Revista Aranzadi Doctrinal 2015 Número 2 (Febrero-2015) Legislación Doctrina Penal 1. El Compliance Officer y los límites constitucionales de sus investigaciones (JAUME CABECERANS CABECERANS y JUAN CUENCA MÁRQUEZ) 6. Recomendaciones para garantizar al máximo las investigaciones del Compliance Officer El Compliance Officer y los límites constitucionales de sus investigaciones JUAN CUENCA MÁRQUEZ Abogado bufete Roca Junyent. Departamento Derecho Mercantil JAUME CABECERANS CABECERANS Socio bufete Roca Junyent. Departamento Derecho Mercantil Revista Aranzadi Doctrinal 2 Sum ario: 1. La responsabilidad penal de las sociedades mercantiles: el origen 2. ¿Qué/Quién es el Compliance Officer? 3. Las labores de investigación del Compliance Officer y la falta de un marco legal específico 4. Soluciones prácticas a la falta de normativa específica: límites a la labor del Compliance Officer 5. Recientes cambios interpretativos jurisprudenciales 6. Recomendaciones para garantizar al máximo las investigaciones del Compliance Officer RESUMEN: En aras de evitar la responsabilidad penal de las personas jurídicas, las compañías han venido trabajando en protocolos de gestión de riegos penales desde la reforma del Código Penal del 2010. Estos programas para ser eficaces y eficientes requieren de personas conocedoras de estas normativas que garanticen su estricto cumplimiento dentro de la empresa: el Compliance Officer. Éste debe gestionar riesgos legales y será el responsable de las labores de información e investigación de todo hecho relacionado con el cumplimiento de las normas de la empresa. En sus investigaciones internas, el Compliance Officer puede requerir el acceso a los recursos tecnológicos facilitados por la empresa. ¿Puede acceder a esos recursos de manera libre? ¿Puede acceder sin restricciones a los mails? ¿Y revisar el disco duro de los ordenadores? ¿Pueden grabar conversaciones? No existe una respuesta absoluta a estas preguntas, pero sí unas pautas a respetar en todo momento. PALABRAS CLAVES: Responsabilidad penal de las personas jurídicas; programas de cumplimiento; control de riesgos legales; Compliance Officer; investigaciones internas en la empresa; medidas de vigilancia y control; diligencia debida. ABSTRACT: From the Spanish Penal Code’s reform back in 2010, the companies have been working on their criminal risk management programs. To be really effective, such programs need professionals who know such internal regulations to guarantee its strict compliance inside the company: the Compliance Officer. Such Compliance Officer must manage all the companies’ legal risks and will be the one in charge of handling the information and investigation tasks regarding the compliance of the company’s regulations. Within such internal regulations, the Compliance Officer may request access to all technological resources provided by the company. May the Compliance Officer access such resources at his own will? May he access the email box of the employees without any limitation? May he check the hard drive of the computers of the employees? May he record conversations within the company? Although there is not an undisputable answer to all these questions, there are indeed several keys that must be always followed. KEYWORDS: Criminal liability of moral entities; compliance programs; legal risks control; Compliance Officer; internal investigations within the company; control and surveillance measures; due diligence. Fecha recepción original: 5 de Enero de 2015 Fecha aceptación: 16 de Enero de 2015 1 . L A R E S P ON S A B IL ID A D P E NAL DE LAS SOCIEDADES M ERCANTILE S : E L O R I G EN En el año 2010, en contra de lo que siempre nos habían enseñado en las facultades de Derecho («societas delinquere non potest»), el legislador español nos sorprendió con la reforma del Código Penal y la incorporación a su texto del artículo 31.bis , que atribuye a las personas jurídicas la capacidad de cometer delitos. Más recientemente, el Gobierno, pendiente de definir el marco de responsabilidad de las personas jurídicas, ha redactado un Proyecto de reforma del Código Penal, en tramitación parlamentaria desde hace ya un año –y cuya aprobación se prevé cercana–, en el que se detallan qué requisitos han de cumplir las personas jurídicas para acreditar un «debido control» dentro de su organización que les permita evitar su responsabilidad penal, más allá de la que puedan contraer las concretas personas físicas de su organización que hayan podido delinquir. Esos requisitos deberán concretarse en protocolos de prevención de riesgos penales y en la disposición de medios materiales y humanos encaminados a la gestión de esos riesgos. Ciertamente, el futuro para las personas jurídicas, pero especialmente para las sociedades mercantiles, les llevará a plantearse seriamente la revisión de sus actuales códigos de conducta o «Ethics». No bastará tener protocolos internos genéricos llenos de buenas intenciones sino que será imprescindible dar respuesta a estos requisitos para proteger penalmente a la sociedad de cualquier imputación por la comisión de un delito que hayan podido cometer sus administradores, ejecutivos, directivos, y/o empleados. No sabemos, a fecha de hoy, si los requisitos que figuran en este Proyecto serán los que definitivamente vayan a ser aprobados, pero lo cierto es que, con independencia de cuales vayan a ser específicamente, las grandes compañías nacionales y multinacionales han venido trabajando en protocolos de gestión de riegos penales desde la reforma del 2010. El riesgo está ahí; cómo evitarlo es una cuestión que depende de las empresas; a las que la reforma ayudará a definir y concretar. Pero nadie puede esperar a la aprobación definitiva de este Proyecto para creer que, en el ínterin, está cubierto o protegido por esa falta de desarrollo legislativo. 2 . ¿ Q U É / Q U IÉ N E S E L C OMP LIANCE OFFICER? Como consecuencia de las reformas del Código Penal referidas, durante los últimos años, la preocupación del tejido empresarial de nuestro país ha ido en aumento y las empresas han empezado (lentas, pero seguras) a interesarse por la implementación de códigos de conducta voluntarios y de programas de prevención. Es precisamente en este marco donde surge la figura del Oficial de Cumplimiento, o –ya que intentamos reproducir los sistemas jurídicos anglosajones–: el Compliance Officer. El Compliance Officer, sin embargo, no es una figura que, expresamente, se prevea en el ordenamiento jurídico español. Y sin embargo, sí se regula, en cierto modo, en el Proyecto de reforma de Código Penal como el «órgano de la persona jurídica con poderes autónomos de iniciativa y control.» Y a pesar de ser una figura que carece de forma y contenido desde un punto de vista jurídico en España, su implantación práctica en las empresas españolas es cada vez mayor. Tal vez cabe referirse a figuras afines como sería la de los responsables del cumplimiento de las medidas de diligencia debida de las empresas que figuran como sujetos obligados en la Ley de Prevención del Blanqueo de Capitales y de la Financiación del Terrorismo, pero lo cierto es que se trata de cuerpos legales distintos con consecuencias jurídicas, igualmente diferentes. Entonces: ¿Quién es el Compliance Officer en las empresas? La respuesta es clara: no sólo será el responsable del cumplimiento de conductas morales y éticas implementadas por la empresa sino, especial y adicionalmente, de todas aquellas obligaciones de naturaleza legal que impliquen un riesgo para aquella. Su labor será gestionar riesgos legales, y consecuentemente será el responsable de las labores de información e investigación de todo hecho relacionado con el cumplimiento de las normas de la empresa. Por tanto, ya sea de oficio o como consecuencia de una denuncia en el buzón de denuncias (Whistleblowing), el Compliance Officer deberá iniciar las diligencias de verificación y comprobación de los incumplimientos detectados o denunciados. 3 . L A S L A BOR E S D E IN V E S T IGACIÓN DEL COMPLIANCE OFFICER Y LA FA LTA D E U N MA R C O L E GA L ESPECÍFICO En sus investigaciones internas, el Compliance Officer puede necesitar controlar y acceder a los medios y recursos informáticos y tecnológicos facilitados a los trabajadores por la empresa. Las preguntas que cabe formularse son: ¿puede acceder el Compliance Officer a estos recursos de manera libre, arbitraria y sin restricciones? ¿Puede comprobar el email de los directivos, ejecutivos, y trabajadores? ¿Y revisar el disco duro de los ordenadores de estos? ¿Y fiscalizar las páginas de internet que hayan visitado aquéllos en su jornada laboral? ¿Pueden grabar conversaciones, privadas o profesionales, realizadas desde el teléfono de la empresa? Si bien la respuesta a muchas de estas preguntas puede resultar obvia –en tanto en cuanto hay derechos constitucionales en juego–, nada más lejos de la realidad. Para que la información obtenida de sus acciones de investigación no caigan en invalidez por meros tecnicismos legales, existen una serie de pautas que el Compliance Officer deberá tener en cuenta en todo momento; esas pautas se deducen del análisis de la jurisprudencia de los Tribunales Supremo y el Constitucional de los últimos años. A ello hay que añadir que la trepidante –y constante– evolución tecnológica nos llevará a plantearnos nuevos dilemas legales. Y adicionalmente debemos considerar que, a fecha de hoy, no existe una normativa que regule el uso de estos recursos en el ámbito empresarial, ni, por supuesto, unos límites al acceso a estos recursos por parte del Compliance Officer. No obstante lo anterior, podemos acudir a un marco legal más general; concretamente el contenido en el Estatuto de los Trabajadores, en el que se basa la jurisprudencia cuando trata de dirimir conflictos entre empresarios y trabajadores en relación con los derechos de intimidad y secreto de las comunicaciones. Y esa jurisprudencia es perfectamente extrapolable a los conflictos con los que se enfrentará el Compliance Officer en el desempeño de sus funciones. Ese marco legal está integrado por los dos siguientes artículos: a) El 18 del Estatuto de los Trabajadores sobre la inviolabilidad de la persona del trabajador, que sienta las bases para la realización de los registros del trabajador respecto a su propia persona, a su taquilla y a sus efectos particulares. Este artículo permite esos registros «cuando sean necesarios para la protección del patrimonio empresarial y del de los demás trabajadores de la empresa, dentro del centro de trabajo y en horas de trabajo. En su realización se respetará al máximo la dignidad e intimidad del trabajador y se contará con la asistencia de un representante legal de los trabajadores o, en su ausencia del centro de trabajo, de otro trabajador de la empresa, siempre que ello fuera posible.» No obstante, los altos tribunales españoles tienen claro que los controles de los recursos tecnológicos e informáticos por parte del empresario no deben realizarse en base a este artículo, sino por la suma de los dos siguientes. b) El artículo 20.3 del Estatuto de los Trabajadores sobre poder de auto-organización y control de la actividad laboral, que permite al empresario: «adoptar las medidas que estime más oportunas de vigilancia y control para verificar el cumplimiento por el trabajador de sus obligaciones y deberes laborales». Mientras el artículo 18 atribuye al empresario facultades excepcionales de policía privada o policía empresarial; el artículo 20.3 le confiere una facultad adecuada y ajustada al desarrollo de lo dispuesto en el artículo 38 de la Constitución Española que reconoce «la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado». Es precisamente en la búsqueda de la compatibilización de los derechos del empresario y de los trabajadores, donde el Compliance Officer va a encontrar uno de esos límites expresos e infranqueables –y que nunca ha de sobrepasar en sus labores de investigación–: la dignidad del trabajador; una dignidad que se materializa en la práctica en la aplicación de tres derechos constitucionales fundamentales: el derecho a la intimidad ( artículo 18.1 CE); el derecho al secreto de las comunicaciones (artículo 18.3 CE); y el derecho a la protección de datos (artículo 18.4 CE). Otro límite que el Compliance Officer deberá tener en cuenta a la hora de aplicar sus medidas de control es la posible existencia en su empresa de una tolerancia en el uso personal de los recursos facilitados por la empresa a sus directivos, ejecutivos o empleados. La jurisprudencia ha reconocido la existencia de un «hábito social generalizado de tolerancia» en el uso personal moderado de los medios informáticos y de comunicación facilitados por la empresa que no puede desconocerse al aplicarse medidas de supervisión y control de los medios facilitados por la empresa. Esa tolerancia genera en los trabajadores que utilizan los medios tecnológicos e informáticos de la empresa una cierta «expectativa general de confidencialidad.» 1) 4 . SO L U C I ON E S P R Á C T IC A S A LA FALTA DE NORMATIVA ESPECÍFIC A : LÍ M I T E S A L A L A B OR D E L C OM PLIANCE OFFICER ¿Cómo deberá actuar el Compliance Officer para cumplir sus funciones y respetar los derechos de las personas denunciadas o investigadas? El Compliance Officer tiene opciones para dotar de máximas garantías sus investigaciones; y por ende, el resultado de éstas. Estas opciones se materializan en tres escenarios posibles: 1. Política de usos: La empresa ha optado por aprobar una política de usos 2) de los medios y recursos informáticos y tecnológicos que pone al servicio de los directivos, ejecutivos y trabajadores. En ese caso, se deduce de la jurisprudencia, no podrá entenderse que los controles que las empresas realicen vulneran la «expectativa razonable de confidencialidad» de la que hablábamos antes. La justificación, por tanto, del acceso del Compliance Officer a los medios puestos a disposición del trabajador la va a encontrar en la propia política interna de usos. Ahora bien, es condición indispensable que esa política de usos haya sido debidamente comunicada e informada a los trabajadores. 2. Prohibición absoluta: La jurisprudencia tanto del Tribunal Supremo como del Tribunal Constitucional han considerado suficiente la comunicación de una prohibición de uso privado de los recursos cedidos por la empresa a sus directivos, ejecutivos o trabajadores para evitar esa expectativa razonable de confidencialidad. Si bien esta opción no resulta actualmente recomendable –por poco garantista– desde que el Tribunal Constitucional, en sentencia de 11 de febrero de 2013, en aplicación de la sentencia 292/2000 (RTC 2000, 292), reconoció que sin la previa información sobre la finalidad del tratamiento de los datos de carácter personal ( artículo 5 LOPD), las pruebas obtenidas (en ese caso, a través de un sistema de video-vigilancia) no son válidas. Habrá que ver la evolución de nuestra jurisprudencia en los próximos años para valorar si las prohibiciones absolutas, tanto comunicadas por la empresa como las que puedan incorporarse en Convenios colectivos son suficientes para autorizar cualquier acceso y control por la empresa, y en consecuencia, por el Compliance Officer en los recursos cedidos a sus directivos, ejecutivos y empleados. 3. La empresa no cuente con una política de usos ni ha prohibido activamente la utilización de los medios de la empresa para uso privado: De la jurisprudencia de los Tribunales Supremo y Constitucional se deduce que el Compliance Officer va a poder acceder y controlar los medios de la empresa de forma limitada, debiéndose cumplir dos condiciones esenciales: i) una causa que justifique el acceso, entendiéndose por justa causa un «indicio –claro y contundente– de que se está cometiendo una irregularidad, una actuación que va contra la normativa de la empresa, o que incumple las obligaciones laborales»; y ii) que la medida que se utilice sea proporcionada 3), es decir, que cumpla con los principios de idoneidad («la investigación sirva para la finalidad pretendida»), de necesidad («no haya otro medio menos lesivo») y de proporcionalidad «strictu sensu» («de la investigación se deriven más beneficios para el bien público que el privado»). Este acceso y control se justifica en la doctrina del Tribunal Constitucional que manifiesta que «no hay derechos constitucionales que sean absolutos» y que éstos «pueden ceder ante intereses constitucionalmente relevantes». El Tribunal Constitucional, con esta doctrina, no hace sino ponderar los derechos constitucionales en juego. A fin de cuentas, la Constitución está redactada sobre el equilibrio y el Tribunal reconoce derechos a los trabajadores en el entorno laboral, pero, por otra parte, también reconoce derechos a los empresarios que debe proteger; en este caso la libertad de empresa. Ciertamente, el Tribunal Constitucional evalúa, por un lado, los derechos de intimidad, secreto de las comunicaciones y protección de datos que ostenta el trabajador y que se integran dentro del concepto más amplio de dignidad, pero también valora el derecho a la libertad de empresa, y en esa valoración conjunta, caso por caso, ponderará los intereses constitucionales en juego y adoptará una decisión. En todo caso, tanto si la empresa dispone de una política de usos, como si no, el Compliance Officer no deberá excederse en su labor de investigación. Y es que, tanto el Tribunal Supremo como el Constitucional han revocado sentencias estimatorias a favor de empresas que, aun disponiendo de una política de usos clara –y que había sido correctamente comunicada–, resultaba excesiva, por extralimitarse en sus medidas de control e incurrir en lo que la jurisprudencia ha denominado «exceso de celo» 4). Así pues, el Compliance Officer no va a poder excederse en sus controles, pues los riesgos que asume no son nada desdeñables: desde querellas criminales por descubrimiento de secretos y vulneración de la intimidad de otros ( art. 197 del Código Penal) hasta importantes sanciones para la empresa por vulneración de la ley de protección de datos (determinación de perfiles, acceso a información sensible, etc.). 5 . R EC I E N T E S C A MB IOS IN T ERPRETATIVOS JURISPRUDENCIALES Durante los últimos dos años, los Altos Tribunales Españoles han dictado sentencias que vienen a matizar –si no modificar– el criterio interpretativo que venían manteniendo sobre el contenido de los derechos de intimidad, secreto de las comunicaciones y protección de datos de carácter personal. El giro que han tomado los tribunales –no exento de polémica: todas las sentencias cuentan con votos particulares–, a buen seguro tendrá una gran trascendencia en el trabajo de los Compliance Officers. Una primera sentencia es del Tribunal Constitucional, la STC 29/2013, de 11 de febrero (RTC 2013, 29) sobre derecho a la protección de datos y los sistemas de video-vigilancia (que se consolida con una posterior Sentencia del Tribunal Supremo del 2014), plantea el derecho a la información como parte esencial e intrínseca del derecho a la protección de datos. En virtud de esta sentencia, el Tribunal otorgó amparo constitucional a un trabajador de la Universidad de Sevilla, pues entendió que la Universidad había vulnerado su derecho a la protección de datos por grabar su imagen personal a través de las cámaras del centro –que, por otra parte, contaban con sus correspondientes autorizaciones de la Agencia Española de Protección de Datos–, pero no había informado al trabajador ( «de forma previa y expresa, precisa, clara e inequívoca, como manda el artículo 5 de la Ley Orgánica de la Protección de Datos») que una de las finalidades de la video-vigilancia iba a ser el control del absentismo laboral. En consecuencia, la prueba presentada por la Universidad en la que se demostraba que el trabajador había falseado sus hojas de control de asistencia y había incumplido sus obligaciones contractuales quedó invalidada 5). Esta interpretación (para muchos, excesivamente garantista del derecho de la protección de datos), no está exenta de polémica y generará en los próximos años nuevos pronunciamientos jurídicos que, sin duda, deberán analizarse. Una segunda sentencia, esta vez del Tribunal Supremo (Sala de lo Penal) STS 28/44 de 16 junio de 2014 (RJ 2014, 3451), sobre falsedad de documento mercantil, estafa y secreto de las comunicaciones, recuerda qué cautelas se han de tomar para que las pruebas que afecten al secreto de comunicaciones (ej. un email del trabajador que pruebe que ha cometido un ilícito penal o ha incumplido de sus obligaciones laborales). A ese respecto, en contra de la jurisprudencia consolidada desde hace años de la Sala de lo Social –mismo Tribunal– y del propio Tribunal Constitucional, nos dice que, para esa Sala y «a efectos penales», la autorización judicial para acceder a la información vertida en cualquier medio de comunicación va a ser esencial; sin ella, no sólo la prueba va a quedar invalidada, sino que lo más probable es que se incurra en un delito de vulneración del secreto de las comunicaciones. No obstante, el Tribunal matiza que el artículo 18.3 de la Constitución Española (sobre el derecho al secreto de las comunicaciones) no protege los mensajes, sino los «medios de comunicación propiamente dichos». Y excepciona, expresamente, determinados supuestos en los que dicha autorización judicial no resultará necesaria: i) los mensajes «una vez recibidos y abiertos por su destinatario»; ii) los datos de tráfico de las comunicaciones (es decir, el tiempo, las líneas usadas, la duración de la comunicación, etc…); y iii) el uso del ordenador para navegar por internet (los sitios webs visitados, el tiempo consumido navegando, etc…). Obviamente, matiza, en estos casos, resultarán aplicables las garantías propias de la protección de datos y de la intimidad de las personas. 6 . R EC O M E N D A C ION E S PA R A GARANTIZAR AL M ÁXIMO LAS I N V E S T I G AC ION E S D E L C OMPLIANCE OFFICER Tras todas las consideraciones expuestas, para dotar de máxima garantía a las labores de investigación de los Compliance Officers, cabe deducir que los empresarios deberán adoptar las siguientes precauciones: 1. En primer lugar, se recomienda establecer una política interna, clara y equilibrada, de usos de los medios y recursos facilitados a sus directivos, ejecutivos y trabajadores. Esa política debería incluir aspectos tan relevantes como: i) las prohibiciones, absolutas y/o parciales, sobre lo que puede hacer o no puede hacer el trabajador; ii) también tendrá que contener los medios que han de aplicarse en orden a comprobar la corrección de los usos (ej. informar a los trabajadores de que va a existir un control); iii) las medidas que han de adoptarse por parte del empresario para garantizar la efectiva utilización laboral del medio cuando sea preciso (ej. si los empresarios no quieren que los empleados se conecten a determinados sitios webs durante las horas de trabajo, pueden limitar el acceso a éstas, o cerrar los accesos a los puertos USB para evitar que sustraigan información privilegiada de la empresa, etc…); y, por último, iv) respetar, en todo momento, lo establecido en los convenios colectivos o de empresa. 2. Asimismo, los empresarios deberán informar, en todo momento, a los directivos, ejecutivos y trabajadores sobre dichas políticas, incluyendo los usos permitidos y prohibidos, mediante advertencias y alertas constantes y reiteradas. 3. Por supuesto, cuando los Compliance Officers inicien sus investigaciones internas, deberán tener en cuenta los criterios de la proporcionalidad, que a la luz de la jurisprudencia resulta tan importante. Por tanto, deberán limitarse a realizar controles estadísticos y acciones de búsqueda selectiva (ej. tiempo de la conexión a sitios no autorizados). En ningún caso, podrán aprovechar para hacer un perfil determinado y preciso sobre la persona del directivo, ejecutivo o trabajador, en base a los sitios webs visitados, pues se estaría vulnerando el derecho a su intimidad. 4. Finalmente, y en base a la última sentencia de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, siempre que exista una duda razonable sobre los límites de las funciones del Compliance Officer en un caso de investigación concreto, y se tenga un indicio claro de que se está cometiendo un acto ilícito por parte del trabajador, se deberá solicitar el auxilio judicial cuando se pretenda acceder a un correo electrónico u otro medio de comunicación. Sólo siguiendo esas pautas –y mientras no exista un marco legal claro sobre la figura del Compliance Officer y los límites de sus funciones en el contexto de sus investigaciones internas–, podrá garantizarse al máximo el respeto a tan importantes derechos constitucionales y, por ende, la validez de las pruebas obtenidas. © 2015 Revista Aranzadi Doctrinal