LA CRISIS PESQUERA DE LA FLOTA DE LANCHAS AMARILLAS

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LA CRISIS PESQUERA DE LA FLOTA DE LANCHAS AMARILLAS
DEL PUERTO DE MAR DEL PLATA:
UNA MIRADA HACIA LAS INSTITUCIONES
Luis Norberto ALONSO*
Resumen
Este trabajo se centra en algunos problemas en la actividad pesquera de las denominadas Lanchas Amarillas del puerto de la ciudad de Mar del Plata. Centrándose en la
regulación de la explotación, se analizará el sistema tradicional de las instituciones
locales y el sistema oficial de autorizaciones y cuotas de captura, señalando la inadecuación de ambos a las circunstancias actuales de la Pesca Marítima. Por un lado, el
sistema institucional tradicional, no puede regular circunstancias que se hallan fuera de
sus posibilidades de acción. Por otro lado, el sistema oficial parece tener dificultades
para responder a necesidades particulares.
Palabras clave: regulación; local; autorizaciones; Lanchas amarillas; control.
Abstract
This paper focuses on some problems on fishing activity of the called Yellow Boats of
the Port of Mar del Plata. Focusing on the regulation of the operation, we will analyze
the traditional system of local institutions and the official system of fishing authorizations and catch quotas, noting the inadequacy of both to the current circumstances of
the Marine Fisheries. On the one hand, traditional institutional system cannot regulate
circumstances that are beyond their means of action. On the other hand, the official
system seems to have difficulty responding to particular needs.
Key words: regulation; local; authorizations; Yellow Boats; control.
Introducción
La intervención externa en comunidades locales no es buena o mala por sí misma,
sino más bien se hace necesaria dependiendo de la complejidad de las circunstancias y
la necesidad o no de un arbitraje cuando grupos de interés opuestos no cuentan con
los lazos comunicativos necesarios para negociar por su cuenta. En el mundo actual
globalizado los cambios en los contextos socio-económicos pueden ser demasiado
acelerados y complejos para ser afrontados por grupos humanos portadores de sistemas institucionales tradicionales. El rol del Estado se relaciona con su capacidad de
arbitrar, regular y organizar las actividades socio-económicas de diferentes grupos de
interés en relación con un territorio y una riqueza común. En los tiempos que corren,
ante las exigencias de regulación pesquera y la inclusión en el ámbito pesquero nacioLicenciado en Cs. Antropológicas FfyL-UBA. Actualmente cursando instancia doctoral en la Universidad de San Martín - [email protected]
*
Alonso, L. N. (2015), “La crisis pesquera de la flota de lanchas amarillas del puerto de Mar del Plata: una
mirada hacia las instituciones”, Cuadernos de Antropología, No. 13: 49-64. Enero-Junio. ISSN 0328-9478
(impreso). ISSN 2314-2383 (en línea).
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nal, los pescadores artesanales y semi-artesanales se ven forzados a modificar ciertas
prácticas propias de contextos locales. Estas prácticas tienen que ver principalmente
con la ausencia de formas o delimitaciones jurídicas del factor tierra1, que, como puntualiza José Mateo (2004), generan formas subjetivas de apropiación del recurso, relacionadas generalmente con acuerdos tácitos sobre qué cantidad puede extraer cada
unidad productiva y con estrategias tendientes al aseguramiento del recurso, como son
el secreto, la mentira y las alianzas o camarillas entre embarcaciones. Como contraparte, el Estado debe realizar un esfuerzo destinado a la visualización de las realidades
socio-culturales específicas de los actores involucrados y al establecimiento de un sistema de regulación en un proceso dialógico.
La flota de Lanchas Amarillas
Las Lanchas Amarillas no son simplemente un tipo de flota pesquera característica
del Puerto de Mar del Plata, son embarcaciones construidas por algunos de los primeros pescadores marítimos profesionales de Argentina. Estos pescadores, en su mayoría
inmigrantes provenientes del sur de Italia, comenzaron con la actividad en las costas
marplatenses a fines de siglo XIX. Compartían conocimientos, sentimientos, valores,
hábitos y normas provenientes de un entorno social rural, aún no dominado completamente por las relaciones capitalistas de producción, y una adaptación marítima específica.
La flota de Lanchas Amarillas del Puerto de Mar del Plata se caracteriza por ser
una explotación pesquera costera, de tipo familiar y utilizar estrategias y artes de pesca
artesanales. Las lanchas amarillas son embarcaciones de madera, que no han sufrido
grandes modificaciones desde que fueron creadas, algunas hace más de 60 años, que
no suelen superar los 13 metros de eslora, con una autonomía de navegación que les
impone volver a puerto en el mismo día y una capacidad de carga muy limitada (alrededor de 100 cajones). Además, éstas embarcaciones son tripuladas por un promedio
de 5 hombres y, si bien los patrones de lanchas pueden “dar a trabajar” las embarcaciones, generalmente, como se ha apreciado personalmente, son los propios capitanes
de las mismas los que trabajan codo a codo con los marineros en la extracciones de los
recursos. Es decir, aquí los propietarios de los medios de producción (armadores o
propietarios de las embarcaciones) se involucran directamente en la producción - como afirma Mateo (2004), las figuras de armador y patrón o capitán coinciden - y esto
es un argumento muy fuerte para definir la pesca de las Lanchas Amarillas como pesca
artesanal. Sin embargo, por otro lado, en lo referente a la comercialización, ésta se
destinada casi en su mayor parte a la industria y a la exportación, lo que la acerca más a
la pesca industrial. De todas maneras, la pesca de Lanchas Amarillas parece compartir
esta ambigüedad con otras pesquerías consideradas artesanales, por ejemplo Pascual
Fernández dice, respecto a la pesca artesanal en Islas Canarias, “lo que es más importante,
las dificultades para generalizar un desarrollo genuinamente capitalista en las actividades extractivas,
aunque ello si fue posible en la comercialización y la transformación del producto.” (Pascual
Fernández, 1999: 264)
Mateo, refiriéndose a Lanchas Amarillas, decía,
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La unidad de análisis que nos compete estaba compuesta por trabajadores - patrones, marineros y en ocasiones maquinistas - organizados en tripulaciones con
una mínima división del trabajo. El grupo se componía por el conjunto de los
armadores que se confunde en Argentina con el de patrones (congregados la mayor parte en la Sociedad de Patrones Pescadores desde 1949 en el puerto de Mar
del Plata y Necochea) y una tripulación reclutada en lo posible dentro de un
universo social definido por el parentesco.(…) El tipo general lo constituye la
lancha a motor, de reducido tonelaje y escaso radio de acción; de ahí que su estadía en el mar sea limitada, zarpando y regresando a puerto generalmente en el
día. (Mateo, 2004:11)
Teniendo en cuenta que Mateo trabaja, en su investigación, el periodo 1939-1963,
podemos apreciar que las condiciones y características de la pesca de Lanchas Amarillas no ha cambiado considerablemente. En su descripción de la flota para este período continúa diciendo, que ésta se dedicaba a una pesca pelágica y costera, comprendía
embarcaciones de pequeño tamaño y potencia, conformaban un grupo de referencia
bien definido en lo étnico, social y profesional, estaba dotada de tripulaciones pequeñas reclutadas principalmente, aunque no de manera excluyente, sobre la base de
vínculos de parentesco. Además requería una baja capitalización, utilizaba artes y aparejos de pesca susceptibles de ser definidos como artesanales, realizaba capturas selectivas, requiriendo un alto grado de conocimientos pesqueros por parte de los tripulantes, estaba sujeta a una fuerte dependencia climática y abastecía a un mercado paliforme, como industrias de conservas, mercados de consumo en fresco y fabricas de harina de pescado. Como se podrá observar, estas características de la flota, que el autor
menciona como constantes desde la instalación de la misma a fines de siglo XIX hasta
1963, permanecen, en su mayoría, incluso hasta nuestros días.
La crisis pesquera de Lanchas Amarillas
Desde hace alrededor de quince años la actividad pesquera de la flota de Lanchas
Amarillas se halla en claro retroceso, principalmente, debido a la incapacidad que tienen estas embarcaciones para acceder a los recursos marítimos en los que habían concentrado tradicionalmente su actividad pesquera y que, por lo tanto, habían condicionado también las formas de organización, artes de pesca y la tecnología utilizada.
El principal recurso alrededor del cual se ha centrado la pesca de las Lanchas Amarillas es la Anchoíta (Engraulis Anchoita). La pesca de la anchoíta se halla, a su vez,
íntimamente relacionada con el desarrollo de la industria pesquera de conservas envasadas. Los pescadores de las lanchas denominan “zafra de la anchoíta”, a la pesca de
esta especie que se efectúa, cada año, entre los meses de septiembre y noviembre.
Otro recurso de importancia en la pesca de las Lanchas Amarillas es la Caballa
(Scomber japonicus) y que en el Puerto de Mar del Plata suelen denominar “Magru”.
Su pesca, efectuada en los meses de noviembre y diciembre, también se destina a la
industria de conservas enlatadas. Otras especies que forman parte de los recursos que
tradicionalmente han capturado las Lanchas Amarillas, son la Pescadilla (Macrodon
Ancylodon) o el Besugo (Pagrus Pagrus) capturado con nasa (tramperas con forma de
canastos de mimbre).
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La imposibilidad actual para capturar la cantidad y calidad de anchoíta y caballa necesaria para el mantenimiento de la actividad pesquera, ha llevado a los pescadores de
las Lanchas Amarillas a descentrar la pesca de estas especies y ampliarla hacia la captura de otras. Actualmente se aprovechan especies que antes eran descartadas, como la
corvina (Pogonias) o la merluza (Merlcuccius Hubbsi).Este cambio produjo un impacto en la diversidad de artes de pesca y estrategias utilizadas.
La escasez de anchoíta y de caballa es producida por la pesca de barcos de altura y
media altura que capturan estas especies fuera de la zona costera, imposibilitando que
arrimen a los lugares donde las embarcaciones más chicas, como las Lanchas Amarillas, pueden realizar su pesca.
El problema en la captura no refiere solamente a la cantidad, sino también a la calidad, debido a la imposibilidad obtener piezas del tamaño requerido por la industria.
Por lo tanto, muchas veces, la pesca de Lanchas es rechazada o consiguientemente
pagada a muy bajo precio. La industria basa sus requerimientos en una pesca que sólo
pueden obtener embarcaciones mayores, que capturan la mayor cantidad y calidad de
pescado y que descartan o desechan, una vez capturadas, las piezas que no alcanzan el
tamaño requerido comercialmente. Esto podemos observarlo, en las palabras que me
decía Alberto Pannese, industrial de la pesca, al comentar una negociación, por la
compra de mercadería, con Lanchas Amarillas:
Ayer sí trajeron algo de pescado, nosotros lo compramos y compruebo de que el
pescado es de un tamaño inferior al que realmente prefiero o que nos viene bien, porque hacemos mejor calidad de producto con un pescado más grande, porque la gente
va más rápido, y demás, entonces, visto ese tema de ayer, le estoy diciendo, mira, realmente no me interesa traer ese pescado, porque vamos muy lento, todas esas cosas
que yo te explicaba. (Entrevista personal, 2009).
En la actualidad, diferentes embarcaciones, con distintas posibilidades, pescan en
las mismas zonas y compiten por los mismos recursos, como es el caso de los barcos
costeros y Lanchas Amarillas. Además, los barcos de altura depredan la anchoíta y la
caballa en mar abierto, imposibilitando que estas especies desoven en las costas, por
un lado, poniendo en riesgo sus posibilidades reproductivas, por otro lado, arrebatando a los pescadores costeros, como las Lanchas, los recursos que han pescado tradicionalmente y, finalmente, aumentando la competencia entre ellos. Las Lanchas, por
sus características técnicas, no se hallan posibilitadas para alejarse de las costas y buscar recursos en lugares lejanos. Estos impedimentos limitan drásticamente el rango de
especies que pueden capturar, teniendo que conformarse con los peces que se hallan
en zonas costeras. Debido a esto, ante la escasez de sus recursos tradicionales, sus
posibilidades de elección son realmente limitadas.
El problema de la superposición de zonas de pesca entre lanchas amarillas y barcos
costeros tiene que ver con un desempeño ineficiente por parte de los organismos estatales encargados de la organización y reglamentación de la explotación pesquera.
Otro problema importante tiene que ver con la asignación de cuotas de captura,
aquí hay varias cuestiones a tener en cuenta. Por ejemplo, la asignación de cuotas a
buques de altura cuya cantidad no permite la explotación de la merluza durante todo el
año ocasiona que estas embarcaciones capturen, compensatoriamente, especies como
la anchoíta y la caballa, tradicionalmente capturadas por las embarcaciones costeras. La
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posibilidad de alquilar las cuotas de captura provoca la acumulación del esfuerzo pesquero en pocas corporaciones que tienen los medios suficientes para adquirirlas. Como explica Ernesto Godelman, presidente del Centro de desarrollo y Pesca Sustentable (CeDePesca), en la revista Comunidad Pesquera:
Tampoco, por ahora, parece tenerse en cuenta la inequidad de repartir con criterios iguales entre desiguales. O el efecto desastroso que puede tener para las pesquerías costeras y de pelágicos el vuelco de una parte importante de la flota fresquera de altura si sus cuotas son insuficientes para ir a merluza todo el año. Por
otro lado, a las críticas que merece un sistema que transforma una herramienta
de manejo en un valor financiero transable (y concentrable) se suma el hecho de
que cada transferencia de cuota agregará un elemento de irreversibilidad para un
sistema que estará en ensayo. (Comunidad pesquera, nº 10 Dic/2003).
Finalmente, otro inconveniente de las cuotas son las dificultades que se presentan
para un control riguroso de las capturas y la posibilidad de sub-declarar las toneladas
capturadas.
El efecto arrastre: ineficiencia del control gubernamental, permisos de pesca y
asignación de cuotas de captura
En 1994, el gobierno argentino firmó un acuerdo con la Unión Europea y principalmente con España, que incentivaba la pesca en la Zona Económica Exclusiva Argentina2 sin ningún tipo de restricción, aumentando drásticamente el esfuerzo pesquero (la captura aumento más del 50% del total), lo que ocasionó la depredación, hasta el
colapso, de la merluza común o hubssi, debiendo sancionar, en 1999, la ley de Emergencia Nacional Pesquera (Ley 25.109). La crisis de la merluza común, a fines de los
años noventa, trajo aparejada la necesidad de adoptar diferentes medidas de emergencia y, una vez comenzada su lenta recuperación, poner en práctica mecanismos más
rigurosos para el control de la explotación3. El paso del Sistema de Explotación
Olímpico4 al de Autorizaciones de Captura5 fué demasiado acelerado y con un sesgo
en la organización y regulación de la pesca de buques pesqueros de altura, restando
importancia a las embarcaciones menores, lo que ocasionó una ley a la medida y funcionalidad de los grandes en detrimento de los pequeños.
Por otro lado, E. Godelman (Comunidad pesquera, nº 10 Dic/2003), afirma que el
desembarque de miles de toneladas de merluza “en negro” y muchas otras capturas no
declaradas, tanto por la flota fresquera como por la flota congeladora, distorsionan
totalmente el sistema de cupos, así como los datos que se usan en los modelos de
cálculo que el INIDEP (Instituto Nacional de Investigación y desarrollo Pesquero)
utiliza para estimar las capturas biológicamente admisibles.
El conflicto no puede ser simplificado como una disputa entre intereses nacionales
y extranjeros, ya que, mediante la contribución con su nacionalidad argentina, algunos
empresarios del país, participan en la creación de empresas mixtas. En el interjuego
entre este proceder y la corrupción de funcionarios e inspectores públicos, las corporaciones pesqueras extranjeras adquieren las credenciales nacionales y, con ellas, la
posibilidad de adquirir permisos de pesca y sobre-explotar los recursos de modos
asimétricos en relación con las Lanchas Amarillas y otras embarcaciones menores. Por
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consiguiente, puede considerarse que el contexto político y económico que produjo las
nuevas necesidades -y con ellas la crisis en el grupo de los pescadores de Lanchas
Amarillas- es, en primer lugar, el de la privatización del mar y la consiguiente expropiación de medios legítimos de vida.
Perzival Copes y Gísli Pálsson afirman que los cuestionamientos crecientes a nivel
mundial a los regímenes de Cuotas Individuales Transferibles (CITs) no son sorprendentes, dado que éstos se basan exclusivamente en estrechos objetivos de optimización económica a expensas de importantes valores, como la conservación biológica y
la equidad social:
Una preocupación central de este último grupo [agrupación de pescadores a pequeña escala] ha sido la posibilidad amenazante de que corporaciones multinacionales acaben comprando los derechos de acceso a los stocks pesqueros argentinos. La acción aquí es principalmente política, para presionar sobre el gobierno e
impedir que prosiga con los planes de aplicar las CITs a gran escala. (Copes y
Palsson, 2000: 5)
Como menciona el artículo de Copes y Pálsson, en Argentina, los pescadores de
pequeña escala, como Lanchas Amarillas, han entrado en conflicto con el sistema de
cuotas. En el caso de Lanchas, la lucha se intensificó hacia fines del 2009, ante la inminente aplicación del sistema.
El principal portavoz de los pescadores de Lanchas Amarillas, Luis Ignoto6, presidente de la Sociedad de Patrones Pescadores, es terminante al manifestar su rechazo al
sistema de cuotas, declarando que responde a los parámetros de una economía global,
que tiende a la privatización del mar y que atenta contra la tradición y el oficio de la
pesca. Ignoto explica cómo la Ley de Pesca promulgada en 1998, la cual estableció el
régimen de cuotas transferibles, fue una reglamentación hecha a medida de las grandes
corporaciones pesqueras y cómo diversos artículos de la misma fueron estableciendo
la asignación de cuotas, permisos de pesca y otros beneficios a las grande embarcaciones, en detrimento de las pequeñas. El artículo 27 de la Ley de Pesca privilegiaría,
según Ignoto, en la asignación de cuotas, a las embarcaciones que ocupen más mano
de obra, que hayan efectuado más inversiones y que registren mayores capturas de
cada especie. El artículo 30 también privilegiaría a las grandes embarcaciones, ya que al
impedir el traspaso de permisos de pesca a otras unidades mayores, es decir, que aumenten el esfuerzo pesquero, lo que está haciendo es permitir que los barcos grandes
puedan pasar sus permisos de pesca a otros barcos igualmente grandes. Esta práctica
resulta en que las embarcaciones chicas, como las Lanchas, no puedan reconvertirse
aumentando su tamaño y, en consecuencia, teniendo que conformase con la utilización de sus permisos de pesca sólo para pequeñas embarcaciones. Pero el problema
radica justamente en la imposibilidad de buscar el recurso, que ya no llega a las costas,
con las embarcaciones actuales. Por lo tanto, prohibir la reconversión de la flota de las
Lanchas Amarillas, significa literalmente condenarlas a muerte. Ignoto explica que la
cuotificación consiste en la privatización de los recursos marítimos, porque lo que
hace es anular un derecho público de todos los ciudadanos, y crear derechos privados.
Respecto a esto, debe mencionarse que los pescadores de Lanchas Amarillas ya se
vieron perjudicados por la primera adjudicación de cuotas de captura para la especie
merluza, oportunidad en que se los dejó fuera de la repartición.
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Otro de los puntos en los que Ignoto coincide con otros críticos del sistema de
cuotas, como Copes y Pálsson (2000:5), es en el sesgo de la optimización económica
en desmedro de la conservación biológica. Ignoto decía al respecto: “El sistema de
cuotas implica mayor eficiencia y mayor eficacia, lo que significa que vos tenés que
matar más bichos para que la cosa sea más rentable…es directamente proporcional”
(Entrevista personal, 2009)
En el caso particular de Argentina, para algunos interlocutores, como Daniel Valdovinos, del Centro de Desarrollo y Pesca Sustentable (Entrevista personal, 2009), el
lado positivo del sistema de cuotas se desprende de su comparación con años anteriores en los que no existía casi ningún tipo de control y regulación de la actividad pesquera a nivel oficial o estatal. Pero, aunque la apreciación no deja de ser acertada, hay
que tener en cuenta que el sistema oficial de pesca olímpica se hallaba entrelazado a
nivel local con un sistema de regulación tradicional. Es decir, no había un sistema
oficial de regulación porque aún la pesca era predominantemente local7 y existía un
sistema de regulación pesquera tradicional y autóctono.
Por otro lado, más allá del sistema en sí, es decir, de la cuestión del establecimiento
de cuotas transferibles, hay que tener en cuenta la forma particular de su aplicación en
cada país, qué criterios se tienen en cuenta para la asignación de cuotas y qué medidas
complementarias de control se anudan a la cuotificación. Funciones que, en este país,
están a cargo del Consejo Nacional Pesquero. No es lo mismo que las cuotas se asignen tomando como punto de partida un criterio de equidad social, tratando de beneficiar a las poblaciones locales, que se asignen, como derechos de acceso exclusivos a
corporaciones multinacionales. También es importante ponderar el peso de ciertos
factores socio-culturales particulares que pueden entorpecer su correcto funcionamiento, como es la cuestión del potencial grado de corruptibilidad tanto de los funcionarios públicos encargados de reglamentar el régimen y asignar las cuotas como de
los inspectores de pesca que deben controlar su correcto seguimiento. Al respecto,
Jorge Luis Cajal, planteaba, en el Seminario de Emergencia Pesquera8:
Las falencias existentes en el manejo y administración de los recursos pesqueros
no son atribuibles ni a la inexistencia de una política pesquera nacional (que
para mal o para bien existe, pese a muchas opiniones en contrario, al respecto
ver la Ley Federal de Pesca y los distintos decretos), ni a los aspectos de la evaluación (INIDEP), sino a los defectos en la implementaron de los otros dos
elementos de gestión pesquera, esto es: la regulación de la actividad y el control
(Seminario Emergencia Pesquera, Pág.6).
La regulación y el control son puntos centrales a tener en cuenta porque las leyes
que no se respetan o hacen cumplir pasan a funcionar a favor de los infractores. Como también mencionaba Cajal: “El sistema de asignación de cuotas o cupos no resulta
viable si no se cuenta con efectivos controles a bordo y en puerto y con un parte semanal de pesca que alerte en tiempo cuando un buque está alcanzando el máximo del
cupo asignado” (Seminario Emergencia Pesquera, Pág.14)
La Australian Fisheries Managment Authority (AFMA) menciona los requisitos
básicos para la implementación de un régimen de CITs. Entre éstos se cuenta el amplio apoyo y la correcta inclusión y consideración de todos los sectores involucrados
en una determinada pesquería y de los sectores, de otras pesquerías, que pueden sufrir,
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ocasionalmente, consecuencias por las reglamentaciones en la pesca de especies determinadas. (Comunidad Pesquera, Nº 10 Dic/2003). En el caso de nuestro país, podemos ver como las medidas importadas y adoptadas unilateralmente se ven limitadas
en su aplicación al no gozar de una mediana aceptación. Otro punto importante, que
en el caso de Argentina muestra gran debilidad, es la disponibilidad de suficiente conocimiento para la correcta determinación de la Captura Máxima Permisible. Como
mencionaba Ernesto Godelman (Comunidad pesquera, nº 10 Dic/2003), las capturas
no declaradas distorsionarían el sistema de cuotas, así como los datos que se usan en
los modelos de cálculo que el INIDEP (Instituto Nacional de Investigación y desarrollo Pesquero) utiliza para estimar las capturas biológicamente admisibles.
El sistema tradicional de regulación pesquera local: la institución social del
control mutuo
Una de las instituciones sociales más importantes dentro de la comunidad de pescadores de Lanchas Amarillas ha sido el acuerdo y regulación sobre las cantidades de
recursos extraídos. Antiguamente, cada día las plantas procesadoras formulaban sus
pedidos a la Sociedad de Patrones Pescadores y el pedido era distribuido en partes
proporcionales entre las embarcaciones que se disponían a trabajar. Sin bien el precio
era convenido, muchas veces, dependiendo de la oferta y la demanda de pescado, se
realizaban subastas, donde los precios podían elevarse. Ya que esta situación era conveniente para todos los pescadores, solían acordarse las cantidades que debían extraerse diariamente para que la oferta quedara siempre por debajo de la demanda. Mateo
dice, “mientras tanto, los pescadores controlaban el precio dejando el pescado en el agua y evitando un
descenso del precio por sobreoferta. Para los pescadores esta relación fue tan exitosa que, salvo para
quienes supieron verlo a tiempo, se transformó en una trampa, al menos económica.” (2004:24)
La actitud poco proclive, de muchos pescadores, a reconvertir sus embarcaciones,
haciéndolas mayores y más aptas para acompañar el crecimiento de la industria y la
opción por el atrincheramiento a partir de la reducción de la oferta, forman parte de
un esquema o estrategia global, que a su vez, podemos visualizar en otros comportamientos que van apareciendo en diferentes anécdotas. En las entrevistas se comentan
tanto la negación de muchos de los viejos pescadores a manejar el dinero, a invertir o
a pedir préstamos como el terror al endeudamiento. Luis Ignoto comentaba acerca de
su padre y de otros pescadores
Pero hay otra cosa, muy importante, que lo veo en muchos tanos…ellos, el dinero que ganaban no se re-invirtió en su embarcación…por ahí se volcó a comprar
un terreno, una casa…en cambio de volcar a su embarcación para modernizarla, de pronto para ir más lejos…y otra cosa, que yo lo veo mucho en mi papá,
era el temor enorme al endeudamiento…ellos vinieron con esa idea no… el temor al endeudamiento…porque nacieron de allá, de golpear la puerta…mi viejo
y muchos tanos…no querían que les vinieran a golpear la puerta y les dijeran
“vos me debes…” (Entrevista personal, 2009)
En esta, como en otras entrevistas, se visualiza el mantenimiento, por parte de los
pescadores, de un cierto ideal de autonomía respecto a otros terceros que pudieran
involucrarse dentro de sus economías familiares. Esto parece responder a las expe56
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riencias de relación, no siempre buenas, con los intermediarios que vendían su producción y con los prestamistas ocasionales que abuelos o padres tuvieron tanto en
Italia como en Argentina. La idea de autonomía pareciera constituir una estrategia o
esquema tendiente, en parte, a limitar al mínimo necesario la intervención de personas
para la solución de las cuestiones logísticas en relación a la localización de un producto
altamente perecedero. Las relaciones problemáticas con intermediarios que comercializan la producción de los pescadores de pequeña escala parecerían características de la
pesca artesanal. Así lo afirma la Dr. Sonia Fernández Amorín, del Instituto de Investigaciones Pesqueras “Prof. Dr. Víctor H. Bertullo” de Uruguay,
El aislamiento en que vive el pescador y la falta de medios de transporte y contactos comerciales conduce inevitablemente a la dependencia de un intermediario
o acopiador, que en definitiva es quien fija los precios en el mercado. Éste diariamente llega a la comunidad pesquera en busca de las capturas, algunas de
ellas, las de mayor valor comercial Se hacen necesarios mecanismos reguladores
que obliguen al intermediario a mejorar los precios pagados al pescador por sus
capturas (Fernández Amorín, 2003:15)
En relación con esta cuestión de la negación al endeudamiento y el mantenimiento
de un ideal de autonomía e independencia podemos citar las palabras de Ghys referentes a la conducta de los pescadores de Lanchas hacia la Comisión Pro Socorro conformada luego del temporal del año 1924,
Para mostrar hasta donde estos pescadores italianos se aferraban a sus pertenencias y a sus afectos, y no deseando abusar de un seguro ofrecimiento, se apersonaron varias semanas después ante los miembros de la Comisión Pro Socorro a los
pescadores... que proyectaba construir nuevas lanchas de manera gratuita y restituirlas por aquellas hundidas. Estos pescadores solicitaron tan solo se les reparen sus embarcaciones averiadas, y que deseaban continuar con los mismos motores, por ser de fácil manejo y bien conocidos por ellos (Ghys , Diario “La Capital” 05/04/09)
La escasa predisposición para el manejo de dinero y la puesta en práctica de una
economía aún basada en patrones de reciprocidad, pueden observarse en el siguiente
comentario del pescador Luciano Albano, respecto al pescador y redero Salvatore
“Scapigghiun” Izzo: “siempre se hacía un lugar para arreglarte la red, no eran de cobrarte nada, lo que menos se hablaba era de dinero…el dinero no existía.”(Pennisi,
2008). Y el hijo de Salvatore Izzo, Alfonso Izzo, decía, también, respecto a su padre
Lo que más me dejo, es que…que no le de tanta importancia al dinero, tratar
de darle importancia a la amistad…el no conocía el dinero, se murió y no lo conoció, tenía así para el colectivo, para alguna cosa, a veces me preguntaba a mi
cuanto tenía en el bolsillo porque no sabía tampoco…yo pienso que era más italiano que argentino, el documento dice que es argentino, pero era italiano…sorrentino, de pura cepa. (Pennisi, 2008)
Aquí podemos ver como muchos viejos pescadores seguían manteniendo prácticas
y formas de pensar propias de una cultura determinada formada en un contexto diferente. Quizás se podrían explicar estos hechos desde el punto de vista del mantenimiento de ciertas tendencias conductuales y hábitos culturales forjados en ámbitos
rurales pre-capitalistas del sur de Italia a fines de siglo XIX y principios de siglo XX.
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Estas tendencias conductuales estaban más relacionadas con las características de una
pesca artesanal, donde predominaban ciertos rasgos de una economía moral, como los
principios de seguridad-primero (safety-first) y aversión al riesgo (Scott 1976, 3-5),
relaciones jerárquicas morales, comunidad y ética de subsistencia (Popkin, 1979, 1980).
El miedo al endeudamiento y la reticencia a la inversión, como hemos visto, han
tenido consecuencias en la escasa tendencia a la reconversión de las embarcaciones.
Estas conductas podrían explicarse a partir de los principios de seguridad-primero y
aversión al riesgo.
Mateo, también coincide respecto a la escasa inversión en las embarcaciones de la
flota de Lanchas,
En los 40 el Banco Hipotecario Nacional otorgó una línea de créditos a los pescadores que permitió aliviar la transferencia de fondos de la pesca a la construcción de viviendas. “La mayoría de los que vivían acá sacaron crédito, todos los
pescadores, el criollo no −los extranjeros sí−, para construir a través del banco.”
Con lo cual fue posible liberar una parte del ingreso para adquirir y modificar la
flota. No obstante la norma ha sido en ésta como en las comunidades pesqueras
en general la escasa inversión o reinversión de los armadores en las unidades
productivas, las que se reducían a las reparaciones fortuitas −una brecha de
agua, una red en la hélice, avería en el motor− y en temporada baja extraer a la
embarcación para quitarle la vegetación adherida que la hace más lenta y por lo
tanto fuerza el motor. También se aprovecha el halado a seco para proceder a la
pintura y retocar el calafateo. (Mateo, 2004: 6)
La inversión en viviendas, como lo demuestran muchas de las entrevistas realizadas, era motivada por la insistencia de las mujeres, esposas de los pescadores, encargadas de la administración doméstica. Pero la inversión en embarcaciones fue un campo
que se hallaba fuera del monitoreo de las mujeres debido a la fuerte división sexual del
trabajo dentro de esta comunidad.
Las relaciones entre los pescadores y los consignatarios o intermediarios, la cooperativa o ciertos industriales, podrían también observarse desde el punto de vista de las
relaciones jerárquicas morales, en el sentido de las interacciones socio-económicas
asimétricas de tipo patrón-cliente. Sobre todo teniendo en cuenta que este tipo de
interacciones asimétricas, que dentro de la economía moral ofrecen cierta protección y
seguridad al cliente, con la expansión de la economía de mercado, se transforman en
relaciones de explotación. Esto podría explicar las relaciones entre los pescadores y los
consignatarios, que, manteniéndose todavía en el ámbito de las relaciones familiares, al
continuarse en un entorno distinto, hallándose la economía argentina en rápida expansión, sobre todo en Buenos Aires, fueron marcadas por una fuerte tendencia a la explotación de los pescadores por sus mismos parientes que vivían en la gran ciudad.
Los consignatarios-parientes de Buenos Aires, también solían actuar de prestamistas.
Cuando sus parientes arribaban desde Italia al puerto de la ciudad, les daban un monto
de dinero para que pudieran viajar a Mar del Plata, establecerse y comprar las embarcaciones. Con esta práctica les generaban la obligación de tener que devolverles ese
dinero, cuyo cobro excedía con creces el costo de la deuda, y se afirmaba de igual
manera la relación patrón-cliente.
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La crisis pesquera de la flota de lanchas amarillas del puerto de Mar del Plata
L. N. ALONSO
Los enfrentamientos, entre pescadores de Lanchas Amarillas, cuando alguien busca
aventajar al resto - por ejemplo, al engañar a los demás para que no se dirijan a la zona
donde se halla un cardumen - pueden explicarse desde los principios de comunidad y
ética de la subsistencia. Sobre todo si tenemos en cuenta que estos principios suelen
darse en comunidades cuyos recursos son de explotación comunal. Por lo general,
cuando alguna embarcación busca aventajar a las otras, a través de distintas estrategias,
las demás se alían en su contra y le exigen explicaciones o algún tipo de compensación
por su conducta. Podemos ver estos comportamientos como mecanismos sociales que
tratan de equilibrar o redistribuir los beneficios o excedentes que algunas personas
pueden obtener de la captura de recursos que en realidad son compartidos. Se puede
observar que estos mecanismos también buscan disminuir el riesgo económico y la
incertidumbre relacionadas a las características de los recursos.
El pescador Horacio Caciutti, en una entrevista personal, relató un episodio que
tuvo lugar cuando una embarcación bajó más pescado que el establecido - como vimos antes, para todos por igual - por la Sociedad de Patrones Pescadores. En este
momento se le exigió algún tipo de compensación, que al final no se cumplió, porque
salió a la luz que también otras embarcaciones habían bajado pescado de más. La estrategia de reducir la oferta de pescado era tácitamente compartida por toda la comunidad pesquera, debido, sobre todo, al carácter comunal de los recursos. Esto genera
la necesidad de un acuerdo ampliamente aceptado por todos los pescadores, que regule y acuerde las cantidades de recursos que se extraen.
Podemos observar cómo distintos principios de economía moral en realidad se entrelazan y actúan coordinadamente. La aversión al riesgo y seguridad-primero, visibles
en la tendencia al mantenimiento de la producción en cierto nivel y la resistencia a la
innovación, actúan en coordinación con el principio de comunidad, que exige la compensación o redistribución de posibles excedentes.
La pesca, por sus mismas características, es una actividad donde la manipulación de
la información, a través del ocultamiento, la transformación o la omisión adquiere
importancia fundamental como estrategia adaptativa. (Acheson 1981, Galván 1988,
Mateo 2004). Mateo explicaba, refiriéndose a la pesca de Lanchas Amarillas,
Como sabemos, la pesca marítima hace imposible la apropiación del espacio de
producción o captura, por lo cual el “factor tierra”, si bien no tiene formas jurídicas (salvo entre Estados) sí genera medios de apropiación subjetiva. En este
sentido, la pesca concertada o “a tarifa” es la forma local del control subjetivo
del espacio marino junto a otras más tradicionales entre los pescadores como el
secreto, la mentira, las camarillas, etc. (Mateo, 2004: 4)
Como vemos, esto confirma las observaciones anteriores sobre una concertación o
acuerdo- en este caso particular a través de la pesca “a tarifa” que divide entre las unidades productivas la cantidad de pescado que se puede capturar- y también la importancia del secreto, la mentira y las alianzas a la hora de asegurar el recurso.
Los aportes de una visión institucionalista: la complejidad cultural de los comportamientos humanos
La teoría institucionalista y neoinstitucionalista en economía ha centrado sus esfuerzos en resaltar la incidencia de los hábitos culturales de conducta de los grupos
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humanos en la esfera económica, tratando de comprender el papel de las instituciones
sociales en la conformación de los comportamientos, cuestionando, de esta manera,
las supuestas leyes universales postuladas por la economía clásica y neoclásica.
La crisis pesquera de Lanchas Amarillas, puede abordarse desde una mirada institucionalista que focalice en los problemas relacionados a la información incompleta al
realizar una regulación oficial estatal de actividades locales, en las dificultades de la
imposición y enseñanza de normas a actores habituados a guiarse por esquemas culturales propios y la necesidad de conocer las estrategias socio-culturales autóctonas,
sobre todo a la hora de controlar e imponer castigos.
El trabajo teórico de Elinor Ostrom (2011) referente a la regulación de recursos de
uso común (RUC), es esclarecedor respecto a los variados problemas que emergen al
realizar una intervención central externa a las comunidades en cuestión, sin que medien los conocimientos necesarios del ambiente físico y social específico:
En lugar de existir una solución única para un único problema, sostengo que
existen muchas soluciones que pueden enfrentar muchos problemas distintos. En
lugar de suponer que pueden diseñarse soluciones óptimas con facilidad e imponerse con bajos costos mediante la intervención de autoridades externas, argumento que “corregir las instituciones” es un proceso difícil que demanda mucho
tiempo y acarrea conflictos. Es un proceso que requiere información confiable sobre variables de lugar y de tiempo, así como un amplio repertorio de reglas culturalmente aceptables. (Ostrom, 2011:55).
Ostrom demuestra la importancia de conocer la estructura particular de cada institución concreta así como la estructura específica del ambiente físico afectado para
conformar nuevas instituciones y reformar las preexistentes. El presente trabajo se
centrara precisamente en la importancia acerca del conocimiento de las instituciones
locales por parte de las autoridades externas para el diseño de instituciones oficiales
acordes con las mismas, es decir, para la elaboración de normas que sean aceptables
culturalmente por las mismas personas que deben cumplirlas.
El concepto de institución refiere básicamente a las reglas de juego, establecidas
dentro de un grupo humano, que determinan las oportunidades y los límites permitidos para la acción de los agentes. La noción de costos de transacción (North, 1993)
también es importante ya que refiere a la relevancia de los acuerdos y la calidad de los
mismos y sobre todo a los costos que estos implican. De de manera que la búsqueda
y el fortalecimiento de acuerdos preexistentes basados en las reglas en uso (Ostrom,
2011) que conforman las instituciones y el capital social (Durston, 2002) nativo, tanto
como la reforma y la conformación de mejores acuerdos, debe ser una acción prioritaria por parte del Estado en su relación con las poblaciones locales. El desafío precisamente será comprender que acuerdos y reglas establecidas culturalmente pueden
facilitar la transacción y la cooperación y cuales implican acuerdos costosos y disfuncionales en los mismos grupos sociales, de manera que estos pueden articularse o incrustarse (Ostrom 2011:110) con las reglas del sistema legal formal de las instituciones
estatales oficiales.
Dentro de la teoría neoinstitucionalista, se ha dado gran importancia a la cuestión
de la evolución histórica de las instituciones sociales y a la relevancia que tiene para las
mismas los cambios drásticos en el entorno. Los desfasajes entre las instituciones y la
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realidad social son inevitables y necesarios, pero el problema se presenta cuando las
instituciones sociales se convierten en un modelo erróneo de comportamiento debido
a la gran distancia que media entre la realidad y los esquemas que guían al mismo
(North, 1993). En relación con esto puede pensarse la responsabilidad del Estado
como institución mayor encargada de mediar, regular y controlar el impacto de los
cambios en las circunstancias económicas, políticas y medioambientales en las circunstancias locales de los grupos humanos. En este trabajo, se considera que las instituciones locales muchas veces necesitan ser modificadas porque han ocurrido cambios
drásticos en el entorno que no han podido ser asimilados y enfrentados a tiempo por
los grupos sociales autóctonos. Pero, como menciona Ostrom (2001), este es un proceso delicado y que requiere de la colaboración y el involucramiento de las mismas
personas afectadas.
En relación con esto los desarrollos dentro de la economía moral (Thompson
1971, 1991) pueden ayudarnos a comprender mejor la importancia de las normas sociales dentro de los grupos locales. En antropología social la economía moral ha remarcado la íntima relación existente entre las conductas tendientes al abastecimiento
material y las normas o costumbres culturales que guían permanentemente el comportamiento general dentro de una comunidad. Karl Polanyi (2007) plantea la dicotomía
entre una economía de mercado autónoma, postulada y defendida por el liberalismo y
lo que denomina una economía imbricada (embedded economy), es decir, superpuesta
o, mejor dicho, inherentemente enlazada con la sociedad. Decir que el ser humano se
comporta de una forma racional y consiguientemente predecible ante estímulos
económicos, como puede ser la búsqueda de máximos beneficios, significa anular la
consideración de otras motivaciones, sociales o culturales, que suelen influir la decisión de las personas. J. C. Scott (1976) ha desarrollado considerablemente el concepto
de economía moral, relacionándolo con la idea de la economía imbricada de Karl Polanyi y postulando ciertos principios generales.
Comentarios finales
El presente trabajo puede situarse a mitad de camino entre dos posturas, una que
exige la no intervención en un mundo supuestamente natural de realidades prístinas y
otra que demanda la supresión de realidades culturales consideradas meras supervivencias de tiempos remotos. Las políticas de impronta economicista, que recortan y
desechan realidades sociales y culturales profundas, persiguen una eficiencia empresarial ingenua ya que esperan que las poblaciones locales se comporten por fuera de sus
parámetros socio-culturales. Además ignoran, como menciona Ostrom (2011) el importante conocimiento de las poblaciones locales con respecto al entorno ambiental y
el valioso capital social (Durston, 2002) y tecnológico que estas han desarrollado en
relación con el mismo. Pero esto no quiere decir que las políticas sociales tengan que
acomodarse a una realidad cultural intocable. Debemos tomar conciencia que los sistemas socio-culturales al ser abiertos, no son realidades perpetuas, lo que implica la
posibilidad y necesidad de modificación y re-acomodación dinámica de las instituciones sociales a los cambios en el entorno físico y social. Por otro lado, que el Estado se
acomode o adapte a las demandas de un grupo de personas no escapa a la lógica de
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una política meramente asistencialista. La función de la intervención pública estatal
debe ir mucho más allá de la satisfacción de demandas, acompañando de una manera
fraternal y no paternalista, un proceso de cambio necesario. De esta manera, se realizará una re-forma co-producida y no la imposición de un modelo de desarrollo o progreso o una mera acomodación asistencialista a las demandas de los sujetos.
Notas
1El
Factor Tierra refiere a las mayores posibilidades de delimitar los espacios de explotación terrestres, como puede ser el caso de los cercos que separan una explotación
agrícola de otra. Estas posibilidades son más limitadas en los entornos marítimos.
2La zona económica exclusiva argentina se extiende, más allá del límite exterior del
mar territorial, hasta una distancia de 200 millas marinas a partir de las líneas de base,
es decir, 176 millas marinas contadas desde el límite de la zona contigua. La Argentina
ejerce en esta zona todos sus poderes fiscales y jurisdiccionales, preventivos y represivos, en materia impositiva, aduanera, sanitaria, cambiaria e inmigratoria.
3En el año 1998 se crea, por medio de la sanción de la Ley 24.922, el Régimen Federal
de Pesca, de cuya aplicación se encargaría el Consejo Federal Pesquero. Esta ley establece el paso del Sistema de explotación Olímpico a un Sistema de Administración y
Control de Cuotas Individuales transferibles de Captura (SAC-CITC) por especie,
buque, zona de pesca y tipo de flota. Las cuotas de captura no se implementaron
inmediatamente, llevándose a cabo un régimen intermedio, establecido en la Resolución nº 2 (14/3/01) del Consejo Federal Pesquero, similar al de las cuotas, pero basado en Autorizaciones de Captura. No obstante, en el año 1999, en el marco de la Ley
de Emergencia Pesquera, se asignó, en forma provisoria, una cuota de captura global
de 50.000 toneladas de merluza común a la flota fresquera. En Noviembre de 2009 se
deroga la Resolución nº 2, aprobándose, ahora sí, el Régimen General de Cuotas Individuales Transferibles de captura (CITC).
4El sistema de explotación olímpico permitía que cualquier embarcación pescara las
cantidades que quisiera hasta llegar a la Captura Máxima Permisible (CMP).
5Las Autorizaciones de Captura se establecen sobre la base de una Captura Máxima
Permisible (CMP), expresada en toneladas, para determinada especie. Es decir, del
total de la captura máxima permisible para una especie, se asigna una autorización, a
las embarcaciones, para pescar un volumen determinado. Anteriormente, los permisos
de pesca habilitaban automáticamente el ejercicio de la pesca olímpica, actualmente,
los permisos son simples habilitaciones, otorgadas a los buques, para acceder al caladero, siendo estrictamente necesario, para efectuar la pesca, contar con una autorización de captura o una cuota de captura. De todas maneras sólo podrán ser titulares de
una Cuota Individual Transferible de Captura (CITC) los titulares de permisos de
pesca debidamente inscriptos en el Registro de la Pesca. La concesión de una CITC
habilita a su titular para capturar un porcentaje determinado de la CMP según lo establecido en este régimen general y en el régimen de cada especie. El plazo de vigencia
de la concesión de una CITC es de 15 años. Es importante considerar que una cuota
de captura puede transferirse, total o parcialmente, transitoria o definitivamente de
una empresa a otra o de embarcación a embarcación.
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6En
este caso se ha mantenido el nombre y apellido real por tratarse de una persona
con exposición pública.
7El sistema de pesca Olímpico era funcional antes del ingreso masivo de las corporaciones transnacionales pesqueras.
8Seminario organizado por la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN). En
la siguiente dirección se puede obtener el documento completo del seminario:
http://farn.org.ar/wp-content/uploads/2014/06/emergencia.pdf
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Recibido: 7 de noviembre de 2014.
Aceptado: 10 de marzo de 2015.
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