concepción empirista del conocimiento y crítica a la metafísica en

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TEMA 12: CONCEPCIÓN EMPIRISTA DEL CONOCIMIENTO Y
CRÍTICA A LA METAFÍSICA EN LOCKE
La concepción empirista del conocimiento
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En su Ensayo sobre el entendimiento humano (1690), Locke sitúa en el primer
plano de la discusión filosófica la problemática del conocimiento, poniendo en
marcha la gran contienda en torno a sus fundamentos, certeza y límites, que
va a marcar la especulación de los siglos XVII y XVIII.
Sensación y reflexión
• La tesis de que todos nuestros contenidos de conciencia tienen su origen en la
experiencia se enuncia de manera explícita al comienzo del segundo libro del
Ensayo sobre el entendimiento humano, de Locke.
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La experiencia es el fundamento de todo nuestro saber, y de allí es de donde,
en última instancia se deriva
•
Si el objetivo que se propone Locke es estudiar el origen y el alcance de las
ideas con las que opera el entendimiento, con esta tesis no sólo indica la
orientación en la que va a llevar a cabo ese estudio sino que determina también
con qué método lo va a hacer.
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Este punto de partida no es sólo la afirmación de una tesis básica, sino también
la afirmación del método- camino- que va a seguir Locke en orden a cumplir el
primero de los objetivos de su obra, a saber, determinar el origen y alcance de
las ideas que el entendimiento posee
•
Sensación y reflexión se comportan, psicogenéticamente del siguiente modo: la
reflexión tiene como estímulo y antecedente a la sensación
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Aunque Locke equipara, en sentido psicológico, sensación y reflexión, e incluso,
en la teoría genética, haga depender la reflexión de la sensación, desde una
valoración epistemológica considera mejor fundada la reflexión que la
sensación, pues la sensación está destinada al conocimiento del mundo externo,
mientras la reflexión se dirige al conocimiento de las actividades del espíritu
mismo
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El saber de nuestros propios estados, como saber intuitivo, es el más seguro de
todos, y, en nuestros estados, del modo más perfecto e indubitable estamos
ciertos de nuestra propia existencia. Con apoyo casi literal en Descartes,
apoya Locke esta doctrina de la autocerteza
CRITICA A LA TEORÍA DE LAS IDEAS INNATAS
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Desde este principio fundamental del empirismo se justifica la crítica que
Locke realiza al innatismo.
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Locke refuta el consensus gentium, remitiéndose a la experiencia de los
niños y a la etnografía. Halla que no existen principios teoréticos ni
prácticos generalmente conocidos o reconocidos
Tampoco admite Locke el subterfugio, empleado por Henry Moore, de que
las ideas innatas no se hallan contenidas de modo actual en el alma, sino de
manera implícita.
El alma es capaz de aceptar y construir ideas. Locke despoja, pues, al
alma de toda posesión primigenia
La primera consecuencia del planteamiento gnoseológico genetista del
empirismo fue, lógicamente, esta radical oposición a la teoría de las ideas
innatas, presente de una u otra forma en la metafísica clásica y renovada por
Descartes y sus discípulos
LAS IDEAS Y SUS CLASES
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Idea es, por tanto, todo aquello que se entiende por fantasma, noción,
especie o cualquier otra cosa en que puede emplearse la mente al
pensar
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Locke distingue la idea así concebida, como contenido de conciencia,
del objeto pensado y de las cualidades de este objeto.
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Las ideas son, para Locke, sólo sensaciones y percepciones de
nuestra mente.
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Distingue Locke, por otra parte, dos tipos de representaciones o
ideas, simples y compuestas, originadas estas últimas de las primeras:
1. Ideas simples: Constituyen el material total de nuestro
saber. Las ideas simples se originan de dos formas:
• Por sensación se originan las representaciones del
mundo corporal, trasmitidas por los sentidos
• Por reflexión se originan las representaciones que el
alma tiene de su propia actividad
2. Ideas complejas: No son algo nuevo. El entendimiento no
tiene poder para inventar una sola idea, tan sólo le es dado
modelar y transformar. La operación por la que la mente
forma representaciones complejas es la abstracción
EL PAPEL DE LA ABSTRACCIÓN
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Nos sería imposible designar con sus propios nombres todas las posibles cosas y sus
combinaciones; desbordaría totalmente nuestra capacidad. Por ello realiza la mente
aquella generalización.
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Conviene notar la diferencia entre esta abstracción del moderno empirismo y la
abstracción de la filosofía aristotélico-escolástica:
1) Para Aristóteles y Santo Tomás, la abstracción es auténtica captación de
esencias; trasciende siempre la experiencia sensible apoyada únicamente en la
inducción y trata de alumbrar intuiciones universales metafísicas
2) Para Locke, la abstracción se contrae conscientemente a los límites de la pura
apariencia; es, en definitiva, una mera función simplificadora de imágenes y
nombres, y no tiene tras sí metafísica alguna de esencias
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Es significativo que Locke no tenga criterio objetivo alguno para
determinar qué es lo que, en la abstracción, ha de retenerse como
esencial en el objeto, y qué hemos de desatender.
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Tiene más bien en cuenta el momento psicológico-económico de la
simplificación. En ello hay que ver la decisión de renunciar a la
metafísica.
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Sí está claro para él que la universalidad de las ideas no es el resultado
de una operación de la mente.
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Lo importante aquí, por tanto, no es la negación de la abstracción tal
como la entiende la metafísica escolástica, sino la reafirmación de las
tesis nominalistas vigentes en el empirismo
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Abstraer para Locke va a ser, en definitiva separar y no universalizar
LA CRÍTICA DE LOCKE A LA METAFÍSICA
EL NOMINALISMO DE LOCKE
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La sustancia para Locke, no puede ser sino una idea compleja formada por
asociación de ideas simples
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Como buen nominalista, Locke sólo ve en los conceptos generales construcciones
intelectuales y lingüisticas.
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Para explicar la formación de estos conceptos echa mano del papel que juegan los
“signos”, sobre todo los del lenguaje. Estos hacen posible, gracias a la asociación
más o menos artificial de ellos con los elementos (objetos) de las representaciones
particulares, destacar los objetos singulares de los complejos previamente dados.
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Con esto, a pesar de los fundamentos sensualistas que admite Locke para todo
contenido de conciencia, deja espacio a una ciencia demostrativa de conceptos y a
toda suerte de operaciones abstractas de que es capaz el espíritu cognoscente,
operaciones que se llevarían a cabo en una especie de semiótica
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Queda así distinguido el conocimiento demostrativo del intuitivo y del
suministrado por la sensación: el primero no se refiere a la relación de las ideas
con el mundo externo, sino a la relación de las ideas entre sí.
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Se concibe, pues, el conocimiento demostrativo enteramente según el modelo
nominalista, o sea, como un cálculo con signos conceptuales. Este conocimiento
supera al conocimiento sensitivo pero queda por debajo del intelectivo
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La necesidad de la demostración sólo vale dentro del mundo de las representaciones,
de los conceptos generales o abstractos, a los cuales no corresponde realidad alguna
•
Para Locke, nos vemos constreñidos a aceptar un sustrato real para todos los
modos dados en las diversas ideas sin que podamos predicar nada de lo que sea
este sustrato mismo
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En conclusión, la sustancia, para Locke, no es más que una coexistencia de varias
ideas simples que nos hemos acostumbrado a ver juntas con determinada unión en
las llamadas cosas, y a las cuales ideas simples, así unidas, suponemos después un
soporte, por lo demás desconocido a nosotros. La sustancia es el portador
desconocido de las propiedades conocidas, cuya pertenencia nos vemos obligados
a admitir
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En este sentido es una abstracción de nuestras ideas de sustancias concretas, las
cuales se originan, según Locke, por la costumbre al encontrarnos con que cierto
número de ideas simples van habitualmente juntas
ESENCIA NOMINAL Y ESENCIA REAL
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La crítica desarrollada por Locke va dirigida, en realidad a la concepción
aristotélico-tomista de la sustancia, la cual debe quedar reducida a un mero
presupuesto lógico de nuestro pensamiento, sostenido por la costumbre, y que
facilita nuestra experiencia del mundo externo.
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Por tanto, lo que Locke se propone explicar no es cómo, sin la noción metafísica
de sustancia, nos puede ser posible ahora el conocimiento de la realidad, sino
cómo esta noción puramente instrumental de un sustrato de nuestras
representaciones cumple una función tan importante en el mundo de
nuestras representaciones como fundamento, sin que nosotros sepamos nada
positivo de ella, por lo que nuestras representaciones están fundadas en un no-se
qué
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Hay que distinguir, según Locke, entre esencia nominal “que no sería más que
la idea abstracta a la que va anejo el nombre”, y la esencia real, que sería la
“constitución real de las sustancias, de la cual dependen esa esencia nominal y
todas las propiedades de esa clase o especie”
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La tesis de Locke es que, de hecho, no conocemos más que las esencias
nominales de las cosas, nunca la esencia real.
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NO nos es posible un conocimiento metafísico de esencias. El único
conocimiento que obtenemos del mundo externo es el que nos proporcionan
nuestras ideas simples.
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Las nociones de sustancia y esencia no corresponden, en el planteamiento de
Locke, a conceptos con los que obtenemos un conocimiento de la realidad en sí.
Con la noción de esencia se trata de buscar una respuesta a la pregunta ¿qué son
las cosas?, que exigiría una contestación dogmática, mientras que en el caso de
la sustancia se trataría de comprender la radicación de cada una de las notas
de un ser individual en un principio, en su principio último
EL PROBLEMA DE LA IDENTIDAD PERSONAL
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La crítica a la identidad personal no va a ser sino un correlato de la crítica a
la idea de sustancia
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En virtud precisamente de la incognoscibilidad de la sustancia, el tema de la
identidad personal se separa, en su planteamiento, del problema de la
sustancia
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Hasta ahora la identidad personal se fundaba de manera metafísica en la
concepción del individuo como sustancia. Invalidada ésta, Locke busca una
nueva vía de justificación a partir del principio de que la identidad de la
persona es formalmente identidad de conciencia.
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Y la instancia en concreto desde la que se explica y se justifica dicha
identidad es una de las funciones de la conciencia, la memoria, que abarca
las tres dimensiones del tiempo: presente, pasado y futuro
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