TÉCNICAS PICTÓRICAS: EL ACRÍLICO (Para consultar cualquier aspecto técnico: “El manual del artista”, de Ray Smith) COMPOSICIÓN La pintura acrílica es una clase de pintura de secado rápido, en la que los pigmentos están contenidos en una emulsión de un polímero acrílico (derivado del propileno, subproducto del petróleo). Suele denominarse acrílica a cualquier pintura en la que el pigmento esté integrado en una resina sintética, independientemente de si la resina es verdaderamente acrílica o, por ejemplo, acetato de polivinilo (PVA), o “látex”, obtenido a partir de algunas plantas angiospermas y hongos. El látex puede ser aplicado en la fabricación de pinturas, pero también en adhesivos para madera (cola vinílica), pinturas para papel, aditivos para cemento, etc. La palabra «polímero» se refiere a la unión de moléculas pequeñas e idénticas para formar una molécula más grande, lo cual confiere una gran resistencia a la sustancia así compuesta. Por este procedimiento se desarrollaron dos resinas sintéticas adaptadas como medio artístico: la acrílica y el acetato de polivinilo (PVA). Las resinas acrílicas se hacen a partir de ácidos acrílicos y metacrílicos. Con las debidas adiciones, se consigue un medio soluble en agua, lo que permite diluir los pigmentos con más medio, con agua, o con una mezcla de los dos, según el acabado que se desee. CARACTERÍSTICAS Aunque son solubles en agua, una vez secas son resistentes a la misma. La pintura acrílica se seca en cuanto se evapora el agua, y una vez que esto sucede -en cuestión de minutos- ya no tiene lugar ninguna otra acción química (aunque al secar se modifica ligeramente el tono, más que en el óleo). Esto significa que el artista puede añadir más pintura a una superficie completamente sellada; se puede repintar o aplicar veladuras con absoluta seguridad, incluso con otra técnica. Al mismo tiempo, la estructura química confiere a las capas una porosidad que permite una evaporación completa. La investigación indica que la pintura es resistente a la oxidación y a la descomposición química. También es un fuerte adhesivo: cada capa de pintura se pega a la anterior, formando estratos casi indestructibles, siendo la técnica que menos problemas tiene de cara a su conservación. Permite empastes de mayor resistencia que el óleo, el cual tiende a cuartearse. La pintura es opaca, pero se puede diluir hasta cualquier grado de transparencia si el artista lo desea. También se puede usar un retardador para hacer más lento el secado. SOPORTES Se puede trabajar sobre cualquier soporte absorbente: lienzo, madera, aglomerado, cartón, papel,... directamente (sin ninguna base aislante entre el soporte y la pintura) aunque suele emplearse alguna imprimación, como un aparejo acrílico. Hay que evitar especialmente las bases oleosas, sobre las que no agarran bien estas pinturas de composición acuosa. También deben evitarse las bases hechas con una emulsión ordinaria, ya que aunque son solubles en agua, pueden formar una base incompatible químicamente con los acrílicos. Lienzos. Todos los tipos, desde la arpillera hasta el lino fino, dan buenos resultados con pinturas acrílicas. No es necesario aplicar una capa de cola -práctica normal con la pintura al óleo- pero si una arpillera tiene una trama muy abierta, es conveniente imprimar con un aparejo o medio acrílico. Al tensar un lienzo sin imprimar, es importante recordar que el aparejo (o si no se usa aparejo, la pintura) hará contraerse al material, de modo que es mejor dejarlo un poco flojo. Papel y cartón. Los acrílicos agarran sobre casi cualquier cartón, cartulina o papel fuerte, tanto con imprimación como sin ella. El aparejo puede resultar demasiado pesado para el papel; si no se quiere aplicar la pintura directamente, puede darse una sola capa de medio acrílico. Es mejor tensar el papel, especialmente si es ligero; de lo contrario, los lavados lo harán ondularse. Madera. Las tablas de madera son muy buen soporte para los acrílicos. Puede emplearse madera natural, contrachapados y aglomerados. El táblex es un buen soporte pero hay que reforzarlo por detrás para que no se arquee. Si se quiere obtener un acabado liso, hay que usar la cara lisa, pero es mejor lijarla antes e imprimarla. Como la madera absorbe mucha agua es conveniente aplicarle algún tipo de imprimación. Metal. Los metales tienen superficies muy lisas, no absorbentes, sin granos que ayuden a retener la pintura. Con óleos, esto es un problema, porque son malos adhesivos, pero los acrílicos funcionan bastante bien sobre metales, especialmente zinc y cobre. Se aconseja lijar antes la superficie y aplicar aparejo. Murales. Pintar sobre muros de yeso, cemento, piedra o ladrillo, plantea problemas especiales, en lo referente a pintura al aire libre. Sin embargo, los acrílicos aplicados a dichos soportes resisten a los ácidos, bases y humedad en un grado considerable, mucho mejor que el óleo. Precisamente este problema fue el que llevó a la adopción de las resinas acrílicas para usos artísticos. Los acrílicos son excelentes para murales interiores pintados sobre yeso, porque se secan de un modo mate y uniforme. Los óleos son peores en estas superficies porque algunos colores se secan en mate, mientras que otros quedan brillantes y reflejan la luz. Además, cualquier impasto de óleo sobre yeso se hundirá, cambiando considerablemente de color y tono. Es conveniente lijar bien el yeso antes de aplicar el aparejo o la pintura. Cuando una pared o tabla no resulta adecuada, por alguna razón, y debe cubrirse con lienzo, la flexibilidad de los acrílicos resiste bastante bien el enrollamiento y desenrollamiento del lienzo. Imprimación. Cualquier superficie absorbente sin imprimar absorberá el pigmento y se secará con un acabado mate y uniforme. Las superficies imprimadas tienen un ligero brillo, aunque si se desea se puede contrarrestar este efecto mezclando la pintura acrílica con agua. Es esencial usar un aparejo acrílico: el aparejo corriente no se mezcla con la pintura acrílica. El aparejo acrílico no es más que medio acrílico mezclado con blanco de titanio inerte, pero se puede comprar ya hecho y es barato. Hay que dar dos o tres capas finas, dejando secar antes de aplicar la siguiente. HERRAMIENTAS Lo más común son los pinceles y las espátulas. Con una espátula se pueden conseguir texturas muy interesantes. Los pinceles suelen ser muy útiles para detalles, extender pintura y mezclar colores en el propio lienzo. Es aconsejable disponer de varios pinceles, desde uno muy fino y de buena calidad para detalles, a una brocha ancha –barata, de ferretería- para extender áreas grandes de pintura. Recordar que la pintura seca rápido y queda dura como una piedra, así que deben lavarse a fondo inmediatamente tras su uso, mejor con agua caliente y jabón neutro, para eliminar cualquier resto de pintura. Pero sinceramente, para pintar se puede utilizar prácticamente cualquier cosa. Cada objeto puede proporcionar una textura y un efecto muy distinto al cuadro, y de paso reciclamos alguna cosa que tengamos por casa. Mediante un cepillo de dientes podemos conseguir un campo de hierba. Con papeles arrugados podemos conseguir la textura de una piedra. Con una esponja podemos limpiar algún error o conseguir una textura porosa,... También podemos utilizar rodillos para formatos de mediano y gran tamaño. Existen rodillos de muchos tamaños y tipos, otorgando texturas y acabados muy distintos. Para fondos y degradados son muy prácticos. Para preparar y mezclar los colores antes de aplicarlos al lienzo no es aconsejable utilizar la clásica paleta de pintor de madera, ya que absorberá rápidamente la humedad de la pintura, y además la consistencia ligera de ésta hará que resbale por su superficie. Es mucho mejor utilizar las específicas – de plástico o de papel desechable- o cualquier tipo de bandeja, plato o recipiente de plástico, tetrabrik, cristal,... que no importe desechar. Merece la pena probar a reciclar algún cd inútil como paleta. TÉCNICAS DE APLICACIÓN Pueden conseguirse pinceladas visibles y empastes bastante consistentes, con la apariencia de óleo, sobre todo con la utilización de las fórmulas más espesas, sin diluir, y su aplicación directa desde el tubo, con pinceles o con espátulas, superponiendo capas, y añadiendo el mínimo de agua. Existe una pasta de textura especial para impastos – que conviene añadir como fondo, coloreando después con capas finas de pintura-, y otros geles o pastas para mezclar con los colores que imitan la textura de arena, virutas, etc. Hay productos específicos para aumentar el volumen –y también la transparencia- de la pintura, así como retardantes, que la mantienen húmeda, y por tanto manejable, durante más tiempo. También pueden conseguirse veladuras –capas transparentes superpuestas-, pero si el color se disuelve mucho en agua conviene añadir algo de medio para mantener las propiedades aglutinantes de la pintura. Podemos humedecer el lienzo y pintar encima, disolver pintura en mucha agua y después extenderlo, incluso tomar agua con el pincel y dejar que fluya sobre la pintura, que adquirirá un aspecto próximo a la acuarela. Para hacer un buen degradado con acrílico lo mejor es utilizar un pincel de pelo muy fino y bastante ancho (una brocha), utilizar mucha agua o pasarse horas recorriendo el mismo trazo una y otra vez hasta que los colores se mezclen bien en el lienzo. Hay que decir que conseguir un buen degradado es mucho más fácil con óleo: su tiempo superior de secado permite “peinar” la pintura repetidamente, fundiendo cada pincelada con la anterior de forma casi imperceptible (recordar que fue esta característica del óleo la que lo convirtió en el medio más usado en pintura desde el siglo XV, desplazando al temple) Es conveniente probar todas las posibilidades que ofrece este tipo de pintura para crear texturas y efectos interesantes, con técnicas menos tradicionales, por ejemplo: - el salpicado o pulverizado de pequeñas gotas de pintura - el estarcido con plantillas o reservas –formas troqueladas en cartulina, cinta adhesiva,..- - la extrusión, aplicando la pintura mediante una boquilla desde el tubo o desde una manga - el esgrafiado, rascando la pintura antes de que seque para dejar a la vista colores previos - el goteo o dripping, dejando caer la pintura sobre el lienzo en horizontal - ....... HISTORIA La pintura acrílica data de la primera mitad del siglo XX, y fue desarrollada paralelamente en Alemania y Estados Unidos. Esta técnica se asocia al Arte contemporáneo sobre todo desde la década de los cincuenta, principalmente en el ámbito americano del expresionismo abstracto (Pollock, Rothko,..) y en los 60, entre los pintores del Minimal, el Pop Art, etc. (Frank Stella, Warhol, Wesselmann,.. ). El desarrollo de la pintura acrílica como medio artístico se produjo a consecuencia de un imperativo social. En los años 20, un grupo de pintores mexicanos, en especial José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera, querían pintar grandes murales para edificios públicos, algunos de ellos en los muros exteriores, expuestos al aire libre. Comprobaron que el óleo no duraría mucho en tales condiciones, y experimentaron con el fresco, pero esto tampoco resultó práctico. Necesitaban una pintura que se secase rápidamente y permaneciera estable ante los cambios climáticos. En realidad, lo que necesitaban existía ya desde hacía tiempo en el campo industrial, pero nunca se había empleado como vehículo para pigmentos: las resinas plásticas: el plástico moldeado se usaba ya para los utensilios domésticos, el plexiglás sustituía al vidrio en trenes y aviones…Así comenzó la investigación en busca de colores de aplicación artística. Con ciertas variaciones, los pigmentos eran los mismos de siempre; lo único nuevo es el uso de medios polimerizados para aglutinarlos. A mediados de los años 30, el taller de Siqueiros en Nueva York estaba experimentando con nuevas fórmulas, estableciendo una estrecha relación entre artistas y científicos. Se realizaron muchas pinturas y murales interesantes en Ciudad de México desde 1945. En los años 50 ya existían pinturas acrílicas en el mercado de los EE.UU., y desempeñaron un papel importante en las técnicas de artistas como Pollock, Noland, Rothko y Motherwell. Estos pintores aplicaban los colores de muy diversas formas. Pollock empleaba una gran variedad de veladuras e impasto, a veces colocando el lienzo en el suelo y vertiendo encima la pintura. Noland construye áreas uniformes de color con contornos definidos, mientras que Rothko manchaba enormes tableros con lavados delgados y transparentes. Motherwell trabaja también en horizontal, pero suele emplear un estilo directo de pincel, con rasgos fuertes. En Europa, la pintura con acrílicos comenzó más tarde. Durante los años 50 se llevaron a cabo numerosas investigaciones, pidiéndose a muchos artistas (entre ellos Peter Blake o Bridget Riley) que probaran el nuevo material, lo cual hicieron durante varios años. Algunos de los experimentos parecen mapas: cuadrados de diferentes colores, para compararlos y comprobar la velocidad de secado, los cambios de coloración al secarse, etc. Hasta mediados los años 60 no se dispuso de acrílicos en Europa. Desde entonces, los han empleado innumerables artistas británicos, entre ellos el gran David Hockney. A finales de los 60, ya se podía comprar la otra forma de pintura resinosa sintética, el PVA. Ambos tipos son emulsiones, y se pueden diluir con agua o medios acrílicos. Los dos se secan uniformemente, sin los hundimientos que se producen en las pinturas al óleo, y por lo tanto sin cambios de color o de tono. Pollock