SET-TE : Captura y almacenamiento de carbono (CCS*) 1.- Descripción general Hoy en día, tanto los gobiernos como la sociedad en general, coinciden en que es necesario reconvertir el sistema actual de gasto de energía en un sistema más sostenible. Para ello, existen varias opciones, tales como la mejora de la eficiencia en la producción y consumo de energía, su conservación, el aumento de las fuentes renovables y, evidentemente, la utilización de tecnologías para la captura y almacenamiento del dióxido de carbono (CO2). El dióxido de carbono es uno de los gases de efecto invernadero que contribuye a que la Tierra tenga una temperatura habitable, pero un exceso del mismo, generando por la actividad humana (figura 1)[1],está haciendo que aumente la concentración del mismo en la atmósfera desde unos valores de 280 ppm en la era preindustrial a en torno de 390 ppm ya recogidos en 2009[2]. Figura 1.- Evolución de las emisiones anuales de CO2 a nivel mundial entre 1971 y 2007 (elaboración propia a partir de estadísticas IEA). Así, se considera que este incremento de los niveles de CO2 en nuestra atmósfera está reduciendo la emisión de calor al espacio y, consecuentemente, produciendo un incremento de la temperatura media del planeta, así como un incremento del nivel medio de los océanos y una disminución del área terrestre cubierta por hielo[3]. La captura y almacenamiento de CO2 (denominada CCS: “carbon capture and storage”) se plantea como una tecnología fundamental para conseguir frenar el incremento de la temperatura del planeta, principalmente en las centrales de producción de potencia eléctrica. Así, según los últimos datos estadísticos disponibles (correspondientes al año 2007)[4] de los 19 771 TWh de producción de energía eléctrica a nivel mundial, el 41,5% se obtiene del carbón, el 20,9% del gas * CCS: Carbon Capture and Storage (UE) o Carbon Capture and Sequestration (EE.UU.) 1 natural y el 5,6% proviene del petróleo, mientras que el resto proviene de las energías nuclear, hidroeléctrica y renovables. También se plantea la captura y almacenamiento de CO2 de otras fuentes de emisión centralizadas, principalmente en el sector de transformación de combustibles y otras ubicadas en el sector industrial. La captura del dióxido de carbono de las fuentes centralizadas comprende varios pasos: a) Captura del carbono emitido por centrales eléctricas, plantas industriales, etc., incluyendo la transformación y compresión de los gases emitidos. b) Transporte del gas a un sumidero por medio de tuberías, barcos, vehículos apropiados, etc. c) Inyección en formaciones geológicas subterráneas, como pueden ser depósitos de petróleo o de gas que se encuentran ya vacíos, almacenamiento en los océanos, etc. En la figura 2 se muestra la evolución en la capacidad de captura y almacenamiento de CO2 de las distintas instalaciones que han entrado en funcionamiento desde 1996. Figura 2.- Evolución anual de la capacidad de captura y almacenamiento de CO2 a nivel mundial desde sus orígenes hasta la actualidad (elaboración). Así, desde 1996, cinco grandes instalaciones (> 0,1 Mt CO2/año) se encuentran operando en el planeta, la gran mayoría dedicadas a la separación del CO2 de yacimientos de gas natural, siendo luego inyectado en formaciones geológicas a distintas profundidades (tabla 1). Para los próximos años (2009 – 2016) se plantea la entrada en funcionamiento de otras instalaciones con una capacidad de almacenamiento acumulada de 9 Mt CO2/año, aunque algunas de ellas como muy pocos años de operatividad[5]. 2 Tabla 1.- Características principales de las distintas plantas de captura y almacenamiento en operación a nivel mundial con una capacidad mayor de 0,1 Mt CO2 /año. 2.- El estado actual de la tecnología Existen cuatro tecnologías principales para la captura del CO2: (i) captura postcombustión; (ii) captura precombustión; (iii) oxicombustión; y (iv) bucle químico. Captura postcombustión: La captura postcombustión separa el CO2 de los gases de escape del proceso de combustión. La extracción se suele realizar a baja presión, a partir del gas de expulsión, que tiene un contenido en CO2 entre un 2% y un 25%[6]. Para ello se pueden emplear procesos físicos de captura del CO2, aunque se prefiere utilizar disolventes químicos, debido a que son menos dependientes de la presión parcial del CO2, que es baja en los gases de escape. Sin embargo, los disolventes químicos requieren más energía para regenerarse. Dentro de los disolventes químicos se utiliza, preferentemente las aminas, debido a su avanzado estado de desarrollo, aunque su contenido en oxígeno tiene efectos corrosivos. También, la reactividad de la amina con el dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno hace que poco a poco vaya desapareciendo, por lo que hay que reponerla o retirar estos gases antes de proceder a la captura de CO2. El proceso de postcombustión consiste, de forma simplificada, en hacer pasar los gases de escape por una columna de absorción en la cual el disolvente reacciona con el CO2 enlazándolo químicamente. Una vez enlazado, el disolvente se lleva a otro compartimento donde se calienta para liberar el CO2 (casi completamente puro) y, de este modo, también regenerarse. El mayor desafío de esta tecnología reside en la reducción del gasto de energía empleada en el calentamiento del disolvente para la liberación del CO2, ya que en la actualidad este proceso reduce en un grado relativamente alto la eficiencia de la planta eléctrica. Captura precombustión: En esta tecnología, el combustible es previamente gasificado produciéndose gas de síntesis (syngas: mezcla de H2 y de CO). A continuación, este gas se limpia de 3 residuos que podrían dañar las turbinas, y se hace reaccionar el CO con vapor de agua para producir dióxido de carbono e hidrógeno. De esta mezcla, el CO2 es separado mediante un proceso de absorción y se prepara para su transporte. El gas restante, muy rico en oxígeno, se mezcla con oxígeno inyectado y se utiliza para alimentar una turbina de gas de hidrógeno, la cual sólo produce vapor de agua en el escape. Este ciclo con turbina de hidrógeno es térmicamente el más eficiente para la producción de electricidad[7]. En la actualidad, hay una serie de procesos en marcha para demostrar la viabilidad de la precombustión utilizando la tecnología IGCC (“Integrated Gasification Combined Cycle”) a partir del carbón, así como con gas natural. En este sentido, la planta Great Planes Synfuels, en North Dakota (Weyburn-Midale en la tabla 1), puede considerarse la primera del mundo que se sirve de esta tecnología, utilizando carbón gasificado para producir gases sintéticos como gas natural sintético, sulfato amónico y amoníaco anhidro. El CO2 residual del proceso de gasificación se bombea a 330 km de distancia, a Weyburn, en Canadá, donde se inyecta en el subsuelo para mejorar (en unos 120 millones de barriles estimados) la extracción de un campo de petróleo. Captura por oxicombustión (“oxyfuel combustion”): En el proceso de oxicombustión, el combustible se quema con oxígeno puro en lugar de con aire para, de este modo, evitar el proceso de separaración del CO2 del nitrógeno atmosférico en los gases de escape. Una ventaja de esta técnica es la de facilitar el “retrofitting” de las actuales instalaciones, que consiste en el acondicionamiento de las plantas añadiendo la posibilidad de captura de CO2. Se puede considerar que, a nivel mundial, la primera planta de producción de electricidad con captura y almacenamiento de CO2 ha entrado en funcionamiento en 2008 en Schwarze Pumpe utilizando esta tecnología (ver highlights de preproducción). Combustión por bucle químico (“chemical looping”): Esta técnica aún está en desarrollo para ser aplicada masivamente en CCS, aunque su futuro parece prometedor, puesto que consumiría mucha menos energía que, por ejemplo, la técnica de postcombustión. La técnica de “chemical looping” utiliza pequeñas partículas de óxidos metálicos como portadores de oxígeno, las cuales realizan un bucle entre un reactor de combustión y otro reactor de aire. Así, al reaccionar con fluidos en un reactor de lecho fluidizado (reactor de combustión), las partículas de óxidos metálicos se vuelven de nuevo metálicas, produciéndose además una mezcla de CO2 y de vapor de agua en el reactor, la cual, al condensarse deja un gas compuesto por CO2 casi puro que puede ser secuestrado. De esta forma, la combustión se produce sin contacto alguno del fuel con el aire, de forma que el gas de expulsión no tiene contenido alguno de nitrógeno, lo que hace más sencillo el proceso de captura de CO2. Las partículas metálicas producidas son transportadas a otro reactor de lecho fluidizado donde pueden reaccionar con aire (reactor de aire) con lo que, además de volverse a oxidar, de nuevo liberan calor que puede ser aprovechado. 4 Transporte del dióxido de carbono: El transporte del CO2 no presenta problemas, en principio, ya que es bien conocida la tecnología desde hace tiempo y, de hecho, existe en Estados Unidos y Canadá más de 3.000 km de tuberías para su canalización. En el caso en que los depósitos geológicos de almacenamiento se encuentren en el subsuelo marino, la tecnología empleada es más compleja, aunque ya existe alguna planta en funcionamiento con estas características (Snøhvit, Noruega). En este caso se instalan varias conducciones desde las distintas plantas de emisión de CO2 a un lugar común en la costa, en el cual se presuriza y se hace converger a una sola tubería de mayor tamaño, conectada al depósito geológico en el océano donde se almacena el CO2. Almacenamiento de dióxido de carbono: El almacenamiento geológico del CO2 se puede realizar enterrándolo bajo tierra por varios procedimientos, tal como se indica en la figura 3. Uno de ellos consiste (proceso 1 de la figura) en almacenar el CO2 en depósitos previos de petróleo o gas que ya se encuentren vacíos. El CO2 también se puede emplear en la denominada recuperación asistida del petróleo. Por este procedimiento, el CO2 inyectado permite la extracción de petróleo no extraíble por pura impulsión (proceso 2). El CO2 también se puede inyectar en depósitos rocosos sedimentarios saturados de aguas salinas (proceso 3). Estas rocas están formadas por capas alternas de agua, cieno, arcilla, etc. El CO2 queda atrapado en los poros de las capas de arena, en los capilares de las capas arcillosas, adsorberse en las rocas carbonosas, etc. También se plantea el almacenamiento en vetas de carbón no extraíble (proceso 4) o para extraer gas natural de dichos lechos de carbón (proceso 5). Por último, se plantea la opción de lograr su almacenamiento en roca basáltica, arenas bituminosas o en cavidades (proceso 6). También se plantea el almacenamiento del CO2 en el subsuelo de los océanos, normalmente a profundidades por debajo de los 700 m. Figura 3.- Esquema de los distintos procedimientos de almacenamiento geológico de CO2 en tierra[8]. En general, las tecnologías para el almacenamiento del CO2 en formaciones geológicas profundas están ya muy desarrolladas, dado que han venido siendo transferidas de las tecnologías de exploración y extracción de petróleo y de gas 5 natural. Por otro lado, se estima que existe una capacidad de almacenamiento de 1 000 – 10 000 Gt CO2 en depósitos salinos, 600 – 1200 Gt CO2 en campos de petróleo y gas, y 3 – 200 Gt CO2 en yacimientos de carbón para la extracción de metano[9], lo que comparado con los 29 Gt CO2 (figura 1) emitidos por combustión de carbón, gas y petróleo en 2007 (últimas cifras disponibles)[1] nos da una idea de la capacidad disponible. También se realiza un importante esfuerzo en la monitorización del CO2 almacenado, utilizando varios tipos de tecnologías: (i) técnicas atmosféricas: principalmente mediante láser que envía un rayo de luz de una longitud de onda en el infrarrojo que es fuertemente absorbida por el CO2, con lo que se estudia la pérdida de CO2; (ii) técnicas sub-superficiales cercanas: pueden ser de varios tipos, unas analizan las características geoquímicas a poca profundidad por debajo de la superficie, otras se basan en la medida de la concentración de CO2 en lugares discretos, extrayendo el gas cercano e introduciéndolo en una cámara para después ser analizado, y otras están basadas en la medida topográfica de la conductividad eléctrica de los materiales por debajo de la superficie; (iii) y técnicas subsuperficiales profundas: en particular las geoquímicas, son bastante parecidas a las utilizadas en los yacimientos petrolíferos y de gas natural, en las que la migración del CO2 se puede estudiar mediante la utilización de trazadores químicos o mediante estudios de la variación de las señales provenientes de reconocimientos sísmicos con retardo de tiempo. Etapas de desarrollo En la figura 4 se presenta el estado de desarrollo e implantación en que se encuentran las distintas tecnologías de captura de CO2, dado que las de transporte y almacenamiento se consideran maduras y se pueden considerar ya en fase de competición. Como se aprecia, la tecnología más desarrollada es la de precombustión, considerando, como se ha señalado más arriba, la entrada en funcionamiento del proyecto de Weyburn en el año 2000. Seguidamente, la entrada en funcionamiento en 2008 de la central experimental de Schwarze Pumpe en Alemania, basada en oxicombustion, hace que esta tecnología también se pueda considerar en una fase de introducción. La tecnología de postcombustión por si misma se puede considerar corriente[7], aunque es más conveniente considerarla en un estado pionero al no haberse detectado aún ninguna gran instalación operativa que nos pudiera permitir adelantar su estado de desarrollo tecnológico. En último lugar consideramos la tecnología del bucle químico, la cual está teniendo una importante actividad investigadora en los últimos años, aunque muy centrada en aspectos preliminares. 6 Figura 4.- Estado del desarrollo de cada una de las subtecnologías dentro de la energía de captura y almacenamiento de CO2 (elaboración propia). Por otra parte, la IEA[7] ha publicado un estudio en el que muestra la evolución de la eficiencia térmica de distintas plantas eléctricas basadas en carbón y gas natural que utilizan distintas tecnologías CCS (tabla 2). En estos datos se comprueba que las pérdidas de eficiencia oscilan entre los 6,0 – 10,9 puntos porcentuales. Esto se debe principalmente, en tecnología postcombustión, a la necesidad de utilizar parte del vapor para regenerar el disolvente y la procesos de compresión y purificación del CO2. En tecnología precombustión la principal causa de pérdida de eficiencia se atribuye a las pérdidas por reacciones exotérmicas que se producen por el cambio de combustible en el proceso previo a la combustión. En tecnología de oxicombustión, la principal demanda de eficiencia es atribuida a la necesidad de alimentar la unidad de generación de oxígeno para la combustión. En tecnología de bucle químico aún no se han detectado estudios de estas características. Tabla 2.- Valores de eficiencia térmica de distintas plantas eléctricas que utilizan carbón o gas natural como combustible y que tienen integradas distintas tecnologías CCS[7]. 7 3.- Costes actuales y futuros escenarios Costes de captura y almacenamiento: Algunos estudios estiman que sólo los costes de captura y compresión se sitúan entre los 25 USD/Tm y 50 USD/Tm[7,10]. Otros estudios señalan que los costes CCS más bajos se producen en procesos postcombustión, seguido de procesos precombustión, siendo los procesos oxicombustión los más caros[7], mientras que los procesos de bucle químico no han sido aún considerados. En cuanto a los costes de transporte, éstos se deben calcular para cada caso en particular, según el medio de transporte utilizado: tuberías similares a las de conducción de gas natural, mediante botellas comprimidas en camiones, barcos, etc. Los costes han sido evaluados para el caso de la conducción mediante tuberías[6]. Así, el coste de inversión del transporte (conducto de 1m diám.) se sitúa entre los 0.75 millones de USD/ km (onshore) y 1.25 millones de USD/km (offshore). Este coste representa entre el 10% y el 15% del coste total de la tecnología CCS. Por otro lado, para 250 km de conductos transportando 10 Mt CO2/año se calcula un coste de 1 – 8 USD/Tm CO2 onshore y un 40 – 70% más offshore[6]. En relación a los costes de almacenamiento en cavidades geológicas, éstos dependen de muchos factores como pueden ser la profundidad por debajo de tierra, la localización (generalmente, la localización “offshore” es más cara), etc. Los costes de almacenamiento de CO2 presentan una gran variabilidad, entre 2 USD/Tm y 30 USD/Tm. Típicamente pueden representar entre el 10% y el 20% del coste total del CCS[6]. En general, se considera que los costes de transporte y almacenamiento de CO2 se pueden situar en el entorno de los 10 USD/Tm CO2[6]. Coste total del CO2 evitado: El coste total tiene en cuenta los costes de captura, compresión, transporte y almacenamiento. Además, el coste del CO2 evitado es superior a la suma de los costes anteriores porque éste tiene en cuenta, evidentemente, la cantidad extra de energía, y por tanto de CO2 emitido adicionalmente para realizar las actividades de captura, transporte y almacenamiento. Esta diferencia se hará tanto menor cuanto más aumente la eficiencia energética de los procesos de captura de CO2. Los costes totales se estiman actualmente entre 40 USD/Tm y 90 USD/Tm[6], siendo los que deben considerarse como referencia para implementar la tecnología. Estos costes podrían ser compensados económicamente en su totalidad e, incluso, ser positivos, si se encuentran aplicaciones en el sector productivo que así lo hagan ser. En este sentido, en actividades de recuperación de crudo (EOR: enhanced oil recovery) se estima que la actividad CCS puede ser beneficiosa desde un punto de vista económico. Así, las actividades EOR tienen un coste de 35 – 40 USD/Tm CO2, pudiendo recuperar un 5 – 23% adicional de crudo[6], dependiendo de las condiciones del yacimiento y de la miscibilidad crudo – CO2. También se detectan otras actividades que tratan de encontrar otras aplicaciones que hagan ganar en 8 valor añadido la captura de CO2, como pueden ser las de fabricación de productos químicos, especialmente gases sintéticos. A partir de los costes totales indicados anteriormente para el CCS, se puede calcular como éstos repercuten en los costes de producción de electricidad y recibo de la luz. Así, los costes adicionales, debido al CCS, en la producción de electricidad oscilan entre 0.02 $/kWh y 0.04 $/kWh, lo cual podría representar una subida del recibo de la luz de alrededor de 6 céntimos de dólar por kWh[6]. Por otra parte, según estudios recientes[11], el coste de capital de nuevas plantas IGCC (2º cuarto de 2008) sin y con captura de CO2 se ha situado en los 2070 y 2970 €/kWe, respectivamente. El coste de generación de electricidad sin y con captura de CO2 con una tasa de descuento del 10% se ha situado en los 0,084 y 0,114 €/kWh, respectivamente. Basados en las diferencias de los costes de plantas IGCC sin y con captura de CO2, el coste de evitar las emisiones de CO2 se ha situado en los 48 €/Tm CO2[11]. Costes futuros: Los futuros costes de emisión de CO2 dependerán de qué tecnologías de captura, transporte y almacenamiento se muestren más efectivas, del tamaño de los mercados de CCS, de los precios de los combustibles, etc. La IEA estima[6] que hacia el año 2030 el coste de CCS será de unos 35 USD/Tm, y los costes adicionales en la producción de electricidad variarán entre 0.01 USD/kWh y 0.03 USD/kWh. Todo lo anterior queda resumido en la tabla 3. Tabla 3.- Valores aproximados costes de captura y almacenamiento de CO2, así como incremento de costes de producción de energía eléctrica en centrales con tecnología CCS[6]. A partir de estos resultados, la Agencia internacional de la Energía considera que es necesario introducir un incentivo de 50 USD/Tm CO2 para poder propiciar la introducción de la tecnología CCS en el sector energético[6]. Sin embargo, la evolución de los precios de los derechos de emisión de CO2 para futuros en el mercado European Climate Exchange nos muestra que nos encontramos aún muy lejos de hacer la tecnología CCS atractiva para aplicar en la generación de energía eléctrica. De esta forma, si consideramos los últimos datos publicados por la IEA (2009) sobre gramos de CO2 emitidos por kWh producido en centrales eléctricas de gas natural, petróleo y carbón y los ajustamos al precio diario de los futuros de los derechos de emisión de CO2[12] (figura 5), comprobaremos que, a partir de la caída severa de los precios de dichos derechos en la segunda mitad de 2008, los precios de los futuros no llegan a cubrir las estimaciones más bajas de costes de la tecnología CCS, excepto para las centrales de carbón. También se comprueba que si se mantuviera relativamente constante el precio actual en el mercado de futuros 9 de CO2, para la producción de energía eléctrica a partir del gas natural incluso en el año 2030 será más rentable adquirir derechos de emisión que incorporar tecnología CCS a sus centrales. Figura 5.- Evolución de los sobrecostes de producción de energía eléctrica a partir de carbón, petróleo y gas natural, considerando la evolución del mercado de futuros de derechos de emisión de CO2, y comparándolo con las estimaciones actuales y costes futuros de la tecnología CCS realizados por la IEA (elaboración propia). 4.- Emisiones de CO2 y costes externos La IEA[7] ofrece un estudio en el que muestra la cantidad de CO2 emitido, capturado o evitado por plantas con distinta tecnología de producción de electricidad (tabla 4). La planta de partida (baseline plant) es la que se utilizaría sin tecnología CCS (aunque pudiera no tener la misma tecnología). En la tabla se muestran tres tipos de planta de partida de producción de electricidad: la que tiene la misma tecnología que la que utiliza CCS, la que utiliza fuel pulverizado (PF) y la de ciclo combinado de gas natural (NGCC). Se concluye que añadir tecnología CCS incrementa las emisiones de CO2 de las plantas por kWh producido, dado que disminuye la eficiencia térmica (excepto en algún caso en que la tecnología sustituida es tan vieja e ineficiente que se ve compensada). Las tecnologías CCS de precombustión y postcombustión consiguen capturar un 85% - 90% del CO2 emitido, mientras que las plantas de oxicombustión alcanzan el 90% - 97%, aunque son valores aproximados. También hay que considerar que cada tecnología produce CO2 de distinta pureza, por lo que variaciones en pureza afectan a los valores de CO2 producidos. 10 Tabla 4.- Valores de CO2 emitidos, capturados y evitados para distintas tecnologías CCS en distintos tipos de plantas de producción de energía eléctrica[7]. En relación a la emisión de otros gases, los mismos estudios señalan que las emisiones de dióxido de azufre disminuirán, pero las emisiones de óxidos de nitrógeno aumentarán, excepto para los procesos de oxicombustión[7]. También se señala que en los procesos postcombustión aumentará la generación de residuos, especialmente por la utilización de las aminas. En cuanto a los costes externos que puede generar la tecnología CCS, no se ha detectado hasta la fecha ningún estudio riguroso que pudiera ser trasladado a este informe. 5.- Tendencias tecnológicas futuras Precombustión: En las investigaciones de los procesos de captura precombustión se trata, principalmente, de reducir la gran cantidad de potencia adicional que se necesita invertir en el proceso de captura previo a la combustión. Por tanto, el esfuerzo principal se está centrando en investigar nuevas rutas en los diagramas de fase termodinámicos correspondientes a la captura y posterior liberación del CO2. También se trabaja en el desarrollo de membranas ultra-finas de alto flujo y gran selectividad[13]. Postcombustión: El principal desafío tecnológico en este campo está en la adaptación de alguna gran central eléctrica de carbón existente para que use esta tecnología[7]. Además de lo anterior, se está centrando un gran esfuerzo en desarrollar catalizadores más efectivos que sean estables a los contaminantes de los gases de emisión, así como a las altas temperaturas, y que presenten un coste inferior a los 11 actuales basados en las MEA (monoetanolamina)[13]. Este esfuerzo no sólo se aplica hacia los catalizadores, sino también a los productos químicos para la disolución y absorción del CO2, a las membranas, a los materiales que reaccionan con el CO2 y lo fijan permanentemente, etc. Oxicombustión: Esta opción es la que se está considerando con más futuro para su aplicación en el sector industrial, específicamente en la industria cementera, pudiendo reducir los costes de captura del CO2 a menos de la mitad en relación con el proceso tecnológicamente más conocido, que es el postcombustión[11]. También se estudia la forma de reducir los excedentes de oxígeno requeridos en el proceso e identificar usos para los excedentes de nitrógeno[11]. La estrategia para hacer más rentable esta tecnología requerirá el desarrollo de materiales avanzados que no se deterioren a altas temperaturas en atmósferas ricas en oxígeno. Bucle químico: En esta tecnología se está tratando de que los procesos de carbonización se apliquen sobre minerales de forma que el producto de la reacción genere material sólido con valor añadido, como sílice con gran área superficial, óxidos de hierro y carbonato magnésico, a la vez que se consigue un almacenamiento seguro y duradero de CO2. También se trata de que las nanoparticulas de óxido de hierro utilizadas puedan servir para convertir gas de síntesis en hidrógeno de alta pureza, a la vez que se captura CO2. Este proceso se considera especialmente para gas de síntesis producido a partir de biomasa. Por último, se están realizando muchos trabajos de simulación, para así estudiar la dependencia de la eficiencia del proceso en relación con la temperatura de las reacciones, flujo de gases y tamaño de partículas. Otros aspectos de futuro: Las tendencias tecnológicas futuras se establecen en función de los grandes desafíos que el CCS tiene si pretende jugar en el futuro un papel significativo en mitigar el cambio climático. En las tecnologías del CCS, el reto más importante reside en un escalado en un factor de diez o más de las instalaciones, así como en un gasto menor de energía sobre todo en los procesos de captura de CO2. Por otro lado, dado que cuanto mayor sea la eficiencia de las centrales de energía eléctrica, menor es el coste de captura y almacenamiento de CO2 por kWh producido, se piensa que las nuevas centrales de ciclo combinado, utilizando superaleaciones, turbinas de hidrógeno de alta temperatura, o técnicas más eficientes de separación de CO2 pudieran producir el mismo coste de producción de electricidad que las actuales centrales sin CCS[6]. Otro aspecto importante que se está estudiando es la adecuada ubicación de instalaciones CCS en ámbitos industriales y la mejor forma de ser integradas[11]. 12 Por último, ee está estudiando el almacenamiento de CO2 en las aguas de los océanos y en la carbonatización mineral, lo que aún requiere una gran cantidad de pruebas que permitan, principalmente, garantizar que no existen perjuicios medioambientales, especialmente en el almacenamiento en océanos, ya que podría incrementar el problema de la acidificación de los océanos[14], lo que ha hecho que ya haya sido excluido como tecnología de futuro por la Unión Europea[6]. Convertir el gas en sólido mediante reacciones químicas como la carbonatización también plantea algunos importantes desafíos, como la gran cantidad de reactivo necesario y encontrar lugares donde poder almacenar la gran cantidad de producto de reacción generada. 6.- Highlights en preproducción 2008-2009 Existen en la actualidad varias plantas de captura y almacenamiento de CO2 en funcionamiento, pero todas ellas, hasta las más grandes, se deben de considerar plantas piloto. Esto se debe a que aún las denominadas en el presente “grandes plantas”, las capaces de almacenar hasta 1Mt de CO2 por año, son en realidad muy pequeñas en comparación a las que se necesitarán en el futuro, caso de que se opte mayoritariamente por las tecnologías CCS para la disminución de los gases de efecto invernadero. La emisión de CO2 por las centrales de potencia e industrias es de alrededor de 10 Gt por año, es decir, unas diez mil veces mayor de lo que es capaz de capturar una de las actualmente conocidas como “grandes plantas”. Una planta moderna que utilice el carbón como combustible puede emitir alrededor de unas 6 Mt/año lo que es más que todo el CO2 que se puede capturar por todas las plantas de CCS que existen hoy en día (figura 2). Por tanto, para capturar un alto porcentaje de CO2 se necesitaría disponer de unas infraestructuras que algunos han comparado con el tamaño de las actuales de producción de petróleo y gas. En este sentido, se pueden señalar los siguientes highlights en preproducción acontecidos recientemente: Entrada en funcionamiento de la central CCS de Snøhvit[6]: Esta planta ha entrado en funcionamiento de forma regular en 2008[15]. Viene a dar servicio al campo, situado en el mar de Barents y está operada por la empresa noruega StatoilHydro. El campo produce gas con un contenido en CO2 mayor que el permitido a nivel comercial, lo que hace atractiva esta tecnología. El CO2 es separado del gas natural onshore, en las instalaciones de Hammerfest localizadas a 160 km del campo, donde 0,7 Mt/año de CO2 son comprimidas y transportadas de vuelta para ser inyectadas a una profundidad de 2 600 m, por debajo de la zona de producción de gas. Entrada en funcionamiento de la primera central de producción de electricidad integrada con CCS[16]: La planta, de 30 MW, ha sido puesta en funcionamiento en Schwarze Pumpe en septiembre de 2008 por la empresa Vattenfall, y tiene el objetivo de servir como 13 banco de pruebas para ser aplicada en centrales eléctricas de tamaño comercial (250 – 350 MW). La central (figura 6) será probada durante 3 años, estimando un período de operación de, al menos, 10 años. La planta utiliza carbón como combustible, el cual se somete a combustión en una atmósfera que mezcla oxígeno y CO2 recirculado que, además, contiene vapor de agua. El gas de combustión es tratado para retirar el óxido de azufre, partículas y otros contaminantes. Finalmente el agua es condensada y el CO2 es licuado e inyectado bajo tierra. Se estima un almacenamiento de 0,1 Mt CO2 en 3 años[15]. Figura 6.- Esquema de la primera central de producción de electricidad integrada on tecnología CCS. Entrada en funcionamiento de la mayor central de CCS a nivel mundial[17]: A finales de 2009, en Erdos, en las planicies de la Mongolia Interior, entra en funcionamiento la primera instalación china para captura y almacenamiento de CO2. La central quema carbón para producir 3,6 Mt CO2/año, que es inyectado para recuperar crudo con capacidad para producir 1 Mt/año de diésel y otros derivados del petróleo. Las instalaciones son operadas por el mayor productor chino de carbón, Shenhua Group y, por su capacidad, se convierte en la mayor instalación CCS a nivel mundial. 7.- Highlights en innovación 2008 - 2009 CCS mediante nanotubos[18]: La compañía Perifera acaba de anunciar que se encuentra desarrollando membranas separadoras de de gases basadas en nanotubos, y espera que los primeros prototipos se puedan aplicar de aquí a un año aproximadamente a la separación del CO2. Estas membranas selectivas dejarán difundirse el CO2 mucho más libremente (a velocidades 100 veces mayores que las membranas convencionales), por lo que se necesitará emplear menos energía en los procesos previos al de la compresión. También se está investigando en cómo hacer los nanotubos aún más permeables adhiriendo a sus extremos moléculas que atraigan químicamente al CO2 pero no a los otros gases. Esto ya se ha intentado con otras membranas, pero las que han dado mejores resultados son las basadas en nanotubos. 14 Sistemas metal-orgánicos como nuevos materiales para la captura de CO2[19]: Los sistemas metal-orgánicos (metal-organic frameworks) son redes cristalinas de compuestos orgánicos y átomos metálicos, y tienen la ventaja de ofrecer una enorme área superficial interna en las que las moléculas de CO2 son capturadas, actuando como si fueran esponjas cristalinas. El metal utilizado en estas redes es magnesio, el cual produce el entorno adecuado para enlazar el CO2. Lo más interesante de este material es que consigue que el 87% del dióxido de carbono pueda ser liberado a temperatura ambiente, pudiendo liberar el 13% restante calentando a unos 75º C, lo que resulta muy por debajo de las temperaturas actualmente requeridas para regenerar a los disolventes químicos convencionales. Proyecto FutureGen: Aprobación definitiva en Junio 2009[20]: Después de numerosos avatares durante los dos últimos años, la Administración Obama anunció el 12 de junio de 2009 la aprobación y puesta en marcha del Proyecto FutureGen. En el proyecto, cuyo principal socio es el Departamento de Energía Americano, también está participado por una alianza de numerosas grandes empresas de varios países. El proyecto pretende en un único lugar (Mattoon, Illinois) construir una gran planta de producción de energía eléctrica (275 MW), alimentada por carbón, provista de CCS para la eliminación casi total de emisiones, que se almacenarán en un profundo acuífero cercano (figura 7). Esta planta también producirá grandes cantidades de hidrógeno, lo cual ha motivado que la Administración americana haya suspendido otros programas relacionados con el hidrógeno. La técnica de gasificación del carbono que se empleará es la denominada IGCC, con lo que la tecnología CCS utilizada será la de precombustión. Figura 7.- Esquema de la planta IGCC integrada con tecnología CCS, dentro del proyecto de la Alianza FuturGen. 8.- Estadísticas de publicaciones Respecto a las publicaciones producidas en los últimos nueve años en relación a la tecnología CCS (figura 8), se puede señalar que el volumen es pequeño en relación 15 a otras tecnologías que tratan de desarrollar fuentes renovables, lo que puede ser atribuido al importante desembolso económico que implica el desarrollo de prototipos. Este pequeño volumen contrasta con las miles de publicaciones que se vienen produciendo anualmente en los últimos años que tratan genéricamente la actividad de captura y almacenamiento de CO2, pero más centradas en aspectos económicos o de impacto medioambiental. Figura 8.- Número de publicaciones científicas durante el período 2001-2009 para los distintos tipos de subtecnología CCS. También hay que destacar que se aprecia una actividad ascendente en la investigación de las tecnologías CCS, especialmente en los últimos dos años, lo que puede ser atribuido, entre otras cosas, al establecimiento de los mercados de derechos de emisión de CO2, los cuales han empezado a hacer efectiva la repercusión económica de este tipo de emisiones en muchas e importantes empresas. Así, destaca la actividad en la tecnología de bucle químico, lo cual pudiera sorprender, dado que es la tecnología menos desarrollada actualmente. Sin embargo, este resultado podría explicarse considerando que la tecnología de bucle químico muestra muchas vertientes atractivas para su desarrollo, a la vez que un bajo coste de inversión para su investigación con respecto a las otras tecnologías. A continuación se sitúa la tecnología de postcombustión como la generadora de más actividad, lo que podría atribuirse al esfuerzo predominante existente en lograr disminuir los costes energéticos del proceso utilizando nuevos tipos de absorbedores químicos, lo que resulta muy atractivo desde el punto de vista investigador. La actividad en las tecnologías de precombustión y oxicombustión se muestra muy escasa. Sin embargo, se detecta un crecimiento vertiginoso en los últimos dos años 16 que, si se mantiene, puede colocar la actividad en estas tecnologías a la altura de las de bucle químico y postcombustión. 9.- Referencias 1.- Statistics & Balances. IEA (2009). 2.- US Department of Commerce. 3.- IPCC Fourth Assessment Report: Climate Change 2007 (AR4). (2008). 4.- Key World Energy Statistics 2009. International Energy Agency. 5.- Carbon sequestration. Science 325 (2009) 1644-1645. 6.- “Energy Tecnhnology Perspectives 2008”. International Energy Agency. 7.- Capturing CO2. IEA Greenhouse Gas R&D Programme (2007). 8.- S. M. Benson y F. M: Orr, MRS Bulletin (2008). 9.- IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) (2005). 10.- “The future of coal”, Massachussets Institute Technology Press, Cambridge, Massachusetts. 11.- Annual Review 2008. IEA Greenhouse Gas R+D Programme (2009). 12.- European Climate Exchange Market Data. 13.- US Department of Energy. 14.- Ocean Storage of CO2. IEA Greenhouse Gas R&D Programme (2002). 15.- G.T. Rochelle, Science 325 (2009) 1652. 16.- Vattenfal. 17.- “China grapples with a burning question”, Science 325 (2009) 1652. 18.- K. Bullis. “Carbon capture with nanotubes”. MIT Technology Review. 30Nov.-2009. 19.- D. Britt, H. Furukawa, B. Wang, T. G. Glover and O. M. Yaghi, Proceedings of the National Academy of Science 106 (2009) 20637-20640. 20.- FutureGen Alliance. www.futuregenalliance.org/ 17