libre. Los interesados en participar deberán organizarse por cuenta propia. La cartaginesa Floribeth Mora fue sanada de un aneurisma cerebral por intercesión del Papa Wojtyla, según concluyó la Congregación para la Causa de los Santos. Para este histórico momento, la embajada de Costa Rica ante la Santa Sede, preparó una serie de actividades en las cuales participará doña Floribeth y su familia, así como también los obispos costarricenses José Francisco Ulloa (Cartago), José Rafael Quirós (San José) y Hugo Barrantes (emérito de San José), junto a cientos de peregrinos ticos que se han desplazado para vivir el evento desde Roma. Por ejemplo, el jueves 24 de abril a las 7 de la noche se proyecta el documental “Juan Pablo II y el Milagro de Costa Rica”, en los salones de la Iglesia Nacional Polaca de San Stanislao. Se contará con la participación del Postulador General de la Causa de Canonización de Juan Pablo II, Mons. Oder. También en nuestro país Virgen de los Ángeles en el Vaticano El sábado 26 de abril, a las 9 de la mañana se realizará la ceremonia de entronización de la imagen de la Virgen de los Ángeles, Patrona de Costa Rica, en Iglesia de Santa Ana en el Vaticano. Será presidida por el Cardenal Angelo Comastri, Arcipreste de la Basílica de San Pedro y concelebrada por los Obispos de Costa Rica y los sacerdotes costarricenses que estudian en Roma. Ese mismo día a las 5:30 p.m. doña Floribeth participará en un evento organizado por el Pontificio Consejo para la Familia, en el Auditorium della Conciliazione en Roma. Finalmente, a las 7:30 p.m. dará inicio la Santa Misa de preparación para la canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII. Será presidida por Mons. José Rafael Quirós, Arzobispo de San José, y concelebrada por Mons. Ulloa y Mons. Barrantes, en la iglesia nacional Española de Santiago y Montserrat, en Roma. Se espera la afluencia de cientos de peregrinos ticos a esta celebración. Luego de la ceremonia de Canonización presidida por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro el domingo 27 de abril, el lunes 28 la embajada ha organizado una peregrinación a San Giovanni Rotondo, Santuario del Padre Pío de Pie- Los católicos en nuestro país también podrán participar de diversas actividades planeadas alrededor de la canonización, las cuales se concentran en la Catedral Metropolitana, el Estadio Nacional y en la Parroquia Nuestra Señora de Ujarrás en Paraíso de Cartago. Así, la Nunciatura Apostólica y la Conferencia Episcopal ofrecerán una Solemne Eucaristía con motivo de la Canonización de los Beatos a las 10 a.m. en la Catedral Metropolitana el domingo 27 de abril. Mientras tanto, la Asociación Obras del Espíritu Santo organiza una vigilia de canonización que inicia desde el sábado 26 a las 10 p.m y concluye el domingo 27 de abril a las 6 a.m en el Estadio Nacional en La Sabana. Durante la vigilia habrá celebración de la Santa Eucaristía, animación, Hora Santa, oración, alabanza, conciertos, danzas, además se tendrá señal en vivo desde El Vaticano, así como la transmisión en vivo de la totalidad de la ceremonia por los canales 40 (Telefides), 48 (Tele Católica) y 13 (SINART). Igualmente la Parroquia de Paraíso de Cartago, comunidad donde se venera la reliquia de Juan Pablo II, preparó conciertos, Eucaristías y foros con testimonios de personas que estuvieron presentes durante la visita al país del beato Juan Pablo II en 1983. Entre ellas: Eucaristía el 26 de abril a las 7 p.m. y a las 10 de la noche se presentará el documental “Un santo que vio Costa Rica”. Y a partir de las 12 m.n. la parroquia vivirá una jornada de Adoración Eucarística. Luego transmitirá en vivo la canonización de los beatos y a las 5:30, 8 y 10 a.m habrá oficios religiosos para iniciar alas 11 a.m. un grandioso concierto católico. Eco Católico Domingo 27 de abril 2014 11 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII Oran ante su reliquia El templo de Paraíso de Cartago es Santuario de Juan Pablo II, además de ser Santuario de la Virgen del Rescate de Ujarrás. La reliquia consiste en una tela impregnada con la sangre del nuevo santo Juan Pablo II. Ma. Estela Monterrosa S. [email protected] Debido a que no se realizó ninguna transfusión, la sangre extraída se conservó. Casi tres años han pasado desde que la Parroquia Nuestra Señora del Rescate de Ujarrás, en Paraíso de Cartago, recibiera la primera reliquia de Juan Pablo II en América. La reliquia es de categoría de primer grado, pues se trata de la sangre de una persona beatificada, y permanece expuesta para la veneración de los fieles. Se trata de una gota de sangre impregnada en un pedacito de tela de un alba de Juan Pablo II y es uno de los tesoros que resguarda este Santuario desde el 2 de julio de 2011. La reliquia llegó a Paraíso gracias al Cardenal Stanislaw Dziwisz, arzobispo de Cracovia, Polonia, quien fuera el secretario personal del Papa Juan Pablo II. Esta sangre fue obtenida de unas extracciones que le hicieron al Papa Wojtyła en los días previos a su fallecimiento, ante una eventual transfusión. La parroquia ha informado que a partir de este domingo 27 de abril, además de ser Santuario de la Virgen del Rescate de Ujarrás, el templo es Santuario de Juan Pablo II. Oportunidad para educar La presencia de la reliquia en Paraíso ha sido una oportunidad para educar a los fieles, en el sentido de que pedir la intercesión de los santos es aprovechar una “amistad espiritual”. “La presencia de la reliquia nos recuerda a una persona santa, cercana a Dios que es nuestro amigo y tenemos que seguir aprendiendo de él y aprovechamos esa amistad espiritual para pedir su intercesión, pero los milagros los hace Dios”, ha dicho el Pbro. Donald Solano, párroco de Paraíso. “La reliquia hace que muchos peregrinos vengan a rezar, es parte de nuestra naturaleza humana, las personas necesitamos esos signos”, agregó. El Concilio Vaticano II recogió la doctrina católica sobre las reliquias en la Constitución sobre la liturgia “Sacrosanctum Concilium”: “De acuerdo con la tradición, la Iglesia rinde culto a los santos y venera sus imágenes y sus reliquias auténticas. Las El Padre Donal Solano gestionó la llegada al país de la reliquia. fiestas de los santos proclaman las maravillas de Cristo en sus servidores y proponen ejemplos oportunos a la imitación de los fieles” (Sacrosanctum Concilium n. 111). El catecismo de la Iglesia Católica también se refiere a las reliquias como una forma de piedad de los fieles y de religiosidad popular que debe ser tomada en cuenta en la catequesis. En el apartado 1675 dice que “estas expresiones pro- longan la vida litúrgica de la Iglesia”, aunque “no la sustituyen”. El mismo Juan Pablo II durante su papado aprobó en el 2002 un documento que contiene información sobre la veneración a las reliquias llamado: “Directorio sobre la piedad popular y la liturgia. Principios y orientaciones”, el cual fue publicado por la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos. “El Milagro Costarricense de Juan Pablo II” En el marco de la celebración por la canonización de Juan Pablo II, se realizó la presentación del libro “El Milagro Costarricense de Juan Pablo II” de la periodista mexicana Valentina Alazraki. La presentación estuvo a cargo del párroco de Paraíso Pbro. Donald Solano y la periodista costarricense Lizeth Castro y se realizó el domingo 20 de abril en el templo parroquial de Paraíso. Eco Católico 12 Domingo 27 de abril 2014 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII Atentado marcó la vida del Papa desde aquel 13 de mayo de 1981 Marcado por el martirio Redacción y agencias EWTN y ANSA El Cardenal Stanislaw Dziwisz, Arzobispo de Cracovia (Polonia), uno de los colaboradores más cercanos del Papa Juan Pablo II, asegura que la santidad del Pontífice polaco estuvo también marcada por el martirio. En un artículo titulado “Una vida junto a Karol” publicado en la edición de abril de la revista “Luoghi dell’infinito” del diario italiano Avvenire, el purpurado explica que en el atentado que sufrió el 13 de mayo de 1981 “se derramó la sangre del Papa” y “el Papa se acercó al martirio de la sangre”. “Después, el resto de su pontificado estuvo marcado por otro tipo de martirio: el trabajo duro, el sacrificio, el consumirse por Cristo y por su causa, por la cual el Salvador del hombre vino a la tierra”, subrayó. El Cardenal Dziwisz destaca que en sus 27 años de pontificado la santidad del Papa Wojtyla se presentó como “variopinta”, y “polifónica”, porque destacó en muchos aspectos como “la santidad en la oración, el servicio, el sufrimiento”. “Conocí a Karol Wojtyla en el seminario, a los 18 años, era el año 1957. Él era profesor de ética. Nos impresionaba su conocimiento en esta materia, así como su espiritualidad y su apertura mental hacia el prójimo. Un año después fue nombrado obispo auxiliar de Cracovia y un año más tarde asumió la guía como Arzobispo metropolitano”, recuerda. “El 23 de junio de 1963 recibí de las manos del joven Arzobispo Karol el Sacramento del Sacerdocio. Entonces no me imaginaba que la historia de mi vida y de mi vocación habría estado tan marcada por el servicio para la Iglesia su lado. Literalmente”. El 6 de octubre de 1978 llegó el punto de inflexión para la vida del Cardenal Dziwisz: El Cardenal Wojtyla había sido elegido en el Cónclave el nuevo Papa de la Iglesia Católica. “Me pidió que continuara ayudándole. Así comenzó todo”. “Nadie sabía cuánto duraría, ni cómo sería el pontificado del Papa Juan Pablo II, que llegó a Roma desde un país lejano, tanto desde el punto de vista geográfico como político. En el país del Papa reinaba un sistema comunista totalitario que luchaba contra Dios, la Iglesia y el ser humano, con el objetivo de privarlo de lo que es más importante”. El Cardenal Dziwisz considera que con su muerte, el pontífice se convirtió en un “catequista” para toda la humanidad. “Lo acompañé hasta el final, hasta su último respiro. Se podría pensar que era el final de todo, pero en realidad, era el principio de una nueva historia: la santidad. Por sí solos, la muerte y los funerales de Juan Pablo II se convirtieron en una catequesis emocionante para el mundo entero”. “Dios solo sabe lo que sucedió en los corazones de millones de personas. La santidad del Papa comenzó en aquél momento a hablarles. La santidad del Papa es la síntesis de quién era él, y lo que consiguió hacer”. Pistola de atentado a Casa Museo La pistola usada por el turco Mehmet Alí Agca en su atentado contra Juan Pablo II en 1981, custodiada en el Museo Criminológico de Roma, fue llevada a la Casa Museo del pontífice polaco en Wadowice, su ciudad natal, donde será expuesta durante tres años. El atentado se produjo un 13 de mayo, poco después de las 5 p.m., cuando Alí Agca disparó contra el Papa que estaba saludando a la multitud antes del comienzo de una audiencia general. Juan Pablo II fue alcanzado por dos proyectiles: uno le dio de refilón en un dedo, el otro lo hirió gravemente en el abdomen. En el atentado también fueron heridas dos mujeres. La pistola usada por Alí Agca era una Browning H.P. calibre 9 Parabellum, matrícula 76c23953. “Esta arma es un signo de violencia y de muerte, pero también de vida, porque Karol Wojtyla sobrevivió, y largamente, al atentado”, dijo monseñor Dariusz Ras, director del museo polaco, al recibir la pistola en Roma. El arma fue llevada a Polonia en un vuelo de Alitalia, y confiada -como es práctica habitual- al piloto durante el viaje. Pero trasladar una pistola de un país a otro no es algo fácil. “La pistola de Agca -recordó la funcionaria italiana Simonetta Matone- había sido en un primer momento confiscada, luego fue donada al Museo Criminológico. Ahora, gracias a la colaboración del presidente del Tribunal de Roma, Mario Bresciano, podrá ir a Roma para un préstamo temporario”. La Casa Museo de Wadowice recorrerá toda la vida de Karol Wojtyla y su largo pontificado. Gracias al Policlínico Gemelli de Roma, donde Juan Pablo II estuvo internado en cinco oportunidades -la primera justamente después del atentado- será reconstruida también la habitación del hospital que albergó al Papa, con su lecho y los muebles originales. Eco Católico 13 Domingo 27 de abril 2014 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII Un santo que amó Costa Rica Los costarricenses recuerdan al nuevo santo Juan Pablo II y su paso por el país. Ana Cecilia Espinoza C. [email protected] Hace ya 31 años de la histórica visita de Juan Pablo II al país, y en el marco de su canonización, los costarricenses guardan en la memoria aquel primer gesto del forjador de la paz en Centroamérica, quien al bajar del DC 10 de Alitalia “Dante Alighieri” que lo transportó hacia el aeropuerto internacional Juan Santamaría, se inclinó para besar el suelo tico. La visita de Papa Juan Pablo II a Costa Rica y, a los demás países de Centroamérica se realizó por la invitación que hicieran en esa época las autoridades eclesiásticas y políticas, como el entonces Presidente de la República Luis Alberto Monge y el fallecido Arzobispo Metropolitano de San José Monseñor Román Arrieta Villalobos. Desde la salida del aeropuerto, el Santo Padre recorrió la ruta hacia el Seminario Central en un vehículo blindado que fue construido por los trabajadores de Coopesa. Durante su trayectoria miles de costarricenses salieron al paso, recibiéndolo con aplausos, cantos, oraciones, y consignas mientras agitaban las banderas de la Iglesia y de Costa Rica. En todos sus mensajes el llamado de Su Santidad, fue a la paz permanente y vehemente, dadas las condiciones bélicas que imperaban en esa época en la región centroamericana, y el peso de sus palabras y su vital presencia le han valido pasar a la historia como uno de los grandes forjadores de la paz en Centroamérica. los jóvenes presentes en el Estadio , ya que el Pontífice los instó a luchar contra el dio y la violencia que imperaba en el Istmo: “El joven auténtico cree en la vida y rebosa esperanza. Está convencido de que Dios lo llama en Cristo a realizarse integralmente, hasta la estatura del hombre perfecto y la madurez de la plenitud”, les dijo. Mantener la unidad como Iglesia Durante su visita, Juan Pablo II, se reunió en el Seminario Central con los Obispos del Secretariado Episcopal de América Central y Panamá, donde hizo un llamado a mantener la unidad como Iglesia: “La unidad interna de la Iglesia exige el acatamiento pronto y sincero a la enseñanza de los Pastores, esto ha logrado crear a través de los siglos un rico patrimonio espiritual en América Latina, y en América Central”. Además, les insistió en que el Evangelio se constituye en defensa del hombre, sobre todo de los más pobres y desvalidos, de quienes carecen de bienes de esta tierra y son marginados o no tenidos en cuenta: “El amor al hombre, imagen viva de Dios, ha de ser el mejor incentivo para respetar y hacer respetar los derechos fundamentales de la persona humana. Por eso, la Iglesia se levanta como defensora del hombre, a la vez que como estandarte de paz, de concordia, de unidad. Son éstos también los objetivos que no olvido en esta mi visita”. Por esto, les invitó a continuar “exponiendo con valentía todas las implicaciones sociales que comporta la condición de cristiano” el sentido de leal comunión del pueblo fiel”. Asimismo, calificó de urgente que la Iglesia, al proclamar la Buena Nueva del Evangelio a los pueblos que sufren intensamente las violaciones a los derechos humanos: “Sin olvidar nunca que su primera e indeclinable misión es la de predicar la salvación en Cristo. Pero, sin ocultar a la vez situaciones que son incompatibles con una sincera profesión de fe, y tratando de suscitar aquellas actitudes de conver- sión eficaz a las que debe conducir esa misma fe” Visita a los niños y enfermos Luego del encuentro en la Nunciatura Apostólica con un grupo de polacos residentes en el país, se dirigió al encuentro con los niños del Hospital de Niños, donde por una hora compartió con los pequeños enfermos y sus madres de quienes escuchó los diagnósticos de los médicos respecto a cada caso y con una bendición paternal encomendó su sanación a Dios. Posteriormente, se dirigió al Parque La Sabana, donde ofició una misa con la presencia de miles de fieles católicos. Durante horas de la tarde, en la Catedral Metropolitana dirigió una liturgia de la Palabra con la presencia de los sacerdotes, seminaristas, religiosas y religiosas. Entre lágrimas, oraciones, aplausos y ovaciones miles de jóvenes recibieron a su Santidad el Estado Nacional, donde mantuvo un encuentro de diálogo y oración: “Mi palabra es de paz, concordia y esperanza. Vengo a hablaros con amor hacia todos y a exhortaros a la fraternidad y entendimiento como hijos del mismo Padre. Precisamente, ante las conciencias, para que de una respuesta adecuada pueda brotar la esperanza en estas tierras que tanto la necesitan”. Se trató de un encuentro que generó gran emoción en Su visita concluyó con la Nunciatura Apostólica, donde mantuvo una reunión con los jueces de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Ahí habló sobre la “tarea de protección de los derechos humanos en este querido y atormentado continente”: “A vosotros, ilustres jueces quiero formular el ferviente voto de que, con el de desempeño de vuestras funciones, ejercidas con profundo sentido ético e imparcialidad, hagaís crecer el respeto de la dignidad y de los derechos del hombre, ese hombre que vosotros, educados en una tradición cristiana, reconoceís como imagen de Dios y redimido por Cristo; y por consiguiente, el ser más valioso de la creación”. El mensajero de paz partió de la Nunciatura Apostólica el viernes 4 de marzo con destino a Managua, Nicaragua. San Juan Pablo II, ruega por nosotros San Juan XXIII, ruega por nosotros Eco Católico 16 Domingo 27 de abril 2014 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII “Soy un milagro de la intercesión de Juan Pablo II” Prof. Oscar Lobo Oconitrillo [email protected] Las circunstancias de la vida hacen darle gracias a Dios. Estimados lectores, paso a darles un testimonio que viví en el 2006. En junio del 2006 en el Hospital México después de una colonoscopia dirigida por el Dr. Flores me descubrieron un cáncer de colon. Luego me indicaron que me tenía que internar para ser operado el 20 de julio en la mañana. La cirugía me la hizo el Dr. Bolaños con la asistencia de los doctores Araya, Solano y un maravilloso equipo de asistentes. Mi preparación anímica recibida por mi esposa Ana Lorena, mis cuatro hijos, yer- nos y nuera, la familia Montero Vega y todo el ejército de compañeros de la Universidad Católica de Costa Rica, fuera de un “tanate” de amigos y ex compañeros de trabajo de Radio Fides, la Conferencia Episcopal y los vecinos. Pero lo sorprendente es cuando uno se queda solo en las noches previas en el México, y la mañana de la cirugía y toda su preparación. Ahí mira al interior de uno y pide perdón por las ofensas a las personas queridas y pide a Dios que lo acompañe a uno en este nuevo camino de la vida. Estando en las puertas del quirófano, volví mi pensamiento a un hombre que me había fascinado, Juan Pablo II. Le oré en mi corazón, le pedí que acompañara a los cirujanos y el personal de asistencia en la sala de operaciones. Recordé que Juan Pablo II varias veces había pasado por lo mismo después del atentando del 13 de mayo de 1981. También recordé el Himno de Completas tomado de Lucas 2, 29-32: “Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz…”. Unas horas después desperté en la Sala de Recuperación… se me acercó Conchita, Jefe de Enfermería en el México, hermana de la Prof. Ana Isabel Mora, de la U. Católica… me dijo que todo había salido excelente. Recordé a Juan Pablo II y le di gracias a Dios. Luego vino la etapa de recuperación, aunque sufrí una emergencia, pero todo salió bien… Recibía la comunión del Padre Manuel Calvo cuyo papá estaba en la cama vecina. Me fui recuperando poco a poco. Luego vino el “vía crucis” de la radioterapia con el Dr. Cordero. Con el Dra. Villegas la quimioterapia oral. Ocho meses de estar viajando con Ana Lorena al Hospital México, los días de la radio… exámenes de sangre, más pastillas, más revisiones y más radiografías. Luego, pude conseguir la oración del proceso de beatificación de Juan Pablo II “Oh Trinidad Santa…”, la meditaba… le pedía al Señor por todos lo que estaban pasando lo que yo había vivido. Un tiempo después el Dr. Bolaños me expresó que no tenía nada de cáncer… estaba curado. Me dieron de alta. A un querido amigo sacerdote le conté esta historia, y me dijo que la contara a otras personas. Soy un milagro de la intercesión de Juan Pablo II. “Doy testimonio con alegría y fe” Emilia Cordero Rodríguez Mi nombre es Emilia Cordero Rodríguez, tengo 42 años, casada felizmente desde hace 24, con mi esposo procreamos tres hijas y tenemos ya una nieta. Vivo en Tilarán, Guanacaste. En el año 2002 fui diagnosticada en psiquiatría de una enfermedad llamada Trastorno Bipolar. Un año después aproximadamente, me descubrieron en Neurocirugía un microadenoma hipoficiario ubicado en la silla turca en mi cabeza, es decir, un tumor cerebral. Durante nueve años padecí fuertes depresiones, estados cambiantes de ánimo, sufrí un deterioro muy fuerte en mi salud física, pero sobre todo, emocional, por lo que estuve internada en tres ocasiones en hospitales psiquiátricos. Tomaba once medicamentos diarios para controlar las descompensaciones emocionales tan fuertes que padecía con la finalidad de detener el crecimiento del tumor y corregir los desórdenes hormonales, así como el insomnio que me afectaba, todo a raíz del mismo tumor cerebral. Estaba realmente muy complicada. Mi hogar y mi vida matrimonial se volvieron un caos, ya que mi salud física y emocional estaba deteriorada y para los que me rodeaban era difícil de comprender aquellos cambios drásticos de humor, incluso para mí misma era una lucha difícil, pues era imposi- ble dar aquello que no tenía: felicidad y calidad de vida. El apoyo de mi esposo, mis padres, hermanos y hermanas y demás familiares fueron incondicionales. Oraban incesantemente por mi salud y me acompañaban en cada prueba y lucha que libraba día a día. Sentí muchas veces desfallecer, la medicación me mantenía, pero el vacío y la desesperación invadían mi vida y mi mente hasta tal punto que deseé morir. Hace tres años, un 19 de abril del 2011, después de buscar mucha ayuda espiritual. Recibí sanación en un pequeño grupo de oración ubicado en San Rafael de Alajuela, mi pueblo natal. Desde ese preciso instante en que oraron por mí, sentí una alegría, una paz tan grande y un alivio en mi cuerpo y mente que no había sentido durante muchos años. Por fin sentí que mi clamor había sido escuchado. Desde ese día proclamé con mi boca con mucha fe que estaba sanada por al gran amor de Dios y la intercesión del Papa Juan Pablo II y el santo Padre Pío. Ellos fueron mi fortaleza en los momentos de mayor desesperación. Luego de mi sanación, dejé los medicamentos, me volvieron a realizar exámenes y el TAC y no apareció nada, esto es algo que los médicos no se explican, ya que ellos me ha- bían asegurado que mis padecimientos no tenían cura. Por eso doy testimonio con alegría y mucha fe de que mis santicos intercedieron a Dios por mi. Soy muy bendecida. Eco Católico Domingo 27 de abril 2014 17 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII Santidad: un llamado para todos Monseñor José Rafael Quirós Arzobispo de San José Al celebrar la canonización de dos creyentes ejemplares como lo fueron Angelo Roncalli (Juan XXIII) y Karol Wojtyla (Juan Pablo II), la Iglesia reconoce, con gozo, que sus vidas estuvieron dedicadas al cultivo de las virtudes cristianas, convirtiéndose en “amigos” de Jesús : “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando… y los he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.” (Cf. Juan 15,14-15) Tratándose, en este caso, de dos sumos pontífices, podríamos pensar que la santidad es para unos cuantos privilegiados y que, el “común” de los cristianos, estamos irremediablemente al margen. Nada más ajeno a la realidad pues, como enseña el Concilio Vaticano II: “Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad” (Cf. LG 40). Esta esperanza nos ensancha el horizonte de la santidad en la Iglesia para concluir que ésta es la vocación de todos los cristianos, sin exclusión: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.” (cf. Mt 5, 48) El Papa emérito Benedicto XVI, en una catequesis sobre los santos destacaba: “La santidad, la plenitud de la vida cristiana, no consiste en el realizar empresas extraordinarias, sino en la unión con Cristo, en el vivir sus misterios, en el hacer nuestras sus actitudes, sus pensamientos, sus comportamientos”. La santidad “señala” no es otra cosa que el seguimiento y la unión con Cristo, dejar que Cristo tome plenamente la vida humana, hasta poder decir con San Pablo: “No vivo yo, es Cristo quien vive en mí” (Ga 2, 20) o con San Agustín: “Viva será mi vida llena de ti” (Confesiones 10,28). Todos, sin excepción ni excusas, hombres y mujeres, de cualquier condición y en cualquier ambiente pueden ser santos. Pero, indica Benedicto XVI, Dios respeta siempre nuestra libertad y pide que aceptemos este don y vivamos las exigencias que comporta, pide que nos dejemos transformar por la acción del Espíritu Santo, conformando nuestra voluntad a la voluntad de Dios: “Me parece que esta es la verdadera sencillez y grandeza de la vida de santidad: el encuentro con el Resucitado el domingo; el contacto con Dios al principio y al final de la jornada; y cumplir con las propias obligaciones; seguir, en las decisiones, las señales del camino que Dios nos ha comunicado”. La Santidad, antes que un hecho aislado, es una vivencia común en la Iglesia que se manifiesta: “También -comenta Benedicto XVI- en los santos sencillos, es decir, las personas buenas que veo en mi vida, que nunca serán canonizados. Son personas normales, por decirlo así, sin un heroísmo visible, pero que en su bondad de todos los días veo la verdad de la fe. Esta bondad, que han madurado en la fe de la Iglesia, es para mí la apología más segura del cristianismo y la señal que indica dónde está la verdad”. Que por la intercesión de San Juan XXIII y de San Juan Pablo II cada uno de nosotros, con docilidad al Espíritu Santo, desarrolle los dones y las gracias recibidas para responder al llamado a la santidad que Dios nos sigue haciendo. San Juan XXIII y San Juan Pablo II… Rogad por nosotros. Días marcados por la intensidad Pbro. Mauricio Víquez L. [email protected] Hoy vivimos un día muy particular. No solo es el domingo “in albis” sino que además se nos pone ante el misterio de la misericordia de Dios. Y, por supuesto, ante las canonizaciones de Juan XXIII y de Juan Pablo II. Desde que Juan Pablo II decidió que la Iglesia reflexionara sobre la misericordia en este segundo domingo de Pascua es ese un tema clave que, incluso en el presente pontificado, ha resultado decisivo. La cercanía de Juan Pablo II a Santa Faustina y el impacto que las revelaciones priva- das que ella recibió operaron en su vida, lo llevaron a invitar a la Iglesia a hacer esta consideración al final de la octava pascual. De esta manera es un misterio que, recordado uno y otro año, siempre está presente en la reflexión y anima nuestra vida de fe. Mirar el lema del Papa Francisco “Miserando atqueeligendo” también nos pone ante la acción misericordiosa de Dios que nos elige y anima día a día. Finalmente, hoy en Roma se inscriben en la lista de los santos los nombres de dos hombres decisivos para la historia eclesial de los últimos decenios. Dos hombres además que, por cercanos, nos animan a descubrir que la santidad no es un asunto de casi extraterrestres sino de seres humanos muy terrícolas que supieron, eso sí, vivir el seguimiento de Jesús de manera decidida. Juan XXIII, luego del pontificado de Pío XII, significó un giro. A pesar de lo que se diga de su predecesor, de los epítetos que se usen y las falsedades que se difundan, el rol de Eugenio Pacelli en medio siglo XX fue decisivo. Mas el estilo del Papa Bueno fue tan diametralmente diferente que, como era de esperar, llamó la atención: cercano, bonachón, dulce. Y lo que se creía un pontificado de paso, breve y sin relevancia, fue un momento brillante en la historia eclesial: ideas frescas, aportes a la doctrina social de la Iglesia de primera magnitud y la convocatoria del concilio. Lo que los movimientos litúrgico, bíblico, pastoral, entre otros, habían pedido comenzaba a dar fruto. No se comprende lo que viene luego de Juan XXIII sin Pablo VI. En estos días, para hablar de Juan Pablo II y el posconcilio es imposible no pensar en la brillante y augusta figura del Papa Montini. Magnífico, lúcido, sereno. Solo luego de él sí se puede pensar en Juan Pablo II. Luego de todo cuanto se logró de la mano del cardenal Casaroli y la apertura de la Iglesia al Este hostil. De Juan Pablo II podemos decir todo y más. Lo sabemos. Su figura en los altares es, para mí, ante todo una cosa: exigencia para dar la talla al servicio de la Iglesia. Y resuena en mi memoria el gran lema de la beatificación, presente esos días por todo Roma, esto es: No tengáis miedo. Porque nos ven y es necesario pensar en Juan XXIII para animarse y en Juan Pablo II para ser lanzados, nos sentimos invitados a dejar la mediocridad a un lado y pensar más en clave conciliar. Eco Católico 18 Domingo 27 de abril 2014 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII Juan XXIII, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco reunidos en torno a la santidad El domingo de los cuatro Papas Coincidencia histórica en Roma este 27 de abril Ana Cecilia Espinoza C. [email protected] Mientras en Roma y en el mundo millones de fieles católicos se preparan para vivir la canonización de los Papas Juan Pablo II y Juan XXIII, este acontecimiento resulta de un gran interés histórico, pues marca la coincidencia de cuatro Papas en una misma celebración. Hablamos de Juan XXIII, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, los dos primeros espiritualmente y los segundos de forma física. Fue el propio Juan Pablo II quien beatificó a Juan XXIII en el marco del Gran Jubileo del 2000 y es el Papa Francisco quien celebra la canonización de dos de los Papas de la segunda mitad del siglo XX ante la atenta mirada desde su retiro del Pontífice emérito Benedicto XVI, que participó como consultor en el Concilio que convocó Juan XXIII y que fue el gran colaborador y amigo de Juan Pablo II. El Padre Federico Lombardi, vocero del Vaticano, añadió que si bien no se sería la “Hay algo que califica mi relación con Benedicto: yo lo quiero mucho. Siempre lo quise mucho, para mí es un hombre de Dios, es un hombre humilde, que reza”. Papa Francisco “Juan Pablo II fue el gran misionero de la Iglesia. Un hombre que llevaba el Evangelio a todas partes. ¡Es un San Pablo!” Papa Francisco primera ocasión en la que dos Papas, el Emérito y el Pontífice en ejercicio, coinciden en una celebración pública ya que Benedicto XVI asistió por sorpresa al consistorio de cardenales el pasado 22 de febrero, sí sería la primera ocasión en que ambos aparecieran juntos ante la feligresía en San Pedro. Los dos Papas canonizados este domingo sugieren un año movido y con grandes cambios después de que la Congregación para las Causas de los Santos aprobara el segun- do milagro necesario para que Juan Pablo II pudiera ser santo. El carismático pontífice polaco murió en 2005 y tan sólo nueve años después es llevado a los altares. Igualmente, la canonización de Juan XXIII, dispensado de un segundo milagro por decisión papal, se da medio siglo después de su gran obra, el Concilio Vaticano II, que estaba en pleno proceso cuando falleció. “Juan XXIII es la figura del sacerdote rural. El cura que ama a cada uno de sus fieles y sabe cuidarlos. Un cura de aldea bueno, con sentido del humor y una gran santidad”. Papa Francisco Así los describió el Papa Benedicto XVI Durante su pontificado el Papa emérito Benedicto XVI siempre creyó que Juan Pablo II era un santo. Siempre resaltó su intensa relación y comunión con Dios: “De aquí venía su alegría, en medio de las grandes fatigas que debía pasar, y la valentía con la cual cumplió su tarea en un tiempo realmente difícil”, describió. “Siempre con un gran compromiso; Wojtyla fue incansable, y no solo en los grandes viajes, cuyos programas estaban cargados de encuentros, desde el inicio hasta el final, sino también día tras día, a partir de la misa matutina hasta la tarde noche”, agregó. A Benedicto XVI, le sorprendió sobre todo “la fascinación humana que él emanaba y, de cómo rezaba, y cuán profundamente estaba unido a Dios. “Mi recuerdo de Juan Pablo II está lleno de gratitud. No podía y no debía intentar imitarlo, pero he intentado llevar adelante su herencia y su tarea lo mejor que he podido. Y por eso estoy seguro que todavía hoy su bondad me acompaña y su bondad me protege”, expresó. Sobre Juan XXIII, el Papa Ratzinger rindió homenaje a la gran obra del Concilio Vaticano II, en su 50 aniversario, convocando a un Año de la Fe (2012-2013) y con signos clave, como lo fue su aparición especial después de la celebración del cincuentenario del Concilio Vaticano II en la ventana de su departamento, en la noche, así como hiciera su antecesor el Papa Juan XXIII cuando profirió el discurso sobre la Luna en aquel día del año 1962. Siguiendo las enseñanzas del Concilio y de su venera- do predecesor Juan XXIII, el Papa emérito expresó: “Estoy convencido de que la humanidad contemporánea necesita este mensaje esencial, encarnado en Cristo Jesús: Dios es amor. Todo debe partir de esto y todo debe llevar a esto: toda actividad pastoral, todo tratado teológico. Como dice San Pablo: Si no tengo caridad, nada me aprovecha (cf. 1 Co 13, 3). Todos los carismas carecen de sentido y de valor sin el amor; en cambio, gracias al amor todos ellos contribuyen a edificar el Cuerpo místico de Cristo”. Eco Católico Domingo 27 de abril 2014 19 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII Rito de la canonización Una de las ceremonias más solemnes de la Iglesia El rito será presidido por el Papa Francisco. El Papa emérito Benedicto XVI también estará presente. Ana Cecilia Espinoza C. pueblo cristiano la veneración del nuevo santo de acuerdo con las normas litúrgicas. Este domingo, segundo domingo de Pascua y día dedicado a la Divina Misericordia se celebrará en la Plaza de San Pedro, Roma, la canonización de los beatos Papas Juan XXIII y Juan Pablo II. La causa de canonización de un creyente se desarrolla en varios procesos. En primer lugar, se debe proceder a la beatificación, que a su vez -normalmente- requiere dos procesos, uno de virtudes heroicas y otro por el que se declarara probado que Dios ha obrado un milagro por intercesión de quien se pretende beatificar. [email protected] Le corresponderá al Papa Francisco, acompañado de su antecesor, Benedicto XVI, utilizar por segunda ocasión el Nuevo Ritual para la ceremonia de la canonización, preparado por la Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice, ente encarga- do de realizar modificaciones al ritual hasta ahora vigente y el cual recupera algunos signos del antiguo ritual. Por canonización se entiende el acto pontificio por el que el Santo Padre declara que un creyente ha alcanzado la san- tidad. Por eso es uno de los procesos especiales que están regidos por una norma específica y con la cual se autoriza al Una vez beatificado, para proceder a la canonización se debe declarar probado un nuevo milagro por intercesión del beato. Benedicto XVI renovó el rito ciliar sobre la sagrada liturgia Sacrosanctum Concilium. En una entrevista concedida al L’ Osservatore Romano Monseñor Guido Marini, Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, habla sobre el nuevo rito de la canonización. ¿Entonces el rito ya no se realizará durante la celebración eucarística? Exactamente, como ya ha ocurrido, por otro lado, para los otros ritos: piénsese en el rito del Resurrexit, el domingo de Pascua; en el consistorio para la creación de nuevos cardenales, a partir del pasado 18 de febrero; y en la bendición y imposición de los palios a los arzobispos metropolitanos, en la reciente Más allá del cambio de lugar del rito, que sucederá enteramente antes del comienzo de la Misa, ¿cuáles son los elementos rituales nuevos? solemnidad de los santos Pedro y Pablo. ¿Cuál es el motivo de fondo? Evitar que dentro de la celebración eucarística estén presentes elementos que no pertenecen estrictamente a la misma, manteniendo así intacta la unidad, como es pedido por la Constitución con- En primer lugar, el triple pedido, durante el cual el cardenal Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos se dirigirá al Santo Padre para pedirle que proceda a la canonización. Es por lo tanto recuperada, si bien de forma renovada, la antigua tradición según la cual el Papa reza con insistencia para pedir la ayuda del Señor en la realización del importante acto. En particular, en respuesta a la segunda petición, él invocará al Espíritu Santo y, después de tal invocación, será entonado el himno del Veni Creator. En segundo lugar, el canto del Te Deum, presente en el Rito de canonización hasta 1969, acompañará la colocación y la veneración de las reliquias de los nuevos santos. Respecto a la procesión con las reliquias, ¿está prevista alguna otra modificación? La habitual procesión se detendrá brevemente frente al Santo Padre que, así, podrá venerar las reliquias. Una vez que sean colocadas ante el altar, las reliquias serán incensadas por el diácono. La revisión del rito, ¿comporta también una simplificación? Diría que sí. Y también esto es un aspecto importante del rito renovado, junto al de su reforma en armónica continuidad con una tradición ya secular. De este modo es posible realizar el “esplendor de la noble sencillez” auspiciado por el Concilio Vaticano II. Las Letanías de los santos acompañarán la procesión inicial, resultando anticipadas respecto a la praxis actual. Ocurría así durante el pontificado de Pío XII, a partir de 1946. Serán además omitidas las biografías de los nuevos santos por parte del Prefecto, dado que el Santo Padre, como es costumbre, las presentará brevemente durante la homilía. No está ya previsto, finalmente, el saludo personal del Pontífice por parte de los postuladores, que podrán encontrarlo brevemente después de la Misa, en la sacristía de la basílica Vaticana. Eco Católico 20 Domingo 27 de abril 2014 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII Muchos pontífices han sido declarados santos a través de la historia La santidad en el papado Se estima que la Iglesia posee alrededor de 7 mil santos oficialmente reconocidos Ma. Estela Monterrosa S. [email protected] Un santo es una persona cristiana que ha imitado a Jesucristo a través de una vida caracterizada por el cumplimiento del amor a Dios, que se concreta en la práctica de las virtudes o del acto supremo del martirio, ellos, además, interceden constantemente ante Dios por la humanidad. Los santos que la Iglesia Católica venera no son considerados como mediadores alternativos o independientes de Jesucristo, sino como buenos amigos suyos. Es difícil conocer la cantidad de santos reconocidos por la Iglesia hasta el día de hoy. El dato oficial más reciente corresponde al “Martirologio Romano” del 2004, que hace referencia a 7.000 santos y beatos venerados por la Iglesia, cuyo culto se reconoce oficialmente y se propone a los fieles como ejemplos a imitar. Entre ellos recordamos hoy a los pontífices que forman parte de esta lista. Papas santos y mártires Los 35 primeros Papas desde San Pedro hasta Julio I fueron declarados santos por haber sido mártires. Como han explicado algunos teólogos del Vaticano, en los primeros siglos de la historia de la Iglesia la proclamación de un santo se realizaba de forma espontánea y el proceso de canonización y beatificación no se había establecido. Además, ellos vivieron en época de persecución y por eso muchos fueron martirizados, como es el caso de Urbano I, Clemente I o el mismo San Pedro, que fue crucificado boca abajo en la persecución del emperador romano Nerón. Muchos de sus sucesores también fueron declarados santos hasta el Papa número 49, San Gelasio I (492-496). San Pedro es el primer Papa santo en virtud de su martirio. San Gregorio Magno (590 a 604), fue proclamado “Doctor de la Iglesia”. San Simplicio (468-483), es el primer Papa santo de la Edad Media. Durante la Edad Media (476 a 1492) fueron santificados 30 pontífices. Tomando esas fechas como referencia, el primer Papa santo de esa época fue San Simplicio (468-483), pasando por San Gregorio Magno (590 a 604), quien además fue proclamado “Doctor de la Iglesia”, hasta Celestino V (1294), quien renunció al papado y fue el último pontífice santo de la Edad Media. V (1362-1370) e Inocencio XI (16761689). mó los dogmas de la Inmaculada Concepción de María, en 1854, y la infalibilidad del Papa durante el Concilio Vaticano I, en 1870. Además de los santos están los beatos: el primer Papa beato fue Víctor III, cuyo pontificado solo duró algo más de un año, de 1086 a 1087. Su sucesor, Urbano II (1088-1099), también fue beatificado al igual que Eugenio III (1145-1153), Gregorio X (1272-1276), Inocencio V (1276), Benedicto XI (1303-1304), Urbano Quizá por lo anterior, en las épocas Moderna y Contemporánea los Papas santos o beatos han sido muy pocos, a partir del siglo XVI tan solo lo son: San Pío V (1566-1572), el beato Inocencio XI (1676-1689) y San Pio X (1903-1914). Así como, el beato Pío IX (1846-1878) beatificado junto con Juan XXIII en el año 2000. Él procla- A partir del Siglo XVI se estableció un procedimiento para iniciar una causa de beatificación, lo que obliga a encontrar a alguien que promueva esa causa. Últimos Papas santos Los últimos en llegar a los altares serán Juan XXIII y Juan Pablo II, a partir de este domingo 27 de abril. Juan XXIII, también conocido como “el Papa Bueno”, ocupó la silla de San Pedro entre 1958 y 1963, y dos años después de su muerte quisieron hacerle santo por aclamación durante el Concilio Vaticano II que él había convocado. Juan Pablo II tuvo el tercer pontificado más largo (27 años, 1978-2005) en la historia de la Iglesia Católica. Se le conoce como el “Papa Peregrino” porque en ese período visitó 129 países y territorios diferentes. Eco Católico Domingo 27 de abril 2014 21 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII Será santo con un solo milagro Por intercesión de Juan XXIII, una religiosa fue sanada de una enfermedad estomacal incurable en 1966. Este milagro será suficiente para su elevación a los altares. sona. Aseguró que el propio Juan XXIII se sentó al pie de su cama de enferma, diciéndole que su plegaria había sido escuchada. Tras su recuperación, los médicos de Nápoles que la atendían decidieron practicarle una radiografía a su estómago. La prueba constató la desaparición completa de la enfermedad. No le quedaban señales de las cicatrices causadas por la fístula. Una comisión de médicos calificó de “inexplicable científicamente” la curación de la religiosa. Se adelantó a Francisco Cuando el 5 de julio pasado, el Papa Francisco proclamó la canonización del beato Juan XXIII, el gesto fue interpretado como inédito en la historia de la Iglesia, ya que no se demostró un segundo milagro para ello. La decisión fue del propio Papa Bergoglio. Ella es la hermana Caterina Capitani, sanada en 1966 por intercesión de Juan XXIII. Laura Ávila Chacón incurable: perforación gástrica hemorrágica con fistulación externa y peritonitis aguda. Juan XXIII, el “Papa bueno”, fue beatificado en el año 2000 por el mismo pontífice con el que compartirá canonización el 27 de abril, Juan Pablo II. El 22 de mayo de 1966, las hermanas de la Capitani, le colocaron una imagen del Papa en el estómago. A los pocos minutos, la monja, a la que ya habían dado la extremaunción, se recuperó y pidió de comer. La comisión de teólogos de la Congregación para la Causa de los Santos del Vaticano reconocería el milagro al no poder justificar los médicos el milagro de Capitani. Se escapaba a los ojos de la ciencia. [email protected] Angelo Giuseppe Roncalli, nombre de pila del Papa italiano, falleció en 1963 y se le atribuyen varios milagros, pero solo uno de ellos ha sido reconocido por el Vaticano. Tuvo lugar en 1966 gracias a la curación de la religiosa, Caterina Capitani, que padecía una enfermedad estomacal La monja relataría después su experiencia en primera per- Sin embargo, hay precedentes, y lo más curioso es que fue el mismo Juan XXIII quien se adelantó al Papa Francisco con esta decisión. Según explicó el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Padre Federico Lombardi a la agencia de noticias ACI el 26 de mayo de 1960, dos años antes de iniciarse el Concilio Vaticano II, el Papa Juan XXIII elevó a los altares a San Gregorio Barbarigo sin demostración de milagro alguno. El famoso cardenal italiano del Siglo XV alcanzó gran fama de santidad después de su muerte y en Italia muchos le conocieron por su caridad. Al instalarse en Bérgamo como obispo, ordenó donar a los pobres el dinero que se querían gastar en la fiesta de su recepción y, además, vendió sus bie- Juan XXIII en una de las sesiones del Concilio Vaticano II. nes y los distribuyó entre los más necesitados. El Papa Juan XXIII convocó el Concilio Ecuménico Vaticano II en 1962 y murió al año siguiente, mientras el Concilio seguía su curso. Muchos obispos propusieron proclamarlo santo de igual modo por aclamación, pero su suce- sor, Pablo VI, prefirió seguir las vías canónicas. Por su parte, el Padre Lombardi señaló que la canonización del Beato Juan XXIII que “se coloca dentro del contexto del Concilio Ecuménico Vaticano II y la fama de santidad universal que le circunda”. Milagro no es una necesidad absoluta El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Padre Federico Lombardi, explicó que el milagro para la canonización de Juan XXIII “no es una necesidad absoluta”, e indicó que se trata de una potestad del Papa Francisco. En los procesos de canonización suelen ser necesarios dos milagros atribuidos. El primer milagro es requerido para que esa persona sea reconocida como beata, mientras que el segundo, debe registrarse luego de la beatificación, para proceder a la canonización. En sus palabras “un milagro es una visión teológica de la Iglesia, la prueba, la demostración del poder de intercesión, y la confirmación por parte de Dios de la santidad de una persona, pero no es un dogma de fe que de alguna manera sea necesario”. “Por ejemplo, los mártires son beatificados sin milagro alguno, lo que quiere decir que los milagros por tradición y teología se dan comúnmente pedidos, pero no es una necesidad absoluta”, señaló. Eco Católico 22 Domingo 27 de abril 2014 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII El grito de paz que acalló los misiles En el convulso mundo de la Guerra Fría, un grito de paz se impuso al sinsentido de las armas. El llamado de Juan XXIII sigue siendo actual. Gerardo Mora Pana [email protected] “El progreso científico y los adelantos técnicos lo primero que demuestran es la grandeza infinita de Dios, creador del universo y del propio hombre. Dios hizo de la nada el universo, y en él derramó los tesoros de su sabiduría y de su bondad (…) De igual manera, Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, dotándole de inteligencia y libertad, y le constituyó señor del universo”. Estas palabras aparecen en la Encíclica Pacem in Terris (Paz en la Tierra) del Papa Juan XXIII. Es la última de las ocho encíclicas que escribió y es considerada de las más importantes. El Papa en esas palabras refleja la grandeza del Señor que dio a la creación y al hombre su sello indeleble de amor. Por eso, resulta quizás profético, cuando el ahora declarado santo decía el 11 de abril de 1963: “Resulta, sin embargo, sorprendente el contraste que con este orden maravilloso del universo ofrece el desorden que reina entre los individuos y entre los pueblos. Parece como si las relaciones que entre ellos existen no pudieran regirse más que por 1a fuerza”. Ya el año pasado con motivo del 50 aniversario de la promulgación de esta Encíclica, el Papa Francisco recordaba: “basta de guerra, la guerra tiene el lenguaje de la muerte”, con motivo de la tensa situación que vive el mundo tras el uso de armas químicas en Siria”. La crisis de los misiles Meses antes de “Pacem in Terris” se había desatado la “crisis de los misiles”, por la instalación de dispositivos nucleares en Cuba con dirección a la costa este de Estados Unidos. Decía entonces Su Santidad Juan XXIII en un llamado vehemente: “La justicia, la recta razón y el sentido de la dignidad humana exigen urgentemente que cese ya la carrera de armamentos”. El Eco Católico, con motivo de esta encíclica y la conmemoración de ese 50 aniversario, consultaba al Padre Mauricio Víquez, estudioso del tema, quien recordaba que esta fue la primera encíclica que se dirigió a toda la humanidad y no solo a los católicos o creyentes, en un gesto que el mundo reconoció de solidaridad, de tolerancia. “Llama la atención el énfasis en derechos humanos y con el tema de la paz la propuesta de una comunidad internacional”, señala el sacerdote. Libertad “Hay que indicar otro principio: el de que las relaciones internacionales deben ordenarse según una norma de libertad. El sentido de este principio es que ninguna nación tiene derecho a oprimir injustamente a otras o a interponerse de forma indebida en sus asuntos”, dice la encíclica. Como su antecesor, el Papa Francisco señaló también que el llamado que se hacía entonces era un incentivo “para comprometerse siempre más en promover la reconciliación y la paz”. “La paz en la tierra, suprema aspiración de toda la humanidad a través de la historia, es indudable que no puede establecerse ni consolidarse si no se respeta fielmente el orden establecido por Dios”. Pacem in Terris Aludiendo a esas palabras, el Papa ratificó el pasado 7 de setiembre, cuando convocaba a una Jornada Mundial por la Paz que: “el mundo que queremos es un mundo de armonía y paz, como Dios lo ha creado, o si también están la violencia, las divisiones, los enfrentamientos, la guerra”. Es decir, volviendo los ojos a lo que de inicio planteaba la Encíclica, la creación que demostraba la grandeza del Señor, la creación como un tesoro que se debe cuidar. Según comentaba el sacerdote Víquez, la repercusión de “Pacem in Terris” fue “gigante”, pero “no suficiente”. Asegura que a su luz debe redescubrirse la paz y abrirse espacio en el mundo de hoy. La persona, siempre actual Así como ahora, Pacem in Terris ponía de manifiesto a la persona humana como corona de la creación y además el Papa Juan XXIII, señalaba que era sujeto de derechos y de deberes. “En toda convivencia humana bien ordenada y provechosa hay que establecer como fundamento el principio de que todo hombre es persona, esto es, naturaleza dotada de inteligencia y de libre albedrío, y que, por tanto, el hombre tiene por sí mismo derechos y deberes, que dimanan inmediatamente y al mismo tiempo de su propia naturaleza. Estos son, por ello, universales e inviola- bles y no pueden renunciarse por ningún concepto. “Si, por otra parte, consideramos la dignidad de la persona humana a la luz de las verdades reveladas por Dios, hemos de valorar necesariamente en mayor grado aún esta dignidad, ya que los hombres han sido redimidos con la sangre de Jesucristo, hechos hijos y amigos de Dios por la gracia sobrenatural y herederos de la gloria eterna”, dice la encíclica. “Pero la paz será palabra vacía mientras no se funde sobre (…) un orden basado en la verdad, establecido de acuerdo con las normas de la justicia, sustentado y henchido por la caridad y, finalmente, realizado bajo los auspicios de la libertad”, concluía Su Santidad. Eco Católico Domingo 27 de abril 2014 23 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII Entrevista Juan XXIII y la Doctrina Social de la Iglesia El Padre Mauricio Víquez ha sido por años profesor de Doctrina Social de la Iglesia. Desde ese ámbito conoce el aporte del Papa Roncalli, nuevo santo de la Iglesia, y lo califica como “excepcional”. Conceptos como paz, unidad mundial, desarrollo y comunidad global son claves en su análisis. Gerardo Mora Pana [email protected] ¿Por qué se dice que el Papa Juan XXIII era un Papa de transición? Porque se miraba como inofensivo luego de un pontificado largo (su antecesor Pío XII fue Papa por más de 19 años). Por la edad (tenía casi 77 años cuando lo eligieron). Se esperaba que no dejara gran aporte (según su secretario personal el mismo Papa Juan XXIII había afirmado “no puedo mirar demasiado lejos en el tiempo”). ¿Qué quiso decir con la expresión aggiornamento? ¿Logró cumplirlo? Eso indica como “apertura” o “abrir ventanas” de cara a un tiempo largo de pedir cambios y que siempre se posponían. La expresión solamente quedó esbozada. ¿Se puede hablar de un antes y un después de la Iglesia tras el papado de Juan XXIII? Pues creo que en cierta forma así es. Pero, este antes y después de la Iglesia es en conjunto con el aporte de Pablo VI pues el aporte de ambos forma como una unidad en la obra que dejaron en la Iglesia. Padre Mauricio Víquez ¿La idea del Concilio y cómo se llevó a cabo era la idea que tenía el Papa Juan XXIII, quien, solo pudo estar en una de sus etapas? No, cambió algo sobre la marcha de los preparativos. Aunque en la primera sesión se recuperó parte del espíritu original de lo querido por Juan XXIII. No habían transcurrido tres meses de la elección del Papa Juan XXIII cuando lo convocó con la intención de “abrir las ventanas de la Iglesia”, como él lo dijo, y así “poder ver hacia afuera y que los fieles pudieran ver hacia el interior”. ¿La puesta al día de la Iglesia, se ha concretado tras 50 años del Concilio? Aún falta. Tal vez habrá que esperar otros 25 años si se concreta un impulso como el dado por el Papa Juan Pablo II y su ideal de nueva evangelización o como la idea de Conciliobrújula que aportó el Papa Benedicto XVI. Él pedía que es ahora que se debe vivir con fuerza el verdadero Concilio Vaticano II y que es la brújula para la Iglesia en el futuro. ¿Es el Concilio la obra más grande del Papa Juan XXIII? Sí, pero es esencial el aporte en Doctrina Social de la Iglesia. Juan XXIII dejó las dos encíclicas Madre y Maestra y Paz en la Tierra. En la primera habla de la misión de la Iglesia por construir comunión, por promover la dignidad del hombre. En la segunda, afronta el tema de la guerra y el tema de derechos humanos desde el punto de vista cristiano. Luego el Concilio dejó la Constitución Gozo y Esperanza con temas actuales a nivel social y económico. El Papa Juan XXIII canonizó a San Martín de Porres, primer santo negro de América, el 6 de mayo de 1962. ¿Qué características podemos destacar de sus encíclicas? Paz, unidad mundial, desarrollo y comunidad global son características que deben destacarse en su aporte a nivel de estos documentos. ¿La Encíclica Pacem In Terris marcó un nuevo rumbo de la intención del diálogo de la Iglesia a los no católicos? Fue un ecumenista excepcional y allí se refleja en esta Encíclica así como en lo que fue el Concilio Vaticano II. ¿El título de reformador cristiano que se le da, cómo explicarlo? Me parece exagerado. ¿Se dice que abandonó la tradición de la Iglesia, o es no entender el soplo del Espíritu? Para nada se abandonó la tradición de la Iglesia, lo que hay es una continuidad sin ruptura. ¿Cómo entender que el Papa Francisco no esperara el segundo milagro, para canonizar a Juan XXIII? Quería hacer justicia e impulsar el Concilio evitando el olvido del “Papa Bueno” y su aporte excepcional. En cuanto a este tema de justicia que usted habla, ¿la Iglesia lo olvidó? Sí, lo olvidaron un poco pues su ímpetu fue acallado por la curia de entonces y oscurecido por la brillantez del Papa Pablo VI. Además de que el Concilio Vaticano II se valoró de modo diverso, incluso negativamente en algunos sectores. El sobrenombre de Papa Bueno, ¿de dónde viene? Bueno por ser noble y bonachón, además de salirse de ciertos moldes que chocaban con el estilo del Papa Pío XII. Eco Católico 24 Domingo 27 de abril 2014 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII Convocado hace 54 años por el Papa Juan XXIII Concilio Vaticano II: hermosa obra del Espíritu Cumplirlo sigue siendo hoy el reto de la Iglesia nuestros sacramentos, sobre dicha constitución y su aplicación en la Arquidiócesis. Gerardo Mora Pana [email protected] Como animaba en dicho escrito el Arzobispo de San José, Monseñor José Rafael Quirós, “es ineludible recordar con cariño este momento histórico que brindó un nuevo impulso para anunciar, celebrar y vivir el Reino instaurado por Jesucristo nuestro Maestro”. “Pensemos en el Concilio: el Concilio fue una hermosa obra del Espíritu Santo. Piensen en el Papa Juan: parecía un párroco bueno y fue obediente al Espíritu Santo y convocó el Concilio. Pero después de 50 años, ¿hemos hecho todo lo que nos ha dicho el Espíritu Santo en el Concilio? ¿En esa continuidad del crecimiento de la Iglesia que fue el Concilio? No”. Estas palabras el Papa Francisco las expresó en abril del año pasado, cuando se celebraban 50 años de la primera Constitución que salió como fruto del Concilio, la Sacrosanctum Concilium sobre la Sagrada Liturgia. La tentación de resistirse Los años han pasado, y como lo dijo Su Santidad existe la tentación de oponer resistencia al Espíritu Santo. “No queremos cambiar. Es más: hay voces que quieren ir hacia atrás. Esto se llama ser testarudos, eso se llama querer domesticar el Espíritu Santo, eso se llama convertirse en insensatos y tardos de corazón”. Pero, qué fue el Concilio Vaticano II, por qué su importancia, qué papel jugó el conocido Papa bueno… “Pronuncio ante ustedes, cierto, temblando un poco de conmoción, pero al mismo tiempo con humilde resolución de propósito, el nombre y la propuesta de la doble Las sesiones del Concilio se realizaron en la Basílica de San Pedro. celebración de un sínodo diocesano para la Urbe y de un concilio ecuménico para la iglesia universal”. Así fue como se expresó el Papa Juan XXIII, para llamar a este encuentro, durante la celebración de la fiesta de la Conversión de San Pablo el 25 de enero de 1959, en un consistorio que tuvo con los cardenales tras la celebración en la basílica de San Pablo Extramuros. Fue una iniciativa que causó sorpresa entonces y continúa moviendo a la Iglesia con la intención hoy de seguir cosechando frutos. Tres años duró la preparación del Concilio que inició el 11 de octubre de 1962 y culminó el 8 de diciembre de 1965. En esa preparación, el Papa fue marcando los objetivos, recalcaba que era un concilio pastoral y ecuménico y sus expresiones fueron calando poco a poco, siendo una de las más conocidas: “quiero abrir las ventanas de la Iglesia para que podamos ver hacia fuera y los fieles puedan ver hacia el interior”. Reforma litúrgica Según cuenta el Padre Alfonso Mora, quien hasta enero de este año fungía como Vicario Episcopal de Liturgia de la Arquidiócesis de San José, la primera etapa del Concilio llevó a cabo “la más grande reforma de la vida litúrgica de la Iglesia que ha sucedido en todos los tiempos”. Como tal acontecimiento no puede ser dejado de lado, el año anterior, en nuestro país, la Arquidiócesis dio especial relevancia al 50 aniversario de la promulgación de la Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la Sagrada Liturgia, la primera constitución aprobada por el Concilio, que se emitió el 4 de diciembre de 1963. Igualmente, en la Santa Misa ofrecida para esta conmemoración, el Padre Mora hacía énfasis en que hoy “estamos ocupados y preocupados porque los frutos del Concilio Vaticano se apliquen en toda su plenitud, en toda su energía desde lo más profundo de nuestros corazones en línea de personas de adhesión a Cristo y en línea de comunidad del cuerpo de Cristo que somos todos nosotros”. Advertía que si bien es cierto el Concilio buscó abrir las puertas a la participación de los fieles, no podemos quedarnos en solamente ello, porque sería quedarse en la superficie. El Papa Juan XXIII murió el 3 de junio de 1963, escasos meses después de inaugurado el Concilio. Con ese motivo se realizó una celebración eucarística presidida por el Padre Mora en la Catedral Metropolitana y, además, la Arquidiócesis en su Vicaría Episcopal de Pastoral Litúrgica preparó un documento denominado Ruta de la Celebración renovada de “La riqueza de la Liturgia que está por dentro es lo importante”, mencionaba entonces. Precisamente, el Padre Mora, destacó el número 8 de la Constitución: “En la Liturgia terrena preguntamos y tomamos parte en aquella Liturgia celestial, que se celebra en la santa ciudad de Jerusalén, hacia la cual nos dirigimos como peregrinos, y donde Cristo está sentado a la diestra de Dios como ministro Eco Católico Domingo 27 de abril 2014 25 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII Documentos promulgados Estos fueron los documentos y temáticas que trató uno de los más importantes Concilios en la vida de la Iglesia, en su orden por fecha. Padres conciliares de todas partes del mundo se dieron cita en Roma. del santuario (…); venerando la memoria de los santos esperamos tener parte con ellos y gozar de su compañía; aguardamos al Salvador, Nuestro Señor Jesucristo, hasta que se manifieste Él, nuestra vida, y nosotros nos manifestamos también gloriosos con Él”. Es decir, parte del aporte fue encontrarnos con ese descubrir nuestra existencia como un camino hacia la vida eterna en la liturgia de la Iglesia. Tarea, que aún hoy debe refrescarse en la vida de los creyentes. Desde luego esta no fue la única riqueza de un Concilio en que el Papa Juan XXIII dejó huella. El “aggiornamento” o puesta al día Para el Papa Juan XXIII que hoy la Iglesia proclama Santo, había cuatro grandes objetivos: buscar una profundización en la conciencia que la Iglesia tiene de sí misma, impulsar una renovación de la Iglesia en su modo de aproximarse a las diversas realidades modernas, promover un mayor diálogo de la Iglesia con todos los hombres de buena voluntad, promover la reconciliación y unidad entre todos los cristianos. Su pontificado tenía un espíritu y podía definirse, como él mismo lo hizo, por la palabra “aggionarmento” o “puesta al día” de la Iglesia. Este término se comprende mejor con la Constitución Lumen Gentium (Luz de las Gentes) que es junto con Sacrosanctum Concilium uno de los cuatro principales documentos y frutos que dejó el Concilio. Los otros dos son Gaudium Spes (Gozo y Esperanza) y Dei Verbum (sobre la Divina Revelación). Esto fue sin duda el deseo del Papa para adaptar a la Iglesia a que respondiera con fidelidad a los tiempos modernos. Sobre Lumen Gentium hay que decir que es la Constitución principal del Concilio y que trata de la naturaleza de la Iglesia, contemplándola como misterio de comunión. Adentrarse en ese misterio y entender justamente a la Iglesia como el nuevo pueblo de Dios es esa luz que traía tan importante documento. “¿Qué otra cosa es, en efecto, un Concilio Ecuménico — decía el Papa Bueno— sino la renovación de este encuentro de la faz de Cristo resucitado, rey glorioso e inmortal, radiante sobre la Iglesia toda, para salud, para alegría y para resplandor de las humanas gentes?”. Dicha apertura, cabe recalcar, no contradice la fe ni la verdad del Evangelio que ha proclamado desde siempre la Iglesia. “Esta doctrina es, sin duda, verdadera e inmutable, y el fiel debe prestarle obediencia, pero hay que investigarla y exponerla según las exigencias de nuestro tiempo. Una cosa, en efecto, es el depósito de la fe o las verdades que contiene nuestra venerable doctrina, y otra distinta es el modo como se enuncian estas verdades, conservando, sin embargo, el mismo sentido y significado”, explicaba el Papa Juan XXIII. Renovación y tradición El Papa Juan XXIII murió el 3 de junio de 1963, escasos meses después de inaugurado el Concilio, pero esto no evitó que la renovación continuara siendo la palabra principal dentro del ambiente de Iglesia en esa época. De hecho, de las cuatro etapas que tuvo el Concilio, clausurado en 1965, tres le correspondió llevarlas a cabo a Pablo VI. El 21 de junio fue elegido Papa Pablo VI quien solo un día después aseguró que el Concilio continuaría y enfatizó además sobre los propósitos que se tenían. Pablo VI habló que este Concilio debe considerarse uno de los máximos acontecimientos de la Iglesia. En su mensaje “In Spiritu Sancto” describió: “fue el más grande por el número de padres del globo, incluso de aquellas donde la jerarquía ha sido - Constitución sobre la sagrada liturgia (Sacrosanctum Concilium), 4-12-1963 - Declaración sobre la educación cristiana (Gravissimum educationis), 28-10-1965 - Decreto sobre los medios de comunicación social (Inter mirifica), 4-12-1963 - Declaración sobre las religiones no cristianas (Nostra aetate), 28-10-1965 - Constitución dogmática sobre la Iglesia (Lumen gentium), 21-11-1964 - Constitución dogmática sobre la revelación divina (Dei Verbum), 18-11-1965 - Decreto sobre las Iglesias orientales católicas (Orientalium Ecclesiarum), 21-11-1964 - Decreto sobre el apostolado de los seglares (Apostolicam actuositatem), 18-11-1965 - Decreto sobre el ecumenismo (Unitatis redintegratio), 21-11-1964 - Declaración sobre la libertad religiosa (Dignitatis humanae), 7-12-1965 - Decreto sobre el ministerio pastoral de los obispos (Christus Dominus), 28-10-1965 - Decreto sobre la actividad misional (Ad gentes divinitus), 7-12-1965 - Decreto sobre la vida religiosa (Perfectae caritatis), 28-10-1965 - Decreto sobre el ministerio y vida de los presbíteros (Presbyterorum Ordinis), 7-12-1965 - Decreto sobre la formación sacerdotal (Optatam totius), 28-101965 - Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual (Gaudium et Spes), 7-12-1965 constituida recientemente; el más rico por los temas que durante cuatro sesiones han sido tratados cuidadosa y profundamente; fue, en fin, el más oportuno, porque, teniendo presente las necesidades de la época actual, se enfrentó, sobre todo, con las necesidades Intensas fueron las sesiones de trabajo del Concilio. pastorales y, alimentando la llama de la caridad, se esforzó grandemente por alcanzar no sólo a los cristianos todavía separados de la comunidad de la sede apostólica, sino también a toda la familia humana”. Eco Católico 26 Domingo 27 de abril 2014 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII Alegría y calidez que cautivaron al mundo Nadie esperaba su elección como Papa, pero Dios tenía grandes planes para él Escribió ocho encíclicas, su magisterio social en las encíclicas Mater et Magistra y Pacem in terris fue profundamente apreciado. La encíclica Pacem in terris fue escrita en plena guerra fría y contiene un rechazo incondicional de la carrera de armamentos y de la guerra en sí misma e implicó una virtual abolición del concepto de “guerra justa”. Ma. Estela Monterrosa S. [email protected] Angelo Giuseppe Roncalli nació en Lombardía (Italia) el 25 de noviembre de 1881. Fue el cuarto hijo de un total de 14 del matrimonio de Giovanni Battista Roncalli y Marianna Giulia Mazzolla. A los 15 años fue admitido en la Orden Franciscana Seglar. Estudió en el Pontificio Seminario Romano y fue ordenado sacerdote en 1904. Durante la Primera Guerra Mundial, ejerció primero como sargento médico y más tarde como capellán militar. En 1921, el Papa Benedicto XV lo nombró presidente para Italia del Consejo Central de la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe. El Papa Pío XI lo designó simultáneamente Arzobispo de Areopoli y enviado oficial para Bulgaria en 1925. Nueve años después, fue designado Arzobispo titular de Mesembria y en 1935 fue nombrado delegado apostólico para Turquía y Grecia. Su intervención para socorrer a miles de judíos de la persecución nazi fue proverbial. En 1944, el Papa Pío XII lo nombró Nuncio Apostólico de Francia. Allí contribuyó a normalizar la organización eclesiástica. Gracias a su cortesía, sencillez, buen humor y amabilidad conquistó el corazón de los franceses. En 1953, el mismo Papa lo nombró Cardenal presbítero con el título de Santa Prisca y fue designado como Patriarca de Venecia. El Concilio y su muerte En esa ciudad, solía navegar por los canales sin la vestimenta de cardenal y detenerse para hablar con los gondoleros, las prostitutas y menesterosos, quienes le contaban sus problemas. Su forma de ejercicio de su ministerio se caracterizó por el servicio y el perdón. Pontificado El 28 de octubre de 1958, contando con casi 77 años, Roncalli fue elegido Papa. Ni los cardenales ni el resto de la Iglesia esperaban que el temperamento alegre, la calidez y la generosidad del Papa Juan XXIII cautivaran tanto los afectos del mundo. Enseguida empezó una nueva forma de desempeñar el papado. Ejerció su ministerio visitando sus parroquias, dio ejemplo de obras de mi- sericordia, redujo los altos estipendios en el gobierno vaticano. Asimismo, dignificó las condiciones laborales de los trabajadores del Vaticano y nombró cardenales indios y africanos. Tres meses después de su elección, en la Basílica de San Pablo Extramuros, anunció el XXI Concilio Ecuménico -que posteriormente fue llamado Concilio Vaticano II-, el I Sínodo de la Diócesis de Roma y la revisión del Código de Derecho Canónico. El 2 de diciembre de 1960 tuvo un histórico encuentro con el arzobispo de Canterbury, Geoffrey Francis Fisher. Era la primera vez en más de 400 años, desde la excomunión de Isabel I, que la máxima autoridad de la Iglesia de Inglaterra se reunía con el Papa. El 11 de octubre de 1962 el Papa Roncalli abrió el Concilio Vaticano II en San Pedro. Desde ese momento, enfatizó la naturaleza pastoral de sus objetivos: no se trataba de definir nuevas verdades ni condenar errores, sino que era necesario renovar la Iglesia para hacerla capaz de transmitir el Evangelio en los nuevos tiempos, buscar los caminos de unidad de las Iglesias cristianas, buscar lo bueno de los nuevos tiempos y establecer diálogo con el mundo moderno centrándose primero “en lo que nos une y no en lo que nos separa”. El 23 de mayo de 1963 se anunció públicamente la en- fermedad del Papa: cáncer de estómago que, según su secretario Loris F. Capovilla, le fue diagnosticado en setiembre de 1962. El Papa no quiso dejarse operar temiendo que el rumbo del Concilio se desviara de lo estipulado. Así, él mismo estaba firmando su sentencia de muerte. Murió en Roma el 3 de junio de 1963. Finalizó sus días sin ver concluida su obra mayor, a la que él mismo consideró “la puesta al día de la Iglesia”. Fue sucedido por Pablo VI, quien en 1965 iniciaría su proceso de beatificación después de la clausura del Concilio Vaticano II. Fue beatificado por Juan Pablo II el 3 de setiembre de 2000, junto con el Papa Pío IX. Su fiesta litúrgica quedó fijada el 11 de octubre, día de la apertura del Concilio Vaticano II. Eco Católico Domingo 27 de abril 2014 27 Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII Editorial San Juan XXIII: dejar al Espíritu actuar A ngelo Giuseppe Roncalli, el Papa bueno, el de la sonrisa, Juan XXIII, es canonizado este domingo en el Vaticano por su sucesor y ferviente admirador el Papa Francisco. Se cuenta incluso que al ser elegido Papa, el cardenal Bergoglio habría tenido la intención de llamarse Juan XXIV, deseo que luego sería transformado por aquella recomendación hecha al oído por el cardenal Hummes: “no te olvides de los pobres”. Muchos aspectos de la vida de este gran pontífice podrían acreditarse en un momento como este, en que la Iglesia reconoce su amistad con Dios y con los hombres de su tiempo. Es memorable por ejemplo su participación como delegado papal en la Europa de la pre guerra, especialmente su paso por Bulgaria, Turquía, Grecia y Francia, siendo este último país donde desplegaría con mayor claridad sus dotes de conciliador fraternal. O mucho antes de ello, es decir, su vida como párroco ejemplar, como pastor entregado a sus ovejas, como obispo celoso del clero confiado a su cuido, profundamente humano, cercano, accesible y bondadoso. Muchas bellas anécdotas se cuentan aún hoy de esta etapa de su vida, suficientes para perfilar la santidad de este hijo de Bérgamo, en la región de Lombardía, al norte de Italia. Su pontificado, verificado entre los años 1958 y 1963 fue breve pero intenso, por su conciencia del deber de dejar que el Espíritu Santo actúe en la conducción de la Iglesia. Hablamos por supuesto de la convocatoria al Concilio Ecuménico Vaticano II, con la que el Papa Roncalli respondía a quienes, tras su elección, levantaron las críticas por su avanzada edad y su frágil salud, llegando a llamarlo un Papa “de transición”. Es el Concilio el gran golpe de timón que sigue necesitando la Iglesia, que a medio siglo de su celebración, aún tiene una gran tarea pendiente con aquellos que, inspirados por Dios, la soñaron abierta, alegre, en diálogo, muy humana y por tanto divina, mucho más laical, misionera y dispuesta al martirio por el anuncio del Evangelio. Juan XXIII tuvo la dicha de mirar desde el cielo el culmen de su obra, y el apego a su deseo de un “aggiornamento”, es decir, de una puesta al día de la Iglesia con el mundo, que no era otra cosa que el impulso del Espíritu Santo depositado en su corazón, gracias a su vocación de hombre de Iglesia profundamente enraizada en Cristo gracias a la oración y a la caridad. Esto es clave en el Papa Roncalli. Fue un hombre que le permitió a Dios actuar primero en su propia vida, y luego a través suyo en aquello que le había sido confiado. Juan XXIII es también un gran ejemplo de confianza en la Providencia, en que Dios no abandona y cumple, en Cristo y su Espíritu Santo, la promesa de estar en medio de su Iglesia hasta la consumación de los tiempos. Este gran Papa encarna además el valor de aquellos que para la sociedad muchas veces son inútiles y por tanto despreciados y muchas veces apartados, los adultos mayores, los enfermos y aquellos que por alguna razón “no calzan” en los estereotipos que cruelmente hemos creado. Es que no hemos entendido que así actúa Dios y esa es la lógica de la que nos hablan los Evangelios: que aquel que se humilla será enaltecido, que aquello aparentemente inservible y frágil es capaz, por la Gracia, de dar testimonio de una grandeza mayor que le desborda y que al mismo tiempo le dignifica y eleva. Hoy, que el mundo reconoce esa grandeza en la vida del sencillo párroco de pueblo, como ha llamado el Papa Francisco a Juan XXIII, pidámosle confiados su intercesión por nuestra amada Iglesia, para que siga siendo fiel a Aquel que la fundó y para que, como en su época, no seamos obstáculos para que el Espíritu Santo la siga llevando por los caminos que son mejores para responder con valor e inteligencia a los desafíos, problemas y tentaciones que aparecen por doquier. ¡Qué alegría saber que tenemos un amigo así en el cielo! Demos gracias a Dios. ¢400 Etapa IV - Año CXXXI Tomo 132 - (4320) Costa Rica Domingo 27 de abril 2014 - II de Pascua San Juan XXIII “Mi vida por la Iglesia” P/21-27 San Juan Pablo II: “No tengan miedo” P/2-16