toca civil 247/2015 magistrado relator

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TOCA CIVIL 247/2015
MAGISTRADO RELATOR:
ALEJANDRO HUERECA SANTOS
SECRETARIA DE ESTUDIO Y CUENTA:
CLAUDIA GABRIELA RUIZ VALDÉS
Saltillo, Coahuila, a ocho de octubre de dos mil quince.
V I S T O para resolver los autos del Toca Civil 247/2015, relativo
al recurso de apelación interpuesto por **********, en contra de la
sentencia definitiva de fecha diecinueve de junio de dos mil
quince, pronunciada por el Juez Segundo Interino de Primera
Instancia en Materia Civil del distrito judicial de Monclova, con
residencia en aquella ciudad, dentro de los autos del juicio
ordinario civil sobre interdicto de retener la posesión, expediente
**********, promovido por la recurrente en contra de **********,
**********, ********** e **********; y,
R E S U L T A N D O:
PRIMERO. La sentencia recurrida en apelación concluyó con los
siguientes puntos resolutivos:
PRIMERO. Este juzgado es competente para conocer y
resolver el presente juicio.
SEGUNDO. La vía Ordinaria Civil propuesta y tramitada es la
procedente.
TERCERO.- La parte actora no justificó los hechos
constitutivos de sus pretensiones por lo que la consecuencia
se absuelve a ********** de las pretensiones que les fueron
reclamadas por la parte actora en su escrito inicial de
demanda.
CUARTO. Se condena a ********** al pago de las costas
causadas en ésta instancia.
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QUINTO. Se absuelve a dos demandados ********** del pago
de los daños y perjuicios que les reclama la parte actora en
los términos de lo expuesto en el considerando quinto.
Notifíquese Personalmente…
SEGUNDO. Inconforme **********, interpuso recurso de apelación
que le fue admitido en el efecto devolutivo por el juez de primer
grado mediante auto de fecha dieciséis de julio de dos mil quince.
Una vez recibidos los autos en esta sala, se radicó el toca
correspondiente y se citó a las partes para oír sentencia definitiva,
misma que hoy se pronuncia con base en las siguientes
consideraciones.
C O N S I D E R A N D O:
PRIMERO. Conforme a lo dispuesto por el artículo 865 del Código
Procesal Civil vigente en el estado, al resolver el recurso de
apelación el tribunal de alzada podrá revocar o modificar el auto o
la sentencia recurridos, si estima fundados los agravios del
apelante; o bien, confirmar la resolución apelada si considera
infundados dichos agravios.
SEGUNDO. Esta sala sintetiza el único motivo de disenso que
conforma la litis en esta segunda instancia, de la siguiente
manera:
a. El juzgador pasa por alto lo dispuesto por el artículo 687,
párrafo III, del Código Procesal Civil, ya que se limita a dictar una
sentencia que carece de fundamento legal, dejando al apelante
en completo estado de indefensión
Así lo estima la recurrente ya que al no hacer o hacerse
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allegar de las pruebas a las que tiene facultades de requerir, no
puede llegar a la real verdad y, por consiguiente, no es posible
valuar lo actuado, sino que se concreta a dictar una sentencia en
la cual no son valoradas ninguna de las pruebas ofrecidas y
desahogadas por las partes.
b. De acuerdo a la resolución dictada por el juez de la causa,
no existe identidad del inmueble pues para él no queda claro cuál
es el inmueble que se pretende proteger con la acción interdictal,
ya que considera que existe un solar común para las partes sin
que exista una delimitación entre la casa de la demandada y la
ahora apelante.
Considera la recurrente que de los mismos autos se
desprende que al desahogar las pruebas, la parte demandada
********** aceptó haber entregado el inmueble a su hijo y
posteriormente haber incurrido en acciones determinantes
encaminadas a desposeerla del inmueble.
Señala que su contraparte hizo manifestaciones claras de
cuál es el inmueble que ella misma entregó, aceptando que el
inmueble es una parte de un terreno completo y que conoce
perfectamente, que ella se los dejó a sus nietas, por lo que al no
darle valor el juzgador a dichas probanzas violenta sus garantías
individuales.
Añade que desde el escrito inicial de demanda existe la
identificación del inmueble así como la identidad del mismo, ya
que al contestar la demanda así como en los demás escritos los
demandados manifestaron expresamente el conocimiento del
inmueble.
c. Respecto de las testimoniales, los testigos manifiestan
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saber y conocer el inmueble que habita la ahora apelante; por
tanto, está identificado el mismo inmueble materia de este juicio y
no como equivocadamente lo menciona y afirma el juzgador, al
mencionar que existe un solar común para las partes, sin existir
una delimitación entre la casa de la inconforme y la casa de la
demandada **********.
d. La acción interdictal propuesta está basada en la
presunción que toda posesión es legítima, por lo que se presume
que si una persona tiene un bien en su poder es por un motivo
legítimo; por ello, si alguien trata de irrumpir en esa posesión por
la fuerza, el poseedor puede acudir al juez sin tener que
demostrar la legitimidad de su situación, bastándole con
demostrar que la posesión efectivamente era suya.
TERCERO. A juicio de esta Sala se considera innecesario
estudiar los motivos de inconformidad expresados por el apelante
pues tanto el juzgado de primera instancia que conoció del juicio
cuya sentencia ahora nos ocupa como este tribunal de alzada
carecen de competencia para resolver sobre la cuestión sometida
a su conocimiento, dado que aquélla se surte a favor de un
Tribunal Unitario Agrario.
Esto así se concluye al fundarse la acción interdictal de
retener la posesión en un inmueble que pertenece al régimen
ejidal y, por tanto, no se tiene el dominio pleno sobre él, por lo
que la materia civil es improcedente por ser la materia agraria la
idónea, para dirimir cualquier controversia que pese sobre el
mismo.
De lo actuado por las partes en el juicio de origen quienes
esto resuelven estiman necesario pronunciarse respecto al
presupuesto procesal consistente en la competencia por materia
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pues, como se anticipó, el proceso de origen se tramitó ante un
juez civil aplicando las normas inherentes al juicio ordinario civil.
Empero, el inmueble que la actora reclama en el interdicto de
retener la posesión se encuentra ubicado dentro de un ejido, por
lo que advierte esta sala que el juicio civil intentado es
improcedente.
En primer término este órgano ad quem estima conveniente
transcribir las partes que interesan del escrito de demanda:
PRESTACIONES
a).- Se ordene a todos y cada uno de los demandados, a fin
de que en forma inmediata, pongan fin a los actos
perturbadores de la posesión que disfruto en forma pacífica,
continua, públicamente y en concepto de dueña respecto del
bien inmueble ubicado en la calle **********: Inmueble que
cuenta con una superficie de ********** **********; por lo cual
respecto de dicho inmueble, solicito se me mantenga en la
posesión que ejerzo de pleno derecho sobre el mismo.
HECHOS
1.- La suscrita promovente, aproximadamente a partir del día
06 de septiembre de 1997, adquirí la propiedad, de parte de
la C. ********** de un inmueble ubicado en la calle **********;
por lo cual respecto de dicho bien inmueble solicito se me
mantenga en la posesión que ejerzo de pleno derecho en
forma pacífica, pública, continua y sin violencia y además en
concepto de propietario, lo anterior, toda vez que en dicha
fecha la suscrita adquirí la propiedad y posesión de parte de
la misma y a la fecha, por lo cual mi persona siempre he sido
poseedora en concepto de dueña, inicialmente en compañía
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de mi esposo el **********, con quien construimos la casa
habitación que se encuentra en el terreno señalado y materia
de este interdicto, posteriormente falleciendo y quedándome
únicamente la suscrita y nuestros menores hijas con el
inmueble en cuestión, anexándose las correspondientes
actas de matrimonio, defunción y de nacimiento.
2.- Es el caso que el día 24 de Octubre de 2014, siendo
aproximadamente las 15:00 horas, los ahora demandados
**********, acompañado de diversas personas que decían ser
sus trabajadores, se constituyeron físicamente en el inmueble
objeto de mi propiedad y posesión y con lujo de violencia
sobre las cosas, y obedeciendo órdenes de los mismos,
ahora demandados señor **********, los trabajadores llevados
por ellos mismos de los cuales desconozco sus nombres y
así como los propios demandados empezaron a causar
daños en mi propiedad, como cortar el suministro de agua,
cortar el suministro de energía eléctrica, cerraron el acceso a
mi propiedad, empezaron a llevar material de construcción,
manifestando que cerrarían los accesos, argumentando que
los ahora demandados en conjunto eran los dueños de dicho
terreno, sin demostrarlo nunca, y sin mostrar documento
alguno que así lo avalara, comenzando a escarbar, para
levantar una barda de blocks, sin mi consentimiento y dentro
de mi terreno, les pedí que suspendieran su trabajo, por lo
cual, inclusive recibí amenazas por parte de quienes ahora se
demanda, quienes decían que les valía madre y que eran de
armas tomar y que más valía que me saliera de ese terreno,
ya que según argumenta ser los legítimos propietarios de
dicho bien inmueble, pero a la fecha no me han notificado
algún procedimiento legal de alguna autoridad competente
donde se acredite su dicho, si en cambio por vías de hecho
me han perturbado la posesión que ejerzo en forma pacífica,
continua y pública, desde hace aproximadamente 17 años;
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además de los hechos de la presente demanda están
enterados los **********, mismos que estuvieron atentos a la
situación.
Hasta aquí la reseña de antecedentes y litis de primera
instancia.
Ahora bien, como premisa de las consideraciones que se
vierten más delante, es pertinente destacar en primer orden que el
hecho que la competencia quede determinada por el juez de
origen desde el auto admisorio de la demanda, no impide su
estudio de oficio en la sentencia que se pronuncie en el juicio y
aún en la apelación.
La argumentación precedente encuentra apoyo en el criterio,
que esta Sala comparte, sustentado por la Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, aplicable al caso
concreto,
consultable
http://sjf.scjn.gob.mx/,
en
la
apartado
página
de
Sistematización
de
internet
tesis
y
ejecutorias, Semanario Judicial de la Federación, México, registro
20005171, cuyos rubro y texto son:
COMPETENCIA POR RAZÓN DE LA MATERIA. EL JUEZ
DEL CONOCIMIENTO PUEDE EXAMINARLA DE OFICIO
EN EL PRIMER PROVEÍDO QUE EMITA RESPECTO DE
LA ADMISIÓN DE LA DEMANDA, O BIEN, DURANTE EL
PROCEDIMIENTO,
E
INCLUSO,
AL
DICTAR
LA
SENTENCIA CORRESPONDIENTE (LEGISLACIONES DE
LOS ESTADOS DE CHIHUAHUA Y CHIAPAS).
De la interpretación de los artículos 40 y 150 a 152 del
Código de Procedimientos Civiles del Estado de Chihuahua,
así como de los numerales 151, 153 y 165 del Código de
1
Décima Época. Primera Sala. Jurisprudencia por contradicción. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta.
Libro VII, abril de 2012. Materia(s): Civil. Página: 334
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Procedimientos Civiles del Estado de Chiapas, se advierte
que la competencia por razón de la materia es improrrogable
y, por consiguiente, no puede inferirse sumisión tácita o
expresa por las partes; de ahí que es válido que su análisis
se verifique de oficio por los órganos jurisdiccionales
respectivos, ya sea en el primer proveído que pronuncien
sobre la admisión de la demanda, o bien, durante el
procedimiento,
e
incluso,
al
dictar
la
sentencia
correspondiente, en virtud de constituir un presupuesto
procesal para dictar una resolución válida.
Ahora bien, la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos ha establecido en favor de los particulares la garantía
de acceso a la jurisdicción en su artículo 17 que dispone, en lo
conducente, que:
[…] Toda persona tiene derecho a que se le administre
justicia por tribunales que estarán expeditos para impartirla
en los plazos y términos que fijen las leyes, emitiendo sus
resoluciones de manera pronta, completa e imparcial. Su
servicio será gratuito, quedando, en consecuencia, prohibidas
las costas judiciales. […]
Sin embargo, aun cuando todos los órganos dotados de
jurisdicción están expeditos para administrar justicia, cada uno de
ellos tiene atribuidas, de manera precisa, una serie de facultades
que le permiten avocarse tan sólo a determinado tipo de negocios,
circunstancia que procesalmente lo convierte en el órgano
jurisdiccional competente en un caso concreto.
De esta forma, surge la denominada competencia objetiva,
entendida como el límite y medida de la jurisdicción.
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Por su parte, disponen los artículos 27 y 29 del Código
Procesal Civil que toda demanda debe formularse ante órgano
judicial competente y que, salvo la establecida por razón de
territorio, la competencia no puede prorrogarse, siendo nulo lo
actuado
ante
juzgado
o
tribunal
que
fuere
declarado
incompetente.
De igual manera, el artículo 21 del ordenamiento adjetivo en
cita previene que por competencia o capacidad objetiva del
juzgado o tribunal debe entenderse el límite de juzgamiento o
idoneidad que a cada uno le corresponde para el conocimiento,
resolución o ejecución de un determinado número de asuntos de
acuerdo con la ley.
Pero también los tratadistas refieren que al hablar de
competencia es indispensable anteponer el concepto de la
jurisdicción concebida ésta como el poder genérico de administrar
justicia dentro de los poderes y atribuciones de la soberanía del
Estado.
En este sentido, la competencia entonces es precisamente el
modo o manera cómo se ejerce esa jurisdicción considerando
diversos criterios (artículo 26 del ordenamiento en cita) como lo
son la materia, la cuantía, el grado, el turno, el territorio, etcétera,
imponiéndose por tanto una competencia por necesidades de
orden práctico.
La jurisdicción es el género, mientras que la competencia
viene a ser la especie: todos los jueces tienen jurisdicción, pues
tienen el poder de administrar justicia, pero cada juez tiene
competencia para determinados asuntos.
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Se considera, entonces, la competencia tanto como facultad
del juez para conocer en un asunto dado como también el
conflicto que puede existir por razón de competencia, como es el
caso de conflicto o cuestiones que pueden darse al respecto.
La competencia jurisdiccional nace o se genera de las
disposiciones jurídicas orgánicas de los tribunales o de las
reguladoras de los distintos procedimientos que han de
sustanciarse ante éstos, y se surte de acuerdo con las
circunstancias de materia, lugar, grado o cuantía que rodeen al
litigio planteado.
En tanto que, la competencia por materia es un factor que
se determina por la naturaleza de la pretensión procesal y por las
disposiciones legales que la regulan. Esto es, se toma en cuenta
la naturaleza del derecho subjetivo hecho valer con la demanda y
que constituyen la pretensión y norma aplicable al caso concreto.
Este tipo de competencia tiene la peculiaridad de no ser
prorrogable, esto es que el conocimiento del asunto del órgano
jurisdiccional no está supeditado a la voluntad de las partes.
Nuestra Carta Magna establece en el artículo 16 la
competencia constitucional al anteceder al acto de molestia un
mandamiento escrito de autoridad competente, lo que conlleva a
estimar que se trata de un presupuesto sin el cual no puede existir
el proceso y que no se encuentra sujeto a prórroga ni a
preclusión.
Esto es así en cuanto supone que una autoridad será
competente para analizar o llevar a cabo un acto si la realización
de éste encaja en sus atribuciones y que carecerá de tal
competencia si al actuar rebasa los límites de las indicadas
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facultades, por lo que se trata de un presupuesto sin el cual no
puede existir el proceso.
Por otra parte, la competencia a que se refiere el artículo 14
del mismo ordenamiento fundamental, a la que en ocasiones
también se denomina jurisdiccional, atiende a cuestiones propias
del debido proceso y es, por tanto, prorrogable, a diferencia a la
establecida en el artículo 16, permitiendo a la parte en juicio que
lo estime conducente hacer valer cuestiones de competencia en el
momento procesal oportuno, lo que se traduce en que en todo
juicio
deberán
cumplirse
las
formalidades
esenciales
del
procedimiento, de conformidad con la legislación establecida y
aplicable al respecto.
Al caso resulta aplicable la tesis aislada que esta sala hace
suya y que ha sostenido el Tercer Tribunal Colegiado del Décimo
Sexto
Circuito,
visible
http://sjf.scjn.gob.mx/,
en
apartado
la
página
Sistematización
de
internet
de
tesis
y
ejecutorias, Semanario Judicial de la Federación, México, registro
1897712, cuyos rubro y texto son del tenor literal siguiente:
COMPETENCIA CONSTITUCIONAL Y JURISDICCIONAL,
CONNOTACIÓN Y TRASCENDENCIA DE LA, CUANDO LA
CONTROVERSIA COMPRENDE UNIDADES DE DOTACIÓN
SUJETAS
ÓRGANOS
AL
RÉGIMEN
JUDICIALES
EJIDAL,
DEL
VENTILADA
ORDEN
COMÚN.
POR
La
competencia constitucional estatuida en el artículo 16 de la
Ley Suprema, se configura con el conjunto de facultades que
ésta otorga a determinado órgano del Estado, de modo que
una autoridad será competente para analizar un acto si la
realización de éste encaja en sus atribuciones, y carecerá de
tal competencia si al actuar rebasa los límites de las
2
Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, XIII, Mayo de
2001, Materia(s): Administrativa, Tesis: XVI.3o.1 A, Página: 1103
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indicadas facultades; de ahí que sea improrrogable sin estar
sujeta
a
preclusión.
Por
su
parte,
la
competencia
jurisdiccional prevista en el segundo párrafo del artículo 14 de
la Carta Magna, atiende a cuestiones propias del debido
proceso, y es por tanto prorrogable, a diferencia de la
constitucional, permitiendo a la parte en juicio que lo estime
conducente, hacer valer cuestiones de competencia en el
momento procesal oportuno, ya al promover la demanda, ya
al contestarla, o bien, mediante la vía incidental. De tal
manera, si la controversia comprende unidades de dotación
sujetas al régimen ejidal, y su conocimiento correspondió a
autoridades judiciales del orden común, es inconcuso que,
dada la naturaleza jurídica de los derechos intrínsecos de
dicha unidad de dotación, es a los tribunales agrarios
establecidos para dirimir las controversias suscitadas dentro
del régimen jurídico de propiedad ejidal y comunal, a quienes
en realidad corresponde dilucidarla, conforme a la Ley
Federal de Reforma Agraria o, en su caso, a la Ley Agraria.
Esta circunstancia, por sí misma, deja evidente la falta de
competencia por parte de aquellas autoridades. Entonces no
es óbice el hecho de no haber sido opuesta excepción de
incompetencia alguna, ya que, en tratándose de competencia
por razón de la materia, que por la propia naturaleza de las
cuestiones jurídicas que la constituyen es improrrogable, no
puede inferirse sumisión tácita o expresa al juzgador, ni
tampoco está sujeta a preclusión; de lo contrario implicaría
tener como legal lo actuado por una autoridad que, por ley, ya
era incompetente.
Ahora bien, aun y cuando todos los órganos dotados de
jurisdicción están expeditos para administrar justicia, ello no
puede sobrepasar las reglas que para cada materia establece la
legislación ya que sólo se le permite avocarse a determinado tipo
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de negocios, circunstancia que procesalmente convierte a cada
órgano jurisdiccional en el competente para cada caso concreto.
Esto también se puede explicar así.
La función jurisdiccional es una potestad atribuida a
determinados órganos para dirimir cuestiones litigiosas entre
diversos gobernados pero, al mismo tiempo, es un deber
impuesto a esos órganos, debido a lo cual, éstos no tienen la
posibilidad de negarse a ejercerla.
En este orden de ideas, la autoridad jurisdiccional como tal,
no puede hacer más de lo que las leyes expresamente le
confieren y, en ese sentido, deben hacer uso de los mecanismos
jurídicos establecidos por el legislador para el ejercicio de su
función.
Vale agregar que además de los órganos jurisdiccionales
tienen el deber de ajustarse a los mecanismos jurídicos
establecidos por el legislador para el ejercicio de la función
jurisdiccional, también los gobernados deben acatar esos
mecanismos al momento de pretender ejercer su derecho a la
jurisdicción.
Esto es, cuando los gobernados quieren hacer uso del
derecho de acceso a la justicia deben someterse necesariamente
a las formas que el legislador previó, siempre y cuando éstas
tengan sustento constitucional.
Por tanto, la existencia de determinadas formas y de plazos
concretos para acceder a la justicia no tiene su origen en una
intención caprichosa del legislador. Por el contrario, responde a la
intención de aquél de facultar a éste para que pueda establecer
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mecanismos que garanticen el respeto a las garantías de
seguridad jurídica y dentro de éstas, la de legalidad en los
procedimientos.
Esas garantías de seguridad jurídica se manifiestan como la
posibilidad de que los gobernados tengan certeza de que su
situación jurídica no será modificada más que por procedimientos
regulares, establecidos previamente, es decir, bajo los términos y
plazos que determinen las leyes, como lo establece el precitado
artículo 17 constitucional.
Entonces, esas condiciones que se establecen previniendo
los posibles conflictos que puedan darse, son mecanismos que
sirven para preservar la seguridad jurídica de los implicados en la
tutela jurisdiccional.
Así, el accionante sabrá exactamente cuándo y ante quién
debe ejercer su derecho, los requisitos que debe reunir para
hacerlo, los plazos para ofrecer y desahogar sus pruebas,
etcétera.
De la misma manera, la parte demandada sabrá cuándo y
cómo contestar la demanda, ofrecer y desahogar sus pruebas,
etcétera, ya que esas condiciones pueden variar dependiendo de
cada uno de los procedimientos establecidos por las leyes
procesales.
En este contexto, debe realizarse la prosecución de un juicio
en la forma que establece la ley porque el análisis de las acciones
sólo puede llevarse a efecto si el juicio, en la materia escogida por
el actor, es procedente, pues de no serlo, el juez estaría impedido
para resolver sobre las acciones planteadas.
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Por ello cabe decir que, con independencia de si fue o no
materia de agravio, el estudio de la procedencia del juicio es un
presupuesto procesal que, por lo mismo, es una cuestión de
orden público y debe estudiarse de oficio como antes se
determinó, ya que la ley expresamente ordena el procedimiento
en que deben tramitarse las controversias, sin permitir a los
particulares, en libre arbitrio, adoptar diversas formas de juicio.
Entonces, atendiendo a lo dispuesto por el segundo párrafo
del artículo 61 del Código Procesal Civil de Coahuila, los
gobernados no pueden consentir, ni tácita ni expresamente, un
procedimiento que no es el establecido por el legislador para el
caso concreto, porque la materia correcta para buscar la solución
a un conflicto no es una cuestión que dependa de los particulares
y ni siquiera del juzgador, sino que está determinada por el
legislador ordinario.
Estimar que los particulares tienen la facultad de elegir el
camino procesal que prefieran para ejercer su derecho a la tutela
jurisdiccional implicaría que tendrían la capacidad de decidir, a su
conveniencia, los plazos y condiciones para solicitar la función
jurisdiccional.
Esta prerrogativa generaría una desigualdad jurídica, y daría
lugar a llevar juicios que irían en contra de las normas procesales
que son imperativas, con la consiguiente inseguridad jurídica,
pues no habría certeza respecto del juez ante quien se debe
solicitar la jurisdicción, cómo hacerlo, en qué plazos, con qué
formalidades, entre otros.
Por tal razón, hipotéticamente no prosperaría el supuesto de
que las partes consintieran de manera tácita la materia que no es
la prevista para un procedimiento concreto.
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En este orden de ideas, aunque exista el auto que admite la
demanda, ello no implica que por un supuesto consentimiento de
los gobernados, el camino establecido por el legislador no se
deba tomar en cuenta pues, como ya se dijo, ese proceso es el
que debe seguirse en todos los casos, salvo que se autoricen vías
alternativas.
En tal contexto de ideas debe señalarse que de conformidad
con el artículo 33 de la Ley Orgánica del Poder Judicial del
Estado, los Jueces de Primera Instancia en Materia Civil,
conocerán:
I. De los asuntos civiles y mercantiles, a excepción de los que
correspondan al conocimiento de un Juez Letrado en los
términos de esta ley, y aquellos en que se controviertan
cuestiones relacionadas con el patrimonio de familia, en los
cuales la competencia corresponde a los Jueces de lo
Familiar;
II.- De los juicios hereditarios y de sus conexidades, así como
de las acciones de petición de herencia;
III.-
De
los
negocios
de
jurisdicción
voluntaria
cuyo
conocimiento no corresponda específicamente a los jueces
de lo Familiar;
IV.- De las diligencias preliminares de consignación en
asuntos de carácter civil;
V.- De las diligencias de exhortos, rogatorias, suplicatorias,
requisitorias y despachos, relacionados con asuntos civiles;
VI.- De los asuntos en Materia Familiar, cuando en el lugar de
su residencia no haya juzgado de esa Materia;
VII.- De los negocios de la competencia de los jueces de
Primera Instancia en Materia Penal, en los casos de
impedimento, recusación o excusa de éste; y
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VIII.- De los demás asuntos que le encomienden las Leyes.
Por otra parte, la fracción XIX del artículo 27 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece
que el estado tiene la facultad de disponer las medidas para la
expedita y honesta impartición de la justicia agraria, con objeto de
garantizar la seguridad jurídica en la tenencia de la tierra ejidal,
comunal y de la pequeña propiedad, y apoyar la asesoría legal de
los campesinos.
De igual forma, la mencionada disposición legal establece
que son de jurisdicción federal todas las cuestiones que por
límites de terrenos ejidales y comunales cualquiera que sea el
origen de éstos, se hallen pendientes o se susciten entre dos o
más núcleos de población; así como las relacionadas con la
tenencia de la tierra de los ejidos y comunidades.
Para estos efectos y, en general, para la administración de
justicia agraria, la ley instituirá tribunales dotados de autonomía y
plena jurisdicción, integrados por magistrados propuestos por el
Ejecutivo Federal y designados por la Cámara de Senadores o,
en los recesos de ésta, por la Comisión Permanente y
establecerá un órgano para la procuración de justicia agraria.
Conviene recordar el contenido de los artículos 9, 43, fracción
III del 44, 49 y 163 de la Ley Agraria, que disponen:
Artículo 9. Los núcleos de población ejidales o ejidos tienen
personalidad jurídica y patrimonio propio y son propietarios de
las tierras que les han sido dotadas o de las que hubiere
adquirido por cualquier otro título.
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Artículo 43. Son tierras ejidales y por tanto están sujetas a
las disposiciones relativas de esta ley las que han sido
dotadas al núcleo de población ejidal o incorporadas al
régimen ejidal.
Artículo 44. Para efectos de esta ley las tierras ejidales, por
su destino, se dividen en:
[…] III. Tierras parceladas.
Artículo 49. Los núcleos de población ejidales o comunales
que hayan sido o sean privados ilegalmente de sus tierras o
aguas, podrán acudir, directamente o a través de la
Procuraduría Agraria, ante el tribunal agrario para solicitar la
restitución de sus bienes.
Artículo 163. Son juicios agrarios los que tienen por objeto
sustanciar, dirimir y resolver las controversias que se susciten
con motivo de la aplicación de las disposiciones contenidas
en esta ley.
Por su parte, el artículo 18 de la Ley Orgánica de los
Tribunales Agrarios, en sus fracciones I, V y XIV, señala que los
Tribunales Unitarios serán competentes para conocer de las
controversias por límites de terrenos entre dos o más núcleos de
población ejidal o comunal, y de éstos con pequeños propietarios o
sociedades.
También
previene
el
numeral
invocado
que
serán
competentes los tribunales agrarios para conocer de los conflictos
relacionados con la tenencia de las tierras ejidales y comunales y
de los demás asuntos que determinen las leyes.
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La regla general contenida en este último párrafo nos lleva a
concluir que la competencia de los Tribunales Unitarios Agrarios
se vincula necesariamente con los bienes ejidales o comunales
tratándose de controversias o cuestiones en las que estén
involucrados bienes de propiedad ejidal o comunal, o derechos de
ejidatarios o comuneros.
En este sentido, no importa el carácter de la persona o ente
contra el que se origine la controversia, es decir, no se toma en
cuenta si una de las personas es particular, comuneros o
ejidatarios, sino su ámbito se extiende a la protección de la
materia agraria.
En el caso concreto se obtiene que es evidente que la
naturaleza de la acción ejercida es civil, pues el actor reclama la
retención de un bien inmueble.
Sin embargo, también resulta claro que de las prestaciones
reclamadas y de los hechos descritos en la demanda se advierte
que los actos perturbatorios por parte de los demandados, del
terreno
objeto
del
presente
juicio,
involucra
cuestiones
relacionadas con la materia agraria, puesto que el acto que dio
origen a la posesión de la actora del inmueble cuya retención
pretende corresponde a la traslación de domino de un bien raíz
perteneciente al Ejido **********.
Es importante decir que no obra en autos medio cognoscitivo
alguno con que se logre acreditar que el mismo salió del régimen
ejidal para constituirse en un bien del uso común y regido por el
derecho civil y no por la ley agraria.
Luego entonces, debido a la tutela especial y al respeto
irrestricto que esta clase de bienes tiene por disposición
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constitucional, en cualquier asunto relacionado con la posesión
de terrenos presuntamente incluidos dentro del régimen ejidal o
comunal, debe ser la autoridad agraria la que conozca de ellos,
sin que tenga importancia si alguna de las partes es particular.
A igual conclusión se llega con independencia que a través
de ese conocimiento se llegue a determinar que los referidos
bienes ya no forman parte de dicho régimen jurídico pues, en ese
caso, la referida autoridad tendrá siempre la posibilidad de así
declararlo y, con base en ello, dictar la resolución que en derecho
corresponda.
En efecto, si bien como se señaló la acción interdictal de
retener la posesión del inmueble, objeto del litigio, es civil, la
materia de dicha acción es agraria pues, según se ha señalado,
existe una presunción fundada de que se trata de un predio sujeto
al régimen ejidal y regulado por el derecho agrario, con aplicación
de la ley respectiva de la materia.
De lo antes dicho y motivado se sigue que la competencia
para conocer de la controversia que ocupó al juzgado de primera
instancia y que ahora se somete al conocimiento de esta sala,
debe fincarse en el Tribunal Unitario Agrario conforme a lo
previsto por el artículo 163 de la ley agraria que determina su
competencia por razón de la materia y en términos del diverso
numeral 18 de la Ley Orgánica de los Tribunales Agrarios,
tomando en consideración que una de las partes en contienda es,
además, parte de un núcleo de población ejidal.
Así, de acuerdo con las constancias, el litigio deriva de la
posesión de un inmueble que se presume forma parte de un
régimen ejidal, y es el propio artículo 27 constitucional en su
fracción XIX el que dispone que las cuestiones de tal naturaleza
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deben ser dirimidas por una autoridad de jurisdicción federal, de
ahí que resulte claro que el juez de primera instancia no era
competente para conocer del asunto.
Luego, si de acuerdo con el artículo 16 constitucional, para
que un acto de autoridad resulte legalmente válido debe emanar
de autoridad competente, es inconcuso que compete conocer del
asunto de que se trata a una autoridad federal.
Atento a lo anterior, es de concluirse que el conocimiento de
este negocio debió corresponder a un Tribunal Unitario Agrario,
como resulta ser en este caso en términos del acuerdo del
Tribunal Superior Agrario publicado en el Diario Oficial de la
Federación el trece de septiembre de dos mil seis, el Tribunal
Unitario del Distrito número 20, residente en Monterrey, Nuevo
León.
Lo que así se considera con apoyo en la tesis jurisprudencial
que este órgano de alzada hace suya y que fue emitida por el
Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, consultable
en
la
página
de
internet
http://sjf.scjn.gob.mx/,
apartado
Sistematización de tesis y ejecutorias, Semanario Judicial de la
Federación, México, registro 192, 8993, que es del contenido
literal siguiente:
COMPETENCIA EN MATERIA AGRARIA. CORRESPONDE
AL TRIBUNAL UNITARIO AGRARIO CONOCER DE LAS
ACCIONES QUE SE EJERCITEN SOBRE LA POSESIÓN
DE PREDIOS PRESUNTAMENTE EJIDALES. Con el fin de
determinar el órgano jurisdiccional competente para conocer
de una acción sobre posesión de predios, deben tomarse en
cuenta el objeto de la demanda, los planteamientos
3
[J]; 9a. Época; Pleno; S.J.F. y su Gaceta; X, Noviembre de 1999; Pág. 23 ;
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formulados por las partes, los hechos narrados y los
elementos probatorios con los que se cuente, por lo que si de
las constancias de autos se desprende que una de las partes
es un sujeto de derecho agrario y que la acción recae sobre
un presunto predio ejidal, la materia sobre la que versa la
pretensión, aunque en principio sea de naturaleza civil,
pudiere quedar comprendida en la agraria y, por ende, el
órgano a quien debe fincársele la competencia es al Tribunal
Unitario Agrario del lugar donde se ubica el predio, en la
inteligencia de que la resolución correspondiente no
determina la naturaleza de éste.
Con base en lo anteriormente razonado, y toda vez que la
competencia como la que nos ocupa, es improrrogable, no está
sujeta a preclusión y no puede inferirse sumisión tácita o expresa
al juzgador, por cuanto lo contrario implicaría tener como legal lo
actuado por una autoridad que por ley ya era incompetente, lo
procedente es dejar insubsistente la sentencia dictada por el Juez
Segundo de Primera Instancia en Materia Civil del Distrito Judicial
de Monclova, con residencia en esa ciudad, en el juicio ordinario
civil ********** al advertir este tribunal de alzada la evidente
incompetencia del juzgador para conocer de las acciones
deducidas en dicho juicio.
En dicha tesitura, y ante la incompetencia del juez de primera
instancia, se declara nulo todo lo actuado desde el auto de
radicación, debiéndose remitir los autos ante el Tribunal Unitario
Agrario competente, conforme a lo previsto por el artículo 163 de
la Ley Agraria que determina su competencia por razón de la
materia.
Ahora bien, del Diario Oficial de la Federación se obtiene, en
lo que aquí interesa, de fecha trece de septiembre de dos mil seis,
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relativo al acuerdo del Tribunal Superior Agrario por el que se
reubica el Tribunal Unitario Agrario del Distrito 24, que venía
funcionando en Saltillo, estableciéndose su nueva sede en la
ciudad de Toluca, estado de México, y se modifica la competencia
territorial de los tribunales unitarios agrarios de los distritos 6, 9,
10 y 20, con sedes, respectivamente, en las ciudades de Torreón,
Toluca, Naucalpan y Monterrey, del sexto acuerdo, lo siguiente:
SEXTO.- Se modifica el ámbito de competencia territorial del
Tribunal Unitario Agrario del Distrito 20, con sede en la ciudad
de Monterrey, el que comprenderá todos los municipios del
Estado de Nuevo León, así como los siguientes municipios:
Del Estado de Coahuila:
1.- …
26.- Saltillo
En base a ello, deberá remitirse el presente asunto al
Tribunal Unitario Agrario del Vigésimo Distrito, con residencia
en la ciudad de Monterrey, Nuevo León.
Por último, toda vez que se ha declarado insubsistente la
sentencia de primer grado, resulta innecesario abordar el estudio
de los agravios expresados por la recurrente ya que en el caso
particular se ha declarado insubsistente la sentencia impugnada
por la incompetencia en razón de la materia.
CUARTO. En virtud de que el presente caso no encuadra en el
supuesto previsto por el artículo 138 del Código Procesal Civil del
Estado, no ha lugar a hacer especial condenación en costas en
esta segunda instancia.
Por lo expuesto y con apoyo además en los artículos 135,
136, 137, 140 y 141 de la Constitución Política del Estado, 16, 18
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y 22 de la Ley Orgánica del Poder Judicial del Estado, 865 y 881
del Código Procesal Civil de Coahuila, se resuelve:
PRIMERO. Se declara INSUBSISTENTE la sentencia de Primera
Instancia cuyos datos han quedado debidamente precisados en el
proemio de esta resolución.
SEGUNDO. Se declara nulo todo lo actuado desde el auto de
radicación de fecha **********, debiéndose remitir los autos ante el
Tribunal Unitario Agrario del Vigésimo Distrito, con residencia en
la ciudad de Monterrey, Nuevo León.
TERCERO. No se hace condena en costas en esta segunda
instancia.
NOTIFÍQUESE PERSONALMENTE, al tenor de lo dispuesto por
el artículo 211, fracción V, del Código Procesal Civil de Coahuila;
con testimonio de esta resolución, devuélvanse los autos
originales al juzgado de su procedencia y en su oportunidad,
archívese el toca como totalmente concluido.
Así, por unanimidad de votos, lo resolvieron y firman los
magistrados que integran el Pleno de la Sala Colegiada Civil y
Familiar del Tribunal Superior de Justicia del Estado Martha
Elena Aguilar Durón, Miriam Cárdenas Cantú, Carlos Javier
García Mata, Alejandro Huereca Santos y Gabriel Aguillón
Rosales, siendo ponente el cuarto de los nombrados, por ante la
licenciada María Blanca Estela Subealdea Rodríguez, secretaria
de acuerdo y trámite que autoriza y da fe. - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Martha Elena Aguilar Durón
Miriam Cárdenas Cantú
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Carlos Javier García Mata
Gabriel Aguillón Rosales
Alejandro Huereca Santos
María Blanca Esthela Subealdea
Rodríguez.
Esta sentencia se incluye en la lista de acuerdos de esta fecha.CONSTE.- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -La licenciada María Blanca Estela Subealdea Rodríguez, secretaria de acuerdo y
trámite de la Sala Colegiada Civil y Familiar del Tribunal Superior de Justicia del
Estado, hago constar y certifico que, en términos de lo previsto en los artículos 27,
fracción IX, 58 y 75 fracción III, de la Ley de Acceso a la Información y Protección
de Datos Personales del Estado de Coahuila de Zaragoza, en esta versión pública se
suprime la información considerada como reservada o confidencial que encuadra en
el ordenamiento mencionado y en las disposiciones aplicables.
Este documento fue cotejado previamente con su original por la licenciada Claudia
Gabriela Ruiz Valdés, secretaria de estudio y cuenta, quien elaboró la presente
versión pública.
María Blanca Estela Subealdea Rodríguez
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