San Juan Pablo II

Anuncio
¢400
Etapa IV - Año CXXXI Tomo 132 - (4320) Costa Rica
Domingo 27 de abril 2014 - II de Pascua
San Juan Pablo II
“No tengan
miedo”
San Juan XXIII: “Mi vida por la Iglesia” P/21-27
P/2-16
Eco Católico
2
Domingo 27 de abril 2014
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
Editorial
San Juan Pablo II: pasión por la humanidad
divino, y que se es más humano en la medida en
que se tiende a Dios, Creador de todas las cosas. Y
en Cristo, el hombre y la mujer tienen un valor infinito, una dignidad inconmesurable… valen Dios
mismo.
Ese mismo ardor por conducir a la humanidad a
su Redentor fue el eje del servicio petrino del Papa
Wojtyla. Desde esa perspectiva pueden comprenderse mejor sus gestos, sus esfuerzos, sus encíclicas y libros. También sus viajes, su enfermedad,
martirio y hasta su propia muerte.
U
santo.
n hombre de Dios apasionado por la humanidad. Así podría ser descrito el Papa Juan
Pablo II, que este domingo es declarado
Esa energía magnética, su alegría, su compromiso, su fe y su entrega hasta el final no son otra
cosa que expresión de ese profundo amor por lo
humano que siempre lo caracterizó.
Sería la influencia de su madre, sus años en las
canteras, sus sufrimientos bajo la tiranía comunista,
sus cientos de viajes alrededor del mundo, sus muchas horas de diálogo con el Señor… o una combinación de todo lo que forjó al hombre, al pastor, al
líder que siempre tuvo una sonrisa, un abrazo, una
palabra de afecto, de cercanía y comprensión.
Desde el inicio de su pontificado habló de la
grandeza de la persona humana, elevada a la máxima expresión en la Encarnación del Verbo y recordó que el hombre no puede vivir sin amor, sin Dios.
Quien se aleja de Él permanece para sí mismo
un ser incomprensible, su vida está privada de sentido… escribió apenas en 1979, recién elegido a la
sede de Pedro. (Redemptoris Hominis, 10).
En efecto, para el Papa polaco el hombre o la
mujer que quieran comprenderse hasta el fondo a
sí mismos, superando los criterios y medidas inmediatas, parciales, superficiales e incluso aparentes,
debe, con su misma inquietud, incertidumbre e incluso con su debilidad y pecados, con su vida y con
su muerte, acercarse a Cristo.
Solo asimilando toda la realidad de la Encarnación y de la Redención podrá encontrarse a sí mismo: “¡Qué valor debe tener el hombre a los ojos del
Creador, si ha merecido tener tan grande Redentor!”, proclamamos hace unos días en la solemne
Vigilia Pascual.
Con su vida y su magisterio, el Papa Juan Pablo
II nos mostró que todo lo humano tiene mucho de
Sede Conferencia
Episcopal de Costa Rica
Calle 22- Avs. 3 y 5, San José
Fundado en 1883
Teléfonos
Central telefónica: 2222-8391
Fax: 2256-0407
Página web
www.ecocatolico.org
Correo electrónico
[email protected]
Apartado postal
1064 -1000 San José
Y es lo que sigue mostrándonos desde el cielo.
Son los milagros obrados por su intercesión, entre ellos el que encarna la costarricense Floribeth
Mora y que sirve a la Iglesia para elevarlo a los
altares. Pero más que los prodigios físicos se trata
de la convicción de que Dios existe, nos escucha,
ama y realiza su plan en cada uno si se le acepta de
corazón.
San Juan Pablo II puede ser llamado con razón
el amigo de todos, porque antes que nada fue y es
amigo del Señor. Ese testimonio de una amistad íntima, honesta, confiada y segura es probablemente
uno de los mayores legados de Su Santidad.
Y para los costarricenses con mucha más razón.
El Papa santo nos conoció y amó. Estuvo entre nosotros y sin duda tenemos un lugar muy especial en
su corazón. Pidamos, pues confiados su intercesión
por aquello que sabemos nos conviene más: la voluntad de Dios en nuestras vidas.
¡Qué alegría saber que tenemos un amigo así en
el cielo! Demos gracias a Dios.
Créditos
Presidente
Junta Directiva
Asesor doctrinal
Mercadeo y ventas
Pbro. Víctor Hugo Munguía C.
Lic. José Sancho M.
[email protected]
Mons. José Rafael Quirós Q.
Edición
Director
Luis Carlos Cartín S.
Circulación
Lic. Martín Rodríguez G.
[email protected]
Diseño y composición
Ing. Daniel Rivera M.
[email protected]
Lic. Carlos Andrés Víquez V.
[email protected]
Eco Católico
Domingo 27 de abril 2014
3
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
El seminarista clandestino
que ocupó la sede de Pedro
Proclamó 482 santos. Hoy su propio nombre se agrega a la lista
viajes apostólicos fuera de Italia y 146 por el interior de este
país. Además, como Obispo
de Roma, visitó 317 de las 333
parroquias romanas.
Ma. Estela Monterrosa S.
[email protected]
Karol Józef Wojtyła, Juan
Pablo II, nació en Wadowice, Polonia, el 18 de mayo de
1920. Era el más pequeño de
los tres hijos de Karol Wojtyła
y Emilia Kaczorowska, quien
murió cuando él tenía 9 años.
Más que todos sus predecesores se encontró con el pueblo de Dios y con los responsables de las naciones: más de
17.600.000 peregrinos participaron en las 1166 Audiencias
Generales que se celebran los
miércoles, sin tomar en cuenta
otras actividades.
Terminados los estudios de
enseñanza media, se matriculó
en 1938 en la Universidad Jagellónica de Cracovia y en una
escuela de teatro.
Cuando las fuerzas de ocupación nazi cerraron la Universidad, en 1939, el joven
Karol tuvo que trabajar en una
cantera y luego en una fábrica
química (Solvay), para ganarse la vida y evitar la deportación a Alemania.
A sus 22 años, al sentir la
vocación al sacerdocio, siguió
las clases de formación del seminario clandestino de Cracovia. Al mismo tiempo, fue uno
de los promotores del “Teatro
Rapsódico”, también clandestino.
Tras la segunda guerra
mundial, continuó sus estudios en el seminario mayor de
Cracovia, nuevamente abierto,
y en la Facultad de Teología
de la Universidad Jagellónica,
hasta su ordenación sacerdotal
en Cracovia el 1 de noviembre
de 1946.
XII Obispo titular de Olmi y
Auxiliar de Cracovia.
Seguidamente fue enviado
a Roma, donde se doctoró en
1948 en teología. Al concluir
esos estudios, volvió a Polonia
a ejercer su ministerio sacerdotal. En 1951 reanudó sus estudios filosóficos y teológicos.
Después pasó a ser profesor de
Teología Moral y Ética Social
en el seminario mayor de Cracovia y en la facultad de Teología de Lublin.
Tan solo seis años después,
fue nombrado Arzobispo de
Cracovia por Pablo VI, quien
le hizo cardenal el 26 de junio
de 1967.
Joven arzobispo
Los cardenales reunidos en
Cónclave le eligieron Papa el
16 de octubre de 1978. Tomó
el nombre de Juan Pablo II y el
22 de octubre comenzó solemnemente su ministerio petrino
como 263 sucesor del Apóstol
Pedro. Su pontificado ha sido
uno de los más largos de la
historia de la Iglesia, duró casi
27 años.
Wojtyła recibió la ordenación episcopal el 28 de septiembre de 1958 en Cracovia,
cuando fue nombrado por Pío
Además de participar en
el Concilio Vaticano II (19621965), con una contribución
importante en la elaboración
de la constitución Gaudium
et spes, el Cardenal Wojtyła
tomó parte en las cinco asambleas del Sínodo de los Obispos anteriores a su pontificado.
Su pontificado
Juan Pablo II ejerció su
pontificado con incansable espíritu misionero. Realizó 104
Su amor a los jóvenes le
impulsó a iniciar en 1985 las
Jornadas Mundiales de la Juventud. Además, su atención
hacia la familia se puso de
manifiesto con los encuentros
mundiales de las familias, inaugurados por él en 1994.
Juan Pablo II promovió el
diálogo con los judíos y con
los representantes de las demás religiones, convocándolos
en varias ocasiones a encuentros de oración por la paz.
Realizó numerosas canonizaciones y beatificaciones
para mostrar innumerables
ejemplos de santidad de hoy,
que sirvieran de estímulo a
los hombres de nuestro tiempo: celebró 147 ceremonias de
beatificación -en las que proclamó 1338 beatos- y 51 canonizaciones, con un total de
482 santos. Proclamó a santa
Teresa del Niño Jesús Doctora
de la Iglesia.
Entre sus documentos
principales se incluyen: 14
Encíclicas, 15 Exhortaciones
apostólicas, 11 Constituciones
apostólicas y 45 Cartas apostólicas.
Promulgó el Catecismo de
la Iglesia Católica, a la luz de
la Revelación. Reformó el Código de Derecho Canónico y
el Código de Cánones de las
Iglesias Orientales y reorganizó la Curia Romana. Publicó
cinco libros.
Juan Pablo II falleció el 2
de abril de 2005, a las 21.37,
mientras concluía el sábado y
ya había comenzado la octava
de Pascua y domingo de la Misericordia Divina.
El 28 de abril, el Santo Padre Benedicto XVI dispensó
del tiempo de cinco años de
espera tras la muerte para iniciar la causa de beatificación y
canonización de Juan Pablo II.
Fue beatificado 1º de mayo del
2011.
Eco Católico
4
Domingo 27 de abril 2014
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
Dar testimonio de la acción de Dios fue clave en el proceso
El milagro tico que lleva a
Juan Pablo II a los altares
La curación de Floribeth Mora desconcertó a los médicos que estudiaron su caso
Floribeth Mora durante la conferencia de prensa del anuncio de la aceptación de su milagro para la canonización de Juan Pablo II.
Laura Ávila Chacón
[email protected]
Escribió su testimonio en
Internet luego de que el párroco de Paraíso de Cartago le dijo
que lo hiciera. De esta forma
la Santa Sede se interesó en el
caso de Floribeth Mora, quien
aseguraba en aquel escrito haber sido sanada por intercesión
del Papa Juan Pablo II.
Dicha narración fue de gran
interés por las autoridades vaticanas, las cuales inmediata-
mente se pusieron en contacto
y realizaron a la mujer una
serie de exámenes e investigaciones médicas para comprobar que el milagro fuera cierto.
Precisamente, el postulador de la causa del Papa Juan
Pablo II Monseñor Slawomir
Oder, visitó en varias ocasiones Costa Rica en busca de información.
Durante ellas se reunió con
el Padre Donald Solano de
Paraíso, con Monseñor Hugo
Barrantes Ureña, en ese mo-
mento Arzobispo de San José,
con miembros de Nunciatura
Apostólica y con médicos costarricenses que habían tratado
a doña Floribeth para iniciar el
proceso que corresponde a un
acontecimiento inexplicable
para la ciencia.
En octubre del 2012, la
Postulación de la Causa lleva a
Floribeth a Roma a realizarse
otros estudios, y comprueba,
por segunda ocasión, que está
totalmente sana.
Inicia proceso de causa
Una vez comprobado que
no existe el aneurisma cerebral
que aquejaba a doña Floribeth
y que le había sido diagnosticado como incurable, la Santa
Sede entabla un diálogo con la
Arquidiócesis de San José en
noviembre de ese mismo año.
De esta manera se le pide
al señor Arzobispo haga un
proceso de comprobación del
milagro canónicamente para
iniciar el proceso que corres-
ponde para elevar a Juan Pablo
II a los altares.
El Arzobispo acepta que se
inicie el proceso y nombra al
Padre Daniel Blanco, Canciller de la Curia, juez delegado
del proceso y la Santa Sede envía dos personas: el notario y
el promotor de justicia.
La recopilación de la información se obtuvo poco a
poco, detalló el Padre Daniel
Blanco al Eco Católico. Así, el
expediente de médico de doña
Floribeth fue completándose
Eco Católico
5
Domingo 27 de abril 2014
con testimonios de testigos y
más pruebas médicas las cuales se adjuntaron a los exámenes médicos en los que le fue
diagnosticado el aneurisma y
su posterior desaparición, para
la sorpresa de los médicos, que
no encontraban explicación.
Esto sucedió entre noviembre
y diciembre del 2012.
Análisis contundentes
Para la comprobación del
milagro, quienes llevaron el
proceso escucharon los criterios médicos de quienes atendieron a la mujer. En un primer
momento ella fue tratada en
una clínica privada en Cartago, luego en el hospital de Cartago y en el Calderon Guardia.
El proceso obliga a que
haya un perito médico más,
que esté al tanto de todo el
proceso y obliga a que dos mé-
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
dicos extraños, es decir que no
conozcan a la señora ni la enfermedad, la valoren la situación actual de su salud.
El proceso finalizó el 5 de
diciembre de 2012 con una
sesión pública donde estuvo
presente el Arzobispo de San
José Monseñor Hugo Barrantes, todos los que participaron
del proceso y algunos miembros de la Curia Metropolitana
como testigos.
Terminado este proceso y
con bastante cautela, los expediente del milagro fueron sellados. Solo los podrían abrir
en la Congregación para los
Santos con el permiso del Santo Padre
El expediente, salió de
nuestro país el 6 de diciembre
y llegó a principios del mes de
enero del 2013 a Roma. Una
Autoridades vaticanas junto a doña Floribeth el día de la clausura del proceso en nuestro
país.
vez allá, inició el proceso de
la Congregación. Aprobado en
estas instancias, el expediente
fue sometido a una Comisión
de Cardenales, compuesta por
15 purpurados, quienes igualmente le dieron el visto bueno.
Y finalmente es el Papa quien
revisa lo actuado y firma el decreto que reconoce el milagro.
Una curación inexplicable
Un médico hace un recorrido histórico de la enfermedad de Floribet, desde
el 8 de abril de 2011, día en
que despertó con una cefalea
(dolor de cabeza) que describió como “descomunal,
como nunca antes en la vida”,
acompañada de vómitos.
Confirma además el testimonio de Mora sobre su atención primaria en el Hospital
de Cartago y su posterior
consulta a un médico privado
quien detecta alteración en la
exploración del fondo de ojo
y le ordena un TAC de cerebro inmediato.
Este médico se llama Dr.
Juan Antonio Valverde Espinoza, especialista en Neurología y Medicina Interna del
Hospital.
Valverde relata en el expediente de la mujer que el
caso fue llevado a sesión de
Neurocirugía donde los médicos, por la característica
de la lesión, no consideraron
posible la utilización de colis
o stents (cánula o dispositivo
metálico con forma cilíndrica o tubular que se coloca en
el interior de una estructura
anatómica o conducto corporal –arteria en este caso- para
mantenerlo permeable o evitar su colapso luego de su dilatación).
Esto hizo que los médicos
discutieran acerca del tratamiento con Bypass arterial,
técnica no disponible en el
país, por lo que se le ofreció
un manejo expectante (de observación sobre el comportamiento de la lesión) a partir
del suministro de varios medicamentos.
Meses después, el especialista verifica que la paciente se recupera paulatinamente
de sus dolores de cabeza sin
déficit neurológico alguno
hasta el 21 de noviembre de
2011, cuando tras verificar
una resonancia magnética
realizada, se comprueba que
no existe evidencia de la lesión en la arteria cerebral.
Tras esto, el neurocirujano se sorprende “La recuperación de la paciente, es muy
satisfactoria y sin datos de
resangrado. Exámenes posteriores, incluso practicados
en el Instituto de Neurocirugía del Hospital Gemelli de
Roma confirmaron la ausencia del aneurisma. El examen
clínico actual reafirma el restablecimiento total de la salud
de Floribeth”, explicaba en su
momento.
El comentario final del
Dr. Valverde es contundente: “No conozco de estudios
o reportes significativos de
desaparición espontánea de
aneurismas fusiformes sin
procedimientos quirúrgicos.
Si esto sucediese, sería considerado una excepción, no
una regla (…) por lo tanto no
se puede explicar el motivo
por el cual ha desaparecido el
aneurisma en exploraciones
posteriores”.
Y concluye: “No hay elementos que permitan la explicación científica del evento
de la desaparición del aneurisma (…) La evanescencia
(desaparición) de la lesión
arterial aneurismática es, en
este caso, un fenómeno que
trasciende una explicación
médica demostrable con los
análisis existentes”.
Pruebas médicas de la existencia y posterior desaparición
del aneurisma cerebral en Floribeth Mora. (Fuente:
Expediente de la Causa de Canonización de Juan Pablo II)
Eco Católico
6
Domingo 27 de abril 2014
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
Así fue remitido
a la Santa Sede
el expediente
con todos los
detalles sobre el
milagro atribuido
a la intercesión de
Juan Pablo II.
Él fue el médico del “abogado del diablo”
El doctor Mariano Ramírez junto al postulador de la
Causa de Canonización Monseñor Oder.
Madre, abuela y empresaria
debido al aneurisma cerebral, no piensa renunciar.
Actualmente trabaja en una
pequeña empresa familiar
de seguridad. Y es abuela de
cuatro niños.
Floribeth de Fátima Mora
Díaz nació el 19 de junio de
1963 en Cristo Rey. Su vida
fue consagrada al matrimonio el 7 de febrero de 1987.
Su esposo es Edwin Arce
quien ocupó varias jefaturas
en la policía hasta que abandono el gobierno.
Fruto de este matrimonio
nacieron cinco hijos uno de
ellos ya fallecido.
Es hija de un zapatero y
de la costurera Valeria Díaz,
quien todas las noches hacía
a sus ocho hijos rezar el Rosario para dar al espíritu una
sensación de llenura que no
siempre tenían en el estómago.
Además esta mujer es
estudiante de Derecho a sus
50 años. Lleva tres años de
carrera y aunque se rezagó
Los médicos le dieron
pocas esperanzas de vida en
abril de 2011 cuando le detectaron el aneurisma cerebral que le provocaba fuertes
dolores de cabeza y pérdida
de movilidad en la parte izquierda de su cuerpo.
Ella asegura que el 1 de
mayo de ese año, día de la
beatificación de Juan Pablo
II, al ver una revista con la
imagen del papa polaco, escuchó una voz que le dijo dos
veces “levántate, no tengas
miedo” y se sintió curada.
A sus 79 años, al Doctor
Mariano Ramírez lo eligieron por esas casualidades
de la vida para que fuera el
médico del “abogado del
diablo”, como se le dice
popularmente al encargado
de analizar con ojos críticos
los procesos en los que media una intervención divina
y que le valen a un cristiano en su declaratoria oficial
como santo.
En su caso le correspondió hacerlo en el proceso
del milagro que ocurrió a
Floribeth Mora en relación
a la cura de un aneurisma
cerebral por intercesión del
Papa Juan Pablo II.
A última hora este vecino de Pavas con especialidad en ginecología y oncología fue nombrado como
perito (experto). Así tuvo
que acompañar al grupo
de especialistas que envió
el Vaticano que tenían que
verificar si lo ocurrido a la
mujer era realmente un milagro o no.
Según cuenta, jamás
imagino ser parte del proceso. “Todo se dio cuando
el Padre Mario Salazar llegó a la clínica donde atiendo porque tenía un chequeo
con el cardiólogo, mientras
esperaba a mi colega yo hablaba con él y me dijo que
lo ayudará con una charla.
Cuando llegué a darla a la
Curia Metropolitana me
propusieron que fuera parte
del grupo”.
Su labor, relata Ramírez,
consistió en juzgar y dar una
opinión seria y coherente
respecto al caso de doña
Floribeth, su enfermedad, y
el supuesto milagro aún no
confirmado en ese momento
por la Santa Sede.
Con 55 años de experiencia, el especialista tuvo
que dudar sobre todas las
explicaciones que para la
ciencia no tenían base sólida y experimental. “En 15
días de trabajo debí cuestionar todo, verificar, escuchar testigos y analizar todo
alrededor del caso y dar mi
criterio”.
Al final de esos días de
trabajo confirmó que efectivamente había ocurrido una
curación sin explicación
científica en la mujer. Por
tal razón, firmó las actas en
las que se hacía responsable
de toda la información que
brindó a las autoridades religiosas.
Eco Católico
Domingo 27 de abril 2014
7
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
“Él siempre fue un santo”
Con entrevistas en vivo por radio, internet y televisión desde Italia, Chile y España, Floribeth Mora Díaz, serena pero con mucha
emoción, conversó con el Eco Católico unos días antes de la canonización de Juan Pablo II sobre su experiencia de fe.
Ana Cecilia Espinoza C.
Tengan fe, a
pesar de que el
panorama sea
oscuro, abran sus oídos a
Dios, oren, porque sólo así
podrán salir adelante”.
[email protected]
En sus palabras, ¿por qué el Papa
Juan Pablo II merece ser elevado a
los altares?
Porque fue un hombre que luchó
por amor a Dios, a Jesucristo y a la
Virgen. Fue una persona que se entregó al Señor y vivió en su propio cuerpo todo lo que el Señor sufrió en el
Viacrucis, él siempre fue un santo, por
lo que es canonizado como realmente
lo merece.
Floribeth Mora
a quien conoceré hasta ese momento,
así como el honor de compartir con el
Papa Francisco y el Papa Benedicto
XVI. Será un gran honor para mí, yo
no me canso de alabar a Dios por ello.
También atenderé algunas conferencias de prensa programadas con medios costarricenses y extranjeros.
¿Imaginó algún día ser
protagonista de un proceso así?
Si Dios permitió que mi sanación
fuera reconocida como el segundo milagro para la canonización del Papa es
porque es algo real y la única manera
para que el mundo crea que Dios existe. Por eso viví todo el proceso con fe
y alegría, incluso en los periodos de
exámenes allá en Italia en el Policlínico Gimelli, donde por esas cosas de
Dios estuve en una habitación en el
tercer piso donde, casualidad o no, estuvo Juan Pablo II en marzo del 2005,
semanas antes de morir. Ahí una vez
más se ratificó que no tengo el aneurisma.
¿Por qué le pidió a Juan Pablo II
y no a otro santo que intercediera
por usted?
A Juan Pablo II siempre lo he admirado mucho. Recuerdo, cuando
vino a Costa Rica, aquella presencia imponente que nos cautivó y nos
marcó para siempre. El 1 de mayo del
2011, luego de varios exámenes debido al diagnóstico de que aquello que
me aquejaba tanto era un aneurisma
en el lado izquierdo del cerebro y que
no me quedaba más que un mes de
vida, decidí permanecer frente al televisor para ver la ceremonia de beatificación y pedirle su intercesión. Con
ese pensamiento me quedé dormida y
al día siguiente vi la portada de una
¿Cuál es su significado de la fe?
revista que tenía con su imagen y fue
cuando escuché la voz de él que me
decía: levántate, no tengas miedo…
sus manitas sobresalían de la foto. Yo
me quedé sorprendida, seguía mirándolo, y le dije: ‘sí señor’; esa fue mi
respuesta. Me levanté de mi cama, me
fui a la cocina donde estaba mi esposo, no le dije nada de lo que estaba pasando. Me dijo él: ¿qué estás haciendo
levantada? Le dije que me sentía bien,
pero nada más, porque yo pensé que
me iba a creer loca.
Desde ese momento, ¿cuánto ha
cambiado su vida?
Mi vida ha sido algo diferente, pero
no del todo, porque sigo siendo la misma mujer, ama de casa, madre, esposa,
trabajadora, estudiante. A nivel espiritual sigo siendo la misma creyente en
Dios, pero con una fe más fortalecida
y un inmenso amor a Jesús y a nuestra
Madre Santísima. En términos generales, trato en la medida de lo posible
de mantener una agenda más ordenada
para poder atender a mi familia.
¿Qué le responde a quienes critican
su testimonio o a los que le es
indiferente?
Es muy difícil, no soy quien para
juzgar a las personas que no tienen fe,
soy una mujer transparente, sin discrepancias, siempre he dicho que el que
no quiere creer que no crea. Es decir,
no obligo a nadie a creer lo que a mí
me pasó. Pienso que todos los seres
humanos tenemos un momento en
nuestra vida para creer en el Señor, no
sé cuando ellos verán sus glorias, pero
no soy yo quien tenga que decírselos.
¿Cuál es su participación durante
la ceremonia en Roma?
En Roma habrá un protocolo especial para esta canonización en la
cual tendré alguna participación al
lado de Sor Marie (sanada por intercesión de Juan Pablo II de Parkinson),
La fe es llenarme de fortaleza y decirle a Dios sin reservas que siempre
estaré para Él. En mi vida he tenido
situaciones muy fuertes, como fue la
pérdida de mi hijo de siete meses de
embarazo, y siempre le he pedido al
Señor que sea Él, quien me guíe en mi
vida. Ahora comprendo que mi testimonio puede motivar a otros. Esta
es ahora mi misión, la que me dio
el Señor, y estoy tratando de hacerlo
conforme a lo que Él quiere. Por esta
razón es que estoy dando tantas entrevistas, porque creo que es la forma de
llevar a todos los rincones del mundo
el mensaje de que crean en Dios, porque él sigue haciendo milagros con la
intersección de los santos.
¿Cuál es su mensaje para los fieles
creyentes?
Les digo que tengan fe, a pesar de
que el panorama sea oscuro, que abran
sus oídos a Dios, que oren, porque sólo
así podrán salir adelante de cualquier
situación en la que se encuentren, y
que el Señor siempre estará presente
en nuestras situaciones porque la fe
es tener la certeza de que Él está vivo,
aunque no lo veamos, y que está entre
nosotros, que Él es nuestro Señor.
Eco Católico
8
Domingo 27 de abril 2014
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
Dos mujeres son clave
en su camino a la santidad
Una religiosa francesa y una madre de familia costarricense recibieron milagros de Dios gracias a la
intercesión de Juan Pablo II.
Laura Ávila Chacón
[email protected]
El Papa Francisco eligió
este domingo 27 de abril para
canonizar a los beatos Juan
Pablo II y Juan XXIII. En esta
fecha la Iglesia celebra la fiesta de la Divina Misericordia,
instituida por el propio Papa
Wojtyla tras hacer santa a la
monja Faustina Kowalska en
el año 2000.
El polaco Karol Wojtyla y
el italiano Angelo Giuseppe
Roncalli son recordados como
dos figuras determinantes de la
Iglesia Católica que fueron Papas entre 1978 y 2005 y entre
1958 y 1963, respectivamente.
El proceso que culminó y
determinó la canonización del
Papa Juan Pablo II fue impulsado por el hoy Papa emérito
Benedicto XVI, mientras que
el Papa Francisco proclamó la
canonización de Juan XXIII el
“Papa bueno”.
Tanto Juan Pablo II como
Juan XXIII junto con Pío X,
son los pontífices proclamados
santos en los últimos cien años
de la historia.
Dichas canonizaciones
“son una gracia de Dios, que el
Señor nos hace mostrándonos
como modelos de vida cristiana a dos hombres de fe”, explicaba el Papa Francisco.
El proceso hasta hoy
El camino hacia la santidad
tiene varios escalones. En los
casos más tradicionales, primero es necesario ser nombrado Venerable Siervo de Dios,
el título que se da tras la muerte a quien se le reconoce haber
Juan Pablo II fue aclamado santo desde su fallecimiento en el 2005.
vivido “las virtudes de manera
heroica”.
Después, se realiza una
suerte de “juicio” que reconozca un milagro para ser proclamado beato y después otro
para la canonización, aunque
el Papa puede saltarse alguno
de estos pasos, como ocurrió
en el caso de Juan XXIII, para
quien Francisco dispensó la
verificación de un segundo
milagro.
La subida a los altares de
Juan Pablo II, cuyo pontificado duró casi 27 años, inició
tras la aclamación popular de
“santo súbito” (santo ya) que
resonó en la Plaza de San Pedro en el Vaticano luego de su
muerte en abril de 2005.
El 19 de diciembre de
2009, Juan Pablo II fue proclamado venerable por su sucesor, el Papa Benedicto XVI,
quien posteriormente presidió
la ceremonia de su beatificación el 1 de mayo de 2011.
El primer milagro aportado
dentro de la causa de Juan Pablo II se remonta al 2005, dos
La monja francesa Marie
Simon Pierre fue curada de
Parkinson.
meses después de la muerte
del Papa polaco. A la monja
francesa y enfermera Marie
Simon Pierre, de 51 años, se le
había diagnosticado Parkinson
en 1988.
El 2 de junio de 2005, la
religiosa solicitó a su superiora que le relevara de sus funciones en el hospital donde
prestaba sus servicios, pero
su superiora la convenció para
que pidiera a Juan Pablo II que
le curara de su enfermedad.
Según la versión de sor Marie,
a la mañana siguiente el mal
había desaparecido.
La empresaria costarricense Floribeth Mora fue sanada de
un aneurisma cerebral.
El segundo milagro
El pasado 5 de julio, el
Papa Francisco autorizó la
canonización de Juan Pablo
II tras reconocer un segundo
milagro por intercesión de Karol Wojtyla, en este caso a la
costarricense Floribeth Mora,
quien padecía de una aneurisma cerebral grave, diagnosticado como incurable.
Durante la beatificación de
Juan Pablo II, Mora pidió en
oración que el Papa intercediera ante Dios por su caso, que
para sorpresa de los médicos y
de quienes conocían su estado,
mejoró completamente.
Su testimonio fue publicado en la página de la Causa de
Canonización de Juan Pablo
II, donde fue conocido por el
Postulador Monseñor Oder,
que la contactó e inició el proceso de verificación científica
que finalmente aprobó la Congregación para la Causa de los
Santos y el propio Papa Francisco.
Eco Católico
Domingo 27 de abril 2014
9
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
A vivir según el mandamiento del amor
Gerardo Mora Pana
[email protected]
“En el Credo, después de
profesar que la Iglesia es una,
también decimos que es santa. ¿Cómo es posible afirmar
que la Iglesia es santa si a lo
largo de su historia ha tenido
tantos momentos de oscuridad? ¿Cómo puede ser santa
si está compuesta de hombres
pecadores? La Iglesia es santa
porque Dios es Santo, es fiel y
no la abandona nunca al poder
de la muerte y del mal; es santa
porque Jesucristo, el Santo de
Dios, se ha unido a ella indisolublemente; es santa porque
el Espíritu Santo la purifica, la
transforma y la renueva constantemente; es santa, no por
nuestros méritos, sino porque
Dios la hace santa”.
¿Santo yo?,
sí se puede
No tengamos miedo a ser santos, afirma el Papa Francisco
El Papa Francisco catequizó así sobre el tema de la santidad el año anterior en una de
sus audiencias habituales, y
hacía la siguiente invitación:
“No tengamos miedo a ser santos. Todos estamos llamados a
la santidad, que no consiste en
hacer cosas extraordinarias,
sino en dejar que Dios obre en
nuestras vidas con su Espíritu,
en confiar en su acción que nos
lleva a vivir en la caridad, a
realizar todo con alegría y humildad, para mayor gloria de
Dios y bien del prójimo”.
“Vivir según el mandamiento del amor es lo que hace
de cualquier cristiano un santo”, destacó el sacerdote, algo
a lo que como dice el Papa, no
debemos tener miedo.
Pero, ¿todos estamos llamados a la santidad? “No
hay ninguna persona a quien
Dios excluya de la posibilidad de ser santo con la ayuda
Comunión con los santos En el Catecismo, en el numeral 957, se explica sobre la
comunión con los santos: “No
veneramos el recuerdo de los
del cielo tan sólo como modelos nuestros, sino, sobre todo,
para que la unión de toda la
Iglesia en el Espíritu se vea
reforzada por la práctica del
amor fraterno. En efecto, así
como la unión entre los cristianos todavía en camino nos
lleva más cerca de Cristo, así
la comunión con los santos nos
une a Cristo, del que mana,
como de fuente y cabeza, toda
la gracia y la vida del Pueblo
de Dios”.
A criterio del Padre Víctor
Hugo, “por ser parte del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia,
cuya cabeza es el mismo Cristo, los santos interceden por
nosotros y por eso les pedimos
que recen por nosotros los de
la Iglesia que todavía estamos
de peregrinos en este mundo”.
Igualmente, habla el Catecismo en el número 946, que
precisamente es la Iglesia la
comunión de los santos.
Mandamiento del amor
Para profundizar en el
tema, consultamos al Pbro. Dr.
Víctor Hugo Munguía qué significa la santidad de los cristianos.
Como lo dice la Biblia,
cuando Dios le habla a Moisés
en Levítico 19, 2: “Sean santos, porque yo, Yavé, Dios de
ustedes soy Santo”
“No se dejen robar la esperanza. Ustedes pueden llegar a ser santos”.
Papa Francisco
de su gracia, la cual a nadie
se le niega”, contestó el Padre
Munguía quien es Párroco en
la Iglesia Nuestra Señora de El
Carmen en San José.
Ahora bien, ¿cómo es que
la Iglesia determina y hace
las declaraciones de santidad? Cabe destacar, antes, que
la canonización no hace santo o santa a ninguna persona.
Es una declaración de que esa
persona es y fue santa en vida
antes del proceso seguido.
Esto explica el Padre Munguía. “Cuando alguien murió
en ‘olor de santidad’, es decir,
con fama de que amó con heroicidad, se estudia en su lugar
de origen, su vida, se envían
a Roma los resultados de ese
estudio y la Congregación para
las Causas de los Santos de
manera muy estricta analiza el
proceso para la Beatificación y
para la Canonización”.
Con tono esperanzador el
sacerdote explica que “imitar
la perfección, la misericordia
y la bondad de Dios se puede
con la ayuda de su gracia”.
“Después de haber confesado ‘la Santa Iglesia católica’, el Símbolo de los Apóstoles añade ‘la comunión de
los santos’. Este artículo es, en
cierto modo, una explicitación
del anterior: ‘¿Qué es la Iglesia, sino la asamblea de todos
los santos?’. La comunión de
los santos es precisamente la
Iglesia”.
Como lo explicaba el Papa
Francisco, bajo este signo
del Credo, anima del mismo
modo: “Invito a todos a no olvidar la vocación a la santidad.
No se dejen robar la esperanza. Ustedes pueden llegar a
ser santos. Vayamos todos por
este camino”.
Eco Católico
10
Domingo 27 de abril 2014
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
Vigilia en el Estadio Nacional destaca entre las actividades
Devotos ticos con intensa
agenda en Roma y aquí
Con misas y encuentros, peregrinos ticos vivirán canonización en la Ciudad Eterna
Laura Ávila Chacón
[email protected]
Este domingo 27 de abril
el mundo católico vivirá la
canonización histórica de dos
Papas: Juan Pablo II y Juan
XXIII.
Este evento toca de forma tan cercana a nuestro país,
pues el milagro necesario para
la elevación a los altares del
pontífice polaco Juan Pablo II,
se verificó en Costa Rica.
La vigilia por la
beatificación de Juan
Pablo II el 1 de
mayo del 2011
reunió a miles de
ticos en el Estadio
Nacional. Este
fin de semana
se pretende
superar el
número de
católicos
que asistan
para vivir su
canonización.
trelcina, por inquietud de doña
Floribeth, quien es devota del
santo italiano. La participación
es libre. Los interesados en
participar deberán organizarse
por cuenta propia. La cartaginesa Floribeth
Mora fue sanada de un aneurisma cerebral por intercesión
del Papa Wojtyla, según concluyó la Congregación para la
Causa de los Santos.
Para este histórico momento, la embajada de Costa Rica
ante la Santa Sede, preparó
una serie de actividades en las
cuales participará doña Floribeth y su familia, así como
también los obispos costarricenses José Francisco Ulloa
(Cartago), José Rafael Quirós
(San José) y Hugo Barrantes
(emérito de San José), junto a
cientos de peregrinos ticos que
se han desplazado para vivir el
evento desde Roma.
Por ejemplo, el jueves 24
de abril a las 7 de la noche se
proyecta el documental “Juan
Pablo II y el Milagro de Costa Rica”, en los salones de la
Iglesia Nacional Polaca de San
Stanislao. Se contará con la
participación del Postulador
General de la Causa de Canonización de Juan Pablo II,
Mons. Oder.
También en nuestro país
Virgen de los Ángeles en
el Vaticano
El sábado 26 de abril, a las
9 de la mañana se realizará la
ceremonia de entronización
de la imagen de la Virgen de
los Ángeles, Patrona de Costa
Rica, en Iglesia de Santa Ana
en el Vaticano. Será presidida
por el Cardenal Angelo Comastri, Arcipreste de la Basílica de San Pedro y concelebrada por los Obispos de Costa
Rica y los sacerdotes costarricenses que estudian en Roma.
Ese mismo día a las 5:30
p.m. doña Floribeth participará en un evento organizado por
el Pontificio Consejo para la
Familia, en el Auditorium della Conciliazione en Roma.
Finalmente, a las 7:30 p.m.
dará inicio la Santa Misa de
preparación para la canonización de los beatos Juan Pablo
II y Juan XXIII. Será presidida
por Mons. José Rafael Quirós,
Arzobispo de San José, y concelebrada por Mons. Ulloa y
Mons. Barrantes, en la iglesia
nacional Española de Santiago y Montserrat, en Roma. Se
espera la afluencia de cientos
de peregrinos ticos a esta celebración.
Luego de la ceremonia de
Canonización presidida por el
Papa Francisco en la Plaza de
San Pedro el domingo 27 de
abril, el lunes 28 la embajada
ha organizado una peregrinación a San Giovanni Rotondo,
Santuario del Padre Pío de Pie-
Los católicos en nuestro
país también podrán participar
de diversas actividades planeadas alrededor de la canonización, las cuales se concentran
en la Catedral Metropolitana,
el Estadio Nacional y en la
Parroquia Nuestra Señora de
Ujarrás en Paraíso de Cartago.
Así, la Nunciatura Apostólica y la Conferencia Episcopal ofrecerán una Solemne
Eucaristía con motivo de la
Canonización de los Beatos a
las 10 a.m. en la Catedral Metropolitana el domingo 27 de
abril.
Mientras tanto, la Asociación Obras del Espíritu Santo
organiza una vigilia de canonización que inicia desde el sábado 26 a las 10 p.m y concluye el domingo 27 de abril a las
6 a.m en el Estadio Nacional
en La Sabana.
Durante la vigilia habrá
celebración de la Santa Eucaristía, animación, Hora Santa,
oración, alabanza, conciertos,
danzas, además se tendrá señal
en vivo desde El Vaticano, así
como la transmisión en vivo
de la totalidad de la ceremonia
por los canales 40 (Telefides),
48 (Tele Católica) y 13 (SINART).
Igualmente la Parroquia
de Paraíso de Cartago, comunidad donde se venera la reliquia de Juan Pablo II, preparó
conciertos, Eucaristías y foros
con testimonios de personas
que estuvieron presentes durante la visita al país del beato
Juan Pablo II en 1983.
Entre ellas: Eucaristía el
26 de abril a las 7 p.m. y a las
10 de la noche se presentará el
documental “Un santo que vio
Costa Rica”.
Y a partir de las 12 m.n.
la parroquia vivirá una jornada de Adoración Eucarística.
Luego transmitirá en vivo la
canonización de los beatos y a
las 5:30, 8 y 10 a.m habrá oficios religiosos para iniciar alas
11 a.m. un grandioso concierto
católico.
Eco Católico
Domingo 27 de abril 2014
11
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
Oran ante su reliquia
El templo de Paraíso de Cartago es Santuario de Juan Pablo II, además de ser Santuario de la Virgen del
Rescate de Ujarrás.
La reliquia consiste en una tela impregnada con la sangre del nuevo santo Juan Pablo II.
Ma. Estela Monterrosa S.
[email protected]
Debido a que no se realizó
ninguna transfusión, la sangre
extraída se conservó.
Casi tres años han pasado
desde que la Parroquia Nuestra
Señora del Rescate de Ujarrás,
en Paraíso de Cartago, recibiera la primera reliquia de Juan
Pablo II en América.
La reliquia es de categoría
de primer grado, pues se trata
de la sangre de una persona
beatificada, y permanece expuesta para la veneración de
los fieles.
Se trata de una gota de sangre impregnada en un pedacito
de tela de un alba de Juan Pablo II y es uno de los tesoros
que resguarda este Santuario
desde el 2 de julio de 2011.
La reliquia llegó a Paraíso
gracias al Cardenal Stanislaw
Dziwisz, arzobispo de Cracovia, Polonia, quien fuera el secretario personal del Papa Juan
Pablo II.
Esta sangre fue obtenida de
unas extracciones que le hicieron al Papa Wojtyła en los
días previos a su fallecimiento,
ante una eventual transfusión.
La parroquia ha informado
que a partir de este domingo
27 de abril, además de ser Santuario de la Virgen del Rescate
de Ujarrás, el templo es Santuario de Juan Pablo II.
Oportunidad para educar
La presencia de la reliquia
en Paraíso ha sido una oportunidad para educar a los fieles, en el sentido de que pedir
la intercesión de los santos es
aprovechar una “amistad espiritual”.
“La presencia de la reliquia nos recuerda a una persona santa, cercana a Dios que
es nuestro amigo y tenemos
que seguir aprendiendo de él
y aprovechamos esa amistad
espiritual para pedir su intercesión, pero los milagros los
hace Dios”, ha dicho el Pbro.
Donald Solano, párroco de Paraíso.
“La reliquia hace que muchos peregrinos vengan a rezar, es parte de nuestra naturaleza humana, las personas
necesitamos esos signos”,
agregó.
El Concilio Vaticano II
recogió la doctrina católica
sobre las reliquias en la Constitución sobre la liturgia “Sacrosanctum Concilium”:
“De acuerdo con la tradición, la Iglesia rinde culto a los
santos y venera sus imágenes
y sus reliquias auténticas. Las
El Padre Donal Solano gestionó la llegada al país de la
reliquia.
fiestas de los santos proclaman las maravillas de Cristo
en sus servidores y proponen
ejemplos oportunos a la imitación de los fieles” (Sacrosanctum Concilium n. 111).
El catecismo de la Iglesia
Católica también se refiere a
las reliquias como una forma
de piedad de los fieles y de
religiosidad popular que debe
ser tomada en cuenta en la catequesis.
En el apartado 1675 dice
que “estas expresiones pro-
longan la vida litúrgica de la
Iglesia”, aunque “no la sustituyen”.
El mismo Juan Pablo II
durante su papado aprobó en
el 2002 un documento que
contiene información sobre
la veneración a las reliquias
llamado: “Directorio sobre la
piedad popular y la liturgia.
Principios y orientaciones”, el
cual fue publicado por la Congregación para el culto divino
y la disciplina de los sacramentos.
“El Milagro Costarricense de Juan Pablo II”
En el marco de la celebración por la canonización de Juan
Pablo II, se realizó la presentación del libro “El Milagro Costarricense de Juan Pablo II” de la periodista mexicana Valentina Alazraki.
La presentación estuvo a cargo del párroco de Paraíso
Pbro. Donald Solano y la periodista costarricense Lizeth Castro y se realizó el domingo 20 de abril en el templo parroquial
de Paraíso.
Eco Católico
12
Domingo 27 de abril 2014
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
Atentado marcó la vida del Papa desde aquel 13 de mayo de 1981
Marcado por el martirio
Redacción y agencias EWTN y
ANSA
El Cardenal Stanislaw
Dziwisz, Arzobispo de Cracovia (Polonia), uno de los colaboradores más cercanos del
Papa Juan Pablo II, asegura
que la santidad del Pontífice
polaco estuvo también marcada por el martirio.
En un artículo titulado
“Una vida junto a Karol”
publicado en la edición de
abril de la revista “Luoghi
dell’infinito” del diario italiano
Avvenire, el purpurado explica
que en el atentado que sufrió el
13 de mayo de 1981 “se derramó la sangre del Papa” y “el
Papa se acercó al martirio de
la sangre”.
“Después, el resto de su
pontificado estuvo marcado
por otro tipo de martirio: el
trabajo duro, el sacrificio, el
consumirse por Cristo y por su
causa, por la cual el Salvador
del hombre vino a la tierra”,
subrayó.
El Cardenal Dziwisz destaca que en sus 27 años de pontificado la santidad del Papa
Wojtyla se presentó como
“variopinta”, y “polifónica”,
porque destacó en muchos aspectos como “la santidad en la
oración, el servicio, el sufrimiento”.
“Conocí a Karol Wojtyla
en el seminario, a los 18 años,
era el año 1957. Él era profesor de ética. Nos impresionaba
su conocimiento en esta materia, así como su espiritualidad
y su apertura mental hacia el
prójimo. Un año después fue
nombrado obispo auxiliar de
Cracovia y un año más tarde
asumió la guía como Arzobispo metropolitano”, recuerda.
“El 23 de junio de 1963
recibí de las manos del joven
Arzobispo Karol el Sacramento del Sacerdocio. Entonces no
me imaginaba que la historia
de mi vida y de mi vocación
habría estado tan marcada por
el servicio para la Iglesia su
lado. Literalmente”.
El 6 de octubre de 1978 llegó el punto de inflexión para la
vida del Cardenal Dziwisz: El
Cardenal Wojtyla había sido
elegido en el Cónclave el nuevo Papa de la Iglesia Católica.
“Me pidió que continuara ayudándole. Así comenzó todo”.
“Nadie sabía cuánto duraría, ni cómo sería el pontificado del Papa Juan Pablo II, que
llegó a Roma desde un país
lejano, tanto desde el punto de
vista geográfico como político.
En el país del Papa reinaba un
sistema comunista totalitario
que luchaba contra Dios, la
Iglesia y el ser humano, con el
objetivo de privarlo de lo que
es más importante”.
El Cardenal Dziwisz considera que con su muerte, el
pontífice se convirtió en un
“catequista” para toda la humanidad. “Lo acompañé hasta
el final, hasta su último respiro. Se podría pensar que era el
final de todo, pero en realidad,
era el principio de una nueva
historia: la santidad. Por sí solos, la muerte y los funerales
de Juan Pablo II se convirtieron en una catequesis emocionante para el mundo entero”.
“Dios solo sabe lo que
sucedió en los corazones de
millones de personas. La santidad del Papa comenzó en
aquél momento a hablarles. La
santidad del Papa es la síntesis
de quién era él, y lo que consiguió hacer”.
Pistola de atentado a Casa Museo
La pistola usada por el
turco Mehmet Alí Agca en
su atentado contra Juan Pablo II en 1981, custodiada en
el Museo Criminológico de
Roma, fue llevada a la Casa
Museo del pontífice polaco
en Wadowice, su ciudad natal, donde será expuesta durante tres años.
El atentado se
produjo un 13 de mayo, poco
después de las 5 p.m., cuando Alí Agca disparó contra el
Papa que estaba saludando a
la multitud antes del comienzo de una audiencia general.
Juan Pablo II fue alcanzado por dos proyectiles: uno le
dio de refilón en un dedo, el
otro lo hirió gravemente en
el abdomen.
En el atentado
también fueron heridas dos
mujeres. La pistola usada por
Alí Agca era una Browning
H.P. calibre 9 Parabellum,
matrícula 76c23953.
“Esta arma es un signo
de violencia y de muerte,
pero también de vida, porque
Karol Wojtyla sobrevivió,
y largamente, al atentado”,
dijo monseñor Dariusz Ras,
director del museo polaco, al
recibir la pistola en Roma.
El arma fue llevada a Polonia en un vuelo de Alitalia,
y confiada -como es práctica
habitual- al piloto durante el
viaje. Pero trasladar una pistola de un país a otro no es
algo fácil.
“La pistola de Agca -recordó la funcionaria italiana
Simonetta Matone- había
sido en un primer momento
confiscada, luego fue donada al Museo Criminológico.
Ahora, gracias a la colaboración del presidente del Tribunal de Roma, Mario Bresciano, podrá ir a Roma para un
préstamo temporario”.
La Casa Museo de Wadowice recorrerá toda la vida
de Karol Wojtyla y su largo
pontificado.
Gracias al Policlínico Gemelli de Roma,
donde Juan Pablo II estuvo
internado en cinco oportunidades -la primera justamente
después del atentado- será reconstruida también la habitación del hospital que albergó
al Papa, con su lecho y los
muebles originales.
Eco Católico
13
Domingo 27 de abril 2014
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
Un santo que amó Costa Rica
Los costarricenses recuerdan al nuevo santo Juan Pablo II y su paso por el país.
Ana Cecilia Espinoza C.
[email protected]
Hace ya 31 años de la histórica visita de Juan Pablo II al
país, y en el marco de su canonización, los costarricenses
guardan en la memoria aquel
primer gesto del forjador de la
paz en Centroamérica, quien
al bajar del DC 10 de Alitalia
“Dante Alighieri” que lo transportó hacia el aeropuerto internacional Juan Santamaría, se
inclinó para besar el suelo tico.
La visita de Papa Juan Pablo II a Costa Rica y, a los
demás países de Centroamérica se realizó por la invitación
que hicieran en esa época las
autoridades eclesiásticas y políticas, como el entonces Presidente de la República Luis
Alberto Monge y el fallecido
Arzobispo Metropolitano de
San José Monseñor Román
Arrieta Villalobos.
Desde la salida del aeropuerto, el Santo
Padre recorrió la ruta hacia el
Seminario Central en un vehículo blindado que fue construido por los trabajadores de
Coopesa. Durante su trayectoria miles de costarricenses
salieron al paso, recibiéndolo
con aplausos, cantos, oraciones, y consignas mientras agitaban las banderas de la Iglesia
y de Costa Rica.
En todos sus mensajes el
llamado de Su Santidad, fue
a la paz permanente y vehemente, dadas las condiciones
bélicas que imperaban en esa
época en la región centroamericana, y el peso de sus palabras y su vital presencia le han
valido pasar a la historia como
uno de los grandes forjadores
de la paz en Centroamérica.
los jóvenes presentes en el Estadio , ya que el Pontífice los
instó a luchar contra el dio y
la violencia que imperaba en el
Istmo: “El joven auténtico cree
en la vida y rebosa esperanza.
Está convencido de que Dios
lo llama en Cristo a realizarse
integralmente, hasta la estatura
del hombre perfecto y la madurez de la plenitud”, les dijo.
Mantener la unidad como
Iglesia
Durante su visita, Juan Pablo II, se reunió en el Seminario Central con los Obispos
del Secretariado Episcopal de
América Central y Panamá,
donde hizo un llamado a mantener la unidad como Iglesia:
“La unidad interna de la Iglesia exige el acatamiento pronto y sincero a la enseñanza de
los Pastores, esto ha logrado
crear a través de los siglos un
rico patrimonio espiritual en
América Latina, y en América
Central”.
Además, les insistió en que
el Evangelio se constituye en
defensa del hombre, sobre
todo de los más pobres y desvalidos, de quienes carecen de
bienes de esta tierra y son marginados o no tenidos en cuenta: “El amor al hombre, imagen viva de Dios, ha de ser el
mejor incentivo para respetar
y hacer respetar los derechos
fundamentales de la persona
humana. Por eso, la Iglesia se
levanta como defensora del
hombre, a la vez que como estandarte de paz, de concordia,
de unidad. Son éstos también
los objetivos que no olvido en
esta mi visita”.
Por esto, les invitó a continuar “exponiendo con valentía
todas las implicaciones sociales que comporta la condición
de cristiano” el sentido de leal
comunión del pueblo fiel”.
Asimismo, calificó de urgente que la Iglesia, al proclamar
la Buena Nueva del Evangelio a los pueblos que sufren
intensamente las violaciones
a los derechos humanos: “Sin
olvidar nunca que su primera
e indeclinable misión es la de
predicar la salvación en Cristo. Pero, sin ocultar a la vez
situaciones que son incompatibles con una sincera profesión
de fe, y tratando de suscitar
aquellas actitudes de conver-
sión eficaz a las que debe conducir esa misma fe”
Visita a los niños y
enfermos
Luego del encuentro en la
Nunciatura Apostólica con un
grupo de polacos residentes en
el país, se dirigió al encuentro con los niños del Hospital
de Niños, donde por una hora
compartió con los pequeños
enfermos y sus madres de
quienes escuchó los diagnósticos de los médicos respecto a
cada caso y con una bendición
paternal encomendó su sanación a Dios.
Posteriormente, se dirigió
al Parque La Sabana, donde
ofició una misa con la presencia de miles de fieles católicos.
Durante horas de la tarde, en la
Catedral Metropolitana dirigió
una liturgia de la Palabra con
la presencia de los sacerdotes,
seminaristas, religiosas y religiosas.
Entre lágrimas, oraciones,
aplausos y ovaciones miles de
jóvenes recibieron a su Santidad el Estado Nacional, donde
mantuvo un encuentro de diálogo y oración: “Mi palabra es
de paz, concordia y esperanza.
Vengo a hablaros con amor
hacia todos y a exhortaros a
la fraternidad y entendimiento
como hijos del mismo Padre.
Precisamente, ante las conciencias, para que de una respuesta adecuada pueda brotar
la esperanza en estas tierras
que tanto la necesitan”.
Se trató de un encuentro
que generó gran emoción en
Su visita concluyó con la
Nunciatura Apostólica, donde
mantuvo una reunión con los
jueces de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Ahí habló sobre la “tarea de
protección de los derechos
humanos en este querido y
atormentado continente”: “A
vosotros, ilustres jueces quiero
formular el ferviente voto de
que, con el de desempeño de
vuestras funciones, ejercidas
con profundo sentido ético e
imparcialidad, hagaís crecer
el respeto de la dignidad y de
los derechos del hombre, ese
hombre que vosotros, educados en una tradición cristiana,
reconoceís como imagen de
Dios y redimido por Cristo; y
por consiguiente, el ser más
valioso de la creación”.
El mensajero de paz partió
de la Nunciatura Apostólica el
viernes 4 de marzo con destino a Managua, Nicaragua.
San
Juan Pablo II,
ruega por
nosotros
San
Juan XXIII,
ruega por
nosotros
Eco Católico
16
Domingo 27 de abril 2014
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
“Soy un milagro de la intercesión de
Juan Pablo II”
Prof. Oscar Lobo Oconitrillo
[email protected]
Las circunstancias de la
vida hacen darle gracias a
Dios. Estimados lectores, paso
a darles un testimonio que viví
en el 2006.
En junio del 2006 en el
Hospital México después de
una colonoscopia dirigida por
el Dr. Flores me descubrieron
un cáncer de colon. Luego me
indicaron que me tenía que internar para ser operado el 20
de julio en la mañana. La cirugía me la hizo el Dr. Bolaños
con la asistencia de los doctores Araya, Solano y un maravilloso equipo de asistentes.
Mi preparación anímica
recibida por mi esposa Ana
Lorena, mis cuatro hijos, yer-
nos y nuera, la familia Montero Vega y todo el ejército de
compañeros de la Universidad
Católica de Costa Rica, fuera
de un “tanate” de amigos y ex
compañeros de trabajo de Radio Fides, la Conferencia Episcopal y los vecinos.
Pero lo sorprendente es
cuando uno se queda solo en
las noches previas en el México, y la mañana de la cirugía y
toda su preparación. Ahí mira
al interior de uno y pide perdón por las ofensas a las personas queridas y pide a Dios
que lo acompañe a uno en este
nuevo camino de la vida.
Estando en las puertas del
quirófano, volví mi pensamiento a un hombre que me
había fascinado, Juan Pablo II.
Le oré en mi corazón, le
pedí que acompañara a los cirujanos y el personal de asistencia en la sala de operaciones. Recordé que Juan Pablo II
varias veces había pasado por
lo mismo después del atentando del 13 de mayo de 1981.
También recordé el Himno de
Completas tomado de Lucas 2,
29-32: “Ahora, Señor, según
tu promesa, puedes dejar a tu
siervo irse en paz…”.
Unas horas después desperté en la Sala de Recuperación… se me acercó Conchita, Jefe de Enfermería en el
México, hermana de la Prof.
Ana Isabel Mora, de la U. Católica… me dijo que todo había salido excelente. Recordé
a Juan Pablo II y le di gracias
a Dios.
Luego vino la etapa de recuperación, aunque sufrí una
emergencia, pero todo salió
bien… Recibía la comunión
del Padre Manuel Calvo cuyo
papá estaba en la cama vecina. Me fui recuperando poco
a poco. Luego vino el “vía
crucis” de la radioterapia con
el Dr. Cordero. Con el Dra.
Villegas la quimioterapia oral.
Ocho meses de estar viajando
con Ana Lorena al Hospital
México, los días de la radio…
exámenes de sangre, más pastillas, más revisiones y más
radiografías.
Luego, pude conseguir la
oración del proceso de beatificación de Juan Pablo II “Oh
Trinidad Santa…”, la meditaba… le pedía al Señor por todos lo que estaban pasando lo
que yo había vivido.
Un tiempo después el Dr.
Bolaños me expresó que no
tenía nada de cáncer… estaba
curado. Me dieron de alta.
A un querido amigo sacerdote le conté esta historia, y
me dijo que la contara a otras
personas. Soy un milagro de la
intercesión de Juan Pablo II.
“Doy testimonio con alegría y fe”
Emilia Cordero Rodríguez
Mi nombre es Emilia Cordero Rodríguez, tengo 42
años, casada felizmente desde
hace 24, con mi esposo procreamos tres hijas y tenemos
ya una nieta. Vivo en Tilarán,
Guanacaste.
En el año 2002 fui diagnosticada en psiquiatría de una
enfermedad llamada Trastorno Bipolar. Un año después
aproximadamente, me descubrieron en Neurocirugía un
microadenoma
hipoficiario
ubicado en la silla turca en mi
cabeza, es decir, un tumor cerebral.
Durante nueve años padecí
fuertes depresiones, estados
cambiantes de ánimo, sufrí
un deterioro muy fuerte en mi
salud física, pero sobre todo,
emocional, por lo que estuve
internada en tres ocasiones
en hospitales psiquiátricos.
Tomaba once medicamentos
diarios para controlar las descompensaciones emocionales
tan fuertes que padecía con
la finalidad de detener el crecimiento del tumor y corregir
los desórdenes hormonales,
así como el insomnio que me
afectaba, todo a raíz del mismo tumor cerebral. Estaba
realmente muy complicada.
Mi hogar y mi vida matrimonial se volvieron un caos,
ya que mi salud física y emocional estaba deteriorada y
para los que me rodeaban era
difícil de comprender aquellos
cambios drásticos de humor,
incluso para mí misma era una
lucha difícil, pues era imposi-
ble dar aquello que no tenía:
felicidad y calidad de vida.
El apoyo de mi esposo, mis
padres, hermanos y hermanas
y demás familiares fueron incondicionales. Oraban incesantemente por mi salud y me
acompañaban en cada prueba
y lucha que libraba día a día.
Sentí muchas veces desfallecer, la medicación me mantenía, pero el vacío y la desesperación invadían mi vida y
mi mente hasta tal punto que
deseé morir.
Hace tres años, un 19 de
abril del 2011, después de buscar mucha ayuda espiritual.
Recibí sanación en un pequeño grupo de oración ubicado
en San Rafael de Alajuela, mi
pueblo natal.
Desde ese preciso instante
en que oraron por mí, sentí una
alegría, una paz tan grande y
un alivio en mi cuerpo y mente
que no había sentido durante
muchos años. Por fin sentí que
mi clamor había sido escuchado.
Desde ese día proclamé
con mi boca con mucha fe que
estaba sanada por al gran amor
de Dios y la intercesión del
Papa Juan Pablo II y el santo Padre Pío. Ellos fueron mi
fortaleza en los momentos de
mayor desesperación.
Luego de mi sanación, dejé
los medicamentos, me volvieron a realizar exámenes y el
TAC y no apareció nada, esto
es algo que los médicos no se
explican, ya que ellos me ha-
bían asegurado que mis padecimientos no tenían cura.
Por eso doy testimonio con
alegría y mucha fe de que mis
santicos intercedieron a Dios
por mi. Soy muy bendecida.
Eco Católico
Domingo 27 de abril 2014
17
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
Santidad: un llamado para todos
Monseñor José Rafael Quirós
Arzobispo de San José
Al celebrar la canonización
de dos creyentes ejemplares
como lo fueron Angelo Roncalli (Juan XXIII) y Karol Wojtyla (Juan Pablo II), la Iglesia
reconoce, con gozo, que sus
vidas estuvieron dedicadas al
cultivo de las virtudes cristianas, convirtiéndose en “amigos” de Jesús : “Vosotros sois
mis amigos, si hacéis lo que yo
os mando… y los he llamado
amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las
he dado a conocer.” (Cf. Juan
15,14-15)
Tratándose, en este caso,
de dos sumos pontífices, podríamos pensar que la santidad
es para unos cuantos privilegiados y que, el “común” de
los cristianos, estamos irremediablemente al margen. Nada
más ajeno a la realidad pues,
como enseña el Concilio Vaticano II: “Todos los fieles, de
cualquier estado o régimen de
vida, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la
perfección de la caridad” (Cf.
LG 40).
Esta esperanza nos ensancha el horizonte de la santidad
en la Iglesia para concluir que
ésta es la vocación de todos
los cristianos, sin exclusión:
“Sed perfectos como vuestro
Padre celestial es perfecto.”
(cf. Mt 5, 48)
El Papa emérito Benedicto
XVI, en una catequesis sobre
los santos destacaba: “La santidad, la plenitud de la vida
cristiana, no consiste en el realizar empresas extraordinarias,
sino en la unión con Cristo, en
el vivir sus misterios, en el hacer nuestras sus actitudes, sus
pensamientos, sus comportamientos”.
La santidad “señala” no es
otra cosa que el seguimiento
y la unión con Cristo, dejar
que Cristo tome plenamente
la vida humana, hasta poder
decir con San Pablo: “No vivo
yo, es Cristo quien vive en mí”
(Ga 2, 20) o con San Agustín:
“Viva será mi vida llena de ti”
(Confesiones 10,28).
Todos, sin excepción ni
excusas, hombres y mujeres,
de cualquier condición y en
cualquier ambiente pueden ser
santos. Pero, indica Benedicto XVI, Dios respeta siempre
nuestra libertad y pide que
aceptemos este don y vivamos
las exigencias que comporta,
pide que nos dejemos transformar por la acción del Espíritu Santo, conformando nuestra voluntad a la voluntad de
Dios: “Me parece que esta es
la verdadera sencillez y grandeza de la vida de santidad: el
encuentro con el Resucitado
el domingo; el contacto con
Dios al principio y al final de
la jornada; y cumplir con las
propias obligaciones; seguir,
en las decisiones, las señales
del camino que Dios nos ha
comunicado”.
La Santidad, antes que un
hecho aislado, es una vivencia
común en la Iglesia que se manifiesta: “También -comenta
Benedicto XVI- en los santos
sencillos, es decir, las personas buenas que veo en mi vida,
que nunca serán canonizados.
Son personas normales, por
decirlo así, sin un heroísmo
visible, pero que en su bondad
de todos los días veo la verdad
de la fe. Esta bondad, que han
madurado en la fe de la Iglesia, es para mí la apología más
segura del cristianismo y la
señal que indica dónde está la
verdad”.
Que por la intercesión de
San Juan XXIII y de San Juan
Pablo II cada uno de nosotros,
con docilidad al Espíritu Santo, desarrolle los dones y las
gracias recibidas para responder al llamado a la santidad
que Dios nos sigue haciendo.
San Juan XXIII y San Juan
Pablo II… Rogad por nosotros.
Días marcados por la intensidad
Pbro. Mauricio Víquez L.
[email protected]
Hoy vivimos un día muy
particular. No solo es el domingo “in albis” sino que además se nos pone ante el misterio de la misericordia de Dios.
Y, por supuesto, ante las canonizaciones de Juan XXIII y de
Juan Pablo II.
Desde que Juan Pablo II decidió que la Iglesia reflexionara sobre la misericordia en este
segundo domingo de Pascua es
ese un tema clave que, incluso
en el presente pontificado, ha
resultado decisivo.
La cercanía de Juan Pablo
II a Santa Faustina y el impacto que las revelaciones priva-
das que ella recibió operaron
en su vida, lo llevaron a invitar
a la Iglesia a hacer esta consideración al final de la octava
pascual. De esta manera es un
misterio que, recordado uno y
otro año, siempre está presente
en la reflexión y anima nuestra
vida de fe. Mirar el lema del
Papa Francisco “Miserando
atqueeligendo” también nos
pone ante la acción misericordiosa de Dios que nos elige y
anima día a día.
Finalmente, hoy en Roma
se inscriben en la lista de los
santos los nombres de dos
hombres decisivos para la historia eclesial de los últimos decenios. Dos hombres además
que, por cercanos, nos animan
a descubrir que la santidad no
es un asunto de casi extraterrestres sino de seres humanos
muy terrícolas que supieron,
eso sí, vivir el seguimiento de
Jesús de manera decidida.
Juan XXIII, luego del pontificado de Pío XII, significó
un giro. A pesar de lo que se
diga de su predecesor, de los
epítetos que se usen y las falsedades que se difundan, el rol
de Eugenio Pacelli en medio
siglo XX fue decisivo. Mas el
estilo del Papa Bueno fue tan
diametralmente diferente que,
como era de esperar, llamó la
atención: cercano, bonachón,
dulce.
Y lo que se creía un pontificado de paso, breve y sin
relevancia, fue un momento
brillante en la historia eclesial: ideas frescas, aportes a
la doctrina social de la Iglesia
de primera magnitud y la convocatoria del concilio. Lo que
los movimientos litúrgico, bíblico, pastoral, entre otros, habían pedido comenzaba a dar
fruto.
No se comprende lo que
viene luego de Juan XXIII sin
Pablo VI. En estos días, para
hablar de Juan Pablo II y el
posconcilio es imposible no
pensar en la brillante y augusta
figura del Papa Montini. Magnífico, lúcido, sereno.
Solo luego de él sí se puede
pensar en Juan Pablo II. Luego
de todo cuanto se logró de la
mano del cardenal Casaroli y
la apertura de la Iglesia al Este
hostil.
De Juan Pablo II podemos
decir todo y más. Lo sabemos.
Su figura en los altares es, para
mí, ante todo una cosa: exigencia para dar la talla al servicio de la Iglesia. Y resuena
en mi memoria el gran lema de
la beatificación, presente esos
días por todo Roma, esto es:
No tengáis miedo.
Porque nos ven y es necesario pensar en Juan XXIII
para animarse y en Juan Pablo
II para ser lanzados, nos sentimos invitados a dejar la mediocridad a un lado y pensar
más en clave conciliar.
Eco Católico
18
Domingo 27 de abril 2014
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
Juan XXIII, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco reunidos en torno a la santidad
El domingo de los cuatro Papas
Coincidencia histórica en Roma este 27 de abril
Ana Cecilia Espinoza C.
[email protected]
Mientras en Roma y en el
mundo millones de fieles católicos se preparan para vivir
la canonización de los Papas
Juan Pablo II y Juan XXIII,
este acontecimiento resulta de
un gran interés histórico, pues
marca la coincidencia de cuatro Papas en una misma celebración.
Hablamos de Juan XXIII,
Juan Pablo II, Benedicto XVI
y Francisco, los dos primeros
espiritualmente y los segundos
de forma física.
Fue el propio Juan Pablo II
quien beatificó a Juan XXIII
en el marco del Gran Jubileo
del 2000 y es el Papa Francisco quien celebra la canonización de dos de los Papas de la
segunda mitad del siglo XX
ante la atenta mirada desde
su retiro del Pontífice emérito
Benedicto XVI, que participó
como consultor en el Concilio
que convocó Juan XXIII y que
fue el gran colaborador y amigo de Juan Pablo II.
El Padre Federico Lombardi, vocero del Vaticano, añadió que si bien no se sería la
“Hay algo que
califica mi relación
con Benedicto: yo
lo quiero mucho.
Siempre lo quise
mucho, para mí es un
hombre de Dios, es
un hombre humilde,
que reza”.
Papa Francisco
“Juan Pablo II fue el gran misionero de la Iglesia.
Un hombre que llevaba el Evangelio a todas
partes. ¡Es un San Pablo!”
Papa Francisco
primera ocasión en la que dos
Papas, el Emérito y el Pontífice en ejercicio, coinciden en
una celebración pública ya que
Benedicto XVI asistió por sorpresa al consistorio de cardenales el pasado 22 de febrero,
sí sería la primera ocasión en
que ambos aparecieran juntos
ante la feligresía en San Pedro.
Los dos Papas canonizados
este domingo sugieren un año
movido y con grandes cambios después de que la Congregación para las Causas de
los Santos aprobara el segun-
do milagro necesario para que
Juan Pablo II pudiera ser santo. El carismático pontífice polaco murió en 2005 y tan sólo
nueve años después es llevado
a los altares.
Igualmente, la canonización de Juan XXIII, dispensado de un segundo milagro por
decisión papal, se da medio
siglo después de su gran obra,
el Concilio Vaticano II, que estaba en pleno proceso cuando
falleció.
“Juan XXIII
es la figura
del sacerdote rural.
El cura que ama a
cada uno de sus fieles
y sabe cuidarlos. Un
cura de aldea bueno,
con sentido del humor
y una gran santidad”.
Papa Francisco
Así los describió el Papa Benedicto XVI
Durante su pontificado el
Papa emérito Benedicto XVI
siempre creyó que Juan Pablo II era un santo. Siempre
resaltó su intensa relación y
comunión con Dios: “De aquí
venía su alegría, en medio de
las grandes fatigas que debía
pasar, y la valentía con la cual
cumplió su tarea en un tiempo
realmente difícil”, describió.
“Siempre con un gran
compromiso; Wojtyla fue
incansable, y no solo en los
grandes viajes, cuyos programas estaban cargados de encuentros, desde el inicio hasta
el final, sino también día tras
día, a partir de la misa matutina hasta la tarde noche”,
agregó.
A Benedicto XVI, le sorprendió sobre todo “la fascinación humana que él emanaba y, de cómo rezaba, y cuán
profundamente estaba unido
a Dios. “Mi recuerdo de Juan
Pablo II está lleno de gratitud.
No podía y no debía intentar
imitarlo, pero he intentado
llevar adelante su herencia y
su tarea lo mejor que he podido. Y por eso estoy seguro
que todavía hoy su bondad
me acompaña y su bondad me
protege”, expresó.
Sobre Juan XXIII, el Papa
Ratzinger rindió homenaje a
la gran obra del Concilio Vaticano II, en su 50 aniversario,
convocando a un Año de la Fe
(2012-2013) y con signos clave, como lo fue su aparición
especial después de la celebración del cincuentenario
del Concilio Vaticano II en la
ventana de su departamento,
en la noche, así como hiciera su antecesor el Papa Juan
XXIII cuando profirió el discurso sobre la Luna en aquel
día del año 1962.
Siguiendo las enseñanzas
del Concilio y de su venera-
do predecesor Juan XXIII, el
Papa emérito expresó: “Estoy
convencido de que la humanidad contemporánea necesita
este mensaje esencial, encarnado en Cristo Jesús: Dios es
amor. Todo debe partir de esto
y todo debe llevar a esto: toda
actividad pastoral, todo tratado teológico. Como dice San
Pablo: Si no tengo caridad,
nada me aprovecha (cf. 1 Co
13, 3). Todos los carismas carecen de sentido y de valor sin
el amor; en cambio, gracias al
amor todos ellos contribuyen
a edificar el Cuerpo místico
de Cristo”.
Eco Católico
Domingo 27 de abril 2014
19
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
Rito de la canonización
Una de las ceremonias más
solemnes de la Iglesia
El rito será presidido por el Papa Francisco. El Papa emérito Benedicto XVI también estará presente.
Ana Cecilia Espinoza C.
pueblo cristiano la veneración
del nuevo santo de acuerdo
con las normas litúrgicas.
Este domingo, segundo
domingo de Pascua y día dedicado a la Divina Misericordia se celebrará en la Plaza de
San Pedro, Roma, la canonización de los beatos Papas Juan
XXIII y Juan Pablo II.
La causa de canonización
de un creyente se desarrolla en
varios procesos. En primer lugar, se debe proceder a la beatificación, que a su vez -normalmente- requiere dos procesos,
uno de virtudes heroicas y otro
por el que se declarara probado que Dios ha obrado un milagro por intercesión de quien
se pretende beatificar.
[email protected]
Le corresponderá al Papa
Francisco, acompañado de
su antecesor, Benedicto XVI,
utilizar por segunda ocasión
el Nuevo Ritual para la ceremonia de la canonización, preparado por la Oficina para las
Celebraciones Litúrgicas del
Sumo Pontífice, ente encarga-
do de realizar modificaciones
al ritual hasta ahora vigente y
el cual recupera algunos signos del antiguo ritual.
Por canonización se entiende el acto pontificio por el que
el Santo Padre declara que un
creyente ha alcanzado la san-
tidad. Por eso es uno de los
procesos especiales que están
regidos por una norma específica y con la cual se autoriza al
Una vez beatificado, para
proceder a la canonización se
debe declarar probado un nuevo milagro por intercesión del
beato.
Benedicto XVI renovó el rito
ciliar sobre la sagrada liturgia
Sacrosanctum Concilium.
En una entrevista
concedida al L’
Osservatore Romano
Monseñor Guido
Marini, Maestro de las
Celebraciones Litúrgicas
Pontificias, habla sobre
el nuevo rito de la
canonización.
¿Entonces el rito ya no
se realizará durante la
celebración eucarística?
Exactamente, como ya ha
ocurrido, por otro lado, para
los otros ritos: piénsese en
el rito del Resurrexit, el domingo de Pascua; en el consistorio para la creación de
nuevos cardenales, a partir
del pasado 18 de febrero; y
en la bendición y imposición
de los palios a los arzobispos
metropolitanos, en la reciente
Más allá del cambio de
lugar del rito, que sucederá
enteramente antes del
comienzo de la Misa,
¿cuáles son los elementos
rituales nuevos?
solemnidad de los santos Pedro y Pablo.
¿Cuál es el motivo de
fondo?
Evitar que dentro de la
celebración eucarística estén
presentes elementos que no
pertenecen estrictamente a la
misma, manteniendo así intacta la unidad, como es pedido por la Constitución con-
En primer lugar, el triple pedido, durante el cual el
cardenal Prefecto de la Congregación para las Causas de
los Santos se dirigirá al Santo
Padre para pedirle que proceda a la canonización. Es por
lo tanto recuperada, si bien
de forma renovada, la antigua
tradición según la cual el Papa
reza con insistencia para pedir
la ayuda del Señor en la realización del importante acto.
En particular, en respuesta a la
segunda petición, él invocará
al Espíritu Santo y, después de
tal invocación, será entonado
el himno del Veni Creator. En
segundo lugar, el canto del
Te Deum, presente en el Rito
de canonización hasta 1969,
acompañará la colocación y la
veneración de las reliquias de
los nuevos santos.
Respecto a la procesión con
las reliquias, ¿está prevista
alguna otra modificación?
La habitual procesión se
detendrá brevemente frente
al Santo Padre que, así, podrá
venerar las reliquias. Una vez
que sean colocadas ante el altar, las reliquias serán incensadas por el diácono.
La revisión del rito,
¿comporta también una
simplificación?
Diría que sí. Y también
esto es un aspecto importante
del rito renovado, junto al de
su reforma en armónica continuidad con una tradición ya
secular. De este modo es posible realizar el “esplendor de
la noble sencillez” auspiciado por el Concilio Vaticano
II. Las Letanías de los santos
acompañarán la procesión inicial, resultando anticipadas
respecto a la praxis actual.
Ocurría así durante el pontificado de Pío XII, a partir de
1946. Serán además omitidas
las biografías de los nuevos
santos por parte del Prefecto, dado que el Santo Padre,
como es costumbre, las presentará brevemente durante la
homilía. No está ya previsto,
finalmente, el saludo personal
del Pontífice por parte de los
postuladores, que podrán encontrarlo brevemente después
de la Misa, en la sacristía de la
basílica Vaticana.
Eco Católico
20
Domingo 27 de abril 2014
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
Muchos pontífices han sido declarados santos a través de la historia
La santidad en el papado
Se estima que la Iglesia posee alrededor de 7 mil santos oficialmente reconocidos
Ma. Estela Monterrosa S.
[email protected]
Un santo es una persona cristiana
que ha imitado a Jesucristo a través de
una vida caracterizada por el cumplimiento del amor a Dios, que se concreta en la práctica de las virtudes o
del acto supremo del martirio, ellos,
además, interceden constantemente
ante Dios por la humanidad.
Los santos que la Iglesia Católica
venera no son considerados como mediadores alternativos o independientes
de Jesucristo, sino como buenos amigos suyos.
Es difícil conocer la cantidad de
santos reconocidos por la Iglesia hasta
el día de hoy. El dato oficial más reciente corresponde al “Martirologio
Romano” del 2004, que hace referencia a 7.000 santos y beatos venerados
por la Iglesia, cuyo culto se reconoce
oficialmente y se propone a los fieles
como ejemplos a imitar. Entre ellos
recordamos hoy a los pontífices que
forman parte de esta lista.
Papas santos y mártires
Los 35 primeros Papas desde San
Pedro hasta Julio I fueron declarados
santos por haber sido mártires.
Como han explicado algunos teólogos del Vaticano, en los primeros
siglos de la historia de la Iglesia la
proclamación de un santo se realizaba
de forma espontánea y el proceso de
canonización y beatificación no se había establecido.
Además, ellos vivieron en época
de persecución y por eso muchos fueron martirizados, como es el caso de
Urbano I, Clemente I o el mismo San
Pedro, que fue crucificado boca abajo
en la persecución del emperador romano Nerón.
Muchos de sus sucesores también
fueron declarados santos hasta el Papa
número 49, San Gelasio I (492-496).
San Pedro es el primer Papa santo
en virtud de su martirio.
San Gregorio Magno (590 a 604),
fue proclamado “Doctor de la
Iglesia”.
San Simplicio (468-483), es el
primer Papa santo de la Edad
Media.
Durante la Edad Media (476 a
1492) fueron santificados 30 pontífices. Tomando esas fechas como referencia, el primer Papa santo de esa
época fue San Simplicio (468-483),
pasando por San Gregorio Magno
(590 a 604), quien además fue proclamado “Doctor de la Iglesia”, hasta
Celestino V (1294), quien renunció al
papado y fue el último pontífice santo
de la Edad Media.
V (1362-1370) e Inocencio XI (16761689).
mó los dogmas de la Inmaculada Concepción de María, en 1854, y la infalibilidad del Papa durante el Concilio
Vaticano I, en 1870.
Además de los santos están los
beatos: el primer Papa beato fue Víctor III, cuyo pontificado solo duró
algo más de un año, de 1086 a 1087.
Su sucesor, Urbano II (1088-1099),
también fue beatificado al igual que
Eugenio III (1145-1153), Gregorio
X (1272-1276), Inocencio V (1276),
Benedicto XI (1303-1304), Urbano
Quizá por lo anterior, en las épocas
Moderna y Contemporánea los Papas
santos o beatos han sido muy pocos,
a partir del siglo XVI tan solo lo son:
San Pío V (1566-1572), el beato Inocencio XI (1676-1689) y San Pio X
(1903-1914). Así como, el beato Pío
IX (1846-1878) beatificado junto con
Juan XXIII en el año 2000. Él procla-
A partir del Siglo XVI se estableció un procedimiento para iniciar una
causa de beatificación, lo que obliga a
encontrar a alguien que promueva esa
causa.
Últimos Papas santos
Los últimos en llegar a los altares
serán Juan XXIII y Juan Pablo II, a
partir de este domingo 27 de abril.
Juan XXIII, también conocido
como “el Papa Bueno”, ocupó la silla
de San Pedro entre 1958 y 1963, y dos
años después de su muerte quisieron
hacerle santo por aclamación durante
el Concilio Vaticano II que él había
convocado.
Juan Pablo II tuvo el tercer pontificado más largo (27 años, 1978-2005)
en la historia de la Iglesia Católica. Se
le conoce como el “Papa Peregrino”
porque en ese período visitó 129 países y territorios diferentes.
Eco Católico
Domingo 27 de abril 2014
21
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
Será santo con un solo milagro
Por intercesión de Juan XXIII, una religiosa fue sanada de una enfermedad estomacal incurable en 1966. Este milagro será
suficiente para su elevación a los altares.
sona. Aseguró que el propio
Juan XXIII se sentó al pie de
su cama de enferma, diciéndole que su plegaria había sido
escuchada. Tras su recuperación, los médicos de Nápoles
que la atendían decidieron
practicarle una radiografía a su
estómago. La prueba constató
la desaparición completa de la
enfermedad. No le quedaban
señales de las cicatrices causadas por la fístula. Una comisión de médicos calificó de
“inexplicable científicamente”
la curación de la religiosa.
Se adelantó a Francisco
Cuando el 5 de julio pasado, el Papa Francisco proclamó la canonización del beato
Juan XXIII, el gesto fue interpretado como inédito en la historia de la Iglesia, ya que no se
demostró un segundo milagro
para ello. La decisión fue del
propio Papa Bergoglio.
Ella es la hermana Caterina Capitani, sanada en 1966 por
intercesión de Juan XXIII.
Laura Ávila Chacón
incurable: perforación gástrica
hemorrágica con fistulación
externa y peritonitis aguda.
Juan XXIII, el “Papa bueno”, fue beatificado en el año
2000 por el mismo pontífice
con el que compartirá canonización el 27 de abril, Juan
Pablo II.
El 22 de mayo de 1966, las
hermanas de la Capitani, le colocaron una imagen del Papa
en el estómago. A los pocos
minutos, la monja, a la que ya
habían dado la extremaunción,
se recuperó y pidió de comer.
La comisión de teólogos de la
Congregación para la Causa de
los Santos del Vaticano reconocería el milagro al no poder
justificar los médicos el milagro de Capitani. Se escapaba a
los ojos de la ciencia.
[email protected]
Angelo Giuseppe Roncalli, nombre de pila del Papa
italiano, falleció en 1963 y se
le atribuyen varios milagros,
pero solo uno de ellos ha sido
reconocido por el Vaticano.
Tuvo lugar en 1966 gracias
a la curación de la religiosa,
Caterina Capitani, que padecía una enfermedad estomacal
La monja relataría después
su experiencia en primera per-
Sin embargo, hay precedentes, y lo más curioso es que
fue el mismo Juan XXIII quien
se adelantó al Papa Francisco
con esta decisión.
Según explicó el director
de la Oficina de Prensa de la
Santa Sede, Padre Federico
Lombardi a la agencia de noticias ACI el 26 de mayo de
1960, dos años antes de iniciarse el Concilio Vaticano II,
el Papa Juan XXIII elevó a los
altares a San Gregorio Barbarigo sin demostración de milagro alguno.
El famoso cardenal italiano del Siglo XV alcanzó gran
fama de santidad después de
su muerte y en Italia muchos le
conocieron por su caridad. Al
instalarse en Bérgamo como
obispo, ordenó donar a los pobres el dinero que se querían
gastar en la fiesta de su recepción y, además, vendió sus bie-
Juan XXIII en una de las sesiones del Concilio Vaticano II.
nes y los distribuyó entre los
más necesitados.
El Papa Juan XXIII convocó el Concilio Ecuménico
Vaticano II en 1962 y murió
al año siguiente, mientras el
Concilio seguía su curso. Muchos obispos propusieron proclamarlo santo de igual modo
por aclamación, pero su suce-
sor, Pablo VI, prefirió seguir
las vías canónicas.
Por su parte, el Padre
Lombardi señaló que la canonización del Beato Juan XXIII
que “se coloca dentro del contexto del Concilio Ecuménico
Vaticano II y la fama de santidad universal que le circunda”.
Milagro no es una necesidad absoluta
El director de la Oficina
de Prensa de la Santa Sede,
Padre Federico Lombardi,
explicó que el milagro para
la canonización de Juan
XXIII “no es una necesidad absoluta”, e indicó que
se trata de una potestad del
Papa Francisco.
En los procesos de canonización suelen ser necesarios dos milagros atribuidos. El primer milagro es
requerido para que esa persona sea reconocida como beata, mientras que el segundo,
debe registrarse luego de la
beatificación, para proceder
a la canonización.
En sus palabras “un milagro es una visión teológica
de la Iglesia, la prueba, la demostración del poder de intercesión, y la confirmación
por parte de Dios de la santidad de una persona, pero no
es un dogma de fe que de alguna manera sea necesario”.
“Por ejemplo, los mártires son beatificados sin milagro alguno, lo que quiere
decir que los milagros por
tradición y teología se dan
comúnmente pedidos, pero
no es una necesidad absoluta”, señaló.
Eco Católico
22
Domingo 27 de abril 2014
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
El grito de paz que acalló los misiles
En el convulso mundo de la Guerra Fría, un grito de paz se impuso al sinsentido de las armas. El llamado de
Juan XXIII sigue siendo actual.
Gerardo Mora Pana
[email protected]
“El progreso científico y los
adelantos técnicos lo primero
que demuestran es la grandeza infinita de Dios, creador del
universo y del propio hombre.
Dios hizo de la nada el universo, y en él derramó los tesoros
de su sabiduría y de su bondad
(…) De igual manera, Dios
creó al hombre a su imagen y
semejanza, dotándole de inteligencia y libertad, y le constituyó señor del universo”.
Estas palabras aparecen en
la Encíclica Pacem in Terris
(Paz en la Tierra) del Papa
Juan XXIII. Es la última de las
ocho encíclicas que escribió y
es considerada de las más importantes.
El Papa en esas palabras
refleja la grandeza del Señor
que dio a la creación y al hombre su sello indeleble de amor.
Por eso, resulta quizás profético, cuando el ahora declarado
santo decía el 11 de abril de
1963: “Resulta, sin embargo,
sorprendente el contraste que
con este orden maravilloso del
universo ofrece el desorden
que reina entre los individuos
y entre los pueblos. Parece
como si las relaciones que entre ellos existen no pudieran
regirse más que por 1a fuerza”.
Ya el año pasado con motivo del 50 aniversario de la
promulgación de esta Encíclica, el Papa Francisco recordaba: “basta de guerra, la guerra
tiene el lenguaje de la muerte”,
con motivo de la tensa situación que vive el mundo tras
el uso de armas químicas en
Siria”.
La crisis de los misiles
Meses antes de “Pacem in
Terris” se había desatado la
“crisis de los misiles”, por la
instalación de dispositivos nucleares en Cuba con dirección
a la costa este de Estados Unidos.
Decía entonces Su Santidad Juan XXIII en un llamado vehemente: “La justicia, la
recta razón y el sentido de la
dignidad humana exigen urgentemente que cese ya la carrera de armamentos”.
El Eco Católico, con motivo de esta encíclica y la conmemoración de ese 50 aniversario, consultaba al Padre
Mauricio Víquez, estudioso
del tema, quien recordaba que
esta fue la primera encíclica
que se dirigió a toda la humanidad y no solo a los católicos
o creyentes, en un gesto que el
mundo reconoció de solidaridad, de tolerancia.
“Llama la atención el énfasis en derechos humanos y con
el tema de la paz la propuesta
de una comunidad internacional”, señala el sacerdote.
Libertad
“Hay que indicar otro principio: el de que las relaciones
internacionales deben ordenarse según una norma de libertad.
El sentido de este principio es
que ninguna nación tiene derecho a oprimir injustamente a
otras o a interponerse de forma
indebida en sus asuntos”, dice
la encíclica.
Como su antecesor, el Papa
Francisco señaló también que
el llamado que se hacía entonces era un incentivo “para
comprometerse siempre más
en promover la reconciliación
y la paz”.
“La paz en la tierra,
suprema aspiración
de toda la
humanidad a través
de la historia, es
indudable que no
puede establecerse
ni consolidarse
si no se respeta
fielmente el orden
establecido por
Dios”.
Pacem in Terris
Aludiendo a esas palabras,
el Papa ratificó el pasado 7 de
setiembre, cuando convocaba
a una Jornada Mundial por la
Paz que: “el mundo que queremos es un mundo de armonía
y paz, como Dios lo ha creado,
o si también están la violencia,
las divisiones, los enfrentamientos, la guerra”. Es decir,
volviendo los ojos a lo que de
inicio planteaba la Encíclica,
la creación que demostraba la
grandeza del Señor, la creación como un tesoro que se
debe cuidar.
Según comentaba el sacerdote Víquez, la repercusión
de “Pacem in Terris” fue “gigante”, pero “no suficiente”.
Asegura que a su luz debe redescubrirse la paz y abrirse espacio en el mundo de hoy.
La persona, siempre
actual
Así como ahora, Pacem in
Terris ponía de manifiesto a la
persona humana como corona de la creación y además el
Papa Juan XXIII, señalaba que
era sujeto de derechos y de deberes.
“En toda convivencia humana bien ordenada y provechosa hay que establecer como
fundamento el principio de que
todo hombre es persona, esto
es, naturaleza dotada de inteligencia y de libre albedrío, y
que, por tanto, el hombre tiene
por sí mismo derechos y deberes, que dimanan inmediatamente y al mismo tiempo de su
propia naturaleza. Estos son,
por ello, universales e inviola-
bles y no pueden renunciarse
por ningún concepto.
“Si, por otra parte, consideramos la dignidad de la
persona humana a la luz de las
verdades reveladas por Dios,
hemos de valorar necesariamente en mayor grado aún
esta dignidad, ya que los hombres han sido redimidos con la
sangre de Jesucristo, hechos
hijos y amigos de Dios por la
gracia sobrenatural y herederos de la gloria eterna”, dice la
encíclica.
“Pero la paz será palabra
vacía mientras no se funde sobre (…) un orden basado en la
verdad, establecido de acuerdo
con las normas de la justicia,
sustentado y henchido por la
caridad y, finalmente, realizado bajo los auspicios de la libertad”, concluía Su Santidad.
Eco Católico
Domingo 27 de abril 2014
23
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
Entrevista
Juan XXIII
y la Doctrina Social de la Iglesia
El Padre Mauricio Víquez ha sido por años profesor de Doctrina Social de la Iglesia. Desde ese ámbito conoce el aporte del Papa
Roncalli, nuevo santo de la Iglesia, y lo califica como “excepcional”. Conceptos como paz, unidad mundial, desarrollo y comunidad global
son claves en su análisis.
Gerardo Mora Pana
[email protected]
¿Por qué se dice que el Papa Juan
XXIII era un Papa de transición?
Porque se miraba como inofensivo
luego de un pontificado largo (su antecesor Pío XII fue Papa por más de
19 años). Por la edad (tenía casi 77
años cuando lo eligieron). Se esperaba que no dejara gran aporte (según
su secretario personal el mismo Papa
Juan XXIII había afirmado “no puedo
mirar demasiado lejos en el tiempo”).
¿Qué quiso decir con la expresión
aggiornamento? ¿Logró
cumplirlo?
Eso indica como “apertura” o
“abrir ventanas” de cara a un tiempo
largo de pedir cambios y que siempre
se posponían. La expresión solamente
quedó esbozada.
¿Se puede hablar de un antes y un
después de la Iglesia tras el papado
de Juan XXIII?
Pues creo que en cierta forma así
es. Pero, este antes y después de la
Iglesia es en conjunto con el aporte
de Pablo VI pues el aporte de ambos
forma como una unidad en la obra que
dejaron en la Iglesia.
Padre Mauricio Víquez
¿La idea del Concilio y cómo se
llevó a cabo era la idea que tenía el
Papa Juan XXIII, quien, solo pudo
estar en una de sus etapas?
No, cambió algo sobre la marcha
de los preparativos. Aunque en la primera sesión se recuperó parte del espíritu original de lo querido por Juan
XXIII. No habían transcurrido tres
meses de la elección del Papa Juan
XXIII cuando lo convocó con la intención de “abrir las ventanas de la Iglesia”, como él lo dijo, y así “poder ver
hacia afuera y que los fieles pudieran
ver hacia el interior”.
¿La puesta al día de la Iglesia, se
ha concretado tras 50 años del
Concilio?
Aún falta. Tal vez habrá que esperar otros 25 años si se concreta un impulso como el dado por el Papa Juan
Pablo II y su ideal de nueva evangelización o como la idea de Conciliobrújula que aportó el Papa Benedicto
XVI. Él pedía que es ahora que se debe
vivir con fuerza el verdadero Concilio
Vaticano II y que es la brújula para la
Iglesia en el futuro.
¿Es el Concilio la obra más grande
del Papa Juan XXIII?
Sí, pero es esencial el aporte en
Doctrina Social de la Iglesia. Juan
XXIII dejó las dos encíclicas Madre y
Maestra y Paz en la Tierra. En la primera habla de la misión de la Iglesia
por construir comunión, por promover
la dignidad del hombre. En la segunda,
afronta el tema de la guerra y el tema
de derechos humanos desde el punto
de vista cristiano. Luego el Concilio
dejó la Constitución Gozo y Esperanza con temas actuales a nivel social y
económico.
El Papa Juan XXIII
canonizó a San Martín
de Porres, primer santo
negro de América, el 6
de mayo de 1962.
¿Qué características podemos
destacar de sus encíclicas?
Paz, unidad mundial, desarrollo y
comunidad global son características
que deben destacarse en su aporte a
nivel de estos documentos.
¿La Encíclica Pacem In Terris
marcó un nuevo rumbo de la
intención del diálogo de la Iglesia a
los no católicos?
Fue un ecumenista excepcional
y allí se refleja en esta Encíclica así
como en lo que fue el Concilio Vaticano II.
¿El título de reformador cristiano
que se le da, cómo explicarlo?
Me parece exagerado.
¿Se dice que abandonó la tradición
de la Iglesia, o es no entender el
soplo del Espíritu?
Para nada se abandonó la tradición
de la Iglesia, lo que hay es una continuidad sin ruptura.
¿Cómo entender que el Papa
Francisco no esperara el segundo
milagro, para canonizar a Juan
XXIII?
Quería hacer justicia e impulsar el
Concilio evitando el olvido del “Papa
Bueno” y su aporte excepcional.
En cuanto a este tema de justicia
que usted habla, ¿la Iglesia lo
olvidó?
Sí, lo olvidaron un poco pues su
ímpetu fue acallado por la curia de
entonces y oscurecido por la brillantez del Papa Pablo VI. Además de que
el Concilio Vaticano II se valoró de
modo diverso, incluso negativamente
en algunos sectores.
El sobrenombre de Papa Bueno,
¿de dónde viene?
Bueno por ser noble y bonachón,
además de salirse de ciertos moldes
que chocaban con el estilo del Papa
Pío XII.
Eco Católico
24
Domingo 27 de abril 2014
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
Convocado hace 54 años por el Papa Juan XXIII
Concilio Vaticano II:
hermosa obra del Espíritu
Cumplirlo sigue siendo hoy el reto de la Iglesia
nuestros sacramentos, sobre
dicha constitución y su aplicación en la Arquidiócesis.
Gerardo Mora Pana
[email protected]
Como animaba en dicho escrito el Arzobispo de San José,
Monseñor José Rafael Quirós,
“es ineludible recordar con cariño este momento histórico
que brindó un nuevo impulso
para anunciar, celebrar y vivir
el Reino instaurado por Jesucristo nuestro Maestro”.
“Pensemos en el Concilio:
el Concilio fue una hermosa
obra del Espíritu Santo. Piensen en el Papa Juan: parecía un
párroco bueno y fue obediente
al Espíritu Santo y convocó el
Concilio. Pero después de 50
años, ¿hemos hecho todo lo
que nos ha dicho el Espíritu
Santo en el Concilio? ¿En esa
continuidad del crecimiento de
la Iglesia que fue el Concilio?
No”.
Estas palabras el Papa
Francisco las expresó en abril
del año pasado, cuando se celebraban 50 años de la primera
Constitución que salió como
fruto del Concilio, la Sacrosanctum Concilium sobre la
Sagrada Liturgia.
La tentación de resistirse
Los años han pasado, y
como lo dijo Su Santidad existe la tentación de oponer resistencia al Espíritu Santo.
“No queremos cambiar. Es
más: hay voces que quieren ir
hacia atrás. Esto se llama ser
testarudos, eso se llama querer
domesticar el Espíritu Santo,
eso se llama convertirse en insensatos y tardos de corazón”.
Pero, qué fue el Concilio
Vaticano II, por qué su importancia, qué papel jugó el conocido Papa bueno… “Pronuncio
ante ustedes, cierto, temblando
un poco de conmoción, pero al
mismo tiempo con humilde resolución de propósito, el nombre y la propuesta de la doble
Las sesiones del Concilio se realizaron en la Basílica de San Pedro.
celebración de un sínodo diocesano para la Urbe y de un
concilio ecuménico para la
iglesia universal”.
Así fue como se expresó
el Papa Juan XXIII, para llamar a este encuentro, durante
la celebración de la fiesta de
la Conversión de San Pablo
el 25 de enero de 1959, en un
consistorio que tuvo con los
cardenales tras la celebración
en la basílica de San Pablo Extramuros. Fue una iniciativa
que causó sorpresa entonces y
continúa moviendo a la Iglesia
con la intención hoy de seguir
cosechando frutos.
Tres años duró la preparación del Concilio que inició el
11 de octubre de 1962 y culminó el 8 de diciembre de 1965.
En esa preparación, el Papa
fue marcando los objetivos,
recalcaba que era un concilio
pastoral y ecuménico y sus expresiones fueron calando poco
a poco, siendo una de las más
conocidas: “quiero abrir las
ventanas de la Iglesia para que
podamos ver hacia fuera y los
fieles puedan ver hacia el interior”.
Reforma litúrgica
Según cuenta el Padre Alfonso Mora, quien hasta enero
de este año fungía como Vicario Episcopal de Liturgia de
la Arquidiócesis de San José,
la primera etapa del Concilio
llevó a cabo “la más grande
reforma de la vida litúrgica de
la Iglesia que ha sucedido en
todos los tiempos”.
Como tal acontecimiento
no puede ser dejado de lado, el
año anterior, en nuestro país, la
Arquidiócesis dio especial relevancia al 50 aniversario de la
promulgación de la Constitución Sacrosanctum Concilium
sobre la Sagrada Liturgia, la
primera constitución aprobada
por el Concilio, que se emitió
el 4 de diciembre de 1963.
Igualmente, en la Santa
Misa ofrecida para esta conmemoración, el Padre Mora
hacía énfasis en que hoy “estamos ocupados y preocupados
porque los frutos del Concilio
Vaticano se apliquen en toda
su plenitud, en toda su energía desde lo más profundo de
nuestros corazones en línea de
personas de adhesión a Cristo
y en línea de comunidad del
cuerpo de Cristo que somos
todos nosotros”.
Advertía que si bien es cierto el Concilio buscó abrir las
puertas a la participación de
los fieles, no podemos quedarnos en solamente ello, porque
sería quedarse en la superficie.
El Papa Juan XXIII murió
el 3 de junio de 1963,
escasos meses después de
inaugurado el Concilio.
Con ese motivo se realizó
una celebración eucarística
presidida por el Padre Mora
en la Catedral Metropolitana
y, además, la Arquidiócesis
en su Vicaría Episcopal de
Pastoral Litúrgica preparó un
documento denominado Ruta
de la Celebración renovada de
“La riqueza de la Liturgia
que está por dentro es lo importante”, mencionaba entonces.
Precisamente, el Padre
Mora, destacó el número 8
de la Constitución: “En la Liturgia terrena preguntamos
y tomamos parte en aquella
Liturgia celestial, que se celebra en la santa ciudad de
Jerusalén, hacia la cual nos
dirigimos como peregrinos, y
donde Cristo está sentado a la
diestra de Dios como ministro
Eco Católico
Domingo 27 de abril 2014
25
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
Documentos promulgados
Estos fueron los documentos y temáticas que trató uno de
los más importantes Concilios en la vida de la Iglesia, en su
orden por fecha.
Padres conciliares de todas partes del mundo se dieron cita en Roma.
del santuario (…); venerando
la memoria de los santos esperamos tener parte con ellos y
gozar de su compañía; aguardamos al Salvador, Nuestro
Señor Jesucristo, hasta que se
manifieste Él, nuestra vida,
y nosotros nos manifestamos
también gloriosos con Él”.
Es decir, parte del aporte
fue encontrarnos con ese descubrir nuestra existencia como
un camino hacia la vida eterna
en la liturgia de la Iglesia. Tarea, que aún hoy debe refrescarse en la vida de los creyentes.
Desde luego esta no fue
la única riqueza de un Concilio en que el Papa Juan XXIII
dejó huella.
El “aggiornamento” o
puesta al día
Para el Papa Juan XXIII
que hoy la Iglesia proclama
Santo, había cuatro grandes
objetivos: buscar una profundización en la conciencia que
la Iglesia tiene de sí misma,
impulsar una renovación de la
Iglesia en su modo de aproximarse a las diversas realidades
modernas, promover un mayor
diálogo de la Iglesia con todos
los hombres de buena voluntad, promover la reconciliación y unidad entre todos los
cristianos.
Su pontificado tenía un espíritu y podía definirse, como
él mismo lo hizo, por la palabra “aggionarmento” o “puesta al día” de la Iglesia. Este
término se comprende mejor
con la Constitución Lumen
Gentium (Luz de las Gentes)
que es junto con Sacrosanctum
Concilium uno de los cuatro
principales documentos y frutos que dejó el Concilio. Los
otros dos son Gaudium Spes
(Gozo y Esperanza) y Dei Verbum (sobre la Divina Revelación).
Esto fue sin duda el deseo
del Papa para adaptar a la Iglesia a que respondiera con fidelidad a los tiempos modernos.
Sobre Lumen Gentium hay
que decir que es la Constitución principal del Concilio y
que trata de la naturaleza de la
Iglesia, contemplándola como
misterio de comunión. Adentrarse en ese misterio y entender justamente a la Iglesia
como el nuevo pueblo de Dios
es esa luz que traía tan importante documento.
“¿Qué otra cosa es, en efecto, un Concilio Ecuménico —
decía el Papa Bueno— sino la
renovación de este encuentro
de la faz de Cristo resucitado, rey glorioso e inmortal,
radiante sobre la Iglesia toda,
para salud, para alegría y para
resplandor de las humanas
gentes?”.
Dicha apertura, cabe recalcar, no contradice la fe ni la
verdad del Evangelio que ha
proclamado desde siempre la
Iglesia.
“Esta doctrina es, sin duda,
verdadera e inmutable, y el
fiel debe prestarle obediencia,
pero hay que investigarla y exponerla según las exigencias
de nuestro tiempo. Una cosa,
en efecto, es el depósito de la
fe o las verdades que contiene
nuestra venerable doctrina, y
otra distinta es el modo como
se enuncian estas verdades,
conservando, sin embargo, el
mismo sentido y significado”,
explicaba el Papa Juan XXIII.
Renovación y tradición
El Papa Juan XXIII murió
el 3 de junio de 1963, escasos
meses después de inaugurado
el Concilio, pero esto no evitó
que la renovación continuara siendo la palabra principal
dentro del ambiente de Iglesia
en esa época. De hecho, de
las cuatro etapas que tuvo el
Concilio, clausurado en 1965,
tres le correspondió llevarlas a
cabo a Pablo VI.
El 21 de junio fue elegido
Papa Pablo VI quien solo un
día después aseguró que el
Concilio continuaría y enfatizó además sobre los propósitos que se tenían.
Pablo VI habló que este
Concilio debe considerarse
uno de los máximos acontecimientos de la Iglesia. En su
mensaje “In Spiritu Sancto”
describió: “fue el más grande por el número de padres
del globo, incluso de aquellas donde la jerarquía ha sido
- Constitución sobre
la sagrada liturgia
(Sacrosanctum Concilium),
4-12-1963
- Declaración sobre
la educación cristiana
(Gravissimum educationis),
28-10-1965
- Decreto sobre los medios
de comunicación social
(Inter mirifica), 4-12-1963
- Declaración sobre las
religiones no cristianas
(Nostra aetate), 28-10-1965
- Constitución dogmática
sobre la Iglesia (Lumen
gentium), 21-11-1964
- Constitución dogmática
sobre la revelación divina
(Dei Verbum), 18-11-1965
- Decreto sobre las Iglesias
orientales católicas
(Orientalium Ecclesiarum),
21-11-1964
- Decreto sobre el
apostolado de los seglares
(Apostolicam actuositatem),
18-11-1965
- Decreto sobre el
ecumenismo (Unitatis
redintegratio), 21-11-1964
- Declaración sobre la
libertad religiosa (Dignitatis
humanae), 7-12-1965
- Decreto sobre el
ministerio pastoral de
los obispos (Christus
Dominus), 28-10-1965
- Decreto sobre la actividad
misional (Ad gentes
divinitus), 7-12-1965
- Decreto sobre la vida
religiosa (Perfectae
caritatis), 28-10-1965
- Decreto sobre el
ministerio y vida de los
presbíteros (Presbyterorum
Ordinis), 7-12-1965
- Decreto sobre la
formación sacerdotal
(Optatam totius), 28-101965
- Constitución pastoral
sobre la Iglesia en el mundo
actual (Gaudium et Spes),
7-12-1965
constituida recientemente; el
más rico por los temas que durante cuatro sesiones han sido
tratados cuidadosa y profundamente; fue, en fin, el más
oportuno, porque, teniendo
presente las necesidades de la
época actual, se enfrentó, sobre todo, con las necesidades
Intensas fueron las sesiones de trabajo del Concilio.
pastorales y, alimentando la
llama de la caridad, se esforzó
grandemente por alcanzar no
sólo a los cristianos todavía separados de la comunidad de la
sede apostólica, sino también
a toda la familia humana”.
Eco Católico
26
Domingo 27 de abril 2014
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
Alegría y calidez
que cautivaron al mundo
Nadie esperaba su elección como Papa, pero Dios tenía grandes planes para él
Escribió ocho encíclicas,
su magisterio social en las encíclicas Mater et Magistra y
Pacem in terris fue profundamente apreciado. La encíclica
Pacem in terris fue escrita en
plena guerra fría y contiene
un rechazo incondicional de la
carrera de armamentos y de la
guerra en sí misma e implicó
una virtual abolición del concepto de “guerra justa”.
Ma. Estela Monterrosa S.
[email protected]
Angelo Giuseppe Roncalli
nació en Lombardía (Italia) el
25 de noviembre de 1881. Fue
el cuarto hijo de un total de 14
del matrimonio de Giovanni
Battista Roncalli y Marianna
Giulia Mazzolla.
A los 15 años fue admitido
en la Orden Franciscana Seglar. Estudió en el Pontificio
Seminario Romano y fue ordenado sacerdote en 1904.
Durante la Primera Guerra Mundial, ejerció primero
como sargento médico y más
tarde como capellán militar.
En 1921, el Papa Benedicto
XV lo nombró presidente para
Italia del Consejo Central de la
Obra Pontificia de la Propagación de la Fe.
El Papa Pío XI lo designó
simultáneamente Arzobispo de
Areopoli y enviado oficial para
Bulgaria en 1925.
Nueve años después, fue
designado Arzobispo titular
de Mesembria y en 1935 fue
nombrado delegado apostólico
para Turquía y Grecia. Su intervención para socorrer a miles de judíos de la persecución
nazi fue proverbial.
En 1944, el Papa Pío XII lo
nombró Nuncio Apostólico de
Francia. Allí contribuyó a normalizar la organización eclesiástica. Gracias a su cortesía,
sencillez, buen humor y amabilidad conquistó el corazón
de los franceses.
En 1953, el mismo Papa lo
nombró Cardenal presbítero
con el título de Santa Prisca y
fue designado como Patriarca
de Venecia.
El Concilio y su muerte
En esa ciudad, solía navegar por los canales sin la vestimenta de cardenal y detenerse
para hablar con los gondoleros, las prostitutas y menesterosos, quienes le contaban
sus problemas. Su forma de
ejercicio de su ministerio se
caracterizó por el servicio y el
perdón.
Pontificado
El 28 de octubre de 1958,
contando con casi 77 años,
Roncalli fue elegido Papa. Ni
los cardenales ni el resto de la
Iglesia esperaban que el temperamento alegre, la calidez y
la generosidad del Papa Juan
XXIII cautivaran tanto los
afectos del mundo.
Enseguida empezó una
nueva forma de desempeñar
el papado. Ejerció su ministerio visitando sus parroquias,
dio ejemplo de obras de mi-
sericordia, redujo los altos
estipendios en el gobierno
vaticano. Asimismo, dignificó
las condiciones laborales de
los trabajadores del Vaticano
y nombró cardenales indios y
africanos.
Tres meses después de su
elección, en la Basílica de San
Pablo Extramuros, anunció el
XXI Concilio Ecuménico -que
posteriormente fue llamado
Concilio Vaticano II-, el I Sínodo de la Diócesis de Roma y
la revisión del Código de Derecho Canónico.
El 2 de diciembre de 1960
tuvo un histórico encuentro
con el arzobispo de Canterbury, Geoffrey Francis Fisher.
Era la primera vez en más de
400 años, desde la excomunión de Isabel I, que la máxima autoridad de la Iglesia de
Inglaterra se reunía con el
Papa.
El 11 de octubre de 1962 el
Papa Roncalli abrió el Concilio Vaticano II en San Pedro.
Desde ese momento, enfatizó la naturaleza pastoral de
sus objetivos: no se trataba
de definir nuevas verdades ni
condenar errores, sino que era
necesario renovar la Iglesia
para hacerla capaz de transmitir el Evangelio en los nuevos
tiempos, buscar los caminos
de unidad de las Iglesias cristianas, buscar lo bueno de los
nuevos tiempos y establecer
diálogo con el mundo moderno centrándose primero “en lo
que nos une y no en lo que nos
separa”.
El 23 de mayo de 1963 se
anunció públicamente la en-
fermedad del Papa: cáncer de
estómago que, según su secretario Loris F. Capovilla, le fue
diagnosticado en setiembre de
1962. El Papa no quiso dejarse
operar temiendo que el rumbo
del Concilio se desviara de lo
estipulado. Así, él mismo estaba firmando su sentencia de
muerte. Murió en Roma el 3
de junio de 1963.
Finalizó sus días sin ver
concluida su obra mayor, a la
que él mismo consideró “la
puesta al día de la Iglesia”.
Fue sucedido por Pablo VI,
quien en 1965 iniciaría su proceso de beatificación después
de la clausura del Concilio Vaticano II.
Fue beatificado por Juan
Pablo II el 3 de setiembre de
2000, junto con el Papa Pío
IX. Su fiesta litúrgica quedó fijada el 11 de octubre, día de la
apertura del Concilio Vaticano
II.
Eco Católico
Domingo 27 de abril 2014
27
Canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII
Editorial
San Juan XXIII:
dejar al Espíritu actuar
A
ngelo Giuseppe Roncalli, el Papa bueno, el de la sonrisa, Juan XXIII, es canonizado este domingo en el Vaticano
por su sucesor y ferviente admirador el
Papa Francisco.
Se cuenta incluso que al ser elegido Papa, el
cardenal Bergoglio habría tenido la intención de
llamarse Juan XXIV, deseo que luego sería transformado por aquella recomendación hecha al oído
por el cardenal Hummes: “no te olvides de los pobres”.
Muchos aspectos de la vida de este gran pontífice podrían acreditarse en un momento como este,
en que la Iglesia reconoce su amistad con Dios y
con los hombres de su tiempo.
Es memorable por ejemplo su participación
como delegado papal en la Europa de la pre guerra,
especialmente su paso por Bulgaria, Turquía, Grecia y Francia, siendo este último país donde desplegaría con mayor claridad sus dotes de conciliador
fraternal.
O mucho antes de ello, es decir, su vida como
párroco ejemplar, como pastor entregado a sus
ovejas, como obispo celoso del clero confiado a su
cuido, profundamente humano, cercano, accesible
y bondadoso. Muchas bellas anécdotas se cuentan
aún hoy de esta etapa de su vida, suficientes para
perfilar la santidad de este hijo de Bérgamo, en la
región de Lombardía, al norte de Italia.
Su pontificado, verificado entre los años 1958
y 1963 fue breve pero intenso, por su conciencia
del deber de dejar que el Espíritu Santo actúe en la
conducción de la Iglesia.
Hablamos por supuesto de la convocatoria
al Concilio Ecuménico Vaticano II, con la que el
Papa Roncalli respondía a quienes, tras su elección, levantaron las críticas por su avanzada edad
y su frágil salud, llegando a llamarlo un Papa “de
transición”.
Es el Concilio el gran golpe de timón que sigue necesitando la Iglesia, que a medio siglo de
su celebración, aún tiene una gran tarea pendiente
con aquellos que, inspirados por Dios, la soñaron
abierta, alegre, en diálogo, muy humana y por tanto
divina, mucho más laical, misionera y dispuesta al
martirio por el anuncio del Evangelio.
Juan XXIII tuvo la dicha de mirar desde el cielo el culmen de su obra, y el apego a su deseo de
un “aggiornamento”, es decir, de una puesta al día
de la Iglesia con el mundo, que no era otra cosa
que el impulso del Espíritu Santo depositado en su
corazón, gracias a su vocación de hombre de Iglesia profundamente enraizada en Cristo gracias a la
oración y a la caridad.
Esto es clave en el Papa Roncalli. Fue un hombre que le permitió a Dios actuar primero en su
propia vida, y luego a través suyo en aquello que le
había sido confiado.
Juan XXIII es también un gran ejemplo de confianza en la Providencia, en que Dios no abandona
y cumple, en Cristo y su Espíritu Santo, la promesa
de estar en medio de su Iglesia hasta la consumación de los tiempos.
Este gran Papa encarna además el valor de aquellos que para la sociedad muchas veces son inútiles
y por tanto despreciados y muchas veces apartados,
los adultos mayores, los enfermos y aquellos que
por alguna razón “no calzan” en los estereotipos
que cruelmente hemos creado.
Es que no hemos entendido que así actúa Dios
y esa es la lógica de la que nos hablan los Evangelios: que aquel que se humilla será enaltecido, que
aquello aparentemente inservible y frágil es capaz,
por la Gracia, de dar testimonio de una grandeza
mayor que le desborda y que al mismo tiempo le
dignifica y eleva.
Hoy, que el mundo reconoce esa grandeza en la
vida del sencillo párroco de pueblo, como ha llamado el Papa Francisco a Juan XXIII, pidámosle
confiados su intercesión por nuestra amada Iglesia,
para que siga siendo fiel a Aquel que la fundó y
para que, como en su época, no seamos obstáculos
para que el Espíritu Santo la siga llevando por los
caminos que son mejores para responder con valor
e inteligencia a los desafíos, problemas y tentaciones que aparecen por doquier.
¡Qué alegría saber que tenemos un amigo así en
el cielo! Demos gracias a Dios.
¢400
Etapa IV - Año CXXXI Tomo 132 - (4320) Costa Rica
Domingo 27 de abril 2014 - II de Pascua
San Juan
XXIII
“Mi vida
por la Iglesia”
P/21-27
San Juan Pablo II: “No tengan miedo”
P/2-16
Descargar